El Pibe - Gabriela Cerruti
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Capítulo sobre Calcaterra...
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tos e intereses antagónicos en los que se desenvolvía. Avanzaba con impunidad y torpeza, como si ser empresario oficialista, político opositor, economista de derecha y personaje público de centro fuera parte de un juego inofensivo. Los gerentes de socma seguían cuidando sus intereses en la empresa, intentando nuevos negocios con el Gobierno Nacional y de la Ciudad y preparándose para ser los ministros de las áreas relacionadas con Obra Pública, Infraestructura y Vivienda, aquellas en donde podían aplicar lo que habían aprendido toda la vida dentro del grupo. El grupo Sophia, liderado por Horacio Rodríguez Larreta, presentaba planes eficientes y modernos de gestión, con un discurso sobre las áreas sociales «políticamente correcto», que seguía los lineamientos del Banco Mundial para el tema. Y la política quedaba reservada a la vieja estructura del peronismo, liderada por Eduardo Duhalde o Ramón Puerta, según la ocasión, y por Miguel Ángel Toma y los herederos de Carlos Grosso en la Capital Federal. En esa lógica, la Plaza del Sí de Néstor Kirchner era básicamente una demostración de fuerza contra el duhaldismo derrotado en las elecciones de noviembre. La senadora Cristina Fernández de Kirchner se había impuesto sobre Hilda «Chiche» Duhalde. Los Kirchner aspiraban a la hegemonía dentro del justicialismo y para eso necesitaban aglutinar a gobernadores, intendentes y sindicalistas. Mauricio Macri se convirtió en el portavoz de la derrota duhaldista, protestando por las incomodidades que causaba el acto, acusando de clientelismo al Gobierno, tratando de emparentar lo que fue una movilización masiva con un mero acto de aparatos. Mientras tanto, los gerentes seguían haciendo sus carpetas y sus negocios con el Gobierno Nacional; Rodríguez Larreta sus power point, y los duhaldistas marcaban la línea política.
Franco Macri se encerró en su escritorio de Eduardo Costa y redactó la carta que una hora después su chofer entregaba en mano en la Secretaría Privada del presidente Néstor Kirchner. En esa carta, Franco lo felicitaba por el éxito del acto y se mostraba satisfecho porque «recibimos un mensaje de esperanza: el país, el pueblo y todos los sectores deben colaborar con la reconstrucción de la Argentina».
Más preocupado en mostrar la interna familiar que en cuidar su propia imagen, el Gobierno Nacional se ocupó de difundir la carta y amplificar las declaraciones de Macri padre por los medios. «Yo siempre creí en la necesidad de estructurar un país para los argentinos. Realmente debo decir que por primera vez me ha llegado ese concepto con fuerza y con sinceridad de nuestro Presidente, que manifiesta, insiste y lo demuestra que quiere una Argentina para todos los argentinos.» Mauricio sabía perfectamente lo que estaba sucediendo: él lo había acompañado a su padre a reunirse con los militares, con Raúl Alfonsín y con Carlos Menem y cada vez que salían de allí habían dicho frases similares. Esta vez, él era político. Y era opositor. Su padre no podía hacerle esto. Su equipo político trataba de calmarlo con un argumento incontrastable: el Gobierno se había equivocado. Si hasta ahora la gran acusación que tenían era que padre e hijo eran lo mismo, la difusión de la carta sólo comprobaba que ya no lo eran. Admitió a regañadientes utilizar ese argumento públicamente, pero nada alcanzaba. «Claro que estoy molesto e incómodo. Pero esto es una muestra más de que no tengo nada que ver con mi padre. El padre de uno es el padre de uno, estoy muy agradecido de la educación que recibí, pero no tengo la misma visión sobre lo que pasa en nuestro país.» Los más incómodos eran sin duda los gerentes de socma, como Andrés Ibarra y Néstor Grindetti. Querían acompañar a Mauricio en su aventura política, pero sabían que Franco estaba haciendo lo correcto para defender los intereses de la empresa. ¿Cómo iban a pelearse públicamente con el Gobierno al que le estaban pidiendo contrataciones, licitaciones millonarias, préstamos y hasta alguna ayuda para solucionar causas judiciales en las que todos ellos estaban implicados? Su amigo Nicolás Caputo había comenzado a hacer malabares para sostener las negociaciones con el Gobierno Nacional por la participación de su empresa en el boom de los aires acondicionados y su inserción en el plan de infraestructura energética para el transporte de energía por el país. Ya era ineludible que en las reuniones con los equipos del Gobierno Nacional le preguntaran qué le pasaba a su amigo Mauricio, hasta dónde pensaba llegar. Hasta su mujer, Isabel Menditeguy, intentó mediar: «Mauricio, o
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seguís con los negocios o seguís con la política. Todo no se puede. No podés querer sacarles millones mientras los criticás públicamente». Macri ensayó por primera vez una explicación frente a su mujer: «No te podés llevar bien con todos, lo que hace papá ya es de otra época. Si yo soy Presidente, voy a poder hacer lo que quiera con la empresa sin tener que chuparle las medias a nadie. El viejo se arrastra… Yo quiero manejar yo mismo todo… ya vas a ver…» Menditeguy había comenzado ya a pensar en su separación, y estaba al tanto de todos los negocios, las asociaciones y las cuentas de su marido. Conocía perfectamente que, como siempre en la historia del Grupo, los balances favorables dependían una vez más de la asociación con el Gobierno. Y que Mauricio no entendía nada de negocios y, parecía ahora, tampoco de política. Nadie lo podía decir en voz alta, pero los comentarios se repetían en las conversaciones telefónicas y los encuentros semiclandestinos donde los parientes y los gerentes trataban de encontrar una salida. —Franco es un capo… El pibe es un pelotudo…
realidad en la composición accionaria de la empresa en ese momento. Primero enumera a los administradores: Roberto Leonardo Maffioli; Armando Amasanti; Carlos Cappelli; Andrés Horacio Ibarra y Rafael Sardella. Pero luego también a sus controlantes a través de sideco: Angelo Calcaterra, Roberto Leonardo Maffioli, Jorge Rubén Aguada, Justo Solsona, Manuel Sobrado, Néstor Grindetti y Juan Garrone. Para sostener finalmente que «la interdicción dispuesta se hará extensiva al administrador de hecho de todo el grupo, señor Franco Macri, quien goza a su favor del derecho de usufructo vitalicio de la casi totalidad de las acciones». Franco había distribuido las acciones entre sus cinco hijos. Pero se había reservado el usufructo de por vida. No obstante, Mauricio manejaba el 60% de las acciones de socma si sumaba a sus dos hermanos varones. Contaba además con su primo, Angelo Calcaterra, accionista y gerente en sideco. Y toda la línea de gerentes, encabezada por Leonardo Maffioli, le respondía. Podía tomar la decisión que quisiera sobre la empresa, si lograba quitarle a Franco la cláusula del usufructo.
Macri vs. Macri La pelea pública entre padre e hijo dividió a los hermanos. Contra las expectativas de Franco, Mariano y Gianfranco apoyaron a Mauricio. Sandra y Florencia, a Franco. Los varones comenzaron a tramar el take over del holding: «Papá ya está viejo, está gagá… dice cualquier cosa…», repetían mientras imaginaban conspiraciones tejidas desde China por Nuria Quintela y la mafia china para quedarse con las acciones de la empresa. Las hijas mujeres se aliaron a su padre: el argumento era sencillo, pero contundente. La plata es de él, la hizo él, ustedes nunca laburaron, repetían, simpáticas pero firmes, en los encuentros familiares. Franco seguía conservando el usufructo de las acciones de socma pero advertía que los gerentes respondían a sus hijos y no a sus directivas. No hacía falta escarbar demasiado para ver que la mayor parte de ellos ya habían sido reclutados por Mauricio para su Fundación y su futuro gobierno. Es la sentencia del juez Eduardo M. Favier-Dubois, que decreta la quiebra del Correo Argentino, la que aporta más claridad sobre la
En marzo de 2006, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, presidida por Santiago de Estrada y con amplia mayoría del macrismo, logró la destitución del jefe de Gobierno Aníbal Ibarra bajo la acusación de ser responsable político de la tragedia de Cromañón, el incendio de un boliche en el barrio de Once donde murieron calcinados 194 jóvenes. La mayor tragedia de la historia de la ciudad fue utilizada por los macristas para allanar el camino político de su jefe. Mauricio Macri casi no opinó durante el desarrollo del juicio político, y fueron sus legisladores y representantes en la Ciudad los encargados de llevar adelante el tema. «Mis legisladores me explicaron por qué creían que tenía que ser destituido, y a mí me pareció correcto y los apoyé», fue su lacónica explicación. Alentados por la nueva situación, durante los meses que siguieron, la discusión volvió a instalarse entre los miembros de su equipo político ante la inminencia de las elecciones de 2007. Había que decidir si sería candidato a Presidente o a jefe de Gobierno de la Ciudad. Macri había contratado a un nuevo gurú en Comunicación, que manejaba incluso sus decisiones políticas: Jaime Durán Barba. Y había relegado al grupo peronista en las decisiones para intentar mostrarse
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como «la nueva política», dándole más preeminencia a la presencia de Gabriela Michetti, Marcos Peña y otros jóvenes que lo acompañaban. Pero las decisiones no eran sólo políticas. Aunque Mauricio intentaba compartimentar los temas, los gerentes de socma que participaban de la Fundación y del equipo sabían bien que, apenas se anunciara una candidatura presidencial, todos los acuerdos con el kirchnerismo comenzaban a peligrar.
El nuevo Capo Franco Macri sonríe e insiste. «La verdad… no tengo idea de quién compró iecsa.» Angelo Calcaterra, el nuevo dueño de iecsa según los papeles formales, es el hijo de su hermana Pía, y él no quiere más problemas familiares. Pero Franco Macri se pregunta si es Calcaterra quien compró iecsa, o es Ghella. Y en voz baja sugiere si detrás de Ghella no está su hijo Mauricio y sus hermanos Mariano y Gianfranco. Sabe que deliberadamente está tendiendo un manto de duda que se suma a la complejidad de la operación y a los puntos oscuros de la misma. Le sobran los motivos. Angelo ingresó a la empresa traído por Mauricio, a pedido de su tío Antonio. Su hermana María Pía era la protegida de Antonio, y los dos solían hacer causa común contra Franco. «Es que crecimos separados, como Franco estuvo pupilo en un colegio, no nos veíamos muy seguido. Y naturalmente nosotros éramos más unidos», solía recordar Antonio. Angelo trabajó bajo las órdenes de Mauricio y tiene una buena y fluida relación con su primo. Una carta de lectores publicada en el diario La Nación por uno de los más estrechos colaboradores de Mauricio Macri, Marcos Peña, también lo llenó de dudas. Allí, Peña aclara que Macri había decidido desprenderse de iecsa para no tener problemas de incompatibilidades cuando fuera jefe de Gobierno. Pero, en realidad, iecsa no tenía en ese momento ni contrataciones vigentes ni futuras importantes con la Ciudad. Sí, en cambio, Ghella, que estaba a punto de ganar la licitación para la construcción del túnel aliviador del Maldonado, una de las obras hídricas más importantes de la ciudad. Licitación que iba a ser otorgada por Juan Pablo Schiavi, en ese momento ministro de Jorge Telerman, pero que nunca dejó sus vín-
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culos con el macrismo.
Franco Macri anunció la venta de iecsa y creaurban a su sobrino, exactamente el mismo día en que Mauricio Macri hacía pública su decisión de competir por la Jefatura de Gobierno en la ciudad de Buenos Aires. Fue, en principio, una batalla ganada. Franco no quería que Mauricio compitiera por la presidencia. El Gobierno Nacional le había dicho ya de mil maneras diferentes que preferían verlo circunscripto a la Capital Federal y esperando unos años más antes de dar la batalla nacional. El mismo Franco lo expresaba sin pruritos: «Yo creo que para los negocios con China es preferible que se siga manejando el Gobierno Nacional. Que Mauricio haga su experiencia en la ciudad y después ya tendrá tiempo, es muy joven». Franco parece decidido a marcarle la vida pública a su hijo: «No digo que no pueda ser Presidente. Creo que este Gobierno necesita otros cuatro años más para seguir profundizando lo que está haciendo. Y que Mauricio le puede hacer mucho bien a la ciudad otros cuatro años. Después, ya veremos».
La venta de iecsa y creaurban deja demasiados puntos sin resolver. La decisión fue anunciada formalmente en la asamblea anual de la empresa. Según consta en el balance de iecsa de 2006, «la sociedad ha tomado conocimiento de que su accionista mayoritario se encuentra realizando negociaciones para concretar la transferencia de su tenencia accionaria. A la fecha de emisión de los presentes estados contables se desconocen detalles de la posible operación, sólo se ha informado que la misma se realizaría por un precio no inferior al que surge de los libros de la sociedad y dentro de las condiciones y términos usuales para este tipo de operaciones». Franco Macri hoy prefiere explicarlo así: «En vista del hecho de que Mauricio se había decidido por la política y mis otros hijos tenían otras inclinaciones, yo pensé la posibilidad de vender todo el Grupo y darles la plata a cada uno para que hicieran lo que quisieran». El relato elude que Mariano Macri había sido puesto en ese momento al frente del Grupo por el mismo Mauricio, y que estaba a cargo tanto
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