El Perfume Del Silencio

December 30, 2017 | Author: elpintintun | Category: Mind, Space, Knowledge, Logical Consequence, Truth
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El perfume del silencio Francis Lucille

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Traducido por Pedro Brañas. Revisado y corregido por Patricia Garcia.

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Índice Introducción 1

Mantente Presente sin Intención

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No Hay “Ahí”

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Simplemente Di “Sí” en Tu Interior

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La Madre de Todos los Problemas

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No Abandones el Trono

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En Ningún Momento Hay Tiempo

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Dios es Muy Juguetón

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Una Explosión de Libertad

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Lo Que la Mente no Puede Saber

10 Los Objetos Fluyen a Través de Nosotros 11 La Meditación Nunca Empieza ni Acaba 12 El Amor en Busca de Sí Mismo 13 Paz, el Recipiente Universal 14 El Deseo por el Absoluto 15 El Diamante Transparente

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Introducción ¿Qué es una pregunta y qué es una respuesta? Antes de la formulación de una pregunta aparece el sentimiento, “no sé”. Es en esta apertura a nivel mental desde la que surge la pregunta. Esta apertura se expresa de la única forma en la que la mente puede expresar algo, mediante conceptos, pero la verdadera esencia de la pregunta es la apertura en la que se origina. Podríamos decir que una pregunta es esta apertura en forma de concepto; es la forma que “no sé” adopta en la mente. Cuando esta pregunta es recibida por alguien que está simplemente presente como esta apertura, la apertura vuelve a adoptar otra vez la forma de un pensamiento conceptual y da una respuesta. El propósito de la respuesta no es perpetuar el pensamiento conceptual que aparece en la pregunta, aunque a veces puede que se produzca un diálogo a ese nivel. El propósito de la respuesta es poner punto final a la pregunta, porque una pregunta solo deja de ser pregunta cuando es respondida verdaderamente. Lo que pone fin a la pregunta es aquello que disuelve el concepto; la forma en la que se planteó la pregunta y en lo que ésta se disuelve es aquello desde lo que surgió: la apertura. No hay ningún otro sitio al que pueda ir. Así que podríamos decir que la respuesta desnuda la pregunta y nos devuelve a la apertura desnuda, al no-saber original. La diferencia entre la apertura antes de la pregunta y después de la respuesta es simplemente que debido a que la pregunta ha sido contestada satisfactoriamente, al menos temporalmente, hay una cesación de la agitación en esta apertura, no hay impulso alguno para escapar de ella hacia el pensamiento conceptual, y por lo tanto en este momento tenemos un vislumbre de nuestra verdadera naturaleza; la apertura se experimenta a sí misma como tal. Así que el maestro no añade nada nuevo. La pregunta contiene la respuesta, de hecho surge de la verdadera respuesta. Sino fuera así, sino conociéramos ya la respuesta, ¿cómo podríamos reconocerla cuando la oímos? ¿Desde dónde vendría ese “Sí” que sentimos cuando entendemos algo? La apertura de la que surge la pregunta y la apertura de la que proviene la respuesta no son dos aperturas diferentes, son una y la misma. El planteamiento de la pregunta es el aspecto creativo de esta apertura. Su disolución es el aspecto meditativo, la disolución de todo lo que existe en aquello que es. Si preguntamos, “¿cuál es el propósito de la pregunta? ¿porqué este movimiento, esta creatividad, porqué no simplemente reposo?” No podemos contestar porque la propia mente es parte de la creatividad sobre la que estamos preguntando. Sin embargo, William Blake dijo, “La eternidad está enamorada de los productos del tiempo” y así, quizás esta apertura disfruta simplemente de revelarse a sí misma momento a momento y este juego de diálogos es solo una de sus muchas formas de

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disfrute. Es como jugar al escondite en el que se esconde a de sí misma y se descubre a sí misma según le place. Así que, la verdadera pregunta y la verdadera respuesta no residen en las palabras. Para entender su verdadero significado las palabras deben desaparecer y en ese momento nos damos cuenta de que no entendemos lo que se dice en estas páginas, sino que somos ese entendimiento. Así que el verdadero contenido tanto de la respuesta como de la pregunta es esta apertura, este no-saber, del cual surgen ambas, en el cual se mantienen ambas y en el que ambas se disuelven. Es aquello que está presente detrás, entre y dentro de las palabras. Este libro recoge parte de los diálogos mantenidos con Francis Lucille en América, Canadá y Europa, entre 1997 y 2002. El propósito de estos encuentros no consiste en hacer preguntas y recibir respuestas, ni tampoco es este el objetivo de este libro. No tiene nada que ver con un intercambio de conceptos o con estar de acuerdo o en desacuerdo. Si nos descubrimos comparando, juzgando y analizando, no hemos entendido, no hemos sido desnudados todavía. Es más bien un movimiento de apertura a apertura. Esta es la relación entre el estudiante y el maestro. Es una danza que no conduce a ninguna parte. Formulamos preguntas desde esta apertura y se disuelven otra vez en esta apertura. Es un juego divino en el que la apertura se revela a sí misma en cada momento. Los pasos de esta danza son a veces rápidos y a veces lentos, a veces amables y a veces austeros, a veces complejos y a veces simples, a veces intelectuales y a veces sentidos, a veces largos y a veces cortos, pero es siempre la misma danza. El propósito de estos diálogos es el amor. No es el de reforzar la idea de que nosotros somos estudiantes y que el maestro es un maestro. Cuando esta apertura se revela a sí misma a través de este juego de diálogos, una de las formas en que es experimentada es como amistad, como amor; y este amor es la disolución de los límites, la disolución de todo lo que nos hace pensar y sentir que estamos separados de los otros y del mundo. Paradójicamente es esta misma disolución del “otro” lo que nos hace verdaderamente capaces de amar a un “otro”. Francis Lucille dice a menudo que deberíamos olvidar todo lo que dice en el momento en el que lo leemos u oímos. Lo que queda es el verdadero significado de las palabras, aquello a lo que nos referimos cuando decimos “yo”, la verdadera respuesta a la pregunta, el perfume del silencio. R.S.

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1 Mantente Presente Sin Intención ¿Porqué algunas experiencias, tales como una sensación en el cuerpo, son conceptualizadas como “yo” y otras, tales como una percepción del mundo, son conceptualizadas como “no yo”? Simplemente porque eliges llamar a algunas “yo” y a otras “no yo”. Haces una distinción artificial que es resultado de un hábito condicionado. Si hubieras nacido en una civilización en la que el sol naciente fuera llamado “mi sol” lo considerarías tu sol. Tanto la percepción que llamas “el sol naciente” como la sensación que llamas “mi cuerpo” aparecen en ti. Ninguna de las dos es más o es menos “tú” que la otra. La conexión que tengo con mi cuerpo es diferente de la conexión que tengo con otros cuerpos. Esa es la razón por la que siento que este cuerpo soy yo y no soy los otros cuerpos. Por ejemplo, no puedo sentir las sensaciones en el cuerpo de otro. No estoy negando que parezcas tener una especial conexión con tu cuerpo. Compara esto con tu coche. Cuando conduces tu coche, lo ves desde dentro, mientras que ves todos los demás desde fuera. Así que, aunque pareces tener una especial relación con tu coche, esto no implica que seas tu coche. Es lo mismo en relación con tu cuerpo. Tú eres la consciencia en la que aparece tu cuerpo-mente y todos los demás cuerpos-mente. Sin embargo, esto no implica que tú, como consciencia, seas solo este organismo cuerpo-mente o que seas un subproducto de él. La creencia de que tú estás en tu cuerpo es simplemente una interpretación de tu verdadera experiencia. Pensar que tienes una conexión más cercana con algunas sensaciones que con otras o pensar que algunas sensaciones están en el interior y otras en el exterior es también una interpretación. Todo lo que necesitas es verlo tal como es: una interpretación. Tal interpretación puede resultar conveniente en algunas situaciones, y cuando lo es, la utilizamos. Sin embargo, ten cuidado de quedarte apegado a una interpretación, de ser hipnotizado por ella, y pensar que es una representación de como son en realidad las cosas. Cuando es necesario soy perfectamente capaz de utilizar la misma interpretación que tú, pero porqué utilizar interpretación alguna cuando las circunstancias no lo requieren. En caso de duda no interpretes. Lo que algo parece ser no es, necesariamente, lo que es. Lo que llamamos “mi cuerpo” es una interpretación. Cuando nos identificamos con esta interpretación, nos sentimos separados, pero en ausencia de interpretación alguna, descubrimos que nuestro cuerpo es consciencia. Nuestro cuerpo real incluye la mente y la totalidad del universo. Este es el cuerpo que siempre hemos tenido y aquel en el que todos los cuerpos, groseros y sutiles, vienen a existir. No nos interesa lo que las cosas parecen ser, sino lo que son realmente. Es importante ser consciente de lo que son hechos y de lo que son interpretaciones. Nunca tomes una interpretación por un hecho. De hecho nunca experimentamos el cuerpo tal y como lo concebimos. Experimentamos sensaciones, y es solo una interpretación a posteriori la que nos dice: “Esta sensación surgió en mi pie.” En el momento de la sensación, nuestro pie no estaba presente y nuestro cuerpo no estaba presente, solo estaba presente la sensación. Es peligroso utilizar una teoría como herramienta en un campo para el que no es adecuada. Por ejemplo, la interpretación materialista de nuestra experiencia, que es 7

adecuada para utilizarla en relación al mundo físico, no es eficiente en relación a la felicidad, al amor o a la belleza, porque no es la herramienta adecuada. ¿Cómo decidimos que herramienta utilizar? Utiliza aquella que funcione. Esta interpretación materialista de la naturaleza de la realidad es la interpretación más prevalente del mundo en el que vivimos y obviamente es un fracaso en términos de felicidad. El fundamento más seguro es uno en el que no hay interpretación. Entonces, dependiendo de las circunstancias, utilizamos la teoría que resulta apropiada, sabiendo que todas las teorías son limitadas, todas provisionales. Si cumplen su función, entonces las usamos. Si no la cumplen las devolvemos a la caja de herramientas, que es el lugar que les corresponde. Aunque la consciencia es la pantalla en la que todo aparece, aquello que ocurre en la pantalla es diferente para cada uno de nosotros y nos identificamos con nuestra propia imagen. Solo podemos usar las metáforas hasta un cierto punto. Cuando las estiramos demasiado no funcionan. Utilizamos la metáfora de las imágenes en una pantalla de televisión para entender la relación entre pensamientos, sentimientos, percepciones y la consciencia. La pantalla representa la consciencia, y las imágenes las manifestaciones, las energías, lo que aparece. Si queremos entender la relación entre la consciencia y la aparente multiplicidad de mentes, también podemos utilizar la imagen de una pantalla de televisión, pero de una forma diferente. Si innumerables pantallas de televisión, cada una con su propia imagen, representan innumerables mentes, entonces en este caso, la consciencia queda representada por un observador que estuviese mirando todas las pantallas de televisión simultáneamente. Algunas veces dos imágenes pueden tener alguna conexión porque comparten un objeto común. Algunas veces puede parecer que no tienen conexión alguna, porque no hay intersección alguna entre sus campos. Sin embargo, un único testigo observa todas las pantallas. En esta metáfora el testigo simboliza la consciencia y cada pantalla representa cada mente individual. Esta consciencia individual no parece compartir la totalidad. Objetivamente es limitada, pero subjetivamente no lo es. Una pantalla de televisión no puede ver las otras pantallas, pero el observador tiene acceso a todas ellas. De la misma forma, tu mente no tiene acceso a otras mentes, pero una sola consciencia ve todas las mentes. El observador no es extraño a ti, porque es tú mismo. Está viendo y entendiendo estas palabras ahora mismo. No hay una consciencia separada para cada mente. Hay solo uno que oye, que ve, que percibe. El aparato con el que vemos es por sí mismo inerte, incapaz de ver. Un telescopio es inútil sin un astrónomo. Por sí mismo, no ve nada. De forma similar, el aparato mental no ve nada por sí mismo. ¿Así que el lugar donde residir es la consciencia testigo? No es ni siquiera un lugar donde residir. Es el lugar donde siempre residimos de forma natural, así que no se requiere ningún esfuerzo para residir allí. Simplemente tenemos que entender esto. Puede parecer difícil residir allí, pero de hecho no residir allí es imposible.

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Uno es ocasionalmente expulsado de él y después periódicamente regresa allí. Parece que somos ocasionalmente expulsados de la consciencia, pero de hecho, nunca lo hemos sido. Por ejemplo, mientras sintamos que ser expulsados de la consciencia es un problema, esta sensación por sí misma parecerá expulsarnos. En el momento en el que entendemos que ocurra lo que ocurra, somos la consciencia en la que está ocurriendo, entonces ser aparentemente expulsado deja de ser un problema. De la misma manera que quedarnos dormidos no es un problema porque sabemos que el sueño que vamos a experimentar es una ilusión. Siento como si yo mirase desde este cuerpo y no desde esa mesa. Así que, aunque aquello que ve es obviamente infinito, parece tener una visión limitada o individual. Esa comprensión es el núcleo de lo que podría denominarse iluminación. Tenemos que abandonar las limitaciones que superponemos a la consciencia. Tenemos que disociar la consciencia, que es subjetiva y universal, de la mente, que es objetiva y personal. De alguna manera son como uña y carne. Son como uña y carne en el sentido de que un objeto no puede aparecer sin consciencia. Sin embargo, la mente es un objeto que aparece y desaparece. Todo lo que es objetivo es limitado. El sujeto no tiene limitaciones. Superponemos las limitaciones del objeto sobre el sujeto que es ilimitado. Es ilimitado porque no es objetivo y por lo tanto no tiene forma. Si no tiene forma, no tiene contorno, bordes. Si tuviera bordes podríamos percibirlos. Si pudiéramos ver el borde, los límites de la consciencia, tendría que existir una consciencia diferente que los percibiera. La verdad es que, aunque te parece que la consciencia es limitada, esa no es de hecho tu experiencia. Te parece que es así, pero es un truco. Este truco se llama Maya. Parece que tenemos la experiencia de una consciencia limitada pero cuando lo investigamos más detenidamente, vemos que es imposible. Aquello que es consciente de las limitaciones transciende las limitaciones y por lo tanto está más allá de ellas. ¿Cuál es la función de la mente en este proceso? Primero, eliminamos todas las creencias sobre la consciencia. Estas creencias son muy sutiles. Despersonalizamos la consciencia. Para esta parte del camino puede utilizarse la mente porque fue la mente la que, para empezar, personalizó la consciencia. Aquello que lo ha hecho, tiene que deshacerlo. Sin embargo, la mente no puede ir mas allá y en ese punto, entendemos claramente que una consciencia personal no se corresponde con nuestra experiencia. Esto es muy importante. Aunque nuestra experiencia parece ser que la consciencia es personal, de hecho no lo es. Eso es todo lo que podemos alcanzar con la mente. En ese punto, quedamos abiertos a la dimensión de la consciencia que se extiende más allá de la mente. La mente se vuelve entonces silenciosa. No es este un silencio artificial, sino un silencio natural en el que la mente ha alcanzado sus límites y se ha limpiado de todas las teorías acumuladas. Entonces durante un tiempo abandonamos la pregunta y en ausencia de pregunta alguna, el sentido de separación desaparece. Ahora nos encontramos en una presencia acogedora en la que se ha preparado el escenario para un milagro permanente, para la belleza, el amor y la plenitud. Estamos abiertos a ello. Cuando hemos alcanzado los confines de la mente, estamos listos para el viaje al corazón.

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¿Es posible entrar en el corazón antes de alcanzar los confines de la mente? Sí, por supuesto. *

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Si me pregunto a mi mismo, “¿Quién soy yo?”A menudo esto evoca una sensación en el área del corazón. ¿Es esto una limitación que lo ata a uno al cuerpo? Si te haces la pregunta, “¿Quién soy yo?” y buscas la respuesta, parece provenir de esta área. Sin embargo, esta área es un objeto percibido. Es una percepción o sensación. El verdadero “tú” es la consciencia a la que se aparece este corazón. No descanses en ningún objeto pensando, “Esto soy yo.” Este es el significado de la sentencia “El Hijo del Hombre no tiene un lugar donde reposar su cabeza.” Tú no te puedes encontrar a ti mismo como un objeto, sea este un objeto profano, sagrado, grosero o sutil. No te permitas descansar en objeto alguno. ¿Dirías que el punto más elevado en meditación consistiría en descansar en el corazón? Ciertamente no consiste en meditar sobre ningún objeto y tampoco en meditar sobre el corazón. La meditación consiste simplemente en dejar que tus pensamientos, sensaciones y percepciones evolucionen libremente sin intención alguna. Recuerda cuando eras un bebé muy pequeño, te habían cambiado y alimentado y no estabas suficientemente cansado para dormir. ¿Qué hace un bebé en esa situación? Está simplemente presente sin ninguna intención. Eso es meditación. La meditación no es un esfuerzo. La postura es importante pero solo en el sentido de permitir que el cuerpo sea tan transparente y pase tan desapercibido como sea posible. Es importante evitar que un gran dolor domine el cuadro. La posición correcta para la meditación es aquella que sirve a este propósito. No olvides que estamos en la vía directa. ¿Porqué posponer la felicidad? Crear dolor en el presente para asegurarnos una hipotética felicidad en el futuro no es consistente con la vía directa. La meditación es muy simple. Quiere decir entregar la mente, el cuerpo y el mundo, momento a momento, a la presencia silenciosa en la que aparecen. Eso es todo. ¿Que quiere decir entregar la mente, el cuerpo y el mundo, momento a momento, a aquello en lo que aparecen? ¿Cómo se hace eso? Entrega aquel que hace la entrega. Entrega aquel que hace algo, que quiere algo, que tiene miedo de algo. Es una apariencia. Está hecho de pensamientos y sentimientos. Cuando está silencioso, entonces el mundo, el cuerpo y la mente son entregados al silencio. No se necesita hacer nada más. Solo cuando te parece que no estás en un estado iluminado y que se necesita hacer algo, has perdido aparentemente el estado iluminado. Estás en el estado iluminado todo el tiempo. El único momento en el que aparentemente no estás en el estado iluminado es cuando surge el que hace, el que desea. Aparece bien como un pensamiento o bien como una sensación en el cuerpo, una resistencia, un “no quiero esta sensación” o “las cosas no deberían ser así.” El mayor obstáculo en el camino es pensar que el estado natural es necesariamente un estado placentero. Al creerlo así, cada estado considerado no-placentero es inmediatamente rechazado y parece que caemos de nuestro estado iluminado.

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Abandonar el mundo significa que nada placentero nos atrae ni sentimos repulsión alguna por algo que sea desagradable. Eso es fácil en situaciones de tranquilidad. En tales momentos la gracia lo hace todo fácil. Nada nos atrae o nos distrae, el mundo es abandonado. El canto de los pájaros, el ruido del tráfico, la fragancia y la temperatura del aire que respiramos, sea lo que sea que experimentemos en ese momento; todo va y viene libremente, sin desencadenar la menor reacción, sin hacer olas. Eso nos enseña como es el estado iluminado. Todo lo que tenemos que hacer es trasponer lo que es cierto para el mundo en esa situación, al campo de los pensamientos y de las sensaciones corporales. Acogemos nuestros pensamientos y sensaciones corporales exactamente de la misma manera en que acogemos el canto de los pájaros, el ruido del tráfico o lo que quiera que experimentemos. Cuando el canto de los pájaros, o lo que quiera que experimentemos, está presente, simplemente está presente. No tenemos ninguna intención en relación a ello. No hacemos nada para que aparezca, para que permanezca o para que desaparezca. Lo mismo es cierto con los pensamientos y las sensaciones corporales. No hay apego. No nos apegamos a nada. El canto de los pájaros, el ruido del tráfico, nuestros pensamientos y sentimientos, son eventos como un sueño. En cierto sentido, son noeventos porque no desencadenan ninguna actividad en nosotros. Por supuesto, si se necesita una respuesta, entonces desde esta perspectiva de no involucración respondemos apropiadamente, pero tras la respuesta no queda traza alguna que pudiera constituir un desencadenante de más pensamientos o sentimientos. Volvemos a la apertura, preparados para la próxima aparición, sea lo que sea. ¿Cómo podemos trasponer este acogimiento de los sonidos del mundo al campo de los pensamientos y sensaciones corporales? Regresa a la percepción concreta del canto de los pájaros y del sonido del tráfico. Observa lo que ocurre. Todas estas percepciones flotan libremente en el espacio. Pregúntate “¿Dónde aparecen?” Si la respuesta es que el pájaro está cantando a 15 metros de aquí, comprueba que esa no es realmente tu experiencia, que eso es un concepto. La experiencia concreta del sonido tiene lugar a una distancia cero de ti, no a 15 metros. No está ocurriendo allí sino más bien aquí, siempre. Todo está siempre ocurriendo aquí y ahora. El espacio en el que canta el pájaro no es un espacio geométrico o físico. Es una clase diferente de espacio, lo podríamos llamar el “espacio aquí y ahora”. Todo lo que ocurre, ocurre en este espacio, podríamos llamarlo consciencia. Está vacío, en el sentido de que no podemos captarlo con la mente; no tiene textura, color, forma o solidez. Sin embargo esto no implica que no esté presente. La presencia es su cualidad. Es consciencia, percatación, claridad, transparencia. Todos los pensamientos, sentimientos y percepciones flotan libremente en este espacio. El canto de los pájaros o el sonido del tráfico apuntan a él. Una vez reconocido, resulta muy fácil experimentar este espacio. El cuerpo (es decir, las sensaciones y sentimientos) y la mente (es decir, los pensamientos e imágenes) son también fenómenos que surgen, aparecen en este mismo “espacio aquí y ahora”. De hecho, no hay separación entre el mundo, la mente y el cuerpo. Todos son fenómenos que aparecen en este espacio. Observa que este espacio no tiene lindes, porque cualquier límite es simplemente otra percepción o fenómeno que aparece en él. Un linde es algo limitado en el tiempo y en el espacio, porque tiene un principio y un fin. Este espacio es ilimitado y por lo tanto sin limitación temporal, eterno. El “ahora” es la clave para dar la bienvenida al cuerpo y a la mente. Este “espacio aquí y ahora” es la clave; es el puente que nos permite transponer el estado iluminado 11

con respeto al mundo en un estado iluminado con respecto al cuerpo y la mente. Deja que los pensamientos, sentimientos y sensaciones corporales se desplieguen libremente en este espacio, igual que dejas a las percepciones, tales como el canto de los pájaros y el sonido de mi voz, desplegarse libremente. Sé consciente de que no están separadas. Esta es la experiencia de nuestra verdadera naturaleza en presencia de objetos.

Es tan fácil perder esta experiencia. Si te parece que la estás perdiendo, vuelve simplemente al ruido de los pájaros o del tráfico, o lo que sea que estés experimentando, y te guiará. Permítele revelar la presencia en la que aparece. Deja que fluya a través de ti y observa que tú eres eso a través de lo cual fluye. No vuelvas a caer en el pensamiento o sentimiento de que algo debería ser diferente, de que la iluminación es para mañana. Cada momento presente es una oportunidad de iluminación. Cada momento futuro o pasado es una no-oportunidad de iluminación. Esta presencia es completamente independiente de lo que sea que aparece en ella; igual que un espejo no resulta manchado, alterado o destruido por las imágenes que refleja. Esta presencia es como un espejo sin límites, todo es reflejado en él, nada lo limita. Parece estar contenido en el cuerpo-mente, pero de hecho contiene la totalidad del universo y de todo lo que existe. Si pudiera hablar diría: “contengo todo lo que existe dentro de mí; yo soy la verdadera naturaleza de todo lo que existe y tú eres eso.” La idea de que esta presencia es limitada es simplemente un concepto (limitado) que aparece en esta presencia ilimitada. El sentimiento de que esta presencia es limitada es simplemente una sensación (limitada) que aparece en la misma presencia ilimitada. Aparte de estos sistemas de creencias y contracciones superpuestas, esta presencia está libre de limitaciones. Esta presencia es nuestro tesoro común, nuestros verdaderos padre y madre divinos. Ofrece tu mente y tu cuerpo a esta presencia. Cuando medito no experimento el sentimiento de que esto es consciencia pura. Eso se debe a que estás esperando que ocurra algo. Esta expectativa es un escape de lo que es; es una huida de la situación presente, de tu propio miedo, de tu propio sentido de carencia, de lo que sea que estés sintiendo. Intenta ver porqué sientes que las cosas no son como deberían ser. ¿De dónde procede el sentimiento de que es necesario hacer algo, arreglar o perfeccionar algo? Cuando sientas que las cosas no son como deberían ser, observa el origen de esta sensación, en vez de convertirte en su esclavo y comenzar la gran búsqueda de la iluminación. Observa simplemente este sentimiento tal como es. Cuando la sensación de carencia deja de surgir, entonces estás satisfecho. La plenitud es la ausencia de carencia, simplemente disfruta. Sé como un bebé. Algunas veces no hay nada, no hay disfrute, y las emociones están en calma. Cuando dices que no hay disfrute quieres decir que, en tu opinión, las cosas no son como deberían ser. ¿Qué te hace sentir que no hay disfrute? Es una etiqueta que ponemos a una situación cuando sentimos que hay una carencia. Explora la carencia cuando surge; acógela. No hagas nada para eliminarla, simplemente interésate en ella. Deja que la carencia surja sin interferir en ella, sin hacer ciegamente aquello que te dice que hagas.

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Cuando la observo, la mente parece bloquearme. Esta carencia no está solo en la mente, es también un sentimiento, una sensación en el cuerpo. Para explorar esta carencia, tienes que mirar tanto en el cuerpo como en la mente. Si acoges completamente la carencia o el aburrimiento, pueden evolucionar y revelar otros sentimientos. Simplemente deja que esté presente en ti, no trates de eliminarla, no te va a matar. Solo consiste en sensaciones corporales. Cuando estoy sentado, solo, sin un maestro, no puedo alcanzar la quietud. ¿A dónde no puedes llegar? Simplemente empieza donde estés, con aquello que esté presente en el momento. La meditación es como lavar platos; empezamos siempre con el primer plato, el que está encima de la pila de platos. ¡Si empezamos con el plato del fondo de la pila tendremos problemas! El primer plato de la pila es aquel que aparece justo ahora, es lo que quiera que estés experimentando justo ahora. Así que empieza la meditación en el ahora, no en el futuro. Cuando comienzo en el ahora siento un arrastre hacia la inconsciencia. Esta sensación de arrastre está localizada en tu cuerpo; tiene una cierta textura; en algún momento, se acompaña de imágenes mentales. Tienes que explorarla, pero no te aburras o tengas miedo de tu aburrimiento o miedo. Interésate, porque tu aburrimiento o miedo están resistiéndose a esta exploración. Hasta ahora, la resistencia parece ser más fuerte que mi capacidad de tratar con ella. Tu miedo no te va a matar, simplemente deja que esté presente, no es un problema. Trátalo como si fuera un show de televisión. Debes mantener el interés en descubrir este sentido de separación en ti mismo; es el mismo sentido de separación que te ha hecho desgraciado, así que es importante descubrirlo. Si no aparece no intentes ir y atraparlo, simplemente vive feliz. Si aparece y comienza a hacer tu vida desgraciada, entonces encáralo, interésate en él. No lo encares con la intención de destruirlo sino más bien di, “si quieres que te obedezca, muéstrame de que estas hecho”. ¿Cuál es la diferencia entre estar interesado en un sentimiento y hacer la pregunta: “¿Quién está teniendo este sentimiento??” No hay diferencia porque el sentimiento de aburrimiento, miedo, carencia, es el aparente “uno” que está teniendo este sentimiento. Es el ego. Sin embargo, en la investigación del yo (self-enquiry) no estamos interesados en quien está teniendo el sentimiento, sino en cual es la fuente del pensamiento yo, del sentimiento yo, del ego. No trata del ego en sí mismo. Vamos río arriba desde el sentimiento del ego y desde el ego hasta su fuente. Cuando alcanzamos esta sensación de carencia que no tiene causa, hemos alcanzado las piernas y brazos del ego. *

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¿Es posible investigar la naturaleza fundamental de la consciencia? Cuando miro y veo que la consciencia está presente, siempre, al mismo tiempo, aparecen objetos. Si hubiera solo aparición de objetos, no hubiéramos inventado las palabras “yo” o “consciencia”. La palabra “consciencia” se refiere a aquello que está presente durante la 13

presencia de objetos y entre sus apariciones. Para contestar la pregunta de si somos o no un ser consciente, debemos ir primero a ese lugar del que proviene la certeza de nuestra respuesta “sí”. Cuando alcanzamos ese lugar la mente deja de existir. No tiene memoria de ese lugar en el que está ausente. Sin embargo, eso no implica que esta consciencia sin objeto no sea experimentada. Cuando nos preguntamos, “¿Soy yo un ser consciente?” hacemos una pausa momentánea y después contestamos con absoluta certeza, “Sí.” ¿Qué ocurre en esa pausa? La mente no puede decirlo porque la experiencia no tiene cualidades objetivas que puedan ser recordadas o formuladas. Sin embargo, es precisamente de esta experiencia no objetiva de donde deriva nuestra certeza. Esta certeza es muy distinta de la certeza derivada de un experimento objetivo. Un experimento con objetos podría ser un espejismo. Por ejemplo, si decimos, “Vi mi camisa sobre la cama,” puede que nos hayamos confundido. Todos conocemos ejemplos de haber pensado que vimos algo, sin que haya sido así. Por lo tanto, el conocimiento basado en objetos está siempre bajo una legítima sospecha, pero no la consciencia, porque no tenemos duda de que somos conscientes. Brilla con certeza absoluta. Es conocimiento de un orden diferente. De hecho no es apropiado utilizar la palabra “conocimiento” en este contexto porque, en nuestra forma habitual de entender la palabra “conocimiento” siempre se refiere a un objeto. Las palabras “consciencia”, “amor”,”felicidad” y “belleza” no se refieren a objetos. La experiencia a la que se refieren es atemporal y no objetiva, y por lo tanto no deja traza alguna en la memoria, aunque transforma la mente. Eso es lo que ocurre cuando entendemos algo. En el momento de entender una frase por ejemplo, la frase en sí ya ha acabado, ha dejado de existir. La comprensión ocurre en un momento atemporal cuando la mente, el contenido de la frase no está presente. La mente reaparece con posterioridad con la formulación de la comprensión. Sin embargo, el momento del propio entendimiento es atemporal, es una experiencia de nuestra verdadera naturaleza. Es la consciencia experimentándose a sí misma. Después de la comprensión la mente es transformada, su contenido cambia. La consciencia tiene poder sobre la mente, sobre el cuerpo y sobre el mundo. ¿Qué se quiere decir al decir que el mundo no existe si no estoy mirándolo? Tenemos que tener cuidado cuando decimos, “el mundo no existe si no estoy mirándolo”. En este caso el yo se refiere a la consciencia, así que de hecho la afirmación podría ser reformulada como, “El mundo no existe si no está apareciendo en la consciencia.” Esto no implica que el mundo no exista si no está apareciendo en esta mente específica. Hay una gran diferencia. Por ejemplo, puede que Londres no se te esté apareciendo ahora mismo, pero estoy seguro de que se está apareciendo a bastantes personas. Por lo tanto, la frase “si Londres no está apareciendo no existe”, no implica que Londres no exista porque no se está apareciendo a esta mente específica. Cualquier objeto es simplemente su aparición en la consciencia. Esta comprensión nos libera de la noción de un mundo que existe “ahí fuera”, separado e independiente de la consciencia. No implica que lo único que existe sea el contenido de la mente. Significa que todo lo que existe está en la consciencia. Pensar que todo lo que existe está en la mente es una posición propia de la locura. Es solipsismo. Para aquel que adopta esta posición, todo parece tener sentido, pero todos los demás pueden ver que está loco. De lo que hablamos aquí es de una clase totalmente distinta de solipsismo. Una en la que solo existe la consciencia y esta consciencia no es personal.

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¿Cómo reconocemos la consciencia? Da la sensación como si la consciencia se reconoce a sí misma. Sí, pero este reconocimiento no ocurre en la mente. La mente es un agente que puede formular este reconocimiento. Sin embargo, en ausencia de mente, no puede haber formulación alguna. Sin embargo esto no implica que no haya tenido lugar el reconocimiento. La consciencia no necesita ningún agente para conocerse a sí misma. Se conoce a sí misma por sí misma. Brilla por sí misma, igual que el sol. No necesita una consciencia externa que la vea. La luna necesita la luz del sol para ser vista. En esta analogía la luna es como el ego. El ego parece consciencia, igual que la luna tiene una forma redonda y parece brillar como el sol. Sin embargo, la luna no es autónoma; no brilla con luz propia. Es un objeto que brilla con la luz reflejada del sol. Dicho de otra forma el pensamiento o el sentimiento yo no son el sol, son solo la luna. Requieren de la consciencia para ser vistos, para brillar. La consciencia se conoce a sí misma por sí misma. No necesitamos que nadie nos diga que somos conscientes, lo sabemos. Lo sabíamos como recién nacidos incluso antes de que conociéramos el lenguaje. Incluso antes de nacer nos conocíamos como un ser consciente. Hemos olvidado que somos esta consciencia y nos hemos identificado con los objetos. Pensamos, “soy el cuerpo, por lo tanto voy a morir”. Sin embargo la consciencia no se encuentra a sí misma en un cuerpo. El cuerpo aparece en la consciencia, la mente aparece en la consciencia, el mundo aparece en la consciencia. Esta es nuestra experiencia. A pesar de esto, superponemos la noción opuesta sobre nuestra experiencia, que la consciencia está en la mente, que la mente está en el cuerpo y que el cuerpo está en el mundo.

¿Es posible que esta identificación llegue a terminarse? Sí, por supuesto, porque es un objeto. Esta identificación no es real. Es solo una creencia. En el momento en el que entendemos que la ilusión va y viene, deja de ser un problema, porque es vista por lo que es. Cuando vemos una película en la televisión, sabemos que no es real y por lo tanto no estamos verdaderamente asustados. Disfrutamos de la película sabiendo que empieza y termina. Es posible descubrir esta extraordinaria forma de estar en el mundo sin ser del mundo. Disfrutamos de la película sin ser absorbidos por ella al cien por cien. En ausencia de esta actitud, sufrimos. Cuando aparecen sentimientos intensos, parecen cubrir todo lo demás por completo, y siempre parece que hay una batalla en curso entre la no-identificación y el volver a ser tragado por estos sentimientos intensos. Si realmente lo cubren todo, no hay nada que puedas hacer. Afortunadamente son estados, así que no duran para siempre. Primero descubre la verdad cuando estás en paz. Inicialmente la investigación requiere condiciones tranquilas. Una vez que hemos entendido la naturaleza de estos sentimientos, podemos volver al mundo y poner a prueba nuestra compresión. Es fácil ser feliz en nuestro dormitorio. Es menos fácil ser feliz en el metro de Londres, así que usa el metro como un ejercicio. Haz lo que te haga feliz, pero entiende que nunca es un objeto o una persona lo que te hace feliz. Es siempre la presencia divina. *

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Todo lo que conozco en la vida, tanto dentro de mí como en el mundo exterior, está cambiando de momento a momento. Por lo tanto, ¿de qué me puedo fiar verdaderamente? Podemos tener certeza de dos cosas. La primera es que hay consciencia, “yo-idad” (I am-ness), existimos. Sea lo que sea esta consciencia, es aquello a lo que nos referimos como “yo”. La segunda cosa de la que podemos estar seguros es que existe algo. Cuando tenemos alguna experiencia, estamos seguros de que hay algo y no nada. Este “algo” lo llamamos “realidad”. Puede que no estemos seguros de cual es la naturaleza de este “algo”; sin embargo, estamos seguros de que hay “algo”. Solo podemos estar absolutamente seguros de estos dos hechos. No estamos seguros de cual es la verdadera naturaleza de este “yo” o de este “algo”, pero el problema no es esta incertidumbre. El problema son nuestras pseudo-certezas, nuestras creencias sobre lo que este “yo” y este “algo” son en realidad. Por ejemplo, creemos que el “yo”, la consciencia, está contenida en la mente, y que esta mente está a su vez contenida en el cuerpo. Sin embargo, si nos preguntamos, “¿Cómo sé esto?” descubrimos que de hecho no hay evidencia experimental que corrobore esta afirmación. Es simplemente una creencia que hemos adoptado. Sin embargo, si adoptamos lo que se dice aquí como una nueva creencia, nuestra situación empeora: no solo abrigamos nuestra creencia original, sino que ahora otra más ha sido añadida a ella. Así que tenemos que descubrir por nosotros mismos si es cierto o no que la consciencia surge del cuerpo o de la mente. Si sostenemos que la consciencia surge en el cuerpo, debe de haber algo presente que pueda atestiguar este surgir. Igualmente, si sostenemos que la consciencia surge en la mente entonces, antes de que surja, es decir en ausencia de consciencia, debe de haber algo presente que experimente su surgimiento. Si hay algo presente para ser testigo del surgimiento de la consciencia, entonces este algo sería lo que nosotros llamamos “consciencia”. Si no hay nada presente que pueda atestiguar el surgimiento de la consciencia, entonces no podemos legítimamente sostener que surge en el cuerpo o en la mente. Por lo tanto, en cualquiera caso, cuando decimos o pensamos que la consciencia reside en el cuerpo o en la mente, es falso conocimiento. Si examinamos con cuidado para que nos sirve este falso conocimiento en nuestras vidas, vemos que genera confusión y desgracia. Si tomamos el otro lado de la ecuación que se refiere a los objetos, a cosas, a nuestra experiencia y a la certeza de que hay algo y no nada, sea lo que sea este “algo”, tenemos que ver claramente que estos objetos, independientemente de cual sea su realidad última, siempre aparecen en la consciencia. Por lo tanto, nuestro acceso a su realidad, a la verdadera naturaleza de lo que quiera que experimentemos, es siempre a través de la consciencia. Esto es muy importante y es generalmente ignorado. Asumimos que tenemos acceso directo a las cosas en sí mismas y que estas cosas existen independientemente de la consciencia, pero no es así. Sea lo que sea que experimentamos, siempre lo experimentamos a través de la consciencia. Sin embargo, hemos excluido la consciencia de nuestro modelo de realidad, que es considerada como existente independientemente de ella. ¿Qué pruebas tenemos de que la realidad, la verdadera naturaleza de las cosas, es independiente de la consciencia? Absolutamente ninguna. Creemos que es cierto sin tener pruebas. Si nos preguntamos si alguna vez hemos experimentado algo sin consciencia la respuesta es inequívocamente, “¡No!” Sin embargo, con la misma convicción y en flagrante contradicción con nuestra experiencia real, mantenemos que

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los objetos existen independientemente y separados de la consciencia. Esta convicción es la raíz causal del conflicto y la desgracia. Sin embargo, no deberíamos adoptar esta nueva perspectiva, sino simplemente liberarnos de la creencia de que la realidad es independiente de la consciencia. Estamos entonces abiertos a otra posibilidad en la que la realidad, la naturaleza última de las cosas, surge de la consciencia y es por lo tanto una con ella. Después de todo, esa es nuestra experiencia real. La aproximación a una verdadera comprensión de los objetos, que deja a un lado la presencia de la consciencia, es autolimitada, porque nuestro conocimiento de la realidad de los objetos solo puede ser tan bueno como nuestro conocimiento de la consciencia. La aproximación científica a la realidad ignora este hecho deliberadamente. Limita su investigación al ámbito de los fenómenos del mundo, olvidando el hecho de que son inseparables de la consciencia. Por lo tanto, el conocimiento que se obtiene con estos medios es necesariamente limitado, porque el campo de investigación se ha limitado desde el principio. Si el único camino al conocimiento absoluto es a través de la consciencia, ¿cómo podemos proceder? Simplemente viendo, observando. La consciencia, eso de lo que estamos absolutamente seguros, sea lo que sea, es también aquello que llamamos “yo”. Sin embargo, hemos pasado por alto este “yo”, hemos olvidado nuestro Ser (Self), lo hemos excluido del modo en el que vemos y entendemos el mundo y hemos superpuesto sobre él, creencias, conceptos y sentimientos que han sido heredados de nuestro ambiente, de nuestras experiencia y quizás incluso de nuestro genes. Todo lo que es necesario hacer para darse cuenta de la verdadera naturaleza de la realidad es liberar a la consciencia de las creencias, conceptos y sentimientos acumulados que hemos superpuesto sobre ella. Hacemos esto simplemente viendo, acogiendo. Para conseguir hacer esto necesitamos una cierta cualidad de energía, de intensidad, que yo llamo amor a la verdad. *

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2 No Hay “Ahí” Parece que en esta aproximación se habla muy poco de las emociones. Aquí no estamos interesados en la historia de nuestra vida, en lo que nos sucedió cuando éramos niños, y todo eso. La raíz de todo ese drama se resuelve al liberar pensamientos, sensaciones y percepciones de su asociación con una entidad personal. No tenemos que seguir la historia río arriba hasta llegar a todas las aparentes causas del pasado, porque eso no nos llevaría a ninguna parte. Simplemente permanecemos con la historia actual, la situación presente, sin interpretación o interferencia, y esto, de forma natural, nos lleva río arriba hasta la fuente. Al final de la historia no necesitamos contar la historia; simplemente nos damos cuenta de la ausencia del contador de historias. Hemos de tener cuidado con cualquier aproximación en la que sintamos que tenemos que deshacernos de algo. Cada vez que sentimos que nos deshacemos de algo, seguimos siendo aquel que siente que se deshace de algo. En este caso nos libramos de una contracción pero creamos una entidad más sutil, aquella que ha eliminado el problema. Aquel que ha eliminado el problema es la continuación del problema. El ego piensa que esta aproximación no es efectiva porque sostiene: “no veo que me muera” Sin embargo, no es posible para el ego ser el testigo de su propia desaparición. Esta aproximación no deja esperanza o alimento alguno para el ego, la persona, el drama. En este sentido es muy austera. Sin embargo, cuando el ego no está presente, florecen la verdadera emoción, la verdadera belleza, el verdadero amor y la verdadera impersonalidad. Cuando dejamos de estar cargados de drama, tenemos una profunda conexión con los otros. Vemos su belleza y su amor por la verdad. En el momento en que vemos este amor por la verdad en alguien, nos toca muy profundamente, en un lugar en donde somos uno. ¿Qué quieres decir con “ir río arriba hasta la fuente”? Quiere decir ir desde el sentimiento desagradable, cualquiera que sea, hasta la fuente en la que aparece y a partir de la cual es, en última instancia, producido. Primero, el sentimiento es despojado de su contenido psicológico, el elemento “yo”, alrededor del cual gira y del que depende. Esto se consigue simplemente entendiendo que este elemento “yo” es, de hecho, inexistente. Esta comprensión es el agente que lo consigue. Simplemente volvemos a esta comprensión, y como resultado el elemento “yo” es abandonado de forma natural. De esta manera, el sentimiento desagradable resulta degradado pasando al estatus de sensación corporal más que de sentimiento. Es experimentado simplemente como una sensación que aparece en nuestra benevolente e indiferente presencia. No tenemos agenda oculta alguna con respeto a la sensación, ni positiva ni negativa. Es simplemente experimentada como lo que es, una sensación neutral. Dado que ya no la codiciamos ni la rechazamos, la sensación queda libre para evolucionar, permanecer o desvanecerse a su propio ritmo y nosotros somos libres de permanecer tal como somos, la libertad en la que aparece, la fuente. Observa que tu experiencia es que todo flota libremente en la consciencia, no importa cuan deliciosa, dolorosa o neutral sea la situación. Siempre es así. Cuando eso es entendido, la situación es siempre neutral y la consciencia siempre deliciosa.

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¿Qué quieres decir con “emoción verdadera”? Todas mis emociones las siento como reales. “Emoción verdadera” se refiere a cualquier emoción cuya existencia no depende de una entidad “yo” separada. Las emociones negativas siempre tienen como fundamento esta aparente entidad separada. *

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¿Es posible estar iluminado sin que la mente tenga conocimiento alguno de ello? Sí, porque los síntomas de la iluminación no son necesariamente aparentes de forma inmediata para la mente. Para empezar, la mente puede no darse cuenta de la iluminación porque es posible que todavía no haya en ella traza alguna de destrucción. La mente se da cuenta de ello en un estadio posterior cuando los signos de destrucción son visibles por todas partes. En algún momento, la mente se da cuenta que se ha vuelto como un niño, otra vez feliz y libre. Sin embargo, esta clase de signos aparecen más tarde. Al principio la iluminación es un no acontecimiento para la mente. Hay casos en los que hay una gran explosión en algún momento, un punto de no-retorno, pero esto no es necesariamente así. Si has venido aquí con un sincero deseo por la verdad, que solo tú puedes valorar en tu corazón, entonces o bien ya ha ocurrido o es inminente. La mente se enterará gradualmente, cuando observe la destrucción de los viejos patrones de miedo y deseo. No me siento iluminado ni tan siquiera cerca de la iluminación. La persona que no se siente iluminada ni cerca de la iluminación, nunca puede estar iluminada, no-iluminada, cerca o lejos de la iluminación. Esta entidad no existe, no es nada aparte del pensamiento o sentimiento “yo”. Este pensamiento o sentimiento “yo” aparece en la iluminación que está siempre presente, pero tiene también la capacidad de velarla aparente y temporalmente. Esta capacidad de velarla es llamada Maya. Tengo opiniones muy fuertes y no quiero abandonarlas. ¡Ese es tu problema! Te meterás en líos con aquellos que tienen las mismas opiniones que tú y con aquellos que tienen opiniones contrarias. Tienes que abandonarlo todo, no solo tus opiniones, sino también tu vida. Observa como la compresión tiene lugar mediante la inteligencia. La comprensión es siempre el resultado de abandonar alguna opinión pasada. Por ejemplo, Einstein descubrió la teoría de la relatividad al abandonar la noción de un sistema de referencia absoluto en el tiempo y en el espacio. Siempre que progresamos, lo hacemos mediante el abandono de conceptos y opiniones. Cuando abandonamos todas las opiniones, progresamos absolutamente, lo que significa progreso hacia el Absoluto. Esto no quiere decir que no haya actividad, que aceptes todo pasivamente. Sin necesidad de mantener opiniones fuertes, en cualquier situación podemos simplemente contemplar los hechos, hacer lo que corresponda y olvidar lo que ha ocurrido. No hay necesidad de construir una filosofía para oponerse a una creencia. Lo opuesto a un sistema es más o menos lo mismo que aquello a lo que se opone. Por ejemplo, comunismo y capitalismo están ambos relacionados con la codicia. Cuando ves que aquello a lo que te estás oponiendo es simplemente más de lo mismo, lo abandonas y sigues tu camino.

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Puedes pensar que esta aproximación no es eficiente, pero la honestidad es siempre eficiente. Puede no parecer así en el momento, pero a largo plazo tiene efectos positivos. La honestidad, la verdad y el amor nunca mueren. Se mantienen vivos en los corazones de la gente. Son como una antorcha. Pasan de generación en generación. Por supuesto, si ves un problema en la sociedad y hay algo que puedas hacer al respeto, adelante, hazlo. *

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¿Qué es la experiencia de la consciencia y dónde es reconocida? En este momento, estás entendiendo estas palabras. Ese “tú”, que está entendiendo estas palabras ahora mismo, es la consciencia. Es muy sencillo. Hay presencia momento a momento. Esta consciencia está siempre presente, independientemente de cualquier condición y/o circunstancia. No puedes encenderla y apagarla. Está siempre presente en el trasfondo de toda percepción y actividad. Es aquello a lo que nos referimos como “yo”. El problema ocurre cuando identificamos esta consciencia con una entidad personal, un cuerpo-mente, que de hecho es un objeto percibido. Este objeto está, al nivel del pensamiento, hecho de recuerdos, y de hábitos o patrones de comportamiento al nivel de los sentimientos y de la acción. No hay ningún problema con el cuerpo o la mente. El único problema es que identificamos nuestra presencia testigo, la consciencia, con ellos. Mientras identifiquemos esta presencia testigo con el cuerpo y la mente, no hay espacio para que esta presencia se revele a sí misma en toda su gloria. Podríamos decir que se revela a través de un velo. Este velo está hecho del pensamiento y sentimiento “yo”. Cuando se revela en toda su gloria, lo que podría ser llamado iluminación, nos damos cuenta de que no es personal. Se da cuenta de su naturaleza universal. Todos la tenemos en común. Es la fuente de todas las cosas. Está más allá del tiempo. Es eterna. Es esplendor absoluto, amor y felicidad. Sin embargo, tenemos que desenredar la consciencia del mecanismo cuerpo-mente. Esto se consigue al entender la distinción entre lo percibido y lo que percibe. El cuerpo y la mente son percibidos. La consciencia es aquello que percibe todas las cosas, todos los pensamientos y sentimientos. ¿Si oigo tus palabras, no implica eso dualidad? En el momento de oír no hay oyente ni palabras. Hay únicamente oír. Comprueba esto por ti mismo. Pregúntate, “¿Puedo yo, la consciencia, separarme del sonido que está presente?” ¡No! Son uno. Así que la separación, de hecho, no es experimentada. La experiencia de oír aparece aquí, a una distancia cero de mí mismo, de la consciencia. Sin embargo, es seguida del pensamiento, “yo era el oyente de estas palabras”. Con este pensamiento son creados el sujeto “yo” y el objeto” palabras. Así es como se crea la dualidad. Sin embargo, este pensamiento es, a su vez, inseparable de la consciencia. Es percibido nuevamente a una distancia cero de la consciencia. No hay pensador ni pensamiento, solo hay pensar. En el ahora, en nuestra experiencia verdadera, no hay distancia, no hay separación. Todo esta aquí; no hay “ahí”. De hecho la dualidad nunca es experimentada. Esto es por lo que es llamada “la ilusión de la ignorancia” y no simplemente “ignorancia”. Muchas veces, cuando estoy solo y me pregunto, “¿qué soy yo?”, siento un profundo anhelo.

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Esta sensación de anhelo es una percepción. ¿Eres tú la percepción o el espacio en el que aparece? Tú no eres este anhelo y no está siempre presente. Viene y va. Tú no eres la percepción, tú eres aquello en lo que aparece. Sin embargo, nunca puedes percibir este espacio en el que aparece. Si pudieras hacerlo sería, por definición, una percepción. Nuestra experiencia real es que no somos nada objetivo. El paso siguiente es vivir de acuerdo con esta comprensión. Si vuelve a no estar clara y nos encontramos pensando que estamos localizados en algún sitio o que somos limitados, tenemos que volver a esta comprensión. Tenemos que ser serios y honestos, e intentar descubrir qué somos realmente, porque no queremos pasarnos nuestra vida sirviendo a algo que no existe. Si soy el sirviente de algo, entonces al menos quiero saber a quien estoy sirviendo. Deberíamos servir a ese espacio, a esa consciencia, a esa presencia, que nunca podemos ver objetivamente y que al mismo tiempo es innegable. Sabemos que es innegable porque si no estuviera presente nada más podría existir. Cuando hagas algo, comprueba si esta actividad es llevada acabo como un sirviente de esta presencia o como un esclavo de una sombra, de una entidad personal. Al principio, esto puede parecer teórico y la mente se remitirá mediante ocurrencias tales como, “esto es teórico, olvídalo”. Sin embargo este pensamiento es una de las formas en las que la entidad separada trata de protegerse a sí misma. La verdadera cuestión no es si es o no teórica, sino si es cierta o no. Si la respuesta es, “sí, mi actividad está sirviendo a una entidad separada”, entonces tenemos que investigar esta entidad, este “yo.” Este “yo” es un objeto percibido. ¿A qué se le aparece? Se aparece al verdadero “yo”, la consciencia. De esta forma nos movemos desde el objeto a su fuente. En este momento, tenemos un vislumbre de nuestra verdadera naturaleza. Después de algún tiempo, debido al hábito de pensarnos o sentirnos siempre como objetos, nos encontramos con que no podemos permanecer simplemente como esta presencia sin objeto. Otra vez vuelve el sentimiento de separación, con su habitual tren de pensamientos y actividades. Sin embargo, la mente ha recibido un golpe mortal por este encuentro con lo desconocido, y su capacidad para representar convincentemente el papel de verdadero “yo” ha quedado irreparablemente debilitada. ¿Cómo deberíamos abordar el pequeño “yo” cuando regresa? Simplemente retornando a la comprensión de que aparece en el verdadero “yo”. Los pensamientos relacionados con el pequeño “yo” se calmarán gradualmente. No los reemplaces con nada. A partir de entonces habrá huecos en nuestra experiencia que estaban antes ocupados por los pensamientos y sentimientos del pequeño “yo”. Mas adelante reconoceremos esos huecos como nuestra apertura original. Al principio estos huecos parecen surgir de vez en cuando entre dos pensamientos o sentimientos. Con el tiempo descubrimos que, de hecho, son los pensamientos y sentimientos los que aparecen de vez en cuando en la presencia eterna de la consciencia. Así, desde el punto de vista de la mente, estos huecos aparecen de forma efímera en la corriente de pensamientos y sentimientos. Sin embargo, desde el punto de vista de la consciencia, son los pensamientos y sentimientos los que aparecen de forma efímera en el océano de la consciencia. ¿Por qué es tan difícil mantenerse como este espacio abierto de consciencia? En realidad es imposible no permanecer como este espacio abierto de consciencia. Sin embargo, serlo de forma consciente es otra cuestión. La razón es que una vez que el pensamiento “yo” ha desaparecido como resultado de la comprensión, vienen a la 21

superficie nuevas capas de sentimientos. A diferencia de los pensamientos del pequeño “yo”, que parecen anunciar una cierta promesa de felicidad, de plenitud, estos sentimientos son incómodos y por lo tanto tratamos de escapar de ellos mediante el pensamiento. Así vuelve a generarse el proceso de evitación mediante el pensamiento y la consiguiente actividad. Requiere un gran coraje, amor y paciencia encarar estos sentimientos sin querer escapar de ellos. *

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Teóricamente sé que soy amor, felicidad y gozo, y que todo lo demás es irreal, pero realmente no experimento esto. No puedes pretender que eres amor, felicidad y gozo, y al mismo tiempo mantener que no experimentas esto. Si no lo experimentas, vete a ese lugar que llamas “yo” y no superpongas sobre él nociones de amor, felicidad y gozo. Este lugar es neutral. La verdad es neutral, sin color. Esta presencia es neutral, igual que un espejo que permite que todas las imágenes, agradables y desagradables, se reflejen en él. La consciencia es transparente. No tiene características propias. Es pura disponibilidad. Es el acoger todas las cosas: tus pensamientos, el mundo y tu cuerpo – no el concepto del cuerpo sino la verdadera experiencia del mismo. Es importante no rechazar el cuerpo sin acogerlo. No te escapes de él hacia el pensamiento. Experimenta profundamente las riquezas del cuerpo, como si fuera el intrincado tejido de una alfombra antigua. No es algo que puedas explorar en un momento. Por lo tanto, primero descubre la verdad como este espacio neutral de apertura, de acogimiento, y mas tarde, descubrirás que se manifiesta como amor, felicidad y gozo. La verdad es lo que es, los hechos sin preferencia alguna, los hechos desplegándose en tu presencia benevolente. Observa los hechos tal como un científico observaría una nueva especie de bacteria. Tienen vida propia. Nosotros somos la presencia acogedora en la que aparecen. En algún momento el perfume de esta presencia se hará manifiesto. Sin embargo, por ahora, tu cuerpo es un territorio en su mayor parte desconocido. Tienes que acogerlo, explorarlo, familiarizarte con la riqueza de esta red de contracciones, tensiones y dinámicas sutiles, sin nombrarla, sin llamarle miedo, deseo o aburrimiento. Si le quieres poner un nombre, llámalo “cosas interesantes”, pero no te entrometas. El científico no quiere matar los gérmenes. Quiere ver como viven, como se reproducen, se mueven y comen. De la misma forma, nosotros no queremos matar estas sensaciones, estos sentimientos. Queremos entenderlos. Queremos ver la riqueza y la diversidad de lo que llamamos “yo”, porque habitualmente lo evitamos. En el momento en que vemos nuestro deseo de cambiar las cosas, nos liberamos de él. Así que no me toca a mi sentir el gozo, sino más bien ver claramente la separación. Si “verla” se convierte en otra actividad que hacemos, es un obstáculo. El que hace no es el que está investigando, es el que está siendo investigado. “Investigado” quiere decir contemplado. No te centres en el que hace. Siempre que alguna otra cosa surja en la consciencia deja ir al que hace. Contempla aquello que aparece en el ahora sea lo que sea. Si el que hace aparece en el ahora, dale la bienvenida. Si se va, déjalo ir. Acoge aquello que aparece en el ahora, momento a momento. Permite que lo que surja espontáneamente en el ahora, sea lo que sea, fluya a través de ti sin intentar agarrarlo, resistirlo o memorizarlo. Aquello que surge de forma inesperada en el ahora,

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siempre proviene de la gracia, del silencio. Aquello que proviene del silencio resuena con el silencio en nosotros. Revela el silencio. Para mí ver algo y nombrarlo son casi inseparables. No nombres tu nombrar. A fin de cuentas, cuando estás nombrando, eso, ese nombrar, es lo que está presente en el ahora. No lo conviertas en un problema. Es simplemente un viejo hábito de agarrar con la mente. No intentes librarte de él. Es suficiente con verlo. Por supuesto, hay ocasiones en las que es necesario nombrar, y entonces simplemente usamos esta herramienta y la volvemos a dejar en la caja de herramientas cuando ya no es necesaria. El pensamiento no es la cosa a la que se refiere. Es una teoría. La teoría de una cosa no es la cosa en sí misma. El pensamiento no conduce a la realidad. Solo nos lleva a su propio fin. *

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¿Dónde tiene lugar la comprensión? La compresión no tiene lugar en la mente. Podemos considerar una pregunta y en algún momento la pregunta desaparece y tenemos un destello de compresión, de “insight”. Mientras la pregunta está presente; la respuesta, la comprensión, está ausente. E igualmente, cuando aparece la respuesta, la pregunta, por definición, ha desaparecido. Entonces decimos, “Ahora tengo la solución”. Sin embargo, en el intervalo entre el planteamiento de la pregunta y la formulación de la respuesta, la mente no está presente, porque la mente es simplemente el proceso de planteamiento y formulación. Es precisamente en este momento atemporal en el que la mente no está presente, entre la pregunta y la formulación de la respuesta, en el que ocurre la comprensión. Por lo tanto, si ni la pregunta ni la formulación de la respuesta están presentes cuando tiene realmente lugar la comprensión, no se puede decir que entendemos un pensamiento. ¿Qué es realmente lo que entendemos? El entendimiento se entiende a sí mismo. Nos devuelve a nuestra verdadera naturaleza, consciencia, que es inteligencia pura. Es la respuesta. La comprensión no ocurre en ningún lugar. Es nuestra verdadera naturaleza. Tras esta experiencia atemporal de comprensión, la mente reaparece con el pensamiento, “he entendido tal cosa”. Con este pensamiento el ego es creado como el supuesto “entendedor”, pero la verdad de nuestra experiencia es que cuando tuvo lugar la comprensión, en el momento en el que la consciencia se reconoció a sí misma, el “yo” no estaba presente, la mente no estaba presente. Hacemos distinción entre entendimiento, amor y belleza, pero de hecho son lo mismo. La comprensión es bella. El amor es comprensión. La belleza es amor. Siempre que somos tocados por la comprensión, el amor o la belleza, es un momento en el que la mente se vuelve silenciosa de forma natural. No silenciosa por un largo período de tiempo, porque ahí no hay tiempo. Es un momento eterno. Esta es la interpretación a nivel de pensamiento o razón. A nivel del sentimiento la interpretación es que la vida tiene más y más fragancia. ¿Hay algo que uno pueda hacer para facilitar la comprensión de la que hablas? No hay nada que la supuesta entidad separada pueda hacer para facilitar o evitar la comprensión. Esta supuesta entidad es un objeto. No puede hacer nada, así que debería 23

volver a dormir y dejarnos que lo pasemos bien. Cuando el Ser (Self) quiere hacerse este regalo a sí mismo crea las condiciones adecuadas y hace el regalo. Las condiciones adecuadas son como el papel de envolver que rodea el regalo. El propio regalo no es un objeto. Me siento impotente, desesperanzado, cuando dices que no hay nada que pueda hacer sobre mi infelicidad. Cuando comprendemos que la supuesta persona no puede hacer nada, abandonamos el esfuerzo y en este abandono se revelan gradualmente todos los obstáculos a la felicidad, a nivel de pensamientos y sentimientos. Dándonos cuenta de que no somos una entidad, nos situamos como consciencia, y permitimos que los nudos en el cuerpo y la mente queden expuestos y se relajen, con una indiferencia amorosa. Esta es la vía directa, permanecer conscientemente como consciencia en cualquier situación. El gradual deshacerse de los nudos en el cuerpo y la mente, las contracciones y las creencias puede llevar tiempo. Sin embargo, partimos de nuestra propia naturaleza, de un vislumbre de la misma. No acabamos con ella. Es una aproximación de arriba abajo en la que el cuerpo y la mente son gradualmente realineados con nuestra experiencia y comprensión de la verdad. A menudo hay un vislumbre de la verdad, seguido de una sensación de auto lamento, porque he estado buscando durante tanto tiempo y sigo llegando allí y perdiéndolo ... La consciencia estaba presente como buscador de la verdad. Lamentarse de que la consciencia no estuviese presente no tiene ningún sentido. Todo ha sido siempre, es y será siempre consciencia, así que ¿por qué preocuparse? Solo hay consciencia, justo ahora. Parece tan sencillo que no lo podemos creer. La consciencia está presente todo el tiempo y el juego aparece dentro de ella y sin embargo nosotros nos continuamos agarrando al juego. ¡Y también eso es parte del juego! Si hay solo consciencia, y todas las percepciones, sensaciones y pensamientos surgen de, y retornan a la consciencia, ¿son todos los objetos una ilusión? Cuando decimos que los objetos son una ilusión queremos decir que es una ilusión que los objetos tengan existencia propia separada de la consciencia. La experiencia de un objeto separado parece real, pero la realidad de esta experiencia proviene de la consciencia. El objeto toma prestada su realidad de la consciencia. Cuando los objetos están presentes, son reales como consciencia. No tienen realidad por sí mismos. Cuando no están presentes en la consciencia, no podemos decir que existan. Sin embargo, incluso cuando decimos que un objeto existe desde la perspectiva materialista normal, esto todavía implica la presencia de la consciencia. La palabra “existir” significa “sobresalir de algo”, así que si decimos que un objeto existe, esto implica que sobresale de alguna otra cosa. Aquello de lo que sobresale el objeto es la consciencia, aquello que es. Es el trasfondo. Mas adelante, se descubre que es la verdadera naturaleza del objeto.

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En el momento en que entendemos que los objetos no tienen existencia separada de la consciencia, dejan de ser una distracción de la consciencia y se convierten en señales que la revelan. Lo que dices tiene sentido intelectualmente, pero en la práctica todavía siento que las cosas están separadas de mí. Por ejemplo, siento que esta silla está separada de mí... Toca la silla con tus manos y, sin interpretar tu experiencia de modo alguno, pregúntate a ti mismo si esa sensación, sea la que sea exactamente, está separada de ti, con independencia de lo que tú seas. La respuesta es obviamente: “¡No!” Es muy simple. Ahora transpón esa comprensión a todas tus percepciones sensoriales y pregúntate otra vez si algo de lo hayas experimentado alguna vez está realmente separado de ti. Desde el punto de vista médico, la consciencia es diferente de la que tú hablas. Llamemos a ésa “consciencia médica”. Sin embargo, no es posible diseñar un experimento que demuestre que el cerebro produce la consciencia. Si hay daño cerebral por ejemplo, no sabemos si la persona pierde la consciencia. Puede que no tenga memoria o percepción de los estímulos externos y puede que pierda el control de su cuerpo. Sin embargo, si sostenemos que la ausencia de esas cosas prueba que no hay consciencia, del mismo criterio se deduce que la presencia de esas cosas prueba la existencia de consciencia. Si esto fuera cierto, entonces tendríamos que admitir que un ordenador tiene consciencia, porque puede registrar datos en la memoria, si está conectado a sensores puede registrar datos sensoriales y si se le instalan brazos robóticos puede mover cosas. No tenemos duda de que somos conscientes. Cuando nos dormimos por la noche, no recibimos impresiones sensoriales, no controlamos voluntariamente los movimientos de nuestro cuerpo y no tenemos recuerdos del sueño profundo. Sin embargo, esto no quiere decir que no estemos presentes como consciencia, ni que haya una discontinuidad en la consciencia. La sensación que todos tenemos de esta experiencia subjetiva de “yo” nunca aparecerá en una pantalla de ordenador. Está más allá del campo de la ciencia, que se limita a la esfera de los fenómenos. La llamada “consciencia médica” es un objeto; puede ser observado y medido. Sin embargo, la verdadera consciencia es aquello que observa la “consciencia médica”. Es aquello en lo que y, en última instancia, como lo que aparecen todos los demás objetos. Cada uno de nosotros es consciencia, y la consciencia es aquello mediante lo cual, lo que conocemos sea lo que sea, es conocido. Si pudiera ser investigada como un objeto, tendría que ser conocida por alguna otra cosa, y esta “alguna otra cosa” sería a su vez lo que llamamos consciencia. Si la consciencia no interviene y no tiene preferencias, ¿por qué habríamos de encarcelar a Hitler si reapareciese? La consciencia da la bienvenida a la totalidad de la situación. Al hablar de “totalidad de la situación” queremos decir todos los elementos que conforman una situación dada, incluyendo tus propias reacciones. A partir de este acogimiento imparcial, y en respuesta a las circunstancias, surge la comprensión que puede o no conducir a la acción. La acción que fluye a partir de la totalidad de la situación es acción correcta y siempre será beneficiosa incluso aunque, a corto plazo, pueda no parecer efectiva. La acción que proviene de un fragmento de la totalidad, de una entidad separada, 25

perpetuará de una forma sutil el sufrimiento que intenta aliviar, aun cuando parezca beneficiosa a corto plazo, porque es en sí misma la causa raíz de ese sufrimiento. El cuerpo está involucrado en el mundo y aunque el testigo no participa en la acción, el cuerpo lo hace. Incluso la no-acción es una forma de acción. La cobardía, por ejemplo, es una forma de acción. Esa es la lección que Krishna le enseña a Arjuna en el Bhagavad-Gita. Como Ser (Self) somos el testigo, pero como cuerpo, ya estamos involucrados. Así que simplemente haz tu “dharma”, haz lo correcto, haz lo que fluya de las circunstancias. Presumiblemente, cualquiera que ame la belleza y la verdad las expresará. Sí, la acción que proviene de la percepción de la belleza, la verdad y el amor es una expresión directa de la belleza, de la verdad y del amor en el mundo. En la esfera del pensamiento se revela como inteligencia. En la esfera de los sentimientos se revela como amor y gozo. En la esfera de la percepción se revela como una verdadera obra de arte. *

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Si la consciencia no tiene miedo, ¿por qué siento yo tanto miedo? No tener miedo implica no tener miedo a la muerte y esto ocurre como resultado de darse cuenta de que somos aquello que no muere. Si realmente no tenemos miedo a la muerte, nos damos cuenta de que todo miedo psicológico es una quimera de nuestra imaginación. Sin embargo, en una situación real, el miedo puede resultar necesario, puede ser una respuesta adecuada a una situación dada. Por ejemplo, si descubriéramos una cobra en esta habitación, el miedo generaría todo tipo de mecanismos apropiados. No hay nada malo en eso. Es simplemente una respuesta del cuerpo-mente adecuada a una situación particular. Podríamos llamar a esto miedo biológico. Sin embargo, el miedo psicológico, miedo que no surge de una situación real sino más bien de una proyección de una entidad personal imaginaria hacia una hipotética situación futura, es algo muy diferente. El miedo psicológico implica una entidad personal, mientras que en el miedo biológico no hay nadie que esté asustado. Es inherente a la entidad personal tener miedo de su propia desaparición porque, en nuestro profundo interior, tenemos conocimiento de la falsedad de esta entidad. ¿Por qué se comenta tan a menudo de la gente que ha realizado su verdadera naturaleza, que la superación del miedo a la muerte trajo consigo un cambio dramático? ¿Es necesario que la realización ocurra de esta forma? No es necesario. Hay innumerables formas en las que la consciencia puede revelarse a sí misma y no deberíamos ser prescriptivos sobre esto. Sobre todo, no deberíamos esperar un tipo de experiencia en particular. Una vez leí, en un texto indio, una descripción hecha por el Rey Janaka de su iluminación. El relata, “Era una hermosa y cálida noche, corría una suave brisa y yo estaba en el jardín del palacio. Yacía en la cama con mi amada. Acabábamos de hacer el amor, los pájaros cantaban y la fragancia de las flores era preciosa. Bebíamos un delicioso vino. En ese momento, oí en la distancia al Brahmin cantando el Veda y desperté”. ¿Por qué algunos se realizan y otros no?

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Nadie se realiza. Nuestro tesoro más precioso es la libertad, y eso quiere decir la libertad de ser desgraciado si así lo escogemos. Somos libres de identificarnos con el cuerpo-mente si queremos. Somos libres de llevar con nosotros el equipaje del pasado o de soltarlo. Es muy fácil, pero escogemos no hacerlo. Es nuestra libre opción. Somos la propia libertad. ¿Por qué iba a querer la libertad identificarse? Hazte a ti mismo la pregunta, ¡si es ese tu deseo! El que es ignorante y desea permanecer en la ignorancia no se experimenta a sí mismo como ignorante, sino como libre de elegir. En última instancia experimenta la felicidad en esta libertad, porque tiene la libertad de pensar lo que quiere pensar, de creer lo que quiere creer. Cuando sales de esta ignorancia, deja de ser un problema porque ves esta libertad en todos los seres humanos. Los ves como esta libertad, así que no quieres convertirlos, porque nada es un problema. Ves su apego a sus creencias, pero también ves su amor a sus creencias. Por supuesto, estar apegado a creencias, a puntos de vista, es amor equivocado, pero a menos que te pregunten, en cuyo caso tienes que contestar honestamente, no intentas hacer nada con ellos, porque ves que proviene de su amor a la libertad. ¿Es este el amor a la libertad de la persona aparente? La aparente persona, la entidad separada, no tiene nada. Es solo un fantasma. No tiene sensaciones; está hecho de sensaciones. Esta persona aparente, esta ignorancia, surge de la libertad y es también una expresión de la libertad. Es un juego muy interesante, bien diseñado, en el cual nos hemos identificado con la persona y en el cual también hemos dejado todas las señales necesarias para que, tarde o temprano, nos permitan encontrar nuestro camino de vuelta a casa. Así que la ignorancia es una elección de la libertad y el fin de la ignorancia es también una elección de la libertad ¿No? Exactamente. El ego, la ignorancia, no elige nada. Es elegido. ¿Puedes hablar de gracia y condicionamiento? Lo que surge del condicionamiento es viejo. La gracia es nueva. Lo que surge del condicionamiento es simplemente un producto viejo en un nuevo embalaje. La gracia es verdaderamente creativa. Así es como se reconoce lo que proviene de la gracia y aquello que es solo una continuación del pasado. La continuación del pasado es solo una transformación horizontal que no es una verdadera transformación. Es una evolución. Aquello que surge de la gracia es vertical. Es una transformación radical. Trae algo nuevo. Sin embargo, también es cierto y se puede decir que todo es gracia. Si verdaderamente pensamos y sentimos que todo es gracia, entonces es así como experimentaremos el mundo. Si pensamos que algunas cosas son gracia y otras no, entonces eso, a su vez, condicionará el modo en el que el mundo se nos aparece. *

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3 Simplemente Di “Sí” en Tu Interior ¿Tiene algún lugar la devoción en esta enseñanza de la no-dualidad? Sí, pero la pregunta importante es: “¿Devoción a que?” Nosotros tenemos devoción a la realidad, a Dios, a la consciencia, no a un objeto, a un fragmento, a una imagen. La idolatría no nos interesa. La devoción, tal como es entendida habitualmente, se dirige a alguna especie de objeto, una imagen, una deidad con ciertas características, un maestro humano, un Dios personal o a las cualidades divinas de un Dios personal. Todos estos son objetos. No estoy sugiriendo que esta clase de devoción sea inútil. Es útil y eventualmente conduce al devoto hasta la Verdad. Sin embargo, la clase de devoción en la que se fundamenta la búsqueda de la verdad es muy pura. No está contaminada por imágenes, por objetividad. Es tan pura, que al principio no es reconocida como tal. Parece un interés profundo que es simultáneamente apasionado y desapasionado. Apasionado porque se dedica a ello una gran cantidad de energía y desapasionado porque no hay agitación. En última instancia, todos los seres humanos buscan la misma verdad. Al principio la buscamos en los objetos groseros y después en los objetos sutiles, tales como experiencias espirituales. Gradualmente, y a medida que nos acercamos a la meta, entendemos que el objeto espiritual último, la verdad, la libertad, la felicidad, el amor, no es un objeto. ¿Puede el deseo de felicidad llegar a ser un obstáculo? El deseo de felicidad proviene de la felicidad y conduce a ella. Sin embargo, el deseo de un estado feliz es un obstáculo. Un estado feliz es una experiencia particular del cuerpo y de la mente. En dicha experiencia el cuerpo y la mente son tocados, por así decirlo, por nuestra verdadera naturaleza, por la felicidad, y durante un breve periodo de tiempo resplandecen con su brillo. El brillo pertenece a la consciencia, a nuestra verdadera naturaleza, y no al cuerpo o a la mente, aunque estos pueden expresarlo. Pensar que proviene del cuerpo y de la mente es una falsa interpretación de la experiencia de felicidad. Perseguir una repetición de esta experiencia solo refuerza la confusión y por lo tanto la infelicidad Queremos un método, un truco, que nos permita abandonarnos más. Abandona el deseo de más. En el momento del abandono, sentimos una emoción profunda que se corresponde con la resolución de conflictos. Nos deja en un estado de no-apego, un acoger natural. Al principio es difícil permanecer en este acoger porque queremos experimentar otra vez los sentimientos que acompañaron al momento del abandono. Esto no es necesario. Simplemente permanece en el abandono. Si uno puede evitar dedicarse a los objetos mediante la devoción a la verdad, a Dios, ¿es posible ver a los otros como si fueran Dios y verte a ti mismo en esa otra persona como Dios? Al usar la palabra Dios queremos decir lo Divino, la consciencia. No nos referimos a un Dios personal o a un ser con una existencia separada. La palabra “Dios” ha sido tan abusada que es difícil entenderla sin asociarla con ideas previas. Cuando alguien le citó

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a Voltaire las escrituras, “Dios nos ha creado a imagen suya,” replicó, “¡y viceversa!” Un Dios que es como nosotros no es el Dios real, es un Dios personal. Es una proyección de nuestra creencia en la separación, una proyección del ego. Sin embargo, una vez que hemos entendido que no hay evidencia, ni experimental ni racional, para creer que la consciencia sea personal, nos abrimos de forma natural a la posibilidad de que sea impersonal y universal. Nos abrimos a la posibilidad de que la consciencia que está oyendo y entendiendo estas palabras ahora mismo es la misma consciencia que está experimentando todo lo que está siendo experimentado en este momento por todos los seres sensibles (que sienten). Cuanto más ponemos a prueba esta posibilidad en las situaciones de la vida diaria, más descubrimos que la verdad de esto es confirmada por nuestra experiencia. Cuando nos encontramos con lo que llamamos otro tenemos la sensación profunda de que somos una y la misma consciencia. Dios ve a Dios en todas partes. ¿Cómo se desarrolla la devoción a la verdad en la vida diaria? A medida que crecemos, buscamos la felicidad en diferentes clases de objetos y dependiendo de cada persona requiere un variable período de tiempo llegar a la profunda comprensión de que lo que realmente queremos no está contenido en ningún objeto grosero o sutil. Como resultado de esta comprensión comenzamos a buscar aquello que no es un objeto, sin darnos cuenta al principio que el buscar se dirige siempre a algún tipo de meta, algún tipo de objeto sutil. Sin embargo, tarde o temprano, frecuentemente tras encontrarse con un maestro, esta búsqueda acabará en un vislumbre de la verdad, un vislumbre de nuestra verdadera naturaleza. Una vez que esto ha ocurrido comenzamos a enamorarnos de aquello que está detrás y más allá de la mente. Nos interesamos y nos sentimos más y más atraídos por ello. A medida que este amor y atracción se profundizan, disminuye correlativamente nuestra atracción por los objetos. Sin embargo, en esta vía no se rechaza nada. Nuestros intereses en la vida son consumidos gradualmente en este gran fuego del interés por nuestra verdadera naturaleza y, como resultado, desaparecen nuestros intereses previos. Son eclipsados. La búsqueda llega a su final y nace la verdadera devoción. ¿A quién debería orar? Corresponde a aquel que ora saberlo, pero la oración verdadera siempre surge de la sensación profunda de que hay alguna realidad que lo abarca todo, un sentimiento de que hay una armonía oculta detrás y dentro de todo. Cualquier oración que se origine en este sentimiento profundo, no importa lo desviada que esté, recibirá siempre una respuesta que nos permitirá crecer, en comprensión, amor, belleza y verdad. Así que cuado oramos, oramos a aquello que es. En última instancia oramos a aquello que somos. Parece que en el universo existe una dualidad básica entre yo y los otros. ¿Descubro la unidad mirando al interior o al exterior? Podrías hacerlo en cualquiera de las dos direcciones pero la forma más fácil es dirigirse al interior. Cuando dices “yo” en oposición a “los otros” estas superponiendo un objeto grosero, tu cuerpo, o un objeto sutil, tu mente, sobre lo que eres realmente. Esto muestra que no has llegado a discriminar entre aquello que es objetivo, es decir el cuerpo y la mente, y aquello que es subjetivo, aquello que verdaderamente merece ser llamado 29

“yo”. De hecho, incluso como cuerpos-mentes no estamos realmente separados. Por ejemplo, compartimos el aire que respiramos, constantemente intercambiamos sustancias con el ambiente e ideas unos con otros. Sin embargo, esto no implica que no haya distinción entre nosotros. En las esferas grosera y sutil hay diversidad. Una vez que hemos entendido que el verdadero “yo” es aquello en lo que aparecen el cuerpo, la mente y el mundo, podemos cuestionarnos sobre la verdadera naturaleza de este “yo,” el sujeto. Por ejemplo pregúntate: “¿Hay dos sujetos?” Si la respuesta es: “sí,” entonces tenemos que preguntarnos cual es el fundamento de tal posición. Nos experimentamos como un solo sujeto, no como dos. ¿Cuál es la realidad de la experiencia? Tenemos el concepto de que hay tantos sujetos como cuerpos pero esto es solo una creencia. No hay nada que la sostenga. Hemos heredado esta creencia de nuestro condicionamiento. ¿Por qué crear muchos sujetos si de hecho siempre experimentamos solo uno? Esto no prueba, de hecho, que haya solo un sujeto. Sin embargo, ¿por qué creer que hay varios sujetos, si esta posición no tiene fundamento? Si adoptamos la comprensión que está más cerca de nuestra experiencia, que solo hay un sujeto, de repente todo encaja. La vida se vuelve milagrosa. Se convierte en la prueba viviente de esa comprensión. Sin embargo, para que esto ocurra tenemos que abrirnos a la posibilidad de que haya solo un sujeto. Esto requiere un proceso de dos pasos. Para empezar, investigamos de esta forma para abrirnos a la posibilidad de que haya solo un sujeto. No es suficiente con creer que esta posibilidad es cierta, solo por que nos lo haya dicho nuestro maestro o lo hayamos leído en un libro. Nosotros mismos tenemos que investigar hasta alcanzar la comprensión profunda de que no hay nada en lo que sustentar la creencia de que hay más de un sujeto. Haciendo esto eliminamos los obstáculos mentales, los sistemas de creencias que impiden incluso que visualicemos esa posibilidad. Una vez que estamos abiertos a esta posibilidad podemos dar el segundo paso, que es empezar a vivir nuestra vida desde este punto de vista. Dicho de otra forma empezamos a probarlo en la práctica. Muy pronto empezamos a experimentar que eso es así y nuestra vida se convierte en una celebración de esa compresión. Si estamos enfermos, todavía podemos celebrar la comprensión de que somos uno y de que no somos nuestro cuerpo enfermo. ¿Es suficiente solo con abrir la mente? Es todo lo que podemos hacer desde el punto de vista de la mente. La mente no puede ver la consciencia. Así que no deberíamos adoptar ninguna posición. Es importante no adoptar ninguna posición, porque una posición alternativa es simplemente otro objeto, otro apego. Utilizamos la investigación para debilitar todos los sistemas de creencias, todo apego a cualquier clase de concepto, y esto nos deja en ausencia de posición alguna, en el “no saber”. En este “no saber” todo cambia y todo se hace posible. Tomamos una nueva dirección que no puede ser formulada pero que se expresa a sí misma como una experiencia viva de libertad y felicidad. El lugar del “no saber” es la experiencia del ahora. Sin embargo, el abandono de los sistemas de creencias a los que estamos apegados, requiere comprensión, no esfuerzo. Para abandonar la creencia de que hay muchos yoes, muchas consciencias, tenemos que comenzar a través del proceso de razonamiento que nos conduce a la comprensión de 30

que, basándose en nuestra experiencia real, no hay ningún argumento válido, que sugiera que esa consciencia es limitada o personal, a pesar del hecho de que lo que aparece en ella pueda ser así. En ocasiones sucesivas, cuando esa creencia reaparece, podemos volver a desarrollar este razonamiento otra vez para recordar nuestra comprensión, o podemos ir directamente hasta el centro utilizando nuestra compresión previa sin pasar por el proceso de razonamiento. Podemos elegir. En el momento en el que alcanzamos el completo convencimiento de que la creencia no tiene valor, la abandonamos. Llegado algún punto, esta herramienta del razonamiento habrá hecho su trabajo. No puede ir más allá. En la India, se compara a un palo que es utilizado para avivar el fuego. Al final, es arrojado al fuego. También habrá de quemarse. *

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Hay un movimiento constante entre felicidad y tristeza. ¿Es posible simplemente descansar en la sensación de libertad y existencia sin tener la sensación de “estoy feliz” o “estoy triste”? El sentimiento “estoy contento” o “estoy triste” perpetúa la noción de una persona que está contenta o triste, y esta misma noción es la semilla de la desgracia. Ser feliz como una persona, como una entidad separada, es una imposibilidad absoluta. Si sostenemos que estamos felices, entonces la felicidad ya nos ha abandonado aparentemente. Cuando estamos felices, no sabemos que estamos felices, porque la felicidad requiere una inocencia infantil. Cuando un niño está feliz, no sabe que está feliz. No lo formula, simplemente lo disfruta. Esta es una situación muy diferente de aquella en la que creamos un disfrutador, que después sostiene que está feliz o infeliz. Cuando estamos libres de conceptos somos esa felicidad. El elemento perturbador es la creencia de que estamos separados. La comprensión de que somos el testigo, la consciencia, y no el cuerpo-mente, reinstaura la libertad. Primero entendemos esto conceptualmente. La comprensión intelectual llega muy profundo y es de gran valor porque contiene ya en sí misma un vislumbre de la verdad. Sin embargo, más tarde profundizamos más allá de la comprensión intelectual y después ni siquiera necesitamos pensar en ello, simplemente lo somos. Nos acostumbramos otra vez a ser aquello que siempre hemos sido. ¿Tiene la felicidad de la que hablas un opuesto? La felicidad que parece el opuesto del sentimiento de desgracia es la misma felicidad que llamamos “felicidad”. No hay dos felicidades. La felicidad es nuestra verdadera naturaleza. Todos conocemos la felicidad. Cuando hablamos de felicidad, todos sabemos de lo que estamos hablando, porque todos tenemos la experiencia de la felicidad. Igualmente, todos sabemos a que se refiere la palabra “consciencia” o “yo”. El problema es que hacemos de la felicidad un objeto que va y viene y después creamos su correspondiente acompañante, una entidad personal que adquiere y pierde esta felicidad. Convertimos esta felicidad, que es nuestra naturaleza permanente, en un objeto intermitente. Es solo una confusión, una falsa perspectiva. Todo lo que es necesario hacer es restaurar la perspectiva correcta y después gradualmente todo lo demás se corrige. Cuando decimos, “soy esto o soy eso,” es siempre un error. No somos “esto” o “eso”. Somos nada y todo simultáneamente. La afirmación “estoy triste” no es verdad.

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En vez de esto deberíamos decir, “En este momento me atraviesa un sentimiento de tristeza”. Si simplemente dejamos que el sentimiento de tristeza fluya, automáticamente y sin saberlo, nos situamos en aquello que no está fluyendo. Para poder ser conscientes del movimiento de lo que fluye, sea lo que sea, nos situamos sin saberlo de forma natural y espontánea como la presencia en la que aparece. De hecho esa es la única manera de situarnos como esa presencia. Esta presencia no es un objeto, así que cualquier esfuerzo hacia esa presencia nos situaría en un lugar artificial, como un objeto. Sin embargo, dejando que todo fluya nos encontramos simplemente como aquello que realmente somos. El pensamiento, “estoy triste” crea el falso “yo”, y el falso “yo”, en ese momento, no existe salvo como este pensamiento. Este pensamiento a su vez es atestiguado por el verdadero “yo” que disfruta del show. Todo lo que podemos decir desde el punto de vista de la mente es que el “yo” nunca es experimentado como limitado. Todo lo que podemos decir es que hay consciencia y nada más. Solo tenemos certeza de la consciencia. El testigo del que hablamos es el testigo último. No es un objeto. Un testigo objetivo es una creación de la mente. Es solo un concepto. Cuando hablamos del testigo hablamos de este “yo”, la consciencia, que está entendiendo estas palabras justo ahora. Es inmediato. La verdad tiene una certeza del cien por cien. ¿Qué quieres decir con el término testigo objetivo? En el Advaita o tradición no-dual una de las herramientas utilizadas es la discriminación entre el que percibe y lo percibido. Adoptamos la posición del que ve, el testigo, no la del que es visto. Sin embargo esta comprensión es incompleta. Es útil porque nos permite dar un paso atrás desde nuestra experiencia objetiva hacia la fuente, soltar nuestro firme agarre a los objetos. Sin embargo, aún en este caso persiste la posibilidad de que este testigo sea personal. Por lo tanto tenemos que ir más atrás y entender que el verdadero testigo es aquello que nunca puede ser descrito o experimentado como un objeto, aquel en el que aparecen todos los objetos, incluyendo el testigo objetivo, el testigo aparentemente personal. *

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¿Qué es la confianza en uno mismo y cómo se desarrolla? La confianza en uno mismo es confianza en el Ser (Self). Cuanto más ponemos a prueba aquello de lo que hablamos aquí, más se desarrolla nuestra confianza en ello. Si mantenemos simplemente esta comprensión a nivel conceptual seguirá siendo meramente una noción interesante. No tiene impacto práctico a menos que la apliquemos a nuestra vida diaria. Así es como nos convencemos más y más de la verdad. La probamos en nuestras vidas. Cuanto más hacemos esto, más descubrimos que esta convicción es confirmada en todos los ámbitos de nuestra vida por el amor, la justicia y la belleza. No es solo confirmada por la inteligencia en el ámbito racional. ¿Implica esta comprensión una vida sin dolor o tragedia? Esta comprensión implica una vida sin sufrimiento psicológico. En realidad no hay tragedia. Puede haber tragedia en la “historia” de nuestras vidas, pero en verdad, no nos ocurre tragedia alguna. En última instancia, la historia está ahí solo para enseñarnos esta distinción. En el momento en el que aprendemos la lección, incluso la historia cambia

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para revelarse como belleza, amor e inteligencia. No nos apeguemos al concepto de que la desgracia es inevitable. Mientras nos apeguemos a este concepto habrá desgracia. Sin embargo, el dolor es físico e inevitable. Tampoco es deseable evitar todo dolor. El dolor pone en marcha muchos mecanismos corporales que protegen al cuerpo de daño. Eliminar la ignorancia puede llevar una cantidad indeterminable de tiempo. Si crees esto, pospondrás la disolución de la ignorancia. Sé feliz ahora. Sé libre ahora. No pospongas nada. La realidad aparece de acuerdo con tus deseos. Nos convertimos en lo que pensamos. Permítete ser feliz en todos los ámbitos de tu existencia. No hay ganancia alguna en ser un artista muerto de hambre. Permítete la celebración. No te restrinjas a ti mismo. Si descubres que lo haces, sé consciente de que no te estás permitiendo ser feliz. El Yo (Self), aquello que eres, es felicidad pura, y es infinito, sin límites. No lo restrinjas de manera alguna. No pienses, “quiero ser feliz de esta forma en particular” Simplemente ábrete completamente a la posibilidad de ser feliz en todos los ámbitos de tu vida y deja que Dios escoja cómo. Solo di “Sí” en tu interior. Eso es todo lo necesario. ¿Cuál es el contenido de la mente y la función del pensamiento? Cuando decimos “contenido de la mente”, nos referimos a los pensamientos e imágenes. La mente es una bolsa llena de pensamientos e imágenes. Sin embargo, cuando la examinamos más cuidadosamente, resulta que no hay bolsa. La propia bolsa es solo un pensamiento más. No hay mente salvo el concepto de mente. Hay pensar e imaginar pero nadie ha experimentado nunca la mente de la manera en la que se concibe habitualmente, como un recipiente con pensamientos e ideas; por lo tanto ¿por qué sostener que hay tal mente? Sin embargo, tenemos la certeza de que hay consciencia, presencia, y de que todos los pensamientos e imágenes aparecen en ella. Por lo tanto cuando usamos el término mente, generalmente nos referimos a este proceso de pensar e imaginar. La función de la mente es crear. Es una herramienta para sobrevivir. También es una herramienta para descubrir la felicidad y celebrarla. Durante un tiempo, su propósito es aproximarse a la verdad, pensar sobre la verdad, explorar e investigar. El razonamiento superior utiliza la mente como una herramienta para eliminar la confusión. Sin embargo, llegado a un cierto punto no hay más necesidad de este tipo de razonamiento. Solo queda celebración, y es expresada de acuerdo con nuestra habilidades, tendencias y los talentos que Dios nos ha dado. Este es el uso adecuado de la mente. El uso inadecuado de la mente consiste en morar en la desgracia, en el pensamiento negativo. El pensamiento negativo siempre se origina desde la posición, “soy una persona”, “soy un cuerpo-mente”. Este tipo de pensamiento ha de ser erradicado mediante la comprensión. El proceso de comprensión es muy fácil. Cuando piensas, “soy una persona,” pregúntate, “¿es realmente cierto? ¿qué soy yo? ¿soy el cuerpo, soy la mente, o soy la consciencia en la que aparecen?” No podemos entender meramente mediante el pensamiento pero eso no implica que tengamos que dejar de pensar. En el momento en que lo acogemos, que simplemente dejamos a los pensamientos fluir sin interferencia, pensar deja de ser un problema. No somos el pensamiento o el sentimiento “yo”. Somos aquello en lo que aparecen el pensamiento “yo”, el sentimiento “yo” y todos los pensamientos, sentimientos y percepciones de todos los seres sintientes, pasados presentes y futuros, en este y en

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todos los universos y en todas las dimensiones. Cuando entendemos que los pensamientos no son un problema, entonces la confusión ya está siendo aclarada. ¿Por qué fue creada la confusión en primer lugar? Con el propósito de animación. La diversidad es bella. A la consciencia le gusta vivir los extremos de todas sus posibilidades. Sin embargo esta respuesta es solo parcialmente cierta. Es una concesión a la mente que trata de entender algo que nunca podrá entender. Cuando es entendida, dejamos de plantearnos la pregunta. La razón por la que la pregunta “¿por qué?” no puede ser contestada satisfactoriamente por la mente es que la idea de causa y efecto yace implícita en la propia pregunta. “¿Por qué esto?” “Por eso”. La idea de causa y efecto es en sí misma una creación de la mente y por lo tanto no puede ser utilizada para investigar la naturaleza de la confusión de la mente. Sería como un ladrón investigando un robo. ¡No podríamos fiarnos de los resultados! *

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4 La Madre de Todos los Problemas Si pongo mi pie en el suelo, experimento una sensación de resistencia. ¿Crea esto el sentido de separación? No es la experiencia de la resistencia la que crea el sentido de separación. Es nuestra interpretación de la experiencia. La interpretación de la experiencia es responsable de la creación de los objetos aparentemente externos; es decir, nuestro pie y el suelo. Sin embargo, nuestra experiencia es de hecho simplemente una sensación de resistencia. De hecho ni siquiera una experiencia de resistencia. Es simplemente una sensación, una sensación neutral, sin nombre. Esta experiencia en sí misma es sentida en nuestro interior, dentro de nosotros. Sin embargo, nuestra interpretación crea el aparente “afuera”. El exterior es siempre un concepto. La experiencia es siempre en el interior. Por lo tanto, al nivel de la experiencia no hay exterior. Al nivel de la experiencia no hay separación. La separación es siempre un concepto que aparece después de la experiencia. Hemos creado sensaciones, contracciones y localizaciones en el cuerpo que nos hacen sentir que estamos separados. Estas sensaciones hacen que la separación parezca una experiencia real. Si lo observamos más detenidamente y damos una completa bienvenida a este sentimiento de separación, vemos que de hecho no separa nada de nada. La separación no tiene realidad. Nunca es realmente experimentada. Tiene una realidad aparente mientras se mantiene en una zona de penumbra, que quiere decir cuando es vista solo parcialmente. Cuando no hay sentido de separación, todavía hay una percepción de una sensación de “yo soy”. Este sentido de “yo soy” al que te refieres está localizado en el cuerpo como una sensación. Es una sensación corporal que se te aparece, a ti, consciencia. El pequeño “yo” es eso que aparece. El verdadero “yo” es aquello en lo que aparece. Aquello que aparece es limitado en el tiempo y en el espacio; tiene alguna clase de contorno. Aquello en lo que aparece es ilimitado. El pequeño “yo” y el verdadero “yo” coexisten, pero no al mismo nivel. El pequeño “yo” no puede existir independientemente del verdadero “yo”, pero el verdadero “yo” existe independientemente del pequeño “yo”. Sus naturalezas son diferentes, aunque en última instancia la verdadera naturaleza del pequeño “yo”, ya sea una sensación o un pensamiento no es otra que la consciencia, el verdadero “yo”. El pequeño “yo” es percibido, el verdadero “yo” percibe. Sea lo que sea que esté siendo experimentado no es tú mismo. Simplemente es suficiente ver lo que está siendo experimentado, sea lo que sea, clara e imparcialmente. Al verlo de esta forma ya nos estamos situando en nuestra verdadera naturaleza. Por ejemplo, no tenemos que formular, “yo no soy esta percepción”. Percibir nuestro cuerpo plenamente nos libera de ser el cuerpo. Es importante no esperar nada. Querer una experiencia divina de placer además de la libertad es caer de nuestra verdadera naturaleza libre de problemas. Esta naturaleza libre de problemas es alegre y tranquila. No es algo que va y viene. Hay una sensación de libertad, un aroma. Lo que realmente importa es aquello que es permanente. La gente dice a menudo que esta experiencia va y viene. Si lo hace, no es de lo que estamos hablando aquí. Lo impermanente, sea lo que sea, debe ser objetivo.

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Si clasifico las emociones como negativas y quiero librarme de ellas, las inflamo. Hay momentos en los que puedo ver que no son yo y puedo soltarlas. Sin embargo, dado que no estoy establecido en el conocimiento de que ellas no son lo que yo soy, vuelven a atraparme una y otra vez. Hay dos errores en tu pregunta. La primera es tomarte por alguien que no está establecido y que podría llegar a estar establecido en el futuro. Este alguien nunca llegará a estar establecido. El segundo es el deseo de cambiar las cosas, el juicio y condena de lo que quiera que aparece. En el momento en el que condenamos un sentimiento como “malo”, queremos librarnos de él. ¿Quién quiere librarse de él? El que quiere librarse de él es el mismo que lo crea. El que quiere librarse del enfado, está enfadado con su enfado. A menos que veas el proceso nunca tendrá fin. Es como un loco que continúa dándose cabezazos contra la pared hasta que se da cuenta de lo que ocurre. Este rechazo está muy hondamente arraigado en nosotros; a medida que nos interesamos más y más en esta perspectiva, se revela de toda clase de maneras. Sin embargo, detrás de todas estas caras hay un único sentido de ser una persona, de separación, el pensamiento “yo”. Hay un fuerte sentido de pensamiento yo conectado con observar. Hay un reflejo del “yo” en la mente. Está conectado con el centro del corazón. Cuanta más atención recibe, más problema. Esta conexión es un objeto percibido. Incluso el centro del corazón es un objeto, una percepción que va y viene, una limitación. No es un problema. El reflejo del “yo” en la mente es un pensamiento, el pensamiento “yo”. A nivel del sentimiento es una sensación corporal, el sentimiento “yo”. Todos estos son objetos que van y vienen. Aparecen y desaparecen dentro de aquello que nunca aparece ni desaparece, su fuente. Es por esta razón que, en el camino de la investigación del yo, no buscamos sentimientos, buscamos su fuente. No nos detenemos con el pensamiento o el sentimiento “yo”. Dejamos que se funda con su fuente, que es el sujeto, la consciencia. Ese es el verdadero “yo”. Este verdadero “yo” no es una percepción o un pensamiento. Está demasiado cerca para ser percibido. Solo podemos percibir algo que está aparentemente a una cierta distancia. Aquello que está a distancia cero de la realidad percibiente nunca puede ser percibido. Por ejemplo, el ojo nunca se puede percibir a sí mismo. Puede percibir su reflejo en un espejo o su imagen en una fotografía, pero nunca puede percibirse a sí mismo porque está a una distancia cero de sí mismo. Es lo mismo con la consciencia. Nunca puede percibirse a sí misma como un objeto. Solo puede ser ella misma. Cuando la consciencia intenta percibirse a sí misma, crea un objeto, y ese objeto es el pensamiento o sentimiento “yo”. El pensamiento “yo” no es un problema mientras se refiera a la consciencia. Cuando se une a un atributo, a un nombre o a un adjetivo, tal como “soy una mujer”, “soy un ser humano”, “soy feliz”, “soy infeliz”, “estoy frustrado”, etc., se convierte en la madre de todos los problemas. *

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En la meditación, a medida que los pensamientos disminuyen y se hacen manifiestos los sentimientos que los alimentan, queda claro que el impulso para pensar surge a veces con el propósito de evitar el malestar que se deriva de esta masa de sentimientos

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indiferenciados. Sin embargo, a diferencia de los pensamientos, estos sentimientos, cuando se les da la bienvenida, tienden a crecer más que a disminuir. No des la bienvenida a los sentimientos mismos; da la bienvenida a la totalidad de tu experiencia. El hecho de que hables de esta “masa de sentimientos indiferenciados” sugiere que ya los has diferenciado del resto de tu experiencia. Te estás enfocando en ellos. Estás involucrado en una relación con ellos, con un aspecto de la totalidad de tu experiencia. La razón de que te enfoques en esta masa de sentimientos se debe a un deseo sutil de librarte de ellos. Sin embargo, cuanto más te enfoques en los sentimientos, más los agravas. Cuanto más te rascas más pica. ¡Deja de rascarte! El rascar se debe al deseo de librarte del picor. Da la bienvenida al picor, pero no intentes hacer nada con él. Observa que te estás enfocando en eso. El hecho de que lo estás experimentado como incómodo implica que lo estás resistiendo, estás reaccionando contra él. Has superpuesto un sentimiento de resistencia sobre el sentimiento original. Esto es el sentimiento de enfado hacia el sentimiento de enfado. De esta forma, se construyen capas de sentimiento una sobre otra. Observa el juego que está siendo jugado. En el momento que vemos el juego dejamos de jugarlo, y todo vuelve gradualmente a la normalidad, capa tras capa. Existen, sin embargo, algunas herramientas prácticas que puedes usar, al menos durante un tiempo. Por ejemplo, cuando te sientes hipnotizado por un sentimiento en tu cuerpo, degrádalo al nivel de sensación. Un sentimiento es una sensación corporal apegada al concepto de ser una persona, una entidad separada. Observa claramente que esta entidad separada no existe, que no es el sujeto, el “sentidor” del sentimiento. Es solo un pensamiento. Ver esto claramente permite abandonar el pensamiento “yo” espontáneamente. Una vez despojado de su contenido psicológico, el sentimiento es ahora simplemente experimentado como una sensación corporal. Explórala y descubre que solo es una sensación neutral que surge en tu presencia. No es un problema. Si no tiene nada nuevo que enseñarte, déjala y continúa. Algunas veces como consecuencia de nuestro deseo residual de llegar a alguna parte, de alcanzar, se produce una tendencia a crear artificialmente esta masa de sensaciones como forma de estar ocupado librándose de ellas. Sin embargo, cuanto más queremos librarnos de ellas, más creamos Es un “círculo” de actividad residual. No intentes librarte de algo que tú has creado, simplemente deja de crearlo y entiende que es tu propio deseo de librarte de él lo que lo perpetúa. Tengo dificultades con la expresión “dar la bienvenida”. “Recibir” parece mas apropiado. “Aceptar” también está bien. Lo importante es dar la bienvenida a la totalidad de la situación. No des la bienvenida al objeto, que es solo un aspecto de tu experiencia presente, da la bienvenida a la totalidad. Si nos mantenemos hipnotizados por un problema, por un elemento negativo, no estamos dando la bienvenida a la totalidad de la situación, nos estamos focalizando en un aspecto de ella. El verdadero acoger es siempre acoger la totalidad. A veces pienso que incluso dar la bienvenida es una evitación de ser. Un acoger artificial, una dar la bienvenida intencionadamente, es un acoger que tiene una meta personal en mente, y en este sentido, podría decirse que es una evitación de ser. Sin embargo, el acoger verdadero no es una evitación de nada. Revelar los sentimientos a plena luz implica verlos claramente tal como son. Deja que estos

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sentimientos se purifiquen de cualquier contenido psicológico en este espacio acogedor. Cuando miramos una nube en el cielo, la nube no tiene contenido psicológico alguno, no tiene un sentimiento de “yo” apegado a ella. Mientras entiendas este acoger como una actividad, no lo hagas. Mientras hay un hacedor, una persona que lo hace, no lo hagas. Sin embargo, hay muchas cosas que hacemos sin hacerlas como una persona. Son simplemente hechas. Por ejemplo, cuando respiramos, no respiramos nosotros. Cuando un pensamiento nos aborda, no lo pensamos nosotros. Simplemente viene a nosotros. Es de esta forma que se produce el acoger. De hecho, acoger no es una actividad. Puede parecerlo así al principio, porque parece que se requiere un cierto esfuerzo, para permitir, en vez de rechazar, ciertos aspectos incómodos de nuestra experiencia. Sin embargo, a medida que nos establecemos más en el acoger, nos damos cuenta de que acoger implica cesar toda actividad de resistencia, y no la iniciación de cualquier otra actividad adicional. Consiste en permitir que todo lo que aparece en el campo de la consciencia sea tal como es. Al principio acoger es generalmente entendido como algo que hacemos. Más adelante es entendido como dejar de hacer algo. Es entendido como el cese de la resistencia, del focalizarse exclusivamente en un fragmento de nuestra experiencia. Y finalmente acoger es entendido como ser lo que somos, el espacio natural, amoroso y abierto en el que todas las cosas nacen, habitan y se disuelven. Abandónate al no saber. Comprende que cada vez que has sido feliz en tu vida, la felicidad apareció sin más, de forma impredecible. No podemos asegurarnos la felicidad mediante el conocer o el hacer. Abandona este desperdicio de energía. Las cosas serán todavía llevadas a cabo pero la agitación acaba. Entonces, siempre que hacemos algo lo disfrutamos porque no hay esfuerzo. No nos involucramos como personas y la vida se convierte en celebración. Frecuentemente no tengo claro si estoy involucrado en forma personal o no. La forma de descubrir si la ‘persona’ está o no involucrada es comprobar si la actividad viene motivada por un deseo de alcanzar algo exclusivamente para uno como persona. Para asegurarse de que sea impersonal, de que está en armonía con la totalidad, pregúntate si aprobarías la acción si fueras un juez omnisciente y benevolente. Esto te dará inmediatamente el punto de vista impersonal, imparcial. Por ejemplo, si cuidas bien tu cuerpo, podrías pensar que tal preocupación es personal. Sin embargo, si lo consideras desde el punto de vista de un juez omnisciente y benevolente, cuidar bien de un cuerpo que ha sido puesto bajo tu cuidado, descubrirás que tal actividad no es necesariamente personal. El cuerpo y la mente son herramientas para la celebración y el juez omnisciente y benevolente quiere que haya celebración. Por otro lado, supongamos que tienes el pensamiento de vengarte de alguien. Desde el punto de vista del juez omnisciente y benevolente, él desea que abandones ese pensamiento y que seas feliz. Generalmente esta clase de actividades es personal. Discrimina entre las acciones que son impersonales, espontáneas y aquellas que son personales. No te preocupes si hay momentos en los que no estás seguro. Basta con haber intentado de buena voluntad aplicar esto a tu vida. En tal caso, tu intención de adoptar la posición impersonal ya es de por sí la posición impersonal. Simplemente hazlo lo mejor que puedas. Sea lo que sea que surja de este deseo de ser impersonal será impersonal, incluso aunque te equivoques. Es esta misma voluntad de ser impersonal lo que da el sello de impersonalidad a tu acción.

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Desde este lugar de no-saber ¿pierdes el sentimiento de existencia? No, no pierdes el sentimiento de existencia. Tú eres la existencia misma. Aunque entiendo que no soy un ser separado, todavía me siento separado al nivel físico. La ignorancia a nivel conceptual es un pensamiento que refuerza la idea de que uno es un cuerpo-mente. La ignorancia a nivel corporal implica sentimientos que nos hacen sentir que estamos separados, que somos esta entidad cuerpo-mente, que hemos sido creados. Estos sentimientos generan el pensamiento “yo” personal. Cuando aparecen tales sentimientos deberíamos acoger la totalidad de la situación de la que son una parte. Cuando esto ha sido acogido completamente, la atención queda libre para dirigirse a otras cosas. Sabemos que el acoger es completo cuando la situación no tiene nada nuevo que enseñarnos, cuando se vuelve repetitiva. Quizás podemos dedicar un poco más de tiempo a la situación para asegurarnos que la hemos considerado desde todos los puntos de vista. Si no vemos nada más y el sentimiento continúa ahí, deberíamos preguntarnos si podríamos continuar viviendo con este sentimiento el resto de nuestra vida. Si no queremos librarnos de él, si podríamos vivir con él para siempre, quiere decir que ya no es un problema; ya ha dejado de tener la capacidad de hacernos sentir separados. Sin embargo, si queremos librarnos del sentimiento, debemos ver que este deseo surge a partir de otro sentimiento, un sentimiento de aversión, de resistencia. Cada vez que un sentimiento es completamente acogido, pierde su poder separador. Queda neutralizado. Otra capa de sentimientos más profunda y sutil surgirá ahora, y debería ser acogida de la misma manera. Capas de sentimientos van llegando así a la superficie una tras otra y gradualmente, sin que lo sepamos, hasta el último reducto del ego es expuesto y disuelto. Dos cosas pueden ocurrir en este dar la bienvenida: si permanecemos con el sentimiento y acogemos completamente la totalidad de la situación, nos llevará corriente arriba hasta el pensamiento “yo” que a su vez es absorbido en la fuente. En este punto el miedo a desaparecer, el miedo a la muerte, el miedo existencial subyacente, desaparece de forma definitiva. Sin embargo, pueden existir también sentimientos localizados que no tienen su contraparte psicológica en el pensamiento “yo”. Cuando vemos estos sentimientos tal como son, simplemente una perpetuación de la agitación, los hemos circunscrito y nos hemos dado cuenta que no tienen nada nuevo que enseñarnos, simplemente los abandonamos. En el caso de este tipo de sentimientos aprendemos la habilidad de abandonarlos más y más rápido, y van apareciendo menos frecuentemente. A medida que los ignoramos pierden su energía. Simplemente los reconocemos como lo que son. En algún momento, dejarán de molestarnos. Es parecido a alguien que deja de fumar, durante los primeros días tiene el deseo de fumar cada diez segundos más o menos. Después de dos semanas el deseo solo aparece una vez cada cinco minutos y, después de diez años, no aparece en absoluto. Hay un espaciamiento gradual de estos sentimientos. Cuando los sentimientos son “buenos”, no es tan fácil abandonarlos. Los buenos sentimientos están para ser disfrutados. Son la expresión de la alegría y nos llevan de vuelta a la alegría, que es nuestra verdadera naturaleza. Simplemente 39

disfrútalos, sé uno con ellos. Entiende que un momento de felicidad viene de la gracia, y este momento de felicidad nos está enseñando que la felicidad no es un objeto. Hemos de saber que somos esta felicidad en el momento. El objeto es casi irrelevante. El objeto es parte del sueño pero la felicidad es real. Por lo tanto, suelta el objeto. Entrega el objeto. El gozo sin causa se explica por sí mismo. Si lo buscamos no lo encontraremos, pero cuando dejamos de buscarlo, nos encuentra. Has sugerido permanecer en el ver claramente y en el no saber. Yo escapo de eso al formular, por ejemplo, ‘yo soy la consciencia’. Al principio, este tipo de pensamiento nos lleva a la experiencia de nuestra verdadera naturaleza, así que no es un problema. Sin embargo, después de cierto tiempo se hace más y más corto y en algún momento, ni siquiera necesitamos adoptar el pensamiento. Vamos directamente a la experiencia, al saber interior, al lugar que más amamos, y nos quedamos allí. En algún punto, la necesidad de este pensamiento desaparece porque encontramos un camino más directo de volver a nuestra verdadera naturaleza. Este pensamiento no es un obstáculo; es un vehículo. Mencionaste una vez un sentido de ser completo (wholeness) que después se vuelve santidad (holiness) *. ¿Podrías explicar esto más? El sentido de ser completo llega cuando sentimos que todo está dentro de nosotros. Cuando sentimos esto, entendemos que todo es nuestra propia emanación, una emanación desde la consciencia. Esta compresión obliga a todo lo que es experimentado a desvelarse, a revelar su verdadera naturaleza. Este desvelarse es la revelación de lo sagrado. Cuando verdaderamente sentimos que el universo está en nosotros, que es nosotros, que no hay separación, que hay esta sensación de ser completo, entonces el universo y los eventos del mundo se despliegan de acuerdo con esta perspectiva, que es la perspectiva verdadera. Revelan la santidad del mundo. Revelan el milagro permanente. Primero es experimentado como un sentimiento y más adelante, es confirmado por nuestra experiencia del mundo. *NdelT: en inglés “whole”, completo y “holy”, santo provienen de la misma raíz. A menudo me descubro soñando despierto. Soñar despierto es una evitación de un ahora que se considera aburrido. Es una huida de lo que sea que está surgiendo en el momento y nos lleva al pasado o al futuro. Se relaciona con el pensamiento de que somos una entidad personal. Hay una diferencia entre soñar despierto y lo que podríamos llamar “libre pensar”. Soñar despierto podría ser llamado “pensar cautivo” en el sentido de que está cautivo de la noción de que somos una persona, de que hay alguien a quien le está ocurriendo este soñar despierto, alguien proyectado. En el “libre pensar” los pensamientos surgen libremente y pueden ocurrir extrañas asociaciones, pero no hay entidad alguna alrededor de la cual giran. Es muy creativo. También es necesario tener pensamientos prácticos, por ejemplo para hacer planes, para llevar el coche a la revisión, para hacer la lista de la compra, etc. No hay nada malo con este tipo de pensamientos. Son una respuesta apropiada a la situación del momento y no es necesario que tenga su eje en una entidad separada.

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Existe otro tipo de pensamiento que no depende, crea ni mantiene la idea de una entidad separada y estos son los pensamientos sobre la verdad. Provienen de la verdad y nos conducen de vuelta a ella. Los podríamos llamar “razonamiento superior”. Solo el primer tipo de pensamientos, el que giran en torno a una entidad separada, es el que nos conduce a la desgracia. Sin embargo, aun entendiendo que algo es un desperdicio de energía, puede que todavía sigamos haciéndolo durante un tiempo. Por ejemplo, si un fumador entiende que fumar hace daño a su salud, puede que no lo deje inmediatamente; puede llevarle algún tiempo. Esto no significa que la comprensión no exista ya. Si del hecho de que persista el soñar despierto infieres que no hay comprensión, te estás juzgando a ti mismo. Habiendo entendido, date cuenta que cualquier comprensión que no es aplicada es estéril. Este retraso en poner en práctica tu comprensión es tu propia decisión. Puedes aplicarlo inmediatamente o posponerlo. Si abandonamos un episodio de soñar despierto, la próxima vez que aparezca uno, nos haremos conscientes de él más rápidamente. Cada vez que hacemos esto se hace más fácil abandonarlo la próxima vez, así que la duración media de los episodios de soñar despierto se hará más y más corta. En algún momento habremos dejado de soñar despiertos porque antes de que llegue a arraigar, detectamos el impulso a evitar el ahora, que es lo que genera el soñar despierto en primer lugar. En este punto de comprensión, el momento de darnos cuenta de que estamos soñando despiertos, y el momento de abandonarlo son simultáneos. Has hablado de nuestra no-aceptación de la simplicidad u ordinariedad del ahora. Pienso que para que ocurra la iluminación, el ahora debe convertirse en algo muy especial. Este rechazo del ahora significa que no has entendido todavía que los objetos no tienen nada que ofrecernos en cuanto a felicidad se refiere. Cualesquiera sean los objetos presentes son etiquetados como insuficientes, en lo que se refiere a su capacidad de producir felicidad, y por lo tanto se produce un ansia de nuevos objetos. Este proceso mantiene el ego. Solamente cuando somos verdaderamente indiferentes a los objetos podemos estar en el ahora. Cuando estamos en el ahora, se revela la verdadera naturaleza de los objetos. Se revelan como un milagro permanente porque no hay objetos como tales. Siento que tú eres responsable de la quietud que siento en este momento. Mi presencia es tu presencia. Simplemente abandona la noción de que tu presencia no es mi presencia. Es nuestra presencia. No hay diferencia, porque cuando venimos aquí, todos nosotros como individuos, cada uno de nosotros es un componente de la celebración. Parece que todo es hablado desde esta boca, pero de hecho somos todos un cuerpo inmenso y de alguna manera esta boca es, en este momento, la boca de este cuerpo inmenso. Sin embargo somos este único cuerpo y es importante que los oídos no se sientan separados de la boca. Somos un enorme universo hablando y escuchándose a sí mismo. Esta distinción entre estudiante y maestro es un obstáculo. No te dejes llevar por ella. Es mucho más simple si, de acuerdo con nuestra comprensión de que hay solo una consciencia, vemos estos encuentros simplemente como una oportunidad de experimentar y celebrar esta unidad, más que esperar que vayamos a obtener algo de alguien. Lo celebramos en silencio, mediante nuestras relaciones, mediante nuestras

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conversaciones, mediante nuestras actividades etc. Ya estamos perfectamente equipados para la felicidad. ¿Puedes decir algo sobre la relación con el maestro? Cuando un buscador de la verdad se acerca a un maestro, es casi inevitable que para empezar tome al maestro como una persona. Sin embargo, el maestro es como un vacío, un espacio vacío en silencio. No hay nadie ahí. Por lo tanto esta proyección del buscador de la verdad no encuentra apoyo. Es como intentar atrapar una escurridiza anguila. Nos quedamos con la mano vacía. Como resultado de la falta de apoyo a la entidad personal, el discípulo comienza a sentir la presencia de una amistad, amorosa e impersonal, que surge en relación con el maestro. Esta es la experiencia de la verdadera naturaleza que todos compartimos. A menudo primero experimentamos esto en la compañía del maestro y entonces se convierte en el modelo para todas nuestras otras relaciones. La respuesta que viene del maestro no se dirige a la persona, se dirige a la consciencia, la verdadera naturaleza del buscador de la verdad. Es un movimiento de consciencia a consciencia. Es un movimiento dentro de la consciencia. El buscador de la verdad puede no ser consciente de esto. De hecho puede pensar que se están dirigiendo a él como una persona. Sin embargo, incluso si la respuesta es tomada a nivel personal, se habrá plantado una semilla en el fondo de la mente del buscador. En su momento esta semilla germinará, y comenzará un proceso de razonamiento superior. Esto a su vez conducirá al estudiante a la comprensión de que el maestro no es una persona. A partir de este momento es esta amigabilidad impersonal que comparten maestro y estudiante lo que se convierte tanto en el medio como en la expresión de la enseñanza. La palabra impersonal me sugiere algo tan distante y falto de intimidad. Por ‘impersonal’ simplemente quiero decir no basado en el pensamiento o en el sentimiento de que somos una persona separada. Es este pensamiento y sentimiento el que de hecho impide la verdadera intimidad y el amor. Siempre que amamos, desaparecemos como persona. Cuando decimos que el maestro es impersonal o que no hay nadie ahí, esto no implica que el maestro no tenga un carácter o que sea inanimado. En absoluto. Solo queremos decir que los pensamientos, sentimientos y actividades de un maestro así no giran en torno a la noción de ser una entidad separada. *

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Cuando quedo atascado en mi cabeza lo suelto y me desplazo al cuerpo y entonces el “atasque” en la cabeza desaparece. ¿Es esto un “hacer”? Depende de lo que quieres decir con “soltar”. Si es espontáneo, es decir si no hay un hacedor de la acción, si es el silencio el que, sin ninguna voluntad o intervención por tu parte, impregna gradualmente tu cuerpo, eso es una cosa. Por otra parte, si tú de alguna forma canalizas el silencio a través de tu cuerpo, eso ya es otra historia. La mente puede crear toda clase de estados extraños, especialmente cuando alcanzamos niveles de relajación profundos. El silencio al que nos referimos aquí no es el silencio de la mente. Es la presencia de la consciencia. Está siempre presente, incluso en presencia de pensamientos, sensaciones y actividad corporal. Subyace y está más allá de todos los estados de sueño 42

con sueños, sueño profundo y vigilia. Este silencio no es objetivo, no es percibido. Es aquello que percibe. Se conoce como consciencia, “ser-eidad” o “yo-idad”, y más adelante como felicidad, amor y belleza. Deberíamos simplemente dejar que todo lo objetivo fluya, casi sin notarlo. Deberíamos permanecer indiferentes a todos los estados, incluyendo los estados del cuerpo. Puede que pases por estados en los que no solo tu mente está silenciosa y tu cuerpo transparente, sino que también tu cuerpo está totalmente expandido y lleno de luz, y puede ser muy placentero. Sin embargo, incluso si esto ocurre, se trata todavía de un estado corporal; todavía es algo que tiene un comienzo y un final. Viene y va, así que ¡no vale ni un duro! *

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5 No Abandones el Trono Hablaste de que no hay que hacer nada, ni desear una gran experiencia. Más tarde, estaba tocando algo de música con unos amigos y entonces hubo una profunda quietud. Parecía como si la práctica de atender al compás y al ritmo produjese esta quietud. No hacer ni buscar nada me parece tan intangible, especialmente a la luz de esta experiencia. Cuando estabas en esa quietud, ¿tenías alguna meta? No. Esta falta de una meta que perseguir es lo que se quiere decir con no-hacer. No significa que el cuerpo o la mente no estén activos. No-hacer se refiere simplemente a la ausencia de esfuerzo. Cuando estamos en el ahora, libres de intención alguna, la felicidad inherente a nuestra verdadera naturaleza se revela a sí misma. Cuando enfocamos nuestra atención en alguna actividad la mente se aleja del pasado y del futuro, del pensar, y permanecemos completamente presentes a la experiencia. En algún momento, el aspecto objetivo de la experiencia pierde su atracción, porque en última instancia las sensaciones corporales son aburridas. Entonces, aquello que permanece siempre en el trasfondo, entre los compases se revela a sí mismo como quietud, como paz. Para comprender que el hecho de tocar música no ha sido en modo alguno la causa de la quietud, es importante entender este proceso. Si piensas que esta quietud se deriva de tocar música entonces, la próxima vez que toques, no aparecerá. Esta paz no tiene causa. Lo que no tiene causa es hermoso porque es completamente independiente de las circunstancias. Podemos tenerla en todas partes, porque somos siempre lo mismo, en todas partes. Es natural. Deja de pensar que eres un mendigo. Sin embargo, simplemente pensar: “soy un rey”, es inútil. Tenemos que entender quienes somos y descubrir que somos el rey. Pensarlo meramente es una superposición. Ábrete a la posibilidad de que no tienes límites, de que la consciencia es infinita, más allá del espacio y del tiempo. Si pensamos que la consciencia está en el interior, y con “interior” nos referimos a “dentro de la mente”, reducimos la experiencia y esta desaparece. Pierde su perfume de infinitud. Es “interior” en el sentido de que tiene una cualidad íntima de “yo-soy-dad”, pero por otra parte lo contiene todo dentro de sí. A esto es a lo que se refería Pascal cuando dijo que su centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna parte. Si, después de la experiencia de nuestra verdadera naturaleza, pensamos que “yo” como persona tuve la experiencia, la reducimos. Esto la eclipsa. No pienses, “yo tuve la experiencia,” sino más bien, “yo soy la experiencia.” Aunque no hay nadie que pueda hacer algo sobre la compresión, al mismo tiempo, samsara simplemente parece continuar. Así que parece que falta comprensión. No te rindas fácilmente a samsara. No permitas que samsara te seduzca, induciéndote a pensar que existe samsara. Samsara existe solo si tú piensas que existe. No lo aceptes. Tú eres siempre el Ser (Self). No abandones el trono. Sin embargo, si quieres abandonar el trono, eres libre de hacerlo porque eres el rey y el rey puede hacer lo que le plazca.

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Esto parece requerir un esfuerzo, porque parece que somos expulsados del trono. En esta situación hay un delicado balance entre no reaccionar y observar. Sí, pero observa que es tu libertad. Entiende que si el rey quiere jugar a los mendigos, toda la corte va a seguirle el juego y darle patadas, ¡solo para complacerle! Pero el rey piensa, “desearía no estar jugando el papel de mendigo.” Hacer el papel de mendigo es identificarse con el cuerpo y la mente. Es esta identificación con el cuerpo-mente lo que crea el mendigo. Si pensamos que somos este cuerpo-mente estamos haciendo de mendigo, pero no tenemos que hacerlo. Solo hay samsara si nos identificamos con el cuerpo-mente. Desde el punto de vista del Ser (Self), solo hay un hermoso despliegue de energía. Por supuesto no hay absolutamente ningún problema con el cuerpo-mente. Al contrario, es una bella herramienta de celebración. Lo que nos hace sentirnos mendigos, es solamente nuestra exclusiva identificación con él. Con demasiada frecuencia el mendigo es el punto de partida. El sentimiento de ser un mendigo, por muy desdichado que sea, no puede surgir sin consciencia. La consciencia estaba presente antes de que surgiera el sentimiento de ser un mendigo. Está presente durante el sentimiento y sigue estando presente cuando el sentimiento desaparece. Por lo tanto el punto de partida es la consciencia, no el mendigo. Somos este percatarse que no es un objeto. Somos aquello en lo que este cuerpomente y todos los otros cuerpos-mentes, todos los otros objetos, aparecen. Somos mucho más grandes que un cuerpo-mente. Vuelve una y otra vez a esta comprensión. Llega un momento en el que ya no necesitamos cuestionar la validez de sentir y saber que no somos el cuerpo-mente. Cuando quiera que la imagen o el pensamiento de que somos el cuerpo-mente aparecen, lo soltamos inmediatamente porque sabemos que no es la verdad. Cuando tengamos dudas, podemos volver a la comprensión de que somos el percatarse, la consciencia, en la que aparecen todos los objetos incluyendo el cuerpo-mente. La razón por sí sola no es suficiente para estabilizarnos en esta experiencia. También necesitamos sentir que no somos el cuerpo-mente. Para sentir que no somos el cuerpo-mente, tenemos que investigar la verdadera naturaleza del cuerpo, y esto se hace dando la bienvenida a las sensaciones corporales. No es suficiente asumir que el cuerpo es un objeto, o simplemente pensarlo. Tenemos que tener la experiencia de que el cuerpo es un objeto. En esta contemplación, todos los sentimientos, todas las sensaciones corporales son completamente permitidas. Al permitirles ser como son, sin interferencia, se revela el espacio en el que aparecen y, como resultado, dejamos de apegarnos a ellas. Cuando dejamos de estar atados a ellas de esta forma, quedan libres para desplegarse y danzar. Al no estar rígidamente atados a ellas, tampoco nos arrastran en sus bajadas y subidas. Nosotros somos el trasfondo inmutable y ellas pueden danzar. Mientras pensemos que somos una de ellas, nos llevaran con ellas a donde quiera que vayan. Tenemos que incluir el cuerpo, nuestros sentimientos y sensaciones, en nuestra meditación. Cuando nos descubrimos inmersos en el mundo de los objetos, tenemos que hacer una pausa e intentar descubrir qué hay en el origen de esta cadena de pensamientos y sentimientos. Eventualmente encontramos una sensación muy sutil en el cuerpo. No es algo grande. Esta sensación genera el pensamiento de que yo soy un ser separado, a partir del cual se originan deseos y miedos. Estos deseos y miedos generan 45

tensiones y contracciones en el cuerpo. Sin embargo, el origen del sentimiento de separación es muy sutil e inconspicuo. Este sentimiento “yo” en su desnudez no es casi nada. Se desvanece fácilmente. Este sutil sentimiento “yo” parece no requerir esfuerzo para mantenerse a sí mismo. ¿Es una cuestión de descansar, esperar, abandonarse? ¿Quién espera? Lo que se espera que desaparezca es aquello que está esperando. Mientras haya un esperar ¿cómo podría desaparecer? En el verdadero abandono no hay nadie que se abandone. El verdadero abandono no es una actividad. Si decidimos abandonarnos, esto es una actividad. Es lo opuesto del abandono. Esta es la razón por la que, en última instancia, en el camino ninguna actividad, ningún hacer funciona. Deberíamos abandonar nuestro abandonarnos. Esto se consigue cuando vemos claramente que todavía nos mantenemos expectantes. La expectación es un rechazo sutil del ahora. El ego es una mentira basada en este rechazo. En el ahora no hay espacio para el ego. El ego está siempre en el pasado o en el futuro. Se desvanece cuando volvemos al ahora. De hecho estamos siempre en el ahora. No podemos tener percepción alguna sin él. Todo percibir ocurre en el ahora. Lo mismo se aplica al pensar y al sentir. Durante el día tenemos muchos momentos sin el “busca líos”, el pensamiento “yo”. Sin embargo, incluso cuando el “busca líos” está presente, este mismo pensamiento ocurre en el ahora. Siempre estamos en nuestra propia naturaleza. En la comprensión se produce un desapego natural. Cuando intentamos entender quiénes somos, cuál es la naturaleza del universo, cómo aparece y dónde existe, nuestro interés es desapasionado. No hay interés psicológico, no hay una persona con un interés oculto. *

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¿Cómo descubrir quien soy? Descubrimos lo que somos mediante el descubrimiento progresivo de lo que no somos. Una vez que hemos descubierto completamente lo que no somos, reluce el diamante de lo que somos. No necesitamos hacerlo brillar, pero tenemos que eliminar las creencias y sentimientos de que somos un cuerpo-mente. La forma de eliminarlos es contemplarlos de forma desinteresada. El acto mismo de contemplarlos nos distancia de ellos y revela el hecho de que no somos eso. Tenemos que descubrir que somos paz, felicidad y ausencia de miedo, que somos eternos. No tenemos que hacer algo para descubrirlo. El diamante brilla por sí mismo. Esto se hace evidente cuando abandonamos la noción de que somos una persona, un cuerpo-mente. No es algo que tengamos que hacer. Al principio la contemplación puede parecer un hacer, pero de hecho es lo opuesto. Es la ausencia completa de hacer, en la cual todo hacer residual va siendo revelado capa a capa. El sentimiento de que soy el cuerpo-mente es ¡tan fuerte! Enamórate de la nada, del vacío del ahora, que hace todo posible, que ofrece espacio para todo. Enamórate del espejo infinito, del “yo soy”. Todo lo demás; sentimientos, percepciones y pensamientos, son el envoltorio, la caja. El vacío es el diamante interior, transparente, luminoso, excepcional, impagable, pero siempre presente.

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Al principio estamos hipnotizados por la belleza de la caja, por sus colores. No importa. Tómate tiempo para contemplar la caja. Cuando nuestros ojos se aburren se vuelven al diamante. Cuando miramos dentro de la caja, al principio no vemos el diamante. Vemos el satén blanco, una ausencia de color, pero esto es todavía la caja. El diamante es transparente. Por eso al principio no lo vemos. Vemos el satén blanco a su través. Más adelante vemos el diamante. Cuando sacamos el diamante de la caja, vemos los colores de la caja a través de él y reflejados en su interior. No es por ser transparente por lo que no podemos ver el diamante. Es porque nosotros somos el diamante. Todo lo que vemos es la caja. La caja solo da énfasis al diamante, lo presenta, celebra el diamante. Todo, el universo entero, celebra el diamante en todo momento. ¿Podrías decir algo más sobre esto de que la contemplación no es una actividad? La contemplación es nuestra verdadera naturaleza. Es lo que somos, no lo que hacemos. Contemplar significa situarnos en nuestra verdadera naturaleza. Justo en este momento, sonidos, palabras, frases, comprensiones nos llegan sin esfuerzo. Todo nos llega sin esfuerzo. La consciencia no es algo que tengamos la libertad de conectar y desconectar. Está siempre conectada. Somos conscientes sin esfuerzo. Este darse cuenta sin esfuerzo es contemplación. No es personal. Aquello que ve a la persona, está más allá de la persona. Aquello que ve el cuerpo, la mente y el mundo no es de la naturaleza del cuerpo, de la mente o del mundo. Aquello que ve todas las cosas no es una cosa. Tratarlo como una cosa es una falta de respeto. Entender que no es una cosa es colocarlo otra vez en el altar. Verlo como una cosa es la “caída”. Entender que no es una cosa es la “redención”. Hablamos de algo sobrecogedor. Estamos diciendo que sea lo que sea aquello que está viendo y entendiendo estas palabras ahora mismo es la propia consciencia divina. Esto no significa que “yo” como un cuerpo-mente estoy entendiendo estas palabras y por lo tanto “yo” como un cuerpo-mente soy la consciencia divina misma. Eso sería otra vez la “caída”. Dado que no somos entidades independientes con volición y libre albedrío, porque sugirió Ramana Maharshi que nos preguntásemos, “¿Quién soy?” Cuando Ramana Maharshi sugirió preguntar “¿Quién soy?” se refería a que descubriésemos la fuente del pensamiento y sentimiento “yo”. La cuestión es, ¿A quién le estaba él diciendo eso? La respuesta simplista sería que se lo decía a quien estaba haciendo la pregunta, a aquel que pensaba que él o ella no era la fuente. A este le sonaba como una sugerencia a hacer algo, a practicar la auto-investigación. Sin embargo, el sabio habla simultáneamente en varios niveles. Al practicar la autoinvestigación, se da a la mente un hueso que roer. Al trabajar sobre el hueso la mente se aquieta. En esta quietud relativa de la mente hay espacio, el espacio y la apertura para que lo que decía Ramana Maharshi penetrase más profundamente, hasta la presencia que escucha en el corazón. Cuando decía, “Mira quien eres,” no hablaba a la persona. Aparentemente hablaba a la persona, pero de hecho estaba hablando a esta bella consciencia, diciendo, “Mira quien eres. Eres yo mismo. Eres esta belleza, esta inteligencia, esta consciencia.” La acción que procede de la verdad es eficiente a muchos niveles simultáneamente. Algunas veces nos dicen algo y a un cierto nivel lo entendemos inmediatamente, pero en el momento que es dicho tenemos un extraño sentimiento de profundidad que permanece con nosotros. Algunas veces más tarde, después de unos minutos o unos 47

años, explota como una bomba con temporizador. Si quieres practicar la autoinvestigación cuando te sientes separado, hazlo. Pregúntate, “¿Quién se siente separado?” Esto te conducirá a la comprensión más elevada de que tú eres esta consciencia. Entonces no hay necesidad de practicar la auto-investigación, solo disfrutar de la vida y ser feliz. Por lo tanto, practica solo la auto-investigación cuando sientas que falta algo. Cuando sientas felicidad simplemente disfruta. Sé consciente de que procede de tu verdadera naturaleza, da gracias y celébralo. ¡Eso es todo! Podemos caminar por el sendero del individuo, del buscador de la verdad, practicando y buscando y, en paralelo, por el sendero del amante de la verdad para quien no existe necesidad de hacer nada. Podemos ir y venir de uno a otro sendero. Más y más, continuamos como amantes de la verdad y olvidamos al buscador. *

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¿Cuál es el prerrequisito para la meditación? Hay dos prerrequisitos para la meditación: uno se relaciona con la intención y el otro con la atención. Nuestra intención ha de dirigirse a lo impersonal, hacia lo divino. La intención de librarse de un problema, de resolver un problema psicológico, de adquirir poderes o de alcanzar la salud, no es la clase de intención que se requiere para la meditación. Tales intenciones inhiben la meditación. Para comprobar tus motivos, pregúntate, “¿Qué estoy buscando realmente? ¿Qué quiero realmente?” La respuesta la descubrirás en la privacidad de tu propio corazón. Si la intención es cualquier cosa menor que lo divino, algo menos que aquello que está más allá de todas las limitaciones, no habrá meditación. Sin embargo, si existe tal intención, la meditación ya está al alcance de la mano. Está potencialmente ahí. Es ahí donde tiene aplicación el segundo requisito. Para que la meditación se actualice, nuestra atención ha de estar libre de cualquier objeto. Sin embargo, no es posible liberar nuestra atención de los objetos si la intención no es pura. Si la intención no es pura siempre habrá una fijación a algo, un miedo o un deseo, algún interés personal. Sin embargo, si la intención es pura, lo único que se necesita para liberar la atención de los objetos es darse cuenta, simplemente, de su fijación sobre cualquier objeto. Esta fijación de la atención puede ocurrir dentro de cualquiera de los tres ámbitos de experiencia: el mundo externo, los pensamientos y las sensaciones corporales o sentimientos. Por ejemplo, si descubres un pensamiento circular recurrente, eso sería una fijación en la mente. Si observas que tu atención es atraída hacia los sonidos exteriores eso sería una fijación en un objeto externo. Estos dos tipos de fijaciones son generalmente fáciles de detectar y después de cierto tiempo dejamos de caer en ellos. Sin embargo, la tercera clase, la fijación en una sensación corporal, es un hábito que tiene raíces más fuertes y profundas para la mayoría de nosotros. Es más difícil de detectar porque a veces se confunde con la quietud o la paz. A menudo parece que alcanzamos un lugar de quietud en la meditación. Sin embargo, aunque es un lugar tranquilo, no tiene jugo, no hay perfume. Si lo examinamos con más detenimiento vemos que la mente está de hecho descansando en una sensación corporal, en alguna localización corporal. No dejes que tu mente descanse en ningún objeto. En este sentido, la meditación requiere una cierta clase de vigilancia. El único lugar de descanso es el Ser (Self). Cuando creamos una sensación en el cuerpo en la que descansar, creamos un falso yo

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(self), un pseudo ‘yo.’ Tan pronto como detectamos este patrón, estamos libres. Cuando te des cuenta de una de estas localizaciones, intenta hacer un esfuerzo deliberado de retirar la atención de ahí. Esto lo hacemos simplemente permitiendo que la sensación sobre la que descansamos se expanda en el espacio circundante o volviendo a la presencia no localizada. Aunque nuestra mente no sabe donde está la presencia no localizada, nuestra presencia sabe muy bien donde encontrarse a sí misma. Está siempre justo aquí. La meditación no tiene nada que ver con eliminar la sensación corporal sobre la que descansamos. Consiste simplemente en darse cuenta de que estamos descansando en ella. Cuando intentamos soltar nuestra atención del objeto, la sensación, notamos una red de resistencias que nos mantienen apegados a ella. Esta resistencia se hace manifiesta en el momento en el que intentamos llevar nuestra atención a la fuente. Apartar de esta forma la atención de su lugar habitual de descanso, sacarla del garaje, puede parecer un esfuerzo. Sin embargo, de hecho, es lo opuesto. Es el hecho de dejar de enfocar nuestra atención en esta sensación, en este pseudo yo (self), en el cuerpo; lo que revela los esfuerzos, que previamente nos habían pasado desapercibidos, que se requieren para mantenerla ahí. La meditación significa estar abierto a lo nuevo en todo momento. Esto es posible si no nos dormimos en el pasado, con lo viejo, con un objeto. Si la meditación resulta aburrida o repetitiva, quiere decir que estamos en el garaje. Verlo es muy simple. Es solo un hábito de permanecer fijado en un objeto. No superpongas una limitación sobre tu naturaleza ilimitada. Sé conscientemente la inmensidad. En esta meditación, realineamos la forma en que sentimos con nuestra comprensión de la verdad. Si entendemos que somos la presencia omnipresente e ilimitada, ¿Por qué sentirse sólido y limitado? No te agarres a aquello que es sólido y limitado. ¡Despega! Durante la presencia de cualquier objeto, nuestra presencia está ahí. El objeto solo indica nuestra presencia. El objeto no es un obstáculo. No es necesario luchar contra el objeto, intentar librarse de él. Simplemente transciende el objeto despegándote de él hacia la presencia en la que aparece. *

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¿Cuándo morimos, queda alguna traza del individuo? La realidad aparece en concordancia con nuestras creencias. Si sentimos que somos el cuerpo, entonces cuando el cuerpo muere, morimos nosotros. Si pensamos que somos la mente y que el cuerpo y el mundo son subconjuntos de la mente, entonces la realidad aparecerá de acuerdo con esta creencia. En ninguno de estos casos la muerte del cuerpo implica la muerte del sentido de separación. Cuando todas estas creencias e imágenes desaparecen mediante la comprensión, desaparecen en la consciencia, en nosotros. Sin embargo, no podemos trasladar a palabras la experiencia real de que nosotros, como consciencia, no morimos. Todo lo que podemos expresar en palabras es la comprensión de que no hay razón lógica o experimental para creer que la consciencia que está viendo o entendiendo estas palabras en este mismo momento sea personal. En el momento en que nos abrimos a la posibilidad de que sea impersonal estamos, por definición, abiertos a la posibilidad de que no muera, dado que nuestra experiencia indica que aquello que muere es personal o limitado. Sin embargo, este punto es todavía solamente una inferencia lógica. No es una experiencia.

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La experiencia real de que la consciencia no es personal y de que no muere, llegue como nos llegue, podría ser llamada iluminación. Puede ser realizada de muchas maneras. Puede ser realizada en nuestro interior como conocimiento, como evidencia directa, o puede ser realizada a través del mundo, cuando el mundo comienza a aparecer de forma milagrosa. En el momento en que nos abrimos a la posibilidad de que el mundo es una aparición en la consciencia, entonces el mundo pierde su solidez. Incluso pierde su cualidad mágica, como de sueño. Va más allá de eso. Se convierte en una revelación. Es a la vez ordinario y extraordinario. Si lo miramos desde el punto de vista de la persona, del individuo, lo vemos como ordinario. Si lo miramos desde el punto de vista del “yo” impersonal, entonces vemos el milagro. No importa como nos llegue esta experiencia. Lo que cuenta es el resultado. Imagina que te vas de safari con un guía. En esta metáfora, el guía es el maestro. El guía sabe a dónde suele ir el tigre a beber cuando llega el anochecer, así que te lleva allí. El guía no hace que aparezca el tigre. Sin embargo, si te quedas en ese lugar, es probable que lo veas. Aquí somos llevados a ese lugar mediante la comprensión de que no hay pruebas de que la consciencia sea personal. En este punto nos abrimos a la posibilidad de que nuestra consciencia; no una consciencia conceptual en el espacio exterior totalmente separada de nosotros, sino esta misma consciencia que está oyendo estas palabras justo en este momento, es la consciencia de Dios. Que es aquel que en ti oye, entiende, siente, escucha, ve. Esa es la consciencia divina. No es personal. Una vez que nos abrimos a esa posibilidad y permanecemos en esa apertura, estamos en el lugar en el que el tigre viene a beber. El tigre aparece cuando le place. Cuando en ese lugar nos hacemos muy silenciosos, sin expectativas sobre el tigre, es entonces cuando decide aparecer. Tenemos que estar libres de expectativas. Mientras haya expectación, proyectamos nuestro propio tigre; creamos nuestra propia imagen del tigre. La mente crea una imagen de Dios, de la consciencia, y eso es simplemente una agitación, una fabricación, un producto de la mente y en última instancia, una evitación del tigre real. Entender que la consciencia es divina implica que está más allá de la mente personal. Implica que la mente no puede comprenderla o abarcarla. La mente tiene que abdicar, renunciar a cualquier esfuerzo por conocer. Entonces algo ocurrirá, algo que sale de ninguna parte. Quizás solo un sonido, algo que llega fresco y revela su origen. Es como si el silencio se volviera vivo. Es como si la nada se convirtiera en algo y todo lo demás se volviera nada. Cuando permanecemos al borde del río esperando al tigre, parece como si el silencio adquiriese una cualidad especial. La mente se detiene. En la tradición india ese es el momento en el que el maestro dice, “Tú eres eso. Tú eres ese silencio. Tú eres eso.” No esperes nada, y lo recibirás todo. *

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6 En Ningún Momento Hay Tiempo. Durante la meditación soy consciente de algo localizado en un lugar particular del cuerpo. Es una experiencia de silencio. Es donde yo diría, “yo soy”. Un objeto no es silencio, aparece en el silencio. Un objeto por sí mismo no tiene el perfume del silencio. Apunta hacia el silencio cuando estamos abiertos al ahora. Mas adelante descubrimos que el propio objeto está embebido por silencio. Un objeto localizado en el cuerpo está en un estado de transición, pero el silencio no está localizado en el cuerpo. El silencio es aquello que permanece después de que la experiencia se ha desvanecido, sea dicha experiencia un pensamiento, un sentimiento, una sensación o una percepción. Lo que importa es el silencio, no el objeto experimentado. Está siempre en el presente, nunca en el pasado. En la Grecia clásica la palabra ángel significaba “mensajero”. Estos “mensajes” nos acompañan todo el tiempo. Cualquier cosa que nos llega sin esperarlo, sin pedirlo, por ejemplo el canto de los pájaros o el frescor del aire es, de hecho, uno de estos mensajes. Escuchar implica dar la bienvenida a nuestra experiencia tal como es, sin pensamiento, comentario, juicio, interpretación o análisis subsiguientes. Implica estar simplemente abierto a estos mensajes y permitirles que fluyan a través de nosotros. El propósito del mensaje es llevarnos de vuelta hasta aquel que lo ha enviado. Es una invitación al castillo. ¿Cuál es la diferencia entre sentimientos y sensaciones corporales? La palabra “sentimiento” tiene varios significados. Por ejemplo, nos referimos a la confusión y a la depresión como sentimientos, pero ambas tienen un componente mental. Las dos son sentidas como sensaciones en el cuerpo, pero ambas están también basadas en la creencia de que somos personas separadas. En el caso de la confusión, la creencia de que somos entidades separadas genera agitación mental cuyo propósito es, en este caso, proteger a la entidad personal que creemos ser, y hacerla feliz asegurándose de que sus deseos son satisfechos. Sin embargo, cada vez que se cumple un deseo, surgen dos o tres nuevos, de forma que no se alcanza una verdadera satisfacción. De este modo surgen innumerables deseos, cada uno buscando satisfacción en una dirección diferente, hasta que la situación queda fuera de control. La confusión se produce cuando el proceso de pensamiento se descontrola debido a la multiplicidad de deseos y temores del ego y esto a su vez perpetua la noción de que somos entidades separadas. También es posible que quedemos atrapados en patrones repetitivos de sentimientos en el cuerpo, que están más profundamente arraigados que nuestros pensamientos. En este caso puede que la mente no está agitada, de hecho, puede que no haya ningún pensamiento, pero aun así el sentimiento persiste. Por ejemplo, podemos sentir que nos encontramos frente a una pared oscura y en blanco, y requiere mucho coraje preguntarnos en qué consiste esta pared. Si hacemos esto acogiendo completamente el sentimiento, sin intención alguna de rechazarlo, descubrimos que consiste en capas de sensaciones corporales suprimidas. Estos sentimientos son suprimidos porque, habiéndolos etiquetado como “desagradables”,

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tenemos miedo o no queremos experimentarlos completamente y por lo tanto son, por así decirlo, enterrados en el cuerpo. Si damos una completa bienvenida a este sentimiento podríamos descubrir que otros sentimientos comienzan a aflorar, tales como insipidez, aburrimiento o carencia, como si nos faltase algo. Si a su vez nos interesamos en esta carencia y la acogemos, otros sentimientos tales como miedo o pánico pueden empezar a surgir. De esta forma capas de sentimientos son reveladas, cada una con una o varias localizaciones en el cuerpo y a medida que cada una es bienvenida, una nueva y más profunda capa es revelada. También puede ocurrir que, durante este proceso, tengamos “insights” sobre el origen de un sentimiento específico, pero no siempre es así. Por ejemplo, podemos sentirnos incómodos y de repente se hace claro que es el resultado de habernos encontrado con una multa de aparcamiento en el parabrisas del coche esa mañana. Los pensamientos negativos subsiguientes que no fueron procesados en ese momento crean el ego a nivel mental y dejan un residuo de sentimientos subliminales en nuestro cuerpo, que a su vez refuerzan el sentido de ser una persona separada. Uno de los obstáculos para procesar nuestros sentimientos es que éstos se ocultan en el cuerpo, ofreciendo así una oportunidad para que el ego, el sentido de separación, se perpetúe a sí mismo. El cuerpo es un buen lugar para que el ego se esconda porque no somos completamente conscientes de él. Vivimos principalmente en las actividades y el pensamiento, y relativamente poco en el sentimiento o en la percepción. Esta falta de consciencia a nivel corporal significa, por ejemplo, que tenemos poco conocimiento sensorial de nuestro diafragma o nuestra cara, y dado que no nos damos cuenta de ellos, son lugares ideales para que se escondan sentimientos tales como el miedo. Esta es la razón por la que incluimos el cuerpo en nuestra meditación. Suena como si estos sentimientos tuvieran un ámbito propio. A nivel de la sensación no tenemos un cuerpo tal como lo concebimos habitualmente, simplemente tenemos un cuerpo tal como de hecho lo sentimos. Sin embargo, debido a que tantos sentimientos son suprimidos o no expresados, está sin explorar y nos es muy desconocido. Hacemos una distinción entre el cuerpo tal y como lo sentimos y el cuerpo tal y como lo pensamos, el cuerpo que percibimos en el espejo. Es importante tratar con el cuerpo tal como lo sentimos realmente. No tenemos que pensar sobre él ni tenemos que preocuparnos de sí es o no real. Simplemente tratamos con las sensaciones y pensamientos reales tal como surgen. Algunas veces, utilizamos palabras tales como espacio, y describimos estos sentimientos como icebergs flotando en el océano etc.; esto son solo metáforas para ayudarnos a llevar a cabo esta exploración. No tienen sentido per se. Estas localizaciones corporales, en donde acechan sentimientos subliminales, son como cúmulos densos de energía. Son áreas contraídas que ocupan nuestra atención a expensas de otras áreas que son ignoradas. De esta forma se crea una polaridad entre tensión y dinamismo por un lado, y áreas del cuerpo de las que no somos conscientes por el otro. Si damos a estas áreas ignoradas la atención que se merecen, los dos polos de la batería se ponen en contacto, por así decirlo, y se descarga la tensión. El sistema vuelve a un estado de equilibrio y estabilidad. La clave está en escuchar las sensaciones corporales. Al principio tenemos que darnos cuenta de que estamos predominantemente ocupados con los pensamientos y no lo suficiente con sentir el cuerpo. Así que tenemos que darnos/permitirnos algún tiempo durante el día para escuchar las sensaciones corporales sin esperar nada, simplemente observando el cuerpo y permitiéndole que se revele tal como es. Gradualmente, el cuerpo se expande y en algún momento, bien durante la meditación o más tarde, nos 52

damos cuenta que, mientras que antes hubiéramos pensado, por ejemplo, que estábamos en una habitación, ahora sentimos, que de hecho la habitación está en nosotros De hecho, el cuerpo no se expande. Más bien siempre ha sido esta expansión. Simplemente ocurre que las limitaciones que nos condujeron a creer que el cuerpo estaba restringido se desvanecen o son neutralizadas. ¿Cuál es la diferencia esencial entre las emociones positivas y negativas? Un sentimiento negativo es una sensación corporal con un pensamiento “yo” apegado a ella. Siempre tiene estos dos componentes. Cuando entendemos claramente que el “yo” sobre el que giran los sentimientos es una entidad ficticia entonces, como resultado de esta comprensión, abandonamos el pensamiento “yo”. El sentimiento es así degradado al rango de una mera sensación corporal. Ahora acogemos esta sensación; es decir, simplemente permitimos que se despliegue en nuestra presencia indiferente y benevolente. Todas las sensaciones, al igual que todos los pensamientos, son dinámicas. Están en movimiento. Se mueven y cambian, algunos lentamente, algunos rápidamente. Sin embargo, dado que son dinámicas tienen fecha de caducidad. En algún momento dejan de contar con el soporte del pensamiento “yo”, del pensamiento “me lo hizo a mí, así que tengo justificación para…etc., etc.” Sin apoyo, evolucionarán y cambiarán y eventualmente se disolverán, aunque esto no nos concierne. Tenemos que asegurarnos que no hay motivo ulterior alguno en nuestro acoger. Si secretamente albergamos el deseo de librarnos de una sensación desagradable, entonces este deseo se convertirá en otra capa de resistencia, de rechazo, de contracción en el cuerpo. Los sentimientos positivos son sentimientos que provienen directamente de la fuente, sin ser mediados a través del pensamiento o sentimiento de ser una entidad separada. Algunas veces tengo una sensación de gozo en mi corazón. Da la sensación de como si el corazón no tuviera la capacidad de contenerlo. ¿Hay alguna conexión entre el gozo y el silencio? El gozo proviene del silencio. El silencio se expresa de muchas formas y el gozo es una de ellas. No podemos experimentar el silencio como un objeto, pero cuando dirigimos nuestro corazón hacia el silencio, una de sus respuestas es el gozo. Se llena de gozo. Nuestro cuerpo se ve invadido de gozo. Algunas veces es como un terremoto y sentimos que el cuerpo no es capaz de soportarlo. Podemos sentir que el cuerpo no es capaz de resonar con esta dimensión y en cierto sentido esto es verdad, pero cuando tenemos estos momentos de gracia, nuestro cuerpo se libera de una parte de su tensión. La próxima vez que seamos invadidos por el gozo, resonará un poco mejor y se abrirá un poquito más, hasta que después de repetidas exposiciones, se convierte en un instrumento perfecto. Si tocamos un violín con nuestra mano no puede vibrar adecuadamente; tenemos que soltarlo. De la misma forma nuestro cuerpo tiene que estar completamente expandido para convertirse en un perfecto instrumento de gozo. ¿Se expresa la consciencia o el silencio solamente como belleza y no en sentimientos como el miedo o el enfado? ¿No son estas cosas también una expresión del silencio y la consciencia?

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Sí, tanto la zanahoria como el palo llevan el burro a casa. Por ejemplo, imagina una mosca que se pose en un cuadro de Rembrandt. Se posa en una zona clara del cuadro y la encuentra hermosa. Después camina un poco y llega a una zona oscura y piensa que es fría, oscura y le produce miedo. Así que echa a volar y solo entonces ve la totalidad del cuadro. Mientras mira solo las zonas claras u oscuras del cuadro, el cuadro no es hermoso. Estas son solo áreas que se oponen y que, cuando son vistas en perspectiva desde una cierta distancia, contribuyen a la belleza y significado de todo el cuadro. Es cierto que todo, incluyendo el miedo y la ira, es una expresión de la consciencia. Sin embargo, en el caso de los sentimientos negativos de este tipo, éstos se basan siempre en el pensamiento o sentimiento de ser limitados y separados. Tenemos que tener cuidado al decir, “Bien, todo es consciencia así que todo vale y nada importa”. Esto no está implícito en la afirmación, “Todo, incluyendo el miedo y la ira, es una expresión de la consciencia.” Tenemos que ser muy honestos con nosotros mismos. Cuando hacemos esta afirmación ¿es realmente cierto desde nuestra propia experiencia? O ¿estamos solo apropiándonos de la enseñanza Advaita para evitar tener que enfrentarnos a nuestro propio miedo y enfado? Es fácil de averiguar. Simplemente pregúntate si tienes algún deseo de librarte de estos sentimientos. Si la respuesta es, “Si” entonces esto demuestra que ni sentimos ni entendemos profundamente que todo es una expresión de la consciencia. Si la respuesta es, “No, no tengo deseo de librarme de estos sentimientos”, entonces tenemos que preguntarnos por qué no aceptamos completamente la situación que nos hizo sentir miedo o con la que nos enfadamos, en primer lugar. Seguramente ésta era también una expresión perfecta de la consciencia y, aunque puede requerir una respuesta adecuada, no habría razón para la ira o el miedo. Sin embargo, si entiendes y sientes profundamente que todo es una expresión de la consciencia, perfecto. Vive desde esa comprensión y serás una luminaria. Sin embargo, si no es nuestra experiencia que todo es consciencia y todavía no hemos alcanzado la conclusión profunda de que es así, esto significa que todavía persisten algunas dudas y creencias. En este caso, hemos de continuar investigando. Si entendemos que esto es cierto aunque no sea conforme con nuestra experiencia real, entonces podemos adoptar provisionalmente la actitud de que todo es consciencia; fiarnos de esto. Cuando digo fiarnos, no me refiero a creencia. Hay una gran diferencia. Fiarnos quiere decir basado en la comprensión de que no hay nada en nuestra experiencia, ni tampoco ningún argumento válido para sugerir que exista algo que no sea consciencia. Si hemos llegado a esta conclusión entonces nos abrimos realmente a la posibilidad de que todo sea consciencia. Ponemos esta conclusión a prueba y descubrimos que es confirmada en nuestra vida. No es una confirmación verbal, conceptual. Es una confirmación viviente. Es confirmada internamente por un gozo y paz sin causa, y es confirmada externamente por el despliegue de la revelación de lo divino en el mundo. *

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Algunas veces durante la meditación, el pensamiento se detiene, se suelta la tensión residual del cuerpo, la atención retorna a la fuente, y no queda nada. Sin embargo, a mi mente no le gusta esta nada, así que empieza a pensar otra vez, y se repite el proceso. Esta nada es un estado en blanco.

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No hay nadie en un estado en blanco. No es que yo esté experimentando la nada; no hay pensamiento sobre esa nada. No podría decirte cuanto duró. Sí, pero duró. Todo lo que dura está en el tiempo. Todo lo que está en el tiempo es un objeto. Incluso si es un objeto en blanco, es todavía un objeto. Lo que estabas viendo era tu expectativa, una proyección proveniente de la expectación. Todavía es algo mental. Cuando llegamos a la comprensión, es totalmente libre. No llegamos allí mediante un esfuerzo sino como resultado de la gracia. Cuando intentamos resolver un problema de matemáticas, no hacemos ningún esfuerzo porque no sabemos que hacer. Así que, simplemente miramos los datos y nos relajamos. En esta relajación sin esfuerzo nos llega la solución. En este momento intemporal, estamos en contacto con la fuente de inteligencia. No esperes ver lo intemporal en el tiempo. No esperes hacer lo intemporal duradero. Lo intemporal no tiene duración. En nuestro esfuerzo para verlo en el tiempo, hacemos de él un objeto. La situación era bastante relajada. En ese estado en blanco, no parece haber nada que uno pueda hacer porque no hay pensamiento alguno. Así que uno no puede decir, “He aquí un estado en blanco, por lo tanto...” Tú has creado este estado en blanco y tienes que esperar hasta que la energía que lo creó se disuelva por sí misma. Es un estado manufacturado creado por el deseo de visualizar la verdad. Tienes que entender profundamente que la verdad no puede ser visualizada por la mente. No puede ser visualizada en el tiempo, que es en sí mismo un producto de la mente. Tus energías y deseos están focalizados sobre la verdad, así que todo lo que tienes que hacer es entender claramente que la verdad no es un objeto. Como resultado, todo esfuerzo cesará. Durante toda tu vida, te has acostumbrado a hacer esfuerzos para alcanzar metas, pero ahora has de abandonar este esfuerzo residual. Una vez que nos hemos dado cuenta de que todas estas metas no pueden producir felicidad, queda solo una meta y esa es realizar el Yo (Self). Cuando entendemos que la verdad no es un objeto, simultáneamente nos damos cuenta que no podemos estar presentes como una persona para disfrutarla, porque objeto y sujeto van siempre juntos. Si la verdad no puede aparecer como un objeto, por la misma razón no puede aparecer ante ningún sujeto. Así que la mala noticia es que el sentido de ser una persona tiene que desaparecer. La buena noticia es que, en primer lugar, la persona nunca existió. Cuando tenemos un momento de comprensión estamos libres de la persona, estamos en nuestra verdadera naturaleza. No podemos ir allí mediante nuestro propio esfuerzo. Vamos allí en un momento de gracia. ¿Podemos estar ahí sabiéndolo? Estamos ahí sabiéndolo, pero no es un saber intelectual. Si es necesario lo podemos formular. Por ejemplo, está siendo formulado ahora mismo porque se ha hecho una pregunta. Cuando somos felices, somos felices. Cuando intelectualmente notamos que somos felices, ya no somos felices. En este caso, creamos una persona que es feliz. La verdad es que, como personas, nunca somos felices porque somos la propia felicidad.

Por lo tanto estar ahí sabiéndolo no tiene nada que ver con la persona. Es solo un saber. 55

Sí, se conoce a sí misma por sí misma. La alegría se conoce a sí misma. Cuando éramos niños, ni siquiera conocíamos la palabra alegría, éramos alegría. Mas adelante comenzamos a pensar sobre lo que significaba la alegría, a hacer de ella un objeto o una meta, y por lo tanto la perdimos. Así que comenzó la búsqueda. Sin embargo, ser feliz sabiéndolo es ser felicidad. Ser inteligente sabiéndolo es ser inteligencia. Esta felicidad, inteligencia y belleza es consciente de sí misma. Es consciente de sí misma en el sentido intelectual. Se conoce a sí misma. Shankara dice en el Atmabhoda, “Es auto-luminosa, a diferencia de los objetos que necesitan de la luz del sol o de una lámpara para ser vistos”. Este Ser (Self) no necesita de ninguna luz externa para ser percibido. Es consciente de sí mismo sin esfuerzo. En este momento eres consciente sin esfuerzo de mis palabras y también de tus propios pensamientos y reacciones. Eres ese espacio de consciencia sin esfuerzo. La consciencia es la cosa más natural. Es la morada de la felicidad. Es felicidad. Sin embargo, hemos olvidado que es nuestro tesoro, que ya somos eso, y en vez de esto, pensamos que la felicidad proviene de las cosas exteriores. No necesitamos hacer a la consciencia consciente de sí misma. Ya es perfectamente auto-consciente. Entiende que lo que más necesitamos y amamos es nuestro propio Yo (Self), y que no es algo lejano fuera de alcance. Es este mismo Yo (Self) el que, aquí y ahora, es consciente de estas palabras y de todo lo demás que estás experimentando en este momento. Es también el mismo Ser (Self) el que está experimentando todo lo que todos los demás seres y todas las criaturas están experimentando en este momento. Varios maestros han dicho que el Yo (Self) es solo consciente de sí mismo, y de nada más. Es cierto que solo es consciente de sí mismo, pero cuando eso se entiende completamente también se entiende que todo es el Yo (Self), que no hay nada aparte de él. Así que sea lo que sea que es experimentado es experimentado como el Yo (Self). Así que la consciencia no ve los pájaros, por ejemplo, como algo separado de sí mismo. Los pájaros son consciencia. Pregúntate, “¿Pueden esos pájaros que estás mirando ahora ser percibidos sin consciencia?” La respuesta es obviamente, “¡No!” Si los pájaros no pueden ser percibidos sin consciencia, ¿cómo es posible sostener que son independientes de la consciencia? Intenta separar los pájaros de la consciencia. ¡Es imposible! Es solo cuando ponemos nombre a nuestra experiencia ‘los pájaros’ que el pensamiento aparentemente nos separa de ella. Cuando hay percepción, solo hay percepción. No hay nada percibido y nadie que perciba. En todos y cada uno de los momentos hay solo el Yo (Self). Solo hay el Yo (Self) y sin embargo pensamos, “yo percibo los pájaros.” Pero eso es solo un pensamiento, y no hay un pensador pensando este pensamiento. De hecho, no hay pensamiento, hay solo pensar. Solo hay el Yo (Self). Solo hay no-dualidad, en todo momento, y no hay tiempo, en todo momento. *

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Me gustaría preguntar sobre el esfuerzo. El gato que observa al ratón tiene que mantenerse vigilante, y a veces eso se siente como esfuerzo. Mientras pensemos que hay ratones que observar, habrá un gato, y jugaremos al gato y al ratón. En el momento en que entendemos que el gato y el ratón son uno, el juego 56

cesa. Mientras los niños juegan a policías y ladrones, disfrutan del juego, pero cuando se cansan, hacen un descanso para tomar dulces. Sin embargo, mientras pensamos que hay algo que hacer, el gato y el ratón es un buen juego para jugar. Lo mismo se aplica a la investigación del yo (self). También es un buen juego que jugar si pensamos que hay algo que alcanzar. Ramana Maharshi era muy claro en este punto. Recomendaba la investigación del yo (self) para aquellos que realmente querían hacer algo. Sin embargo, también decía que no hay nada que hacer. “Simplemente disfruta. Descansa en el Yo (Self). Ya eres eso” decía. La mayoría de la gente no escuchaba, así que jugaban al gato y al ratón. Al comienzo del fin de semana experimenté una apertura espontánea. Después había capas de energía reprimida, en forma de sequedad, la misma pared en blanco. En estos momentos la apertura natural no es percibida. ¿Podría decir algo mas sobre la paciencia requerida en la exploración de esta depresión, esta apatía, este desagrado? Deberíamos amar nuestro desagrado, porque incluso nuestro desagrado es el Ser (Self). El amor es un pre-requisito para la comprensión, la disolución y la libertad. Mientras mantengamos una separación entre nosotros y nuestros desagrados, perpetuamos la separación. Mientras mantengamos un conflicto con nuestro enemigo, perpetuamos la hostilidad. En el momento en que abrazamos a nuestro enemigo, él entrega sus brazos. Tenemos que dejar de separarnos de nuestros desagrados, dejar de decir, “Me desagradan mis desagrados.” He experimentado la llegada de amor a lo que me desagrada, pero requiere paciencia y coraje. No es amor fabricado. En el camino progresivo podríamos practicar el empapar nuestro desagrado con amor pero eso sería un amor fabricado, una superposición, un sentimiento sobre otro. No estoy diciendo que este tipo de aproximación no pueda ser beneficiosa, pero no es de lo que hablamos aquí. El amor significa estar abierto, simplemente incluir lo que surge en la consciencia, sea lo que sea, sin preferencia, interferencia o intención; no fabricar algo, sino ver los hechos tal y como son. Observa tu desagrado sobre el hecho, que a su vez es solo otro hecho, y observa tu desagrado sobre tu desagrado, que es otro hecho más. Hemos apilado sentimientos, uno sobre otro, y tenemos que empezar a desmontarlos empezando por la parte de arriba de la pila. La parte de arriba de la pila es siempre el ahora. Es aquello que se está presentando en este momento. Sin embargo, no hay que hacer nada con la pila. Se desmonta a sí misma en nuestra presencia acogedora y benevolente. El amor lo incluye todo. Algunas personas solo aman a sus propios hijos. Algunas mujeres cuando tienen su primer hijo, lo aman tanto que no queda amor para su pareja. Este es un caso de amor aplicado solo en un ámbito pero no a la totalidad. El Ser (Self) es inteligencia, belleza y amor. Dado que todo es el Ser (Self), deberíamos aplicar inteligencia, belleza y amor a todo y verlo todo como inteligencia, belleza y amor. Siento que esto se aplica a todo, ya sea el canto de los pájaros o el sonido del calefactor. Si me distraigo con los pensamientos, no estoy receptivo. Pero cuando estoy simplemente receptivo, el ‘yo’ desaparece, y hay espacio para todo. Puede haber pensamiento sin la sensación de ser una persona. Lo que acabas de expresar es un buen ejemplo de eso. No deberíamos limitar el ámbito de nuestra 57

experiencia al percibir y al sentir; eso sería limitar a Dios. Deberíamos incluir el pensar. Sin embargo, en algún momento, el pensar basado en una entidad personal se cae por sí solo. No pienso que pueda hacer nada sobre el pensar, pero puedo escoger el silencio cuando llega. ¿Es eso pensamiento otra vez? Sé consciente de que en última instancia todo es silencio. Es difícil ver todo como silencio cuando dividimos las cosas en hermosas y feas. Por amor a la verdad hay una tendencia a preferir lo hermoso en lugar de lo feo. Sin embargo, aquello que uno odia o con lo que está a disgusto tiende a regresar con bastante fuerza ¿Puedes decir algo sobre esto? Cuando amamos nuestro odio, dejamos de odiar. El amor siempre gana. Amar lo odiado quiere decir darle la bienvenida. No quiere decir que tengamos que hacer lo que nos dicta, pero tampoco deberíamos suprimirlo. Cuando amamos lo odiado nos salimos del proceso de lo odiado, y comienza el amor. Pero es tan potente. ¿De dónde proviene? Es el viejo hábito de pensar que somos seres separados. Simplemente déjalo ir. Regresa al niño que hay en ti. Sé amable con él y escúchale, porque el niño es el Yo (Self). El niño no odia o ama, simplemente es. No lo resistas. Simplemente entrégate. Lo que es importante es librarse de la noción de que hay algo que cambiar, algo que arreglar, que las cosas no son como deberían ser. Deja de jugar a ser Dios. Cuando dejamos de jugar a ser Dios, somos Dios. *

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Me gustaría preguntar sobre el dolor y el sufrimiento. Son distintos. ¿Te refieres al dolor o al sufrimiento? Creo que es artificial decir que son diferentes. En muchos casos van juntos el uno con el otro. El sufrimiento, el sufrimiento psicológico, no es necesario y puede ser evitado. Sin embargo, hay ciertamente dolor y ese no puede ser evitado. De ahí la distinción. Disfrutar del placer y padecer dolor son parte del paquete de tener un cuerpo. El sufrimiento psicológico es el más intenso de todos y no es necesario. Si no quieres distinguirlos, no puedo explicar porque el sufrimiento psicológico no es necesario. El sufrimiento psicológico está relacionado con la noción de un sufridor, una persona. Está siempre en relación con el pasado y el futuro. Considera por ejemplo el caso de mi amigo William Samuel. Durante la segunda guerra mundial estaba en la China. Le asignaron un intérprete de chino que, aunque él lo desconocía entonces, era un sabio taoísta. Lo primero que observó de este hombre es que estaba siempre feliz, sonriendo y disfrutando. Un día se encontraban en gran peligro. El pelotón de William era perseguido por los japoneses que estaban muy cerca. Corrían de vuelta a sus líneas. Había colinas en el horizonte y el sabio señaló la línea púrpura de las montañas y le dijo a William, “¡Mira,

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que hermoso!” William dijo, “Sería la última cosa que se me habría ocurrido en aquel momento.” Algún tiempo después William descubrió que tres meses antes la esposa del sabio había sido violada y asesinada por los japoneses y que también habían matado sus dos hijos. Eso fue lo que generó su interés en este hombre, y eventualmente se convirtió en su discípulo. Este sabio taoísta estaba libre del pasado. Puede que sintiera dolor, pero no sufría por la muerte de su esposa e hijos. Al ver la belleza de las montañas púrpura mientras estaba bajo el fuego enemigo, estaba enseñando una maravillosa lección de valor y amor. Es difícil imaginar unas circunstancias más atroces. Poca gente está en una posición de semejante madurez psicológica y espiritual. Mira los millones de personas que salen en televisión. Por supuesto, pero estamos aquí para discutir otra posibilidad. No estamos aquí para salvar el mundo o aliviar el sufrimiento en el mundo. Primero tenemos que salvarnos nosotros del sufrimiento, porque a menos que nos liberemos del sufrimiento, no podremos ayudar a los otros. Mientras vemos este mundo como un mundo de desgracias, perpetuamos la desgracia. Es solo cuando vemos la belleza de la totalidad del cuadro y no solo de las zonas luminosas, cuando somos capaces de transmitir este sentido de belleza, este sentido de eternidad a los otros. Todo sufrimiento se basa en la noción de que la muerte es mala. Seamos o no conscientes de ello, el sufrimiento es por el miedo a la muerte. La gente está dispuesta a sufrir una gran cantidad de dolor físico antes que morir. La creencia de que estamos sometidos a la muerte es la causa del sufrimiento y este sufrimiento evita que podamos vivir de verdad, porque en vez de eso, vivimos una vida basada en esta falsa creencia. Esta creencia nos proyecta hacia el pasado o el futuro. Es incompatible con la felicidad. Entiende que no hay muerte. Alguna gente experimenta un tremendo sufrimiento mental y se suicidan para acabar con el sufrimiento. Dices que el sufrimiento tiene sus raíces en el miedo a la muerte, pero ellos están diciendo que la muerte es preferible al sufrimiento, así que ¿cómo puede ser el miedo a la muerte la causa del sufrimiento en estos casos? Estas personas han confundido el origen de su sufrimiento. Quieren escapar de una situación que es insoportable, pero el sufrimiento psicológico siempre es creado por la persona. Gira alrededor del sentido de estar separado. Nadie nos impone esto. No digo que el suicidio sea siempre erróneo. Puede haber circunstancias en las que puede ser la única salida. Mucha gente dice que no tiene miedo a la muerte sino más bien al sufrimiento que conduce a ella. Sí, pero el origen de este sufrimiento es la noción de ser una persona, un individuo separado. Este individuo separado está sujeto al miedo. Es este miedo el que genera sufrimiento. ¿Cómo podemos liberarnos del miedo a la muerte? Tenemos miedo a la muerte y focalizamos nuestra mente en eso. Estamos hipnotizados por nuestro miedo. Sin embargo, la verdadera cuestión es la vida, no la muerte. Antes de entender quién muere, necesitamos entender quién vive. Es demasiado pronto para

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entender la muerte, pero podemos entender la vida. La vida está presente justo ahora. Así que ¿quién está vivo? Cuando descubrimos lo que es la vida, también puede que descubramos que no hay muerte. Después de todo, ¿quién está ahí para morir? Este camino es un camino de alegría, no de miedo. Vemos el mundo de acuerdo con nuestras propias proyecciones. Si creemos que somos individuos separados, estaremos sujetos al deseo y al miedo, y sufriremos. Un mundo sufriente aparecerá entonces en concordancia con esta creencia y lo perpetuaremos, sin darnos cuenta de que de hecho lo estamos creando. Si vemos un mundo de injusticia, nos hacemos injusticia y lo perpetuamos. Puede que las implicaciones de esto nos desilusionen, pero es la única salida al sufrimiento tanto para nosotros como para los otros. A menos que estemos libres de sufrimiento, ¿cómo podremos ayudar a otro? Por ejemplo, considera el caso de que tú crees que la muerte existe y que es el mayor de los males. Tienes un amigo muriéndose de cáncer en el hospital. Le visitas y le preguntas como está y le dices que no se preocupe. Él sabe que se está muriendo y que todo el mundo le miente. Tú eres su mejor amigo, vienes y también le mientes, quizás no diciéndole que todo irá bien, puede que seas más honesto, pero todavía estarás añadiendo tu propio miedo al suyo. Sería una situación diferente si tú estuvieras libre del miedo a la muerte. Simplemente irías y escucharías. Lo que vaya a ocurrir, ocurrirá. Lo que digas, que por supuesto es impredecible, de alguna manera producirá milagros. Haces lo mejor que puedes dadas las circunstancias. Si piensas que la muerte es el mayor mal posible, algo contra lo que tenemos que luchar, no entiendes que luchar es solo más sufrimiento. Veremos nuestra misión como una guerra. Una guerra contra la pobreza, una guerra contra la injusticia social, una guerra contra la muerte, una guerra contra la enfermedad, pero aun así todavía una guerra. La guerra es la perpetuación del sufrimiento. Es muy distinto si vemos que las cosas no son tan importantes. Esta vida es un sueño y jugamos nuestro papel en ella. Si estamos desapegados, hacemos nuestro papel lo mejor que podemos y, debido a nuestro desapego, alcanzamos el máximo de nuestras posibilidades. Somos como un violinista que no se preocupa de los críticos durante su actuación, y por lo tanto toca bien. Ocurre lo mismo aquí. No nos apegamos a los resultados porque no hay resultados. Es un juego y no hay resultados positivos o negativos. Esta actitud nos permitirá dar la más elevada forma de ayuda de la que somos capaces. Estamos hablando sobre la muerte del aparente individuo. Por supuesto, existe la muerte física, la muerte del cuerpo. Un mundo sin muerte no tendría belleza, no habría hojas amarillas en otoño. Sería aburrido. No habría cambio porque el cambio implica muerte. Un mundo sin muerte sería un mundo congelado. El hecho es que queremos hacer el mundo mejor de lo que lo hace Dios. Cuando vemos morir a una persona joven y todo el mundo llora, nos preguntamos, “¿Por qué es esto necesario? ¿Qué función tiene?” El sol tiene una función. Muchas cosas las entendemos por su función, pero ¿cuál es la función de un hecho tal como la muerte de una persona joven? No podemos juzgar desde fuera. Solo podemos ver desde el interior. Observa que todos los acontecimientos en nuestra vida, los felices y especialmente los infelices, nos han hecho crecer en belleza, comprensión, sabiduría y amor.

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¿Así que estos momentos ofrecen la posibilidad de crecer? Sí. Tengo una amiga que está muy enferma, muriendo de un cáncer de pulmón. Me dice que da gracias por lo que le ha ocurrido, porque sin eso nunca se hubiera interesado en la vida y nunca hubiera experimentado y conocido lo que conoce ahora. No quiere que las cosas sean diferentes. Su maestro, Robert Adams, acostumbraba a decir, “Todo está bien y se despliega tal y como debería.” Queremos hacer de Dios, decirle a Dios qué hacer y cómo hacer perfecto el universo. Nos gustaría que no hubiese mosquitos, ni muerte, ni gripe, ni cáncer, ni otoño, ni estaciones, ni bichos. Lo queremos todo en el sitio adecuado. Al pensar así, nos olvidamos de la perfección que es evidente momento a momento. Estamos viviendo en el pasado, en el futuro, en el pensamiento. El ahora está siempre libre de sufrimiento, problemas y separación. Está siempre libre de ego. En el ahora no hay ego. El ego no puede vivir en el ahora. Si pensamos que hay algún problema con el mundo, ¡nosotros tenemos un problema! No somos el problema, somos libertad. El mundo aparece de acuerdo con nuestra perspectiva. Es por esta razón que mantener la mente en el problema solo lo perpetúa. Tienes que des-hipnotizarte del problema, que es el objeto, y volverte hacia el Ser (Self). El Ser (Self) se ocupará del problema de la forma adecuada. Abandónate al Ser (Self). No te permitas pensar en términos de problemas. Piensa en términos de soluciones si quieres o en términos de la solución universal, que es el Ser (Self). Solución significa disolver. Todo se disuelve en el Ser (Self). No has venido aquí para reforzar tus ideas sobre el sufrimiento. Has venido aquí a escuchar una melodía distinta, ¡una melodía que te sorprenderá! Algunas veces siento que esta aproximación impersonal es fría y distante. De hecho lo opuesto es cierto. “Impersonal” quiere decir no basado en el pensamiento o sentimiento de ser una entidad separada. Cuando nos liberamos de esta creencia y sentimiento, somos la compasión misma. “Compasión” significa “sentir con” o “empatizar”. Cuando nuestra experiencia del así llamado otro no es filtrada a través de pensamientos o sentimientos de separación, estamos simplemente presentes como esta apertura, esta pura sensibilidad, este espacio imparcial, amoroso y benevolente. Como resultado de esto, empatizamos con el llamado otro. No proyectamos nuestras propias interpretaciones, nuestras creencias, nuestros miedos sobre ellos. En consecuencia nuestra respuesta es apropiada y efectiva, incluso si no lo parece así al principio. La verdadera intimidad solo es posible cuando no existen pensamientos y sentimientos de separación. Eso es lo que es la intimidad, ausencia de separación. Nunca somos íntimos como personas. Por eso van mal tantas relaciones. Queremos ser íntimos como entidades separadas. No es posible. La persona es el rechazo de la intimidad. En ausencia de la persona, somos la intimidad misma. Intimidad con los animales, la gente, el universo, todo. Dices que no hay muerte, pero yo no puedo ver como podría ser posible saber si la hay o no. En el ahora hay el ahora y sabemos lo que pasa ahí. En tu idea del ahora hay un futuro, pero en realidad no hay futuro, cambio o muerte en el ahora. El ahora no es el opuesto del futuro o el pasado. Contiene el pasado, el presente y el futuro. El futuro en este momento presente es un concepto. Si crees que

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este concepto es realmente verdadero, estas siendo comido por el tiempo. ¡Muéstrame el futuro! Si observamos el cuerpo cuidadosamente tal y como lo experimentamos realmente en este momento, nos damos cuenta que está hecho simplemente de sensaciones. Es muy diferente del cuerpo que conceptualizamos o que vemos en el espejo. Cada vez que desaparece una sensación, el cuerpo tal y como realmente lo experimentamos también desaparece. El cuerpo muere en cada instante. De hecho todo desaparece de momento a momento, salvo la consciencia en la que aparece. Al asociar la consciencia con el cuerpo la convertimos en un objeto en el tiempo, temporal. La consciencia que está en el tiempo no es la verdadera consciencia. La consciencia que entiende estas palabras ahora mismo está más allá del tiempo. Es inmutable y atemporal. Todo lo demás, el cuerpo, la mente y el mundo, están cambiando todo el tiempo, viniendo y yéndose. La consciencia es el antecedente del cuerpo, la mente y el mundo. De ahí el dicho de Jesús, “Antes de que Abraham fuera, Yo soy”. No hay meta, moción o cambio en la consciencia. Tú no eres aquello que viene y va. Viene y va en ti. ¿Cuántas veces has dicho, “yo vengo, yo voy, yo moriré?” Pero no sabes que significa “yo”. Tienes que descubrir quién eres, qué es este “yo”, qué quiere decir que es esta consciencia. Después puedes hacer la pregunta, “Yo, esta consciencia, ¿muero?” El razonamiento lógico no puede contestar a esta pregunta ni afirmativa ni negativamente. Cuando decimos, “yo muero,” implica que ya tenemos la respuesta. Sin embargo, si nos preguntamos por nuestra experiencia real, descubrimos que no podemos responder a la pregunta, porque la mente no tiene acceso a la consciencia. Habiendo descubierto esto, nos encontramos genuinamente abiertos a la posibilidad de que la consciencia no está sujeta/sometida al cuerpo, porque obviamente el cuerpo muere. Sin esta apertura, el miedo nos impedirá mirar en la dirección correcta. No tendremos el valor o la voluntad de avanzar. Es desde más allá del miedo de donde recibimos la respuesta. Esta más allá del ego. *

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A veces cuando el camino está claro uno busca algo en lo que apoyarse, pero es evidente que cualquier técnica va simplemente a llevarnos al pasado precisamente por ser una técnica. Eso es bueno porque no hay camino. Pero parece haber un proceso en el tiempo. Un camino implica alguien que viaje por él. Descubre quién quiere viajar y te llevará al final del camino, al camino sin camino. ¿Es el deseo un obstáculo y deberían evitarse ciertos objetos? Este no es un camino de desapego a los objetos, de privarse a uno mismo de la vida. Al contrario, la vida debería ser una celebración. Antes de que podamos celebrarla verdaderamente, necesitamos descubrir qué es la vida. Cuando descubrimos lo que es realmente la vida, se produce un desapego natural. Este desapego no conlleva esfuerzo, porque nuestro descubrimiento nos da una felicidad tan absoluta, nos cura tan radicalmente del miedo, nos da tal facilidad de ser y libertad que, en comparación, los objetos de deseo usuales parecen palidecer. Dicho de otra forma, no nos desapegamos a 62

nosotros mismos de los objetos mediante prácticas o disciplinas; sino que ellos se desapegan de nosotros como resultado de la comprensión y la alegría sin causa. Los objetos siguen estando todos disponibles pero la diferencia es que ya no los utilizamos para obtener felicidad. Los usamos para celebrar la felicidad. En este camino no perdemos nada. Todavía podemos hacer aquello que previamente queríamos hacer, pero lo hacemos en libertad, porque entendemos todo lo que hacemos como una celebración de nuestra libertad, no como un medio de satisfacción. Cuando tenemos esta comprensión y actitud hacia la vida, el universo coopera con nosotros. Se convierte en nuestro cómplice. Hay una historia Sufí sobre el profeta Mohammed quien, antes de enamorarse de Dios, tenía el deseo de ser un gran orador. Sin embargo, se enamoró de Dios, se hizo un buscador de la verdad y después un amante de la verdad, y olvidó su deseo. Le abandonó. Un día, Dios se le apareció en un sueño y le dijo, “Mohammed, te voy a dar el talento de ser un orador”. Mohammed replicó, “Pero yo ya no tengo ese deseo. Ahora estoy enamorado de ti, así que ya no me importan esas cosas”. No obstante, Dios dijo, “Sin embargo, una vez tuviste este deseo y te voy a hacer un orador tan famoso que tu nombre será cantado cinco veces al día en todos los minaretes sobre la superficie de la tierra”. El universo no tiene elección salvo aparecer como verdad. Aunque podamos tener una tremenda experiencia interior, no podemos crecer solo en confianza y certidumbre basada en el interior. Si este fuera el caso, después de unos cuantos días o años, podríamos preguntarnos si lo habríamos soñado o nos lo habríamos inventado. También necesitamos que el universo confirme que lo que sabemos en nuestro interior es totalmente consistente en todos los ámbitos de nuestra experiencia exterior. Por lo tanto, es muy importante poner en práctica lo que hemos entendido; si no permanece congelado. Necesitamos sacarlo del congelador, ponerlo en el microondas y ¡comerlo! ¿Cómo podemos liberarnos de las sensaciones o de los sentimientos? Un espejo no se mancha ni se daña por las imágenes que aparecen reflejadas en él. De la misma forma, la consciencia es completamente libre y no es dañada por imágenes, miedos, percepciones, pensamientos y sensaciones que aparecen en ella. Por lo tanto, dado que ya estás libre de todas estas sensaciones y sentimientos, y siempre lo has estado, ¿por qué quieres practicar para liberarte? Algunas veces dejan una cierta agitación. Es solo la memoria de ellas la que lo hace. Sin embargo, la memoria de la verdad de la consciencia solamente puede no tener el poder de eliminar la agitación. Tu pregunta implica un deseo de librarte de la agitación, un rechazo de la agitación. Al rechazarla, te separas del espejo. Dejas de entender que eres el espejo y que el espejo nunca puede ser dañado, tocado o movido por la agitación. Si la agitación nos molesta, quiere decir que nos hemos identificado erróneamente con algo en el espejo, en vez de con el propio espejo. Deberíamos volver a situarnos como el espejo, lo que de cualquier forma siempre somos. Al espejo no le importa la agitación. No le preocupa si las imágenes reflejadas son estáticas o evolucionan lenta o muy rápidamente. Desde el punto de vista del espejo

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todo es lo mismo. Sin embargo, si volvemos a ser el espejo, las propias imágenes se enlentecerán. Es un alivio que en esta celebración de la vida uno no tiene que exorcizar los fantasmas de la inseguridad y todas esas cosas, no tenemos que desenterrarlas, sacarlas del armario y librarnos de ellas. Sí, desenterrarlas no nos libra de ellas. Las perpetúa. Aquel que quiere desenterrarlas y librarse de ellas es el mismo que está en la raíz de la inseguridad. El ego nunca puede librarse del ego. Simplemente descubre quién es el que se siente inseguro. ¿Entonces, deja uno todo eso solo simplemente, sin abordarlo? No vuelvas a tu miedo si tu miedo no viene a ti; eso sería masoquista. No te preocupes de nada. Ni siquiera es necesario pensar en términos espirituales. Cuando estamos felices y libres de problemas, estamos en nuestro verdadero estado espiritual, el estado perfecto. Eso es lo que Dios quiere que seamos y en esos momentos estamos cumpliendo el deseo de Dios. Es solo cuando pensamos que es necesario cambiar las cosas que empezamos a meternos en problemas. Existe la idea de que es necesario mirar todo eso. Deja que los fantasmas duerman, no los despiertes. Celebra y simplemente acostúmbrate a celebrar más y más. *

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7 Dios es Muy Juguetón Tengo la sensación de retornar a la conciencia fundamental que todo el mundo tiene. ¿Es un reconocimiento más que un proceso? No hay nadie que retorne, ni ningún lugar a donde retornar. Todos los “alguien” están en este “nadie”. La totalidad del “donde” está en este “ningún lugar”.* *NdelT juego de palabras en el original: (There is nobody to return and nowhere to return to. All bodies are in this ‘nobody.’ The entire ‘where’ is in this ‘nowhere.’) ¿Pero es un reconocimiento? En la tradición Advaita, a menudo se utiliza el ejemplo del collar. Una mujer busca un collar por todas partes solamente para descubrir, al final de la búsqueda, que siempre había estado colgado de su cuello. Mientras lo busca piensa: “He perdido mi collar”, y cuando lo encuentra piensa: “Lo he encontrado”. La pregunta es si lo había perdido en realidad. No, solo pensaba que lo había perdido. ¿Cuál es el papel del maestro? El maestro no te da un nuevo collar, solo te pide que mires en el espejo. El maestro no te da nada nuevo. Uno debería tener cuidado de no confundirse a este respeto. La sociedad india es muy jerárquica y existen grandes diferencias, y debido a estas tradiciones sociales que no tienen nada que ver con la verdad, el gurú está muy por encima del común de los mortales. Por ejemplo, la casta de los brahmanes está por encima de todas las demás y en algún momento esto se convierte en un obstáculo. Aunque Ramana Maharshi era un brahmán, comía con todos los demás en su ashram. Había un comedor especial para aquellos recién llegados que eran brahmanes e inicialmente estos comían allí. Sin embargo, dado que el maestro no estaba allí, acababan uniéndose a todos los demás. Él siempre tenía mucho cuidado de que no le pusieran en un pedestal. Incluso se enfadaba, y con razón, si le daban un tratamiento especial porque no se veía a sí mismo diferente de ningún otro. Uno ha de tener cuidado con las tradiciones que hacen del maestro un Dios. Es cierto que el maestro expresa la verdad, pero desde su punto de vista, todo expresa la verdad. Por ejemplo, cuando el estudiante hace una pregunta, es la verdad hablando al maestro. Generalmente, cuando el maestro muere, cuando su cuerpo muere, su pedestal se eleva hasta el techo por lo menos. Después, cada año que pasa, sube un par de metros más, y así eventualmente alcanza una distancia ¡casi infinita! de nosotros. Olvidamos que el maestro era y es lo que somos. Un maestro es una persona muy humana, muy parecida a nosotros. Hay un hermoso poema de Thayumamavar, un poeta indio del siglo XVI, en el que compara al maestro con un ciervo que es envidado a la manada de ciervos, con el propósito de inducirles a dirigirse hacia el cazador. En esta metáfora Dios es el cazador y el maestro es el ciervo que es enviado a la manada. Ha de ser un ciervo verdadero o la manada presentiría que hay alguna trampa y no le seguiría. No debería haber ninguna diferencia entre el maestro y el estudiante. Es natural que exista respeto porque el maestro ve el Ser (Self) en ti. El respeto pide respeto. El amor pide amor. Al mismo tiempo, el maestro debería hacer que la realización parezca fácil.

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Si un maestro la hace parecer difícil y fuera de nuestro alcance ¡los estudiantes encontrarán a otro! El maestro que nos conduce a la libertad, conocido en la India como el Satguru o el Karanaguru, quiere nuestra libertad por encima de todo. En presencia del Karanaguru, sentimos esta libertad total con respeto a las reglas. En nuestro interior profundo sabemos que no hay reglas, aunque pueda ser apropiado seguir las reglas si la situación lo requiere. Hay esta libertad total. El maestro no te juzga. Todo está bien. Tú estás bien. Considera por ejemplo el caso de Robert Adams. ¡Era una hermosa bala perdida! Era una expresión de esta libertad. Es esta libertad la que te permite liberarte de tu propio condicionamiento, de lo que piensas que deberías o no deberías hacer. La libertad es el bien supremo. Es aquello que está más cerca del Ser (Self). Por encima del amor, de la inteligencia, de la belleza, hay libertad. Esto es por lo que este juego que estamos jugando se llama el juego de la esclavitud y la liberación. Aunque entiendo lo que acabas de decir, el condicionamiento está profundamente arraigado. No estoy seguro de si hago las cosas correctamente o no y siento que, en libertad, podría cometer grandes errores. En libertad no hay correcto o incorrecto. No hay errores porque no hay nadie para cometer errores. Si tenemos miedo de equivocarnos cuando hacemos algo, lo más importante es considerar cuidadosamente la intención original. Si nuestra intención original es pura, es decir, si está motivada por nuestro interés y nuestro amor por la verdad, por la libertad, puede que cometamos un error pero no tendrá importancia. La vida cuidará de nosotros. Imagina por ejemplo que un estudiante acude a un maestro por amor a la verdad y, aunque él no lo sabe, el maestro no es un maestro genuino. En esta situación el estudiante, debido a la sinceridad de su intención, obligará al maestro a expresar la verdad. Nada se pierde. El estudiante, que había obviamente acudido a buscar la verdad al lugar erróneo, todavía recibirá la guía adecuada al momento. Por supuesto, más adelante abandonará a ese maestro. Lo que le ocurre al maestro es una historia muy distinta. ¿Dirías que en ese momento el estudiante necesitaba ese maestro? Todo lo que ocurre nos enseña algo. Todo es nuestro maestro. Los hermosos amigos que hemos conocido y que nos han ayudado en el camino y la tabla que nos golpeó la cabeza son todos nuestros maestros. Cuando tenemos que tomar decisiones que afectan a la libertad de otras personas, por ejemplo nuestros hijos, con frecuencia nos preocupamos de que lo que ocurra sea lo adecuado. No siempre está claro que decisión sería más acorde con la libertad de la persona a la que estás cuidando. No nos corresponde a nosotros decidir en que consiste su libertad. Lo único que tenemos que conocer es nuestra propia libertad. Una vez que conocemos nuestra propia libertad, esta libertad se expresará a sí misma espontáneamente en aquello que hagamos y digamos. Cuando el niño oye y ve esto, resonará con su propia libertad y consecuentemente descubrirá lo que es su propia libertad. Para hacer a la gente libre todo lo que tienes que hacer es ser libre. Es nuestra propia libertad lo que les hace a

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ellos libres, no nuestro deseo de que sean libres. El deseo de hacerles libres, les ata. En esta libertad, no sabemos lo que va a ocurrir. ¿Cómo alcanzas la libertad? Somos libertad. No podemos alcanzarla. Aquello que es alcanzado también puede ser perdido. Aquello que somos, está libre de todo. Para comenzar descubrimos la libertad que podríamos llamar “libertad de”, igual que el espejo está libre de los objetos que se reflejan en él. Descubrimos que somos el espejo. Más adelante, en vez de ser como un espejo, en el que todo parece ser reflejo de lo exterior, nos hacemos más como una televisión en la que todo lo que aparece en la pantalla es creación de la propia televisión. Entonces no solo somos libres “de” sino también libres “para”, libres para crear. Todo lo que surge de esta libertad es nuestra propia creación. No es algo externo. Si imagino que ya soy libre tal y como soy, con mi ego tal y como es. ¿Es esto libertad? Mira lo que llamas “mi ego”. Este es el primer y último paso hacia la libertad. Tú dices “mi ego”. ¿Cómo sabes que tienes un ego? Soy consciente de la separación. Así ¿Qué es el ego? ¿Es la separación o aquello que es consciente de ella? El ego es la separación y aquello que es consciente de la separación no es el ego, es el Ser (Self) y es libre. En el momento en que queda claro que el ego no es lo que somos, sino que es algo percibido en el espejo, nos damos cuenta de que no necesitamos liberar el espejo. De una u otra forma parece que siempre me siento separado. ¿Está la separación siempre presente, por ejemplo cuando oyes o ves algo? ¡No! La separación es algo percibido. Solo está presente mientras es percibida. Independientemente de lo que esté hecha la separación, ya sean creencias, pensamientos o sensaciones corporales, ¿dónde está cuando hay alguna otra cosa presente, por ejemplo cuando estás leyendo un libro o viendo la televisión? No es percibida. Comprende que hay muchos momentos, por ejemplo justo ahora, en los que la separación no es percibida. Oigo lo que dices, pero lo encuentro difícil de asimilar. No tienes que asimilarlo. ¿Quién hay ahí para asimilarlo? No tenemos que decir, “Sí” o “No” a la verdad, porque la verdad es verdad. Por ejemplo, incluso en el ámbito de la verdad relativa, el sol sale cada mañana, tanto que digamos, “Sí” o “No” a este hecho. La verdad es independiente de lo que pensemos o de lo que digamos de ella. Cuando estás mirando un paisaje, pensando, viendo la televisión, leyendo un libro, etc., no hay separación. Quizás va y viene, pero cuando estás realmente experimentando lo que acontece, por ejemplo cuando estás escuchando estas palabras, no hay separación. ¿Está la conciencia presente durante estos momentos? ¡Por supuesto! Así que conoces bien momentos durante los cuales la conciencia no está ligada al sentido de separación, al ego. El ego va y viene. Has entendido esto intelectualmente, pero es más que intelectual. Es tu experiencia real que, al igual que las imágenes en un espejo, el ego viene y va, porque es un objeto percibido hecho de un pensamiento o un sentimiento. Todo lo que es necesario es

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permanecer como este darse cuenta. Este darse cuenta es libertad. Entiende que eres esta libertad en la que a todo se le permite existir. Cuando uno se pierde en un libro o en la televisión, no parece muy satisfactorio; de alguna manera no es suficiente. No trato de animarte a que te pierdas en los libros o la televisión. Utilicé este ejemplo para mostrar que aunque la conciencia está siempre presente, el sentimiento de que estamos separados no lo está. De esta forma entendemos que la conciencia es independiente del ego. Esto es muy importante. Podemos disociar el ego de la conciencia. Si no te sientes feliz leyendo libros, no los leas. Si no eres feliz haciendo algo, no lo hagas. Nadie te fuerza. Esta actitud de “seguir tu gozo” te llevará hacia el gozo. Lee el libro mientras te haga feliz. Cuando el libro deje de hacerte feliz déjalo a un lado. No sigas leyendo por hábito. La felicidad es el bien más elevado. Es sagrada. El problema no es la primera vez que sentimos felicidad. El problema surge cuando intentamos repetirla, cuando intentamos reproducirla. No deberíamos repetir las cosas. ¡La primera vez está bien pero no la segunda! Un amigo mío me dijo que probó cien veces el LSD. La primera vez tuvo una maravillosa experiencia mística. Las siguientes noventa y nueve fueron una pérdida de tiempo y energía. Sigue tu gozo. Sigue tu felicidad, sabiendo que la felicidad está siempre en el corazón, el lugar de Dios. Sin embargo, Dios es muy juguetón y ¡cambia constantemente el lugar en el que aparece! Nunca podemos predecir dónde aparecerá la próxima vez y esto nos mantiene abiertos y despiertos. Todo lo que podemos hacer es estar preparados para cualquier aparición. Estar preparados para que Dios aparezca en cualquier parte y en cualquier forma se llama, “Morar en el Ser (Self), morar en la fuente.” Dices que deberíamos morar en el Yo (Self), en la fuente, para que aparezca Dios. ¿Son Dios y el Yo (Self) lo mismo? Por supuesto son lo mismo. Aquello que aparece en la fuente es la fuente. Dios es todo. *

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Krishnamurti dijo que si un ser humano realizaba su verdadera naturaleza, entonces tendría un impacto sobre la totalidad de la conciencia humana. ¿Cómo podría un ser humano influenciar la conciencia? Cuando entendemos que no somos una entidad personal, dejamos de reaccionar a la agresión o a la falta de amor. Las acogemos y dejamos que se disuelvan en nosotros. Somos como un agujero negro. Un agujero negro así es muy eficiente. Los necesitamos en la sociedad. Gradualmente influyen sobre su entorno. Siempre que acogemos, al mismo tiempo irradiamos amor. Al principio podemos no ser conscientes de ello, pero esto es exactamente lo que ocurre. Cuando estamos en el acoger, irradiamos amor, y el amor tiene este poder de transformación. Por lo tanto, es un agujero negro. Si piensas que estás en algún sitio, debe de haber alguien ahí. No pienses que estás realizado o no realizado. Sé solo este agujero negro. Entiende este acoger benevolente como tu verdadera naturaleza. Entonces la aparición o desaparición de los viejos sistemas de creencias no serán más que nubes que cruzan el cielo azul. No te preocupes por las nubes. El querer ser perfecto como persona es un tipo de perfeccionismo y 68

puritanismo. ¡Olvídalo! El cuerpo no es perfecto; va a morir. La mente no es perfecta. No siempre toma la decisión correcta. No intentes ser lo que no puedes ser. Simplemente sé lo que ya eres. Ya eres la perfección, así que no intentes ser prefecto con el cuerpo. Sé lo que eres, que es perfección. Entonces date cuenta de que todo, incluyendo tus propios errores, es una emanación de la perfección. No te estoy diciendo que seas arrogante con tus propios errores diciendo, “Dios lo hace todo.” Puedes pensar que es así, pero pide disculpas a la otra persona si es lo apropiado, aunque te des cuenta de que nadie lo hizo, es decir, nadie como persona. Sé amoroso hacia aquellos que no siempre han estado en lo correcto, porque tampoco tú has estado siempre en lo correcto. Entiende que los llamados maestros son también seres humanos. Permíteles la libertad de equivocarse. Permítete la libertad de equivocarte. A uno de los más grandes sabios de la historia, Hui Neng el Sexto Patriarca de China, le preguntaron una vez: “¿Puedes ver tu naturaleza Buddha?”, esto era una forma de preguntarle: “¿Estás iluminado?”. No dijo ni “Sí” ni “No” sino, “¡Todo lo que puedo ver son mis propios errores!”. Al contestar de esta manera estaba, en primer lugar, enseñando al estudiante que nuestra verdadera naturaleza no puede ser vista. También mostraba verdadera humildad al reconocer que, como ser humano, no estaba por encima de los demás. Reconociendo sus propios errores y por su humildad, los transcendía. Si esperamos que un ser humano sea perfecto, significa que nosotros esperamos ser perfectos. Estamos buscando lo imposible. Significa que de alguna manera en nuestro interior pensamos que no estamos a la altura. No podemos hacer perfecta la imperfección. No podemos cambiar aquello que es limitado y hacerlo ilimitado. Aquello que es ilimitado ha sido siempre ilimitado. Aquello que es perfecto ha sido siempre perfecto. Ve que somos eso, no el limitado cuerpo-mente. Ese es el camino a la perfección. Cuidado con los maestros que te dicen, “soy perfecto como ser humano”. Te están desafiando, así que ponlos a prueba. Ramana Maharshi era siempre muy paciente y amable, aunque podía ser firme. Nisargadatta Maharaj era muy impaciente y se enfadaba muy frecuentemente. Si es cierto que ambos eran seres realizados y que una vez que has realizado tu verdadera naturaleza te vuelves bastante indiferente a los acontecimientos externos, ¿cómo podemos entender estos enfados de Nisargadatta? Incluso antes de su realización, Ramana Maharshi era un ser muy amable. La historia dice que sus colegas le pegaban y él no respondía. Sin embargo, he oído que algunas veces se enfadaba y tiraba manzanas a la gente, incluso después de su realización. Pero el que me interesa es Nisargadatta Maharaj. Es como si una sola luz se filtrase a través de cuerpos-mente de diferentes colores, y que cuanto más puro el cuerpo-mente, más luz pasara. Esta clase de explicación es un intento de formular algo que no puede ponerse en palabras. Pueden ser útiles para una determinada persona en un cierto momento, pero en última instancia tenemos que ir más allá de todos los conceptos. Hay muchas formas de expresar nuestros sentimientos. En última instancia todo es la verdad. Aquellos que han realizado la verdad se convierten en luminarias, y algunas son más potentes que otras. Algunos sabios descubren que sus percepciones no están armonizadas así que no tienen un sentimiento para la belleza. Otros descubren que sus mentes no están armonizadas, así que no tiene claridad. En otros, sus sentimientos no

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están armonizados así que no irradian amor. No quiere decir que no sean sabios. Todos irradian todas estas cualidades hasta cierto punto, pero se manifiestan de diferentes formas dependiendo de hasta qué grado este entendimiento ha impregnado la mente, el cuerpo y el mundo. Lo importante es poner en práctica esta comprensión de la conciencia en todos los ámbitos de nuestra vida, transponer lo que hemos entendido a nivel intelectual al nivel del sentimiento y de la sensación, de forma que todo quede integrado en nuestra vida. Cuando esto ocurre nuestros sentimientos, sensaciones y pensamientos estarán armonizados con la fuente. Tanto Ramana Maharshi como Nisargadatta se han ido y en aquello que perdura no hay división. Hay solo un Ser (Self) y solo un sabio. Mientras pensamos que somos personas separadas, veremos en el sabio o maestro a una persona separada. Esa no es la experiencia del sabio. El sabio se experimenta a sí mismo como conciencia y solo hay una conciencia. Parece misterioso, pero queda claro en el momento en que entendemos que somos todos una sola conciencia que se expresa momento a momento en una increíble y extraordinaria diversidad. Si uno cree que la otra gente es parte de la conciencia, ¿no tenemos el deber de ser compasivos con los demás e intentar hacer del mundo un lugar mejor para vivir? Si fuera tu experiencia que hay solo una conciencia, esta pregunta no surgiría. Dices, “si uno cree que la otra gente es parte de la conciencia…” No somos parte de la conciencia, somos conciencia, la misma conciencia. Todos compartimos este testigo invisible y es este testigo lo que llamamos “yo”. No es tu testigo privado. Esto ha de ser entendido claramente. Para empezar, considéralo como una posibilidad. La compasión llega en un estadio posterior. La compasión es una consecuencia natural de entender lo que somos. No podemos ser compasivos sin entender primero quienes somos. Hasta ese momento, no intentes ser compasivo. Sé compasivo contigo mismo descubriendo quien eres. Esa es la verdadera compasión y es también la compasión más eficiente. Es la forma más rápida de ayudar al mundo. Si no sabemos quienes somos, nuestras acciones surgirán de la ignorancia y solo añadirán ignorancia. Cuando sabemos quienes somos, nos damos cuenta de que el mundo no necesita ser salvado. Primero descubre tu propia naturaleza y mira después si todavía existe un mundo que necesita la salvación. Cuando descubrimos quienes somos, el mundo tal y como lo concebimos normalmente desaparece, porque deja de ser experimentado como algo separado o fuera de nosotros. Ramana Maharshi dice que la mente recibe luz reflejada de la conciencia y esto parece concordar con la analogía de la cueva de Platón. Sin embargo, el Ashtavakra Gita sugiere olvidar esta cuestión de la conciencia reflejada. Respeto tanto el Ashtavakra Gita como a Ramana Maharshi, pero me siento confuso sobre estas dos perspectivas. En estas imágenes, la conciencia es la fuente de luz. Igual que el sol es luminoso por sí mismo, autónomo, genera su propia luz. Sin embargo, aunque la luna imita al sol y parece iluminar los objetos, no tiene de hecho luz propia. Obtiene su luminosidad del sol. De la misma forma la mente obtiene su poder cognitivo, su facultad de conocer, de la fuente, de la conciencia. En esta analogía la luminosidad representa la conciencia. De la misma forma que el sol brilla con luz propia y no necesita de ninguna otra fuente de luz para ser visto, también la conciencia se conoce a sí misma por sí misma. Decir que la mente, representada por la luna, no es luminosa por sí misma, significa que no es consciente por sí misma. Es vista pero no puede ver. La mente parece tener 70

conciencia propia y conocer cosas, igual que la luna parece tener luz propia para iluminar los objetos. Sin embargo, la luna es iluminada por el sol, de la misma manera que la mente, los pensamientos, son iluminados por la conciencia. La conciencia es quien percibe. La luna parece iluminar los objetos de la tierra durante la noche, pero no los ilumina mediante su propia luz. Es la luz del sol, reflejada por la luna, la que ilumina estos objetos. La luna es de hecho un objeto que, como todos los demás objetos, es a su vez iluminada por el sol. De hecho es la conciencia y solamente la conciencia la que permite que los objetos sean conocidos. Para hacer esto mas claro, Ramana Maharshi también utilizaba una antigua herramienta advaita, además de la investigación del Yo (Self) y otros ingeniosos medios, que es la de distinguir entre lo que percibe y lo percibido. El decía muy claramente que el Yo (Self) es lo que percibe y que todo lo demás, incluyendo el ego, es percibido. También decía que es suficiente con que el buscador de la verdad entienda esta distinción para que vuelva al percibir. Solo la conciencia, el Yo (Self), tiene verdaderamente el poder de percibir. La mente solo parece tenerlo, igual que la luna parece tener luz. ¿Qué te parece la noción de los avatares? Todo es un avatar. Existe la noción de que ciertos seres…. Esta noción también es un avatar. Todo lo manifestado es el Ser (Self) manifestándose a sí mismo. Estas ideas sobre avatares son conceptos. Es mejor entender que todo es el Ser (Self), porque eso termina con toda distinción. Nos lleva directamente a la verdad. Todo es Dios, así que todo es un avatar de Dios. Todo es el Hijo de Dios. Todo lo que aparece es el Yo (Self) surgiendo del vacío. Pero tú acabas de hacer una distinción entre lo que percibe y lo percibido. Sí, ¡eso fue para una pregunta diferente! Era una pregunta teórica sobre como ver que dos aspectos de la misma verdad son de hecho uno, para entender que no hay inconsistencia entre las enseñanzas del Ashtavakra Gita y las enseñanzas de Ramana Maharshi. Cuando decimos que somos lo que percibe y no lo percibido, es con objeto de ir a la experiencia de la conciencia pura, de turiya. Generalmente, creemos que somos el cuerpo-mente, así que al buscador de la verdad hay que recordarle que el cuerpo-mente es percibido. Aquello que percibe es el “Yo”, la conciencia. Todo lo percibido es un objeto. Es necesario hacer esta distinción porque generalmente nos identificamos con un objeto, un fragmento. No pensamos, “soy la mesa, soy mi ropa, soy mi coche.” Sin embargo pensamos, “soy este cuerpo y el resto no soy yo”. Nos identificamos con un fragmento de nuestra experiencia. Para eliminar esta identificación, la tradición Advaita utiliza un proceso en dos pasos. En el primer paso dice, “No eres aquello que es percibido, eres el percibidor”. En este paso rechazamos que seamos cualquier cosa percibida. Rechazamos la mesa, el coche, la ropa, el cuerpo y la mente, y esto nos conduce a la experiencia de la conciencia pura. Entonces, a medida que el universo de nombres y formas reaparece, se entiende que reaparece en la luz de la conciencia, a partir de la conciencia, como una proyección de la conciencia. Por lo tanto, el segundo 71

paso es, “Todo es conciencia. La conciencia es la fuente y la substancia de todo”. No es como el caso del sol que parece iluminar cosas que ya están ahí, sino más bien que sin conciencia simplemente no existen, nada existe, así que no hay nada salvo conciencia. Todo es conciencia. La metáfora del océano es más apropiada en este caso. Todos los objetos son como olas que surgen de este océano, están hechas de la misma substancia que el océano, y se vuelven a disolver en él. Por lo tanto, son siempre uno con él. En el primer paso, solo el “yo” es conciencia y el resto es percibido. Este paso es un modo efectivo de debilitar nuestra identificación con los objetos, incluyendo el cuerpo y la mente. Sin embargo, cuando lo objetos reaparecen, quedará todavía alguna dualidad entre ‘yo’ como conciencia y aquello que aparece. Habiendo descubierto el “Yo”, es necesario un segundo paso en el cual todo lo que aparece es entendido y experimentado como conciencia, como “Yo”. Es importante entender esto porque algunas veces, cuando nos referimos solo al primer paso, puede parecer que se está dando credibilidad a la idea de la existencia de un sujeto y un objeto. Esto no es así. Es solo que, en ese momento, estamos hablando solo de una parte del proceso. Esta primera parte del proceso no representa una comprensión completa de la verdadera naturaleza de nuestra experiencia, y sin embargo para la mayoría de la gente es un paso intermedio necesario. *

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Algunas veces experimento estados extáticos o muy pacíficos, pero no duran, y en comparación el resto de mi vida parece sosa y sin interés. Sientes que las cosas necesitan ser cambiadas. Sientes que las cosas no son satisfactorias tal y como son, que no se están desplegando tal como deberían. No te preocupes por las cosas. Aunque estos estados, estos samadhis, están imbuidos de una cualidad mística, son experiencias objetivas. Son objetos muy refinados, pero aun así son todavía objetos. Son trampas. Igual que, en el camino del conocimiento, los poderes o siddhis son en algún momento una trampa, también lo son los samadhis. Los siddhis son la parte activa de la trampa y los samadhis son la parte pasiva. Los samadhis son la última capa de ignorancia, anandamayakosha, la capa de la ilusión del gozo. Si nos apegamos al gozo, matamos el gozo. Como dijo William Blake, “Aquel que se ata a una alegría destruye las alas de la vida”. Hace treinta años tuve una experiencia en la que me sentí extáticamente feliz, todo era tan vibrante, pero desapareció y nunca la he vuelto a experimentar. Requiere tiempo entender que la felicidad de un estado feliz nunca va y viene. Lo que quiera que fuera feliz hace treinta años, en ese estado feliz, está todavía presente justo ahora. Es la felicidad misma. La objetivaste y la adscribiste a una experiencia que ocurrió hace treinta años. Estar hipnotizado por el pasado evita que seamos conscientemente esta felicidad en el presente. Entiende que el perfume de esta experiencia está presente todavía. Nunca te ha abandonado. De hecho, es precisamente porque nunca te ha abandonado, por lo que sigues pensando en él. He tenido otras experiencias en las que todo es feliz de una forma tranquila y simplemente todo fluye pero no es vibrantemente feliz. No hay sentimiento de desasosiego o ego. Me refería a esa experiencia particular por que era tan vibrante.

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Sin embargo, en el momento en que vemos la felicidad como una experiencia objetiva después del hecho, la convertimos en un objeto y queremos que reaparezca de una forma idéntica. Sin embargo, esto nunca ocurrirá porque es siempre diferente. Por otra parte, se está manifestando todo el tiempo. No podemos decirle a la felicidad cómo y dónde manifestarse. Dios sabe mejor lo que necesitamos, dónde aparecer, cuándo aparecer y cómo aparecer. Aquel que se refiere a estas experiencias pasadas es aquel que todavía siente nostalgia. Es la misma ilusión. Aquello que queda como remanente cuando esta ilusión es vista tal como es, es Dios. Es importante no identificarse con experiencias pasadas, especialmente con experiencias espirituales pasadas. En general uno debería refrenarse y no hablar sobre ellas y ni siquiera pensar en ellas. Cada vez que pensamos en una experiencia de estas, deberíamos entender inmediatamente que la felicidad que estaba presente entonces, todavía está presente ahora. Úsala como una forma de volver al presente, de olvidar el pasado. De otra forma creamos un ego que se supone ha tenido estas experiencias y, cuanto mayor es la experiencia, mayor es el ego. La verdad a la que nos referimos es paz. Es una ausencia de problemas. Es el verdadero trasfondo. No tiene esta cualidad vibrante, este conocimiento extraordinario. Los manifiesta, pero no es eso. Este estado de conciencia expandido aparece en el Ser (Self), en la paz. Es un modo de conocimiento diferente. Es inusual pero no es la fuente. La fuente está más allá de todo eso y está siempre presente. El enfocar nuestra mente en estas grandes experiencias evita que veamos la hoja en el árbol, el problema en el corazón de nuestro vecino, el cielo, las estrellas, el sol bailando sobre la pared de nuestra habitación, etc. – todas estas pequeñas cosas que nos hablan de Dios. Krishnamurti acostumbraba a decir que si lo queremos grande, no queremos realmente lo divino. No podemos ver cuan divinas son las colinas y montañas, así que queremos ver un ángel alado sobre ellas. ¿Es el propósito del despertar apuntar al ahora, donde estamos? Sí. Pero si uno tiene la fortuna de tener estas grandes experiencias, ¿es todavía el ahora? Si tenemos una experiencia de felicidad, en el momento de la propia felicidad estamos más allá de la mente, más allá del tiempo. Estamos en nuestra presencia intemporal. Moramos en el Yo (Self). Este lugar es el ahora, el ahora intemporal. Está presente justo aquí y ahora. Cuando la memoria de una experiencia pasada acude a nosotros, supongamos una experiencia pasada feliz, la acogemos y, en este acogimiento, todos los elementos objetivos que quedan se disolverán y nos dejarán con aquello que está siempre presente, el perfume. Mientras hagamos de esta experiencia un objeto, en vez de beneficiarnos de su efecto liberador, nos atará todavía más. ¿A qué apuntan esta clase de experiencias? ¿Apuntan simplemente al Ser (Self), a algo más allá del tiempo? Le corresponde a aquel que tiene estas experiencias saber a dónde apuntan. En última instancia, apuntan a la fuente, a la felicidad, al Ser (Self). Sin embargo, podría hacerse una afirmación general sobre estas experiencias. En este proceso de señalar hacia la fuente, hacia el Yo (Self), revelarán y desenredarán algunas de las complejidades de la mente y de las contracciones en el cuerpo. Liberarán algunos nudos. En ese momento,

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sentimos un gran alivio. Nos sentimos liberados. Es una experiencia vigorizante. También producen entendimiento, porque en el momento en que tenemos experiencias más allá de la mente nos damos cuenta de que hay una fuerza detrás de ella y de que somos esa fuerza. Si verdaderamente tenemos una experiencia de ser más allá de la mente, entonces deja de haber muerte para nosotros. ¿Qué hay de amar a otras personas? Amar a otras personas no es amar. Cuando no hay otros, entonces hay una posibilidad de amor. Es el único requisito. Es la condición necesaria y suficiente para el amor. *

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En la tradición india, se dice que uno debería tener un solo maestro. ¿Estaría mal entonces ver a otros maestros? No me gustan estos “deberías” y “no deberías”. ¿Cómo pueden ser compatibles con la libertad? Deberíamos estar libres de ellos. Sin embargo, una vez dicho esto, es cierto que a veces en algún momento surge el deseo de tener un maestro. Entonces, como en la antigua China, nos echamos a caminar por las montañas. Vamos de un lado a otro y en cada lugar hay algún tipo de maestro. Los visitamos y en algún momento pensamos, “me gustaría pasar algún tiempo con éste”. Sin embargo, esto de hecho no es una decisión nuestra. Es una decisión que no tenemos que tomar. Será tomada por nosotros en el corazón. Sin embargo, todo eso es una ilusión porque en realidad solo hay un único maestro. La enseñanza con palabras es solo el principio. Después hay enseñanza en silencio, que consiste simplemente en sentarse en la presencia del maestro. Sin embargo, existe todavía una forma más elevada y directa de enseñanza, que consiste simplemente en pasar tiempo con el maestro. Hay una historia del hasídismo sobre un avanzado buscador de la verdad que fue a ver al rabí, el maestro. El ayudante de maestro le preguntó, “¿Por qué quieres ver al maestro? ¿Tienes alguna pregunta que quieras hacerle?” El buscador de la verdad respondió, “No”. “Bien entonces supongo que quieres sentarte silenciosamente en su compañía y beneficiarte de la gracia que fluye de su presencia.” Volvió a contestar, “No”. Entonces el ayudante preguntó, “Bien, ¿Qué es lo que quieres entonces?” y el hombre contestó, “¡Quiero ver como se pone los zapatos!” En este asunto de ser un estudiante de la verdad, uno debería sentirse muy libre y seguir su corazón. Seguir también su razón e intentar que trabajen juntas. En caso de desacuerdo, sigue tu corazón. La conciencia y el discípulo son uno. Uno debería seguir al amor y a la felicidad más que a la mente. Sigue a la libertad. Uno debería acudir a un maestro que no tenga restricciones. Por ejemplo, en uno de sus libros Jean Klein describe una época antes de ir a la India en la que pasó un tiempo en Sri Lanka. Durante su estancia conoció al abad de un monasterio de una orden budista Therevada. Se hicieron amigos y aparentemente este monje quería que Jean se quedara con él y se convirtiera en su discípulo, aunque no dijo nada en ese momento. Jean fue entonces a la India y le escribió una carta de agradecimiento. Algún tiempo después le sorprendió recibir una respuesta de este monje de elevado rango, diciéndole que venía a la India a visitarle. En esa época Jean vivía en casa de una amiga india que era cantante y cuando el monje llegó, ella estaba dando un recital. Así que Jean salió a recibirle y dijo, “Por favor pase, estamos en medio de un

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hermoso recital”. Sin embargo, el monje dijo que no podía, porque iba en contra de las reglas de su orden. Jean dice, “Bien, eso me parecía respetable, pero al mismo tiempo sentí que no era mi camino, porque había restricciones. Era una falta de libertad”. Es importante incluirlo todo: belleza, amor, inteligencia y vida. La vida es una celebración. Considera todo lo que te hace feliz como un regalo de Dios y di, “Gracias”. Siente gratitud por estar vivo, por ser consciente, por haberte sido dado este extraordinario regalo de la vida y por ser capaz de buscar tu verdadera naturaleza. En esta celebración muy a menudo experimentamos una gran magnificencia, un enorme potencial, cuando parece que cualquier cosa podría ocurrir. Uno mira su alrededor como un niño y piensa que podría ser esto, eso o aquello. Sí. Supongo que está ligado a la idea, “¿Qué hago ahora?”, a la sensación de que con todo este potencial... Esta es una pregunta falsa. Pregúntate, “¿Quién hace la pregunta? ¿Quién es este ‘yo’ que no sabe que hacer?” No hay nadie. Sin embargo, la vida seguirá de todas formas, ¡no te preocupes! Me doy cuenta de que es una falsa pregunta, pero continúa sucediendo La vida avanzará. ¿No tienes ya suficientes actividades con una familia, niños y tu búsqueda de la verdad? Cada momento cuida de sí mismo. Es hermoso vivir sin saber como va a ser el próximo momento, mantente abierto a todas las posibilidades, como dijiste, como un niño. No tengas miedo de esta apertura. ¡No intentes llenarla! ¡Mantenla abierta! Lo que me preocupa es el miedo de estar atascado. Mantén todo en el aire. Mantén todo abierto y vive de apertura en apertura. Parece haber una enorme distancia entre el maestro y el estudiante. Puede que el maestro parezca estar un paso por delante. Pensamos que hemos entendido algo y ciertamente es posible que lo hayamos hecho. Sin embargo, hay una tendencia a cristalizar esta comprensión, a formularla, y esto crea un entendedor, un ego, un punto de vista fijo sobre como son las cosas. Aunque el maestro puede haber formulado la misma comprensión que nos ha permitido tener un vislumbre de nuestra verdadera naturaleza en primer lugar, sin embargo, cuando volvemos a dirigirnos a él, la enseñanza que nos da será completamente nueva y fresca. Inmediatamente nuestra formulación es disuelta y somos llevados a un nivel de comprensión más profundo. A medida que este ciclo de formulación y disolución continúa, puede que desarrollemos un gran amor por el maestro que está instigando este proceso. Este amor tiene un gran valor, pero un buen maestro, que en este caso quiere decir, uno que es completamente impersonal, no dejará que este amor se dirija a él como persona. Se escurrirá como una anguila, imposible de agarrar o de establecerse en él. Esto permite al estudiante ver que lo que él ama realmente es la comprensión, la inteligencia, la conciencia, y no a una persona. En este punto es posible que comience la verdadera relación con el maestro. Es una relación de amor impersonal. A medida que esta relación se despliega nos hacemos mas 75

y mas sensibles a los obstáculos que evitan este encuentro en el corazón, esta intimidad impersonal. Simplemente al darse cuenta de estos obstáculos, estos comienzan a desaparecer, no solo en relación a nuestro maestro, aunque para muchos puede ser nuestra primera experiencia de esto, sino también con otros, con nuestra pareja, nuestra familia, nuestros amigos, nuestros colegas. Y extrañamente descubrimos que cuanto más nos comportamos con los otros con esta actitud de amor impersonal, a su vez esta actitud más obliga a los otros a responder de forma similar. Descubrimos que dejamos de tener relaciones problemáticas. Muchas tradiciones hacen referencia a postrarse a los pies del gurú. Si el verdadero gurú es esta presencia impersonal y no la persona física, ¿qué quiere decir realmente la expresión ‘los pies del gurú’? La meditación es la ofrenda constante de nuestras esperanzas, miedos, creencias, descreencias, dudas, pensamientos, sentimientos, preocupaciones y percepciones del mundo al gurú, a la conciencia presente. Es un constante “prasad” (ofrenda) un dar y recibir constantes. Dejamos todas nuestras esperanzas y miedos, nuestros problemas, alegrías y penas a los pies del gurú. “Los pies del gurú” son el umbral de la conciencia, este lugar en la mente que no pertenece a la mente, esta apertura, esta ventana a través de la que la conciencia ve la mente. Es esta presencia consciente en nosotros. Esta ofrenda no es algo que hagamos de una vez por todas. Es una ofrenda continua a este umbral momento a momento. Es desde el mismo umbral al que hacemos la ofrenda, del que recibimos. Sin embargo, no podemos recibir si nuestras manos están llenas de objetos. Así que tenemos que dar, que ofrecer, para poder tener las manos vacías, la mente vacía. Tenemos que estar en el no-saber para poder recibir el regalo del gurú, la gracia, la comprensión, la presencia, la vida. Mientras nos agarramos al problema o intentamos solucionar el problema, no hay ofrecimiento. No hay no-saber. Ofrece especialmente tus pensamientos. Deja que el universo se encargue del problema. Si tus pensamientos corren en círculos, simplemente ofrécelos al infinito. Esto romperá el ciclo de tus pensamientos repetitivos de forma que puedas recibir la gracia de la intuición y la comprensión. Deja que el vacío empape tu mente y tu cuerpo. Ofrece el cuerpo, la mente y el mundo a la presencia constantemente. Tan pronto como te des cuenta de que estás atascado, libérate suavemente del apego. No es un esfuerzo. De hecho, es la terminación del esfuerzo. No lo conviertas en un esfuerzo. Es un alivio dejarse ir. Si haces un esfuerzo apilas un esfuerzo encima de otro esfuerzo preexistente. Esto no es lo que quiere decir “dejar ir”. Devuélvelo al infinito. Deja que el infinito se encargue de él. Tú no tienes que llevar la carga. En un cierto estadio de la meditación, es fundamentalmente tu cuerpo el que aparece, así que naturalmente se convierte en el principal objeto de tu contemplación. En esta etapa, la principal ofrenda a la conciencia es el cuerpo con todos sus sentimientos y sensaciones. Estate dispuesto a perder completamente el control sobre el cuerpo, sobre los sentimientos. Es nuestro deseo de hacer que ocurran cosas, de jugar a Dios, el pequeño dios, lo que impide que ocurran, lo que interfiere con el flujo natural de las cosas. Entiende que no tienes control de nada, que no hay ninguna elección que hacer como individuo, ninguna decisión. Deja que tu experiencia del cuerpo sea lo que quiera ser, sin embargo evoluciona espontáneamente. Confía en este desconocer. No te apegues a ninguna imagen del cuerpo. Hazte consciente de todas las tensiones que han sido superpuestas a nuestra vaciedad natural y que de esta manera ha creado una entidad separada o la ilusión de 76

una entidad separada. No trates de eliminar estas contracciones pero tampoco las rechaces. Dales completa libertad para que evolucionen en el tiempo y en el espacio. No hay meta, nada que alcanzar, no hay necesidad de luchar. La conciencia ya es un hecho. Es el más básico de todos los hechos. No hay que traerla de algún sitio. Ya esta aquí y todo está en ella. Así que ¿Por qué luchar? Y ¿qué es aquello por lo que estamos luchando? Solo podemos luchar por un objeto, algo sin valor. En vez de luchar, contempla la lucha. Da la bienvenida a tu lucha. Déjale que cuente su historia. Simplemente ama, simplemente acoge la lucha. Da la bienvenida al cuerpo y a la mente que se esfuerzan sin esforzarte en ser de ninguna manera diferentes de lo que son. *

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8 Una Explosión de Libertad Al encontrarme con alguien, he tenido ocasionalmente la experiencia de que no hay él/ella ni yo, pero todo el día estamos ocupados encontrándonos con personas. ¿Puedes decir algo sobre esto? El único lugar del que podemos partir es de nuestra propia experiencia, no de la de otros. Tenemos que investigar la verdadera naturaleza de nuestro ser y entender primero que no hay nadie aquí. Ese es el pre-requisito. En algún momento entendemos que lo que realmente somos, es esta presencia no-localizada, este acoger no-localizado. En el mismo instante que entendemos esto, lo vislumbramos, porque solo podemos entenderlo cuando somos esto. Para entenderlo es necesario ser esto conscientemente y, en ese momento, conocemos el modo impersonal de ser, de estar simplemente presente sin ser una persona; estar abierto, ser este espacio acogedor. Este espacio no consiste solo en una mente acogedora, una mente abierta a los otros, a sus ideas, conceptos y preocupaciones, sino que es también un cuerpo acogedor. Un cuerpo acogedor es un cuerpo que no es sólido, limitado; sino que está abierto a la totalidad, completamente vulnerable. Cuando otra persona aparece en este espacio acogedor, la presencia acogedora es sentida por el otro como amigabilidad, como silencio, como algo muy íntimo. El otro te siente como si fueras de la familia y con razón, porque lo que está sintiendo es su propia intimidad en ese momento, que es el espacio de silencio que compartimos. Dicho de otra forma, este modo silencioso y acogedor de nuestro ser resuena a través de la pantalla de pensamientos y sentimientos, y va directamente a este lugar que tenemos, que somos, en común. En la India hay varias formas de clasificar estos medios de transmisión, tales como el silencio, la mirada, el habla y el contacto. Esta experiencia de ser uno se expresa y comunica a sí misma de varias formas. Viene en varios sabores, pero viene del mismo lugar y nos lleva al mismo lugar. Todo lo que proviene del amor es espontáneo. Espontáneo significa ausencia de una persona, de una entidad separada. Por ejemplo, si mirando a alguien nos surge el pensamiento de que lo que está tras sus ojos es nuestra propia esencia y tratamos a esta persona en consecuencia con esto, nuestro comportamiento será espontáneo. Puede aparentar que es un hacer pero no lo es. Proviene de la comprensión. Todo lo que proviene de la comprensión es espontáneo. Si alguien con muchas capas de protección, y por lo tanto con muchos conflictos, se aproxima a nosotros, y entra en nuestro campo de expansión, sentiremos sus tensiones en nosotros. Estas tensiones no son algo que llevamos con nosotros. Llegan a nosotros de las circunstancias. Si las acogemos completamente, fluirán a través de nosotros y, al mismo tiempo, de una forma muy sutil, le estaremos mostrando a esta persona la salida a sus problemas. Esta otra persona no se dará cuenta, quizás nunca entienda lo que ha ocurrido, pero es muy eficiente. ¿Cuál es el verdadero propósito de nuestra existencia? La felicidad. Nacemos de la felicidad y somos una expresión de la felicidad. También somos un instrumento que está muy bien diseñado para encontrar la felicidad. Somos un instrumento de celebración.

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Veo que creo mis propios problemas, pero no veo a los otros como yo mismo. No me preocupa. ¿Debería simplemente continuar así? Por supuesto. Mientras seas feliz continua así. El propósito de la vida es encontrar felicidad y celebrarlo, así que aquello que te haga verdaderamente feliz es perfecto. Me han dicho que ya estoy realizado pero que no lo sé. Proyectamos el estado realización y proyectamos a “alguien” que está en ese estado. La razón por la que proyectamos un “alguien” que está en un estado de realización es porque nos proyectamos a nosotros mismos como un “alguien” que está en un estado de no-realización. Deberíamos preguntarnos, “¿quién hay ahí para poder estar realizado o no-realizado?” ¿Qué es el flash de iluminación del que hablan las Upanishads? Algunas enseñanzas de las Upanishads son mejores que otras. Los antiguos sabios se dirigían a gente con problemas, gente que se consideraban individuos, y por lo tanto contestaban a sus preguntas desde una perspectiva individual, desde el punto de vista de la ignorancia. Desde esa perspectiva hay seres realizados y no-realizados. La gente que planteaba las preguntas no deseaba la verdad última de forma inmediata, aunque los sabios intentaban llevarles directamente allí. Por lo tanto los sabios les concedían mantener, de forma provisional, su perspectiva y les daban una respuesta acorde. Tenemos que entender que el punto de vista de esas gentes era equivocado. Aquí nosotros somos más drásticos. La pregunta es: “¿Soy un individuo separado?” La realización, si es entendida como un evento que ocurre en el tiempo, significaría que algo ha sido añadido, que habría algo que no estaba presente con anterioridad, que algo habría venido. Sin embargo, ¿de dónde vendría y para quién? Entonces sería útil mantener en mente la pregunta, “¿Qué soy yo?” No es necesario mantenerla en la mente. Sin embargo, cuando en el transcurso de la vida cotidiana surgen circunstancias que producen sufrimiento, deberíamos investigar, “¿Qué o quién es el que está sufriendo?” No obstante, cuando estamos felices, no hay necesidad de preguntar, “¿Quién esta feliz?” Simplemente sé feliz. Cuando eres feliz estás en tu verdadero estado, porque el verdadero propósito de la vida es la felicidad, que es algo que todos conocemos. Esa es la razón por la que todos los seres humanos buscan la felicidad. La felicidad no es la pregunta, es la respuesta. La respuesta no es verbal. Es la vida misma. Es la propia consciencia. Eres tú. Es tú mismo ser. *

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Si cuando me duermo abandono completamente mi identificación, ¿cómo es que esta identificación parece regresar otra vez por la mañana? Esta pregunta se basa en una ilusión, en la falacia de una entidad personal que supuestamente abandona su identificación personal y la recupera cuando se despierta. Esta entidad es en sí misma una ilusión. De hecho la razón por la que hay ignorancia y un aparente despertarse de ella, es simplemente el placer divino, el juego divino. Es un juego que jugamos con nosotros mismos. Somos niños jugando. Cuando nos dormimos profundamente, experimentamos paz. Volvemos a la paz cada noche y también entre pensamientos durante la vigila. Si somos atraídos por el 79

intervalo entre dos pensamientos, si queremos morar en él, entonces se convierte en una experiencia. No es una experiencia objetiva, pero sin embargo es una experiencia. Este intervalo de paz entre dos pensamientos, que desde el punto de vista de la mente parece una ilusión, se convierte en una realidad. Esto también es cierto del intervalo entre dos percepciones o dos sensaciones. A medida que esta experiencia se profundiza, de forma correlativa la llamada realidad del mundo pierde su tangibilidad; es decir, pierde su realidad como algo exterior y separado de la consciencia. ¿Hay una alguna diferencia entre iluminación y realización? Iluminación y realización son diferentes. Iluminación es la compresión real de que la consciencia no es personal. Es la experiencia de la intemporalidad, impersonalidad y ausencia de limitación de la consciencia. La semilla de la iluminación es el sentimiento de ser atraído por la verdad, de estar interesado en la verdad. Es la gracia la que planta esta semilla. La realización es el establecimiento de esta comprensión a todos los niveles de nuestra experiencia, nuestro pensamiento, sentimiento y percepción. Implica que, en algún momento, descubrimos que no tenemos problemas, que disfrutamos de la vida totalmente. Es posible que otros utilicen estas palabras de forma diferente, pero esto no es un problema. De hecho es bueno. Nos enseña a no adscribir un valor absoluto a nada que no sea el Absoluto. No deberíamos preocuparnos por el significado de las palabras. Lo importante es hacia donde apuntan. La idea de desaparecer me perturba. La persona tiene miedo de desaparecer o, más exactamente, la persona es el miedo de desaparecer. Sin embargo, aquello que somos, la consciencia, no tiene ningún problema con ello porque profundamente sabe que nunca desaparece. Llega un momento en el que sentimos una gran libertad, libres de la muerte. Esto nos permite vivir verdaderamente la vida al máximo, independientemente de lo que eso signifique para cada uno de nosotros, ya que las expresiones de la belleza, amor e inteligencia son muy diversas. No hay nadie que alcance la realización. La noción de alguien que alcanza la realización es una contradicción en sus propios términos. No deberíamos pensar en nosotros ni en cualquier otro en términos de sí está o no realizado. Sería mejor usar expresiones tales como, “esta persona es un hermoso ser humano”. O simplemente expresar los hechos tal como son, “cuando estoy con esta persona me siento bien, no siento miedo y, si lo siento, es solo un antiguo mecanismo que no dura, simplemente desaparece y mi cielo vuelve a ser azul”. O, “siento que me he convertido en un amante de la verdad y eso es la única cosa que me importa en la vida”. Todo lo que podemos hacer es descubrir quienes somos, descansar ahí, y celebrar. No hay nada de que preocuparse. ¿Y qué ocurre si intentamos celebrar desde el punto de vista de la ignorancia, pensando que estamos descansando ahí? La celebración es espontánea. Proviene de la propia alegría. Una celebración artificiosa no es celebración. La verdadera celebración surge en el momento. Tiene su propio sabor. No proviene del sentimiento, “me he realizado”. Eso sería una premisa errónea. La verdadera celebración no tiene ninguna explicación, no hay ninguna verbalización asociada a ella. Es solo una explosión de libertad. Cuando estamos aquí juntos, hay

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momentos en los que sentimos esta dulzura, como una familia. Cuando sentimos este perfume, eso es la celebración. Si creemos que el perfume es un objeto, nunca lo encontraremos y sostendremos que nos falta. Sin embargo, este perfume no puede estar ausente. Aquello que puede estar ausente no es el verdadero perfume. Todo lo que tenemos que hacer es librarnos de la noción de que no está presente. Si mantenemos la noción de que no está presente, entonces nos dedicamos a buscarlo, y cuanto más lo buscamos menos lo experimentamos. Líbrate de la noción de que está en algún otro sitio, que tenemos que luchar por ello, que tenemos que pagar un precio por ello, que tenemos que sufrir por ello, que tenemos que esforzarnos. La vida no necesita ser diferente. Podemos vivir una vida normal. No hay problema en trabajar, ganar dinero, hacernos la vida fácil a nosotros y a nuestra familia. Todo está bien. Algunas veces las cosas han ido mal y parece que nuestra inocencia ha sido traicionada. Tenemos que entender, y esto generalmente ocurre de forma retrospectiva, que es precisamente esta traición de la inocencia la que nos conduce a la inocencia. Date cuenta que cada evento en nuestra vida ha sido exactamente lo que era necesario en el momento en que ocurrió, para mantenernos en el camino que nos conduce a la verdad, que nos conduce a la inocencia. Esas circunstancias nos ofrecieron justamente el ímpetu necesario hacia la verdad; de otra forma hubiéramos permanecido estáticos. Pensar que nuestra inocencia ha sido traicionada, pone de manifiesto nuestra forma de pensar. De hecho solo existe inocencia en movimiento hacia la inocencia en descanso. Una vez alguien le preguntó a Jean Klein sobre el caso de un niño que se había muerto con cuatro años, y él contestó, “¿Cómo sabes que esos cuatro años no eran exactamente el periodo de tiempo justo que necesitaba para conocer la felicidad absoluta?” Algunos de nosotros pensamos que la muerte es la abominación máxima, pero solo es nuestro condicionamiento el que nos hace verla de esa forma. Tenemos que entender que mientras miremos al mundo como un ser humano, como un individuo separado, veremos las cosas de forma consistente con esto, pero tan pronto como miramos desde el punto de vista de la consciencia, es muy diferente. *

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¿Qué podemos hacer con el ego? Tenemos que entender lo que significa “ego”. Yo uso la palabra “ego” de una forma muy precisa, que es diferente de la forma utilizada en psicología. La utilizo para referirme a cualquier pensamiento o sentimiento que exclusivamente identifica la consciencia con el organismo cuerpo-mente. De hecho, es casi un sinónimo de ignorancia, que es un término preferible, porque no tiene nada que ver con las características individuales del cuerpo-mente separado. La ignorancia es la creencia de que la consciencia es de alguna manera dependiente del cuerpo-mente. Eso es ignorancia o ego. Es un pensamiento o un sentimiento. Es importante entender esto, y no pensar que el ego es una entidad. Un ejemplo de ego es el pensamiento o el sentimiento, “yo soy algo”, “soy una mujer”, “soy un ser humano”, “estoy feliz”, “tengo esta edad”, etc. Es importante ver que debido a que decimos, “el ego es una ilusión”, algunas veces la gente confunde esto

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y dice, “percibo mi mente, cuerpo y pensamientos, y aun así me estás diciendo que no existo”. Esto no es lo que se quiere decir. Lo que se quiere decir es que es una ilusión pensar que un pensamiento, un sentimiento o una entidad, es lo que somos. El segundo error común es pensar que el ego es algo de lo que tenemos que deshacernos o de que tenemos que deshacernos de la individualidad. No hay ningún problema con el cuerpo o con la mente. No necesitan ser cambiados. Lo que se corrige es la identidad equivocada, la idea confundida de que nosotros, la consciencia, dependemos del cuerpo-mente; lo que sugiere es que el cuerpo muere, la mente muere, y si la mente muere la consciencia muere. Eso es ignorancia. ¿Cuál es la diferencia entre individualidad y ego? Individualidad es cada manifestación única de la consciencia en forma humana. Ego es el sentimiento o la creencia de que lo que llamamos “yo”, la consciencia, está exclusivamente limitada y depende de una de estas formas. La individualidad es una celebración del Yo (Self). El ego es una limitación aparente del mismo. Lo único necesario es ver la situación con claridad. Nos liberamos de una confusión mediante la comprensión, no mediante la violencia, el esfuerzo o la creencia. El ego es una confusión, así que nuestra liberación del ego solo puede ocurrir mediante la comprensión. La comprensión llega como resultado de la investigación sobre la verdadera naturaleza del Yo (Self). Solo la inteligencia y la comprensión pueden liberarnos de esta falsa noción que es la fuente de nuestra desgracia. Una vez que la perspectiva equivocada ha sido reajustada, entonces todo lo demás gradualmente encaja en su lugar, en su posición orgánica. La investigación que precede a esta comprensión no se hace con esfuerzo. Es algo disfrutable. Solo deberíamos hacerlo si nos interesa; si la cuestión nos invita, en cuyo caso deberíamos permitirnos ser invitados. Si somos invitados, al nivel de pensamientos o sensaciones corporales, por la pregunta, “¿Quién soy yo?” entonces di, “Sí”. Coopera, pero sin esfuerzo, sin conflicto. El conflicto y el esfuerzo solo perpetúan el error original. Es preferible mantener simplemente esta actitud de libertad, de libre pensamiento. La comprensión intelectual puede llegar a ser muy profunda, pero después tenemos que vivir de acuerdo con esta comprensión. Tiene que expandirse hasta alcanzar todos los ámbitos de nuestra vida, de nuestra actividad diaria, la vida profesional, las relaciones, la forma en la que sentimos nuestro cuerpo, nuestra comprensión de la belleza, etc. Cuando estamos enamorados de la verdad, deseamos cooperar con esta expansión, así que todos los ámbitos de la vida se convierten en una oportunidad para la celebración. No queremos ser felices solamente cuando pensamos. Patanjali se refiere a dos tipos de “yo-idad”. Hay dos clases de pensamiento “yo”. La primera es cuando pienso “yo”’ sin ningún atributo o limitación, sin ninguna imagen, sin unir el pensamiento “yo” a alguna cosa, tal como “soy una persona”. Este pensamiento “yo” puro se refiere directamente a la consciencia, pero es todavía un objeto porque es un pensamiento. Sin embargo, este pensamiento nos lleva directamente a su referente, que es la consciencia. Este pensamiento “yo” auque no es la consciencia, no es ignorante. Se refiere directamente a la fuente. Esto es el significado de la expresión, “Yo es el primer nombre de Dios”. El segundo pensamiento “yo” es el pensamiento “yo” identificado, el ego. Por ejemplo, “Yo soy un ser humano”, “soy un hombre”, “soy una mujer”, etc. En el momento en que surge este pensamiento, nace la ignorancia. El pensamiento “yo” puro 82

es realmente un puente entre su referente, la consciencia, y la ignorancia. Es una puerta. Es por esta razón que Cristo dijo, “Yo” es el camino, “Yo” es la verdad, “Yo” es la vida. El puente que cruzamos en un sentido saliendo del Jardín del Edén puede ser cruzado en el otro sentido, volviendo. El lugar de la “yo-idad” es el faro que nos señala dónde se halla la Puerta Dorada. Puede entenderse que “yo” en cuanto pensamiento sea falso, pero “yo” como sentimiento no parece lo mismo. En ambos casos se trata de un objeto, algo que aparece, algo manifestado. Se aparece a la consciencia. Surge la pregunta, “¿soy yo lo que aparece o aquello a lo que se aparece? ¿Qué soy yo?” Cuando aparece el sentimiento “yo”, se me aparece a mí, sea eso lo que sea. Este sentimiento “yo”, que es un objeto, no es el “yo” real, porque yo soy el “yo” al que se aparece. Yo soy es testigo, no el objeto del que soy testigo. Este testigo no es el ego. El ego es el sentimiento “yo” identificado, o el pensamiento “yo” identificado. Es el sentimiento, “yo estoy localizado aquí, en este cuerpo”. O es el pensamiento, “yo soy este cuerpo, soy esta persona”. El sentimiento “yo” puro está mas allá del ego. La razón por la que lo llamamos puro es porque no está identificado. Ha sido separado de cualquier atributo. Entender que soy el testigo y no el pensamiento “yo” o el sentimiento “yo” de los que soy testigo, significa que de alguna manera debo de tener la experiencia del testigo; de otra forma, no sería posible que entendiera eso. Esta comprensión proviene directamente de la experiencia de la fuente. Esta comprensión es de hecho la experiencia de la fuente. Es un vislumbre de nuestra verdadera naturaleza. No está en ninguna parte y está en todas partes. No está en ninguna parte porque no es un objeto, no está en el espacio. Está en todas partes porque todos los objetos aparecen en ella. ¿Podrías decir algo sobre la utilización del pensamiento “yo” o “yo soy” como una forma de volver a nuestra propia naturaleza? Lo encuentro muy difícil. No importa si no sabes como enfocarte en el “yo soy”. Simplemente inténtalo. Intentarlo es lograrlo. Al intentarlo, lo reconocerás, porque sabes lo que eres. Conoces la dirección del “yo soy”. Se conoce a sí misma en ti. No te detengas en ningún objeto, en ningún pensamiento o sentimiento. Suavemente aleja la atención de este pensamiento o sentimiento y llévala de vuelta al “yo soy”. Al principio puede dar la sensación de ser un esfuerzo. Deja que este esfuerzo se relaje volviendo a la fuente o al Yo (Self), que está buscando. Mantén la intensidad, pero deja que esta intensidad se desdibuje en su contorno, que pierda su definición, su contracción. Cada vez que te quedes atascado con una sensación, un sentimiento o un pensamiento, piensa o siente el “Yo” interior. Enfoca la atención en el sentimiento profundo de “yo”. Eso te desatascará. Aunque aquel que medita en el “Yo” (Self) parece muy silencioso desde el exterior, existe de hecho una gran intensidad interior. Hay un deseo de gran intensidad, de volver la atención hacia la fuente. En esta meditación, los sentimientos, pensamientos y percepciones no son rechazados. Aparecen en el perfume de la “yo-idad”. La atención no se dirige a ellos, sino más bien a la “yo-idad”. Aquel que teme, aquel que desea, aquel que siente gusto o disgusto, es una mera apariencia corpóreo-mental sobre el trasfondo de la “yo-idad”. No pierdas de vista el trasfondo. No sientas que fracasas en esta meditación. Lo logras cada vez que vuelves a dirigir la atención hacia su fuente.

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Desde el pensamiento “yo”, vamos a un sentimiento mas sutil, el sentimiento “yo”. Y desde ahí, se funde con el Absoluto, con su fuente. Se funde con la fuente de nuestra intención, con esta presencia, este espacio consciente que lo impregna todo, este “yo soy”. Al intentar hacer esto, a veces nos encontramos con el problema de que tanto el espacio consciente como el pensamiento “yo” pueden continuar existiendo como objetos. Este espacio puede continuar siendo un espacio físico o un espacio mental, sin fundirse con la presencia. El espacio consciente, la consciencia que lo impregna todo y el “yo soy” son la misma cosa, salvo que no es una cosa. Sin embargo, esta cosa única puede ser abordada desde dos ángulos diferentes. Uno es desde el sentimiento, desde el espacio abierto, desde una acogida abierta. El otro es desde el pensamiento “yo”, y éste es más cercano a la mente, al mundo interior. En ambos casos podemos, en algún momento, encontrar aridez, falta de perfume. En este caso, sería interesante probar con la otra herramienta, sabiendo que en última instancia son la misma. Es solo una versión diferente del mismo vehículo. De esta forma regresamos a una experiencia de la presencia que es vibrante. Que no es un estado en blanco. Adoptamos el pensamiento “yo”, lo adoptamos con la intención de entender, de experimentar la realidad a la que se refiere. Tomamos este pensamiento “yo” y le permitimos que nos guíe hasta la fuente, y entonces durante unos momentos moramos en esta fuente. Al principio, el hábito de agitación mental o corporal, nos arrastrará. En ese momento, podemos retomar otra vez suavemente, sin violencia, este pensamiento “yo”, siempre de una forma viva, con el deseo de experimentar su referente, nuestra presencia. ‘Yo’ es el más elevado de los mantras. Utilizándolo de esta forma, evitamos aburridas repeticiones. Se mantiene siempre vivo, siempre dirigido a su significado. Simplemente prueba y se decidido, valiente, paciente y tozudo al mismo tiempo. Asegúrate de que el jugo, el perfume, fluye siempre. Asegúrate de que no estás cantando la canción solamente, sin entender el significado. No tenemos que repetir el pensamiento “yo” salvo que nos demos cuenta de que hemos perdido el sentimiento de presencia. Utilizamos el pensamiento “yo” como un recordatorio, como un cable que, cuando descubrimos que estamos perdidos, nos lleva de vuelta a la seguridad. De esta forma también evitamos la repetición monótona. Cuando moramos en la presencia, no es necesario decir “yo”. El mantra “yo” solo se usa si aparece sequedad, duda o carencia. Este mantra “yo” es también la forma más corta de razonamiento superior, el pensamiento más corto que nos lleva de vuelta a la comprensión, a la inteligencia. Una vez que esto ha sido entendido nos damos cuenta, que igual que sustituye a todos los mantras, también sustituye a todos los medios inteligentes que pueden ser utilizados por la mente. Dicho de otra forma, una vez que esto ha sido entendido, no hay necesidad de ningún otro pensamiento adicional. En este caso, si surge un pensamiento o un sentimiento, simplemente soltamos este pensamiento o sentimiento en la “yo-idad”. ¿Podrías decir algo más sobre estas dos distintas formas de volver a nuestra verdadera naturaleza, una a través del pensamiento y la otra del a través del sentimiento, y de los obstáculos que encontramos? Cuando notes que estás involucrado en pensamientos repetitivos, simplemente obsérvalo. No te juzgues a ti mismo. No hay nadie a quien juzgar. Es solo un fenómeno natural que surge. De forma similar, el reconocerlo es otro fenómeno natural. No hay

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nadie que juzgue o a quien juzgar. Entrega tanto al juez como al que es juzgado a la presencia en la que aparecen. Vive con lo que trae el momento, fresco y nuevo, sea lo que sea. Deja que fluya a través de ti, permitiendo que cada cosa que aparece sea libremente remplazada por la siguiente. No te apegues a ninguna de estas apariciones. La expulsión del Jardín del Edén ocurre cuando nos vemos atraídos y nos involucramos con los objetos, olvidando nuestro verdadero centro, la presencia. Cuando nos apegamos a los objetos, bien porque queramos conservarlos o librarnos de ellos, volvemos a ser expulsados del Jardín. Los objetos son la tentación del diablo. Cuando nos desapegamos de los objetos volvemos al Jardín. A nivel de sensaciones corporales, podemos descubrir que estamos apegados a un gran sentimiento o a una gran sensación. Generalmente esto ocurre porque, implícita o explícitamente, queremos librarnos de ella y por lo tanto consciente o inconscientemente estamos enfocándonos en ellos. De esta forma, nuestra atención queda cautiva de este sentimiento particular. Hemos caído en la trampa del diablo. Simplemente el reconocimiento de que hemos caído en la trampa, nos libera de ella. Si hay pensamiento repetitivo, deja que encuentre su propia resolución. Al no alimentar esta dinámica, su inercia se irá, simplemente, disipando. Es como cuando subes una cuesta en bici: si dejas de hacer esfuerzo, la inercia se va debilitando y acabas parándote. Es lo mismo aquí. Deja de añadir energía al proceso de pensamiento mediante la creencia en el mito de un ser separado. Cuando la agitación del pensamiento disminuye, el nivel del sentimiento se hace más evidente. Este es el momento de ser valientes porque algunos de los sentimientos que afloran pueden resultar abrumadores. Sin embargo, son solo sentimientos. De hecho son solo sensaciones corporales con un “mí” adscrito a ellas. Si las dejamos tranquilamente hacer su trabajo, el nivel “mí” se desapegan solo por sí mismas. Pierden su “mi-idad” y también, por la misma razón, su mezquindad. Se vuelven mas dóciles, mansas, presentables, civilizadas. Dejan de ser un problema. Podemos vivir con ellas. Podemos tener una vida a pesar de ellas. El principal obstáculo es querer librarse de estos sentimientos, eliminarlos. Esa es la trampa del camino gradual. No tiene final. En el momento en que, como resultado de querer librarnos de él, quedamos hipnotizados por un sentimiento, estamos atascados. Permanecemos atascados a ese nivel hasta que abandonamos el deseo de librarnos de ello. Podemos estar ahí durante años o una fracción de segundo, que es lo mismo que no estar ahí en absoluto. Es nuestra elección. Si nos atascamos mucho tiempo con cada sentimiento que encontramos, el camino no tiene fin. Entiende que es verdaderamente nuestra elección quedarnos o no atascados con cada sentimiento que encontramos. No es algo que nos venga impuesto. Es algo que nos imponemos a nosotros mismos. Lo hacemos porque nos gusta. Por ejemplo, si alguien está enfadado y quiere perpetuar su enfado y expresarlo, es solo porque lo disfruta. En la meditación, todo resulta magnificado. Todo queda bajo el microscopio. Todo se hace más evidente, porque estamos en el laboratorio. Es un gran alivio cuando tomamos el camino directo, cuando por fin dejamos de intentar librarnos de los sentimientos, que es tan trabajoso. No hay que hacer nada con estos sentimientos. Podemos divorciarnos de ellos en cualquier momento. De hecho ni siquiera estamos casados con ellos. Cuando entendemos esto, nos damos cuenta de que, por la misma razón, no tenemos que ir sentimiento a sentimiento. Podemos abandonarlos, entregarlos todos juntos, al por mayor, y simplemente quedarnos en el ser. Si los sentimientos están presentes, están presentes. Si se quieren ir, se van. No tenemos nada que ver con ellos, ningún interés oculto. Permanecemos en el ser.

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El ser es un mundo diferente, otra dimensión, a la que los sentimientos no tienen acceso. Esa es la razón por la cual ninguna manipulación de los sentimientos podrá nunca llevarnos al ser. Igual que podemos atravesar el pensamiento repetitivo e ir directamente al sentimiento subyacente, podemos atravesar la capa de sentimientos, sin más, y volver al ser. Sitúate como consciencia, no importa lo que pase. Si nos situamos en el ser, generalmente al principio se producirá una gran convulsión. Habrá una revuelta, un alboroto. Sin embargo, mantente fuerte, con valentía y firme porque al final los sentimientos pierden. Gradualmente y de forma milagrosa las cosas se arreglarán solas. En el momento en el que nos situamos en el ser, abrimos las puertas de la armonía. Al principio hay un montón de presión. Hay un gran flujo de energía a través de estas puertas, pero el flujo se mueve en la dirección correcta. No te desanimes pensando que no estás consiguiendo el resultado objetivo esperado. No es así como ocurre. Los resultados no provienen de los objetos. El Ser es un mundo distinto, otra dimensión. Antes mencionaste la tendencia a quedar atascado en este proceso de retorno a la fuente. Hay dos formas principales de atasco en un nivel intermedio: una se debe a la pasividad, la otra se debe a la actividad. La pasividad, vagancia o apatía ocurre cuando descubrimos un pensamiento o sentimiento que realmente no queremos ver. Con objeto de encubrirlo, creamos algún tipo de ensoñación despierta, algún tipo de actividad mental. Esto nos aleja del problema, de la tensión, de la contracción. Es un rechazo, un escape. La actividad o la agitación ocurren en un estadio posterior. Esto ocurre cuando en vez de escapar queremos eliminar el problema. El deseo de eliminar el problema nos apega a él. Aunque esta actitud implica un nivel más elevado que el rechazo a experimentar el pensamiento o la sensación de forma completa, es todavía un nivel de apego. Podemos pasar varios años atascados con un solo problema, bien en pasividad o en actividad. Es importante ver esto claramente, de forma que podamos poner en práctica esta compresión en nuestra meditación, de forma que no perdamos nuestro tiempo en estos niveles intermedios. El ser está siempre presente e impregna todas las cosas. Ni siquiera el infierno podría existir sin el ser que lo impregna. No importa cual sea el sentimiento, tenemos la libertad de volver a este ser en una fracción de segundo. Podemos divorciarnos del sentimiento y pensamiento repetitivos, divorciarnos de nuestra infatuación con una entidad separada siempre que lo queramos de verdad, si encaramos con determinación la música resultante. Hablas de que en algún momento aflora el miedo. El ego está rodeado de miedo y deseo. El ego está en el centro de la telaraña y la tela está hecha de miedo y deseo. En el núcleo de la tela se sitúan el pensamiento “yo” y el sentimiento “yo”. Siempre que nos hacemos conscientes del miedo es como decir, “yo estoy en la tela”. Si seguimos la tela hasta su centro, acabamos en la araña. Es lo mismo aquí: si seguimos el rastro del miedo, en algún momento llegamos al ego, el pensamiento o sentimiento de que yo, la consciencia, es limitada. En ese momento el ego está indefenso. Solo ver lo que es consigue su desaparición o por lo menos lo desposee de su poder porque, siendo como es un error, no puede tolerar ser visto claramente, ser entendido. Cuando deja de haber una araña en su centro, la tela queda 86

irreparablemente dañada y ya no puede volver a ser reparada ni aumentada. Simplemente sabiendo que cada vez que nos enredamos en la tela, no importa realmente porque no hay ninguna araña en su centro que pueda dañarnos, cooperamos con este proceso. Haber visto la raíz del miedo, el ego, el error fundamental, no implica necesariamente la posterior desaparición completa del miedo. La tela residual todavía está presente y puede que ocasionalmente nos enredemos en ella, pero la situación es ahora muy distinta, porque vemos claramente que no hay peligro de que la araña nos mate. Así que nos desenredamos y eso destruye una porción de la tela. Cuanta más tela es eliminada, mas libremente nos movemos. Nunca podemos estar seguros de que no quede algún pequeño pedazo de tela, pero no importa. Disfrutamos bailando y celebrando. Cualquier miedo es solo una sombra de lo que acostumbraba a ser; ha perdido su poder. Al principio nos enredamos muchas veces porque la araña está todavía aparentemente presente, pero después de algún tiempo ha sido básicamente destruida. Cuando la tela aparece y nos enredamos en ella, no deberíamos tener miedo de la araña. No importa si la araña ha sido ya neutralizada o si todavía sigue activa, porque en cualquiera de los dos casos no nos puede hacer daño. Lo único peligroso es la creencia de que la araña nos puede hacer daño. La araña-ego es de hecho completamente impotente. Cuando nos enredemos en la tela, deberíamos acoger completamente estos enredos. No los resistas. Si dejamos de intentar llegar a alguna parte dando simplemente la bienvenida al enredo o la situación difícil en la que nos encontramos alcanzaremos la araña. Al dar la bienvenida a un trozo de la telaraña, somos conducidos hasta la araña. A medida que nos acercamos a la araña, el miedo aumenta y entonces en algún momento decidimos que, pase lo que pase, continuaremos acogiendo por amor a la verdad. Entonces alcanzamos la araña y la miramos a los ojos, y eso la mata. Así que no te preocupes de los enredos. Sin embargo, si lo que preguntas es cómo liberarte de la incomodidad, la respuesta es, “Ve tu libertad.” Eres libre. Es solo la ilusión, el pensamiento, la creencia de que no somos libres lo que nos ata. La consciencia es la libertad misma. *

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9 Lo Que la Mente no Puede Conocer Algunas sensaciones son desagradables. ¿Qué cambia cuando sé que no soy una sensación? Una sensación desagradable está hecha de dos componentes, la sensación en sí misma y su desagradabilidad. El problema es la desagradabilidad. La desagradabilidad es la reacción de “alguien” a quien la sensación le resulta desagradable. El “alguien” es la reacción, la resistencia, el “no me gusta”. Esta reacción, este disgusto, es a su vez otra sensación. Así que hay dos sensaciones. No estamos intentando entender que nosotros no somos la primera sensación, sino que estamos intentando investigar a quién le resulta desagradable esa sensación. Si damos una bienvenida completa a esta desagradabilidad, a esta resistencia, nos damos cuenta de que somos el espacio en el cual aparece, que no somos aquello que está siendo bienvenido. De esta forma, automáticamente nos experimentamos a nosotros como la presencia testigo en la que la sensación, la reacción contra ella y el supuesto sujeto que reacciona, el ego, aparecen. Deberíamos acoger la totalidad de la situación, la sensación y nuestra resistencia a la misma. Si la resistencia es a su vez desagradable, entonces acoge esta tercera sensación y así sucesivamente. Si apilamos las sensaciones de esta forma, en algún punto ya no hay más resistencia y empezamos a movernos en la dirección contraria. Esta vez, todas las resistencias superpuestas se van eliminando a medida que avanzamos, y volvemos a la primera sensación, pero esta vez sin la resistencia. De esta forma la desagradabilidad de la sensación original desaparece, y le damos la libertad de desplegarse y revelar su verdadera naturaleza. Normalmente no tenemos que llegar muy alto en la pila. Basta con acoger la primera resistencia, para ver que hay una resistencia. Darse cuenta de la resistencia nos permite entender que no somos el ego que se resiste, sino que somos simplemente la presencia testigo en la cual aparecen la sensación y la resistencia. Descubrimos que no hay nadie que resista, que la resistencia y aquel al que le disgusta son uno y lo mismo. No hay nadie al que le disguste salvo al propio disgusto. El tener preferencias y aversiones parece ser algo permanente. No, tenemos muchos momentos neutros. Incluso si fuera cierto que pasamos del gusto al disgusto, en ese caso, cuando el gusto está presente, el disgusto no está presente y viceversa, así que ninguno de los dos es permanente. Y si no son permanentes, no son una parte intrínseca de la consciencia. La consciencia no tiene gustos ni disgustos, aunque todos los gustos y disgustos aparecen en ella. Dijiste que la felicidad está relacionada con la consciencia universal. Entiendo la consciencia, pero no entiendo su universalidad. La mayor certeza que podemos tener es que somos conscientes. De hecho, es la única certeza que podemos tener. Simplemente hazte la pregunta, “¿soy consciente ahora?” o “¿está la consciencia presente ahora?” Aunque no sabemos que es la consciencia, sabemos que la respuesta a esa pregunta es, “Sí”. Aquello a lo que nos referimos para poder responder, “Sí”, es lo que llamamos consciencia. No es una experiencia objetiva, sin embargo tenemos absoluta certeza de ella.

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El simple hecho de que veamos y entendamos estas palabras muestra que lo que llamamos consciencia está presente; porque ¿cómo podríamos verlas o entenderlas si no hubiera algo presente que las experimentara? Ese “algo” es lo que llamamos consciencia. La siguiente pregunta es: “¿Es esta consciencia, sea lo que fuere, personal, limitada?” Si sostenemos que es limitada, esto implica igualmente que somos conscientes de sus limitaciones; si no fuera así no tendríamos legitimidad para sostener esto. En este caso aquello que es consciente de las limitaciones sería, en sí mismo, precisamente lo que llamamos consciencia. Mientras pensemos que la consciencia es individual, un sistema de creencias está todavía presente. Cuando no lo sabemos, estamos abiertos al descubrimiento de la felicidad. Mientras estas creencias estén presentes habrá una cadena de reacciones que se apilan unas sobre otras. Estas reacciones ocurren porque miramos las cosas desde el punto de vista de un cuerpo-mente, no desde la consciencia universal. Tenemos que investigar si de hecho tenemos una experiencia real de separación. Hay ciertamente una experiencia de consciencia, ahora mismo y siempre. La mente nunca la conocerá de una manera objetiva, de la manera en que conoce que dos y dos son cuatro. Sin embargo, podemos conocerla de una manera diferente, en identidad, en la manera en la que conocemos cuando entendemos algo, en un vislumbre, o cuando sabemos que somos conscientes. Dado que ser consciente no es una experiencia objetiva podríamos preguntarnos: “¿Cómo sé que soy consciente?” Sin embargo, tenemos la absoluta certeza de que somos conscientes. Este conocimiento de ser consciente se deriva de una experiencia que no es objetiva. Por lo tanto hay una forma de conocer que no es fenoménica, que no es objetiva, y que está más allá del ámbito de la ciencia. Si nos abrimos a esta forma de conocimiento se revelará a sí misma en un momento de amor, entendimiento o belleza, y en ese momento estamos más allá de la mente. Por ejemplo, cuando nos comunicamos, cuando tenemos una conversación, hay momentos en los que tenemos la certeza absoluta de que nos estamos comunicando, que nos estamos entendiendo el uno al otro. Podemos preguntarnos como es posible que estemos hablando verdaderamente sobre la misma cosa si somos dos entidades separadas. Si fuera cierto que somos dos consciencias separadas, nunca podríamos tener la certeza de que estamos hablando sobre la misma cosa. Si este fuera el caso entonces, cuando nos comunicamos, o bien estamos engañándonos a nosotros mismos o, en ese momento, somos una sola consciencia. Si lo consideramos en profundidad veremos que no es posible que dos consciencias separadas lleguen a tener la certeza de que se entienden una con otra, porque para entenderse es necesario un encuentro, una fusión. ¿Nos estamos engañando a nosotros mismos cuando pensamos “soy consciente”? Si observamos cuidadosamente esas ocasiones en las que tenemos un instante de comprensión, amor o belleza; si intentamos averiguar de qué experiencia proviene esto, descubriremos que proviene de la misma experiencia no-objetiva, del mismo vislumbre atemporal, que la experiencia que nos permite decir “soy consciente”. Este no es un conocimiento fenoménico, sino conocimiento en identidad, conocimiento en el ser. *

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Es casi imposible enfocarse en un dolor realmente intenso.

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No recomiendo enfocarse en el dolor. Al contrario, recomiendo darle la bienvenida, sin añadir resistencia frente a él, abrirnos a él pero al mismo tiempo permitirle fluir. Si nos enfocamos en él, lo bloqueamos. Déjalo fluir completamente. Mi experiencia es que es casi imposible dejarlo fluir completamente. Me supera Deja que te supere y después dale la bienvenida a la reacción. Eso es todo lo que puedes hacer y es suficiente. Hay una historia Zen de un maestro que se está muriendo con tremendo dolor. Grita y su discípulo le pregunta: “¿Por qué gritas? Hace tres años tuviste un dolor terrible y no gritabas” El maestro replicó, “¡Esa vez no me estaba muriendo!” Hacemos lo que podemos. El dolor y el placer son parte de este envoltorio corporal. En un momento de dolor intenso se abandona todo. Una experiencia así requiere una total presencia en el momento. De hecho nos conduce al momento. No nos queda mucho espacio para pensar en otra cosa que no sea pensar en nada. En el momento es lo que es. La consciencia es el testigo de lo que acontece. El propio hecho de que podemos hablar de ello demuestra que somos el testigo (de ello). Es una experiencia muy intensa. En el tantra, se dice que una experiencia intensa es una muy buena oportunidad para la iluminación, porque supone un gran acúmulo de energía. Simplemente lo seguimos allí a donde nos lleve. El placer o el dolor intensos son igualmente válidos. Si eliminamos el componente de gusto o disgusto y nos quedamos solo con la intensidad, no son tan diferentes. ¿Qué quieres decir cuando hablas de acoger la ira y la frustración intensas así como también el odio de las mismas? Hay expresión de la ira, represión de la ira y hay acoger. La expresión es mejor que la represión. La represión es tamásica, pesada; nos vuelve insensibles. La expresión es rajásica, excita las pasiones. Acogerlo, amarlo, ir hasta su raíz mediante el amor y la comprensión es armonioso, sáttvico. ¿Así que debería tratar de no enfocarme en el niño que me está volviendo loco y simplemente permitir estos sentimientos? Tenemos que entender quién es el que se está volviendo loco. Entonces, si sentimos que soy “yo”, tenemos que profundizar en esta “yo-idad” que está enfadada A menos que hayamos aclarado este aspecto, el enfado volverá a surgir una y otra vez de su fuente. Es como una bolsa sin fondo. La ira, el miedo y el deseo continuarán saliendo de esta bolsa. Por lo tanto cuando sentimos ira, tenemos que preguntarnos, “¿Quién está enfadado?” Podemos empezar con pensamientos tales como, “¡Pero me hizo esto a mí, como se atreve!” Sin embargo, tras este nivel de pensamientos, tenemos que investigar quién es este “mí” del que estamos hablando. Es un sentimiento. Este “mí” se convertirá en un sentimiento, no solo un pensamiento. Entonces tenemos que investigar este sentimiento completamente. Es importante ver que normalmente queremos librarnos de esta reacción iracunda. ¿Quién quiere librarse de la reacción? Es el mismo “mí”. Salvo que investiguemos esta 90

situación, nos veremos atrapados indefinidamente en un ciclo de reactividad y de deseo de librarnos de ella. Lo mismo se aplica si nuestra investigación viene motivada por un deseo de cambiar algo. Tenemos que entender que el que se enfada y el que quiere librarse del enfado son uno y lo mismo. Tenemos que profundizar en el sentimiento “mí” cuando surge. Cuando estamos perfectamente contentos no es necesario hacerlo, pero cuando tenemos una sensación de carencia, una sensación de desgracia, un problema, entonces deberíamos investigar en profundidad quién es el que se siente desgraciado en ese momento. Profundiza en ello. Es un sentimiento. Esta “mi-idad” es una cosa percibida, como una semilla. Deja que crezca completamente, hasta ser como un árbol, y pregúntate, “¿Quién es el verdadero “mí”? ¿Es el árbol del que estamos siendo testigos o la consciencia en la que está apareciendo?” Si acogemos la ira completamente se disolverá o nos conducirá otra vez a este “mí”, y en ese caso seguimos acogiendo. Amamos nuestra ira; la dejamos que aflore. Comenzamos con un pequeño enfado interior, después puede que descubramos un enfado enorme, frustración, miedo y después, en la raíz de ello, hay este miedo último. *

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¿Qué es la mente? Es una cuestión de definición. Yo defino la mente como pensamiento, percepción y sensación. Es un término genérico que incluye todo lo que es percibido. Generalmente se considera que es como una bolsa que contiene todas nuestras esperanzas, deseos, miedo, memorias, etc., pero de hecho nunca hemos experimentado un órgano tal, así que no podemos sostener que exista tal cosa. Nuestra experiencia real es un flujo de pensamientos, sensaciones y percepciones. No están contenidos en la mente; son lo que llamamos mente, y aparecen en la consciencia. Todo lo que es percibido es mental, fenómenos, apariencias, objetos, mientras que la consciencia es el elemento que percibe, el testigo de lo mental. ¿Qué pasa con el entendimiento? Si concebimos el entendimiento como un proceso, ocurre generalmente en dos pasos. Hay un primer paso que tiene lugar en forma de una línea de pensamiento continuo. Este es un proceso en el tiempo, en el que se exploran los diversos aspectos de una cuestión, y después hay un momento de comprensión. Este momento es atemporal. Es instantáneo. Tiene lugar más allá de la mente, es un momento creativo, en el que el pensamiento exploratorio llega a su fin de forma natural. Nos deja en la comprensión. Seguimos el pensamiento y entonces muere en su fuente, que es la consciencia. Por lo tanto el entendimiento ocurre cuando el pensamiento llega a su fin. Cuando la comprensión está presente el pensamiento no lo está. Por lo tanto no podemos decir que entendemos un pensamiento. El entendimiento no tiene objeto. Se entiende a sí mismo. El entendimiento es una de las formas en las que la consciencia se revela a sí misma ante sí misma. El humor es otra. Cuando entendemos un chiste, el chiste ya ha desaparecido. La frase del desenlace llega su fin, desaparece, y entonces nos reímos. Este momento de humor, cuando cogemos el chiste, es otro momento en que la consciencia se revela a sí misma ante sí misma. De hecho no tiene lugar en un momento. Ese “momento” es

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atemporal, fuera del tiempo, pero cuando la mente reaparece para formular la experiencia, la reconstruye erróneamente como si hubiera tenido lugar en un momento, en el tiempo. De hecho, cuando algo es “conocido”, lo que es conocido deja de existir como un objeto aparente y se funde con la consciencia. En eso consiste conocer. Todo lo que llegamos verdaderamente a conocer es la consciencia. La consciencia se conoce a sí misma en esta vasta diversidad de experiencia. La consciencia es la inteligencia misma. Si nos aproximamos a la consciencia con una pregunta, entonces, cuando la pregunta muere, nos encontramos en la respuesta universal. Somos la respuesta. Todas las respuestas están ahí en un único momento. Si vamos a la consciencia siguiendo un sentimiento, entonces, cuando el sentimiento muere, la respuesta es amor o felicidad. La consciencia se experimenta a sí misma como amor o felicidad. Si seguimos de forma natural una percepción sensorial, entonces, cuando muere, la respuesta de la consciencia es belleza. Se podría decir que el entendimiento es el aspecto intelectual de la consciencia, el amor es el aspecto de sentimiento de la consciencia y la belleza es el aspecto perceptivo de la consciencia. Una obra de arte es un objeto compuesto de varios elementos, que nos lleva a través de este camino de percepciones. Nos conduce a través de una mezcolanza de pensamientos, sentimientos y percepciones y, en algún punto, cuando hemos pasado por los diversos elementos, nos deja en un lugar de silencio. La mente quiere saber, pero no puede. Cuando la mente descubre que no puede saber, se vuelve silenciosa. Cuando la mente se vuelve silenciosa, cuando abandona su pretensión de saber y se vacía de todo su equipaje recibimos, de esta fuente invisible que es el núcleo de nuestro ser, precisamente aquello que necesita ser conocido en cada momento, si es que algo necesita ser de hecho conocido. Vivir de esta manera, en este silencio de la mente, abierto a la armonía universal, es lo que se llama vivir en el Tao. Entonces hay felicidad en todo momento, milagro en todo momento, descubrimiento, novedad, frescura, creación, en todo momento. Es muy fácil. No hay necesidad de estar realizado para tener esta experiencia. Simplemente hazlo. *

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¿Podrías hablar de no ser el hacedor? El entendimiento “yo no soy el hacedor” pertenece al lado negativo. Es lo que no soy, y lo deja a uno en un estado de resignación. Aquí todavía falta la felicidad. La felicidad proviene de la experiencia de lo que soy, no de la compresión de lo que no soy. La comprensión “yo no soy el hacedor” no implica, por ejemplo, la comprensión de que la consciencia es impersonal. Esto es especialmente cierto si la comprensión, “yo no soy el hacedor”, se deriva de una visión materialista del mundo, tal como, “entiendo que no soy el hacedor porque esta mente es el producto del cuerpo y este cuerpo es un producto del universo, que a su vez está sometido a la ley de la causalidad. Por lo tanto cualquier acción llevada a cabo por este cuerpo es parte de la acción del universo”. Esta comprensión, “yo no soy el hacedor”, es una comprensión lógica basada en una perspectiva científica honesta. Si, de acuerdo con ella, la mente depende del cuerpo y la consciencia depende de la mente, todavía habrá miedo a desaparecer. Habrá miedo a la desaparición de este cuerpo, lo que significa la desaparición de esta mente, lo que a su vez significa la desaparición en la nada. En este caso habrá una cierta relajación, porque entendemos que no hay nada que podamos hacer, pero al mismo tiempo habrá una cierta resignación debida a la falta de alegría.

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La comprensión, “yo no soy el hacedor”, no implica lógicamente que la consciencia sea universal, que la experiencia de ser, “yo soy”, sea universal y eterna. No veo como puede haber felicidad en esas circunstancias. Puede haber algo de paz con resignación, pero ciertamente no verdadera celebración. La verdadera celebración proviene de la buena noticia de que no hay muerte, del sentimiento profundo de que lo que soy es eterno, no de una árida comprensión intelectual de que no hay nada que pueda hacer. Por lo tanto, “yo no soy el hacedor”, no es la compresión última porque no implica que la consciencia sea impersonal. Ramana Maharshi descubrió que no había muerte cuando su cuerpo murió a los diez y seis años. Descubrió que esta “yo-idad” es eterna. Por supuesto el corolario de esto es, “yo no soy este pequeño hacedor”. Por lo tanto, si es entendido como un corolario de una experiencia mayor, de la experiencia de silencio, de presencia, de eternidad, está bien. Habiendo dicho esto, si alguien está haciendo esfuerzos, puede ser útil decirle a esta persona: “Tú no eres el hacedor. ¿Qué estás intentando conseguir? Dado que no hay hacedor no tiene ningún sentido”. En la cesación del esfuerzo que sigue a esto, se abrirá una ventana de oportunidad para un vislumbre de nuestra verdadera naturaleza. ¿Qué es el “Sahaja samadhi”? El término “Sahaja samadhi” es habitualmente utilizado en relación a “Nirvikalpa samadhi”. Nirvikalpa samadhi es la experiencia de nuestra verdadera naturaleza. En Nirvikalpa samadhi se da la presencia, el conocimiento, y el gozo de nuestra eternidad. El proceso natural de realización después del Nirvikalpa samadhi es el Sahaja samadhi. Después del Nirvikalpa samadhi, después de la experiencia del gozo último, el mundo reaparece y usualmente los viejos patrones de pensamiento y sentimiento reaparecen. El sentido de separación reaparece pero dado que la paz y felicidad del Nirvikalpa samadhi, de nuestra verdadera naturaleza, todavía perdura, la reaparición del mundo se acompaña de un deseo muy profundo de volver al Nirvikalpa samadhi. Durante un cierto tiempo queremos reproducir esta paz, hasta que se nos señala que estamos todavía en una perspectiva dualista, de separación, dado que seguimos haciendo una distinción entre nirvana, consciencia pura, y samsara, el mundo. Entonces se nos pregunta, “¿De dónde surge el mundo, dónde mora y a dónde va?” Obviamente la respuesta es, “de la consciencia”. La respuesta proviene de la experiencia del Nirvikalpa samadhi. Entonces se nos pregunta, “si surge de la consciencia, existe en la consciencia y desaparece otra vez en la consciencia, ¿Cuál es entonces su verdadera naturaleza?” La única respuesta posible es, “Es la propia consciencia”. Entonces se nos pregunta, “¿Por que buscas el Nirvikalpa samadhi si todo es consciencia? Simplemente descansa allí donde estés”. Entonces, de repente, nos damos cuenta de que nuestra verdadera naturaleza está siempre presente bajo cualquier circunstancia, de que todo es Dios, de que no hay nada que no sea Dios. Eso es Sahaja samadhi, el estado natural. Algunas veces podemos observar claramente un punto de no retorno, pero no es siempre así. Sin embargo, el profundo miedo a desaparecer, el profundo miedo a la muerte, no regresa. Este miedo profundo es lo que nos impide ser felices. Cuando desaparece, la búsqueda se convierte en una celebración. ¿Qué se transmite a través de un amigo espiritual? Lo que se transmite realmente es la paz última que está presente cuando el miedo a desaparecer se ha desvanecido. Esta ausencia de miedo se comunica a sí misma sin que tengas que hacer esfuerzo alguno. Las palabras tienen cierto interés pero no son la parte importante. 93

Cuando un niño se despierta asustado por los tigres en medio de la noche, va a la habitación de su madre y se mete en la cama con ella. La madre no necesita hacer nada. Simplemente sigue allí tumbada con el niño y lo abraza. Lentamente el miedo del niño se disipa. ¿Por qué ocurre esto? Es porque la madre no tiene miedo de los tigres. No tiene miedo. No hace nada ni transmite nada al niño. Sin embargo, debido a que ella no tiene miedo, el niño es capaz de soltar su propio miedo gradualmente. El niño percibe su confianza y su imperturbable falta de miedo y es la resonancia con la falta de miedo en su madre lo que le da el valor de soltar su propio miedo. Reconoce la falta de miedo de su madre como propia. Cuando el niño cuenta la historia a la mañana siguiente, puede que diga que su madre le consoló y que fue como consecuencia de esto que desapareció su miedo. Sin embargo, eso es solo la forma en que el niño lo percibe. La madre sabe que ella no hizo nada, que el elemento efectivo del encuentro fue su falta de miedo. Todo lo demás fue solo la envoltura que lo hizo posible. Todos los medios utilizados por el maestro, los diálogos, las meditaciones, el tiempo que pasamos juntos informalmente, son de hecho solo el teatro en el que se representa este drama entre madre y niño, entre el maestro y el discípulo. La substancia del drama es este amor, inteligencia y belleza. Esta relación es simplemente la revelación del Ser (Self) que todos somos. *

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10 Los Objetos Fluyen a Través de Nosotros Esta mañana me sentí frustrada porque mi hijo pequeño no se tranquilizaba. Estaba enredada en un nudo de frustración. Entonces me descubrí a mí misma observando la irritación y la frustración. De repente me encontré con una sensación de paz, observando como la frustración iba y venia. Mas adelante oí tus palabras: “Simplemente suéltalo”. En ese momento, no sabía quién lo soltaría, qué podría significar el soltar, o quién es el que suelta. Cuando hay un observar tranquilo, no hay nada que soltar. ¡Suelta el pensamiento soltar! No hay alguien que suelte. El soltar es el resultado de la comprensión. Soltamos, abandonamos la búsqueda cuando entendemos que la búsqueda no va a traernos la felicidad que estamos buscando. La abandonamos porque ya no tiene ningún significado mantenerla. Es como buscar agua en el desierto. Cavamos hasta que alguien nos indica que ahí no hay agua. Entonces de repente comprendemos. “Es cierto, no hay agua; ¿Qué estoy haciendo?” Sin embargo frecuentemente, debido a que el hábito de cavar es tan fuerte, volvemos a empezar a cavar hasta que vuelve la comprensión y nos detenemos. Llegado cierto punto, no necesitamos revisitar la historia del hombre que nos dice que no hay agua, no necesitamos volver a esta línea de argumentación. Simplemente nos sorprendemos cavando e inmediatamente lo dejamos. Cada vez requiere menos tiempo volver a la compresión y después de cierto tiempo, tan pronto como nos sorprendemos cavando, el cavar simplemente cesa. No hay alguien que deja de cavar. Es siempre la misma comprensión la que abandona el cavar. Nadie abandona el cavar. Simplemente es abandonado. La supuesta persona es el que cava, así que no puede ser también el que abandona. Si hay alguien que abandona al que cava, en ese caso el que abandona debe ser el mismo que el que cava. Si hay alguna intención, entonces este abandonar es solamente cavar más. En mi experiencia el acoger no ocurre sin una intención y si hay una intención, entonces no hay verdadero acoger, y los pensamientos y sentimientos simplemente se acumulan. Cuando dices que el acoger intencional no es verdadero acoger, estás formulando una comprensión. Esta comprensión es en sí misma el resultado de un acoger verdadero. Es el acoger una situación lo que te conduce a la comprensión de que el acoger intencional no es verdadero acoger. Dado que entiendes esto, es una buena herramienta porque cuando veas que hay una intención, al mismo tiempo entiendes que no hay acogimiento. A la luz de tu comprensión, esta intención será abandonada. Si nos juzgamos a nosotros mismos, esto implica que nos gustaría ser diferentes, que nos gustaría no tener una intención. Esto significa que tenemos la intención de no tener una intención, y esto crea una capa adicional de intención. No acumules capas de intención. Observa el mecanismo. Date cuenta de que cuando hay intención, esto evita el acogimiento. No lo juzgues. No hay problema. Es parte de la naturaleza. La intención es natural. El ego es natural. Los problemas son naturales. La ausencia de problemas también es natural. Todo es natural. Todo está bien. Todo es parte del cuadro total que es perfecto tal y como es. No te juzgues a ti mismo. No hay nadie a quien juzgar. Ve la intención tal y como es. En el momento que vemos que no hay acoger, ya estamos acogiendo. Es únicamente 95

el acogimiento lo que nos capacita para ver la situación y este ver es suficiente. Fíate de ello. No necesitas hacer nada con eso. No crees un hacedor que quiere hacer algo, que quiere mejorar el acoger, que no está contento con la forma en la que el acoger está o no ocurriendo. Has entendido que la intención es el mayor obstáculo al acoger. Permite que esta comprensión trabaje para ti, no trabajes tú para ella. *

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Por la noche observo como las percepciones, pensamientos y sensaciones se difuminan. Claramente desaparecen en mí, así que el “yo” real obviamente no duerme. Me hago el propósito de observar lo opuesto por la mañana, pero en ese momento no me parece tan cierto que salgan de mí porque parece que me despierto en un mundo ya hecho. ¿Puedes comentar algo sobre esto? La desaparición del mundo y del cuerpo por la noche se acelera y ocurre de forma muy rápida durante la fase final. Después, vuelve a ocurrir lo mismo cuando reaparecen al despertarnos. Es muy rápido. Cuando observabas como se desvanecían las sensaciones, se estaba produciendo un proceso doble. Había un proceso a nivel de sensación, y al mismo tiempo la mente lo estaba interpretando igual que un teórico que intentase encajar la teoría con el experimento. Es importante eliminar el teórico y ajustarse solo al experimento, al sentimiento y a la sensación. La experiencia de desaparición del observador no ocurre solo durante esta transición de la vigilia al sueño. Cuando nos damos cuenta de la presencia del observador, podemos acogerla completamente y observar su desaparición, como si estuviéramos mirando una puesta de sol. Aquello que persiste es nuestra propia naturaleza. El observador no puede ser consciente de esto, porque el observador es también percibido. Es un pensamiento, un impostor, que no observa nada. Es observado. En mi caso, cuando el teórico se dio cuenta de que yo estaba despierto todo el tiempo y de que yo era el testigo de estas transiciones entre estados, me di cuenta al mismo tiempo de que había sido así durante años. Simplemente no había sido capaz de formularlo a nivel de la mente, ni la mente había sentido el impacto de este conocimiento, porque ocurre más allá de la mente. Ocurrió cuando me estaba quedando dormido. Mi cuerpo físico se disolvió completamente, y entonces hubo pura nada. Esta a su vez adoptó la forma de la totalidad del mundo de ensoñación. Entonces me di cuenta de que yo había estado presente todo el tiempo como esta consciencia. La consciencia es como una masa de arcilla, en un momento adopta la forma del cuerpo, después otra vez arcilla, y después toma la forma de un sueño. La arcilla en sí misma es puro silencio. El sentimiento “yo” está presente en el sueño. Después el sueño se interna en la arcilla, y el mundo del estado de vigilia surge de la arcilla, y con él resurge el sentimiento “yo”. Sin embargo, después de esto, el sentimiento de la presencia de nuestra verdadera naturaleza persiste, durante un largo tiempo, de forma que aunque los objetos del estado de vigilia, incluyendo el sentimiento “yo”, reaparecen, ya no tienen ningún poder hipnótico sobre nosotros. Esto es especialmente cierto si meditamos de esta forma antes de dormirnos y, si lo hacemos, descubrimos que el mismo estado de meditación está presente cuando nos despertamos. El “estado de meditación” significa que hay objetos presentes, pero no estamos hipnotizados por ellos. Si nos deshipnotizamos conscientemente de los objetos cuando nos vamos a dormir, descubrimos que estamos todavía libres de ellos cuando despertamos. Esto no quiere decir que no hay objetos presentes; quiere decir que no

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estamos apegados a ellos. Esta presencia a menudo persiste durante una hora mas o menos, pero si moramos en ella conscientemente, persiste durante todo el día y también cuando nos dormimos. En este caso, es permanente. Cuanto más moramos en ella, mas la sentimos. En nuestros encuentros cultivamos este ser conscientes y, en algún momento, lo sentimos. Si hay una intención pura de conocerlo, lo sentiremos. ¿Es el observador el mismo que el pensamiento “yo”? Sí, es el pensamiento que limita lo que somos a una entidad específica que tiene la capacidad de observar. El ego es creado por el deseo de observar. De hecho, es el deseo de observar. ¿Es mejor permanecer en el sentimiento “yo” que seguir el deseo? El sentimiento “yo” puro no se puede sostener. Puede ir en dos direcciones. Puede fundirse con la consciencia o puede generar un atributo tal como, “quiero esto”, “soy esto”, “soy feliz”, “no soy feliz”, “estoy enfadado”, “soy un hombre”. No puede permanecer como un puro “yo”. Bien muere y vuelve a su fuente, revelando así a la consciencia o, para poder perpetuarse, se mantiene ocupado identificándose con objetos y por lo tanto limitándose a sí mismo. Observa tus propios pensamientos y sentimientos. Puedes regresar al pensamiento yo en torno al que giran y desde aquí serás conducido a su fuente, que es este espacio de consciencia acogedora o bien, si este espacio es considerado insuficiente, el pensamiento “yo” volverá a surgir otra vez y generará agitación, deseos y atributos. Si retrocedemos desde un pensamiento o sentimiento hasta el “yo” sobre el que gira ¿Cómo remontamos desde ahí el río hasta la fuente? Este “yo” es un pensamiento o sensación percibidos. Es percibido por que aparece en mí, sea lo que eso sea, en la consciencia. Así que ¿Somos nosotros el pensamiento o sentimiento “yo”, o la consciencia en la que aparecen? Es obvio que somos la consciencia en la que aparecen. Habiendo entendido esto, tenemos ahora la posibilidad de elección entre permanecer conscientemente como este espacio en el cual aparecen el pensamiento o sentimiento “yo” o como un objeto, el “yo”. Al principio, cuando permanecemos conscientemente como este espacio acogedor, nos sentimos arrastrados, por la fuerza del hábito, de vuelta al pensamiento o sentimiento de ser un “yo” limitado. Sin embargo, cuanto más a menudo volvamos suavemente a este espacio acogedor y permanezcamos ahí en un no saber y abiertos, más fácil y natural será permanecer ahí, permanecer como eso. Este espacio de acogida está siempre en el ahora, es el ahora, y en él se revelan todas estas contracciones. Las contracciones son evitación, evitación del ahora que, desde el punto de vista de la mente, es aburrido porque no hay nada que pueda hacer ahí. De hecho, la mente no existe ahí. Erróneamente interpreta este espacio de consciencia silencioso y luminoso como la nada y por lo tanto empieza otra vez a fabricar miedos y deseos otra vez. Sin embargo, no hay necesidad alguna de retomar el pensamiento “yo” una y otra vez; si lo hacemos se hace aburrido. Tomamos el pensamiento “yo” una vez y nos conduce a esta presencia cogedora que somos. Después, permanecemos en esta presencia, en el ahora, y nos enfrentamos a todas las contracciones, la evitación, la atracción, la repulsión, el material que sale. Gradualmente, a media que encaramos este material que va surgiendo, pierde su conexión con el “yo” el cual, al dejar de estar 97

identificado con un objeto, se funde en la fuente y es reconocido como consciencia. Al empezar, mantenerse volviendo a la presencia acogedora parece un esfuerzo, pero en algún momento es tan natural que lo que parece requerir un esfuerzo es abandonarla. La sentimos como nuestro hogar. Dejamos de sentir que necesitamos el entretenimiento. ¿Dirías que es más importante abandonar el “yo” en el curso de nuestra vida diaria o en la meditación? No hay diferencia. La meditación debería ser parte de la vida diaria y la vida diaria debería ser meditación. Podemos dedicar un tiempo para la meditar si somos invitados, si surge de un deseo de cooperar, de la buena voluntad. Sin embargo no lo separes de la vida diaria. No sientas, “he hecho mis deberes”, y después desconectes. Si meditamos a la mañana y a la noche, tendremos recordatorios espontáneos durante el día, aunque puede que no los reconozcamos. El momento en el que nos llega un recordatorio es muy creativo. Simplemente vivimos con él, lo dejamos fluir a través de nosotros. Algunas veces es un pensamiento, pensar sobre la verdad. Otras veces es más como un sentimiento, como ser invitado por la meditación. Si con objeto de alcanzar una meta, adoptamos un tiempo específico para la meditación, esto implica algo de rigidez, cierta disciplina. Si le dedicamos tiempo por amor, sin una meta, sin la noción de que nos llevará a alcanzar un cierto nivel, entonces está bien. Al principio, puede que decidamos meditar en alguna posición, pero con el tiempo la posición se vuelve irrelevante. Llegado cierto punto es muy difícil saber cuando estamos meditando y cuando no. Y esa es la cuestión. Deja de tener sentido hacer este tipo de distinción. Al principio, pensamos en la verdad de vez en cuando. Después llega un momento en el que siempre que hay un momento disponible surge automáticamente un pensamiento sobre la verdad. Mas adelante, esto es espontáneamente remplazado por el silencio o quizás por un breve pensamiento sobre la verdad seguido de silencio. Para entonces, aún cuando no estamos disponibles, es decir cuando estamos ocupados con alguna actividad, la meditación está todavía presente. Sin embargo, no deberíamos sentirnos culpables si no meditamos, no deberíamos convertirlo en un medio hacia un fin. Cuando quiera que seamos invitados, deberíamos simplemente responder de forma natural como con cualquier otro proceso de nuestra vida como respirar, comer, leer un libro o escuchar música. *

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Cuando veo que estoy pegado a mi cuerpo-mente, esta observación suelta el apego, pero no siento que permanezco en mi verdadera naturaleza, que llego hasta el final. Simplemente llega hasta donde puedas. Lo que es esencial es nuestra buena voluntad de ir hasta el final sin importar lo que pase. Si tenemos esta buena voluntad, entonces a efectos prácticos, es tan bueno como si hubiéramos llegado hasta el final. Algunas personas esperan un gran acontecimiento con el que van a llegar hasta el final y ser liberados. La solución es mucho más sencilla: simplemente mantente dispuesto a llegar hasta el final momento a momento. Eso es todo. Eso produce el mismo efecto. Esa es exactamente la posición en la que se encuentra alguien que ha llegado hasta el final. Si hay alguna mancha en esta voluntad, algún obstáculo, una resistencia, entonces tenemos que observarla, pero a efectos prácticos, es suficiente con estar dispuesto a ir hasta el

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final momento a momento. Llegar hasta el final no es la muerte sino un hermoso nacimiento. Hay cierta añoranza en el sentimiento, así que no resulta del todo cómodo. ¿Qué quiere decir llegar hasta el final? Quiere decir completo abandono. Por lo tanto, si hay incomodidad no importa porque, si estamos preparados para llegar hasta el final, dispuestos a morir por esto, un poco de incomodidad no es nada. Si adoptamos este punto de vista, que es lo mismo que acoger, siempre y cuando sea puro y total el problema se desvanece. ¿Podrías decir algo sobre no enfocarse? Siento que debería mantener la apertura y no enfocarme, pero tengo un hábito de concentrarme en las cosas. No consideres esta habilidad para concentrarte como un inconveniente. Considérala como una fuerza que tienes, como una ventaja. Simplemente concéntrate en mantenerte sin enfocarte. Esto ocurrirá de forma natural cuando entiendas que la mente nunca conocerá lo que eres, que nunca lo conocerás en el mismo sentido en el que conoces una silla, por ejemplo. Sin embargo, serás eso. La misma cualidad de la mente que nos permite enfocarnos en un objeto, también nos permite mantenernos sin enfocarnos. La gente que sigue el camino del conocimiento, de la comprensión, tiene generalmente la habilidad de enfocarse en el pensamiento. Nos enfocamos espontáneamente sobre el pensamiento, sobre la verdad o los argumentos que se expone aquí, y este pensamiento sobre la verdad se disuelve y nos deja en la libertad, nos deja completos. No tenemos a donde ir. La mente no tiene ningún sitio al que mirar. Hay dos formas de mantenerse enfocado: artificial y natural. La forma artificial es el resultado del esfuerzo y de la práctica, igual que cuando aprendemos a jugar al tenis, aprendemos a mantener la vista en la bola. Después de años de práctica, somos capaces de hacerlo y en algún momento, se vuelve espontáneo. La otra forma es a través de la gracia. Es la forma en la que nos enfocamos en el amor. Si estamos enamorados y terminamos una actividad, pensamos en nuestro amante. No requiere ningún esfuerzo. Nos enamoramos de la verdad y la verdad se enamora de nosotros y nos recuerda su existencia siempre que estamos disponibles. Cuando el pensamiento sobre la verdad viene a nosotros espontáneamente de este modo, sabemos que es la forma de estar enfocados sin esfuerzo. Nos volvemos más y más enfocados, y crece sin esfuerzo y de forma natural. Alguien que está enamorado de la verdad no necesita hacer un esfuerzo para pensar sobre la verdad. ¿Hubo un momento de tu vida en el que no estabas enamorado de la verdad y después un día sí lo estabas? Sí. Un día no era consciente de que estaba enamorado de la verdad, y al día siguiente lo era. Hubo un cierto día antes de enamorarme de la verdad, y al día siguiente pensé, “¡Jo! ¡No sabía que la verdad fuera tan hermosa!” No sabía que era algo más allá de cualquier cosa que pudiera imaginar. Enamorarse de un hombre o una mujer ¿puede ser un peldaño hacia la iluminación última?

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Puede ser un peldaño pero también puede ser el peldaño que nos haga caer. Cuando estamos enamorados de un hombre o una mujer, tenemos que ver que estamos enamorados de la consciencia en ese hombre o mujer. O para decirlo de otra forma, estamos enamorados de la verdadera esencia de ese hombre o mujer, que es también nuestra propia esencia. Si estamos enamorados de un cuerpo hermoso, sepámoslo o no, realmente estamos enamorados de la propia belleza, hacia la que apunta este cuerpo hermoso. Si estamos enamorados de cualidades bellas, tales como la inteligencia o la sensibilidad, entonces verdaderamente estamos enamorados de la inteligencia suprema, de la receptividad, de la consciencia última. La sensibilidad apunta a la condición de lo vivo, a la consciencia, a la vida. Es eso de lo que estamos enamorados. A través de la aparentemente limitada forma individual, tanto burda como sutil, estamos enamorados de la esencia. En una relación la experiencia del objeto nos devuelve a la esencia. De esta forma se mantiene viva. Esto solo es posible si nuestra pareja también comparte este amor conscientemente. En una relación necesitamos esta comunicación profunda, y esto es posible solo si hay verdadero amor. Puede que en nuestra pareja este amor no se haya revelado específicamente como amor por la verdad, por lo último, pero tiene que estar allí y con el tiempo se revelará a sí mismo. De otra forma, podemos todavía seguir enamorados de una forma hermosa o de alguna característica hermosa y, como resultado, si no tenemos esta comunión profunda, no habrá forma de encontrar un lugar en el que poder resolver conflictos y enfrentamientos. La verdadera función de las relaciones es la misma que la función de cualquier otra cosa en esta manifestación. Es la de llevarnos a la verdad, crecer en comprensión, amor y belleza y celebrar esto. Las relaciones están perfectamente diseñadas para ofrecer continuas oportunidades para conducirnos a la verdad. También están perfectamente diseñadas para celebrar esta comprensión, amor y belleza; igual que en la música es bueno tocar duetos, tríos, y sinfonías así como tocar solos. Por lo tanto si en una relación surgen dificultades, usa estas dificultades como tu ejercicio de yoga. ¡Son muy efectivos! Si no hay dificultades, entonces simplemente celebra la felicidad. *

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Estoy confundido sobre el karma y la reencarnación y me pregunto ¿quién está ahí para reencarnarse? ¡Esa es una buena pregunta! Pregúntale a aquellos que creen en la reencarnación. Yo no tengo una opinión, lo que quiere decir que puedo tener todas las opiniones. ¡Es divertido! Tienes que plantearlo de forma simple. ¿Quién está ahí para reencarnarse? No es nuestra experiencia que la consciencia esté en nuestro cuerpo. Nuestra experiencia es que el cuerpo y la mente están en la consciencia, así que ¿Qué hay ahí para reencarnarse? Es obvio que este cuerpo no puede reencarnarse; desaparece y se va para siempre. Si hay otro cuerpo, será uno completamente nuevo. Igualmente, la supuesta mente muere cada vez que un pensamiento, una percepción, o una sensación desaparecen. Algo que desaparece no puede reencarnarse. Por otra parte, la consciencia nunca se ha encarnado. Deberías preguntar a aquellos que creen en la reencarnación que piensan. Cuando la gente recuerda acontecimientos de una vida que ocurrió hace mucho tiempo, ¿significa eso que su mente ha conectado con la mente universal? 100

Esta llamada vida pasada es creada en el momento en el que se piensa sobre ella, de la misma forma que cuando surge nuestro propio pasado en esta vida, es siempre creado en el ahora. Si nuestro propio pasado, del cual somos supuestamente conscientes, es una ilusión, entonces nuestro pasado inconsciente, de vidas anteriores, ¡lo es todavía más! Por lo tanto, primero hemos de investigar la realidad de nuestro pasado en esta vida. El pasado es siempre una quimera producto de nuestra imaginación. Solo aparece en el ahora. Solo el ahora es real. Nuestro pasado personal se basa en el concepto de que hemos estado viajando a través del tiempo, que estábamos allí hace diez años, después hace cinco años, después hace un minuto, etc. Sin embargo la realidad de nuestra experiencia es que estamos siempre aquí y ahora y que el tiempo, los acontecimientos y lo que aparece están viajando a través de nosotros. Solamente el ahora es real y aquello que va y viene solo es real mientras está presente. Nosotros nunca vamos a ningún sitio. Creamos la llamada realidad externa sobre la marcha. De hecho, no es en absoluto externa sino que está siempre dentro de la consciencia. Creamos nuestro pasado cada vez que pensamos en él. Sin embargo no está grabado en piedra para siempre. Tenemos muchos pasados. El pasado cambia momento a momento, igual que lo hace el futuro. En un momento dado parece totalmente inevitable que cierto suceso ocurra. Entonces algo surge de la nada, y las cosas toman una dirección totalmente inesperada. Lo mismo ocurre con el pasado. Creer en la reencarnación solo refuerza las ataduras, refuerza el sistema de creencias de que somos entidades personales. Es una tragedia ver doctrinas de liberación que refuerzan esta creencia. Alguna gente en el oeste piensa que es mejor remplazar nuestro sistema de creencias cristiano por otros sistemas de creencias del este, mas sofisticados, más despiertos. Sin embargo, al hacerlo así, simplemente nos trasladamos de un agujero a otro. No hay nada espiritual sobre la reencarnación. Es esclavitud. ¿Estás diciendo que nunca tuve la experiencia de ser un niño, que es solo una memoria creada en el presente? Lo que se dice es que nunca ha existido un niño que se mueva en el tiempo, convirtiéndose en un joven, después en un hombre de mediana edad, y así sucesivamente. Todas estas cosas que fueron apareciendo fluyeron a través de la consciencia. Tú, como consciencia, nunca has sido un niño, un adulto joven o un hombre de mediana edad. Estas eran percepciones y conceptos fluyendo a través de la consciencia. No estoy negando que estas percepciones y conceptos hayan fluido a través de la consciencia. Eso es lo que nos dice la memoria. Sin embargo, estoy negando el hecho de que el niño crece hasta ser un adulto. Estoy negando la existencia objetiva de estos eventos y la existencia objetiva del tiempo. Por “objetiva”, quiero decir independiente de la consciencia. Desde el punto de vista de la totalidad, de esta presencia intemporal, no hay tiempo. La consciencia no está en el tiempo ni en el espacio. Todo lo que la mente puede hacer es reducir la consciencia a un punto, mientras que de hecho es la totalidad, de la cual la mente con su universo es solo una mota. Dado que la mente no puede captar la consciencia, la reduce a la nada y después se asusta de ella. La atemporalidad de nuestra verdadera naturaleza da miedo a la mente porque dice, “No hay espacio para mí ahí”, ¡y es cierto! Sin embargo, no debería dar miedo a la mente porque, al mismo tiempo, uno de los posibles modos de existencia de este potencial extraordinario es aquello que está ocurriendo aquí, justo ahora. Hay espacio para todo el universo, todas las galaxias, las estrellas, y todos los tiempos. Así que no

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hay falta de espacio o tiempo. Es solo que la mente no tiene acceso a esta dimensión diferente. Nos tomamos por un objeto condicionado, sujeto al tiempo y al espacio. No hay duda de que el cuerpo parece ser así, pero esto no nos da derecho a inferir que la consciencia está localizada o sujeta al tiempo y al espacio. *

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Dirige cualesquiera pensamientos, sensaciones o percepciones que surjan, hacia su fuente. Su fuente es el “yo soy”. Es consciencia, presencia. Compartimos esta presencia con todos los objetos que aparece. Su presencia es también nuestra presencia. En el verdadero acoger, en la verdadera meditación, no se evitan los pensamientos o sentimientos que surgen. No son reprimidos. Se les permite completamente revelar la presencia. Es importante entender claramente que no es necesario que los objetos desaparezcan para que se revele la presencia. No se necesita que ocurra nada en lo que al objeto se refiere. Podemos mirar un cuadro hermoso y, en algún momento, percibimos la belleza. En cierto sentido, el cuadro desaparece, pero desaparece de una forma natural. Se desvanece naturalmente en la belleza. No es algo que provocamos nosotros. No es que nos alejemos del cuadro para ir hacia la belleza sino más bien, permitimos que la belleza nos arrebate. Dejamos que el cuadro nos hable hasta que entendemos el mensaje. Para que esta comprensión pueda producirse, necesitamos estar desapegados del objeto. Si miramos el cuadro, interesándonos específicamente por lo que ocurre en él, quién lo pintó y cuándo, cuál es su valor, cuánto tiempo lleva en el museo, quiénes fueron sus antiguos propietarios, etc., no podemos ver la belleza del cuadro. Todo eso se interpone entre nosotros y la belleza. Para ver la belleza del cuadro, tenemos que mirar el cuadro e interesarnos solo por la belleza. Es lo mismo aquí en esta contemplación de lo que quiera que surja en el momento. No apartamos nuestra mirada de ello. No fabricamos otro objeto. Lo miramos. Lo encaramos. Permitimos que la situación nos hable, interesándonos solo en la presencia. No nos preocupamos por nada más. Eso es lo que quiere decir “volver la mente al interior”, “volver un sentimiento al interior”. Generalmente no sabemos como mirar un cuadro porque lo hacemos todo muy rápido. Deberíamos disponer de un sofá enfrente de él y familiarizarnos con él en silencio. Por supuesto, tenemos una primera impresión, una primera impresión estética, pero la impresión estética no es necesariamente la percepción de la belleza. La percepción de la belleza es mucho más profunda. Tiene verdaderamente que alcanzar el corazón, y entonces tiene lugar un proceso de transformación. Tenemos que sentarnos enfrente del cuadro y dejar a un lado lo que sabemos, lo que ya nos gusta y lo que no nos gusta. Tenemos que permanecer en el no-saber, abiertos a la belleza nueva. Es como cuando conocemos a alguien, idealmente deberíamos conocernos en silencio, manteniéndonos abiertos. Permitimos que todos los sentimientos y pensamientos que son generados por el encuentro se desplieguen libremente en esta contemplación, y después en algún momento, hay un encuentro, especialmente si ambas partes están abiertas al encuentro. El cuadro que contemplamos en la vida no es un rectángulo limitado por un marco. Es la totalidad de nuestra experiencia. No tiene límites ni en el espacio ni en el tiempo. Es el cuadro infinito. Olvida todo lo que sabes sobre el cuadro. Olvida el nombre del pintor, Dios o lo que sea, la historia pasada del cuadro, lo que te gusta del cuadro, y lo que no te gusta del cuadro. Olvídate de todo eso. Simplemente siéntate en el sofá de la 102

consciencia y contempla el cuadro, la totalidad de tu experiencia en este momento. No tiene interior, ni exterior, ni marco, ni limites. Sin embargo, tiene un titulo. El titulo es “Ahora”. En esta contemplación, deja que el cuadro se pierda y piérdete en el cuadro. Cuando un paisaje ha sido pintado por un gran maestro, siempre descubrimos nuevos detalles. Es siempre nuevo. Esto es todavía más cierto del cuadro titulado “Ahora”. Si parece ser el mismo cuadro de siempre, significaría que no estamos realmente contemplando el cuadro; estamos contemplando cosas sobre el cuadro, cosas triviales, los conceptos y sentimientos sobre el cuadro, pero no el propio cuadro. El cuadro mismo se mantiene siempre vivo, fresco y nuevo. *

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11 La Meditación No Comienza Ni Acaba Nunca Sé que a menos que encare el miedo, nunca podré ser libre. Sin embargo, no puedo encararlo. El proceso de pensamiento es una huida de eso. Me siento atrapado. ¿Tengo que encararlo? El hecho mismo de que hables de ello demuestra que eres conciente de ello, lo que a su vez sugiere que ya lo has encarado. Si no lo hubieras encarado en absoluto no plantearías esta pregunta. Sin embargo, al decir que no puedes encarar tu miedo, indicas que tienes miedo de encararlo. Sí. Ahí lo tienes, ¡acabas de encararlo! Justo antes de decir “Sí”, lo has encarado. Para poder expresar tu acuerdo, has tenido primero que hacerte consciente de que tienes miedo de enfrentarte a tu miedo, y para hacerte consciente de esto, has tenido que encararlo en alguna medida. No se te pide que lo encares en su totalidad inmediatamente, justo ahora mismo. La próxima vez puedes profundizar un poco más. Una cosa es encararlo y otra hacer algo al respeto. El miedo me impide hacer muchas cosas. Puedo enfrentarlo, pero no puedo dar el salto. ¿Quieres liberarte del miedo o quieres sentirte bien? Al principio, la sensación no va a ser agradable. Decimos, “Me siento mal porque... porque... porque...” ¿Sería posible sentirse solo mal sin el “porque”? Probablemente. Sí. Eso es lo que yo llamo encarar el miedo. Simplemente abandona el “porque”. Simplemente siéntete mal. Cuando surge el miedo, es un sentimiento en el cuerpo, tiene un componente corporal. No es solo algo en la cabeza. Cuando comienzas a buscar sus razones en la mente das vueltas en círculos. Es importante dar la bienvenida a la totalidad de la situación, incluyendo las sensaciones en tu cuerpo. Simplemente vive con el miedo o la ira o lo que sea, sin escaparte o buscar razones para ello. Permanece con ello, no solo con el pensamiento, sino también con las sensaciones. Contempla todos los pensamientos y las sensaciones como contemplarías un paisaje o un cuadro. Algunos cuadros no son necesariamente agradables pero aun así puedes contemplarlos. Creo que hablas desde un nivel en el que ya eres consciente de tu verdadera naturaleza, pero mientras piense que soy una mente y un cuerpo, no puedo hacer esto. El miedo es muy real, y el proceso de pensamiento está diseñado para evitar el miedo. El miedo se basa en que yo sea una mente y un cuerpo. No puedo hacer esto. Eso es cierto. No puedes hacer eso mientras pienses que eres tu cuerpo y tu mente. Sin embargo, no siempre piensas que eres tu cuerpo y tu mente. Hay alguna libertad. Cuando no piensas, “soy mi cuerpo y mi mente”, hay espacio para encarar tu miedo. Solo eres tu cuerpo y tu mente cuando lo piensas así. No te condenes a la ignorancia pensando, “soy siempre mi cuerpo y mi mente”. Este pensamiento ocurre a veces. De acuerdo, ¿y qué? Sin embargo, entre esos pensamientos, no eres tu cuerpo y tu mente.

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Eres lo que sea que eres. Hazte la pregunta, “cuando no estoy pensando que soy mi cuerpo y mente, ¿soy entonces mi cuerpo o mente?” Esa pregunta procede de la mente que creo que hay ahí. Es un pensamiento. Cuando no piensas, ¿donde está tu mente? Siempre pienso. Cuando sientes, oyes o percibes, y entre pensamientos y percepciones, no estás pensando, así que no piensas todo el tiempo. Oíste estas palabras y dijiste, “siempre pienso”, pero antes de hablar, tuviste que oír para poder entender lo que se te decía. Estas oyendo en este momento. Para poder oír, no puedes pensar. Piensas después y piensas antes. La actitud que tienes cuando estás oyendo estas palabras no es pensar. Es oír. Es apertura. Puedes desarrollar esta actitud y permanecer abierto incluso cuando nadie está hablando. ¿Cómo se hace eso? En primer lugar, hazte consciente de estos momentos en los que no estás pesando. Hay muchos momentos cuando estás abierto, cuando estas escuchando, sintiendo o percibiendo. Una vez que has reconocido esos momentos, dejarás de pensar que estás continuamente bajo el hechizo del pensamiento. Eliminarás esta falsa creencia, porque es solo una creencia. No es tu experiencia. Después descubrirás y te familiarizarás más y más con esos momentos en los que simplemente estás presente, presente a ti mismo, presente a lo que sea que esté apareciendo o no apareciendo. Mantente simplemente abierto. Estos momentos están libres de miedo. Durante tales momentos, tenemos que asegurarnos de que nuestra apertura es completa, de que no solo estamos abiertos intelectualmente, sino a todos los niveles, al nivel del sentimiento, del sentir el cuerpo y de percibir. Al principio, nos asusta porque es como soltar toda clase de objetos que nos ofrecen una pseudo-seguridad, como soltar nuestra base de alguna manera. Es como estar suspendido en el aire sin el apoyo de objetos. Sin embargo, pronto nos acostumbramos a ello y más adelante descubrimos que es el estado libre. Con el tiempo descubrimos que es un estado feliz y en algún momento, descubrimos también que es nuestro estado natural. En otras palabras, cuando somos esta apertura, no estamos haciendo ningún esfuerzo, somos tal como somos, somos solo lo que somos. *

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Me gustaría preguntar sobre el percatarse, la consciencia. Se dice que la meditación empieza cuando dejamos de hacer, cuando estamos simplemente en la percatación, pero eso ya está ocurriendo en cualquier caso. La meditación nunca comienza ni cesa. Es nuestra verdadera naturaleza. ¿Así que la consciencia está presente todo el tiempo y solo tenemos que ver eso, descansar en eso, permitir eso, y entonces eso se desarrolla y simplemente continúa?

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Sí. Cuando vemos eso, se produce una transformación en el cuerpo-mente. El cuerpomente es sacudido por una alegría sin causa y queda libre de la creencia de que tiene que trabajar para adquirir la felicidad. Esta felicidad no es algo que pueda ser alcanzado mediante el esfuerzo, mediante el sufrimiento. ¿Cómo podríamos alcanzar la felicidad mediante el sufrimiento? ¿Cómo podría ser que más sufrimiento nos hiciera felices? Tenemos que partir de la felicidad. Tantas veces hemos aceptado más sufrimiento para hacernos felices. Realmente no tiene sentido intentar entender el percatarse o la consciencia. ¿Es mejor descansar simplemente en esa consciencia, que ya está presente? Cuando la comprensión es correcta, no se plantea la cuestión de intentar descansar en aquello que ya eres. Mientras haya esfuerzo, la comprensión no es correcta. Mientras la comprensión no es correcta, es normal que la mente intente comprender. La mente continuará corriendo hasta detenerse o alcanzar el descanso de forma natural. ¿Hasta que se dé cuenta de que no tiene que hacer nada? Sí. No solo que no tiene que hacer nada, sino también que cualquier cosa que haga es de hecho contraproducente. Sería suficiente con entender esto verdaderamente. Hasta ese momento, es útil que la mente piense. De esta forma se produce en la mente un proceso de limpieza, razonamiento superior. Esto elimina los viejos sistemas de creencias incluyendo, al final, el sistema de creencias en la realización del yo. Presumiblemente, ese proceso distanciará los problemas emocionales. El proceso de razonamiento superior no tiene nada que ver con los problemas emocionales. Uno tiene que aproximarse a la verdad mediante la investigación de la misma forma que un científico se aproxima a la verdad científica. Puede que tenga mala salud, pero una vez que está sentado delante de la pizarra, todo eso desaparece. El pensamiento desapasionado es un prerrequisito para el razonamiento superior. Eso es lo opuesto de lo que pienso normalmente, que es que las circunstancias deben ser las adecuadas antes de que pueda dejar de intentarlo, antes de que pueda tener alguna paz. En el camino directo del que hablamos aquí, vamos directamente a la verdad, y a partir de esta compresión tratamos con los problemas de nuestra vida diaria. Cuando empezamos a tratar estos problemas desde esta perspectiva no involucrada o impersonal, gradualmente descubrimos que todos eran falsos problemas y eventualmente todos encontrarán soluciones armónicas. Eso parece un paso más allá de donde yo estoy. Todavía estoy apegado. Parece haber un elemento personal en mi vida. No necesariamente. Pon este apego y elemento personal entre paréntesis, por así decir, y vete directamente a la pregunta, “¿Qué soy yo?” Permanece ahí tanto como los problemas personales de tu vida te dejen libertad para hacerlo. En tales momentos, toma en consideración lo que se sugiere aquí, que tú eres la percatación, la consciencia que está entendiendo estas palabras ahora mismo, y que esta misma consciencia no es personal, que todos somos la misma consciencia.

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Esa es la única cosa que necesita ser tenida en cuenta. Surgirán dudas en tu mente, y puedes volver sobre la cuestión hasta que la mente esté completamente convencida. Puedes re-examinar tus dudas a la luz de lo que se ha sugerido aquí, hasta que tu convicción sea lo suficientemente fuerte para darte el valor de actuar de acuerdo con lo que has entendido. Ese es el segundo paso. Tenemos que darnos cuenta de que esta consciencia no es personal. Para esto, tenemos que dar el primer paso, que implica llegar a la comprensión de que no somos el cuerpo o la mente, sino más bien la consciencia que percibe tanto el cuerpo como la mente. El segundo paso es descubrir, en base a nuestra experiencia, si esta consciencia es personal o no. Esta cuestión ha de ser investigada de forma completa. Si la respuesta es, “no” o, “no lo sé”, lo que es equivalente, entonces a partir de ese momento, estamos genuinamente abiertos a la posibilidad de que esta consciencia es universal. Estamos abiertos a la posibilidad de que es el tronco del cual cada uno de nosotros como individuos somos las ramas o las flores. A partir de ese momento, estamos preparados para probar esta posibilidad en las situaciones de la vida real. Es la comprobación de esta posibilidad en las situaciones de la vida real lo que nos da la respuesta definitiva a la pregunta, “¿es la consciencia personal o no?” En el momento en el que obtenemos la verdadera respuesta a esa pregunta, entonces todos nuestros problemas se resuelven, porque dejamos de ser una entidad psicológica, y como tal, no tenemos problemas psicológicos. ¿Qué quieres decir con probarlo en situaciones de la vida real? En tus relaciones, por ejemplo, cuando estás frente a lo que llamamos otro, significa estar abierto a la posibilidad de que la consciencia que está detrás de esos ojos delante de ti, es la misma consciencia que sientes dentro de ti. Significa estar constantemente abierto a la posibilidad de que somos como dos flores mirándose una a la otra desde dos ramas distintas del mismo árbol, de forma que si entráramos hasta una profundidad suficiente en el interior del tronco, nos daríamos cuenta de que somos uno. Simplemente mantenerse abierto a esta posibilidad tendrá un profundo efecto en tus relaciones y en tu experiencia del mundo. El resultado de este experimento llega como una experiencia, no como un concepto, aunque si es necesario, puede ser subsiguientemente formulado por la mente. Parece más fácil cuando no hay relación. Eso no es cierto. Es un gran error. ¿Cómo podemos descubrir que compartimos la consciencia con los otros, si los supuestamente otros no están presentes para comprobarlo? Podemos ir a los Himalayas y vivir en una cueva, y después de pasar allí treinta años, podemos compartir nuestra consciencia con las serpientes. Sin embargo, es más fácil compartirla con nuestro vecino o con un extraño. Están mejor diseñados para este propósito. No solamente nos ayudarán a descubrir que la consciencia es universal e impersonal, sino que están perfectamente diseñados para compartir y celebrar esta comprensión. *

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Estoy intentando entender la presencia eterna, atemporal. El tiempo es un concepto. Es entendido como el intervalo entre dos eventos. Sin embargo, estos dos eventos nunca coexisten. Cuando uno está presente, el otro no lo 107

está, así que el otro evento es no-existente. El tiempo por lo tanto es la distancia entre un evento existente, en el ahora, y un evento pasado o futuro que es no-existente. Es como la distancia entre un punto concreto y un unicornio. Por lo tanto el tiempo existe solo como un concepto. Este concepto mismo aparece en la atemporalidad de la consciencia. Al identificar el concepto con su trasfondo, la consciencia, crea la ilusión del tiempo. Cuando la duración es purificada de conceptos, se convierte en lo que siempre ha sido, consciencia atemporal, presencia atemporal. Desde el punto de vista de esta presencia atemporal, los objetos fluyen a través de ella creando la apariencia del tiempo. Los cambios en un objeto apuntan a la presencia de un testigo inmutable, porque no es posible notar cambios sin una referencia inmutable. Por ejemplo, no puedes ser consciente del movimiento sin algo que es inmóvil. Es como mirar una película. En el drama, puede que transcurran treinta años, pero para el espectador sentado en su silla, solo dura una hora. El tiempo de la historia y el tiempo de la silla son diferentes porque estamos hablando de dos mundos distintos. Similarmente, el tiempo en este sueño despierto parece existir, pero desde el punto de vista de la consciencia testigo, sentada en su cómoda silla, el tiempo es siempre ahora, presencia. Esta atemporalidad no es algo que no conozcamos. Es lo que llamamos el “ahora”. La espaciosidad en la que todo ocurre, el eterno ahora, es esta atemporalidad. Cuando intentamos introducir divisiones entre pasado y futuro dentro de él, nos confundimos. Entonces olvidamos que estamos siempre en casa, siempre en este ahora, como este ahora, que no hay nada pasado o futuro. Los recreamos a cada instante. Hemos dividido nuestra experiencia entre aquello que es subjetivo y psicológico, y aquello que es objetivo o del mundo. El tiempo subjetivo parece variar. Por ejemplo, parece encogerse cuando estamos disfrutando. Sin embargo, consideramos el tiempo objetivo como algo real y estable. Decidimos que el mundo material es real y, como resultado, el tiempo cronológico se hace correspondientemente real. Desde el punto de vista de la consciencia, tanto el mundo subjetivo, psicológico y el mundo objetivo son como un sueño; son ilusiones, y por lo tanto ambos tiempos son igualmente ilusorios. ¿Así que todas las leyes de la física, más que describir con exactitud algo que existe objetivamente, reflejan solamente el modo en el que funciona la mente? Las leyes de la física son las leyes que se aplican a este sueño de vigilia. Durante los sueños nocturnos, las leyes de la física son diferentes. ¡Es por eso que puedes volar por la noche! Las leyes de la causalidad, que son más generales que las leyes de la física, son de aplicación a ambos dominios. Sin embargo, al nivel de la consciencia, no hay causalidad porque no hay objetos, no hay dualidad. A este nivel, hay una sola ley, y esa es la ley del amor. A este nivel, el amor es la causa última de todo, y es por esta razón que no hay respuesta a la pregunta, “¿Por qué?” Todo es simplemente la cualidad juguetona de Dios mostrándose a cada momento. Este cuerpo es viejo y está cansado. Este cuerpo parece surgir en el tiempo. En un sueño, pueden pasar diez años en un minuto. Puedes tener un bebé y a continuación estar llevándole como un niño a la escuela. Cuando te despiertas, ves que el cuerpo en el sueño era una ilusión, y el tiempo al que estaba sometido era también una ilusión, pero desde el punto de vista del sueño, parecía ser real.

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Deberíamos estar abiertos a la posibilidad de que esto es un sueño y cuando lo hacemos todo cambia dramáticamente. Se vuelve de hecho un sueño. Si se ve que esta experiencia de vigilia es un sueño, entonces nuestro comportamiento cambiará y descubriremos que la respuesta de los personajes o situaciones en el sueño también cambia. Tengo el concepto de que este cuerpo morirá. ¡Ese parece un buen concepto! La verdadera cuestión es, “¿Voy yo a morir? ¿Quién soy yo?”, “Cuando muera el cuerpo ¿Moriré?” Eso es por lo que la pregunta, “¿Qué soy yo?” es crucial. ¿Lloras cuando una camisa se hace muy vieja y la tiras? No, porque es obvio que tú no eres la camisa. Has mencionado el reconocimiento de la consciencia impersonal. ¿Es ese el esfuerzo final que puede hacer un individuo? Sería el último esfuerzo que parecería que hace un individuo. *

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Se dice que no hay libre albedrío, que nadie tiene libertad de elección. Es obvio que como persona no tienes libre albedrío. Pregúntate a ti mismo, si cuando un pensamiento viene a ti, lo eliges o no. Obviamente no; si fuera así, ¡siempre elegirías pensamientos felices, pensamientos hermosos! No eliges tus pensamientos. Simplemente aparecen como las nubes. De forma similar, cuando tomas una decisión, la decisión surge como un pensamiento. Por lo tanto, no tomas tus decisiones. Todo es una acción de Dios; es decir, te llega espontáneamente de la consciencia, sin que tú como persona lo hayas deseado o creado. Todo es inocente, la inocencia de Dios. Si siento que soy una persona, entonces proyecto una persona sobre el llamado otro individual y le juzgo culpable. Sin embargo, nadie es culpable porque Dios lo ha hecho todo. ¡Ha diseñado a Adán, Eva, el jardín, el árbol, la manzana y la serpiente! Si permites que Dios se responsabilice de ello, lo hará de una forma hermosa. No sientas que eres responsable o culpable. La culpa nos hace desgraciados y por lo tanto hace desgraciados a todos los que están a nuestro alrededor. La verdadera responsabilidad es el sentido de felicidad que desea ser compartido con los otros. Un padre o una madre cuidan a sus hijos porque quieren compartir su felicidad con ellos. Esta responsabilidad es espontánea, surge en el ahora, de la felicidad. La culpa procede del pasado, de una entidad pseudo-personal que se supone que tenía libre albedrío pero que de hecho nunca existió. Si no escogemos nuestros pensamientos, no puede haber un pecado ni un pecador, porque el supuesto pecador es aquel que escoge un pensamiento pecaminoso. Sin embargo, dado que el pensamiento no es escogido, no hay quien lo escoja y por lo tanto no hay pecador. No hay una entidad personal. Nunca existe en el ahora. Siempre aparece después del hecho como un pensamiento a posteriori, “Decidí esto. Hice esto. Fue malo”. ¿Dónde entra la discriminación? Aparece un pensamiento, pero no tenemos que seguir ese pensamiento. Tenemos una elección.

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Aparece un pensamiento y después le sigue un segundo pensamiento, tal como, “no voy a seguir ese pensamiento”, o “voy a seguir ese pensamiento”. Sin embargo estos son solo pensamientos igual que el primero, y no tenemos más elección sobre el segundo que la que teníamos sobre el primero. Como individuo, en cuanto que entidad personal, no hay elección. El organismo cuerpo-mente personal ha sido condicionado y elegido por la programación genética, ambiental y social, así como por los padres, educadores, acontecimientos, etc. Es una reacción-respuesta condicionada a los estímulos recibidos de nuestro entorno. Intentar analizar un cuerpo-mente como un sistema psico-somático aislado no tiene sentido, porque para poder analizar este sistema, necesitamos conocer la situación del resto del universo y sus leyes, de la cual es un parte integral. Solo entonces podríamos intentar predecir el resultado de ciertos acontecimientos. Por lo tanto, ni siquiera desde una perspectiva materialista, podemos localizar un individuo aislado. ¿Aparece el esfuerzo o está todo predestinado? La aparición del esfuerzo, de un hacedor personal, puede surgir, pero puedes profundizar en ello preguntando, “¿Por qué vine yo aquí?” o “¿Por qué estoy yo interesado en estas cuestiones?, ¿Es eso predestinación?” Aunque parece que venimos por voluntad propia, depende de lo que queremos decir con “yo”. Si “yo” se refiere a una entidad personal, un cuerpo-mente, entonces no hay elección. Sin embargo, si “yo”, se refiere a la consciencia, entonces a este nivel hay total libertad, porque esta consciencia no es personal. Es la consciencia de Dios. Es la totalidad. Es esta consciencia la que elige interesarse en sí misma. ¿Cómo se distingue internamente entre estas dos? La verdadera consciencia es el sujeto. Es el agente que percibe, mientras que todo lo personal es percibido. Aquello que percibe, aquello que está entendiendo estas palabras, es la consciencia. La consciencia nunca puede ser vista. Si fuera vista o sentida, sería un objeto. Se conoce a sí misma por sí misma. Si se te preguntara si existe o no consciencia justo en este momento, dirías, “sí”, sin duda. Esa convicción proviene de una experiencia real. No dirías, “sí, hay consciencia porque mis padres lo dicen”. Dirías que esta certeza proviene de tu propia experiencia, que está fuera de toda duda. Si después se te pide que describas la experiencia de la que se deriva tu respuesta, no puedes, porque no es una experiencia objetiva, y solo puedes describir objetos. ¿Es el sentido de ser el hacedor lo que a veces dificulta la discriminación? Sí, el sentido de ser el hacedor está asociado con este organismo cuerpo-mente. El sentido de ser el hacedor no es un problema si es el hacer de Dios, si es el hacer de la consciencia. La consciencia es el hacedor último. Lo crea todo en cada momento, y eso podría interpretarse como hacer. Incluso crea la apariencia de un hacedor, de un hacer y de un hecho. Es como una obra de teatro donde parece que alguien mata a otra persona, pero de hecho no hay asesino, ni víctima ni asesinato. El verdadero creador en ese caso es el guión. La consciencia es el guión. Todo surge de este océano de consciencia. No somos conscientes del océano como un objeto, pero el océano es consciente de sí mismo. Cuando utilizamos el pensamiento “yo” para referirnos a nosotros, podemos decir, “yo tengo gripe”, en cuyo caso, “yo” se refiere a nuestro cuerpo. O podemos decir, “yo estoy feliz”, refiriéndonos a la mente o, “yo soy consciente”, refiriéndonos a la consciencia. El pronombre ‘yo’ puede ser usado 110

en muchas situaciones. Es importante que cuando lo usemos, sepamos claramente a lo que nos estamos refiriendo. Por lo tanto, podemos permitirnos este uso de “yo” mientras sepamos que el verdadero referente es la consciencia y que esta consciencia no es personal. ¿La conoces mediante los sentimientos o está más allá de eso? La consciencia que conoce tus sentimientos y la consciencia que conoce los míos es una y la misma. Sin embargo, no es un sentimiento. Si fuera un sentimiento, tendría que ser conocida por alguna otra cosa. Se conoce a sí misma por sí misma, pero este conocimiento no puede ser comprendido como un objeto. ¿No es el “yo” el resultado de evaluarse a uno mismo y mantener los limites? Para crecer y protegerme a mí mismo, necesito ciertamente ser “yo”. Simplemente considera el pensamiento “yo” o el sentimiento “yo” muy profundamente. Cuando queremos entender algo, deberíamos estar abiertos. No deberíamos aferrarnos a lo que sabemos porque si lo hacemos, no estaremos abiertos a entender nada nuevo. O estamos satisfechos con la situación, no hay preguntas y no queremos cambiar nada; o no estamos satisfechos con nuestra situación, lo que quiere decir que queremos cambiarla. Si queremos cambiarla, esto implica que hay algo que pensamos o hacemos que está generando desgracia, así que tenemos que estar abiertos a lo nuevo, tenemos que estar abiertos a la posibilidad de cambio. Investiga quién o qué eres en esta apertura, sin saber, sin salir con respuestas, sin definirte. Cuando surja una respuesta, cuestiónala. Por ejemplo, pregúntate, “¿Es cierto que soy una mujer? ¿Es cierto que soy este cuerpo? ¿O soy esa consciencia, sea lo que sea, en la cual aparece este cuerpo, esta condición femenina? ¿Qué son estas palabras que aparecen justo en este momento? ¿No es aquello a lo que nos referimos como “yo”? ¿Qué soy yo realmente? ¿Soy aquello que es consciente o aquello de lo que soy consciente? Soy consciente de la mujer, soy consciente del cuerpo. Por lo tanto, hay algo, sea lo que sea, que es llamado “yo”, que es consciente de la mujer, que era consciente del bebé y que era consciente de la niña pequeña. ¿Qué es este “yo”? ¿No soy yo mismo? Si es yo mismo, ¿Cuál es su relación con la mujer, con la niña pequeña?” Te corresponde a ti descubrir cuál es la verdad. Solo tu experiencia, tu propia apertura, tu propia investigación y tu propia libertad con respeto a todo lo que te hayan contado en el pasado, te permitirá conocerla. Solo tú puedes conocer quién eres, nadie más; ni tus padres, educadores, comunidad científica, o médicos, solamente tú. Es tu tarea. *

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Cuando dices que tus pensamientos provienen de este océano, parece tan impersonal. ¿Eres así todo el tiempo? El océano en su profundidad no se preocupa de la tormenta. Todo es posible en este océano. Este océano no es personal. Cuando dijiste, “tú,” personalizaste este océano. Estabas hablando a un cuerpo-mente. Un cuerpo-mente es solo algo que aparece en este océano. No tiene realidad propia. El océano es la paz misma. Tú eres eso. Yo soy eso. Todos somos eso.

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Es como me gustaría vivir, pero parece imposible. Desde el punto de vista de una entidad personal no hay paz, así que desde ese punto de vista es imposible. El único camino es entender que ya eres esa paz eterna. Ese es el verdadero tú. Entonces estas preguntas no surgirán. Cuando esto es entendido, lo más probable es que el cuerpo-mente esté en paz, pero no importa. Estás en paz. Eres paz. La totalidad del mundo esta buscando plenitud. Aquello que alcanza la plenitud es la propia plenitud. Tú eres eso. Encuentra esta plenitud en ti mismo. Tal como eres. Permanece quieto y entonces esta plenitud te encontrará a ti. Si simplemente me doy cuenta de que la plenitud ya está ahí, no hay nada que hacer. Sí; el hacer, la actividad y la desgracia, velan la felicidad que es inherente a nuestra verdadera naturaleza, de la misma forma que la olas en el océano parecen eliminar la transparencia y la paz del océano. Cuando la mente se aquieta, esta paz se revela a sí misma. No tiene causa. No es producida. Las prácticas espirituales, la meditación, la investigación del yo (self) y los cánticos ¿Causan las olas o las aquietan? Son todas parte del hacer. Sin embargo, también depende de cual es la meta última. Si la meta última es personal, entonces no es una verdadera práctica espiritual. El mejor resultado posible de tal práctica es llevarte a entender esto. Sin embargo, si la meta última es encontrar a Dios, encontrar la felicidad, que no es personal ni es alcanzada por la persona, entonces es una práctica sagrada. De hecho es ese caso, ya proviene de lo divino. Hay muchos caminos que conducen al mismo centro. En algún punto, todos los caminos se hacen uno, en silencio. ¿No es también la vida un proceso de enseñanza en el que tenemos que escoger? ¿Es Hitler un acto de Dios? ¿Nadie es responsable? ¡Nadie, nadie, nadie! Tú, como persona, no escoges tus pensamientos o tus acciones y tampoco lo hacen los demás, porque no hay entidades personales provistas de libre albedrío. La persona es escogida; no escoge. ¿Por qué no ver a Hitler como un cáncer? El cáncer ha matado mucha más gente que Hitler. Sentimos que el cáncer es natural y que Hitler no lo es. Todo es natural. Todo aparece en la naturaleza. Los Hitlers son naturales. Aunque tenemos estos sentimientos sobre Hitler, también sabemos en nuestro interior mas profundo que la razón por la cual Hitler era como era, es porque juzgaba a las personas. Desde el punto de vista de Hitler, había gente buena, los arios, y gente mala, los judíos, los gitanos. Hitler era como era, porque juzgaba lo que era bueno y malo. Lo último que queremos hacer es convertirnos nosotros en un Hitler, así que no juzguemos a nadie, incluido Hitler. ¿Así que deberíamos dejar a los Hitlers y similares en paz para hacer lo suyo? Ciertamente no. En cada situación, acogemos la totalidad de esa situación, incluyendo nuestras propias respuestas y reacciones. Habiendo considerado la situación con esta actitud imparcial, actuamos como corresponda, considerándolo todo. En tales casos es la ausencia de enjuiciamiento lo que nos permite actuar de la mejor manera posible para

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todos los involucrados. El enjuiciamiento proviene de una entidad aparentemente separada y se dirige a una entidad separada similar. Sin embargo, la discriminación es impersonal e imparcial. Proviene directamente del razonamiento superior, de la consciencia. No viene mediada a través del pensamiento sentimiento yo como entidad separada. Ve la situación claramente y actúa apropiadamente con eficiencia, confianza y coraje. Siempre que sea posible se emplearán medios pacíficos, pero ocasionalmente son necesarios diversos grados de fuerza. Incluso en contadas ocasiones puede ser necesaria una acción aparentemente violenta. Sin embargo, en esta situación, la acción adoptada provendrá del amor a la verdad y no del odio a un individuo. La consciencia es espontánea. No se basa en soluciones precocinadas. Hace lo que sea necesario para restaurar la verdad en la situación dada y queda después abierta al momento siguiente, sin residuo alguno del pasado. No tiene miedo. Pienso que reconozco la consciencia impersonal, y la siento muy limitada. Cuando tenemos la experiencia de la consciencia universal, no queda miedo alguno. Es inmediatamente eliminado por esta comprensión (insight). Es muy fácil descubrir por uno mismo la respuesta a la pregunta, “¿he tenido la experiencia de la consciencia impersonal?” Es lo mismo que preguntar, “¿siento todavía miedo a desaparecer?” Krishnamurti habla de una comprensión (insight) especial cuando se escucha a una persona iluminada. ¿Esta transformación tiene lugar solo en la mente o también se relaciona con el cuerpo? Podría ocurrir por medio de la mente, del sentimiento o del cuerpo. En última instancia, no viene de ningún sitio. Proviene del silencio, que está más allá de la mente y el cuerpo. Podríamos hacer una pregunta y la respuesta, que proviene de la verdad, puede alcanzar su destino inmediatamente, y decimos, “Ah, sí”, y se produce un vislumbre impersonal de la verdad. O la respuesta puede ser recibida y la comprensión surge mas tarde. O puede ocurrir incluso sin utilizar el intelecto. Alguien puede venir, sentarse aquí, y mas tarde darse cuenta que algo ha cambiado sin que lo notase. Nota que hay más paz, mas libertad y, en algún momento, hay alegría, paz o libertad que se conocen a sí mismas. Sin causa quiere decir que no puedes señalar ningún objeto que pueda ser su origen. *

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12 El Amor en Busca de Sí Mismo ¿Cuáles son las formas de descansar en la consciencia? Ser conscientemente invitado por el silencio. Pensar sobre el silencio, lo que quiere decir ser invitado por el pensamiento o una pregunta sobre el silencio, la consciencia o Dios. Ver todo como Dios. Sentir la presencia de Dios en nuestro interior, pensar en Dios o percibir todo lo exterior como si fuera Dios. Estas son las formas de descansar en la consciencia. Cuando dices Dios, ¿Quieres decir percatarse, darse cuenta, consciencia? Sí. Todo lo que sientes es Dios. Todo lo que piensas es Dios. Todo lo que percibes es Dios. ¿Quieres decir simplemente ser consciente de lo que es? Depende de lo que entiendas por ser consciente. Somos conscientes de los objetos, es decir, pensamientos, sentimientos y percepciones, pero no todos nosotros somos conscientes de ser conscientes. Tenemos que ser conscientes de ser conscientes, de ser consciencia. Normalmente, cuando somos conscientes de objetos, estamos completamente identificados con el objeto. En la India, llaman a esto Savikalpa samadhi, absorción en el objeto. En ese momento, parece que la totalidad de nuestra experiencia se compone del objeto que está presente, ya sea un pensamiento, sentimiento o percepción. En algún momento, entendemos que para poder tener esta experiencia, algo debe estar presente para experimentarlo, para registrarlo, algo que es consciente, se percata, conoce. Formulamos esto diciendo que nuestra experiencia incluye tanto aquello que es consciente como el objeto del que se es consciente. Inicialmente, la parte objetiva de la experiencia parece, de lejos, la parte mayor de esta experiencia, y aquella que es consciente o se percata de esa, sea lo que sea, parece pequeña, casi insignificante; pero aun así sabemos que está ahí. Sin embargo, a medida que nos interesamos más en la naturaleza de esta presencia consciente, más significativa y tangible se hace y en comparación, más disminuye en importancia y solidez el objeto. En algún momento, nos damos cuenta que, de hecho, es esta presencia consciente aquello que es el elemento más estable y duradero de nuestra experiencia y el objeto en sí mismo es, en comparación, pasajero e insustancial. Este proceso culmina temporalmente cuando somos completamente absorbidos en esta presencia. La consciencia es consciente de sí misma sin un objeto. Esto es llamado Nirvikalpa samadhi; samadhi sin objeto, absorción en el yo (Self) sin objetos. Cuando los objetos reaparecen, podemos elegir entre identificarnos con ellos otra vez o permanecer conscientes de la consciencia en la presencia de objetos. En este caso, los propios objetos son experimentados como nada más que consciencia o Dios mismo, y esto es llamado Sahaja samadhi, el estado natural. Estas son las tres modalidades de ser consciente. La primera es ignorancia, la segunda es conocimiento del yo (Self) en ausencia de objetos, y la tercera es conocimiento del yo (Self) en presencia o ausencia de objetos. El segundo estadio es ya un estadio de realización del yo (Self), pero no trae consigo la felicidad completa porque en la presencia de objetos puede haber todavía alguna nostalgia del estado sin

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objetos. Puede existir todavía un deseo de volver a la consciencia pura sin objeto. En este estadio, puede existir todavía un rechazo oculto del momento presente, de la situación actual, así que la felicidad todavía no esta establecida. Es solo cuando lo vemos todo como Dios que hay estabilidad. Así que ¿tengo que permitir que eso ocurra, ser consciente de ese ocurrir y no hacer nada más? No podemos hacer que ocurra el percatarse (awareness). Primero tenemos que entender que somos consciencia y no el cuerpo-mente, que somos esta presencia sin limites, infinita, atemporal. Nos situamos en la realidad de la consciencia, no en la ilusión de un organismo cuerpo-mente. Entonces cuando los objetos, lo que aparece, los fenómenos, reaparecen, nos damos cuenta de que surgen de nuestra presencia, moran en nuestra presencia durante su existencia, y después, cuando desaparecen, vuelven a desvanecerse en nuestra presencia. Por lo tanto su verdadera sustancia es precisamente nuestra propia presencia. Una vez que esto ha sido entendido, al principio intelectualmente, podemos acoger cada objeto, cada cosa que aparece, como si fuera la consciencia misma, al menos potencialmente. Después todo lo que tenemos que hacer es permitirle que se despliegue libremente hasta que se revele como tal. Es como jugar al escondite. Requiere paciencia. Requiere conocer que es un juego y esto requiere dar a los objetos el espacio para que se desplieguen libremente, sin manipular la situación o los objetos. Entonces cada situación es como una pieza musical y tenemos que esperar para su resolución por la nota clave al final. Es entonces cuando apreciamos la belleza de la pieza. Antes de eso, puede haber disonancias, fealdad, pero esta fealdad nos hace anhelar la resolución final y entonces es hermoso. Si es siempre armonioso, ¡es aburrido! La armonía divina incluye la totalidad. No puedes coger una pieza de Bach y decir, “solo me gusta la consonancia y no la disonancia”. Tenemos que abrazarlo todo. La belleza implica la inclusión de todo. ¡Me distraen tanto los objetos en la meditación! Como resultado de la pureza de nuestra intención, no estamos realmente interesados en los objetos que surgen durante la meditación, sino en la presencia desconocida en la que surgen. Si la intención está dirigida hacia la presencia, no hacia el objeto, justo en el momento en que surge un objeto tenemos un atisbo de la presencia y nuevamente cuando el objeto desaparece. La dificultad es que podemos intentar crear una ausencia en la mente, un espacio en blanco, que suplantaría la presencia. Sin embargo todo lo que se necesita es asegurarse de que la intención, la intención sagrada, está ahí en el trasfondo y confiar en ella. La mente dejará de sentir que tiene que crear una pseudo presencia. Como resultado, la verdadera presencia asume su lugar, porque siempre ha estado ahí sin esfuerzo. El hecho de que la mente no ve la presencia, no significa que no esté ahí. La mente no pude ver la consciencia que está entendiendo estas palabras en este mismo momento. Esta consciencia no es un pensamiento o un sentimiento. Somos eso, sin hacer un esfuerzo para serlo. Siempre hemos sido esta consciencia, esta presencia. Lo que no somos, aparece en ella y desaparece en ella. Dado que todo aparece en ella y desaparece en ella, esta consciencia no tiene límites. Los límites aparecen y desaparecen como todo lo demás. La consciencia resplandece entre las apariciones de objetos y durante la presencia de los objetos. De hecho resplandece en forma de tales objetos.

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En la meditación, retiramos nuestra atención de todos los objetos, de todo lo que aparece. No intentamos transformar aquello que aparece. Es nuestra propia intención de cambiar las cosas lo que las perpetúa. Deja que todo florezca en la presencia. Abandona todo lo que aparece a esta presencia. Deja que esta presencia lo cree, lo mantenga y permita que desaparezca. En todo momento, todo descansa en los brazos invisibles de Dios. Todo flota libremente en la presencia. Esta presencia está en todas partes y por lo tanto no nos excluye. Es justo esta misma presencia la que impregna la mente, el cuerpo y el mundo, como consciencia. Abandona tu mente, todo lo que piensas ahora, todo lo que quieres, todo lo que tienes, a esta presencia. Mantente en la inocencia y en el no saber, “como un niño”. No tengas miedo de abandonar tus conceptos. No son tu vida. Hay una vida más allá de los conceptos. Hay vida eterna más allá del concepto “yo”. En la meditación, nuestra intención se sitúa con la consciencia que yace detrás, mas allá y entre los objetos, sean cuales fueren los objetos que están siendo percibidos en un momento dado. Eso les permite total libertad para evolucionar, para contar su historia, para hacer su actuación, y después para saludar e irse. *

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Hoy disfruté de estar sentado en el parque hasta que aparecieron unos jóvenes lanzando improperios e interrumpieron completamente la paz. Les odié y al final me fui. ¿Cuál hubiera sido la respuesta iluminada? ¡Irse antes! A veces hay más situaciones desagradables que agradables, así que tiene que ser necesaria alguna aceptación. Estas situaciones son tus ejercicios de yoga. Es muy interesante observar tus reacciones. Lo más probable es que si observas y acoges estas reacciones tuyas, puede que todavía tengas que irte, pero estás situaciones no surgirán demasiado a menudo. Este tipo de situaciones surgen para enseñarnos a acoger en todo momento. El acoger tiene varios niveles y vamos progresando de un nivel a otro. Mientras no hemos dominado un nivel dado, la misma situación continuará repitiéndose hasta que seamos capaces de aceptar la situación graciosamente, siendo conscientes de que es Dios. No estoy sugiriendo que te sometas al maltrato o al abuso. Hay modos inteligentes de acoger la totalidad de la situación y después pasar a otra cosa, continuar sin alboroto, sin ningún enfado, resentimiento o división. Incluso podemos llegar a la comprensión de que esta gente es libre de comportarse de la forma que lo hace y que está bien si se lo están pasando bien o al menos lo creen así. Si hacemos que nuestra felicidad dependa de la forma en que otra gente se comporta con nosotros, tenemos un problema. El mismo principio es de aplicación a aceptar y permitir también la guerra, pero aún así produce tristeza. Toda esa desesperación humana, indignidad, ignorancia y falta de compasión. ¿No la sientes? La gente es torturada por el cáncer y muere por millones. ¿Lo sientes? El sufrimiento me toca pero no la falta de compasión. ¿Quién soy yo para juzgar? El problema es que las personas se matan unas a otras porque se juzgan unas a otras. Si empiezo a juzgarlos, me hago como ellos. ¿Por qué habría de hacer eso? Yo no percibo la situación 116

como algo que les ocurre a individuos. La veo como una situación que surge en la consciencia, como el cáncer, la muerte o cualquier otra. Me preocupa el ahora, mi vecino. Tú piensas que para ser feliz las cosas deberían de ser diferentes. El cáncer puede ser aceptado como una parte natural de la vida. ¿Estás diciendo que la violencia y el conflicto perpetrados por la humanidad son también naturales? Sí. La falta de compasión de los seres humanos es también un desastre natural. Tenemos que ir a la raíz de este desastre en concreto y preguntar, “¿Por qué?” Se debe a que la mayoría de la gente piensa que son entidades separadas. En la raíz de la guerra, en la raíz de la falta de compasión, aparece el ego, la noción de que soy una entidad personal separada. ¿Cómo voy a liberar a todo el mundo de su ego? Puede que esa no sea mi misión. Es ambicioso y pretencioso. Todo lo que podemos hacer es trabajar sobre nosotros mismos. Podemos empezar con nuestra sensación de estar separados, con nuestros propios juicios, con nuestro propio sentimiento de que las cosas deberían ser diferentes, con nuestro propio rechazo de la situación presente, con nuestro rechazo a los otros. Como persona, no vamos a salvar al mundo y quizás el mundo no necesite ser salvado. Todo lo que podemos hacer como persona es hacer lo mejor que podemos. Para hacer lo mejor, empezamos liberándonos de nuestra propia ignorancia. Al liberarnos de nuestro conflicto interno resultante de la fragmentación, dejamos de estimular más la falta de armonía y el conflicto en el mundo. En este proceso descubrimos nuestra eternidad, nuestra inmortalidad. Esto nos llenará de felicidad hasta rebosar, y este rebosamiento comenzará a resonar con los demás a nuestro alrededor, sin que hagamos nada para producirlo. Esa es la única forma de ser feliz y hacer lo mejor en el mundo tal y como lo conocemos. No estoy sugiriendo que si tenemos un trabajo en el mundo que incluye el ayudar a otros, no deberíamos hacerlo. Por supuesto que deberíamos. Sin embargo, es la comprensión lo que es importante, porque la comprensión es lo que verdaderamente se pone en práctica en cualquier actividad. Parece que hablas de ti mismo como un individuo. Si somos consciencia, ¿cómo entiendo que soy consciencia infinita y también un individuo? No eres en absoluto un individuo. Aquello rebosante de felicidad es la propia felicidad. No es el individuo el que rebosa felicidad. La luz, la consciencia, es consciente de todos los individuos del mundo. Es la misma luz la que es tú y yo. No hay dos luces. La noción de una persona iluminada es absurda. La razón correcta para asistir a estos encuentros o para leer libros espirituales es la de resonar con lo que se dice, no la de crear teorías sobre cuerpos-mente iluminados. ¿Cómo llega uno a la iluminación absoluta? Olvida el llegar a la iluminación. ¿Hay alguna otra cosa que debería hacer en su lugar? ¡Nada! Cuando no estas haciendo nada, sin buscar nada, estas iluminado. Eres luz, siempre has sido luz. No puedes llegar a ser lo que ya eres. Todos somos la misma luz. Mientras creas que eres un individuo puede que haya una práctica, pero ¿por qué apegarte a la noción de que eres un individuo? Una vez que desechas la noción de que eres un individuo, deja de haber práctica.

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Si quiero abandonar el concepto y estar iluminado… Abandona tanto el concepto de ser un individuo como el concepto de estar iluminado. Sin ningún concepto de espiritualidad ¿no me perderé simplemente en el mundo? Ser feliz es ser espiritual. Ser infeliz es no ser espiritual. No te preocupes sobre ser feliz. Simplemente se feliz. Si estuvieras iluminado, ¿Estarías todavía en esta Tierra? No estoy en esta Tierra y tampoco lo estás tú. Esta Tierra está en ti. Yo no soy este cuerpo y tú tampoco eres ese cuerpo. El cuerpo parece estar en esta Tierra pero, de hecho, está en la consciencia. Esta Tierra también está en la consciencia. La mente está, igualmente, en la consciencia. Esa es la verdad de nuestra experiencia. Tu cuerpo es la forma que canaliza esta enseñanza, que se relaciona. El canal no es importante. Lo importante es el origen del mensaje. El mensaje es que el origen del mensaje no es el canal, que el receptor del mensaje no es el canal que lo recibe, y que el origen y el receptor del mensaje son uno y lo mismo. Si todo es voluntad de Dios, entonces ser feliz o infeliz no está bajo nuestra voluntad. De igual manera, ¿tendríamos algún control sobre el abandono de conceptos o no? Tu pregunta se basa en la asunción de que lo que llamas “nosotros” es un cuerpo-mente. Si eso fuera así, entonces lo que dices sería cierto. Sin embargo, somos mucho más que un cuerpo-mente. Somos consciencia. Como consciencia tenemos libertad. Somos libertad. La pregunta sobre el libre albedrío algunas veces parece confusa porque se produce una confusión de niveles. Una vez se distingue entre el nivel de la consciencia y el nivel del cuerpo-mente, todo se aclara. A nivel de cuerpo-mente no hay libertad. A nivel de la consciencia hay libertad absoluta. Aquello que es percibido no es libre. Aquello que percibe es la libertad misma. Así que ¿Están la felicidad o la infelicidad, la iluminación o la falta de iluminación, todas en el ámbito del cuerpo mente? Son el ámbito cuerpo-mente. Los estados son irrelevantes para la consciencia, igual que un espejo es completamente inmune a las imágenes reflejadas en él. Pueden ser agradables o terribles, pero el espejo no se ve en absoluto afectado por lo reflejado en él. Una escena violenta reflejada en el espejo no va a destruir el espejo. Esa es la libertad del espejo. El espejo está libre de las imágenes. Esta analogía nos permite entender la libertad de la consciencia. La consciencia es la presencia testigo invisible. Es testigo de todos los estados sin verse afectada de modo alguno por ninguno de ellos. En última instancia todas las cosas apuntan a nuestra presencia. Todos los estados celebran nuestra presencia. Todos los estados tienen el único propósito de llevarnos de vuelta a nuestra verdadera naturaleza y después, habiéndola reconocido, nos queda celebrar nuestra libertad eterna. Se siente como si fuera algo interior.

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Si eres invitado por la fuente, simplemente di “Sí”. No hagas preguntas. Si no eres invitado, también está bien. Sé consciente de que la fuente está todavía presente incluso cuando parece que no eres invitado. No hagas una distinción en ese momento entre un estado en el que eres invitado y un estado en el que no lo eres. Ambos son estados. Por lo tanto, ambos son reflejos en el espejo. No te preocupes de los estados. Conoce que eres el espejo en todo momento. No hay ni un solo instante en el que no seas lo que eres. Dices que deberíamos ser simplemente felices, pero es difícil ser feliz todo el tiempo. No es difícil ser feliz. Lo que es difícil es ser infeliz. Cuando dices que es difícil ser feliz, esto sugiere que la felicidad implica esfuerzo, constante vigilancia, lucha. Si creemos que la felicidad requiere esfuerzo y lucha, esto solo perpetúa la desgracia. La felicidad ocurre cuando nos dejamos ir y dejamos hacer a Dios. Libérate de la creencia de que la felicidad es difícil. En vez de eso, piensa, “La desgracia es difícil. Requiere una lucha constante para satisfacer a un ego que no puede ser satisfecho nunca”. Eso requiere vigilancia. ¡La vigilancia me suena a difícil! ¿Qué tal entrega, abandono? Entrega tu miedo. Entrega todo lo que crees. Más tarde o más temprano, tienes que hacerlo. No puedes llevarte tus sistemas de creencias contigo cuando te mueres, así que ¿Por qué no abandonarlos ahora? Abandona tus creencias momento a momento. Descubre el gozo de vivir sin apego a ningún sistema de creencias. El apego a creencias tales como, “La felicidad requiere esfuerzo”, o “Es necesario sufrir para poder ser feliz”, es muy profundo. Hay gente que ingresa en órdenes monásticas, renuncia a todas sus posesiones, se hacen célibes y lo abandonan todo excepto su noción de Dios. Esta noción de Dios se convierte en su apego mas querido. Los seres humanos son las criaturas mas apegadas. De hecho, los sistemas de creencias no son nada. Es bastante fácil abandonarlos. ¡Son solo tigres de papel! Es mejor dejarlos ir ahora mismo y después vivir para siempre felizmente. Parece como si la raíz de esta sustancia pegajosa que hace que el gozo vaya y venga es la búsqueda de alguna protección frente al miedo. ¡Yo no vendo un seguro contra el miedo! Cuando te tomas unas vacaciones para esquiar o te compras un Porsche, siempre implica cierto riesgo. Cuando comienzas una relación con alguien, ¡potencialmente hay un gran peligro! Cuando comes algo, podría ser venenoso. Básicamente, la vida es peligrosa pero al mismo tiempo es hermosa, es interesante. Si viajas a un país exótico, es excitante precisamente porque es exótico. Puede que tenga inconvenientes, pero aun así tiene algo de emocionante. De la misma manera, hay algo emocionante en este viaje espiritual, la emoción de descubrir tu miedo, ir más allá de él, y además no hay peligro. De hecho, es la única cosa en la vida que no es peligrosa. Todo lo demás te amenaza constantemente. No hay riesgo. Al contrario, ¡te mantendrá a salvo! Lo entiendes todo al revés. Es tu actitud actual la que es peligrosa. Hacer este interesante viaje a este exótico país llamado “miedo” no es peligroso. *

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Dijiste que todo estado, interior y exterior... Todos son interiores, en la consciencia. ... que todo estado es una celebración de la felicidad. Sin embargo, si me encuentro con alguien que está haciendo daño a otro delante de mi, parece anti-felicidad. Puede que toque un lugar de amor en ti, de compasión. De esta compasión, fluirá alguna acción. ¿Es el acto dañino en sí mismo amor? Sí, si el acto dañino era necesario para encender el amor y la compasión en ti. En última instancia incluso la hostilidad proviene del amor. Presenciar un acto dañino me hiere. Quieres que el mundo sea diferente. Supongamos que se te diera el poder de borrar el mundo tal como es y reconstruirlo tal y como te gustaría: sin guerras, sin tiranos, sin mosquitos, sin cáncer, sin dolor y todo el mundo sonriente. Acabarías con algo muy aburrido, sin sabor. Entonces empiezas a añadir un poco de sal y pimienta y, al final, terminarías donde empezaste, habiéndote dado cuenta de que ¡ya era perfecto tal como era! La única razón por la que el mundo parece imperfecto es por la muerte. Mientras creas en la realidad de la muerte, el mundo será un problema. Nunca será perfecto. El problema no es el sufrimiento o la desgracia, es la creencia de que eres un cuerpo-mente y que por lo tanto vas a morir. Si te das cuenta de que la muerte no es real entonces, de alguna manera, el mundo aparecerá bajo una luz completamente distinta. Esto no significa que vas a salir a matar gente, ni impide que tomes parte en cualquier acción que, de cuerdo a los estándares habituales, sea compasiva, por ejemplo encontrar una cura para el cáncer. Lo más probable es que la mayor parte de tu comportamiento fuera compasivo, pero no habría miedo interior, carga interior, desgracia interior. Todavía tengo dificultades para imaginar como el hecho de que una persona dañe a otra podría considerarse como añadir un poquito de gracia a la vida. Eso es porque tú crees en las personas. Para poder encontrar una posible explicación a un acontecimiento de este tipo, observa los acontecimientos que han ocurrido en tu propia vida. Has sufrido daños cometidos por otras personas, por la naturaleza, enfermedades, situaciones, seres queridos que han tenido problemas. Si piensas sobre ello, verás que el resultado de todos estos acontecimientos fue el de llevarte hasta la investigación que estás llevando a cabo ahora, darte la madurez para investigar tu propia naturaleza. Si consideras las cosas de esa forma, entiendes que todos los acontecimientos de tu propia vida eran necesarios para hacerte crecer, para acercarte a la felicidad. Una vez que entiendes esto en ti mismo, no juzgas de igual manera lo que ocurre a tu alrededor, porque lo que es cierto para ti lo es para todos nosotros. Hay dos formas de interpretar los acontecimientos. Una es hacerlo según lo que aparentan a primera vista, como has estado haciendo, y ésta es la perspectiva del individuo, basada en la existencia de entidades personales, hacedores personales. La otra forma es considerando que solo hay un hacedor, que es Dios, y que todo es el despliegue de Dios. El aparente daño que Dios hace a otra persona solo es en realidad

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este movimiento hacia la luz, hacia la felicidad. No significa que si nos encontramos con una situación que involucra a otra persona vayamos a permanecer pasivos. Al contrario, podemos actuar para remediarlo pero, en nuestro interior profundo, no nos afecta. Es precisamente esto lo que nos permite adoptar la acción correcta, porque nuestra interpretación no resulta distorsionada por el sentido de ser un individuo separado. Como resultado, no nos enfadamos con aquel que es violento porque de hecho es también una víctima, igual que la victima de la violencia. Ambos están aprendiendo y nosotros también estamos aprendiendo. Solo hay aprender. Si no hay nadie aquí, ¿Porque tendría que haber un individuo que tiene que pasar por el proceso de alcanzar algo? En última instancia no hay individuo. Hay solo la apariencia de un individuo. Es una representación. En realidad no hay Rey Lear ni Hamlet pero, con el propósito de la representación, hay Rey Lear o Hamlet. Estamos hablando de dos niveles distintos y no deberíamos confundirlos. ¿Como me enfrento al miedo a la muerte? Empieza con cualquier sentimiento de miedo y acógelo completamente, sin nombrarlo. Si un miedo viene con una asociación en particular, por ejemplo, “tengo miedo de los ascensores”, e investigamos el origen de este miedo, pronto nos damos cuenta que la idea del ascensor es meramente un atributo que es superpuesto sobre el miedo esencial. El miedo, en sí mismo, se mantiene por sí solo, independientemente de causa alguna. Es un sentimiento fundamental. Este miedo raíz, sin nombre, es el miedo puro a desaparecer, el miedo a la muerte. A medida en que profundizamos en este acoger, nos damos cuenta de que este miedo está profundamente enraizado en el cuerpo, y que puede revelarse de forma intensa como pánico. Se basa en el pensamiento “yo” y en el sentimiento “yo”, tales como, “soy un ser separado” o, “no quiero desaparecer.” ‘Yo’ como entidad personal no existe. Su única existencia es el pensamiento “yo” o el sentimiento “yo” en el cuerpo. A parte de pensar y sentir “yo”, juntos con todos los predicados adjuntos como, “yo soy una mujer”, “yo soy feliz” “yo soy infeliz”, “yo tengo miedo”, el “yo” como entidad separada no tiene existencia real. Nos hemos rodeado de todos estos predicados y actividades para perpetuar la ignorancia, para perpetuar la ilusión de que somos seres separados. En cuanto empezamos a examinar este fardo de pensamientos y sentimientos, que llamamos el ego o la persona, desde una perspectiva impersonal, simplemente encarándolo sin apego alguno, con una curiosidad, benevolente, amorosa, comienza a desplegarse. Comenzamos a regresar a la paz, capa tras capa, hasta que alcanzamos el último nivel del miedo, el miedo raíz. Entonces, mas allá de eso, está el “yo”, una pequeña cosa, una pobre cosa, el niño que llora, el error básico. Este es el error del que surgen todos los demás errores: la identificación de la consciencia, que está entendiendo estas palabras justo ahora, con un objeto percibido, con el pensamiento “yo” el sentimiento “yo”. La mente no puede ir hasta esa raíz porque ella misma es un objeto percibido compuesto de pensamientos, sentimientos y percepciones. La mente es percibida. Aquello que la percibe está más allá de ella. Eso es eternamente libre. Eso es nuestra verdadera naturaleza, nuestra verdadera identidad. *

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Yo soy muy vago. Me encanta la idea de no tener que hacer nada, y sin embargo si no hago nada y simplemente me quedo sentado en casa... Tu compresión de “no hacer nada” es incompleta. “No hacer nada” no quiere decir no hacer nada que no le guste a tu ego. Por ejemplo, “no hacer ningún esfuerzo” significa entender que, en la mayoría de los casos, pensar es un esfuerzo, que todo, cualquier acción, pensamiento o sentimiento que proviene de la noción de ser separado, es un esfuerzo. Cesar todo esfuerzo quiere decir cesar toda acción, pensamiento o sentimiento que provenga del conflicto, de un fragmento, de la fragmentación. La única forma en que puede cesar es entendiendo que tal acción, pensamiento o sentimiento no te puede llevar a la felicidad. Mientras tengas la más mínima creencia de que la actividad personal te puede conducir a la felicidad, continuarás generando esas actividades. Tienes que alcanzar la convicción completa, y entonces te encontrarás a ti mismo en un estado que es muy inocente, que casi podría ser descrito como un estado de estupidez, porque cuando la mente se silencia se siente estúpida. Sin embargo, en este caso, la estupidez es la consecuencia de la más elevada compresión. Simplemente permaneces ahí, y desde ahí, mágicamente, conoces todo lo que necesitas conocer, recibes todo lo que necesitas recibir y das todo lo que tienes que dar. En este conocer, recibir y dar, hay una gran felicidad, viviendo momento a momento en el no saber. Un inmenso esfuerzo que proviene del amor y que crea sufrimiento puede no ser personal. ¿Está eso bien? Aquello que proviene del amor es abandono, no esfuerzo. Es el abandono de la resistencia. Desde el punto de vista de un observador externo puede parecer que requiere un inmenso esfuerzo, pero internamente es una experiencia de fluir con amor. Cuando vuelas sobre las alas del amor no hay esfuerzo. Te elevas. ***

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13 Paz, el Recipiente Universal ¿Es la meditación una actividad? Aunque en esta perspectiva la meditación es entendida como aquello que somos en todo momento, algunas veces nos referimos a ella, en un sentido más relativo, como un periodo de tiempo durante el cual nos sentamos en silencio y permanecemos presentes sin intención a lo que quiera que aparezca en nuestra consciencia. Sin embargo, sería erróneo considerar esto como si fuera una práctica, como una actividad motivada hacia una meta. Al contrario, es la completa falta de motivación alguna en este experimento, la que nos permite darnos cuenta de las actividades motivadas del cuerpo y la mente de las que normalmente no somos conscientes. Toda clase de esfuerzo y tensión subliminales pueden aflorar en este silencio. Cuando estos esfuerzos y tensiones aparecen, son por supuesto sentidos como nuestra experiencia presente. Por lo tanto, pueden inducirnos a pensar equivocadamente que sentarse en silencio de esta forma, es realmente un esfuerzo o tensión que estamos haciendo o creando en ese momento. De hecho, lo cierto es lo opuesto: no estamos haciendo ningún esfuerzo, y es precisamente por esto que esfuerzos y tensiones de los que no nos dábamos cuenta previamente, salen a la luz de nuestra consciencia. Eso es lo único necesario. Si fuéramos a hacer algo en relación con estos esfuerzos y tensiones, entonces ¡eso sería ciertamente un esfuerzo! Estaríamos añadiendo otra capa de esfuerzo. ¿Es por esto que se dice que no hay nada que hacer? Es cierto que no hay nada que hacer pero, como persona, no tenemos elección de hacer o no hacer. Es importante entender claramente que significa, “no hay nada que hacer”. Tenemos que tener cuidado con pensar que como persona no hay nada que podamos hacer, porque la persona ya es una actividad, una contracción dentro de la consciencia. La persona no es una entidad. Es una actividad. Por lo tanto, decir en este caso, “no tengo que hacer nada”, hace patente el hecho de que todavía no hemos entendido que ya estamos haciendo algo. Esta insistencia de que no hay nada que hacer como persona, pero al mismo tiempo sintiendo que uno es una persona, es una de las formas mas sutiles en las que el ego, la actividad de pensar y sentir que uno es una persona, una entidad separada, se mantiene a sí mismo. Por supuesto, cuando entendemos que la persona es un pensamiento o un sentimiento sin volición independiente ni capacidad para la acción, entonces la cuestión de hacer o no hacer no se plantean. La persona nunca puede hacer o no hacer nada, porque es un objeto percibido. Si pensamos y sentimos que somos una persona, no podemos decir al mismo tiempo que no estamos haciendo nada. La persona es una actividad, la actividad de pensar y sentir que somos entidades separadas, limitadas. No es una entidad. Por supuesto, es importante no añadir ninguna actividad adicional a esta actividad de pensar y sentir que somos una entidad separada, y esto es lo que significa “no hacer”. En este caso, en nuestra presencia acogedora, todas las actividades sutiles de las que previamente no éramos conscientes saldrán a la superficie capa tras capa, y gradualmente el sistema volverá a la normalidad. ¿Qué quieres decir con el término transparencia?

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Algunas veces durante la meditación, se sugiere que hagas movimientos simples con el cuerpo y, en este caso, ‘transparencia’ es un termino que se utiliza para indicar un movimiento que está libre de volición y resistencia. Cuando queremos algo, con frecuencia mantenemos su opuesto. Rechazamos, resistimos lo que es. Por ejemplo, si queremos que ocurra algo nuevo, a menudo es porque no queremos lo que está ocurriendo en ese momento, así que el deseo y la resistencia son parte del mismo movimiento. Siempre que hay este tipo de volición, también hay resistencia. Por lo tanto, de alguna manera la volición es violenta, porque tiene que superar esta resistencia. Un movimiento que no tiene volición es orgánico. Si queremos algo y de esta forma mantenemos su opuesto, en este movimiento se produce cierto desperdicio de energía. No es funcional. No es orgánico. A nivel de los sentimientos, nos damos cuenta de la resistencia así como del esfuerzo necesario para superarla. Estamos tan acostumbrados a sentir resistencia y superarla sin notarlo, que se siente como algo natural. Es la presencia de esta resistencia la que genera una falta de transparencia. Si durante cualquier actividad, estamos completamente presentes en todo momento, cualquier resistencia que encontremos es incapaz de establecerse y es por lo tanto disuelta. Es un proceso gradual en el cual el cuerpo es purificado de tensiones, y esto a su vez disuelve la impresión de que hay un hacedor de nuestros movimientos. La resistencia y el esfuerzo para superarla, crean la impresión de un hacedor. Cuando el movimiento es transparente, deja de haber un aparente hacedor. Es suficiente con ser consciente de la resistencia sin tener que librarse de ella. Para hacerse consciente de la resistencia, se sugiere que realices el movimiento tan transparente como sea posible. ¿Es esa la razón por la que, después de hacer estos movimientos, comienzo a moverme y me siento desorientado? Quizás. Habitualmente, en vez de hacer justo el esfuerzo requerido, hacemos más de lo que es necesario. Como consecuencia, se produce un exceso de esfuerzo durante la actividad y este exceso perdura después de que la actividad ha terminado. Este exceso residual crea la impresión de que hay alguien que lo hace. Es el ego. Esto es cierto a muchos niveles. Por ejemplo, si un niño está haciendo algo que exige un esfuerzo y nadie le está observando, lo hará de forma natural. Sin embargo, si alguien lo está observando, para dejar claro que está haciendo un gran esfuerzo, a veces actuará de forma que todo el mundo lo note. Es este actuar lo que crea la noción de una persona. Lo hacemos inconscientemente. Para jugar bien en cualquier deporte, es necesario purificar nuestros movimientos de todo tipo de esfuerzo innecesario. Es importante no permitir que la noción de una entidad separada permanezca escondida en nuestras sensaciones y movimientos. Debería ser expuesta. Si abrigamos la creencia de que implícito en el hecho de que nos movemos y sentimos el cuerpo está el ser una entidad separada, será muy difícil librarse de esta noción en otras áreas de nuestra vida, tales como nuestros pensamientos. ¿Proviene la acción espontánea de la totalidad? Sí. En última instancia, todas las acciones provienen de la totalidad. La acción espontánea proviene directa y conscientemente de la totalidad, mientras que la acción no espontánea proviene de la creencia y del sentimiento de que yo soy un hacedor y de que yo, este hacedor, existe antes, durante y después de la acción. Un jugador de tenis ofrece un buen ejemplo de esta resistencia. Puede encantarle jugar al tenis durante las tres horas más calurosas del día contra un oponente difícil. 124

Puede haber mucho esfuerzo a nivel corporal, pero como le encanta jugar al tenis, disfruta del juego. Llega a casa, sus piernas están cansadas y su mujer le pide que saque la basura. No es nada comparado con el esfuerzo que ha hecho durante el partido, y sin embargo ¡ahora hay resistencia! El cuerpo generalmente pasa desapercibido durante la meditación; esta es la razón por la que es un escondite tan bueno para la noción de ser una entidad separada. Esta noción de ser una entidad separada se localiza en diversas partes del cuerpo y a menudo pasa desapercibida, aunque puede que seamos conscientes de una vaga sensación de insatisfacción. No vemos estas localizaciones claramente y así permanecen en una zona de penumbra y nos inducen a creer falsamente que somos estas localizaciones, que somos el cuerpo. La analogía de confundir una cuerda con una serpiente es un buen ejemplo de esto. Si hay completa oscuridad, no vemos ni la cuerda ni la serpiente. A plena luz solo vemos la cuerda. Es solamente en la penumbra que pensamos que vemos la serpiente. De la misma manera, estos sentimientos en el cuerpo vistos de forma incompleta crean la ilusión de que hay alguien ahí, y esto a su vez da credibilidad a la noción de que soy una persona separada. La mantienen como una experiencia aparente. En el momento en el que acojo completamente estas sensaciones, se hace evidente que están ahí fuera, en el espacio. ¿Cómo podría entonces ser yo cualquiera de esas sensaciones? No son más o menos yo que los cantos de los pájaros. El hecho de que otras percepciones, tales como sonidos o imágenes se presenten a menudo en patrones familiares, contribuye a esta sensación de ser una persona. Por ejemplo, cuando miramos nuestra cara en el espejo, lo reflejado es casi lo mismo cada vez. Este patrón repetitivo es una muestra convincente a favor de la existencia de una entidad separada. Así, si no soy un individuo, ¿Por qué tienen estas experiencias un hilo conductor tan común? El hecho de que un patrón se repita no implica que seamos ese patrón. Cada mañana, cuando vamos al baño, se repite básicamente la misma escena, el cepillo de dientes, la toalla etc., pero de ahí ¡no inferimos que nosotros somos el baño! Esta repetitividad crea la noción de un objeto sólido. Eso es lo que son los objetos sólidos, tangibles: patrones altamente repetitivos. Los patrones que aparecen en los sueños tienen frecuencias mucho más elevadas. No duran demasiado y, por lo tanto, no dan lugar a la noción de un objeto sólido. Cambian y evolucionan muy rápidamente, así que la escala temporal del sueño nocturno es muy diferente a la del sueño de vigilia. Todo lo que vemos es, en mayor o menor grado, un hábito. El propio cuerpo es un hábito, moléculas danzando de una forma particular. Sin embargo, de su repetitividad, no deberíamos concluir que somos esta danza-cuerpo de aquí y no esa danza-cepillo de ahí. Es extraño, ¡pero está diseñado para ser así! Su propósito es crear este extraordinario despliegue de Maya. No es solo extraño que encuentre el mismo cuerpo cada mañana en el espejo, sino que es igualmente extraño que encuentre el mismo cepillo ahí. El cepillo solo existe cuando es percibido. Es creado en el momento de la percepción, después desaparece en la nada cuando deja de ser percibido y es recreado cuando es percibido otra vez. *

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¿Hay solo un punto de vista? Se infiere que hay muchos.

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Si estamos abiertos a la posibilidad de que la consciencia de la que viene la pregunta y la consciencia de la que viene la respuesta, es una y la misma, entonces resultará que es así. Esto es un gran misterio. La revelación de que la consciencia no es personal podría ser verdaderamente llamada iluminación. Si entendemos que todo es consciencia, entonces esta consciencia es, de hecho, experimentada como la sustancia y substrato de todo lo que conocemos, sentimos o percibimos. Sin embargo, mientras creamos o sintamos que esta consciencia es personal, no estamos conscientemente en el ámbito de la consciencia, y lo que es tomado por la consciencia es de hecho todavía la mente personal. A ese nivel, puede que hayamos entendido que todo es mente, pero no hemos cruzado el puente. Tenemos que abrirnos a la posibilidad que todos tenemos esta consciencia en común, que todos somos esta misma consciencia. Tenemos que estar abiertos a este milagro, a esta dimensión diferente, que es la dimensión de lo sagrado. Si estamos abiertos a esta dimensión, de alguna manera nos iluminará. La forma en que somos iluminados queda al arbitrio de esa dimensión, pero necesitamos estar convencidos. Entonces, se mostrará. En nuestros diálogos, utilizamos la razón para entender que no hay argumentos lógicos y válidos ni hechos que confirmen la hipótesis de que la consciencia es personal. Esto es lo más lejos que podemos llegar con la mente y eso nos dejará libres. Nos dejará abiertos. Demostrar que es impersonal está más allá de la razón. Viene de una dimensión diferente. Viene de la consciencia misma, de la propia luz. Recibimos un vislumbre tras otro de esto, hasta que gradualmente nos abrimos completamente y la posibilidad se hace realidad. La comprensión es que hay una sola consciencia aquí y también ahí. De hecho la consciencia está siempre aquí, pero este “aquí” está en todas partes. Todo lo que se necesita es librarse de viejos conceptos. Eso es importante. Ver que no tienen ninguna credibilidad nos deja en una actitud de no saber, una actitud en la que hemos olvidado todo lo que conocíamos, en la que no tenemos nada. Ese es el significado de ser “pobre de espíritu”. No sabemos nada, no tenemos nada, no queremos nada. En algunas tradiciones, antes de la iniciación, se le pide a uno que escriba un testamento filosófico de todo lo que cree. En la ceremonia de iniciación este precioso testimonio es quemado delante de sus ojos. No importa lo que contiene, no tiene valor. Es un símbolo del hecho de que para recibir la luz o la comprensión, tenemos que estar libres, libres de creencias, abiertos. Parece que la última libertad que nos queda es la libertad de escoger o no un pensamiento. ¿Eliges tus pensamientos o vienen a ti sin que los escojas? Mi experiencia es que aparecen y yo escojo si darles la bienvenida o no. Un pensamiento viene a ti de la nada y el siguiente pensamiento que aparece es, “¿Lo seguiré o no?” Sin embargo, es verdaderamente tu experiencia que tú escoges este segundo pensamiento, ¿O simplemente viene a ti de la misma forma que lo hizo el primero? Dicho de otra manera, ¿Escoges tú el pensamiento que escoges? Esa es la primera cosa a investigar. Cuando te das cuenta de que estás pensando en algo, el pensamiento previo ya se ha detenido. Este darse cuenta de que estás pensando es un segundo pensamiento. Viene a ti sin que lo escojas. 126

¿Es válido intentar reducir los pensamientos negativos? Es válido solo si elegimos nuestros pensamientos. Si no lo hacemos, ¿Qué validez puede tener entonces? Lo más importante es librarse de la noción de que elegimos nuestros pensamientos. ¡Somos unos obsesos del control! En el momento en que nos damos cuenta que no controlamos nuestros pensamientos, perdemos totalmente el control. Cuando yo era un niño, había unos volantes de juguete para los coches de forma que nos podíamos sentar en el asiento delantero e imaginarnos que conducíamos nosotros. Cuando nos damos cuenta de que no controlamos nuestros pensamientos, ¡cambiamos de asiento! Es un cambio importante. Darnos cuenta que podemos abandonar este innecesario conducir y todo el pensamiento que le acompaña es liberador. ¿Qué es un pensamiento? El pensamiento que surgió justo antes de que expresases esta pregunta surgió del silencio. Así que, un pensamiento es silencio con una forma. Está hecho de silencio y es la continuación del silencio. Cuando el pensamiento es entendido, se vuelve a disolver en el silencio y al hacerlo, revela su significado, pero todo el tiempo ha seguido siendo silencio. Se dice que si prestamos atención a ciertos pensamientos, por ejemplo los negativos, los fortalecemos. Eso es cierto, pero no como persona. Como personas, no elegimos nuestros pensamientos. Simplemente surgen de la consciencia, de la fuente. Si decimos, “No des rienda suelta a los pensamientos negativos, porque cuanto más lo hagas, más se perpetuarán a sí mismos”, no estamos hablando a la persona. Estamos hablando a aquello que verdaderamente crea los pensamientos, a la consciencia, a aquello que tiene el poder de producir o no producir pensamientos. No tendría sentido alguno dirigirse a los propios pensamientos. ¡Los pensamientos no pueden ni escuchar ni reproducirse! La persona es un pensamiento o un sentimiento que aparece de vez en cuando en la consciencia. Es un objeto en la consciencia que no tiene el poder o la capacidad de oír, elegir, decidir ni de hecho hacer ninguna otra cosa. Por lo tanto, si decimos esto, estamos realmente hablándole a la consciencia, no a la persona. Normalmente, se toma de forma personal y por lo tanto va seguido de una sensación de impotencia, porque en cierto nivel reconocemos que como persona, no podemos hacer nada. Sin embargo, esto que se dice no va dirigido a un individuo. Es como una oración que proviene de la consciencia y se dirige a la consciencia. ¿Puede la consciencia ser condicionada diciendo, “No hagas esto”? Estamos solo diciendo, “¡Deja de hacer eso!” Es la consciencia diciéndose a sí misma, “¡Deja de hacer eso!” La consciencia oye lo que se está diciendo a ella misma que haga y puede dejar de hacerlo porque tiene el poder de dejarlo. En esto consiste la eficacia de la oración. ¿Tiene nuestra propia actividad mental el mismo efecto sobre la consciencia? Nadie es propietario de los pensamientos. Solo la consciencia los posee. Ninguna entidad privada los posee.

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Parece que para una persona dada, los mismos pensamientos aparecen repetidamente en el espacio de la consciencia. Sí, al nivel sutil, en eso consiste la supuesta persona, en un particular modo habitual de pensamiento. Al nivel grosero, esta persona es lo que se llama cuerpo, que es un patrón particular de moléculas y células danzando juntas. Si lo que dices es cierto, entonces yo debería ser capaz de intercambiar mi posición contigo, pero ¡no creo que eso funcionase! No funcionaría simplemente porque piensas que no funcionaría. Lo que hace que esta perspectiva parezca improbable es nuestra asunción de que la consciencia es personal. Esto lo complica todo porque, obviamente, una consciencia personal no podría ser aquello que crea y contiene la totalidad. Cuando decimos que todo es contenido y está suspendido en la consciencia en todo momento, parece imposible solo porque concebimos la consciencia como algo personal. Sin embargo, si reemplazamos la palabra “consciencia” por la palabra “Dios”, repentinamente parece adecuado. Si nos preguntamos porque parece improbable o imposible cuando utilizamos la palabra “consciencia” y sin embargo posible cuando utilizamos la palabra “Dios”, vemos que es porque a la palabra “consciencia” le adjuntamos la noción de una entidad separada, siempre la concebimos como si fuera personal. Sin embargo, cuando usamos la palabra “Dios”, hay una tendencia a pensar en Dios como que está ahí fuera, a una distancia infinita de nosotros, y por lo tanto perdemos el sentido de intimidad con ello. Parece algo más allá de nuestra experiencia. Sin embargo, cuando hablamos de consciencia, evocamos esta conexión experiencial con ello, porque es nuestra “yo-idad”. Quizás deberíamos utilizar una palabra diferente, como “consciencia de Dios” o “consciencia divina”. Si tomamos la cualidad infinita y universal implícita en la palabra “Dios”, junto con la conexión íntima y directa que sentimos cuando se utiliza la palabra “consciencia”, entonces estamos más cerca de la verdad. Elimina la improbabilidad, la imposibilidad. *

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Entiendo que no hay ningún sitio al que ir ni nada que hacer, pero con esto se ha colado una especie de pereza acompañada de un sentimiento de que todo está bien. El empeño se convierte en algo espiritual en el momento en que nos lleva más allá de las limitaciones de una entidad personal, hacia lo universal. En ese momento nos convertimos en buscadores de la verdad. Este deseo de libertad absoluta proviene de la propia libertad. Sin embargo, estamos tan apegados a la creencia de que somos una entidad personal, que todavía no estamos dispuestos a dar credibilidad a la posibilidad de que ya somos la consciencia que estamos buscando, y que es nuestra verdadera naturaleza. Aparentemente hay alguien que quiere liberarse de la esclavitud y hay un proceso dirigido a hacerlo así. Hay muchos caminos que se ofrecen a los buscadores espirituales y todos ellos terminan en el mismo punto. Cuando entendemos profundamente que no hay una entidad personal que está limitada, que busca la libertad o que está liberada, entonces estamos en el trecho final. Ese es el camino directo. No quiere decir que todo lo que hicimos antes fuese innecesario. Todos y cada uno de los elementos del camino

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fueron necesarios para llevarnos ahí, pero ahora no hay nada que hacer. Una vez que estamos ahí, ¿Por qué preocuparse? Me surge la duda de si hay que hacer algo La idea de que hay que hacer algo siempre surge del sentimiento de que las cosas no están bien como están, de que deberían ser diferentes. Eso es lo que tenemos que investigar. Esta idea proviene siempre de la noción de que la felicidad y la paz dependen de las circunstancias, así que el cambio de las circunstancias nos permitiría encontrarlas. Sin embargo, todo lo que está presente ahora ya está presente en la paz. La paz es el contenedor universal de todas las cosas. No tenemos que asegurarnos la paz. Es el material de lo que esta hecho todo. Cuando esto es entendido dejamos de intentar cambiar las cosas porque nos damos cuenta de que la situación ya está hecha de paz. Es pura paz. La consciencia impersonal ¿toma parte en el disfrute? Esta mañana en la meditación cantó un pájaro y fue muy diáfano, muy bello. Después volvió a cantar, y era solo un sonido exterior y la apreciación de la belleza se había detenido. Es porque esta belleza está en todas por partes, pero no está en el objeto. El objeto “pájaro” solo celebra esta belleza. Si consideramos al pájaro como un potencial contenedor de la belleza, la perdemos, porque la próxima vez va a aparecer en alguna otra parte, y la siguiente vez va a estar en todas y en ninguna. Es como un juego del escondite que jugamos con nosotros mismos. Lo que somos juega con nosotros y aparece en los lugares más inverosímiles debido a su poder universal de estar en todas partes. Si creemos que reside en los pájaros, no estará. Si creemos que no reside en los pájaros, ¡se muestra allí! De esta forma, nos enseña a estar abiertos multidimensionalmente, sin elección alguna. Si somos completamente conscientes de un pensamiento, estamos libres de él. Si somos completamente conscientes del concepto de ser una entidad personal, ¿No seríamos libres? Es como si la entidad separada no fuera vista completamente. Exactamente. Tiene lugar a dos niveles, al nivel de los pensamientos y al nivel de los sentimientos. A nivel de la mente, surgen pensamientos que implican esta noción de ser separado. El hecho de que surjan no es en absoluto un problema. El problema es el hecho de que les damos credibilidad. A nivel de nuestro cuerpo, existen capas y capas de sentimiento con las cuales nos identificamos. Si estos sentimientos son completamente acogidos, pierden su poder de hacernos creer que somos estos sentimientos, y empezamos a darnos cuenta que siempre hemos sido la presencia acogedora en la que surgen. Tenemos que alcanzar la fase en la cual, si nos preguntan que somos no podría surgir ninguna imagen o sensación en respuesta a la pregunta. Inmediatamente, de manera instintiva sentimos, “No lo sé”. Esta pregunta nos conecta directamente con nuestra realidad más íntima, libre de cualquier imagen. Las imágenes que tengo de mí mismo tienen unas raíces muy profundas. Parece casi imposible no pensar en mí como algo. Da la bienvenida a la totalidad de tu experiencia, sin interpretación, juicio, comparación o conclusión. Atente simplemente a los hechos. Permite que se desplieguen. Siéntate en

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silencio y pregúntate: en las circunstancias presentes, ¿hay todavía pensamientos personales, sentimientos personales? Es importante entender que las percepciones sensoriales, las sensaciones corporales, los pensamientos prácticos, los pensamientos creativos y los pensamientos sobre la verdad son impersonales. No son un problema. ¿Qué hacemos si todavía se presentan pensamientos o sentimientos personales, tales como gustos y disgustos o miedos y deseos? Desde luego no intentamos ni eliminarlos ni hacer lo que nos piden que hagamos. Permanecemos en el filo de la navaja, sin intentar escaparles ni eliminarlos, sin convertirnos en sus sirvientes. Buscar lo “placentero” o intentar evitar lo “desagradable” no es la posición de aquel que está enamorado de la verdad. La posición es la de buscar la verdad sin tener en cuenta si es agradable o desagradable. Es importante observar donde te sitúas en tu meditación. ¿Estás buscando el placer, estados, o estas buscando la verdad? Sé claro y honesto contigo mismo. Cuando estás realmente buscando la verdad, todos los estados devienen neutrales: los agradables dejan de ser agradables y los desagradables dejan de ser desagradables. Lo que hace agradables los estados agradables es nuestro apego a ellos, nuestro deseo de mantenerlos. Lo que hace desagradables los estados desagradables es nuestro miedo de ellos. Sin deseo o miedo, la agradabilidad o desagradabilidad de los estados termina. Todo se vuelve neutral. Si esa no es tu experiencia y piensas que estás meditando, simplemente te estás contando una historia a ti mismo. Vuelve a preguntarte, ¿Qué estás buscando: la verdad o un estado agradable? Entiende que lo que nos gusta o lo que no nos gusta surge sobre imágenes en la mente tales como, “le gusto a él” o, “no le gusto a él”, o sobre sensaciones corporales que de hecho son tensiones no aceptadas. En primer lugar creamos la tensión y después, al no aceptar la tensión inicial, creamos otra capa adicional de tensión. Normalmente, queremos un resultado que podamos observar. Queremos estar presentes cuando el resultado tenga lugar. Queremos un objeto. Observa este mecanismo. Si ocurriera de ese modo, la liberación de esta tensión sería solo un objeto más. “La iluminación” sería solo un objeto más, una expectativa más. Ya somos luz. Aquello que está viendo estas palabras ahora mismo es la luz misma. Ya lo somos y siempre lo hemos sido. Abandona todo lo demás, cuerpo, sentidos y mente. Abandona todo a esta luz, momento a momento. No desees ninguna dirección favorita para el despliegue del cuerpo, los sentidos, la mente o el mundo. Nuestro deseo de que una situación se despliegue de una cierta manera es parte de la situación. Es precisamente este mismo deseo el que tiene que desplegarse, el que tiene que ser abandonado. Abandona el cuerpo, los pensamientos y sentimientos a la consciencia en la que aparecen momento a momento. Recibes todo sentimiento, sensación y percepción con esta benevolente indiferencia. Durante un cierto tiempo, seguirán surgiendo, pero ¿A quién le importa? Lo que está verdaderamente presente es tu presencia, invisible pero inevitable, evidente por sí misma, siempre presente. Permanece simplemente en el no saber. Olvida, momento a momento, aquello que estaba presente en el momento anterior. Déjalo ir. No te agarres a nada, a ningún método, a ningún pensamiento, sentimiento, sensación corporal, o percepción sensorial. Déjalos fluir. Asegúrate de que no existe una expectativa sutil a nivel corporal, de que alguna sensación que no te gusta va a evolucionar de la forma que te gustaría que evolucionase. Hay una gran libertad en “no sé”. Abandonar el saber es un gran alivio. Es hermoso. Somos inocentes como un niño, libres del pasado, libres de lo conocido, libres de la esclavitud. Aquello que surge como resultado de este no-saber es milagroso, 130

tiene un perfume. Cuando vivimos en esto, lo que decimos no tiene sentido alguno para aquel que lo toma desde la lógica. Podrías decir que cuando sabemos no sabemos, y que cuando no sabemos, sabemos. Tiene sentido para aquellos que saben ¡y para los que no saben! Cuando estamos en el no-saber, estamos en el umbral del Absoluto. Desde ahí recibimos todo lo que necesitamos en cada momento. Si necesitamos conocimiento o inteligencia lo recibimos. Lo mismo ocurre si necesitamos amor o belleza. Si no necesitamos nada, no recibimos nada. Estamos conectados con la raíz de todo, así que estamos en total armonía. Esto es por lo que la inocencia nos impacta, por ejemplo en el caso de un animal joven. *

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Algunas veces veo el “yo soy” como una función, un atestiguar. Incluso si decimos que es una función, esto es todavía limitante porque tiene una cualidad dinámica. También es un descanso universal. En el evangelio según Tomás, Jesús dice a sus discípulos, “Si os dicen, “¿De dónde habéis venido?” decidles, “Hemos venido de la luz”. Si os preguntan, “¿Cuál es el signo de la luz en vosotros?” decidles, “Es un movimiento y un reposo”. No solo un movimiento, no solo un reposo. Es fácil visualizar la consciencia como aquello que ilumina, pero no es tan fácil ver que la manifestación es en sí esa misma consciencia. El sabio Krishnamenon utiliza el ejemplo de caras esculpidas en la roca. Dice que al principio solo vemos las caras. Después de que hemos disfrutado un rato mirándolas, perdemos interés, relajamos el foco de nuestra atención y nos damos cuenta de la piedra existente entre ellas. Cuando volvemos a mirar las caras otra vez, vemos que también ellas están hechas de piedra. Las caras representan los objetos; la piedra entre las caras representa la consciencia testigo, y ver la piedra en las caras representa la comprensión de que los objetos están hechos de consciencia. Es un poco como en un espejo, en el que los objetos que aparecen en él no son sino el cristal del espejo. Exactamente. Antes de que nos demos cuenta de la existencia del espejo, somos como un gato que ve otro gato en el espejo e intenta atraparlo. Cuando el gato choca contra el espejo, eso es el equivalente de darse cuenta de la consciencia testigo. Eso es Nirvikalpa samadhi, la realización de la consciencia testigo, la experiencia del espejo, la experiencia subjetiva de la consciencia pura. Cuando volvemos a las imágenes, han dejado de ser reales en el sentido de existir independientemente, fuera de la consciencia, hechas de materia. Nos damos cuenta que no son otra cosa que el espejo. Eso es Sahaja samadhi, nuestro estado natural. El reposo es la presencia invisible del espejo. El espejo de hecho está en reposo, las imágenes siempre cambiantes que aparecen en él son lo que llamamos mente. El movimiento tampoco es otra cosa que el espejo. No podemos decir que hay solo reposo y no movimiento. Tampoco podemos decir que hay solo movimiento. Si somos el espejo, entonces debemos ser todo lo que hay en el espejo. El espejo es tan obvio que pasa desapercibido.

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Sí, el espejo es el secreto abierto. El evangelio según Tomás dice, “Si quieres esconder un objeto, ponlo a plena vista de forma que todos lo puedan ver.” Es el mismo secreto del que habla Lao Tse cuando dice, “El Tao del que se puede hablar no es el Tao”. Esta colección de condicionamientos y memorias, que llamamos persona ¿Continúa cuando no queda nadie? No es importante si queda o no una imagen “yo”, sino más bien si este concepto conserva todavía credibilidad. Por ejemplo, cuando era pequeño me dijeron que los bebés los traía la cigüeña, pero habiendo tenido tres hijos, este concepto ¡ha perdido su credibilidad! Puede surgir o no pero, ¿qué importa? En la práctica el concepto y el sentimiento de ser una persona separada necesitan ser alimentados y reforzados constantemente. Cuando dejamos de alimentar este concepto o esta sensación, cada vez aparecen menos. Sin embargo es peligroso decir “nunca”. ¿Cómo podemos saber lo que nos espera a la vuelta de la esquina? Es solamente el ego el que quiere esta especie de perfección absoluta a nivel del cuerpo y de la mente. Si estamos verdaderamente desapegados, no tenemos interés alguno en el ego, en el pensamiento o sentimiento de separación, ni a favor ni en contra. No tiene poder sobre nosotros. Solo el ego quiere librarse del ego. Lo que es importante es la cuestión del desapego del concepto de ser una persona. Lo que nos desapega de esta noción, es la experiencia de lo que somos verdaderamente. No es suficiente con entender la naturaleza de la serpiente, tenemos que ver la cuerda. No es suficiente entender que no hay serpiente. Tenemos que ver aquello que aparece como supuesta serpiente a plena luz, sino, la próxima vez, aunque puede que nos hayamos librado de una serpiente, parecerá como si hubiera otra. Este es el camino directo. Vamos directamente a nuestra verdadera naturaleza y desde ahí, toda la confusión a nivel de la mente y el cuerpo va siendo eliminada gradualmente. *

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14 El Deseo por el Absoluto No tengo miedo a morir y todo está bien. ¿Hay algo más aparte de esto? Si lo que dices es completamente cierto, que no tienes miedo a la muerte, no hay nada más. Sin embargo, no tener miedo a morir ha de ser entendido como mucho más que un simple no tener miedo de que este cuerpo pueda morir algún día. Implica no tener miedo alguno de que lo que eres, sea lo que fuere, pueda morir. Esto a su vez implica que conoces con certeza lo que eres. Si conoces lo que eres, que eres la paz misma, no hay miedo, y ya no continúas alimentando la agitación de la mente o el desasosiego del cuerpo. Entonces la consciencia de esta paz inherente a lo que eres, comienza a resplandecer a través de la capa de pensamientos y sentimientos, y estas capas se hacen más y más finas. Esto significa que no sientes atracción alguna hacia estados mentales, samadhis o estados extáticos. Si aparecen, por supuesto los disfrutas, pero son quimeras de tu imaginación. Te corresponde a ti saber si esta descripción se corresponde con la situación que describes. Es un alivio salir de la agitación del deseo, pero parece que entonces uno está en un vacío. ¿Es necesario estar suficiente tiempo en este vacío para apreciar la realidad más grande? Hay dos clases de vacío, objetivo y subjetivo. El vacío objetivo consiste simplemente en la ausencia de objetos, por ejemplo, ausencia de pensamientos, sensaciones o percepciones. Se denomina “objetivo” porque la ausencia de un objeto tiene todavía cualidades objetivas. Dicho de otra forma, todavía sigues mirando con los mismos órganos de los sentidos externos, en el caso de una ausencia de sensaciones y percepciones, o con la misma mente, en el caso de una ausencia de pensamientos, que utilizabas mientras había un objeto presente. Todavía sigues mirando al exterior en la dirección de los objetos solo para confirmar que no hay ninguno. Eso sería una nada objetiva, que es una ausencia de características. Esta ausencia todavía tiene una cualidad, es todavía un objeto sutil, y por lo tanto no tiene el verdadero perfume. Esta ausencia es buena para la mente y el cuerpo y puedes descansar en ella. Sin embargo, pronto te aburrirás de ella y te darás cuenta de que no tiene sabor, que no te satisface. Por lo tanto, después de un tiempo, comenzarás a buscar un nuevo objeto, más satisfactorio, y este ciclo de búsqueda de objetos continuará repitiéndose hasta que entiendas profundamente que lo que estás buscando no es un objeto. Esta compresión allana el camino a la experiencia de lo que llamas la gran realidad, el vacío subjetivo. El vacío subjetivo es la presencia en la que todo aparece, existe y desaparece. La existencia o la no existencia de cualquier objeto son irrelevantes con respeto a esta presencia. Esta presencia está vacía pero también llena. Es la plenitud misma. Es continua, siempre presente. Esta presencia es el perfume. ¿Entonces la idea es descansar como esta presencia? Descansar como esta presencia no tiene sentido, porque somos siempre esta presencia, sepámoslo o no. Sin embargo, tendría sentido descansar conscientemente como esta presencia. Esto implica la ausencia de la noción de que no soy esta presencia, de que soy algo distinto de esta presencia, tal como un cuerpo o una mente. Cuando tal noción

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desaparece, esta presencia resplandece. Esto es así porque tiene luz propia. Resplandece por sí misma. Entonces podría decirse que somos conscientemente esta presencia. La cuestión de descansar como esta presencia cobra un nuevo significado cuando hemos tenido un vislumbre de ella. Una vez que hemos tenido este vislumbre, vuelve una y otra vez. Nos invita una y otra vez. Nos invita haciéndonos conscientes del pensamiento ignorante de que somos alguna otra cosa distinta de esta presencia. Entonces abandonamos este pensamiento y tan pronto como es abandonado, esta presencia vuelve a estar aquí resplandeciendo por sí misma. La presencia no está ausente durante el pensamiento ignorante; solo parece resultar oscurecida por él. En esta presencia nosotros no hacemos nada. Tiene un dinamismo propio. Parece que colaboramos con ella, pero el mismo deseo de colaborar proviene de una intuición de la misma presencia, de un vislumbre. No escogemos este vislumbre, así que de hecho es solo esta presencia la que colabora consigo misma para revelarse a sí misma. Hay algo que a veces es descrito como una profundización de esta presencia con el tiempo, aunque realmente eso es absurdo. Parece corresponder a nuestra experiencia, pero no es consistente con nuestro entendimiento. Al salir de lo que no somos, hay una fracción de segundo en la que esta presencia está disponible. Sí, es muy importante experimentar la presencia en ausencia de objetos, porque a partir de ese momento, dejamos de tenerle miedo y empezamos a buscarla. Nos encanta. Al principio, no tenemos la habilidad de encontrarla fácilmente, pero en algún momento, nuestra búsqueda llega a su final, y termina en esta presencia. A medida que nos sumergimos más y más frecuente y conscientemente en esta presencia, entendemos profundamente que los objetos surgen de ella. Cuando un pez sale del agua, está todavía empapado con el agua en la que estaba inmerso. De la misma manera, cuando un pensamiento, percepción o sensación surge de esta presencia, todavía está impregnado de ella. Esta cualidad de presencia parece desgastarse con rapidez pero, curiosamente, brilla otra vez justo antes de que el objeto se funda en la presencia, cuando el objeto desaparece. Por lo tanto, al principio y al final de la manifestación de un objeto, empezamos a experimentar esta luz. Es como un arco que se construye a sí mismo. Llegado un punto, esta presencia es continua durante toda la manifestación de los objetos aunque, durante esos momentos, está más atenuada que cuando nos sumergimos completamente en ella. “Cuando surge una percepción, hay un instante en el que le prestamos atención. Entonces, en ese momento solo queda esa percepción surgiendo y resulta extrañamente atractiva. La enseñanza es que la mente solo puede tener una percepción a la vez” Eso es cierto, pero esta percepción puede ser considerablemente compleja. Sí, y muy rápida. Sin embargo, al prestarle toda nuestra atención y casi perderse a uno mismo, se experimenta una especie de éxtasis. Sí, pero para que esa aproximación tenga éxito, es necesario que entiendas que una mera concentración en un objeto no es suficiente. De hecho, lo que se requiere es lo opuesto. Es la completa relajación del enfoque de nuestra atención sobre el propio objeto, lo que hace a la presencia consciente de sí misma, a pesar de la aparición de un objeto. La intensidad de un objeto disminuye cuando desaparece y paralelamente, nuestra

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experiencia de la presencia parece hacerse más fuerte. En realidad, la presencia no se hace más fuerte; ocurre simplemente que los objetos ya no nos distraen de ella. Podríamos comparar esto con algo que ocurre durante una representación teatral. Los objetos son como los actores en el escenario. Si la obra es interesante y quedamos absortos en la trama nos absorbe, tendemos a no ser conscientes del decorado. Al acabar la obra, todos los actores abandonan el escenario y entonces no podemos evitar darnos cuenta del decorado. Si vemos la obra con frecuencia, puede ocurrir que, cuando la obra está a punto de terminar, relajamos la atención en los actores y vemos el decorado, aunque los actores todavía están presentes. Sin embargo, una vez que conocemos la obra tan bien que ya no necesitamos prestar atención a lo que dicen o hacen los actores, vemos el decorado incluso en presencia de los actores, porque ya no estamos hipnotizados por ellos. ¿Tiene la mente capacidad de elegir? La mente no tiene elección. Elección suena a entidad, algo o alguien que tiene capacidad de elegir. La consciencia es la libertad misma, así que lo escoge todo en cada momento. Incluso escoge aquel que siente que tiene o no tiene elección. Ese sentimiento es escogido en ese momento por la consciencia. Es por esa razón que resulta tan engañoso. ¡Está muy bien hecho! ¿Por qué la consciencia habría de decidir estar deprimida o enfadada o ser tacaña? Escoge jugar este juego. Puede escribirlo en el guión. Lo escribe desde su propia libertad, pero también puede detenerlo en cualquier momento. Pensamos que todo es sólido, pero de hecho, todo está lleno de vacío. Es como un queso suizo. El queso es el equivalente de este vacío, que es la verdadera realidad de todo. Lo que vemos, tocamos y pensamos es como los agujeros del queso, los huecos aparentes en el continuo de la consciencia. Es este continuo de consciencia lo que da forma a todo lo que experimentamos. Aquello que da forma a todo es la misma cosa que llamamos “yo”, aquello que somos en realidad. Es este lugar que no puede ser tocado, que no puede ser alcanzado porque está tan cerca. Es el “yo” impersonal. En el momento en el que nos vemos como entidades personales, se crea un dilema. Por una parte, como entidades personales somos conscientes de nuestras limitaciones, y por lo tanto, no hay libertad. Por otra parte, tenemos esta intuición de nuestra libertad innata. Por lo tanto, en contradicción con nuestra experimentada falta de libertad, tenemos la intuición de la libertad y el libre albedrío, y esto proviene directamente de la consciencia. Este conflicto encuentra su resolución en el momento que entendemos que estamos hablando de dos mundos diferentes, de dos niveles diferentes. A nivel de la entidad personal, no tenemos ninguna libertad en absoluto; al nivel de la consciencia, somos la libertad absoluta. En términos de la entidad personal, no podemos entender la libertad absoluta que somos. Tenemos que abandonar la noción de ser una entidad personal y en ese momento, de manera espontánea y natural, nos encontramos como esta libertad. Entonces no se plantea la pregunta. Consciencia sin elección quiere decir consciencia que no tiene un segundo pensamiento. Simplemente dice, “Sí” o “No,” a aquello que acaba de generar. Lo que es producido es creado por voluntad propia, así que no hay segundo pensamientos. La consciencia sin elección ve su propia perfección. La Biblia dice que el séptimo día, Dios 135

descansó y vio que todo era bueno. No hay que cambiar nada. Todo es creado en el momento, así que si la consciencia sin elección quiere cambiar algo, simplemente lo cambia en el momento. ¿Necesita la consciencia hacer preguntas? De hecho la consciencia está jugando un juego consigo misma. Sea lo que fuere que se está haciendo es la consciencia quien lo está haciendo. Lo que llamamos “bien” y lo que llamamos “mal” son igualmente obra de la consciencia. Es una cuestión de para quien es la consciencia el objetivo último. Tal pregunta surge del deseo de experimentar la consciencia. El deseo de experimentar la consciencia proviene de la experiencia de la consciencia. Ese es el significado del dicho en la Biblia, “No estarías buscándome sino no me hubieras conocido.” El deseo por el Absoluto proviene del Absoluto. Aunque todo es obra de la consciencia, el buscar conscientemente la consciencia es una clase especial de hecho. No es un tipo de actividad ordinaria. Viene de la gracia. Todo es gracia, pero buscar la gracia proviene de una gracia especial. Lo que podemos entender solo mediante palabras es simplemente la punta del iceberg. El resto lo entendemos con el sentimiento y la percepción. Necesitamos estar en contacto con la totalidad de nuestra experiencia para poder ser capaces de darle la bienvenida en su totalidad. Mientras haya una falta de acogimiento, quiere decir que en alguna parte permanecemos atascados con un objeto. *

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¿Puedes decir algo sobre la importancia de la meditación en la vida diaria? Recuerda que la meditación no es una actividad. La meditación trata de no saber, no querer, no agarrase a nada. Permanecemos con las manos abiertas, la mente abierta, el cuerpo abierto y el corazón abierto. Si hay agitación mental, sé simplemente testigo de ello. El pensamiento práctico pude ser pospuesto hasta después de la meditación. El razonamiento superior, pensar sobre la verdad, puede formar parte de la meditación. El pensamiento psicológicamente involucrado puede ser utilizado para revelar la mentira en la que se basa. Si hay pensamiento psicológico hazte la pregunta, “¿sobre quién trata este pensamiento? ¿Quién es el que supuestamente se va a beneficiar de este pensamiento? ¿Quién es el beneficiario?” Eso inmediatamente transforma el pensamiento involucrado en razonamiento superior, en el que se disuelve. El razonamiento superior destruye los fundamentos del pensamiento ignorante, falso. Gradualmente, hay menos y menos pensamientos y más sentimientos. Los sentimientos hermosos, los sentimientos superiores, son parte de la meditación. Los sentimientos prácticos nos dan un mensaje práctico tal como, “Tengo hambre” o, “Me duele aquí o allí”. Son análogos a los pensamientos prácticos. A menos que haya una emergencia, estos pueden ser pospuestos hasta después de la meditación, así que nos quedan los sentimientos involucrados, los sentimientos negativos. Estos son las resistencias, la sensación de carencia, el impulso a hacer algo, el aburrimiento, las dudas, el miedo, el deseo, la envidia. No deberíamos entregarnos a estos sentimientos, sino interrogarlos directamente al nivel de sensación, siguiéndolos hasta la presencia en la que surgen.

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Este seguimiento del sentimiento hasta su fuente es lo que llamamos “sentir superior”. Si nos movemos cauce arriba a lo largo de un sentimiento hacia la fuente, esto es sentir superior. Si nos movemos cauce arriba a lo largo de un pensamiento hacia la fuente, esto es pensar superior, razonamiento superior. Cuando aparece un sentimiento no te apegues a él. No deberíamos tener miedo de nuestro miedo; ni deberíamos hacer lo que nos dicta nuestro miedo. Más bien, busca la fuente en la que se origina, la presencia. Sigue las huellas del miedo hasta el espacio acogedor. La fuente es siempre mayor que el sentimiento que parece en ella. Nos alejamos del objeto y nos acercamos a este espacio, a esta presencia consciente. En este proceso, habrá sentimientos intermediadores, que se van transformando, análogos a los pensamientos que tenemos sobre la verdad y que actúan de intermediarios en el razonamiento superior, hasta que se funden en la presencia. Aunque esta meditación no es una actividad ni una práctica, tampoco es pasiva. Es pasiva en el sentido de que no hay un hacedor personal que la haga ni una meta personal que alcanzar. Es activa en el sentido de que está provista de actividad superior, tal como razonamiento superior y sentir superior. Cualquier actividad impersonal, que proviene de la fuente y se dirige a la fuente es parte de la meditación. De este modo, no hay una separación clara entre la meditación y la vida diaria. No hay separación porque la meditación incluye tanto la actividad como el reposo. No te preocupes si no está todo claro. Si tienes interés en algún momento se aclarará. Medita desde tu comprensión de la meditación, por ejemplo como benevolente indiferencia, o acogiendo la totalidad de tu experiencia sin excepciones, o permaneciendo en el no saber, o simplemente siendo como eres sin metas, u ofreciendo tus pensamientos, percepciones sensoriales y sentimientos a la presencia en la que aparecen. Cualquiera de estas sugerencias te llevará a la meditación. En el mismo momento en el que tienes la buena voluntad de probarlas, la meditación alcanza su perfección. Aunque pueda que a ti no te parezca que ha alcanzado su perfección, alcanza la perfección en el momento en el que hay buena voluntad. La razón por la que puedes pensar que no es perfecta es porque te imaginas la meditación como un estado placentero, y no es así. La meditación no es un estado. Es la libertad de todos los estados. Algunos de nosotros pensamos que deben darse unas ciertas condiciones para poder meditar. Pensamos que debemos estar en casa, sentados en el suelo, con incienso y flores. Debemos estar de vacaciones en la casa perfecta y con la orientación perfecta. Todo esto es simplemente intentos del ego para posponer el momento de su ejecución. En vez de esto, deberíamos desarrollar un afán de aprovechar los instantes pasajeros entre dos actividades, tales como ir sentado en el autobús, esperar en el dentista o tomarse un descanso en el trabajo. Tres segundos de meditación espontánea que ocurre cuando aprovechamos el momento, tienen más valor que horas de falsa meditación hacia una meta, hacia una meta personal. No es una cuestión de duración. Es una cuestión de intensidad y espontaneidad. Eso es todo lo que se necesita para llevarnos justo al Absoluto. A medida que nos enfocamos más y más, desarrollaremos la habilidad de aprovechar estos momentos. Y parecerá que estos momentos se hacen más y más frecuentes hasta que se convierten en un único momento. Esto es lo que se llama el proceso de estabilización. Entiende también que cualquier actividad que surge de la alegría pura no es distinta de la meditación. Es parte de ella. La alegría es el sello de lo sagrado, el sello de lo divino. El sufrimiento psicológico, la desgracia, son el sello de la ignorancia. Es el rechazo de lo que somos y el intento inútil de remplazarlo con lo que no somos. Es ridículo y absurdo como el fundamento de toda buena comedia.

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Deberíamos hacer de nuestra interacción con los otros una parte de nuestra práctica de la meditación. De esta forma nunca estaremos fuera de la meditación, ya estemos con nuestros compañeros de trabajo, clientes, empleados, extraños, familiares, amigos o simplemente solos. Estas son magníficas oportunidades de meditar, de practicar el razonamiento superior o el sentir superior, en presencia de los otros. En tu interacción con los otros, practica una benevolente indiferencia, escuchando y acogiendo lo que dicen, hacen o proyectan, y también tus propias respuestas, sin resistencia. Eso producirá una gran transformación de tu vida. La meditación sentados que hacemos en nuestro dormitorio una o dos veces al día es simplemente una preparación para la verdadera meditación, la gran meditación, veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Si practicamos en la privacidad de nuestra habitación, será más fácil y más natural practicar durante el día. Sin embargo, todavía será necesaria la buena voluntad y el deseo de hacerlo así durante el día. Si no lo hacemos así, todo lo que hemos aprendido aquí permanecerá congelado. No morirá, pero se quedará como un embrión congelado. Sin embargo, si lo practicamos en la vida diaria, impregnará nuestra vida de dulzura. *

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15 El Diamante Transparente Cuando veo que el mundo surge en mí, no hay sentido de participación, pero esta comprensión desaparece y vuelvo a involucrarme. Lo importante de esta experiencia es la revelación del secreto abierto. Cuando esta revelación ocurre por primera vez, a menudo se acompaña de un estimulante sentimiento de libertad y gozo. Este sentimiento es el aspecto objetivo de la experiencia. El aspecto subjetivo es la propia revelación del secreto abierto, la verdadera sustancia de la experiencia. Hay una tendencia a olvidar la revelación y apegarse al aspecto objetivo que la acompañaba, a hacer de ello una imagen. Es como si Dios se revelase a sí mismo/a rodeado/a de ángeles con trompetas, y nosotros tendemos a enamorarnos de la música y a olvidar la revelación de Dios, que es invisible, inconcebible e intocable. Habiendo sido seducidos de esta forma por el aspecto objetivo de la experiencia, quedamos apegados a ella y es entonces cuando desaparece, y sentimos nostalgia de eso. Esta nostalgia proviene del ego, junto con un sentimiento de que todo sería perfecto si pudiéramos al menos reproducir el sentimiento original. Olvídate de reproducir el sentimiento; lo importante es recibir la revelación. La revelación en sí misma es atemporal. Es la presencia del espejo de la consciencia, aquello en lo que ocurre y aquello de acuerdo a lo cual ocurre toda nuestra experiencia. Es el mismo espejo el que está entendiendo estas palabras justo en este momento. Nunca ha desaparecido, a diferencia de la experiencia de los ángeles. No es necesariamente un sentimiento agradable. No deberíamos insistir en que Dios se muestre de acuerdo con nuestros propios términos, que vienen siempre condicionados por la experiencia pasada. Queremos ángeles y trompetas, pero ¡en esta ocasión Dios quiere aparecer como un guerrero! Tenemos que estar abiertos a ver cualquiera de las posibles caras de Dios en todo momento. Siempre pensé que se sentiría como amor, pero algunas veces lo que surge es muy incómodo. Esta sensación de incomodidad ha de ser vista como un reflejo más en el espejo. Si nos identificamos con el reflejo, quiere decir que no nos hemos dado cuenta del espejo, la verdadera revelación. Aquello que es revelado en cada momento es el secreto abierto de la presencia del ahora. Todos los problemas se desvanecen cuando nos referimos directamente a la propia revelación, pero olvidamos cual es la verdadera importancia de nuestra experiencia, donde está el verdadero significado. Nos enamoramos de la preciosa caja en donde se ha colocado un diamante transparente, olvidando que el verdadero regalo es el diamante transparente, incoloro. La caja es tan rica y llena de color que nos enamoramos de ella, pero no tiene el mismo valor que el diamante. El secreto abierto suena tan obvio. Es esta misma obviedad la que lo oculta. La mente es demasiado complicada para la simplicidad del secreto.

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La mente no se contenta con ser simple. No. ¿Así que la idea es atenerse a aquello que se presenta sea lo que sea? Sí, pero permitiendo también que evolucione libremente. Atenerse a algo no significa cristalizarlo. Quiere decir estar con eso amorosamente, en libertad, sin intentar rechazarlo, agarrarlo, o ni siquiera comprenderlo. Simplemente respetarlo, dejarle tener su propia vida. ¿Es eso también cierto en el caso de las tensiones que no ceden fácilmente porque están tan profundamente arraigadas? No intentes que cedan. Si quieren ceder, está bien; pero si no quieren ceder, también está bien. No hagas de tu felicidad un rehén de la posibilidad de que cedan. No sientas que tienes que tener una experiencia extraordinaria. Es nuestra experiencia ordinaria la que es extraordinaria en sí misma. Normalmente, somos incapaces de ver esto. Tendemos a rechazar la situación que surge en el momento porque no se adapta totalmente a nuestra idea de cómo deberían ser las cosas. No es suficientemente especial. Tenemos que ver con claridad que es precisamente este rechazo lo que hace que la experiencia parezca ordinaria. Cuando dejamos de rehuirla, revela su condición extraordinaria. Al rechazar este momento, imaginamos entonces como deberían ser las cosas realmente. Concebimos la experiencia ideal, la verdadera experiencia espiritual, que es siempre alguna otra cosa diferente de este momento, en alguna otra parte y en algún otro tiempo. Entonces comenzamos a buscar esta otra experiencia extraordinaria, sin darnos cuenta de que este ciclo de falta de satisfacción, rechazo y búsqueda se recrea a sí mismo perpetuamente. Atente simplemente a las circunstancias ordinarias sin ponerles la etiqueta “ordinario”. Mantente abierto a ellas sin deseo de cambiarlas en modo alguno. Ya son, de hecho, mágicas y milagrosas. Son la revelación del Absoluto. Las montañas, por ejemplo, ya son milagros. No necesitamos un pequeño ángel en la cima de la montaña para que sean más milagrosas, así que no inventes uno. Si algo le ocurre a mi cuerpo, utilizo la mente para recordarme que no me está ocurriendo a mí, que le está ocurriendo a mi cuerpo. Es muy bueno usar la mente para reajustar el modo en el que percibimos nuestro cuerpo. Cuando consideramos nuestro cuerpo desde esta perspectiva, resulta objetivado, es percibido como un objeto de la consciencia, ahí fuera delante de nosotros. Cuando nuestro cuerpo es percibido de esta forma, no es posible pensar, “soy ese objeto ahí fuera”. Solamente cuando el cuerpo no es objetivado completamente, cuando alguno de sus aspectos no es visto claramente, queda una posibilidad de pensar o sentir que “soy yo”. Si el cuerpo es un objeto y yo, como consciencia, soy su sujeto ¿No es esto dualidad? Para poder liberarnos de la ilusión de que somos el cuerpo, tenemos primero que ser completamente conscientes de que es un objeto de nuestra atención. A media que nos establecemos en esta comprensión, comenzamos a buscar el límite que nos separa, como consciencia, de este objeto percibido, y cuanto más detenidamente miramos, mas profundamente nos damos cuenta de que no existe. Empezamos a entender que el 140

cuerpo es un objeto en la consciencia y no meramente de la consciencia. A medida que esta comprensión gana profundidad, empezamos a preguntarnos de qué está hecho realmente este objeto, que obviamente está en la consciencia, y caemos en la cuenta de que está hecho de consciencia, porque no hay ninguna otra cosa de la que pueda estar hecho. Nos damos cuenta del cuerpo, junto con todo lo demás, como consciencia, no simplemente como algo en la consciencia. Por lo tanto, entender el cuerpo como un objeto de la consciencia, es un paso necesario en casi todos los casos. Sin embargo, no es todavía una comprensión completa de nuestra experiencia. Hay una progresión en la comprensión desde, “soy el cuerpo” a “no soy nada” hasta “soy todo”. “Soy el cuerpo” es Savikalpa samadhi. “No soy nada” es Nirvikalpa samadhi. “Soy todo” es Sahaja samadhi, nuestro estado natural. *

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Continúo viéndome inundado por el dolor El dolor ha desaparecido ahora, así que obviamente no era tu cuerpo. Estás apegado a tu interpretación del origen del dolor. Piensas que el dolor estaba teniendo lugar dentro de tu cuerpo, pero eso es solo una teoría. De hecho, tu experiencia real era que el dolor estaba ocurriendo dentro de la consciencia, dentro de ti. Si dejas que el objeto, en este caso la sensación de dolor físico, se despliegue completamente, entonces no queda posibilidad alguna de sentir que eres tú. Era tan fuerte que no podía acogerlo. Sí, hay momentos en los que esto ocurre, pero en última instancia estos momentos no cambian nada. No permitas que estos momentos de dolor intenso alteren los momentos más claros y mucho más prevalentes en los que esta identificación no esta teniendo lugar. Cuando estamos completamente involucrados en una sensación no podemos hacer nada. Después este involucrarse disminuye y nos damos cuenta de que estábamos innecesariamente identificados. Lo que generalmente nos hace sentir que somos el cuerpo son diminutas contracciones o localizaciones, que por ellas mismas no son un problema. Si simplemente las experimentamos tal y como son, comenzando por situaciones fáciles, obtenemos una idea de cómo se siente el permanecer sin involucrarse. Simplemente experimentamos todo de la forma en que es realmente, como algo que aparece dentro de la consciencia. No tenemos que preocuparnos por estar o no involucrados. Simplemente permanecemos como somos en realidad, como aquello dentro de lo cual todo aparece y en última instancia como todo lo que aparece. Esta es la gran comprensión de la inclusión de las sensaciones corporales en nuestra meditación. No tienen que pasar a través de la mente. Simplemente el hecho de ver lo que aparece tal y como es, un objeto en la consciencia, nos desidentifica de él. Cuando nos hemos desenredado del objeto de esta forma, deja de haber cualquier conexión personal con él que pudiera subsecuentemente generar pensamientos tales como, “soy el cuerpo” o “soy dolor”. Simplemente deja todo en paz. Tú, la consciencia, estás bien, y los objetos que aparecen en ella también están bien. No interfieras en nada. Esta actitud imparcial tendrá por sí misma un efecto en lo que aparece dentro de la consciencia y, sin ninguna razón aparente, descubriremos que los conflictos de nuestra vida comienzan a disminuir. Sin embargo, esa no es la meta; es un resultado posible. No hay meta. Puede que todavía haya dolor pero algo profundo en nuestro interior está libre

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de él, más allá de él, detrás de él y alrededor de él. Al principio, no es obvio, pero a medida que el trasfondo parece estar más y más presente, comenzamos a sentirlo en circunstancias en las que habitualmente estaríamos completamente involucrados, y este es el comienzo del desapego. El camino directo es a menudo mal interpretado como un proceso que implica alguien que viene aquí, hace la pregunta apropiada, recibe la respuesta correcta y sale liberado. Pero en realidad, no hay entidad individual llamada “yo” que vaya ni venga. No hay nadie que se libere. Solo hay libertad. Esta noción de una persona que viene y se va, que pregunta y responde, es solo un cuento infantil. El camino directo no significa necesariamente corto; simplemente significa directo. Vamos derechos a la verdad absoluta de nuestra experiencia, directamente al sentimiento-comprensión de que somos consciencia en todo momento. Al principio, tenemos un atisbo de esta verdad. Después, la primera pregunta que hacemos al encontrarnos con esta perspectiva, si estamos genuinamente buscando la verdad, enseguida resulta en un vislumbre de nuestra verdadera naturaleza. A continuación, se produce un vislumbre tras otro y algo empieza a cambiar. Es como una fotografía que está siendo revelada. Todo empieza a mostrarse simultáneamente en todos los ámbitos de nuestra experiencia: la forma en que entendemos la vida, la forma en como nos sentimos con respecto a la gente, los animales, las situaciones y acontecimientos, nuestras relaciones, nuestra profesión. Todo en nuestra vida se ve impregnado por esta comprensión. El trasfondo viene al primer plano igual que los tonos negros van apareciendo en el papel fotográfico. Es una revelación. Hay una molestia que proviene de un sentido de separación. La simple contemplación de esta molestia no parece ser suficiente para disolverla. Hay una confusión. No la contemples solamente. Acógela. Acogerla quiere decir no mantener el deseo de librarse de ella o cambiarla en forma alguna. Tu pregunta indica que hay este deseo. Tenemos que estar dispuestos a vivir con esta sensación de incomodidad para siempre. De ahí en adelante, como pueda evolucionar la sensación no es de nuestra incumbencia. Mientras pensemos que la presencia o ausencia de la sensación implica alguna diferencia, entonces incluso si desaparece, pronto aparecerá otra. Es un saco sin fondo de sentimientos desagradables. Por lo tanto, es importante no preocuparse. Simplemente abandonamos cualquier intento de hacer algo sobre la bolsa. Simplemente acogemos la presencia de la bolsa. Después de todo, si realmente sabemos que no somos la bolsa ¿qué importa? Es igual con el sentimiento de separación. Tenemos que amarlo. El sentimiento de separación es el ego. Si intentamos librarnos de él, nos separamos de él y creamos un asesino de egos, que es otra cara de la misma cosa. ¡Es mejor quedarse con un solo ego! *

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El sol está siempre brillando pero las nubes lo oscurecen. La nube es el pensamiento de que soy una persona. La mayor nube de todas es el pensamiento de que soy una persona que está libre de la nube. Pensar que soy una persona sometida a la nube también es una nube. Estamos aquí con un único propósito, que es el de experimentar el amor. El amor es la experiencia de que la consciencia, aquello que somos, no es personal. Para experimentar el amor, tenemos que estar abiertos a él. Tenemos que estar abiertos a la

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posibilidad de que lo que somos verdaderamente, consciencia, aquello que está viendo y entendiendo estas palabras justo en este momento, no es personal. Todos somos eso. Los cuerpos y mentes que aparecen en ella son todos diferentes, pero aquello en lo que aparecen, aquello que ve y experimenta, es siempre uno y lo mismo. Se conoce a sí mismo como consciencia en cada uno de nosotros, como cada uno de nosotros. Cuando nos abrimos a ella, resuena. Cuando atrapamos esta resonancia en el corazón, se irradia como amor. Cuando la atrapamos en la mente, aparece como comprensión. Cuando se revela en el mundo, resplandece como belleza. Todos son lo mismo, la consciencia revelándose a sí misma en modos diferentes. Esta es la forma en que se conoce a sí misma, resonando de este modo. Es como cuando alguien dice, “¡Tú!” algo en nosotros responde, resuena. Antes de ser una mente o un cuerpo, somos este “yo soy”. En nuestros encuentros volvemos nuestra atención hacia la fuente apartándola de los objetos. Se nos recuerda la fuente constantemente. Podríamos preguntarnos cómo es posible volver nuestra atención hacía algo que es invisible, inconcebible e incomprensible. Sin embargo, cada vez que retiramos el foco de nuestra atención de los objetos, estamos de hecho volviéndonos a la fuente y, cada vez que hacemos esto, desaparecemos como personas. Cada vez que se nos recuerda esta dirección desconocida, miramos hacia la fuente y desaparecemos en ella, somos tomados por ella. Entonces la mente vuelve a surgir, el viejo hábito de enfocarse exclusivamente en los objetos, y parece que nos olvidamos, hasta que regresa la nostalgia y volvemos a ser cogidos. Cuando esto ocurre con suficiente frecuencia, la vida comienza a cambiar para nosotros. La forma en la que percibimos, vemos y entendemos cambia. Nuestra experiencia cambia. Al principio, sentimos una alegría sin causa que se filtra entre los objetos, a través de los huecos. Después empieza a impregnar a los propios objetos, nuestros pensamientos, nuestro cuerpo, el mundo. Las cosas que siempre habíamos considerado como sólidas empiezan a sentirse como transparentes y aquello que pensábamos que era pasajero y efímero, la consciencia, se hace mas tangible y estable. Este es el secreto (a voces) abierto del satsang. La única cosa que es necesario recordar es, “no sé”. Nadie sabe. Estoy aquí sentado en una silla como alguien que sabe, pero yo no sé. Simplemente ocurre, no sé como. Cada vez que ocurre, me asombra. Esta tarde, pensé que no conocía aquello que es incognoscible, y después me di cuenta de que esto no puede ser verdad, son solo palabras. Para la gente que no entiende, eso no tiene sentido, pero para aquellos que lo hacen, tiene todo el sentido del mundo. Parménides dijo, “Ser es y no-ser no es”. Para el filósofo interesado en los enunciados lógicos, es una tautología. Un buen satsang es aquel del que no recuerdas nada. De hecho, no se dice nada. El satsang es silencio. No queda nada, pero te sientes bien. Su esencia es luminosidad, amor o belleza. Eso es todo. No se puede hablar de ello. Parece que lo único que podemos hacer es pulir el espejo. ¿Se consigue mediante el no saber? En vez de intentar mantener una actitud de no saber, sería más sencillo entender que no podemos saber nada. Así no tenemos que mantener ninguna actitud. Esto es un hecho. No conocemos aquello que lo conoce todo. Por lo tanto, ¿cómo podemos verdaderamente conocer cualquiera de las cosas que se supone que conoce? No podemos. Así que no sabemos nada. 143

Somos aquello que conoce pero que, en sí mismo, es incognoscible. Conocer aquello que conoce no es un conocimiento de un objeto. Nuestra verdadera identidad es aquello que somos. Podría decirse que el desconocimiento de los objetos es un prerrequisito para el conocimiento de nuestra verdadera naturaleza. Hay una historia sobre el quinto patriarca Zen, que dijo que transmitiría el cuenco y la túnica, los símbolos del oficio de patriarca, a quien pudiera escribir el mejor poema sobre la verdad. Tenía un discípulo muy bueno que escribió un poema en la pared, y nadie osó escribir otro tras él porque era obviamente el mejor. En su poema decía que el alma es como un espejo y que deberíamos limpiarla incesantemente para asegurarnos que ni la más mínima mota de polvo dañase su superficie. El patriarca lo aprobó y dijo que era un hermoso poema que reflejaba el significado profundo del Zen. Había otro monje que trabajaba en la cocina que escribió una respuesta que decía que la esencia del Yo es pura, así que no hay peligro alguno de que una mota de polvo la pueda manchar. Este espejo, dijo, era de una naturaleza distinta a la del polvo, así que ¿por qué preocuparse de limpiarlo? Cuando el patriarca vio esta respuesta, sabía que era lo verdadero, el camino directo. Así es como fue nombrado el sexto patriarca Zen. Así que no hace falta pulir, pero si quieres pulir, ¡no pasa nada! Parece que el trabajo de la mente es conocer y sin embargo no puede. Lo único que tiene que hacer la mente es quitarse de en medio. La mente se quita de en medio cuando entendemos que, haga lo que haga, no puede garantizarnos la felicidad. Tenemos que ver claramente que la felicidad que sigue a la adquisición de un objeto deseado se deriva del hecho de que, durante un breve momento, nos encontramos sin deseo alguno y por lo tanto felices. Cuando entendemos que nuestra felicidad proviene de esta condición de ausencia de deseos y no de los objetos, la mente se aquieta de forma natural. Una vez que se ha entendido completamente que la mente no puede ser el arquitecto de nuestra felicidad, ¿por qué continúa generando deseos de objetos? El problema es, en primer lugar, la insatisfacción que nos induce a buscar la felicidad en la experiencia objetiva y que sigue reproduciéndose, una y otra vez, a pesar de la felicidad que experimentamos al satisfacer un deseo. Tenemos que ver que este proceso continuará mientras no prestemos atención a nuestros sentimientos y sensaciones corporales y concentremos nuestra investigación y meditación solo en la mente. Cuando los sentimientos llegan a ser demasiado intensos o desagradables, normalmente generamos pensamientos como una forma de distracción, nos escapamos hacia el pensamiento. La mente actúa así como si fuese una especia de pantalla, produciendo deseos y la subsiguiente actividad con objeto de evitar estos sentimientos incómodos. Sin embargo, solo son desagradables en tanto no los encaramos. En el momento que los encaramos se vuelven inofensivos. Cuando son neutralizados de esta forma, ya no hay necesidad alguna de generar pensamientos para distraernos de ellos. Por lo tanto, tanto la mente como el cuerpo tienen que estar libres de las tensiones que crean esta insatisfacción y el subsiguiente tren de deseos y, en ese momento, tenemos la oportunidad de ver que ya somos la felicidad misma. Los pensamientos se manifiestan mediante el lenguaje y nos permiten conceptualizar, y estos conceptos a su vez nos conducen a la libertad o a la depresión.

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Los pensamientos, antes de ser formulados en palabras, son generalmente precedidos por una imagen. El propio pensamiento es una formulación de esta imagen. Sin embargo también hay pensamientos que surgen de la nada. Estos son pensamientos inspirados, como un “insight” poético, que viene en un flash, y a continuación encontramos las palabras que encajan con el pensamiento. Hay otros pensamientos que provienen del pasado, de la memoria, de pensamiento recurrente, cuyo origen es el pensamiento “yo”. Eso es pensamiento cautivo, dependiente del pasado. El pensamiento que es fresco y aparece en el ahora es libre pensamiento. El pensamiento cautivo nos ata. El libre pensamiento nos libera. *

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Para simplemente ser no tenemos que recordar, y sin embargo hay como un gusto a recuerdo en este ser. ¿Es esto algún tipo de memoria superior? Lo podríamos denominar remembranza. La diferencia entre memoria y remembranza es que la memoria se refiere a los objetos, mientras que la remembranza se refiere al sujeto. La memoria se refiere al pasado, mientras que la remembranza se refiere a lo atemporal. Cuando estamos libres del pasado, hay inspiración. Cuando traemos el ego a escena caemos en desgracia. Es como un equilibrista bailando sobre el cable con perfecta facilidad hasta que recuerda el abismo. Si uno pudiera permanecer en el no-saber sin extender el brazo para agarrarse a la próxima rama, habría completa inseguridad, que al mismo tiempo es seguridad. Sí, en eso consiste el satsang. No se trata de intercambiar conceptos sino de bailar sobre el cable. Una vez que estamos sobre el cable no hay discípulo o maestro; hay solo baile. Todos los que están ahí mirándonos también están bailando con nosotros. El satsang es una forma de arte, como bailar espontáneamente con inspiración. Es un alivio no tener que vivir de acuerdo con expectativas externas. Con eso vienen la espontaneidad y el humor. Algunas veces humor y otras veces otra cosa. Algunas veces es dulzura o relajación. No tiene que ser de una forma determinada. Puede cambiar dramáticamente de un momento a otro. Algo que impide el preguntar espontáneo en el satsang es el ego diciendo: “ya sé la respuesta”. Ese no es necesariamente el ego porque podría ser cierto. La forma de descubrirlo es preguntarte si tu propia respuesta pone fin a tu pregunta. Si lo hace, es la respuesta correcta. Es bueno ser autónomo y obtener la respuesta de esa forma. De hecho, cuando recibes la respuesta de esa forma, proviene exactamente del mismo lugar que una respuesta que viene del maestro. La verdad no es posesión del maestro, así que tanto que la respuesta te llegue directamente o te llegue vía el llamado maestro, siempre viene del mismo lugar, de la consciencia. *

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Encuentro que en la meditación intento escapar de la quietud. Me aburre y no sé como darle la bienvenida. No hay jugo ahí. Interésate en tu aburrimiento. No hay jugo porque esperas algo y no estás interesado en comprender. Quieres jugo pero no quieres aprender donde están la uvas y como exprimirlas. Entendemos el aburrimiento interesándonos en el aburrimiento. No podemos entender algo en lo que no tenemos interés y de lo que intentamos escapar. Observa como el aburrimiento desencadena pensamientos. Si queremos una mente tranquila, sin alteraciones, tenemos primero que encarar el aburrimiento. Si dejamos de encarar la sensación de aburrimiento, nos escapamos de él hacia el pensamiento, y la subsiguiente agitación mental genera todo tipo de actividades en las que nos involucramos. Cuando encaramos el aburrimiento, sin importar lo desagradable que sea, sin etiquetar ni juzgar, la mente y el cuerpo se aquietan y, como resultado no nos involucramos en actividades inútiles. Entonces podemos verlo tal y como es, un conjunto de sensaciones corporales, una aversión. Está muy profundamente arraigado en nosotros y no se va a disolver en un minuto. Sin embargo, cada vez que le demos la bienvenida, el aburrimiento pierde algo de su condición desagradable. Descubrimos que nos identificamos menos y menos y, a medida que lo hacemos así, empieza a perder su capacidad de distraernos de la fuente. Se hace claro que este mismo aburrimiento ha sido una de las principales fuerzas de motivación en nuestra vida. ¿Es el aburrimiento lo que me impulsa a buscar la verdad? El aburrimiento es una invitación de Dios. Es una gran oportunidad. Si queremos librarnos del aburrimiento, estamos rechazando la invitación e intentando remplazarla con una oferta de fabricación propia. El aburrimiento procede del sentimiento de que lo presente, lo que quiera que esté o no ocurriendo en este momento no es interesante, así que buscamos una distracción, un entretenimiento. Sé que no hay verdadero jugo en los objetos, pero todavía tengo un deseo de jugo. Sí, pero todavía estás sutilmente buscando un estado feliz. Mientras busques un estado feliz en vez de la verdad, habrá conflicto. Observa claramente los mecanismos para escapar del momento presente y como proyectamos la posibilidad de felicidad en una hipotética situación futura. Deberíamos ir directamente a la fuente de este aburrimiento. El aburrimiento no es un fin en sí mismo. Es una sensación, una aversión, una pared imaginaria que es sentida en el cuerpo. Está hecha de localizaciones en el cuerpo. No es un gran problema. Es solo una localización. No es dolorosa, sino simplemente desagradable. Quieres escapar de ella, lo que significa que no le estás dando la bienvenida. Mi sugerencia es acogerla completamente hasta que deje de preocuparnos, hasta que sea neutral, solo una sensación. Familiarízate profundamente con ella. Esto requerirá algo de tiempo, no se hace en un minuto y quizás te conducirá a alguna otra parte, a otros sentimientos o sensaciones más sutiles. Sin embargo, en el momento en el que albergamos la más mínima intención de librarnos de ello mediante el acoger, hemos dejado de acoger. Acoger no es acoger solamente el aburrimiento, es acoger la totalidad de la situación. El aburrimiento es solo un árbol del paisaje. No te enfoques en él; mantente abierto a todo lo demás. En algún momento el aburrimiento se retirará y alguna otra cosa pasará a primer plano. Por otra parte, el deseo de librarse del

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aburrimiento lo mantiene de hecho en primer plano como un problema y cuanto más nos enfocamos en un problema, más lo perpetuamos. El aburrimiento es un objeto y como todos los objetos, aparece y desaparece. Da la bienvenida a la totalidad de la situación. Deja a tu aburrimiento espacio para expandirse, para desplegarse, pero sin desear nada en relación a el. Mantente abierto a la totalidad de la situación de la que el aburrimiento es solo una parte. En alguna parte de ti, hay un rechazo del momento presente, una expectativa de que debería estar ocurriendo algo distinto. Date cuenta de que lo que verdaderamente queremos que ocurra está de hecho ocurriendo todo el tiempo, pero esperamos que la felicidad nos sea dada mediante un objeto. Esperamos esta felicidad en una fuente de plata. No va a funcionar; nunca ha funcionado mediante un objeto. Tenemos que abandonar la creencia de que la felicidad depende o está condicionada por los objetos. Parece que tenemos que aceptar este vacío y esta nada. No es vacío. Tú mismo estás creando este sentimiento. Es tu propia creación. Es tu propia violencia. De hecho, no hay vacío en la situación. Es perfecta tal como es. No hay nada malo con la situación. Justo en este momento, ¿Qué hay de malo? Si no hay jugo, quiere decir que no estás acogiendo la totalidad de la situación; todavía estás haciendo algo con un propósito. Por ejemplo, si meditas con un propósito, puedes simplemente dejarlo. Eso no es meditación. Es esfuerzo, búsqueda de resultados. Sé simple. Una vez que lo has acogido completamente no tienes que quedarte con tu aburrimiento. Si ves que la situación, verdaderamente no tienen jugo, entonces deja que pase. Mantente completamente abierto. No te enfoques en un estado oscuro. No escapes del aburrimiento, pero tampoco te enfoques en él. No lo mantengas. Si descubres que estás esperando que desaparezca, simplemente encáralo, obsérvalo desde varios ángulos. Después, si no tiene nada que enseñarte, déjalo ir y permite que la situación evolucione hacia otra cosa. Sé consciente de que tu felicidad no está en la próxima situación, en el próximo objeto, sino que la próxima situación u objeto es solo una celebración de esta felicidad que ya somos. En toda situación, mantente apegado a la felicidad. No te apegues a la situación. Todos conocemos la felicidad. Síguela tal y como fluye. El objeto no es la felicidad, así que tenemos que estar preparados para fluir con el momento. Solo experimentamos la felicidad cuando desaparece el objeto. Aquello que consideramos el objeto portador de la felicidad solo la entrega cuando desaparece. Cuando desaparece, nos encontramos como esta misma felicidad, como paz y gozo. Si de situación en situación seguimos nuestro gozo, veremos que nos mantenemos centrados en nuestro ser. El gozo es lo que todos nosotros conocemos como felicidad. Cuando intento acoger los sentimientos, parecen aumentar y el acoger se hace imposible. Deberíamos entender que el acoger no se aplica a un objeto o sentimiento específicos. Acogemos la totalidad de la situación, sea cual fuere. Si solo acogemos un objeto, impedimos que este objeto evolucione o desaparezca, porque nos quedamos apegados a una forma o sabor dados. Si acogemos, si damos la bienvenida a la totalidad de la situación, los objetos pueden sufrir toda clase de transformación. Deberíamos estar presentes a la totalidad de lo que surja en la consciencia, en vez de enfocarnos en algo de lo que deseamos librarnos. Entonces, nos haremos conscientes del sentimiento de 147

infelicidad, y del disgusto que nos produce este sentimiento, y quizás de un pájaro que canta en la distancia y toda clase de cosas. Deja que todas evolucionen por sí mismas. No intentes poner tus manos sobre ellas. Si te enfocas en una única cosa, todavía estás intentando manipularla. Hay una historia de un “sadhu” que escuchó que todo era Dios. Cuando caminaba calle abajo, apareció un elefante enloquecido que se dirigía hacia él. El “mahout” que cabalgaba el elefante gritó, “¡Apártese!” El “sadhu” pensó que como tanto él como el elefante eran Dios, y que no le haría daño. Acabo en el hospital y cuando se quejó a su gurú, el gurú le recordó que el “mahout” también era Dios y que Dios le había dicho ¡que se apartara! El “sadhu” se había enfocado en el elefante en vez de en la totalidad de la situación. En algunas situaciones parece difícil. Nos enfocamos en un objeto porque pensamos que podemos hacer algo sobre la situación. En el momento que entendemos que, como personas, no hay nada que podamos hacer sobre ninguna situación porque no somos el hacedor, permitimos que la situación evolucione por sí misma. Es una especie de aproximación sin manos a la situación, una forma de mantenernos un paso atrás. Si en cualquier situación nos enfocamos en un objeto, nuestra tendencia natural es la de enfocarnos en el aspecto problemático, lo que quiere decir enfocarnos en nuestra desgracia. Esto solo nos hace mas desgraciados, mantiene la desgracia. No sabemos cual es la totalidad. No sabemos como va a evolucionar. Por lo tanto, nos interesamos en la situación, pero sin tener una agenda oculta. ¿Tenemos control sobre el foco de nuestra atención? Como persona, no. Si entendemos esto profundamente y lo recordamos en un momento dado, cuando nos sorprendemos con las manos ensangrentadas, intentando manipular una situación, podemos abandonar inmediatamente el deseo de manipular. Entonces algo ocurre. La situación queda libre para evolucionar de una forma orgánica. Deberíamos mantener un interés básico en la vida, un sentimiento de que la vida es buena, de que la vida es perfección. Eso es todo lo que se necesita: confianza. Confianza en lo divino. “Mantente quieto y conoce que soy Dios”. Simplemente estate quieto, no te preocupes, y observa lo que ocurre. Dale una oportunidad a Dios. La preocupación con ganar o perder no parece un juego. ¿En que momento entra en juego la ligereza? Cuando te abres a la idea de que es un juego. ¿Cómo podemos mantener en nuestros corazones este tesoro de estos días juntos y retener o recordar el perfume de esta experiencia conscientemente? Deberías olvidar. No intentes recordar o retener. De esta forma, todo lo que puede ser olvidado es olvidado, y lo que queda es el perfume que nunca puede ser olvidado. No te preocupes. El perfume nunca se olvidará de ti. Todas las cosas anhelan, consciente o inconscientemente, volver a la fuente de la que emanan, anhelan la experiencia de la consciencia. Es así como, mediante este anhelo, la totalidad del cosmos se pone en movimiento. Es el anhelo de la tierra por el

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sol lo que la hace rotar en torno al sol. Date cuenta de la belleza de tu anhelo, porque en el anhelo por el sol, el sol ya está presente. Simplemente sintoniza con este silencio, con esta presencia que eres, que somos. Abandona todo lo que es percibido, especialmente tu cuerpo. Déjalo ahí, flotando en el vacío, flotando en tu infinitud, sin desear nada, sin tener nada, sin saber nada, siendo nada. Date un baño en esta luz. Vuelve tu corazón hacia esta resonancia. No preguntes como, simplemente hazlo. Hazlo una y otra vez. Cada vez que parece que la has perdido simplemente vuelve a hacerlo otra vez, hasta que se haga tan natural como lo es para un niño volverse para comprobar que su madre todavía está ahí, cuidándole. Este es un gesto muy simple, volver a aquello que mas amamos. Desde este lugar no hay verdaderamente nada que hacer. Simplemente permanece a la espera sin esperar. Tú eres el amor en todo lo que amas. Eres la belleza en todo lo que miras. Eres la inteligencia en todo lo que entiendes. Eres la dulzura en todas las cosas. Solo búscate a ti mismo como esta dulzura. Permanece enfocado en la dulzura y no te apegues a las cosas. Las cosas son la concha. La dulzura es la perla. Los objetos son como la sombra de las ramas de un árbol que se mueven al viento proyectada sobre una pared. El gatito intenta desesperadamente atrapar su sombra. Sé un viejo gato sabio. No tienes que eliminar los objetos que surgen, las sensaciones, los pensamientos o los sentimientos. Simplemente mantente indiferente a ellos. Y si no eres indiferente, pregúntate, “¿Qué me van a traer estas sombras? ¿Por qué los deseo? ¿Por qué tengo miedo de ellos? ¿Son realmente lo que quiero?” Sabes que eres, sin sombra alguna de duda, pero no sabes lo que eres. La mente estará eternamente frustrada por la pregunta, “¿Qué soy?” La mente solo sabe lo que no eres. Lo que eres es un misterio para la mente. Es un hermoso misterio. No puede ser nombrado porque no puede ser pensado. Eres la pared, el sol, el árbol, el viento y el gato. Vive con tu deseo por la verdad. Deja que sea tu guía. El deseo por la verdad viene de la propia verdad. Produce una inteligencia superior y con el tiempo clarificará todas las preguntas. Disfruta del camino. En la comprensión ya hay un elemento gozoso. Ahora que has entendido, al menos vislumbrado, que eres consciencia más allá de todos los pensamientos, sentimientos y percepciones, no te tomes por una entidad limitada. Consérvalo como tu tesoro. Vuelve a ello cuando te invite. Vive con esta comprensión y deja que la compresión haga el trabajo. *

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Para informarse sobre Retiros y Diálogos con Francis Lucille, o conseguir información sobre videos, libros y CDs, por favor visite su página Web en: www.francislucille.com

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