El Perdón: La Mejor Terapia - Miguel Lucas

August 13, 2017 | Author: Libros Catolicos | Category: Forgiveness, Penance, Sin, Love, Christ (Title)
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EL PERDÓN: LA MEJOR TERAPIA

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MIGUEL LUCAS El perdón: la mejor terapia

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INTRODUCCIÓN La falta de perdón es la causa de la mayor par​te de los problemas en la vida. El perdón garantiza la paz, nos libera del po​​der que las actividades de los demás pose​en sobre nosotros, y nos despierta para la bon​dad y el amor. Perdonar es complicado porque no siempre somos conscientes de toda la rabia y la amargura que guardamos en el corazón. A veces, no perdonamos porque no sabe​mos cómo hacerlo y porque no nos per​donamos. Perdonamos por un acto de nuestra volun​tad, no ne​ce​sa​riamente por nuestros senti​mien​tos. ¡Cuántas veces vivimos con rabia o resenti​mien​to, por no saber que son emociones pod​e​rosas que consumen nuestras energías! Por eso, hay que estar en contacto con nues​​tros sentimientos. Es la manera de volvernos abier​tos y libres, de ser nosotros mismos.

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TOMAR CONCIENCIA DE NUESTROS SENTIMIENTOS Los sentimientos son la manera de per​ci​birnos. Son la reacción al mundo que nos circunda. Cada uno de nosotros obra conforme a los sentimientos que tiene. Por eso, comprender nuestros sentimientos es com​prender la reacción ante el mundo que nos rodea. Los sentimientos están ahí: la rabia, el re​sen​timiento, la culpa, la ansiedad, el fracaso, la depre​sión, el miedo... Debemos reconocer, aceptar y mani​festar nues​tros sentimientos. No podemos negarlos, repri​mirlos o racionalizarlos. Así por ejemplo, el hijo dice a su madre: ¿usted se siente ​mal? La ma​dre lo niega, pero está con un fuerte do​lor de cabe​za. Alguien es ofendido y se reprime, no reacciona. O también, se buscan disculpas o defensas para justi​ficar el modo de proceder. Debemos reconocer que los sentimientos están en nosotros, que no somos perfectos, que somos vulne​rables, limitados, hu​ma​nos, y podemos fallar. Para eso, es nesesario tener humildad. Los sentimientos no pueden ser controlados, pero sí podemos controlar su reacción. Así por ejemplo, puedo ser ofendido por al​guien y sentir rabia o resentimiento. Sin em​bar​go, puedo reaccionar a ese sentimiento con el perdón. Pues el perdón no es un sentimiento, es una decisión.

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¿CUÁL ES LA PRIMERA ACTITUD QUE DEBEMOS TOMAR FRENTE A LOS SENTIMIENTOS? Tenemos que aprender la manera de des​car​gar: el fracaso, la ansiedad, la rabia, el re​sen​timiento, la culpa, la depresión y el miedo. El primer paso para descargar los sentimientos es ser honestos con ellos, lo que significa declarar la verdad, sin disculpas o defensas, sin fingimien​tos o restricciones. O sea, hay que reconocerlos, aceptarlos. El segundo paso para descargar los ​sen​ti​mien​tos es manifestarlos abiertamente, co​lo​carlos ha​cia fuera. Esas emociones, muchas veces, perma​necen ocultas, y aunque estén amortiguadas o ar​diendo en la superficie, en cuanto no sean totalmente cura​das, perjudicarán nuestra capacidad de ser felices, de tener relaciones sa​ludables y satisfacciones. Anestesiar o negar, por ejemplo, nuestro dolor y ra​​bia con drogas, alcohol, trabajo, no nos libra de ellos.

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EFECTOS NEGATIVOS DEL DOLOR O DE LA RABIA Ciertos sentimientos de rabia están re​primidos, escondidos o negados, desde la in​fan​cia, adoles​cencia o juventud hasta hoy. A veces, esos sentimientos crónicos se so​ma​tizan y en​cuen​tran un lugar en el cuerpo. Ellos pue​den manifestarse en forma de do​lo​res de ca​be​za cró​nicos, problemas es​to​ma​cales, dolores de es​​palda, etc. Recuerdo que un compañero me decía que to​dos los días, a una cierta hora , sentía dolor de ca​be​za. Le recomendé que recordara desde qué edad empezó a sufrir ese dolor y qué le aconteció en aquella ocasión. Recordó que a los 7 años su pa​dre lo había cas​tigado, lo que le pareció ser un cas​tigo injusto. Ahora reconocía el posible motivo del castigo, perdonó a su padre y el dolor de cabe​za desapareció, porque liberó la rabia. Cuando la rabia no es liberada, ella también acos​​tumbra a manifestarse en forma de miedo, ais​la​​mi​en​​to, furia, depresión, comportamientos agre​si​vos, inha​bi​lidad para ser eficiente en el mundo e in​ca​​pa​cidad de tener re​la​ciones emo​cionales ínti​mas. Jean Mon​bour​​quette dice en su libro La cu​ra​​ción por el per​dón que si reprimimos la rabia y la cul​pa, el perdón que ofrecemos no se enraiza​rá en nues​​tro ser, porque los sentimientos re​pri​mi​dos se transforman en una barrera para eso.

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EFECTOS NOCIVOS DEL RESENTIMIENTO CONSTANTE Mucha gente sufre porque viven en permanente resentimiento. Es el caso de mu​chos divorcia​dos. Mantenerse preso del pa​sado ha​ce que la vida se estanque. Y el tiempo pa​​sa sin ninguna felicidad. Vivir resentido, aunque sea inconsci​ente​men​te, exige mucha energía y mantiene un es​trés cons​tan​te. El resentimiento produce efectos noci​vos. El estrés causado por el resenti​mien​to ataca eventualmente el sistema in​mu​noló​gico. Así se explica el origen de muchas en​​fer​me​da​des, tales como artritis, ar​te​​rios​cle​​rosis, en​fer​​me​da​des car​dio​vascu​lares, dia​betes, etc. En​tre las mejores es​tra​te​gias de defensa contra los efec​tos múltiples del re​sen​ti​mien​to, el Dr. Redford re​co​mienda la prác​tica habitual del perdón en el día a día.

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SENTIMIENTO DE CULPA Hay personas que viven atormentadas por el sen​​timiento de culpa, por haber hecho de niños algo que ahora consideran inmoral, por no haber hecho lo necesario para evitar que sus padres falle​cieran o por no haber educado mejor a sus hijos. Paren de atormentarse y reconozcan que la conciencia actual sobre moral, no es la misma que tenían de niños y, por eso, no se puede juzgar con la conciencia de ahora hechos del pasado. Tampoco se puede culpar aquellos que cuan​​do edu​caron a los hijos o fallecieron sus padres, hicie​ron todo lo que pudieron. Les recomiendo que en todos estos casos tranquilicen su conciencia, perdonándose. Perdonarse significa reconocer su “po​sible” error, tener un arrepentimiento, pe​dir per​​dón y cum​​plir una penitencia, por ejem​plo, orar o dar limosna. Entonces se sen​tirán aliviados y perdonados.

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EL CAMBIO DE COMPORTAMIENTO INCLUYE RECIPROCIDAD El perdón sólo existe si alguien hace algo errado. Entonces hay que corregirlo. Sólo perdonar al otro no funciona. Hay que resol​ver el caso pendiente. Así por ejemplo: si el marido levanta la voz a la mujer, ella tiene que hablar; decir que no le gusta que levante la voz, para que no lo haga otra vez. Es absolutamente necesario que dentro del ma​tri​​monio, los cónyuges, entiendan que la solución de los problemas compete a los dos y no a uno só​lo, que exige mutua colabo​ra​ción. Si un miem​bro de la familia espera que el otro cambie y no hace nada de su par​te, fá​cilmente se llega a un problema sin solución. La colaboración de ambos lados quiebra toda posición rígida y dirige las energías para el suceso. Esto se consigue siendo sinceros y abiertos con nuestros sentimientos y sabiendo decir las cosas. Pues el modo de decirlas es fundamental.

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LA CULPA DEL PROBLEMA PUEDE SER DE AMBOS Culpar a los demás no resuelve ningún pro​​ble​ma matrimonial o personal, si no se asu​​me antes la propia parte de culpa. Atribuir parte del problema personal a los otros puede ali​viar la culpa, pero no resuelve el problema. Nadie puede cambiar el pasado, pero po​de​mos verlo de forma diferente, pues lo que nos perturba no es lo que pasa, sino el mo​do de ver lo que pasa. Un señor me decía que fue engañado por su mujer y que la humillación lo torturaba, pues él siempre había sido fiel; yo le re​co​men​dé a ese señor que reconociera su re​sen​timiento y aceptara su humillación, y que empezara a ver el caso de manera diferente, em​​pezando por preguntarse: ¿Mi mujer será la única culpable? ¿Ella será mala o sentirá mi falta de cariño, mi frialdad y dureza? La actitud de aceptar responsabilidades en vez de lanzar recriminaciones es de capital importancia. La culpa del problema pue​de ser de ambos. Cuando se reconoce todo eso, es cuando acontece el milagro del perdón.

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ACEPTAR QUE SOMOS VULNERABLES Dice David Viscott, en El lenguaje de los senti​mientos, que las personas se sienten ofendidas cuando sienten que perdieron al​gu​​na cosa. Todos nos sentimos vulnerables en relación con algo. De​bemos acep​tar nues​tra vulnerabilidad en vez de ten​​tar ocul​​tarla. Ser abierto significa ser vulnerable, ser capaz de sentir las ofensas. Las personas tienen que entender que sus imperfecciones son hu​ma​nas y que pretender esconder los problemas hace más difícil el corregirlos. Si tú aceptas tu vulnerabilidad y la en​caras co​mo prueba de que estás abierto al mun​do, estarás acep​​tan​do que no eres perfecto. La verdad es que si aceptamos que tene​mos defectos y somos humildes, podemos has​ta ser atacados o criticados, pero no seremos tan fácilmente heridos. Sentirse ofendido es sólo una prueba de que somos vulnerables y humanos. Nunca llegaremos a perdonar si persistimos que fuimos ofendidos, heridos, y que nues​​tra pobreza interior fue colocada al desnudo.

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RECONOCER LA PROPIA RABIA Y DIRIGIRLA CONTRA UN BLANCO DETERMINADO Rabia es el sentimiento de estar irritado, ofendido, puesto de lado. Las personas quedan con rabia cuando han sido ofendidas. La reacción natural es dirigir el senti​mien​to negativo hacia fuera. David Viscott cuenta este caso: Un niño de 10 años tiene un perro, que muere atropellado. Él tiene rabia por el hecho de que el perro ha muerto. Pero, ¿con quién debe estar rabioso? Primero culpa al conductor del coche. Des​pués se recuerda que el perro siempre per​seguía auto​mó​vi​les. Queda con rabia de sí mis​mo por no haber entrenado bien al animal. Posteriormente, él em​pie​za a dirigir sus sentimientos contra su perro por no sa​ber hacer otra cosa, excepto perseguir automó​viles. Gradualmente, la rabia del niño es aliviada. Expresar rabia hacia quien le causa la herida permite que una herida emocional se cure. En el caso que acabamos de re​la​tar, el niño empezó a buscar objetos contra los cua​les pudiese descargar su rabia. De​saho​gando su rabia contra todos los blancos posibles, final​mente, llegó al correcto –al perro– lo que le permitió que se curara de su herida. Para que una pérdida sea curada de la me​jor manera, la rabia que ella genera necesita ser totalmente liberada. El primer paso para reparar una injuria es conocer la ofensa recibida, quedando con rabia. El se​gun​do paso es dirigir la rabia contra un blanco apropiado. La rabia reprimida sólo aumenta la herida. Permitir que la furia salga purifica la herida emocional e inicia la curación.

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¿CÓMO DESCARGAR LA RABIA PARA QUE ÉSTA DESAPAREZCA? En la medida que la rabia es enfrentada, con franqueza, ésta, una vez descargada, de​saparece. Existen maneras de liberar la rabia. Cuan​do alguien te hiera, dile esto abierta y francamente: “Tú me has herido...”. Quiero que co​noz​cas mi sensibilidad, de forma que pue​​das llevarla en consid​​e​ración en el futuro. Lo más importante es que tú aprendas la mejor manera de descargar los propios sentimientos. No te contengas. Deja salir tus emocio​nes. Si su rabia empieza a crecer, he aquí al​gu​nas maneras de soltarla: telefonea a la persona que te ofendió, sin quitar el teléfono del gancho, dejando que toda tu rabia explote. Quedarás aliviado y te sentirás mejor. Dar en una almohada durante unos diez minutos unos golpes también ayuda mucho a desahogarse. Lo mismo se diga si se da unos gritos, si uno se relaja o practica al​gún deporte. Pero cuidado con esto, pues es​tos recursos no sirven cuando no hay coraje para enfrentarse directamente a la persona que te ofen​dió.

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CÓMO ALIVIARTE DE LA CULPA Culpa es el sentimiento de ser indigno, ma​lo, lleno de remordimientos, sin autoestima, autocensurable, detestándose a sí mismo. El tipo más común de culpa proviene de que tú te des cuenta que hiciste algo ver​da​de​ra​mente ofensivo contra otra persona. Ne​gar la respons​​a​bilidad por esa ofensa re​fuer​za tu sentimiento de culpa. La mejor manera de aliviarte de esa cul​pa es aceptar la crítica por tus acciones, dis​culparse, y reparar el daño que causaste. Ésta es una manera notable de disminuir la tensión interior y de que todos se sientan me​jor. Si te sientes culpable por haber ofen​dido a alguien, considera con qué inte​re​ses es​tás obrando, y, a la luz de eso, por qué ofen​diste al otro. Tal vez tú no hayas errado totalmente o nada, dice David Viscott.

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PERDONAR AL OTRO NO SIGNIFICA DISCULPARLO Perdonar tampoco significa volver a ser lo que se era antes de la ofensa. Igualmente, el perdón no exige que se re​nun​cie a los propios derechos. No se puede confundir perdón con justicia. El perdonar no dispensa recurrir a la jus​​ticia si es necesario. Es el caso del atentado que sufrió el papa Juan Pablo II. Él perdonó al criminal, pero nunca pi​dió que la justicia no le condenase. Otro caso lo tenemos en las mujeres que son maltratadas por sus maridos o en el ca​so de separaciones matrimoniales, que aun​​que ellas puedan perdonar, pueden re​currir a la justicia. Hay que optar por la manera de no buscar venganza.

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NO SE PUEDE DESCARGAR DE SU RESPONSABILIDAD AL QUE OFENDE A veces el marido, por ejemplo, niega la evidencia de la infidelidad de la mujer, o la madre niega que su hijo use drogas, aun cuando ella observa en el hijo un comportamiento de drogado. Recuerdo que un día una señora me de​cía que su hijo no iba bien en el colegio por​que cuando nació quedó enfermo y aún no estaba bien de salud. Por eso no le podían exigir demasiado en los estudios. Me informé bien y vi que el niño se refugiaba en el concepto que sus padres tenían de él, de enfermo, pero en realidad era sólo pereza, como éste decía. Apenas existían falsas excusas por parte de la madre.

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HAY QUE IDENTIFICAR BIEN LA PÉRDIDA PARA DESPUÉS OLVIDARLA Somos más alcanzados por nuestra propia inter​pretación de un evento desagradable que por el propio evento. Lo que nos perturba o nos hace sufrir no es lo que sucede, sino el modo de ver lo que su​ce​​de. Hay que cambiar el modo de ver las co​sas. A muchas personas no se les puede corregir nada, porque en seguida reaccionan ne​​ga​​tivamente y se ofenden. Hay que procurar comprender la intención po​si​tiva del “ofensor”, que a veces corrige con la in​ten​​ción de ayudar al otro o simplemente le llama la atención para ha​cer una broma. En cualquier caso, lo importante es el mo​do de decir las cosas. ¡Cuántas veces se oye: Es que ha​blas de una manera que me dejas irritado!

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LA ACEPTACIÓN DE SÍ MISMO Y EL PERDÓN Carl Jung afirma que la neurosis se ori​gi​na por la falta de aceptación de sí, de au​toes​tima. “Todo lo que yo haga al menor de mis hermanos, es a Cristo a quien lo hago. Pe​ro, ¿qué haría yo, si descubriese que el me​nor de todos, el más pobre, de todos los mendigos, el más execra​ble de todos los que me ofendieron se encuentran den​tro de mí mismo, pues soy yo quien necesita de la li​mosna de mi amabilidad, soy yo quien reclama mi amor?”. Este perdón a sí mismo condiciona el éxito de todos los otros perdones.

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CONOCER MEJOR LOS ANTECEDENTES DEL OTRO Las crisis de angustia de los padres pue​den ser por problemas del pasado. Me contaba un joven que conforme él crecía, su padre fue muy crítico y exigente con él. Le tenía ra​bia a su papá por no ha​berle dado el amor y afecto que precisaba, y lo consideraba responsable de to​​dos sus pro​​blemas. El joven se limitaba a sentir ra​bia hacia su padre y a mante​nerse distante; hasta que un día, este joven se informó de que el com​por​ta​​miento de su padre era una proyección o transferencia de la falta de ca​​riño y de las exigencias y críticas que ha​bía sufrido desde niño en su casa. A partir de ese momento, este joven, en vez de sentir rabia contra su padre, empezó a compadecerse de él, sintió su dolor y lo aceptó. Por primera vez se sintió unido afectivamente a su padre. El perdón es la llave para la paz de espíritu.

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COMPRENDER AL OFENSOR Eso no significa justificarlo. El poco co​no​ci​​mi​e​n​to adquirido del ofensor hará más fácil el perdón. Comprender al ofensor ayuda a dejar de censurarlo. Una secretaria del departamento de una compañía aérea era víctima de una presión cons​tante y de un comportamiento agresivo por par​te del ge​ren​te, lo que le causaba es​trés y ansie​dad. Un día ella llegó a saber que un hijo del gerente sufría una enfermedad grave y que por ese motivo él estaba siempre preocu​pado y por eso, era agresivo en el trabajo. Desde aquel momento la secretaria em​pezó a mirar al gerente de modo más com​​prensivo. Y co​men​zó a ayudarlo. A par​tir de ahí, ella no fue más aquella mujer estresada y sobrecargada.

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GRANDES MOTIVACIONES PUEDEN ACABAR CON LA RABIA, Y MEJORAR LA SALUD Un día apareció en mi consultorio un se​ñor y me contó lo siguiente: Trabajaba en un banco, y la relación con su jefe era pésima, pues éste era ansioso y muy exigente. Al mismo tiempo estaba insatisfecho con el lugar de trabajo. Se sentía sin fuerzas. Pero, por tratarse del jefe, no podía hablar mal de él o criticarle, porque temía ser expulsado de su trabajo. Todo esto le disminuyó su autoestima, pues no se sentía capaz de trabajar bien y por eso era maltra​tado. La rabia contenida lo conducía al senti​miento de culpa, y la culpa, no aliviada, le con​ducía a la depresión y a la crítica diaria de su esposa, pues, cuando volvía del trabajo con rabia de su jefe y estaba de​pri​mi​do no le da​ba la debida atención ni cariño. Mi orientación fue ésta: Él debía tener dos gran​des motivaciones que le llevasen a cambiar de actitud con el jefe y con la es​po​sa: una motiva​ción era la de tener una buena sa​lud, y la otra, la de cons​truir una buena familia. Si la salud y la familia eran asumidos co​mo va​lo​res fundamentales, en el trabajo no es​taría más con rabia reprimida, ni daría mayor im​por​tancia al conflicto, y en casa, se or​ganizaría me​jor para te​ner tiempo para todos.

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PERDONAR NOS ENSEÑA QUE PODEMOS DISCORDAR DE ALGUIEN SIN NEGARLE EL AMOR Recuerdo que en una fiesta de bodas, el padre del novio invitó a sus hermanos, pero una hermana no compareció. Pregunté más tarde a esta hermana por qué motivo no ha​bía ido a la fiesta de la boda de su sobrino. Ella me respondió: “No fui porque mi hermano (el padre del novio) un día me dijo unas palabras que no me agradaron”. Yo le dije que no podía confundir lo que su hermano le dijo o hizo con su persona. La persona hu​ma​na tiene su dignidad. Y hay que respetarlas. En estos casos el perdón nos enseña que se pue​de discordar de los demás sin negarles amor. Di​ce san Agustín: “Ama al pecador y odia el pecado”. “Dios hizo al hombre y el hombre hizo el pecado”.

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DESCUBRIR SIEMPRE EL SENTIDO POSITIVO DE LAS PÉRDIDAS En estos casos nos podemos preguntar: ¿Qué beneficios me trajo la experiencia de haber sido causa de una injusticia o de ser víctima de una infidelidad? ¿Logré conocerme mejor? ¿Qué lección saqué de la ofensa recibida? ¿Qué límites y fragilidad descubrí en mí? ¿Me he vuelto más humano después? Victor Flankl dice: “Lo importante es apelar al potencial humano más elevado, y trans​formar una tragedia personal en victoria, un sufrimiento en realización humana”.

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¿CÓMO ABRIRSE AL PERDÓN DE DIOS? Jesucristo enseñó a perdonar. Siempre in​sis​tía en la necesidad del perdón: “Así mi Pa​dre se comportará con ustedes, si cada uno no per​dona a su hermano desde el fondo del corazón” (Mt 18, 35). ¿Quién no conoce el caso del hijo pródigo, de la mujer adúltera, de la mujer penitente, las palabras de perdón en la Cruz, la petición de perdón del Pa​dre​nues​tro, la res​puesta de Cris​to a Pedro: perdo​nar se​ten​ta veces siete, la parábola del adminis​trador infiel, etc.? Para ser perdonados son necesarias dos condiciones: La primera, reconocer que so​​mos pecado​res; y la segunda: que perdo​ne​​mos a los demás. Rehusar el perdón a los demás es señal de que no nos abrimos bien para recibir nuestro propio perdón. Rehusamos el per​dón de Dios, rehusando el nuestro. Dice san Agustín: “¿Cómo te atreves a decir: Pa​dre nuestro, perdóname como yo per​​dono, si no perdonas de verdad a tus hermanos? ¿Cómo te va a perdonar si rehúsas pedir perdón? En primer lugar, mientes a Dios mismo. En segun​do, te engañas a ti mismo” (Sermón 49, 9). El milagro del perdón Si nos confesamos, lo hacemos lo más dis​​cretamene posible, no cerramos en un con​​fesio​nario y nos esforzamos para que na​​die lo sepa. Nadie salta de alegría. Al contrario acontecía en el tiempo de Cris​​to. Je​sús se convida alegremente a la me​sa de los peca​dores, antes de invitarles. Él mis​mo va a la mesa de la comunión. Za​queo se apresura a prepararle una ce​na; Ma​teo, el publicano, invita a sus colegas y ofre​ce un festín! Gracias a Cristo, todas la faltas se tornan fe​lices culpas, por causa del amor con el cual sabía perdonar. Era preciso ser Dios, pa​ra perdonar así: para que el recuerdo de la culpa no recordase más que el amor que se manifestó como consecuencia de ella. Esto es la confesión: un encuentro con Je​​sús, un contacto con Él, el extraordinario des​​cubri​miento de que Él nos ama y que es​​to puede cambiar toda nuestra existencia. La absolución no nos puede curar nues​​tras faltas a no ser sobre la condición de que nos dé algo mejor, que nos revele un amor, una vida, una alegría, mucho me​jor que nues​​tros pecados, que nos permita pa​sar sin ellos. Pocas veces nos confesamos de lo esencial: de nuestras rabias, de la

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indiferencia an​te los demás, de nuestras faltas de fe y amor. Si a la hora de confesarse apareciese Cris​​to, a muchos cristianos que se confie​san, ima​​gino que les di​ría: Cállate, deja de can​​sar tanto tu memoria con cosas sin im​por​tan​cia. Mírame, ¿crees en mí? ¿Crees que te amo? ¿Que sufrí mucho, que deseé mucho perdonar tus faltas, cam​biar tu vida? ¿Crees que soy capaz de re​novar tu vida, de llenar tu vida? ¿Crees que puedes vivir una vida nueva por cau​sa mía?​ Luis Évely piensa que ante estas preguntas que​​daríamos largo tiempo con la boca callada. Y antes de cualquier palabra, desde que hubié​semos visto y en​con​trado a Cristo, hubiésemos sabido lo que nos faltaba, hubié​semos sabido que nos ama​ba, que nos pro​curaba, que nos esperaba desde siempre, y que no habíamos creído en eso, en su amor. He aquí nuestra mayor culpa de la que nos deberíamos acusar antes de nada.

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ANTE EL GRAN AMOR DE DIOS, ¿QUÉ DEBEMOS HACER? Después de la venida del Espíritu Santo la gente preguntó a los Apóstoles: “¿Qué debemos hacer?”. La respuesta fue: “Arre​pién​tanse, conviértanse al Señor”. Dios perdona porque ama. Nosotros ama​mos porque somos perdonados. Es el caso de Jesús y la mujer penitente: “Si ama mu​cho es porque se le han perdonado sus muchos pecados. Al que se le perdona poco, ama poco” (Lc 7, 47). Todos tenemos la experiencia del pecado. Debemos vivir también la experiencia del amor de Dios. El punto de partida de toda conversión consiste en aceptar que somos pecadores, necesitados. Dios nos quiere como somos. Debemos aceptar nuestra pobreza y nuestra condición para cambiar y sentir que Él nos perdona. Dejémonos cambiar. La bondad de Dios está por encima de todo. El perdón y la mi​se​ricordia de Dios son mayores que nuestros pe​cados. Debemos seguir el ejemplo de la Virgen María: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38). La pobreza de espíritu nos coloca en las manos de Dios. Seamos, pues, pobres, abiertos y disponibles al Señor. El teólogo Paul Tillich escribió: “El per​dón es una respuesta, la respuesta divina im​plícita en nuestra existencia”.

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Index El perdón: la mejor terapia 2 Miguel Lucas 3 Introducción 4 Tomar conciencia de nuestros sentimientos 5 ¿Cuál es la primera actitud que debemos tomar frente a los 6 sentimientos? Efectos negativos del dolor o de la rabia 7 Efectos nocivos del resentimiento constante 8 Sentimiento de culpa 9 El cambio de comportamiento incluye reciprocidad 10 La culpa del problema puede ser de ambos 11 Aceptar que somos vulnerables 12 Reconocer la propia rabia y dirigirla contra un blanco determinado 13 ¿Cómo descargar la rabia para que ésta desaparezca? 14 Cómo aliviarte de la culpa 15 Perdonar al otro no significa disculparlo 16 No se puede descargar de su responsabilidad al que ofende 17 Hay que identificar bien la pérdida para después olvidarla 18 La aceptación de sí mismo y el perdón 19 Conocer mejor los antecedentes del otro 20 Comprender al ofensor 21 Grandes motivaciones pueden acabar con la rabia, y mejorar la salud 22 Perdonar nos enseña que podemos discordar de alguien sin negarle el 23 amor Descubrir siempre el sentido positivo de las pérdidas 24 ¿Cómo abrirse al perdón de Dios? 25 Ante el gran amor de Dios, ¿qué debemos hacer? 27

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