El Pensamiento y La Exigencia de Discont Blanchot
July 28, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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EL PEN S AMIEN TO D ISCONTINUID AD
Y L A E X I G E N C I A DE
I A POESÍA TIENE u na forma; la novela tiene una 'forma.1 La -*^ bús qued a, aquélla en que está e n juego el m ovimient ovimientoo de toda búsqueda, patece ignorar que no tiene forma, o, lo que todavía peor, se niega a interrogarse sobre sobre la fo rma qu e extrae extrae de la es peor, se niega tradición. Aquí, "pensar" equivale equivale a hablar si n saber en qu é lengua gu a se está hablando, ni qué retórica se está empleando, e incluso la significación con que la f o r m a de este lenguaje y sin si n presentir ' 'la de esta retórica sustituye a aquella q ue quisiera decidir el "pensamiento". Pueden usarse palabras sabias, conceptos forjados en especial, y esto esto es vista de un un saber especial, es legítimo. Pero generalmente la forma con que se aclara lo puesto en duda dentro de la búsueda, sigue siendo la de un exposi . E l modelo es la di s tación escolar y universitaria. •Tal vez estas observaciones valgan, antes que nada, para los tiempos modernos. Existieron grandes excepciones, y habría que em pezar p ot recordarlas, tratando luego de interpretarl interpretarlas. as. Trabajo q ue merecería un largo estudio. Al azar de una memoria no erud it a, citaré los los viejos textos chinos que están e ntre los más signi ficativ os, algunos textos del pensamiento h i ndú, el p rime r lenguaje griego, griego, incluso el de los diálogos. Dentro de la filosofía occidental, la S u ma 'de Santo Tomás, su forma rigurosa, una lógica determinada Tomás, por su rigurosa, de una y de un modo de interrogar que, en verd ad, es un unaa fo rm a de respuesta, aparte de afirmar la filosofía como institución y enseñanza. Por el contrario, lo loss Ensayos de Mo ntaigne 'es 'escapan capan a la exigencia de pensamiento qu e pretende situarse dentro de la Universidad, Con Descartes, aunque tan sólo fuese por la libertad de su fo rma, es importante el Discurso del Mé todo, puesto qu e esta forma dejó de ser la de una simple exposición para convertirse en la descrip27
ción d e l m ov im ie n t o m is m o de una búsqueda, búsqueda que une pensamiento y existencia dentro de una experiencia fundamental; la de lograr un avance, es decir, de un mét odo; y ese método como conducta, como el modo de comportarse y de avanzar d e alguien que se interroga. D ej emo s que pasen los años. Un telexamen que propongo a los investigadores, no s instruiría mucho. Pero anotaré esto q ue vale para las épocas m ás diversas: la cual el la s épocas ás diversas: la form a dentro de la la cual el pensa m i e n t o se hacia lo que se encam ina hacia que busca, muchas veces está vinculada a la enseñanza. Así fue incluso e n los lo s m á s antiguos. N o sólo enseña H er ácl íto , sino que el sentido del lagos, que está propuesto cua nd o habla, quizá podría caber d e n t r o cíe la palabra "lección", esto es, la que- see dice dice a varios varios con el fi n de que la cosa que- s que alcance a todos; "la conversación inteligente", diálogo que sin embargo tiene q ue volver a ubicarse dentro d e l á m bit o institucional sagrado.2 Sócrates, Platón, Aristóteles: con ellos, la enseñanza es filosofía. K n t n n c e s se manifiesta la institucionalización de la filosofía, la que m ás tarde recibe su forma de la institución preestablecida dentro o se instituye, esto esto es : Iglesia Iglesia y Estado. Estado. L o s siglos de cuyo á m bit o X V I I y XVIII lo co nfirman por las excepciones excepciones estallantes q ue .señalan en uno de sus s e n t idos un a ru pt u ra con la fílosofía-ensena i i /a . Pascal, Descartes y Spinoza s on unos disidentes cuya f u n ción oficial no es la de de aprender enseñando. Pascal puede escribir una un a apología, un discurso unido y coherente.destinado a enseñar las verdades cristianas y a convencer a los libertinos, pero su dis c u r-
idealista, confirmaría la ¿"relaciones que ésta mantiene con la Universidad. A pa rt ir d e K a n t , el filósofo es ante todo un profesor. Hegel, en quien se concentra y se cumple la filosofía,'es u n homb re cuya ocupación consiste en hablar desde lo alto consiste en desde lo alto de una cátedra, en redactar cursos y en pensar sometiéndose a las exigencias d e ' e s t a forma magistral. N o digo esto co n intenciones despreciativas. Ese encuentro de ía sabiduría y de la Universidad tiene much o sentido. E s evidente que la necesidad de ser filósofo a título d e profesor, que es como dar a ¡a búsqueda filosófica la forma de una exposición continua y desarrollada, —no puede quedar si n consecuencias. Pero ¿n o está Kierkegaard? ¿n o está Nietzsche? Desde luego. Nietzsche también también fue un tuvo que reun profesor, después tuvo nunciar a serlo y por diversas razones, una de ellas bastante reveladora: vela dora: ¿cómo habría podido ubicarse dentro de la enseñanza, y ponerse de acue rdo con las las necesidades de ¡a palabra univ ersi taria,
so, por t ia doble dis-cursus, disidencia curso del pensamiento y de lapid muerte, se manifies a como desunido e interrum o que, por p r i m e r a vez, impone la idea de fragmento como coherencia. En correrá la suerte de la el el siglo XVIII, el el escritor correrá la suerte la m is m a filosofía (a l m e n os e n F r a n c i a ) . Escribir es filosofar. En aquel entonces la enseñanza es el mo vim iento breve de las cartas que se envían (así C O m c T también en el siglo a n t e rior) , de los libelos que se difunden, de los opúsculos que se se distribuyen. Rousseauu es e gran distribuyen. En f in, Roussea filósofo, y pa rt e de su palabra se dedica a modificar las costumbres pedagógicas, dado que ya no es el hombre, sino la naturaleza
1929, Heidegger plantea el problema "¿Qué es ía metafísica?" lo hace a través de una lección inaugural en la Universidad de Friburgo, mientras se interroga sobre la comunidad de profesores y estudiantes q ue estudiantes constituye la técnica de las ue constituye la organización técnica las Facultades —con lo cual, además, la pone en tela de juicio—. Y gran parte de su obra está hecha de cursos y trabajos universitarios.4 formales que se ofrecen al hombre de la La s posibilidades formales al hombre la búsqueda, podrían reducirse a cuatro: 1? Enseña; 2° E s h om bre de ciencia, y esta ciencia.se relaciona co n formas siempre colectivas de la búsqueda búsqueda especializada la no-cienespecializada (psicoanálisis —ciencia de la cia—, ciencias humanas, búsquedas científicas f und a menta l es ) ; 3 ° Asocia su búsqueda a la afirmación de una acción política; 4" Es-
El gran período de la filosofía, el de la filosofía crítica e 28
un pensamiento quey se sque e cumple fragm entos , ta esl decir, por afirmaciones viajero separadas exigen por la separación, tal como Así habló Zaratustra? Aquí se rechaza la manera noble de estar aestro/discípulo q u e — t a l j unto s s y pensar juntos según la división m aestro/discípulo v e z sin razón— pretende ma ntener la Universidad. Con Nietzsche, Nietzsche, aparece algo insólito,3 tan insólito como cuando ía filosofía utilizó la máscara de Sade, quien ya no representa al hombre ex cátedra, sino al h om bre h u n dido de las cárceles. S in embargo, de' ahora ahora en adelante, el filósofo no puede dejar de ser profesor de filosofía. Kierkegaard engendra grandes unive rsitarios. rsitarios. Cuando, en el año
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cribe.
Profesor; hombre de laboratorio; hombre de la praxis; escriEínstem, Marx y tor. Tales so n sus metamorfosis. Hegel, Freud y Eínstem, Lenín, Nietzsche y Sade. Decir q ue ue esas cuatro maneras maneras de ser fueron siempre asociadas ( q u e Pitágoras enseña, elabora una teoría unitaria del universo y crea un a especie de partido religioso y político) y sugerir así as í que nada cambia, es igual que no decir nada. Apartemos semejuntas comparaciones que carecen de fuerza. Ser Sería ía más importante, m ás difícil también, interrogarse sobre la s relaciones antiguas y constantes de la filosofía co n la enseñanza. enseñanza. A primera vista, se puede responder: enseñar enseñar es hablar, y el hablar de la enseñanza es hablar, el hablar la enseñanza corresponde a una estructura original, la de la relación- maestro/ discípulo. Por un lado, lado, se trata de la com unicación oral en lo que tiene de específico; por el otro, se trata de cierta anomalía q ue afecta lo que puede llamarse (cuidándose de todo sentido realisespacio interrelacio interrelacional. nal. t a ) : el espacio Comprendamos que e filósofo no es solamente aquel que enseña lo que sabe; comprendamos también que no es suficiente atribuir buir al maestro un papel de ejemplo y definir definir su vínculo con el al maestro un papel de ejemplo su vínculo a lumno como un vínculo existencial. El maestro representa una región absolutamente distinta de l espacio y el tiempo. Ksto sig'ni fka q ue existe, a causa su presencia, causa de su presencia, un a disimetría disimetría en las relaciones de comunicación; es decir que, allí donde él está, "el campo de las relaciones cesa de estar unido y presenta una distorsión que excluye toda relación recta e incluso la reversibilidad
está destinado a allanar el ámbito de las relaciones, sino a trast o rnarlo ; no a facilitar lo s camino s de l saber, sino, en un principio, a hacerlos no sólo m ás difíciles, sino propiamente infranqueables; lo que se m uestra bastante bastante bien en la tradición oriental de l magisterio. E l maestro no da a conocer nada que no quede determi na do por lo "desconocido" indeterminable que representa; que no se afirma a través de l misterio, el prestigio, desconocido la erudición del que ens eñ a, sino por la distancia infinita entre A y B . Ahora bien, conocer por a medida de lo "desconocido", ¡r a la familiaridad de las cosas conservando su extrañeza, referirse a todo por la m i s m a experiencia de la interrupción de las hablar y aprender a hablar. La relarelaciones, no es más que o ír hablar ción d e l maestro con el discípulo es la m i s m a relación de la palabra, cuando en ésta lo inconmensurable s e hace m e dida y la irrelación, relación. Pero, como e s fácil concebirlo, un a doble alteración amenaza else sentido u c t ucosas r a . A quveces esa ex t rañ a edes t r las lo "desconocido" ser esa el conjunto e todavía no son conolimita a de cidas ( e s t o es , nada más que e l obje to m ism o de la ciencia). A
veces lo "desconocido" se c onfunde con ía persona de l maestro, y entonces se v uel v en principio d e sabiduría sabiduría su valor propio, su valor d e ejemplo, su s méritos de gurú y de zaddik (s u trascendencia de m a e s t r o ) , y no la form a de l espacio interrelacional de l q ue resulta uno de los términos. E n ambos casos, la enseñanza deja de corresponder a la exigencia de a búsqueda.
de las relaciones. La existencia del maestro revela una estructura singular del espacio interrelacional, de lo cual resulta que la distancia del alumno al maestro no es la misma que la del maestro al alumno —y más aún: que existe entre el punto ocupado por el.maestro, el punto A, y el punto ocupado por el discípulo, el el.maestro, punto B, una separación y algo as í como un abismo, separación qu e será, desde ahora, la medida de todas las la s otras distancias y d e todos lo s otros tiempos. Digamos con más exactitud que la presencia de A introduce en B, y por consiguiente también en A, un a relación de infinitud entre tod as las cosas y, ante todo, en
D e l a s observaciones anteriores, retengamos dos indicaciones. Lo desconoci desconocido do que se pone en juego dentro de la b ú s q ued a no es ni objeto ni sujeto. La relación de palabra en la que se articula lo desconocido es una relación de i nf i ni tud ; de lo que se desprende que la form a en la qu e se efectuará esta relación debe tener, d e algún m o d o , un índice d e "curvatura" tal que las relaciones entre A y B no sean nunca directas, ni sistemáticas, ni reversibles; no form e n un co njunto y no se ubiquen en el m i s m o tiempo y, por lo tanto, no sean ni co nt emp o ráneas ni conmensurables. Problema en el que puede verse cuáles son las soluciones que tal vez p ued a n no c onve nir: nir: p o r ejemp l o , un lenguaje d e
el habla qu e asume esta esta relación. D e esta form a, el maestro no
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afirmación y respuesta, o bien un lenguaje lineal con desarrollo s imp le, un lenguaje en el que no se pusiera en juego el m i s m o lenguaje.
Pero lo notable, y también lo comprensible, es que se. buscan soluciones en do s direcciones opuestas. Una supone la exigenc ia de una continuidad absoluta y de un lenguaje que podría llamarse esférico ( c u y a fórmula fue propuesta p o r P a r m é n i d e s ) ; otra im plica la exigencia de una discontinuidad más o menos radical, la de una literatura una literatura de fragmento (capaz (capaz de predominar tanto en los pensadores chinos como en Heráclito) y los diálogos d e Platón también se refieren a ella; Pascal, Nietzsche, Georges Bataille, Rene Ch a r ev i denci a n su persistencia esencial, e, inclusive, la decisión que en ella se prepara. Ambas direcciones se imponen alternativ a m e n t e , , y esto, en última instan cia, es perfectamente concebible. Pero v olv a mos a la rejación ma estro/di scípulo, po r cua nto si mboliza la relación que se pone en juego dentro de la búsqueda.
nidas." P o r lo tanto, habrá qu e esperar a la dialéctica hegeliana para que la continuidad, gestándose a sí misma, yendo d el centro a la periferia, de lo abstracto a lo concreto, dejando de ser tan sólo la conti nui da d de un conjunto sincrónico, anexándose, al contrario, el "parámetro" de la duración y de la historia—, se constituya como una totalidad totalidad en mo vimie nto, finita e ilim itada,
según la exigencia circular qu e responde tanto al principio del entendi mi ento —que no se 'satisface sino con la identidad po r la repetición— 'como al principio de la razón q ue exige la superación por la negación. Aquí, se ve que la forma de la búsqueda y la búsqueda en sí coinciden o deberían coincidir con la m a y o r exactitud. Es más, el habla de la dialéctica no excluye, 'sino q ue procura incluir el momento de la discontinuidad: ella va de un término a su contrario, por ejemplo del Ser a la Nada; pero ¿qué hay entre los dos opuestos? Una nada más esencial que la Nada misma, el vacío d el i ntermedi o, un intervalo qu e si empre
E sa relación es tal que incluye la ausencia de medida común, l a ausencia de denominador común y, por lo tanto, de relación ent re lo loss términos: relación exorb itante. De allí e l afán de señalar y a. sea la interrupción y ¡a r u p t u r a , ya sea la densidad y la pleni tud de l ca mpo qu e resulta de la diferencia y de la tensión. S in n se e que la corra el ríese m b a r g o , t a m b i é n se c o m p r e n d e la conti nui da d corra •j¡o de ser sólo la de un desarrollo s imp le, supri mi endo la i rregularidad de la "curvatura", o que la discontinuidad corra el riesgo yuxtaposición de de, ser la la mera yuxtaposición de térmi nos indiferentes. La La continuidad no es nunca suficientemente continua, al ser soto de su-
obra se ahonda y al Desde ahondarse es, y movimiento. luego,se elhincha,.esto tercer té rm ino,la e nada l de como la síntesis, síntesis, , llenará aquel vacío y colmará el intervalo, aunque en principio no lo ha hace ce desapa desaparecer recer (por que todo se detendría en segui da ), sino que, al contrarío, lo mantiene y (o cumple a la vez, realizándolo en eso mismo que está faltando y que así hace de la falta un poder, otra posibilidad. Paso form alm e nte ta n decisivo qu e la filosofía parece tener qu e asentarse dentro de su mov i mi ento. S in embargo, en seguida varias dificultades harán explotar esa form a. Una es que la
perficie y no de v o l u m e n , y la di sconti nui da d no es nunca sufici entemente d is co nt inua, pues'logra ta n soló una discordancia mom e n t á n e a y no una divergencia o diferencias esenciales. C on Aristóteles, el lenguaje de a continuidad se convierte en pero, por un lado, es a conti nui da d lenguaje oficial de ía filosofía, pero, reducida a los tres principios principios de es la de una una coherencia lógica reducida identidad, no-contradicción y tercero excluido (por consiguiente, coherencia con determinación simple) y, por el otro, no es ni ni mera mente conti nua , , en la la medi da rea lmente conti nua , , ni da en que el Corpus del saber que instituye Aristóteles no es más que un
parte de discontinuidad insuficiente. se revela como opuestos, están mDuyos próximos; —porque ta n sólo so n opuestos—, todayía la contradicción no representa un a separación decisiva; do s enemigos y a están comprometidos en una relación d e unidad, mientras que la diferencia entre lo "desconocido" y lo familiar, es infinita. D e allí que, en la forma dialéctica, siempre el m o m e n t o de la síntesis y de la reconciliación termine po r predomi na r. Formalmente, esa puesta fuera de combate de la discontinuidad se traduce por la monotonía d el desarrollo en tres tiempos (que reemplaza la retórica clásica de las tres partes de l discurso}, mientras q ue institucionalmente institucionalmente desemboca en la identificación d e
conjunto m al unificado, un a suma disonante d e exposiciones reu-
n
la Razón con el Estado y la U nivers id ad .
secundario. No deja de ser significativo Ese último rasgo no es es secundario. que el Sabio acepte desaparecer en esta institución que se llama llttiversitas, tal como se o rganiza en el siglo XIX. Entonces la
e;ii verdad, más que un agradable entretinuidad que no sería, sería, e; tejido de rayas gruesas y delgadas. En el texto que estoy escribiendo, las frases se siguen y se ligan más o menos como se debe; lo s cortes p or párrafos no son más que cortes p or comodidad; hay un movimiento seguido destinado a facilitar la continuación
Universidad no es más que una s uma de saberes determinados, cu y a única relación con el tiempo es la de un programa d e estudios. E l habla qu e enseña no es en absoluto la que nos reveló l u es t ruct ura m a estro/di sscípulo cípulo como adecuada para abrirse a una r up tur a fundam e nta , sino que se contenta con la tranquila cont i nui da d discu rsiva . El m aestr aestroo co mpe tente habla ante un auditoririoo interesado, eso es todo. Bas t a co n evocar la nivelación "d e rela]a oposición ligeramente superior de conferencista ciones que ]a ciones fren t e a un grupo de estudiantes dóciles introduce en el lenguaje filosófico, para que se empiece a comprender cómo el filósofo filosófico,
de la lectura, pero es e mo vimient o s eguid o , sisinn embargo, no pued e proponerse c o m o continuidad verdadera. Recordemos Recordemos que , en la literatura mo d erna, erna, la preocupación por un habla profundamente con tinua fue llaa que primero dio lugar, en Lautré am ont, en Pr oust, después en el s urrealism o, en Joyce, a obras evide ntemente escandalosas. E l exceso de continuidad molesta a lector y molesta, en el lector, Jas c o s t u m b r e s de la la co mp rens ió n regular. Cuando André Bretón abre e espacio de nues t ro s libros 'a lo qu e llama Id continuidad absoluta , cuando induce al que escribe a confiar en el carácter inagotable del murmull o , entonces
en profesor—- determina un aplastamiento tan visibl econvertido de [a filosofía; por su parte la dialéct dialéctica ica no dejará de romper mu lo que le parece ser el idealismo de la palabra, a fin de llegar u las divisiones m ás serias de la lucha revolucionaria. Uno de los problemas que se plantea al lenguaje de la búsq u e d a está ligado a esa exigencia de discontinuidad. ¿Cómo hablar il c mo d o que el habla se a esencialmente plural? ¿Cómo puede « fi rm a rse la búsqueda de un habla plural, que no se fund ament e ni en en igualdad y desigualdad, ni en predomi ni o v subordinación, ni en -mutualidad recíproca, sino en disimetría e irreversibilidad, do manera que, entre d o s hablas, siempre esté implicada un a rela' m n d e infinitud co mo mo vimient o o de la significación misma? O tam bié n ¿cómo escribir para que la continuidad de l mo vimiento de la escritura pueda dejar intervenir, fundamentalmente, la i n t erru p ci ó n como sentido y la rup t ura como fo rma? Po r el rooeste problema. Tan sólo notenic nio, aplacemos ía aproximación a este nuis qu e cualquier lenguaje en que se trata d e interrogar y no l responder, es un lenguaje y a interrumpido, m á s aún, es un HDguaje en que todo empieza por la decisión (o la distracción)
molesta nuestras maneras de leer, justamente porque la mente, en su andar medido y metódico, no podría afrontar la intrusión
en la coincidencia de la Sabiduría con con
(le (le un vacío inicial. Pero
o de
también notaremos que la escritura •—ya se a la de ensayo
corre el novela-— corre
riesgo de limitarse a una supuesta
con-
inmediata de la totalidad de lo real (real que es precisamente la
imposible co nti nui d a d de lo "real" y lo "imaginario "). Co mo ambición surrealista no s ayud a bastante a comprender ambición qué es lo que permanece i mp l íci to en ese juego . La escritura automática quisiera permitir la comunicación inmediata d e cuanto es; no sólo lo permite, sino qu e resulta, en su continuidad sustancial, la c o nt inuid ad ab s o lut lutaa d e cuanto es; lo es imaginariamente; se tr a ta de una maravillosa búsqueda d e inmed iació n. (Por eso, tal vez, el malent end id o qu e acercó es e m o v i m i e n t o a l mo vimiento hegeüano, cuando cuando no hay filósofo m ás ás ho s t il il al al prestigio de lo inmed iat o que Hegel; sin embargo queda el que amb o s buscan la continuidad: pero, para la poesía surrealista, ésta no puede darse sino i n m e d i a t a m e n t e ; para Hegel no puede ser más 6 que que obtenida; producida;, es un resultado. Pero t mbién se intuye a qu é postulado parece corresponder corresponder ta n a la tall as p iració n la continuidad absoluta. La realidad misma —el fondo de las cosas, lo "cuanto es" en su profundidad esencial— serí seríaa abs oluta m ente continua, postulado ta n antiguo como el pensamiento. Es la gran esfera parmenídica, el modelo del universo de siempre, ¡a
Einstein. De lo cual resultaría que sólo la s modalidades de
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