El Pensamiento y La Exigencia de Discont Blanchot

July 28, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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EL PEN S AMIEN TO   D ISCONTINUID AD

Y L A  E X I G E N C I A  DE

I A  POESÍA  TIENE  u na   forma;  la  novela tiene  una 'forma.1   La -*^  bús qued a, aquélla  en que  está e n  juego  el  m ovimient ovimientoo  de toda   búsqueda,  patece ignorar que no tiene forma, o, lo que todavía peor,  se niega  a  interrogarse sobre  sobre  la  fo rma  qu e  extrae  extrae  de la es   peor,  se   niega  tradición. Aquí,  "pensar" equivale  equivale   a  hablar  si n  saber  en   qu é  lengua gu a   se está hablando,  ni qué  retórica  se  está empleando,  e incluso la   significación con que la  f o r m a  de   este  lenguaje  y sin si n   presentir ' 'la de   esta retórica sustituye  a  aquella  q ue   quisiera decidir  el   "pensamiento".  Pueden  usarse palabras sabias, conceptos  forjados  en especial,  y  esto  esto  es vista  de un  un  saber especial,  es   legítimo. Pero generalmente la forma  con que se  aclara  lo   puesto  en   duda  dentro   de la búsueda, sigue siendo la de un exposi . E l  modelo  es   la  di s tación   escolar  y universitaria. •Tal  vez estas observaciones valgan, antes que nada, para los tiempos   modernos. Existieron grandes excepciones,  y  habría que  em pezar   p ot   recordarlas, tratando luego   de   interpretarl interpretarlas. as.  Trabajo  q ue merecería un largo estudio. Al azar de una memoria no   erud it a, citaré los los viejos textos chinos que están e ntre los más signi ficativ os, algunos   textos  del pensamiento  h i ndú, el p rime r lenguaje griego, griego, incluso   el de  los diálogos. Dentro  de la  filosofía  occidental,  la  S u ma 'de   Santo Tomás,  su  forma rigurosa,  una  lógica determinada Tomás,  por su  rigurosa,  de una  y   de un modo de interrogar  que, en verd ad, es un unaa fo rm a de respuesta,  aparte  de   afirmar  la  filosofía  como institución  y enseñanza. Por el   contrario,  lo loss  Ensayos  de   Mo ntaigne 'es 'escapan capan  a la  exigencia   de pensamiento   qu e  pretende situarse dentro  de la  Universidad, Con Descartes, aunque tan sólo   fuese  por la libertad de su  fo rma, es   importante  el   Discurso del  Mé todo,  puesto  qu e  esta  forma  dejó de ser la de una simple exposición para convertirse en la descrip27

ción   d e l  m ov im ie n t o m is m o  de una  búsqueda, búsqueda  que une pensamiento y   existencia dentro   de una  experiencia  fundamental; la   de lograr un avance, es decir, de un   mét odo;  y ese método como   conducta, como el  modo  de comportarse y de   avanzar  d e alguien   que se  interroga. D ej emo s  que pasen los años. Un telexamen que propongo a los investigadores,   no s  instruiría mucho.  Pero  anotaré  esto  q ue   vale para   las épocas  m ás  diversas:  la  cual  el  la s  épocas  ás   diversas:  la   form a  dentro   de la  la  cual  el  pensa m i e n t o   se  hacia  lo que  se   encam ina hacia que  busca, muchas veces está vinculada a la   enseñanza.  Así fue   incluso  e n  los lo s  m á s  antiguos.  N o  sólo enseña   H er ácl íto ,  sino  que el sentido del  lagos,  que está propuesto cua nd o   habla, quizá  podría caber  d e n t r o  cíe  la   palabra  "lección", esto   es, la  que- see  dice  dice  a  varios  varios  con el  fi n  de que  la  cosa que- s que  alcance a   todos; "la conversación inteligente", diálogo que sin embargo tiene   q ue   volver  a ubicarse dentro  d e l  á m bit o  institucional sagrado.2 Sócrates, Platón, Aristóteles: con ellos, la enseñanza es   filosofía. K n t n n c e s  se   manifiesta  la institucionalización de la  filosofía,  la que m ás   tarde recibe su  forma  de la institución preestablecida dentro o  se   instituye,  esto  esto  es :  Iglesia  Iglesia  y   Estado.  Estado.  L o s  siglos de  cuyo  á m bit o  X V I I  y   XVIII  lo co nfirman por las excepciones excepciones  estallantes  q ue .señalan   en uno de sus  s e n t idos  un a  ru pt u ra  con la  fílosofía-ensena i i /a .  Pascal, Descartes  y  Spinoza  s on   unos disidentes  cuya  f u n ción   oficial  no es la de  de  aprender enseñando. Pascal puede escribir una un a   apología,  un   discurso unido   y  coherente.destinado  a  enseñar las   verdades cristianas y a convencer  a los  libertinos,  pero  su  dis c u r-

idealista, confirmaría   la ¿"relaciones  que ésta mantiene con la  Universidad.  A  pa rt ir  d e  K a n t ,  el  filósofo   es   ante  todo  un   profesor. Hegel,  en quien se concentra y se cumple la   filosofía,'es  u n  homb re   cuya ocupación consiste  en   hablar desde  lo   alto  consiste  en  desde  lo alto  de una cátedra, en redactar cursos y en pensar sometiéndose a las exigencias d e ' e s t a   forma magistral.  N o  digo  esto  co n  intenciones despreciativas. Ese encuentro de ía sabiduría y de   la  Universidad tiene much o   sentido.  E s  evidente  que la  necesidad  de ser  filósofo  a  título d e   profesor,  que es  como  dar a ¡a búsqueda  filosófica  la   forma  de una exposición continua   y   desarrollada, —no puede quedar  si n  consecuencias.  Pero  ¿n o   está Kierkegaard?  ¿n o   está Nietzsche?  Desde luego. Nietzsche también  también   fue un  tuvo  que reun  profesor,  después  tuvo  nunciar  a  serlo  y por diversas  razones,  una de  ellas  bastante reveladora: vela dora: ¿cómo habría podido ubicarse dentro de la enseñanza, y   ponerse  de acue rdo con las las necesidades de ¡a palabra univ ersi taria,

so, por t ia doble  dis-cursus, disidencia  curso del pensamiento y de   lapid   muerte, se manifies a   como desunido e interrum o que, por p r i m e r a   vez, impone la idea de   fragmento  como coherencia. En correrá  la  suerte  de la  el  el   siglo  XVIII,  el  el   escritor correrá  la   suerte  la  m is m a  filosofía (a l  m e n os e n  F r a n c i a ) .  Escribir es  filosofar.  En aquel entonces la enseñanza  es el mo vim iento breve de las cartas que se envían (así C O m c T  también  en el  siglo  a n t e rior) ,  de los   libelos  que se   difunden, de  los opúsculos que se  se   distribuyen.  Rousseauu es e gran distribuyen.  En f in, Roussea filósofo,  y  pa rt e  de su  palabra  se   dedica  a  modificar  las   costumbres pedagógicas,  dado  que ya no es el hombre, sino la   naturaleza

1929, Heidegger plantea   el   problema  "¿Qué  es ía  metafísica?"  lo hace  a través de una lección   inaugural  en la Universidad de  Friburgo,  mientras se interroga sobre la comunidad de profesores y estudiantes   q ue  estudiantes constituye  la técnica  de las  ue   constituye  la   organización técnica  las  Facultades —con  lo cual, además, la pone en tela de   juicio—.  Y gran parte de su   obra  está  hecha  de   cursos  y   trabajos universitarios.4 formales  que se  ofrecen  al hombre  de la  La s   posibilidades  formales  al   hombre  la  búsqueda,  podrían reducirse a  cuatro:  1?  Enseña;  2°  E s h om bre de ciencia, y esta ciencia.se   relaciona  co n  formas  siempre colectivas de la búsqueda  búsqueda   especializada  la  no-cienespecializada  (psicoanálisis  —ciencia  de la  cia—,  ciencias humanas, búsquedas  científicas  f und a menta l es ) ;  3 ° Asocia su búsqueda a la   afirmación  de una acción política; 4" Es-

El gran período de la   filosofía,  el  de la  filosofía  crítica e 28

un pensamiento quey se sque e cumple fragm entos  , ta esl  decir, por afirmaciones viajero separadas exigen por la separación, tal como Así habló Zaratustra?   Aquí se rechaza la manera  noble  de estar aestro/discípulo  q u e  — t a l j unto s  s  y  pensar  juntos según  la  división m aestro/discípulo v e z   sin razón— pretende ma ntener la Universidad. Con Nietzsche, Nietzsche, aparece algo   insólito,3   tan insólito como cuando ía  filosofía  utilizó la máscara de   Sade,  quien ya no representa al hombre   ex cátedra, sino   al   h om bre h u n dido  de las  cárceles.  S in   embargo,  de' ahora   ahora  en adelante,  el   filósofo  no   puede  dejar  de ser  profesor  de   filosofía. Kierkegaard engendra grandes   unive rsitarios. rsitarios.  Cuando, en el año

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cribe.

Profesor;   hombre  de   laboratorio; hombre  de la  praxis;  escriEínstem,  Marx  y tor. Tales   so n  sus  metamorfosis.  Hegel, Freud  y   Eínstem,  Lenín,   Nietzsche  y  Sade. Decir  q ue ue   esas cuatro maneras  maneras  de ser  fueron  siempre asociadas ( q u e   Pitágoras enseña, elabora una teoría unitaria del universo y   crea  un a  especie  de   partido religioso   y  político)  y  sugerir  así as í que nada cambia, es igual que no decir nada. Apartemos   semejuntas  comparaciones que  carecen  de  fuerza.  Ser Sería ía más importante, m ás   difícil también, interrogarse sobre   la s  relaciones antiguas  y constantes  de la  filosofía  co n  la  enseñanza.  enseñanza.  A   primera vista,  se puede responder: enseñar  enseñar   es hablar,  y el hablar  de la enseñanza es   hablar,  el   hablar  la enseñanza corresponde   a una  estructura original,  la de la  relación- maestro/ discípulo. Por un lado, lado, se trata de la com unicación oral en lo que tiene de específico; por el otro, se trata de cierta   anomalía  q ue afecta   lo que puede llamarse (cuidándose de todo sentido realisespacio interrelacio interrelacional. nal. t a ) :  el espacio Comprendamos que e filósofo   no es solamente   aquel  que enseña   lo que sabe; comprendamos también que no es   suficiente atribuir buir   al  maestro  un papel  de ejemplo  y   definir  definir  su  vínculo  con el al  maestro  un   papel  de   ejemplo  su   vínculo  a lumno   como un vínculo existencial. El maestro representa una región absolutamente   distinta  de l  espacio  y el tiempo.  Ksto  sig'ni fka   q ue   existe,  a  causa  su  presencia,  causa  de su  presencia,  un a  disimetría  disimetría  en las relaciones de comunicación; es decir que, allí donde él   está,  "el campo  de las  relaciones  cesa  de  estar unido   y  presenta  una  distorsión que excluye toda relación recta e incluso la reversibilidad

está destinado   a  allanar  el   ámbito  de las  relaciones, sino  a  trast o rnarlo ;  no a  facilitar  lo s  camino s  de l  saber, sino,  en un  principio,   a  hacerlos  no   sólo  m ás   difíciles,  sino propiamente  infranqueables; lo que se   m uestra bastante bastante bien  en la  tradición oriental de l   magisterio. E l  maestro  no da a  conocer nada  que no   quede determi na do   por lo   "desconocido"  indeterminable que representa;   que no se   afirma  a  través  de l  misterio,  el   prestigio, desconocido la   erudición  del que  ens eñ a,  sino  por la  distancia  infinita  entre A   y B .  Ahora bien, conocer  por a  medida  de lo  "desconocido", ¡r a la   familiaridad  de las  cosas conservando  su   extrañeza,  referirse   a  todo  por la  m i s m a  experiencia  de la  interrupción  de las hablar  y  aprender  a  hablar.  La   relarelaciones,  no es más que   o ír   hablar  ción   d e l  maestro con  el  discípulo  es la  m i s m a  relación  de la palabra,   cuando  en   ésta  lo   inconmensurable s e   hace  m e dida  y la irrelación,  relación. Pero,  como  e s  fácil  concebirlo,  un a  doble alteración  amenaza else   sentido u c t ucosas r a .  A   quveces esa ex t rañ a   edes t r las   lo    "desconocido" ser esa  el   conjunto e  todavía no son  conolimita  a  de cidas  ( e s t o  es ,  nada  más que   e l obje to m ism o  de la  ciencia).  A

veces   lo   "desconocido"  se   c onfunde  con ía  persona  de l  maestro, y entonces   se   v uel v en  principio  d e  sabiduría  sabiduría  su   valor propio,  su valor   d e  ejemplo,  su s  méritos  de   gurú  y  de   zaddik  (s u  trascendencia de   m a e s t r o ) ,  y no la  form a  de l  espacio interrelacional  de l q ue   resulta  uno de los  términos.  E n  ambos casos,  la   enseñanza deja   de   corresponder  a la   exigencia  de a  búsqueda.

de las relaciones. La existencia del maestro revela una estructura singular  del espacio interrelacional, de lo cual  resulta  que la distancia   del alumno al maestro no es la misma que la del maestro al   alumno —y más aún: que existe entre   el  punto ocupado por el.maestro,   el punto A, y el   punto  ocupado por el discípulo, el el.maestro, punto   B, una  separación  y  algo  as í  como  un   abismo, separación qu e   será,  desde  ahora,  la  medida  de   todas  las la s  otras distancias y   d e  todos  lo s  otros  tiempos. Digamos con más exactitud que  la presencia de A introduce en B, y por consiguiente también en A, un a   relación  de   infinitud  entre tod as las cosas y, ante  todo,  en

D e   l a s observaciones anteriores,   retengamos dos  indicaciones. Lo desconoci desconocido do que se pone en juego dentro de la  b ú s q ued a no   es ni  objeto  ni   sujeto.  La   relación  de   palabra  en la que se articula  lo   desconocido  es una  relación  de   i nf i ni tud ;  de lo que se desprende   que la  form a  en   la  qu e  se   efectuará  esta relación debe tener,  d e  algún  m o d o ,  un   índice  d e  "curvatura"  tal que las  relaciones   entre  A y B no  sean nunca directas,  ni   sistemáticas,  ni reversibles;   no   form e n  un   co njunto  y no se   ubiquen  en el  m i s m o tiempo   y, por  lo   tanto,  no   sean  ni   co nt emp o ráneas  ni   conmensurables. Problema en el que puede verse cuáles son las   soluciones que tal vez   p ued a n  no   c onve nir:  nir:  p o r  ejemp l o ,  un   lenguaje  d e

el   habla  qu e  asume esta  esta  relación.  D e  esta  form a,  el   maestro  no

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afirmación   y respuesta, o   bien  un lenguaje lineal con  desarrollo s imp le,  un lenguaje en el que no se pusiera en juego el   m i s m o lenguaje.

Pero  lo   notable,  y   también  lo   comprensible,  es que se.  buscan soluciones   en do s direcciones opuestas. Una supone la exigenc ia de una continuidad absoluta y de un lenguaje que   podría  llamarse esférico  ( c u y a  fórmula fue  propuesta  p o r  P a r m é n i d e s ) ;  otra  im plica  la  exigencia  de una  discontinuidad  más o   menos radical,  la de una literatura una literatura   de  fragmento  (capaz  (capaz  de predominar tanto en los pensadores chinos como   en   Heráclito)  y los diálogos  d e  Platón también   se refieren a  ella;  Pascal, Nietzsche,  Georges  Bataille,  Rene Ch a r ev i denci a n   su persistencia  esencial,  e,   inclusive,  la   decisión que en ella se prepara. Ambas direcciones se imponen   alternativ a m e n t e , ,  y  esto,  en última instan cia, es perfectamente concebible. Pero v olv a mos   a la rejación  ma estro/di scípulo,  po r  cua nto si mboliza   la relación que se pone en juego dentro de la búsqueda.

nidas."  P o r  lo  tanto, habrá  qu e  esperar  a la  dialéctica  hegeliana para   que la  continuidad, gestándose  a sí   misma, yendo  d el   centro a  la  periferia,  de lo  abstracto  a lo   concreto, dejando   de ser tan sólo   la   conti nui da d  de un  conjunto sincrónico,  anexándose, al contrario,   el   "parámetro"  de la  duración  y de la historia—, se constituya  como  una totalidad totalidad en mo vimie nto,  finita  e  ilim itada,

según   la  exigencia circular  qu e  responde tanto   al  principio  del entendi mi ento  —que  no se  'satisface  sino  con la  identidad  po r la   repetición— 'como al  principio  de la  razón  q ue   exige  la  superación por la negación. Aquí, se ve que la forma de la búsqueda y   la  búsqueda  en sí  coinciden  o  deberían coincidir  con la  m a y o r exactitud. Es más, el habla de la   dialéctica  no excluye,  'sino q ue   procura incluir  el   momento  de la  discontinuidad: ella  va de un   término a su contrario, por ejemplo del Ser a la Nada;  pero ¿qué hay   entre  los dos opuestos? Una nada más esencial que la Nada   misma, el  vacío  d el   i ntermedi o,  un   intervalo  qu e  si empre

E sa   relación es tal que incluye la ausencia de medida común, l a   ausencia de denominador común y, por lo tanto, de relación ent re   lo loss  términos: relación exorb itante. De   allí  e l  afán  de señalar y a.   sea la  interrupción  y ¡a  r u p t u r a ,  ya sea la  densidad  y la  pleni tud   de l  ca mpo  qu e  resulta  de la  diferencia  y de la  tensión.  S in n  se  e  que la  corra  el ríese m b a r g o ,  t a m b i é n  se   c o m p r e n d e  la  conti nui da d corra  •j¡o  de ser  sólo  la de un desarrollo   s imp le,  supri mi endo la i rregularidad   de la "curvatura", o que la   discontinuidad  corra el riesgo yuxtaposición  de  de, ser la  la   mera yuxtaposición  de   térmi nos  indiferentes.  La  La   continuidad   no es nunca  suficientemente  continua, al ser  soto  de su-

  obra se ahonda y al Desde ahondarse   es, y     movimiento. luego,se  elhincha,.esto   tercer  té rm ino,la e nada l de como la síntesis, síntesis, , llenará aquel vacío y colmará el intervalo, aunque en   principio no   lo  ha hace ce desapa desaparecer recer (por que   todo  se   detendría  en   segui da ), sino que, al contrarío, lo mantiene y (o cumple a la vez, realizándolo   en eso mismo que está faltando y que así hace de la falta  un   poder,  otra posibilidad. Paso  form alm e nte  ta n  decisivo  qu e  la  filosofía  parece  tener qu e   asentarse  dentro  de su  mov i mi ento.  S in   embargo,  en   seguida   varias  dificultades harán explotar esa  form a.  Una es que la

perficie   y no de   v o l u m e n ,  y la   di sconti nui da d  no es  nunca  sufici entemente   d is co nt inua,  pues'logra ta n  soló  una discordancia mom e n t á n e a  y no una  divergencia  o  diferencias  esenciales. C on   Aristóteles, el  lenguaje  de a  continuidad  se   convierte  en pero,  por un  lado,  es a conti nui da d lenguaje  oficial  de ía  filosofía,  pero,  reducida  a los  tres  principios  principios  de es   la de una  una  coherencia lógica reducida  identidad,   no-contradicción  y  tercero  excluido  (por  consiguiente, coherencia con determinación simple) y, por el   otro,  no es ni ni   mera mente conti nua , ,  en la  la  medi da  rea lmente conti nua , ,   ni da  en que el   Corpus  del saber que instituye Aristóteles no es más que un

parte   de    discontinuidad   insuficiente. se   revela como opuestos,   están   mDuyos    próximos; —porque ta n  sólo  so n   opuestos—, todayía la   contradicción  no   representa  un a  separación decisiva;  do s  enemigos   y a  están  comprometidos  en una  relación  d e  unidad, mientras que la diferencia entre lo   "desconocido"  y  lo  familiar,  es infinita.  D e  allí que,  en la  forma dialéctica, siempre  el   m o m e n t o de la   síntesis  y de la  reconciliación termine  po r  predomi na r. Formalmente, esa puesta   fuera  de combate de la discontinuidad se   traduce  por la  monotonía  d el   desarrollo  en   tres tiempos (que reemplaza  la  retórica clásica  de las  tres partes  de l  discurso}, mientras   q ue   institucionalmente  institucionalmente  desemboca  en la  identificación  d e

conjunto   m al   unificado,  un a  suma disonante  d e  exposiciones reu-

n

 

la   Razón con el  Estado  y la   U nivers id ad .

secundario.  No  deja  de ser significativo Ese último rasgo no es  es  secundario.  que el  Sabio  acepte desaparecer  en   esta institución  que se  llama llttiversitas,  tal como se   o rganiza  en el  siglo  XIX.  Entonces  la

e;ii  verdad,  más que un  agradable entretinuidad   que no sería,  sería,  e; tejido de rayas gruesas   y  delgadas. En el texto que estoy escribiendo,  las frases se siguen y se ligan más o menos como se   debe; lo s   cortes  p or   párrafos  no son más que   cortes  p or   comodidad; hay un movimiento seguido destinado a facilitar la continuación

Universidad   no es más que una   s uma  de   saberes determinados, cu y a  única relación  con el  tiempo   es   la  de un  programa  d e  estudios.  E l  habla  qu e  enseña  no es en  absoluto   la que nos  reveló l u   es t ruct ura m a estro/di sscípulo cípulo  como adecuada para abrirse   a una r up tur a   fundam e nta ,  sino que se contenta con la tranquila cont i nui da d   discu rsiva . El m aestr aestroo co mpe tente habla ante un auditoririoo   interesado,  eso es  todo.  Bas t a  co n  evocar  la  nivelación "d e  rela]a  oposición ligeramente   superior  de conferencista ciones   que ]a  ciones fren t e  a un grupo de estudiantes   dóciles  introduce en el  lenguaje filosófico,   para que se empiece a comprender cómo el filósofo filosófico,

de la lectura, pero   es e  mo vimient o s eguid o ,  sisinn  embargo, no pued e   proponerse  c o m o  continuidad verdadera. Recordemos Recordemos que ,  en la   literatura  mo d erna,  erna,  la   preocupación  por un  habla  profundamente  con tinua fue llaa que primero dio lugar, en Lautré am ont, en Pr oust, después en el s urrealism o, en Joyce, a obras evide ntemente escandalosas.   E l  exceso   de   continuidad molesta  a lector   y molesta,   en el  lector,  Jas   c o s t u m b r e s  de  la la   co mp rens ió n regular. Cuando André Bretón abre   e espacio   de   nues t ro s  libros  'a  lo qu e   llama  Id  continuidad  absoluta ,  cuando induce  al que   escribe a   confiar  en el carácter inagotable del  murmull o  , entonces

  en  profesor—-  determina un  aplastamiento  tan visibl econvertido   de   [a  filosofía;   por su  parte  la dialéct dialéctica ica no dejará de   romper mu lo que le parece ser el idealismo de  la  palabra, a fin de  llegar u   las   divisiones   m ás   serias  de la  lucha revolucionaria. Uno de los problemas que se   plantea al  lenguaje  de la  búsq u e d a  está ligado   a esa  exigencia  de   discontinuidad. ¿Cómo hablar il c   mo d o  que el  habla  se a  esencialmente plural?  ¿Cómo  puede « fi rm a rse   la   búsqueda  de un  habla plural,  que no se  fund ament e ni en  en   igualdad y desigualdad, ni en  predomi ni o   v  subordinación, ni   en   -mutualidad  recíproca, sino   en disimetría e  irreversibilidad, do  manera que, entre   d o s  hablas, siempre   esté  implicada  un a  rela' m n   d e  infinitud  co mo mo vimient o  o  de   la  significación misma? O   tam bié n  ¿cómo escribir para  que la  continuidad   de l  mo vimiento de   la escritura pueda dejar intervenir, fundamentalmente, la i n t erru p ci ó n   como  sentido y   la  rup t ura  como  fo rma? Po r el  rooeste  problema.  Tan  sólo  notenic nio,   aplacemos  ía  aproximación  a  este  nuis   qu e  cualquier lenguaje   en que se  trata  d e  interrogar  y no  l responder,  es un  lenguaje   y a  interrumpido,  m á s  aún,  es un HDguaje   en que  todo  empieza  por la  decisión  (o la  distracción)

molesta  nuestras  maneras  de leer,  justamente  porque la mente, en   su   andar medido   y   metódico,  no   podría afrontar  la  intrusión

en la  coincidencia  de  la Sabiduría  con con

(le (le  un  vacío  inicial. Pero 

o  de   

también notaremos  que la  escritura  •—ya  se a  la  de   ensayo

corre  el novela-—  corre 

riesgo  de  limitarse  a una  supuesta 

con-

inmediata de la totalidad de lo  real  (real  que es  precisamente  la

imposible   co nti nui d a d  de lo   "real"  y lo "imaginario "). Co mo ambición  surrealista  no s  ayud a  bastante  a  comprender ambición  qué es lo que permanece   i mp l íci to  en ese juego . La escritura automática quisiera permitir   la   comunicación inmediata  d e  cuanto es; no   sólo  lo   permite, sino   qu e  resulta,  en su  continuidad sustancial,   la  c o nt inuid ad ab s o lut lutaa  d e  cuanto   es; lo es  imaginariamente;  se   tr a ta  de una  maravillosa búsqueda  d e  inmed iació n.  (Por eso,  tal   vez,  el   malent end id o  qu e  acercó  es e  m o v i m i e n t o  a l  mo vimiento hegeüano, cuando  cuando   no hay   filósofo  m ás  ás   ho s t il  il  al al   prestigio de lo   inmed iat o  que Hegel; sin  embargo queda  el que  amb o s buscan   la  continuidad:  pero,  para  la  poesía surrealista, ésta  no puede darse sino   i n m e d i a t a m e n t e ;  para Hegel no puede ser más 6 que  que  obtenida;  producida;,  es un resultado.   Pero  t mbién  se  intuye a  qu é  postulado  parece corresponder  corresponder  ta n  a la tall  as p iració n  la   continuidad  absoluta.  La realidad  misma  —el fondo de las  cosas,  lo "cuanto  es" en su  profundidad esencial— serí seríaa abs oluta m ente continua, postulado  ta n  antiguo  como  el pensamiento. Es la   gran  esfera  parmenídica,  el modelo del  universo  de siempre,   ¡a  

Einstein. De lo  cual  resultaría que  sólo  la s  modalidades  de 

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