El Papel en Los Archivos - María Díaz de Miranda & Ana María Herrero

October 16, 2017 | Author: Omar Rojas Herrera | Category: Pulp (Paper), Paper, Wood, Nature
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El papel en los archivos

El papel en los archivos

María Dolores Díaz de Miranda Macías Ana María Herrero Montero

ediciones trea

A nuestros padres

archivos Siglo XXI - 12

Colección dirigida por Joan Boadas i Raset ©M  aría Dolores Díaz de Miranda Macías y Ana María Herrero Montero, 2009 © de esta edición: Ediciones Trea, S. L. María González la Pondala, 98, nave D 33393 Somonte-Cenero. Gijón (Asturias) Tel.: 985 303 801. Fax: 985 303 712 [email protected] www.trea.es Dirección editorial: Álvaro Díaz Huici Coordinación editorial: Pablo García Guerrero Producción: José Antonio Martín ISBN: 978-84-9704-428-8 (impreso); 978-84-9704-929-0 (digital) Impreso en España – Printed in Spain Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo por escrito de Ediciones Trea, S. L.

Índice

1. El papel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 2. La invención del papel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 3. El papel de tina o papel a mano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 4. El papel continuo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 5. La máquina de papel continuo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 6. Tipos de papel en el archivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 7. Papel permanente y papel de archivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 8. Criterios de conservación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 8.1. Causas de alteración de origen interno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 8.2. Causas de alteración de origen externo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 9. La filigrana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77 9.1. Bases digitalizadas de filigranas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9.2. Protocolo de estudio del papel y obtención de la filigrana . . . . . . . . . 9.3. Reproducción de la filigrana papelera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9.4. Ejemplo de ficha descriptiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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10. Apéndices . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 10.1. Características técnicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10.2. Criterios de calidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10.3. Constituyentes químicos principales de las fibras vegetales papeleras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10.4. Listado de normas une relacionadas con el papel . . . . . . . . . . . . . .

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Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139 Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149

No es posible concebir el mundo actual sin el papel; ya lo decía Giovanni Papini en su célebre cita: «Visitando hoy una exposición de la imprenta me he dado cuenta de que toda la civilización […] se halla unida a la materia más frágil que existe: el papel». Mucho menos podríamos imaginar un archivo sin papel, incluso en estos momentos en que las nuevas tecnologías están cambiando las formas de actuación no solo en el ámbito de la administración y los negocios, sino en nuestras relaciones cotidianas con el uso de Internet (correo, chats, etcétera). La presencia del papel en los archivos españoles se hace cada vez más frecuente desde el primer testimonio, el Breviarium et Missale Mozarabicum, escrito entre los años 945 y 1050, en el que el papel convive con el pergamino, hasta que el primero se impone, ya en el siglo xv, como el soporte escritorio por naturaleza. Pero no todo el papel tiene las mismas características, ni su elaboración ha sido la misma. A lo largo de estas páginas intentaremos ofrecer una visión general de cuál ha sido la evolución del papel desde el papel de tina hasta los modernos métodos de fabricación y su reflejo en los documentos que se conservan y custodian en nuestros archivos. Un aspecto muy importante y, sin embargo, no muy conocido, es el de las filigranas o marcas de agua; nos serviremos de ellas para presentar un detallado protocolo de estudio del papel. Como apéndices, incluimos una enumeración y una descripción de las principales características técnicas y criterios de calidad del papel, los constituyentes de las fibras vegetales papeleras y un listado de aquellas normas une relacionadas con el papel y la industria papelera. Completamos el estudio con una bibliografía básica y un glosario de términos.

1. El papel

El Diccionario de la Real Academia Española, en su primera acepción, define: papel. (Del cat. paper, y este del lat. papyrus). 1. m. Hoja delgada hecha con pasta de fibras vegetales obtenidas de trapos, madera, paja, etcétera, molidas, blanqueadas y desleídas en agua, que se hace secar y endurecer por procedimientos especiales.

El proyecto de norma une pne 57003-3, «Papel, cartón, pastas y términos relacionados. Vocabulario. Parte 3: Terminología de la fabricación de papel», en su entrada 3.92 papel presenta una definición más técnica: Término genérico para una variedad de materiales que se presentan bajo una forma coherente de hojas o bandas excluyendo hojas o cintas de pasta destinadas a la fabricación de papel o a fines de disolución y productos «no tejidos» fabricadas por deposición, a partir de fibras sintéticas, animales, minerales o vegetales, o las mezclas de todas ellas, desde una suspensión fluida hasta un dispositivo de formación adecuado, con o sin la adición de otras sustancias.

El nombre del papel, en las lenguas modernas, procede de la forma latina charta papyri, y no, como era de esperar, de una palabra de origen chino o árabe. El italiano ha optado por el pri­mer elemento: carta; el español, el francés, el inglés, el alemán, etcétera, por el segundo: papel, papier, paper, papier. Para evitar equívocos con el papiro, se le añadía un calificati­vo. Entre los más frecuentes se encuentran: gossypina, cuttunea, xylina y damascena,

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que indicaban, en el último caso, la procedencia y, en los anteriores, la errónea creencia de que era el algodón el ingrediente primordial en la fabricación del papel. Caso curioso es el término charta bombycina, que algunos autores consideraban, erróneamente como ya se ha dicho, que indicaba el material con que se fabricaba el papel; otros sostenían que se refería a su textura, con un tacto un tanto algodonoso. Karabacek, ya en 1887, da una versión más acertada al derivar el nombre, al igual que en el caso de la charta damascena, de Bambyce (actual Menbidj o Manbij), ciudad siria con importante molino papelero, lo que produjo una lógica confusión entre bambycina (de Bambyce) y bombycina (de algodón), confusión que incluso se llegó a dar con el mismo nombre de la ciudad, que se llegó a traducir como ‘ciudad del algodón’. En España eran comunes las apelaciones de charta pannicea y pergamino de panno, para posteriormente denominarse pergamino de papel. Aunque el papel, como hemos visto en la definición dada por las normas une, puede estar formado por fibras sintéticas, animales, minerales o vegetales, nosotras por razones obvias nos centraremos en estas últimas como materia constitutiva fundamental de la documentación gráfica existente en nuestros archivos y bibliotecas. La madera y los vegetales papeleros que constituyen el papel son, en sí mismos, materiales muy heterogéneos en su composición tanto química como anatómica y en sus propiedades, hasta darse el caso de que, dentro de un mismo anillo de crecimiento, las fibras varían según sean de primavera o de verano. Aun así, podemos establecer, con carácter general, los siguientes constituyentes químicos: Constituyentes químicos de los vegetales: 1. Constituyentes mayoritarios: — celulosa; — hemicelulosas; — lignina. 2. Constituyentes minoritarios: — insolubles: • sales minerales, almidón, sustancias minerales, proteicas y pécticas; — extractivos: • terpenos, ácidos resínicos, ácidos grasos, fenoles, insaponificables.

1. El papel

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Para entender el proceso de elaboración de las pastas papeleras, tendremos que tener en cuenta que las fibras vegetales son las unidades básicas en la formación de la hoja del papel y que estas están constituidas por fibrillas que forman distintas capas o lamelas. A la hora de obtener la pasta, las mejores condiciones son cuando se elimina la mayor cantidad de la lignina de las fibras y se retienen cantidades considerables de celulosa. El grado de polimerización de las cadenas celulósicas se considera que, mientras no se alcance un valor crítico, no afecta mucho a las propiedades de resistencia de las fibras. Las propiedades de las fibras, también, son optimizadas por la operación de refinado, con la que se elimina la primera capa, de las seis de que consta una fibra vegetal, se permite el desfibrado de la segunda y se logra que la tercera se hinche de agua. Las capas segunda y tercera son las responsables de las uniones por puentes de hidrógeno, puesto que son las más ricas en celulosa. Además, el refino tiene una serie de efectos secundarios, como el corte de las fibras, el incremento de su volumen y su superficie o su flexibilidad. Sin embargo, lo que realmente es importante para hacer un buen papel es que permita las uniones químicas entre las fibras. Cuando hablemos de la evolución de la fabricación del papel, veremos que una de las aportaciones más importantes de la denominada manufactura italiana del papel sobre la existente manufactura árabe fue permitir un mejor grado de refino de las fibras, con la introducción de la pila a mazos múltiples.

2. La invención del papel

La invención del papel se atribuye a un cortesano chino llamado T’sai Lun hacia el año 105, aunque en realidad se sabe que tres siglos antes, durante la dinastía Han, se hacía algo semejante al papel. De hecho, Ban Gu, que nació en Anling (actualmente Xianyang, de Shaanxi) y vivió entre los años 32 y 92, menciona en su Historia de los Han la fabricación del papel ya en el reinado de la emperatriz Lü (188-180 a. de C.). A T’sai Lun, jefe de los eunucos del emperador, que estaba al frente de los suministros de la casa real, se deberá la primera especificación técnica oficial del producto. La implantación de esta nueva manufactura es lenta; los chinos mantendrán en secreto el sistema de su elaboración, al igual que sucedió con el de la seda. No obstante, los diarios de los monjes budistas Fa Xian (que describen un viaje de 14 años, entre el 399 y el 414) y Xuan Zang (cuyo diario abarca 25 años, entre el 629 y el 654) nos hablan del conocimiento de la elaboración del papel en Asia, llevado a través de la ruta de la seda para pasar a Corea y más tarde a Japón, cuando en el año 610, medio siglo después de la introducción del budismo, el sacerdote budista coreano Dam Jing de Koguryo (o Goguryeo) va a ese país para asesorar sobre la producción de pinceles, tinta y papeles. El papel, siguiendo la ruta comercial del oeste, cruzó Turquestán, Persia y Siria, de forma que, a finales del siglo vii, era conocido y usado en toda Asia central. La política expansionista árabe lo saca del mundo asiático; en este sentido, está muy extendida la leyenda de que fue a raíz de la conquista de Samarcanda, en el año 751, cuando los árabes se hacen, a través de unos prisioneros chinos, con el secreto de su fabricación (según relato de Miguel Casiri, que sitúa el hecho en el año 704, respaldado por Karabacek, que fija la batalla en el 751). En cualquier caso, por estas fechas comenzó a ser muy conocido el papel de Samarcanda, estableciéndose muy pronto un molino

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papelero en esta ciudad y, en el 795, otro en Bagdad. La técnica llega a Egipto en el año 906 y de ahí pasa a Marruecos sobre el año 1100. Son los propios árabes quienes introducen el papel en Europa a través de España e Italia; sobre cuál de estas dos vías de penetración es la más antigua, hay datos a favor tanto de una como de otra, pero lo más probable es que fuera la española. Algunos estudiosos han considerado la vía española como la primera de la penetración del papel en Europa apoyándose en la leyenda de Abú Masaifa, que dice que en Játiva se estableció el primer molino papelero en el año 1056; sin embargo, no hay demostración documentada. En este momento, solo se admiten como las primeras alusiones documentadas al papel español las que hace Xerif Aledris (El Edrisi) en su obra Recreo de quien desee recorrer el mundo o Libro de Roger, escrita en el año 1153. De hecho, la existencia documentada más antigua de los primeros molinos papeleros se da en Játiva (Valencia) hacia el año 1150, y en la ciudad italiana de Fabriano hacia 1276; además, en España se conserva el testimonio de papel más antiguo de Europa, procedente del monasterio de Santo Domingo de Silos: el Breviarium et Missale Mozarabicum (ms. 6), quizá escrito en el scriptorium de Berlanga entre los años 945 y 1050; tiene los 38 primeros folios en papel y el resto en pergamino. La transmisión de la fabricación del papel en Occidente también fue lenta; así, por ejemplo, llega a Alemania (Colonia y Maguncia) en 1320; a Francia en el Languedoc hacia el 1300 y en Troyes en el año 1348; a Holanda en 1405, y a Inglaterra sobre 1490. El primer molino papelero inglés fue el de John Tate, cerca de Stevenage en Hertfordshire; el segundo se estableció a mediados del siglo xvi en Fen Ditton por Thomas Thirlby, el clérigo que llegaría a obispo de Fly. México fue el primer país de América al que llegó el papel, alrededor de 1576 en Culhuacán, al sur de la capital; en el monasterio de San Agustín se estableció un molino dirigido por la mano de los españo-

2. La invención del papel

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les. Años después, en 1690, se establecería el primer molino en América del Norte, en Pennsylvania, cerca de Germantown, por Willian Rittenhouse. En estos primeros siglos europeos, el papel convive como soporte de escritura con el pergamino, aunque se prefería utilizar el pergamino para los documentos más valiosos. La gran demanda originada por el descubrimiento de la imprenta es el hecho clave para que el papel desbanque al pergamino, por ser su obtención más fácil y rápida.

3. El papel de tina o papel a mano

El método para la fabricación del papel a mano es, básicamente, el mismo desde su descubrimiento hasta principios del siglo xix, en el que el invento de la máquina de papel continuo es acompañado y potenciado por el boom de la era industrial, con lo que se pasó de la fabricación manual del pliego de papel a su producción industrial. En la fabricación artesanal o manual, las materias básicas eran el lino, el cáñamo y el algodón obtenidos de los trapos desechados; por medio de su trituración, su maceración y su bateado en agua, se lograba una pasta que tenía en suspensión las fibras de estas materias primas; a esta pasta se la denominaba pulpa. Las labores relacionadas con la obtención de la pulpa comienzan con la recogida y la selección de los trapos, que se clasifican en distintos lotes según sus características y, así, se dividen según su tejido (lino, cáñamo, algodón), su finura (gruesos, medios, finos), su estado de uso (viejos, usados, nuevos), su color (blancos, claros, oscuros), etcétera. Estas diferentes cualidades condicionan las distintas clases de papel y, así, entre las estipulaciones y los compromisos de una de las compañías de papeleros creada en el año 1744, comprobamos que para el papel florete utilizaban trapos de primera clase y carnaza de pergamino, para el papel mediano o marquilla empleaban carnaza de la tierra y para el papel de marca mayor y de escritura trapos de Mallorca o de la tierra y carnaza ordinaria del país (Madurell, 1972: 284). Posteriormente, esos trapos serían troceados (esquinzados) en bancos con cuchillas fijas (a partir de principios del siglo xviii se comienza a usar en Alemania una cortadora de trapos), desempolvados y sometidos a pudrición, a veces con el añadido de cal para favorecer el proceso pese a su prohibición expresa en algunos países por sus consecuencias en el resultado final del papel cuando se añadía en exceso. Este proceso en

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Interior de un molino papelero. Arquitectura y utensilios del siglo xviii del molino del Museu Molí Paperer de Capellades, Barcelona

Francia, según La Lande, seguiría un orden inverso en el que precedería la pudrición al troceado. A veces, a la pudrición antecedía el lejiado, que consistía en la mezcla con cenizas, cal o sosa para su blanqueo. Tras lavar los trapos, pasaban al proceso de maceración en los batanes. En este sentido, representa una mejora el reemplazo de los mazos o martinetes accionados manualmente por los movidos por fuerza hidráulica (la mayoría de los autores consideran que esta mejora procede de Italia, mientras que Karabeck afirma que ya se utilizaba en los primeros molinos árabes); esta mejora en el proceso de obtención del papel con un mejor refino o desfibrado de la pasta de trapos se verá ampliada con la invención, hacia el año 1670, en Holanda de la «máquina refinadora de cilindro», conocida bajo el nombre de pila holandesa, que supuso un gran avance en la obtención de pulpa: la pila holandesa suministraba, aproximadamente, en seis horas la misma cantidad de pasta que un molino de mazos, con cinco pilas, en 24 horas. La pila holandesa, con sucesivas mejoras, seguirá en activo hasta mediados del siglo xx. En España, el primer proyecto de instalación de una pila holandesa fue realizado por el fabricante alcoyano Vicente Albors en 1764.

3. El papel de tina o papel a mano

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Maqueta de una pila hidráulica (iphe). La rueda, al hacer girar el eje, pone en movimiento los mazos

La cada vez mayor escasez de trapos llevó, entre otras medidas, a prohibir la salida de trapos de los países (en España, en 1780, se ordena: «Continúe en ser prohibida la salida del trapo y carnaza para dominios extranjeros», Novísima Recopilación, ley ix). Una ayuda a la producción del papel fue el descubrimiento, por el químico sueco Carl Wilhelm Scheele en 1774, del cloro, soluble en agua y que puede utilizarse para blanquear trapos sucios y de color; su uso todavía continúa con la pasta de madera. La pulpa se depositaba en un gran recipiente con agua, la tina, en la que el laurente, operario del molino papelero, introducía la forma, la cual daba lugar al pliego de papel. La forma es un marco de madera con un fondo de tejido de alambres horizontales, los puntizones, unidos a otros verticales, los corondeles. Este entramado se conoce como verjura. Este fino tejido, al introducir la forma en la tina y elevarla, tras un movimiento de vaivén, retiene en la superficie las fibras de pulpa, mientras otra pieza, el molde (marco móvil de quita y pon), al ajustarse sobre el cuadro de la forma, da el grueso necesario a la hoja al evitar que la pasta, aún fluida, resbale por los lados. De ahí que una de las formas de reconocer el papel de tina es la visión al trasluz de las marcas dejadas en el papel por la verjura.

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Pila hidráulica en el molino del Museu Molí Paperer de Capellades con los tres mazos desfibrando el trapo

Pila holandesa en el laboratorio de restauración del monasterio de Sant Pere de les Puel·les

3. El papel de tina o papel a mano

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El pliego de papel recién formado era volcado por otro operario, el ponedor, sobre un fieltro o sayal, sobre el que colocaba otro fieltro que a su vez recibía un nuevo pliego de papel; cuando se formaba una posta, 261 pliegos entre 262 sayales, se pasaba a la prensa para extraer de los pliegos la mayor cantidad posible de agua; según el papel perdía agua, ganaba consistencia y al llegar a una cierta consistencia se sacaba de la prensa. Esta operación la hacía el levador, que quitaba los sayales y colocaba los pliegos sobre una tabla inclinada 50º; de esta tabla se llevaban a la prensilla (prensa pequeña). Una vez bien escurridos los pliegos, se sacaban de la prensilla y con un palo en forma de T, el ferlete, se tendían en el tendedero o mirador en grupos de cuatro a ocho pliegos (la cantidad variaba según los molinos). Seco el papel, se pasaba a la sala de encolar, donde se introducía en pequeños grupos en una gran caldera que contenía una gelatina formada por la cocción de pieles y retales de animales o pescados (la sustitución del primitivo encolado vegetal por el animal se atribuye a los papeleros italianos); a partir de finales del siglo xvii, se añade alumbre (sulfato de aluminio) al encolado para dar más solidez a la hoja, a la vez que más resistencia a la penetración de la humedad, y evitar el corrimiento de la tinta sobre el papel. Moritz Friedrich Illig, en 1807, publicó su descubrimiento del alumbre mezclado con colofonia, lo que permitía mezclar el encolante con la pulpa (encolado en masa), con el consiguiente ahorro de tiempo y trabajo en el proceso. El uso del alumbre conlleva una destrucción de la reserva alcalina en el papel y, por consiguiente, una mayor degradación del mismo. Según se sacaban de la caldera, se prensaban en grandes grupos y se llevaban más tarde al tendedero. Del tendedero, una vez secos, iban a la sala de bruñir; allí primero se prensaban y se bruñían con un mazo o a mano con una piedra negra o de pedernal. En el bruñido, o satinado, muy pronto se comenzó a utilizar un mazo satinador con cabeza metálica que aprovechaba la fuerza hidráulica; finalmente, el mazo satinador se sustituyó por tórculos o cilindros satinadores con un resultado mucho más regular. Bruñido el papel, las apartadoras lo examinaban y separaban en varios paquetes según la calidad. Finalmente, las contadoras revisaban cada tipo de papel, lo contaban y formaban las resmas. Las resmas se volvían a prensar antes de almacenarlas a la espera de ser vendidas. Cada pliego de papel, antes de salir de fábrica, había pasado más de treinta veces por las manos de los operarios y cerca de diez por las prensas (La Lande, 1778).

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Hoja sobre el sayal en la tabla inclinada

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Prensa de la sala de encolado

El papel se separa en paquetes; las medidas más habituales eran la resma (palabra que proviene del árabe rízma: ‘paquete’ o ‘haz’) y sus divisiones (media resma, cuarta, quinta y mano de 25 hojas). Estas medidas vienen dadas porque, al contar el papel a mano, se separaban las hojas de cinco en cinco y se formaba un cuadernillo, cada cinco cuadernillos era una mano (25 hojas) y cada 20 manos una resma. En la actualidad, una resma equivale a 500 hojas. Existe un papel hecho a mano que no presenta verjura: el papel vitela; este papel aparece en Alemania en 1797 y se caracteriza por su superficie lisa, sin verjuras (de ahí su nombre vitela, como el pergamino de los animales nonatos o recién nacidos), obtenida mediante la sustitución de los corondeles y los puntizones por una tela de lienzo o bien una tela mecánica de trama finísima. La historia de la fabricación del papel en España comienza en Játiva, en el reino de Valencia, ciudad que se honra de poder decir que tuvo en el año 1150 el primer molino papelero documentado de toda Europa, primacía basada en el testimonio que da el geógrafo árabe El Edrisi (1100-1172), quien escribió que «Játiva es una ciudad hermosa y tiene Alcazaba […] se hace en ella papel, que no se hallará más precioso. Se expide en Oriente y

3. El papel de tina o papel a mano

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Occidente», y lo corrobora más tarde Siraj-al-din ‘Umar ‘Ibn al-Wardi, en su obra De las cosas maravillosas y peregrinas. La abundante documentación (Madurell, 1967) referida desde el rey Jaime I hasta Pedro IV el Ceremonioso nos da cuenta de la intensa actividad papelera ejercida por los sarracenos en el arrabal jativense; es oportuno resaltar la puntualización de Rafael León (2004: 6) sobre la generalización de Játiva como centro papelero, ya que propiamente el papel se elaboraba […] en Arrabal, un núcleo urbano que había de diferenciarse, como tantos otros de igual condición, acogiéndose al nombre de una próxima y rica entidad urbana con el consiguiente riesgo de su confusión. Arrabal llegó a detentar una denominación propia, la de Vila Nova de San Joan.

Los reyes, durante estos dos siglos, xiii y xiv, fomentaron el uso del papel en la Administración de la Corona de Aragón, controlaron la venta obligando a realizarla únicamente en la alhóndiga real valenciana, concedieron exenciones de impuestos a los artesanos dedicados a su elaboración y velaron tanto por su calidad como por sus dimensiones, aspecto último por el que el rey Pedro el Ceremonioso ha de intervenir reiteradamente; el incumplimiento de sus ordenanzas de 1338 sobre el formato, las medidas y los pesos del papel le obligará al poco tiempo, en el año 1341, a escribir una carta circular a todos los maestros papeleros del reino de Valencia para transcribirles dichas ordenanzas y, en 1352, a volver a insistir en que se mantuviera la calidad del papel. Este interés real estaba motivado tanto por la necesidad de la buena calidad de este género como por los beneficios económicos que reportaba; en el reinado de Jaime I, el tributo que se pagaba por el papel en la ciudad de Barcelona era una vigésima parte de su valor (León, 1997: 448-449). La manufactura se fue extendiendo por otras poblaciones del reino valenciano y el papel se vendía fuera de él; así lo revela el libro de cuentas de la catedral de Barcelona, que en los años 1335, 1337 y 13431 registra la compra de papel procedente de Játiva y Valencia. Ya anteriormente, Valls i Subirà (Valls, 1970: 125) nos da noticia, por los impuestos que se debían pagar, de cargas de papel exportadas por vía marítima desde Cataluña: un documento de 1251 incluye el papel como una de las mercaderías salidas desde 1  Archivo de la Catedral de Barcelona: Libro de cuentas de la Pía Almoina, años 1335-1336, fol. 34 del año 1335.

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Tortosa (Tarragona); al año siguiente, otro nos revela una exportación de papel a Colliure (Rosellón). Madurell nos ofrece más documentos: en 1285, salió del puerto de Valencia una carga de 30 cajas de papel, bajo la responsabilidad del vecino valenciano Pere Cerdà, a Sicilia, y en 1296 una nave catalana salía del puerto de Mallorca hacia Marsella con cargamento de papel. A inicios del siglo xiv, año 1306, desavenencias con el rey de Francia provocaron que este prohibiera la entrada a su país, tanto por tierra como por mar, de productos españoles, entre ellos se menciona el papel. Mientras se prohibía la exportación a Francia, se mantenía la italiana y, así, en 1314 sale del puerto de Barcelona una nave propiedad de Borracium Mancota con dirección a Cagliari y Sicilia que llevaba entre sus artículos una caja de papel, caixa de papiro. Queda abierta la hipótesis de que se exportara también papel producido en la corona de Castilla tras el descubrimiento de un documento fechado en 1267 que hace referencia a que en la carga que transportaba un barco con destino a Sicilia llevaba papel procedente de Murcia: «[…] papirio Murcie et in paperio zarf et in flaciatus […]».2 La implantación y la expansión de la industria papelera en los siglos xiixiv en tierras catalanas es avalada por el propio Valls, pero la credibilidad de la abundante documentación que nos ofrece se desvanece al comprobarse que este autor tradujo molino trapero, molí draper, por ‘molino de papel’, o asignó como papelero lo que solo se indicaba como simple molino. Así lo indica Madurell, que, tras revisar toda la documentación citada, deja solo en pie la atribución del molino de Albarells, a orillas de uno de los afluentes del río Anoia, como primer molino documentado en Cataluña, año 1193, y un documento del 24 de junio de 1444 por el que se concede construir un molino papelero en el puente de la Acequia Real de Perpiñán. Recientemente, Rafael León ha puesto totalmente en entredicho la posibilidad de que el molino de Albarells fuera papelero, algo de lo que unos años antes ya había dudado Robert I. Burns. De modo que la referencia más antigua de molinos catalanes la tenemos a mediados del siglo xv, en el documento fechado de 1444, por el que se concedía a Guillem Raynard la facultad de instalarlo. Unos años después, en 1456, contamos con el establecimiento de otro molino papelero concedido a Romeu Joan Llull en Barcelona, cerca del río Besós y conocido como la Verneda d´en Llull, cuya documentación conservada nos permite seguir su evolución durante dos siglos (Madurell, 1972: 29-36) . 2 

Archivo Capitular de la Catedral de Barcelona: Diversorum C (d), caja 17, doc. 1829.

3. El papel de tina o papel a mano

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Sobre la existencia de molinos papeleros en la corona de Castilla, aunque, al igual que en el caso de la ciudad de Córdoba, se suponía que se habían establecido desde la primera época de la fabricación del papel en el territorio peninsular, las evidencias documentales son muy tardías; el primer molino papelero documentado es del año 1613: el genovés Juan Otonel, oriundo de Voltri, en el término de Palomeras, en Cuenca, pues la referencia en 1396 de la venta de un molino por parte de los vecinos de Rascafría a los monjes cartujos del Paular es imprecisa y está débilmente fundamentada.3 Sin embargo, en el VI Congreso Hispánico de Historiadores del Papel, Isabel García y Juan Antonio Montalbán, a través de un laborioso estudio sobre numerosos archivos castellanos y andaluces, afirman que en Toledo se elaboraba papel en el año 1400, como lo atestigua el Libro de Ordenanzas Antiguas de la ciudad: […] los pergamineros que fagan buen papel e de buena forma bien rezio e bien blanco e liso, en manera que no quiebre. E que en cada rezma de tal buen papel ponga el alamin su sello e su sello e su señal, e el otro mal papel que non lo selle.

Estos mismos autores también documentan que en Sevilla hubo molinos papeleros —sin poder precisar la fecha de su establecimiento—, los cuales abastecieron las necesidades del concejo hasta principios del siglo xv, pues el alcalde de la ciudad, en 1411, ordenó a los pergamineros que […] no dieren a los contadores [de las cuentas del concejo] cuatro manos de papel al mes para escribir las cuentas, como solían, porque habían sabido de cierto que no labraban ya en esta ciudad tantos molinos de papel como antes trabajaban.

En estos molinos se fabricó, en un primer momento, papel de manufactura árabe, para adoptar posteriormente el tipo de papel de manufactura italiana. El tipo de papel de manufactura árabe, conocido también como hispanoárabe, cuya elaboración es propia de los países árabes y de aquellos que estu­vieron bajo su influencia, como es el caso de España, es un papel 3  El molino estaba cerca del monasterio y hemos de esperar al siglo xviii a que Ponz, en su Viaje por España, haciendo alusión a él, nos especifique que era papelero y de una antigüedad similar a la propia existencia de la comunidad de monjes.

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el papel en los archivos

que mantiene unas características que lo diferencian del conocido como de manufactura italiana y que será el que se impondrá a partir de las primeras décadas del siglo xv; la imprenta logrará acelerar la implantación de su técnica. El papel hispanoárabe es un papel grueso, su espesor medio oscila entre 300 y 400 micras, no es uniforme en toda la superficie de la hoja y tampoco lo es en todas las hojas, como consecuencia lógica de que para elaborar cada hoja se necesitaba una considerable cantidad de pulpa que estaba poco desfibrada y que se había de esparcir manualmente sobre la forma a base de unos movimientos de vaivén. Es de suponer que, en un primer momento, el papel árabe estaba fabricado, como el papel chino, a partir de fibras de moral y bambú. Muy pronto comenzó a utilizar aquel material que estaba fácilmente a su alcance: los trapos de lino y, así, está compuesto por fibras de lino en la casi totalidad de los casos, en algunos se pueden detectar pequeñas cantidades de fibras de cáñamo, en la superficie del papel, a simple vista podemos distinguir las hebras de estas fibras y, si lo observamos al trasluz, se destacan notablemente. Microscópicamente es una fibra entera, larga y poco trabajada, sus márgenes están poco desfibrados, fruto de que los trapos utilizados en su fabricación han sido tenuemente bateados. En los papeles de los siglos xv y xvi, generalmente la fibra es más corta. Sus componentes dan un pH que se puede considerar alcalino, entre 6,5 y 7,4 (Sistach, 2005). La verjura es de estructura irregular, se aprecian corondeles poco tensados y puntizones poco marcados. El encolado está realizado con almidón de trigo o de arroz, que le da un cierto brillo. Frecuentemente aparece la marca de zig-zag cuyo origen aún no está esclarecido, puede ser que se realizara como un sistema de contar las hojas. Una característica que todos los autores remarcan es que no tiene filigrana, sin embargo, M.ª Dolores Díaz de Miranda, estudiando toda la documentación asturiana anterior al siglo xvi, encontró, en el Libro de Acuerdos de la catedral de Oviedo del año 1436, dos filigranas distintas, hallazgo de filigrana en papel árabe que también refieren Isabel García y José Antonio Montalbán en una copia de las ordenanzas de Sevilla y Toledo validadas por el escribano mayor de Toledo en el año 1425. Una posible explicación sería que el papel árabe, ante la fuerte competencia del italiano, adoptara la utilización de la filigrana, como más tarde se hizo cuando los papeles, ya elaborados siguiendo la manufactura italiana, copiaban las mismas filigranas de estos.

3. El papel de tina o papel a mano

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El papel de manufactura italiana se caracteriza porque no se aprecian en su superficie las hebras de hilo ni el almidón y su grado de desfibrado es habitualmente mayor que en el papel árabe, lo que hace que la fibra en la superficie sea homogénea, muestra del avance tecnológico de emplear en los batanes los mazos múltiples movidos por la fuerza hidráulica. La verjura es más perfecta y la mayoría del papel tiene filigrana. El apresto o encolado está hecho con cola obtenida de la cocción de pieles, pezuñas, etcétera, de animales, por lo tanto es de origen proteico. Los orígenes de este tipo de manufactura están en la ciudad italiana de Fabriano; en ella, la fabricación del papel, a comienzos del siglo xiii, abrió un oscuro periodo de transición del sistema árabe de fabricar el papel al árabe-italiano. Estas innovaciones introducidas en Fabriano —utilización de pila a mazos múltiples, encolado con gelatina animal y filigrana— darán lugar a un papel de mayor calidad y durabilidad que el de manufactura árabe. Sobre el trescientos este papel invade Francia, Bélgica, Suiza, Austria, Alemania e Inglaterra. Progresivamente, las naves con papel procedentes de Génova y Venecia llegarían también a los puertos del norte y de los Países Bajos (Castagnari, 1990). La industria papelera española, ya a finales del siglo xiii, empezó a dar muestras de su incapacidad para cubrir la demanda de este producto, como bien comenta José Carlos Balmaceda: «[…] las empresas de Ancona expedían a finales del trescientos y principios del cuatrocientos notables cantidades de papel a Barcelona y otros puertos del levante español». En esta ciudad una de las empresas destacadas en estos intercambios comerciales era la del florentino Francesco Datini, que tenía abiertas sucursales en Barcelona, Mallorca, Valencia, Granada y Murcia, y enviaba grandes cantidades de papel, tal como se ve por la documentación conservada, aunque la mayor parte del papel llegado en estos años a Barcelona, Valencia y Mallorca provenía de los puertos de Pisa y Génova, de los molinos de Fabriano y del Pioraco. En la distribución del papel dentro del territorio italiano, un punto crucial era Perugia. En los registros de la aduana de Génova de los años 1376-1377, todo el papel que llegaba venía de Pisa, procedente de los molinos de Fabriano; desde ahí se exportaba a la costa occidental italiana y cruzaba la península a través de Perugia (Derenzini, 1997). Entre los mercaderes encargados de la venta del papel que llegaban a los puertos españoles, nos encontramos frecuentemente con judíos; es el caso de Lluís Manuel, converso, maestro de física, llamado antes Salomó Caravida, que el 10 de noviembre de 1391 firmaba un recibo a favor de Pere de Pou, notario de Barcelona, de haberle

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el papel en los archivos

pagado seis libras, seis sueldos y seis dineros que le debía por seis ramas de papel toscano —paper toscà— que le había comprado.4 También se importaba papel procedente de Francia, como aparece en el Libro de la Pia Almoina de la catedral de Barcelona en 1341 y 1361, que además indica que es papel lombardo y que la venta la gestiona el mercader judío Mayr. Una entrada importante de este papel lombardo es la que tiene lugar en el puerto de Barcelona en el año 1404 con la llegada de 18 resmas. En la documentación que consigna estas exportaciones, hay casos en los que, además del lugar de procedencia del papel y del vendedor, se indica el nombre del fabricante. Así, el 15 de junio de 1438 llegó, procedente de la ciudad de Pisa, al puerto de Barcelona una galera propiedad de Benedito Allata con tres balas de papel de Climençó Bonremey, valorada en 26 ducados;5 en el caso de los Libros de Mayordomo de la ciudad de Murcia del año 1391, se registran las compras de papel que hizo el consistorio en dicho año; hay constancia de que en el 90 % de las ocasiones el vendedor es Miçer Jacomo y se indica frecuentemente que es papel de Pisa (García y Montalbán, 2005: 415), papel que sin lugar a dudas se sabe que era fabrianense cuando se refiere al que distribuyó la compañía de Jacopo Ricciardi y de su hijo en los años 1397-1399 desde su sucursal de Barcelona (Lipparoni, 1990: 79). La Administración de la Corona de Aragón utilizó papel árabe desde que Jaime I conquistó Valencia en el año 1237 hasta fechas cercanas a mediados del siglo xiv. Carmen Sistach indica que, en algunas series de registros de la Cancillería, el papel desapareció drásticamente en el año 1355 en la sección de real patrimonio en los libros de albaranes entre 1347-1348 y en los de tesorería en 1350, fechas que coinciden con la conquista de Cerdeña de Pedro IV en 1355. En la serie de cartas reales de la época de Pedro IV, fechadas entre 1347 y 1355 y emitidas desde lugares muy diversos, la autora señala que el papel árabe disminuye a partir de 1347 y opina, con respecto al papel que denomina como nuevo, que tiene dos procedencias: unos son toscanos y otros de origen francés (estos tienen filigranas con la flor de lis y un gallo). Asimismo, añade que la corona se abastece de papel toscano porque abre un comercio regular para este papel cuya calidad es superior al árabe (Sistach, 1997). 4  5 

Archivo de la Catedral de Urgell: Comptes de l’Obra, años 1485-1491. Archivo de la Corona de Aragón, reg. 2715, f. 143.

3. El papel de tina o papel a mano

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En Castilla se usó el papel desde mediados del siglo xiii tanto en la Cancillería real como en los documentos generados por la Iglesia y la Administración local, lo que generalizó su uso en la Administración castellana en la primera mitad del siglo xiv para los documentos de trámite, los libros y los registros, y para la documentación expedida a partes. El papel fue de tipo hispanoárabe exclusivamente hasta mediados del siglo xiv, a partir de esta fecha empieza el papel italiano, que poco a poco se va imponiendo hasta desplazarlo totalmente. A partir del siglo xv, el papel italiano va ganando terreno a costa del hispano, hasta imponerse definitivamente hacia el año 1430. Así, en los documentos en papel del reinado de Juan II (1406-1454), a partir de 1431 no hay documentos en papel árabe, y en los del Archivo de la Villa de Madrid en los años treinta solo hay uno, para desaparecer totalmente en la siguiente década. De esta forma, los estudios del tipo de soporte de la documentación de nuestros archivos revelan que, al igual que en su momento hubo una progresiva sustitución del pergamino por el papel, después, este papel, que inicialmente era de manufactura árabe, cedió terreno frente al de manufactu­ra italiana.

4. El papel continuo

El francés Nicolás-Louis Robert solicitó, el 9 de septiembre de 1798, la patente de la máquina de papel continuo, que le fue concedida el 18 de enero de 1799. La máquina estuvo ya operativa a partir de 1804. En la consecución de este invento, tuvieron un papel decisivo Pierre-François Didot, propietario de un molino de papel en Essonnes, y su hijo Léger Didot (o Didot Saint Léger), que animaron y financiaron el proyecto. Léger Didot, en 1799, escribió a su cuñado, John Gamble, dueño de un molino papelero inglés, quien consiguió que Henry y Sealy Fourdrinier, dos papeleros londinenses, se interesaran por la nueva máquina y, con la ayuda de Bryan Donkin, un mecánico ingeniero, montaron una máquina para fabricar papel basada en los planes de Robert. Esta máquina fue patentada con sus cambios en 1803 y construida y puesta en funcionamiento, por primera vez, por Donkin en el molino de Frogmore, Two Waters, Hertfordshire, en 1804. La última patente de Donkin es de 1807. La máquina de fabricar papel lleva hasta hoy día el nombre de los hermanos Fourdrinier en reconocimiento a su trabajo en el perfeccionamiento de la máquina. Una máquina con mayores variaciones fue la que desarrolló el también mecánico inglés Joseph Braman entre 1797 y 1805; sus variaciones fueron desarrolladas por John Dickinson, quien patentó esta máquina el 19 de enero de 1809 y la puso en funcionamiento en su molino de Aspley, en Hertfordshire, Inglaterra. La máqui­na Dickinson se basaba en el cambio en la entrada de la pasta con el uso de un cilindro, dentro de la tina con pulpa, que, recubierto de una tela metálica, al girar formaba una película y la transmitía a la cinta. Al cilindro se le dotó posteriormente de un sistema de succión. La presencia del cilindro hizo que se conociera a este ingenio como máquina redonda, y a la Fourdrinier, por oposición, como plana.

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el papel en los archivos

Máquina redonda sistema Piccardo de principios del siglo xx. Molino papelero de la familia Munné (Capellades, Barcelona)

En los inicios, los trapos eran la materia prima por excelencia para la obtención de la pulpa, situación que cambió radicalmente con la introducción de la madera de los árboles como materia prima; este invento de la obtención del papel de la madera por procedimientos mecánicos data del año 1843 y fue su autor el alemán Friedrich Gottlob Keller. Para convertir la madera en una materia apta para la fabricación del papel, antes del tratamiento final, sea cual sea, es necesaria la realización de unas operaciones previas para facilitar el proceso de deslignificación. Un proceso estándar comprendería los siguientes pasos: — Lavado de la madera: se realiza mediante aspersión de agua a presión para tratar de retirar cualquier partícula que se hubiese adherido a la madera, de forma natural o durante el transporte, con el fin de evitar impurezas en la línea de proceso.

4. El papel continuo

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— Descortezado: la importancia de esta operación radica en que la cantidad de corteza que debe utilizarse tiene que ser mínima, ya que produce un efecto debilitador indeseable en la pasta de papel. Durante este proceso, se pierde una mínima fracción de madera, pérdida admisible en aras de la superior calidad de la pulpa obtenida. Una vez acondicionada la madera, se introduce en la unidad correspondiente para separar las fibras que constituyen el esqueleto de la madera. Hay tres tipos de tratamiento: mecánico, químico y semiquímico, que darán lugar a tres tipos diferentes de pastas: • Pasta mecánica. La norma une 57-003-78 (ii) la define así: «Pasta fabricada mediante procesos mecánicos, a partir de madera o de otras plantas», e indica como pastas mecánicas: pasta mecánica de refino: obtenida mediante el procesado de astillas de madera o serrín en un refino; mecánica cruda: fabricada a partir de madera cocida o tratada al vapor; mecánica de muelas: obtenida mediante el desfibrado de la madera al ser presionada contra la superficie abrasiva de una muela; mecánica de muelas presurizada: el desfibrado de la madera se realiza bajo presión y a elevada temperatura; termomecánica: las astillas de madera se someten a un tratamiento con vapor, se refinan a elevada temperatura y presión y finalmente se someten a un segundo refinado a presión atmosférica; pasta químico-termomecánica: químico-mecánica producida por el recalentamiento de las astillas a una temperatura de aproximadamente 100 ºC y en presencia de productos químicos (después del pretratamiento con productos químicos, se separan las fibras mediante un desfibrado en un refino presurizado; aun utilizando vapor se sigue considerando pasta mecánica al especificarse que «el rendimiento en pasta del proceso debe ser tal que el carácter de la pasta mecánica se conserve»), y, por último, la pasta químico-termomecánica blanqueada: pasta química-termomecánica que se ha blanqueado hasta alcanzar una blancura relativamente alta, generalmente superior a una de 70º según las normas de blancura iso/une. El papel hecho a partir de la pasta mecánica es suave, voluminoso, absorbente y opaco, de baja calidad debido a la gran cantidad de lignina y a la presencia de agentes clorados no eliminados en su totalidad después del proceso de blanqueo.

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el papel en los archivos

En la actualidad, este tipo de papel se utiliza en papel de prensa, guías telefónicas, cartoncillo, cartón prensado, etcétera, por dos razones principalmente: su bajo coste en comparación con los procedimientos químicos y la capacidad de absorción de la tinta en las prensas de impresión de alta velocidad de periódicos, revistas y publicaciones similares. • Pasta química. Según la norma une 57-003-78, «Pasta obtenida de la eliminación de una parte considerable de los componentes no celulósicos de la materia prima mediante un tratamiento químico denominado cocción o lejiado». Fundamentalmente se trata de la obtención de celulosa de madera a partir de tratamientos con reactivos químicos; de este modo, se habla de pasta a la sosa (tratamiento con sosa cáustica descubierto por Hugo Burgess y Charles Watt en 1851), al bisulfito (atribuido al inventor estadounidense Benjamin Chew Tilghman hacia 1880), al bisulfito neutro, al sulfato y pasta kraft (invento de Carl Dahl en 1884, su nombre proviene del adjetivo alemán fuerte). Las pastas blanqueadas se utilizan en los papeles de impresión, soportes para estucados y, en general, para papeles de calidad. Las crudas, para embalajes, papeles coloreados, etcétera. • Pasta semiquímica. Según la norma une 57-003-78 (ii), es la «Pasta obtenida mediante una combinación de un tratamiento químico y otro mecánico». Pastas semiquímicas son, siempre según la norma, la pasta semiquímica al bisulfito neutro: obtenida utilizando un licor o la lejía de cocción, formado por una mezcla de sulfito de sodio y suficiente cantidad de carbonato sódico para asegurar que el licor o la lejía permanecen ligeramente alcalinos durante el proceso; la pasta kraft de alto rendimiento; la pasta al sulfito de alto rendimiento, y la semiquímica al carbonato sódico, en la que la lejía o el licor de cocción son predominantemente una disolución de carbonato sódico al que se le ha añadido una pequeña cantidad de hidróxido sódico para mantener una determinada alcalinidad. También la pasta al sulfato y la kraft pueden tener un tratamiento semiquímico. El uso de los dos tipos de tratamientos a la vez se debe a la complementariedad que se puede establecer para lograr un resultado final en la pasta que aúne las ventajas de las pastas químicas y las mecánicas.

4. El papel continuo

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Existen otros tipos de procesos de producción de pulpa de papel a partir de otras materias primas o productos ya elaborados, como son las fibras no leñosas, los trapos, las fibras secundarias y las fibras sintéticas: Fibras no leñosas: se entiende por fibras no leñosas los materiales vegetales celulósicos distintos de la madera de los que pueden extraerse fibras para la fabricación de papel. Según un informe de la fao, fabricando papel a partir de fibras no leñosas se contribuiría a reducir la demanda de madera para pasta que pesa sobre los bosques naturales y las plantaciones en gran escala. En ciertas condiciones climáticas y zonas de difícil obtención de especies madereras, la producción de fibras no leñosas puede ser una alternativa razonable a las plantaciones de árboles. Las fibras utilizadas son: — desperdicios agrícolas y agroindustriales, entre los que figuran las pajas de los cereales y el arroz y el bagazo de la caña de azúcar; — plantas silvestres: bambú, cañas, carrizo y esparto; — plantas cultivadas: algodón (borra), cáñamo industrial, lino, kenaf, sisal, yute y abacá (imagen 1, página I del cuadernillo central). Actualmente, la fibra no leñosa más utilizada es la paja, a continuación el bagazo de caña de azúcar y el bambú. Ventajas evidentes son sus elevados rendimientos por hectárea y el menor contenido de lignina. Sus inconvenientes son su desarrollo estacional, que obliga a mantener grandes cantidades almacenadas para el suministro continuo, su alto volumen frente a una baja densidad en comparación con la madera y el alto contenido en sílice de alguna de ellas, que es necesario eliminar. Estas fibras se suelen utilizar solas o mezcladas con pulpa kraft adquirida, para aumentar su resistencia y su calidad. Los métodos de tratado de estas materias primas, una vez acondicionadas, son similares a los procesos descritos, con las modificaciones pertinentes que requieren las características diferenciales entre productos madereros y fibras no leñosas. Trapos: la utilización de trapos viejos y de borras de algodón se reduce ahora a la fabricación de papeles de altísima calidad y producción muy limitada para ciertos tipos de impresión especiales o papel para usos de tipo artístico u ornamental. Cuando en la composición del papel existe por lo menos un 25 % de fibra de algodón, este se denomina papel de

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el papel en los archivos

trapo (rag paper). El papel de trapo se caracteriza por su alta resistencia y una blandura agradable (producto, precisamente, de la mezcla de fibra de algodón). Fibras secundarias: a partir de los años cincuenta, comenzó la búsqueda de nuevas fuentes para la producción de papel ante el aumento descontrolado de la tala de árboles y la gran cantidad de residuos generados por la gran cantidad de papel desechado. A estas ventajas debe añadirse el ahorro económico que la reutilización de recursos supone. Debemos distinguir entre papeles reutilizados y papeles reciclados: el papel reutilizado procede de residuos y excedentes de papel blanco, por lo que el resultado es un papel de mejor calidad, menos utilizado, más limpio y homogéneo. El papel reciclado, al provenir de todo tipo de papel y cartón, necesita tratamientos de blanqueo especiales para eliminar el color y las tintas, así como tratamientos de limpieza para toda la suciedad acumulada. Estos tratamientos suponen una fuerte agresión a las fibras, de forma que se suele mezclar la pasta así obtenida con otras nuevas para obtener la calidad necesaria. Tanto el papel reutilizado como el reciclado no son considerados papeles adecuados para documentos de archivo al no cumplir los requisitos mínimos de permanencia. Fibra sintética: desde los años cincuenta, se fabrica papel a partir de plásticos (materiales sintéticos obtenidos mediante fenómenos de polimerización o multiplicación artificial de los átomos de carbono en las largas cadenas moleculares de compuestos orgánicos derivados del petróleo y otras sustancias naturales), normalmente poliéster (resina termoplástica obtenida por polimerización del estireno y otros productos químicos. Se endurece a la temperatura ordinaria y es muy resistente a la humedad, a los productos químicos y a las fuerzas mecánicas), o mezclas de estas fibras y pulpa de madera. Su uso suele estar limitado a la confección de planos y dibujos. Estos papeles, que han venido a suceder al tradicional papel vegetal sulfurizado, presentan, junto a grandes ventajas de permanencia y durabilidad, una importante desventaja: la falta de absorbencia, que obliga a utilizar tintas de secado rápido; asimismo, algunos de estos materiales presentan ante las radiaciones ultravioletas una gran degradación. En la actualidad, las técnicas para la fabricación de pasta permiten conseguir papel de toda clase de materias primas; las características del papel obtenido dependerán de los distintos tipos de fibras usadas (con diferente

4. El papel continuo

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longitud: cortas y largas) y las distintas clases de pastas mezcladas. En las pastas madereras, las fibras largas (entre 2,5 y 4 mm) proceden normalmente de coníferas (pino y abeto); las fibras cortas, con longitudes de 0,5 y 1,5 mm, provienen de árboles de mucho follaje y hojas no perennes como las salicáceas (sauces y álamos), siendo la más usada el eucalipto, con longitudes entre 0,5 y 1,5 mm.

5. La máquina de papel continuo

En general, el proceso de funcionamiento es similar en todas las máquinas. Hay siete secciones diferenciadas: cabeza de máquina, sección de mallas, sección de prensado, sección de secado, calandrado y, según el papel, estucado y encolado. Finalmente, se enrolla sobre bobinas instaladas al final de la máquina. La pulpa se prepara en la pila desintegradora o desfibradora, provista de una gran hélice donde se mezcla la pasta, que llega normalmente en forma de fardos, con agua. Según la calidad del papel que se quiera obtener, las fibras en suspensión se someten a un proceso de refino que permite su afieltrado, así como la unión tanto física, a modo de malla, como químicamente, por puentes de hidrógeno. Este es uno de los momentos en que se pueden añadir diferentes cargas u otros aditivos como colorantes, etcétera. La pulpa (que en estos momentos contiene un 99 % de agua) pasa a través de la cabeza de máquina a la parte de la máquina de papel y cartón (mesa plana de fabricación), que consiste en una cinta de tela sin fin (metálica o sintética), cuya parte superior forma una superficie plana, donde se forma la banda y a través de la que se elimina la mayor porción de agua. En esta sección, el agua que acompaña a la pulpa comienza a escurrirse por los huecos de la malla y arrastra consigo las fibras más finas (estas serán reaprovechadas más tarde). Igualmente, se elimina un alto porcentaje del agua que contiene la pulpa utilizándose diversos dispositivos según el grado de complejidad de la máquina, como rodillos desgotadores, foils (barras fijas), cajas aspiradoras y, por último, rodillos mataespumas que proporcionan una mayor uniformidad. De esta forma, la pulpa se ha convertido en una hoja de papel, pero aún muy húmeda y de muy baja resistencia.

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el papel en los archivos

Maqueta de máquina de papel continuo

Es en esta fase cuando, a causa de la velocidad de la cinta, la mayoría de las fibras se orientan en la dirección de la máquina, dato decisivo que afecta a las características del papel, en sentido longitudinal y transversal, lo cual influye, a su vez, en su estabilidad dimensional. También es ahora cuando el flujo de la pasta desde la máquina de entrada determina el gramaje del papel, pues, variando el flujo y la concentración de la suspensión, se obtienen papeles de diferentes gramajes. A continuación se pasa a la sección de prensado, que está formada por una serie de cilindros pesados con fieltro a través de los cuales pasa el papel húmedo. En ellos, la humedad es escurrida y retirada por succión. Existen varios tipos de prensas: — prensa aspirante: mediante aspiración del agua; — prensa ranurada: el agua penetra a través de ranuras, la humedad del

5. La máquina de papel continuo

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Máquina de papel continuo. El papel entra en la sección de secado continuo

papel pasa del 80 % hasta el 65 % o el 55 %, lo que permite eliminar un 25 % de agua; — prensa húmeda: combinación de dos o más rodillos con superficies de, por ejemplo, granito pulido, caucho, tejido o fieltro, utilizada para presionar el agua de la banda húmeda y compactar dicha banda (pne 57003-3, término 3.149); — prensa offset: un par de rodillos sin fieltro, habitualmente situados entre la sección de prensa de una máquina de papel y cartón y la sección de secado. Se utiliza para mejorar la superficie del papel o cartón, proporcionarle caras más uniformes y eliminar la marca de fieltro antes de que comience el secado (pne 57003-3, término 3.123); — prensa marcadora: rodillo recubierto de caucho con un dibujo en relieve o cóncavo. Se utiliza junto con un rodillo prensador de la sección de prensa de la máquina de papel para producir una marca de caucho en la banda (pne 57003-3, término 3.79). En la fase siguiente, se procede al secado del papel, secado que dependerá del uso al que se destine. En la sección de secado, existen un gran número de cilindros secadores, cuya superficie es calentada por vapor: la temperatura

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el papel en los archivos

empieza a 70 ºC y alcanza la máxima de 120 o 130 ºC; el secado del papel comporta modificaciones estructurales, como la contracción de la anchura de la fibra del orden del 20 %. Para evitar contracciones posteriores del papel, los últimos cilindros son refrigeradores. En la parte final del banco de cilindros, se encuentra la sección de calandrado, cuya misión es mejorar el acabado del papel de modo que se intensifique la lisura de la superficie y se haga más brillante. El tratamiento se efectúa en la calandra o satinadora, máquina compuesta por cilindros superpuestos: de hierro colado con la superficie dura y brillante, con fibra con la superficie elástica y compresible para conseguir diversos grados de lisura, etcétera. Existen varios tipos: calandra lisa: tipo de calandra situada en el extremo de la máquina de papel o cartón, cuyos rodillos son solamente metálicos (pne 57003-3, término 3.78); calandra friccionadora: consiste en un rodillo no metálico compresible y uno metálico pequeño (pne 57003-3, término 3.61); calandra para satinar entre chapas: dos rodillos de fundición, entre los que va y viene una pila de hojas de papel o cartón interpuestas entre hojas de un material pulido, generalmente metálico (pne 57003-3, término 3.96); calandra calibradora: dos rodillos de fundición con un hueco ajustable, destinada a proporcionar al papel o el cartón un espesor predeterminado (pne 57003-3, término 3.135); supercalandra: tipo especial de calandra, que generalmente no forma parte de la máquina de papel o cartón, que consta de dos rodillos metálicos, uno o más de los cuales pueden calentarse, y rodillos no metálicos compresibles (pne 57003-3, término 3.132). El calandrado puede ser suave o fuerte; este último, al ser producido en una supercalandra, produce papel de elevada suavidad, densidad y brillo (pne 57003-3, términos 3.132 y 3.133). Además, en esta última fase, al papel se le suelen añadir cargas o rellenos. Estas sustancias se añaden a las materias fibrosas con dos fines: para abaratar el coste y para dar al papel características especiales que no poseería si estuviera hecho solo a base de celulosa pura, como son una mayor blancura, opacidad, finura al tacto, facilidad y capacidad de impresión, etcétera. Pero también producen efectos adversos, como la disminución de la resistencia física (debido a una reducción de las uniones entre las fibras) o la necesidad de aumentar la cantidad de encolante. Las sustancias más utilizadas como cargas son:

5. La máquina de papel continuo

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— caolín: silicato de aluminio hidratado; es el más usado por costar poco y poseer excelentes características de blanqueo, opacidad e imprimibilidad; — talco: silicato de magnesio hidratado; es muy usado por las óptimas características que confiere al papel y por su rendimiento, que implica un elevado porcentaje que se une a las fibras celulósicas; — carbonato de calcio: es muy barato y confiere un alto grado de blancura al papel, pero tiene escaso poder cubriente y bajo rendimiento; — yeso: sulfato de calcio; se usa para papeles corrientes, tiene como inconveniente que es soluble en agua. Las cargas se miden por medio del índice de refracción, cada tipo de carga tiene un índice determinado; este tipo de medición solo se puede realizar en laboratorios papeleros especializados, por lo cual únicamente lo podremos indicar en papeles como el cuché (estucados), papeles muy finos tipo biblia o transparentes como el glassine, que han sido tratados con cargas. El proceso de aplicación de carga más conocido es el estucado; el estucado es una operación donde se modifican las características del papel para permitir mejorar los resultados de la impresión y alcanzar un mayor grado de blancura. El proceso consiste en aplicar sobre una o las dos caras del papel una suspensión líquida en la que el pigmento es, generalmente, un mineral blanco de pequeño tamaño de partícula que contiene uno o más ligantes adhesivos (estuco), los cuales dan al papel gran finura y uniformidad. Existen distintas formas de aplicar la suspensión: estucado con chorro de aire o con labio soplador (pne 57003-3, términos 3.5 y 3.6), con cuchilla (pne 57003-3, término 3.13), con cepillo (pne 57003-3, término 3.20), revestido por cortina (pne 57003-3, término 3.38), con rodillo grabador (pne 57003-3, término 3.65), con rodillos (pne 57003-3, término 3.108), estucado con rodillos alisadores (pne 57003-3, término 3.124) y estucado en prensa encoladora o size-press (pne 57003-3, término 3.117). Por último, el papel pasa a la bobinadora (última sección de la máquina de papel, donde tiene lugar la operación de bobinado de la banda continua), donde se enrolla la banda de papel en bobinas, con o sin la utilización de un mandril (pieza de madera o metal de forma cilíndrica), para posteriormente cortarlo a las medidas necesarias y volver a rebobinarlo en bobinas terminadas más pequeñas y fáciles de manejar o cortarlo (en cortadoras o guillotinas) y separarlo en paquetes.

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el papel en los archivos

Máquina de papel continuo. Bobinado del papel continuo

El papel así conseguido presenta una cara tela (cara que ha estado en contacto con la tela mecánica durante su fabricación, también llamada cara inferior) y una cara superior o cara fieltro. En Europa, los primeros países en adoptar la tecnología continua fueron Gran Bretaña, Francia, Alemania y Suiza. En España, el proceso de difusión de la máquina continua fue un proceso tardío y lento. La primera máquina se instaló en Manzanares el Real (Madrid) en 1836. Las máquinas se concentraron en tres zonas: Madrid y alrededores, Gerona y Guipúzcoa; en 1879, el número de fábricas en el total del territorio era de 48. Se barajan varias hipótesis para explicar la baja producción, que se traduce en pocas fábricas y de pequeño tamaño. Más que una causa única, habría que contemplar una serie de factores que, sumados, dificultan sobremanera la producción papelera: poca demanda, permanencia de las importaciones, dependencia de la tecnología extranjera, escasez de materias primas (el trapo era escaso y caro, pese a las sucesivas prohibiciones de exportación de trapos, y la búsqueda de materias alternativas no resultó eficaz), necesidad de la exportación de los productos químicos utilizados en el proceso y, finalmente, energía hidráulica insuficiente (Gutiérrez y Poch, 2003).

6. Tipos de papel en el archivo

Papel de tina. Hasta la segunda mitad del siglo xix, el papel de tina, o papel fabricado a mano, constituyó el soporte por excelencia de los documentos. Para contrastar su origen, la prueba más evidente es la visión al trasluz de las marcas producidas en la verjura. Únicamente podríamos tener dudas con el papel vitela (papel sin verjura); en este caso, la fecha del documento y las filigranas, o marcas de agua, son los elementos que nos llevarán a identificar este tipo de papel (siempre posterior a 1797). Papel continuo. Como ya queda dicho, la primera fábrica de papel continuo se estableció en Manzanares el Real (Madrid) en 1836. Todavía en 1879, el número de fábricas en España era escaso, por lo que el papel utilizado en esa época continuó siendo mayoritariamente papel de tina y, en algún caso, el papel procedente de la exportación. En un primer momento, el papel continuo utilizó como materia prima los trapos; a partir de la segunda mitad del siglo xix, comenzó a serlo la madera. Podemos señalar varias clases de papel continuo: Papel para escritura. Sus características vienen dadas por la clase de pulpa utilizada y los elementos añadidos en su fabricación. En sus comienzos, el papel era de calidad; posteriormente, el uso de una pulpa con menos cantidad de celulosa pura y con las fibras muy cortas, el abuso de blanqueadores, el agua utilizada y las cargas y otros elementos hicieron que el papel se volviese cada vez más inestable y quebradizo. La llegada del papel reutilizado y su uso cotidiano e incontrolado en documentos de archivo de conservación permanente constituyen grandes problemas a los que se enfrentan todos los archivos. Papel para impresión. La pulpa, las cargas y otros aditivos varían considerablemente según el uso al que el papel vaya destinado, por lo que sus

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características son notablemente diferentes, aunque, en general, y con la excepción del papel destinado a la prensa (y algunas ediciones baratas de bolsillo), suele ser un papel de calidad y, por tanto, estable. El papel de periódico sería el ejemplo más familiar de un papel altamente degradable en un espacio de tiempo corto; la única forma de preservarlo, por lo general un tratamiento completo, debe incluir la desacidificación, el encapsulado y su digitalización para evitar su manipulación. Papel para planos o dibujo técnico. Es un papel preparado para la reproducción; esta preparación comporta el añadido de cargas especiales, que, en general, reaccionan a la luz. Los papeles más comunes son los siguientes: — Papel tela. No podemos hablar propiamente de papel, sino de un tejido de algodón o, normalmente, de lino, muy fino y tratado por ambas caras con un almidón. Se utilizó desde mediados del siglo xix hasta principios del siglo xx. Como características podríamos destacar: su transparencia, su resistencia a la rotura, el no arrugarse fácilmente, el permitir el dibujo a tinta y el raspado para corregir errores, además del hecho de que de él pueden obtenerse copias por contacto con papeles cianográficos. — Papel ferroprusiato o cianotipo. Es un papel impregnado con una solución de sales férricas y de ferrocianuro de potasio que produce dibujos en blanco sobre fondo azul (blueprint process). Descubierto hacia 1725 y perfeccionado en 1842 en Inglaterra por sir John Herschel, su proceso de fabricación consistía en exponer a la luz el plano que se quería reproducir por encima de papel sensibilizado por una solución de citrato de hierro y de ferrocianuro de potasio. El papel sensibilizado estaba colocado sobre un tablero de dibujo, y el calco que se quería reproducir, extendido encima y fijado bajo un cristal. El tiempo de exposición dependía de la luminosidad del día. Al final, el papel adquiría un color bronce sobre el que se destacaba el trazado del plano en líneas más oscuras. El papel entonces se lavaba en agua fría uno o dos minutos y se tornaba azul de Prusia, mientras que el trazado resaltaba en blanco. Desde el siglo xix, el papel se vendía ya preparado para su uso; a finales de siglo, el procedimiento se mecanizó con la adaptación de

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un tambor que arrastraba el calco y el papel y, sobre todo, con el uso de la luz artificial. El resultado quedaba prácticamente idéntico al del procedimiento manual. Gracias a un tratamiento intermedio, se podía obtener un cianotipo positivo con las líneas azules sobre fondo blanco. En el cianotipo, la humedad afecta al papel, lo que puede crear distorsiones; igualmente, la luz afecta al color, que va empalideciendo hasta su casi total desaparición. — Van Dyke/brownprint/sepia. El proceso, inventado por Van Dyke en 1901, es una copia intermedia que tiene la ventaja de poder ser, a su vez, reproducible. El papel es sensibilizado con plata y revelado con una luz ultravioleta y un posterior baño de tiosulfato de sodio. Su tiempo de exposición y de lavado es mucho más largo que el del cianotipo. Las copias por el procedimiento de Van Dyke son relativamente raras, pues son creadas con fines temporales y normalmente destruidas después de hacer las copias finales positivas. Suelen ser sumamente frágiles y de fácil deterioro por causa de los nitratos usados en la preparación del papel y por ser esencialmente fino. Estas copias deben ser almacenadas por separado y preferentemente digitalizadas para preservar la información antes de que la imagen se degrade totalmente. — Diazotipias. El papel es emulsionado con un compuesto diazoico. El revelado se hace con vapores o aplicaciones líquidas de amoniaco. El diazotipo (también llamado ozalid, del nombre de una patente ale­ mana) se desarrolló a partir de un procedimiento utilizado para la tintura de los tejidos, fundado sobre la destrucción de derivados diazoicos por la luz ultravioleta. Los documentos realizados por este sistema se emparentan con los cianotipos, pero en positivo: las rayas del original aparecen en azul sobre un fondo blanco. El desarrollo en seco, patentado en 1920, limitaba las distorsiones de escala, lo que permitió a los diazotipos suplantar rápidamente a los cianotipos. — Papel transparente. Este grupo de papeles son frecuentemente denominados papeles vegetales, pero el término conduce a error, ya que se utiliza para designar papeles diferentes; por ello preferimos hablar de papeles transparentes o translúcidos. Estos papeles, empleados como soporte del dibujo, se pueden dividir, atendiendo a su manufactura, en cuatro grandes grupos: a) los que logran su trans-

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parencia por adición de sustancias grasas; b) los que la obtienen a base de un intenso refino; c) los que la adquieren por un tratamiento con ácido sulfúrico, y, finalmente, d) los que podemos denominar papeles transparentes modernos, en los que se añaden diversos componentes sintéticos, como resinas acrílicas. Estos tratamientos del papel han dado lugar a: • Papeles de pasta de algodón impregnados con aceite, resinas naturales o ceras. Denominación: papel de aceite, papel de cera o papel de calco artificial. Son papeles entre cuyos componentes se citan aceites secos o similares, como aceite de linaza, adormidera, barniz, parafina o cera. Con el tiempo, tienen gran tendencia a amarillear, a causa de la oxidación de los componentes grasos, que a su vez será la consecuencia de su posterior friabilidad (facilidad para desmenuzarse). • Papel de fina «molienda». De pasta química, altamente refinada, 70º sr. La transparencia se obtiene por suavizantes o por un satinado por fuerte calandrado. Hay distintos tipos: el papel de calco natural y el similsulfurizado (comercialmente papel de manteca), ambos conocidos también como papel de imitación de pergamino o papel transparente para dibujo, y el papel cristal, glassine, el cual, a diferencia de los anteriores, tiene menos gramaje y ha sido humectado y satinado intensamente con calandria de rodillo de acero caliente. Son papeles más fuertes que los del grupo anterior, amarillean menos y reciben mejor la tinta, pero, por contra, la longitud de las fibras es muy pequeña —está prácticamente gelatinizada por el exceso de molienda— y la adición de suavizantes, además de disminuir la resistencia a la tracción, puede ocasionar, en algunos casos, amarilleamiento, oxidación o friabilidad. • Papel sulfurizado. Se fabrica de modo industrial a partir del año 1860. Es un papel poroso, sin encolado, formado al 100 % por pasta química blanqueada y ligeramente refinada, 2030º sr, tratada por baño con ácido sulfúrico neutralizado con amoniaco; también se pueden introducir otras sustancias como cloruro de cinc o soluciones cuproamoniacales. Denominaciones: papel vegetal, papel pergamino legítimo, sulfurizado, de

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gelatina o de cebolla. Se utiliza principalmente en la realización de los planos originales a tinta, al ser fácil su reproducción; su transparencia hace que sea el más utilizado para calcar y reproducir dibujos, planos, filigranas, etcétera. Se trata de un papel resistente y permite el uso de lápiz, tinta china, películas adhesivas, etcétera, e incluso el raspado. Un buen papel sulfurizado tendría que ser bastante estable, puesto que debería mantener sus propiedades aunque se tratase con agua hirviendo o soluciones salinas, cáusticas o ácidos en frío; sin embargo, su conservación es problemática, pues en ocasiones contiene residuos ácidos y, además, los aditivos para mejorar su flexibilidad, como la glicerina y el azúcar, predisponen al enmohecimiento; el cloruro de magnesio, por otra parte, contribuye a la formación de ácido clorhídrico, con la consiguiente descomposición del papel. • Papel sintético o poliéster. Utilizado a partir de 1950. El uso de materiales sintéticos aporta como ventajas evidentes su alta transparencia, su mayor estabilidad frente a la humedad y la temperatura y su mayor resistencia a los desgarros y las deformaciones, además de una mayor inercia ante la actuación de agentes biológicos. Este papel permite trazados extremadamente finos y precisos. Desventaja: la necesidad de utilizar tintas de secado rápido, dado su poco poder de absorción, al no ser un papel poroso, las tintas podrían correrse. • Papel sintético pulido o acetato. Es similar al anterior, pero el tratamiento recibido lo provee de una superficie muy pulida y una mayor transparencia, características que lo hacen idóneo para ser utilizado para impresión y transparencias en las que se superpongan varias capas de dibujos. Los papeles para planos o para dibujo técnico se presentan, corrientemente, en rollos o en hojas de dimensiones normalizadas: A4, A3, etcétera. Su superficie puede ser rugosa, como la de los que se utilizan para las aguadas, y algo brillante, como el papel satinado. Los diferentes tipos de papel se clasifican en dos grupos: opacos y transparentes.

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Papel para fotocopias. George C. Beidler fue un inventor de Oklaho­ma que a principios del siglo xx desarrolló varias técnicas de reproducción fotográfica, entre ellas el método para la reproducción rápida de un documento por el revelado instantáneo de un negativo, técnica que será el origen de las fotocopiadoras. Estas primeras fotocopias se realizaban en papel emulsionado y eran más parecidas a una fotografía que a una copia actual. Fue otro norteamericano, Chester Carlson, quien inventó el proceso de fotocopiado en papel normal. Lo denominó electrofotografía y, posteriormente, xerografía (de xerós, ‘seco’, y grafía, ‘escritura’). Su patente, concedida el 6 de octubre de 1942, fue desarrollada en un principio por una organización no lucrativa, el Instituto Conmemorativo Batelle (The Battelle Memorial Institute). Debido a problemas financieros, se buscaron otros promotores, entre ellos la Corporación Haloid. En 1949 se presentó el primer modelo de fotocopiadora y en 1959 se lanzó al mercado la primera fotocopiadora comercial, a la que Haloid dio el nombre de Xerox 914. La parte seca de este proceso permite que las copiadoras puedan usar papel común, sin tratamiento especial. La xerografía eliminó el uso del papel caro, especialmente estucado, característico de los sistemas anteriores. La xerografía es la tecnología base de las actuales fotocopiadoras, impresoras láser e impresoras digitales de producción.

7. Papel permanente y papel de archivo

La propia norma une-en iso 9706:1999, «Información y documentación. Papel para documentos. Requisitos de permanencia», indica en su introducción las razones que han llevado a la realización de esta norma: Los bibliotecarios y archiveros han detectado que los documentos de papel, fabricados tan solo hace 50 años, han comenzado a sufrir graves deterioros en condiciones típicas de almacenamiento de bibliotecas y archivos. La historia de estos últimos 1.500 años muestra que las fibras de celulosa pura ofrecen una considerable permanencia. La investigación moderna indica que el deterioro se debe a la presencia, en las pastas de papel y en los productos incorporados al papel durante su fabricación, de compuestos que degradan la celulosa; por ejemplo, productos ácidos, tales como los utilizados en el encolado con colofonia. El objetivo de esta norma internacional es proporcionar un medio de definir e identificar un papel que, de acuerdo al estado actual del conocimiento, posea un alto grado de permanencia y no sufra, o lo sufra en grado mínimo, un cambio en sus características que influya en su legibilidad y sobre la posibilidad de manejo cuando está almacenado en un ambiente protegido durante largos períodos de tiempo.

Esta norma es la versión oficial en español de la norma europea en iso 9706 de junio de 1998, que a su vez adopta íntegramente la norma internacional iso 9706:1994, desarrollada sobre la base de la American National Standard for Permanence of Paper for Printed Library Materials, ansi Z39.48-1984. Los trabajos del comité iso empezaron en 1988 y se centraron en dos cuestiones: la reserva alcalina y el contenido de lignina. En relación con la reserva alcalina, los estudios demostraron que la ausencia de ácido en el papel no constituye garantía alguna de permanencia, a menos que esté elaborado con un depósito de alguna sustancia alcalina (normalmente carbonato cálcico) para contrarrestar la influencia de los ácidos presentes en el ambiente o de los producidos en el proceso de degradación del

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papel. Respecto a la ausencia de lignina, el doctor Chandru J. Shahani, jefe del departamento de investigación y ensayos de la Biblioteca del Congreso, lo resumió en 1995 con estas palabras: […] las normas basadas en la composición dejan mucho que desear. Desde una perspectiva básica, el consumidor, ya sea un bibliotecario, un archivista o un conservador, no está preparado para decirle a un papelero cómo hacer papel. Sin embargo, el consumidor sabe cuáles son las calidades finales y los resultados que quiere ver en el producto. El problema real en el caso de la norma para papel permanente es que el consumidor no dispone de un conjunto de pruebas de control de calidad de las que a su vez depende. Por este motivo, el consumidor está obligado a confiar en la composición del producto, sobre el que presumiblemente se han hecho las pruebas y controles adecuados. Por tanto, los requisitos basados en la composición son siempre menos eficaces y más vulnerables que los basados en los resultados.

De ahí que se introdujera el concepto de medida de la materia oxidable (técnicamente conocido como número kappa). Cualquier materia oxidable presente, lignina o cualquier otra, contribuirá a elevar el número kappa y, así, cuantificar la inexistencia de restos de madera o pulpa sin blanquear y permitir la presencia de restos. Basándose en estas premisas, la norma determina que Un papel, para ser clasificado de acuerdo con esta norma internacional como adecuado para documentos, archivos y publicaciones de larga duración, debe presentar valores comprendidos entre los límites definidos para todos los ensayos especificados.

Estos valores son: — características mecánicas: para papeles con un gramaje de 70 g/m2 o superior, la resistencia al desgarro, tanto en la dirección longitudinal como en la transversal, debe ser, al menos, 350 mN. Para papeles con un gramaje comprendido entre 25 g/m2 y 70 g/m2, la resistencia al desgarro, expresada en milinewtons, debe ser, al menos r, calculada a partir de la ecuación: r = 6g – 70, donde g es el gramaje del papel (g/m2) y las constantes 6 y 70 vienen dadas, respectivamente, por las unidades de medida (mN.m2/g) y (mN);

7. Papel permanente y papel de archivo

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— reserva alcalina: el papel debe tener una reserva alcalina equivalente, al menos, a 0,4 mol de ácido por kilogramo, y esta reserva estará determinada de acuerdo con la norma iso 10716. Cuando se emplea carbonato de calcio para crear la reserva alcalina, se cumple el requisito si el papel contiene alrededor de 20 g de carbonato cálcico por kilogramo de papel; — resistencia a la oxidación: el papel debe tener un número kappa inferior a 5, medido según la norma iso 302, con la modificación que se indica en la propia norma; — pH de un extracto acuoso: el pH de un extracto acuoso, preparado con agua fría y determinado de acuerdo a la norma iso 6588, debe estar comprendido entre 7,5 y 10. Este ensayo da el pH medio del papel. Sin embargo, en el caso de un papel permanente, ni el papel base ni ninguna de sus capas deben presentar un pH inferior a 7,5. Para asegurar esto, se permite tener en cuenta, a título indicativo, la garantía dada por el fabricante de que trabaja en un medio alcalino. Aquellos papeles que presenten dichas características llevarán el signo:

Sin embargo, la norma 9706 puede confundir a los usuarios del papel, ya que solo garantiza la permanencia en una situación de almacenamiento, pero no en su uso diario; de ahí la necesidad de elaborar otra norma que recoja las condiciones necesarias para la garantía de permanencia y durabilidad, entendiéndose como durabilidad la resistencia a los efectos del desgaste y del rasgado provocados por el uso. Esta norma es la iso 11108:1996, «Información y documentación. Papel para documentos de archivo. Requisitos de permanencia y durabilidad». Los papeles que cumplan esta norma cumplirán también los requisitos de la 9706, con una serie de requerimientos extras para asegurar esa condición de resistencia al uso, por lo que puede darse el caso de papeles reciclados que cumplen con la norma 9706 pero que, sin

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embargo, no lo hacen con la iso 11108. Las características de este papel son las siguientes: — composición fibrosa: fibras de algodón, de borras de algodón, de cáñamo, de lino o de mezclas de fibras. Si se utiliza una parte mínima de pasta química blanqueada para alcanzar los resultados deseados, la cantidad debe estar especificada por el fabricante; — gramaje: papeles con un gramaje de 70 g/m2 o superior; — resistencia al desgarro: debe ser, al menos, de 350 mN (iso 1974); — resistencia al plegado: El papel debe tener una resistencia al doblado en todos los sentidos (dirección de máquina o transversal) de por lo menos 2,42, cuando es determinada con el aparato Schopper, o de por lo menos 2,18, cuando es determinada con el aparato Lhomargy, Köhler-Molin o mit (iso 5626); — reserva alcalina: el papel debe tener una reserva alcalina equivalente, al menos, a 0,4 mol de ácido por kilogramo, y esta reserva estará determinada de acuerdo con la norma iso 10716. Cuando se emplea carbonato de calcio para crear la reserva alcalina, se cumple el requisito si el papel contiene alrededor de 20 g de carbonato de calcio por kilogramo de papel; — resistencia a la oxidación: el papel debe tener un número kappa inferior a 5, medido según la norma iso 302, con la modificación que se indica en la propia norma; — pH de un extracto acuoso: el pH de un extracto acuoso, preparado con agua fría y determinado de acuerdo a la norma iso 6588, debe estar comprendido entre 7,5 y 10. No se establece un signo para indicar la conformidad del papel a la norma iso 11108, ya que se considera que la impresión de un símbolo puede ser molesta para el uso del papel.

8. Criterios de conservación

Volviendo a la cita de Papini: «La humedad, el fuego, la polilla, las termitas, los topos, pueden deshacer y destruir esa masa inmensa de papel en la que reposa lo que hay de más caro en el mundo». Será, por tanto, necesario hacer especial hincapié en los sistemas de conservación y prevención de posibles daños y, como paso previo, conocer las principales causas de deterioro. Las causas de alteración del papel suelen clasificarse en: causas de origen interno y causas de origen externo. A su vez, dentro de las causas de origen interno tendremos que diferenciar entre el soporte (o elemento sustentante) y los elementos sustentados (como las tintas, los sellos, etcétera).

8.1. Causas de alteración de origen interno Soporte La estabilidad o la inestabilidad del papel vendrán dadas por sus propias características físicas, fruto tanto de la materia utilizada para la elaboración de la pasta o la pulpa como de su proceso de fabricación: el agua utilizada, las cargas añadidas, etcétera. Así, el papel de tina, elaborado a mano habitualmente a partir de trapos de materias naturales y con distintos tipos de aditivos, será un papel de gran calidad y de larga conservación, mientras que los papeles industriales presentan grandes oscilaciones tanto por las materias empleadas (desde trapos hasta papel reciclado) como por los elementos añadidos en el proceso: los productos utilizados para el blanqueo o las emulsiones fotosensibles empleadas para las copias de planos. Así pues, nos encontraremos en nuestros archivos papeles de gran calidad,

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como el utilizado en los libros de actas, junto con papel de muy difícil conservación, como el usado en los periódicos. La manipulación de estos últimos documentos se traduce en desgarros, roturas y pérdida de partes de ellos. Prevención. He aquí algunos de los medios que suelen emplearse para una adecuada conservación y preservación de daños del papel de nuestros documentos: un control ambiental que impida fluctuaciones de temperatura y humedad por lo que evitará una mayor y más rápida degradación del papel; la preservación de los originales proporcionando copias de consulta, la desadificación, el encapsulado de los papeles más frágiles o su refuerzo, con papel japonés por ejemplo; evitar los dobleces excesivos guar­dando los documentos de mayor tamaño en armarios planeros en vez de con­ servarlos doblados dentro de los expedientes; la eliminación de grapas, clips y otros materiales que contribuyan, con su oxidación, a la aparición de manchas, y el uso de cajas, sobres y camisas de pH neutro, elementos que están al alcance de todos.

Elementos sustentados Junto a otros elementos cuya presencia no es muy frecuente, como pueden ser los sellos de placa, las tintas son el elemento sustentado por antomasia. La tinta, según la rae, es un «Líquido coloreado que se emplea para escribir o dibujar, mediante un instrumento apropiado». La tinta se compone de colorante (sustancia que proporciona el color), disolvente (medio en el que se diluyen los componentes), aglutinante (sustancia que actúa como nexo de unión entre los elementos de la tinta entre sí y a su vez con el sopor­ te) y agentes complementarios (añadidos para fines concretos como facilitar el secado, espesar, etcétera). Existen varios criterios de clasificación de las tintas, según su equilibrio físico-químico y según su utilización. Según su equilibrio físico-químico: — estables; — inestables.

8. Criterios de conservación

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Según su utilización: — tintas caligráficas (escritura manual); — tintas para impresión; — tintas pictóricas (dibujo, pintura). Las tintas caligráficas de uso más común son las siguientes: — Tinta de carbón. También conocida como tinta china, de negro de humo, de sarmientos, etcétera. Es una de las tintas más antiguas que se conocen y es una tinta muy estable, ya que el carbón es químicamente inerte y la luz del sol no lo decolora ni lo afecta de ninguna manera. Se obtiene mezclando el polvo obtenido de la semicombustión de la materia escogida con un aglutinante y dejándolo secar para formar pastillas que se disuelven en agua o bien directamente mezclando el polvo en agua con aglutinante. — Tinta de sepia. Obtenida del árbol Sepia officinalis, cuyo extracto se diluye en ácido con posterior neutralización para finalmente mezclarlo con agua y aglutinante. Su estabilidad es menor que la de la tinta de carbón, pues le afectan el cloro y la luz. — Tintas metaloácidas. Tintas inestables al estar compuestas por un me­ tal y un agente ácido que actúa como mordiente. La más común de ellas es la tinta ferrogálica, formada básicamente por sulfato de hierro (ii), ácido gálico o galotánico, goma arábiga y agua. El proceso corro­ sivo de las tintas ferrogálicas sobre el papel es causado por dos fenómenos básicamente diferentes pero cooperativos: la hidrólisis ácida y la oxidación de la celulosa catalizada por el hierro. El primero se origina al dar las tintas ferrogálicas, con el tiempo, un subproducto altamente corrosivo: el ácido sulfúrico, que cataliza la hidrólisis ácida, a través de la cual las cadenas celulósicas son degradadas hasta convertirse en azúcares de bajo peso molecular, con lo que pierde el papel su resistencia mecánica. En el segundo fenómeno, la oxidación de la celulosa es debida al exceso de hierro libre del complejo ácido gálico-sal metálica de las tintas y su contacto con el oxígeno atmosférico. Los iones hierro, que provienen del sulfato ferroso, reaccionan con el oxígeno y catalizan la oxidación. El efecto de las tintas llega a formar unos productos de degradación que colorean intensamente el papel

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hasta el punto de que en aquellos espacios donde hay más tinta pueden perforar totalmente la caja de escritura de los documentos (imágenes 2 y 3, página I del cuadernillo central). — Tintas de anilinas. La anilina es un derivado de la bencina que se mezcla con uno u otro disolvente según el uso que se le quiera dar: con alcohol para rotuladores, un medio oleoso para los bolígrafos y agua para estilográficas. Las primeras tintas de anilinas eran muy sensibles a la luz y al aire; en la actualidad, las mejoras introducidas en su proceso de fabricación han logrado una mayor estabilidad. Las tintas de impresión tienen como elemento común diferenciador tener como disolvente una sustancia grasa (barniz) que actúa asimismo de aglutinante. Un gran porcentaje de estas tintas usan como barniz el aceite de lino (linaza). Atendiendo al método de impresión, una posible clasificación de ellas sería: — Tintas tipográficas: para periódicos y grabados. Según la calidad requerida, prensa diaria o grabado o edición de lujo, sus componentes serán aceite de linaza con mayor o menor grado de refino. Lo mismo sucederá con los colorantes y los aditivos. — Tintas litográficas y zincográficas. La característica principal de estas tintas es la incorporación de una sustancia grasa (a veces cera de abeja) para permitir la adherencia de la tinta a la piedra o la plancha. — Tintas de huecograbado. Son tintas no grasas, su base es alcohólica o acuosa; tienen poca viscosidad para favorecer el proceso de impresión, secan muy rápido y los colores no se tapan unos a otros, como es lógico en un proceso en que los colores se van sumando según pasa el papel por diferentes cilindros. — Tintas de offset. Al igual que en el huecograbado, los colores se van sumando en el proceso, por lo que son translúcidos, y es tinta de secado muy rápido; la diferencia, sin embargo, es significativa, ya que, por el procedimiento de impresión, la tinta es grasa para facilitar la adhesión a la plancha en las zonas no húmedas. Las tintas pictóricas se utilizan en dibujos y pinturas. A lo largo del tiempo, se ha empleado una enorme variedad de este tipo de tintas, por lo que se suelen dividir en cuatro grandes grupos: elementos sólidos (lápices de grafito

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y de colores, ceras, pasteles, sanguinas, carboncillos, etcétera), aguadas (acuarelas, témpera, temple), óleos (con un aceite como disolvente) y acrílicos (con agentes sintéticos). Prevención: la primera medida que debe tomarse será evitar la exposición a la luz, ya que la luz produce la degradación de las tintas hasta llegar a hacer casi imposible la lectura. El control climático también impedirá o retrasará la aparición de reacciones químicas en el papel derivadas de la composición de las tintas. El uso de fijativos, siempre después de analizar el tipo de tinta, podrá paliar los problemas de desprendimiento, disolución, cambio de coloración, etcétera. Para el caso de pigmentos pulverulentos, como ceras o pasteles, la utilización de fijativos puede producir una pérdida de su textura original, por lo que solo se utilizarán en último extremo y tras un detallado estudio. En los casos de pérdida de papel debido a la corrosión producida por las tintas metaloácidas, la laminación venía siendo la única solución aceptable; muy recientemente, el Netherland Institute for Cultural Heritage ha desarrollado, con resultados positivos, un tratamiento de conservación contra la corrosión producida por las tintas ferrogálicas y la degradación que originan en el papel. Es un tratamiento en el que se combinan el fitato cálcico y el bicarbonato cálcico. Los fitatos (fosfatos orgánicos que se encuentran en las semillas de las plantas para proteger los nutrientes de la oxidación) forman con el hierro un complejo estable que le impiden actuar como catalizador en los procesos de oxidación, pues, al quedar bloqueada la actividad catalítica del hierro, son neutralizados sus efectos corrosivos.

8.2. Causas de alteración de origen externo Las podemos dividir en naturales y extraordinarias:

A. Naturales Humedad

Se denomina humedad ambiental a la cantidad de vapor de agua presente en el aire. La humedad relativa es la relación que hay entre la cantidad de

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vapor de agua contenida realmente en el aire estudiado (humedad absoluta) y el que podría llegar a contener si estuviera saturado (humedad de saturación). Se expresa en un porcentaje y es la forma más habitual de expresar la humedad ambiental. La humedad está íntimamente relacionada con la temperatura: cuanto mayor es la temperatura, más alto es el valor de la humedad de saturación. Una humedad relativa alta favorece la aparición de microorganismos y la oxidación de la celulosa: cifras muy bajas de humedad son igualmente nocivas, pues el papel necesita un grado interno de humedad del 7 %, que se corresponde aproximadamente con una humedad ambiental relativa del 50 %. Por debajo de estas cifras, perderá solidez y elasticidad y tenderá en su manipulación a los desgarros. La presencia de humedad en el papel acentúa en buena medida la velocidad de los procesos degradativos derivados de la acidez. Esto se explica por la capacidad que tienen las moléculas de agua para «coger» y «ceder» protones —protonarse y desprotonarse— y originar iones hidronio e hidroxilo; si el pH del medio es ácido, los primeros son mayoritarios. La presencia de iones hidronio, de pequeño tamaño y elevada movilidad, facilita el intercambio de protones entre grupos ácidos y, por tanto, aumenta la velocidad de intercambio en las reacciones degradativas en las que intervienen. De modo que un papel ácido se degrada más rápidamente cuanto mayor sea su contenido en humedad. Las variaciones bruscas de humedad aceleran más este fenómeno, ya que la deshidratación y la rehidratación continuas dan lugar a un intercambio constante de agua e iones hidronio, con lo que la posibilidad de interacción entre grupos ácidos reactivos aumenta. Prevención: es necesario llevar un estricto control para evitar que la humedad relativa sea inferior al 45 % y superior al 65 %. Para ello podemos emplear diversos sistemas que van desde los tradicionales higrómetros y psicrómetros a los últimos modelos electrónicos, cuyos datos podremos informatizarlos directamente. El tratamiento de deshidratación o secado del material contaminado es un buen método para detener el crecimiento de las colonias de hongos. Además, el control de la humedad a niveles bajos evita la germinación de conidios (esporas) y detiene la actividad metabólica de las colonias activas. La deshidratación resulta letal para los conidios y las hifas (filamentos que forman el cuerpo vegetativo de un hongo). Sin embargo, la deshidratación de papeles delicados debe tener lugar en condiciones suaves, para evitar proble-

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mas estructurales de encogimiento, arrugamiento o sobretensiones que pueden romper o malformar el papel. Temperatura

Las elevadas temperaturas favorecen la degradación de la celulosa, sea por mecanismos propios o por otros factores, como el oxígeno, la humedad y la composición del papel: tipo de pasta (especialmente por su contenido en lignina), existencia de grupos carbonilo en los carbonos 2 y 3 de las moléculas de anhidroglucosa, ácidos resínicos, cloro, iones metálicos (hierro, cobre o manganeso) y contenido de hemicelulosas. De los efectos químicos que se producen en el papel a causa del calor, destacaríamos la despolimerización de las cadenas de celulosa y, consiguientemente, la reducción de las propiedades de resistencia mecánica del papel y el amarilleamiento: la acción del calor en presencia de oxígeno da origen a la formación de estructuras coloreadas que resultan de una oxidación de los grupos hidroxílicos, debido a una combinación de reacciones de radicales y de deshidratación. Una elevada temperatura junto con una alta humedad favorece la aparición de microorganismos, mientras que una temperatura excesivamente baja favorece la condensación y las manchas de humedad. Un factor fundamental de deterioro son los cambios bruscos de temperatura, pues producen alteraciones violentas en la estructura interna del papel que causan su rotura. Prevención: generalmente, la temperatura no es un factor que necesite un riguroso control, particularmente si los cerramientos tienen un aislamiento térmico adecuado. Sin embargo, en algunos casos, para evitar extremos acusados o fluctuaciones que desajusten los niveles de humedad relativa, puede ser necesario un control para mantenerla entre los 16º y los 22º. Actualmente contamos con sistemas automáticos por medio de termostatos o por sensores de temperatura o humedad relativa del sistema de seguimiento ambiental. Luz

La luz y en especial las radiaciones ultravioleta ejercen una acción nociva sobre la conservación de los materiales celulósicos. El problema de la luz está en su intensidad, que se expresa en grados lux. Para medirla, se utilizan

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luxómetros o fotómetros y deberán ser capaces de medir intensidades muy bajas, incluso de 20 o 25 lux. Los efectos de la luz sobre el papel se traducen en una disminución de las propiedades de resistencia y en amarilleamiento. Las reacciones que intervienen en este tipo de envejecimiento son reacciones fotoquímicas y fotooxidativas. Las reacciones en las que la celulosa está sujeta a un proceso de fotodegradación se ven aceleradas tanto por la presencia de oxígeno como por otros factores como la presencia de lignina y de iones metálicos en el papel. También los revestimientos y los blanqueadores ópticos del papel tienden a amarillear en condiciones ambientales propicias en términos de calor, luz y humedad. Las pastas mecánicas son más susceptibles que las químicas al amarilleamiento inducido por la luz, debido a su elevado contenido en lignina, cuyos componentes son altamente vulnerables a la fotooxidación. La exposición directa a la luz provoca el aumento de la temperatura (con los efectos ya vistos), la decoloración de las tintas y la fotodegradación del papel. Prevención: se debe evitar la luz directa sobre los documentos. Además, el efecto de la luz es acumulativo e irreversible, de forma que una exposición prolongada, aunque sea a niveles bajos, produce el mismo efecto que una exposición corta a niveles altos. La intensidad lumínica que se aconseja en un depósito es de 50 lux. En las salas de consulta, será de 500-750 lux y en las áreas de trabajo de 250-500 lux. Y se aconseja la luz fluorescente antes que la incandescente, ya que la primera es más fría y tiene resuelto el problema de la mayor emisión de ultravioletas. Una forma de control en los depósitos es prescindir de la luz natural y limitar el tiempo en que se mantiene la iluminación imprescindible para poder realizar las tareas de manipulación e inspección de los documentos y mantenimiento de las instalaciones, utilizando, además, fuentes de luz que liberen la menor cantidad de radiación infrarroja y ultravioleta. La instalación de iluminación del almacén puede disponerse por módulos o zonas, de manera que no sea imprescindible conectar todo el sistema a la vez, sino solo las zonas que se necesiten para las distintas tareas de almacenamiento. Asimismo, se deberán evitar las fotocopias reiteradas de un mismo documento y, en caso de exposiciones, se tendrá en cuenta que la luz no incida directamente sobre él, que no sobrepase los 50 lux y que tenga filtros ultravioletas; además, se contemplará la protección del documento con una lámi-

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na de tereftalato de polietileno u otro material protector de los rayos ultravioletas y, a ser posible, la iluminación de las vitrinas con fibra óptica, que no produce radiaciones.

Contaminación atmosférica

La atmósfera está llena de partículas en suspensión, en mayor o menor cantidad según las zonas, producto de la actividad humana, que provocan alteraciones en el papel. Estos contaminantes pueden ser primarios (que provienen directamente de las fuentes de emisión) o secundarios (originados en la propia atmósfera a raíz de la interacción de varios contaminantes primarios). Podemos encontrar los contaminantes del aire en forma de materia particulada, como polvo u hollín, o de compuestos gaseosos, como dióxido de azufre (SO2), dióxido de carbono (CO2), óxidos de nitrógeno (NOX), ozono (O3), sales… Sus efectos sobre el papel pueden causar la degradación directa en forma de manchas, corrosiones y otras alteraciones químicas o favorecer la proliferación de organismos biodegradadores que utilizarían como sustrato nutritivo algunos de estos compuestos o sus productos de reacción. Especialmente vulnerables son los edificios ubicados en las zonas urbanas, industriales y costeras. Prevención: las puertas, ventanas, rejillas de ventilación, etcétera, deberán tener la estanqueidad necesaria para no permitir la entrada de polvo, hollín, etcétera. El intercambio de aire que se realice a través de sistemas de aire acondicionado o de ventilación deberá contar con los filtros adecuados. Se comprobará que los acabados de los interiores no desprendan sustancias volátiles que lleguen a reaccionar con los materiales almacenados. El almacén o depósito debe estar libre de la influencia de los escapes de vehículos en zonas próximas, como vías con tráfico intenso, aparcamientos, etcétera. Medidas básicas fácilmente realizables pero muy eficaces serían: — inspecciones periódicas de los objetos para detectar acumulaciones de polvo, manchas, decoloración, corrosión, oxidación, etcétera; — cuando existan acumulaciones de polvo, utilizar aspiradores como método de limpieza y extracción de contaminantes del depósito; — mantenimiento de los filtros de los sistemas de control climático (aire acondicionado, ventilación, humidificadores, etcétera).

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Agentes de degradación biológica

Deberemos distinguir entre los microorganismos (hongos y bacterias), los insectos y los roedores. Los hongos y las bacterias se desarrollan en condiciones medioambientales de elevada humedad relativa, superior al 65 % hr, y temperaturas superiores a los 26 ºC, y la presencia de insectos se potencia en los ambientes cálidos y húmedos y con mala ventilación (imágenes 4 y 5, página II del cuadernillo central). Los hongos son abundantes en los materiales de los archivos, y es mayor su diversidad de especies que en el caso de las bacterias. Evolutivamente, son organismos más desarrollados que las bacterias; sus filamentos o hifas forman el micelio visible en la superficie de los objetos. Se desarrollan preferentemente en un medio ácido (a un pH entre 4 y 6), humedades relativas superiores al 70 % y temperaturas entre 22 y 30 ºC. Estos, al igual que muchas especies bacterianas, producen pigmentaciones de diferentes tonalidades, como resultado de los productos que excretan. En su metabolismo se producen enzimas, como la celulasa o diferentes tipos de proteasas y ácidos orgánicos (acético, cítrico, láctico, glucónico, glucurónico, fumárico, oxálico), que interfieren con los componentes del soporte y modifican sus propiedades químicas y físicas (imagen 6, página II del cuadernillo central). Las bacterias son microorganismos unicelulares y de multiplicación rápida. En forma de esporas, logran pervivir incluso en condiciones ambientales no óptimas. Se desarrollan con mayor facilidad en medios alcalinos —a pH 7-8— y a temperaturas entre 25 y 38 ºC, aunque muchas especies toleran temperaturas inferiores a 0 ºC; otras, como las termófilas, resisten más de 45 ºC. Pueden ser aerobias o anaerobias. Al igual que los hongos, también producen enzimas y ácidos orgánicos e inorgánicos que están involucrados en los mecanismos de deterioro de los materiales que les sirven de sustrato. La acción de las bacterias se traduce en el reblandecimiento del papel en la zona afectada, que adquiere un aspecto algodonoso hasta llegar a un estado de desintegración total al desaparecer el apresto e hidrolizarse la celulosa totalmente. El grado de pigmentación no es indicio de una mayor infección. Hay microorganismos que no pigmentan el papel y, sin embargo, lo fagocitan totalmente (imagen 7, página III del cuadernillo central). El contenido de humedad en el papel es uno de los factores más importantes para el crecimiento fúngico y bacteriano, puesto que muchas especies de hongos y bacterias comienzan su desarrollo en función de este contenido

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de humedad sobre la superficie de un documento. El menor vestigio de mohos es una clara advertencia de que la temperatura y la humedad están por encima de los límites de seguridad. En muchos documentos, particularmente en papeles elaborados a partir de finales del siglo xviii, es frecuente encontrar un moteado de color marrón, conocido con el nombre de foxing. Su origen no se conoce bien, no se saben con certeza absoluta los mecanismos implicados en su producción. Las opiniones más generalizadas lo atribuyen a la presencia de microorganismos cuyos ácidos orgánicos reaccionan químicamente con las impurezas de origen metálico (hierro, cobre) de la propia pasta papelera. Los factores humedad y temperatura ayudan a que se produzcan estas reacciones, sin embargo aparecen en el papel en condiciones de humedad y temperatura menos extremas que con otros microorganismos. Los tratamientos consisten en una limpieza de la obra, y la eliminación de las manchas ha de realizarse por un sistema de blanqueo; normalmente, este tratamiento tiene lugar cuando la pieza afectada es un grabado, un dibujo o cualquier otra obra en la que el foxing impida su lectura artístico-estética o interfiera en ella (imagen 8, página III del cuadernillo central). Los insectos bibliófagos primarios, es decir, aquellos que se alimentan y dañan directamente los libros y los documentos, forman más de cien variedades. Se desarrollan en ambientes cálidos y húmedos, oscuros y mal ventilados. Tienen una gran capacidad reproductiva, sus ciclos biológicos son cortos —inferiores a un año—. El ciclo reproductivo completo tiene cuatro fases de crecimiento: huevo, larva, ninfa o pupa e insecto adulto. En el estado de larva, son altamente devoradores. Entre los insectos más conocidos en nuestros archivos, bibliotecas y museos, tenemos: — El pececillo de plata, de la familia lepisma, tiene un aparato bucal de tipo «masticador» y sus preferencias son los materiales con alto contenido en proteínas. Muestran especial preferencia por el engrudo y las colas naturales de las encuadernaciones, así como por la gelatina de los soportes fotográficos. La especie más común en nuestro país es Lepisma saccharina (L.), la temperatura óptima para su desarrollo oscila entre 22 y 27 ºC y la humedad entre el 75 y el 97 % hr. — Las cucarachas, ortópteros nocturnos, de la familia de los blátidos, se alimentan tanto de sustancias vegetales como animales (papel, cuero, pergamino…). Los daños pueden ser causados por sus excrementos

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(de color negruzco) o por su actividad alimentaria (raspado). Atacan tanto las tapas de los libros como el papel. Tienen un comportamiento gregario; las hembras depositan los huevos en una estructura denominada cocon y las ninfas carecen de alas hasta la madurez sexual. Su metamorfosis es de tipo incompleto. — El piojo del libro, del orden Corodentia, familia lipocélida, denominados también psócidos, son de tamaño muy pequeño (1-2 mm). Las especies que atacan los libros y el papel son ápteros, pero no son tan perjudiciales como otros insectos, puesto que se alimentan preferentemente de los hongos —moho— que crecen en las encuadernaciones. La especie más común se reproduce por partenogénesis; la larva y el adulto se diferencian solo por el color más claro de la primera. Se desarrollan en lugares húmedos y cálidos. Si la humedad es inferior al 35 %-40 % hr, se secan y mueren. — La carcoma, la polilla y los gusanos del libro son los nombres genéricos en los que se incluyen un amplísimo grupo de insectos que depositan los huevos en partes relativamente superficiales de los libros, y las larvas son las que realizan la acción perforadora a la vez que segregan una sustancia gomosa que pega las hojas entre sí; llegan a producir auténticas galerías que atraviesan todo el volumen de forma que las hojas quedan como un encaje. — Las termitas, del orden Isoptera, se alimentan principalmente de madera, ya sea húmeda o seca. Viven en colonias con división de trabajo: el rey y la reina, alados, se encargan de la reproducción de la especie; las obreras, asexuadas, son las únicas que muerden los productos alimenticios y los digieren, con ayuda de microorganismos simbiontes de su sistema digestivo, para luego regurgitar lo digerido y alimentar al resto de la colonia; los soldados, también asexuados, acometen la defensa de la colonia. Es una especie tremendamente prolífica, la reina puede llegar a poner un huevo cada dos segundos. Sus efectos pueden ser devastadores, excavan sus galerías en la madera del edificio y de esta pueden pasar a los libros. Entre las distintas especies, destacaríamos las denominadas termitas de los subterráneos, que forman colonias en el suelo o en la madera que está en contacto con el suelo; siempre hay un nexo entre la colonia y el sustrato de alimento, por medio de las galerías-refugio construidas por las obreras con madera tri­turada, saliva, tierra y heces líquidas. Las termitas de la madera seca, a diferencia de

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las anteriores, colonizan muebles, estanterías, etcétera. Las obreras eliminan las heces y forman una pila cónica y esbelta fuera de las galerías que excavan. Los ratones son micromamíferos que utilizan la materia orgánica de los libros: papel, pergamino, madera, adhesivos de las encuadernaciones, telas, etcétera, para alimentarse y construir sus nidos; se reproducen fácil y rápidamente, por lo que es muy importante detectar su presencia lo más pronto posible. Prevención: en general, las medidas principales de prevención se basan en el control de los altos niveles de humedad y temperatura, del estancamiento del aire, de los fenómenos de condensación y de la suciedad. Son aconsejables inspecciones periódicas para detectar precozmente los signos de ataques en los materiales (como agujeros, roturas, manchas o pudrición) o indicios de la actividad de los organismos (depósitos de serrín, excrementos, escondrijos, etcétera). Son necesarios la limpieza del depósito, el mantenimiento de los filtros de los sistemas de control climático (aire acondicionado, ventilación, humidificadores, etcétera), el aislamiento y cuarentena de objetos con sospecha de ataque y, siempre, para objetos de nueva adquisición o que regresan al almacén después de una exhibición, un examen de su estado, realizándose, si fuera preciso, un tratamiento con productos apropiados. Asimismo, unos depósitos sellados, sin grietas que permitan vías de entrada del exterior, impedirán la presencia de insectos y roedores. En especial, los métodos de erradicación de las plagas contarán, por un lado, con el control de la temperatura, la humedad y la luz, y, por otro, desde la sencilla utilización de cebos o trampas (trampas adhesivas, que son papeles impregnados de una sustancia en la que quedan adheridas, o trampas de luz, basadas en que los insectos son atraídos por la luz y el propio calor que emiten) hasta la fumigación de los locales o la instalación de sistemas disuasivos como el ruido. Para el tratamiento de piezas individuales, la técnica alternativa al tradicional empleo de productos insecticidas (aplicados por fumigación, imprimación, nebulización o sublimación) es el uso de atmósferas transformadas con gases inertes, fundamentalmente nitrógeno. La muerte de los insectos se produce por anoxia, ya que el oxígeno del medio es sustituido por el nitrógeno. Los objetos son introducidos en una bolsa o una burbuja de plástico de barrera, y con una bomba de vacío se extrae el oxígeno, que se sustituye por el gas inerte (nitrógeno).

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Instalación

Numerosas veces son los propios locales del archivo un factor de riesgo, al estar situados con frecuencia en sótanos y buhardillas, carentes de condiciones apropiadas y con un mobiliario que favorece la presencia de insectos, como la carcoma, o dificulta la limpieza, siendo el polvo uno de los mayores agentes degradantes. Prevención: estanterías móviles compactas y metálicas, armarios planeros horizontales metálicos, cajas con pH neutro y depósitos con sistemas de control de climatización, de incendios y de robos son los medios más adecuados. Uso

La falta de cuidado en la manipulación y el uso continuado se traduce en deterioros en los documentos: planos rasgados, dobleces, manchas de bolígrafos, huellas, encuadernaciones forzadas, etcétera. Igual de dañinos son los intentos de «restauración», que se traducen en hojas enteras llenas de cinta adhesiva, que, con el paso del tiempo, degrada el papel al unir unas páginas con otras por efecto del adhesivo. Prevención: las técnicas de reproducción, como la microfilmación y el escaneado, evitan la manipulación de los originales y la obtención de copias sin daños.

B. Extraordinarias Fuego

Se produce por la combustión de tres elementos: combustible, comburente (el oxígeno del aire) y punto de ignición; los dos primeros elementos son inevitables, hay que evitar la aparición del tercero. Los daños son causados tanto por el fuego directamente en los documentos como por el producto extintor, que en caso de grandes incendios tiene que ser el agua. Prevención: la solución adecuada será la instalación de un sistema de detección y extinción automática, con detectores de humo conectados a una central de alarmas y descarga automática de gases naturales inertes.

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Robo

Frente al robo se deben tomar unas importantes medidas de seguridad como el control adecuado de los documentos en la sala de consultas; el suministro de fotocopias, microfilmes o copias digitales en lugar de originales siempre que sea posible; el depósito de abrigos y bolsos fuera de las salas de lectura, y los inventarios periódicos. Además hay que poner especial cuidado en las salidas de los documentos del archivo (a exposiciones o juzgados) y realizar un minucioso control del acceso a las áreas de depósito. Agua

Accidente frecuente en los archivos, y no solo en los situados en sótanos, que pueden sufrir inundaciones por desbordamientos de ríos, lluvias torrenciales, etcétera, o en las buhardillas, por goteras en el tejado, sino también por rotura de cañerías, instalaciones de climatización, etcétera. Las consecuencias inmediatas son las manchas, el debilitamiento del papel, el corrimiento de tintas, la posterior aparición de los ataques de los agentes biológicos (microorganismos, insectos) y, en algunos casos, con el secado la unión de unas hojas con otras en forma de bloques. Prevención: las instalaciones del archivo deberían contar con techos impermeabilizados, paredes con aislantes y tuberías y cañerías situadas en el exterior. Los documentos no deben colocarse directamente sobre el suelo, y los estantes, los peines, etcétera, deben estar a una altura mínima de 15 cm del suelo. La detección precoz de cualquier fuga es fundamental para evitar graves deterioros. Además es imprescindible tener a mano un plan de evacuación de los documentos del depósito en caso de emergencia; instrucciones para su manipulación y su secado, y, finalmente, el control de los riesgos de proliferación de microorganismos. Es necesario inspeccionar siempre el almacén después de tormentas o períodos de lluvias. Desastres naturales o debidos a causas de menor índole

Los desastres naturales, como terremotos, erupciones e inundaciones, son factores extraordinarios externos que solo podrán ser evitados en unos edificios especialmente acondicionados para este tipo de situaciones; otros

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tipos de desastres como la rotura de una cañería o un incendio provocado por un cortocircuito pueden ser evitados manteniendo determinadas medidas de control y seguridad. En cualquier caso, es necesaria la existencia de un plan de medidas para prevención de emergencias y tratamiento de catástrofes. La planificación de desastres intenta anticiparse a las consecuencias que se producirían si estos tuvieran lugar. Los conceptos básicos de esta planificación se basan en minimizar los riesgos en la medida de lo posible y maximizar la eficacia de la respuesta si se llegan a producir. Cada institución tiene diferentes necesidades de prevención y protección, así como diferentes son, en cada caso, los medios y los servicios con los que puede contar ante un siniestro. Tampoco existe un único plan que se pueda adecuar a todas las necesidades de cada centro; lo importante es realizar una planificación racional, cuidadosa, y contar con unos preparativos realistas que proporcionen la mejor defensa posible. Por ello, en estas líneas solo pretendemos orientar de modo muy genérico sobre elementos que deben formar parte de la elaboración de un plan de prevención de desastres. En este sentido, tendría que contarse con: a) una fase preventiva basada en el estudio de riesgos y la corrección de estos; b) el salvamento de la documentación en caso de producirse el siniestro y la posterior recuperación de la documentación; c) disponer de los recursos necesarios, tanto humanos como materiales, para que el plan tenga éxito. El plan deberá reflejarse en un documento escrito y actualizarse anualmente. En el plan preventivo se realizaría una evaluación de riesgo que indicaría los medios de protección adecuados. 1. En la evaluación de riesgos, se considerarán aspectos como: — el emplazamiento y el entorno, puesto que es diferente que el entorno sea un centro histórico, una gasolinera, un lugar con pocas vías de acceso… — la accesibilidad y los elementos exteriores de protección, por ejemplo rejas en las ventanas;

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— las características constructivas, tales como tipos de forjados, existencia de tragaluces, bajadas de canalones, materiales ignífugos… — las actividades que se realizan en cada planta: depósitos, salas de investigación, laboratorios de restauración o reprografía… — población del edificio: número de personas, edad, limitaciones fí­ sicas… — las instalaciones generales: capacidad/metros cuadrados; — medios de evacuación: vías horizontales/vías verticales. El mínimo de ancho de una vía ha de ser un metro, pero dependerá de la población. El cálculo se hace dividiendo la población entre 200: la cifra que se obtiene son los metros que tiene que tener la vía, aunque no es lo mismo si las personas han de evacuarse bajando que subiendo, en este caso la vía deberá ser más ancha. 2. Disminución de riesgos: — sistemas de seguridad: tan sencillos como controlar adecuadamente la entrega y la devolución de las llaves; sistemas de control de todas las personas que entran y salen del edificio; procedimientos estrictos para el cierre de las puertas una vez acabada la jornada; personal de seguridad que vigile el edificio; considerar la oportunidad de instalar alarmas de intrusión… — sistemas de almacenamiento: todos los materiales deben estar ubicados a una distancia mínima de 15 cm del suelo; no dejar, ni temporal ni definitivamente, documentación directamente sobre el suelo, para los materiales valiosos tener unos sistemas de almacenamiento especiales que los proteja contra incendios e inundaciones… — revisión de todos los circuitos y los sistemas eléctricos, del sistema de calefacción, del aire acondicionado, de los canalones, de las vías de conducción del agua, del estado de las llaves de paso, de la humedad relativa en sótanos, etcétera; — protección contra incendios: inspecciones de mantenimiento del funcionamiento de las alarmas y de los sistemas antiincendios, colocación de puertas antifuegos; — examen del estado de las estanterías u otras instalaciones que sean el continente de las colecciones.

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3. Medios de protección: Se tendrá que contar con diversos medios técnicos y humanos. Por ejemplo, para la prevención de incendios tendremos que tener: a) Instalaciones centralizadas: — centro de control; — centralita telefónica. b) Sistema de detección automática de incendios. Estos sistemas logran controlar los conatos de incendio y evitar que se lleguen a producir daños irreparables. c) Sistemas de alarma: — pulsadores de alarma; — alarma acústica y alarma óptica; — megafonía. d) Sistemas de extinción: — extintores móviles; — rociadores o sprinklers; — boca de incendio equipada, bie (mangueras); — columna seca: de uso exclusivo de bomberos; — hidrantes para conectar las mangueras. e) Instalaciones de emergencia: — alumbrado: vía de evacuación con un nivel mínimo de luz delantera; — señalización fotoluminiscente. f) Compartimentación y vestíbulos de independencia. Los medios humanos estarán basados en un jefe o un equipo de seguridad que revise el estado de las instalaciones y mantenga el control periódico del funcionamiento de los sistemas de control y un equipo o un jefe de emergencia que en el momento de producirse el desastre coordine el plan de alarma y evacuación.

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4. Plan de emergencia: Se contará con una hoja en la que se indiquen las medidas inmediatas y correctas que se deben adoptar en situaciones de emergencia. Las instrucciones deberán ser breves y concisas. En ella habrá un listado de números de teléfono para contactar con las personas o los servicios indispensables, por ejemplo: del jefe del equipo de seguridad y de emergencia de la institución, de los bomberos, de la policía, de una empresa donde se pueda congelar la documentación afectada por una inundación, de la empresa aseguradora o, sencillamente, del fontanero y del electricista. Se contará con un plano del edificio en el que se señalen las prioridades de las colecciones y su ubicación, las puertas, las escaleras, los dispositivos de seguridad, etcétera. Se ha de tener un equipo de rescate: grupo de personas escogidas por la institución, antes de iniciarse el rescate, que estarán debidamente informadas del plan de rescate y los procesos que deberán seguirse. Al frente de este equipo convendrá que haya una cadena de mando con experiencia práctica; cada persona deberá conocer sus propias responsabilidades específicas. Se mantendrá oportunamente informada a la compañía aseguradora de las instalaciones y las colecciones. En el plan de acción se actuará con premura, pero sin precipitaciones, puesto que son siempre un enemigo que hay que evitar. Entre los aspectos que deberán tenerse en consideración, indicaríamos: — no evacuar los materiales de las zonas hasta que se haya establecido un plan definitivo con una lista de prioridades; — prioridad al salvamento del catálogo y otros registros de la colección. Las operaciones de salvamento deberán evitar cualquier acción que pueda desfigurar o eliminar las etiquetas y las marcas de identificación; — una persona responsable de hacer un «inventario» de cada lugar de las estanterías donde sean sacados los materiales para ponerlos en cajas y evacuarlos; — normalmente, para evacuar grandes cantidades de material, se utilizarán cintas transportadoras y «cadenas humanas»; — en caso de inundación, se realizará la estabilización mediante congelación;

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— se señalarán unas áreas de recuperación a las que se trasladará el material según el tratamiento que deba recibir; — se realizará una evaluación de las pérdidas. El plan de recuperación de las colecciones será la fase última, en ella se contará con el asesoramiento de profesionales de la restauración que indicarán cómo se realizará el secado de los libros en caso de inundación, la manipulación de las obras afectadas por el fuego, la limpieza u otros tratamientos que deberán seguirse hasta su reubicación definitiva. Se evaluarán los costes y se priorizarán los trabajos según el valor de la documentación y el estado de deterioro. En síntesis, podemos concluir indicando que el plan para la planificación de desastres ha de contar con la prevención, la protección, la respuesta y la recuperación de las colecciones.

9. La filigrana

En la forma, a partir del siglo xiii, se cosía una figura gráfica (cabeza de toro, mano, cruz, escudo, llaves…) que producía en el tejido un relieve, de modo que, cuando se introducía la forma en la tina, se acumulaba menos pulpa en esta figura gráfica, y lo mismo sucedía en los corondeles y los puntizones; por eso, al ver el papel al trasluz, se puede observar a simple vista la impresión que han dejado los alambres, horizontales y verticales, y la figura cosida. Esta marca dejada por el relieve de la figura cosida es lo que se conoce como filigrana o marca de agua. La filigrana más antigua encontrada representa una cruz y está en un documento datado en Bolonia en el año 1282 (Briquet, 1923, fil. 5410). Las filigranas fueron aplicadas por primera vez por los papeleros italianos. Sobre el origen y el sentido primigenio de la utilización de las filigranas, hay básicamente tres teorías: una que le atribuye un sentido simbólico-religioso (la habrían ideado los monjes albigenses como modo secreto de comunicación); otra que postula su llegada a la forma por simple casualidad, y finalmente la que la considera como marca distintiva del papelero, que, si bien es la teoría más aceptada, su validez no está plenamente comprobada. La filigrana, además de ser un distintivo del papelero, es un signo de procedencia, informa sobre la calidad del papel y, a veces, también sobre el formato. Desde el siglo xvi, se extiende el uso de introducir en la filigrana las iniciales o el nombre completo del papelero y, a partir del siglo xviii, la fecha de su fabricación. En España, en el año 1791, las Ordenanzas de la Junta General de Comercio obligan a los papeleros a marcar todos sus papeles, aunque no lo cumplirán siempre; generalmente, los papeles de calidad inferior no llevaban filigrana. La técnica de producción del papel obligó en los primeros siglos a que el trazado de las filigranas fuera muy simple; a partir del siglo xviii se va haciendo más complejo, hasta llegar a las perfectas y

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A la izquierda: Forma papelera moderna, del molino papelero de Brousses (Francia), con filigrana; no tiene puntizones ni corondeles. A la derecha: Forma papelera del Museu Molí Paperer de Capellades construida siguiendo el sistema tradicional; tiene sobre ella el marco móvil

bellas filigranas de sombras que encontramos en el papel moneda, en las que se combina, en el tamiz que las produce, una estampación hueca con una en relieve. Las filigranas vienen a ser para el papel lo que el desciframiento de los tripletes de bases del ácido desoxirribonucleico para el trazado del mapa genómico. Si fuéramos capaces de construir el elenco de todas las filigranas elaboradas hasta el día de hoy, tendríamos los datos inequívocos para identificar la mayoría de los papeles. En esta empresa se enrolaron a partir de mediados del siglo xviii algunos investigadores considerados los precursores de la filigranología (los primeros estudios de filigranas los realizó en el año 1736 el polaco Johann Samuel Hering) y que en el siglo xix toma cuerpo como ciencia auxiliar de la codicología. En España, inició esta andadura Carlos Ambrosio de la Serna Santander (1752-1813), destacado bibliófilo que en 1803 publicó una colección de 148 filigranas (Hidalgo, 1995), seguido cronológicamente por Manuel Rico y Sino­bas, personaje sobradamente familiar para los amantes de la encuadernación, quien publicó en 1941 un estudio sobre el papel y dejó inédita su colec­ción de filigranas (Díaz Galán, 2007). Podemos considerar a Francisco Bofarull como el verdadero precursor de la filigranología española (Barcelona, 1843-1936); entre su obra destaca: Índice alfabético de los fabricantes de papel en Cataluña (Barcelona, 1901), La heráldica española en la filigrana de papel (Barcelona 1927) y Animals in Watermaks (Hilversum, 1959, reedición). Con él llegamos a las figuras más destacadas del siglo xx: Oriol Valls i

9. La filigrana

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En esta filigrana, además del símbolo gráfico (tres círculos surmontados por una cruz…), aparece la inicial del papelero y su apellido (g mirande), el lugar de fabricación (bearn), el año (1787) y la clase de papel (FIN)

Papel moneda, a la izquierda se ve la filigrana: una ventana, debajo 500 y al lado unas barras

Subirá y Gonzalo Gayoso Carreira. Valls tiene dos obras fundamentales, Papel y filigranas en Cataluña (Ámsterdam, 1970) y La Historia del papel en España (Madrid, 1978-1982). De Gayoso contamos desde hace tan solo unos años con la recopilación de su obra en Historia del Papel en España (Lugo, 1994). De los investigadores más recientes, destacamos la labor de José Sánchez Real en los archivos de Tarragona y Valencia, impulsor de los estudios de las filigranas en el ambiente universitario que dan como fruto la publicación de 826 fi-

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Papel continuo con una filigrana combinada de líneas y sombras

ligranas en los números 5 y 6 de la revista Ligarzas. Podríamos extendernos en una larga lista de actuales investigadores, mas los lógicos límites de este trabajo lo impiden. Sin embargo no quisiéramos dejar de nombrar a M.ª del Carmen Hidalgo Brinquis, quien, además de contribuir al estudio de las filigranas papeleras con su tesis doctoral aún inédita, Fabricación de papel en España en los siglos xviii y xix: filigranas papeleras (Madrid, 1986), y la puesta en marcha de un corpus de filigranas en el Instituto del Patrimonio Histórico Español, ha sido la promotora fundamental para que los esfuerzos en el estudio de la historia del papel en España se aunaran en la formación de un órgano colegiado: la Asociación Hispánica de Historiadores del Papel. En Italia destacaron a finales del siglo xix los hermanos Aurelio y Augusto Zonghi, entre sus aportaciones son relevantes las relacionadas con la producción, desde finales del siglo xiii, de papel en Fabriano. En Francia, Étienne

9. La filigrana

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Midoux publicó, en 1868, su obra de las filigranas francesas de los siglos xiv y xv; en 1893, Franciszek Piekosinski publica las filigranas y los manuscritos del siglo xiv provenientes de la biblioteca y los archivos polacos; en 1899, Nikolai Petrovich Likhachev, uno de los mayores coleccionistas de documentos y libros manuscritos rusos, publica su obra, que contiene 4.258 reproducciones, hechas por calco manual, de las filigranas provenientes fundamentalmente de la documentación europea occidental anterior al año 1700, custodiada en la biblioteca y el archivo de Moscú y San Petersburgo. Pero, sin lugar a dudas, el padre de la actual filigranología es el suizo Charles-Moïse Briquet, quien en 1907 publicó un corpus de 16.112 filigranas seleccionadas entre 60.000 que había recogido, tarea que al final de la vida le llevó a quedar prácticamente ciego. En las primeras décadas del siglo xx, tenemos a W. A. Churchill, con el estudio de 578 filigranas de Holanda, Inglaterra y Francia datadas en los siglos xvii-xviii (Ámsterdam, 1935); a E. J. Labarre, con diversas publicaciones a mediados del siglo xx; a E. Heawood, con la publicación de 233 filigranas de los siglos xvii-xviii (Holanda, 1952); al yugoslavo Vladimir Mosin, que publicó sus estudios de filigranas de los siglos xiii y xiv (Zagreb, 1956), y al germano Gerhard Piccard, con su obra compuesta por 17 volúmenes que vio la luz entre 1961 y 1997, obra que es la mayor colección de filigranas publicadas hasta la actualidad, son cerca de 92.000. Entre las recientes publicaciones, sobresalen la de Raymond Gaudrialt sobre las filigranas y otras características del papel francés fabricado en los siglos xviixviii (París, 1995); la de David Woodward, que recoge las filigranas de los mapas y las cartas geográficas italianos entre los años 1560 y 1600 (Chicago, 1996); la de Monique Zerdoun, que publica las filigranas de los manuscritos hebreos hasta 1450 originarios de Francia e Israel (Turnhout, 1997), y el inventario de las filigranas de los manuscritos de la Biblioteca Real de Alberto I de Bruselas realizado por Martin Wittek (Bruselas, 2001-2006).

9.1. Bases digitalizadas de filigranas 1. El Hauptstaatsarchiv de Stuttgart () recoge la obra de Gerard Piccard, publicada en 17 volúmenes; en total son alrededor de 92.000 filigranas, agrupadas en 4.540 tipologías que constituyen 44.497 marcas de fábrica. La información que nos ofrece de cada filigrana, además de su reproducción, es su descripción, la signatura del do-

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cumento en el que se encuentra, lugar, fechas, entidad donde se custodia y dimensiones de la filigrana. 2. La Biblioteca Nacional de Holanda ofrece una base de datos de las filigranas de los incunables impresos en Bélgica y Holanda, wilc (), que consta de 16.000 imágenes de filigranas: 12.000 frotados y 4.000 electro-radiografías (sistema que permite una extraordinaria calidad de reproducción). Junto a la reproducción de la filigrana, la página ofrece diversa información referida a las dimensiones de la filigrana, situación en el pliego de papel, número de corondeles a la izquierda y la derecha, densidad de los puntizones, etcétera. Los datos bibliográficos del documento que contiene sobre la filigrana se obtienen por una conexión con el Catálogo de Incunables de la British Library. 3. La página Watermarks in Incunabula printed in España, wies (), realizada por Gerard Van Thienen, es un website provisional abierto en enero del 2007. Recoge 2.851 frotados de filigranas de los incunables impresos en España (a finales de julio del 2008, está previsto introducir 3.100 frotados más). Su finalidad es atribuir fechas más precisas a los incunables españoles que están sin datar, aproximadamente unas 500 ediciones, por medio de la similitud de sus filigranas con las de los incunables que están fechados, también unas 500. Consta de un apéndice con la representación de 353 tipologías de filigranas modelo que siguen la clasificación del iph. Cada dibujo tiene una referencia bibliográfica (la de la British Library), la edición y una filigrana de esta edición (Van Thienen, 2007). 4. El Wasserzeichen des Mittelalters, wzma, () es un proyecto de la Österreichische Akademie der Wissenschaften y ofrece las filigranas de los fondos medievales de algunas bibliotecas austriacas. Las reproducciones han sido obtenidas por el método de la betagrafía. Desde diciembre del 2005, el banco de datos contiene la reproducción de 8.000 filigranas comprendidas entre 1321 y finales del siglo xvi. De cada filigrana nos ofrecen su reproducción, sus dimensiones, los datos del documento en el que se encuentra, lugar y data. 5.  El Instituto Universitario Holandés de Historia del Arte de Florencia, niki () ha creado una base de datos para las filigranas de los papeles que sirven como soporte en las obras de arte entre 1450 y 1800, con la doble finalidad de determinar su datación y su autenticidad. El proyecto intenta abarcar no solo obras de autores italianos y holandeses, entre los que figuran Miguel Ángel o Rembrandt, sino de toda

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Europa, incluso en un futuro próximo se cuenta con la colaboración de importantes centros estadounidenses. El acceso es restringido. La reproducción de la filigrana se realiza por fotografía o por rayos X y va acompañada de información sobre las distancias entre los corondeles, la densidad, el espesor del hilo, etcétera. 6. La Universidad de Delaware ofrece la colección de filigranas de Thomas Gravell () realizada por el sistema Dylux (basado en la acción de una fuente de uv y un papel Dylux sensible a ella). Son 7.000 imágenes de los años 1400 a 1835, de las que se ofrece la reproducción de la filigrana con una breve descripción y, generalmente, sus dimensiones, la distancia al corondel más próximo, documento en el que se localiza y data. 7. El cahip, Centro Americano de Historiadores de Papel (), cuenta con un corpus aproximado de 2.000 calcos de filigranas y fotografías de estudios realizados en archivos argentinos y españoles; el coordinador de este proyecto es José Carlos Balmaceda. El acceso a la filigrana se realiza, previo registro del usuario, por una clave. Las filigranas están reproducidas por el sistema manual de calco y se encuentran clasificadas por figuras, que se subdividen en grupos. Las reproducciones, que no son de tamaño original, se acompañan de una breve descripción de la filigrana y la data. 8.  El Bernstein Consortium —The Memory of Paper— es un proyecto cofinanciado por la Comisión de la Comunidad Europea dentro del programa eContentplus. Su finalidad es crear una infraestructura técnica y conceptual que recoja e impulse el estudio de las filigranas y otras características del papel para ponerlo al alcance de cualquier tipo de usuario. Actualmente están conectadas las siguientes bases de datos: niki; Piccard; wies; wilc y wzma. La dirección de la web es: . 9.  El Archivo de Filigranas y Papeles en Manuscritos Griegos, apwgm () comenzó como un modo de publicar las filigranas papeleras de los manuscritos griegos del monasterio Philotheou del Monte Athos. El archivo está estructurado para que todos aquellos que en cualquier lugar del mundo estén trabajando con manuscritos griegos puedan participar en el proyecto aportando nuevas filigranas, bibliografías, descripciones de papeles, aportación que se realiza mediante formularios electrónicos estandarizados. Las reproducciones se realizan por el sistema Dylux. 10. La Colección de Marcas al Agua de Gabriel García, gc-pc () incluye la colección del autor de filigranas de pape-

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les desde 1850 hasta la actualidad, unas 500 marcas de agua españolas y de otros muchos países. Las filigranas se reproducen por el sistema fotográfico de la luz transmitida (backligth).

9.2. Protocolo de estudio del papel y obtención de la filigrana Para la realización de un estudio de una hoja de papel y su filigrana, la exclusiva reproducción de la filigrana es algo totalmente insuficiente, y si bien la obtención de su imagen gráfica debe guardar unas normas de objetividad, se ha de acompañar de unos datos mínimos que dejen clara constancia de su identificación. En este último aspecto, a pesar de los numerosos estudios realizados, no hay un acuerdo unánime entre los investigadores. La propia Asociación Internacional de Historiadores del Papel (iph) recientemente ha elaborado un protocolo difícil de manejar, al que se presentaron nuevas propuestas en el 24.º Congreso Internacional de Historiadores del Papel (Oporto, 1998) (Díaz de Miranda y Herrero, 1998). Un posible protocolo que contemple aquellos campos con la información esencial que acompañe a la reproducción de la filigrana y, a la vez, de fácil realización, se estructuraría en cinco apartados: 1. En el primer apartado se presentan los datos relativos a la filigrana propiamente dicha: 1.1. número de registro: el número se asigna correlativamente a cada ficha; 1.2. descripción donde se constate si es una filigrana doble, si tiene contramarca, etcétera; 1.3. dimensiones (altura y anchura de la filigrana en milímetros) y, en caso de que la hoja de papel no esté cortada, distancia de la filigrana al alto y el bajo de la hoja; 1.4. número de corondeles que tiene a su izquierda (para el papel verjurado) o la distancia al borde más próximo (para el resto de papeles). El hecho de consignar las dimensiones de la filigrana se debe a que en muchas ocasiones se acaban publicando a tamaño distinto al original, muestra de ello lo tenemos en una reciente publicación facsimilar de la magnífica

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Ejemplo de una filigrana doble: filigrana izquierda —Filigrana principal—: óvalo con el escudo de la Merced, en la base jF barcelo. Filigrana derecha —contrafiligrana—: topónimo alcoy

Filigrana: escudo de Malta, toponímico: capellades. Contramarca: v

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obra de Briquet, que sorprendentemente está reducida de tamaño sin dar ninguna escala de referencia. Y en el caso de que la hoja no tenga los bordes cortados al indicar la distancia a ellos y el número de corondeles que tiene a su izquierda se puede saber su colocación exacta en la forma originaria. 2. En este apartado se tratan los aspectos relacionados con la hoja que contiene la filigrana y la forma que la produjo: 2.1. ubicación de la filigrana en el documento, señalando el folio o los folios que ocupa, colocando la filigrana de pie y con los corondeles en dirección vertical si la filigrana no es horizontal; 2.2. estado de la hoja: fragmento, sin cortar, cortada (indicando qué bordes lo están); 2.3. existencia de los corondeles de apoyo; esto permite, en el caso de tener los bordes derecho o izquierdo cortados, hacerse una idea de los centímetros que faltan del pliego original; 2.4. tipo de papel: verjurado, vitela o continuo; 2.5. número total de corondeles de la hoja; 2.6. número de puntizones por cada 20 mm; 2.7. dimensiones del pliego, si los bordes mantienen la barba es signo de que está sin cortar y se corresponden estas dimensiones con la forma. 3. En el tercer apartado se completan los datos documentales: 3.1. fecha del documento y lugar de producción; 3.2. si es papel sellado; 3.3. entidad en la que se custodia (archivo, biblioteca, colección particular…); 3.4. signatura; 3.5. título. Si es una obra impresa, nombre del autor, impresor, grabador, etcétera; 3.6. entre paréntesis indicaremos el tipo de objeto que es: documento, libro, grabado, dibujo, etcétera. 4. El apartado cuarto está dedicado a los documentos en que aparece dicha filigrana. Este dato es importante para ir delimitando el tiempo de utilización de la filigrana y el espacio geográfico en que se distribuyó este tipo de papel. En los papeles anteriores al siglo xviii, se ha de

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indicar si es filigrana idéntica, gemela, similar, convergente o aparente, ya que en esta época, para tratar de asegurar la pertenencia de los papeles a un mismo molino, es necesario realizar estas precisiones, puesto que los tipos de filigranas se repetían con mucha frecuencia: — filigranas idénticas son filigranas provenientes de la misma forma; tienen el mismo dibujo;

Filigranas idénticas

— filigranas gemelas son dos filigranas muy semejantes fijadas cada una a un lado de las dos formas que el obrero de la tina maneja simultáneamente; a partir del siglo xv, una estará en la mitad derecha de la forma y la otra en la izquierda;

Filigranas gemelas

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— filigranas similares son las provenientes de un mismo molino papelero y que, sin embargo, presentan diferencias notorias que nos permite afirmar que no han salido de la misma forma;

Filigranas similares

Filigranas similares

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— filigranas convergentes: filigranas que pertenecen a un mismo tipo, pero que, a pesar de tener grandes semejanzas, no podemos asegurar que pertenezcan al mismo molino;

Filigranas convergentes

— filigranas aparentes: filigranas pertenecientes a un mismo tipo que presentan semejanzas muy vagas.

Filigranas aparentes

5. En el quinto apartado se indican el nombre del papelero, del molino y su localización. 6. Fuentes bibliográficas. Se indicarán los repertorios en los que se ha encontrado la filigrana estudiada o filigranas relacionadas con ella, así como otras fuentes que nos aporten datos sobre ella.

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9.3. Reproducción de la filigrana papelera Los métodos para reproducir las filigranas se pueden dividir en cuatro grupos: a) técnicas de obtención manual: copia por calco o por frotado; b) por fo­ tografiado: fotografía por transparencia, por contacto directo, digital y por uv-papel Dylux y fosforescencia; c) métodos radiográficos: radiografía con rayos X, betagrafía y electro-radiografía, d) escaneado y método Backlight.

Reproducción por calco Es el sistema tradicional de copiar una filigrana. Ofrece las ventajas de su fácil ejecución, su bajo coste económico y ser a escala 1:1. Su inconveniente principal es que puede dar lugar a una interpretación subjetiva del objeto representado, sobre todo cuando la filigrana y la verjura no son nítidas. El procedimiento consiste en: 1. Colocar la hoja con la filigrana sobre una superficie dura que ilumine dicha hoja. Puede ser una mesa con luz (mesa negatoscopio), una caja de luz de las que utilizan los fotógrafos para ver negativos o una hoja de luz de las que se utilizan en la restauración de documentos. Es conveniente que la sala no esté muy iluminada para ver mejor la superficie de la hoja iluminada por la fuente de luz. Entre estos, el más asequible económicamente es la caja de luz; en el comercio hay distintos modelos, unos de ellos no llega a alcanzar los dos centímetros de espesor y puede ser introducido entre las hojas de los libros. Pueden adquirirse en cualquier establecimiento de productos fotográficos. La hoja de luz puede ser de luz blanca o de fibra óptica. Es, sin duda alguna, el método más válido para realizar calcos en libros que tengan la filigrana en la zona del lomo, zona del cosido de los cuadernillos, y, en general, en libros con una encuadernación que dificulte los otros métodos, pues su grosor es poco más de un milímetro, pero el gran inconveniente es su precio. Por otra parte, la intensidad de la luz y la facilidad en el trabajo hacen a la mesa negatoscopio la más idónea cuando se trata de una hoja suelta en mal estado de conservación o con una filigrana poco nítida; se sitúa económicamente entre los dos sistemas referidos.

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2. Sobre la superficie iluminada se coloca la hoja que contiene la filigrana y, sobre ella, una lámina protectora transparente. Las mejores son las de tereftalato de polietileno, comercializadas con el nombre de mylar o melinex; permiten una excelente transparencia y filtran las radiaciones ultravioletas, se pueden adquirir en cualquier casa de productos de restauración. También vale una hoja dura de polietileno de las que se utilizan para hacer las encuadernaciones de gusanillo, frecuentemente realizadas en las multicopistas. 3. Sobre esta hoja protectora se coloca un papel transparente. El mejor es el papel vegetal plotter que emplean los arquitectos para los planos: ofrece una transparencia y una resistencia inmejorables, también se vende tamaño din A-4 con un gramaje entre 70 y 90 g/m2; el papel seda tan utilizado antaño tiene el inconveniente de ser muy poco resistente y más opaco.

Reproducción por calco

4.  En la hoja de papel vegetal, se dibuja la filigrana, el o los corondeles portadores (si lo hay) y los corondeles izquierdo y derecho más próximos a la filigrana; sobre el izquierdo, a la cabeza de la filigrana, trazamos entre 10 y 15 puntizones. El trazo de la filigrana y de la verjura se hará con un lapicero de grafito blando y fino (2B/0,3-0,5 mm); son muy prácticos los portaminas, que permiten disponer de una punta adaptable para hacer el trazado de la verjura con el apoyo de una regla. Si la filigrana o la verjura se vieran mal, se puede utilizar una lupa binocular de 3,5 aumentos e incluso una lupa cuenta hilos para distinguir el espaciado de los puntizones.

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5. Finalmente, se repasa el dibujo con una pluma de tinta capilar tipo Rotring. Para la verjura se puede emplear uno con una punta de 0,3 mm y, para la filigrana, otro de 0,4-0,6 mm. Aunque el grosor utilizado para el dibujo de la verjura no se ajuste al que realmente tiene en la hoja, es preferible que la filigrana resalte evitando las interferencias ópticas entre la verjura y la filigrana.

Reproducción por contacto

Reproducción por frotado También es una forma sencilla, económica y rápida de conseguir la filigrana y la única aplicable cuando está en una hoja adherida como la guarda fija de una encuadernación (guarda pegada a la tapa del libro). El inconveniente es que si la filigrana es poco nítida o la hoja que la contiene permanece adherida a las tapas por la cara que estuvo en contacto con la forma, la reproducción será muy deficiente. No se puede utilizar en papeles en mal estado de conservación o que sean soporte de técnicas pulverulentas. Ha de tenerse en cuenta que reproduce la silueta de la filigrana y la verjura con un grosor algo superior al real y que acentúa las puntadas, los nudos u otro tipo de deformaciones del alambre. 1. Situamos el documento sobre una superficie dura (si está iluminada veremos muy bien la ubicación de la filigrana); si es una guarda adherida a la tapa de un libro, esta hará de soporte.

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9. La filigrana

Reproducción por frotado

2. Colocamos encima una hoja de papel vegetal fino o de papel de «seda». 3. Con un lapicero blando, rayamos de izquierda a derecha la superficie para obtener el dibujo. Los lapiceros de grafito puro empleados para dibujo al carboncillo son los mejores. 4.  Por último, fijaremos con un spray la imagen; se emplearán los fijativos para carboncillo, pasteles, etcétera, compuestos por un acrilato-paraloid.

Fotografiado por transparencia Este método se usa como complemento de los anteriores, ya que ofrece detalles que se pierden en la copia por calco o por frotado. Es el idóneo cuando el papel tiene dibujos pulverulentos, como los realizados con pastel, o está en mal estado de conservación. El inconveniente puede ser que el positivado de la película debe hacerse de forma manual para lograr una escala 1:1, de lo que resulta que su coste sea tres veces superior al de una fotografía normal en color. 1.  Pondremos la hoja con la filigrana sobre una superficie luminosa. 2. Sobre esta hoja, colocamos una regla milimetrada, transparente, con los números y las rayas intensamente marcados, paralela a los corondeles, de

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Reproducción por fotografía

Fotografía por transparencia

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Fotografía por contacto

modo que permita medir el espaciado de los puntizones y entre dos y cuatro centímetros de distancia del corondel izquierdo más próximo a la filigrana. Sobre esta regla podemos poner la signatura de la hoja. 3. La cámara fotográfica tendrá un objetivo para macro y estará sobre un trípode o un soporte fijo a la mesa de luz. La película en b/n de sensibilidad (iso 100) o de alta sensibilidad para papeles de gran gramaje (iso 400) da muy buen resultado. El revelado será normal y se ha de realizar a escala 1:1.

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Fotografiado por contacto Este es un método muy utilizado en fotografía para positivar negativos a su tamaño original. Consiste en situar la hoja que contiene la filigrana entre una fuente luminosa y un papel fotográfico convencional en una prensa de contacto de las empleadas en fotografía; este método solo puede ser utilizado para hojas sueltas y sobre las que se pueda ejercer una presión considerable; cuanto más gramaje tenga la hoja, menor será la calidad de la reproducción obtenida. La fuente de luz más cómoda de emplear es la de una ampliadora de fotografía, pues con su diafragma se ajustan los tiempos de exposición (la iluminación necesaria está relacionada con el espesor de la hoja de papel); como papel fotográfico vale cualquiera de los existentes en el comercio; el proceso de revelado es el mismo que utilizan los fotógrafos.

Fotografía digital El sistema para la reproducción es el mismo que para la fotografía por transparencia. La cámara que mejores resultados da es una cámara réflex digital con un objetivo macro montada sobre un soporte fijo o un trípode. Las imágenes se pueden hacer en formato jpg con alta resolución y comprimirlas si se desean colocar en una web. La obtención de la imagen no necesita revelado y tiene la gran ventaja de poder ser trabajada con un programa de imágenes, como el PhotoShop. El coste del equipo es superior al de la cámara convencional y además de la cámara se necesita un ordenador, pero el precio de cada fotografía es inferior. Nuestra experiencia con este sistema es reciente, pero creemos que de los sistemas fotográficos es el que más ventajas ofrece.

Fotografía por uv-papel Dylux Se utiliza como fuente lumínica la luz ultravioleta y, como material sensible, la hoja Dylux. La hoja de papel con la filigrana se coloca sobre un papel fotosensible (Dylux) y se expone a la luz visible (410-500 nanómetros) unos cinco minutos. Después (no inmediatamente tras la exposición), el papel

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Fotografía digital (papel del siglo xviii que representa el escudo de Gerona; las rayas verticales que atraviesan el dibujo son pertenecientes al documento original y están realizadas a tinta)

fotosensible se expone a la radiación uv (200-400 nanómetros). Por razones prácticas, este orden puede ser invertido. La fuente uv es un aparato uv (portátil estándar) (Geravell, 1975).

Técnica de fosforescencia Esta técnica consiste en que una placa fosforescente es activada por la radiación uv; después, la hoja de papel con la filigrana se coloca sobre esta

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placa y se irradia con radiaciones uv e ir. La placa se pone en contacto con una película pancromática de b/n, de las tantas que hay en el comercio, y se revela siguiendo el procedimiento habitual. Los métodos radiográficos se basan en tener una placa emisora de rayos (rayos X, partículas beta o electrones), la hoja con el dibujo de la filigrana y una emulsión fotográfica (en la que queda la imagen virtual dejada por los rayos).

Los rayos X Debido a la dificultad técnica de ajustar la intensidad y la energía de los rayos X para cada tipo de papel de acuerdo con su espesor y su textura, son preferibles los sistemas que utilizan la atenuación de electrones: betagrafía y electrografía, sistemas con los que, además, se logra una buena calidad de la imagen reproducida (Campos, 1995).

Betagrafía El registro de la filigrana se obtiene situando el papel entre una fuente plana y homogénea emisora de radiaciones beta y la correspondiente placa. Para la obtención de la imagen se necesita un tiempo entre 2,2 y 8 horas. Proporciona imágenes de alta calidad, altamente contrastadas. Es un método experimentado en los años cuarenta en los Estados Unidos, pero la primera imagen de filigranas reproducidas por este sistema no se publicó hasta 1960, por D. P. Erastov (imagen 9, página IV del cuadernillo central).

La electrografía o electrorradiografía Es una radiografía por electrones, se usan los electrones secundarios producidos por la incidencia de un haz de rayos X sobre una hoja metálica. Este sistema ofrece muy buenas reproducciones de las filigranas, pero su instalación es más costosa que los anteriores, relativamente voluminosa y se han de respetar ciertas normas de seguridad, aunque bien utilizado no entra-

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ña peligro alguno. La obtención de la imagen necesita un tiempo medio de unos dos minutos. Procedimiento: en un cuarto oscuro, como los utilizados para revelar fotografías, se selecciona del libro la hoja de papel que contiene la filigrana, se coloca encima de esta hoja una lámina de plomo de pequeño espesor y debajo una película sensible, y el conjunto se envuelve con un plástico negro para que la película no entre en contacto con la luz solar. Según indican Tomás Antelo Sánchez y Araceli Gabaldón, el papel ha de estar en íntimo contacto, por un lado, con la lámina de plomo y, por otro, con la película, pues los electrones secundarios emitidos por el plomo son muy poco energéticos; una pequeña masa de aire produciría una gran atenuación­, así como fenómenos de dispersión­, de ahí la necesidad de utilizar película radiográfica monocapa, ya que la segunda emulsión de bicapa interferiría en la imagen resultante. El libro se irradia con una fuente de rayos Röntgen a intensidad variable (entre 200 y 250 kV). La irradiación incidente sobre la placa de plomo emite los electrones, que pasan a través del papel. Los electrones se absorben de distinta forma según la densidad y la estructura del papel; la absorción diferenciada se registra en la película sensible colocada debajo del papel. Esta película, tras ser procesada por un fotógrafo, da la imagen de la filigrana (imagen 10, página IV del cuadernillo central). Es un método desarrollado hace unos 20 años por Schnitger, Ziesche y Mundry en Berlín. En la Haya, el Koninklijke Bibliotheek lo ha adoptado en cooperación con el Röntgen Technische Dienst (rtd) de Róterdam. Han sido capaces de hacer en cuatro horas entre 250 y 300 negativos de filigranas de 40 incunables ().

Escaneado Este método aparece en la última década del siglo xx, tiene la ventaja de que los datos se pueden almacenar en un espacio muy reducido y que la base de datos introducida en Internet se puede consultar de forma rápida desde cualquier punto geográfico. En este sentido, ofrece las mismas ventajas que la fotografía digital. La obtención de la filigrana y su almacenamiento supone la aplicación de unas técnicas de escaneado y el empleo de programas informáticos específicos. El equipo tiene un coste considerablemente supe-

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rior a las técnicas manuales o las fotográficas, y la consulta de los datos se ha de hacer a través de un ordenador. Por otra parte, la idea de lograr informatizar todos los repertorios de filigranas que existen en el mundo lo convierte en uno de los sistemas necesarios para hacer accesibles a través de Internet todas las filigranas, ya que las que no están reproducidas por un sistema digital han de ser escaneadas si se quiere obtener una imagen digitalizada.

Método Backlight En este procedimiento se obtiene la filigrana por contraluz; el papel que contiene la imagen de la filigrana es iluminado y, por transparencia, se puede hacer visible exclusivamente la estructura del papel. Es un sistema muy apropiado para sacar filigranas de hojas de papel con dibujos o grabados.6 Es un sistema cómodo y fácil de transportar. Fue aplicado para obtener filigranas en los años noventa del siglo pasado y es uno de los métodos que prometen tener grandes posibilidades en un futuro. De todos los métodos comentados, las actuales investigaciones revelan que los métodos que permiten obtener la mejor información son la betagrafía y la electrografía; sin embargo, no es aplicable a todos los casos: no vale para los dibujos doblados ni para los papeles con alto gramaje, y, por ahora, solo es accesible a grandes centros como el iphe (Instituto del Patrimonio Histórico Español). Así pues, de los métodos detallados, la reproducción por calco, la fotografía por transparencia y la fotografía digital son métodos idóneos y de coste muy accesible;7 la copia por frotado da buenos resultados en papeles en que la filigrana sea nítida y se podrá aplicar sustituyendo o complementando los anteriores. Tanto el método Back­ light como el escaneado en un futuro próximo pueden llegar a ser las soluciones más generalizadas.

6  Un ejemplo de los resultados obtenidos con este sistema los ofrecen M. van Delt y G. Dietz (2007: 30). 7  Sobre el tiempo y los costes de algunos de estos métodos, véase Digitization costs [Viena]: The Bernstein Consortium [en línea], . [Consulta: 08/08/2008.]

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9.4. Ejemplo de ficha descriptiva Ficha n.º 1 1. Datos de la filigrana: 1.1. Filigrana: R-1.407. 1.2. Descripción: Serpiente coronada tortillante, con la boca abierta, la lengua extendida y el cuerpo dividido en franjas. 1.3. Características: Altura: 64 mm. Anchura: 20 mm. Distancia al bajo de la hoja: 119 mm; al alto: 124 mm. 1.4. Distancia al corondel izquierdo: 5 mm; al derecho: 5 mm. N.º de corondeles a la izquierda de la filigrana: 4. 2. Datos de la hoja y de la forma: 2.1. Folios: 5v-4r. 2.2. Cortados los bordes. 2.3. Corondeles de apoyo. 2.4. Papel verjurado. 2.5. N.º corondeles: 16. N.º puntizones en 20 mm: 20. 2.6. Dimensiones: 307 × 432 mm. 3. Datos documentales: 3.1. Data y lugar de producción: 1550, Sahagún. 3.3. Entidad en la que se custodia: amo.8 3.4. Signatura: Donaciones, Confirmaciones y Privilegios C-18-12, ff. 4-5. 4. Otros documentos en los que encontramos esta filigrana: — años 1512-1518, Valladolid. Bofarull (1959) fil. 579. Filigrana convergente; — año 1548, s. l. Basanta (1996) fil. 672. Filigrana convergente; — año 1548, Lugo. Basanta (1996) fil. 91. Filigrana aparente; — año 1550, Valladolid. Briquet (1991) fil. 13.766. Filigrana aparente; — año 1550, Oviedo. amo. C-18-12, ff. 3-6. Filigrana idéntica; 8 

amo: Archivo Municipal de Oviedo.

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— año 1550, Santiago. Basanta (1996) fil. 306. Filigrana aparente; — año 1553, Santiago. Basanta (1996) fil. 243. Filigrana convergente; — año 1553, Valladolid. Bofarull (1959) fil. 585. Filigrana aparente; — año 1566, Malines, Bélgica. Briquet (1991) fil. 13.799. Filigrana convergente. 6. Referencias bibliográficas: Basanta (1996), tomo i: pp. 169, 198, 280, 312, 433 y 439, fil. 243, 306 y 91. Tomo ii: pp. 424 y 453, fil. 672. Díaz Miranda y Herrero (2003), p. 140, fil. 2. Bofarull (1959), p. 31, fil. 579 y 585. Briquet (1991), pp. 676-683, fil. 13.762, 13.766-13.767, 13.770 y 13.799.

Ficha n.º 1

Ficha n.º 2 1. Datos de la filigrana: 1.1. Filigrana: R-1.071. 1.2. Descripción: f de oliva bajo un cañón con munición. 1.3. Características: Altura: 56 mm. Anchura: 79 mm. Distancia al bajo de la hoja: 122 mm; al alto: 119 mm. 1.4. Distancia al borde izquierdo: 154 mm; al derecho: 64 mm.

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9. La filigrana

2. Datos de la hoja y de la forma: 2.1. Folios: 666r-667v. 2.2. Cortados los bordes. 2.4. Papel vitela. 2.6. Dimensiones: 297 × 410 mm. 3. Datos documentales: 3.1. Data y lugar de producción: 1825, Oviedo. 3.3. Entidad en la que se custodia: amo. 3.4. Signatura: Reales Órdenes E-5, ff. 666-667. 4. Otros documentos en los que encontramos esta filigrana: — año 1825, Oviedo. E-5 ff. 620-621; — año 1825, Oviedo. E-5 ff. 686-687. 5. Datos sobre el fabricante: Josep y Manuel Oliva. Localidad: Rojals (Tarragona). 6. Referencias bibliográficas: Díaz Miranda y Herrero (2001), pp. 249-250 y fil. 18c. Gayoso (1994), tomo i, p. 176. Hidalgo (1986), p. 745. Madurell (1972), pp. 56, 265278 y 725. Valls (1970), pp. 242 y 295.

Ficha n.º 2

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el papel en los archivos

Ficha n.º 3 1. Datos de la filigrana: 1.1. Filigrana: R-1.142. 1.2. Descripción: Filigrana doble: Filigrana izquierda: carne. Filigrana derecha: campanario, con campana y cruz lobulada, partiendo las letras miq/uel. 1.3. Características: Filigrana izquierda: Altura: 9 mm. Anchura: 35 mm. Distancia al bajo de la hoja: 146 mm; al alto: 138 mm. Distancia al corondel izquierdo: 18 mm; al derecho: 16 mm. N.º de corondeles a la izquierda de la filigrana: 3. Filigrana derecha: Altura: 50 mm. Anchura: 76 mm. Distancia al bajo de la hoja: 127 mm; al alto: 116 mm. Distancia al corondel izquierdo: 18 mm; al derecho: 18 mm. N.º de corondeles a la izquierda de la filigrana: 11. 2. Datos de la hoja y de la forma: 2.1. Folios: 96v-99r. 2.2. Cortados los bordes. 2.3. Sin corondeles de apoyo. 2.4. Papel verjurado. 2.5. N.º de corondeles: 18. N.º de puntizones en 20 mm: 19. 2.6. Dimensiones: 293 × 404 mm. 3. Datos documentales: 3.1. Data y lugar de producción: 1803, Oviedo. 3.3. Entidad en la que se custodia: amo. 3.4. Signatura: Reales Órdenes E-4, ff. 96-99. 4. Otros documentos en los que encontramos esta filigrana: — año 1801, Capellades. Valls (1970) fil. 190; — año 1803, Oviedo. Papel sellado. amo. Reales Órdenes E-4; — año 1809, Manresa. Valls (1970) fil. 599; — año 1813, s. l. Hidalgo (1986) fil. 109; — año 1816, Capellades. Valls (1970) fil. 600.

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9. La filigrana

5. Datos sobre el fabricante: Miquel Carné. Localidad: Sant Pere de Riudebitlles o Sant Quintí de Mediona (Barcelona). 6. Referencias bibliográficas: Bofarull (1900), p. v. Hidalgo (1986), p. 708, fil. 109. Madurell (1972), pp. 56, 265-278 y 725. Sánchez Real (1973), pp. 1144-1147. Valls (1970), pp. 176, 181 y 154-255, fil. 190 y 599-600.

Ficha n.º 3

10. Apéndices

10.1. Características técnicas Según el uso al que vaya dirigido, el papel necesita unas características técnicas específicas. Para ello se miden las cualidades del papel. Las más comunes son:

Ascensión capilar Altura en milímetros que alcanza el agua en una muestra parcialmente sumergida. La norma une 57-003-78 (i) especifica que es la altura a la que se eleva un líquido en una probeta de papel o cartón en las condiciones normalizadas de ensayo.

Blancura El grado de blancura es el grado en el que el papel refleja la luz. Al decir que un papel es blanco, nos referimos a que refleja toda la luz que llega a su superficie, pero siempre será una cuestión subjetiva que dependerá de la sensibilidad del ojo. Para que un papel pueda ser considerado blanco, es necesario que refleje al menos el 50 % de la luz incidente uniformemente en todo el espectro visible. Un blanco perfecto debería tener una reflectancia del 100 % en todas las longitudes de onda de la luz visible, pero no existe el blanco perfecto.  El grado de blanqueo vendrá dado por los procesos a los que es sometido el papel durante su fabricación; el blanqueo al sulfito lleva al papel hasta un

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el papel en los archivos

valor de 92 % de blancura. Sin embargo, no siempre un alto grado de blanqueo es aconsejable, ya que un papel demasiado blanco cansa la vista al lector. Una medida de blancura ideal para su lectura está entre un 80 y un 86 %. Los métodos para la medición del grado de blancura vienen dados por las normas une 57061:2002 «Pastas. Preparación de hojas de laboratorio para la medida del factor de reflectancia difusa en el azul (blancura iso/ une)» y 57062:2003 «Pastas, papel y cartón. Medición del factor de reflectancia difusa en el azul (blancura iso/une)».

Brillo El brillo es la capacidad del papel de reflejar la luz a cierta longitud de onda estándar. El índice de brillo en las fichas técnicas indica el porcentaje de luz reflejada con una proyección de luz en un ángulo definido; cuanto mayor sea el brillo, mayor será la reflexión de la luz. El brillo, al igual que la blancura, influye en la apariencia de los impresos: al imprimir en papeles brillantes, se pueden obtener negros más profundos y colores más saturados. Igualmente influye en la atracción de la vista hacia las páginas más brillantes, aunque, en libros y textos, una hoja excesivamente brillante cansa la vista y puede ocasionar dolores de cabeza. Las normas une de medición del brillo son las normas une-en 14086:2003 «Papel y cartón. Medición del brillo especular. Brillo a 45º con un haz paralelo, método din», une-en iso 8254-1:2003 «Papel y cartón. Medición del brillo especular. Parte 1: Brillo a 75º con un haz convergente, método tappi (iso 8254-1:1999)» y une-en iso 82542:2003 «Papel y cartón. Medición del brillo especular. Parte 2: Brillo a 75º con un haz paralelo, método din (iso 8254-2:2003)».

Cohesión Es la fuerza de unión que existe entre las fibras superficiales y el resto de la hoja de papel o entre esta y los materiales constitutivos de cualquier recubrimiento aplicado. De la cohesión depende la resistencia que la superficie del papel opone a ser levantada o arrancada por una fuerza de tensión que tire de ella perpendicularmente («dirección z» o tercera dimensión del papel), como la tinta al ser impresa. Tiene gran importancia en los papeles para

10. Apéndices

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impresión para evitar que las fibras se arranquen al separar la placa de impresión, sobre todo en la impresión multicolor, donde el papel tendrá contacto con la tinta en varias ocasiones en la misma área. En general, el lado fieltro del papel tiene menor resistencia de la superficie que el lado tela. Las fibras largas presentan mayor cohesión que las cortas al ser mayor el número de uniones entre ellas. También el encolado aumenta la resistencia al actuar como un adhesivo entre fibras.

Densidad La norma europea une-en iso 534:2005 «Papel y cartón. Determinación del espesor, densidad y volumen específico» define la densidad aparente como la masa por unidad de volumen, expresada en gramos por centímetro cúbico. Esta densidad aparente puede ser «densidad aparente de la hoja», si es calculada a partir de una sola hoja, o «densidad aparente del paquete de hojas», si es calculada a partir del espesor aparente del paquete de hojas.

Dirección de las fibras La dirección de fibra del papel es la orientación que toman mayoritariamente las fibras al fabricarse el papel, orientación que es la de la dirección de la banda (o, lo que es lo mismo, dirección longitudinal, de máquina, del movimiento o de fabricación). Para averiguar cuál es la dirección de fibra de cualquier papel, un dato que hay que observar es que, cuando se rasga el papel, si el desgarro es relativamente limpio y recto, se ha rasgado en dirección de la fibra, mientras que, si el desgarro corre de una manera diagonal y dentada, se ha rasgado cruzando la dirección del movimiento. La dirección de fibra del papel tiene gran importan­cia, entre otras cuestiones, para determinadas técnicas de impresión (por la dificultad para arquearse) y para el momento del plegado del papel (presenta un aspecto agrietado si se quiebran las fibras al plegarse transversalmente a la dirección de fibra). Por esta causa, el fabricante facilita la dirección de fibra del papel suministrado y, así, 297 × 210 mm signi­fica que el lado opuesto a la dirección de fibra viene dado por los 297 mm. En cambio, si la indicación fuera 210 × 297 mm, el significado sería que el lado opuesto a la dirección de fibra es el de 210 mm.

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el papel en los archivos

Dirección de las fibras

Dobles pliegues Cantidad de dobleces que soporta una muestra hasta su rotura.

Espesor Es la distancia que media entre una y otra cara de una hoja de papel. La norma europea une-en iso 534:2005 diferencia también entre «espesor de una sola hoja»: distancia entre las dos caras de un papel o un cartón, medida bajo una carga estática aplicada, utilizando un método de ensayo normalizado, y «espesor aparente del paquete de hojas»: espesor de una sola hoja de papel, calculado a partir del espesor de varias hojas superpuestas que forman un paquete de hojas y medido bajo una carga estática aplicada utilizando un método de ensayo normalizado. Su valor se expresa en micrómetros y se mide con aparatos llamados micrómetros o espesímetros. El espesor, también llamado calibre, depende de su composición fibrosa y de los tratamientos aplicados, por lo que, aunque dos papeles tengan el mismo gramaje, su espesor no será necesariamente el mismo. El espesor afecta a la rigidez, la

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10. Apéndices

Espesímetro manual

compresibilidad, la porosidad, la absorción, etcétera, de la hoja. El espesor tiene especial importancia, bien por posibles dificultades en la impresión (manejo del papel en algunas máquinas, diferencia en la intensidad de impresión de las tintas) o bien por las necesidades de uso final (papeles y cartulinas para envases). En los papeles de tina, elaborados manualmente, se presentan grandes variaciones de espesor, por ello es aconsejable realizar varias tomas en distintas zonas: en la parte superior, en el centro, en la parte inferior y en los bordes, y dejar constancia del mínimo valor, del valor moda y del máximo valor.

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el papel en los archivos

Estabilidad dimensional Diferencia en milímetros entre una muestra seca y la misma muestra una vez se ha sumergido en agua. Cuando el papel se expone a varia­ciones de humedad se producen cambios de forma asimétrica, lo que tiene gran importancia en técnicas de impresión, como el offset húmedo; un papel con una buena estabi­lidad dimensional reduce el riesgo de fallos de registro (superposición exacta de dos planchas distintas en un proceso de impresión).

Formato En relación al tamaño final del papel, una vez preparado para su uso, en el papel a mano la hoja salida de la forma se denominaba pliego, que se doblaba y plegaba, de ahí el nombre, y se obtenían cuatro páginas de tamaño folio. Si de nuevo se plegaba, se obtenían ocho páginas con formato cuartilla. Si una cuartilla se plegaba, se obtenía el formato de octavilla o en octavo. Las dimensiones del pliego variaban según la forma en que se fabricaran e, incluso, según nos advierte Briquet, papeles de tina realizados con la misma forma pueden presentar diferencias de medida de entre 20 y 30 mm, pues, en las labores de secado y encolado, el papel varía sus dimensiones según las condiciones atmosféricas y el refino de la pasta. En la manufactura del papel árabe, llegaron a utilizar formas de 1099 × 733 mm, y suele ser frecuente, en los primeros años, su uso en forma de rollo, al estilo del papiro egipcio, uniendo distintas hojas entre sí, forma de uso que persiste a lo largo del tiempo; así, en el Archivo Municipal de Oviedo, se conserva un documento de 1494 formado por hojas de 155 × 455 mm, que se unen por medio de tiras de papel y dan lugar a una tira de 3.333 × 155 mm. Hay que señalar que, mientras en las descripciones de documentos, según las normas archivísticas y las reglas de catalogación de bibliotecas, el formato se indica en milímetros, primero la altura y luego la anchura, cuando hablamos de formatos (bien en abstracto, bien normalizados) de papel actual, la primera cifra indica siempre el lado opuesto a la dirección de fibra, siendo la dirección de fibra del papel la orientación que toman mayoritariamente las fibras al fabricarse el papel, orientación que es la de la dirección de la banda (o, lo que es lo mismo, dirección de máquina, del movimiento o de fabricación).

10. Apéndices

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No se establece hasta muy tardíamente una normalización de las medidas, aunque hubo numerosos intentos de regularización por parte de las distintas autoridades (Cancillería real, juntas de comercio, autoridades locales, etcétera) y, así, las dimensiones han variado mucho según las épocas. En Italia, una inscripción en mármol encontrada en una imprenta de Bolonia nos da una medida exacta de las formas del papel establecidas en la Comuna: — imperial: 500 × 740 mm; — real: 445 × 615 mm; — mediano: 345 × 515 mm; — pequeño: 315 × 450 mm. Aunque esta inscripción no está datada, la forma de las letras, el estilo y la ortografía se corresponden con el final del siglo xiv. Sin embargo, la tónica general es la gran variedad de formatos que se utilizan. En 1697, en Auvernia se fabricaban 36 tipos de papel que iban desde el gran mundo (830 × 1148 mm) hasta la campana (317 × 428 mm). Estos tipos de papel, aunque se suponía que iban identificados por la filigrana correspondiente, presentaban grandes variaciones de un sitio a otro; así, Gaudriault nos señala la filigrana de la flor de lis como citada cuatro veces en 1739 con distintas medidas según la región. Para la fabricación de grandes formatos, algunos papeleros se ayudaban de unos artilugios que pendían de una polea, tal como indica el jesuita Jean Imberdis, en el año 1693, cuando se refiere al papelero francés Benoît-Colombier, especialista en fabricar papeles de gran formato, de hecho, dio el nombre a un tipo de estos papeles: el gran palomar. La forma era fijada en sus cuatro ángulos a unas cuerdas que la permitían mantenerse suspendida gracias a unas poleas que facilitaban el desgote por medio de un balanceo uniforme. El papel español se caracteriza por la falta de un formato determinado. Ha sido una de las industrias más anárquicas en este aspecto. En España, el documento más antiguo que conocemos en papel es el Breviario y misal mozárabe de Silos. Sus folios miden 195 × 147 mm por lo que el pliego es de 294 × 390 con bordes recortados, luego sería un pliego salido de una forma de unos 300 × 400 mm. Dentro del papel hispanoárabe, se pueden encontrar unas treinta variantes básicas; esta situación continuará con el papel de manufactura italiana hasta bien entrado el siglo xviii. Muestra de las dificulta-

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el papel en los archivos

des de mantener unos formatos son las reiteradas intervenciones del rey Pedro el Ceremonioso ante el incumplimiento de sus ordenanzas de 1338 sobre el formato, las medidas y los pesos del papel: en el año 1341, y después en el 1352, tuvo que volver a insistir en que se mantuviera la calidad del papel. Siglos después, la situación perdura y, así, la propia Junta General de Comercio emprende en el año 1760 diligencias para examinar muestras de papel de los molinos operativos en el territorio nacional. El dictamen sobre alguna partida no fue muy favorable; por ejemplo, la calificación que el 27 de agosto del 1765 remite a su secretario, Luis de Alvarado, a Barcelona, va acompañada de la siguiente indicación: «El papel no tiene aquella igualdad que se reconoce en el de Génova, procedido de no estar bien trabajado ni la goma bien repartida» (León, 1997: 259); la propia Junta de Barcelona, a fin de fomentar y proteger la calidad de sus molinos, acuerda dar a cada papelero una copia del escrito de Alvarado, la calificación de la Junta General y una serie de disposiciones para poner en marcha un proyecto de identificación de los papeles, por medio de las filigranas, y normalización de sus formatos; para esto último entregó a cada fabricante unas tablas de madera de nogal, con el escudo de la Real Junta, en las que iban grabadas las medidas que tenían que tener los papeles, pero, como comenta Valls, «estas tablas desaparecieron absolutamente todas, destruidas por los mismos papeleros, no quedaron por desgracia ni la tabla patrón que se guardaba en la Junta de Comercio». Unas medidas habituales serían: — pliego: 315 × 430 mm; — folio: 215 × 315 mm; — holandesa: 215 × 275 mm; — cuartilla: 157,5 × 215 mm; — octavilla: 107,5 × 157,5 mm. En la actualidad, en la mayor parte del mundo, los tamaños estándar de los formatos de papel se basan en los definidos en el año 1922 en la norma din 476 del Deutsches Institut für Normung (Instituto Alemán de Normalización), más conocido como din. Este estándar fue desarrollado por el ingeniero berlinés Walter Porstmann. Las medidas din están divididas en cinco series: A, B, C, D y E, y cada serie contiene varios tamaños numerados: 0, 1, 2, 3… La serie A, en concreto el din A0, es el formato referente y los demás formatos y series están calculados según este.

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10. Apéndices

Formatos

La norma alemana ha sido la base de su equivalente internacional iso 216 de la Organización Internacional para la Estandarización, que, a su vez, ha sido adoptada por la mayoría de los países; como fue la primera, se la llamó serie iso A, de ahí lo de din-A. En general, tan solo existen diferencias en las tolerancias permitidas. Formatos internacionales de papel (iso/din)

El formato de referencia de la serie A es el A0, cuya superficie mide 1 m2. La relación entre las longitudes de los lados vale 1 frente a la raíz cuadrada de 2 (1:√2), redondeando a milímetros enteros. En consecuencia, cada formato de una serie resulta de duplicar el lado menor del formato inmediatamente inferior o, lo que es lo mismo, de dividir por la mitad el lado mayor del formato inmediatamente superior. De esta forma, la relación entre las superficies de dos formatos consecutivos de una serie siempre vale 2 (la superficie del A0 es el doble de la del A1, la del A1 el doble de la del A2, etcétera). Las alturas y las anchuras y, por consiguiente, también las superficies de los formatos de la serie B son la media geométrica de los valores relativos al formato correspondiente y el inmediatamente superior de la serie A. Así, por

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el papel en los archivos

ejemplo, B0 = 1000 × 1414 mm2 resulta de multiplicar la raíz cuadrada de los formatos A0 (841 × 1189 mm2) y 2A0 (1189 × 1682 mm2) (1000 × 1414 = √(841·1189) × √(1189·1682) mm2). Los formatos de la serie B son siempre mayores que los de la serie A y los de la serie C se encuentran entre estos dos. Las medidas de la serie C son la media geométrica de los formatos de mismo número de las series A y B. Así, C0 = √(841·1000) × √(1189·1414) mm2 = 917 × 1297 mm2. Tabla de formatos (iso/din)

Se expresan en milímetros. Se toleran desviaciones en las medidas de ±1,5 mm para medidas de hasta 150 mm, de ±2 mm para medidas de hasta 600 mm y de ±3 mm para medidas superiores. 2A0 y 4A0 no existen en la norma iso, pero sí están definidas en las normas une, din y otras.

Series iso/din A÷E, medidas en mm

A-

B-

C-

D-

E-

4-0

1682 × 2378

2-0

1189 × 1682

0

841 × 1189

1000 × 1414

917 × 1297

1

594 × 841

700 × 1000

648 × 917

545 × 779

2

420 × 594

500 × 700

458 × 648

385 × 545

3

297 × 420

350 × 500

324 × 458

272 × 385

400 × 560

4

210 × 297

250 × 350

229 × 324

192 × 272

280 × 400

5

148 × 210

175 × 250

162 × 229

136 × 192

200 × 280

6

105 × 148

125 × 175

114 × 162

96 × 136

140 × 200

7

74 × 105

88 × 125

81 × 114

68 × 96

8

52 × 74

62 × 88

57 × 81

9

37 × 52

44 × 62

40 × 57

10

26 × 37

31 × 44

28 × 40

Paralelamente siguen existiendo, por ejemplo en los Estados Unidos y en Canadá, sistemas tradicionales. La carta (letter, usada en América) es 8,5 × 11 pulgadas (215,9 × 279,4 mm). La pulgada es una medida de longitud

10. Apéndices

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antropométrica que equivalía a la longitud de un pulgar. La pulgada ha sido sustituida en gran parte del mundo por unidades del si. Las equivalencias son 1 pulgada = 2,54 cm. Antiguamente, 1 pulgada, en el sistema castellano de Felipe II, equivalía a 2,321 cm, en Aragón, 2,14 cm y, en México, 2,327 cm. Igualmente, algunos fabricantes de papel crean otras normas fijadas bien por el tamaño del producto final que se quiere obtener, bien por el tamaño de las máquinas impresoras. Los tamaños más habituales son en Europa: 65 × 90, 70 × 100, 45 × 64, 43 × 61 y 32 × 45 cm.

Higroscopicidad La higroscopicidad es una propiedad física de algunos materiales que les hace intercambiar humedad con el aire que los rodea, en función de las condiciones higrométricas (humedad relativa y temperatura) del ambiente en que se encuentran. Las fibras celulósicas que constituyen el papel tienen tendencia a absorber el agua con facilidad. En estado natural, todo papel contiene siempre un cierto grado de humedad. Ello se debe a que su higroscopicidad lo lleva a absorber la humedad del aire que lo rodea hasta alcanzar un punto de equilibrio (el contenido de humedad de la atmósfera es tal que el material ni capta ni libera humedad al ambiente). Para que el papel tenga resistencia a la penetración de líquidos, se realiza el tratamiento denominado encolado, salvo en excepciones donde se requiere una alta higroscopicidad, por ejemplo papeles secantes, higiénico, servilletas, etcétera. La higroscopicidad se mide por la ascensión capilar (altura en milímetros que alcanza el agua en una muestra parcialmente sumergida) según la norma une 57044:1971 «Papel y cartón. Ascensión capilar del agua. Método Klemm».

Longitud de rotura Mide la cantidad de papel (en kilómetros) necesaria para romper una tira de papel por su propio peso.

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el papel en los archivos

Opacidad La opacidad es una característica del papel que define su capacidad de absorción de la luz y su resistencia a ser traspasado por ella. Un papel 100 % opaco no es transparente en absoluto. A mayor opacidad, menor transparencia del papel. Su finalidad es evitar las dificultades ocasionadas por la visión de lo que pueda estar escrito o impreso sobre la cara opuesta a la observada o sobre otra hoja o superficie ubicada debajo. Normalmente, la opacidad es la característica que se debe buscar en los papeles, ahora bien, en algunos casos, como en los papeles de dibujo, la cualidad deseada será una alta transparencia.

Peso-gramaje El peso se mide en gramos por unidad de superficie (g/m2). El peso en gramos por un metro cuadrado de papel (g/m2) se denomina gramaje o peso base. Por tanto, un papel de 80 gramos es un papel que pesa 80 gramos por metro cuadrado o, lo que es lo mismo, el peso de una hoja A0, de forma que un A4 de un papel de 80 g/m2 pesará 80 g divididos entre 16, es decir, 5 g. Antiguamente se medía por el peso de una resma, así, en 1603 la bala de papel blanco pesaba 11 libras por resma y la bala de papel d’estampa, nueve. En el citado proyecto de norma une pne 57003-3, se indica que el gramaje, al igual que el espesor, es la principal diferencia entre el papel y el cartón, siendo el resto de las características, así como su proceso de fabricación, similares.

pH Uno de los factores más determinantes de su degradación es la presencia de acidez en el papel. El pH (potencial hidrógeno) define el grado de acidez, alcalinidad o neutralidad química de un material. En el caso del papel, como la reacción de la fibra químicamente pura es en la práctica neutra, la acidez debe atribuirse a sustancias que durante la obtención o el tratamiento de la pasta pueden quedar en el papel.

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10. Apéndices

Peachímetro

Para medir la acidez del papel, las normas une determinan como indicadores los «Valores máximo y mínimo del pH de un extracto del papel en agua fría». Esta forma de medición obliga a la preparación de un extracto de la muestra, lo que resulta de cierta complejidad; sin embargo son muy asequibles y, por tanto, muy prácticos, la utilización de indicadores de pH o de un peachímetro de superficie.

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el papel en los archivos

Los indicadores de pH son ácidos o bases débiles cuya forma iónica posee color, que se modifica cuando cambia el pH. Diversas casas han comercializado unas tiras de papel que, según el color que adquieran al ponerlas en contacto con un determinado medio, nos indican su pH. El procedimiento que debe seguirse consiste en poner una o dos gotitas de agua destilada sobre el papel cuya acidez se quiere determinar y colocar sobre ella la tira indicadora durante unos segundos; después se levanta esta y se confronta su coloración con la escala de colores y pH que nos proporcionan con el envase del producto (imagen 11, página IV del cuadernillo central). El peachímetro es un instrumento compuesto por un electro de referencia y un electrodo de vidrio cuyo potencial depende de la disolución que se quiere medir. Una vez calibrado —primero a un pH próximo a 4 y seguidamente a un pH del orden de 7—, se pone sobre la superficie del papel cuyo pH deseamos saber una gota de agua destilada y, sobre ella, el electrodo; en la pantalla del peachímeto, en 15-30 segundos, veremos estabilizarse la lectura del pH correspondiente a la muestra estudiada.

Porosidad Una definición de la porosidad sería la relación entre el volumen del espacio ocupado por aire en un papel y su volumen total. El papel es un material altamente poroso: el contenido de aire en papeles comunes suele ser del 50 % y puede llegar hasta un 70 %. Este aire se encuentra en el papel, en tres formas: 1) poros reales, que son aberturas que atraviesan la hoja, 2) poros superficiales, que solo están conectados con una de sus superficies y 3) huecos, que contienen aire en el interior de la hoja.  Íntimamente relacionada con la porosidad se encuentra la «permeabilidad al aire», que se define como la capacidad del papel para permitir que un flujo de aire bajo presión lo atraviese. Es una propiedad relacionada con la estructura del papel que depende del número, el tamaño, la forma y la distribución de los poros en una hoja. La permeabilidad y la porosidad no tienen una relación constante entre ellas, papeles con la misma porosidad pueden tener distinta permeabilidad. Sin embargo, se utiliza la permeabilidad como una medida de la porosidad y, así, se especifica la porosidad que debe tener una hoja de papel (normalmente entre 100 y 200 ml/min) por la norma une 57066 «Determinación de la permeabilidad al aire».

10. Apéndices

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La porosidad es uno de los factores que determinan el grado de densidad, la resistencia y la apariencia, así como la absorción de tintas, barnices, ceras, gomas o adhesivos. Entre las operaciones que influyen especialmente, se encuentran: refinación, encolado, prensado y calandrado. Es evidente que un papel al ser recubierto reducirá considerablemente su porosidad, debido a que el recubrimiento de la superficie tapa los poros y a que sufre una compresión alta. En el caso de nuestros antiguos papeles hispanoárabes, la porosidad es muy elevada, al estar las fibras muy poco trabajadas e intentar corregirlo a base de un fuerte encolado con cola de almidón de trigo o de arroz. Según su uso final el papel será poroso (bolsas, sacos, absorbente, sanitarios, faciales, etcétera) o poco poroso como los aislantes, los apergaminados, etcétera.

Reserva alcalina Contenido mínimo en sustancias que neutralizan la acción del ácido.

Resistencia al desgarro Resistencia que ofrece el papel al desgarro, tanto en la dirección longitudinal como en la transversal.

Resistencia al estallido Resistencia que ofrece el papel a la rotura por presión en una de sus caras.

Resistencia a la oxidación Cantidad máxima de productos fácilmente oxidables, medida mediante el número kappa.

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el papel en los archivos

Rigidez Resistencia al plegado de una muestra de papel.

Volumen específico La relación entre el espesor y el gramaje de un papel se denomina volumen específico. La norma europea une-en iso 534:2005 diferencia también entre «volumen aparente específico de la hoja»: volumen por unidad de masa, expresado en centímetros cúbicos por gramo y calculado a partir del espesor de una sola hoja, y «volumen específico aparente del paquete de hojas»: volumen por unidad de masa, expresado en centímetros cúbicos por gramo y calculado a partir del espesor aparente del paquete de hojas. Un papel con un valor bajo es ligero, grueso y poroso, mientras que un papel con un valor ele­vado es fino, pesado y compacto.

10.2. Criterios de calidad Las características del papel nos indicarán la calidad de papel. Algunos de estos criterios son:

Composición del material Vendrá determinada por el tipo de pulpa que, como ya hemos visto, depende de la materia prima usada (trapos, vegetales, tipo de madera, etcétera), el porcentaje en que aparezca y su tratamiento (mecánico, químico, semiquímico).

Encoladura La encoladura del papel tiene como objetivos impedir la excesiva permeabilidad del pliego a la penetración de líquidos en él (agua, tinta de escribir y de imprimir, etcétera) y, a la vez, evitar la difusión de la tinta sobre su superficie. La encoladura del papel fija las fibras y las cargas.

10. Apéndices

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Hemos de considerar dos tipos de encolado del papel, el externo y el interno. El encolado externo es tan antiguo como el papel mismo, su finalidad es evitar que, al escribir, la tinta se expanda o penetre excesivamente en el papel. La cola se aplica una vez formada la hoja de papel y, en estado seco, con «brochas» o introduciendo grupos de hojas en una caldera con la cola. En el año 1807, Moritz Illig demostró que se podían conseguir los mismos efectos precipitando con alumbre el encolante de brea sobre las fibras de la pulpa, cuando aún se desfibran en la pila holandesa. En esta misma década el francés Robert inventó la máquina de papel continuo, y este nuevo sistema de encolado resultó muy apropiado para la fabricación mecánica del papel. Con el tiempo se han ido empleando nuevos tipos de encolantes y precipitantes. Actualmente, la encoladura puede ser practicada sobre la hoja de papel ya fabricada (encolado en masa) y también ser agregada a la pasta del papel durante su fabricación (encolado en superficie).

Superficie del papel (lisura, acabado, aspecto) Es el grado de acabado o perfección de la superficie del papel tomada desde la cara tela. El papel tiene una textura lisa o rugosa, según que las irregularidades de su superficie sean pequeñas o grandes. La textura superficial de la hoja de papel depende de otras propiedades del papel: su composición (las fibras cortas producen un papel más liso), los diferentes procedimientos mecánicos y los tratamientos químicos, ya sea en la máquina o fuera de ella. La aplicación de recubrimientos, el calandrado y el supercalandrado aumentan considerablemente la lisura del papel. Por tanto, será diferente la lisura de las dos caras del papel. Si se juzga la lisura por el tacto, influyen aspectos mecánicos; si se juzga por la vista, influyen en la evaluación los factores ópticos; en general, a un mayor brillo, corresponde una mayor lisura. En los tradicionales papeles de tina, hechos a mano, esta operación se hacía por medio del bruñidor o el mazo de satinar. La Lande nos dice que los papeles de menor peso los extendían sobre una gamuza o cordobán y les pasaban una piedra pulida, de pedernal o sílex, conocida como el bruñidor. De esta operación se encargaban las mujeres; cada operaria podía bruñir al día unas seis resmas de papel de la marca ordinaria. Los papeles más gruesos se satinaban por medio de un pesado mazo de hierro, que era accionado por la rueda hidráulica; esta operación estaba a cargo de un hombre. Aunque el

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rendimiento del mazo satinador era muy superior al realizado manualmente con el bruñidor (80 resmas al día), el acabado del papel hecho con el bruñidor era más fino. La lisura es un factor de valor estético en ciertos materiales y de gran importancia para algunos procesos y trabajos gráficos, como la reproducción de imágenes y el acabado del trabajo impreso. También determina el consumo de tinta en la impresión. Las normas que determinan la rugosidad o la lisura son las une 57080-1:1988, une 57080-2/1M:2002, une 570802:1988 y une 57080-4:2006.

10.3. Constituyentes químicos principales de las fibras vegetales papeleras La celulosa es el principal componente de las paredes celulares de los árboles y de otras plantas. Es una fibra vegetal que mirada al microscopio se asemeja a un cabello humano. Su longitud y su espesor varían según el tipo de árbol o planta. Las fibras de algodón, por ejemplo, tienen una longitud de 20-25 mm, las de pino 2-3 mm y las de eucalipto 0,6-0,8 mm. De igual manera, el contenido de celulosa varía según el tipo de árbol o planta de que se trate. Desde el punto de vista bioquímico, la celulosa (C6H10O5)n, con un valor mínimo de n = 200, es un polímero natural constituido por una larga cadena de carbohidratos polisacáridos en el que se alternan zonas ordenadas, cristalinas, con zonas desordenadas, amorfas. El grado de polimerización varía entre 3.000 y 10.000. La unidad monomérica a partir de la cual se construye la macromolécula de celulosa es la celobiosa, que es el resultado de la condensación de dos unidades de b-glucosa unidas a través de enlaces b-1,4-glucosídico. En la pared celular, las macromoléculas de celulosa se disponen paralelamente, con enlaces laterales intermoleculares por puentes de hidrógeno que las hacen muy resistentes e insolubles al agua. Las áreas cristalinas son más difíciles de penetrar por disolventes y reactivos químicos y presentan resistencia a la tracción, al alargamiento, rigidez y estabilidad dimensional. Las zonas amorfas son más accesibles y sensibles a las reacciones químicas y favorecen el hinchamiento, el alargamiento y la flexibilidad de las fibras. Estas características hacen que la celulosa tenga como propiedades su insolubilidad en agua, su carácter higroscópico y su fuerte afinidad por los solventes polares. Aunque la celulosa absorbe agua fácilmente y se hincha, este hinchamiento se limita únicamente a la parte amorfa de la fibra

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10. Apéndices

y no cambia su estructura cristalina. Solo las soluciones altamente polares pueden hinchar completamente la celulosa y conducir finalmente a su disolución, puesto que estos solventes son capaces de romper el retículo de enlaces de hidrógeno intermoleculares y penetrar seguidamente en las áreas cristalinas, siendo una causa de degradación de la celulosa junto con otras circunstancias. Y así, la degradación puede ser de diversos tipos: hidrolítica, oxidante, alcalina, térmica, microbiológica o mecánica.

Glucosa Celobiosa

Celulosa

La hemicelulosa es un heteropolisacárido formado por un conjunto heterogéneo de polisacáridos constituidos, a su vez, por monosacáridos unidos por enlaces b (1-4) que da lugar a una cadena lineal ramificada. Entre estos monosacáridos, aparte de la glucosa, destacan la galactosa, la xilosa, la arabinosa y la manosa. La hemicelulosa forma parte de las paredes de las diferentes células de los tejidos del vegetal, recubre la superficie de las fibras de celulosa actuando como matriz de soporte de las microfibrillas. Sus características fundamentales radican en ser polímeros ramificados con un grado de polimerización del orden de algunas centenas (150-200); son amorfas, aunque las que están íntimamente ligadas a la celulosa presentan una cierta orientación; son muy hidrofílicas y desempeñan un papel muy importante en

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las facultades de la fibra para absorber agua, por tanto, mejoran la flexibilidad de la fibra, facilitan el refinado, aumentan la capacidad de enlace de las fibras y todas las propiedades fisicomecánicas que dependen del área de enlace interfibrilar, pero son más fáciles de ser degradadas y disueltas que la celulosa. Respecto a la celulosa, podemos señalar que son polisacáridos más heterogéneos (constituidos por combinaciones de diferentes monosacáridos), ramificados, de menor grado de polimerización y amorfos. Para designar los carbohidratos totales contenidos en las fibras (celulosa + hemicelulosas), se utiliza el término holocelulosa. La molécula de lignina es una macromolécula, con un elevado peso molecular, que resulta de la unión de varios ácidos orgánicos y alcoholes fenilpropílicos (cumarílico, coniferílico y sinapílico) que se acoplan aleatoriamente y dan origen a una red tridimensional que constituye un polímero amorfo, heterogéneo y ramificado donde no existe ninguna unidad repetida definidamente. Poseen propiedades aglutinantes que conforman la consistencia fibrosa de las maderas (revistiendo las células del xilema), donde realizan la función mecánica de sostén. Su composición depende de muchos factores, entre ellos el método utilizado para aislarlas, la especie que se estudie, la edad, parte del árbol, condiciones ambientales en que creció el árbol, etcétera. Esta sustancia amorfa es localizada como componente de la lámina media y también en la pared secundaria. Durante el desarrollo de la célula, la lignina es incorporada como último componente de la pared celular, de modo que interpenetra las fibrillas y fortalece la pared celular. Participa en múltiples funciones que son esenciales para la vida de las plantas, por ejemplo, posee un importante papel en el transporte interno de agua, nutrientes y metabolitos. Además proporciona rigidez a la pared celular y actúa como puente de unión entre las células de la madera haciendo de la madera un material que es notablemente resisten­ te a los impactos, compresiones y flexiones. Los tejidos lignificados resisten mejor el ataque de los microorganismos e impiden la penetración de las enzimas destructivas en la pared celular. Su presencia en las pastas, al ser un material hidrofóbico, inhibe la absorción de agua y el hinchamiento de la fibra y dificulta el refinado. Reduce la capacidad de enlace de las fibras y la resistencia mecánica de las hojas de papel. Por otro lado, una cantidad razonable de lignina en las fibras puede ser buena para impartir mano, estabilidad dimensional y rigidez al papel, pero su alta capacidad de absorción de la luz ultravioleta, debida a la presencia de grupos cromóforos, hace que los papeles con un alto índice de lignina sean

10. Apéndices

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muy propensos a amarillear en contacto con la luz solar, como podemos comprobar cuando dejamos un periódico olvidado en la parte trasera del coche.

Fenolpropil Guayacol Siringo Las tres unidades básicas a partir de las cuales se construye la lignina

10.4. Listado de normas une relacionadas con el papel ea 0007:2002. Requisitos del sistema de seguimiento y agregación de los precios de papel recuperado. une 49400:1960. Papel y cartón para embalajes. Terminología. une 49401-10:1958. Características técnicas del papel de embalajes y métodos de ensayo. Investigación del cloro libre, cloruros, ácidos libres, azufre, sulfuros y sulfitos. une 49402:1973. Bolsas de papel para usos generales. Nomenclatura. une 49404:1974. Bolsas de papel, tipo sos, para café. une 49406:1973. Bolsas de papel, con asas tipo sos. une 49407:1973. Bolsas de papel, cilíndricas. une 49408-1:1975. Ensayos de los sacos de papel. Resistencia al agua de las pegaduras. une 49408-3:1974. Ensayo de los sacos de papel. Resistencia a la compresión. une 49408-5:1975. Ensayos de los sacos de papel. Resistencia a la tracción de las pegaduras longitudinales.

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une 49408-6:1975. Ensayos de los sacos de papel. Superposición de las hojas del saco. une 49411:1975. Bolsas de papel, tipo sos, para determinados productos alimenticios. une 49462-1:1972. Ensayos de cartón ondulado para embalajes. Determinación de la adherencia de los componentes. une 49462-2:1972. Ensayos del cartón ondulado para embalajes. Resistencia al agua del encolado. une 57003-1:1978. Terminología papelera. Definición de términos. une 57003-2:2005. Papel, cartón, pastas y términos relacionados. Vocabulario. Parte 2: Terminología de la fabricación de pasta. une 57006:1979. Papel. Diámetros interiores de los mandriles para bobinas de papel. une 57009:2001. Papel y cartón. Tolerancias de gramaje. une 57013:1982. Pastas. Determinación de los extractos solubles en agua. une 57015-2:1991. Pastas. Determinación de la masa comercial de un lote. Parte 2: Pastas embaladas en copos. une 57017:1994. Pastas. Refino en laboratorio. Método de la pila Valley. une 57018:1983. Pastas para papel. Determinación del índice de perman­ ganato. une 57021-1:2002. Pastas, papel y cartón. Determinación de la composición fibrosa. Parte 1: Método general. une 57021-2:1992. Pastas papel y cartón. Determinación de la composición fibrosa. Parte 2: Sistemas de teñidos de fibras. une 57021-3:1992. Pastas, papel y cartón. Determinación de la composición fibrosa. Parte 3: Teñido con el reactivo de Herzberg. une 57021-4:1992. Pastas, papel y cartón. Determinación de la composición fibrosa. Parte 4: Teñido con el reactivo C de Graff. une 57021-5:1992. Pastas, papel y cartón. Determinación de la composición fibrosa. Parte 5: Teñido con el reactivo de Lofton-Merritt. une 57024:1986. Pastas para papel. Refino en molino Lampen. une 57030:1994. Papel y cartón. Determinación de la resistencia a la rotura por tracción después de inmersión en agua. une 57031:1971. Pastas para papel y cartón. Preparación de extractos acuosos. une 57032:1991. Pastas, papel y cartón. Determinación del pH de extractos acuosos.

10. Apéndices

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une 57034:1991. Pastas. Determinación del número kappa. une 57036-1:1971. Terminología papelera. Vocablos y equivalencias inglésespañol. une 57037:1985. Terminología papelera. Vocablos y equivalencias francésespañol. une 57039-1:1992. Pastas. Determinación del índice de viscosidad límite de celulosa en disoluciones diluidas. Parte 1: Método de la cuprietilendiamina (ced). une 57039-2:1992. Pastas. Determinación del índice de viscosidad límite de celulosa en disoluciones diluidas. Parte 2: Método del complejo hierro (iii)-tartrato sódico (ewnn mod NaCI). une 57043:1974. Papel. Determinación de la dirección longitudinal. une 57044:1971. Papel y cartón. Ascensión capilar del agua. Método Klemm. une 57048:1971. Papel. Papel cartográfico para usos generales. une 57049:1992. Papel. Medida de la variación dimensional después de inmersión en agua. une 57050:2003. Papel, cartón y pastas. Determinación del residuo de ignición. une 57052:1992. Pastas. Determinación de la solubilidad en disoluciones de hidróxido sódico. une 57053:1992. Pastas. Determinación de la resistencia a disoluciones de hidróxido sódico. une 57054/1M:2002. Papel. Determinación de la resistencia al plegado. une 57054:1978. Papel. Determinación de la resistencia al plegado. une 57056:2002. Papel. Determinación de la cara tela y la cara fieltro. une 57057:2003. Papel, cartón y pasta. Determinación del contenido en cobre. une 57060:2003. Pastas, papel y cartón. Medición del factor de reflectancia difusa. une 57061:2002. Pastas. Preparación de hojas de laboratorio para la medida del factor de reflectancia difusa en el azul (blancura iso/une). une 57062:2003. Pastas, papel y cartón. Medición del factor de reflectancia difusa en el azul (blancura iso/une). une 57063:2003. Papel y cartón. Determinación de la opacidad sobre fondo papel (método de medida de la reflectancia difusa). une 57064:1985. Terminología papelera. Vocablos y equivalencias españolinglés-francés-alemán.

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une 57066-1:1986. Papel y cartón. Determinación de la permeabilidad al aire. Método general. une 57066-2:1986. Papel y cartón. Determinación de la permeabilidad al aire. Método Bendtsen. une 57066-3:2003. Papel y cartón. Determinación de la permeabilidad al aire. Parte 3: Método Gurley. une 57066-4:1987. Papel y cartón. Determinación de la permeabilidad al aire. Parte 4: Método Schopper. une 57069-1:1974. Terminología papelera. Vocablos y equivalencias alemán-español. une 57070-1:1986. Papel. Características de los papeles para caras componentes del cartón ondulado. Papeles kraft y test liner. une 57070-2:1986. Papel. Características de los papeles para caras componentes del cartón ondulado. Papeles biclase. une 57071:1974. Papel. Determinación de la resistencia a las grasas. Método de la trementina. une 57072:1979. Papel y cartón. Determinación de la resistencia al estallido en húmedo. une 57073:1974. Papel. Determinación de la absorción de agua de los papeles absorbentes. une 57075:1995. Papel y cartón. Determinación de la resistencia a la flexión. une 57076:1992. Cartón. Determinación de la resistencia a la perforación. une 57076:1995 erratum. Cartón. Determinación de la resistencia a la perforación. une 57077:1988. Papel. Especificaciones de los papeles sin estucar para impresión offset. une 57078:1974. Papel. Determinación del pH superficial de los papeles estucados. une 57080-1:1988. Papel y cartón. Determinación de la rugosidad o lisura. Parte 1: Método general. une 57080-2/1M:2002. Papel y cartón. Determinación de la rugosidad o lisura. Parte 2: Método Bendtsen. une 57080-2:1988. Papel y cartón. Determinación de la rugosidad o lisura. Parte 2: Método Bendtsen. une 57080-4:2006. Papel y cartón. Determinación de la rugosidad o lisura. Parte 4: Método Parker Print-surf.

10. Apéndices

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une 57083:1974. Papel. Cintas de papel, de uso en equipos de exploración electrónica. une 57084:1978. Cartón. Clasificación de los diferentes tipos de cartoncillo. une 57085:1974. Pastas para papel. Determinación del contenido en hierro. une 57086:1974. Pastas para papel. Determinación del contenido en pentosanos. une 57087:1974. Cartón. Determinación del gramaje de las distintas capas constituyentes del cartoncillo. une 57088:1974. Papel. Ensayo de arrancado con ceras. une 57089:1974. Pastas para papel. Determinación del grado de delignificación (índice micro-kappa). une 57092-1:2002. Papel y cartón. Envejecimiento acelerado. Parte 1: Tratamiento con calor seco a 105 ºC. une 57092-2:1991. Papel y cartón. Envejecimiento acelerado. Parte 2: Tratamiento con calor seco a 120 ºC 0 150 ºC. une 57092-4:2002. Papel y cartón. Envejecimiento acelerado. Parte 4: Tratamiento con calor húmedo a 80 ºC y 65 % de humedad relativa. une 57093:1990. Papel y cartón. Determinación de la lisura (método Bekk). une 57094:1978. Papel y cartón. Determinación del número de colonias de gérmenes (ng). une 57095:2003. Papel y cartón. Determinación de la resistencia a la abrasión (método Taber). une 57096:2001. Papel. Características de los soportes para papel pintado. une 57097-1:2002. Papel y cartón. Determinación de la higroexpansividad. Parte 1: Higroexpansividad a una humedad relativa máxima del 68 %. une 57097-2:1992. Papel y cartón. Determinación de la higroexpansividad. Parte 2: Higroexpansividad a una humedad relativa máxima del 86 %. une 57099:1978. Papel y cartón. Determinación del numero de colonias de micelios (nm). une 57100:1986. Pastas para papel. Determinación del contenido de lignina insoluble en ácido. une 57101:2006. Papel y cartón. Evaluación del potencial corrosivo. une 57103:1991. Cartón ondulado. Determinación del espesor. une 57107:1992. Cartón ondulado. Determinación del gramaje de los papeles componentes después de su separación. une 57112:2003. Papel y cartón. Determinación de la absorción de agua por inmersión.

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une 57115-1:2005. Pastas, papel y cartón. Determinación del contenido en calcio. Parte 1: Método de valoración con edta. une 57117:1984. Pastas. Determinación del índice de cloro. une 57118:1986. Pasta mecánica. Clasificación de fibras (método Mcnett). une 57119:1982. Papeles de impresión. Ensayo de penetración al aceite. une 57121:1983. Papel. Determinación del contenido de parafina. une 57122:1982. Papel y cartón. Determinación del contenido de cola. une 57123:1986. Papel. Especificaciones de los papeles en bobina para impresión en huecograbado. une 57124:1983. Pastas, papel y cartón. Determinación de la conductividad de extractos acuosos. une 57130-1:1988. Papel y cartón. Determinación de las características microbiológicas. Parte 1: Recuento total de bacterias. une 57134:1987. Papel y cartón. Preparación de muestras impresas patrón para ensayos ópticos. une 57139:1986. Papeles autoadhesivos. Resistencia al despegado. une 57140:1987. Papel estucado. Determinación de su aptitud al empleo como etiquetas de envases recuperables. une 57147:1988. Papel y cartón. Determinación de la resistencia a las grasas (método del aceite de palma). une 57150:2003. Papel. Determinación de los coeficientes de dispersión y de absorción de la luz, utilizando la teoría de Kubelka-Munk. une 57151:1990. Papel. Características técnicas de las bobinas sanitarias de papel tisú. une 57152-1:1990. Papel y cartón. Determinación de la resistencia al arrancamiento. Método de velocidad acelerada con el aparato igt. Parte 1: (Modelo eléctrico). une 57152-2:1990. Papel y cartón. Determinación de la resistencia al arrancamiento. Método de velocidad acelerada con el aparato igt. Parte 2: (Modelo de péndulo o resorte). une 57154:2004. Papel, cartón y pastas. Determinación de los sulfatos solubles en agua. une 57155:1990. Papel y cartón. Determinación de la resistencia a la flexión. Método de resonancia. une 57156:1991. Pastas. Determinación de cenizas insolubles en ácido. une 57162/1M:1997. Revestimientos decorativos en rollos. Especificación de revestimientos decorativos para decoración posterior.

10. Apéndices

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une 57162:1991. Revestimientos decorativos en rollos. Especificación de revestimientos decorativos para decoración posterior. une 57163-1/1M:2002. Mandriles de papel y cartón. Parte 1: Toma de muestras para ensayo. une 57163-1:1992. Mandriles de papel y cartón. Parte 1: Toma de muestras para ensayo. une 57163-2:1992. Mandriles de papel y cartón. Parte 2: Acondicionamiento de muestras. une 57163-3:2002. Mandriles de papel y cartón. Parte 3: Determinación del contenido en humedad por el método de la estufa. une 57163-4:1992. Mandriles de papel y cartón. Parte 4: Medición de las dimensiones. une 57163-5:1992. Mandriles de papel y cartón. Parte 5: Determinación de la resistencia al aplastamiento. une 57163-6:1994. Mandriles de papel y cartón. Parte 6: Concentricidad. une 57163-7:2004. Mandriles de papel y cartón. Parte 7: Determinación de la resistencia a la flexión mediante el método de los tres puntos. une 57164:1994. Papel. Características de los papeles para ondular componentes del cartón ondulado. une 57165:1994. Papel y cartón. Determinación de la resistencia a la penetración del agua. une 57170:2004. Papel y cartón. Resistencia a la compresión. Método de compresión en anillo. une 57174:1994. Papel y cartón. Determinación de la reserva alcalina. une-en 233:2000. Revestimientos decorativos en rollos. Especificación de los papeles pintados acabados y de los revestimientos decorativos vinílicos y plásticos. une-en 235:2002. Revestimientos decorativos. Vocabulario y símbolos. une-en 259-1:2002. Revestimientos decorativos en rollos. Revestimientos decorativos de uso intenso. Parte 1: Especificaciones. une-en 259-2:2002. Revestimientos decorativos en rollos. Revestimientos decorativos de uso intenso. Parte 2: Determinación de la resistencia al impacto. une-en 643:2002. Papel y cartón. Lista europea de calidades normalizadas de papel y cartón recuperado. une-en 644:1999. Papel. Formatos brutos. Designación y tolerancia para la serie principal y la serie complementaria. Expresión de la dirección de fabricación.

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une-en 645:1994. Papel y cartón para contacto alimentario. Preparación de un extracto en agua fría (versión oficial en 645:1993). une-en 645:1994 erratum:2005. Papel y cartón para contacto alimentario. Preparación de un extracto en agua fría. une-en 646:2006. Papel y cartón para contacto alimentario. Determinación de la solidez del color de papeles y cartones coloreados. une-en 647:1994. Papel y cartón para contacto alimentario. Preparación de un extracto en agua caliente (versión oficial en 647:1993). une-en 648:2007. Papel y cartón para contacto alimentario. Determinación de la solidez de papeles y cartones tratados con blanqueantes fluorescentes. une-en 770:1995. Sacos para el transporte de ayuda alimentaria. Sacos de papel. une-en 920:2001. Papel y cartón para contacto alimentario. Determinación del contenido en materia seca en un extracto acuoso. une-en 1104:2006. Papel y cartón para contacto alimentario. Determinación de la transferencia de compuestos antimicrobianos. une-en 1230-1:2002. Papel y cartón para contacto alimentario. Análisis sensorial. Parte 1: Olor. une-en 1230-2/AC:2003. Papel y cartón para contacto alimentario. Análisis sensorial. Parte 2: Sensación olfato-gustativa atípica. une-en 1230-2:2002. Papel y cartón para contacto alimentario. Análisis sensorial. Parte 2: Sensación olfato-gustativa atípica. une-en 1541:2002. Papel y cartón para contacto alimentario. Determinación del formaldehído en un extracto acuoso. une-en 12149:1998. Revestimientos decorativos en rollos. Determinación de la migración de metales pesados y otros elementos extraíbles del contenido en monómero de cloruro de vinilo y de la liberación de formal­ dehído. une-en 12281:2003. Papel de impresión y de oficina. Requisitos del papel para copias para procesos de reproducción por tóner seco. une-en 12283:2003. Papel de impresión y de oficina. Determinación de la adhesión del tóner. une-en 12497:2006. Papel y cartón. Papel y cartón para contacto alimentario. Determinación del mercurio en un extracto acuoso. une-en 12498:2006. Papel y cartón. Papel y cartón para contacto alimentario. Determinación del cadmio y el plomo en un extracto acuoso.

10. Apéndices

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Glosario

Apresto o encolado: parte del proceso de fabricación del papel en el que se le añaden sustancias como colas de origen vegetal o proteico para dar más solidez a la hoja, aumentar la resistencia a la penetración de la humedad y evitar el corrimiento de la tinta sobre el papel. Bacteria: microorganismo unicelular procarionte cuyo tamaño oscila generalmente entre 0,5 y 5 μm. Batán: máquina generalmente hidráulica compuesta de gruesos mazos de madera movidos por un eje para golpear y desmenuzar, en el caso de la fabricación del papel, los trapos para obtener la pulpa. Bruñido o satinado: parte del proceso de fabricación del papel donde se alisa y se le da un acabado apto para la escritura. Calandrado: parte del proceso de fabricación del papel cuya misión es mejorar el acabado del papel intensificando la lisura de la superficie y haciéndolo más brillante. El tratamiento se efectúa en la calandra o la satinadora. Cargas: sustancias añadidas durante el proceso de fabricación del papel a las materias fibrosas con dos fines: abaratar su coste y dar al papel características especiales que no poseería si estuviera hecho solo a base de celulosa pura. Corondeles: alambres verticales de la verjura; suelen estar colocados a una distancia mayor que los puntizones, normalmente a más de 20 mm. Cuadernillo: conjunto de cinco pliegos de papel. En codicología, un cuadernillo es un conjunto de bifolios ensamblados por el mismo hilo de cosido. Según el número de bifolios que lo compongan, se denomina binión, ternión, cuaternión, etcétera. Especie: unidad básica de la clasificación biológica. Se define a menudo como un grupo de organismos capaces de entrecruzarse entre sí y que se hallan reproductivamente aislados de otros grupos similares.

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Estucado: operación donde se modifican las características del papel al aplicar sobre una o las dos caras una suspensión líquida con cargas y uno o más ligantes adhesivos (estuco) que dan al papel gran finura y uniformidad. Filigrana o marca de agua: marca transparente hecha en el papel durante el proceso de fabricación; originariamente era debida al relieve de una figura, un símbolo o una letra cosidos a la verjura. Forma: marco de madera con un fondo de tejido de alambres, verjura, que se introduce en la tina y sobre la que se compone la hoja de papel. Hongo: grupo de organismos unicelulares o pluricelulares eucarióticos que realizan una digestión externa de sus alimentos, secretando enzimas, y absorben luego las moléculas disueltas resultantes de la digestión. El cuerpo del hongo tiene dos porciones: una reproductiva, las esporas, y otra vegetativa constituida por masas de filamentos llamados hifas, que en su conjunto se denominan micelio. Laurente: en los molinos de papel, oficial que tiene por cargo principal asistir a las tinas con las formas y hacer los pliegos. Lejiado: parte del proceso de fabricación del papel en la que se mezclaban los trapos troceados con distintas sustancias, como cenizas, cal o sosa, para su blanqueo. Mano de papel: conjunto de cinco cuadernillos de papel y, por tanto, formado por 25 pliegos de papel. Metamorfosis: conjunto de transformaciones que sufren las larvas de muchos grupos animales hasta alcanzar el estado adulto. Molde: marco móvil que sirve para retener en la forma la pulpa y evitar que se escape por los laterales. Papel continuo: papel elaborado de forma industrial mediante máquinas. Generalmente no tiene verjura y de tenerla es una «falsa verjura», ya que solo marca una de las caras de la hoja de papel. Papel de manufactura árabe o papel hispanoárabe: es un papel grueso, con superficie rugosa debido a sus fibras poco refinadas; la verjura es de estructura irregular y el encolado está realizado con almidón de trigo o de arroz, lo que le da un cierto brillo. Papel de manufactura italiana: es un papel de mayor calidad que el árabe; presenta una superficie más lisa y homogénea, la verjura es más perfecta y la mayoría tiene filigrana; asimismo, el apresto o encolado es de origen proteico. Papel de tina: papel hecho a mano.

Glosario

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Papel vitela: papel hecho a mano que no presenta verjura. Pila holandesa: también llamada máquina refinadora de cilindro, está formada por unas cuchillas en un cilindro rotatorio. Pliego: hoja de papel salida de la forma. Ponedor: en los molinos de papel, oficial que tiene por cargo preparar los pliegos para su prensado. Pudrición: parte del proceso de fabricación del papel en la que se maceraban los trapos en agua, frecuentemente con añadidos de sustancias para favorecer su desfibrado y la obtención de la pulpa. Pulpa: pasta que tiene en suspensión las fibras de las materias primas para la fabricación del papel. Puntizones: alambres horizontales de la verjura; suelen estar colocados muy próximos unos a otros; una medida estándar es de 20 puntizones en dos milímetros. Resma: conjunto de 20 manos de papel. En principio, la resma estaba formada por 20 manos de papel; a su vez, cada mano estaba formada por cinco cuadernillos de cinco hojas cada uno. Posteriormente, una resma comenzó a equivaler a 500 hojas. Tina: gran recipiente con agua en el que se deposita la pulpa y se sumerge la forma para la fabricación del papel. Verjura: entramado de alambres horizontales, puntizones, unidos a otros verticales, corondeles, para retener la pulpa y formar la hoja de papel. Xilema: conjunto de los vasos leñosos de las plantas que se encargan de transportar las materias primas (savia bruta) absorbidas por la raíz hasta los órganos productores (las hojas). También está implicado en la conducción de minerales, en las reservas de nutrientes y en el soporte estructural del vegetal.

Imagen 1. Fibra de lino vista con un microscopio de 400 aumentos utilizando el reactivo de Herzberg. Es una fibra vegetal larga y con un alto contenido en celulosa

Imágenes 2 y 3. Papel afectado por la acción corrosiva de la tinta ferrogálica –I–

Imágenes 4 y 5. Papel de manufactura hispanoárabe (año 1358); tras sufrir los efectos de la humedad, fue atacado por insectos

Imagen 6. Libro impreso en Tarragona (año 1615) dañado por la humedad y la pro­liferación microbiana – II –

Imagen 7. Papel con intensa pigmentación microbiana

Imagen 8. Papel con moteado foxing – III –

Imagen 9. De arriba abajo: fuente radioactiva, Imagen 10. De arriba abajo: fuente radioactilibro, placa de plomo, hoja con la filigrana, pe- va, libro, placa de plomo, hoja con la filigrana, lícula sensible película sensible

Imagen 11. Tiras medidoras de pH

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