Descripción: Una lectura crítica de la obra kafkiana......
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Traducción de
ELlAS CANETII
JLA~ JOSE DEL SOLAR
LA CONCIENCIA DE LAS
PALABRAS
[¡) 'o AMIYElSAlIQ
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉXICO
EL OTRO PROCESO. LAS CARTAS DE KAFKA A FELICE 1 HELAS por fin aquí, publicadas en un volumen de 750 páginas, estas cartas que testimonian cinco años de toro tura. y el nombre de la prometida, designado durante tantos años por una discreta "F" y un punto, al igual que el de K. -de suerte que por mucho tiempo ni siquiera se supo a qué nombre correspondía, y pese al sinnúmero de conjeturás y a todos los nombres que se barajaron nunca se descubrió el verdadero (lo cual hubiera sido totalmente imposible)-, ese nombre aparece ahora escrito en grandes letras en la cubierta del libro. La mujer a la que fueron dirigidas estas cartas murió hace ya ocho años. * Cinco años antes de morir se las vendió al editor de Kafka y, sea cual fuere la opinión que su gesto nos merezca, la "adorada mujer de negocios" de Kafka demostró una vez más, al final, su eficiencia, esa eficiencia que tanto signi ficó para él y llegó incluso a despertar su ternura. Cierto es que cuando esta correspondencia se editó, ya habían transcurrido cuarenta y tres años desde la muerte de Kafka. Sin embargo, la primera impresión que produjo su lectura -y uno se la debía en cierto modo, por respeto a' él y a su desdicha- fue de penosa perplejidad y de ver güenza. Conozco personas cuyo embarazo fue en aumento a medida que leían estas cartas, y que no lograban libe • Este ensayo de Canetti fue escrito en 1968. [T.]
rarse de la sensación de estar irrumpiendo precisamente en territorios vedados. Estas personas merecen todo mi res peto, pero yo no me cuento entre ellas. Leí esas cartas con una emoción que ninguna obra literaria me había producido en muchos años. Ahora forman parte de esa serie inconfundible de memorias, autobiografías y epistolarios de los que se nu tría el propio Kafka. Él, cuya máxima cualidad era el respeto, no vacilaba en leer y releer las cartas de Kleist, de Flaubert, de Hebbel. En uno de los momentos más angustiosos de su vida se aferró al hecho de que Grillpar zer no sintiera absolutamente nada al sentarse a Kathi Frohlich en las rodillas. Frente al horror inherente a la vida -que por suerte la mayoría de la gente sólo advierte esporádicamente, mientras que unos pocos, nombrados testigos por fuerzas interiores, están conscientes de él to do el tiemp
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