El Mutún

November 13, 2017 | Author: marcus | Category: Iron, Mining, Water, Bolivia, Chemistry
Share Embed Donate


Short Description

Download El Mutún...

Description

El Mutún es uno de los yacimientos de mineral de hierro más grandes del mundo, con cerca de 40.000 millones de toneladas (Mt) de reservas en una superficie de 60km2 en el departamento de Santa Cruz que contienen un promedio de 50% de hierro.

Ubicación: Se encuentra localizado en la provincia de Germán Busch en el departamento de Santa Cruz en el extremo este de Bolivia. Se encuentra junto al macizo Urucum de Brasil y está constituido en colinas cuya altura varía entre los 200 y 755 metros.

Antecedentes.- En la Gestión 2007 se firmó un contrato de riesgo compartido con Jindal Steel Bolivia S.A. y la Empresa Siderúrgica del Mutún de Bolivia mediante la Ley No. 3789. Según el contrato en una de sus clausulas se estableció que la explotación del 50 % de las reservas del Mutún dejaría al Estado Boliviano 200 millones de dólares americanos anuales; con una inversión de Jindal de 2.100 millones de dólares en 8 años, por el tiempo, de 40 años. Para las operaciones Jindal requeriría agua, una cantidad estimada de 4 a 5 m3/hora, se contrató los servicios de una firma consultora especialista en hidráulica dando un resultado de su investigación negativo debido a la escasez de agua y costos altos de su derivación desde laguna Cáceres, canal Tamengo, de ríos y riachuelos de la región una distancia de 4 Km. del canal Tamengo del Brasil.

Reservas: 40 mil millones de toneladas de hierro y 10 mil millones de toneladas de manganeso Salomón Rivas, 2006 (55 páginas)

En un país minero productor mayormente de concentrados de minerales, MUTUN constituía la única alternativa de diversificar y mejorar el negocio productivo del país, con hierro, que también lo utilizamos, más que cualquier otro metal. El yacimiento de MUTUN de principio, por estar cubierto de una costra enriquecida, ella está lista como materia prima para cualquier fundición de producción de hierro esponja y aceros. Entonces es en primer lugar materia prima para exportación, nada difícil para el conocimiento tecnológico nacional. Ahora es el tiempo de precios altos y en ascenso, gran demanda mundial y el gasoducto pasa por la región y cuya prioridad es servir al país.

Con una nueva Empresa, propiedad de todo el pueblo con un capital de 10 millones de dólares, se produciría 9 millones de mineral de hierro al año, que nos daría una ganancia, jamás alcanzada nacional, de 90 a 135 millones de dólares anuales. Que constituye el mejor negocio de nuestros recursos naturales, en este caso el minero, que nos abre el campo de formar técnicos y obreros nacionales para el desarrollo industrial y nos da la oportunidad de elevar el nivel de vida de todos los bolivianos y el dinero para que paso a paso firme, se continuaría a una siderurgia integral. Los porteños del río fronterizo, sus autoridades, las autoridades del Departamento y de la Nación, no escuchan este razonamiento, no saben minería y no les interesa industrializar el país. Al mismo tiempo todos sabemos que las empresas transnacionales nos hacen daño, se llevan lo mejor del depósito, nos dejan en peor ignorancia y peor pobreza, pero todos persisten en entregarles el gran depósito. Los gobiernos, en estos últimos 10 años, por falta de visión, que es frecuente, han pensado en grande, en millones de millones de dólares que no tenemos y la licitan, pero MUTUN está al alcance de nuestros bolsillos, es trabajo, sacrificio y amor a nuestros cerros, no es servirnos de ellos para dinero del bolsillo, es luchar con el calor, los mosquitos, los desastres naturales y doblegar a la naturaleza para bendición nuestra. Tenemos hierro para trabajar 500 años, gas para 30 años,

Consecuencias dela explotación de hierro.- De cualquier forma, a lo largo de la línea de producción, se consideran los múltiples riesgos de contaminación de agua (diversas etapas de hidroseparación) y suelos por la gran dimensión del proyecto y las diferentes etapas de industrialización siderúrgica.

Siendo especialmente preocupantes los procesos acumulativos, dado el largo tiempo de explotación previsto, así como los riesgos de efectos sobre la salud humana de una población que va en aumento, por el atractivo de la zona. Es de esperar que estos indeseables, aunque inevitables procesos de contaminación, ocurran dentro de niveles permisibles y bajo acciones responsables de control y mitigación, que se pueden realizar a partir de un buen Estudio de Evaluación de Impacto Ambiental, que a su vez depende de una adecuada categorización de las fichas ambientales (recomendable categoría I). Al riesgo de contaminación del agua, en una zona con intensos flujos hídricos, se suma el de grandes volúmenes, requeridos para los diversos procesos industriales. En opinión del Presidente de la ESM, José Dalence, la industria siderúrgica "va a mover más o menos 80.000 toneladas diarias", además, la zona del Pantanal es una reserva ambiental, "entonces hay necesidad de que el trámite sea largo" para el permiso ambiental”. Por otra parte, en criterio de M.Velasco, Director de Medio Ambiente del Ministerio de Minería, antes de encarar las acciones de evaluación ambiental, se deben definir el proceso técnico de explotación y procesamiento del hierro, para determinar la capacidad del tratamiento de la planta, la ubicación exacta de la explotación, los volúmenes de residuos a generar, la cantidad de agua a utilizar, los medios de trasporte que se necesitarán y todo lo estrictamente ligado a la actividad minero metalúrgica. De acuerdo a esta oficina, “se mueven grandes volúmenes, que son óxidos y que pueden enturbiar el agua, quizá puede haber una alternación de suelos, paisaje y todo eso, pero no peligrosidad misma por el tipo de material, sino por la magnitud de la extracción”. Hasta el momento se ha tratado poco el tema de la provisión de agua para los procesos siderúrgicos, comparativamente se puede decir que las previsiones para el polo metalúrgico de Brasil en Corumbá (empresa MMX y otras), utilizarán 2000 metros cúbicos/hora, de seis pozos artesianos y ya se prevén impactos de abastecimiento de las comunidades locales. La Ficha ambiental de explotación presentada en julio del 2008, así como el resumen del proyecto, hacen un tratamiento muy parcial y confuso del tema de la utilización de agua. La peculiaridad hidrológica de la región, la dinámica del pantanal, la condición de Sitio RAMSAR y el régimen pluvial que corresponde a una zona seca-subhúmeda (Chiquitania-Chaco), debe obligar a un análisis muy detallado del tema de la utilización del agua en el proyecto. Mayores elementos se analizan más adelante, en el apartado de observaciones a la ficha ambiental de explotación. fabricación del acero. Otra forma, es generar el elevado nivel de calor requerido para que ocurran las reacciones químicas en la fabricación del acero. Un segundo es producir monóxido de carbono (un gas reductor, elimina el oxígeno), el cual es utilizado para reducir el óxido

de hierro a hierro. Los subproductos químicos del coque se utilizan en la fabricación de plásticos o de compuestos químicos. Los gases que han sido emitidos durante la conversión de carbón a coque pueden ser utilizados como combustible para las operaciones de la planta. La función de la piedra caliza (carbonato de calcio) es remover impurezas del hierro fundido. La caliza reacciona químicamente con las impurezas, actuando como fundente (lo que significa, que fluye como fluido), lo que hace que las impurezas se fundan a baja temperatura. La caliza se combina con las impurezas y forma una escoria, que es ligera, flota sobre el metal fundido y subsecuentemente es eliminada. La dolomita (un mineral de carbonato de magnesio y calcio), puede ser utilizada como fundente. Posteriormente la escoria es utilizada en la fabricación de cemento, fertilizantes, vidrio, materiales para construcción, aislamiento de lana mineral y de balastre para carreteras. Aunque ocurre un cierto número de reacciones, la reacción básica es la del oxígeno con el carbono, para producir monóxido de carbono, que a su vez reacciona con el óxido de hierro y lo reduce a hierro. El precalentamiento del aire de entrada es necesario, porque la sola combustión del coque, no produce temperaturas suficientemente elevadas para que ocurran las reacciones. El metal fundido se acumula en la parte inferior del alto horno, en tanto que las impurezas flotan hacia la parte superior del metal. A intervalos de 4 a 5 horas, el metal fundido es vaciado en cubas o carros torpedo, cada una de ellas con 160 toneladas de hierro. Causas y fundamentos del fracaso de la industrialización del Mutún .-Visiones de la COMIBOL y del CEDLA sobre el anunciado fracaso de la explotación industrial del hierro del Mutún, el rol de las transnacionales en un proceso nacional de industrialización y la urgencia de avanzar en lo energético, la logística y los recursos humanos Plataformaenergetica.org (La Paz, 30 de julio de 2012).- El fracaso de la industrialización del hierro del Mutún revela no sólo la ineficiente gestión gubernamental, sino la demagogia del discurso oficial que proclama la industrialización en base a la asociación con las transnacionales, asegura un análisis del economista Carlos Arze del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA). “Es la confirmación de la imposibilidad del desarrollo y la coexistencia armónica de los intereses de las transnacionales con los del pueblo boliviano, como sueñan los teóricos del “socialismo comunitario” y el “vivir bien”, señala Arze. Desde la esfera gubernamental, sin embargo, la visión es otra. “La experiencia boliviana en negociación con contrapartes asiáticas es escasa y, por tanto, no sirve de base para juzgar lo que llegó a ser el contrato con Jindal (…) fue el primer contrato de esa magnitud que firmaba el Estado boliviano y, por tanto, sin experiencia”, señala en otro análisis el presidente de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL), Héctor Córdova. FRACASO GENERALIZADO Según el informe de Arze, “desde el año 2006, en que presentó el Plan Nacional de Desarrollo, el Gobierno viene proclamando que la superación de la economía primaria exportadora sería alcanzada mediante la industrialización. Hasta el vicepresidente Álvaro García Linera intentó acuñar el término de “salto industrial” para resumir la máxima meta del Gobierno “revolucionario”. Los resultados de la industrialización, empero, hasta hoy son como un paño frío para tanto entusiasmo y corroboran la crítica de que la industrialización no ha sido ni es una

preocupación gubernamental, debido a su sometimiento a los intereses de las empresas transnacionales, consideradas sus “socias” y protagonistas centrales de la “economía plural”. “En efecto, la revisión de lo obrado en términos de creación de empresas industriales desde 2006 revela magros resultados. En el caso de la manufactura, sólo tres de las nueve empresas anunciadas desde 2007 están en funcionamiento actualmente. Asimismo, de siete proyectos incluidos en la Estrategia Nacional de Hidrocarburos y el Plan de Inversiones de YPFB ninguno ha empezado a operar, pese a que cinco de ellos debían hacerlo hasta el presente año; el único proyecto en funcionamiento es una planta de fabricación de tapones y accesorios con insumos importados que no figuraba en los planes. En minería sucede algo similar: de ocho plantas que define el Ministerio de Minería como proyectos de industrialización sólo dos estarían funcionando a la fecha, con el añadido de que una no fue construida sino sólo rehabilitada. Conociendo esta situación y algunos pormenores de la historia de ese proyecto, difícilmente podía sorprendernos el fracaso del proyecto minero siderúrgico del Mutún”, agrega el análisis de Arze. GRANDES DEBILIDADES Otro tema fundamental, según el análisis del presidente de COMIBOL, se refiere a la escasa disponibilidad de recursos humanos calificados. “Sin exagerar, se podría contar con los dedos a los ingenieros especializados y con experiencia en este rubro. Esta debilidad debía ser subsanada con la contratación del 95% de personal boliviano y que sería capacitado a costa de la empresa. Poco se avanzó en este sentido y, ahora, cinco años después seguimos como al comienzo, con una fuerte debilidad en personal calificado que nos hace vulnerables ante los planteamientos de las empresas extranjeras”. Por ello, según Córdova, “el Estado debe acelerar el tema logístico y energético para evitar argumentos de cualquier contraparte, pensar en la formación de recursos humanos y organizar el desarrollo de la región de manera integral para que los vacíos que deje el Estado no se llenen con acciones improvisadas”. A continuación, los documentos in extenso de Arze y Córdova, difundidos este domingo en el suplemento de análisis “Animal Político” del matutino La Razón: Desde el año 2006, en que presentó el Plan Nacional de Desarrollo, el Gobierno viene proclamando que la superación de la economía primaria exportadora sería alcanzada mediante la industrialización. Hasta el vicepresidente Álvaro García Linera intentó acuñar el término de “salto industrial” para resumir la máxima meta del Gobierno “revolucionario”. Los resultados de la industrialización, empero, hasta hoy son como un paño frío para tanto entusiasmo y corroboran la crítica de que la industrialización no ha sido ni es una preocupación gubernamental, debido a su sometimiento a los intereses de las empresas transnacionales, consideradas sus “socias” y protagonistas centrales de la “economía plural”. En efecto, la revisión de lo obrado en términos de creación de empresas industriales desde 2006 revela magros resultados. En el caso de la manufactura, sólo tres de las nueve empresas anunciadas desde 2007 están en funcionamiento actualmente. Asimismo, de siete proyectos incluidos en la Estrategia Nacional de Hidrocarburos y el Plan de Inversiones de YPFB ninguno ha empezado a operar, pese a que cinco de ellos debían hacerlo hasta el presente año; el único proyecto en funcionamiento es una planta de fabricación de tapones y accesorios con insumos importados que no figuraba en los planes. En minería sucede algo similar: de ocho plantas que define el Ministerio de Minería como proyectos de industrialización sólo dos estarían funcionando a la fecha, con el añadido de que una no fue construida sino sólo rehabilitada. Conociendo esta situación y algunos pormenores de la historia de ese proyecto, difícilmente podía sorprendernos el fracaso del proyecto minero siderúrgico del Mutún. La historia iniciada con una proyectada licitación onerosa y entreguista durante el gobierno de Carlos Mesa continuó en 2006 con la licitación internacional y en 2007 con la firma del contrato de

riesgo compartido con Jindal Steel & Power. Aunque el contrato establecía que en siete años —es decir alrededor de 2014— se estaría produciendo acero, el inicio de la producción de materia prima —mineral de hierro— recién se verificó en 2010 debido a una seguidilla inacabable de problemas como la falta de provisión de tierras saneadas —en medio de las infaltables denuncias de corrupción de funcionarios gubernamentales— o el incumplimiento de Jindal en la entrega de planes en detalle que debió presentarlos a los 90 días de la protocolización del contrato. Pero el hecho que llevó de las desavenencias a la ruptura fue el anuncio de YPFB de que no podría proveer el volumen de gas natural demandado por Jindal (que inexplicablemente bajaba de los 6 millones de metros cúbicos diarios a sólo 4 millones sin afectar las metas de producción) sino sólo 2,5 millones —sumando inclusive volúmenes de GLP (gas licuado de petróleo)—, ni construir un gasoducto por falta de recursos. Pero en medio de este vía crucis se dieron también algunos hechos curiosos. La Jindal —acusada constantemente de incumplir las inversiones— estableció la compañía Gas To Liquids International SA (GTLI) en sociedad con la boliviana GTL y en 2009 anunció el descubrimiento de gas y petróleo en el campo Palmar. La noticia fue apoyada con entusiasmo por el Gobierno (el mismo Evo Morales asistió a la inauguración de la perforación de uno de los pozos), aunque poco después, en enero de 2010, la GTLI anunció que declinaba en su intención de producir por el escaso volumen de hidrocarburos existentes en dicho campo. Sin embargo, esa fugaz experiencia le permitió después acceder a contratos de estudio, primero, y en 2011 a contratos de exploración en cuatro bloques que suman 1,25 millones de hectáreas en áreas reservadas de YPFB. Así, la empresa que no puede garantizar inversiones en el Mutún ingresó, con la anuencia gubernamental, al negocio hidrocarburífero prometiendo, como anunció en una ocasión el ministro Wálter Coca, una inversión de hasta 800 millones de dólares en exploración. A esta altura se puede afirmar que, en realidad, el proyecto no fue producto de una decisión meditada, sino que se desenvolvió a tientas porque respondía a otro propósito (de ahí la reacción de un par de ministros que declararon a la prensa su deseo de “echar” a la Jindal porque fue la “peor decisión que tomaron”). La decisión gubernamental fue resultado de un cálculo puramente político: la necesidad de debilitar la oposición de los grupos de poder de Santa Cruz en 2006 ofreciendo la promesa de un futuro industrial, necesidad política que con el tiempo se fue haciendo mayor ante la ausencia de resultados en la industrialización que pudiesen mostrarse al pueblo, en especial a sus electores. Por ello, el Gobierno se tornó cada vez más obsecuente con la Jindal, ofreciéndole el oro y el moro para que se quede en el país, consciente de que era incapaz de cumplir con la principal condición para alcanzar la siderurgia: la provisión suficiente de gas natural.

Por su parte, Jindal actuó como lo haría cualquier transnacional: especular con la titularidad de las concesiones del segundo yacimiento más grande de hierro del continente y de las áreas de exploración hidrocarburífera, sin la intención de promover la industrialización; a lo sumo se dedicaría a producir y exportar mineral de hierro, posibilidad que el propio contrato había dejado abierta al permitir la exportación de concentrados en los primeros seis años previos a la producción de acero. La seriedad de sus planes parece haber sido puesta en duda por sus propios ejecutivos, como lo sugirió la renuncia de un connotado profesional y las denuncias de otro gerente sobre ganancias especulativas en bolsas del exterior. Así, el fracaso del proyecto revela no sólo la ineficiente gestión gubernamental, sino la demagogia del discurso oficial que proclama la industrialización en base a la asociación con las transnacionales. Y ello, porque esa tarea no interesa a los capitalistas extranjeros, porque sus intereses chocan con la necesidad nacional: el Gobierno no puede garantizar la provisión de gas, pues quienes en realidad definen la producción y el destino de los hidrocarburos siguen siendo las transnacionales interesadas en monetizar aceleradamente las disminuidas reservas de gas a través de la exportación. En resumen, es la confirmación de la imposibilidad del desarrollo y la coexistencia armónica de los intereses de las transnacionales con los del pueblo boliviano, como sueñan los teóricos del “socialismo comunitario” y el “vivir bien”. La experiencia boliviana en negociación con contrapartes asiáticas es escasa y, por tanto, no sirve de base para juzgar lo que llegó a ser el contrato con Jindal. Cuatro presidentes de la Empresa Siderúrgica del Mutún (ESM), varias autoridades procesadas, dirigentes cívicos en pie de guerra, población impaciente por la incertidumbre y todo el pueblo esperando un desenlace positivo, son algunos de los aspectos que encuadran la relación de Jindal con el Estado. ¿El contrato es bueno? Bueno o malo, fue el primer contrato de esa magnitud que firmaba el Estado boliviano y, por tanto, sin experiencia. Varios ministros intervinieron en su elaboración y firma; a pesar de ello, quedaron cabos sueltos que permitieron a la Jindal un margen de maniobra más allá de lo esperado. La oferta de Jindal fue atractiva, casi dos millones de toneladas anuales de acero como principal producto despertaron expectativas en todo el país. El yacimiento es gigantesco. La Jindal sólo debía explotar el 2,5% durante 40 años. No es un yacimiento de explotación sencilla ni barata. ¿Qué es lo que dificulta el proceso extractivo en el Mutún? Dos factores determinantes: su ubicación geográfica y la composición del mineral. En el primer caso, llevar los insumos y transportar los productos en los volúmenes programados exige una logística que la región no tiene; se pensó en trenes, hidrovías, carreteras y otras alternativas que no están todavía disponibles. En el segundo, la presencia de fósforo, más allá de límites, tecnológicamente hablando, aceptables, encarece o dificulta seriamente la obtención del acero con la calidad requerida por el mercado. En cuanto a la energía, la demanda india fue variable y la oferta del Estado, también. Diez, seis, dos y medio millones de metros cúbicos son montos que circularon en las negociaciones. ¿Cuál era la cantidad real, necesaria para encarar el proceso industrial? De haber un proyecto a diseño final de la siderúrgica del Mutún no se tendría que especular sobre este punto. Lamentablemente, sólo después de un estudio que realizó una empresa española para la Jindal se supo de los volúmenes más cercanos a la demanda tecnológica del proceso y de la producción. Finalmente, los indios afirmaron que el Estado no les aseguraba la cantidad de gas que se precisaba para encarar la empresa de la magnitud contratada. Puerto Suárez se apropió del proyecto con ciertas dudas. Inicialmente buscó la continuidad de la empresa brasileña y sólo después de una labor de convencimiento aceptó a los indios. Una vez dado ese paso, la Jindal se convirtió en su empresa y defenderla para que no tenga obstáculos en el camino fue la norma de conducta que tenía un solo fin: hacer realidad el sueño de muchos años.

Bolivia nunca tuvo una industria del acero a partir del mineral. La disponibilidad de recursos humanos calificados es escasa. Sin exagerar, se podría contar con los dedos a los ingenieros especializados y con experiencia en este rubro. Esta debilidad debía ser subsanada con la contratación del 95% de personal boliviano y que sería capacitado a costa de la empresa. Poco se avanzó en este sentido y, ahora, cinco años después seguimos como al comienzo, con una fuerte debilidad en personal calificado que nos hace vulnerables ante los planteamientos de las empresas extranjeras. La Jindal ha demostrado improvisación en la gestión del contrato. Sin un proyecto definido, ha buscado, como se dice vulgarmente, tres pies al gato. El tema de las tierras fue ideal para no ejecutar lo planificado. Cuando se le pidió la presentación de un plan de inversiones, entregó una página con cifras y fechas en la que resultaba evidente la improvisación. Uno de los directores del contrato manifestó que fue el directorio el que acabó elaborando ese plan en una reunión. Cuando presentó las boletas de garantía, la ESM las observó porque deberían ser entregadas sin condiciones. Las boletas fueron ejecutadas no por incumplimiento de las inversiones, sino por incumplimiento de otra cláusula del contrato que exige la renovación de las boletas 30 días antes de su vencimiento. El descuido de Jindal sobre este punto no es subsanable y ha provocado una crisis de la que no se pudo salir. La ejecución de las segundas boletas fue parecida a la primera. Que una empresa permita la ejecución de 36 millones de dólares, por descuido, muestra una imagen, por lo menos extraña. En una ocasión, uno de los representantes de la empresa manifestó que Jindal había ganado mucho dinero con la firma del contrato, pues sus acciones habían subido de manera extraordinaria. El capital así levantado, debía servir para financiar toda la operación, pero buscaba recursos y pretendía solventar los costos con la venta de los primeros productos. Para ello, extrajo el mineral de la corteza y obtuvo autorización para su comercialización. El contrato estipula que sólo el 30% del mineral explotado debía provenir de la corteza y 70% del trabajo en la roca misma, y prevé límites para la comercialización de concentrados. En varias ocasiones Jindal intentó cambiar estas cláusulas del contrato. De acá en adelante, el Estado debe acelerar el tema logístico y energético para evitar argumentos de cualquier contraparte, pensar en la formación de recursos humanos y organizar el desarrollo de la región de manera integral para que los vacíos que deje el Estado no se llenen con acciones improvisadas El analista y ex Ministro de Hidrocarburos, Álvaro Ríos confesó que veía venir esta situación, toda vez que el país no cuenta con las cantidades de gas natural que se requiere para la explotación de hierro en el Mutún. Lamentó que el yacimiento siderúrgico del Mutún tendrá que permanecer durmiendo por al menos 10 años más. “Cuando se firmó el contrato de venta de gas a la Argentina advertimos que las reservas descubiertas y que la producción que había no dejaba gas para el proyecto del Mutún, no hay porque sorprenderse ahora que la Jindal se vaya porque el país no cuenta con la suficiente reserva y producción de gas. Aunque volvamos a licitar no hay gas y no va a haber por los próximos cinco o siete años, el Mutún tiene que dormir el sueño de los justos por otros próximos diez años”, indicó Ríos Reservas de gas no alcanzan para el proyecto del Mutún Analistas Carlos Miranda y Hugo de la Fuente consideran que se deben hacer inversiones en el sector para cubrir proyectos futuros. Página Siete / La Paz - 09/04/2011 Bolivia necesita 0,6 trillones de pies cúbicos (TCF) de gas natural si quiere poner en marcha el proyecto siderúrgico del Mutún antes de 2014, pero según analistas del sector, las reservas que

tiene actualmente no alcanzan para cubrir esa demanda. “Para el Mutún ya no alcanza y con los grandes planes de comercialización, industrialización y demás ya no alcanza”, afirmó el ex superintendente de Hidrocarburos, Carlos Miranda. Las reservas probadas de Bolivia, según el informe presentado por YPFB el viernes 8 de abril ascienden a 9,94 TCF. Esa cantidad de gas, aseguró Miranda, sólo alcanza para cumplir los contratos con Brasil y Argentina hasta el año 2020 y para el consumo interno, “con la esperanza de que el Mutún entre bastante tarde, en 2015”. Sin embargo, no sólo el proyecto siderúrgico requerirá más gas natural en lo inmediato. Otros proyectos de industrialización de YPFB también necesitarán de 4,1 TCF. Entre esos proyectos están la elaboración de GTL (producción de diésel oil ecológico), el Polo de desarrollo Carrasco (planta de amoniaco-urea), el proyecto Gran Chaco (planta de amoniaco-urea), la Planta de polietileno Gran Chaco y el proyecto Termo Pantanal (industria termoeléctrica). Todos esos proyectos que demandarán gas internamente sumados a los dos mercados de exportación (Brasil y Argentina) demandarán en los próximos 16 años 14,8 TCF, según el balance presentado por Yacimientos. Para cubrir toda esa demanda y no tener problemas en el abastecimiento de gas, el presidente de la estatal petrolera, Carlos Villegas, prevé que la producción de gas se elevará en los próximos años con nuevas inversiones en exploración. Entretanto, el especialista en hidrocarburos, Hugo de la Fuente, reflexionó en que para tener más gas “es necesario invertir para que las reservas probables se vuelvan probadas”. Al presente, según publica YPFB en su web, el país cuenta con 68 áreas bajo reserva, donde se desarrolla exploración y explotación de hidrocarburos. El desarrollo, dice, sobre todo en los megacampos se dinamizará con una inversión de más de 3.254 millones de dólares hasta 2015. La producción nacional de gas “se elevará hasta 71 Mmcd en los próximos tres años”.

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF