El Movimiento Estudiantil de 1968 y La Masacre de Tlatelolco
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Descripción: Pequeño Reportaje Impreso, publicaciones de la Época del año 1968.- Movimiento Estudiantil y Masacre de Tla...
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El Movimiento Estudiantil de 1968 y la masacre de Tlatelolco
“Y el olor de la sangre mojaba el aire. Y el olor de la sangre manchaba el aire”. Poema nahua
Gustavo Díaz Ordaz nace en Oaxaca el 12 de marzo de 1911. Estudia en el famoso Colegio de Ciencias y Artes, donde impartió clase Benito Juárez y donde también fue alumno Porfirio Díaz.
Gustavo Díaz Ordaz
En la década de los treinta, la familia Díaz Ordaz se traslada a Puebla. Allí, Gustavo vive el cacicazgo de Maximino Ávila Camacho, dueño del estado y hermano de Manuel Ávila Camacho, quien llegará a presidente. Gustavo conoce allí el poder de la represión. Para 1937, Díaz Ordaz trabaja como agente del Ministerio Público. Desempeña varios cargos públicos antes de formar parte del Congreso Federal, primero como diputado (1943-1946) y después como senador (1946-1952). Es Secretario de Gobernación desde diciembre de 1958 hasta noviembre de 1963, durante el mandato del presidente Adolfo López Mateos. Alcanza la Presidencia de la República el 1 de diciembre de 1964. Toda su vida pasa obsesionado por el orden, y esto se manifiesta en una de sus pasiones: armar rompecabezas. Posee cientos de ellos, incluso él mismo los construye en su taller particular. Pasa horas armando las piezas; sólo así se relaja, sólo así siente que posee el control absoluto.
Así, Díaz Ordaz concentra en su persona el mayor poder político en México desde que Porfirio Díaz gobernó México.
Como afirma el historiador Enrique Krauze: “Nunca se había respirado un clima de subordinación semejante en el país. La del primer círculo era total y completa: el ejército en pleno, los miles de sindicatos oficiales, las organizaciones campesinas, los 29 gobernadores, los casi 2,328 presidentes municipales, los diputados, todos los senadores, los magistrados: todos se cuadraban ante el Señor Presidente”. Cartel sobre Díaz Ordaz
El primer gremio en sentir el poder del presidente es el de los médicos: Díaz Ordaz reprime el movimiento iniciado en 1964 y que se extiende hasta 1965. El Movimiento Médico de 1965
Además de desprestigiarlos, ordena que el Cuerpo de Granaderos encabezado por Rómulo Sánchez Mireles entre al Hospital 20 de noviembre, desaloje a los médicos huelguistas y empiece a proporcionar servicios médicos básicos. Los militares toman las instalaciones “rebeldes”. Los casos urgentes son enviados al Hospital Militar. La represión a los médicos
Díaz Ordaz declara al respecto: “El desorden abre las puertas a la anarquía o a la dictadura (…) procederemos en forma prudente, pero vigorosa, contra los responsables”.
La Cámara de Diputados literalmente aplaude la represión durante el primer informe de gobierno.
Después, en 1966, ocurre el incidente del Diario de México: por un error de imprenta, dos pies de foto aparecen cambiados. Bajo una fotografía del presidente, se publica la frase: “Se enriquece el zoológico. En la presente gráfica aparecen algunos de los nuevos ejemplares adquiridos por las autoridades para divertimento de los capitalinos. Estos monos fueron colocados ayer en sus jaulas”. Los pies de foto cambiados
Días después, el periódico cabecea: “El presidente Díaz Ordaz ordena la muerte de Diario de México”. El periódico cierra y nunca vuelve a circular.
Otros eventos demuestran la mano dura del oaxaqueño: la represión del movimiento democratizador del PRI encabezado por Carlos Madrazo; el cese de Arnaldo Orfila Reynal como director del Fondo de Cultura Económica, por haber publicado el libro Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis; la renuncia forzada del rector de la UNAM, el doctor Ignacio Chávez; y su sustitución por un hombre que se convertirá en protagonista de los dramáticos eventos por venir: Javier Barros Sierra.
El Secretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena, afirma: “Díaz Ordaz era de línea dura: usaba el poder”. En sus discursos (que él mismo escribe) y en los diarios que lleva durante años, así como en sus Memorias, Díaz Ordaz refleja su carácter de hombre atormentado:
“Desde aquí es posible sentir cuando el pueblo está satisfecho, airado, exigente, solidario, indiferente o frío (…) Seamos tolerantes hasta el límite, pero seamos firmemente intransigentes en la defensa de los principios (…) por sobre todas las cosas hay que salvar la integridad de las instituciones; cuando la ley deba aplicarse con rigor, se aplicará con todo el que sea necesario”.
Al respecto dice Enrique Krauze: “Este es el hombre que ‘Adolfito’ (López Mateos) dejó en la presidencia para gobernar México en la más rebelde y libertaria de las décadas”. Manifestación a favor de las minifaldas
La primera rebelión estudiantil: 2 de octubre de 1966 El primer brote surge en el estado de Michoacán, en Morelia, su capital. El 2 de octubre de 1966 (dos años exactos antes del sacrificio de Tlatelolco), un estudiante originario de Guerrero y afiliado al Partido Revolucionario Institucional, llamado Everardo Rodríguez Orbe, es asesinado. El funeral de Everardo Rodríguez Orbe
En desplegados de prensa, el gobierno del estado acusa a “agitadores profesionales coludidos con extranjeros”. El gobernador es Agustín Arriaga Rivera.
El gobernador de Michoacán, Agustín Arriaga Rivera
Después se sabe que ha sido un accidente, que una bala perdida fue la causante. Pero los estudiantes toman el cadáver de Everardo y lo pasean por las calles de Morelia, presentándolo como “víctima del gobierno”. Una manifestación estudiantil cruza toda la ciudad. Exigen la desaparición de poderes en el estado. Las protestas
La respuesta del presidente es fulminante: habla con Luis Echeverría Alvarez, entonces Secretario de Gobernación, y le da instrucciones. Echeverría le ordena al general Gastelum (subsecretario de la Defensa Nacional) que envíe tropas a Morelia. Luis Echeverría Álvarez y Gustavo Díaz Ordaz
La noche del 6 de octubre de 1966, llegan los paracaidistas del Ejército Mexicano y sitian Morelia. Desfilan en su entrada nocturna a la ciudad mientras tocan tambores. Después ocupan la universidad. Los dirige un hombre que se convertirá en el dirigente militar preferido del gobierno: el general José Hernández Toledo. Vestido con casco y uniforme de campaña, entra en el claustro universitario como si se hallara en medio de una guerra. El Ejército entra en Morelia
El general José Hernández Toledo, brazo ejecutor de la represión diazordacista
“Era triste ver allanado por primera vez al colegio fundado por Vasco de Quiroga, el más antiguo en funciones en el continente americano, del que había sido rector Miguel Hidalgo y alumno José María Morelos, el que guardaba la gran biblioteca particular y el corazón de Melchor Ocampo”, afirma Jaime Labastida. La tropa en la Universidad de Morelia
Mientras el ejército se apodera de la casa de estudios, el Ministro de Defensa, el general Marcelino García Barragán, llama por teléfono al gobernador para comunicarle que se hará “una limpia de las casas de estudiantes”. Muchos son arrestados; otros se esconden o huyen. Así queda sofocado aquel primer brote de rebeldía juvenil.
Un año después, las mismas escenas se repiten, esta vez en la Universidad de Sonora. Nuevamente el ejército interviene para controlar los desórdenes estudiantiles. “Se ha protegido el régimen jurídico”, dice Díaz Ordaz en su informe de gobierno. “No ejercer el poder que la ley confiere al gobernante es tan nocivo como abusar de él. He de repetir: ¡nadie tiene fueros contra México!”
Mientras esto sucede, en la sierra de Guerrero se preparan dos hombres que, en la década siguiente, protagonizarán la guerrilla mexicana y serán víctimas de la “guerra sucia” de los años setenta: Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas.
En "La cultura en México", suplemento de la revista Siempre!, el escritor Carlos Monsiváis afirma: “1967 ha desempeñado en la historia privada de México un papel premonitorio o prologal; es a 1968 lo que 1909 fue a 1910”.
Al comenzar julio, el Presidente Gustavo Díaz Ordaz envía a la Cámara de Diputados una iniciativa de ley para conceder la ciudadanía a los dieciocho años; el trasfondo es poder encarcelar a los jóvenes antes de que cumplan los 21 años.
México además ha obtenido la sede para los Juegos Olímpicos de 1968. Los medios de comunicación masiva se concentran en ello; los anuncios espectaculares que aparecen en las principales calles del país muestran a la paloma blanca, símbolo de la paz. Iluminación alusiva a la Olimpiada
Se instituye además la Olimpiada Cultural, donde intelectuales y artistas de todo el mundo asisten a México para dar lecturas de poesía, disertar en mesas redondas, montar exposiciones. Edecanes de los Juegos Olímpicos de México 68
El eslogan que se acuña tiene, sin embargo, un siniestro doble significado, una macabra ambigüedad, aunque nadie parece percibirlo: “Todo es posible en la paz”. En medio de este doble discurso, de la represión interna y las fiestas de hermandad externas, el escenario está listo para que una chispa, cualquier chispa, inicie el fuego que incendiará al país durante meses y cambiará para siempre el rostro de México.
22 de julio de 1968 Todo comienza con un partido de football callejero. Alumnos de una preparatoria particular incorporada a la UNAM (la Isaac Ochoterena) y de la Vocacional 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN), juegan en la Plaza de la Ciudadela, el mismo sitio que 55 años antes se cubrió de cadáveres durante los eventos de la llamada “Decena Trágica”. Una falta cometida sobre uno de los jugadores desencadena un pleito entre los jovencitos. La primera imagen: comienza el Movimiento Estudiantil por un pleito callejero
Son jóvenes que pelean entre ellos, como en cualquier juego callejero en cualquier ciudad del mundo. Los que se enfrentan son dos pandillas: “Los Arañas” y “Los Ciudadelos”. Son encabezados por Alfonso “El Johnny” Torres Saavedra. Esperan un supuesto ataque de los porros de la preparatoria 5, comandados por “El King Kong” y “El Superman”, quienes nunca llegan.
23 de julio de 1968 Las pandillas de “Los Ciudadelos” y “Los Arañas” se enfrentan con estudiantes de la preparatoria Isaac Ochoterena; también intervienen estudiantes de las Vocacionales 2 y 5; entre ellos se encuentra “El Tibio” Muñoz, un clavadista que será medallista olímpico unos meses después. Entonces, en vez de que aparezca un maestro o un policía para calmarlos, quienes llegan son los granaderos.
Comienza la represión
En vez de limitarse a separar a los rijosos, empiezan a golpearlos con sus macanas. Los alumnos de la Vocacional corren a su escuela y los granaderos los persiguen hasta el interior.
Allí, sin hacer distingo, se ponen a golpear a todos los alumnos que se encuentran. También golpean a maestros y maestras que protestan por la agresión o simplemente se asoman desde sus aulas para indagar el motivo del ruido y de los gritos.
La maestra de matemáticas Marcela Guerrero es golpeada con fuerza desmedida en el patio. La escena aviva la furia estudiantil y retrata el sadismo policiaco, como muchas otras de esa soleada mañana.
Como los estudiantes rechazan la agresión, los granaderos utilizan sobre ellos ya no solamente las macanas, sino también las culatas de sus rifles y les rocían gases lacrimógenos. Hasta piden refuerzos, como si en vez de enfrentarse a jovencitos fueran atacados por terroristas.
Uno de los jóvenes a quienes golpean es el estudiante Ernesto Zedillo Ponce de León, quien 26 años después será Presidente de la República y jamás olvidará ese día. La golpiza a Ernesto Zedillo Ponce de León
Muchos corren por la Plaza de la Ciudadela escapando de los golpes y los gases. Se defienden con gritos, piedras, palos. Tres horas dura la violencia orquestada por doscientos granaderos y una veintena de elementos de la policía secreta, que también llegan a ver de qué se trata el asunto.
Es la primera batalla de una cadena de 72 días de violencia, protestas, marchas, asedios, persecuciones, masacres, terrorismo de Estado, muerte y cárcel, que forman parte del Movimiento Estudiantil de 1968. Los primeros arrestos
24 de julio de 1968 Al día siguiente de la agresión, los preparatorianos reciben el apoyo de los activistas de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Lejos de amedrentarse, los jóvenes de las vocacionales 2 y 5 preparan la protesta contra la represión, con el respaldo de otros centros educativos del mismo IPN. La Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET) convoca a una
manifestación de protesta. El repudio crece y, sin saberlo, inician el camino al sacrificio.
Periódico de la época
25 de julio de 1968 Dos fotógrafos comienzan a registrar el movimiento en sus placas: Armando Lenin Salgado, quien de forma independiente documenta los acontecimientos, y Manuel Gutiérrez Paredes “Mariachito”, quien se desempeña como fotógrafo personal de Luis Echeverría Álvarez de 1965 a 1971.
26 de julio de 1968 Hay dos marchas: la estudiantil convocada por la FNET y la de agrupaciones de izquierda para festejar el decimoquinto aniversario del asalto al Cuartel Moncada en Cuba.
Al terminar la primera, muchos estudiantes se dirigen al Zócalo y son reprimidos, pero luego se reconcentran en el Hemiciclo a Juárez con los integrantes de la segunda marcha. De nuevo atacan los granaderos con gases y aparecen como respuesta las pedradas. Extrañamente, hay piedras en los basureros, colocadas allí estratégicamente.
Orador en el Hemiciclo a Benito Juárez
27 de julio de 1968 Siguen las amenazas de la policía contra los estudiantes. Se allana el local del Partido Comunista (PC).
Hay paros en planteles del IPN y de la UNAM en protesta por las agresiones de la policía. Eduardo de la Vega Avila protesta por el hecho.
28 de julio de 1968 Los porros (o golpeadores) de la FNET agreden a los estudiantes que custodian la zona de la Preparatoria de San Ildefonso. Se demanda la desaparición de la FNET, la indemnización a heridos y familiares de los muertos, el cese de la policía preventiva, la excarcelación de los detenidos, la desaparición de las fuerzas represivas y la derogación del artículo 145 (disolución social), que considera como delitos algunos asuntos políticos. La FNET y la Procuraduría responsabilizan de los desórdenes a los comunistas y a la izquierda radical.
29 de julio de 1968
Dos policías son apresados durante varias horas por estudiantes de la Prepa 7. El transporte público se suspende en el primer cuadro. En la noche se registran choques violentos en la zona de San Ildefonso, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. La Prepa 1 y las Vocacionales 2, 4 y 7 se solidarizan con el paro.
30 de julio de 1968 Gustavo Díaz Ordaz está de gira por el Pacífico mexicano; lo acompaña el Secretario de la Defensa, el general Marcelino García
Barragán. Luis Echeverría Álvarez, Secretario de Gobernación, telefonea al presidente y le describe un escenario dantesco: el país al borde del desastre por causa de los estudiantes.
Luis Echeverría Álvarez, Secretario de Gobernación
Echeverría solicita la intervención del Ejército argumentando que la Policía Preventiva del Departamento del Distrito Federal es impotente para someter a los estudiantes, quienes supuestamente alteran el orden en la ciudad y amenazan con asaltar las armerías del centro. Díaz Ordaz le da luz verde.
Periódico del 30 de julio de 1968
Los soldados salen de sus cuarteles a bordo de jeeps militares y tanques ligeros para tomar las escuelas. Al intervenir los soldados en las Preparatorias 1, 2 y 3, se encuentran tan sólo con pequeños grupos de jóvenes que no saben qué está pasando.
El general Marcelino García Barragán
Los soldados, al mando del general José Hernández Toledo (el mismo que sofocó las protestas estudiantiles en Morelia dos
años antes), destruyen con una bazooka la puerta colonial barroca de la Preparatoria de San Ildefonso, labrada en el siglo XVIII.
El bazookazo a la puerta de la Preparatoria
Entran al edificio a bayoneta calada. Soldados de primera línea intervienen en el Politécnico y en la UNAM, sitiando las universidades como si fueran cuarteles enemigos.
El regente de la ciudad, Alfonso Corona del Rosal, declara a los medios: “Existe un plan de subversión y agitación perfectamente planeado (…) en mi opinión, se trata de elementos del Partido Comunista”.
El Secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, afirma: “(Condeno) los intereses mezquinos e ingenuos, muy ingenuos, que pretenden desviar el movimiento ascendente de la Revolución Mexicana”.
Todos los planteles educativos suspenden clases. A una semana del partido de football que terminó en gresca, el problema estudiantil es combatido por el Ejército.
31 de julio de 1968 El rector Javier Barros Sierra (nieto de Justo Sierra) protesta por la ocupación de planteles.
El Comité de Huelga del Politécnico desconoce a la FNET por estar al servicio del gobierno y por traicionar al estudiantado.
Documento oficial de la Secretaría de Gobernación acerca del bazookaso
Según el Secretario de Defensa, Marcelino García Barragán, Luis Echeverría instruye al rector Javier Barros Sierra para que organice una manifestación de maestros y alumnos, con el fin de justificar la intervención de las fuerzas armadas.
Los soldados en las calles de la Ciudad de México
La trayectoria de Javier Barros Sierra, hombre firme en sus convicciones y principios, cuestiona, sin embargo, la versión del militar.
1 de agosto de 1968 Javier Barros Sierra encabeza la llamada “Marcha del Rector”. 80.000 personas marchan por el sur de la Ciudad de México y terminan en una gran concentración en la explanada de la Rectoría. Durante la marcha, alguien grita una consigna que se convertirá en el lema de las manifestaciones estudiantiles del movimiento:“¡Únete, pueblo!”
La Marcha del Rector
A medida que la marcha avanza, la gente se asoma a sus balcones, aplaude y apoya a los jóvenes y al rector que los encabeza. La gente grita: “¡Bravo, muchachos, estamos con ustedes!” Los que marchan son sus hijos. Al norte, en la zona del Parque Hundido, los granaderos esperan para enfrentar a los estudiantes y detener la marcha, con la finalidad de que no se dirijan al Zócalo, la gran explanada ubicada frente al Palacio Nacional, la Catedral y el Palacio de Gobierno de la Ciudad de México; el corazón político y social del país. Pero los manifestantes se dirigen a la UNAM.
Una vez allí, Barros Sierra iza a media asta la bandera mexicana y pronuncia un encendido discursos de protesta contra la ocupación militar de los planteles educativos.
La bandera mexicana izada a media asta en la UNAM
Todos cantan el himno nacional. En ese lugar surge una frase que define la actitud de los jóvenes en las semanas por venir: “Ganar la calle”.
2 de agosto de 1968 Son desocupados los planteles educativos. Gustavo Díaz Ordaz declara en Guadalajara que “una mano está tendida; es la mano de un hombre que a través de la pequeña historia de su vida ha sabido ser leal. Los mexicanos dirán si esa mano se queda tendida en el aire”. Los estudiantes responden: “A la mano tendida, la prueba de la parafina”.
La “mano tendida” de Gustavo Díaz Ordaz
3 de agosto de 1968 La FNET sigue acusando a los líderes del movimiento de comunistas y provocadores. Lo mismo hace Fidel Velázquez (líder de la Confederación de Trabajadores de México), los empresarios y el gobierno. Dicen que los estudiantes tratan de obstaculizar los Juegos Olímpicos.
4 de agosto de 1968 Se expide el primer documento conjunto de la UNAM, el IPN, la Universidad de Chapingo y otras escuelas, el llamado “Pliego petitorio”, que contiene seis puntos:
1. Cese de los jefes de la policía, generales Luis Cueto Ramírez, Raúl Mendiolea y teniente coronel Armando Frías;
2. Desaparición de los cuerpos represivos, entre ellos el Cuerpo de Granaderos;
3. Deslinde de responsabilidades en los actos de represión;
4. Indemnización a los deudos de los estudiantes muertos;
5. Derogación del artículo 145 y 145 bis del Código Penal (delito de disolución social);
6. Libertad a los presos políticos.
5 de agosto de 1968 Manifestación de 100.000 personas partiendo de Zacatenco al Casco de Santo Tomás.
Se da un plazo de 72 horas para la solución de las demandas, en caso contrario se irá a la huelga nacional.
Se plantea la unidad con la clase obrera y otras fuerzas del pueblo y se intensifica el volanteo: la repartición de propaganda a cargo de brigadas formadas por estudiantes, que recolectan dinero.
Contingentes llegan al Ángel de la Independencia
6 de agosto de 1968 La FNET acusa a los líderes del Comité de Huelga del Politécnico de estar penetrados por la CIA y el comunismo. El director del IPN invita a los “verdaderos maestros y estudiantes a normalizar la situación”.
8 de agosto de 1968 Se forma el llamado Consejo Nacional de Huelga (CNH), integrado por representantes estudiantiles de varias casas de estudio, no solamente de la Ciudad de México, sino de varias partes del país: Chapingo, el Colegio de México, la UNAM, el IPN, la Universidad Iberoamericana, la Universidad La Salle y las universidades de provincia. El CNH será en adelante el organismo que se enfrente al gobierno.
Días después surgirá la Coalición de Maestros, que los apoyará y secundará. Se plantea el desconocimiento de la FNET, se propone abrir perspectivas de libertad sindical, gestionar la semana de 40 horas, establecer control de precios y salarios a través de comités populares y supervisar el reparto agrario mediante comités campesinos.
Líderes del CNH: Félix Lucio Hernández Gamundi
Destacan como líderes del CNH los estudiantes Luis González de Alba, Salvador Martínez della Roca "Pino", Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, Florencio López Osuna, Roberto Escudero, Roberta Avendaño Martínez "Tita", Sócrates Amado Campos Lemus, Raúl Álvarez Garín, Eduardo Valle Espinoza "Búho", Ana Ignacia Rodríguez "Nacha", Félix Lucio Hernández Gamundi, Marcelino Perelló, Genaro Estrada, Roberto Escudero, Gilberto Guevara Niebla y Gustavo Gordillo, así como Sócrates Amado Campos Lemus, quien es un agente infiltrado por el gobierno.
Líderes del CNH: Eduardo Valle Espinoza “Búho”
13 de agosto de 1968 Se efectúa una manifestación con más de 100.000 personas, que parten del Casco de Santo Tomás al Zócalo. Se demanda la solución del pliego petitorio y se repudia a la FNET. Se gritan consignas que dicen: “¡Libros sí, bayonetas no!”; “¡Libros sí, granaderos no!”; “Al hombre no se le doma, se le educa”; “Estos son los agitadores: ignorancia, hambre y miseria”; y “¡México,
libertad! ¡México, libertad!”
Se acuerda ampliar el Movimiento Estudiantil a las fábricas y a las colonias populares. Se lanzan brigadas a Cuautitlán, Tlalnepantla y las zonas ferrocarrileras.
Documento Confidencial del Ejército Mexicano acerca del “Plan Brigada”
14 de agosto de 1968 Un líder estudiantil llamado Áyax Segura, infiltrado por el gobierno, sugiere la creación de “columnas de seguridad”: grupos de choque formados por estudiantes armados. Su propuesta es recibida con abucheos y rechazada de inmediato: hacer eso le hubiera dado al gobierno el pretexto ideal para intervenir.
Líderes del CNH: Áyax Segura, agente del gobierno
15 de agosto de 1968 El MURO, organización gansteril de derecha, lanza consignas anticomunistas contra el Movimiento. A pesar de ello, el Consejo Universitario apoya las demandas estudiantiles. Se organizan festivales de música en la UNAM y brigadas a las zonas populares.
Manifestación del MURO
16 de agosto de 1968 Intensas actividades en brigadas en distintos puntos de la Ciudad de México. Se denuncia al gobierno y al charrismo sindical.
La Asamblea de Artistas e Intelectuales se integra al Movimiento por medio de Juan Rulfo, Manuel Felguérez, José Revueltas, Jaime Augusto Shelley, Jorge Mondragón y Carlos Monsiváis. El Muro sigue pidiendo la represión “contra los comunistas”.
Líderes del CNH: Gilberto Guevara Niebla
17 de agosto de 1968 Las interminables peroratas ideológicas en las reuniones del CNH son interrumpidas por una palabra que en adelante se volverá fundamental:“¡Concretito!”, aludiendo a la necesaria brevedad en los mensajes de los líderes estudiantiles.
El escritor José Revueltas incita a los estudiantes diciendo: “El (asalto al) Cuartel Moncada empezó con mucho menos”. Pero los jóvenes no le prestan atención: ellos no desean la violencia, sino una lucha pacífica. Luis González de Alba, uno de los líderes del movimiento, recordará años después: “Un día, José Revueltas intentó leerle al CNH lo que era su proyecto socialista, que se llamaba ‘Democracia Cognoscitiva’. Nadie ahí sabía claramente qué era la democracia, pero lo cognoscitivo nadie, absolutamente nadie. Pepe llevaba un fólder de sesenta, ochenta, cien cuartillas. El resultado fue que lo bajaron al minuto y medio a chiflidos. Decían: ‘¿Y este viejito barbas de chivo, ¿de qué habla?’ Al minuto y medio de Marx y quién sabe qué otros nombres desconocidos, empezaron los murmullos y Pepe estaba abajo”.
El escritor José Revueltas
18 de agosto de 1968
Los estudiantes piden un diálogo público con los diputados y se intensifica el brigadeo y la repartición de volantes, con la finalidad de contrarrestar a la “prensa vendida, que engaña y calumnia”.
19 de agosto de 1968 En la Facultad de Ingeniería, se reúnen el ingeniero Heberto Castillo y Marcelino Perelló, quien va en silla de ruedas. También el joven orador Salvador Ruiz Villegas. “Esa fue la época de oro del Movimiento, del 12 al 27 de agosto”, afirma Salvador Martínez della Roca “Pino”. Los dirigentes estudiantiles consultan todas las decisiones con sus bases.
Utilizan el mimeógrafo para imprimir sus volantes y sus proclamas. Luis González de Alba menciona: “Toda la noche tirado en un pasillo de Ciudad Universitaria donde dormía, oía yo el ruido del mimeógrafo imprimiendo volantes”.
El Móndrigo, órgano informativo del CNH
20 de agosto de 1968 El gobierno se niega a enviar representantes a hablar públicamente con los estudiantes. Ningún diputado acude al debate. Los temas propuestos son: “¿Hubo o no brutalidad por parte de los cuerpos policíacos contra los estudiantes, maestros y ciudadanos? ¿Hubo o no violación a la Constitución? ¿Son justas y operantes las demandas del Movimiento? ¿Qué solución plantean ustedes (diputados y senadores) al presente conflicto, de manera que sean operantes para su rápida solución?”
Uno de los oradores es el joven estudiante Diego Fernández de Cevallos, quien afirma en su intervención: “El Movimiento tocó al fin uno de los tabúes de México: el del presidencialismo”.
El joven orador Diego Fernández de Ceballos
21 de agosto de 1968 En el programa televisivo Anatomías, transmitido en vivo y conducido por Jorge Saldaña, los participantes, Heberto Castillo, Ifigenia Martínez y Víctor Flores Olea, defienden a los estudiantes.
“El Movimiento Estudiantil no tiene propósitos de subversión del orden institucional. Los líderes estudiantiles están dispuestos a entablar un diálogo con las más altas autoridades”, afirma al aire Heberto Castillo. La censura no se hace esperar.
Líderes del CNH: Roberto Escudero
22 de agosto de 1968 Mientras los tanques rusos entran en Checoslovaquia y aplastan la “Primavera de Praga”, en México el Secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, se comunica por vía telefónica con miembros del CNH y les informa que “el gobierno está dispuesto a examinar, en unión de los sectores interesados, por conducto de funcionarios competentes en las respectivas esferas, los puntos de vista de los auténticos maestros y estudiantes”.
Propone un diálogo sereno y se manejan los nombres de quienes estarán presentes: el propio Luis Echeverría; el Procurador de la República; y el escritor Agustín Yáñez, Secretario de Educación. Los estudiantes piden fijar la fecha, hora y lugar, con la única condición de que el diálogo sea público.
Heberto Castillo insiste en que deben estar presentes la radio, la televisión y los periódicos.
El ingeniero Heberto Castillo
23 de agosto de 1968 La Secretaria de Gobernación comunica que acepta el diálogo público y el CNH exige que esta aceptación sea difundida. Se anuncia que el 27 habrá una manifestación que culminará en un mitin en el Zócalo y que algunos estudiantes se quedarán en el lugar.
En las barracas del Estado Mayor Presidencial, a cargo del general Luis Gutiérrez Oropeza, instructores militares estadounidenses capacitan a oficiales en defensa personal y manejo de explosivos.
Manifestación contra la invasión a Checoslovaquia
26 de agosto de 1968 El CNH informa que se han iniciado contactos con la Secretaría de Gobernación para organizar el diálogo. También se han organizado comisiones para plantear las demandas al gobierno. Se plantea que se establecerán en el Zócalo guardias permanentes “hasta que se resuelva el conflicto”. Se dice que en dieciocho estados se apoya al Movimiento.
En una manifestación, se portan mantas que dicen: “Soldado, no dispares, tú también eres el pueblo”; “La imaginación al poder”; “Prohibido prohibir” y “Entre más hago la revolución, más ganas me dan de hacer el amor; entre más hago el amor, más ganas tengo de hacer la revolución”. Ante esta última frase, el presidente Díaz Ordaz comenta en privado: “¿Harán el amor tan mal como hacen la revolución?”
27 de agosto de 1968 Manifestación de los Héroes y Toma del Zócalo. Según el periódico El Día, más de 400.000 personas asisten a la manifestación en demanda de la resolución del pliego petitorio
Memorandum confidencial militar con instrucciones sobre la marcha del 27 de agosto
Parten del Museo de Antropología y llevan retratos de Emiliano Zapata, Miguel Hidalgo, el Ché Guevara y Demetrio Vallejo.
El Movimiento se deja llevar por la emoción del momento; se radicaliza y comete los excesos verbales que terminan por hundirlo.
La célebre fotografía de Héctor García
Los asistentes gritan: “¡No queremos Olimpiada! ¡Queremos revolución!” “No queremos el Informe, sólo queremos la verdad!” “Veterinaria... ¡Presente! Vacune a su granadero” “¡Respeto a la Constitución!” y “¡Nos levantaremos cuando nos dé la gana!”.
Cuando llegan al Zócalo, los estudiantes gritan insultos frente al Palacio Nacional. El escarnio contra el presidente Díaz Ordaz llueve; la multitud le grita a coro: “¡Sal al balcón, chango hocicón!”; “¡Díaz Ordaz, buey buey buey!”
Los estudiantes entonan, con la melodía de una canción de Francisco Gabilondo Soler “Cri Cri”, una nueva ofensa al presidente:
“Di por qué, dime Gustavo, di por qué eres cobarde, di por qué no tienes madre, dime Gustavo por qué”.
Se lee la lista de nombres de 87 detenidos y una carta de Demetrio Vallejo. Un policía se sube a la tribuna, afirma que él es un hombre con dignidad, se quita el uniforme y lo pisotea, llorando. Roberto Escudero toma el micrófono y habla acerca de “la tiranía, la dictadura y la injusticia”; exige que Díaz Ordaz comparezca ante el pueblo. Varios estudiantes piden permiso en la Catedral y, con la autorización de la Mitra, lanzan las campanas al vuelo.
Las campanas de la Catedral Metropolitana, tocadas por estudiantes
Alguien dice en el mitin que el diálogo debe efectuarse el 1º de septiembre en el Zócalo. Se canta el Himno Nacional Mexicano. En el centro del Zócalo es izada una bandera rojinegra que sólo es arriada hasta que la mayor parte de los reunidos abandona el lugar.
Unos estudiantes intentan quemar la puerta de Palacio Nacional, pero no lo consiguen. Se conforman con hacer pintas y dibujar el rostro del “Ché” Guevara en las paredes del edificio.
De pronto, Socrates Amado Campos Lemus, uno de los dirigentes del CNH y quien en realidad es un agente infiltrado por el gobierno, toma el micrófono y arenga a la multitud: “¿Verdad que nos vamos a quedar aquí hasta el primero de septiembre, compañeros?” La multitud ruge un "¡sí!" unánime. Otros líderes se miran entre sí, estupefactos. Aquello no ha sido planificado ni acordado, es una provocación, sobre todo porque el primero de septiembre es el informe del Presidente. Pero no pueden contradecirse entre sí. De inmediato se forman campamentos en la plancha del Zócalo. Un rato después, las puertas de Palacio Nacional se abren para dejar salir, no a representantes del gobierno dispuestos a dialogar, sino a tanques de guerra repletos de soldados.
Tanques de guerra saliendo del Palacio Nacional rumbo al Zócalo
28 de agosto de 1968 A la una de la madrugada, fuerzas del ejército, policía y bomberos desalojan a las guardias del Movimiento Estudiantil que
permanecen en el Zócalo.
El Ejército toma el Zócalo
Tres mil estudiantes son replegados por el ejército que los persigue y golpea a culatazos. A partir de ese momento, las autoridades responden con represión a toda actividad estudiantil.
La gente observa con asombro el despliegue de fuerzas militares: tanques de guerra, pelotones, armas de alto poder. Parece que la Ciudad de México vive una guerra y no un simple movimiento ciudadano.
El gobierno organiza en el Zócalo —con miles de burócratas acarreados, que balan como borregos mientras van en los camiones— una ceremonia oficial de “desagravio a la bandera”, ceremonia que también termina en protestas y represión.
Bandera rojinegra izada por los estudiantes
La ceremonia forzada de desagravio a la bandera
29 de agosto de 1968 Los granaderos impiden un mitin en la Plaza de las Tres Culturas. Heberto Castillo es golpeado salvajemente.
31 de agosto de 1968 El CNH protesta contra la represión desatada y pide que cese el virtual estado de sitio en la Ciudad de México. Reafirma que no se tratará de boicotear los Juegos Olímpicos y señala que no se permitirán intermediarios en las conversaciones con las autoridades. La Vocacional 7 y la Pre Vocacional 4, en la Unidad Habitacional Nonoalco Tlatelolco, son agredidas por civiles paramilitares.
1 de septiembre de 1968 En su IV Informe de Gobierno, el presidente Gustavo Díaz Ordaz denuncia un intento de boicotear los Juegos Olímpicos.
También señala que no ha habido violación a la autonomía universitaria y advierte que puede disponer de la totalidad de la fuerza armada y que llegará hasta donde está obligado a llegar. “Hemos sido tolerantes hasta excesos criticados, pero todo tiene un límite y no podemos permitir ya que se siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico, como a los ojos de todo el mundo ha venido sucediendo (...) La injuria no me ofende, la calumnia no me llega, el odio no ha nacido en mí (...) ¡Qué grave daño hacen los modernos filósofos de la destrucción, que están en contra de todo y a favor de nada!”, afirma, refiriéndose al filósofo Herbert Marcuse.
El Cuarto Informe de Gobierno de Díaz Ordaz
2 de septiembre de 1968 El CNH indica que no dialogará con la presión de los tanques y las bayonetas, y pide que se retiren de las calles las fuerzas armadas. El escritor Carlos Fuentes afirma: “Criticar al César no es criticar a Roma. Criticar a un gobierno no es criticar a un país”.
Miembros del CNH durante una entrevista
3 de septiembre de 1968 El CNH, en un manifiesto, responde al Informe del Presidente de México: “No estudiamos con el propósito de acumular conocimientos estáticos. Nuestra causa como estudiantes es la del conocimiento militante, el conocimiento crítico que impugna, refuta, transforma y revoluciona la realidad”.
Aulas rebautizadas en la UNAM
7 de septiembre de 1968 Mitin de 25.000 personas en Tlatelolco.
Líderes del CNH: Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca
8 de septiembre de 1968 El CNH pide al Ejecutivo que defina si acepta o no el diálogo, y que deje las soluciones parciales, burocráticas y legalistas. Se niega la libertad a Demetrio Vallejo, Valentín Campa y a otros. Se reúnen abogados a discutir el 45 y 45 bis del Código Penal.
9 de septiembre de 1968 El rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, manifiesta que “las demandas han sido satisfechas en lo esencial por el ciudadano Presidente de la República en su último informe” y pide que se restablezca la normalidad. Convoca al regreso a clases.
Líderes del CNH: Roberta Avendaño “La Tita” (al centro)
10 de septiembre de 1968 El CNH rechaza la posición del rector afirmando que está condicionada por presiones y decide seguir en huelga hasta que sea resuelto el pliego petitorio. Cinco senadores piden que se disponga del ejército, la aviación y la marina “en defensa de la seguridad interna y externa cuando sea preciso”.
11 de septiembre de 1968 Una comisión de estudiantes va al poblado de Topilejo, donde los habitantes deciden apoyar al Movimiento cuando los jóvenes exigen indemnización para los muertos en un accidente camionero.
Diversos graffiti a lo largo del Movimiento Estudiantil
12 de septiembre de 1968 Hay helicópteros que sobrevuelan la ciudad y difunden volantes a nombre de Uniones y Sociedades de Padres de Familia de la UNAM y el IPN, donde se asienta que la manifestación convocada para el día siguiente será violentada por el ejército.
Cartel convocando a un Festival de Gala el 15 de septiembre
13 de septiembre de 1968 Manifestación del Silencio. Se calcula que 250.000 personas marchan sin pronunciar palabra o con un tapabocas, del Museo de Antropología al Zócalo. Dura cuatro horas El líder estudiantil y escritor Luis González de Alba recuerda:“Un helicóptero seguía volando casi al ras de las copas de los árboles. Finalmente a la hora señalada, a las cuatro, se inició la marcha en absoluto silencio. Salíamos apenas del bosque, habíamos caminado solo unas cuadras cuando las filas comenzaron a engrosarse. Todo el Paseo de la Reforma, banquetas, camellones, monumentos y hasta los árboles estaban cubiertos por una multitud que a lo largo de cien metros duplicaba el contingente inicial.
La Manifestación del Silencio
“Y de aquellas decenas y después cientos de miles solo se oían los pasos… Pasos, pasos sobre el asfalto, pasos, el ruido de muchos pies que marchan, el ruido de miles de pies que avanzan. El silencio era más impresionante que la multitud. Parecía que íbamos pisoteando toda la verborrea de los políticos, todos sus discursos, siempre los mismos, toda la demagogia, la retórica, el montonal de palabras que los hechos jamás respaldan, el chorro de mentiras; las íbamos barriendo bajo nuestros pies. Ninguna manifestación me ha llegado tanto. Sentí un nudo en la garganta y apreté fuertemente los dientes.
“Con nuestros pasos vengábamos en cierta forma a Rubén Jaramillo, a su mujer embarazada, asesinados, a sus hijos muertos, vengábamos tantos años de crímenes a mansalva, silenciados, tipo gángster. Si los gritos, porras y cantos de otras manifestaciones les daban un aspecto de fiesta popular, la austeridad de la Silenciosa me dio la sensación de estar dentro de una catedral.
Líderes del CNH: Luis González de Alba
“Ante la imposibilidad de hablar y gritar como en otras ocasiones, al oír por primera vez claramente los aplausos y voces de aliento de las gruesas vallas humanas que se nos unían, surgió el símbolo que pronto cubrió la ciudad y aún se coló a los actos públicos, a la televisión, a las ceremonias oficiales: la ‘V’ de ‘Venceremos' hecha con los dedos, formada por los muchachos al marchar en las manifestaciones, pintada después en casetas de teléfonos, autobuses, bardas. En los lugares más insólitos brotaba el símbolo de la voluntad inquebrantable, incorruptible, resistente a todo, hasta a la masacre que llegó después. Aún reciente Tlatelolco, la ‘V’ continuó apareciendo hasta en las ceremonias olímpicas, en las manos del pueblo”.
Mientras la marcha se celebra, 123 vehículos estacionados en las inmediaciones del Museo de Antropología, de donde parte la manifestación, son destrozados por un grupo armado con metralletas y varillas. Nueve autos desaparecen.
Líderes del CNH: Salvador Martínez della Roca, “El Pino”
14 de septiembre de 1968 En el poblado de San Miguel Canoa, un grupo de empleados de la Universidad Autónoma de Puebla son linchados por los habitantes del lugar, que obedecen instrucciones del sacerdote católico Enrique Meza Pérez, quien afirma que los excursionistas son “comunistas enviados por el demonio”; les cortan las manos a machetazos, los golpean y los queman vivos. René Capistrán Garza, ex cristero y dirigente de la Liga para la Defensa Religiosa, justifica la actitud del sacerdote y de los linchadores. El Ejército y la policía entran al pueblo.
15 de septiembre de 1968 Los estudiantes en lucha celebran el Grito de Independencia en la UNAM (donde lo preside Heberto Castillo en la explanada de la Ciudad Universitaria), en Zacatenco, en el Casco de Santo Tomás, en el Politécnico y en la Vocacional 7.
Heberto Castillo dando el Grito en la UNAM
En el Zócalo, en plena ceremonia del Grito, Gustavo Díaz Ordaz recibe silbidos y abucheos de la multitud. Díaz Ordaz empieza a referirse a Heberto Castillo como “El Presidentito”.
El presidente Díaz Ordaz dando el Grito en Palacio Nacional
16 de septiembre de 1968 Sigue el festival artístico en la UNAM. Se presentan cantautores, artistas plásticos y escritores.
El cantante Óscar Chávez en la UNAM
17 de septiembre de 1968 Agresiones de grupos de choque y porros contra las preparatorias 2 y 7, las Facultades y Escuelas de Economía, Derecho y Medicina. Un estudiante recibe un balazo en una pierna.
18 de septiembre de 1968 El ejército ocupa la Ciudad Universitaria. Desaloja estudiantes, funcionarios y empleados de la institución.
El Ejército entrando a la Ciudad Universitaria
El despliegue utiliza unos 10.000 soldados. Moviliza tanques ligeros, carros de asalto, transportes militares y jeeps.
La Secretaría de Gobernación asevera que “los locales habían sido ocupados ilegalmente por personas antisociales y posiblemente delictuosas”.
19 de septiembre de 1968 El ejército informa de 1.500 detenidos. Los comités de lucha se concentran en Zacatenco. Las fuerzas policíacas disuelven reuniones y tienen enfrentamientos con los estudiantes.
Marcelino García Barragán, Secretario de Defensa, afirma que el Batallón Olimpia (creado por Manuel Díaz Escobar, quien después formará el grupo de choque "Los Halcones") dará seguridad a las instalaciones olímpicas y que actúa a solicitud de la Secretaría de Gobernación.
El rector exhorta a los universitarios a “que asuman, donde quiera que se encuentren, la defensa moral de la UNAM y a que no abandonen sus responsabilidades”. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) apoya la invasión, y expresa solidaridad y confianza en el gobierno. Los empresarios apoyan también lo que califican como “acción de orden”.
El rector Javier Barros Sierra afirma: “La ocupación militar de la Ciudad Universitaria ha sido un gesto excesivo de fuerza que nuestra casa de estudios no merecía”.
La protesta del rector Javier Barros Sierra
21 de septiembre de 1968 Apoyados por los vecinos, los estudiantes de la Vocacional 7, en Tlatelolco, se enfrentan de las 7 de la noche a las 2 de la mañana con la policía. Hay incendios, vehículos volcados, heridos, desmoralización y titubeos del ejército ante la resistencia.
El CNH asienta: “Frente a un poder público cada vez más reaccionario y desprestigiado, se levanta una lucha cada vez más popular y decidida”.
23 de septiembre de 1968 El rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, presenta su renuncia irrevocable “por habérsenos impedido realizar, al menos en parte, las funciones esenciales de la Universidad, y porque es insostenible mi posición como rector ante el enfrentamiento agresivo y abierto con un grupo gubernamental. Estoy siendo objeto de toda una campaña de ataques personales, de calumnias, de injurias y de difamación. Es bien cierto que hasta hoy procede de gentes menores, sin autoridad moral; pero en México todos sabemos a qué dictados obedecen”.
El rector presenta su renuncia
Estudiantes presos
En el Casco de Santo Tomás se desarrolla una cruenta batalla campal entre estudiantes y agentes porque estos demandan la libertad de un policía arrestado al exigir la moralización de los cuerpos policíacos.
Arsenal de los estudiantes: simples bombas molotov
El asalto militar al Casco de Santo Tomás ocurre tras casi doce horas de combate entre Granaderos y Policía Montada contra estudiantes del IPN que niegan la rendición. Es la madrugada más sangrienta del Movimiento Estudiantil, en tiempos en los cuáles es peor ser estudiante que delincuente.
La batalla del Casco de Santo Tomás
Al escuchar las tanquetas formarse frente a la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, en el cercano Hospital de la Mujer, una enfermera lamenta: “¡Van a matar a los muchachos!”
La batalla dura desde las 17:00 horas del 23 de septiembre hasta el amanecer del día 24, cuando cae la última trinchera estudiantil, defendida por jóvenes con tanto miedo a morir, como a vivir bajo la tortura que espera a los sobrevivientes.
Los chicos pelean con piedras, palos, resorteras, tubos, bazucas hechizas, bombas de gasolina y balas de clavos. Los operativos culminan con la ocupación de Zacatenco, las vocacionales 7, 6 y 3, cercanas a Santo Tomás.
Igor de León, quien es médico del Hospital de la Mujer de ese barrio, presencia el combate y veinte años después publica el libro La Noche de Santo Tomás.
Soldados sentados en pupitres vigilan una escuela
24 de septiembre de 1968 Continúa la violencia en el Casco de Santo Tomás. Hacia las tres de la madrugada el ejército ocupa la zona. También toma la Unidad Profesional Zacatenco durante unas horas.
Nuevos encuentros en la Plaza de la Ciudadela y en las Vocacionales. El jefe de la policía, Luis Cueto, asienta que “los elementos de la jefatura de la policía están ya armados y tienen instrucciones de actuar donde sea necesario”. Hay muertos, heridos y detenidos.
En la UNAM, más de 7.000 profesores amenazan con renunciar si se acepta la renuncia del rector.
25 de septiembre de 1968 La Junta de Gobierno no acepta la renuncia del rector. Círculos policíacos afirman que se impedirán todos los mítines. Se apedrean embajadas mexicanas en Santo Domingo, Panamá, Perú, Chile y Francia. En Helsinski se pide que el equipo de ese país no asista a las Olimpiadas.
Continúan las detenciones
27 de septiembre de 1968 Unas 5.000 personas asisten a un mitin en Tlatelolco. La Secretaría de Defensa afirma que se desocupará la Ciudad Universitaria “cuando las autoridades legítimas lo soliciten”.
El CNH demanda la salida inmediata de las fuerzas policíacas y militares de los planteles politécnicos y universitarios, la libertad de todos los detenidos y el cese absoluto de la represión.
30 de septiembre de 1968 El ejército desocupa Ciudad Universitaria; hay destrozos en las instalaciones. Ante la campaña desatada, el CNH reitera de nuevo que no se propone boicotear los Juegos Olímpicos.
1 de octubre de 1968 El CNH rechaza el regreso a clases. Anuncia un mitin para el día siguiente en la Plaza de las Tres Culturas, en la Unidad
Habitacional de Nonoalco-Tlatelolco, y de ahí una manifestación al Casco de Santo Tomás para solicitar la desocupación de los planteles.
2 de octubre de 1968 La masacre de Tlatelolco. Por la mañana ambas partes, estudiantes y representantes del gobierno, se reúnen en casa del rector Javier Barros Sierra y acuerdan una nueva reunión al día siguiente, 3 de octubre, en la Casa del Lago, dependencia de la UNAM ubicada en el bosque de Chapultepec; asisten Andrés Caso y Jorge de la Vega, así como tres líderes estudiantiles. Por la tarde, a las 17:30 horas, se celebra un mitin en la explanada de la llamada Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, con la asistencia de entre 5,000 y 10,000 personas. Allí se han celebrado ya ocho mítines.
El mitin en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco
No hay solamente estudiantes; también asisten padres de familia, niños, vecinos de la Unidad Habitacional NonoalcoTlatelolco, transeúntes, vendedores ambulantes y curiosos.
Orden de Operaciones del General José Hernández Toledo para Tlatelolco
Los estudiantes reparten volantes, hacen colectas en botes con las siglas CNH, venden periódicos y carteles, y, en el tercer piso del edificio, además de los periodistas que cubren las fuentes nacionales hay corresponsales y fotógrafos extranjeros, enviados para cubrir los Juegos Olímpicos que iniciarán diez días después.
El Ejército rodea la Plaza, como ha hecho en otras ocasiones; al mando va el general José Hernández Toledo, quien reprimió a los estudiantes en Morelia, guió la toma del Colegio de San Ildefonso y ocupó la UNAM.
El general José Hernández Toledo en Tlatelolco
Desde temprano, se ve a jóvenes con el cabello muy corto y un guante blanco (o un trapo del mismo color) en la mano izquierda, ingresar al Edificio Chihuahua; son integrantes encubiertos del Batallón Olimpia, el grupo paramilitar destinado a cuidar la seguridad durante las Olimpiadas. Van vestidos de civil; se les ha ordenado ir a la plaza sin documentos de identificación, con pistolas cargadas y un guante blanco en la mano izquierda para distinguirse entre ellos.
En el Edificio Chihuahua se colocan los oradores estudiantiles. Varios de ellos toman la palabra. Un chico de la UNAM afirma: “El Movimiento va a seguir a pesar de todo (…) Se ha despertado la conciencia cívica y se ha politizado a la familia mexicana”. Los oradores proponen un boicot contra el periódico El Sol de México, de Mario Vásquez Raña.
Hace su entrada a la Plaza un grupo de trabajadores que porta una manta: “Los ferrocarrileros apoyamos el Movimiento y desconocemos las pláticas Romero Flores-GDO”. Este contingente obrero es recibido con aplausos. El grupo de ferrocarrileros anuncia paros escalonados desde el 3 de octubre en apoyo al Movimiento Estudiantil.
A las 18:10, un estudiante apellidado Vega anuncia en el micrófono que se cancela la manifestación al Casco de Santo Tomás, para evitar enfrentamientos con las autoridades.
En ese momento, varios de los hombres que portan el guante blanco llegan al tercer piso del Edificio Chihuahua portando pistolas; le ordenan a los líderes estudiantiles, entre ellos a Gilberto Guevara Niebla, que se tiren al piso. Los comanda Ernesto Morales Soto, dirigente del Batallón Olimpia.
El Batallón Olimpia: los hombres del guante blanco
En ese momento, dos helicópteros militares sobrevuelan la Plaza de las Tres Culturas y lanzan una luz verde de bengala; Oriana Falacci, periodista italiana, les advierte a los estudiantes que esa es una señal de guerra, pero no le hacen caso.
Uno de los helicópteros sobrevolando la plaza
Dos bengalas más, estas de color rojo, son lanzadas desde las aeronaves. Es el inicio del operativo paramilitar conocido como “Operación Galeana”.
Las luces de bengala
Es la señal. Francotiradores apostados sobre el Edificio Chihuahua abren fuego sobre la multitud; también los integrantes del Batallón Olimpia, que entran y salen del departamento 209 del Edificio Chihuahua.
Comienza la matanza en la explanada
Sócrates Amado Campos Lemus grita en el micrófono: “¡No corran, compañeros, es una provocación!”, pero es ignorado.
Líderes del CNH: Sócrates Amado Campos Lemus, agente infiltrado por el gobierno, hablando desde el Edificio Chihuahua
Guillermo Aulet, quien estaba en la explanada, declara años después: “De pronto, vuelvo la mirada hacia la tribuna y ya no están los oradores. Aparece un tipo alto, de pelo castaño claro y ondulado, como de unos treinta y cinco años, con un guante blanco en la mano izquierda. Dispara a sangre fría sobre quienes están en la tribuna. Voltea hacia la multitud que corre despavorida… y dispara dos veces más su pistola con una tranquilidad escalofriante”.
Oriana Fallaci, la corresponsal italiana, cae herida de un balazo en la espalda pese a la protección de un estudiante que está a su lado.
La periodista italiana Oriana Falacci y un estudiante caen heridos en Tlatelolco
El lugar es rodeado por el ejército, que al igual que el Batallón Olimpia desata una cruenta balacera contra la multitud. También la policía abre fuego.
Miembros del Batallón Olimpia disparan contra los soldados, quienes responden el fuego. Los paramilitares se tiran al suelo, tratando de identificarse ante la soldadesca. Pero otros miembros siguen disparando desde el edificio, usando ametralladoras, pistolas y rifles.
Agentes en las azoteas disparando contra el Ejército
Elementos del Ejército Mexicano cercan la Plaza de las Tres Culturas. Los soldados marchan por dos costados del lugar con el fusil en posición de combate, en ristre, y la bayoneta calada. Toman posiciones en la zona arqueológica y a espaldas de la torre de la Cancillería. Un balazo hiere en la espalda al general José Hernández Toledo. Eso recrudece la refriega.
Parte militar sobre el balazo al general José Hernández Toledo
La periodista francesa Claude Kiejman, corresponsal del periódico Le Monde, afirma: “Nunca he visto disparar así sobre la multitud”. Los miembros del Batallón Olimpia la meten al departamento que les sirve como base de operaciones. La multitud corre hacia el ejército y estos les disparan; huyen hacia el otro lado y se encuentran con la lluvia de balas del Batallón Olimpia.
Muchas personas corren a buscar refugio en la Iglesia de Santiago Tlatelolco, pero las puertas del templo nunca se abren; los franciscanos deciden no dejarlos entrar por temor al gobierno.
Hombres y mujeres, jóvenes, ancianos y niños son masacrados por la fuerza pública. Más de 1,500 soldados los acribillan con pistolas, metralletas y rifles de alto poder; se disparan más de quince mil balas. La emboscada se ha dispuesto de antemano para no permitir la salida de ningún asistente.
Los testimonios son sobrecogedores: “La sangre de mi hija se fue en los zapatos de todos los muchachos que corrían por la Plaza”, declara Dolores Verdugo de Solís, madre de familia. La actriz Margarita Nolasco logra salir de la Plaza, abre la
ventanilla del taxi que la lleva a su casa y grita a los peatones en la acera, a la altura de la Casa de los Azulejos: “¡Están masacrando a los estudiantes en Tlatelolco! ¡El ejército está matando a los muchachos!” El taxista la reprende:“Suba usted la ventanilla, señora, porque si sigue haciendo esto, tendré que bajarla del coche”. Él mismo cierra la ventanilla.
Fragmento de la lista oficial de muertos en Tlatelolco, según la Secretaría de Gobernación
Hay centenares de muertos y heridos. Seis cámaras de video instaladas de antemano por el cineasta Servando González, obedeciendo órdenes de la Secretaría de Gobernación, filman todo.
El cineasta Servando González
El fotógrafo de Luis Echeverría, Manuel Gutiérrez Paredes “Mariachito”, toma fotos de lo que sucede en el interior del Edificio Chihuahua.
Se corta el servicio de luz eléctrica en toda la Unidad y se desconectan los teléfonos. Las cámaras de los fotógrafos de varios medios nacionales e internacionales son confiscadas y destruidas. A un periodista extranjero lo hieren con las bayonetas para obligarlo a que entregue su cámara.
Los arrestados por el Batallón Olimpia
Dos mil estudiantes son detenidos, desnudados, vejados y golpeados a culatazos. La balacera dura cuarenta minutos ininterrumpidos. Muere allí, con seis disparos en la espalda, una joven edecán de la Villa Olímpica llamada Regina Deutche Ruegger, que se convierte en figura emblemática del Movimiento a causa de un defectuoso libro de Antonio Velasco Piña, el cual usa la figura de la chica para convertirla en una sacerdotisa tibetana que se inmola en Tlatelolco.
Líderes estudiantiles detenidos en el Edificio Chihuahua: Félix Lucio Hernández Gamundi y Florencio López Osuna
El fuego es tan intenso que se inicia un incendio en el Edificio Chihuahua. No se permite la salida de nadie durante toda esa noche, si no es mediante identificación satisfactoria al ejército.
Muchos de los dirigentes del CNH son detenidos y torturados. Los detenidos "especiales", capturados en el Edificio Chihuahua, son identificados por policías infiltrados en el Movimiento, conducidos a la iglesia y en la ex prisión de Tlatelolco desnudados por los soldados. Ahí mismo se golpea a varios de ellos, se viola y tortura a las mujeres, y se les roban sus pertenencias personales. En los siguientes días habrán de ser sometidos a golpizas, fusilamientos simulados y torturas en instalaciones policiacas y en el Campo Militar número 1.
Se impide la labor de la Cruz Roja y de la Cruz Verde. Los estudiantes intentan refugiarse en los departamentos. El Ejército entra a la Unidad Habitacional y asesina a varios habitantes de la misma. A las once de la noche, la balacera continúa; son horas de fuego. Una tanqueta dispara hacia la Plaza, destrozando a la gente.
Los heridos
Los militares y policías impiden a la gente el paso a los hospitales donde están algunos heridos. En un cuarto lleno de cadáveres, un soldado le responde al periodista José Antonio del Campo del periódico El Día: “Son cuerpos, señor...”
Los muertos
Marcelino García Barragán declara: “El comandante responsable soy yo”. En la presidencia se afirma que “la intervención acabó con el foco de agitación que ha provocado el problema” y que “se garantiza la tranquilidad durante los Juegos Olímpicos”.
Esa noche, en su diario (base para sus Memorias, aún inéditas), el presidente Gustavo Díaz Ordaz apunta: “No habiendo podido apoderarse de Palacio Nacional, buscaban hacer suya la Plaza de las Tres Culturas con el objeto de tomar la Secretaría de Relaciones Exteriores (…) Los más importantes líderes, escondidos; otros dialogan y la masa, la ‘carne de cañón’, en la
explanada (...) (Sócrates Amado Campos Lemus) llega con cuatro coches, metralletas en la mano, él mismo también con una metralleta en la mano y otros tres acompañantes armados igual (en medio de todo, parece que fue el más hombrecito de todos).
Presos políticos: Félix Lucio Hernández Gamundi
“(Los estudiantes) están disparando desde los altos de uno de los edificios cercanos, donde no hay soldados, donde no hay policías, son ‘ellos’ los que están disparando, la balacera dura poco (...) Los detenidos son llevados al Campo Militar Número 1 para ser examinados (...) Por fin habían ganado sus ‘muertitos’. ¡A qué costo tan alto! Los lograron al cabo asesinando a sus propios compañeros.
Presos políticos: Ignacia Rodríguez “La Nacha”, Roberta Avendaño “La Tita”, José Revueltas y Eduardo Espinoza del Valle “El Búho”
“Se debe recordar que la mayor parte de muertos y heridos, tanto alborotadores como soldados, presentaron trayectorias de bala claramente verticales, balas asesinas de los jóvenes ‘idealistas’ disparando sus metralletas desde las azoteas de los edificios Chihuahua y Sonora (...) Ya avanzada la noche, médicos, ambulancias. Triste tarea de trasladar a los heridos y levantar a los muertos (…) ¡Por fin lograron sus muertos! ¡Y a qué costo! Y posiblemente asesinados por sus propios compañeros.
Presos políticos: Eli de Gortari y Manuel Marcué Pardiñas
“Mañana amanecerá en sol (…) La vida de la ciudad, del país, de millones de mexicanos, seguirá su curso normal. Y sin embargo, esta ha sido una cruenta jornada. Intensamente dolorosa, seguramente, para algunos hogares de México. Lacerante y dolorosa para todos los mexicanos.
Presos políticos: Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, Félix Lucio Hernández Gamundi y Luis González de Alba
“Este México nos lo quieren cambiar, nos lo quieren cambiar por otro que no nos gusta. Si queremos conservarlo y nos mantenemos unidos, no nos lo cambiarán (…) México será el mismo antes de Tlatelolco y después de Tlatelolco y quizás siga siendo el mismo, en parte muy importante, por Tlatelolco”.
3 de octubre de 1968 Al otro día de la masacre, el caricaturista Abel Quezada publica un cartón que no es más que un rectángulo negro y un título: "¿Por qué?"
Caricatura de Abel Quezada
El Senado de la República publica un documento donde considera que la actuación del Ejecutivo Federal se ha apegado a la Constitución política del país y a las leyes vigentes. Hay indignación, estupor y condena por la matanza fuera de los círculos oficiales y en muchos países del mundo. La ciudad es vigilada estrictamente.
Los titulares tras la masacre
El jefe de la policía culpa a los padres de familia de las recientes tragedias. La policía catea los edificios cercanos a la Plaza de las Tres Culturas en busca de estudiantes.
La plaza luce llena de zapatos y charcos de sangre, que los empleados municipales intentan cubrir con aserrín.
Para deshacerse de los cadáveres, muchos son quemados o arrojados al mar desde helicópteros.
Otros son sepultados en una fosa común del Panteón de Dolores, cerca de la Rotonda de los Hombres Ilustres, junto a la Tercera Sección del Bosque de Chapultepec.
Supuesta tumba de uno de los muertos en la Plaza de las Tres Culturas
Jacobo Zabludovsky, conductor del noticiero de televisión 24 horas, recibe una llamada de Gustavo Díaz Ordaz en las instalaciones de Telesistema Mexicano (hoy Televisa), en Avenida Chapultepec. El Presidente le reclama al periodista que, en el noticiero nocturno de la víspera, transmitido por Canal 4, hubiese aparecido en pantalla portando una corbata negra. Zabludovsky le explica: “Señor presidente, yo uso corbata negra desde hace años. No tengo otra”.
El escritor José Revueltas es acusado de ser el autor intelectual del Movimiento. El periódico Excélsior, dirigido por Julio Scherer García, publica una crónica en la que dice: "Nadie observó de dónde salieron los primeros disparos. Pero la gran mayoría de los manifestantes aseguraron que los soldados, sin advertencia ni previo aviso, comenzaron a disparar. Los disparos surgían por todos lados, lo mismo de lo alto de un edificio de la Unidad Tlatelolco que de la calle, donde las fuerzas militares en tanques ligeros y vehículos blindados lanzaban ráfagas de ametralladora casi ininterrumpidamente.
“Se calcula que participaron unos 5,000 soldados y muchos agentes policiacos, la mayoría vestidos de civil. Tenían como contraseña un pañuelo envuelto en la mano derecha. Así se identificaban unos a otros, ya que casi ninguno llevaba credencial por protección frente a los estudiantes.
Carta del general Javier Vásquez Félix a Alfonso Corona del Rosal sobre los muertos en Tlatelolco
“El fuego intenso duró 29 minutos. Luego los disparos decrecieron pero no acabaron. Los cuerpos de las víctimas que quedaron en la Plaza de las Tres Culturas no pudieron ser fotografiados debito a que los elementos del ejército lo impidieron”.
4 de octubre de 1968 El periódico Excélsior dedica su cabeza de ocho columnas a decir que sí va a haber Juegos Olímpicos en México. La comisión de la Asamblea de Intelectuales, Artistas y Escritores es detenida por la policía al salir del edificio de Excélsior, pues confunden al escritor Juan García Ponce con el líder estudiantil Marcelino Perelló, ya que ambos utilizan silla de ruedas.
Octavio Paz renuncia a la Embajada en La India como protesta por la masacre de Tlatelolco. Declara al periódico francés Le Monde: “He visto noticieros internacionales, también las fotografías de los corresponsales extranjeros. Las imágenes no mienten. No puedo seguir sirviendo a un régimen de asesinos. La mañana del 3 de octubre me enteré de la represión del día anterior. Decidí que no podía continuar representando a un gobierno que había obrado de una manera tan abiertamente opuesta a mi manera de pensar”.
El escritor Octavio Paz
Mientras tanto, internada en el Hospital Francés a causa de una bala alojada cerca de su columna vertebral, la periodista Oriana Falacci declara: “No, no voy a dar ninguna entrevista, ninguna, no después de lo que me pasó; me han disparado, me han robado mi reloj, me dejaron desangrarme ahí en el suelo del Edificio Chihuahua, me negaron el derecho a llamar a mi embajada. Quiero que la delegación italiana se retire de los Juegos Olímpicos; es lo menos que pueden hacer. Mi asunto va a ir al Parlamento, el mundo entero se va a enterar de lo que pasa en México, de la clase de democracia que impera en este país, el mundo entero. ¡Qué salvajada! Yo he estado en Vietnam y puedo asegurar que en Vietnam durante los tiroteos y los bombardeos (también en Vietnam señalan los sitios que se van a bombardear con luces de bengala) hay barricadas, refugios, trincheras, agujeros, qué sé yo, a dónde correr a guarecerse. Aquí no hay la más remota posibilidad de escape. Al contrario.
La periodista Oriana Falaci en el Hospital Francés de la Ciudad de México
“Yo estaba tirada boca abajo en el suelo y cuando quise cubrir mi cabeza con mi bolsa para protegerme de las esquirlas un policía apuntó el cañón de su pistola a unos centímetros de mi cabeza y me dijo: ‘No se mueva’. Yo veía las balas incrustarse en el piso de la terraza a mi alrededor. También vi cómo la policía arrastraba de los cabellos a estudiantes y a jóvenes y los arrestaban. Vi a muchos heridos, mucha sangre, hasta que me hirieron a mí y permanecí tirada en un charco de mi propia sangre durante cuarenta y cinco minutos. Un estudiante junto a mí repetía: ‘Valor Oriana, valor’. La policía jamás atendió a mi petición: ‘Avísenle a mi embajada, avísenle a mi embajada’. Todos se negaron hasta que una mujer me dijo: ‘Yo voy a hacerlo’.
“He llamado a mi hermana que sale hoy en avión, he llamado a Londres, a París, a Nueva York, a Roma. Hoy en la mañana, cuando me llevaron a rayos X, unos periodistas me preguntaron qué hacía en Tlatelolco. ¿Qué hacía, Dios mío? ¡Mi trabajo! Soy una periodista profesional. Tuve contacto con los líderes del Consejo Nacional de Huelga porque el Movimiento es lo más interesante que sucede ahora en su país. Los estudiantes me hablaron el viernes a mi hotel y me dijeron que habría un gran mitin en la Plaza de las Tres Culturas el miércoles 2 de octubre a las cinco de la tarde. Como no conocía la Plaza y sé que es un centro arqueológico pensé combinar las dos cosas. Por eso fui. Desde que llegué a México me llamó la atención la lucha de los estudiantes contra la represión policiaca. Me asombran también las noticias en sus periódicos. ¡Qué malos son sus periódicos, qué timoratos, qué poca capacidad de indignación! ¡Qué Olimpiadas ni qué nada! Apenas me den de alta en este hospital, me largo”.
5 de octubre de 1968 Los líderes del CNH arrestados, son despojados de todos sus derechos civiles y entregados a los militares. En el Campo Militar número uno son sometidos a todo tipo de torturas y vejaciones: les dan choques eléctricos en los testículos, les inyectan anestésicos en el escroto para luego cortarles con bisturí, amenazándolos con castrarlos; los llevan al paredón y hacen simulacros de fusilamiento; los dejan en celdas infectas sin comer ni beber; los golpean día y noche; los obligan a comer excremento; los fuerzan a escuchar a sus compañeros mientras son torturados. A las mujeres, los soldados les queman los pechos con cigarrillos encendidos, las violan y golpean. Muchos detenidos desaparecen.
Detenidos en el Campo Militar número 1
Sócrates Amado Campos Lemus, líder estudiantil miembro del CNH, se revela como un agente infiltrado por el gobierno. Los agentes llevan a los líderes arrestados ante él para que los vaya identificando y señalando. Salvador Martínez della Rocca “Pino”, cuenta que “a un muchachito apodado ‘El Pirata’ (…) cuando los agentes le preguntaron por Sócrates, que qué hacía Sócrates, contestó todo cabizbajo: ‘Yo no sé lo que hacía; ando muy mal en historia’”.
Años después, cuando sus antiguos compañeros lo acusan, Sócrates Amado Campos Lemus se defiende ante la periodista Elena Poniatowska: “Veamos eso de las delaciones. ¿Usted cree que no hubo muchos que ‘cantaron’? Usted cree que un muchacho que jamás ha pasado por una situación semejante, loco de terror por todo lo que ha visto, presa de un nerviosismo incontrolable, expuesto a una tensión constante, sujeto a torturas, a amenazas no sólo a él sino a su familia, ¿usted cree que no ‘canta’? ¿Lo considera usted un coyón, un asco, un delator? ¡Hombre! Es una víctima de las circunstancias. ¡Por favor, que no jueguen a los héroes quienes no lo son!”
Parte militar sobre la ocupación de Tlatelolco
Sócrates involucra en el Movimiento Estudiantil a políticos e intelectuales de alto nivel, entre ellos a Carlos A. Madrazo (presidente del PRI), Humberto Romero Pérez (ex secretario particular de Adolfo López Mateos) y a la escritora Elena Garro, ex esposa de Octavio Paz.
La escritora Elena Garro
6 de octubre de 1968 El CNH publica un manifiesto en el que declara: “El saldo de la masacre de Tlatelolco aún no acaba. Han muerto cerca de cien personas de las cuales sólo se sabe de las recogidas en el momento: los heridos se cuentan por miles”.
7 de octubre de 1968 El escritor Octavio Paz, desde Nueva Delhi, se niega a asistir al Encuentro Nacional de Poetas. “Me invitaron a escribir un poema que exaltase el espíritu olímpico. Decliné porque, según expresé a ustedes oportunamente, no pensaba que yo fuese la persona más a propósito (…) para escribir un poema con ese tema. No obstante, el giro reciente de los acontecimientos me ha hecho cambiar de opinión. He escrito un pequeño poema conmemorativo de esa Olimpiada. Se los envío a ustedes, anexo a
esta carta y con la atenta súplica de transmitirlo a los poetas que asistirán al encuentro”.
Paz adjunta un texto titulado “México: Olimpiada de 1968”, que reza: “La limpidez (quizá valga la pena escribirlo sobre la limpieza de esta hoja) no es límpida: es una rabia (amarilla y negra acumulación de bilis en español) extendida sobre la página. ¿Por qué? La vergüenza es ira vuelta contra uno mismo: si una nación entera se avergüenza es león que se agazapa para saltar. (Los empleados municipales lavan la sangre en la Plaza de los Sacrificios) Mira ahora, manchada antes de haber dicho algo que valga la pena, la limpidez”.
Luis González de Alba ante el Tribunal
En México, escondida en un departamento, su ex esposa Elena Garro hace declaraciones a la prensa y señala: “Culpo a los intelectuales”. En las mismas involucra a quinientos artistas como responsables del Movimiento Estudiantil, entre ellos a Carlos Monsiváis, José Luis Cuevas, Leonora Carrington, Luis Villoro, Jesús Silva Herzog, Rosario Castellanos, Víctor Flores Olea, Emmanuel Carballo, Leopoldo Zea y Carlos Fuentes. Afirma también que a los estudiantes se les pagaban 150 pesos por hora para ir a balacear escuelas. Su hija, Helena Paz Garro, apoya las acusaciones. José Luis Cuevas declara que Garro ha enloquecido. Estas acusaciones le ocasionan el rechazo de la comunidad intelectual mexicana, lo que la lleva al exilio primero en Estados Unidos y luego en Francia, durante veinte años.
Elena Garro, la enloquecida acusadora
8 de octubre de 1968
El periodista José Alvarado escribe: “Había belleza y luz en las almas de los muchachos muertos. Querían hacer de México morada de justicia y verdad, la libertad, el pan y el alfabeto para los oprimidos y olvidados. Un país libre de la miseria y el engaño. Y ahora son fisiologías interrumpidas dentro de pieles ultrajadas. Algún día habrá una lámpara votiva en memoria de todos ellos”.
Líderes del CNH y presos políticos: Ignacia Rodríguez “La Nacha” (ficha de arresto)
9 de octubre de 1968 Conferencia de prensa del CNH en la Casa del Lago. Se declara la "Tregua Olímpica", del 12 al 28 de octubre, en la que no habrá manifestaciones ni declaraciones.
Publicaciones de oposición
Como resultado de las acusaciones de Elena Garro, crecen entre los intelectuales la paranoia y el temor de ser involucrados por ella o por los estudiantes detenidos. Roberto Blanco Moheno, eterno detractor del Movimiento, afirma: “Y que no lloren los padres de familia. No han sabido serlo”. En Francia, Carlos Fuentes publica en Le Monde una carta abierta dirigida a Arthur Miller y a Maurice Béjart en la que denuncia la represión efectuada por el presidente Díaz Ordaz y los invita a no asistir a la Olimpiada Cultural.
10 de octubre de 1968 Leonardo Femat da a conocer una cinta sonora grabada en Tlatelolco durante la matanza, en la que se escuchan los gritos, los disparos y las lamentaciones de los heridos.
Vecinos de Tlatelolco protestan por la presencia militar
11 de octubre de 1968 Muchos prisioneros son trasladados a Lecumberri, donde permanecen varios años en calidad de presos políticos.
Catedráticos y líderes estudiantiles presos en Lecumberri
12 de octubre de 1968 Se inauguran en México los Juegos Olímpicos en medio de protestas nacionales e internacionales.
Ceremonia de inauguración
Una paloma negra pintada en un papalote sobrevuela el palco presidencial durante la inauguración y Díaz Ordaz recibe una rechifla al dar su discurso, de tan sólo veintidós palabras.
Un atleta italiano protesta por la masacre: “Si están matando estudiantes para que haya Olimpiada, mejor sería que esta no se realizara, ya que ninguna Olimpiada, ni todas juntas, valen la vida de un estudiante”.
Carteles parodiando los imagotipos (isotipos) y el logotipo de los Juegos Olímpicos de México 68
El gobierno y los medios de comunicación se dedican a calumniar y tergiversar el Movimiento Estudiantil y justifican la represión.
Díaz Ordaz durante los Juegos Olímpicos
Los atletas negros Tommie Smith, John Carlos, Lee Evans y Harry Edwards obtienen medallas y blanden en el aire el puño derecho, como símbolo del “Black Power”, el “Poder Negro”.
26 de octubre de 1968 Son liberados 67 estudiantes detenidos en el Campo Militar número 1.
Familiares de los detenidos
31 de octubre de 1968 Mitin en la UNAM. La madre de un estudiante muerto en Tlatelolco habla ante 7.000 personas.
Reunión del Gabinete de Seguridad
2 de noviembre de 1968 Festejo del Día de Muertos en la Plaza de las Tres Culturas, en memoria de los caídos allí un mes antes.
Familiares de los muertos en Tlatelolco
El sacerdote de la iglesia de Santiago Tlatelolco se niega a decir una misa fúnebre por los muertos, e incluso a permitirle a los familiares de los caídos que recen por ellos en la iglesia.
Declaración oficial de los sacerdotes católicos respecto a la matanza de Tlatelolco
Los intelectuales Carlos Fuentes, Fernando Benítez, Elena Poniatowska, Juan Bañuelos, Eduardo Santos, José Carlos Becerra, Rosario Castellanos y Juan García Ponce rompen con el gobierno de Díaz Ordaz.
Lista de muertos durante el Movimiento Estudiantil, según la Dirección Federal de Seguridad, dirigida por Fernando Gutiérrez Barrios
4 de diciembre de 1968 Se reanudan las clases.
13 de diciembre de 1968 Comienza una campaña de hostigamiento contra los involucrados en el Movimiento Estudiantil. Más de quinientos son arrestados, asesinados o desaparecidos durante las semanas siguientes. Al final y como una ironía, se condena a 68 personas involucradas en el Movimiento. El acta contra Gilberto Rincón Gallardo (quien, a causa de un problema congénito, nació parcialmente incapacitado de los brazos) lo acusa de “incendio de doce trolebuses a larga distancia y con gran fuerza”.
Gilberto Rincón Gallardo (cuarto, de izquierda a derecha)
15 de noviembre de 1968 El escritor Octavio Paz declara en París: “Si podía creerse que el PRI era capaz de renovarse, semejante esperanza se ha vuelto absurda después de los acontecimientos del dos de octubre. Por lo tanto, la única solución consiste en separarse del gobierno y en criticarlo desde fuera. No es casual que los jóvenes mexicanos hayan caído en la antigua Plaza de Tlatelolco: ahí precisamente se encontraba el templo azteca donde se hacían sacrificios humanos. El asesinato de los estudiantes fue un sacrificio ritual. Se trata de aterrorizar a la población, usando los mismos métodos de sacrificios humanos de los aztecas”.
Carta Abierta de apoyo para Octavio Paz, firmada por intelectuales mexicanos
16 de noviembre de 1968 Un joven estudiante apellidado González Sánchez es asesinado a balazos a manos de un policía, por pintar una barda.
23 de diciembre de 1968 Marcha en recuerdo de los muertos. El Ejército hace acto de presencia en las calles e intimida a los manifestantes.
1969 A pesar de la brutal represión, del encarcelamiento de líderes, así como de los estudiantes muertos (tanto en Tlatelolco como a lo largo del Movimiento Estudiantil de 1968, y aún después), en los siguientes meses el gobierno tiene que dar marcha atrás en sus métodos, para poder lograr restaurar la confianza y el poder. Según el general Marcelino García Barragán, los atentados con bombas contra cuatro periódicos, en septiembre de 1969, son obra del general Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial. Se concede la ciudadanía a los dieciocho años.
1 de septiembre de 1969 En su quinto informe de gobierno, el presidente Díaz Ordaz declara: “Asumo íntegramente la responsabilidad personal, ética, jurídica, política e histórica, por las decisiones del gobierno en relación con los sucesos del año pasado”. De esa forma, allana el camino para el Secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, eximiéndolo de toda culpa.
2 de octubre de 1969 Para disolver una marcha que conmemora la masacre de Tlatelolco en su primer aniversario, ataca por vez primera el grupo paramilitar denominado "Los Halcones".
Octubre a diciembre de 1969 El presidente Gustavo Díaz Ordaz designa a Luis Echeverría Álvarez como Candidato del PRI a la Presidencia de la República y virtual sucesor. Este, implicado en la feroz represión y artesano de la matanza, desde los primeros discursos de su campaña reconoce la justeza del Movimiento Estudiantil, lo equivocado de la represión y afirma que su gobierno será de “apertura democrática”. Durante su campaña en Guadalajara pide “un minuto de silencio en memoria de los caídos el 2 de octubre”. El Ejército protesta oficialmente. Díaz Ordaz considera el retirarlo como candidato oficial. No lo hace y Echeverría finalmente es electo para el sexenio 1970-1976.
1 de enero de 1970 Los presos del fuero común (violadores, asesinos, ladrones) son llevados desde sus crujías, armados con palos, tubos y piedras, a atacar a los presos políticos en la cárcel de Lecumberri, por orden expresa del subdirector del penal, Bernardo Palacios Reyes.
Activistas presos en Lecumberri
Junio de 1970 Gustavo Díaz Ordaz inaugura el Campeonato Mundial de Football en el Estadio Azteca; lo recibe una rechifla y una serie de insultos. Alguien le grita: “¡Chango, bájate de la penca!” En sus diarios apunta: “Se ha cumplido con este encargo como se debió cumplir, ni un milímetro de más ni de menos. Si algún día se ve, se verá y enhorabuena. Si no, me da lo mismo. No busco el aplauso del pueblo, de la chusma, ni figurar en los archivos de ninguna parte. Al carajo con el pueblo y con la historia”.
Manifestaciones de las madres de estudiantes muertos
Septiembre a diciembre de 1970 Luis Echeverría Álvarez toma posesión como Presidente de la República. Multiplica el presupuesto para la educación y crea gran cantidad de escuelas: el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el Colegio de Bachilleres, las Unidades de Estudios Superiores, las Telesecundarias, etc. Pero durante su sexenio surgen cientos de huelgas obreras, movilizaciones estudiantiles y campesinas, así como la guerrilla urbana que encabeza la Liga 23 de Septiembre y las guerrillas rurales de Genaro Vázquez y de Lucio Cabañas en el estado de Guerrero, que se consolidan.
Enero de 1971 Octavio Paz regresa a México; pasa largas horas visitando al escritor José Revueltas en la prisión de Lecumberri.
José Revueltas en su celda de la Prisión de Lecumberri
Se concede la amnistía para los involucrados en el Movimiento Estudiantil. Son liberados más de trescientos, presos desde 1968. Muchos de ellos se dedican desde entonces a luchar contra el corrupto sistema político mexicano a través de los medios de comunicación, los libros y los partidos políticos de oposición; otros, radicalizados, se unen a la guerrilla y son víctimas de la “Guerra Sucia” de los años setenta.
10 de junio de 1971 El Jueves de Corpus, una manifestación parte de las instalaciones del Politénico en el Casco de Santo Tomás hacia la Escuela Nacional de Maestros.
La marcha del Jueves de Corpus
Los convocantes son antiguos estudiantes que formaron parte del Movimiento Estudiantil de 1968. Están recién amnistiados. Problemas en la Universidad de Monterrey los llevan a solidarizarse con sus compañeros de provincia.
Reaparece entonces el grupo paramilitar llamado "Los Halcones". Son jóvenes de cabello muy corto y armados con enormes varas de kendo, macanas y pistolas. Creados por el mismo que formó y entrenó al Batallón Olimpia, “Los Halcones” asesinan a varios de los asistentes a la marcha, vinculada con el Movimiento Estudiantil de 1968. A otros los arrestan y meten en coches privados y en ambulancias que sirven como vehículos policíacos. Pero el ataque no termina allí; más tarde, “Los Halcones” entran al hospital Rubén Leñero y a la Cruz Verde; allí rematan a muchos de los estudiantes heridos.
”Los Halcones” al acecho
El regente Alfonso Martínez Domínguez declara a la prensa que “Los Halcones son un mito”. Y el anciano líder de la CTM, Fidel
Velázquez, afirma que “los halcones no existen, porque yo no los veo”. Todo ha sido una maniobra del presidente Echeverría, quien esa misma noche ordena una investigación “caiga quien caiga”y menciona que los culpables son los “emisarios del pasado”, en velada alusión al ex presidente Gustavo Díaz Ordaz.
El ataque del grupo paramilitar
La renuncia del chivo expiatorio Alfonso Martínez Domínguez no se hace esperar; la opinión pública lo bautiza como “Halconso”, aunque la orden haya sido enviada desde Palacio Nacional.
Los titulares sobre el ataque
Los escritores Octavio Paz y Carlos Fuentes dan su respaldo a las declaraciones del presidente Echeverría, creyendo en sus buenas intenciones.
14 de marzo de 1975 Luis Echeverría asiste a la UNAM a inaugurar los cursos. Tras una discusión con los estudiantes, quienes lo interpelan, Echeverría declara que elementos fascistas y agentes de la CIA se han infiltrado en la universidad.
Pintas contra Echeverría en la Universidad
Como respuesta, recibe una pedrada en la cabeza. Su cuerpo de seguridad logra sacarlo y llevárselo, pero el repudio hacia él es generalizado.
El ataque a Echeverría en la UNAM
1977 José López Portillo, Presidente de la República, nombra a Gustavo Díaz Ordaz como Embajador en España. El repudio es unánime; Carlos Fuentes, como protesta, renuncia a la Embajada de Francia afirmando que no puede sentarse a la mesa con el asesino de Tlatelolco.
El escritor Carlos Fuentes
Los estudiantes lanzan proclamas diciendo: “¡Al pueblo de España no le manden esa araña!” En una entrevista, Díaz Ordaz declara ante un periodista que lo interroga sobre su participación en la represión contra el Movimiento Estudiantil:“Disiento totalmente del criterio, muy personal de usted, de que hay un hecho que ensombreció la Historia de México. Hay un hecho que ensombreció la historia de unos cuántos hogares mexicanos. Yo le puedo decir a usted que estoy muy contento de haber servido a mi país en tantos cargos como lo he hecho; estoy muy orgulloso de haber podido ser Presidente de la República y haber podido así servir a México.
Díaz Ordaz durante la controversial entrevista
“Pero de lo que estoy más orgulloso de esos seis años es del año de 1968, porque me permitió servir y salvar al país, les guste o no les guste, con algo más que horas de trabajo burocrático, poniéndolo todo: vida, integridad física, peligros, la vida de mi familia, mi honor y el paso de mi nombre a la Historia. Todo se puso en la balanza. Afortunadamente, salimos adelante. Y si no ha sido por eso, usted no tendría la oportunidad, muchachito, de estar aquí preguntando. (Salvé al país) del desorden, del caos, de que se terminaran las libertades de que disfrutamos. Quizá usted estaba muy chavito y por eso no se dio cuenta”. Díaz Ordaz presenta su renuncia a la embajada días después.
Gustavo Díaz Ordaz en el Hospital Militar
1 de septiembre de 1978 El político Javier García Paniagua recibe de su padre, el general Marcelino García Barragán, una carta esclarecedora. En ella se describe detalladamente la responsabilidad del Estado Mayor Presidencial en la matanza: “Has de recordar que el 2 de octubre, en el tiroteo de Tlatelolco, el Gral. Luis Gutiérrez Oropeza, Jefe del Estado Mayor Presidencial, mandó apostar, en los diferentes edificios que daban a la Plaza de las Tres Culturas, diez oficiales armados con metralletas, con órdenes de disparar sobre la multitud allí reunida, y que fueron los autores de algunas bajas entre gente del pueblo y soldados del Ejército”. Le deja además una carpeta con documentación oficial sobre los sucesos; sin embargo, sospechosamente, dichos documentos sirven básicamente para deslindar la responsabilidad de García Barragán.
15 de julio de 1979 Muere Gustavo Díaz Ordaz por cáncer de colon. A sus exequias asisten, entre otros, Luis Echeverría Álvarez y el presidente José López Portillo.
Funeral y sepelio de Gustavo Díaz Ordaz
1986 Nuevo conflicto en la UNAM. Lo encabeza el Consejo Estudiantil Universitario (CEU); entre los integrantes están Imanol Ordorika, Carlos Imaz, Martí Batres, Antonio Santos, Guadalupe Carrasco, Oscar Moreno y Andrea González.
Integrantes del CEU
1991 Se estrena la película Rojo amanecer, cinta mexicana dirigida por Jorge Fons, que trata sobre la matanza, tras permanecer “enlatada” un tiempo. Obtiene varios premios.
Escenas de Rojo amanecer
1993 Veinticinco años después, se crea la Comisión de la Verdad, integrada por reconocidos intelectuales, para investigar los sucesos de Tlatelolco. La Comisión de la Verdad analiza 70 casos, de los cuales se logra la plena identificación de cuarenta muertos. Los nombres y apellidos de más de una treintena de víctimas son colocados en una estela de piedra en la Plaza de Tlatelolco. También entrevistan a muchos de los protagonistas.
2 de octubre de 1997 El pleno de la Cámara de Diputados nombra una Comisión Especial del Caso 68, integrada por ocho diputados encabezados por el panista Gustavo Espinosa Plata, quienes citan a declarar a un sinnúmero de protagonistas, muchos de los cuáles no aceptan comparecer.
Entre estos últimos están Luis Gutiérrez Oropeza (entonces jefe del Estado Mayor Presidencial), Fernando Gutiérrez Barrios (entonces jefe de la Dirección Federal de Seguridad), Ernesto Gutiérrez Gómez Tagle (Comandante del Batallón Olimpia) y Rafael Rocha Cordero (ex jefe del Servicio Secreto).
Fernando Gutiérrez Barrios, ex dirigente de la Dirección Federal de Seguridad
1998 A lo largo del año aparecen diversos estudios sobre el Movimiento, libros, programas televisivos y revistas especiales, y se abren los archivos personales de Marcelino García Barragán, entonces Secretario de la Defensa. Según estos, los disparos contra la multitud fueron hechos por un grupo de diez oficiales armados con metralletas, bajo la conducción del general Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial, enviados a diferentes edificios que daban a la Plaza de las Tres Culturas, con la instrucción precisa de hacer fuego contra la multitud allí reunida, por órdenes superiores. El Movimiento Estudiantil de 1968 era uno de los problemas graves que había enfrentado el régimen de la Revolución Mexicana. Esta estrategia para terminar con las protestas sociales no era nueva para el presidente Díaz Ordaz. En distintos momentos de su gobierno había sido puesta en práctica sin demasiadas repercusiones en la opinión pública. Para el gobierno y para el Ejército, la situación prevaleciente en octubre de 1968 era de virtual estado de guerra.
Monumento a los Caídos en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco
21 de septiembre de 1998 En una conferencia en la Universidad Autónoma Metropolitana, Cuauhtémoc Cárdenas pide que se exonere al ejército la
responsabilidad en los sucesos de Tlatelolco, y que se identifique a los responsables con nombre y apellido. Varios de los ex líderes del CNH protestan.
2 de octubre de 1998 Se celebra una marcha en memoria de los estudiantes muertos. En la Plaza de las Tres Culturas se lee en voz alta, completo, el libro La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska. Cuauhtémoc Cárdenas declara "día de luto" e iza la bandera a media asta.
En punto de las 12:52 horas, los coordinadores de las cinco fracciones partidistas de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal develan una placa en letras de oro con la leyenda "Mártires del Movimiento Estudiantil de 1968", en el mismo recinto de las calles de Allende y Donceles donde el presidente Gustavo Díaz Ordaz tomó posesión de su cargo el primero de diciembre de 1964 y en el que también, tras escuchar el aplauso unánime que le tributó la diputación priísta, afirmó: “el único responsable del 2 de octubre soy yo y como tal asumo la responsabilidad”. Los asistentes al acto gritan: “¡Dos de octubre no se olvida!”
El ex dirigente estudiantil Florencio López Osuna, años después
1999 Muere Roberta Avendaño "Tita", lideresa del CNH. Estalla una nueva huelga en la UNAM. El Consejo General de Huelga (CGH), dirigido entre otros por Alejandro Echavarría "El Mosh", capitaliza la memoria de Tlatelolco. El conflicto es manipulado por los ultras, grupos de estudiantes radicales, y por los moderados.
El CGH llega al extremo de expulsar a los estudiantes que no están de acuerdo con sus métodos e incluso rodea el campus con alambre de púas. Destruyen parte de las instalaciones de la universidad y no ceden ni siquiera cuando la mayoría de sus demandas han sido satisfechas. En un acto cobarde y deleznable, agreden verbal y físicamente a Gilberto Rincón Gallardo, mexicano de izquierda discapacitado de ambos brazos participante en el Movimiento Estudiantl de 1968, cuando acude a la UNAM para dialogar con ellos.
2000 La Policía Federal Preventiva, a petición de la rectoría y la comunidad estudiantil, libera las instalaciones universitarias que han estado tomadas casi un año. Encarcela a los paristas, que llevan meses en las instalaciones de la UNAM, sin que haya muertos ni heridos.
Caricatura sobre Alejandro Echavarría “El Mosh”
La mayoría salen días después. La izquierda mexicana afirma que el acto es una violación al estado de derecho, pero la sociedad apoya la medida.
20 de diciembre de 2001 Muere en extrañas circunstancias Florencio López Osuna; su cadáver es hallado en el hotel Museo debido a una congestión etílica. Iba acompañado de una mujer a quien nunca se identifica.
Enero de 2005 La Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP), solicita la aprehensión de 55 personas presuntamente responsables de la matanza de Tlatelolco.
Titulares extranjeros sobre nuevas fotos sobre Tlatelolco
Mayo de 2005 La FEMOSPP asegura que el ex presidente Luis Echeverría Álvarez será consignado ante un juez penal federal. Para entonces, la fiscalía considera también como sospechosos de la matanza tanto al ex presidente, como al ex Procurador General de la República, Julio Sánchez Vargas; al ex agente del Ministerio Público, Salvador del Toro Rosales; al entonces subdirector de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), Luis de la Barreda Moreno; y al entonces comandante de un grupo de agentes, Miguel Nazar Haro.
29 de noviembre de 2006 El juez José Mattar, responsable del Segundo Tribunal Unitario en Materia Penal, ordena la detención de Luis Echeverría Álvarez. Se ordena su arresto domiciliario debido a su avanzada edad. Está acusado de ser responsable de la desaparición forzada del activista político universitario Héctor Jaramillo, así como de los delitos de genocidio y homicidio a causa de los sucesos de Tlatelolco en 1968 y el Jueves de Corpus en 1971.
Luis Echeverría Álvarez bajo arresto
8 de julio de 2007 Un tribunal federal concede un amparo contra el auto de formal prisión y se ordena levantar el arresto domiciliario de Echeverría. El titular del Tercer Tribunal Unitario en Materia Penal, Jesús Guadalupe Luna Altamirano, exonera a Echeverría al considerar que no existe ninguna prueba que lo inculpe como responsable de los hechos ocurridos cuando fue secretario de Gobernación; si bien determina que hubo genocidio planeado y ejecutado. A través de los años, muchos escritores mexicanos retoman los sucesos de Tlatelolco en sus obras. Uno de ellos es Jaime Sabines: “Nadie sabe el número exacto de los muertos, ni siquiera los asesinos, ni siquiera el criminal, (Ciertamente, ya llegó a la historia
este hombre pequeño por todas partes, incapaz de todo menos del rencor)”.
José Carlos Becerra publica un poema donde afirma: “Detrás de la iglesia de Santiago Tlatelolco treinta años de paz más otros treinta años de paz, más todo el acero y el cemento empleado para las fiestas del fantasmagórico país, más todos los discursos salieron por boca de las ametralladoras”.
Rosario Castellanos escribe el poema “Memorial de Tlatelolco”: “La oscuridad engendra la violencia y la violencia pide oscuridad para cuajar el crimen.
Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche para que nadie viera la mano que empuñaba el arma, sino sólo su efecto de relámpago. ¿Y a esa luz, breve y lívida, quién? ¿Quién es el que mata? ¿Quiénes los que agonizan, los que mueren? ¿Los que huyen sin zapatos? ¿Los que van a caer al pozo de una cárcel? ¿Los que se pudren en el hospital? ¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto? ¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie. La plaza amaneció barrida; los periódicos dieron como noticia principal el estado del tiempo. Y en la televisión, en la radio, en el cine no hubo ningún cambio de programa, ningún anuncio intercalado ni un minuto de silencio en el banquete. (Pues prosiguió el banquete). No busques lo que no hay: huellas, cadáveres que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa, a la Devoradora de Excrementos. No hurgues en los archivos pues nada consta en actas. Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria. Duele, luego es verdad. Sangre con sangre y si la llamo mía traiciono a todos. Recuerdo, recordamos. Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca sobre tantas conciencias mancilladas, sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta, sobre el rostro amparado tras la máscara. Recuerdo, recordemos Hasta que la justicia se siente entre nosotros”.
Gabriel Zaid en “No hay que perder la paz”, escribe: “¿Sigue usted indignado,
Señor Presidente? Mala cosa es perder por unos muertitos, que ya hacen bostezar de empacho a los gusanos, la paz. Todo es posible en la paz”.
Y, finalmente, Eduardo Santos, estudiante de la UNAM, concluye: “Escucha El rumor escucha Las cadenas que lleva el torrente Oye, mira El terror cabalga en aras de bayoneta Acércate amor mío, no temas, ya pasará Nos cubrieron con lazos de dolor Nos robaron el lenguaje de los astros No temas ya llegará la aurora En la negritud se volcó la imagen Nos rompieron los cráneos Y mis cabellos bañan la simiente. Estréchate ya pasará el frío Se crecieron las negras raíces Serpiente verdesmeralda Formada de cristal de gritos Nos negaron el silencio Y nos acogotaron con sus voces No temas amor mío ya pasará”
VIDEOGRAFÍA: El Movimiento Estudiantil y la masacre de Tlatelolco
El grito
Tlatelolco: las claves de la masacre
Los Halcones: terrorismo de Estado
El fotógrafo de Tlatelolco (entrevista)
BIBLIOGRAFÍA:
FILMOGRAFÍA:
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