El Motor Del Deseo

December 16, 2017 | Author: Jhon Alexis Valle Juárez | Category: Dialectic, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Poetry, Narration, Materialism
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‘L í motor deCdeseo Dialéctica y trabajo poético

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Edición a cargo de Esteban Quiroz Cisneros Carátula: Jorge Sposari Logotipo: Yadira del Castillo Coordinación: Alberto Paúcar Cáceres Composición IBM: Centro de Composición IBM y Servicios Gráficos S.A. Alfonso Ugarte 1428, Of. 505 - Breña Montaje: Jesús Lizarzaburo © Derechos reservados, Enrique Verástegui, Lima 1987 © De esta edición: Ediciones Mojinete, Tacna, 1987 Bolognesi 889, Tacna - Av. San Borja Norte 1166-401, Lima Hecho e impreso en el Perú

FABRICA DE SIGNOS

I. Materia de la escritura No hay escritura que no sea una manifestación histórica, no hay escritura que no tom e partido por algo (esto es: toda escritura se cohesiona a partir de su pro­ pia función, en el mismo sentido que ninguna función puede operar sin desarro­ llo de sus recursos): la escritura, de este modo, 110 es más que un efecto de historia que sólo opera como causa de la misma. Sin embargo, en este espacio de la relación efecto/causa —en el hecho concre­ to de la práctica literaria que no puede ser más que su propio efecto inmediato aquí' »*n relación a quien consume (a quien goza) el te x to - se establece una lucha violentísima entre fuer/as regresivas y fuerzas progresivas por determinar no sólo las especificidades de la práctica literaria sino, también, su propia función y su articulación al proceso global de la historia. De hecho, la resolución de esta lucha 110 responde tampoco sino al mismo movimiento histórico y esta lucha no es más que una manifestación «I«* la lucha de clases en el terreno literario (que, por otra parte, y según una perspectiva de “ oposición disimétrica", no puede determinar su función sino a partir de la re la c ió n :------> escritor / modo de producción tex­ tual, entendida como una relación contrapuesta y articulada a su vez a las rela­ ciones de producción de una sociedad). Esto quiere decir que un texto llega a producirse en tanto cpie “ quiebra” de un código, pero esta quiebra no es más que un aspecto de las relaciones producti­ vas (esta quiebra se expresa como el desarrollo de los recursos productivos del texto enfrentados al código burgués y tanto más represivo cuanto más regresivo ♦re») / / / de este modo el texto y su productor: el escritor, se sitúan en un punto concreto de las relaciones sociales de producción y este punto concreto no es más que el de los productoresr el escritor produce y multiplica el se n tid o /// la relación de lucha se establece entre, por 1111 lado, el código literario como expre­ sión simbólica pero real de la clase burguesa, y por el otro la producción del tex9

to como quiebra y superación de este código desde el propio desarrollo de la lite­ ratura. El código literario no es más (pie la formalización legalizada (esto es: académi­ ca = formal ¡/.ación jurídica) de la producción de la imaginación, mientras cjue la producción de la imaginación (esto es: la práctica literaria = el acto de ilegalidad que supone toda escritura) no puede producirse sin chocar, enfrentarse* y luchar contra las normas académicas que impiden el desarrollo de la práctica literaria que es una práctica de libració n . Asi': la literatura es una producción que se establece como el proceso de toda una dinámica interna, pero en tanto que práctica social es también un aspecto de la lucha de clases (en este sentido: la literatura no es más que un efecto de histo­ ria, y en la dinámica interna de su producción no pueden sino intervenir factores de cJase como determinantes de la producción de la imaginación): el código literario y las relaciones del productor de cara a este código determinan, según estas mismas relaciones, la forma de la práctica literaria por ello, esta práctica a nivel histórico no es más que la critica del código acadé­ mico imperante en una época determinada, y a nivel social la práctica de la lite­ ratura se expresa como una forma de socialidad desarrollada: por lo primero escenifica (así como participa en) la lucha de clases, y por lo segundo constituye ya un núcleo de lo nuevo en tanto que futuro. La literatura es un núcleo de lo nuevo porque el texto y su escritura no son sino trabajo^ pero un trabajo especifico cuya cualidad consiste en el desarrollo de todas las capacidades del productor que se objetiva a través de su texto (y es aquí', en este desarrollo de sus capacidades, donde reside la particularidad social de la literatura: esta particularidad, como objetivación de las capacidades del poeta —que es un productor: un obrero de la página—, no es más que un germen de la sociedad sin clases). En este sentido, no se equivocaban quienes desde hace cientos de años intuían a la literatura como placer sencillamente porque el trabajo poético —en la medi­ da (pie no sólo desarrolla las capacidades de su productor sino que, como condi­ ción principal para este, se manifiesta com o el dominio absoluto del escritor so­ bre la naturaleza lingüistica sometida a transformación y sobre sus propias técni­ cas e instrumentos de producción— no es sino, en tanto que dominio (y por esto trabajo libre), placer. Una teoría materialista de la literatura debe reconocer el camino de su propia lucha por “ fundarse''’ (por hacerse explícita, por hacerse, manifiesta) pero no podrá hacerlo sino partiendo de la propia escritura materialista: Mas porque te he enseñado que los cuerpos de la materia sólidos y eternos giran perpetuam ente indestructibles. 10

examinemos ahora si la suma de éstos es infinita o limitada; si también el vacio establecido, este lugar y espacio en que los cuerpos se mueven además es limitado, o si es profundo, inmenso e infinito. Es infinito, pues, de suyo el iodo, aunque extremidad tener debía, como cuerpo ninguno se concibe sin que a él otro cuerpo le termine, de modo que la vista claramente más allá de este cuerpo no se extienda, confesemos por fuerza que no hay nada más allá de la sum a, pues no tiene extremidad, de límites carece. De ferum natura, Libro I, 1192-1209 expuesta por Lucrecio que fue uno de nuestros primeros poetas materialistas, mientras que en la teoría literaria lo ha sido Alonso López Pinciano quien en su Philosophia Antigua Poética concibió la poesía como: “ un Arte superior a la Metaphísica, porque comprende mucho más, y se extiende a lo que es y no es": UN A R T E SUPERIOR A LA METAFISICA (he aquí un enunciado de gran alcance histórico, que sólo podemos comparar con el descubrimiento de otro “ c o n tin e n te ")------» porque pudo (en su tiem po: 1596) hacer el análisis del texto como sistema (m etro, rima, ritm o = reflejo desintegrador) pero com o sistema en relación a las cosas y en tanto que sistema concebir el texto com o una máquina de significación y por ello analizar su función: “ Porque la poesía, deseando deleitar, busca el deleite, no sólo en las cosas, más en las palabras y no sólo en éstas, más en el número de sí­ labas cierto y determ inado que decimos m etro” , cf. López Pinciano, Ibidem. o dicho de otro modo: cuando se afirma que LA POESIA ES UN A R T E SUPE­ RIOR A LA M ETAFISICA, el Pinciano no ha hecho más que invertir (colocar al revés) la “ propuesta” platónica de expulsar al poeta de la ciudad “ perfecta” y en consecuencia ha procedido a borrar del pizarrón de la historia el anatema de Pla­ tón y de su Estado ideal para volver a colocar en su lugar lo que es un carácter indisoluble del cuerpo humano: el deleite, el placer, el goce, la sensualidad, la plasticidad: la dcshinbición /// los poetas llevan en sí, como el endemoniado, una 11

legión: masas, m ultitu d es------>mientras que el dictador (el uno: lo indivisible, la potestad) o el tirano: “ matarlo no sólo está permitido sino que es un deber sa­ grado", cf. (fustav Landauer, La revolución /// y esta teoría del Pinciano, solida­ ria con la poesía, se olvida de Platón porque no puede olvidarse de los hombres: lia cumplido el deber sagrado de liquidar la metafísica. Esta máquina materialista podemos dcs-montarla, de inmediato en dos piezas fundamentales que son su m otor interno: 1) R e c u r s o s Elección de cosas: elección de palabras: número de silabas: rima: metro (democracia gramática). 2) F u n c i ó n Deleite en las cosas: deleite en las palabras: deleite en el núm e­ ro de silabas: ritm o (gramática popular), \ m otor que funciona contraponiéndose a las normas jurídicas que regimentan el “ usufructo” del sentido en la lengua. La poesía —o el trabajo de la poesía— no consiste más que en quebrar este reglamento jurídico: en multiplicar, como pe­ día Epicuro, igual que en el jardín las flores tantos sentidos que yacen prisione­ ros de una legislación académica. Sin embargo, el desarrollo de esta aún rudimentaria máquina materialista no pudo ser posible sin los trabajos científicos de la lengua (estudios fónicos) reali­ zados en los primeros años de 1400 por el alquimista Enrique de \ ¡llena, en su Arte de trovar —que no es, como podría pensarse, un simple manual de precepti­ va literaria sino el primer análisis lingüístico hecho en lengua castellana—donde analiza los fonemas en relación al mismo “ circuito del habla" al tiempo que trata de establecer la grafía (inscripción de la pulsión en la página) de estos fonemas como correlatos entre habla y escritura. A quí nos interesa resaltar que tanto para López Pinciano com o para Enrique de Villena —lo mismo que para los poetas proven/ales a los que conoció este* últim o—: la poesía no era sino placer objetivo concretizado en su sistema y placer subjetivo expresado en su función.

El texto poético es así sujeto de placer, aunque no necesariamente el placer es objeto del poema. Pero el poema no puede existir sino en tanto producto (a la vez que como devenir) de una práctica del poeta que tampoco puede existir sino produciendo el texto de su poema / / / nuestra metáfora del productor y el deve­ nir es: Pero es claro, me dictes, que los cuerpos crecen y se sustentan de la tierra: si la estación al aire no le presta una tem peratura favorable, y con las frescas lluvias no se mueven 12

las copas de los árboles, ni ayuda con sus rayos el Sol las producciones; ni sembrados, ni arbustos, ni animales jamás podrán llegar a crecimiento. De rerum natura. Libro I el poema como flor raíz, fruto fronda de un bosque en un paisaje perdido, brotar de racimos y hojas en los ramajes de un viñedo, tubérculos culos y ver tus culos: es todo ésto v es más: sol y viento, rocío escarcha y lluvia, sudor axilar más lam­ pazos en tierra, agua sedienta, tierra abonada = el poema es unidad de lo interno \ lo externo (pero unidad de contrarios: factores primarios que devienen secun­ darios y factores secundarios que, en un m om ento, pueden devenir primarios): un laboratorio de fotosíntesis---- > y ésto es lo que va siendo: su propio autoimpulso. su impulso autodinámico en relación a la materia que después He / rn el curso de una LUCHA es transformada por el poema. !\o necesariamente el placer es objeto del poema: cierto, pero no hay objeto que no pase por el “ filtro" trans­ formador (metáfora de la fotosíntesis) de la práctica de la escritura como trabajo poético: la fotosíntesis transform a la luz y la convierte en materia nutritiva del modo como el poema quiebra y transforma las formalizaciones lingüísticas y las convierte en materia de profunda comunicación. Pero el texto del poema no es más que un sistema dinámico donde los signos luchan, se unen y se dividen. Kl poema escenifica siempre la dialéctica: Kamón Llull, cuya Arte magna recibió entre otros insultos los de “ máquina «le pensar'* y de “jerga cabalística", escribió un bellísimo poema: Libro de amigo y amado (1300), que no es más que una exposición del método dialéctico aunque empleando las categorías del idealismo de su época: 26. Kl pájaro cantaba en el jardín del Amado. Kl amigo llegó y le dijo al pájaro: —Si con el lenguaje no nos entendemos, enten­ dámonos con el amor, pues en tu canto mi Amado se represen la a mis ojos. 85. Kl amigo le pregunto a su amado qué cosa era mayor: am or o amar. Kl Amado respon­ dió y dijo que, en la criatura, am or es el árbol y amar es el fruto, y las angus­ tias y las melancolías son las flores y las hojas y que, en Dios, amor y amar son 13

una misma cosa, sin ningún trabajo ni fatiga. pero si en lupar de Dios Iremos Materia y si en vez de fe leemos ciencia, si en vez de árbol leemos teoría y si en hipar de fruto leemos práctica (como en una espe­ cie de ejercicio nominalista) —el texto de Llull se nos tom a totalmente claro, y ésto era precisamente lo que Llull quería como una doble operación teórica: 1) Extender y desplegar el pensamiento de Averroes: “ La religión es un inst ni m entó político" ... “ La fe y la razón son dos campos distintos: una cosa pue­ de ser verdadera según la fe y falsa según la razón” , 2) Subvertir el pensamiento tomista de que: “ la fe no puede ser demostrada“ , precisamente mediante la demostración de esta fe, que de este modo se revelaba como su propio vacío, para asentar el método dialéctico y en menor grado el materialismo: “ La fe está sobre el entendimiento, como el aceite sobre el agua (...) Con esto el entendi­ miento sube en la intelección a aquel grado en que estalla por la creencia. No por esto se destniye la fe sino que sube un grado más, como si añadiésemos agua en el vaso subiría sobre ella el aceite’’. ------> Entonces, volvemos a echar un poco más de agua en el vaso (según la metáfora: un poco más de entendimiento) y veremo." cómo el aceite divino cae y se derrama sobre el piso, formando un charquito al que podernos acercar un fósforo encendido. Pero Llull escribe además: “ El fin del entendimiento no es creer, sino enten­ der: pero se sirve de la fe como instrum ento. La fe es medio entre entendimiento y Dios. Cuanto mayor sea la fe, más crecerá el entendimiento. No son contrarios entendim iento y fe, como al andar no es contrario un pie al o tro “ . ----- » Aquí, nuevamente, cambiemos fe por ciencia y cambiemos Dios por ma­ teria y tendremos una bellísima exposición dialéctica materialista1 : Ramón Llull está muy cerca de Spino/.a en tanto que los dos desarrollan una gnoseología de lo absoluto que se niega a sí mismo, pero el primero incluso avanza un poco más cpie el segundo en la medida que éste no puede elucidar com o Llull —aunque de forma no explícita— un cierto criterio de práctica (“ Amor es fervor de audacia y 1.

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Una m etáfora de esta inversión nom inal podríam os leerla, por ejem plo, am pliam ente expuesta en Mijail Bakunin: * “ Reconocem os la autoridad absoluta de la ciencia, pero rechazam os la infabilidad y la universalidad de los representantes de la ciencia. En nuestra iglesia séamc perm itido servirme un m om ento de esta expresión que por otra parte d e te sto : la iglesia y el listado son mis dos bestias negras , en nuestra iglesij, com o en la iglesia protestante, nosotros tenem os un jefe, un Cristo invisible, la ciencia; y com o los protestantes, más consecuentes aún que los protestantes, no querem os su­ frir ni Papas ni concilios, ni cónclaves de cardenales infalibles, ni obispos, ni siquiera sacerdotes. N uestro Cristo se distingue del Cristo protestante y cristiano en que este últim o es un ser personal, y el nuestro es impersonal; el Cristo cristiano, realizado ya en un pasado eterno, se presenta com o un ser perfecto, m ientras que la realización y el perfeccionam iento de nuestro Cristo, de la ciencia, están siempre en el porvenir: lo que equivale a decir que no se realizarán jamás. No reconociendo la autoridad absoluta má.s que la ciencia absoluta, no com prom etem os en ningún m odo nuestra libertad” , cf. Dios y el listado.

de tem or por fervor"). Pero si Spinoza llega a ser sobrepasado sólo en este punto por Llull, éste del mismo modo no constituye sino un antiquísimo prólogo de Feuerbach y un buen apoyo de éste en su crítica de Hegel. Kn efecto, mientras que Feuerbach establece su relación de oposición a Hegel como un modo de inversión del predicado por el sujeto y del pensamiento por el ser (ya que para Hegel, en palabras de Feuerbach: “ La lógica es el pensar en el elemento de pensar o el pensamiento que se piensa a si mismo", cfr. Tesis provi­ sionales para la reforma de la filosofía), Llull por otra parte no hará más que si­ tuarse de antemano en el mismo lugar del pensamiento para desde allí', en primer lugar, establecer la eternidad de lo existente (“ Kl que afirma y prueba por razo­ nes necesarias que en Dios 110 hay corrupción, afirma y prueba que hay genera­ ción”) y luego, como al descuido, lanzar su bofetada critica y «o negación del pensamiento como ser: “ Kntre el que produce y lo producido debe haber distin­ ción de supuestos, porque nada se produce a sé mismo” . Este pensamiento dialéctico es el que expone «le un modo más concentrado y de una forma dramática, Ramón Llull, en su Libro de amigo y amado, partiendo sobre la base del principio de la contradicción: este poema 110 es más que una re­ presentación (una puesta en escena) y un reflejo dialéctico de la lucha de los contrarios y como tal constituye la “ m uestra" de que el poema —que no es más que un sistema dinámico— contiene ya en sé la contradicción de sus propios sig­ nos com o reflejo del mundo a la vez que no es más que parte (en tanto que la realidad de la imaginación no es sino un aspecto de la realidad total) de este mis­ mo mundo. Kn la antigüedad de todos los pueblos: tanto en occidente como en oriente, el pensamiento dialéctico encontró un lugar para su desarrollo que ha quedado explícito en la misma construcción de sus textos: Ah Wiraqocham tiksi qapaq. el poema más antiguo que se conserva del pueblo inkaico, no es más que una escenificación de los contrarios como principio de la filosofía que brotó en­ tre los quechuas. Y el mismo principio podemos encontrarlo en textos de la India, China, (írecia, Japón y Africa. Kn este sentido: el texto del poema no es más que un sistema artic ulado sobre la con­ tradicción de sus signos, y el poema no es más que un texto mientras que el sistema es un producto histórico y en tanto que producto histórico, el sistema de signos se corresponde con la época de un modo de producción determinado. Kl sistema del poema, asé, no se presenta sino como la imagen amplificada de un taller automático: el poema, en verdad, no es más que una reunión de instru­ mentos significativos (y estos instrumentos son máquinas de hablar cuya función no es otra que establecer el cortocircuito a la transmisión del código académico a la vez que deslizar y com unicar el habla de una realidad oprim id a)/// nuestra metáfora aquí es una frase de Gustav Landaucr: ' ‘una y otra vez se comprueba que el pueblo y los pensadores y ¡»oclas son com o un barril de pólvora, cargado 15

clr espíritu y fuerzas creadoras y d estru ctiv as":----- * metáfora que se aplica al poema en la medida que este no está conformado sino por una suma de ingre­ dientes, cma como imagen del movimiento pero, también, como m otor del mismo. Invitación al viaje (sombra, fantasma de la locomotora): hahitaciém rodante, aquelarre múltiple y total. I\l aquelarre de la página: explosión de sentidos, signos que interconectan.

Y este método láctico, momentáneo, fugaz: 1. Collage: Teoría de los intervalos: Montaje (Max K rnst------►Dziga Vertov: Brecht) 2. Según el principio de: iS'úmcro Aureo (Kisenstein) 3. Por aún esta imagen: “ bello como el encuentro de un paraguas y una má­ quina «le coser sobre una mesa de disección” (Kautréamont). (Kl método “ táctico'*' no sería sino el método de investigación mientras que el método “ estratégico” no sería sino el m étodo de exposición/// así: “Ci«Mtamenlara la elaboración del poema. El poema en proceso de serlo no hace más que rom per eso denominado como géneros” a fin de cohesionarlos en torno a un peso semántico (expresado por el habla): las formas narrativas, dramáticas y versificadas como las épicas y las • nsay íslicas no son más que “ instrum entos’' en la producción del texto que lla­ mamos poema: aquí la interconexión eléctrica que las liga es sencillamente el hecho de utilizar el material de las palabras. La división de la literatura en “ géneros” no es más que una expresión un lan­ ío sutil de la división del trabajo capitalista: en este sentido se habla de la novela romo un “ producto” del siglo XIX a^í como en este mismo siglo surge lo que lienjamin llama la “ bandera del arte por el arte“ (que Ernst Fischer interpreta corno “ principio correspondiente” al principio de los economistas capitalistas de producción por la producción"43). Esta división de la literatura en “ géneros ’ llega a evitar que el escritor pueda aprehender la realidad en su total complejidad \ «‘ii su compleja totalidad, así como esta misma división no puede sino reducirle el ángulo «le visión al poeta, es decir: que dada una división en el seno de la lite­ ratura el poeta no puede mantener una visión global de su realidad. En cierto modo, Hegel percibe las interconexiones de los instrum entos literarios como to­ talidad, pero las percibe de manera inversa y para negarlas: “ Una concentración tan intensa no puede por menos que ser fragmentaria y no puede exceder la me­ dida de una canción o de una simple sección dentro de un conjunto mayor; pues si se extendiese y desarrollase, tendría que convertirse en acción y peripecia v transmitir una representación objetiva" (cf. Estética, II). Pero esta misma tesis hegeliana no es más que una verdad en su reverso: pues de lo que se trata es pre­ cisamente de lograr —de reflejar poro en su m ovimiento interno a la m ateriauna ¡nterrelación dinámica (com o una expresión del movimiento/tiempo = ac­ ción) de los sucesos materiales a través de una masa verbal como totalidad y de un modo intenso. Aquí es donde precisamente lu técnica del montaje, como una innovación surgida del avance de las fuerzas productivas, deviene necesaria: pues su manejo permite el enfoque de una totalidad sin la pérdida de su intensidad .

43. Cf. Benjam ín, París, capital del siglo XIX. Y cf. Fischer, La necesidad del arte. 44. Recordem os aquí, por ejemplo, los grandes poemas de Pablo Neruda, Nicolás G uillen, Octavio Pu/., Rafael Alberti, E rnesto Cardenal, etc. Sin contar, por supuesto, los tex to s de futuristas y constructivistas rusos (am én de la producción “ factográfica“ ), ni los de los surrealistas y dadaístas, por ejem plo.

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Por ésto, podríam os decir que: 1) concebido como totalidad, el producto contendrá en sí una carga explosi­ va (en el mismo sentido que, por ejemplo, un cuadro de Courbet la contiene com o carga vital): “ Lo que caracteriza a la división del trabajo en el taller auto­ mático es que en él el trabajo ha perdido todo su carácter de especialidad. Pero desde el momento en que se detiene todo desarrollo especial, comienza a hacerse sentir la necesidad de universalidad, la tendencia hacia un desarrollo integral del individuo. El taller autom ático borra las especies y el idiotismo del oficio” , cf. Marx, Miseria de la filosofía. 2) Pero reproducida la división de la literatura en géneros, ésta no seria sino eso que Marx analiza como: “ Lo que caracteriza la división del trabajo en el in­ terior de la sociedad moderna es que engendra las especialidades, las especies, y con ellas el idiotismo del oficio” , cf. Miseria de la filosofía. Y, en este sentido, el escritor se vería conducido por el ser del código académico, como en cierto modo expresión de unas relaciones de producción, al aislamiento de la ya tan fa­ mosa Torre de Martil (a una cierta pérdida de visión de mundo): puesto que ser poeta no es más que reconocerse como Yo integral en contraposición al “ hom­ bre, moralista” asumido por encima de las contradicciones históricas. Yo integral/totalidad = no temer a las convulsiones dramáticas de la historia, viviendo estas convulsiones en el mismo escenario de la escritura. La máquina de habla = texto del poema = conciencia de la escritura tiene, por esto, el deber y el derecho de efectuar su crítica de los “ géneros” , y que éstos, cristalizados ayer pero reproducidos hasta hoy, no sean sino estadios en el desa­ rrollo de la práctica literaria: momentos relativos que se suman a otros hasta constituir sencillamente el género de la literatura = el Poema (como etimología griega: poiesis). Así el texto del poema no es más que la articulación de los diversos discursos que son el producto de la complejidad de la realidad, y lo m ínim o que hoy po­ demos hacer, como contribución a un desarrollo literario, es objetivar este “ pun­ to de articulación” (porque todos los saberes forman parte del texto literario: desde la matemática a la música, desde la economía a la filosofía y desde ésta a la antropología y la físico-química más la biología pasando por la astronomía y la pintura unidos a la práctica siempre compleja de la lucha de clases) que se concretice en la escritura del Poema = canasta de una mujer desesperada que va al mercado en busca de los alimentos para sus hijos.

La escritura = aceleración del significante = sobrelectura de la lectura: caja de resonancias, sueño espléndido en un vientre florido: “ dimensión paragramática” de un cuerpo que se decuplica en el otro por la percepción que yo tuve del aro­ ma encantado como florecillas del delicado Giorgone en tus pechos, querida. 72

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Carácter conflictivo/subversivo de la escritura: pliegue, repliegue y desplie­ gue: --------►destello ubicuo: guerrilla: trabajo móvil.

Pero el producto ya elaborado y técnicamente producido: ya ensambladocohesionado-integrado-y-pulido tiene la aparente sencillez de la categoría de lo bebestible, tiene el sabor de lo comestible: no es una posición en la “ tierra de nadie” (puesto que no puede existir sin lector) sino una posesión entendida co­ mo valor de uso: algo que yo como lector (como hambriento, como todo insatis­ fecho) gozaré hasta su tnás m ínim o resto.

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EXPRESION/EXPLOSION

3. Trabajo del poema: teoría/praxis (lucha de clases - sexualidad) El texto del poema no es más que el producto de un trabajo pertinente: no es una elaboración ingenua ni menos un contemplar las Musarañas, tampoco es un sentarse alegre o triste a la mesa (aunque por aquí, en lo que podemos calibrar de superficie, se tiene la aparente sensación de un comienzo: disponiendo máquina y papel, notas, esquemas y una buena cantidad de lectura subrayada en la memo­ ria) para colocar luego la cabeza entre las manos, como aquel pensador de Kodin, en espera de sintonizar el discurso celestial de Swedenborg: “el mundo natural, con todo lo que contiene, existe y subsiste gracias al mundo espiritual y estos «los mundos gracias a la Diviniíla«!", cf. El cielo y d infierno, aunque bien sabe­ mos que ésto correspondía a otra historia y a otra época que no pudo encontrar el fundam ento de su literatura sino en la Divinidad (concibiendo, por ésto, el sig­ no en términos «le un valor equivalente: “ La Palabra... como medio de unión entre el «:i«;lo y «*l hom bre", Ibid.) / / / y nuestra metáfora es: el poema no es un producto de la “ inspira«*ión"' que cae como el maná del cielo (pues entonces le ­ garemos a concluir que la Virgen María concibió por obra y gra«*ia del Kspírilu Santo), lo que, para esta misma metáfora, significaría que del modo como el poe­ ma «*8 una “ inspiración" la Virgen pudo concebir sin ayuda de nadie —o, como pensaron algunos doctos escolastas: con ayuda de la Paloma celestial4s / / / pero el poema no es ninguna “ inspiración", y para continuar nuestra analogía diremos que el F m to creció en costillas de un obrero que reclamaba su jornal. A petición suya se le ha citado a usted. —Señor juez, respondió el acusado; ese obrero es tan tunante que quería robarme y me amenazó con la justicia. Por lo de­ más mi abogado explicará el asunto mejor que yo puedo ha­ cerlo. Y aquel patrón, que si no era muy elocuente era astuto y te­ nía dinero de sobra para poder pagarse un abogado hábil, se sentó, dejando a su defensor explicar el asunto a su manera, quien declaró que V íctor Mast, viendo a su obrero hacer ade­ mán de pegarle, se consideró en el caso de legítima defensa.

El Iribunal, en su alta sabiduría, apreciará los hechos y no ex­ citará la rebeldía de lo« obreros contra los patronos. Los jueces acogieron aquel discurso por signos apenas percep­ tibles de aprobación. El público homenaje tributado a su sabiduría fue de su agrado, por lo que el contratista fue absuelto y el obrero condenado en costas. —Esto, dijo Estanislao a su amigo de modo que lo pudieran oír los que ge hallaban cerca, enseñará a ese obrero a hacerse justicia por sí mismo, en vez de implorarla a los magistrados. Una vez fuera respiraron con satisfacción el aire libre. León, profundamente impresionado por lo que había visto y oído, permanecía silencioso; la melancolía se reflejaba en su rostro. —¿En qué piensas? le pregunte) su compañero. —En lo que llaman justicia, respondió el niño. ¿Qué es la jus­ ticia? ¿Existe? Estanislao permaneció un instante silencioso: buscaba las pa­ labras más apropiadas para hacer comprender su pensamiento a aquel niño de nueve años. —La justicia no es una especie de divinidad reparadora y ven­ gadora del mal, como se la imaginan todavía muchos indivi­ duos influidos por la enseñanza religiosa; es sencillamente el equilibrio, la armonía o la concordancia de los intereses. En la sociedad presente todos los intereses, el del patrón y el del obrero, el del vendedor y el del comprador, el del gober­ nante y el del gobernado están en contradicción y en luchas perpetuas; en tales condiciones la justicia no puede existir y no puede pedirse ciertamente a los jueces, defensores del or­ den de cosas actual. Por el contrario, en una sociedad en que todo sea de todos, los individuos tendrán el mismo interés en producir y no po­ drá haber conflictos entre gentes que trabajen y gentes que hagan trabajar por su beneficio exclusivamente personal. Cuando la propiedad individual desaparezca, desaparecerán con ella una multitud de males y de crímenes. ¿No es mejor impedirlos que castigarlos? Del mismo modo, la eliminación de la autoridad hará desapa­ recer también la opresión de los unos, el cobarde servilismo de los otros, los odios, las rebeldías sangrientas, las guerras. No habrá indudablemente* la perfección absoluta, porque en­ tre los seres humanos hay diferencias de tem peram ento y de. gustos, cromo hay también enfermedades que producen de­ sarreglos del entendimiento y de la voluntad que causan actos 97

perjudiciales. pero los que* las padezcan serán una ínfima ex­ cepción, y como no tendrán fuerza para imponerse a toda la sociedad, como lo hacen actualmente los gobernantes y los capitalistas, todo quedará reducido a ponerlos fuera de esta­ do de causar daño. En lugar de matarlos o de martirizarlos, se les cuidará como inválidos o como enfermos y se procurará su curación. He ahí el concepto que nosotros tenemos de la justicia. Ya ves que no tiene nada de común con la de los magistrados. —Efectivamente, respondió León. Alcxandr Blok

Pasea el viento, la nieve vuela. Los doce hombres marchan en vela. Negras correas de los fusiles, y en torno a ellos hay luces miles. Entre los dientes, un cigarrillo: marca merecen llevar los pillos. Libertad, libertad. ¡Ay, ay, sin cruz al pecho van! ¡Tra - ta - ta! ¡Frío hace, camarada, frío ya! —Con Katka está Vañka en un tabemucho. —Dinero en la media lleva en un cartucho. —Vaniushka ya es rico, lo había soñado. —Era de los nuestros, se ha hecho ahora soldado. —¡Ah, Vañka, burgués', ay, hijo de perra, si a mi Katka besas, el golpe no yerra! Libertad, libertad. ¡Ay, ay, sin cruz al pecho van! Katka con Vañka ocupada está ¡En qué mi querida ocupada estará!... ¡Tra - ta - ta! Y alrededor hay luces miles... En los hombros, correas de fusiles... ¡Más fuerte tu paso revolucionario, que está el enemigo cerca y temerario! Sostén, ( amarada, tu fusil sin miedo. A la Santa Rusia una bala lancemos; a la del pasado, a la de las isbas, a esa que llamamos del trasero pesado. ¡Ay, ay, sin cruz al pecho van. Los doce, 2

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Vladimir M.nakovski

Desplegando en desfile los ejércitos de mis páginas, yo paso por el frente de mis versos, firmes están con pesadez de plomo, prestos a morir y prestos a la gloria inmortal. Los poemas están inmóviles apretando uno con otro los (cañones de los títulos apuntados y prestos al disparo. El arma preferida - l a caballería de las agudezaspresta está a lanzarse al grito de ¡hurra!,, levantando de las rimas las lanzas puntiagudas. Y todos esos ejércitos armados basta los dientes, que pasarán a través de veinte años de victorias, te los entrego yo, poeta, basta la última hoja, a tí, proletario del planeta. El enemigo de la mole-clase obrera es también mi encarnizado enemigo desde hace mucho tiempo. Abríamos de Marx cada tomo como en la casa propia los postigos; pero sin libros, nosotros comprendíamos a qué bando ir y en ¿qué bando luchar. ¡Nosotros, 99

la dialéctica aprendíamos no en Hegel; en el fragor de los combates ella irrumpía en el verso cuando, bajo las balas, los burgueses huían de nosotros, como nosotros, hace tiempo, huíamos de ellos. Dejad que detrás de los genios, como viuda inconsolable, la gloria se arrastre tras el cortejo fúnebre. ¡Muere tú, verso m ío, muere como el soldado de filas, eomo nuestros soldados desconocidos morían en los asaltos! No me importa el peso de muchas arrobas de bronce, no me importa el fango del mármol; ya arreglaré mis cuentas con la gloria; somos íntimos amigos. Que nos sirva de común monumento el socialismo construido en los combates. A plena voz Boris Pasternak

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Hasta la esencia misma de las cosas llegar quisiera: en «i trabajo, caminando a tientas, o en la embriaguez confusa del amor. Hasta el por qué del tiempo ya pasado, la savia que alimenta sus raíces... la luz de sus orígenes, hasta el soplo que enciende el corazón, sintiendo el suave tacto del hilo de la vida, de los hechos para meterme dentro, estar en ellos y un mundo con mis manos alumbrar.

¡Ah si del soplo aquel estremecieran mis dedos la caricia...! Escribir en tal caso yo podría de la virtud de un alma pasional; de la injusticia, el cuenco de las manos, de la caza del hombre, de la sorpresa en que el azar se esconde, del pecado diría su sabor: su ley descubriría descortezando el velo de su grano, y entonces ya sabría el gesto mágico con que apresar su voz. Irguiendo su estatura, como tilos temblorosos y firmes, alineados por cientos o por miles, cultivaría versos mi jardín: versos con el aliento de la rosa, la gracia de la menta, de los juncos, el canto de la siega... con la fuerza del trueno para herir. Así sembró Chopin el misterioso mensaje de los sotos, de las tumbas, de loe campos polacos en su música transida de dolor... Que si tenemos preparado el arco, tirante cada vena, alcanzaremos con nuestra flecha el premio por cuyo fruto apuesta el corazón. Lu Sin

Los golpes provenientes del exterior son el fondo un estím u­ lo para formamos un espíritu nuevo (...): olvidaba que el pri­ mer objeto de la vida de un hombre es hacerse una vida y que en la búsqueda de este camino de la vida tienen que ir dos, tomados de la mano, o bien tiene que aventurarse uno atrevi­ damente solo. Pero si sólo se limita uno a agarrarse de los fal­ dones del otro, a éste le será muy difícil luchar, aunque sea un bravo com batiente; ambos perecerán juntos.

Mao Tse-tung

La verdad de un conocimiento o de una teoría es determina­ da no por una apreciación subjetiva, sino por los resultados objetivos de la práctica social.

Kuo Mo-jo

Salgo de mi sueño! Tristeza de mi desilusión! 101

Cadáveres ociosos, libertinaje y orgía de la carne, largos vestidos de hombre, mangas,cortas de mujeres, esqueletos que llenan mis ojos, ataúdes por todas partes, desordenados, entrechocan, desordenados, pasan. Mis lágrimas fluyen. Repugnancia. Salgo de mi sueño! Tristeza de mi desilusión!

Ulrike Mcinhof

El m omento progresivo del incendio de unos grandes almace­ nes no está en la destrucción de las mercancías; está en la cri­ minalidad del hecho, en la violación de la ley. (...) El negro del ghetto que saquea tiendas incendiadas aprende que el sis­ tema no se hunde porque él se procure sin pagar lo que nece­ sita imperiosamente y no puede comprarse* por su pobreza, y porque*, está parado; puede aprender que un sistema que le priva de le) que necesita para vivir es un sistema podrido.

Ro. Ar. Fra.

La conciencia de la necesidad de una transformación de las relaciones sociales no es más que un elemento de la concien­ cia revolucionaria; para convertirse en fuerza explosiva histó­ rica se tiene que añadir a esto el convencimiento de la posibi­ lidad de una tai transformación revolucionaria.

Gramsci

Si se plantc*a el problema de identificar la te»oría y la práctica, se plantea en este sentido: construir sobre una determinada práctica una teoría que, coincidiendo e identificándose con los elementos decisivos de la práctica misma, acelere el pro­ ceso histórico en acto, haciendo la práctica más homogénea, coherente y eficiente en todos sus elementos, es decir poten­ ciándola al máximo, o bien, dada una cierta posición teórica, organizar el elemento práctico indispensable* para su puesta en acción.

Laclos

Aprended que sólo se sale de la esclavitud a través de una gran revolución.

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l e/am a Limn

... lo imposible al actuar sobro lo posible engendra un patena, cpie es lo posible en la infinidad.

Cintio Vitier

Así el hombre que pertenece al orden de la palabra, en cuan­ to lal, y aunque a la vez sea hombre de acción o contempla­ ción, com o es el caso venturoso de nuestro M artí, ha nuevo está contra el principio de identidad y contra la metafísica de lo inmu­ table (esto es: contra lo inmutable de lo que no es más que metafísica). 2. la academia se reproduce (programas universitarios donde no sólo se ense­ ña a \ embalsamar" el “ cadáver” sino, además, a rematarlo con los clichés y con los dogmas y con las preceptivas y con las ortodoxias = camisa de fuer­ za = tenazas doctorales en que el cuerpo del texto sucumbe y luego, luego r\ sacrosanto altar del Mito: la desposesión de sentido “ definitiva” ( ¿pero en verdad definitiva?) y el texto se vuelve ‘‘intocable1* del modo como se ve obligado a perder su vitalidad: ha sido neutralizado, apartado de la lucha y permanece equidistante de los partidos en la tierra —aunque, sobre todo, el doctorcito se muestra en lo que realmente es: ineapaz de estudiar el proceso mismo d«* gestación del cuerpo textual en su síntesis de pasado combinado en su proyección al porvenir: así funciona la universidad como ideología dominante y así trata de “ neutralizar” el trabajo y la práctica in­ famable de la escritura sin poder percibir el tejido de sus relaciones, puesto que no busca sólo el encasillamiento de un texto determinado bajo una cierta cantidad de normas apriorísticas sino que —a través de ese encasi­ llamiento de-por sí ya apriorístico— busca precisamente perpetuar la pro­ pia vejez de su hermeneutísima metafísica en la historia). Lo nuevo está contra la concepción burocrática del hombre y de la literatura que evita tom ar posición y aisla la vida. 3. la academia se reproduce (cursos literarios donde salen como hongos los “ especialistas’'' en Bibliografía, incapaces de escribir cualquier otra cosa por no decir ya de em prender un estudio y sobre todo incapaces d«* tomar posición por ésto o contra ésto como es, por ejemplo, la especialidad cro­ nológica (de la más huaehafa, de la más estreñida, de la más plusválica y ahorrativa): que el autor se muera de rabia, de cáncer, de cansancio, aba­ leado, olvidado, borracho, hundido en un manicomio y a la vuelta de 3 días lo tendremos “ resucitado” en medio de espumosas exequias exegéticas en su pequeño nicho cronológico: “ nació tal día, tal año, fue o no fue a la universidad, publicó dos o tres libros que no volvieron a editarse, mu­ rió tal día, murió tal año” —pero allí no hay nada de cómo sufrió, se co­ mió las uñas, tuvo un colapso de amor, vomitó mil veces, fue apresado y torturado, se cagó en las rosas, luchó contra el sistema, se quedó sin traba­ jo y el cadáver, ay, el cadáver siguió muriendo). 134

Estas formas académicas se reproducen como los microbios de un organismo \ putrefacto que 110 sólo es viejo y obsoleto sino, sobre todo, obsolescente: una fuerza regresiva que actúa para perpetuarse, que se opone de muchos modos a las líneas progresivas de la práctica literaria. Es una fuerza vieja, aunque no por eso y en ningún m om ento permanece inmóvil: envejece, y envejece tratando de aplastar todo lo que toca exactamente com o la mano del ahogado trata de hun­ dir todo lo qu
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