El Mito de La Diosa-Anne Baring y Jules Cashford

May 5, 2017 | Author: Maria del Pozo | Category: N/A
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Anne Baring Jules Cashford

El Árbol del Paraíso

Anne Baring Jules Cashford

El mito de la diosa Evolución de una Imagen Prólogo de Sir Laurens van del" Post

Traducciones de

Andrés Piquer Sllsan,,- Potcccher

FrJllcisco del Río P3blo A. Torijano Isabel

Urz~iz

Ediciones Siruela

Todo. lo. ,Jcrcch". rcsrodudda. al",,,'enad:l .. transmlllda en malIna allo:"'" ni I'r "i"It'''' medi ... ya 'ea o:Il'e.rle. '1u'mleo. ,,'cI'ánico, ópllco, de ¡¡r"bad,," o ,k (o.ocopia, sin per",iso previo dd cdi"", TilUI" "ri¡¡inal: "1"1)Ía» del «orden implícito». Desde una perspectiva mitológica, puede también percibirse ell1l.ito de la diosa en los intentos de muchos sercs humanos de vivir de Ulla fornta nueva, permitiendo que su sentimiento de participación con la tierra afecee a b ll1:lner:t en que piensan sobre ella, a la manera en qlle actúan respecto a ella; siendo conscientes, en suma, de la neccsidad apremiante de aprehcnder el mundo como unidad. Einstein es el portavoz de esta necesidad: «Con la división del átomo, todo ha cambiado salvo nuestr.l forma de pensar: vagamos a la deriva hacia un desastre sin precedentes». Sin cmbargo, la imagen mítica predominante en la época, que podríamos definir COIllO la del «dios sin la diosa», continúa siendo el fundamento del mismo paradigma oposicionista y mecanióst;l que refutan los dcscubrimientos científicos más recicntes. Esto significa que dos aspectos esenciales de la mente humana están en dcsacuerdo. El afirmar que las imágenes míticas tienen una importancia tan grande para todas las áreas de la experiencia humana pucde parecer excesivo; sin embargo, los descubrimientos dc la psicología profunda han del11ostr.ldo lo radicalmente que nos influyen y nos motivan los impulsos quc se fraguan por debajo del umbr.ll de la conciencia, tanto en Iluestra vida personal como en nuestr.l vida colcctiva como miembros de la raza humana. No podemos, por lo tanto, permitirnos que la tendencia predominante dc PCIlsamiento nos deje indiferentes. Es necesario hacer un intento por avanzar más allá de nuestra herencia mitológica. dc la misma mancr:t en que tratamos dc analizar con cierta perspectiva nucstra herencia individual: nuestra f..milja en particular, nuestro clan, Iluestro país.

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Una forma de devolver el mito de la diosa al ámbito de la conscienóa es relatando de nuevo las historias que las gentes han narrado a través de los milenios, recorriendo la cadena continuada de imágenes a través de diferentes culturas a partir del :lila 20.000 a. c., agrupándolas para que la unidad que yace tras ellas pueda desvelarsc. Sólo entonces podrá esta tradición abandonada, infravalorada, pero aparentemente inextinguible, hablar por sí misma. Esto es lo que hemos tratado de hacer, con la esperanza de qlle la visión de la vida como un todo sagrado, que se cncarna en las manifestaciones más sublimes del mito de la dio.~a, pueda ser relacionada con e1111ito del dios; contribuiñamos, de esta manera, al nucvo modo de pens.1miemo que Einstein proclamaba como necesario. Como decidimos centrarnos en la tradición occidental, no hemos hecho ningún intento por narrar las historias de la India, de África o del Lejano Oriente. Ésta es, obviamcnte, una limit.1ción, pero el libro ya es lo suficientemente extcnso. Los lectores bailarán quizá paralelismos y puntos de contraste que contribuyan a un motivo verdaderamente universal. Unas breves palabras acerca del mito. Como seíblaba el principal experto en mitología, Joseph Campbell, c1mito es un SUCI;O que todo ellllundo tiene, al igual que todo el mundo sueíb con sus propios mitos personales: .EI suel;O cs el mito pcrsonalizado; el mito es el sueño despersonalizado»: Los mitos dd hombrc han prosperado por todo el mundo habitado, en toda época y bajo toda circullStancia; hall sido la fuente de inspiración viva de lo que sea que haya surgido a partir de las actividades dd cuerpo y de la mente humana. No sería excesivo afirmar que d mito es b abertura secreta ;¡ tr;¡vés de la cl1;¡1 bs energías inagot;¡blcs dd COSllloS se viertell sobre 13s llI;¡nifestaóol1cs Cllltur;¡les del .ser hun1;lIlO. Religiones, filosofias, artes, las fOTlli;¡S soci;¡lcs del hombre primitivo e histórico, los descubrimientos fundament;¡les de la cienci;¡ y de la t 'lO



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dnr dI.: la diosa, especialmente dc ~u poder parJ devolver a los muertos a la vida. Su paIro'}11 dclico de hibernación pudo haber CVOCJdo tambiéll d continuo despertar (!L: la v"b dd SLlóio temporal de la muerte. EIllleandro, como serpiente estilizada, significa 1.1 l'11l'rgía dI.: transformación cuyas fuerLas descans:1l1 111;ís allá dd aJcallCl.: dI.: la consnl'lIci:l humana, el1 la dilllcnsión :lCllosa que sólo visiull los IllUt:rtos. El rio Éstigl.: dd tllfr;lIllulldo cOllStiwyc la versión Iatin:l (:lrnplialllcnte n:dlldda) de csta ide:1. El disellO de la red, representJd:l en el P:l!colítico, se pinta :ll1ora sobre las estatuillas de l:J diosa y ,obre reeipiemes hechos panl contener agua, pudiendo simbolizar la matriz JCllosa de 1.1 vIda, b «n:d» CÓSlllicJ en b que se contiene toda forma de vida, En la figl1r:l 18, I1Jll:Jda enles:IJia, unas sl.:rpientes se 1.:1lroscan alrededor del CIICI"J)O .lL:];l dios:l en el trono y dd niiio que sostiene en sus brazos. Esta podria ser una de las primcras ltl1:ígcnes de b diosa serpieme, que sc halla en otras ClIlWras neolíticas tan disl.uttes dc la vieja EuropJ C0ll10 Uf, en Mesopotamia, así como en el vallc dd Indo (Mehrb>arh), En algún momento del séptimo milcnio a. c., sc diferenciaron en lllasntlino y femenillO lo.~ atributos y poderL:s de la diosa, subrl.: la an:l1ugÍ;¡ del útero fl'ClIllelO y el f.110 fertilizador, con lo quc la serpientc viene a personificar el podcr regcIlerador m;¡sculino y alltÓtlO1ll0. En los mitos de la Ed;¡d del Bronce, se imaginaba a la sL:rpiente como consorte de b dios;¡ que SL: uní:! a dla para tr.lcr fertilidad a la tierra. Durante el Neolítico, L:tl 1Il1 período tan tardío como el de la Creta minoica, serI'iemes (representa&ls de manera abstracta) y cspirales se ellrollan alrcdedor de recipientes y csculturas, sc rctucr(en sobrt: vientres pre1iados, nalgas y f.110s (figuras 19 y 20), u ondulan entre b luna, d sol, h~ estrellas y la lluvia, como principio din{ullico de la ellergí:l vitJl que mlllC:l se agota. Espirales que dibujan el movillliento del agua decoran vasijas y tarros. Las itll~gcnes de la figura 21 sugieren quc la scrpiente es el po-

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21. Espirales serpentinas con formas veget;lles y serpientes (mediados del cuarto milenio a. C. Oeste de Ucrania)

der subterráneo que hacc crecer las plantas. El término «poder de serpielltc~, en la acepción que designa b energía «enroscada. dc «Klll1dalini» en b base de la espina dorsal en el sistema indio de YOb~ KUlldalini, podría derivar de esta idea. Una f.'l.scín;mte imagen proveniellte de los Pirineos (figura 22) Illuestra el poder persistente de este simbolismo, plles aquí, l1Iucho más cerca de nuestro tiempo, se ha tallado ;¡ la diosa dando a luz a la vida ;l l1Iodo de serpiente quc cría con sus pechos. En la ciencia modcrna la imagen de b serpielllc aparecc una vcz más en b forma en espiral del ADN. Las tres asombrosas diosas beocias (figuras 23 y 25), fcchadas entre el 750 Y el 700 a. C. (4.000 años más tarde) han cntretejido imágenes que en el Neolítico aparecen separadamente.

22. Fig:ura esculpida que muestra 3 la dios3 pariendo y 3mam3ntando a UI13 srlna que cada deidad, diosa y dios, tenía dos aspectos: madre e hija, hijo y consorte, La unidad esencial de estas cuatro figuras se muestr:l en el relieve lllagnífiC:llllente tallado en el que la diosa y el dios se abrazan y la diosa lleva en brazos a su hijo (figura 61). Mel1aart comenta que «la diosa permanece igual, mientras que el varón aparece o como marido o COI\lO bijo»JntiUas de abejas y mariposas, urnas decoradas con delfines en pleno vuelo, serpientes y Aores en espiral, diminutas estatuas y grandes cuernos de toro, y estatuas de diosas. Todos estos elementos reunidos compusieron la imagen de una cultura de gozo, gracia y elegancia que durante cientos de ailos se centró en torno al culto a una gran diosa. Evans denominó a esta cultura «minoica» en referencia al rey Minos del que habla Homero, y distinguió dentro de ella tres períodos fundamentales: minoico temprano o «prepalatino», hasta alrededor del 2000 a. c.; minoico medio o .palatino temprano», del 2000 al 1600 a. c.; y minoico tardío o .alto palatino», del 1600 al 1150 a. C. En el

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período minoico medio, los tlllnoicos utilizaron un:J eKritura jeroglífica y, más tarde, una escritura line:J1 (llamada «lineal A»), que aún no ha sido descifrada. La civilización alcanzó su cima Cilla primera f:1St' del período rninmco tardío, entre ¡(¡{JO y 145() a. e, cuando se est:lblecieron rl'1aciones con los micénicos, pueblos arios o indoeuropeos que construyeron Micenas en b Grt'ci:l continental. Éstos tr:ljeron consigo una escritura conocida como «lint'al I.!t, una forma arcaica de griego, que no se descifró hasta 1()53, Y que desveló los nombres de precisamente aquellos dioses y dio.~as que el mito griego clásico siempre habí:l situado allí: «Al Zeus dicteo, aceite»; «A la dama del Laberinto, llll:l Jarra de miel»; «A la scii.ora de At(h):lIla ...•. Los micénicos parecen haber oscibdo entre Cret:l y Micell:ls, absorbiendo y adoptando gradualmente b cultura lIlinoica como propia, antes de asentarse :lhí pas:ldo el aiio 1450 a. C., cuando un:l scric de violentos terremotos y maremotos provocados por una erupción volcánica en la isb de Tera, h:lci:l el norte, provocó el derrlllllbarniento de todos los palacios. La I1t'gada de otra oleada de lIlvasores, los dorios, en el 1150 a. e acabó con esta civilización. A diferencia de muchas de las culturas de su entorno, la isb de Creta no fue invadida en los 1.500 :liios que van del 3000:J1 1500 a. e, por lo que ofrece una perspectiva única sobre cómo evolucionó sin tras[OrtlOS lIll:J sOcled:ld neolítica par:l convertirse en lllla sociedad de b E,i:J.d dd I.3ronce, pero manteniendo su creencia en 1:l unidad de la vida. A pesar de que 1:J. socieci:J.d minoica, si se hace UTl cálculo por fechas, corresponde desde el PUllto de vista cronológico :l 1:J. Edad del I.3ronce (3500-1250 a. e),

4, Grifos dl' b sab del trono del palacio de MillOS (c. 14SU a. C. CllOSOS,

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Cn·ta)

b

/

5. CUt'mos do: la conugración: (a) ado el período de la mitología olímpica, 110 es posibk: dar una imagen dd todo viva de Hera sin tomar en consideración por separado a su hermano esposo Zeus; pues, aunque estuvieran casados, cra su gobierno el que prevalecía y ella qUIen le pertenecía, mientras que su supremacía virginal quedaba ocult:l en el distante pasado prcolímpico. Esto es cierto para la mayor parte de las diosas griegas (excepto tal vez Cea y Deméler), puesto que su relación COl! d dios será fundamental para lo que son y lo que significan. Hennano de /-lera y Deméter, ZellS era padre (k Ártemis, Atenea y I'erséfone (hija de Deméter), mientras que Afrodita es su hija en UI1 mito. y en otro hija del padre de Zetls, Urano. Zetls, al cngendrar o al casarse con las diosas, añadía los poderes de éstas :1 los suyos, o se los apropiaba. Como gran padre, era inclIestionablemente la cabeza de la (.1milia olímpica. aunque las diosas siguieron siendo honradas por derecho propio y particular. Pero la forma de estructurar del mundo se había vuelto p:ltriarcal. ZellS y sus dos bcrmanos, Posidón y Hades -corno An, Enlil y Ea en SlImcr-, gobernab:ln :llmra las tres dimensiones de cielo, lIlar e infrallllllldo que habían sido siempre territorio de la diosa madre. Los tres hijos de Crono cOlllparten ahora la división [unar, en tres f.1ses, de amaño. Los reyes reciben la soberanía de Zells. dd mismo modo 'Iue antes la

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6. La din~:t madre y el niiío (~elln minoico, c. 7UO-(,UU :l. C. Beol·i:t. Grecia)

recibían de la diosa. Pero aunque Zeus se convirtió en Ull dios universal, nunca perdió su personalidad distintiva y dramática: ataques de furia, !luuria, sentimiento de compasión por los mortales, enviar impetuosamente a los dioses de un lado a otro del palacio. Por lo tanto, la distancia entre la condición humana y la divina no era tan grande como en el judaísmo: «Zeu.~ existió, Zeus existe, Zeus existirá: ¡oh gran Zeus!* cantaba la sacerdotisa de Dodona; pero, de (orl1l;1 significativa, continuaba: lIGea produce frutos, por eso llamad Madre a la tierra»j'. En la figura de Zeus puede verse la transformación de hijo-amante a gran padre cn las leyendas sobrc su infancia y en los epítetos que se asociaban a su nombre. Debemos preguntarnos cuál es el significado de las historias qlle sitúan su inf.1ncia en Creta. El sello minoico con el niilO en las rodillas de su madre dando la bicnvenida a los adoradores (figura 6) 110S habb de un nacimiento divino, y la coincidencia :niadida del nacimiento cretense de Zeus resultaria demasiado grande como para no establecer una conexiÓn entre ambos. El l1ií10 que recibe con las lIIanos levantadas el saludo de ms adoradores, que llevan escudo, era con toda probabilidad el que más tarde se converti~ ría en el Ko/mls Uoven dios) divino, cuyo nacimiento y muerte se celebraban ell Creta como renovación de la vida. En el relato de Hesíodo, !tea va a Creta para dar a luz a Zeus, poniéndolo luego al cuidado de Cea, que lo escondió en una amplia caverna. Se transmitió una tradición que establecb que se trataba de una caverna real, situada en las profundidades del mOll~ te Dicte. A Zeus se le llamaba dicteo y fue allí donde se descubrió el «himno de los curetes», un himno único, dirigido al mismo Zeus. La cueva que se imaginó para esta epif.1nía aÚIl hoy en día puede visitarse; es lo suficientemente impresionante como pa~ ra albergar una visión de la tierra durante el parto, dando a luz a su hijo. Alojadas elltre sus paredes se han encontrado muchas fib'1.lraS de toros y de dioses jóvenes en acti-

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t'ud de salut;lciúll; quizás los minoicos esperaban la aparición dd dios. En el rdato griego, al Zeus recién nacido 10 alimentaban palom:ls, abejas y c;¡bras; U11 grupo de jóvenes, 1m curetes, golpeaba sus escudos p,lra que el ruido tap:lsc el llanto del niTio y Crono no 10 oyese. Rea le dio a Cro110 una piedra en IUb~r de darle a ZeLls; llegado el momento, vomitó a todos sus demás hijos y Zeus le arrojó ares de culto, así como las fil,:stas Lostacionales y las costumbres rituales del pueblo cananeo!. A pes.1T de los esfuerzos de los profetas por erradicar las antib'Uas creencias, la imagen de la dios.'l ~obrevivió. En Canaán, como en los países de alrededor, la mitología de la diosa y su hijo-amante era el aspecto de la creencia religiosa más profundamente enraizado por estar estrechamente asociado con las cstaciolH.'s del ailo agrícola, y, a nivel más general, con los rituales arcaicos de fertilidad y regeneración. El estudio de Patai, 'n,~ Hebl'!'llI Goddm, revela la imagen QCult:l de la diosa en el antiguo TL'S12l1lento. Su descntr.uiallliento meticuloso de la historia de la diosa es una de las contribuciones más intt'TL'S3nt'L'S a una comprensión más profund.1 de esta época, porqut' traza I:a continuidad de la imagen de la diosa a travL'S de la historia del pueblo judío. Con su ayuda, es posiblc mirar desde lIna perspectiva tot:Jlmente nueva los pas:Jjes bíblicos que se refiercn :J los .dioses cxtranjeros., .bosqucs. y .lugaTL'S elevados•. En la introducción a su libro, señala que un t'studio de religión COlllp;lI:lda sugiere que la humanidad parece necesitar la imagen de la madre divina, además de la del padre divino. Pregullt;¡ entonces si ha sido sólo el judaísmo el que no ha conseguido satisf.1cer esta necesidad: «¿Es concebible que el anhelo humano por una madre divina no se manifestara en absoluto en el jud:lísmo?'. Las pruebas histórica y arqueológica que aporta dan respuesta a su pregullta. Dichas prueban l1I11estr,lIl no sólo que existió una dios.1 hebrea, sino que además estaba pro(undamente arraigada bajo diferentes (armas en la vida dd pueblo hebreo, dL'Sde la conquist:l de Canaán hasta el exilio babilónico. Desde el allo 400 a. C. aproximadamente -dCSPllL'S de las reformas postexílicas de Esdras- parece desvanecerse, aunque curios.1lUente su imagen permanece todavía en el Sancta s"llctorUlll del segundo templo. Unos 1.500 arios más tarde. la imagen de la diosa reaparece sutilmente en la litcT:lt'1lr3 cabalística medieval de las comunidades judías de Espalia y el sur de Francia como la Sekiná y la Matronit: L'l matrona, señora o reina. Concebida como intercesora entre la humanidad y la deidad. se relaciona en este papel con la María cristiana. Patai señala: En vist:l dc la predisposición humana, generali;alda y psicológicamente deleTlninada. a creer en diosas y a adorarlas, sería eXlrailO .1s de tit'mpos alHeriorcs; la imaglon sumeria r:lnada, n' adivinan tras el velo. Seu'llIa son las reinas, ochenta las concubin:ls, (innullll'rabh.'s 1:!Ji doncellas), pt:ro únic:l LOS mi palOlll:l, toda e1b sin defecto, únio para su madre, la predilect:ll de la S:J". Como rcsultado del larb'O proct.'So histórico esbozado en l'Stos {.¡timos capítulos, a fina!t."S de la Edad del Hierro se hizo patente una falta dt' rel:aeión entre los principios femenino y masculino en la imagen de la deidad, y se perdió la revelación implícita de la cultura de la diosa. Ilor un:l parte, la invasión de las COlllunidadt."S gobernadas por l:a imagen de la diosa por parte de los arios y semitas, de cultura patriarcal, posibilitó un mayor deJi..1frollo de l:l consciencia. L1 intrusión del concepto del tiempo lineal en culturas en las que había prevalecido el esquema cíclico creó un sentido dc oriCll[aóón y finalidad que rompió 1:l recurrencia eterna de lo antiguo. La n;'Ltura!cz:l perdió su sober:lní:l suprema y !:l hUll1:lnidad acaparó para sí lo que aquélla h;\bía perdido. Pero esto sólo se pudo hacer:l cambio del s:lcrificio de !:l antigua expericncia hum:lI1a de pertenencia ;¡ una tierra s:lgrad:l y a un cíelo s:lgrado. E.~ neces:lrio que el mito dc la diosa se dé :1 COllocer, no porque sea superior almito dd dios, sino porque lleva tanto tiempo perdido que parece que hemos olvidado lo

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que significaba. A pesar de todas las lilllitaciones que debió a su idcntific:lCión excesiva con e1ll1undo natural, al mellos consiguió expresar la relación indisoluble, o incluso la identidad, que existe entre la partc y el todo, entre lo visible y lo invisible en todos los órdenes dd ser. Sobre todo, subrayó la maravilla y el gozo de la vida, porquc situó toda las manifestaciones de la vida dcntro de la esfera de 10 divino. Lo que el cstudio del mito dc la diosa nos invita a considerar es si (y, entonces, cómo) podemos participar de es..1 relación con 1:1 totalidad de la vida sin sacrificar la conscicncia, eS;l consciencia en aras a la que hemos sacrificado la imagcn de Jo divino el1 el lllundo 11:1LUra!.

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13 Eva: la madre de todo viviente'

I bbía un centro dI' lodo :\111'-"$ de que r..:."Spir;ír;llllos. I bbía

UIl

mito

:mtL"S

dI' que el mito COllll:llZ:lra,

Vl'lll'r:lblc, :lrticulado y completo,

De esto brota el poema: (k

lllle

vivimos en

1111

lugar

qlle 110 es el lluestro y. 11l;\s 3ílll, que uo es 110SotroS.

y duro

{'S, :1

pesar dc los bhmllados dbs, Wallacc

StCVCllS

EntonCL"S Yabvé Dios hizo C;l.cr \l1l profundo Slll'lio sobre el hombre, ~tl" :lp ~1I3 ~ CUlJOj =)IIL[~A opu~n:> 'O[dltl:lf:l Jod

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dre qlle crea vida: tras el significado de la Illanera en que nacc Eva y dc su nombre existe UIl rel:Ho sUlllerio que los relaciona. L1 palabr.! sumeria que designaba la vida er.! ti. que t:nllbién significa «costilla., Ninhurs:lg, la diosa Illadre sUllleria, sanó la costilla de Enki, el dios del agua dulce, ncando a Nin-ti, una diosa del parto, quc hada los hm.osos de los niños en el útero a partir dc las costillas de sus madrcs'. El nombre sumcrio Nin-ti podria significar «la scliar.! que (L, vida. (el título que tndicionalmente se otofl,'3ba a Ulla diosa) o «la señor.! de la costilla•. El escritor yahvista de Cém.'sis 2 y 3 indmbblelllentc conocía cste dobit- sígnificado, pucsto que al elegir la versión de la costilla todavia lo asocia con la magia del nacimiento. Pero en el relato sUlIlerio, el acto de compartir los huesos cst.í pn..'sel1te como all3logia en la unidad de la madre y el hijo, imagen del nacimiento; mientr.!s que en el mito hebreo, la natur:lle2.1 y la dios,1 se s,1crifican en ar.!s de L'Se milagro que (.'s la mente inventiva de Vahvé (el relato griego del lIacimiento de Atenca de la cabeza de Zeus contiene una inversión similar). Además, la palabr.! hebrea que designa la costilla, Isdn, signific:l «tmpela!"'; da lug:lr, por lo tamo, a un jocoso juego de palabras, puesto que Eva recibe Sil nombre in1llediatalllente después de «tropez;¡u en nombre de toda \;¡ hurnanid;¡d: la primera llIujer caída, pero no la última, «v Ad:ín llalllo;¡ su llIujer Eva, porque era la madre de todos los vivientes.' El significado rebajado de este antiguo título impliC:I que Eva sed la madre de todos los seres humanos vivientes -la primer.! m;¡dre de la r.!za humana- y no \;¡ madre de todo lo que vive, como expres.1b;¡ el título originariamente. Así, desde la perspectiva dc la tradición ntítica. la que dio todos los nombn.."S recibe, en el momento de la expulsión, su nombre del hombre, cuya costilla tienl' y cuya costilla es. Quizá no sC"ria necesario subrayar 1:1. inversión de la historia si generaciones dl' intl.'rpretes no se la hubiesen tOJllado de forma tan literal, hallando en ella el sello irrevocable de la intención divina. La palabra original que (k"Signaba a 13 mujer en hebreo era ¡slla/I, que significa «S,1c3da dd hOlllbre.~. Haciéndosc eco de este orden bíblico de prioridad, incluso la palabra «WO-lIla!lIt, del inglés alltib'1.10, significa «esposa del hombret. El uso por parte de Adán del tínllo dc la antigua dios.1 madre en aquel momcnto, sólo después de la Illaldición dc Vahv~', sirve p3ra transmitir la maldición de c.."st.1 llIujer, Eva, a todos los serc..'S vivos de los quc será madre; de manera que, a causa de 10 quc «hizot, da a luz, en última instancia, a la muerte: antes del «pecado- de Eva no h;¡bÍ;¡ muerte; despul.'s y por su caUS:I, vinieron al mundo la muerte, el dolor y el trabajo. La historia de la costilla sugería tambil.'1l quc la sutil serpiente no andaba errada al accrcarse primero a la mujer: una vez totalmente perdido el :llltib'110 simbolismo, es rllenos probable que la l\\lUer. heeha de Ulla costilla del hombre creado por Yal1vé, obedezcl el 1ll:111dato divino de 110 eomer del fruto prohibido. Éste era un tema expuesto con interminable detalle por los COl1lent.1rist.1S cristianos y judíos, que tomaron el relato del llacimiento de Eva a partir de la costilla de Adán como Ulla afirmación divina dc que la ll11uer era una creación secundaria, hecha de \lila sustancia inferior, más ale-

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jada de l:l imagen y semejanza de Dios, y en consecuencia menos capaz de efectuar una elección mora\. Este aspecto .~erá estudi:tdo más tarde; pero, utilizando el lenguaje de la antigua mitología, merece i:l pena recordar que Adán, su marido, fue antarlO su hijo y Ya!lvt: (en cuya primer:! representación pictórica es llll dios con serpicntes por piernas; ver figura 'J) es su propio hijo convertido en padre·. Mientras las imágenes de Eva la .~itlWn en la tradición antigua como diosa m,Klre, Sll historia -cómo nace, qut: piensa, dice y hace- i:l define como nltuer hUmana. Pero no es tan sencillo. Aunque sea sólo una lmuer, el p:tpel que se le otorga es mítico. De hecho, es Ulla nueva versión del antiguo papel de la diosa madre que trae la mLlerte a la humanidad; pero con una diferencia crucia!. En las mitologías anteriores, la diosa madre que traía la llluerte era también la diosa madre que en el principio dio a luz a tod:ts las cri:tturas, de manera que las dos f.1ses de la existencia podían reunirse en la imagell una diosa que contenía ambas: b gran madre. Pero aquí la unidad anterior se ha dividido y los dos papeles se han polarizado, de manera que el dios padre asulIle el papel de la creación mientras que la mujer hum,ma es la responsable de la destrucción. Es como si una imagen arquetípica -en este caso la de la diosa- no pudiera ser privada de stl lugar sin que esto acarreara consecuencias; como si tuviera que encontrar una expresión en otro sitio, esta vez en una mujer, un recipiente demasiado frágil corno para contener su carácter lllllllinoso. Puesto que Ev:t sólo puede encarnar llna dimensión del arquetipo angina!, que es la introducción de la llluerte, la humanidad queda sin lIna im:tgcn de reconciliación con el todo, quc originariamente reuní:! el nacimiento y la llluerte ll1iticamente a través del tcuerpo de b diosa». En el Génesis, las actividades del nacimiento causado por la divinictld y la lllunte causada por una mortal enfrentaron lo inmortal y lo monal, la eternidad y el tiempo, que ames se percibían juntos y relacionados. Ahora el dios padre provoca el nacllniellto a travt:s de la pabbra, y la madre mortal de la raza hUll1ana causa la llIuerte por su dcsobcdiencia a la pabbra de Yahvé. ¿De qué otra manera podía entenderse el pecado que estaba ahí cuando nació la humanidad, es decir, que era inherente a b naturaleza de la misma, excepto COlllO llll:t traición humana de lo divino, como un «pecado original»? John Phillips en su libro Elle: T7u: Hislory (!{ 1111 Jd¡~I1, lo reSUllle de la siguiente manera: La historia de Eva comienza con la aparición de Yahvé en el lugar de la madre de todos los vivientes. Este trasvase dL' poder marca un cambio fundamental en la relación entre la hUl1lanio Como se ha sugerido, la dcsposl,.-sión dd carácter mitológico de la diosa fue un proceso que se extendió a toda la naturaleza en la que ella se había encarnado. Cuando Yahvé maldice a Eva y Adán, también maldice a la tiCTr;J y a sus ciclos de fertilidad: _Maldito sea el suelo por tu C:lusa: con fatiga sacarás de él el :Jlimcnto todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producir.i y comerás b.s hierbas dd Campo. (Gn 3. 17-18). El hombre se colocó en c1jardín con el fin de que .10 Iabrnsc y cuidasc_ (Gn 2, 15); dt."SpUlos de la maldición tiene que .tr.lbajar el sucio de donde había sido tomado_ (Gn 3, 23). SI..' ha maldecido la relación de la humanidad con 13 natUr:lIC'z,1. Ya no se vuelve a mencionar el .jardinlt o .Ia hora de la brisa.; dl~ ahora en adclanu: I:a tierra se rcprL'SCnla a través de la imagen del.sudolt o la imagen :Írida y R'SCC:J dd 'polvo., que ha de ser d alimento de la serpientc y la sustancia en la qlle la humanidad se desintegra: 'pOr7. Philip Sherrard sitll:l el legado ele Af,'1lstín en Stl lugar, adquiriendo sobre l:1 cierta perspectiva. Es, seiíala,

60S

una de bs par.ldojas, y también una dc las tr.l~edias, de b lr.ldición occidental cristiana tille el hombre l'fSOnalidad humana respecto de toda catt'b'Oria terrella, haya sido, como leólogo do~;mitico. responsable cn mayor mcdiación judeocristian::J mis ::Jntigu::J de Jerusalén. hecho este {.Itimo que es cspcó::Jlmente significativo. Hoy en día los eruditos aceptan que l"'S(e Ev;l.ngclio (T::Jnsmite los dichos ::Jramcos origina!L"S de Jl."Sús. prcserv;l.dos por los miembros dd grupo de su hermano Santiago, y que ésta fuc una de las fuentes III:íS ::Jlltigu::Js de bs quc se tOlll::Jrol1 los dichos quc figuran en los Evangelios de Mateo y Lucas blo • Uno o mis miembros de cste grupo fueron : J Edesa y establecicron allí Ull ccntro de ensc.ianzas; el EV::Jngelio de Tomis transmite b l."Sl.'ncia de estas enseliaTlZ::JS. El Evangelio comienza con estas palabras: tÉstas son las pabbras secrctas que prolHlllció Jt'Slls Vivo y cscribió Didimo Judas 1bmás. Y dijo: "Quien encuentre explic;lóón a estas p:llabras no probad la lll11crte"~. En los EV:lng:elios del nuevo Test~l1Iento figUT::J1l "lllchos pasajes t'n los quc Jc.~lIS habla como encamación de Sofia, b luz di vin:¡ de la s;¡bidl1ría, pero otros p;¡sajes similares del Evangelio de Tomás no son tan conocidos.

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... En el interior de un hombre de luz hay siempre luz y él ilumina todo el universo: sin su luz reinan las linieblas

(~Ílm

24).

DijoJ. A la díada creativa sc le otorg;l una expresión muy dara e11 el pasaje sigllil:llle: Antes del IIniverm, lo primero rue revelado. En d esp:1Cio sin confines l'l es un p:ldre qUl' se ha des:lrrol1:1do :1 sí mismo y se !l;¡ cOllStl'llido ;l si mis1l\o, lleno ek luz respbllekciellte L' im'r.1blc, EH el principio él (kcidió os? ¿p{Jf{llle soy !lna b:irb:lr:l entre (los) h:írbaros? Pues yo soy la s:lbiduria (de los) griegos y l'l conocimiento dl' los b:írb:lros. (Yo) soy :Iquelb cuya imagen LOS gr:mde el1 Egipto y :u¡udb 'Jllt' carece de im:lgel1 entR' los b:irb:lros.

714

Yo soy a. Estas instrucciones eran, por supuesto, análogas .1 las relativas .1 cómo sentirse ell relación con la virgen María, cuya imagen estaba brotando por todas partes; tampoco había qUl' confundirla con lo divino. Debían dirigirse los ojos --:tret Barker: (lEsto supuso el abandono de una tradición de catorce siglos, y tuvo un efecto decisivo en la manera en la que el antiguo Testamento sería interpretado y entendido desde ese lllomentOt.

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En la cristiandad occidental, la Iglesia católica heredó los textos sapienciales de la cOlllunidad judía de Egipto. Se encuentran en los Apócrifos, o colección de libros que forman parte de la Biblia católica. Con todo, tanto los católicos como los protestantes desconocerían la voz de la divinidad femenina de los destruido.~ textos gnósticos hasta tiempos muy recientes. Para recuperar la tradición de la sabiduría divina que se fue perdiendo durante cuatro etapas distintas -en la época de josías, el 623 a. e, poco después del 70 d. e, bajo Constantino (c. 330 d. e) y durante la Reforma- deben leerse estos magníficos pasajes con una mirada nueva. Si 110 se conoce esta historia escondida, es fácil que se siga ignorando la larga tradición que celebraba la figura de la sabiduría divina (Hokmá o Sofía), el Espíritu santo o la reina de los ciclos. Esta tradición ha llegado a nosotros por medio d'e los libros sapienciales de los Apócrifos, la imagen de la Sáiná en la cábala y los textos gnósticos que, sorprendentemente, se nos han devuelto actualmente. Para proporcionar una idea de lo que significó la figura de la sabiduría divina para [os gnósticos -y, antes de ellos, para las comunidades judías de Egipto-, incluimos aquí estas pocas líneas provenientes del texto de la Protc/IIwia -¡h"lI/lIrphic(/, uno de los libros descubiertos en Nag H:ul1ll1adi en 1945. Parece que tomaron su forma definitiva aproximadamente en el 200 d. (ver James Robinson, editor, n/e Nag Hamlllad; LiIJmry, pp. 461-470).

e

Soy intangible, y habito en lo intangible. Me muevo en cada criatura Soy la vista de los que moran en el sue;io. Soy el Uno Invisible delltro del Todo... Soy inlllesurable, inefable; COII todo, cuando lo deseo me revelo ;¡ mí misma. Soy el movimiento del Todo. Existo antes que Todo y soy el Todo, pues existo antes que todo. Soy Ulla Voz que habla suavemente ... Moro en el interior del Silencio ... He descendido en medio del illfrarnundo leste llIundol y brillo sobre la oscuridad. Soy la que derf3ll1ó fuera el Agua. Soy la que esta escondida en medio de Aguas Radiantes.. Soy la Imagen del Espíritu Invisible y por lIledio de mí el Todo tomó forma ...

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Soy la llI~dre t~nto corno la Luz." Ll M~triz intangible, .. En mí mora el conocimiento, el conocimiento de las cosas sempjtern~s ... Soy yo quicll alz~ el sOllido de la Voz para los oídos dc los que Ille han conocido.. Soy la matriz que d~ forl1l~ al Todo dando nacimicnto a la Luz que brilla con esplendor.

Marg:¡Tet Lhrker, "HIT R""('/dli(lIl '!fJTSUS G/m'sr, Edimburgo 2()(Xl, pp. 10'J-112, 200-212, 27'J-3(11; 'l1w

Creal H(~II Prim, Londres y NIll'va York, 21103. pp. 229-261.

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Notas

Capitulo 1 'TeltlO completo dtado I)()r jOSC¡lh Campbdl. ·O.r W"y"¡ II.r Ih.i...,,! l'vlllm, p. 26'). 'lbid.. p. (>H. 'Alclt:lI1der Marsha,k, '/1.1' 1(,1JWilletts, op. cit., p. 111. "Ver Maria-Gabriel Wosicn, SI,~y, p. 44. ... L3ngdon, '1,"'111::- lI"d 1111111', PI'. 166-110. EllIIuky", op. cit., pp. 227-11 Ilr. casI., 11, 3-41.

Capítulo 7 'Las dl:IS dd [;""11111 rlisl! l'sdn lomadas de L. W. King, "/111" s.','ell '/¡,/l/OS ,/en',ui..", a In"nos qUl' Sl' indique 10 contrario. Los escribas de Asurbanipal eopiaroll d poelllJ para su biblioteca de Ninive a partir (1-". Esta descripción de Marduk se aSl'llllja c'nOr1nemente a la del dios Siva en la mitología hindú ItT. caSI., 1,1>7-1041. 'Traducdún to1l1ada de Thorkikljaeobsen, 'l1u' "1"1'l' Re/(!iou, 1l1lroclucción, 1'. x. "Lord llyron, .Hehfe\V Melod;l~: The Dcstmction o(Sennacherib•. ,., Citado eu Jacobse'n. op. dI., p. 231 . •' [bid.. p. 232. "[bid., p. 221>, tomado del PlITllIII lit' Eml, 4, 27-'). "Ibid, p. 232. tomado tic ASllrbanipal, AIII,les, 4. ~'C;tad" por C:Il11pbell, Oaill('II/rolr;l:nmmn lO /!lr Smd~ ojGrrck ReI(~inn. 'Traducción tk jul~s CashCord ~n Hmvesl. 1'1IIlt 'l-k'Síodo. dIado en Riane EisIcT. 'I7lf e/mUef alld /!lr madI'. p. 1011 Iver EurípidL"S, Md""i/lll In snllia, CT:l¡;m~11to 4114. 1-2, edición de A. Nanck, 'I'm.~i((>",,,, Gme!(lnllll I'mgmmr.., (Ohm, Hikk"Sheim 1964)1. 'Esquilo. LIS Ct";(.,ms. 1271tT. Gl.'lt., 127-')] . • 8[. V
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