El mensaje de la Bandera de la Paz
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Versión digital del libro impreso. Una publicación de Ricardo González. www.legadocosmico.com www.centroroerich.c...
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El Mensaje de la Bandera de la Paz
Ricardo González
Centro Roerich
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El mensaje de la Bandera de la Paz @ Ricardo González Segunda Edición, Buenos Aires, enero de 2016 Una publicación de Centro Roerich www.centroroerich.com www.facebook.com/centroroerich Diseño de tapa: www.woohustudio.com Esta versión digital gratuita es una adaptación del libro impreso. “Que el mensaje llegue a todos”.
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“Aquel que, pese a todas las dificultades que lo agobian, se esfuerza por avanzar en la senda de la luz, cumple con la tarea vital de la evolución. No podemos permanecer inertes. O avanzamos o tendremos que retroceder a disgusto. Avanzar significa crear con todos los medios y posibilidades, en pensamientos y acciones, e introducir la luz creadora en todos los aspectos de la vida...”
Nikolái Roerich
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Helena Roerich, India, 1930.
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Nikolái Roerich, India, 1937.
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Índice Prólogo por Alicia Rodríguez Introducción 1. Shambhala 2. La misión de Roerich 3. El Pacto Roerich por la Paz 4. Simbolismo de la Bandera de la Paz 5. El Código Roerich 6. El mensaje de Roerich hoy 7. La Madre del Mundo: la conciencia de la Paz Addenda: un mensaje de Paz recibido en el Altái Los tres enunciados de Emuriel Bibliografía
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Dedicatoria: Al Maestro Nikolái Roerich, por sembrar una semilla de Paz en nuestros corazones...
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Agradecimiento: A la Dra. Alicia Rodríguez, portadora de la Bandera de la Paz. Gracias por llevar con tanta entrega el Símbolo Sagrado y por depositar tu confianza en este servidor.
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Prólogo
Hay personas en el mundo que irradian alegría, paz, humil-‐‑ dad, belleza, fuerza, eficacia y nacen para dar servicio a la humanidad con conciencia universal. Ricardo González, es uno de estos seres. Como es su deseo, con gusto escribo estas líneas para el Pró-‐‑ logo de su libro, con la duda de si será un Prólogo conven-‐‑ cional. La confianza que me inspira Ricardo me ha llevado a contar-‐‑ le muchas cosas inéditas sobre el mensaje de la Bandera de la Paz, que yo, tal vez, ya no tenga tiempo de escribir. Hechos que sólo se hubieran podido revelar con la comunión de dos seres espirituales y que, gracias a una cercana amistad, que se ha formado de una manera tan natural y vertiginosa, co-‐‑ mo una cascada de luz, estos hechos inéditos se te van a tras-‐‑ mitir a ti, en alguna parte de este libro. Durante más de 30 años, mis guías espirituales no me permi-‐‑ tieron decir lo que le he comentado a Ricardo. Pero ha llega-‐‑
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do el momento de que tú también lo sepas, a través de este luminoso ser. La presencia de los Maestros, que guían nuestro camino con una gran naturalidad, ha sido un tema “tabú” por un largo tiempo. Sin embargo, llegará el día en que muchos seres ten-‐‑ drán esa oportunidad, y estarán capacitados para sentirlos, oírlos, olerlos y verlos. Pero con una condición: conservar la humildad. La primera misión que me dieron los Maestros era tan in-‐‑ creíble, que hasta yo misma les dije que, con todo respeto, consideraba que se habían equivocado de persona para la ta-‐‑ rea tan gigantesca que me proponían: poner el Símbolo Sa-‐‑ grado de la Bandera de la Paz al unísono en todo el planeta. Si lo lograba, empezaría libremente la “Era del Agni del Cora-‐‑ zón”, y terminaría la era del intelecto. Y, por fortuna, se pudo lograr: la Bandera de la Paz apareció al unísono en todo el planeta en 1986, gracias al satélite Mo-‐‑ relos de Comunicación de México, país, cuyo nombre es un viejo mantra nativo. Por alguna razón desde esas tierras se tuvo que irradiar planetariamente el Símbolo Sagrado. La misión planetaria ya lleva realizándose 30 años. He entre-‐‑ gado más de 3.200 Banderas de la Paz a gobiernos, presi-‐‑ dentes, alcaldes, parlamentos, líderes espirituales, institu-‐‑ ciones culturales, pero la misión no acaba, continúa.
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Algunos seres de luz, como Ricardo, la continuarán con la misma fuerza que se ha desarrollado hasta ahora... Quiero en este Prólogo, dar las gracias a la Dra. Ludmila Shaposhnikova, porque al poner en mis manos en Moscú, la caja que contenía las cenizas del ilustre artista Nikolái Roe-‐‑ rich, comprobé que mis contactos con él eran absolutamente reales; ya que, en la citada caja, no decía su nombre cono-‐‑ cido, sino un nombre clave que yo ya había recibido del Maestro, que me entrenó por años en meditación. Todo esto era un paso previo para llevar la Bandera de la Paz. Amable lector: hoy, llega a tus manos este libro, escrito por un gran escritor y conferencista, Ricardo González. Miles de personas saben de él y de su trayectoria. Y, en su momento, llevará la Bandera de la Paz por el mundo. Dra. Alicia Rodríguez Presidenta del Comité Internacional de la Bandera de la Paz Fundado por Nikolái Roerich ONG-‐‑DIP-‐‑ONU www.banderadelapaz.org
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Roerich en su estudio, en la India.
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Introducción
¿Cómo empezar? Conocí el mensaje de Roerich a los 19 años. Recuerdo que estaba husmeando algunos libros en la vasta biblioteca Rosacruz de la Logia AMORC de Pueblo Libre, en Lima, cuando “tropecé” con uno de los textos del pintor y explorador ruso. Era “El Corazón de Asia”. Tocado por una “flecha invisible”, lo leí y me cautivó sobremanera. Desde entonces, el trabajo de Roerich me ha acompañado por más de veinte años. Hoy en día, en que muchos estudiosos de la obra de Roerich se autoproclaman los auténticos conocedores de su legado, he sentido escribir este pequeño libro con la intención de que veamos el bosque y no sólo el árbol: el mensaje que Nikolái quizo transmitir a la humanidad. El pensamiento místico de Roerich, su filiación a ciertas fra-‐‑ ternidades esotéricas, y el mensaje de sus pinturas ⎯que ha encendido mil y un interpretaciones⎯, no es el objetivo prin-‐‑ cipal de esta obra. La tarea está concentrada en presentar el mensaje de la Bandera de la Paz y comprender por qué re-‐‑ surge en estos tiempos de crisis.
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¿Por qué el ser humano puede ser tan violento contra sus se-‐‑ mejantes? ¿Por qué nos consumimos en los celos y la envidia y atacamos a los demás? ¿Es posible que el odio y el caos aprisionen a la humanidad para siempre? ¿Hay esperanza? Sí, hay esperanza. Y no se trata de un sueño romántico que no pueda convertirse en realidad. Los Maestros ya lo han dicho: estamos viviendo una etapa histórica en que necesitamos volver a nuestro estado natural de Paz ⎯así, en mayúscula, y la seguiré utilizando de esta forma a lo largo de esta obra⎯. No tengo dudas en mi corazón: considero que el mensaje de Roerich sigue esa senda de cambio, procurando recordarnos quiénes somos a través de la cultura de la belleza. Y cuando hablo de belleza, no me refiero a lo “estético”, sino a la pure-‐‑ za de la vida, lo hermoso y lo profundo, lo que cautiva al es-‐‑ píritu y lo desadormece de su letargo. He allí el mensaje. Es el espíritu que sopla las velas de mi barco... Ricardo González
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“Sophia: la sabiduría del Todopoderoso”. Roerich, 1931. El cuadro parece reprentar al último Rey de Shambhala: Rudra Chakrin, quien se muestra cabalgando sobre el lomo de Lung-‐‑Tah, el caballo blanco de los vientos, mientras porta en medio del fuego el Símbolo Universal de Chintamani o “Bandera de la Paz”.
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“El mensajero”, 1946.
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Shambhala
De acuerdo a viejas leyendas orientales, hace miles de años, en una época perdida de la historia humana, un centro de Paz fue fundado en algún lugar de Asia Central. Treinta y dos seres de sabiduría habían elegido el desierto de Gobi en Mongolia como el escenario de su misión: equilibrar la pug-‐‑ na de fuerzas en la Tierra. Shambhala, para muchos occidentales, es un mito. Pero para los lamas es una realidad oculta. Un misterio que atrajo el interés de Nikolái Roerich ⎯“Nicholas”, en inglés⎯. El céle-‐‑ bre pintor, explorador y humanista ruso redescubrió el men-‐‑ saje de Shambhala durante sus expediciones al Altái, Gobi y los Himalayas. Supo que no era una quimera, sino una ver-‐‑ dad esquiva que puede manifestarse ante los sinceros busca-‐‑ dores. En uno de sus libros, que ya mencioné, “El Corazón de Asia”, Roerich escribió: “Quien ha viajado por las extrañas altiplanicies del Tíbet, cuya atmósfera tiene corrientes magnéticas peculiares y raros fenóme-‐‑
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nos eléctricos y ha escuchado a testigos presenciales y ha visto también mucho con sus propios ojos, como nos ocurrió a nosotros, comprende que sabe mucho acerca de los Mahatmas. No quiero persuadir a nadie de la existencia de éstos. Muchísima gente los ha visto, ha conversado con Ellos, ha recibido cartas y otros objetos de Ellos... El verdadero conocimiento sólo ha de entrar por puertas abiertas. Si hay prejuicios, deberán ser desarraigados por brotes interiores...”
Roerich se refiere a los “Maestros” o “Emisarios” de Sham-‐‑ bhala, la ciudad de Paz que ramificó su espíritu por toda Asia y, más tarde, en el mundo entero. Supuestamente, esos “Mahatmas” contactarían al propio Roerich para impulsar una misión de Paz planetaria, inspirada en Chintamani, el Símbolo Cósmico Universal que los treinta y dos seres de sa-‐‑ biduría trajeron a la Tierra. Este misterio en torno a Roerich ha irritado a algunos estu-‐‑ diosos de su obra, que han intentado negar la existencia de los Maestros y la posible influencia de ellos en la misión de la Bandera de la Paz. Pero, aunque les pese, Roerich dejó muchos relatos y claves en sus pinturas que ponen en evi-‐‑ dencia el escenario cósmico en el cual se movió. Por citar un ejemplo, Roerich describió en su libro de viaje que el 5 de agosto de 1926, la expedición fue testigo de un avistamiento ovni: “Nos miramos unos a otros azorados, porque todos sentimos si-‐‑ multáneamente un fuerte perfume, como de los mejores inciensos
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de la India. ¿De dónde viene, rodeados como estamos de peñas desnudas? Los lamas susurraban: ⎯¿No sienten la fragancia de Shambhala? Mañana de Sol, sin nubes: el cielo azul resplandece. Por encima de nuestro campamento vuela un enorme buitre negro. Nuestros mongoles y nosotros lo observamos. De pronto uno de los lamas buriatos apunta al cielo azul: ⎯¿Qué es eso? ¿Un globo? ¿Un aeroplano? Advertimos algo brillante que vuela muy arriba, de noreste a sur. Sacamos de la carpa tres poderosos anteojos de campaña, y los di-‐‑ rigimos hacia el gigantesco cuerpo esferoide y brillante, que se des-‐‑ taca contra el Sol, claramente visible sobre el cielo azul y que avan-‐‑ za velozmente. Vemos enseguida que cambia de dirección al sud-‐‑ sudeste y desaparece tras los picos nevados de la cadena de Hum-‐‑ boldt. Todos los acampantes seguimos la aparición inusitada y los lamas susurraban: ⎯¡El signo de Shambhala!”
Algunos desinformadores quisieron minimizar esta expe-‐‑ riencia afirmando que la expedición de Roerich vio un globo metereológico. Ridículo. El objeto se movía velozmente, ha-‐‑ ciendo cambios de rumbo... Y las personas que allí se encon-‐‑ traban tuvieron tiempo suficiente para estudiar el avista-‐‑ miento con sus catalejos. De hecho, en el campamento, ubi-‐‑ cado en el distrito de Kukunor, cerca de la cordillera Hum-‐‑
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boldt, había guías y escaladores muy bien entrenados. Pocos saben que la policía soviética había propuesto al reconocido doctor Konstantin Ryabinin para sumarse a esta expedición, y fue así como él también observó al aparato volador de 1926. “Un signo de Shambhala”, le dijeron los lamas a Roerich ante la aparición... ¿Qué fuerza incomprensible “guiaba” o “proteguía” la mi-‐‑ sión del pintor y humanista ruso? ¿Era la invisible Jerarquía asociada al misterio de Shambhala? Como fuese, más allá de estos misterios, la historia de Shambhala va más allá de los fenómenos. Para los iniciados representa hallar el equilibrio en el silencio y la paz. No en vano, ése es el significado de su nombre: “Lugar de paz, lugar de silencio”. Hay un consenso en esto: más allá de la discusión sobre la naturaleza de Shambhala ⎯si es un lugar físico o espiritual, o sólo un símbolo⎯, lo poderoso está en su mensaje. Un mensaje que nos invita a redescubrir, en nuestro propio ser, ese lugar de paz y de silencio. Shambhala representa, pues, un lugar de pureza y de belle-‐‑ za, como el interior de cada ser humano. Ese será el cimiento de la obra de Roerich.
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La Misión de Roerich
Nikolái Konstantínovich Roerich nació en San Petersburgo, Rusia, el 9 de octubre de 1874. Fue un ilustre humanista, pin-‐‑ tor, explorador y escritor. Sin duda, uno de los personajes más misteriosos e influyentes de su época. Pero, ¿qué lo llevó hacia el mundo del arte? ¿Cómo nació su expedición en pos de los confines del mundo? ¿Antes de su expedición ya había tenido noticias de los Maestros de Shambhala? Roerich era hijo de un importante notario de origen escandi-‐‑ navo. Su madre, por lo que sabemos, pertenecía a una anti-‐‑ gua familia de la nobleza rusa. Por deseo de su padre, asegu-‐‑ ran sus biógrafos, Nikolái inició los estudios de Derecho en 1883. Pero paralelamente ingresó en la Academia de Bellas Artes de su ciudad natal. El arte se convertiría en su princi-‐‑ pal herramienta de expresión. Desde 1885, fue alumno del taller del famoso pintor ruso Ar-‐‑ jip Ivánovich Kuindzhi. En aquellos años tuvo distintos acer-‐‑ camientos con los personajes más destacados de la cultura rusa, como V. V. Stásov, I. E. Repin, N. A. Rimsky-‐‑Kórsakov, D. V. Grigoróvich y S. P. Diáguilev.
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Ya en sus años estudiantiles, Roerich llega a ser miembro de la Sociedad Arqueológica Rusa y realiza muchas exploracio-‐‑ nes en las provincias de Petersburgo, Pskov, Nóvgorod, Ya-‐‑ roslavl, Tver y Smolensk.
Nikolái Roerich a los 19 años. 1893, San Petersburgo. Museo Roerich de Nueva York.
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A la edad de veinticuatro años, Nikolái llega a ser asistente del director del museo adjunto a la Sociedad Imperial Esti-‐‑ muladora de las Artes y, al mismo tiempo, asistente del re-‐‑ dactor de la revista artística “Las Artes y la Industria Artísti-‐‑ ca”. Tres años más tarde, ocupa el puesto del secretario de la Sociedad Imperial Estimuladora de las Artes. Su talento e in-‐‑ teligencia le abrían todas las puertas. En 1901, se casa con Helena Ivanovna, su gran compañera de viajes espirituales. Con ella fundará, en 1930, la “Agni Yoga Society”, inspirada en los sabios que conocerían en oriente. Helena era una mujer muy culta, y según afirman quienes la conocieron, de enorme sensibilidad psíquica. Interesada en los conocimientos místicos y esotéricos del rosacrucismo y la Teosofía, tradujo del ruso al inglés la “Doctrina Secreta”, mo-‐‑ numental obra de su coterránea Helena Petrovna Blavastky. Los Roerich navegaron siempre entre la ciencia, el arte y el misticismo. Ello les granjeó todo tipo de amistades y contac-‐‑ tos para la corpulenta tarea que estaban iniciando con el mensaje de la Bandera de la Paz. Hay que subrayar que Nikolái Roerich fue un hombre muy respetado en su tiempo. Entre otros personajes, hizo amistad con Rabindranath Tagore en Londres; y con Albert Einstein en los Estados Unidos —con quien mantuvo una fiel corres-‐‑ pondencia hasta el fin de sus días—. Además, fue un impor-‐‑ tante colaborador de Igor Stravinsky en “Los Ritos de la Pri-‐‑ mavera”.
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El reconocido escritor Maksim Gorki lo definió como “El intuitivista más grande del siglo”, ya que Roerich, en vís-‐‑ peras de la Primera Guerra Mundial, expresó con sus cua-‐‑ dros, llenos de símbolos, sus presentimientos de guerra: a es-‐‑ ta serie pertenecen lienzos como “Ángel Último”, “Resplan-‐‑ dor”, “Obras humanas”, entre otros. En ellos se representa la lucha entre la luz y la oscuridad y la decisión del hombre.
“El último ángel”, 1912.
Roerich había “anticipado” la primera conflagración mun-‐‑ dial. ¿“Intuitivista”, como señaló Gorki? ¿O un “mensajero”?
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Fue en 1920 cuando Nikolái Roerich recibe una carta del di-‐‑ rector del Instituto de Artes de Chicago. Era una invitación para organizar una gira con exposiciones por treinta ciuda-‐‑ des de los Estados Unidos. Así, en Norteamérica, Roerich fundará diversas organizaciones culturales. Luego, en no-‐‑ viembre de 1921, en Nueva York, se establece el “Maestro-‐‑ Instituto de Artes Unidas”, cuyo propósito fundamental fue realizar un acercamiento mutuo de los pueblos a través de la cultura y el arte. Eran los pasos previos de una misión. Determinando las tareas del Instituto, Roerich escribió: “El arte unirá a la Humanidad. El arte es uno e irrepartible. El arte tiene muchas ramas y una sola raíz… Cada uno percibe la verdad de la belleza. En la belleza estamos unidos, por la belleza oramos, con la belleza conquistaremos. Para todos deben ser accesibles y abiertas las puertas de la fuente sagrada. La luz del arte iluminará los innumerables corazones con un amor nuevo. En un principio, este sentido vendrá desapercibido, pero más tarde este sentido lim-‐‑ piará toda la conciencia humana. Cuántos corazones jóvenes están buscando algo bello y auténtico. Dádselo, pues. Dadle el arte al pueblo, que el arte le pertenece”. (Nikolái Roerich, “Sobre el Arte”). El pensamiento de Roerich en relación al arte y la espirituali-‐‑ dad ya estaba definido desde antes de iniciar su renombrada expedición a Asia Central.
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Su viaje en pos de parajes secretos que susurran la existencia de Shambhala fue sólo la definición de su enorme tarea. La expedición Los estudiosos de la vida de Roerich sostienen que la venta de sus cuadros, los honorarios por el diseño de los espectá-‐‑ culos teatrales y numerosas publicaciones, así como los bene-‐‑ ficios que habían ingresado de las organizaciones sociales, culturales y de ilustración que actuaban en los Estados Uni-‐‑ dos de América, le dieron la posibilidad de realizar su gran expedición científica a través de Asia Central. Otros, piensan que este viaje fue financiado por autoridades de los Estados Unidos que tenían un profundo interés en el mito de Sham-‐‑ bhala y la cultura oriental. Como haya sido, el 2 de diciembre de 1923, Roerich y su fa-‐‑ milia llegan a la India. Allí empezará la ruta de la expedi-‐‑ ción: “Además de nuestras tareas artísticas en la expedición—anotó más tarde Roerich—, teníamos intención de conocer en qué estado se encuentran los monumentos antiguos de Asia Central, observar la situación actual de la religión, de las costumbres y encontrar hue-‐‑ llas de las grandes migraciones de los pueblos. Esta última tarea desde hace mucho me tiene pendiente”.
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Mapa de la expedición Roerich. La línea negra marca el largo recorrido a través de los misterios de Asia Central.
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La ruta complicadísima de la expedición pasó por Sikkim, Cachemira, Ladak, China (Sinkiang), Rusia —visitando las montañas del Altái en Siberia—, Mongolia y Tíbet. La inves-‐‑ tigación duró desde marzo de 1925 a mayo de 1928. Por los peligros de la ruta y por lo rico de los materiales coleccionados, esta iniciativa mereció un lugar especial entre las expediciones más grandes del siglo XX. Como un detalle informativo, cabe señalar que durante los años de la expe-‐‑ dición fueron realizadas investigaciones arqueológicas y et-‐‑ nográficas en las partes no conocidas de Asia. Hay que decir que se puso en los mapas, con precisión, decenas de cimas en esas corpulentas montañas; fueron descubiertos manuscritos de gran trascendencia histórica y descritas muchas costum-‐‑ bres locales; así mismo, fueron escritos libros como el ya citado “El Corazón de Asia” y “Altái-‐‑Himalaya”, y pintados, aproximadamente, unos quinientos cuadros que reflejaron el hermoso como salvaje paisaje que enfrentó la expedición. Y un dato de color: se sabe que en este largo viaje, en algu-‐‑ nos de sus tramos y por varios meses, Nikolái tuvo hasta cien personas en la “caravana”. Muchas de estas personas y animales de carga perecieron por el frío y el hambre. Los Roerich sobrevivieron... La recordada Ludmila V. Shaposhnikova, que conocí breve-‐‑ mente durante mi visita al Museo Roerich de Moscú —era su directora; falleció el 24 de agosto de 2015—, realizó el viaje de los Roerich, por etapas, durante varios años. En esa enor-‐‑
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me faena logró una gran documentación fotográfica que de-‐‑ mostró que los paisajes pintados por Nikolái en Asia eran reales y no inexistentes como algunos detractores llegaron a sostener. Pero Roerich no sólo tuvo que enfrentarse al clima salvaje del Gobi o los Himalayas. Tribus violentas amenazaron más de una vez a su expedición. No obstante, el creador de la Bandera de la Paz siempre lograba sortear el peligro. A veces ayudado por la aparición repentina de un misterioso mensa-‐‑ jero: “...Una tarde llegó a nuestras carpas a todo galope un mongol, ves-‐‑ tido con extraordinaria riqueza. Su traje bordado de oro y su gorro amarillo con borlas rojas impresionaban bastante. Penetró rápida-‐‑ mente en la carpa más próxima, que era la de nuestro médico, y hablando precipitadamente, le dijo que era amigo nuestro y que venía a avisarnos que en el Paso de Neiji cincuenta jinetes enemi-‐‑ gos nos aguardaban. Nos aconsejó que avanzáramos cautelosa-‐‑ mente y que enviásemos por delante una patrulla. Se fue con la misma presteza con que llegara, a todo galope, sin revelar su nom-‐‑ bre. Mientras oíamos los relatos acerca de los panagis y los go-‐‑ lokes, nos acordábamos de esta inesperada advertencia amistosa. Al siguiente día encontramos tres mongoles muertos y la osamenta de un caballo en el camino...” (“El Corazón de Asia”, Roerich).
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Imágenes de la dura expedición Roerich en Tíbet, 1927 (RM NY).
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Tíbet, 1927 (RM NY).
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Roerich en Ulaan Baator, Mongolia, 1927 (RM NY).
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Arriba: Kampa Dzong, Tíbet, 1928 (RM NY).
En ese largo y “guiado” viaje por Asia Central Roerich defi-‐‑ nió su misión. El espíritu ancestral de Shambhala y sus “maestros invisibles” le abrazaron en cada paso. En su diario de viaje escribió: “Si me preguntaran cuál fue la más sublime entre las innumera-‐‑ bles impresiones que recibí en el viaje, respondería sin vacilar: ¡Shambhala!” ¿Roerich se vio cara a cara con los “Mahatmas” en su viaje? ¿”Ellos” le entregaron las indicaciones finales de su misión?
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En Altái, como ya adelanté páginas atrás, Roerich habría tenido un encuentro con aquellos esquivos mensajeros que le revelaron el secreto de Chintamani: el poderoso Símbolo Universal que empleará para diseñar la “Bandera de la Paz”. También sabemos que ya tenía un vínculo con esos esquivos hombres de sabiduría desde antes de iniciar su expedición científica a Asia Central. Por ello el Pacto Roerich no habría surgido sólo de un interés personal de Nikolái. Sus ideas y visión del mundo fueron apoyadas por ese Colegio Invisible que puede ser advertido en el mensaje esotérico de sus cua-‐‑ dros. Lo veremos en las próximas páginas.
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Arriba, Nikolái y Helena Roerich en el Altái, 1927. Abajo, Ricardo González en el mismo lugar, 87 años después.
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Ricardo González y Sol Sanfelice con la Bandera de la Paz en el lago Akkem, al pie del Belukha, Altái, 2014.
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Yarlu, el centro sagrado del Altái. Foto: R. González.
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Ricardo González en el desierto de Gobi, Mongolia. Expedición del año 2007.
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El autor en Benarés, la ciudad sagrada del río Ganges, India.
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El autor en Katmandú, Nepal, tierra de los Himalayas.
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“Lotus”, 1933.
“¿Cómo, entonces, puede relacionarse el mundo de Roerich de su-‐‑ til espiritualidad e idealismo con el mundo de hoy, que parece un torbellino de pasiones fragmentadas e instituciones decadentes? Precisamente en momentos como éstos, las personas se vuelven hacia las ideas que les recuerdan que los conflictos, el odio y la destrucción son manifestaciones superficiales, que existe una rea-‐‑ lidad permanente e infinita, cuya comprensión puede neutralizar las fuerzas centrífugas que trabajan para despedazar el mundo...” Daniel Entin, Director del Museo Roerich de Nueva York. Tomado de su Prefacio a la edición española de “Shambhala”. (Grupo Libro, Madrid, 1992).
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“Flor de fuego”, 1924.
La búsqueda de lo secreto...
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El Pacto Roerich por la Paz
En todas partes Nikolái fue recibido como un visionario de los nuevos tiempos. Inspiró a muchos con su idealismo, sen-‐‑ tido de la belleza y creencia en un futuro de esperanza. Su creatividad, optimismo, humanismo y universalismo, “sacu-‐‑ dió” a hombres de estado y líderes religiosos, que lo adopta-‐‑ ron como instructor e inspirador. Roerich, desde 1904, había empezado a germinar la idea de proteger los logros artísticos y científicos de la humanidad. Fue luego de recorrer con su esposa Helena alrededor de cuarenta ciudades rusas, en las cuales pudo ver el estado de desprotección y abandono de muchos de los monumentos antiguos. Ello le motivó a escribir a la Sociedad de Arquitec-‐‑ tos de Rusia, a quienes, en líneas generales, les dijo: “El verano pasado tuve la ocasión de contemplar mucho de nues-‐‑ tra antigüedad y el poco verdadero amor por ella”. Los años siguientes fueron abundantes de nuevos esfuerzos por hacer comprender a las autoridades la importancia de preservar el legado del genio humano.
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Finalmente, en 1929, luego de su viaje místico y científico por Asia Central —en donde, como ya dijimos, Roerich habría recibido el “encargo” de los Mahatmas para promover el mensaje de Chintamani—, se lanza desde Nueva York la propuesta de “El Pacto y la Bandera de la Paz”, un tributo a preservar la cultura y el humanismo más allá de las fronteras y distinciones geográficas. Un año más tarde de haberse da-‐‑ do a conocer, la cruzada espiritual de Roerich es recibida por la Sociedad de las Naciones —prototipo de la actual ONU—, consiguiendo la aprobación entusiasta de figuras políticas y culturales de la talla de Alberto I Rey de Bélgica, del premio Nobel Rabindranath Tagore, de Maurice Maeterlink, y del Presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt. Este proyecto estipulaba que todas las instituciones educati-‐‑ vas, artísticas, científicas o religiosas, así como todos los edi-‐‑ ficios que poseyeran un significado, o valor cultural o his-‐‑ tórico, debían ser reconocidos como centros inviolables y res-‐‑ petados por todas las naciones, tanto en tiempos de Paz o de guerra. Con este objetivo se estableció un tratado que tenía la finalidad de ser ratificado por todas las naciones del mundo. Fue de tal aceptación el Pacto por la Paz de Roerich, que el 15 de abril de 1935 era firmado en la Casa Blanca con repre-‐‑ sentantes de 21 gobiernos de toda América, entre ellos: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Pe-‐‑ rú, Estados Unidos, Uruguay y Venezuela.
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Roosevelt, cuando hizo su discurso durante la firma del Pac-‐‑ to Roerich, declaró: “En la apertura de este pacto para la unión de las naciones del mundo nos estamos esforzando para que la aplicación universal de uno de los principios fundamentales sea la preservación de la ci-‐‑ vilización moderna. Este tratado posee un significado espiritual mucho más profundo que el texto del propio instrumento.” Hay que reconocer que el “Pacto Roerich” fue posible gracias a una figura muy importante, que designó el propio Nikolái para sellar la tarea: Frances Ruth Grant (1896-‐‑1993), periodis-‐‑ ta y crítica de música, una mujer culta con dominio de varios idiomas, pero por encima de todo, un alma comprometida con el mensaje de la Bandera de la Paz. Grant provenía de una familia con poderosos recursos económicos, situación que le permitió viajar por todo el mundo, especialmente La-‐‑ tinoamerica, en donde se entrevistó con distintos presidentes
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y hombres de la política. Fue la base para que Latinoamérica sea la protagonista del “Pacto Roerich”. Helena Roerich escribió al respecto: “…A propósito, yo creo en el futuro de Sudamérica; su potencial es grande y en la caldera de su lucha sus países adquirirán poder y encontrarán su propio elevado camino. ¿No fueron ellos los pri-‐‑ meros en apoyar la gran idea de la Bandera de la Paz y el Pacto pa-‐‑ ra conservar los tesoros del genio humano? Ellos entendieron el gran significado educacional del Pacto y de la Bandera de la Paz para las generaciones venideras, cuyas conciencias deben pre-‐‑ pararse desde la niñez para que entiendan el valor irremplazable de los tesoros de la creatividad humana. Sólo con ese entendimien-‐‑ to y cuidado hacia los conceptos y valores superiores, podemos conquistar el animal en nosotros y la aspereza inherente en este es-‐‑ tado…”. Escrito de Helena Roerich 17 de octubre de 1935 Extraído de “Cartas Helena Roerich” (1935-‐‑1939).
Roerich diseñó el símbolo de este pacto, que será conocido como “La Bandera de la Paz y de la Cultura”: una circunferen-‐‑ cia magenta conteniendo tres círculos encarnados del mismo color sobre fondo blanco. Este símbolo sagrado se encuentra en muchas civilizaciones y culturas del mundo antiguo. No fue elegido al azar. Es un símbolo cósmico del cual ha-‐‑ blaremos más adelante.
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Texto del Pacto Roerich de la Paz Protección de instituciones artísticas y científicas y de monumen-‐‑ tos históricos. Tratado entre los Estados Unidos de América y las otras repúblicas americanas. Las Altas Partes Contratantes, animadas por el propósito de dar expresión convencional a los postulados de la Resolu-‐‑ ción aprobada el 16 de diciembre de 1933 por la totalidad de los Estados representados en la Séptima Conferencia Interna-‐‑ cional de Estados Americanos celebrada en Montevideo, que recomendó “a los Gobiernos de América que no lo hubieren hecho, la suscripción del Pacto Roerich”, iniciado por el “Museo Roerich” de los Estados Unidos y que tiene por ob-‐‑ jeto la adopción universal de una bandera, ya diseñada y
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difundida, para preservar con ella, en cualquiera época de peligro, todos los monumentos inmuebles de propiedad na-‐‑ cional y particular que forman el tesoro cultural de los pueblos, en vista de ello han resuelto celebrar un tratado, con el fin de que los tesoros de la cultura sean respetados y protegidos en tiempo de guerra y de Paz, y a este efecto han convenido en los siguientes artículos: ARTÍCULO I Los monumentos históricos, los museos y las instituciones científicas, artísticas, educacionales y culturales serán con-‐‑ siderados como neutrales, y como tales, respetados y prote-‐‑ gidos por los beligerantes. Igual respeto y protección se acordará al personal de las ins-‐‑ tituciones arriba mencionadas. Se acordará el mismo respeto y protección a los monumentos históricos, museos, institu-‐‑ ciones científicas, artísticas, educativas y culturales, así en tiempo de paz como de guerra. ARTÍCULO II La neutralidad, protección y respeto a los monumentos e ins-‐‑ tituciones mencionados en el artículo anterior, se reconocerá en toda la extensión de territorios sujetos a la soberanía de cada uno de los Estados signatarios y accedentes, sin hacer distinción en razón de la nacionalidad a que pertenezcan di-‐‑ chos monumentos e instituciones.
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Los Gobiernos respectivos se comprometen a adoptar las medidas de legislación interna necesarias para asegurar di-‐‑ cha protección y respeto. ARTÍCULO III A fin de identificar los monumentos e instituciones men-‐‑ cionados en el artículo I, se podrá usar una bandera distin-‐‑ tiva (Símbolo de la Bandera de la Paz), de acuerdo con el mo-‐‑ delo anexo a este tratado. ARTÍCULO IV Los Gobiernos signatarios y los que accedan al presente tra-‐‑ tado, enviarán a la Unión Panamericana, en el acto de la fir-‐‑ ma o de la accesión, o en cualquier tiempo después de dicho acto, una lista de los monumentos o instituciones que deseen someter a la protección acordada por este tratado. La Unión Panamericana, al notificar a los Gobiernos de las firmas o de las accesiones, enviará también la lista de los monumentos e instituciones mencionada en este artículo, e informará a los demás Gobiernos de cualquier cambio en dicha lista. ARTÍCULO V Los monumentos e instituciones mencionados en el artículo I cesarán en el goce de los privilegios reconocidos en el pre-‐‑ sente tratado, en caso de ser usados para fines militares.
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ARTÍCULO VI Los Estados que no suscriban el presente tratado en la fecha abierto para firma, podrán firmar o adherirse a él en cual-‐‑ quier tiempo. ARTÍCULO VII Los instrumentos de accesión, así como los de ratificación y denuncia del presente tratado, se depositarán en la Unión Panamericana, la cual comunicará el hecho del depósito a los otros Estados signatarios o accedentes. ARTÍCULO VIII Cualquiera de los Estados que suscriban el presente con-‐‑ venio o que accedan a él podrá denunciarlo en cualquier tiempo, y la denuncia tendrá efecto tres meses después de su notificación a los otros signatarios o accedentes. El presente tratado podrá ser denunciado en cualquier tiem-‐‑ po por cualquiera de los Estados signatarios o accedentes, y la denuncia tendrá efecto tres meses después de su notifica-‐‑ ción a los otros Estados signatarios o accedentes. En fe de lo cual, los Infrascritos Plenipotenciarios, después de haber depositado sus Plenos Poderes, que se han encon-‐‑ trado en buena y debida forma, firman este tratado en nom-‐‑ bre de sus respectivos gobiernos, y colocan sus sellos, en las fechas indicadas junto a sus firmas.
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Por la Repúbica de Argentina: Abril 15, 1935 FELIPE A. ESPIL Por Bolivia: Abril 15, 1935 ENRIQUE FINOT Por Brasil: Abril 15, 1935 OSWALDO ARANHA Por Chile: Abril 15, 1935 M. TRUCCO Por Colombia: Abril 15, 1935 M. LOPEZ PUMAREJO Por Costa Rica: Abril 15, 1935 MAN. GONZALEZ Por Cuba: Abril 15, 1935 GUILLERMO PATTERSON Por la República Dominicana: Abril 15, 1935 RAF. BRACHE Por Ecuador: Abril 15, 1935 C. E. ALFARO Por los Estados Unidos de América: Abril 15, 1935 HENRY A. WALLACE Por El Salvador: Abril 15, 1935 HECTOR DAVID CASTRO
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Por Guatemala: Abril 15, 1935 ADRIAN RECINOS Por Haití: Abril 15, 1935 A. BLANCHET Por Honduras: Abril 15, 1935 M. PAZ BARAONA Por México: Abril 15, 1935 F. CASTILLO NAJERA Por Nicaragua: Abril 15, 1935 HENRI DE BAYLE Por Panamá: Abril 15, 1935 R. J. ALFARO Por Paraguay: Abril 15, 1935 ENRIQUE BORDENAVE Por Perú: Abril 15, 1935 M. DE FREYRE Y S. Por Uruguay: Abril 15, 1935 J. RICHLING Por Venezuela: Abril 15, 1935 PEDRO M. ARCAYA
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En 1937, el Pacto Roerich fue ratificado por todos los países que integraban la Liga de las Naciones, precursora de las Naciones Unidas. El 14 de mayo de 1954, la ONU y la UNESCO, en la Confe-‐‑ rencia de La Haya, aceptan la “Convención para la pro-‐‑ tección de los valores culturales en el caso de los conflictos armados” y el Protocolo que lo acompaña. El Segundo Proto-‐‑ colo de la Convención de La Haya fue aceptado en marzo del año 1999, debido a la iniciativa y a la participación de la UNESCO. Un texto de la Convención de La Haya señaló di-‐‑ rectamente la base de que la aceptación es un principio de protección de los valores culturales, establecido en las con-‐‑ venciones de Paz de La Haya en los años 1899 y 1907, y también en el Pacto de Roerich. Esta convención de La Haya fue firmada por representantes de treinta y siete países. El Pacto Roerich de 1935 ha sido la base de muchas organiza-‐‑ ciones mundiales para trabajar por la Paz.
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Roerich con la Bandera de la Paz, Naggar, India, 1937.
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Simbolismo de la Bandera de la Paz
El Logo de la Bandera de la Paz son tres esferas de color ma-‐‑ genta, formando un triángulo con el vértice hacia arriba, ro-‐‑ deadas por un círculo del mismo color sobre fondo blanco. Con el tiempo, este símbolo se ha transformado en un men-‐‑ saje de Paz que se ha difundido por todo el mundo, siendo adoptado por instituciones y organizaciones de todo tipo. Tal fue su ramificación, que algunos pensaron que era el em-‐‑ blema de algún grupo místico o espiritual. Pero no es así. El símbolo que pintó Roerich es milenario. Está presente en la humanidad desde hace mucho. Como ya vimos, es un men-‐‑ saje cósmico y universal. De acuerdo a la Dra. Alicia Rodríguez, actual Presidenta del Comité Internacional de la Bandera de la Paz —organización sin fines de lucro que fundó Roerich en Nueva York—, “el símbolo aparece en el planeta como mínimo desde hace más de 9.000 años, tanto en el periodo paleolítico, como en la ce-‐‑ rámica del periodo neolítico”. “El símbolo de la Bandera de la Paz ha sido respetado tanto en las culturas orientales como en las occidentales.
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En la India, se le conoce como Chintamani, la piedra de po-‐‑ der que otorga la felicidad a través de la paz”. “En la cultura tibetana se afirma que este símbolo disuelve la oscuridad. De hecho, el actual Dalai Lama —quien es miembro honorario del Comité Internacional de la Bandera de la Paz—, ha expresado su profundo respeto a este em-‐‑ blema milenario”. (Encontrando tu Misión, Alicia Rodríguez). Investigando algunos aspectos no muy conocidos sobre el pensamiento de Roerich, descubrí que el pintor ruso quiso honrar a los Mahatmas que habría conocido en Asia Central representando a Chintamani (el círculo) y sus tres fragmen-‐‑ tos que recorren el mundo en tiempos de crisis (los tres cír-‐‑ culos encarnados) en el diseño de la Bandera de la Paz. Hablé de esto con Daniel Entin, Director del Museo Roerich
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de Nueva York. Luego supe que otros investigadores se ha-‐‑ llaban tras la misma pista. Entre ellos podría mencionar a Enrique de Vicente, ex director de la conocida revista espa-‐‑ ñola Año/Cero, quien me comentó la misma historia mientras nos tomábamos un café en la Estación de Trenes de Atocha, en Madrid.
La Dra. Alicia Rodríguez entrega la Bandera de la Paz al Dalai Lama.
No hay duda de esto: Roerich se habría inspirado en el signo de Chintamani para transmitir un mensaje de “esperanza, paz y felicidad”. Pero veamos qué es Chintamani.
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Chintamani De acuerdo a la leyenda, el caballo blanco de los vientos, Lung-‐‑Tah, llegó desde Orión a la Tierra trayendo sobre su lo-‐‑ mo a Chintamani: el “Agni” o fuego sagrado cósmico que se-‐‑ rá emplazado en la gran torre de Shambhala, y que represen-‐‑ ta, a su vez, el resplandor del espíritu humano. Ese fuego, pintado por Roerich en más de un cuadro, es el símbolo pro-‐‑ fundo de la Bandera de la Paz. Analizando el nombre de Chintamani hallamos un mensaje. El término sánscrito chinta significa “pensamiento profun-‐‑ do”; y mani “joya preciosa”. En otras palabras: la “joya del pensamiento”, o “creer en cosas profundas para crear”. En 1928, el Lama Talai-‐‑Pho-‐‑Brang, le preguntaba a Roerich si en occidente se sabía algo en relación a la “Gran Piedra”. In-‐‑ cluso le preguntó si sabían de qué planeta vino, y quién po-‐‑ seía ese tesoro. Lo más inquietante, es que aquella piedra u objeto recuerda, sospechosamente, la versión medieval del Santo Grial —en la obra “Persifal” se la describe como una esmeralda que cae del cielo—, la “Diosa Umiña” de los incas —otra esmeralda, perdida, y que podía curar a la gente—, o las mismísimas piedras benben que habrían coronado las puntas de las pirámides de Guiza: enormes construcciones que a decir de algunos estudiosos “apuntan” hacia el Cintu-‐‑ rón de Orión. Todo esto no puede ser fruto del azar.
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En su libro, “Shambhala”, Nikolái Roerich escribió: “En bellísimos símbolos descriptivos, el viejo viajero contará a la respetuosa audiciencia cómo desde tiempos inmemoriales, desde algún otro mundo, cayó una piedra milagrosa: la Chintamani de los hindúes y la Norbu-‐‑Rimponche de los tibetanos y mongoles. Ahora, desde aquellos tiempos, una parte de la piedra está reco-‐‑ rriendo la Tierra, manifestando el nuevo tiempo y los mayores acontecimientos mundiales...” (“Shambhala”, Roerich, Capítulo “Luz en el desierto”).
Helena Roerich también se refirió a la piedra: “...me agradó mucho al ver tu sutil entendimiento sobre la leyenda del Tesoro del Mundo. Por supuesto, toda señal tiene muchos sig-‐‑ nificados. Este Tesoro es un fragmento del cuerpo principal, guar-‐‑ dado en la Fortaleza de la Luz. El envío de este regalo ha signifi-‐‑ cado, desde tiempos inmemorables, una era predestinada de unifi-‐‑ cación que se avecina y de poder en el país donde aparece. Todos los grandes unificadores y fundadores de las naciones lo han po-‐‑ seído. El Oriente está especialmente lleno de leyendas acerca de este regalo de Orión. Y los pueblos de Asia lo buscan por todas partes...” (“Cartas de Helena Roerich”, 1935-‐‑1939).
Este símbolo, también, se lo asocia a Rigden Jyepo, el rey ocul-‐‑ to de Shambhala, tanto así que muchos tibetanos tenían el
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signo de Chintamani grabado en sus anillos como protección del supremo líder del reino subterráneo. Lo inquietante es que Roerich habría recibido, en uno de sus viajes por Asia Central, un fragmento de la misteriosa piedra de poder como prueba del mensaje de los Mahatmas, quie-‐‑ nes le anunciaron la Segunda Guerra Mundial y, por esa amenaza, le sugirieron impulsar el pacto de protección del arte y el genio humano. “Ellos” habrían ayudado a Roerich a materializar un viejo sueño... Es muy difícil probar si fue a través de la piedra como logró convencer a los Estados Unidos para firmar el “Pacto Roe-‐‑ rich” y financiar futuras investigaciones en Oriente. Pero lo cierto es que Roerich no habla mucho de la piedra en sus li-‐‑ bros o escritos. La menciona. La describe. Sin embargo es es-‐‑ quivo en ofrecer más detalles. También las poderosas figuras que lo rodearon guardaron silencio, como su amigo el vice-‐‑ presidente de los Estados Unidos, Henri Wallace, quien ape-‐‑ nas llegó a decir: “La búsqueda, ya se trate de la Palabra Perdida, del Santo Cáliz o de las posibilidades de la Era Futura, es un objetivo de suprema importancia. El resto es deber del Karma. Pero con seguridad cada uno de nosotros es un posible Galahad. Así, debemos luchar por el Cáliz y la Llama que lo ilumina...”
Palabras no muy propias de un hombre de estado, pero que revelan el conocimiento de Chintamani: “el Cáliz y la Llama
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que ilumina”. ¿Por qué Roerich no entregó mayor informa-‐‑ ción sobre todo todo esto? Daniel Entin me dio la clave: “Roerich había empeñado su palabra con los Maestros. No debía escribir abiertamente las cosas que vivió con ellos y todo cuanto le dijeron, pues no era el momento —en esa época hasta los servicios secretos de los Estados Unidos y Rusia seguían de cerca los pasos del explorador—. No obstante, Roerich sabía muy bien que el mensaje no se podía perder. No pudo hablar o escribir de ello en profundidad, pero sí pintarlo…” Y es cierto. En sus hermosos lienzos, como si fuesen venta-‐‑ nas hacia otra realidad, Roerich nos conduce hacia el men-‐‑ saje de Chintamani, la existencia de los misteriosos “Mahat-‐‑ mas” y sus moradas secretas. Como ya mencioné, un “mito” que incomoda a algunos estudiosos. Pero un “mito” suficien-‐‑ temente poderoso para haber generado un enorme movi-‐‑ miento mundial por la Paz. El símbolo se replica “Durante los últimos años —señala la Dra. Alicia Rodrí-‐‑ guez—, el símbolo de la Bandera de la Paz ha atraído la atención no solamente de personalidades en el mundo cultu-‐‑ ral, filosófico y espiritual, sino que también ha sido objeto de investigación por parte de relevantes científicos en distintos
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países. Los estudiosos han hallado el símbolo en distintas culturas del mundo. Por ejemplo, para la cultura maya en América, el símbolo de la Bandera de la Paz aparece en el yacimiento arqueológico de Yaxchilan, en donde dice Hincan-‐‑Inkaten-‐‑Uchagen, que sig-‐‑ nifica: Quiero, puedo y soy pacífico. Por otro lado, es curioso que a varios Santos Católicos se les relacione también con el símbolo. A San Nicolás, por citar un caso, se le representa en los íconos rusos con el emblema en el corazón, y en ocasio-‐‑ nes en la mano izquierda (Universidad de Morelia, México); lo mismo que a San Sergio (Radoneshki) en Rusia. Y el fa-‐‑ moso pintor alemán Hans Memling, en su tríptico sobre la vida y la muerte, coloca el Logo de la Bandera de la Paz en el pecho de Jesucristo. El Símbolo aparece en todo el mundo”.
Roerich y el símbolo de Chintamani en una roca en Mongolia.
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El Cristo de Memling
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Chintamani en China (Palacio del Cielo).
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Chintamani en Egipto (tumba de Tutankhamón).
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Arriba: Chintamani en los petroglifos de Jayuya, Puerto Rico.
Ahora bien, más allá de estas informaciones, la Bandera de la Paz no representa ninguna ideología, política, credo o reli-‐‑ gión. Su viejo símbolo se pierde en el origen de los tiempos. Roe-‐‑ rich sabía que esos tres puntos y el círculo que los encierra representaba una comprensión profunda y sofisticada de la naturaleza trinitaria de la existencia. Sin embargo, a los efec-‐‑ tos de la Bandera y el Pacto, Roerich describió el círculo co-‐‑ mo representación de la totalidad de la cultura, con los tres puntos simbolizando al Arte, la Ciencia y la Religión, tres de
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las más envolventes actividades culturales humanas. Tam-‐‑ bién describió el círculo como representación de la eternidad del tiempo, que abarca el pasado, presente y futuro. Dicho esto, e independientemente de la historia mística de Chintamani, para el Comité Internacional de la Bandera de la Paz los tres círculos encarnados del Logo representan la uni-‐‑ dad del pensamiento, palabra y acción por la Paz mun-‐‑ dial —el círculo mayor—. Pensamientos positivos, palabras armoniosas y acciones construc-‐‑ tivas para convertinos en una Bandera de la Paz viviente. Ése es el legado y el camino.
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Una de las primeras reuniones dedicadas al futuro Pacto Roerich. (Brujas, Bélgica, 1932).
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El Código Roerich
Nikolai Roerich pintó más de 6.000 lienzos. Más de medio centenar alude a sus viajes por Asia Central y el misterio de Shambhala. Muchos de ellos se pueden ver actualmente en el Museo Roerich de Nueva York y el de Moscú. Una de las pinturas que más me impactó fue “La quema de la oscuridad”. Me atraía profundamente ese color azul y aquella fila de Maestros que parecía salir de una caverna... Quien encabeza la fila, un hombre de cabello largo y barba recortada, porta entre sus manos un cofre que despide un brillo especial. Un detalle muy obvio como para pasarlo por alto... En otro cuadro de Roerich, “El tesoro del mundo”, encon-‐‑ tramos otra referencia a Chintamani. En el lienzo se observa a un potro, que lleva a cuestas, a través de las montañas, un baúl o cofre ornamentado. Y el brillo o “fuego” que sale de él no puede ser más explícito sobre su naturaleza sobrenatural. Por si todo ello fuera poco, en “Lo más sagrado” se aprecia el interior de un santuario intraterrestre, que tal vez el pintor ruso conoció, con enormes cristales y diversos Maestros de
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túnicas blancas. El Maestro que preside la ceremonia porta una copa. ¿El Cáliz con la Flama o Piedra de Orión? Como ya dije, Chintamani es un gran cristal que en su arribo a la Tierra desprendió tres pequeños fragmentos. Esas piezas re-‐‑ corren el mundo de los humanos en épocas clave. La copa de esta pintura de Roerich sería una de esas tres piezas, como los tres círculos encarnados dentro del círculo mayor en la “Bandera de la Paz”. Desde hace muchos años he denomina-‐‑ do a esta colección el “Código Roerich”, ya que el pintor dejó claves secretas en sus lienzos.
El enigmático cuadro de Roerich que muestra a los maestros invisibles, el cofre que lleva la piedra de Chintamani y, para que no quede duda, Orión en el cielo. Lo pintó en 1924.
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Arriba: “El tesoro del mundo” (Chintamani), Roerich 1924. Abajo: “Lo más sagrado”, hermosa pintura de 1933.
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Una imagen del Museo Roerich de Moscú. Lejos de lo que pueda pensar algún despistado, las autoridades de estos museos tienen muy en claro el vínculo del matrimonio Roerich con el “Co-‐‑ legio Invisible” o Maestros de la Hermandad Blanca. Como vimos páginas atrás, aquellos Maestros habrían acompañado la materialización del Pacto Roerich por la Paz.
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“La piedra del cielo” representada en el Museo de Moscú. Abajo: “Fiat Rex”, Roerich, 1931.
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Ricardo González en el Museo Roerich en Moscú.
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Roerich pintó a Lung-‐‑Tah llevando a Chintamani (1933). Abajo, “La portadora de la piedra” (Roerich 1933).
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“San Francisco de Asís”, 1931. Roerich dedicó varios cuadros a los referentes espirituales de la humanidad.
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Arriba, “Signos de Cristo”, Roerich, 1924. Abajo, “Moisés, el líder”, 1926.
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La Bandera de la Paz en el espacio.
Los cosmonautas A.Balandin y G.Strekalov, con la Bandera de la Paz de Roerich en la Estación Espacial MIR (russian cultural program "ʺSpace-‐‑ Human-‐‑Culture"ʺ, 1990).
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El mensaje de Roerich hoy
Roerich estableció en Nueva York un Comité para proteger el legado de la Bandera de la Paz. Luego de la Segunda Gue-‐‑ rra Mundial, con el pasar de los años, esta organización so-‐‑ brevivió, aunque sufriendo todo tipo de cambios. Roerich había partido de este plano el 13 de diciembre de 1947, en su casa del valle de Kullu, en la India. Una “coor-‐‑ denada” que no fue elegida al azar: el 13 de diciembre es una fecha especial en la India que el matrimonio Roerich seguía por estar vinculada a la figura y mensaje de Shiva, el “Dios transformador” del Trimurti. De hecho, la “Agni Yoga” que fundaron los Roerich, se inspira en Agni (“fuego” en sáns-‐‑ crito), quien es un Avatar de Shiva. Roerich no murió. Se transformó bajo el Símbolo del Agni, la Llama del Cáliz o Chintamani. Más allá de sus cenizas, quienes conocemos el secreto del ilustre Nikolái Roerich, sabemos que no desapareció. Sólo mutó a algo más poderoso que ha seguido guiando...
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El Comité Internacional Gracias a los distintos directores de los museos oficiales de Roerich, la Bandera de la Paz siguió ondeando, y la misión que emprendió el humanista y pintor ruso continuó afec-‐‑ tando los corazones de muchos caminantes. Fue entonces, en 1985, que la reconocida actriz mexicana de origen español, Alicia Rodríguez Fernández, sintió el llama-‐‑ do de continuar con la misión de la Bandera de la Paz. Una cadena de hechos sincrónicos la llevaron a contactarse per-‐‑ sonalmente con las autoridades del Museo de Moscú y de Nueva York, y en ambos lugares fue recibida con mucha ale-‐‑ gría e interés. El Comité Internacional de la Bandera de la Paz entraba en una nueva etapa. La historia de Alicia es muy especial. Siendo una pequeña niña se vio obligada a abandonar España con su familia por la Guerra Civil Española. Inicialmente se refugiaron en Fran-‐‑ cia —país al que llegaron caminando, cruzando los místicos Pirineos luego de largos y duros días, bebiendo agua de los charcos—. Y desde allí pidieron asilo. Fue México el país que recibió a la familia Rodríguez. Ya radicada en el país azteca, Alicia comenzó su carrera co-‐‑ mo actriz a los seis años de edad, cuando ganó un concurso infantil entre ochenta niños para interpretar a la perrita Pipa en la obra teatral “Pinocho y Pipa en el país de las maravillas”. Luego fue contratada para la primera película que se hizo en
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México a colores, interpretando el mismo papel. Era sólo el inicio. Tuvo una exitosa y premiada carrera en cine, televi-‐‑ sión, radio y teatro. En 2011, fue homenajeada por Televisa, recibiendo un premio especial a su reconocida trayectoria, evento que fue televisado a más de cien millones de perso-‐‑ nas. Paralelamente a sus actividades artísticas, Alicia se involu-‐‑ cró, desde fines de los años 70, en grupos místicos e iniciá-‐‑ ticos. Además, tiene un doctorado en Letras por la Univer-‐‑ sidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde obtu-‐‑ vo un Magíster y un título Honoris Causa. En 1997, por su labor como difusora mundial del mensaje de la Bandera de la Paz, fue la primera mujer de México en ser nominada al Premio Nobel de la Paz. La Dra. Alicia Rodríguez es buena amiga del ya citado Da-‐‑ niel Entin —director del Museo Roerich de Nueva York—, y fue muy cercana de Ludmila V. Shaposhnikova del Museo Roerich de Moscú. Shaposhnikova le entregó en vida la “Me-‐‑ dalla Roerich”, una distinción que no se había entregado en un cuarto de siglo. Además, Alicia fue íntima de Frances Ruth Grant, con quien planeó la “reactivación” del Comité Internacional de la Bandera de la Paz en una reunión que sostuvieron en Nueva York antes de que Grant partiera de este plano. En una dedicatoria en español de Frances a Alicia —que re-‐‑ producimos en este libro—, se lee:
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“Alicia querida: En nombre de la Cultura, podemos unir nuestras fuerzas, para continuar la gran obra de nuestro líder Nicolás Roerich. Somos hermanas, en una misión alentadora por siempre, hasta la Victoria del espíritu humano. Frances...” Frances Ruth Grant.
El Comité Internacional de la Bandera de la Paz es un orga-‐‑ nismo no gubernamental afiliado al departamento de infor-‐‑ mación pública de las Naciones Unidas. Sigue llevando a ca-‐‑ bo el mensaje que Roerich sembró hace más de 80 años. Es una organización no lucrativa que ha sido distinguida por su trabajo por la Paz en varios países. No representa a ninguna religión ni ideología política. Su mensaje es de integración y Paz para lograr la unidad en la diversidad. Su labor consiste
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en difundir y dar a conocer el mensaje de la Bandera de la Paz y de su iniciador, Nikolái Roerich. Promueve conferencias, seminarios, charlas en radio y televi-‐‑ sión, ayudando a los hombres y mujeres a realizarse como seres de paz y así lograr la anhelada cultura de la paz (Pax Cultura). El Comité Central, tiene varias coordinaciones, con miembros voluntarios que dan su servicio sin remuneración económica.
Arriba: el manuscrito original de Grant a la Dra. Rodríguez.
La Dra. Alicia Rodríguez, su actual Presidenta, ha entregado más de 3.200 banderas a gobiernos, ciudades, instituciones, líderes espirituales, presidentes o parlamentos europeos.
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También se ha desarrollado un programa para inculcar la conciencia de la Paz en los niños: más de 350.000 estudiantes están participando actualmente de esta iniciativa. Por si ello fuero poco, la Dra. Rodríguez logró que la Ban-‐‑ dera de la Paz pueda ser izada, oficialmente, todos los días en las instituciones gubernamentales de México, cuando lo normal es que los gobiernos autoricen el izamiento sólo el 21 de septiembre, que es considerado el Día Internacional de la Paz. El mensaje simbólico de México es claro: la conciencia de la Paz debe vivirse todos los días.
La Dra. Alicia Rodríguez durante la entrega de la Bandera de la Paz al Parlamento de Lituania.
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La Dra. Rodríguez en la casa de los Roerich en Kullu, India.
El autor con la Dra. Rodríguez en España (2015).
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El Centro Roerich Luego de largos años de estar investigando y difundiendo por todo el mundo la obra de Nikolái Roerich, recibimos la indicación de ir más allá con la proyección del mensaje de la Bandera de la Paz. Fue un proceso que empezó con la visita a Daniel Entin en el Museo Roerich de Nueva York, y que se selló con nuestra expedición al desierto de Gobi en 2007. Preparando nuestra expedición al Altái del año 2014, adqui-‐‑ rimos un terreno de 2.500 metros cuadrados para construir un centro que pudiese difundir, sin ánimos de lucro, el men-‐‑ saje de Roerich y del “Colegio Invisible” —los Maestros que inspiraron su vida y la difusión del Símbolo—. El lugar ele-‐‑ gido fue Capilla del Monte, el “corazón espiritual” de la Ar-‐‑ gentina. Finalmente, el 15 de abril de 2015, coincidiendo con el 80 Aniversario del Pacto Roerich, definimos los lineamientos del proyecto y lo titulamos “Centro Roerich”, comprando ese mismo día el dominio de internet en su servidor de los Esta-‐‑ dos Unidos. Este centro —que forma parte oficialmente del Comité Inter-‐‑ nacional de la Bandera de la Paz—, promoverá actividades y conferencias sobre la obra de Roerich y la conciencia de la Paz, coordinará de mejor manera las acciones de ayuda soli-‐‑ daria que hemos venido haciendo individualmente y, en el
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futuro, se transformará en un Museo Roerich, el primero en su clase en Latinoamerica, que donaremos a la República Argentina para preservar su legado. Mientras escribo estas líneas estamos definiendo los planos de construcción. En pocos años esperamos iniciar la obra. Entonces empezará una nueva etapa, tal y como se nos seña-‐‑ ló a orillas del lago Akkem, al pie del Belukha. Como parte de esta labor, organizamos la primera visita del Comité Internacional de la Bandera de la Paz a la Argentina, decretando a Capilla del Monte como “Ciudad Paz” y entre-‐‑ gando, oficialmente, la Bandera de la Paz al Intendente Mu-‐‑ nicipal en un acto público. Esta hermosa ceremonia, celebra-‐‑ da el 5 de diciembre de 2015, no era un regalo: se trata de un compromiso con el futuro.
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El cerro Uritorco en Capilla del Monte (Córdoba, Argentina), es considera-‐‑ do uno de los lugares más sagrados de Latinoamérica. Allí hemos desarro-‐‑ llado distintas actividades para meditar por la paz mundial.
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Conferencia de la entrega de la Bandera de la Paz en Capilla del Monte (Teatro Enrique Muiño, 5 de diciembre de 2015).
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Izamiento oficial en la plaza principal de Capilla del Monte.
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El predio en donde se construirá el futuro Centro Roerich.
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“Cristo”, 1936.
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“La Madre del Mundo”, 1924.
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La Madre del Mundo: La conciencia de la Paz El mensaje de la inmensa obra de Roerich se puede definir en la cultura de la Paz. La sensibilidad, la belleza, el respeto, la compasión y el amor, son cualidades que el ilustre men-‐‑ sajero del Altái solía representar en sus cuadros más mís-‐‑ ticos. Cada vez que contemplaba sus lienzos, era para mí como es-‐‑ tar ante una ventana que te permitía echar un vistazo a otras realidades: mundos llenos de colores y mensajes que aca-‐‑ riciaban mi corazón. ¿Esos paisajes eran posibles? Sí, y no solo en lo “externo” —pues muchos de ellos fueron vistos y pintados en Asia Central—, sino también en nuestro propio interior. Hay galaxias, estrellas, mundos, árboles y jardines en nues-‐‑ tro propio corazón. Pero algo nos ha hecho olvidar quiénes realmente somos. Tenemos que recordar que estamos en este mundo escuela, la Tierra, con un propósito y misión. Por ello, la Paz no se debe buscar “afuera”, sino “adentro”, y
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desde nuestro Santuario Interior proyectar ese mensaje hacia los demás. Soy conciente que es difícil compartir un mensaje de espe-‐‑ ranza en tiempos de crisis; pero sigo creyendo que hay más bien que mal en el mundo; el “mal” sólo tiene mayor “publi-‐‑ cidad”. Seguir el camino de la conciencia de la Paz no es alejarse de la realidad de las cosas, sino todo lo contrario: volver al cen-‐‑ tro de equilibrio en donde todos los seres somos hermanos. La Paz, en mi humilde concepto personal, es un estado del ser que te hace obrar con responsabilidad, orden, equilibrio y amor. La palabra “Paz” proviene del latín Pax (pacis), que significa “acuerdo, pacto”. Así que el término está referido a la ausen-‐‑ cia de conflicto y resistencia. Como el mensaje de Shambha-‐‑ la: “Lugar de paz y tranquilidad”. La clave es hallar ese remanso en nosotros mismos, com-‐‑ prendiendo que no se trata únicamente de un silencio o quie-‐‑ tud “textuales” —que se pueden alcanzar en momentos de meditación—, sino de un estado de conciencia del ser que permite ver todo en su justa medida, y por consecuencia, to-‐‑ mar cada decisión desde el corazón.
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Roerich representaba a la Paz como una poderosa entidad fe-‐‑ menina. La llamó “La Madre del Mundo”. Para algunos, una representación del espíritu femenino de la Tierra; para otros, un ser concreto vinculado a la Jerarquía de Luz que acompa-‐‑ ña en silencio los pasos de la humanidad... Como fuese, su significado es el mismo: no estamos solos.
Nikolái Roerich escribió: “La verdadera Paz, la verdadera Unidad es el deseo del corazón hu-‐‑ mano. El hombre lucha por trabajar creativa y activamente, ya que su trabajo es fuente de alegría. Quiere amar y abrirse a la reali-‐‑ zación de la sublime belleza.
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En la más alta comprensión de la belleza y de la sabiduría, todas las divisiones convencionales desaparecerán. El corazón habla su pro-‐‑ pia lengua, quiere disfrutar con aquello que es común a todos y to-‐‑ do lo eleva y lo conduce a un Futuro Resplandeciente. Todos los símbolos y vestigios de la humanidad contienen el mismo Signo, la oración sagrada: Paz y Unidad.” El mensaje de la Bandera de la Paz nos habla de ese equili-‐‑ brio entre lo que pensamos, decimos y hacemos —los tres círculos encarnados en el Logo—. Se iza con magia en estos tiempos para recordarnos que ondea en nuestro corazón. He allí la voluntad de los Maestros: que cada uno de noso-‐‑ tros pueda ser portador de ese mensaje que pueda trans-‐‑ formar a toda la humanidad. ¿Estamos dispuestos a dar ese paso? Seamos una Bandera de la Paz viviente y gritemos al mundo que sí creemos y que hay esperanza.
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“Madonna Oriflamma”, 1932
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Addenda Un mensaje de Paz recibido en el Altái “...Los Santuarios Espirituales de la Tierra son Templos de Paz. La Paz es un estado natural del alma, es una manifestación del Universo que se basa en el balance, la quietud, la con-‐‑ ciencia, y el respeto por la vida y el conocimiento. La Paz es un indicador de evolución hacia la Luz, de haber superado el conflicto y la resistencia; de haber dejado los miedos luego de transformarlos en una herramienta de autoconocimiento. Cada alma en este Universo vibra en este estado natural. Sin embargo, al tomar cuerpo físico, como ocurre con la expe-‐‑ riencia humana, el alma podría olvidar su esencia y esta re-‐‑ gla de vida. Por ello, es importante activar la Clave del Re-‐‑ cuerdo, para volver al origen, a la naturaleza del alma, que es la Paz. La Paz es su responsabilidad; la reencontrarán cuando tran-‐‑ siten el puente de conexión que los conduce a la naturaleza
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del alma. Ello les ayudará a enfrentar y modificar momentos difíciles para el planeta. Es verdad que verán pruebas en el camino, y que algunos acontecimientos bélicos humanos advierten una conflagra-‐‑ ción más grande en gestación, que podría afectar incluso a estas tierras que están pisando. Pero todo ello no los debe distraer. No deben perder el horizonte: recuerden lo que aprendieron aquí al ver, sentir y hacer. No hay camino sin esfuerzo, no hay esfuerzo sin conciencia y no hay conciencia sin liberación. Ser libre significa estar co-‐‑ nectado con el Todo. Y cuando el caminante se reintegre a la Fuente de la Creación, el camino dejará de ser camino, pues se transformará en algo más poderoso; se transformará en un punto de eternidad sin un arriba, abajo, izquierda o derecha. Cuando comprendan esto y lo vivan, el Plan Mayor habrá si-‐‑ do consumado...” Emuriel. Recibido por Ricardo González 2 de agosto de 2014, Altái Siberia, Rusia.
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Los Tres Enunciados de Emuriel
“El milagro”, 1923.
1. Pasarán de ser contactados a conectados. 2. Dejarán de ser guerreros de la luz para ser embajadores de Paz. 3. La nueva Shambhala no es un lugar. La nueva Shambhala son los caminantes comprometidos con la Paz.
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Bibliografía
Para la confección de este libro he consultado mis notas de viaje: largos recorridos por los Estados Unidos, Rusia —in-‐‑ cluyendo Siberia—, Mongolia, India y los Himalayas, tras el legado de Roerich. Visitas a los principales museos dedica-‐‑ dos al artista ruso e invalorables charlas con personajes clave en su historia. En mis archivos, también, recurrí a una vasta biblioteca. Cito algunos títulos como referencia: Amorc, Antigua y Mística Orden de la Rosa Cruz —Cartas y archivos. Agni Yoga Society, —Hierarchy, 1931. —Infinity, 1930. —Leaves of Morya’s Garden: The Call, 1924. —Leaves of Morya’s Garden: Illumination, 1925. Bailey, Alice A., — “Tratado del Fuego Cósmico”, 1922. —“Iniciación Humana y Solar”, 1922. Bauval, Robert, “El Misterio de Orión”, Buenos Aires, Kier, 1994. Blavatsky, Helena P., “La Doctrina Secreta” (sus seis tomos), Buenos Aires, Kier, 1994.
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Decreto de Paz Escribe en esta página tu decreto de Paz para el mundo. Y conserva este libro para no olvidarlo. Creer es crear.
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