EL MARINERO - Fernando Pessoa.docx

September 12, 2017 | Author: Gerardo Cordoba | Category: Theatre, Translations, Fear, Soul, Science
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EL MARINERO (Drama estático en un cuadro)

FERNANDO PESSOA

Traducción A. Ramírez

Prelusión A propósito del drama estático El marinero el mismo Fernando Pessoa realizó varios apuntes que de algún modo señalan la perspectiva desde la cual el autor concebía está obra: (TEATRO ESTÁTICO) Llamo teatro estático a aquel cuyo enredo dramático no constituye acción; esto es, donde las figuras no sólo no actúan, porque ni se mueven, ni hablan de moverse; sino que ni siquiera poseen sentidos capaces de producir una acción, donde no hay conflicto ni perfecto enredo. Se dirá que esto no es teatro. Creo que lo es, porque creo que el teatro tiende a ser teatro meramente lírico y que el enredo de teatro existe no en la acción, ni en la progresión y consecuencia de la acción, sino, más ampliamente, en la revelación de las almas a través de palabras confusas, y en la creación de situaciones... puede haber revelación de almas sin acción, y puede haber creación de situaciones de inercia, momentos de alma sin ventanas, sin puertas a la realidad. (Teatro Estático) Traducido de Páginas de Estética e de Teoría e Crítica Literarias. Textos estabelecidos e prefaciados por Georg Rudolf Lind e Jacinto do Prado Coelho, Lisboa, Ática, 1973.

NOTAS DE FERNANDO PESSOA ACERCA DE EL MARINERO Mi drama estático El Marinero está bastante cambiado y perfeccionado; la forma que usted conoce no es más que la inicial y rudimentaria. El final, especialmente, está mucho mejor. Tal vez no haya quedado una cosa grande, como yo entiendo las cosas grandes, pero es algo de lo que no me avergüenzo, ni creo que me avergüence nunca. Del drama estático El Marinero dijo, en cierta ocasión, un lector: “Hace el mundo exterior totalmente irreal”, y, de hecho, así es. Nada más remoto existe en literatura. La mejor nebulosidad y sutileza de Maeterlinck es grosera si se compara. Nota extraída de una carta del poeta portugués a su compañero de ―Orpheu‖ A. Cortes-Rodrigues, fechada el 4 de Marzo de 1915 en Cartas de Fernando Pessoa a Armando Cortes-Rodrigues, Lisboa, In-quérito, 1945.

*** El Marinero — El drama, que comienza con gran sencillez, aumenta gradualmente hacia un límite terrible de terror y duda que crece y crece hasta llegar a absorber el espíritu de las tres veladoras, el ambiente de la misma habitación e incluso el vigor que el día tiene para nacer. El final de esta obra contiene el más sutil terror intelectual jamás visto. Un pesado manto cubre a las veladoras cuando ya no tienen a quien hablar, ni razón alguna para hacerlo. Nota extraída del artículo de Fernando Pessoa ―O Orpheu e a Literatura Portuguesa‖, 1916.

***

A FERNANDO PESSOA Después de leer su drama estático “El Marinero” en “Orpheu I” Después de doce minutos de tu drama El Marinero en que hasta el ágil y astuto siente sueño y queda en bruto, y de sentido, ni olerlo, dice una de las veladoras con lánguida hechicería:

Eterno y bello, sólo el sueño. ¿Por qué estamos hablando todavía?

Justamente eso quería preguntar a esas señoras...

Álvaro de Campos Nota publicada como apunte inédito, no fechado ni firmado, por M. A. Galhoz en FERNANDO PESSOA, Obra Poética, Rio de Janeiro, C. J. Arguilar Editora, 1960.

A CARLOS FRANCO

Un cuarto que está sin duda en un castillo antiguo. El cuarto se ve que es circular. En el centro se yergue, sobre un catafalco, un ataúd con una doncella, de blanco. Cuatro antorchas en las esquinas. A la derecha, casi frente a quien imagina el cuarto, hay una única ventana, alta y estrecha, que da hacia donde sólo se ve, entre dos montes lejanos, un pequeño trozo de mar. Al lado de la ventana velan tres doncellas. La primera está sentada frente a la ventana, de espaldas a la antorcha superior de la derecha. Las otras dos están sentadas una a cada lado de la ventana. Es de noche y hay como que un vago resto de resplandor de luna1.

PRIMERA VELADORA – Aún no dio hora alguna. SEGUNDA – No se podía oír. No hay reloj aquí cerca. Dentro de poco debe ser de día. TERCERA – No: el horizonte es negro. PRIMERA – No deseáis, hermana mía, que nos entretengamos contando lo que fuimos? Es bello y es siempre falso... SEGUNDA – No, no hablemos de eso. Finalmente, fuimos nosotras alguna cosa? PRIMERA – Tal vez. Yo no sé. Pero, aun así, siempre es bello hablar del pasado... Las horas han caído y nosotras hemos guardado silencio. Por mi parte, he estado mirando hacia la llama de aquella vela. A veces tiembla, otras se torna más amarilla, otras veces empalidece. Yo no sé por qué es que eso se da. Pero sabemos nosotras, hermanas mías, por qué se da cualquier cosa?... (una pausa) LA MISMA – Hablar del pasado - eso debe ser bello, porque es inútil y causa tanta pena... SEGUNDA – Hablemos, si queréis, de un pasado que no hubiésemos tenido. TERCERA – No. Tal vez lo hubiésemos tenido... PRIMERA – No decís sino palabras. Es tan triste hablar! Es un modo tan falso de olvidarnos!... Y si paseásemos?... TERCERA – Dónde? PRIMERA – Aquí, de un lado para el otro. A veces eso va a buscar sueños2. TERCERA – De qué? PRIMERA – No sé. Por qué habría yo de saberlo? 1

El término luar, que muchos traductores del portugués se empeñan en traducir, no tiene para mí equivalencia posible en español; de ahí que pase a formar parte del léxico de la traducción. Junto a su significación meramente conceptual “la claridad que la luna irradia, la luz de la luna, resplandor de la luna” (A. Moráis Silva, Grande Dicionário da Língua Portuguesa. Editorial Confluência. Lisboa 19491959), luar participa de otros valores no conceptuales (connotativos) que imposibilitan su traslado correcto al castellano. Luar no es sólo “el resplandor de la luna” sino también el ambiente, la atmósfera creada por ese resplandor. 2 En portugués se distingue la palabra sonho y sono, ambas traducen en español sueño, en el primer caso en el sentido de ensoñar, imaginar, anhelar, en el segundo caso en sentido del acto de dormir. En este caso es sonho. (solo se indicara con nota al pie cuando Pessoa use la palabra sono, de resto debe entenderse que es la palabra sonho)

(una pausa) SEGUNDA – Todo este país es muy triste... Aquel donde yo viví antaño era menos triste. Al atardecer yo hilaba3, sentada junto a mi ventana. La ventana daba hacia el mar y a veces había una isla a lo lejos... Muchas veces yo no hilaba; miraba el mar y me olvidaba de vivir. No sé si era feliz. Ya no volveré a ser aquello que tal vez yo nunca fuese... PRIMERA – Fuera de aquí, nunca vi el mar. Allí, desde aquella ventana, que es la única desde donde el mar se ve, se ve tan poco!... El mar de otras tierras es bello? SEGUNDA - Sólo el mar de las otras tierras es que es bello. Aquel que nosotras vemos nos da siempre ausencias4 de aquel que no veremos nunca... (una pausa) PRIMERA – No decíamos nosotras que íbamos a contar nuestro pasado? SEGUNDA – No, no, decíamos. TERCERA – Por qué no habrá reloj en este cuarto? SEGUNDA – No sé... Pero así, sin reloj, todo es más alejado y misterioso. La noche pertenece más a sí misma... Quién sabe si nosotras podríamos hablar así si supiésemos la hora que es? PRIMERA – Hermana mía, en mí todo es triste. Paso Diciembres en el alma... Estoy procurando no mirar a la ventana... Sé que desde allí se ven, a lo lejos, montes... Yo fui feliz más allá de los montes, antaño... Yo era una pequeña. Cogía flores todo el día y antes de dormirme pedía que no me las quitasen... No sé lo que esto tiene de irreparable que me dan ganas de llorar... Fue lejos de aquí que esto pudo ser... Cuándo vendrá el día?... TERCERA – Qué importa? Él viene siempre de la misma manera... siempre, siempre, siempre... (una pausa) SEGUNDA - Contémonos cuentos unas a otras... Yo no sé ningún cuento, pero eso no hace mal... Sólo vivir es lo que hace mal... No rocemos por la vida ni siquiera la orla de nuestros vestidos... No, no os levantéis. Eso sería un gesto, y cada gesto interrumpe un sueño... En este momento yo no tenía sueño alguno, pero me aligera pensar que lo podía estar teniendo... Mas el pasado – por qué no hablamos nosotras de él? PRIMERA – Decidimos no hacerlo... Pronto rayará el día y nos arrepentiremos... Con la luz los sueños se adormecen... El pasado no es sino un sueño... Además, ni sé lo que no es 3

El verbo utilizado por Pessoa aquí es fiar, cuya significado es alternativamente como verbo transitivo hilar, como verbo reflexivo confiar o fiar. Se ha elegido hilar por el contexto literario, no obstante es prudente tener en cuenta ambos sentidos. 4 El término usado por Pessoa es Saudade cuya definición es según el diccionario de Morais Silva “Melancolía causada por el recuerdo de un bien del que se está ahora privado. Pesar, dolor causado por la ausencia de alguien o del objeto querido. Recuerdo grato y al mismo tiempo triste de la persona que se nos había hecho agradable” o “nostalgia”, el significado de este término es lo suficientemente rico y complejo (se ha dicho incluso que saudade es una de las claves para la comprensión de lo portugués) y según muchos estudiosos es imposible traducirlo, aun así, aquí se opta por ausencia ya que se considera que la connotación de este término en español de uso literario corresponde al sentido presentado por el autor.

sueño... Si miro hacia el presente con mucha atención, me parece que él ya pasó... Qué es cualquier cosa? Cómo es que ella pasa? Cómo es por dentro el modo como ella pasa?... Ah, hablemos, hermanas mías, hablemos alto, hablemos todas juntas... El silencio comienza a tomar cuerpo, comienza a ser cosa... Lo siento envolverme como una niebla... Ah, hablad, hablad!... SEGUNDA – Para qué? Os observo5 a ambas y no os veo luego... Me parece que entre nosotras han crecido abismos... Tengo que agotar la idea de que os puedo ver para poder llegar a veros... Este aire caliente es frío por dentro, en aquella parte que toca en el alma... Yo debía ahora sentir manos imposibles pasarme por los cabellos –es el gesto con que hablan de las sirenas... (Cruza las manos sobre las rodillas. Pausa.) Aún hace poco, cuando no pensaba en nada, estaba pensando en mi pasado. PRIMERA – Yo también debía haber estado pensando en el mío... TERCERA – Yo ya no sabía en qué pensaba... En el pasado de los otros tal vez..., en el pasado de gente maravillosa que nunca existió... Al pie de la casa de mi madre corría un riachuelo... Por qué correría, y por qué es que no correría más lejos, o más cerca?... Hay alguna razón para cualquier cosa ser lo que es? Hay para eso cualquier razón verdadera y real como mis manos?... SEGUNDA – Las manos no son verdaderas ni reales... Son misterios que habitan en nuestra vida... a veces, cuando observo mis manos, tengo miedo de Dios... No hay viento que mueva las llamas de las velas, y mirad, ellas se mueven... Hacia dónde se inclinan ellas?... Qué pena si alguien pudiese responder!... Me siento deseosa de oír músicas bárbaras que deben ahora estar tocando en palacios de otros continentes... Es siempre lejanía en mi alma... Tal vez porque, cuando niña, corrí detrás de las olas a la orilla del mar. Llevé la vida de la mano entre peñascos6, marea baja, cuando el mar parece haber cruzado las manos sobre el pecho y haberse adormecido como una estatua de ángel para que nunca más nadie mirase... TERCERA – Vuestras frases me recuerdan mi alma... SEGUNDA – Es tal vez por no ser verdaderas... Mal sé que las digo... Las repito siguiendo una voz que no oigo que me las está secreteando... Pero yo debo haber vivido realmente a la orilla del mar... Siempre que una cosa ondea, yo la amo... Hay olas 7 en mi alma… Cuando camino me balanceo8… Ahora me gustaría caminar… No lo hago porque no vale nunca la pena hacer nada, sobre todo lo que se quiere hacer… De los montes es que yo tengo miedo… Es imposible que ellos sean tan quietos y grandes… Deben tener un secreto de piedra que se rehúsan a saber que tienen… Si desde esta ventana, asomándome, yo pudiese dejar de ver montes, se asomaría un momento en mi alma alguien en quien yo me sintiese feliz… PRIMERA – Por mi parte, amo los montes... Del lado de acá de todos los montes es que la vida es siempre fea... Del lado de allá, donde mora mi madre, acostumbrábamos sentarnos a la sombra de los tamarindos y hablar de ir a ver otras tierras... Todo allí era largo y feliz 5

El verbo fitar significa ver atentamente, clavar los ojos. En está traducción siempre se va a usar el verbo observar, exceptuando en el momento en que el contexto exija usar el verbo contemplar. 6 La palabra rocheda significa simultáneamente rocas y peñascos. No obstante de acuerdo al contexto se considera más acorde la segunda acepción. 7 Pessoa hace aquí un juego de palabras que se pierde en la traducción entre el verbo ondear (ondear, mecerse) y el sustantivo onda (ola, onda). 8 El verbo embalar significa mecer o en un sentido figurado entretener o eludir. Es bueno tener en cuenta ambos sentidos.

como el canto de dos aves, una a cada lado del camino... La floresta no tenía otros claros sino nuestros pensamientos... Y nuestros sueños eran que los árboles proyectasen en el suelo otra calma que no sus sombras... Fue con certeza así que allí vivimos, yo y no sé si alguien más... Decidme que esto fue verdad para que yo no tenga que llorar... SEGUNDA – Yo viví entre peñascos y acechaba el mar... La orla de mi falda era fresca y salada batiéndose en mis piernas desnudas... Yo era pequeña y bárbara... Hoy tengo miedo de haber sido... El presente me parece que duermo... Habladme de las hadas. Nunca oí hablar de ellas a nadie... El mar era demasiado grande para hacer pensar en ellas... En la vida conforta ser pequeño9... Erais feliz, hermana mía? PRIMERA – Empiezo en este instante a haberlo sido antaño... Además, todo aquello se desapareció en las sombras... Los árboles lo vivieron más que yo... Nunca llegó ni yo mal esperaba... Y tú, hermana, por qué no habláis? TERCERA – Me causa horror que de aquí a poco os haya ya dicho lo que os voy a decir. Mis palabras presentes, mal yo las digo, pertenecerán luego al pasado, quedarán fuera de mí, no sé dónde, rígidas y fatales… Hablo, y pienso en esto en mi garganta, y mis palabras me parecen gente... Tengo un miedo superior a mí. Siento en mi mano, no sé cómo, la llave de una puerta desconocida. Y toda yo soy un amuleto o un sagrario que tuviese conciencia de sí mismo. Es por esto que me da pavor ir, como por una floresta oscura, a través del misterio de hablar... Y, al final, quién sabe si yo soy así y si es esto sin duda lo que siento?... PRIMERA – Cuesta tanto saber lo que se siente cuando reparamos en nosotros!... Incluso vivir sabe costar tanto cuando se da por eso... Habla, por tanto, sin reparar si existes... No nos ibais a decir quién eráis? TERCERA – Lo que yo era antaño ya no recuerda quien soy... Pobre de la feliz que yo fui!... Yo viví entre las sombras de las ramas, y todo en mi alma es hojas que se estremecen. Cuando camino bajo el sol mi sombra es fresca. Pasé la fuga de mis días al lado de fuentes, donde yo mojaba, cuando soñaba vivir, las puntas tranquilas de mis dedos... A veces, a la orilla de los lagos, me asomaba y me observaba... Cuando yo sonreía, mis dientes eran misteriosos en el agua... Tenían una sonrisa sólo de ellos, independiente de la mía... Era siempre sin razón que yo sonreía... Habladme de la muerte, del fin de todo, para que yo sienta una razón para recordar... PRIMERA – No hablemos de nada, de nada... Está más frío, pero por qué es que está más frío? No hay ninguna razón para estar más frío. No es precisamente más frío que está... Para qué es que tenemos que hablar?... Es mejor cantar, no sé por qué... El canto, cuando la gente canta de noche, es una persona alegre y sin miedo que entra de repente en el cuarto y lo conforta consolarnos... Yo podía cantaros una canción que cantábamos en casa de mi pasado. Por qué es que no queréis que os la cante? TERCERA – No vale la pena, hermana mía... Cuando alguien canta, yo no puedo estar conmigo. Necesito no poder recordarme. Y después todo mi pasado se torna otro y yo lloro una vida muerta que traigo conmigo y que no viví nunca. Y siempre es demasiado tarde para cantar, así como es siempre demasiado tarde para no cantar... (una pausa) PRIMERA – Pronto será de día... Guardemos silencio... La vida así lo quiere. Al pie de mi 9

El autor se refiere tanto a ser niño como al contraste de magnitud entre lo grande y lo pequeño.

casa natal había un lago. Yo iba allá y me sentaba a orilla de él, sobre un tronco de árbol que caía casi dentro del agua... Me sentaba en la punta y mojaba en el agua los pies, estirando hacia abajo los dedos. Después miraba excesivamente hacia las puntas de los pies, pero no era para verlos. No sé por qué, pero me parece de este lago que él nunca existió... Acordarme de él es como no poder recordar de nada... Quién sabe por qué es que yo digo esto y si fui yo quien vivió lo que recuerdo?... SEGUNDA – A la orilla del mar somos tristes cuando soñamos... No podemos ser lo que queremos ser, porque lo que queremos ser lo queremos siempre haber sido en el pasado... Cuando la ola se quiebra y la espuma chilla, parece que hay mil voces mínimas hablando. La espuma sólo parece ser fresca a quien la juzga una... Todo es mucho y nosotros no sabemos nada... Queréis que os cuente lo que yo soñaba a la orilla del mar? PRIMERA – Podéis contarlo, hermana mía; pero nada en nosotras tiene necesidad que nos lo contéis... Si es bello, tengo ya pena de habértelo oído. Y si no es bello, espera... cuéntalo sólo después de alterarlo... SEGUNDA – Voy a decíroslo. No es enteramente falso, porque sin duda nada es enteramente falso. Debe haber sido así... Un día que yo di conmigo recostada en la cima fría de un peñasco, y que yo había olvidado que tenía padre y madre y que hubiera en mí, infancia y otros días - en ese día vi a lo lejos, como una cosa que yo sólo pensase en ver, el pasar vago de una vela... Después ella ceso... Cuando reparé en mí, vi que ya tenía ese sueño mío... No sé dónde él tuvo principio... Y nunca volví a ver otra vela... Ninguna de las velas de los navíos que salen de aquí de un puerto se parece a aquella, ni siquiera cuando hay luna y los navíos pasan lejos lentamente... PRIMERA – Veo por la ventana un navío a lo lejos. Y tal vez es aquel que viste... SEGUNDA – No, hermana mía; ese que ves busca sin duda un puerto cualquiera... No podía ser que aquel que yo vi buscase cualquier puerto... PRIMERA – Por qué es que me respondiste?... Puede ser... Yo no vi ningún navío por la ventana... Deseaba ver uno y os hablé de él para no sentir pena... Cuéntanos ahora lo que soñaste a la orilla del mar... SEGUNDA – Soñaba con un marinero que se hubiese perdido en una isla lejana. En esa isla había palmeras yertas, pocas, y aves vagas pasaban por ellas... No vi si alguna vez se posaban... Desde que, naufragado, se salvará, el marinero vivía allí... Como él no tenía medio de volver a la patria, y cada vez que se acordaba de ella sufría, se puso a soñar una patria que nunca hubiese tenido; se puso a hacer que hubiera sido suya otra patria, otra especie de país con otras especies de paisajes, y otra gente, y otra forma de pasar por las calles y de asomarse a las ventanas... Cada hora él construía en sueños esta falsa patria, y él nunca dejaba de soñar, de día bajo la sombra corta de las grandes palmeras, que se recortaba, orlada de puntas, en el suelo arenoso y caliente; de noche, tendido en la playa, de espaldas y no reparando en las estrellas. PRIMERA – No haber habido un árbol que motease sobre mis manos extendidas la sombra de un sueño como ese!... TERCERA – Dejadla hablar... No la interrumpáis... Ella conoce palabras que las sirenas le enseñaron... Me adormezco para poderla escuchar... Decid, hermana mía, decid... Mi corazón me duele por no haber sido tú cuando soñabais a la orilla del mar... SEGUNDA – Durante años y años, día a día, el marinero erigía en un sueño continuo su nueva tierra natal... Todos los días ponía una piedra de sueño en ese edificio imposible... Pronto él iba teniendo un país que ya tantas veces había recorrido. Millares de horas se acordaba ya de haber pasado a lo largo de sus costas. Sabía de qué color solían ser los

crepúsculos en una bahía del norte, y como era suave arribar, entrada la noche, y con el alma recostada en el murmullo del agua que el navío abría, en un gran puerto del sur en donde él pasara antaño, feliz tal vez, de sus mocedades la supuesta10... (una pausa) PRIMERA – Hermana mía, por qué es que callas? SEGUNDA – No se debe hablar demasiado... La vida nos acecha siempre... Toda hora es madre para los sueños, pero es preciso no saberlo... Cuando hablo demasiado comienzo a separarme de mí y a oírme hablar. Eso hace como que me compadezca de mí misma y sienta excesivamente el corazón. Tengo entonces una voluntad lacrimosa de tenerlo entre los brazos para poderlo mecer como a un hijo... Ved: el horizonte empalidece... El día no puede ya tardar... Será preciso que os hable aún más de mi sueño? PRIMERA – Cuenta siempre, hermana mía, cuenta siempre... No paréis de contar, ni reparéis en que días surgen... El día nunca surge para quien apoya la cabeza en el seno de las horas soñadas... No retuerzas las manos. Eso hace un ruido como el de una serpiente furtiva... Háblanos mucho más de vuestro sueño. Él es tan verdadero que no tiene sentido alguno. Sólo pensar en oíros me toca música en el alma... SEGUNDA – Sí, os hablaré más de él. Incluso yo necesito contároslo. A medida que lo voy contando, es a mí también que me lo cuento... Son tres escuchando... (De repente, mirando hacia el ataúd, y estremeciéndose.) Tres no... No sé... No sé cuántas... TERCERA – No habléis así... Cuenta deprisa, cuenta otra vez... No habléis de cuántos pueden oír... Nosotros nunca sabemos cuántas cosas realmente viven y ven y escuchan... Vuelve a vuestro sueño... El marinero. Qué soñaba el marinero?... SEGUNDA – (más bajo, con una voz muy lenta) - Al principio él creó los paisajes, después creó las ciudades; creó después las calles y las travesías, una a una, cincelándolas en la materia de su alma – una a una las calles, barrio a barrio, hasta las murallas de los muelles en donde él creó después los puertos... Una a una las calles, y la gente que las recorría y que miraba sobre ellas desde las ventanas... Pasó a conocer cierta11 gente, como quien apenas las reconoce... Iba conociéndoles las vidas pasadas y las conversaciones12, y todo esto era como quien sueña apenas paisajes y los va viendo... Luego viajaba, despierto13, a través del país que había creado... Y así fue construyendo su pasado... Pronto tenía otra vida anterior... Tenía ya, en esa nueva patria, un lugar donde había nacido, los lugares donde había pasado la juventud, los puertos donde había embarcado... Iba teniendo los compañeros de la infancia y después los amigos y enemigos de su edad viril... Todo era diferente de como él lo había tenido – ni el país, ni la gente, ni su mismo pasado se parecían a lo que habían sido... Exigís que yo continúe?... Me causa tanta pena hablar de esto!... Ahora, porque os 10

El texto original culmina este párrafo con la frase: “Sabia de que cor soíam ser os crepúsculos numa baía do norte, e como era suave entrar, noite alta, e com a alma recostada no murmúrio da água que o navio abria, num grande porto do sul onde ele passara outrora, feliz talvez, das suas mocidades a su-posta...” En el cual es indescifrable el sentido de la palabra compuesta “su-posta”. 11 Igual que en español en portugués existe la ambigüedad de la palabra cierto-cierta, que puede denotar determinación o indeterminación, de tal suerte que el sentido de la frase podría ser: “Empezó a conocer a gente” o “Empezó a conocer a determinada gente”. 12 El vocablo conversa significa conversación, sin embargo a menudo puede significar también “mentiras, embustes, falsedades”. 13 El termino recordado (participio de recordar) tanto en portugués como en español es un arcaísmo sinónimo del participio despierto.

hablo de esto, me agradaría más estaros hablando de otros sueños... TERCERA – Continúa, aunque no sepas por qué... Cuanto más os escucho, menos me pertenezco... PRIMERA – Será bueno realmente que continuéis? Debe cualquier historia tener fin? En todo caso hablad... Importa tan poco lo que decimos o no decimos... Velamos las horas que pasan... Nuestro menester es inútil como la Vida... SEGUNDA – Un día, que había llovido mucho, y el horizonte estaba más incierto, el marinero se cansó de soñar... Quiso entonces recordar su patria verdadera..., pero vio que no se acordaba de nada, que él no existía para él... Infancia que recordase, era la de su patria de sueño, adolescencia que recordase, era aquella que se había creado... Toda su vida había sido su vida soñada... Y él vio que no podía ser que otra vida hubiese existido... Si él ni de una calle, ni de una figura, ni de un gesto materno se acordaba... Y en la vida que le parecía haber soñado, todo era real y había sido... Ni siquiera podía soñar otro pasado, concebir que hubiese tenido otro, como todos, un momento, pueden creer... Oh hermanas mías, hermanas mías... Hay cualquier cosa, que no sé lo que es, que no os dije... cualquier cosa que explicaría todo esto... Mi alma me enfría... Mal sé si he estado hablando... Habladme, gritadme, para que yo despierte, para que yo sepa que estoy aquí ante vosotras y que hay cosas que son tan sólo sueños... PRIMERA – (con una voz muy baja) No sé qué deciros... No oso mirar hacia las cosas... Ese sueño cómo continúa?... SEGUNDA – No sé cómo era el resto... Mal sé cómo era el resto... Por qué es que ha de haber más?... PRIMERA – Y lo que aconteció después? SEGUNDA – Después? Después de qué? Después es alguna cosa?... Vino un día un barco... Vino un día un barco... – Sí, sí... Sólo podía haber sido así... – Vino un día un barco, y pasó por esa isla, y no estaba allá el marinero... TERCERA – Tal vez hubiese regresado a la patria... Pero a cuál? PRIMERA – Sí, a cuál? Y lo qué habrían hecho al marinero? Lo sabría alguien? SEGUNDA – Por qué me lo preguntáis? Hay respuesta para alguna cosa? (una pausa) TERCERA – Será absolutamente necesario, incluso dentro de vuestro sueño, que haya existido ese marinero y esa isla? SEGUNDA – No, hermana mía; nada es absolutamente necesario. PRIMERA – Al menos, cómo acabó el sueño? SEGUNDA – No acabó... No sé... Ningún sueño acaba... Sé yo con certeza si no lo continúo soñando, si no lo sueño sin saber, si el soñarlo no es esta cosa vaga a la que yo llamo mi vida?... No me habléis más... Empiezo a estar segura de cualquier cosa, que no sé lo que es... Avanzan hacia mí, por una noche que no es ésta, los pasos de un horror que desconozco... A quién habré ido a despertar con el sueño mío que os conté?... Tengo un miedo disforme a que Dios hubiese prohibido mi sueño... Él es sin duda más real de lo que Dios permite... No estéis silenciosas... Decidme al menos que la noche va pasando, aunque yo lo sepa... Ved, comienza a ser de día... Ved: va a llegar el día real... Paremos... No pensemos más... No intentemos seguir en esta aventura interior... Quién sabe lo que está al final de ella?... Todo esto, hermanas mías, pasó en la noche... No hablemos más de esto, ni a nosotras mismas... Es humano y conveniente que tomemos, cada cual, su actitud de

tristeza. TERCERA – Fue tan bello escucharos... No digáis que no... Bien sé que no valió la pena... Y por eso es que lo hallé bello… No fue por eso, pero deja que yo lo diga... Además, la música de vuestra voz, que escuché aún más que vuestras palabras, me deja, tal vez sólo por ser música, triste... SEGUNDA – Todo deja triste, hermana mía... Los hombres que piensan se cansan de todo, porque todo cambia. Los hombres que pasan lo prueban, porque cambian con todo... De eterno y bello hay apenas el sueño... Por qué estamos nosotras hablando todavía?... PRIMERA – No sé... (mirando hacia el ataúd, en voz más baja) - Por qué es que se muere? SEGUNDA – Tal vez por no soñarse bastante... PRIMERA – Es posible... No valdría entonces la pena encerrarnos en el sueño y olvidar la vida, para que la muerte nos olvidase?... SEGUNDA – No, hermana mía, nada vale la pena... TERCERA – Hermanas mías, ya es de día... Ved, la línea de los montes se maravilla... Por qué no lloramos nosotras?... Aquella que finge estar allí era bella, y joven como nosotras, y soñaba también... Estoy segura de que el sueño de ella era el más bello de todos... Qué soñaría ella?... PRIMERA – Hablad más bajo. Ella nos escucha tal vez, y ya sabe para qué sirven los sueños... (una pausa) SEGUNDA – Tal vez nada de esto sea verdad... Todo este silencio, y esta muerta, y este día que comienza no son tal vez sino un sueño... Mirad bien hacia todo esto... Os parece que pertenece a la vida?... PRIMERA – No sé. No sé cómo se es de la vida... Ah, como estáis de quieta! Y vuestros ojos tan tristes, parece que lo están inútilmente... SEGUNDA – No vale la pena estar triste de otra manera... No deseáis que nos callemos? Es tan extraño estar viviendo... Todo lo que acontece es increíble, tanto en la isla del marinero como en este mundo... Ved, el cielo es ya verde... El horizonte sonríe oro... Siento que me arden los ojos, de yo haber pensado en llorar... PRIMERA – Lloraste, como efecto, hermana mía. SEGUNDA – Tal vez... No importa... Qué frío es esto?... Ah, es ahora... es ahora!... Decidme esto... Decidme una cosa aún... Por qué no será la única cosa real en todo esto el marinero, y nosotras y todo esto aquí que apenas es un sueño de él?... PRIMERA – No habléis más, no habléis más... Eso es tan extraño que debe ser verdad... No continuéis... Lo que ibais a decir no sé lo que es, pero debe ser demasiado para el alma poderlo oír... Tengo miedo de lo que no llegaste a decir... Ved, Ved, ya es de día... Ved el día... Haced todo por reparar sólo en el día, en el día real, allí fuera... Vedlo, Vedlo... Él consuela... No penséis, no miréis hacia lo que pensáis... Vedlo venir, el día... Él brilla como oro en una tierra de plata. Las leves nubes se redondean a medida que se colorean... Si nada existiese, hermanas mías?... Si todo fuese, de cualquier modo, absolutamente cosa ninguna?... Por qué miraste así?... (No le responden. Y nadie había mirado de ninguna manera) LA MISMA – Qué fue eso que dijiste y que me da pavor?... Lo sentí tanto que mal vi lo

que era... Decidme lo que fue, para que yo, oyéndolo una segunda vez, ya no tenga tanto miedo como antes... No, no... No digáis nada... No os pregunto esto para que me respondáis, sino para hablar apenas, para no dejarme pensar... Tengo miedo de poderme acordar de lo que fue... Pero fue cualquier cosa grande y pavorosa como el hallar a Dios... Debíamos ya haber acabado de hablar... Hace tanto ya que nuestra conversación perdió el sentido... Lo que es entre nosotras que nos hace hablar se prolonga demasiado... Hay más presencias aquí que nuestras almas... El día debía haber ya despuntado... Debían ya haber despertado... Tarda cualquier cosa... Tarda todo... Qué es lo que se está dando en las cosas de acuerdo con nuestro horror?... Ah, no me abandonéis... Hablad conmigo, hablad conmigo... Hablad al mismo tiempo que yo para no dejar sola a mi voz... Tengo menos miedo a mi voz que a la idea de mi voz, dentro de mí, si reparo en que estoy hablando... TERCERA – Qué voz es esa con que habláis?... Es de otra... Viene de una especie de lejanía. PRIMERA – No sé... No me recordéis eso... Yo debía estar hablando con la voz aguda y trémula del miedo... Pero ya no sé cómo es que se habla... Entre mí y mi voz se abrió un abismo... Todo esto, toda esta conversación y esta noche, y este miedo - todo esto debía haber acabado, debía haber acabado de repente, después del horror que nos dijiste... Comienzo a sentir que lo olvido, a eso que dijiste, y que me hizo pensar que yo debía gritar de una manera nueva para exprimir14 un horror de aquellos... TERCERA – (Hacia la SEGUNDA) - Hermana mía, no nos debéis haber contado esa historia. Ahora me extraña estar viva con más horror. Contabais y yo tanto me distraía que oía el sentido de vuestras palabras y su sonido separadamente. Y me parecía que vosotras, y vuestra voz, y el sentido de lo que decíais eran tres entes diferentes, como tres criaturas que hablan y caminan. SEGUNDA – Son realmente tres entes diferentes, con vida propia y real. Dios tal vez sepa por qué... Ah, pero por qué es qué hablamos? Quién es que nos hace continuar hablando? Por qué hablo yo sin querer hablar? Por qué es que ya no reparamos en que es de día?... PRIMERA – Quién pudiese gritar para despertarnos! Estoy oyéndome gritar dentro de mí, pero ya no sé el camino de mi voluntad hacia mi garganta. Siento una necesidad feroz de tener miedo de que alguien pueda ahora golpear aquella puerta. Por qué no golpea alguien la puerta? Sería imposible y yo tengo la necesidad de tener miedo de eso, de saber de qué es que tengo miedo... Qué extraña que me siento!... Me parece ya no tener mi voz... Parte de mí se adormece y me quedo viendo15... Mi pavor crece pero yo ya no sé sentirlo... Ya no sé en qué parte del alma es que se siente... Pusieron al sentimiento mío de mi cuerpo una mortaja de plomo... Para qué fue que nos contaste vuestra historia? SEGUNDA – Ya no me acuerdo... Ya mal me acuerdo que la conté... Parece haber sido ya hace tanto tiempo!... Qué sueño16, qué sueño absorbe mi modo de mirar hacia las cosas!... Qué es lo que nosotras queremos hacer? Qué es lo que nosotras tenemos la idea de hacer? ya no sé si es hablar o no hablar... PRIMERA – No hablemos más. A mí, me cansa el esfuerzo que hacéis para hablar... Me duele el intervalo que hay entre lo que pensáis y lo que decís... Mi conciencia flota en la 14

El verbo exprimir significa tanto exprimir como expresar, en el contexto de la oración ambos plasman el mismo sentido. 15 La frase en portugués es: “Me ficou a ver”, cuyo sentido aproximado es quedarse mirando con la mirada perdida, quedarse pasmado o en blanco. 16 En esta frase las dos veces Pessoa usa la palabra sono. Véase nota 2.

superficie17 de la somnolencia con pavor de mis sentidos por mi piel... No sé lo que es esto, pero es lo que siento... Preciso decir frases confusas, un poco largas, que cueste decirlas... No sentís todo esto como una araña enorme que nos teje de alma a alma una tela negra que nos prende? SEGUNDA – No siento nada... Siento mis sensaciones como una cosa que se siente... Quién es que yo estoy siendo?... Quién es que está hablando con mi voz?... Ah, escuchad... PRIMERA Y TERCERA – Quién fue? SEGUNDA – Nada. No oí nada... Quise fingir que oía para que vosotras supieseis que oíais y yo pudiese creer que había alguna cosa que oír... Oh, qué horror, qué horror íntimo nos desata la voz del alma, y las sensaciones de los pensamientos, y nos hace hablar y sentir y pensar cuando todo en nosotros pide el silencio y el día y la inconsciencia de la vida... Quién es la quinta persona en este cuarto que extiende el brazo y nos interrumpe siempre que vamos a sentir? PRIMERA – Para qué intentar tener pavor? No cabe más terror dentro de mí... Peso excesivamente en brazos de mi sentir. Me fundo toda en el lodo tibio 18 de lo que supongo que siento. Me entra por todos los sentidos cualquier cosa que nos prende y nos vela. Pesan los párpados en todas mis sensaciones. Se prende a la lengua en todos mis sentimientos. Un sueño19 profundo pega unas a otras las ideas de todos mis gestos. Por qué fue que miraste así?... TERCERA – (con una voz muy lenta y apagada) - Ah, es ahora, es ahora... Sí, alguien ha despertado... Hay gente que despierta... Cuando alguien entre todo esto acabará... Hasta entonces hagamos lo posible por creer que todo este horror fue un largo sueño 20 que estuvimos durmiendo… Ya es de día... Va a acabar todo... Y de todo esto queda, hermana mía, que sólo vos sois feliz, porque creéis en el sueño21... SEGUNDA – Por qué me lo preguntáis? Por qué yo lo dije? No, no creo... Un gallo canta. La luz, como que22 súbitamente, aumenta. Las tres veladoras se quedan en silencio y sin mirarse unas a otras. No muy lejos, por un camino, un carro errante gime y chirría.

11/12, Octubre, 1913.

17

Pessoa usa aquí un lenguaje alusivo a cuestiones propias de la vida marinera: “bóia à tona” hace referencia a las boyas que flotan en la superficie acuática, a la vez que “tona” puede tener como acepción embarcación de transporte. Aun así es importante tener en cuenta otro posible sentido, a saber, que bóia también significa figuradamente vacilar, con lo cual en el contexto de la frase se entendería que la conciencia vacila, se confunde, pierde claridad. 18 La palabra morno traduce tibio o templado en su uso literal, no obstante en su uso figurado alude a la falta de energía, a la monotonía, al desánimo. En el contexto podría tener las dos acepciones. 19 Palabra sono. Véase nota 2 20 Palabra sono. Véase nota 2 21 Palabra sonho. Véase nota 2 22 Hemos de señalar, por último, que Fernando Pessoa utiliza el giro de ambigüedad “como que” solamente en la acotación primera y en la última, procurando con ello envolver su drama en la misma atmósfera de vaguedad y misterio en que se desarrolla.

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