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EL JUEGO Y EL APRENDIZAJE DEL NIÑO ¿Por qué juega el niño?, ¿Por qué es tan importante el juego para su desarrollo? Piaget afirma que “el juego infantil es una actividad cultural que desarrolla la inteligencia”.
De manera positiva y creativa algunos métodos de formación como la pedagogía Waldorf introducen el juego en el mundo de la educación de los niños, reconociendo que el juego desarrolla un papel determinante en su desarrollo intelectual, emocional y físico, ya que de manera natural es a través del juego que el niño aprende y desarrolla el control de su propio cuerpo y coordina sus movimientos, organiza su pensamiento, explora y descubre el mundo que le rodea, descubre y reconoce sus emociones y sentimientos y resuelve sus problemas, es con el juego que el niño evoluciona como ser social y aprende a participar en su comunidad, además de descubrir sus intereses y por lo tanto, aprende. El juego implica además de movimiento, actividad mental continua que se traduce en creación, imaginación, exploración y fantasía. Cuando el niño juega y el juego es libre, desarrolla su capacidad de crear cosas, inventar situaciones y buscar soluciones a diferentes problemas que se le presentan en el juego. El juego en el ser humano (a cualquier edad) favorece el desarrollo intelectual. Jugando el niño desarrolla habilidades para prestar atención a lo que está haciendo, aprende a memorizar, a razonar, etc. A través del juego el pensamiento se desarrolla hasta lograr ser conceptual, lógico y abstracto. Así, el juego es una herramienta de aprendizaje mediante la cual el niño desarrolla sus capacidades motoras y su participación en un grupo con otros niños le permite observar, aprender y desarrollar no solo reglas básicas de convivencia, sino también la relación y la cooperación con otros, la empatía, la solidaridad, la pertenencia y el respeto hacía otros, los conceptos de amistad, muchos valores y hasta su lenguaje. Cuando el niño juega también imita y con ello desarrolla actitudes, comportamientos y hábitos sociales, el niño que juega se comunica, es creativo, imaginativo y se convierte en un ser que aprovecha el potencial de su inteligencia. Además de todo lo anterior, está en la naturaleza del niño sentirse atraído y motivado por el juego, con lo cual, el aprendizaje se vuelve divertido pero sobretodo interesante para el niño y tener la atención y la curiosidad de un niño significa que existe una disposición voluntaria para descubrir y aprender cosas nuevas sin que se tengan que imponer procesos de intelectualización o estimulación en exceso. Mediante el juego el niño descubre y aprende a su propio ritmo de acuerdo con su proceso de madurez y va formando algunos rasgos de su personalidad, mejora su coordinación motriz, su percepción sensorial y su inteligencia emocional, siendo el juego un recurso que le permite reconocer sus pensamientos y sentimientos, porque hablar de juego no significa darle juguetes a un niño para entretenerlo o distraerlo, dejar jugar a un niño es permitirle desarrollar esa capacidad creativa inherente a la infancia, significa dejarlo ser a través del juego: en la escuela, en la casa, significa dejarlo estar en espacios abiertos, mejor aún si puede
estar en contacto con la naturaleza y con otros niños, dejar jugar a un niño es crear un ambiente que fomente su imaginación y ese ambiente debe ser libre, exento de tendencias ajenas que controlan las ideas de un niño, el juego libre es aquel que diseña el propio niño con su fantasía, con su imaginación y que no necesariamente implica juguetes, sino materiales y objetos que le ofrezcan diferentes texturas, que pertenezcan a la vida cotidiana o la naturaleza y que no sean peligrosos, jugar implica la convivencia con otros niños y otros seres vivos como mascotas o plantas. Así el juego es un método de enseñanza y una forma de aprendizaje, en el juego pueden participar y convivir niños con niños y niños con adultos, el juego puede y debe integrarse en la vida cotidiana como una rutina porque es una fuente de aprendizaje. Es importante tomar en cuenta que desde los 0 hasta los 7 años los niños siguen desarrollando su cuerpo, sus órganos internos se siguen configurando y la evolución de sus sentidos no se detiene y por el contrario son el movimiento y el juego los que dan al niño conocimiento sobre éstos, por eso determinante cuidar el ambiente de juego del niño: los colores, sonidos, formas y texturas que lo rodean, porque se traducen en estímulos y éstos tienen un impacto en su vida. Jugar con los niños es fácil pero implica dedicación y compromiso, porque los niños imitan y perciben el interés del adulto en lo que están haciendo juntos, incorporar el juego puede hacerse con actividades diarias en la casa, por ejemplo cuidando el jardín o las plantas interiores, o haciendo tareas domésticas con la vigilancia de un adulto, como barrer, lavar trastes, cocinar, hornear. El juego repetido da al niño seguridad y confianza, lo enseña a perfeccionar algunas habilidades y a improvisar con sus ideas. Jugar debería ser la actividad principal de todo niño para cuidar y desarrollar su salud física y emocional, para garantizar un sano aprendizaje, jugar es un derecho infantil y todos los adultos deberíamos de preocuparnos por hacer que se respete y se cumpla. Un niño que juega, es un niño que piensa y es feliz.
Juego estimula el aprendizaje en niños Por: Difusión Cultural de Fundación Teletón Última actualización: 15-04-2012
La mayoría de los bebés nacen con un potencial cerebral ilimitado, pero para obtener el máximo desarrollo es necesaria la estimulación, y que mejor manera de hacerlo que a través del juego. Los especialistas señalan que el juego, con el paso del tiempo, se convierte en un compañero inseparable que no solamente sirve como un elemento distractor, sino también como un gran aliado para suaprendizaje. La presencia de los juguetes en la vida de un niño, es tan trascendental que incluso desde antes de que nazca, los padres se ocupan de adquirirlos entre los accesorios de primera necesidad, lo cual ha llevado a que el mercado se vea saturado de una gran variedad, algunos de ellos muy útiles para impulsar el desarrollo de los niños.
Aunque tu hijo continuará su aprendizaje a lo largo de su vida, serán los primeros años en los que hacerlo le resulte más sencillo, ¿has escuchado a las educadoras decir que cuando los niños son muy pequeños, su cerebro es como una esponjita?
Eso es una realidad, efectivamente, son capaces de absorber todos los conocimientos que pongas a su alcance; además de que están más dispuestos a asimilar cosas, la manera en que se les enseña está cargada de afecto y se basa principalmente en el juego y elementos que resultan divertidos y estimulantes para él. Jean Piaget, el famoso psicólogo suizo, quien hizo importantes aportaciones a la educación y al desarrollo de los infantes, afirmaba que del nacimiento a los dos años, jugar es una repetición de las actividades de investigación que los niños utilizan para explorar el mundo con los sentidos: agarra, huelen saborean, miran y escuchan una y otra vez hasta que han procesado cada fragmento de información. Cuando pueden controlar un objeto o proceso nuevo, comienza su siguiente exploración, precisamente porque han disfrutado la experiencia de explorar y dominar. Como explica Martie Pieterse, autora del libro Jugar y aprender: “El juego es un instrumento natural que tu hijo utiliza para explorar y descubrir -y con el tiempo dominar - el mundo que le rodea. Por esta razón tiene una importancia fundamental en el desarrollo de sus habilidades en todos los niveles: el pensamiento y la memoria, la competencia lingüística, la movilidad, la coordinación mano-ojo y pie-ojo, así como la madurez social y emocional”. Pero el juego también es una forma de expresarse y eso lo podrás confirmar con tu hijo, cuando a través de él te deja conocer la manera en que ve y experimenta su mundo. Por ejemplo, cuando tu hija juega con una muñeca y simula ser su madre, ella reflejará la manera en que tú te comportas con ella y cómo le haces sentir, lo cual para ti puede ser una oportunidad para detectar si estás cometiendo algún error en la forma en que te conduces hacia ella.
Aliados de la infancia A lo largo del crecimiento de tu bebé vas a encontrar distintas herramientas que te serán de gran ayuda para su formación, “en el caso de los juguetes, sobre todo en el caso de los educativos, se convierten en un útil apoyo para el desarrollo de las habilidades motrices y cognoscitivas de los niños. Es impactante ver cómo a través de esta actividad que en teoría tienen como fin entretenerlos, se despiertan muchas capacidades, por ejemplo: los niños por intuición comienzan a clasificar sus juguetes, separan los coches chicos de los más grandes, sin saber que eso, más adelante, contribuirá para que aprendan las matemáticas”, explica la licenciada Andrea Calderón, especialista en Educación especial.
El juego de tu hijo cambiará en la medida que él se desarrolla y que despierta nuevas habilidades, de ahí que es importante que te mantengas al pendiente de este punto a fin de que incluyas cada vez más actividades y los objetos para jugar.
Durante los primeros meses de nacido, el mejor juguete serás tú, porque él ha aprendido a reconocer tu voz, tu mirada y eres la persona que está más cercana a él. En tanto el niño crezca y su mundo se amplíe, es decir, que tenga la oportunidad de conocer a otras personas, de ver objetos y tomarlos entre sus manos, se empezará a interesar por ellos. Ten presente que el hecho de que te unas a su juego, participes activamente con él y compartas diariamente determinado tiempo con él, no solamente contribuirá a que estimule su conocimiento desde temprana edad, también ayudarás a fortalecer su autoestima y le harás sentir amado. “Conocerte a ti mismo, esculpe tu carácter”.
Influencia del juego infantil en el desarrollo y aprendizaje del niño y la niña *Diplomada en Educación Infantil **Diplomada Audición y Lenguaje Licenciada en Psicopedagogía (España)
Elena García Márquez* María José Alarcón Adalid**
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Resumen El juego infantil ayuda a adquirir hábitos saludables y a formar el carácter del niño/a. Mediante la observación del juego podemos conocer la psicología del niño/a y su evolución. El juego es placer, experiencia en libertad, proceso, acción, ficción,… es una actividad seria que implica gran esfuerzo por parte del niño/a. Contribuye al desarrollo infantil de forma global, ya que ayuda a desarrollar de forma adecuada el ámbito psicomotor, el afectivo social y el intelectual. Mediante el juego, el niño/a, actúa, reflexiona, se expresa, descubre el mundo que le rodea. Palabras clave: juego. Aprendizaje. Desarrollo infantil. Juego simbólico. Juego de reglas. Juego cooperativo. Socialización. EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 153, Febrero de 2011. http://www.efdeportes.com/ 1/1
1.
Definición y características del juego infantil
Diferentes estudios han demostrado que el juego infantil adquiere una particular trascendencia en la formación del carácter y los hábitos del niño/a.
Mediante la actividad lúdica, el niño/a afirma su personalidad, desarrolla su imaginación y enriquece sus vínculos y manifestaciones sociales. El estudio y la observación del juego infantil constituyen un valioso medio para conocer la psicología del niño/a y su evolución. Lo primero que define el juego es el placer, el juego siempre es divertido y generalmente suscita excitación y hace aparecer signos de alegría. Cada tipo de juego genera distintos tipos de placer, es placer de ser causa, de provocar efectos, placer sensomotriz, placer de crear y destruir sin culpa…en definitiva, placer de interactuar y compartir. De la misma manera el juego es una experiencia de libertad ya que se produce sobre un fondo psíquico caracterizado por libertad de elección. Es una actividad voluntaria libremente elegida que no admite imposiciones externas. Aunque cuando el juego es grupal tiene que acatar las reglas del juego. El juego es sobre todo un proceso, sus motivaciones son intrínsecas no tiene metas o finalidades extrínsecas. Así mismo el juego es una actividad que implica acción y participación activa. Se considera la ficción como un elemento constitutivo del juego. Jugar es el “como sí” de la realidad, teniendo al mismo tiempo conciencia de ficción. La ficción implica oposición con la función de lo real y le permite al niño/a liberarse de las imposiciones que lo real le impone para actuar y funcionar con sus propias normas y reglas que a sí mismo/a se impone. El juego es una actividad seria, porque en ella se activan todos los recursos y capacidades de la personalidad. El juego para el niño/a es el equivalente al trabajo del adulto. Por los aciertos en el juego mejora su autoestima, es un mecanismo de autoafirmación de la personalidad. Aunque el juego se pueda ver como una forma de descanso y ausencia de esfuerzo, podemos observar que este puede implicar un gran esfuerzo. Muchos juegos poseen reglas severas, y actividades costosas o arduras que buscan dificultad, mientras en otras ocasiones transcurren en medio de tranquilas repeticiones y sin otra intención que la obtención de placer. Sin embargo para que haya juego y para que el niño/a se divierta los obstáculos a superar desempeñan un papel importante, y parece necesarios porque por lo contrario se cae en el aburrimiento. 2.
Contribuciones del juego para el desarrollo infantil
Los estudios realizados desde distintas perspectivas epistemológicas permiten considerar el juego como una pieza clave en el desarrollo integral infantil, ya que guarda conexiones sistemáticas con lo que no es juego, es decir, con el desarrollo del hombre en otros planos como son la creatividad, la solución de problemas, el aprendizaje de papeles sociales…, esto es, con numerosos fenómenos cognoscitivos y sociales. De las conclusiones de esos estudios se desprende que el juego es una actividad vital e indispensable para el desarrollo humano, ya que contribuye al desarrollo psicomotriz, afectivo-social e intelectual.
El juego es una necesidad vital, porque el niño/a necesita acción, manejar objetos y relacionarse. Es su actividad más espontánea hasta el punto que decimos que está enfermo/a cuando no juega. 2.1.
Desarrollo psicomotor
Desde el punto de vista psicomotriz, el juego potencia el desarrollo del cuerpo y de los sentidos. La fuerza, el control muscular, el equilibrio, la percepción y la confianza en el uso del cuerpo, se sirven para su desenvolvimiento de las actividades lúdicas. El bebé produce movimientos y sensaciones cambiantes al explorarse a sí mismo y a su entorno. Cuando descubre una pauta de acción la repite y ejercita una y otra vez, tanto por experimentar el placer al hacerlo como para comprobar y ampliar sus consecuencias inmediatas y posibilidades. Todos los juegos de movimiento (juegos con el cuerpo y con los objetos) tienen un papel relevante en su progresivo desarrollo psicomotor, completando los efectos de la maduración nerviosa, y estimulando la coordinación de las distintas partes del cuerpo. Gracias a los primeros juegos de movimiento de los primeros años (llamados por Henri Wallon funcionales y por Jean Piaget sensoriomotores) el niño/a construye esquemas motores que se ejercita en repetirlos, que se van integrando unos con otros, complejizando y desarrollando el desenvolvimiento de las funciones psicomotrices. Los juegos de movimiento espontáneos, fomentan una adquisición cada vez mayor de las partes del cuerpo, porque el juego es el medio natural de adquirir experiencias, para la adaptación al ambiente físico y social y para la perfección de los gestos, de forma que sean más seguros, eficaces y coordinados. A través del juego se desarrollan funciones psicomotrices tales como:
2.2.
El desarrollo de la motricidad gruesa y fina: coordinación dinámica global, equilibrio, la precisión de movimientos, la fuerza muscular, el control motor o la resistencia. El desarrollo de las capacidades sensoriales como: estructuración del esquema corporal (noción de las partes del cuerpo, de la lateralidad, del eje central de simetría) percepción espacio-visual (percepción visual, noción de dirección, orientación espacial), percepción rítmico-temporal (percepción auditiva, ritmo, noción de tiempo), percepción táctil, percepción olfativa y percepción gustativa.
Desarrollo afectivo-social
Desde el punto de vista afectivo-social, por el juego el niño/a toma contacto con sus iguales, y ello le ayuda a ir conociendo a las personas que le rodean, aprender normas de comportamiento y a descubrirse así mismo en el marco de estos intercambios. Todas las actividades lúdico-grupales que realizan los niños y las niñas a lo largo de la infancia estimulan su progresivo desarrollo del yo social. Los estudios realizados destacan que los juegos simbólicos, los juegos de reglas y los juegos cooperativos tienen cualidades intrínsecas que los hacen relevantes en el proceso de socialización infantil. A continuación hablaremos de cada uno de estos juegos. El papel de los juegos simbólicos
Estimula la comunicación y cooperación con los iguales: El deseo de reproducir el mundo del adulto hace que el niño/a necesite compañeros/as de juego, esta interacción facilitará el paso del egocentrismo de los tres años a una mayor colaboración hacia los seis o siete, ya que tiene que ponerse de acuerdo con los otros que experimentan y reflejan diversas formas de relación emotiva, de percepción y valoración de las situaciones, tiene que coordinar sus acciones con los demás, ayudarse y complementarse con el rol del compañero/a, se experimenta la participación, la competencia, el ser aceptado/a o rechazado/a…El niño/a en la representación de otro, reflexiona sobre la experiencia del otro y sobre la situación vivida por él/ella, asume el papel del otro, tomando su perspectiva y favoreciendo la desaparición del egocentrismo.
Con el juego se potencia progresivamente la relación con los/as otros/as, lo que permite la asimilación del lenguaje y de diversas formas de comunicación, así como argumentar sus propósitos para que haya un entendimiento de estos.
El juego amplía el conocimiento del mundo social del adulto y prepara para el trabajo: Al representar las profesiones se descubre la vida social del adulto, las relaciones entre ellos, derechos y deberes de cada rol.
Por el juego se amplía el conocimiento de los hechos, situaciones y realidades sociales, porque cada niño/a aporta nuevas visiones del mundo representando distintos roles y distintas cualidades del mismo rol, ampliando la variedad de funciones sociales y de actitudes y explorando distintas modalidades relacionales.
El juego facilita el autoconocimiento, el desarrollo de la conciencia personal: En las interacciones lúdicas con sus iguales, las situaciones que experimenta provocan sentimientos, actitudes y comportamientos relacionales diferentes. El niño/a observa cómo reacciona él/ella ante distintas situaciones, cual es su comportamiento y cuáles son sus habilidades o defectos.
Juegos de reglas y desarrollo social
Los juegos de reglas, aunque aparecen hacia los 4 – 5 años, se constituyen de los 7 a los 12 años. Estas actividades están estructuradas a base de reglas objetivas, siendo una falta la violación de las mismas. Los juegos de reglas son juegos de combinaciones sensoriomotoras o intelectuales con competencia entre los individuos y regulados por un código. Al final de la Educación Infantil el niño/a es capaz de incorporarse a los juegos de reglas, siendo esta capacidad de aceptación de las reglas un indicador de su madurez. Todo el desarrollo de la sociabilidad que promueven los juegos simbólicos individuales y colectivos se ve reforzado por los juegos de reglas. El papel del juego cooperativo en el desarrollo social Los juegos cooperativos son aquellos en los que los jugadores dan y reciben ayuda para contribuir a fines comunes. Son juegos que promueven la comunicación, la cohesión, la confianza, teniendo en su base la idea de aceptarse, cooperar y compartir. En esta categoría de juego se puede incluir los juegos de representación colectivos, juegos motores y de regla que impliquen como elementos estructurales la participación, aceptación, ayuda y cooperación. Algunos estudios observacionales confirman que los programas de juego cooperativo estimulan un incremento de la conducta cooperativa espontánea entre niños/as de guardería durante el tiempo libre (Orlick, Mc Nally y O´Hara, 1978), en el juego libre que se realiza en la habitación de juego (Jensen, 1979) y entre los/as preescolares durante el juego libre en un gimnasio (Orlick y Foley, 1979). 2.3.
Desarrollo intelectual
Jugando, el niño/a aprende porque obtiene nuevas experiencias, porque es una oportunidad de cometer aciertos y errores, de aplicar sus conocimientos y de resolver problemas. El juego estimula el desarrollo de las capacidades de pensamiento, de la creatividad infantil, y crea zonas potenciales de aprendizaje. En el plano intelectual, el desarrollo del juego de simulación o ficción incorpora muchas tendencias del desarrollo cognitivo, todas ellas relacionadas con el desarrollo de un pensamiento menos concreto y más coordinado. Estas tendencias incluyen descentración, descontextualización e integración, al mismo tiempo que desarrollan el pensamiento convergente y divergente (Bruner, 1972; Dansky, 1980 a; Pepler y Ross, 1981), y suponen un apoyo para la elaboración de muchas operaciones cognitivas tales como correspondencia, conservación, clasificación, reversibilidad, y toma de perspectiva.
De las investigaciones sobre el juego y su relación con el desarrollo cognitivo, se pueden proponer las siguientes conclusiones:
El juego manipulativo es un instrumento de desarrollo del pensamiento. J. Piaget (1945/1987) proporciona en su teoría la relación entre el pensamiento y la acción planteando que las actividades motrices y sensoriales están en la base del desarrollo de la inteligencia, ya que los juegos corporales y sensoriales son un medio de ejercitación del pensamiento motor general. El juego es una fuente de aprendizaje que crea zonas de desarrollo potencial. Más allá de ser una actividad fuente de aprendizaje, Vigotsky plantea que el juego crea áreas de desarrollo potencial observando que en el juego los niños/as utilizan recursos más evolucionados que en otro tipo de actividad. El juego es un estímulo para la atención y la memoria. Las propias condiciones del juego obligan al niño/a a concentrarse en los objetos de la situación lúdica, en el argumento que tiene que interpretar o en el contenido de las acciones, ya que quien no siga con atención la situación lúdica, quien no recuerde las reglas del juego o no asuma el determinado uso simbólico de los objetos será expulsado/a del juego. El juego fomenta el descentramiento cognoscitivo. El deseo de jugar con los otros, hace necesario compartir el simbolismo, estimulando su progreso, su evolución, desde el egocentrismo inicial a una representación cada vez más cercana a la realidad. Cuando el juego simbólico se torna colectivo, es necesario coordinar distintos puntos de vista sobre las acciones, sobre el significado de los objetos y ello implica la coordinación de los criterios propios con los criterios de otros, lo que facilita el proceso de descentramiento. El juego origina y desarrolla la imaginación y la creatividad. Han sido muchos los investigadores que han llamado la atención sobre las estrechas conexiones entre el juego y la creatividad. Para Winnicott (1971-1982), el juego es la primera actividad creadora. Vygotski (1933-1982) sugirió que la imaginación nace en el juego y antes del juego no hay imaginación. Desde otra perspectiva, Chateau (1950-1973) también observó la importancia del juego en el desarrollo de la imaginación, destacando que “El juego contribuye a desarrollar el espíritu constructivo, la imaginación y la capacidad de sistematizar, además lleva el trabajo, sin el cual no habría ni ciencia ni arte”. El juego estimula la discriminación fantasía-realidad. El niño/a cuando hace “como si”, se aparta de su papel para representar a otra persona u objeto, mientras juega es consciente de ese “como si” y este conocimiento de la ficción estimula el establecimiento de la diferenciación entre fantasía y realidad (Dilalla y Watson, 1988). Además, al jugar realiza acciones que no
3.
tienen las consecuencias que tendrían en realidad, y ello también estimula esta progresiva diferenciación. El juego es comunicación y facilita el desarrollo del lenguaje. El juego es en cierto modo el antecedente de la palabra, la primera manera de nombrar la realidad. Se puede desarrollar el papel importante de los juegos lingüísticos, a los cuales se dedican los niños y las niñas con gran placer, ya que son unas de las formas básicas de aprendizaje del lenguaje. El niño/a desarrolla esta actividad lúdica con el lenguaje en los monólogos, en diálogos ficticios o reales. En el juego explora las posibilidades de su repertorio lingüístico y paralingüístico (tono, ritmo, modulación…). La ficción es una vía de desarrollo del pensamiento abstracto. El juego simbólico desempeña un papel transcendente en el desarrollo del pensamiento, viendo la situación ficticia del juego una vía para la abstracción. El juego simbólico imaginativo promueve la adaptación a la realidad, el sentido de realidad, la actitud científica y el desarrollo del razonamiento hipotético. La situación sustitutiva en el juego es el prototipo de todo proceso cognitivo, y esta situación ficticia del juego puede considerarse como el camino hacia el desarrollo del pensamiento abstracto (Vygotski, 1933-1982). En el juego de ficción o de rol por primera vez aparece una divergencia entre el campo semántico (caballo) y el visual (palo), entre lo que el niño/a ve y el significado mental que le atribuye, y por primera vez en la acción lúdica el pensamiento se separa de las cosas y se inicia la acción que proviene del pensamiento (cabalgar) y no del objeto.
El juego como instrumento de aprendizaje
El juego es fuente de aprendizaje porque estimula la acción, la reflexión y la expresión. Es una actividad que permite investigar y conocer el mundo de los objetos, el de las personas y su relación, explorar, descubrir y crear. Los niños/as aprenden con sus juegos, investigan y descubre el mundo que les rodea, estructurándolo y comprendiéndolo. No hay diferencia entre jugar y aprender, porque cualquier juego que presente nuevas exigencias se ha de considerar como una oportunidad de aprendizaje; es más, en el juego los niños y las niñas aprenden con una facilidad notable porque están especialmente predispuestos para recibir lo que les ofrece la actividad lúdica a la cual se dedican con placer. Además, la atención, la memoria y el ingenio se agudizan en el juego, y todos los aprendizajes que realizan cuando juegan serán transferidos posteriormente a las situaciones no lúdicas. El juego debe estar incluido en los proyectos educativos no sólo porque los niños y niñas sientan la necesidad de jugar, sino como medio de diagnóstico y conocimiento profundo de las conductas del alumnado. El juego facilita el desarrollo de los diferentes aspectos de la conducta: de carácter, de habilidades sociales, de dominios motores y el desarrollo de las capacidades físicas; al tiempo
que entraña experiencias diversificadas e incluye incertidumbre, facilitando la adaptación y como consecuencia, la autonomía en todos los ámbitos de la conducta. El profesor/a deberá tener en cuenta que el juego supone una acción motriz, ya que, como indica Florence, deben cumplirse una serie de premisas que recogen las principales líneas metodológicas constructivistas en las que se basa el actual sistema educativo, como son: la participación, la variedad, la progresión, la indagación, la significatividad, la progresión, la actividad, la apertura y la globalidad. Los juegos deben considerarse como una actividad importante en el aula, puesto que aportan una forma diferente de adquirir el aprendizaje, mediante el descanso y la recreación. Los juegos permiten orientar el interés del participante hacia las áreas que se involucren en la actividad lúdica. El profesor/a hábil y con iniciativa inventa juegos que se acoplen a los intereses, a las necesidades, a las expectativas, a la edad y al ritmo de aprendizaje. Los juegos complicados le restan interés a su realización. En la primera etapa se recomiendan juegos simples, donde la motricidad esté por delante. Los juegos de imitación, cacería y persecución deben predominar en esta etapa. En la segunda, deben incluirse las competencias y los deportes. El niño/a ni está preparado ni le gusta oír largo tiempo las explicaciones de clase, sin embargo, el profesor/a es consciente de que este/a asimila más o menos el 20% de su exposición, pero en ocasiones no cambia sus estrategias, continúa apegado a lo tradicional, sobre todo en el Primer Ciclo de Primaria que es inhumano hacer que los niños/as permanezcan sentados/as largo tiempo. Es aconsejable que cada cierto tiempo se levanten de sus asientos y que den una vuelta alrededor de los pupitres, que den pequeños saltos, que levanten las manos, que imiten algún animal y luego vuelvan a sus sitios. Los juegos deben propiciar la higiene personal. Por este motivo, el juego constituye una situación ideal para la formación de hábitos higiénicos. La experiencia enseña que en la segunda etapa también son importantes esos ratos de ocio bien dirigidos en los cuales se pueden incluir juegos, canciones, cuentos, retahílas, adivinanzas, fábulas, trabalenguas, cuentos crecientes, cuentos mínimos, descifrar códigos ¿A qué se parece?, anagramas, entre otros (Torres Perdomo, 1991, 1993, 2001). Si las actividades se combinan el resultado tiene que ser halagador. Estos períodos de descanso benefician el desenvolvimiento del estudiante y le permiten al profesor/a controlar – para orientar – el proceso de aprendizaje en forma individual y colectiva. También le permiten conocer quién produce y cómo lo hace, bajo qué procedimientos se orienta y qué actitudes involucra. Esas manifestaciones espontáneas que propician los juegos sirven de pauta para las evaluaciones conscientes y justas.
El juego, como elemento esencial en la vida del ser humano, afecta de manera diferente cada período de la vida: juego libre para el niño/a y juego sistematizado para el/la adolescente. Todo esto lleva a considerar el gran valor que tiene el juego para la educación. En definitiva, para que un juego se convierta en un medio educativo, es necesario que se den y que se creen, las siguientes condiciones:
4.
Potenciar la creatividad. Permitir el desarrollo global del niño/a. Eliminar el exceso de competitividad, buscando más lo cooperativo que lo competitivo; dando más importancia al proceso que al resultado. Evitar situaciones de jugadores espectadores, evitando juegos de eliminación. Estableciéndose como una vía de aprendizaje cooperativo impidiendo situaciones de marginación. Ser gratificante, y por lo tanto motivante y de interés. Suponer un reto para el niño/a pero que éste sea alcanzable.
Conclusión
Podemos afirmar que el juego es un instrumento de aprendizaje, de y para la vida. Se puede utilizar no solamente para estimular la creatividad sino como una manera de transformar emociones negativas. Es un importante vehículo que tienen los niños/as para aprender y asimilar nuevos conceptos, habilidades y experiencias; por ello podemos decir, sin temor a equivocarnos, que es un instrumento primordial para la educación. Bibliografía
Chateau, J. (1958). Psicología de los juegos infantiles. Buenos Aires: Kapelusz. Dilalla, F.L y Watson, M.W (1988). Diferation of fantasy and reality. Preschoolers reaction to interruptions in their play. Development Psychology. Garaigordobil, M. (1990). Juego y desarrollo infantil. Madrid: Seco Olea. Jensen, A. R. (1979). Bias in mental testing. New York: Free Press. Llorca, M., Ramos, V., Sánchez, J., Vega, A. (2002). La práctica psicomotriz: una propuesta educativa mediante el cuerpo y el movimiento. Málaga: Aljibe. Martínez Medrano, E. (1983). El juego infantil: análisis y aplicación escolar. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, Instituto de Ciencias de la Educación. Orlick, T., J. McNally y T. O’Hara (1978). “Cooperative games: systematic analysis and cooperative impact”, en F. L. Smoll y R. E. Smith, Psychological perspectives in youth sports, Nueva York, Hemisphere. Orlick, T., y Foley, C. (1979). “Pre-school cooperative games: A preliminary perspective”, en M. J. Melnick (Ed.), Sport sociology: Contemporary themes, Dubuque, Iowa, Kendall/Hunt. Piaget, J (1945). La formación del símbolo en el niño. México: fondo de cultura económica. (décima reimpresión, 1987).
Torres Perdomo, M. E. (1991). Literalidad en la Educación Básica. Mérida, Consejo de Publicaciones de la ULA; (1993). La candidez de un niño. Mérida, Consejo de Publicaciones de la ULA; (2001). La lectura y la escritura: un binomio completo. Mimeografiado. Vygotski, L. S. (1982). “El juego y su función en el desarrollo psíquico del niño”, versión castellana de la conferencia dada por Vygotski en el Instituto Pedagógico Estatal de Hertzsn en 1933, Leningrado, en R. Grasa, Cuadernos de Pedagogía, 85, 39-49. Winnicott, D. (1971). Realidad y juego, Ed. Gedisa, Barcelona
EL JUEGO COMO ACTIVIDAD DE
ENSEÑANZA-APRENDIZAJE Por Eduardo Crespillo Álvarez
no de los temas más interesantes al que podemos enfrentarnos como maestros lo constituye la reflexión sobre el juego infantil, de modo que su comprensión nos ayudará a desarrollar nuestro trabajo en el aula de una manera mucho más efectiva. Pedagogos y psicólogos reiteran una y otra vez que el juego infantil es una actividad mental y física esencial que favorece el desarrollo del niño de forma integral y armoniosa. Mediante los juegos, los niños consiguen entrar en contacto con el mundo y tener una serie de experiencias de forma placentera y agradable. Jugar es investigar, crear, conocer, divertirse, descubrir, esto es, la expresión de todas las inquietudes, ilusiones, fantasías, que un niño necesita desarrollar para convertirse en adulto.
U
El juego como fenómeno cultural Desde que el historiador holandés Huizinga escribió en 1938 su famoso libro Homo ludens, al que Ortega y Gasset calificó como «libro egregio», todo el entramado del saber conoce que el juego es para el hombre en general un elemento tan importante como el trabajo intelectual o el fabril. En cierto modo, Huizinga se apoyó en una idea orteguiana, la del sentido deportivo de la vida, y reconstruyó una imagen del hombre, distante del ‘homo sapiens’ así como del ‘homo faber’, a la que denominó ‘homo ludens’. En su obra, Huizinga se alejó de las consideraciones biológicas, etnológicas y psicológicas del juego que predominaban en el pensamiento de su época y dejó fijado para la posteridad la idea dominante en nuestro tiempo entre psicólogos, pedagogos, maestros y toda la sociedad en general: el juego es un fenómeno cultural, una actividad libre y desinteresada: «Jugando —escribía Huizinga—, fluye el espíritu creador del lenguaje constantemente de lo material a lo pensado. Tras cada expresión de algo abstracto hay una metáfora y, tras ella, un juego de palabras».
Así pues, en este breve artículo me propongo desarrollar una idea esencial en Huizinga: la cultura surge en forma de juego; la cultura, al principio, se juega. Por eso,Homo ludens liga el juego a la poesía, a la filosofía, al arte, al saber, al derecho, etc., y plantea con sumo interés una pregunta esencial: ¿En qué medida la cultura que vivimos se desarrolla en forma de juego? ¿En qué medida el espíritu lúdico inspira a los hombres que viven la cultura?
Pedagogos y psicólogos reiteran una y otra vez que el juego infantil es una actividad mental y física esencial que favorece el desarrollo del niño de forma integral y armoniosa.
Esa pregunta es primordial para un maestro porque tal sedimento cultural impregna el espíritu del niño y las formas como mejor se manifiesta son todas ellas formas de carácter lúdico. Por eso, el juego presenta un sinfín de posibilidades educativas que contribuye a la mejora del niño como ser humano. El juego va evolucionando conforme se van desarrollando las edades más tempranas del niño, del mismo modo que lo hizo la propia cultura humana, que, en sus fases primarias, tuvo en cada organización social algo de lúdica, pues se desarrolló en las formas y con el ánimo de un juego.
Valor del juego en el desarrollo de la inteligencia Un maestro tendrá que comprender esos momentos evolutivos: comprender el parangón entre el juego infantil y la cultura como forma de juego. En efecto; lo primero que el docente debe tener en cuenta es que el juego constituye la actividad fundamental del niño y que, gracias a esa actividad, los niños consiguen convertir la fantasía en realidad. El juego es un modo de expresión importantísimo en la infancia, una forma de expresión, una especie de lenguaje, la metáfora de Huizinga, por medio de la cual el niño exterioriza de una manera desenfadada su personalidad. Por esta razón el juego es una actividad esencial para que el niño se desarrolle física, psíquica y socialmente. El niño necesita jugar no sólo
para tener placer y entretenerse sino también, y este aspecto es muy importante, para aprender y comprender el mundo. Lo mismo que Huizinga, al interrogar al ‘Homo ludens’, identificaba la cultura con el fundamento del juego, muchos psicólogos y pedagogos han tratado de resolver cuestiones paralelas que surgen en la época de la infancia: ¿Por qué juega el niño?, ¿Por qué es tan importante el juego para el desarrollo del niño? Creo que la mejor respuesta fue ofrecida por Piaget: el juego infantil es una actividad cultural que desarrolla la inteligencia. De esta forma, los juegos manipulativos, simbólicos y de reglas responden a los tres niveles de la estructura del pensamiento: sensoriomotor, representativo y reflexivo. Así pues, la cultura, aliada con la inteligencia, se comportan en el período inicial de la vida como formas lúdicas.
El juego y la educación La introducción del juego en el mundo de la educación es una situación relativamente reciente. Hoy en día, el juego desarrolla un papel determinante en la escuela y contribuye enormemente al desarrollo intelectual, emocional y físico. A través del juego, el niño controla su propio cuerpo y coordina sus movimientos, organiza su pensamiento, explora el mundo que le rodea, controla sus sentimientos y resuelve sus problemas emocionales, en definitiva se convierte en un ser social y aprende a ocupar un lugar dentro de su comunidad. En este sentido, la actividad mental en el juego es continua y, por eso, el juego implica creación, imaginación, exploración y fantasía. A la vez que el niño juega, crea cosas, inventa situaciones y busca soluciones a diferentes problemas que se le plantean a través de los juegos. El juego favorece el desarrollo intelectual. El niño aprende a prestar atención en lo que está haciendo, a memorizar, a razonar, etc. A través del juego, su pensamiento se desarrolla hasta lograr ser conceptual, lógico y abstracto.
Mediante el juego, el niño también desarrolla sus capacidades motoras mientras corre, salta, trepa, sube o baja y, además, con la incorporación a un grupo se facilita el desarrollo social, la relación y cooperación con los demás así como el respeto El juego es un modo de expresión importantísimo mutuo. Más aún: al en la infancia, una forma de expresión, una relacionarse con otros niños especie de lenguaje, la metáfora de Huizinga, por medio de la cual el niño exterioriza de una mediante el juego, se manera desen-fadada su personalidad. desarrolla y se perfecciona el lenguaje. Los juegos con los que el niño asume un rol determinado y donde imita y se identifica con los distintos papeles de los adultos influyen de una manera determinante en el aprendizaje de actitudes, comportamientos y hábitos sociales. Tanto la capacidad de simbolizar como la de representar papeles le ayuda a tener seguridad en sí mismo, a autoafirmarse, acrecentando, además, la comunicación y el mantenimiento de relaciones emocionales. Por tanto, la metáfora de Huizinga y el símbolo de Piaget se aúnan en el juego infantil.
El juego, el recurso educativo por excelencia Teniendo en cuenta todas las razones explicadas anteriormente, podemos declarar que «el juego es el recurso educativo por excelencia» para la infancia. El niño se siente profundamente atraído y motivado con el juego, cuestión que debemos aprovechar como educadores para plantear nuestra enseñanza en el aula. Siguiendo el proceso evolutivo del niño, debemos contribuir a facilitar la madurez y formación de su personalidad a través de distintos juegos funcionales que pueden ir ayudando a que el niño logre su coordinación psicomotriz, su desarrollo y perfeccionamiento sensorial y perceptivo, su ubicación en el espacio y en el tiempo. Todo ello exige un ambiente propicio no sólo en la clase, sino también dentro del entorno familiar. Este ambiente requiere espacios, tiempos, material (no sólo juguetes, sino otros recursos) y la presencia de algún
adulto conocedor de su papel.
El maestro y su rol en el juego en la escuela Nuestro rol como maestros debe ser de animador del juego o incluso de un jugador más. Si nos queremos convertir en «directores» del juego, en personas «adultas y serias», que mandan, organizan y disponen, jamás lograremos un clima adecuado, donde el niño se exprese de manera autónoma y libre mediante el juego. Esto no significa que debamos dejar a nuestros alumnos solos, sino que debemos orientarlos, darles ideas y animarlos, con el propósito de que, en sus períodos de juego, los niños encuentren en sus maestros a alguien al que pueden acudir de una forma algo más distendida. Para ello, el maestro debería tener en cuenta, en su rol de «animador-estimulador» del juego, una serie de elementos: 1. Diseño de espacios del juego El profesor debe facilitar al alumno las mejores condiciones posibles para el juego y debe ser capaz de organizar el ambiente del mismo. El espacio ambiental será lo más seguro, estable y tranquilo que sea posible. El aula se estructurará en espacios lúdicos que posibiliten el juego espontáneo y libre, el juego en pequeños grupos y el juego entre todos, siempre con unas determinadas reglas y propósitos educativos. Además, el niño también necesita jugar y aprender al aire libre, por lo que tendremos en cuenta las condiciones del patio escolar, los espacios verdes de la zona donde se encuentre ubicada la escuela, los distintos espacios culturales de la zona… 2. Materiales para el juego Los materiales lúdicos que van a utilizar nuestros alumnos deben ser estudiados y seleccionados cuidadosamente. El juguete es una especie de «pretexto» que debemos tener en cuenta. Seleccionaremos materiales lúdicos que favorezcan el pensamiento divergente y la creatividad de los estudiantes como pueden ser los puzles, ábacos, marionetas, cuentos, canciones… 3. Estructuración y organización de los tiempos de juego Todo niño debe desarrollar tanto el juego libre como el juego
organizado, debe jugar individualmente y en grupo. Diversas investigaciones señalan que el juego entre dos niños dura más tiempo y es más productivo que el individual o el de tres o más niños; sin embargo, debemos añadir que el juego espontáneo e individual se enriquece con las aportaciones y experiencias que aporta el juego colectivo. Por tanto, el maestro debe estructurar y organizar el tiempo para cada tipo de juego que utilice en su clase. 4. Actitudes del maestro respecto al juego El maestro debe procurar desarrollar una serie de actitudes en su papel de animador del juego. Debe adquirir una posición de discreción y hábil observador y conductor del juego, descubriendo las actitudes y capacidades de los alumnos. Esto implicará: - una gran capacidad para aceptar las expresiones y respuestas erróneas del niño, justificándolas, cuando se produzcan, como algo normal dentro del proceso de maduración y desarrollo del niño; - la creación de un clima relajado sin tensiones y permisivo: el niño debe trabajar en un ambiente de libertad pero con el firme respeto hacia las normas; no debe sentirse sometido ni mucho menos obligado. Siguiendo el proceso evolutivo del niño, debemos contribuir a facilitar la madurez y formación de su El maestro debe crear personalidad a través de distintos juegos fununa relación amistosa cionales que pueden ir ayudando a que el niño logre su coordinación psicomotriz, su desarrollo y con el niño, pero perfeccionamiento sensorial y perceptivo, su ubisiempre guardando las cación en el espacio y en el tiempo. distancias, es decir, teniendo muy presente que el alumno se tiene que sentir como lo que es y tiene que ver al maestro como un adulto que se encarga de su educación; - una actitud permanente de escucha y diálogo: el maestro debe mantenerse abierto a todo y a todos, estando dispuesto a
desarrollar la comunicación y comprensión del niño; - no anticipar las soluciones: debe dejar que el niño las descubra por sí mismo y estimular al alumno a que averigüe e invente; de esta manera, la motivación e implicación del niño en el juego es mayor y el aprendizaje mucho más significativo; - no acelerar el desarrollo del juego: se trata de respetar la secuencia del juego. El maestro no debe instigar al niño a acelerar de forma desmedida su proceso de evolución; - ofrecer posibilidades de éxito: el niño necesita incentivo y aprobación; situaciones que le permitan mejorar su autoestima, que demuestren al niño de que es un persona «capaz»; - la acogida de preguntas, ideas y sugerencias, ofreciendo al niño oportunidades de ensayar, experimentar y poner en práctica sus iniciativas. En suma, debemos hacer una profunda reflexión sobre el tremendo potencial educativo que poseen los juegos y cómo éstos son una herramienta fundamental para las actividades de enseñanza-aprendizaje en la escuela, pues constituyen una de las mejores e importantes fuentes de aprendizaje motivando a los niños y haciendo que aprendan sin ni siquiera darse cuenta. Este es todo el sentido de la conjunción de la cultura y la inteligencia como formas lúdicas que intervienen en el proceso de enseñanza aprendizaje.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ALLER MARTÍNEZ, Carlos (1991): Juegos y actividades de lenguaje oral: procesos didácticos. Ed. Marfil, Alcoy. BERNABEU, Natalia (2009): Creatividad y aprendizaje: el juego como herramienta pedagógica. Eds. Narcea, Madrid. CAMPOS ROMERA Josefa (1993): Yo juego, ¿y tú?: método de lectoescritura para niños con dificultades de aprendizaje. Ed. Aljibe, Málaga. COBURN-STAEGE, Úrsula (1980): Juego y aprendizaje: teoría y praxis para enseñanza básica y preescolar. Eds. de la Torre, Madrid. HUIZINGA, Johan (1990): Homo ludens. Alianza Ed., Madrid. PIAGET, Jean (1991): La formación del símbolo en el niño: imitación, juego y
sueño. Imagen y representación. FCE, México, D. F.
a importancia del juego en los niños La primera fase en la vida de cualquier persona es la infancia. La infancia se caracteriza por la formación global e integral del niño/a. A través del juego nos construimos como personas, aprendemos de nosotros mismos y de los demás. Muchos son los autores que hablan de la importancia del juego y de la relación entre juego y etapas de desarrollo del niño/a. Uno de ellos es Jean Piaget. Para Piaget el niño nace en un medio que condiciona su conducta, crece con una serie de factores sociales que estimulan el desarrollo del niño/a en mayor o menor medida y desarrolla un nivel madurativo propio, diferente al de los demás, estos tres factores influyen en el esquema de representación del mundo que el niño/a va creando, ello genera que asimile conductas nuevas y acomode esas conductas en sus esquemas de acción, formando de esta manera nuevos esquemas de acción perfeccionados. Este autor divide las diferentes formas de relación niño-juego, en estadios: 1.
Estadio Sensoriomotor, entre los 0 y los 2 años, predomina el juego funcional o de ejercicio. Al principio el niño solamente reacciona frente a los reflejos, pero progresivamente experimenta utilizando su propio cuerpo como herramienta, repite acciones e incorpora el manejo y descubrimiento de objetos en sus movimientos, también desarrolla juegos de ejercicios con personas mediante los cuales desarrolla habilidades sociales.
2.
Estadio Preoperacional, entre los 2 y los 6 años, se caracteriza por el desarrollo del juego simbólico. El niño/a juega a imitar: juega a que cocina, a mamas y papas, a que es conductor de coches…
3.
Estadio de las operaciones concretas, entre los 6 y los 12 años. En este estadio se desarrolla el juego de reglas.
El estadio que más nos interesa es el estadio Sensoriomotor que se divide de la siguiente manera.
Desde que nace hasta los cuatro meses. El niño/a al principio no juega sino que reacciona frete a los reflejos primarios, posteriormente realiza acciones involuntarias, descubre sus movimientos y los repite por placer. (a esto se le llama reacción circular primaria).
Desde los cuatro hasta los ocho meses. En esta etapa el niño/a descubre sin intención y repite la acción, como sucede en el estadio anterior, pero esta vez lo hace jugando con el medio físico, con objetos que tiene a su alcance, los lanza, los mueve, busca al adulto para que interaccione con ellos… (Reacciones circulares secundarias).
Entre los ocho y los doce meses, el niño/a empieza ha realizar acciones de forma intencionada, para conseguir una finalidad. El niño/a presta más atención a lo que tiene a su alrededor.
Entre los 12 y los 18 meses, el niño/a manipula los objetos y observa lo que sucede, al mismo tiempo que eso sucede experimenta nuevas coordinaciones de acciones. Por ejemplo: En el patio, estira el brazo con la pala en la mano y mueve el cubo varios centímetros.
Entre los 18 y los 24 meses, el niño/a ya no realiza las acciones de forma automática, ahora reflexiona sobre las acciones y es capaz de preveer cuál será el resultado de sus acciones, por ejemplo: si tira el vaso al suelo, el agua caerá.
El juego es un derecho del niño, los derechos del niño fueron aprobados por las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 en Nueva York. Francesco Tonucci, adapta este artículo para que los niños puedan entenderlo de forma clara, lo redacta de la siguiente manera: Artículo 31. El niño tiene derecho al juego, al descanso, a la diversión y a dedicarse a las actividades que más le gusten. El juego, es el primer instrumento que posee el niño para aprender y para conocerse, el desarrollo de una actividad ayuda al niño a saber como se desempeña él ante nuevas acciones, descubre cómo es su forma de actuar y de interactuar con los demás. Cómo dice E. Goldschmied, si observamos detenidamente a un niño cuando juega, nos sorprenderá la concentración profunda que tiene y el placer inmediato que le proporciona, la misma concentración que nosotros consideramos necesaria para llevar a cabo un buen trabajo. Y es que en el mundo del niño, juego y trabajo están muy relacionados, no se puede separar una cosa de otra, cuando un niño juega, trabaja al mismo tiempo. Gracias al juego, se desarrolla la imaginación, la capacidad creativa, el juego constituye el núcleo esencial del desarrollo, ya que sin experimentación, sin manipulación, sin la invención de estrategias de acción, el individuo no conquistaría nuevos espacios, no descubriría ni recorrería nuevos caminos. Los que hemos jugado sabemos que gracias al juego podemos apasionarnos, imaginar y hacer a nuestra manera, pero siempre respetando el juego de los demás e intentando lidiar, consensuar o pautar unas normas cuando no se esta de acuerdo. También aprendimos a regular conductas, a alejarnos de quién no nos gustaba, a acercarnos a los que nos hacían bien.
El rol del juego en el desarrollo del aprendizaje en niños pequeños Escrito por Melody Vieth | Traducido por Natalia Pérez
El juego desarrolla habilidades importantes.
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El juego es un componente crítico en el desarrollo del aprendizaje en los niños pequeños. Los niños que se incorporan al juego autodirigido crean conciencia, así como el desarrollo social, cognitivo, del lenguaje y habilidades motoras. Estas habilidades siguen aumentando en importancia a medida que el niño entra en la escuela y, finalmente, en la edad adulta.
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Habilidades sociales
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El juego ayuda a los niños a aprender a comunicarse, compartir, expresar emociones y resolver conflictos. El juego dramático, en particular, permite a los niños representar papeles ficticios, ya sea de creación propia o asignada por otro niño. La estructura del juego dramático implica un continuo dar y tomar social a medida que los niños negociar los eventos que representan. Habilidades sociales y emocionales desarrolladas a través del juego fortalecen las relaciones futuras y mejoran la preparación para la escuela.
Habilidades cognitivas
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Según la Academia Norteamericana de Pediatría, el juego tiene un papel importante en el desarrollo del cerebro. Ofrece a los niños la oportunidad de resolver problemas simples, tales como la forma de encajar una forma en un agujero. Los niños pretendiendo utilizar un objeto por otro, como el uso de un coche de juguete como un teléfono, desarrollan la base de las relaciones simbólicas necesarias para la lectura y las matemáticas. Jugar con bloques, rompecabezas y juguetes de apilamiento sienta las bases para la conciencia espacial.
Habilidades de lenguaje
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El juego ayuda a desarrollar habilidades de lenguaje y vocabulario, incluso en los niños que son no verbales. Los niños comienzan a comprender la naturaleza de ida y vuelta de la conversación al escuchar las conversaciones de los demás, y cuando les habla un adulto. Los niños no verbales comenzarán a emitir sonidos durante las pausas de la "conversación", y observarán atentamente los movimientos de la boca del orador. Los niños verbales aprenden a expresar peticiones, demandas y declaraciones con el desarrollo de un sentido de la gramática y el estilo. Los adultos aumentan el conocimiento del vocabulario de los niños mediante el uso de un lenguaje específico para referirse a objetos y acciones durante el juego.
Habilidades motrices
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Los niños naturalmente mejoran las capacidades motoras gruesas y finas, durante el juego mediante la interacción con diferentes juguetes y materiales. Correr, trepar, lanzar y atrapar desarrolla las habilidades motoras gruesas utilizando los músculos grandes de los brazos y las piernas. Los niños mejoran la motricidad fina mediante el uso de los músculos más pequeños en las manos para girar, girar, pellizcar y agarrar los juguetes más pequeños. Actividades de juego también mejoran la destreza, equilibrio y coordinación. La Academia Norteamericana de Pediatría sugiere que el juego contribuye a la salud física general del niño.
Autoconciencia
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Experiencias de juego permiten a los niños identificar gustos y disgustos personales que influyen en las decisiones sobre qué jugar y cómo jugar. De acuerdo con la Asociación Nacional para la Educación de Niños Pequeños, inventar y seguir las reglas de escenarios de juego fomenta el auto-control y la auto-promoción. El juego proporciona una forma de expresión creativa e imaginativa.
La importancia del juego en el desarrollo del niño El juego constituye un elemento básico en la vida de un niño, que además de divertido resulta necesario para su desarrollo. Pero ¿por qué es importante y qué les aporta? Los niños necesitan estar activos para crecer y desarrollar sus capacidades, el juego es importante para el aprendizaje y desarrollo integral de los niños puesto que aprenden a conocer la vida jugando. Los niños tienen necesitan hacer las cosas una y otra vez antes de aprenderlas por lo que los juegos tienen carácter formativo al hacerlos enfrentar una y otra vez, situaciones las cuales podrán dominarlas o adaptarse a ellas. A través del juego los niños buscan, exploran, prueban y descubren el mundo por sí mismos, siendo un instrumento eficaz para la educación. El juego es un ejercicio que realiza el niño para desarrollar diferentes capacidades:
·Físicas: para jugar los niños se mueven, ejercitándose casi sin darse cuenta, con lo cual desarrollan su coordinación psicomotriz y la motricidad gruesa y fina; además de ser saludable para todo su cuerpo, músculos, huesos, pulmones, corazón, etc., por el ejercicio que realizan, además de permitirles dormir bien durante la noche.
·Desarrollo sensorial y mental: mediante la discriminación de formas, tamaños, colores, texturas, etc.
·Afectivas: al experimentar emociones como sorpresa, expectación o alegría; y también como solución de conflictos emocionales al satisfacer sus necesidades y deseos que en la vida real no podrán darse ayudándolos a enfrentar situaciones cotidianas.
·Creatividad e imaginación: el juego las despierta y las desarrolla.
·Forma hábitos de cooperación, para poder jugar se necesita de un compañero.
·El juego hace que los bebés y niños pequeños aprendan a conocer su cuerpo, los límites de él y su entorno
Los niños deben disfrutar de sus juegos y recreaciones y deben ser orientados hacia fines educativos para así conseguir el máximo beneficio. En un inicio, los niños sólo se desenvuelven por la percepción inmediata de la situación, hacen lo primero que se les viene a la mente, pero este tipo de acción tiene sus límites sobre todo cuando hay problemas; mediante el juego el niño aprende a desenvolverse en el ambiente mental, utilizando el pensamiento para ir más allá del mundo externo concreto, logrando guiar su conducta por el significado de la situación obligándolo y motivándolo a desarrollar estrategias para la solución de sus problemas. Por ejemplo, cuando el niño quiera hacer que su torre de bloques pueda ser más alta, utilizará su pensamiento para descubrir que debe colocar los bloques más grandes en la base, o hacer una base con varios bloques pequeños y conseguir hacer una torre más alta que si lo hiciera apilando un bloque tras otro. A partir de los dos años de edad, el niño comienza una nueva etapa de juego utilizando su experiencia anterior para conseguir nuevos aprendizajes más elaborados debido a que la naturaleza de sus juegos cambiará porque está desarrollando su capacidad para pensar el sus nuevos descubrimientos, comienza a comunicarse fluidamente, amplia su vocabulario y cuenta con un mejor dominio de su cuerpo (motricidad gruesa y fina), haciendo que busque nuevas experiencias, compañeros de juego para desenvolver su imaginación participando más en el mundo de los adultos. La etapa escolar significa otro escalón en el progreso de sus juegos, ahora juegan en el colegio y al llegar a casa siguen jugando y poniendo en práctica lo que han vivido y aprendido en el colegio, imitando la realidad, representando por medio del juego simbólico todo lo que han vivido o quieren vivir, permitiéndoles exteriorizar sus emociones: alegrías, sentimientos, momentos difíciles, frustraciones, etc.
El beneficio de los deportes y el esparcimiento en escuelas y fuera de la jornada escolar es grande. Hay algo que las escuelas pueden hacer para aumentar los resultados de la educación en 20 por ciento e incrementar, al mismo tiempo, el empleo futuro en 40 por ciento. Además, su implementación aumenta importantes habilidades sociales y emocionales, y también mejora las perspectivas de salud. No, no se trata de más computadores, o exámenes más rigurosos, o incluso del desarrollo universal y de alta calidad de la educación temprana. No hay nada nuevo sobre el hecho de que el deporte está asociado a mayores
calificaciones y a una mejor autoestima. Una nueva investigación corrobora esta afirmación y va más lejos. El estudio indaga si el ejercicio físico aumenta el rendimiento académico en general o si existe un plus académico adicional en cualquier tipo de actividad. A partir del hecho sumamente obvio de que, para muchos niños, la atención disminuye conforme transcurre la jornada escolar, los investigadores de la Universidad de Roma se dedicaron a estudiar a algunos niños de entre 8 y 11 años de edad, saludables y normales, para determinar si el hecho de pasar algún tiempo lejos del rigor académico aumentaría o no su capacidad de atención y agudizaría, al mismo tiempo, su concentración en el aula. Los investigadores aplicaron una prueba de reconocimiento básico de las letras en estos niños y luego los dejaron participar en varios tipos diferentes de actividades por un período de 50 minutos. Algunas de estas actividades involucraban un estilo tradicional de enseñanza en las aulas, del tipo de tablero y conferencia. Otras implicaban aprender ejercicios nuevos a través de una combinación de movimientos y escucha. Otros, en cambio, suponían el ejercicio de un constante movimiento a lo largo de una sesión de 50 minutos. Al final de cada una, se aplicó la misma prueba de reconocimiento. Los investigadores encontraron que cada una de estas actividades incrementaba los resultados de la prueba. Pero, por un margen muy amplio, los resultados aumentaron todavía más después de 50 minutos de movimientos constantes. Es decir, con base en ejercicios de resistencia, como correr, brincar, saltar. En lugar de dejar a los niños agotados, como generalmente uno puede pensar que sucede después de un evento de resistencia de este tipo, estas actividades permitieron, por el contrario, que los niños terminaran más concentrados y activos en clases. Los resultados fueron menos espectaculares en las actividades que requerían que los niños aprendieran y dominaran nuevas habilidades, lo que conduce a los investigadores a especular que, pidiéndoles a los niños pensar y moverse al mismo tiempo, se puede provocar un exceso de estrés en el cerebro. Varias implicaciones surgen: agregar deportes a la jornada escolar no debe ser un lujo de escuelas o estudiantes privilegiados. Existe un plus académico que se obtiene al practicar algunos tipos de deportes, precisamente aquellos que se encuentran entre los más baratos que se pueden practicar. No requieren infraestructura o equipos especiales. Debemos dejar que los niños corran, salten, jueguen al fútbol, etc., con la mínima interrupción para ofrecer instrucciones detalladas o insistir en secuencias complicadas. Mientras las escuelas de la región se orienten hacia una incorporación más formal de la educación física en el horario escolar, pareciera que hay
poca necesidad de quedar atascados en los detalles del plan de estudios o de la infraestructura física. Simplemente, busque un tiempo fuera del programa de estudios y hágalo con los recursos que se encuentren a disposición de la escuela. Esta vez, estar lejos de las tareas escolares probablemente genere mayores beneficios, que se expresarán mejor cuando los niños se encuentren realmente abocados a cumplir con sus propias tareas.
El caso de las niñas Ahora, en el caso de las niñas, los estudios ha encontrado resultados dramáticos: la participación en deportes de equipo puede resultar en mejoras para toda la vida en relación con su educación, el trabajo y su salud. En EE. UU., el Título IX de las Enmiendas de Educación de la Ley de Derechos Civiles de 1964, una pieza clave de esa legislación, aprobada en 1972, estableció que ninguna persona, con base en su sexo, puede ser excluida o ser sujeto de discriminación en cualquier programa educativo o actividad que reciba asistencia financiera federal. El mayor impacto de este cambio radical fue en el atletismo, en el que existían explícitas políticas discriminatorias, pues casi la única actividad física que se ofrecía a las niñas era ser porristas y la práctica de danzas. Solo una de cada 27 niñas practicaba deportes propios de la escuela secundaria. Seis años después de su promulgación, una cuarta parte del total de muchachas participaron en algún tipo de deporte organizado por la escuela. Hoy, en EE. UU., las mujeres son aproximadamente la mitad de la fuerza laboral y han avanzado con fuerza en las carreras que fueron dominadas por los hombres en los 70. El deporte en relación con las muchachas puede aumentar el número de años de permanencia en la escuela y puede incrementar las probabilidades de obtener educación superior y llegar a ser una empleada de tiempo completo. Se pueden reducir las tasas de embarazo en la adolescencia y disminuir la obesidad. A su vez, fomenta el desarrollo de habilidades que son valoradas por el mercado laboral. Asimismo, los participantes deben resolver los conflictos dentro de un conjunto de parámetros estrictamente definidos, con base en reglas y procedimientos. En América Latina y el Caribe es preciso que se impongan medidas, por adelantado, que permitan asegurar que estas actividades beneficien al 100 por ciento de la población estudiantil. AIMEE VERDISCO - ESPECIALISTA SENIOR DE LA DIVISIÓN DE EDUCACIÓN DEL BID* * Blogs del Banco Interamericano de Desarrollo. Enlace:http://blogs.iadb.org/
Piaget y el valor del juego en su Teoría Estructuralista Andrés Tripero, Tomás de
Una perspectiva "activa", en la que el juego y los juguetes son considerados como "materiales útiles" para el desarrollo psicomotor, sensorio motor, cognitivo, del pensamiento lógico y del lenguaje en el niño, abriría de forma inmediata el camino de Piaget para la elaboración de una Teoría estructuralista del juego, a partir de los estudios sobre la dinámica interior de las funciones mentales del niño. Piaget incluyó los mecanismos lúdicos en los estilos y formas de pensar durante la infancia. Para Piaget el juego se caracteriza por la asimilación de los elementos de la realidad sin tener aceptar las limitaciones de su adaptación. Esta Teoría piagetiana viene expresada en "La formación del símbolo en el niño" (1973, 2 º reimpresión.) en donde se da una explicación general del juego y la clasificación y correspondiente análisis de cada uno de los tipos estructurales de juego: ya sean de ejercicio, simbólicos o de reglas. A) Principios teóricos de la Teoría de Piaget: Cuando el bebé se chupa el pulgar, desde el segundo mes, o agarra los objetos, en torno a los cuatro o cinco meses, cuando después los agita o aprende a lanzarlos, está poniendo en marcha dos tipos de mecanismos. Los de de acomodación, ajuste de los movimientos y de las percepciones a las cosas, y otro de asimilación de esas mismas cosas a la comprensión de su propia actividad. Hay pues una asimilación de lo real a sus incipientes esquemas sensorio-motores bajo dos aspectos que se complementan. 1.- Asimilación funcional o reproductora: repetición activa que consolida determinadas acciones. 2.- Asimilación mental mediante la percepción o concepción del objeto en función de su incorporación a una acción real o posible. Cada objeto es asimilado como "algo para"...chupar, agarrar, sacudir...etc.
Es importante señalar que esta asimilación "primitiva" se encuentra centrada sobre el sujeto concreto, no es objetiva, "no es todavía científica", es de carácter egocéntrico. A medida que el niño repite sus conductas por "asimilación reproductora", las cosas son asimiladas a través de las acciones y éstas, en ese momento se transforman en esquemas: esquemas de acción. El esquema de "algo para" chupar, p.ej. Se produce entonces una auténtica revolución cognitiva mediante la cual los esquemas se convierten en ideas o conceptos. B) El juego y su clasificación a partir de los principios teóricos de Piaget. El juego infantil es sencillamente producto de la asimilación, haciendo participar como "elemento asimilador" a la "imaginación creadora". Después de haber aprendido a coger, agitar, arrojar, balancear, etc., finalmente el niño agarra, balancea, etc., por el mero placer de lograrlo, por la sencilla felicidad de hacer este tipo de cosas y de ser la causa de esas acciones. Repite estas conductas sin que le supongan un nuevo esfuerzo de asimilación y por mero "placer funcional". Se trata del "juego de ejercicio". En la medida que se desprende de la acomodación sensorio-motora y con la aparición del pensamiento simbólico en la edad infantil (de 2 a 4 años), hace su aparición la ficción imaginaria y la imagen se convierten ahora en símbolo lúdico. A través de la imagen que el niño tiene del objeto lo imita y lo representa. Aparece así "el objeto símbolo", que no sólo lo representa sino que, también, lo sustituye. Un palo sobre el que se cabalga, representa y sustituye a la imagen conceptual del corcel, que en realidad es un caballo ligero de gran alzada. Se produce entonces un gran salto evolutivo: desde el plano sensorio-motor hemos pasado al pensamiento representativo. Se trata del "juego simbólico" "El juego simbólico - dice Piaget - es al juego de ejercicio lo que la inteligencia representativa a la inteligencia sensorio-motora" (Piaget, 1973, pág. 222) El juego simbólico es, por tanto, una forma propia del pensamiento infantil y si, en la representación cognitiva, la asimilación se equilibra con la acomodación, en el juego simbólico la asimilación prevalece en las relaciones del niño con el significado de las cosas y hasta en la propia construcción de lo que la cosa significa. De este modo el niño no sólo asimila la realidad sino que la incorpora para poderla revivir, dominarla o compensarla. Con los inicios de la socialización, hay un debilitamiento del juego propio de la edad infantil y se da el paso al juego propiamente preescolar, en el que la integración de los otros constituye un colectivo lúdico en el que los jugadores han de cumplir un cierto plan de organización, sin el cual el juego no sería ciertamente viable. Se trata, finalmente, del "juego de reglas" Si, como hemos visto, los juegos sensorio-motores comienzan desde los primeros meses y cómo a partir del segundo año hace su aparición el juego simbólico, será a partir de los cuatro años y hasta los seis, en un primer período, y de los seis a los once, en un segundo período más complejo, cuando se desarrollan los juegos de reglas.
Y así como el símbolo reemplazó al ejercicio, cuando evoluciona el pensamiento preescolar y escolar, la regla reemplaza al símbolo. Estos juegos de reglas van a integrar y combinar todas las destrezas adquiridas: combinaciones sensorio-motoras (carreras, lanzamientos, etc.,) o intelectuales (ajedrez) con el añadido de la competitividad (sin la que la regla no sería de utilidad) y bajo la regularización de un código normativo vinculado a la naturaleza del propio juego o por simples pactos puntuales e improvisados. "La regla - sostiene Piaget - tan diferente del símbolo como puede serlo éste del simple ejercicio, resulta de la organización colectiva de las actividades lúdica" Así las reglas incluirán además, en la dad del colegio, esa otra exigencia, la de la victoria o la derrota, la de la competitividad. Al principio los jugadores suelen ser pocos y las alteraciones de las normas muchas. Pero con el paso a la escolaridad se irá alcanzando un equilibrio sutil entre el principio asimilador del Yo, que es consustancial a cada juego y la adecuación de éste a la vida lúdico-social. RECUERDA. CLASIFICACIÓN TIPOS DE JUEGOS SEGÚN SU ESTRUCTURA: (1) Juegos de ejercicio sin especial carácter lúdico. (2) Juegos simbólicos y de ficción que representan realidades no actuales en el campo perceptivo. (3) Juegos con reglas tradicionales transmitidas de generación en generación. EN RESUMEN. o
El juego contribuye a la formación del símbolo en el niño.
o
Mediante él asimila lo real mediante esquemas de acción.
o
Asimila y acomoda la realidad a las caracterísicas de su desarrollo cognitivo, de su comprensión de ésta.
o
Entre los 2 y los 4 años aparece el juego simbólico que supone la representación de la imagen mental.
o
De 4 a 6 años, y como resultado de una vida más colectiva, aparece el juego de reglas y la regla reemplaza al símbolo.
o
De 6 a 11, el juego adquiere una dimensión más social y las reglas entre jugadores se hacen más complejas, requiriendo una representación simultánea y más abstracta por parte de ellos.