EL INCIDENTE

December 29, 2017 | Author: PJ RUIZ | Category: Unidentified Flying Object, Truth, Alien Abduction, Faith, Science
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Descripción: Un estudio estadístico menor revela la existencia de un misterio, que a la vez lleva a la protag...

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EL INCIDENTE P.J. RUIZ 2012

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10 DE MAYO DE 2009, MADRID, ESPAÑA

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Mira este otro caso. Mary Stanford se salvó del accidente del vuelo de la TWA en 1997. Fue la única, como esa chica rumana de la que te he hablado. Lo curioso es que cuando indagué descubrí que había muerto también no mucho después.

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Mera coincidencia. Además, no hay un nexo entre ambos asuntos.

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¿No te parece suficiente el nexo de la muerte?

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Por favor, no seas tétrica.

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Es igual, porque hay muchos más casos. Mira este. Vuelo 334 un pequeño bimotor de tránsito entre algunas islas de Japón en el que Florence Sterrit viajaba en 1986 junto con otras siete personas. Los miembros de salvamento dicen que la vieron salir incomprensiblemente por su propio pie de los restos de la tragedia sin el menor rasguño, sólo levemente desorientada. Vive en Nantucket, o debería vivir, porque falleció algo más tarde. También te puedo hablar de Kevin Frost, superviviente único del Lufthansa 1253 en 1990, un fortachón australiano que por alguna razón falleció poco después en Camberra pese a ser jugador de rugby profesional y salir indemne de un avión que se había precipitado sobre una cordillera rocosa desde casi nueve kilómetros de altura. Nadie se salva de eso. O este otro, curiosamente un piloto, Timo Locke, finlandés, que volaba desde Ceylán a Amsterdan cargado de plantas exóticas y que fue el único de entre los cuatro tripulantes del gran Jumbo de transporte de una empresa privada que tenía a su mando. Se estrelló antes de salir de la isla de origen, con los depósitos llenos de combustible y desde 10000 metros. Un mar de fuego.

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Tuvo suerte. Nadie acumula tanta en su vida, Juan. He consultado con especialistas en salvamento, bomberos aeroportuarios y pilotos, y lo consideran una aniquilación total, un desastre del que de antemano sabes que no saldrá nadie con vida. Tantas plazas en el avión, tantas bolsas de cadáveres. Así lo miran ellos cuando se preparan para ir a uno de estos puntos de impacto.

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Pues ya ves que a veces fallan. Hay pequeños detalles que te salvan, como la situación en el avión, caer sobre otras personas, estar en cola… No sé, pero a la vista está que queda gente con vida, ¿no?

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Pamela Vargas tenía sólo seis meses, y debía viajar en brazos de su madre cuando sucedió la tragedia, porque conservaba marcas en las costillas de haber sido arrancada literalmente por la inercia de unas manos que la agarraban con fuerza. Lo último que percibió esa madre fue a su hija proyectada contra el desastre e intentó retenerla, Juan, pero no pudo. Se le escapó. Dejando eso al margen, su piel estaba brillante e inmaculada, pese a que las ropas de bebé se notaban quemadas, y aun tenía restos de papilla resecada por el intenso calor alrededor de la boca. Sonreía de un modo que los testigos no conseguían encajar entre tantos restos humanos desperdigados por un campo verde de Alemania. Ese bebé debió volar literalmente entre hierros y llamas rebotando contra todo, pero se salvó sin que ni siquiera el suelo le dejara señales y sorprendentemente falleció también poco después en casa de sus tíos sin que nadie se lo explicase, lo cual fue una noticia muy triste en Argentina, donde la habían considerado una niña milagro.

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Deformaciones de la cultura popular. Siempre se han necesitado los milagros para mantener la fe de las masas, pero la respuesta está en la lógica, nada más.

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Sí, sin duda, pero lo que me intriga es dónde está esa lógica en estos casos.

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¿Cuál es el lapso temporal sobre el que has extendido tu investigación?

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Es amplio. El accidente más antiguo que he localizado es de hace casi 30 años.

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Eso da una media de más de uno de esos raros supervivientes por año. ¿Tantos accidentes aéreos se producen? Lo desconocía.

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Sí, pero la mayoría son de tipo menor, pequeños aviones, transportes, aerotaxis y demás. Las noticias apenas se detienen en ellos, por eso no nos enteramos apenas.

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Supongo que ese tipo de noticias no estimulan suficientemente el morbo si no hay muchos cadáveres.

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Por desgracia es una de las deformaciones de nuestro siglo.

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Aún así, más de un superviviente único por año es una media alta, creo.

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La verdad es que pienso lo mismo.

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¿Y cuáles fueron las causas de las muertes posteriores de esa gente? ¿Las sabes?

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Pues eso es lo que nadie se explica… Ahogamiento.

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¿Quieres decir asfixia?

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No. He dicho ahogamiento. Agua hasta inflar los pulmones e impedir la ventilación.

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¿En todos los casos?

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Sí.

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¡Vaya! Esa si que es toda una coincidencia.

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Sí, lo es. Lo más curioso es que la mayoría ni siquiera estaban cerca de grandes acumulaciones de agua cuando fallecieron. Aparecieron muertos sin explicación aparente, y las preceptivas autopsias posteriores demostraron el ahogamiento ante la sorpresa general, sin más. Mira esto. Latifa Misrah, una cooperante

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superviviente del Aeroflot 77, se hallaba en un campamento de refugiados en el centro del antiguo Sáhara español cuando le sobrevino la muerte… por ahogamiento. ¿Sabes la carencia de agua que hay en la zona? Nadie muere allí por esa causa. De hecho, exceptuando la costa, no hay antecedentes históricos de ello. -

Pues sí que no lo entiendo.

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¿Y si además te digo que en todos los casos era agua salada lo que anegaba los pulmones de esa pobre gente? Tengo los informes forenses y son muy claros al respecto. Lo curioso es que no mostraban sus ropajes mojados ni nada que aparentemente indicara la presencia de una corriente o algo similar que provocase la muerte.

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¿Cómo puede ser? Mira, Jezabel, debe haber una explicación sencilla, ¿no te parece? Visto así no puedo negar que suena extraño, que se puede montar una fantasía con ello, pero a veces todo depende de sutilezas que no alcanzamos a ver, cosas que no aparecen en los informes. Es fácil crear leyendas urbanas sólo por ignorancia o desconocimiento.

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Si, ¿verdad? Aparte de agradecerte tu valoración al llamarme ignorante, he de decirte que por suerte está todo documentado, sellado y archivado.

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No seas susceptible, es sólo una forma de hablar. Tenemos confianza, ¿no? Sí, pero recuerda que no eres más escéptico que yo misma. Y ahora, don listo, saltándome tus comentarios prepárate para lo mejor. Mira estas fechas.

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¿Aún hay más? Veamos…

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Contrasta la del accidente y la del fallecimiento posterior. Esas dos columnas de ahí.

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Sí… pero no noto nada. Guíame, anda.

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66 días.

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¿Cómo?

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En todos los casos, y son 32, el periodo de vida posterior a la tragedia de la que se salvaron sin un rasguño es de 66 días exactos. Después fallecieron. Se ha sido tan preciso en ese detalle que incluso se respetan las fechas bisiestas para cuadrarlo, como si la muerte entendiese de aritmética.

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¡No puede ser! ¿Has constatado esto?

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Muchas veces, Juan. Ya te digo que los datos son reales, extraídos de fuentes diversas y cotejados en organismos oficiales de los diferentes países. 33 accidentes, 32 únicos supervivientes que no presentaban ni un rasguño y que murieron ahogados 66 días tras el desastre.

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¡No puede ser casualidad!

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No, pero entonces, ¿qué es lo que está detrás de esto? ¿Entiendes mi interés?

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¿Qué o quién? ¿Un asesino en serie?

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¿Intercontinental? No lo creo. Ya lo pensé, pero mis amigos de la policía me asesoraron y dieron datos al respecto. No es nada probable algo así. De hecho, está fuera del alcance de la mayoría de las personas sencillamente por las distancias, sincronicidad y necesidades económicas, burocráticas y de tiempo. La tenacidad tiene un límite, incluso la enfermiza.

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¿Y por qué el agua salada como arma?

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No lo sé, pero pienso que igual podría tratarse más bien una firma que de un arma, ya veremos. Quizás se trate de una pista hacia algo. El caso es que tengo una entrevista que puede arrojar luz sobre esto. Es por eso por lo que me voy a Chicago sin haberte dicho nada antes.

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¿Quién es el afortunado que merece que una mujer guapa se desplace 10000 km para verlo?

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Adrian Harris, único superviviente del United Air Lines 234 en 2005.

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¿Está vivo?

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Sí. Es la excepción. Él hace el número 33, pero por algún motivo ha desarrollado una vida normal después de aquello.

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¿Qué lo hace diferente? ¿Por qué los demás, a los 66 días, han muerto ahogados después de salvarse milagrosamente de algo tan terrible y él no?

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Creo que se debe a que Adrian tiene una traqueotomía desde 1996.

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¡Vaya! ¡Sus pulmones no tienen acceso desde la boca! Interesante.

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Así es. Deduzco que por algún motivo es eso lo que lo ha mantenido con vida.

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¡Dios mío, Jezabel! ¿A qué te enfrentas? ¿A algo que los ahoga pero que no es capaz de distinguir una traqueo en el cuello de un hombre? Suena a peli mala.

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No lo sé, Juan, pero sólo te mantendré informado si dejas tus comentarios frívolos. Es hora ya de irse.

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Sí, el avión no espera. Aguarda, que pago el café, cogemos un taxi y te acompaño al embarque. Será sexy ver cómo te cachean.

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¡Simpático!

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 11 DE MAYO DE 2009: El vuelo ha sido larguísimo. No era la primera vez que cruzaba el charco, pero se me ha hecho pesado, y además el jet lag me tiene algo trastornada, pero creo que sobreviviré. Al llegar he pasado un montón de controles, y me han puesto pegas para dejarme pasar el GPS. Por suerte al final han accedido, y por eso se más o menos dónde estoy. Chicago es una ciudad enorme, con un núcleo central de edificios

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que desconocía, pero que cuando lo miraba desde el taxi me parecía que llegaban a las nubes, lo que me hizo comprender de golpe el concepto de “rascacielos” y “skyline”. Es muy diferente verlo frente a ti que en una película. Después, mirando la información que el hotel tiene en las habitaciones, me he enterado de que la gran construcción oscura, la más alta, es la Torre Sears, que en su momento fue la mayor del mundo. No me extraña, porque es imponente. Mañana tengo la cita con Adrian Harris, pero hace unos minutos le llamé y le hice saber que ya estoy aquí, no sé si quizás esperando a ver si me decías que fuese, pero no ha funcionado. Se le ve un hombre amable, y espero que la entrevista sea interesante para seguir desgranando este curioso e inesperado misterio con el que me he topado. Aunque Juan me habla de casualidades a mí me da que hay algo más, pero es pronto para decirlo. Lo que sí está claro es que mañana por la tarde podría tener un punto de vista más amplio, así que ya veremos. Ahora voy a relajarme, que el día ha sido duro y… la bañera es grande.

12 DE MAYO DE 2009, CHICAGO, ILLINOIS, ESTADOS UNIDOS

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Señor Harris, ha sido usted muy amable al recibirme.

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Es lo menos que puedo hacer por alguien que se interesa por las andanzas de un viejo lobo como yo. Disculpe este cacharro, pero desde que me hicieron la operación hablo así de raro.

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Yo le veo perfecto, no tiene de qué preocuparse. La verdad es que es usted en estos momentos muy importante para mí. Llevo mucho tiempo completando mi investigación y creo que es posible que usted me dé algunas respuestas.

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Esas respuestas que persigue deben ser muy especiales para justificar tanto esfuerzo. Yo no soy importante en absoluto, pero sin duda me halaga y haré lo que pueda por satisfacerla, mas no le garantizo nada. Estoy algo despistado ya, como verá, y mi vida resulta desordenada. Ande, póngase todo lo cómoda que pueda. ¿Café?

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Sí, por favor. Sin embargo es usted excepcional, señor. De hecho, cuando encontré su caso dudé de que pudiera ser cierto lo que leía, el modo en que… sobrevivió.

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Mi caso…

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Disculpe, es mi modo de llamarlo. Quizás suene algo desconsiderado, pero no era mi intención.

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No, no… está muy bien. Mi caso… y dice de mí que soy excepcional… ¿sabe?

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Dígame.

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Si le soy sincero, y muchos años después de lo sucedido, aún no entiendo cómo pude vivir aquello, ni por qué fui elegido para seguir adelante. ¿Azúcar?

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Dos cucharadas, gracias.

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Había allí mucha gente joven, más fuerte, resistente y llena de vida, niños… mujeres guapas y vigorosas… hombres bien trajeados con proyectos importantes seguramente en sus cabezas… Recuerdo casi todos sus rostros como una condena amarga. Sin embargo la suerte se decidió por alguien viejo e impedido sin más objetivo en la vida que medrar a diario.

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Bueno… entiendo su dolor, pero es probable, por raro que sea, que fuese usted importante, aunque no seamos capaces de entender el por qué.

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¿Usted cree?

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¿Creer? a decir verdad estoy mucho más segura de lo que no creo.

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¿Ah, si? Pues se ve una mujer con las ideas muy claras ¿En qué no cree?

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En muchas cosas. De hecho soy una gran escéptica, pero lo que me trae aquí no consigo encajarlo. Mientras más profundizo en este trabajo más me percato de que hay algo que mueve los hilos y que no alcanzamos a ver. Eso es lo que me fascina, me enerva y me hace estar aquí hoy.

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¡Ya! Porque usted piensa que ese algo movió mis hilos ese día y me otorgó la vida donde otros perecieron, ¿no es así?

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Sí, más o menos.

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Es una mujer tenaz, Jezabel. Sólo así se explica que invierta sus medios en llegar a verdades tan etéreas, pero dígame, ¿ha volado medio mundo para hablarme de Dios o de destino?

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Es una excelente pregunta, pero realmente lo he hecho para que me hable de usted.

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¡Buena cintura! ¡Usted habría sido una magnífica jugadora de basket, en serio! ¿Le gusta el básket?

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No demasiado, me temo. En mi país hay una cultura más futbolística en lo que respecta a deportes de equipo.

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¡Vaya! Bueno, eso es algo que puede corregir cuando guste. No es como otras cosas que mueren como nacen. Y ahora diga: ¿qué quiere saber?

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Todo.

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Todo… eso es mucho, pero bueno, omitiremos las tonterías previas de aquel día, cosas como de dónde venía, que hacía y le diré que yo iba situado en el avión algo por detrás del ala, cómodamente sentado en mi asiento de ventanilla. Lo recuerdo perfectamente porque veía los motores y el reflejo del cielo en el aluminio humedecido por el vapor de las nubes al ascender, y era hermoso. A mi

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izquierda se sentó una señora muy seria y educada. Me saludó y hablamos un poco, nada trascendente, pero de manera amable. Creo que iba con su hija, una chica bastante gordita que estaba en el asiento de atrás. Yo les ofrecí cambiar la posición para que fuesen juntas, pero no quisieron, así que todo bien, y me dediqué a leer un par de revistas que había en la solapa del asiento delantero echando de menos algún buen libro. En contra de lo que el resto del mundo cree, todavía quedamos americanos que leemos esas cosas de papel y cartón, ¿lo sabía? -

Sí, sin duda. No creo en los tópicos

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Hace bien. Están ahí para engañar a la razón.

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¿Cómo fue el vuelo?

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Tranquilo. Era un día bueno, y no sentí ni siquiera turbulencias. Pedí a la azafata un sándwich, pero debido a la traqueo le costó entenderme, nada que objetar a ello. Estoy acostumbrado.

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Pero se le entiende muy bien.

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Gracias. Me esfuerzo en ello, pero supongo que no todo el mundo piensa igual. Recuerdo que el sándwich era de queso y crema de cacahuetes. Con agua. Estaba horrible, pero mataba el hambre y el tiempo a partes iguales. Después yo…

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¿Si?

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Estaba en ello cuando noté un golpe en el suelo, uno muy fuerte, tanto que miré si se había roto algo, porque le juro que sentí como mis piernas se movían ante el impacto. Fue seco, poderoso, y sonó sordo, a metales gruesos que chocan. No vi nada raro, pero había sido brutal, ya se lo dije después a los de aviación civil durante la investigación. Segundos más tarde el avión se inclinó hacia abajo,

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cada vez más y más rápido, así que supongo que hubo una relación, no sé, nunca me lo han explicado. Lo cierto es que las mascarillas saltaron mientras la gente gritaba y que allí estábamos, pero yo me centré en adaptarme la mía al cuello y me puse un pañuelo en la boca, como me habían explicado en el centro de discapacitados. Entonces miré fuera y ví que el mundo estaba casi vertical en la ventanilla, por lo que era obvio que nos íbamos a estrellar muy pronto dado que bajábamos en caída libre, cosa que sé que es extremadamente difícil de corregir en naves comerciales. Mis pensamientos me trajeron la certeza de que iba a ser todo muy rápido, sin dolor, así que me preparé sin más arrellanado en mi asiento, y dejé que mi respiración se acompasase. Calma, calma, me decía mientras recordaba al inundar mis pulmones de oxígeno, a la espera de que fuese cierto eso que decían de que producía un ligero bienestar. La mujer de mi izquierda había agarrado mi mano con fuerza, y yo instintivamente la apreté como un último consuelo, supongo que fue algo natural, un deseo íntimo de sentir un poco de calor en un momento de tanto terror. Entonces vi algo, una cosa extraña, pero he llegado a pensar al principio que fue una visión... aunque en mi fuero interno sé que no era así. Nunca he hablado de ello con nadie, pero ¿sabe? Los años pasan, y no olvidaré que la mujer que me agarraba la mano con miedo tenía también sus ojos clavados allí delante. Supe que veía lo mismo, lo noté, pero… Bueno, fue cuando toda la parte frontal del avión, pese a que estaba muy lejos, se me vino encima como si estuviese en el interior de un acordeón en pleno proceso de plegado, con asientos, personas, bolsos de mano… Hubo llamas. Fue el microsegundo más largo de mi vida, y le puedo asegurar que pasó a cámara lenta, como si debiera quedar registrado en mi mente cada detalle. No sentí nada, ni un golpe, ni un tirón, o empujón. Nada, pero los cristales volaban a

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mi lado y un fuerte olor a keroseno lo impregnó todo antes de estallar. Cuando desperté me encontraba debajo de un gran trozo de fuselaje, pero no me costó quitármelo y levantarme pleno de adrenalina y con los ojos inyectados en sangre. Mis ropas se veían rasgadas, quemadas, pero para mi sorpresa no tenía la menor marca visible en el cuerpo, sólo las uñas algo sucias, como una burla siniestra de la providencia. Salí del campo de escombros sin querer mirar, intentando escuchar por si quedaba algún superviviente más, pero como ya sabe no los hubo. Fui el único en un tipo de accidente del que no se salva nadie. A veces suceden casos notables en un despegue o un aterrizaje, y es así porque las alturas y velocidades son menores, pero aquel día no era ese tipo de desastre, sino uno mucho más letal… caímos a casi 600 millas por hora en un maizal de Oregón, y allí quedaron todos los cuerpos destrozados de los que embarcaron conmigo apenas dos horas antes, irreconocibles salvo por medios sofisticados. Todos salvo yo, que había pospuesto mi cita con la muerte a última hora. ¡Increíble! -

Deben ser recuerdos muy dolorosos.

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Lo eran, señorita. Pero ya estoy en paz conmigo mismo. Me he perdonado vivir donde tantos perecieron, y procuro cada día hacer el bien para justificar mi cara existencia.

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Tuvo que haber un motivo para ello, señor Harris.

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¿Un motivo? Salí a la tarde siguiente del hospital sin tan siquiera necesitar mi bastón, más fuerte que nunca entre el asombro de los médicos y autoridades, me recogió mi hija, que poco después se divorció y vino a vivir conmigo, pero en unos meses se fue con un vendedor de coches de Phoenix. Me cuesta mucho llegar a fin de mes, la artrosis hace que me duelan las manos, este agujero por el

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que hablo no me deja expresarme de manera natural y el maldito Bush volvió a ganar las elecciones. No sé qué hago en un mundo que empieza a disgustarme, la verdad, así que no veo el motivo para estar vivo por encima de tanta gente con futuros mejores. -

Hay mucho de inescrutable en los designios del destino.

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¡Vaya! Yo pensaba que el inescrutable era Dios.

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Para alguien con fe, por supuesto

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¿Cuándo dejó de creer, Jezabel?

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A decir verdad, no recuerdo haber creído.

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¿Por tanto el mundo para usted es una sucesión de aconteceres que desembocan en la nada fría de la muerte? ¿Un lugar donde estamos solos y vamos hacia el final definitivo? ¿A la negrura, tal vez?

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No lo veo de un modo tan radical… pero no siento la necesidad de alguien superior que explique las cosas. Creo que todo tiene un sentido, que es natural, y que las respuestas están ahí si sabemos hacer las preguntas adecuadas.

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¿Y por eso viene a mi casa a hablarme de destino? ¿Porque de veras piensa que sus números coincidentes, ésos de los que me habló, son sólo una casualidad, un acertijo del azar dispuesto para que gente sagaz, como usted, los observe de cerca?

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Pienso que son sólo eso, señor Harris, números, y que no debemos imaginar más, porque la mente a menudo juega con nosotros. Una simple pista que refleja la estructura de los acontecimientos, que admito que en ocasiones pueden ser caprichosos hasta la burla y generar confusión, si, pero nada más. Creo que la mayoría de las supersticiones derivan de cosas así.

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Entiendo… y la respeto. Yo, en cambio, si soy hombre de fe, pero la ayudaré a revelar esa estructura que pretende ver de manera tan laica… aunque no debe después sorprenderse por lo que encuentre, se lo advierto.

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¿Por qué lo dice?

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Porque he visto a gente que pensaba como usted terminar necesitando la fe al acercarse a cosas que no pudo explicar.

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No soy una persona cerrada. De hecho siempre estoy sorprendida desde que inicié esta tesis, señor Harris, porque veo hechos que no logro encajar con arreglo a una lógica sencilla, pero tenga en cuenta la premisa de que si algo puede suceder, sin duda sucederá si goza del tiempo necesario. Yo la tengo presente, y eso me ayuda a seguir pensando que detrás de todo está la naturaleza.

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Entonces ¿cree o no cree en la casualidad?

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Creo en la causalidad. En las cosas que llevan a otras cosas de un modo ordenado con la aquiescencia del tiempo.

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Un modo ordenado que sin embargo carece según usted de alguien que lo ordene.

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Un modo ordenado que se ordena de acuerdo a leyes que desconocemos.

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¿Cómo la probabilidad?

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Está usted muy al día, señor. Exactamente.

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Ya. Los cien mil monos y las historias de ese escritor inglés. ¿Quién no lo ha leído alguna vez?

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Algo así. Aunque la verdad es que nunca me gustó en exceso Shakespeare, supongo que debido a mi hispanidad. Y ahora que hemos repasado un poco mi ideario de la credulidad, volvamos al tema si no le importa y dígame… ¿qué es

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lo que creyó ver en ese avión? Antes hizo una referencia que no puedo pasar por alto. -

¡Ah, si! Nunca lo he contado, ni siquiera a mi hija. Y de hecho no sé por qué lo voy a hacer, pero supongo que será para soltar mi último fantasma y también porque al fin y al cabo usted mañana se irá muy lejos y nunca más veré sus ojos examinando mis expresiones. No se moleste. Son unos ojos lindos, eso seguro, pero la vida de un superviviente no es fácil emocionalmente, ¿sabe?

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Sí. El shock ante un acontecimiento tan traumático genera estallidos literales de emociones en el cerebro que con el tiempo menguan, pero que en un principio son terriblemente vívidos y duros.

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Así es… te preparas para cosas que forman parte de la vida, como que se vayan tus padres, tus amigos, esas cosas, pero no para sobrevivir a tus propios hijos o para esto. No, eso es innatural, y la mente no lo lleva bien, de tal modo que cuando algo así sucede uno se hace la gran pregunta tarde o temprano.

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¿Cuál es?

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¡Por qué! Esa es.

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Entiendo. Y con ella llega a la duda sistemática.

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Sí. Uno intenta que todo vaya a su sitio, pero a veces aparece algo que… lo desencaja todo. Justo cuando piensas que lo has conseguido, que has hallado el equilibrio…bueno… Ves que no has avanzado, y sangras.

-

¿Qué lo hizo cuestionarse? ¿Qué vio?

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Yo vi… algo que no tiene sentido, que aumentó mis dudas, pero mi recuerdo de ello es casi más claro que lo que le he contado. No puedo negar que sucedió, que estuvo ahí, y eso me hace dudar de todo a veces. Ahí aparece Dios, ¿me sigue?

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Le sigo.

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Había una figura suspendida en el aire, señorita. Pensé de modo reflejo que era alguien en estado ingrávido debido a la velocidad de descenso, un cuerpo arrojado al tubo a medio camino entre las fuerzas del momento y su descuido, pero no era así, no. Esa figura flotaba con lentitud en el pasillo más cercano con movimientos sinuosos, nada violentos ni forzados, y sus ropas, una larga túnica oscura parecida a las que usan los frailes, se movía de igual manera, así como el pelo, una melena negra que ondulaba en todas direcciones de un modo hipnótico. Iba a otro ritmo, no formaba parte del veloz decorado de fondo, ¿entiende? Después me di cuenta de por qué era así el movimiento.

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¿Y era por…?

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Sé que le costará entenderlo, pero la figura estaba de algún modo inmersa en agua. Flotaba en agua, Jezabel. Un agua que la rodeaba y brillaba en ocasiones al ondular. Nunca imaginé nada igual, pero lo veía claramente. Era como ver uno de esos documentales de buzos en el mar con todos sus reflejos, hermoso, pero estaba abiertamente fuera de lugar, y yo me dí cuenta rápidamente porque mi cerebro me hizo un guiño de aviso.

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¿Cuánto duró la visión?

-

No tengo tan claro que fuese una visión… ni siquiera con el paso de los años, pero fueron unos segundos, pocos. Aunque indudablemente muy reales.

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Entiendo que lo haya traído a su realidad, que lo sienta como algo verdadero. Pero desde mi punto de vista de psiquiatra, señor Harris, he de decirle que no pudo ser otra cosa más que una visión. Analícelo… una mujer flotante en un avión… ese agua… reflejos… Estas situaciones generan mucha tensión, y seguramente el estrés traumático le creó esa imagen en el cerebro y… no sé, hay

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explicaciones, pero desde luego no pudo haber nadie allí en esas condiciones. Es lo que llamamos un imposible perfecto. -

¿Un imposible perfecto, dice?

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Sí. Un término elocuente para señalar algo que simplemente no puede ser.

-

Ya. La ciencia es elocuente por sí misma y lo explica casi todo, hija… pero usted, por suerte, no estuvo allí, y yo por desgracia no tengo más pruebas que mis recuerdos. Mire, aquello duró muy poco. Como le dije, apenas tres o cuatro segundos, pero estoy casi seguro de que si llego a estirar mi mano hubiese tocado el agua que envolvía la escena y que se desprendía en gotas que se disipaban. Yo lo ví todo, y mi impotencia ahora es no poder transmitirlo con veracidad porque por otro lado sé que lo que le digo parece una locura, una alucinación. Era… no sé definirlo, pero resultaba terriblemente real. La mujer de al lado también lo vio… hasta el punto de que por un momento dejó de gritar y me miró sin entender… y recuerdo… recuerdo como la gente que estaba justo debajo de donde flotaba se apartaba a los lados para no rozarla mientras su ropa y su pelo ondulaban sobre los asientos.

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¿Qué hacía la figura?

-

¿Que qué hacía?

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Sí.

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¡Flotar! ¡No hacía nada más, demonios!

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Tranquilícese, por favor. No pretendo irritarle, sino sólo informarme y a la vez entender, dar una respuesta lógica a la cuestión, pero nada más. Obviamente lo que usted describe es una alucinación colectiva, señor Harris. Muy rara y curiosa, pero nada más. En psiquiatría es algo con lo que nos solemos encontrar, y siempre sucede en momentos emocionalmente intensos en colectivos

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determinados. Es la raíz de fenómenos como las apariciones marianas o los OVNIS, por ponerle algunos ejemplos que usamos mucho en nuestros estudios. -

Dice que se encuentran esto a veces, y yo le pregunto si en verdad se trata de un encuentro con lo improbable o sencillamente lo califican como desvío mental para poder entenderlo desde su punto de vista más humanizado ¿O es que según ustedes nada de eso puede ser verdad pese a las miles de personas que dicen haber tenido y descrito las mismas experiencias en todos los sitios, tiempos y culturas?

-

Mire, si el tema no se mira desde un punto de vista pragmático tiende a complicarse, y lo complejo, habiendo otras respuestas más sencillas, suele conducir al error. Es un hecho incuestionable, por seguir con el ejemplo, que tras las primeras apariciones marianas en donde quiera que se produzcan vengan los mensajes religiosos, y del mismo modo que tras los avistamientos de OVNIS lleguen las abducciones… y así sucesivamente. Son extrañas aberraciones colectivas del intelecto humano que tienen un ciclo definido, una mecánica, y hay que entenderlas como tal. Unas veces requieren tratamiento, y otras no, la mayoría, pero es innegable que se producen.

-

Entonces lo que sugieren esas personas que según ustedes están enfermas en mayor o menor medida son imposibles perfectos, supongo.

-

Algo así.

-

¿Y qué pasa con lo inexplicado?

-

Pues que hay que explicarlo, pero nada más. Sólo es una cuestión de tiempo y método llegar a comprender todas las cosas, y está en nosotros darnos cuenta de ello y buscar las respuestas.

-

Jezabel, permítame una pregunta.

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-

Por supuesto, las que quiera.

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¿De veras cree que todo cuanto lleva en esa carpeta que ha desplazado desde su país no es más que un cúmulo de situaciones encadenadas por algo lógico y razonable que aún no ha logrado entender?

-

Estoy en ello, señor Harris, estoy en ello.

-

Y otra cosa: en base a su idea sobre las alucinaciones colectivas ¿por qué una mujer en el agua? Según esa teoría los de ese avión deberíamos haber visto algo más apropiado, ¿no cree? Quizás un elemento más deseado en común, lo suficiente como para darle la energía necesaria para aparecer ante nosotros y ayudarnos a pasar el trago, y no una figura fuera de contexto en la que nadie podía encontrar nada, que nadie pudo imaginar en ese estado ¿Por qué la gente ve masivamente vírgenes y a la vez OVNIS como ha dicho?

-

Es algo muy estudiado. Las vírgenes pueden deberse a lo que le decía antes, a la necesidad imperiosa de una entidad superior que nos diga que la vida tiene un sentido, y que el final puede ser dulce, que nos alivie nuestras cargas y se haga corresponsable de aquello que se nos escapa. Usted mismo me ha confesado hace unos minutos que sintió una mayor necesidad de Dios después de no poder explicarse las cosas, es humano. Lo que ocurre es que si no se controla bien suele ser un fenómeno escalar, creciente. Por eso después de que alguien crea ver a la Virgen, ineludiblemente, viene el mensaje, y en casi todos los casos se trata de algo trivial, sencillo, pero intrínsecamente moral y bueno. En los grupos satánicos sucede lo mismo pero exactamente al revés, como en un espejo, y sin embargo el funcionamiento emocional es el mismo.

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-

Luego me da la razón. Esas apariciones se deben a una necesidad, sin embargo ¿qué necesidad hubo en ese avión de ver a esa figura tan alejada de todo lo esperable?

-

No podemos saberlo ahora, pero si todo es como dice está claro que algún proceso mental común se activó, por exótico que resulte, y dio lugar a lo que usted vio. Sólo nos falta entenderlo y saber si fue individual o colectivo, pero será difícil, dado que no tenemos más punto de vista que el suyo.

-

¿Y los demás? ¿Por qué la vieron también?

-

Señor Harris… no se moleste por lo que voy a sugerirle, pero ¿ha pensado en la posibilidad de que toda la escena en sí formase parte de la visión, incluyendo al resto de los pasajeros mirando a esa figura? ¿Y qué me dice de la posibilidad de que usted ya estuviese inconsciente, de que el accidente hubiese pasado y realmente lo soñase todo mientras estaba en el suelo?

-

¡Eso es absurdo! Uno sabe cuando el mundo es real.

-

Incluso un paranoico cree en la verdad que siente, y no quiero con esto llamarle enfermo, pero me entenderá perfectamente. A veces las realidades que vemos son imaginarias, y la escenificación es tan magnífica que sólo a través de técnicas sofisticadas se puede extraer su falsedad.

-

No me va a convencer, pero he de reconocer que es usted buena. ¿Y los OVNIS? ¿Y las abducciones? ¿Qué me dice de eso?

-

Ya los ha nombrado varias veces. Veo que le interesan mucho esos temas.

-

Sí, no puedo negarlo. Recuerde que tengo tiempo.

-

No sé mucho de eso, pero lo de los OVNIS se podría explicar del mismo modo, dada la necesidad de no saberse sólo en la vastedad del universo. Es una cura al espanto que nos provoca el vacío, y una vez más el reconocimiento de que puede

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haber alguien superior a nosotros que no se trate de una figura con el rango de Dios o similar, pero que sin embargo sea grande y poderoso. En cuanto a las abducciones, es sin duda un fenómeno peculiar, pero no está muy lejos de las mismas respuestas. Observe que nunca imaginamos marcianos de perfil bajo, poco inteligentes, y que encontrar bacterias en el cielo no nos hace aumentar el pulso lo más mínimo. Tenemos que imaginarlos inteligentes, misteriosos y magníficos. Sus naves deben ser rápidas, fulgurantes… Mera fantasía idealizada. La tendencia final hacia el bien o el mal ya depende de condicionantes menores del individuo, pero la pauta es común. -

Porque el fenómeno real puede que sea común.

-

No hay realidad. Sólo es un fenómeno interior, nada más.

-

¿Sabe? Me sorprende la tranquilidad, la paz con la que da por hecho que tanta gente ve lo mismo porque tiene vacíos que llenar. Todo es fantasía, mecanismos mentales para justificar nuestra existencia y reconducir nuestra soledad, según usted. Debe resultarle mucho más fácil vivir que a mí.

-

Bueno, observe que de hecho, si nos atenemos a lo demostrado, la ciencia no ha logrado certificar un solo caso real de apariciones marianas, OVNIS o abducciones. Es por ello que se puede considerar un mero placebo para las sociedades. Algo similar a cuando Marx, en un lapsus freudiano, dijo aquello de que la religión es el opio del pueblo, no sé si conoce la cita.

-

Sí, la conozco, y entiendo lo que me quiere decir. No, la ciencia no ha certificado casos en esos temas como para plantear una existencia real, pero quizás la gente sí, señorita. ¿De veras puede decirme mirándome a los ojos que millones de personas sufren alucinaciones y que necesitan tratamiento porque imaginan seres del espacio o vírgenes sobre los árboles? ¿No es posible que la

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realidad sea que ustedes se estén alejando poco a poco del pueblo? ¿Qué se hayan otorgado la propiedad del conocimiento, la jurisdicción para decir qué debe o no ser cierto y en el fondo estén equivocados pero no lo vean? ¿Quién sería entonces el visionario alucinado? ¿La persona sencilla que sin querer meterse en líos proclama de repente que ha visto a Dios o los científicos que se confiesan poseedores de la verdad y lo desacreditan porque lo que dice se les escapa, pero negarlo les permite vivir un mundo que creen controlar? -

Bueno, no somos tampoco tan malos, sólo seguidores de la razón. De hecho hay muchos creyentes entre la comunidad científica, gente de fe, como usted, y eso es algo notable. Lo que sucede es que yo no lo soy, pero no porque no quiera o porque haga oposición frontal, sino porque no lo veo, no lo siento. En lo comentado le he dado mi explicación, mi opinión especializada, pero obviamente puedo estar en un error, aunque me llevará tiempo constatarlo dadas mis creencias interiores. Supongo que como cualquiera.

-

Lo entiendo perfectamente, y disculpe mi ligero toque de agresividad, pero es que a veces noto en ustedes los intelectuales un aire de intransigencia, de prepotencia que me exaspera.

-

Siento haber dado esa impresión, señor Harris. No era mi intención.

-

No se preocupe, está siendo una charla fascinante, y me encuentro muy cómodo. Sólo que me llama la atención el hecho de que todo lo que ustedes no pueden explicar cuando alguien les dice haber visto algo anómalo se deba a un fallo del inconsciente, nada más. A nivel individual, una visión, a nivel colectivo, una alucinación a dúo, a trío, a millares. Mire, me sucedió esto de la garganta con 48 años, y tuve que dejar de trabajar en la fábrica donde estuve siempre. Soy un hombre inquieto, y desde entonces he leído muchas cosas que me fascinaron, y

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hay algunas que no me encajan ni siquiera pese a sus estupendas explicaciones, permítame que con todo respeto se lo diga. -

¿Cómo cual? Déme un ejemplo.

-

Se me ocurre un fenómeno que engloba por igual, según investigadores reputados, el tema de las apariciones de la Virgen y de los OVNIS, pero no es mi intención entrar en ello, sino hacerle ver otro detalle que viene al caso. En 1917, en Fátima, Portugal, 70000 personas observaron algo impresionante que la ciencia no ha podido explicar de modo alguno creíble. De hecho su reflejo natural ha sido siempre mirar para otro lado y negar el problema, pero eso no es fácil cuando hay tanta gente implicada. A la hora fijada desde hacía meses por un mensaje de una entidad que se hacía llamar la Virgen del Rosario se produjo un acontecimiento en los cielos sin parangón, uno de índole marcadamente artificial. Ha pasado a la historia con el sonoro nombre de “la danza del Sol. Entre la masa que allí se congregó hubo gente sencilla, pero también escritores, científicos, periodistas, y en general lo más ilustrado de la época en aquel país, y dieron fe de multitud de fenómenos extraños vistos a la luz del día por todos ¿Es eso, según usted, una alucinación colectiva?

-

No estoy familiarizada con los sucesos de Fátima, señor Harris, pero tengo entendido que pudo ser algo así o bien una confusión masiva debida a fenómenos atmosféricos, si.

-

¿En un número tan alto de personas?

-

Claro. De hecho, si es cierto que se ha estudiado y que no se ha encontrado una explicación física, lo único que se ocurre es que podría serlo.

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-

¿Y no podría ser, y es más sencillo de defender, que sencillamente esas 70000 personas asistiesen ese día a un acontecimiento asombroso e inexplicable que nadie ha podido meter en un laboratorio y certificar?

-

Bueno, ya le digo que desconozco el caso como para poder opinar.

-

Ya. Pero aún así su primera respuesta se ha inclinado hacia la alucinación de las masas. Es más fácil.

-

Entiendo sus dudas, y son razonables, de veras, pero es que hablamos de un mecanismo muy sensible y autosugestivo. El cerebro es raro, y por ejemplo en su caso en el avión, las posibilidades de un inconsciente colectivo creado a partir de un grupo grande de personas al borde de la tragedia son algo que desconocemos, señor Harris, pero que puede dar lugar a mecanismos muy anómalos. Es una situación que, por su complejidad, no podemos someter a estudio, así que todas las posibilidades están abiertas, pero cuando huelgan las respuestas debe primar la cordura y no la sinrazón.

-

La cordura debería decir que 70000 personas de todos los niveles sociales que asisten a un acontecimiento no pueden estar equivocadas. Eso debería constituir prueba.

-

Es posible, pero la ciencia no funciona con ese tipo de pruebas etéreas, sino con las tangibles.

-

Pues sea lo que fuere lo que hubo en ese avión antes de estrellarnos yo lo ví. Eso lo podría jurar sobre una biblia, Jezabel. Usted interprételo como guste, pero no olvide que se lo he contado, por favor.

-

Y me hace honor con ello, señor Harris, no crea que no lo valoro. Ande, sírvame otro café y dígame, ¿cómo fueron los días posteriores al accidente?

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-

Raros. Mucha gente hablando de lo mismo y yo con ganas de que todo pasara de una vez. Lo peor fue el funeral. Insistí en ir pese a los consejos de todos, porque en el fondo me sentía en deuda con aquellos desgraciados. Había personas que me miraban fijamente, preguntándose por qué yo y no sus hijos, esposas, o abuelos. Notaba que no lo entendían, pero no podía hacer nada, ni siquiera explicarlo o darles consuelo. Después pasaron un par de meses en los que me encontré pletórico, como un roble. Llegué incluso a tener instintos hacía tiempo perdidos, pero tras aquella mojada nocturna todo volvió a la normalidad y ya no volvió a suceder nada más.

-

¿Mojada nocturna?

-

Sí. Una noche amaneció mi cama mojada, empapada. Al verlo por la mañana mi hija y yo creímos que me había… bueno, ya sabe, pero no era eso. Resultó ser agua, aunque nunca supimos de donde vino. Al despertar tenía un sabor salado en mi boca, pero con un regusto muy desagradable... había como… grumos. No supe lo que había sucedido. Ocurrió una única vez, y después de aquello comencé a sentirme cada vez más débil en contra del estado magnífico que había gozado tras el accidente. Volví a tener hambre ¡y mucha!

-

¿Así que esa agua era salada?

-

Sí, agua marina, o al menos similar. No lo entiendo, pero así fue.

-

¿Y me dice que relaciona ese momento con la aparición de un aparente declive en su salud general?

-

Sí, desde luego. Es como si todo lo que se me había permitido mejorar tras el accidente se fuese de golpe y me hiciese volver a la realidad, a mi cuerpo viejo y sin fuerzas. Perdí mucho en poco tiempo, hasta el punto de volver a utilizar el bastón. Pero lo llevé bien, con naturalidad.

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-

¿Tuvo pesadillas?

-

Nunca. Después del accidente sólo esa rareza, pero por suerte nada más, así que no quisimos darle más importancia, pese a que es un asunto muy extraño ¿Sabe? Cuando uno pasa por lo que le he contado, estas cosas sólo son menudencias. Sería una tubería con un poro, y ya está. Algo para olvidar. Ni siquiera sé por qué se lo he dicho.

-

¿Una tubería de agua salada dice?

-

No me ha entendido, ¿verdad?

-

Ahora sí. Me lo ha contado pero en realidad no quiere hablar de ello.

-

Exactamente.

-

¿Por qué? Me ha hablado con franqueza de lo sucedido en ese avión, incluso de su visión guardada en secreto, ha filosofado con maestría sobre temas profundos ¿qué tiene esto del agua que lo hace callar?

-

No sé por qué, pero creo que es mejor no hablar de eso.

-

¿Le da reparos? ¿Pudor?

-

¡Me da miedo!

-

¿Miedo a que?

-

A lo que no conozco. Yo, durante dos meses, fui distinto, otra persona mejor en todo, y esa agua vertida me lo quitó. Mire Jezabel… creo que ya he contestado a cuanto quería.

-

Señor Harris, estoy a o punto de doctorarme en psiquiatría. Mi tesis trata sobre las afecciones en los supervivientes de accidentes aéreos. Cuando empecé a documentarme descubrí que en rarísimas ocasiones hay un solo superviviente en estas desgracias, y fue cuando me di cuenta de que se producen entonces unas extrañas correlaciones entre esas personas. Estoy preparada para escuchar si

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usted quiere hablar, y lo haré con todo el respeto, pero por favor, tenga en cuenta que es usted el único de esas características que hay en el mundo. Me gustaría mucho saber, y con ello darle una explicación a usted y a otros que vengan en el futuro para quizás poder aliviarles en parte. -

Usted no puede hacer eso.

-

¿Por qué?

-

No se moleste, no dudo de su capacidad, que ya he notando que es mucha. Lo que sucede es que sin duda sabe que es usted mejor que yo, y eso, pese a ser en parte cierto, no es bueno para todo. Más inteligente, preparada, eficaz, racional, precisa en sus apreciaciones, inflexible en sus conocimientos y formada para adaptar cualquier hecho al marco común que construye y del que forma parte.

-

¿Y?

-

Pues que eso es precisamente lo que no le permitirá nunca creer. Está atrapada en su propio círculo.

-

¡Pero puedo aprender! ¡Ayúdeme usted!

-

¿Aprender? Le diré algo que no sabe y que le sorprenderá. Yo antes de esa experiencia era totalmente ateo, y ahora sólo veo las explicaciones en Dios. La cercanía de la muerte y sus misterios me hizo tener fe.

-

No es raro que las personas busquen el amparo de la fe tras un golpe terrible. De hecho es una válvula de escape magnífica, porque de repente todo tiene explicación, incluso lo más enrevesado porque hay una figura que es capaz de generar todas las respuestas y que nos promete la salvación cuando demos el paso final. La aparición de la fe es uno de los fenómenos más extraordinarios en la historia del ser humano, y usted lo ha vivido en primera persona, señor Harris. Es algo totalmente bueno, natural y explicable.

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-

¿Ve? Acaba de encasillarme a la perfección dentro de sus esquemas. Es por ello que debe seguir adelante con su investigación. Si está en Dios o el destino que se encuentre con la respuesta, tenga por seguro que lo hará, pero no olvide que si busca mucho tarde o temprano se encontrará de frente con lo que la hará cambiar.

-

deduzco que no me va a contar entonces ese último detalle.

-

No. Puede parar aquí mismo o avanzar con su sagacidad, pero a partir de ahora lo único que le voy a dar va a ser otro café.

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 12 DE MAYO DE 2009: Harris ha resultado ser una persona fascinante. Cuando me abrió la puerta me encontré con un hombre de edad avanzada, castigado por los años pero con un semblante agradable debajo de una descuidada mata de pelo blanco. Sus ojos eran incisivos, pero no tanto como su inteligencia. Me ha sorprendido gratamente, la verdad, y eso aumenta mi seguridad de que no ha sido una locura hacer este viaje del que ahora me queda regresar, aunque no sin comprar antes los inevitables regalos para los de allí. Es curioso como puede cambiar la vida de las personas en un momento, y de qué manera el destino te concede una segunda oportunidad sin que sepas por qué. Yo esperaba hallar a una persona escondida en sí misma, impresionada a pesar de los años, y he tenido frente a mí a un hombre convencido, liberado y fuerte que se ha reservado algo porque yo sencillamente no he sabido transmitirle toda la confianza necesaria. Desde luego no se puede negar que es todo un carácter, con convicciones sobre las que puede debatir sin claudicar. En lo que respecta a la tesis, llevo mi valiosa entrevista con el único superviviente, y me pregunto si contiene lo que yo esperaba o no, y la verdad es que estoy insegura. Esa imagen de la mujer flotando justo antes del impacto me ha

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sorprendido mucho, y no dejo de darle vueltas, porque no parece el tipo de persona que se deje llevar por alucinaciones sin más, y sin embargo se mostraba mucho más seguro de lo habitual en este tipo de fenómenos. No obstante, no tengo la menor duda de que se trata de un juego del cerebro, o de que quizás todo lo soñó en su inconsciencia tras el impacto. Me queda por hacer la maleta, pero estoy cansada y he decidido que la cremallera tendrá que esperar a mañana. Por suerte el avión sale antes de medio día, así que no se me hará interminable la espera. Aprovecharé ese tiempo para transcribir la entrevista detenidamente y añadir notas. Me queda mucho trabajo aún.

22 DE MAYO DE 2009, MADRID, ESPAÑA

-

Juan, has escuchado la grabación, pero tu no viste sus ojos cuando me lo contaba. Ese hombre estaba convencido.

-

No hay nada de raro en ello. Su mente estuvo sometida a un estrés tremendo, y se protegió a sí misma generando sus propias explicaciones, sus fantasmas y posibilidades.

-

No es un hombre corriente. Sabe de lo que habla, te lo aseguro. A veces me cuestionaba a un nivel elevado, sorprendente para alguien de su edad cuya profesión ha sido manejar una fresadora en una fábrica de coches. Ha debido leer mucho, se le ve un gran fondo.

-

Sí, se nota. Aunque quizás ha elegido la literatura errónea, a juzgar por el modo en que te estuvo intentando acorralar con todo eso de los OVNIS.

-

Fue siempre muy amable, te lo aseguro. El encuentro resultó intenso para los dos, pero nunca tuve la sensación de que intentase eso. Sólo que tuvo la

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posibilidad de tener ante él a una integrante de la ciencia dispuesta a conversar, y no podía dejar escapar esa oportunidad de disipar alguna duda. Es un gran conversador. -

Ha tenido tiempo para cultivarse, sin duda, pero eso no lo hace diferente. La posibilidad que sugiere con eso de la figura flotando se me antoja pueril, aunque no puedo negar su originalidad. No lo había oído antes.

-

Ya, pero eso tiene explicación y no es eso lo que me preocupa ¿Cómo explicas lo de que amaneciese mojado de agua salada esa noche? Cuando le pedí precisar las fechas me di cuenta de que fue en la franja de los 66 días, justo cuando los otros fallecieron.

-

Me parece más fantasía que otra cosa, de verdad.

-

Juan, como mínimo hay una extraordinaria coincidencia. Además, dijo que su hija lo vio, y no tenía por qué mentirme.

-

¿Qué vio el qué?

-

El agua en la cama.

-

¿Hablaste con la hija?

-

No.

-

Mejor. Así no podrás usar esos detalles en tu tesis, Jezabel. Suena ridículo. Ni fantasmas ni vampiros, ¿recuerdas? No existen esas cosas salvo en las mentes de las personas. Forman parte de la cultura popular, pero no existen, no están ahí.

-

Supongo que será así.

-

Pronto te convertirás en una gran psiquiatra, créeme. Ahora completa tu trabajo y preséntalo. Estoy seguro de que causará admiración.

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EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 12 DE MAYO DE 2009: Esta noche tuve un sueño extraño. Había muchas nubes en el cielo, grises y bajas, como de agua, pero no llovía. Sólo estaban ahí, y se movían muy rápido. Me encontraba en algún lugar al aire libre, y a lo lejos había un árbol seco, con ramas muy viejas. Me dirigí hacia él, pero me costaba mucho moverme, porque el suelo era parecido a ceniza, aunque muy pegajoso, y sufría intentando despegar mis pies. De repente toda la atención se centró en una luna distante, una mancha que volaba despacio, y que parecía acercarse, pero yo sabía que estaba lejos, en el cielo, que de repente se había abierto para mostrarse negro. Creo que voy a relajarme un poco con este asunto, porque además me noto saturada. Después de un tiempo en la sombra lo veré con más luz.

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 26 DE MAYO DE 2010: Hoy me he encontrado con una noticia que, pese a su carácter trágico, me ha hecho recuperar la energía necesaria para continuar con mi tesis. ¡Ya era hora! Un avión de pasajeros se ha estrellado en Polonia, y al parecer ha habido un único superviviente, aún no se si hombre o mujer. Llevo desde la tarde atenta a los informativos y buscando por Internet para ver si me hago con datos del vuelo y del supuesto superviviente. Si todo se confirma tendré por segunda vez la posibilidad de entrevistar a uno de esos afortunados seres que escapan de las tragedias aéreas de manera inexplicable, así que estoy con las pilas bien puestas. Mi primera intención ha sido llamar a Juan, pero su actitud respecto al modo en que detuve este trabajo es bastante negativa, y he decidido no hacerlo. Sé que lo es por mí, que se preocupa, pero a veces es como si me estuviese aleccionando constantemente, y comienzo a no soportarlo. Supongo que es un claro indicio de que mi larga dependencia alumna-

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profesor de los tiempos de la facultad se está yendo al traste poco a poco a medida que nos vamos enfrentando en una vida normal, de tu a tu. La verdad es que no lo consideraba tan cerrado. Necesito a mi alrededor ahora gente evolutiva, que me motive, y no a quien me intenta retener por todos los medios. Por otro lado, llevo ya meses con esas extrañas pesadillas que no quiero recordar, y nunca me ha dado una explicación válida ¿Me habré equivocado de profesión? No creo, ni tampoco de amigo. Lo único que pasa es que nuestras posturas son muy diferentes ahora mismo, pero nada más. Esta noche tengo trabajo en el bar, y no tengo ganas, en serio. Servir copas hasta las 5 de la mañana me parece una profesión demasiado baja para una licenciada, pero la cosa está así, de manera que me callo y trabajo, que las facturas hay que pagarlas.

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 10 DE JULIO DE 2010: ¡La he encontrado! Es una deliciosamente dulce mujer llamada Mariya Petrova, una bióloga dedicada a los muebles antiguos. Rarezas con encanto, que diría yo. Vive en la frontera búlgara, y se ha mostrado muy interesada por mi trabajo. Es curioso que pese a la cercanía de la tragedia se muestre tan entera, pero al menos es lo que he notado, aunque el teléfono a veces engaña. Me ha pedido que le envíe documentación, y mañana mismo se la haré llegar por algún servicio de paquetería internacional. No me gustaría que nada se perdiese. De todos modos me ha dado su correo electrónico, y ya le he remitido algunos documentos para que se vaya situando. Le he insinuado la posibilidad de ir a verla, y me ha parecido que en principio no tiene muy claro si permitirlo, pero es probable que eso cambie cuando lea los papeles y detecte lo interesante de este tema. Ya veremos, pero de momento al menos la red está en el mar y el pez se ha acercado mucho. ¿Cenaré pescado?

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EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 19 DE JULIO DE 2010: Mariya me ha remitido un extenso correo para decirme que se muestra entusiasmada de poder colaborar, y en el que ofrece su casa para cuando quiera ir a visitarla. Le ha interesado mucho todo este asunto (yo lo sabía), y asegura que está ansiosa por contarme su experiencia y así contribuir a la labor de esclarecer lo que está sucediendo. Pese a conocer el dato de las curiosas muertes de casi todos sus predecesores, no la he notado preocupada, sino más bien consecuente con el hecho de que está en el centro de un misterio algo mayor que el hecho de que sigue con vida tras lo de Varsovia. Presiento que me gustará mucho conocerla. En cuanto a Juan, hoy lo he visto en el centro y se ha mostrado más relajado. Creo que el hecho de que no sepa nada nos hace bien para preservar la amistad, aunque la confianza se haya resentido. Al menos he conseguido que no venga a verme al trabajo ¡Ah! He vuelto a tener el sueño, pero lo curioso es que cuando creo despertar sigo en otro sueño en el que mi cama está mojada levemente. No sé lo que puede significar esta variable, pero es muy repetitivo y me preocupa pese a que no me considero obsesionada ni perturbada. Me resulta fascinante descubrir lo profundamente que me marcó la conversación con Harris.

3 DE JULIO DE 2010, SOFIA, BULGARIA

-

¿En Sofía? ¿En la Sofía de Bulgaria?

-

Sí, exactamente.

-

¿Qué haces ahí? ¿Por qué no me avisaste?

-

Ha sido todo muy rápido, Juan. Tenía que hacerlo.

-

Pues tú dirás por qué.

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-

¿Recuerdas el accidente de hace como un mes, ese avión que cayó cerca de Varsovia?

-

Sí, algo leí, si.

-

Pues hubo una única superviviente.

-

¡Dios mío! ¿Aún sigues con eso?

-

¡Claro! ¿Recuerdas que me dijiste que completase mi trabajo?

-

Sí, loca, pero no pensé que fueses a ser tan inconsciente como para seguir gastando dinero y tiempo en ello.

-

No hay otra manera, y lo sabes.

-

Bueno, ¿y qué haces ahí?

-

Esa superviviente se llama Mariya Petrova, 56 años. Llevamos en contacto unas semanas. Es bióloga, aunque no ejerce. Tiene un par de negocios de antigüedades y vive en una ciudad a unos 400km de aquí, en Lum, a orillas del Danubio. Mañana iré allí, ya he hablado con ella y me recibirá en su casa. Es una mujer muy amable, y ha insistido en que me quede, pero ya veré.

-

Jezabel, deja eso ya. Te estás obsesionando.

-

Juan… yo…

-

¿Qué?! ¿Qué te pasa?

-

El agua… ha vuelto a mis sueños.

-

¿Cómo? ¿Cuándo?

-

Llevo tiempo, pero no te he dicho nada. La semana pasada… durante tres días soñé que uno de los laterales de mi cama estuvo apareciendo mojado… era un agua muy salada.

-

¡Vamos, Jezabel…!

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-

Tu lo sabes, ya sucedió antes, y ha sido igual. No me deja, y tengo la sensación de que significa algo.

-

Por supuesto que significa algo. Ya quedamos en que habrá una explicación, ¿no?

-

Sí, quedamos en eso, pero yo sigo sin encontrarla.

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La buscaremos, pero no puedo creer que estés persiguiendo fantasmas por Europa. Tu eres psiquiatra, Jezy, una mujer cuerda y capacitada. No debes caer en algo así. Si los del tribunal se enteran no conseguirás el doctorado por el que tanto has luchado, y lo sabes.

-

Juan, no puedo dejar esto ahora. Si lo hago viviré toda mi vida con miedo, y no quiero eso. Sé perfectamente a lo que lleva mi viaje.

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Mira, haremos una cosa… dime donde estarás, y me reuniré contigo tan pronto como solucione mis horarios. Cogeré el primer avión.

-

No. Ya te llamaré, pero ahora he de irme.

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¡Jezabel!

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Cuídate, Juan.

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 4 DE JULIO DE 2010: El tren que conduce a Lom, en el noroeste de Bulgaria, transita por unos sitios preciosos. Centro Europa es un lugar magnífico en esta época, tierra llena de pasado y belleza, con gente reservada debido a milenios de culturas cambiantes, invasiones, liberaciones, dictaduras y leyendas. ¡Menuda mezcla para las memorias de los pueblos de aquí! La verdad es que se capta el misticismo en las viejas capitales. Sofía, que hasta ayer desconocía, es bella y decadente en proporciones exactas, muy al estilo post soviético, diría yo, y una de las ciudades más antiguas de Europa. ¡Casi nada! La

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catedral es imponente, distinta, llena de curvas y con un interior anguloso de contrastes buscados detenidamente por el diseñador. Ahora ha quedado atrás con su glamourosa antigüedad, y no espero regresar hasta dentro de unas semanas. Al final de mi camino me espera un coche en la estación que me llevará a la casa de Mariya Petrova, al parecer un palacete en las afueras cargado de pasado y desde el que se divisa Rumanía al otro lado del río. Lástima que no se trate de un encuentro romántico con algún apuesto príncipe, sino de una entrevista peculiar con una mujer que cada vez me parece más interesante. ¿Cómo será en persona?

4 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA, 17 HORAS

-

Disculpe mi inglés, Mariya. Es mucho peor que el suyo, me doy cuenta.

-

No pasa nada. Juego con ventaja, pero es normal. De niña viví en Leeds. Mi padre era el cónsul allí, y eso me hizo a todos los efectos bilingüe, pero no se apure, que su inglés es muy bueno también.

-

Gracias. Tiene una casa preciosa.

-

Es lo único que me quedó de mi familia, un linaje antiguo, pero sin duda es hermosa. La vista sobre el Danubio resulta extraordinaria. ¿Sabe que ya se muestra construida en algunos paisajes pintados en el siglo XVII y en tapices que están expuestos en el castillo de Praga? No sé cómo llegaron allí, pero un día de visita los encontré y me quedé impresionada.

-

¡Vaya! Eso es espléndido.

-

Sí, un recuerdo de una Europa que ya no se le parece, amiga mía. Por suerte, debido a ciertos desarreglos del ministerio del suelo tras la caída del telón de

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acero, la propiedad no aparece en los mapas o las guías, así que no tengo correo, pero tampoco visitantes curiosos. Aquí siempre estoy tranquila. -

El último lugar discreto de Europa entonces, diría yo.

-

Podría ser. Me hace bien porque soy muy discreta, querida. De hecho mi teléfono personal no figura en ningún listín por petición expresa que me cuesta un cierto dinero al año. El que usted posee es de una de mis tiendas, como ya sabe.

-

Ojalá pudiese yo hacerlo, créame. La vida al ritmo de Madrid es intensa, y a veces me sobrepasa.

-

¿Es usted de esa ciudad?

-

No. Realmente nací y me crié en una ciudad mucho más pequeña del sur, en Córdoba, pero mis padres emigraron para trabajar y allí me quedé cuando ellos regresaron.

-

¿Tiene casa?

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En Córdoba tengo la casa familiar, pero la vivienda es cara en Madrid. Vivo en un sitio céntrico en alquiler, un piso que cabe en su salón con terraza y todo. Aún no tengo suficiente como para tener mi propia casa, pero todo se andará. La crisis no ha ido bien en mi país.

-

Sin duda. Dese tiempo y logrará lo que se proponga, aunque eso en parte no dependa de usted. Yo en cambio me encontré con todo esto, pero a veces puede dar un aire de ostentación que no se corresponde conmigo. Tengo un mayordomo al que ya conoce porque la recogió en la estación, Gustav, pero no se haga ideas erróneas por ello. Es leal desde siempre a mi padre, para el que trabajó muchos años, y la casa grande, por eso está aquí. El la administra a cambio de un sueldo adecuado y alojamiento, pero no crea que vivo

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holgadamente. Los negocios no van bien tampoco aquí, y las vacas flacas están lejos del prado, así que me mantengo con lo justo, aunque no me quejo, desde luego. Pero no creo que esté interesada en mis historias, así que como siempre me estoy excediendo en mis comentarios. -

No, para nada. Es un placer saber cosas de usted.

-

No soy tan importante para merecerlo, pero gracias por decirlo. Mi deseo es que esté usted cómoda el tiempo que decida quedarse. Como comprenderá yo tendré que salir y seguir con mis tareas, no obstante espero que eso no sea obstáculo para que se encuentre como en su propia casa. Disponga de todo a su antojo, querida, desde la cocina a la biblioteca. No tengo nada que esconder, así que sea feliz estos días.

-

Es usted muy amable, señora. Intentaré ser una huésped adecuada.

-

Sin duda lo es ya. Cambiando de tema… como sabe he estado leyendo detenidamente lo que tan amablemente me envió, Jezabel.

-

¿Y qué le ha parecido?

-

Estoy muy impresionada. ¿O quizás debería decir…aterrada?

-

Bueno, yo no la noto aterrada en absoluto.

-

Desde luego que no. Mi vida ha sido muy larga ya, y el hecho de sobrevivir a ese accidente sólo ha conseguido que me de cuenta de que todo el tiempo que estoy disfrutando no es más que un regalo del cielo.

-

No sabía que fuese creyente.

-

Lo soy, y mucho. En mi familia es una tradición desde hace siglos. ¿Usted no cree en Dios?

-

Esa es una pregunta difícil que sin duda le hubiese respondido negativamente con seguridad hace un año. Pero…

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-

Deduzco que no creía entonces, ¿verdad?

-

Cierto.

-

Pero algo está cambiando desde que investiga estos asuntos…

-

Sí… y me incomoda no saber qué es, se lo aseguro.

-

Es normal cuando uno lucha consigo mismo, querida. Yo en cambio nunca he tenido dudas, pero recientemente mi fe se ha centuplicado. Es por ello por lo que ya no tengo miedo y me dispongo para lo que haya de venir.

-

Es curioso. Cuando hablé con Adrian Harris, el superviviente americano, estaba segura de mi ateísmo fundamental. De hecho tuvimos una conversación magnífica al respecto, y me mostré segura de ello. Pero cuando volví a casa revisé algunas cosas que él mismo me había dicho, acontecimientos relacionados con apariciones de todo tipo. Aquello coincidió con que comencé a tener sueños extraños, pesadillas, y empecé a albergar dudas y a pensar que en el fondo es mucho mejor dejarse llevar y esperar a que haya realmente alguien ahí que me proteja. Es por eso que ahora no estoy segura de en qué creo.

-

Si ha de hacerse la luz, se hará. Usted sólo debe estar preparada para ello. ¿Cómo era aquella frase?... “en ausencia de la luz las tinieblas prevalecen”

-

Es usted una mujer valiente, Mariya. Ha pasado por una experiencia única y a pesar de ello su mirada es brillante. Hace que se sienta una en comunión de una manera rápida. Ya percibí eso en sus correos.

-

Gracias, pero no soy valiente en absoluto. Tan sólo privilegiada por sentir el resguardo de lo divino. No me siento dada a religiones y sus prácticas, pero mi inteligencia me dice que todo esto debe tener un sentido, así que: ¿tendría que estar asustada por ser la número 34 en su lista? ¿Porque sólo me queden 26 días de vida según su cómputo que hasta ahora ha sido casi perfecto?

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-

Yo lo estaría.

-

Para mí todo eso sólo son los números de Dios, y estoy aquí para que él complete sus cuentas.

-

Pero señora Petrova… ¿Y si no es Dios?

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 4 DE JULIO DE 2010: Se trata de una mujer extremadamente elegante, belleza de corte soviético, rubia, alta, de mirada penetrante y con un aire de inteligencia que exhibe una piel bien cuidada a su edad. Sin embargo me he fijado en sus manos y son las de una persona trabajadora. Es raro que nunca se haya casado, pero me da la impresión de que ha tenido una vida dedicada a sus asuntos y descuidado algo ese aspecto, porque atractivo no le ha faltado. De todos modos, es justo como la habría dibujado. Dejaré la maleta para más tarde, porque creo que me espera abajo ya para seguir hablando. Creo que es muy activa ¡Ah! La habitación es preciosa. Si esto fuese un hotel costaría mucho más de lo que puedo pagar.

4 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA, 19,20 HORAS

-

Lo Recuerdo todo muy bien, cómo no. Me subí en Tallin, donde había adquirido un lote para mi tienda de antigüedades, y volaba hacia Sofía con escala en Varsovia. Ni siquiera tenía que bajar del avión. Hacía frío ese día, pero eso en estos países se combate bien, no como en el suyo, que estuve un par de veces en invierno y casi se paraliza.

-

Sí, bueno. Supongo que lo nuestro es el Sol.

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-

Ciertamente, querida. He pasado buenos momentos en Marbella. En fin… El caso es que antes de llegar a Varsovia el piloto nos habló, y comunicó que todo estaba en orden, ya sabe, esa verborrea de las temperaturas, la hora de llegada y demás. Yo miré mi reloj, y eran las 13,43 en punto. Lo recuerdo porque también me lo preguntó mi acompañante, un distinguido lituano que me dijo que iba a Sofía por negocios. No me importa decir que me resultó apuesto, con un aire antiguo y misterioso de esos que seducen sin saberlo. Pero viajaba con su secretaria, una mujer rubia de piernas muy largas que saltaban bien a la vista, así que me fijé en un leve atisbo de caro perfume deduciendo que el ambiente de sus negocios sería bastante cálido. He visto muchas reuniones de ese tipo. El caso es que estábamos en la zona de primera clase, justo delante, y excepto por alguna turbulencia el vuelo había sido magnífico hasta ese momento, entre otras cosas por las atenciones de la tripulación, que nos sirvió en todo momento con exquisitez. Esas pobres chicas... Entonces un crujido extraño resonó detrás de mi, bajo el suelo, noté en mis oídos cómo la presión se intentaba equilibrar, y comprendí que descendíamos para tomar tierra, como ya nos habían avisado, así que supuse que se trataba del tren de aterrizaje, aunque se que suena de otro modo. Miré por la ventanilla mientras se encendía el aviso para los cinturones y vi la ciudad y sus alrededores, todo verde, muy bonito, pero me sorprendió lo rápido que bajábamos, así que le pregunté a una azafata, que gentilmente me aseveró que todo estaba bien. ¡Ni treinta segundos tardamos en estrellarnos en la cabeza de pista después de aquello! Justo detrás de mí algunos pasajeros gritaron al darse cuenta de que el ángulo de descenso era excesivo y de que nos íbamos a comer literalmente el suelo, pero fue todo muy rápido. Yo instintivamente apreté mi cinturón, aunque no le miento si le digo que interiormente sentí una profunda

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decepción por terminar mis días de ese modo tan ridículo sin poder ni siquiera organizarme, pero poco se podía hacer. El hecho de que estaba ya convencida de que iba a morir me tranquilizó mucho, y sólo albergaba la certeza de que seguramente sería indoloro, así que el que no se consuela es porque no quiere. Ese era mi pensamiento cuando escuché algo, un gran golpe por debajo de mis pies, y todo el frontal se vino hacia mí increíblemente despacio mientras cada objeto comenzaba a volar, pero en una escena ralentizada que no entendía. El suelo se elevó, subiéndome muy cerca del techo, y una gran brecha se abrió en el lateral, dejando ver el campo verde arañado por el peso descomunal del avión que abría un surco de tierra que se alejaba despedida hacia los laterales. Un instante después pasamos las marcas de inicio de pista, y todo se volvió alquitrán, pero pude distinguir algunas balizas rojas. Había reflejos dorados, así que deduje que nos habíamos incendiado, y yo seguía sorprendida por el hecho de que todo estuviese sucediendo tan despacio y de que me hallase viva para verlo, e incluso para razonarlo. Nunca sentí nada igual. El hombre que estuvo a mi lado había sido despedido hacia atrás, pero la chica yacía casi aplastada entre dos asientos, y por suerte no pude distinguir más, porque de repente, justo al asomar la cabeza empujada hacia el exterior, perdí la consciencia entre un viento frío y el chirrido tremendo del metal rozándose con el suelo generando chispas. Me fui del mundo gracias a Dios. Cuando desperté estaba en medio de la pista lejos de los restos, cubierta de restos, las ropas destrozadas, pero intacta como si hubiese nacido segundos antes pese a que debí arrastrarme y dar tumbos como un títere al ser despedida por la grieta. El avión, destrozado, ardía con estrépito detrás de mí, roto en varias partes, un auténtico infierno. No puedo entenderlo, pero así fue todo. Me subieron en una ambulancia, y en el hospital me hicieron

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pruebas de todo tipo, pero varias horas más tarde, tras prestar una leve declaración, salí de allí dispuesta a coger un tren a casa. Estaba conmocionada supongo, porque a sabiendas de que habían perecido 175 personas no sentía nada. Era como si me hubiese inmunizado, así que hice el viaje como cualquier otro, aunque en mi interior me comportaba tan metódicamente como una máquina. Supongo que era el modo de contener lo que me inundaba por dentro. -

Era el Shock. No debieron dejarla ir.

-

¡Oh, querida! Nadie hubiese podido evitarlo, créame. Pero fue justo al cruzar la puerta de abajo cuando caí abatida y sentí todo el peso del que me había aislado durante muchas horas. Gustav me alcanzó antes de desplomarme, y de repente me sentí muy afortunada y agradecida, pero a la vez iracunda por ser la única superviviente de ese vuelo. No lo entendía.

-

Debe ser algo impresionante. No puedo ni imaginarlo.

-

Es… innatural. Lo de volver a nacer se queda corto ante algo como lo que yo he vivido.

-

¿Y recuerda algo extraño justo antes del accidente?

-

¿Algo extraño?

-

Sí… ruídos, sensaciones… alguna visión. Alguna cosa que le llamara la atención.

-

¿sabe? Es curiosa su pregunta.

-

¿Por qué lo dice?

-

Porque si hubo algo, una cosa…distinta.

-

¿Y qué fue?

-

Aquella mujer de ojos negros. No la había visto antes pese a ser observadora, pero estaba justo delante de mí, mirándome, y eso me incomodaba, porque

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¿cómo era posible que no hubiese reparado en ella? No aparentaba miedo, sino todo lo contrario. No sé cómo había llegado allí, pero fue... Apareció justo en los últimos tres o cuatro segundos previos a estrellarnos. -

Mariya… esto puede ser importante, y no digo que lo demás no lo sea, pero puede que aquí haya algo… inesperado. ¿Cómo era esa mujer?

-

Vestía un traje muy largo, hasta el suelo, todo negro, de tela sencilla, sin adornos ni nada parecido. Su pelo también era negro, suelto, debía llegarle casi a la cintura. Y se movía, supongo que por las convulsiones del avión en su caída, pero parecían como serpientes ondulando. Como una gorgona mitológica, para que usted me entienda.

-

¿Y dice que la miraba?

-

Sí, fijamente. Sus ojos eran hermosos, pero no se por qué me causaban turbación, así que aparté la mirada incapaz de sostenerla, no me importa decirlo. Un segundo después no estaba, pero me llamó la atención que el lugar donde había pisado se viese como… mojado… o más bien empapado. Supuse que la pobre mujer se lo había hecho encima de puro miedo, pero lo cierto es que no la vi más. Y entonces nos estrellamos y ya no tuvo importancia.

-

¿Esa agua que empapaba el suelo podía deberse a que la figura estuviese mojada… o inmersa de algún modo en agua? ¿Percibió usted algo en esa dirección?

-

No sé, pero quizás los ojos… parecían húmedos.

-

¿Le produjo paz ver a esa persona?

-

No. Muy al contrario, me produjo un raro desasosiego. Bueno, quizás de no ser por las circunstancias supongo que habría intentado no estar cerca de ella. Pero

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que conste que no era por nada que viese que me molestase, no. Era porque no me gustaba el modo en que me miraba. -

¿Cómo la miraba?

-

Fríamente. Me sacaba el alma.

-

¿Se sintió de algún modo invadida?

-

Sí, por supuesto. Nadie me ha mirado así en mi vida, Jezabel. ¿Qué le parece si tomamos algo? Ya es hora de cambiar un poco de tema.

-

Lo siento, la he incomodado.

-

No se preocupe. La verdad es que debemos administrar bien estas conversaciones. Debe haber algo en mí que aún no ha cicatrizado. Venga, le enseñaré algunos cuadros de familia para que se aburra un poco.

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 4 DE JULIO DE 2010: Hoy he estado todo el día con Mariya. Es difícil describir la profunda impresión que me ha dejado, pero desde luego ha sido un acierto venir aquí. Me ha dado mucha información, y a la vez se ha mostrado extraordinariamente interesada en estudiar conmigo este asunto. Por lo demás, la casa es preciosa, antigua y llena de encanto. Un lugar con historia y en el que han pasado cosas, eso seguro. Mi habitación está al fondo del pasillo, y tengo una gran terraza desde la que se ve el Danubio y al fondo las luces de los pueblos al otro lado. Creo que incluso me ha hecho equipar el armario con algunas prendas, así que ya me imagino en un bonito camisón sentada al sol del amanecer. Es broma. Mañana iremos a la ciudad, donde veré una de sus tiendas. Las otras están en Sofía. Espero que no me regale nada, porque me daría mucha vergüenza, pero es ese tipo de mujer, así que ya veremos. Hace calor, de manera que espero que si lo hace no sea un paraguas. Aprovecharé para hablar con Juan mientras ella gestiona.

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Hace días que no sé de él, y estará preocupado. Respecto a su visión de la mujer… la descripción es similar a la de Harris, con leves diferencias. Me he asegurado de que no estaba en el material que le remití, así que el asunto es extraño. ¿Qué es lo que rodea a estas personas segundos antes de salvarse?

6 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA

-

Sí, me ha invitado a quedarme todo el mes, así que estaré en su día 66. Así lo hemos decidido.

-

Jezabel, te estás implicando emocionalmente en esto. Es peligroso.

-

No, Juan. Es una mujer extremadamente amable y buena, la casa es grande y está muy bien servida. A decir verdad es un gran lujo poder estar aquí. No hay el menor peligro. Además, es muy franca e inteligente y estoy profundizando mucho en los sucesos gracias a su perspicacia.

-

No hay nada en que profundizar, es un error. Tienes material de sobra, y seguir girando tu tesis te puede costar el doctorado, lo sabes.

-

No me importa. Esto es distinto, y no espero que lo entiendas, pero es…. Real. Esto es real.

-

No sé qué decir, Jezabel.

-

Juan… ella también lo vio.

-

¿Qué es lo que vio?

-

No me lo esperaba, pero su relato es preciso. Vio a esa figura, con la diferencia de que la tuvo a escasos centímetros, mirándola fijamente. La describe de manera muy similar a como lo hizo el americano.

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-

Sólo es una rareza más de estos casos, una alucinación, meros espasmos del cerebro ante un acontecimiento devastador. Quedará bien en tu trabajo si le das ese enfoque, pero por favor, no lo tires todo por la borda por un esoterismo paracientífico, que te veo venir. Quedarás señalada y arruinarás tu carrera sin tan siquiera empezarla.

-

Gracias por preocuparte tanto por mí, pero deberías entenderme. Ya no puedo parar, Juan.

-

¿Por qué?

-

Porque sé que algo… algo subyace debajo de las apariencias. Esto no acabará hasta que se clarifique.

-

¡Maldita cabezota! No hay nada empezado ni por acabar, no seas bohemia ¿Has vuelto a tener tus pesadillas?

-

Sí.

-

Jezabel,

no

quería

decírtelo,

pero

sabes

que

te

estás

generando

autosugestivamente la necesidad de ver por ti misma aquello en lo que de repente estás inmersa, y lo vas creando engañando a tus sentidos. Estás cambiando sin ni siquiera darte cuenta, y es peligroso. Síntoma de un posible desorden. -

¿Estás insinuando…? ¿me estás llamando enferma?

-

No es eso, pero sí que deberías pensar en recibir tratamiento. Siento la franqueza, pero me compete decírtelo.

-

¿Sabes lo que creo, Juan?

-

¿Qué?

-

Que Adrian Harris tenía razón. Tanta ciencia nos está haciendo daño. Ya te llamaré.

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EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 8 DE JULIO DE 2010: Estamos detenidas. De repente me he encontrado con que ya sólo podemos avanzar en base a especulaciones, dado que no tenemos más datos, así que habré de cambiar la estrategia y hacer algo que no quería, pero que será inevitable. Intentaré ponerme en contacto de algún modo con los familiares de los supervivientes a fin de recabar más información. Hay mucho que extraer aún antes de establecer hipótesis medianamente creíbles, y este es el camino. Ahora se que sentía Sherlock cuando no podía detener a Moriarty. Ya he asumido que Juan no va a entender nunca lo que está ocurriendo, pero no me importa. Mi misión ahora es concentrarme en mi trabajo e intentar buscar una vía por la que conseguir que Mariya salga bien de este trance tan extraño que le ha tocado vivir, no obstante la visión de esa mujer morena en el avión es un elemento que me descoloca, lo admito. Ya veremos a donde lleva todo esto.

9 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA

-

Hoy he escrito diez correos a los familiares directos de algunas de las víctimas anteriores.

-

Cuando dice “anteriores” se me erizan los pelos, querida.

-

¡Lo siento! Es una expresión desafortunada. No quería…

-

No tiene importancia. ¿Y bien? ¿Por qué lo ha hecho?

-

En primer lugar para hacerles saber que con todo respeto estoy investigando sus tragedias. No quiero que cuando esto salga llegue de algún modo a sus manos y les moleste. En cierto modo les pido permiso para no herir a nadie, ya sabe.

-

Entiendo, pero ¿por qué sólo diez? Son muchos más.

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-

Sí, pero de los otros no tengo manera de contactar con sus familiares, si es que los hay. Sólo poseo las direcciones de estas personas, y en eso mis fuentes han sido muy pulcras al no revelar detalles de los que han querido permanecer en el anonimato. No todo el mundo lleva estas cosas de igual manera.

-

Obviamente. Ha dicho que en primer lugar sus correos intentan presentar un cierto respeto a la memoria de esas personas fallecidas, pero ¿qué mas?

-

Les he preguntado si tienen conocimiento de que sus seres queridos antes de morir comentasen sobre algo extraño dentro del avión, sus vivencias… Cómo fueron sus últimos días… intento saber algo más a pesar de que la mayor parte de la información se haya perdido, lo que sea. Creo que es muy importante para saber qué está pasando.

-

No será fácil para la mayoría, pero puede que tenga suerte y alguien le conteste.

-

Eso espero. Quiero que lea esto.

-

¿Qué es?

-

Es la transcripción de una parte de mi entrevista con Harris, el americano. En ella habla de algo que quiero que usted conozca, unas aseveraciones que no he escrito nunca. Creo que hay coincidencias muy curiosas entre sus experiencias. Deseo saber su opinión cuando las conozca.

-

No me diga más. Lo leeré y le daré mi parecer. ¿De acuerdo?

-

De acuerdo. Hoy está radiante, Mariya.

-

Me siento cada vez mejor. ¿No es preocupante?

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 9 DE JULIO DE 2010: Tal como imaginaba, Mariya se ha sentido impresionada ante la revelación de que Adrian Harris viese a una mujer similar a la que ella misma tuvo a escasos

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centímetros. Hemos hablado al respecto, y al igual que en el otro caso se muestra segura de que la escena fue real, aunque ella sí admite la posibilidad de que formase parte del episodio de inconsciencia. Sin embargo, la certeza de que hemos encontrado un nuevo enlace común es total, aunque su naturaleza se nos escapa. Le he contado que el objetivo de intentar recabar mayor información por parte de los familiares de los otros supervivientes ya fallecidos se debe en mayor medida a mi deseo de esclarecer el fenómeno, y a saber si ellos también tuvieron visiones similares. Será difícil encontrar una información que en muchos casos se habrá ido con esas personas, pero hay que intentarlo. ¿Qué ha pasado con estas personas? ¿Por qué la tasa de coincidencias es tan abrumadoramente elevada? No es momento aún de resolver, pero las posibilidades e implicaciones son enervantes. ¿Y el nexo?...

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 13 DE JULIO DE 2010: Hoy estoy feliz, porque he recibido contestación a uno de mis correos, aquellos que mandé solicitando a los familiares información sobre los días posteriores a las tragedias. Es de una mujer francesa que desea mantener el anonimato, pero revela cosas trascendentes que apuntan en una dirección sorprendente, aunque esperada. Estoy deseando que Mariya llegue de Sofía, a donde ha ido en coche, para comentarlo con ella.

13 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA

-

Se hace llamar Dominique, aunque no es su nombre real. Me lo dice abiertamente en el preámbulo, porque no desea figurar en ningún sitio, a la vez que me solicita que no haga averiguaciones sobre ella o su familia. Es sobrina de

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uno de los fallecidos, Armand Labeille, un empresario de Caen, al oeste de París. Era una veinteañera cuando todo sucedió, pero recuerda claramente las conversaciones y el modo en que le sobrevino la muerte a su tío. Hizo psicología, así que cree que hay cosas que me pueden interesar como psiquiatra. -

¡Vaya! Ha tenido suerte con sus correos, amiga mía.

-

Si, eso creo. También tengo esperanzas puestas en otra persona que está valorando si intervenir o no y a la que sigo intentando convencer. Ya sabremos, pero de momento tenemos esto, y creo que es muy importante lo que cuenta.

-

Estoy impaciente por saberlo.

-

Le voy a leer la parte que nos interesa. El principio es una extensa presentación donde me describe lo importante que era su tío para ella y el cariño que le profesaba. Es por lo que se siente obligada a contar todo, con objeto de que de algún modo sirva para que se sepa la verdad, si es que es posible entenderla.

-

Suena familiar y enigmático.

-

Lo es. También me confirma que, en efecto, su tío aquel día viajaba sólo, sin más compañía que su bolso de viaje y un maletín. Al parecer era un hombre entrañable y cordial, muy querido por los suyos, y se desplazaba al sur de Francia para una convención de vinos, un tema paralelo al negocio familiar. Dominique era al parecer su sobrina favorita, la hija de su hermana menor, y guardaban una relación muy cariñosa. Ella tenía entonces 19 años.

-

¿Y estaba muy próxima a su tío con esa edad?

-

Eso pienso, aunque no creo que hasta el punto que deja entrever su sonrisa.

-

Lo siento. Soy intrínsecamente maliciosa.

-

Leo desde aquí: Tío Armand vino diferente después de dejar el hospital, cambiado. Supongo que es normal tras algo como lo que él pasó que las

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personas mengüen, que se vuelvan esquivas y poco receptivas, pero en su caso sucedía exactamente lo contrario. Era manifiestamente mejor, daba una apariencia pétrea, y su agudeza mental había crecido también. A veces me resultaba tan distinto que no puedo explicarlo, pero había muchos detalles diferentes en él tras el suceso, como por ejemplo que dejó de usar lentillas sin mediar más explicación que el hecho de que ya no las necesitaba. Incluso sus pequeñas heridas sanaban con gran rapidez, cortes, rasguños… Para empezar nunca fue una persona excesivamente religiosa, aunque sí que creía en Dios. Sin embargo, en aquellos dos meses que el tiempo le regaló no dejaba de leer la Biblia y textos relacionados con la religión, aunque algunos de ellos de un contenido peculiar, rozando lo profano diría yo. Definitivamente se había marcado su aspecto más espiritual, como ahora sé que a veces sucede a las personas que pasan por experiencias cercanas a la muerte, y eso le confería un cierto aire de paz, pero debajo de

eso, de toda su nueva capa de metal

pulimentando, yo notaba un temor, un océano de dudas. Usted me entenderá bien, supongo, dados sus conocimientos. El caso es que miraba diferente, sonreía de otro modo, y yo lo notaba porque conocía aquel rostro desde mi niñez. Con frecuencia se lo decía, y el reía, diciéndome que alguna vez sabría por qué, lo cual sólo aumentaba mi preocupación. Una noche estábamos todo en Caen. Yo me quedaba con frecuencia en su casa junto a madre y Tía Alberta, y cuando ellas se iban a la cama gustaba de sentarme con él al pie de la chimenea. Supongo que ello me traía recuerdos de la infancia, pero el caso es que así pasábamos el tiempo, yo le contaba cosas, y él me decía tantas otras, pero incluso eso había cambiado en aquel hombre. Aquella noche me miró y me dijo muy serio “sobrina, el mundo no es lo que parece ni lo que la gente cree. Hay

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mucho más por conocer de lo que nunca sabremos”. Se levantó, llenó su copa, se sentó muy cerca de mí y después me contó una extraña historia, algo que no había dicho a nadie tras el accidente, sencillamente porque no creía que pudieran tomarle por cuerdo. Mi tío, hombre templado y con una inteligencia fina, me dijo abiertamente que justo antes de que el avión se estrellase con las consecuencias ya conocidas, una mujer golpeó la ventanilla, pero lo sorprendente es que dijo que lo hizo desde el exterior, cosa imposible, como es lógico. Sin embargo, él estaba seguro de lo que decía, y juraba que aquello había sucedido, aunque no podía entender cómo. ¿Los hechos? Él había notado un gran golpe debajo del suelo, cosa que lo puso nervioso porque volaba mucho y sabía que no era normal. Desde el primer momento supo que algo iba mal, pero no acababa de racionalizarlo cuando ella apareció. Estaba en el extremo del ala, y desde su posición sostenía haber visto claramente cómo se deslizaba despacio por ella hasta llegar a su ventanilla mientras algunos pasajeros de atrás gritaban que afuera había alguien. Él los oyó, y eso lo afirmaba en el hecho de que se había tratado de algo real. Mi tío describió los movimientos de la figura como si fuesen los de un nadador que se moviese al estilo braza en una piscina. No tenía mejor modo de hacerme ver la imagen que conservaba en su recuerdo, supongo. Comprendo lo irreal del tema, pero después de eso me aseguró que la mujer se abalanzó hacia su ventana y lo miró fijamente, de un modo que no pudo entender. Justo entonces el avión cayó al suelo, pero me dijo que nunca había conseguido zafarse de la fuerza de aquella visión. La seguía sintiendo cada día, cada noche, y por ello buscaba la paz en Dios, quizás convencido de que no era algo bueno ni benigno lo que había vivido. Con ese pensamiento se fue. ¿Usted quería saber si hubo alguna cosa anormal en los momentos previos al desastre?

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Pues ya ve que sí. Se lo digo con toda franqueza, no sé para que servirá investigar todo esto, pero desde aquella noche yo no he dejado de pensar en la posibilidad de que ciertamente, como él dijo, haya muchas más cosas ahí fuera de las que vemos, pero no por esa alucinación, que sin duda lo fue, sino porque le repito que hasta el momento de su extraña muerte fue mejor cada día que pasó, y eso no es natural. -

¡Vaya!

-

Si. Justo en la diana.

13 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA, 10,35 HORAS

-

Los tres coinciden. Cada uno a su manera, pero sin duda coinciden.

-

Ya veo. Me ha llamado la atención la descripción que dio el japonés a su hija. Dijo “como una gran mujer en un negro kimono”. Es muy curiosa.

-

Sí, es verdad. Supongo que cada uno ha sintetizado a su manera algo que no acabó nunca de entender, pero en todos los casos lo que vieron fue una mujer vestida de negro, mirada fija e intensa, movimientos sinuosos, como si estuviese inmersa en algún tipo de líquido. Es normal que por asociación se piense en agua, pero pudiera ser otra cosa, o incluso un gas. En cualquier caso ya es demasiado material como para pensar en coincidencias o alucinaciones.

-

Sí, es imposible a la luz de estos datos. Sin duda en todos esos aviones debió haber algo que provocase este fenómeno.

-

En los aviones o en ustedes.

-

Muy aguda su apreciación. Eso abre una nueva posibilidad que… Oiga, Jezabel, ¿tiene a mano los informes de las autopsias?

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-

Sí, están arriba. Sólo tengo que ir a por ellos, ¿por qué?

-

Tráigalos. Voy a llamar a Andrey Volkov. Aparte de amigo íntimo y extraordinariamente discreto es un reputado médico en la ciudad, y hay algo que se me ha ocurrido de repente.

-

¿Me lo va a decir?

-

Me asusta demasiado.

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 13 DE JULIO DE 2010: Mariya está hablando por teléfono con un amigo médico que quiere hacer venir para que vea algo que no me ha contado. No me importa, lo hará cuando tenga los cabos atados, empiezo a conocerla y es metódica. No le gusta transmitir inseguridades, así que sólo hablará cuando posea una visión amplia de lo que haya en su mente. Hemos estado viendo las otras dos respuestas que he tenido a mis correos, y una vez más hemos encontrado los mismos cuadros: fortalecimiento y mejora general superlativa, agudeza mental creciente, y la extraña presencia de esa visión que me será muy difícil entender de un modo académico. Lucho por saber, pero mientras más sé menos entiendo, esa es la verdad. No sé lo que ese médico va a buscar bajo su requerimiento, pero confiando ciegamente en mi anfitriona puedo asegurar que si lo está haciendo venir es porque se ha dado cuenta de algo referente a las autopsias. Pronto lo sabré.

13 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA, 16,40 HORAS

-

Andrey no domina el inglés. Él es más bien de la parte soviética, ya sabe, así que le iré traduciendo todo lo que me ha contado. Está ahora en la cocina con Gustav

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tomando algún vino. Le he ahorrado el aburrimiento de vernos hablar sin entender nada. -

De acuerdo.

-

Ha estado viendo las autopsias en base a una pregunta que le he hecho, y ha encontrado algo muy interesante. Tengo aquí un montón de notas.

-

¿Cuál ha sido la pregunta?

-

Es usted incisiva, querida. Cualquiera se hubiese interesado antes por lo que ha encontrado.

-

Cualquiera lo hubiese hecho, pero ya me va conociendo.

-

La pregunta fue si los forenses notaron algo anormal en los órganos internos de los cuerpos. Algo que no formase del todo parte de la casuística que tenían entre manos, es decir, una persona muerta por ahogamiento en extrañas circunstancias.

-

Supongo que eso debe estar bastante acreditado por los distintos profesionales. Quiero decir… que si hubiese habido algo anómalo… lo habrían reflejado en sus informes, al menos como curiosidad o inciso, y que yo sepa no es así.

-

No sea tan pretenciosa en campos que desconoce. Pudiera haber habido algo ante usted y no haberse dado cuenta. Es por ello por lo que hice venir a un médico, para reparar nuestro desconocimiento a ese nivel.

-

Tiene razón, a veces me puede la imprudencia por impaciencia. Siga.

-

Verá. Está claro que fallecieron por ahogamiento con agua salada, pero no sabemos si eso fue la causa de la muerte o un elemento complementario a algo que aún no hemos comprendido. De hecho esa es una de nuestras eternas dudas en este tema. Cuando esas autopsias se hicieron los forenses no contaban con los datos que nosotros tenemos respecto al hecho de que hay un patrón general

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repetitivo y común, así que puede que haya algo que no se hubiese podido contemplar con anterioridad debido a la falta de perspectiva. Ello conllevaría que en esos momentos posiblemente no se pusiese el mismo énfasis en estudiar otras posibilidades que el que se emplearía ahora a la vista de los datos recopilados. -

¿Cómo por ejemplo…?

-

Como por ejemplo tomar los 66 días como un ciclo. Un ciclo de algo… o para algo. Es una cifra exacta, machacona y repetitiva, sin margen de error, que no tiene nada que ver con el avión, sino con los supervivientes. Su presencia es todo un reto.

-

No veo a dónde quiere usted llegar.

-

Jezabel… según los informes de las autoridades, los cuerpos de esos supervivientes fueron encontrados dos meses después con los pulmones llenos de agua salada, pero apenas nada había salido al exterior. Nada de toda esa agua. Se debería necesitar mucha para ahogar a un ser humano teniendo en cuenta la que se desperdiciaría por no entrar en los conductos adecuados, y sin embargo nada cayó fuera. Los ambientes de las defunciones estaban inmaculados en ese sentido.

-

En algunos casos se habría podido evaporar.

-

Pero no en todos.

-

Sí, es cierto.

-

¿Y no le parece raro? Además nadie se ahoga sin oponer una tensa resistencia, porque morir de ese modo no sólo es angustioso, sino muy doloroso. Lo he estudiado y no somos embudos que tragamos sin más. Tenemos reflejos, automatismos… válvulas que rechazan la agresión y que mandan enormes

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señales de dolor al cerebro. Si el agua entró por la boca está claro que debió derramarse algo por las comisuras, a no ser que se usase un entubamiento o algo parecido, pero no hay rastros de rozaduras o resquemores en la tráquea ni de restos en los alrededores inmediatos, así que es descartable la invasión violenta de una corriente o la ingesta a través de una vía considerable. Tampoco ninguna de las víctimas llegó a vomitar ni se mostraba en posición tensa o sorprendida, cosa bastante común en cuadros de ahogamiento severo. Es por ello que los forenses unánimemente hablan en sus conclusiones de una muerte sin violencia, sedada, aunque no han encontrado la menor traza del sedante. ¿Me sigue? -

Sí.

-

Pues bien… pese a todo se llegó machaconamente a la más que fácil conclusión de que el agua debió entrar por la boca o nariz, pero yo me he preguntado esta mañana… ¿y si realmente estaba dentro de esas personas esperando para salir? Es decir, justo al revés… de dentro hacia fuera. Algo que precise de 66 días para hacerlo.

-

Sería una explicación desde luego. Y el único sitio viable de alojar suficiente agua dentro del cuerpo sin mostrar cambios fuera es…

-

El estómago.

-

Interesante ¿Y qué había en los estómagos de las víctimas? No me fijé en eso.

-

Hay datos que señalan en esa dirección en la mayoría de los informes. Desgarros en las paredes estomacales y restos de agua salada, pero como no disponían de contrastes el hecho fue tenido por una circunstancia menor dentro de las de personas que mueren traumáticamente. De hecho, que usted haya enlazado esas muertes es algo muy difícil tratándose de épocas, países, forenses y medidas de control muy diferentes, así que tienen disculpa. Esos desgarros no son

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correspondientes con el hecho de que no hubo vómitos, esa es la verdad. Además, los estómagos estaban completamente vacíos y limpios de sustancias procesables. En todos los casos se documentó bien la ausencia de ingestas previas con cierta cercanía a la hora del óbito. A decir verdad, se habla de un largo periodo de pérdida del apetito o de incluso anorexia, pero los cuerpos estaban fuertes en grado sumo, perfectos ¡Dios, cuanta palabrería técnica! Discúlpeme, pero a veces me comporto como si aún ejerciese. -

No se preocupe, lo hace muy bien. ¿Pero ha pensado cómo y por qué se puede generar agua salada dentro de un cuerpo humano? ¿Cómo no notaron nada esas personas o quienes las acompañasen mientras supuestamente cambiaban?

-

Verá, tengo una idea… El agua… realmente fue mucha menos de la que creíamos, porque no se perdió nada en el camino entre el estómago y los pulmones, y ni tan siquiera por fuera de la boca. Unos dos litros con riesgo de exagerar bastante, suficiente como para detener totalmente el funcionamiento de los alveolos y no provocar una hinchazón visible en la tripa del sujeto antes de hacerlo. El caso es que la que llegó al paladar fue ya residual, un sobrante después de haber llenado el órgano destino, aunque creo que eso fue solo una consecuencia de lo que estaba sucediendo dentro del estómago. Por ello el americano no se ahogó, porque el agua no encontró el camino a los pulmones y entonces salió fuera del cuerpo. Fue la noche en que amaneció con todo mojado de agua salada.

-

Pero ¿por qué? ¿Para qué ese agua?

-

No lo sé, querida. Andrey no puede precisar más detalles dado que ante la obviedad de las muertes no hubo investigaciones más profundas, pero yo creo que posiblemente tras estos cuadros tan peculiares se esconde algo

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verdaderamente peligroso, por lo que sé quizás un tipo indeterminado de virus, y esa es la idea por la que hemos revisado esas autopsias. -

¿Un virus capaz de sintetizar agua salada y proyectarla hacia los pulmones?

-

Tenemos mucha agua ya dentro. Sólo hay que alterar sus funciones. Para ello debería cambiar el funcionamiento químico del cuerpo durante un tiempo, aunque no se cómo, la verdad porque además tendría que sintetizar mucha sal, elemento que sí que no forma parte de nuestro organismo, con la consiguiente pérdida de equilibrios. Las disfunciones serían notables, y sin embargo no parecieron darse, por lo que algo debió mantener el control orgánico. No es previsible que una persona con una alteración tan grave no presentase síntomas bastante tiempo antes de sobrevenirle el final, pero aún así no veo otra posibilidad.

-

Es cierto. Todos los fallecidos estuvieron bien hasta el último momento.

-

Sí, y eso es lo más oscuro del asunto.

-

¿Por qué?

-

Porque es probable que el huésped sea bastante más sofisticado de lo que pudiéramos pensar.

-

¿El huésped?

-

Me suena mejor que virus o parásito, pero cualquier variante es válida.

-

Entiendo.

-

Jezabel, si mi hipótesis es medianamente cierta, ese huésped es capaz de camuflarse, tomar de algún modo el control del mecanismo corporal y engañarlo para que las funciones sigan siendo aparentemente perfectas hasta que su ciclo se complete. Se encargaría de que todo fuese normal durante… 66 días.

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-

Soy psiquiatra, Mariya, y por tanto médico. Su hipótesis está bien planteada, explicada en términos de biólogo… pero lo que postula está fuera de lo que se puede considerar... aceptable en medicina.

-

¿Y qué no lo está en este tema?

-

Ya, pero me cuesta de creer que algo tan primitivo como un virus pueda apoderarse de las personas hasta ese punto. Es casi ciencia ficción. Incluso… pensarlo me hace sentir escalofríos. Además, supongo que habría sido detectado, no sé…

-

Pues imagine cómo me siento en la casi seguridad de que eso está dentro de mí, de que nada de lo que noto es real, de que mi aparentemente envidiable salud es sólo un engaño, un estado inducido por algo que me come por dentro y que no me deja darme cuenta. Créame si le digo que me cuesta hablar de esto, pero no me queda otra manera de entender lo que está pasando cada día que acaba. Sé que de algún modo, por algún motivo, dentro de mí se forma algo que está en vías de completar un ciclo, y deseo utilizar todos los mecanismos de que dispongo para evitarlo, pero el primer paso es abandonar la ignorancia, pese a que hayamos de mirar en habitaciones oscuras que antes no nos atrevíamos ni a abrir. Supongo que comienzo a sentir cierta desesperación que enlaza con la rabia por sentirme invadida.

-

Deseo ayudarla, lo sabe. Sólo que mi mente no es quizás tan amplia como la suya. Admiro su razonamiento… es avanzado, así lo veo, pero no quiero creerlo sin más. Me da pánico lo que dice.

-

No le va a quedar otra alternativa que creerme, me temo. Los hechos se van ubicando para apuntar a lo que le he dicho. De todos modos, creo que ha llegado

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el momento de que le cuente algo de mí. Algo que no sabe, y que la ayudará a confiar. -

Por el modo y el momento en que lo dice sólo se me ocurre que sin duda sabe usted captar mi atención. La escucho.

-

Las personas somos misterios en movimiento, querida Jezabel. Detrás de cada una que usted ve hay una vida, y esas vidas pueden ser extraordinariamente divergentes entre sí. La mía no ha sido fácil hasta ahora. Ya me he independizado de todo y subsisto gracias a mis negocios, que como usted sabe nada tienen que ver con mi formación, pero para llegar a este momento he tenido que hacer muchas cosas, y algunas no muy agradables ni conocidas. Otras sencillamente las he pretendido olvidar. Me gradué y doctoré en biología farmacológica y molecular en 1977 en Moscú con todos los honores, después de haberme licenciado dos años antes en química haciendo la carrera en sólo tres años. Eso es lo que pone en mi curriculum, pero a partir de ahí cuenta que trabajé en laboratorios diversos a lo largo de Ucrania para una organización de productos relacionados con la industria petrolífera, lo cual no es del todo cierto. Mi brillantez en el doctorado hizo que algunos de los poderes fácticos de las ciencias de la antigua URSS pusiesen su mirada en mí. Una chica joven, brillante, con ideas nuevas pero moldeable, un talento en ciernes. Además el historial de mi familia era intachable a ojos del partido, mi padre era un alto cargo después de abandonar el consulado y supongo que eso fue decisivo para que una mañana me citasen en los laboratorios del doctor Valery Ivanov, uno de los más prominentes investigadores al servicio del régimen y un mito para cualquiera que estudiase ciencias por aquel entonces para ofertarme algo mucho mejor que una beca. Entrar en la academia de ciencias por la puerta principal me

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hizo sentirme pequeña, pero mereció la pena después de verla como un Olimpo inalcanzable lleno de dioses perfectos. Me recibió con una sonrisa, y me senté como si nunca hubiese posado el culo en un sillón, revelando mi profundo desconocimiento del mundo fuera de las aulas. Yo era una novata, y aquella eminencia decía haber mirado mi expediente académico y decidido proponerme para trabajar a su lado en una serie de estudios de especial interés para el futuro de la URSS, lo cual era algo muy grande, un premio inesperado a años de esfuerzo, pero que para ello precisaba de mi aceptación personal, no de imposiciones. Me puso por delante un documento firmado por él y por el mismísimo Leónidas Brezniev, por aquel entonces jefe del estado, por el que se me concedían una serie de privilegios a cambio de mudarme a unas instalaciones militares cercanas a Yalta, en la península de Crimea y de someterme a un estricto código de silencio por el que accedía a no hablar jamás de las actividades que allí se desarrollasen. A cambio, tendría casa propia bien equipada, coche y vuelos a Sofía varias veces al año. Ivanov se tomó su tiempo en explicarme sus proyectos y el tipo de trabajo que desarrollaba, pero me tapó cosas fundamentales por motivos de seguridad. Para mí era una gran oportunidad, la posibilidad de iniciar un trabajo brillante desde uno de los mejores trampolines profesionales de todo el país, así que por supuesto que acepté sin preguntar. Pronto me incorporé a mi nuevo trabajo. -

¿Investigó para la Unión Soviética? Yo pensé que había desarrollado su vida aquí, en Bulgaria.

-

Ya veo que no ha mirado mucho mi expediente, pero en el fondo se lo agradezco, porque se hubiese hecho ideas preconcebidas que ahora serían embarazosas. Esos papeles, cuando se ha vivido tras el telón, suelen contener

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más mentiras que otra cosa. Estuve allí casi quince años desarrollando programas de investigación para un ala muy específica de la academia de ciencias que se conocía como P4, y que dependía íntegramente del ejército. De hecho, yo tenía una graduación militar, y con ello mis emolumentos llegaban directamente del ministerio de la guerra. -

¿Ha sido usted militar?

-

Sólo llevaba galones para hacer prevalecer mi rango dentro del organigrama, pero no tomé disciplina castrense, si es eso lo que pregunta. De todos modos he de decirle que supe de primera mano que algunos hombres encuentran irresistible a una mujer con uniforme, aunque no disponía de mucho tiempo para aprovecharlo del todo. ¡Lástima!

-

Es usted sorprendente. ¿Cuál era su graduación?

-

Comandante. Comandante Mariya Petrova.

-

Suena muy bien.

-

Sí, pero nunca me sentí militar, esa es la verdad. El jefe de todo era Ivanov, que supervisaba en persona las operaciones bajo el rango de coronel, el más alto posible. El caso es que yo pensaba que iba a dedicar mi vida al desarrollo de fármacos y retrovirales para ser usados por las tropas en el campo de batalla, algo puramente defensivo, pero eso era una parte menor de cuanto allí se hacía. Pronto, para mi sorpresa, me encontré activando sistemas inmunológicos en cepas de virus dedicados a la guerra bacteriológica en laboratorios subterráneos de alto secreto y bajo protocolos de ley marcial, todo lo contrario de lo que había pensado al aceptar el puesto. Mi ambición inocente me había jugado una maniobra maestra para someterme a un sistema cerrado del que nada entraba y salía sin pasar diez controles, y todo fruto de mi juvenil entusiasmo y de mi falta

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de perspectiva ante la personalidad de Ivanov. Ya no pude hacer nada más que trabajar y callar. -

¡Santo cielo!

-

Sí, muy poca gente sabe esto. No es de mi agrado, pero por aquel entonces no era factible salir de la trampa una vez que se había entrado, así que una vez superado mi estupor inicial desarrollé mi función sin más, intentando paliar en lo posible el daño moral. Poco a poco acepté la situación y me fui integrando con los programas de desarrollo más terribles, cada vez más arriba bajo la tutela y el consentimiento de Ivanov, hasta que los fondos escasearon y el departamento cerró. Se tardó mucho en que llegase algo así, pero por fin ocurrió y el mundo se relajó lo suficiente como para no necesitar más laboratorios como aquel, o al menos eso creí, de manera que la mayoría de los que allí estábamos aprovechamos para cambiar de profesión. Después vino la Glasnost, la Perestroika de Gorbachov, pero yo ya estaba en mi país olvidándolo todo y negándome a hablar de ello con nadie, el muro cayó y me inventé un pasado creíble que me sirviese para iniciar nuevas etapas, limpiando en parte mi error colaboracionista. Los americanos, chinos, ingleses… todos querían saber mis secretos, pero no concedí nada al respecto pese a tener ofertas considerables a cambio, lo cual molestó a muchos. Incluso intentaron juzgarme por colaboración en delitos contra la salud pública, mire que absurdo, pero evidentemente eso era indemostrable, así que no tuvieron éxito, y poco a poco, a medida que los que me buscaban iban saciando su sed de saber por otras vías, el interés por mí bajaba, hasta que finalmente me dejaron en paz a inicios de los 90. Fue todo muy duro hasta ese momento.

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-

Me lo imagino ¿Entonces usted conoce de primera mano el modo en que funcionan los componentes bacterianos?

-

Digamos que sé perfectamente como funciona un virus, sí.

-

¿Y qué hacía allí exactamente? ¿Cuál era su trabajo?

-

Espero que comprenda que esa es una pregunta delicada, por lo que le ruego que no refleje la respuesta en ningún sitio.

-

Por supuesto, lo sabe.

-

Mi función era la de conseguir que los entes liberados fuesen inmunes a la vacunación enemiga por un tiempo suficiente como para cumplir con su finalidad, es decir, hacer el mayor daño posible y esa es la razón por la que le hablo con tanta propiedad de lo que tenemos en esos papeles. Conozco muy bien el terreno que pisamos de repente, aunque la verdad, no esperaba volver a encontrarme con algo como esto. Ha sido toda una sorpresa encontrar esas huellas.

-

¿Y qué pasó con todo aquello? ¿Con lo que estudiaron, con las armas?

-

Como entenderá no se nada de eso. Yo, como le he dicho, cesé en el cargo y salí de las instalaciones tal como llegué, sin nada en las manos y bajo advertencias muy severas si llegaba a hablar alguna vez de ello. Se trata de algo que forma parte del pasado y que, obviamente, no puedo borrar, que no me enorgullece demasiado ni engrosa mi expediente como un logro debido a la condición de alto secreto. Es una gran laguna en mi vida que enterró para siempre a aquella estudiante magnífica que un día salió de la Universidad dispuesta a comerse el mundo con su talento, en fin... En cuanto a mi ingreso en el nuevo mundo… debido a las presiones exteriores no conseguí trabajo de laboratorio en ningún sitio decente de Europa, supongo que como represalia por no haber abierto la

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boca, no lo sé. Yo tenía una cualificación sobresaliente, pero no hubo manera, de modo que a medio camino entre los que me obligaban al silencio y los que me forzaban a hablar, ya nunca más ejercí. Afortunadamente mi padre me ayudó y pude iniciar otras actividades, una vida diferente lejos de los núcleos de poder que finalmente habían colapsado mi nombre y mi prestigio. -

Eran otros tiempos.

-

Sí, desde luego. Nadie podía oponerse a la voluntad de la jefatura de estado sin sufrir las consecuencias incluso después de haber sido derrocada, pero eso no me hace estar más tranquila, créame. Siempre he creído en Dios, como ya sabe, y cada día que pasé allí me pregunté por qué me había dejado formar parte de algo tan terrible. Me consolaba pensando que igual era porque yo podría detener el uso de esas armas llegado el caso, pero era una pura fantasía tejida por mi intelecto para desbloquear su drama moral. No se puede detener lo imparable, y yo formaba parte de algo muy oscuro.

-

¿No ha conseguido estar en paz después de tantos años?

-

Sí, desde luego, pero no puedo evitar pensar que todo el trabajo de la mejor etapa de mi carrera se dedicó exclusivamente a un fin militar miserable sin que nunca pusiese la menor objeción. No conseguí con ello más que algo de dinero, pero nada más. No tengo trayectoria demostrable, logros de investigación, colaboraciones importantes, publicaciones… No me quedó nada, excepto las titulaciones que andan por ahí y que ya no sirven porque no me las convalidaron.

-

No necesita titulaciones para ser alguien, Mariya.

-

Usted no sabe lo que hacíamos allí, lo que teníamos en las mesas de proyecto o en las cámaras selladas a un kilómetro bajo tierra. Era tenebroso saber que detrás

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de puertas de acero de un metro de espesor se encontraban gérmenes capaces de desatar calamidades allí donde alguien lo desease. -

Prefiero no saberlo. Afortunadamente esa Europa se fue hace mucho y ahora nuestros problemas son otros ¿Qué fue de Ivanov?

-

Tras la Perestroika desapareció. Se fue a Estados Unidos a la empresa privada, aunque muy tonta sería si me lo creyese. Supongo que ahora estará en algún laboratorio profundo bajo un desierto continuando con sus investigaciones pero para los americanos. La gente así nunca cambia.

-

¿Era mala persona?

-

En absoluto. Era un anti belicista declarado. Desarrollaba esas armas porque estaba convencido de que el otro bando las poseía, y sin equilibrio no habría paz. En privado confesó más de una vez que nunca había aplicado en sus creaciones todo el potencial del que era capaz ni dejado que se hiciese, sino sólo el necesario para que la balanza no se inclinase a favor de nadie. Es un gran hombre, pero está atrapado en la idea de que guarda en su mano el poder de mantener los equilibrios, y es por ello por lo que trabaja en la guerra. Hay muchos así. Recuerde al mismísimo Oppenheimer justificando la creación de la bomba en su momento, y luchando posteriormente contra ella, cuando observó lo que era capaz de hacer.

-

Extraña moralidad.

-

La única diferencia entre Ivanov y yo es que él probablemente haya seguido en el juego, y yo me aparté. ¿Cambia ahora mucho la opinión que usted tiene de mí?

-

No, pero he de digerirlo, compréndalo. Yo pensaba que usted…

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-

Que era una mujer sencilla, sin dobleces, sana y laboriosa con la única contingencia de un gran accidente aéreo en su vida… lo entiendo. Ya ve que no, pero admitirá que mi punto de vista como investigadora se ha revalorizado mucho, ¿no?

-

Sí, desde luego. Es usted todo un personaje, Mariya. Ahora comprendo mucho mejor la cadena de sus razonamientos, su forma de hablar, esa facilidad que ha mostrado.

-

¿Va a seguir quedándose en mi casa los días restantes, o va a salir corriendo? No la juzgaré por ello, se lo advierto. Por desgracia estoy acostumbrada desde hace mucho.

-

¡Oh, no! Me quedaré, por supuesto. Cualquier cosa que usted haya hecho en el pasado sólo compete a su vida. Yo la he conocido en una época mucho más fácil de entender, y desde luego lo que veo me gusta.

-

¿Incluso sabiendo que esas armas en las que colaboré estaban hechas para eliminar a seres humanos?

-

Aún así. Su trato es exquisito, y pudo aprender muchísimo. Será un placer seguir a su lado e intentar luchar contra esa cosa.

-

Será difícil, Jezabel. Visto lo que tenemos aquí, y una vez que le he dejado claro por qué se tanto de esto, he de decirle que apostaría lo que tengo a que nos encontramos ante un diseño inteligente.

-

¿Algo hecho por el hombre?

-

Supongo, aunque el nivel es muy alto. En el grupo de Ivanov estuvimos a la vanguardia en estos asuntos, y desde luego ni siquiera nos planteamos la posibilidad de que nuestras pequeñas monstruosidades hiciesen lo que a esta le

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presuponemos, y se muy bien que en estos años no se ha avanzado tanto. Desde luego no es casual… nada evolutivo. -

Eso deja pocas posibilidades.

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 13 DE JULIO DE 2010: Me he quedado fascinada por la revelación de esta tarde. Estoy alojada en la casa de un antiguo coronel científico de la Unión Soviética que dedicó su etapa de investigación a la guerra bacteriológica. ¡Dios mío! ¿Qué más sorpresas me esperan aún? Sea como sea, no cambia nada, salvo quizás el hecho de que ahora Mariya esté bastante por delante de mí para divisar lo que ella nota debajo de lo que parece ser una trama. Su teoría sobre un virus de diseño no es descabellada en absoluto, visto lo que tenemos. Después de cenar quiero comentarle algo importante que acabo de descubrir. Igual me dice que ya lo sabía.

13 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA, 21,15 HORAS -

Todos murieron solos.

-

¿Cómo?

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No sé cómo no lo vi antes, pero todos murieron en soledad, sin nadie que viera lo que les ocurría. Incluso en aquellos lugares donde había gente lo que fuese que los mató esperó a que nadie presenciase la escena.

-

¡Dios mío! ¿Está segura? ¿Nadie ha visto el acontecimiento final de esas personas?

-

Totalmente. Y yo me pregunto, ¿no es eso síntoma de un comportamiento excesivamente inteligente para su virus?

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-

Sí… supongo que al apoderarse de los sentidos es capaz de captar la presencia de otras personas y de elegir el momento adecuado para eclosionar. Sería sencillamente un sofisticado mecanismo de protección que busca el anonimato, pero parece excesivo.

-

Es lo que pienso, además… ¿por qué dejar que el receptor muera al terminar el proceso?

-

No lo deja morir… como usted bien ha dicho lo mata. ¿Es que no lo ve? Es otra cosa que quería decirle. Se comporta como un asesino que no deja rastros. Limpia la escena para que nadie lo siga, y lo hace detalladamente. De ese modo ha pasado desapercibido desde cualquiera sabe cuánto tiempo, emigrando de un receptor a otro, de tragedia en tragedia. Debe ser muy voraz.

-

No lo sé, me cuesta aún atribuirle un comportamiento tan inteligente, pero en ese sentido apunta también la más que curiosa selección de las víctimas.

-

Su aparente inteligencia no es más que la necesidad de captar el estrés intenso en los candidatos. Es sólo una idea aventurada. La explicación puede ser otra muy diferente.

-

Sí, estrés, justo lo que necesita para… enraizarse con éxito, buscando algún tipo de componente que el cuerpo segregue sólo en circunstancias extremas para iniciar la reacción. La bioquímica de un ser humano en una situación traumática cambia radicalmente, y parece que el huésped precise de uno o más de esos cambios para medrar. Aumentos de tensión, trastornos hormonales, adrenalina… hay muchos datos sobre ese tipo de alteraciones en las autopsias de personas sujetas a accidentes inevitables y seguros, como en este caso son los aéreos. Desde que el individuo detecta que está a punto de morir hasta que sucede pasan segundos o minutos, lo cual es suficiente como para generar los elementos

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debido al estallido emocional intenso. Posiblemente incluso sea el motivo de la portentosa capacidad de resistencia que todos ustedes mostraron al impactar los aviones. Salieron por su pie, sin rasguños… y más fuertes, trascendentes, inclinados a la divinidad e incluso inteligentes. Sólo he estado ante dos personas de las 34, usted y el señor Harris, pero en ambos casos he notado los mismos síntomas, aunque en el caso de Harris ya habían disminuido y lo hicieron con brusquedad. -

Es tenebroso pensarlo, Jezabel. Pero ¿realmente qué posibilidades hay de que hubiese unas selección tan dirigida de los anfitriones? ¿no pudiera ser que todo sea diferente?

-

¿Qué quiere decir?

-

Me pregunto… ¿y si no fuimos nosotros, los 34, los únicos infectados? ¿Y si hubo más y perecieron en esos vuelos? Otra gente solitaria, sí, personas aptas para alojarlo, no sé. No creo que algo así, tan tenaz y hábil cometa el fallo de poner todos los huevos en la misma cesta a riesgo de que se rompan. Podríamos haber muerto, supongo. No íbamos a ser indestructibles.

-

Eso no lo sabremos nunca, pero no olvide algo que le voy a decir. Desde que ustedes perdieron la noción de las cosas hasta que fueron vistos o tuvieron conciencia de sí mismos pasaron minutos, y no sabemos en qué estado llegaron a encontrarse.

-

¿Sugiere que pudimos estar muertos?

-

No lo creo, pero si que es posible que el virus aprovechase ese tiempo para regenerarles celularmente de algún modo de golpes, hemorragias y quemaduras. Recuerde el modo en que el tío de Dominique sanaba sus heridas.

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-

En cualquier caso debe de estar dentro de mi, y si es así, podríamos aislarlo, o al menos intentarlo.

-

No lo había pensado, pero sí, efectivamente. Podríamos cogerlo dentro de casa.

-

No bromee.

-

¿Y la mujer de negro? ¿Qué es en todo este entramado, Mariya?

-

En eso usted es la especialista, pero yo creo que es un reflejo cerebral a la intrusión. Es muy raro, pero en el escenario que acabamos de pintar no cabe otra posibilidad. Puede que cuando el huésped percibe los cambios metabólicos necesarios para activarse debe generar un lazo muy fuerte para controlar determinadas zonas del cerebro, y es viable que ello produzca esa visión peculiar dentro de la escena devastadora real.

-

Sí, puede ser así. Los virus no necesitan fantasmas para migrar.

-

Ya. Pero ese hecho implica un periodo previo de incubación. No es posible que ese intruso estuviese volando en esos aviones y que efectuase algo como esto en un instante sin preparación previa. Aunque él pudiera, el cuerpo humano es lento, y sus acondicionamientos largos.

-

Eso quiere decir que…

-

Quiere decir que ya estaba dentro de los anfitriones desde antes, por lo que la selección in situ estaría descartada.

-

Sí, si hemos de apostar por lo que usted acaba de decir, seguro. El esquema de control que ejerce sobre algo tan complejo como la maquinaria humana no puede generarse en un instante, sino que necesita de pautas muy destacadas. Admito que ahora encaja mejor. De hecho, si tenemos razón en lo de la mujer de negro al plantearlo como un efecto reflejo, significa que esos enlaces neuronales debieron estar ya muy establecidos, y eso requiere de una arquitectura cerebral

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de altísimo nivel, algo que nosotros aún no podemos concebir. Estamos en los permanentes inicios de entender el funcionamiento de la materia gris, pero no terminamos de avanzar. Esa cosa, visto lo que hay, superaría cualquier expectativa. -

Se podría decir que es algo totalmente nuevo.

-

Nuevo… o muy viejo, no lo sé. Pero desde luego no lo habíamos detectado. Mariya… Lo cual demuestra su éxito.

-

No lo habíamos detectado hasta ahora, pero al hacerlo ya pierde parte de su ventaja, la sorpresa, el silencio. Puedo asegurarle que en los desarrollos virales no hay nada tan sutil y paciente como este engendro. Todo es infinitamente más devastador y decadente, casi burdo en comparación. Ahora ya sabe cual es el siguiente paso.

-

Sí. Comprobarlo todo de forma veraz. Será duro. ¿cómo se siente usted?

-

Bien, estoy tranquila.

-

No… me refiero a cómo se siente físicamente. Si nota usted, como… receptora, algún cambio en su cuerpo. Yo sé que los hay, pero es algo que no hemos hablado antes.

-

Sí, lo noto. Nunca he estado mejor, en toda mi vida. Eso es lo que me preocupa. ¿No se ha dado cuenta de que incluso he dejado de usar gafas? Mi visión es ahora perfecta.

-

Eso confirma en parte nuestras ideas sobre la regeneración celular, pero podemos estar equivocadas en otras cosas. Es mucha teoría la que hay sobre la mesa.

-

Sí, así es. Pero también sufro una gran pérdida de apetito, y sin embargo me encuentro como una montaña. Este huésped no se comporta como nada que yo

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conozca. Ayer me corté con la tijera y por la tarde la marca había desaparecido, como le sucedía al francés ¿Cómo se explica eso?

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 14 DE JULIO DE 2010: La mañana está bastante fría. Creo que va a llover, y mucho. Este no es el verano español, desde luego. Mariya se acostó ayer entusiasmada con los hallazgos que hicimos. La veo cada vez más intuitiva e imparable. ¿Qué sentirá realmente? ¿Cómo será la sensación de ser mejor y más fuerte cada día pero a la vez saber que eso, pase lo que pase, no durará? No la envidio, pero admiro su energía para comportarse como lo hace. Con frecuencia la veo rezando, y eso me choca en una mujer de su formación y que ha dedicado parte de su existencia a manipular la naturaleza de manera tan negativa. ¿Qué pensará Dios de ella? Bueno, es algo que no me importa, porque sé lo que yo pienso.

14 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA

-

Jezabel, querida… ¿te has fijado en estos detalles? Ni siquiera Andrey los vio, pero están ahí.

-

¿Qué son?

-

Los análisis químicos efectuados en algunos de los cadáveres. Son concluyentes. El líquido que anegaba los pulmones era agua salada en una proporción cercana a la marina, pero lo que me llama la atención es esto de aquí

-

¿Electrolitos? ¿Urea? ¿Restos de sustancias proteínicas? Explíquemelo, por favor.

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-

Los forenses determinaron que su presencia podría deberse a la toma de medicaciones o incluso a alteraciones debidas al trauma, no se si eso es lícito o no, pero les sirvió para cerrar el asunto en cada uno de los casos en los que los detectaron. Ya le dije que era demasiado evidente todo, y que no indagaron más. Yo pienso, por lo que he podido investigar, que lo que aquí vemos son los restos de algunos elementos integrantes de la sustancia conocida como líquido amniótico.

-

Podría ser, pero… eso es muy anómalo.

-

¿Y qué no lo es? Mire, hemos avanzado mucho porque tenemos abundantes datos gracias a su documentación. No hemos dado pasos en falso, a pesar de que lo que estamos hallando sea francamente irregular, y en todo momento nos hemos movido dentro de las premisas más conservadoras. Lo que sucede es que cuando las cosas sólo tienen un camino no hay que seguir por otro lado, aunque duela, porque no se llega a ninguna parte. Lo que dio lugar a esos ahogamientos fue la rotura de algo que contenía líquido amniótico, y como médico sabe perfectamente lo que eso significa.

-

¡Dios mío! ¿Está sugiriendo…?

-

Sí. Estos restos son la evidencia de algo parecido a un parto a través del esófago con una rápida evacuación de los fluidos hacia los pulmones. Eso explica… los desgarros estomacales, pero ¿Cómo pudo salir lo que fuera que fuese a través de ese esófago sin dañarlo? Eso es lo que no acabo de entender… dañó el estómago, que es un cuerpo muy fuerte, y sin embargo…

-

No puedo imaginarlo, pero si lo que dice resultase cierto lo que salió debería de ser muy pequeño.

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-

Sí, volvemos a entendernos, y la respuesta a la cuestión la hemos tenido todo el tiempo ante los ojos

-

¿Y qué es?

-

¿Quizás algo parecido a esporas?

-

¿Esporas? ¿Por qué esporas? Ese es un elemento que está más cerca del reino vegetal que del animal.

-

Así es. Pero en algunos casos… en estos de aquí, los tengo apartados, hay restos mínimos de un tipo desconocido de espora en la saliva. No se investigó porque se tomó por contaminación exomórfica, y se dejó estar. ¡Mal hecho!

-

¡Eso es! Algo eclosiona en el estómago y proyecta las esporas al exterior a través del esófago usando el componente salino en el que ha estado inmerso, que sube para alojarse en el conducto adyacente y desactivar la función respiratoria del receptor. Usa el estómago como una placenta, y el líquido amniótico como arma. Todo eso en un estado perfecto de letargo, como reflejan las autopsias, de modo que a medida que el líquido cambia del tracto digestivo al respiratorio para matar al anfitrión las esporas eclosionadas salen y por su volatilidad se quedan en la boca. Deben ser muchas, como en las eyaculaciones espermáticas, y algunas, las que más suerte tienen, consiguen tomar contacto con el aire exhalado por las convulsiones pulmonares al intercambiar aire por líquido desde los alveolos, tos incipiente, corrientes muy bruscas dentro de la cavidad bucal, y de ese modo son expelidas al exterior…

-

Donde flotan a la espera de encontrar nuevos receptores. Pero, ¿cómo llegan a los aviones? Quiero decir, que no seleccionan su destino geográficamente, ¿verdad? Sería de locos pensar en qué mecanismos precisarían.

-

No. No lo necesitan.

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-

¿Por qué?

-

Pienso que… cualquiera es susceptible de respirarlo… y por tanto de contagiarse. De hecho creo que la mayoría de las personas que vieron esos cadáveres nada más producirse el óbito recibieron al intruso y lo portan en estado latente.

-

¿Y qué hace? ¿Permanece en letargo?

-

Sí. Aguarda su momento. A veces nunca llega porque precisan de circunstancias terribles para activarse, pero eso no importa, esperan y esperan. Y Harris… el americano.

-

Sí, ¿qué pasó con Harris?

-

Todo en él fue normal… excepto que el líquido amniótico no pudo encontrar el acceso a los pulmones, y por tanto las esporas eclosionadas e impelidas desde el estómago quedaron en su boca. Seguramente no pudieron salir de allí por la falta de corrientes abruptas que las expelieran al exterior.

-

Recuerdo que me dijo que aquel amanecer su boca conservaba el sabor a agua salada, pero mezclado con algo desagradable. El lo definió como “grumos”, creo. Lo tengo por ahí…

-

Es posible que las esporas se descompusieran expuestas a la saliva, y eso explica el sabor. La amalgama de ácidos no debe de irles muy bien.

-

¿Y cómo resistieron a los del estómago?

-

¡Querida, en el estómago estaban remojadas en su propio líquido! Recuerda que los jugos gástricos ya no funcionaban, como demuestra la tremenda falta de apetito. Sin embargo, después de aquel día eso cambió en ese hombre, y comenzó de nuevo a nutrirse.

-

Entonces ¿es posible que su hija esté contaminada?

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-

Creo que no. Pero la chica francesa, la que se hizo llamar Dominique… es probable que sea ahora mismo una portadora.

-

En estado latente.

-

Sí.

-

¿Se da cuenta de que esto supera ampliamente a la ficción? ¿Qué se hace ante algo así?

-

Crear un antídoto y liberarlo. Pero el primer paso es atrapar al asesino.

15 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA -

He hablado con Andrey. Mañana me hará unas radiografías y tomará muestras de todos mis trazadores. Me ha asegurado que por la tarde tendremos los resultados.

-

¿Sangre, heces y orina?

-

Sí.

-

Será lo mejor.

-

Estoy aterrada. La idea de ser la prueba de la existencia de todo un depredador microscópico no entraba en mis planes.

-

Tranquila. Sabremos lo que hacer.

-

¿Y quién nos creerá?

-

Lo primero es lo primero.

-

Sí, es cierto.

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EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 15 DE JULIO DE 2010: Esta mujer no deja de sorprenderme. Por su cuenta y riesgo ha decidido buscar el virus dentro de sí misma, y todo con una entereza formidable. La verdad es que aplaudo la decisión, porque es el único modo de saber si todo lo que hemos deducido tiene trazas de verosimilitud o es una fantasía. Ojalá se tratase de lo segundo, pero eso no mata. He llamado a Juan, sin embargo tenía el teléfono desconectado. Después me ha devuelto la llamada, pero ya no he querido hablarle, me he aislado. No ha insistido.

16 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA, 17,50 HORAS

-

En este sobre está todo, querida. Andrey me lo ha explicado con rigor.

-

¿Y bien?

-

La pérdida de apetito no está generando ningún tipo de anemia. Es más, mi sangre presenta una tasa de hematocrito superior a la media. Ya lo intuíamos, dada mi en apariencia exuberante salud.

-

¿Y las heces? Deberían dar alguna pista de la acción del huésped en el estómago.

-

Por desgracia, dada la poca ingesta de sólidos no se ha podido hacer ese análisis, pero lo sustituiremos por una muestra tomada directamente a través de una sonda. Lo haremos mañana.

-

¿Una muestra intestinal?

-

No, gástrica. Ahí sabremos si hemos acertado o no en nuestras deducciones, porque por lo demás no hay nada reseñable, excepto su extrañeza por el hecho

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de que esté tan fuerte y por mi interés inusitado por este examen. Está todo aquí… en un búlgaro clarísimo. Lo siento.

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 16 DE JULIO DE 2010: Juan ha vuelto a llamar, y hemos hablado. Estaba muy tranquilo, con mucho tacto para como es él. Me ha contado cosas de allí, de los amigos, y por un momento he sentido unas ganas tremendas de volver. Supongo que es el apego a lo conocido, que tira de mí, pero nada más colgar he vuelto a encontrarme conmigo misma. Le he contado algunas cosas, pocas, y lo único que me ha pedido es que tenga cuidado, de manera que supongo que ya me ha dado por imposible, lo que no entiendo es por qué ha tardado tanto. Me ha preguntado por la tesis, y lo único que he podido contestarle es que la sigo documentando, quizás de manera interminable. Es eso lo que estoy haciendo aquí ¿verdad? Pues no lo sé. Tengo ganas de que esto acabe, pero por otro lado lo llevo con cierto miedo. Sólo la personalidad tremenda de mi anfitriona me empuja a seguir pese a todo. En la paz, cuando me recluyo con mi ordenador, me doy cuenta de cosas. Esta noche quiero que hablemos de una que me ha llamado la atención, y que puede ser importante. Es curioso como avanzamos de despacio, pero no hay otra manera.

16 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA, 21,15 HORAS

-

¿Y qué opina del golpe?

-

¿Cómo?

-

La mujer de negro… siempre aparecía después de que se oyese algo parecido a un golpe viniendo desde la zona baja del avión. Usted misma lo oyó.

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-

Cierto. El siniestro crujido que sonó por debajo del piso en mi caso. Lo recuerdo nítidamente.

-

Parece que ese hecho forma parte del patrón, hasta el punto de que las personas de las que hemos tenido datos fehacientes, incluida usted, lo reportaron a las compañías aéreas para que se investigase.

-

¿Tiene los informes de esas compañías sobre las causas de los desastres?

-

Sólo de dos. Son muy reacias a revelar sus fallos. Comprendo que no es comercial, así que guardan esa información a cal y canto. Dan un breve comunicado para la opinión pública pero dejan el grueso sólo al alcance de los profesionales en que ellos confían. No es mi caso.

-

¿Y no hay forma de saber qué declararon en los demás?

-

No, ninguna a nuestro alcance. Lo siento.

-

Bueno, al menos tenemos dos aparte de mí misma, del americano y de Dominique.

-

Sí, déjeme buscarlos. Aquí están. Son los de Belinda Stuart y Joshua Congo. Ella era una escocesa que sobrevivió en 1981 a un accidente en Nueva Zelanda. Uno de los casos más antiguos. Lo demás ya lo sabe, pero lo que ahora nos interesa es que en el informe consta que declaró la existencia de un gran golpe en la cola, algo que sonó como… ¡el tañido de una campana!

-

¡Vaya! Debió ser tremendo. ¿Y a qué atribuyó la compañía semejante ruido?

-

No lo especifican, pero sostienen que el desastre fue debido a una sobrecarga de los circuitos hidráulicos. Una junta estalló y la pieza móvil que mueve el timón de profundidad quedó liberada, golpeando contra el suelo y rompiendo parte del equipamiento eléctrico. La falta de timón hizo que el avión cayese en picado.

-

¿Golpeando, dice? ¿Aparece ese término?

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-

Sí. Debió ser lo que sonó como una campana.

-

Eso parece ¿Y el otro caso?

-

Joshua Congo, un niño nigeriano que sobrevivió en 1982 en Guinea Ecuatorial. En su declaración decía que oyó un gran golpe. Iba sentado detrás, y lo percibió por delante, bajo el asiento del piloto, aunque sonó seco. También lo notó por la vibración en el suelo. Es importante saber que volaba en una Cessna Skymaster, un aeroplano para cuatro personas en el que curiosamente viajaban cinco.

-

Este caso es igual al que describió Adrian Harris. Dijo que sus piernas casi se alzaron por la violencia del impacto de lo que fuese.

-

El dato de Joshua fue tenido en cuenta para evaluar la posibilidad de que se hubiese producido un fallo general en el sistema hidráulico del aeroplano, provocando su caída sin remisión.

-

¡La misma conclusión en ambos casos!

-

Sí, pero no se pudo constatar porque hubo fragmentos que la selva se tragó.

-

¿Ese niño sobrevivió sólo en la selva?

-

Diez días hasta su rescate. Cuando lo hallaron estaba magnífico, porque declaró aquella misma noche.

-

Luego parece ser que efectivamente hay una relación directa entre los accidentes y ese ruido proveniente de los bajos del avión que oyeron los supervivientes. ¿Y las cajas negras?

-

No sabemos nada de ellas. Es información reservada. Mariya… si en el momento en que se produjeron esos golpes estaban ustedes en un estado parecido a un trance, ¿cómo los oyeron?

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-

Si ese estado se produjo, sin duda no dejamos de percibir la realidad durante el tiempo que durase. No se me ocurre otra cosa. A no ser que fuese tras el golpe cuando nos desvanecimos.

-

Es posible.

-

Debe haber aún mucho que no sabemos.

-

Sí, pero una cosa está clara, y es a donde voy… ¡los virus no rompen aviones!

17 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA

-

Jezabel, haga su maleta. No hay tiempo que perder.

-

¿A dónde vamos?

-

A san Petersburgo. Vamos a ver a un antiguo compañero en el P4. Ahora tiene farmacias en esa ciudad, y en cuanto me ha reconocido ha aceptado recibirnos.

-

Muy bien, pero ¿y las muestras? ¿Qué ha pasado?

-

Las llevo en este tubo de ensayo. Necesitamos medios para analizarlas, y él los tiene.

-

Mariya… ¿iremos en avión?

-

¡Por supuesto! Dicen que es el medio de transporte más seguro, ¿no?

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 17 DE JULIO DE 2010: ¡Nos vamos a Rusia! No me lo esperaba, pero así es. Al parecer allí podremos dar un paso importante tras analizar lo que llevamos. Espero que haya suerte y que todo vaya bien. Mariya me ha contado que extrajeron las muestras y las sometieron a un análisis rápido que ella misma supervisó con el beneplácito de su amigo

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y sin nadie cerca. Ha visto algo, y tan pronto como lo hizo esterilizó la plaqueta en el mechero Bounsen y cogió el resto en una probeta de seguridad que ha traído dentro de una cajita acolchada. No ha querido contarme más, pero si ha decidido dar el salto tan lejos, en la confianza de que un viejo colega le ayude, es porque sin duda hay cosas que ver. La he notado algo triste, casi melancólica al pisar la terminal que nos llevará en unos minutos hacia San Petersburgo. Sé que no le gusta lo más mínimo pisar Rusia, que le trae reminiscencias de la antigua Unión Soviética, pero le he dejado caer que la coronel Petrova es parte del pasado. Ha sonreído.

18 DE JULIO DE 2010, SAN PETERSBURGO, RUSIA, 12,13 HORAS -

Básicamente, lo que hay en esa muestra es una variante modificada de F7H8. Es lo que te llamó la atención, que es mucho más grande de lo normal.

-

No creo. La base quizás sí, pero es mucho más sofisticado que el F7.

-

Habrá que verlo, pero desde luego aquí hay algo de F7 ¿Dónde lo has conseguido?

-

Está dentro de mí.

-

¡Dios mío, Mariya! ¿Pero cómo ha llegado ahí? ¿Sabes a lo que te expones?

-

Sí, tengo una idea de a lo que me expongo, pero la verdad es que desconozco cómo me ha infectado. Dime Dmitri, ¿dónde se hizo esa modificación? Todo lo que sé por su comportamiento es que es nuevo y que no lleva la firma característica de los yanquis.

-

No, de los yanquis no, pero si hay una traza de F7, como parece ser, deriva directamente de material soviético.

-

No creo que sea nuestro sólo por esa traza.

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-

Quizás sea más nuestro de lo que crees. Tu sólo conociste el ala P4, pero en los Urales estaba el P6, y mucho más lejos aún, en Severnaya, el P7, el más secreto de todos los laboratorios.

-

¡Vaya! Siempre pensé que su existencia era un mito.

-

En 1980 tuve acceso a información clasificada al respecto, y puedo asegurarte que es como te digo.

-

Así que está nada menos que en Severnaya.

-

Ya ves que no era un mito. El gobierno quería tener diferentes caminos para las distintas investigaciones simultáneas sin que interfiriesen entre sí, y encomendó esos laboratorios a Anatoli Labrov y Vitaly Pierce junto con equipos específicamente escogidos por ellos mismos. Serían los encargados de dirigir los programas más secretos, tanto que incluso los fondos destinados a su financiación formarían parte de una partida presupuestaria con nombres en clave. De hecho, fueron tan cautos con los protocolos de silencio que para borrar los rastros crearon una gran tapadera respecto a ambos hombres y generaron una trama para acusarlos de disidencia en un escándalo que sacudió a la academia de ciencias. Un montaje perfecto que sólo pudo desmantelarse gracias a la Perestroika.

-

¡Pierce y Labrov! Creí que ambos fueron mandados a Siberia y ejecutados por alta traición antes de la caída del régimen.

-

¡La tapadera! Eso es lo que se hizo correr para quitarlos de la circulación, pero yo los conocí y te puedo asegurar que no traicionaron a nadie y que por supuesto que no fueron ejecutados ni nada parecido. Sencillamente aceptaron un destino sin retorno a cambio de una vida dedicada a la investigación sin limitación alguna en laboratorios llenos de tecnología punta junto con otros talentos cuyas

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historias fueron igualmente borradas del tiempo. Demasiado irresistible para sus egos, así que renunciaron a todo, incluso a sus familias, y se fueron a esos sitios de los que sólo el comité conocía su existencia en busca de logros tan oscuros como relevantes. -

Pero Dmitri, ¿y tu, y yo…? ¿Cuál era entonces nuestro papel en el P4?

-

Mariya, desapareciste muy pronto como para saber más, y en todo este tiempo no lo has entendido. Lo que tu y yo hacíamos con Ivanov formaba también parte de la tapadera, era un medio para atraer la atención de los americanos y mantener a salvo lo que se estaba desarrollando en esos otros laboratorios cerrados a cal y canto. He hablado con colegas que estuvieron allí y consiguieron escapar en el momento de confusión del ejército, justo antes de que Gorbachov lo volara todo con sus ideas. Por eso sé cosas que ni te imaginas, como por ejemplo que había grandes áreas llamadas zonas X, totalmente aisladas con presión negativa y habilitadas como pequeños barrios de ciudad en las que se obligaba a vivir a presos de los gulag a los que se les premiaba por su supuesto buen comportamiento. Aquello estaba acondicionado con todo lujo de detalles, y se ponía énfasis en que no les faltase nada durante un par de semanas. Después, cuando habían recuperado un aceptable estado de salud, felicidad y parecían curados de la intemperie y los trabajos forzados a 50 bajo cero se les administraban los desarrollos. Cuando comenzaban a morir eran diseccionados, alguno incluso antes, y de ese modo los investigadores veían de manera real cómo funcionaba cada fórmula en humanos. Después se les incineraba a más de 1000 grados y se tiraban los restos al mar.

-

Eso es espantoso.

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-

Desde luego. Como comprenderás no podía haber testigos de algo así, de manera que nadie salía con vida, amiga, nadie. Las instalaciones al completo estaban bajo tierra, y sólo dejaban a los integrantes, incluido el cuerpo científico, subir a la superficie unas horas a la semana. Severnaya tenía un muelle submarino por el que llegaban los suministros, de tal forma que ni los satélites podían detectar una fuga de calor. Incluso llegaron a liberar una colonia de osos en superficie para disimular y dar la apariencia de archipiélago inhóspito que tiene ya de por sí. He contado esto tantas veces que ya no me consideran peligroso, y tu deberías hacer lo mismo a partir de hoy si quieres seguir con vida. Seguro que te vigilarán estrechamente pero no pasarán de ahí. No hay nada peor que el secreto silenciado.

-

¿Por qué me iban a vigilar? Creí que todo eso había acabado ya.

-

No, no ha acabado. Sólo han cambiado los modos y las caras, pero sigue siendo lo mismo. Nada más pasar la frontera estarán tras de ti, eso seguro. No eres cualquiera, Mariya Petrova. Tu vuelta debe ser toda una noticia ahora mismo en algunas mesas con la luz artificial en lugares inverosímiles de Rusia.

-

Ojalá no fuese así. Me he acostumbrado a un mundo más directo y ya no podría formar parte de lo que vivimos.

-

Sobre eso no tienes opción.

-

¿Qué es esta variante modificada, Dmitri?

-

No lo sé, pero es fácil distinguir su firma, Mira aquí, acércate. Es un enlace característico que usamos en el P4 allá por el 79 u 80. Por eso sé que es F7H8, aunque como tu dices, sólo conserva la base, ahora lo noto mejor. Todo eso de ahí es nuevo. Está claro que alguien se lo llevó y alteró, poca gente podría, pero para averiguar cómo lo hicieron habría que tener un instrumental del que no

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disponemos y realizar una serie inversa de cultivos que nos diera detalles. Tendríamos que secuenciarlo, obtener proteínas virales y desarrollar antígenos de camino, pero eso está fuera de nuestro alcance y sería muy peligroso sin al menos un laboratorio de presión negativa, como bien sabes. -

¿Dónde se hizo la alteración?

-

Dada la complejidad, posiblemente en el P7… en Severnaya. Debió ser el equipo de Lavrov.

-

¿Por qué lo deduces?

-

Porque sea lo que sea es muy sofisticado, ya te dije. Hay aquí… mira el análisis espectrográfico. Hay aquí un par de elementos que desconozco. Y ese modo de unir la molécula es nuevo para mí, seguramente se debe a la presencia de ese elemento marcado en rojo. Actúa como un gel, un colágeno extraño, muy novedoso. El azul lo dota de estabilidad, y tampoco está en nuestra tabla periódica. Mira las fotos del microscopio de barrido. Su morfología es espectacular, pero como te he dicho tendríamos que sintetizar el ADN y procesarlo para saber la programación del conjunto. Llevaría mucho en tiempo y medios.

-

¿Qué crees que es entonces?

-

Un híbrido. Cuando la URSS comenzó a caer invirtió fuertes sumas en potenciar sus campos más insospechadamente avanzados: la biotecnología y la parapsicología.

-

¿Has dicho parapsicología?

-

Por supuesto. Avanzamos mucho en ese tema. Como comprenderás una tecnología capaz de permitirte conectar directamente con submarinos

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sumergidos o aviones en cualquier parte del mundo sin dejar pistas, como se demostró, merece la pena. -

Imagino que sí, pero no sabía que se considerase tecnología a algo como eso.

-

No es nuevo. Estuvimos en ello desde los años cuarenta. Buena parte de los éxitos del KGB se debe a agentes remotos, personas con capacidades bien entrenadas y al servicio del régimen. Era un mundo tenebroso, lo admito, pero sin duda rodeado de tecnología punta de la época, todo lo necesario para garantizar que aquellas personas fuesen indetectables. Tal era su valor.

-

¿Por qué?

-

Bueno… Una persona así no se crea. No hay entrenamiento para eso, ni aprendizaje alguno. Se nace, y no son muchos. Los de parapsicología sacaban oro de ellos, y a cambio les daban vidas llenas de privilegios.

-

Lo imagino ¿Qué se hizo en biotecnología?

-

Se habló mucho de la existencia de cepas modificadas tan avanzadas que nosotros hubiésemos tardado mucho en desarrollar, pero nunca creí que fuese verdad, sino un mito típico de las habladurías. Ya sabes que en temas secretos hay siempre mucho bulo, desinformación, pero años más tarde me enteré de cosas que me abrieron los ojos. Así pude constatar que cosas como lo que nos ocupa forman parte de una investigación súper secreta basada en otras vías, las más escondidas, un programa cuyo nombre en clave fue Terror.

-

¿Terror? Nunca oí hablar de nada así.

-

Por supuesto que no. No seas ingenua ni te extrañe. Sin embargo el proyecto existió. Además, si me he de atener a la rumorología más creíble, y en base a lo que se ha sabido tras la desclasificación de documentos de las últimas etapas del régimen, apostaría a que ese elemento proviene seguramente de los intercambios

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que se produjeron a partir de 1974, lo cual confirmaría lo que te he dicho junto con otras cosas más siniestras aún. No se me ocurre otra posibilidad. Nadie está tan avanzado en este campo como para producir esto sin un buen empujón y mucho dinero. -

¿Un empujón?

-

Más bien un salto… hablo de décadas de avances en unos años. Como lo que ocurrió en Estados Unidos con el microchip a raíz de la caída de aquel disco volador en Nuevo Méjico, para que me entiendas.

-

No te sigo ¿Quién podría dar un empujón así?

-

Quien quiera que fuese lo hizo en Kapustin Yar. Allí empezó todo, eso seguro.

-

¿En Kapustin? ¿El cosmódromo? ¿No era esa una base para investigación aeroespacial?

-

Aeroespacial y mucho más, créeme. Kapustin era algo muy grande, con instalaciones gigantescas hasta lo grotesco, y auténticas ciudades subterráneas cuajadas de laboratorios y rampas por las que bajan camiones a diario. Nunca se llegará a saber del todo lo que se hizo allí, pero desde luego fue mucho más que investigación espacial. Las pruebas de superficie la mayoría de las veces sólo fueron un modo de despistar aprovechando de paso las instalaciones, pero hay muchos testimonios de la presencia de otras cosas en los lugares más ocultos del subsuelo.

-

Algo he oído, pero ya sabes… verdades a medias.

-

¡Claro! Desinformación, señuelos lanzados para desacreditar a base de puerilidad la verdad y proveer de una capa impenetrable lo evidente. Con el tiempo incluso lo cierto resulta inverosímil.

-

¿Y en qué consistieron esos intercambios que has dicho?

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-

Allí se experimentó con tejidos que no eran… nuestros. Células con otros orígenes, ¿me entiendes? Me cuesta hablar de ello de esta manera…

-

No, no entiendo del todo ¿De dónde vinieron esos tejidos?

-

De arriba. De fuera.

-

¡Oh! ¡Dios!

-

Naturalmente nada de esto está oficializado, todo permanece oculto tras una capa gruesa de verdades a medias y mentiras, así que mis reservas son extremas, pero como te dije antes ya se van sabiendo cosas. A finales de 1971 el Soviet Supremo aprobó la colaboración tecnológica con otras… inteligencias que habían manifestado su interés en conseguir determinadas concesiones a cambio.

-

¿De qué me estás hablando? ¿Qué inteligencias?

-

Eso dedúcelo tu misma. El caso es que ambos bandos comenzaron sus intercambios en 1974, y se prolongaron durante tres años, eso sí que se sabe ya, pero también he de decirte que no fuimos los únicos ni los primeros. Los americanos llevaban tiempo en ello en su área 51 o las bases de Dulce, y los chinos estaban locos por conseguirlo, pero no terminaron de hacer fructificar sus esfuerzos hasta hace poco, por lo que han llenado los desiertos de enormes instalaciones. También los israelíes acababan de conseguir algo robándolo de la base de una antigua pirámide egipcia.

-

¿También los israelíes?

-

Sí. Gracias a ello consiguieron en tiempo récord la bomba. Pero eso no tiene nada que ver con esto. En esa época la URSS ya se estaba quedando atrás en la batalla armamentística claramente con respecto a Estados Unidos, había perdido la carrera espacial ante los ojos del mundo de una manera extraña, y en general era superada en tecnología de un modo tal que las previsiones no eran

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halagüeñas. Además los americanos estaban dando los pasos previos de lo que en 1983 fue mostrado como la Iniciativa de defensa Estratégica por Ronald Reagan, un sistema antimisil que acabaría reduciendo las posibilidades soviéticas a cero en caso de conflicto nuclear, por lo que evidentemente no se podía seguir por el mismo camino. Todo se estaba desmoronando. La previsión de que esto ocurriría fue conocida muy pronto gracias al espionaje por el Soviet, por lo que optó por un cambio de estrategia y desvió todos sus medios de intimidación a la creación de una nueva especie de armas bacteriológicas, unas de una complejidad que no podría ser igualada por los americanos, permanentemente detenidos por su doble moral, y de ese modo gracias a los contactos con los de arriba se inició el programa Terror, encaminado a la disuasión. De las cepas que se intercambiaron en Kapustin con esa otra gente se mutó esta variante, y lo digo casi sin duda alguna. Nunca había visto algo así, y si te fijases bien notarías por qué lo digo. Estás muy capacitada para darte cuenta de que la base no es orgánicamente nuestra. -

No tengo tiempo. Me fío de ti.

-

Gracias.

-

Entonces fueron ciertas esas colaboraciones y de ellas surgió “Terror”.

-

Hasta donde yo sé, sí. Te lo aseguro. De hecho aquí tienes la prueba. Un perfecto trabajo de microingeniería molecular, demasiado avanzado para nosotros… a no ser que alguien nos indique el camino correcto. Ni siquiera haciendo la inversión podríamos entenderlo sin aceptar otros postulados que no tenemos. Mira, Mariya… sabes muy bien que esto supone un avance demasiado grande.

-

Me faltaba tu visión para darme cuenta y aterrarme del todo.

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-

Ya. Siento que estés tan afectada. En cuanto a la operativa, todo se iniciaba en las instalaciones subterráneas del cosmódromo, y cuando la pieza era ensamblada se la enviaba al P6 o al P7, dependiendo de su finalidad, pero sin duda las más mortales fueron al laboratorio de Lavrov, en Severnaya en vuelos ultraseguros de baja altitud a través de Siberia. Después ya no se volvía a saber de ellas salvo por unos pocos. Sé de buena fuente que en dos ocasiones esos vuelos cayeron en sendos accidentes, y que en apenas horas era lanzada en la zona un arma termonuclear para cauterizarlo todo. No se hacía advertencia previa, y miles de renos y tunguses fueron eliminados en segundos para evitar la propagación de elementos patógenos terriblemente contagiosos.

-

Más muerte…

-

Sin duda.

-

Lo que se deduce de tus afirmaciones y las mías es que detrás de todo esto hay tecnología beligerante y nociva de la antigua URSS que sigue activa en otras manos.

-

Los sistemas cambian, pero los artífices no. Cuando el sistema cayó la mayoría de las instalaciones quedaron fuera de servicio, entre ellas el P4, como sabes, pero eso fue una tapadera para contentar a occidente mientras en otra parte se continuaba con una investigación que ya no se podía detener fácilmente. Todo siguió lejos de las luces y los taquígrafos, aunque la labor del P6 se minimizó en parte, quizás también atentos a la posibilidad real de tener que entregarlo finalmente como señuelo, como un medio de transmitir la idea de que con él acababa todo. Sin embargo esto no fue necesario porque nadie detectó su presencia y siguió funcionando. Desde allí se suministraban nuevas toxinas de bajo perfil a los regímenes africanos y del medio oriente, Siria, Irán, o a Sadam,

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lo cual generó mucho dinero, y con eso se autofinanciaba el sistema para llevar adelante los logros del P7 en una economía debilitada, aunque no creo que el dinero sea problema para esa gente. Y lo peor es que ni siquiera puedo asegurarte que los intercambios cesasen, aunque oficiosamente se diga que si. -

¿Quién lo dice?

-

Gente. No puedo contestarte a eso.

-

¡Pero esto no es una toxina táctica vulgar de guerra tercer mundista! ¿No es ébola o sida sino algo mucho más avanzado, y por tanto muy peligroso! ¡Está en la calle!

-

Está en tí, luego eso es evidente.

-

Dmitri, buen amigo… ¿Entonces tienes la seguridad de que alguien sigue experimentando con este tipo de armas actualmente, que no es nada fortuito?

-

¿Estás de broma? ¡Claro que sí! ¿De qué te estoy hablando? Esas cosas no se detienen después de haber invertido tanto esfuerzo. En todo el mundo se utiliza el subterfugio de que se mantienen vivas las cepas de los virus para su estudio por el bien de la humanidad, que están bajo control y que sólo se conservan en cantidades mínimas, pero realmente se siguen puliendo en secreto y apilando, cada vez más mortíferas, resistentes y desarrolladas. Mira lo que hicieron con la viruela, el modo en que vendieron al mundo que era mejor conservarla bajo seguro, o con la gripe española... Son cínicos, y han sabido manipularnos muy bien. Pero ahora dime, ¿cómo te diste cuenta de que portas este intruso?

-

Se lo debo a Jezabel, esa chica española que te presenté abajo… es psiquiatra, y estudia una serie de casos extraños en todo el mundo.

-

¿Casos extraños? ¿Hay más?

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-

Sí, los hay. Lo cierto es que ella vino a mí y nos lo hemos encontrado por casualidad. Hasta hoy todo era especulación, pero tú nos has despejado las dudas.

-

No te pregunto si es de fiar. Supongo que ya da lo mismo, porque debe haber un centenar de personas atentas a tus movimientos nada más bajarte del avión.

-

¿Qué insinúas?

-

Que si trabajase para los americanos ya se sabría, supongo.

-

No trabaja para nadie más que para ella, pero lo cierto es que no me preocupa eso. No tengo nada que ocultar, la verdad. Ya cumplí con todo en su momento.

-

¿Habéis logrado saber algo sobre él? Sobre el modo en que funciona.

-

Sí, creemos que mucho, y la verdad es que es sorprendente. Te he preparado un pequeño resumen. He omitido indicarte de dónde vienen las deducciones, así que tendrás que confiar en mi palabra.

-

¿Deducciones? Mi querida Mariya… ¿qué ha sido de los viejos tiempos?

-

Cambiaron. Ahora hay menos inspiración, pero mucha más información.

-

Déjame ver. Tómate algo con tu amiga mientras lo leo. ¡Ah! Sube con ella. Si tu la haces copartícipe de tus secretos yo me daré al menos el gusto de mirarla.

-

Es muy joven para ti. Diez minutos te doy.

18 DE JULIO DE 2010, SAN PETERSBURGO, RUSIA, 12.45 HORAS

-

Eso que hay en estas páginas es extraordinario, Mariya. ¿Estáis seguras de cuanto decís?

-

Realmente esperábamos que tu nos dieses esa seguridad.

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-

Según este cómputo te quedan 12 días.

-

13, si no te importa.

-

Disculpa. En cuanto a lo de detenerlo… tu has investigado conmigo y sabes muy bien que el desarrollador siempre es muy cauto a la hora de ocultar los puntos débiles de su creación. Te especializaste en potenciar la resistencia de esas bacterias, Mariya, no eres una recién llegada. Quien haya diseñado esto no es alguien común, sino un maestro, posiblemente Lavrov en persona, no lo sé. El nivel es supremo, y seguramente las posibilidades de lograr el retroviral en tan poco tiempo mínimas. No obstante, en lo que a ti respecta, y si tenéis razón en vuestro estudio, se pueden minimizar los efectos evitando que esos fluidos se alojen en tus pulmones, con lo cual te salvaríamos la vida, amiga mía. Es factible, y con ello conseguir una muestra perfecta de las esporas que se queden retenidas en tu boca a fin de hacer un estudio sistemático. Pero en todo esto hay una cosa que me ha llamado poderosísimamente la atención, una con implicaciones más terribles aún, y es respecto al modo en que el mecanismo se inicia.

-

¿Qué es?

-

La existencia de esa curiosa alucinación sobre la mujer de negro indica que el proceso estaba ya activo cuando esos aviones iniciaron su descenso, eso es evidente, pero por tanto… ¿qué los hizo caer? ¿Os lo habéis planteado?

-

Sí, esa misma pregunta nos hemos hecho nosotras. Los informes están en Lom, pero en todos los casos que hemos podido averiguar se debió a fallos hidráulicos relacionados con los timones, incluso en los aviones más grandes.

-

La existencia de esa sincronía es perturbadora, Mariya. He visto cosas así antes y estoy seguro de que esos aviones fueron saboteados.

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-

¿Qué dices? Alguien se habría dado cuenta, Dmitri. Son 34 accidentes en 30 años, diferentes países, demasiados para que algo así pase desapercibido.

-

No seas ingenua. Nadie cruza datos tan distantes. Es evidente que fueron saboteados en tierra. Lo demás es fácil para unos servicios de inteligencia bien adiestrados y con suficiente dinero para comprar silencios. Sólo tienes que boicotear la investigación posterior y ocultar las pruebas, nada más, y hay muchas maneras de lograrlo.

-

Pero ¿quién va a hacer algo así?

-

Los mismos que lo han hecho siempre. Piensa, ¿quién puede estar interesado en ver los efectos de esto en la calle? ¿Aún no ves la envergadura de lo que estamos analizando? Este virus es algo decisivo, no puntual. Habrá un antes y un después.

-

¡Oh, Dmitri…! ¡La guerra fría terminó! Esas cosas son ya parte del pasado, como nosotros mismos.

-

Es justo lo que ellos quieren que pensemos, pero mira… a la vista está. Tu eres científico, y tu amiga médico, por tanto gente preparada intelectualmente. ¿Cuál sería la tasa de probabilidades necesaria para que estos contagios y accidentes ocurran sin mediar planificación?

-

Ya la calculamos. Una entre ciento cincuenta mil millones.

-

¡Et voilá ! ¿Qué más queréis?

-

Aún así me cuesta creerlo.

-

Porque eres buena, y buscas el bien, pero siempre han existido las OP negras, y no las dirigen gente como tú, como nosotros. En lo que exponéis en ese resumen tenemos una serie peculiar de esas intervenciones, pero evidente.

-

¿Qué son?

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-

Operaciones al margen de la legalidad internacional amparadas por leyes no escritas pero admitidas por los grandes. Se basan en el presunto derecho que se auto otorgan determinados países poderosos a la realización de actos secretos y fuera del control legal en cualquier lugar cuando está en peligro la integridad nacional. Todo en base a la falsa persecución de los equilibrios y sin tener en cuenta frontera alguna. No es nada más que una mera excusa que permite a algunos sectores operar sin limitación allí donde deseen, cosa que siempre han pretendido los gobernantes. Manipular la ONU, el FMI y la OMS es fácil, pero ellos buscan algo más grande, y por eso pasan al submundo, donde no precisan de pedir permisos, sino tan sólo actuar certeramente. Ahí es donde aparecen las OP negras, creando guerras, atentados, maniobras de falsa bandera, desestabilizando países o moviendo armas impunemente. Esos grupos están formados por gente de élite, muchas veces no registrados siquiera como ciudadanos de país alguno, pese a lo cual viajan con pasaportes diplomáticos espaciales. Sus huellas dactilares están borradas, y si se les detecta e identifica suelen figurar como fallecidos hace años, así que imagina qué pueden hacer. Los que los dirigen y señalan los objetivos deben tener muchas dudas y esperanzas respecto a este virus, a juzgar por el tiempo que llevan con él y los medios invertidos, pero como te dije antes, es un arma estratégica definitiva. Sus fines son oscuros, así que no se detendrán ante nada.

-

¿Es posible que estén probando variantes? ¿Qué aún no hayan encontrado lo que buscan?

-

Es más que probable. Dime, ¿tienes espacio en tu casa para montar un laboratorio improvisado? Si es así me gustaría encargarme de todo cuando llegue el momento. Quiero ser el primero en ver y aislar esas esporas.

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-

Sí, por supuesto. Es lo que te iba a pedir. Oye, Dmitri…

-

Dime.

-

¿Cuál estimas que es el grado de contagio de algo así?

-

No lo sé, pero es probable que ese sea precisamente el objetivo de este largo proceso.

-

No estoy segura de entenderte.

-

Parece que intentan que las esporas sean fértiles.

-

¡Vaya! ¿Entonces tu piensas que no lo son, que no se desarrollan en el anfitrión después de su paso por el aire?

-

Sí, lo pienso, es evidente. Si fuese así no precisarían inocular el virus en los receptores.

-

¿Quién ha hablado de inoculaciones?

-

Yo. Este virus que está en pantalla y que hemos extraído de tus muestras no ha germinado desde una espora vegetal, amiga mía. Sus trazadores son claros y lo demuestran… aquí y aquí, míralo. Es concluyentemente un cultivo administrado por alguna vía en tu cuerpo que intenta reproducirse a través de esas esporas, eso sí, pero que a todas luces no lo ha conseguido. En cierto modo es como si te hubiesen inseminado.

-

Eso es improbable… ¿cómo sin darme cuenta?

-

No lo sé, pero quizás en tu mismo dormitorio. Ellos actúan en todos lados cuando lo necesitan. Tienen medios.

-

Lo que sugieres es aterrador.

-

Todo lo que estamos hablando es aterrador, querida amiga.

-

Sí, lo veo. Entonces me temo que nuestra teoría sobre el contagio se cae por su peso.

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-

Realmente está muy bien pensada, y de hecho es el objetivo quizás de este experimento, pero de momento no es probable que lo hayan conseguido. Este monstruo no está a punto.

-

¿Tienes entonces alguna idea de cual es el objetivo de una bacteria así?

-

Sí, y es muy macabro si hacemos una proyección, pero es el modo de ver qué buscan. ¿Recuerdas nuestras antiguas previsiones de éxito, las que hacíamos para establecer el posible resultado de los cultivos que desarrollábamos? Pues mira ésta que he hecho, es similar y la comprenderás a la primera. Terror hace que lo que hicimos en el P4, cualquier cosa, no sea más que un juego de niños. Imagínate que esas esporas llegasen a ser fértiles. Si la cepa original se reparte bien mediante un elemento de transporte, por ejemplo contaminando las aguas, y toda la población mundial se contagia con el huésped en progresión geométrica en… pongamos dos semanas, sólo habría que esperar a un acontecimiento extraordinariamente traumático a nivel global para que 66 días después fuese exterminado un porcentaje altísimo de la sociedad. Y no hablo de cientos o de miles, sino posiblemente de billones de personas, con B mayúscula, una cifra descomunal. Y todo ello sin dejar pistas, de un modo lento, sin llamar la atención, entre gente que se siente fuerte y rejuvenecida, sin quejas… nadie va al médico, nadie se hace un análisis… y les llega el día en masa. Sería un armagedón silencioso durante todo el tiempo que esas esporas estuviesen operativas en el aire, supongo que unas semanas como mucho tras los fallecimientos masivos. Cuando alguien se diese cuenta de que la gente muere en masa y diese la voz de alarma ya no se podría hacer nada, y el mundo habría caído sin imaginar el motivo. Los cadáveres serán enterrados, incinerados o se descompondrán a la intemperie, da igual porque aunque hubiese alguien para

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hacer las autopsias no hallarían más que lo que ya habéis visto en las víctimas de esos aviones, es decir, nada. Una vez caída la última espora no quedará el menor rastro de lo que ha pasado. Sí, este virus será un aniquilador terrible cuando esté terminado. -

¿Y no crees que escaparía al control? ¿Qué llegaría a exterminar incluso a la población propia, más allá de la objetivo? No es ese el proceder habitual, la verdad. Nosotros mismos no podíamos saltarnos ese protocolo esencial.

-

Sin duda, pero está claro que a los creadores de esto no les importa ese protocolo. Es más, desean pasar sobre él. Piénsalo. Esta arma es eugenésica. Está destinada a crear un nuevo orden basado en una reducción drástica de la población sin restricción alguna y sin generar una desconfianza en los sistemas de gobierno que provoque sus caídas prematuras y la pérdida previa del poder, el caos. Ese caos genera disturbios, destrucción, pérdidas, y eso no es aceptable. Cuando suceda, por un escaso tiempo la gente buscará culpables, pero no se opondrá a los designios de dirigentes que también mueren como ellos mismos, que se muestran como personas normales, afectadas y débiles hasta fallecer como cualquiera, con lo cual las revueltas serán menores debido a la falta de cabezas visibles a las que señalar y a la evidencia creciente de que se trata de un mal capricho del medio ambiente. De manera que ¿quién va a protestar contra la naturaleza en sí? ¿Qué manifestación saldrá a las calles para quejarse del viento, la luz o el sol? No, no habrá revueltas. Mientras se produce ese último desconcierto los planes seguirán inexorables, y en plena depresión se aprobarán leyes de contingencia, estados policiales que se eternizarán entre aplausos. Los verdaderos ejecutores deben tener ya pensado algo para el día después, eso te lo garantizo. De hecho hay indicativos sociales que apuntan en esa dirección.

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-

¿A qué te refieres?

-

A la detención de las economías de mercado. Lo que subyace tras la gran crisis desatada desde hace años en todo el mundo no es otra cosa que el colapso debido a la detención de los capitales y a su desvío para una serie de proyectos secretos de continuidad que no están saliendo a la luz. Conozco algunos, y ahora que me has traído esto creo que están relacionados.

-

¡Oh! ¡Vamos, Dmitri! ¿Qué tiene que ver eso con esto?

-

Todo. Mira, cualquier gestor de bolsa de tres al cuarto lo sabe. incluso las petroleras han reducido las extracciones de crudo, la minería de metales pesados y de oro también reducen la producción, sucede lo mismo con la plata, el cobre, el gas… Todo se detiene imperceptible pero eficazmente, derivando materias primas esenciales para cuando todo haya pasado.

-

Sugieres que están guardando recursos, ¿no?

-

Te recuerdo que puede que estemos ante un plan estratégico. Es lógico pensar que quien hizo la estrategia y el virus que la apoya está muy interesado en perdurar, y para ello precisa de medios y sobre todo de unas garantías para el día después. Socios, colaboradores… materias primas, dinero… No pueden quedarse solos ni desabastecidos. Y por si no te has dado cuenta, el dinero por su parte exige poder a cambio para entregarse. No, no están despoblando el mundo para volver a las cavernas como siempre se ha dicho que ocurriría tras la guerra definitiva, te lo aseguro. Por eso te digo que deben tener muy bien diseñado el día después.

-

No soy conspiranoica, y esto me suena a relato fantástico.

-

Yo tampoco lo soy. Pero sé de lo que hablo.

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-

Sí, muy a mi pesar es la impresión que tengo. Sabes muchísimo de todo esto ¿Realmente estás desvinculado, Dmitri? ¿Lo abandonaste?

-

¡Por supuesto! Pasaré por alto tu duda. Sólo soy un sencillo farmacéutico que durante… años supo cosas. Nada más.

-

Sabes cosas que das por hechas, hablas con propiedad, seguridad… No sé de dónde te llega ese conocimiento, pero desde luego estoy sorprendida.

-

Comparto contigo cuanto puedo. Sin embargo puedo estar equivocado, como cualquiera. Mira en Internet, hay mucha gente en esto.

-

Ya. Pasemos de tema. Será más razonable. Hemos visto que para activarse ese virus precisa de una catálisis basada en cambios metabólicos precisos basados posiblemente en estados de pánico, ansiedad y similares.

-

Sí, esa parte de vuestro análisis me resulta especialmente interesante. Coincido con vosotras en que debe tratarse de un activador químico peculiar, probablemente adrenalina y una combinación de otros.

-

¿Y qué acontecimiento podría resultar suficientemente calamitoso como para provocar un estrés mundial tan terrible como el que se genera a bordo de un avión que cae? Según lo que has dicho debería de tratarse de algo global, no puntual. Unos volcanes, huracanes o terremotos no serían suficiente más que para activar zonas concretas, no se conseguiría llegar a toda la población. De hecho, ningún fenómeno natural conocido tiene ese poder. Si no es algo masivo el virus podría quedar expuesto, con lo que podrían fracasar.

-

Mariya… de eso no quiero hablar, pero se rumorean cosas… aunque tal como está todo concebido presumo que incluso con un gran simulacro bien dirigido sería suficiente. El pánico colectivo es muy contagioso, en este caso mortal, y ellos desde luego controlan los medios de información.

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-

¿Tu crees que un simulacro será suficiente? ¿Después de lo que están arriesgando? No. Pienso que más bien no correrán el peligro de quedarse cortos. El detonante debe ser algo mucho más grande, una situación de pánico colectivo.

-

No lo sé. Es todo especulativo.

-

No es especulativo, Dmitri. Tenemos montones de datos fiables… y una bacteria. ¿Qué va a ser? ¿Una guerra? ¿Van a desatar conflictos?

-

Oh, no… las batallitas no interesan a esa gente, sólo a los gobiernos visibles, los países actuales. La guerra es un buen motor de economías directas y mantiene entretenidas a las sociedades, pero se pierden medios, estructuras, recursos… y eso es el dinero de mañana, de manera que nada de guerras. De hecho llevamos años al borde de un gran enfrentamiento entre las Coreas, Pakistán e India o Israel e Irán. Sin embargo, pese a estar en el filo constante, no interesa, porque es casi seguro que se acabaría pasando al uso de armas nucleares, y eso inutilizaría zonas enormes de la Tierra y esparciría radiaciones mortales durante años, lo cual está muy lejos de las intenciones de esta gente. Por ello interceden y evitan que todo acabe entre presidentes a ver quien la tiene más grande.

-

¿Sugieres que poseen poder sobre los estados soberanos y sus dirigentes?

-

¡Oh, mi querida amiga…! ¿No creerás en serio que el G20, la UE o la ONU dictan las políticas a seguir, verdad? ¿No te has fijado nunca en la repentina diferencia que tienen los programas de los políticos cuando sólo son candidatos y los que desarrollan cuando llegan al poder? Se huelen los recortes, y no es porque sean malas personas u olvidadizos. Es que alguien los sienta y les habla con franqueza y les dice lo que van a hacer y lo que no, nada más. Y con argumentos, desde luego. Esa gente que manda no puede permitir que el gran plan se colapse por las ideas de tal o cual político, régimen o ideología, y para

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ello juegan una partida con cartas marcadas. Tú manda, que yo te controlo. Así se juega. -

Sin embargo el ser humano se manifiesta irreductible con frecuencia, ¿Por qué no hay entonces disidentes? Siempre surgen voces ue hablan.

-

Las hay… pero mueren con repentina prontitud. Siempre por causas fortuitas, naturalmente. Te podría mostrar centenares de nombres, muchos de ellos de colegas. Es lo que hay.

-

Terrible.

-

Sin duda.

-

¿Qué cosas se rumorean, entonces?

-

¿Qué?

-

Antes has dicho que se rumoreaban cosas sobre algo capaz de hacer por ejemplo que Terror se active ¡Díme cuáles son, Dmitri! ¡Necesito saberlo!

-

Mira, no es mi terreno.

-

¿Y de quién lo es? ¿Quién puede decírmelo? Me muero de veras cada segundo que pasa ¿A quién me dirijo, joder?

-

Tranquila. Te voy a dar un teléfono… déjame apuntártelo.

-

¿De quién es?

-

Es un muy buen amigo, dile que vas de mi parte. Yo le hablaré de ti, no te preocupes. De ese modo te… dirá algo.

-

¿Pavel Ignatov? No me suena.

-

Natural… se dedica a otro campo. Vive en Kiev. Ya te digo que no hablará por teléfono, así que tendrás que ir allí cuando te cite.

-

¿Mañana sería posible? Como sabes no tengo demasiado tiempo.

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-

Bien, hablaré con él hoy mismo. Te lo diré más tarde. Mariya… todo esto es muy peligroso. No sólo para ti, para todos.

-

Bien. Lo tendré en cuenta.

-

Ellos también sabrán que el periodo de incubación está a punto de finalizar y deben estar muy cerca, especialmente en los próximos días. No te fíes de nadie. Tampoco quiero que hables de esto con ese hombre, aunque te pregunte ¿De acuerdo?

-

De acuerdo.

-

Mandaré el equipo a tu casa mañana mismo en varios envíos pequeños, para no despertar sospechas. Sólo lo indispensable. Haz acopio de agua destilada y reactivos, ya sabes cuáles. El 28 estaré allí y haré los preparativos, pero hemos de ser cautos. Quien quiera que esté detrás de esto aceptará que el experimento fracase, pero no llevarán muy bien que sinteticemos las esporas cargadas del virus en su variante inicial, así que silencio estos días. Por cierto… ¿por qué tu? ¿Lo has pensado?

-

No lo sé.

-

Pues esa es una gran pregunta. Dame el teléfono de vuestro hotel y os llamo más tarde, cuando hable con Pavel.

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 18 DE JULIO DE 2010: Debe ser muy duro encontrarse con los fantasmas del pasado, y estos días Mariya Petrova está teniendo que pasar por ello. La vida que enterró de pronto ha saltado sobre su yugular como un vampiro de leyenda, y de ese modo la comandante científico que diseñaba bacterias para los demás ha descubierto que ha pasado al otro lado del cristal, al de las víctimas, los objetivos. Sé que está apenada, pero no la creo

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capaz de llorar, aunque le haría bien. Descubrir finalmente que porta un súper virus, que ya no es ficción ni fantasía, nos ha dejado algo tocadas a las dos, lo admito, pero al menos yo estoy sana (de momento), así que supongo que ella está peor. No es lo mismo pensarlo que verlo. Esta mañana se fue a la zona de tiendas que hay frente al hotel, compró ropa deportiva y se ha pasado la mañana corriendo por el parque, seguramente en un deseo de estar sola consigo misma y asimilar las cosas tal como van llegando. Me ha dicho que no ha parado, así que ha debido hacer muchísimos kilómetros, pero no mostraba cansancio al subir. Hemos hablado y sé que está preocupada por la cita de mañana. Piensa que si la han mandado allí es porque le van a decir algo importante, y no puede evitar estar tensa. Yo simplemente procuro volverme transparente, que no me note y ayudarle cuando lo pide, pero sin invadir su espacio para nada. Sé que lo necesita más que nunca para pensar. ¿Por qué de repente una ciudad preciosa como San Petersburgo me parece siniestra en un día tan radiante? ¡Qué raro me resulta todo! Lo peor es tener la certeza de que nos miran.

19 DE JULIO DE 2010, KIEV, UCRANIA -

Señora Petrova, nuestro común amigo me ha insistido en la extrema confianza que en usted tiene como antigua camarada. Yo también apelo a su lealtad, dada la información que le voy a dar. Se trata de un secreto de muy alto nivel, sólo al alcance de un grupo selecto. Se lo voy a revelar porque Dmitri Sebarov me ha dicho que su vida está en un peligro real y cercano de muerte, y en base a nuestra amistad eso me hace pasar por encima de ciertos protocolos. Con ello arriesgo algo más que mi prestigio, pero supongo que usted, como antigua integrante de algunos de los más selectos equipos científicos de la Unión Soviética, lo sabe muy bien.

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-

Lo sé, señor Ignatov. Y es por ello por lo que valoro sobremanera su decisión de ayudarme. Si la vida me lo permite, espero poder saldar algún día la deuda que con usted contraigo.

-

Usted sólo sálvese de momento. Después ya sabrá lo que hacer, pero le aseguro que no habrá deuda alguna. Esto lo hago libremente bajo mi responsabilidad, usted nunca me lo ha pedido ni lo ha oído, no la conozco ni jamás esta reunión se ha celebrado. ¿De acuerdo?

-

Sabe que sí.

-

Bien, empecemos. Le ruego que se acerque a esta pantalla. Voy a enseñarle algo.

-

¿Aquí estoy bien?

-

Sí. Mire esta imagen atentamente. Es del 6 de mayo de 1949, y se obtuvo desde el observatorio estelar de Kurull, en los Urales.

-

No veo nada… estrellas… espacio oscuro.

-

¡Exactamente! Es un sector del cielo absolutamente normal que mis colegas de la época cartografiaban metódicamente mientras confeccionaban un mapa astronómico. En su tiempo no supuso ninguna novedad salvo el hecho en sí de conseguir esa nitidez. Ahora mire esta otra. Es del mismo sector exactamente 24 horas más tarde. Espere… se las pongo juntas para que las pueda cotejar.

-

Veo la diferencia. Esa pequeña mancha luminosa. No sé lo que es.

-

Es lo que quiero que vea. En astronomía lo llamamos lente gravitacional. Es una deformación del espacio tiempo debido a la presencia de una singularidad.

-

Me quedo igual.

-

Disculpe. Esa mancha es una concentración de luz que realmente no está ahí, sino que pasa muy cerca pero es atrapada y desviada por algo que permanece oculto en el centro y que emite una gran atracción gravitatoria, hasta el punto de

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curvar la trayectoria de los fotones. Algo muy parecido a un agujero negro o singularidad, pero en este caso temporal. Cuando hicieron la foto no supieron interpretarlo porque el señor Hawking aun no había determinado las implicaciones del espacio einsteniano y por tanto no se habían descubierto los agujeros negros. Imagine la luz como una línea, y ahora suponga que algo la curva, de manera que para averiguar el origen real de la luz no se puede hacer de manera lineal, sino curva. -

Entonces, todo lo que esté detrás de esa lente es deformado porque su imagen se curva debido a algo muy pesado que hay en el centro. ¿Es eso?

-

Así es.

-

Vale, lo he entendido, pero ¿qué tiene que ver conmigo?

-

Eso es algo que desconozco, porque insistí a nuestro común amigo en que no me diera detalles. Cuanto menos sepa de ello, mejor, por su bien y por el mío. Yo sólo la informo de lo que él me pidió, y seré tan preciso como me sea posible para que me entienda y le sirva de ayuda.

-

Bien. Siga entonces, por favor.

-

Esa lente gravitacional que captaron en el 49, aunque nuestros antecesores no lo sabían, sólo era una torsión del espacio tiempo como le he dicho, y por su levedad temporal sabemos que no era producto de un agujero negro, ni siquiera en tránsito, pero si no se trataba de eso ¿por qué se había producido? En aquella época pusimos la mayoría de los medios apuntando hacia la zona con objeto de captar más datos que pudiesen poner remedio a la curiosidad que sentíamos, y así recopilamos un centenar de imágenes incluso en los años siguientes, 1950, 51, 52… Aquí tiene algunas. Todas muy parecidas a la anterior como ve, pero tomadas en diferentes partes del cielo, aunque siempre a distancias similares.

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Igualmente enigmáticas y temporales, sin respuesta. Enormes alteraciones en la luz que generan efectos ligeramente parecidos a auroras boreales. -

Sí, se parecen mucho.

-

No entendíamos el mecanismo de lo que se estaba produciendo, pero la distancia de la zona nos confería cierta seguridad, y se pudo esperar. Finalmente el fenómeno pudo ser explicado por Alexei Dmitriev muchísimo después, y eso revolucionó todo cuanto sabíamos.

-

¿Quién es?

-

Bueno… Dmitriev es Doctor en geología y mineralogía, geofísico, experto en ecología y en procesos rápidos de cambio global, por no decir que es el presidente de la academia de ciencias. Un peso muy pesado aquí, señora.

-

Ya imagino. Pero ¿cómo puede explicar esto alguien que se dedica a las ciencias del planeta? ¿Cómo no lo hizo un astrofísico?

-

La inteligencia, cuando es auténtica y no inducida, es multidisciplinar, y nuestro hombre tiene muchos recursos a su disposición. Dmitriev localizó unos patrones que no tenían explicación en el sol, ciclos que fluctuaban y que provocaban cambios en nuestro planeta, y por tanto en la naturaleza. Dedujo que algo estaba perturbando a nuestra pequeña, y buscó su origen en el exterior. Para ello tuvo que usar la astrofísica, y de ese modo, al encontrarse con éste fenómeno, pudo completar su gran teoría, que expuso en 1993 en un artículo histórico llamado “Estado planetofísico de la Tierra y la vida”.

-

¿En qué consistía?

-

Lo puede encontrar fácilmente en la red traducido a todos los idiomas, pero le haré un breve resumen. Supuso un vuelco total a la noción de mundo como uniformidad de organismos interdependientes y de la interacción que

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mantenemos con el cosmos. Hizo que de repente abriésemos los ojos y nos diésemos cuenta de que esta bola alocada en la que vamos a enorme velocidad corre también peligro debido a los cambios medio ambientales del sistema en el que está incluida. Dmitriev sostiene que una gran ola se está formando por delante del sol en su vagar por el espacio debido a la superabundancia de plasma estelar que arroja. Esta ola choca a su vez con el plasma de la galaxia, resultante de los otros miles de millones de estrellas, generando las deformaciones que ha visto en estas imágenes, enormes zonas de confrontación donde la masa luminosa converge y se disloca deformando el vacío anisotrópico y cambiando el flujo de la energía, que en lugar de disiparse hacia el exterior se esparce por dentro en todas direcciones, generando olas de regreso. Es como si un coche choca contra una roca y se comprime, arrugándose hacia en interior del habitáculo y aumentando la presión sobre el mismo debido a las fuerzas que se reparten hacia todos los lados. La parte delantera queda así, reducida y apretada, y sin embargo la de atrás apenas se altera, pero sin embargo el sistema completo ha sido alterado. Ya no es un coche. Eso son esas olas luminosas y su consecuencia. Debido a las tensiones, las ondas que se mueven hacia el interior hasta llegar al sol amenazan con destruir su equilibrio, dado que lo someten a una cadena de enormes choques continuos, y el astro en sí mismo se comporta como un líquido, repartiendo esa energía en todas direcciones, asimilándola, pero esa capacidad de acopio es finita para una estrella. Además, en su camino las olas provenientes de las áreas de choque rodean a los planetas, y son consecuencia del calentamiento global, que es cíclico y no una obra del hombre, como nos dicen constantemente para fomentar extensos y caros programas del que extraer grandes cantidades de dinero. De hecho, no tenemos la menor

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responsabilidad en ello ni modo de detenerlo. Por eso Kyoto ha fracasado una vez tras otra y todo lo que ha venido después también, meras muestras de cara a la galería de que se hace algo, aunque en realidad es nada. No es posible detener el cambio climático, sino tan sólo disponer los medios para minimizar sus daños. -

¿Y cuál será el resultado final de toda esa suma de tensiones en el sistema?

-

El problema más grande se producirá cuando el sol no pueda ya absorber más energía de esas ondas y se dilate emitiendo una gran cantidad de radiación, un pulso, su modo de decir basta ya. Se producirá un máximo solar nunca antes medido, uno muy grande. Según la estimación más benigna, habrá enormes convulsiones en la Tierra y catástrofes de magnitud sorprendente. Si el fenómeno se recrudece podríamos perder el escudo magnético protector barrido sin el menor esfuerzo, nos quedaríamos sin tecnología debido a las oleadas electro magnéticas, se invertirían los polos y nos veríamos bañados por una tormenta de radiaciones que penetraría profundamente en el suelo durante años. En un caso o en otro nada será igual. En cuanto a las sociedades, hace tiempo que se sabe que el aumento del bombardeo producirá cambios en las conductas de los individuos, y por tanto en las masas.

-

¿Qué tipo de cambios?

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Irritabilidad, estrés, malestar… en general una pérdida de calidad de vida interior que a mi juicio es ya palpable, pese a que aún estamos lejos de los máximos. La gente estará mal, predispuesta a estados de violencia incluso a nivel bioquímico.

-

Una situación de tensión, un detonante…

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¿Perdón…?

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Disculpe. Pensaba en voz alta. Señor Ignatov, eso que dice parece irreal.

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-

¿y qué es real? ¿Un mundo sencillo y seguro, sin peligros, sometido a los bandazos del cosmos pero con la promesa por parte de un Dios bueno de que no se verá envuelto en sus vorágines de exterminio y creación? Créame, esto es real. Y también es cuanto Dmitri quería que le contase, y por tanto nuestra reunión está tocando a su fin. ¿Tiene alguna pregunta?

-

Sólo una más.

-

Dígame.

-

¿Cuándo?

-

¿De veras quiere saberlo?

-

Si.

-

Muy bien. Está iniciándose la fase final dentro del Sol, es algo bien sabido a nivel de calle, pero por lo que conocemos a través de la red de satélites es que… el clímax podría estar en algún momento entre la primavera y la navidad de dentro de dos años. No más allá.

-

¿Cómo es posible que no haya salido esto a la opinión pública? Algo así, tan enorme, se abre paso a través de los medios.

-

Hay sectores enterados de todo cuanto le he dicho, básicamente dos. Los estamentos oficiales, que nunca lo divulgarán mientras siguen desviando fondos y preparándose en secreto para sobrevivir sin que los sistemas caigan debido al pánico colectivo, y miles de investigadores privados que lo sacan a la luz por todo el mundo, pero que son inmediatamente desacreditados ante una opinión pública que ya está lo suficientemente manipulada como para no creer en nada. Cuando se vaya de aquí usted podría gritar a los cuatro vientos que el mundo tal como lo conocemos dejará de existir y nadie la miraría más que para darle quizás una limosna. Grite que ha recibido un mensaje divino diciendo que no

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nos despistemos porque se acerca el fin y antes de que llegue al aeropuerto la rodeará un centenar de personas dispuestas a seguirla con todo. Los estados, en su deseo de perpetuarse después de los acontecimientos, han hecho un gran trabajo de desinformación, y ahora ya no hay forma de alertar a la gente sin que te tomen por loco. Por eso este conocimiento que le doy debe usarlo con inteligencia. Intentar divulgarlo no la llevará a ningún sitio. -

¿Para qué diablos se preparan en secreto? ¿Qué estado puede sobrevivir a algo así con capacidad de funcionar?

-

Ninguno. Pero ellos no quieren admitirlo y por eso, en lugar de informar a sus pueblos han optado por el silencio a la espera de que se produzca un cambio incierto, una aberración en el mecanismo, lo cual es muy improbable. Observe que incluso el dinero se ha recogido, del mismo modo que un caracol cuando detecta el peligro y se introduce en su caparazón. ¿Qué mayor prueba que esa, cuando la propia esencia del capital es la circulación constante?

-

¿Sugiere que ese dinero ya no está a disposición de los países?

-

Es evidente que no. El sistema se está protegiendo, señora. Acopia oro, metales preciosos. Se prepara en silencio para un evento literalmente de exterminio.

-

¿Y las personas?

-

Sacrificables.

-

Sacrificables… ¿todas?

-

Si.

-

Un genocidio bíblico.

-

Ya se lo he dicho. Un exterminio.

-

Entiendo… Según usted quedan apenas dos años para eso.

-

Según yo y muchos más. Y lo más sorprendente…

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-

¿Qué es? ¿Qué es lo que más le sorprende, señor Ignatov, después de lo que me acaba de contar?

-

Que los antiguos lo supieron, nos lo dijeron y no los escuchamos. Creo que tenemos una gran deuda moral con ellos.

-

Ya… ¿pero quién va a quedar para pagarla?

-

Nadie. Pero quizás cuando nosotros mismos seamos antiguos hayamos podido avisar a los que vengan. Sería un bonito modo de pagar esa deuda.

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 19 DE JULIO DE 2010: Acabamos de llegar a aeropuerto de Kiev. Hay poca gente, y Mariya no está bien. Ha vomitado dos veces desde que salimos de la oficina en el centro donde nos ha recibido ese Ignatov. No es normal, pero insiste en que se le pasará. Personalmente creo que le ha contado algo que la ha trastornado, pero aun no se lo que puede ser, aunque me espero cualquier cosa. Pienso en el destino, y el modo en que nos ha unido en esta extraña aventura ¿o finalmente no es el destino y sí algo grande que nos guía para que las personas adecuadas hagamos las cosas? No lo sé, pero eso a la vez me abre otra pregunta ¿de veras somos las personas adecuadas? Lo que estamos descubriendo es muy duro, con implicaciones que no quiero pensar… y sin embargo no estoy al corriente de todo aún. Mi compañera de fatigas, esa mujer fuerte y dispuesta, endurecida por una bacteria que en unos días intentará asesinarla, ha escuchado algo que la ha hecho vomitar, y eso, conociéndola, sólo puede deberse a alguna verdad traumática. Me preparo para cuando quiera hablar, pero tengo la sensación de que esta historia se va a hacer aun mucho mas grande e insoportable. Estoy cansada… esto me está afectando, pero al menos las pesadillas han cesado. Justo como si mi vida real fuese

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ya mucho peor que esos regalos del subconsciente de algún modo. ¿Qué va a pasar con el futuro?

20 DE JULIO DE 2010, LOM, BULGARIA

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Llevo años oyendo hablar de esas fechas, pero nunca pensé que pudiese haber detrás de ellas más que supercherías y leyendas. He mirado en la red y está llena de mensajes apocalípticos y barbaridades. El hombre siempre ha temido al fin de todo, desde el principio, y estas psicosis han sido recurrentes y cíclicas. Me cuesta encajarlo, la verdad.

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Jezabel, usted vino a mí no hace mucho con una gruesa carpeta bajo el brazo, cosa que siempre le agradeceré. Desde entonces hemos avanzado mucho, viajado y descubierto cosas ¿Se da cuenta de lo que está sucediendo?

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Quizás en parte, pero no estoy segura… necesito oírlo... fríamente.

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En pocas frías palabras… Alguien está planificando exterminar a la mayoría de la especie humana tras el estrés emocional que se producirá cuando los acontecimientos de finales de 2012 se disparen. Se crearán estados de excepción y leyes de urgencia que permanecerán en vigor mientras todos morimos. Es el genocidio perfecto, y todo ello gracias a un programa armamentístico invisible llamado Terror. Detrás de él hay poderes que no aparecen en ninguna televisión ni periódico, hombres que permanecen en el anonimato y que mueven el mundo a su antojo sin la exposición a más opinión que la de ellos mismos.

-

Esos grupos de poder ocultos siempre han estado en el fondo de todas las supersticiones desde hace algunos siglos. No es factible que existan por encima de los estados. No lo permitirían,

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-

No son superstición. Todo esto es la prueba. Lo que hemos descubierto no es obra de ningún gobierno visible, de ninguna nación, ni sirve a ideología conocida. Este plan está fuera de las posibilidades de nuestra civilización tal como están concebidos los estados y los derechos. Por tanto, sí que existen esos grupos de poder, no son superstición, y si están por encima de los estados es porque en cierto modo ellos marcan las directrices de todo.

-

¿Y para qué quieren algo tan monstruoso como nuestra aniquilación? Nos necesitan para existir. No hay reino sin súbditos.

-

Pueden hacerlo con muchos menos de los que somos. Hace tiempo que se especula con la imposibilidad del planeta de sostener a la población actual. Para un gran número de economistas el desvío derivado de la superpoblación es irreparable, e incluso las curvas de energía necesarias para el mantenimiento de la civilización son ya imposibles de conseguir. No hay combustibles fósiles suficientes ni medios agrícolas para alimentarnos a todos, esa es la triste verdad. Un día, alguien en algún sitio decidió arreglar eso de la manera más fácil, aunque también la más polémica si salía a la luz, y trazó el plan. La idea era reiniciarlo todo, volver al principio de manera controlada y crear nuevos núcleos adaptados a normas que desconocemos, una humanidad con pocas personas y con natalidad controlada, dominada enteramente por ellos y que supondrá el regreso a los albores del hombre, a un periodo de esclavitud pero con todos los fundamentos estructurales de una civilización milenaria. El humano destruyendo al humano y una nueva ideología hegemónica vuelve a gobernar el mundo, pero todo ello desde la oscuridad impune ¡Patético final! Realmente hace mucho que hablan de reducir la población, pero nunca han tenido éxito, y lo sé porque hace años yo misma participé en alguna de esas reuniones de alto nivel.

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¡Dios mio! ¿Usted?

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Sí. Viruela, Ébola, Sida, amagos de gripes terribles… nada ha triunfado, pero esta vez lo tienen todo para solucionarlo casi de guante blanco. Oficialmente será un capricho de la naturaleza, una extinción fortuita. Así se escribirá en la nueva historia, aunque no sabemos por quién. Alguno de los pocos supervivientes iniciará el relato, y lo hará sobre miles de millones de cadáveres apilados en ciudades y estructuras en perfecto estado de uso.

-

¿Quién puede tener capacidad para orquestar algo así?

-

No lo sé, pero sea quien sea ha tenido acceso a los secretos mejor guardados de la antigua URSS y ha sido capaz de continuar con las investigaciones mientras todos nos fijábamos en la economía, las guerras, el deporte, el cine, nos íbamos de vacaciones, saltábamos con las estrellas de rock o hablábamos de un futuro que no existe. Nos han engañado. Y lo peor es que lo han hecho con nuestro propio dinero.

-

Mariya, debe haber una explicación más sencilla.

-

Hemos acudido a las personas idóneas, porque ahora tenemos respuestas. Lo que hay sobre la mesa es lo que hemos encontrado. Estaba vacía antes. No hay nada más ahora que lo que buscamos. Hay que saber parar. El día 31 intentaremos aislar la espora después de que intente matarme… y ojalá que aún no esté operativa.

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¿Y qué haremos con ella?

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¿Hacer?... No tendremos opción. Imagino que Dmitri aducirá que no dispone de los medios aquí, y se la llevará prometiendo informarnos, mientras yo le sigo la corriente y le sonrío agradecida por salvarme la vida. Después nunca más sabremos de él, y con un poco de suerte ambas viviremos... al menos un tiempo

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Usted volverá a su país sin decir nada de todo esto, y yo seguiré con mis antigüedades para evadir mi pensamiento. Nos escribiremos por navidad e igual nos vemos alguna vez más, pero sólo para pasar un rato al sol. Si lo logramos sin quemarnos tendremos mucha suerte. -

¿Por qué dice eso de su amigo? ¿Cree que le ocurrirá algo?

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No, nada de eso. Creo que hará el trabajo que le han encomendado, nada más.

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¿Usted piensa que trabaja para… ellos?

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Por supuesto, querida. Siempre, durante toda nuestra conversación, fue muy por delante de mí, siempre. Yo me daba cuenta, pero pretendía obviarlo y no hacerme una idea confusa. No obstante, segundos después volvía a sorprenderme, y ya lo conocí mucho en Yalta como para que me haga sentir de ese modo sin más, sin que lo note. Está implicado. La manera en que aceptó nuestra visita sin oponer la menor resistencia pese al supuesto peligro, lo abierto de su conversación, su acertado análisis de la bacteria, sabiendo perfectamente qué y donde mirar y olvidando que yo se tanto como él y lo observaba, la facilidad con que me consiguió la entrevista con Ignatov, otro que se declaraba en abierto peligro pero que me reveló sus secretos sin casi pedírselo… Aquel despacho falso, claramente montado como decorado. Estaba todo previsto. Ni siquiera se inmutó cuando supo de un elemento tan desconcertante como las esporas. Era un guión. Pero la confirmación la he tenido esta mañana cuando he recibido el aviso de un envío urgente de varias cajas desde San Petersburgo, Jezabel. Es el material que dijo que me haría llegar.

-

¿Y?

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-

Que yo no le di en ningún momento mi dirección, y como sabe no figura en la guía. No sabe de esta casa ni ha estado aquí. Su descuido me confirma que nos dejará con la historia más increíble jamás contada y sin la menor prueba.

-

¡Dios mío! No puedo creer que todo vaya a acabar así.

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Jezabel… baje al mundo, por favor. Gente que confabula y que aloja en humanos formas de vida capaces de matarnos impunemente, que destroza aviones cargados de pasajeros sin que se les note ni les importe, que mueve los medios a su antojo y que viven al margen de cualquier ley conocida… ¿piensa de veras que no están al tanto de cuanto hacemos? Ellos… lo saben todo, y por eso gente como Dmitri Sebarov, capaz de traicionar incluso la amistad a cambio de favores que desconozco, conoce esta dirección sin preguntar. Pero no lo culpo. Igual está bajo amenazas, su familia, no sé… algo habrá.

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La entiendo, puede haber algo, pero lo que no veo es cómo puede estar tan segura de que sea una confabulación.

-

Porque el otro hombre, Pavel Ignatov, tenía al día siguiente sobre su mesa una gran agenda telefónica que no pude evitar ver antes de que llegase, y estaba abierta por la letra L, donde sólo figuraban un nombre y un número de alta seguridad de cinco cifras. Conocí muy bien eso en mi etapa en el P4, así que tuve un presentimiento y sin perder un segundo pude ver que en la memoria del teléfono había tres llamadas de ese número recibidas en las horas previas a mi visita. Sí, era una agenda de piel roja, muy propia para guardar grandes nombres, pero Ignatov demostró no ser demasiado discreto. Cuando entró la cerró apresuradamente, pero para entonces yo ya me había sentado lejos, así que supongo que creyó que no había descubierto su descuido, de manera que evitó tener un serio problema con sus jefes, sean quienes sean, y siguió como si nada.

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-

¿Cuál era ese número? ¿A quién pertenece?

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El número era el 66655… una clave de acceso a las cadenas encriptadas de información que usábamos en la Unión Soviética, muy eficaz. Creí que habían sido desmanteladas, pero ya ves que no. Se trata de líneas ultra seguras, para que me entiendas. El nombre es mejor que no lo sepas. Ni lo conoces ni tiene sentido.

-

¿Usted lo conoce?

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Sí. Debe estar muy mayor, pero lo conozco.

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¿Entonces? ¿Qué hacemos?

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Pues… me temo que hasta aquí nos han dejado llegar. Al menos la tengo a usted para que nada raro ocurra durante la intervención.

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No se preocupe. No me alejaré ni un segundo. Ahora entiendo algo que Harris me dijo.

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¿Qué es?

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Que si buscaba mucho, tarde o temprano me encontraría de frente con lo que me haría cambiar.

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¿Y lo ha hecho? ¿Ha cambiado?

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Es posible… creo que sí. Al final, pese a todo lo que sé, lo que usted cuenta, los datos y detalles, tengo confianza en que las cosas sigan y en que haya un mañana. Eso desde luego es fe.

-

Entonces Harris tuvo razón.

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Ustedes siempre han tenido razón.

-

Yo también recuerdo algo que me hace pensar, una cosa que Dmitri me dijo antes de irnos de su despacho de aparente farmacéutico sencillo. Me miró a los ojos y me dijo “¿por qué tu?”. Yo le respondí que no lo sabía, y contestó que esa

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era una gran pregunta. El modo en que me miró fue peculiarmente expresivo, como si estuviese especialmente extrañado por ello. -

Es cierto. ¿Por qué usted, Mariya? ¿Por qué involucrar a una experta en armamento biológico en el desarrollo de una bacteria de la que no quieres que se sepa nada?

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No lo sé. En el caso del otro superviviente, el americano, está claro que buscaban ver el resultado en alguien afectado de una traqueotomía No hubo consecuencia alguna porque pasase lo que pasase no quedaban al descubierto y sin embargo en mí no veo el por qué. Si no llega a ser por usted nunca lo habría sabido, pero está claro que el riesgo que han corrido ha sido a todas luces excesivo, dado que podría haberme entregado a alguna organización que diese la alarma y todo habría salido a la luz… o cuando menos les habría dado algún dolor de cabeza.

-

¿Y por qué no lo hacemos ahora? ¿Por qué no lo revelamos? Tenemos eso dentro de usted, y nos creerían.

-

Ya no. Estamos demasiado expuestas y sólo meteríamos en problemas a gente inocente. Hemos de dejarnos ir.

-

Entonces ¿por qué le han hecho esto? No es algo aleatorio, la seleccionaron, o al menos ese es el mensaje que nos han dado estos días ¿no?

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Sí, entraron en esta casa, en mi habitación, y me inocularon un germen mortal en mi misma cama, como un violador que derriba todas tus defensas y accede a lo más íntimo de ti a la fuerza... y ni siquiera me enteré. Después me dejaron subir a un avión que sabotearon, y la misma cosa que ahora me mata lentamente me salvó de una muerte segura, posiblemente incluso recomponiendo mis tejidos. No consigo entenderlo. Hemos fallado.

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-

Supongo que como tantas otras cosas lo que estos días vivimos parece irreal.

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Así es, pero una sensación muy dentro me dice que sólo es el principio de algo.

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¿Cree que es cierto lo que le contaron? Me refiero a lo que le dijeron sobre esas tormentas solares…

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Sí, es cierto. Hemos tocado fibras muy sensibles y es lo que nos han revelado. No tenían el menor motivo para engañarnos, ellos no funcionan así. Se enorgullecen de su poder de ese modo, mostrándose en todo su poder. Por eso necesitan terminar Terror a tiempo, para que haga el trabajo. Además, tengo la sensación de que alguien disfruta ¿a qué gato no le gusta jugar con el ratón antes de comérselo?

EXTRACTO DE LAS NOTAS PERSONALES DE JEZABEL ISTIAGA, 3 DE AGOSTO DE 2010: Todo ha pasado, y nada permanece ya en mí de quien fui antes, me lo noto. Al menos el modo en que las cosas se han llevado me garantiza que nadie nunca me preguntará por detalle alguno, detalles que probablemente ya ni siquiera habrán existido… excepto Juan, claro, pero a él sabré qué decirle y qué no. Después de todo, acabará tildándome de loca, como cualquier persona decente y razonable a la que le contase mis últimos meses. No les culpo. Es una locura. Al entrar en mi piso he encontrado montones de cartas, facturas, publicidad… Demasiado tiempo fuera y nada amable. Ni las he leído. Tan sólo las he apilado resistiendo la necesidad imperiosa de tirarlas a la papelera, justo como otras tantas cosas que de pronto se han ido a la basura, desperdicios que antes tuvieron valor para mí, pero que ya están de más. ¿Qué ha pasado? Eso me pregunto sin respuesta. En el avión me di cuenta de que alguien ha borrado todas las fotos de la cámara, imágenes de un largo viaje, pero sé que lo verdadero queda, que marca. Sin embargo

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es obvio que alguien ha sido metódico en acabar con el incidente borrando todas las huellas. Ya no tengo papeles, no hay tesis, no hay pistas, ni siquiera aquí, en casa. Mi ordenador ha desaparecido antes de que yo llegase junto con documentaciones y carpetas, pero eso sí, sin hacer el menor daño ni romper cerraduras. Ni se me ha pasado por la cabeza llamar a la policía. Incluso mis cuentas de correo electrónico y teléfono móvil están vacías, inmaculadas. Cuando consulté me dijeron que esas cuentas nunca se han usado, que no tienen constancia, pese a que yo les insistía en que llevan años de uso diario. Nada, ni un detalle en servidores o bases de datos. Mi viaje a Estados Unidos, el de Sofía, ninguno existe, como si nunca hubiese estado allí. He llamado al hotel Sheraton, en Chicago, y no tienen constancia en sus registros de mi nombre, y esta mañana hablé con el banco y he descubierto que todas mis tarjetas están anuladas, aunque alguien ha tenido el curioso detalle de dejarme un euro en la cuenta. Como si detener el flujo de las cosas lograse la paralización del alma, y con ello la anulación de la persona por miedo, pero no lo necesitaban, porque soy muy consciente de la amenaza silenciosa que me hacen y ya pasé el umbral del silencio hace días. No obstante, me queda mi tiempo, mucho o poco lo único que he podido rescatar de esta ruina. ¿Por qué? No lo sé, Supongo que porque no soy nada ni nadie, porque carezco de mayor interés. Mañana veré lo que haré con el día, pero de momento descansar… y en cuanto a lo que debería ser la paz que otorga el saber… ¿qué era eso que se decía en mi mundo antiguo, ese seguro y feliz? ¿Que te hace libre? Habré de corregirlo, porque a mí me está haciendo muy desgraciada. De repente no sé nada, ni donde ir ni qué decir. Igual debería volver a Córdoba, buscar a mis amigos de siempre, intentar estar bien de nuevo… pero lo pienso detenidamente y ¿cómo voy a soportar verlos reír sabiendo

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lo que ahora sé? Sinceramente, no sé si soportaré las partes que de mí han quedado vivas.

10 DE AGOSTO DE 2010, MADRID, ESPAÑA

-

Jezabel, por Dios, ¡háblame! ¡No puedes seguir aislándote!

-

Juan… no puedo. Ya no sé qué decirte para que entiendas que no voy a hablar de lo que sucedió allí.

-

Ya, pero desde que volviste de Bulgaria estás encerrada, y eso no es bueno. Te hará mucho bien.

-

Lo sé. Pero no es que no quiera… es que no debo. Ni puedo.

-

Por última vez… ¿qué te sucedió con esa mujer? ¿Por qué estás así?

-

No va a ser la última vez que lo preguntes, ¿verdad?

-

No.

-

Juan… he de irme de aquí. Me he dado cuenta de… cosas. Quiero aprovechar el tiempo que me quede.

-

¿Irte? ¿A dónde? ¿Cómo que el tiempo que te quede? ¿Por qué hablas así?

-

He de hacerlo... y escucha esto, si fueses capaz de creerme te lo contaría para que tu hicieses lo mismo. La vida… puede no ser tan larga como esperamos, puede… terminar sin aviso. Hay que mirar las cosas de otro modo.

-

¡Muy bien! No te dejaré salir de aquí. Me quedaré contigo y por la mañana iremos al hospital universitario. Me encargaré de todo, y estarás bien.

-

Tu no lo entiendes. No estoy enferma… yo…

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-

Mirando todo este desorden me cuesta mucho creer eso, Jezabel. Lo siento de veras, pero como médico y amigo he de velar por ti. Estás totalmente descuidada ¿Cuánto hace que no te duchas?

-

Lo sé, pero me cortaron el agua y el teléfono… ya… ¡qué más da! ¡Déjame, por favor! ¡Déjame con mis cosas!

-

Has tocado algún hilo de tu interior que te ha llevado a este lamentable estado, ¿verdad? ¿Y esas cruces en la pared? ¿Desde cuándo eres creyente?

-

¡Por favor!

-

De acuerdo… si es eso lo que quieres me iré.

-

Lo siento mucho, pero sí. Es lo que quiero.

-

Cuídate si sales ahí fuera.

-

¿Por qué lo dices?

-

¿No has puesto la tele hoy?

-

Tampoco tengo ya luz. Sólo una radio con poca pila ¿Qué pasa ahí fuera?

-

¡Joder! ¿Cómo puedes vivir así? ¿Necesitas dinero?

-

¡No! Dime qué pasa fuera, por qué me has dicho eso.

-

El sol… al parecer está emitiendo más energía según los científicos. Yo no se de esas cosas, no soy astrónomo… ¡pero desde luego hace un calor insoportable! ¡Eh! ¿A qué viene esa risa?

-

¿Insoportable…? ¿Esto te parece insoportable…?

-

De acuerdo, ríete y quédate con tus misterios. Yo me voy. Ya sabes dónde estoy.

-

Insoportable dice…….

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EPÍLOGO, ALGÚN DÍA DE AGOSTO DE 2010 EN ALGUN LUGAR AL ESTE DE LOS URALES. DOS HOMBRES SOLOS.

-

Espero que esté todo bien atado. No podemos permitirnos esta clase de cosas.

-

Se han dado los pasos en ese sentido, señor. No volverá a suceder.

-

Eso espero. Vengo de arriba y aún están recelosos. No comprendo lo que ha pasado.

-

Yo tampoco. Pensé que estábamos a salvo de fugas, la verdad, pero en ocasiones es difícil subestimar la genialidad de las personas. Todo ha sido un cúmulo de casualidades impredecibles.

-

No hay maquinaria perfecta. Aquí se ve. Y dígame… ¿aún piensa que no es necesario eliminar los focos que quedan?

-

No son creíbles, y carecen de pruebas. Mi opinión es que podemos dejarlo todo tal como está, aunque con la evidente vigilancia durante un tiempo.

-

En cuanto a ese hombre, el profesor… ¿tampoco es peligroso?

-

No sabe nada.

-

Bien. Si esa es su opinión… ¿Sabe, Gordon? Esto no tenía que haber ocurrido.

-

Desde luego.

-

Y una última cosa…

-

Dígame.

-

¿Qué han hecho con el traidor?

-

Ha sido eliminado.

-

Eliminado…

-

Sí, señor.

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-

Era un buen hombre. Conocí a su padre. Le prometí protegerlo cuando entró a mi servicio.

-

No siempre los hijos son como los padres, señor.

-

¿Dónde está?

-

No estoy seguro de entender la pregunta.

-

Su cuerpo. ¿Dónde está?

-

Está en el fondo del Vänern.

-

¡Vaya! Veo que les gusta a ustedes mucho ese lago.

-

Es un sitio hermoso después del deshielo, y rico en peces. Debería practicar la pesca de vez en cuando, si me permite decírselo. Resulta muy relajante, señor.

-

Ni por todo el oro del mundo metería mi anzuelo ahí.

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