El hombre medieval - Jacques Le Goff

November 14, 2018 | Author: Diana Patricia | Category: Saladin, Religion And Belief
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Resumen de El hombre medieval de Jacques Le Goff....

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El hombre medieval Autor: Jacques Le Goff

Había una gran variedad de tipos humanos en el Medievo. Existía la certeza universal de un modelo humano, que era determinado por la religión. Mas, habían grupos humanos excluidos como los libertinos o librepensadores; por otro lado, la figura del no creyente era completamente rara. Para la antropología cristiana, el hombre es la criatura de Dios, como si por su origen fuera el dueño de la naturaleza, la tierra y animales. En todas las épocas del Medievo, se juega con dos imágenes del hombres: una imagen positiva (el ser divino, semejante a Dios, que reencontrará al paraíso perdido) y otra negativa (la del pecador, que cede ante la tentación y está destinado a perder eternamente el paraíso). Otra ambivalencia se presenta en la concepción del trabajo, por un lado expresa maldición y penitencia y, por otro, es esencial para la salvación. En la Alta Edad Media, el modelo bíblico era Job, que solo se guía por la voluntad de Dios. A finales del siglo XIII, el ideal de hombre era equivalente a las personas con cargos de poder. En esta época, cobró importancia la concepción de que el hombre que sufre es divino. Había dos formas de concebir al hombre. Una como homo viator, el hombre elige su camino, dirigiéndose hacia la vida o la muerte según sus elecciones. Es como un ingénito peregrino, más habían unos pocos que la experimentaban al máximo, los cruzados. El riesgo radica en que se podía quedar desarraigado de toda estabilidad, que significaba salvación, quedando en la condición de errante vagabundo. La otra forma de comprender al hombre era la de penitente, en la que trata de encontrar su propia salvación mediante la penitencia, a la cual recurría en momento de desgracia. Este hombre está compuesto por la unión del cuerpo y el alma, esta sigue su destino teniendo a lo físico como intermediario. La clase de los monjes eran hombres de cultura, elitistas, contrastando con los laicos; evidencia de la dualidad siempre presente en el mundo medieval. Su vida debía seguir una jerarquía de moralidad, personificando los modelos de disciplina y obediencia. Buscaban a Dios por medio de la soledad y la oración; si bien rezaban por los demás, perseguían su propia salvación y perfección personal. Para los poderosos sirve de intermediario y consejero. Eran los más aptos para convertirse en santos. Los caballeros vivían en la dualidad de la paz y la violencia; así su ética fluctúa entre la prudencia y las hazañas guerreras. Se puede representar como un héroe de la lucha contra el diablo (pugna spiritualis). Por otro lado, el campesino se preocupaba por el abastecimiento de alimentos; la campesina se encarga de lo que son textiles. Es oprimido en cuestiones de lucha social, además que sufre el desprecio, que es correspondido por ellos, de las otras clases sociales. En cuanto a los médicos y cirujanos, se podían distinguir de dos grupos: en el ambiente rural, eran judíos; en el contexto rural, eran aficionados a los que se les atribuía ciertos dotes particulares, según su tradición. Mientras los herejes existieron de forma habitual. En el Occidente medieval, el niño no era una figura a la que se atribuyese un valor especial. Se puede considerar al ciudadano como un prisionero en un espacio según su mentalidad o su labor, está encerrado entre las murallas que limitan la ciudad. Una de las mentalidades más difundidas fue la mercantil, siendo la cuidad el centro económico, teniendo al mercado como corazón. Como mercader se aprende el valor del tiempo y el trabajo; siendo sus pecados más recurrentes, la codicia y avaricia. Además, la línea que separa al usurero del mercader es ambigua. Por otro lado, la prostitución era bastante tolerada. El intelectual no existe en el mundo medieval; sin embargo, se habla de un grupo que trabaja “con las palabras y con la mente”. Es un hombre de escuela, que conoce el latín. Puede ser un profesor, un hombre que se encargue de la política.

La mujer distinguida según su cuerpo, por su sexo y su relación con los diversos grupos; puede ser definida como la virgen, la esposa o la viuda. A veces, era vista como un vínculo hacia la ascensión social para el esposo. Su poder se circunscribe es su hogar, es la administradora de la familia; está subyugada por el poder del esposo a sus deberes de esposa y a la fidelidad. En la Alta Edad Media, tiene que jugar con dos realidades, la desprestigiada concepción de un trabajador manual y su deseo de ser notorio, de testificar su propia gloria, por lo tanto, poner firma a sus obras. El estatuto para el artista siempre estuvo en continua vaguedad, en el mundo medieval. El marginado es considerado como un desterrado (equivalente a la muerte en la Edad Media), una variedad de exilio interior. La infamia podía general marginación, por llevar a cabo oficios deshonestos, como los juglares, las prostitutas y los usureros y, llevado a una exageración, los enfermos y inválidos. Sin embargo, los casos extremos de marginación se dan en los herejes y los judíos. En otro plano, se encuentra el santo. Es la realización más alta del hombres medieval, es un patrón para la cuidad y los oficios que se llevan en ella. Al principio, era el mártir; después, estaba personificado en la fila de los poderosos; desde los siglos XII y XIII, se alcanzaba a través de imitar a Cristo. Es así, como la santidad se vuelve menos inherente a la condición social y se guía más por la moralidad. Las obsesiones más relevantes en el hombre medieval fueron: los vicios, estando el hombre ofuscado por el pecado, se abandona a él, al diablo, se conciben siete vicios (soberbia, avaricia, gula, lujuria, ira, envidia y pereza); lo visible y lo invisible, no hay línea divisoria entre este mundo y el más allá, lo visible solo es un vestigio del mundo invisible; el más allá, según la mentalidad del hombre medieval se trata de tres espacios (el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso), además hay dos lugares adicionales (el limbo de los Patriarcas y el limbo de los niños no bautizados); el milagro y la ordalía, Dios siempre estaba interviniendo en el mundo, y los intercesores para ser escuchado por él más poderosos eran la Virgen María y los santos; la memoria, tienen una gran reputación lo escrito, a pesar de que hay una creciente tasa de analfabetos, por lo tanto, la comunicación se da mediante la palabra, siendo necesaria que esta sea conservada, por eso se rinde culto a la buena memoria; la mentalidad simbólica, la Biblia tiene una estructura simbólica, que el hombre medieval está tratando siempre de descifrar con ayuda de los clérigos; el número, existe una gran atracción por los números, en especial por los simbólicos; las imágenes y el color, por el mismo analfabetismo, las imágenes poseen un valor esencial sobre los sentidos y el espíritu del hombre, los colores son simbólicos y responden a sistemas de valores cambiantes; el sueño, a partir del siglo IV, los sueños eran atribuidos a Dios, al cuerpo humano o al Diablo, el hombre del mundo medieval estaba fascinado por ellos y requería su continua interpretación. También, existían ciertas obsesiones políticas y sociales, como: la jerarquía, el hombre medieval debía respetar la organización social que Dios había dado, no queriendo elevarse ni rebajarse; la autoridad, el hombre debe respetar a sus superiores y ser fiel a las autoridades (la Biblia y los magistri); el rebelde, primero comienza con la herejía, luego se reniega del señor y su poder, hasta que desencadena en un rebelión social, en el campo y la cuidad; la libertad, es la misma Iglesia es la precursora de la libertad con sus Libertas Ecclesiae, con el pasar de los siglos los campesinos van exigiendo más libertades, es decir, más privilegios. Es así como aparece la libertad moderna, que solo es vislumbrada por el hombre medieval sin atreverse a tocarla, en el plano de lo religioso, intelectual, político y social.

Las cruzadas vistas por los árabes Autor: Amin Maalduf

El 15 de julio de 1099, los frany conquistaron Ciudad Santa (Jerusalén). Murieron miles de musulmanes, otros escaparon y los que quedaron fueron vendidos como esclavos. Los judíos se habían reunido en la sinagoga, los frany la encendieron; y a los que salían los mataban en las calles cercanas. Los que escaparon, se refugiaron en Damasco, donde fueron recibidos cálidamente por Abu Saad. Esta desgracia, es la pieza clave en la enemistad entre el Islam y Occidente. Nur al-Din, hijo de Zangi, se vuelve el nuevo jefe de los musulmanes; transformará sus virtudes en un arma política. Su objetivo es reconquistar y liberar Jerusalén. Va convertir a su pueblo en un ente capaz de vencer a los frany. Consigue ponerse al mando de Siria a la muerte de su padre mediante victoriosas batallas. Así se produce la segunda invasión franca, tras la caída de Edesa. La batalla de Damasco se ganó gracias a los esfuerzos de Un al-Din, quien, además, se presenta como defensor de este pueblo. Se consigue la victoria gracias a la constitución de una red interior en la cuidad que le permitirá una neutralidad amistosa. El domingo 25 de abril, se producirá el asalto final al este de la cuidad. En agosto de 1157, un terremoto arrasa con toda Siria, afectando tanto a los árabes como a los frany. En octubre de 1157, Nur al-Din cae enfermo; el año y medio que permaneció grave, los frany aprovecharon irrumpiendo algunas fortalezas de Damasco. Tanto el resurgir del poder militar bizantino a manos de Manuel y la persistente amenazada de los rum, impedirá a Nur al-Din lanzarse a la recuperación de Ciudad Santa. En diciembre de 1162, Shawar tomar el poder en El Cairo, convirtiéndose en un visir egipcio. Nueve meses después, es derrotado por Dirgham, un lugarteniente; Shawar logra escapar a Siria. En febrero de 1162, Amalrico se convierte en rey de los frany. Al caer Shawar, Amalrico aprovecha la confusión y conquista Ascalón; luego, sitia la cuidad de Bilbays, los defensores logran que los invasores se retiren rompiendo los diques de la ciudad. En abril de 1164, el general Shirkuh, bajo las ordenes de Nur al-Din, hace la salida del cuerpo expedicionario hacia El Cairo; el 24 de abril, se apodera de Bilbays. Así, Shawar puede volver a ejercer su cargo. El visir amenaza a Shirkuh que debe salir de Egipto lo más pronto posible; este se muestra reticente. Así, Shawar recurre a la ayuda de Amalrico. En julio de 1164, los frany entran en Sinaí; Shirkuh decide abandonar El Cario, refugiándose en Bilbays, desde donde rechaza los ataques enemigos. Tras la captura de Bohemundo III, sucesor de Reinaldo, provocada por Nur al-Din, Amalrico busca un acto con Shirkuh, acordando irse por un tiempo de Egipto. Shawar firmará un acuerdo de asistencia mutua con Amalrico. En 1167, se comienza una nueva carrera hacia el Nilo donde se enfrenta otra vez el rey franco con Shirkuh. En medio de estos ataques, Amalrico exige a El Cairo que se firme una alianza oficial entre ellos y Jerusalén, sellada por el califa fatimita. Así, se realiza el juramento. El 18 de marzo, cerca de la localidad de El-Babein egipcios y frany se enfrentan contra Shirkuh y Saladino, sobrino de este último. El ejército franco cae en una trampa, sufriendo numerosas pérdidas, mas Amalrico escapa hacia El Cairo. Por otro lado, Shirkuh acaba de conquistar Alejandría. Saladino es dejado al mando de esta, mientras Shirkuh parte al alto Egipto; Shawar y Amalrico sitian la ciudad. El general de Nur al-Din logra una subversión en contra de Shawar, llegando con numerosas tropas a El Cairo. Se hace un acuerdo y, en agosto de 1167, ambos ejército se marchan. En octubre de 1168, Amalrico decide lanzarse nuevamente a la conquista de Egipto. Comienzan con una cruenta matanza en Bilbays; luego, atentando contra El Cairo. Tanta es la desgracia que se vive, que el califa al-Adid pide ayuda a Nur al-Din. Así, el jefe árabe manda a Shirkuh y Saladino prepararse para salía hacia Egipto. El 2 de enero de 1169, Shirkuh llega a El Cairo, donde es recibido como un salvador. En 18 de mismo mes, Saladino mata a Shawar con la aprobación del propio califa. En tres campañas

Shirkuh se vuelve el amo de Egipto, pero muere dos meses después. Tras este infortunio, nombran a Saladino como al-malik an-naser (“el rey victorioso”), quien comienza a imponerse en todo Egipto, lográndolo a finales de 1169. Así, también empieza a sentir desconfianza de Nur al-Din, sobre todo al este exigir la abolición del califato chiita. En 1171, muere al-Adid, sin enterarse de que ya estaba llegando el final de su dinastía. Esta situación proporciona a Saladino una dimensión política que lo convierte en el soberano efectivo de Egipto. Nur al-Din le pide varias veces a Saladino que se reúnan para discutir ciertos asuntos, pero este siempre se muestra esquivo. En 1173, el jefe musulmán decide invadir Egipto, pero cae enfermo y muere el 15 de mayo de 1174. Este mismo año, Saladino, el señor de El Cario, se convierte en la figura más relevante del Oriente árabe. Además, este personaje sufre la fortuna de varios acontecimientos: el 11 de julio, Amalrico muere; en setiembre de 1176, Manuel fallece. Pero, su grandeza reside más que nada en su modestia, su desprecio por el lujo y la riqueza. Saladino continuará los objetivos de Nur al-Din: unificar el mundo árabe y recuperar la Ciudad Santa, usando el medio de la propaganda. En octubre de 1174, declara la guerra a la Siria musulmana, autoproclamándose como el protector de as-Saleh, el hijo de Nur al-Din, comenzando por conquistar de manera pacífica Damasco, a finales de octubre. Mas el joven monarca, no querrá ceder ante la presión de Saladino, recurriendo a los servicios de los asesinos. Estos lanzan varios ataques contra el señor de El Cario, quien decide asaltar su guarida, situada en el centro de Siria. Saladino sitia Masiaf, la más importante fortaleza a manos de Sinan; por alguna razón desconocida levanta el sitio del fuerte y nunca más va a tratar de amenazar un territorio de los batiníes. En 1181, as-Saleh muere de repente. El 18 de junio de 1183, Saladino entrará a Alepo ceremoniosamente, estando al mandato de toda Siria y Egipto. Por otro lado, el rey de Jerusalén, hijo de Amalrico, que sufre de lepra, no puede encargarse por completo de su gobierno, siendo reemplazado su poder por dos clanes rivales: uno que los dirige Raimundo, conde de Trípoli, y el otro a mando de Reinaldo de Châtillon, antiguo príncipe de Antioquía. Sin embargo, el rey no se fía de Raimundo porque que este desea relaciones con Saladino. Porque, a pesar de que Jerusalén y los musulmanes tengan enemistades, mantienen relaciones pacíficas y de equidad en lo que se refiere a el comercio. En marzo de 1185, el rey de Jerusalén muere dejando en el trono a Balduino V, un niño de seis años, y la regencia a Raimundo. Este envía emisarios a Damasco para convocar a una tregua, que es firmada por cuatro años. En agosto de 1186, muere el niño rey. La madre, que se había casado con un frany llamado Guido, lo corona, mas no es más que una marioneta de los “halcones”, de Reainaldo. En 1180, se había firmado un tratado que permitía que la libre circulación de bienes y hombre entre Jerusalén y Damasco, Reinaldo comienza a atacar a los comerciantes árabes y algunas poblaciones (Yonbu, Rabigh). Al-Adel, hermano de Saladino que gobernaba en su ausencia, envía perseguir a los saqueadores. El señor de El Cairo pide la liberación de los cautivos y la devolución de sus bienes pero Reinaldo se niega y Guido se lava las manos. Es así como la tregua se rompe, Saladino llama a sus aliados y súbditos para informarles la falta de los frany. Mientras, se sumergen en una crisis interna, el rey Guido cree que es el momento perfecto para liberarse de Reinaldo y le propone una alianza a los musulmanes, los cuales aceptan y le envían tropas para fortificar las guarniciones de Tiberíades. En junio de 1187, Saladino reúne a sus tropas entre Damasco y Tiberíades y decide tenderles una trampa. Raimundo prefiere deja pasar la batalla y deja a los musulmanes sitiar la ciudad, pero Reinaldo no está de acuerdo quiere atacar y, es así, como comienza la guerra. El 3 de julio, los frany comienzan a desplazarse hacia el territorio sitiado. La batalla termina cuando la tienda, que era el refugio de Guido y Reinaldo, cae y estos son llevados como prisioneros. Este último así como los Templarios y los Hospitalarios son asesinados, mientras que el rey y la mayor parte de los prisioneros se salvan. Al día siguiente, atacan Tiberíades y la esposa de Raimundo, que se encontraba en la ciudad, se encomienda a Saladino. A los dos días, el puerto de Acre capitula sin resistencia, los que deseaban podían irse al puerto e Tiro. El sultán manda a sus emires que se encarguen de apoderarse de las demás plazas fuertes de palestina, que se rinden en horas o días; en la mayoría de reconquistas no se tiene que emplear la violencia, excepto para Jaffa.

El 4 de setiembre, se apoderan de varias localidades de Jerusalén, como Belén. Salino propone a Jerusalén que si se entregan la ciudad sin luchar podrán irse y llevarse todos sus bienes. La defensa de estaba organizada por Balian de Ibelin, señor de Ramleh, que se lanza al combate con un grupo reducido y que carece de experiencia militar; los cristianos orientales, ortodoxos y jacoditas están del lado de Saladino. El 20 de setiembre, comienza el cerco de Jerusalén; al verse vencidos, Balian se presenta ante el sultán para tratar de llegar a un acuerdo. Quedan en que para que quedaran en libertad, cada uno debía apagar su rescate: diez dinares por hombre, cinco por mujer y uno por niño. Además, para los más pobres, se dejarían libres a siete mil por treinta mil dinares. El 2 de octubre de 1187, Saladino entre en la Ciudad Santa, no hubo matanzas ni saqueos y los frany podrán peregrinar cuando lo deseen. Al final, el sultán decretó que todas las personas de edad avanzada pueden salir de la cuidad sin pagar, además deja libres a los padre de familia y a las viudas y huérfanos les da obsequios. Se puede deducir de esta situación, que Saladino ha conquistado Jerusalén para cumplir un deber que Dios le había encomendado y para satisfacer su propia fe, no para acumular riquezas ni por mera venganza. Para el 9 de octubre se prepara la ceremonia oficial en la mezquita de al-Aqsa. El personaje de Saladino fue elevado como un héroe tras la invasión a Jerusalén, aunque, también, era severamente criticado por sus indulgencias. Había permitido que los caballeros y soldados enemigos se retirasen a Tiro, lo cual era un terrible error militar y político que le traería graves consecuencias. Deja que miles de frany se fortifiquen en Tiro, aun cuando está retando al Occidente y posiblemente este va a reaccionar en contra de él. El marqués de Montferrato, “al-Markish”, es elegido como nuevo jefe franco. En noviembre de 1187, Saladino sitia Tiro, pero falla al no mostrar gran determinación; levanta el sitio y viaja hacia el norte donde existen ciudades que pueden reconquistarse con escaso esfuerzo. Los territorios de los frany en Oriente es Tiro, Trípoli, Antioquía y su puerto; lo demás es territorio de los musulmanes. En julio de 1188, dejan libre a Guido; en agosto de 1189, este sitia el puerto de Acre. En los primeros días de setiembre, los frany obtienen refuerzos constantemente. A pesar del poderío de los musulmanes, la situación está paralizada debido a los permanentes auxilios que reciben. El contexto es cruento: epidemias por doquier, miles de muertos y heridos y el inclemente invierno. Es así, como se van reduciendo las probabilidades de una victoria musulmana. Sin embargo, hubo muchos contactos entre los jefes de ambos bandos y sus principales representantes, en los que solo se buscaba traslucir las fortalezas y debilidades del otro. En el puerto de Acre la situación es crítica debido a la falta de alimentos y la imposibilidad de abastecer a la población a causa de las tropas frany. El 11 de julio de 1191, Acre capitula; Saladino manada mensajeros a Ricardo pidiéndole aclarar qué va a suceder con los prisioneros; estos son exterminados por los francos. Saladino, sabiendo que no puede vencer al ejército de Ricardo, se limita a querer evitar la conquista de Jerusalén. Así, Ricardo trata de instaurar contactos diplomáticos, mediante al-Adel para llegar a un acuerdo en la brevedad. El jefe frany intenta forjar relaciones estables con el hermano de Saladino para poder utilizarlo a su favor; mientras tanto Saladino mantiene conversaciones con almarkish Conrado, al cual Ricardo manda a matar meses después. Pasa un año entre negociaciones, Saladino propone que cada uno se quede con tiene hasta el momento y hasta dejaría que los frany hagan su peregrinación a la Ciudad Santa. Ricardo ha mandado construir una fortaleza en Ascalón, que el sultán manda a derrumbar para que se firme el pacto de paz. No de acuerdo, meses después, Ricardo tiene que ceder y accede a la petición; se firma la paz por cinco años en setiembre de 1192. Un mes después, los francos abandonan los territorios de Oriente. A pesar de todos los fallos, se puede decir que Saladino ha ganado debido a que ahora ya no hay un controlar sobre los Estados árabes, exceptuando algunos asentamientos mínimos. Saladino muere el 3 de marzo de 1193 en Damasco.

La civilización del Occidente Medieval Autor: Jacques Le Goff

Por el año 1000, la Cristiandad sufre un gran empuje debido a los motivos económicos que implicaba las obras de construcción que se encargaban, como: la producción de materias primas a escala mayor, el uso de nuevas técnicas y la fabricación de herramientas que se utilizaban para la extracción, transporte y elevación de materiales de tamaño considerable, la mano de obra y el financiamiento de las obras. Se podría decir que la industria medieval se limitó a las construcciones. Pero las construcciones respondían a una necesidad que tenía origen en el crecimiento constante de la población y su necesidad de alojamiento. Además, también entraba en juego el deseo de que el pueblo cristiano sea más numeroso. El crecimiento demográfico del siglo X era consecuencia del inicio del desarrollo occidental. Además, también se dio el fin de las invasiones que conllevaba la mejora de las instituciones a favor de la paz, restringiendo la actividad militar y las personas que tenía facultad de combatir. El aumento de la seguridad era, también, una derivación de la aspiración de mantener el progreso. El origen de este desarrollo se basa en la tierra y comienza cuando la clase dominante se ruraliza. Los censos permitieron la prosperidad de los métodos de trabajo. La revolución agrícola se dio entre los siglos X y XIII. Se hicieron nuevas introducciones en los procesos agrícolas, lo que trajo un aumento de la población; incluso en los siglos X y XIV, se dobló. La expansión de la cristiandad no se podría haber dado sin este desarrollo demográfico. El sistema feudal no permitía progresos cualitativos de la producción que pudieran satisfacer por completo a la población. Por lo tanto, la solución era aumentar el espacio cultivado. La expansión de la Cristiandad comenzó entre los siglos X y XIV con un fuerte movimiento de roturación. Entre 110 y 1150 se desarrolló ampliamente la conquista agraria en el sector capital, el de los cereales. Lo usual era que los campos nuevos era solo una extensión de los territorios antiguos. En 110, en Flandes, se construyen diques en varios lugares. Mediante la rotulación se comenzó la conquista de tierra nuevas y con esto, la fundación de nuevas aldeas. La Cristiandad hizo un doble movimiento de conquista: la expansión de los límites de la Cristiandad en Europa y las Cruzadas. La primera tuvo gran relevancia en el siglo VIII y entre los siglos IX y X. En 1000, el cristianismo se extendió hacia el norte y el Este. La expansión escandinava, en el siglo X, alcanzó Islandia, Groenlandia y, probablemente, hasta América, Inglaterra (a finales del siglo X), Dinamarca, Noruega y Suecia, además se llega a ubicar en el mediterráneo (Campania, Sicilia, Italia, Epiro y Tesalia). El reino normando se convertirá en un modelo político y cultural. Por otro lado, la expansión francesa, radicando en la Francia del Norte, colonizará la Francia del Mediodía y el reino de las Dos Sicilias, además reconquista casi toda España (entre los siglos X y XIV), se apodera de Mallorca (1229), Valencia (1238) y Murcia (1265). La reconquista española implica el repoblamiento y la revalorización del país que había terminado destruido a causa de la guerra. Esta situación adquiere un carácter religioso a mediados del siglo XI. Si bien la iniciación de las Cruzadas fue por motivos materiales, demográficos, no se debe olvidar la importancia del contexto emocional y mental. No obstante, se puede decir que las Cruzadas fueron una buen remedio para el exceso de población occidental. Sin embargo, estas no pudieron amortiguar el deseo de nuevos territorios que tenían los occidentales. Las Cruzadas no permitieron el crecimiento de la economía occidental ni el mejoramiento de las técnicas y productos; sino que trajeron empobrecimiento, en especial para la clase caballeresca. Además, a causa de su financiamiento se aumentó la fiscalidad pontificia y de la autorización de indulgencias. Hubo personalidades como Urbano II y San Bernardo que trataron de dotar a esta guerra de una causa digna, como la lucha contra los infieles. La Iglesia y el papado tenían el fin de dominar el Occidente por medio de la Cruzada, mas el proyecto fracasó. A pesar de todo, el peregrinaje tenía gran

importancia para la estabilidad emocional del cristiano y la Cruz era un símbolo de triunfo, no de sufrimiento. Todas las clases sociales participaron en las Cruzadas, siendo más fuerte el espíritu en los sectores más humildes debido a que su espiritualidad y mitología la experimentaban en cierta medida con mayor fuerza. En 1099, la ciudad de Jerusalén queda bajo el dominio cristiano, pero pronto es amenazado por Saladino, quien la reconquista en 1187. Federico II la obtiene por medio de negociaciones en 1229, mas vuelve a ser tomada por los musulmanes en 1244. Tiempo después, San Luis manda dos expediciones: la primera, en 1248 hasta 1254 y la segunda, inicia en 1270, dando como resultado la muerte de este personaje en Tunez.

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