El Hombre Almohada

November 22, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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EL HOMBRE ALMOHADA (THE PILLOWMAN)

PRIMER ACTO Escena uno Cuarto de interrogatorios de la policía. Katurian, sentado en una mesa, en el centro, con los ojos vendados. Tupolski y Ariel entran y se sientan frente a él. Tupolski trae un archivador que contiene un enorme fajo de papeles. TUPOLSKI: Señor Katurian, él es el detective Ariel. Yo soy el detective Tupolski… ¿Quién le puso eso? KATURIAN: ¿El qué? Tupolski le quita el vendaje. TUPOLSKI: ¿Quién le puso esto? KATURIAN: Mmm… un señor. TUPOLSKI: ¿Y por qué no se lo quitó? Parece estúpido. KATURIAN: No pensé que se pudiera. TUPOLSKI: Se ve realmente estúpido. KATURIAN: (pausa) Sí. TUPOLSKI: (pausa) Como decía, él es el Detective Ariel y yo soy el Detective Tupolski. KATURIAN: Bueno, lo primero que quiero decir es que tengo un respeto absoluto por ustedes y por lo que hacen y tendré mucho gusto en ayudarlos de la manera en que me sea posible. Les tengo un respeto absoluto. TUPOLSKI: Me alegra oír eso. KATURIAN: No soy como uno de esos… ¿si me entiende?

TUPOLSKI: ¿Uno de esos qué? No le entiendo. KATURIAN: Uno de esos tipos que no respeta a la policía. Nunca he tenido problemas con la policía. Nunca en mi vida. Y yo… ARIEL: Nunca ha tenido problemas hasta ahora, querrá decir. KATURIAN: ¿Ah? ARIEL: Repito. Nunca ha tenido problemas hasta ahora, querrá decir. KATURIAN: ¿Tengo problemas con la policía ahora? ARIEL: ¿Qué está haciendo aquí si no? KATURIAN: Ayudándolos con sus investigaciones, pensé. ARIEL: ¿Entonces somos amigos y lo trajimos aquí de visita social como si fuéramos amigos? KATURIAN: No, ustedes no son mis amigos… ARIEL: Le leyeron sus derechos. Lo sacaron de su casa. Le vendaron los putos ojos. ¿Cree que así tratamos a nuestros amigos? KATURIAN: No, no somos amigos. Pero, así mismo, espero que tampoco seamos enemigos. ARIEL: (pausa) Le voy a dar bien duro en su puta cabeza. KATURIAN: (pausa) ¿Qué? ARIEL: ¿Estoy hablando raro? Tupolski, ¿estoy balbuceando? TUPOLSKI: No, no estás balbuceando. Eres bastante claro. ARIEL: No pensé que estuviera balbuceando. KATURIAN: No vayan a… Voy a responder todo lo que quieran. No tienen que… ARIEL: “Va a responder todo lo que queramos”. No ha habido una pregunta. “Va a responder todo lo que queramos”. Sí ha habido una pregunta: “¿Qué va a hacer que le jodamos?” Esa es la pregunta. KATURIAN: Voy a tratar de hacer que no me jodan para nada porque voy a

responder a todo. TUPOLSKI: Buen comienzo, ¿no? Viendo a Katurian, Ariel se dirige vagamente hacia una de las paredes; fuma un cigarro. ¿Por qué cree que lo trajimos aquí? Debe tener alguna sospecha. ARIEL: ¿Por qué no empezamos a torturarlo de una vez y acabamos con toda esta mierda? KATURIAN: ¿Qué….? TUPOLSKI: Aquí quién manda Ariel: ¿tú o yo? (Pausa.) Gracias. No le haga caso. Retomemos el caso, ¿por qué cree que lo trajimos aquí? KATURIAN: Me estoy rompiendo la cabeza, pero no puedo pensar. TUPOLSKI: ¿Se está rompiendo la cabeza, pero no puede pensar? KATURIAN: No. TUPOLSKI: Bueno, ¿sí o no? KATURIAN: Sí. TUPOLSKI: ¿Qué? KATURIAN: Que nunca he hecho nada. Nunca he hecho nada contra la policía. Nunca he hecho nada contra el estado… TUPOLSKI: ¿Se está rompiendo la cabeza pero no puede pensar en una sola razón por la que lo hemos traído aquí? KATURIAN: Puedo pensar en una razón, o más bien no en una razón sino en una cosa, y asumo que hay un vínculo, aunque no veo cómo puede haber un vínculo. TUPOLSKI: ¿Vínculo de qué? ¿de qué con qué? o ¿de qué a qué? KATURIAN: Pues que también se llevaron mis cuentos cuando me arrestaron, y que ahí los tienen; esa es la cuestión. TUPOLSKI: ¿Los tengo dónde? ¿Ha estado leyendo los papeles que tengo enfrente?

KATURIAN: No he estado leyendo… TUPOLSKI: Papeles que, por si no sabe, pueden haber sido clasificados como una cosa muy muy secreta. KATURIAN: Alcancé a ver los títulos, de un vistazo. TUPOLSKI: ¿Ah, con su visión periférica? KATURIAN: Sí. TUPOLSKI: Pero, un momento, si hubiera sido su visión periférica tendría que estar girado hacia este lado… (Tupolski se gira echando un vistazo a los papeles.) ¿Lo ve? Así. Como mirando de reojo. KATURIAN: Lo que quería decir es … TUPOLSKI: ¿Lo ve? Así. Como mirando de reojo. KATURIAN: Es que hablo de la visión periférica por debajo de mis ojos. TUPOLSKI: Ahh, la visión periférica por debajo de sus ojos. KATURIAN: No sé si existe una palabra para eso. TUPOLSKI: No existe. (Pausa.) ¿Por qué habría un vínculo? Sus cuentos, su arresto… No es un crimen escribir un cuento. KATURIAN: Eso pensé. TUPOLSKI: Dadas ciertas restricciones. KATURIAN: Claro. TUPOLSKI: La seguridad del Estado, la seguridad general o como sea que se llame. Ni siquiera las llamaría restricciones. KATURIAN: Yo tampoco las llamaría restricciones. TUPOLSKI: Las llamaría indicaciones. KATURIAN: Sí, indicaciones. TUPOLSKI: Dadas ciertas indicaciones para la seguridad del como sea que se llame, no es un crimen escribir un cuento.

KATURIAN: Eso pensé. Eso es todo. TUPOLSKI: ¿Qué es todo? KATURIAN: Mejor dicho, que estoy de acuerdo. Ustedes leyeron estas cosas, estas “historias”, supuestamente “la policía es así”, “el gobierno es asá”. El rollo político … o cómo se llame… “El gobierno debería hacer tal cosa”. Por favor. A la mierda. ¿Sabe qué? Si tuviera un interés político, si tuviera alguna cosa política, escribiría un puto ensayo y ya. ¡Quédense con su izquierda y con su derecha y cuénteme una puta historia! ¿Sabe una cosa? Un gran hombre dijo una vez: “el primer deber de un narrador es contar una historia” y lo creo absolutamente: “el primer deber de un narrador es contar una historia. ¿O más bien era: “el único deber de un narrador es contar una historia”? Sí, era: “el único deber de un narrador es contar una historia”. Ya ni me acuerdo, pero en cualquier caso, eso es lo que hago, cuento historias. No tengo ningún interés personal ni social en absoluto. Y por eso no puedo ver por qué me trajeron aquí, no puedo verlo, a no ser que algo político se haya colado por accidente, o que algo que pueda parecer político se haya metido, en cuyo caso muéstrenme dónde está. Muéstrenme dónde está el hijoputa. Lo saco y lo quemo. ¿No? Pausa. Tupolski se queda mirándolo. ¿Si me entiende? TUPOLSKI: Tengo que llenar este formulario. Es por si acaso le llega a pasar algo malo bajo custodia. (Pausa.) Creo que hay un error con su nombre. Su apellido es Katurian, ¿no? KATURIAN: Sí. TUPOLSKI: Teníamos Katurian como su nombre. KATURIAN: Mi nombre es Katurian. TUPOLSKI: (pausa) ¿Su nombre es Katurian? KATURIAN: Sí. TUPOLSKI: ¿Y su apellido es Katurian? KATURIAN: Sí. TUPOLSKI: ¿Se llama Katurian Katurian? KATURIAN: Mis padres eran gente rara.

TUPOLSKI: Mmm, ¿y la inicial de la mitad? KATURIAN: K. Tupolski lo mira. Katurian asiente con la cabeza y se encoge de hombros. TUPOLSKI: ¿Se llama Katurian Katurian Katurian? KATURIAN: Como le dije, mis padres eran gente rara. TUPOLSKI: Mmm, por “rara” entiendo “imbéciles totales”. KATURIAN: No lo contradigo. TUPOLSKI: ¿Su dirección es Kamenice 4443? KATURIAN: Sí. TUPOLSKI: ¿Con quién vive? KATURIAN: Con mi hermano, Michal. TUPOLSKI: Ah, Michal. ¡Por lo menos no es otro puto Katurian! ARIEL: Es retrasado, ¿no? KATURIAN: No, no es retrasado. Es un poco lento a veces. ARIEL: Un poco lento. Ok. TUPOLSKI: ¿Su pariente más cercano? KATURIAN: Michal. ¿Mi pariente más cercano? TUPOLSKI: Solo son formalidades, Katurian. ¿Si me entiende? (Pausa.) Lugar de trabajo. KATURIAN: Matadero de Kamenice. ARIEL: Qué bohemio. KATURIAN: No está tan mal. TUPOLSKI: ¿Le gusta trabajar ahí?

KATURIAN: No, pero no está tan mal. ARIEL: Despedazar animales. KATURIAN: No los despedazo. Yo solo limpio. ARIEL: Ah, no los despedaza. Usted solo limpia. KATURIAN: Sí. ARIEL: Ya veo. KATURIAN: Sólo limpio. ARIEL: Sólo limpia. No despedaza. KATURIAN: Sí. ARIEL: Ya veo. Pausa. Tupolski suelta su pluma y parte en dos el formulario que ha estado llenando. TUPOLSKI: No era un formulario por si le sucedía algo malo bajo custodia. Estaba bromeando. KATURIAN: ¿Qué era? TUPOLSKI: Era una hoja de papel que iba a romper en dos. Tupolski busca entre el fajo de cuentos hasta que encuentra el que busca. Muy bien, aquí está “Los hombrecitos manzana”. KATURIAN: ¿Qué pasa con eso? Ariel se dirige vagamente a la mesa, se sienta y saca un cigarrillo mientras Tupolski se familiariza con el relato. No es de mis mejores. (Pausa.) Aunque es bastante bueno. TUPOLSKI: Es un cuento, empieza con que hay una niñita y su papá la trata mal. KATURIAN: La pega y eso. Él es un…

TUPOLSKI: Parece que tiene muchas… ¿Él es un qué? KATURIAN: ¿Qué? TUPOLSKI: El padre. ARIEL: Dijo “él es un…” algo. TUPOLSKI: Representa algo, ¿no? KATURIAN: Representa a un mal padre. Es un mal padre. ¿Qué quieren decir con “representa”? TUPOLSKI: Es un mal padre. KATURIAN: Sí. Le pega a la niñita. TUPOLSKI: Por eso es un mal padre. KATURIAN: Sí. TUPOLSKI: ¿Qué más le hace a la niñita si es “un mal padre”? KATURIAN: Creo que todo lo que dice el cuento es que el papá trata mal a la niñita. Ustedes pueden sacar sus propias conclusiones. ARIEL: Ah, entonces podemos sacar nuestras propias conclusiones, ¿no? KATURIAN: ¿Eh? ARIEL: Nos está diciendo que entonces podemos sacar nuestras propias conclusiones, ¿no es así? KATURIAN: ¡No! ¡Sí! ARIEL: Sabemos que podemos sacar nuestras propias conclusiones. KATURIAN: Lo sé. ARIEL: ¿Eh? KATURIAN: Lo sé. ARIEL: Montándola…¿eh?

Ariel se levanta y se pone a caminar. TUPOLSKI: Ariel está un poco molesto porque “sacar nuestras propias conclusiones” es, de cierta forma, nuestro trabajo. (Pausa) Y la primera conclusión que sacamos es exactamente en cuántos cuentos suyos “maltratan a una niñita” o “maltratan a un niñito”.. KATURIAN: En algunos. En algunos. ARIEL: “En algunos”. Yo diría que en un puto montón. ¡En los primeros veinte cuentos que leí había una niña jodida de una manera o un niño jodido de otra manera…! KATURIAN: Pero eso no quiere decir nada, no estoy tratando de decir nada… ARIEL: ¿No está qué? KATURIAN: ¿Qué? ARIEL: No, ¿qué? KATURIAN: ¿Qué? ¿Están tratando de decir que yo estoy tratando de decir que los niños representan algo? ARIEL: “¿…que yo estoy tratando de decir…?” KATURIAN: ¿Que los niños representan al Pueblo o algo? ARIEL: (aproximándose) “que yo estoy tratando de decir”. Está poniendo palabras en mi puta boca, “que yo estoy tratando de decir”. Ahora va a sacar nuestras propias putas conclusiones… KATURIAN: ¡No…! ARIEL: ¡Nosotros no podemos ni hablar, según este imbécil de hombre! ¡Baje sus putas manos! Ariel levanta a Katurian de su silla jalándolo del pelo, lo arrodilla frente a él y pega en la cara. Tupolski mira esto, suspira. TUPOLSKI: ¿Listo en todo momento, no Ariel? Ariel se detiene. Respirando pesadamente, se regresa a su asiento. (a Katurian) Vuelva a su silla, por favor. dolorido, Katurian lo hace.

TUPOLSKI: Ah, casi se me olvida decirlo… Yo soy el policía bueno, él es el malo. (Pausa.) Pero regresemos a la literatura. El padre, como habíamos dicho, trata mal a la niñita, y un día la niña coje unas manzanas y talla unos hombrecitos en ellas, con deditos, ojitos y con deditos de los pies, y se los da a su padre, pero le dice que no son para comer, que son para guardar como recuerdo de juventud de su única hijita, y naturalmente, el padre que era un cerdo se los traga todos de un bocado, sólo para fastidiarla, y como había cuchillas de afeitar dentro, agoniza y se muere. KATURIAN: Y ese podría ser el final del cuento, ese debería ser el final del cuento, el padre se lleva su merecido. Pero sigue. TUPOLSKI: Pero sigue. La niña se despierta esa noche. Una grupo de hombrecitosmanzana trepan sobre su pecho. Le abren la boca. Le dicen… KATURIAN: (con una vocecita) “Mataste a nuestros hermanitos…” TUPOLSKI: “Mataste a nuestros hermanitos”. Se le meten por la garganta y se ahoga en su propia sangre. Fin. KATURIAN: Es un giro. Parece que fuera una secuencia sueño. Pero no. (Pausa.) ¿Qué? Dije que no era el mejor. ARIEL: ¿Va mucho al barrio judío, Katurian? KATURIAN: ¿Al barrio judío? No. De vez en cuando paso por ahí. Recojo a mi hermano en el distrito de Lamenec, en su colegio. No es en el barrio judío. Se pasa por el barrio judío. ARIEL: Usted recoge a su hermano, él es mayor que usted, ¿todavía va al colegio? KATURIAN: Es un colegio especial. Para problemas de aprendizaje. (Pausa.) ¿Pasa algo con los judíos? No conozco a ningún judío. ARIEL: ¿No conoce a ningún judío? KATURIAN: No tengo nada en contra de los judíos, pero no conozco a ningún judío. ARIEL: ¿Pero no tiene nada en contra de los judíos? KATURIAN: No. ¿Debería? TUPOLSKI: “¿Debería?” Buena respuesta. “¿Debería?” Cobarde y servil por un lado y vagamente sarcástico y provocativo por el otro. “¿Debería?”

KATURIAN: No trataba de ser provocativo. TUPOLSKI: ¿Estaba tratando de ser servil? KATURIAN: No. TUPOLSKI: Entonces estaba tratando de ser provocativo. Y ahora Ariel le va a volver a pegar… KATURIAN: Oigan, no entiendo qué estoy haciendo aquí. No sé qué es lo que quieren que diga. No tengo nada en contra de nadie. Ni contra los judíos, ni contra ustedes, ni contra nadie. Yo sólo escribo cuentos. Eso es lo único que hago. Esa es mi vida. Me quedo en mi casa y escribo cuentos. Eso es todo. Ariel se pone de pie y va hacia la puerta. ARIEL: Eso me recuerda. Voy a hablar con el hermano. Ariel sale, Tupolski sonríe, Katurian se queda pasmado, asustado. KATURIAN: Mi hermano está en el colegio. TUPOLSKI: Ariel y yo tenemos un chiste, siempre decimos “eso me recuerda” cuando no hay nada que nos recuerde lo que decimos que nos acordamos. Es muy chistoso. KATURIAN: Mi hermano está en el colegio. TUPOLSKI: Su hermano está a una puerta de aquí. KATURIAN: (pausa) Pero se va a asustar… TUPOLSKI: Quien parece un poco asustado es usted. KATURIAN: Estoy un poco asustado. TUPOLSKI: ¿De qué está asustado? KATURIAN: ¡Estoy asustado de que mi hermano esté solo en un lugar extraño, y me asusta que su amigo vaya a hacerle daño, y me asusta que él regrese y me vuelva a hacer daño a mí otra vez, aunque si lo hace, está bien; digo, preferiría que no lo hiciera, pero si hay algo en estos cuentos que no les gusta, adelante, véngase contra mí, pero mi hermano se asusta con mucha facilidad, y no entiende estas cosas, y no tiene nada que ver con estos cuentos de todas formas. Yo sólo si acaso se los leí; así que me parece totalmente injusto que lo hayan traído hasta aquí, y creo que deberían

de una puta vez ir y sacarlo de ahí en este puto instante! ¡En este mismo puto instante! TUPOLSKI: (pausa) Apuesto a que ahora es adrenalina pura, o no. ¡Ah!, le grité a la policía, ¡ah!, no debí haberlo hecho, ¡ah!, pero estaba verdaderamente cabreado. ¡Ah! cálmese de una puta vez. ¿De acuerdo? ¿Cree que somos animales? KATURIAN: No. TUPOLSKI: Pues no, no somos animales. A veces tratamos con animales. Pero no somos animales. (Pausa.) Su hermano va a estar bien. Le doy mi palabra. Tupolski mira otro cuento dentro del montón. “El cuento de las tres horcas”. Éste no contiene su tema, por lo visto. KATURIAN: ¿Qué tema? TUPOLSKI: Ya sabe, su tema: “algún pobre niño a quien joden la vida”. Su tema. KATURIAN: Ese no es un tema. Algunos han tenido ese resultado. Pero ese no es un tema. TUPOLSKI: Aunque quizás contiene su tema de manera tangencial. KATURIAN: No tengo temas. He escrito ¿cuántos? Cuatrocientos cuentos, y tal vez diez o veinte tienen niños en ellos. TUPOLSKI: Niños asesinados. KATURIAN: ¿Entonces todo esto es sobre cuentos de niños asesinados? ¿Usted cree que estoy tratando de decir que “vayan y maten niños”? TUPOLSKI: ¡No! ¡Para nada! Ni en broma No estoy diciendo que usted diga que “vayan y maten niños”. (Pausa.) ¿Está tratando de decir que “vayan y maten niños”? KATURIAN: ¡No! ¡De ninguna maldita manera! ¿Está bromeando? ¡No estoy tratando de decir nada de nada! Eso es todo. TUPOLSKI: Ya sé, ya sé, eso es todo; el primer deber de un narrador es… KATURIAN: Sí… TUPOLSKI: …bla, bla, bla, ya lo sé. “El cuento de las tres horcas”…

KATURIAN: Si aparecen niños en ellos es de forma accidental. Si contienen algo sobre política es accidental. Es accidental. TUPOLSKI: Excepto, que, no me interrumpa cuando estoy hablando. KATURIAN: No, perdón… TUPOLSKI: Si pregunto algo directamente, está bien, o si con mis ojos le indico: “a ver, diga algo”, entonces, diga algo, pero si estoy en la mitad de una cosa… KATURIAN: Lo sé, perdón… TUPOLSKI: ¡La madre que lo parió, lo está haciendo otra vez! ¿Le pregunté algo directamente? ¿Le indiqué con mis ojos: “a ver, diga algo”? KATURIAN: No. TUPOLSKI: No, no lo hice, ¿no? (Pausa.) ¿No? Mire, esta sí fue una pregunta directa y sí le indiqué con mis ojos: “a ver, diga algo”. KATURIAN: Perdón. Estoy nervioso. TUPOLSKI: Tiene derecho a estar nervioso. KATURIAN: Lo sé. TUPOLSKI: No, no me escuchó. Le dije: “tiene derecho … a estar nervioso”. KATURIAN: ¿Por qué? TUPOLSKI: (pausa) “El cuento de las tres horcas”. ¿Qué está tratando de decirnos en este cuento? KATURIAN: No estoy tratando de decirles nada. Se supone que es un acertijo sin solución. TUPOLSKI: ¿Y cuál es la solución? KATURIAN: No hay. Es un acertijo sin solución. TUPOLSKI: Yo creo que sí hay una solución. Pero, claro, yo soy muy inteligente. KATURIAN: Bueno, pues, tiene razón, la idea es que uno se pregunte cuál es la solución, pero la verdad es que no hay solución, porque no hay nada peor que las dos cosas que dice.

TUPOLSKI: ¿No hay nada peor? KATURIAN: (pausa) ¿Lo hay? Tupolski parafrasea el cuento. TUPOLSKI: Un hombre se despierta en una horca de hierro, en donde lo han abandonado para que se muera de hambre. Sabe que es culpable del crimen por el cual se encuentra ahí, pero no se acuerda cuál era el crimen. Al otro lado de la encrucijada hay otras dos horcas. En una hay una placa que dice: “Violador”; en la otra, hay una placa que dice: “Asesino”. Hay un polvoriento esqueleto dentro de la jaula del violador y, dentro de la jaula del asesino hay un anciano moribundo. Nuestro hombre no puede leer la placa que está fuera de su propia jaula, así que le pide al anciano que se la lea para saber qué hizo. El anciano mira la placa, mira a nuestro hombre, y luego le escupe a la cara con asco. (Pausa.) Pasan unas monjas. Rezan un poco ante el violador muerto. Mmmm. Le dan agua y comida al anciano asesino. Mmmm. Leen el crimen de nuestro hombre. Horrorizadas, se alejan llorando. (Pausa.) Pasa un bandolero, ajá. Mira al violador con poco interés. Ve al anciano asesino, rompe el candado de su jaula, y lo libera. Se acerca a la jaula de nuestro hombre y lee su crimen. El bandolero sonríe ligeramente. Nuestro hombre le devuelve la sonrisa, ligeramente. El bandolero levanta su pistola y le dispara al corazón. Mientras se muere nuestro hombre grita: “¡solo díganme qué fue lo que hice!” El bandolero se aleja sin decirle qué hizo. Las últimas palabras que nuestro hombre dice son: “¿me iré al infierno?” Y el último sonido que escucha es al bandolero riéndose en voz baja. KATURIAN: Ese sí es un buen cuento. Un poco estilizado. ¿Qué tipo de estilo? No sé. En realidad no me interesa nada el estilo, pero cuento no hay nada malo con el cuento, ¿o sí? TUPOLSKI: No, el cuento no tiene nada de malo. No hay nada en ese cuento por lo cual se podría decir que la persona que lo escribió es un puto enfermo hijo de puta. No. Este cuento es una pista. KATURIAN: ¿Una pista? TUPOLSKI: Una pista. KATURIAN: Ah. TUPOLSKI: Me dice: sobre la superficie digo esto, pero por debajo de la superficie estoy diciendo otra cosa.

KATURIAN: Ah. TUPOLSKI: Es una pista. ¿Entiende? KATURIAN: Sí. Es una pista. TUPOLSKI: Es una pista. (Pausa.) ¿Dice que es su mejor cuento? KATURIAN: No. Es uno de mis mejores cuentos. TUPOLSKI: Ah, es uno de sus mejores cuentos. Tienes tantos. KATURIAN: Sí. (Pausa.) Mi mejor cuento es “El pueblo sobre el río”. “El cuento del pueblo sobre el río”. TUPOLSKI: ¿El mejor es “El cuento del pueblo sobre el río”? Espere, espere, espere, espere, espere, espere, espere, espere, … Tupolski encuentra el cuento rápidamente. Espere… Aquí está. Ajá. Esto me dice algo, este es su mejor cuento. KATURIAN: ¿Qué, por qué, es una pista? Tupolski se queda mirándolo. Hmm. Es el único que han publicado. TUPOLSKI: Ya sabemos que es el único que han publicado. KATURIAN: Hasta ahora. TUPOLSKI: (Se ríe a medias. Pausa) Lo publicaron en La Libertad. KATURIAN: Sí. TUPOLSKI: La Libertad. KATURIAN: No la leo. TUPOLSKI: No la lee. KATURIAN: Mando los cuentos a circular, con la esperanza de que el que quiera lo publique. No leo todos los…

TUPOLSKI: No lee La Libertad. KATURIAN: No. TUPOLSKI: No es ilegal que lea La libertad. KATURIAN: Lo sé. Ni me que me hayan publicado un cuento. TUPOLSKI: Contiene su tema. (Pausa.) ¿Le dieron temas en La libertad? Como “escriba un cuento sobre un pony” o “escriba un cuento sobre algún niñito al que le joden la vida”. ¿Se los dieron? KATURIAN: Solamente me dieron un máximo de palabras. TUPOLSKI: ¿Fue un tema de su elección? KATURIAN: Fue un tema de mi elección. Tupolski le entrega a Katurian el cuento. TUPOLSKI: Léamelo. KATURIAN: ¿Todo? TUPOLSKI: Todo. De pie. Katurian se levanta. KATURIAN: Me siento como si estuviera en el colegio. TUPOLSKI: Mm. Excepto que en el colegio no lo ejecutaban al final. (Pausa.) A menos que haya ido a un colegio realmente duro. Pausa, Katurian lee el cuento, disfrutando de sus propias palabras, detalles y giros. KATURIAN: (pausa) Mm… “Hace mucho tiempo, en un pueblecito de calles empedradas, a orillas de un río de corriente veloz, vivía un niño que no se llevaba bien con los otros niños del pueblo; lo molestaban y lo maltrataban porque era pobre, porque sus padres eran alcohólicos, porque se vestía con harapos y porque andaba descalzo. El niño, sin embargo, tenía un carácter alegre y soñador y no le importaban ni los insultos, ni las palizas, ni su interminable soledad. Sabía que era de corazón bueno y que estaba lleno de amor, y que algún día alguien, en algún lugar, se daría cuenta del amor que tenía dentro y le correspondería con bondad. Entonces, sentado una noche, mientras se curaba sus más recientes moretones a la orilla de un puente de madera que cruzaba el río y que conducía al pueblo, oyó que se acercaban un caballo

y una carreta por la oscura calle de piedra, y, a medida que se acercaba más vio al conductor vestido con la más oscura de las ropas; una capucha negra le cubría el rostro arrugado. El cuerpo del niño se estremeció de miedo. Haciendo a un lado el temor, el niño sacó el pequeño sándwich que tenía para comer esa noche, y, en el mismo momento en el que la carreta estaba a punto de cruzar por encima del puente, se lo ofreció al conductor encapuchado para ver si quería un poco. La carreta se detuvo, el conductor asintió con la cabeza, se bajó y se sentó junto al niño por un rato, compartiendo el sándwich y hablando sobre esto y lo otro. El conductor le preguntó al niño por qué estaba descalzo, vestido con harapos y tan solo, y al contarle el niño sobre su pobre y dura vida, este logró echar un vistazo a la parte de atrás de la carreta. Tenía apiladas un montón de jaulas de animales, pequeñas y vacías, todas sucias y apestosas. Y cuando el niño quiso preguntarle qué clase de animales habían estado dentro, el conductor se paró y dijo que tenía que irse. “Pero antes de que me vaya”, susurró, “como has sido tan amable con un viajero viejo y cansado, ofreciéndome la mitad de tu ya de por sí escasa porción, quisiera darte algo de cuyo valor puedes hoy no darte cuenta, pero un día, cuando seas un poco mayor, quizás, podrás realmente valorarlo y agradecérme por ello. Ahora, cierra los ojos”. Y así, el niño hizo lo que se le había pedido y cerró los ojos, y, de un bolsillo secreto de su ropa, el conductor sacó un enorme, filudo y brillante cuchillo de carne; levantándolo en el aire y dejándolo caer sobre el pie derecho del niño, amputándole así sus cinco deditos embarrados. Y mientras el niño, sentado en un silencio paralizante, miraba a la distancia, en blanco, sin ver nada en particular, el conductor recogió los sangrientos dedos, los lanzó a la bandada de ratas que se habían empezado a juntar en las alcantarillas, se montó en su carreta, y en total calma cruzó el puente, dejando al niño, a las ratas, al río y al oscuro pueblo de Hamelin atrás para siempre”. Katurian mira a Tupolski esperando alguna respuesta, le devuelve el cuento y se sienta otra vez. De Hamelin, ¿ve? TUPOLSKI: De Hamelin. KATURIAN: ¿No lo entiende? El niño es el pequeño cojo que no alcanza a seguir al Flautista de Hamelin cuando éste regresa para llevarse a todos los niños. Así fue como quedó cojo. TUPOLSKI: Ya veo. KATURIAN: Es un giro. TUPOLSKI: Ya sé que es un giro.

KATURIAN: Él estaba detrás de los niños. TUPOLSKI: ¿Quién estaba detrás de los niños? KATURIAN: Detrás de los niños estaba El Flautista de Hamelin. Desde el principio. Mi idea era que él llevó las ratas. Él llevó las ratas. Él sabía que la gente del pueblo no le iba a pagar. Estaba detrás de los niños desde el principio. TUPOLSKI: (asiente con la cabeza. Pausa) Esto me recuerda. Tupolski va hacia los cajones del archivero, saca una caja de metal del tamaño de una caja de galletas, se sienta y la pone sobre la mesa en medio de ellos. KATURIAN: ¿Qué? Ah… “Esto le recuerda”, cuando no le recuerda a nada. Tupolski se queda mirándole. ¿Qué hay en la caja? Se escucha a un hombre gritando terriblemente a unos cuantos cuartos de ahí. Katurian se pone de pie, muy nervioso Ese es mi hermano. TUPOLSKI: (escuchando) Sí, creo que sí. KATURIAN: ¿Qué le está haciendo? TUPOLSKI: Pues algo jodidamente horrible. Yo no sé. ¿O sí? KATURIAN: Me dijo que no lo iba a tocar. TUPOLSKI: Yo no lo he tocado. KATURIAN: Pero me dijo que iba a estar bien. Me dio su palabra. Los gritos paran. TUPOLSKI: Katurian, soy un policía de alto rango en una puta dictadura totalitaria. ¿Cómo se le ocurre creer en mi palabra? Ariel regresa, envolviendo su mano ensangrentada con un trapo blanco. KATURIAN: ¿Qué le ha hecho a mi hermano?

Ariel se lleva hacia un lado a Tupolski. Hablan en un rincón por un momento y luego se sientan. ¡Le he preguntado ¿qué le hizo a mi hermano?! TUPOLSKI: ¿Ves, Ariel? Ahora es Katurian el que hace las preguntas. Primero fue: “¿Qué hay en la caja?” –eso fue mientras torturabas al retrasado ese-, y luego “¿qué le hizo a mi hermano?” KATURIAN: A la mierda “qué hay en la caja”. ¿Qué le hizo a mi hermano? TUPOLSKI: Pues bien, Ariel tuvo una infancia difícil, ¿ve? Y tiende a desquitarse con todos los retrasados que llegan a nuestra custodia. Es algo muy malo, si se piensa bien. KATURIAN: ¿Qué le hizo? ARIEL: ¿Sabe qué? Siendo usted tan arribista y tan escandaloso normalmente ya le hubiera partido la cara, pero como eso es lo que le estaba haciendo a su hermano subnormal, me está doliendo la mano un huevo, así que por ahora sólo le voy a hacer una severa advertencia. KATURIAN: Quiero ver a mi hermano. Ahora mismo. TUPOLSKI: Le rompiste la cara, ¿cierto, Ariel? Aunque, un momento, eso podría clasificarse como brutalidad policial, ¿no? ¡Uy, no! ARIEL: En serio que me jodí la mano. TUPOLSKI: ¡Mira tu pobre mano! ARIEL: Lo sé. En serio me duele. TUPOLSKI: ¿Cuántas veces te lo he dicho? Usa una porra o algo. ¿Con las manos Ariel? ¿Y con un retrasado? Ni siquiera va a sentir el placer. KATURIAN: ¡Sólo es un niño! ARIEL: Por el momento me voy a tomar un descanso, pero la próxima vez que entre ahí, le voy a meter algo afilado y se lo voy girar por dentro. TUPOLSKI: Um, Ariel, eso definitivamente se clasificaría como “brutalidad policial”. KATURIAN: ¡Quiero ver a mi hermano ahora mismo!

TUPOLSKI: ¿Qué pasó con la tercera niña? KATURIAN: ¿Qué? (Pausa.) ¿Qué tercera niña? ARIEL: Entonces son usted y su hermano, ¿no? ¿Son cercanos, usted y su hermano? KATURIAN: Es lo único que tengo. ARIEL: Usted y su hermano tarado. KATURIAN: No es tarado. TUPOLSKI: “El escritor y su hermano tarado”. El título para un cuento, Katurian. KATURIAN: (llorando) Es sólo un niño. TUPOLSKI: No, no lo es. ¿Sabe quién sí? Andrea Jovacovic. ¿Sabe quién era? KATURIAN: (pausa. Se sienta.) Sólo por los periódicos. TUPOLSKI: Sólo por los periódicos. ¿Qué sabe de ella “sólo por los periódicos”? KATURIAN: Es la niña que encontraron en el cerro. TUPOLSKI: Es la niña que encontraron en el cerro, sí. ¿Sabe cómo murió? KATURIAN: No. TUPOLSKI: ¿Por qué no sabe cómo murió? KATURIAN: Porque los periódicos no lo decían. TUPOLSKI: Los periódicos no lo decían. ¿Sabe quién era Aaron Goldberg? KATURIAN: Sólo por los periódicos. TUPOLSKI: Sí. Era el niño que encontraron en el basurero detrás del barrio judío. ¿Sabe cómo murió? KATURIAN: No. TUPOLSKI: No, los periódicos no lo decían. Los periódicos no dicen muchas cosas. Los periódicos no dijeron nada sobre la tercera niña, una niña muda desaparecida hace tres días, misma zona, misma edad.

ARIEL: Los periódicos dirán algo esta noche. TUPOLSKI: Los periódicos dirán algo esta noche. Los periódicos dirán muchas cosas esta noche. KATURIAN: ¿Sobre la niña muda? TUPOLSKI: Sobre la niña muda. Sobre las confesiones. Sobre las ejecuciones. Sobre ese tipo de cosas. KATURIAN: Pero… no entiendo qué están tratando de decirme. ¿Están tratando de decirme que no debería escribir cuentos de asesinatos con niños porque en este país existen asesinatos de niños? ARIEL: Quiere hacernos creer que todo lo que tenemos en contra de él no es más que un desacuerdo con su puto estilo literario. Como si no supiéramos lo que me acaba de decir el hermano. KATURIAN: ¿Qué le acaba de decir mi hermano? ARIEL: Como si no supiéramos lo que hay en la caja. KATURIAN: Lo que les haya dicho, hicieron que se los dijera. Él no habla con extraños. ARIEL: (ajustándose el trapo ensangrentado) Habló conmigo. Parece que habla con extraños la mar de bien. Me dijo que usted y él sí hablan con extraños. KATURIAN: Quiero verlo. ARIEL: ¿Quiere verlo? KATURIAN: Quiero verlo. Eso dije. ARIEL: ¿Está exigiendo verlo? KATURIAN: Hostia puta, sí, estoy exigiendo verlo. Quiero ver si está bien. ARIEL: Él nunca va a estar bien. KATURIAN: (de pie) ¡Tengo el derecho de ver a mi hermano! ARIEL: No tiene ningún puto derecho. TUPOLSKI: Siéntese, por favor.

ARIEL: No, ya no tiene derechos. KATURIAN: Tengo derechos. Todo el mundo tiene derechos. ARIEL: Usted no. KATURIAN: ¿Por qué yo no? TUPOLSKI: Abra la caja. KATURIAN: ¿Eh? ARIEL: Le voy a dar sus derechos en un minuto. KATURIAN: Sí, como supongo que también se los dio a mi hermano. ARIEL: A él ya le dí sus derechos muy bien dados. KATURIAN: Me lo imagino. Por su puta vida, me lo puedo imaginar. TUPOLSKI: Abra la caja. ARIEL: No, soy yo quien, por mi puta vida, se lo puede imaginar. KATURIAN: Sí, por su puta vida, se lo puede imaginar. ARIEL: ¡No, yo, el que por mi puta vida, me lo puedo imaginar! KATURIAN: ¡Ya sé, por su puta vida, que se lo puede imaginar…! TUPOLSKI: (gritando) ¡Abra la puta caja! KATURIAN: ¡Ya abro la puta caja! Katurian, furioso arranca la tapa de la caja y horrorizado por lo que ve en el interior, se echa hacia atrás y se va temblando a un rincón. KATURIAN: ¿Qué es eso? ARIEL: “¿Qué es eso?” Usted sabe qué es eso. Los encontramos en su casa. KATURIAN: ¡No…! ARIEL: Su hermano ya admitió su parte…

KATURIAN: ¡No! ARIEL: Pero difícilmente es el autor intelectual. ¿Sabe cómo murió la niña que encontraron en el cerro? Con dos cuchillas de afeitar en su pequeña garganta, cubiertas por una manzana. ¿Curioso, no? Tupolski se acerca a la caja… ARIEL: ¿Sabe cómo murió el niñito judío? …y saca cinco dedos de los pies, ensangrentados. TUPOLSKI: Su primer dedo, su segundo dedo, sus tercer dedo, su cuarto dedo, su quinto dedo. ARIEL: Esos son los dedos de ese pobre niño judío, y los encontraron en su casa, ¿y no tienen nada que ver con usted? KATURIAN: (llorando) ¡Yo sólo escribo cuentos! ARIEL: Estos dedos son un muy buen giro final. ¿no? TUPOLSKI: Que se los trague. Ariel arranca a Katurian de la silla. ARIEL: ¡¿Dónde está la niña muda?! ¡¿Dónde está la niña muda?! Ariel trata de meter los dedos a la boca de Katurian. TUPOLSKI: Que no se los trague, Ariel. ¿Qué haces? ARIEL: Me dijo que se los tragara. TUPOLSKI: ¡Sólo para asustarlo! ¡Son evidencias! ¡Tenga un poco de cabeza! ARIEL: ¡A la mierda con “tenga un poco de cabeza”! ¡No empiece conmigo otra vez! Y también deje la mierda esa del “problema de infancia”. TUPOLSKI: Pero usted sí tuvo una infancia problemática… ARIEL: ¡Que lo deje! TUPOLSKI: Y mírese la mano, es obvio que es sangre artificial.

ARIEL: ¡Váyase a la mierda! TUPOLSKI: ¿Perdón? ARIEL: Dije “¡Váyase a la mierda!” Ariel arroja los dedos al piso y sale malhumorado. Tupolski recoge los dedos y los vuelve a meter en la caja. TUPOLSKI: Qué mal genio. Pausa. KATURIAN: No entiendo absolutamente nada de lo que pasa. TUPOLSKI: ¿No? Pues esto es lo que pasa desde las 5:15 p.m. del lunes cuatro. Junto a la evidencia que encontramos en su casa, su hermano, tarado o no, bajo presión o no, admitió lo suficiente sobre los asesinatos para ser ejecutado antes antes de que amanezca, pero, como dijo Ariel, él difícilmente es el autor intelectual, así que queremos que confiese usted también. Nos gusta ejecutar escritores. A los idiotas los podemos ejecutar cualquier día. Y lo hacemos. Pero, al ejecutar a un escritor se manda un mensaje, ¿entiende? (Pausa.) No sé qué mensaje será, esa no es mi especialidad, pero se manda un mensaje. (Pausa.) No, ya sé. Ya sé qué mensaje se manda. Se manda el mensaje: “NO…ANDE… POR AHÍ… MATANDO…A… LOS…NIÑOS” (Pausa.) ¿Dónde está la niña muda? Su hermano no quiso soltar la LENGUA. KATURIAN: ¿Detective Tupolski? TUPOLSKI: ¿Señor Katurian? KATURIAN: He estado oyendo toda su mierda por un buen rato, y quiero decirle un par de cosas. No creo que mi hermano les haya dicho una sola palabra. Creo que están tratando de culparnos por dos razones. Una, porque por algún motivo, no le gustan los cuentos que escribo, y dos, porque, por alguna razón, no le gusta que que la gente discapacitada se acumule en sus calles. Creo además que no les voy a decir ni una sola palabra más hasta que me dejen ver a mi hermano. Así que tortúreme todo lo que quiera, Detective Tupolski, porque no voy a decir ni una puta palabra más. TUPOLSKI: (pausa) Ya veo. (Pausa.) Entonces mejor voy por los electrodos. Tupolski sale con la caja de metal. Se cierra la puerta detrás de él. La cabeza de Katurian se desploma. Oscuro.

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