El giro feminista al interior de los debates estratégicos en torno a lo “común”
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El giro feminista al interior de los debates estratégicos en torno a lo “común” Alfonsina Santolalla (Facultad de Filos...
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IX Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea
“Resistencias y alternativas políticas en el capitalismo c apitalismo neoliberal” Título: El giro feminista al interior de los debates estratégicos en torno a lo “común”
Autora: Alfonsina Santolalla Adscripción institucional: Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba Córdoba Eje propuesto: El capitalismo neoliberal y sus críticxs: de la desposesión y el gobierno a la construcción de alternativas
El concepto de lo “común”, a partir de de los años 90 y ante la constatación de la persistencia de organizaciones y bienes comunes a pesar del avance del neoliberalismo y la caída del comunismo, ha sido clave para pensar y prefigurar alternativas al neoliberalismo para la izquierda, y permitió salir de un estado de casi imposibilidad de producir teorías que permitieran un análisis de la realidad en sentido transformador. Dentro del amplio espectro de perspectivas que abordan al concepto para volverlo problema, nos interesa particularmente la reflexión en torno a
cómo lo “común”, presente en nuestras sociedades, puede ser la base de un desarrollo político y económico alternativo. Buscamos abordar las discusiones en
torno a cuál es la estrategia adecuada para constituir a lo “común” en una verdade ra salida a la explotación sistémica y masiva. Negri y Hardt, a lo largo de su obra, han desarrollado la idea de que el capital
expande la producción de lo “común” a partir de la aparición del trabajo inmaterial. Para ellos, lo “común” es la clave para entender cómo el capitalismo genera al interior de sí mismo las condiciones de superación del sistema. Frente a esto, Dardot
y Laval, que también se abocaron recientemente al análisis de lo “común”, acuerdan con el diagnóstico en torno a la l a importancia del trabajo inmaterial para la producción de lo común, pero se distancias de la postura autonomista de Negri para dar lugar a
una reflexión en torno a cómo es posible instituir lo “común”, entendido principalmente como como prácticas políticas colectivas. colectivas. Lo que aquí nos interesa rescatar es cómo, frente a este debate, Silvia Federici en
uno de sus recientes ensayos , señala que cualquier recuperación de lo “común” debe considerar que es en el trabajo reproductivo – asignado asignado históricamente a las mujeres – 1
donde siempr e existió la lucha por la defensa de lo “común”, y que, por tanto, es una enorme limitación no adoptar una perspectiva feminista que permita entender que la lucha contra el trabajo reproductivo como dependiente del asalariado está a la base de cualquier construcción de una alternativa. Nos proponemos recuperar esta advertencia para analizar cuáles son las reconfiguraciones que genera en el debate en
torno a si lo “común” se organiza autónomamente o si se instituye. Buscamos recuperar este debate en sus puntos más interesantes para analizar
cómo lo “común” puede dar lugar a la construcción de diferentes estrategias políticas. La hipótesis es que una perspectiva feminista f eminista en torno al problema de lo
“común” no sólo brinda elementos que pueden enriquecer tanto a la posición autonomista como a la que piensa en términos de insitucionalización, sino que inevitablemente obliga a replantearse presupuestos presentes en la base de la discusión. Para el desarrollo de éste problema, en primer lugar, plantearemos cuáles son los
términos en los que Negri y Hardt hablan de lo “común”, cuál es el diagnóstico que hacen de la sociedad contemporánea en sus cambios respecto al capitalismo clásico y cuál es la alternativa a la reproducción de la lógica del sistema que Negri propone, para ponerla en discusión con las críticas que le propician Dardot y Laval. En segundo lugar, evaluaremos cómo el análisis de Federici en torno al análisis del carácter estructural de la explotación de las mujeres genera un contundente giro al interior del debate en torno a lo “común” y a las alternativas a las que puede dar lugar. Finalmente, y a modo de conclusión parcial, analizaremos la importancia de considerar como necesaria la incorporación de una perspectiva feminista al interior de los debates actuales en torno a cómo construir una alternativa al capitalismo neoliberal. 1. Lo “común”, entre la autonomía y la institucionalización
a. Negri y Hardt: el mundo del trabajo inmaterial y la posibilidad posibilidad de resistencia desde lo “común”
Negri y Hardt, al examinar cómo se han transformado hasta ahora los modos de producción y las modalidades de las luchas de resistencia, ontológicamente es en términos de inmanencia que enfocan su análisis, y por eso es que sostienen no hay un
“afuera” del capitalismo, sino q ue toda forma de producción y de resistencia se da por dentro del mismo sistema (Negri, 2010). Durante los últimos años además, Negri Negri ha desarrollado su teoría de la mano del aceleracionismo, la corriente teórica que 2
sostiene que el sistema capitalista se está automatizando (Negri, 2017). En medio de todo este desarrollo, se encuentra el diagnóstico negriano de que desde los 90 el trabajo inmaterial está
en el centro de las transformaciones que han sufrido los
procesos productivos. El concepto de trabajo inmaterial in material les permite a Negri y Hardt pensar que la fuerza de trabajo involucra afectos y conceptos que tienen carácter común. De esta forma, observan, por una parte, que en esta era hay reapropiación privada de la producción común por parte del capital: hay una renta a posteriori de los productos del trabajo inmaterial. Pero, por otra parte, que el capital ya no sólo privatiza los recursos y las riquezas, riquezas, sino que a la vez vez posibilita las expansiones de lo
“común” (Hardt y Negri, 2009), y la forma en que pro duce el trabajo inmaterial es prueba de ello – pues las características del trabajo inmaterial impiden su completa apropiación por parte del capital. Todo esto, a partir de una perspectiva inmanente, hace que Negri adscriba al aceleracionismo como guía de construcción de una
alternativa. “La hipótesis del
MPA
[Manifiesto por una Política Aceleracionista] es
que hay que liberar la potencia del trabajo dentro de la evolución del capital, contra
el bloqueo que implica el capitalismo” (Negri, 2017: 79). Lo “común”, en el desarrollo de Negri y Hardt, es un concepto cuyo significado va desde los recursos materiales naturales hasta el resultado de la producción del trabajo inmaterial. Entonces se trata un concepto que articula el diagnóstico que Negri y Hardt hacen en cojunto sobre el lugar del trabajo t rabajo inmaterial en los sistemas productivos, y la formulación de una estrategia anti-capitalista en clave aceleracionista que desarrolla Negri. En miras a la constitución de esta estrategia,
Negri resalta que lo “común” permite una superación de la lógica dicotómica público-privado, mostrando que ambas son dos modalidades de subordinación al capital, y que se puede construir por fuera de ellas en torno a bienes y producciones comunes. El horizonte es entonces, para Negri, que las clases trabajadoras se
apropien de lo “común” para lograr un nuevo orden de poder, constituyendo una democracia radical, de manejo de “lo común por lo común” y contra del Estado (Negri, 2008). Negri piensa – en en términos inmanentes – en en una auto-organización de movimientos sociales autónomos para que sea posible producir subjetividades autónomas que escapen al control del capital. Es su aporte al aceleracionismo, que
rechaza las salidas “keynesianas” y propone una salida autónoma y basada en la s posibilidades de trabajo a partir de lo “común” que el mismo sistema habilita a partir del trabajo inmaterial. b. Dardot y Laval: el camino de la institucionalización de lo “común”
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Pierre Dardot y Christian Laval, luego de su importante análisis de los modos en los que se producen las subjetividades neoliberales (Dardot y Laval, 2010), se
proponen repasar las distintas formas de revitalización de lo “común” desde los 90 a esta parte (Dardot y Laval, 2014). Es allí que reconocen el diagnóstico que Negri y Hardt hacen sobre las condiciones subjetivas – y sus transformaciones – en en las que se viene desarrollando el sistema capitalista y de las luchas sociales que intentan romperlo para superarlo. Sin embargo, critican la idea de Negri de que es el autonomismo la estrategia que se sigue de este diagnóstico, pues Dardot y Laval no creen que sea posible hablar de la autonomía relativa del producto del trabajo inmaterial. Consideran, en cambio, que construir una alternativa a partir de lo
“común” es fundamental, pero que la institucionalización de lo “común” es la estrategia indicada. Esta crítica de Dardot y Laval está basada en un un análisis conceptual pormenorizado que les permite indicar que Negri, sin citarlo nunca, está
reproduciendo el modelo teórico de la “fuerza colectiva” de Proudhon – que que refería a una especie de dinamismo social, inmanente y espontáneo, a la que la propiedad
capitalista sólo accede si se lo “roba”– y y desconociendo por eso las críticas que el mismo Marx le formuló. Negri entiende entonces que el producto del trabajo
inmaterial es esta “fuerza colectiva” que tiene sólo se apropia a posteriori y que tiene siempre una dimensión de autonomía. Dardot y Laval señalan que un análisis
marxista muestra que la “fuerza colectiva” de los trabajadores es también producto del capital, no algo ajeno de lo que éste se apropia. Agregan además que el trabajo intelectual, lejos de ser libre, está cada vez más sometido: hay nuevas y más sutiles formas de evaluar el rendimiento, son las empresas las que dirigen el modo en que los asalariados cooperan y compiten – para obtener productividad cognitiva – , e incluso lo que se produce por fuera de las empresas está bajo el control del capitalismo, por la incorporación de las lógicas del mercado en todos los ámbitos y la configuración de subjetividades neoliberales mediante la producción de materiales de
ocio masivos. Para ellos lo “común” (como producto del trabajo inmaterial) no adquiere autonomía respecto a las relaciones que dirige el capital para que luego sean
“robadas” por las técnicas de poder de las empresas, como sostiene Negri, sino que se produce en la misma lógica de valorización capitalista. Dardot y Laval, sobre esta base, se problematizan además por el quietismo que la estrategia autonomista de Negri produce. Y por su parte se proponen recuperar la
revitalización de lo “común” que operan Negri y Hardt, pero para pensar con seriedad la forma en que puede instituirse una alternativa política que provenga de la 4
acción común y que pueda detener el avance de la profundización de las lógicas del sistema capitalista. Para eso, formulan otro modelo teórico, en base a la consideración de las luchas sociales existentes como base de configuración de una
estrategia insituyente de lo “común”. Este otro modelo teórico parte de las prácticas colectivas y de las luchas políticas. Las pone en el centro del análisis, no hace de ellas tan sólo resistencias al sometimiento y protestas contra el orden: se hace con ellas
teóricamente como fuentes de institución y de derecho. Nos parece que ya ha legado el momento de pensar sistemáticamente la institución de lo común. (Dardot y Laval, 2014: 257) 2. El giro feminista de Federici en torno a lo común
Silvia Federici, a partir de Calibán y la bruja (Federici, 2004) advierte sobre la importancia de una perspectiva feminista para que el análisis marxista pueda complejizarse y considerar cuestiones estructurales históricamente ignoradas. Más recientemente, ha buscado de llevar esta perspectiva a los debates actuales en torno al neoliberalismo (Federici, 2012). En ese trabajo menciona que comparte con Negri y Hardt el diagnóstico de que el mismo avance de la privatización neoliberal globalizada es lo que permite observa r que las propiedades comunales (lo “común”) siguen existiendo, y que, además, las nuevas formas de desarrollo de la tecnología permite que la cooperación social tome otras dimensiones, y que se pueda hablar de los productos cognitivos comunes, a partir del trabajo inmaterial. Sin embargo, Federici señala que este diagnóstico necesita de una perspectiva feminista que permite ver el rol del trabajo reproductivo y de las mujeres en la construcción y la
defensa de lo “común”. Le interesa entonces aportar al de bate sobre cómo es posible que lo “común” se constituya como base de un programa anti -capitalista, en un doble movimiento político: incorporando una perspectiva feminista al diagnóstico, y rompiendo con la monopolización que los hombres hasta el momento habían hecho del debate. Una primera crítica a la teoría de Negri está en la idea de Federici de que el sistema capitalista no subsiste sólo en base a la privatización y mercantilización de todos los aspectos de la vida, sino que durante las últimas décadas también ha
desarrollado cierta gestión “colectiva” de los recursos naturales. El mercado, que antes privatizaba recursos, hoy entiende que la excesiva mercantilización dispara consecuencias autodestructivas para el propio sistema. Entonces, para Federici, estamos en un momento del capital en que los mercados impulsan relaciones no5
monetarias para sostenerse, lo cual indica que no son sólo las izquierdas las que han
comprendido la potencialidad de lo “común”, sino que también el propio capital lo hace jugar a su favor. Todo lo cual puede leerse como una discrepancia en torno a la
autonomía de lo “común” de la que habla Negro. El eje del análisis de Federici, sin embargo, está en que una perspectiva feminista permite indicar que el sistema sis tema capitalista subsiste – además además – en en base a la apropiación gratuita del trabajo doméstico no remunerado que realizan las mujeres, y que ésto es
algo que también habla de la naturaleza de lo que entendemos por “común”. Federici señala que las mujeres constituyen un sector que históricamente ha dependido de lo
“común” para sobrevivir, y que ha dado su vida en defensa de lo “común”. Nombra ejemplos de distintos lugares del mundo y momentos históricos, en que las mujeres han defendido las propiedades comunes ante la extrema violencia, violencia habilitada por la misma deslegitimación del trabajo reproductivo que hace el sistema capitalista (Federici, 2012). A partir de esto, podríamos decir que Federici está más cerca de Dardot y Laval al reconocer que son las luchas y organizaciones sociales – de de preservación de zonas naturales, producciones virtuales comunes, autosustento alimentario – las que han
hecho de lo “común” algo relevante en términos políticos, y que es ahí donde hay que buscar la clave para su constitución en una verdadera alternativa. Pero para Federici hay aspectos de este movimiento teórico que no alcanzan toda su potencialidad si no se abordan desde desde una perspectiva perspectiva feminista. Federici reconoce y visibiliza la práctica histórica de las mujeres de generar economías comunitarias – principalmente en África – , pero además agrega que es de suma importancia prestar atención a la generación de sistemas bancarios autónomos y autogestionados que las mujeres hacen funcionar en base a un valores no mercantilizados: la confianza y la solidaridad . De esta forma, Federici señala la
capacidad de las mujeres de combatir (en nuestros términos) la “lógica afectiva” del capital – que que en torno a los sistemas de préstamos bancarios siempre tiene que ver con la vergüenza o la meritocracia – impulsand impulsando una lógica de lo “común” desde una dimensión afectiva. Y sobre este punto advierte que es un error, principalmente para las izquierdas, pensar que se trata de prácticas o construcciones pre-políticas o
productos de hábito o la tradición. “(...) estas luchas encierran una identidad colectiva, constituyen un contrapoder tanto en el terreno dom e ́ stico como en la comunidad, y abren un proceso de autovaloraci o ́ n y autodeterminaci o ́ n del cual
tenemos mucho que aprender.”(Federici, 2012: 253) En lo material, se trata de acciones políticas que significan
– principalmente al interior de los países 6
dependientes – la la única alternativa de resisitenacia frente a la absoluta precariedad o la esclavitud. Además, es un primer paso para colectivizar al trabajo reproductivo, y así separarlo del sistema mercantil en el que siempre termina sobreexplotado. Federici, en síntesis, resalta la importancia de una perspectiva feminista para poner a las prácticas de las mujeres en el centro del análisis y sentar, entonces, las bases para la construcción de alternativas a partir de lo “común”, pero también desde la cooperación y la solidaridad (Federici, 2012:255). Y para demostrar, además, que las mujeres son el sujeto histórico que puede impulsar la colectivización del trabajo reproductivo, y las que tienen las herramientas, también históricas, de la defensa de
lo “común”. En definitiva, que el rol político de las mujeres no se limita a señalar cuestiones pertenecientes una esfera de los problemas de género relativamente aislada de las estructuras económicas y sociales, sino que hay en su lucha una clave para la construcción de una alternativa política y económica, al menos si pensamos a
partir de lo “común”. 3. Palabras finales: sobre la potencia de la crítica feminista
Creemos que a partir de este debate en torno a lo “común” es posible dimensionar la importancia del aporte de Federici, en varios sentidos. Sostenemos la hipótesis de que la perspectiva feminista hacia la que nos impulsa Federici no sólo viene a reconfigurar las lecturas en torno a cómo opera el sistema, sino que además busca discutir la estrategia a partir de la cual se puede construir una alternativa. En el presente trabajo hemos repasado cómo Negri y Hardt desarrollan una teoría
en torno a la autonomía de lo “común”, y cómo, a partir de eso, Dardot y Laval comparten el diagnóstico en torno al desarrollo del trabajo inmaterial, pero discuten la estrategia autonomista a partir de la necesidad de cierta institucionalización de las
luchas sociales por lo “común”. En este p anorama, la perspectiva que introduce Federici complejiza y aporta a ambas posiciones, pero sobretodo demuestra, como venimos comprobando muchos escenarios sociales y políticos, que no es posible pensar en una salida al capitalismo sin considerar el problema del trabajo reproductivo, y sin considerar – en en consecuencia – el lugar que las mujeres como sujeto histórico ocupan en la posibilidad de construir una alternativa que se abre a
partir de la sobrevivencia de lo “común”. Federici toma distancia de la idea de Negri y Hardt de que hay cierta autonomía de lo “común” que permite que la alternativa al capital se construya autónomamente al interior del sistema, y complejiza la idea de Dardot y Laval en torno a la consideración de las luchas sociales existentes para la 7
institución de lo “común”, ponderando a la lucha de las mujeres por la colectivización del trabajo reproductivo y la defensa de lo “común” desde cierta afectividad.
Todo lo que Federici señala en torno a lo “común” es para ella misma una realidad incómoda para el discurso de los comunes como un todo, ya que generalmente se ha centrado mucho más en pensar las condiciones necesarias para su existencia que en las posibilidades que pueden abrir los comunes ya existentes, y su potencial para crear formas de reproducción que nos permitan resistir frente a la dependencia del trabajo
asalariado y la subordinación a las relaciones capitalistas.” (Federici, 2012:250-1)
El problema del no reconocimiento de la lucha de las mujeres es, por tanto, uno de los principales problemas de los debate al interior de las izquierdas en este contexto. En este caso, vemos cómo el trabajo reproductivo se encontraba, en los análisis y diagnósticos realizados, al servicio de otras producciones de lo “común”, cuando no directamente invisibilizado. Para Federici, la brecha entre producción, reproducción y consumo genera una crisis de desconocimiento en torno a las condiciones en que se da nuestro modo de vida. El feminismo permite superar ese desconocimiento y
construir una alternativa desde lo “común”. Para eso, es fundamental que no se reproduzca, por parte de los hombres, la monopolización de los debates en torno a las estrategias para combatir el capital. El aporte de Federici también es prueba de eso. Por último, nos gustaría señalar que no es sólo la importancia del reconocimiento del trabajo reproductivo lo que indica Federici. Reivindicar a las mujeres como sujeto histórico de construcc ión a partir de lo “común” significa también reconocer la fuerza de la lucha que llevan adelante las mujeres (aunque Federici no lo diga en
estos términos) contra la “lógica afectiva” del capital. Consideramos que los señalamientos de Federici en este sentido atacan también, de alguna manera, al supuesto que también opera como lógica al interior de los debates anti-capitalistas, de que la dimensión afectiva de las luchas sociales no tiene demasiada relevancia o se trata de una cuestión pre-política. Creemos que es en este sentido también que Federici habla de reemplazar la búsqueda de superación de la dicotomía público privado que plantea Negri, por la lucha por la superación de la dicotomía personal político. Las mujeres hemos sido históricamente explotadas y encerradas en el
ámbito doméstico, y, además, asignadas como propiedad “común” de los hombres. Superar la dicotomía entre lo personal y lo político hace que el trabajo reproductivo puede ponerse en el centro de la escena pero también muestra cómo el problema de 8
lo “común” permite visibilizar el rol clave de las mujeres en la lucha por la construcción de una alternativa política y económica, incluso en el ámbito de lo afectivo. Sin caer en naturalismos en torno a la feminidad (advierte Federici), sino reconociendo la forma en la que se constituyen los sujetos históricos, y la forma en que las mujeres han dado lugar a espacios de gran solidaridad y confianza en su
construcción a partir de lo “común”, contra la lógica de la vergüenza, el aislamiento y la desesperación que impone el capital. Nos parece, entonces, que el aporte de Federici muestra la importancia de una perspectiva feminista para la revisión de nuestros diagnósticos, la reivindicación de las luchas sociales ya existentes e históricamente invisibilizadas, el cuestionamiento el monopolio masculino en relación a estos debates, y la incorporación de una dimensión afectiva a la reflexión en torno a la construcción de alternativas contra el capital.
Bibliografía Dardot, P., C. Laval (2010), La nueva razón del mundo, Gedisa, Barcelona. ------------- (2014), Común. Ensayo sobre la revolución en el siglo XXI , Gedisa, Barcelona. Federici, S. (2004), Calibán y la bruja , Traficantes de sueños, Madrid. ------------- (2012),“El feminismo y las lecturas polít icas de lo común en una era de
acumulación primitiva” en Revolución en punto cero, Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas , Traficantes de sueños, Madrid.
Hardt, M., A. Negri (2009), Commonwealth, Cambridge, Belknap. Negri, A. (2008), La fábrica de porcelana, Barcelona, Paidos, 2008 ------------- (2010), “El comunismo, algunos pensamientos sobre el concepto y la
práctica”, en Sobre la idea de comunismo , Paidos, 2010 ------------- (2017), “Reflexiones sobre el Manifiesto por una política aceleracionista”,
en Aceleracionismo. Estrategias para una transición hacia el
postcapitalismo, Caja Negra, Buenos Aires, 2017
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