March 30, 2017 | Author: Nathaly López San Martín | Category: N/A
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EL FUTURO SE DECIDE ANTES DE NACER La terapia de la vida intrauterina Un método que revoluciona la Psicoterapia
Claude Imbert
99 EL FUTURO SE DECIDE ANTES DE NACER La terapia de la vida intrauterina Un método que revoluciona la Psicoterapia 2ª edición
Crecimiento personal C O L E C C I Ó N
Título de la edición original: L’avenir se joue avant la naissance. © Editions Visualisation Holistique, París, 1998 Traducción: Maite Sádaba Champetier de Ribes
1ª edición: septiembre 2004 2ª edición: octubre 2008
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Impreso en España - Printed in Spain ISNB: 978-84-330-1884-7 Depósito Legal: Impresión: Publidisa, S.A. - Sevilla
Gracias a todas las personas que acudieron a mí durante estos diez años... Gracias ... por la confianza que me habéis mostrado al elegirme para acompañaros en el camino de vuestros renacimientos. ... por ser los actores, y los portavoces de muchos otros, que aportáis las pruebas, a través de vuestra experiencia y vuestro cambio, de la realidad del “pensamiento” y de la conciencia embrionaria y fetal, para ayudar a que otros adultos, adolescentes y niños se acerquen a la libertad. ... por vuestro papel esencial de informadores del conjunto de padres, actuales y futuros, grupo del que muchos de vosotros ya formáis o pronto formaréis parte. A través de este libro, por vuestras experiencias pasadas, les mostráis el camino. Así, los futuros bebés verán cumplidas todas sus necesidades básicas, que a menudo no fueron observadas en vuestros casos. Gracias a aquellas y aquellos que, por sus consejos y ayuda precisa, han permitido que esta obra viera la luz...
A ti, el segundo sol que ilumina mi vida... A vosotros, para que vuestro Niño interior renazca a la luz... A todos los seres que, en la actualidad y en el futuro, sean llamados a convertirse en los padres que los hijos esperan para guiarlos hacia la libertad... A todos los bebés que se convertirán en los futuros niños, adolescentes y adultos que el tercer milenio necesita para existir y dar un nuevo sentido a la humanidad...
“Lo que me gustaría conseguir es simplemente servir, con mis débiles fuerzas, a la verdad y a la justicia, aunque me arriesgue a no gustar a nadie” Albert Einstein
ÍNDICE
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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La vida antes del nacimiento. Una prioridad del tercer milenio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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¿A quién va dirigido este libro? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Qué hay que hacer. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Para situarte en tu propio camino. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Retorno al origen... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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El inconsciente en toda su sencillez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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La princesa que creía no tener derecho a ser feliz . . . . . . . .
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Necesidad de amor... incondicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 Deseo, no-deseo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Miedos y depresión antes del embarazo . . . . . . . . . . . . . . . . 173 Preferencias por el sexo opuesto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199
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El niño instrumento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237 Nacer después de la muerte. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247 Las huellas genealógicas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271 Nacer y renacer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293 La carta de los derechos del bebé para el siglo XXI . . . . . . . 325 En conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 339 Una breve guía para saber un poco más... sobre el embrión y el feto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341 Recomendaciones para los lectores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 351
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PRÓLOGO
Hay libros que amplían horizontes y que marcan un antes y un después, que hacen que nuestra visión de nosotros mismos y de la vida tome otra dimensión. El futuro se decide antes de nacer es uno de esos libros. Todos tenemos, en mayor o menor medida, la certeza de cómo los primeros años de nuestra vida son cruciales para nuestro posterior desarrollo, y decisivos para alcanzar la madurez emocional que caracteriza a las personas adultas. De ahí que la necesidad de proporcionar cariño, seguridad y confianza en los primeros años de la vida de cada persona, sea algo indiscutiblemente aceptado en nuestros días. Pero ¿qué ocurre antes del nacimiento, antes de que el ser que ha sido concebido venga al mundo y comience a respirar como nosotros? Para muchos, nada. Unos pocos saben que desde las primeras semanas de su existencia, el embrión tiene sensibilidad a la luz, al sonido, al calor, tal y como confirman multitud de estudios científicos. La doctora Claude lmbert, sin embargo, va mucho más allá de estas afirmaciones: basándose en su larga experiencia terapéutica y en un
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método desarrollado por ella misma muestra cómo precisamente los nueve meses de gestación antes del nacimiento son absolutamente decisivos y determinantes para nuestro futuro. Con la ayuda de numerosos casos e historias de pacientes el libro profundiza en la vida afectiva intrauterina, en la importancia de todas las reacciones parentales durante ese período y en la implacable influencia de los incidentes, de las emociones maternas y de su estado anímico sobre nuestra vida actual. La influencia de estos primeros meses es tan enorme que determina nuestra manera de enfrentamos con la vida, nuestra confianza en nosotros mismos y la capacidad de alcanzar nuestros objetivos o no; determina en fin, unas emociones profundamente arraigadas que escapan a nuestro conocimiento y voluntad y con las cuales es muy difícil trabajar desde las psicoterapias tradicionales. Este libro, por lo tanto, no sólo abre una nueva dimensión en nuestra comprensión de lo que somos, sino que representa un mensaje de esperanza con respecto a estos grandes sufrimientos que por fin pueden ser comprendidos y curados. El ser que se está formando en el seno materno siente todo lo que ocurre y posee una percepción clara de los sentimientos matemos. Toda su experiencia se graba para siempre en la memoria primitiva, que condicionará el resto de su experiencia, sin que sea consciente de ello, ya que no, tiene acceso a esos recuerdos. Sin embargo, el determinismo que se desprende de este hecho viene, en el libro de Claude lmbert, de la mano de la esperanza: la liberación que significó para sus clientes la terapia de la vida intrauterina que, actualmente, sólo ella practica. El método que ha desarrollado la Dra. lmbert, La Nueva Sofrología, es una síntesis revolucionaria de la psicoterapia: un
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PRÓLOGO
compendio claro, eficaz y magistral de Análisis Transaccional, de Programación Neurolingüística, de relajación y de visualizaciones. Claude lmbert, doctora especializada en hemato-cancerología, sintió la necesidad de un acercamiento global al enfermo y a su enfermedad, así como la necesidad de abordar los sufrimientos del alma para prevenir enfermedades graves o crónicas. La terapia original que ella desarrolla reúne una multitud de factores. Parte de una visualización en estado de conciencia amplificada para llegar al bebé, así como a la infancia de sus padres y, de esta manera, sana las heridas emocionales del paciente y las de su generación anterior que siguen condicionando su vida. El futuro se decide antes de nacer consigue liberar todo aquello que se ha ido acumulando de manera nociva desde la concepción. Estamos seguros de que este libro va a ser muy revelador para el público en general, y no sólo para futuros padres, terapeutas, psicólogos o médicos. Esperamos que sean muchos quienes se beneficien de su lectura. El Bosque, junio de 2004
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INTRODUCCIÓN
Hace ya algunos años que este libro maduraba en mi interior y ahora estoy segura de que ya se gestaba antes de mi nacimiento. Hoy sé que los momentos difíciles de mi vida intrauterina y sus consecuencias a lo largo de numerosos años fueron necesarios para poder escribir estas páginas. En realidad, esta obra simboliza una de las metas de mi vida. En un mundo en plena evolución, en el que los progresos tecnológicos y científicos alcanzan el nivel más alto conocido desde hace milenios, el universo embrionario y fetal todavía oculta muchos de sus misterios. En el transcurso de varias décadas, los conocimientos se han multiplicado prodigiosamente. El bebé antes del nacimiento ya no es considerado como un ser “primario” y vegetativo, sino dotado de percepciones. Los trabajos de investigación proporcionan progresivamente pruebas que echan por tierra ciertos bastiones de escepticismo
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cartesiano, que rechazan esta idea por la ausencia de un sistema nervioso completamente constituido. Ya se ha demostrado y aceptado oficialmente que, durante la segunda fase del embarazo, el feto es capaz de reconocer los sonidos y los olores y, a los seis meses, percibe la luz, a pesar de que no se haya observado ningún cambio en el estado anatómico del sistema nervioso. No obstante todavía se pone en duda la capacidad sensorial más temprana, así como la memorización de los acontecimientos in utero y la realidad de una conciencia fetal. Sin embargo, ésta es la puerta que debemos abrir, por encima de cualquier prejuicio, idea recibida o reflexión basada en una lógica demasiado estricta. Es necesario situarnos fuera del marco habitual de nuestras referencias y formas de pensar si queremos avanzar en el estudio aún enigmático del mundo prenatal. Les propongo un viaje a aquellos que estén preparados a lo largo de estas páginas y de las historias recopiladas, por una dimensión nueva del ser, alejada de los senderos más frecuentados habitualmente. Yo aporto un tipo de pruebas diferente al que los investigadores nos tienen acostumbrados, las pruebas psicológicas de centenares de personas a las que he acompañado durante el regreso a la memoria de su vida intrauterina y durante los “revividos” de su desarrollo. A través de los numerosos casos descritos, representativos de todo el resto, nos vamos a sumergir en los misterios más escondidos del ser humano que crece en el vientre materno. El bebé vive desde su concepción hasta su nacimiento en una relación diferente de espacio y tiempo. En el útero se desarrolla
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INTRODUCCIÓN
una “vida antes de la vida” en secreto, un prólogo que impone, sin embargo, su tempo y su tonalidad a la existencia. Es aquí, durante estos nueve meses, donde el futuro se decide. Este mundo todavía abstracto para nuestra mente racional se encuentra en pleno movimiento, todo en él parecen vibraciones. Tengo la intuición de que un sentido inicial, muy poco desarrollado anatómicamente, podría captar imágenes sonorizadas como si fuera una cámara de vídeo y a niveles más sutiles funcionaría como un radar o un medio que percibe el contenido no verbal más profundo, los pensamientos y las emociones de los padres o del entorno. Las energías del bebé in utero graban la información exterior bajo la forma de impresiones visuales, auditivas, olfativas, etc., así como sus reacciones emocionales internas. De esta forma la “memoria” quedaría “impresa” como en una película fotográfica ultra sensible. El misterio de estos “pensamientos” prenatales radica en que se generan sin el lenguaje y, sin embargo, están contenidos implícitamente en las imágenes, los sonidos y las emociones. Quedan como “huellas” que testimonian para siempre un pasado que la mayoría asegura no haber conservado. Ya es hora de que nos permitamos el derecho de intuir o de creer en aquello que la ciencia ignora, aquello que no podemos entender o explicar y que tiene, aun así, una posibilidad de existir. ¿Y si el embrión y el feto poseyeran un tipo de supraconciencia aún por conocer? Muy a menudo las trampas del pensamiento científico aíslan esta hipótesis hasta que no se llega a la confirmación tangible
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de la intuición inicial, punto de partida de la investigación. En el campo prenatal, mientras la hipótesis no se convierta en certeza por medio confirmaciones racionales, la prevención y los consejos de anticipación positiva dirigidos a los padres quedarán en el fondo del cajón. Sin embargo, se trata de mensajes bien inofensivos que no pueden tener más que un efecto positivo puesto que es de amar de lo que estamos hablando. Incluso los pioneros de las terapias que ayudan a revivir la fase primaria de la vida están erróneamente persuadidos de que no se puede generar ningún recuerdo ni “pensamiento” antes de la adquisición del lenguaje y en ausencia de la corteza cerebral. En realidad, es el método utilizado el que, basado en estos fundamentos, llama únicamente a la memoria del cuerpo, cuya expresión excluye normalmente las imágenes y los pensamientos concomitantes. El embrión y el feto, “personas” ignoradas durante demasiado tiempo Aunque pueda chocar a numerosos médicos, psicólogos o científicos que estudian la vida antes de la vida aérea, mi intención es la de proponer aquí una nueva perspectiva en la que todavía son muy pocos los especialistas dedicados a ella. Está basada en diez años de práctica en terapia de adultos y sus resultados. Estoy segura de que existe una conciencia y una “memoria” no sólo fetales sino también embrionarias, alimentadas por las percepciones sensoriales desarrolladas en una etapa muy temprana. No importa que todavía no se conozca con exactitud todo su funcionamiento y los órganos responsables de estos fenómenos. Las pruebas que aportan los revividos de este periodo por las
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INTRODUCCIÓN
personas que vinieron a mi consulta aquejadas por diferentes tipos de mal vivir o de enfermedad, así como la transformación profunda y duradera de sus vidas y de su salud, me obligan hoy a difundir esta información para que otros puedan beneficiarse de ella. Del mismo modo, los futuros bebés podrán ver evitadas o atenuadas las consecuencias dolorosas de su pasado. Por supuesto, algunos rechazarán esta hipótesis simplemente porque implica modificar las costumbres de cada uno... El cambio genera miedo, pero ¿a qué? ¿A amar más? ¿A comunicarse mejor con los bebés desde sus primeros instantes? ¿A ayudarles a vivir mejor y desarrollarse? ¿Es esto posible? ¿No se trata más bien de la angustia que genera el pasado de uno mismo? La realidad seguirá estando ahí aunque sea ignorada. Ser capaz de verla, ya significa cambiar. Médico oncólogo en el pasado, mi evolución profesional me hace ahora pertenecer al mundo de la terapia, del análisis psicológico y sobre todo de la investigación del inconsciente. Animo a mis colegas a que continúen con su admirable trabajo que permite que unos hagan evolucionar los cuidados y otros puedan convertir progresivamente las hipótesis en las pruebas tangibles que exige la mayoría. Su ausencia, en este momento, no me supone ningún obstáculo sino un estímulo para llegar cada vez más lejos en la exploración de los confines del inicio de la vida, allí donde la célula tendría, ella también, “recuerdos”... En efecto, cuántas huellas genealógicas procedentes de las de sus padres convendría alejar para que el bebé fuera concebido con más libertad. Desde la concepción hasta los primeros meses in utero, estoy segura de que no son ni la corteza cerebral ni la vista, el oído, el
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gusto, el olfato o el tacto en su modo habitual los responsables de captar percepciones. Se trata más bien de un funcionamiento primitivo de los sentidos, que todavía no ha sido explorado fisiológicamente, a pesar de que las pruebas demuestran que el bebé es capaz de generar impresiones sólidas que yo denomino “pensamientos”. A lo largo de este libro citaré este término entre comillas ya que se trata del proceso más parecido, aunque no abarque totalmente la definición más corriente, aquella a la que estamos acostumbrados, por no estar relacionado con el lenguaje, todavía no adquirido. El mundo emocional prenatal, a pesar de ser precoz, también constituye para mí una evidencia. Sus huellas quedan inscritas en el cuerpo, en las secreciones hormonales y en el funcionamiento inmunitario. Pueden ser localizadas en los recuerdos a través de una técnica específica que detallaré más adelante. La historia de la salud futura lo revelará a menudo sin que sea oído. Esta certeza no la adquirí durante mis estudios en medicina y cursos especializados que, al contrario, me dejaron muy desprovista de conocimientos y de prácticas psicológicas, sino a través de mi historia y mi profesión actual que me colocan cotidianamente desde hace numerosos años frente a la realidad del mundo de “percepción-pensamientos-emociones” del bebé in utero. Es aquí, antes de nacer, donde el futuro se gesta. ¿Te sorprende este discurso? ¿Dudas que un embrión o un feto pueda “pensar” y programar el adulto en el que se convertirá más adelante? Comprendo que esta noción pueda parecer inverosímil, puesto que también
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INTRODUCCIÓN
lo es para los especialistas más eminentes, que se apoyan en el hecho de que la ciencia actual todavía no ha aportado las pruebas de estas funciones. Así que algunos exclamarán: “¡No es posible!” Tal vez tengan miedo de afrontar una responsabilidad aún mayor hacia sus hijos que la que habían imaginado. La lectura te demostrará lo contrario cuando descubras que lo esencial se reduce al vínculo afectivo con el bebé y a la omnipresencia del amor. Qué pensarán ellos cuando lean sobre mi convicción de que es aquí, en el vientre de la madre, donde el bebé “decide” si su vida futura le llevará hacia el amor o la soledad, hacia el éxito o el fracaso, hacia la salud o la enfermedad. Otros encontrarán quizá que el título de esta obra es pesimista o irreversible y protestarán: “¡Entonces, si todo está decidido... ya no hay nada que hacer!” Habrán pasado por alto la frase siguiente puesto que, al contrario, todo queda por hacer, tanto en la prevención a través de la información a los futuros padres como en la curación psíquica de los adultos que desean cambiar sus vidas.
Los “pensamientos” del bebé en el vientre de su madre Me gustaría aportar aquí mi contribución a las pruebas de que el embrión y el feto graban e inscriben en lo más profundo de sí mismos, el bienestar o los sufrimientos de su vida antes del nacimiento. A partir de la séptima semana de gestación, las vías nerviosas transmisoras del dolor comienzan a desarrollarse y son reco-
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nocidas oficialmente como funcionales únicamente hacia el sexto mes. Incluso si todavía no hemos conseguido las pruebas, la experiencia me lleva a intuir que esto ocurre antes, posiblemente por otras modalidades, como por ejemplo los sufrimientos emocionales. A pesar de que la ciencia opine que la audición no es operacional hasta el quinto mes, yo estoy segura de que ya antes existe otro medio eficiente. También estoy convencida de que existe una memoria preverbal embrionaria y fetal inicial, que contiene el todo, como si fuera un holograma, y que puede generar consecuencias neuróticas o psicosomáticas posteriores a través de sus anclajes. Puesto que esta memoria está siempre presente, puede ser localizada con facilidad y guiada durante las terapias en estado de relajación profunda. Con muchas precisiones, se reactiva no sólo en el cuerpo sino también en la mente. No se trata de construcciones realizadas en el instante, puesto que a menudo se describen situaciones o detalles muy precisos y desconocidos, confirmados posteriormente por los padres, en los casos en los que así se ha deseado. De esta forma la memoria embrionaria de un paciente es capaz de recordar el vestido negro de una madre embarazada de tres meses durante un luto, el ruido aterrador de platos rotos por un padre violento al saber que su mujer estaba embarazada por séptima vez, el color del papel de una habitación que los padres dejaron antes del nacimiento... A veces son las sondas, tubos o agujas que penetran en el útero los que hacen descubrir las tentativas de aborto fracasadas, hasta ese momento ignoradas. Más adelante, puede ser la cara de la comadrona o del médico la que aflora, incluso a veces detalles de la sala de parto.
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INTRODUCCIÓN
¿Las células corporales impregnadas de sus sensaciones contienen los “pensamientos” primitivos que las engendraron y cuyo mecanismo escapa todavía a la neurofisiología? Se trata de un contenido de reacciones “sin palabras” que queda grabado en aquellos lejanos momentos, como si una película muda con subtítulos invisibles mantuviera el código de la traducción para un futuro en la que sería vista de nuevo. Este contenido se transpone más tarde al sistema del niño o del adulto a través sobre todo del lenguaje y, cuando es recontactado en los revividos, evoca el funcionamiento intuitivo y subjetivo de la conciencia, desprovista por supuesto de análisis lógico. Así es como se desarrolla la continuidad psicosomática de cada ser humano a partir de la concepción y a lo largo de la vida. El tiempo podrá transcurrir como un arroyo tranquilo, que toma su fuente en el amor o el deseo, o bien como un río sin retorno, cuyo curso tumultuoso se aleja cada vez más de la felicidad, perdido en el no-deseo o en sufrimiento de las emociones prenatales. Cada uno de nosotros posee en sí mismo todo lo necesario para proporcionarle a su vida el guión más bello y feliz. Así que abandona cuanto antes tu papel de invisible o de protagonista de corazón y cuerpo herido, para vivir la versión que se convertirá en tu preferida, desde las primeras imágenes. Te hará pasar de “superviviente” a viviente y te ayudará a deshacerte de la innumerable multitud de “fantasmas” que pueblan el mundo, y que cargan sin saberlo con el peso inconsciente de su lejano pasado.
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Estas páginas están aquí para mostrarte cómo puedes liberarte de ellos y te aportarán las claves esenciales del cambio, si es que lo necesitas... Cuando me convertí en terapeuta, una vez curada de las heridas emocionales que sufrí antes de nacer, creé un nuevo método*, original, rápido y eficaz, síntesis de las diferentes corrientes que conozco y que yo misma he profundizado con la Sofrología, el Análisis Transaccional, la Programación Neurolingüística (P.N.L.), la Bioenergía y la Psicogenealogía*. Así es como mi vocación de “investigadora del inconsciente” confirma día tras día mi convicción sobre la importancia del período embrionario, fetal y del nacimiento para la vida futura. Gracias a este material preciso, los padres podrán también comprender mejor cuáles son las formas de “pensar” y las emociones de sus bebés antes de nacer frente a las principales circunstancias en las que se puedan encontrar. De esta manera y por medio del diálogo podrán establecer una relación más estrecha con ellos desde los primeros instantes de vida. ¡Sí! El futuro se decide antes de nacer... ¡Sí! Prevenir y curar los sufrimientos emocionales permite cambiar el futuro para iluminar las sombras y evitar que aparezcan otras nuevas o dejar que se disipen aquellas que ya están presentes...
* La Nueva Sofrología, Claude Imbert. Editorial Desclée De Brouwer, 2002. * La Constelación Familiar es la variante practicada en España. (N. del T.)
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LA VIDA ANTES DEL NACIMIENTO UNA PRIORIDAD DEL TERCER MILENIO
Un camino ya trazado Fronçoise Dolto, especialista en la investigación y en la práctica del psicoanálisis del lactante, del recién nacido y del niño, resalta la existencia de vínculos esenciales entre éstos y sus vidas prenatales, la importancia del período intrauterino y la necesidad de ayudar a estos pequeños seres a comprender los acontecimientos. Ellos se dan cuenta de que a través de la comunicación pueden curarse, es decir, al establecer vínculos afectivos y dar un sentido a lo que han vivido. Hasta hace poco, el recién nacido era considerado como un ser vegetativo o un “tubo digestivo” y el niño pequeño era tratado casi como un “retrasado” al que no servía de nada explicarle las cosas hasta que no cumpliera unos cuantos años. Afortunadamente hoy en día el lactante ha pasado a ser un ser digno de respeto y capaz de comprender. Nota de la autora: Con el fin de preservar el secreto profesional, los ejemplos citados han sido ligeramente modificados y los nombres alterados. * Des mots pour naître, Myriam Szejer. Éditions Gallimard, 1997. París.
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Los extraordinarios resultados clínicos obtenidos sobre el recién nacido y el bebé a través de un acercamiento analítico*, en el que el terapeuta ayuda a los padres a que hablen con sus hijos como si fueran pequeños adultos, constituyen una prueba de la comprensión de los bebés ya en ese momento, mucho antes de la adquisición del lenguaje. Este acercamiento puede utilizarse en la resolución, a menudo inmediata, de problemas de comportamiento o de salud. La comunicación después del nacimiento les permite sentirse en seguridad manteniendo ese vínculo afectivo. Sin información, el sentimiento de abandono aparece rápidamente y puede generar angustias para el resto de la vida. Gracias a los progresos alcanzados en este sentido, los padres y el público en general disponen hoy en día de cuantiosa información sobre la “persona” que es el bebé y sobre su llegada al mundo. En la actualidad los servicios de neonatología y pediatría están compuestos además por psicoanalistas y psicólogos que ejercen una labor muy importante. Su contribución ha permitido realizar avances considerables en la comunicación entre padres e hijos. Mi objetivo en esta obra es el de proporcionarle al bebé in utero el estatus de “persona” que le corresponde por naturaleza.
Un cierto retraso en el adulto En este campo, la psicología, la psiquiatría y sorprendentemente también el psicoanálisis han dejado de lado durante demasiado tiempo al embrión y al feto, quienes, sin embargo, siempre han estado presentes en lo más profundo del ser, y se han olvidado de que constituyen una parte integrante y extremadamente influyente. Además también ignoran que todo lo vivido condiciona la personalidad futura y su sistema de funciona-
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LA VIDA ANTES DEL NACIMIENTO
miento afectivo, su modo de acción y reacción, sus pensamientos y sus emociones. Estos especialistas creyeron y siguen creyendo que no existe todavía ninguna memoria ni forma de pensamiento en el embrión y en el feto. Nada más lejos de la realidad. Yo estoy convencida de que el núcleo primario del ser deja su huella en la película interior, que se irá repitiendo sin cesar a lo largo de la vida. Es verdad que estas técnicas no disponen todavía de las herramientas necesarias para explorar con precisión el período de la memoria primitiva prenatal. En general los especialistas tampoco han experimentado el contacto con sus propios sufrimientos iniciales, por lo que quedan sin resolver. Algunos llegan incluso a inquietar aún más al público, en conferencias o debates públicos y privados, sobre el peligro de otras prácticas menos convencionales mientras que en realidad la situación es la contraria. Guardar esas marcas dentro de uno mismo es precisamente lo que provoca inseguridad, como una verdadera “bomba de retardo” que se lleva encima sin saberlo o, más bien, sin querer verlo. Permanece siempre en el mismo estado y con el mismo riesgo de explotar. Cuando esto ocurre, muchos no identifican el origen de lo que acaba de pasar. Las depresiones profundas, las descompensaciones mentales, los suicidios, los infartos, los accidentes vasculares cerebrales, el cáncer, las enfermedades degenerativas u otras patologías específicas y los accidentes graves o mortales constituyen, entre otros, el paso a la acción de las emociones arcaicas reprimidas, contenidas durante demasiado tiempo en el interior, así como de las “decisiones” precoces no analizadas que limitan de esta forma la vida y ponen en peligro un equilibrio psicosomático ya frágil.
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Ni siquiera los análisis mentales o los métodos más modernos, como la Sofrología-relajación clásica, la Visualización creativa o el pensamiento positivo, son capaces de desactivar esta energía contenida y, por lo tanto, de curar cuando que se utilizan por su cuenta ya que su objetivo no es el de liberarla. En realidad, todas las técnicas conductuales hacen poco caso del descubrimiento y de la expresión emocional analizada del núcleo reprimido. Lo dejan intacto y bajo la imperativa necesidad de esconderse, mientras queda desplazado en proyecciones y juegos psicológicos casi permanentes, que se ponen en marcha una y otra vez bajo diferentes formas. Incluso las técnicas más innovadoras que reconocen el impacto que provoca el nacimiento sobre el futuro mental y somático del ser humano, se limitan a tomar el nacimiento como punto de partida de sus investigaciones terapéuticas. Una vez más, demasiado restringidas por la anteposición de los dogmas neurofisiológicos sobre el desarrollo del sistema nervioso, del cerebro y de la ausencia de lenguaje, estas técnicas hacen abstracción de las etapas de la vida in utero, si bien fundamentales para el equilibrio futuro, y la apartan de la investigación. A pesar de que pretenden acceder a la memoria primitiva, se limitan a pensar que todo comienza a partir del nacimiento e ignoran, por lo tanto, los impactos emocionales de los nueve primeros meses que son en realidad los responsables de que ciertas problemáticas persistan. Cuando las respiraciones de hiperventilación no conllevan una toma de conciencia de la relación presente-pasado ni tampoco están acompañadas de la integración de una nueva comprensión liberadora en la conciencia embrionaria o fetal, o bien en la del bebé en el momento del
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nacimiento, no se consigue otra cosa que generar descargas incontroladas o sintomatologías de tipo espamofílicas inoportunas y una sensación de bienestar aparente, a menudo transitorio, por no haber alcanzado las capas más profundas y no haberlas esclarecido. En Bioenergía, cuando no se realiza una descodificación del contexto cronológico que genera una determinada expresión corporal, seguida de una redecisión transformadora durante el estado ampliado de conciencia, sólo se evacúa un estrato de tensión superficial por medio de sacudidas de energía, pataleos, vibraciones y gritos. En cuanto al Análisis Transaccional y a la Psicogenealogía, a pesar de que yo utilizo y reconozco la transparencia y exactitud de sus conceptos, se trata de técnicas que durante sus prácticas tradicionales, incluidas las terapias de grupo de psicodrama, presentan numerosas lagunas sobre diversos aspectos de la exploración de la pequeña infancia y mares enteros sobre los revividos de las situaciones emocionales de la vida in utero y del nacimiento. Por lo tanto, lo que yo propongo es una asociación precisa de estas técnicas para poder beneficiarse de una sinergia óptima, siempre y cuando sea utilizada de acuerdo con una ética estricta y sea practicada por los profesionales que tengan una formación sólida y que ellos mismos se hayan liberado previamente de sus propias huellas pasadas por el mismo método que utilizarán a partir de entonces. Esta nueva técnica les proporcionará una transformación profunda y duradera que será palpable inmediatamente tanto en la vida cotidiana como en la salud de la persona.
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Al contrario que en psicoanálisis, el objetivo principal de esta terapia es la curación. Se obtiene cuando abrimos de par en par las puertas que conducen al núcleo del guión, que ha estado escondido con mucho cuidado dentro de uno mismo, bajo el pretexto erróneo de protección. Yo creo que el motivo por el que las consultas se llenan de personas angustiadas no es el de sus males, sino la idea de cambio. Para mí, la verdadera razón que todavía, después de un siglo, anima a los clientes a tumbarse varias veces por semana en los sofás herméticos del psicoanálisis para disertar insaciablemente sobre las impulsiones de su “ello” con relación a su “superego”, reside en la certeza inconsciente de que, de esta forma, nunca llegarán a curarse. Su núcleo primitivo, objeto del rechazo inicial y del que sin embargo tanto hablarán, no tendrá ninguna “posibilidad” de ser descubierto. Incluso un incondicional del psicoanálisis cuya obra lo demuestra se ha dado cuenta. Woody Allen, después de treinta y cinco años de psicoanálisis, ha declarado que está buscando otras terapias. No le resultará muy difícil encontrarlas pues su país es la fuente más importante de investigación y de métodos vanguardistas en este terreno. Seguro que pronto veremos en sus películas un bebé que habla, por qué no, desde el vientre de su madre, donde estaría escribiendo su propio guión con la esperanza de modificar el curso de su futuro, haciendo oír a sus padres sus necesidades y sus deseos... Un gran número de terapeutas ayudan a sus pacientes a expresarse sobre el día a día. Otros, en cambio, los animan a hablar
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de una parte de las huellas inconscientes, directas o simbólicas, que les han coartado desde la infancia más temprana. Aunque la mayoría está de acuerdo en que “todo se decide antes de los seis años”, lo que ocurre durante los primeros meses, tanto in utero como después, permanece escondido y sin explorar. Por lo tanto, al seguir encerrando los elementos reprimidos, se limita gravemente la vida personal y la salud. Es evidente que comparto la opinión sobre el carácter fundamental de los primeros años, pero además hago una precisión suplementaria, fruto de mi investigación y de la práctica diaria. Esta experiencia me permite afirmar que muchas de las personas que presentan malestares o enfermedades, encuentran la raíz de sus problemas en el período intrauterino.
“Todo se decide antes nacer” Estos nueve meses de gestación constituyen los fundamentos de la personalidad futura. Más adelante este período se verá reactivado por el acontecimiento esencial de la llegada al mundo y a veces también por las huellas emocionales específicas de las primeras semanas de vida. En la mayoría de los casos, lo que sucede durante los años siguientes a la gestación se interpreta en función del filtro establecido en aquel momento y va reforzando sin cesar la experiencia arcaica y lejana de la primera morada, el vientre de la madre. En realidad, la mayoría de las mujeres y de los hombres “deciden” en ese preciso momento del comienzo de la vida qué es lo que van vivir, en qué se van convertir, cómo van pensar y cómo van sentir.
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Una vida intrauterina mal vivida puede originar neurosis o enfermedades posteriores Las causas principales de estos desórdenes son las perturbaciones del ambiente celular, tanto de orden psicológico y fisiológico como inmunológico. Durante este período inicial de la vida, las células se multiplican a una velocidad vertiginosa y se organizan para formar los grandes sistemas del cuerpo humano. La etapa más intensa de proliferación comprende los dos primeros meses, período en el que se constituye un ser completo en miniatura y que señala el fin de la fase embrionaria y el comienzo del estado fetal, cuyo crecimiento continúa a un ritmo más lento. Los traumatismos emocionales de este período generan reacciones memorizadas para el resto de la vida puesto que este pequeño ser en desarrollo está fijando conexiones neuronales específicas, entre el origen de sus reacciones y los acontecimientos futuros, y los irá reforzando regularmente. Ciertas investigaciones publicadas a nivel internacional que fueron realizadas sobre animales, y que son extrapolables al hombre, muestran que la depresión y el miedo maternos imprimen en el bebé ciertas perturbaciones en el sistema inmunitario, en las sinapsis, en los receptores de los neurotransmisores y, en algunos casos, en la estructura cerebral. Está demostrado que la corteza cerebral del bebé cuya madre vivió su gestación en un ambiente privilegiado de bienestar, de juegos y de caricias tiene un grosor mayor, lo que conlleva un aprendizaje más rápido y una “inteligencia” más desarrollada. Las marcas grabadas durante situaciones emocionales traumáticas antes del nacimiento persisten de manera indeleble y
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afectan a las células y a sus funciones. Permanecen latentes en la zona límbica de la memoria emocional arcaica, inaccesibles espontáneamente a la conciencia más elaborada. Estas huellas, que son responsables de múltiples perturbaciones de las funciones vitales y de las secreciones hormonales e inmunitarias, constituyen el terreno sobre el que, en situaciones de estrés, se revelarán los malestares, las depresiones o las enfermedades, tal y como lo han demostrado numerosos estudios médicos elaborados en Estados Unidos recientemente, tanto en el campo de la investigación clínica humana como animal. La hipertensión, las enfermedades cardiovasculares, la colitis, las patologías de la tiroides, la sinusitis crónica y las alergias respiratorias, encabezadas por el asma, se asocian con frecuencia a los impactos prenatales. Estos últimos, grabados directamente en las células inmunológicas y en las células de multiplicación rápida, podrían reactualizarse más tarde tomando la forma de un cáncer, es decir, un tumor de reproducción rápida, o de enfermedades degenerativas e inmunológicas, esclerosis múltiple, diabetes insulinodependiente, poliartritis reumatoide, rectocolitis hemorrágica, enfermedad de Crohn, lupus, etc. Si bien siempre es difícil extraer con seguridad relaciones de causa-efecto que resultarían demasiado esquemáticas, me creo autorizada a exponer ciertos principios. Me parece esencial que todos los pacientes que presentan las patologías mencionadas anteriormente, aunque no se trata de una lista muy exhaustiva, se centren en la búsqueda de traumatismos prenatales e intenten liberarlos. De esta forma, la persona se dotará de todas las posibilidades de curación psíquica sin transferencia posterior de síntomas,
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puesto que ya no “necesitará” ni su enfermedad y ni los beneficios inconscientes que ésta le aportaba. En cambio, estaríamos cometiendo un error si intentáramos predecir o revelar el riesgo psicológico o somático de una determinada huella anclada in utero en esta serie limitada, a pesar de que ocurra en muchos casos. Los estudios sistematizados que serían necesarios para este fin, se enfrentarían a los insuperables obstáculos del funcionamiento inconsciente así como de la evolución espontánea de cada ser humano frente a su vida, sus mensajes y sus acontecimientos, por lo que queda imposibilitada, y menos mal, toda generalización. Lo que sí podemos afirmar es que se trata de probabilidades y de factores de riesgo potenciales, basados en las repeticiones y confirmaciones de los cuadros médicos que no podrían surgir, en ningún caso, del azar. ¿Acaso no existen suficientes datos como para que se deba difundir, sin alertar infundadamente, las constataciones de las nuevas vías de investigación psicológica? Yo creo que los padres y los bebés pueden beneficiarse de ella así como los adultos víctimas de las consecuencias de su pasado.
Cómo evitar estas huellas Lo principal es ayudar al niño a vivir su vida intrauterina en la máxima armonía, teniendo en cuenta además las necesidades de los padres y de su vida diaria. Ciertas recomendaciones y consejos prácticos, compatibles con las actividades de cada uno, os podrán servir de ayuda. El apoyo a los padres y sus bebés es uno de los objetivos prioritarios de este libro.
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Si a lo largo de estas páginas, algunos capítulos generan en vosotros sentimientos opuestos a mi intención de ayuda y progreso, deberíais replantearos la tela de fondo omnipresente. Es decir, la importancia de no juzgar y de ser consciente de los desconocimientos del pasado en un terreno invadido de lagunas, para todos y desde hace tiempo. Tómate un momento para reencuadrarte con respecto a las culpabilidades que podrían surgir por embarazos presentes o pasados. Tú no tienes ninguna responsabilidad... no sabías nada de esto. Además, todavía estás a tiempo de entablar el diálogo con tu hijo, tanto in utero, como después, ya que las palabras curan cuando aportan un sentido a lo que se ha vivido. Con frases simples, como si hablaras con un adulto, explícale lo que estabas viviendo en ese momento, dile que tenías una idea abstracta de él, que tus propósitos y tu comportamiento no estaban dirigidos hacia él y que todavía no le conocías. Ve estableciendo progresivamente nuevos diálogos con él y garantízale tu amor, ya verás cómo todo se resuelve. Si estas líneas suscitaran en ti ciertas inquietudes con respecto a una responsabilidad demasiado pesada, no dejes que te invadan. Siempre podrás volver a esta página para que te recuerde que puedes olvidar todo lo que has leído y mantener únicamente la conciencia de las necesidades básicas de todo ser humano a lo largo de su vida así como las de tu bebé ya antes de que nazca. Estas necesidades se resumen al amor incondicional, al reconocimiento y a la comunicación a través de la palabra y del contacto. Si todos los padres lo supieran y lo transmitieran a los embriones y los fetos que van a traer al mundo, les resultaría más
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fácil mantener estas energías esenciales que tanto necesita el bebé en crecimiento. Si hoy en día estas bases simples estuvieran más extendidas, teniendo en cuenta que los bebés pueden ser concebidos en general cuando se desean, o al menos en los países industrializados donde la infraestructura de contracepción, de prevención y de información psicológica lo permite, estoy segura de que habría muchos menos malestares y enfermedades sobre la tierra.
¿Cómo pueden liberarse de las inscripciones prenatales aquellos que las llevan? Un método original al alcance de todos Tanto en el caso de que se conozca a través de la familia la presencia de huellas prenatales sin que se haya presentado hasta ese momento ninguna sintomatología, como en el caso de que estos traumatismos se manifiesten clínicamente en malestares o somatizaciones diversas, es esencial revivirlos en terapia para poder liberarse de ellos. Esto se puede llevar a cabo en la edad adulta, pero también antes, en la adolescencia, en la infancia e incluso en la lactancia. En este último caso, el acercamiento se hará a través del lenguaje y en asociación con los padres. En cualquier caso, yo propongo un método original específico, descrito en detalle junto con otras aplicaciones en una obra precedente*. Esta técnica se practica en terapias individuales o de grupo. La inducción inicial de un estado amplificado de conciencia se realiza por medio de relajación, de música y de visualización, mientras el paciente está tumbado sobre un colchón. Yo * La Nueva Sofrología, Claude Imbert. Editorial Desclée De Brouwer, 2002.
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utilizo las bases de la P.N.L. para inducir el desplazamiento de la memoria y seleccionar los momentos específicos que vamos a explorar. Esta técnica, potenciada en algunas terapias por la Bioenergía y la respiración sobre todo en el momento del nacimiento, permite además que la memoria del cuerpo se exprese y facilita el acceso a la conciencia lejana a partir de los primeros días de vida uterina. La sugestión emocional se amplifica por la atmósfera de temas musicales determinados y la difusión de una grabación de latidos del corazón, tal y como se perciben en el vientre materno. Según mis conocimientos, este método, que consiste en hacer surgir las experiencias pasadas en la conciencia, es único por la globalidad del proceso y por el efecto liberador en los diferentes planos: físico, emocional y psíquico. Además yo integro, siempre en visualización “alfa”, los conceptos del Análisis Transaccional y de la redecisión que me sirven de base para acompañar la transformación. En cada uno de los acontecimientos prenatales y perinatales, una vez que el paciente se pone en la “piel” del bebé y recuerda las percepciones ambientales así como las reacciones internas secundarias, la fase de expresión de las emociones permite deshacer los bloqueos corporales y energéticos. En este momento, damos paso a la integración del tiempo y de la memoria, de la comprensión del Adulto. La exploración intrauterina es extensa. Comienza a partir de la concepción y más tarde se centra en la búsqueda de raíces asociadas al árbol psicogenealógico por medio de la visualización. De esta forma, los vínculos se irán individualizando y rompiendo muy rápidamente.
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En cada una de las etapas se van grabando en la memoria nuevas imágenes en el lugar de las precedentes, reducidas cada una de ellas a un “punto”, que mantiene aun así, como si fuera un holograma, el conjunto de los contenidos precedentes, pero siempre desactivados. No es una cuestión de manipulación ni ocultación de los acontecimientos ni tampoco un truco que permite dar una capa de rosa sobre otra negra. Todo ocurre tal y como habría tenido lugar en el pasado, si el bebé hubiera tenido a su lado un adulto con el que poder dialogar para entender y evitar las malas interpretaciones y las emociones bloqueadoras. Aquí se sitúa la pasarela con los consejos de comunicación, para los futuros padres, que están directamente relacionados con las necesidades del embrión y del feto descubiertas a la luz de las carencias y de los sufrimientos del pasado. Cuando atiendo al reducido grupo de personas que tiene dificultades para acceder a sus recuerdos, suelo guiar las terapias hacia los símbolos que utiliza el inconsciente para desvelar los anclajes establecidos in utero. Estos símbolos constituyen un aporte considerable para el análisis y la transformación de los rechazos que a menudo son su única expresión. Para los pacientes cuyas emociones están fuertemente “acorazadas”, las puertas se abren con la utilización inicial de la Bioenergía, que permite entonces revivir las experiencias. Al entrar en contacto con estas percepciones, nos damos cuenta de que los acontecimientos vividos se “vieron” y “oyeron” mucho antes del desarrollo funcional y conocido de estos sentidos. Las “sensaciones” y las “impresiones” que se desprenden de estos acontecimientos se traducen por reacciones internas de tipo “pensamientos” visuales o auditivos, bastante antes de la
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aparición del lenguaje y de la maduración de la corteza cerebral. Por imitación, las emociones y las “decisiones” quedan ancladas en la película inconsciente de ese momento preciso. Todo el mundo puede acceder a ella gracias a la terapia para concederle por fin al bebé que lleva dentro la palabra que entonces le fue denegada. Así podrá expresar sus sufrimientos e integrar una nueva “mirada” hacia los demás y hacia esa situación, con la comprensión Adulta que ahora tiene a su disposición. Todo esto conlleva una curación interior duradera. Estos ejemplos de terapia muestran, sin lugar a dudas, la realidad energética de la transformación, tanto durante como después del proceso. Finalmente, el recuerdo se distancia, se borra la versión inicial y se dota de una nueva libertad. Tras revivir la vida intrauterina y el nacimiento, se distancian, con el mismo método, los recuerdos emocionales principales de los primeros años de vida.
Conocerse o “co-nacerse” Conocerse implica saber cuáles son los elementos que mantenemos del período anterior a nuestro nacimiento, presentes en su forma inicial dentro del bebé que cada uno lleva en su interior, para poder proporcionarles un significado a través del lenguaje y poder crear vínculos de comprensión y de reconciliación en esos momentos lejanos de la vida. Esto es lo que quiero enseñar a todos aquellos terapeutas y personas con la vocación de ayudar a los demás que reconocen la importancia y la urgencia de poder disponer de un nuevo mé-
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todo que permita descubrir el terreno de los recuerdos, hasta ahora inexplorado, cuyo contenido ejerce una influencia omnipresente.
Una guía para todos Puede parecer una apuesta arriesgada mi voluntad de dirigirme al mismo tiempo tanto a adultos y profesionales a la búsqueda de nuevos métodos para resolver las principales cuestiones existenciales, como a las futuras madres y a los futuros padres para que se comuniquen a diario con el bebé que están esperando. Yo acepto esto reto y trataré de difundir de manera sencilla un mensaje cuyos diferentes aspectos están íntimamente unidos. Para ello, sugiero que todas las categorías lectoras orienten su mirada, su oído y su comprensión tanto hacia su propio ámbito como hacia el resto. Estoy segura de que de esta forma se establecerán con facilidad pasarelas y tomas de conciencia más amplias. Para vosotros los padres, no pretendo complicar vuestra tarea ya suficientemente difícil ni tampoco suscitar nuevos temores, sino que deseo ayudaros a dejar que vuestro corazón y vuestra intuición hablen... Vosotros también habéis sido bebés. Mi objetivo es el de favorecer la evolución de ciertas actitudes. Así podréis reforzar vuestra idea abstracta sobre el ser que va a nacer y potenciar la importancia y las ganas de hablarle, escucharle, tranquilizarle y explicarle cada día lo que él ve y oye sin comprender y sin poder comunicarse. El bebé os necesita.
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Una revolución cada vez más cercana Qué gran avance, para los padres y los niños venideros, el día en que los sistemas sociales, médicos y psicológicos propongan, incluso antes de la concepción, una verdadera preparación a la maternidad y a la paternidad. La integración posterior de estos conocimientos les permitirá adquirir actitudes mentales y emocionales positivas para engendrar un bebé y ayudarle a crecer, no sólo satisfaciendo sus necesidades materiales sino también aportándole amor y desarrollo global. Todo esto está más cerca de lo que parece.
Historias de vida que no son novelas Para esta obra he seleccionado numerosos ejemplos significativos de revividos del período prenatal. Mujeres, hombres o adolescentes presentaban en la mayoría de los casos malestares dominados por la angustia y el miedo, desvalorizaciones, falta de confianza, culpabilidad, carencia de amor hacia sí mismo, fobias o estados depresivos asociados a creencias negativas de las que necesitaban liberarse. Algunos de ellos habían sufrido violaciones, incestos y agresiones sexuales diversas, de las que arrastraban las consecuencias asociadas a esquemas de autocastigo. Otros habían manifestado síntomas o enfermedades, toques de alarma de un cuerpo encerrado en una prisión de bloqueos comunicativos y emocionales construida años atrás. Cáncer, sida, esclerosis múltiple, esterilidad o enfermedades psicosomáticas condujeron a estos pacientes a completar su tra-
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tamiento con una terapia de la vida intrauterina, que les permitió por fin salir de sus limitaciones. Sus transformaciones, cuyas descripciones encontraréis más adelante, son la prueba de que todo es reversible. Aquello que se “decidió” in utero puede volver a plantearse y a decidirse posteriormente en positivo, gracias a este nuevo tipo de análisis.
“Investigador del inconsciente”, la alquimia de la intuición y de la estructura... con el amor en primer plano En mi escucha como terapeuta siempre he dado prioridad a las sensaciones, en busca de nuevos descubrimientos en un terreno hasta ahora poco o nada explorado. He integrado en el plano psicológico mis ideas científicas y médicas con el fin de relacionar las consecuencias con las causas, de acercarlas entre sí en los detalles más sutiles... y llegar al tratamiento, a la “curación psíquica” del bebé interior y del adulto. Estos largos años de estudio y de práctica médica, me impusieron la necesidad de estructura y de lógica que me ha acompañado durante toda mi carrera. Sin embargo, siempre he pensado que lo racional no es nuestra mejor baza. Nos sirve de anclaje para plasmar y darnos cuenta del fruto de nuestras creaciones. Además, dentro de la práctica yo suelo conceder un puesto importante a la intuición. Si aceptamos determinados datos procedentes de este sexto sentido y los situamos después dentro de las estructuras de análisis, podremos llevar a cabo una alquimia esencial para el progreso.
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Es una pena que hasta ahora la mente humana se haya analizado casi siempre dentro de un sistema alternativo, frustrante y con límites. Si bien podría beneficiarse de ambas polaridades, normalmente se estudia desde el punto de vista de la razón o bien de la intuición, de lo racional o lo irracional, de lo visible o lo invisible... Ya es hora de trascender los marcos habituales. Así mismo, conservo y he ampliado la energía fundamental que me condujo hacia el ámbito médico hace veinte años, así como la tolerancia, el amor por el ser humano y la certeza sobre la perfección de la vida y de la creación.
Años de “alumbramientos” y de “renacimientos” para compartir Las personas a las que he acompañado, tal y como ocurrió en mi caso, pasaron de los guiones de fracaso y de limitación a la curación. Renacieron entonces hombres y mujeres libres de sí mismos y de su vida. He extraído esta síntesis a fin de reforzar mi objetivo primordial de información y de prevención dirigido a favorecer la progresión y la evolución de los conocimientos de cada uno y, por tanto, del conjunto. Todos estos años de investigación, de terapia y de alumbramientos sucesivos de un nuevo yo que experimentan las personas que vienen a mí, así como los caminos que les llevan a “renacer”, no pueden quedarse en los cajones de mi experiencia personal. Cada uno de nosotros es una luz resplandeciente que queda velada por sus sufrimientos, que siguen reproduciéndose dentro
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de uno mismo y a veces también afectan a los demás... Esta luz se enciende con la primera célula de nuestra vida embrionaria. Nuestra misión es la de dejar que brille en toda su potencia para que pueda crecer infinita e indefinidamente. A partir de ese primer momento, también es importante tener en cuenta que el embrión siente pero carece de información. Durante estos nueve meses el amor, la comunicación y el diálogo protegerán esta llama, le ayudarán a crecer y a alcanzar su pleno desarrollo para toda la existencia.
Las pruebas científicas y la exploración de los “pensamientos” in utero, al filo de lo imposible El campo poco conocido de la ciencia de la vida intrauterina procede de un único acercamiento. Los embriólogos describen con talento las diferentes etapas del desarrollo progresivo de la primera célula hasta el bebé, la aparición sucesiva de tejidos, de órganos... Los fisiólogos intentan explicar cómo evoluciona este pequeño ser en su primera fase de vida, pero todos están limitados por los medios de exploración y los instrumentos de investigación. La tecnología nos queda pequeña a pesar de que parezca muy elaborada. La suma de pensamientos, sensaciones y emociones infinitas que representa el ser humano sigue siendo imposible de cuantificar y de identificar de manera científica. Lo que sí sabemos es que ciertos lóbulos del cerebro son los responsables y que las fibras nerviosas son las encargadas de conducir el influjo. Sin embargo ninguna sonda, ningún rayo láser ni cualquier otro instru-
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mento sofisticado ha conseguido hasta ahora explorar el consciente y el inconsciente para detectar lo que ocurre en un instante determinado. ¿Qué pensamiento? ¿Qué sentimiento? ¿A qué se deben? Pero no sólo “aquí y en este momento” sino también ¿qué es lo que se ha reactivado del pasado lejano? Si bien la exploración del funcionamiento psíquico se efectúa por medios distintos, desmarcados de la tecnología, se trata de una realidad reconocida por todos, aun cuando utiliza jergas diferentes, a veces herméticas como el psicoanálisis, otras veces accesibles a todos. Debéis tener presente que la vida embrionaria hace referencia al mismo campo de análisis del consciente y del inconsciente. Estamos lejos de dominar el modo de pensamiento-emoción del adulto. Entonces, por qué pedir técnicas directas que expliquen todo sobre los embriones y, a falta de ellas, rechazar en bloque la idea de un cierto modo de “pensamiento” específico de esta fase de la vida, a pesar de que las estructuras actualmente conocidas como los cimientos tradicionales de estas funciones no estén todavía desarrolladas anatómica y fisiológicamente. Estamos siempre hablando del ser humano con su lado misterioso. ¿Y si no se pudiera racionalizar todo? Ésta es mi conclusión tras examinar los datos psíquicos recogidos en las revividos, acompañados de las pruebas retrospectivas de su autenticidad. Este postulado permite dejar una puerta abierta a un modo de conciencia particular, perteneciente a la vida prenatal, y que haría del bebé in utero, tal y como ocurre después, un ser con funciones perceptivas e intuitivas mucho más desarrolladas de lo que parece.
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¿Una revolución para mañana? La psicología a la ayuda de la medicina Tal vez, por primera vez en su historia y en la de la ciencia, los conocimientos esenciales tendrían su origen en la psicología, vínculo evidente, pero todavía demasiado rechazado, entre dos mundos que podrían enriquecerse tanto mutuamente si aceptaran encontrarse más a menudo. Durante este siglo tan rico en progresos científicos, hemos olvidado otorgarle al hombre su lugar esencial... pero pronto lo retomará. Con este fin los representantes del mundo terapéutico del inconsciente y del “alma” debemos permitir que nuestra intuición rebase nuestra lógica para construir nuevas vías, a pesar de que la ciencia no nos de la razón y se oponga incluso a nuestras tesis, desdeñando las pruebas clínicas. Con frecuencia el futuro da la razón a los pioneros y la tecnología suele arrastrar un retraso considerable frente a las ideas. Evidentemente algunos investigadores son innovadores, especialmente en el campo de la esterilidad y de la procreación in vitro*. Asimismo juegan un papel notorio en la sensibilización de la población ya que preparan el camino a la psicología en el campo de la relación entre padres e hijos y sus consecuencias desde la fase embrionaria. Desearía que cada vez fueran más numerosos los médicos que aceptan la posibilidad de la existencia de una memoria sen* Le bébé dans tous ses états, René Frydman, Myriam Szejer, Éditions Odile Jacob, 1998, París. Dieu et l’embryon, René Frydman, Éditions Odile Jacob, 1997, París.
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sorial y de una conciencia fetal preverbal, así como su importancia en la estructura de la personalidad futura. Se habrá dado un gran paso el día en que acepten ver que no existe ningún riesgo para los futuros bebés puesto que no se trata sino de hablarles de amor. Es lo contrario precisamente lo que podría ser nefasto... sólo hay que observar las secuelas del pasado. Para ello, estos profesionales deben ponerse a la escucha de las nuevas terapias que, al hacer surgir en el adulto el contenido de la memoria de la vida intrauterina, les aportarán los nexos y las pruebas que la tecnología todavía no es capaz de obtener.
Somos los pioneros de un cambio anunciado El juego de la evolución le proporciona a la humanidad etapas a superar, avances que realizar y asuntos que descubrir o redescubrir. Sin embargo, esto sólo puede llevarse a cabo si nos alejamos de los sistemas en los que nuestros padres y nuestra genealogía siempre funcionaron. Sin culpabilidad y aceptando las razones de sus límites pasados, necesitamos poder ser mujeres, hombres y padres diferentes de aquellos que nos criaron. Para avanzar en nuestro futuro como grupo debemos, además y ante todo, dejar atrás la ignorancia y el poder, desvincularnos de su búsqueda y de los posibles beneficios que pensábamos extraer. Son insignificantes frente a la verdadera recompensa. Debemos evitar que los problemas nos conduzcan a la solución y fomentar su anticipación por voluntad propia. Para establecer los medios de evolución y de prevención necesarios para
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el tercer milenio, ¿debemos esperar a que algún gran estudio estadístico se desarrolle durante un período de tiempo extremadamente largo para que demuestre que los bebés concebidos para ser felices, que son deseados, amados y considerados como personas, se convierten después en niños y en adultos equilibrados y con buena salud porque guardan del comienzo de sus vidas “impresiones” armoniosas? Nosotros ya lo podemos afirmar. Cuando las instancias de poder y los organismos públicos de reembolso o de prevención propongan todas estas medidas, también se harán cargo de informar al público así como a los padres actuales y los futuros para prevenir las consecuencias posteriores, como enfermedades, malestares o depresión y los costosos tratamientos que éstos implican. Los responsables financiarán mayoritariamente las terapias breves, preventivas o curativas, por los beneficios que pueden generar para todo el mundo. ¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que la medicina lo descubra y acredite por fin unas intuiciones que ya se fundamentan con pruebas? ¿Durante este siglo que se anuncia espiritual se hará hincapié en los valores femeninos, tal y como lo prevén ciertos sociólogos? Yo creo que sí. Tras una fase de desarrollo excesivo de la energía masculina, que no ha demostrado una eficacia real para la evolución de la humanidad, esta era se abrirá hacia un nuevo ciclo en el que se antepongan el amor, la compasión, la comprensión, la sensibilidad y la intuición, es decir, todas las cualidades Yin que predominan en el sexo femenino.
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Con este fin y en calidad de mujeres tenemos que pasar por un feminismo excesivo, probablemente necesario de forma transitoria para hacernos oír tras milenios de condición dolorosa que permanece anclada en el inconsciente colectivo, para llegar a la expresión verdadera de toda nuestra feminidad. Debemos recordar que cada una llevamos, en un poco menos de la mitad de nuestra persona, las características Yang necesarias y suficientes para llevar a cabo las acciones encomendadas, ahora que la aventura de las pioneras nos sirve de precedente y nos ha preparado asimismo el acceso definitivo a una igualdad tangible en la complementariedad. En cuanto a nuestros compañeros masculinos, están empezando a experimentar los valores femeninos que llevan dentro y que reprimieron durante tanto tiempo. Las mujeres de todas las culturas han sido las precursoras de sus sociedades, a menudo ejerciendo su poder en la sombra. Hoy en día lo van a hacer públicamente para que todos juntos podamos dirigirnos hacia un progreso real y equilibrado. También son los modelos a seguir para sus hijos. Juegan un papel fundamental en la relación con el bebé in utero por su sensibilidad a las necesidades del pequeño, al tiempo que respetan sus propios derechos como mujeres. Su deseo constante de enriquecer sus conocimientos a favor de su bienestar, más basado sobre la intuición que sobre datos científicos, me da confianza para la difusión futura de este mensaje. Todo esto me lleva a pensar que su papel de mujeres y de madres les conducirá a constituir los nuevos pilares sobre los que se fundará nuestra civilización futura.
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Una vida intrauterina en armonía para una mayor igualdad de oportunidades en el futuro Los líderes que manejan la vida política y social deberían también ser conscientes del momento preciso en el que esta igualdad se consiga así como del nivel real en el que se sitúe, no tanto en el aspecto económico sino más bien en el plano de los mensajes de amor y de deseo, recibidos o no, sin condición a partir de la concepción. De esta forma podrían proponer programas de acción adaptados realmente a las raíces esenciales de los problemas y no a sus consecuencias tardías. Para salir del error en el que nos encontramos muchos de nosotros hoy en día, los problemas deben ser abordados en sus causas y no más tarde porque no conllevaría resolución alguna, sino quizá una agravamiento del sentimiento de impotencia y del pesimismo individual y colectivo. Este siglo, tan rico en progresos y descubrimientos sobre el bienestar, la prevención y la salud, queda ensombrecido por el aumento de los problemas humanos y sociales, desde depresiones crónicas, soledad, fracasos afectivos y paro de larga duración hasta enfermedades existentes y la aparición de otras nuevas. Persiste una cierta “prehistoria” psicológica que afecta principalmente al gran público. El aumento de la utilización de tranquilizantes y antidepresivos que anestesian los dolores más profundos sin curarlos no resuelve los problemas sino que los amplifica. No sirve de nada buscar soluciones externas al problema del desempleo y del trabajo cuando éste tiene su origen en el inconsciente de cada uno, bien alejado de la conjetura social y económica de la que tanto hablan los políticos en vano.
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Todos aquellos que se inclinan hacia el ser humano y su psicología saben que el guión de fracaso es interior y que el pasado está siempre presente. ¿Cómo podría un adulto cuya infancia estuvo llena de creencias limitadoras encontrar en sí mismo el poder necesario para afirmarse en la confianza y el optimismo? ¿Cómo puede canalizar todo su ser hacia los valores personales propios, única posibilidad de éxito, aquel o aquella que guarda inscrito el recuerdo de no haber sido deseada? Aquellos que llevan en su interior un bebé que creyó que nunca serían satisfechas sus necesidades de amor y de reconocimiento siguen creyéndolo en el fondo y continúan proporcionándose las pseudopruebas que ellos interpretan como realidades en su vida social. Más tarde el adulto, sin darse cuenta, convencido de que no fue reconocido por su padre o por su madre, proyectará la misma creencia en su pareja o en un superior jerárquico, buscando inconscientemente el conflicto que generará, tal y como ocurrió en el pasado, su sentimiento de rechazo. Probablemente estará reinterpretando el mismo guión que vivió in utero, cuando percibió el no-deseo o la preferencia por el sexo opuesto que le llevó a creer que era culpable y que no podía ser amado ni valorado, es decir, que debía ser castigado. ¿Qué milagro hace posible que un feto que no quiere nacer, que ya se siente petrificado por su visión del mundo a través del filtro emocional del microcosmos familiar y por sus percepciones de las reacciones paternas, sea capaz de implicarse en la vida con confianza a pesar de que no lo hiciera en su nacimiento? ¿Cómo se establecen voluntades de acción sólidas y positivas, cuando la primera que nos propusieron en el nacimiento se memorizó como la lucha entre dos impulsos, seguir vivo creyendo
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en todo momento en una muerte inminente contra la que hay que luchar para sobrevivir? Así es como la palabra acción se convierte en sinónimo de miedo, incluso de terror, sensaciones inscritas en la mayoría de los humanos antes del nacimiento y en el resto durante la llegada al mundo. Teniendo en cuenta el proceso inconsciente de reconfirmación, con frecuencia revivimos inconscientemente nuestro nacimiento tanto en el plano profesional como personal. Por la sucesión de secuencias diarias en la relación con los padres o de determinados acontecimientos, felices o no, la infancia reactivará el núcleo psíquico inicial dentro del primer momento emocional responsable de la decisión de supervivencia. No sirve de nada dejar que la mayoría debata sus problemas afectivos, cada uno achacando sus males sobre los demás. ¿Cómo podrían imaginarse por sí mismos que todos participan inconscientemente en sus problemas y que necesitan liberarse de las causas profundas que, sobre una cuestión tan esencial como es el amor, se remontan a la primera infancia y al principio de la vida? Todos somos creadores de nuestra existencia por la opinión que tenemos de ella. El deseo que pido para todos, a las puertas del desarrollo que tenemos delante, es el de prevenir y curar los sufrimientos de estos momentos fundamentales e iniciales de la vida, tanto para padres y bebés como para los adultos que todavía los padecen. Me pregunto si la justicia juega realmente su papel en el año 2000, con sus veredictos y prisiones, teniendo en cuenta que, más allá de la defensa prioritaria de las víctimas y de la colectividad no otorga una escucha diferente a aquellos a quien condena. Estos seres llevan todos dentro un Niño interior encarcelado des-
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de hace mucho tiempo en sus prisiones inconscientes. A pesar de sus acciones, necesitan que se les considere como seres humanos cuyo sufrimiento, aunque no siempre se perciba, se ha desviado y su violencia primitiva se ha desinhibido en un paso a la acción. También se ha demostrado que los dolores fetales graves in utero o en el nacimiento asociados posteriormente a dificultades afectivas durante la infancia favorecen además los problemas psíquicos y somáticos, es decir, la delincuencia y la criminalidad ulterior, de igual manera que la violencia o las violaciones sufridas en este período pueden, a la edad adulta, convertir la víctima en agresor. ¿Podemos contentarnos en la actualidad, tal y como ocurre normalmente, con clasificar a éste último como un ser monstruoso sin percibir al mismo tiempo la terrible violencia en la que está sumido por culpa de un sufrimiento de la infancia brutalmente exteriorizado? ¿Y si le ayudamos a curarse por medio de unas estructuras terapéuticas al tiempo que ponemos a la sociedad al abrigo? Para conseguir la igualdad ¿acaso es normal que a comienzos del siglo XXI la educación siga ocultando aquellos métodos de aprendizaje que han demostrado, en ensayos pilotos serios, su rápida eficacia sobre la inquietud, la falta de confianza y otros problemas infantiles? La Nueva Sofrología, enriquecida por la Visualización y ciertos principios de la psicología y de las artes marciales, conllevan rápidamente una mejoría, una dinámica mental positiva, más comunicación y creatividad, tal y como se constata en el simbolismo de dibujos realizados antes y después de las terapias breves, que se pueden efectuar a todas las edades. Mejoras en los re-
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sultados escolares y fortalecimiento de la calidad de concentración y de la confianza son ejemplos de lo que estas innovaciones pueden aportar, sin olvidar a los profesores quienes pueden mejorar en gran medida la gestión de su estrés y de sus energías. También podrán asimilar y transmitir mejor el rol de modelo que juegan frente a los niños así como los mensajes de capacidad, de protección y de amor que esperan de ellos, para no repetir las palabras negativas recibidas de sus instructores, maestros y a veces también de sus padres durante la infancia, sin haber podido analizarlas, controlarlas o liberarse de ellas. Me gustaría que la implantación de nuevos métodos pedagógicos procurados por medios internacionales favoreciera la integración de un nuevo enfoque que haga progresar el aprendizaje escolar y el clima en que se desarrolla. Este tipo de programa también está dirigido a adolescentes que presentan fracaso escolar. Estos jóvenes verían ampliadas sus oportunidades de reinserción por medio de una sinergia psicoterapéutica. En cuanto al ámbito político, el papel que podrían jugar sus líderes en la puesta en marcha de campañas informativas y de acción brillaría sobre algunos terrenos, como la salud, la educación y el trabajo. ¿Debemos esperar a que algún día llegue este cambio fundamental cuando actualmente muchos de los que podrían beneficiarse ya están listos, siempre y cuando dispongan de información concreta y convincente? Este futuro me parece todavía lejano e irrealista para las mentalidades actuales de los ámbitos oficiales a quien implicaría.
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Nos concierne a todos No se trata únicamente de un asunto para especialistas, todos los días los padres necesitan comprenderse mejor a sí mismos y a sus hijos para que tanto los unos como los otros sean más felices y se sientan bien “en su pellejo”. Para ello necesitan disponer de información y de consejos a gran escala, basados en la realidad del mundo del “pensamiento” y de la “decisión” de esta primera fase que constituye la vida prenatal y en el nacimiento, tan importante que determinará la “visión” del bebé sobre el mundo, sobre los demás y sobre sí mismo que mantendrá durante toda su vida... Cada uno de nosotros, donde quiera que esté, tiene un lugar en el inmenso edificio de la información y de la prevención. Los medios de comunicación son también uno de los factores determinantes de la gran aventura psicológica en este cambio de siglo. Cualesquiera que sean los soportes, la multiplicación y la calidad de los temas transmitidos al gran público, los medios de comunicación garantizan una expansión rápida del progreso.
¡Hombres y mujeres bien informados... Sí! ¡“Superpadres”... No! Mi objetivo no pretende en ningún caso denigrar o culpabilizar a nadie, y menos aún, a los padres del pasado o a los actuales. Ellos no eran conscientes de las consecuencias. Aquellos que a lo largo de estas páginas crean haber cometido errores tienen que tranquilizarse, no pasa nada. Es el desconocimiento
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asociado a la desinformación el que le ha hecho actuar o pensar de esa manera. En cuanto a las instituciones, están constituidas por seres humanos tan ignorantes en conjunto como individualmente. Esto significa además que, incluso en un futuro en el que estemos mejor informados, se producirán olvidos, errores y momentos de estrés. Claro que es totalmente normal. Las emociones forman parte del ser humano y solamente los grandes especialistas podrían controlarlas a la perfección. La vida diaria durante el embarazo comporta numerosas situaciones que se desarrollan tanto positiva como negativamente durante estos nueve meses. El feto no pide que se le consagre veinticuatro al día, además de los sueños como un extra. No necesita tu atención permanentemente... al contrario. Desea vivir desde el principio una cierta libertad, tener momentos de intimidad y de descanso.
Un derecho fundamental de los bebés a las puertas de un nuevo milenio: la libertad de su futuro... En calidad de padres, tenéis libertad plena para asimilar o no estos nuevos conocimientos, pero no olvidéis tampoco que esta libertad acaba donde empieza la del otro. Aquí se trata del bebé y del ser en potencia que se está formando. Una vez tomada la decisión de tener un hijo, le debéis al bebé todas las oportunidades de armonía y de salud a vuestro alcance para su vida futura. Esta necesidad básica para el futuro de los bebés, debéis satisfacerla y asegurar su continuidad ya antes del nacimiento.
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LA VIDA ANTES DEL NACIMIENTO
Ella seguirá presente y los niños, los adolescentes y los adultos que hayan vivido determinadas circunstancias emocionales in utero dispondrán también de métodos eficaces que les permitirán ser ellos mismos para participar en la etapa esencial que va abordar la humanidad en este nuevo siglo.
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¿A QUIÉN VA DIRIGIDO ESTE LIBRO?
Para vosotros... Adultos, adolescentes o niños que vivís limitaciones todavía sin explicación, ahora podéis ir en busca de sus raíces lejanas y escondidas gracias a una terapia de la vida intrauterina y del nacimiento que ya está a vuestra disposición para que os liberéis y viváis en armonía. Si sufres angustias diversas, malvivir, desvalorización, falta de confianza y de amor por ti, soledad, fracasos afectivos o profesionales repetidos, depresiones, dificultades en la toma de decisiones, incapacidad de acción o de llevar a cabo tus objetivos o padeces alguna enfermedad, te darás cuenta a lo largo de estas páginas que existe una solución simple gracias a la cual no tendrás que pasar años acostado sobre un diván para llegar a comprender lo que te pasa ni cambiar drásticamente tu día a día, tal y como ocurre con la mayoría de las terapias. Este breve análisis, individual o de grupo de varios meses, o incluso varias semanas, según el programa que tú elijas, te aportará tomas de conciencia eficaces cuya rapidez es imprevisible, a
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veces inmediato y otras veces más largo, porque es necesario que cada uno siga su propio camino a su ritmo a fin de conseguir un renacimiento profundo y duradero. Este método te permitirá remontar el curso de la película de tu memoria para transformar los momentos que hacen de tu vida aquella en la que se ha convertido y no aquella que podría llegar a ser. En realidad, inconscientemente te bloqueaste, limitaste y encerraste dentro de los muros que tú mismo construiste, creyendo que en tu caso ya estaban presentes en el vientre de tu madre. Tendrás que echarlos abajo progresivamente para poder reconstruir un nuevo edificio de bienestar y de salud. Todos aquellos que deseen conocerse mejor, podrán ponerse en el lugar del embrión y del feto que fueron para que por fin éstos tomen la palabra y puedan liberarse de sus limitaciones a través del diálogo durante la terapia. Al dejarte guiar por tu intuición podrás, además, reencontrar la conciencia de tu bebé interior. Quizá sus historias hagan eco en algunas de las tuyas. Comprenderás mejor qué es lo que hoy en día te puede limitar y sabrás dónde encontrar las claves y las personas que te acompañen en tu curación interior.
Para vosotros... Padres actuales y futuros, porque el futuro de vuestros hijos es una prioridad, al igual que el vuestro. A fin de evitar que se perpetúen los esquemas bloqueadores en el bebé y para prevenir las consecuencias posteriores. Mi objetivo es el de ayudaros a descubrir, desde los primeros instantes de la vida, que la conciencia embrionaria existe bajo una forma intuitiva, sintética,
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memorizada y asociada a un funcionamiento primitivo de los sentidos. Esta conciencia carece de lógica constructiva, de capacidad de análisis y de palabras expresadas por lo que los problemas pueden persistir a lo largo de toda la vida. Ciertas palabras quedarán grabadas en los “pensamientos”, en las “decisiones” y también en el cuerpo. ¿Es éste el “funcionamiento de la vida” o podemos cambiarlo para ir más allá en la búsqueda de bienestar? ¡Claro que sí! Nos encontramos en el umbral del siglo veintiuno, un milenio en el que la conciencia humana y planetaria está preparada para evolucionar, crecer e iluminarse. Encontraréis personas cada vez más formadas para prepararos hacia este encuentro con una nueva vida. De esta forma os convertiréis en los padres que los bebés esperan para ser amados y criados en conciencia. Estos seres que habéis decidido concebir os necesitan para poder entrar en contacto con vosotros. Su camino podrá comenzar en el resplandor, simbolizado por vuestro deseo, vuestro amor incondicional y vuestra voluntad de ayudarles a convertirse en lo que llevan en el fondo de sí mismos para realizarse y ser felices. Para que se transmita a las generaciones futuras una nueva manera de vivir la espera de los hijos, preparándoles a convertirse en los hombres y mujeres libres y conscientes que construirán el nuevo siglo venidero. Para vosotros... Profesionales, dedicados a la terapia de adultos, adolescentes o niños o bien al apoyo de las madres, de los padres y de los
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bebés desde la concepción hasta período neonatal, así como los primeros meses en el mundo y los primeros años, pasando por la vida intrauterina y el nacimiento. Encontraréis en estas páginas información probablemente nueva o que confirma vuestras percepciones intuitivas y vuestras experiencias. Los médicos, los obstetras, las comadronas, los especialistas en neonatología, los pediatras, las enfermeras, los puericultores, los asistentes sociales, los psicólogos, los sofrólogos... podrán ayudar en todos los eslabones de esta cadena capital de información, de prevención y de cuidados físicos, psicológicos o espirituales, a los más pequeños para que sean felices y tengan buena salud, al tiempo que ayudan a los adultos que llevan dentro. De forma paralela los padres, más conscientes, se harán oír, aconsejar y acompañar para realizar en armonía la alquimia de su papel con respecto a su hijo así como el de mujer u hombre en evolución sobre su propio camino. Para vosotros... Futuros bebés, que seréis los niños y los adultos del siglo XXI, espero que este libro haya llegado al corazón de vuestros padres y comprendan vuestra gran necesidad de que contribuyamos cuanto antes a la construcción de un futuro más justo y libre.
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QUÉ HAY QUE HACER
Una forma original: dar la palabra a los bebés He querido otorgar el “derecho a la palabra” de vez en cuando a los embriones y fetos. Es evidente que a través de su voz, me hago eco de los sufrimientos vividos en este período de la vida recopilados por los adultos a los que he ayudado a “renacer”. Los límites a los que se enfrentaron los bebés del pasado, las necesidades y las carencias que padecieron, me condujeron hace tiempo a definir los deseos universales de todo bebé por nacer, que confirman aquello que yo ya había descubierto en mi propia historia. Los sufrimientos que expresan a “grito limpio” en su interior algunas personas en el curso de las terapias así como las energías positivas que experimentan al reestablecer el diálogo con la lógica de su Adulto interior, constituyen las pruebas de que existe algo capaz de alimentar su bienestar y de apaciguarlos, reconciliarlos y curarles.
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Para describirlo, les otorgo simbólicamente la palabra en los textos en cursiva... al principio de cada uno de los capítulos principales. De esta forma podréis imaginarlos como si estuvieran hablando directamente con vosotros, con palabras sencillas, y podréis haceros una idea de su forma de “pensar” y de lo que todavía no pueden decir. Los bebés in utero encontrarán aquí una voz para alcanzar vuestro corazón y vuestra comprensión.
Todas las etapas de una fase iniciadora de nueve meses... ¿Cómo superar los límites del pasado a favor de un futuro libre? Para una mejor comprensión, describiré, por orden cronológico de aparición, los datos esenciales de las situaciones emocionales más frecuentes de la vida intrauterina. Estarán ilustradas por secuencias extraídas de momentos de terapia o de casos resumidos sintéticamente. También aquí lo expresado por la persona durante la terapia estará marcado en cursiva. Por supuesto, todo este material no ha surgido de golpe sino que constituye la síntesis de numerosos revividos en terapias individuales, de los que he condensado el contenido. Los nombres de los pacientes han sido modificados a fin de conservar el anonimato. Constataréis a lo largo de vuestra lectura que el bebé in utero es a menudo objeto de impactos emocionales sucesivos, por ejemplo, un no-deseo seguido de una preferencia por el sexo opuesto, asociado a proyecciones genealógicas de miedo o a fallecimientos tempranos e inesperados que podrían generar un
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“niño de reemplazo”. En algunos casos, también se suman a esta cadena acontecimientos posteriores al embarazo. He clasificado cada ejemplo en el campo en el que me parece más representativo y os dejo a vosotros la tarea de identificar otros rasgos comunes. Para que fuera más claro, he presentado cada historia íntegramente a fin de resaltar la globalidad en la que participa cada uno de los elementos del puzzle. Las he seleccionado, por una parte, por su carácter demostrativo del mundo de las percepciones, de los “pensamientos” y de las emociones de la conciencia embrionaria y fetal que se expresa de nuevo en el adulto por medio de los revividos y, por otra parte, por el vínculo causal que une estas historias a los motivos que trajeron a los pacientes a la consulta. Me apoyo sobre los análisis exhaustivos realizados con los informes de las personas a las que he acompañado. Las frases citadas son la transcripción fiel del material recogido durante las terapias, con el fin de transmitir con precisión lo que viven los bebés en el vientre de su madre. Teniendo en cuenta la gran cantidad de casos y su incidencia así como los procesos reproductivos que conllevan rápidamente transformaciones de larga duración y curaciones psíquicas, he podido establecer relaciones de causa-efecto significativas entre una problemática desarrollada y una o varias huellas prenatales. De manera inversa, me parece imposible deducir en el caso de un contexto de sufrimiento in utero conocido, cuál podría ser la consecuencia posterior ya que se debe tener en cuenta el factor de probabilidad. De hecho, se ha demostrado que si inmediatamente después del nacimiento se establece un vínculo fuerte de amor entre el bebé y alguna persona del entorno, los efec-
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tos del traumatismo inicial pueden neutralizarse. No obstante, si tras el parto se da de nuevo un contexto de abandono, sea cual sea, este impacto futuro y su repetición aumentarán la posibilidad de malvivir o de enfermedad en la infancia, en la adolescencia o en la edad adulta. Por lo tanto, los períodos largos alejado de los padres o la creencia de su incomprensión y de su desinterés, las nodrizas, los duelos, los internados o las agresiones sexuales pueden agravar el cuadro. En resumen, cuanto más se repitan los impactos emocionales después del estado fetal, más numerosos serán en la infancia y mayor será el riesgo de sufrir las consecuencias posteriores. Por otra parte, el amor recibido después de nacer y a lo largo del desarrollo del niño puede cicatrizar las heridas anteriores al tiempo que aporta alternativas sólidas de reconocimiento si las “decisiones” todavía no se han consolidado. ¿Afecta esto a la totalidad o sólo a una parte de las marcas? ¿Puede ser liberado por completo un no-deseo gracias a un futuro de ternura y de cariño? Yo creo que no. Si se conserva una represión, podrá resurgir en algún momento. ¿Nos curamos espontáneamente de nuestros sufrimientos prenatales o del nacimiento? Tantas preguntas que se necesitarán aún muchas investigaciones para poder aportar respuestas satisfactorias. De todas formas, una vez completada la terapia de la vida intrauterina y del nacimiento, se consagrarán algunas sesiones posteriores, siguiendo el mismo principio, a los episodios emocionales posteriores. Cuando se trata de casos de adopción, se pueden plantear las mismas cuestiones sobre el momento en que tuvo lugar el verdadero abandono y sobre los sufrimientos fetales más signi-
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ficativos. Estos niños necesitan ante todo que la sociedad y sus padres adoptivos den prioridad al amor incondicional, pronunciado con palabras y expresado con gestos. Éste es el factor determinante sobre el que deberían basarse los informes de los organismos responsables, en lugar de tener que rellenar impresos interminables en los que no siempre se aborda lo esencial: la aptitud de los padres hacia el amor que garantizará el bienestar futuro de sus hijos. Si no está presente de manera natural, será necesario suscitarla a través de información o consejo, incluso a través de una terapia breve para que, al igual que ocurre con los cursillos de maternidad y de paternidad, tanto la madre como el padre puedan liberarse de los modelos limitadores de su pasado.
“Para vosotros que vais a ser padres” y “la carta de los bebés...”, Consejos para todas las circunstancias Al final de cada capítulo, encontraréis información relevante al tema que se acaba de abordar y que os ayudará a manejar una situación similar y a evaluar si es necesaria la ayuda de un profesional. Aquellos que lo deseen pueden incluso empezar su lectura por esta parte. Sin ser exhaustivo ni alarmante, este párrafo tiene como objeto daros a conocer realidades diarias y proposiciones simples para abordar adecuadamente ciertas situaciones que podrían tener lugar durante la espera de vuestro bebé. En otros casos, podréis también utilizarlas a título de consejo para personas de vuestro entorno que lo necesita y os pide vuestra opinión.
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¡Recordad!... ¡Una resistencia puede esconder otra! Al leer las descripciones de las sesiones de terapia, algunos creerán probablemente que se trata de fantasías o de crisis de histeria, otros pensarán que son construcciones puramente mentales del adulto. Sea lo que sea, mi impresión como terapeuta durante las terapias y los resultados duraderos tras el análisis, constituyen para mí las pruebas de que se ha recontactado y transformado la conciencia. Lo que no puedo redactar con precisión en un texto y que en realidad es fundamental, es todo aquello que tiene lugar en el cuerpo, la emoción y lo no-verbal de los pacientes. Las personas dubitativas que aceptaron probar la terapia individual o de grupo, quedaron la mayor parte tan emocionadas y convencidas que ahora difunden esta información para dar a conocer el tema. Aún así, todavía quedan cartesianos empedernidos y escépticos obstinados que no dan su brazo a torcer y que deberían darse cuenta de que sus propios miedos les tienen presos.
Si pensáis: “Hoy en día es más corriente... en nuestra época ignorábamos todo esto...” ... debéis saber que el modo de funcionamiento del inconsciente del bebé siempre ha sido el mismo y que no es una generación la que le ha hecho mutar, a pesar de que antiguamente se le acordaba poca importancia al bebé y a sus sensaciones dentro del vientre de la madre. Estas reacciones comprensibles te han dado el permiso de enmascarar fácilmente ciertos momentos importantes que querías
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seguir “protegiendo”. Al creer que los habías “olvidado”, pensabas evitar una nueva confrontación con las emociones que te han hecho daño. Recuerda que un toque de varita mágica no puede hacerlos desaparecer, que siguen ahí, activos, sin que te des cuenta, y que sólo te liberarás de ellos por medio de una terapia específica.
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PARA SITUARTE EN TU PROPIO CAMINO
Algunos de vosotros ya habéis comenzado a hacer pinitos en vuestro desarrollo personal, por medio de terapias que os hacen sentir bien por momentos pero recaéis siempre en vuestros antiguos esquemas. Es normal... los métodos empleados probablemente no hayan sido capaces de llegar a las imágenes iniciales de la película de vuestra existencia. Esta película, presente en cada uno de nosotros, contiene todas las llaves y todas las raíces. El problema es que hay que acceder a ella. Pero podéis estar tranquilos porque estas terapias no han sido en vano. Os han llevado a reflexionar sobre vosotros mismos, a conoceros mejor... y eso ya es mucho. Si os habéis dirigido hacia ellas, será probablemente porque todavía no estabais preparados para abordar vuestro núcleo más profundo. Si tus pasos te han conducido hacia este libro, si tus ojos se han posado sobre la sección en la que se encontraba, si tus manos lo han levantado y ojeado, será porque contiene elementos que una parte de ti mismo quería desde hace tiempo conocer y
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transformar, a pesar de las inquietudes del resto de tu ser... el miedo al cambio... a ir hacia una libertad todavía desconocida. Cuando leas las historias de lo que vivieron algunas personas en su experiencia y en su terapia, éstas te proporcionarán la posibilidad de abandonar tu angustia y permanecer en el camino de tus motivaciones. En esta senda, descubrirás “pasarelas” entre problemáticas del momento, sus posibles orígenes in utero y los medios de transformación. Evidentemente, nadie dispone de recuerdos de este período en la memoria consciente. Por lo tanto, no será esta vía la que te permita unir cabos, sino la información obtenida por tu interrogación actual o recopilada posteriormente a través de los relatos de tu familia, la que te situará sobre el buen camino. Éste se abrirá de par en par con la terapia. Para otros, es vuestro primer acercamiento y estáis preparados a afrontar el origen del problema que más os limita. Vuestra libertad está cerca porque vuestra curación será rápida. Profesionales, estoy segura de que habéis reunido suficientes elementos para querer formaros y profundizar, con toda la ética necesaria, en un método que pueda, en el tercer milenio, integrarse al símbolo de innovación, de progreso y de evolución que esta fecha representa, con el fin de extender el bienestar, la comunicación y el amor entre los humanos. Futuros padres, sin inquietaros inútilmente, estas páginas os ayudarán a informaros de manera más precisa de las consecuencias posibles y duraderas de los acontecimientos y contextos emocionales nefastos vividos por el bebé antes de su nacimiento
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o justo después, a raíz de las decisiones bloqueadoras que puede tomar para su futuro. La confrontación a las descripciones de los problemas de vida o de salud de los adultos en terapia, correlacionados de manera estereotipada en estos casos, os ayudarán a ser aún más conscientes de estas realidades. Informados, podréis evitarlos o limitar considerablemente las consecuencias. Al mismo tiempo, puede ser que descubráis posibles huellas en vuestro interior, restos de la vida fetal. Os resultará entonces más fácil daros cuenta de que os podéis liberar de ellas y de las de vuestros futuros hijos. Al interrumpir estos circuitos repetitivos, evitaréis que se perpetúen las proyecciones recurrentes que podrían tener el mismo funcionamiento en el siglo veintiuno que hace cien años e incluso más. En cualquier caso, ¿os habíais preguntado antes sobre vuestra concepción? ¿Te habías interrogado sobre dónde y cuándo tuvo lugar, en qué estación, qué mes o qué día? ¿Cómo era entonces la relación entre tus padres? ¿Deseaban un hijo en ese momento de sus vidas? ¿Preferían tener una hija o un hijo? Si es así, ¿por qué razón? ¿Qué acontecimientos emocionales pudieron perturbar la historia familiar durante tu gestación, como lutos, separaciones, accidentes, problemas de trabajo, de salud o de relación? ¿Cómo se desarrolló tu nacimiento? ¿En qué momento? ¿Prematuro? ¿A los nueve meses? ¿Qué circunstancias particulares? Si estas preguntas nunca te han venido a la mente o las eludes inmediatamente y tu vida está limitada por problemas existenciales, es probable que sean tus resistencias las que te impiden responder y que constituyan un tema de reflexión...
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Cómo dejar que la alquimia trabaje en ti Si te sientes tentado de cerrar este libro, empujado por la sombra de tus resistencias, entonces debes hacer lo contrario, mantenerlo cerca de ti, leerlo por pasajes, abrirlo “al azar”. Así es como estas líneas te hablarán, puesto que están escritas para ti y para todos aquellos que necesiten encontrarse a sí mismos para tomar conciencia y descubrir que es posible cambiar. A veces dejarás el libro de lado durante algún tiempo. Hazlo sin sentirte culpable pues ha de llevarse a cabo un trabajo interior, a tu ritmo, para algunos rápido, para otros más lento. Poco importa. Para muchos se trata de un mundo nuevo, un universo desconocido, aunque presentido intuitivamente, a veces opuesto al sistema que supuestamente representa la realidad. Ésta era únicamente la vuestra o más bien aquella inducida por vuestro inconsciente frente a vuestros padres y a las generaciones pasadas. Los desconocimientos psicológicos de un contexto sociocultural que hasta ahora ha situado sus prioridades en otro lugar son principalmente los responsables. Gana un tiempo valioso gracias al autoanálisis Si quieres empezar a llegar más lejos, déjate ayudar por una “chuleta”* en la que te propongo un itinerario guiado para abordar las preguntas esenciales que debes plantearte sobre tu vida, desde la infancia hasta el presente, pasando por el período pre* Faites vous-même votre Psychothérapie. Claude Imbert, Éditions Visualisation Holistique, París.
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natal y el nacimiento. Te aportará los instrumentos de transformación gracias numerosos ejercicios realizados a diario. Puedes estar tranquilo, este trabajo será rápido y estarás orgulloso de haber dado el primer paso cuando constates que resulta muy satisfactorio poder cambiar.
En el espejo parcial de tu historia Aquí encontrarás ciertos elementos de tu “novela” personal evidentes o todavía ignorados. Sin embargo, eres único en tu evolución. Ningún habitante de este planeta tiene una personalidad idéntica a la tuya. Eres el único que ha vivido las situaciones a las que te has enfrentado. Tus hermanos, los gemelos y aquellos y aquellas nacidos el mismo día que tú, a la misma hora, minutos y segundos y en el mismo lugar, todos son diferentes. El reencuentro con tu microcosmos familiar y tu genealogía, los acontecimientos que han tenido y siguen teniendo lugar, todos te son específicos. Y así es para cada uno. Con respecto a esto constatarás hasta qué punto las comparaciones con los demás pueden ser apresuradas y necesitan reencuadrarse, tanto entre hermanos como en cualquier otro tipo de relación. Debes intentar descubrir el ser que se encuentra en tu interior para dejar que se exprese libremente porque ésta es la vía de la sabiduría y de la realización de uno mismo. A través de las secuencias de las historias vividas, encontrarás una parte de tu propio guión, con sus matices personales. Con ciertas variantes, todos los embriones que se han “reexpresado” dentro de los adultos en terapia, pronuncian el mismo “discurso”, utilizan las mismas “palabras” y están marcados por las mismas situaciones. Lo constato día tras día.
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El actor que tú representas y su entorno se diferenciarán poco de los ejemplos citados, sin embargo, fíjate bien... A pesar de que las puestas en escena y los lugares de rodaje cambien, a pesar de que la iluminación, el sonido y los exteriores varíen un poco, el decorado interior es el mismo. El vientre de la madre constituye para todos una escena en la que se va a desarrollar durante nueve meses una secuencia fundamental, un primer acto esencial, una vida antes de ver la luz... Armonía o tragedia, sinfonía o disonancia... el resto de la existencia dependerá de ellas.
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Nunca encontraré suficientes palabras para agradecer a mis padres por haberme concebido, en algún lugar de Provenza, en el mes de octubre de 1951. Gracias a mi camino y al de muchos otros, he descubierto realidades psicológicas fundamentales y he tenido la suerte de ser guiada interiormente para tener acceso y bañarme en las fuentes de conocimiento escondidas, lejanas y a menudo desconocidas. Este viaje de iniciación que conduce hacia la esencia de uno mismo, a la confrontación de nuevos puntos de vista y de amplios horizontes, también lo realicé simbólicamente en el mundo antes de descubrir que debía vivirlo en mi interior. Esto me permite comunicarme con vosotros con la intención de compartir los caminos de la toma de conciencia sobre los que me he guiado para sumergirme en el corazón de las investigaciones que me conducen actualmente hacia vosotros. A lo largo de los años en los que, como médico en la industria farmacéutica, participaba en el desarrollo de productos de inmu-
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nología y de cancerología y asistía a congresos de profesionales internacionales, tuve la suerte de poder viajar por todo el mundo. Guardo en mí los mensajes que no tenía al alcance en esa época. Mi trayecto me condujo hacia la tierra situada más al sur del mundo. Cuando llegué a Ushuaia, ya no podía descender más... Encontré, flotando en un lago misterioso, la perfección de un glaciar mágico de un azul perfecto, único ente en progreso mientras que todo retrocedía, un sistema de la naturaleza que prueba que sus leyes pueden ser invertidas. Vi icebergs, cuya parte visible inducía a presentir lo desconocido y el secreto de aquella que le proporcionaba su realidad y que se sumergía en las profundidades de la inmensidad... En la jungla del Iguazú tuve la revelación de un arco iris que renacía tras la noche sobre el agua mágica de sus cataratas irisadas... Entonces, este mundo tan bello y tan extraño me mostró su lado sombrío y de miseria... aquella realidad que se esconde, y que es despreciada por los ricos, que constituyen las favelas de Río y Caracas, pasando por las de Lima y Bogotá... Pude contemplar el mismo drama en los suburbios de Yakarta, en las calles de Sri Lanka y de otras ciudades, inscrito en las miradas, en los corazones y en los cuerpos de las mujeres, de los hombres y de los niños... ¿Por qué tanto vacío, tantos miedos, tantas lágrimas, tanto dolor bajo su sol? Postrados, mendigos, lisiados, violados; su dignidad de víctimas enfrentadas a una esperanza de cambio tan ínfima constituye para nosotros un mensaje suplementario al de ayudarles. ¿Acaso son el reflejo de nuestra propia miseria interior, de la prisión en la que, nosotros también, estamos encerrados, en
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nuestros seres y nuestras sociedades consideradas desarrolladas? ¿Expresan de otra manera el desasosiego de nuestras enfermedades y de nuestras limitaciones, revelando todas nuestras posibilidades de renacer que, sin embargo, no aprovechamos por miedo, mientras que ellos mismos no las tienen? Esta aventura del bien y del mal ¿será la de nuestras ilusiones perdidas o quemaremos por ella nuestra pasión de ideal? ¿No será también nuestro ideal el que nos haga cambiar de paisaje interior? Yo encontré tierras y hombres bajo el caos de la guerra que unos locos avivaban, oprimiendo, matando, seleccionando, ignorando el respeto a la vida y los derechos humanos, siempre bajo la bandera del fanatismo, a veces de la religión y otras de la segregación. Desde los guetos de Varsovia hasta los campos de la muerte y los de la tortura de todos los países, todos ellos son el recuerdo de que el hombre puede ser símbolo de destrucción y de ruina en el plano colectivo e individual. Otros, más numerosos, nos recuerdan todo su esplendor, el de todos aquellos que luchan por la libertad y el derecho a las ideas que resisten y siempre ganan a pesar de lo que el destino les depare. Este lado de claridad también lo veo reflejado en los artistas de todos los tiempos, cuyo genio, en todas sus formas y manifestaciones, nos conduce hacia lo absoluto y más allá de la perfección. También descubrí, a través de la bruma que la escondía, la mítica bahía de San Francisco como un nuevo mundo con sus pioneros de la medicina, de la informática y de una nueva psicología que modifica los límites de la antigua, sobre esta costa de California donde todo puede ser construido y derruido en un instante, cuando la tierra, por sus fallas, recuerda al hombre su
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precariedad incluso, y sobre todo, cuando éste se ha elevado al rango de un semidiós. Allí donde cohabitan la vida y el peligro, el amor y la muerte, también están presentes el progreso, la amistad, la tolerancia y la fraternidad. Quise terminar este trayecto visitando de nuevo Egipto, tierra en la que mis sentidos nunca se agotan de contemplarla. De allí saqué la fuerza para mi continuidad. Allí donde el conocimiento se esconde por todas partes y grita para ser descubierto. Al borde del Nilo vi pasar la vida hacia la muerte, la muerte hacia la vida... la concepción hacia el nacimiento... Renacer. He aquí nuestra labor a realizar... una y otra vez. Renacer. Encontrar y ampliar los conocimientos ya utilizados por las civilizaciones más antiguas de nuestra historia, para asociarlos al redescubrimiento de las realidades psíquicas fundamentales e integrar el poder del contenido humano e histórico de estos momentos testigos del eterno retorno. He aquí, pues, aquello en lo que creo que necesitamos inspirarnos. En cada etapa, las mismas corrientes de pensamiento buscan el sentido del hombre, del mundo y del universo, tal y como buscamos el de nuestra vida. Las teñimos del fruto de las evoluciones sucesivas y las adaptaremos a este nuevo siglo que nace. Conscientes de los misterios y de los secretos de la encarnación, las antiguas civilizaciones, gracias a sus conocimientos espirituales, protegían e iniciaban a las mujeres encinta para hacer de su cuerpo y de su espíritu un templo para el alma que venía a habitarlo. Ciertas divinidades se ocupaban de su bienestar y del alumbramiento. Incluso si en aquella época, este régimen estaba más bien reservado a ciertas iniciadas, hoy podemos inspirarnos
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en estas bases y hacerlas disponibles para todo el mundo. Tomemos los tesoros que estas culturas nos han legado ya que su saber está reconocido universalmente independientemente de su origen. Los creadores de las pirámides, los constructores de los templos del Nilo, de Tailandia, del Tíbet, de Israel o de muchos otros, inspirados por una misma fuente, nos proporcionan un modelo de perfección del cuerpo y de la mente. La adaptación a nuestro mundo actual y la integración a nuestra tecnología conforman la tarea a la que decidí consagrarme, tras mi propio renacimiento, descrito en otra de mis obras. Diez años más tarde, descubrimiento tras descubrimiento, os invito a seguir el itinerario de la encarnación que va desde la concepción hasta el nacimiento, a través de la experiencia de los bebés del pasado, para que las etapas de iniciación que ellos atravesaron ayuden a preparar aquellas, más libres, del mundo futuro... Un itinerario que mañana podría ser el habitual, si la conciencia individual y colectiva evoluciona progresivamente hacia un nuevo enfoque sobre la llegada al mundo y la vida antes del nacimiento y si las etapas iniciales se convierten en una de las prioridades del siglo veintiuno. En realidad, esta nueva aproximación debe ser más abierta que en el siglo pasado para poder salir del retraso en el que algunos, incluso jóvenes, se ven actualmente sumidos. Afortunadamente son sólo unos pocos los que están paralizados sobre todo por el miedo y la dificultad de ser diferentes a la generación que les precede. Una psicología moderna que esté al alcance de todos, desde el colegio si es posible, podrá proporcionar al gran público una información más
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amplia para que cada uno conozca mejor su “planeta” interior y comprenda la importancia de este progreso. Prevenir y curar los sufrimientos de estos momentos fundamentales e iniciales de la vida, tanto para los padres y los bebés como para los adultos que cargan con estos males desde su infancia, éste es mi deseo para cada uno, en el umbral de la nueva etapa evolutiva que ahora se nos presenta.
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EL INCONSCIENTE EN TODA SU SENCILLEZ
Antes de sumergirnos en este viaje que nos conducirá al corazón del ser humano, me parece importante recordar ciertas nociones esenciales de su funcionamiento psíquico, ya que se salen de los caminos demasiado trillados por un hermetismo pernicioso para todos. Para ello voy a utilizar términos sencillos, en realidad sólo unos pocos, por mucho que les disguste a los que quieren mantener en secreto lo que concierne a todos. Nuestra globalidad, que está compuesta por nuestro cuerpo y nuestra mente, funciona como un todo indisociable, en el que los componentes interactúan entre sí, que establece la imperativa necesidad de una visión psicosomática del conjunto de síntomas y enfermedades. En cualquier caso, son los sufrimientos del alma los responsables de la cristalización de las emociones en algún lugar de la superficie o del interior del cuerpo y por lo tanto son ellos los que necesitan curación. Cuando el conflicto interior no se expresa, pronunciado en palabras, éste toma otra vía,
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la de los males y la “enfermedad”. Siempre dirijo a mis pacientes hacia la raíz de su problema, tanto si se ha manifestado como soriasis, asma o cáncer. El habla es la única capacidad implicada en la curación profunda. La energía de este conjunto psíquico y somático humano es otro de los factores en común, que toma diferentes formas y densidades y va en aumento del repertorio mental al repertorio corporal. Muy sutiles para nuestros pensamientos, que son los precursores de todo aquello que ocurre dentro de nosotros, la energía es transmitida por las neuronas en forma de mensajes electroquímicos. Además y por imitación, generan las emociones, cuya energía se percibe con más facilidad, que dependen de procesos neurovegetativos y de diferentes secreciones hormonales cerebrales y viscerales. Los comportamientos físicos y los movimientos musculares son también corolarios y determinan la acción o el reposo, movilizando energías aún más tangibles. El propio cuerpo está constituido por vibraciones de frecuencias variadas que comunican y asocian entre sí a los electrones, a los átomos y a las moléculas para formar redes de tejidos y de órganos, que en conjunto forman la totalidad del organismo. En resumen, en toda nuestra realidad, hasta los confines de nuestro ser dotado de materia y de “pensamientos-emocionescomportamientos-acciones-reacciones”, estamos hechos de energía. Nuestra cascada de reacciones internas afecta a los tres estados del yo. El Padre difunde, independientemente de nuestra edad, los mensajes y los modelos de nuestros progenitores y de nuestra
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genealogía. Está en construcción permanente a lo largo de la vida y se enriquece de cada acontecimiento nuevo. El Adulto analiza con su lógica mientras que el Niño es la cuna de la creatividad, de la intuición y de las emociones. Cuando estas energías, siguiendo las denominaciones fundamentales del Análisis Transaccional, hacen referencia a la personalidad, la convención establece que la primera letra se escribe en mayúscula, Padre, Adulto y Niño. Estos términos se escriben en minúsculas cuando se trata del período de desarrollo niño o adulto, o del estatus de padre. Así es como los encontraréis en los textos posteriores. El Niño vive en cada uno de nosotros a partir del momento en que toma su decisión de vida. Si es libre, esta decisión se establecerá hacia la edad de trece o catorce años, en cambio si es limitante, será mucho más precoz. Aunque hasta ese momento se había mantenido un equilibrio precario, que permitía que las creencias estuvieran “abiertas”, se presenta ahora una nueva situación de sufrimiento que solidifica una decisión y marca a partir de entonces la orientación de su vida en un sentido irrevocablemente limitado. La única intención que le anima es la de “sobrevivir”. Tal y como ocurre en las tragedias antiguas, el niño no sabe todavía que su decisión de vida puede conducirle a exponerse a un peligro físico o psíquico a corto o largo plazo. Son numerosas las patologías que aparecen en la edad adulta que deben ser reevaluadas a la luz de posibles acontecimientos uterinos anteriores, como enfermedades o muertes in utero, problemas asociados al nacimiento, enfermedades del lactante, del bebé, muerte súbita y otras situaciones médicas o quirúrgicas de la infancia, cáncer, infecciones rinofaríngeas recurrentes, alergias, dermatosis...
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Su investigación y descubrimiento, teniendo en cuenta la dimensión global del ser humano, permite en ciertos casos solucionar definitivamente el problema desde la raíz, al proporcionarle un sentido a lo vivido, que hasta ahora permanecía inconsciente e incomprendido. Según mi experiencia, la decisión se toma en la mayoría de los casos dentro del vientre de la madre, se reactiva en el nacimiento y se va reforzando a lo largo de la infancia y de la existencia por una necesidad de coherencia impuesta por el inconsciente, que orquestra las repeticiones regulares del guión inicial. Esto se debe al miedo al vacío que generaría la confrontación a una realidad diferente a la percibida por el bebé. También constituye una forma de perpetuar la atmósfera del traumatismo inicial, sin permitir que salga a la superficie ni que se reviva realmente, pero saboreando poco a poco su gusto amargo de tristeza o desesperación, bajo una forma diferente y con otros personajes, en una transposición que no es otra cosa sino una adaptación momentánea del guión. Una y otra vez, se interpretará uno de los tres papeles posibles, cada uno el que le es habitual: Víctima, Perseguidor o Salvador. En caso de que la interpretación de partida de este pequeño ser desprovisto de lógica sea falsa, el resto de la historia que él mismo dirige será siempre errónea, aunque relegue en los demás la responsabilidad del encarcelamiento en el que se ha colocado. Sea cual sea su desarrollo, cada uno es el realizador y el actor de su propia vida, cuyo guión escribió en algún momento antes de nacer. Por lo tanto todo comienza a través de pensamientos, aunque sean arcaicos y respondan a un repertorio todavía descono-
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cido en sus modalidades, tal y como lo demuestran las experiencias revividas en terapia. Éste es el estado en el que se sitúan las creencias, las grandes certezas que todos asumimos a la edad de seis o siete años sobre sí mismo, sobre los demás, sobre la vida y sobre los temas importantes. Cuando estas creencias son positivas y están abiertas a las diferentes alternativas, darán acceso a la libertad. Por el contrario, cuando imponen límites y se estancan en su ángulo negativo, tenderán a reducir el campo de visión, como si el ser que las programó llevara unas gafas gruesas que le oscurecen la vista. Se trata en realidad de la visión interior que acompañará al individuo por todas partes y en todo momento, hasta que éste las analice en terapia y descubra la creencia dominante sobre la que edificó su existencia, es decir, la decisión de su guión. Ahora bien, en la vida intrauterina, el sentimiento de impotencia a la hora de evitar traumas emocionales pone en marcha inmediatamente un proceso represión, por el que el bebé olvida el dolor y centra su determinación en la búsqueda de medios de supervivencia... “Puesto que es así... (para seguir viviendo) tengo que... arreglármelas yo solo...”, tengo que... “ser del otro sexo...”, tengo que... “dejar de pensar...”, tengo que... “reprimir mis emociones...”, tengo que... “evitar los problemas...”, etc. Estos comentarios, que corresponden a la reacción emocional vivida por el embrión y el feto, quedan grabados de manera abstracta en lo más profundo de sí mismos y más tarde serán expresados en palabras. El bebé, el niño, el adolescente y el adulto interpretan el “aquí y ahora” a través del filtro de la decisión y de las creencias pasadas. Todo lo que se asemeje a un “abando-
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no”, puesto que no hubo explicación por parte de los padres, conducirá al individuo a su huella inicial y le hará revivir el mismo sentimiento. De igual manera, en todas las circunstancias en las que no se sienta reconocido, revivirá la escena del pasado en un nuevo decorado, pero con el mismo guión. Este libro detallará más adelante todas las creencias establecidas in utero cuya influencia obliga a muchos adultos a autolimitarse y a afrontar el mundo siempre desde su posición de embriones o fetos. Cuántos hombres y mujeres siguen todavía pensando como en aquel momento lejano y perpetuando las decisiones tomadas entonces. Las creencias como “No sé... no debo pensar...” testifican a menudo una prohibición que el bebé impuso sobre “pensamientos” ya que no podía analizar ni escaparse físicamente de esa situación. “Esto me provoca demasiado dolor... será mejor que no escuche lo que está pasando.” Otros conservan la idea de que “nadie puede comprenderme... no vale la pena que hable...” y con razón porque entonces no tenían la palabra, sus padres no podían imaginar sus necesidades. ¿Deben quedarse en este estado ahora que han adquirido el lenguaje? Por supuesto que no. Sin embargo, muchos siguen comportándose como si fueran embriones o lactantes. Por imitación aparecen las emociones, cuya economía forma parte de los sistemas que constituyen los fundamentos de la personalidad. Su energía fisiológica necesita exteriorizarse y la educación, a través de sus mensajes y modelos, juega un papel prin-
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cipal. Los padres pueden otorgar muy pronto este derecho a sus hijos para ayudarles a hablar, comprender y exteriorizar sus emociones o bien pueden reprimirlos y generar, sin saberlo, procesos de inhibición de larga duración. En este caso, el sentimiento reprimido fluye por algún otro sitio y bajo otra forma. A pesar de que nunca satisfaga al cuerpo y al inconsciente, se convertirá en el proceso de sustitución y transformará el sentimiento real en uno falso, que permitirá, aun así, una evacuación parcial. El miedo se manifestará a veces bajo la apariencia de ira, incluso de violencia, tanto en el niño, en el adolescente como en el adulto, que reaccionarán frente a un peligro enfadándose. En otros casos, la tristeza podrá esconderse bajo la máscara glacial de un control aparente. Lejos de ser una ventaja, el hecho de no expresar las emociones y contenerlas constituye siempre una “debilidad”, al contrario de lo que dicta el arquetipo masculino ancestral. La niña, así como la mujer en que se convertirá, muestra su ira prohibida a través de las lágrimas y manifiesta el resto de sus emociones dolorosas bajo la máscara de la felicidad permanente, al haber decidido no causar problemas a su entorno para poder ser querida. Espero que estas líneas y los casos que veáis mas adelante os ayuden a tomar conciencia así como a curar y proteger vuestro Niño interior. Nuestra memoria está omnipresente en todo lo que hemos visto, oído, pensado, sentido y hecho. Nuestro inconsciente y nuestro consciente están por todas partes. No sólo dentro de ese fabuloso instrumento que es nuestro cerebro, sino también dentro de ese espejo del alma que es nuestro cuerpo. Este vehículo guarda el recuerdo de todo lo que hemos vivido, el conjunto de
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“huellas”, tanto físicas como psíquicas y emocionales, de nuestra vida. Están “grabadas” en lo más profundo de sí mismos hasta que liberemos en terapia aquellas que nos limitan.
¿Desde cuándo llevamos estas marcas? Mi respuesta es “desde siempre”... y desde ese primer instante de nuestra creación, en la que ya están presentes las “inscripciones” de nuestra familia y de nuestro árbol genealógico. Dichas huellas contienen las películas de las vidas de cada uno de nuestros antepasados, desde sus primeras secuencias in utero hasta sus nacimientos, pasando por sus alumbramientos, sus infancias y todas las expresiones de sus guiones. Este programa que habita en nuestra primera célula de bebé continuará, en la madurez, proyectándose en la atmósfera de nuestro cuerpo con las emociones grabadas de esos familiares, con sus enfermedades e incluso a veces con sus muertes, a la misma edad, en las mismas circunstancias o por las mismas patologías. Desde el post-nacimiento y a lo largo de toda nuestra vida, mantenemos el miedo y la angustia de la carencia de amor y las creencias que les han precedido. Son ellas las que presiden el sentimiento de abandono afectivo vivido por el recién nacido al no recuperar inmediatamente el contacto con el cuerpo de su madre, con su olor y con su tacto exterior. El bebé puede asustarse si le seccionan el cordón umbilical demasiado pronto, que le priva de oxígeno y le hace creer que su vida está en peligro. La ansiedad puede convertirse en pánico por la incubadora, por la ausencia de lactancia o por un destete demasiado rápido debido a la falta de leche o a problemas médicos maternos.
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A veces se manifiesta una inquietud profunda en el bebé criado por una nodriza o por sus abuelos. También aparecen miedos en el niño frente a los modelos de su padre, de su madre y de su genealogía. O bien surgen conflictos, como el temor a la separación, a la violencia, al maltrato o incluso a las agresiones sexuales, a veces percibidas como una amenaza vital. Puede aparecer el sentimiento de terror frente a la separación por fallecimiento. El bebé puede también sufrir una ansiedad celosa por la llegada de otro niño, la aprensión por una intervención quirúrgica a la que se enfrenta sin haber sido informado y preparado, el pánico a la mascara de la anestesia para una extracción de amígdalas o de vegetaciones, la castración simbólica en la niña por una apendicitis... De nuestro nacimiento sacamos el potencial para tomar decisiones, para establecer nuestros objetivos y para llevarlos a término, así como nuestras ganas o no de acercarnos a los demás. También en este momento se imprime en nosotros la creencia del carácter duro o fácil del trabajo. Algunos guardan asimismo la huella de una circular del cordón umbilical que bloquea la comunicación y que puede reactivar durante la terapia el enrojecimiento cutáneo cervical o el grito liberador de la llegada al mundo en la primera respiración. Para otros será el dolor y la presión de los fórceps, un temor vital... Son numerosos los ejemplos que demuestran esta certeza.
¿Qué pasa antes de nacer? Incluso si nuestros sistemas de percepción, nuestros sentidos y nuestros circuitos de pensamiento y de emoción posteriores no
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parecen todavía desarrollados, estoy segura de que ya desde la fase embrionaria existe efectivamente una conducción de información exterior, a través de palabras, sonidos e imágenes, que se explica por las razones expuestas más arriba y que serán confirmadas más adelante por numerosos ejemplos. En esta fase, está presente “otro tipo” de memoria, todavía por demostrar en neurofisiología, que graba los datos para transcribirlos posteriormente en la memoria que se instalará definitivamente. De esta forma, los pensamientos, las palabras, las emociones y el comportamiento de los padres o de otras personas del entorno son captados y codificados. Aquello que viene de la madre ocupa un lugar principal, teniendo en cuenta la intimidad de la cohabitación corporal, celular y bioquímica por el cordón umbilical. También queda memorizada la experiencia personal del embrión y del feto, sus reacciones frente a diversas situaciones y la manera de aceptación de los padres. Cada uno inscribe “pensamientos prelingüísticos”, intuitivos y primitivos, cuyo significado será traducido y restituido después de su adquisición. Todos los acontecimientos corporales “grabados” conllevan estados interiores ya característicos. Traducen el gozo del bienestar por una agradable sensación de relajación e ingravidez, los miedos y la tristeza por sensaciones difusas o localizadas de tensión, de retracción, de descargas eléctricas... ¿Cuáles son las principales necesidades del bebé y del niño? Antes, después y a lo largo de toda la vida las necesidades principales del ser humano son el amor... siempre el amor y el reconocimiento.
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Estas señales de afecto incondicionales deben ser expresadas a menudo, pero no sólo a través de las palabras y su tonalidad sino también en las energías que el bebé percibe y que emanan de los brazos, de las manos, de los gestos, de las miradas y de todo lo no verbal del cuerpo de su madre y de su padre. Para él, el amor es tan esencial como el alimento, la limpieza y el calor tras el nacimiento, así como una vida intrauterina acogedora marcada por el diálogo y la calidez de su primera morada. Además de la protección, también necesita que le sea otorgado el derecho de crecer y de ser él mismo, reforzado por los mensajes de sus capacidades de éxito, de ser feliz y de tener buena salud, incluso si los padres o los ancestros no las tuvieron. Así es como su futuro, cuyo primer acto fundamental se ha decidido antes de nacer, le verá crecer y desarrollarse en armonía. Si, por el contrario, la primera escena de su vida está dominada por la falta de amor o su expresión, se generan traumatismos que bloquean la energía vital y conducen desesperadamente al niño hacia la rebelión o la sumisión, intentando gustar, ser perfecto y fuerte, o trabajar duro, darse prisa, en detrimento de sus propias necesidades, siempre guiado por la búsqueda de un amor que cree, aun así, imposible para él. Puesto que durante la fase de dependencia fisiológica el bebé no puede utilizar el lenguaje ni la motricidad para escapar de su sufrimiento, el niño y después el adulto pueden seguir creyendo que, a pesar de que sus funciones ya estén desarrolladas, son incapaces de escapar a las situaciones y de hacerse escuchar o que no sirve de nada hablar. A veces, debido a sus posibilidades limitadas para reunir pruebas del amor parental, el embrión o el feto tiene que recurrir
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in utero a los únicos medios de presión de los que dispone, la amenaza vital. Muchos fetos crean de esta forma riesgos de interrupción del embarazo para “comprobar” el deseo materno fuente de la duda. Si a partir de entonces la madre reposa y guarda cama, el bebé percibirá los signos que demuestran su atención por él. En consecuencia, estos adultos tendrán siempre miedo a no ser amados y crearán inconscientemente situaciones extremas, poniéndose a menudo en peligro para saber si los demás se preocupan por ellos, en lugar de preguntarlo directamente. El miedo a un “no” vivido como un rechazo les lleva a preferir el modo de funcionamiento uterino. En otros casos, tras haber encontrado una salida aparente que niega su necesidad, convencido de que de esta manera no sentirá la falta, el adulto seguirá pensando que no tiene ningún problema y que no tiene necesidad de nada. Sin embargo, a un nivel profundo e inaccesible sigue intentando satisfacerlo en una búsqueda permanente que fracasa sin fin. Así, un hombre que niega su necesidad de cariño y una mujer que pretende no querer a los hombres atentos, son ejemplos de “desconexiones”establecidas precozmente en la escucha de sus necesidades. Éstas les llevan a acercarse a personas contrarias a sus deseos profundos, que están desconectados en la superficie pero siempre muy presentes y activos a nivel subliminal. Los revivirán una y otra vez en juegos psicológicos para reconfirmar sus creencias iniciales. El bebé también puede defenderse, creyendo que se protege, desplazando su emoción hacia su doble para contemplar su sufrimiento desde el exterior. Es el “otro” el que llora y el que esta triste, es el que padece el dolor. Este proceso de disociación per-
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durará en el adulto y le impedirá contactar con sus sensaciones. Por lo tanto, en una separación o en un duelo algunos se mostraran impasibles y sin lágrimas. Los mensajes del cuerpo Cuando se tragan y amontonan sin cesar los sentimientos auténticos reprimidos, capa tras capa, se crea un espeso caparazón cada vez más grueso. Un día, como cualquier otro, se puede alcanzar la dosis máxima y al no hacer caso de los primeros síntomas de emergencia, el edificio precariamente construido “se desmorona” brutalmente y el cuerpo pasa al acto en una llamada de socorro, es decir, una enfermedad o un accidente grave, a veces irreversible o mortal. Un hombre de cuarenta y cinco años que ha reprimido siempre su miedo y su sentimiento de abandono, podría verse fulminado por un infarto brutal, tras un conflicto profesional con sus supriores o con uno de sus hijos o bien cuando descubre los proyectos de separación de su esposa. Otro ejemplo es el de aquel hombre para quien su trabajo era el único sentido de su existencia y que justo después de jubilarse desarrolló un cáncer de evolución rápida. Una mujer que pretende ser perfecta, para gustar y ser fuerte, trabajará duro y, sumisa al factor de estrés, padecerá una enfermedad degenerativa con procesos agudos. Todos ellos tenían en común una estructura neurótica que, desde la primera infancia o la vida intrauterina, había sido el caldo de cultivo de los “gritos” de sus cuerpos, a través de las huellas también presentes en sus células inmunitarias. Latentes desde entonces y reactivadas por un acontecimiento emocional que hace eco en el núcleo oscuro del pasado, estas huellas consi-
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guen reducir las defensas ya un tanto inhibidas. Las creencias, los esquemas emocionales, es decir, el guión llevaba escrito en tinta invisible la predicción de una enfermedad en potencia cuyo riesgo, sin embargo, no se podía cuantificar. Constituye el modo de pasar al acto para un guión asociado a la decisión de “no debo existir”, establecida a menudo antes de nacer, que al mismo tiempo procura beneficios inconscientes en el plano afectivo al luchar contra una situación inquietante o como pretexto para ser atendido en una terapia.
¿Por qué guardamos las huellas de nuestros sufrimientos emocionales? El responsable es el mecanismo de represión por parte del inconsciente. Para sobrevivir, desde la fase prenatal, cada momento doloroso queda anestesiado de sus emociones cuando alcanza el umbral de lo insostenible, que permanece bastante bajo mientras la lógica mental no esté desarrollada. Las secreciones hormonales del estrés anclan profundamente los sufrimientos en la memoria y éstos quedan intactos, pero encerrados. Todos estos males, junto con muchos otros, necesitan ser revividos en una terapia emocional en estado amplificado de conciencia, para poder ser liberados de las profundidades del cuerpo a través de la Bioenergía y la respiración así como por el análisis y la comprensión de una nueva redecisión. Éste es el viaje que yo os propongo, ahora que ya poseéis las claves para realizar vosotros mismos la evaluación de los contextos psicológicos presentados y medir el interés preventivo y curativo del método propuesto a la luz de sus resultados.
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Antes de acompañar al bebé en las primeras etapas de su vida intrauterina, quiero iniciar vuestro camino comentando la historia de esta joven, célebre y desaparecida demasiado pronto, cuyo destino cruel conmovió al mundo entero a finales del verano de 1997, a fin de que comprendáis mejor el modo de “pensar”, los obstáculos y la ayuda que necesita el bebé. Murió por no haber sido, en su concepción, el heredero que su padre deseaba para reemplazar a un hermano fallecido tras el nacimiento, dos años antes. Las sombras de esta preferencia, la huella de esta muerte neonatal, le impidieron creer, a pesar de las apariencias, que el sol brillaba sobre ella. Esta falta de amor y de reconocimiento inicial convirtieron su breve existencia en el mito que todos conocemos. Me gustaría que el repaso de su vida y su pasado sirviera para aclararos y ayudaros a comprender hasta qué punto el período prenatal es el primer acto de una continuación, ya anunciada por lo vivido en esta fase inicial...
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Escrito en tinta invisible, inaccesible para los ojos del consciente y sin embargo esencial, el contenido del texto elaborado allí, en el vientre de la madre, será el guión que seguirá a su autor siempre y por todas partes...
Su vida no era un cuento de hadas... Quién habría imaginado que esta bella joven, aún más tras su trágica muerte, símbolo de la libertad y de la feminidad para casi toda una generación, era en realidad presa de la fatalidad de una vida en la que se rechazaba a sí misma el libre acceso a la felicidad. ¿Por qué haber gastado tanta energía en hacerse querer por los medios de comunicación para perder la vida huyendo de ellos? ¿Acaso morir constituía su último medio de asegurarse el reconocimiento y el amor de todo un pueblo así como del mundo entero? Nadie lo sabrá realmente porque se llevó con ella la memoria de sus sufrimientos pasados... No se trata más que de una hipótesis, construida a partir de elementos de sus entrevistas y confidencias reveladas por sus allegados y publicadas en la prensa. No obstante, la coherencia entre las piezas que conforman el puzzle de su guión psicológico convierten prácticamente esta suposición en una certeza. Su historia constituye la prueba de que en la corte de los más poderosos, no son la riqueza, los faustos de un aparente cuento de hadas ni el universo de una infancia protegida socialmente, los que conforman la felicidad de una futura reina, si la niña que ella fue, careció de aquello que más necesitaba, el reconocimiento y el amor.
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El cuento de hadas, los sueños, los vestidos de baile y las diademas siempre escondieron sus heridas originales, únicamente perceptibles para aquellos que sabían verlas en los instantes furtivos en los que sus ojos las expresaban, perdidos en la melancolía del infinito y testigos de un desasosiego secreto... ¿Fatalidad de un pasado... o de un futuro ya previsto? A veces, una tristeza repentina quedaba reflejada en su mirada azul o bien surgía de una cabeza agachada, protegida por un mechón de cabello rubio que escondía su timidez y sus ilusiones. También ella es la prueba, si fuera necesaria, de que el inconsciente es mucho más fuerte que el más consciente de sus deseos. A pesar de haber jurado que jamás se divorciaría, para no hacerles vivir a sus hijos el dolor que ella sufrió en la separación de sus padres, no pudo vencer la fuerza profunda que inevitablemente le condujo a reproducir aquello que tanto quería evitar. Su destino fatal fue programado antes de su nacimiento para ser una tragedia, sin saber entonces que se representaría a la vista de todos, en el escenario del universo. El cuarto embarazo de su madre la trajo al mundo dieciocho meses después de la muerte de un hermano, tan esperado desde siempre para transmitir el apellido, el título y los bienes de un padre autoritario a quien su mujer debía dar un heredero. Esta vez, en su gestación, hicieron de todo para conseguir que fuera niño tras los tres fracasos anteriores, dos niñas y un niño muerto en el nacimiento. Sus padres recurrieron a un régimen alimenticio que supuestamente favorecería la creación de un varón. ¿Podría ser esto el origen de la grave anorexia-bulimia que
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padeció posteriormente y que impuso una vigilancia constante de su alimentación? Además, como si hubiesen querido modificar el destino y desafiar la fuerza iniciadora del sexo del niño, decidieron no elegir ningún nombre de niña... Olvidaban que son sus células y en particular las de su padre las responsables en la determinación del sexo del bebé y que no existe ningún medio que pueda alterar este proceso. Durante este tiempo, crecía en el vientre de la madre una niña que probablemente ya había decidido que no merecía la felicidad... por no cumplir el deseo parental, por no haber sido capaz de ser el niño tan esperado. También se sentía culpable de vivir, mientras que ese hermano, anterior a ella, no pudo hacerlo. Como embrión, ¿qué pudo decidir entonces? Lamentablemente su breve existencia nos da la respuesta: – Decidió ser el hermano fallecido, reemplazarlo para seguir su camino cruelmente interrumpido tan pronto, tal y como el suyo se detendrá un día en un súbito estruendo de chapas... contra el decimotercer pilar de un túnel, que le cerrará la puerta de la vida para abrirle la de una muerte trágica, ansiada voluntariamente en el pasado. – Decidió ser el niño deseado, única esperanza de ser amada, aunque fuera ínfima, por ese padre terriblemente sectario. Éstas debieron ser sus decisiones, teñidas del cruel dilema al que su realidad cromosomática le enfrentaba incesantemente: – No podía ser ni reemplazar al hijo deseado que, por otra parte, si hubiera sobrevivido, se habría llamado Charles y su llegada al mundo habría hecho inútil la concepción posterior, la de ella, según comentó en una ocasión.
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Un año después de su nacimiento, recibe un duro golpe en el que ve cómo se derrumban sus proyectos de convencer a su entorno de su papel de niño, o más bien de niña “chicazo”, por la llegada al mundo del “verdadero” descendiente masculino de la familia. La aparición del hijo tan esperado la sumerge en una profunda angustia. Se fija entonces para sí misma un papel de segundo plano en el seno de la familia y queda destinada a no poder ni tener derecho a existir, lo que reforzará su desconcierto inicial. Su hermano menor, a quien la reina acepta amadrinar, llevará por fin el nombre atribuido al primer niño y que hubiera sido el suyo si... Será también el del hombre con el que contraerá matrimonio, para encontrarse de nuevo en un segundo plano con respecto a una rival. Pero volvamos a su llegada al mundo, un espléndido mes de julio. Las decisiones ya tomadas, como ocurre siempre en estas circunstancias, se reconfirmaron seguramente en su nacimiento. La decepción de sus padres fue tal que tuvo que esperar una semana para recibir por fin el nombre de D... Símbolo de generosidad, de amor y de implicación en las grandes causas, será considerada como diosa divina y solitaria... Su nombre, que entró a formar parte en la leyenda, transmite el modelo de su vida con todo su resplandor pero también toda la sombra de sus penas y de la tragedia de una muerte en plena juventud. ¿Debemos alegrarnos al ver a toda una generación de niñas que se dedican a homenajear a la princesa, teniendo en cuenta la
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carga psíquica que contiene en genealogía? Algunas correrán el riesgo de encontrar en su estado civil un pasaporte escrito en tinta bien negra, que les alejará de la felicidad... A lo largo de los años y tras haber experimentado el dolor a una edad tan temprana, que hizo de ella una niña reservada, siguió sufriendo las consecuencias del conflicto permanente entre sus padres. Ella, para quien el amor ya estaba asociado al sufrimiento, siguió confirmándoselo con la imagen de una madre depresiva y en lágrimas frente a un hombre violento y hermético. Durante su separación brutal que reforzó su sentimiento de abandono y exclusión, creyó de nuevo ser indeseable al ser enviada a un internado que le hizo revivir inconscientemente el no-deseo percibido en el comienzo de su vida. Si su destino se decidió en nueve meses, en nueve años quedó sellado... En la pubertad y en la adolescencia le resultó aún más difícil vivir en ese cuerpo femenino que ella rechazaba para intentar existir. Padeció crisis anoréxicas con brotes de bulimia y a los quince años sufrió un golpe de crecimiento impresionante que le dejó con la talla aparentemente poco femenina de 1,82 metros. Si más tarde contrajo matrimonio con el heredero del trono, es porque su hermana mayor, preparada desde hace tiempo para esta unión, se echó atrás. Por fin se autorizó a sí misma a pensar que la felicidad estaba a su alcance... pero no fue por mucho tiempo. Tras la boda real, que por fin le aportó una prueba del orgullo de su padre y la certeza de ser querida universalmente, la
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amargura de su fracaso matrimonial, le confirmó una vez más que había una persona más importante que ella. Durante su primer embarazo la dificultad de la maternidad alcanzó su paroxismo cuando, en el cuarto mes, intentó suicidarse arrojándose desde lo alto de una escalera, como Scarlett, con quien tenía en común las dificultades y obligaciones inconscientes de la feminidad. Toda la carga emocional del conflicto interior del embrión se vio reactivada y se manifestó probablemente en un deseo de muerte in utero... por no haber sido aquel que esperaban. ¿Atravesó su madre un período depresivo y angustioso durante su gestación? Es posible, si pensamos en la obligación que recaía sobre ella de dar vida a un niño. Al cabo de un tiempo, D... se hizo cortes en los senos con un cuchillo. En el nacimiento de su primer hijo revivió las angustias de su propia llegada al mundo debido a la preferencia femenina de su marido. Tras las fases del embarazo que reactivaron inconscientemente su mal vivir uterino y su dolor por ser mujer, se convirtió en una madre magnifica y atenta, que daba a sus hijos todo el amor y el cariño que necesitaban y que ella tanto echó en falta. Cambió entonces de aspecto y de imagen y se empezó a acercar a los enfermos, a los desheredados, a los hombres, a las mujeres y por supuesto a los niños, con quien compartía el sufrimiento en lo más profundo de sí misma. Ella conocía el abandono y la desesperación y ellos lo sentían. Lo que ocurría en estos encuentros se tejía a un nivel que ninguna película fotográfica podía captar incluso a la luz del día.
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La pequeña, que creyó desde su concepción que no tenía derecho a la felicidad, se comunicaba por encima de las palabras con todos aquellos que sufrían el dolor del alma y del cuerpo. Todos leían en su mirada y en sus gestos que ella era una de lo suyos. Por encima de su universo dorado de lentejuelas y faustos, en algún lugar de su mundo interior se unía a ellos, en una región tan misteriosa que no conocía ya el camino de acceso. Un amor fatal la condujo a su fin precisamente en el momento en el que, quizá por primera vez, empezaba a pensar y a convencerse de que la felicidad le sonreía. ¿Lo habría conseguido? ¿O bien impidió inconscientemente que se realizara poniendo en marcha, a través de sus elecciones, su comportamiento y sus acciones, los riesgos de una carrerapersecución acelerada en la que huía de aquellos que ella misma a menudo buscaba para que le ayudaran a hacerse querer por todo el mundo? Un proceso implacable la enfrentó ineludiblemente a su destino, como la fatalidad de una tragedia antigua que conduce al héroe a morir. Sólo el futuro podría haberlo dicho, pero ya no podrá mostrarlo. Ha encontrado en el más allá todos los amantes reales o míticos cuya felicidad podría haber sido perfecta ya que fueron separados por la muerte y sigue demostrándoles así su inaccesibilidad... ¿Ironía del destino o paso al acto de un final elegido antes de nacer? Al entrar en la leyenda se llevó consigo el secreto. Dejémosla por fin reposar en paz con él y con la seguridad del amor del mundo entero.
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He querido compartir con vosotros esta versión menos mediatizada de su historia, aunque ya bastante analizada por ciertos autores y periódicos de gran audiencia, porque es un ejemplo claro y demostrativo del tema de este libro. Espero que este personaje conocido por todos vosotros pueda ayudaros a comprender que un niño negado en su sexo, porque sus padres prefirieron el opuesto, puede perder la vida en un guión extremo tras haber vivido dolorosamente. Su muerte revolucionó dogmas, sacudió un trono en su rigidez y abrió las puertas de una austera catedral al himno al amor que ella simbolizaba y por el que ella sentía una necesidad vital. Espero que estas líneas también lleguen a vuestro corazón para que guardéis en memoria a esta niña “de más”, que tuvo la audacia, pero también la culpabilidad de nacer mientras que en realidad era un niño lo que se esperaba con avidez. Me gustaría que este mensaje, de una ardiente portavoz de la libertad, pueda ayudar en la causa de los niños que ella tanto quería y permita en el futuro que muchos de ellos, niñas o niños, sean esperados sin condición. ¿Acaso la diosa con quien compartía nombre no era la protectora de los pequeños y de las mujeres embarazadas? Así se podrá proseguir su obra en el ámbito de la ayuda a los demás y la ayuda a la humanidad. Todos los embriones del mundo, todos los fetos, los recién nacidos y los niños tienen esta necesidad de reconocimiento y de amor incondicional. Todos la llevamos en lo más profundo de nuestro ser, algunos alimentados desde siempre y otros portadores de carencias
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que les conducen a satisfacerlas, de una manera más o menos desesperada... Lo descubriréis a lo largo de estas líneas a través de otras historias de vidas que tampoco son novelas.
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NECESIDAD DE AMOR... INCONDICIONAL
“Todo lo que necesitamos o todas nuestras necesidades se reducen a un vínculo de amor. Parece sencillo... y, sin embargo, es raro y difícil porque no se trata de cualquier tipo de amor, sino de uno total e incondicional, que proviene de nuestros padres desde el primer instante de nuestra creación e incluso... antes. ...Ser creados para nuestra felicidad, sin preferencias de sexo, libres de ser nosotros mismos, sin proyecciones que anticipen nuestro aspecto o nuestro carácter, pero que plasmen nuestra presencia, sin convertirnos en instrumentos, sin tener que parecernos a un miembro de nuestra genealogía, a continuarlo o a reemplazarlo con el mismo nombre... ...Sentir este amor y escucharlo en las palabras que nos dirigirán cada día, estar seguro de ser amados por nosotros mismos independientemente de nuestra persona y nuestros actos futuros... Éstas serán las pruebas de nuestro desarrollo armónico, de nuestro reconocimiento por poder acceder a la felicidad y a la salud...
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...Nosotros, los bebés, necesitamos que nuestra concepción esté enfocada hacia nuestro bien y nuestra armonía. Para que esta elección de transmitirnos la vida se haga, además, pensando en los embriones y los fetos en los que nos convertiremos y que llegaremos a una nueva familia, concebidos también para nosotros mismos en el mejor momento de disponibilidad y de amor, deseados y esperados sin condición. Seremos creados en el vientre de nuestra madre por la fusión entre su óvulo y el espermatozoide de nuestro padre, al mismo tiempo que en sus mentes y sobre todo en sus corazones. En ellos encontramos la energía que más nos alimenta, más allá del cordón umbilical, nos aporta las sustancias que nuestro cuerpo necesita para crecer. Es un canal virtual por supuesto, pero tan fuerte que conduce el amor de nuestros padres hacia nosotros y de ahí hacia cada célula, cada vibración de nuestro ser en completo desarrollo. Desde nuestra creación, ésta es la sabiduría que esperamos recibir de ellos y que nos sumerge en una fuerza, una confianza, una armonía esencial para nosotros. Es como si todo nuestro futuro dependiera de ella, como si todo lo que vamos a hacer, todos nuestros pensamientos, nuestras emociones, acciones y reacciones de nuestra vida futura estuviesen condicionadas por la presencia de este amor. Nos da una fuerza inmensa, nos convierte en gigantes... Nos permitirá en el futuro desplazar montañas. Aquello que nos parecería un obstáculo insuperable, que generaría desalientos, tristeza, sentimiento de incapacidad... y sobre todo miedos de todo tipo, será accesible en un instante. Todo es posible en esta corriente, esta fuerza única de amor. Esto es lo que esperamos de vosotros, si elegís ser los actores que permitan nuestra creación. Esperamos que el germen no esté solamen-
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te en el vientre de nuestra madre sino también en vuestra mente y sobre todo en vuestros corazones, que cambie vuestra dimensión al convertiros en padres y que al mismo tiempo nos hagáis evolucionar al traernos al mundo.”
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DESEO, NO-DESEO
“¡Cuántos embriones y cuántos niños no deseados se criaron en el pasado! El no-deseo es uno de los mayores sufrimientos que podemos padecer en el vientre de nuestra madre, el que dejará más marcas en los futuros adultos en los que nos convertiremos.” ¿Cuántos de vosotros están en este caso? Altibajos en vuestro trabajo, en vuestra vida... fracasos personales o profesionales recurrentes... falta de amor hacia vosotros mismos y, por lo tanto hacia los demás, desvalorización, poco tiempo dedicado a vosotros mismos, preocupación perpetua, culpabilidad... o con dificultades para encontrar un significado a vuestra vida y a vuestra presencia sobre la tierra... Tal vez otros hayan trascendido estos esquemas. Cuando vuestros cuerpos percibieron el encarcelamiento en el que estabais confinados recurrieron a las llamadas de socorro, cada vez más intensas, hasta ser oídos. Por medio de determinados dolores crónicos y limitadores del cuello, de los hombros y de la espalda, así como a través de migrañas recurrentes, soriasis, eczemas, asma o diversas manifestaciones orgánicas, el cuerpo te
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avisa de que ciertas presiones, más o menos graves, están limitando tu vida y que necesitas liberarte de ellas. Cuando el cuerpo no logra hacerse escuchar, cuando las tomas de conciencia y los cambios de comportamiento tan esperados no se producen... entonces los síntomas tienen que aumentar el grado de su intensidad, que en algunos casos se traduce por cáncer, enfermedades postradoras y degenerativas, accidentes, sida... ¿Y si la raíz emocional de todos estos problemas proviniera inicialmente de lo que quedó grabado dentro del vientre de nuestra madre? ¿Creéis que ya ha pasado demasiado tiempo y que no puede existir ninguna relación? Pues sí que la hay. El embrión, el feto y el lactante que tú fuiste viven todavía de manera activa en tu interior, tal y como ocurre en todas las personas. Las historias de vida relatadas a continuación os mostraran diversas facetas de las consecuencias del no-deseo durante la edad adulta, tanto en el ámbito de los problemas psicológicos como psicosomáticos. Descubriréis también que los embriones enfrentados al deseo o al no-deseo de sus padres captan todo el desarrollo y la expresión de sus pensamientos y sentimientos al conocer el embarazo. Es evidente, que las percepciones y las reacciones de la madre ocupan un lugar privilegiado. En algunos casos se trata de una concepción imprevista, los padres se hacen a la idea finalmente de tener este hijo y lo van aceptando progresivamente antes de su nacimiento. En otros casos se produce un rechazo más profundo por lo que dejará huellas duraderas.
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A estos bebés, una vez conocida su presencia, se les adjudica, en diferentes grados, etiquetas variadas relacionadas con los calificativos que utilizaron entonces sus padres. Os hablaré de los niños concebidos “demasiado pronto”, de aquellos concebidos “demasiado tarde” y de los embriones que sobrevivieron a tentativas de aborto. Todos pueden ser “niños errores, accidentes, mala suerte, problemas, aguafiestas...”. Estas calificaciones no están reservadas a una situación particular y, aunque las asocie a determinados casos, podrían también ser utilizadas para otros. Más allá de este primer impacto emocional, también pueden tener lugar preferencias de sexo o determinados acontecimientos asociados al embarazo, que amplíen y profundicen la huella bloqueadora inicial. Si al leer estas historias de vida, necesitas comprender mejor los argumentos que generan las tomas de conciencia transformadoras durante la terapia, dirígete al final de este capitulo, ya que no las he desarrollado en cada uno de los casos, puesto que se trata de procesos similares. Comprenderás entonces por qué los bebés, desprovistos de pensamiento lógico, cometen “errores de interpretación” y cómo la terapia consigue liberar esas cargas. En los párrafos siguientes, citaré algunos casos de personas que vivieron un no-deseo. Los síntomas que presentan estas personas no son las únicas consecuencias posibles, sino que podrían ser de mayor o de menor importancia, o incluso estar latentes. No creáis que un contexto de esta naturaleza genera una problemática estereotipada o que una enfermedad está siempre unida a una causa psicológica específica. En absoluto. Tomadlos únicamente a titulo de ejemplo, generados por los sufrimientos embrionarios y fetales.
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El bebé “demasiado pronto” en la vida de la pareja Brigitte - el embrión que se creía culpable Brigitte acaba de pasar el umbral de los cuarenta. Esta etapa ha sido determinante para ella porque se ha dado cuenta de que ya era hora de comprender y de cambiar lo que hasta ahora le limitaba. En realidad, su vida se ha desarrollado siempre sin pasión ni ocio. Padece una falta de realización personal en el trabajo ya que, al carecer de profesión, se siente desvalorizada con respecto a los demás, y se cree incapaz de conseguir lo que se propone debido a la influencia persistente de un complejo por no tener ningún diploma. “... Ya sabes... cuando una vive así... sin ganas, sin deseos... piensa que no sirve para nada... que es tonta... Una no se quiere a sí misma...” Le comento que se expresa utilizando el pronombre “una” para describir sus creencias, como si intentara hablar de su propia historia proyectándola sobre otra persona, para no verse reflejada en ella. Le aconsejo que deje poco a poco este tipo de formulación en su vida diaria y que lo sustituya por el “yo” cuando esté describiendo sus pensamientos, sus emociones y sus acciones. Esta señal de desvalorización se esfumará rápidamente a lo largo de la terapia. De hecho, su fuerte motivación de evolución le llevará a realizar un trabajo personal intensivo de dinámica mental, de autoanálisis y de reencuadre gracias al cual empezará a establecer un nuevo sistema activo de funcionamiento positivo. A continuación, cuando descubre que las raíces profundas de su esquema de inferioridad-culpabilidad se encuentran en su vida intrauterina, este mecanismo se pondrá en marcha de forma espontánea.
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Por otra parte, Brigitte se siente sola por la incapacidad de su marido para expresar cariño: “... Le cuesta ser atento... sobre todo en público... ya no lo soporto más... estoy siempre a la defensiva... esto estropea los momentos en los que podríamos estar a gusto...” Más tarde comprenderá que inconscientemente contribuía en la repetición de esta situación para obtener numerosos “beneficios”, que confirmaban regularmente el guión establecido en su infancia. Por haber creído que no merecía los cumplidos y no haberlos aceptado nunca de los demás, se alimentó de estimulaciones negativas. En realidad, tras un período más o menos largo de ausencia de comunicación, en el que sigue sintiéndose rechazada y sigue reprimiendo su tristeza y sus miedos, explota en un ataque de ira que pone fin momentáneamente al conflicto sumergiéndolo en el dolor. Una vez desaparecida esa necesidad inconsciente, es capaz de expresarse en el mismo momento en que tiene lugar el acontecimiento y, de esta forma, fomenta una comunicación más amplia. Como era previsible, y aunque ella todavía lo dude, su transformación provoca paralelamente un cambio en la actitud de su pareja, cada vez más expresivo en sus cumplidos. Toda esta evolución la obtiene gracias a la terapia de su vida intrauterina en la que descubre el anuncio del embarazo. “... Me da la impresión de que mi madre no está contenta... La noticia no le gusta... me quedo dormida... a mi no me concierne... o mejor dicho, quiero creer que no me concierne... no debo pensar...” Su Adulto toma entonces la palabra:
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“... A menudo reacciono así en la vida... no quiero pensar... en realidad siempre me asusta no pensar adecuadamente... nunca sé si lo que voy a decir es correcto... así que nunca hablo...” Acepta entonces enfrentarse a ese momento inicial para descubrir las emociones que sintió entonces. Brigitte toma conciencia de que ese momento es el origen del esquema que se ha ido perpetuando y confirmando regularmente desde entonces hasta la actualidad. Surgen los mismos pensamientos, las mismas emociones que las expresadas en nuestro primer encuentro: “... ¿Qué va a ser de mí?... estoy de más... molesto... No me van a querer... Oigo que mi madre se dirige a su padre con resignación: ‘Ahora ya no podemos hacer nada... mi matrimonio no va bien... pero con un niño... me voy a tener que quedar’...” Brigitte vuelve a sus reacciones de embrión: “... Yo soy la que le va a impedir tener otra existencia... soy un problema para ella... le molesto...” De manera fugaz, se plantea: “... No sería una mala solución... que se deshiciera del bebé... de mí...” Pero inmediatamente y con mucha más intensidad, a pesar de que su evolución no es todavía completamente positiva: “... De todas maneras estoy aquí... y habrá que aceptarlo...” Se presentan entonces sus creencias de culpabilidad: “... Es por mi culpa... si no hubiera llegado... se habrían separado... va a estropear su vida por mí...” Estas creencias se reforzarán al percibir la preferencia materna por un niño: “... Y encima... no he sido capaz de ser aquel que ella por lo menos habría deseado...”
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Un poco más adelante, encuentra una raíz esencial de su poco interés por la existencia: “... Incluso la relación sexual de mi concepción me parece fracasada... sin amor... sin deseo... Si hubieran estado presentes, mi vida podría haber sido otra muy diferente...” Le ayudo entonces a anclar un nuevo enfoque en su conciencia embrionaria gracias a su lógica de Adulto y a los conocimientos que posee actualmente. La biología le muestra que las células de sus padres, el óvulo y el espermatozoide, son los únicos responsables de su creación, además de un mecanismo inconsciente que condujo a su madre, ella misma no deseada, a reproducir su propia historia. Por otra parte, como ocurre con frecuencia, su madre tuvo la necesidad involuntaria de evitar enfrentarse a una responsabilidad de tanto peso, por lo que se deshizo de ella transfiriéndosela al pequeño ser en desarrollo y sin defensas que llevaba en el vientre... También percibe que las palabras maternas que captó sobre el embarazo y sobre el bebé no se referían a ella, a Brigitte como persona determinada, sino a la idea abstracta de un bebé cualquiera. Al volver de nuevo a la memoria del comienzo de su vida, ya puede afirmar: “... Estoy segura de que me encuentro allí donde debo estar... tengo derecho... a mi alrededor las cosas no han cambiado... pero yo soy diferente... Lo que mi madre diga o piense... a mí no me afecta... no lo tomo personal... estoy segura de mi valor... me siento unida a una fuerza... que viene de más arriba y que abarca todo mi cuerpo... todas mis célu-
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las... Ocupo mi lugar... mis potencialidades... con sólo pensar en ello... siento un bienestar inmenso.” De esta forma, Brigitte queda liberada de manera duradera de las responsabilidades asumidas sin justificación in utero. Tras encontrar su lugar positivo dentro de su entorno, que ahora la reconforta regularmente, prepara actualmente con entusiasmo la creación de una actividad profesional. * * * El caso de Brigitte representa claramente un guión de no-deseo con las manifestaciones clásicas que se le asocian: desvalorización, falta de confianza y de amor hacia uno mismo, culpabilidad, problemas de comunicación y sentimiento de ser Víctima. También demuestra la transformación que aporta la terapia de la vida intrauterina, tras una fase conductual de puesta en marcha de nuevos funcionamientos. Después de revivir el nacimiento, las principales circunstancias emocionales de la infancia serán resueltas con más facilidad. La desaparición duradera de los esquemas psicológicos limitadores confirma la relación causa-efecto del reencuadre realizado sobre el período prenatal. ¡Un año de análisis le ha permitido renacer! Lo mismo ocurrió con Lucie, cuya historia os invito a conocer. Lucie - el embrión que creía molestar A la edad de treinta y ocho años, Lucie, contable en una empresa privada, viene a mi consulta por una insatisfacción pro-
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funda en su lugar de trabajo. Desea encontrar las raíces de lo que ella define como un fracaso profesional, asociado a una dificultad de establecer relaciones con los demás. En el momento en que su madre conoce el embarazo, el embrión visualizado hasta entonces como luminoso, se vuelve de golpe sombrío: “... Es demasiado pronto... he llegado demasiado pronto... contra su deseo... Siento que después de su boda, quería estar a solas con su marido... sin bebé...” Al preguntarle si asume alguna responsabilidad, me contesta: “... Sí... me siento culpable de su descontento... es por mi culpa que no está bien... Estoy estropeando todos sus proyectos...” ¿Este hecho te hace extraer consecuencias para el futuro? “... Sí... ¡no soporto que no tenga sentimientos positivos hacia mí! Ya es suficiente... todo el mundo sentirá siempre lo mismo hacia mí... nadie me apreciará... a partir de este momento decido protegerme de los demás... he querido... y he sido rechazada... ¡no quiero volver a vivir esto nunca más!...” Le propongo que haga llamar al adulto que es hoy en día y le ayudo a través de preguntas a reencuadrarse en su pensamiento lógico, para establecer una nueva comprensión que le aporte un nuevo enfoque: “... ¡Es verdad! Cuando miro a mi madre, me doy cuenta de que es muy joven... tiene veinte años... es muy inmadura... no se siente preparada... también veo que no se refiere a mí... ella no me ve... a mí, Lucie... se hace una idea vaga del embarazo... es su primera vez... no me rechaza por el hecho de que yo no sea suficientemente buena... Aceptar el embarazo es un primer paso para ella... una circunstancia... el bebé sigue
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abstracto en sus pensamientos... todavía no me ha materializado... No critica mi valor... mi forma de ser no se cuestiona... En el fondo de todo esto, capto la felicidad de mi madre... porque siento que después de casarse quería hijos...” Tras esta toma de conciencia de las diferencias entre lo vivido, las preocupaciones de la madre y las del embrión, Lucie se libera de la pesada carga alojada en ella desde siempre. “... El pasado se ha borrado... ahora es una página en blanco... llena de luz... donde ocupo mi lugar y mi valor... Sé que puedo querer y ser querida en toda seguridad.” El bebé “demasiado pronto”... después de otro hijo Solange - el embrión que creía ocupar el lugar de su hermana Maestra, de cuarenta y cuatro años, Solange, fue concebida tres meses después del nacimiento de su hermana mayor y desde entonces piensa que no hay lugar para las dos. Antes de darse el derecho de tener éxito y de ser feliz espera a que ya le haya ocurrido a su hermana: “... Si tomo mi lugar... ella se va a quedar gravemente desestabilizada en el plano psicológico... no tengo derecho a hacerle eso...” In utero, descubre el desmoronamiento de su madre al conocer el embarazo: “... Un bebé está bien... pero dos ¡es demasiado!... El primer bebé todavía es muy pequeño... (no podré disfrutarlo)... ¡Cuánto trabajo!...” La reacción sobre la que ha edificado sus creencias: “... No debería estar aquí... voy a estropear su vida, su placer... si yo soy yo... mi hermana va a desaparecer... La vida va a ser difícil...”
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y toma su decisión de vida: “Tengo que hacerme toda pequeñita... sin ocupar mi lugar... sin expresarme...” A lo largo de la terapia, va tomando conciencia de su derecho a existir: “...Es verdad... cada una puede tener su lugar.” El caso siguiente tiene muchos puntos en común con la historia de Corinne, que nació catorce meses después de su hermana y vivió un esquema similar de no-deseo, intensificado por una preferencia de niño, todo ello sobre un trasfondo de tensión y distanciamiento parental. Judith - el embrión que creía ser un “aguafiestas” Judith se dirige a mi consulta, tras cinco años de psicoanálisis infructuoso, por un estado depresivo importante, asociado a una desvalorización intensa y a un sentimiento de soledad, enfrentada desde hace tiempo a un síndrome de abandono recurrente. Esta joven de treinta y cinco años, ejecutiva en una empresa de importación y exportación, experimentó en el pasado varios fracasos afectivos en relaciones que manifiestan claramente un guión de amor-sufrimiento. Desde nuestro primer encuentro las raíces de este guión salen a la luz. A pesar de que se había prometido conscientemente que nunca reproduciría la relación de sus padres, que se caracterizaba por las discusiones frecuentes y por la ausencia de expresiones de cariño, ni tampoco el modelo materno de depresión y de sumisión dolorosa frente a situaciones injustas, se da cuenta de que ella lleva a cabo una reproducción idéntica.
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Dotada de una gran capacidad de análisis, Judith asume esta constatación y comprende las causas. Sus esperanzas aparentes de ser querida no son más que cepos que participan en una estrategia sabiamente planeada por su inconsciente con el único objetivo de confirmar la certeza inversa, la que ella ancló en su infancia. El conjunto de creencias familiares que ella adoptó no deja lugar a dudas. Algunos miembros de su genealogía materna, con quienes comparte el nombre, denigran a los hombres y los consideran como personas violentas y ausentes: “... Las parejas nunca duran... El amor significa aceptarlo todo incluso si hace daño... Siempre es el hombre el que engaña a la mujer... Las mujeres son víctimas de los hombres... Lo único que pueden hacer es callarse y someterse... Ellos están por encima de todo... Las cosas buenas siempre se acaban... Se necesita el mal para que exista el bien... La vida es dura y triste...” Para comenzar le propongo que explore su vida intrauterina, donde probablemente se sitúa el punto de partida de su guión, teniendo en cuenta que recibió la etiqueta de “accidente”. Primero abordamos simbólicamente su concepción: “... Mi primera célula es un círculo amarillo sonriente... lleno de energía...” Acércate progresivamente al momento en el que tu madre se da cuenta del embarazo... “... Todo se vuelve negro a mi alrededor... y mi célula también” afirma llena de angustia. “... No está contenta de que mi presencia... es un golpe duro... le oigo decir... ¿Ya?... Yo... quiero salir de este vientre... ella está triste... pero siento que poco a poco empieza a sonreír y que mi presencia le hace feliz... pero también siento su decepción...”
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¿Qué es lo que la decepciona? “... Mi padre... no se siente suficientemente querida... nos unimos contra él... nos unimos en nuestros cuerpos... lo que capto... es difícil... recibo sus pensamientos negativos sobre su matrimonio... los hombres... las mujeres...” Entonces su Adulto toma la palabra: “... Comprendo que éste es el momento donde todo comenzó... Cuando le comunican la noticia a mi padre... le oigo gritar... está enfadado con mi madre... Le acusa de haber cometido un error de cálculo... de ovulación... y dice: ¡era lo único que faltaba!... Él no me desea... entonces... me uno a ella...” ¿Qué sientes en este momento? “... Me siento muy culpable de estar aquí... de perturbar su existencia... ocupo demasiado lugar... mi madre no tiene tiempo de ocuparse de su primer bebé... soy una carga para ella... física y moral... no está disponible para su marido... Soy la responsable de su angustia... de su decepción... Tras varios años de matrimonio, ella se da cuenta de la violencia de él y se siente abandonada... ... Oigo a mi abuela decirle que no tienen suficiente dinero para permitirse un segundo hijo... soy una problema económico... estoy de más... ... También percibo su miedo... a lo que digan los demás... en realidad mi padre también... se avergüenza de mi presencia frente a la sociedad... de lo que van a pensar los demás... ¡a su edad!... ¡Es la prueba de un acto sexual!... También comprendo que para mi madre el embarazo es una razón de evitar las relaciones sexuales con mi padre... se sirve de mí como escudo de protección para protegerse de sus ganas... eso es lo que él me echa en cara... cree que soy yo la responsable...”
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¿Tus padres proyectan alguna preferencia de sexo para ti? “... Sí” responde ella con una voz llena de tristeza. “... Quieren un niño... yo no les valgo... Bueno... pues si es así... me convertiré en niño... para hacerles felices...” Le planteo entonces a Judith una serie de preguntas que la conducen a reencuadrar las interpretaciones erróneas del embrión y a atribuir al bebé abstracto los pensamientos y las opiniones de sus padres. También percibe que el deseo de su madre se ha reencuadrado rápidamente. Al observar a sus padres, ya no como los gigantes que siempre había visto desde el vientre de su madre, sino como seres portadores de su propia historia de infancia, comienza a abordar una nueva fase de comprensión. Su abuela materna vivió un matrimonio obligado, sin amor y sin deseo sexual, del que solía decir a su hija: “... Lo de cumplir con mis deberes de esposa, no era nada divertido... Yo sólo tuve un hijo, no dos”. Ella misma incentivó el fantasma de los riesgos del embarazo para rechazar la sexualidad... Comprende, además, que su madre in utero, también sufrió la preferencia de su padre por un niño, quien sabía que su mujer rechazaría tener después otro hijo. Ella misma no fue nunca femenina, nunca se maquillaba. Reprodujo inconscientemente el deseo de un varón, quizá para hacer feliz a su padre, con quien tenía una relación estrecha, dándole el descendiente que ella no había podido ser. En cuanto a su padre, éste sintió, en el vientre de su propia madre, la vergüenza y el abandono de los que ella fue víctima por ser soltera, y se sentía culpable por ser la causa de su recha-
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zo social. Esta concepción fuera del matrimonio constituyó para él un “secreto” pesado del que nunca pudo hablar. El anuncio de este segundo embarazo de su mujer sumergió al embrión que lleva dentro en el miedo y el terror de aquel momento, lo que explica su reacción emocional y su inquietud con respecto a la opinión de los demás. El distanciamiento de su mujer le hizo revivir el abandono inicial. Todas estas razones condujeron a su niño interior no desear esta progenitura. De esta forma, cuando Judith vuelve a estas secuencias embrionarias para transformar el contenido, ya puede desatar esas pesadas cadenas del pasado. Devuelve a sus antepasados sus propias historias, consciente de que más allá de estas dos generaciones precedentes que acaba de analizar, hay otras raíces que explican lo que vivieron sus abuelos: “... No es culpa mía... Judith... si no culpa de su pasado... mi padre es como es... sus palabras no están dirigidas hacia mí, Judith... él no me ve... a través del vientre... Yo no soy la responsable... Lo mismo pasa con mi madre... Le devuelvo sus creencias negativas sobre los matrimonios... los hombres... la vida de las mujeres... están unidas a una historia... la de sus padres... son sus pensamientos los que le han puesto entre la espada y la pared, los que le hacen ver siempre casos similares a su alrededor... ... Es su inconsciente el que los seleccionó por ella... tal y como yo lo hice... Hoy sé que hay centenares de millones de seres en edad de amarse sobre el planeta y que hay otras tantas parejas felices... hombres cariñosos... mujeres que viven su feminidad y su sexualidad florecientes... todo lo contrario... porque piensan que pueden ser así... ... Dejo a cada generación su historia... me uno a la fuerza interior que siento en mí... tengo ganas de vivir... ocupo mi lugar... puedo desa-
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rrollarme... lo tengo todo en mí... tengo derecho a ser una niña... puedo pedir... recibir... ser querida...” Todavía le queda otra etapa, no menos esencial, en la que borrar las huellas de la angustia y la solead sentidas con respecto a su hermana: “... Ella no me desea... no desea mi nacimiento... no me quiere... seré siempre una aguafiestas... voy a nacer con la aversión de un familiar... siempre echaré algo en falta... será difícil... no podré estar del todo contenta... porque soy la responsable de sus problemas.” Comprende entonces que su hermana, que todavía no tiene un año, le ha transmitido su angustia y sus celos por la idea de perder la exclusividad. Este hecho cobra aun más importancia al saber que su hermana mayor fue objeto de una gran preferencia masculina. Esperada como “Christian”, sus padres añadieron una vocal en su nacimiento para feminizar su nombre, que a pesar de todo le dejó una marca permanente para el resto de su vida. Judith se libera así de la culpabilidad que sentía, al comprender que su reacción se debía a una huella anterior a su llegada, que marcó a Christiane en la historia de su propia concepción. El bebé encuentra el símbolo de su primera célula con una alegría resplandeciente. Reactivará todas estas energías positivas justo antes de nacer, tras haber remontado el hilo temporal, representado por una gran espiral, símbolo por primera vez de libertad. Cuando revive en su cuerpo las contracciones maternas y la presión de lo fórceps en las sienes, graba en positivo su llegada al mundo por medio de una impulsión dinámica decidida a inyectarle a su vida la energía, la alegría, el amor y la condescendencia que a partir de ahora siempre le acompañarán.
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A través de esta terapia Judith lleva a cabo una transformación total, percibida inmediatamente por su entorno que observa los cambios físicos en la expresión de su cara. Sus rasgos relajados acogen ahora una amplia sonrisa.
El bebé “demasiado pronto” en una concepción fuera del matrimonio Clotilde - el embrión que creía ser un accidente Su historia ilustra las correlaciones entre sus interpretaciones de bebé, hechas in utero, sus problemáticas de vida y su transformación gracias a los descubrimientos de su terapia. Esta joven que se acerca a los cuarenta sufre desde siempre una gran dificultad de relación unida a una gran introversión. Este encerramiento en sí misma genera bloqueos importantes en su comunicación con los demás, tanto en el trabajo como en el ámbito afectivo. “... No llego a acercarme a los demás... a afirmarme... a tener confianza en mí misma...” me dice tras largos momentos de silencio durante los que observo la posición de sus dedos delante de la boca, como si fueran los barrotes de una prisión. El resto de su cara está poco visible, escondido por un largo mechón de pelo y unas gafas oscuras enormes. “... Es por timidez... por miedo a que los demás me juzguen... tengo la impresión de no aportarles nada... de molestarles... siento esto desde mi infancia...” Al pedirle que me hable de la relación con sus padres, me responde con indecisión:
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“... Mi padre estaba siempre ausente... nunca me expresaba su cariño... en realidad, mi madre tampoco... estaba siempre agresiva, se pasaba el día juzgándonos y desvalorizándonos...” ¿A quién? “... A mi hermano pequeño y a mí... no paraba de decir que no servíamos para nada... que nunca llegaríamos a ser nadie...” Al expresar estas palabras, su cuerpo se va acurrucando cada vez más y siente que se reactiva en ella la inquietud de ser juzgada que le acompaña desde pequeña. La tranquilizo diciéndole: “Aquí puedes hablar en toda confianza... estoy aquí para ayudarte a liberar los sufrimientos que te han limitado y para que descubras todas las potencialidades, que yo sé, que hay en ti.” Más tranquila, continúa: “... Todo esto me enseñó muy pronto a arreglármelas yo sola... no me quedaba otro remedio... hacerlo todo por una misma... evita también enfrentarse a los demás... Con los hombres pasa lo mismo... siempre doy mucho más de lo que recibo... no son libres... o viven lejos... y me quedo sola sufriendo mi soledad...” A lo largo de una sesión en la que le propongo abordar su falta de afirmación de manera simbólica, ésta se manifiesta en su garganta, asociada a una angustia intensa. “... Veo una bola negra enorme... me impide respirar...” Al dialogar con el elemento, éste le dice su nombre: “bebé”. A la pregunta: “¿Cuándo fue la primera vez que viniste a mí?” Responde: “... En el nacimiento...”
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¿En qué circunstancias? “... ¿Acaso no tenía que haber nacido?...” ¿Qué sabes sobre tu nacimiento? “... Nada en particular... nací poco tiempo después de la boda de mis padres... nueve meses, creo...” Teniendo en cuenta la información esencial que acaba de proporcionarle su inconsciente, desde el principio de su terapia, le propongo seguir esta orientación para explorar su vida intrauterina y acepta con gusto. En realidad se siente sorprendida por el resultado obtenido hasta ahora, lo que le ayuda a disipar las dudas con las que había arrancado sobre sus aptitudes para encontrar recuerdos, tal y como suelo constatar en la mayoría de las personas desvalorizadas. Animada para seguir adelante, aborda sus primeras sesiones: “... Oigo a mi madre decir que es demasiado pronto... es un accidente... todavía no quiere hijos... no está alegre... tiene miedo... no sé por qué...” ¿Cómo reaccionas tú? “... Yo también tengo mucho miedo... cuando mi madre se da cuenta de que está embarazada... todo mi cuerpo se paraliza... siento como una gran esponja en el tórax... que me oprime... me duele la tripa... ...Es por mi culpa... mi padre no tiene trabajo... mi madre dice que se va a quedar bloqueada... por mi culpa... la vida va a ser difícil... En el exterior... no es fácil... no quiero salir... tengo miedo de ser rechazada...” Descubre entonces que el miedo de su madre estaba liado al rechazo que ésta imaginaba por parte de su propio padre y de la familia de éste.
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Al buscar las razones de estas inquietudes, se plantea por primera vez, y con detenimiento, la cuestión de la fecha de la boda de sus padres y la de su nacimiento. Nacida a término, Clotilde deduce que fue concebida dos meses antes de la oficialización de la unión de sus padres “... por mi culpa se van a ver obligados a casarse... si no hubiera sido concebida no habría habido ningún problema.” Al atar los cabos de la historia familiar en aquel momento, recuerda que durante ese mismo mes su abuelo paterno falleció accidentalmente y que, aún así, se celebró la ceremonia debido al embarazo. De esta forma comprende, en estado de conciencia amplificada, las inquietudes de su madre y los juicios de los que fue objeto, que estaban asociados a su propio miedo hacia los demás, y se desprende de ellos devolviéndoselos a su progenitora. También se libera, en su memoria embrionaria, de la responsabilidad asumida en su creación y que le había conducido a pensar erróneamente que no poseía ningún valor. Clotilde comprende por fin que sus padres son los actores que le dieron la vida y se permite a sí misma volver a nacer. Las últimas noticias que tengo de ella me indican que acaba de tomar la dirección de un hotel en el sur de Francia y se ocupa de la animación y de la recepción de los clientes. Estos datos son testigos de su transformación. La concepción fuera del matrimonio es un caso específico de no-deseo. Las huellas habituales del bebé se refuerzan en esta ocasión por una carga suplementaria y significativa de culpabilidad, unida a las emociones de los padres frente a los juicios y,
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en algunos casos, al rechazo social de los que son objeto. Las consecuencias se plasmarán en intensidades variables según la duración del no-deseo, la aceptación o no posterior y los posibles acontecimientos que pueden tener lugar durante el embarazo. En general serán responsables de un cierto mal vivir, de problemas de comunicación, del miedo a la mirada de los demás y de otros síntomas, que en conjunto indican la necesidad de una terapia específica cuanto antes, como en el caso de Clotilde, para poder liberarse de ellas.
El bebé “demasiado tarde” en la vida de la pareja Estos bebés “demasiado tarde” pueden encontrarse en la misma situación, cuando tras largos años de deseo parental, éste desaparece en razón de su edad u otras circunstancias vitales. Debido a su supuesta esterilidad, a menudo confirmada por la medicina, la pareja no recurre a métodos de contracepción. El embrión siente entonces emociones similares a las citadas con anterioridad. El caso de Madeleine, que encontraréis en el capítulo de las huellas genealógicas puesto que es un ejemplo muy demostrativo, podría también estar situado aquí.
El bebé “demasiado tarde”... en una familia numerosa Mylène - el embrión que creía ser un error Esta mujer de cuarenta y seis años, viene a mi consulta para una relajación indicada por problemas neurológicos. A la edad de veintinueve años aparecen los primeros síntomas y durante el primer brote en el que padece una parálisis fa-
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cial derecha asociada a un desorden de la deglución, se le diagnostica esclerosis múltiple. Tras una remisión transitoria, recae tres meses más tarde. Algún tiempo después, presenta un nuevo brote asociado a una parálisis del brazo izquierdo y de la pierna izquierda así como una cojera al andar. Sufre otra recaída al cabo de cuatro meses que le afecta al ojo derecho con visión doble y pérdida de la agudeza visual de éste órgano. Su último brote se remonta a hace cuatro años y desde entonces presenta un estado equilibrado, aunque con persistencia de desórdenes sensitivos en el costado derecho, como entumecimiento, hormigueo, insensibilidad de esta región y desórdenes vesicales. ¿Cuál era el contexto de tu vida en el momento de cada uno de estos dos grandes brotes y antes de la enfermedad? ¿Habías tenido problemas emocionales... o factores de estrés antes de los primeros síntomas? “... Nací en Marruecos... contraje matrimonio con un francés... Justo antes del comienzo de la enfermedad volví a Francia con mi marido y mi hija de cuatro años... Volví con el peso de una culpabilidad... ampliada por mi familia... me decían: Os habéis marchado todos... y tu madre, la pobre... ¡la habéis abandonado!...” Con el sentimiento de dejar a su madre y a su abuela, unido a la felicidad de su nueva vida, llega a París a comienzos de otoño. Se enfrenta al mismo tiempo a las dificultades del clima invernal, a un trabajo difícil de enfermera nocturna en el que se ve obligada a realizar numerosas horas extras para sacar adelante a la familia, mientras su marido termina unos estudios de muchos años.
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“... En ese momento tenía muy poca confianza en mí misma... muchas inquietudes profesionales... miedo de no estar a la altura... En esa época, mi hija de cinco años... tuvo una crisis de asma por la que estuvo hospitaliza en urgencias... temí por su vida...” La niña sufrirá tres crisis agudas que requerirán cada vez una hospitalización, la última seguida de un período en la montaña. Estos acontecimientos amplifican el clima emocional de angustia, de depresión y de culpabilidad de Mylène. Este es el contexto en el que aparece su primer brote de esclerosis múltiple, asociada a una incapacidad de alimentarse debido a un desorden de la deglución. Justo antes del comienzo de este segundo invierno en París, Mylène es hospitalizada, por lo que le será acordada una baja por enfermedad que por fin le permitirá ocuparse de su necesidad de reposo y que será un medio inconsciente de no tener que hacerse cargo de los demás. En realidad, en esta mujer angustiada, se perfila muy claramente un rol de Salvadora que enmascara una Víctima profunda, con la preocupación constante de perfección. Se obliga a sí misma a ser fuerte y se esfuerza constantemente por trabajar duro. La desvalorización subyacente le lleva a considerarse inferior y antepone siempre las necesidades de los demás a las suyas, le gusta hacer favores y disfruta poco del día a día. Una culpabilidad cuyas razones profundas descubriremos más tarde le lleva siempre a pensar: “... No debo nunca pedir nada a nadie... no quiero molestar... me las arreglo siempre por mí misma... no debo ponerme en primer lugar... no debo hablar sobre mí... ¡lo tengo prohibido!... Las necesidades de los demás son más importantes que las mías... me paso el tiempo haciendo favores... no sé decir que no... No tengo derecho a descansar...”
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Las circunstancias precedentes al segundo brote catorce años más tarde son tan evocadoras como las del primero. “... Fue un año después de la muerte de mi madre en Marruecos... y unos días antes de la de mi hermano... que desarrolló un cáncer de pulmón en unos meses. No quise ver la gravedad de su enfermedad... teníamos una relación muy estrecha... y unos días antes de su fallecimiento, mientras me encontraba con él en cuidados paliativos... sufrí una grave diplopía (visión doble)... y parálisis del costado izquierdo del cuerpo... Sentía una gran culpabilidad por haberme marchado una semana de vacaciones mientras él estaba mal... y por no haber visto la gravedad de su estado...” Cuando le propongo analizar los beneficios de su enfermedad, me doy cuenta de que ya ha tomado conciencia por sí misma de algunos de ellos. Los síntomas le sirven de pretexto inconsciente para quedarse sola y no hacerse cargo de los demás, al contrario de lo que hace normalmente, y le permiten también descansar aunque durante períodos demasiado breves porque prefiere retomar su actividad cuanto antes a fin de no causar problemas a sus colegas de trabajo. Por primera vez, se concede más tiempo para dedicarse a sí misma, para realizar actividades que le hacen sentir bien, como por ejemplo venir a esta consulta. Pero, además, acepta la idea de que estos “castigos” de su cuerpo, estas limitaciones de sus movimientos, de su sensibilidad, de su visión y de su funcionamiento diario, puedan constituir el fruto de un proceso de reactivación de ciertos elementos latentes desde hace mucho tiempo, como una culpabilidad de su Niña interior o incluso del bebé... que lleva dentro.
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¿De qué se creyó ella culpable? Esto es lo que necesita descubrir para liberar a su inconsciente y a su cuerpo de los elementos lejanos que le aprisionan de forma que no vuelvan a reactivarse en el futuro. En este contexto, la Nueva Sofrología constituirá una ayuda indispensable a través de la relajación, de la positivación y de la dinámica mental que va a adquirir Mylène en unas sesiones, pero enseguida le propongo acompañarle más allá. Le pido que me hable de su infancia: “... Soy la sexta en una familia de siete hijos... no me deseaban... mi padre... estaba ausente... mi madre muy valiente... responsable... no se rendía nunca... siempre en el trabajo... de hecho murió mientras pintaba la casa... era muy normativa... había muchas cosas prohibidas... de moral... de ‘hay que... no hay que... debes... no debes...’ ... yo fui un trabajo para ella... una carga... Y luego había un gran secreto en la familia... no éramos como todo el mundo... mi abuela materna Rose... con quien comparto el nombre... era... francesa... así que nos escondieron... como secuestrados... detrás de los altos muros del jardín... teníamos prohibido salir a la calle... de estar con otros niños... Teníamos un perímetro de vida limitado...” Abordamos entonces su vida intrauterina en una sesión simbólica sobre su concepción que se revela muy significativa: “... El óvulo es como una concha esférica de color claro... muy frágil y fina... hecha de un pétalo de rosa... El espermatozoide es una araña, gris y marrón sobre fondo rojo... no me gusta... la fusión es violenta... el pétalo resiste pero queda estropeado y después destruido... mi primera célula es una mariposa amarilla con puntos violetas... vacila... se mueve... se agita... y luego se detiene porque le falta luz...”
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¿Cómo la percibes desde el punto de vista energético? “... No está mal... pero es muy frágil... débil... necesita más fuerza para volar más tiempo... pero no se lo permiten... un obstáculo le impide ir más lejos...” ¿Qué obstáculo? ¿Puedes percibirlo? “... Sí... una pared dura y espesa... como una fortaleza... una prisión... la tristeza...” ¿Qué representa esta pared? “... No decir ni hacer lo que me hubiera gustado... y luego estará también la del jardín...” ¿Quién la construyó? “... Mi madre... con sus miedos del exterior... del parto también... pensó que moriría... También representa su vientre... el útero... a la vez prisión y protección para mí...” ¿Qué necesitas para renacer? “... Necesito ser libre... me apetece... ahora veo que la mariposa está luchando... está más activa... quiere salir a toda costa... se escapa... vuela alto... la luz es cada vez más fuerte...” Retomamos ahora cada etapa concreta de su gestación y llegamos al momento en el que su madre descubre su embarazo. “... No la siento feliz... está resignada... angustiada... perdida... descontenta... yo estoy triste... es por mi culpa...” El bebé, que se encuentra frente a la incoherencia del no-deseo y de su presencia, concluye: “... Tengo parte de la responsabilidad... puesto que estoy aquí... donde no debería estar... sobro... hay un error en mi concepción... soy un error...”
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Siguiendo su lógica, decide: “... No me quiere... así que... para conseguirlo... voy a intentar gustarle... seré como ella quiera... obediente...” Gracias al adulto y a sus argumentos, se otorga el derecho de estar ahí y de crecer libre de toda responsabilidad. Al encontrarse con su padre, percibe igualmente su no-deseo como una hostilidad con rencor, amargor, tristeza e inseguridad, lo que multiplica las dudas sobre su valor por haber infringido la ley paterna. “... Soy la intrusa... llamo... estoy ahí pero nadie viene... quiero que me quieran... que me presten atención... hay demasiado silencio... no me gusta.” Después de ayudar al bebé a crear el vínculo por el que atribuirá a un bebé abstracto los pensamientos de su padre y de haberse reencuadrado sobre los conocimientos que tiene del futuro, Mylène integra en la visión del embrión la comprensión que tanto necesita. Reactivará también esta comprensión en el nacimiento y vendrá al mundo liberada, arropada y acompañada por el amor y la aceptación del entorno. Tras esta fase, Mylène explora las raíces profundas de sus síntomas específicos, que se establecieron más tarde sobre la base de su perfil psicológico, ahora esclarecido. Relaciona sus desórdenes motores con el temor que tuvo su madre a que su hija no fuera capaz de andar. Mylène nació un año más tarde que un primo suyo con discapacidad motora, al que hará referencia más tarde, cuyas piernas atrofiadas y muerte precoz a los cinco años generaron en su madre una inquietud desmesurada por su hija. A continuación, su madre seguirá dirigiéndole mensajes inhibidores, que la tratan de torpe, le prohibirá subir a los árboles
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por temor a que se caiga y llegará hasta el extremo de obligarla a llevar un casco para evitar un supuesto peligro. Para no causar ningún problema, Mylène acepta. Alentada en los trabajos manuales, su madre quería convencerla de su pasión por los bordados y por la cocina. Gracias a este pseudointerés, ésta se veía aliviaba en sus tareas diarias, sin embargo, Mylène, sumisa, se encerraba cada vez más en una energía estática que odiaba. Asumió estas creencias como suyas y se prohibió vivir libremente, a pesar de que ya estaba limitada en su movimiento y no tenía autorización para cruzar la puerta del universo cerrado de su jardín-prisión. Relaciona sus desórdenes vesicales con las obligaciones obsesivas con respecto a la limpieza impuestas por su madre tanto a ella como a sus hermanos. Para evitar la carga suplementaria de trabajo que supone lavar las sábanas y las mudas cuando los niños se hacen pis, les impone pasar ratos interminables sobre el orinal, que implican aun así numerosos controles. En cualquier caso, haga lo que haga, se siente una carga. Por fin encuentra un anclaje profundo que relaciona la diplopía de su ojo derecho aparecida tras la muerte de su hermano con un recuerdo de la infancia en el que él también participaba. A la edad de tres años, Mylène sufrió una infección aguda del canal lacrimal del mismo lado en el que, más tarde, desarrolla una paresia. Fue necesaria una pequeña intervención quirúrgica debido a los dolores y a la ausencia de lágrimas. Fue su hermano quien le acompañó y le curó el ojo enfermo aplicándole gotas varias veces al día.
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A lo largo de las sesiones de terapia, constata rápidamente una clara mejoría de los síntomas que padece. Los hormigueos permanentes, que le obligaban a levantarse para caminar y que, por lo tanto, le impedían descansar, desaparecen al cabo de poco tiempo. Los desórdenes vesicales ya están bajo control. Durante esta terapia, se instala una transformación completa y constatada por su entorno. Aprende a decir que no, sin sentirse culpable, cuando así lo desea, ignorando los comentarios de sorpresa de sus antiguos “amigos”. Durante sus vacaciones también es capaz, sin sentirse egoísta, de repartir su tiempo entre momentos de descanso y actividades agradables con su familia. Se trata de un cambio importante puesto que desde hace numerosos años su casa servía de hotel restaurante gratuito para sus amistades más necesitadas, donde ella se ocupaba de todo, sin recibir nada a cambio, excepto las críticas de que sus menús eran demasiado repetitivos. Actualmente es consciente de que su equilibrio depende de ello y de que tiene el derecho. * * * En ciertos casos, el no-deseo puede aparecer muy pronto, a partir de la relación sexual origen de la concepción o durante los días posteriores, cuando uno de los padres comienza a tomar conciencia de una posible fecundación y se plantea las posibles consecuencias que en aquel momento no había evaluado o había subestimado, e incluso, rechazado. Los embriones captan desde su concepción la ausencia de intención de creación del padre o de la madre y sufren por haber sido concebidos sin este “germen” fundamental. En el caso de Patrice, las imágenes simbólicas del encuentro de las células parentales lo demuestran.
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Patrice - el embrión que creía haberse equivocado A los cuarenta años, se dirige a mí en estado depresivo y con una falta de concretización de las acciones de su vida profesional. En una revivencia de su concepción, oye y ve las burbujas de champán en las que percibe el espermatozoide de su padre. No cree que ese día festivo esté consagrado a las ganas de crear durante la fusión... Desde ese momento, su primera célula que está llena de potencialidades se encuentra frenada por grandes obstáculos. Capta que su madre intuye rápidamente el embarazo, después de haber traído al mundo a otros cinco hijos. “... No me deseaban realmente... estoy aquí... es por mi culpa...” Patrice cree que su primera acción, la de estar ahí, va a ser un problema que agrave los conflictos de la pareja. “Despeja” entonces el velo que le ensombrecía, al tomar conciencia de que él no tenía ninguna responsabilidad y de la presencia del deseo de las células parentales, sin el cual no se habrían encontrado, a pesar del no-deseo aparente: “... Todavía queda un puntito negro que viene de lejos... me corta las alas... y sigue frenándome... como un secreto guardado por mi madre... Su madre se marcha repentinamente al extranjero... la deja sola... cuando sólo tenía cinco años...” Patrice comprende que todo este sufrimiento se reactiva en el temor materno que capta in utero. En realidad, tras muchos años de separación, acaba de reunirse con ella, justo antes de su muerte, tres semanas después de la concepción de Patrice. “... Asumo toda la miseria que se está reactivando en ella y que se ha acumulado desde su infancia... También toda la angustia de la relación con su marido, mientras éste disfruta de la vida... Le dejo a ella su historia... Decido liberarme de mi decisión de ser un niño perfecto to-
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mada en pleno sentimiento de culpabilidad... como si creyera que tenía una deuda con ella para no molestarla... no crearle problemas... no expresar mis emociones... Puedo ser yo mismo... tengo derecho...” Esta liberación tiene lugar de manera muy corporal. Recorrido de ondas de choque intensas, Patrice, embrión, decide expresar su ira frente a la injusticia y reivindica su lugar. El resto de la terapia le permitirá seguir la transformación en el momento del nacimiento, donde se había creído culpable de los sufrimientos de su madre y había concluido arbitrariamente que su padre no se interesaba por él. Al llegar a casa, los primeros contactos con sus hermanos le hacen sentir una hostilidad celosa, como si percibiera de ellos: “... ¡Otro que nos va a quitar espacio y amor! Va a haber competición... tendremos que dividir...”. Frente a ellos, no se había otorgado el derecho de ponerse a su altura “... Me borro porque molesto... me retiro para que podáis vivir bien... para que me queráis... vosotros podéis porque estabais antes que yo...” Tras integrar una nueva comprensión, por fin se ve en medio de los otros, entre ellos. Rápidamente, sus relaciones de trabajo se ven claramente mejoradas. * * * La historia siguiente también muestra la carga, la culpabilidad y el rechazo personal que se remontan al período prenatal de un hombre que se creía responsable de su existencia, por error... de su madre en el cálculo de los ciclos de fecundidad. Su vida se vio bloqueada hasta los cuarenta años por este sentimiento, así como por haber callado, como muchos otros en este caso, una agresión sexual pedófila, cuyo análisis le permiti-
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rá por fin hablar de ello para liberar las emociones escondidas hasta entonces en lo más profundo de su ser. Jean - el embrión “mala suerte” A los cuarenta años, Jean viene a mi consulta por una falta de confianza, una desvalorización que se remonta a la infancia y que le impide afirmarse en su papel de patrón de una empresa y una dificultad de comunicación y de expresión de sus sentimientos que perturba las relaciones con sus hijos y con su pareja. Ha estado siempre persuadido de que el origen de este mal vivir se remonta a las agresiones sexuales repetidas sufridas en el umbral de la adolescencia y mantenidas hasta este momento en secreto. La importancia reciente y en aumento otorgada por los medios de comunicación a las violencias de este orden y a sus víctimas, le ayuda a hablar de ellas por primera vez para intentar liberarse. “... Siempre tengo miedo de la mirada de los demás... de lo que piensan... siempre me siento culpable... incluso cuando las cosas me salen bien... ...No tengo la conciencia completamente tranquila... no tengo derecho a vivir bien... a ser feliz... toda alegría... la alegría... me está prohibida...” Tras tres sesiones de terapia en las que revive esta relación pedófila a la edad de diez años, consigue identificar las creencias y las emociones de ese momento y, por fin, los disocia de sí mismo. Gracias al diálogo terapéutico que le ayuda a reordenar las responsabilidades allí donde les corresponde, consigue abandonar los pensamientos de su niño interior: “... Es por mi culpa... yo soy el culpable... me da vergüenza... no puedo contárselo a nadie... mi
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padre sobre todo no lo comprendería... sólo me ocurre a mí, me van a echar la bronca...” y adopta una visión precisa de la realidad: “... Es evidente... no tengo la culpa de nada... no lo había entendido bien... toda la responsabilidad es suya... soy un niño... él es adulto...” Esta toma de conciencia es rápida y profunda, tal y como lo demuestra su decisión de dirigirse a sus padres para revelarles por primera vez lo que ocurrió en el pasado y, aprovechando la ocasión, para decirle “te quiero” a su padre, algo que nunca había podido hacer hasta ese momento. Éste, emocionado, reconoce de inmediato su sufrimiento, responsabiliza por completo al agresor y le dice a su hijo que si lo hubiera sabido en aquella época, habría hecho todo lo necesario de inmediato para que cesaran estas acciones perversas. La información de las primeras citas, me llevan a proponerle que profundice en la búsqueda de raíces que me parecen relacionadas con su vida intrauterina. Lo acepta a pesar de su dificultad inicial, como muchos de los que se encuentran en su caso, a hacerse a la idea de un posible no-deseo. “... ¡Claro que no! Ella nos deseó puesto que estábamos ahí... Fue una casualidad que estuviera embarazada...” Tercero en una familia de cinco hijos, concebido doce meses después de su hermano precedente, en un contexto económico difícil, recuerda: “... Siempre estaba triste... estaba solo... no tenía amigos... siempre estaba distanciado de mis hermanos... a menudo me preguntaba qué hacía yo ahí... me sentía inútil... mi padre estaba siempre ausente... mi madre decía que se sacrificaba por nosotros... me sentía culpable...” Al empezar la exploración de su memoria embrionaria, se sitúa en el momento en el que su madre conoce el embarazo:
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“... ¡Y van tres!...” Le oye suspirar con voz resignada “... Qué remedio nos queda... nos tendremos que hacer a la idea...” Continúa con lágrimas en los ojos: “... Siento que no está alegre...” Jean está viviendo al mismo tiempo la angustia de ese momento opresivo: “... ¿Adónde voy a llegar? Soy una carga para ellos... soy el culpable... más me hubiera valido quedarme allí donde estaba... ¡qué triste es la vida!...” La reacción de su padre refuerza aún más su dolor: “... Oigo que pregunta dónde me van a meter, cómo se van a organizar... tengo ganas de decirle que me haré todo pequeñito... pero que por lo menos me dejen algo de espacio...” Entonces constato que esta reacción inicial y el discurso que le acompaña son idénticos a los de los momentos de agresión. Esto confirma, tal y como he observado frecuentemente en mi experiencia, que el esquema de culpabilidad-desvalorización ya estaba presente con anterioridad, en la vida prenatal. Esta es la razón por la que se reactiva durante las violencias sexuales posteriores y se confirma de nuevo, por lo que el niño no es capaz de imaginar que él es inocente y que el otro es el culpable, que puede gritar, escapar y hablar de ello a sus familiares. La situación a los diez años fue interpretada como la vivida cuando sólo contaba unos días: “... Es por mi culpa...” Sigue con emoción: “... Quizá mi primer error fue el de estar ahí... infringí su ley... no respeté... su deseo... si no hubiera habido ningún niño, tanto mejor... hubo uno... mala suerte.”
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Este niño “mala suerte”, este niño “error”, que lleva dentro de sí mismo desde aquel momento, se fue manifestando en la fatalidad que salpicó sus días llenos de castigos, sin placer, sin deseo y sin alegría. Para cambiar sus creencias bloqueadoras y la visión pesimista del mundo y de sí mismo, establecidas en aquel momento, mi papel consistirá en ayudarle in utero, en el nacimiento y después a que encuentre su derecho a tomar su verdadero lugar y devolver a sus padres las responsabilidades que les pertenecen. Esto es lo que hizo y su día a día se vio inmediatamente transformado. Por fin sus labios dibujan una sonrisa y avanza con afirmación hacia un futuro de éxito, al que ya se autoriza a sí mismo el acceso. * * * También se pueden asociar otros problemas psicológicos al niño “demasiado tarde” quien, por falta de confianza, por culpabilidad y bajo la máscara de la alegría o de la tristeza, podría padecer más tarde diferentes somatizaciones de gravedad variable. El caso siguiente muestra hasta qué punto una etiqueta como ésta puede también conducir a la depresión. Charlotte - el embrión que creía ser un problema Charlotte, modelo de treinta y dos años, se dirige a mi consulta tras varios años de psicoanálisis infructuoso. Durante este período, se ha visto favorecido un clima depresivo doloroso y una hiperemotividad que influye sobre su vida personal y profesional.
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Desde la primera cita, le propongo que explore su vida intrauterina porque varios elementos me hacen presagiar que las causas profundas de su problemática se encuentran en este período. Poco a poco Charlotte irá desatando sus emociones generadas por un no-deseo inicial por ser el séptimo hijo, por la idea de aborto y por una preferencia masculina. Además, su gestación se desarrolló bajo la angustia materna debido a que la familia se vio obligada a dejar en ese momento su país por acontecimientos políticos y separarse del padre que permaneció en su tierra, a partir de entonces y durante varios años. La paciente presenta un esquema de desvalorización y de culpabilidad y tiende a minimizar todo aquello que la concierne. “... No pasa nada... así es la vida... los demás tienen problemas más importantes...” En el momento en el que se le comunica a su madre el embarazo, se siente invadida por una intensa angustia: “... Me siento rodeada por un pánico enorme...” ¿Cuál es la causa de ese pánico? “... No sé si me voy a quedar...” ¿Qué es lo que te lleva a pensar eso? “... No sé si me desean... ellos no eligieron tenerme... Capto que mi madre tiene intenciones de hacerme desaparecer... Oigo a su hermana decirle que no debería tener más hijos... y, además, tiene miedo de lo que dirá la gente... estar embarazada a su edad...” Tras un largo diálogo, Charlotte comienza a deshacerse de las responsabilidades que había asumido sobre su existencia y
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descubre en lo más profundo de su madre las ganas y la decisión de tener el bebé. Sin embargo, siguen asaltándole numerosas dudas: “... ¿Voy a ser un problema? ¿Me van a querer? ¿Voy a molestar a mis hermanos?...” Al revivir de nuevo este momento en otra sesión posterior, todavía se siente inquieta: “... Estoy a la espera... No sé si me van a aceptar o no... a desear... a querer o no... Me da la impresión de que no sé si me voy a quedar... no estoy del todo instalada... estoy esperando...” ¿Qué es lo que estás esperando? “... La reacción de mi padre... y sobre todo la de mi hermana mayor... a mi madre le da miedo decírselo... porque es ella la que más le ayuda a cuidar de los niños... Percibo a mi madre como si fuera una niña pequeña... Necesito sentir que está tranquila...” Su angustia es tan grande en ese momento que la asocia a un dolor de vientre intenso. Se resuelve cuando toma conciencia de que su individualidad está fuera de causa y que sus padres, si hubieran sabido hasta qué punto estaba ella determinando el resto de su vida, le habrían comunicado su amor, tal y como hicieron después de su nacimiento. “... Ahora ya estoy aquí, en el vientre... existo... capto cosas que se mueven... mi madre no está relajada... tiene preocupaciones... preparativos... un viaje... me da la impresión de que comparto sus emociones... a través de su sangre...” ¿Qué es lo que necesitas en este momento? “... Necesito comprender... que me hable...”
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Le propongo que escuche a su Adulto que le explicará la situación, la expatriación y le mostrará el futuro que ella ya conoce para alcanzar la tranquilidad interior y la seguridad. Entonces descubre una preferencia masculina por parte de su padre y de su madre, que desconocía hasta entonces, y que aclara su actitud de niña “chicazo” durante la infancia y el síndrome premenstrual doloroso que había comentado en la primera cita. Al analizar las razones de esta preferencia, logra liberarse de las huellas que ésta había dejado en su interior. ¿Sabes cuál era el nombre destinado al bebé, caso de haber sido niño? ¿Quién lo eligió? ¿Por qué razón? “... ¡Sí!... Jacques... Ahora lo entiendo... era el hermano de mi madre... ella lo adoraba... acababa de morir un año antes... Y, además, pensaba que un niño era más fácil de criar... no hay que protegerlo tanto... Mi padre... mis hermanos también preferían un niño...” Charlotte exclama: “... Menos mal que fui yo quien quedó engendrada... ¡pobrecito!... Habría sido una carga muy pesada para él... No habría podido reemplazar a aquel hermano favorito... la muerte le habría rondado toda su vida... ... De repente me siento proyectada hacia mi nacimiento... y siento en el fondo que mi madre se libera al saber que soy niña... para detener el ciclo de la fatalidad... de la tristeza... unida a este niño... Jacques...” ¿Cómo te encuentras ahora? ¿Qué sientes? “... Estoy muy contenta de ser niña... acepto mi cuerpo... me dejo mecer... hay una gran tranquilidad en mi interior... Sigo captando la agitación alrededor... pero no me concierne... estoy en seguridad... Si
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antes tenía ganas de salir... ahora... sé que todavía no es el momento... me quedo aquí a gustito... voy creciendo...” La guío hacia su nacimiento y en el momento crucial nota un movimiento en su vientre y se siente atraída por el ombligo: “... Tengo ganas de nacer... me acepto totalmente... ¡es el comienzo de una nueva vida!” Charlotte ancla mucha confianza, seguridad y amor, así como una fuerza poderosa para su vida que se manifiesta inmediatamente por un resplandor que emana de todo su ser. Actualmente, Charlotte se siente liberada de ese pasado y su vida afectiva se ha visto transformada. Decidió dedicar parte de su tiempo a las actividades artísticas que siempre había querido hacer y en estos momentos destaca por su saber hacer.
El bebé que sobrevive a una tentativa de aborto El embrión que vive un no-deseo generador de la decisión de interrupción del embarazo nace con una pesada carga que le es impuesta en el vientre de su madre. Algunos llevan encima este fardo sin saberlo, otros lo oyeron durante su infancia o más tarde, de la boca de su madre, de su padre o de un entorno con buenas intenciones, cuya ignorancia les culpabilizó constantemente por haber sobrevivido... o por haberse agarrado bien. Por supuesto se trata de casos anteriores a la interrupción voluntaria del embarazo tratada con medicinas. Sea cual sea el sistema de aborto, directo a través de sondas, inyecciones, agujas de hacer punto o indirecto por contenciones abdominales, caídas provocadas, ejercicio excesivo, la voluntad de no tomar
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las precauciones de reposo o tratamientos preconizados, a fin de perder el bebé, el esquema de reacciones embrionarias será idéntico. En general, el embrión se cree doblemente culpable, primero por estar en un vientre en el que no es deseado y segundo por haberse quedado. Estas huellas, que se van reforzando hasta el nacimiento, son la causa del guión de vida dramático que puede conducir al suicidio, a accidentes o a enfermedades mortales, y que siempre conlleva estados depresivos graves asociados a una profunda desvalorización y una culpabilidad omnipresente que reconfirman el dolor y el pesar por haber sobrevivido en contra de la decisión parental, tal y como lo demuestra el caso siguiente... Odette - el embrión que creía ser una catástrofe Odette, cerca de los cincuenta años y ejecutiva de una gran empresa, me consulta por un estado depresivo y el intenso estrés provocados por su trabajo. Divorciada, sin hijos y tras haber vivido varios fracasos afectivos, Odette compensa su soledad sumergiéndose hasta el extremo en su profesión. “... Empecé de la nada... lo hice yo sola... ya sabes... aquí donde estoy... ¡es por mí misma!... No puedo aceptar lo que ocurre hoy en día... con todo lo que he hecho para mi sociedad...” En realidad, desde hace un año sufre acoso psicológico por parte de su superior directo. “... Es un verdadero sádico... está siempre esperando a que cometa el mínimo error... para echarme la culpa... me humilla sin cesar... incluso llego a dudar de mí misma... me da la impresión de que quiere ma-
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chacarme... Me pregunto por qué... hago todo lo que puedo y él no lo reconoce nunca... al contrario...” Odette, perfeccionista sin duda, Salvadora que esconde en el fondo una Víctima desvalorizada, vive bajo el temor de ser juzgada, de que se confirme en cada instante la incapacidad que le acompaña desde su infancia. “... Mi padre me repetía una y otra vez que yo no entendía nada... que no sería nada en la vida... Nunca me mostraba su afecto... mi madre tampoco... ¡Cuántas veces se olvidó de mí en el colegio!... Creía que me habían abandonado...” De sus padres guarda el recuerdo de una pareja que discutía constantemente antes de su divorcio. Progresivamente Odette va aceptando la idea, aunque le resulte difícil al principio, de su participación inconsciente en el conflicto con su jefe. Los beneficios que extrae le permiten reforzar sus creencias negativas de inferioridad, de desconfianza hacia los otros y su decisión de vida: “... No debo confiar nunca en los hombres... ni tampoco en las mujeres... en nadie... tengo que arreglármelas siempre yo sola...” Gracias a esta descodificación y en unas pocas terapias de Sofrología conductual, Odette aprende a cambiar su modo de reacción en el día a día para salir de su papel habitual, a retomar el control de la mayoría de las situaciones, no emotivas, haciendo preguntas a su superior y rechazando, sin culpabilidad, las tareas que no le incumben. Consciente de que este autocontrol no es más que una etapa que no borra las causas de su esquema bloqueador, Odette acepta un acercamiento analítico.
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Durante nuestro primer encuentro, me confía que fue concebida en una relación adúltera de la madre, que sospecha no deseada, por lo que le propongo comenzar por este período inicial de su vida. “... Creo que no me esperan... cuando se da cuenta de mi presencia... mi madre no dice nada... siento que no tenía intenciones de tener un hijo... no está loca de alegría... al contrario, no está nada alegre... ... Mi padre... está contento... pero ella no le dice lo que piensa y siente realmente...” ¿Cuál es tu reacción como embrión? ¿Qué pensamientos y emociones vives en ese momento? “... Me da la impresión de que no soy más que un par de ojos en un lugar oscuro... un túnel con una salida en el fondo... busco un sitio para esconderme... para que no me vean... tengo miedo de que vengan a buscarme para que salga... no hay nada para cubrirme... mi madre quiere hacerme salir... estoy segura... segurísima... ella no me desea...” ¿Crees que ella te ve a ti, Odette, y que es consciente de quién eres tú? “... ¡No... claro que no!... es verdad... ella no me ve a mí... No va en contra de mí... no es por mí... que está intentando alguna cosa...” Esta comprensión, aunque todavía no la haya anclado profundamente y por completo, ayuda a que su inconsciente deje abiertas nuevas puertas. Odette continúa: “... Tengo mucho miedo... temo por mi vida... soy una catástrofe para ella... así que va a hacer todo lo posible para venir a por mí... no sé cuándo... tengo que mantenerme siempre en guardia... me siento sola...
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tengo menos sitio... siempre estoy corriendo de un lado para otro... hay algo a mi lado en la oscuridad... está intentando atraparme...” Prosigue con voz asustada: “... Es como una aguja larga... como está todo oscuro... consigo esconderme... no soy más que un par de ojos... como un renacuajo... me muevo con rapidez... siempre soy desconfiada... a la defensiva... es por eso que no consigue... atraparme...” El descubrimiento de esta tentativa de aborto la conmueve profundamente y le hace recordar la culpabilidad que siente por haber seguido viva y haber resistido al intento, en contra del deseo de su madre. “... Quizá debería dejarle hacer... quizá me equivoque al oponerme... puesto que quiere que me vaya.” Este esquema ha guiado inconscientemente toda su vida, ha sido la base de su desvalorización, de su creencia de equivocación, de su papel de “Salvadora-Víctima” y de los sufrimientos y castigos que se ha infligido, sobre todo en el marco profesional, que le permitían revivir habitualmente el rechazo por parte de la figura de autoridad materna, representada por su jefe. Se plantea de nuevo esta duda y pronto queda convencida de que tiene el derecho de querer vivir y de decidirlo independientemente del deseo de su madre que no ostenta el poder absoluto sobre la existencia del bebé. Tras haber recurrido ella misma a una interrupción voluntaria del embarazo hace unos años, practicada en el entorno médico adecuado, por una gestación no deseada en un momento doloroso de su vida, hoy en día es capaz de entender mejor la tensión y la angustia vividas por su madre.
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Pero, además, también perdona a su progenitora teniendo en cuenta que, tal y como comprendió durante su aborto, para los adultos que toman esta decisión el embrión no es sino un ser abstracto, cuya individualidad y persona no son en ningún caso la causa o el objetivo de la acción emprendida, como pudo creerlo en un principio. Ayudada en este aspecto por la creencia espiritual que ha ido asimilando progresivamente desde hace unos años, más allá de toda religión, Odette se siente amarrada durante este revivido embrionario a una fuerza superior. Este vínculo de amor inmenso e incondicional le autoriza a existir, a desarrollarse y a nacer. Ya puede anclarse plenamente en la inmensa fuerza que lleva dentro y que le permitió preservar su vida. Ahora que se ha deshecho de la culpabilidad asumida in utero, la convierte en una fuente fundamental de recursos para una nueva dinámica. Liberada de la necesidad de reconfirmarse un pasado con el que ya se ha reconciliado, ha cambiado de actividad profesional y tras una reconversión con éxito, Odette dirige actualmente una agencia de viajes. El bebé frente a la idea de aborto A parte de estas acciones concretas, un cierto número de embarazos no deseados quedan salpicados por los deseos maternos de que se produzca un aborto espontáneo... “Esperemos que el bebé parta...”, “que no se quede...”, “que no aguante...”. A veces se trata de ideas, de palabras, incluso de decisiones más precisas de interrumpir voluntariamente la gestación bajo los consejos de
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aborto impartidos de manera más o menos autoritaria por el padre, o prodigados por los amigos, padres, hermanos y hermanas, hijos mayores... En algunos casos estos abortos no se llevan acabo por razones prácticas. Los cambios de rumbo pueden ser debidos a un desplazamiento complicado o demasiado costoso hacia Suiza, a la ausencia del médico elegido o a temores de último minuto, incluso en la propia sala de intervención. Bajo estas causas aparentemente materiales, se revela un deseo de conservar el bebé, expresado en ese momento por la parte consciente o inconsciente de la madre. Identificaréis este deseo enmascarado en algunas de las historias de vida relatadas a lo largo de estas páginas. Os daréis cuenta del dolor provocado por estos pensamientos hasta la edad adulta, ya que no fueron objeto de reencuadre por parte de la madre durante el embrazo o durante la infancia. Y con razón porque ésta no se imaginaba su incidencia sobre el embrión. Plantearse una interrupción de embarazo es un derecho absoluto de los padres, ahora bien si se toma la decisión de mantener en vida al bebé, es esencial que la madre hable con él sobre sus inquietudes y dudas pasadas sin culpabilidad, explicándole que no se trataba de él ni de su valor. De esta forma la madre evitará que se establezcan huellas bloqueadoras para el futuro del bebé.
¿Por qué los bebés in utero cometen errores de interpretación? Como acabáis de observar, el embrión queda profundamente herido cuando cree que él no es deseado... que precisamente a él no le esperaban... que él, personalmente, no es querido...
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No es más que una creencia, pero él no lo sabía. No es la realidad, sino “su” realidad y, sin embargo, le va a seguir durante toda su vida hasta que gracias a la terapia se la vuelva a plantear. Si tú también creíste que no eras deseado, como el embrión de las descripciones precedentes, probablemente necesites esclarecer tu análisis-Adulto con nuevos elementos de toma de conciencia, como lo hicieron Brigitte, Jean... y otros que leeréis más adelante. Del bebé abstracto a la persona real... las trampas del lenguaje El objeto de duda que los padres o los familiares cuestionan y comentan durante el embarazo no este niño, con su individualidad propia. Ya lo habéis visto, se trata de la idea abstracta que se forman tanto del bebé como del embarazo. Ahora bien, debido a la ausencia de razonamiento analítico ya construido y a un funcionamiento emocional teñido de una “pseudológica”, el embrión y el feto establecen falsas relaciones de causa-efecto. Como lo señalaba en la introducción, los bebés también pueden malinterpretar las palabras y el lenguaje de sus padres ya que captan los mensajes con nitidez y precisión, pero “al pie de la letra”. Así, el bebé lo toma de forma personal a pesar de que se trate de una idea vaga y abstracta que no concierne la persona especifica que él es. Es comprensible, si nos ponemos en su lugar, y como muestran los ejemplos precedentes, que los embriones crean ser la causa principal cuando perciben por parte de su padre o de su madre:
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“¡Yo no quiero este niño... no es el momento adecuado!” ... “¡Es demasiado pronto!” ... “¡Queríamos disfrutar de la vida!” ... “¡Ha sido un accidente!” ... “¡Ha sido un error!” ... “¡Es una catástrofe!” ... o bien... “Ahora ya es demasiado tarde...” Los bebés lo comprenden y guardan en su memoria preverbal las “impresiones” que para ellos significan: “Mi madre no quiere crearme”... “Mi padre no me desea”... “Mi llegada es demasiado temprana”... “Yo les voy a impedir que disfruten de la vida”... “Yo soy un accidente”... “Soy una catástrofe”... “Yo soy el error”... “He llegado demasiado pronto”... “He cometido un error al estar aquí”. Embriones y fetos, los abogados de una auto acusación de veredicto inapelable Desde el interior del vientre materno, el bebé siempre queda impregnado de los acontecimientos, de lo que se dice y de las emociones que le rodean y que toma para sí tanto positiva como negativamente. En caso de no-deseo, el bebé queda convencido de que él es el culpable todo y en especial de su presencia. Se convierte entonces en el abogado mudo de su acusación, negándose cualquier defensa: “¿Por qué te encontrabas tú allí en ese momento?... Observa las consecuencias que va acarrear tu llegada para tus padres... No te querían... Tu padre va a tener que abandonar los estudios y vas a destrozar su carrera...” o bien “tu madre se verá obligada a dejar su trabajo para ocuparse de ti y ya no tendrá dinero suficiente para vivir...” o también “Serás otra boca más que alimentar... ¿cómo van a arreglárselas?... Ya es bastante difícil así”... “Tu madre quería disfrutar de tu hermana... nacida un
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año antes que tú... deseaba una relación más larga, sola con ella”... “vas a ser un estorbo”. Frente a estos hechos, que rechazan toda circunstancia atenuante, el bebé se transforma en juez implacable que dicta un veredicto irrevocable: “Eres culpable... tú eres el responsable... ¡No eres suficientemente bueno!... debes ser castigado por lo que has hecho”... Este auto juicio inconsciente y arbitrario puede arrebatarle la libertad para siempre, la libertad de tener confianza en sí mismo, de sentirse bien en su cuerpo, de estar seguro de su valor y de su derecho al amor, a la felicidad y al éxito. A veces puede condenarle a la enfermedad o a la pena de muerte a corto o largo plazo. Lejos de quedar aquí, el bebé decide aplicar inmediatamente la sentencia sin apelación. Se cree efectivamente culpable y esta certeza implica la obligación de ser castigado. De ninguna manera puede plantearse de nuevo el veredicto. Sin más demora, el bebé ejecuta la sanción encerrándose a sí mismo en sus creencias, sus culpabilidades y sus emociones. Allí, en el vientre de su madre, incluso tras sólo unos pocos días de vida, el bebé puede encarcelarse en su interior. Aun siendo tan pequeñito, ya sabe construir la prisión que amuralle su vida, en la que quede preso su futuro. Afortunadamente, la llave de esta fortaleza estará siempre en su posesión y podrá recurrir a ella más tarde a través de un estudio psicológico. Mientras tanto, se obligará a pensar sin cesar: “Culpabilidad... falta de valor... no eres digno de ser querido... castigo...”. El bebé “piensa” que no tiene derecho a imaginarse a sí mismo de manera diferente a lo que cree ser, a observar libremente el mundo. Aquello que es bello, agradable o fácil no será para él
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o, al menos, no por mucho tiempo. Si por casualidad tiene la oportunidad de probarlo, reprimirá este placer al instante. El universo de su vida tendrá que basarse en el esfuerzo, la obligación... el fracaso. En caso de que le diera por “pensar” que puede ser bueno, un sabotaje de su inconsciente le arrebataría rápidamente esta ilusión y le reconduciría por el camino erróneo de su “decisión” embrionaria... Sin embargo, esto todavía no lo sabe. Más tarde, durante la adolescencia o la edad adulta podrá cambiar su visión de ese momento de su historia en una terapia. Descubrirá que el no-deseo no estaba dirigido a ese pequeño, a ese embrión o feto por ser él en concreto, sino a la idea abstracta de un hijo cualquiera. Comprenderá que si millones de embriones, niñas o niños, se hubieran encontrado en ese momento preciso en su mismo lugar, durante el embarazo, habrían percibido los mismos pensamientos y las mismas frases por parte de sus padres. Su presencia ya no significará que él es culpable y que carece de valor, tal y como creyó en el pasado, durante tanto tiempo, que no era deseado porque él no era suficientemente bueno como para ser querido, porque era portador de algo que no se podía querer. De qué peso tan grande se liberará cuando se dé cuenta, al volver a sus emociones embrionarias durante la terapia, de que todos esos mayores que él captaba con los ojos cerrados no podían verle, a pesar de sus grandes ojos abiertos a todo lo que les rodeaba. Aunque el vientre materno no supone un obstáculo para los sentidos primitivos del bebé, éste es incapaz de comprender que es opaco para los padres y el entorno. En realidad, es como si el
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vientre fuera transparente para el feto, quien, apenas engendrado, puede ya percibir, como se demuestra en los revividos, además del olor de su madre a través del líquido amniótico, sus emociones, el color de su ropa y la de las personas a su alrededor, detalles de sus siluetas y de sus caras y por supuesto de sus voces, sus palabras e incluso de sus pensamientos. Ahora que su madurez ya está suficientemente desarrollada y gracias a la amplificación del estado de conciencia que le permite cambiar su ángulo de visión para descubrir lo que ven los demás, se sorprenderá al descubrir que los demás no ven su apariencia física o su talla ni perciben la persona que él es. Un gran número de bebés, sobre todo en el pasado, fueron un completo misterio para muchos padres, quienes tomaron realmente conciencia del hijo únicamente a partir de su nacimiento. Pocos de ellos se interesaron entonces por las tablas de anatomía que les habrían ayudado a hacerse una idea más concreta del bebé para que éste se sintiera más reconocido, a pesar de que ésa todavía no fuera su verdadera realidad. De forma extrema, esta falta de unión puede llevar al feto a sentir que no existe y este sentimiento se reactivará posteriormente en la vida. En el trabajo terapéutico, esta comprensión se integrará en la visión y en el entendimiento del embrión y reimprimirá en la película de la memoria una nueva versión de esta secuencia de la vida. “Por tu culpa...” o... por culpa de los padres que transfieren una responsabilidad que les quema las manos En otros casos, los padres intentan convencerse de que ellos no tuvieron nada que ver en la concepción, incluso algunos si-
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guen más tarde culpabilizando a su hijo de su presencia, por medio de un proceso inconsciente para disculparse de una responsabilidad molesta a la que no quieren enfrentarse. De esta manera, cuando lo necesitan y para tener la “conciencia tranquila”, los padres disponen de supuestas “buenas razones” que les sirven de pretextos: “Si no hubieras llegado... me habría divorciado... habría encontrado un hombre que me quisiera... o... habría continuado mis estudios... hoy sería médico y no una simple empleada...” Todos estos “Por tu culpa...” son cargas muy pesadas de llevar. Estos pequeños seres no saben que todo esto es falso ni tampoco pueden imaginarse que sus padres están proyectando sobre ellos su propia culpabilidad. El bebé, solo, no posee los medios para defenderse, para comprender el engaño y devolver la responsabilidad de su concepción a sus progenitores que son los únicos que deben asumirla. ¿Cómo podría él saberlo cuando éstos se lo esconden? La madre y el padre justifican así con más facilidad sus fracasos y sus insatisfacciones con respecto a ciertos aspectos limitadores de sus vidas y evitan enfrentarse a la verdadera realidad de los bloqueos de sus historias personales, de su falta de confianza, de sus miedos, de sus desvalorizaciones y otros obstáculos que les impidieron utilizar sus recursos interiores. Les resulta más ventajoso traspasar sus responsabilidades a los pequeños “seres esponja” que van a dar a luz. Estos toman al pie de la letra todo lo que proviene de las personas importantes en el sentido afectivo y emocional, es decir, los padres y la familia cercana. Ellos creen en todo lo que estos piensan y dicen y según el caso, concluyen que los defectuosos son ellos.
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¿Cuántos embriones, fetos y niños, que fueron rechazados por el desconocimiento y la negativa a aceptar la realidad, siguen escuchando esos falsos mensajes, formulados en tono acusador: “Si no hubieras nacido...”? Una de las causas puede ser el funcionamiento del inconsciente humano que intenta deshacerse en la mayoría de los casos de las responsabilidades que le “queman las manos” y transferirla a una “Víctima ideal”. En este caso concreto, la Víctima será el bebé por su dependencia afectiva y por carecer de defensa. De la generación espontánea... a la Bio-lógica, una información que lo cambia todo Es verdad que muchos de los padres del pasado no tuvieron a su disposición las bases elementales de la biología... y por lo tanto de la bio-lógica. Al intentar responsabilizar al embrión, le hacen creer que se ha “auto creado” en el vientre de su madre... y efectivamente eso es lo que creerá. En terapia, un ejercicio liberador consiste comprender los desconocimientos parentales inconscientes basados en la intención de no enfrentarse a ellos mismos. La ausencia de educación sexual en las décadas pasadas lo facilitó ampliamente. La integración de estos nuevos elementos, durante la amplificación del estado de conciencia, fija profundamente la imagen del encuentro del óvulo materno y del espermatozoide paterno, que se fusionan en una relación sexual para engendrar la primera célula del bebé. La memoria se impregna de la realidad biológica y reencuadra claramente las responsabilidades allí donde siempre han estado.
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Del futuro desconocido... al conocimiento del futuro... o cómo interviene la relatividad en terapia El embrión y el feto no escapan a una de las leyes esenciales del ser humano, el miedo a lo desconocido. Si supiéramos de antemano el resultado de las situaciones que vamos a abordar, nos ahorraríamos mucha energía, frecuentemente perdida en interrogatorios e hipótesis angustiantes. En la mayoría de los casos, si los bebés hubieran sabido cómo se comportarían sus padres tras su nacimiento o durante su infancia, no habrían establecido muchas de las huellas bloqueadoras. Por fortuna estas huellas son reversibles. Así, el adulto en análisis dispone hoy de la información que la conciencia prenatal tanto echó en falta. Su simple transferencia a la “visión” embrionaria o fetal, permite curar un gran número de temores, especialmente aquellos de no ser aceptado o querido tras el nacimiento. Ahora el adulto dispone de las pruebas que podrá anclar en profundidad y reutilizar en su día a día. Una nueva película, como un zoom en aumento, reemplazará la antigua que se verá relativizada, pero conservará aun así la versión inicial y su interpretación bajo la forma de un punto que tiende hacia lo infinitamente pequeño y que contiene el todo, como si fuera un holograma. Una vez integrada la memoria del futuro en la del pasado, el porvenir puede modificarse. Asimismo, justo antes de nacer, el feto ya “sabe” que con esta nueva comprensión sus reacciones frente a los acontecimientos posteriores serán diferentes a las que tuvo. Sus recuerdos ya
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no constituyen un obstáculo para el renacimiento puesto que irá visualizando a continuación las diferentes etapas en formato panorámico, al tiempo que integra en la conciencia de esos momentos la nueva interpretación del embrión y del feto que ahora son libres. Cuando el bebé renace a una nueva realidad, la totalidad de su persona se beneficia al instante, tal y como lo demuestran los cambios inmediatos que se producen en su vida. Aquellos que tengan la impresión de que el futuro confirmó sus temores fetales deben, en primer lugar, comprobar cuidadosamente que dicha impresión surge de un razonamiento Adulto auténtico. Si fuera necesario, el terapeuta, por medio de preguntas y confirmaciones lógicas, le ayudará entonces a descontaminarla para situarse de nuevo en el caso precedente. Esta argumentación puede revelarse injustificable al tener en cuenta ciertos acontecimientos o comportamientos parentales persistentes obviamente invertidos. Se trata entonces de un trabajo de distanciamiento, en el que la comprensión de la historia de la madre o del padre irá aportando progresivamente la reconciliación indispensable. Cuando se interviene tras una fase de expresión emocional inicial, siempre necesaria, la visión que el niño tenía de sus padres, unida a su genealogía, proporciona una comprensión más amplia de los sufrimientos que llevaba dentro y que exteriorizó inconscientemente. Aquí también, las imágenes de la película prenatal y postnatal serán modificadas ya que la comprensión Adulta actual transforma la carga emocional y el reparto de las responsabilidades que había quedado grabado inicialmente.
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Para vosotros que vais a ser padres Seréis testigos de hasta qué punto las trabas desaparecen a través de las tomas de conciencia durante las terapias en aquellos que las padecen, a menudo desde hace décadas, y que se creen responsables y rechazados por su culpa o por no haber sido “suficientemente buenos”... Cuando comprenden que tienen derecho a ocupar su lugar, recobran la conciencia de su valor. Todo este tiempo, que suele ser largo y a veces abarca más de la mitad de sus vidas, es necesario a razón de la evolución todavía limitada de los conocimientos en el momento de su nacimiento e incluso después. Completamente dependientes y desprovistos de funcionamiento lógico, estas personas empezaron a construir los cimientos de sus vidas sobre unos fundamentos erróneos, como fue el caso de muchos de los bebés de antaño. Todo aquello que captéis a partir de ahora del mundo embrionario y fetal os permitirá relacionaros con la “persona” que es vuestro bebé. Desde los primeros instantes, sabréis que se trata de un ser que “piensa”, que siente y que necesita dialogar con vosotros y ser informado para que le ayudéis en su evolución psicológica y afectiva futura. Gracias a la medicina muchos de estos sufrimientos del pasado pueden evitarse actualmente. No obstante, todavía en algunos casos puede darse la casualidad... Un error o problema de contracepción, una enfermedad que la contraindica, incluso una información insuficiente, reticencias o una elección personal de no recurrir a métodos anticonceptivos, pueden ser la causa por la que se evitan estas medidas de prevención y se produce en consecuencia una concepción, aun así, no deseada conscientemente. También puede ocurrir que la concepción se produzca
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bajo un deseo inicial, que desaparece de golpe por unas circunstancias imprevistas. No desear un bebé constituye una realidad y también un derecho absoluto de uno u otro de los padres. Durante ese tiempo, cada uno de ellos se encuentra enfrentado a la elección de tener el niño y acogerlo o de apelar al último recurso posible, la interrupción del embarazo, en el contexto de angustia que prevalece en ese momento. En este último caso, médicos y psicólogos están a su disposición para ayudarles a plantearse las últimas preguntas antes de tomar la decisión. Durante las conferencias, me piden con frecuencia que dé mi opinión sobre la interrupción voluntaria del embarazo, teniendo en cuenta la información que aporto sobre el mundo emocional del embrión. Me parece importante exponer mi punto de vista sobre esta cuestión. Al colocarnos en el papel de la madre, considero que ésta tiene la libertad de disponer de su cuerpo y de su vida futura. Si el embarazo representa para ella una carga demasiado pesada, sin posibilidad de disponer de los recursos personales necesarios tanto para ella como para el futuro bebé, el aborto se le presentará como la única salida viable en ese momento. Incluso con la certeza de que se trata de un embrión con pensamientos, sigue siendo una persona en construcción todavía sin realizar, que mide apenas cuatro milímetros al cabo del primer mes. Al defender la causa de los bebés, me resulta imposible olvidar los sufrimientos de aquellos que más tarde vivieron un verdadero abandono al quedar en manos de los servicios sociales. O bien aquellos otros, los más numerosos, que permanecieron con sus madres en su dolor, en su precariedad material o emocional y en su
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dificultad de asumir sus necesidades básicas de amor. Vivos están... pero ¡en qué condiciones y bajo qué rechazo! Una interrupción del embarazo puede evitar todo este dolor potencial al bebé, que se arriesga a crecer careciendo incluso de lo mínimo indispensable para su equilibrio debido a los sufrimientos de su madre que están generados por otros motivos. Ésta es la razón por la que considero que éste método forma parte de los medios que deben estar disponibles, siempre y cuando se reserve a las decisiones de último recurso. También constituye un progreso de nuestra sociedad, que toda mujer disponga de un contexto de cuidados y de seguridad para que pueda vivir este momento tan difícil, en un aspecto u otro, en las mejores condiciones posibles, colocando en primer plano su salud física y psicológica actual y futura. También es esencial la existencia de lugares de acogida, de información, de diálogo y de escucha, de tolerancia, de respeto y de prevención a fin de proporcionar otras opciones contraceptivas eficaces. Este seguimiento podrá igualmente continuarse más tarde en caso de que, como es frecuente tras las interrupciones de embarazo voluntarias o terapéuticas, fuera necesario despedirse del bebé o si la mujer quisiera aliviar los sentimientos de arrepentimiento, de culpabilidad, de miedo o de creencias de castigo posterior. Este tipo de ayuda es tan esencial que comprenderéis mejor su prescripción cuando descubráis más tarde las posibles consecuencias sobre las concepciones futuras. Evitará que los próximos bebés perciban estas huellas nefastas y puedan vivir plenamente su vida y no la de aquellos o aquellas cuyo camino se detuvo.
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Los detractores de la interrupción del embarazo deberían recordar también los dramas de un pasado en el que el aborto se llevaba a cabo por medio de intervenciones personales o a manos de aquellos que, sin ninguna delicadeza, se beneficiaban de un comercio sórdido, aprovechando la presión de ese momento. Al recurrir a ellos, muchas mujeres perdieron la vida o conservaron secuelas graves. En cuanto a los embriones que sobrevivieron, cargaron con unas creencias tan pesadas que condujeron a muchos de ellos a la muerte. Los supervivientes, como Odette, cuya historia habéis leído, necesitan liberarse de las profundas depresiones y de la culpabilidad aplastante que dominan sus vidas gracias a los revividos y a una reconciliación analizada. Un caso particular es el de la interrupción terapéutica del embarazo. Esta situación supone para los padres la necesidad no sólo de hacer el duelo, sino también de distanciar el sentimiento de verse obligados a una elección que realmente no desean. Estos suelen sentir una gran injusticia con respecto a la medicina y sobre todo al progreso de la ciencia, impotente en su caso. La incomprensión y la duda pueden instalarse cuando, tras la intervención, pueden contemplar un feto aparentemente normal cuya eliminación, sin embargo, fue recomendada. Siempre se aconseja un dialogo y un seguimiento terapéutico para facilitar la aceptación y el duelo y liberar las futuras gestaciones. Si, en circunstancias no terapéuticas, tu decisión de seguir con el embarazo acaba con el no-deseo, significa que tus nuevos conocimientos del mundo psicológico del bebé han cumplido con su misión de ayudarte a ti y al bebé que vas a traer al mundo. Los niños del año 2000 tienen derecho a fundar su futuro sobre una base de creencias libres porque se habrán visto ayudados
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muy pronto por unos padres que son conscientes de que, al otro lado de la placenta, existe un pequeño ser que “piensa” a su manera, que se “plantea preguntas” sobre sí mismo y sobre su presencia allí donde está y que pronto “decidirá” su futuro. En cuanto sea posible, háblale como si lo hicieras con un adulto, explícale lo que ha pasado, tus interrogaciones, tus dudas y tus razones para tranquilizarle y confirmarle de nuevo tu deseo actual. Elige las palabras que harán desaparecer del pensamiento embrionario el sentimiento de que “él es un error” y que reforzarán la idea de su libertad. Muéstrale asimismo que asumes tus propias responsabilidades. A continuación y cuanto antes, confírmale tu amor. A veces este camino puede resultar largo de recorrer para una persona sola. Ahora bien, cuanto antes asimilen su decisión los padres y se reencuadren en positivo, antes se verá tranquilizado el niño y se reducirán, o incluso desaparecerán, las huellas de este momento de inquietud. Lo ideal es que se haga al comienzo del embarazo o antes del nacimiento. Si no es el caso, siempre estás a tiempo de hablar con él después de su llegada al mundo. El bebé es capaz de entenderlo todo si se lo explicas. Quizá este libro, u otros, no sean suficientes para afrontar este cambio. En este caso, en el que la historia personal lejana retumba en la experiencia emocional del presente, se reactivan las zonas latentes desde hace mucho tiempo y se generan angustias, depresión, ira y culpabilidad... parentales. Podéis entonces recurrir a la ayuda de profesionales que os acompañarán durante estos nueve meses. En el pasado, la “prehistoria” psicológica tuvo consecuencias muy negativas sin que los padres fueran responsables, puesto que todo eso ocurrió sin que se dieran cuenta o en contra de su
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voluntad. Se trata de un hecho asociado al desconocimiento del universo psíquico embrionario y fetal, a los restos de la rígida educación del pasado y a la excesiva medicalización de la relación con el bebé al presuponer sus necesidades de manera arbitraria y errónea, en detrimento de la intuición. Al cruzar el umbral de este nuevo milenio, la conciencia de los hombres y de las mujeres que van a ser padres no hará sino evolucionar, tal y como lleva haciéndolo desde hace tiempo gracias al progreso de los conocimientos y la difusión de la información. Esta conciencia tiene que ir creciendo en todas las capas de nuestra sociedad. Su nuevo equilibrio depende de ello. Para que en el futuro esta prevención sea óptima me parece esencial que esté gestionada por un programa social propuesto por los sectores públicos de la salud y de la protección de la infancia, con la cooperación de asociaciones privadas. Estas últimas ostentan por ahora el papel de pioneros y de iniciadores, en la demostración de toda la utilidad de estas acciones pilotos. Este seguimiento psicológico, que ya existe durante el embarazo, debe ampliarse, desarrollarse, actualizarse y generalizarse para proponer en todas las maternidades un acompañamiento de la gestación y, si es posible, una preparación, además, a la paternidad. Con el apoyo de profesionales competentes y con una formación sólida de los instrumentos rápidos y eficaces, se podrá proponer una ayuda dinámica que permita a los bebés llegar al mundo con más igualdad y oportunidades para su futuro.
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“Aquello que nos puede ser transmitido y que, sin embargo, no necesitamos son los miedos que habitan sobre todo en nuestra madre, pero también en nuestro padre. A parte de todas sus inquietudes personales y existenciales que forman una parte integrante de su guión, existe una que, si la padecen, nos atormentará durante esos nueve meses así como el resto de nuestra vida. Es el miedo al embarazo.” Los miedos pueden ser conscientes, desde una inquietud sorda y casi permanente hasta un pánico que invade el embarazo y que incluso puede presentarse antes de la concepción en cada relación sexual. Estos miedos que proceden de la madre son signo de diversas causas, especialmente genealógicas, bajo la forma de recuerdos de embarazos o partos más o menos lejanos transmitidos a través de la familia. Pueden estar asociados a accidentes graves o muertes, maternas o infantiles, en diferentes momentos de la gestación, del nacimiento, del período neonatal o de la primera infancia y se reactivan inconscientemente en las generaciones posteriores.
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También pueden estar generados por las complicaciones aparecidas durante un embarazo precedente o posterior, como hemorragias, abortos espontáneos, terapéuticos o interrupciones voluntarias. En otros casos, lo que se reactiva es la memoria de la madre de su período como bebé, de su vida intrauterina o de su nacimiento y las emociones difíciles que experimentó entonces. Este miedo de reproducir, de hacer pasar a un hijo por los sufrimientos angustiosos, la tristeza, la culpabilidad y el resto de limitaciones pasadas que ella misma vivió, se cristaliza en su sexualidad. Si la madre se siente en peligro, el embrión creerá en esa realidad y podrá llegar a reprocharse su existencia, al pensar que efectivamente su presencia plantea un riesgo para su madre o que su propia vida está amenazada. Un niño que vivió in utero dentro de este contexto de miedos maternos o de accidentes del embarazo en las generaciones pasadas, podría pensar que el esperma del hombre, y por lo tanto el suyo, es peligroso y generaría en consecuencia una esterilidad o una impotencia para poner en seguridad a la otra persona. A continuación expongo varios casos femeninos con otras consecuencias. * * * El bebé frente al miedo de un embarazo contraindicado France - el embrión que creía ser un peligro France, dedicada a la enseñanza, se dirige a mi consulta a la edad de treinta y cinco años con la intención de descubrir las causas de su falta de confianza y su dificultad para vivir el día a día y para aceptar su cuerpo. Padece un desinterés por los as-
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pectos materiales de la vida, en su búsqueda permanente de lo absoluto y de la perfección. “... Oigo discutir a mis padres... dicen que no quieren tener el bebé... No me siento querida... Además, su mundo no es el mío... presiento que no llegaremos a comprendernos... me gustaría que hubiera otra solución que la de nacer...” Le propongo que escuche las razones de ese no-deseo expresado por sus padres. “... Oigo al médico comunicarle el embarazo a mi madre... y le dice que es una situación dramática... Ella tiene mucho miedo porque desde su infancia padece una malformación cardiaca para la que el embarazo está contraindicado... por los graves riesgos que corre...” Le incito a que viva sus emociones para que pueda liberar con detenimiento los sufrimientos que su cuerpo guarda de ese instante. Revive este momento en lágrimas: “... Estoy triste... tengo miedo... Me siento como en una cárcel... me ahogo en este vientre... presiento que un peligro planea sobre mi cabeza... no debo expresarme... no tengo que hacer ningún ruido... no debo hacerme notar... si no, podría correr algún riesgo... e incluso podría matar a mi madre...” France describe esta inquietud de manera simbólica: “... Si toco la bolsa que me rodea voy a molestar... la voy a estropear... tengo que hacerme pequeñita... si no... todo explotará por mi culpa... es peligroso...” Ciertas sensaciones físicas acompañan a estas imágenes: “... A la izquierda siento que mi cuerpo está completamente desarrollado... pero a la derecha se encoge...”
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El lado derecho representa el ámbito de la acción que cree no dominar y que inhibe por miedo a las consecuencias para su madre. En ese momento, ¿qué es lo que necesitas para poder ocupar tu lugar? “... Necesito seguridad... saber que mi madre y yo seguiremos vivas...” Hoy conoces la respuesta sobre el desenlace de esta situación. ¿Qué te contaron sobre el parto, sobre tu nacimiento y después? “... Mi madre tuvo mucho miedo... el parto fue difícil, pero se desarrolló contrariamente a las inquietantes previsiones...” Estos miedos están generados por el hecho de que el futuro es desconocido para el embrión, ¿no es así? “... Sí... si hubiera sabido que las dos llegaríamos a buen puerto... no habría aceptado la presión del entorno que influyó sobre mis emociones y mis decisiones...” Le propongo a continuación que se tome el tiempo de integrar en la comprensión del bebé antes de nacer lo que el adulto ya sabe. Esta transferencia de información retrospectiva en la película de la memoria consigue tranquilizarla y le proporciona un impulso dinámico. Además de la asimilación de este nuevo punto de vista ¿necesitas alguna otra cosa para poder ocupar tu lugar? “... Sí... necesito estar segura de que mis padres me van a querer...” ¿Qué es lo que captas en lo más profundo de sí mismos? “... Detrás del miedo a la muerte que siente mi madre... siento un gran deseo de tener un hijo... está feliz por llevar una vida dentro de
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ella... es una esperanza de cambio... Ahora... tengo ganas de ocupar mi lugar... ya puedo... tengo derecho.” Después de dejar atrás todo aquello que pertenecía a la historia materna, le otorga el derecho a su Niña interior de vivir y de expresarse. Se ha liberado de la creencia de que su existencia ponía en peligro la vida de su madre y ahora sabe que puede existir, reaccionar y vivir en toda seguridad para los demás. * * * El bebé enfrentado al temor de la anomalía Se trata de otro tipo frecuente de temores durante el embarazo. Pueden estar relacionados con el reciente nacimiento, en la familia o en el entorno, de un bebé que presenta alguna anomalía física, psicomotriz o cromosomática, que puede llegar a crear inquietudes irracionales. Este es el caso de Mylène, cuya historia está descrita anteriormente, que nació un año más tarde que un primo con discapacidad motora que presentó muy pronto retraso del equilibrio e incapacidad para caminar. Debido a los temores maternos que percibió sobre su motricidad, se establecieron unas huellas emocionales bastante fuertes que se reactivaron después durante la infancia. A causa del guión de no-deseo que vivió en su vida intrauterina y el esquema psicológico limitador que se estableció en consecuencia, a la edad adulta reaparecieron estas inscripciones inconscientes, latentes hasta entonces en su cuerpo, y se manifestaron bajo una esclerosis múltiple y desórdenes motores. La madre de Christine se enfrentó durante su embarazo al nacimiento de un sobrino con síndrome de Down, además de otro
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niño con retraso mental en la generación anterior. Vivió los meses anteriores al parto bajo una ansiedad profunda. Su hija siempre fue una niña angustiada y a los quince años sufrió varias crisis severas de espasmofilia, ahora superadas gracias a la terapia. Tras una vacunación realizada al comienzo de una gestación todavía sin diagnosticar, la madre de Laurance quedó invadida por los temores incesantes de anomalía, reforzados por la intranquilidad de su médico. Su hija, inquieta desde siempre, desarrolló en la adolescencia ataques de pánico casi a diario de los que se ha liberado en la actualidad al romper con los vínculos bloqueadores en varias sesiones terapéuticas. La historia de Bérangère describe una gestación vivida bajo la inquietud permanente de su madre y transmite los sufrimientos del bebé in utero, reforzados antes del nacimiento, así como las consecuencias acarreadas en su vida futura. Bérangère - el bebé sin nombre Bérangère tiene treinta y cinco años cuando viene a mi consulta por primera vez, animada por una amiga que, algún tiempo antes, había hecho una terapia breve conmigo que le permitió al fin proporcionarle a su vida de pareja la armonía que tanto deseaba. A pesar de todo, Bérangère muestra ciertas dudas durante nuestra primera cita: “... No estoy segura de que pueda conseguirlo, yo... no tengo ningún recuerdo... como si los fuera borrando... poco a poco...” La tranquilizo. Después de dar este paso, ya empieza a hablarme con más libertad sobre la razón de su consulta. Se siente,
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como muchos, desvalorizada y con falta de confianza, pero en su caso, este “sentirse mal en su piel” está ampliado por una ligera cojera debida a una luxación congénita de la cadera derecha. También tiene dificultades a la hora dedicar cierto tiempo a sí misma y disfrutar porque considera siempre que los demás son más importantes y porque no sabe decir “no”. “... Sufro desde la infancia... más en el plano psicológico que en el físico... siempre me he sentido diferente... cuando era pequeña tuve dificultades para andar... estuve inmovilizada durante mucho tiempo para la rehabilitación... después no podía jugar... ni hacer deporte... siempre estaba sola... tenía miedo de los demás a causa de sus burlas... además, mis padres no eran cariñosos conmigo... no sabían muy bien cómo comportarse debido a este problema, al que daban tanta importancia... creo que se sentían responsables... porque ya había otros casos en la familia... mi abuela materna y una de mis tías...” Al principio de la sesión, los primeros datos que me proporcionó, algo avergonzada, sobre su estado civil me confirman que fue en el comienzo de su vida cuando estableció sus creencias limitadoras. Al preguntarle por su nombre, me responde: “... Desde hace algunos años utilizo el segundo nombre... Bérangère... No me gusta el primero... el que mis padres eligieron...” ¿Por qué razón? “... Porque al darse cuenta en el nacimiento de mi malformación cambiaron su intención de llamarme Bérangère... por miedo a que fuera demasiado difícil de llevar con mi handicap... prefirieron MarieJeanne... desde que me lo dijeron, al contrario ha sido aún más duro...” La relación de confianza se establece entre nosotras al compartir este análisis y Bérangère acepta, tras dos o tres sesiones de
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dinámica positiva, volver a la fuente de su vida. Durante la visualización simbólica de su concepción descubre el óvulo materno, en forma de bola roja envuelta por una cáscara dura, un verdadero caparazón en el que el espermatozoide tiene dificultades para entrar. “... Mi madre tiene miedo de las consecuencias de esta fusión... miedo de tener un hijo... porque no sabe si estará bien formado... ya hay algunos casos en la familia... sin embargo, la fecundación se produce... estalla en dos semiesferas... una contiene el caparazón... es la parte materna que no quiere el niño... no acepta el embarazo... y que tiene miedo... la otra va creciendo... contiene el feto... la vida... mientras que del otro lado... está la muerte...” Continúa lentamente con una voz llena de lagrimas y agarrotada por el miedo: “... Mi madre piensa que si el bebé no es normal... es mejor que muera... más me vale ser normal... si no me va a matar... Cuando le comunica a mi padre que está embarazada... también le transmite su inquietud... tampoco puedo contar con él...” Le ayudo a terminar la terapia de anclaje sobre una comprensión positiva. Se traduce por una gran fuerza que siente en la columna vertebral, en el momento en el que embrión comparte con el adulto su conocimiento del futuro. A continuación descubre que durante su vida intrauterina mantuvo su primera impresión negativa de rechazo. Encuentra, además, las explicaciones y la liberación de la claustrofobia que sufre desde siempre. “... Estoy encerrada... no puedo estirarme... no tengo suficiente lugar... tengo miedo y al mismo tiempo ganas de salir de este encierro... mi madre sigue pensando que si no soy normal es mejor que muera en
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el nacimiento... todavía no acepta mi presencia... sufro por no poder decirle lo que siento... este sentimiento se me imprime en la carne... como si todas mis células se encogieran...” Le propongo que exprese todo aquello que no dijo a cada uno de sus padres de la manera más corporal posible para vaciar todas sus emociones. Se siente entonces liberada y puede continuar integrando en su visión de antes de nacer los conocimientos actuales del adulto. Bérangère descubre, entre otras cosas, que en la genealogía hay un proceso de reproducción, es decir, que su madre fue un bebé no deseado por razones idénticas. Esto le permite comprender la profunda culpabilidad materna, transmitida en el pasado y reactivada en este embarazo. Ahora capta, más allá de la pantalla opaca que constituía esta emoción, la energía de amor y el deseo intenso de traer al mundo el hijo que llevaba dentro. Esta toma de conciencia y la nueva certeza le permiten afirmar: “... Ahora sé que puedo... expresarme... ocupar todo el espacio que necesito... Tengo derecho... lo quiero y lo hago.” La historia de Nicole muestra otro aspecto de la experiencia del embrión y el feto y de los miedos parentales múltiples durante la gestación, cuyo impacto fue reforzado severamente a la edad de dos meses por los sentimientos de abandono generados al ser entregada su custodia a otra persona durante varios años. Sus emociones fueron responsables de una inquietud crónica y una reacción exacerbada frente al estrés a la edad adulta. Su guión uterino se fundamentó sobre temores a alguna anomalía y miedos a los problemas en la evolución del embarazo, ampliados en la genealogía bilateral por la presencia de bebés nacidos muertos.
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Nicole - el bebé que quería ser perfecto Esta bella joven de treinta y cinco años, casada y madre de tres niños, descubrió hace poco un cáncer en el seno derecho. Tras una intervención limitada y en el comienzo de una quimioterapia, viene a verme para un seguimiento psicológico de su tratamiento, gracias al cual desea también liberarse del estrés y la angustia crónica que presenta desde su infancia. “... Sufro a causa de mi hipersensibilidad... lloro a menudo... esto me ocurre regularmente los domingos por la tarde... Ya me pasaba en el instituto... pensaba que sería incapaz de afrontar la semana siguiente...” Desde esta primera cita se confirma la hipótesis de un esquema de obligaciones sobre un fondo de culpabilidad y presiento que está relacionado al mensaje de “Sé perfecta”. Identifico en ella el perfil que con tanta frecuencia observo en mujeres que han desarrollado este tipo de patologías o de enfermedades degenerativas. Su perfeccionismo y su papel de Salvadora permanente se manifiestan en su campo profesional paramédico, en el que intenta siempre destacar e ir más allá, en la educación exigente de sus hijos, en su apariencia personal, en su disposición para escuchar a su entorno y en el cuidado maníaco de la limpieza de su casa. “... No soporto ver una mota de polvo sobre los muebles... ni una cama sin hacer durante el día... me es inconcebible dejarlo así...” Entonces, ¿cuándo descansas? Y ¿de qué manera? “... ¡Nunca!... siempre estoy en movimiento... no me gustan las tumbonas... siempre tengo algo que hacer...” Me confirma que siempre da mucho más de lo que recibe, sin pedir nada a los demás. También reconoce que en el fondo de sí misma se siente desvalorizada.
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“... Tengo permanentemente la impresión de que no conseguiré hacer bien las cosas... en realidad soy como mi madre... activa... sin parar... Incluso enferma... y lo estuvo a menudo... nunca se autorizaba a sí misma a quejarse o descansar...” A parte de este modelo que ella representaba para ti cuando eras niña, ¿qué otros mensajes te transmitía? “... Era severa... muy exigente con mis resultados escolares... yo no tenía derecho al fracaso... quería parecerme a ella para que estuviera contenta conmigo... para que me quisiera... Mi padre también transmitía esa idea de normas... de perfeccionismo... de puntualidad... siempre vi que mis padres situaban el trabajo en primer plano... en detrimento de los placeres y de las vacaciones...” ¿Existen otros aspectos de identificación con tu madre? “... Sí... probablemente sea la razón por la que me casé a la misma edad y que tuve mi primer hijo también a la misma edad que ella me trajo al mundo a mí... la hija mayor... Como ella... yo tampoco di el pecho...” Cuando le pido que evalúe los factores de estrés que precedieron la aparición de su enfermedad, reconoce que una amplia serie de circunstancias familiares le habían enfrentado a temores sucesivos desde hacía cuatro años. Temió por la vida de su marido y de su padre cuando aparecieron sospechas de un posible cáncer, que finalmente se disiparon. Los síntomas de este último se presentaron durante el embarazo de su segundo hijo, marcado además por la rotunda desaprobación de su madre, hostil a este segundo embarazo, que dejó de dirigirle la palabra durante un mes. “... Tuve miedo de perder su amor...”
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Esta idea la sumerge en una tristeza y una culpabilidad profunda. En la misma época se produjeron dos fallecimientos rápidos en su entorno cercano, por una parte, la persona que la crió hasta los tres años y que padecía un tumor maligno y, por otra, el abuelo que la consideraba como su nieta preferida. Poco después, se hace cargo durante varios meses de la hospitalización de su abuela materna al tiempo que descubren en su madre una enfermedad hepática crónica. Fue en este contexto en el que se manifestó su enfermedad. Le propongo también que analice los beneficios buscados por su inconsciente y que reflexione sobre aquello que este cáncer le ha permitido obtener y que antes no se autorizaba por culpa de esas creencias malignas. Rápidamente, Nicole me confirma que ya había empezado por sí misma a comprender este proceso y a examinarlo. “... Me quedé sorprendida por el gran número de muestras de interés y de afecto de mi entorno afectivo y profesional... Sin embargo... me sentía incomprendida y sola frente a las responsabilidades... mi marido estaba muy absorbido por su trabajo... no me atrevía a decírselo... ahora es mucho más atento y está más presente... Mis padres, que seguían pidiéndome que fuera perfecta en todos los aspectos... renunciaron a su perfeccionismo por mí... lo relativizaron y tomaron conciencia de lo que es realmente importante... la salud... la vida... y su calidad...” Teniendo en cuenta la localización de su cáncer, abordamos a continuación su relación con su cuerpo desde la infancia. “... A partir de la pubertad me sentí mal en mi cuerpo... tenía complejos a causa de los kilos de más... de las gafas... desde los dieciocho años pensaba que habría sido mejor ser chico... los hombres tienen que
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hacer menos elecciones en cuanto a su profesión y su familia... mi padre siempre me pareció más libre que mi madre...” Durante las sesiones terapéuticas posteriores, constato que Nicole se replantea numerosos rasgos de su perfeccionismo. Entonces descubre que en su vida intrauterina se encuentran las causas iniciales de su decisión de ser perfecta así como la de su emotividad y la de su inquietud crónica, que quedaron reforzadas rápidamente cuando fue separada de sus padres dos meses después de su nacimiento. “... Veo mi primera célula... pequeñita... llena de vida... pero... está temblando... presiento que teme por su evolución... por su desarrollo...” ¿Por qué razón? “... Tiene que ser perfecta... para que los padres no se inquieten... para que el bebé esté vivo... en el nacimiento...” Prosigue con una voz llena de lágrimas: “... Ya nacieron dos bebés muertos en la familia... un hermano de mi madre... y un sobrino de mi padre... además... era su padrino...” Tras esta toma de conciencia, Nicole empieza a distanciarse de este miedo: “... Mi célula ahora ya es toda redonda... está tranquila... bien protegida... arropada en el vientre de mi madre... vive a su ritmo... en la plenitud...” Poco a poco vas creciendo... día tras día, hasta llegar al momento en el que le comunican a tu madre que está encinta. ¿Qué es lo que captas? “... Siento su alegría... su felicidad... su deseo de tener una niña, pero al mismo tiempo su inquietud... por el embarazo... por el parto... por esos bebés muertos... También percibo su incertidumbre de ser una bue-
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na madre... no quiere hacer pasar a su hijo por lo que ella misma vivió... siento su miedo de no ser perfecta...” De vuelta en la piel del embrión, dialoga simbólicamente con su madre y se libera entonces de su historia. ¿Y tu padre? “... Le veo llorar de felicidad... está contento... está seguro de tener una niña... pero siento que está inquieto por la evolución del embarazo... le oigo decir que tiene miedo de un problema... por el tren que mi madre toma todos los días... me apetece decirle que todo va bien... que no hay razón para preocuparse... pero no puedo hacer que me entiendan... así que... doy unas pataditas... tengo ganas de mostrarles que estoy bien... que estoy viva... quiero tranquilizarles...” El vínculo se hace evidente con su esquema de adulto y toma conciencia de la inversión de papeles que llevó a cabo al creer que debía hacerse cargo de tranquilizar a sus padres mientras que, en realidad, era ella, el bebé, quien necesitaba sentirse en seguridad, bajo su protección. Le propongo que se apoye en los conocimientos que tiene actualmente sobre el desarrollo de la gestación y del nacimiento para transmitirle serenidad al embrión y devolver a sus padres las causas de sus temores, que se remontan a una época muy anterior a ella y sobre todo a sus propias infancias. De esta forma consigue reafirmar su derecho, su deseo y su determinación de ser una niña a la escucha de sus propias necesidades personales. “... Decido ser yo misma... espontánea... libre.” Varias sesiones terapéuticas servirán para reforzar este nuevo estado interior, que se revelarán particularmente necesarias justo antes del nacimiento, momento en el que se habían intensi-
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ficado los temores genealógicos de los padres. Efectivamente, estos se vieron reactivados cuando, al ausentarse su padre para asistir al bautizo de un recién nacido, hermano del ahijado que nació muerto, su madre sufrió una pleuresía cuya tos espasmódica provoca el parto prematuro de tres semanas. Nicole puede así deshacerse del peso de los miedos y las responsabilidades sin analizar que había asumido entonces. A continuación, se dedicará a distanciar las huellas posteriores de abandono que había anclado precozmente a los dos meses cuando su custodia pasó a manos de su tía y, de nuevo, a los tres años cuando fue separada de ella para volver al domicilio familiar. Nicole descubre, sorprendida, la inmensa tristeza que vivió porque siempre había creído que “... todo salió bien...”, tal y como sus padres le habían dicho y quisieron hacerle creer. Sintió en cada separación el dolor de perder una unión que le parecía vital y el vacío que le confirmaba de nuevo la creencia de la muerte. El resultado ha sido espectacular por su rapidez, facilitado por su marido que le animaba en todo momento y participaba plenamente en su transformación. Nicole puede curarse sabiendo que a partir de ahora será capaz de obtener lo que necesite expresándose con libertad. Pronto se desvincula de las obligaciones de las tareas caseras. Adopta una actitud más serena con sus hijos y constata que el clima familiar se relaja. Ahora les muestra espontáneamente la imagen de un modelo que les ayudará a construirse en positivo. Solicita la reducción de su trabajo a media jornada para cuando se reincorpore próximamente, con la intención de dedicarse a las diversas actividades creativas que tenía en mente desde hace tiempo.
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El bebé frente al miedo a los desastres naturales Un contexto específico de concepción y de embarazo es aquél que se desarrolla en algunas zonas geográficas o momentos determinados de la historia y que viene determinado por los desastres naturales o artificiales, como los terremotos o los bombardeos. Éstos son percibidos por el feto a través de las emociones de la madre y de su entorno con la misma intensidad. Las consecuencias sobre el umbral de reacción al estrés y la inquietud crónica son muy claras, como lo podemos observar en la historia siguiente... Farha - el embrión y el miedo de la tierra A los treinta y cinco años, esta joven soltera de origen iraní, viene a consultarme por una depresión grave y crónica surgida tras una separación afectiva, cuatro años antes. Vive en un clima de hiperemotividad, de angustia, de culpabilidad y de ira, está convencida de que la vida es injusta y que los problemas son “por su culpa”. Diez años antes pasó por una situación similar en un contexto idéntico. Vive las rupturas como un abandono intenso que se reactiva regularmente en fases de profunda desesperación asociada a un intenso sentimiento de fracaso. Sigue una psicoterapia desde hace varios años en la que habla de su vida diaria, sin haber abordado todavía las causas profundas de su funcionamiento, que muy probablemente se centran en las emociones vividas cuando era un bebé. Con este objetivo comenzamos entonces una terapia de su vida intrauterina. Esta metodología queda justificada por los datos
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que me comunica; es el tercer hijo del segundo matrimonio de su padre y nace prematuramente, tras un parto largo, en un contexto en el que se teme por su vida. “... El vientre es muy oscuro... no me siento tan bien... Oigo gritos de miedo... fuera hay hombres... mujeres... está lleno de gente gritando... no sé lo que está pasando... lo que me va a ocurrir... me siento sola... mi madre puede actuar... pero yo no...” ¿Cuál es origen de la agitación? “... El miedo de la tierra... ¡está temblando!... Mi madre baja las escaleras gritando... sujetándose el vientre...” ¿Qué es lo que sientes en lo más profundo de ti misma? “... Estoy aterrorizada...” reconoce temblando de miedo. “... Me siento impotente... dependiente... incomprendida... por mi madre... incapaz de hacerme oír... Necesito que se siente... que deje de gritar... que me hable... que me explique lo que está ocurriendo... me siento invadida por una gran soledad...” El embrión de Farha necesita encontrar al mismo tiempo la seguridad y el vínculo con su madre. Lo consigue apoyándose en sus conocimientos actuales del futuro así como en el análisis lógico de la situación. En efecto, Farha sabe que el terremoto no tuvo consecuencias nefastas para su familia. Por otra parte, toma conciencia de que su madre tuvo miedo tanto por sí misma como por el bebé, con quien se mostró muy atenta en cuanto a su cuidado y a su protección. Comprende también que la falta de comunicación que sufrió no fue voluntaria sino debida a la ignorancia de lo que ella estaba viviendo in utero. Finalmente, localiza en ese momento lejano de su vida la huella esencial que se reactivaba en ciertas situaciones emocio-
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nales y consigue transformarla durante las sesiones terapéuticas en las que revive su nacimiento, con lo que actualmente se encuentra totalmente liberada de ella. * * * Otros miedos se dan en contextos parecidos, en los que los elementos responsables son mecánicos. Un gran número de bebés cuya vida intrauterina transcurre durante la guerra, contexto que se prolonga o no tras el nacimiento, guardan huellas profundas de miedos anclados en bombardeos, huidas para ponerse al abrigo o éxodos. Algunos perciben vía sus madres la violencia y la barbarie de las torturas, de los saqueos o de la exterminación. A parte de la ausencia del padre, prisionero, deportado, en la resistencia o expatriado, vivieron, además, durante estos nueve meses interminables los miedos maternos, únicamente atenuados por los mensajes personales o de carácter más general emitidos por la radio, cuyo ruido muchos bebés asociaron a un factor de seguridad. Los adultos que llevan dentro estas emociones padecen con frecuencia en su vida diaria inquietudes más o menos analizadas, que parecen anestesiarse gracias a un fondo sonoro permanente. Estos temores se plasman entonces en pesadillas con el objetivo de liberarse de ellos.
El bebé y el miedo materno de anunciar el embarazo Micheline - el embrión “escondido” Esta artista de cuarenta y cinco años dedicada a la pintura viene a mi consulta para que le ayude a salir de un problema de relación omnipresente en su vida personal y profesional.
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Siempre ha tenido grandes dificultades para comunicarse y, en consecuencia, la sensación de ser incomprendida y de no llegar nunca a ser reconocida. Enseguida, le aconsejo y ayudo a que reviva su vida intrauterina. “... Mi madre sabe que está embarazada... pero no se lo dice a nadie... ya tiene tres hijos... no sé si está contenta de que yo esté aquí... no siento ninguna alegría... yo soy muy pequeñita... esconde mi presencia... espera a que se vea... dos meses... tres meses... mi padre está ahí... pero ella no le dice nada... tiene miedo de su reacción... me da la impresión de que no existo... me siento muy sola... ella está mal... yo soy la responsable... estoy esperando a que me presente a mi padre... a mis hermanos... a mi hermana... ... Estoy sentada frente a un espejo transparente... los demás no me ven... pero yo a ellos sí... les oigo hablar... tengo ganas de gritar... de decirles que existo... de explicarme... pero no puedo... me siento impotente...” Hoy el embrión tiene la palabra. Por fin puede decirle a su madre todo lo quería expresar. “... ¿Por qué no quieres decirles... que existo... que hace tiempo que estoy en tu vientre?... ¿Cuál es el problema? ¿Yo?... ¿Mi padre?... ¿Le reprochas haber engendrado otro hijo? ¿Estás enfadada conmigo... por estar aquí?... ... Puedes estar tranquila... seré buena... no te causaré ningún problema... me haré toda pequeñita... para no molestar a mis hermanos...” Sus propósitos confirman la culpabilidad que ancló entonces y sus decisiones limitadoras de no ocupar el lugar que le corresponde y de intentar hacerse querer encajan perfectamente. Estos sentimientos están directamente relacionados con su comportamiento en la vida diaria por lo que le propongo que
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analice estos esquemas bloqueadores. Para ello, llama al Adulto que es hoy en día y escucha sus argumentos. El bebé extrae de este diálogo nuevas realidades: “... Devuelvo a mi madre sus preocupaciones... ella tiene las soluciones... sé que las encontrará después de mi nacimiento... Tengo derecho a crecer... a evolucionar... tengo mi lugar... sé que cuando aprenda a hablar podré expresar lo que pienso... lo que siento.” El bebé frente al miedo de la transformación del cuerpo durante el embarazo En el marco de una vivencia dolorosa de la feminidad, la maternidad puede acarrear desórdenes en la imagen del cuerpo, asociados a un rechazo consciente o inconsciente de los cambios físicos que implica. La causa puede ser el miedo a dejar de ser atractiva para la pareja, a veces justificado por un cierto distanciamiento o incluso por infidelidades o abandono. En la mayoría de los casos el bebé in utero se limita en su desarrollo, inquieto de no ser querido por su madre. Tal y como seguirá haciéndolo el adulto más adelante, el bebé no se autoriza a ocupar el lugar que le corresponde, no se impone y se encoge para no llamar la atención. Cuando capta el distanciamiento paterno, la culpabilidad le invade. A veces este sentimiento será reforzado por los mensajes maternos posteriores si le responsabilizan de la separación, del abandono y de sus consecuencias. Éstas serán diferentes según el sexo del bebé y estarán probablemente asociadas a las dificultades de vivir en armonía con su sexualidad.
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Para vosotros que vais a ser padres En cualquier caso, ahora ya sabéis gracias a las revividos precedentes que, a través de la sangre de la placenta, los cambios bioquímicos del miedo se transmiten instantáneamente al bebé, que lo “siente” como una atmósfera eléctrica y puede llegar a verdaderas descargas o sacudidas corporales. Algunos de vosotros en realidad ya lo sabéis por experiencia personal de embarazos anteriores. Muchas situaciones están relacionadas directamente con la gestación, otras surgen por causas exteriores pero que tienen efectos sobre la pareja, la madre y el bebé. Los miedos específicos del embarazo Con frecuencia, en una fase tan temprana como es el anuncio de la gestación pueden surgir temores, muy a menudo irracionales, que se fundamentan en gran medida en la historia familiar propia. Puede tratarse de gestaciones problemáticas precedentes, ellas mismas ya teñidas de su genealogía, que hacen eco en el interior. Si estos temores se presentan, hay que expresarlos y asociarlos a sus respectivos contextos para distanciarlos. El miedo a que se produzca un “incidente” en el transcurso del embarazo, como un aborto natural, puede conducir por superstición a no comunicar la noticia al entorno. Durante este tiempo el bebé puede llegar a “creer” que su vida corre peligro. Tanto por la madre como por él, hay que evitar estos sentimientos angustiantes. Otro de los miedos frecuentes es el de la anomalía, sobre todo cuando existen antecedentes en
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la familia o el entorno. También en este caso es necesario alejarse de él ya que si las revisiones médicas confirman que todo va bien, se trata de temores infundados que generan un clima negativo para el feto. A veces, a partir del sexto o séptimo mes, aparece el miedo a un parto prematuro. Aquí también puede esconderse otro sentimiento, por ejemplo un deseo inconsciente de acercar el alumbramiento a fin de evitar el riesgo imaginado de dar a luz a un bebé mayor. Recuerda que él es gran medida el actor que provoca el nacimiento. Hay que dejarle hacer... Su ritmo fisiológico está programado. En otros casos, a partir de ese momento, en lugar de vivir plenamente el proyecto de tener un hijo, la pareja comienza a inquietarse por su responsabilidad frente al bebé y por su capacidad de educar y de ser unos “buenos padres”. Hay que vivir el instante presente teniendo en cuenta ciertos fundamentos básicos para cubrir las necesidades del bebé; he aquí uno de los mejores consejos para que la gestación se desarrolle con toda serenidad. Más adelante si se sobrepasan los nueve meses, puede aparecer el miedo a que el bebé no salga. Éste también es un temor irracional que debe ser erradicado. Afortunadamente en la actualidad, la obstetricia lleva a cabo una vigilancia del embarazo que reduce considerablemente la incidencia de los problemas maternos, sin embargo, algunos procedimientos pueden despertar temores, como por ejemplo los exámenes del embarazo.
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En particular, la amniocentesis puede generar inquietudes, tanto por su práctica en sí como por la espera de los resultados. Si te encuentras en esta situación, debes saber pedir aquello que necesitas. Una vez que se instale la calma gracias a explicaciones precisas o un seguimiento tranquilizador, podrás también preparar a tu bebé explicándole la evolución por adelantado así como en el momento mismo. En algunos casos excepcionales, es necesaria una intervención médica en la madre, que también debe ser comunicada al bebé para que esté al corriente de lo que va a ocurrir y lo comprenda. En efecto, la pérdida momentánea del vínculo por la anestesia y por la agresión potencial de la incisión que se va a realizar, sobre todo en la zona abdominal y perineal, puede generar inquietudes en el bebé in utero. En ocasiones muy raras, el bebé antes de nacer puede ser objeto de terapias médicas, seguidas de operaciones tras su llegada al mundo. Si se establecen distancias temporales que lo alejen de su madre para llevar a cabo los cuidados neonatales, necesitará que ésta le explique cada una de las etapas y que le asegure la persistencia de su vínculo de amor. A pesar de la dificultad de establecer las incidencias posteriores de determinadas situaciones del embarazo, es razonable pensar que el feto tiene la misma necesidad de ser informado, acompañado y tranquilizado que su madre, puesto que éste también tiene reacciones emocionales. Por lo tanto, estas incidencias deben ser limitadas únicamente a las indicaciones necesarias permitiendo que los extraordinarios progresos médicos sigan desarrollándose con el fin de mejorar la salud.
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Miedo al parto Este sentimiento, sobreentendido por el inconsciente colectivo, familiar y materno, está dominado por la inquietud de otorgar un carácter excesivamente médico al parto, por el miedo al dolor, por no recurrir a la inyección epidural o por la posibilidad de una cesárea. También puede reactivar temores de anomalía y de la inminencia del papel de madre que está a punto de materializarse. La experiencia y los conocimientos de los profesionales os prepararán para el parto y os ayudarán a ser conscientes de que no sirve de nada crearse inquietudes procedentes de ficciones mentales. Gracias a la evolución de los conocimientos, vosotros sois los primeros en ser diferentes de las generaciones pasadas, por lo que ninguna comparación con ellas es justificable. Inquietudes genealógicas Muchos adultos en este fin de siglo cargan todavía con estas marcas, por lo que podrían transmitirlas inconscientemente a sus hijos. Todos y todas necesitan devolver al pasado lo que le pertenece y relacionarlo con los niveles profilácticos limitados que existían en esas épocas. Se protegerán a sí mismos y a sus hijos al guardar en memoria la asociación de ese contexto médico ancestral a los acontecimientos dolorosos vividos por las generaciones pasadas y al considerarlos como hechos puntuales asociados a una causa específica y transitoria, incluso si es desconocida.
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Inquietudes no específicas de la vida diaria Pueden ser profesionales o personales, surgir en la pareja, en la relación con los hijos o los amigos o bien aparecer frente a determinadas situaciones. En cualquier circunstancia, estas angustias deben ser detectadas y sus causas analizadas teniendo en cuenta que son siempre secundarias a los pensamientos, que las preceden invariablemente, tanto si están reconocidas o no. Un autoanálisis rápido te permitirá activar la lógica inicialmente bloqueada que te ayudará entonces a reencuadrarte. A menudo, al evaluar la probabilidad estadística de que ese temor llegue a materializarse, se descubre que se trata de creaciones mentales irracionales. En otros casos, sí que puede existir una posibilidad de que el miedo se haga realidad, sin embargo, la solución se encuentra más allá de tus competencias. Así que déjela a manos de los expertos o de Dios. Finalmente, puede que tu inquietud te haya alertado objetivamente y que tengas los medios de acción para evitar que llegue a desarrollarse. Utilízala como desencadenante de tu acción.
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“Que nuestros futuros padres nos den la libertad de expresar el sexo al que pertenecemos para que podamos desarrollar la riqueza de potencialidades que están dentro de nosotros. ¡Deseadnos sin condición! Independientemente de lo que vosotros esperéis, debéis tener en cuenta que lo contrario puede ocurrir en vuestro cuerpo. Podéis no desear un hijo y, aun así, crearlo. ¡Podéis rechazar la idea de una niña y, aun así, traerla al mundo y viceversa! Debéis ser conscientes de que sois vosotros los que tenéis la responsabilidad, incluida la de no saber o no querer ver cómo funciona la biología. Desde hace generaciones, los bebés creen que todo es por su culpa y los adultos en los que se convierten también. Piensan que son ellos los que quisieron plantarse allí, en contra de vuestra voluntad. Que son ellos los que decidieron su sexo, mientras que vosotros queríais el sexo opuesto. Os necesitamos y solamente vosotros, los padres, podéis llevar a cabo este cambio elevando vuestra conciencia hacia el deseo incondicional.”
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A partir de la ecografía, los futuros padres pueden conocer, si así lo desean, el sexo del bebé, sabiendo que en ciertos casos no será posible y que existe un margen de error de un quince por ciento en el caso de que se trate de un niño. Cuando los padres desean el sexo opuesto, esta técnica permite acelerar la aceptación del bebé gracias a la ayuda de los especialistas. Así podrán comprender mejor las razones que les llevaron a tener una preferencia, cuyas raíces inconscientes descubrirán muchos de ellos con sorpresa. En estos casos, el bebé, que normalmente comienza a inscribir al instante sentimientos de culpabilidad, de inquietud y de tristeza, necesita que la duración de esta preferencia sea lo más corta posible y que al menos uno de los padres, si no los dos, se reencuadren rápidamente en positivo. Antiguamente el feto que se enfrentaba en el momento mismo de su nacimiento a una preferencia persistente que se había alargado durante todo el embarazo, llevaba en su interior la prisión emocional de los meses precedentes, asociada además a un inmenso temor por salir del vientre de su madre. Estos miedos a la reacción y a la decepción de los padres anulaban su confianza en sí mismo y en su valor propio e impedían el desarrollo de las fuerzas necesarias para vivir en armonía. Qué largos eran esos meses de inquietud y cuánto estaban asociadas las dudas, las indecisiones y los temores con el embarazo. Se manifestaban en el niño, en el adolescente y después en el adulto al emprender cualquier acción, al reactivar inconscientemente ese primer contacto con el mundo exterior, y solían generar guiones de fracaso o de enfermedad en estas etapas de la vida.
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Esta preferencia de sexo puede constituir el primer impacto emocional para el bebé o suceder a un no-deseo inicial de tener hijos, tal y como ocurre en los casos siguientes.
Cuando se prefiere un niño para tener un heredero Marie-Claude Responsable del departamento de marketing internacional de una gran empresa, esta joven de cuarenta años expresa su feminidad de manera muy discreta, bajo el pretexto de no tener suficiente tiempo. El objetivo de su consulta es el de encontrar soluciones para gestionar el estrés intenso y permanente presente en su vida. Se encuentra bajo la influencia de numerosos mensajes coactivos, procedentes de la infancia, que la mantienen atada a su sentimiento de desvalorización y a su falta de confianza. Se siente obligada a esforzarse siempre al máximo y todavía hoy necesita la aprobación de los demás, como si entregara un examen con la necesidad imperativa de ser la mejor: “... Tengo que ser perfecta... fuerte... hacer todo rápido... darme prisa... no descansar nunca... trabajar duro...” Marie-Claude cree que de esta forma aumenta su valor y su mérito, por el sufrimiento y el esfuerzo, que en realidad enmascaran una voluntad profunda de autocastigo. Su cuadro emocional asocia inquietudes y culpabilidades sobre un fondo de tristeza. De su creencia dominante “La vida es dura”, se deducen aquellas que la encauzaron por el camino de la soledad. “... Tengo que arreglármelas yo sola... no puedo esperar nada de los demás...”
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Le explico, sin alarmarle, que necesita aprender a tomarse su tiempo, a otorgarse el derecho de ser y vivir sin esfuerzos excesivos y que llega a tiempo a la terapia pues su cuadro expresa el grito de alarma dado por el cuerpo, que podrá descansar por fin gracias a ella. En realidad, sólo presenta alergias ya que, como descubrirá a lo largo de las sesiones de terapia, además de su decisión de perfección también estableció un mensaje protector: “... No tengo derecho a debilitarme... debo tener una salud de hierro...” Tras un programa rápido de dinámica positiva, acepta emprender la exploración de su vida intrauterina en la que describe varios anclajes emocionales conocidos, con una tela de fondo marcada por ciertas huellas genealógicas profundas. Su concepción tuvo lugar a pesar de que su madre se creyera incapaz de procrear debido a una enfermedad de la infancia que limitó su crecimiento. Toda la gestación, que se mantuvo prácticamente invisible, se desarrolló bajo el miedo de tener un hijo con malformaciones. Ella misma sufrió miedos idénticos durante sus embarazos. Tras varios años de matrimonio forzado, llegó al mundo en un contexto de gran tensión entre sus padres y de desasosiego familiar que originó un no-deseo materno inicial, seguido de una aceptación. Esta conformidad le fue transmitida posteriormente en un mensaje de doble filo: “... Menos mal que estabas ahí... si no hubieras venido... probablemente me habría marchado...” Su hija se dio cuenta de esta dualidad puesto que concluyó: “... Tengo una deuda frente a ella... no debo causarle ningún problema... Tengo que hacerle feliz... siento que ahora ella cuenta conmi-
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go... para salvarla... para que yo me comporte como ella lo desea... fuerte... sólida... para hacer lo que ella no pudo... ser independiente... estudiar... tener éxito... para que esté orgullosa de mí... No tengo derecho al fracaso... ni a decepcionarla... ... No tengo derecho a que mi vida sea más fácil que la suya... puesto que yo fui la razón por la que no se marchó... ... Va ser difícil... pero me vengaré por ella... Nos unimos ella y yo... contra los demás...” A lo largo de las terapias, le devuelve a su madre los límites, el esquema de víctima, el guión de vida femenino y las creencias bloqueadoras que le pertenecen, cuyas raíces comprende y localiza en su infancia. Se autoriza a sí misma a ser diferente, a no tener que asemejarla, y además consigue deshacerse del peso de los dogmas de su educación religiosa y de su nombre Marie, del que decide liberarse y utilizar simplemente Claude. En el contexto anterior a su transformación en terapia MarieClaude, embrión, se vio entonces enfrentada a la preferencia por un niño expresada por su padre, quien había acogido el anuncio del embarazo con alegría con el deseo de tener un hijo. “... Oigo que desea tener un hijo... para transmitirle el apellido... para tener un heredero... de la tierra... Para él es evidente... tras haber estado esperando durante tanto tiempo... será niño... tiene más valor...” ¿Cómo reaccionas tú? “... Primero me digo que he sido bastante lenta porque me ha costado mucho llegar hasta aquí... y encima para llegar siendo niña... porque sé perfectamente que no soy niño... así que para que él me quiera... seré aquél que espera... No lloraré... seré fuerte...”
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Sin duda alguna, estas decisiones reforzaron aquellas suscitadas anteriormente por su madre. Al analizar las causas de la preferencia de su padre, MarieClaude descubre que no se trata de un deseo propio. Toma conciencia del papel fundamental jugado por su abuelo paterno, cuya autoridad patriarcal había subordinado siempre al hijo y lo había colocado, por ser el único varón entre sus hermanas, al cargo de transmitir el apellido, condición sine qua non para estar orgulloso de él. El deseo paterno de tener un niño era un intento de “agradarle”, de ser reconocido y de ser querido. El abuelo, que desde hacía unos años, le humillaba y desvalorizaba al considerarlo impotente, acogió el nacimiento de una niña con un “Es mejor que nada”. También descubre que su padre veía en ella un milagro, una señal de la abuela paterna fallecida, con quien tenía él una relación muy estrecha y con quien Marie-Claude compartía nombre, debido a que fue concebida tras la muerte de ésta y, sobre todo, a que nació exactamente un año después de su fallecimiento. En realidad, él mismo murió, mucho más tarde, la víspera del aniversario de esta muerte y del nacimiento de su hija. Puesto que siguió viviendo con sus padres tras el matrimonio, quizá fuera este duelo el que le permitió levantar un bloqueo inconsciente que le impedía procrear. Marie-Claude capta que su padre en el fondo se sentía feliz de haber engendrado una vida, independientemente del sexo que adoptaría, y que la causa de su preferencia estaba únicamente asociada al reconocimiento de su propio padre. Esta nueva realidad interior le permite al fin ser la niña que siempre rechazó.
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Tras haber reencuadrado durante su renacimiento todas estas nuevas certezas, sus derechos, sus ganas y sus determinaciones positivas para su vida, ya puede abordarla con una libertad completa que se manifiesta tanto en su trabajo como en su vida familiar. También dedica regularmente parte de su tiempo a actividades de ocio, fines de semana y vacaciones de descanso y de bienestar. Tras aceptar plenamente su amor hacia sí misma y por lo tanto su feminidad, decide poner de relieve su belleza con un maquillaje y un peinado armoniosos y ropas de colores. Así es como una prestigiosa marca de perfume acaba de confiarle la dirección internacional de la comunicación de sus productos. * * * La historia de Virginie también es un buen ejemplo de la doble huella de ser un bebé “demasiado pronto” tras un primer hijo, en la que el no-deseo inicial cedió el paso a una aceptación parental, seguida de una preferencia paterna de niño. El análisis de las razones genealógicas de éstas liberó a Virginie del peso con el que cargaba desde siempre.
Cuando se prefiere un sexo para encontrar un miembro de la genealogía Virginie Esta joven, guapa y elegante de veinticinco años, diseñadora de muebles contemporáneos, se dirige a mi consulta por un “malvivir” que se manifiesta por un estado depresivo crónico y
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una inquietud permanente, sobre un fondo de desvalorización y de pesimismo. Nacida dos años después que su hermano, me cuenta en los primeros instantes de nuestra cita que en la adolescencia supo, en un arrebato de ira de su madre contra su padre, que, al descubrir en el nacimiento que se trataba de una niña, éste se marchó diciéndole al médico: “¡Te la puedes quedar!...” Virginie piensa desde siempre que su malvivir persistente viene de ahí. En realidad cree: “No puedo contar con nadie... y menos aún en los hombres... sólo puedo contar conmigo misma... lo haré todo siempre yo sola...” La imagen materna, infeliz en su matrimonio, que afirma no haberse divorciado “por los hijos”, asociada a la del padre, una persona egoísta, inexpresiva y que desvaloriza, genera en su vida afectiva un esquema de amor-sufrimiento. Como muchas mujeres desvalorizadas, Virginie cree que no ama a los hombres cariñosos y atentos, a quienes califica de irritantes y agobiantes, mientras que en el fondo de sí misma piensa que no los merece. Asocia lo emotivo con la debilidad y la dominación por la fuerza con la virilidad. Le confirmo que su nacimiento es ciertamente un momento esencial de su guión. No obstante, abordamos primero la terapia de su vida intrauterina para analizar las raíces que se pudieron anclar en esta época. La paciente describe su primera célula en el momento de la concepción:
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“... Frágil... casi nada... impotente...” Tras ayudarle “renacer”, le propongo que se deje crecer hasta llegar al momento en el que su madre se da cuenta del embarazo y se lo comunica a su padre: “... Veo que tiene una expresión triste... por el tono de su voz se diría que está anunciando una catástrofe... él le pregunta si está totalmente segura... Al final, a él le da igual... dice que saldrán adelante como siempre... que no es tan grave... no importa...” ¿Y tu madre? “... Siento que está abatida por la noticia... no se lo quiere creer... dice que no es posible... ahora no... está muy enferma... vomita mucho... Llego demasiado pronto... no tendrá tiempo para dedicarse a mí... no me quiere...” ¿Cómo reaccionas tú? “... No tengo a nadie en quien apoyarme... mi madre está abrumada... a mi padre le da exactamente igual... Es como si me dieran una bofetada... no entiendo por qué... Intento encogerme... esconderme... voy a intentar ser una niña buena... para que por fin me quiera... y se sienta feliz de tenerme... Le digo que no se inquiete... ya lo verás... no seré una carga... al contrario... Haré cosas de las que estarás orgullosa...” Y a continuación: “¡No me abandones!”, suplica en lágrimas con una tristeza profunda y temiendo por su vida, además de la culpabilidad que siente por su presencia. Integra entonces, en la visión del embrión, la idea de que fueron las células de sus padres las que engendraron su vida y que ella está libre de toda responsabilidad en su creación. Al tomar conciencia de que su madre no puede verla como una persona concreta y que sus propósitos se centran en un be-
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bé abstracto, invisible a sus ojos, Virginie asocia en visualización este ser imaginario con todas las zonas sombrías que guardaba en su interior. Una sensación de fuerza invade todo su ser, como una luz brillante. “... Me siento bien... ahora sé que ella me querrá... además... el futuro me lo ha demostrado... incluso él también a su manera... no pudo darme lo que él mismo no había recibido...” Ahora ya puede dejarse crecer, a la escucha de las percepciones sobre sus padres y en especial sus intenciones en la elección de su nombre: “... Es mi madre la que elige Virginie... le apetece tener una niña... mi padre, sin embargo, dice que de todas formas no quiere ninguna niña... cree en la superioridad del hombre... Me uno a ella... nos juntaremos frente a él... nos daremos fuerzas mutuamente...” Para desarrollar completamente su polaridad femenina, le propongo que integre en su concepción los conocimientos genéticos que ahora tiene a su disposición, al observar que es el espermatozoide paterno portador del cromosoma X el responsable del sexo del bebé, incluso si su padre no lo sabía o lo había olvidado. El análisis detallado de las causas inconscientes de la preferencia paterna completará su transformación. Éstas se desarrollaron muy probablemente sin que él tuviera la menor idea. Dicho ejemplo, como muchos otros, muestra que este tipo de terapia consiste también en analizar a sus propios padres. Por su puesto, se trata de un puzzle que se apoya sobre interpretaciones hipotéticas, puesto que sus jardines secretos no se pueden explorar directamente. Forma parte de su intimidad y ellos mismos con frecuencia no conocen el aspecto de su inconsciente.
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Basado en la lógica y los conocimientos de la psicología sobre el funcionamiento humano, el cuadro resultante suele ser muy parecido, incluso calcado, a la realidad del mundo de las creencias y emociones parentales, confirmadas al unir los cabos o por los padres en persona, que se encuentran presentes o que son interrogados por sus hijos. La comprensión por parte de los hijos de las creencias de sus padres no suele tener lugar en condiciones de tolerancia plena y fuera de todo juicio, pero qué más da puesto que les permitirá desatar todas las cuerdas que les mantenían amarrados y beneficiarse de esta reconciliación dentro una comunicación armoniosa. Cuando Virginie observa el niño que fue su padre, con relación a sus hermanas, a sus propios padres y a su genealogía, descubre las raíces que la liberan definitivamente de las cargas que hasta entonces se había impuesto. Jean, su abuelo paterno, fallecido accidentalmente en presencia de su hijo cuando éste tenía sólo diez años, lo consideraba como su preferido frente a sus dos hermanas, a quien trataba con mucha dureza. El padre de Virginie tenía una buena relación con sus hermanas a pesar de que desde su infancia constatara: “con las chicas, no es lo mismo...” Comprende entonces que su padre intentaba encontrar en un hijo ese padre desaparecido demasiado pronto ya que no lo había podido hacer con su hijo mayor, con el que compartía pocas afinidades. De esta forma con su hijo, nacido dos años antes y a quien le puso Jean como segundo nombre, comparte muy pronto las mismas actividades que con su padre antes del accidente. Buscaba un niño de “reemplazo” para revivir esta complicidad
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interrumpida demasiado pronto y darle aquello de lo que él mismo careció tan dolorosamente, con el fin de vivir de nuevo una infancia más ideal “por procuración”. También se va a revelar una causa más recóndita al profundizar en el análisis del árbol genealógico paterno. Descubre en un entorno cercano a la infancia de su padre, la existencia de cuatro muertes a edades tempranas, entre ellas tres niñas fallecidas por enfermedad y un niño de siete años atropellado por un coche. De su estadística infantil, su padre guardaba en su fuero interior la creencia no confesada de un riesgo mortal más importante en las niñas, probablemente responsable en él de miedos no expresados. Una prueba de esta hipótesis es el grave accidente de moto que sufrió su hermano a los catorce años, reproducción inconsciente de esta fatalidad de accidente infantil, probablemente reforzada por el nombre de su abuelo que carga con una muerte, también ella accidental. En cuanto a Virginie, fue una niña a menudo enferma y padeció una anorexia grave, por no querer alimentarse, que puso en peligro su vida. A los veinte años, tras ser atropellada por un coche, las numerosas heridas que sufrió en la cara cicatrizaron milagrosamente sin dejar ninguna secuela. A continuación, integra todos estos datos en la conciencia y en la visión del embrión, en los primeros momentos en los que percibió la preferencia de su padre. Teniendo en cuenta los sufrimientos que éste lleva dentro desde hace tanto tiempo y el niño “caprichoso” en su interior, Virginie alcanza la reconciliación última que reactivará también en el momento de su renacimiento.
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“... El mundo es fantástico... quiero disfrutar de todo lo que puedo ver... tomar... conocer... veo que mi madre me acoge con alegría... su amor... En mi padre... siento un hombre tierno pero también... un niño herido... cerrado en sí mismo... Sé que la causa se encuentra en su pasado y que existen muchos hombres diferentes.” Llega al mundo con la fuerza de la libertad que ha adquirido con respecto a sus antecesores y a su pasado, con confianza y en plena armonía con la mujer que ella es. Cuando la preferencia intenta evitar un sexo asociado aparentemente a un riesgo de muerte Esta causa de preferencia que ya hemos identificado en la historia de Virginie como raíz secundaria puede también encontrarse en primer plano y jugar un papel dominante en el nacimiento, como en el caso siguiente. Gisèle Esta joven profesora de treinta y dos años sufre pánico e inquietudes omnipresentes “desde siempre”. También presenta un ritmo de elocución muy rápido que le provoca respiraciones ruidosas. Desde las primeras palabras, presiento que revive en cada instante una emoción arcaica del pasado, sin saberlo. Segunda en una familia de cuatro hijas, su infancia se desarrolló en la tensión permanente entre un padre tirano y violento y una madre sumisa y cariñosa con ella. Cuando le pregunto sobre su nacimiento, me cuenta lo que, en su opinión, fue su primer miedo a través de su madre “Creíamos que estabas muerta... estabas como muerta...” Tras nacer en posición podálica, estuvo más
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de un minuto sin respirar en el momento de su difícil llegada al mundo. Cianótica y con dificultades respiratorias, finalmente tuvo que ser reanimada. Carga con el peso de una preferencia paterna de niño, que se repitió insatisfecha en cada embarazo. “Era por el apellido y sobre todo por la tierra...” me confiesa. La integración de los datos de su árbol genealógico durante las sesiones de terapia de la vida intrauterina, abrirá las puertas a nuevas comprensiones que le permitan liberarse de los vínculos inconscientes que la limitaban. Descubre bajo la máscara de su padre, considerado hasta entonces por ella como el hijo único y mimado de sus padres, el gran sufrimiento de una desvalorización. Nacido con un pie zopo, fue el objeto de burla de los niños a su alrededor y más tarde se excluyó, acomplejado en sus relaciones con las chicas que se alejaban de él en la adolescencia. La creencia inicial de su padre “Las chicas no le interesan”, se transformó entonces en “Tiene miedo de las chicas (a causa de su pasado)”. In utero, Gisèle implanta esta nueva visión en la conciencia embrionaria junto con la idea de la responsabilidad cromosómica paterna en su creación. Se libera de la imagen simbólica de un embrollo de cuerdas enredadas que finalmente, después de treinta años, consigue desenmarañar. Se presenta entonces una nueva clave: “... Estoy en el útero... hay un velo negro... un duelo... un bebé vestido todo de blanco... en un ataúd... una niña relacionada con mi abuela... me abruma... ha sido un golpe para mi padre...” La toma de conciencia del papel de esta niña, hermana nacida muerta, tres meses antes de la concepción de su padre, constituye
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otra gran liberación para Gisèle. Comprende la huella de muerte que pudo hacer de él una persona desagradable, que le generó un miedo a nacer y lo culpabilizó además por haber seguido vivo. Además, su handicap físico pudo ser la consecuencia de su autocastigo. Esta muerte también condujo a su madre a rechazar la intervención quirúrgica de su hijo, por miedo a que algo fuera mal, por lo que contribuyó, sin saberlo, a mantener el sentimiento de desvalorización generado por el hecho de ser diferente. En el inconsciente de su padre, tener una hija implicaba por lo tanto arriesgar su vida y volver a vivir una separación dolorosa, que además reforzaría sus emociones de culpabilidad y de desvalorización. Esta interpretación ilumina y esclarece la preferencia paterna de niño con una nueva luz liberadora. También identifica el poder de esa huella en su propio nacimiento. En el alumbramiento el miedo a morir se reactiva, transmitido por la memoria de esta hermanita de su padre, que nació muerta, inscrita directamente en él y en la abuela que la llevó dentro. Tras devolver a cada uno de ellos sus propias historias, Gisèle puede comenzar a renacer a la vida. Su respiración, que ha mejorado rápidamente con la reducción de sus temores desde el comienzo de la terapia, amplifica en ella el sentimiento de liberación. A continuación explora la rama materna, en la que descubre otras huellas de intensidad parecida. El fortalecimiento bilateral de las dos vías de su árbol genealógico es el responsable del profundo arraigo de sus emociones. Durante los revividos terapéuticos localiza en su madre la muerte neonatal de una prima cercana nacida antes que ella.
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Identifica también los propios miedos de su madre que fue concebida fuera del matrimonio y los de su abuela, “madre soltera”, para quien el embarazo supuso su marginación de la familia y de la sociedad y la condujo a atentar contra su vida durante la gestación. Este rechazo, que le obligó a dar a luz sola y por el que “... sufrió horriblemente alejada de todos...”, tuvo grandes repercusiones sobre el bebé que era su madre, quien hizo suya una gran angustia asociada a pesadas culpabilidades y quizá también a un deseo de muerte. Gisèle, a su vez, las adoptó como propias y las añadió a su culpabilidad de ser niña frente a la preferencia paterna y frente al peligro de vivir una feminidad y una sexualidad, asimiladas con dificultad en el pasado de la abuela, que eran sinónimo de exclusión e infelicidad. Esta huella fue reconfirmándose progresivamente en la infancia a través de su abuela y de su modelo materno. La genealogía paterna, por su parte, continuó fortaleciendo las cargas emocionales inconscientes, por las que el hecho de ser niña implicaba un riego de muerte neonatal y ser madre conllevaba el riesgo de perder los hijos, por la presencia de dos muertes infantiles antes de su nacimiento. Al tomar conciencia de que este escenario mórbido estuvo a punto de provocar un proceso de transposición y que cada vez que padecía un miedo del pasado revivía la muerte de algunos de sus antepasados, se deshizo de las cadenas que no le pertenecían y se otorgó el derecho y la libertad de renacer y de vivir. A eso es a lo que se dedica ahora. * * *
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La historia de Víctor se asienta sobre unos fundamentos parecidos. Víctor Consejero financiero de cincuenta y dos años, me consulta por una dificultad para expresar sus emociones, asociada a una falta de confianza y una desvalorización. El miedo está omnipresente en su vida cotidiana y le limita en sus relaciones con lo demás y consigo mismo. Tras el nacimiento de un primer hijo, cuatro años antes, sus padres habían manifestado el deseo de tener una niña y enseguida me cuenta que esperaban llamarle Micheline. Su terapia le permitirá descubrir que esta preferencia no se debía al deseo de tener un hijo de cada sexo, como siempre había creído, sino al temor materno de traer al mundo a un niño, tras el fallecimiento rápido de Paul por meningitis, primer hijo de una amiga muy cercana. Sus padres pensaban que sería más seguro tener una niña puesto que la muerte estaba relacionada con el sexo masculino en esta pseudoestadística. Por otra parte, en el período de guerra en el que se desarrolló su concepción, las creencias sobre el riesgo que rodeaba la vida de los hombres reforzaron profundamente la inquietud inicial. Además, su padre fue llamado a filas apenas un mes después de su concepción. Un tercer elemento fundamental apareció también a lo largo de otras sesiones de terapia. La muerte de este bebé, primer hijo de estos amigos, implicó para los padres de Víctor, que también tenían un único hijo, la necesidad imperativa de tener un segundo por si acaso el
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primero falleciera. Su inconsciente concluyó asimismo que los niños corrían un riesgo de muerte sobre todo si eran varones. La culpabilidad de no haber sido la niña aparentemente preferida y el miedo que pesaba sobre el sexo masculino le condujeron desde antes de nacer a alejarse de sus emociones para “sobrevivir”: “... Tengo miedo de estar solo... abandonado... de desaparecer... Cuando mi madre comunica el embarazo... oigo que mis abuelos desaprueban mi presencia... Mi madre recibe incluso una bofetada de mi abuela... le dice que no es el momento de tener un hijo... se va a declarar la guerra...” La creencia inicial de ser el objeto de ataque desaparece y cede el paso a una nueva comprensión: “... Yo no tengo nada que ver... ellos no pueden verme...” Descubre entonces que la reacción de su madre estaba inducida por su propia experiencia de niña durante la guerra precedente del 14-18. En ese momento, cuando sólo contaba con un año, su padre se marchó y estuvo ausente durante cinco años, por lo que su madre tuvo que asumir sola la responsabilidad de criarla. El bofetón, treinta años más tarde, tenía sus raíces en el miedo a que se reprodujera la situación que tanto le había hecho sufrir entonces: “... Me falta el aire... la energía... es por culpa de Micheline... me roba el oxígeno... veo a mi madre haciendo punto con un ovillo de color rosa... no es para mí... sino para otra persona... Necesitaría que fuera para mí... En el vientre éramos dos...” El reencuadre en su visión de adulto le permite entonces dejar atrás la imagen fantasma de Micheline y anclarse en la con-
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ciencia de que fue creado por las células parentales y de su contenido cromosomático: “... Soy el chico que me corresponde... tal y como mis padres me engendraron... tengo ganas... tengo derecho... quiero ser yo mismo... Existo...” Victor comprende y acepta la ausencia de su padre, que partió poco después de su concepción. “No es por mi culpa... es el período de la historia el que lo alejó”. Tras varios renacimientos, toma por completo el control de su futuro y consigue por fin escuchar y expresar sus emociones en seguridad. * * * En otros contextos, haber vivido dolorosamente su polaridad puede estar asociado a la huella uterina de un aborto anterior o del fallecimiento de un niño o un bebé del sexo opuesto. A veces, al no autorizarse a ser uno mismo, el individuo decide vivir la vida que el otro habría vivido, guiado por la culpabilidad de estar ahí mientras que la concepción precedente no siguió adelante. En otras ocasiones, son los padres o la familia quienes, consciente o inconscientemente, esperan que el nuevo hijo “reemplace” al anterior, objetivo que no consiguen alcanzar. La decisión tomada en la fase embrionaria es rechazada rotundamente por el inconsciente y necesita revivirse en estado de conciencia amplificada. Encontraréis ejemplos de esta situación más adelante en el capítulo de “Nacer después la muerte”.
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Cuando una preferencia pretende evitar la reproducción de un contexto genealógico La historia siguiente ilustra cómo numeras proyecciones genealógicas constituyen los hilos principales que se van entremezclando y forman una verdadera “tela de araña”, en el centro de la cual se vio atrapado Régis y cuyas huellas se reactivaron en el momento de su nacimiento. Régis Este director de empresa, nacido justo antes de la declaración de la Segunda Guerra Mundial, viene a mi consulta para liberarse de sus inquietudes y reforzar la confianza en sí mismo. Nació cinco años después que su hermano mayor y experimentó la preferencia materna por una niña durante la gestación, “para tener la parejita”, pensaba él. Al llegar al mundo tras un largo parto, sufrió un paro respiratorio prolongado antes de pegar su primer grito que obligó a la comadrona a introducirlo en agua helada. La terapia y el análisis genealógico le permitirá comprender la situación desde un punto de vista totalmente diferente. Su madre, Régine, mostró a través de la elección de su nombre una irrefutable voluntad inconsciente de continuidad, de alargamiento de sí misma, que pone en evidencia su amor por él, del que hasta entonces Régis había dudado. Los fundamentos reales de su preferencia son otros muy distintos de los que había pensado él en un principio. Tras las malas experiencias de su infancia con respecto a sus dos hermanos y después de haber tenido ya un hijo, la Niña interior de su madre temía revivir las relaciones difíciles del pasado si tenía de
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nuevo otro hijo varón. Deseaba por el contrario poder compartir cierta complicidad con una niña, es decir, la hermanita que echó en falta. Por otra parte, en este período de amenaza bélica, engendrar un niño equivalía a traer al mundo un futuro muerto. Tener una niña, sin embargo, implicaba darle más oportunidades de seguridad. Su madre no tenía buenas relaciones con los hombres a su alrededor mientras que idealizaba a los muertos de su familia. Régis descubre lo que pensó antes de nacer: “... No puedo obtener el amor de mi madre... si no soy la niña que desea... Sólo si muero me querrá.” Identifica en el fondo de sí mismo un poderoso instinto de supervivencia que cuestiona esa decisión y se aferra al impulso de nacer y a la determinación de salir y de respirar. Además descubre que su madre, en su época embrionaria, también captó una preferencia de niño por parte de su padre, que implicó un fenómeno idéntico. En el momento del parto, le devuelve a su madre todos los miedos que ella padeció en su etapa fetal. Régis se reafirma cada vez más en su vida profesional y dedica parte de su tiempo a las actividades creativas con las que siempre había soñado.
Cuando los nombres marcan la preferencia Teniendo en cuenta el funcionamiento psíquico del bebé antes de nacer y el papel fundamental que juega este momento de la vida para el futuro del adulto, podemos imaginar con facili-
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dad que las consecuencias serán idénticas y de larga duración, tanto si la preferencia se expresa claramente como si es tácita. La ausencia de elección de nombre para el sexo excluido puede durar hasta después del parto y, a veces, esta tarea tan importante se deja en manos de la comadrona, del médico, de un amigo, del administrador del estado civil o del calendario y sus santos, sin pensar en la influencia directa que ejerce sobre la persona que lo lleva. En ocasiones un nombre que sea al mismo tiempo de chico y de chica, como Trinidad o María José (José María), aunque a menudo esconda un sexo preferido, deja abierta las dos posibilidades. En otros casos, la elección se inclina por un nombre masculino al que se le puede añadir una “a” en caso de que finalmente se trate de una niña. Cuántas mujeres llamadas Alejandra, Antonia, Claudia, Daniela, Ángela, Camila, Alberta, Josefa, Juana, Lucía, Cecilia, Roberta, Federica, Luisa, Octavia, Manuela, Emilia, Ivana, Francisca, Renata, Marcelina, Juliana... llevan encima desde siempre, a menudo sin saberlo, el sello de los deseos de sus padres. En algunos casos, ciertas pseudointuiciones, que no son otra cosa que la expresión de los deseos parentales inconscientes y sin analizar, se proyectan sobre el bebé y quedan reforzadas por el entorno. Cuánto dolor causa a un embrión femenino el oír: “Estoy seguro(a) de que será niño... No puede ser niña... lo siento...”. Los niños también sufren con los mensajes inversos. El bebé que está presente en el vientre de su madre oye y sufrirá durante mucho tiempo.
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Niñas “chicazos” y niños “afeminados” Estos individuos, objeto de preferencias, se enfrentan a inmensas dificultades a la hora de ser ellos mismos, de vivir en armonía con sus cuerpos, en su polaridad y su sexualidad, e intentan agradar y parecerse al sexo opuesto, el que sus padres desearon durante el embarazo. Piensa en todos los bebés de sexo femenino cuyos padres deseaban un niño por diferentes razones y cuyas vidas están salpicas de síntomas evocadores. Aquí encontrarán las causas de sus pubertades tardías o mal vividas, de las reglas dolorosas que incluso exigen reposo temporal, de los síndromes premenstruales desagradables como depresión o accesos alternados de tristeza y agresividad así como de las reactivaciones mensuales de una realidad rechazada, la de ser mujer. Por las mismas razones, otras personas serán víctimas de migrañas intensas más o menos acompañadas de vómitos justo antes de la aparición de los ciclos o durante la ovulación. En la gran mayoría de los casos, los síntomas mejoran visiblemente o desaparecen por completo cuando la polaridad femenina se acepta, se reinvierte y se distancian las náuseas y vómitos durante el embarazo. Éstos pueden ser percibidos por el bebé, sobre todo cuando son pronunciados y duraderos, como otro tipo de “rechazo” hacia sí mismo, ya que los asocia inconscientemente. En general, los síntomas que aparecen durante la pubertad evocan en las chicas este tipo de huellas psicológicas. Éstas pueden solucionarse rápidamente en terapia puesto que se trata de una situación cercana cronológicamente.
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Ten en cuenta también las posibles huellas que el bebé podría guardar si padece hernias inguinales estranguladas que afecten a los ovarios ya que, según la gravedad, la ablación puede llegar a ser necesaria y por lo tanto podría poner en peligro su potencial de reproducción. Durante la adolescencia hay que estar pendiente de posibles fases de bulimia-anorexia y más tarde de una feminidad mal aceptada, infecciones urinarias repetidas, incluso transformaciones corporales mal vividas durante el embarazo, que perturban la imagen ya alterada en la conciencia fetal. Otros pensarán que a través de la homosexualidad su deseo de ser del sexo opuesto se cumplirá. En cuanto a las esterilidades que la medicina no es capaz de resolver por no ser orgánicas, muchas de ellas se curan gracias a terapias por lo que se otorga a la mujer y sobre todo a su bebé interior el derecho de vivir plenamente su sexo y, por lo tanto, la capacidad de procrear. Una vez reconciliada con sus propios padres, puede a su vez convertirse en madre, libre de crear la vida biológicamente y de traer al mundo un bebé evitando definitivamente el temor a una reproducción psicológica de lo que ella vivió. En otros casos, las señales varían más específicamente según su intensidad y expresión y pueden llegar a la creación inconsciente de patologías auténticas ginecológicas, como la poliquistosis ovárica, la endometriosis, las malformaciones o los embarazos extrauterinos, que ponen en peligro la capacidad de reproducción. Veamos algunos ejemplos sintetizados.
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Simone, soltera de cincuenta y seis años, tuvo la primera menstruación a los dieciocho. Siempre vivió como un niña “chicazo” para agradar a su padre y sustituir al hermano que murió justo antes de nacer ella. Marie-Claire vino a consultarme por ciclos menstruales muy dolorosos que le obligaban a quedarse en cama y pedir la baja laboral uno o dos días por mes. Finalmente tomó conciencia del origen profundo de sus síntomas en una sesión de terapia simbólica. Al llamar en su interior al elemento causante del dolor, vio aparecer una estatua egipcia que identificó inmediatamente como el busto de Amenofis III. Tras reflexionar sobre su significado, dedujo el siguiente juego de palabras: “Amène... au fils... trois(ième)” (conduce... al hijo... tercero). Segunda después de su hermana mayor, se dio cuenta de que sus padres preferían un chico... que por fin llegó como tercer hijo. Niña “chicazo” en la infancia, a continuación vivió muy mal el momento de su primera regla que desde entonces le hizo sufrir recordándole todos los meses su incapacidad y su dolor emocional de no ser un chico. Tras esta sesión y la continuación de su terapia, su síntoma se resolvió por completo. Paulette estuvo durante los primeros nueve meses de su existencia entre la vida y la muerte. Un poco más tarde, desarrolló graves desórdenes de la visión para atraer la atención de su padre, médico, que deseaba un chico. En el mismo caso de preferencia paterna, Dominique, para agradarle, decidió vivir como un hombre. Deportista de alto nivel y jefe de empresa, su decisión inconsciente le condujo a la esterilidad.
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El cáncer y las huellas prenatales En otras mujeres que vivieron el mismo tipo de preferencia por el sexo opuesto, a menudo asociado a un no-deseo precedente, el desarrollo posterior de cáncer hizo necesario la ablación definitiva de los órganos de la feminidad, de la reproducción, de la gestación y de la lactancia como los senos, los ovarios o el útero... Además de esta mutilación, pondrán en práctica otra programación, que esta vez, afectará a sus vidas. Pierrette Hace tiempo que esta joven de treinta y cinco años quería dejar el trabajo de enfermera en un sector difícil en el que las relaciones humanas eran tensas. Anteriormente ya había presentado una esterilidad cuyo mensaje no había sido capaz de comprender, pero al no saber decir “no”, el cáncer de mama resultó ser un alivio que le otorgó un año de baja por enfermedad. Durante toda su infancia se dedicó a ser útil ya que creía ser una carga para sus padres. Su culpabilidad, su desvalorización y su programa inconsciente de autocastigo se reforzaron a la edad de cinco años cuando sufrió una agresión sexual de la que no habló por sentirse responsable. Bajo el pretexto de no llamar la atención y puesto que su madre no la motivó en su feminidad, intentó escapar todos los aspectos relacionados con su sexo. Nunca pasa más de cinco minutos en el baño para la higiene, no es capaz de mirarse en un espejo, no se maquilla, no utiliza perfume y siempre viste colores tristes o de negro. Antes de nacer, tercera niña después de sus dos hermanas, se enfrentó a un no-deseo seguido de una preferencia masculina y
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vivió el nacimiento como un “agujero negro”, bajo el temor de la mirada de los demás, que ha mantenido desde entonces y ampliado a lo largo de su vida. Tras la terapia, expresa cada vez mejor su feminidad y se autoriza a sí misma a estar a la escucha de sus necesidades, se reincorpora en su trabajo a tiempo parcial y se dedica también a actividades creativas. Joséphine Mientras su marido se alejaba de ella por otra mujer, con la excusa de un cambio de ciudad por razones profesionales, Joséphine desarrolló a la edad de cuarenta y dos años un cáncer ovárico invasor que consiguió acercar de nuevo al esposo temporalmente. Dos años más tarde, él retoma su intención cuando su hija deja el hogar familiar para seguir sus estudios. Joséphine recae en ese momento con múltiples metástasis pélvicas y óseas. Víctima desde su concepción, cargaba con el pesado fardo de creerse culpable de haber llegado al mundo, bajo un no-deseo seguido de una preferencia masculina, después de sus cuatro hermanos. Su infancia reforzó la idea de que carecía de valor y que debía ser perfecta sin causar problemas ni expresar sus necesidades. Eso fue lo que la condujo cuarenta años más tarde a perpetuar este esquema de comunicación, a castigarse a través del cáncer y a morir. Era demasiado tarde para reconstruir una nueva dinámica y volver cuestionar su lugar en el mundo. Se autorizó a realizar una terapia, pero demasiado tarde, en la última fase de la enfermedad, que la ayudó sin embargo a terminar su vida con el espíritu iluminado.
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Denise Tras haber vivido siempre bajo el temor, Denise desarrolló a los cuarenta y cinco años, a la misma edad que su madre, un cáncer del seno derecho en un contexto de múltiples factores de estrés que sobrepasaron el límite: divorcio, fallecimientos familiares, mudanza y problemas profesionales y sociales. Fue su enfermedad la que la trajo a la terapia y le permitió liberarse de los sufrimientos de un pasado demasiado abrumador, con el que cargaba su Niña interior desde su concepción fuera del matrimonio. Desde entonces se sintió invadida por la culpabilidad del rechazo social de su madre y se hizo responsable de todos sus males, incluido el de no haber sido capaz “por lo menos” de ser chico. Este drama de no-deseo fue fortaleciéndose sucesivamente después de su nacimiento al ser separada de su madre, que la dejó en manos de una nodriza, y a los dos años su custodia pasó a los abuelos. La etiqueta de “bastarda” la persiguió tanto en la familia como en la escuela por lo que su terrible creencia de culpabilidad por haber venido al mundo se reforzaba sin cesar. No volvió a ver a su madre hasta unos años más tarde, cuando ésta se casó de nuevo. A continuación calló las agresiones sexuales inflingidas por su padrastro. El internado en el que fue inscrita muy pronto le alejó también de la violencia materna. Su vida de adulto se desarrollaba siguiendo el mismo mecanismo hasta que gracias a la terapia pudo liberarse. Estos casos, extraídos de una larga serie, describen según mi experiencia personal un “perfil” psicológico que origina, en la mujer, un malestar que podría llevar al inconsciente a crear una enfermedad degenerativa y en especial un cáncer. Cuando aparecen determinadas situaciones emocionales de la vida, a veces
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acumuladas en un lapso de tiempo bastante breve, pueden desestabilizar una estructura psicológica precaria que favorece la eclosión de una patología en los dos o tres años siguientes. Los factores de estrés más importantes están dominados especialmente por las separaciones afectivas como un fallecimiento, un divorcio, el abandono del hogar familiar por parte de los hijos o incluso pérdida de empleo o problemas económicos. Por medio de la depresión inmunitaria generada por estos factores, las células de defensa del organismo, disminuidas en número y en funciones, pueden dejar surgir corporalmente el conflicto inconsciente. Cuando la desvalorización, la culpabilidad y el rechazo de sí mismo se asocian a los sufrimientos prenatales de tipo no-deseo o preferencia masculina, en la mayoría de los casos se ven automáticamente reforzados en el nacimiento, por miedos a la mirada o al juicio de los padres. La pequeña negará entonces sus necesidades en detrimento de las de los demás, con el deseo de ser perfecta y de no causar problemas. Este esquema generará posteriormente altos riesgos ginecológicos, sobre todo si se producen traumatismos emocionales en la infancia que hagan sentir falta de amor o abandono. Por otra parte, muchos de los casos que he estudiado, tal y como he indicado anteriormente, se asociaron posteriormente a agresiones sexuales que ampliaron probablemente el autocastigo hacia determinadas partes del cuerpo, consideradas como objetos del deseo censurado. Estoy convencida de que un tratamiento terapéutico temprano en este terreno de facetas convergentes, podría evitar la aparición de una neurosis segura y de un posible cáncer posterior, que no representa sino la transposición de los rechazos pasados.
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De la misma manera, cuando se trata de una preferencia femenina sobre un embrión masculino, se puede generar una falta de afirmación e incluso una feminización que puede conducir a la homosexualidad o a una dificultad para vivir su sexualidad que provoque impotencia, eyaculación precoz...
Homosexualidad y sida Dominique Este hombre de treinta y dos años fue esperado por su madre con la esperanza de que fuera una niña. Lo educó como tal durante la infancia, regalándole muñecas, leyéndole cuentos de hadas en los que se identificó rápidamente no con el príncipe azul, sino con la bella durmiente. No tuvo otra posibilidad de ser querido por su madre que negando su virilidad. De esta forma, con vestidos y pelo largo, su madre proyectó en él su rechazo hacia el sexo masculino, considerado por ella como violento y perverso. La elección inconsciente de su marido le confirmó evidentemente sus creencias relacionadas con su padre y con las violaciones y agresiones que sufrió durante su infancia. En cuanto a Dominique, su conducta sexual le llevó a contraer el virus VIH, que evolucionó rápidamente, asociado a un deseo confesado de suicidio. Este deseo lo he identificado en la mayoría de los casos de seropositivos que he acompañado. Tanto en los toxicómanos como en los homosexuales, su comportamiento frente a la droga o al sexo surge de una voluntad de autodestrucción que necesita ser desactivada lo antes posible. Gracias a la terapia de su vida intrauterina, liberó los anclajes descubiertos, sobre todo el no-deseo de su padre y su violen-
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cia al conocer el embarazo, la preferencia de su madre por una niña y el miedo al sexo de su padre, que lo percibió relacionado a la voluntad de autodestrucción en una relación sexual durante el embarazo. Toma conciencia de que su individualidad no fue la responsable y devuelve a cada uno de sus padres las historias que les pertenecen. Así, al cabo de tan sólo unos meses se libera de su guión mórbido. Su tasa de linfocitos T4, inicialmente muy baja, pasa rápidamente de 300 a 600 al final de la terapia. Continúa implementando su nueva dinámica positiva y transforma sus costumbres sexuales, su higiene de vida y su nutrición, que constituían otras formas de autodestrucción, junto con una toxicomanía de la que también se libera. Su cantidad de T4 pasa sucesivamente a 900 y a 1200, tasa alrededor de la cual se mantiene desde hace seis años. Su cohabitación pacífica con el virus tras la terapia, corroborada por la de muchos otros, y el distanciamiento de los esquemas del pasado constituyen una prueba de las relaciones bien conocidas actualmente en psicoinmunología entre la mente consciente, el inconsciente y el sistema inmunitario. Se confirma en este caso, así como en el cáncer y en las enfermedades degenerativas, la gran importancia de que las terapias sean breves, profundas y eficaces. En efecto, la cuestión de tiempo es prioritaria. En una enfermedad en la que el pronóstico vital está en juego, o una decisión de “no existir” está latente en espera de pasar al acto, la persona no dispone de varios años para liberarse o ha-
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blar de ello sobre un sofá. Necesita centrarse en lo esencial de la historia de su guión, que se fundamenta en la gran mayoría de los casos en la experiencia vivida in utero. El desafío para los próximos años consistirá en actuar rápida y profundamente sobre los esquemas inconscientes o, al menos, ayudar a que el ánimo participe en la estabilización y por qué no en la curación. Hacia una nueva comprensión Las responsabilidades deben recaer sobre sus propietarios Durante las sesiones de terapia en las que se reviven estos impactos arcaicos, el embrión podrá al fin tomar conciencia de que su primera célula es el fruto del encuentro de las de sus padres, un óvulo y un espermatozoide que les pertenecen a ellos. Él no existía en el momento en el que éstas se encontraron. No fue su voluntad la que acercó a las células entre sí, puesto que todavía no se había creado. Puede que esto te parezca evidente. Si insisto, es porque todos los días constato en terapia hasta qué punto parece que lo han olvidado, tanto los bebés, que es normal, como los adultos. Para muchos de estos últimos estos datos constituyen verdaderas lagunas. ¿No se tendrían que haber incluido ciertos conceptos básicos de biología y de genética en los programas de educación del pasado? Quizá los padres hicieron novillos justamente esos días. A no ser que su inconsciente les hiciera pasar una mala jugada, por la que sus conocimientos se borraron en el instante preciso en que se sintieron tentados de realizar proyecciones nefastas sobre el sexo del futuro bebé.
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Ellos mismos pudieron también padecer un no-deseo o una preferencia por parte de su padre o de su madre, bajo la influencia de los “fantasmas” familiares que les obligaron a asumir consciente o inconscientemente “Sobre todo nada de niñas” o por el contrario “Nunca niño”. Es muy fácil no responsabilizarse, no ver o hacerse creer que uno no sabe... en lugar de enfrentarse a la realidad. ¡Cuántas cicatrices necesitan una buena cirugía estética... psicológica! Ésta sería necesaria para muchas personas antes de que se plantearan la que modificará su físico. ¡Cuántas personas necesitarían, antes de arreglarse la nariz, hacer renacer el recién nacido que llevan dentro! ¡Cuánto tiempo ha de pasar hasta que queden convencidos! Cuántas situaciones limitadoras comparables a menudo a “infiernos” opresores, que condenan a aquellos que los viven a vaciarse de sus energías y de muchas de sus esperanzas y que “reman” hasta perder el aliento, arriesgándose a perder... la vida. Un resumen de genética que cambia la vida Si los padres y las madres recordaran o aprendieran una sola tabla de biología, todo iría mucho mejor para todos. Ya no culpabilizarían a sus hijos diciendo “Si hubieras sido niño, habría tenido menos preocupaciones...” o “Si hubieras sido niña, no habríamos tenido que trabajar tanto para pagarte los estudios...” Todo lo que necesitan saber sobre el sexo de los bebés... se resume en dos párrafos. No hay nada más simple y, sin embargo, cuántos problemas han acarreado para los niños por culpa de la ignorancia. Aquí los tenéis.
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Las células de los órganos reproductivos, los ovarios y las gónadas, son las únicas del organismo que poseen un solo cromosoma, X o Y. Todas las células del resto de tejidos u órganos tienen dos, XY en los hombres y XX en las mujeres. Puesto que el cuerpo del ser humano es perfecto, el óvulo y el espermatozoide, que son células destinadas a encontrarse para engendrar un embrión, sólo tienen un cromosoma para que la primera célula del bebé tenga dos. A continuación, ésta se irá reproduciendo de manera idéntica, perpetuando así la especificidad humana. Todos los óvulos maternos llevan el cromosoma X. En el conjunto de los espermatozoides paternos, algunos poseen el cromosoma X y otros el Y. Resulta fácil comprender que si la madre sólo puede dar cromosomas X, es el espermatozoide del padre el que determina el sexo del bebé, niño si se trata de un Y, niña se es un X. Muchos padres del pasado lo olvidaron y culpabilizaron a sus hijas de ser niñas mientras que ellos habían deseado hijos, o bien lo achacaron a sus esposas. Deberían replantearse su ignorancia en biología y ser conscientes de que la responsabilidad celular y cromosómica del bebé es únicamente suya. Ya es hora, a las puertas del año 2000, de dar a conocer a todos los descubrimientos que datan de varias décadas atrás. Su incidencia sobre los futuros bebés es tan significativa que es necesario difundir esta información cuanto antes. Pero no solamente en un entorno hermético de médicos y especialistas en genética que estudian los cromosomas para el progreso de la humanidad, sino también hacia el gran público, porque si se trata de sus células, son los primeros a quien les concierne, teniendo en cuenta las consecuencias biológicas y psicológicas esenciales para ellos y sus descendientes.
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Para vosotros que vais a ser padres Tenéis que ser conscientes en todo momento de que vuestros deseos o esperanzas conscientes no ejercen ninguna influencia sobre las células. Por el contrario, debéis trabajar para liberaros de vuestras preferencias y para comprender las causas. Una vez en armonía con estos nuevos conocimientos, los bebés necesitan que mantengáis vuestra determinación positiva con respecto a ellos, fuera de todo preferencia de sexo y sin dejarse influenciar por los demás. Algunos os criticarán, intentarán haceros dudar, querrán impedir que progreséis y pretenderán convenceros de que os replantéis el tema. Probablemente su intención no sea mala, sino que se debe al miedo a cambiar el sistema de referencia en el que han funcionado desde hace muchos años. Quizá vuestros padres, abuelos, tíos y tías, amigos y relaciones intenten persuadiros de una preferencia: “... Sería mejor si fuera niña... ya tenéis un niño...” o bien “Será niño... estoy segura... yo no me equivoco nunca...” Antes de leer este libro, estos mensajes podían reactivar insidiosamente vuestras preferencias inconscientes. Ahora, por el contrario, podéis usarlas para evaluar si todavía conserváis el buen rumbo de la transformación. Para los padres que leen estas páginas antes de haber concebido a sus hijos, es como si les transmitieran: “... Escuchad vuestro interior... si todavía no estáis preparados para aceptarnos sin condiciones, si todavía tenéis preferencias de sexo, esperad un poco. Tomaros un tiempo para comprender las causas y el
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origen en lugar de dejarlas flotar en vosotros a merced de vuestro inconsciente. Si las mantenéis tal cual, nosotros los bebés las recibiremos como latigazos y eso nos hará mucho, pero que mucho daño.” ¿Eso es lo que queréis? Oigo que contestáis “No, claro que no”. Así que analizad lo que ocurre dentro de vosotros... Todo pensamiento, todo deseo tiene una o varias causas que se refuerzan entre sí. Debéis buscarlas, encontrarlas y liberarlas. Este libro os podrá ayudar puesto que ése es su objetivo, su vocación profunda y esencial. Las historias de vidas relatadas en su realidad diaria no abarcan todos los casos posibles, pero muchos de ellos están detallados para que podáis identificar aquello que más necesitáis. Aquellos casos que os conciernen harán eco en vuestro Yo interior, ya lo veréis. A continuación debéis liberaros emocionalmente con un terapeuta. Sólo él puede ayudaros en unas pocas sesiones a dejar atrás el peso que limitaba vuestra vida actual, reflejo de vuestro pasado, de vuestra infancia y de vuestra propia vida intrauterina. Sin saberlo estáis repitiendo una saga familiar que a veces se alarga sobre varias generaciones. Pueden ser páginas más o menos lejanas inscritas en vuestra “novela familiar” que tratan de hombres “perdidos” hace mucho tiempo y que siguen presentes a través de los miedos a concebir niños. Ya es tiempo de detener la cadena maléfica que puede haceros preferir inconscientemente por ejemplo una niña, sin saber que las causas profundas se remontan a dos generaciones de hombres asesinados en la guerra.
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Otros descubrirán bajo una preferencia masculina el deseo inconsciente de encontrar un hombre de la familia con el que se interrumpió un vínculo muy fuerte o el deseo de agradar a su padre que era en realidad el que prefería que fuera niño. Algunos descubrirán la creencia de una condición femenina difícil procedente de finales del siglo XIX o comienzos del XX que se fue transmitiendo generación a generación. La angustia de la abuela que vivió un embarazo fuera del matrimonio, “madre soltera” rechazada por la sociedad, hizo que la familia recordara los sufrimientos y las restricciones padecidas durante toda su vida. Otra conservará el recuerdo de mujeres que trabajaron tan “duro” que se dejaron la vida, la salud y el cuerpo. Sin saberlo, algunas piensan inconscientemente que morirán en el parto o que quedarán inválidas por las secuelas de los desgarros. Se sienten inquietas por traer al mundo una niña y prefieren que sea niño para evitarle todo esto. Han nacido y van a nacer bebés alrededor del año 2000 en una sociedad en la que los progresos sociales y médicos tienden a dar y darán más oportunidades a cada uno, a condición de que las acepten. Las mujeres ya acceden, si lo desean, a las funciones antiguamente reservadas a los hombres. La salud, la higiene, la técnica en la vida diaria así como la evolución progresiva de las costumbres y de las mentalidades masculinas en el reparto de las responsabilidades de las actividades domésticas de cuidado y de educación de los hijos no hacen más que crecer. ¿Todavía debemos hoy transmitir a nuestros hijos todo este pasado de la humanidad, desde la Prehistoria hasta nuestro siglo, pasando por la Edad Media? Ya es hora de que, en esta
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larga cadena de creencias limitadoras, de emociones que bloquean la vida y de esquemas repetitivos que impiden ser feliz, cada vez sean más numerosos los que aceptan y, sobre todo, se autorizan a romperla.
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“Necesitamos ser concebidos y deseados sin condición, sabiendo que nuestros padres nos crean para nuestra felicidad. En realidad, a veces captamos motivos diferentes que son personales. En este caso tampoco sabemos relativizar, por lo que sufrimos mucho cuando sentimos que la finalidad de su deseo no somos nosotros sino ellos. A nosotros esto nos resulta casi tan duro como enfrentarnos a un no-deseo porque ¿cuál es nuestro lugar en todo esto? ¿Quién se preocupa por nosotros? ¿Quién se da cuenta de que nuestra desazón y nuestro tormento podrán continuar marcando toda nuestra existencia? Pedimos a nuestra madre y a nuestro padre que no utilicen negativamente esa capacidad creadora que tienen a su disposición. No deben utilizarnos como cómplices y objetos de chantaje para alcanzar sus objetivos personales. Por otra parte, tampoco nos adjudiquéis, ni antes de la concepción ni durante el embarazo, el deber de reemplazar a un familiar fallecido cuya desaparición no habéis aceptado todavía. Es una responsabilidad demasiado pesada que no nos incumbe. ¡Dadnos la libertad de ser nosotros mismos!”
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El bebé instrumento de la pareja... El niño que sirve para manipular al padre o a la madre vive una situación excesivamente dolorosa, tal y como lo describen los pacientes cuando reviven la experiencia en las terapias. Esta desgarrante situación de ser el objeto de chantaje, vivida muy a menudo en la infancia, puede a veces empezar a darse antes y en algunos casos ya in utero el embrión la percibe muy claramente por lo que siente que no es querido por ser él mismo. Cree que fue creado únicamente para “obligar” a sus padres a casarse, para “salvar” el matrimonio en plena crisis, para mantener o acercar al compañero o compañera que se estaba alejando. Todo esto le confirma que uno de sus padres se sirve del bebé, es decir, él mismo, y que no fue creado por su verdadero bien. La historia de Laurence ilustra un caso de malvivir específico de este contexto. La patología desarrollada a la edad adulta confirma la huella. Laurence A la edad de treinta y cinco años se le diagnostica a Laurence un cáncer de ovario por el que viene a consultarme en el marco de un acompañamiento psicológico en sinergia con los tratamientos radio-quimioterapéuticos. Laurence descubre a lo largo de las terapias que vivió su período intrauterino en contacto con el miedo y la depresión de su madre, sola durante las largas ausencias de su padre navegante. También descubre que su concepción, durante el viaje de novios, estuvo orientada principalmente por el deseo materno de ejercer presión sobre su marido para incitarlo a que cambiara de profe-
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sión, objetivo que en realidad consiguió, pero durante un período muy breve. In utero Laurence siente malestar, perdida en un vacío oscuro: “... Si uno no es deseado por ser él mismo... no vale la pena vivir... Yo no he pedido nada... no tengo ganas de estar aquí... si esto es la vida... ¡cómo será más tarde...!” Simboliza su nacimiento por un túnel muy oscuro y sin salida aparente que le evoca la muerte, la nada y el vacío con el que relaciona su miedo a la oscuridad y su claustrofobia. También revive la angustia y la presión de los fórceps, su sufrimiento y la reanimación a su llegada al mundo: “... Dejé de respirar... quería morir en el nacimiento para no ser un instrumento.” Al revivir más tarde el período que pasó en la incubadora, la contempla como un ataúd de plástico transparente. Comprende entonces que al no haberse cumplido su decisión de morir, encontró otros medios inconscientes para llevarla a cabo, pero tampoco lo consiguió. A continuación sufrió numerosas caídas, con impactos craneales repetidos, de la cuna, de un muro, de un caballito, de moto y esquiando, antes de ser golpeada con una pelota de tenis en el ojo. Tras varias heridas graves, dos de ellas la dejaron en coma, toma conciencia de que su voluntad de autodestrucción por castigo se ha plasmado en el cáncer. En su infancia, reforzó esta voluntad culpabilizándose por su presencia y creyendo que le había impedido marcharse a su madre. Durante las siguientes terapias, Laurence asimila completamente su impulso de vida y lo fortalece a través de una decisión positiva. * * *
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En otros casos, el embarazo permite ejercer presión para acabar con una relación paralela del marido. A veces, cuando la madre es la amante de un hombre casado, ésta espera que se decida o se precipite un divorcio que se llevará o no a cabo. El niño no sólo llevará la carga emocional del papel de instrumento que le piden que juegue, sino también la del éxito o el fracaso de las consecuencias planeadas, la boda celebrada o no, la felicidad o no, la pareja reunida o no, divorcio o no... Además el progenitor sobre el que el otro hace presión a través del bebé, podrá percibir más tarde al hijo como aquél que le forzó a ir en contra de su deseo en ese momento. Podría hacerle sufrir las consecuencias ya desde la concepción. La relación será difícil por estar llena de rencores, expresados con palabras o implícitamente a través de la mirada, los gestos y la forma de actuar frente al niño. El bebé instrumento concebido para “agradar” al entorno En el pasado, muchos bebés fueron concebidos para satisfacer las ilusiones expresadas o anticipadas de un miembro de la familia, el abuelo, la abuela u otros, porque eran mayores y se arriesgaban a no ver nacer o crecer a sus nietos o más bien a sus herederos. Para otras personas que acaban de quedarse viudas, la llegada de un bebé podría constituir una distracción que les ayuda a compensar la pérdida del ser querido. Son ellos, además, quienes a veces se encargarán de criar total o parcialmente al bebé y después al niño durante una temporada de su vida y se convierten en los padres “por procuración” que habían planeado en algún momento.
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Muchos son los argumentos a su disposición para hacer presión sobre su hija o hijo quien, al encontrar esta ayuda o simplemente por no saber decir que no, le otorgan la custodia del nieto o nieta supuestamente “por su bien”. Según el caso y los “puntos débiles” que observan en la pareja y para manejarla mejor con el fin de aumentar sus posibilidades de conseguir lo que buscan, estos abuelos dominadores e inconscientemente manipuladores juegan con la inmadurez, la inexperiencia de los padres y con la responsabilidad de éstos frente a sus otros hijos y frente a sus obligaciones de trabajo. Se apoyan sobre su estatus de jubilados que les proporciona una libertad más amplia, además de estar más acostumbrados a criar niños que sus hijos. A veces es la vida en el campo de los abuelos, “el aire puro”, lo que determina la decisión. Esta situación lleva a los bebés, ya tristes de ser instrumentos y de no ser queridos por sí mismos antes de su nacimiento, a vivir separaciones crueles sentidas cada vez como abandonos que reactivan el primero. A veces implican largas separaciones afectivas, incluso geográficas, que ignoran los fundamentos psicológicos sobre las necesidades básicas del bebé. Por supuesto, todo esto solía ocurrir sobre todo en el pasado, cuando se desconocían las prioridades reales de los niños o incluso cuando ciertos médicos prescribían en algunos casos la separación materna. Afortunadamente en la actualidad la mayoría de los pequeños están mejor protegidos tanto por los padres, como por los médicos y sus nuevos conocimientos.
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El bebé instrumento que reemplaza al progenitor fallecido Algunos padres atribuyeron a sus hijos, sin saberlo, la difícil tarea de reemplazar a un miembro fallecido de la familia directa o de la genealogía. Estos bebés asumieron in utero el peso de una vida que no era la suya y creyeron que su deber era el de perpetuar la existencia del ser desaparecido. Todo esto lo llevaron a cabo empujados por su necesidad vital de ser reconocidos, para agradar e intentar ser queridos, puesto que creían que siendo ellos mismos, no lo conseguirían. A veces la intención de reemplazo se establece durante la concepción o inmediatamente después. Otras veces, puede llegar tras la aceptación secundaria del embarazo, que sustituye a un no-deseo inicial. En este caso, el embrión, apenas reanclado en positivo por la decisión parental de acogerlo, se sumerge de nuevo en las emociones dolorosas de una nueva preferencia. Su identificación posterior con el fallecido dependerá también de su sexo, de su apariencia física y de su carácter. Cuanto más se le parezca, más fácil le resultará al niño tomar su lugar. Si es del sexo opuesto, seguirá de todas formas intentado sustituirle, alejándose del suyo, y asumirá además la culpabilidad de no haber respondido adecuadamente a las expectativas de los padres. En el caso en el que los padres, al acecho de cualquier parecido con el fallecido, lo encuentren, el niño se verá aún más obligado en su deber de reemplazarle.
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Estoy segura de que algunos de vosotros, al leer estas líneas, os estaréis diciendo que “Los padres nunca esperan eso de sus hijos”. Yo os puedo confirmar que “sí inconscientemente” ya que este caso es frecuente, pero “no conscientemente”. Los padres no imaginan, por su puesto, las consecuencias nefastas que van a inducir y que no pretendían crear. No sabían que el embrión, como si fuera un clarividente, captaba todo lo que ocurría en su interior e incluso aquello de lo que no eran conscientes los padres. Así es como se explican algunos casos extremos en los que la familia llega a afirmar que el bebé que acaba de nacer es la reencarnación del difunto o una señal suya, sobre todo si se da alguna similitud o coincidencia entre la fecha de la llegada al mundo del pequeño y la del nacimiento o la muerte del desaparecido. A veces se le da al bebé el mismo nombre que su ancestro para que, si se trata de un familiar paterno, compartan nombre y apellido. Bajo el pretexto de la tradición familiar, éstos se transmiten a través del hijo mayor de cada generación, por lo que se hace aún más evidente el deseo inconsciente de prolongación parental. Si se trata del primer hijo, el efecto será más pronunciado ya que cuando los padres u otras personas piensen o hablen sobre el bebé y lo nombren, tendrán en mente aquella persona y le asociarán inconscientemente su programa de vida y, quizá también, de salud. En segunda o tercera posición, el impacto será más suave, pero siempre estará potencialmente presente. Qué largo será todo este tiempo en el que el niño se verá obligado, sin saberlo, a continuar una vida que no le pertenece y que tendrá que vivir por procuración.
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A veces se orientará a través de ese nombre común o ese parecido físico y su carga psicogenealógica hacia una estudios, una profesión, una forma de vida afectiva o social, unas enfermedades o una muerte, que fueron las del difunto.
Para vosotros que vais a ser padres En el futuro y con esta información, muchos de estos límites podrán evitarse ya que no son necesarios. Si no es el caso, el bebé deberá esperar a que hagáis una terapia para que vuestra capacidad parental se vea liberada de toda raíz negativa y, en consecuencia, le evitéis a él tener que hacerla más tarde. Ahora sabéis que todas estas expectativas inconscientes, de que el bebé se convierta en el instrumento que cumpla los objetivos personales parentales, son captadas por el embrión y el feto y que les resulta muy doloroso sentirse el objeto del chantaje afectivo. De esta forma, cuando tratéis vuestros problemas entre adultos, ya no les implicaréis puesto que sois conscientes de las consecuencias. No son los seres amorfos e inexistentes psicológicamente que muchos imaginaron en el pasado. Tanto por su bien como por el vuestro, no debéis utilizarles inconscientemente ya que también sabéis que su creación no va a resolver vuestras tensiones profundas y vuestros conflictos de pareja. Necesitáis hacer un balance de vuestra situación, quizá con la ayuda de especialistas, para enfrentaros a ellos, comprenderlos y solucionarlos vosotros mismos.
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Hablad con vosotros mismos, reflexionad sobre vuestra vida en común y buscad soluciones a través de una comunicación más fluida. Vuestros hijos no pueden solucionar nada de manera profunda y duradera poniéndose en vuestro lugar. ¡No pueden ser vuestros salvadores ni tampoco vuestros terapeutas! Cuando elijáis sus nombres, evitadles los de aquellos miembros de la genealogía, asociados a dificultades de vida, de salud o a muertes precoces o dramáticas. Tomaros el tiempo de analizar el modelo que cada nombre os inspira para poder rechazar aquellos que podrían restringir la libertad y la felicidad de vuestros hijos. Es él quien os necesita a vosotros y quien requiere vuestro amor y todo vuestro conocimiento sobre sus necesidades durante este período inicial de su vida.
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NACER DESPUÉS DE LA MUERTE
“Sea por un luto que te afecta directamente u otro que a nosotros nos atañe tanto o más que a ti, necesitamos que nos permitas estar ahí, que seamos nosotros mismos y que sigamos, más que nunca, nutriéndonos de tu amor a la vez que respetamos tu tristeza. Sea por la desaparición de un miembro de la familia, por la pérdida de los embriones que estaban antes que nosotros y que no vivieron, por un bebé muerto, cuya antigua presencia todavía captamos, o incluso por nuestro gemelo que no ha sobrevivido, nosotros podemos sentir una gran culpabilidad por el hecho de existir mientras que los otros no pudieron... Necesitamos vuestras palabras para comprender, para darle sentido a todo aquello que captamos y nos duele.”
El bebé gestado durante un duelo Durante la gestación o un poco antes, cabe la posibilidad de que acontezcan lutos y fallecimientos de personas cercanas a los padres, que sumergen a éstos en la tristeza. Sin embargo, el bebé
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necesita que sus padres se tomen un tiempo para contarle lo que está ocurriendo y lo que sienten, así como para que afiancen su amor hacia él. De lo contrario, el bebé se sentirá aislado, ignorado y abandonado con sus miedos. “¿Qué va a ser de mí?...”. El embrión puede llegar a creer que el vínculo afectivo se rompe. Entonces, se cree tan poco importante para sus padres que tiene ganas de chillar. Los casos que se describen a continuación te ayudarán a entender mejor el sufrimiento de los bebés cuando las palabras no pueden salir de sus bocas. A veces, también se siente culpable y cree que, si hubiera estado ausente, sus padres habrían dedicado más tiempo al ser querido cuando estaba enfermo y antes de morir, ya que la implicación de los padres en la gestación les ha impedido estar más disponibles. Otras veces, el embrión puede pensar que su madre habría deseado seguramente vivir el duelo sola y creen que su presencia le molesta. Los sentimientos de culpa y arrepentimiento de los padres los adopta como suyos, si los padres no establecen un diálogo. Gérard Después de dos años de terapia conductual de P.N.L. y de Análisis Transaccional, Gérard siente la necesidad de ir más allá para liberar las raíces profundas de los problemas que, a pesar de una mejora sensible, continúan limitándole a diario. Éstos se han reactivado con la partida reciente de su hija al extranjero, donde ha emprendido largos años de estudio, en un
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momento en que se enfrentaba casualmente a la muerte de su padre y a dificultades relacionales importantes con su superior jerárquico. A un paso de los cincuenta, Gérard se encuentra sumergido en una hiperemotividad que le impide controlar sus emociones, las cuales no expresa normalmente y afloran de vez en cuando en forma de agresividad. La falta de confianza, el sentimiento de inferioridad y el encerrarse en sí mismo aumentan aún más la incomprensión latente ya en su pareja. En una de las sesiones terapéuticas iniciales Gérard se reencuentra con el niño que fue y me dice: “... Está triste... solitario... tiene miedo de los demás... siente una gran necesidad insatisfecha de amor...” Al preguntarle sobre su historia pasada, me revela que es el quinto hijo de una familia de nueve y recuerda con emoción que rozó la muerte a los dos años tras una congestión pulmonar grave. Me habla de su madre, severa, distante, angustiada, quien le pedía que fuera perfecto y de su padre, a menudo ausente y poco implicado en su educación, quien le animaba a trabajar con empeño. Después de haber entendido de manera diferente los principales acontecimientos y relaciones de su infancia, abordamos su vida intrauterina. “... Estoy muy trise... ya soy bastante mayor... todo está muy negro... antes todo estaba claro... y la luz ha desaparecido cruelmente... siento una tristeza inmensa... tengo la impresión de estar solo... no lo entiendo... no lo puedo explicar...” Le propongo que traslade su consciente hacia el exterior para descubrir lo que pasa:
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“... Veo algo negro... es el vestido de mi madre... está hablando con otras personas... ellas también están de negro... me siento como si estuviera en un ataúd... me siento muy abandonado... como si todo se parara... una ruptura entre mi madre y yo... se desinteresa por mí... está muy triste... y su entorno también...” Se da cuenta de que creyó que su madre había perdido interés hacia él cuando ella se encontraba inmersa en su tristeza por el duelo de un allegado, a quien todavía no puede identificar. Dicho conocimiento le aporta un alivio considerable: “... Los velos negros se levantan... la luz aparece... nazco con ella y con mucha energía...” En cuanto vuelve de esta sesión, constato un cambio muy claro que él también siente al liberar su cuerpo y su mirada de ese filtro opaco creado por el mencionado fallecimiento. Asimismo, lo relaciona con la necesidad excesiva de luminosidad para ver mejor y con un problema de desprendimiento de retina que le afecta desde hace algunos años. Al preguntarle sobre el desarrollo de su embarazo unos días más tarde, Gérard se da cuenta de que, efectivamente, ha revivido el cuarto mes de su gestación en el que se produjo la muerte repentina de su abuelo materno. Esto explica el vestido negro que vestía su madre en señal de luto en ese momento y durante todo el embarazo. El hecho de que la madre, desbordada de emociones, no pudiera dedicarse a reencuadrar la vida del bebé que llevaba dentro, le ha confirmado que ella no podía imaginarse lo que él estaba viviendo ni que dudaba de su amor. Por primera vez, asocia este intenso momento de tristeza fetal con el síndrome depresivo que le afecta desde hace años, to-
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dos los meses de junio, en la fecha del aniversario de dicho momento. Ya no volverá a sentirlo nunca más. Tras estas etapas esenciales, le propongo que siga reviviendo las etapas posteriores de su vida y se detenga en los momentos que requieren un distanciamiento específico. Descubre con gran nitidez los pormenores de una neumonía que sufrió a los dos años y revive un poderoso sentimiento de abandono y de ruptura que es responsable de un deseo de muerte, legado inconsciente de esta enfermedad. “... Es justo dos meses después de que naciera mi hermano pequeño... mi madre está muy alegre por su llegada... él recibe lo que yo nunca tuve de ella... el bautismo es una fiesta... donde todos expresan su reconocimiento...” y dirigiéndose a su madre “¡Te aporta la felicidad que yo no te supe dar!... Todo se centra en él y a mí me olvidas... ¡tengo la impresión de no... existir... de estar solo... muy solo!” Comprende que este acontecimiento ha reactivado el anterior, el de su vida intrauterina y deshace los lazos que le impiden situarse en aquel momento. Son tales las transformaciones realizadas que descubre que tiene vocación de terapeuta y se empeña en seguir la trayectoria de este cambio. Esto se debe al inmenso deseo de compartir con los demás las energías que su renacimiento le ha aportado. Laurent El caso de Laurent es otro de los ejemplos en los que la terapia de la vida intrauterina permite descubrir la causa de su cuadro de angustias crónicas y fracasos, generado por las emociones que ancló antes de nacer en el momento en que su abuela materna falleció.
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En estado consciente, él desconocía la cronología de dicho duelo y al revivirlas en unas pocas sesiones terapéuticas, se siente liberado. Este hombre de treinta años, alto y deportista, ocupa un cargo importante en la dirección de una empresa multinacional. Sin embargo, Laurent es presa de un pesimismo permanente y de una dificultad omnipresente para tomar decisiones, relacionados con un miedo a enfrentarse a la realidad. Cuando Laurent se remonta simbólicamente a su concepción, describe lo siguiente: “... El espermatozoide de mi padre es un cubo gris... el óvulo, una esfera naranja... se encuentran sobre un fondo soleado... mi primera célula es de color tierra... tiene una forma intensa... voy creciendo en armonía... hasta que de repente se rompe en un instante...” ¿Cuál es la causa? “... Siento una especie de conmoción física... pero está unida a una emoción... como si, en ese momento, se hubiera interrumpido la fabricación celular... todo se paraliza... ¿cuánto va a durar esto?... De momento... no veo el desenlace...” ¿Quieres volver a recordar el momento de perturbación? ¿De dónde procede? “... Me siento nervioso... se produce una injusticia... me veo mirando un muro... entre el muro y yo hay un agujero... a un metro... me detengo delante... no puedo avanzar más a no ser que lo rodee...” ¿De qué se trata? “... Hay una noticia... que lo paraliza todo... es un duelo... estoy asustado... siento tensión en todo el cuerpo... este muro crea una an-
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gustia permanente... me acerco para rodearlo... Para el adulto permanece ahí... suavizado... pero en otro plano... lo estoy pisando...” ¿Qué representa este muro? “... La angustia de mi madre... me contamina como si fuera un virus... y después el sentimiento de injusticia... es el mismo que el que me acompaña desde hace años... que incluso busqué... para luchar... para reforzar mis creencias... y para existir...” ¿Sabes de qué duelo se trata? “... Sí, el de la madre de mamá... estaban muy unidas... ella veneraba a su madre... por lo demás su comportamiento es todavía triste... hoy también se ha quedado así... ¡todavía no ha conseguido despedirse de ella...!” ¿Cuánto tiempo tenías cuando ocurrió este fallecimiento? “... Ya soy bastante grande en su vientre... seis o siete meses... Me falta esa energía que ella proyecta sobre su propia madre...” ¿Qué es lo que necesitas en esta situación? “... Dejar de estar resentido con mi madre... eso es lo que hago... entenderla... ¡ella no sabía lo que yo estaba viviendo...!” Al centrarnos de nuevo en este período en las siguientes sesiones terapéuticas, los símbolos pasan a ser percepciones e imágenes concretas. “... Cuando mi madre se da cuenta de que está embarazada... siento una sensación de calor... de tranquilidad... ella desea que yo esté aquí... y después me invade la tristeza brutalmente... la suya... a mi alrededor sus tejidos están tensos...” Entonces, tras un ataque de tos, Laurent dice entre sollozos: “... No tenía que haber venido... no es un buen momento... ¡tenía que haber llegado más tarde... o antes!... ya no merece la pena que
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nazca... ya no está el deseo... no es el momento oportuno... tengo miedo de que no me reconozcan...” ¿Qué captas en tu padre, en el entorno? “... No adopta ninguna postura... está tácitamente de acuerdo con mi madre... los demás dicen que es una pena... que no voy a conocer a mi abuela... Esta pena me molesta... siento como una amargura... nadie piensa verdaderamente en mí ni en mis necesidades... todo se orienta hacia esa mujer muerta... mientras que yo sí que estoy aquí... yo sí que existo... ¡me siento indignado...!” Le ayudo a ver que su madre desconocía su sufrimiento y cuando por fin comprende que no tenía malas intenciones respecto a él, Laurent acepta “renacer” para transformar las creencias que le acompañaban en el pasado: “...La vida no está llena de felicidad... ¡no es un placer!...” se convierte en “Dejo que algo parecido a un velo de tristeza se aleje de mí... durante mi nacimiento... ahora sé que la intensidad de este duelo será pasajera... digo que sí a la vida... sé que me traerá felicidad... y dispongo de los medios para superar los malos momentos.” Asimismo, Laurent revive, con una nueva perspectiva, su paso por la incubadora. Este hecho había reactivado el alejamiento de su madre y, además, le reconfirmaba su creencia prenatal de abandono. Laurent adopta una nueva visión y la integra en los momentos principales que acontecen con posterioridad, pasando revista a la película panorámica de su vida para luego proyectarse en un futuro sereno y activo, al que se dedica ahora con plena confianza.
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El bebé concebido para sustituir a otro niño fallecido En ocasiones, los padres piden al bebé que sustituya a otro niño fallecido antes del nacimiento de aquel o durante su primera infancia. Esto deseo constituye una carga enorme para el embrión, como ya habéis observado en el caso de D... El niño capta estos mensajes a través de los pensamientos de sus padres y de sus esperanzas a que se parezca al anterior, que por otra parte suelen ser irrealistas ya que éste no tuvo tiempo de crecer. Asimismo, pueden elegir para el bebé el mismo nombre que el del difunto o uno de ellos si es compuesto. A veces, el mandato es aún más directo: Renato/a (¡renace!), que representa una obligación sin concesión alguna. Otras veces, se manifiesta sin que se den cuenta en el nombre Angustias el miedo a que la muerte se presente de nuevo. En ciertos casos, los padres añaden una problemática suplementaria a este cuadro ya sombrío cuando hacen sentir al hijo que, de todos modos, nunca será tan bueno como el primero ya que su muerte le otorga un lugar privilegiado en sus corazones que nadie podrá reemplazar. Entonces estos niños sólo tienen una salida: ¡Deben seguir el mismo camino para que les quieran! Los padres pueden encontrar pretextos negativos para no dar al niño el nombre del difunto que en principio habían elegido. Además de la nefasta huella del deseo de reencontrar el vínculo anterior, se suma la de no ser digno de llevar el mismo nombre. Así, los padres de Elisabeth intensificaron el sufrimiento de la niña en su nacimiento cuando le negaron el nombre de Isabelle, cuyo significado, belleza, parecía no merecer por culpa de su ictericia.
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Tras este golpe inicial, es probable que los padres, sin saberlo, protegieran al bebé de un desenlace dramático como el de su hermana; no obstante, esto generó otra causa de desvalorización. Cuántas Catalinas, Carolinas, Anas y otras niñas con nombres asociados a la belleza en la mente de los padres de las generaciones anteriores, fueron despojadas de estos nombres, de las ilusiones previstas para ellas, y tuvieron que cargar con otros como María o Remedios al llegar al mundo. Todo ello con el pretexto de que estos nombres más comunes serán más fáciles de llevar por haber nacido con el cabello demasiado negro, demasiado espeso o fino... En resumen, por haber cometido el error de no ser bebés lindos para sus padres. En el momento en que la muerte deja sus huellas emocionales, éstas se manifiestan bajo la forma de arrepentimientos, remordimientos, sentimientos de culpa... y, sobre todo, la tristeza y las lágrimas cristalizadas en el corazón, en el cuerpo y en todas las células maternas. Los futuros bebés adoptarán estas huellas para sí mismos a menos que sean liberados de ellas. Si el bebé pertenece al sexo opuesto del niño fallecido, como ya vimos antes, puede ingenuamente tomar la decisión de vivir en su lugar y de asumir el papel de aquel o aquella que sus padres le piden que sea. Ya conocéis la historia de “La princesa que no creía en la felicidad...”. El bebé tras la muerte de su gemelo Aunque acontezca raramente en los embarazos de gemelos, la defunción de uno de los embriones al comienzo de la gestación deja la huella de una inmensa angustia en el que se queda. La tris-
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teza y el temor asociados a la partida, al vacío y al miedo a la muerte, se tiñen del sentimiento de culpa por haber sobrevivido. Esta fusión inicial se interrumpe, lo que trastorna la imagen del cuerpo y hace que el bebé se sienta profundamente incompleto y con una carencia permanente. Esta ruptura se interpreta como algo irreversible y, a menudo, los vínculos posteriores quedan impregnados de nostalgia y, en ocasiones, de insatisfacción. No obstante, estas sensaciones se pueden percibir como un riesgo de separación cuando tienen lugar nuevos acontecimientos, lo que puede provocar un miedo irracional de abandono, a veces, suscitado de manera inconsciente. Este mecanismo reproduce el del nacimiento, donde el feto se encuentra obligado a llegar solo al mundo con su pesado secreto, el cual rechazará enseguida para evitar enfrentarse à a este horrible recuerdo y a esas emociones. Hay que vencer muchas resistencias y anclar profundamente las motivaciones para que las puertas de la memoria se abran. Cuando esto se consigue en terapia, se obtiene un completo renacimiento. Cuando no se tiene conocimiento de esta circunstancia al principio, a menudo se descubre en la terapia y la madre confirmará más tarde los síntomas significativos. En ocasiones no se encuentra ningún síntoma, pero la resolución del problema por el que se dirige a la consulta confirma el origen del desorden, como en el caso siguiente. Paul sufría habitualmente ataques de pánico asociados a brotes de fatiga intensa. Éstos desaparecieron inmediatamente después de concederle un sentido a su vida embrionaria, y al poner fin al duelo por su gemelo para liberarse de las huellas emocionales.
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En otros casos, la madre sabe que está embarazada de gemelos, bien porque da a luz a un embrión fosilizado en el parto, como en el caso de Jeanne, o bien por hemorragias al comienzo del embarazo, como en el caso de Marianne, que pueden llevar a pensar que se trata de un aborto. Jeanne Jeanne, asistenta social de cuarenta y ocho años, vino a mi consulta para liberarse de las angustias intensas y crónicas que perturban su vida desde siempre. En cuanto le pregunto a cerca de su gestación, Jeanne da con el aspecto fundamental de su problemática: “... Conmigo había un gemelo, nació fosilizado, era un niño...” Los esquemas habituales de este contexto de gemelos aparecen con algunas frases: “... Siempre he tenido la sensación de que me falta una mitad... que yo tomo el lugar de otra persona... que molesto... o que fastidio al otro...” La primera sesión en la vida intrauterina le lleva a la separación inicial: “... Siento que mi madre está muy contenta de estar embarazada... yo ya siento un gran vacío en el corazón... hay una masa negra a mi lado... como una oreja...” ¿Puedes detectar de qué se trata? “... Me duele a la altura del ombligo... me ahogo... ya no tengo aire... tengo náuseas...” Y añade con la voz entrecortada por la tristeza: “¡Es un feto!”
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Ante tal emoción, le propongo que retroceda hasta el comienzo de esta relación: “... Antes sentía alegría... jugábamos... había una comunicación con el otro... nuestros cuerpos estaban atados... fusionados y esto me proporcionaba mucha energía y calor...” Le propongo que individualice los dos cuerpos de manera que simbolice la disociación de las dos encarnaciones. De forma espontánea, Jeanne hace aparecer dos canales de luz que representan a las dos almas y empieza a aceptar que se trata de seres distintos. En otra de las sesiones terapéuticas, ya se siente capaz de volver a recordar la tristeza causada por la separación. “... Tengo la garganta oprimida... no puedo hablar... mis lágrimas no pueden salir... Tengo mucho miedo... me siento mal en este espacio tan reducido donde todo está negro... me ahogo...” Y sigue así: “... Me siento impotente... sola... no me habla nadie... no sé lo que hago aquí... no quiero salir yo sola...” Le animo a que exprese sus emociones y continúa diciendo: “... Golpeo el vientre para salir... ¡esto es una cárcel!...” ¿Qué necesitas en este momento? “... ¡Que me expliquen por qué estoy aquí!... No entiendo nada...” dice con voz entrecortada por el nudo en la garganta que le molesta al respirar. Cuando Jeanne descubre en este contexto su voluntad embrionaria evidente de morir, le propongo que se apoye en su Adulto o en su sensatez interior.
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“... A mi lado hay una guía luminosa... me dice que confíe en mí misma... que tengo en mí todas las llaves para convertirme en una persona... me dice que lo puedo hacer todo por mí misma...” Esta toma de conciencia le aporta un calor intenso en el plexo. Mientras tanto, le pregunto si está preparada para aceptar que la vida del otro bebé se ha detenido y que ella tiene que continuar con la suya. “... Sí... ahora puedo hacerlo... sé que poseo mi individualidad... estoy tranquila.” Tras varias sesiones, la sonrisa vuelve a aparecer en sus labios y su rostro irradia una nueva energía. Jeanne ha encontrado la paz interior y la autonomía. Marianne Esta joven guapa de veinticinco años, de profesión actriz de comedia, vino a mi consulta para aprender a controlar los nervios en el escenario pero, sobre todo, para perfeccionar la interpretación del personaje que iba a encarnar, mediante el análisis de su guión psicológico. Este entrenamiento especializado ha sido utilizado con frecuencia por actores americanos. Con mucho gusto, acepto su petición ya que me apasiona tanto el teatro como el cine. Con entusiasmo me comprometo a acompañarla por este camino... que le llevará a un dominio completo de su actuación. Durante la entrevista, me llaman la atención las largas fases de tristeza que aparecen en su vida, en la que Marianne tiene la impresión inexplicable de carecer continuamente de algo y, por otra parte, de sentir que no puede hacer las cosas por sí misma.
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Entonces, me viene a la mente la idea de que hubiera un posible gemelo, muerto in utero. Precisamente Marianne me confirma que su madre le ha hablado recientemente de dicho suceso, el cual había mantenido en secreto hasta entonces. Ante su asombro, le confieso que es muy habitual, aunque parezca incomprensible, que los padres proporcionen en un momento decisivo una información que permite que su hijo o hija se libere de un problema que le está limitando. Se trata de lazos invisibles que comunican de forma mágica nuestros inconscientes para que al final las puertas se abran. “... Veo un feto luminoso... semejante a una oreja... se ha ido... me siento sola... yo me he quedado porque el otro ha muerto... tengo miedo de haber tomado su sitio...” Entonces le propongo que dialogue con el bebé que ha materializado simbólicamente en sus imágenes. “... Dice que no es el momento oportuno para él... que no va a quedarse... ha seguido su camino... diferente al mío... él está bien...” A continuación, el adulto toma la palabra: “... Estoy preparada para dejar atrás esa presencia que me ha acompañado a diario desde siempre... como si fuera un guardaespaldas invisible... que me hacía sentir en seguridad e inquieta al mismo tiempo...” Marianne se imagina un haz luz que ilumina el interior de sí misma y contacta de nuevo con una energía poderosa. “... Estoy contenta de entender lo que ocurrió... ahora ya puedo nacer... tengo el derecho de hacerlo... estoy entera... en mi caparazón.” Al término de la terapia, veo frente a mí una nueva mujer por fin libre. A partir de ahora, Marianne podrá exteriorizar su energía vital en el día a día así como a la luz de los focos.
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El bebé concebido tras interrupciones del embarazo Si uno o más embriones o fetos anteriores no llegaron a personificarse en el mundo exterior, puede deberse a un problema físico o a la consecuencia de un clima emocional doloroso que genera la decisión de morir. El aborto espontáneo que le acompaña deja huellas inscritas en el seno del útero de su madre que permanecerán allí hasta que ella las libere. ¿Te sorprende? ¿Crees que todo esto es imposible? Todo lo contrario, estas muertes intrauterinas pueden tener un efecto negativo en los bebés venideros. Entonces, ¿qué sienten los embriones que llegan después? Para empezar, sienten miedo y tristeza cuando captan a su alrededor las energías y las emociones de la muerte que se hallan presentes in utero. Acto seguido llega el sentimiento de culpabilidad, por estar ahí, bien sujeto, bien vivo, mientras que el otro u otros han desaparecido. Y piensan: “¿Por qué él (o ella)... y no yo? ¡No tengo derecho a vivir!”. Existe al mismo tiempo, y es muy duro de soportar, la creencia de que si el otro hubiera vivido, puede que ellos no habrían sido concebidos. Así, su existencia se encuentra subordinada a la no-vida del bebé anterior. Sean las interrupciones del embarazo espontáneas, terapéuticas o voluntarias, los embriones venideros pueden recibir también la influencia de los remordimientos maternales, tanto conscientes como inconscientes. Esta influencia puede ser tan intolerable que, en casos extremos, lleva a algunos a la muerte o a la malformación ya que la obsesión de la madre es tan omnipre-
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sente que ésta tendrá que sufrir el castigo, en el niño siguiente, como una sanción de la justicia divina como pago por sus actos. En la mayoría de los casos, debido a que es muy frecuente que el embrión tienda a culpabilizarse por estar ahí, éste necesita todo vuestro apoyo para evitar que establezca creencias que bloqueen su vida futura. ¿Cómo puede el embrión desarrollarse en armonía cuando tiene la impresión de que un fantasma o varios hacen sombra en el vientre materno y le impiden vivir? Los casos que siguen lo demuestran. * * * Josiane Esta mujer de treinta años, casada y con dos hijos, especialista en informática, me visita tras varios años de psicoanálisis por un sentimiento persistente de encerramiento asociado a un miedo omnipresente. Una de las manifestaciones de dicho miedo consiste en una claustrofobia que perturba su vida cotidiana y que está causada por el miedo al vacío. Por otro lado, Josiane comenta una creencia que le limita y que le hace pensar que no tiene derecho a vivir.
Josiane cita que tuvo un nacimiento difícil en el que su vida corrió peligro, por lo que me parece indicado explorar la memoria de su gestación. “... Siento mucha tensión... como si yo fuera una esponja en el interior del vientre de mi madre... percibo toda su tristeza... siento el miedo en el cuerpo... me encojo...”
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Poco a poco te diriges al momento en el que tu madre se da cuenta de que está embarazada. ¿Qué es lo que percibes? “... Soy una carga añadida... no es el momento adecuado... mi padre... no me rechaza... pero está preocupado por las condiciones materiales... no quiero crecer... tengo la impresión de que un peligro vital me amenaza... si sigo creciendo...” Gracias al diálogo que proseguimos, Josiane se da a sí misma el derecho de estar ahí, pues comprende que su madre tiene un miedo inconsciente de reproducir en ella los sufrimientos de su infancia. Josiane decide que va a crecer. En terapias posteriores, Josiane capta otras angustias maternas cuyas causas descubrirá en breve. “... Tengo la impresión de ser un guisante que se agarra a la cáscara... me encojo para escapar de una corriente que puede arrastrarme... veo una especie de masa negra extensa a mi alrededor... el líquido es opaco... muy oscuro... me encuentro invadida por una angustia de muerte... veo sombras... son otros embriones... vivieron aquí antes que yo... ¡están muertos!... Hay tres... dos niñas y un niño...” balbuce entre sollozos. Le ayudo a que profundice en esa emoción para que exprese todo lo que piensa en ese momento. “... Tengo la impresión de tomar su lugar... me siento culpable de estar ahí... mientras que ellos están muertos... su presencia me impide vivir... sobre todo la niña... capto su muerte... es como si todavía estuviera ahí... intenta aferrarse a mí... tengo miedo... me siento culpable por quedarme.” De manera espontánea, Josiane toma conciencia del origen y de la causa de sus formas de pensar en la vida diaria y com-
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prende que suelen conducirla a no luchar, para dejar el sitio a los otros, pues cree que tiene menos derecho que ellos. Le guío para ayudarle a encontrar la paz en el interior de sí misma. Gradualmente acepta que estos seres, cuyas huellas acaba de captar, sigan su destino y se da a sí misma el derecho de tomar “su” lugar, diferente al de ellos. Josiane se aferra con fuerza a sus nuevas certidumbres. Ante tal descubrimiento y gracias a la transformación energética que le procura, Josiane decide consultar a su madre. Tras ciertas reticencias, su madre afirma que sufrió tres abortos, sumida en el desamparo pues no tenía a quién recurrir. Después de haber dado con esta verdad tan profunda y oculta durante tanto tiempo, el hecho de liberarse de ella le facilita el acceso a sus recursos. La claustrofobia y el miedo al vacío desaparecen. Josiane renace a la vida. Jeannine Esta joven médico de veintinueve años viene a la consulta para realizar una terapia de la vida intrauterina, aconsejada por una amiga con la que comparte el mismo problema. Tras constatar en algunas sesiones la nueva dinámica de su amiga, Jeannine quisiera poder expresar las potencialidades que siente presentes en sí misma, pero que están obstaculizadas. “... Es como si no tuviera derecho a triunfar frente a los que están desfavorecidos... como si me sintiera culpable de una manera inexplicable... por ser feliz... o por tener éxito material...” Por otro lado, numerosos signos demuestran una feminidad rechazada que se confirma con las primeras reglas tardías a los
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quince años y un síndrome premenstrual depresivo que resultaba en ciclos menstruales dolorosos y migrañas intensas que incomodaban su vida cotidiana. Teniendo en cuenta que Jeannine realizó con anterioridad una larga psicoterapia por una esterilidad sin causa orgánica revelada, me comunica que quiere dirigirse rápidamente al terreno inexplorado que es, precisamente, su gestación. Jeannine no encuentra ningún elemento de no-deseo o de preferencia de sexo, a lo sumo una inquietud latente de su madre cuyas razones entenderá rápidamente. A medida que continúa, llega bruscamente a una emoción: “... Hace frío... es como si estuviera dentro de un cubito de hielo... alrededor reina la oscuridad... todo está negro... un punto gris me amenaza... tiene la forma de un feto transparente... tengo ganas de calentarlo... pero no llego...” ¿Quién es el bebé? ¿Eres tú? “... ¡Tengo la impresión de que soy yo!... Tengo ganas de chillar... me duele... tengo hambre...” En ese instante, Jeannine siente una emoción aguda en su vientre, responsable de un malestar intenso. Le sugiero que visualice una luz para captar su calor y que la utilice para percibir mejor lo que ocurre. “... A mi alrededor... la atmósfera está muy fría... helada... el calor interior me ayuda a soportar el frío...” ¿Cuál es la causa? “... La oscuridad... la soledad... la tristeza de un abandono... alguien que... me daba seguridad... se ha marchado...” ¿En qué momento estuvo ahí?
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“... ¡Antes de que yo llegara!... su presencia es positiva... pero al mismo tiempo tengo la impresión de que se sacrificó para que yo llegara...” ¿Por qué razón? “... Es como si me hubiera dejado su lugar... para que yo... pueda vivir... de modo que yo decido vivir para él... en su lugar... la vida que él no vivió...” Al proponerle que observe de nuevo dicha situación con la mirada del Adulto, Jeannine devuelve al otro su camino y su sexo, y ella prosigue: “... Hay algo más... ahora siento que me necesita...” ¿Qué espera? “... Que le libere... que le ayude a marcharse... eso me parece difícil... pues él es para mí una fuente de amor... que me alimenta... me ha ayudado... ahora me toca a mí... dejo que se vaya... a donde tenga que ir... acepto que se vaya por su bien... y yo... yo soy autónoma... los dos somos libres.” La prueba de la huella de un aborto anterior no se confirma de inmediato ya que Jeannine nunca tuvo conocimiento de ello. Esto ocurrirá poco tiempo después, cuando su madre le confía de manera espontánea que dos años antes de que ella naciera, había perdido un bebé al comienzo del embarazo. Se da cuenta que esta situación emocional muy precoz es la causa fundamental de su sentimiento de culpa y de su dificultad para tener éxito. En una carta reciente me cuenta hasta qué punto ha cambiado en la actualidad, tanto en su apariencia física, muy femenina, como en su vida profesional y afectiva.
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Para vosotros que vais a ser padres Los duelos del embarazo Puede ser que necesitéis un acompañamiento durante el duelo ya que un fallecimiento puede activar de manera consciente, pero sobre todo inconscientemente, todos los del pasado, ya sean conocidos o se remonten a vuestro nacimiento. En ese momento podréis empezar a reestablecer el nexo esencial con vuestro bebé. Determinadas palabras serán suficientes in utero para reconstruir el circuito de amor y energía. “Estoy aquí... te quiero... aunque pase menos tiempo contigo debido a la tristeza que siento por separarme de... ese ser que yo quería” El feto puede entender bien lo que viven los adultos durante esa separación, ya que muchos describen emociones parecidas en el momento de su encarnación. Abandonan un espacio de luz absoluta y de amor que puede crearles tristeza. Otros dicen que reconocen el recuerdo de algún duelo o de su propia muerte, así como el dolor de sus allegados. Puede que se trate de vidas anteriores o del inconsciente colectivo... Quienes entiendan estas palabras y estén listos para recibirlas comprenderán mejor que pueden hablar con los bebés como si fueran adultos. En realidad, puede que estos pequeños seres ya sean ancianos en el más allá, independientemente de su edad terrestre. Probablemente esta sea la razón por la que adquieren tan pronto la capacidad de pensar, sentir, decidir... pero sin poder nunca acceder al pensamiento lógico. Este es el juego de la vida y los bebés aceptan participar.
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El fallecimiento de niños y bebés Si en el pasado se produjo el fallecimiento de un bebé concebido en un embarazo anterior, podéis dejaros acompañar por un especialista si lo consideráis necesario, pero sobre todo no concibáis otro bebé para reemplazarle. Primero debéis realizar el duelo y aceptar la partida, antes de concebir otro niño. Si devolvéis a este pasado lo que pertenece y lo colocáis allí donde debe estar, podréis otorgarle al futuro bebé el derecho de ser él mismo y ayudarle en ese camino. Así podrá llevar su nombre, el suyo propio. Después de una interrupción del embarazo, puedes seguir una terapia rápida o autoanalizarte a ti misma para evacuar las emociones que no hayas expresado y que se han quedado ancladas en ese momento. Si es posible, deberías hacerlo antes de quedarte embarazada de nuevo. Ten presente que una vez ahí, en tu vientre, el bebé no tiene que pagar por nada y tú tampoco. Deja que el amor fluya sin condiciones tanto para ti como para él. Ahora que ya conoces las reacciones que puede tener, anticípalas y háblale... Juntos construiréis una relación libre y nueva para vuestro presente y vuestro futuro.
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“Nosotros los bebés estamos aquí con el objetivo de ser nosotros mismos, pero sólo lo conseguiremos si nuestros padres se liberan de las huellas emocionales del pasado de esta familia que vive siempre dentro ellos. Puede ser el regalo de nacimiento más maravilloso o la carga más pesada, la libertad o la prisión. En el segundo caso, ¿cuánto tiempo necesitaremos para comprender que nuestra vida podría ser diferente a lo que es? ¿Qué edad tendremos que alcanzar para ser conscientes de que la felicidad es nuestro derecho y el de los demás? Debéis evitarnos esos senderos tortuosos y empinados, creceremos mejor y más rápido al constatar frente a nosotros un camino despejado por el que podremos llegar muy lejos. Sois vosotros quienes nos lo trazáis desde que estamos en el vientre materno. Necesitamos estar en seguridad, sentirnos protegidos, saber que somos capaces y que poseemos todo lo necesario para conseguir nuestros objetivos en la vida, y saber que vuestro amor hacia nosotros es incondicional.
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Todo esto lo esperamos de vosotros a través de los mensajes que nos enviáis y de vuestros modelos, aquellos que nosotros necesitamos, libres de las cadenas genealógicas que se habían formado, que además os permitirán transformar vuestra propia vida al tiempo que nos ayudáis a nosotros.”
La herencia celular Individualizo aquí de manera totalmente arbitraria un capítulo específico sobre la Psicogenealogía porque, como ya habréis podido constatar, se encuentra por todas partes. Os estaréis preguntando de qué manera capta el embrión todo esto. Primero a través de las vibraciones de su primera célula que contiene la totalidad de la información transmitida por el óvulo y el espermatozoide de sus padres... De esta forma le transfieren no sólo los cromosomas que definen el color de la piel, de los ojos, del pelo, la talla y las grandes características morfológicas que le caracterizan, sino también las huellas de todo lo que son tanto el uno como el otro. Se inscriben en el embrión los pensamientos, las emociones y los comportamientos que tuvieron lugar en el momento en que fue concebido y en los instantes que lo preceden inmediatamente, así como durante toda su vida desde el instante mismo de su concepción. En sus primeras células, los padres también les transfieren su historia, que ya contiene las de sus generaciones anteriores.
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Su primera célula, que contiene la cadena genealógica desde hace décadas, se va a multiplicar de manera idéntica, por lo que la herencia quedará inscrita en todos los tejidos y órganos. Algunas familias tienen miembros cuya carga es muy pesada debido a sus vidas, a sus enfermedades, a sus muertes, a sus creencias en el momento histórico que vivieron o quizá a sus secretos. En el corazón de las células parentales y por lo tanto en todas aquellas que constituyen su ser completo, se encuentran todos los guiones de vida de los miembros de esta familia, éxito o fracaso, amor o soledad, alegría o pena, seguridad o miedo, confianza o desvalorización, salud o enfermedad, longevidad o duración de vida limitada... Los embriones se arriesgan a tomar una parte de ella.
“Muñecas rusas” genealógicas en el útero materno El clima en el que vive la madre ejercerá una influencia mayor que el entorno del padre ya que más allá del óvulo que participa en la primera célula, también impregna todo su ser a partir de ese instante y a lo largo de todo el embarazo así como el útero en el que el bebé se instala. Por lo tanto, se encuentra en todo momento en contacto directo con su inconsciente, hasta con lo más profundo de sus células. El útero es a la vez símbolo femenino y materno, y mantiene también el recuerdo del embrión que ella misma fue al principio de su vida, en el vientre de su propia madre. Un embrión in utero, en el útero de su madre, se encuentra unido a las huellas inconscientes sucesivas que, como si fueran
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muñecas rusas, guardan las inscripciones de las generaciones de mujeres y madres que le precedieron. Este órgano contiene una memoria doble, la “versión” de las madres de cómo vivieron sus embarazos y la “versión” de los embriones que ellas fueron durante sus propias gestaciones. Guarda inscrito con tinta invisible los pensamientos, emociones, sensaciones, decisiones y acciones respectivas de cada una de las dos situaciones. Es precisamente todo este contenido arcaico el que puede reactivarse a lo largo de un embarazo cuando se viven los mismos acontecimientos durante los meses simbióticos de la gestación. Por medio de este mecanismo el feto in utero entra en contacto con los embriones que fueron su madre, su abuela, su bisabuela... A través de estas huellas, el feto mantiene intacto todo aquello que cada una de las madres vivió en su generación, su “novela” familiar, genealógica y también colectiva. Guarda sus historias, sus creencias, la experiencia de sus sexualidades, de sus maternidades, de sus partos, de sus relaciones con los hombres, sus compañeros, sus hijos y todo su entorno. Todo esta gente está presente y activa en el volumen de la cavidad uterina, desde la superficie de las paredes hasta los confines de las células que constituyen este órgano, así como en todo el cuerpo materno. Así, una madre puede llevar en su vientre la huella de la abuela materna que murió durante un parto a la misma edad que ella, la huella de una tía que se hizo monja a los veinte años tras una decepción amorosa o la de una mujer “ligera” rechazada por su entorno familiar...
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En el primer caso, imagínate que esta madre está embarazada de un bebé niño. ¿Qué creencias asimilará el pequeño sobre la feminidad, la sexualidad y el parto? En el futuro el niño podría padecer esterilidad o impotencia basadas en el miedo de que su esperma es peligroso porque podría matar a la mujer que da a luz. Si se tratara de una niña, os podéis hacer una idea de la herencia que le sería transmitida con respecto a sus maternidades futuras. La historia de Roselyne lo describe mejor que un largo discurso.
Roselyne Roselyne, asistenta social de treinta y siete años, sigue sintiendo una tristeza y una angustia profunda que ella asocia a la separación de sus padres cuando tenía cinco años, a pesar de haber realizado una psicoterapia analítica durante varios años. Tras haber presentado dificultades al final de su primer embarazo y malestar durante el parto, empezó a cuestionarse su propia gestación y las huellas que pudo reactivar. No tiene ningún recuerdo consciente anterior al divorcio de sus padres y se inquieta por la exploración que ha decidido llevar a cabo. Le tranquilizo diciéndole que el método que va a abordar le permitirá alumbrar todas las zonas oscuras de su memoria. Su caso es frecuente y sé por experiencia que el nivel de conciencia generado por la relajación y la música permite a la mayoría de los pacientes descubrir campos sin explorar. Eso es precisamente lo que consigue Roselyne:
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“... Me siento como un embrión minúsculo... a mi alrededor, la oscuridad es total... algo me oprime el pecho... como un ladrillo pesado...” Si quieres, puedes cogerlo con la mano, sacarlo y dialogar con él para ver qué es lo que contiene: “... Es el miedo de mi madre... acaba de saber que está encinta...” ¿Cuál es el origen del miedo? “... Me da la impresión de que tiene miedo de la muerte...” Desde el punto de vista de tu embrión, imagínate la niña que fue tu madre con relación a sus hermanos y hermanas y, detrás de ella, sus padres, su genealogía... ¿Identificas alguna raíz que explique ese miedo? “... ¡Claro!... su abuela... Marie... murió durante el parto... la niña que nació... era su madre... también se llamaba Marie... Tuvo cinco hijos... incluida mi madre que además... su segundo nombre es Marie...” ¿Cuántas generaciones están unidas por esta angustia? “... Estoy descubriendo que... se repite... desde hace cuatro generaciones de mujeres... tengo que dejarla atrás para liberar a mi hija... Mi abuela debió de sentirse perseguida por este miedo y quizá por la culpabilidad... unida a la creencia de haber matado a su madre... en el nacimiento... siempre oí decir que quería entrar en un convento... puede que fuera para no tener hijos... y no arriesgarse a morir... o tal vez para castigarse...” ¿Tienes alguna información sobre la muerte de tu bisabuela? “... No... lo único que oí decir... fue que tuvieron que elegir entre la madre o el bebé... ... ¡Dios mío!... Esta abuela perdió tres de sus hijos... uno de ellos en el nacimiento...”
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¿Cómo se desarrolló el parto de tu madre y tu llegada al mundo? “... Apocalíptico... según su descripción... me tuvo tarde... a los treinta y cinco años... ahora comprendo todo lo que pudo reactivarse en ella... inconscientemente... así como... dentro de mí en el nacimiento de mi hija...” Roselyne devuelve a las generaciones femeninas precedentes sus creencias y sus miedos, y a su bisabuela su muerte durante el parto en el siglo pasado. Explica esta defunción por el nivel de conocimiento y de cuidados limitados de aquella época, que se repite en el período entre las dos guerras mundiales en el que murieron los tres niños. Se reencuadra en la actualidad, al final del siglo XX, teniendo en cuenta el alto nivel de tecnología y de prevención que rodea a la maternidad. Esta primera etapa ya conlleva una transformación notable en Roselyne, observada también por su entorno. Ella misma es consciente y se siente liberada de las cargas inconscientes que constituían para ella esos fallecimientos. Prosigue la exploración de su vida intrauterina y descubre a su alrededor una oscuridad diferente a la observada en las primeras terapias. “... La habitación es oscura... el dormitorio en el que mi madre pasa tanto tiempo es muy oscuro... sólo capto algún rayo de luz que se filtra a través de la persiana... la vida está fuera... y no dentro...” ¿Tu madre está triste o deprimida? “... Sí... me da la impresión de que el problema viene de lejos... la muerte parece estar presente en toda la habitación... ya está... ¡ahora comprendo!... Allí es donde su madre... Marie, estuvo enferma... donde
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la cuidó durante mucho tiempo... por su cáncer... Allí es donde murió... muy joven... Pero también están... todas las muertes que esta mujer transportaba en ella... desde su nacimiento... su madre... fallecida en el parto... los tres niños pequeños que ella misma perdió...” Una vez más, devuelve a su madre lo que le pertenece y se apoya en la luz exterior para transformar simbólicamente esta habitación en positivo. Aparece entonces una cúpula, una montaña luminosa. “... Me encuentro en una burbuja de luz dorada... filtra lo positivo y deja en el exterior todo lo que pertenece a mi madre... y no a mí.” A partir de ahora, ya no viene a mi consulta vestida de negro como de costumbre, sino de colores claros. Su renacimiento le ha proporcionado tanto las ganas como el derecho de hacerlo. En la siguiente historia de vida, encontraréis proyecciones genealógicas diferentes y significativas en el marco de las concepciones “demasiado tarde” en las que los padres se creían estériles. Geneviève Con treinta y cuatro años, esta joven madre de cuatro hijos viene a mi consulta por un estado depresivo. Vive con el miedo de no “estar a la altura”, de ser juzgada por los demás y se siente dominada por una culpabilidad y una desvalorización constantes que generaron un autocastigo bulímico por el que aumentó significativamente de peso. Por otra parte, también sufre por la dificultad de su marido para expresar sus sentimientos respecto a ella. A falta de cariño, teme no ser amada.
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Tras algunas terapias conductuales, el encuentro y el diálogo con su Niña interior para proporcionarle amor ya le hacen sentir la transformación. Le propongo entonces comenzar la exploración de su vida intrauterina. “... Mi madre acaba de saber que está embarazada... no se lo quiere creer... se calla durante mucho tiempo y esconde su estado porque no se atreve a hablar...” ¿Por qué razón? “... Pensaba que era estéril... después de tanto tiempo... le cuesta hacerse a la idea de que ha conseguido quedarse embarazada tras tantos años de espera... Ahora es demasiado tarde... ya se había dado por vencida...” ¿Cuántos años tiene? “... Cuarenta años... siento que está angustiada... teme que el embarazo no llegue hasta el final... que sufra un aborto... que pierda el bebé... Tiene un trabajo pesado...” ¿Cómo reaccionas tú? ¿Cuál es tu reacción? “... Me ahogo... me falta espacio... tengo ganas de salir... tengo miedo... Me transmite sus temores... tengo miedo de no salir adelante... de no conseguirlo... de hacer mal las cosas... tengo miedo de que no me quiera... Tengo que ser fuerte...” Actualmente, Geneviève conoce la continuación de esta película, el embarazo, el parto, su infancia y su buen desarrollo. Así que le propongo que utilice toda esta información, todavía desconocida para el embrión, para mostrarle su futuro y tranquilizarle. Una vez hecho esto y tras haber sentido un gran alivio, le propongo, para devolverle a su madre todas sus emociones, que busque otras causas en su historia pasada y en su genealogía...
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Descubre entonces dos generaciones de madres solteras obligadas a asumir solas sus embarazos, que intentaron esconder al máximo, rechazadas y excluidas de la familia y de la sociedad. Su madre, que captó este pesado fardo cuando estaba in utero, reprodujo inconscientemente este miedo de “mostrar” su estado a pesar de su legitimidad, tal y como anteriormente se había impedido a sí misma durante doce años estar embarazada por el temor inconsciente de ser juzgada por los demás. De manera inversa, Geneviève, que durante su primer y segundo embarazo engordó veinte kilos, mostró con ostentación que estaba encinta desde los primeros días, por ella... y por sus antepasados. Por otra parte, cuando capta durante su embarazo el miedo de su madre de perder el bebé por culpa de su trabajo duro, empieza a sentir, inconscientemente y más allá de su deseo voluntario de adelgazar, un temor a “perder” peso. Deberá cambiar este término en sus pensamientos y en sus palabras para referirse a su adelgazamiento si no quiere que se reactive inconscientemente el temor. Identifica asimismo otra de las raíces de sus kilos de más al descubrir la preferencia masculina de su madre y sus causas: “... Sobre todo que no sea niña... un niño es siempre más fácil de criar...” Comprende entonces el mensaje implícito en esas palabras: “un niño no corre el riesgo de quedarse embarazado”. Todo está relacionado con la creencia materna negativa sobre la condición femenina, justificada por su genealogía. Consideraba que la vida de los hombres era más fácil y los calificaba de cobardes,
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de irresponsables y de blandos por todas estas generaciones de padres “desconocidos” y ausentes, que dejaron a las madres solteras frente a un destino incierto del que fueron considerados responsables. Frente a estas percepciones, Geneviève decide antes de nacer que debe ser fuerte y demostrarle a su madre que no hay nada que temer. “... Quiere un niño... Tendré que ser doblemente buena.” Su cuerpo le hizo caso siguiendo su temor y su creencia de no ser querida. * * * He querido individualizar y profundizar en dos tipos de huellas genealógicas determinadas para ayudaros a tomar conciencia de la frecuencia de su incidencia y para libraros a vosotros y a vuestros descendientes, en el caso de que las tengáis. Se trata de los bebés de la guerra y de aquellos marcados por los dogmas de la religión.
Los bebés y los dogmas religiosos “Si sentís poco o nada de deseo, de placer o de alegría, ¿puede ser que vuestros padres, abuelos... os hayan transmitido estos bloqueos por medio de los mensajes de la religión judeocristiana? No los guardéis para transmitírnoslos a nosotros, vuestros hijos. Liberaos de ellos para encontrar su verdadera esencia y expresar estas energías tan maravillosas, que tanto necesitamos todos. Dadnos más bien esos tesoros, esas fuerzas inconmensurables, que son el deseo, el placer y la alegría.
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De esta forma dispondremos de las armas más positivas cuando las asociemos al amor.” Los dogmas de la religión judeocristiana y su manipulación, por parte de las personas de poder que los promulgaron desde lo alto de la jerarquía, ocupan un lugar privilegiado en las vidas de algunas mujeres y madres, así como de hombres, padres o familias. ¡Qué lejos estaban de la esencia de las palabras de Cristo! ¡Cómo fueron deformadas, transformadas e interpretadas por siglos de oscurantismo y de sumisión de la mano de aquellos que las utilizaban como si fueran fantasmas del miedo y del infierno! En realidad, constituyen un himno al amor, a la perfección del hombre, del universo y de su creador que los hizo a su imagen y semejanza. ¡Cómo se olvidaron de esto! Bajo el disfraz de los grados eclesiásticos, de los votos de castidad y de la posesión exclusiva de los conocimientos, según ellos divinos, privaron a la mujer de su derecho al placer sexual y le autorizaron a tener relaciones sexuales únicamente con el fin de procrear. Le obligaron a asumir pesadas culpabilidades y remordimientos, que generaron en ella bloqueos, malvivir y frigidez. También provocaron partos invadidos por el miedo y la tensión bajo el “pretexto” de parir con dolor, cuando en realidad se trataba de un alumbramiento interior por la transformación de uno mismo. La Virgen María La interpretación de los dogmas impuso la imagen de la Virgen María a generaciones sucesivas de mujeres y reforzaron,
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de esta manera, la falsa idea de la impureza de la carne por la unión corporal de dos seres. A través del discurso y la iconografía religiosa, omnipresente en la vida cotidiana de muchas familias, se han llevado a cabo un sin fin de manipulaciones en nombre de Dios. Muchas fueron las tentativas insidiosas y poderosas que pretendían alejar a las niñas, a las adolescentes y a las mujeres adultas de sus cuerpos, de su deseo y de su placer, por medio de la representación idealizada de la Virgen, a quien debían parecerse y acercarse. Sin embargo, estas mujeres estaban encarnadas en una vida terrestre en la que el cuerpo y los sentidos constituyen un parte esencial en el desarrollo global y óptimo del ser. Cuando se elige el nombre de “María” en este contexto religioso durante el embarazo, se apagan, en lugar de iluminarse, parte de los sentidos del bebé, que cargará durante toda su vida con un fardo inscrito en letras negras sobre su estado civil, sin saberlo ella conscientemente ni tampoco sus padres. El nombre “María”, tanto a secas como compuesto, transmite el mismo mensaje, y quedará aún más reforzado si el segundo es el de Cristo. Las María Cristinas que no se autorizan a ser felices viven una sexualidad frustrada y de la que se sienten culpables o se autocastigan en sus vidas expresando inconscientemente el sacrificio de Cristo, el castigo de la humanidad por su responsabilidad en la muerte de éste y el modelo de su madre santa y siempre virgen. ¡Qué cruz les espera en sus vidas si no se replantean estas cuestiones!
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Esos nombres santos que programan nuestras vidas Debemos ser conscientes de que nuestras existencias están guiadas, sin que lo sepamos, hacia la culpabilidad de no ser castos y en función de la historia específica de cada uno de nosotros... Juana, Chantal, Teresa, Juan, Marcos, Lucas, Mateo, Pablo, Vicente, Francisco, etc. El cuerpo, templo ignorado La iglesia obligó a mujeres y hombres a denigrar y rechazar la imagen de sus cuerpos, convertida en sinónimo de pecado omnipresente que debía ser herido simbólicamente y flagelado para castigarlo. Así es como este vehículo perfecto concebido divinamente para albergar el alma, que debería ser cuidado con el mayor respeto, perfumado, iluminado con colores, venerado y querido como si se tratara de una catedral, fue transformado por el oscurantismo de unos pocos en un objeto terrible de deseo que había que esconder, abandonar y menospreciar y ante todo no debía ser amado. ¡Qué consecuencias tan graves conllevó esta profunda ignorancia! ¡Qué influencia más nociva tuvo sobre generaciones sucesivas, incluidas las de nuestros padres e incluso a veces sobre las nuestras! Para impedir que éstas alcancen a los futuros bebés, la sociedad debe replantearse estas conductas con urgencia para aprender a escuchar en los textos sagrados las palabras que se malinterpretaron.
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¿Cuál fue el objetivo de todo esto? Las gentes de poder que se sucedieron en la dirección de la Iglesia no tenían todos la intención de transmitir fielmente los mensajes de Cristo, sino de transformarlos en su beneficio. ¿No resulta más fácil dirigir una población de víctimas que cree vivir en el pecado por lo que espera castigo y pide perdón sin cesar? Pero ¿perdón por qué? ¿Por vivir? ¿Por existir? ¡Cuántos guiones de sufrimiento, de sacrificio o de masoquismo tienen localizadas allí sus raíces más profundas y tan difíciles de extirpar! ¡Y con razón! ¡Se fundamentan en casi dos mil años de creencias falsas! Estos dogmas siguen activos en la Iglesia cristiana y para muchos constituye una tarea bastante ardua liberarse de ellos. Estos textos falsamente interpretados todavía se enseñan, se leen y se recitan en la enseñanza básica, sin tener en cuenta el aspecto simbólico que Él les otorgó, por lo que siguen cargando a una gran parte de la humanidad de miedos, de culpabilidad y de rechazo por uno mismo. Y, sin embargo, el amor es omnipresente, inscrito desde siempre en filigranas en cada palabra y en cada página. Dos mil años de oscurantismo Los padres del pasado se apoyaron en los mensajes transmitidos por la religión, a veces para su bienestar personal en la educación “si no eres bueno, Dios te castigará” y en otros casos para justificar sus esquemas de fracaso y convencerse de que “estamos en la tierra para sufrir... para cargar con la cruz... la felicidad, ya veremos... cuando estemos muertos”.
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Si bien no fue su intención, transmitieron a sus hijos modelos bajo el yugo de una fatalidad irreversible, de una fuerza de la que es imposible escapar y contra la que no sirve de nada luchar. ¡Qué interpretaciones más bellas de los mensajes de un Dios, supuestamente, de amor! ¿Quién pudo introducir una oposición tan flagrante sino los que transmitían sus palabras? El mensaje que cura ¿Para qué denigrarse tanto y no cuidar de nuestro cuerpo? ¿Por qué no nos queremos a nosotros mismos y nos justificamos con el pretexto de no ser egoístas y de tener que ocuparse de los demás? ¿Hemos olvidado que “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”? A menos que nuestros maestros hayan olvidado destacar estas palabras para insistir más bien en la noción de impureza. Al integrar este mensaje de Jesús ¿cómo se puede querer a los demás si uno no se quiere a sí mismo? Esta frase tan clara, portadora de la clave esencial de nuestras vidas, ¿le habías prestado atención, la habías escuchado o aplicado en tu vida cotidiana? Si no, espero que te sirva de tema de meditación para tu transformación y te dé el derecho divino de quererte. Otras huellas genealógicas específicas se representan por los contextos históricos sucesivos que convirtieron a algunos bebés en los transmisores de una memoria inconsciente que les limitó durante décadas y que se perpetuó más tarde a través de la descendencia.
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Los bebés de la guerra Numerosos son aquellos que, sin saberlo, llevan las marcas en las profundidades de su ser... Miedos y depresión Ciertas épocas recientes, que todavía afectan a algunos adultos en la actualidad, tuvieron una influencia particular sobre los bebés concebidos o nacidos en período de guerra, en un contexto en el que los hombres de su genealogía, como los padres o los tíos, partieron y estuvieron ausentes durante un largo período de tiempo. Las consecuencias fueron directas, por la ausencia paterna y por la interrupción más o menos duradera del vínculo padre-hijo, o bien indirectas, a través de la tristeza, de la angustia materna y de los miedos de las heridas, del encarcelamiento o de la muerte. En algunos casos también se temieron los bombardeos, los traslados apresurados a las zonas de abrigo, los éxodos o la clandestinidad de la resistencia o de la exclusión. El no-deseo Los sufrimientos afectivos maternos son captados por el bebé in utero que los va acumulando junto con las emociones que percibió anteriormente en el momento en el que los padres supieron de su presencia. ¡Cuántos de ellos se arrepintieron entonces! ¡Cuántos abuelos u otros miembros de la familia reforzaron ese rechazo! “Si lo hubiéramos sabido... nunca habríamos engendrado un bebé ahora. ¡No es el momento!”
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“¡Menudo follón! ¿Por qué nos hemos metido en este lío! Es una locura... una boca más que alimentar en una época como ésta... ¡Podíais haber esperado!”. Cuánta culpabilidad se sintió en esos casos. Cuántos se preguntaron: “¿Por qué he venido en este momento?”... “Me he equivocado, soy un problema para mis padres... es por mi culpa”. A menudo pensaron “No debí existir nunca” y se consideraron cargas o fardos suplementarios para sus madres, en algunos casos solas durante el nacimiento y los primeros años de vida, responsables tanto del hogar como de la familia. Imágenes de héroes o de padres destrozados Sin duda estas creencias se reforzaron si los padres murieron, o pudieron perdurar cuando éstos volvieron traumatizados por el distanciamiento afectivo, los combates, los encarcelamientos o las posibles torturas físicas o morales. Algunos de ellos heridos, inválidos, empequeñecidos en sus imágenes de hombres y de padres o bien, al contrario, transformados en héroes. Los hijos se encontraron a menudo frente a un desconocido que no les vio nacer ni crecer. Estas tres guerras* que siguen ahí... además de otras Los niños de las “guerras”, si bien no participaron en los combates, cargan con unas huellas muy profundas que podrían acompañarles a lo largo de todas sus vidas. Según el momento de * Francia estuvo implicada en la guerra franco-prusiana de 1870, en la primera y en la segunda Guerra Mundial. (N. del T.)
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tu nacimiento, puede que formes parte de esos niños que guardan las cicatrices de la última guerra. El miedo y la tristeza, e incluso a veces el terror, te acompañaron a ti y también a tus padres. Tres décadas antes, vuestros padres y tíos, que eran niños o embriones en el vientre materno, conocieron lo que vivisteis vosotros más tarde. Vuestros abuelos o tío abuelos partieron a la guerra, para volver, o no, algunos con problemas respiratorios o inválidos, cuando sus familias apenas acababan de superar las secuelas de la guerra franco-prusiana de 1870. Otros conflictos como la guerra de Argelia, del Vietnam o del Líbano, dejaron heridas en la memoria de los niños, de los adolescentes y de los adultos que las vivieron. Siguen marcados por las pérdidas materiales, las separaciones, las expatriaciones y las torturas... ¡Cuántas heridas en el árbol genealógico de la familia! ¡Cuántos cortes y hemorragias recorren nuestro árbol genealógico y siguen en carne viva! ¡Cuántas veces fueron abiertas de nuevo, tiempo después, por aquellos o aquellas que hablaban sin cesar de sus recuerdos, que vivían inmovilizados en el sufrimiento de su pasado, reactivado por las galerías de cuadros y retratos, trofeos, medallas y álbumes de fotos, que convierten algunas habitaciones de las casas más bien en cementerios que en lugares donde vivir! Cuántas creencias activas permanentemente en los adultos de hoy en día están unidas a estos períodos, transmitidas de generación en generación por las novelas familiares. “Los hombres mueren jóvenes... en la guerra”... “Las mujeres se quedan solas y lo asumen todo”... “No tengáis niños... Se irán
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a la guerra y no volverán”... “No tengáis niñas... estarán totalmente solas”... “La vida es difícil e injusta”. Lo esencial es comprender las raíces de nuestras huellas y aceptar devolverlas a las personas a las que pertenecen, es decir, a aquellos que vivieron esos momentos de la historia. Así es como su descendencia se liberará de estos pensamientos, cuyo fundamento no proviene del momento presente. Lo que fue para algunos la constatación de una realidad que era la suya y de la que eran los actores, ya no lo es para aquellos que viven en la actualidad. Estas creencias anacrónicas necesitan borrarse del inconsciente de aquellos que todavía las poseen para que dejen de vivir a través de los hombres y las mujeres de estas épocas pasadas. Volved al presente A las puertas del año 2000 vivimos en los países industrializados en un contexto de paz que puede mantenerse si el conjunto de los dirigentes se conduce como seres conscientes de la oportunidad brindada y sobre todo si colocan el valor de la vida humana por encima de los poderes personales, económicos y estratégicos. Las creencias negativas y bloqueadoras que generaron las guerras en el inconsciente colectivo e individual deben, por supuesto, desaparecer. Sin embargo, también debemos mantener el mensaje esencial de ese pasado para conservar el recuerdo en nuestras conciencias del horror de los dramas, de los abominables peligros que representan esas situaciones. En una época de la historia en la que cada vez son más numerosos los países de nuestro planeta que disponen de armas
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nucleares o que son capaces de destruir toda o una parte de la tierra, es fundamental convencerlos de que no las utilicen y en especial de que no las conserven, puesto que nos encontramos a merced de un resbalón de poder, de oscurantismo o de integrismo. En un milenio en el que debemos encontrar la vía del amor y de la espiritualidad, la mayoría necesita tomar conciencia de que la guerra se desarrolla en el interior de nosotros mismos, contra las “sombras” que nos persiguen en diferentes intensidades, y que necesitamos triunfar. Nuestro devenir está en nuestras manos.
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“En el pasado fuimos muchos los que reforzamos en el nacimiento las huellas grabadas durante nuestra vida intrauterina y que añadimos otras, tanto mecánicas como emocionales, en el mismo momento del parto. A la luz de nuestra experiencia y de los límites que acarrearon para nosotros, a la edad adulta, esperamos que los bebés del futuro se beneficien de un “nuevo nacimiento”, preparado y acompañado por nuestros padres y los profesionales que nos van a ayudar a llegar al mundo.” Puesto que he elegido deliberadamente hablaros sobre la vida antes del nacimiento teniendo en cuenta los principales contextos cronológicos que le sirven de teatro, las consecuencias más comunes y los medios preventivos y curativos de este enfoque, me limitaré a desarrollar cierta información básica sobre la llegada al mundo. Es necesaria la contribución de la mayoría de los futuros padres y de los profesionales involucrados en la preparación médi-
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ca y psicológica a la maternidad y a la paternidad para ayudar a la madre y al padre a que se impregnen de su esencia, ante todo, humana, en este momento tan fundamental para el bebé. Este período representa la primera iniciación del ser, que le llevará paso a paso a dejar el medio acuático y temporal de su gestación para adoptar, gracias a la respiración, el entorno terrestre aéreo. Si he concentrado la mayor parte de vuestra atención sobre el mundo in utero, es porque sigue siendo desconocido y porque quería compartir los elementos que fundan mi convicción sobre su importancia fundamental. En este momento se establecen y “memorizan” numerosas “impresiones” que le permiten al bebé “saber” de manera primitiva, pero muy sutil, así como tomar “decisiones” de vida o de supervivencia, al tiempo que inscribe sus primeros anclajes emocionales. Las marcas psicológicas del nacimiento suelen normalmente reactivar y ampliar las del pasado uterino... y en otros casos se crean nuevas huellas corporales y emocionales, asociadas a las etapas sucesivas del parto. Éstas interfieren directamente en el niño y pueden estar presentes toda la vida. Aquí también, lo revivido en terapia revela la intensidad de los impactos vistos y sentidos por parte del bebé. Esta información, asociada a las observaciones del desarrollo del parto desde el punto de vista materno, permite proponer un enfoque de preparación y de acompañamiento para un “nuevo nacimiento”. “Renacer” A continuación expongo ciertos detalles sobre el método que yo utilizo en esta fase de la terapia a fin de que los adultos que lo necesiten puedan liberarse del pasado para poder “renacer”.
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Después de la inducción de un tipo de relajación rápida, siempre propongo al paciente que se ancle en la conciencia fetal imaginándose en el cuerpo del bebé justo antes de llegar al mundo. Así es como se puede estudiar la “visión” del feto sobre la vida, sobre los demás y sobre sí mismo. A continuación se procede a una serie de respiraciones aceleradas que se trasladan progresivamente desde la raíz del cuerpo hasta por encima de la cabeza, pasando por el ombligo-cordón umbilical, el plexo solar, el corazón, el tórax, la garganta y finalmente la frente. Puesto que las huellas están asociadas a los movimientos de ondulación del cuerpo, que recrean las reptaciones fetales en el canal genital, de esta forma la memoria puede liberarse de las huellas más profundas, expresar sus emociones de tristeza, las lágrimas, el miedo o el terror y dejar salir por fin las palabras que tanto le aliviarán. Los anclajes específicos provocados por una circular del cordón umbilical, por los fórceps o por un nacimiento con complicaciones médicas también se reviven y se distancian. A veces, cuando las energías de impulso no consiguen activarse para cruzar las etapas del embarazo, suelo proponer, inspirada por un ritual de chamanes, que el paciente, una vez individualizado el recurso necesario, visualice el animal que mejor le simbolice. Le servirá de iniciador para la revelación interna de la fuerza que necesita el feto. “Impresa” en el cuerpo, le permitirá superar este acontecimiento y apoyarse en ella en el día a día. También se transforman las inscripciones limitadoras del nacimiento asociadas a la primera respiración, al primer grito, a la sección del cordón umbilical o a la primera acogida por las personas presentes. Si los brazos de la madre o del padre estaban ausentes, ahora son los del adulto los que arropan al recién naci-
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do mientras se va estableciendo el contacto visual que garantiza amor, reconocimiento, protección y seguridad. Si se descubre una separación prolongada o duradera que rompe o distancia aún más un vínculo materno ya precario, se debe abordar bajo una comprensión distinta. De esta forma, tanto las dificultades parentales para expresar su amor como las estancias en incubadora, las intervenciones médicas, las perfusiones u otras reanimaciones del bebé necesitan ser reencuadradas en su dimensión real y no en su interpretación inicial, manchada por una creencia de abandono asociada a las “impresiones” y emociones de la vida intrauterina. Se requieren varias terapias individuales o de grupo para evacuar estas marcas y ceder el lugar a un impulso energético positivo e intensificado que pueda ponerse en marcha cada vez que se necesite. Se detecta inmediatamente en expresión facial, en la dinámica de los movimientos y en la voz. También está presente en la vida diaria, en la toma de decisiones, en los compromisos o en los impulsos para emprender una acción y llevarla a término, además de reforzar y facilitar el trabajo y el contacto con el exterior y con los demás. Independientemente de cómo fue el “primer” nacimiento, los “renacimientos” posteriores permiten acceder directamente al camino de la vida, hasta entonces poco frecuentado. La resistencia suele quedar bastante reducida frente al acceso directo al cuerpo, generalmente sin mentalización ni imágenes durante la hiperventilación. Las tomas de conciencia y los vínculos de causalidad con los modos de pensamiento o de conducta del presente o del pasado se realizan en el estado de relajación que sigue a los ciclos respiratorios acelerados.
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A continuación se revive en terapia un “nuevo nacimiento” que permite que los adultos decididos a no “sobrevivir” más y a empezar a vivir plenamente, reemplacen la antigua película de ese momento por una nueva que supere las etapas de forma positiva.
Nacer Se pueden individualizar esquemáticamente tres fases principales y cada una de ellas presenta, a su vez, secuencias intermediarias. Son los tres actos de un “primer” nacimiento que todos vivimos al comienzo de nuestra vida y que vivirán los futuros bebés, preparados y acompañados para ello, así como su madre y su padre, durante su paso a la vida aérea. Gracias al distanciamiento de los elementos limitadores de su historia y a la información de que ahora disponen sobre esta etapa fundamental, los bebés podrán entrar en contacto con el mundo lo más libremente posible. Sus padres seguirán transmitiéndoles amor, unión y comunicación durante ese momento, anticipado desde hace tiempo. Os invito a seguir la fabulosa aventura que iniciará al feto a la existencia aérea y que le enfrentará en cada etapa a la dialéctica de la vida o de la muerte. La decisión de nacer El bebé participa activamente en el desencadenamiento del parto. En el medio angosto en el que vive, el feto comienza a sentirse incómodo y apretado por lo que se ve en la necesidad de cambiar de entorno. Frente a esta urgencia, se va a convertir en
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el actor de su salida y desplegará su voluntad de alejarse de allí. Esta voluntad está condicionada directamente por lo que ocurrió en el período prenatal. Será más o menos fuerte según se sienta deseado, esperado sin condición en su sexo o, al contrario, si todavía, después de nueve meses, sigue sin ser aceptado. De la misma forma, si siente que es el instrumento de presión de uno de los miembros de la pareja o si capta una atmósfera conflictiva, depresiva, triste o angustiosa, se verá invadido por las dudas. Este es el momento en que el feto reactiva o no sus “ganas” de salir a la vida exterior, en función de su “visión “ del mundo, de los demás y de su “impresión” sobre su propio destino. Sus “creencias” pueden ser el reflejo de su contexto anterior, positivo o no, en el que él mismo evolucionó si la actitud de sus padres se modificó con respecto al embarazo, en el sentido deseado por él. Se sentirá feliz por llegar a un mundo que él considera bonito y acogedor, en el que entra lleno de energía y confianza, o bien se sentirá inquieto por un futuro que presiente severo y difícil a través del microcosmos familiar. Según su desarrollo, el contexto del parto vivido por la madre, que está intensamente impregnado de su historia emocional reciente y genealógica, podrá reconfirmar los temores del bebé. Su miedo puede convertirse en terror si sigue sintiéndose rechazado, si los padres tienen dudas o por la idea de mostrar su sexo, cuando éste no es el deseado por uno o los dos progenitores. Todos los protagonistas de los casos citados anteriormente se enfrentaron a ciertas dificultades en el nacimiento que necesitaron evacuar, independientemente de los impactos emocionales de la gestación.
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Más tarde en la vida cotidiana, lo vivido en esta etapa condicionará la facilidad a la hora de tomar decisiones y de activar el impulso de acción en general así como el que permite levantarse de la cama cada mañana. También se relaciona con el estado sedentario, según haya sido fácil o difícil la elección libre de salir de su primer entorno, el vientre de su madre. Al contrario, la dificultad de permanecer en casa puede estar causado por un malestar uterino responsable de un deseo imperioso de salir. La progresión por el canal del parto Aquí es donde vuelve a tener lugar por segunda vez el combate a vida o muerte, presente en la etapa anterior en caso de que, frente a la estrechez de su entorno y a la progresión de su tasa de crecimiento, el feto no saliera. Desde que entra en acción, los movimientos fetales se ayudan o se oponen a las contracciones maternas y al empuje más o menos fuerte que éstas ejercen. En cualquier caso, su madre le ayuda a salir por medio de las contracciones de expulsión y las que dilatan el cuello, que al mismo tiempo le bloquean el paso. La eficacia de la labor y la elasticidad de los tejidos de la madre están directamente relacionados con las marcas que lleva en su historia inconsciente celular, que acompañan o detienen la progresión, bien porque son indispensables ciertas fases fisiológicas de descanso para retomar fuerzas, o bien por razones mecánicas o por que el bebé capta el sufrimiento de su madre. Si el feto percibe que esas huellas están asociadas a miedos genealógicos, conscientes o inconscientes, a fallecer en el parto, éste podría desarrollar un temor a morir o a matar a su madre.
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La soledad y el agotamiento ocupan un lugar predominante en esta fase, que se le presenta al feto como interminable si no está preparado, informado y acompañado por un contacto permanente. Cuántos niños como Paul cargaron con la culpabilidad, que les impidió ser felices, de haber hecho sufrir o haber “rasgado” a sus madres, quienes siguen achacándoles décadas después el número de puntos de sutura que necesitaron y las secuelas en su sexualidad o su continencia. ¡Cuántas veces se repetirán estos mensajes en los próximos años! Estos niños cargaron en la infancia con la responsabilidad de todos sus males y de sus consecuencias posteriores, como el engaño o el distanciamiento de su padre. También se les reprochó indirectamente el hecho de que su madre ya no quisiera tener más hijos... “con uno ya basta”. No es de extrañar que este hombre de cincuenta años hubiera desarrollado un proceso de fracaso profesional y afectivo, ya que para él su felicidad implicaba hacer daño a la otra persona, que detuvo gracias a la terapia. En cada cumpleaños, con el pretexto de celebrar su nacimiento, la madre de Annie le recuerda a su hija y le culpabiliza por los dolores de su parto memorable en el que “tanto sufrió ella y estuvo a punto de morir por una hemorragia dramática...” ¿Se comportaba así por un supuesto amor o por ignorancia? Debería haber tomado conciencia de las nefastas consecuencias de esta conducta para detener a tiempo este proceso inconsciente y sombrío. Pero, como ocurre en la gran mayoría de los casos, las madres eligen, sin saberlo, delegar en sus hijos una responsabilidad que les “quema” las manos, y esto es lo que Annie comprendió en la terapia.
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Este avance era esencial para dejar de sentirse Víctima de estos juegos potencialmente peligrosos para su equilibrio futuro y para su capacidad de tener hijos. Como si fuera un milagro, su madre nunca volvió a comentar su llegada al mundo. Annie acaba de dar a luz a un bebé con una salud de hierro, a quien ha ido acompañando durante todo el embarazo gracias a sus nuevos conocimientos y su experiencia personal. Más adelante en la vida cotidiana, la aptitud para aceptar compromisos dependerá de esta primera decisión, tomada en la fase del alumbramiento. El progreso por el canal del parto será fácil o difícil en función de la pasividad del feto frente a los movimientos de impulso hacia el exterior, hacia los demás y hacia el mundo. El estado sedentario, las ganas de quedarse en casa, hace revivir el deseo del bebé de quedarse en su primer hogar, como un reflejo de la etapa que afrontó cuando no quiso abandonar el vientre materno. La facilidad o la dificultad de este nacimiento, que depende especialmente de su duración y de la eficiencia de las contracciones maternas, establecerá en consecuencia las características precisas de la acción o de la retracción. En estos casos, la obstetricia prepara de manera sutil al bebé y al futuro adulto para un trabajo laborioso a través de las palabras que le dirige, si el parto se presenta difícil o al contrario. En la primera situación y en casos extremos, la vida puede adoptar un cariz de mártir, en la que cualquier acción requiere un despliegue de energía sobrehumano ya que la persona revive inconscientemente su nacimiento en ese momento. En determina-
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dos guiones, los mensajes amenazadores como “Trabaja duro” o “Realiza esfuerzos” tienen su origen en estos instantes y algunos se verán reforzados por las palabras posteriores de los padres y los modelos que ellos representen en cuanto a ese tema. Durante el paso del bebé, diversas huellas mecánicas y emocionales marcan su cuerpo con inscripciones invisibles y profundas que en general son responsables de los síntomas posteriores. Opresión, ahogo, presión craneal y corporal, aplastamiento por las contracciones, sensación de encierro peligroso, estímulo de vida o de muerte, angustia, terror en el pasadizo genital... Ira y violencia al resistirse, sensación de impotencia o de agresividad frente a un obstáculo... tristeza en la separación... Cuando se reviven en el cuerpo los vínculos de causa-efecto que se establecieron en aquella época, podemos desactivarlos. La expulsión y la llegada al mundo Durante la fase denominada “expulsión”, el bebé entra en lo desconocido. Ya se ha hecho una cierta idea sobra el mundo y la vida que va a vivir en él, a través de lo que captó in utero directamente o por medio de sus padres, de sus creencias, sus recursos y sus mensajes. Es precisamente por esta razón que necesita a estos últimos para que le faciliten y le hagan más familiar la llegada y mantengan el vínculo afectivo a través de la palabra durante el parto y después. Su primer encuentro con el mundo exterior solía ser el de las manos y ojos “médicos”, fríos y fijados en lavarlo y en ponerle los pañales. Estos primeros cuidados, que también dejan sus huellas, deben ser asociados a la ternura.
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Para que hoy en día la primera visión directa del bebé le ancle en la armonía para el resto de su existencia, necesita reencontrarse inmediatamente con el cuerpo, con el contacto de la piel, con el tacto exterior de su madre, su calor y su olor a fin de evitar el sentimiento de alejamiento o de abandono tan frecuente en los bebés de antaño. Su primer grito señala su integración en el entorno aéreo. Ahora ya puede tener lugar la separación física definitiva por la sección del cordón umbilical, idealmente tras diez o quince minutos pasados junto a su madre. La acogida de los padres, sus miradas, sus palabras y las de las personas presentes, el ambiente, la temperatura y la luminosidad son los primeros elementos que el bebé asocia al mundo en el que va a vivir a partir de ahora. Lo sentirá tibio, agradable o frío, inquietante y ruidoso, símbolo de abundancia de alimento afectivo, que evoca la vida en expansión o en regresión. La tranquilidad y la protección o la separación demasiado brutal y el alejamiento inexplicado reactivarán o distanciarán en esta fase fundamental el contenido prenatal. Camille, que sufría una aerocolia molesta sobre un fondo de desvalorización y de falta de confianza asociada a las obligaciones de un trabajo siempre duro, descubrió y se deshizo de las huellas profundas de su nacimiento responsables de su modo de funcionamiento. Concebida en el norte de África, el anuncio del embarazo fue acogido por las risas irónicas de su madre y por la preferencia masculina de su padre a menudo ausente, en un contexto de disturbios y de guerra a punto de estallar en la zona. Esta fue la difícil situación en la que se desarrolló su nacimiento y donde se enfrentó a un miedo intenso generado por la
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sección demasiado rápida del cordón umbilical. En esos momentos se vive el escalpelo como algo peligroso que amenaza la vida. El bebé se siente culpable de existir e interpreta esta situación a través del filtro de sus creencias anteriores. Tras haber reencuadrado el contexto real junto con una comprensión y una reconciliación en las etapas prenatales, Camille se liberó de la colitis, que estaba relacionada, como ocurre a menudo, con fenómenos neurovegetativos fetales. El miedo a que el bebé se exponga a un riesgo mortal genera con frecuencia manipulaciones intempestivas, vividas como medidas agresivas para provocar la primera respiración dando una palmada en las nalgas o sujetando al bebé por los pies con la cabeza abajo... Régis, tras un parto bastante largo, fue sumergido en una bañera de agua helada. ¡Menuda entrada en materia para un ser que acaba de nacer! Se mantuvo durante toda su vida en el rechazo inicial de las ganas de vivir, relacionado con los acontecimientos de su gestación, especialmente la preferencia materna por una niña y la impresión de que sólo la muerte haría que su madre le quisiera tanto como a los miembros fallecidos de su familia a quienes seguía llorando. Ésta sentía una sensación de impotencia frente a la agresividad de un entorno percibido como peligroso, por lo que la vida de Régis se vio limitada. Al comprender en la terapia que su progenitora tenía miedo de predestinar a su hijo a una muerte temprana en este período de guerra y de volver a experimentar las relaciones difíciles que vivió con su hermano durante la infancia, se otorga el derecho de ser él mismo y de renacer con una energía de impulso y de acción determinada y positiva.
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Christiane, sesenta años, viene a la consulta para liberarse de una falta de confianza omnipresente. Vive sumergida en la angustia sin tener conciencia totalmente de las consecuencias de ésta. A menudo permanece sola en su casa en un contexto depresivo que le impone dificultades a la hora de dirigirse hacia los demás. Durante nuestro primer encuentro, se sorprende de la existencia de la memoria prenatal y cree que en su caso no va a ser capaz de localizarla. Aún es mayor su sorpresa cuando descubre que las imágenes abundan desde el principio. Segunda hija en una familia numerosa, identifica la desvalorización y la culpabilidad de llegar “demasiado pronto” ancladas en el anuncio del embarazo. En este momento se instala por primera vez el miedo. En su nacimiento revive las dificultades de compromiso, el estrangulamiento por el cordón umbilical y el frío por la ausencia de los brazos y de las miradas calurosas de sus padres. En unas pocas sesiones de terapia, en las que se asocia la Bioenergía con las respiraciones, Christiane consigue desatar las “cuerdas” que unían su cuerpo con las huellas que coartaban sus decisiones, sus acciones, su impulso hacia los demás y su comunicación. Al tomar conciencia de la energía de amor dentro de sus padres, observándoles como “incapaces” para expresarse, ya no se siente responsable de las dificultades de éstos y reimpulsa su propio valor. La energía que puede encontrar en sí misma tras su transformación es tanta que actualmente que se dedica al cuidado y a la curación de los demás. Más tarde en la vida diaria, esta fase se reactivará por medio de la realización de las acciones, del hecho de llevarlas a cabo adecuadamente y de terminarlas. Sellará la propensión y el pla-
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cer, o no, de relacionarse con los demás, de entablar nuevas relaciones. La libertad con respecto a la mirada de los demás, a su juicio o el miedo a éste hacen referencia a lo vivido en el primer encuentro con las personas presentes en el nacimiento. El contacto visual y físico fundan las bases para el futuro de la aptitud a la relación o al rechazo. Aquellos que carecieron en extremo de este contacto podrían desarrollar una estructura autística, esquizofrénica o derivada.
El nacimiento en circunstancias particulares Cada uno de los casos citados a continuación puede acarrear consecuencias de intensidad variable, cuyo factor determinante se encuentra en el período de vida prenatal. Según las “percepciones”, los “pensamientos” y la visión fetal del mundo, las emociones e “interpretaciones” del bebé serán diferentes cuando nazca. Por lo tanto, el contexto global histórico y emocional de la vida intrauterina alberga las raíces de sus reacciones y las claves para su transformación. En terapia siempre se revive este período antes que el del nacimiento. Así éste podrá abordarse en sus anclajes iniciales y a continuación reinterpretarse de otra manera con la integración de una nueva comprensión. A la luz de este principio esencial os propongo en este momento entrar en cada una de las diferentes circunstancias del nacimiento. El nacimiento por cesárea En este nacimiento incompleto, tanto si ha sido programado y realizado desde el principio por razones médicas o mecánicas,
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como si se lleva a cabo por urgencia durante el alumbramiento, el bebé vive la interrupción de su estancia uterina como una violación que puede también generar un miedo a los objetos cortantes, debido al bisturí, o la culpabilidad de haber herido a su madre. En su primer contacto con el mundo exterior recibe en los ojos el impacto de la luz artificial, agresiva y cegadora procedente del techo. El bebé carece del mensaje corporal profundo que se transmite durante la expulsión por las contracciones. En mayor medida que otros, este recién nacido necesita recrear el vínculo afectivo con su madre a través del tacto. Si se aplica anestesia general, el sentimiento de separación se reforzará ya que la madre no puede acoger al bebé físicamente. El nacimiento por cesárea acarrea en la vida una dificultad a la hora de terminar las cosas o de llegar hasta el final y en algunas ocasiones también genera la necesidad de ayuda externa, a veces divina, como un milagro que salva en el último instante. Siempre hay algo que deja de funcionar, entonces alguien llega simbólicamente y resuelve el punto muerto, tal y como hizo el cirujano en los primeros instantes de vida aérea del bebé. Durante la preparación prenatal, la anticipación materna de esta posibilidad garantizará la desdramatización, en el caso de que sea necesaria la cesárea, e informará al bebé sobre esta etapa para ayudarle a vivirla bajo la seguridad que su madre representa y no al contrario, como ocurrió en el pasado con tanta frecuencia. Este es el caso de Pierre, cuarenta y cinco años, que me consulta porque su incapacidad de llevar a término por sí mismo sus proyectos genera en él una falta de confianza y una sensación de angustia. Revive durante su llegada al mundo el miedo
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brutal provocado por la incisión del útero y cree que está a punto de morir. Cegado por una luz intensa, tiene la impresión de llegar a un mundo hostil y glacial. Al revivir corporalmente esta etapa en varias sesiones, consigue liberarse de las huellas profundas alojadas en su interior. La puesta en marcha de la película de su nuevo nacimiento, tal y como habría ocurrido si sus padres hubieran sabido que debía ser informado, le permite integrar la comprensión de las razones de esta operación quirúrgica y disociarla de las acciones futuras, que a partir de ahora podrá llevar a término por sí mismo. El nacimiento cuando la madre está inconsciente Tanto después de una anestesia por vía general o por máscara, como después de un desmayo materno a causa de un esfuerzo intenso y doloroso, de una complicación del parto o de una hemorragia grave, el bebé, que hasta entonces había mantenido una complicidad con su madre, se siente bruscamente abandonado en el momento del cambio de estado de conciencia. Este sentimiento de alejamiento se refuerza al nacer y en algunas ocasiones se multiplica por la culpabilidad de haberla matado. La impotencia frente a una fuerza superior que vive el bebé en ese momento, perdurará en el futuro y se ampliará la impresión de estar bajo control. En las pruebas de la vida futura, tal y como ocurrió en la primera, se da una tendencia a evadirse y desconectarse cortando con las emociones y los sufrimientos, bien espontáneamente o bien por medio de la toxicomanía, que parece favorecida en estos casos.
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Como en los nacimientos por cesárea, la persona no consigue arreglar los problemas por ella misma, los ignora y cuando vuelve a prestarles atención, otra persona ha resuelto la cuestión en su lugar. Raros son los casos de muertes maternas acaecidas en las décadas pasadas o en los que el padre debe elegir entre su mujer y su hijo. Pero cuando así ocurre y el progenitor se decanta por mantener en vida al pequeño, éste extraerá de esta situación extrema una culpabilidad que le acompañará durante toda la infancia y la edad adulta y le confinará a una existencia en la que toda felicidad le está prohibida por haber matado a su madre. Christiane, cincuenta años, cargaba desde su nacimiento con este autocastigo que liberó de su conciencia de recién nacida al comprender que su madre había llegado al final de una vida que ella misma había limitado para que se acabara en su primer alumbramiento. En realidad había asumido, sin saberlo, uno de los papeles dramáticos de la novela familiar que ya se había interpretado anteriormente. La muerte durante el parto de su abuela materna, con quien compartía nombre, también había inscrito en su bebé interior, a través de su madre, la creencia de ser culpable. Desde que revivió en numerosas ocasiones este período y se deshizo de las inscripciones corporales que le limitaban, se autoriza por fin a sí misma a ser libre y feliz. Los nacimientos con la inyección epidural, si bien todavía no se han podido analizar sus consecuencias por ser un método bastante reciente, plantean la hipótesis de una percepción menor de las sensaciones maternas y por lo tanto también del bebé, que se encuentra probablemente “desconectado” de ella.
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El nacimiento prematuro Tanto si la decisión de nacer antes de término viene determinada por el inconsciente del bebé como si está causada por el de la madre, es decir, por razones que se deducen de las “percepciones” y de las “creencias” prenatales del bebé o bien de las huellas psicogenealógicas maternas, este nacimiento prematuro está asociado a un contexto emocional que será analizado y distanciado al revivir la vida intrauterina en terapia. Se tratará, si citamos algunos ejemplos extremos, de poner su vida en peligro para seguir el modelo de otros niños muertos, para responder al no-deseo parental que generó ideas o tentativas de aborto o tras la pérdida del vínculo afectivo con la madre por el fallecimiento de un prójimo durante el embarazo. En otros casos, es la madre la que repite el guión de su nacimiento o quien inconscientemente teme que se presenten problemas en el parto y provoca el nacimiento antes de tiempo para que el bebé, que es más pequeño, “pase” con más facilidad... Tras haber analizado y transformado las situaciones in utero, queda levantar los anclajes limitadores de la llegada al mundo. A veces el adelanto del parto es mínimo y no necesita estancia en incubadora. Sin embargo, la impresión de fragilidad, de debilidad y de vulnerabilidad puede persistir por lo que será necesario que sea distanciada. En otros casos, además de los temores precedentes, una temporada más o menos larga en la incubadora puede sumar al temor de abandono y la creencia de necesitar ayuda para vivir, el miedo al tacto y a la mirada del otro, sinónimo de dolor y de peligro. Se asocian a la “mano” médica que puso inyecciones o sondas y al “ojo” médico que observó, juzgó y realizó pronósticos.
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Numerosas personas nacidas prematuramente se inquietan con exceso por su puntualidad, por miedo a llegar tarde o a hacer esperar a los demás. Luc, treinta y cuatro años, vive con miedo a los demás y sufre una intensa claustrofobia y agorafobia. Desde hace tiempo padece un esquema de paranoia que le hace pensar que el mundo es peligroso y que necesita protegerse de él. Sus experiencias de vida no han hecho otra cosa que confirmárselo a través de las relaciones nefastas presentes en su entorno personal y profesional. En su vida afectiva tampoco descansa. “Mi novia y yo nos peleamos... nos “picamos” todo el tiempo”. La terapia le ayudará a identificar una concepción fuera del matrimonio y el rechazo social y familiar de su madre. En cuanto a su nacimiento, Luc revive el corte brutal del vínculo materno y su llegada al mundo en un “ataúd de cristal”. Numerosas inyecciones agredieron su cuerpo tanto como las miradas inquietantes que le escrutaban día y noche. Varias semanas en la incubadora y una intervención neonatal fueron las causas de sus síntomas, ahora erradicados. Fabienne, enfermera de treinta y cinco años, se dirige a mi consulta por sus frecuentes crisis de angustia que se presentan sin razón aparente, en cualquier circunstancia. Tristeza, sentimiento de aislamiento, imposibilidad de establecerse objetivos futuros y dificultad de comunicación son los síntomas que predominan en el cuadro. Al abordar su vida intrauterina y su nacimiento siente la misma angustia que aquella que le invade diariamente. Se ve a sí misma en una “caja” que le ahoga y revive el sentimiento de aflicción encerrada en una incubadora de la que no sabe si saldrá. La calma vuelve cuando hace llamar al adulto
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que ella es actualmente para explicarle lo que va a pasar, para tranquilizarla, ponerla en seguridad y tomarla en sus brazos. El nacimiento de término sobrepasado Aquí también, las razones de una estancia in utero más larga de lo previsto pueden depender del niño o de la madre. Las causas profundas de no querer venir a un mundo que parece poco acogedor o de un deseo de retener al bebé en el vientre, para tenerlo durante más tiempo consigo, serán descifradas y analizadas. La vida se ve perturbada por la dificultad de iniciar acciones y por los problemas para gestionar el tiempo, que suele tener como consecuencia ciertos retrasos. Es importante renacer para colocarse en la posición adecuada frente a la vida y las acciones propias. Mientras Mylène era un embrión en el vientre de su madre, ésta esperaba tener un niño. Cuando se cumplieron los nueve meses de gestación, decidió no salir por el miedo que tenía de no gustar o de no ser querida. Hasta tal punto, que puso su vida en peligro. En el parto, provocado, revive la aguja utilizada para romper aguas como si intentara darle muerte. Mylène descubre que esta interpretación estaba relacionada con la culpabilidad de su sexo y se liberará de ella en las sesiones de terapia posteriores. Al comprender que las razones de la preferencia materna se debían a la dolorosa vivencia de su condición femenina, descubre que su madre escondía una intención de amor por el bebé. Tras devolver a su progenitora sus creencias limitadoras, decide renacer e instalar en su mente y en su cuerpo la decisión y el impulso de venir al mundo que habrían estado presentes si hubiera sabido que...
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El nacimiento con fórceps Las huellas mecánicas de los fórceps sobre el cráneo y las sienes están asociadas directamente a las emociones de miedo del bebé, que ve cómo llegan hacia él estos instrumentos cuya intención desconoce y que, en casos extremos, pueden evocarle un peligro vital. Más tarde se sentirá manipulado por los demás y forzado, obligado a actuar, a llevar a cabo... Como en los nacimientos por cesárea, el bebé no puede llegar por su cuenta y necesita una ayuda que en general le hace daño. Entre las secuelas, destacan las cefaleas, las migrañas, las neuralgias faciales o los dolores cráneo-cervicales, que se resuelven gracias a los revividos terapéuticos. El nacimiento con una circular del cordón umbilical El cordón puede dar una o varias vueltas alrededor del cuello, lo que pone en peligro la vida del bebé. ¿Acaso el feto, antes de salir, había tomado la decisión de morir como última acción? En cualquier caso, la muerte le parece inminente y se confunde con la vida. Posteriormente la persona seguirá rozando el peligro y a menudo se sentirá “estrangulado” en sus relaciones. Le resultará difícil soportar ropas ceñidas alrededor del cuello y rechazará la comunicación y la expresión. Los revividos terapéuticos liberarán su existencia diaria, tal y como lo demuestra la historia de Bernadette. De profesión maestra, viene a mi consulta por una dificultad de comunicación con los demás.
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Adopta constantemente una actitud de retirada motivada por el sentimiento de culpabilidad. Fue la cuarta hija de una familia de granjeros y su concepción no era deseada. Desde el vientre materno Bernadette capta la vida dura y llena de obligaciones de su madre, quien carga con pesados fardos... Desesperada, se siente culpable de ser un peso suplementario y decide hacerse “olvidar”. Nacida con una circular del cordón muy ceñida, le cuesta mucho deshacerse de las tres vueltas. Serán necesarios numerosos mensajes de aprobación y de autorización para que al fin acepte liberarse. Es un grito de gran potencia el que le permite “renacer” y por primera vez tomar la palabra que ya no abandonará nunca. Jacqueline es madre de dos niños y educadora especializada. Viene a la consulta por impulsos mórbidos y cíclicos que son responsables de las tendencias suicidas de su adolescencia. Ignorada, desvalorizada e indecisa, vive sumergida en la depresión y el miedo, exacerbado por momentos de terror. En su vida intrauterina, descubre el no-deseo de sus padres y una tentativa de aborto. Su abuela materna le aconsejó a su hija que tomara una infusión abortiva y Jacqueline revive este rechazo en lo más profundo de su cuerpo. Viene al mundo con una circular para responder a los deseos de muerte que ha captado. Este revivido se verá acompañado durante unos minutos de la huella cutánea del cordón alrededor del cuello, roja y de unos dos dedos de anchura. La sensación concomitante de ahogo, de náuseas y de miedo desaparece en pocas sesiones de terapia. Paralelamente, la confianza y la expresión van ocupando su lugar y su vida se integra en una nueva dinámica.
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El nacimiento con presentación podálica Esta posición, normalmente causada por huellas anteriores de la vida prenatal, se opone a la salida del bebé, quien toma la decisión de quedarse por diferentes razones. En algún momento pasado se dijo que no quería estar allí, que no quería nacer, que debía luchar y ponerse en peligro. Eso es lo que hará al desplegar esfuerzos extremos en la fase de avance y de expulsión. Además, también asume la culpabilidad de los sufrimientos y de las “heridas” provocadas en la madre. Esta será la primera acción de una existencia en la que se confirmará rápidamente, tal y como creía, que “la vida es una lucha” y que no es capaz de hacer bien las cosas. Este sentimiento ya había empezado a darse in utero, cuando creyó que había cometido un error por llegar en un momento inoportuno, por no ser del sexo deseado o bien por estar convencido de que debía morir como los niños anteriores que, además, él no podrá reemplazar... Este es el caso de Gisèle, cuya historia está relatada anteriormente. Cuando percibe la preferencia masculina de su padre, los dramas genealógicos de la muerte de bebés en el nacimiento y cuando revive el parto de su abuela suicida rechazada socialmente, así como las huellas de su madre, que como feto se sintió culpable de estar ahí, Gisèle decide no darse la vuelta para no salir del vientre. El reencuadre y la comprensión diferente de su pasado prenatal así como el revivido bioenergético de este nacimiento, en el que rozó la muerte tal y como lo había programado, le liberarán de la opresión respiratoria permanente y del miedo crónico que le acompaña a diario.
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El nacimiento de gemelos En general el primero que decide nacer será el primero en salir y el líder, pero también asumirá la culpabilidad de ser más fuerte que el segundo. Sin embargo, puesto que las imágenes de sus cuerpos no están diferenciadas, se perciben mutuamente como parte de uno mismo. Según la reacción que capten los bebés de sus padres en el anuncio del doble embarazo, esta situación de nacimiento se verá o no reforzada. Si la gestación era deseada para un bebé pero la idea de dos genera angustia o rechazo, uno de ellos se sentirá en su sitio y el otro podría considerarse “de más”. ¿Hubo preferencia de sexo? Uno puede sentirse esperado y el otro excluido o incluso los dos. Aunque adopte diferentes apariencias, el miedo será su denominador común, a veces bajo la forma de culpabilidad para el primero. Además de otras problemáticas posteriores específicas de los gemelos, la terapia de la vida intrauterina y del nacimiento les ayudará a tomar conciencia del ser único y completo que compone cada uno de ellos. En todos los casos en los que aparecen problemas de conducta o síntomas en el recién nacido, en el lactante o en el niño, es importante evaluar junto con la madre los acontecimientos a los que este pequeño ser se enfrentó en su vida intrauterina y en su nacimiento. Las consecuencias para el adulto, a las que ya os habéis familiarizado a lo largo de este libro, también están presentes en abundancia anteriormente. La neonatología y la pediatría no pueden sino enriquecer su eficiencia terapéutica por medio de un estudio psico-emocional de este período de la vida. Después se establecerá un diálogo en-
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tre la madre y el niño, facilitado por el terapeuta que aportará las palabras que, al dar un sentido a aquello que el bebé está viviendo, tendrán la capacidad de curar. A veces será necesario abordar en varias sesiones de terapia los revividos y la transformación de las huellas bloqueadoras que permita disolver rápidamente un guión que, si hubiera seguido adelante, se habría convertido en limitador por medio de las reconfirmaciones inconscientes y repetitivas que habría generado.
Para vosotros que vais a ser padres Un nuevo alumbramiento... para un “nuevo nacimiento” Las diferentes fases de la preparación parental durante el embarazo incluyen desde el principio la anticipación positiva del parto en las diversas etapas así como el entrenamiento de las respiraciones que secundarán a las contracciones de dilatación del cuello y del avance fetal. Os sentiréis más tranquilos al saber que también disponéis de medios eficaces para luchar contra el dolor por medio de vuestro pensamiento, que posee incluso los instrumentos mentales necesarios para realizar una hipoestesia del cuello uterino. Como ya conoces de manera sencilla la intimidad de tu anatomía, sabrás lo que ocurre dentro de tu cuerpo, en tus tejidos y en tu bebé. Este control por medio de tus conocimientos y de la agudeza de tus percepciones garantiza un parto y un nacimiento en armonía. Madres y padres, conscientes de la importancia del vínculo permanente de comunicación con vuestro hijo e iniciados desde el anuncio del embarazo, le explicaréis con antelación como se
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desarrollará la película de su llegada al mundo y estaréis listos para informarle de lo que vaya ocurriendo en cada etapa. En el momento en el que tome la decisión de nacer, necesitará la confirmación de vuestro amor y de una acogida calurosa, que se convertirá en el reflejo de su visión del mundo. Durante el alumbramiento, se sentirá mejor acompañado si le ayudas aprovechando el sentido de su movimiento gracias a contracciones eficaces y sincronizadas. Cada vez más, las comadronas y los médicos de obstetricia utilizan de nuevo una posición de empuje materno más fisiológico con un punto de apoyo eficaz de los pies sobre un taburete o bien en cuclillas sobre el suelo, y no haciendo fuerza sobre los estribos. De esta forma, le resulta más fácil al bebé bajar en vertical que tener que luchar para salir en posición horizontal. Al venir al mundo, encontrará inmediatamente tu mirada y la de su padre, así como tus brazos, tu tacto ahora exterior, tu olor y tu calor mientras descansa sobre tu vientre. Tras ayudarle a establecer una relación positiva con los demás, que mantendrá en el futuro, y una vez superada en armonía la transición del medio acuático al medio aéreo, le explicaréis que la sección del cordón umbilical tendrá lugar unos diez minutos más tarde, que recibirá los primeros cuidados y que después dormirá tranquilamente cerca de ti. La lactancia le aportará la continuidad del vínculo esencial materno, que garantizará su bienestar posterior. En el caso de un alumbramiento particular, intenta ponerte en su lugar y recuerda que el bebé espera que le expliques todo lo que va a pasar para poder sentirse en seguridad, protegido y querido a través del vínculo afectivo.
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Explícale con sencillez, con tus palabras, las diferentes etapas a las que se va a enfrentar. Recuerda el origen de las perturbaciones emocionales de los bebés del pasado frente a una cesárea, a los fórceps, a una circular del cordón, a una temporada en la incubadora... háblale, tranquilízale y refuerza tus mensajes de amor. Según las circunstancias del nacimiento, pregúntate posteriormente a ti misma y al terapeuta cuáles han podido ser las causas. Entonces podrás hablar de las experiencias de la vida intrauterina que hayan pasado desapercibidas durante la gestación y se hayan revelado en el contexto específico del nacimiento. Tus palabras podrán evitar o disolver rápidamente los anclajes negativos del bebé. En los párrafos siguientes, os propongo algunas sugerencias para hablar con vuestro bebé e informarle antes y durante el parto sobre las circunstancias particulares que vais a atravesar juntos. La comadrona sofróloga y terapeuta o el tocólogo que estará con vosotros podrá ayudaros en esta tarea, pero debido a que todavía deben evolucionar las mentalidades y las costumbres, quizá debáis hacerlo por vuestra cuenta. Tomad estos ejemplos como propuestas manteniendo siempre la libertad de utilizar vuestras propias palabras. Recordad que lo esencial se dice con el corazón. Algunas palabras para prevenir o curar las huellas de los nacimientos ... por cesárea “... Ahora es el momento de tu llegada al mundo... va a ser diferente a los demás (o a lo que estaba previsto)... tienes dere-
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cho... puedes hacerlo... ya verás cómo todo va de maravilla... Para que te sientas en seguridad, el médico va a abrirme la tripa desde el exterior con un bisturí, después cortará la pared del útero... la casa en la que has crecido y que ahora vas a dejar... Puedes estar tranquilo... es un amigo tuyo... y mío... no me va a doler... toda esta parte de mi cuerpo estará dormida... Después de tomarte en sus brazos para sacarte al exterior... me coserán la tripa y pronto no quedará ninguna marca... puede que la luz que veas te deslumbre... si quieres, puedes mantener los ojos cerrados durante un rato... tranquilo... no es la luz del mundo, sino la de la sala de parto... es importante que esté bien iluminada... el sol ya lo viste a través de mis ojos cuando paseábamos juntos por la naturaleza... pronto podrás disfrutar de él... Una vez fuera enseguida estarás conmigo y con tu padre... en nuestros brazos... y un poco más tarde cortarán el cordón umbilical que nos unía cuando estabas en la tripa... Te queremos y estaremos aquí para protegerte, para abrazarte y darte calor... Esta ayuda exterior sólo la necesitarás en esta situación única de tu nacimiento... Después... cuando crezcas... tendrás todos los recursos para llevar a cabo y terminar por ti mismo todo aquello que te propongas... En algunos casos si lo deseas, podrás pedir ayuda voluntariamente a los demás.” ... con anestesia “... Estaré dormida cuando vengas al mundo... pero recuerda que será corto y que durante cada instante de mi sueño estaré en relación contigo... Tú estarás consciente... totalmente libre... te quiero... tu papá estará aquí para acogerte... Vas a nacer en seguridad y en tranquilidad... te esperamos.”
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... prematuros con estancia en incubadora “... Vas a venir al mundo antes de lo previsto... sean cuales sean las razones... puedes cambiar de opinión y esperar hasta más tarde para seguir desarrollándote en mi tripa... te quiero... te queremos y te esperamos... Si decides salir ahora... puedes hacerlo... tienes derecho a seguir tu ritmo... tienes toda la fuerza necesaria... Estaremos aquí para acogerte en seguridad... Como necesitarás crecer todavía un poco... te van a colocar en un lugar agradable y calentito donde te cuidarán... En todo momento estaré cerca de ti a través del pensamiento y del amor... En la incubadora te daré alguna cosa mía para que tengas mi olor, el que te ha acompañado durante todos estos meses... Estarás bien cuidado por todos los que se van a ocupar de ti... Todo lo que hagan será por tu bien... sus manos... sus miradas estarán ahí por tu salud y por tu seguridad... muy pronto estaremos juntos y conocerás el mundo verdadero y sus colores... la vida... todo lo que tiene de precioso y que ya hemos visto juntos... Tras este acontecimiento único de tu nacimiento... podrás arreglártelas por ti mismo... tienes toda la fuerza que necesitas para actuar y cuidar de ti mismo.” ... de término sobrepasado “... Si inconscientemente todavía no te había dado “luz verde” para nacer... ahora lo hago... Espero con impaciencia tu llegada y el momento en el que nos encontremos por primera vez en el exterior... tu padre y yo te aceptamos y te esperamos sin condiciones... te queremos... Estamos felices de acompañarte en el mundo para que crezcas con libertad... haremos todo lo posi-
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ble para mostrarte la belleza y ayudarte a que desarrolles todos los recursos que llevas dentro... Si quieres nacer ahora... puedes hacerlo por ti mismo... responsable de tu propio ritmo... Si no lo haces... es porque hay algo que no has podido decirnos o que nosotros no hemos comprendido... te ayudaremos para que puedas salir y estar en seguridad... puedes confiar en nosotros... Más tarde encontraremos juntos las razones que te retenían dentro... para que esta dificultad de empezar acciones quede asociada solamente a este momento único... y que tu te sientas libre de comenzar todo lo que te propongas en el futuro... con la seguridad de poder elegir y controlar el momento.” ... con fórceps “... Claro que podrías venir al mundo por ti mismo y conmigo... tienes el valor y todos los recursos necesarios para ello... pero para que puedas salir con más facilidad, vendrá a buscarte una cosa parecida a dos “cucharas”... tranquilo... no hay de qué tener miedo... irá hacia tu cabeza para sacarte al exterior... y después no te quedará ninguna marca... En tu vida futura tendrás los recursos necesarios para emprender todas las acciones que te propongas... y también podrás dejarte ayudar por los demás si así lo deseas... Te ayudarán a salir, pero será solamente por esta vez y para que nazcas con más facilidad.” ... con una circular del cordón umbilical “... A pesar de lo que hayas podido percibir desde tu concepción... tienes que saber que eres un ser único y que puedes
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NACER Y RENACER
estar orgulloso de ti mismo... eres importante para nosotros... para el mundo... y para ti también puedes serlo... tienes algo que aportar... tienes tu lugar en la familia... en el universo... Tienes derecho de estar aquí con tu individualidad... Te queremos... te aceptamos... y te esperamos... puedes nacer en seguridad y sentirte libre de expresar todo lo que llevas dentro... estamos aquí para ayudarte.” ... con presentación podálica “... Sean cuales sean las razones que te han llevado a colocarte así para nacer... no debes de estar totalmente decido a nacer en la armonía y la facilidad... hemos oído tu mensaje y estamos aquí para transmitirte todo nuestro amor... Te esperamos y estamos felices de tu llegada... sabes que puedes estar aquí... tienes derecho y la posibilidad de darte la vuelta para nacer con libertad... con facilidad... y abordar una vida agradable en la que podrás expresarte plenamente.” ... de gemelos “... Los dos tenéis vuestro lugar... cada uno de vosotros es único... está entero... completo... en vuestra individualidad... tenéis derecho... cada uno puede ocupar todo el espacio que necesite... y también compartirlo con libertad... Os queremos y os esperamos tanto a uno como al otro... estamos aquí para ayudaros... para protegeros... para ayudaros a crecer y revelar el ser único que constituye cada uno de vosotros.” Espero que de esta forma los “nuevos nacimientos” vividos tras una vida intrauterina apacible en la unión de amor y de co-
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municación, permita que los bebés conserven el estado de libertad que tanto necesitan para desarrollarse en armonía y que sólo sus padres pueden concederles.
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“El mundo está a punto de adquirir un conocimiento y una técnica en la materia, cualquiera que sea su forma, nunca alcanzados desde hace milenios. La fuente de su investigación, de sus invenciones y de sus descubrimientos reside en la fuerza de la mente humana. Actualmente disponemos de instrumentos extraordinariamente eficientes para vivir mejor día a día, para comunicarnos, para ser tratados y curados... Nos beneficiamos de los métodos que nos permiten concebir a nuestros hijos, solamente si lo deseamos y cuando lo deseamos, dentro del tiempo y la organización de nuestra existencia... Las generaciones de mujeres y hombres anteriores vivieron bajo el temor de las maternidades, de los nacimientos y de los problemas materiales o de salud que se podían generar. Hoy en día la ciencia y la medicina permiten a la mayoría regular la fecundidad y a las parejas vivir su amor y su sexualidad en libertad. No hay tiempo que perder. Debemos ser libres cuanto antes para poder ser los “gigantes” del siglo XXI, eximidos de todas las cargas del pasado.
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Todo lo que decimos está inscrito en todos nosotros, tanto si nos gusta como si no, tanto si somos conscientes de ello como si no. La “causa de los embriones, de los fetos y de los bebés” es una causa que nos incube a todos. Curarnos y hacer evolucionar los conocimientos a través de esta concienciación así como liberar a los que nazcan en el futuro, esto es lo importante actualmente. Deseáis la felicidad para vuestros hijos, ¿no es así? He aquí algunas sugerencias para alcanzarla.”
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La carta de los derechos del bebé... 1) Ser concebidos con la intención y el deseo incondicional de nuestros padres para ser queridos sin condición, sin preferencia de sexo, con nuestros derechos, nuestras capacidades y con el sentimiento de que nuestra vida está protegida. 2) Ser concebidos para acompañarnos en nuestra evolución, ayudarnos a ser nosotros mismos para expresar todas nuestras potencialidades. 3) Estar unidos a nuestro padre y a nuestra madre e informados desde el principio por la comunicación mental y verbal, como si fuéramos personas completamente formadas, a través de palabras sencillas, las del corazón, para que nos tengan al corriente de los acontecimientos a los que se enfrentan y nos confirmen su amor. 4) Ser imaginados, visualizados, oídos y sentidos por nuestra madre y nuestro padre, conscientes de la persona física, psíquica y espiritual en desarrollo que somos. 5) Evolucionar en la presencia inagotable de las energías de deseo y de amor de nuestros padres a lo largo de todo el embarazo así como después. 6) Ser concebidos en el amor recíproco de nuestros padres para poder construir en armonía nuestras dos polaridades Yin y Yang. 7) Ser concebidos por padres libres de las proyecciones de su pasado, que hayan reflexionado sobre ellos mismos en terapias breves, si es posible antes de nuestra fecundación, y que estén informados de manera sencilla sobre la psicología y sobre nuestras necesidades básicas para acompañarnos en un “nuevo nacimiento”. ... por todo esto, gracias.
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Me gustaría que estos mensajes pudieran llegar a todos los padres para que sus hijos comiencen sus vidas en libertad y disfruten de la oportunidad de construir una estructura sólida sobre la que fundarán su personalidad y su futuro... A lo largo de este libro, se han abordado muchos de los apartados principales de esta “carta”, pero sólo profundizaré en aquellos que me parecen importantes para la preparación a la maternidad y la paternidad.
Tomad conciencia de la realidad de vuestro bebé La ecografía La ciencia nos ayuda a elegir el momento para concebir a nuestros hijos con la intención y el deseo mutuo. También propone unos cuidados óptimos tanto para la madre como para el bebé, gracias al progreso de la obstetricia y la contribución de la ecografía. Los padres que tienen dificultades para imaginarse el bebé pueden encontrar una ayuda considerable en la ecografía. Lo que veréis no será todavía su verdadera apariencia, sino formas, claros y sombras. Dispondréis de unas fotografías que son las instantáneas de sus vibraciones. Podréis seguir sus movimientos “en directo” en la pantalla y percibir los latidos del corazón. Gracias a esto, dejarán de ser ideas u “objetos” abstractos, incluso sin realidad hasta el nacimiento, como ocurrió en el pasado en muchos de vuestros casos. Tomarán forma ante vosotros y se convertirán en seres concretos.
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Muy pronto existirán seguramente medios aún más precisos que permitan ver al bebé en su apariencia exacta y en etapas tempranas de la gestación para que los padres puedan conocer con facilidad al embrión. En realidad, son muchos los padres que todavía tienen dificultades para acercarse al bebé e imaginárselo ya que sigue siendo una idea abstracta para ellos. La Sofrología En su versión tradicional, ya ocupaba un lugar importante en la preparación a la maternidad. Pero recientemente ha sido protagonista de una gran evolución con mi versión de la “Nueva Sofrología” y todas las aportaciones en el ámbito psicológico de la información y el acompañamiento de los padres y de los bebés. Será uno de los métodos líder del futuro. Consistirá en visualizar, dar forma, imaginar al bebé, entrar en comunicación con él a través de un método de utilización muy simple, relajarse, permitir al bebé que capte y comparta vuestra alegría, hasta llenarse de un flujo extraordinario, cercano al éxtasis. Esta felicidad constituye para él una fuerza que le permitirá alcanzar todos sus objetivos. Los padres que conocen a título personal estas técnicas antes del embarazo entablan con más facilidad y rapidez la relación con el pequeño ser para crear una comunicación maravillosa, relajándose y ampliando su estado de conciencia. Otros ya lo hacían antes espontánea e intuitivamente sin estos métodos, pero eran sólo unos pocos. Día a día aumenta el número de personas que quieren acceder a este método porque saben que ese vínculo con el bebé es necesario desde el principio de la gestación y que hay que ser
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conscientes de que el bebé constituye una persona en construcción desde su concepción. Medios para cada uno Sin que exista jerarquía, puesto que todos somos únicos, es indiscutible que los seres humanos no tenemos todos el mismo desarrollo perceptivo, intuitivo y creativo. Por esta razón serán necesarios diferentes medios para entrar en contacto con ellos, pues todos los embriones y fetos necesitan sentirse imaginados. Con este objetivo he recopilado al final del libro cierta información simplificada sobre el desarrollo intrauterino para que aquellos que quieran informarse sobre los elementos técnicos tengan una idea más clara de su función. Comunicaos con vuestro bebé Aquí también la Nueva Sofrología juega un papel predominante. Debes compartir con el bebé tus alegrías y tus proyectos. Háblale también de lo que ocurre en el día a día. Un conflicto familiar o de pareja, un problema de trabajo o incluso un despido, un imprevisto, una caída, el cansancio, una enfermedad, una operación, una muerte... Él no comprende exactamente lo que está ocurriendo y eso le inquieta. Si no hay diálogo, recibirá a través del cordón umbilical una especie de descargas eléctricas, de adrenalina, de hormonas, de sustancias diversas... que confirman tu estado emocional, así como parte de los sentimientos que se deducen de su padre. Tenéis que prepararle, informarlo y tranquilizarlo.
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Es importante prever con antelación que durante nueve meses y todavía algunos años existirá la posibilidad de que se produzcan acontecimientos en gran parte imprevisibles. En realidad, si decidieras posponer la concepción, siempre estarías en el mismo caso de que se presenten situaciones difíciles inesperadas. Si te sumerges en la psicología y en los medios que permiten desarrollar los recursos personales, una vez liberada de los bloqueos del pasado, podrás enfrentarte a esta realidad y anteponer a cualquier circunstancia el proyecto de tener un hijo. El bebé todavía no puede contestaros con palabras, pero lo hace a su manera por medio de sensaciones, vibraciones y mensajes que envía a su madre. Funciona como si fuera una antena de energía, un emisor-receptor que no utiliza el mismo código que los padres para comunicarse, sino un medio más sutil. Muchas madres oyen a sus hijos al ponerse a la escucha de sí mismas y perciben, a través de sus propios pensamientos y sensaciones, los del bebé antes de que éste haya alcanzado el grado de desarrollo que le permita servirse de sus movimientos como medio de expresión. Déjate llevar por una agradable relajación y en ese momento os encontraréis el uno junto al otro... muy, muy unidos. En esos momentos no se necesitan palabras. Todo ocurre por encima del lenguaje porque el intercambio, el contacto físico y recíproco que tiene lugar, es indescriptible. Se trata de un momento único para los padres... los embriones y los fetos. Aquellos de vosotros que han vivido estos instantes, si los comparten con su entorno, estarán contribuyendo a que cada vez sean más numerosos los padres que puedan acceder a ellos.
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Algunos necesitarán un poco más de tiempo para deshacerse de sus protecciones, que pueden llegar a ser verdaderas armaduras. Se consideran fuertes al resistirse y, sin embargo, se trata de una gran debilidad, tan alejados, sin saberlo, de sus sensaciones fundamentales. Estas últimas son las que todo el mundo debe reencontrar, ampliar y permitir su expresión porque en ellas se encuentra la fuerza del ser humano. Al contrario de lo que mucha gente piensa todavía, nos encontramos bajo la influencia de la educación y a menudo de los dogmas instituidos por la religión. En cambio, las emociones limitadoras pueden despojar a los bebés in utero de sus recursos ya que éstos no entienden el porqué de las situaciones que las generan. No saben lo que está ocurriendo si no se lo explican... si no se les habla... simplemente para tranquilizarles. Sin vuestra ayuda, los bebés se sienten aislados, “creen” en vuestra indiferencia e incluso pueden sentirse culpables. A veces piensan que es por su culpa, por su presencia, que sus padres dicen, sienten o actúan de una manera determinada. El bebé necesita saber que tus ojos le ven, que tu cuerpo le percibe y que eres consciente de que él te necesita a ti y a tu visión porque la suya todavía no ve. También necesita oír a través de tus oídos mientras los suyos permanecen cerrados y recibir tus pensamientos que analizan los hechos y conocen las razones. Si sabes todo esto, compártelo sin restricción con él ya que siente de una manera muy intensa y primitiva sin saber realmente lo que está ocurriendo. También es capaz de “pensar”, pero sólo en el pequeño universo del útero de su madre por lo que no sabe todo lo que hay
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a su alrededor y que tu sí percibes. Tampoco sabe gran cosa del mundo en el que tú te encuentras, el microcosmos del hogar, de la familia, del trabajo, de los amigos... así como el macrocosmos más alejado de la ciudad, del país, del planeta y de todos los seres que viven en él. No conoce nada de esto. La totalidad de su imaginación abarca apenas unos metros alrededor del vientre materno. Puede captar algunos de los satélites que le rodean, como su padre por supuesto, otros niños si los hay, los abuelos, los tíos y tías, los amigos, las personas que se acercan a la madre allí donde se encuentre y las habitaciones o lugares en los que ésta evoluciona. Sin embargo, él no lo ve todo siempre con claridad. El embrión y el feto van “grabando” imágenes, pero no en sus retinas que funcionarán más adelante, sino en sus células, en sus vibraciones más profundas, desde el primer momento de su existencia como seres unicelulares, hasta que abren los ojos en su nacimiento. Por todas estas razones, el bebé in utero necesita que os comuniquéis con él, que le expliquéis la vida y vuestra vida, el mundo y vuestro mundo. Expresadlo con palabras ya que él percibe las vibraciones desde sus primeros instantes. En ese momento no son sus oídos ni su cerebro los receptores, puesto que todavía no son funcionales, sino quizá la piel, su envoltura, que funciona como una antena sumergida en el líquido amniótico, como una caja de resonancia que le transmite el sonido. Habladle directa y personalmente pues eso es precisamente lo que necesitan a partir del momento en que conocéis su presencia, cuando la menstruación desaparece o cuando se adivina en ocasiones por intuición.
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Si el vínculo no se ha creado, el bebé puede asimilar tus palabras y su significado de manera positiva, pero también negativamente, a pesar de que no sea esa tu intención. Puesto que no puede llegar comprenderlo todo, a veces se generan en él tensiones desagradables. Aquí es cuando empieza a “pensar”, a “extrapolar” y a realizar “interpretaciones” por las que asumirá como reales ideas siempre fragmentarias o falsas. En estos casos en los que no se le explica lo que está pasando, los bebés se arriesgan a “extraer conclusiones” apresuradas y erróneas. En realidad normalmente necesitan determinarse hacia un sentido u otro ya que una posición indefinida resulta difícil de mantener. Las historias de los bebés y de sus sufrimientos emocionales descritos en este libro constituyen pruebas irrefutables. Para que estas situaciones no se reproduzcan, o que al menos disminuyan, debéis aprender a conocerles y comprenderles mejor, a saber cómo funcionan y cuáles son sus necesidades. Es tan simple... y, sin embargo, hasta hace bien poco, nos parecía a muchos de nosotros una tarea tan difícil como la de aprender chino. Dejemos que los bebés que se expresaron a través de los revividos de los adultos sean los precursores y nos ayuden a recordar que todos estuvimos en su lugar... con las mismas necesidades. Amor y sexualidad La relación sexual de la creación El estado mental y emocional en el que se encuentran los padres en ese momento, lo que piensan y sienten en esos instantes, tanto el padre como la madre, es importante para el bebé. En al-
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gunos casos, puede ser uno de los factores determinantes en la sexualidad del futuro adulto. Los revividos terapéuticos simbólicos nos llevan a pensar que las vibraciones instantáneas se imprimen sobre una placa fotográfica, que define un decorado, un “paisaje”, es decir, un clima que podría teñir la personalidad. Estas energías parentales formarán parte de la visión que tendrá este ser en formación sobre el mundo, sobre los demás y sobre sí mismo. Las relaciones sexuales durante el embarazo El bebé completará la percepción de esa experiencia inicial de la sexualidad de sus padres con la que seguirá teniendo lugar durante la gestación, con su frecuencia o su ausencia, con deseo, placer, violencia, miedo, amor... Al informarle de que ese momento de intimidad se va a producir, el feto o el embrión participa en la sexualidad plena de los padres, que garantizará la suya en el futuro. De esta forma el bebé quedará impregnado de una energía poderosa de amor y accederá a una intensidad aún mayor. Lo que el feto necesita sentir en sus padres, unidos en la relación sexual de su concepción así como en las siguientes, es ante todo el deseo, la alegría, el placer en sus corazones y la experiencia de la sexualidad en sus cuerpos. En otros casos, el bebé sentirá la violencia del acto sexual que podría hacerle daño... también a él. Tanto si se trata de una violación como de una relación sexual vivida como una agresión por la madre en una pareja formada, el bebé quedará marcado por esa huella, que generará temores y dificultades sexuales de los que tendrá que liberarse posteriormente en el plano genealógico.
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Los bebés concebidos sin este deseo, sobre todo por parte del progenitor con el que comparte el sexo, podrían carecer en su vida futura de dicho deseo. Por esta razón, es posible que les resulte difícil disfrutar de esos momentos, sea por la creencia de incapacidad o por la de no tener derecho. Esto se manifiesta tanto por una falta de ganas de crear, de realizar, de expresarse y de ocio como por frigidez en las niñas e impotencia en los niños. De esta forma se convierten en personas sin ganas, sin vida, que no tienen deseos o muy pocos. Engendrados sin alegría ¿cómo podrán sentirla? Si estas energías están ausentes en la concepción, también suelen estarlo en el nacimiento. Tantos bebés nacidos sin placer, nacidos sin alegría, tantos adultos limitados en sus vidas y en sus cuerpos. El bebé será fuerte si interpreta la relación de intimidad-sexualidad que engendró su primera célula como una fusión de amor bilateral, intenso y profundo, de la que vosotros esperabais que emanara un ser vivo, como fruto material y espiritual de vuestra unión. El bebé sabe que el poder de fusión de vuestras almas es un escudo para su protección, como un resplandor suplementario para su desarrollo.
La alquimia del Yin y del Yang Lo ideal para el bebé es que estén presentes la intención, el deseo y el amor en ambos padres. A veces, el feto percibe intensamente estos tres factores en uno de sus padres y en el otro, los siente menos acentuados o incluso ausentes inicialmente.
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Este anclaje, si bien incompleto, le proporciona unas bases sólidas a pesar de que necesite ambas polaridades para construir la suya. La niña se identifica con su madre, pareciéndose u oponiéndose a ella, pero también posee vibraciones Yang de las que se impregna por su padre de la misma manera. Las necesita para sus futuras relaciones con los hombres con los que compartirá su intimidad. Lo mismo ocurre con el niño, pero de manera inversa. Los dos padres son esenciales y lo que transmiten a sus hijos es fundamental para el equilibrio presente y futuro de éstos. Por supuesto, ciertos acontecimientos de la vida pueden separar a los seres humanos, como los divorcios o los fallecimientos, y privar al niño en diferentes intensidades de uno de sus modelos. Dadle la oportunidad inicial de evolucionar con su padre y con su madre durante el tiempo que el destino le depare. Las futuras madres que quieran tener un hijo por su cuenta, deben plantearse todas las cuestiones preliminares a esta decisión y no sólo la motivación de su propio deseo. Después de leer este libro, si aceptan adoptar una visión objetiva, ¿qué elegirán? Mantenerse en su deseo es bien comprensible, pero ¿no resulta también unilateral y egocéntrico? ¿O bien evaluarán al mimo tiempo “la causa de los bebés” para darles todas las oportunidades posibles en la vida futura? ¿Decidirán entonces analizar los elementos bloqueadores de sus guiones para liberarse de ellos, en lugar de transmitírselos a su hijo? Se trata de creencias inconscientes, de emociones y de decisiones que se remontan a su propia infancia y les llevan a “arreglárselas” por su cuenta, a rechazar a los hombres y les impiden crear una pareja estable con uno de los millones de seres
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humanos masculinos de este planeta... que será posible después de un análisis adecuado. Participar en la creación de una vida para que ésta se desarrolle en armonía constituye un acto de amor incondicional, altruista y desinteresado sobre el que se debe reflexionar con la ayuda del punto de vista de los demás, para poder ser consciente de cuestiones e ideas nuevas y afrontarlas. De esta forma la decisión se tomará con más libertad.
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EN CONCLUSIÓN...
A lo largo de estas páginas, deseo que el embrión y el feto hayan dejado atrás parte de su misterio y que vosotros hayáis aceptado seguirles hasta el final. Del ser equipado de una percepción rudimentaria, tal y como era descrito hasta hace muy poco tiempo, al “gigante” dotado de una sensibilidad y percepción revelada, no hay más que un paso que hemos dado juntos y espero que muchos sigan. Ya es hora de que la cortina se levante sobre un mundo nuevo... en el que cada uno pueda encontrar la libertad y la igualdad en el interior de sí mismo y en el universo. Sobre el camino poco frecuentado de la verdadera búsqueda de los diferentes horizontes para un futuro mejor, la transformación debe iniciarse en los orígenes del ser humano. Si desde hace diez años la práctica me guía fuera del marco de pensamiento tradicional, es porque allí se encuentra una de las puertas de la evolución para el futuro. Os he transmitido mi pasión y mis certezas con todo mi corazón y en toda simplicidad.
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Espero que los padres que estén listos se beneficien del seguimiento y de la ayuda que necesitan para que los bebés presentes y futuros tengan la oportunidad de cumplir su destino, al que por fin tendrán acceso. Creo que antes de nacer y después, el bebé es un ser supraconsciente cuyo funcionamiento es la base de todo el resto de su vida. Si se siente comprendido en sus necesidades de amor y de unión, permanecerá en este estado de conciencia, a pesar de que después cambie el contexto. Si, por el contrario, se enfrenta a la desconfianza y a la incomprensión, el bebé “sobrevivirá”, pero congelará una gran parte de sus potencialidades. ¿Azar o “decisiones” tomadas por una mano divina? ¿Cerrojos impuestos para que más tarde tengamos que encontrar las llaves? ¿Trampa para “crecer” mejor y avanzar en nuestros conocimientos? ¿Y si la solución al enigma se encontrara en otra dimensión, en la metafísica? Dejo que contestéis vosotros mismos a estas cuestiones para que reflexionéis sobre ello y nosotros nos veremos de nuevo en la próxima ocasión para avanzar en lo desconocido... Hasta entonces, espero que cada vez sean más numerosos los bebés en la tierra que reciban todo el amor que necesitan y al que tienen pleno derecho.
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UNA BREVE GUÍA PARA SABER UN POCO MÁS... SOBRE EL EMBRIÓN Y EL FETO
La vida se caracteriza por una perfección suprema. Para que todos, y en particular para los futuros padres, tengan un conocimiento más amplio de las etapas sucesivas del desarrollo del bebé in utero, os voy a hablar con palabras sencillas sobre este mundo que puede parecer misterioso y que me gustaría que se convirtiera en algo más familiar. Observad, como si estuvierais dentro, lo que ocurre y cómo evoluciona el embrión a lo largo de los nueve meses en los que se desarrolla y crece en su primera morada. ¿Qué es más importante, la exploración de los planetas del sistema solar o poder proporcionarle a la mayoría de las personas ciertas explicaciones sobre este mundo tan extraordinario, este continente embrionario y fetal excepcional, que nos devuelve a cada uno a su propia esencia, a la fuente de nuestra vida y de la vida en general? La creación del embrión humano es el ejemplo más bello de su perfección. Todos hemos sido concebidos de la misma manera... la
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perfección está siempre dentro de nosotros... aunque muchos lo duden. No esperemos más para informar a todo el mundo. ¡Son tantos los que necesitan las pruebas para estar seguros! ¡Pues aquí están! El hecho de que dos células procedentes de los padres puedan unirse y crear un ser tan perfecto que lleva el germen del niño y del futuro adulto, es una realidad de una belleza infinita rodeada todavía de un gran misterio. Tanto el conjunto de la creación como muchos otros reinos obedecen a las mismas leyes. Muchos científicos de diferentes campos de investigación se vuelcan sobre las etapas de la diferenciación de esta única célula inicial, que irá formando los grandes sistemas del cuerpo humano, tan distintos entre sí como son la piel, los músculos, los huesos, los órganos digestivos, el cerebro, el sistema nervioso, los órganos de los sentidos... La ciencia y las percepciones sensoriales del bebé in utero Las investigaciones* describen la cronología de la aparición de los cinco sentidos en el orden siguiente: el tacto, el olor, el gusto, el oído y la vista. Están de acuerdo en decir que los sentidos son funcionales antes del nacimiento, a pesar de que su maduración no se haya completado. – A las tres semanas de la concepción se establecen las bases del sistema nervioso central y se desarrollan el cerebro y la médula espinal. * L’aube des sens, E. Herbinet y M. C. Busnel, Éditions Stock, 1995, París, 9ª edición.
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UNA BREVE GUÍA PARA SABER UN POCO MÁS...
– La placoda, primera estructura del olor, se constituye en la cuarta semana. Los neurorreceptores de la mucosa olfativa se forman a las seis semanas. El desarrollo completo del bulbo olfativo, que alcanza los 300 gramos, tiene lugar a los cuatro meses y medio. – Las vesículas ópticas, precursoras de las retinas, aparecen a las cuatro semanas y los nervios ópticos, tres semanas más tarde. – Los receptores nerviosos del tacto se desarrollan alrededor de la boca a las ocho semanas. Se producen reacciones al tacto en la cara, después, en las palmas de las manos y en todo el cuerpo a los seis meses. – La región del tímpano aparece a las ocho semanas, el oído interno se forma quince días más tarde. Alcanzará su talla definitiva en el quinto mes y el oído medio se establecerá a los ocho meses. – El desarrollo de las papilas gustativas de la lengua y los primeros movimientos respiratorios aparecen hacia las doce semanas. En el sexto mes de gestación el feto prueba el líquido amniótico y reconoce los olores. La retina está diferenciada y los párpados se abren. Los investigadores también reconocen “oficialmente” que, llegado a este estado, el feto es capaz de ver puesto que las estimulaciones luminosas endouterinas generan aceleraciones en su ritmo cardíaco. A la misma edad, el feto también oye sonidos pues los latidos de su corazón se relajan al oír la voz materna que le habla a él, mientras que permanece constante cuando se dirige a un interlocutor neutro que está en la misma habitación. Este
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experimento también demuestra la existencia de una memorización ya que se produce la misma reacción en los mismos bebés tras el nacimiento. Asimismo, se ha demostrado que el olfato es funcional en el entorno acuático. El feto memoriza la información y la reutiliza tras el nacimiento, y es capaz de reconocer el olor del líquido amniótico materno entre otros. Varias décadas han sido necesarias para obtener la confirmación científica de la demostración clínica magistral realizada por Françoise Dolto en prematuros, que observó que los bebés se relajaban gracias al olor de una prenda utilizada por su madre, de la que se habían visto alejados por la incubadora. Este experimento es una prueba de que la intuición y la observación pueden adelantarse a la ciencia y que es necesario salir del marco de los postulados para poder progresar. Puesto que los revividos proporcionan las pruebas clínicas, podemos imaginar lo que nos dirá la investigación científica dentro una décadas... Teniendo en cuenta, además, que algunos ya hablan de los rasgos comunes con los animales, en los que se plantea un posible aprendizaje prenatal por el que adquieren ciertas competencias sensoriales que podrían favorecer la maduración, el desarrollo y el funcionamiento posterior de los sistemas. Todo esto entra dentro de las bases de la preparación a la maternidad y a la paternidad, cuya ética debe ser armónica y libre, al tiempo que respete las necesidades reales de los bebés in utero para que se desarrollen y tengan derecho a mejores oportunidades en el futuro.
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UNA BREVE GUÍA PARA SABER UN POCO MÁS...
Del embrión al feto: nueve meses para preparar toda una vida Durante las primeras semanas posteriores a la fecundación se suceden una serie de etapas de cambios morfológicos, dirigidos por la información genética contenida en los cromosomas de la primera célula. Su perfecta programación forma, ya a finales del segundo mes, los esbozos esenciales de los principales órganos o aparatos prácticamente concluidos y que se completarán en las semanas siguientes. En las primeras etapas de la diferenciación embrionaria tiene lugar una evolución intensa y rápida de los órganos internos y sobre todo del aspecto externo. En la cuarta semana el cuerpo mide apenas cuatro milímetros y se asemeja a las especies filogenéticas anteriores. En el extremo caudal la “cola” transitoria que se había formado experimenta una regresión y desaparece en la sexta semana, cuando el embrión mide prácticamente un centímetro. Al cabo de dos meses de la concepción, mide tres centímetros y su aspecto humano, si bien rudimentario, ya está bastante definido. En esta fase, la extremidad correspondiente a la cabeza es voluminosa y muestra los bosquejos de los ojos, de las orejas y de la región facial. El cerebro adopta su forma definitiva gracias a una multiplicación intensa de las neuronas. Los miembros se han formado a partir de unos salientes y la rotación se efectúa para permitir el desarrollo de su morfología y la orientación definitiva. Los dedos están separados por surcos. A lo largo del segundo mes, una de las particularidades más notables es la flexión de la cabeza con respecto al eje del cuerpo, cuyo grado varía entre un embrión y otro. En la región del tórax
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abdominal se eleva un bulto voluminoso debido al desarrollo del corazón protegido por el pericardio. A partir de la quinta semana, el futuro hígado también sobresale en esta región y forma una gran protuberancia sobre la que el embrión apoya la cabeza. Abajo se encuentra el cordón umbilical que une el bebé con la placenta, órgano vital para su desarrollo... El final de la octava semana, o incluso de la décima, marca la terminación del período embrionario y la transformación de un ser que hasta ahora tenía unas formas relativamente indefinidas a un feto reconocible cuyo aspecto humano es muy evidente, a pesar de su precariedad, y que pronto podrá adquirir rasgos personales. Los otros siete meses de gestación están reservados al perfeccionamiento de las grandes funciones vitales, a la organización del conjunto del cuerpo y a que cada órgano adquiera la masa de tejido que condicionará su eficacia. Por lo tanto, al término de su período de elaboración, el embrión constituye un ser completo en miniatura y posee el conjunto de las bases de los diferentes órganos. El feto concluye esta evolución y adquiere sus caracteres distintivos. – A los tres meses, mide siete centímetros y pesa alrededor de veinte gramos. – A los seis meses, alcanza los treinta centímetros. – A los ocho meses, supera los cuarenta centímetros y pesa dos kilos. – En el nacimiento, llega a los cincuenta centímetros y pesa algo más de tres kilos.
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UNA BREVE GUÍA PARA SABER UN POCO MÁS...
Algunas cifras A lo largo de la gestación, el ritmo de crecimiento no es constante. Durante el primer mes el peso del embrión se multiplica por 8000, lo que representa una progresión intensa. En realidad, si la evolución persistiera al mismo ritmo hasta la edad adulta alcanzaría una masa superior a todo el sistema solar. Por lo tanto se establece un freno de manera natural hasta el noveno mes. El crecimiento de peso no es más que de un 33%, lo que no es nada despreciable. La talla, más fácil de medir con precisión, sigue más o menos el mismo aumento. La talla se mide entre el cráneo y el cóccix en los embriones y hasta la planta de los pies en los fetos cuando están en posición estirada. Todas las partes del cuerpo no están sometidas al mismo ritmo de crecimiento. Al comienzo del tercer mes la cabeza representa alrededor de la mitad del cuerpo, en el quinto mes un tercio de la largura total y un cuarto en el nacimiento. La extraordinaria perfección de este desarrollo programa específicamente las diferentes velocidades de crecimiento de la placa embrionaria inicial, que explica la mayor parte de los cambios de posición relativa de los órganos a lo largo del desarrollo. Esta evolución global está asociada a tres factores: la multiplicación del número de células, controlado por los genes, el crecimiento de cada célula (elemento menos importante excepto para los músculos) y el aumento del sedimento de material intracelular. Todo esto está en función de la cantidad de sustancias nutritivas disponibles en la alimentación de la madre y que son transferidas al bebé por al cordón umbilical y la placenta.
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La placenta La placenta es un órgano elaborado transitoriamente durante la gestación por la madre y por el bebé, de manera bilateral, y tanto su organización como sus funciones son fascinantes. A lo largo de su implantación, el huevo caracterizado por una proliferación intensa se introduce en la mucosa uterina y se establece allí para efectuar la nidación. Ésta forma diferentes capas que envuelven al embrión en desarrollo. El músculo uterino y el embrión participan juntos en la constitución de este órgano gracias a unos intercambios esenciales. Asimismo, la placenta deja pasar proteínas hacia el bebé únicamente bajo la forma de pequeñas moléculas, bien los aminoácidos directamente de la madre, o bien los que él mismo transforma gracias a su “fábrica” celular y enzimática a partir de las proteínas maternas. Detiene todas las moléculas “gordas” que sobrepasan los siete milimicrones. La placenta también suministra vitaminas, hormonas, como los estrógenos o los andrógenos, y, dentro del campo del estrés que nos interesa, adrenalina, vasopresina y corticoides maternos. Él mismo también los elabora. Sin embargo, no se trata de una barrera impermeable a los gérmenes. Se ha demostrado que microbios y virus pasan con facilidad de la madre al niño y algunos de ellos pueden generar malformaciones graves en el embrión o el feto. Un ejemplo conocido es el de la rubéola que justifica la prevención en las niñas a partir de la pubertad si no han contraído directamente la enfermedad para evitar que la padezcan durante el embarazo.
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UNA BREVE GUÍA PARA SABER UN POCO MÁS...
El feto produce anticuerpos antiinfecciosos, lo que explica la inmunidad in utero y en el recién nacido durante una período variable según el germen y la protección de la madre. Los medicamentos pasan con comodidad por lo que algunos están contraindicados o administrados con prudencia durante la gestación debido a las consecuencias peligrosas para el feto. También atraviesan la placenta ciertos anticuerpos anti-Rh responsables de determinados problemas neonatales. Al cabo de unas pocas semanas, este órgano toma el relevo de la hipófisis y empieza a segregar la hormona gonadotrofina coriónica (HCG) que estimula en el ovario la producción de progesterona y cuya detección es uno de los factores principales en el diagnóstico precoz del embarazo. La placenta sintetiza asimismo estrógenos que estimulan la multiplicación y el crecimiento de las fibras musculares lisas del útero. Quedan sensibles a la acción del ocitocina liberada por la hipófisis que provocará a término las contracciones del parto. Durante el cuarto mes, la placenta también toma el relevo de los ovarios para segregar progesterona que inhibe las funciones uterinas, lo que impide las contracciones. Los estrógenos y la progesterona preparan la glándula mamaria para la lactancia.
El desencadenamiento del parto El feto es el que tiene el control. Cuando el trofoblasto lanza el mensaje, activa también el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal fetal a través de una disminución del cortisol placentario. Entonces tiene lugar una aceleración de la maduración pulmo-
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nar y la placenta sintetiza una hormona, la CRH o la Hormona Liberadora de Corticotrofina, que provoca las primeras contracciones. El crecimiento del bebé y la maduración completa que hacen que el feto esté listo para nacer surgen de la perfección pura como el símbolo del número de meses de su gestación. El bebé mide una fracción de milímetro y tiene un peso despreciable en su fecundación y nueve meses más tarde pasa a contar con unos cincuenta centímetros y entre tres y cuatro kilos. El proceso por el que una célula se convierte en un ser completo compuesto por millones de células altamente especializadas, esa es la magnífica evolución del ser humano.
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50. Cómo no hacer el tonto por la vida. Puesta a punto práctica del altruismo. LUIS CENCILLO. (2ª ed.) 51. Emociones: Una guía interna. Cuáles sigo y cuáles no. LESLIE S. GREENBERG. (3ª ed.) 52. Éxito y fracaso. Cómo vivirlos con acierto. AMADO RAMÍREZ VILLAFÁÑEZ. 53. Desarrollo de la armonía interior. La construcción de una personalidad positiva. JUAN ANTONIO BERNAD. 54. Introducción al Role-Playing pedagógico. PABLO POBLACIÓN KNAPPE y ELISA LÓPEZ BARBERÁ Y COLS. 55. Cartas a Pedro. Guía para un psicoterapeuta que empieza. LORETTA CORNEJO. 56. El guión de vida. JOSÉ LUIS MARTORELL. 57. Somos lo mejor que tenemos. ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA. 58. El niño que seguía la barca. Intervenciones sistémicas sobre los juegos familiares. GIULIANA PRATA; MARIA VIGNATO y SUSANA BULLRICH. 59. Amor y traición. JOHN AMODEO. 60. El amor. Una visión somática. STANLEY KELEMAN. 61. A la búsqueda de nuestro genio interior: Cómo cultivarlo y a dónde nos guía. KEVIN FLANAGAN. 62. A corazón abierto.Confesiones de un psicoterapeuta. F. JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN. 63. En vísperas de morir. Psicología, espiritualidad y crecimiento personal. IOSU CABODEVILLA ERASO. 64. ¿Por qué no logro ser asertivo? OLGA CASTANYER Y ESTELA ORTEGA. (5ª ed.) 65. El diario íntimo: buceando hacia el yo profundo. JOSÉ-VICENTE BONET, S.J. (2ª ed.) 66. Caminos sapienciales de Oriente. JUAN MASIÁ. 67. Superar la ansiedad y el miedo. Un programa paso a paso. PEDRO MORENO. (7ª ed.) 68. El matrimonio como desafío. Destrezas para vivirlo en plenitud. KATHLEEN R. FISCHER y THOMAS N. HART. 69. La posada de los peregrinos. Una aproximación al Arte de Vivir. ESPERANZA BORÚS. 70. Realizarse mediante la magia de las coincidencias. Práctica de la sincronicidad mediante los cuentos. JEAN-PASCAL DEBAILLEUL y CATHERINE FOURGEAU. 71. Psicoanálisis para educar mejor. FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN. 72. Desde mi ventana. Pensamientos de autoliberación. PEDRO MIGUEL LAMET. 73. En busca de la sonrisa perdida. La psicoterapia y la revelación del ser. JEAN SARKISSOFF. 74. La pareja y la comunicación. La importancia del diálogo para la plenitud y la longevidad de la pareja. Casos y reflexiones. PATRICE CUDICIO y CATHERINE CUDICIO. 75. Ante la enfermedad de Alzheimer. Pistas para cuidadores y familiares. MARGA NIETO CARRERO. (2ª ed.) 76. Me comunico... Luego existo. Una historia de encuentros y desencuentros. JESÚS DE LA GÁNDARA MARTÍN. 77. La nueva sofrología. Guía práctica para todos. CLAUDE IMBERT. 78. Cuando el silencio habla. MATILDE DE TORRES VILLAGRÁ. (2ª ed.) 79. Atajos de sabiduría. CARLOS DÍAZ. 80. ¿Qué nos humaniza? ¿Qué nos deshumaniza? Ensayo de una ética desde la psicología. RAMÓN ROSAL CORTÉS. 81. Más allá del individualismo. RAFAEL REDONDO. 82. La terapia centrada en la persona hoy. Nuevos avances en la teoría y en la práctica. DAVE MEARNS y BRIAN THORNE. 83. La técnica de los movimientos oculares. La promesa potencial de un nuevo avance psicoterapéutico. FRED FRIEDBERG. INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN ESPAÑOLA POR RAMIRO J. ÁLVAREZ 84. No seas tu peor enemigo... ¡...Cuando puedes ser tu mejor amigo! ANN-M. MCMAHON. 85. La memoria corporal. Bases teóricas de la diafreoterapia. LUZ CASASNOVAS SUSANNA. 86. Atrapando la felicidad con redes pequeñas. IGNACIO BERCIANO PÉREZ. CON LA COLABORACIÓN DE ITZIAR BARRENENGOA. (2ª ed.) 87. C.G. Jung. Vida, obra y psicoterapia. M. PILAR QUIROGA MÉNDEZ. 88. Crecer en grupo. Una aproximación desde el enfoque centrado en la persona. BARTOMEU BARCELÓ. 89. Automanejo emocional. Pautas para la intervención cognitiva con grupos. ALEJANDRO BELLO GÓMEZ, ANTONIO CREGO DÍAZ. 90. La magia de la metáfora. 77 relatos breves para educadores, formadores y pensadores. NICK OWEN. 91. Cómo volverse enfermo mental. JOSÉ LUÍS PIO ABREU. 92. Psicoterapia y espiritualidad. La integración de la dimensión espiritual en la práctica terapéutica. AGNETA SCHREURS. 93. Fluir en la adversidad. AMADO RAMÍREZ VILLAFÁÑEZ.
94. La psicología del soltero: Entre el mito y la realidad. JUAN ANTONIO BERNAD. 95. Un corazón auténtico. Un camino de ocho tramos hacia un amor en la madurez. JOHN AMODEO. 96. Luz, más luz. Lecciones de filosofía vital de un psiquiatra. BENITO PERAL. 97. Tratado de la insoportabilidad, la envidia y otras “virtudes” humanas. LUIS RAIMUNDO GUERRA. (2ª ed.) 98. Crecimiento personal: Aportaciones de Oriente y Occidente. MÓNICA RODRÍGUEZ-ZAFRA (ED.). 99. El futuro se decide antes de nacer. La terapia de la vida intrauterina. CLAUDE IMBERT. (2ª ed.) 100. Cuando lo perfecto no es suficiente. Estrategias para hacer frente al perfeccionismo. MARTIN M. ANTONY - RICHARD P. SWINSON. (2ª ed.) 101. Los personajes en tu interior. Amigándote con tus emociones más profundas. JOY CLOUG. 102. La conquista del propio respeto. Manual de responsabilidad personal. THOM RUTLEDGE. 103. El pico del Quetzal. Sencillas conversaciones para restablecer la esperazanza en el futuro. MARGARET J. WHEATLEY. 104. Dominar las crisis de ansiedad. Una guía para pacientes. PEDRO MORENO, JULIO C. MARTÍN. (5ª ed.) 105. El tiempo regalado. La madurez como desafío. IRENE ESTRADA ENA. 106. Enseñar a convivir no es tan difícil. Para quienes no saben qué hacer con sus hijos, o con sus alumnos. MANUEL SEGURA MORALES. (9ª ed.) 107. Encrucijada emocional. Miedo (ansiedad), tristeza (depresión), rabia (violencia), alegría (euforia). KARMELO BIZKARRA. (3ª ed.) 108. Vencer la depresión. Técnicas psicológicas que te ayudarán. MARISA BOSQUED. 109. Cuando me encuentro con el capitán Garfio... (no) me engancho. La práctica en psicoterapia gestalt. ÁNGELES MARTÍN Y CARMEN VÁZQUEZ. 110. La mente o la vida. Una aproximación a la Terapia de Aceptación y Compromiso. JORGE BARRACA MAIRAL. (2ª ed.) 111. ¡Deja de controlarme! Qué hacer cuando la persona a la que queremos ejerce un dominio excesivo sobre nosotros. RICHARD J. STENACK. 112. Responde a tu llamada. Una guía para la realización de nuestro objetivo vital más profundo. JOHN P. SCHUSTER. 113. Terapia meditativa. Un proceso de curación desde nuestro interior. MICHAEL L. EMMONS, PH.D. Y JANET EMMONS, M.S. 114. El espíritu de organizarse. Destrezas para encontrar el significado a sus tareas. PAMELA KRISTAN. 115. Adelgazar: el esfuerzo posible. Un sistema gradual para superar la obesidad. AGUSTÍN CÓZAR. 116. Crecer en la crisis. Cómo recuperar el equilibrio perdido. ALEJANDRO ROCAMORA. (2ª ed.) 117. Rabia sana. Cómo ayudar a niños y adolescentes a manejar su rabia. BERNARD GOLDEN, PH. D. 118. Manipuladores cotidianos. Manual de supervivencia. JUAN CARLOS VICENTE CASADO. 119. Manejar y superar el estrés. Cómo alcanzar una vida más equilibrada. ANN WILLIAMSON. 120. La integración de la terapia experiencial y la terapia breve. Un manual para terapeutas y consejeros. BALA JAISON. 121. Este no es un libro de autoayuda. Tratado de la suerte, el amor y la felicidad. LUIS RAIMUNDO GUERRA. 122. Psiquiatría para el no iniciado.RAFA EUBA. 123. El poder curativo del ayuno. Recuperando un camino olvidado hacia la salud. KARMELO BIZKARRA. (2ª ed.) 124. Vivir lo que somos. Cuatro actitudes y un camino. ENRIQUE MARTÍNEZ LOZANO. (3ª ed.) 125. La espiritualidad en el final de la vida. Una inmersión en las fronteras de la ciencia. IOSU CABODEVILLA ERASO. 126. Regreso a la conciencia. AMADO RAMÍREZ. 127. Las constelaciones familiares. En resonancia con la vida. PETER BOURQUIN. (4ª ed.) 128. El libro del éxito para vagos. Descubra lo que realmente quiere y cómo conseguirlo sin estrés. THOMAS HOHENSEE. 129. Yo no valgo menos. Sugerencias cognitivo- humanistas para afrontar la culpa y la vergüenza. OLGA CASTANYER. 130. Manual de Terapia Gestáltica aplicada a los adolescentes. LORETTA CORNEJO. (2ª ed.) 131. ¿Para qué sirve el cerebro? Manual para principiantes. JAVIER TIRAPU. 132. Esos seres inquietos. Claves para combatir la ansiedad y las obsesiones. AMADO RAMÍREZ VILLAFÁÑEZ.
133. Dominar las obsesiones. Una guía para pacientes. PEDRO MORENO, JULIO C. MARTÍN, JUAN GARCÍA Y ROSA VIÑAS 134. Cuidados musicales para cuidadores. Musicoterapia Autorrealizadora para el estrés asistencial. CONXA TRALLERO Y JORDI OLLER Serie MAIOR 1. Anatomía Emocional. La estructura de la experiencia somática STANLEY KELEMAN. (7ª ed.) 2. La experiencia somática. Formación de un yo personal. STANLEY KELEMAN. (2ª ed.) 3. Psicoanálisis y análisis corporal de la relación. ANDRÉ LAPIERRE. 4. Psicodrama. Teoría y práctica. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ. (3ª ed.) 5. 14 Aprendizajes vitales. CARLOS ALEMANY (ED.). (11ª ed.) 6. Psique y Soma. Terapia bioenergética. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ. 7. Crecer bebiendo del propio pozo.Taller de crecimiento personal. CARLOS RAFAEL CABARRÚS, S.J. (11ª ed.) 8. Las voces del cuerpo. Respiración, sonido y movimiento en el proceso terapéutico. CAROLYN J. BRADDOCK. 9. Para ser uno mismo. De la opacidad a la transparencia. JUAN MASIÁ CLAVEL 10. Vivencias desde el Enneagrama. MAITE MELENDO. (3ª ed.) 11. Codependencia. La dependencia controladora. La depencencia sumisa. DOROTHY MAY. 12. Cuaderno de Bitácora, para acompañar caminantes. Guía psico-histórico-espiritual. CARLOS RAFAEL CABARRÚS. (4ª ed.) 13. Del ¡viva los novios! al ¡ya no te aguanto! Para el comienzo de una relación en pareja y una convivencia más inteligente. EUSEBIO LÓPEZ. (2ª ed.) 14. La vida maestra. El cotidiano como proceso de realización personal. JOSÉ MARÍA TORO. 15. Los registros del deseo. Del afecto, el amor y otras pasiones. CARLOS DOMÍNGUEZ MORANO. (2ª ed.) 16. Psicoterapia integradora humanista. Manual para el tratamiento de 33 problemas psicosensoriales, cognitivos y emocionales. ANA GIMENO-BAYÓN Y RAMÓN ROSAL. 17. Deja que tu cuerpo interprete tus sueños. EUGENE T. GENDLIN. 18. Cómo afrontar los desafíos de la vida. CHRIS L. KLEINKE. 19. El valor terapéutico del humor. ÁNGEL RZ. IDÍGORAS (ED.). (3ª ed.) 20. Aumenta tu creatividad mental en ocho días. RON DALRYMPLE, PH.D., F.R.C. 21. El hombre, la razón y el instinto. JOSÉ Mª PORTA TOVAR. 22. Guía práctica del trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Pistas para su liberación. BRUCE M. HYMAN Y CHERRY PEDRICK. 23. La comunidad terapéutica y las adicciones Teoría, Modelo y Método. GEORGE DE LEON. 24. El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas. WALEED A. SALAMEH Y WILLIAM F. FRY. 25. El manejo de la agresividad. Manual de tratamiento completo para profesionales. HOWARD KASSINOVE Y RAYMOND CHIP TAFRATE. 26. Agujeros negros de la mente. Claves de salud psíquica. JOSÉ L. TRECHERA. 27. Cuerpo, cultura y educación. JORDI PLANELLA RIBERA. 28. Reír y aprender. 95 técnicas para emplear el humor en la formación. DONI TAMBLYN. 29. Manual práctico de psicoterapia gestalt. ÁNGELES MARTÍN. (4ª ed.) 30. Más magia de la metáfora. Relatos de sabiduría para aquellas personas que tengan a su cargo la tarea de Liderar, Influenciar y Motivar. NICK OWEN 31. Pensar bien - Sentirse bien. Manual práctico de terapia cognitivo-conductual para niños y adolescentes. PAUL STALLARD. 32. Ansiedad y sobreactivación. Guía práctica de entrenamiento en control respiratorio. PABLO RODRÍGUEZ CORREA.
Este libro se terminó de imprimir en los talleres de Publidisa, S.A., en Sevilla, el 8 de octubre de 2008.