El Error Gay Manuel Puig

 

EL ERROR GAY Escrito por Manuel Puig.  Publicado en 'El Porteño', Buenos Aires, Argentina. 1990. 

A la izquierda de reprimida la pantallaomasculina, duranteperseguida. los años 60 #Acaso se instal identidad ga!. Alegre o su"rida, liberada, siempre $0laaños despu%s sigue ocupando el mismo lugar& er m(s o menos mac)o es absolutamente intrascendente, opina aqu* el escritor +anuel Puig, recientemente "allecido. An mas/os )omoseuales no eisten. /a )omoseualidad no eiste. Es una pro!eccin de la mente reaccionaria. /amentablemente, creo que en materia de seo somos casi todos bastante reaccionariospara nosotros la )omoseualidad eiste ! cmo2 Pero nos )acemos ilusiones, igual que los que cre*amos en la tierra plana. +e eplico- esto! con3encido de que el seo carece absolutamente de signi"icado moral, trascendente. An m(s, el seo es la inocencia misma, es un 4uego in3entado por la 5reacin para darle alegr*a a la gente. Pero solamente eso- un 4uego, una acti3idad de la 3ida 3egetati3a como dormir o comer tan importante como esas "unciones, pero carente de  peso moral. Banal, moralmente )ablando. Por lo tanto tanto la identidad no puede ser de"inida a partir de caracter*sticas seuales, !a que se trata de una acti3idad 4ustamente banal. /a )omoseualidad no eiste. Eisten personas que practican actos seuales con su4etos de su mismo seo, pero este )ec)o no deber*a de"inirlo porque carece de signi"icado. /o que es trascendente, ! moralmente signi"icati3o, en cambio, es la acti3idad a"ecti3a. A)ora me preguntar(n cmo un acto capaz de dar la 3ida puede ser considerado banal, no trascendente. Pues bien, creo que )emos pasado !a la Edad de Piedra, ! as* como )emos aprendido a no comer 3eneno ! a no dormir dentro de la cue3a de los lobos, )emos aprendido tambi%n a )acer )i4os cuando queremos, ! no cuando la casualidad lo quiere. En un mundo ci3ilizado deber*a ser el a"ecto, el amor, el deseo de traer un ser nue3o al mundo lo que decida un nacimiento. /o que da la 3ida, entonces, ser*a el a"ecto ! no el seo, ! este ltimo ser*a solamente el instrumento de un impulso  puramente a"ecti3o. Parecein3entado que el malentendido )ace !a muc)os por obra de un patriarca que )abr*a el concepto empez de pecado seual, con el siglos "in, entre

 

otras cosas de controlar a las mu4eres. El concepto de pecado )izo posible la creacin de dos roles di"erentes- de mu4er, el (ngel ! la prostituta. Es decir, una sir3ienta en casa ! una cortesana a"uera para di3ertirse. 7, 7, desde entonces, el 'peso moral' del seo "ue descargado eclusi3amente sobre las mu4eres, o quien como las mu4eres es penetrado, como los llamados )omoseuales pasi3os. Etrañamente, alguien un d*a decidi que la penetracin era degradante, 3a!a uno a saber por qu%. El "alo ten*a para estos etraños moralistas, un sentido colonizador ! no de simple cmplice del placer. 8ue ese peso moral "ue siempre descargado sobre la espalda de las mu4eres es un )ec)o !a sabido que no precisa eplicaciones, ! el lengua4e cotidiano lo con"irma continuamente. o recuerdo )aber o*do decir que un )ombre era 'promiscuo' como un "actor degradante. e dec*a siempre que un 3arn que ten*a acti3idad seual con muc)as mu4eres era un ')omme : "emmes', epresin simp(tica !  para nada negati3a. En cambio 'mu4er promiscua' quer*a decir una cosa mala.igni"icaba un desprecio, una condena, una cruci"iin, o por lo menos una degradacin. Ese ad4eti3o lograba incluso un e"ecto per3erso- 3ol3*a a la mu4er 'promiscua' menos deseable seualmente. 5reo que la cumbre de esta operacin represi3a del lengua4e "ue alcanzado por los periodistas norteamericanos que en los años ;0 popularizaron el 3ocablo 'n!np)omaniac'. Al principio, la epresin pareci escabrosa pero mu! pronto se la adopt en las primeras planas sin demasiados escrpulos. #8u% era una 'n!np)omaniac'& cuando no neutralizada por ciertos ritos de bru4er*a?, se pas a dar ine3itablemente importancia al seo. @rascendencia, signi"icados ocultos, peso moral- )e aqu* el malentendido peligroso, porque incluso los menos reaccionarios, al negar el componente demon*aco de la seualidad entraban en la dial%ctica de los grandes signi"icados ! terminaban ol3idando la caracter*stica m(s determinante del seo, que es  precisamente su no pertenencia a la es"era moral.