El enigma de la Sibila
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Descripción: Las sibilas en literatura y arte, imaginadas por la Edad Media...
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El enigma de la Sibila. Qui doncs a fait un libre sans y parler des sibylles? Lʹabbé Lecanu.
1. Las sibilas y sus oráculos.
El ser humano antiguo, la mentalidad mítica, concibe lo humano como dependiendo, en todas sus actividades, de la voluntad de algún ser divino. Hay que evitar cometer faltas que irriten a la divinidad, para ello es preciso conocer qué les agrada y desagrada: este es el cometido principal de la función sacerdotal. En la interacción constante entre la esfera humana y la divina, el hombre se dirige a las divinidades mediante plegarias y oraciones. El medio por el que los dioses se comunican con los humanos recibe el nombre genérico de adivinación. Ambas están en la base de las religiones, con más evidencia en las antiguas. Hay varios tipos de adivinación. Los ejercidos directamente por sacerdotes están codificados, se transmiten, pueden aprenderse, como los auspicios. Una característica universal es su alto grado de ritualización: los dioses son muy estrictos con las formas y su mensaje puede perderse si se comete no importa cuán aparentemente mínimo error formal. Este tipo de adivinación está institucionalizado y al servicio de los dirigentes político‐militares. Existen otros métodos ajenos a las instituciones sacerdotales. Son practicados por los llamados propiamente adivinos y son consultados menos de forma oficial que por particulares. Así, por ejemplo, los astrólogos en el mundo grecorromano, descifradores de sueños y presagios, etc. Los dioses transmiten también su voluntad por medio de algunos hombres o mujeres que ellos eligen y a los que inspiran. El nombre más concreto con el que se los conoce es el de profetas; el mensaje transmitido se llama profecía cuando proviene del dios de los hebreos, oráculo cuando el dios es gentil o pagano.
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En el mundo antiguo de influencia cultural helénica, el dios oracular más importante fue Apolo y su centro oracular de más prestigio su santuario en Delfos, ciudad llamada también Πυθώ, donde Apolo desplazó ‐o asumió‐ una función profética más antigua, vagamente telúrica, asociada a una serpiente demónica conocida como Pitón (Πύθων). Allí la transmisión de los oráculos la llevaban cabo una sacerdotisa‐profetisa conocida con el nombre de Pitia (Πυθία). Sentada sobre el trípode del dios, la pitia entraba en trance extático y emitía el oráculo de manera algo incoherente; luego los sacerdotes lo transcribían en hexámetros dactílicos. En aquella antigüedad remota que nos ha llegado a través de mitos y leyendas, hubo otras mujeres que profetizaban por inspiración divina llamadas Sibilas. Dos sibilas fueron sacerdotisas en santuarios de Apolo, en Delfos y en Cumas. A éste segundo, construido por el más hábil de los arquitectos mitológicos, llevó Virgilio a Eneas para hacer la enésima consulta acerca de su glorioso e inmortal destino. Tras desembarcar en la costa cumea, una parte de los troyanos busca la semilla de la llama encerrada en el pedernal, otros recorren las selvas (hyle) en busca de agua. At pius Aeneas arces, quibus altus Apollo praesidet, horrendaeque procul secreta Sibyllae antrum immane petit, magnum cui mentem animumque Delius inspirat vates, aperitque futura
En cambio el piadoso Eneas se dirige a la cima presidida por el alto Apolo y a la vasta cueva, alejados aposentos secretos de la temible Sibila, a quien el vate Delio inspira su mente y ánimo y le manifiesta lo futuro.
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Virgilio da una imaginaria descripción de cómo se producía el trance profético: 45 ʹPoscere fata tempusʹ ait; ʹdeus, ecce, deus!ʹ Cui talia fanti ante fores subito non uoltus, non color unus, non comptae mansere comae; sed pectus anhelum, et rabie fera corda tument; maiorque uideri, 50 nec mortale sonans, adflata est numine quando iam propiore dei. […] At, Phoebi nondum patiens, immanis in antro bacchatur uates, magnum si pectore possit excussisse deum; tanto magis ille fatigat 80 os rabidum, fera corda domans, fingitque premendo.
ʺYa es tiempo de pedir los vaticiniosʺ, dice. ʺ¡El dios, ya está aquí el dios!ʺ. Diciendo tales palabras ante la puerta, de repente cambió su rostro y su color y sus cabellos se desordenaron, se hinchan el pecho jadeante y el corazón fiero de rabia, parece mayor y su voz no suena humana, puesto que está inspirada por el numen del dios ya más cercano. […] Pero la adivina aún no soporta a Febo y vaga horrible por la cueva intentando expulsar de su pecho al gran dios; este tanto más refrena su boca espumeante, domando su fiero corazón y la reduce oprimiéndola.
Eneas vivió hacia el siglo XIII aC. A finales del siglo sexto aC esta sibila –se dice‐ se
presentó ante el último (o puede que el primero) rey Tarquinio con nueve (según Varrón y Aulo Gelio; con tres según Plinio y Tácito) volúmenes de oráculos ofreciendo vendérselos, pero pidiendo una cantidad desorbitada. Ante la negativa del rey quemó tres de ellos y volvió a pedir la misma cantidad. El rey se negó de nuevo y ella quemó otros tres insistiendo en pedir por los restantes la misma cantidad. El rey entonces la tomó en serio y accedió. Este es el origen legendario de los libros sibilinos, colección histórica de oráculos que los romanos guardaban en el templo de Júpiter Capitolino y que consultaba un colegio
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de diez o quince magistrados, lo decemviri o quindecimviri.
El año 206‐5 aC, en plena contienda con Aníbal, cayeron en Roma numerosas piedras del cielo; para conocer el significado de tal prodigio, los decenviros consultaron los libros sibilinos y encontraron un canto que parecía ser la solución a su apurada situación en la guerra (T. Livio, 29,10): Quandoque hostis alienigena terrae Italiae bellum Cuando un enemigo extranjero haya llevado la guerra a intulisset, eum pelli Italia vincique posse, si mater Idaea tierra de Italia, podría ser expulsado de Italia y vencido si a Pessinunte Roman advecta foret. la madre del Ida fuese llevada de Pesinunte a Roma.
El monte Ida (diferente al de Troya), donde se daba culto a esta madre que menciona el oráculo, estaba en el interior de Frigia. A falta de aliados en la zona, los romanos decidieron pedir su mediación a Atalo, rey de Pérgamo, con quien les unía una incipiente amistad. La delegación enviada pasó primero por Delos, donde obtuvo el oráculo de que, efectivamente, per Attalum regem compotes eius fore, quod obtendrían lo que pedían por medio del rey Atalo; que cuando hubiesen llevado la diosa a Roma, peterent; quum Romam deam deuexissent, tum cuidasen de que todos los optimates de Roma le curarent ut eam, qui uir optimus Romae esset, ofrecieran hospitalidad. hospitio exciperet.
En Pesinunte o Pesino esta diosa era llamada Agditis y su imagen era un lapis sacer, una piedra también caída del cielo, un fragmento de meteorito. A este simulachrum de la diosa se lo instaló en el Palatino, con sus afeminados sacerdotes emasculados (llamados Γάλλοι, Galli), y en su honor se crearon los ludi Megalenses, que se celebraban en primavera. Pero su culto ruidoso y frenético fue prohibido inicialmente al pueblo romano.
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El enigma de la sibila ___________ Escribe Fulcanelli (Myst. cath, introd., 8):
Analogie hermétique singulière : Cybèle était adorée à Pessinonte, en Phrygie, sous la forme d’une pierre noire que l’on disait être tombée du ciel. Phidias représente la déesse assise sur un trône entre deux lions, ayant sur la tête une couronne murale de laquelle descend un voile. Parfois, on la figure tenant une clef et paraissant écarter son voile. Isis, Cérès, Cybèle, trois têtes sous le même voile.
La diosa frigia a la que los griegos llamaban madre o gran madre tiene un origen antiquísimo. No era sólo madre de los dioses, sino de todo ser vivo, dioses, humanos y animales, porque en última instancia es la madre tierra, Gea en la mitología griega, que comparte rasgos con otras diosas de la primera generación antropomórfica, como Rea, Deméter o Afrodita. Esta diosa primordial recibía en Frigia culto en varias montañas, así que los griegos la designaban genéricamente como la madre de la montaña, o según el nombre de la montaña: madre del Ida (idea), madre del Díndimo (dindimea), etc. En Anatolia se la invocaba como matar kubileya, nombre al parecer de origen mesopotámico, que los griegos adaptaron como Κυβέλη o Κυβήβη. Los dos leones consagrados a Cibeles son, en mitología, Hipomenes y Atalanta y pueden verse ‐aparte de en la célebre fuente madrileña‐ en el frontispicio de la obra cumbre de la emblemática alquímica, Atalanta fugiens (1618).
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Maier se refiere a ellos dos veces brevemente. Una en el Epigramma authoris: Qui postquam cupido se complectuntur amore Después de abrazarse éstos con deseo amoroso In fano Cybeles, corrigit ira Deam; en el fano de Cibeles, corroe la ira a la diosa; Pelle leonida vindex & vestiit ambos, Y vengativa vistió a ambos con piel leonina, Inde rubent posthac corpore, suntque feri. enrojecen sus cuerpos y son ya fieras. Otra en el Praefatio ad lectorem: Ex Hippomene & Atalanta coeuntibus in templo Matris Deum, hoc est, vase, fiunt leones, sive rubeum acquirunt colorem. _____________
En lo que nos ha llegado, los antiguos griegos solo hablan de una sibila. Lo mismo hacen los primeros cristianos del siglo II, Justino mártir (Λόγος παραινετικὸς πρὸς Ἑλλήνας, Cohortatio ad Graecos ) o Clemente de Alejandría (Στροματείς, Stromata) citando un Pétrou kerúgma que se lo atribuye a Pablo. Nuestra primera noticia de varias sibilas nos llega de Firmiano Lactancio (s. III‐IV), un escritor de formación pagana clásica (retórica, poesía) y convertido luego al cristianismo, a cuya defensa dedicó su producción literaria hacia el final de la época de persecuciones. Su obra principal son las Divinae institutiones, escrita a principios del siglo IV, dividida en siete extensos libros, que, según B. Altaner, es el primer intento de escribir en latín una exposición general de la fe cristiana que resultó muy deficiente. En el primero de estos libros, titulado ʺDe falsa religioneʺ trata de demostrar la falsedad de aquellas partes de la religión pagana que contradicen al cristianismo, pero apoyándose en las partes en las que concuerdan. Así, por ejemplo, los estoicos están acertados respecto a la Providencia divina, pero no los platónicos o, por descontado, los ateos epicúreos. Sobre la cuestión de si un solo dios creador o varios, se acerca a la verdad Orfeo, yerran Homero y Hesíodo. Entre los latinos el primero en acercarse a la verdad fue Virgilio, que llama a ese dios spiritus o mens, también Ovidio, que lo llama fabricator mundi. Entre los filósofos casi todos coinciden en que detrás la creación hay una única mente. En concreto, Platón llama dios a esa mente, y lo mismo Séneca entre los latinos. Entre los testigos paganos inspirados por la divinidad sobresale en primer lugar el quinto de los Mercurios enumerados por Cicerón, el que mató a Argos, motivo por el cual huyó a Egipto. Allí dio leyes, enseñó las letras y fundó Hermópolis. A los datos de Cicerón, Lactancio añade (cap. 6): Qui tametsi homo, fuit tamen antiquissimus, et Este, aunque hombre, fue muy antiguo y versado en toda clase de saber, tanto que el conocimiento de instructissimus omni genere doctrinae: adeo ut ei muchas coas y ciencias le impondría el nombre de multarum rerum et artium scientia Trismegisto Trismegisto. Escribió libros ‐y muchos ciertamente‐ cognomen imponeret. Hic scripsit libros, et quidem multos, ad cognitionem divinarum rerum relativos al conocimiento de lo pertinente a lo pertinentes, in quibus maiestatem summi ac divino, en los que afirmó la majestad de un sumo y singularis Dei asserit, iisdemque nominibus único dios, y lo llama con los mismos nombres que appellat, quibus nos, Deum et patrem. Ac ne quis nosotros: Dios y padre. Y para que nadie indagara su nombre, dijo que era anónimo, ya que no nomen ejus requireret, ἀνώνυμον esse dixit; eo necesitaba tener un nombre a causa de su misma quod nominis proprietate non egeat, ob ipsam unidad. Estas son sus palabras: El dios es uno; el uno scilicet unitatem. Ipsius haec verba sunt: Ὁ δὲ
El enigma de la sibila Θεὸς εἷς, ὁ δὲ εἷς ὀνόματος οὐ προσδέεται. ἔστι γὰρ ὁ ὢν* ἀνώνυμος.
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no tiene necesidad de nombre; así, el existente es anónimo.
Este Trimegisto, ya poco menos que cristiano, es el que puede verse en el pavimento de la catedral de Siena rodeado de diez sibilas. Pues anticipando que alguien no quisiera creer el testimonio de poetas ni filósofos, Lactancio recurre al testimonio de los oráculos (responsa) sibilinos, debido al gran prestigio de que gozaban entre el pueblo. Como hizo con Trimegisto, primero presenta a las sibilas, citando al erudito Varrón (De rebus divinis, obra perdida), en lo que para nosotros es la noticia más antigua que tenemos sobre el número de sibilas y sobre la leyenda de los libros sibilinos quemados. M. Varro, quo nemo umquam doctior, ne apud Marco Varrón, al que ningún griego ni latino superó en graecos quidem nedum apud latinos vixit, in libris rerum divinarum, quos ad C. Caesarem pontificem maximum scripsit, cum de quindecim viris loqueretur, Sibyllinos libros ait non fuisse unius Sibyllae, sed appellari uno nomine Sibyllinos quod omnes foeminae vates Sibyllae sint a veteribus nuncupatae, vel ab unius Delphidis nomine, vel a consiliis deorum enuntiandis, σιούς enim deos, non θεούς, et consilium non βουλήν, sed βυλήν appellabant Aeolico genere sermonis. Itaque Sibyllam dictam esse quasi σιοβολήν. Caeterum Sibyllas decem numero fuisse easque omnes enumeravit sub auctoribus, qui de singulis scriptitaverint. Primam fuisse de Persis, cujus mentionem fecerit Nicanor, qui res gestas Alexandri Macedonis scripsit. Secundam Lybissam, cujus meminit Euripides in Lamiae prologo. Tertiam Delphida, de qua Chrysippus loquitur in eo libro, quem de divinatione composuit. Quartam Cimmeriam in Italia, quam Naevius in libris belli Punici, Piso in annalibus nominat. Quintam Erythraeam, quam Apollodorus Erythraeus affirmat suam fuisse civem, eamque Graiis Ilium petentibus vaticinatam, et perituram esse Troiam, et Homerum mendacia scripturum; sextam Samiam de qua scribit Eratosthenes in antiquis annalibus Samiorum reperisse se scriptum. Septimam Cumanam nomine Amaltheam, quae ab aliis Demophile vel Herophile nominatur; eamque novem libros attulisse ad regem Tarquinium Priscum, ac pro eis trecentos Philippeos postulasse; regemque aspernatum pretii magnitudinem, derisisse mulieris insaniam; illam in conspectu Regis tres combussisse ac pro reliquis idem pretium postulasse; Tarquinium multo magis mulierem
conocimientos, en los libros Sobre lo divino, que escribió a Gayo César siendo éste Pontífice Máximo, hablando de los quindecimviros, dice que los libros sibilinos no eran de una sola sibila, sino que eran llamados por el solo nombre de sibilinos porque todas las mujeres adivinas eran llamadas sibilas por los antiguos, bien por el nombre de una de Delfos, bien porque exponían la voluntad de los dioses. En efecto, en dialecto eólico se llamaba a los dioses σιούς, no θεούς, y ʺvoluntadʺ no era βουλήν, sino βυλήν. Así, el nombre de sibila deriva de σιοβολήν. Por lo demás, las sibilas fueron diez en número y las enumeró en base a autores que escribieron de cada una. La primera fue de Persia, mencionada por Nicanor que escribió las hazañas de Alejando de Macedonia. La segunda fue de Libia, a la que evoca Eurípides en el prólogo de Lamia. La tercera fue de Delfos, de la que habla Crisipo en el libro que compuso sobre la adivinación. La cuarta fue de Cimeria en Italia, a la cual mencionan Nevio en los libros sobre la Guerra Púnica, Pisón en los Anales. La quinta fue de Eritras, de la que Apolodoro Eritreo dice que fue conciudadana suya y que cuando los griegos se dirigían a Ilión vaticinó que Troya perecería y que Homero escribiría mentiras. La sexta de Samia, de la que escribe Eratóstenes que lo había encontrado escrito en antiguos anales de los samios. La séptima de Cumas, de nombre Amaltea, llamada por otros Demófila o Herófila. Ésta llevó nueve libros al rey Tarquinio el Antiguo y le pidió por ellos trescientos filipos; el rey rechazó el enorme precio y se burló de la locura de la mujer; ella quemó tres en presencia del rey y pidió el mismo precio por los restantes; Tarquinio pensó que la mujer estaba mucho más loca. Quemados de nuevo otros tres, como ésta perseverase en el mismo
El enigma de la sibila insanire putasse. Quae denuo tribus aliis exustis, cum in eodem pretio perseveraret, motum esse regem, ac residuos trecentis aureis emisse. Quorum postea numerus sit auctus, Capitolio refecto, quod ex omnibus civitatibus et Italicis, et Graecis, et praecipue Erythraeis coacti, allatique sunt Romam, cujuscumque Sibyllae nomine fuerint. Octavam Hellespontiam in agro Trojano natam, vico Marpesso, circa oppidum Gergithium, quam scribit Heraclides Ponticus Solonis et Cyri fuisse temporibus. Nonam Phrygiam, quae vaticinata sit Ancyrae. Decimam Tiburtem, nomine Albuneam, quae Tiburi colitur ut dea, juxta ripas amnis Anienis, cujus in gurgite simulacrum ejus inventum esse dicitur, tenens in manu librum cujus sortes Senatus in Capitolium transtulerit. Harum omnium Sibyllarum carmina et feruntur et habentur, praeterquam Cumaeae, cujus libri a Romanis occuluntur, nec eos ab ullo, nisi a quindecim viris inspici fas habent. Et sunt singularum singuli libri […] Omnes igitur hae Sibyllae unum Deum praedicant; maxime tamen Erythraea, quae celebrior inter caeteras ac nobilior habetur, siquidem Fenestella, diligentissimus scriptor, de quindecim viris dicens, ait, restituto Capitolio, retulisse ad Senatum C. Curionem Cos. ut legati Erythras mitterentur, qui carmina Sibyllae conquisita Romam deportarent; itaque missos esse P. Gabinium, M. Otacilium, L. Valerium, qui descriptos a privatis versus circa mille Romam deportarunt. Idem supra ostendimus dixisse Varronem. In iis ergo versibus, quos legati Romam attulerunt, de uno Deo haec sunt testimonia: Εἷς θεὸς ὃς μόνος ἐστὶν ὑπερμεγέθης ἀγένητος. Hunc esse solum Deum summum, qui coelum fecerit, luminibusque distinxerit. Ἀλλὰ θεὸς μόνος εἷς, πανυπέρτατος ὃς πεποίηκεν οὐρανὸν ἡέλιόν τε καὶ ἀστέρας ἠδέ σελήνην, καρποφόρον γαῖαν τε, καὶ ὕδατος οἴδματα πόντου. Qui quoniam solus sit aedificator mundi, et artifex rerum, vel quibus constat, vel quae in eo sunt, solum coli oportere testatur:
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precio, el rey se alarmó y compró los que quedaban por los trescientos filipos de oro. El número de estos aumentó luego, al reconstruirse el Capitolio, porque de todas las ciudades de Italia, de Grecia, y especialmente de Eritras, fueron reunidos y llevados a Roma cualesquiera que llevaran el nombre de la sibila. La octava del Helesponto, nacida en el campo troyano, en la aldea de Marpeso, cercana a la ciudad de Gergicio, de la que Heráclides del Ponto dice que fue contemporánea de Solón y Ciro. La novena de Frigia, que vaticinó en Ancira. La décima de Tibur, de nombre Albunea, venerada en Tibur como un diosa, a las orillas del río Anio, en cuyo nacimiento se dice que se encontró una estatua suya con un libro en las manos cuyas profecías llevó el senado al Capitolio. Se transmiten y se tienen poemas de todas estas sibilas, excepto de la cumana, cuyos libros ocultan los romanos y no permiten que sean inspeccionados por ninguno, excepto por los quindecimviros. Y hay de cada una un libro. […] Todas estas sibilas predican un solo Dios. Especialmente la eritrea, que es considerada la más célebre y noble entre las demás, al menos según Fenestella, escritor muy cuidadoso, quien hablando de los quindecimviros dice que, reconstruido el Capitolio, el cónsul Gayo Curión solicitó al senado que enviara legados a Eritras para que reunieran vaticinios de la sibila y los llevaran a Roma. Así, fueron enviados Publio Gabinio, Marco Oacilio y Lucio Valerio, los cuales llevaron a Roma cerca de mil versos comunicados por particulares. Hemos mostrado más arriba que lo mismo dijo Varrón. Estos son los testimonios acerca de un solo Dios en los versos que llevaron los legados a Roma: Dios uno, que es el único grandísimo sin nacimiento. Este es el único Dios máximo, que hizo el cielo y distinguió los cuerpos luminosos. Pero dios solo uno, excelso, que ha hecho cielo y sol y astros y luna y la tierra portadora de frutos y las olas del agua del mar. Puesto que éste es solo el constructor del mundo y artífice de todo lo que lo compone o que están en él, atestigua que es preciso venerarlo a él sólo.
El enigma de la sibila Ἀὐτὸν τὸν μόνον ὄντα σέβεσθʹ ἡγήτορα κόσμον ὃς μόνος εἰς αἰῶνα καὶ ἐξ αἰῶνος ἐτύχθη. Item alia Sibylla, quaecumque est, cum perferre se ad homines Dei vocem diceret, sic ait: Εἷς μόνος εἰμὶ θεὸς, καὶ οὐκ ἐστὶν θεὸς ἄλλος. Exequerer nunc testimonia caeterarum, nisi et haec sufficerent, et illa opportunioribus locis reservarem. Sed cum defendamus causam veritatis apud eos, qui aberrantes a veritate falsis religionibus serviunt, quod genus probationis adversus eos magis adhibere debemus, quam ut eos deorum suorum testimoniis revincamus?
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Venerad al único que es, rector del universo, el cual solo ha creado por eones y desde eones. Igualmente otra sibila, sea cual sea, como dijese llevar al hombre la voz de Dios, así habla: Un solo dios soy y no hay otro dios. Seguiría con los testimonios de las demás, pero bastan estas y reservo aquellas para lugares más oportunos. Pero al defender la causa de la verdad frente a los que, errando la verdad con falsos argumentos sirven a falsas religiones, ¿qué clase de prueba contra ellos debemos presentar, mayor que la de vencerlos con los testimonios de sus propios dioses?
Como se deduce de estos datos, históricos con una cierta dosis de leyenda, durante la antigüedad grecorromana circularon muchísimos oráculos con propósitos sociales o político‐militares. Pero excepto los pocos que se encuentran citados por autores, todos se han perdido. Hacia finales de la época helenística los judíos –primero en Egipto, también en Siria y Asia Menor‐, forjaron sus propios oráculos sibilinos, de carácter teológico pro judío y anti pagano. Los cristianos luego harían lo mismo. Los que Lactancio cita pertenecen a este grupo. Son también éstos los que han llegado hasta nosotros, organizados en 12 poemas (λόγοι, libros) unitarios, más o menos orgánicos, más o menos interpolados. La colección, organizada hacia el siglo VII en Bizancio, abarca textos desde el siglo II aC hasta esa época. Su divulgación en el mundo occidental empezó en 1545, en que Xystus Betuleius (Sixt Birck) dio el texto griego de un manuscrito que contenía ocho libros. Al año siguiente Sebastianus Castalio (Sébastien Châteillon) publicó una traducción al latín con notas y ambas se publicaron posteriormente en páginas paralelas.
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2. Teste Hieronymo cum Sibylla.
Las sibilas entraron en la liturgia cristiana a partir de lectiones de Navidad, extractadas del sermón, atribuido en la Edad Media a Agustín y considerado ahora de Quodvultdeus, llamado Contra iudaeos, paganos et saracenos, de symbolo (siglo V‐VI), en el cual que se recurría a la sibila y Virgilio, junto a los profetas mesiánicos del AT, para testificar sobre la mesianidad de Jesús. La sibila aparecía vaticinando, no el nacimiento, sino los signos terroríficos de la segunda venida como juez. El autor del sermón tomó este oráculo de Agustín en De civitate Dei, 18, 23. Cuenta Agustín que en la época en que Rómulo reinaba en Roma y Oseas en Israel, vaticinaba, según algunos, la sibila eritrea, la cual dejó escrito acerca de Cristo un oráculo que él había leído en una deficiente traducción latina. Departiendo del tema con un tal Flaciano, profundo conocedor de la doctrina, este le mostró un códice griego diciéndole que eran oráculos de la sibila eritrea, y le señaló unos versos con cuyas primeras letras se leía «Ἰησοῦς Χρειστὸς Θεοῦ υἱὸς σωτήρ, quod est Latine, Iesus Christus Dei filius salvator ». Agustín ofreció una versión latina que mantiene razonablemente el acróstico.
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Ms. BNF 2832 (s. IX). Con neumas.
Iudicii signum tellus sudore madescet
E celo rex adveniet per secla futurus
Scilicet in carne presens ut iudicet orbem
Unde deum cernent incredulus atque fidelis
Celsum cum sanctis eui iam termino in ipso
Sic anime cum carne aderunt, quas iudicat ipse Cum iacet incultus densis in uepribus orbis.
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Reicient simulacra uiri cunctam quoque gazam
Exuret terras ignis pontumque polumque
Inquirens tetri portas effringet Auerni
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Sanctorum sed enim cuncte lux libera carni Tradetur Sontes eterna flamma cremabit
Occultos actus retegens tunc quisque loquetur
Secreta atque deus reserabit pectora luci
Tunc erit et luctus stridebunt dentibus omnes
Eripitur solis iubar et chorus interit astris
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Volvetur celum lunaris splendor obibit
Deiciet colles valles extollet ab imo
Non erit in rebus hominum sublime vel altum
Iam aequantur campis montes et cerula ponti
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Omnia cessabunt tellus confracta peribit
Sic pariter fontes torrentur fluminaque igni
Sed tuba tum sonitum tristem demittet ab alto
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Orbe, gemens facinus miserum variosque labores
Tartareumque chaos monstraubit terra dehiscens
Et coram hic domino reges sistentur ad unum Reccidet e celo ignisque et sulphuris amnis.
El texto griego nos ha llegado por dos vías, en la colección de los Oráculos sibilinos (8, 217 ss.) y en un discurso de Constantino, transmitido por Eusebio en su vida de Constantino, Λόγος τῷ τῶν ἁγίων συλλόγῳ (Oratio ad sanctorum coetum), auténtico según unos, para otros un falso obra de Eusebio o del siglo V. El texto latino no tiene los siete últimos versos del acróstico griego, que deletrean la palabra σταυρός.
El enigma de la sibila Ιδρώσει δὲ χθών, κρίσεως σημεῖον ὅτ’ ἔσται Ηξει δ’ οὐρανόθεν βασιλεὺς αἰῶσιν ὁ μέλλων, Σάρκα παρὼν πᾶσαν κρῖναι καὶ κόσμον ἅπαντα. Οψονται δὲ θεὸν μέροπες πιστοὶ καὶ ἄπιστοι Υψιστον μετὰ τῶν ἁγίων ἐπὶ τέρμα χρόνοιο. Σαρκοφόρων δ’ ἀνδρῶν ψυχὰς ἐπὶ βήματι κρίνει,
Χέρσος ὅταν ποτὲ κόσμος ὅλος καὶ ἄκανθα γένηται. Ρίψουσιν δ’ εἴδωλα βροτοὶ καὶ πλοῦτον ἅπαντα. Εκκαύσει δὲ τὸ πῦρ γῆν, οὐρανὸν ἠδὲ θάλασσαν, Ιχνεῦον ῥήξει τε πύλας εἱρκτῆς Ἀίδαο. Σὰρξ τότε πᾶσα νεκρῶν ἐς ἐλευθέριον φάος ἥξει Τῶν ἁγίων ἀνόμους δὲ τὸ πῦρ αἰῶσιν ἐλέγξει. Οππόσα τις πράξας ἔλαθεν, τότε πάντα λαλήσει Στήθεα γὰρ ζοφόεντα θεὸς φωστῆρσιν ἀνοίξει.
Θρῆνος δ’ ἐκ πάντων ἔσται καὶ βρυγμὸς ὀδόντων. Εκλείψει σέλας ἠελίου ἄστρων τε χορεῖαι. Οὐρανὸν εἱλίξει μήνης δέ τε φέγγος ὀλεῖται, Υψώσει δὲ φάραγγας, ὀλεῖ δ’ ὑψώματα βουνῶν,
Υψος δ’ οὐκέτι λυγρὸν ἐν ἀνθρώποισι φανεῖται. Ισα δ’ ὄρη πεδίοις ἔσται καὶ πᾶσα θάλασσα Οὐκέτι πλοῦν ἕξει. γῆ γὰρ φρυχθεῖσα τότ’ ἔσται Σὺν πηγαῖς, ποταμοί τε καχλάζοντες λείψουσιν.
Σάλπιγξ δ’ οὐρανόθεν φωνὴν πολύθρηνον ἀφήσει Ωρύουσα μύσος μελέον καὶ πήματα κόσμου. Ταρτάρεον δὲ χάος δείξει τότε γαῖα χανοῦσα. Ηξουσιν δ’ ἐπὶ βῆμα θεοῦ βασιλῆος ἅπαντες. Ρεύσει δ’ οὐρανόθεν ποταμὸς πυρὸς ἠδὲ θεείου.
Σῆμα δέ τοι τότε πᾶσι βροτοῖς, σφρηγὶς ἐπίσημος Τὸ ξύλον ἐν πιστοῖς, τὸ κέρας τὸ ποθούμενον ἔσται, Ανδρῶν εὐσεβέων ζωή, πρόσκομμα δὲ κόσμου, Υδασι φωτίζον κλητοὺς ἐν δώδεκα πηγαῖς Ράβδος ποιμαίνουσα σιδηρείη γε κρατήσει. Οὗτος ὁ νῦν προγραφεὶς ἐν ἀκροστιχίοις θεὸς ἡμῶν Σωτὴρ ἀθάνατος βασιλεύς, ὁ παθὼν ἕνεχ’ ἡμῶν.
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Sudará la tierra cuando sea la señal del juicio y llegue del cielo el futuro rey por los siglos, presente para juzgar a toda carne y todo el universo. Verán al sumo Dios los mortales fieles e infieles, con los santos al término del tiempo. Las almas de los hombres encarnados juzga sobre el estrado
cuando todo el universo devenga baldío y cardo. Los humanos arrojarán los ídolos y toda riqueza. El fuego inflamará tierra, cielo y mar, y rastreando romperá las puertas de la prisión de Hades. Entonces toda carne de los muertos santos saldrá a la luz libre, pero el fuego vejará a los malvados por los siglos. Cuanto alguien hizo ocultamente, todo entonces dirá, pues Dios descubrirá con luminares los pechos oscurecidos.
De todos será el lamento y el rechinar de dientes. Cesará el brillo del sol y las danzas de los astros. El cielo girará y perecerá el resplandor de la luna, elevará los barrancos y destruirá la elevación de las colinas.
Entre los hombres ya no se mostrará la desgraciada dignidad. Los montes serán igual a los llanos y ningún mar tendrá ya navegación. Entonces la tierra quedará quemada con las fuentes y faltarán los ríos que salpican.
Desde el cielo la trompeta dará un sonido tristísimo, gimiendo el crimen funesto y los sufrimientos del mundo. El caos infernal mostrará entonces la tierra abriéndose. Todos llegarán al tribunal de Dios rey. Manará del cielo un río de fuego y azufre.
Del sermón se desgajaron dos formas dramáticas de carácter litúrgico, en una, el Signum iudicii, se cantaba el oráculo completo solo; en el ordo prophetarum la sibila intervenía junto a otros profetas y sólo recitaba o cantaba algunos versos iniciales. La procesión o desfile de los profetas ha sido tratado en La Fête de l’Ane, parte Festum asinorum en Rouen. Ordo prophetarum.
La relación de dependencia cronológica entre las formas dramáticas de canto y procesión no está clara. Algunos críticos se inclinan por considerar que precedió el canto y gracias a él surgió la procesión, y otros por lo contrario. Sea como sea, la música del oráculo,
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cantado en latín, está documentada desde el siglo X‐XI y su escenificación desde finales del siglo XIV, ya en versión romance. No está resuelto, tampoco, el origen del canto, que se había difundido principalmente por el área lingüística provenzal‐catalana, luego por el resto de la península ibérica. Una forma antigua de cantarse, aún en latín, la expone una consueta de Mallorca del siglo XIV. En los maitines de Navidad
reverendissimus dominus episcopus dicet IX lectionem, sex presbiteri ascendant trunam et duo incipiant alta voce Iudicii signum et chorus respondeat Iudicii signum. Et predicti sex presbiteri, bini et bini, dicent omnes alios versus et in fine cuiuslibet versus chorus respondeat Iudicii signum, et finitis omnibus versibus episcopus finiat lectionem.
A lo largo de todo el acróstico, pero especialmente en la segunda parte (a partir del verso 15 Tunc erit et luctus) se describen las calamidades, añadidas a las evangélicas o precisándolas, que acompañarán el advenimiento del juicio: el sol, la luna y las estrellas perderán el brillo, el cielo girará, las colinas se allanarán y los valles se elevarán igualándose todo, la tierra se abrirá dejando ver los infiernos, mientras un río de azufre y fuego bajará del cielo.
El tema del fin de los tiempos y los signos que lo acompañan aparece en apócrifos del AT, en el NT y también en otras partes de la colección de los Oráculos sibilinos (3, 796‐808). La fuente judía más importante es el llamado Apocalipsis de Esdras, referenciado como 4 Esdras 3‐14, según la Vulgata Clementina, o como 2 Esdras (mismos capítulos) según la versión King James o Versión Autorizada 1611. Ambas biblias lo consideran apócrifo (o pseudepígrafo) y lo dan como apéndice. Los signos se desarrollan en los capítulos 5‐6.
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En un momento indeterminado, pero documentado hacia el siglo XI, alguien con mente escolástica decidió que había quince signos, que se desarrollaban en quince días. Esta enumeración, en latín, fue atribuida al monje Beda (672‐735). Éste a su vez atribuía la recopilación de los signos a Jerónimo (340‐420), pero no se ha encontrado ninguna obra suya, auténtica o falsa, donde aparezcan. z1
Los quince signos fueron citados durante siglos por teólogos influyentes como Pedro Damián (siglo XI, en De novissimis et Antichristi, cap. 4), Pedro Comestor (siglo XII, Historia evangelica, cap. 141), Alain de lʹIlle (siglo XII, Liber sententiarum ac dictorum memorabilium), Tomás de Aquino (siglo XIII, en la Summa, 3ª parte, Supplementum, quaestio 73, y con más detalle en De preambulis ad iudicium) o Nicolás de Lyra (siglo XIII‐XIV, Postilla in totam Bibliam, In evangelia, Luc. 21, 7, citando a Comestor).
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Tomás de Aquino ʺescribióʺ varias obras de alquimia, una de ellas la Aurora consurgens, en cuya primera parte, que se autocensuró Gratarolo, aplicó a la alquimia la doctrina cristiana y su simbolismo de una manera extrema para la época. Bajo el nombre de Alano se publicaron en 1582, en alemán, unos Dicta sobre la elaboración de la piedra filosofal, traducidos al latín y publicados por Justus a Balbian (1599).
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En la Legenda aurea (cap. 1) a finales del siglo XIII, Voragine recoge dos tradiciones de los signos, una de cinco signos según el NT (cuatro de ellos en el Apocalipsis) y los quince de los hebreos según ʺJerónimoʺ.
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Desde finales del siglo XII, el tema de los quince signos fue poetizado, tanto en latín como en lenguas romances. El único manuscrito conservado del drama litúrgico francés Adam*, de la segunda mitad del siglo XII, incluye al final una procesión de los profetas que sólo presenta entre los paganos a Nabucodonosor. La intervención de éste termina abruptamente y empieza, sin ninguna indicación, de personaje u otra, un largo poema cuyo principio es una admonición moral de 36 versos (Oiez, seignor, communement), a la que sigue la exposición de los quince signos, que se corresponde parcialmente con la intervención habitual de la sibila en la tradición del ordo prophetarum. En general se considera que los quinze signes no pertenecen al misterio de Adán, sin embargo P. Dronke** argumenta que, a pesar de la falta de rúbrica que lo indique y de la longitud del poema (360 versos), e incluso a pesar de sus diferencias lingüísticas con el resto del misterio, éste debe ser considerado que es la intervención de la sibila y que pertenece al drama.
* Primera edición por V. Luzarche, Adam, drame anglo‐normand du XIIe siècle (1854). M. Sepet (Les prophètes du Christ, 1878, cap. 4, p. 81, “Drames yuxtaposés. Le drame d’Adam”) lo considera una variante ampliada del ordo prophetarum. ** P. Dronke, ʺMedieval Sibyls, their character and their auctoritasʺ, cap. 1 de Forms and imaginings (2007).
Si vos ne cremisse ennuier, ou destorber d’aucon mestier, des quinze signes vos deisse, eins que remuer me quesise, tote la pure verite. Seignors, vendreit‐il‐vus a gre a oir la fin de cest mond? Car totes choses finiront.
Los signos no siguen fielmente los que ʺJerónimoʺ transcribió de los ʺanales de los hebreosʺ. El primer día lloverá sangre del cielo y los nonatos gritarán pidiendo clemencia a Jesús; el segundo día caerán las estrellas; el tercero se apagará el sol; el cuarto la luna se volverá de un rojo de sangre y se aproximara a la tierra y caerá al mar; el quinto todos los animales llenos de temor se precipitarán a los abismos; el sexto se hundirán los montes y se elevarán los valles; el séptimo los árboles se invertirán, elevando sus raíces hundiendo sus ramas en la tierra; el octavo el mar se elevará hasta las nubes, volviendo a caer después; el noveno los ríos hablarán; el décimo, según atestiguan Gregorio y Jerónimo, cielo y tierra se partirán, dejando esta ver el infierno; el undécimo soplarán vientos huracanados; el duodécimo el cielo se cerrará ; el décimo tercero las piedras se combatirán; el décimo cuarto habrá terribles tempestades; el décimo quinto ço serra consumacion. La terre et le ciel tot ardra, nulle chose ne remaindra. La mer que tot le monde aclot,
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e ses eves e tot li flot, repaireront tot a nient, si com fu al comencement.
Luego los muertos resucitarán y Nostre Sire refera ciel e terra que defet a; pois descendra a jugement.
El tema de los quince signos fue ampliamente recreado en francés y otras lenguas europeas. Hay también varias versiones latinas versificadas, una de ellas (siglo XII‐XIII) en ʺcuaderna víaʺ. Adam de Usk la reproduce en su Chronicon (siglo XV), a continuación de los signos clásicos atribuidos a Jerónimo.
Antequam iudicii dies metuenda veniat, sunt omnia mundi commouenda, nam per dies quindecim mundo sunt uidenda, signa nimis aspera, nimis et horrenda.
Perlegens Ieronimus libros Hebreorum ista signa reperit, et ad posterorum scripsit in memoriam, ut suppliciorum conuertantur impii metu futurorum. ….
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Una versión afín a ésta serviría para hacer la única adaptación antigua en castellano, realizada por el artesano del román paladino, Berceo, De los signos que apareceran ante del juicio (s. XIII). 1. Sennores, si quisieredes attender un poquiello, querriavos contar un poco de ratiello un sermon que fue priso de un sancto libriello que fizo Sant Iheronimo un preçioso cabdiello.
2. Nuestro padre Iheronimo pastor de nos entienda, leyendo en ebreo en essa su leyenda trovó cosas estrannas de estranna façienda: qui las oyr quisiere, tenga que bien merienda.
3. Trovó el omne bueno entre todo lo al que ante del juiçio, del juiçio cabdal, verran muy grandes signos, un fiero temporal, que se verá el mundo en pressura* mortal. …..
Los signos, con bastantes diferencias respecto a la versión francesa, aparecen solo en catorce días, desde la estrofa 5 a la 21. El día 15, a partir de la estrofa 22, resucitan los muertos y empieza el juicio. En esta parte hay tres temas principales, la primera los castigos infernales, algunos específicos de cada condición, un poco a la manera virgiliano‐dantesca.
La estrofa 42 podría aplicarse a los alquimistas falsos monederos:
Los omes cudiciosos del aver monedado, que por ganar riqueza non dubdan fer peccado, metranlis por las bocas el oro regalado, diran que non oviesen atal aver ganado.
El segundo tema, son los gozos de los bien aventurados; el tercero una serie de reflexiones homiléticas sobre el día del juicio. * El término pressura aparece en Lc 21: 23 Erit enim pressura magna super terram y al comienzo del sermón de Quodvuldeus: Inter presuras et angustias.
Durante el siglo XIII el oráculo acróstico pasó a las lenguas romances y se conoce con el nombre de canto (a veces monólogo) de la sibila. La diferencia ente la versión quince signos y la versión canto es patente cuando las versiones se mantienen razonablemente fieles al original, pero hay versiones del canto que se desvían del modelo por influencias externas como los quince signos, y versiones quince signos signos que no enumeran ni signos ni días ni mencionan a Jerónimo. Un criterio mínimo para reconocer el canto‐oráculo es que en la primera o segunda estrofa aparece el ʺrey eterno en carne para juzgar a todosʺ. Normalmente también aparece al comienzo el sudor de la tierra, aunque a veces este signo puede estar muy desplazado. Por otra parte los quince signos no suelen mencionar a Jesús hasta el día décimo quinto.
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A diferencia de otras versiones literarias del acróstico, el canto de la Sibila tenía el mismo valor litúrgico que la versión latina, es decir, la sustituía y era igualmente cantada. Con los datos actuales, la primera versión apareció en lengua provenzal y rápidamente pasó al catalán. E. Aude (ʺNote sur une version provençale du «Chant de la Sibylle»ʺ, en Annales du Midi, 17, 1905), señala que en un libro litúrgico de la primera mitad del siglo XII, a continuación del Iudicii signum, con notación neumática, una mano del siglo XIII, en el margen a pie de página, escribió una adaptación provenzal bastante ajustada al texto latino. Esta misma disposición, versión latina seguida de catalana, la veremos en un Ordinarium Barcinonense publicado en 1569. La versión provenzal más divulgada, publicada por Milà i Fontanals (1880), es de principios del siglo XV, está contaminada por los quince signos. De las adaptaciones al catalán se conservan varias en Cataluña, tres de ellas en la catedral de Barcelona, dos manuscritas, una de principios del siglo XV. Estas tres versiones empiezan así: Provenzal, s. XIII Ell jorn del juzizi para qui aura fag serivizi
Provenzal, s. XV Al yorn del yusissi parra qui aura fag seruisi.
Catalán, s. XV Al yorn del judici para qui aura fayt cervici.
Un reis venra perpetuals del cel, que ancs non fon aitals. En carna venra certanamen per far del segle juggamen.
Un rei uendra perpetual del cel que anc nun fun aytal. En carn uendra certanamens per far del cegle iuyament.
Un rey vendra perpetua1 del cell que han may no ffo aytal; en carn vendra certanement. per far del cegle jutgement.
Aquí veiran Dieu a prezen li fizel e li descrezen. Li jusieu en cros lo veiran, si com lʹanavon perforan.
May del iusisi tot enant parra una cenya molt gran, li terra gitara susor e tremira de gran pauor.
Car del iudici tot anant vendra une singne molt gran, le terra gitara sudor e stremiraʹs de gran pahor.
En un Ordinarium Barcinonense impreso en 1569, se publicó el canto con la notación musical para la versión latina y la catalana.
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Alfonso X de Castilla (1221‐1284) dejó recopilada en gallego‐portugués una monumental colección de Cantigas de Santa Maria. La número 422, escrita hacia el final de su vida, y sin demasiada seguridad de que él fuera el autor, es una versión del canto de la sibila, organizado como una petición directa a la Virgen para que interceda en esos temibles momentos.
Madre de Deus, ora por nos teu Fillʹ essa ora. U verrá na carne que quis fillar de ty, Madre, joyga‐lo mundo cono poder de seu Padre. Madre de Deus, ora por nos teu Fillʹessa ora.
E u el a todos pareçerá mui sannudo, enton fas‐llʹ enmente de como foi conçebudo. Madre de Deus, ora por nos teu Fillʹ essa ora.
E en aquel dia, quandʹ ele for mais irado, fais‐lle tu emente comʹ en ti foi enserrado. Madre de Deus, ora por nos teu Fillʹessa ora.
U verás dos santos as compannas espantadas, mostra‐llʹ as tas tetas santas que ouvʹ el mamadas.
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Madre de Deus, ora por nos teu Fillʹ essa ora. U ao juyzio todos, per comʹ é escrito, verrán, di‐lli como con el fugisti a Egito. Madre de Deus, ora por nos teu Fillʹessa ora. …..
La traducción francesa publicada por P. Meyer (Bulletin de la Société des Anciens Textes Français, 5, 1879) según un manuscrito del siglo XIV parece una versión directa del texto latino. Toute terre tressuera aou jour dou grant juise. La terre qui par sa nature est aspre, freide, seche et dure, de grand angoisse suera, juise se ne fiera.
Toute terre tressuera aou jor dou grant juise. Dʹos, sanc et de char vestuç, vendrá li rois del ciel sa jus. Jugement tenra dreiturier, a chascun donra son loier.
Toute terre tressuera au oir dou grant juise. ….
En 1590 Pero Sánchez, racionero de la Sancta Yglesia de Toledo, describía así (en Historia moral y philosophica, fol. 133v) la escenificación del canto:
Tiene costumbre muy antigua esta sancta iglesia de Toledo, de representarla en los maytines de la noche de Navidad, sacando con mucha magestad a uno de los Clerizones, muy bien adereçado, en forma de vna doncella que representa esta Sibila, con dos Angeles a los dos lados, con espadas desenuainadas, que denotan la justicia que se ha de executar en los pecadores en el vniversal juyzio. Y canta la Sibila estos versos: Del cielo de las alturas vn rey vendra perdurable, con poder muy espantable, a juzgar las criaturas.
Trompetas y sones tristes diran del alto del cielo, leuantaos muertos, del suelo, recebireys segun hezistes.
Descubrirse han los peccados, sin que ninguno los hable. A la pena perdurable serán dados los dañados.
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Autor A la Virgen supliquemos que antes deste letijo interceda con su hijo, porque todos nos saluemos. Y a estos versos responde el Coro a canto de Organo, y con gran musica: Iuyzio muy fuerte sera dado, cruel de muerte.
En el siglo XVIII aún se seguía representando con un texto y una escenificación similar, según recoge B. Donovan ( Liturgical drama in medieval Spain, 1958, cap. 4, ʺLiturgical drama at Toledoʺ).
Durante el siglo XVI el canto sufrió varias prohibiciones y con los cambios litúrgicos se fue perdiendo poco a poco. En la catedral de Mallorca fue restituido a final de ese mismo siglo, con una escenificación copiada de Valencia, similar a la de Toledo. Con diversas variaciones en los textos, se ha conservado en varias iglesias de Mallorca, hasta la actualidad en que ha sido declarado por la Unesco patrimonio inmaterial de la humanidad. The chant of the Sybil on Majorca. Inscribed in 2010 on the Representative List of the Intangible Cultural Heritage of Humanity http://www.unesco.org/culture/ich/index.php?lg=en&pg=00011&RL=00360
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El enigma de la sibila 3. Ara coeli.
Hacia finales del siglo XV se recopilaban en Cataluña diversos textos religiosos, entre ellos un drama sacro titulado Lo fet de la Sibil∙la e de lʹemperador Sèsar*, que se representaba en las matinas de Nadal.
* Publicado por E. Moliné, ʺTextes vulgars catalans del segle XVʺ, Revue hispanique, 28 (1913), pp. 431‐438
El emperador Sesar envía a buscar a la Sibilla, al parecer sólo para que, por complacerle, adore a su dios. Ella le replica que ya tiene marit e sanyor, no el tros de fust al que da culto el emperador. La sibila le habla entonces de un juicio infalible.
Ara la sibilla comensa lo jor del judicii. Al jorn del judicii parra qui aura fayt servicii ....
El cant de la sibil∙la se va alternando con comentarios del emperador matizados de un cierto escepticismo. El Sesar, primero exige que ese rey le rinda pleitesía, luego accede a establecer con él un pacto de amistad en igualdad. Pero ese rey futuro no admite igual, sino que exige sumisión so pena de horribles castigos, lo que hace exclamar al emperador, de forma extrañamente crítica, para la época y las circunstancias:
Donzella de tu tinc malgrat, per lo teu parlar qui mʹa desberetat,
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El enigma de la sibila qui deyas quʹes Deu de tant amor e are dius de gran plos e tristors.
Finalmente el emperador no se aviene a someterse y despide con amenazas a la Sibila.
Este drama, que parece ser único por su argumento, mezcla dos fuentes: una es el cant, la otra la leyenda de Octaviano y la sibila Tiburtina.
Grabado en S. Gallaeus, Dissertationes de Sibyllis (1688)
La primera noticia conservada sobre el anuncio mesiánico hecho a Augusto se encuentra en la Chronographia del bizantino Ioannes Malalas (c. 491 – 578). Aquí la profetisa no es una sibila, sino la Pitia; el lugar no está precisado, pero la rapidez con que Octaviano llegó desde el manteîon al Capitolio, hace pensar en Roma. Ὁ δὲ Αὔγουστος Ὀκταβιανὸς τῷ νεʹ ἔτει τῆς βασιλείας Augusto Octaviano, en el año 55 de su gobierno, en el mes de octubre (o hiperbereteo), marchó al αὐτοῦ μηνὶ ὀκτοβρίῳ, τῷ καὶ ὑπερβερεταίῳ, ἀπῆλθεν εἰς oráculo y habiendo hecho de sacrificio una τὸ μαντεῖον· καὶ ποιήσας ἑκατόμβηεν δυσίαν hecatombe, preguntó: « ¿Quién gobernará tras de mí ἐπηρώτησε, «Τίς μετʹ ἐμὲ βασιλεύσει τῆς Ῥωμαικῆς la república de Roma? » Pero no le fue dada πολιτείας;» καὶ οὐκ ἐδόθη αὐτῷ ἀπόκρισις ἐκ τῆς Πυθίας. καὶ πάλιν ἐποίησεν ἄλλην δυσίαν, καὶ respuesta por la Pitia. De nuevo hizo otro sacrificio ἐπηρώτησε τὴν Πυθίαν τὸ διὰ οὐκ ἐδόθη αὐτῷ y preguntó a la Pitia por qué no se le ha dado una ἀπόκρισις, ἀλλὰ σιγᾷ τὸ μαντεῖον. καὶ ἐῤῥέθη αυτῷ ἀπὸ respuesta, sino que calla el oráculo. Y le fue
El enigma de la sibila τῆς Πυθίας ταῦτα· Παῖς ἑβραῖος κέλεταί με θεὸς μακάρεσσιν ἀνάσσων τόνδε δόμον προλιπεῖν καὶ ἄϊδος αύθις ἱκέσθαι. καὶ λοιπὸν ἄπιθι ἐκ πρόμων ἡμετέρων. Καὶ ἐξελθὼν ἐκ τοῦ μαντείου ὁ Αὔγουστος Καῖσαρ, καὶ ἐλθὼν εἰς τὸ Καπετώλιον, ἔκτισεν ἐκεῖ βωμὸν μέγαν, ὑψηλὸν, ἐν ᾥ ἐπέγραψε Ρωμαϊκοῖς γράμμασιν, Ὁ βωμὸς οὗτός ἐστι τοῦ πρωτογόνου θεοῦ. ὅστις βωμός ἐστιν εἰς τὸ Καπετώλιον ἕως τῆς νῦν, καθὼς Τιμόθεος ὁ σοφὸς συνεγράψατο.
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comunicado por la Pitia esto: Un niño hebreo, un dios que gobierna a los felices, me ordena / abandonar este templo y de nuevo ir al hades. / Por lo demás, marcha de nuestros guías. Y saliendo del oráculo Augusto César y yendo al Capitolio, construyó allí un altar grande, elevado, en el que escribió con letras romanas: Este altar es del primogénito de dios. Este altar está en el Capitolio aún ahora, según escribió el sabio Timoteo.
La consulta de Augusto y la construcción del altar en el Capitolio fue recogida a mediados del siglo X en el Lexicon de Suidas (s. v. Αὔγουστος ὁ Καῖσαρ). En una Chronographia de principios del XI, atribuida a León el Gramático, se dice expresamente que Augusto fue a Delfos a hacer la consulta, pero no menciona la construcción del altar. Un siglo después, Cedreno (Σύνοψις ἱστορίων, Compendium historiarum) dio esta misma información atribuyéndola a Eusebio. La primera versión latina conocida de esta leyenda se fecha a finales del siglo VI. El texto, que suele citarse como Chronica Palatina (por el nombre del códice), se conserva en un solo manuscrito publicado en 1843 por el cardenal Angelo Mai (Spicilegium Romanum, 9, pp. 120 ss.)
Augustus vero Caesar LVI anno regni sui, mense octobrio, qui hyperberetaeus secundum Athenienses dicitur, abiit in Capitolium, quod est in medio urbis Romae, ut per divinationem addisceret quis regnaturus fuisset post ipsum in Romana re publica; et dictum est ei a pythonia, quod infans hebraeus, iubente Deo e caelo beatorum descendens, in hoc domicilium statim iam veniet, ceterum genitus sine macula, alienusque ab aris nostris. Quare exiens inde Augustus Caesar a divinatione, aedificavit in Capitolio aram magnam in sublimiori loco, in qua et scripsit latinis iitteris dicens: Haec ara filii dei est. Ubi factum est, post tot annos, domicilium atque basilica beatae et semper virginis Mariae usque in praesentem diem , sicut et Timotheus chronographus commemorat.
Esta crónica sigue a Malalas, excepto en la respuesta de la Pitia y añadiendo que en el lugar se había construido ya una basílica. En el texto conocido como Mirabilia Romae, transmitido en numerosas versiones, la leyenda ha sufrido cambios importantes: (1) la pitia es sustituida por la sibila Tiburtina, (2) ésta recita el Iudicii signum y (3) el cielo se abre mostrando el ara coeli: un altar sobre e lque está una hermosísima virgen con un niño en brazos.
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Tempore Octaviani imperatoris, senatores videntes eum tantae pulchritudinis, quod nemo in oculos eius intueri posset et tantae prosperitatis et pacis quod totum mundum sibi tributarium fecerat, ei dicunt: «Te adorare volumus quia deitas est in te; si hoc non esset, non tibi omnia essent prospera». Quod renitens indutias postulavit. Ad se sibillam Tiburtinam vocavit, cui quod senatores dixerant recitavit. Quae spatium trium dierum petiit, in quibus artum ieiunium operata est. Post tertium diem respondit imperatori: «Hoc pro certo erit, domine imperator, Iudicii signum, tellus sudore madescet, e celo rex adveniet per secla futurus, scilicet in carne presens, ut judicet orbem» et cetera quae sequuntur. Ilico apertum est celum et nimius splendor irruit super eum. Vidit in coelo quandam pulcherrimam virginem stantem super altare, puerum tenentem in bracchiis. Miratus est nimis et vocem dicentem audivit: «Hec ara filii Dei est». Qui statim in terram procidens adoravit. Quam visionem retulit senatoribus et ipsi mirati sunt nimis. Hec visio fuit in camera Octaviani imperatoris, ubi nunc est ecclesia sanctae Mariae in Capitolio, idcirco dicta est Sancta Maria ara celi. Texto establecido por Ulrichs, Codex urbis Romae topographicus, (1871), pp. 95‐96.
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Master ES, 1460
Parmigianino, 1550
En la influyente Leyenda dorada de Vorágine (med. siglo XIII), hay más cambios.
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Octavianus insuper imperator (ut ait Innocentius papa tertius) universo orbe ditioni Romanae subiugato in tantum senatui placuit, ut eum pro deo colere vellent. Prudens autem imperator se mortalem intelligens imortalitatis nomen sibi noluit usurpare. Ad illorum instantiam Sibyllam prophetissam advocat, scire volens per eius oracula, an in mundo maior eo aliquando nasceretur. Cum ergo in die nativitatis domini consilium super hac re convocasset et Sibylla sola in camera imperatoris oraculis insisteret, in die media circulus aureus apparuit circa solem et in medio circuli virgo pulcherrima, puerum gestans in gremio. Tunc Sibylla hoc Caesari ostendit. Cum autem imperator ad praedictam visionem plurimum admiraretnr, audivit vocem dicentem sibi: «Haec est ara coeli», dixitque ei Sibylla: «Hic puer maior te est et idco ipsum adora». Eadem autem camera in honore sanctae Mariae dedicata est, unde usque hodie dicitur Sancta Maria Ara Coeli. Intelligens igitur imperator, quod hic puer major se erat, ei thura obtulit et deus de caetero dici recusavit.
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Vista panorámica del Capitolio‐Campidoglio
La austera fachada de la iglesia de Sta. Maria in Aracoeli vista desde su empinada escalinata (C. W. Eckersberg c. 1830)
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Augusto y la sibila pasaron de la apologética a los sermones, de los sermones a las crónicas, al teatro y al arte. Los misterios de la sibila y Octaviano están documentados desde principios del siglo XV. Según una nota de gastos de la catedral de Barcelona del año 1419 Deu la dita sagristia a dit candeler per 230 candeles que serviran per lo Are Coeli lo dia de Nadal per la representacio de la Sibilla amb lʹemperador, que pesaren VIII lliures e miga, a rao de 2 souls la lliura. Fonch a XXII de Decembre, 1418. Reproducido por H. Anglès, ʺEl cant de la sibil∙laʺ en La música a Catalunya fins al segle XIII (1937). También en Donovan, The liturgical drama in medieval Spain (1958), cap. 11.
Un humanista florentino de nombre Matteo di Marco Palmieri (m. 1475) escribió unos Annales o Historia florentina, que comienza en 1422. Hablando de las celebraciones de san Juan del año 1454, escribió:
Per san Giovanni 1454 si mutò forma di festa, la quale era usata a farsi a dì 22 la monstra; a dì 23 la mattina la processione di compagnie, frati, preti e edifici; la sera l’offerte e el dì el palio. E riordinorsi in questo modo cioè: che a dì 21 si facesse la mostra. A dì 22 la mattina la processione di tutti gli edifici.
Ese año desfilaron en total veintidós edifici, sofisticados y lujosos escenarios teatrales sobre ruedas. En décimo lugar iba
Ottaviano imperadore con molta cavalleria e colla Sibilla, per fare rapresentazione quando la Sibilla gli predisse dovea nascere Xristo e monstrògli la Vergine in aria con Xristo in braccio. ... Tutti sopra detti edifici ferono sua rapresentationi in piaza inanzi a’ Signori e durorono infino alle sedici hore. Ed. de G. Scaramella, en Raccolta degli storici italiani, 26. Nova edizione (1915)
De poco después, 1465, data una Rappresentazione et festa di Ottaviano imperadore cuyo texto se conserva (pero no hemos podido consultar). En Rouen, el año 1474, se representó, en dos jornadas, un misterio que fue publicado hacia finales de siglo con el título de Lʹincarnacion et natiuite de nostre saulueur et redempteur Jesuchrist. El primer día comienza con un ordo prophetarum en el que la sibila recita su monólogo clásico. Aparece Octovien en escena preocupado por dejar un digno sucesor. La Sibila, siguiendo una revelación, viaja a Roma para visitar una fuente. Allí la encontró casualmente Octovien. La Sibila le comunica un signo del nacimiento del saulueur.
C’est qu’il vendra une journée, mais je ne sçays quant il sera, que le vray saulueur nasquira, en terre venu du demaine, des cieulx, et lors ceste fontaine qui maintenant donne eaue si clere, dourra huile.
La mención más antigua del prodigio de la fuente de aceite está en Casio Dión (155‐229), Historia romana, 48, 43.4, que lo situó el año 38 aC.
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Πολλὰ μὲν δὴ καὶ πρὸ ἐκείνου τοῦ χρόνου Antes de aquel tiempo hubo muchos τερατώδη συνηνέχθη (ἄλλα τε γὰρ καὶ prodigios (entre otros manó aceite ἔλαιόν τι παρὰ τῷ Τιβέριδε ἀνέβλυσε), junto al Tíber), muchos también πολλὰ δὲ καὶ τότε. entonces. Eusebio (263 ‐ 339) escribió un Chronicon que se ha conservado fragmentariamente en griego y más completo en versión armenia. Jerónimo (c. 347 ‐ 420), que lo tradujo, amplió y continuó, parece tener otra fuente para ese hecho. En el 3r año de Augusto (41 aC) escribió, dándole ya color cristiano:
E taberna meritoria trans Tiberim, oleum terra erupit, fluxitque toto die sine intermissione, significans Christi gratiam ex gentibus.
Ms Merton 315 (s. IX), f. 131r Orosio (fl. principios s. V) es, quizás, la fuente más influyente en la cristianización de omina romanos. En Contra paganos menciona dos veces el prodigio de la fuente de aceite. La primera (6, 18), enmarcada en las gestas de Augusto, sin comentario especial. His diebus trans Tiberim e taberna meritoria fons olei terram exundauit ac per totum diem largissimo riuo fluxit.
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La segunda (6, 20) la interpreta como un signo del nacimiento de Cristo: In diebus istis fons olei largissimus, sicut superius expressi, de taberna meritoria per totum diem fluxit. Quo signo, quod euidentius quem in diebus Caesaris toto orbe regnantis futura Christi natiuitas declarata est? En la versión que recoge la Leyenda dorada, el fenómeno se dio el mismo día del nacimiento y fue profetizado por la Sibila: Prophetaverat enim Sibylla, quod quando erumperet fons olei, nasceretur Salvator.
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Hinc oleum fluxit cum Christus virgine luxit , hic et donatur venia a quocumque rogatur. _____________ Nascitur hinc oleum, Deus ut de virgine. Vtroque terrarum est oleo Roma sacrata caput. _____________ Versus qui olim legebantur ad fontem olei.
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Tras este encuentro fortuito de Augusto y la sibila, la acción del misterio pasa al AT (Adán, Abraham, Jacob, etc.), fusionado con una moralidad, intervienen ángeles, luego demonios, etc. El segundo día de la representación Augusto decide hacer un censo y el heraldo se lo comunica a Cirino, presidente de Siria. José, María y otra mucha gente se ven en la necesidad de ir a Belén a cumplir con esta obligación. Los alojamientos están todos ocupados y José sólo encuentra un cobertizo bien povre et bien ruineux. Dios padre envía sus ángeles para hacer compañía a María en la crache. Nace el hijo de Dios. El emperador ordena a su heraldo que haga venir sus clercz y la sibila. Ya reunidos, Octovien expone su preocupación:
Les seigneurs presens, sans contemps ou division, mais dʹaccord, ont fait devant nous ung record donc gramment esmerveillez sommes. Et, affin que sachez les sommes, ilz ont proposé quʹen tout lieu nous façons orer comme dieu, allegans pour leur fondement que nous tenons paisiblement lʹuniversel monde soubz nous, et que nous sommes dessus tous greigneur, et nʹest nul, tant hault monte, desoubz le ciel qui nous surmonte. et, comme nous avons ja dit, de ce propos icy et dit forment nous nous esbahisson: homme mortel nous congnoisson, et ilz nous veulent clamer dieu. Quant est que toute place et lieu tenons, nous nʹen doubtons en rien; non obstant, cela vient du bien du grant dieu. Mais quʹil ne soit point greigneur de nous, vela ung point que bien nous vouldrion sçavoïr et vos opinions avoir. Declarez nous ent la teneur.
Un clerc llamado Thogorma relata un suceso reciente:
Nʹa pas grant temps nous trois ensemble priasmes le dieu Apollin en son temple nouvel, affin quʹil luy pleust de nous declarer combien le lieu pourroit durer, et lors nous dit quʹen paix seroit tant que une vierge enfanteroit. Et ceste nuyt il est brouy et fondu.
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El cardenal Baronio, en el ʺApparatus de adventu Filii Deiʺ y en el año primero de sus voluminosos Annales ecclesiastici (1601), hizo una revisión crítica de varios signos prodigiosos que algunos atribuían al día del nacimiento, pero que ocurrieron años antes o después. Según Baronio el primero en hablar del hundimiento del templo fue una homilía que se atribuía a Pedro Damián (1007 ‐ 1072). Se trata concretamente del Sermo 1 in nativitate Domini, de Nicolás de Clairvaux (ob. c. 1176), que también fue atribuido a Bernardo de Clairvaux (1090‐1153). Filium novum, novam novitatem. Fons olei de terra erupit; templum Romae, quod vocabatur aeternum, corruit, omnibus impensis et urbis et orbis mirabiliter consummatum. Cum enim Romani in victoriosae antiquitatis memoriam, templum singulari schemate facere decrevissent, ab omni illa deorum, imo daemoniorum multitudine quaesierunt usquequo durare posset tam excellentis operis operosa constructio, responsum est donec virgo pareret. Illi ad impossibilitatem oraculum retorquentes, templum aeternum, solemnem illam machinam vocaverunt. Nocte autem cum e virginali thalamo virgineus flos Mariae egressus est, ita cecidit et confractum est illud mirabile et columnarium opus, ut vix apparerent vestigia ruinarum.
Según el misterio de Rouen el templo era de Apolo, pero según la versión más corriente fue edificado en honor de la Paz, bajo el mandato de Augusto. Apolo fue consultado para conocer cuál sería su duración. Así, por ejemplo, en la Leyenda dorada:
Romae enim, ut testatur Innocentius papa tertius, duodecim annis pax fuit, igitur Romani templum pacis pulcherrimum construxerunt et ibi statuam Romuli posuerunt. Consulentes autem Apollinem, quantum duraret, acceperunt responsum, quousque virgo pareret. Hoc autem audientes dixerunt: Ergo in aeternum durabit. Impossibile enim crediderunt, quod unquam pareret virgo. Unde in foribus templi titulum nunc scripserunt: Templum pacis aeternum. Sed in ipsa nocte qua virgo peperit, templum funditus corruit et ibi est modo ecclesia Sanctae Mariae Novae. La crítica de Baronio, por consiguiente, de que el monumental templo de la Paz fue construido por Vespasiano el año 75, sólo puede aplicarse a la leyenda en su forma vulgata, pero añade que tampoco hay recuerdo de ningún hundimiento.
Octovien le pide a la Sibila consejo. Ella le contesta con la profecía de la fuente de aceite ya cumplida. Il a plus de six ans entiers quʹil fut dist et prophetizé en tres beaulx motz divisé de la fontaine de la ville que, quant muee seroit en huille er ne seroit plus dʹeau liqueur adoncs nasquiroit le sauveur. Or totalement advenu est, ainsi soit pour vrai tenu.
Al parecer la Sibila no recuerda que ella misma ya le había hablado de esta profecía a Octaviano. A la propuesta de los cortesanos de hacer una consulta oracular, la Sibila consiente en hacerla en la cámara de Octaviano. Un prodigio se hace visible:
Au ciel je voy evidamnment le soleil qui luit clerement,
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El enigma de la sibila dʹun cercle dʹor environné, et au milieu tant noblement la vierge quei tient doulcement son bel enfant au jourdʹui né. Sans que plus en soit sermonné lʹempereur sera admené en ce lieu, le tres prudent homme, affin que je luy designe, par ce que icy je voy, signe quʹil a greigneur. Vela la somme. Adonc vient lʹempereur.
La visión del círculo solar está en Suetonio, su interpretación cristiana en Orosio, aunque éste propiamente no la refiere a la natividad, sino al próximo adventus Christi.
Suetonio, Augustus, 95 Orosio, Adversus paganos, 6, 20 Post necem Caesaris reverso Cum primum, C. Caesare auunculo suo interfecto, ex Apollonia ab Apollonia et ingrediente eo rediens urbem ingrederetur, hora circiter tertia repente, liquido ac puro sereno, circulus ad speciem caelestis arcus orbem solis urbem, repente liquido ac puro sereno circulus ad speciem ambiit, quasi eum unum ac potissimum in hoc mundo solumque caelestis arcus orbem solis clarissimum in orbe monstraret, cuius tempore uenturus esset, ambiit. qui ipsum solem solus mundumque totum et fecisset et regeret.
A. Caron (c. 1580)
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Al contemplar la visión, el emperador entra en trance lírico:
Octovien O fleur! O precieuse rose qui as porté ung enfant tel ... El semble estre sur ung autel ceste mere du roy des rois
Uriel, por orden expresa de Dieu le pere, le dice:
Il est nommé autel du ciel, ainsi appeller tu le dois.
El Misterio de la Encarnación de Rouen es una obra que supera los once mil versos. Lo cuadruplica en extensión Le mistere du Viel Testament, representado en París a finales del siglo XV. Pero mientras en el primero el tema y la redacción son unitarios, el segundo es una recopilación de varios misterios de temática diversa, dispuestos de forma continua. De las 45 divisiones de la edición de Rotschild, 44 tienen temas del Antiguo Testamento. La última es extrabíblica: Le mistere de Octovien et de sibille Tiburtine touchant la conception, et autres Sibilles. Ya hemos visto en el misterio anterior la propuesta de divinización hecha a Augusto por sus cortesanos. En éste es un prevost quien comunica a Octaviano el acuerdo unánime de le sénat et le concille romanos: Tous ensemble ont délibéré, Sire, que serez adoré, et ainsi que a Dieu vueillent croire en vous
Octaviano no lo rechaza, pero es prudente: Mes seigneurs, il se fault enquerre, premier que avoir presumption, touchant ceste adoracion ; se autrement le fais cʹest follie.
El emperador ha oído hablar de una profetisa, una sibila que vive en Tiburte. Un consejero asiente que, en efecto, en leur pays on la reclame pour tresprudente et vertueuse
y se la hace ir a Roma. Augusto la interpela: je te pry, Sibille, declaire moy sʹil est utille, et si tu sçais reallement que en la terre ou au firmament fut plus grant que moy et plus digne.
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Sibille, dame tresbenigne, se ung plus grant que moy en savoie, estre adoré je ne vouidroie. La Tiburtina le responde: Ce seroit grant desrision, et cogiter peux en ton cueur quʹil est ung seul dominateur, qui descendra dʹune pucelle, sans quelque couppe originelle, ne sans tache orde et infaicte.
Augusto le pide argumentos y la sibila le habla de Abraham, Noé, Moisés, etc. Augusto le pide pruebas y la sibila le hace ver lʹautel du filz de Dieu.
Ghirlandaio. c. 1485
G. Clovio, Horas de Farnese, 1540/50
La visión divina le sirve de referente de su insignificancia y pourriture humana, en consecuencia renuncia a ser honrado como un dios:
Pour dieu jamais ne me adorez. Ostez, jamais ne le ferez. ... Cathiline [un cortesano] Ainsi donc vous voulez conclure que point ne serez adoré. Octovien Ostez, ostez; ce nʹest que ordure
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que homme humain, plain de pourriture, soit en ce monde décoré.
No hay base histórica para suponer que se le ofreciera a Octaviano la divinización y que la rechazara. El nombre de Augusto ya es un apelativo divino y en las provincias se le consagraron muchos templos. Octaviano, que quiso pasar en su entorno inmediato por princeps, lo que sí rechazó fue ser llamado dominus, término que denotaba la relación esclavo‐dueño, usado también por las clases inferiores como tratamiento deferente, pero libre de connotaciones divinas exclusivas. Suetonio (m. c. 135), De vita Caesarum, ʺOctavianusʺ, 53
Domini appellationem ut maledictum et obprobrium semper exhorruit. Cum spectante eo ludos pronuntiatum esset in mimo: « O dominum aequum et bonum! » et universi quasi de ipso dictum exsultantes comprobassent et statim manu vultuque indecoras adulationes repressit et insequenti die gravissimo corripuit edicto; dominumque se posthac appellari ne a liberis quidem aut nepotibus suis vel serio vel ioco passus est atque eius modi blanditias etiam inter ipsos prohibuit. Dion Casio (155‐229), Historia romana, 55, 12, o sigue a Suetonio o lo confirma: Δεσπότης τότε ὁ Αὔγουστος ὑπὸ τοῦ δήμου ὀνομασθεὶς οὐχ ὅπως ἀπεῖπε μηδένα τούτῳ πρὸς ἑαυτὸν τῷ προσχρήματι χρήσασθαι, ἀλλὰ καὶ πάνυ διὰ φυλακῆς αὐτὸ ἐποιήσατο.
El misterio de Augusto y la sibila Tiburtina acaba, como su título indica, con autres Sibilles. Este final no tiene relación con Octaviano; es, con toda probabilidad, un añadido, un fragmento con autonomía propia en el que sólo intervienen sibilas profetizando sobre Cristo, una especie de ordo sibyllarum.
4. Ordo sibyllarum. Certains aimaient à disserter sans fin du sexe des anges; ils auraient pu, aussi bien, disserter du nombre des Sibylles, de leur âge ou de leurs prophéties respectives. En effet, lʹextraordinaire fortune des oracles sibyllins, à la fin du Moyen‐Age et au début de la Renaissance, se développe dans le désordre et la confusion des sources, sans grand dommage, dʹailleurs quant au message messianique délivré par les anciennes devineresses. Il semblerait au contraire que lʹimprécision et la pauvreté lacunaire des textes transmis ait aidé à leur succès et à leur multiplication. H. Cazes, ʺVerbum inuisibile palpabitur: Les Sibylles dans la seconde moitié du XVe siècle: La répétition comme poétique de lʹoracleʺ, The changing tradition. Women in the history of Rethoric (1999)
Inicialmente en la Edad Media, el arte, como el drama litúrgico, sólo representó la Sibila de Agustín‐Quodvultdeus. Hacia finales del siglo XIII empezaron a aparecer, esporádicamente, imágenes de varias sibilas formando grupo, como las seis del púlpito de SantʹAndrea, en Pistoia.
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G. Pisano. Pulpito de St. Andrea, en Pistoia (c. 1300). Sibilas sobre los capiteles.
Potenciado, tal vez, por el naciente humanismo, que hurgaba en la antigüedad pseudepigráfica en busca de las raíces paganas de la religión natural (entendida, claro, como la forma natural del cristianismo antes de Cristo, la plenitud del cual, en su forma coetánea, no se discutía), durante el siglo XV el tropel de sibilas irrumpió en el arte y en la escena, ofreciendo novedosos oráculos mesiánicos. En arte, que es donde más dejaron sentir su influencia como grupo, el número de sibilas es variable, pero en literatura terminaron imponiéndose doce, las diez de Varrón más una llamada Europa y otra Agripina.
La antigüedad tardía había aumentado también, quizás ocasionalmente, el número de sibilas. Así, el Chronicon paschale (siglo VII) enumera doce sibilas de las que sólo ocho coinciden –en nombre‐ con las varronianas, pero su memoria se perdió hasta que la erudicción del XVII recuperó sus nombres.
El texto más antiguo sobre este tardío ordo sibyllarum tal vez sea el titulado Prophétie XII sibillarum de incarnatione Christi, que describe a las adivinas
sicut depicte sunt in camera reuerendissimi domini cardinalis de Ursinis cum earum descriptionibus et prophetiis ac certis aliis bonis additionibus de eisdem quae non sunt in dicta camera, sed sicut scripte sunt iuxta sex earundem sibillis sub breuibus retro chorum
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ecclesie Coloniensis.
Además del oráculo propio de cada sibila, la descripción da detalles precisos en cuanto a la edad, peinado, vestimenta y atributos (espada, libro, serpiente, etc.), que parecen dirigidos a los artistas interesados en reproducirlas. El cardenal Giordano Orsini murió en 1438. La iconografía de las doce sibilas debía estar ya más o menos formada en esa época, pues, en la sibila Pérsica, el autor escribe:
Et depingitur ita prima, annorum triginta, in habitu deaurato, habens sub pede serpentem, quamuis dictus cardinalis Ursinorum poni fecit ursum sub pede. * M. Helin, ʺUn texte inédit sur lʹiconographie des sibyllesʺ, en Revue belge de philologie et dʹhistoire, tome 15, fasc. 2 (1936). Publicado según dos manuscritos de mediados del siglo XV, con variantes mínimas
Scipione Ammirato (1531‐1601), canónigo al final de su vida de la catedral de Florencia,
escribió una Istorie fiorentine de la que se publicó una primera parte en 1600. La segunda parte se publicó en 1647. En el libro 23 cuenta que en el año 1471 el duque de Milán, Giovanni Galeazzo Maria Sforza (1444‐1476) visitó Florencia, alojado por Lorenzo de Medici, cuya extraordinaria colección de arte pudo admirar.
Arrivò questo principe alla città aʹ 13 di marzo, con cui volendo pure i signori in nome del pubblico fare ogni sorte di complimenlo, fecero rappresentare tre spettacoli sacri per trovarsi in tempo di quaresima, che per lʹartificio ingegnosissimo delle cose che vʹintervennero riempierono di somma ammirazione gli animi deʹ Lombardi. In S. Felice lʹannunziazione della Vergine, nel Carmine lʹascensione di Cristo in cielo; in S. Spirito quando egli mandalo Spirito Santo a gli apostoli.
En general se considera que esta Rappresentazione della Annunziazione es la atribuida a Feo Belcari (1410–1484), en la que aparece, por primera vez en un drama, el ordo sibyllarum. En la edición de Le rappresentazioni di Feo Belcari ed altre di lui poesie edite et inedite (1833 Firenze, Presso Ignazio Moutier) hay dos versiones de la anunciación bastante diferentes. En la primera (que es la publicada por DʹAncona, Sacre rappresentazioni, vol. 1, 1872) aparecen seis sibilas reales (las rúbricas designan equivocadamente como sibilas a tres profetas: Sofonia, Michea y Osea) y los profetas y sibilas se alternan. En la segunda aparecen primero solo cuatro profetas y luego nominalmente ocho sibilas, aunque, comparados con la primera versión, los oráculos son sólo cinco, ya que tres sibilas recitan dos versos menos, que se asignan a otras tres sibilas. Estos son los nombres y las correspondencias de versos de cada estrofa entre ambas versiones. Eritrea : Eritrea (6) y Delfica (2) Persica : Persica (6) y Elispontia (2) Pontica : sin correspondencia Samia : Libica Cumana : Frigia (6) y Samia (2) Tiburtina : Agrippa
Entre 1470‐1480 se data la serie de grabados de 12 sibilas atribuida al florentino Baccio
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El enigma de la sibila Baldini (c.1436 ‐ 1487) y algo posterior la de Francesco Rosselli (1448 ‐ c.1513).
Las imágenes de estos grabados y los datos han sido tomados de la edición digital de The British Museum (http://www.britishmuseum.org/ ).
Baldini, c. 1470‐80
Rosselli, c. 1480‐90
Todas las sibilas tienen su libro de oráculos. Directamente sobre él, o afuera, está de forma abreviada el oráculo en latín que se les atribuye. Al pie se repite (generalmente, pues a veces hay errores) el mismo oráculo en verso, en italiano. Mâle* observó que estos versos, en algunos profetas y sibilas, estaban tomados de la la Annunziazione de Belcari.
* E. Mâle, ʺUne influence des mystères sur lʹart italien du XV siècleʺ, Gazette des Beaux‐Arts (1906)
Para explicar el diferente número de sibilas entre el misterio de Belcari y los grabados,
Mâle supuso que el grabador se basó en una representación donde aparecían las doce sibilas. Sin embargo, el hecho es que de las seis sibilas de Belcari sólo tres, la Eritrea, la Pérsica y la Samia, coinciden en los oráculos. Las otras tres, Helespóntica, Cumana y Tiburtina, tienen oráculos diferentes, aunque con la estructura métrica común a todos ellos de ocho versos endecasílabos, de rima ABABABCC (la llamada octava real).
El texto sobre las doce sibilas considerado más influyente es el publicado por Filippo Barbieri (lat. de Barberiis, de Barberis), en un librito que incluye varios temas y que es generalmente citado por el primero de ellos, dieciséis breves Discordantiae sanctorum doctorum Hieronymi et Augustini.
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Sexto decimo discordant quoniam Hieronimus in epistola ad Paulinum reprobata a poetis de Christo quicquam esse predictum. Sed Augustinus, xviii de Civitate Dei cxlvii, contrarium sentit.
Barbieri sigue la opinión de Agustín y trae diferentes autoridades en apoyo y además las propias opiniones de los gentiles, entre ellas los oráculos de las doce sibilas. La primera edición de esta obra, fechada el 1 de diciembre de 1481 debió incluir diferentes impresiones que comportan variantes.
La British Library da las fichas de varias ediciones.
Hay, que hayamos encontrado, dos digitalizaciones con grabados fechadas en 1481 y una
ca. 1517, con discordancias entre ellas. Otra edición del texto sin grabados, ca. 1487, repite el primer texto de 1481.
Barbieri 1481 a
Barbieri 1481 b
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Barbieri 1517 Hay otra diferencia, aunque secundaria para nuestro tema, entre las diversas ediciones‐impresiones. En las descripciones de contenido y en las reproducciones de terceros del texto de las sibilas de Barbieri, están también, alternando con ellas, los profetas del AT. Sin embargo éstos no aparecen en ninguna de los cuatro ejemplares digitalizados.
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S. Champier. La nef des dames vertueuses (1503)
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P. de la Cavalleria, Tractatus zelus (1592) (Nota del editor)
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Sibila Agripa, Ghirlandaio, c. 1485.
En 1496 fue publicado el Cancionero de las obras de Juan del Encina, donde se da una traducción versificada de las profecías sibilinas según Barbieri. La correspondiente a la Agripa dice así: Sibila Agripa llamada, con un rotulo en la mano, de aqueste rey soberano dixo muy maravillada: Sera vista y apalpada ya la palabra invisible, como rayz engendrada y como hoja secada por todos sera passible.
De comienzos del siglo XVI es el ms. 80 de la catedral de Córdoba. En su última hoja hay un texto, en parte castellano, en parte latín, que ha sido considerado por algunos un testimonio temprano del drama español, pero que, con mejor criterio, F. Delgado* considera el ejercicio de un estudiante de Salamanca sobre el texto de Barbieri.
* F. Delgado, ʺLas profecías de sibilas en el ms. 80 de la catedral de Córdoba y los orígenes del teatro nacionalʺ, Revista de filología española, 67 (1987) pp.77-87
Esta es la traducción correspondiente a la sibila Eritrea: Del muy alto habitaculo celeste acato dios los sus homildes e nascera de la virgen el fijo en la cuna de la tierra en los postrimeros dias.
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Y así traduce la profecía de la sibila Cumana:
En la ultima hedat de los siglos nascera la orden del mundo, tu señala este niño que ha de nascer.
De esa misma época (1483 y ss.) son las diez sibilas representadas en el pavimento del duomo de Siena. En algunos oráculos los autores, o siguen otra tradición, más culta, o bien hicieron innovaciones. Así, por ejemplo, a la Frigia, que es una de las sibilas con oráculos más variables, se le atribuyen dos oráculos, uno breve, escrito en el libro, Solus deus sum et non est deus alius, transmitido por Lactancio (Hunc esse solum deum summum). El otro, más extenso, grabado en el ara, es el Iudicii signum:
Redeunt Saturnia regna...
Tartareum chaos ostendet dehiscens terra...
Tuba de caelo vocem luctuosam emitet. Tartareum chaos ostendet dehiscens terra. Venient ad tribunal dei reges omnes, deus ipse iudicans pios simul et impios, tum demum impios in ignem et tenebras mittet. Qui autem pietatem tenent iterum vivent.
De 1470‐75 se fecha el libro de Horas de Louis de Laval (Ms. BNF, lat. 920), obra de Jean Colombe, aunque con miniaturas de los 80. En la sibila de Eritras (¿1485?), el escriba, o su original, olvidó consignar la edad, 15 (ó 25) años según otros textos.
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El enigma de la sibila Sibila erichea. annorum dicta Eruphila. orta in Babilonia. videtur vaticinari de Christi annunciacione per angelum facta. ut infra.
De excelso celorum habitaculo prospexit deus humiles suos. et nascetur in diebus nouissimis de virgine he‐ brea filius in cunabulis terre.
De la misma fecha, con el mismo texto y con iconografía similar, es el BSB Cod. icon. 414, de las Sibyllae et prophetae de Christo Salvatore vaticinantes (finales siglo XV; digitalizado por el Münchener DigitalisierungsZentrum), el cual alterna las doce sibilas y sus profecías mesiánicas con las escenas correspondientes de la vida de Cristo según los evangelios y los profetas del AT. Otro manuscrito conservado en la Stiftsbibliothek de St. Gallen, en Suiza, fue publicado en 1903 (P. Heitz, Oracula Sibyllina).
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Perugino. Fresco de profetas y sibilas (c. 1500)
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En 1291, ante las renovadas amenazas musulmanas, el aposento donde la joven María, sponsa de José, recibió el anuncio del arcángel Gabriel, fue trasladado por ángeles a Tersacto, cercano a Flumeno (hoy un barrio del segundo, llamado Rijeka, en Croacia) y, ante la poca fe de sus habitantes, llevado en 1294 a Italia, donde cambió su emplazamiento cuatro veces hasta establecerse definitivamente no lejos de Ancona, en un bosquecillo de laureles, hoy Loreto. Allí se la rodeó en seguida de unos muros de protección y a finales del siglo XV de un santuario. El devoto papa Julio II, que finalizó el templo, encargó a Donato Bramante la decoración de los muros‐relicario. Bramante diseñó en 1510 un chapado de mármol en el cual figuraban diez sibilas. Las esculturas, obra de Giovan Battista della Porta, se colocaron en 1570.
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La presencia de las doce sibilas en literatura es mucho más discreta que en arte. En los dramas es escasa, quizás oportunista, y forzada. Aparecen, como ya hemos comentado, al final de Le mistere du Viel Testament, una vez acabado Le mistere dʹOctovien. Con alguna excepción, la estructura general es la siguiente: la sibila en pose hierática dice su oráculo (tomado de la tradición figurativa), a continuación un personaje llamado Les humains expresa sus sentimientos ante la profecía y la sibila le responde. Le giroufflier aux dames es una poema publicado hacia 1510. El tema, como expone al comienzo, es defender a las nobles dames de las calumnias vertidas contra ellas en el Roman de la rose. Al final del poema, el editor añadió un Dit des douze sibilles, en el que da de cada sibila una información similar a la que ofrece el BSB Cod. icon. 414: en latín la edad, el tema de la profecía y a continuación la profecía. Luego da traducida la profecía en versos franceses idénticos a los de Le mistere du Viel Testament. Así, por ejemplo, para la sibila Eritrea:
SIBILLA ERICHEA, annorum .xv. de annunciacione Christi: De excelso celorum habitaculo prospexit Deus humiles suos et nascetur in diebus novissimis de Virgine hebrea filius in unabilis terre.
Dieu, de son hault habitacle, pour nostre captivité, par hault et divin miracle, a esleu son tabernacle avecques humanité. Charité en pitié a fait son oueil déiphique tourner a bénignité, ainsi quʹil fust recité par ung herault angelique regardant lʹhumilité dʹune pucelle hebraïque.
Texto según Montaiglon & Rothschild, Recueil de poésies françoises, tome 13 (1878).
Le giroufflier sigue, tal vez, el esquema de La nef des dames vertueuses, composee par maistre Simphorien Champier (c. 1503).
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Una de las categorías de damas virtuosas, por las que Champier se interesó particularmente, fue las sibilas. En el libro primero, titulado Louenges, fleurs et deffenssoir des dames, capítulo ʺDes sibillesʺ, las presenta según la tradición de Varrón‐Lactancio.
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El libro tercero está dedicado enteramente a ellas. La primera parte es la traducción, en rima francesa, acompañada de densas glosas, de 17 propheties, ditz et vatinations des sibilles translatez de grec en latin par Lactance Firmian.
Estos oráculos lactancianos son atribuidos sólo a la Eritrea o a una sibila innominada. Las doce sibilas aparecen en la tercera parte ‐el texto de Barbieri que ya hemos visto más arriba‐ y en la segunda, una versión poética de Les ditz prophetiques des sibilles tires du latin et composees par feu* messire Iehan Robertet. * La muerte de Robertet era muy reciente. Se calcula que murió hacia 1502/3 y que esta edición es de 1503.
Robertet seleccionó sus fuentes latinas según un criterio o más culto, o no tan divulgado. Por ejemplo, a la Eritrea no le atribuyó el anuncio de la encarnación (De excelso celorum), sino el Iudicii signum, que hemos visto en Siena atribuido a la Frigia. El oráculo vulgatum de la sibila Líbica empieza así: Ecce veniet dies et et illuminabit dominus condensa tenebrarum. Sin embargo la versión de Robertet se basa en este otro: Iugum nostrum intolerabile super colla positum tollet etc.
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La sibila Líbica, con este mismo oráculo, es una de las siete esculpidas entre 1469‐75 por Jörg Syrlin der Älterer, en la sillería de la catedral de Ulm. Fue también una de las elegidas por Michelangelo para testificar en la capilla Sixtina, junto a la Cumana, Délfica, Eritrea y Pérsica (hacia 1512).
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Las doce sibilas aparecen también en una versión de Octaviano y la sibila, incluida en una Passion en 20 días, originaria de Douai, pero conservada en la Bibliothèque de Valenciennes (ms. 560). Como personaje interviene sólo la Tiburtina, pero le expone a Octaviano los oráculos de sus compañeras. Fragmento publicado por J. de Rotschild, Mistere du Viel Testament, tome 6 (1891), p. lxix ss.
El conocimiento que el cristianismo occidental, antiguo y medieval, tenía de los oráculos sibilinos se limitaba a lo poco que se había conservado citado por los padres, en especial por Lactancio. La situación cambió radicalmente cuando en 1545 Xystus Betuleius (Sixt Birck) publicó un manuscrito griego con ocho libros de Sibyllina oracula. El impresor, Johannes Oporinus (Johann Herbst) añadió al final unos Sibyllarum de Christo uaticinia, doce en total, según la información al lector, ex uetustissimo codice descripta. Cada oráculo está formado por una estrofa de seis hexámetros dactílicos, verso oracular clásico. Esos oráculos repetían, letra por letra, los publicados en la edición de Barbieri Oppenheim 1517, y no parece que su composición sea muy anterior.
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Barbieri 1517
Betuleius 1545
Hacia 1560 Orlando di Lasso puso música a estas prophetiae sibyllarum.
http://www.youtube.com/watch?v=DkcC2QXMRrM
El poeta Jean Dorat dio su propia versión en versos latinos de los Sibyllarum duodecim oracula (1586), en una edición con traducción de Claude Binet y dibujos de Jean Rabel, tres
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El tema de las sibilas profetisas de Cristo parecía no agotarse entre apologetas y teólogos. El jesuita toledano Alfonso Salmerón (1515‐1585), dedicó el Tractatus XIX del segundo de los doce tomos de sus Commentarii in evangelicam historiam (1598) a recopilar datos sobre ellas. A Salmerón las sibilas no le sirven ya, como en tiempos antiguos, para apostrofar a los incrédulos paganos, sino para constatar Dei providentiam ad salutem Gentium procurandam numquam aliquo tempore defuisse. De la primera década del siglo XVII data la serie latina de los grabados de las sibilas de Crispijn de Passe, padre.
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El licenciado conquense Balthasar Porreno, sin dar nombre de autor, se expresa así de estos grabados: ... las diuisas que tienen son muy al proposito de sus profecias [...] y assi digo que de quantas pinturas de Sibillas he visto en el discurso de mi vida, ningunas he visto jamas que sean mas propias ni mas ciertas; y mouido desta seguridad tomè la pluma para escriuir destas illustrissimas mugeres.
El comentario de Porreño, escrito para gloria de Dios nuestro Señor y de su benditissima madre, Maria Virgen santissima concebida sin macula de pecado original, y sujeto à la correccion de la santa Madre Iglesia, recoge, como tantos otros autores, las diferentes profecías que se fueron adjudicando a las doce sibilas en esos casi dos siglos desde su irrupción como ordo.
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Cesare Ripa publicó su Iconologia en 1593, sin grabados, en 1603 con grabados, y sucesivas ediciones más con aumentos, propios y de otros. El abate Cesare Orlandi publicó una edición en cinco tomos, ya algo tardía (1764‐67), muy aumentada de imágenes propias. Uno de sus añadidos son las sibilas.
De Orlandi son también un grabado sobre la Alchimia, con un comentario no muy favorable, y otro sobre la Chimica.
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5. La reina Sibila. La leyenda del madero de la cruz (lignum crucis) parece haberse formado durante los siglos XII‐XIII. Beleth (fl. 1180‐90, en el Rationale, cap. 151, ʺDe exaltatione sanctae crucisʺ) dio resumida una de las versiones:
Ferunt ab Adamo Seth filium eius missum fuisse in paradisum, qui ramum inde inde sibi datum ab angelo retulit ad patrem, qui statim illius arboris mysterium cognoscens, eam terrae inservit, in magnam arborem procreavit. Postea vero cum in templi aedificatione ex diversis mundi partibus arbores afferrentur, allata est illa et relicta tanquam inutilis. Unde deinceps ad foveas quasdam civitatis posita est, per quam commode transire possit. Hanc cum vidisset regina Saba, noluit transire, sed adoravit. Postea autem rejecta est in Probaticam piscinam, quae tempore passionis Christi dessicata fuit, ac tunc apparuit lignum, cui cum aliud non invenirent Dominum affixerunt.
Como es normal, la leyenda siguió diferentes rumbos. Según una de las versiones más desarrolladas (med. s. XIII):
Jacuit ergo trabes illa ibi usque ad tempus quo venit regina austri nomine Sibilla in Jerusalem audire sapientiam Salomonis. Cum adventaret regina iam dicta in Jerusalem et per illam portam civitatis qua trabes jacebat introiens viso ligno, incurvavit se et adoravit
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sanctam trabem et subtractis vestibus suis, nudis pedibus transivit torrentem et incurvando se, et inclinando cepit clamare voce prophetica, dicens: ʺJudicii signum tellus sudore madescetʺ.
Edición de M. Lazar,ʺLa legende de «lʹarbre de Paradis» ou «bois de la croix», en Zeitschrift für romanische Philologie , 76/1‐2 (1960). p. 51‐52
Adoración del madero Encuentro con Salomón Piero della Francesca (fresco, siglo XV)
La reina de Saba a la que el AT no da nombre (1 Reyes, 10 y 2 Crónicas, 9: βασίλισσα
Σαβά ), es llamada por Jesús reina del sur (según Mt 12, 42 y Lc 11, 31) βασίλισσα νότου [...] ἦλθεν ἐκ τῶν περάτων τῆς γῆς ἀκοῦσαι τὴν σοφίαν Σολομῶνος regina austri [...] venit a finibus terrae audire sapientiam Salomonis
El nombre de Sibila dado a la reina de Saba es, al parecer, muy antiguo. La biografía fabulosa de Salomón titulada Testamento de Salomón (Διαθήκη Σολομῶντος, Testamentum Salomonis), en parte narración, en parte manual de magia demoníaca (es el primer grimorio adjudicado a su nombre), de datación incierta entre los siglos I y V, se ha conservado en pocos manuscritos muy tardíos (siglos XV‐XVI). Uno de ellos le da el nombre de Saba* y la hace hechicera: ἡ Σάβα βασίλισσα Νότου γόης. Otro manuscrito la llama βασίλισσα Νότου, ἡ σοφή Σιβύλλα. Otro más la menciona sólo como ἡ σοφή Σιβύλλα, sin mencionar que era la reina del Sur.
* Confusión frecuente, incluso en escritores cultos. Debido a que el nombre de la ciudad‐reino llamada Saba es indeclinable en el AT, la expresión regina Saba (βασίλισσα Σαβά) puede entenderse como reina Saba. Citamos según la edición de C. C. McCow. The Testament of Solomon (1922)
Gregorio Nacianceno (329‐389) en el carmen a Nemesio, en un pasaje en el que rechaza la utilidad de lo que los paganos pudieran saber sobre el verdadero Dios, si es que en algo se
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acercaron a la verdad, menciona entre otros a Hermes trisáristos y la Sibila con su oráculo de la cruz (vv. 245‐47):
Ἡρμῆς ὁ τρισάριστος ἐμοῖς ἐπέεσσιν ἀρήγοι, οὐδʹ ἐθέλων, σταυρὸν δὲ σέβοι μέτροισι Σίβυλλα, τῆς μεγάλης θεότητος ἐλαυνομένοι βελέεσσιν.
Que Hermes Trióptimo confirme mis poemas, sin querer; que la cruz venere en su versos la Sibila, hostigados por los dardos de la gran divinidad.
La fuente de este oráculo podría ser el que aparece en la actual colección de oráculos sibilinos (6, 26). Sozomeno también lo cita (400‐450):
πρὸς αὐτῶν τῶν Ἡλλήνων συνωμολόγηται Es reconocido por los mismos griegos que es Σιβύλλης εἶναι τοῦτο, de la Sibila lo siguiente: ὦ ξύλον μακαριστὸν, ἐφʹ οὗ θεὸς ἐξετανύσθη O madero bienaventurado, sobre el cual fue Historia eclesiastica, 2, 1, (ed. Hussey, 1860) extendido Dios.
Cosme de Jerusalén (siglo VII‐VIII), autor de comentarios a poemas de Gregorio Nacianceno, amplía la información de éste sobre la Sibila, añadiendo que fue reina:
Σιβύλλα βασίλισσα μὲν ὑπῆρχε, φιλόσοφος δὲ μέτροις λόγων εὐδοκιμήσασα, καὶ πολλαῖς ἄλλαις κατὰ τὸν βίον φιλοσοφίαις· αὕτη προφανῶς περὶ τοῦ σταυροῦ προηγόρευσε, καὶ τοῦ Χριστοῦ, καὶ τῆς πάντων τῶν ἐθνῶν ὕστερον σωτερίας.
Sibila gobernó como reina, filósofa renombrada por los versos de sus oráculos y por muchas otras filosofías sobre la vida. Ésta habló claramente de la cruz y de Cristo y de la futura salvación de todos los gentiles.
Jorge el Monje (Γεώργιος Μοναχός), o el Pecador (Ἁμαρτωλός), en su Chronicon escrito hacia 860, da de la reina de Saba una información similar acerca de los conocimientos que la hicieron famosa (no menciona el oráculo mesiánico), diciendo expresamente que el nombre de Sibila le fue dado por los griegos: ... βασίλισσα Σαβά, ἥτις ἐλέγετο Σίβυλλα παρʹ Ἕλλησιν [...]. ἦν γὰρ καὶ αὐτὴ Σίβυλλα πάνυ ἐπʹ ἀγχινοίᾳ τε καὶ σοφίᾳ καὶ πολυπειρίᾳ διαβόητος.
... la reina de Saba, que fue llamada Sibila entre los griegos [...]. Esta Sibila también era muy célebre por su inteligencia, sabiduría y gran experiencia.
Cedreno, a finales del siglo XI copia literalmente esta información del Monje. A mediados del siglo XII, Miguel Glica situaba a Sibila, reina de los sabeos, en el contexto bíblico de poner a prueba la sabiduría de Salomón, pero alabando finalmente al dios que se la había concedido.
Σοβὰ* ἔθνος Αἰθιοπικόν. τούτων ἐβασίλευσεν ἡ θαυμαστὴ ἐκείνη Σίβυλλα. μήτε γὰρ νόμον εἰδυῖα μήτε προφητῶν ἀκούσασα, διὰ τοῦ Σαλομῶντος τὸν τῆς σοφίας ὕμνησε χορηγόν. *Se considera una variante de Σαβά.
Los sabeos son una nación de Etiopía. Sobre ellos reinó aquella admirable Sibila. Ni conocedora de la ley ni habiendo oído los profetas, por Salomón cantó al corego de su sabiduría.
Para que la sabiduría de Salomón destacase, era preciso que la misma reina fuera de una inteligencia y sabiduría poco común, además de, cómo no, profetisa. Esta debió ser su imagen popular entre los judíos y la que llegó a los griegos. Los griegos, que fueron
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durante mucho tiempo, en muchos aspectos (hasta el advenimiento de la arqueología y siguen siéndolo donde la arqueología no llega), nuestra ventana al mundo antiguo, nos la transmitieron deformada por sus estereotipos. Esta es, pensamos, la razón por la que identificaron a la reina de Saba con una sibila, según se lee en Pausanias (Descripción de Grecia, Ἑλλάδος περιήγησις, 10, 12, siglo II). Tras hablar de dos sibilas, Herófila (quizás la Eritrea) y Demo (una Cumana), sitúa en tercer lugar a una tal Saba, una sibila que unos llaman Babilónica y otros Egipcia
... παρʹ Ἑβραίοις τοῖς ὑπὲρ τῆς Παλαιστίνης γυνὴ χρησμολόγος, ὄνομα δὲ αὐτῇ Σάββη· Βηρόσου δὲ εἶναι πατρὸς καὶ Ἐρυμάνθης μητρός φασι Σάββην· οἱ δὲ αὐτὴν Βαβυλωνίαν, ἕτεροι δὲ Σίβυλλαν καλοῦσιν Αἰγυπτίαν.
... entre los hebreos que habitan Palestina una mujer adivina, de nombre Sabbe. Dicen que Sabbe era hija de Beroso y Erimante. Unos la llaman Sibila babilónica, otros egipcia.
Según el Lexicon de Suidas (siglo X) hubo diez sibilas (que no coinciden con las de Varrón), la primera de ellas la Caldea o Hebrea o Pérsica, de nombre Sambethe, una variante fonética de Sábbe.
Σίβυλλα Χαλδαία, ἡ καὶ πρός τινων Ἑβραία ὀνομαζομένη, ἡ καὶ Περσίς, ἡ κυρίῳ ὀνόματι καλουμένη Σαμβήθη [...] ὅτι Σίβυλλαι γεγόνασιν ἐν διαφόροις τόποις καὶ χρόνοις, τὸν ἀριθμὸν δέκα. πρώτη οὖν ἡ Χαλδαία, ἡ καὶ Περσίς, ἡ κυρίῳ ὀνόματι καλουμένη Σαμβήθη,
Sibila Caldea, llamada por algunos Hebrea, también Pérsica, llamada propiamente Sambete [...] Dicen que las sibilas nacieron en diferentes lugares y tiempos, diez en número. La primera, pues, la Caldea, también Pérsica, llamada por nombre propio Sambete.
El Λόγος παραινετικὸς πρὸς Ἑλλήνας (Cohortatio ad Graecos) de entrado el siglo III, pero atribuido tradicionalmente a Justino, una obra que recurre al argumento apologético de los ʺpaganosʺ que hablaron del monoteísmo, menciona una sola sibila, antiquísima (σφόδρα παλαιά), hija del mítico historiador babilonio Beroso, nacida también ella en Babilonia, que de alguna manera llegó a la Cumas itálica donde estuvo vaticinando, en una cueva que el ps‐Justino había visitado.
(37.1) Ἔσται δὲ ὑμῖν ῥᾳδίως τὴν ὀρθὴν θεοσέβειαν ἐκ μέρους παρὰ τῆς παλαιᾶς Σιβύλλης μανθάνειν [...]. Ταύτην δὲ ἐκ μὲν Βαβυλῶνος ὡρμῆσθαί φασι, Βηρώσσου τοῦ τὴν Χαλδαϊκὴν ἱστορίαν γράψαντος θυγατέρα οὖσαν, εἰς δὲ τὰ μέρη τῆς Καμπανίας ‐οὐκ οἶδʹ ὅπως διαβᾶσαν‐ ἐκεῖ τοὺς χρησμοὺς ἐξαγορεύειν ἔν τινι Κουμᾷ οὕτω καλουμένῃ πόλει
Será fácil para vosotros aprender, en parte, la recta religión, de la antigua Sibila [...]. Dicen que ésta, que era hija de Beroso, autor de la historia de Caldea, marchó de Babilonia a tierras de Campania –no sé cómo llegó‐ comunicó allí sus oráculos en una ciudad llamada Cumas
Josefo (siglo I; Antigüedades, 8, 158), dio el nombre de Nicaula (Νικαύλη) a la reina de Saba, mencionada por él como reina de Egipto y Etiopía. Josefo, según dice, tomó el nombre de Heródoto. Este historiador (siglo V aC; Hist., 2, 100) escribe que en Egipto sólo hubo una reina, de nombre Nitocris (Νίτωκρις), por consiguiente Nicaula es una lectura corrupta. La figura histórica de Nitocris es nebulosa y parece ser que vivió mil años antes que Salomón, cuya historicidad tampoco está muy definida. La identificación, indirecta, de Nitocris con la reina de Saba, ¿fue un intento de Josefo de dar a ésta un nombre? Godofredo Viterbiense, en el cronicón titulado Pantheon (hacia 1180‐90), combina, a su
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Así según W. Meyer, ʺDie Geschite der Kreuzhozes von Chistusʺ, en Abhandlungen de Philosophisch‐Philologischen Classe etc, 16 (1882). La edición de Pistor (1584; igual Pistor‐Struve, 1726) en lugar de Nicaula escribe in aula, quizás una corrección de Pistor.
Viterbiense recoge a continuación la leyenda de los 30 denarios, en la que se ve involucrada también la poderosa sibila Nicaula:
Hosque [sc. nummos], sibylla potens, habuit regina Nicaula, Austri regina, qui post Salamonis ab aula, in templum nummos dat reverenter eos.
A principios del siglo XVI (¿1512?) fue publicada en alemán una versión de las sibilas, a la manera de Barbier, con el título Profecías de las doce Sibilas, a la que se le añadieron las profecias hechas por la reina de Saba al rey Salomón. El título del capítulo que comienza estas nuevas profecías lleva el título de la décimo tercera Sibila.
Zwölf Sibyllen Weissagungen (1700)
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Bernhard Moller, poeta muniquense, escribió en cultos dísticos elegíacos una obra dramática titulada Autumnalia Tarquini Prisci, Romanorum regis, et XII. Sibyllarum aliorumque (1597/98), de temas proféticos, como puede leerse en el subtítulo. En el elenco de personajes, dio a la sibila Líbica el nombre de Nichaula.
Ésta debe ser la única o de las pocas veces que la sibila Nicaula se unió al ordo sibyllarum en un drama. Calderón convirtió una versión de la leyenda del madero en un auto sacramental.
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Hija de Beroso, hebrea, persa, babilonia, cumea... El sueño de los nueve soles es una leyenda profética nacida en el área de influencia bizantina hacia el siglo IV o anterior. Se conservan versiones en griego, árabe, etiópico y latín. La serie de versiones latinas, conocida como vaticinio de la sibila Tiburtina, se inició hacia el siglo X.
Esta leyenda se encuentra en textos de carácter histórico, por ejemplo, en los cronistas del siglo XII y XIII Godofredo Viterbiense, Mateo Parisiense y Geraud de Frachet. Se encuentra también las didascalica spuria de Beda y fue publicada en el Mirabilis liber en 1524.
El núcleo del relato es el siguiente: Cien personajes reputados por sabios (jueces, filósofos, senadores), tuvieron un sueño (o visión) en el que observaron nueve soles de diversos colores y brillo. Para descifrar su significado llamaron a la prestigiosa Sibila, que las versiones semitas hacen hija del filósofo Heráclito y la occidental hija de Príamo. Ocasionalmente recibe el nombre de Casandra, pero según las versiones occidentales, su nombre en griego era Tiburtina y en latín Albunea (var. Abulnea). En estas versiones fue infatigable viajera, pero no estuvo en Jerusalén ni se la identifica como reina de Saba. Esa pequeña licencia contaminatoria se la tomó Philippe de Thaon, que
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escribió, hacia 1140, una versión versificada en francés (unos 2500 versos), conocida como Le livre de Sibille. Aquí Albunea‐Tiburtina fue reina y, antes de ir a Roma invitada por Trajano, estuvo disputando con Salomón (vv. 65‐72) Iceste fu reine seinte, chose divine. Iceste a meint gent dist lur avenement. Ceste dist prophecie del fiz seinte Marie, e al rei Salomun prist ele desputeisun.
El médico‐alquimista Michael Maier, autor de innumerables libros en los que derrochó una gran erudición para mostrar las maravillas de la alquimia, dedicó uno de ellos a imaginar los enigmas de filosofía natural o hermética y alquímicos que fueron el tema de charlas entre el sapientísimo Salomón y sus contertulios Hiram, príncipe de Tiro, y Saba, reina de Arabia.
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En el libro mencionado en esta cita de los Symbola aureae mensa (1617), Maier había aportado varios graves argumentos a favor de que Salomón supo la ciencia perfecta de la química, pero no se planteó los mismos conocimientos para la reina de Saba. Las menciones de Salomón como alquimista son raras en la tradición europea, lo que no deja de ser extraño dada su fama de nigromante, su sabiduría y sus riquezas. En siglo XVII esta posibilidad parece haberse convertido en una más de tantas ociosas quaestiones disputatae sobre la alquimia. Filaleta, en el Introitus (cap. 11) concluyó que nadie en su sano juicio puede negar que Salomón conociera el arte, fuera por revelación directa, fuera por indagación:
Sapientes olim, quotquot hanc artem citra librorum opem sunt adepti, hoc modo ad illam assequendam sunt adducti, nutu Dei. Non enim mihi persuadere possum, quod immediata revelatione ad ullos pervenerit, nisi forte Salomon illam habuerit, quod sub judice relinquere, quam determinare malim. Et tamen etiam si habuerit, ad illam tamen indagine pervenisse, quid impedit, cum sapientiam solam postulaverit, quam Deus sic illi dederat, ut cum illa etiam opes, pacemque possideret? Qui ergo plantarum, arborumque naturam a Cedro in Libano ad hyssopum usque parietariam rimatus est, intellexisse eum pariter minerarum naturas, quarum non jucunda minus cognitio, quis sanus mente negabit?
Salomón tuvo un avatar en Felipe II. Así aparece el soneto que Góngora dedicó en 1589 a San Lorenzo el Real del Escurial:
Sacros, altos, dorados capiteles, que a las nubes borráis sus arreboles, Febo os teme por más lucientes soles, y el cielo por gigantes más crüeles. Depón tus rayos, Júpiter, no celes los tuyos, Sol; de un templo son faroles,
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que al mayor mártir de los españoles erigió el mayor rey de los fïeles, religiosa grandeza del monarca cuya diestra real al nuevo mundo abrevia, y el oriente se le humilla. Perdone el tiempo, lisonjee la Parca, la beldad desta octava maravilla, los años deste Salomón segundo.
El monasterio de El Escorial fue concebido, en cierta manera, como el nuevo templo de Jerusalén. Felipe II se sentía a gusto en el papel político‐religioso de nuevo Salomón. La totalidad de los cronistas escurialenses compararon a ambos reyes hasta cien años después de la muerte de Felipe II, según J. R. de la Cuadra Blanco.
En ʺFelipe II como Salomón segundoʺ (2005). http://sapiens.ya.com/jrcuadra/
En ese contexto cortesano, Lucas de Heere pintó en 1559, por encargo, un cuadro en el que las facciones de Salomón son las de Felipe II y la reina de Saba se interpreta como Holanda admirando su sabiduría.
En el marco hay cuatro frases (o cuatro versos). Las de arriba describen la parte que corresponde a la leyenda bíblica, abajo la contraparte laudativa a Felipe.
Colle Siona soli veniens Nicaulo Sabaei spem super et famam grandia miror ait. Alter item Salomon pia regum gemma Philippus ut foris hic sophiae mira theatra dedit.
La comprensión del primer verso puede ser complicada. La única traducción que hemos podido consultar, debida a, o reproducida por, J. R. de la Cuadra (http://sapiens.ya.com/jrcuadra/jrfland6.htm) interpreta Nicaulo como el nombre del colle en el que vivía la reina: Llegando desde la colina Nicaulo, en la tierra de Saba, hasta Sion. Para nosotros Nicaulo es un error por Nicaula y la colina es la de Sión:
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Viniendo Nicaula desde suelo sabeo a la colina de Sión, dijo: ʺAdmiro tu grandeza, superior a lo esperado y a la famaʺ. Un segundo Salomón, Felipe, piadosa gema entre los reyes, igualmente aquí como afuera, ha dado admirables espectáculos de sabiduría.
6. Sibylla Chymica.
Cuenta Plinio (NH, 3, 5.61) que cerca del lago Averno, no lejos de Cumas, en la actual Pozzuoli, existió –en la antigüedad mitológica‐ un oppidum llamado Cimmerium, un lugar donde dice Homero (Od. 11, 14) que nunca daba el sol, cuyas tinieblas* eran proverbiales. Allí, según Ovidio, vivía en una cueva el Sueño.
* A propósito de la negrura en la solución, Flamel evoca les ombres cimmeriennes dentro de una larga lista de términos que atribuye a otros autores.
Verrio Flaco (siglo 1 aC ‐ 1 dC), conservado en el epítome de Pompeyo Festo (s. II‐III), racionaliza esa falta de sol:
Cimmeri dicuntur homines, qui frigoribus occupatas terras incolunt, quales fuerunt inter Baias et Cumas, in ea regione in qua convallis satis eminenti iugo circumdata est, quae neque matutino neque vespertino tempore sole contingitur.
Originaria de este lugar era la sibila llamada Cimmeria, inventada seguramente por Nevio para su épico Bellum Punicum. Catalogada por Varrón y sacada brevemente de las sombras por Lactancio, continuó ignorada hasta el siglo XV. Las Prophetie XII sibillarum de incarnatione Christi la presentan así:
Quarta Sibilla annorum uiginti quatuor; uestitur serico figurato damasceno blaueo, tenens scriptum: Sibilla Chimeria, in Ytalia nata, de qua Eminius et Albumazar astrologus, viri magne intelligentie sic ayunt: In prima facie virginis ascendet puella quedam honesta et munda...
En la transmisión de los textos medievales los nombres poco comunes se transforman palautinamente: Ennius en Eminius; Cimmeria en Chimeria, Chymerica, Chimicha, Chimica, Chymica, Emeria ...
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Baldini‐Roselli (c. 1470)
Barbieri (1482)
Además de Eminius‐Ennius, el texto de las Prophetie menciona a Albumasar. El grabado de Baldini‐Roselli a ninguna, el de Barbieri sólo a Ennio. El BSB Cod. icon. 414, a Albumasar solo.
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El enigma de la sibila Sibila cyemeria annorum xiiii in Ytalia nata de qua scribit albumazar astrologus vaticinatur quo modo virgo lactat puerum.
In prima facie virginis ascendit virgo quedam, honesta et munda; et est pulchra facie, prolixi capilli, sedens super sedem stratam, nutriens puerum, dans ei ad comedendum lac, quem quedam gens vocat ihesum.
Albumasar (Abu Maʹsar), un astrólogo persa del siglo IX, no menciona la sibila Cimeria (ni ninguna otra) como se da a entender aquí. Su relación con ella es que alguien tomó un famoso pasaje astrológico suyo y se la atribuyó a esta sibila. La obra de Albumasar de donde se extrajo esta ʺprofecíaʺ se conoce con el título de Introductorium maius in astronomiam. Fue traducida del árabe dos veces en la primera mitad del siglo XII, la primera en 1133 por Johannes Hispalensis, la segunda por Hermann de Carinthia en 1140, pocos años antes de que su inseparable amigo de estudios, Robert de Chester, hiciera en 1144 su traducción del Liber de compositione alkimie, considerada (sin garantías firmes) la primera obra de alquimia en latín. El texto del oráculo se encuentra en el libro 6, cap. 2 (ʺDe natura signorumʺ según la traducción de Hermann publicada en 1489, Ausburg).
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Johannes Hispalensis . Hermann de Carinthia (ed. 1489) Virgo est duorum corporum*, suntque ei tres Virgo signum fertile bipartitum triforme. species. Et ascendit in prima facie illius Oritur in primo eius decano, vt perse, caldei et egyptii, omniumque duorum Hermes et puella quam Alcalius, a primeua etate docent, puella cui vocamus telthius darosthal, persicum nomen secdenidos de darzama, arabice interpretatum adre nedefa, id est, virgo munda, puella dico, virgo inmaculata, corpore decora, et est virgo pulcra atque honesta et munda prolixi capilli et pulcra vultu venusta, habitu modesta, crine prolixo, facie habens in manu sua duas spicas, et ipsa manu geminas aristas tenens, supra solium auleatum residens, puerum nutriens ac iure sedet super sedem stratam et nutrit puerum dans pascens in loco cui nomen Hebrea, puerum dico ei ad comedendum ius in loco qui vocatur Abrie. a quibusdam nationibus nominatum Ihesum, Et vocant ipsum puerum quedam gentium significantibus Eiza, quem nos grece Christum Ihesum cuius interpretacio est arabice Eice. dicimus. Oritur cum ea virgine ut vir** eidem Et ascendit cum ea vir sedens super ipsam sedem**. Et ascendit cum ea stella virginis que est solio insidens nec attingens pariter et stella posterior serpentis secunde et caput corvi et ariste que finis est serpentis secundi deinde caput cerui caputque leonis. caput leonis.
* var. en Thorndike: divum corpus ** nec eam tangens adición de un ms. Citado según a) L. Thorndike, ʺFurther considerations of the Experimenta, etc.ʺ, en Speculum 30, 3 (Jul. 1955), p. 425. b) A. García Avilés, ʺAlfonso X, Albumasar y la profecía del nacimiento de Cristoʺ, Imafronte, 8‐9 (1992‐93), 189‐200.
** Corr. según Thorndike. ʺFurther considerations etcʺ.
Citado según el Introductorium, lib. 6, cap. 2 ʺDe natura signorum ( Ausburg 1489).
No mucho después, Hermann escribió una obra titulada De essentiis donde citaba,
quizás por primera vez, este pasaje dándole valor profético.
Ex Hermete et Astalio, Persarum astrologis, Abumaixar in astrologie tractatu inserit, a nobis in eodem libro in hec verba translatus: «Oritur, inquiunt in primo Virginis decano, puella
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(in lingua eorum seclios darzama, quod prout arabes interpretantur adre nedefa, apud nos significat virgo munda) supra solium auleatum, manu geminas aristas tenens, puerum nutriens et iure* pascens, in regione cui nomen Hebrea; puerum autem nominatum Ihesum», quem, opinor, ex hac lectione instructi, visa stella eius, et Magi cognoverunt. (C. Burnett, Hermann de Carinthia, De essentiis, 1982).
* Hermann explica más adelante el significado que él daba a este término: Ius enim liquor carnis est; ius ergo quo infans pascitur lac est, quo nulla feminarum umquam pascere potuit, nisi prepeperit. Alberto Magno (m. 1280) cita según la traducción de Juan de Sevilla, resaltando también su concomitancia con el simbolismo mesiánico:
...scriptum est in eo ab initio figuratam esse in caelo nativitatem Iesu Christi de virgine,
etiam cum expressione nominis ab angelo nuntiati. In tractatu namque sexto, differentia prima, in capitulo de ascensionibus imaginum: «Quae ascendunt cum Virgine, invenitur quod ascendit in prima facie illius, scilicet virginis puellae* quam vocant celchuis dorastal [...]. » (Speculum astronomiae, cap. 12. Ed. Borgnet, Opera omnia, vol. 10, 1891, p.644) * Se ha de corregir en puella para que dé sentido.
También Roger Bacon (m. 1294) se dejó seducir por lo que parecía una profecía astronómica del nacimiento de Jesús. En los Iudicia astronomiae, escribió:
Omnes antiqui Indi, Chaldaei, Babylonii, docuerunt quod in prima facie Virginis ascendit virgo mundissima nutritura puerum in terra Hebraeorum, cui nomen Jesus Christus, ut dicit Albumazar in maiori introductorio astronomiae. (Opus maius, 4, 4, [16], en la ed. de Bridges, vol. 1, p. 257)
Roger recuperó el tema en el Opus tertium (cap. 13 en la ed. de Brewer), donde, argumentando sobre la importancia de la ciencia experimental, usaba este pasaje como apoyo. Tras citar más o menos literalmente la traducción de Hermann, añade otra interpretación:
Intentio auctoris est quod beata Virgo habet figuram et imaginem infra decem primos gradus Virginis, et quod nata fuit quando sol est in Virgine.
Esta interpretación tal vez era un lugar común en la época, pues se la encuentra también en el Roman de la rose (c. 1275), vv. 19177‐84
Albumasar neïs tesmoigne, Coment quʹil seiist la besoigne, Que dedenz le virginal signe Naistrait une pucele digne, Qui sera, ce dit, vierge e mère, E qui alaitera son père, E ses mariz lez li sera Qui ja point ne la touchera.
F. Boll, en Sphaera (1903), recopiló e hizo un estudio de diversos textos antiguos relacionados con la descripción astronómica no griega, conocida como sphaera barbarica, cuyo testimonio más completo es Albumasar. Del Introductorium de éste dio (Beilage 6, ʺAus der grossen Einleitung des Abu Ma’sarʺ, bajo la autoria de Karl Dyroff) una edición
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árabe con variantes y traducción del libro sexto, donde describen los decanos. La traducción de la primera facies de Virgo es la siguiente:
Die Jungfrau hat zwei Körper und drei Gestalten. In ihrem erstem Dekan steigt ein Mädchen auf, das Teukros Isis nennt; sie ist eine hübsche, reine Jungfrau mit langem Haar und schön von Angesicht; sie hat zwei Ähren in der Hand und sitzt auf einem Thron, worauf Polster liegen; sie wartet einen kleinen Knaben und giebt ihm Brühe zu essen, an einem Orte, der Atrium heisst; diesen Knaben nennen einige Völker Isu, d. i. Jesus. Mit ihr steigt ein Mann auf, der auf diesem Throne sitzt, und mit ihr steigt der Stern Ähre auf, ferner der hintere Teil der Wasserschlanger, der Kopf eines Raben und der Kopf eines Löwen.
Así, en las dos traducciones que conoció la Edad Media, se perdió la referencia a Teucro y su interpretación de la doncella como Isis* con el niño, manteniéndose sólo que algunas gentes llamaban Jesús al niño.
* García Avilés (art. cit., p. 1999) expone la hipótesis de que el nombre Teucro e Isis se encuentran, de forma corrupta, en el nombre Çaquiluz Duça, dado a la doncella en un fragmento alfonsino (ms. Vaticano Reg. lat. 1283, que comentamos más adelante): Çaquiluz
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