El Crecimiento Espiritual A Través de La Palabra

March 8, 2024 | Author: Anonymous | Category: N/A
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El crecimiento espiritual a través de la Palabra. BY RAFAEL, ON MARZO 13TH, 2012

Fundamento Bíblico: Salmo cap. 119 vers. 105 / Salmo cap. 119 vers. 145 al 152 / 1ª Pedro cap. 1 vers. 22 al 25 /1ª Pedro cap. 2 vers. 1 al 3 / Lucas cap. 8 vers. 4 al 15. Este estudio surge a partir de una reflexión que constituye una verdad importante; el estudio de la Palabra de Dios y la aplicación de sus verdades a la vida son necesarios para el crecimiento espiritual. Introducción al estudio bíblico. No hay crecimiento sin antes haber “nacimiento” y proveer el alimento necesario para que este se produzca. Cuando un ser vivo nace tiene que alimentarse y aplicarse una serie de cuidados en el tiempo para que el crezca y se desarrolle hasta llegar a su nivel optimo de madurez. Estas condiciones son menos o más complejas dependiendo de la del ser vivo; sea planta, sea animal o una persona. En la persona se tienen que cuidar las mismas condiciones; alimento para su desarrollo físico (vitaminas, proteínas, grasas, etc.), cuidados sanitarios y alimento para su desarrollo psíquico (educación, formación para el desarrollo emocional y social, etc.) pero además y a diferencia de los animales, por su dimensión espiritual (la persona es un ser creado tridimensionalmente; con un cuerpo, un alma y un espíritu –Génesis cap. 2 vers. 7- que forman una unidad indisoluble mientras está vivo materialmente y que a su muerte natural cada una de estas dimensiones dejan de conformar esta unidad. Dice “la Palabra de Dios que el cuerpo vuelve al polvo de donde salió y el espíritu vuelve a Dios quién lo dio -Génesis cap. 3 vers. 19 y Eclesiastés cap. 12 vers.7” y su alma puede alcanzar la presencia de Dios -la vida eterna- o la no presencia de Dios para siempre), precisa de un “nacimiento espiritual” y el alimento y cuidados espirituales. Y la principal fuente de alimento espiritual está en la Palabra de Dios y la base de los cuidados para ese crecimiento está en la aplicación de sus “principios y doctrina” a nuestras vidas. La Palabra de Dios es vital para el crecimiento espiritual. Todo creyente debe saber lo que dice la Palabra de Dios y vivir su mensaje. Estos principios deben dar forma al pensamiento de creyente constituyéndose en los “valores” fundamentales de la personalidad del creyente que deben influir en sus actitudes y acciones. Estudio bíblico: Tres son los aspectos que hay que considerar para el crecimiento espiritual a través de la Palabra: 1. El anhelo de la Palabra 2. La meditación de la Palabra 3. El cumplimiento y aplicación a nuestra vida

El anhelo de la Palabra El Salmo 19 nos muestra un ejemplo de anhelo por la palabra de Dios. El los versículos del 9 al 18 el salmista nos muestra su anhelo en la Palabra con el objetivo de alcanzar una vida limpia y de santidad de acuerdo a la voluntad de Dios, es decir, por medio del crecimiento espiritual. Vemos al salmista hablando consigo mismo; pero como preguntándole a Dios: ¿Cómo podrá el joven llevar una vida limpia? Y más tarde se responde; como si Dios le respondiera: ¡Viviendo conforme a tu palabra! Trata de representar a Dios su interés y anhelo persiguiendo la respuesta y bendición de Dios: Yo te busco de todo corazón; No dejes que me aparte de tus mandamientos. He guardado tus palabras en mi corazón para no pecar contra ti. ¡Bendito tú, Señor! ¡Enséñame tus leyes! Con mis labios contaré todos los decretos que pronuncies. Me alegraré en el camino de tus mandatos, más que en todas las riquezas. Meditaré en tus preceptos y pondré mi atención a tus caminos. Me alegraré con tus leyes Y no me olvidaré de tu palabra. ¡Concede vida a este siervo tuyo! Obedeceré tu palabra Abre mis ojos, para que contemple las maravillas de tu enseñanza La Palabra de Dios nos da vida 1ª de Pedro cap. 1 versículos del 22 al 25, nos revelan tres cualidades de la Palabra de Dios que nos motivan a su anhelo– vamos a leerlos-, 1. La palabra de Dios transforma. 2. La Palabra de Dios purifica. 3. La palabra de Dios permanece.

Tras la conversión nos transformamos en nuevas criaturas y casi todos podemos ver en la Palabra de Dios la raíz de esta experiencia; quizás unos al escuchar una predicación de la Palabra, otros al leer alguna porción de ella, etc., Es decir, la Palabra de Dios siempre están presentes, de una u otra manera, en la redención del pecador. Pedro, nos viene a decir que una vez “nacidos de nuevo”, la Palabra de Dios no adulterada es el alimento espiritual necesario para la purificación del creyente en su crecimiento espiritual para la salvación, así como la leche no adulterada es el alimento necesario y completo para el crecimiento de un bebe. La Palabra de Dios pone al descubierto el pecado y nos dice la voluntad de Dios (Romanos Cap. 8 vers. 3 y 4: Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.) Cuando nosotros atesoramos la palabra en nuestro interior nos fortalecemos y desarrollamos el poder necesario para resistir las tentaciones (Hemos leído en el Salmo 119 vers.11; En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.) Y la tercera cualidad, hace referencia a la permanencia y vigencia de la palabra. Todo libro, por muy “bet seller” que haya sido y por muy perdurable que haya sido leído desde su creación, siempre le llega un momento que deja de tener actualidad, por muy importante que sea su contenido. Siempre aparece otro que invalida su contenido, o al menos, lo complementa, haciendo que pierda vigencia. No sucede así con la palabra de Dios. En ella misma se puede leer: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán Mateo cap. 24 vers. 35 / 1ª Pedro cap. 1 vers. 25). Sí que es verdad que el estudio y la meditación de la Palabra requiere tiempo y dedicación, pero los resultados y beneficios son eternos. 

La Palabra de Dios nos ayuda a crecer

En 1ª de Pedro cap. 2 vers. 1 al 3, el apóstol nos presenta los aspectos prácticos de estas tres cualidades citadas antes –leer la cita bíblica

En primer lugar nos exhorta al arrepentimiento de nuestras actitudes y palabras que decimos que son contrarias a la voluntad de Dios y que no armonizan con nuestra nueva vida como creyentes.



Nos ayuda a enfrentar las deficiencias frecuente del carácter humano, a vivir en santidad y a experimentar las maravillas de nuestra relación con Él. La vida en santidad deja de ser sólo una idea o ilusión cuando tenemos la seguridad de la bondad de Dios para con nosotros. La Meditación en la Palabra de Dios



Dedicar tiempo a la lectura y meditación de la palabra

Quizás hemos escuchado más de una vez estas frases: “Es que…después de todo el día de ajetreo, trabajo, cuidar a los niños, etc., no me queda tiempo para leer y estudiar la Biblia” Y es verdad, es que todo contenido escrito precisa de un tiempo en su lectura y estudio, si se quiere conocer y obtener un provecho de él. Y el contenido de la Palabra de Dios, recogido en las Sagradas Escrituras, no es diferente, requiere un “tiempo” que hay que dedicarle y en unas “condiciones idóneas” para su lectura y meditación. Nadie alcanza su conocimiento y el beneficio del crecimiento espiritual por “inspiración”, sin más. ¿Cuál es la diferencia entre leer y meditar? Leer (del latín legere) es el proceso de percibir y comprender escritura, ya sea mediante la vista o el tacto (Braile). La meditación (del latín meditat?o, -?nis) describe la práctica de un estado de atención concentrada, sobre un objeto externo, pensamiento, la propia consciencia, o el propio estado de concentración. Es decir hay unas diferencias muy marcadas entre leer y meditar, y ambos procesos han de darse cuando nos disponemos a aprender el contenido de un texto. En el caso concreto de la palabra de Dios, para su lectura tiene que darse unas condiciones especiales de receptividad y anhelo de acercarse a ella y para su meditación tienen que estar presentes unos componentes, como son; el estudio, la fe y la oración. De lo contrario se puede caer en desaliento, aburrimiento y cansancio en su lectura o estar perdiendo el tiempo. En el Salmo cap. 119 vers. 145 al 148 el salmista nos dice que él está dispuesto a dedicar todo el tiempo necesario (vers. 145) a lo que él considera de sumo valor: la búsqueda de Dios. ¿Y dónde se puede buscar a Dios si no es en su Palabra? Ahí es donde Él revela su identidad, lo que Él quiere respecto de nosotros. Ahí están las claves de la salvación. Ahí está revelado todo cuanto el creyente necesita para su vida de santidad. – Vamos a leer Salmo 119 vers. 145-148Dice el salmista que él, por las mañanas busca a Dios y por la noche medita en su Palabra. ¿Qué quiere decir esto; que hay un momento del día o método mejor que otro para meditar en la Palabra de Dios? De ninguna manera; el momento del día y el método no es tan importante como el hecho de que realmente se haga el estudio y la meditación. Es verdad, que como en todo estudio; hay rutinas y condiciones que favorecen el estudio o la meditación; por ejemplo un lugar con buena luz, que ofrezca tranquilidad, libre de ruidos estridentes, con temperatura ambiente agradable y un ropaje cómodo, facilitan el estudio y la meditación, ya que la persona se encuentra

confortable y esto evita el cansancio. También disponer de los medios para la lectura y la meditación cerca de donde uno se ubica para el estudio (Biblia, elementos para escribir, ordenador, libros afines de consulta, etc.) para evitar la distracción y facilitar la concentración. Sin embargo, lo que más vale y tiene peso a la hora de leer y meditar en la palabra de Dios es el “valor” que nosotros le asignemos a ella. Generalmente la persona tiende a distribuir y disponer el orden de dedicación de su tiempo en función del valor que asigna a los asuntos o cosas dándole prioridad y mayor dedicación a aquellos que mayor valor le asigna. De hecho la misma Palabra de Dios dice que Allí donde este tu tesoro estará tu corazón -Mateo cap. 6 vers. 21″. Así pues, dependiendo del “valor” que se le asigna a la Palabra de Dios como un tesoro propio, será el interés por estudiar y meditar en ella y el tiempo dedicado al estudio y a la meditación. Por lo tanto, el creyente debe pedir a Dios que le haga sentir apetito por su Palabra; necesidad de estudiarla y meditar en ella, porque ello será usar sabiamente el tiempo. Los beneficios del estudio de la Palabra ¿En qué sentido el estudio y la meditación de la Palabra de Dios equivale a usar sabiamente nuestro tiempo? El Salmo cap. 119 vers. 149 al 152 nos da la respuesta –vamos a leerloNosotros podemos hacer como el salmista; poner en un platillo de la balanza el tiempo que dedicamos al estudio y la meditación de la Palabra de Dios y en el otro platillo sus beneficios. El salmista, que era un hombre de fe y confiaba en las promesas de Dios, fue encontrando en ella que Dios amaba y cuidaba de quienes eran de su Pueblo. Confiando en que Dios escucharía con amor su oración, estaba dispuesto a dedicar todo el tiempo necesario a su Palabra. Quizás en alguna ocasión surge la pregunta ¿vale la pena dedicar tiempo a leer y estudiar la palabra de Dios? Bueno, hay que considerar que la Palabra de Dios nos revela el amor que nos tiene y a través de su estudio desarrollamos nuestra disposición para ver la grandeza del amor de Dios para con nosotros. De hecho, el salmista, en medio de la oposición y la adversidad, encontró consuelo al pensar que Dios estaba cerca de Él y que su Palabra es fiel y verdadera (vv 150 y 151) y Dios cumple su Palabra y además tiene el valor de la vigencia, es decir, su verdad siempre está de actualidad (Mateo cap. 24 vers. 35 dice: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán) Conocer y tener la experiencia del cumplimiento de su Palabra es muy importante para valorar su contenido. Recibir y obedecer la Palabra

Jesús explicó la actitud que la gente tiene hacia la Palabra de Dios mediante la Parábola del Sembrador. Ya sabéis que Jesús utilizaba mucho esta herramienta lingüística para enseñar a la gente. Evidentemente, yo no voy a enseñar mejor ni más de lo que recoge Lucas cap. 8 vers. 4 al 15 sobre la parábola que expuso. Vamos a leerla fijándonos lo que nos refiere sobre la actitud de la gente ante la Palabra, representada en la “semilla” – leerlaHemos visto aquí representadas 4 actitudes que las personas suelen tener ante la Palabra de Dios; En 3 de ellas la semilla no dio su fruto esperado, por diversos motivos: –

junto al camino. Terreno duro y pisoteado. ¿Se puede esperar que la semilla que cae en este tipo de terreno florezca?

Probablemente el evangelio que llega a corazones duros y cerrados se pierda y su propósito se frustre, aunque existe posibilidad de lo contrario. Sin embargo, la enseñanza bíblica es que el evangelio que cae en una persona que no permite que su poder penetre en él, no va a dar el fruto deseado porque el diablo quita de su corazón la Palabra. Esto es una advertencia a quienes no creen en la Palabra de Dios o se burlan de ella, porque su incredulidad les puede costar la vida eterna. –

pedregales

Un pedregal es una zona del campo, donde además de tierra hay muchas piedras, e incluso la capa de abajo es rocosa y pedregosa Lo que sucede con la semilla que cae en pedregales es que cuando llega su tiempo, este tipo de terreno suele recibir el agua y las condiciones suficientes para hacer germinar la semilla y crecer la planta, ¡pero!…., la cantidad de tierra no es insuficiente para que la planta desarrolle las raíces necesarias que le permita crecer. Esto mismo sucede en las personas con corazones pedregosos con relación a la Palabra. Lo reciben, pero no hay una disposición propicia para que germine. Normalmente, tienen que ser más convencidos,….” lo tengo que entender mejor… hay partes del evangelio que sí entiendo, pero otras, no sé me parece que se contradicen, etc. En definitiva, cuando vienen las pruebas esa gozosa expectativa inicial desaparece. –

entre espinos. La maleza y los espinos, terminan ahogando y destruyendo la planta.

Eso mismo pasa a aquellas personas que reciben la semilla del evangelio y permiten que su poder penetre en ellos, pero a pesar de hacerse manifiesto, siguen comprometidos con el mundo y no se apartan de todo aquello que era contrario y anterior a esta nueva manera de vivir. Comparten las experiencias del evangelio conjuntamente con las experiencias de las viejas tradiciones, costumbres, formas de vivir, etc. Al final éstas terminan destruyendo todo el bien que en un

momento germinó en ellos. “No se puede servir a dos señores….”. La prioridad y el afán por lo material ahogan el evangelio que pudiera haber empezado a florecer. –

en buena tierra.

Cuando la semilla cae en buena tierra, florece y da su fruto. Lo mismo ocurre en la persona que recibe la semilla del evangelio y le prepara un lugar propicio en su persona y le dispensa los cuidados que merece. Luego esa semilla nos regala con lo mejor de sus frutos. ¿Cómo podemos saber a qué tipo de terreno podemos compararnos? En esta evaluación no solo tenemos que contemplar nuestros deseos e intenciones, sino también nuestras prácticas. Hay que mirar al interior de nuestro corazón con la ayuda del Espíritu Santo, porque sólo él sabe realmente lo que hay en nuestro corazón y también podemos considerar las referencias que encontramos en Tito cap. 1, si nos parecemos : * Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra. * Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, 8 sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, 9 retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen. ¿Qué podemos hacer para recibir y guardar la Palabra de Dios en vuestro corazón? Pues a saber, tres cosas podemos hacer: Oír la Palabra, es decir, prestar atención cuando se lee y se estudia para reconocer lo que Dios nos quiere decir con ella. Retener la Palabra, es decir, obedecerla con nuestros pensamientos, palabras y obras. Adoptarla como cimientos de nuestra vida.

PREPÁRESE PARA PROSPERAR El fundamento de sus finanzas Nunca trate de construir una casa sin haber puesto primero los cimientos. No me importa cuántas ganas tenga de terminarla ni cuánto le emocione llenarla de muebles y decorarla, usted primero debe dedicar todo el tiempo necesario a poner un fundamento sólido. Si no lo hace, la casa será tan inestable que en poco tiempo se derrumbará. Es un consejo simple, ¿no es verdad? Cualquiera persona con sentido común lo sabe. Sin embargo, en el campo espiritual, la gente comete ese error todo el tiempo. Tan pronto ven una bendición que Dios les ha prometido en su Palabra, les dan tantas ganas de apropiarse de ella que ignoran los fundamentos más básicos de la vida piadosa, y se van en pos de aquella bendición y nada más. Esto es especialmente cierto cuando se trata de la prosperidad. Con frecuencia, la gente está tan desesperada por encontrar una solución rápida a sus problemas económicos, que sacan unas cuantas promesas de prosperidad de la Biblia y tratan de creerlas sin permitir que Dios haga cambios en otros aspectos de sus vidas. Por supuesto, eso no da ningún resultado y la gente termina desilusionada. De hecho, a veces llegan a la conclusión de que nunca fue voluntad de Dios que ellos prosperaran. Pero yo puedo decirle hoy, con base en la Palabra de Dios y mi propia experiencia personal, que definitivamente ¡sí es la voluntad de Dios que todos sus hijos prosperen! Es por eso que Él inspiró al apóstol Juan a escribir: "Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma" (3 Juan 2). Ahora bien, note que Juan no solo escribió "quiero que prosperes", sino "quiero que prosperes así como prospera tu alma". Él vinculó la prosperidad económica a la prosperidad de nuestra mente, voluntad y estado de ánimo. El plan de Dios es que crezcamos en nuestras finanzas tanto como crecemos en nuestra vida espiritual. Él sabe que es peligroso poner grandes riquezas en manos de alguien que es demasiado inmaduro espiritualmente para manejarlas. Se pueden ver evidencias dramáticas de esto en las vidas de personas que han adquirido riquezas económicas mediante el sistema de este mundo, aparte de Dios. En la mayoría de los casos, tales riquezas solamente contribuyen a que la gente muera más joven y en mayor miseria que si hubieran sido pobres. Esto se debe a que usan su riqueza para pecar en mayor medida. Unos la usan para comprar toda la cocaína e ingerir todo el licor que quieren. Otros la malgastan para llevar un estilo de vida inmoral que tarde o temprano los destruye.

La paga del pecado es la muerte. Este es un hecho ineludible. Por eso, cuando la gente gana dinero y lo gasta en el pecado, les hace más daño que bien. Como dice Proverbios 1.32: "la prosperidad de los necios los echará a perder". Busque primero lo más importante A la luz de tal verdad, es fácil ver por qué Dios quiere que nuestras finanzas incrementen al mismo ritmo de nuestro crecimiento espiritual. Él quiere que maduremos y superemos nuestra necedad carnal para que nuestra prosperidad nos traiga bendición y no perjuicio. "Pero Gloria -me dirá usted-, necesito ayuda económica cuanto antes." Entonces apresúrese a crecer. Dispóngase a echar los cimientos para su prosperidad. ¿Cómo? Aprenda lo que Dios dice en su Palabra y póngalo en práctica. Mire, el fundamento de la prosperidad consiste en llevar una vida edificada sobre la Palabra de Dios. Es hacer todo lo que Dios le mande hacer, pensar todo lo que Él le mande pensar y decir todo lo que Él le mande decir. La prosperidad bíblica es el resultado de darle prioridad a la Palabra de Dios (en su totalidad y no solo aquellas partes que hablan de la prosperidad económica) en su vida. La prosperidad viene cuando usted empieza a obedecer las instrucciones que Jesús nos dio en Mateo 6: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Recuerdo cuando Ken y yo ignorábamos que podíamos confiarle a Dios el cuidado de nuestras finanzas. Yo pensaba que mi responsabilidad era preocuparme de cómo íbamos a pagar nuestras cuentas. Pasaba mucho tiempo pensando en cosas como: ¿Qué voy a hacer para pagar la electricidad este mes? ¿Cómo me las voy a arreglar para que no nos corten la luz? Para mí habría sido irresponsable de mi parte no preocuparme de tales cosas. Luego descubrí que no era la voluntad de Dios que yo me preocupara. su voluntad era que le creyéramos, que Él sí iba a cuidar de nosotros. También aprendí que como creyentes no debemos buscar las riquezas materiales. No debemos ir en pos del dinero como la gente que

no tiene a Dios. A ellos les toca buscarlo por todas partes porque no tienen un pacto con Dios, y si no buscan los bienes materiales, no podrán obtenerlos. Pero nosotros no somos como ellos. No estamos en el mundo sin Dios y sin pacto (Efesios 4.12-13). Tenemos la promesa de provisión de Dios. Él nos ha asegurado en su Palabra que no sólo suplirá lo que necesitamos, sino que nos dará en abundancia. No obstante, es importante que recordemos que un pacto siempre es entre dos partes y tiene dos lados. Al hacer un pacto decimos: Si tú haces esto, yo haré aquello. La parte de Dios en el pacto es prosperarnos en espíritu, alma y cuerpo, así como en nuestras finanzas. ¿Cuál es nuestra parte del pacto? No afanarnos en la búsqueda de esa prosperidad. Si lo hacemos, vamos a desviarnos. Nuestra parte del pacto es buscar primeramente el reino de Dios (su manera de ser justo y hacer lo justo), que le reconozcamos como Rey y hagamos lo que Él nos pida. Nuestra parte es decir: "Señor, haré lo que sea que me pidas. Obedeceré Tu Palabra y haré lo recto ante tus ojos, así parezca que va a costarme". Por supuesto, obedecer la Palabra de Dios nunca nos cuesta a largo plazo, más bien ganamos. Usted siempre estará en posición para ser prosperado si vive en pos de Dios y hace las cosas a su manera. Sin embargo, voy a ser sincera con usted. Habrá ocasiones en las que no podrá ver cómo vendrá esa prosperidad. Ken y yo lo sabemos por experiencia pues hemos pasado por esas etapas. Cuando leímos aquella parte en la Palabra de Dios donde dice "No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros. ", no nos sentimos muy emocionados. En esa etapa de nuestra vida nos parecía que nunca íbamos a poder avanzar económicamente sin pedir dinero prestado. Pensábamos: ¿Cómo vamos a tener carro propio? ¿Cómo vamos a comprar casa? ¿Cómo vamos a financiar nuestro ministerio? ¡Estamos perdidos! Sin embargo, ya habíamos decidido obedecer a Dios sin importarnos el costo, y nos encomendamos a Él para salir de las deudas aunque pensamos que sería desventajoso para nosotros. Por supuesto, esa decisión resultó ser una de las decisiones financieras más sabias que hemos tomado. Así es como sucede siempre. Al fin de cuentas, ¡obedecer a Dios siempre es ventajoso para usted! Sea candidato a la prosperidad Es fácil ver el efecto que tuvo en nuestra prosperidad el seguir las instrucciones de Dios en cuanto a salir de las deudas, pero el hecho es que nuestra decisión de obedecer otros mandamientos que vimos en la Palabra y que al parecer no estaban relacionados con el asunto, también tuvo impacto en nuestras finanzas. Esto se debe a que no podemos separar los principios sobre las finanzas que Dios ha dado del resto de sus principios. Todos funcionan conjuntamente. Por eso usted debe recibir la Biblia en su totalidad a fin de tener un buen fundamento para la prosperidad bíblica.

Por ejemplo, el mandamiento principal que Jesús nos dio es "que os amésis unos a otros" (Juan 15:12). A un simple observador casual no le parecería que ese mandamiento tenga algo que ver con el dinero, pero para tener prosperidad verdadera el amor debe ser la fuerza que guía su vida. Usted debe aplicar principios bíblicos para la vida como estos que se encuentran en 1 Pedro 3:8-11: Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición. Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala. Píenselo de la manera siguiente: Toda buena acción que usted haga, toda decisión bíblica que tome, toda vez que opte por el amor y no por el egoísmo, usted estará echando otro cimiento en la construcción de su prosperidad. Cuando usted ora por sus enemigos en lugar de aborrecerlos, se está convirtiendo en candidato a la prosperidad. Cuando le da la espalda a la inmoralidad, se está encaminando hacia la bendición. Cuando ve cosas en su vida que no están bien y las corrige de acuerdo con la Palabra de Dios, se está preparando para administrar una mayor abundancia económica. El libro de Proverbios está lleno de la sabiduría de Dios en cuanto a situaciones y decisiones cotidianas. Le ayudará a aprender cómo manejar sus asuntos de una manera que agrada a Dios. Como tiene 31 capítulos, si usted lee uno cada día junto con sus otras lecturas bíblicas, puede terminarlo en un solo mes. Esto le permitirá leer los Proverbios doce veces al año. En Proverbios descubrirá, por ejemplo, que la calidad de la fidelidad y la bendición de la prosperidad tienen una relación muy estrecha. Dondequiera que usted encuentre la una, también verá a la otra. Como dice Proverbios 28:20 en cuanto a los fieles: "El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones; mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa". El hombre veraz, o el hombre de verdad, es el "que dice, usa o profesa siempre la verdad", según el Diccionario de la Real Academia. Lucas 16:10 dice: "El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto". Así que, si usted quiere que le confíen más y lo asciendan a un mejor puesto, sea fiel y justo en el trabajo que tiene ahora mismo. Tal vez crea que la gente cristiana no necesita oír sobre la honradezy la fidelidad, pero así es. Conozco personalmente casos de cristianos que han robado dinero de sus patronos. Es posible que no hayan tenido la intención de "robar" nada y que hayan pensado: Voy a tomar prestado este dinero un par de semanas, luego lo regreso y nadie saldrá perjudicado. El problema es que uno no puede sacar un préstamo sin pedirlo primero, de lo contrario es un robo y uno no puede robar y recibir bendición al mismo tiempo. A esas personas les pudo parecer bien tomar el dinero cuando lo hicieron. Quizá inventaron alguna excusa y justificaron el acto en su propia mente, pero si hubieran estudiado y obedecido la Palabra de Dios no habrían caído en esa trampa. Esto se debe a que la Palabra discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (Hebreos 4.12). La Palabra le enseñará qué es y qué no es justo.

La Palabra de Dios no revela los caminos del hombre sino los caminos de Dios y la manera de hacer las cosas que agrada a Dios. Ella le capacitará para poner el fundamento firme que necesita para acceder a la prosperidad bíblica. Construya toda la casa Una vez puesto el cimiento, usted estará preparado para dar el paso de fe necesario y recibir la abundancia que Dios le tiene reservada. Muchas personas que han llevado vidas piadosas han fracasado en este aspecto y se han perdido las bendiciones financieras de Dios. Aunque aplicaron continuamente los principios de la Palabra de Dios y se convirtieron en candidatos principales para recibir gran prosperidad, la pasaron de largo sin siquiera saberlo a causa de la tradición religiosa que les enseñó que Dios quiere que vivan en la pobreza. Los cristianos de ese tipo tienen grandes riquezas en su cuenta bancaria espiritual, pero como ni siquiera saben que existen, nunca cuentan con ellas. No permita que esto le suceda a usted. No se limite a echar los cimientos para la prosperidad y quedarse ahí. Prosiga a construir la casa entera. Atrévase a creer que si usted busca primeramente el reino de Dios (su manera de ser justo y hacer lo justo), todo lo demás (el alimento, la ropa, el automóvil, la casa, ¡todo!) también le será añadido. Eche los cimientos y luego atrévase a creer, ¡tenga plena seguridad de que prosperará!

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