El Catolicismo Social en La Arquidiocesi

September 14, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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  UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

Tesis:

EL CATOLICISMO SOCIAL EN LA ARQUIDIÓCESIS DE MONTERREY, M ONTERREY, 1874-1926: ENTRE EL AVANCE DE LA MODERNIDAD Y EL PROYECTO DE RESTAURACIÓN DEL ORDEN SOCIAL CRISTIANO

Por

Luis Fidel Camacho Pérez

Como requisito parcial para obtener el GRADO DE LICENCIADO EN HISTORIA Y ESTUDIOS DE HUMANIDADES

Asesor: M.C. Moisés Alberto Saldaña Martínez

Marzo 2017 

 

Índice Portada

1

Índices

2

Introducción

5

Capítulo 1. Sociedades Católicas, caridad car idad cristiana y oposición frente al liberalism liberalismoo en Nuevo León (1874-1910) 1.1. Antecedentes del catolicismo en Nuevo León (1603-1871)

10 11

1.2. La acción católico-social de la élite de Nuevo León y las protestas contra la Ley Orgánica de 1874

16

1.3. Las relaciones entre la Iglesia y la élite local hasta 1910

33

1.4. Consideraciones finales

41

Capítulo 2. La Doctrina Social de la Iglesia en Monterrey: de la recepción de la encíclica Rerum encíclica Rerum Novarum, Novarum, a la crisis y reorganizac reorganización ión del Catolicismo social, 1891-1920

44

2.1. La Iglesi Iglesiaa católica y la cuestión social a  partir de la Rerum la Rerum Novarum  Novarum 

45

2.1.1. El Catolicismo social en México después 1891

49

2.2. Recepción, difusión y vicisitudes del primer Catolicismo social en Nuevo León, 1891-1914

50

2.2.1. Juventudes católicas, mutualismo y obreros católicos

52

2.2.2. Educación y hospitalidad católica

60

2.3. La Doctrina Social So cial frente al anticlericalismo revolucionario, 1914-1917

66

2.4. Después del desierto: la reorganización de las 2

 

actividades sociales católicas de Monterrey, 1917-1920

69

2.5. Consideraciones finales

78

Capítulo 3. Del auge a la suspensión de cultos: la tercera etapa del Catolicismo social regiomontano, 1920-1926

80

3.1. Difusión, impulsores y enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia en Monterrey, 1920-1924

81

3.2. De la teoría teor ía a la praxis de la Do Doctrina ctrina Social de la Iglesia, 1920-1926

91

3.3. La participación del Catolicismo social en los asuntos laborales en Monterrey

103

3.4. Consideraciones finales

116

Conclusiones

118

Anexos

122

Fuentes

130

3

 

Índice de cuadros

Cuadro 1. Lista de Sociedades Católicas de Nuevo León creadas entre 1872-1874 1872- 1874

20

Cuadro 2. Actividades caritativas de la Sociedad Católica de Señoras de Monterrey en el hospital en 1875

21

Cuadro 3. Actividades de la Conferencia San Vicente de Paul

25

Cuadro 4. Cif Cifras ras de los gastos por actividad de la Conferencia San Vicente de Paul

26

Cuadro 5. Funcionarios públicos de Nuevo León que se retractaron de haber jurado la Constitución

28

Cuadro 6. Comisi Comisiones ones de asistencia social de la Conferencia San Vicente de Paul

36

Cuadro 7. Movimientos de la Sociedad Mutualista de Eclesiásticos, 1910-1912 1910- 1912

57

Cuadro 8. Logias Masónicas del estado de Nuevo León hacia 1908

59

Cuadro 9. Datos de Escuelas católicas de Monterrey en 1912

62

Cuadro 10. Temáticas durante la Semana Social para Sacerdotes, 1923

87

Cuadro 11. Actividades caritativas de la Sección 15a. Conferencias de San Vicente de Paul de la UDCM, 1923-1925

4

102

 

Introducción  Ignorar lo que pasa en las iglesias es ignorar una parte notable del siglo y de los factores de la vida nacional. Gabriel Le Bras1 

Escribir sobre la historia de la religión, en este caso de la religión católica, es adentrarse al análisis de una de las instituciones con mayor influencia política y económica, pero sobre todo cultural, que ha ejercido históricamente el poder (religioso, político y económico) en todas las regiones en las las que ha tenido presencia. Dicho poder no sólo ha ha sido ejercido por el clero, sino también por influyentes grupos de laicos, como los miembros de la élite social de los espacios donde el catolicismo goza de influencia. Además, estos grupos se han abocados a prácticas religiosas de carácter social, como son la caridad, la asociación y la resistencia político-ideológica frente al Estado. Lo antes dicho coincide con lo expuesto por Michel Lagrée, quien afirma que “la historia de la sociabilidad, sociabili dad, de las asociaciones, de los movimientos, corresponde a las preguntas sobre las mutaciones y recomposiciones del tejido social en la historia contemporánea y sobre el complejo juego de lo colectivo y lo individual, lo que también permite observar una de las formas de visibilidad religiosa mejor identificables en el fin de siglo XIX”2. Derivado de lo anterior, se pone de relieve el problema que esta investigación  pretende abordar, a saber: ¿cómo se desarrolló la acción social de clérigos y laicos en la Arquidiócesis de Monterrey entre 1874 y 1926, y cómo se vincularon dichas acciones con la recepción y difusión de la Doctrina Social de la Iglesia en Nuevo León? Los objetivos de este trabajo están orientados hacia la llamada cuestión social y la Doctrina Social de la Iglesia en la Arquidiócesis de Monterrey, y cómo fue asimilada por un sector integrado mayoritariamente por la élite económica, así como la forma en que dicha doctrina se llevó a la práctica en el estado de Nuevo León, a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Además, se busca explicar la recepción, difusión e influencia de la Doctrina Social Católica entre los sectores religioso, político y social, y entre la población en general. Por otro lado, también se pretende explicar por qué se establecieron vínculos entre la Iglesia y la élite 1

 Fundador de la sociología sociología contemporánea de la religión en Francia. Lagrée, “Historia religiosa, historia cultural”, en: Jean-Pierre Jean -Pierre Rioux y Jean-Francois Sirinelli, Para Sirinelli, Para una historia cultural , México D.F., Taurus, 1999, p. 425. 2  Michel

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económica en el estado de Nuevo León, así como el beneficio mutuo que tenían estos dos grupos. A manera de hipótesis, podrían esbozarse dos grandes etapas en la acción social católica: primero, orientada a la caridad y piedad cristianas bajo la práctica de las obras de misericordia (reparto de alimento y vestido, atención médica, asistencia espiritual, impulso a la educación y apoyo a los presos, entre otros), y en segunda instancia, luego de la  publicación de la encíclica  Rerum Novarum Novarum   de León XIII en 1891, se desarrolló  propiamente el Catolicismo social, que implicó la creación de instituciones inst ituciones para restaurar el el orden social cristiano (círculos de obreros, partidos políticos y asociaciones católicas). De tal modo, la primera etapa formativa permitió a la  Rerum Novarum Novarum   encontrar suelo fértil para su divulgación, y la Doctrina Social Católica tuvo una importante recepción y difusión en Monterrey, gracias a los trabajos de prelados, sacerdotes y líderes laicos (hombres y mujeres de la élite). Por otro lado, debe destacarse que durante ambos  periodos la Iglesia se vio envuelta en dos procesos conflictivos con el Estado, Estado , con el liberalismo de las Leyes de Reforma y con el anticlericalismo revolucionario, y en ambos momentos la Iglesia mantuvo una antagónica ante las disposiciones gubernamentales, ya que las Sociedades Católicas y las asociaciones católico-sociales, protestaron en defensa de sus intereses y convicciones. Podría hablarse al principio de una caridad cristiana, antes de 1891, y de un Catolicismo social posteriormente. La diferencia radica en que antes de la publicación de la  Rerum Novarum, Novaru m, la  la acción católico-social era únicamente el ejercicio de la caridad y de la  piedad, como co mo la repartición de alimento, a limento, vestido, vest ido, atención médica y espiritual, mediante la Conferencia San Vicente de Paul, Sociedades Católicas, y cofradías, que si bien estaban dirigidas por sacerdotes, eran administradas casi en su totalidad por miembros de la élite local. En cambio, el Catolicismo social después de la encíclica de León XIII estaba orientado a la generación de instituciones que colaboraran en la restauración del orden social cristiano como: círculos de obreros, partidos políticos y asociaciones católicas, que tenían la intención de mantener la influencia de la Iglesia en la sociedad inmiscuyéndose en asuntos sociales, políticos y religiosos.

6

 

En la presente investigación se busca desarrollar una historia de la Iglesia en Nuevo León, desde una perspectiva social y de historia de las ideas. Algunos trabajos previos sobre dicha temática en la localidad, escritos de forma hagiográfica y adscritos a la llamada historia eclesiástica3, son las obras que versan sobre la vida de algunos obispos y sacerdotes, como las siguientes:  Antonio Plancarte y Labastida: profeta y mártir ,  José  Juan de Jesús Herrera y Piña: VI Obispo de Tulancingo y V Arzobispo de Monterrey  Monterrey   y  Pablo Cervantes: un sacerdote en su tiempo tiempo,,  textos del padre Aureliano Tapia Méndez;  Juan José Hinojosa Cantú: siervo de Dios Dios,, de José Ortiz Bernal. En ese sentido, existe  poca historiografía que estudie el catolicismo en Nuevo León durante el último cuarto cuar to del siglo XIX y el primero del siglo XX, y es nula la que aborde de manera central el objeto de estudio que aquí se busca analizar, que es la Doctrina o Enseñanza Social de la Iglesia. Por otro lado, un estudio académico reciente es  El anticlericalismo oficial en Nuevo León, 1924-1936 , del historiador Moisés Alberto Saldaña Martínez, que trata de manera periférica la temática, pues principalmente se centra en el impacto del jacobinismo de 1926-1936 en el estado de Nuevo León. Cabe destacar también a las investigaciones del Doctor Manuel Ceballos Ramírez, que han abordado al Catolicismo social a nivel nacional y que sirvieron de referencia fundamental para el presente trabajo; entre sus obras destacan: “El catolicismo catolicismo social: un tercero en discordia. Rerum discordia.  Rerum Novarum Novarum,, la cuestión social y la movilización de los católicos mexicanos (1891-1911)”, (1891-1911)”, tesis doctoral,  doctoral,  realizada en el Colegio de México,  La encíclica  Rerum Novarum y los trabajadores católicos en la ciudad de México (1891- 1913) 1913),,  Historia de Rerum Novarum en México, (18667-1931) (18667-1931)   y Catolicismo Social en México. Teoría, Fuentes e Historiografía, Historiografía, ésta última obra coordinada junto con Alejandro Garza Rangel. Asimismo, la obra coordinada por Roberto Blancarte titulada  El pensamiento  social de los católicos mexicanos mexicanos   y  El catolicismo social en México hasta 1913 1913   de Jean Meyer, entre otros. Por otro lado, las fuentes documentales utilizadas en esta tesis fueron tomadas de los siguientes acervos: Archivo Histórico del Estado de Nuevo León (AHNL), Archivo 3

  La cual se redacta desde la institución misma y cuyo estilo fue “fundado en el siglo IV por Eusebio de Cesarea: escrita esencialmente por clérigos, para un público que contaría a su vez con numerosos religiosos, en una perspectiva perspectiva apologética” a pologética”.. Ibid.  Ibid.,, 1999, p. 409. 7

 

Histórico de la Arquidiócesis de Monterrey (AHAM) y Archivo Histórico de Monterrey (AHM). Asimismo, se consultaron los periódicos católicos decimonónicos  La Luz Luz   y  La  Defensa del Pueblo, Pueblo, así como las revistas Acción revistas  Acción,, Boletín Eclesiástico, Eclesiástico, La Hoja Dominical , Fe.. Metodológicamente se buscó entender al documento como una fuente y  Acción y Fe  perteneciente a un sistema ddee co comunicaci municación, ón, que tiene un lugar social de producción y que tiene distintas formas de recepción y apropiación4. Por lo que se asume que tanto las revistas y periódicos católicos consultados, como los documentos revisados en los archivos ya mencionados, son fuentes que muestran los intereses de los grupos que los produjeron, lo que permite entender la subjetividad en el discurso. Asimismo, esta diversidad de textos ayudará a reconstruir algunos episodios y procesos de las historia de la religión católica en la región. Con respecto a la estructura de la presente tesis, ésta se encuentra dividida en tres capítulos; el primero se ha titulado Sociedades Católicas, caridad cristiana y oposición  frente al liberalismo en Nuevo León (1874-1910) (1874-1910),, y en él se da un panorama histórico del catolicismo en Nuevo León y sus formas de religiosidad. Además, se habla del surgimiento de las Sociedades Católicas de señoras y señores, las cuales agruparon a algunos miembros de la élite social del estado, Sociedades que además de practicar la caridad, protestaron contra la incorporación de las Leyes de Reforma a la Constitución en 1874. Por otro lado, se abordan las relaciones que tuvo la Iglesia con los miembros de la élite local. El segundo capítulo, denominado La denominado La Doctrina Social de la Iglesia en Monterrey: ddee la recepción de la encíclica Rerum Novarum, a la crisis y reorganización del Catolicismo Social, 1891-1920, 1891-1920, se explica la recepción y difusión de la propuesta de León XIII en México y en Nuevo León, enseñanza que tuvo que enfrentarse a las particularidades locales, así como atravesar por una serie de vicisitudes que fragmentaron su avance en 1914, pero que, tras una relativa calma, pudo reorganizarse hacia 1919 con la creación de Congregaciones Marianas; de modo que la investigación propone tres etapas del Catolicismo social regiomontano: la primera, de recepción y estancamiento; la segunda, de

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  Alfonso Mendiola y Guillermo Zermeño, “Hacia una metodología del discurso histórico”, en : Luis Jesús Galindo Cáceres (coord.), Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, comunicación , México, Pearson Educación, 1998, pp. 202-203. 8

 

reorganización, y la tercera, de transición entre el auge y la crisis de la suspensión de cultos. Finalmente, en el capítulo tercero, nombrado Del nombrado  Del auge a la suspensión de cultos: La tercera etapa del Catolicismo social regiomontano, 1920-1926 , se analiza el auge de las asociaciones católico sociales que se organizaron e integraron en los tres grupos de mayor importancia, que fueron: la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, los Caballeros de Colón y la Unión de Damas Católicas, y cómo éstos se involucraron en los debates sociales y políticos de su tiempo; asimismo, se revisará cómo un grupo de sacerdotes impulsaron a estas asociaciones y difundieron la opción social católica por medio de congresos y semanas sociales. Por otro lado, se destacará cómo esta etapa de auge propició el surgimiento de uniones y sindicatos de profesionistas y niños, así como sociedades mutualistas de naturaleza confesional.  confesional.   De tal modo, se pretende abordar de manera general a la influencia de la Doctrina Social de la Iglesia sobre la sociedad neoleonesa, antes y después de su sistematización en la encíclica  Rerum Novarum Novarum,, centrándose de manera particular en las prácticas

y

representaciones que dicha doctrina suscitaba entre los agentes sociales, religiosos y laicos, de la época.

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Capítulo 1. Sociedades Católicas, caridad cristiana y oposición frente al liberalismo en Nuevo León (1874-1910)

Yo veo en cada Sociedad Católica que se establece en mi diócesis un poderoso refuerzo de nuevos y valerosos atletas que se prestan intrépidos para la lucha. Francisco de Paula Verea, obispo de Linares, 1873

En las postrimerías del siglo XIX y los primeros años del siglo XX, la Iglesia católica de  Nuevo León se vio envuelta en una serie de eventos que le permitieron demostrar su  palpable influencia en la so sociedad, ciedad, sobre todo entre las clases media5 y alta. Lo anterior se  puso de relieve durante la decimonónica década de los 70, cuando se dio un auge de asociaciones laicas y religiosas que buscaron el beneficio social, algunas auspiciadas y dirigidas por sacerdotes y religiosas, entre las que destacaron las Sociedades Católicas y la Conferencia San Vicente de Paul, organizada por las Hijas y las Hermanas de la Caridad. Quienes integraron las mesas directivas de las agrupaciones laicas siempre fueron los miembros de la élite económica de Nuevo León, en donde destacaron los apellidos Sada, Garza, Zambrano, Lafón, Ancira, Muguerza y Rivero, por mencionar algunos. Siguiendo este supuesto, Monterrey históricamente ha sido un espacio importante no sólo para el desarrollo de los grupos de poder, sino para el establecimiento de relaciones entre los mismos. Para el caso de los religiosos, en particular la élite episcopal ha sido capaz de entablar contactos con otros líderes políticos y empresariales del país 6, como los expuestos anteriormente. Asimismo, la Iglesia se ha caracterizado como una institución que  promueve y prolonga el statu el  statu quo en quo en la sociedad, incluso en los periodos en que el Estado y la religión fueron antagónicos, de modo que ésta ha permeado en las relaciones sociales, sobre todo en los valores, pues está profundamente arraigada en la cultura mexicana 7.

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 Por clase media entendemos a un sector de pequeños pr propietarios opietarios y profesionistas, como médico médicos, s, maestros, abogados, etc. 6 Roderic Ai Camp, Las Camp, Las elites del del Poder en México, México, México,  México, D.F., Siglo XXI, 2006 , , p.  p. 116. 7  Roderic Ai Camp, Cruce de espadas. Política y religión en México, México , México, D.F., Siglo XXI, 1998, p. 13.  13.   10

 

Por otro lado, cuando el gobierno del presidente Sebastián Lerdo de Tejada adicionó las Leyes de Reforma a la Constitución en 1873, se abrió de nueva cuenta un conflicto a nivel nacional en el que algunos sectores de la sociedad mexicana, así como la Iglesia,  pidieron la revocación de las referidas leyes. En Nuevo León también se solicitó al Congreso del Estado la anulación de las mismas; las protestas y manifestaciones que se llevaron a cabo fueron encabezadas por el grupo de élite ya mencionado, además de que múltiples funcionarios públicos se arrepintieron y retractaron de haber jurado la Constitución. Asimismo, con las nuevas leyes puestas en práctica se verificó la expulsión del país de las Hermanas de la Caridad de San Vicente Paul en 1874, pese a las peticiones que se realizaron para que esto no ocurriera. En palabras del historiador Brian Connaughton, es en este contexto en “que se puede apreciar las raíces autóctonas que permitirían a la encíclica  Rerum Novarum Novarum   hallara suelo ya abonado en México” 8. Pues, antecedentes como los ya mencionados, permitieron el establecimiento de otras agrupaciones católico-sociales en el siglo XX, como la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), los Caballeros de Colón y la Unión de Damas Católicas de México (UDCM). De tal modo, en el primer apartado de este capítulo se dará un breve recuento de la historia de la Iglesia Católica en Nuevo León, desde la llegada de los primeros frailes franciscanos, hasta 1871, unos años antes de que se adhirieran las Leyes de Reforma a la Constitución; en segunda instancia se analizarán los establecimientos de caridad en el estado y las protestas contra las Leyes de Reforma en 1874 encabezadas por la élite económica y el clero, y por último se hablará sobre la la estabilidad religiosa del Porfiriato y el Reyismo, así como las relaciones entre ambos grupos de poder.

1.1. Antecedentes del catolicismo en Nuevo León (1603-1871) La Iglesia Católica en Nuevo León tuvo su origen en la época colonial, principalmente con las misiones franciscanas. Los primeros frailes en llegar a esta región fueron: Andrés de 8

  Brian Connaughton, “Un camino difícil: antecedentes del catolicismo social, 1770 1770--1867” 1867”,, en: Manuel Ceballos y Alejandro Garza Rangel, Catolicismo social en México. Teoría, fuentes e historiografía, historiografía , Monterrey, N.L., Academia de Investigación Humanística, 2000, p. 94. 11

 

León, Diego de Arcaya y Antonio Zalduendo, en 1603. Martínez Rendón menciona que estos misioneros fueron “grandes defensores de los naturales”, pues lograron la catequización de miles de ellos, incluso fray Andrés de León llevó a cabo un empadronamiento; los datos recabados por el el fraile aseguraban que en la nueva provincia habitaban 35,000 indios bautizados y 34 familias de españoles 9. En ese mismo año se fundó en Monterrey el Convento de San Andrés, el cual nunca recibió oficialmente el título de custodia, por lo que funcionó de manera informal y desde ahí se coordinaba el funcionamiento de los otros conventos que se iban creando, que también fungieron como doctrinas10. Poco después del arribo de los franciscanos y los colonizadores llegaron también los tlaxcaltecas, que por su fidelidad a la corona se les permitió colonizar ciertas regiones del noreste, trayendo consigo algunas de sus prácticas religiosas. Durante el resto del siglo XVII y la primera mitad del XVIII, la labor misionera y pastoral estuvo principalmente a cargo de los franciscanos, mientras la jurisdicción eclesiástica del Nuevo Reino de León  pertenecía al Obispado de Guada Guadalajara, lajara, hasta que fue erigida la Diócesis de Linares, por po r la Bula papal  Relata Semper   promulgada por el papa Pío VI el 25 de diciembre 1777. De acuerdo con Saldaña Martínez, la creación del Obispado de Linares fue una “medida de reorganización administrativa, tendente a fortalecer el control de la frontera noreste del virreinato”11, debido a que la población en el septentrión era muy escasa. Aunque la sede de la diócesis debía ser la ciudad de San Felipe de Linares, la sede real siempre fue Monterrey y en 1792 el rey formalizó a dicha ciudad como centro diocesano, aunque el nombre del 12

Obispado continuó evocando a Linares . Durante el proceso de Independencia, el obispo Marín de Porras se opuso a los insurgentes,, además pedía a los fieles “hicieran rogativas por el triunfo de las armas reales”  insurgentes reales”  

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 Miguel D. Martínez Rendón, Población Rendón,  Población de Nuevo León desde 1603 hasta 1921, 1921, México, D.F., Dirección de Exposición Estadística, 1929, p. 4. 10  José Antonio Portillo Valadez,  Huellas franciscanas en el Noreste Novohispano, Novohispano, Monterrey, N.L., Tecno Graph/Secretaría Graph/Secreta ría de Educación Pública, 2007, p. 53. 11   Moisés A. Saldaña Martínez,  El anticlericalismo anticlericalismo oficial en Nuevo León, 1924-1936 , Monterrey, N.L., Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Nuevo León, 2009, p. 75. 12 Álbum Conmemorativo del Solemne Congreso Eucarístico Nacional de México, México , Monterrey, N.L., Imprenta y Litografía Americana, 1924, p. 4. 12

 

encabezadas en el Nuevo Reino de León por el caudillo regional Joaquín de Arredondo 13. Más adelante, en las primeras décadas del México independiente el clero se enfrentó a las disposiciones liberales del presidente Valentín Gómez Farías (1833), a pesar de que la religión católica fue designada por los constituyentes de 1824 como la religión oficial y única y sin tolerancia de ninguna otra en el país. Dichas medidas tuvieron impacto en  Nuevo León, donde eell entonces gobernador Manuel María de Llano reglamentó el derecho der echo de cobros eclesiásticos en bautizos y casamientos. También, prohibió el entierro de cadáveres en los templos por cuestiones de salubridad y estableció una censura gubernamental para todo tipo de documento eclesiástico que se pretendiera publicar, a  pesar de las álgidas protestas del clero y de los fieles14. No obstante, dichas disposiciones fueron revertidas y la religión siguió siendo respetada por el Estado, y no fue sino hasta más de dos décadas después cuando las Leyes de Reforma afectaron de manera directa los intereses de la Iglesia, pues el liberalismo mexicano ascendía con éxito en toda la República. En el caso de Nuevo León, dicho ideario fue encarnado por Santiago Vidaurri a  partir de 1855. Pocos años después, a nivel federal las Leyes de Reforma representaron la virtual separación de la Iglesia y del Estado. Dichas políticas eran abiertamente anticlericales y  buscaron restarle poder político, económico e ideológico a la Iglesia católica que venía ejerciendo dichas prerrogativas desde la época ép oca colonial. “En cuanto a los bienes corporativos la Ley Lerdo de 1856 estipuló la desamortización, mientras que la Ley de  Nacionalización de 1859 ordenó la confiscación de los bienes del clero” 15. Aunque en el caso de Nuevo León la desamortización de bienes había iniciado desde 1856 con el gobernador Vidaurri, siendo el propio Estado el encargado de la venta de éstos 16. Como menciona González Maiz, las propiedades nacionalizadas fueron las siguientes: las tierras del cerro de las Mitras y las del cerro del Obispado, los terrenos de la loma de Vera, también en el Obispado, además otros inmuebles como el Colegio Seminario, la Casa del

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 Santiago Roel, Nuevo Roel, Nuevo León. Apuntes históricos históricos,, Monterrey, N.L., Ediciones Castillo, 1980, p. 105.  Ibid.,, p. 137.  Ibid. 15  Saldaña, Anticleri  Saldaña,  Anticlericalismo calismo,, 2009, p. 77. 16  Rocío González Maiz,  Desamortización y propiedad de las élites en el Noreste mexicano, 1850-1870, 1850-1870, Monterrey,, N.L., Fondo Editorial de Nuevo León, 2011, pp. 92-93. Monterrey

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Curato de Monterrey (anexo de la Catedral) y el Convento de la Tercera Orden de San Francisco ubicada al poniente de la plaza principal 17. Sin duda, la aplicación de las ya referidas leyes no fueron del agrado del clero neoleonés, sobre todo del entonces obispo Francisco de Paula Verea, quien publicó una circular donde condenaba las nuevas leyes mexicanas, en donde ordenaba a los católicos de  Nuevo León no jurar la nueva Constitución. E Evidentemente, videntemente, el gobernador go bernador substituto Juan  Nepomuceno de la Garza y Evia, protestó por el documento del prelado, pues incitaba incitaba a la desobediencia de la Carta Magna18 y tiempo después, el obispo Verea prohibió la entrada a la Catedral a algunos funcionarios del gobierno que llevaban consigo la Constitución local  para que fuera be bendecida; ndecida; ttras ras estas acciones, V Vidaurri idaurri or ordenó denó que to todos dos los miembros del cabildo catedralicio fueran arrestados19. Cabe mencionar que Santiago Vidaurri no era una  persona radicalmente anticlerical, pues cuando fue gobernador del estado, dispuso un donativo de 2 mil pesos para la construcción del templo de Nuestra Señora del Roble, que inició su edificación a mediados del siglo XIX 20. Sin embargo, tanto el país como el estado se hallaban en transición hacia la modernización y las políticas de laicización, con algunos elementos de anticlericalismo, eran parte de dicho proceso para la conformación de un sistema que fuera económica y  políticamente sólido21. Lo anterior implicaba un distanciamiento entre la fe y la razón, entre la devoción y el progreso, por lo que era necesaria la implementación de reformas que  permitieran el avance de la Nación, pues para la modernidad la “religión constituía co nstituía el  pasado, el ooscurantismo; scurantismo; eenn ttanto anto que dicha modernización se definía d efinía por el triunfo tr iunfo de las luces, de la razón sobre la irracionalidad de las creencias” 22. Cabe mencionar que en este contexto de triunfo del liberalismo, que conllevaba la libertad religiosa, el protestantismo hizo su arribo a Monterrey por medio de los inmigrantes anglosajones y “en 1864 se abrió 17

 Ibid., p. 93-100.  Ibid.,  Anticlericalismo calismo,, 2009, p. 79.  Saldaña, Anticleri  Saldaña, 19  Ibid.,, p. 80.  Ibid. 20  La Luz. Periódico religioso, religioso, de literatura, ciencias, artes y anuncios, anuncios, 10  10 de junio de 1874, 18 74, no. 55, p. 2. 21  Por Estado moderno, moderno, debe entenderse como: producto de la razón y construcción humana “materializada en un conjunto de instituciones que deben combinarse para mantener la ley y el orden, administrar los asuntos  públicos y promover la prosperidad”. Véase: Pedro Quintino Méndez, “Cultura católica y elecciones en el umbral del siglo XXI”, en: Francisco Savarino y Andrea Mutolo (coords.),  El Anticlericalismo Anticlericalismo en México, México, México, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey/Miguel Ángel Porrúa, 2008, pp. 647648. 22  Alain Touraine, Crítica de la modernidad , México, D.F., Fondo de Cultura Económica, 2014, p. 300. 18

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la primera iglesia bautista ubicada en la esquina de las calles Aramberri y Guerrero, la cual fue atendida por el misionero de origen irlandés irl andés James Hickey” 23. Por otro lado, en cuanto a los templos católicos en Nuevo León, los más importantes se ubicaron en Monterrey y sus construcciones datan de los siglos siglos XVIII y XIX. Por ejemplo, destaca la Catedral (antigua iglesia parroquial), cuya construcción había comenzado desde 1626, pero que no fue consagrada hasta 1833 por el obispo Belaunzarán; sin embargo, la torre mayor se comenzó a construir en 1891 y fue concluida ocho años después24. También es importante mencionar el Templo de San Francisco, de origen colonial, construido entre 1603 y 1752, y que fue destruido por el gobierno revolucionario de Antonio I. Villarreal en 1914. Por otro lado, el Templo del Señor San José tuvo su origen en 1834, pero contaba con un reducido espacio, por lo que no se daba abasto, pues los fieles eran muchos, por lo que el arzobispo López y Romo dispuso la ampliación del mismo, que concluyó en 1898. Asimismo, existía el Templo de Nuestra Señora del Roble (que lleva ese título debido a la leyenda de la imagen de la virgen hallada en el hueco de un árbol), el cual se comenzó a construir en 1856 25. Años después se crearon otros recintos religiosos de los cuales se hablará más adelante. De igual forma, el catolicismo también estuvo presente en las publicaciones  periódicas, aunque no con la misma fuerza que en la capital del país o en ciudades como Guadalajara26, ya que la mayoría de las publicaciones que se producían en Monterrey eran de carácter liberal. Para católicos y liberales los folletos y periódicos fueron los medios por los cuales se buscó construir y dirigir la opinión pública a su favor. Sin embargo, no todos  podían leerlos, pues en ese periodo p eriodo existía uunn alto nivel de analfabetismo; analfabet ismo; el censo de 1895 indicaba que en México había 12,632,247 habitantes de los cuales sólo el 14 % sabía leer y

23

1810-1910 , Monterrey, N.L., Facultad de  Rocío González Maiz, Cien años de vida cotidiana en Monterrey, 1810-1910, Filosofía y Letras/Universidad Autónoma de Nuevo León, 2010, p. 125. 24  Roel, Apuntes  Roel,  Apuntes,, 1980, pp. 135-136. 25  Álbum,, 1924, pp. 5-9.  Álbum 26  Para este momento en Guadalajara circulaban los siguientes diarios católicos: católicos: Religión  Religión y sociedad , El Vigía católico,, La Gaviota, católico Gaviota, La Verdad católica católica y  y El  El Defensor del catolicismo catolicismo.. Véase: La Véase: La Luz, 1 Luz, 1 de junio de 1873, n. 18, p. 4. 15

 

escribir y, únicamente el 10% podía comprar los periódicos 27. De modo que este medio comunicativo sólo era leído por una minoría compuesta por las clases media y alta. A pesar de ello, desde ca. ca.   1873 circuló en el estado una publicación religiosa de nombre La nombre  La Luz. L uz. Periódico religioso, de literatura, ciencias, arte artess y anuncios anuncios,, publicado y editado en Monterrey por Julio Chávez y que se dedicaba a reproducir notas de otros diarios nacionales e internacionales, así como discursos y cartas del papa y de los obispos a los fieles, entre otras noticias de carácter religioso de la región, además se exaltaba la filantropía que realizaban las agrupaciones de laicos de hombres y mujeres. Dos décadas después, otro periódico católico comenzó a circular en la capital del estado, titulado  La  Defensa del Pueblo. Dios, Patria y Libertad , publicación a cargo de Abraham P. de la Garza. Además de notas religiosas, sus páginas también se utilizaron para hacer anuncios de las principales casas comerciales e industrias de Monterrey. De tal modo, pese a la experiencia de la modernidad iniciada en la segunda mitad del siglo XIX, producto de las condiciones anteriormente expuestas, Nuevo León no vivió aislado del hecho religioso, aun y cuando a fines de siglo su capital experimentó un proceso de industrialización que configuró toda una identidad regional, así como una élite económica capaz de asimilar la obra religiosa a través de las Sociedades Católicas, de orientación social e instituciones de beneficencia, además demostraron su respaldo a la Iglesia local y nacional cuando ésta protestó contra la disposición del Estado en cuanto la aplicación de las Leyes de Reforma.

1.2. La acción católico-social de la élite de Nuevo León y las protestas contra la Ley Orgánica de 1874 La religiosidad en la sociedad del norte de la República históricamente ha sido distinta a la de la zona centro y sur del país. No obstante, esto no quiere decir que el norte,  particularmente Nuevo León, haya sido un estado est ado secular o menos religioso que otros, ot ros, pues desde la época colonial los indios tlaxcaltecas arraigaron algunas devociones religiosas e 27  Florence

Toussaint Alcaraz,  Escenario de la prensa en el Porfiriato, Porfiriato, México, Universidad de Colima/ Fundación Manuel Buendía, 1989, pp.67-68. 16

 

influyeron en la sociedad neoleonesa, permeando durante los siguientes siglos. Para Michael Fleet y Brian Smith, investigadores de la religión y la política latinoamericanas, existen tres tipos de católicos: Los organizativos, que participan activamente en uno o más grupos patrocinados por la Iglesia, (la mayoría también asiste a misa con regularidad);  sacramentales, que asisten a la iglesia con bastante regularidad, pero que no participan en otras actividades y culturales, que no tienen relación religiosa u organizativa con la Iglesia pero que poseen y reconocen valores católicos28.

Estas categorías ayudarán a explicar las prácticas de la sociedad católica de Nuevo León y sus representaciones acerca de la Iglesia, la caridad, la acción social y el Estado. Si bien es  posible que muchos cat católicos ólicos neo neoleoneses leoneses se adscribieran a la categor categoría ía cultural cultural porque  porque su afiliación religiosa era más bien nominal (lo cual se puede verificar, por ejemplo, con la rápida asimilación del liberalismo en la época de Vidaurri y con la recepción del  protestantismo por algunos grupos sociales), también existía un gran número de católicos  sacramentales, fieles a las devociones y prácticas religiosas de la Iglesia. Por ejemplo,  sacramentales, desde su fundación, la ciudad de Monterrey adoptó el culto a la Virgen de la Inmaculada Concepción como su patrona, siendo esta devoción la más antigua y popular 29. Otras tradiciones populares de la localidad son las fiestas de las Vírgenes de la del Roble y la la Purísima en Monterrey, y del Señor de la Expiración en Guadalupe, todas de herencia tlaxcalteca30. En el ámbito doméstico y privado, cabe señalar que durante el siglo XIX una práctica común de la sociedad regiomontana (análoga a las costumbres de la mayoría del resto del país) era la de tener figuras e imágenes de santos y vírgenes en las  paredes y repisas de las recámaras de la casa 31. En lo público, el católico neoleonés  participaba de las festividades patronales e incluso en actividades act ividades sociales y de beneficencia organizadas por las Sociedades Católicas, cuya existencia y labores demuestran que los católicos neoleoneses no eran indiferentes a la religión y sus valores. Dichas asociaciones tuvieron presencia no sólo en Nuevo León, sino en todo el país. Este último tipo de 28

  Michael Fleet y Brian Smith, “Rethinking Catholicism and politics in Latin America”, citado en Camp, Cruce,, 1998, p. 178. Cruce 29  González, Cien Cien,, 2010, p.85. 30  Idem;; El caso de la advocación  Idem advocación Mariana de la Purísima hace referencia a la imagen llamada “Virgen Chiquita”,, perteneciente a una india tlaxcalteca y a la cual se le atribuye el milagro repeler las aguas del Río Chiquita” Santa Catarina cuando este se desbordó durante la inundación de 1716. En: Roel, Apuntes Roel, Apuntes,, 1980, p. 57. 31  González, Cien Cien,, 2010, p. 51. 17

 

 prácticas religiosas (la adscripción adscr ipción a asociaciones y la labor activa en defensa de los valores católicos), permite identificar también sectores de neoleoneses que se ajustan a la categoría de organizativos. De tal modo, si bien por un lado el régimen liberal buscó consolidar durante el siglo XIX un Estado moderno y laico, la Iglesia hizo frente a estas disposiciones del gobierno por medio de de la acción social, la cual tenía “dos objetivos: uno, la aplicación de los principios cristianos a la composición misma de la masa social; otro, atraer a los hombres por medios sagrados a que se acerquen al sacerdote para que éste ejerza en ellos la acció n sagrada”32. Esto pudo ser posible debido a los trabajos de la Sociedad Católica de México, surgida en 1868 como una respuesta de la Iglesia nacional tras el triunfo republicano y liberal y que  para 1877 estaba organizada en casi cuarenta poblaciones del país 33. Su actividad fue casi inmediata en cuestiones sociales, pues temían que la religión católica desapareciera o  perdiera fuerza eentre ntre los fieles ante el avan avance ce del secularismo, además surgió sur gió también a la ausencia de los obispos en sus respectivas diócesis. Así, “esta nueva asociación llevaba en el nombre todo el intento de sus fundadores  por conservar primero, y luego recrear, el espacio social de dell catolicism cato licismoo desplazado por el avance secularizador”34, entendido como el proceso histórico en el que la sociedad civil se separa del influjo de la religión. Asimismo, las conductas liberales de algunos gobiernos habían sido cuestionadas en la encíclica Quanta Cura  Cura  y el Syllabus Complectens  Praecipuos Nostrae Aetatis Errores de Errores de Pío IX de 1864, en las cuales el papa condenaba los “errores del modernismo” y advertía a los católicos para que se abstuvieran de respaldar dichas tendencias. Para el caso de Nuevo León, aunque no se localizaron datos que precisaran la fecha de establecimiento de la primera junta de la Sociedad Católica, se tiene registro de sus operaciones desde 1872-1873, en los municipios de Monterrey, Marín y Sabinas Hidalgo,

32

 Banegas Galván, El Galván, El porqué del Partido Católico Nacional , citado en: Jean Meyer, El Meyer, El catolicismo social en  México hasta 1913, 1913, México, D.F., Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, 2012, p. 13. 33  Ibid.,, p. 163.  Ibid. 34 Manuel Ceballos Ramírez,  Historia de Rerum Novarum en México (1867-1931). Tomo I , México, D.F., Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, 2004, p.162. 18

 

donde ya había trabajos de las Sociedades Católicas de Señores y de Señoras 35. Las  personas que integraban las Sociedades Católicas eran los hombres y mujeres más importantes de cada población, es decir, la élite económica, comercial e industrial, aunque en ocasiones también personas la clase media, de tal modo que puede observarse la relación que las élites tenían con el clero católico. En su libro  Las élites del poder en México México,, el norteamericano Roderic Ai Camp señala a la capital de Nuevo León como una ciudad que fomentaba la industria privada y las relaciones entre políticos, empresarios y figuras religiosas36. De acuerdo con este estudio, el espacio de acción era propicio para la formación y desarrollo de redes entre las élites de diferentes ámbitos: económico, político y religioso, entre otros. De tal modo, el objetivo de la Sociedad Católica era integrar a grupos de poder que manifestaran y fomentaran una adhesión irrestricta ante el clero católico y, más que oponerse a la autoridad civil (pues se promovía el respeto a la jerarquía y la autoridad),  buscaba que ésta se guiara por los pprecepto receptoss católicos. Con respecto a las fundaciones de Sociedades Católicas en la diócesis de Linares, el obispo Francisco de Paula Verea expresó lo siguiente: Yo veo en cada Sociedad Católica que se establece en mi diócesis un poderoso refuerzo de nuevos y valerosos atletas que se prestan intrépidos para la lucha, y que esgrimiendo la espada de la oración y de las buenas obras y acorazados bajo el impenetrable escudo de la fe, se hacen invencibles en el combate y temibles en el infierno 37.

Como se mencionó anteriormente, el surgimiento de estas Sociedades fue una respuesta al secularismo imperante, a través de la unión de socios que tenían como objetivos las  prácticas de la oración, la fundación de escuelas de educación cristiana, cr istiana, el e l establecimiento de asilos y casas de beneficencia, así como la publicación de “buenos escritos” que instruyeran y moralizaran38  socialmente. Un ejemplo de ello fue la Sociedad Católica de Señores de Linares, quienes exhortaban a sus socios a integrarse para combatir a quienes se habían unido en contra de la religión, no con armamento, sino con la oración, el sufrimiento, la paciencia, la práctica del bien y una conducta irreprensible 39. En el Cuadro 1 35

 La Luz, Véase: los números 15, 29 y 34 de 1873.  Camp, Élites  Camp,  Élites,, 2006, p. 90. 37  Citado en: La en: La Luz, 20 de septiembre de 1873, n. 29, p. 3. 38 Ibid.,  Ibid., 10  10 de febrero de 1874, n. 43, pp. 2-3. 39  Idem.    Idem.

36

19

 

se presenta una lista de las Sociedades Católicas presentes en el estado de Nuevo León de las que se tiene registro. Cuadro 1. Lista de Sociedades Católicas de Nuevo León creadas entre 1872-1874 Nombre

Primer (a) Presidente (a)

Fecha de creación

Sociedad Católica Católica de Señores de Sabinas Hidalgo Sociedad Católica de Señoras de Sabinas Hidalgo

José María Ancira No especificado especificad o

ca ca.. 1873 ca ca.. 1873

Sociedad Católica de Señoras de Cadereyta Cadereyta

No especificado

ca ca.. 1873

Sociedad Católica de Señores de Marín

Francisco González Gonzál ez

1873

Sociedad Católica de Señoras de Marín

Josefa Treviño de Martínez

1873

Sociedad Católica de Señores de Linares

Darío de Jesús Suárez

1874

Sociedad Católica de Señoras de Linares

Manuela C. Ardines

1874

Sociedad Católica de Villa de García

No especificado

1874

Sociedad Católica de Señores de Monterrey

Francisco Sada40 

1874

Sociedad Católica de Señoras de Monterrey

Merced Muguerza

1872

Sociedad Católica de Señoras de China

Trinidad Garza

1874

Sociedad Católica de Rayones

No especificado

ca ca.. 1874

Fuente: Elaboración propia con datos del periódico: La periódico: La Luz. Periódico religioso, de literatura, literatura, ciencias, artes  y anuncios, números 2, 18, 29, 34, 43, 72.

Estas Sociedades se reunían dos veces por mes y tenían claro su objetivo principal, que era el del beneficio social. Dentro de las actividades principales se encontraban: la fundación de escuelas, visitas a enfermos en los hospitales, llevar alimento a los desvalidos, así como la donación de ropa y dinero 41. Una de las asociaciones que practicó los principios de cooperación, asistencia y beneficencia social, fue la Sociedad Católica de Señoras de Monterrey, la cual estaba encabezada por las señoras Mercedes Muguerza y Eugenia M M.. de 40

 Francisco Sada fue uno de los principales hombres de negocios e industria en Monterrey, fundó en 1890  junto con Isaac Garza, Garza, José Calderón Calderón y otros empresarios empresarios la Cervecería Cervecería Cuauhtémoc. Cuauhtémoc. 41  En otros estados del país como Puebla, Guanajuato, y ciudad de México, la Sociedad Católica estableció a  partir de 1873 las comisiones de “pueblos” y la de “artesanos y obreros”, ambas comisiones no tuvieron  presencia en Monterrey, Monterrey, la primera probablemente probablemente por el régimen de propiedad de la tierra en el norte n orte del  país, pues las la s fuentes consultadas no mencionan comisiones de ese tip tipo, o, y la segunda por el gran número n úmero de sociedades mutualistas que existían ya en la entidad (este tema se detallará en el capítulo 2). Sin embargo, ésta última sirvió de base para el surgimiento de las Sociedades de Artesanos de Morelia y de Cuernavaca en 1874, así como también la Sociedad León XIII, la Sociedad Católica de Auxilios Mutuos en 1878 y el Círculo Patriótico Religioso de Artesanos en 1887, estos en la ciudad de México, véase: Manuel Ceballos Ramírez, “El catolicismo social: un tercero en discordia.  Rerum Novarum, Novarum, la cuestión social y la movilización de los católicos mexicanos (1891-1911)”, (1891-1911)”, tesis doctoral, México, Centro de de Estudios Históricos-El Colegio de México, 1990, p. 47. 20

 

Lafón; esta sociedad tenía una comisión de visita a hospitales. Por ejemplo, en una visita realizada el domingo 20 de diciembre de 1874, las socias instruyeron la doctrina católica a seis hombres y una mujer y una semana después, el día 26 del mismo mes, la señora Muguerza realizó dos visitas al hospital donde rezó junto con los enfermos, preparándolos  para la confesión y la comunión, misma que les fue impartida al día siguiente por el  presbítero Anastasio Anastas io Reyes. Esta E sta misma señora, regaló 10 rosarios, 9 piezas de ropa, r opa, dio d io el desayuno entre los los enfermos y financió el lavado de 160 piezas de ropa 42. Al siguiente año, se puede señalar también que la misma asociación repartió comida en un hospital, la cual fue costeada por doña Eugenia M. de Lafón. A continuación, en el Cuadro 2 se muestra una lista de las actividades realizadas por las socias: Cuadro 2. Actividades caritativas de la Sociedad Católica de Señoras de Monterrey en el hospital en 1875 Actividades Desayuno, comida y merienda

Participantes Refugio D. de Garza García, García, Juana González de Llano, Concepción E. de Zambrano, Rosa Zambrano de González, Guadalupe G. de Zambrano, Dolores T. de Espinosa, Petra Fernández de Elizondo, Soledad Pérez Maldonado y Luz E. de Burchard

Contribuciónn con dinero Contribució

Juana González de Llano, Refugio D. de Garza García, Inés González, Eugenia M. de Lafón, Merced M. de Fernández, Celsa y Gertrudis Martínez, las señoritas Pérez Maldonado, Lorenza O. de Berardi, Ramona P. de Troncoso y Luz E. de Burchard

Donación de ropa

José de Jesús D. y Prieto, Francisco González Prieto 43, Refugio D. de Garza García, Andrea Moreno de San Miguel, Concepción E. de Zambrano, Dolores Dolores V. de Garza, Eugenia Eugenia M. de Lafón, Lafón, Mariana E. de Zambrano, Rosa Z. de González, Carlota Prado y Luz E. de Burchard

Limosnas en efectivo efectivo

Concepción E. de Zambrano, Dolores T. de Espinosa, Refugio Refugio D. de Garza García y Luz E. de Burchard

La cera para el altar

Soledad Pérez Maldonado Maldonado

Fuente: La Fuente:  La Luz, Luz, 01 de mayo de 1875, no. 21.

42 43

 La Luz, 02 Luz, 02 de enero de 1875, n. 4, p. 4.  Colaboradores como miembros de la Sociedad Católica de Señores de Monterrey. 21

 

Estas agrupaciones llegaron también a fundar escuelas y colegios para niños y niñas con el fin de que éstos recibieran una educación católica, estrictamente confesional, como fueron los casos siguientes: llaa Sociedad de Señores Católi Católicos cos de Sabinas, Sabinas, grupo compuesto por 103 socios, creó una escuela primaria para niños menesterosos en la hacienda de San Francisco (posiblemente ubicada en dicho municipio) en mayo de 1873; por su parte, la Asociación de la Santa Infancia 44 inauguró también un Colegio de Niñas en Monterrey el 21 de junio del mismo año, y algunos meses después, en noviembre la Sociedad de Señoras Católicas de Cadereyta fundó otra escuela de niñas 45. El diario  La Luz Luz   seguía de cerca las actividades de las Sociedades Católicas, y en 1874 publicó una nota acerca de los resultados obtenidos en materia de educación cristiana, en donde cientos de niños de Monterrey, de Cadereyta, de Linares, de Villa de García, de San Francisco, de Marín y de Sabinas Hidalgo, recibían instrucción confesional 46. Como ejemplo de las materias que se veían en estas escuelas, se pueden señalar algunas de las que se impartían en el Colegio de niñas San Vicente de Paul (escuela particular fundado por las Hermanas de la Caridad), a saber: lectura, escritura, doctrina cristiana, historia sagrada, historia profana, gramática castellana, aritmética, geografía, urbanidad, costura, bordados de todas clases, tejidos, solfeo, música y dibujo 47. Además de la construcción de escuelas religiosas, la Sociedad Católica de Señoras de la capital del estado propuso en 1874 la creación del Templo del Sagrado Corazón de Jesús, en la esquina noroeste de la Plaza de 5 de mayo 48, en un terreno que había sido donado por una de las socias 49. Cabe mencionar que la labor de las y los laicos dependía estrechamente de la asistencia espiritual de los sacerdotes y religiosas, quienes fueron piezas clave en las actividades realizadas por las Sociedades Católicas, pues éstos se hallaban presentes en las asambleas, dirigían discursos, daban comuniones y confesiones a enfermos y presos; esto último como culminación de las actividades realizadas por cada sociedad. Puede afirmarse 44

 La junta directiva estaba integrada por Guadalupe A. de Lecea (Presidenta), Refugio Zambrano de Garza (tesorera), Manuela Garza de Palacios (secretaria), Dolores Iglesias de Belden y Francisca Sada (consejeras), todas ellas miembros de la élite local, esposas y madres de empresarios. 45  Véase: La  Véase:  La Luz, números, 15, 21 y 34, de 1873. 46  Ibid., 10  Ibid.,  10 de mayo de 1874, no. 52, p. 3. 47  Ibid., 27  Ibid.,  27 de febrero de 1875, no. 2, p. 4. 48

 Archivo Histórico dep.Monterrey (en adelante AHM), Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1880/019.; Ibid, 1880/019.;  Ibid, 8 de marzo de 1874, no. 45, 4. 49  AHM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1872/042. 22

 

que, con el respaldo de las asociaciones “el clero tiene numerosas oportunidades para comunicar mensajes sociales y políticos a través de misas, cartas pastorales, clases de educación secular, carteles y publicaciones de la Iglesia” 50. Por ejemplo, el presbítero Darío de J. Suárez fue muy activo en la Sociedad Católica de Señores de Linares, donde frecuentemente impartía conferencias, y el presbítero José Eleuterio Fernández fue testigo de la fundación de la Sociedad Católica de Señores de Marín 51. Asimismo, las religiosas de la orden de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, encabezadas por la Madre Superiora Sor Vicenta Lacour, también participaron en  Nuevo León en obras de beneficencia y trabajaron en conjunto con la cofradía de las Hijas de la Caridad52. Estas religiosas se habían establecido en México debido a los oficios de la señora María Ana Gómez de la Cortina, quien sufragó los gastos necesarios para que la institución llegara al país (tras su decreto de fundación en México), el 5 de noviembre de 1843. Fueron once las damas que fundaron la hermandad en la República el 15 de noviembre de 1844, junto con la Madre Superiora Sor Agustina Iaza53; hacia 1874 tenían  presencia en todos los estados de la República, con excepción de Durango 54. Estas Hermanas de la Caridad también establecieron un centro de beneficencia en la Diócesis de Linares, pues desde la década de 1850 ya hay evidencia de sus actividades, cuando fundaron el Colegio San Vicente de Paul55. Una década después, en 1866 el gobierno del estado solicitó apoyo al presbítero Antonino Vega para que estas religiosas se encargaran de atender la curación de los soldados heridos y enfermos del Ejército del Norte que se hallaban en el Hospital Civil y Militar 56  de Monterrey. Ahora bien, estas 50

 Kenneth D. Wald, D.E. Owen y S.D. Hill, Jr. “Churches as political communities communities”, ”, citado en Camp, Cruce Cruce,, 1998, p. 171. 51  La Luz, 20 de septiembre de 1873, no. 29, p. 2. 52  Hay que diferenciar que las Hermanas de la Caridad era una orden de religiosas y las Hijas de la Caridad una cofradía constituida por señoras de alta sociedad; no obstante, trabajaban en conjunto y ambas  pertenecían a la la Conferencia de San Vicente de Paul de origen francés. francés. 53   La Luz, 20 de julio de 1874, no. 59, p. 3; Silvia Marina Marina Arrom, “Las “Las Señoras de la Caridad: Caridad: pioneras olvidadas de la asistencia social en México, 1863-1910”, 1863-1910”, en: en : Historia Mexicana, Mexicana, No. 2, octubre- diciembre, El Colegio de México, 2007, p. 451. 54  La Luz, Luz, 10 de mayo de 1874, no.52, n o.52, p. 2 y 3. 55  Véase: Norma Ramos Escobar, El Escobar, El trabajo y la vida de las maestras nuevoleonesas. nuevoleonesas. Un estudio histórico de  finales del siglo XIX XIX y principios del XX , Monterrey, Monterrey, N.L. Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, 56 2007,

p. 31.Histórico del Estado de Nuevo León (en adelante: AHENL), Asuntos Eclesiásticos, caja 8, exp.   Archivo 271. 23

 

agrupaciones necesitaban fondos para poder sostener sus obras de beneficencia y éstos se obtenían por medio medio de donaciones y colecta de llimosna; imosna; por ejemplo, ejemplo, entre 1872 y 1873 la Madre Superiora Sor Vicenta Lacour, solicitó licencia al entonces gobernador del estado José Eleuterio González, para levantar colectas en beneficio de los colegios del mismo nombre en la capital y otras poblaciones vecinas 57. Otra de las instituciones católicas de gran arraigo en México, vinculada con la orden religiosa recién mencionada fue la asociación de Señoras Conferencia San Vicente de Paul, también conocidas como Hijas de la Caridad, la cual se fundó en la ciudad de México en 1863. Dicha sociedad se extendió y alcanzó gran auge por toda la República, en las dos décadas que precedieron a la Revolución mexicana 58. Esta asociación pertenecía a la organización internacional de Dames de  Dames de la Cha Charité rité de  de París59. Además, la institución tenía una célula o conferencia en la ciudad de Monterrey, donde las principales socias hacia 1871 eran las señoras María del Refugio Zambrano de Garza, Octavia Gajá de Rivero y Ramona Padilla. Para esta última, el propósito de la Conferencia era el de socorrer en sus necesidades a los indigentes, a los presos y a los enfermos que carecían de todo recurso,  procurándoles no sólo só lo el bien tem temporal, poral, sino también el espiritual 60. De tal modo, la Conferencia de Monterrey se dedicaba a la enseñanza de la doctrina cristiana en los templos, cárceles y hospitales. Contaban con dos sacerdotes que presidían las juntas semanales, quienes fungían como presidente y vicepresidente 61; además, estaba integrada por veinte socias activas, de las que sólo entre diez y doce se ocupaban de visitar a los pobres y enfermos; asimismo, contaba con cuatro médicos que prestaban sus servicios gratuitamente. La institución se sostenía con las limosnas ordinarias, producto de las mismas socias que cooperaban de manera semanal y mensual, juntando una cantidad de 12 y 20 pesos62, los cuales cuales se utilizaban para los gastos de todo el mes, y también obtenían

57

 AHENL, Asuntos Eclesiásticos, caja 8, exp. 274.  Arrom, “Señoras”, p. 445.  445.  59  Ibid.,, p. 449.  Ibid. 60  AHENL, Asuntos Eclesiásticos, caja 8, exp. 271. 61   Las Conferencias de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul siempre fueron supervisadas por sacerdotes, a diferencia de la asociación masculina que se mantuvo formalmente independiente de la Iglesia.

58

62 En En::

Arrom, “Señoras”, 451.   del último cuarto del siglo XIX es el equivalente a 400 pesos, atendiendo   Puede estimarse quep.1451.  peso comparativamente al Índice de Precios al Consumidor y considerando que el peso y el dólar tenían en esa 24

 

limosnas extraordinarias, como colectas para cubrir algunos gastos de medicinas, además de la recolección de otros insumos como alimentos, ropa y medicinas 63. El 20 de octubre de 1873 la Sociedad Conferencia de San Vicente de Paul en Monterrey, presentó una lista de los trabajos de beneficencia realizados entre agosto de 1868 y julio de 1873. En los Cuadros 3 y 4 se presenta enseguida el desglose de dichas labores, así como los recursos invertidos  por la cofradía en sus actividades caritativas: Cuadro 3. Actividades de la Conferencia San Vicente de Paul Familia enviada a los baños termales

1

Ancianos amparados en casa

2

Meriendas a los pobres del hospital

2

Desayunos a los presos

3

Baños termales a enfermos

4

Huérfanos que recibieron ropa

4

Familias extranjeras socorridas Visitas a la cárcel

5 5

Enfermos que recibieron ropa

6

 Necesitados socorridos socorridos

8

Velas a los enfermos del hospital

10

Confirmaciones Confirmacio nes procuradas por la Conferencia

11

Huérfanos amparados por la conferencia

23

Visitas a los presos por la Conferencia Conferenci a

24

Casamientos y separaciones del mal vivir

32

Viáticos

48

Visitas al hospital Sepulturas procuradas por la Conferencia

56 67

Difuntos que recibieron los sacramentos

118

Confesiones Confesio nes y comuniones

488

Enfermos socorridos

525

época generalmente el mismo valor. Véase: Measuringworth. [En línea; consultado el 14 de junio de 2016]. Disponible en: . 63  AHENL, Asuntos Eclesiásticos, Eclesiásticos, caja 8, exp. 271. Hacia fines de siglo XIX, el salario diario de un jornalero oscilaba entre 37 y 50 centavos y el de un trabajador industrial entre los 75 centavos y 2 pesos; y de acuerdo con un estudio realizado durante el Reyismo, se necesitaba diariamente de 16.25 centavos por persona para nutrirse de N.L., manera adecuada, Mario León/ Cerutti,  Burguesía y capitalismo en León, Monterrey, 1850-1910, 1850-1910 Monterrey, Fondo Editorialen: de Nuevo Universidad Autónoma de Nuevo 2006, pp. 128-135., 25

 

Visitas hechas a los enfermos

1,184

Fuente: La Fuente:  La Luz, 20 de octubre de 1873, no. 32.

Cuadro 4. Cifras de los gastos por actividad de la Conferencia San Vicente de Paul Baños termales

$6.81

Misas para los difuntos

$7.00

Limosnas para los heridos de la comunidad de San

$15.00

Bernabé64  Gasto de culto

$30.75

Limosnas para los pobres

$37.21

Diversos gastos piadosos

$38.75

Limosna dada a la otra Conferencia Conferencia

$50.00

Ropa para los enfermos

$80.93

3,367 boletos de alimento

$841.75

3,000 recetas para los enfermos

$1,125

Total

$2,233.20

Fuente: La Fuente:  La Luz, 20 de octubre de 1873, no. 32. 

Pese a que las Sociedades Católicas tenían como consigna no protestar abiertamente contra el gobierno y sus disposiciones opuestas a la religión, sino que se les pedía realizaran obras en beneficio social y moral de la sociedad, algunos de los socios y otros particulares, también católicos, no se mantuvieron completamente al margen de dicha resistencia. Prueba de ello fueron las protestas y manifestaciones de descontento realizadas por los católicos de todo el país, incluidos los de Nuevo León, contra las Leyes de Reforma que entraron en vigor como adición a la Constitución el 25 de septiembre del año de 1873,  perjudicando los intereses de la Iglesia cat católica, ólica, pues “la política del de l gobierno de Sebastián Sebast ián Lerdo de Tejada, de 1872 a 1876, hizo que los católicos volvieran a posturas más políticas, desde la crítica directa al gobierno y sus leyes, hasta la promoción de la rebelión” 65.

64

 Durante la Revolución de la Noria, la comunidad de San Bernabé (Topo Chico) fue escenario de una batalla entre las fuerzas de revolucionarias del general Treviño (gobernador de Nuevo León), y las fuerzas juaristas encabezadas por los generales y Revueltas, obteniendo la victoria el primero, el 30 de mayo de1872. Véase: Roel, Apuntes, Roel, Apuntes , 1980, pp.Corella 219-220. 65  Adame Goddard, El Goddard, El pensamiento político político,, citado en: Connaughton, “Camino”, p. 139.  139.  26

 

En el caso de Nuevo León, se realizaron una serie de pronunciamientos por parte de la sociedad en contra de la incorporación de dichas leyes a la Constitución. Manifestaciones y protestas fueron llevadas a cabo por la élite económica no sólo de Monterrey, sino también de otras villas del estado66; además, hubo múltiples rechazos y retractaciones por  parte de funcionarios públicos púb licos que decían est estar ar en contra contr a de las adiciones a la Cart Cartaa Magna. En Monterrey se realizó una manifestación el 19 de diciembre de 1874, donde miembros de la sociedad exigieron al Soberano Congreso del Estado la revocación de las leyes, ya que éstas eran consideradas por ellos como persecutorias de la religión católica. La exposición decía lo siguiente:  Nos limitamos por ahora a dos observacione observacioness de sentido común: primero, que es una ley ddee  persecución abierta a la religión católica que profesa una inmensa mayoría de la R República epública […] y está en la conciencia de todos los mexicanos y aun de los extranjeros, que si se consultare el voto público, se hallaría el más enérgico reproche, pues la ley ejerce presión sobre la libertad de conciencia del culto […] y lastima de una manera manera dolorosa el sentimiento general de la Nación, suprimiendo una de las instituciones más benéficas que abriga como fruto natural el catolicismo: las Hermanas de la Caridad67.

Este documento, presentado al Congreso, estaba firmado por 2,493 mujeres y 1,400 hombres68. Por otro lado, la Villa de San Francisco de Apodaca también se agregó a la manifestación ante el Congreso del Estado, y ahí fueron 781 mujeres y 32 hombres 69  quienes firmaron, y 11 días después, en Linares también hizo lo mismo un grupo de señores a nombre de sus familias70. Posteriormente, en febrero del siguiente año se pronunció la señora Plácida Garza de Sada en la Villa de Cadereyta apoyando la protesta de las señoras de Guanajuato 71; un mes después, la señora Josefa Treviño de Martínez de la localidad de Marín presentó ante el 66

 Para ver la lista de nombres de las personas que firmaron las protestas ante el Congreso del Estado, (véase el anexo 1. 67   Citado en:  La Luz,  Luz,  13 de febrero de 1875, no. 10, p. 2.; Más adelante se abordará la expulsión de las Hermanas de la Caridad. 68   Algunos de los nombres importantes que rubricaron el documento son: José Morel, Francisco Sada, Valentín Rivero, León Ortigosa, Santiago Vidaurri (familiar del ex gobernador), Patricio Milmo, Ildefonso Zambrano, Isaac Garza, Jesús M. Flores, Manuel Z. Barragán, Juan N. de la Garza y Evia y Román Lafón, entre otros. Véase: M. Villanueva y Francesconi,  El libro de las protestas. Recopilación de las manifestaciones y protestas de los mexicanos católicos, contra la ley anticonstitucional orgánica de la  Reforma, que ataca la libertad de culto y las inmunidades de la Iglesia de Jesucristo Je sucristo,, México, Imprenta del Cinco de Mayo,1875, pp. 508 y 596. 69

70 Ibid.  Ibid.,, 71

p. 1741.  La Luz, 1 Luz, de mayo de 1875, no. n o. 21, p. 2.  Ibid., 20  Ibid.,  20 de febrero de 1875, no. 11, p. 3. 27

 

Congreso estatal una lista con la firma de un conjunto de señoras vecinas de aquella  población72; en marzo hubo protestas en el pueblo de Raíces y con motivo de la expulsión de las Hermanas de la Caridad 73; meses más tarde, en julio, un grupo de señores y señoras también protestaron en la Villa de García, García, y éstos argumentaron que dicha ley “hería de manera dolorosa y mortal la parte más delicada y tierna de los corazones co razones mexicanos”74. También algunos funcionarios del gobierno se opusieron en esa época a las Leyes de Reforma (cabe señalar que desde abril de 1857 el obispo Verea había prohibido categóricamente a los católicos jurar la Constitución) 75.Al respecto, en el Cuadro 5 se  presenta una lista de los funcionarios públicos de diversas villas del de l estado y de la ciudad de Monterrey que se retractaron de haber protestado la Constitución, debido a que ésta era abiertamente contraria a la religión católica, en la que según sus argumentos habían nacido y deseaban morir. Cuadro 5. Funcionarios públicos de Nuevo León que se retractaron de haber jurado la Constitución Municipio

Nombre

Cargo público

Situación

Monterrey

Francisco G.

Miembro del Ayuntamiento

Se justificó para seguir

Hermosillo

en el cargo

Jesús Zepeda

Alcalde 3º

Sólo se retractó

Cadereyta Jiménez

Secundino Lazo

Juez auxiliar del cuarto cuartel

Sólo se retractó

Ciénega de Flores

Jacinto Quiroga

No especificado

Se justificó para seguir en el cargo

Dr. Arroyo

Hualahuises

Francisca R. de Ortiz

Encargados de un establecimiento establecimiento

Pidieron ser

y Manuel M. Ortiz

de instrucción primaria

sustituidos

Estanislao Macías

Electo para el nuevo Ayuntamiento

 No protestó la Ley

Pío Quinto Medina

Empleado del Ayuntamiento

Abandonó Abandon ó el cargo por enfermedad

Linares

José Manuel Revilla

Alcalde 2º electo

Se negó a tomar el cargo

José María

Juez auxiliar

Villanueva 72 73

 Ibid., 10 de abril de 1875, no. 18, p. 3.

74 Ibid.,  Ibid., 17  17 75

 Ibid., 24 de abril  Ibid., 24 julio de 1875, no. 19, 33, p. 2. 3.  Saldaña, Anticleri  Saldaña,  Anticlericalismo calismo,, 2009, pp. 79-80. 28

Sólo se retractó

 

Manuel Aldape

No especificado

Se le forzó a protestar

Ignacio Calvo, Juan

 No especificados especificados

Sólo se retractaron retractaron

Manuel Alardín Alardín

Vocal del Ayuntamiento Ayuntamiento

Sólo se retractó

Santiago Ramos

Empleado del Ayuntamiento Ayuntamiento

Sólo se retractó

Francisco de Anda

Segundo Segund o Regidor

Se justificó para seguir

de Dios Leal y  Narciso Cárdenas Cárdenas Río Blanco

Villa de Juárez

en el cargo Andrés Benavides

Suplente del alcalde

González Villa de García

Lucas González

Se justificó para seguir en el cargo

Empleado subalterno del

Pidió ser sustituido

expendio de papel sellado Fuente: Elaboración propia con datos del periódico: La periódico: La Luz, números, 35, 40, 41, 42, 44, 47, 48, 52, 54, 56, 61 y 62, de agosto de 1874 a agosto de 1875.

  Aunque la fuente consultada no especificaba los cargos de algunas de las personas antes mencionadas, el hecho de que hubiesen protestado la Constitución y que se retractaran de ello, indica que eran servidores públicos. Asimismo, todos ellos lo hicieron por escrito y  pidieron a los redactores del periódico periódico La  La Luz que Luz  que lo publicaran en sus páginas. Algunos se retractaron frente a testigos, ciudadanos y sacerdotes, como fue el caso de Jacinto Quiroga, quien lo hizo frente al párroco Fernando Ayala 76; por otro lado, los dos funcionarios de Río Blanco lo hicieron ante el obispo de la diócesis, Francisco de Paula Verea 77. Asimismo, el discurso de los servidores públicos coincide en que, al momento de jurar la Constitución, ignoraban por completo que dicha legislación se oponía a los principios católicos, además de ser contraria a la doctrina en la cual habían sido educados. Francisco G. Hermosillo, miembro del Ayuntamiento de Monterrey, expresó lo siguiente:  No tuve, ni tengo intención alguna de separarme de esas mism mismas as veneradas creencias religiosas, que mis queridos padres, me legaron como único patrimonio […]  porque estoy esto y  plenamente convencido, que ssólo ólo con estos sa sabios bios pr principios incipios puede adquirirse la felicidad 78 de las naciones, de los pueblos y las familias .

76 77 La 78

Luz, octubre de 1875,  Ibid.,  Ibid., 07  0730 dede agosto de 1875, no.no. 35,47, p. 3.p. 2  Ibid., 20 de enero de 1874, no. 41 p. 4. 29

 

A pesar de que la Constitución era contraria a sus creencias, sólo 3 de los 19 casos  presentados en la lista buscaron separarse de su cargo, pidiendo ser sustituidos. Por otro lado, uno de ellos no aceptó asumir sus funciones como Alcalde 2º de Linares y uno más abandonó su trabajo por enfermedad. No obstante, aquellos que continuaron ejerciendo sus funciones, argumentaron que sólo jurarían y harían jurar aquellas leyes que no fueran opuestas al catolicismo. Ante estos sucesos, la Iglesia tuvo que adaptar su criterio en cuanto a la postura de estos trabajadores públicos, pues en 1880 el nuevo obispo de Linares, Ignacio Montes de Oca, pidió a los canónigos de la diócesis no exigir la retractación de dicha protesta constitucional, ni prohibirla de forma absoluta, por lo que sugirió que los implicados declararan verbalmente o por escrito lo siguiente: Soy católico, apostólico y romano. La protesta de guardar y hacer guardar las leyes del país en nada modifica mis creencias religiosas. En el ejercicio de mi empleo y en todos los actos de mi vida pública y privada me portaré como verdadero católico y nada haré ni permitiré que se haga contra la Iglesia a la que pertene pertenezco zco79.

Aunque esta objeción de conciencia ya se venía dando en la práctica, no había sido oficializada formalmente por ninguna autoridad eclesiástica. Por otro lado, resulta comprensible dado que las múltiples protestas y manifestaciones expuestas por la sociedad católica al Congreso del Estado no lograron la revocación de la Ley Orgánica, aun y cuando muchas de las personas que expusieron su descontento pertenecían a la élite social de  Nuevo León. Además, ddichas ichas medidas legales, más allá de atentar contra co ntra la conciencia concienc ia y la libertad religiosa, también tuvieron efectos concretos muy significativos, como la expulsión de las Hermanas de la Caridad en 1875. Cabe mencionar que desde 1871 el gobierno de la República solicitó a las autoridades del estado de Nuevo León información referente al número de hospitales, hospicios, orfanatos, casas de cuna, asilos y cualquier otro establecimiento de beneficencia que existiera en el mismo, pertenecientes a las Hermanas de la Caridad, indicando su ubicación, sus fondos y gastos 80. Dicha solicitud fue enviada a la Conferencia y contestada  por la Madre Superiora. De acuerdo con el reporte de la re religiosa, ligiosa, existía una casa ca sa atendida

79

 Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Monterrey (en adelante: AHAM), Obispos, caja 5, legajo 64, foja 408 A. 80  AHENL, Asuntos Eclesiásticos, caja 8, exp. 271. 30

 

 por 12 hermanas dedicadas a la educación, ministración y cuidado de 35 niñas aproximadamente. La casa estaba dividida en cuatro departamentos: el primero de las niñas de familias acomodadas, quienes recibían una educación esmerada y sus familias costeaban la colegiatura completa o parcial, mientas que otras estaban gratis; el segundo era el de las niñas huérfanas de padres, a éstas se les daba una educación básica, como leer, escribir, contar y algo de gramática, y se dedicaban a los trabajos manuales de lavar, planchar, cocinar, bordar y demás labores; el tercero era para las jóvenes de familias regulares y recibían lecciones de las propias Hermanas, y el cuarto era de las niñas que gratuitamente obtenían educación en sus casas 81. Es probable que el reporte haya sido solicitado para obtener información precisa acerca de la orden previamente a su expulsión. Fue así como estas religiosas fueron expulsadas del estado y del país en febrero de 1875, con destino destino a Nueva O Orleáns, rleáns, Estados Unidos, y de ahí finalmente a París, Francia. Estaban dirigidas por la Madre Superiora Sor Vicenta Lacour, originaria de Lorena. Resulta importante mencionar que ella era la única extranjera de la orden, pues las demás eran nacionales; enseguida se presenta la lista de los nombres de las religiosas y sus ciudades de origen: Marcelina Martel, Luisa Lozada, María de los Ángeles Salmon, Concepción García y Pilar Muñúzuri de la Ciudad de México; Francisca Mendoza de Pesquería, N.L., Genoveva Sánchez de Toluca, Francisca González de Guanajuato, Petra Reina de Monterrey, Teresa Muñoz de Guadalajara, y Vicenta B Batres atres y María de Jesús Gómez de Saltillo 82. Durante su travesía hacia París, tuvieron que atravesar algunas poblaciones de  Nuevo León y de Texas, como San Francisco, Papagayos, Cerra Cerralvo lvo y Roma, T Texas, exas, donde do nde fueron bien recibidas y ayudadas por las Sociedades Católicas y la población en general 83. También un grupo de 32 artesanos y un comerciante, este último Idelfonso Zambrano 84, otorgaron un donativo de $15.75 pesos para dicho vi viaje aje 85. Lo anterior manifiesta cómo las 81

 Idem.  Idem.  La Luz, 27 Luz, 27 de febrero de 1875, no.12, p. 4. 83  Ibid., 20  Ibid.,  20 de febrero de 1875, no. 11, p. 3 y 4. 84  Idelfonso Zambrano fue un destacado comerciante de fines de siglo XIX. Junto con su hermano Onofre conformó en 1885 la razón social Onofre Zambrano y Hnos. en Monterrey. En: Mario Cerutti,  Burguesía, 82

capitalesde e industria el norte de México.Autónoma MonterreydeyNuevo su ámbito (1850-1910) , Monterrey, N.L., Facultad Filosofía yenLetras/ Universidad León,regional 1992, p.(1850-1910), 100. 85  La Luz, 13 de febrero de 1875, no. 10, p. 4. 31

 

religiosas recibieron el respaldo de algunos miembros de la élite económica de Nuevo León. Recapitulando, las Sociedades Católicas y congregaciones como las Hermanas de la Caridad y las Hijas de la Caridad de la Conferencia San Vicente de Paul de Monterrey, ayudaron a combatir las problemáticas más inmediatas de los pobres 86, enfermos y desamparados por medio la acción social. Además, contribuyeron al desarrollo de la educación confesional de niños y jóvenes de ambos sexos, no sólo en la capital, sino también en otras poblaciones del estado. Cabe mencionar que en estas actividades el papel de la mujer fue fundamental, pues les permitió ejercer influencia y poder en la vida pública  por medio de dichas instituciones, fuera del ámbito privado del de l hogar, aunque la mayoría mayor ía de las veces asesoradas por religiosos. Otra prueba de ello fue que durante las protestas y exposiciones ante el Congreso del Estado, las mujeres representaron más del doble que los hombres. No obstante, en la década de 1880 los varones católicos tuvieron que administrar la Conferencia San Vicente de Paul, haciéndose con ello más evidentes los nexos entre el clero y la élite económica e Monterrey. Por otro lado, en las últimas dos décadas del siglo XIX Monterrey se consolidó como un centro fabril, debido a una serie de políticas de fomento a la industria por parte del gobernador Bernardo Reyes y las inversiones de las élites comerciales e industriales, lo que llevó a la sociedad de Nuevo León a experimentar un auge de sociedades mutualistas, obreras, cooperativistas y de carácter masónico, como forma de agrupamiento de los trabajadores industriales y de la clase media. En este contexto, se desarrollaron nuevas formas de socialización, típicas de una sociedad moderna, por lo cual las sociedades caritativas religiosas y laicas fueron siendo poco a poco desplazadas por estas asociaciones de trabajadores industriales, artesanos, maestros y demás, que buscaban el beneficio mutuo,  por medio del trabajo y la asociación, dentro y fuera de las fábricas.

86

 El concepto de pobreza se entiende como un “fenómeno “fenómeno que entraña una complejidad de relaciones sociales y procesos que se conjugan, y que las dimensionan más allá de la privación económica”, en, Claudia Barrientos,, en“La “La caridad y la limosna: ¿estrategias de erradicación o de reproducción de en la  pobreza?”  pobreza?”, Claudia Barrientos, Barrientos , ¿El reino de Dios espastorales de este mundo?: el papel ambiguo de llas as religiones la lucha contra la pobreza, pobreza, Bogotá, Siglo del hombre/CLACSO, 2008, p. 204.  204.   32

 

1.3. Las relaciones entre la Iglesia y la élite local hasta 1910 Después de las protestas ante la Ley Orgánica de 1874 y la expulsión de las Hermanas de la Caridad de México, el país entró en un periodo de pacificación con la llegada de Porfirio Díaz al poder en 1876, tras las revueltas de La Noria y Tuxtepec. Para entonces, se habían superado las constantes guerras, rebeliones y conflictos religiosos que envolvieron a México desde su independencia de España. La política de Díaz fue conciliatoria con los  poderes económicos, políticos y so sociales ciales en e n aras de la modernización del de l país. Asimismo, mantuvo buenas relaciones personales con la Iglesia, pues lo católicos mexicanos trabajaron abiertamente en cuestiones de carácter cívico-social, de acuerdo a las enseñanzas de la encíclica Rerum encíclica Rerum Novarum que Novarum que León XIII publicó en 1891 87. En Nuevo León, el Gral. Porfirio Díaz nombró como gobernador a Canuto García, quien abandonó el cargo tras sólo cinco días de gestión, cediendo la gubernatura a Genaro Garza García, quien ejerció el poder y control del estado durante diez años 88. Posteriormente, Díaz nombró gobernador provisional al Gral. Bernardo Reyes (1885-1887), como una estrategia para relegar a los antiguos caudillos regionales. Fue con Reyes que  Nuevo León entró de lleno a la modernización y al orden, pues gobernó el estado entre 1889 y1909, con excepción de algunos interinatos en que estuvo ausente. Durante este  periodo, las relaciones de poder entre la élite económica y el clero católico de Monterrey se afianzaron, así como también el catolicismo de carácter social, que durante esta etapa fue encabezado en su mayoría por varones. También en esta etapa se llevaron a cabo otras construcciones religiosas entre 1874 y 1906, lo cual fue un signo del respaldo social y estabilidad que la Iglesia disfrutó durante esa época; las nuevas edificaciones fueron: la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en 1874; la Parroquia de la Santísima Trinidad, que data de 1895; el Santuario de Guadalupe, erigido en 1877 (este templo inició con una pequeña capilla que fue elevada a parroquia en

87

 Ricardo Ampudia, La Ampudia,  La Iglesia de Roma. Estructura y presencia en México, México, México, D.F., Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 94. 88

  Isabel  Nuevo Ortega Ridaura, Progreso: el periodo en Nuevo León”, en : César en: Macías (coord.), León en “Orden el SigloyXX. La transición al Reyista mundo moderno, del Reyismo a la Morado reconstrucción (1885-1939),, Monterrey, N.L., Fondo Editorial de Nuevo León, 2007, p. 5. (1885-1939) 33

 

1913)89; la Parroquia de la Luz dedicada a la Virgen en su advocación de Madre Santísima de la Luz, cuya construcción inició el 6 de enero de 1896; el Templo de San Luis Gonzaga edificado en 189890; y el Templo Expiatorio de Ntra. Señora de los Dolores, el cual se construyó a iniciativa del arzobispo Santiago Garza Zambrano 91  (1900-1907), concluyéndose en 1906. Sin duda, otro acontecimiento importante para el catolicismo neoleonés fue cuando la diócesis de Linares fue elevada por León XIII a la categoría de arzobispado en el año 1891, durante el episcopado de Jacinto López, convirtiéndose en el primer arzobispo de Linares92. Este acontecimiento demostró la importancia de Nuevo León como centro religioso, pues los estados de Tamaulipas, Coahuila y San Luis Potosí quedaron bajo la  provincia eclesiástica de la nueva Arquidiócesis. Este evento coincidi coincidióó también con la  Rerum Novarum Novarum publicada  publicación de la enc encíclica íclica Rerum  publicada por el mismo papa, en mayo de ese año, así como también con el acelerado proceso de industrialización de Monterrey a finales de siglo XIX. Durante este periodo, el censo de 1895 afirmaba que en Nuevo León la población que profesaba la fe católica era de 304,258 personas, de las cuales 54,559 se concentraban en Monterrey. Por otro lado, 3,143 habitantes se reconocían como protestantes93, siendo estas dos las principales religiones del estado 94. Cabe mencionar, que en ese mismo año había 68 personas que se dedicaban al sacerdocio católico en todo Nuevo León 95.

89 Álbum 90 Álbum,,

1924, 5-9.Luis Gonzaga fue financiado por Aurelia Ochoa, esposa del Gral. Bernardo Reyes. Es el  El Templo de p.San único templo de la ciudad que cuenta con elementos arquitectónicos de estilo gótico. En: González, Cien Cien,, 2010, pp. 124-125. 91  Mons. Garza Zambrano era originario de Monterrey, nacido en 1837 (hasta ahora, el único prelado titular de Monterrey originario del estado) y su familia era parte de la élite local. construyó el Templo de Los Dolores con sus recursos familiares, mismos que también utilizó para sustentar el Orfanatorio de Nuestra Señora de la Luz; asimismo, durante su episcopado se reconstruyó la Capilla del Sagrario de Catedral (Templo anexo a la Catedral, hacia la izquierda). Véase: Roel, Apuntes Roel, Apuntes,, 1980, p. 265. 92  AHAM, Obispos, caja 5, legajo 71, foja 451; Roel,  Apuntes  Apuntes,, 1980, pp.245-246. El obispo Jacinto López había sido designado por el papa León XIII desde el año de 1886. 93   El término protestante se utilizaba y utiliza para designar a congregaciones cristianas herederas de la reforma luterana y calvinista; no obstante, cabe precisar que en Nuevo León tenían presencia diversas congregaciones: bautistas, metodistas, evangélicos y presbiterianos pr esbiterianos,, entre otras denominaciones. 94   AHENL, Memorias Memorias de Gobierno Gobierno (Bernardo (Bernard o Reyes Reyes 1895-1899), 1895-1899 ), p. 276 95

 Ibid.,, p.por  Ibid. 260. Esta cifra Sitio implicaba 4,474 feligreses por cura;. [En mientras hoy en día católicos cura. Véase: oficialque de había la Arquidiócesis de Monterrey Monterrey. línea; que consultado el 15son de4,912 junio de 2016]. Disponible en . 34

 

Por otro lado, cabe señalar que en los primeros años del periodo Reyista, siguió  poniéndose en práctica práct ica la piedad y caridad crist cristiana iana de la Conferencia San Vicente V icente de Pau Paul.l. Como se anticipó, ésta fue encabezada por los varones tras la decadencia que sufrieron las actividades femeniles después de la expulsión del país de las Hermanas de la Caridad, con quienes, la Conferencia se hallaba estrechamente vinculada y trabajaban en conjunto en la labor filantrópica. De esta forma, la Iglesia recuperó los espacios públicos para la celebración de cultos, y la labor social, como: “las escuelas (las cuales nunca habían sido abandonadas del todo), los dispensarios, los hospicios y hospitales” 96. Fue a inicios de 1885 cuando un grupo de empresarios, abogados y comerciantes encabezados por Tomás C. Pacheco, se reunieron con el objetivo de reestablecer la Conferencia. La junta fue presidida por el rector del Seminario Conciliar, don Eduardo Ma. Montaño, y en ella se eligió la Mesa Directiva, quedando de la siguiente manera: Tomás C. Pacheco, presidente; Valentín Rivero, vicepresidente; Melchor Cárdenas, secretario; Ramón Hinojosa, pro-secretario; Valentín Rivero y Gajá, tesorero, y Procopio Ramírez, suplente97. Al respecto de que los varones hicieran pública su fe, el redactor del periódico la  Defensa del Pueblo opinó Pueblo opinó lo siguiente: Con infinito placer vemos que desaparece ese indiferentismo que distinguía de algunos años a esta parte, a los varones en lo general. Antes parecía que se avergonzaban de mostrarse católicos, y hoy vemos a muchos que con orgullo y satisfacción cumplen públicamente con sus deberes de cristianos 98.

Una vez reorganizada la Conferencia, ésta se puso en práctica dando una función religiosa en honor del Patriarca San José en la Basílica del Roble, el 16 de abril de ese mismo año 99. Seguido de esto, los miembros de la Conferencia visitaron la cárcel durante la Semana Santa, los ejercicios espirituales fueron realizados por el Rector del Seminario, y el  presbítero Corral; además se repartieron 157 piezas de ropa rop a entre los reos reo s y se ofrecieron alimentos a los mismos, los cuales fueron preparados por la Conferencia de Señoras 100. Asimismo, la Junta Directiva propuso la creación de varios grupos o comisiones encargadas 96

  José Alberto Moreno Chávez, “Devoción y cultura católica en la Arquidiócesis de México, 1880 -1920”, tesis doctoral, México, Centro de Estudios Históricos-El Colegio de México, 1997, pp. 114-115. 97  La Defensa del Pueblo. Dios, Patria y Libertad, 9 Libertad,  9 de abril de 1885, no. 124.

98

99 Ibid.,

23 de de abril abril de de 1885, 1885, no. no. 127. 128.  Ibid., 19  Ibid., 19  Ibid., 23  Ibid.,  23 de abril de 1885, no. 128.

100

35

 

de asistir a los enfermos, a los presos y a los pobres, como se puede apreciar en el Cuadro 6: Cuadro 6. Comisiones de asistencia social de la Conferencia San Vicente de Paul   Comisiones

Miembros 

Comisión de la cárcel

Anastasio Treviño, Procopio González Ramírez, Felícitos de la Garza, Víctor Rivero, Trinidad Garza Zambrano, Adolfo Balboa, licenciado José Ma. Cantú y Manuel Z. de la Garza.

Comisión del hospital

Jacobo Guerra, Diego Rodríguez, Agustín Barroso, y Alberto Garza a moción del socio activo licenciado Domingo Martínez. El licenciado Anastasio A. Treviño, miembro de la comisión destinada para la instrucción instrucción religiosa r eligiosa

Fuente: La Fuente:  La Defensa del Pueblo, números 128 y 129.

Cabe agregar que la Conferencia creció en número de socios; sin embargo, para poder  pertenecer a ést éstaa era necesario que uunn miembro propusiera el ingreso del de l interesado, como ocurrió en una sesión del mes de abril, en la que fueron propuestos y aceptados los señores Indalecio Treviño, Manuel Ortiz y Emilio Martínez, y también ingresaron como cooperadores los señores Margarito Garza, Evaristo Sepúlveda, Isaac Garza 101, Eutimio López, el presbítero Manuel Martínez, Aniceto Cantú y Dionisio González 102. De tal modo, el año de 1885, la Sociedad llegó a tener 49 socios activos, 41 suscriptores, 7 aspirantes, esto sin contar a los socios bienhechores 103. Las actividades de la Conferencia de varones eran las mismas que habían realizado las mujeres católicas años atrás; éstas consistían en la visita a hospitales y cárceles, en las que los socios repartían alimentos, ropa, zapatos y sombreros, así como la administración de los sacramentos por  parte de los sacerdot sacerdotes es miembros de la misma 104. Por otro lado, la Conferencia también se 101

 Isaac Garza, fue uno de los empresarios más cercanos al clero católico regiomontano, fundó en 1890 la Cervecería Cuauhtémoc. 102  La Defensa del Pueblo, 30 de abril de 1885, no. 130. 103  Ibid.,, 16 de julio de 1885, no. 152.  Ibid. 104  En sesión del día 20 de abril la Conferencia dio cuenta de una visita realizada a la cárcel y al hospital,

dondede 67botines presos yse7 confesaron y recibieron la eucaristía, tambiény een sen el leshospital repartieron 143 piezasy de ropa, 15  pares sombreros que donaron varios comerciantes, se confesaron comulgaron 28 enfermos, en: Ibid., en: Ibid., 30  30 de abril de 1885, no. 130. 36

 

estableció en Montemorelos con 40 socios bajo la presidencia de Tomás Amaya 105. Un año más tarde, la Conferencia comenzó a ser presidida por el nuevo y recién llegado obispo de Linares, Jacinto López y Romo 106. Entre abril de 1887 y julio de 1888 la Conferencia de Monterrey asistió a 70 enfermos y sepultó 15 cadáveres; además, la comisión carcelaria logró que 73 presos hombres y 8 mujeres comulgaran 107 . Ésta, pues, fue una de las formas de asociación católica laica en la que participaban los varones de la élite de Monterrey y de otros municipios del estado. Además de practicar la caridad, ejercían influencia en los sectores vulnerables de la sociedad, como lo fueron los reos, los pobres y los enfermos; además de ello, la élite fue partícipe en numerosas ocasiones de celebraciones religiosas, siendo estos factores un articulador de las relaciones con miembros del mismo grupo, fuera de los negocios. Por ejemplo, en abril de 1890 el canónigo Santiago Garza Zambrano (futuro arzobispo) bendijo las oficinas del Banco  Nacional en Monterrey, asistieron al acto los miembros de la junta de vigilancia, los señores Valentín Rivero, Francisco Armendaiz, Félix Mendirichaga, Isaac Garza, el  presidente de la cámara de Comercio Onofre Zambrano: el escribano público Tomás C. Pacheco108 , invitados por el gerente Francisco Oliver. Años después, en la semana santa de 1898 el arzobispo de Linares Jacinto López expresó su deseo de ver en los oficios propios del viernes santo al “Gobierno Civil y a las distinguidas personas de la localidad, quienes un año antes habían tomado parte en la adoración de la Santa Cruz”, invitando Cruz”, invitando a cada uno ellos; estas personas eran: Joaquín Hox, Manuel Cantú Treviño, Fermín Martínez, Isaac Garza, Miguel Margáin, José Calderón, Tomás Iglesias, Eleuterio Martínez, Jesús Iglesias, Tomás Pacheco, Francisco L. Pérez, Gustavo de la Garza, Felícitos Garza, Antonio Garza Cantú, Juan de Dios Treviño, Patricio Milmo, Valentín Rivero y Gajá, Abraham P. de la Garza, José Muguerza, Lorenzo González Treviño, Juan Nepomuceno de la Garza y Evia, Cipriano Villarreal, Ildefonso

105 106

 Ibid.,, 20 de septiembre de 1885, no. 171.  Ibid.

107  Ibid.  Ibid.,, 108

de 1886, no. 289.  Ibid., 21  Ibid., 29 de de noviembre julio de 1888, no. 376.  Ibid.,, 20 de abril de 1890, no. 466.  Ibid. 37

 

Zambrano y Onofre Zambrano 109. Para el historiador Alex M. Saragoza, la Iglesia facilitó una “avenida” para que la élite de Monterrey aumentara su prominencia social 110. Cabe mencionar que durante las últimas dos décadas del siglo XIX y la primera del XX, algunos de los miembros de dicho grupo, junto con sus familias, resaltaron más que otros por sus prácticas en favor de la Iglesia, y viceversa, recibiendo respaldo y privilegios  por parte del clero. Algunas de estas personas estrecharon las con los obispos, como lo fueron los casos de Valentín Rivero, Patricio Milmo, Francisco Armendaiz, e Isaac Garza, como miembros de  “un grupo reducido de personas que son actores individuales dentro de esa estructura de poder, los cuales también comparten acceso directo e informal a otros actores de la éli élite te en su ámbito de influencia 111”, en este caso, la Iglesia.  Iglesia.   Por ejemplo, en abril de 1885 y con motivo de las ampliaciones de la fábrica de hilados y tejidos “El Porvenir” 112, propiedad de Valentín Rivero, se realizó una fiesta, donde el obispo Montes de Oca celebró una misa de acción de gracias en el oratorio de la finca; también recorrió los distintos departamentos rociando con agua bendita los muros y las máquinas, para después dar un discurso a los trabajadores. Asimismo, las señoritas de la familia Rivero sirvieron una cena para los mismos. A propósito de dicha celebración, el  periódico La  periódico  La Defensa del pueblo redactó lo siguiente: Esta fiesta que bien puede llamarse la fiesta del progreso y del trabajo tienen una alta significación en el orden moral y religioso: pues si el capital puesto en movimiento no sólo impulsa a las empresas y coopera al adelanto, sino que proporciona pan, habitación y vestido al proletariado, la Religión interviniendo en estos actos bendice las empresas y santifica el trabajo, haciendo comprender al pueblo que todos los beneficios que recibe ya le vengan de la mano de un sólo hombre, ya de la sociedad o de 113 la naturaleza misma debe referirlos todos a Dios, fuente perene de donde todo bien dimana.  

Aunque, la bendición con agua era una práctica común entre los católicos, llaman la atención dos cosas: por un lado, que existiera una capilla en la finca donde estaba instalada 109

 AHAM, Obispos, caja 6, legajo 78, foja 704.   Alex M. Saragoza,  La Élite de Monterrey y el Estado mexicano, 1880-1940, 1880-1940, Monterrey, N.L., Fondo Editorial de Nuevo León, 2008, p. 110. 111  Camp, Elites  Camp,  Elites,, 2006, p. 23. 112   La Fábrica de hilados y tejidos “El Porvenir” fue fundada el 18 de marzo de 1872 por Valentín Rivero y  por los l os señores Zambrano Hermanos y Compañía en la localidad del Cercado en el municipio de Santiago, 110

 Nuevo En:delIsidro  Los orígenes la industrialización en Monterrey, Monterrey, Monterrey, N.L., ArchivoLeón. General EstadoVizcaya, de Nuevo León, 2001, p.de33. 113  La Defensa del pueblo, pueblo, 30 de abril de 1885, no. 130. 38

 

la textilera y, por otro, el discurso utilizado por el periódico acerca del trabajo y capital. En  primer lugar, dicha capilla se construyó debido a la licencia concedida por el gobierno eclesiástico en 1880 114, y cabe agregar que no fue el único oratorio construido en las instalaciones de una fábrica administrada por los Rivero, pues diez años más tarde el obispo Jacinto López, visitó la fábrica “La ‘Fama’ para ‘Fama’ para bendecir la recién construida capilla 115. En segundo lugar, para aquel momento ya se reconocía a los trabajadores como proletarios, además se exaltaban los valores de trabajo, capital y moral como elementos del  progreso116 . Precisamente, según Roderic Camp “la influencia más importante del catolicismo en América Latina se produce en el ámbito de los valores” va lores”117. Posteriormente, en noviembre de 1886 Valentín Rivero solicitó al Congreso del Estado una condonación de derechos para uso de materiales necesarios para la construcción de un hospicio de pobres, que se llevaba a cabo frente a terrenos del Seminario Conciliar, solicitud que le fue concedida en enero del siguiente año 118. Este asilo fue nombrado Hospicio Ortigosa119 y fue el obispo Jacinto López quien lo bendijo y abrió sus puertas al  público el 15 de abril de 1889 120 . Un año después de la apertura del establecimiento, ya laboraban en el mismo un sacerdote, un médico cirujano, un portero, un hortelano y un mandadero, además contaba con dos departamentos separados, uno para varones y otro para mujeres, donde recibían diariamente alimento, vestuario, cama, atención médica y espiritual121. Es interesante el tipo de prácticas del catolicismo realizadas por Valentín Rivero y su familia, pues no sólo se reflejó en el ejercicio de la caridad realizada por él y su esposa a través de la Conferencia San Vicente de Paul, sino que también se preocuparon por lo espiritual. Puede citarse como ejemplo el hecho de que el papa León XIII, a petición del  propio empresario, le co concedió ncedió en 1895 eell privilegio para el e l establecimiento de un oratorio 114

 El Inmigrante, vida y obra de Valentín Rivero, Rivero, Monterrey,  Tomás Mendirichaga y Rodrigo Mendirichaga, Mendirichaga, El  N.L., Emediciones, Emediciones, 1989, p. 187. 115  La Defensa del pueblo, 19 de octubre de 1890, no. 17. 116  Tales conceptos estuvieron presentes en el discurso empresarial regiomontano durante todo el siglo XX. 117 Cruce,, 1998, p. 13.  Camp, Cruce 118  La Defensa del pueblo, pueblo, números 288 y 296. 119  El Hospicio Ortigosa, recibió este nombre en memoria de León Ortigosa, quien donó parte de sus bienes  para el establecimiento establecimiento de un hospicio para ancianos. Está ubicado en la actual calle de Padre Mier, en el 120 centro de Monterrey. Roel,  Apuntes,, 1980, p. 254. Roel, Apuntes  Ibid.,  Ibid. , números 388,Véase: 424, 427. 121  Ibid., 2 de marzo de 1890, no. 459. 39

 

 privado en la casa donde el empresario residía con sus hijos, dándoles la calidad de oradores, donde también autorizó la celebración de la misa de la siguiente forma: tres misas durante la conmemoración de todos los Fieles Difuntos, Navidad, el día del santo de cada uno y en caso de agonía o muerte, pudiendo comulgar en una de ellas, y dos misas cuando en el hogar se hospedara un sacerdote, celebraciones de las cuales podrían ser partícipes sus  parientes, huéspedes y empleados domésticos122. Este privilegio papal fue extendido a los hijos de Valentín Rivero un año después de la muerte de su padre en 1897 123 , y  posteriormente en 1910 (ya bajo el pontificado de Pío X) a su viuda Octavia Gajá 124, especificando en ambos casos los mismos beneficios y normatividades para el uso del oratorio. Por otro lado, las relaciones entre ambos grupos de poder no se limitaban únicamente a las cuestiones sociales y espirituales, sino también a las económicas. En el caso de los Milmo Vidaurri, su banco “Patricio Milmo e Hijos Sucs.” se vio beneficiado resguardando los fondos de la Arquidiócesis. Es posible que dicho depósito se realizara desde la época del obispo Verea (según los banqueros, el prelado había dejado en la cuenta la cantidad de $2,000), aunque el documento más antiguo que se localizó al respecto data de 1900125 . Para el año de 1904 la Iglesia tenía en el banco una cantidad de $40,225.28126. Sin embargo, dos años después daban cuenta al arzobispo Santiago Garza Zambrano de lo siguiente: “Tenemos “Tenemos el gusto de acompañarle de conformidad con sus deseos la cantidad de $2,300.66 por interés sobre la cuenta del Arzobispado hasta enero 1 y la cual queda con un saldo en su favor de $37,916.18 para cuenta nueva ”127 . Cabe mencionar que para este momento, la cabeza de los Milmo Vidaurri, Patricio Milmo O' Dowd, originario de Irlanda, había fallecido en 1899, por lo que fueron sus sucesores los que se encargaron de administrar sus negocios con la Iglesia. Otra sociedad comercial beneficiada por el Arzobispado fue “Francisco Armendaiz Sucesores”, propiedad

122

 AHAM, Obispos, caja 6, legajo 7, foja 617.  Ibid.,, caja 6, legajo 78, foja 725.  Ibid. 124  Ibid.,, caja 7, legajo 108, foja 864.  Ibid.

123

125

126  Ibid.  Ibid.,,

745;  Ibid., caja  Ibid., caja 6, 7, legajo legajo 80, 104,foja foja745; Ibíd., 829. Ibíd., caja 6, legajo 80, foja 833. 127  Ibid.,, caja 7, legajo 103, foja 820.  Ibid. 40

 

de Francisco Armendaiz 128, comerciante y empresario de origen español, que para entonces era administrada por sus sucesores. Sobre los vínculos de esta sociedad con la Iglesia puede citarse como ejemplo que en 1911 le propuso al arzobispo Leopoldo Ruiz y Flores comprarle una participación de media hora de agua que éste poseía en la Comunidad de San Bernabé (Topo Chico), por la cantidad de $100 pesos, a lo que el arzobispo aceptó cuatro días después de la solicitud129 . Otro miembro de la élite relacionado con el clero fue Tomás C. Pacheco, quien además de ser uno de los escribanos y notarios regiomontanos más destacados del Porfiriato, fue también presidente de la Conferencia San Vicente de Paul. En su labor como notario, escrituró algunas propiedades de la Iglesia, como fueron: el Templo de la Trinidad, cuyo terreno otorgó Disiderio Lagrange en favor del arzobispo Jacinto López en 1891; el Templo del Sagrado Corazón de Jesús (1891); el templo de los Dolores en favor del arzobispo Leopoldo Ruiz (1909), así como la escritura de una casa destinada para un colegio de niñas, donada por Adolfo Zambrano en favor del arzobispo Santiago Garza Zambrano (1905)130. Empero, éstas no fueron las únicas formas en que la élite local demostró su apoyo a la Iglesia, pues durante las primeras dos décadas del siglo XX, ésta se vio envuelta en una serie de problemáticas no sólo a nivel regional sino nacional, como la acusación de haber apoyado y financiado el golpe de Estado de Victoriano Huerta durante el conflicto revolucionario y, posteriormente, durante el anticlericalismo de Antonio I. Villarreal,  procesos en los que la éli élite te de Monte Monterrey rrey ayudó a dicha institución.

1.4. Consideraciones finales La cercanía del clero católico al poder político-económico, y viceversa, permitió el establecimiento de nexos entre estos grupos de poder; los tres sectores se vieron 128

 Francisco Armendaiz estableció la Cía. Minera Afinadora de Monterrey en 1890 y formó parte del Consejo Administrativo en la fundación de la Fundidora Monterrey en 1900, también fue cónsul de España en Monterrey en 1901. Israel Cavazos Garza,  Diccionario Biográfico de Nuevo León. Tomo I, Monterrey, I,  Monterrey, N.L., 129 Universidad 130

Autónoma de7,Nuevo 1984, p. y27.  AHAM, Obispos, caja legajoLeón, 109, foja 893 894.  Ibid.,, caja 7, legajo 115, foja 916.  Ibid. 41

 

 beneficiados los uunos nos por los otros; o tros; sin embargo la modernidad que trajo consigo el siglo XIX, irrumpió ante dichas relaciones y fue el Estado quien ejerció el poder en contra de la Iglesia por medio de las Constituciones de 1857 y 1917. Empero, la sociedad en general siempre se manifestó en favor del clero, pues todo el país era culturalmente católico, es decir, creyentes que poseían valores cristianos, pero que eran poco practicantes 131 ; por su  parte, la élite social se pronunció y protestó contra las medidas que el gobierno liberal imponía a la Iglesia, de modo que la élite fue más allá que el grueso de la población, pues se organizó en sociedades y asociaciones católicas por las cuales trabajó abiertamente en favor de la religión, apoyándola también desde lo particular, de esta manera el poder de la religión no desapareció con el anticlericalismo, sino que únicamente se modificó, adaptándose a las políticas gubernamentales. Fue así como algunas de las familias de la élite comercial y empresarial de Nuevo León llevaron su religiosidad fuera de los recintos religiosos, promoviendo la caridad cristiana, de forma económica y cultural entre el grueso de la sociedad regiomontana, asistiendo al pobre, visitando a enfermos y a presos, y también fundando escuelas y hospicios, realizando estas obras de caridad como una vía para encontrar la salvación de sus almas. La élite contribuyó caritativamente en los sectores más vulnerables de la sociedad decimonónica por medio de sus asociaciones católicas (de mujeres y de varones); no obstante, su activa participación en obras de asistencia social (generalmente durante la Cuaresma o Pascua) no redujo la pobreza de forma significativa, pues sus prácticas no cuestionaban las estructuras económicas y culturales que perpetuaban dichas condiciones en el grueso poblacional, ya que la pobreza era entendida por la Iglesia católica como una condición otorgada providencialmente o bien como consecuencia de algún pecado cometido. En ese sentido, su conmiseración era el resultado de la transmisión de un discurso eclesial y hegemónico que reproducía la pobreza de la mayoría  132 . Pero sobre todo, se mantuvieron cercanos a los sacerdotes y religiosas quienes eran consejeros de las asociaciones católicas que éstos presidían; asimismo, se vieron  beneficiados por po r los arzobispos y en e n aalgunos lgunos caso casoss po porr eell mismo papa, lo que les permitió p ermitió construir una mentalidad con base en los valores católicos afines al capitalismo que 131 132

 Fleet y Smith, “Rethinking”, citado en Camp, Cruce Cruce,, 1998, p. 178.  Véase: Claudia Barrientos, “Caridad”, “Caridad”, 2008, p. 202. 42

 

 posteriormente se promovieron, como lo fueron: el respeto a la jerarquía, y el amor al trabajo y al ahorro, acciones realizadas en un contexto de liberalismo liberalismo y jacobinismo, jacobinismo, hechos que evidencian una forma de religiosidad activa y organizativa organizativa en  en algunos sectores sociales de la población neoleonesa. De esta manera, puede afirmarse que los mexicanos, y asimismo los habitantes de Nuevo León de forma particular, son producto de esta doble tradición conflictiva: liberal y católica, conflicto que llevó a un legado histórico más amplio, a una representación invariable y sesgada de la Iglesia en la cultura pública 133 . Durante esta misma etapa, aunque a nivel internacional, surgió el denominado Catolicismo social, llamado por los historiadores e intelectuales como Doctrina Social de la Iglesia, que puso en boga León XIII y que llegó a México tan pronto se publicó la  Rerum  Novarum en  Novarum  en 1891, pensamiento social que se distribuyó por todo el país, llegando también al noreste, particularmente a Monterrey, donde fue siendo asimilado por el mismo sector que practicó la caridad desde las Sociedades Católicas y la Conferencia San Vicente de Paul, aunque ahora desde otras asociaciones como los Caballeros de Colón, la Acción Católica de la Juventud Mexicana y la Unión de Damas Católicas de México, de las que se hablará en los siguientes capítulos.

133

 Camp, Cruce Cruce,, 1998, p. 43. 43

 

Capítulo 2. La Doctrina Social de la Iglesia en Monterrey: de la recepción de la encíclica Rerum Novarum, a la crisis y reorganización reo rganización del Catolicismo social, 1891-1920  El desastroso aislamiento y falta de defensa en que han  sumergido a la clase obrera los principios de libertad, exigen del obrero que se asocie con los de su clase para hacer valer sus derechos. Leopoldo Ruiz y Flores, arzobispo de Monterrey, 1911 

El discurso historiográfico local sostiene la idea de un noreste tradicionalmente secular y laico 134, como resultado de su temprana modernización. Sin embargo, es una idea que  puede matizarse, pues, para 18 1891 91 el est estado ado de Nuevo León ya era sede de un arzobispado, arzob ispado, el cual ya poseía mucha experiencia en obras de asistencia social, lo cual ya se ha abordado en el primer capítulo. El segundo apartado de esta tesis, tiene el propósito de dilucidar el  proceso de recepción r ecepción y apropiación de las ideas cató católico lico sociales, propuestas por la Iglesia a fines del siglo XIX y principios del XX, a nivel nacional y local, las cuales fueron recibidas en un terreno fértil, terreno preparado por la práctica sistemática de la caridad cristiana desde mediados del siglo XIX, y que se incrementó debido a los periodos de mayor conflicto entre la Iglesia y el Estado. Lo anterior se puede afirmar ya que “la “l a tradicional práctica de la caridad cristiana se convirtió en el siglo XIX en una lucha por solucionar la cuestión social ”135, primero a través de las sociedades de caridad y después por medio de los organismos y recursos  planteados por León XIII en su encíclica, mismos que serán eexplicados xplicados en esta e sta parte de la investigación. Manuel Ceballos identificó dos variables importantes que resultaron de la difusión de la doctrina social: la primera era que a finales del siglo XIX la acción social (católica) estaba basada en la caridad y, la segunda, que después de la  Rerum Novarum Nova rum los

134

  Michael Snodgrass,  Deferencia y desafío en Monterrey: trabajadores, paternalismo y Revolución en  México, 1890-1950, 1890-1950, Monterrey, N.L., Fondo Editorial de Nuevo León, 2008, p. 80; Óscar Flores,  Monterrey en la Revolución, 1909-1923 , Monterrey, N.L., Universidad de Monterrey/Universidad Autónoma de Nuevo León, 2010, p. 92. 1909-1923, 135  Ceballos,, “Catolicismo  Ceballos “Catolicismo””, 1990, p. 9. 44

 

católicos tomaron una mayor conciencia acerca de su responsabilidad con la sociedad mexicana136. La primera parte de este capítulo analiza la encíclica y su propuesta como una alternativa al socialismo y al liberalismo exacerbado, así como su difusión en México y el surgimiento de organizaciones e instituciones con base en la Doctrina Social Católica; el segundo apartado tratará sobre la recepción del documento en Nuevo León; en el tercero se abordarán los conflictos acaecidos a raíz de la Revolución y el anticlericalismo de 1914 y,  por últim último, o, el establecimiento de congregaciones congregac iones religiosas y asociaci asoc iaciones ones de acción acc ión social socia l e incluso beligerantes, las cuales fueron integradas en su mayoría por la clase media-alta, entre ellos empresarios y hombres de negocios, así como sus esposas, asociaciones siempre dirigidas por un grupo de clérigos que fueron muy cercanos a este grupo social. En este capítulo se plantean tres etapas del Catolicismo social regiomontano después de la Rerum la  Rerum Novarum: Novarum : la primera etapa comprende de 1891 a 1914, la segunda de 1917 a 1919 y la tercera de 1920 a 1926. La primera etapa fue de recepción y estancamiento, la segunda de reorganización y la tercera implicó el tránsito del auge de la acción católica a la suspensión de cultos. En este apartado se pretende explicar de manera amplia las primeras dos etapas; la tercera será abordada en el tercer capítulo de esta investigación.

2.1. La Iglesia católica y la cuestión social a partir de llaa Rerum Novarum Desde su llegada a la silla pontificia pontificia en 1878, León XIII “procuró mejorar las relaciones con los Estados europeos y las lejanas iglesias americanas; se mostró abierto a la idea de democracia y abogó por la igualdad y el diálogo entre la Iglesia y el Estado” 137 . La intención del papa era darle continuidad a lo que su antecesor, Pío IX, había iniciado bajo la idea de restaurar la influencia de la Iglesia en la política y en la sociedad, mediante la 136

  Manuel Ceballos Ramírez,  La encíclica Rerum Novarum y los trabajadores católicos en la ciudad de  México (1891- 1913), México, D.F., Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, 2012, pp. 8-9. 137

 Gabriela Díaz Patiño, “El catolicismo cato licismo en la Arquidiócesis Arquidióc esis,de Morelia, Michoacán Michoacá n (1897-1913)”, (18971913)”, en: en: Tzintzun. Revista de Estudios de Históricos, Histór icos, social No. 38, juliodiciembre, diciembre Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo , 2003, 2003,  p.  p. 99. 45

 

Doctrina Social de la Iglesia I glesia138 , cuya enunciación formal surgió propiamente en 1891 con la encíclica Rerum encíclica  Rerum Novarum sobre la condición de los obreros obreros,, publicada dentro de un marco de creciente avance industrial. Esta documento fue una sistematización de “una serie de enseñanzas o principios sociales establecidos en textos bíblicos, en el Evangelio (el Padre Nuestro, por ejemplo), en la doctrina tradicional de los Padres Padres de la Iglesia y los documentos pontificios” 139, y tenía como propósito reconocer la inviolabilidad de la propiedad privada y la condenación del socialismo y de los excesos del liberalismo 140  (en los países industrializados y en vías de industrialización), así como establecer la cooperación entre las clases sociales, abordando tópicos como la familia, las leyes, el comunismo, el trabajo y el capital, así como las intervenciones del Estado y la Iglesia en dichos asuntos. La carta papal era de cierta forma crítica, pero moderada; mencionaba que la riqueza y el monopolio del comercio estaban en unas cuantas manos, es decir, de los capitalistas y amos, y que éstos habían puesto sobre el  proletariadoo “un yugo casi de esclavos” 141.  proletariad A raíz de esto, apareció el Catolicismo social , denominación difundida en Francia e Italia a finales del siglo XIX para designar al movimiento impulsado por la encíclica antes mencionada y que se tradujo en la multiplicación de actividades e instituciones de carácter

138

 Esta tesis utiliza el término Doctrina Social de la Iglesia, aunque algunos autores lo consideran impreciso; sin embrago, después del Concilio Vaticano II en 1965, un grupo de historiadores y teólogos católicos acordaron utilizar el término enseñanza social de la Iglesia, la cual debe entenderse específicamente como una enseñanza moral . Jean-Yves Calvez, La Calvez, La enseñanza social de la Iglesia; la economía, economía, el hombre, la sociedad , Barcelona, Herder, 1991, p. 15. 139   Roberto J. Blancarte, “La doctrina social del episcopado católico mexicano”, en: en : Roberto J. Blancarte, El Blancarte,  El  pensamiento social de de los católicos mexicanos mexicanos,, México, D.F., Fondo de Cultura Económica, 2012, p. 20. 140  En Nuevo León de fines de siglo XIX, tales excesos del liberalismo económico pueden observarse en la coacción empresarial en algunas fábricas de la época como en La Gran Fundición Nacional Mexicana de Monterrey, (posteriormente ASARCO), donde además de mantener al obrero viviendo cerca de su empleo, también aprovecharon las concesiones gubernamentales para instalar tiendas de raya, so pretexto de mantener m antener al trabajador cerca de los productos básicos de consumo y “que estuvieran de cierto modo unidos al trabajo”; no obstante, ese sistema de consumo fue criticado por los obreros quienes con regularidad presentaron quejas al gobernador Bernardo Reyes, acusando a la empresa de obligarlos indirectamente a comprar los productos y de retrasarles los salarios, por lo que Reyes mandó cerrar toda tienda de raya en 1892. En: AHENL, Concesiones, caja caja 2, exp. 5, 5 de octubre de 1892, citado en: Javier Rojas Sandoval, Sandoval, El  El patrimonio industrial histórico de Nuevo León: las fábricas pioneras. Volumen 11,, Monterrey, Monterrey, N.L., Colegio de Estudios Estudios Científicos Científicos y Tecnológicos de Nuevo León, 2009, p. 93. 141

encíclica  Rerum Novarum SumodePontífice XIII sobre situación de los obreros”, p. 2. situación [En  “Carta línea;encíclica Rerum consultado el Novarum  21 de   del agosto 2016]. León Disponible en: lahttp://w2.vatican.va/content/leoxiii/es/encyclicals/documents/ xiii/es/encyc licals/documents/hf_l-xiii_enc_15051891_re hf_l-xiii_enc_15051891_rerum-novarum.html. rum-novarum.html. 46

 

católico destinadas al mejoramiento de las condiciones económicas de los más pobres 142. Dicha carta no objetaba al capitalismo, sino que lo justificaba, aunque también condenaba los abusos y excesos del capitalismo liberal mediante el concepto de justicia social. Por otro lado, legitimaba la apropiación del trabajo ajeno por el capitalista y  protegía su hegemonía tanto en países desarrollados desarro llados como en periféricos 143 . Estas características fortalecieron las buenas relaciones, ya existentes previamente, entre el clero y algunos miembros de la élite local regiomontana. De igual forma, dicho documento exhortaba tanto a empresarios como a obreros, pues se conminaba a los primeros a proveer de lo necesario a los trabajadores, y a darles tiempo para su alma y para su familia, y a los obreros se les recomendaba que no buscaran violentar los medios de producción 144.  No obstante, la Iglesia no pretendía po postular stular una absoluta igualdad social, ya que q ue se contrapone con su noción orgánica de la sociedad, donde existen diversidad de funciones y  jerarquías entre las personas y los grupos sociales. De tal modo, para la Iglesia eran el trabajo y el ahorro (los medios para obtener posesiones), las únicas formas en que se  podrían acortar las distancia de una clase “extremadamente rica y una excesivamente  pobre”145 . Estas características (trabajo y ahorro), estuvieron presentes en el discurso empresarial de Monterrey, generando un sistema de valores que permeó en la cultura regiomontana durante todo el siglo XX. Asimismo, la Rerum la  Rerum Novarum Novarum señalaba  señalaba los deberes del Estado como regulador de los intereses sociales, en aras de la prosperidad pública y privada. Al Estado le correspondía la defensa de la sociedad, tanto de la clase trabajadora como de la empleadora, pues debe velar por el “bien común”. común” . Para la Iglesia la prosperidad de la naciones derivaba de bases morales axiológicas, de las buenas costumbres, “de la recta y ordenada constitución de las

142

  José Andrés-Gallego, Andrés-Gallego, “El catolicismo social mexicano, estudio preliminar”, en Ceballos y Garza, Catolicismo, 2000, p. 19. Catolicismo, 143  Joseph Ferraro, “¿Qué pretende la Iglesia en América Latina?”, en: en : Martín de la Rosa y Charles A. Reilly,  Religión y política polít ica en México, México México, Siglo XXI, p. 97. y la religión 144  Vicente Fuentes Díaz,  La ,clase obrera obrera entre el 1985, anarquismo anarquismo religión,, México, Siglo XXI, 1994, p. 88. 145  “ Rerum Novarum”, Novarum”, p. 13.  13.  47

 

familias, de la guarda de la religión y de la justicia, de la equitativa distribución de las cargas públicas, del progreso de las industrias in dustrias y del comercio”146, entre otros aspectos. Además, el Estado debía velar por la administración del trabajo, es decir, ser un observador de las condiciones laborales, pues la Iglesia recomendaba, por ejemplo, que se separaran las labores femeniles e infantiles de las de los adultos varones, entendiendo que los primeros no podrían realizar con la misma destreza la labor de los segundos, teniendo en cuenta que esto sería un abuso por parte del empleador. Asimismo, el salario debía ser  proporcional a las tareas realizadas por los obreros; obreros ; no obstante, si los trabajadores no cumplían puntualmente con su labor o los empresarios proporcionaban un pago justo, era el Estado quien debía hacer uso de la fuerza para establecer un consenso entre las partes 147 . Asimimso, la encíclica también expresó su postura, acerca de las asociaciones como las sociedades de ayuda mutua, de seguridad social y los patronatos. La Iglesia veía con  buenos ojos la creación de estas instituciones y las promovía, ya fueran únicamente “d “dee obreros o mixtas, de obreros y patronos”. León L eón XIII sustentaba lo anterior al afirmar que el hombre busca la cooperación cuando éste se siente débil, respaldando esta idea con el  proverbio bíblico que menciona: “Mejor es que estén dos que uno solo; porque porqu e tiene la ventaja de la compañía. Si cayere el uno, le sostendrá el otro” 148. En cambio, criticaba los sindicatos de obreros en los que sus dirigentes tenían una organización contraria al espíritu cristiano y al bienestar de los pueblos, entendido desde la perspectiva del clero;  principalmente se refería al sindicalismo de inspiración anarquista o sociali soc ialista. sta. Por

otro

lado, cabe mencionar que “el Catolicismo Catolicismo social mexicano fue producto de un pensamiento importado de Europa, de las grandes universidades católicas de Lovaina, París, Madrid y Roma”149, y que fue asimilado por un sector de arzobispos, obispos, sacerdotes y laicos que se encargaron de difundirlo rápidamente. Sin duda, esta encíclica y las que vinieron después en materia social, sustentaban un proyecto que implicaba la cooperación de clases y no la lucha de éstas.

146 147 148

 Ibid., p. 9.  Ibid., p.  Ibid.,, p. 12.  Ibid.

., 149  Ibid .,

p. 14.   Roberto Blancarte,  Historia de la Iglesia Católica en México, México, México, Colegio Mexiquense/Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 87. 48

 

2.1.1. El Catolicismo social en México después 1891 En la ciudad de México la prensa católica se encargó de darle difusión a la encíclica por medio de dos periódicos,  El Tiempo Tiempo   y  La Voz de México150 , en los últimos años del siglo XIX. No obstante, a la par de estas publicaciones, la prensa liberal criticó la postura cristiana como osada por inmiscuirse en los asuntos obrero-patronales151. José AndrésGallego menciona que lo original del Catolicismo social mexicano se debió a la combinación de tres cosas: primero, la presencia del indigenismo; segundo, la acción social en un país en su mayoría católico y, tercero, que subsistió durante el Estado laicista y anticlerical152. Cabe destacar que en México esta doctrina tomó importancia cuando el  proceso de industrialización se aceleró y el número de trabajadores t rabajadores fabriles se incrementó. De igual manera, fue empleada por líderes laicos y eclesiásticos de México para incentivar el nacionalismo y la religión católica que históricamente en México mantuvo una  posición hegemónica en el ámbito político, económico y,  por supuesto, social. “Esta doctrina debe entenderse como el conjunto de enseñanzas de la jerarquía eclesiástica, que surge como respuesta a lo que en el siglo XIX se llamó la cuestión obrera o obrera o de manera más general la cuestión social ”153. Jean Meyer define que la acción social de esta doctrina  praxis de consistía en dos vertientes: primero, llevar a la masa la  praxis  de las normas cristianas y, segundo, atraerlos a llaa fe por m medios edios no reli religiosos giosos 154 , sino sociales. Desde su formulación, la Doctrina Social Católica tuvo una amplia presencia en los sectores de trabajadores de diversas regiones de México, principalmente del centro y occidente. Manuel Ceballos, historiador de la  Rerum Novarum en México, presenta una cronología muy interesante sobre las asociaciones de carácter católico-social que surgieron en el país, con base en esta doctrina: en 1891 nació la Liga Católica, en 1907 surgió la Unión Católica Obrera, y en 1913 tuvo su origen la Asociación Católica de la Juventud

150

 Ibid., p. 91.  Ibid.,  Los principales diarios de carácter liberal en México durante el siglo XIX, eran: eran: El  El Monitor Republicano Republicano y   El Siglo Diez y Nueve. 151

152

“Catolicismo”, en  Ceballos y Garza, Catolicismo Catolicismo,, 2000, p. 25.  Blancarte, “Doctrina”, “Doctrina” , 2012, p. 21.  21.  Meyer, Catolicismo  Meyer,  Catolicismo,, 2011 , , p.  p. 13.

Andres-Gallego, 153  Andres-Gallego, 154

49

 

Mexicana (ACJM) por mencionar sólo algunas de las organizaciones que se conformaron155. Asimismo, entre 1903 y 1909 se realizaron cuatro congresos católicos a nivel nacional: en Puebla (1903), Morelia (1904), Guadalajara (1906) y Oaxaca (1909) 156. Al tiempo de la renuncia de Díaz, los laicos adscritos al catolicismo social se habían agrupado en múltiples sociedades mutualistas y sindicatos, en favor de sus intereses como clase social. Con estas instituciones, el Catolicismo social pudo sostenerse durante décadas,  proponiendo una alternativa alternat iva no sólo religiosa, sino social y política en todo to do el país, dándose  previa y paralelamente con la Revolución. Sin embargo, estos católicos fueron condenados al ostracismo tras el fin del régimen de Huerta, en manos de los constitucionalistas. Las organizaciones se vinieron abajo, los grandes periódicos confesionales desaparecieron, se desintegraron los grupos obreros y el Partido Católico Nacional (PCN), fue desarticulado 157, ya que la Constitución de 1917 era abiertamente anticlerical. Ahora bien, las ideas católico-sociales no estuvieron ausentes del estado de Nuevo León, a priori  priori  y a posteriori de posteriori de la encíclica Rerum encíclica  Rerum Novarum Novarum.. Asimismo, la práctica de la caridad cristiana fue un referente de la acción social previo a la difusión de la carta papal. Sin embargo, el Catolicismo social inspirado en la encíclica no se desarrolló de igual forma que en el centro y occidente del país, entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX.

2.2. Recepción, difusión y vicisitudes del primer Catolicismo Social en Nuevo León, 1891-1914 El Catolicismo Social mexicano posterior a 1891 no fue homogéneo en todas las zonas del  país, ya que cada jurisdicci jurisdicción ón eclesiástica poseía po seía sus particularidades. En algunas reg regiones, iones,  praxis.. Por su sobre todo del centro y occidente, fue digerido rápidamente y llevado a la  praxis  parte, en la Arquidiócesis de Linares se crearon algunas asociaciones de jóvenes y de obreros católicos, así como una sociedad de ayuda mutua entre los sacerdotes. Sin embargo, 155

 Ceballos, Historia  Historia,, 156  Ceballos,

 Ibid .,., p. 22. 157  Ibid .,., p. 65.

2004, p. 14.

50

 

la recepción de un sistema de creencias, de una ideología o de algún documento por parte de un sector o grupo particular, suele ser distinto, es decir, tiene variaciones, las cuales  pueden ser provocadas por p or el contexto histórico en que los grupos están insertos158. En Nuevo León estaban dadas las condiciones para un creciente avance de la Doctrina Social de la Iglesia, debido a su amplia tradición en obras de caridad católica, creándose algunas agrupaciones católico-sociales en Monterrey durante la primera década del siglo XX; no obstante, este avance se vio interrumpido por el gobierno anticlerical de Antonio I. Villarreal en 1914; además, en ese periodo el Catolicismo Social a nivel nacional entró en una etapa de aislamiento cuando los revolucionarios constitucionalistas se hicieron del control del país, periodo del que no saldría hasta 1919 cuando se constituyó la Confederación de Asociaciones Católicas de México 159. Ahora bien, el periódico  La Defensa del Pueblo Pueblo   estuvo al pendiente de la realización y publicación de la encíclica  Rerum Novarum Novarum.. Cabe destacar que la prensa católica tuvo un papel preponderante como órgano difusor de la doctrina católica, en lo espiritual, social y político, durante los últimos decenios del siglo XIX, entre las clases media y alta de Nuevo León. Si bien los periódicos católicos respaldaron y resaltaron las actividades de los católicos como medio de legitimación de sus prácticas sociales, también fueron instrumentos de comunicación y, esencialmente, instrumentos de comunión que las organizaciones manipulaban160. En junio de 1890 dicha publicación informó que el papa estaba redactando una encíclica sobre las cuestiones sociales y económicas, la cual terminó de realizar en octubre de acuerdo con el mismo periódico. La publicación de dicho documento fue anunciada en mayo de 1891 y entre el 10 y el 16 del mismo mes fue informada su publicación en los diarios capitalinos161. Si bien no hay registros que indiquen que  La Defensa del Pueblo Pueblo   México), sí existen hubiese publicado íntegramente la encíclica (como sí lo hizo la Voz de México), notas editoriales y comentarios acerca de la misma.

158 159

 Véase: Mendiola Mendiola y Zermeño, “Metodología”, en Galindo, Técnicas Técnicas,, 1998, pp. 202-203.

 Ceballos, Historia  Historia,, 160  Ceballos,

2011, 68. ía del poder , Morelia, El Colegio de Michoacán, 2011, p. 88.  Claude Raffestin, Por Raffestin, Por unap.geografía geograf 161  La Defensa del Pueblo, Pueblo, de octubre de 1890 a mayo de 1981, 1 981, números 474, 17, 181, 184. 51

 

Por ejemplo, en junio de 1891 el periódico publicó una nota que hacía alusión a la denominada cuestión social , pues reprodujo una publicación del obispo de Madrid en la que decía que “los obreros honrados, debían mantener cerrados sus oídos para evitar escuchar la ochos,   o sea el repartimiento del día en tres partes: ocho horas para dormir, teoría de los ochos, ocho para trabajar y ocho horas para holgar” 162, pues esto era una idea propia del marxismo. En cuanto a la Rerum la  Rerum Novarum propiamente Novarum  propiamente , , este mismo periódico publicó una noticia en noviembre del mismo año en la que un supuesto protestante estadunidense, de nombre Carlos L. Ward 163, mandó una efusiva carta al papa felicitándolo por la publicación de la encíclica164. Otros de los medios importantes de comunicación dentro de la Arquidiócesis fueron el Boletín el  Boletín Eclesiástico Eclesiástico   y la Hoja la  Hoja Dominical , el primero creado en diciembre de 1907 y la segunda en enero de 1908, ambos órganos dirigidos por el presbítero Juan José Hinojosa 165

Cantú . En el Boletín el  Boletín Eclesiástico y Eclesiástico y en la Hoja la Hoja Dominical  se  se publicaban cartas pastorales, encíclicas papales e información importante para los sacerdotes y los fieles, sólo que ésta última era menos extensa. Se puede considerar a ambos organismos de difusión religiosa como fundamentales durante la primera etapa del Catolicismo social en Monterrey; sin embargo, fue hasta los primeros años del siglo XX que la acción social de los católicos regiomontanos tuvo mayor relevancia.

2.2.1. Juventudes católicas, mutualismo y obreros católicos Para los católicos mexicanos organizar a la juventud siempre fue una tarea primordial, de modo que estas agrupaciones recibieron un amplio respaldo de las Arquidiócesis en las que estaban inmersas. Desde finales de siglo XIX, las jóvenes señoritas ya participaban conjuntamente en obras de caridad con la Sociedad Católica de Señoras y la Conferencia San Vicente de Paul. Pero la evidencia apunta a que fue hasta 1903 las jóvenes católicas 162

 Ibid., 19 de junio de 1891, p. 1.  Cabe mencionar que no se encontraron mayores datos sobre este personaje, que al parecer radicaba en Filadelfia; no obstante, obstante, su discurso daba a entender que podría tratarse de un personaje ficticio. 163

164

165  La

Defensa del Pueblo, Pueblo , 24 de noviembre de 1891,deno.Linares, 185, p., 2.   AHAM,  Boletín Eclesiástico del Arzobispado Linares diciembre de 1907, enero de 1908, año 1, números 1 y 2. 52

 

 pudieron actuar independientemente de las mujeres casadas, al fundarse la Pía Unión de d e la Sagrada Familia (unida a la Sagrada Familia de Roma), exclusivamente de señoritas, dedicadas a la confección de ropa para los niños pobres. Así entre 1907 y 1911 llegaron a repartir 1,559 piezas de ropa, además de realizar otras actividades de caridad en las cuales gastaron cerca de $700.00 pesos 166 durante el mismo periodo. Además de que las juventudes trabajaran en el frente de la acción social, la Iglesia  buscaba alejarlos de las ideologías de aquel momento, co como mo el socialismo, la masonería masoner ía y el protestantismo. Por lo que la Iglesia criticó constantemente estas doctrinas y asociaciones a través de la prensa católica, cartas pastorales y edictos. Asimismo, en febrero de 1920 el arzobispo de Linares Francisco Plancarte y Navarrete 167, a través de su carta pastoral sobre “Las actividades protestantes”  protestantes”  cuestionó el avance de la obra de dicha denominación cristiana en México y en Nuevo León, específicamente se pronunciaba en contra de las realizadas por la YMCA (Young ( Young Men's Christian Association, Association, en español Asociación Cristiana de Jóvenes), grupo de índole internacional fundado en Londres por George Williams en 1854. La YMCA se estableció en la ciudad de México en 1902 y  posteriormente en Monterrey en 1906, en la calle Mier, no. 74, y su lema era “Espíritu, Mente, Cuerpo”168. Los estatutos de la YMCA estaban orientados hacia el mejoramiento moral, físico, intelectual y social de sus jóvenes miembros. Como parte de sus actividades estaba la  práctica del voleibol, basquetbol y béisbol, además contaban con una biblioteca biblioteca de 400 tomos y clases nocturnas, así como salones de boliche y billar, mesas de ajedrez, damas chinas y dominó para su esparcimiento, lo que resultaba muy atractivo para los jóvenes. La asociación aceptaba a todo tipo de cristianos, como por ejemplo a los de las siguientes denominaciones: bautistas, congregacionales, episcopales, metodistas, discípulos de Cristo, 166

 Ibid .,., marzo de 1911, año 4, no. 3.   Francisco Plancarte y Navarrete formó parte del grupo de clérigos que estudiaron en el Colegio Pio Latinoamericano y en la Universidad Gregoriana en Roma y que a fines de siglo XIX, regresaron a México  para ostentar cargos importantes dentro de la jerarquía eclesiástica. Otros que formaron parte del grupo fueron: José Mora y del Río (arzobispo de México en 1908), Ramón Ibarra González (obispo de Puebla 1902), José Othón Núñez (obispo de Zamora en 1909)y Francisco Orozco y Jiménez (sustituyó al arzobispo de Guadalajara en 1913). Véase: Sofía Crespo Reyes, “Entre la filantropía y la práctica política. La Unión de 167

Damas Católicas en la 2016, Ciudadpp.de68-69. México, 1860-1930”, 1860- 1930”, tesis doctoral, México, Instituto de Investigación Dr. José María Luis Mora, 168  AMM, Ramo Civil, V. 459, p. 304. 53

 

 presbiterianos e incluso católicos romanos169 , aunque éstos últimos no podían participar en las tomas de decisiones, ni en las elecciones de directivos 170. Para el arzobispo Plancarte, la Asociación Cristiana de Jóvenes tenía como objetivo la descatolización de la niñez neoleonesa, por medio de la educación. Cuestionaba el hecho de que una institución extranjera se pusiera  por encima de d e las nacionales: “¿hasta cuándo seremos amantes de fomentar instituciones extranjeras contrarias a nuestra fe, abandonado las que nacen en nuestra Patria?”. Patria?”. Asimismo,  Asimismo, recomendaba a los fieles de la diócesis que se acercaran a las sociedades “Don Bosco”  Bosco”  y a la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, las cuales tenían como fin la educación y cultura de la niñez y el proletariado 171 . De acuerdo con una nota publicada en el  Boletín Eclesiástico Eclesiástico   con motivo del fallecimiento de Plancarte Plancarte y Navarrete en juli julioo de 1920, los redactares menci mencionaro onaronn que dicha dic ha carta pastoral “dio “dio un golpe tremendo al protestantismo, del que no podrían reponerse fácilmente”, pues según la nota “la “ la propaganda protestante (favorecida por el poder y el oro Yankee)) estaba Yankee estaba teniendo un formidable empuje”, empuje”, y como consecuencia de eso la YMCA “que hacía empeños inauditos por atraer a su seno a la Juventud de Monterrey, vio separarse de sus filas a gran número de jóvenes, jóvene s, paralizándose su crecimiento”172. Aunque la nota del  Boletín Eclesiástico Eclesiástico   señalaba un impacto negativo en la asociación protestante, éste no la eliminó en modo alguno, pues durante los años  posteriores la Asociación Cristiana de Jóvenes, se mantuvo activa, ya que en varias ocasiones solicitó apoyos económicos al cabildo de Monterrey para diversas actividades,  principalmente atléticas y culturales, como por ejemplo, cuando en 1929 pidió al Ayuntamiento una cooperación de $100.00 para llevar a cabo una serie de trabajos culturales en beneficio de los habitantes de la ciudad 173. Pese a que la Arquidiócesis criticó las actividades de la Asociación Cristiana de Jóvenes en 1919, el gobierno local de Monterrey, encabezado por el alcalde primero, el 169

 Idem.   Idem.    Carta pastoral del arzobispo Francisco Plancarte y Navarrete sobre “Las actividades protestantes”,  publicada en una visita pastoral a la Villa de Aldama (Villaldama) (Villaldama) el 18 de febrero de 1920, disponible en: AHAM, Boletín AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, abril 1920, año 1, no. 4. 170

171  Idem. 172  Idem.   173

 Ibid., agosto de 1920, año 1, no. 8.  Ibid.,  AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1929/027; Ibid  1929/027;  Ibid .,., vol. 999, exp. 1929/030. 54

 

 profesor Joel Rocha174, manifestó su aprobación y simpatía hacia la YMCA; además, aplaudió a sus dirigentes dirigentes “ por la labor moralizadora y altamente patriótica que estaban desarrollando””175. Esta conducta por parte del Ayuntamiento en favor del protestantismo, desarrollando evidenciaba la animadversión que el propio gobierno tenía hacia el catolicismo de aquella época. Por otro lado, es probable que la YMCA haya tenido una buena aceptación entre los  jóvenes regiomontanos, por lo que la Arquidiócesis ppropició ropició la creación de la sociedad de  jóvenes católicos denominada “Don Bosco”  Bosco”  desde finales de 1907 para contrarrestar el avance que después el arzobispo Plancarte cuestionó. El objetivo de la sociedad “D. Bosco””, era proteger a los niños pobres e instruirlos en asuntos religiosos, morales e Bosco intelectuales, enseñándoles literatura y música. Con 30 jóvenes se establecieron en un edificio anexo al Templo de San Francisco y durante su primer año de actividades 176

enseñaban a cerca de 100 niños . La sociedad “Don Bosco”  Bosco”  fue quizá la primera asociación en la que jóvenes católicos pudieron movilizarse socialmente y, debido a esto, se crearon en 1910 dos secciones más fuera de Monterrey, una en la comunidad de El Cercado y otra en la Villa de García; la primera creada con 30 socios y la segunda con 54 177. Por otro lado, una de las ideas propuestas por León XIII fue la de crear asociaciones obreras y sindicatos católicos que ayudaran al mejoramiento de las clases trabajadoras. En  Nuevo León el crecimiento industrial y económico de su capital, Monterrey, permitió la creación de sociedades mutualistas, obreras y masónicas en todo el estado. Desde la séptima década del siglo XIX se formaron en el estado una serie de asociaciones mutualistas178 de distinta índole, las cuales fueron el antecedente de los sindicatos.

174

 Joel Rocha, además ser alcalde, era profesor y un importante empresario y comerciante, fundador de la fábrica de muebles Salinas y Rocha. También fue Gran Maestro de la Gran Logia Masónica del Estado de  Nuevo León León hacia 1929. 175  AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1919/033. 176  Ibid .,., marzo de 1908, año 1, no. 4. 177  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, febrero de 1910, año 3, no. 3.  AHAM, Boletín  AHAM, 178  El origen de las sociedades mutualistas o de ayuda mutua puede rastrearse hasta la Edad Media, con los gremios de artesanos y comerciantes e inclusive pudieron tener un origen religioso, de modo que “el mutualismo fue un movimiento del artesanado pre manufacturero para hacerse de coberturas de aseguramiento social, basadas en lasde colaboración asimismo, “fue una respuesta las condiciones económicas adversas, una reacción los pobres solidaria”; para enfrentar la miseria”. Véase: JavieraRojas Sandoval,   Sandoval,   Historia de las relaciones relaciones laborales en la cultura indus industrial trial de Nuevo León: (de los tiempos ddel el mutualismo a 55

 

El historiador Javier Rojas Sandoval agrupó a éstas organizaciones en cuatro tipos: a) asociaciones mutualistas cívico-culturales; b) asociaciones civiles de extranjeros residentes en Monterrey; 3) asociaciones de ayuda mutua y beneficencia, de carácter religioso179 , y 4) sociedades mutualistas integradas por obreros o por otros grupos sociales 180

que tenían como fin ayudar al obrero . Asimismo, desde 1874 se fundaron en grupos como el Gran Círculo de Obreros de Monterrey y el Círculo Fraternal de Obreros, sucursales del Gran Círculo de Obreros de México. Entretanto, la alternativa de la Iglesia católica al anarco-sindicalismo y al socialismo181   tuvo que coexistir con dichas asociaciones, pues la Iglesia entendía llaa necesidad de que los obreros católicos se agruparan en organizaciones como sindicatos y sociedades mutualistas (de carácter confesional) para el mejoramiento de su condición social. A principios del siglo XX en México ya existían organizaciones católicas de trabajadores “en “en las principales ciudades del centro del país: Guadalajara, México, Morelia, León, Aguascalientes y Zamora”182. Posteriormente, en la ciudad de México surgió la Unión Católica Obrera (UCO), dirigida por el padre José María Troncoso, la cual llegó a agrupar hacia 1911 a 5,000 obreros de más de cuarenta círculos del país 183 . En la ya industrializada ciudad de Monterrey de principios del siglo XX existían cientos de sindicatos y sociedades mutualistas; no obstante, ninguna asociación tenía características confesionales; sin embargo, fue durante el arzobispado de Leopoldo Ruiz y Flores184 cuando se crearon al menos 4 sociedades de esta índole entre 1908 y 1911, como lo fueron: la Sociedad Mutualista de Eclesiásticos, la Sociedad Mutualista de Obreros los años revolucionarios: 1874-1917), 1874-1917), Monterrey, N.L., Universidad Autónoma de Nuevo León, 2008, pp. 21-22. 179   Aquí se refiere específicamente a la Conferencia San Vicente de Paul, de la cual se ha hablado ampliamente en el primer capítulo de esta tesis, en: Rojas, Historia Rojas,  Historia,, 2008, pp. 36-38. 180  Idem.    Idem. 181   Lo que diferenció a las sociedades mutualistas de carácter secular de las católicas, eran las creencias o  prácticas ideológicas, pues en su organización organización eran muy similares, ya que en ambos casos se pagaban cuotas  periódicas, y se buscaba ayudar en caso de enfermedad, muerte o despidos de los ssocios, ocios, en: Rojas, Rojas, Historia  Historia,, 2008, pp. 36-38. 182  Ceballos, Historia  Ceballos,  Historia,, 2004, p. 23. 183  Ibid .,., 2004, pp. 23-24. 184   Leopoldo Ruiz y Flores fue enviado a Roma a estudiar en el Colegio Pio Latinoamericano y en la Universidad Gregoriana, y fue ordenado sacerdote en 1888. Regresó a México en 1889; en 1929 1900 fue fue nombrado obispo de León, y más tarde como en 1907 fue promovido a arzobispo de Linares, hacia designado como delegado apostólico y firmó los acuerdos con el Estado que dieron fin a la guerra cristera. 56

 

Católicos “Alianza Guadalupana”, Guadalupana”, el Círculo Católico de Obreros del templo de la Luz y la Sociedad de Obreros del templo del Sr. San José. Esto sugiere que el arzobispo tenía una clara visión sobre la importancia de la clase obrera, pues al aprobar la fundación de una de ellas en 1911, opinó lo siguiente sobre esa clase social: El desastroso aislamiento y falta de defensa en que han sumergido a la clase obrera los  principios de libertad, exigen del obrero que se asocie con los de su clase pa  principios para ra hacer valer sus derechos; mas para que esa reclamación de derechos sea siempre justa y la unión del obrero no resulte enemiga del capitalista o del propietario, es indispensable que se ajuste a los principios de justicia y caridad que inculca la doctrina cristiana 185.

La Sociedad Mutualista de Eclesiásticos fue establecida en 1908 por disposición del arzobispo Ruiz y Flores, quedando bajo la responsabilidad y vigilancia del propio arzobispo. La sociedad tenía como fin suministrar ayuda pecuniaria a los socios en caso de  padecer enfermedad o incapacidad para realizar su labor sacerdotal; la cuota mensual era de $1.00 y se podía acceder a la ayuda tres meses después de haberse inscrito. Dicho apoyo consistía en $1.00 diario durante la enfermedad o incapacidad 186. Esta sociedad mutualista funcionó con ciertas vicisitudes hasta 1914 y uno de sus principales problemas era que los socios demoraban en pagar la cuota, dejando pasar hasta tres mensualidades, por lo que  perdían sus derechos 187. Es probable que el sinuoso avance de la sociedad se debiera a que no tenía un reglamento definitivo; no obstante, para marzo 1910 contaba con un fondo, $637.00 depositado en el banco, el cual se incrementó para julio del mismo año a $716.00 188 . Aun y con las dificultades en el pago de cuotas, la Sociedad Mutualista de Eclesiásticos  presentaba los siguientes movimientos de caja entre los años de 1910 y 1912, los cuales se detallan en el cuadro 7: Cuadro 7. Movimientos de la Sociedad Mutualista de Eclesiásticos, 1910-1912 1910-1911 Corte de caja al 31 de diciembre de 1910

$ 573.00

Rédito bancario

$ 26.22

185

 AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, enero de 1911, año 4, no. 1.

186  Ibid ., ., 187

de 1910, 1908, año año 3, 1, núm. no. 6.2.  Ibid .,., mayo enero de 188  Ibid .,., marzo y julio de 1910, números 4 y 8. 57

 

Suma

$ 529.22

Auxilio a sacerdotes sacerdotes (egresos)

$ 70.00

Haberes en enero de 1911

$ 529.22

1911-1912 Ingresos y rédito bancario

$ 221.00

Suma Auxilio a sacerdotes sacerdotes (egresos)

$ 750.00 $ 75.00

Haberes en enero 1912

$ 675.00

Eclesiástico,, marzo de 1911 y enero de 1912, año 4 y 5, núm. 3 y 1.  Fuente: Boletín Eclesiástico Fuente: Boletín

Por otro lado, la Sociedad Mutualista Mutualista de Obreros Católicos “Alianza Guadalupana”  Guadalupana”   fue organizada en el mes de enero de 1910. Estos obreros se reunían en el arzobispado, estaban  bajo la presidencia de dell pres presbítero bítero Tomás Ig Iglesias lesias y, de aacuerdo cuerdo con el Boletín el  Boletín Eclesiástico, Eclesiástico , tenían un gran número de socios 189. Un año más tarde se crearon dos sociedades más de obreros católicos, una en enero con el título de Círculo Católico de Obreros del templo de  Ntra. Señora de la Luz a cargo del presbítero Manuel Fernández y la otra en marzo, fundada en el templo del Señor San José por los capellanes de la misma iglesia, quedando ambas  bajo la dirección d irección del mismo arzobispo 190. No obstante, la escasez de información acerca de estos círculos de obreros sugiere que pudieron tener una corta existencia. De tal modo, la creación de estos círculos de obreros católicos le permitió a la Iglesia de Monterrey ingresar de forma doctrinal en los centros de trabajo. Cabe mencionar que a nivel nacional “el “el movimiento obrero católico se encontraba disperso y gestionado  por diferentes agrupaciones: el Part Partido ido Católico Nacional, los Operarios Guadalupanos, los Círculos Obreros locales y la Confederación Confederació n Nacional de Obreros Católicos” 191. Sin embargo, en Nuevo León el anticlericalismo gubernamental de Villarreal incidió para frenar el desarrollo de más círculos de obreros locales, estancándose además su acción social, pues, por ejemplo, en 1914 la Sociedad Mutualista de Sacerdotes tuvo que ser suspendida y no se reactivó sino hasta el 1 de mayo de 1920 192.

189

 Ibid .,., febrero de 1910, año 3, no. 2.

190  Ibid ., ., 191

enero y marzo de 1911, números 1 y 3.  Ceballos,  Ceballos, Historia  Historia, , 2004, p. 28. 192  AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, mayo de 1920, año 1, no. 5. 58

 

Por otro lado, durante ese mismo periodo, específicamente hacia 1908, existían 23 grupos masónicos en el estado, de las cuales 8 se concentraban en Monterrey (véase el cuadro 8). Estas 23 logias agrupaban a 1,900 miembros en total. Sin embargo, para la Iglesia la masonería era otro de sus enemigos naturales y quería mantener alejados de ella 193

tanto a jóvenes como a obreros . Por otro lado, para Vicente Fuentes Díaz, existen dos propuestas o versiones sobre el origen de la masonería en México: una de ellas sostiene que la del Rito Escocés apareció a fines del siglo XVIII y adquirió fuerza durante el virreinato de Juan O’ Donojú de ideas liberales. “Otra versión apunta a que al final del virreinato existían en México numerosos masones dispersos y desorganizados y que a partir de 1820 empezaron a actuar bajo la dirección del Oidor Felipe Martínez” 194 . Aunque no fue sino hasta después de 1824, cuando las sociedades masónicas se convirtieron en vehículos de pensamiento y acción política, 195

tanto para yorkinos como escoceses . Cuadro 8. Logias Masónicas del estado de Nuevo León hacia 1908 196  Nombre de la Logia

Número de miembros

Localidad

Obreros del Silencio No. 1

150 miembros

Monterrey

Constancia No. 2

150 miembros

Victoria No. 3

150 miembros

Guardianes del Misterio No. 4

190 miembros

Fénix No. 5

110 miembros

Tolerancia Masónica Masónica No. 6

110 miembros

Juárez No. 8 Chi-Kung-Tong No. 12

110 miembros 30 miembros

193

 La Iglesia cuestionó de la masonería la negación de la revelación divina, su idea de la educación, de la moral, la familia y el Estado, pues por medio de dicho ideario se buscaba que los hombres, ciudadanos, etc.,  pudieran elegir sus propias creencias, además, de que se constituyera un Estado ateo. Asimismo, aseguró que los masones tenían la intención de destruir la religión así como a la Iglesia misma, también, criticó el hecho de que ésta mantuviera en lo oculto algunas de sus prácticas, consideradas fuera de la moral cristiana. Véase: “Carta encíclica  Humanum Genus del Sumo Pontífice León XIII”. XIII”. [En línea; consultado el 8 de febrero de 2017]. Disponible en: http://www.homilia.o http://www.homilia.org/NewAge/hum rg/NewAge/humanumGenus.pdf. anumGenus.pdf. 194  Vicente Fuentes Díaz, Los Díaz, Los partidos políticos políticos en México México,, México, DF., Editorial Porrúa, 1996, p. 10. 195   Ídem. Ídem. 196  De acuerdo con Santiago Roel, el origen de la Masonería en el estado se remonta a las primeras décadas del siglo XIX, con la fundación de la sociedad “Tolerancia Masónica No. 6”, en 1832, la cual fue constituida  por unos un os comerciantes de apellido Guerra quienes habían llegado de Veracruz; sin embargo, La Gran Logia del Estado de Nuevo León se constituyó en junio de 1905. En: Roel, Apuntes, Roel,  Apuntes, 1984,  1984, pp. 263-264. 59

 

Dr. González No. 7

70 miembros

Bustamante

Mariano Escobedo No. 9

70 miembros

Santiago

Progreso No. 10

80 miembros

Cadereyta Jiménez

Estrella del Sur No. 11

80 miembros

Linares

Obreros de la Luz No. 13

60 miembros

Sabinas Hidalgo

Victoria y Progreso No. 14 Melchor Ocampo No. 15

60 miembros 40 miembros

Apodaca Allende

Obreros del Misterio No. 16

30 miembros

Colombia

Aurora No. 17

60 miembros

García

Hidalgo No. 18

60 miembros

Gral. Terán

Obreros del Porvenir No. 19

50 miembros

Galeana

León Guzmán No. 20

60 miembros

Cerralvo

Guadalupe Victoria Victoria No. 21

50 miembros

Salinas Victoria

Morelos No. 22

60 miembros

Montemorelos

Guardianes de la Constitución Constitución No. 15

60 miembros

Santa Catarina

Total: 23 Logias Total: 1,900 miembros Total: 16 municipios Fuente: Elaboración propia con datos del AHENL, Asuntos Eclesiásticos, Religión, caja 5, exp. 1.

Como se puede apreciar, las logias masónicas eran numerosas, agrupaban a una cantidad significativa de miembros, tenían presencia en múltiples localidades del estado y, de tal modo, representaban una opción de socialización para población neoleonesa, en franca rivalidad con las asociaciones católicas (aunque no declarada), pero que influyó en algunos sectores de la clase media sobre todo profesores, miembros de la clase política y algunos empresarios como el caso del Joel Rocha (fundador de la empresa Salinas y Rocha).

2.2.2. Educación y hospitalidad católica Otro de los frentes donde la Iglesia difundía su doctrina eran las escuelas confesionales. Desde el siglo XIX existían en el estado una serie escuelas con orientación religiosa, creadas, dirigidas y sostenidas por las Sociedades Católicas y la Conferencia San Vicente de Paul (agrupaciones donde la la élite tenía importante participación), participación), y que estaban bajo la guía de la Arquidiócesis. Habitualmente, en los colegios dirigidos por estas asociaciones estudiaban los hijos de la clase alta, aunque también existía una sección subsidiada para la clase menesterosa. 60

 

Hacia finales del siglo XIX, en una carta dirigida al arzobispo Jacinto López y Romo en 1894, el entonces gobernador del estado, Bernardo Reyes, solicitó que los instructores de los colegios religiosos enseñaran los cursos que el Reglamento de Instrucción Primaria indicaba y que los alumnos realizaran los exámenes públicos para comprobar que realmente se enseñara conforme al mismo; la misiva apuntaba: apuntaba : “únicamente se trata de evitar, como es justo, el que lo niños pierdan el tiempo en escuelas en que, por ineptitud de los maestros, no puedan adquirir la instrucción necesaria e indispensable para el bien particular de ellos en el porvenir y en general de nuestra sociedad” 197. De acuerdo con lo pronunciado por el general Reyes, la instrucción religiosa no se impedía o prohibía (pues para aquel m momento omento existían pocas escuelas particulares), lo que sí se pedía era que se cumpliera con los requisitos necesarios para acreditar oficialmente dicha educación, dejando entrever una relación de influencia y relativo control, más que de coacción o restricción, en donde el intercambio provechoso para ambas partes permitía el desarrollo de ambas posturas: la eclesiástica y la gubernamental 198. Por otro lado, en México, así como en la Arquidiócesis de Linares, existían tres fuerzas primordiales que tuvieron un papel decisivo en la fundación fundación

de escuelas

confesionales: los obispos, las órdenes religiosas y las mujeres 199. Estas tres fuerzas contribuyeron desde fines de siglo XIX en la fundación y sostenimiento de los colegios católicos, ya que estas escuelas eran atendidas principalmente por órdenes religiosas y mujeres, que generalmente eran esposas de importantes empresarios, políticos y comerciantes locales de reconocida trayectoria. Los colegios católicos más destacados en el Monterrey de principios del siglo XX, fueron: el Colegio de San José, el Instituto de la Sagrada Familia, el Colegio María Auxiliadora y el Colegio de las Damas del Sagrado Corazón de Jesús. El primero fue fundado en 1886 y estaba ubicado entre las calles de Abasolo, Mina y Ocampo, y era dirigido por las hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado; el segundo iniciado en 1905

197

 AHAM, Obispos, caja 6, legajo 74, foja 544.

198 199  Véase:

Raffestin, Geografía Geografía,, 2011, p. 42.  Luis Ramos Gómez-Pérez, Gómez-Pérez, “Escuela católica y sociedad a principios del Siglo XX”, en: en : Nelly Sigaut, La Sigaut,  La  Iglesia Católica Católica en México, México, Zamora, Mich., El Colegio de Michoacán, 1997, p. 297. 61

 

fue el Instituto de la Sagrada Familia de los hermanos maristas 200; el tercero fue fundado  por la madre superiora María Magarello en 1906 y era atendido por las Hijas de María Auxiliadora; el cuarto estaba ubicado cerca del cerro del Obispado, su fundación fue iniciativa del arzobispo Leopoldo Ruiz en 1908 y era atendido por las religiosas 201

 pertenecientes a la orden del mismo nombre , colegios generalmente ubicados en las  parroquias. Es importante señalar que el gobierno estatal estaba al pendiente de las actividades dentro de las escuelas, principalmente después de haber iniciado el conflicto revolucionario, cuando las relaciones entre Estado e Iglesia sobre la cuestión de la educación se volvieron ásperas. Existen varios comunicados enviados por los directores de algunas escuelas particulares al Director General de Instrucción Primaria tras una circular suya, donde dan cuenta del número de alumnos, profesores y ayudantes con los que cuenta cada dependencia, entre éstas, once pertenecían a escuelas y colegios católicos. A continuación se muestran en un cuadro algunas las escuelas católicas hacia año de 1912: Cuadro 9. Datos de Escuelas católicas de Monterrey en 1912 Escuela

Niños

Niñas

Profesores

Ayudantes

Colegio de la Asunción Asunción para Niñas (mixto)

20

89

3

-

Colegio de Damas del Sagrado Corazón (niñas)

-

78

8

-

Colegio Inmaculada Concepción Concepción (niñas)

-

85

2

-

Colegio de la Luz (mixto)

19

86

3

-

Colegio de Santa Teresa (mixto)

7

12

2

-

Escuela Guadalupana Guadalupana (mixto)

50

50

9

-

Escuela Pío X (niños)

113

-

-

3

200

 Los fundadores del Instituto fueron los franceses: Henri Toúrniayre, Trifón Pineda e Hipólito Bompard, durante la Revolución mexicana el colegio estuvo bajo el cuidado del hermano Antelmo Teyssier, no obstante, el Instituto tuvo que cerrar durante el gobierno de Antonio I. Villarreal y no fue hasta 1925 que volvió a abrir sus puertas bajo el nombre de Colegio Franco Mexicano, véase:  Los hermanos maristas en  México. Primera Primera etapa: los pioneros pioneros ,1899-1914, ,1899-1914, México, Editorial Progreso, 1977. 201  Álbum,, 1924, pp. 28-29.  Álbum 62

 

Escuela de Nuestra Señora de Guadalupe (niños)

92

-

1

3

Fuente: Elaboración propia con datos del: AHENL, Escuelas Particulares, Caja 1, 1849-1912

Además, existían otras escuelas como la del Sagrado Corazón de Jesús, ubicada en la calle de Washington, donde se impartía educación primaria a 242 alumnos (niños y niñas) y educación secundaria a 40 estudiantes. Asimismo, el Kindergarten el  Kindergarten del  del Colegio Guadalupe atendía a veintiún párvulos, cinco niños y una niña 202. Por otro lado, en ese mismo año de 1912 el cabildo regiomontano comisionó a los regidores, De la Garza y Puente, para que investigaran e informaran sobre un caso de adoctrinamiento religioso en una escuela nocturna 203   perteneciente al profesor Cipriano Torres. Se le acusaba de enseñar la religión católica y de violar la Ley de Instrucción Pública en la Escuela Nocturna para Obreros, ubicada en el barrio de la Independencia, la cual había sido inaugurada un año antes con aprobación del ayuntamiento204. Es probable que a las autoridades del municipio les inquietara la idea de que los obreros estuvieran recibiendo adoctrinamiento cristiano, tomando en cuenta las recientes creaciones de círculos católicos en la entidad; sin embargo, no se pudo comprobar que el profesor Cipriano Torres impartiera dicha enseñanza 205. Otro caso en el que se puede apreciar un cambio en la postura política del gobierno hacia las organizaciones católicas, es el que tuvo el ayuntamiento municipal de Monterrey con respecto a la tradicional sociedad Conferencia San Vicente de Paul. Pues a inicios del siglo XX las señoritas encargadas de la sociedad solicitaron al ayuntamiento una donación en efectivo, con el fin de ayudar en los trabajos del hospital que la sociedad estaba construyendo en la ciudad. El gobierno aprobó la petición debido al trabajo humanitario que la sociedad realizaba, otorgando un donativo de $100.00, que serían destinados para la compra de equipo equ ipo médico206 . Cuatro años más tarde, en 1905, el gobierno del municipio prestó nuevamente su ayuda al hospital, en esa ocasión se le concedieron gratuitamente y a perpetuidad 13 mil 202 203

 AHENL, Escuelas Particulares, caja 1, exp. 1, 1849-1912.  AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1912/042.

204   Ibid  ., 205 Ibid .,

vol. 999, exp. 1911/048. 19 11/048.  Ibid., vol. 999, exp. 1912/043.  Ibid., 206  Ibid.,, vol. 999, exp. 1901/037.  Ibid. 63

 

metros de agua para su uso exclusivo, siempre y cuando la asociación se encargara de construir la tubería correspondiente 207. En cambio, en 1915 el mism mismoo gobierno dirigió un oficio a la presidenta de la Sociedad San Vicente, solicitándole que no se siguieran utilizando las aguas del municipio para el uso del hospital, pues aseguraban que no existía 208

constancia alguna que le confiriera tal derecho . Estos casos del cambio de actitud de los gobiernos hacia todo lo que oliera a religión y catolicismo, se explican por el ya antes mencionado anticlericalismo gubernamental, lo que demuestra un cambio de paradigma en los gobiernos que buscaban agudizar la modernización y el laicismo, aunado a las circunstancias de la lucha revolucionaria, pasando así de la conciliación al radicalismo. El contraste es destacable  pues en años aanteriores nteriores los gobiernos mu municipal nicipal y estatal no interfirieron en las actividades de las asociaciones católicas e incluso en algunos casos dieron su apoyo a las mismas.  

Por otro lado, es importante señalar que durante la época analizada la Iglesia estuvo muy activa en las cuestiones espirituales y de impartición de doctrina cristiana. Por ejemplo, para 1908 la Arquidiócesis de Linares contaba con la asociación de la Propagación de la Fe, presidida por el canónigo Alfredo Dávalos, la cual tenía algunos centros en las siguientes parroquias: Del Sagrario, Sagrado Corazón de Jesús, así como en los colegios de la Sagrada Familia y el Señor de San José, asimismo, existían otros grupos en los municipios de Salinas Victoria, Villaldama, Sabinas Hidalgo, Bustamante, Lampazos, Dr. Arroyo y Mier y Noriega, entre otros209 . De igual modo, entre 1911 y 1912 se realizó un importante trabajo trabajo misionero a cargo de llos os padres Redentoristas en llos os municipios de Allende y Montemorelos. Así, en 1911 se formaron en Allende cinco misiones que duraron un mes y medio, y se realizaron 78 casamientos, 25 bautizos y se repartieron 1,690 comuniones; mientras que en Montemorelos fueron ocho las misiones donde se predicó, las cuales duraron casi dos meses de existencia, y durante ese tiempo se efectuaron 74 casamiento, 67 bautizos y 3,260 comuniones. Para 1912 se predicó por un espacio de 8 meses y medio en 36 misiones,

207  Ibid. 208  Ibid.,,

vol. 999, exp. 1905/007.  Ibid., vol. 999, exp. 1915/014.  Ibid., 209  AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, septiembre de 1908, año 1, no. 10. 64

 

teniendo como resultado 208 casamientos, 116 bautizos y se distribuyeron 6,219 comuniones210. Con respecto a la Iglesia en las cuestiones sociales, es probable que el auge de la masonería en el estado y de otros sociedades como la YMCA entre los jóvenes, además de los múltiples sindicatos de empresa con diversos sustentos ideológicos, llevaron en 1912 al arzobispo de México, José Mora y del Río, junto con los arzobispos de Puebla y Durango, y los obispos de León, Tepic y Zacatecas (con motivo de la Cuarta Semana Social realizada en Zacatecas), a proponer que se celebrara anualmente en cada provincia eclesiástica (incluyendo la de Linares), una Semana Social, a la cual debían asistir el mayor número de sacerdotes. En dicha Semana se impartiría un curso social teórico-práctico, con temáticas seleccionadas por el presidente de la Acción Social Católica 211. Además, cabe mencionar que ya en 1910 el presbítero Manuel Cabello publicó en Monterrey un texto titulado titulado El  El Cordero de Dios. Dios. Ahí el sacerdote habló ampliamente sobre la vida de Jesucristo, pero además incluyó un breve apartado titulado “Socialismo, capital y trabajo”,, donde mencionaba que el socialismo es una “solución” que no es posible, debido trabajo” al imperante individualismo característico de la civilización humana. Asimismo, basándose en un salmo de David, apuntó que Dios no iba a desproteger al trabajador que fuera entendido y diligente212 . Por otra parte, el  Boletín Eclesiástico Eclesiástico   hacía menciones periódicas a la llamada cuestión cuest ión social, entendiéndola como “el “el conjunto de obras que los católicos han de realizar  para ir al pueblo y traerlo a Cristo”, o como “el “ el conflicto que resulta del capital y el trabajo, el patrón y el obrero”, obrero”, además integraban opiniones de autores como Alfonso Kannegieser, quien mencionaba que tres factores integraban la solución a dicha cuestión y eran: el Estado, los patrones y los obreros, el primero por las leyes protectoras, los patronos por el espíritu de justicia y caridad, y los obreros por el espíritu de orden y de ahorro 213 . De tal modo, se evidencia que la Iglesia regiomontana no cesó sus acciones para difundir la Doctrina Social de la Iglesia y buscar incidir en la organización de los trabajadores. 210

 Ibid., diciembre 1912, año 5, no. 12.  Ibid., 211  AHAM, Obispos, caja 8, legajo 118, foja 929. 212  Manuel Cabello, El Cabello, El Cordero de Dios, Dios, Tipografía “La Luz”, 1910, p. 86.  86.  213  AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, octubre de 1908, año 2, núm. 11, y enero de 1910, año 3, núm. 10. 65

 

2.3. La Doctrina Social frente al anticlericalismo revolucionario, 1914-1917 El clero católico mexicano no se vio afectado tras la caída del presidente Díaz durante los  primeros años de la Revo Revoluci lución. ón. No obstante, los revolucionaros acusaron acusaro n al clero de haber apoyado al golpe militar de Victoriano Huerta, así como su ascenso a la presidencia en 1913, causando descontento entre los constitucionalistas 214. De tal modo, “el resurgimiento del jacobinismo en la política mexicana estuvo relacionado con la decadencia del régimen de Díaz y especialmente entre un grupo de liberales críticos, integrados a través del Partido Liberal Mexicano”215, liderado por los hermanos Flores Magón, quienes fueron los  precursores intelectuales del movimiento revolucionario de Francisco I. I . Madero en 1910. Entretanto, en may mayoo de 1911 surgió el Partido Católi Católico co Nacional (PCN) como resultado del Catolicismo Catolicismo social en México, bajo el lema “Dios, Patria y Libertad” y con un  programa demócrata-cristiano216. Los miembros de este partido lograron triunfos en los estados de Jalisco y Zacatecas; recibieron 4 senadurías y 19 diputaciones federales, además de algunas presidencias municipales en los estados de Puebla y de México 217 . Asimismo, el PCN también estuvo presente en Nuevo L León, eón, lo cual puede verificarse con base en la correspondencia que tuvo el presidente del Centro Local del estado con su igual en Chiapas, Juan F. Zepeda, en abril de 1913. En dicha carta se reproducía el mensaje del presidente general del partido, recomendando la fundación de nuevos centros y exhortando a que “todos estén preparados  para sostener sost ener a los ca candidatos ndidatos par paraa presidente y vicepresidente de la Nación” 218; además, el  partido tenía aspirantes a legisladores locales y magistrados del Tribunal Superior de Justicia219. Sin embargo, “a pesar de la formación del Partido Católico y de sus buenos

214

 Saldaña, Anticlericalismo  Saldaña, Anticlerical ismo,, 2009, p. 82. Cruce,, 1998, p. 121.; estas posturas pueden verse en tres de los periódicos fundados por ellos:  El   Camp, Cruce  Ahuizote,,  El Hijo del Ahuizote  Ahuizote Ahuizote y  y Regeneración  Regeneración.. 216  Eduardo J. Correa, El Correa, El Partido Católico Católico Nacional y sus detractores. detractores. Explicación de su fracaso y deslinde deslinde de responsabilidades,, México, D.F., Fondo de Cultura Económica, 1991, p. 12. responsabilidades 217  Ibid. 218  Ibid.,, 1991, pp.13-14.  AHAM, Obispos, caja 6, legajo 85, foja 754. 219  Ibid.,, caja 6, legajo 85, foja 753.  Ibid. 215

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resultados electorales de 1911, el ambiente católico se sentía desplazado y hasta perseguido entre las luchas de las fr acciones acciones revolucionarias”220. Asimismo, el partido también fue acusado de apoyar el golpe de Estado de Huerta, llevándolo a su fin en 1914. Para Jean Meyer, “no todos los militantes del PCN fueron antimaderistas, ni todos fueron huertistas convencidos o convenencieros, pero después de leer a Correa (su libro  El Partido Católico Nacional ) no me cabe duda de que algunos lo fueron de tal manera que atrajeron sobre sus cabezas y sobre la Iglesia y el pueblo católico en general la bien justificada justifica da ira carrancista”221 . En Nuevo León, esta llamada “ira carrancista” estuvo liderada por Antonio I. Villarreal 222, quien fue el máximo representante del anticlericalismo en el estado y buscó mantener a la Iglesia alejada de los asuntos  políticos. Durante su gobierno se ejerció la coerción contra el clero, clausurando templos,  prohibiendo la confesión, permitiendo el saqueo del Obispado, la destrucción de la  biblioteca del arzobispo Plancarte y Navarrete y del Templo de San Francisco de origen colonial223, así como la expulsión de sacerdotes extranjeros y la clausura de algunos templos. Bajo estas condiciones, quedó debilitado el poder  pastoral 224 , ejercido sobre los fieles (incluyendo a la élite) a través de los templos y sociedades católicas. Estas acciones anticlericales afectaron también a los clérigos Pedro M. del Campo, Jesús Villanueva y H. Salazar Martínez quienes fueron capturados por soldados constitucionalistas para ser llevados a la penitenciaría del estado225. Para Villarreal, el clero católico había traído desorganización y discordia a México,  pues éste había apo apoyado yado a los gobiernos reacc reaccionarios ionarios y conservador conservadores es desde Sa Santa nta Anna y Bustamante, hasta Porfirio Díaz y Victoriano Huerta, considerándola una institución más 220

 Moreno, “Devoción”, 1997, p. 120.  120.    Partido,, 1991, p. 16.  Correa, Partido  Correa, 222  Maestro rural de origen lampacense, designado por Carranza como gobernador y comandante militar del estado de Nuevo León en 1914. Fue compañero de prisión de los hermanos Flores Magón, así a sí como miembro del Partido Liberal Mexicano. 223  Saldaña, Anticlerical  Saldaña,  Anticlericalismo ismo,, 2009, p. 83; y Roel, Apuntes Roel, Apuntes,, 1980, pp. 270 y 271. 224  Para Foucault, “el poder del pastor es un poder que no se ejerce sobre un territorio; por definición se eje ejerce rce sobre un rebaño”,  rebaño”,   véase: Michel Foucault, Seguridad, territorio, población. Curso en el Collège de France (1977-1978),, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, (1977-1978) Económica, 2006, p. 154. 225   Óscar Flores Torres, “El Constitucionalismo en Nuevo León. El gobierno de Antonio I. Villarreal” , en: Morado, Nuevo Morado,  Nuevo León, León, 2007, p. 57.; AHENL, Minutas, Minutas, C-1914. 221

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orientada hacia la política que a la religión226 . Estas actitudes de la Iglesia llevaron al gobernador a emitir un decreto anticlerical en julio de 1914, para respaldar las acciones que ya venía realizando, entre ellas la orden que dio a los alcaldes de cada municipio del estado de quemar confesionarios, expulsar sacerdotes y cerrar iglesias 227. En dicho decreto señalaba la expulsión de los sacerdotes extranjeros y el cierre de algunos templos, además prohibía el uso del confesionario y la sacristía (elementos esenciales del culto católico), pues pu es los consideraba “temibles como un antro de  prostitución”; el reglamento también señalaba la clausura de los colegios católicos que no tuvieran como director a un maestro normalista y quien no cumpliera con esto sería multado con 100 a 500 pesos o arresto de dos a cuatro meses 228. Una de las iglesias que el gobierno ordenó clausurar en octubre de 1914 fue el templo del Señor San José, con el criterio de que éste no presentaba garantías suficientes a los fieles que lo concurren para 229

celebrar los cultos ; asimismo, el templo de la Trinidad, fue clausurado y ocupado por los revolucionarios carrancistas, quienes lo convirtieron en cuartel militar durante ese periodo,  permaneciendo así hasta 1919 230. En contraposición a la ley, el vicario general de la mitra, José Guadalupe Ortiz, manifestó su oposición en dos puntos: en primer lugar, protestó contras las acusaciones realizadas contra el clero y la sociedad católica, calificándolas de “injuriosas”; en segundo término, pronunció su rechazo contra la prohibición de la sacristía y el confesionario, pues eran necesarios para los sacramentos reconocidos por la Iglesia y, para él, suprimirlos tendría apariencia de apostasía. Además, afirmó que el clero católico no estaba inmiscuido en los asuntos políticos de aquel momento, motivo por el cual suplicó al gobernador

226

 AHENL, Asuntos Eclesiásticos (Religión), caja 5, exp. 1.   Existen telegramas entre los alcaldes y el gobierno del estado dando a conocer el cierre de templos e incineración de confesionarios en los municipios de Monterrey, Sabinas Hidalgo, Linares, Lampazos, Montemorelos,, San Nicolás de los Garza, Villa de Santiago, Marín, General Bravo, Villa de Juárez, Iturbide, Montemorelos General Terán, El Carmen, Apodaca, Abasolo, Allende, Galeana, General Escobedo, Villa de Guadalupe, Hualahuises, Agualeguas, Rayones, General Treviño, Aramberri, Vallecillo y Mina.; Ibid. Mina.;  Ibid.,, caja 5, exp. 1. 228  Idem .; y Saldaña, Anticlericalis Saldaña, Anticlericalismo mo,, 2009, p. 85-86. 229  Idem.;  AHAM, Obispos, caja 8, legajo 118, foja 930. 230   Álbum  Álbum,, 1924, p. 6. 227

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modificar el edicto, y de no hacerlo, todos los miembros del clero estarían imposibilitados  para ejercer su ministerio 231. A pesar de las protestas del clero, la ley de 1914 siguió su curso, aunque el periodo álgido del anticlericalismo sólo prevaleció un año, ya que Antonio I. Villarreal terminó su gestión al año siguiente. No obstante la legislación siguió vigente, pero no todos acataron sus disposiciones. Por ejemplo, el presbítero Pedro del Palacio, de origen español, ignoró la orden de abandonar el país el 1 de febrero de 1916 y acudió al vicecónsul español en Monterrey, José Pío Lagüera232, quien lo albergó en el consulado de España. Sin embargo, ambos fueron expulsados del país veinte días después por órdenes de Venustiano Carranza; no obstante, el vicecónsul regresó al país en marzo con la autorización del mismo  presidente.

2.4. Después del desierto: la reorganización de las actividades sociales católicas de Monterrey, 1917-1920 Este apartado pretende explicar la etapa de reconfiguración o reorganización de los clérigos y laicos que realizaban acciones sociales en Monterrey, en el contexto del resurgimiento del Catolicismo social mexicano, donde las Congregaciones Marianas fueron de suma importancia para que la propuesta social católica avanzara en las Arquidiócesis. Sus integrantes y sus líderes tenían claro que la acción social era el propósito de dichas agrupaciones, las cuales preferentemente debían ser organizadas desde el interior de los templos, donde también se generaban lecturas católicas y sobre sociología cristiana. Por otro lado, el programa constitucional de 1917 buscaba limitar y condicionar a los religiosos de la participación política y educativa, relegándolos exclusivamente al ámbito espiritual y privado233 ; sin embargo, antes de que se promulgara la Constitución en febrero de 1917, dado que ésta se había venido debatiendo durante los dos meses previos, un grupo de señoras católicas de Monterrey dirigieron el 5 de enero de 1917 un documento 231

 Ibid., caja 8, legajo 120, foja 940.  Ibid., 232  José Pío Lagüera se convirtió en suegro del empresario Eugenio Garza Sada en el año de 1922, en ese mismo año ambos integraron la Orden de los Caballeros de Colón en la ciudad de Monterrey. 233  Moreno, “Devoción", 1997, p. 1997, p. 125. 69

 

a la Nación con respecto al artículo 3, donde protestaban contra las leyes considerándolas “opresoras y odiosas” y opuestas a la religión católica.  católica.   “Los redactores de la Constitución de 1917 atacaban a la Iglesia católica por muchos motivos, pero de acuerdo con un estudioso de los debates constitucionales, el tema más constante fue el de ‘destruir el dominio dominio ideológico de la Iglesia’” 234. Por esta razón, las  personas que protestaban contra la Constitución se oponían particularmente a la ley educativa, expresándose de la siguiente manera: Comprendemos también que esa instrucción laica, racional o como quiera llamársele, es una educación atea, impía, por más que la hipocresía de la impiedad pretenda disimularlo; comprendemos en fin que una educación de esa clase es un golpe de muerte atestado a lo que más amamos en el mundo: a los bienes de nuestra bendita religión y al alma de los nuestros 235.

Evidentemente, esta petición no tuvo grandes repercusiones en el Congreso Constituyente de Querétaro. No obstante, quedó comprobado nuevamente que un sector de la sociedad regiomontana estaba preocupado por la situación del clero católico ante las leyes que se venían gestando, pues estaban interesados políticamente en el porvenir (para ellas negativo), no sólo de la institución eclesiástica, sino también del futuro moral que la sociedad tendría en caso de aprobarse el artículo 3.   A pesar de las leyes, la mayoría de los colegios católicos continuaban abiertos en Monterrey, sin ser interrumpidos en sus labores. Por otro lado, durante 1918 y principios de 1919 aún prevalecían vigentes algunas de las acciones anticlericales implementadas en el período de Villarreal. De tal modo, el arzobispo Plancarte, quien había tenido que236 partir al exilio durante dicha época, aún se hallaba en el extranjero en la ciudad Chicago . Sin embargo, el clero, así como miembros de las familias Rivero Gajá y Garza Sada, y la compañía José Calderón y Sucs., intervinieron para que el arzobispo Plancarte pudiera regresar al país. El presbítero José Guadalupe Ortiz, quien durante la ausencia de Mons. Plancarte fungió como vicario general, trabajó para que esto se hiciera posible y en febrero de 1919 hizo circular un volante donde suplicaba a la sociedad regiomontana que firmara la petición que se dirigiría 234

 Camp, Cruce Cruce,, 1998, p. 46. 235 236  AHAM, Obispos, caja 8, legajo 122, foja 943.   Israel Cavazos Garza,  Diccionario Biográfico de Nuevo León. Tomo II,  II,  Monterrey, N.L., Universidad Autónoma de Nuevo León, 1984, p. 378.; y Saldaña, Anticlerica Saldaña,  Anticlericalismo lismo,, 2009, p. 86. 70

 

al presidente de la República para que el arzobispo pudiera regresar 237 ; además, estuvo saliendo y entrando del país durante dicha gestión 238. Como consecuencia de lo anterior, y en un contexto general de mayor conciliación a nivel nacional, Carranza ordenó a finales de marzo 239, por conducto de la Secretaría de Gobernación, la autorización para que se le permitiera volver al país al arzobispo Plancarte240. La noticia de la anuencia del presidente fue enviada por telegrama por la Compañía José Calderón y Sucs. al propio arzobispo241. Éste recibió el permiso para salir de Chicago el 7 de mayo hacia San Antonio y el 12 del mismo mes para Matamoros; quienes estuvieron al tanto de dichos traslados fueron Angelina Rivero, hija del empresario Valentín Rivero242, pues dio seguimiento al retorno del señor Plancarte, así como Isaac Garza, a quien el prelado agradeció en correspondencia por sus gestiones y telegramas 243. A su regreso, el arzobispo reorganizó la curia, hizo una nueva división de parroquias, creó los vicariatos foráneos y se volvió a publicar el  Boletín Eclesiástico Eclesiástico   que la Revolución carrancista había suprimido 244 . Ese mismo año, los Garza Sada volvieron a manifestarse en favor de los intereses del clero, especialmente del arzobispo, pues la señora Consuelo Sada, esposa del dueño de la Cervecería Cuauhtémoc, fue comisionada por las señoras católicas de Monterrey para entrevistarse con el presidente de la República, Venustiano Carranza, en septiembre de 1919, adonde asistió con su esposo. En dicho encuentro pidió al jefe revolucionario el Palacio Arzobispal para el prelado, a lo que éste se opuso argumentando que no era posible,  pero le sugirió que hiciera la petición al Ministerio de Hacienda, oofreciéndole freciéndole que se pagara 237

 AHAM, Obispos, caja 8, legajo 124, foja 958.  Ibid.,, caja 8, legajos 124, foja 964.  Ibid. 239   Para 1919 la tensión anticlerical había disminuido, como prueba de ello fueron los múltiples retornos auspiciados por Carranza, de prelados, y religiosos que habían sido exiliados entre 1914-1917. Entre los arzobispos y obispos que retornaron a México en ese año, fueron: Ignacio Valdespino y Díaz, obispo de Aguascalientes; José María Mora y del Río, arzobispo de México; José Juan de Jesús Herrera y Piña, obispo de Tulancingo y Leopoldo Ruiz y Flores, arzobispo de Morelia, entre otros; sin embargo algunos lo hicieron de forma clandestina como Miguel de la l a Mora, obispo de Zacatecas y Francisco Orozco y Jiménez, ar arzobispo zobispo de Guadalajara, véase: Ma. Alicia Puente Lutteroth, “Anticlericalismo carrancista y exilio católic o a Texas, 1914-1919”, 1914-1919 ”, en: Savarino y Mutolo Mutolo (coords.),  Anticlerica  Anticlericalismo, lismo, 2008,  2008, p. 458. 240  AHAM, Obispos, caja 8, legajo 124, foja 970. 241  Ibid.,, caja 8, legajo 124, foja 969.  Ibid. 242  Ibid.  Ibid.,, caja 8, legajo 124, foja 976. 243  IbId.,, caja 8, legajo 124, foja 967.  IbId. 244  Aureliano Tapia Méndez, Pablo Méndez,  Pablo Cervantes, Cervantes, un sacerdote sacerdote en su tiempo, tiempo, México, Jus, 1971, p. 37. 238

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una renta módica por el uso del de l mismo, pues la “Revolución estaba aún muy reciente” 245. En este mismo documento, la señora Sada de Garza recomendó al prelado aceptar la opción del presidente, para evitar que el gobierno se quedara definitivamente con el inmueble.  No obstante el poco éxito de la anterior gestión, la respuest respuestaa por parte del clero ante los esfuerzos de la señora Sada fue de agradecimiento por su labor, aunque se hallaba inconforme con su propuesta de pagar renta por el recinto, pues no aceptaba las condiciones del presidente; cabe mencionar que ni el arzobispo ni los clérigos eran dueños de los bienes eclesiásticos, sino únicamente administradores, pues ese derecho había sido suprimido desde las Leyes de Reforma y afianzado por la Constitución de 1917 246 . En cuanto a esto, el arzobispo Plancarte expresó lo siguiente a la señora Sada: Esas leyes que nos arrebataron la propiedad nos dejaron el usufructo de las residencias episcopales. Ahora, si para volver a ellas tenemos que pagar renta, supóngase usted que es de un centavo al año, ese centavo significaría que nosotros cedíamos el derecho de  propiedad que hasta ahora hemos querido conservar aunque por las circunstanci circunstancias as nunca hayamos querido ejercitar y esto en conciencia no lo podemos hacer y yo estoy dispuesto a ceder en todo, pero ni una línea mis deberes de conciencia 247.

Sin embargo, se puede afirmar que, a pesar de la negativa de Carranza en cuanto al Palacio Arzobispal, los años con mayor tensión anticlerical habían llegado temporalmente a su término, la cual se debió a las fricciones entre los grupos en conflicto,  pues la “religión al ser una fuente de poder con un componente fuertemente informativo, permite concentrar considerables energías y tejer una red muy compacta de resistencias resistencias””248.  De tal modo, a  pesar del anticlericalismo revolucionario y plasmado en la legislación, la Iglesia se mantuvo firme y con plena posibilidad de reorganizarse y fortalecerse apenas hubo condiciones de menor tensión, para lo cual el Catolicismo social era un recurso esencial. De tal modo, esta discontinuidad del jacobinismo permitió el surgimiento de otras formas de asociación religiosa, adicionales a las que ya existían en Monterrey, como la Sociedad de Sirvientas “Santa Zita” (creada en 1919), en la que participaban Elisa y Clotilde Rivero, Matilde Hellion, Elena Zambrano, Rosario Sada, Francisca Martínez

245

 AHAM, Obispos, caja 8, legajo 124, foja 1000. 246  Ibid.  Ibid.,, caja 8, legajo 124, foja 1002. 247  Idem..  Idem 248  Raffestin, Geografía Geografía,, 2011, p. 93. 72

 

Muguerza y Consuelo Mendirichaga 249, así como también el establecimiento de las Congregaciones Marianas y la Asociación Católica de la Juventud Mexicana en 1917 y 1920 respectivamente, dirigidas por sacerdotes y jóvenes laicos. Todo lo anterior evidencia que existía una significativa influencia de la Iglesia en algunos sectores de la sociedad neoleonesa, particularmente en las élites, y no prevalecía de manera generalizada un “relativo y conocido desapego al catolicismo”, como lo han señalado algunos autores 250. La Congregación Mariana del Roble (también llamada de Jóvenes) fue fundada  precisamente en el ttemplo emplo del d el Roble el 13 de mayo de d e 1917, en un periodo de “enconada agitación política y crisis ideológica” 251, y quien estuvo al frente de ella fue el sacerdote Juan José Hinojosa Cantú. Un año después se fundó otra Congregación en la Iglesia Catedral, por el padre Raymundo Jardón 252; ambos sacerdotes fueron los principales, encargados de difundir el Catolicismo social. Para Moisés Saldaña, la fundación de las 253

Congregaciones Marianas, fue signo de la relativa paz religiosa de la época

.

Sin embargo, para el Consejo Central de las Congregaciones Marianas de Varones de la República, el hecho de que hubiera pocas agrupaciones de este tipo en Monterrey no era suficiente; por lo que en 1919 solicitó al arzobispo Plancarte (que recién había regresado del exilio), que éstas se multiplicaran. El Consejo ofreció su ayuda con la realización de los trámites para la creación de centros regionales y la capacitación para los sacerdotes, así como su agregación a la Prima Primaria de Roma, para que éstos se unieran a su campaña contra la “inmoralidad” que, que, según afirmaban, el país pasaba aquel 254

entonces . El arzobispo Plancarte estuvo de acuerdo con lo planteado por el Consejo, por lo que a su vez solicitó un listado con nombres y direcciones de los sacerdotes a los que les harían llegar la información para la fundación de las Congregaciones Marianas locales255. Asimismo, el Prelado implantó un sistema de centralización que llamó Comisión de

249

 AHAM, Obispos, caja 8, legajo 124, foja 972.  Flores, “Constitucionalismo”, en: Morado, Nuevo Morado, Nuevo León, León, 2007, p. 55. 251  José Ortiz Bernal, Juan Bernal,  Juan José Hinojosa Cantú, Siervo de Dios. Los hombres de Nuevo León, Monterrey,  N.L., Gobierno Gobierno del Estado de Nuevo L León, eón, 1994, p. 7. 252  Saldaña, Anticlericalism  Saldaña,  Anticlericalismo, o, 2009,  2009, p. 89; Hermes Campos, El Campos, El mundo del padre Raymundo, Raymundo, Monterrey, N.L., Sociedad de Amigos del Padre Jardón, 2000, p. 41. 253  Saldaña,  Saldaña, Anticlerical  Anticlericalismo ismo,, 2009, p. 88. 254  AHAM, Obispos, caja 8, legajo 124, foja 1004. 255  Ibid.,, caja 8, legajo 124, foja 1029.  Ibid. 250

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Catecismo, en donde incluyó a las asociaciones pías y sociedades católicas de señoras, señores y jóvenes256 . Pese a las recomendaciones del Consejo sobre crear más Congregaciones Marianas, esto no se pudo desarrollar, por lo que sólo la del Roble perduró, teniendo una destacada labor social, de modo que sirvió de base para la fundación en 1920 de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana en la entidad, que en ese mismo año estableció tres centros, quienes trabajaban con la juventud en conjunto con la antigua Sociedad “D. Bosco””257. Cabe mencionar que la ACJM fue una de las principales asociaciones Bosco  preocupadas por las cuestiones sociales y que abrió el camino para el establecimiento en diversas diócesis del país de otros grupos católico-sociales que habían sido fundados a nivel nacional desde años atrás como: los Caballeros de Colón en 1905 y la Asociación de Damas Católicas Mexicanas en 1912 (llamada Unión de Damas Católicas desde 1920) 258. Asimismo, la reconfiguración de todos los frentes del Catolicismo social, permitió que la prensa y publicaciones católicas resurgieran, de modo que las siguientes dos  publicaciones volvieron vo lvieron a distribuirse en e n la Arquidiócesis: el e l Boletín Eclesiástico, Eclesiástico , que dejó de publicarse en 1919, y la Hoja la  Hoja Dominical , que circuló de 1908 a 1911, volvió a editarse en 1920 por disposición de Mons. José Guadalupe Ortiz y López; este última publicación tuvo un tiraje de 4,500 ejemplares en el primer año de su segunda época y, según afirmaba fue reanudado con el objeto de hacer frente a la propaganda protestante 259; también en 1920 fue reinstalada la Sociedad Mutualista de Sacerdotes, resurgiendo así el catolicismo  popular, activista y emprendedor. Cabe mencionar que quienes estuvieron en la junta directiva de la Sociedad Mutualista de Sacerdotes cuando ésta fue refundada, fueron sacerdotes que tuvieron una gran participación en el auge del Catolicismo social, como: Luciano de la Paz, Pablo Cervantes y Juan José Hinojosa 260 , presidente, secretario y tesorero respectivamente.

256

 AHAM, Boletín Eclesiástico  AHAM, Boletín Eclesiástico,, agosto 1920, año 1, no. 8.  Ibid., enero  Ibid.,  enero de 1920, año 1, núm. 1. 258  Ceballos,  Ceballos, Historia  Historia,, 2004, p. 67. 259  AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, marzo de 1920, año 1, no. 3. 260  Ibid.,, mayo 1920, año1, no. 5.  Ibid. 257

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Para el inicio de la década de los años 20, una importante parte de la sociedad católica de Monterrey se aglomeró en los templos más importantes de la ciudad para retomar las prácticas de espiritualidad. Es decir, la doctrina cristiana se conjugaba entre la devoción y práctica sacramental, y la acción social; por ejemplo, en mayo de 1920 se realizaron misas con motivo de que niños, sirvientas, obreros, señoras, señores y reos de la  penitenciaría realizaron la primer comunión por otro lado, en la Iglesia Catedral y en el templo del Roble, se llevaron a cabo conferencias a cargo del padre jesuita Cabrera y el sacerdote salesiano Rosso, a las que asistieron cerca de 2, 000 personas 261. A partir de la  participación del sacerdote jesui jesuita ta y eell padre salesiano, se abrió a brió la puerta para que q ue en e n años a ños  posteriores se realizaran más asambleas y co congresos ngresos sobre Doctrina Social S ocial Cristiana en la entidad, en las que participó el conocido jesuita, Alfredo Méndez Medina. Con respecto a la ACJM, ésta fue fundada por el padre Bernardo Bergöend en 1913 y su comité regional en Nuevo León se instaló el 20 de julio de 1920. Se puede afirmar que, gracias a su labor, a partir de entonces se transmitió la Doctrina Social de la Iglesia con mayor intensidad. intensidad. El comité acejotae acejotaemero mero tuvo su origen en el grupo “Guardia Juvenil del Sagrado Corazón de Jesús”, Jesús”, que presidía el padre Pablo Cervantes 262 en la casa parroquial de la Catedral263 . Ese mismo año, el presbítero Rafael Plancarte fue nombrado asistente eclesiástico del comité, con motivo de las fiestas del XXV aniversario de la Coronación Pontificia de la Virgen de Guadalupe en la ciudad de México 264, y Fortunato R. Esquivel fue designado como primer presidente del Consejo Regional265  (véase anexo 2). Es importante remarcar la importancia de la participación de los sacerdotes en las asociaciones, ya que por medio de ellas, el sacerdote afianza su influencia, sobre los

261

 Idem.   Idem.   Pablo Cervantes llegó a Monterrey en febrero de 1917 19 17 procedente de Amealco, Querétaro; fue fundador de la ACJM en Monterrey y de la Unión Profesional de Señoritas en 1922, que posteriormente se llamó Solidaridad Femenina, Femenina, la cual buscaba el beneficio beneficio de las empleadas pobres. Israel Cavazos,  Diccionario Tomo I , 1984, p. 97. 97. 263  Tapia, Cervantes Cervantes,, 1971, p. 33. 264  AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico, Eclesiástico, diciembre 1920, año 1, no. 12.; En los estatutos de la Confederación de las Asociaciones Católicas de México se recomendaba que en cada junta local hubiera un asistente eclesiástico, véase: AHAM, Obispos, caja 8, legajo 124, foja 1013. 265  Álbum,, 1924, p. 21; Tapia, Cervantes  Álbum Cervantes,, 1971 p. 34. 34. 262

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 jóvenes,  pues “tiene ocasiones de aconsejarlos, instruirlos, de llevarlos a la luz del evangelio y repartirles el pan de la divina palabra” palabra ”266. De acuerdo con Aureliano Tapia, fueron dos jóvenes los que propusieron que el grupo juvenil del Sagrado Corazón se convirtiera en un grupo de la ACJM: Emeterio Martínez de la Garza y Agustín José González, quienes “se “se encontraban de vacaciones en Monterrey y asistían a las reuniones del padre Pablo Cervantes en la Catedral quien impartía cursos de acción social en la citada iglesia iglesia””267. A partir de esto, el comité se integró por varios grupos locales con orientación hacia la acción social. Es importante mencionar que la Doctrina Social Cristiana en Monterrey fue difundida desde los grupos de poder. En este sentido, los empresarios y comerciantes también recibieron influencia de la propuesta de León XIII, pues además de los grupos integrados a la ACJM, existían otros comités orientados hacia estos mismos principios, aunque diseñados para miembros de la élite, como lo fueron: el Consejo de Nuestra Señora de Monterrey No. 2312, la Asamblea General de 4° Grado “Fray Antonio de Jesús Sacedón”, ramas Sacedón”,  ramas adyacentes a la Orden de los Caballeros de Colón y la Unión de Damas Católicas de Monterrey. En seguida se describirán brevemente los grupos recién mencionados. El primer Consejo de Nuestra Señora de Monterrey No. 2312 fue fundado el 16 de octubre de 1921, debido a las gestiones realizadas para lograr tener una rama adyacente de la Orden de los Caballeros de Colón en la entidad neoleonesa. Durante los  primeros años de actividades, el grupo tenía apen apenas as 60 miembros, pues p ues los requisitos requ isitos para par a ser candidatos al Consejo consistían en ser personas de excelente posición social y 268 acentuados principios religiosos . El primer Gran Caballero fue José Pío Lagüera, ex vicecónsul español en Monterrey, iniciador de los trabajos de la Orden y quien promovió activamente hacer más numeroso el total de los socios propietarios; además, fomentó las propagandas obreras y estableció juntas periódicas en las que se desarrollaban conferencias sociológicas por connotados sacerdotes de la localidad 269. Él fue también quien inauguró el primer local del 266

 AHAM, Boletín Eclesiástico  AHAM, Boletín Eclesiástico,, noviembre noviembre 1920, año 1, 1, no. 11. 267  Tapia, Cervantes Cervantes,, 1971, p. 34. 268  Álbum,, 1924, p. 15. (véase anexo 3).  Álbum 269  Idem.    Idem.

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consejo en la calle Hidalgo, frente a la Plaza Degollado. Asimismo, ya antes se han señalado vínculos de Lagüera con algunos miembros del clero, como cuando le brindó asilo al padre Del Palacio. Por otro lado, un años más tarde se instaló la junta local de la Unión de Damas Católicas Mexicanas, considerada como una de las primeras agrupaciones de esta índole en la República y dedicada a la realización de obras benéficas en pro de la sociedad. Como se apuntó previamente, la Unión fue establecida a nivel a nacional en 1912, siendo su fundador el padre jesuita Carlos M. de Heredia, a instancias del arzobispo Mora y del Río de la ciudad de México 270. Su primera publicación fue La fue  La Mujer católica mexicana mexicana,, pero la violencia e inestabilidad política tras el golpe de Huerta hizo que “algunos grupos regionales afiliados desaparecieran por completo y la UDCM dejó de imprimir su revista””271. No obstante, en 1920 la Unión “comenzó revista “comenzó a publicar un nuevo periódico 272

mensual, La mensual,  La Dama Católica” Católica” . En Monterrey tuvo su fundación el 3 de febrero de 1922, la junta local de la UDCM, con sede en la calle de Abasolo núm. 41. Fue dirigida y auxiliada por el canónigo Rafael Plancarte e Igartúa, y su crecimiento en la ciudad fue rápido, pues para 1924 el número de sus asociadas ascendía a 542273. Cabe mencionar que esta asociación formaba parte de los 216 centros regionales que la Unión de Damas Católicas tenía a nivel nacional, y que para 1925 integraba a 22,885 socias 274 . Este grupo femenil logró la instalación de algunos centros sociales en diversos municipios de Nuevo León, como: Villaldama, Linares, Montemorelos y Cadereyta Jiménez; asimismo, cooperó en el sostenimiento del Seminario y participó también en la fundación de “sanas bibliotecas”, para la difusión de la ‘ buena ‘ buena prensa’ prensa’  (prensa católica), especialmente de la revista  Acción275, publicación con presencia a nivel nacional. Además apoyaban a diversos centros educativos y realizaban labores caritativas, como la visita a 270

  Kristina A. Boylan, “Género, Fe y Nación. El activismo de las católicas mexicanas, 1917 -1940”, en: en: Gabriela Cano, Mary KayVaughan y Jocelyn Olcott (comps.), Género, poder y política en el México  posrevolucionario,, México, Fondo de Cultura Económica, 2009, p. 317.  posrevolucionario 271   Ibid  Ibid .,., 2009, p. 318. 272  Ibid .,., 2009, p. 319 273  Álbum  Álbum,, 1924, p. 25, (véase anexo 4). 274  Ceballos, Historia  Ceballos,  Historia,, 2004, p. 68. 275  Álbum,, 1924, p. 25.  Álbum

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hospitales y cárceles, así como la manutención del centro Regeneración de la Mujer. La  primera Mesa Directiva fue integrada por: Carolina Villarreal de Madero, presidenta; Jeanne Hellion, secretaria; Beatriz Lafón de Rivera, tesorera; y Magdalena Gómez de Sada, vicepresidenta276. Todas ellas esposas de empresarios y hombres de negocios que dirigían y laboraban en las principales industrias de la ciudad. Se ampliará el análisis de la estructura y acciones de estos grupos católicos regiomontanos en el tercer y último capítulo de esta tesis.

2.5. Consideraciones finales La solución a la cuestión social propuesta por León XIII en su encíclica  Rerum Novarum Novarum   tuvo gran repercusión en México, al ser un país mayoritariamente católico. La Doctrina Social de la Iglesia también estuvo presente en Nuevo León desde diversos frentes: las  parroquias, sociedades católicas, círculos de obreros y prensa; no obstante, el primer Catolicismo social en Monterrey se vio interrumpido en 1914 y no pudo comenzar su reorganización sino hasta 1917, y de manera más significativa en 1919. Entretanto, las conductas políticas y religiosas de los católicos que participaban en la acción social a principios del siglo XX en Monterrey, reforzaron una postura conservadora frente a lo que tuviera que ver con el protestantismo, la masonería y otras ideologías como el sindicalismo de izquierda y el socialismo. Estos católicos, en su mayoría miembros de las clases acomodadas, tuvieron como asesores a clérigos que ocuparon importantes cargos en la Arquidiócesis de Linares, y que generalmente estaban al frente de las principales parroquias de la capital neoleonesa. De modo que, de forma similar a como en el siglo XIX estos católicos se opusieron a las Leyes de Reforma en 1874, también presentaron resistencia ante los embates revolucionarios, primero en 1914 frente el anticlericalismo de Antonio I. Villarreal y más tarde en 1917 cuando se manifestaron en contra del artículo tercero de la nueva Constitución; en este último episodio tiene mención especial la participación de la mujer católica.

276

 Idem..  Idem

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Asimismo, cabe destacar que el Catolicismo social en Monterrey transitó inicialmente por una etapa embrionaria (1891-1911), en la cual se forjaron algunas asociaciones de jóvenes y obreros que, pese a su condición emergente, sirvieron de base sólida para el establecimiento posterior de grupos sustentados en la Doctrina Social de la Iglesia. Más adelante, la acción social del catolicismo tuvo un período de retroceso debido al anticlericalismo revolucionario (1914-1916), pero pudo reorganizarse y fortalecerse a  partir de 1917. Esta etapa de resurgimiento sentó las bases para una relativa expansión a  partir de 1920, tanto a nivel nacional como regional. Esta última etapa et apa de fortalecimiento será la que se abordará en el capítulo siguiente.

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Capítulo 3. Del auge a la suspensión de cultos: la tercera etapa del Catolicismo social regiomontano, 1920-1926 ¡Vive Dios! que la verdad tendrá siempre defensores, y al lado de cada tirano que la oprima 277  tendrá siempre una voz que la  pregone . Profesor Jesús M. Leal278 

Entre 1920 y 1926 el catolicismo tuvo un papel preponderante en la reconfiguración social de la República, tras el conflicto revolucionario que desestabilizó a la sociedad mexicana durante más de una década. El proyecto social de la institución eclesial fue paralelo al del Estado. “Se “Se puede decir que el enfrentamiento entre Iglesia y Estado por la educación y la guía ideológica de la sociedad tomó tintes de una ‘batalla cultural’  cultural’  (Cultural War ), ), en donde se debatían debatían dos proyectos de Nación”, Nación”, uno liberal y secular, y el otro espiritualmente conservador e intransigente279 . Ambos poderes mantuvieron estas diferencias hasta la Colectiva y entró ruptura definitiva en julio de 1926, cuando se publicó la Carta Pastoral Colectiva y en vigor la Ley Calles. Por su parte, el estado de Nuevo León no estuvo exento de este proceso, pues la Doctrina Social de la Iglesia se esparció tanto en la teoría como en la práctica. En Monterrey, así como en otras zonas del estado, donde también se realizaron obras sociales, se llevaron a cabo durante la primera mitad de los años 20 conferencias, asambleas, semanas sociales y congresos eucarísticos, así como ceremonias religiosas dentro de algunas fábricas. Asimismo, se crearon asociaciones católico-sociales, sindicatos, y cajas de ahorro y de consumo, en las que participaron activamente desde niños hasta adultos. Estos seis años de acción social católica en la Arquidiócesis de Monterrey han sido denominados en esta tesis como la tercera etapa de este proceso, que abarcó desde una etapa de auge hasta la grave crisis de la suspensión de cultos, y de acuerdo con las fuentes consultadas la Doctrina Social de la iglesia tuvo una importante madurez en la ciudad durante este  periodo; estas acciones fueron desempeñadas por tres principales agrupaciones: agr upaciones: la ACJM, 277

  Fragmento del discurso pronunciado por el presidente de la junta local de la ACJM, con motivo del ambiente anticlerical en 1925. 278  Presidente de la junta local de la ACJM de Monterrey, en 1925. 279  Moreno, “Devoción”, 1997, pp. 125-126. 125-126.

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la UDCM y los Caballeros de Colón, cuyo origen en el estado ya ha sido expuesto en el apartado anterior, y las cuales participaron de forma destacada en la reorganización del Catolicismo social en la región. De tal modo, el presente capítulo analizará las prácticas que estos tres grupos realizaron durante su época en la Arquidiócesis. Se pretende explicar su influencia en la sociedad a través de sus obras de caridad, la creación de asociaciones católicas de diversa naturaleza, así como también su colaboración en la difusión de la doctrina cristiana, además de la exhortación a las personas de practicar continuamente los sacramentos. Estos grupos tuvieron presencia e influencia en diversos espacios como colegios, fábricas, hospitales y cárceles, es decir, fuera de los templos, lo que sin duda les llevó a tener facilidades y dificultades con el Estado. El primer apartado se enfocará en la difusión teórica de la doctrina social y de la sociología católica por medio de congresos, asambleas y conferencias que fueron realizados y promovidos por el arzobispo, y un grupo de sacerdotes y laicos comprometidos con la opción social católica. La segunda parte busca explicar las acciones de las asociaciones católicas, cómo se organizaron y cooperaron entre sí, además de las facilidades y contratiempos que tuvieron ante el gobierno. Finalmente, se hablará sobre la influencia del catolicismo en las cuestiones laborales, sindicatos, grupos de ayuda mutua, amén de las relaciones obreros-patronales.

3.1. Difusión, impulsores y enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia en Monterrey, 1920-1924 Tras la relativa calma gubernamental durante los últimos años del periodo carrancista, uno de los principales objetivos del resurgimiento del Catolicismo social mexicano fue su coordinación. Para ello, sus promotores decretaron la fundación del Secretariado Social Mexicano (SSM) en 1920280 . Asimismo, algunos sacerdotes jesuitas fueron de suma

280

 Ceballos, “Los jesuitas en el desarrollo”, en Signaut, 1997, p 215.  

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importancia en el avance de dicha enseñanza, como Bernardo Bergöend 281, Alfredo Méndez Medina, Arnulfo Castro y Carlos María Heredia 282, quienes estuvieron al frente de la acción católica a nivel nacional. De igual forma, en la Arquidiócesis de Monterrey existía la misma necesidad, pues había una gran cantidad de asociaciones y cofradías con diversos fines piadosos y sociales. Para el arzobispo José Juan de Jesús Herrera y Piña 283 (quien sustituyó en 1921 a Mons. Plancarte fallecido un año antes), esta multiplicidad perjudicaba a las agrupaciones más antiguas; además, la la escasez de clérigos era otro problem problemaa que tenían que enfrentar, pues éstos no podían administrar las organizaciones simultáneamente 284. Con base en estas dificultades, el arzobispo tomó la decisión de promulgar algunas reglamentaciones, y en diciembre de 1922 decretó cuatros puntos breves a considerar, siendo el primero el más importante. Este punto recomendaba erigir en todas las parroquias cinco cofradías fundamentales: la Hermandad del Santísimo Sacramento (Vela Perpetua), el Apostolado de la Oración, la Asociación de las Hijas de María, la Asociación de la Doctrina Cristiana (para impartir clases de catecismo) y la Conferencia San Vicente de Paul 285.  No obstante, o bstante, en la práctica las asociaciones aso ciaciones de acción católica-social católica-soc ial (la ACJM, los Caballeros de Colón y la UDCM), fueron integrando desde 1920 a sus filas a las asociaciones más antiguas y también a las más recientes 286, probablemente para unificar y encauzar los esfuerzos de los diversos grupos en estas tres. Éstas tuvieron una importante organización, pues se dividieron en círculos, secciones y grupos, todos con un organigrama que se componía desde presidentes hasta vocales. Esta eficaz organización pudo haber 281

 Jesuita de origen francés, nació en Annecy (Haute-Savoie), Francia en 1871. Además de fundar la ACJM, también fundó en 1925 la Liga Defensora Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR), organismo que impulsó la lucha cristera. Véase: O'Neill, Charles E.; Joaquín María Domínguez (coords.),  Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico-temático, Biográfico-temático, Madrid, Institutum Historicum, S.I./Universidad Pontificia Comillas, 2001, p. 415-416. 282  Ceballos “Los Jesuitas”, p. 215.  215.   283  Durante su exilio como obispo de Tulancingo, Mons. Herrera fue el principal impulsor de la creación del Seminario Interdiocesano Interdiocesano de “San Felipe Neri” en Castroville, Castroville, Texas, destinado a formar a nuevos sacerdotes  para México y el cual funcionó entre 1915 y 1918. Es decir, él había mostrado siempre preocupación por el  bajo número n úmero de clérigos en el país. Véase: Puente Lutteroth, “Anticlericalismo “Anticlericalismo carrancista”, en Savarino Savarino y Mutolo (coord.), El (coord.), El Anticlericalismo, Anticlericalismo, 2008, p. 463. 284  AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, año 4, no. 1, enero de 1923. 285  Idem.  Idem.   286   Aquí se alude a la Congregación Mariana de Jóvenes, Sociedad Católica de Señores y Señoras, y la Adoración Nocturna, entre otras.

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agilizado el decreto del arzobispo y facilitado el trabajo de los clérigos; además, estas sociedades tenían como respaldo un poder económico y de influencia importantísimo, pues en sus filas militaba una buena parte de la éli élite te social. Por otro lado, los principales religiosos de la localidad que coordinaron la militancia social y la propuesta de León XIII fueron sacerdotes de gran influjo social, como: Juan José Hinojosa Cantú, Rafael Plancarte e Igartúa, Pablo Cervantes, Fortino Gómez, Luciano de la Paz y Tomás M. del Campo, entre otros; ellos fungieron como auxiliares eclesiásticos o directores de las asociaciones ya referidas. Cabe mencionar, que algunos de estos sacerdotes fueron alumnos de la Universidad Pontificia de México, el Colegio Pio Latinoamericano y de la Pontificia Universidad Gregoriana, estos dos últimos ubicados en Roma, donde recibieron la enseñanza de la doctrina del apostolado social. Ambos colegios educaron a la jerarquía eclesiástica latinoamericana. “El Colegio Pio Latinoamericano estuvo dirigido por jesuitas y tenía la intención de formar según los designios papales a la élite del clero que habría de constituir una parte importante del episcopado latinoamericano, además, a él asistieron como estudiantes un grupo de jóvenes mexicanos quienes, se convirtieron en los principales dirigentes del catolicismo social mexicano y al mismo tiempo ocuparon cargos sumamente importantes al interior de la jerarquía eclesiástica mexicana”287 . Ahora bien, durante el primer lustro de la década de los años veinte abundaron las conferencias, congresos, reuniones y eventos de índole católico-social en la Provincia Eclesiástica, dirigidas a los clérigos, laicos y fieles en general, algunos de ellos impartidos  por jesuitas, como Alfredo Méndez Medina, director del Secretariado Social Mexicano. Asimismo, se formaron círculos de estudio, donde se trataban temas religiosos y principios de sociología cristiana288, así como también juntas mensuales, en las que los asistentes eclesiásticos procuraban instruir de forma moral e intelectual a las asociaciones.

287

 Véase: Crespo, “F “Filantropía”, 2016, p. 33.  33.   En este caso hace referencia r eferencia a una sociología de la religión; en palabras de Roberto Blancarte, ésta parte de un postulado básico, en donde ninguna agrupación religiosa vive al margen del mundo o de su entorno social, además de que el cristianismo estuvo ligado desde sus orígenes a una concepción de la sociedad. Blancarte, “Doctrina”, 2012, p. 19.  19.  288

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La mayoría de estos congresos y reuniones en la Arquidiócesis, tuvieron como fin la difusión de los principios católico-sociales entre los sacerdotes y asociaciones laicas,  buscando que éstos posteriormente llevaran el mensaje al grueso poblacional; además, usaron las publicaciones periódicas para expandir sus actividades y la Doctrina Social de la Iglesia. Estas acciones coordinadas entre religiosos y seglares, abrieron el debate crítico sobre los diversos discursos y prácticas surgidos de la modernidad. Como el liberalismo y socialismo289 , en las parroquias, escuelas y fábricas, intentado persuadir a los implicados de no caer en doctrinas ajenas a la fe. Así, para 1921 el padre Méndez Medina impartió una serie de conferencias sobre asuntos sociales en el templo del Roble 290 y en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús; las primeras especialmente para señores y las segundas para sacerdotes, a donde asistieron Raymundo Jardón, Toribio Cantú, Tomás M. del Campo, Manuel Cabello, Juan José 291

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Hinojosa, Fortino Gómez y Pablo Cervantes , entre otros . De acuerdo con la fuente consultada, al templo del Roble acudieron cerca de 2 mil personas durante las actividades, aunque existe la posibilidad de que se trate de una cifra exagerada. Cabe mencionar que Pablo Cervantes colaboró constantemente con Méndez Medina, pues éste siempre demostró su preocupación por la justicia social, enseñando la doctrina de León XIII en las asociaciones de jóvenes y algunos círculos de obreros católicos293. Posteriormente, las actividades católico-sociales en la Arquidiócesis proliferaron aun más. Por ejemplo, en el mes de febrero de 1923 se instaló en la ciudad el Círculo de Estudios Sociales en el edificio de la Junta Regional de la UDCM, quedando a cargo el director de la revista  Acción  Acción,, el ingeniero Enrique M. Zepeda. La idea del Círculo era la impartición de conferencias de Historia, Economía Política y Sociología, y además de ello 289

 Díaz, “Catolicismo”, “Catolicism o”, 2003, p. 117.  117.    Algunos de los temas impartidos durante las conferencias fueron los siguientes: “La cuestión social contemporánea, su car ácter, ácter, su gravedad”, “Proximidad de grandes crisis sociales. Felices augurios de una aurora de paz social”, “Intervención “Intervención de todas las clases de la sociedad en la resolución del problema social”, e “Intervención de la Iglesia como un derecho y como un deber”, en: AHAM,  Boletín Eclesiástico, Eclesiástico, año 2, no. 11, noviembre de 1921. 291   Pablo Cervantes llegó a Monterrey en 1917, se instaló en la Catedral y recibió el nombramiento de capellán de las religiosas del Verbo Encarnado del Colegio de San José. Durante sus primeras misas tuvo como acólito al joven Fortunato Esquivel, quien posteriormente sería presidente de la ACJM. En Tapia, Cervantes,, 1971, p. 32. Cervantes 292  AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, año 2, no. 12, diciembre de 1921. 293  Tapia, Cervantes Cervantes,, 1971, p. 47.

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M. Zepeda tenía la intención de establecer una escuela de periodistas 294. Pero fue a partir de la Semana Santa de 1923 cuando los actos religiosos y sociales en los diversos templos,  parroquias y edificios sociales 295  se incrementaron. La participación de los jesuitas José Guadalupe Hernández y Rómulo Díaz fue de suma relevancia, pues se encargaron de 296

coordinar y dirigir algunas de las actividades . Asimismo, Mons. Luis G. Sepúlveda dirigió los ejercicios espirituales en el Consejo de los Caballeros de Colón y predicó durante la Semana Santa en la Catedral297. Además, los sacerdotes redentoristas realizaron actividades similares en los templos de Dolores, la Santísima Trinidad y en el Sagrado Corazón de Jesús298. De igual modo, el comité de la ACJM realizó del 29 de marzo al 1 de abril del mismo año uno de sus más importantes trabajos, la celebración del Primer Consejo Provincial dirigido por el padre Plancarte. Ahí se reunieron los comités de los estados que componían la Provincia Eclesiástica de Monterrey, que eran San Luis Potosí, Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León, siendo estos dos últimos los organizadores del evento, los cuales tuvieron un gasto de 1,000 pesos, mismos que fueron solventados con ayuda de la Sección 11ª de la UDCM299. El motivo principal del Consejo Provincial fue el de establecer lazos más estrechos entre los comités regionales y locales, procurando unificar ideas y procedimientos. Además, durante los trabajos se propuso darles voz a los miembros de las Vanguardias 300 . En ese fin de semana los miembros de las Comités Regionales pudieron expresar sus ideas por medio de ponencias y conferencias sobre temáticas como la cuestión obrera, la prensa católica, la devoción a la Virgen María, la acción social, etc. 301 , llegando a conclusiones y acuerdos 294

  Acción. Acción. Órgano del Centro Regional de Monterrey de la Unión de Damas Católicas Mexicanas, año 2, no. 1, febrero de 1923.; Hay que tomar en cuenta que para aquella época el salario de un obrero del ramo metalúrgico era de 1.75 y 2.75 pesos por jornada de hecho horas, por lo que 1,000 pesos era una cantidad significativa para la acción social católica. 295  Por edificios sociales se alude a las sedes de las asociaciones ACJM, CDC, y UDCM. 296   Acción, Acción, año 2, no. 4, abril de 1923. 297  Idem.    Idem. 298  AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, año 4, no. 4, abril de 1923. 299  Álbum,, 1924, pp. 21-22. Los gastos de dicho Congreso ascendieron a $328.00 y fueron sufragados por la  Álbum Sección 11. Protección a Asociaciones de Jóvenes de la UDCM, véase: Acción, año 2, no. 5, mayo de 1923. 300  Las Vanguardias eran la sección preparatoria para ser socio acejotaemero, integrada por niños de 10 a 15 años. En: Estatutos En: Estatutos Generales Generales de la Asociación Asociación Católica Católica de la Juventud Juventud Mexicana, Mexicana, México, D.F., 1939, p. 3. 301   Acción, Acción, año 2, no. 4, abril de 1923.

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sobre actividades futuras. Uno de los resultados inmediatos de los acuerdos tomados durante el Consejo, fue la celebración de una Jornada Eucarística en la ciudad de Saltillo organizada por la ACJM, con la ayuda de las Unión de Damas Católicas de esa misma ciudad, el 3 de junio de 1923302 . En ese mismo año, con la finalidad de preparar a la Arquidiócesis para al Primer Congreso Eucarístico Nacional303 , se desarrolló el Congreso Eucarístico de la Provincia Eclesiástica de Monterrey, celebrado en la ciudad de San Luis Potosí del 7 al 12 de octubre de 1923. Si bien este evento no se realizó en el estado de Nuevo León, ello no significa que los neoleones no tuvieron incidencia sobre dicho Congreso y participación en el mismo, aunque los organizadores fueron el obispo de San Luis, Miguel de la Mora, apoyado por el clero secular y regular de aquella diócesis 304. Los principales temas del Congreso fueron: “La Eucarística y las Conferencias de San Vicente de Paul” Paul” y “La Comunión frecuente y 305

diaria: su propagación en las diversas clases sociales” sociales ” . Cabe mencionar que una semana antes de esta celebración, se habían llevado a cabo en la ciudad de México los trabajos del Primer Consejo Sacerdotal de Directores de Obras Sociales, promovido por el SSM, donde se trató el tema de “la “la actuación del sacerdote en la Organización Org anización Cristiana del Trabajo”, en Trabajo”,  en el orden religioso, moral, sociológico y económico 306. Este Consejo tenía como objetivo unir e intensificar la acción social católica en el país y estrechar vínculos entre los directores de asociaciones con el SSM y con la Confederación Católica del Trabajo; al evento asistieron 38 sacerdotes, incluyendo a Rafael Plancarte, asistente eclesiástico de la UDCM de Monterrey307. Esta efervescencia católico-social de 1923 hizo posible la celebración de una Semana Social durante los últimos tres días del mes de noviembre, dedicada para los sacerdotes de la Provincia Eclesiástica de Monterrey. Fue organizada por el arzobispo de Monterrey, los obispos de Saltillo y San Luis, y el administrador apostólico de Tamaulipas, 302

  Acción Acción y Fe. Fe. Revista mensual de acción religiosa publicada por la Congregación Mariana de México, tomo 2, no. 8, agosto de 1923. 303  El Congreso Eucarístico Nacional había sido convocado por p or medio de una un a Carta Pastoral Colectiva el 2 de  junio de 1923, aunque aunque su realización realización se postergó a octubre. octubre. 304   Acción, Acción, año 2, no. 12, diciembre de 1923. 305  AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, año 4, no. 9, septiembre de 1923. 306  Ibid ., ., año 4, no. 12, diciembre de 1923. 307  Para las Damas Católicas de Monterrey al padre Rafael Plancarte se le debía de bía el movimiento católico social en la región. En Acción En  Acción,, año 2, no. 10, octubre de 1923.

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 bajo la dirección del jesuita Alfredo Méndez Medina308. Para Sofía Crespo “el “el jesuita Méndez Medina, fue quien abrió camino al desarrollo de un programa católico de acción social en México durante la década de 1920”, 1920 ”, además orientó las asociaciones de militantes católicos hacia el sindicalismo 309. Su acción social en Monterrey consistió en coordinar y respaldar las acciones que realizaban los sacerdotes locales y darles las herramientas teóricas y prácticas para poner en marcha la Doctrina Social de la Iglesia, además fungió como enlace entre el centro y norte de México en cuanto a la solución de la cuestión social. Durante dicha la semana social asistieron todos los párrocos y sacerdotes de Monterrey, dos de San Luis, dos de Saltillo y uno más de Durango, así como las socias de la UDCM de Monterrey. Algunos de los temas desarrollados en la Semana Social pueden apreciarse en el Cuadro 10. Cuadro 10. Temáticas durante la Semana Social para Sacerdotes, 1923 Líneas temáticas de la Semana Social en la Arquidiócesis de Monterrey Idea general de la cuestión social contemporánea y su aspecto especial en México La intervención del clero en su resolución La obra social por excelencia según la doctrina católica (La organizació organizaciónn cristiana del trabaj trabajo) o) Manera de implantar en México esa obra Relaciones entre las obras estrictamente sociales y la obra de caridad y beneficencia Relaciones entre las mismas obras y las de acción religiosa específ específicamente icamente Confesionalidad Confesio nalidad de las obras sociales, su razón de ser, sus diversos grados Organizaciones Organizacio nes obreras de la pequeña y grande industria Organización especial de las clases medias: su trascendental importancia en los momentos actuales Organización Obras económicas especiales en favor del clero: cooperativas, seguros mutuos, pensiones de ancianidad, etc. Formación de grupos auxiliares del sacerdote en las obras sociales Fuente: AHAM, Boletín AHAM, Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, año 4, no. 12, diciembre de 1923.  1923. 

Con respecto a la visita de Méndez Medina y la cuestión obrera, el entonces director de las Damas Católicas de Monterrey, el padre Tomás M. del Campo 310, opinó lo siguiente:

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 AHAM, Boletín Eclesiástico  AHAM, Boletín Eclesiástico,, año 4, no. 12, diciembre de 1923.  Crespo, “Filantropía Filantropía””, 2016, pp. 114 y 202. 310  Tomás M. del Campo estuvo al frente de la UDCM de Monterrey; Monterrey; sin embargo, el director auxiliar Rafael Rafael Plancarte Igartúa parecía tener un contacto más directo con las socias por lo que pasó a dirigir la organización, de la cual también fue fundador.

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Vendrá a la ciudad con el fin de dar un buen número de conferencias de carácter social, en lo que respecta a la acción que hay que desarrollar para solucionar en la medida posible el  problema que es hoy ppor or hoy en el mundo entero, el que más inquietudes y más amenazas a menazas  presenta para el bien de la humanidad, en su marcha hacia la conquista de las grandes finalidades [...] las cuales no se podrán alcanzar, en manera alguna, si antes no se logra vencer a ese enemigo, que significa nada menos que un próximo sub vertimiento del edificio social; de una revolución que ponga a la sociedad a merced de un proletariado insaciable y concupiscente, sin freno ninguno moral y destituido de todo temor 311.

Es interesante la representación que tenía el canónigo Del Campo sobre el destino que tendría la sociedad si cayese en manos de un grupo de obreros que buscaran la destrucción de las clases sociales, pues deja entrever la posibilidad de que la clase trabajadora de Monterrey se viese seducida por el sindicalismo con ideología de izquierda, como ocurrió al interior de las fábricas La Industrial y La Vidriera, entre otras; no obstante, de este tema se hablará con mayor profundidad en la tercera parte de este capítulo. Al año siguiente, se celebró en México el Primer Congreso Eucarístico Nacional, del 5 al 12 de octubre, el cual fue realizado en la capital; en cada uno de los días señalados hubo celebraciones dedicadas a las ocho Provincias Arzobispales del país y sus respectivas diócesis sufragáneas. A decir de Jean Meyer, se llevó a cabo una intensa propaganda para llevar a la capital al mayor número de participantes; teniendo como efecto el “ provocar “ provocar al gobierno en su dominio” 312. Desde un año antes, los arzobispos y obispos de México habían nombrado una Comisión Organizadora del Congreso, quedando como presidente y vicepresidente Leopoldo Ruiz (arzobispo de Michoacán) y Emeterio Valverde y Téllez (obispo de León), respectivamente313. Asimismo, Asimismo, Herrera y Piña, arzobispo de Monterrey, Monterrey, 314

formó una Comisión Regional del Congreso Eucarístico Nacional

.

En este Congreso participó el padre Pablo Cervantes, presentando un estudio teológico sobre la Eucaristía315  y la escasez del clero. Además, el 7 de octubre fue dedicado 311

Acción, año 2, no. 11, noviembre de 1923.   Acción, Cristiada II. El conflicto conflicto entre la Iglesia Iglesia y el estado, 1926-1929, 1926-1929, México, Siglo XXI, 1985,  Jean Meyer, La Meyer, La Cristiada  p. 137. 313  AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, año 4, no. 7, julio de 1923. 314   La mesa directiva regional quedó integrada de la siguiente forma: presidente Rafael Plancarte; vicepresidente Toribio Cantú; promotor Pablo Cervantes; tesorero el señor Isaac Garza, dueño de la Cervecería Cuauhtémoc, y como vocales los curas Heleno Salazar y Raymundo Jardón. Véase: AHAM,  Boletín Eclesiástico, Eclesiástico, año 4, no. 9, septiembre de 1923;  Hoja Dominical. Semanario de Propaganda Católica  Católica  t. 10, no. 19, septiembre de 1923. 315   Tapia, Cervantes Cervantes,, 1971 p. 47.; Álbum 47.;  Álbum del Congreso Eucarístico Nacional de México, México, México, Talleres Tipográficos de los Señores Garza y Mijares, 1925, s/p. 312

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a la Arquidiócesis de Monterrey, iniciando las actividades desde las 7 de la mañana, con una reunión de profesionistas, maestros, comerciantes e industriales. En la siguiente reunión de las 9 horas asistieron los congresistas pasivos y activos. A las 16 horas hubo una reunión de señoras en el salón del Secretariado Social. Para concluir las actividades dedicadas a la Provincia de Monterrey en dicho Congreso, se llevó a cabo una reunión de la Asociación de la Adoración Nocturna a las 22 horas, donde tuvieron participación la Unión de Profesionistas y la Orden de los Caballeros de Colón 316. En Monterrey, paralelamente a las ceremonias efectuadas en la ciudad de México, las celebraciones religiosas y sociales se realizaron mayoritariamente en la Catedral (donde comulgaron cerca de cuatro mil  personas), y en el templo del Rob Roble, le, adonde ado nde asistieron asistiero n poco más de cinco c inco mil feligreses 317. Cabe agregar que en el marco de este Congreso se efectuaron elecciones al interior de la Asamblea de Tercer Grado de la Orden de los Caballeros de Colón, resultando electo José L. Garza318. Una de las primeras obras que realizó fue la de establecer la sede de dicho Consejo en el tercer piso del Banco Mercantil de Monterrey 319 . Por otro lado, la celebración de un Congreso religioso de tal magnitud representó un  problema para el Estado mexicano, pues violaba el artículo 24 constitucional, al realizar algunas ceremonias fuera de los templos y el “9 de octubre (el presidente) envió envió órdenes al secretario de gobernación Enrique Colunga para que el Congreso fuese suspendido por violaciones a la leyes de reforma, por el delito de culto público”. La misma mism a orden se dio  para Nuevo León, aunque “un juez se declaró incapaz de encarcelar a todos los habitantes de Monterrey”320, de modo que las festividades religiosas continuaron su curso hasta el día 12. Es importante señalar que, a pesar de un relativo clima conciliar, el gobierno federal obregonista había tomado ya acciones contra la Iglesia, como la expulsión del Delegado Apostólico Ernesto Filippi en febrero de 1923, cuando éste colocó la primera piedra del

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 Idem.  Idem.   AHAM,  Boletín Eclesiástico, Eclesiástico, año 5, no. 11, noviembre de 1924. Durante la ceremonia realizada en el templo del Roble, el prelado Herrera y Piña fue escoltado por los Caballeros de Colón. 318  Importante hombre de negocios que por un tiempo estuvo al frente de la gerencia del Banco Mercantil del de Monterrey, fundado en 1899. 319  Álbum,, 1924, p.15.  Álbum 320  Meyer, Cristiada Cristiada,, 1985, p. 138; De acuerdo con una nota publicada en Acción en  Acción,, durante las celebraciones en Monterrey,, cerca de Monterrey d e 30 mil fieles fueron partícipes de las ceremonias religiosas. Año 3, no. n o. 11, noviembre de 1924. 317

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monumento a Cristo Rey en el cerro del Cubilete en Guanajuato 321. Además es importante señalar que el Congreso estaba programado originalmente para febrero; no obstante, tuvo que posponerse debido a la “intranquilidad “intranquilidad política del país [la elección presidencial] y la escasez de fondos”322. Por otro lado, meses después de realizado el Congreso, la ACJM de Monterrey celebró en mayo de 1925 una velada que dedicó al arzobispo. En dicha ceremonia se honraron a los acejotaemeros caídos en Michoacán en mayo de 1921, el discurso fue emitido por Jesús M. Leal, presidente de la asociación, y en su pronunciamiento, mencionaba que el país pasaba en ese momento por una situación similar a la de 1921, en la que el jacobinismo representaba una problemática para la Iglesia, pues a su parecer México era el país en que la religión católica había padecido mayor persecución, la cual había sido tolerada con silencio y resignación. En ese sentido, el joven católico lanzó la siguiente  pregunta: “¿convendrá seguir adelante con la misma conducta?, nosotros creemos que no, […] creemos desde luego que el silencio en estos instantes en que la impiedad se pone frente a frente de nosotros equivaldría a una capitulación vergonzosa ”323. Esta actitud por  parte de la ACJM frente a las acc acciones iones gubernamentales ddeja eja en cclaro laro la act itud beligerante de la asociación. Tras lo anteriormente expuesto se evidencia el impacto del catolicismo y el esfuerzo que realizaron los implicados en la divulgación del ideal cristiano de justica social en la Arquidiócesis; esto pone de relieve que, a la par del programa social gubernamental, existía una enseñanza de carácter católico social que ganaba presencia en la sociedad; de igual forma, esta propuesta no se quedó sólo en el discurso, sino que se llevó a la práctica. De tal modo, en el siguiente apartado se hablará de las acciones concretas llevadas a cabo por los militantes católicos de Monterrey: prácticas religiosas, sociales, populares y beligerantes.

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  Jesús Alfaro Saldaña, “‘En olor de santidad’. santidad’. Miguel M. de la Mora (1874-1930), biografía crítica y la conformación de una devoción en el México posrevolucionario”, tesis de maestría, San Luis Potosí, El Colegio de San Luis, 2007, p. 190. 322  AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, año 5, no. 1, enero de 1924. 323   Ibid  Ibid .,., año 6, no. 6, junio junio de 1925.

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3.2. De la teoría teoría a la praxis de la Doctrina Social de la Iglesia, 1920-1926 Resulta interesante la actividad católica-social en Nuevo León en el contexto de la década de los años veinte, ya que la inestabilidad política y las problemáticas sociales tuvieron resonancia al interior de las asociaciones católicas. Por ejemplificar dicha tensión política se puede destacar que de de “1920 a 1926, el gobierno de Nuevo León cambió de manos más de una docena de ocasiones”324 , lo que evidenció la fragilidad política durante y después de la Revolución, así como una ausencia de una élite política local: y aunque, desde 1914 a 1920 los carrancistas ejercieron el poder en Nuevo León hasta que inició la rebelión sonorense no lograron conformar un grupo político estable 325; por otro lado, durante ese  periodo Monterrey experimentó una explosión demográfica importante, posicionándose posicionándose como la tercera ciudad más poblada del país. Este aumento poblacional propició la creación de “arrabales a lo largo de las vías férreas y los márgenes de los ríos”, formándose b arrios 326

irregulares o marginados, como Matehualita . Debido a lo anterior, la capital del estado se enfrentó a una serie de desventajas sociales que consistían en las cuestiones más básicas, como la vivienda, la salud y el trabajo. Para la resolución de esto, fue importante la actuación del Estado y de algunos empresarios; asimismo, la Iglesia y sus asociaciones mantuvieron una serie de prácticas sociales327 , que buscaron el beneficio de los miembros más vulnerables de la sociedad: niños, enfermos, presos y obreros. Estas actividades generalmente estuvieron coordinadas  por los tres grupos mencionados anteriormente: la ACJM, los Caballeros de Colón y la UDCM. Cabe mencionar, que en repetidas ocasiones recibieron ayuda económica de la  pequeña y la gran industria, así como facilidades por po r parte del Estado. Con respecto a la ACJM, su comité regional difundió con éxito su sistema de  pensamiento y su labor religiosa, al igual que en el resto del país, de manera que esto  permitió la integración de grupos locales ya existentes y la creación d e otros, como los

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 Saragoza, Élite,, 2008, pp. 166-167.  Saragoza, Élite  Oscar Abraham Rodríguez Castillo, Nuevo Castillo,  Nuevo   León León 1923: radiografía de una elección, elección, Monterrey, N.L., En vías de publicación, 2017, pp. 7-8. 7 -8.  326  Snodgrass, Deferencia  Snodgrass,  Deferencia,, 2008, p. 145. 327  Las prácticas se pueden definir como sistemas de acción socialmente estructurados e instituidos en relación con los papeles. Véase: Jean-Claude Abric,  Prácticas sociales y representaciones representaciones,, México, D.F., Ediciones Coyoacán, 2001, p. 195. 325

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siguientes: la Congregación Congregación Mariana del Roble, el Círculo León XIII, el grupo “Agustín de Iturbide” y el grupo “García Moreno”, los cuales surgieron casi de forma simultánea. Como simultánea.  Como se mencionó anteriormente, la Congregación Mariana del Roble había sido fundada, en 1917 por el padre Juan José Hinojosa Cantú 328. Éste fue el primer grupo local de la ACJM,  pues se afilió a ella en diciembre de 1919, ttan an sólo só lo un aaño ño antes de su fundación formal for mal en la ciudad. En este grupo estaban integrados la Liga de Comunión Perpetua y un grupo de Adoración Nocturna. Cabe mencionar que de esta congregación se desprendían tres círculos o subgrupos de estudio y acción: el “Jaime Balmes”, el “Ozanam”  “Ozanam”   y el “Pío X”329 , en los que se trataban temas de sociología, religión y oratoria 330. Asimismo, el Círculo León XIII 331, que fundado por el mismo presbítero Juan José Hinojosa Cantú en febrero de 1920, estuvo bajo la asistencia eclesiástica del canónigo Luciano de la Paz 332 y una de las formas en las que realizaban su acción era por medio del contacto personal; además, el círculo también prestaba ayuda y colaboración durante las festividades religiosas, principalmente en las procesiones que se realizaban en la Parroquia de la Trinidad, sede donde se encontraban establecidos 333. Por otro lado, el Grupo “Agustín de Iturbide” se hallaba ubicado en el municipio de Cadereyta Jiménez, contaba con doce miembros activos que participaban de las labores religiosas propias de los grupos de acción social hacia 1924; sin embargo, este grupo tenía dificultades para mantener un círculo de estudios formal, lo cual pudo haberse debido a su lejanía de la capital del estado, donde se concentraban las sedes de las asociaciones. No obstante, durante las sesiones semanales, el padre que los asistía les enseñaba sobre cuestiones religiosas y sociales. Por último, los miembros del del Grupo “García Moreno”,  Moreno”,  al 328

 Juan José Hinojosa Cantú fue un destacado sacerdote de Monterrey que ocupó cargos jerárquicos dentro de la Iglesia, fue fundador de revistas y boletines, entre otras acciones católico-sociales; además, mantenía fuertes lazos con los principales empresarios de Monterrey, Mont errey, en especial con los de la Cervecería Cuauhtémoc, fungiendo como guía espiritual y consejero de un grupo de los principales hombres de negocios locales. Véase: Bernal, Hinojosa Bernal, Hinojosa,, 1994, p. 14. 329  Estos grupos tomaron sus nombres de importantes personajes de la Iglesia; el primero, fue un filósofo y teólogo tomista de origen catalán; el segundo, era el apellido del político, académico y católico decimonónico, de nacionalidad francesa Federico Ozanam y el tercero, corresponde al papa Pío X, quien estuvo al frente de la Iglesia Católica entre 1903 y 1914. 330  Álbum,, 1924, p. 23.  Álbum 331  AHAM, Obispos, caja 8, legajo 125, foja 1041. 332  Nombrado párroco de Cadereyta en 1888, ocupó en dos ocasiones el cargo de vicario general de la Mitra en 1910 y 1920. Cavazos, Diccionario Cavazos, Diccionario II , p. 366. 333  Álbum,, 1924, p. 23.  Álbum 23.  

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igual que las otras asociaciones afiliadas a la ACJM, cumplían con los postulados de ésta: asistían a misa en conjunto los domingos y practicaban la comunión mensual, que era reglamentaria. Este grupo se encontraba establecido en la Parroquia de La Luz en el centro de la ciudad de Monterrey334 . Asimismo, durante el V Congreso de la ACJM celebrado el 23 y 24 de agosto de 1924 se propuso establecer otros dos círculos: uno en el templo de la Purísima con base en la Congregación Mariana y otro más en la Parroquia del Sagrado Corazón335. Resulta interesante la importancia que representó para los acejotaemeros el Consejo Provincial de 1923, pues los inspiró a tomar acciones específicas, como las protestas lanzadas en contra del gobierno federal al cual denominaban como jacobino. Inclusive durante ese Congreso se decretó el día 12 mayo como el día de la ACJM en la Arquidiócesis de Monterrey, a manera de conmemorar a 14 de sus compañeros michoacanos caídos a balazos en manos de la policía, los cuales habían encabezado un año antes manifestaciones por los atentados de algunos agitadores, quienes lanzaron bombas en los palacios arzobispales de México y Guadalajara, así como también por los ataques en la Catedral de Morelia, donde apuñalaron un cuadro de la Virgen de Guadalupe, y por el intento del gobierno de cerrar un colegio en la misma ciudad 336. Otro ejemplo de beligerancia de los acejotaemeros neoleoneses fue el boicoteo que realizaron a una serie de conferencias que impartió en Monterrey la feminista española Belem de Zárraga en 1923; asimismo, presentaron una serie de quejas ante el gobierno estatal y federal contra las publicaciones que consideraban como “revistas y periódicos periód icos  pornográficos”, y  pornográficos”,  y de esta forma aspiraban a ser “la columna más fuerte de la Asociación en la República”337. Aunque la fuente consultada no da detalles sobre las operaciones en contra de Belem de Zárraga (probablemente protestas), los miembros de la ACJM aseguraron que la hicieron fracasar. Cabe mencionar que De Zárraga había presentado sus conferencias feministas con éxito en varias ciudades del mundo, como: Ginebra (1902), Roma (1904) y Buenos Aires 334

 Idem.    Idem.

335  AHAM,  AHAM, Boletín  Boletín 336

Eclesiástico,, año 5, no. 9, septiembre de 1924. Eclesiástico   Acción, Acción, año 2, no. 4, abril de 1923; Acción 1923; Acción y Fe Fe, tomo 1, no. 1, enero de 1922. 337  Álbum,, 1924, p. 23.  Álbum

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(1906)338, así como en la capital de la República, de modo que el gobierno municipal de Monterrey tuvo intenciones de traerla a la ciudad desde el año de 1912, aunque al parecer el  proyecto no se concretó entonces. No obstante, el alcalde Alfredo Pérez opinó que tales “conferencias ilustran a ilustran a las masas y tienden a quitar el fanatismo clerical que por desgracia está arraigado en la última clase del pueblo, aunque por lo que respecta al estado de Nuevo León debemos vanagloriarnos de que no existe el verdadero fanatismo” 339 . Aunque el gobierno municipal consideraba como “ilustradas ilustradas”” estas conferencias, las damas católicas de los años veinte opinaban totalmente lo contrario, pues en una nota publicada en su revista  Acción  Acción   se referían a ella como “un saco de  de  majaderías cortadas por el patrón del insulto y de la intemperancia”, ya que consideraban que Belén de Zárraga tenía como  blanco de ataque al catolicismo340. Por otro lado, los líderes empresariales regiomontanos de la primera y segunda generación, quienes ya desde el siglo XIX habían participado en el activismo social católico y se habían integrado a asociaciones religiosas, no se sustrajeron de este nuevo auge del Catolicismo social en los años veinte, con lo que llevaron a la práctica el ideal cristiano de  justicia social por medi medioo de grupos y asociaciones laicas, con base en una arraigada religiosidad y conservadurismo, fomentando el  statu quo de aquel momento. Ellos y sus familias impulsaron la creación de dos destacadas asociaciones: la Orden de los Caballeros de Colón y la Unión de Damas Católicas de Monterrey. La Orden de los Caballeros de Colón, que tenía presencia en México desde 1905, se estableció en Nuevo León341 en 1921 con el Consejo de Nuestra Señora de Monterrey No. 338

 Belem de Zárraga o Belén de Sárraga, española nacida en 1872, fue una de las más importantes voces del feminismo laicista en España y América Latina. Veáse: Ana Aguado y Teresa Ma. Ortega (eds.), Feminismo (eds.),  Feminismo y antifeminismo: culturas políticas e identidades de género en la España del Siglo XX . Valencia, Universitat de València/ Universitat de Granda, 2011, p. 39-40. 339  AMM, Actas de Cabildo, vol. 999, exp. 1912/043. 340 Acción, año 3, no. 11, noviembre de 1924.   Acción, 341  La Orden de los Caballeros de Colón ( Knights ( Knights of Columbus) Columbus) fue fundada en la ciudad de New Heaven, Connecticut (Estados Unidos), Unidos), en marzo de 1882, a iniciativa del padre Michael J. Mc Givney; sus fines eran reunir en un centro común a “caballeros católicos de reconocida buena voluntad”; el mejoramientos de sus miembros y su elevación moral, social y literaria, por medio de la ayuda mutua; además, la Orden tenía como objetivo proporcionar socorro entre los miembros de la misma y sus familias, sus cuatro bases fundamentales eran: la caridad, la unión, la fraternidad y el patriotismo. Fue instalada en México en septiembre septiembre de 1905, bajo el nombre de Consejo de Guadalupe No. 1050. Véase: Jesús Galindo y Villa,  La Orden de los Caballeros de Colón y su establecimiento en México. Nota sobre su origen, su desarrollo y sus fines principales , México, Bouligny y Schmidt Sucr., 1919, pp.64-66.

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2312, hecho que los redactores del Boletín del  Boletín Eclesiástico interpretaron Eclesiástico  interpretaron como el inicio de una nueva era para la acción social católica en la Arquidiócesis342. Dos años más tarde, el 5 de marzo de 1923, se instaló la Asamblea General de 4to. Grado “Fray Antonio de Jesús Sacedón”343, ocupando el cargo de Gran Caballero Juan N. de la Garza y Evia 344 . Cabe agregar que, durante la reorganización de la ACJM de Monterrey en 1922, el hijo de De la Garza y Evia, homónimo suyo, tomó el cargo como tercer vocal de los acejotaemeros345. Éste es sólo un ejemplo de que padres e hijos de un sector de la élite local eran partícipes de las prácticas religiosas de orientación social. Esta cooperación entre empresarios y clérigos indica, más allá de la devoción  personal de la éélite lite econó económica mica regiomontana, que existían re relaciones laciones de interés entre e ntre estos grupos y que al mismo tiempo resultaba en beneficios para ambos, pues la Iglesia fomentaba el conservadurismo y la cooperación de clases sociales, lo cual resultaba conveniente para los empresarios, ante el incipiente sindicalismo de izquierda en el país, organizado en la Casa del Obrero Mundial y luego en la Confederación Regional de Obreros de México (CROM). Dicha preferencia por la alternativa social católica se tornó especialmente importante durante los conflictos labores de los años 30. Además, los empresarios beneficiaban económicamente a la Iglesia, por medio de sus donaciones y de su participación en materia social, mediante los diversos grupos laicos a los que  pertenecían. Algunos de los eventos en que participaron empresarios en cuestiones religiosas fueron, por ejemplo, cuando el sacerdote Juan José Hinojosa Cantú realizó una procesión con el Santísimo, con ocasión de la inauguración de la Iglesia de San Luis Gonzaga en abril de 1923 y quienes sostuvieron el palio fueron los empresarios Isaac Garza, Francisco G. Sada, José A. Muguerza y José Calderón 346 , principales accionistas y miembros del comité ejecutivo de la Cervecería Cuauhtémoc. Particularmente estos empresarios integraban las filas del selecto comité regional de la Orden de los Caballeros de Colón. 342

Eclesiástico,, año 2, no. 11, noviembre de 1921.  AHAM, Boletín Eclesiástico  AHAM, Boletín  La Asamblea de 4to. Grado tomó su nombre Fray Antonio de Jesús Sacedón, quien fue el primer obispo de Linares en 1799. 344  Hijo del ex gobernador de Nuevo León homónimo suyo. Fue abogado y notario público. Véase: Ricardo Covarrubias, Nuevoleoneses Covarrubias,  Nuevoleoneses Ilustres Ilustres,, Monterrey, Editorial Ricardo Covarrubias, 1990, p. 66. 345  AHENL,  AH ENL, Trabajo, Asociaciones y Sindicatos Sindicat os (1921-1923), caja 5, exp. 1. 346  Saldaña, Anticlerical  Saldaña,  Anticlericalismo ismo,, 2009, p. 262. 343

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Cabe destacar otro evento público religioso acontecido en Monterrey el 6 de enero de 1923 donde participó la élite católica seglar, el cual ocurrió cuando se llevó a cabo la entronización de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús en el frontis de la Catedral de Monterrey. La iniciativa de esta acción fue del padre Raymundo Jardón. Desde tres días antes se habían venido celebrando solemnes actos religiosos a cargo de los principales  jerarcas católicos de la provincia del norest noreste: e: Mons. Miguel de la Mora, Mor a, obispo de San Luis Potosí; Mons. José Guadalupe Ortiz, obispo de Tamaulipas; Mons. Jesús María Echavarría, obispo de Saltillo; Mons. Leopoldo Ruiz y Flores, arzobispo de Michoacán y ex arzobispo de Monterrey y, por supuesto, Mons. José Juan de Jesús Herrera y Piña, arzobispo de Monterrey347. La ceremonia de entronización se efectuó desde temprano el día 6 frente a una muchedumbre de feligreses. En dicha ceremonia, los Caballeros de Colón formaron una valla para que los prelados pasaran con la imagen, mientras que la corona y el cetro los llevaban el Gran Caballero y el Diputado Gran Caballero de la Orden, elementos que depositaron a los pies de la imagen de Jesucristo348. Al darse por terminadas las actividades religiosas, las socias de la UDCM, encabezadas en ese entonces por la señora Rosario Garza de Zambrano349, ofrecieron una comida para los destacados prelados y para el grueso del clero350. Los gastos de toda la festividad fueron sufragados por medio de limosnas que se recibieron de las siguientes instituciones y personas: Casa Calderón, Sorpresa y Primavera, Cervecería Cuauhtémoc, José Calderón, Tomasa S. de Cirlos, Rosario Garza de Zambrano, familia Martínez Flores, Rafael Góngora y Colegio de San José, 351 entre otros. En la descripción anterior de la ceremonia de entronización de la imagen del Sagrado Corazón, se puso de relieve el papel preponderante que desempeñaron las mujeres 347

 Álbum, 1924, p. 12.  Álbum,  Aureliano Tapia Méndez, José Méndez,  José Juan de Jesús Herrera y Piña VI Obispo de Tulancingo y V Arzobispo de  Monterrey,, Monterrey, N.L., Libros de México, 1976. p. 133; El Primer Gran Caballero de Colón de ese  Monterrey entonces era José L. Garza y el Caballero Diputado del 5to. Distrito era José Maiz, véase:  Álbum  Álbum,, 1924 p. 13. 349  Hija del empresario Isaac Garza y Consuelo Sada, estudió durante tres años en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús en Maryville, Missouri; casada con Adolfo Zambrano, fundó la Clínica y Maternidad Conchita en 1937. Véase: Alicia Brondo, “Rosario Garza Sada de Zambrano”, en :  Biografías de mujeres destacadas del Estado de Nuevo León, León, Monterrey, Consejo Nacional de Población, 1993, p. 105. 350  Álbum,, 1924, p. 13.  Álbum 351   Ibid ..,, p. 14.; Casa Calderón y Casa Sorpresa y Primavera eran de las principales casas comerciales de Monterrey, casas comerciales pertenecientes a José Calderón Muguerza, y los hermanos Cantú Treviño, respectivamente. Véase: Vizcaya, Orígenes, 2001, p. 102. 348

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de la UDCM. De tal modo se puede retomar el recuento de las asociaciones católicas en el estado abocándose a dicho grupo. Su Comité Regional fue creado en 1921 y tenía una estructura muy interesante, pues se dividió en grupos denominados  secciones  secciones,, las cuales tenían tareas y misiones muy específicas, como las siguientes: difundir la doctrina cristiana en escuelas, hospitales, asilos y fábricas. Las secciones en las que dividió el Comité fueron de la siguiente manera: Sección 1a. Pro Seminario; Sección 2a. Centros de Catecismo; Sección 3a. Propagación de la B Buena uena Prensa; Sección 4a. Bibliotecas Circulantes; Sección 5a. Patronatos de Si Sirvientas; rvientas; Sección 6a. Del Trabaj Trabajo; o; Sección 7a. Asilos y Escuelas; Sección 8a. Obra de los Tabernáculos; Sección 9a. De Moralidad; Sección 10a. Entronizaciones; Sección 11a. Protección a las Asociaciones de Jóvenes; Sección 13a. Hospitales y Cárceles; Sección 14a. Protección de la Joven (Obra del Buen Pastor); y Sección 15a. Conferencias de San Vicente de Paul352. Cada una de las secciones contaba con presidenta, secretaria y tesorera, quienes se encargaban de dirigir las actividades y administrar los recursos. Cabe mencionar que, de acuerdo con la documentación consultada, puede decirse que las secciones con mayor actividad fuera de los templos eran la 2a., 7a., 13a. y la 15a., por el hecho de que éstas generalmente visitaban asilos, hospitales y escuelas. Por otro lado, las secciones debían sostenerse económicamente, por lo que recurrieron a la realización de fiestas, veladas, sorteos y torneos deportivos, además buscaron financiamiento a través del patrocinio para su revista Acción revista Acción,, donde algunas empresas y casas comerciales anunciaban sus productos. Puede citarse como ejemplo de sus actividades para recaudar fondos a la fiesta que se hizo en enero de 1923 en el edificio social de los Caballeros de Colón, misma que dejó ganancias de $528 pesos que se repartieron entre la Sección 7a. y el Asilo de Caridad 353. Otra fiesta fue realizada en mayo con motivo de generar fondos para las secciones 1a. y 2a. y tuvo lugar en el colegio de San José, repartiéndose las ganancias de $110.75 pesos cada una354 . Por otro lado, la UDCM incitaba a sus socias a conseguir anuncios comerciales para autofinanciar su órgano oficial,  Acción  Acción;; por ejemplo, se anunciaba frecuentemente la 352

 Las obras realizadas mensualmente por cada una de las Secciones, eran publicadas en la revista  Acción  Acción de  de la UDCM. Véase también la revista Acción revista Acción y Fe, Fe, tomo 1, no. 6, junio de 1922. 353   Acción, Acción, año 2, no.1, enero de 1923. 354  Acción,, año 2, no. 5, mayo de 1923.  Acción

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 35 5 fábrica “La Malinche” 355 , al igual que otros negocios, como: la, Fábrica de Chocolates “La “La

Popular”, Pop ular”, la sastrería “La Primavera” y Gran Hotel Ancira, por mencionar algunos. Cabe mencionar, que en algunos de los casos, los dueños de estos negocios tenían relaciones de  parentesco con algunas de las damas católicas que integraron la UDCM de Monterrey. Otra de las formas en las que la UDCM recibía apoyo económico fue por medio de las donaciones realizadas por las empresas e instituciones económicas, como fue el caso del donativo recibido por parte de la Cámara de Comercio, la cual donó la cantidad de $100  pesos a la sección encargada de los asilos y escuelas 356 ; asimismo, la Cervecería Moctezuma ubicada en Veracruz donó a la Unión, por conducto de su representante Carlos Saavedra, un auxilio de $250 pesos357, y posteriormente otro de $100 para la Sección dedicada a la obra de los Tabernáculos 358. Ahora bien, otra muestra clara del apoyo que se otorgaba a las damas católicas para continuar con su obra social, fueron los donativos recibidos para llevar a cabo las Fiestas del Buen Pastor, las cuales se realizaron en el Hospital González y la Penitenciaría. A continuación se muestran algunos de los apoyos económicos que destacaron como los más significativos: Por un lado, estuvieron los donativos en efectivo, como los hechos por: la Fundición de Fierro y Acero, $50.00; la Compañía Minera Peñoles, $50; la Cervecería Cuauhtémoc, $50 y tres barriles de cerveza y hielo; la Fábrica de Clavos, $50; la Vidriera Monterrey, $50; la Fábrica de Muebles “La Malinche”, Malinche” , $25; Salinas y Rocha, $25; R. González y Hno., $25; la Compañía Manufacturera de Muebles, $10; el Ancora Muebles, $10; y la Fábrica de Cerillos, $10, por mencionar algunos. La cantidad recolectada para dicha fiesta ascendió a los $932.10 pesos. Por otra parte, también se recibió ayuda en especie, como la realizada  por: el Gobernador del estado, Porfirio G. González, quien donó 10 docenas de ropa interior de manta; asimismo, la Librería General donó 250 medallas, cuatro docenas de

355

 Ibid.,, año 2, no. 9, septiembre de 1923.  Ibid. año 2, no. 5, mayo de 1923.  Ibid.,, año 2, no. 11, noviembre de 1923.  Ibid. 358  Ibid.,, año 3, no. 3, marzo de 1924.  Ibid.

356  Ibid ., ., 357

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rosarios, 10 ejemplares de catecismo mayor, 50 opúsculos para la Comunión y 500 estampas359. Según Patience Schell, las Damas Católicas de México eran oficialmente ajenas a la  política, aunque estaban permeadas de ella360, en el caso de Nuevo León, parece ser que también, pues años atrás la señora Consuelo Sada esposa de Isaac Garza (dueño de Cervecería), se había entrevistado con Venustiano Carranza para solicitarle que permitiera al arzobispo Francisco Plancarte (quien estaba exiliado) regresar al país. De modo que el comité regional de la UDCM, llevó a las señoras y señoritas de clase media y alta a  participar en e n los de debates bates sociales de su tiempo, permitiéndole a las mujeres incursionar en espacios físicos físicos tradici tradicionalmente onalmente pensados para hombres, hombres, como cárceles,

fábricas y

cuarteles militares. Además, la UDCM tenía el visto bueno de los gobiernos estatales de Porfirio G. González (1920-1921) y Ramiro Tamez (1922-1923), quienes llee permitían a la Sección ingresar a los hospitales y cárceles sin problemas, ya sea para llevar alimento y vestido o para impartir los sacramentos361, prácticas realizadas con mayor intensidad durante la Semana Santa y la Navidad. Las secciones encargadas de estas comisiones eran las 7a. Asilos y Escuelas y 13a. Hospitales y Cárceles. La Sección 7a. dirigía el Asilo de Caridad que albergaba a cerca de 117 niños de ambos sexos 362, el Orfanatorio de la Luz y los colegios católicos que existían en la ciudad continuaban siendo administrados por las congregaciones religiosas y por las mujeres católicas. Por su parte, la Sección 13a. estaba orientada a trabajar dentro de los hospitales y cárceles, de manera que las socias de dicha Sección visitaban con mayor regularidad las salas de infecciosos y de maternidad del Hospital González, donde constantemente repartían ropa y medicamento para los enfermos, así como para los recién nacidos y sus madres. En el informe de gobierno, el gobernador sustituto Ramiro Tamez, dio cuenta en

359

 Ibid .,., año 3, no. n o. 6, junio de 1924.; 1924. ; También es importante mencionar que los dueños, accionistas y esposas de las empresa antes mencionadas generalmente generalmente eran miemb miembros ros de los Caballeros de Colón, de la ACJM, y de la UDCM. 360  Patience  Patien ce Schell, “Las mujeres católicas del catolicismo social, 19121912-1926”, en: en: Manuel Ceballos (coord.), Catolicismo social en México. Las Instituciones, Tomo II , México, D.F., Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana/Academia Cristiana/Academia de Investigación Humanística, A.C., 2005, p. 253. 361  Acción  Acción,, año 3, no. 6, junio de 1924.; Porfirio G. González y Ramiro Tamez fueron gobernadores leales a Álvaro Obregón. 362  Ibid.,, año 1, no. 6, noviembre de 1922.  Ibid.

99

 

1922 de las actividades de las damas católicas al interior de los recintos médicos, al afirmar: En la Sala de Maternidad, anexa al Hospital González, se ha atendido en el lapso de tiempo que comprende mi acción gubernativa a 40 mujeres pobres, que después de recibir una esmerada atención médica encuentran un gran consuelo en la obra caritativa de excelentes Damas de lo mejor de nuestra Sociedad, que con un celo nada común visitan este Departamento, suministrando ropa a las que tienen criaturas que ahí ven la luz primera, haciendo extensiva esa obra a los desgraciados e infelices seres que por haber perdido la razón se encuentran internados en el Departamento de Dementes del mismo establecimiento363.

Además de recibir el apoyo de los gobiernos estatales (que, por cierto, tales gobiernos fueron muy efímeros en esa época debido a), también obtuvieron la colaboración de los directores de los hospitales y de la Penitenciaría. Por ejemplo, uno de los médicos que  prestaron sus servicios gratuitamente grat uitamente fue el doctor Felipe Garza Nieto, entonces director del Hospital González, quien atendía (en su consultorio ubicado en la calle Zaragoza 36), a niños y adultos que padecieran enfermedades en ojos, oídos, nariz y garganta; además, operaba sin costo a los pacientes de bajos recursos en el mismo hospital 364. Posteriormente, en ocasión de las fiestas del Buen Pastor celebradas en 1924 al interior de los hospitales González, San Vicente y el Militar, se oficiaron algunas misas (con excepción del Militar), confesándose y comulgado 114 enfermos, además de que se repartió alimento y ropa entre los pacientes 365. Por otro lado, en la Penitenciaría se confesaron y comulgaron 118 reos de ambos sexos, durante las mismas celebraciones. Para las mujeres católicas los presos eran: eran: “seres desventurados que quizás habían delinquido  por falta de instrucción y protección” protección”366 . Estas actitudes de atención a llos os presos, así como a los enfermos, hambrientos, sedientos y desnudos, por parte de las mujeres católicas formaron parte de las obras de misericordia corporales estipuladas por el Catecismo católico.

363

 AHENL, Memorias de Gobierno (Ramiro Tamez, 1922), p.12.  Acción, año 3, no.  Acción, n o. 2, febrero de 1924. De acuerdo con el gobernador interino Ramiro Tamez se atendieron a 125 pacientes con padecimientos oculares, de los cuales 25 fueron operados con éxito por el médico Felipe Garza Nieto, tomando en cuenta que durante ese año al Hospital González ingresaron 581 enfermos. Véase: AHENL,, Memorias de Gobierno (Ramiro Tamez, 1922), pp. 12-13. AHENL 12 -13. 365  Acción,, año 3, no. 6, junio de 1924.  Acción 366  Idem..  Idem 364

100

 

Buscando la readaptación social de los reos, la misma Sección, en colaboración con el Supremo Gobierno estatal, fundaron una escuela en la Penitenciaría, nombrando como director al profesor Atilano de la Garza 367, a quien la Sección le asignó $110 pesos de sueldo y el Gobierno le proporcionó mobiliario y útiles escolares368 para que iniciaran las actividades escolares. Además, al interior de la prisión se repartían con regularidad entre los presos los periódicos  periódicos  Cultura Popular   y  Acción369, y se instaló una Biblioteca Circulante a cargo de la señorita Tula de Alba 370 . Asimismo, la Unión eventualmente gestionó con el gobierno el indul indulto to para algunos presos condenados a la pena de muerte. Por ejemplo, en una ocasión se realizó una petición en febrero de 1924, para salvar la vida de 11 prisioneros condenados a muerte por delitos no especificados; aunque generalmente los esfuerzos eran infructuosos (como fue el caso), cabe destacar que entre esos 11 reos se encontraba Américo Larralde Ancira, quien fuera hermano de Diana Larralde de Romeo, socia de la UDCM 371. En otro caso similar tuvieron que interceder en marzo de 1924 ante el presidente, quien se mostró a favor del caso y suspendió la ejecución debido a que el reo en cuestión padecía de sus facultades mentales 372. Asimismo, en mayo de 1924se solicitó a las autoridades la liberación de dos niños que estaban pagando una condena (no especificada),  bajo el argumento de que “era inconveniente su estadía ahí, debido a su temprana edad” edad ”, y ante esta petición el juez falló en favor de los menores, haciéndose cargo de éstos las socias Delfina M. de Fabregat y Teresa T. de Alanís 373. Aunque las damas católicas solicitaron a las autoridades el indulto para los reos condenados a muerte (indicador de su preocupación por la reinserción social de los mismos), su intervención tenía que ver más con un sentido religioso y caritativo, que político. Por otro lado, la Conferencia San Vicente de Paul, asociación de gran tradición en la ciudad, también pasó a ser administrada por la sección 15a. de las damas católicas y, debido a esto, pudo instalarse en la mayoría de los templos y parroquias de la ciudad. Sus 367

  El profesor Atilano de la Garza estaba al frente del Círculo León XIII, grupo local de la ACJM de Monterrey. En: Acción En: Acción,, año 2, no. 4, 1923. 368  Ibid.,, año 1, no. 6, noviembre de 1922.  Ibid. 369  Ibid .,., año 3, no. 2, febrero de 1924. 370  Ibid.,, año 3, no. 6, junio de 1924.  Ibid. 1 924. 371  Ibid.  Ibid.,, año 3, no. 3, marzo de 1924. 372  Ibid.,, año 3, no. 4, abril de 1924.  Ibid. 373  Ibid.,, año 3, no. 6, junio de 1924.  Ibid.

101

 

 principales actividades eran ayudar a los enfermos y pobres en los templos y hospitales, asistiéndoles con recetas médicas, raciones de comida, ropa y calzado. En el siguiente cuadro se presentan cifras sobre el número de enfermos atendidos, así como el reparto de medicina, ropa y comida entre 1923 y 1925.

Cuadro 11. Actividades caritativas de la Sección 15a. Conferencias de San Vicente de Paul de la UDCM, 1923-1925 Templo o Parroquia

Enfermos

Recetas médicas

Ración de comida

Piezas de ropa

Del Roble

575

1,342

1,626

15

Sagrado Corazón de Jesús

525

870

1,780

597

La Purísima

154

155

564

97

Santuario de Guadalupe

104

18

421

43

Santísima Trinidad

88

145

250

87

La Luz

85

104

186

153

Catedral o Sagrario

134

12

542

59

Totales

1,665

2,646

5,369

964

Fuente: Elaboración propia con datos de la revista Acción revista  Acción,, diciembre de 1923 a junio de 1925.

Entre otras actividades que realizaban las Conferencias, estaba la administración de los sacramentos (comuniones, matrimonios, bautizos), apoyo en el pago de la renta de vivienda  para pobres y donación de calzado, entre otros auxili auxilios. os. Generalmente las actividades mensuales de cada sección se hacían públicas en su órgano oficial, de esta forma difundían sus actividades. Según Kristina A. Boylan, “las prácticas religiosas religiosas comenzaban en casa y dejaban sentir la influencia en ella; pero en el fondo debían ser un acto público, con  participantes que emprendieran actos visibles para sus iglesias y sus comunidades”374. Dichos actos se hicieron visibles en los espacios públicos en los que practicaron su filantropía, de esta forma las señoras católicas de la Conferencia San Vicente mantuvieron el control espiritual y moral, no sólo en las comunidades aledañas a cada parroquia, sino también en los centros médicos y penitenciarios de la ciudad de Monterrey.

374

 Boylan, “Género”, 2009, p. 341.  341. 

102

 

Otra manifestación del activismo de las mujeres de la Directiva Regional de Monterrey de la UDCM, fue la protesta que emitieron 600 socias contra la creación de la iglesia cismática promovida en febrero de 1925 por Luis N. Morones (líder de la CROM), llamada Iglesia Católica Apostólica Mexicana y encabezada por el sacerdote autodenominado “Patriarca” Joaquín Pérez. Dicha pr otesta otesta fue enviada por medio de un telegrama al presidente Plutarco Elías Calles en abril del mismo año. Generalmente eran las mujeres quienes lanzaban protestas o bien tenían una actitud de mayor beligerancia, en contraste con los Caballeros de Colón, quienes se mantenían al margen de las protestas  públicas, quizá para evitar verse perjudicados en sus empresas e mpresas y negocios. Si bien las actividades anteriormente descritas no fueron las únicas realizadas por la Unión de Damas Católicas en la ciudad de Monterrey, puede decirse que sí fueron de las más significativas en cuanto a una activa participación de las mujeres (de clase media-alta) fuera de su ámbito tradicional, que para ese momento se limitaba únicamente al hogar y la iglesia. Aunque, hay que mencionar otras secciones como la 2a. y 6a., abocadas a la impartición de catecismo y la organización laboral, sobre las cuales se hablará en el  

siguiente apartado de este capítulo, donde se abordarán las cuestiones laborales y la influencia que tuvo la enseñanza de León XIII por medios de laicos y religiosos en la organización del trabajo, no sólo en su base, la clase obrera, sino también en el sector empresarial.

3.3. La participación del Catolicismo social en los asuntos laborales en Monterrey Para los religiosos y laicos regiomontanos comprometidos con el Catolicismo social, era fundamental que las clases sociales (obreros y empresarios) mantuvieran relaciones de cordialidad y de cooperación. Tanto la ACJM, como la UDCM buscaron la creación de círculos de obreros y centros de catecismo al interior y fuera de las fábricas, donde también repartían folletos y revistas que hablaban sobre la importancia de la cooperación de clases y de los sindicatos católicos. Ahora bien, la historiografía de la industrialización de Monterrey y de las relaciones obrero-patronales que de ésta surgieron, han sido temas de una gran cantidad de

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investigaciones realizadas desde distintos enfoques y posturas, ya sea a manera de crónica, de forma crítica u opositora, o bien con intereses meramente académicos 375; sin embargo, la mayoría de las investigaciones ha dejado de lado el impacto de la enseñanza católico-social en dichas relaciones y se ha centrado en el llamado paternalismo y sindicalismo. Del mismo modo, la mayoría de los estudios ha ahondado en la Gran Industria, entiéndase por esto a las empresas del ramo siderúrgico y metalúrgico, así como la cervecería y la vidriera. No obstante, este apartado no se limitará sólo a las grandes empresas, sino que también contemplará a las pequeñas y medianas. Algunas investigaciones han señalado la influencia de las encíclicas papales en la formación de un sistema de pensamiento empresarial y otros las han descartado. Por ejemplo, Menno Vellinga, en su obra  Desigualdad, poder y cambio social en Monterrey, Monterrey,   afirmó que el ideario de los empresarios Garza Sada estuvo alimentado por las encíclicas  Rerum Novarum y Novarum y Quadragesimo Anno, Anno, de León XIII y Pío XI, respectivamente, en cuanto a temas como la familia, la religión y la propiedad privada 376. Por otro lado, el estadunidense Michael Snodgrass negó tal influencia, al señalar que las prácticas laborales realizadas y promovidas en la Cervecería Cuauhtémoc tenían que ver con  políticas  paternalistas377 aprendidas en los Estados Unidos. De modo que surgen algunas preguntas, como las siguientes: ¿hubo influencia de la Doctrina Social de la Iglesia en el sector empresarial u obrero de Monterrey?, ¿existieron círculos o sindicatos de obreros católicos?, ¿quiénes y cómo difundieron la Doctrina Social de la Iglesia? Para responder a estas cuestiones es importante reconocer que un gran número de empresarios y comerciantes regiomontanos (entre ellos los Garza, Calderón y Sada), tuvieron una activa participación en las asociaciones católicas desde finales del siglo XIX por medio de la Sociedad Católica de Señores y la Conferencia San Vicente de Paul, sociedades que se incorporaron en 1921 a la Orden de los Caballeros de Colón. Por otro lado, la UDCM de Monterrey era la asociación femenina donde militaban las esposas e hijas de los empresarios. Las prácticas (religiosas y de acción social) de estos grupos 375

 Algunos de los títulos sobre la temática son:  Los orígenes de la Industrialización de Monterrey de Monterrey  de Isidro Vizcaya y Burguesía, y Burguesía, Capitales Capitales e Industria en el norte de de México de México de Mario Cerutti, entre otros. 376  Menno Vellinga, Desigualdad, Vellinga, Desigualdad, poder poder y cambio social social en Monterrey Monterrey, México, Siglo XXI, 1988, p. 62. 377  Snodgrass define al paternalismo como como:: aquellos incentivos no n o salariales para los trabajadores, Snodgrass, Snodgrass,    Deferencia,, 2003, p. 77.  Deferencia

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estaban ligadas a un sistema de normas y valores que constituían una representación social378, que se venía configurado desde el siglo XIX. Ambas sociedades tuvieron la colaboración de la ACJM y de clérigos comprometido con llevar a cabo la configuración de una cultura de trabajo y concordia, entre los obreros (niños, mujeres y varones) y empresarios, por medio de una serie de  prácticas católicas específicas, como conferencias, catecismo y estudios de sociología cristiana. No obstante, la recepción del Catolicismo social entre los obreros no fue la misma, sobre todo entre los hombres, pues en determinado momento algunos de éstos, al igual que los agentes del gobierno, opusieron resistencia a las prácticas católicas al interior de las fábricas. Ahora bien, los círculos de obreros católicos en la ciudad de Monterrey no eran una novedad, pues ya existían desde principios de siglo, aunque casi con seguridad fueron disueltos en 1914. Ulteriormente, con la reconfiguración de la acción católica-social, resurgió también el deseo de agrupar a las multitudes de trabajadores católicos en torno a una agrupación que dirigiera a nivel nacional el curso de éstos, fue así como nació la Confederación Católica del Trabajo (CCT) en 1920, que posteriormente pasaría a llamarse Confederación Nacional Católica del Trabajo (CNCT). Un año después de haber sido creada la CCT, celebró en Guadalajara una convención junto con los obreros libres 379. Tras cuatro días de conferencias se llegó al acuerdo de que, tanto obreros católicos como libres, aceptarían guiarse por los principios de la Rerum la Rerum Novarum Novarum;; de acuerdo con Manuel Ceballos, los obreros libres de las ciudades de Monterrey y Saltillo estuvieron representados por Julián Morales, quien iba como delegado de las empresas textiles “El Porvenir”  Porvenir”   y “La Leona”, y  y  de la Cervecería Cuauhtémoc380. Inclusive el mismo autor señala que, como resultado de la convención de 1921, libres y católicos realizaron una gira en marzo de 1922 con la intención de promover la creación de

378

 Una representació r epresentaciónn social se configura cuando el individuo reconoce como suya una o varias prácticas (en este caso la acción católico-social), pues le aparece aceptable en relación con su sistema de valores. Véase: Abric, Prácticas Abric,  Prácticas,, 2001, p.198. 379   “Los obreros libres eran eran una fracción separada del sindicalismo mexicano que no había optado por la CROM (fundada en 1918), ni por la CGT (fundada en 1921)”. Véase: Ceballos, Ceballos, Historia  Historia,, 2004, p.77. 380   El El Archivo social , 1 de noviembre de 1921, citado en Ibid  en  Ibid .,., 2004, p. 78.

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sindicatos adheridos a la CCT para que participaran en el Congreso Nacional Obrero que se celebraría al año siguiente381, siendo Monterrey uno de los lugares visitados. Aunque Julián Morales representó a los obreros libres de Monterrey y Saltillo, no se sabe con exactitud si las empresas apoyaron o se opusieron a la idea de que sus obreros estuvieran representados en un congreso de trabajadores católicos, y ni tampoco se puede determinar si representaba a todos los trabajadores o sólo a una fracción de éstos. Cabe mencionar que los dueños de la Cervecería Cuauhtémoc y “El Porvenir” 382  tenían  principios religiosos y morales que compaginaban con la enseñanza de León XIII, XIII , y constantemente participaron en obras de acción social, además de que al interior de sus empresas se practicaron celebraciones religiosas. Por otro lado, hay que agregar cuando la delegación de obreros católicos estuvo en Monterrey en marzo de 1922, ésta aprovechó  para

protestar contra un suceso acaecido en 1921 en Guadalajara, donde hubo un

enfrentamiento entre un grupo de trabajadores católicos y un Sindicato de Inquilinos dirigido por el anarquista Jenaro Laurito, resultando cuatro obreros católicos muertos383. A nivel local, algunos ejemplos de las celebraciones de culto católico dentro las fábricas fueron las realizadas al interior de Cervecería Cuauhtémoc y Fundidora. Ambas empresas fueron acusadas ante el gobernador de celebrar dichos actos (infringiendo el artículo 24 de la Constitución), por lo que el Departamento de Justicia, Instrucción Pública, Fomento y Guerra giró en junio de 1922 los oficios correspondientes a ambas empresas,  prohibiéndoles la práctica del culto católico. Por su parte, el departamento legal de la Cervecería, representado por Lázaro de la Garza, señaló como falsas las acusaciones, además argumentó que “todo hombre es libre de practicar las ceremonias ce remonias o cultos respectivos en sus domicilios particulares, pues lo que está prohibido son los cultos  públicos destinados únicamente a los templos”384 .

381

 Ibid., 2004, p. 79  Ibid.,  El principal accionista de la Cervecería Cervecería era Isaac Garza, quien pertenecía a la Asamblea Gral. de 4° Grado “Fray Antonio de Jesús Sacedón”, y en la fábrica “El Porvenir” estaba Valentín Rivero Fernández, miembro

382

de mesa de directiva del Consejo Consej de Nuestra Monterrey agrupaciones adyacentes a lalaOrden los Caballeros de oColón; véase:Señora véase: Álbum  Álbum,,de1924, p. 16. No. 2312, ambas agrupaciones 383  Ceballos, Historia  Ceballos,  Historia,, 2004, p. 81. 384  AHENL, Asuntos Eclesiásticos (Religión), caja 5, exp. 2.

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Asimismo, la Fundidora mencionó que las denuncias eran inexactas, pues una de las reglas de la empresa era la “prohibición absoluta de la celebración de actos de carácter religioso o político”. político ”.   No obstante, señaló que un gran número de los habitantes de la colonia Acero (en un escrito del 9 de mayo de 1922), solicitó a la empresa un local donde se pudiera practicar el culto católico los domingos y días festivos (pues quedaban muy lejos los templos de la ciudad). Ante esto, la Dirección accedió, prestándoles un local provisional mientras se construía una capilla, que de acuerdo con la empresa sería enteramente privada  para no infringir la ley385. Cabe mencionar que desde 1921 la Iglesia tenía establecido un centro de catecismo en dicha colonia 386. Al no recibir contestación del Ejecutivo del estado, la Compañía Fundidora giró dos cartas más, una en septiembre y otra en octubre, obteniendo respuesta hasta noviembre. En su resolución el gobierno indicaba no tener ningún problema con la la celebración de actos religiosos religiosos al interior de la Colonia Acero387. Por otro lado, la doctrina cristiana impartida por medio del catecismo, además de enseñarse en los colegios católicos, asilos y cárceles, también se introdujo dentro de las fábricas. Esto pudo ser posible debido a las acciones de la Sección 2a. de la UDCM. Los  primeros centros de catecismo de la Sección ubicados al interior de las empresas, estaban en la fábrica de dulces “La Corona” y  y  en la fábrica “La Industrial” 388, ésta última propiedad de Rafael Pozas; éste último centro fue inaugurado por 15 catequistas, teniendo una asistencia de 150 niños389. Posteriormente se creó un centro en la fábrica de bebidas Topo Chico, el cual contaba con 80 niños y 7 catequistas 390. Generalmente los centros de catecismo de estas fábricas estaban integrados por niños y algunas mujeres, aunque las fuentes no precisan si éstos eran trabajadores de las mismas o sólo asistentes y catequistas. Asimismo, en diversas ocasiones las empresas prestaron sus instalaciones para realizar actividades de recreación para los niños miembros de estos centros de catecismo, 385

 Idem.  Idem.  AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, año 2, no. 8, agosto de 1921. 387  AHENL, Asuntos Eclesiásticos (Religión), caja 5, exp. 2. 388  El reporte mensual de la Sección 2a. las damas católic as no especifica a qué fábrica “La Industrial” hacen Industrial”  hacen referencia, pues a principios de la década de 1920, existían tres empresas que llevaban ese nombre, una  productora de galletas (Lara-Santos), (Lara-Santos), otra dedicada a la elaboración de azulejos y mosaicos (V. Rivero Sucs.) 386

y por último unaOrden textilera (Jesús Ferrara); obstante en Álbum, los tres, casos integrados a la de los Caballeros de no Colón, véase: véase: Álbum 1924, las pp. empresas 17-20. pertenecían a empresarios 389   Acción, Acción, año 1, números 6 y 7, noviemb n oviembre re de 1922. 390  Ibid .,., año 3, no. 4, abril de 1924.

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tales son los casos de las celebraciones realizadas en la Quinta Calderón y en el Parque de la Cervecería Cuauhtémoc. En el primer recinto se efectuó una fiesta en honor a los  papeleros (niños vendedores de periódicos) en enero de 1923, teniendo una asistencia de 200 niños391. En el segundo caso, se reunieron cerca de 800 niños de ambos sexos con motivo de las celebraciones navideñas, ahí se les repartieron ropa, juguetes y dulces; además, las catequistas también recibieron como obsequio un vestido, y dichos repartos estuvieron presididos por el arzobispo Herrera y Piña y por el presbítero Antonio de P. Ríos. Cabe mencionar que Francisco Sada, además de haber facilitado el Parque, donó $100  pesos para las actividades 392. De igual modo, la ACJM también mostró su interés en la creación de círculos de obreros y, y, en este sentido, es importante señalar que el círculo “Ozanam”, subgrupo de la Congregación Mariana del Roble, intentó formar un comité de obreros en el barrio de la Vidriera, colonia creada por la empresa del mismo nombre para sus trabajadores. Aun y con los intentos de dicho grupo católico, el comité nunca se pudo concretar, debido a la apatía que, según los propios miembros de “Ozanam”, “Ozanam” , veían en los obreros393. Por su parte, el Grupo “León XIII” estableció un círculo de estudios que realizaba festiv ales de propaganda católico-social, a los que asistían en su mayoría obreros y donde se les impartía instrucción moral e intelectual394. Ahora bien, lo ocurrido en el barrio de la Vidriera no fue un hecho aislado, pues hubo otros sitios en donde los obreros se mostraron desinteresados ante la idea de que la religión católica permeara dentro de sus espacios de trabajo. Otro caso similar fue el ocurrido en la la fábrica de Hil Hilados ados y Tejidos ““La La Industrial”, donde el sindicato de dicha empresa, además de mostrarse reacio al catolicismo, acusó al dueño de la empresa, Jesús Ferrara395, con el gobernador interino, Anastasio Treviño Martínez, de permitir la constante afluencia de las Damas Católicas y de sacerdotes que practicaban el culto católico de forma  pública, lesionando el artículo 24 de la Constitución. Asimismo, señalaron que dichas 391 392 393

 Ibid., año 2, no. 2, febrero de 1923.  Ibid.,  Ibid.,, año 3, no. 1, enero de 1924.  Ibid.

394  Álbum  Álbum,,

 Idem. 1924, p. 24.  Idem.   Jesús Ferrara era miembro de la Asamblea Gral. de 4° Grado “Fray Antonio de Jesús Sacedón” de la Orden de los Caballeros de Colón. 395

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damas habían trasladado a bordo de ocho camiones a “las obreras y operarios fanatizados”, al templo de la Trinidad en mayo de 1923, 396 el cual como se mencionó líneas arriba, fue un año de intensos trabajos en el ámbito católico-social en la ciudad. De acuerdo con la misma queja, la presencia de los sacerdotes y de la UDCM dentro de la empresa fue un intento del dueño y del gerente de la fábrica (Genovevo L. Ramírez), para destruir al sindicato que tenía apenas diez meses de existencia. Estos eventos dejan entrever la clara intención que tenían laicos y religiosos de introducir la Doctrina Social Católica dentro de las empresas; aunque al parecer dichas ideas fueron recibidas de mejor forma por niños y mujeres, pues tal recepción dio pie para la creación de la Unión de Empleadas Católicas Regiomontanas y la Unión del Magisterio Católico Regiomontano (1923), y el Sindicato de Papeleros y Boleros (1924). En ese sentido, las damas católicas de Monterrey establecieron en diciembre de 1922, en la calle Hidalgo no. 136, la Casa-Familia para señoritas estudiantes y oficinistas,  bajo la coordinación de la Sección 14a. de la UDCM. Contaba con habitaciones bien amuebladas, alumbrado, ventilación y aseo, baños, servicio de luz, lavado y planchado de ropa y alimentación397. Durante su inauguración al año siguiente se bendijo la casa y se entronizó una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, y quien ofició los actos fue el arzobispo Herrera y Piña, con asistencia de los canónigos Pablo Cervantes y Rafael Plancarte, y de las mesas directivas de los Caballeros de Colón, de la ACJM y de la Unión de Empleadas Católicas Regiomontanas 398. Asimismo, la Casa-Familia contaba con servicios de caja de ahorros, préstamos, pr éstamos, clases y una coo cooperativa perativa de consumo399. Por otro lado, el año de 1923 trajo consigo una serie de conferencias que, además de  brindar una enseñanza tteórica, eórica, también tuvo repercusiones prácticas pr ácticas e inmediatas, tal fue el caso de la Semana Social para religiosos. De modo que los sacerdotes concurrentes decidieron establecer una cooperativa de consumo para el clero, en la que se formaría un  pequeño capital con base en acciones con valor de $ 50.00 pesos cada una. Para su administración se acordó nombrar a un gerente seglar de confianza a cuyo cargo estaría la 396 397  AHENL,

Trabajo, y Sindicatos (1921-1923), caja 5, exp. 4.   Acción, año Acción, año 2, no 1,Asociaciones enero de 1923.  Idem.,, año 2, no. 2, febrero de 1923.  Idem. 399  Patience Schell, “Mujeres”, 2005, p. 270.  270.  398

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sociedad; sin embargo, su dirección pertenecería a un consejo directivo provisional formado por Juan José Hinojosa (presidente), Fortino Gómez 400  y Heleno Salazar (vocales)401. Los estatutos de la cooperativa fueron escritos por Alfredo Méndez Medina y Rafael Plancarte, y fueron aprobados por el arzobispo402. De igual forma, la UDCM propuso establecer entre las socias una Caja de Ahorro y Pequeños Préstamos para beneficio único de las mismas. En ese sentido, las damas católicas en una asamblea extraordinaria, en el edificio de los Caballero de Colón,  presentaron el e l proyecto que fue apro aprobado; bado; asimismo, el auxiliar eclesiástico ec lesiástico dio una plática sobre el significado del ahorro, estableciéndose así la “Providencia Providencia””, Caja de Ahorros y Pequeños Préstamos de la UDCM de Monterrey403 . El éxito que obtuvieron las damas católicas entre niños y mujeres en materia laboral las llevó a crear una Sección más, la Sección 6a. del Trabajo en febrero de 1924, “encargada de fomentar entre los niños el espíritu de unión y así conseguir su elevación moral, intelectual y económica” 404 . Durante una junta en febrero, las socias de la Sección recibieron una introducción sobre estudios sociales por parte de Rafael Plancarte, quien también les explicó lo que era un sindicato o unión profesional 405 . Los trabajos de la Sección se enfocaron en adoctrinar a los niños pertenecientes a los centros de catecismo y escuelas católicas, donde les enseñaban lo que era un sindicato y una caja de ahorro 406, haciéndoles ver sus beneficios. Tales fueron los trabajos de la nueva Sección que para mayo ya estaban elaborados  

los estatutos del sindicato de trabajadores infantiles. Se dividieron en cuatro capítulos: el  primero hablaba sobre los objetivos del mismo, que eran er an el mejoramiento moral, intelectual y económico de sus socios; el segundo tenía que ver con los requisi requisitos tos de los socios, como ser católico, ser mayores de siete años y contar con el consentimiento de sus padres o tutores; el capítulo tres hablaba sobre su organización, pues tenía que contar con una mesa 400

Cervantes,, 1971, p. 25.  Fortino Gómez fue nombrado arzobispo de Oaxaca hacia 1942, en Tapia, Cervantes  AHAM, Boletín  AHAM,  Boletín Eclesiástico Eclesiástico,, año 4, no.12, diciembre de 1923. 402  Ibid.,, año 5, no. 1, enero de 1924.  Ibid.

401 403

404   Acción, Acción, 405 406

año julio de de 1924. 1924.  Ibid .,., año 3, 3, no.no. 8, 7, agosto  Ibid .,., año 3, no. 3, marzo de 1924.

 Ibid.,, año 3, no. 4, abril de 1924.  Ibid. 110

 

directiva compuesta por niños, y finalmente el cuarto capítulo trataba sobre la cooperativa de consumo, donde los niños podrían acceder a material escolar, prendas de vestir, dulces y “objetos propios de su edad”, entre otras cosas. Además,  Además,   los niños tenían que pagar una cuota de inscripción de cinco centavos, y se estableció una Caja de Préstamos y Ahorro, que facilitaría préstamos a sus socios por la cantidad de hasta $3 pesos 407. Sin embargo, fue hasta septiembre en que quedó establecido el sindicato Unión de Papeleros y Boleros, con 30 niños, pero en febrero de 1925 contando ya con 63 socios 408. Durante la inauguración, recibieron un discurso impartido por el padre Enrique Tomás Lozano. Por su parte, la mesa directiva de los papeleros y boleros quedó de la siguiente manera: presidente Raymundo Candía, vicepresidente Serapio Villarreal y secretario Rogelio Franco. Junto con la Unión también fue creada la Escuela de la Unión de Papeleros, donde se les impartirían clases de primero y segundo grado, quedando como directora la señorita profesora Guadalupe Bernal. Para la creación del colegio se recibieron apoyos del padre Plancarte, quien facilitó los pupitres; asimismo, las bancas fueron donadas por la Unión del Magisterio Católico Regiomontano; es importante señalar que la escuela se sostenía en gran parte con cooperaciones de los diarios El Porvenir y El Sol 409, cuyos directivos previamente se habían reunido con las socias de la UDCM Batilde Garza Sanmiguel, Leonarda Paz y Cesárea M. de González, para coordinar la colaboración. Asimismo, la apertura de la escuela estuvo autorizada por la Dirección General de Instrucción Primaria 410. El mencionado apoyo de los  periódicos resulta interesante porque deja entrever que los principales diarios de ese entonces, que daban empleo a los niños papeleros, no veían amenazados sus intereses de clase ni por el clero, ni por las damas católicas, mucho menos por los niños, pues los estatutos del sindicato infantil estaban orientados a la concordia y no a la lucha. Cabe agregar que la Unión de Papeleros y Boleros y la Unión del Magisterio Católico Regiomontano tuvieron como sede la casa central de la UDCM; asimismo, el surgimiento del sindicato católico magisterial y de la Unión de Empleadas Católicas 407 408  Ibid ., ., 409 410

3, no. 2, 5, febrero mayo dede1924.  Ibid., año 4,  Ibid., 1925.  Ibid.,, año 3, no. 10, octubre de 1924.  Ibid.

 Ibid.,, año 3, no. 7, julio de 1924 y año  Ibid. añ o 3, no. 11, noviembre de 1924. 111

 

Regiomontanas fue resultado de los trabajos sociales realizados en Nuevo León por el  padre Alfredo Méndez Medina en 1923. Además, es pertinente destacar que en marzo de 1925 la mesa411 . Para marzo de 1925 la mesa directiva de la Unión del Magisterio Regiomontano, estaba integrada por las profesoras: Pura Colunga, presidenta; María Antonia Carrillo, secretaria; Adela Castaño, prosecretaria; Virginia Villarreal, tesorera; Petra Villarreal, pro tesorera; María de Jesús Salinas y Guadalupe García Leal, vocales 412. La creación de estas uniones permite dilucidar que los católicos activos en materia social no sólo se preocupaban por los pobres y obreros, sino también por los empleados,  profesionistas y maestros, pues algunos de éstos trabajaban en los colegios católicos y en las empresas en las que los dueños tenían acentuados principios religiosos . En ese sentido,  para las mujeres católicas era importante la existencia de las uniones u niones profesionales, como las antes mencionadas, pues opinaban lo siguiente acerca de éstas: “convencidas estamos, de la necesidad que hay de la organización social, según la clase y profesión, para elevar el nivel religioso, moral, económico y profesional de los miembros de la sociedad” 413. Para ello, la CNCT había integrado en sus filas a “una serie de agrupaciones laborales que tenían características muy heterogéneas: empleados, artesanos, obreros de fábricas textiles, mineros, gran cantidad de campesinos, sindicatos de mujeres e incluso de niños”414. Esta diversidad permitió el crecimiento de la CNCT. A decir de Manuel Ceballos, se multiplicaron los sindicatos y las asociaciones filiales a los sindicatos: cooperativas de compra y venta, sociedades mutualistas, círculos de estudio, cajas de ahorro, bolsas de trabajo, escuelas, así como casas de hospedaje 415 , como el caso de la Casa-Familia de Monterrey. De acuerdo con el mismo autor, Monterrey era una de las diócesis que tenía asociaciones adscritas a la CNCT, y es probable que fuera el caso de la cooperativa del clero, las uni uniones ones de empleadas y del magisterio católico regiomontano, y el sindicato de niños (papeleros y boleros).

411 412

 Álbum,, 1924, p. 27.  Álbum

413   Acción, Acción, 414 415

marzo de 1925.  Ibid., añoaño  Ibid., 3, 4, no.no. 4, 3, abril de 1924.  Ceballos, Historia  Ceballos,  Historia,, 2004, p. 90.

 Ibid .,., 2004, p. 91. 112

 

 No obstante, la indiferencia y resistencia a la influencia del Catolicismo social en asuntos laborales por parte de los trabajadores (varones), pudo deberse a una diversidad de factores. Este análisis plantea la conjugación de dos variables: primero, la propagación de ideas sindicalistas combativas en algunas empresas; por ejemplo, en Cervecería Cuauhtémoc el intento de sindicalización produjo el despido de los dirigentes del movimiento en 1917, mientras que en Vidriera Monterrey un grupo de líderes de los trabajadores del vidrio, encabezados por Juan F. Flores y Juan M. Pardo, formaron el “Sindicato de Obreros de la Vidriera de Monterrey” en febrero de 1923 416. De igual forma, los obreros de la fábrica textil “La Industrial” se organizaron para crear un sindicato en ese mismo año tras el despido de 16 operarios hilanderos (conflicto resuelto por la intervención del gobernador Tamez y la Federación Regional de Sociedades Obreras); sin embargo, la empresa buscó por diversos medios su total desintegración, a través de la introducción de ideas del Catolicismo social, del paro de labores que dejó a los hilanderos sin empleo; además, les obligó a firmar un contrato de arrendamiento en el que acordaban desocupar las viviendas que la empresa les había provisto si no pagaban mensualmente

una

renta

de

25

centavos.

Asimismo,

la

empresa

despidió

“injustificadamente” a los miembros del sindicato417. El segundo factor implica el hecho de que los trabajadores regiomontanos encontraron en las organizaciones cooperativas de tendencia corporativa y sin sustento religioso alguno, la respuesta a sus necesidades y demandas más primordiales e inmediatas, como la salud, la vivienda, la educación y la recreación, en empresas como la Cervecería Cuauhtémoc y la Fundidora Monterrey, como fue el caso de la Sociedad Cooperativa y de Ahorro para Empleados y Operarios de la Cervecería Cuauhtémoc, creada en 1918. Por otro lado, desde mediados de los años 20 diversos factores, como el ascenso del sindicalismo oficial y los conflictos religiosos, generaron la decadencia de las asociaciones católicas de trabajadores a nivel nacional, en particular la CNCT.

416 417

 AHENL, Trabajo, Asociaciones y Sindicatos (1921-1923), caja 5, exp. 4.   Idem  Idem.. Entre los desocupados y desalojados de “La Industrial” se encontraban los hilanderos: Ventura

Velasco, Maximiliano Tamez, Manuel Torres, Joel Cisneros y Guadalupe Juárez, entre otros. 113

 

Es decir, si bien las asociaciones católicas laicas difundieron su programa social en todo el país durante la primera mitad de los años 20, esta expansión comenzó a enfrentarse al llamado jacobinismo gubernamental, especialmente tras el ascenso de Plutarco Elías Calles a la presidencia a fines de 1924. Así, Luis N. Morones, líder de la CROM, impulsó en 1925 la creación de la iglesia cismática mexicana (ya antes mencionada), como una forma de contrarrestar las actividades religiosas en materia laboral, pues la CNCT comenzó a preocupar al gobierno, ya que para 1926 agrupaba a poco más de 22 mil trabajadores rurales y urbanos418. La creación de la Iglesia Católica Apostólica Mexicana detonó la conformación de la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa (LNDLR), agrupación de carácter  beligerante fundada por el jesuita Bernardo Bergöend. Además, en e n 1926 el gobierno ordenó ord enó la expulsión de 200 clérigos de origen extranjero, la clausura de varios conventos y templos, el destierro de diversos obispos y el encarcelamiento de algunos sacerdotes 419. Asimismo, cabe señalar que el padre Méndez Medina había abandonado su cargo al frente del SSM en 1925. De acuerdo con Ceballos, su ausencia debilitó la organización interna del CNCT, pues si bien éste “no intervenía en las decisiones directas del Comité Central, era su principal consultor y su mejor apoyo”  420. La renuncia de Méndez Medina al SSM significó una ruptura en las actividades sociales que se hacían en toda la República, como fue el caso de los múltiples congresos que llevó a cabo en la ciudad de Monterrey entre 1921 y 1924, generándose una discontinuidad en la difusión de la enseñanza social. Entretanto, en Nuevo León tuvieron lugar en mayo de 1925 dos pronunciamiento  públicos de los miembros de la ACJM co contra ntra el anticlericalismo gubernamental, gu bernamental, donde se manifestaba su postura beligerante al criticar la actitud pasiva tomada por la Iglesia mexicana; asimismo, la UDCM mandó una misiva al presidente Calles pidiéndole que detuviera el avance del cisma de Morones. En cambio, los Caballeros de Colón no realizaron ninguna protesta contra las medidas del gobierno que eran contrarias a la Iglesia,

418 419 420

 Ceballos, Historia,, 2004, p. 33.  Ceballos, Historia  Saldaña, Anticlerical  Saldaña,  Anticlericalismo ismo,, 2009, p. 97.

 Ceballos, Historia  Ceballos,  Historia,, 2004, p. 106. 114

 

quizá porque su función era más bien generar un soporte económico para las acciones realizadas por los asociaciones antes mencionadas, pero sin poner en riesgo sus empresas. Al año siguiente, un intento de boicot económico llevado a cabo a nivel nacional por la LNDLR no tuvo el éxito esperado y los organizadores de la iniciativa fueron apresados, entre ellos los prelados José Mora y del Río y Pascual Díaz, así como René Capistrán Garza, fundador de la ACJM 421. Después de estos sucesos, todos los arzobispos y obispos mexicanos publicaron en el mes de julio de 1926 la Carta Pastoral Colectiva donde anunciaban la suspensión de cultos a nivel nacional, como reacción a la hostilidad del gobierno422. A finales de ese mismo mes entró en vigor la llamada Ley Calles, o Ley de Cultos, legitimando las disposiciones que el gobierno venía tomando en contra de la Iglesia católica, y que “además establecía el registro obligatorio de todos los sacerdotes ante la Secretaría de Gobernación” 423 . Con este par de acciones se abría la puerta para el inicio del conflicto cristero, que perduró hasta 1929, el cual fue organizado y auspiciado  principalmente por la LNDLR, y estuvo espacialmente ubicado en los sectores mayoritariamente rurales. Como resultado de este conflicto, la participación de la Iglesia en la organización obrera cesó oficialmente. De tal modo, la CNCT fue disuelta en 1931 tras promulgarse la Ley Federal del Trabajo, que desconocía a los sindicatos confesionales. En ese sentido, el relativo éxito de las uniones de profesionales y el sindicato de niños en Monterrey se vio interrumpido, debido a las disposiciones gubernamentales que proscribieron a todo sindicalismo religioso424 . Sin embargo, cabe agregar que la herencia del sindicalismo católico se mantuvo viva, ya que en 1936 se creó en Monterrey la Federación Nacional de Sindicatos Independientes (el llamado “sindicalismo blanco”), que integraba a trabajadores de diversas

421

 Héctor Aguilar Camín y Lorenzo Meyer, A Meyer,  A la sombra de la Revolución Mexicana, Mexicana, México, Cal y Arena,

422 1990, 423 424

p. 102.  Saldaña,  Saldaña, Anticlerical  Anticlericalismo ismo,, 2009, p. 99.   Ibid  Ibid .,., 2009, p. 99.

 Ceballos, Sindicalismo Sindicalismo,, 1986, pp. 653-666. 115

 

empresas regiomontanas y que implicaba algunos rasgos de la doctrina social católica, aunque sin hacerlos explícitos425. De tal modo, la Iglesia se vio obligada a sustraerse de la participación en la organización de los trabajadores y ello menguó su acción social en el nivel popular. No obstante, las actividades sociales de los católicos no cesaron, sino que debieron pasar a ser más disimuladas (por las prohibiciones legales o los ambientes persecutorios, como en los años 30). Por otro lado, muchas de las asociaciones católicas pasaron a integrarse a la Acción Católica Mexicana, creada en 1929, o se abocaron casi exclusivamente hacia las  prácticas devocionales (como la Adoración Nocturna o la Asociación del Santísimo). Asimismo, se consolidó un catolicismo de corte elitista, conservador y reaccionario, ligado a los grupos de poder económico en Monterrey, el cual se forjó por las circunstancias de los años 30. 

3.4. Consideraciones finales El surgimiento de las asociaciones católicas con vocación social en Monterrey, demuestra la insistencia de la Iglesia por intervenir en la dirección de la sociedad. La importancia de su participación social radicó en la formación de instituciones de diversa naturaleza durante la primera mitad de la década de los 20, las cuales buscaron el beneficio y desarrollo de la clase baja. En dicho contexto, la propuesta de León  XIII, adaptada a las circunstancias mexicanas y, específicamente, a las regiomontanas, debió coexistir y competir con la ideología emanada de la Revolución. Revo lución. De modo que durante ese periodo tuvo un gran auge en la Arquidiócesis de Monterrey la difusión y enseñanza del Catolicismo social, que lejos de quedarse meramente en una teoría o discurso, se pudo poner en práctica. Además de los congresos y jornadas sociales, los Comités Regionales de la ACJM, UDCM y Caballeros de Colón, así como sus grupos locales, círculos y secciones, recibían, leían y distribuían las publicaciones oficiales de las asociaciones católicas laicas, como Alma como  Alma Fronteriza, Fronteriza ,  Juventud Católica, Católica , Acción  Acción y  y la

425

 Blancarte, Historia  Blancarte,  Historia,, 1996, p. 136. 116

 

 Hoja Dominical , por mencionar sólo algunas, donde no sólo registraban sus labores, sino que también se difundía la acción social. Por otra parte, estas asociaciones impulsoras del Catolicismo social en Monterrey  procuraron mantener unificados y contro controlados lados a sus grupos grup os locales, por medio medio de una serie acciones y prácticas religiosas determinadas, como   la jerarquía organizativa y la recepción constante de los sacramentos; además, organizaban círculos de estudios sobre temas apologéticos y sociológicos, en los cuales se fomentaban y sostenían las obras sociales. Actividades en las que colaboraban activamente los sacerdotes Juan José Hinojosa, Pablo Cervantes, Rafael Plancarte y Tomas M. del Campo, entre otros. El trabajo realizado por los laicos en colaboración con los clérigos difusores del Catolicismo social, permitió que la Iglesia tuviera una mayor influencia en las escuelas, en los hospitales y cárceles, así como en las relaciones laborales. Sin embargo, las actividades religiosas y sociales que habían estado llevando a cabo laicos y clérigos tuvieron que verse interrumpidos con las constantes políticas anticlericales que el gobierno callista implementó desde 1925, y que en 1926 culminaron con el inicio de un conflicto tanto armado como religioso. Dicho enfrentamiento, que no concluyó sino hasta 1929, truncó el avance del Catolicismo social, especialmente en el ámbito laboral, pues la promulgación de la Ley orgánica del artículo 123 constitucional, promulgada en 1931 prohibió a los sindicatos toda denominación religiosa. Ello obligó a que las asociaciones de laicos tuvieran orientaciones distintas a partir de la conclusión del conflicto cristero, aunque la influencia de la Doctrina Social de la Iglesia continuó permeando en la organización sindical durante los años 30, si  bien de forma subrepticia.

117

 

Conclusiones

La acción social católica estuvo presente en gran parte de la República mexicana, y el norte del país no fue la excepción. El Catolicismo social mexicano tuvo que subsistir a la par de una diversidad de discursos que buscaron de uno u otro modo ofrecer una solución a la  

cuestión social y obrera. La presente investigación tuvo como objetivo principal la reconstrucción, por medio del discurso histórico, del pasado de los laicos y clérigos católicos regiomontanos que pusieron en práctica el Catolicismo social en la Arquidiócesis de Monterrey, durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX. Entretanto, diversos factores, coyunturas y discontinuidades en la formación del Estado mexicano, llevaron a los dirigentes del país a replantearse el papel que la Iglesia católica mexicana debería desempeñar, ya que ésta tradicionalmente había demostrado un particular interés en las labores sociales y muchas veces en la política. Tras la consumación de la Independencia, la Constitución de 1824 estableció al catolicismo como religión única, dada su función como factor de identidad y cohesión social. No obstante, esta situación se vio trastocada posteriormente por la Constitución de 1857, donde oficialmente la Iglesia y el Estado se separaban en pro de la modernización del  país. Posteriormente, este liberalismo ssee tornó más radical y revolucionario, ya entrado el siglo XX, con la Constitución de 1917. Sin embargo, la la Iglesia nacional nacional en ningún momento bajó la guardia, en algunos procesos mantuvo una actitud pasiva y de protesta moderada, y en otros tomó acciones de carácter beligerante. En medio de estas vicisitudes, el Catolicismo social surgió como una vía alterna, como una propuesta de la Iglesia para solucionar las problemáticas, no sólo sociales, sino también económicas y políticas de la sociedad mexicana. En el primer capítulo, esta investigación se concentró en el análisis de tres factores: en el primero apartado, se analizó la acción de los católicos organizativos en la Arquidiócesis de Monterrey. En este sentido, el Catolicismo social pudo ser rastreado cuando menos desde la década de los años 70 del siglo XIX, cuando se dio un auge de las Sociedades Católicas de Señores y Señoras, las cuales practicaron la caridad y las obras de

118

 

 piedad, labores realizadas en conjunto con la Conferencia San Vicente de Paul. Estos católicos organizativos pertenecieron a la clase alta de la época y tenían claros intereses, como el que la religión católica siguiera manteniendo su influencia en la sociedad, lo se vincula con la segunda parte del capítulo, pues durante ese periodo los católicos neoleoneses adscritos a dichas asociaciones, protestaron de forma firme contra la incorporación de las Leyes de Reforma a la Constitución; además, destacó la retractación  pública de algunos funcionarios del gobierno que habían jurado la Carta Magna, pues consideraban que ésta lesionaba sus creencias. Finalmente, en el tercer apartado se pusieron de relieve las relaciones del clero con la élite local, que además de tener intereses comunes, siempre buscaron el beneficio de su propio grupo; asimismo, en este subtema se destacaron las formas de religiosidad católica de algunos de los principales empresarios de Monterrey y su relación con la Iglesia. De tal manera, las Sociedades Católicas contribuyeron con la Iglesia para que la influencia cristiana siguiera permeando en la sociedad, en un periodo en el que el Estado y la Iglesia eran antagónicos. Sus prácticas de caridad se introdujeron en los espacios con  problemáticas específicas, e specíficas, como cárceles, hospitales y escuelas, escue las, siendo s iendo las últimas ú ltimas las más  beneficiadas, pues además de co contribuir ntribuir con las ya existentes, se fundaron nuevos colegios confesionales. No obstante, a pesar de la caridad, los católicos nunca cuestionaron el  porqué de dicha inestabilidad social, sino que só sólo lo se limitaron limitaron a llevar una asistencia inmediata. Por otra parte, quedó de manifiesto manifiesto el catolicismo pragmático de un grupo de empresarios y comerciantes, adscritos a las agrupaciones de caridad, que les permitió configurar una imagen de sí mismos como grupo, con relación a la religión cristiana y sus valores morales. En el segundo capítulo de esta investigación se describió el contexto internacional y nacional en que fue publicada la encíclica  Rerum Novarum Novarum,, así como el proceso de recepción por el que pasó la Doctrina Social de la Iglesia en el país y en la Provincia Eclesiástica de Monterrey, proceso que para efectos de esta investigación fue dividido en tres etapas. En el primer apartado, se dio un panorama general del documento papal y su difusión en México, así como su rápida publicación en los periódicos católicos de Monterrey y su lenta asimilación en cuanto a la generación de instituciones. En el segundo

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subtema se pretendió evidenciar la creación de círculos de obreros y asociaciones juveniles de carácter religioso y social, así como la difusión del catolicismo en las escuelas y hospitales; esta etapa del Catolicismo social puede considerarse como un periodo de temprana difusión, que tuvo que enfrentarse en 1914 al anticlericalismo revolucionario de los constitucionalistas, pasando entonces por una serie de vicisitudes, hasta su reorganización local entre 1917 y 1919; esta etapa de reorganización se puede establecer como un segundo periodo, en el cual la participación de la élite local tuvo gran repercusión en asuntos políticos y religiosos, quedando evidenciado su participación en el ámbito católico-social. El tercer capítulo, se abocó en demostrar el auge del Catolicismo social mexicano en una de las Arquidiócesis más importantes del país, durante la primera mitad de la década de 1920; en el primer apartado, se dieron a conocer las asociaciones que tuvieron mayor importancia para el desarrollo de la acción social, ya que la organización y estructura de estas agrupaciones permitieron la divulgación de la propuesta papal; asimismo, además de las asociaciones laicas, existió un sector del clero interesado en expandir dichas ideas, por medio de congresos, seminarios y semanas sociales, quedando de manifiesto que Monterrey no estuvo aislado de dicho activismo católico. En los siguientes subtemas se trató de manera concreta la forma en que las asociaciones laicas de acción social enseñaron y  practicaron el catolicismo popular y beligerante, por medio de obras de caridad, de la fundación de escuelas y bibliotecas, así como también a través de protestas y boicoteos contra aquello que les parecía inmoral y ajeno a la fe. Finalmente, se expuso un breve análisis de las relaciones laborales en torno a la Doctrina Social de la Iglesia, poniéndose de relieve la influencia del catolicismo dentro y fuera de las fábricas, creándose sindicatos, uniones profesionales y círculos de ayuda mutua para el beneficio social de los propios católicos regiomontanos. De tal forma, la Doctrina Social de la Iglesia en Monterrey fue una propuesta social, económica y política, que subsistió entre los regímenes liberales y revolucionarios, adaptándose a las continuidades y discontinuidades provocadas por el avance económico y social del país y del estado de Nuevo León, hasta que en 1926 se vio obligada a retroceder, aunque no desapareció del todo.

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Por último, si bien la religiosidad católica del norte ha sido históricamente más austera y pragmática que en otras regiones del país, en este trabajo se ha podido apreciar cómo ello no significó que no existiera desde mediados del siglo XIX un importante activismo social católico, encabezado principalmente por las élites regiomontanas, lo cual favoreció el establecimiento y difusión de asociaciones y labores sociales de inspiración católica en Nuevo León. Asimismo, la presente investigación puede fungir como base para estudios acerca de etapas posteriores, en torno a temas como la influencia del Catolicismo social sobre el “sindicalismo blanco” o el “paternalismo empresarial” de Monterrey. Mo nterrey.

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Anexo 1. Selección de la lista de señoras y señores católicos de Monterrey que protestaron contra la Leyes Orgánica de 1874426 

Ancira de Martínez, DelfinaLista de señoras De la Garza, Paula Ancira, Julia De la Garza, Refugio Arispe, Carlota De León, Carmen Arizpe, Dolores De Llano, Josefa Arizpe, Florencia Elizondo, Francisca Arrambide de Zambrano, Florencia Flores de Garza Melo, Juana Ayala de García, Eligia Flores, Refugia Ayala de Jiménez, Antonia G. de Condieau, Francisca Ayarzagoitia, Juliana G. de Elizondo, Refugio B. de Sepúlveda, Felícitas G. de Leal, Ma. Antonia Barragán, Andrea G. de Voigt, Carmen Barragán,Margarita Josefa Barragán, Barragán, Prudencia Barragán, Refugio Belden, Dolores Belden, Josefa Benavides, Concepción Borrego, Guadalupe Botello, Aurora Botello, Hesiquia Botello, Juana Bustamante, Anastasia Bustamante, Micaela C. de Lagrange, Flora C. de Muguerza, Refugio Calderón de García, Isabel Calderón, María Ignacia Campos de Garza, Sofía Canales, Guadalupe Canales, Josefa Cantú de L., Juana Cantú, Antonia Cantú, Feliciana Cantú, Manuela Clark de Ortiz, Isabel 426

Gajá de de Rivero, Lafón, Rafaela Gajá Octavia Garza de Garza, Concepción Garza de Garza, María Antonia Garza y Garza, Cristina Garza y Garza, Manuela Garza Zambrano, Dolores Garza Zambrano, Francisca Garza, Gertrudis Garza, María del Refugio Gómez de Llano, Manuela González, Dorotea Gortari de Videgaray, Josefa Guajardo de Dávila, Juana Guajardo, Trinidad Guimbarda, Dolores Hickman, Carmen Iglesias, Carmen Iglesias, Dolores L. de Melo, Rafaela Lachica, Concepción Lafón de Zambo, Ángela Lafón, Adelaida Lafón, Emilia Lafón, Felipa E.

 Para la elaboración de esta lista se tomó una muestra representativa de 324 nombres, de las y los 3,893

señoras y señores católicos que firmaron a manera de manifestació manifestaciónn contra la Ley Orgánica de 1874. 122

 

Coindreau, Ernestina Coindreau, Gertrudis Crespo, Tomasa De la Garza, Concepción De la Garza, Gertrudis Lara, María de los Dolores Leal, Carmen Llano de Tárnava, Rosa M. de Lafón, Eugenia M. de Zambrano, Josefa Margáin, Antonia Margáin, Dolores Margáin, Juana Martel, Nicanora Martel, Soledad Martínez, Concepción Martínez, Guadalupe Martínez, Petra Melo, Concepción Mier, Antonia Mier, Concepción Mier, Genoveva Mier, Gregoria Mier, Guadalupe Mier, Josefa Mier, María Antonia Mier, Rosa Milmo, Sara P. Morán, Anastasia Morell, Carmen C.

Lafón, Guadalupe Lafón, Josefina Lafón, Matilde E. Lara, Concepción Lara, Guadalupe Rivero, Higinia Rivero, Modesta R. de Ancira, Mariana Rea, Josefa Rubio, Refugio S. de Cirlos, Refugio S. de Santoscoy, Victoria Sada de Pérez, Mariana Sada de Sada, Genoveva Sada y Sada, Genoveva Sada, Carmen Sada, Josefina Sáenz, Concepción Sáenz, María de la Cruz Sanmiguel, Emilia Sanmiguel, Luz Sanmiguel, Micaela Santos, Carmen Sapien, Anselma Segovia, Antonia Segovia, Inés Sepúlveda, Feliciana Still, Sara Still, Virginia Tamez, Filomena

Morell, Isabel T. Morell, Josefina Morell, Juana C. Moses, Zara Muguerza de Sada, Carmen Muguerza, Francisca Muguerza, Manuela Padilla, Teresa Parra, Rafaela Penilla de Guimbarda, Juana Penilla de Iglesias, Francisca Penilla, Loreto

Teresa Luciana Garza Tijerina, Treviño de Cerda, Luz Treviño, Dolores Treviño, Luisa Valdés, Concepción Vidaurri, Narcisa Vidaurri, Prudencia Villarreal, Calixta Viteri de Barragán, María Viteri, Josefa Zambrano de López, Guadalupe

Luz Peña yPenilla, Peña, Concepción

Zambrano,Beatriz Adela Zambrano,

Pérez Maldonado, Josefa

Zambrano, Concepción 123

 

Pérez Maldonado, Ramona Pérez Maldonado, Refugio Pérez Maldonado, Soledad Ponce de Léon, Francisca Quintanilla, Cecilia Quiroz, Andrea

Zambrano, Dolores Zambrano, Juana Zambrano, Luz Zambrano, Refugio Zambrano, Teresa Zambrano, Virginia

Lista de señores Allen, Juan Ancira, Antonio Ancira, Jesús Arizpe, Manuel Astray, Dámaso Ballesteros, José María Barragán, José María Barragán, Manuel Z. Barragán, Miguel J.

Garza, José Garza, Martín Garza, Teodoro González Villarreal, Tomás González, Jesús M. González, Roque Gradler, F. Hernández, Andrés Hinojosa, Tomás

Barragán, Prisciliano Belden, Carlos Berguisol, Luis Berguisol, Luis Bernal, Santiago Bernardo Elosúa Cantú, Prisciliano Carreño, Bernabé Cassagne, Joseph Cirlos, Daniel L. Cirlos, Francisco Cirlos, Vicente

Honda, Lorenzo Iglesias, Miguel Iglesias, Rafael Iglesias, Tomás Islas, Ramón Lachica, José M. Lafón, Emilio Lafón, Román Lagrange, Alfonso Lagrange, Desiderio Leal, José M. Leister, Ruperto

Coindreau, Rafael De la Garza Elizondo, José María De la Garza y Evia, Juan N. De la Garza y Garza, Mauricio De la Garza, Crescencio De la Garza, Dionisio De la Garza, José M. De la Garza, Luis F. De Llano, Manuel P. De Tárnava, Constantino Delcourt, Napoleón Dresel, Gustavo Elizondo, Ismael Flores, Jesús M. Galoschunidt, Otto

Llaguno, Florencio Florenci Llano, Domingo Domin goo Mantecón, Emeterio Marroquín, Pedro Martínez, Alberto Martínez, Julián Martínez, Modesto Melo, Donaciano Melo, Epigmenio R. Melo, José M. Melo, Mariano Melo, Rafael Mier, Fernando Mier, Fernando (hijo) Mier, Juan C.

124

 

Galván, Félix García Pascual García, Francisco Garza Cantú, Alejandro Garza Cantú, Vicente Garza Treviño, Antonio Garza, Isaac Garza, Margarito Morell, Enrique Morell, José Morell, T. Muguerza, José A.  Naranjo, José M.  Nieto, Miguel Ortigosa, León Pachecho, Tomás Crescencio Padilla, Luis E. Palacios, Federico Pasas y Sada, José María Penilla, Francisco Peña, Antonio Pérez Guerra, Andrés Pfeiffer, Federico Quiroga, Domingo Reiss, Enrique Rendón, Tomás Revueltas, Manuel F. Rivero y Gajá, Valentín Rivero, Eugenio Rivero, Luciano

Milmo O’Dowd, Patrici Milmo P atricioo   Milmo, James Milmo, Patricio Moncayo, Jesús Montemayor, Antonio Montemayor, Francisco R. Montemayor, José A. Morell, Enrique Sada, Ricardo Salinas, Francisco Salinas, Jesús M. Sánchez Navarro, Miguel Sepúlveda, Ezequiel G. Sepúlveda, Felipe Sepúlveda, Jesús M. Sepúlveda, Luis Tamez, Domingo Treviño, Benigno Treviño, Evaristo Treviño, Praxedis Treviño, Refugio Troncoso, Felipe Urdiales, Francisco Valdés y Sánchez, Santos Verástegui, Donaciano Vidaurri, Alejandro Vidaurri, Santiago Villarreal, Andrés Villarreal, Antonio Vizcaya, Antonio

Rivero, Valentín Rivero, Víctor Robledo, Disiderio Sabati, Donaciano Sada, Antonio Sada Garza, Miguel Sada, Amado Sada, Francisco Sada, Pablo

Zambrano, Ildefonso Zambrano, Isabel J. Zambrano, José M. Zambrano, Manuel Zambrano, Nicolás Zambrano, Onofre Zapata, Primitivo Primitivo Zozaya, Cristóbal Zurita, Higinio Higinio

Fuente: M. Villanueva y Francesconi, Fr ancesconi, El libro de las protestas. Recopilación Recopilación de las manifestaciones  y protestas de los mexicanos católicos, católicos, contra la ley anticonstitucional anticonstitucional orgánica de la Reforma, Reforma, que ataca la libertad de culto y las inmunidades de la Iglesia de Jesucristo , México, Imprenta del Cinco de Mayo,1875, pp. 568-596.

125

 

Anexo 2. Mesa directiva de la junta local de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, 1922

Socios Luis G. Calderón Carlos Gutiérrez Jesús M. Leal Roberto Cantú Atilano de la Garza José Ma. Rocha Adolfo González Juan N. de la Garza y Evia Jr. Francisco Lara

Cargos Presidente Vice-presidente Secretario del interior Secretario del exterior Tesorero Primer vocal Segundo vocal Tercer vocal Cuarto vocal

Fuente: AHENL, Trabajo, Asociaciones y Sindicatos (1921-1923), caja 5.

126

 

Anexo 3. Miembros del Primer Consejo de Nuestra Señora de Monterrey No. 2312, rama adyacente de la Orden de los Caballeros de Colón

Pablo Salas López Francisco J. Cirilo Salvador R. Gómez José L. Garza José López Zambrano Isaac Garza Sada Valentín Rivero Fernández José Maiz (Diputado del 5º Distrito) Adolfo Zambrano Jr. Constantino de Tárnava José Pío Lagüera (Primer Gran Caballero) Roberto Jesús L. Bremer Zúñiga Juan N. de la Garza y Evia Presbítero Rafael Plancarte e Igartúa (Capellán) Fuente:  Álbum, 1924, p. 16.

127

 

Anexo 4. Junta del Consejo de Consejo de Nuestra Señora de Monterrey No. 2312, 1924

Caballeros José L. Garza Valentín Rivero Fernández Juan E. Leal Isidoro Rubín de Célis Roberto Riveroll Antonio Bortoni Manuel González Garza José A. Lagüera Eugenio Zambrano Ricardo Durán

Cargos Gran Caballero Gran Caballero Diputado Canciller Secretario General Secretario Financiero Tesorero Abogado Guardián Guardián Interior Guardián Exterior

Salvador Gómez Enrique R.R. Zambrano Enrique F. Farías Enrique Tomás Lozano

Fideicomisario Segundo Primero Fideicomisario Fideicomisario Tercero Capellán

Fuente:  Álbum, 1924, p. 15.

128

 

Anexo 5. Mesa directiva de la junta regional de la Unión de Damas Católicas Mexicanas, 1924

Socias Carolina V. de Madero Magdalena G. de Sada Jeanne Hellion Virginia Guerra Catalina K. de Valdez Flaquer Margarita González Madero de García Presbítero Pablo Cervantes Fuente:  Álbum, 1924, p. 25.

Cargos Presidenta Vice-presidenta Secretaria Pro-secretaria Tesorera Pro-tesorera Director suplente

129

 

Fuentes

Primarias

Archivo Histórico del Estado de Nuevo León (AHENL) Asuntos Eclesiásticos (Religión) Escuelas Particulares Informes de Culto Memorias de Gobernador Trabajo, Asociaciones y Sindicatos Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Monterrey (AHAM)  Boletín Eclesiástico del Arzobispado de Linares, Linares , 1908-1925 Ramo Obispos Archivo Histórico de Monterrey (AHM) Actas de Cabildo Ramo Civil Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria (Fondo: Nuevo León)  La Defensa del Pueblo.  Pueblo.   Dios, Dios, Patria y Libertad , 1888-1892 1888-1892    La Luz. Periódico religioso, de literatura, ciencias, artes y anuncios a nuncios,, 1873-1875  1873-1875  Biblioteca Universitaria Raúl Rangel Frías (Fondos: Emeterio Valverde Téllez y Aureliano Tapia Méndez)

130

 

 Acción. Órgano del Centro Regional de Monterrey de la Unión de Damas Católicas  Mexicanas,, 1922-1925  Mexicanas  Hoja Dominical. Semanario de Propaganda Católica, Católica , 1920-1923  Acción y Fe. Revista Mensual de Acción Religiosa, Religiosa , 1920-1924

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