El Arte de Ser Nosotros Mismos

March 28, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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El arte de ser nosotros mismos significa libertad, libertad para elegir aunque a veces algunas cosas no nos salgan bien. La libertad de poder tanto vestir, como opinar, o comunicar lo que queramos sin miedo al reproche , este tipo de acciones nos hace sentirnos orgullosos , dichosos , dignos dignos y sobre todo satisfechos. Vivimos en una sociedad donde estamos acostumbrados a seguir los patrones de aquellas personas que se encuentran a nuestro alrededor, donde solemos adaptar a nuestras vidas los comportamiento, la modas,l modas,las as formas de relacionarnos e informaciones alejadas de la capacidad de reflexión, pensamiento crítico y capacidad de el elección ección personal. Es de suma importancia que nosotros los seres humanos aprendamos a ser nosotros mismos sobre todo que la satisfacción que surja en cada uno de ocurra desde nuestro interior. En la adolescencia el joven de hoy en día atraviesa atr aviesa por una etapa en la que se ven sometidos a ciertos cambios tanto físicos,como emocionales, donde una gran parte de la autoestima autoestima d de e estos se siente segura por la seguridad que le aportan las demás personas . Pero cabe destacar que los adultos también suelen pasar por procesos similares ya que estos son incapaces de ser ellos mismos y buscan desesperadamente la aprobación de los demás. Sin embargo, cuando adoptamos la aprobación de los demás para nuestras decisiones o en cualquier otro aspecto, no sabemos que a

 

corto o a largo plazo esta puede traernos consecuencias muy graves dentro de ellas se encuentran El consumo de drogas, ser cómplice en casos de bullying o cyberbullying (acoso llevado a cabo de forma presencial o a través de la Red) etc.   Tener la autenticidad de ser uno mismo es lo mejor que puede poseer una persona . Bien se sabe que existen muchas personas que no creen en ellas mismas , por lo que sienten un nivel súper alto de inferioridad con relación a las demás personas y sobre todo no no les gusta cómo son .Todo eso crea problemas serios tales como la dependencia emocional de estos , complejos, ansiedad, tristeza, entre otros. Ser uno mismo no es una tarea fácil para muchos de nosotros los seres humanos , ya que esta implica aceptarnos tal y como somos , entender que todos tenemos defectos y sobre todo virtudes o cualidades que nos hacen ser especiales o más más bien únicos .Hasta aquellas personas que quizás uno ve que son aparentemente perfectas físicamente , pueden sentirse vacíos por dentro , puede tener ciertos trastornos o tener cualquier otro problema .No todo se trata de cómo nosotros nos podemos ver físicamente , se trata de cultivar di diariamente ariamente el ser uno mismo en cualquier circunstancia y eso es llo o que nos hace ser preciosos . El arte de cultivar que nosotros seamos nosotros mismos , hace que tengamos la capacidad de saber cuan valiosos somos , que somos seres que fallamos y aprendemos de esos errores o fallos , que aprendemos a respetarnos tanto a nosotros mismos como a las demás personas , sobre todo a entender que las personas de nuestro alrededor deben aceptarnos tal y como

 

somos y que no debemos dudar de nuestro potencial o virtudes que poseemos , solo porque las alguien no sabe cuánto valemos . Es preferible ser uno mismo que un clon clon de perso personas nas que no conocemos y es preferible que con todas nuestras virtudes y defectos decidamos por nosotros mismos. Reflexionar, valorar lo que nos interesa, desarrollar nuestra capacidad crítica, elegir por nosotros mismos favorece que nos queramos porque no hay nada más importante que nosotros mismos y nuestra vida. Ser uno mismo implica aprender, esfuerzo y coraje. Ser uno mismo es aceptar que pueden surgir cambios y que los cambios son una oportunidad para desarrollarnos sin miedo y crecer como personas. Ser uno mismo es ser crítico con la realidad, exponer lo que nos gusta y lo que no, no permitir que los demás se adueñen de nuestra vida. No nos dejemos llevar por estereotipos, el miedo al rechazo, el miedo a no ser aceptado si no cumplimos las expectativas de los demás, a no expresar nuestras necesidades… Es mejor ser uno mismo que una persona carente de capacidad crítica y poder de decisión aunque la incertidumbre nos haga sentir algo ansiosos. Ser uno mismo es un proceso a lo largo de nuestra vida que nos hace auténticos e irrepetibles. En cada momento, nuevas experiencias nos aportan sabiduría y nos enriquecen por muy duras que nos parezcan algunas. Los demás no son los dueños de nuestras vidas ni nos tienen que juzgar ni obligar a ser lo que nosotros no queremos ser. Todos necesitamos el aprecio y cariño de los demás pero no al precio que sea. Nadie nos puede impedir ser nosotros mismos, Es fundamental tomar

 

conciencia de que todas las personas somos capaces de aportar a los demás sin necesidad de menospreciar ni que nos menosprecien. Seamos nosotros mismos y vivamos la vida. Descubramos toda la riqueza que hay en nuestro interior y desde nuestra libertad y capacidad de elección admirémonos sin olvidar que las personas que nos rodean son tan valiosas como nosotros. Las diferencias son una oportunidad para ser más flexibles y crecer sin acatar sin más lo que los demás nos dicen o esperan de nosotros.

Frases para concluir.

 

 

Queda a la Filosofía, pues, la búsqueda y el encuentro de esas verdades que ayudan a armar el complejo cuadro de la existencia. Y gracias a ese espíritu de investigación suelen aparecer ante nosotros pequeñas o grandes inspiraciones de la mano de una máxima olvidada, de un consejo de los viejos sabios que se enterró junto a las tumbas de los que vivieron a la luz de esos sabios. Pero nada importa cuando la luz de nuestro presente vuelve a revivir profundas enseñanzas. Ese es el caso del epígrafe que encabeza este escrito. Breve, conciso y contundente tanto como para obligamos a detener la marcha alocada de la mente y hurgar, palabra a palabra, el contenido de esas claves sencillas que pertenecen al maravilloso arte de ser uno mismo. Ser uno mismo ha quedado reducido a unas meras formalidades que afectan a la buena vida y conservación del cuerpo, y naturalmente, a la satisfacción de una psiquis desordenada en conjugación con unas ideas no menos confusas. Ser uno mismo es apenas dejarse llevar, dejarse

 

empujar por la existencia, no obedecer a nada ni a nadie, ni siquiera a uno mismo, porque ese “uno mismo” todavía no ha hecho verdadero acto de presencia en la conciencia. Pero es imposible evadir el encuentro con el Yo. Algunos pierden sus horas atrapados por el miedo a la muerte, a lo desconocido, a los poco creídos castigos del más allá y sin embargo tan temidos en los recovecos más ocultos del hombre. El verdadero peligro está, aunque no se vea así, en el desconocimiento de uno mismo, en la falta de realidad de uno mismo, en la carencia de apoyo en algo que no depende del mundo exterior, en la falta de ese eje que está en cada ser humano, si bien con poca consistencia todavía como para mantenerse erguido y elevar la conciencia sobre el pedestal de la seguridad, de la confianza que proporciona la Sabiduría.

Construir caminos Es una etapa fundamental en este arte del que hablamos. No se puede llegar a ninguna parte, ni siquiera a sí mismo, sin construir caminos. ¿Pero los construimos verdaderamente?

La mayoría de las veces ni siquiera miramos por donde caminamos. Seguimos una corriente humana, masas que se desplazan por senderos trillados, por movimientos cambiantes de opinión que determinan giros bruscos e incomprensibles en la dirección de nuestros pasos. Pero allí van todos y allí vamos nosotros también. Arrastramos los pies por sendas repletas de desperdicios: el basural de lo que cada uno aporta a medida que camina o en la medida en que se detiene sin atreverse a avanzar. Tropezamos, no con dificultades, sino con los escollos que vamos formando nosotros mismos. Es difícil construir. Pero a veces, construir es sencillamente limpiar viejos caminos que han quedado olvidados, rutas que sirvieron durante siglos para llegar a la meta, hoy cubiertas de malezas y piedras, pero sin duda mucho más limpias que las otras donde se amontonan los que no saben hacia dónde van. El hombre humilde que limpia, que quita altos pastos y recoloca las piedras en los bordes, abre caminos, construye caminos, porque los devuelve a la vida. Y si los hay más valientes, a éstos les corresponde el abrir nuevos rumbos. Los valientes deben ser además hábiles conocedores porque es imposible construir un camino si no se tiene muy claro el punto de partida, el punto de llegada y las desviaciones o excavaciones en la roca que habrá que practicar para no perder la meta. Curiosamente, los que saben construir, los que saben desde dónde vienen y hacia dónde van, no son siempre los más escuchados ni los más seguidos. Sus caminos son calificados de utopías en el

 

mejor de los casos; lo más corriente es considerarlos equivocados, tanto como sus propios constructores. No se deja ni siquiera el consuelo de la buena voluntad para la obra del constructor: los borregos que marchan sin ver ni oír necesitan pensar que las demás opciones son equivocadas y malignamente diseñadas para confundir a la humanidad. ¡Cómo no ha de ser así si quienes juzgan son los más confundidos, cuando no los artífices del elogio a la confusión!

Día a día La construcción no es obra de un día. El tiempo, en éste como en otros casos, se convierte en la gran prueba. Hay que tener suficiente paciencia como para saber mantener el entusiasmo día a día sin perder de vista en ningún momento lo que se pretende alcanzar, por lejos que quede. Lo que importa no es tanto el tiempo como el objetivo. Y misteriosamente, cuando la mente enfoca el objetivo con claridad, el tiempo se acorta… La efectividad del construir está dada por la continuidad. Continuar no es convertirse en autómata ni en esclavo de las propias obras. Al contrario, lo que hace falta es una continuidad consciente, donde se suman los logros como si fueran piedras milagrosas que terminan por forjar el palacio más maravilloso que pueda concebirse. Hace falta entusiasmo en la continuidad y para ello hay que volcarse íntegramente en la tarea que nos ocupa; trabaja el cuerpo unido a un sentimiento de satisfacción ya la idea del progreso. Entonces, el camino crece, se abre paso día a día, crece por fuera y crece por dentro, abre terreno en el mundo y abre espacios desconocidos en el alma. El difícil arte de ser uno mismo exige la renovación constante de las energías puestas en juego. Todos tenemos un cupo de energía que, si lo agotamos en los primeros intentos, se desvanece y nos deja la sensación de vacío y desconcierto. La energía, como todas las fuerzas del Universo, se gasta y se renueva dentro de su mismo ciclo. La energía que se pone en acción conscientemente, genera de manera automática nuevas fuentes energéticas que nos servirán para continuar mañana, y mañana, como si fuéramos cada vez más poderosos. Vivir día a día equivale a vivir una vida plena, a aprovechar incluso cada hora de cada día, alargando las posibilidades de experiencias y de acciones, de acertar, de equivocarse y de corregir. Tal es el sino del constructor.

Las propias manos El falso criterio de comodidad que han ido ganando los esquemas mentales actuales, ha desvalorizado al máximo el trabajo personal, el trabajo que se efectúa con las propias manos. La

 

inteligencia se ha vuelto apenas habilidad para valerse de los demás; hacer que se muevan otras manos y que a nosotros nos quede el disfrute de lo que otros han trabajado. El que tal consigue es el más listo, pero el más infeliz. Si alguna vez desaparecieran las manos ajenas, se vería imposibilitado de seguir adelante. La falta de práctica y de confianza en sí mismo lo volverían inútil tanto para construir como para seguir los caminos trillados, pues se sentiría mutilado hasta para mover sus pies. Las propias manos son apenas un símbolo que surge de la más noble de nuestras herramientas. El que sabe usar sus manos para algún trabajo útil, sabe también canalizar sus emociones y dirigir su mente; sabe usar su voluntad y sabe abrirse paso en medio de dificultades que a otros les parecerían insalvables. Lo que se hace con las manos y con la conciencia, tiene” ángel “, tiene alma. Las manos solas, sólo mueven materia y el camino del que hablamos no es exclusivamente material. Es imprescindible devolver el valor al trabajo personal. No imaginarlo como una acción estrictamente creativa. Lo personal es también repetir con exactitud aquello que nos han enseñado. Los Grandes Maestros enseñan, muestran caminos, ofrecen perspectivas, pero no pueden hacer el trabajo por nosotros. Es decir, sí pueden, pero no lo hacen, porque en ese caso el éxito sería de ellos, de quienes de todas maneras ya han avanzado varios peldaños por delante de nosotros. ¿Y qué sería de nosotros, siempre supeditados a que los demás cumplan lo que nos corresponde a nosotros? ¿Qué clase de constructores seríamos si no nos atreviéramos a levantar una simple piedra?

Llegar al lugar en que debemos estar Repetimos una vez más: no es un lugar materialmente señalado en el mundo, no es un puesto ni un cargo de prestigio, no es la situación que aplaude el vulgo. Hay otros lugares que están dentro de nosotros mismos, de acceso muchas veces ignorado, pero lugares que una vez conquistados dan la posibilidad de llegar a todas las cimas, a todos los confines. ¿Dónde debemos estar? Esta pregunta está íntimamente relacionada con el camino que se abre paso en el interior del hombre, con el arte de ser uno mismo. No siempre coincide en el lugar donde debemos estar con aquel otro en que nos gustaría estar. Nuestros gustos están sometidos a muchas presiones psicológicas y raramente tomamos en cuenta si ese gusto es nuestro o es una orden manipulada que viene desde afuera.

 

Debemos estar allí donde podamos encontramos a nosotros mismos. Allí donde ‘”– nuestra suma de causas y efectos ha señalado un punto claro y justo, tanto como para tomar conciencia de nuestra realidad como para poder continuar avanzando en el camino. Olvidemos la idea de “estar” como un gesto estático. Sólo se quedan en el “estar” los que dan cabida a la inercia y la apatía, los que son fáciles presas de la desesperación, los que siguen el juego de las corrupciones de moda, los que caen en la irritaci6n y en la violencia, los que sin darse cuenta se van destruyendo a sí mismos por falta de discernimiento. Estos “están”; no se mueven o la hacen al paso lento de la abigarrada multitud que sigue a sus escondidos amos. La otra forma de “estar” que proponemos es activa porque se trata de vivir plenamente ya conciencia, de estar cada minuto presente y estarlo en cada acción que realizamos. Así, en la medida en que se está, se adelanta en la construcción y en el recorrido del camino. No faltan enseñanzas para hacer de esta propuesta una realidad. Cuando aprendemos a encender la luz de nuestro ser interior, empezamos a convertimos en maestros de ese arte de llegar a ser. Más aún: aprendemos que ese “llegar” también se vuelve relativo porque resulta imposible hablar de estados definitivos en el hombre, en cuanto el hombre vive en un constante espíritu de perfeccionamiento. Llegar es un alto en el camino, es un punto que nos hemos señalado para reconocer los pasos que hemos dado y para calibrar aquellos que nos quedan por delante. Llegar es un respiro para volver a empezar. En verdad, el camino que nos toca construir es eterno y nos pide una acción constante, pues la meta se aleja y se eleva en la medida en que la vamos alcanzando.

¿Dónde estar, entonces? En el camino, activos y despiertos. Ese es nuestro sitio, es el punto donde por fin nos encontramos a nosotros mismos y desde el cual podemos continuar con cuantas empresas nos depara el destino. Lo importante es haber encontrado el sendero, y haberlo encontrado en base al propio esfuerzo, con las propias manos, día a día. Lo demás es lo propio del sendero, lo propio del hombre, lo propio de la meta, que ya era y existía mucho antes de que nosotros nos la hubiésemos propuesto.

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