El Arte de Sanar

 

EL ARTE DE SANAR La Creatividad, al contrario de lo que muchos piensan, no es solamente un don que pertenece a unos pocos afortunados, sino que más bien, se trata de un estado; de una necesidad básica inherente a todos los seres humanos. Cuando nacemos somos puro potencial, nuestra sensibilidad está intacta, nuestra respiración es completa, cuando algo nos desagrada lo expresamos con un llanto perfectamen perfectamente te impostado -los niños pueden llorar horas que su voz no se resiente ni se cansa-, los gestos son directos, no fingidos, digamos que son expresividad expresividad pura, sin conciencia aún de lo bonito y de lo feo, de lo que está bien y lo que está mal, sin culpas, sin bloqueos ni vergüenza. Todos nacemos con una tendencia creadora, como una especie de impronta ancestral que nos empuja con fuerza a manipular el ambiente en el que nacemos, a plasmar nuestro ser en él y trascender, a través del juego, la pintura, los sonidos, del tacto…  tacto…  Lo que ocurre es que; a medida que crecemos, esta pulsión vital profunda la vamos relegando a un segundo plano, colocándola en un lugar alejado de nosotros, cuando en realidad, se trata de un ingrediente fundamental para la vida. Se trata de la esencia de nuestro ser, más allá de los límites del ego, funcionando como una vía capaz de transportar mensajes y símbolos desde el inconsciente hacia lo consciente y así poder integrarlo. Aunque quizá parezca sencillo de llevar a cabo, en el fondo se trata de la búsqueda de la libertad interior y en la confianza en el propio impulso. Así, en la búsqueda de la verdadera creatividad está implícito un trabajo de límites, de ruptura de límites del ego, entendidos como introyectos que nos hemos ido tragando para sobrevivir, para que nos quieran y que a la vez v ez coartan nuestra capacidad, nuestra libertad, libertad, en definitiva aquello que somos en esencia, aquello que Jung denominó “self” o “yo mismo”. mismo”.   Por miedo, vergüenza o necesidad en un momento dado, tendemos a no salirnos excesivamente de lo que nos han marcado nuestros padres, educadores, perdiendo de explorar en gran medida nuestra verdadera identidad. identidad. Con los mensajes que vamos recibiendo desde pequeños sobre lo que está bien, lo que está mal, lo que es feo o bonito, lo que hay que temer o no, vamos conformando nuestro Ego ideal que responde más al “tener que que  ser” de cierta manera que a lo que realmente somos, necesitamos y deseamos. Las normas, los mensajes e introyectos funcionan como un contenedor unos límites y un orden que seguramente nos hayan servido en el pasado. El problema aparece cuando todo aquello que nos sirvió en el pasado está obsoleto en el presente, presente, ya no nos sirve y no sólo eso sino que interrumpe y nos dificulta la vida. Esos mensajes del pasado a los que seguimos respondiendo, necesitan ser actualizados en el presente. En este sentido, la enfermedad, se relaciona con un bloqueo de algún aspecto emocional de la persona que no está integrado y no encuentra salida sana. Para entender la enfermedad es necesario ubicarla dentro del la totalidad existencial del sujeto y no ponerla fuera de uno, como

 

nos propone el discurso médico occidental. Una emoción enquistada encuentra su manifestación a través de la enfermedad y aparece así la somatización. En terapia nos valemos de la creatividad para transportar de manera sana aquello que conscientemente no podemos integrar, nos acerca y da salida a aquello que nos bloquea y nos enferma. En el momento de crear – crear – una  una pintura, una figura con barro, o expresar algo con la palabraaparecen los introyectos: introyectos: “yo no puedo, no soy capaz, esto es una tontería, qué m mal, al, no vale nada..!” son mensajes que hemos integrado de tal manera que ya forman parte de nosotros y encierran nuestra expresión expresión y espontaneidad. Tanto ante una obra de arte como ante la vida, justo en el momento de expresarnos nos asalta el ego con sus mensajes. El arte está estrechamente ligado a nuestro mundo emocional. El impulso en el sentir una emoción, - la palabra emoción está compuesta por “e”: prefijo que significa hacia fuera y “moción”: movermover- es lo que nos mueve verdaderamente, verdaderamente, lo que nos lleva a expresarnos. expresarnos. E ahí lo terapéutico del arte: el darse al juego de crear, implica necesariamente apartar, superar todos aquellos mensajes antiguos que nos asaltan, confiando en el impulso de nuestro mundo emocional. Zinquer en su libro: El proceso creativo en la terapia Gestalt, encuentr encuentra a un punto de unión entre creatividad y psicoterapia las cuales se encuentran en un nivel fundamental: la transformación, la metamorfosis y el cambio. Surge así lo que Zinquer llama “la terapia creativa”, en la que el tera peuta, es el artista encargado de acompañar a la obra de arte que es el ser humano, a moldearse como verdaderamente necesita y a descubrir su naturaleza creativa. El explorar nuestra creatividad en un ambiente terapéutico, poniendo conciencia a todo aquello que nos interrumpe, se va trasladando poco a poco hacia la vida haciéndonos cada vez más confiados, más espontáneos y más seguros. A diferencias de otros conceptos o maneras de entender la creatividad o arte, en la psicología de corriente humanista como ocurre en Gestalt el arte se entiende como un proceso que tan sólo se da en el presente, en el aquí y el ahora, es un momento en el que no hay juicio ni límites La terapia Gestalt trabaja con todo lo que nos forma: cuerpo físico, emoción, intelecto intelecto y espíritu. Tiene un enfoque fenomenológico, fenomenológico, se centra en lo que se da en el aquí y ahora, el pasado ya fue y el futuro tan sólo se existe en nuestra cabeza, por lo que sólo el presente es real. Se trata entonces de traer al presente todo aquello que arrastramos en donde hay una serie de situaciones inconclusas, de emociones encerradas que nos impiden vivir a gusto o relacionarnos relacionarnos sanamente con los demás. La creatividad como decíamos nos permite acceder a ese mundo oculto de nosotros mismos. El mundo de los sueños nos da buena cuenta de ese mundo y de nuestro potencial creativo inconsciente. Constituye un material riquísimo para la terapia. Cuando dormimos damos rienda suelta a nuestra creatividad sin los tapujos del ego y aparece mucha información información plagada de

 

símbolos, símbo los, señales, emociones… En Gestalt trabajamos actuando cada parte del sueño. Se parte de la premisa de: somos todo lo que aparece en él, somos cada personaje, cada ser inanimado, somos el aire, la emoción, somos los paisajes, las montañas, las piedras, los castillos, somos los colores, los sonidos…En lugar de interpretar intelectualmente cada símbolo como hace el psicoanálisis, en Gestalt dejamos que la persona actúe se identifique con cada parte del sueño, contándolo en primera persona, dejando que contacte con sus propias emociones y su propia información simbólica interna y así; vaya integrando las diferentes partes en el presente a nivel consciente consciente.. Todos los sueños son potencialmente reveladores y contienen partes de nosotros mismos. Son como puertas hacia nuestro interior. El hecho de no recordar los sueños, da cuenta de la represión del ego. Cuando despertam despertamos os el ego aparece de nuevo con sus defensas y sus censuras, borrando en muchos casos cualquier rastro del sueño. Es importante estar cerca de los sueños y un buen ejercicio para ir acercándonos a ese mundo es escribir. Si no nos acordamos del sueño en sí, podemos tratar de escribir la sensación que tengamos por la mañana: confusión, sensación de estar en blanco, quizá recordemos algún color, de manera manera que vamos “llamando” a los sueños y poco a poco, dándoles un espacio, irán apareciendo. En definitiva, la creatividad no se ciñe a un momento concreto en el que por ejemplo, pintamos un cuadro o escribimos, sino que se extiende como un manto integrador a toda nuestra vida. La creatividad describe más bien un estado, una manera de estar en el mundo y el recuperar esta energía depende en gran medida nuestro bien estar, nuestro alivio y nuestra realización. El despertar nuestra llama creativa, el ser capaz de darnos al proceso creativo sin preocuparnos del producto final, tiene un efecto sanador. El crear alivia el alma, es una expresión del alma