Micenas, la rica en oro, es la ciudad que dio nombre a una de las más extraordinarias civilizaciones del Antiguo Mediter...
Maria Isabel Rodríguez López – El arte de la Civilización Micénica
EL ARTE DE LA CIVILIZACIÓN MICÉNICA
ISBN- 84-9822-343-1 María Isabel Rodríguez López (
[email protected])
THESAURUS: Arqueología Prehelénica, Arte prehelénico, Arte Micénico, Arte Antiguo, Edad del Bronce.
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RESUMEN O ESQUEMA DEL ARTÍCULO: Micenas, la rica en oro, es la ciudad que dio nombre a una de las más extraordinarias civilizaciones del Antiguo Mediterráneo. En torno al 1600 a.C., tras la ocupación de los centros minoicos, comenzaba el esplendor micénico como ponen de relieve
las
notables
manifestaciones
artísticas
de
esta
cultura,
símbolos
representativos de su prestigio. Tanto las murallas ciclópeas, como los palacios y su decoración pictórica, o la orfebrería, los marfiles, los bronces o la cerámica pintada, nos introducen en el poderío de los príncipes micénicos, cuya memoria fue glorificada en los poemas homéricos.
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1. Introducción histórica. Desde el año 2.000 a.C. habían comenzado a producirse las primeras migraciones de los aqueos, pueblos indoeuropeos, en suelo griego. La infiltración de estos pueblos fue discreta, ya que, se habían ido integrando, a lo largo de tres siglos, con los elementos de las culturas cretense y heládica, para, finalmente, superponerse a ellas. Micenas fue la ciudad más importante en este tiempo, al que prestó su propio nombre, y desde la cual se decidió el devenir de la historia de Grecia, que hacia el 1600 a.C. comenzaba una nueva y gloriosa andadura histórica. El aspecto más destacado y característico de la civilización micénica es que en ella se constituyeron, de forma súbita, varios centros de poder, regidos por los príncipes aqueos, en un territorio que hasta entonces había sido eminentemente agrícola (VV.AA: 1992, p. 23) . Los aqueos eran también agricultores, pastores y, por encima de todo, muy hábiles en el trabajo de los metales; conocían las técnicas metalúrgicas extendidas por toda la Europa central, con las que pudieron fabricar su magnífico armamento broncíneo, lo que les convertía en poderosos guerreros. La sociedad que impusieron en la Hélade estuvo estructurada para la glorificación de esa aristocracia guerrera, y sus ideales de vida distaron mucho de los modos y costumbres minoicas, como demuestran sus ciudadelas provistas de poderosas murallas. También la iconografía de los frescos de los palacios micénicos nos remite a la caza y a la guerra, los paradigmas de una sociedad dominada por guerreros. En las tablillas de escritura lineal B no queda reflejada, sin embargo, la existencia de un ejército, pero se consignan
una serie de cometidos militares y navales en relación con ciertos
individuos de rango (Chadwick:1982, p.203). Esta clase dominante adquirió abundante riqueza, como demuestran los hallazgos exhumados en las tumbas de pozo del Círculo A, dentro de la Acrópolis de Micenas, y en las del Círculo B (extramuros). Dichos enterramientos, que datan del siglo XVI a.C. corresponden, probablemente, a las primeras familias reales de Micenas, a juzgar por la opulencia de sus ajuares funerarios (máscaras, joyas de oro, piedras semipreciosas, puñales, espadas y objetos exóticos de lugares lejanos como Anatolia o Egipto, e incluso magníficos collares de ámbar de Europa noroccidental) (VV.AA: 1992, p. 24). Estos ajuares son buena evidencia de la concentración de riqueza de una aristocracia militar, ávida de lujo y de oro. Dicha prosperidad tuvo su origen, al menos parcialmente, en afortunadas operaciones militares, aunque no se
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debe olvidar que una elevada cuota de sus ingresos pudiera proceder del comercio con Europa, y muy en particular del suministro metalífero. Parece probable que tras la explosión de Thera, acaecida en torno al 1500 a.C., y después de una serie de destrucciones que alcanzaron a Creta, algo más tarde, el centro de irradiación cultural del Mediterráneo mudara su escenario, desde el Egeo, hasta los territorios de la Grecia continental. Aprovechando la debilidad de Creta,
los aqueos acabarían por expulsar, de forma gradual, a lo minoicos, y a
mediados del siglo XV a.C. estaban establecidos en el palacio de Cnosós. La Grecia micénica estuvo formada por estados autónomos regidos por príncipes independientes, acaso vinculados por lazos de parentesco. Aunque la relación político militar que existió entre ellos fue ciertamente endeble, sin embargo tuvieron en común sus más importantes usos culturales, costumbres, lengua y creencias.
Sus ciudadelas estuvieron mayoritariamente circundadas por potentes
muros defensivos, aunque algunos importantes centros políticos como
Pilo,
Orcómeno, Yolco y Tebas (¿?) carecieron de ellos. El período de esplendor de la Grecia micénica se dio entre los siglos XIV y XIII a.C.; fue entonces cuando la irradiación de esta civilización se dejó sentir a través de todo el Mediterráneo. Es la época que suele denominarse de “la Comunidad micénica” (Koiné), momento en el que las relaciones comerciales entre las ciudades micénicas y extensas zonas del Próximo Oriente, Egipto, Italia, Sicilia, Cerdeña, Chipre están ampliamente documentadas. Tampoco se excluye que en sus expediciones ultramarinas los micénicos llegaran hasta la Península Ibérica, aunque este es un asunto sin confirmación definitiva (VV.AA: 1992, p. 25). Como señalábamos, este comercio ultramarino trajo consigo la prosperidad para los príncipes micénicos y el bienestar económico de la época se manifestó en grandes obras de ingeniería, palacios, fortificaciones, presas, obras de canalización e irrigación, puentes, majestuosas tumbas... La riqueza determinó, como veremos, un extraordinario florecimiento artístico. En las postrimerías del siglo XIII a.C. comenzaba el declive de la civilización micénica que se desencadenó, entre otros factores, por la imposibilidad de mantener abiertas las rutas comerciales ante el avance de los llamados “Pueblos del Mar”. Interrumpida la actividad mercantil entre los palacios micénicos y los reinos orientales, la koiné micénica llegaba también a su fin. Los grandes palacios fueron asolados e incendiados en los últimos decenios del siglo XIII a.C., y algunos lugares fueron completamente abandonados. Sólo Atenas y Yolco parecen haber escapado a la -3– © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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catástrofe. Durante el transcurso del siglo XII a.C., tras el desastre y el consiguiente desfallecimiento del poder central, el mundo micénico sufrió una inevitable transformación debido a la cual las costas recibieron un importante contingente de población, en detrimento de los
territorios del interior. Algunas acrópolis, como
Micenas y Tirinto fueron reconstruidas, aunque su prestigio estaría llamado a ser efímero. Más tarde, nuevas destrucciones en algunos puntos anunciaban el último declinar del mundo micénico. En el siglo XI a.C. los últimos centros de población costeros, como Lefkandi, Perati, Asine y otros, fueron definitivamente abandonados. Habían comenzado los llamados “Siglos Oscuros”, un largo período de desgaste, sobre el que habría de surgir el “milagro griego”, fundamentado, en gran medida, en la Civilización micénica.
2. Cronología. Tras excavar en
el círculo A de tumbas de Micenas, Heinrich Schliemann
advirtió que esta ciudad debió de ser el centro más significativo de esa civilización, a la que por ello se conoce, desde entonces, como micénica. Su desarrollo tuvo lugar durante el
Heládico Reciente, y cada una de sus tres etapas: Micénico Antiguo,
Micénico Medio y Micénico Reciente, han sido establecidas en el mismo lapso cronológico que las fases I, II y III del Heládico Reciente. Heládico Reciente:
I
►
Micénico Antiguo (1600-1500 a.C.)
II
►
Micénico Medio (1500-1380 a.C.)
III
►
Micénico Reciente (1380-1100 a.C.)
3. Arquitectura.
Las primeras construcciones palaciegas de la Grecia micénica parecen ser las edificaciones del tipo “mégaron” que han sido fechadas en los últimos decenios del siglo XV a.C., o principios de la centuria siguiente. Los grandes centros palaciegos no comenzaron a edificarse, sin embargo, hasta el siglo XIV a.C., momento en el que se iniciaron, también, los trabajos en los primeros muros ciclópeos de las ciudadelas de Micenas, Tirinto o Gla. Los palacios micénicos constituyen la sede del poder central, como centros organizativos de la economía, merced a la utilización de una escritura basada en los -4– © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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modelos de los antiguos palacios de Creta. Allí reside el “wanax”, como aclaran las tablillas inscritas, que es el encargado de controlar la producción y la circulación de todos los productos. Por lo general, las ciudades micénicas están ubicadas en lo alto de una colina destacada, de fácil defensa, en un lugar estratégico próximo a los valles o en las proximidades del mar, siempre en posición dominante sobre el lugar elegido. El “mégaron” o residencia principesca propiamente dicha, suele ocupar la parte más alta de esta colina, cuya defensa se garantiza en virtud de potentes murallas, construidas con aparejo ciclópeo (muros anchos,
de
piedras
cimientos macizos).
enormes,
con
Estas murallas que
pueden llegar a tener una altura de hasta 13 metros y, en algunos lugares hasta 8 m.
Vista de la Acrópolis de Micenas
de anchura, son el mejor testimonio del poder de sus constructores y de sus pretensiones de estabilidad política. El acceso hasta la ciudadela se realiza a
base
de
culminan
rampas
en
empinadas
entradas
de
que
aspecto
monumental, puertas realizadas a base de imponentes necesitan
bloques un
de
triángulo
piedras de
que
descarga,
formado por la aproximación de las hiladas de los sillares. Además de esta puerta principal,
representación
explícita
del
Murallas ciclópeas de Micenas y puerta de los leones
poder político, es común la existencia de
otras puertas, habitualmente más reducidas (poternas). Las murallas están protegidas por torres y estructuras en forma de U,
a modo de características entradas en
embudo, que dificultan de forma considerable el acceso a la ciudadela. (Storch: 1987, p.82). Los más antiguos palacios micénicos como el de Pilo, en Mesenia, se inspiran en el modelo cretense, patrón también seguido para la edificación de las primeras tumbas de cúpula construidas para la elite dirigente. La ciudadela o acrópolis donde se ubica el palacio micénico y sus edificios anejos, cuenta con su propio sistema defensivo, por lo que no es extraño que existan otros recintos amurallados interiores.
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Hasta llegar a él, a través de rampas y escalinatas, las puertas van dificultando el paso. El
palacio
es,
por
tanto,
un
complejo cerrado que se ordena en torno a un eje longitudinal, resultando de ello un conjunto simétrico a diferencia del palacio minoico.
El núcleo central lo forma una
estructura de “tipo mégaron”: el acceso al mismo se verifica a través de una fachada provista de dos columnas que sostienen
Puerta monumental con dintel y triángulo de
un porche entre dos paredes rematadas
descarga
en pilastras (antae). Se trata, pues, del esquema de dístilo in antis que a posteriori recrearía la arquitectura griega de época arcaica y clásica. Atravesando el umbral se accede a un vestíbulo desde el cual se van sucediendo las habitaciones a través de un eje longitudinal, hasta desembocar en la estancia principal del palacio o Salón del Trono. En el centro de la misma, verdadero núcleo del conjunto, está
la sagrada eschara, el fuego que
simboliza el hogar,
rodeado por cuatro
columnas. Podría pensarse que tales soportes, además de su función tectónica (sostener el piso superior y la abertura para salida de humos
e iluminación),
tuvieran aquí una función de naturaleza simbólica, ya que delimitan y acentúan el sagrado fuego, a modo de témenos. Desde el HA III está documentada la existencia, en Tirinto, de un salón central con un gran hogar en el centro, y con cuatro
columnas
dispuestas
a
su
Poterna de las murallas de tirinto
alrededor, y con una basa para un trono localizada en una de las paredes laterales. Se trata, para algunos, de la expresión arquitectónica de una ideología inspirada en la figura del soberano, el Wanax. Las excavaciones arqueológicas han desvelado que las estancias de estos palacios estuvieron dispuestas y adecuadas conforme a su uso: -6– © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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salas de representación, salas para el culto, archivos, áreas económicas, o lugares destinados a la vivienda. Todo el conjunto palaciego habría sido ideado para transmitir un mensaje de poder y para resaltar la importancia religioso-política del soberano;
esa
idea
propagandística
hallaba su culminación en el citado Salón Reconstrucción del salón del trono del palacio de
del Trono (VV.AA: 1992, p.40).
Pilos
La columna deriva del tipo minoico (acrecienta su grosor de en la parte alta), pero
a
diferencia
de
aquella,
tenía
acanaladuras en el fuste. Los suelos eran de
tierra
batida,
y
su
acabado
se
completaba
a
base
de
motivos
geométricos
o
heráldicos
(delfines
afrontados, pulpos), dispuestos en una cuadrícula, como si de piezas de azulejería se tratara . Las paredes se construían con mampostería, quedando reservados los sillares isodómicos para las esquinas; se recubrían de estuco y, finalmente, se Pavimento del palacio de Tirinto
decoraban eran con ricas pinturas al fresco.
No
se
han
conservado
las
cubiertas, aunque puede suponerse que fueran de carpintería, con el tejado dispuesto a modo de terraza plana (Storch: 1987, p.82-83). Algunas de estas residencias palaciegas estuvieron divididas en dos partes, que acaso pudieran considerarse como un palacio principal y otro anejo a él. Las funciones arquitectónicas de este tipo de construcción responden a un modelo impuesto por un sistema económico redistributivo. Además de las citadas habitaciones representativas, merece señalarse la existencia de almacenes y talleres con un acabado más sencillo, lugares a los que se accedía mediante un conjunto de intrincados pasillos. Todo formaba una unidad central armoniosa, como expresión arquitectónica de un estado en miniatura, dominado ya por la simetría griega. El palacio micénico está conformado a base de proporciones normalizadas (relación constante entre la longitud y la anchura),
resultando un complejo arquitectónico
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“unidireccional, cerrado, materialización arquitectónica de la poderosa autoridad que tenía su sede en el mégaron, centro del poder político, militar y religioso” (Bendala: 1990, p.76). 4. Arquitectura funeraria. Las tumbas son los únicos restos arquitectónicos que se conservan del Micénico antiguo (1600-1500 a.C.). Se conocen varios tipos: 4.1. Tumbas de fosa o de pozo.
Normalmente están agrupadas en la zona
exterior de la ciudad. Se trata de tumbas familiares, conocidas en Lerna, Corinto y otros puntos del Ática, aunque los ejemplos más significativos son los llamados Círculos de Tumbas de Micenas. El llamado Círculo B de Micenas fue excavado entre 1951 y 1952 por Mylonas y Papadimitriou de forma bastante minuciosa, por lo que se puede conocer bien su sistema de construcción: se ahondaba un pozo rectangular de hasta 5 metros de profundidad, y luego se recubrían las paredes con muretes de piedras o ladrillos. Sobre el suelo cubierto de guijarros se depositaba el cadáver, cubierto por su ajuar (ofrendas de alimentos, joyas, armas, cerámicas, etc.). A continuación, se procedía al sellado de la tumba mediante un sistema de vigas y una cubierta de ramajes y barro y, finalmente, se rellenaba la fosa con tierra hasta formar un pequeño montículo sobre ella, en el que se clavaba una estela de piedra. El Círculo B es el más antiguo de los conjuntos funerarios de su género (16001500 a.C.) y es el más alejado de la Acrópolis de Micenas.
Consta de 24
enterramientos (14 tumbas de pozo, 9 cistas y una tumba de cámara). El Círculo A estaba ubicado, también, extramuros, hasta el año 1300 a.C., cuando
la
última
ampliación
de
las
murallas hizo que quedara en su interior. En
él
había
algunos
enterramientos
pertenecientes al Heládico Medio, junto a seis tumbas de fosa cuyo emplazamiento se señalizaba mediante una estela pétrea. Círculo A. Acrópolis de Micenas
Este conjunto funerario fue excavado por Heinrich
Schliemann,
que
puso
al
descubierto los riquísimos ajuares de los 19 enterrados. El arqueólogo alemán creyó que eran las tumbas de los Átridas, de Agamenón y sus fieles, y llegó hasta ellas guiado por la lectura de la Descripción de Grecia de Pausanias (S. II d.C.). Con el -8– © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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tiempo se verificó que se trataba de enterramientos de personas de estirpe real, que vivieron 400 años antes que Agamenón, es decir, en el siglo XVI a.C. 4.2 .Tumbas de cámara y tholoi. Surgieron a partir del siglo XV a.C., acaso como evolución del hipogeo egipcio. Las más antiguas eran habitáculos o cámaras excavadas, de forma rectangular, a las que se accedía desde un pequeño pasillo o dromos. Con el tiempo, la cámara adquirió forma circular y su superficie quedaría cubierta mediante una cúpula, dando lugar a lo que hoy denominamos estructura de tholos propiamente dicha. Las tumbas de cámara disponen de un corredor o
dromos
sin techar que
conduce, de forma oblicua, hacia abajo. Al final del mismo se encuentra la puerta de entrada a la tumba, que, en los ejemplares más cuidados, emula los modelos de las fachadas palaciegas, ya que su decoración pictórica finge un paramento isodómico, y presenta el característico triángulo de descarga usado con asiduidad para las entradas monumentales. El umbral se completa con elementos decorativos en forma de espiral, herrajes a modo de rosetones y cabos de vigas en la parte superior. La cámara sepulcral
suele estar
parcialmente excavada en la roca, quizás para otorgar mayor solidez al conjunto, y evitar posibles derrumbes. Los muros están constituidos por hiladas de piedra que se van aproximando paulatinamente, y disminuyen el diámetro interior de la estancia, hasta juntarse en lo alto, a modo
Tholos, axonometría
de falsa cúpula o bóveda por aproximación de hiladas: el espacio interior adquiere así una elegante y armonioso perfil cónico. En un primer momento, los sillares utilizados eran de pequeñas dimensiones y forma irregular; ciertamente
su
ensamblaje
tosco,
pero
resultaba
andando
el
tiempo, los arquitectos alcanzaron una Interior del Tesoro de Atreo
notable maestría y emplearon bloques de gran tamaño (pueden llegar a tener varias
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toneladas de peso), escuadrados y labrados de un modo excelente. Los sillares adquirieron entonces forma redondeada en sus aristas, de tal suerte que el paramento visible presenta un aspecto decorativo y suntuoso al mismo tiempo, como una especie de “almohadillado” . Es bien sabido que el conjunto más importante de thóloi se encuentra en Micenas, y que el más impresionante de estos monumentos es el llamado “tesoro de Atreo”, excavado por Alan J. B. Wace. Se
trata
de
artificialmente, Exterior del Tesoro de Atreo
un cuyo
sepulcro
elevado
terraplén
fue
contenido por un muro bien cimentado y coronado de almenas. Contemporáneo a
la Puerta de los Leones, se puede fechar, en torno a 1250 . Ya en la Antigüedad era un lugar muy visitado, considerado como sitio de acumulación de riquezas principescas, acaso por tratarse de un monumento impresionante, de enormes dimensiones: con un dromos de 36 metros de longitud por 6 metros de anchura. Los muros alcanzan 14 metros de altura en su tramo final, cuando se topan con la puerta de acceso a la cámara, también de dimensiones colosales. En el interior, la cámara se compone de 33 hiladas de piedra que alcanzan 14 metros de altura, la misma dimensión de su diámetro En uno de los lados de esta cámara se abre una reducida habitación excavada en la roca, que ha sido interpretada como la cámara sepulcral propiamente dicha. Al exterior, por encima de la cúpula, varias capas de arcilla apisonada sirven para impermeabilizar el conjunto, encima del cual se amontonó tierra hasta formar un montículo de gran empaque (Storch, 1987, p.90). Por su riqueza y perfección constructiva resulta difícil negar que sea un mausoleo real, aunque no se hayan encontrado en él restos de difuntos ni de los ajuares: la estructura arquitectónica es
Planta y alzado del Tesoro de Atreo
suficiente para evocar a la realeza.
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El llamado tholos de Clitemnestra, que para algunos pudo ser la tumba del propio Agamenón, ha sido fechado hacia el 1220 a.C. Su descubrimiento tuvo lugar a principios del siglo XIX, momento hasta el que se conservó de forma íntegra. Otras dos tumbas importantes son la de Egisto y la de otro personaje anónimo, conocida como la Tumba de los leones. Las grandes tumbas de cúpula constituyen uno de los mejores exponentes de la arquitectura micénica y son, junto con las murallas Tholos de Clitemnestra
ciclópeas,
el
sello
distintivo
de
esta
civilización. Con frecuencia, estas tumbas están situadas en la periferia de la población, y a veces en la parte exterior de las necrópolis.
4.3. Tumbas de cámara sencillas. La arquitectura sepulcral más sencilla la encontramos en tumbas de cámara obtenidas mediante la excavación en terreno más blando, o realizadas artificialmente a nivel de superficie con túmulos de piedra. Estas tumbas de cámara se utilizaron normalmente para enterramientos múltiples y tuvieron amplia difusión en territorio micénico, y se dieron, también, desde Asia Menor hasta Sicilia, lo que indica la influencia de la civilización micénica en el Mediterráneo (la llamada “micenización”). Todos los tipos de tumbas mencionados y los ajuares funerarios de las mismas revelan una sociedad de los muertos complejamente jerarquizada, que se corresponde con la de los vivos. Las tumbas de cámara quedaban reservadas a determinadas capas sociales, mientras que las simples tumbas excavadas en la tierra lo estuvieron para otros estratos más humildes.
5. Escultura. No conocemos, hasta la fecha, esculturas monumentales de la civilización micénica, a excepción del magnífico relieve que da nombre a la Puerta de los leones de la acrópolis de Micenas. Este ejemplo es una placa relivada, de piedra caliza, con una altura superior a los tres metros de altura, que sirve para revestir con no poca sobriedad y elegancia, el espacio originado por el triángulo de descarga del dintel en dicha entrada a la ciudadela. En el citado marco arquitectónico, y adaptándose a su estructura, el escultor dispuso una pareja de leones rampantes, afrontados entre sí en - 11 – © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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actitud heráldica y con las patas delanteras elevadas sobre un escabel, que flanquean un pilar situado en el centro del mencionado apoyo. Sobre el pilar o columna (de morfología minoica) puede distinguirse un ábaco prismático, decorado
por
un
motivo
decorativo
denominado como “cabezas de vigas” (González Serrano, 1996: p.78). Simbólicamente, el conjunto se ha interpretado como un gran emblema de la Diosa Madre, la Potnia Theron, o Señora de las Fieras, representada de forma
Relieve de la Puerta de los Leones
anicónica, mediante uno de sus atributos iconográficos, el pilar, en actitud de proteger la entrada principal de la ciudad. Según dicha interpretación, la escena sería un símbolo religioso alusivo a la Gran Diosa Madre, aunque no puede descartarse la posibilidad de que los leones pudieran sean alusiones simbólicas del poder temporal, como insignias o escudos de la realeza dominante, protegida también por la divinidad. En cualquier caso, el relieve debía de actuar como elemento sacralizador del palacio. Aunque las figuras de estos leones han llegado hasta nuestros días desprovistos de cabeza, cabe suponer que la posición de ésta fuera, en ambos casos, frontal, y que sus efigies, tuvieran grandes ojos y fauces bien abiertas, de tal suerte que se subrayara con esta feroz actitud, el mensaje de tutela para la Acrópolis que, como escudo pétreo, custodiaran. Algunos autores sostienen que las cabezas, hoy perdidas, pudieron ser de bronce o de esteatita (González Serrano, P., 1996: p.78). Como obras de arte, estos leones de Micenas son
dos figuras esbeltas, de
cuerpos ágiles, flexibles y bien musculados, en los que se puede advertir la presencia del genio griego primitivo, tanto por el equilibrio compositivo como por la perfecta captación anatómica, aprendida, sin duda, en los modelos llegados a Grecia desde el Próximo Oriente. En dicha captación, la epidermis no oculta el latido vital de los grandes felinos cuya fuerza y vivaz atractivo han sobrevivido intactos el paso de los siglos. Mención aparte merecen las estelas funerarias procedentes de las tumbas del Círculo A de Micenas. Son obras cuya finalidad era la de servir de elementos de señalización de los pozos funerarios y en sus relieves, de factura tosca y poco resalte volumétrico, se pueden advertir tanto influencias del ámbito egeo como aspectos novedosos propiamente micénicos. Son recurrentes en ellas las series de espirales continuas derivadas del mundo cicládico, así como la representación de diversas - 12 – © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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especies de animales figurados según el modo convencional conocido como el “galope minoico”, con las extremidades superiores
e
inferiores
simultáneamente.
Sin
extendidas
embargo,
en
algunos ejemplos, la iconografía marca la distancia
con
las
civilizaciones
mediterráneas precedentes, y responde a postulados típicamente micénicos ya que muchos de los asuntos más repetidos para decorar
estas
estelas
son
aquellos
relacionados con la guerra o la caza, siendo notables las representaciones de guerreros provistos de grandes espadas y ataviados con cascos. Desde el punto de vista
compositivo,
disponen
las
imágenes
ordenadamente
en
se
frisos
horizontales, de acuerdo con principios Estela funeraria procedente del Círculo A. de
estructurales
ajenos
a
la
mentalidad
minoica.
Micenas
Para completar este bosquejo sobre la escasa producción escultórica de la época micénica, es preciso mencionar el capítulo referido la “pequeña escultura” en el que podrían incluirse trabajos realizados en barro, marfil o piedra, y en los que resulta en
ciertamente complejo diferenciar,
muchos
casos,
los
asuntos
representados. Las obras escultóricas talladas en marfil constituyen, sin duda, expresiva muestra de un arte refinado cuya práctica vendría a satisfacer, como las piezas de los orfebres, las necesidades suntuarias de los príncipes micénicos. Muchas de ellas
Cabeza de guerrero en marfil. Micenas, SXIII a.C.
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M.N. Atenas.
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proceden de los ajuares funerarios. Merecen
citarse
varias
cabezas
masculinas, de bulto, en las que los representados aparecen, en la mayoría de los ejemplares conocidos, ataviados con el típico
casco
micénico
elaborado
con
colmillos de jabalí; también se han hallado cabezas descubiertas, aunque, por el momento, son excepcionales. De esta pequeña plástica ebúrnea sobresale
un
grupo
escultórico
en
miniatura (7,8 cms. de altura) procedente de la acrópolis de Micenas que se Cabeza de marfil. S. XIII a.C. M. A. Nauplio.
conserva
en
el
Museo
Arqueológico
Nacional de Atenas (fig. 17) y que muestra a dos figuras femeninas acompañadas por un niño. Este grupo ha sido interpretado tradicionalmente como una representación de una triada divina (Demeter, Kore y Triptolemo ¿?) (la Gran Diosa Madre, IIítia y el divino infante ¿?). Los trabajos de marfil cuentan, asimismo, realizados
con en
notables relieve
ejemplares
entre
los
que
sobresalen píxides circulares, mangos de espejos o placas de carácter decorativo, usadas quizás para ornamentación de ricos cofrecillos o como apliques de mobiliario. En todos ellos puede percibirse Grupo escultórico en marfil. S. XIV a.C. M. N Atenas.
el
eclecticismo
entre
las
formas
de
representación minoicas y las propiamente
micénicas; también en su iconografía puede apreciarse esta doble vertiente . Como ejemplo significativo destacamos una tapadera de una píxide procedente de Ugarit (París, Louvre), donde una figura femenina de rico tocado, acaso la misma Potnia Theron, está flanqueada por dos cabras monteses; en este caso, la supuesta diosa, que luce falda acampanada de volantes y exhibe sus senos al descubierto a la - 14 – © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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manera minoica, aparece sentada sobre un escabel idéntico a aquel que sirve de pedestal a la columna (o pilar) figurado en el relieve de la Puerta de los Leones. Sostiene en sus manos sendos ramos de espigas, por lo que tal vez pudiera pensarse que se tratara de una diosa de los animales y de la vegetación. En cuanto a los llamados “ídolos” de terracota policromada, parece probable que la función de estas figuritas fuera, en muchos casos, la de servir como exvotos; muchas de ellas proceden de contextos funerarios por lo que no es del todo clara esta
funcionalidad;
se
representaciones
trata
de
mayoritariamente
femeninas, que pueden ser de varios tipos: a.
mujeres
representadas
mediante
Placa de marfil con guerrero. M. de Delos.
formas
tubulares
esquemetizadas, con los brazos en
alto,
y
anatómicos suelen
cuyos
detalles
e
indumentaria
estar
señalizados
mediante
trazos
pictóricos
someros. b.
los denominados Ídolos en “psi” (con los brazos alzados) y en “phi” (con los brazos cruzados bajo
el
pecho),
son
representaciones en las que el grado de esquematización de la Potnia theron, de Ugarit.
figura
femenina
se
ha
acrecentado hasta el punto de
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que la posición estirada o recogida de sus brazos se asemeja, respectivamente, con las citadas letras del alfabeto griego; tradicionalmente se han interpretado como adoratrices.
Ídolo de terracota policromada en phi.
Ídolo de terracota policromada, en psi.
o
Kourótrophos,
c.
figuritas
femeninas portadoras del niño. Pueden estar sentadas en un trono, en actitud de nodrizas, o llevar
uno
o
varios
infantes
colgados de sus hombros. En muchos casos no resulta fácil discernir Ídolo de terracota policromada, nodriza.
aunque
las
que
aparecen
si
se
trata
de
sacerdotisas, adoratrices o diosas, con
infantes
representaciones de la Diosa con el niño.
- 16 – © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
han
sido
consideradas
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6.
Frescos
de
los
Palacios: la pintura. La pintura al fresco que servía de ornato a los palacios minoicos sirvió, sin duda, como modelo de inspiración para los frescos Dama con espigas. S. XIV a.C.M.N. Atenas.
pintados
de
época
micénica. Parece probable que la pintura al fresco se consolidara en el
ámbito
micénico
ya
en
la
segunda mitad del siglo XV a.C., cuando el establecimiento de los aqueos
en el palacio de Cnosós
era un hecho afirmado. Técnicamente continuaron
los
se métodos
y
soluciones cretenses. Los colores se
extraían
de
los
minerales,
siendo las tonalidades más usadas el azul, el rojo, el amarillo y el negro
que
muy
pocas
veces
dejaron lugar a tonos intermedios. Detalle de un fresco,Palacio de Tirinto. s XIIa.C. MNauplio
Los
pigmentos
de
color
se
aplicaban al fresco: sobre una fina capa de estuco, cuando la superficie estaba todavía húmeda. Ello obligaba a que los artífices procedieran con rapidez y habilidad en la ejecución, y a que en las grandes composiciones participaran, de forma conjunta, varios pintores. Ocasionalmente, en algunas partes se utilizaba el fresco seco (al secco), técnica en la que se recurría a cola orgánica como aglutinante, para que los colores quedaran perfectamente fijados. Finalmente, el trabajo se ultimaba con la aplicación de líneas oscuras, rojas o negras, más o menos gruesas, que no sólo constituían los perfiles definitivos de las figuras, sino que también servían para ocultar las posibles incorrecciones o carencias de la obra (VV.AA: 1992: p.45 y ss.). La mayoría de los ejemplos que han llegado a nuestros días pertenecen a los siglos XIV-XIII a.C., la época conocida como de la Comunidad Micénica y proceden, - 17 – © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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casi exclusivamente, de recintos palaciegos (Micenas, Tirinto, Pilos, Tebas, Orcómeno) o de sedes de príncipes locales. Parece bastante probable que su función esencial fuera, además de la propiamente decorativa, la de intimidar y abrumar a los visitantes de los palacios; en suma, ser propaganda efectiva del poder real. También está documentada la práctica de pintura mural en mansiones privadas pertenecientes a la aristocracia, así como en la decoración de objetos muebles como mesas de ofrendas, tablillas, estelas sepulcrales, etc. (VV.AA: 1992: p.46). Desde el punto de vista estilístico, puede advertirse, a grandes rasgos, que los modelos micénicos fueron apartándose paulatinamente de sus inspiradores minoicos. El paso del tiempo se dejó sentir en la evolución estilística dando lugar a obras cada vez más agarrotadas y esquematizadas, cuyos colores ofrecían también menor perfección; también la calidad pictórica misma se resintió. Es de notar, pues, un progresivo gusto hacia la geometrización y la esquematización, con la consiguiente pérdida del naturalismo inicial y la formación nuevas formas de concepción artística, generalizadas ya en torno al siglo XIV a.C. La iconografía de estos frescos es, a priori, la típica del mundo Egeo, ya que en ella imperan asuntos relativos a las actividades sociales, la vida religiosa y su simbolismo, así como las sencillas escenas de la naturaleza (animales en su ambiente natural, o representados sobre un fondo neutro). Otra modalidad decorativa la constituyen los elementos ornamentales como espirales, motivos escamados o dentados. Como es sabido, las raíces de inspiración de dicha temática se hallan en el mundo minoico y cicládico; esta gran deuda con las culturas egeas precedentes hace que sea extremadamente dificultosa para el historiador, la distinción nítida de las fases tempranas del arte pictórico micénico. Andando el tiempo, los aqueos mostrarían su personalidad y dejarían manifiesta en sus pinturas la preferencia por asuntos de caza y guerra, sin olvidar las representaciones de procesiones cultuales protagonizadas por mujeres, en el marco de lo religioso.
Estos elementos son los que desarrolla la
temática micénica más peculiar y más característica, ya que están presentes en los programas iconográficos de todos los palacios conocidos. Los temas de caza y guerra, aunque utilizados con anterioridad, se habrían de convertir en la cultura micénica en los exponentes pictóricos más representativos en la decoración de estancias de ámbito secular. Estos asuntos eran vehículos muy adecuados para expresar los ideales heroicos de la aristocracia dominante. No es fruto de la casualidad que fueran utilizados mayoritariamente para decorar los espacios “oficiales”. Algunos autores han señalado que las escenas de guerra deben ser - 18 – © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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entendidas como narraciones de episodios concretos, coetáneos o del pasado. No cabe duda de que el espíritu guerrero de esta civilización queda subrayado por las numerosas armas depositadas en las tumbas a modo de ofrendas fúnebres, las fortificaciones ciclópeas o, incluso, los testimonios escritos que nos brindan los archivos palatinos. La caza, escenas
y particularmente las
que representan la Caza del
jabalí, debieron revestir, sin embargo, una naturaleza anecdótica con la que se pretendía resaltar la habilidad y el aplomo necesario para conseguir presas de tal especie. No debe olvidarse que la caza, como
actividad
representativa
de
la
Escena de caza de jabalíes. Fresco de Tirinto.
nobleza, fue considerada como entrenamiento para la guerra por muchas culturas de la Antigüedad, y su práctica era signo distintivo de pertenencia a la elite, como pone de relieve el canto undécimo de la Ilíada. Los temas procedentes de la esfera religiosa o cultual muestran gran variedad. Los más repetidos son aquellos frescos en los que, como ya se ha señalado, aparecen procesiones de mujeres portadoras de ofrendas dirigidas
a la divinidad. Estas
opulentas damas, de generosa anatomía, lucen rica indumentaria y tocados complicados, acaso para indicar su alto rango. Llevan los pies descalzos en símbolo de respeto y el pecho (exageradamente desarrollado, como atributo de maternidad), casi siempre, descubierto. Avanzan con gran pompa, y algunas de ellas ofrecen al espectador, de forma simultánea, el perfil (rostro, parte inferior del cuerpo y ojo) y el frente (hombros y caderas), según las convenciones
de
la
“representación
Procesión religiosa, palacio de Tirinto.
aspectiva” habituales en el mundo Egeo, y originadas en Egipto. En otras figuras, el perfil es casi completo. Se trata de figuras genéricas, de larguísimos cabellos, cuya diferenciación se consigue por medio de la indumentaria, la alternancia del color (para evitar la monotonía), y gracias a los objetos que portan en sus manos (collares, flores, cofres...). Es habitual que los temas procesionales ocupen el espacio del friso de la gran escalinata de los palacios, y que estén formadas por figuras de tamaño casi natural. - 19 – © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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Otras representaciones de índoles religiosa son las taurocatapsias, las ceremonias con participación de clero masculino y femenino, divinidades femeninas y seres fantásticos (esfinges, grifos,...). También pudieron estar relacionados con el mundo de la espiritualidad los frisos formados por escudos en forma de ocho, aunque algunos autores sostienen que se trata únicamente símbolos de fuerza militar, es decir, asuntos de propaganda política. Se admite, a grandes rasgos, que la decoración pictórica de los palacios micénicos responde a una elección programada de los temas, interrelacionados con cada lugar para acentuar o subrayar su funcionalidad (un programa iconográfico en pleno sentido del término). Debió de imponerse un plan común para la decoración de los centros palatinos, lo que explica las llamativas semejanzas temáticas existentes entre diferentes centros, Micenas y Tirinto, por ejemplo, hasta el punto de que algunos de los cuales parecen haber sido realizados por la misma mano. Los principios básicos de la representación también son reiterados: las pinturas se articulan teniendo muy presente la estructura arquitectónica sobre la que se disponen, procurando enfatizar la disparidad entre elementos horizontales y verticales para hallar el equilibrio compositivo en dicha confrontación. Normalmente, las representaciones pictóricas no habían sido concebidas como composiciones cerradas en forma de cuadro, sino como frisos que, a modo de bandas decorativas, recorrían más de un muro, dando cohesión a la propia arquitectura. El sistema más habitual ofrecía una triple organización de la superficie pictórica: la parte baja simula un soporte pintado, en el que a menudo se representaban placas de piedra veteadas y sobre el que se apoyaba el friso con figuras de la zona intermedia, mientras que en la parte alta se pintaba una banda de tipo decorativo u ornamental.
Además,
resulta
muy
interesante el hecho de que en algunos lugares
los
mismos
elementos
constructivos eran utilizados de forma decorativa, transformados en elementos de naturaleza pictórica, ya que la propia pintura imitaba o fingía vigas de madera y otros elementos que creaban la
falsa
Dibujo decoración en trompe l´oeil del palacio de
sensación de existencia de construcciones,
Pilos.
en lo que podríamos llamar un primitivo efecto de trompe l´oeil .
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La ruina de los palacios a finales del siglo XIII a.C., supuso el abandono casi total de la técnica de los frescos murales, habida cuenta de que su uso había sido casi
exclusivo
de
ambientes
arquitectónicos “oficiales”. Para completar este
apartado
sarcófagos Sarcófago de terracota con decoración marina. S. XIII a.C. MA Iraklion
de
frecuentes
en
decorados
con
merecen
citarse
terracota
o
los
larnaces,
Tanagra
(Beocia),
significativas
escenas
pintadas que en muchos casos pueden
interpretarse con sentido religioso (escenas de guerra, taurocatapsias, plañideras, desfiles de carros o escenas marinas...). 7. Orfebrería y artes suntuarias. La riqueza de los ajuares funerarios de los príncipes de Micenas es extraordinaria; los objetos que los integran pertenecen a muy diversos estilos y categorías artísticas, aunque domina en ellos la influencia de los artesanos minoicos. Su procedencia es, asimismo, muy variada. Entre dichos objetos se encuentran coronas, anillos, diademas, dagas, cuchillos, vasijas de oro y plata, así como piezas realizadas en alabastro, bronce, marfil, amatista, ámbar, loza, cristal, madera..., lo que demuestra los amplios contactos comerciales del mundo micénico con territorios alejados entre sí, desde Centroeuropa hasta Egipto, y desde Anatolia y Mesopotamia hasta Creta. Las
máscaras
funerarias
revisten
especial interés, dado que carecen de antecedentes en el Egeo. Son retratos funerarios, realizados sobre finas láminas de oro, mediante la técnica del repujado e incisión, en los que se ha representado el rostro de varios príncipes aqueos. De todas ellas, la más impresionante es la Máscara de Agamenón. MN. Atenas.
llamada máscara de Agamenón (Museo Nacional de Atenas), procedente de la
Tumba V círculo A de Micenas, y fechada en torno al 1550 a.C. Nos muestra la faz serena y expresiva de un hombre de amplio rostro, ojos almendrados, nariz larga y poblada cabellera (bien visible en barba, bigote y cejas), rasgos muy particulares que - 21 – © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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no dejan lugar a dudas en cuanto a la posibilidad de que se trate de un retrato fisiognómico veraz. La única facción del rostro que parece ser convencional son las grandes orejas que enmarcan con rígida simetría la faz del retratado, y que rematan en forma de voluta. El personaje, identificado erróneamente con Agamenón por Scheliemann, ha sido representado con los ojos cerrados (en forma de “grano de café”), acaso para aludir iconográficamente a su condición de difunto. Otras dos máscaras aúreas procedentes de la tumba IV del Círculo A de Micenas ponen ante nuestros ojos los retratos de otros
dos
príncipes
aqueos,
ambos
imberbes, con cejas muy pobladas, larga nariz y grandes orejas. También en ellos es notable la diferenciación de rasgos faciales: uno tiene los ojos cerrados, a modo de “cremallera”, mientras el otro, de rasgos muy redondeados y expresivos, presenta el globo ocular muy abultado (¿ojos abiertos?). En todos los casos la boca aparece sellada, sugiriendo también el silencio de la muerte. Del mismo ajuar funerario de la Tumba IV del Círculo A, procede un bello recipiente ritual de oro, un rithon en forma
Máscara funeraria micénica.
de cabeza de león, fechable en torno al año
1550 a.C. (Museo Nacional de
Atenas). También en este caso se trata de una pieza de posible elaboración minoica, repujada e incisa sobre fina lámina de oro; es evidente la influencia minorasiática en el detallismo y la expresividad con que se han
tratado
algunos
de
los
detalles
anatómicos del animal, cuya concepción
Máscara funeraria micénica.
general es, sin embargo, esquematizada. Al mismo enterramiento corresponde otro impresionante rithón elaborado en plata (cabeza) y oro (cuernos, hocico y una roseta que adorna la testa del animal), obra maestra de la orfebrería micénica, imbuida todavía del naturalismo de herencia minoica. - 22 – © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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De los ajuares que nos ocupan proceden también varios sellos aúreos, de formato rectangular, que representan escenas de combate (guerreros peleando, o luchas entre hombres y animales). Como ejemplar característico señalamos uno procedente de la Tumba III del Círculo A (Museo Nacional de Atenas) en el que un varón provisto de una gran espada de tipo micénico se defiende de la embestida de un poderoso león que está en actitud de atacarle (fig.35). El hombre va ataviado con un faldellín corto de volantes (de tipo minoico) y en él destaca su musculatura, bien concebida y captada en el momento Rython de oro en forma de cabeza de toro.
de máxima tensión. La figura del animal,
M.N.Atenas.
por su parte, es deudora de los prototipos orientales, y aparece con las fauces abiertas y las garras ya clavadas en su presa; resulta extraordinaria la percepción de la anatomía y la fuerza expresiva de ambas figuras, con las que se intentaría demostrar, ante todo, el valor del guerrero. Las espadas micénicas procedentes de las tumbas IV y V del Círculo A de Micenas son, asimismo, bellas obras de orfebrería, realizadas en bronce con incrustaciones de oro. Aunque su elaboración corriera a cargo de artesanos minoicos, de ahí la influencia estilística cretense, los asuntos que las decoran y que las convierten en obras artísticas son propios del mundo micénico. En algunos ejemplares, el filo broncíneo se adorna con motivos geométricos incrustados , entre los que destaca el bello motivo de espirales entrelazadas, aunque son más numerosas
las
espadas
que
muestran
Ryithon de plata en forma de cabeza de toro.S
animales al galope (según el procedimiento
XVI a.C. M.N Atenas.
estilístico conocido como “galope minoico”),
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o el tema de la cacería del león, iconografía de estirpe micénica. El trabajo del cristal de roca cuenta también con hermosas piezas procedentes de las tumbas reales de Micenas. De la Tumba Omicron del círculo B ( hacia 16001550 a.C.) procede una pequeña taza en forma de ánade, probablemente fabricada en Creta. Este trabajo ha sido considerado como obra maestra de la Sello aúreo. Caza del león. M.N. Atenas.
escultura, especialmente por la elegancia y perfección de sus formas así como por la ingeniosa disposición del cuello y cabeza del
animal,
que
sirven
de
asa
del
recipiente.
Espadas micénicas.Tumbas del círculo A de
8.
Cerámica
Micenas.
La cerámica micénica tiene enorme interés como fuente para el conocimiento histórico, dada su amplia difusión en el Mediterráneo. Muchas de las piezas que han llegado hasta nosotros tuvieron carácter suntuario y formaron parte de conjuntos sepulcrales, como parte de ricos ajuares. La cerámica estuvo sometida a un avance evolutivo continuo, por lo que no siempre resulta fácil hacer una caracterización por etapas o fases. En las siguientes líneas exponemos, de forma esquemática, los estilos cerámicos más representativos de cada período con una síntesis de sus principales peculiaridades, basándonos en la caracterización realizada por Katie Kemakopoulou (VV.AA: 1992, pp.85 y ss.).
8.1. •
Heládico reciente I (HR I) (1550-1500).
Se utiliza por primera vez la pintura brillante en color negro, marrón, rojo o naranja sobre una superficie barnizada de tono claro.
•
Fuerte impronta cretense.
•
Variedad formal: Formas grandes y pequeñas indistintamente. - 24 – © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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•
Decoración limitada a una banda estrecha en el cuello o panza. Motivos lineales y florales.
8.2.
Heládico reciente II A (HRII A) (1500-1450).
•
Se acrecienta la influencia cretense.
•
La cerámica presenta dos modalidades, la de tipo “familiar” y la conocida como “estilo palaciego” (de calidad superior).
•
Formas más habituales: Grandes ánforas de 3 asas, jarras de pico, jarras de estribo, rithones, vasijas globulares. Tazas de tipo Vafio (de forma trapezoidal), copas, alabastrones, etc. Se han contabilizado hasta 68 perfiles diferentes.
•
Decoración muy rica y fina. En ella predominan los motivos vegetales y marinos. Son también habituales las espirales, hachas, rocas, líneas…
•
Transformación de motivos minoicos a la mentalidad micénica. Estilo llevado por los micénicos al palacio de Cnosós.
8.3.
Heládico reciente II B
(HRIIB)(1450-1410).
•
Cesa la influencia cretense
•
La forma más característica de este período es la “copa de Efira”,
Taza de cristal de roca en forma de ánade.
o efírea (similar a la actual copa
M.N.Atenas.
de champán). Es usual que éstas se decoren con un único motivo, dibujado libremente en las dos caras de la vasija (fig.39). •
Otras formas usuales en este período
son:
copa,
anforita
piriforme, alabastrón y jarra de pico •
Predominio
de
la
decoración
esquemática. • Jarra estribo. S XV a.C.Estilo palaciego. M.A.Tebas.
•
Pervivencia motivos marinos y vegetales.
Decoración “de rocas” alrededor del borde del vaso. - 25 – © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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8.4.
Heládico reciente III A (HRIIIA1) (1410-1360).
•
Gran difusión en el Mediterráneo.
•
Decoración muy esquematizada: retícula, escamado, espirales, motivos vegetales y marinos.
•
Aparecen formas nuevas como la cratera, la taza, el biberón, la copa de pie alto y la jarra anforiforme.
8.5.
•
Heládico reciente III A2 (HRIIIA2) (1360-1300).
Gran extensión e influencia en el ámbito mediterráneo: Época de la Koiné micénica.
•
Decoración muy esquemática, en muchos casos limitada a la franja superior del recipiente. La parte inferior suele estar decorada con cintas de diferente anchura.
•
Formas más características: Jarra de estribo y copa. Aparición de muchas formas nuevas.
•
“Estilo figurativo”: caracterizado por una vívida decoración de formas humanas, pájaros, animales, peces y carros de guerra…, motivos que componen, a menudo, conjuntos pictóricos. Muchas crateras anforiformes, de gran tamaño, pertenecen a este estilo.
8.6.
Heládico reciente III B1 (HRIIIB1): 1º ½ S. XIII.
•
Gran producción y uniformidad.
•
Copa del tipo llamado Zygouries, lejano recuerdo de copa efírea, decorada con un único motivo vegetal o marino, muy esquemático, ubicado de forma vertical. Utilización de caracolas verticales en la decoración de las copas.
•
Son muy frecuentes las escenas de carros de guerra, con figuras humanas caballos.
•
Aparece el Estilo de metopas: la decoración simple y esquemática, queda aprisionada por bandas y metopas. Austeridad, esquematismo. Simetría pregriega.
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8.7. •
Heládico reciente II B2 (HRIIIB2). 2’ ½ S. XIII. Decoración más densa y más oscura que en la fase anterior, aunque se utilizan motivos similares. El motivo más frecuente es el triglifo que define metopas, simétricamente anchas y estrechas.
8.8. •
Heládico reciente III C (HRIIIC). S XII- Primera mitad siglo XI. Desorden general. Interrupción talasocracia micénica. Debilitamiento del poder central y desaparición de la homogeneidad estilística anterior: Subperíodos y estilos locales.
•
Estilo denso en la Argólide: Toda la superficie de las vasijas se cubre de forma recargada con diferentes motivos.
•
Estilo de metopas.
•
Estilo del pulpo: Predominan las jarras de estribo, decoradas con grandes pulpos
muy
esquematizados
cuyos
tentáculos ocupan toda la superficie de la
Copa efírea. M.A. Iraklion.
vasija, junto con otros motivos de relleno .
Hidria micénica.Estilo del Pulpo. S. XII a.C.Paul Getty Museum.
•
Estilo de granero (toma su nombre del “granero” de Micenas, donde aparecieron muchas vasijas de este estilo). Caracterizado por una sencilla decoración lineal, o totalmente pintadas.
•
Vasijas con decoración figurativa: Carros de guerra, cacerías y luchas, figuras humanas, animales, figuras mitológicas.
•
Al final del período la decoración se simplifica mucho. Son frecuentes amplias bandas sin pintar. Algunas superficies están pintadas de negro.
- 27 – © 2006, E-Excellence –www.liceus.com
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•
8.9.
•
Algunos autores opinan que el Submicénico no define un horizonte cronológico,
Submicénico. Primera mitad siglo XI.
sino la última fase del HRIIIC. •
Gran difusión de las formas cerámicas. Destacan las necrópolis de Salamina, el Cerámico de Atenas. Lefkandi (Eubea), Argos y Micenas.
•
Predominio de formas globulares y bicónicas.
•
Pintura de calidad mediocre.
•
Eslabón de unión con el protogeométrico. Grandes superficies monócromas y bandas sin pintar.
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9. Bibliografía. ARIAS, P.E. (1967): L´ Arte della Grecia, Turín. BENDALA, M. (1990): Los albores de Greca, Madrid. BIERS, W. R. (1987): The Archaeloy of Greece. An Introduction, Nueva York. BLANCO FREIJEIRO, A. (1975): Arte griego, Madrid. CHADWICK, J. (1977): El mundo micénico, Madrid. DEMARGNE, P. (1964): Nacimiento del arte griego, Universo de las Formas, Madrid. GONZÁLEZ SERRANO, P. (1996): Historia del Arte I: Prehistoria y primeras civilizaciones y II: Grecia y Roma, Madrid, Espasa Calpe. PLATON, N. (1981): La civilisation égéen, París. STORCH DE GRACIA, J. (1987): El Arte Griego I, Historia 16 nº 7, Madrid. VERMEULE, E. (1971): Grecia en la Edad del Bronce, Mexico. VV.AA. (1992): El mundo micénico. Cinco Siglos de la primera civilización Europea 1600-1100 a.C., Madrid. VV.AA. (1984): « La gloria de Micenas», Historia 16, n.88, Madrid.
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