El Arte de Educar en Familia. Ayudando A Nuestros Hijos Desde Su Nacimiento Hasta Su Mayoría de Edad

March 30, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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EL ARTE DE EDUCAR  EN FAMILIA

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MATERIALES PARA EDUCADORES Últimos títulos publicados

  80. Un personaje para cada día. Antonio González.   81.  Aprender a escribir teatro en Secundaria. Secundaria. Maxi de Diego.   82.  Manual para la educación educación especial. especial. C. Domenech-À. Pujol.   83. Trabajamos los valores en Primaria. Ana Prieto-Manuela Guzmán.   84.  Los diez derechos derechos del niño. niño. José Real Navarro.   85.  Animar a leer leer desde la biblioteca. biblioteca. Juan José Lage Fernández.   86.  Danzas del mundo/2. Ángel Zamora.   87. Cuentos y escenificaciones para Primaria. Isabel Agüera.   88. Tutoría de valores con preadolescent preadolescentes. es. María Carmen Izal Mariñoso.   89.  Adolescent  Adolescentes es y senti sentido do de la exi existencia. stencia. Purificación Tárrago-Fabián Moradillo-Mª Jesús Picot.   90. Un centro 3 S. Irene Monferrer.   91. Cosas de niños. Pilar Montes-Eduardo Soler.   92. Versos para aprender lengua y literatura. Ana Riofrío.   93.  Sembrar valores, valores, recoger futuro. Fernando Lafuente-Noelia Cisneros-Emilio Gómez.   94.  Animación a la lectu lectura ra con niños. niños. Isabel Agüera.   95. Formación humana en Primaria/3. Sonia López-Yolanda López.   96.  Educar con imágenes/3. Hermino Otero.   97.  Adolescent  Adolescentes, es, inmigra inmigración ción e in intercultura terculturalidad. lidad. Fabián Moradillo-Socorro Aragón.   98. Ortografía castellana. Francisco Javier Diosdado.   99.  Educar en la interculturalidad. interculturalidad. José Real. 100. Cuentos populares y creatividad. Rosa Huertas. 101.  Animar a la la lectura jugando. Mª Jesús Otero. 102.  La solidaridad solidaridad es vida plena. plena. Edgardo Rubén Cárdenas. 103.  La lectura lectura a escena. Isabel Agüera. 104. Cuentos para portarse bien en el colegio. Jesús Jarque. 105.  Animación a la lecto lectoescritura. escritura. Purificación Cavia. 106.  Poesía popular popular infantil infantil y creativ creatividad. idad. Rosa Huertas.  Adolescentes es y educ educación ación para la convivencia. convivencia. Fabián Moradillo. 107.  Adolescent 108.  Aprovecham  Aprovechamiento iento didá didáctico ctico de Internet. Internet. Jesús María Nieto. 109.  Amor y sexualidad. sexualidad. Santiago Galve. 110. Fábulas del siglo XXI. Fernando Lafuente-Noelia Cisneros-Emilio Gómez. 111.  Personajes de la Historia Historia Antigua y Media. José Luis Sierra. 112.  Los cuentos cuentos de la tortuga. tortuga. Eduardo Soler. 113.  Aprender a pensar en Primaria. Primaria. Blanca Gómez-Luis Carrascosa (coords.). 114.  La vuelta vuelta al curso een n 80 días. Jesús Villegas Saldaña. 115.  Personajes de la Historia Historia Moderna y Contemporánea. Contemporánea. José Luis Sierra. 116.  Educar en la sostenibilidad. sostenibilidad. AA.VV. 117. Cómo mejorar la convivencia. Ana Prieto-Manuela Guzmán. 118.  Motricidad en Educación Educación Infant Infantil. il. Ana Ponce de León-Rosa Ana Alonso (coord.). 119. ¡Hoy es fiesta! Carmen Gil. 120. Fonética inglesa divertida. Jalena Bobkina-Miriam Fernández de Caleya. y juegos para los los más peque pequeños. ños. Isabel Agüera. 121. 122.  Lecturas Moradillo.  Infancia y ciudadanía. Mª Jesús Picot-Fabián 123. Coeducación en el cole. Carmen Gil.

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124. Cuentos para educar en valores. Laureano Benítez. 125.  Dificult  Dificultades ades de aprendizaje aprendizaje en Educación Infantil. Jesús Jarque. 126. Creatividad, lenguaje y nuevas tecnologías. Isabel Agüera.

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SOFÍA PEREIRA

EL ARTE DE EDUCAR EN FAMILIA Ayudando a nuestros hijos desde su nacimiento hasta la mayoría de edad

EDITORIAL CCS

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Dibujos: Patricia Rebollo. Corrección de texto: Eva Herrero.

Tercera edición: octubre 2010. 2010.

Página web de EDITORIAL CCS: www.editorialccs.com

© Sofía Pereira © 2001. EDITORIAL CCS, Alcalá, 166 / 28028 MADRID Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de  sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro  Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org  ) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. obra. Diagramación editorial: Concepción Hernanz Ilustración de portada: Patricia Rebollo ISBN (pdf): 978-84-9023-543-0 Fotocomposición: M&A, Becerril de la Sierra (Madrid)

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Vuestros hijos no son vuestros hijos. Son los hijos y las hijas de la Vida, deseosa de sí misma. Llegan a través vuestro, pero no vienen de vosotros. Y, aunque están con vosotros, no os pertenecen. Podréis darles vuestro amor, pero no vuestros  pensamientos. Porque ellos tienen sus propios pensamientos. Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas. Porque sus almas moran en la casa del mañana que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en sueños. Podréis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros. Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer. Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia delante…

Khalil Gibran

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Ya no es posible detenerme Para saber lo que retorna. Y la tierra viene conmigo. Viene conmigo la mar honda. Vienen conmigo los rebaños De vagas nubes que el sol dora. Vienen los árbolesendel Que se despiertan la bosque sombra. Yo voy desnudo. Nada digo. Ando despacio entre las rocas. Mis pies descalzos, gravemente. Rozan las aguas silenciosas. Tras las montañas impasibles Poso mis plantas en la aurora… Ando delante y ellos siguen Todas mis huellas y las borran. Vienen conmigo porque saben Que algo celeste me corona Y que en mi pecho, Dios ha hundido Una semilla misteriosa. Yo soy el centro, donde todo Ha de volver en cada cosa.

José Luis Hidalgo

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DEDICATORIAS A Rudolf Steiner, por todo cuanto ha aportado a la Humanidad, especialmente en el campo de la Pedagogía. Gracias por ayudarme a recuperar mi infancia, despertando de nuevo la inocencia del corazón, el asombro y la capacidad de admiración y entrega. Recibe mi amor donde quiera que estés. A José Manuel Rodríguez, quien me abrió nuevas puertas hacia las Fuentes de la Vida, la Verdad y el Amor, y cuya calidez de corazón me conforta en los momentos difíciles. A Antonio Malagón, por el gran regalo de una educación llena de arte, amor y sentido del humor con el que obsequió a Emma, y por ser además el maestro de toda la familia. A todos aquellos Maestros que, a través de sus escritos, sus palabras y su consciente ayuda, siguen enseñándonos a vivir en la verdad y el amor. A todos mis familiares, amigos y seres queridos, por acompañarme en el camino. A Mère Inés, al Padre Mayayo, a Mercedes Collantes, a Teresa Roncero. Vosotros fuisteis faros en mi vida que alumbraron con su amor los momentos más oscuros de mi existencia. A Leandro, por toda la ayuda y apoyo en la extraordinaria tarea de ser padres. A mis hijas Eva y Emma, por haberme elegido como madre y ser siempre mi más creativa fuente de inspiración y aprendizaje. A ti, Emma, por traerme la luz de las estrellas, y por cada rayo de sol con el que has calentado mi vida. A ti, Eva, por tu amor, tu paciencia y tu extraordinaria colaboración en esta obra. A ti, mujer, ama de casa y madre, por tu generosa entrega y tu callado trabajo solitario que nadie ve, que casi nadie agradece. Tu gran labor es cuidar y asegurar que las flores que crecen en tu jardín lleguen a su máximo esplendor; cada una con el colordel quefuturo. le pertenece desde siempre. Eres colaboradora 9

 

Tus hijos son la nueva simiente del mañana. El amor, la verdad y la libertad que siembres en sus corazones será la nueva dote de la humanidad futura. ¡No te desalientes!

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Índice

 Introducción.  Introducción. ¿Qué es educar? PRIMERA PARTE

LA TIERNA INFANCIA 1.

Querem emoos te tener un un hi hijo 1.1. La pa 1.1. pate tern rnid idad ad:: un un ofi ofici cioo a ap apre rend nder  er  1.2.. ¿A qquié 1.2 uiénn estamos estamos esp espera erando ndo?? El niño niño:: semil semilla la de de sí mism mismoo

2.

¡Por ¡P or fi fin n lle llegó gó el es espe pera rado do be bebé bé!! 2.1. 2.1. 2.2. 2. 2. 2.3. 2. 3. 2.4.. 2.4

3.

Quiénn es Quié es el ni niño ño y qué qué nec neces esit itaa El te terce rcerr ing ingre redi dien ente te:: la me ment ntee De 0 a 3 año años: s: an anda dar, r, ha habl blar ar y pen pensa sar  r  La imi imitac tación ión com comoo her herrami ramient entaa de de apre aprendi ndizaj zajee

No es bu buen enoo que que el ni niño ño es esté té só sólo lo 3.1. 3.1 3.2. 3.3.. 3.3 3.4.. 3.4 3.55. 3. 3.6. 3. 6.

¡A po porr la pa pare reji jita ta!! De 3 a 7 años Establ Est ableci eciend endoo las las bases bases par paraa una una buena buena com comuni unicac cación ión La imp import ortanc ancia ia del del jue juego go en esta esta eta etapa pa de la la vida vida El niñ niñoo y lo loss cue cuennto toss La inf influ luen enci ciaa nega negati tiva va de de la tel telev evis isió iónn 11

 

3.7. 7. La ma magi giaa en en el el mun mundo do de dell niñ niñoo 3. 3.8. 3. 8. La vive vivenc ncia ia de dell rit ritmo mo de dell año año

4.

La segu segunda nda gra gran n etapa etapa de la la vida. vida. El niño niño va a la la Escue Escuela la 4.1. 4.1. 4.2. 4.33. 4. 4.4.. 4.4 4.55. 4. 4.6. 4. 6. 4.7. 4. 7. 4.88. 4. 4.99. 4. 4.10 4. 10.. 4.11 4. 11.. 4.12.

El cu cuer erpo po et etér éric icoo o de vi vita tali lida dadd La es escuela El pap papel el de los pa padr dres es Premia Pre miando ndo lo pos positi itivo vo y pen penali alizan zando do lo neg negati ativo vo La cri crisi siss de de los los 9 año añoss El re rest stoo del del cami camino no hac hacia ia los los 14 añ años os Apoy Ap oyan ando do su suss ini inici ciat ativ ivas as Los tem empper eram amen enttos La es esca cala la em emoc ocio iona nall La re rela laci ción ón en entr tree los los he herm rman anos os El gr gran an pa pape pell del del am amaa de de casa casa El in internado

SEGUNDA PARTE

¡DIOS MÍO, LA ADOLESCENCIA! 5.

La pé pérdida de del pa para raííso 5.1. La edad del pavo 5.2. 5. 2. Di Dife fere renc ncia iass ent entre re ch chic icos os y chi chica cass 5.3.. Las dif 5.3 diferen erencia ciass entre entre los los sexo sexoss a nivel nivel fís físico ico y aními anímico co

6.

Busc Bu scan ando do la pr prop opia ia id iden enti tida dad d 6.1. 6.1. 6.2. 6. 2. 6.3. 6. 3. 6.4. 6. 4. 6.5. 6. 5.

7.

El gra grann olea oleaje je int interi erior or (de (de los 16 a los 18 años años)) Rela Re laci ción ón del del adol adoles esce cent ntee con con la auto autori rida dadd La au auto tori rida dadd en en la la esc escue uela la La bú búsq sque ueda da de la li libe bert rtad ad La am amis ista tad. d. La Lass pan pandi dill llas as

El ca cami mino no ha haci ciaa la la may mayor oría ía de ed edad ad 7.1. La cri 7.1 crisi siss de de los los 18 añ años os 7.2. 7. 2. Lo Loss pel pelig igro ross de de este este tra tramo mo del del cam camin inoo 7.33. So 7. Sobbre la pa pagga sem seman anal al 7.4 7.4. último últ imos s colet coón: letazo azos del ino del dragón dragó n iadeelsie siete tenestar  cabezas cabe zas 7.5... Los 7.5 La com comuni unicaci cación: unscam camino hacia hac bienes bie tar  12

 

8.

¡Al fin solos! 8.1. Cort 8.1. Cortan ando do el el cord cordón ón umb umbil ilic ical al 8.22. El nido 8. ido qu qued edóó va vací cíoo 8.3. 8. 3. El ma mara ravi vill llos osoo pape papell de de los los abu abuel elos os

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Introducción « Podemos aspirar a dejar a nuestros hijos  solamente dos legados duraderos: uno, raíces, y el otro, alas» alas» M. CARTER 

¿Qué es educar? El  Diccionario de la Lengua Española define educar, entre otras cosas, como la acción de desarrollar las facultades intelectuales, físicas, morales y sensitivas. La educación, dice la misma fuente, es el proceso de socialización y aprendizaje, encaminado al desarrollo intelectual, social, cultural, cívico, de urbanidad y cortesía, etc. Educar es también la acción de dirigir. filósofo a finales siglo XVIII, aportaba hermoso punto vista sobreEl el tema: «LaKant, educación es eldeldesenvolvimiento de todaeste la perfección que elde hombre lleva en su naturaleza». R. Steiner, en su libro Una pedagogía para el parvulario, dice lo siguiente: «La educación es asunto que concierne a la sociedad en el más amplio sentido: concierne a toda la familia, a toda la comunidad, a toda la humanidad en conjunto».

En su obra Metodología de la Enseñanza Enseñanza, añade: «Sólo podemos educar y enseñar si comprendemos lo que ha de ser objeto de nuestra actividad formadora, así como el pintor sólo puede pintar si conoce la naturaleza y esencia del color, y el escultor sólo puede esculpir si conoce la naturaleza de su material, etc. Lo que es valedero para las demás artes que

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trabajan con materiales exteriores, ¿cómo no va a serlo para el arte que trabaja con el material más noble que se nos puede ofrecer, esto es, el ser humano, su devenir y su desarrollo?».

Con estas palabras, este gran pensador de principios de siglo nos invita a reflexionar sobre el verdadero sentido de la educación y de la enseñanza, que desgraciadamente, en esta época nuestra en extremo materialista, estamos a punto de  perder. En las primer lugarpreguntas tenemosque quelare-descubrir sacar del viejo arcón apolillado grandes humanidad alha hombre, venido planteándose desde el  principio de los tiempos: ¿quiénes somos?, ¿qué buscamos?, ¿qué necesitamos?, ¿cuál es el sentido de nuestro diario existir?, ¿hacia dónde queremos encaminarnos?, etc. Si nos  paramos un poco en vez de seguir precipitándonos frenéticamente hacia un destino desconocido, o hacia unas metas que no logran responder nuestras preguntas ni llenar  nuestros vacíos interiores, podremos ver el absurdo de esta carrera contrarreloj, hacia no se sabe dónde, en la que perdemos nuestras fuerzas, nuestra alegría de vivir, y las más de las veces lo más valioso que tenemos: a nosotros mismos. Si retomamos la definición de educación que aparece al comienzo del capítulo, vemos que ésta tiene varios niveles: CULTURAL ÉTICO-MORAL SOCIAL

Tenemos, por un lado, la enseñanza, cuya misión fundamental consiste en la transmisión de conocimientos (nivel cultural ). ). Esta es labor prioritaria de maestros y educadores, aunque también toman parte muy activa en ella los padres. Por otro lado está la educación, la cual abarca el nivel ético-moral , que podría resumirse en: enseñando al niño y al joven a ser él mismo, y el  social , que le enseña a relacionarse con los demás, mostrándole el camino que va del yo al tú y al nosotros. Es éste un nivel en el que los padres tienen el máximo protagonismo, aunque también debería formar parte de las enseñanzas en la escuela y en los centros de formación  pedagógica. No obstante, este aspecto, cuando es sobrevalorado, anteponiéndolo o dándole mayor importancia que al ético-moral, conlleva el peligro de enseñar a nuestros hijos a vivir en una mera apariencia, perdiendo su verdad interior. Educar es ayudar a que el ser encuentre su camino en su vida; no a «educarle», en el sentido de ponerle un chip para que reproduzca un programa que convenga a otros. Este libro, dirigido fundamentalmente a los padres, no quiere pasar por alto muchos m uchos de los problemas a los que nuestros hijos se ven enfrentados a la hora de ser educados. Este motivo me impulsa a dedicar unas reflexiones sobre el aspecto de la enseñanza. Si con un poco de suerte no nos ha ido del todo mal a la hora de educarles en el 15

 

ámbito del hogar, podremos tener dificultades cuando los querubines empiecen a asistir a la escuela. Siempre me he preguntado con asombro quién elabora, por ejemplo, los  planes de estudio. ¿Qué pretende conseguir quien eso exige? ¿Hacia dónde quiere llevar  al niño? Es más, ¿alguna vez ha visto un niño?; y ya el colmo: esa hipotética persona, ¿alguna vez fue un niño? A veces parece que hubiera un objetivo fundamental encaminado a cargarse a toda costa la infancia, como si la infancia fuese una etapa inútil, sin valor alguno. Hemos olvidado que el juego es el verdadero maestro en este período de la vida. A través del uego, el niño aprende a conocer sus capacidades, a relacionarse con los demás, a integrarse en el mundo copiando los modelos de aquellos con los que convive, implicándose así con lo que le rodea. Los pobres niños ya no tienen «tiempo» para jugar,  para ser felices (la felicidad no está muy de moda últimamente). Hay que trabajar, estudiar, memorizar, acumular datos y más datos sin sentido, a los que ni el niño, ni  posteriormente el joven, pueden encontrar utilidad. Olvidamos que la utilidad es vida, vida puesta en obras, pues todo aquello que aprendemos y que jamás podemos llevar a la  práctica, ¿nos sirve realmente de algo? El hombre es un hacedor por naturaleza, necesita estar creando continuamente, y esta permanente creación es la que da sentido a su existencia.materiales Pero cuando me el refiero aspectos  prácticos, de lahablo vida. de La utilidad utilidad,no desde puntoúnicamente de vista de alalos creatividad, aparece también en la filosofía, en el arte, en la ciencia, en las matemáticas. Nos gusta traspasar nuestros límites, abrir nuestras fronteras, descubrir nuevas formas, nuevos  pensamientos, nuevas experiencias. La verdadera educación no consiste en enseñarnos cómo «hacer» algo en plan receta, sino la que nos lleva a pensar por nosotros mismos, a sacar nuestras propias conclusiones, a resolver problemas y encontrar nuevos caminos, nuevos métodos. Sin embargo, estamos convirtiendo al niño y al joven en una especie de «ordenador» cuyo objetivo es almacenar y acumular datos en cantidades ingentes. Datos que, indiscutiblemente, no van a servirle para nada excepto para desconfiar de sus mayores, quienes le exigen lo absurdo a costa de perder sus valiosas fuerzas, su maravilloso su huella. tiempo, su ímpetu y alegría por crecer, por entrar en el mundo y dejar en él En este sentido, suscribo las palabras de Enrique Barrios quien, en su libro Civilizaciones Internas, dice lo siguiente: (…) en la escuela no nos enseñan a ser mejores personas. Nuestra educación no está orientada a la «parte de adentro», sino a lo de afuera, por ese motivo, casi lo único que hacemos es memorizar datos, y no justamente datos que nos lleven hacia la felicidad, o que nos hagan comprender el sentido superior de la vida.

 No es mi intención ponerme negativa, sino invitar a una reflexión sobre los  problemas a los que la juventud se ve abocada en el campo de la educación. En este sentido, quiero recordar una tortura más a la ya mencionada de la memorización inútil de datos, frecuentemente innecesarios, y que podemos encontrar, en caso de necesidad, en 16

 

cualquier diccionario o enciclopedia. Me refiero al sistema de amenazas con el que algunos maestros o padres tratan de conseguir una mayor participación por parte del escolar. Ya desde el comienzo del curso se les suele decir que este año va a ser  dificilísimo, y que, o estudian mucho, o no van a poder aprobar porque se les va a exigir  una barbaridad, etc. Son metas casi imposibles, que hacen que el alumno pierda la autoestima y se desanime incluso antes de haber comenzado el camino. Ante semejante presión, considerada por ellos como absurda, además de fundamentalmente injusta, aparece lo más grave de todo: su decepción por el mundo, y  paulatinamente su desgana por participar en el gran juego de la vida, donde parece parec e que es tan arduo encontrar un papel relativamente airoso. Se altera por tanto «su hacer en el mundo», que puede convertirse en un hacer destructivo en lugar de creativo. A lo largo de este libro iremos desarrollando los diversos niveles de educación, tras  profundizar en quién es el niño y qué necesita, pero a modo de resumen añadiré la siguiente definición de lo que es verdaderamente educar: Educar es el acto de guiar  a un ser que entra en el mundo por el camino que le llevará hacia sí mismo. Es enseñarle a desarrollar todas sus capacidades, todas sus facultades, para que una vez desplegadas pueda utilizarlas en el acontecer de su vida y en su quehacer en el mundo. Como muy bien dice Debesse, «la educación no crea al hombre, le ayuda a crearse a sí mismo». Educar es pues el acto de acompañar como guías hacia el desarrollo de la libertad. Por lo tanto, nunca consistirá en implantar, en inculcar lo nuestro en otro, sino más bien en ayudarle a despertar su ser verdadero. Son pocos los mensajes de confianza en sí mismos que se envían a los niños en la familia. Esto parte de la creencia fundamental de que papá y mamá son los dueños de sus hijos. En vez de ayudar a los niños a pensar por sí mismos, a solucionar sus propios problemas, los padres tienden a tratar a sus hijos como una propiedad privada.1

veces, punto los hombres creemos cada de unopensar, de nosotros el ombligo universo y queAnuestro de vista, nuestraque manera sentir oesactuar, es la del única válida y posible. Olvidamos que cada ser es un mundo, una especie en sí mismo y que, por  tanto, tiene el derecho de desplegar sus propias alas, su propio color. La naturaleza no tiene esas luchas nuestras; una gran sabiduría y armonía tejen en ella. Cuando paseamos  por un campo en primavera, ¿no disfrutamos acaso con las diversas flores, con sus formas y sus variados colores que adornan todo el paisaje? ¿Por qué entonces los seres humanos luchamos unos contra otros en pro de esa uniformidad a todas luces imposible? ¿Por qué no aceptar de una vez nuestras diferencias para enriquecernos unos a otros con ellas? Quizá el problema radique en que «nos han educado mal». Nos han educado a no  pensar, sentir, opinar, decidir ni actuar por lo que realmente somos en nuestro interior, y hemos tenido que amoldarnos a aquello ¡Hagamos a lo que nos hanuno enseñado. Yo propongo una revolución en el mundo de la educación. a cada a su imagen y semejanza! 17

 

Mostremos a nuestros hijos la belleza, el amor, la armonía, la generosidad, la libertad de expresión, de pensamiento y de obra; enseñémosles a respetar las diferencias, las razas, las culturas. Y no sólo a respetar, sino a amar otras culturas como algo que nos enriquece. El mundo del hombre puede estar lleno de colores como los campos en  primavera. ¡Renunciemos al gris que tratamos de implantar implantar a toda costa! Cuando de pequeña escuchaba música clásica en el tocadiscos de mi casa, creía que eso que sonaba era algo compacto, y por compacto me refiero a un sonido surgido de una misma fuente. Luego supe que diversos instrumentos emitían sonoridades distintas,  pero sólo cuando vi una orquesta con mis propios ojos entendí que esa música surgía de la unión de sonidos absolutamente dispares, cuya fusión creaba algo totalmente nuevo, que era lo que yo percibía como compacto. Esta imagen puede servir también a modo de modelo para el ser humano. Cada hombre debe ser como un instrumento, sacando su mejor sonido, entrando y saliendo en el conjunto de la obra en el momento adecuado, creando belleza y armonía. Formando entre todos la gran sinfonía del mundo. Pero, ¿cómo podemos educar a nuestros hijos?, ¿cómo saber realmente quiénes son y qué tratan de manifestar y realizar en el mundo, si nosotros mismos no hemos logrado comprender el sentido de nuestra propia vida? Hemos de tomar consciencia de que la educación es un proceso que incluye la vida entera. Un proceso en el que primero somos conducidos por otros hasta que tomamos las riendas de nuestro propio desarrollo con la mayoría de edad. La educación consiste básicamente en formación, información y transformación. Por ello nunca termina. Siempre podemos seguir aprendiendo y elevando nuestra consciencia y comprensión del mundo y de nosotros mismos. Tengamos en cuenta que nuestros hijos tienen una sensibilidad muy especial para captar  la diferencia entre el adulto que se esfuerza por comprenderse y transformarse a sí mismo, manteniendo vivo y despierto su fuego interior, su anhelo de superación moral y existencial, y el adulto que se estanca en una creencia determinada, que se petrifica en las comodidades, y que prefiere una vida segura a tentar lo imposible realizando su esencia. El primero es el mejor modelo que podemos dar a los niños. Una imagen del hombre en devenir, del ser que no detiene su avance, y que sigue, con entusiasmo, hacia la superación de todas sus limitaciones.

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PRIMERA PARTE

LA TIERNA INFANCIA

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1 QUEREMOS TENER UN HIJO

Un hijo es como una estrella a lo largo del camino, camino, Una palabra muy breve, que tiene un eco infinito. infinito. Un hijo es una pregunta que le hacemos al destino. destino. José María Pemán

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1.1. 1. 1. La pa pate tern rnid idad ad:: u un n ofi ofici cioo a ap apre rend nder er Cuando a duras penas estaba tratando aún de comprender lo que significaba vivir en  pareja: a hábitos propios, abrirse a una nueva forma de pensar, quizáena otra cultura, renunciar a otra manera de vivir, y todo ello sin renunciar a mi propia identidad; fin, todo ese inmenso lío que supone la creación de ese ser llamado pareja, como telón de fondo subyacía siempre el heredado deseo de tener un hijo. Yo pertenecía a esa clase de mujeres que creen que sólo pueden llegar a realizarse  plenamente a través de la maternidad, aun sin tener la menor idea de lo que eso significaba. En mi mente infantil, creía que los niños eran como la muñeca que nunca  pude tener. Me preparé pues con gran entusiasmo a esperar ese feliz momento en el que  podría, ya sin traba alguna, disfrutar de ese extraordinario estado. Me enteré de todo lo relativo a la intendencia del asunto: leche materna o biberón, pecho caído o pecho de revista, pañales de algodón para no irritar culitos, horas de dormir, ritmo de las tomas,  posibles enfermedades, la ropita más adecuada, la cuna, el coche, el baño, etc. Pero en ningún momento se me ocurrió pensar que ese bebé tendría que ser educado. Ya sé que suena extraño, sin embargo, a lo largo de mi historia como madre, he comprobado que no he sido la única en obviar tan trascendental asunto. Esto, además de otras muchas razones, es lo que me ha impulsado a compartir mi experiencia con otras madres, padres y educadores que quieran comenzar con mejor pie que el mío su andadura como tales, no sólo a nivel biológico-material, sino muy especialmente en el terreno espiritual. Para empezar, ya el simple nivel material presenta dificultades múltiples (el bebé recién cambiado debe sentir un gozo sin igual vaciando el intestino, contribuyendo así al estrés materno, de por sí un tanto elevado de tono, máxime teniendo en cuenta que esa noche la ha pasado en vela, ymil quecosas cuando acabeque de hacer). cambiarEntre al pequeño le dormir, quedan solamente doscientas cincuenta urgentes noches sin enfermedades, mocos, fiebres, granos, visitas al médico, llamadas a la madre, consejos de vecinas, etc., nos vamos dando cuenta de que el juguete ocupa todo nuestro eespacio, spacio, y lo que es peor, nuestro tiempo. Si las condiciones económicas de la pareja no lo  permiten, vemos cómo los días se suceden unos a otros sin poder salir, ir al cine, cenar  con amigos, leer o hacer todas esas cosas que antes acostumbrábamos. Y aun así, créanlo o no los nuevos padres, todas estas cosas son bagatelas si las comparamos con la dificultad con la que nos vamos, tarde o temprano, a enfrentar: la educación del niño. El primer problema que surge es: «no tengo ni idea». El segundo, tal vez: «no quiero hacerlo como lo han hecho mis padres», o (si no nos ha ido demasiado mal) «voy a hacerlo como lo han hecho conmigo», o por último (una vez que la psicología hizo su aparición) «voy a leerlo en los libros». 22

 

Y es que a los seres humanos, tan dados a hacer «masters» de cualquier cosa, y a especializarnos hasta la saciedad a nivel profesional, nunca se nos ha ocurrido pensar en la paternidad-maternidad como una profesión, como un trabajo a tiempo total en el que uno no puede hacer reclamaciones, ni despedirse, ni, en el peor de los casos, tratar de devolver el producto por defectuoso o por no saber manejarlo. Seguramente esto nos viene de la equivocada idea que relaciona trabajo con salario, y claro, que le pregunten a un ama de casa, madre de varios niños, si ella trabaja o no trabaja. ¡Pues por supuesto que lo hace! Y encima no cobra. Creo que en estos momentos es muy importante devolver a esta extraordinaria ocupación el honorable papel que le corresponde por  derecho propio. Pero, para ello, hemos de tomar consciencia de que es preciso  prepararse, con tanto o más afán, como lo hacemos para el resto de las profesiones. Siempre que he tenido la oportunidad de levantar un poco el decaído ánimo de alguna madre que se lamentaba por sus luchas en solitario, por sus dificultades, o por lo poco que se valoraba su trabajo, he tratado de recordarle que esos niños a los que está educando van a ser el futuro, la humanidad venidera. Todo lo que sembremos en ellos, todo el amor con el que podamos rodearles, toda la belleza, el diálogo, el respeto, la educación, etc., serán lo que encontremos posteriormente en el mundo. De ahí la importancia de esta profesión que consiste en educar, en guiar, en transformar el dolor en felicidad, las guerras en respeto mutuo, las intolerancias y represiones en armonía y creatividad. Como les decía, mi primer problema fue: «no tengo ni idea, pero si algo tengo claro es que voy a hacerlo totalmente al revés de como lo hicieron conmigo». Yo tuve una educación al estilo años cuarenta/cincuenta, y que puedo resumir en unas cuantas frases hechas de la época: «Los niños aquí no pintan nada». nada». «Los niños nunca hablan cuando hay mayores delante». delante». «Cuando seas padre comerás huevos». huevos». «No hables hasta que no se te pregunte». pregunte». «A callar, que aquí se hace lo que mando yo». yo». «Preguntar es de mala educación». educación». «Calladito estás más rico». rico». «Los niños buenos se están quietecitos y hacen siempre lo que dicen los mayores» «No sólo hay que ser bueno, sino si no aparentarlo».

Si añadimos a todo esto un condimento de dureza, mal humor, alguna que otra torta como argumento infalible, y prácticamente cero en comunicación, tenemos la educación que se practicaba en la mayoría de los hogares de aquella dorada época del Catón (único libro de texto, a modo de enciclopedia), el catecismo, el infierno y el demonio  persiguiendo niños malos. Creo C reo que ninguna de nuestras preguntas fue contestada, pues incluso el preguntar era algo como prohibido, por ser considerado de pésima educación. La realidad de tamaño disparate resultó ser, sin embargo, una interesante argucia que escondía la verdadera razón: simplemente no sabían qué responder. Sencillamente ellos 23

 

obedecían consignas que a su vez traían de la generación anterior. No es mi intención culpar a nadie, sino plantar alguna semilla que nos ayude a resolver este problema que hemos ido arrastrando a lo largo de la historia, y cuyo origen se encuentra en una incomprensión de lo que es educar, de lo que es un niño, de lo que somos nosotros mismos, y de lo que se espera de nosotros como seres viviendo y experimentando en el mundo. La psicología irrumpió en nuestras vidas, traída por la corriente americana que veíamos en las películas. Esto casi era peor; los niños se pillaban un trauma con cualquier cosita de nada, y había que estar con el alma en vilo para no destruir sus vidas. De pronto era como si se hubiera dado la vuelta a la tortilla, y los niños, de no ser nadie, como en épocas anteriores, se convirtieron en los protagonistas de la historia. Así las cosas, los entonces padres nos debatíamos con nuestras propias contradicciones internas aún sin resolver, tratando de hacer una nada de nuestras neuras para que éstas no llegaran hasta los niños. ¡Antes morir que traumatizarlos! Justo en este período me encontré con un famoso libro que proponía un nuevo y revolucionario método de educación: los niños  podían hacer literalmente lo que les diera la gana, bajo la mirada complaciente de los adultos. No crean que exagero mucho. Funcionaban en una especie de anarquía democratizada la que conflictiva todos juzgaban las acciones de todos, poníanvalor castigos, sometiendo cadaensituación a votación popular, dando el mismo a los votos de niños de 3 años que a los de 17. Aquel libro me convenció de tal manera que empecé a ponerlo en práctica de la noche a la mañana. Imaginen la sorpresa de mi hija cuando vio que ahora todo era posible: saltar en las camas, cocinar en mi dormitorio, sembrar de garbanzos el suelo, pintar las paredes… La pobre niña nos miraba como diciendo: «¡pero bueno!, ¿es que con esto que acabo de hacer tampoco me vais a regañar?». Y así siguieron las cosas, hasta que un día descubrí algo que verdaderamente iba a ayudarme a aclarar mis ideas. Me prestaron un libro de un tal Rudolf Steiner, pensador, científico e investigador espiritual de principios de siglo, en el cual desarrollaba toda una  pedagogía basada no en la pura experimentación, sino en un conocimiento profundo de la naturaleza humana, y muy especialmente de su origen espiritual. Él supo encontrar el  puente que unía las dos orillas, en ese momento tan alejadas, haciéndome comprender  que el espíritu es el origen de todo lo que existe, y que la materia no es más que un aspecto concentrado o densificado de esa energía de vida que llamamos espiritual. Esto me ayudó, en primer lugar, a encontrarme a mí misma como ser en permanente evolución, y, ahondando en mis raíces, re-encontrar mi infancia, para desde esa pureza y alegría de vivir lanzarme de lleno al trabajo de educar y educarme. Más tarde conocí otros caminos que aún me aportaron nuevos y muy esenciales puntos de vista, los cuales demostraron en cada ocasión su veracidad simplemente por el hecho de que ¡funcionaban! De todo esto es de lo que voy a hablar. Mi deseo es compartirlo con todos aquellos que ahora estén en esa etapa tan hermosa, creativa y llena de vida como es la de ser educadores. ¡Que tengan un buen viaje! En la mochila sólo necesitan alegría, buen 24

 

humor, capacidad de asombro, apertura, amor a raudales y paciencia, mucha, pero que mucha paciencia. No tengan prisa por quemar etapas. Quizá algún día añoren no haber  vivido estos momentos con plena presencia e intensidad. Así pues, ¡manos a la obra y que el ánimo no decaiga!

1.2.. ¿A qui 1.2 quién én est estamo amoss es esper perand ando? o? E Ell niño: niño: sem semill illaa de sí  mismo Quizá sea la forma en la que venimos al mundo, a nivel físico, la que a algunos haya  podido inducirnos a la confusión confusión de que el bebé es como un trozo de nuestra carne, o una  parte de nuestro ser, ahora plasmada en el exterior. Si bien esto tiene mucho de cierto en lo que concierne al cuerpo físico, no lo es en absoluto en lo que respecta al ser que viene a incorporarse en ese vehículo. El cuerpo material es en realidad el substrato final de todo un prodigioso proceso en el que se encarna un ser cuyo origen o procedencia es de índole espiritual, y que lleva en sí mismo incorporada toda la historia de lo que ha sido hasta el momento su decir trayectoria, su empezar, recorrido no individual comolo ser permanente evolución. Esto quiere que, para es un cuerpo queen recibimos con tanta alegría en nuestros brazos, sino «alguien» con una historia, con un pasado, y con una evolución concreta, que vuelve dispuesto a dar un nuevo impulso a su existencia, guiando su destino para que le permita vivir nuevas experiencias a través de las cuales  poder seguir evolucionando. La espera de ese nuevo ser, con una conciencia semejante, es algo que puede conmovernos muy profundamente. Desde el otro lado de las estrellas, «alguien» nos ha elegido y se dirige hacia nosotros. Ese bebé que duerme ahora plácidamente en su cuna es verdaderamente una semilla de sí mismo. Así como la semilla de una rosa contiene como germen, aún invisible, a toda la rosa, en el niño se hayan concentradas todas las capacidades, todas las  potencialidades de lo que constituye su individualidad, pero también toda la aberración que haya podido ir acumulando en su fluir a lo largo del tiempo, o dicho de otro modo, el  polvo, la suciedad, las ampollas y las desarmonías de las que ha ido haciendo acopio a lo largo de su viaje. Estamos ante alguien único en el mundo, y por tanto diferente a todos los demás. Lógicamente, esta consciencia nos ayudará a no aplicar «recetas» indiscriminadamente, sino a tener muy en cuenta la individualidad que ante nosotros se  presenta. Del mismo modo, esto debería llevarnos a un profundo respeto hacia esa vida que ahora se despliega, evitando, no sólo ese tremendo error de considerar al niño como algo de nuestra propiedad, con el que podemos hacer «lo que nos venga en gana» (como dicen frecuentemente muchos padres a quienes se les increpa por malos tratos), sino, como consecuencia, el aún más grave de tratar de educarlo a nuestra imagen y 25

 

semejanza; es decir, inculcando en él nuestra manera de pensar y sentir, decidiendo por  él lo que le conviene o no, y qué debe ser o hacer en la vida. Muchas veces utilizamos al niño para que realice aquellas cosas que nosotros no pudimos llevar a cabo: ser pianista o abogado de prestigio, etc. Esto no es educar; esto es sencillamente torturar, aniquilar la voluntad ajena, ya que actuando así no respetamos la libertad de nuestros hijos, sino que los consideramos más bien un apéndice de nosotros mismos, exigiéndoles que resuelvan nuestras asignaturas pendientes. Recordemos que educar es guiarles, no hacia nosotros, sino hacia ellos mismos. Una vez escribí un cuento para el cumpleaños de una de mis hijas, en el que relataba, en forma imaginativa, este «especial» viaje, y que ahora puede servir muy bien  para cerrar este capítulo. ❑ 

Historia de un nacimiento

Estaban una vez un ángel muy grande y otro chiquito paseando por el cielo. Ambos miraban con gran interés hacia la Tierra, la cual, desde ahí arriba, lucía hermosa y resplandeciente. El ángel sentía unos deseos irresistibles de bajar en que ella durante algún tiempo. Dechico pronto, su mirada se encontró con una madrepara y unvivir padre  preparaban un hogar muy acogedor porque deseaban tener un hijo. Se quedó ensimismado observándoles, y su corazón deseó estar allí, junto a ellos, y abrazarles muy fuerte. El ángel grande le miró bondadosamente, comprendiendo que el momento había llegado.  — ¿Podría ¿Podría yo vivir con esa familia? El ángel tiernamente respondió:  Estoy de acuerdo en que vayas a la Tierra, y haré cuanto pueda por ayudarte en ese largo y difícil viaje. Sólo te pido que seas valiente, ues saldrán muchos peligros en tu camino; tratarán de ponerte trampas para apoderarse de ti. Mantén pues encendida la luz de tu ser, ya que con ella podrás atravesar la máxima oscuridad. Tu ángel guardián te acompañará durante un largo trecho del camino, aunque tú no le verás y ni siquiera te darás cuenta de su presencia.  Luego tendrá que dejarte, pues es necesario que aprendas a caminar tú sólo, y cuando alte poco para que se cumplan tus días sobre la Tierra, él vendrá a tu encuentro nuevamente, y así, juntos y en perfecta armonía, emprenderéis el camino de regreso al   Hogar. Así pues, procura no olvidar que esta es tu verdadera patria, y que aquí te espera la gran familia del cielo. Empezaron a caminar durante mucho tiempo, y en su recorrido fueron dejando atrás las estrellas, el Sol y la Luna, hasta que llegaron al Portal del Cielo: el Arco Iris. Una vez allí, el ángel grande, dirigiéndose de nuevo hacia él, le dijo estas palabras:  — Te Te hago entrega de la Espada de la Justicia, de la Luz de la Sabiduría, del Calor  26

 

del Amor, y de la Energía de la Vida. Hijo mío, ¡sé un buen guerrero! Cuando hubo terminado de hablar, fundiéronse los dos en emocionado y cálido abrazo, y sin más palabras el ángel chico, tomando la mano de su guía, comenzó a descender a través del firmamento. Traía consigo los tres regalos que en el Reino de los Cielos le habían entregado: el Sol en su pecho, el brillo de las estrellas y la plata de la Luna. Era un frío día de febrero. En aquella casa había mucha alegría. Entre nervios y risas, varias personas ultimaban sus preparativos. Parecía ser que esperaban con gran ilusión la llegada de alguien que venía más allá de las estrellas. Un poco asustada todavía, se dejó instalar por amorosos brazos en la cuna, mullida y calentita, que durante tantos días le había estado esperando. Se acurrucó en ella y  pronto se quedó dormida. A todos les parecía la niña más linda que jamás habían visto, y  por eso decidieron darle a su vez el nombre nombre más bonito que conocían. La llamaron: Eva. Madre Tierra también acogió ilusionada la llegada de su nueva hija, a quien acunó entre sus brazos, meciéndola con inmensa ternura. La rodeó con la belleza y exuberancia de la naturaleza, y en todo momento le procuró cobijo y alimento, ayudándola a crecer, a hacerse grande, a hacerse fuerte. Desde arriba, Padre Sol contemplaba a ambos, y cada día les protegía, envolviéndolos con Su Luz y abrigándoles con Su Calor. Las estrellas, la Luna y todos los planetas, observaban admirados el crecimiento de ese ser tan especial en el que tenían puestas todas sus esperanzas, pues sabían que habría de convertirse en uno de los más grandes y poderosos reyes.

*** Poco a poco esta niña iba creciendo. Había celebrado ya muchos cumpleaños a través de los cuales pudo aprender muchas cosas. Con el primero ya se tenía en pie y logró dar sus primeros pasos. Con el segundo entonó sus primeras palabras. Con el tercero encontró a sus primeros amigos con los que compartir sus juegos. Cada año, pues, le traía nuevas y maravillosas experiencias. A veces, los tesoros venían del Cielo; otros, de la Tierra; algunos se los susurraban al oído las estrellas, la luna, o el Sol y su familia de planetas. Amaba la música, el canto de los pájaros, el ruido del agua al bajar por la montaña, las noches limpias, cuajadas de estrellas, el atardecer, derramando sus colores por el horizonte. Era amiga de los animales, de las piedras, de las flores. Soñaba con hermosas hadas y dorados elfos. El mundo estaba ahí para que ella 27

 

lo fuese descubriendo. Quería seguir caminando por todos los rincones de la tierra hasta que ella le fuese contando todos sus secretos, mostrándole todos sus tesoros. Sin embargo, según transcurrían los años, se fue dando cuenta de que el ángel grande tenía razón. Las cosas no eran tan fáciles aquí abajo. Había mucha oscuridad, hacía frío, y la bondad de los hombres no siempre era evidente. Trataba, no obstante, de no desanimarse, prosiguiendo paso a paso su camino en medio, a veces, de grandes  pruebas, de grandes dificultades. ¡Cuántas cosas había vivido ya!, ¡cuántas experiencias acumulaba a sus espaldas! Había días en los que la Tierra le pesaba tanto que miraba con nostalgia hacia el Cielo. Otros en cambio, sentía surgir un amor tan intenso hacia ella, que la idea de una separación se le antojaba insoportable. Empezó a ver que tanto los seres como la Tierra que les daba cobijo se estaban apagando, pues una densa oscuridad los iba envolviendo, tratando de asfixiarles, y a medida que esto ocurría, se iban debilitando y enfermando. A partir de ese momento  buscó ayudas por doquier, y pronto un hermoso ejército comenzó a utilizar los tres dones que cada uno había traído desde el Cielo. Irradiaron la luz del Sol que ardía en su pecho, abriendo de este modo caminos luminosos que rasgaban las tinieblas. Espolvorearon el  brillo de las estrellas espesos dellas planeta, y tejieron con la  plata la Luna conporlostodos que los abrigar a larincones tierra en heladas noches mantos del invierno. Además, miraban con frecuencia hacia arriba, procurando no olvidar su origen celestial, ni las nuevas alas que tenían que desplegar para volar de regreso a su casa. Aquel ángel pequeño, que un día decidiera venir al mundo, estaba hoy mirando su  propia historia, gozando sus creaciones, henchido de amor hacia los suyos. Sentía paz en el corazón. Había sabido usar la Espada que el ángel grande le había entregado, y ahora, rodeado de los suyos, celebraba sus… años de caminar sobre la Tierra.

PUNTOS ESENCIALES PARA REFLEXIONAR 

1.1

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Es necesario necesario prepararse prepararse cuando decidimos decidimos ser ser padres. padres. Hay que que especializar especializarse se como como para para cualquier  cualquier  otra profesión. Responsabili Responsabilidad dad en en la tarea: el niño, niño, al que estamos estamos educando, educando, es es el futuro futuro de la humanidad. humanidad. Necesitamos Necesitamos tener tener clara la la meta. Educar, Educar, no para convertirlo convertirlo en una una copia copia nuestra, nuestra, sino para ayudarle a desarrollar sus propias potencialidades. Ni una educa educació ciónn autorita autoritaria ria,, ni una educa educación ción liber libertari taria. a. El niño niño necesita necesita límite límites. s. El bebé bebé no es un cuerpo, cuerpo, sino sino un ser espiritu espiritual al que viene con una una historia, historia, y dispuesto dispuesto a dar un nuevo impulso a su existencia, pasando por nuevas experiencias a través de las cuales poder seguir  evolucionando. Debemos Debemos tener tener siempre siempre presente presente su individua individualidad. lidad. No verle verle como como un ser pequeño pequeño y por por lo tanto tanto

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inferior a nosotros. No utilicemos utilicemos al niño niño como como cauce cauce para que él él realice realice aquellas aquellas cosas cosas que que nosotros nosotros no pudimos pudimos llevar  a cabo. No está aquí para resolver nuestras asignaturas pendientes. Educ Educar ar es guia guiarl rlee hac hacia ia sí mism mismo. o.

• •

ALGUNAS PREGUNTAS PARA ABRIR EL DIÁLOGO

1. 2. 3.

¿Soy capaz de ver en mi hijo a un ser espiritual en evolución? ¿Mi meta es hacer de él una prolongación mía? ¿Entiendo que he de educarle para que desarrolle sus propias capacidades y pueda vivir su vida según sus propios ideales?

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2 ¡POR FIN LLEGÓ EL ESPERADO BEBÉ!

Un bebé es como un trocito de Cielo que se despierta en la Tierra. Tierra.

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2.1. 2. 1. Qu Quié ién n eess eell n niñ iñoo y q qué ué ne nece cesi sita ta Dicen que los niños vienen al mundo con un pan debajo del brazo. Lo que desde luego no traen oesqué un manual de necesitan instrucciones ni un carné nos diga quiénes de dónde vienen, es lo que desarrollar en elque mundo. Y es justo son, en ese punto cuando comienzan los problemas, tanto de los padres como de los educadores. Como antes les dije, R. Steiner aclaró muchos de los errores que yo tenía, ayudándome a comprender de manera más profunda quién es el niño y qué necesita. Sin duda, lo más importante para mí fue dar vida a la idea de que el niño es un ser espiritual en permanente evolución, que viene a encarnar en un cuerpo físico para continuar su desarrollo. Esto me sobrecogía, y algunas veces me abrumaba sobremanera, pues intuía la enorme responsabilidad que estaba a punto de cargar sobre mis espaldas. Sin embargo, fue mi gran escuela en la vida. En un principio somos los padres los que tenemos que enseñar, pero si estamos con corazón abierto, seremos los que más vamos a aprender en este maravilloso proceso de ser los guías de nuestros hijos. Permítanme acercarnos untos a la magia de la unión entre el mundo espiritual y el mundo material a través de un nacimiento. Desde el momento del nacimiento se produce el encuentro de su ser espiritual, su «yo», con el cuerpo físico, preparado en el vientre materno, y que es resultado de los genes y de la línea hereditaria. En realidad, el cuerpo físico del bebé es el primer regalo que le hacen sus padres, y en él se incorpora la individualidad del niño, quien ya desde su primera respiración comienza sobre el mismo un arduo trabajo de transformación y metamorfosis que va a prolongarse durante los primeros seis/siete años de su vida. El nuevo ser se convierte en un arquitecto que hace reformas, modificándolo a su gusto, con el objeto de sentirse bien enfuerzas él. Este reajuste, por eltodas «yo»las sobre su instrumento físico, necesita de muchas vitales, puesrealizado va a cambiar células, formar los órganos, y finalmente expulsar los dientes de leche, momento en el cual termina este  proceso de transformación de la materia heredada. Como vemos, la idea de que el bebé no hace más que comer y dormir no es del todo acertada. Estamos ante una apariencia de inactividad, cuando la realidad es que hay una intensa actividad interior, a la vez que un trabajo de adaptación al nuevo medio, al nuevo ambiente, y fundamentalmente un ajuste con la materia. Para realizar toda esta extraordinaria tarea, el niño necesita de una prolongación del vientre materno; precisa de un nido. La madre se convierte en el personaje central. Ella es quien abriga, alimenta y protege a este nuevo ser. Así pues, el elemento que va a desarrollarse principalmente en esta etapa es el cuerpo físico, que nace totalmente vulnerable y poco maduro. En las primeras semanas, el bebé sólo puede comer y dormir. 32

 

Está totalmente concentrado en alimentar y fortalecer su cuerpo físico. Dice Rudolf Steiner que el niño, en sus primeros tres años, es, todo él, un órgano sensorial. Esto quiere decir que los procesos perceptivos, que en el adulto se localizan en los sentidos, se extienden en el niño por todo su organismo. Es algo así como una gran cabeza que capta todo lo que le rodea, y como vive completamente entregado a su entorno, el mundo entero le entra hasta el interior. No tenemos más que observar su gesto en la cuna, con sus brazos y piernas abiertos, en una actitud de total entrega, de apertura sin reservas, que muestra una confianza plena hacia el exterior. Si el paulatino despertar del ser en su cuerpo es agradable, y nada traiciona su confianza, el niño se sentirá bien, pudiendo experimentar interiormente el sentimiento de: « el mundo es bueno». Pero, si por el contrario, no es recibido con calor, ese acto de confianza es traicionado, y el ser se encoge, porque eso demuestra que el mundo no es bueno y no le acoge. Es muy importante que podamos captar, en toda su profundidad, el hecho de la vulnerabilidad y permeabilidad del ser que acaba de llegar a nuestras vidas. Esa consciencia no nos falta a nivel físico. Nos damos cuenta de todos los enormes cuidados con los quequizá tenemos que prodigarle y de del la extraordinaria protección el  bebé, pero no somos tan conscientes plano espiritual. Creemos que que requiere el pequeño no se entera de nada, y sin embargo, al estar permanentemente abierto y receptivo, todas las influencias que vienen del exterior las acoge dentro de sí. Incorpora no sólo los alimentos materiales, sino muy principalmente las impresiones que recibe a través de los sentidos: colores, sonidos, sabores, aromas, temperatura, etc. Y por si esto fuera poco, hace suyas además las sensaciones, emociones o pensamientos que viven en su entorno inmediato. Completamente abierto y vulnerable, embebe el mundo circundante sin la  posibilidad de seleccionar entre las influencias favorables y las desfavorables. Siente todo lo que piensan quienes están a su alrededor, y esto va a constituir la base sobre la que va a asentarse toda la educación posterior. Por esta razón, el pequeño necesita un ambiente que sea en cierta forma como una segunda matriz que le sirva de filtro a las impresiones del mundo exterior. Así pues, ya sea que en la función nos haya tocado como padres o como educadores, debemos tomar una gran responsabilidad por nuestros actos, no sólo evitando aquellos moralmente incorrectos desde una mera apariencia, sino fundamentalmente siendo internamente veraces a nivel ético-moral. La calidad del ambiente es, por lo tanto, lo más importante de todo. El trato con los niños exige al adulto que, a pesar de todas las dificultades que tenga, se esfuerce una y otra vez por  estar realmente alegre y confiado, dado que los niños perciben los pensamientos inexpresados en su entorno. En un artículo publicado en la revista Cuerpos y Almas bajo el título «Madre: en tu útero escribes el futuro de tu hijo», encontré esta misma idea del bebé como ser  totalmente vulnerable y receptivo a toda influencia exterior, pero desde la perspectiva del feto. Dice, entre otras cosas: 33

 

El feto tiene una… «percepción sin yo, sin focalización personal, abierta en consecuencia a todos los impactos, especialmente a los emotivos procedentes de la madre, con la que se mantiene, en una simbiosis total»… El sistema nervioso del feto sigue siendo básicamente receptivo, con una receptividad subjetiva que globaliza todo impacto como si el impacto fuera él. Así, el feto escribe en su sistema nervioso, en sus células, en su cuerpo todo, cuanto emotiva-mente la madre lleva escrito y cuanto la madre va escribiendo en su mente… La madre que durante el embarazo vive una constante tristeza, irritación, estrés, peleas con su pareja, etc., transmite esos sentimientos al feto, que los recibe como suyos.1

A lo largo de este interesante artículo vemos cuán importante es todo el período de gestación, hasta el punto de llegar a marcar el futuro del bebé, no sólo desde el punto de vista de su salud futura, sino también en cuanto a su inteligencia y a su mundo de vivencias emocionales. El niño requiere de un intenso contacto con los suyos para recibir de ellos todo el calor, además de confianza, protección, seguridad y dosis incalculables de amor y alegría a su alrededor. En ningún momento debemos olvidar que estamos ante un ser espiritual que está iniciando su andadura en un cuerpo pequeño. Y como todo ser necesita comunicación, que hablemos él, que le los expliquemos está, quiénes somos,eso muy qué importante vamos a hacer (cuando lecon cambiamos pañales, ledónde vestimos, lavamos, etc.). Esto le calmará, ayudándole a sentirse seguro y protegido. Es también esencial que utilicemos con él un lenguaje claro y digno; sin palabras a medias, sin lenguas de trapo (no olvidemos que nosotros somos sus modelos, aquellos a quienes el niño va a imitar, puesto que la imitación será, en toda esta primera etapa de su vida, su herramienta de aprendizaje). El reducido espacio en el interior del vientre materno se amplía ahora al nido, y éste ha de ser un lugar seguro en el que pueda crecer sin temor. Tengamos en cuenta que la seguridad significa comprensión y conocimiento. Seguridad es por tanto  predecibilidad: todo lo que no es estable estable o predecible se convierte en inseguridad para él, y por lo tanto en encogimiento. Si vive rodeado de discusiones, si no se atienden sus necesidades de afecto, de atención hacia su persona, entonces aparece el miedo infantil como expresión de falta de acogida. El niño es como un paisaje de nieve recién caída en la cual hace mella todo cuanto viene del exterior, al igual que las pisadas dejan su huella cuando caminamos por ella. Así pues, la salud futura del niño tiene relación con el cuidado físico y emocional que reciba en esta época de la vida. Si en este primer período el niño recibe sustos, carencias, falta de afecto, etc., este sobrecogimiento que experimenta en su interior se va a traspasar hasta su cuerpo, generando enfermedades  posteriores que estarán relacionadas con esos momentos de la infancia. Es como si su energía vital, destinada al crecimiento, a la expansión de sus órganos, y que se vería expresada en esa íntima satisfacción del que ve cubiertas sus necesidades, se retirase, se encogiese, dejando un vacío tanto a nivel físico como espiritual. 34

 

2.2. 2. 2. El te terc rcer er ingr ingred edie ient nte: e: la me ment ntee Al comienzo del capítulo describíamos al niño como un ser espiritual que se encarna en un cuerpo físico a través del cual puede expresarse y relacionarse en el universo material. El cuerpo es, por tanto, un perfecto instrumento del espíritu, que refleja el estado del ser  que lo habita y que le permite obrar en el mundo. A esto hay que añadir ahora un tercer  elemento o herramienta: la mente. El espíritu es el motor, el jefe de la organización. De él provienen los impulsos y las decisiones. A través de su mente puede recopilar y analizar los datos de sus experiencias, y gracias al cuerpo llevarlas a la acción. Con objeto de hacerlo aún más claro, imaginemos a una persona cuya intención es ser médico. Si este impulso  permaneciese solamente a nivel espiritual, es decir, viviendo como deseo, como meta u objetivo, pero sin un soporte físico para llevarlo a cabo, difícilmente veríamos a este hombre algún día vestido con su bata blanca recorriendo los pasillos de un hospital. Pero este ser tiene una mente, a partir de la cual va a poder retener todos los datos, procesos, estudios y experiencias de su aprendizaje. Y será gracias a su cuerpo como podrá asistir  a las clases y practicar la medicina. Ahora bien, ¿qué es la mente? La mente es un sistema de control y comunicación del individuo consigo mismo y con su ambiente. Está constituida de imágenes que se han formado a partir de todo lo vivido por el ser a lo largo de su existencia. Percibe y retiene la información de las experiencias pasadas, analizando los datos que ha recibido, los cuales clasifica en base a diferencias y semejanzas. Nos permite además volver a mirar  una y otra vez esas imágenes del pasado con el propósito de analizarlas, sacar  conclusiones o resolver problemas acerca de lo que estamos viviendo en el presente. Si  por ejemplo estamos paseando por el campo y vemos acercarse ace rcarse un perro, nuestra mente nos presentará las imágenes de perros anteriores que hayamos visto como un dato conocido por nosotros, lo que a su vez nos permitirá establecer las diferencias entre los  perros observados en el pasado y el que estamos en ese momento contemplando. El espíritu o «yo» es quien controla la mente, ya que es el núcleo de consciencia de la persona. La mente consciente, cuando recibe un estímulo, lo analiza, y produce una respuesta lógica, siempre encaminada a la supervivencia (…). Permite evaluar  la información que recibes del universo material y te ayuda a actuar de la forma más superviviente posible.2

La mente es, según ello, consciente por excelencia, y su clave es la capacidad de análisis: uno sabe lo que está determinando y lo que está haciendo. Si todos los datos de nuestras experiencias pasadas estuvieran registrados de forma consciente, es evidente que las respuestas que daríamos, en cualquier situación de la 35

 

vida, serían siempre racionales, conscientes y lógicas. No se nos ocurriría, por ejemplo,  ponernos a llorar desconsoladamente si nuestro hijo derrama un poco de sopa, ni tampoco reírnos a carcajadas cada vez que una persona se cae al suelo ante nuestras  propias narices. Pero desgraciadamente no siempre funcionamos en la vida de forma consciente, por lo que hemos de hacer una clara distinción entre la mente consciente y la inconsciente o estímulo-respuesta. ❑ 

La mente inconsciente o estímulo-respuesta

Cada vez que sufrimos un fuerte impacto doloroso, ya sea físico o emocional, la mente consciente se desconecta. Lo mismo ocurre si caemos presa de la inconsciencia  producida por anestesia, hipnosis, operaciones, accidentes, desmayos, estados fetales, etc. Es entonces cuando la mente inconsciente se pone en marcha ma rcha registrando todo lo que ocurre, ya que nosotros, por estar bajo los efectos del shock, no podemos percibirlo a nivel consciente. La mente estímulo-respuesta actúa, por lo tanto, por debajo del nivel de consciencia. Es la que registra todo lo malo que hemos experimentado en la vida, y la que nos provoca emociones negativas tales como ansiedad, miedo, tristeza, enojo, etc. Las imágenes que contiene corresponden, pues, a situaciones en las que la persona se ha visto sometida a cualquier tipo de sufrimiento. Dichas imágenes quedan retenidas en ella  bajo nuestra completa ignorancia, y van a ser las que determinen más adelante nuestras conductas irracionales. Veamos, en el siguiente ejemplo, cómo c ómo ocurre este proceso: Una mujer está planchando en la cocina de su casa. Mientras tanto hay una olla humeante en el fuego que desprende por toda la pieza un agradable olor a lentejas estofadas. Su bebé juega en el suelo con unos trozos de madera, con los que se divierte construyendo una gran torre. La madre habla con su niño, pero en un descuido, se quema seriamente la mano. intenso dolorsequeretira experimenta la contrae profundamente durante unos instantes. TodaEl su atención de su medio ambiente para adentrarse exclusivamente en el dolor que siente en la mano. En esos breves momentos en los que la mujer pierde su consciencia habitual y está como «fuera» del mundo, es decir, semiconsciente, su mente consciente no puede seguir registrando los datos, simplemente  porque ella (como espíritu que controla c ontrola la mente) ya no los puede percibir. Es entonces cuando la parte inconsciente se pone en marcha, grabando todo lo que sucede, pero al no tener capacidad de análisis lo une todo en un mismo saco, ya que no puede establecer, como hacía la mente consciente, las diferencias o semejanzas de las experiencias. De manera que el contenido de este saco será: todo igual a todo. En este caso, el «archivo»  podría ser: dolor intenso en una mano = sufrimiento = olor a lentejas = fuego encendido = calordedemadera la plancha = quemadura de ropa recién planchada = niño = trozos = cocina = vapores=enolor el ambiente. Y así con todos los datosjugando presentes en ese incidente. 36

 

El problema surge cuando en otro momento posterior de la vida aparece de nuevo alguno de los datos contenidos en ese archivo inconsciente que nos recuerda una situación pasada dolorosa. En el caso que estamos analizando podría ser el olor a lentejas o el sonido de trozos de madera en el suelo, recuerdos que van a activar la emoción del  pasado relacionándola con algo que en la actualidad no tiene nada que ver con aquel incidente. Así, la mujer del ejemplo no podrá entender por qué a veces, cuando está en la cocina haciendo lentejassu (estímulo), malhasta y tiene ganas de un irsedolorcillo de allí (respuesta), y si además hijo juega a se su siente alrededor, vuelve a notar en la mano. Todos sabemos que cuando caemos en emociones negativas ya no estamos bajo nuestro propio control, sino que más bien son estas emociones las que nos dominan. El hombre busca siempre la supervivencia óptima en todas las facetas de la vida, y esto es lo que ocurre cuando está «al mando», ya que en este caso siempre actúa analíticamente, y aunque surjan problemas, va a poder resolverlos. Sin embargo, la parte inconsciente de la mente funciona totalmente en base a estímulo-respuesta. Ella es la que induce al individuo a reaccionar —sin control alguno por su parte, y sin poder analizar la situación de una manera objetiva— de forma irracional por datos que desconoce y que no aportan soluciones adecuadas a las circunstancias concretas de ese momento presente, sino que vienen impulsadas por algo que ocurrió en algún remoto pasado, y que ese «archivo» identifica como similar. Esto impide la libertad de actuación de la persona, la cual se ve forzada a reaccionar , en vez de actuar  en  en base a sus propios pensamientos y propósitos. Esta parte de la mente que llamamos inconsciente nos obliga a actuar de forma irracional, dando respuestas que no se corresponden con la realidad presente que vivimos, haciendo de nosotros poco menos que nada.3

Si retomamos el ejemplo anterior, para poder comprender mejor lo que acabo de decir, vemos cómo la mujer de la plancha, antes de que ocurriese el incidente de la quemadura, puede ir resolviendo cada situación que se le presenta de manera adecuada y consciente. Maneja la plancha, conversa con el bebé, remueve sus lentejas, y realiza cualquier otro gesto que requiera ese momento presente. Ahora bien, una vez que ha ocurrido este accidente, ella ya no sabe que en su inconsciente hay unos datos que no  puede controlar, pero que se van a «despertar» en cuanto se encuentre en una situación similar. Y esto es lo que le ocurre cuando, un día cualquiera, ella vuelve a sus lentejas mientras plancha y su niño corretea. Su mente inconsciente se pone en marcha recordándole a su manera que se encuentra en una situación de peligro (ya que para ella todos estos datos son igual a intenso dolor), y haciéndole reaccionar de una forma ilógica (sintiéndose mal, doliéndole de nuevo la mano, queriendo irse de la cocina, o decidiendo que no le gustan ya las lentejas), buscando por lo tanto la supervivencia desde un punto de vista irracional (marcharse de la cocina es supervivencia irracional, puesto que le hace escapar de una sensación de peligro o gran dolor que en la actualidad son inexistentes). Supuestamente, la mente estímulo-respuesta trata de protegernos de lo que, según sus 37

 

datos, supone un peligro para nosotros, lo cual, finalmente, no resulta adecuado ni para la persona implicada ni para los demás. Esta mente fija el dolor a las imágenes, y en el futuro, aunque la persona esté consciente, cuando viva una situación parecida o similar a algo que ella tiene grabado, creará una fuerte sensación de peligro, haciendo que la persona realice acciones, movimientos o pensamientos que no ha decidido y que generalmente no se corresponden con la realidad presente.4

Como decía al comienzo, la mente inconsciente no sólo registra los momentos de intenso dolor físico o los de pura inconsciencia, sino también los impactos emocionales tales como pérdidas de un ser querido, muertes, fracasos, traiciones, etc. También es muy importante todo lo que experimentamos como fetos en el vientre materno, ya que queda grabado en nuestro inconsciente, con el agravante de que, en este caso, al sentirnos uno con la madre, lo que ella siente o piensa quedará adherido a nosotros como si formase parte de nuestra propia personalidad. Esto quizá pueda hacernos comprender  mejor que ya desde pequeños mostremos actitudes imprevisibles muy a menudo relacionadas con la ira, la cólera o la impaciencia. El niño responderá de forma inadecuada ante situaciones que le provoquen frustración, inseguridad, miedo, y que  pongan en peligro su bienestar. bienestar. La mente inconsciente es de hecho la fuente de todo pensamiento, sentimiento y comportamiento irracional. Representa la mayoría de la aberración de la persona, entendiendo aberración como irracionalidad, como supervivencia negativa. Es realmente el mal en el hombre. Es ella la que nos impulsa a abandonar nuestros sueños, la que nos hace ponernos abúlicos, tristes o iracundos, la que nos induce a la duda impidiéndonos actuar, la que acaba matando nuestras más altas metas y aspiraciones como seres espirituales. Cuando, a través de un intenso trabajo, conseguimos descargarla, recuperando los archivos de la bolsa mezclados incorrectamente, para pasarlos como datos conscientes claramente diferenciados a la mente consciente, podremos, felizmente, decir quebajo hemos vencido a nuestro peorpor antagonista, ser nuestra racional. conducta algo que está nuestro dominio, dirigida el «yo», ypasando por tantoa totalmente Es muy importante conocer todo lo relativo a la mente inconsciente, puesto que es con ella con quien vamos a tener que lidiar la mayor parte de las veces que tengamos  problemas con nuestros niños. Hemos de poder distinguir por un lado al ser, y por otro a su mente estímulo-respuesta, pues si los tratamos como una unidad, no sólo vamos a  perjudicar profundamente al niño, sino también a nosotros mismos y a la relación entre ambos. Además, este discernimiento nos permitirá en todo momento saber con quién nos estamos comunicando, ya que es a su mente a la que tenemos que educar. El niño sólo  precisa nuestro apoyo, guía, y nuestros amorosos cuidados. Por otro lado, también debemos tener en cuenta la existencia de nuestro propio «archivo» oscuro e inconsciente,  pues a menudo nos veremos enzarzados en descomunales batallas entre mentes, mientras los seres se quedan fuera mirando asustados lo que está ocurriendo. 38

 

¿Acaso sus hijos no le han sacado nunca de sus casillas? ¿De veras no ha tenido ganas de matarles más de una vez cuando les encontraba patinando en el suelo recién encerado después de habérselo prohibido una y mil veces?, ¿o dejando caer el Cola Cao sobre el sofá que acaba de comprar, si saben de sobra que es en la cocina donde tienen que merendar? Pues si no hubiera eso que hemos llamado mente estímulo-respuesta, uno no se pondría a gritar como loco, o a caer en estados de desesperación. Simplemente actuaría conscientemente, lo cual implica tomar sin lasperder decisiones correctas (como castigarles y obligarles a limpiar y reparar los daños) los estribos. Una actitud semejante es la que de verdad nos ayuda a sobrevivir mejor y la que hace que, finalmente, todos salgan ganando. Si observamos un poco cómo funciona la humanidad, veremos que todos buscamos lo mismo: la felicidad, el bienestar, la abundancia, el aprecio de nuestros semejantes. Ahora bien, ¿cómo tratamos de lograrlo? Desgraciadamente, en la mayoría de los casos, a través de la guerra, y una de las más cruentas es la que tiene lugar en el seno del hogar  entre padres e hijos. Cada uno quiere para sí lo mejor, y según la emoción en la que se encuentra,5  o bien domina o bien es dominado, o conquista o es conquistado. ¿Toleramos y respetamos a nuestros hijos? ¿Permitimos que surjan de ellos los impulsos o iniciativas que van a forjar su destino? ¿O por el contrario tratamos de reprimir sus deseos, sus metas, por el simple motivo de que no concuerdan con la idea que nos habíamos fijado nosotros para ellos? Ya sé que alguien pensará que exagero, pero créanme que he visto mucho dolor en nuestros jóvenes por este motivo. Conocí a uno,  por ejemplo, cuyo mayor deseo era ser músico. Su padre opinaba que eso era ridículo, y le obligó a ser ingeniero, simplemente porque se consideraba la profesión más «chic» de la época. Otros necesitaron apartarse de la religión que profesaban sus padres porque no respondía a sus preguntas. Esto sólo pudo llevarse a cabo con enorme dolor y continuas  batallas, en las que perdían frecuentemente la autoestima y de las que sacaban grandes dudas y culpabilidades. la vista de quienes estas reflexiones creo la importante tomar conscienciadedenuestros que, a menudo, somosAlos padres alimentamos mente estímulo-respuesta hijos, a la cual damos de comer con la nuestra propia cuando, por ejemplo, perdemos los nervios, o cuando, por simple debilidad o momentánea comodidad, no podemos decir no a algo que sabemos de sobra que no es adecuado para ellos. ¿Qué quiero decir con alimentar la mente estímulo-respuesta del niño? Supongamos que nuestro pequeño se pone a lloriquear porque Vd. le quita un juguete  para meterle en el baño. El hecho de tener que renunciar al juguete le puede conectar con su «archivo» inconsciente porque siente una amenaza de pérdida. Ahora bien, si se le explica que dicho juguete no quiere bañarse porque, o bien se puede estropear, o simplemente tiene frío y desea descansar en el armario bien tapadito, el niño comprenderá que no va a perder nada. Si está acostumbrado a una buena comunicación, en la cual sus dudas se resuelven y nadie trata de engañarlo o confundirlo, lo normal será 39

 

que esté de acuerdo con Vd. Sin embargo, si es un bebé consentido o caprichoso, lo cual ya implica que funciona en base a estímulo-respuesta, se pondrá a llorar más fuerte hasta que su madre o su padre cedan y logre salirse con la suya. Ni que decir tiene que a partir  de ahí comenzará una larga serie de rabietas, chantajes y permanentes batallas. Su mente inconsciente sabe muy bien cómo ponerle a Vd. de los nervios para conseguir lo que desea. De manera que, cada vez que cedamos ante sus deseos irracionales, estaremos engrosando su lado negativo. Así como decíamos que la mente consciente toma siempre las decisiones correctas, ayudándonos a sobrevivir mejor, de modo contrario la mente inconsciente trata de dominar a los demás a través de sentimientos y de acciones incontroladas. Por ejemplo, el niño que se pone a chillar delante de toda la cola de la caja en un supermercado para conseguir que su madre le compre el caramelo que ella le ha estado negando anteriormente. Esto puede ayudarnos a la hora de establecer un criterio más racional sobre cuándo debe aplicarse o no un control. Siempre que las acciones de nuestros hijos  provengan de su mente estímulo-respuesta, lo cual implica necesariamente antisupervivientes, ya sea para ellos mismos o para otros, es preciso actuar desde fuera con el fin de ejercer el control de esa situación. Si Vd. está hablando por teléfono de un importante tema de trabajo y su hija le monta una rabieta porque en ese momento no  puede arreglarle el juguete que se le acaba de romper, es evidente que le está creando  problemas, y eso no es superviviente para ningún miembro de la familia, incluida esa niña caprichosa. Es importante en cada caso preguntarse: ¿estoy siendo tolerante con mi hijo, o con su mente estímulo-respuesta? Está claro que al ser no se le pueden poner  límites. Ahí es donde realmente hemos de ser tolerantes, al permitirles conquistar sus ideales, sus metas. Sin embargo, sí hemos de poner límites a sus reacciones incontroladas y negativas. El ideal es poder hablar con el niño de estos temas, haciendo que entiendan esa diferencia (y les aseguro que la entienden), ayudándoles a que sean ellos mismos quienes, con nuestro apoyo, vayan aprendiendo a practicar la autodisciplina, enseñándoles a que su ser verdadero pueda tomar el control, pues éste es el camino hacia la verdadera libertad. En capítulos posteriores hablaremos de forma práctica sobre este tema, para ayudar  a nuestros hijos en esa dirección.

2.3. 2. 3. De 0 a 3 aaño ños: s: anda andar, r, ha habl blar ar y p pen ensa sarr El niño, en este período de su vida, va a dar tres pasos importantísimos: andar, hablar y  pensar. ❑ 

Andar 40

 

La primera actividad a conquistar, en la que va a pasar horas enteras de entrenamiento, va a ser erguirse. Con una tenacidad a prueba de bombas, le veremos ejercitar sin descanso, agarrándose a los barrotes de la cuna para caer y volver a intentarlo hasta que, ¡por fin!, consiga ponerse de pie. Después, radiante de felicidad, buscará nuestro aplauso, puesto que él sabe que acaba de lograr algo muy importante, y lo vive como un gran triunfo. Es evidente que el hecho de erguirse va a suponer una ampliación de su consciencia. Las cosas ya nosus las límites ve desde m ismo mismo punto de vista. Ahora ha conquistado el espacio físico, y por ende se elhan ampliado. Si queremos comprender con mayor profundidad este hecho, no tenemos más que  probar durante unos minutos a desplazarnos por el espacio como lo hace un bebé, es decir, gateando. Experimentaremos cómo se reducen nuestras posibilidades de relación con el entorno, los grandes límites, la consciencia reducida, dirigida fundamentalmente hacia abajo, hacia el suelo, la sensación de peso, de gravedad. El hecho de erguirnos nos da nuestra verdadera dimensión humana, separándonos del mundo animal. El «yo»  puede vivenciarse a través de un cuerpo cuya cabeza se eleva hacia el cosmos, a la vez que los pies sienten el sólido apoyo de la tierra. Aunque no seamos conscientes de ese hecho, en el momento de alcanzar la vertical, nos convertimos en un puente entre el cielo y la tierra; entre el universo espiritual y el mundo material, mundos ambos que van a tener un centro común: el corazón del hombre. Una vez conquistada la postura vertical, su siguiente esfuerzo irá encaminado a lograr los primeros pasos. Este es un momento decisivo en la vida del niño en el que  puede experimentar un primer atisbo de libertad. El «yo», o esencia espiritual, realizará uno de sus increíbles milagros al ser capaz de movilizar desde la voluntad un cuerpo, cuya tendencia natural es el peso sujeto a la gravedad, y por tanto a la inmovilidad. Al desplazarse a voluntad por el espacio entrará en una relación más directa y personal con el mundo. A menudo, los padres, deseosos de acelerar este proceso, muchas veces por el simple hecho de demostrar que su niño/a es verdaderamente listo y espabilado, en lugar  de actuar como meros auxiliadores ante sus esfuerzos, violentan su naturaleza, ya sea  presionándole u obligándole por medios externos a que ande. De esta manera, el adulto consigue abortar la primera iniciativa del niño, además de suprimir el ritmo de su propio organismo físico. ❑ 

Hablar

El lenguaje es el principal medio de comunicación entre los seres humanos. A través del habla, el hombre puede expresar lo que vive dentro de él, haciendo a los demás  partícipes de ello. 41

 

En este proceso de aprendizaje se comienza reconociendo y nombrando los objetos que están fuera (agua, pan, etc.). Luego, el niño va juntando palabras (nene agua), y finalmente utiliza los verbos. Es muy interesante observar este proceso, que tiene mucho que ver con el desarrollo de su consciencia. Vemos cómo la acción (el verbo) viene en último lugar. Primero se produce un reconocimiento de los datos (galleta), después uno mismo se relaciona con ellos (nene galleta) y finalmente se hace algo con ellos (me como la galleta). realidad todos, en alguna para medida, seguimos este mismotratando proceso en la vida. SiempreEn que algo es desconocido nosotros, comenzamos de comprenderlo. Si vamos de viaje, por ejemplo, ponemos la atención en conocer los lugares, las costumbres, los horarios, la moneda, etc. En la medida en la que esto lo tenemos claro, empezamos a relacionarnos con ello; nos gusta o no nos gusta, estamos o no de acuerdo, etc. Finalmente actuamos en consecuencia. La acción siempre es  posterior al concepto. Antes de una creación no existe nada. Lo primero que surge es el concepto, o punto a ver, después nos relacionamos afectivamente con él, para terminar  haciendo algo al respecto. Si con el andar conquistamos el espacio físico exterior, con el hablar se manifiesta la progresiva conquista del niño de su propio espacio interior. ¡Qué importante es en esta fase que los adultos sepamos estar a la altura de las circunstancias! ¿Cuántas veces no oímos a los padres, abuelos o educadores hablarles a los niños como si fueran tontos? En este caso parece que los papeles se cambian, y en vez de ser los pequeños los que imitan a los mayores, somos los mayores los que, en un intento de hacernos los graciosos, o de acercarnos más a su mundo, nos ponemos a imitar sus balbuceos y su hablar de lengua de trapo, o bien a restringir nuestro lenguaje a términos demasiado pobres, o incluso a cambiar el tono natural de nuestra voz por otro  bobalicón, como si quisiéramos dar a entender que los niños no están capacitados para escuchar el sonido normal de una voz. Si hacemos esto, estamos traicionando su confianza. El niño necesita guías, modelos a los que imitar, y esos modelos han de ser  correctos y sobre todoA veraces. debe irradiar nuestro hablar para que sea digno de ser imitado. propósitoLadeverdad esto veamos qué nosen dice R. Steiner: De igual manera que el elemento afectivo debe impregnar toda la ayuda que demos al niño cuando aprende a andar, asimismo, la mayor veracidad interna ha de saturarnos cuando le auxiliamos en el aprendizaje del hablar (…). El niño no desea un lenguaje artificiosamente arreglado: quiere escuchar el genuino lenguaje propio de los adultos. De ahí que debemos hablarle tal como estamos acostumbrados a hacerlo en la vida ordinaria, y no utilizando algún especial «lenguaje parvulario». Sin duda, al principio, el pequeño, por su impotencia, sólo imitará balbuceando lo que escuche de nosotros; pero nosotros no hemos de balbucear.6

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Pensar 42

 

El niño aprende a pensar a través del habla. Una vez que va haciendo suyos los conceptos que viven en las palabras, ya puede comenzar a formular sus propios  pensamientos. Esto implica, por tanto, que el lenguaje que utilicen los adultos que se relacionan con él va a ser de gran importancia para ayudarle en su proceso de pensar. Cuando nos dirijamos a un niño nunca hemos de tratar de adaptar a él nuestro lenguaje. Esto sería frenar, limitar su capacidad de aprendizaje. Por el contrario, hemos de ofrecerle la riqueza que alberga lengua materna, y queama podemos extraer de los hermosostoda cuentos o leyendas de las cada diversas culturas. El niño muy especialmente los versos, en cuyo ritmo se siente mecer y vibrar. Yo recuerdo con especial emoción las tardes en las que mi madre me leía los versos de  Platero, o de Gabriel y Galán. Había muchas palabras que no entendía, pero sí captaba el ambiente general del poema, y muy especialmente la belleza de los sonidos que sentía entrar en mi alma como una caricia. Sé que fue a partir de ahí cuando aprendí a amar el lenguaje, y sé también que ya entonces comenzó a desplegarse mi mundo interior a través de mis propios  pensamientos, que iban tejiéndose tejiéndose por medio de las palabras. El pensamiento nos lleva a la esencia de las cosas, al ser espiritual que vive en lo que nos rodea. Gracias al pensar surge la conciencia del Yo, y es esta consciencia de uno mismo la que nos permite conquistar el espacio espiritual. Este proceso, que va desarrollándose paulatinamente en el niño, llega a un momento de mayor intensidad cuando hacia los tres años empieza a llamarse «yo» a sí mismo, en lugar de «el nene», como hacía antes. Es interesante que podamos comprender la importancia de todo este proceso que culmina en la capacidad de pensar, y por tanto de poder relacionarnos con el mundo desde nuestra propia interioridad. El pensamiento nos proporciona libertad, autonomía, determinismo. Nos permite ser los creadores de nuestra vida y no meramente los «padecedores» o sufridores de la misma. Escribimos el guión, lo cual implica que no tenemos que interpretar el papel que otros diseñan para nosotros. Esto nos lleva a una  profunda sobre hacia la educación de de nuestros en el sentido si queremos ayudarles reflexión en ese camino su libertad ser, o siniños, pretendemos que sedeconviertan en una fotocopia de lo que somos nosotros. Enseñarles a pensar es sin duda la mejor herencia que podemos dejarles.  Nuestro propio pensamiento ha de ser muy claro para el niño. Un pensamiento que esté libre de ideas fijas, de rigidez, de modelos de otros a los cuales a menudo nos adherimos. Esto significa que para guiar a nuestros hijos hemos de hacer un gran trabajo con nosotros mismos, en el sentido de deshacernos de convencionalismos, de los límites impuestos por otros como formas de pensamiento que no nos pertenecen. Si así hacemos, podremos enseñarles a pensar con libertad para que puedan relacionarse  posteriormente de una manera flexible y respetuosa respetuosa con el mundo. Claridad significa también ser consecuentes con lo que decimos al niño. El mayor  43

 

daño que le podemos causar es darle órdenes y confundirle revocándolas después: «¡Cómete la papilla! Bueno, déjalo. Tómate la galleta». «Si no recoges el juguete no te doy la galleta. Bueno tómate la galleta. Luego lo recoges, ¿vale?». «Dame la muñequita. No, no, mejor traéme el osito. ¡Ay no!, vamos a jugar a la calle, trae tu abriguito», etc. Con esta forma inconsecuente de pensar el niño se siente muy confundido. No sabe qué hacer, qué es lo mejor, qué es lo que se espera de él. Esta confusión llega sistema nervioso, va alterándose, su propio pensamiento va caotizando hastaa su degenerar, en épocasque posteriores, en lasy enfermedades nerviosas,setan  predominantes en nuestra época moderna. A propósito de esto sigue diciendo Rudol Steiner: ¿Por qué hay, actualmente, tanta gente «nerviosa»? Porque en la infancia no hubo claridad y precisión de pensamiento entre los adultos que rodeaban al niño cuando aprendía a pensar, después de haber aprendido a hablar.

2.4.. La imi 2.4 imitac tación ión com comoo h herr errami amient entaa d dee aapre prendi ndizaj zajee Cuántas veces no habremos criticado a nuestros hijos con la frase: ¡deja de imitarme de una vez! Yo al menos así lo hacía. Consideraba, en mi ignorancia, que imitar era carecer  de personalidad propia, y por ello me irritaba enormemente. Trataba de hacer razonar a mis hijas, de conseguir que comprendiesen las cosas a nivel racional, sin entender que esta capacidad se desplegaría mucho más tarde. Si alguien duda sobre el poder de la imitación no tiene más que leer la historia de Gaspar Hauser, un niño a quien encerraron en una cueva, sin ningún contacto humano, y al que posteriormente dejaron en libertad casi con 21 años. Este ser tuvo que aprender a erguirse y a caminar ya de adulto. Al no tener ningún modelo al que imitar, no supo tan siquiera que él tenía estas capacidades. Por supuesto no es el único suceso de este tipo en la historia de la humanidad. Recuerden los casos de los niños por con ejemplo. imitaron los sonidos, las actitudes, la forma de desplazarse delobo, aquellos los queEllos les tocó convivir. La necesidad de imitar es imperiosa en el niño, puesto que constituye su herramienta de aprendizaje en la vida, así como el instrumento para entrar en contacto con el mundo. Debido a ello, el ejemplo dado por los padres y los educadores tiene una importancia considerable, no solamente para la educación bajo su aspecto moral, sino también para la estructuración de su organismo físico. A propósito de esto dice Úrsula Grahl en su artículo «Forasteros en nuestro mundo moderno»: (…) a la edad en la que aprenden por imitación, sencillamente copian todo lo que ven en su medio ambiente. Durante esta etapa, el niño todavía no tiene un  juicio de loy que es bueno malo; no puede percibiren lo este que vale lamoral pena acerca de imitar lo que no la ni vale. Estátodavía tratando de orientarse mundo terrenal y está pronto a copiar todo lo que ahí encuentra, sin

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discriminación. Por eso es que la responsabilidad es tan grande al tratar a los niños pequeñitos. Tenemos que luchar por los máximos niveles de moralidad en todos nuestros pensamientos, palabras y acciones.7

A través de la imitación, el niño desarrolla la moralidad en su actuar en el mundo. Desde muy pequeño se muestra ya como un aventurero, como un explorador nato, y como para él el mundo es bueno, se lanza con pleno entusiasmo a imitar todo lo que le rodea. En su afán por aprender y por incorporarse a su nueva existencia, muestra una tenacidad asombrosa. Observémosle intentando una y otra vez hacer aquello de lo que no es capaz, como coger algún objeto, tocarse los pies en la cuna, meter una caja dentro de otra, etc., y cómo va, en su intento por superar las dificultades, corrigiéndose a sí mismo. Así es como él se va formando, recibiendo la lección que contienen sus experiencias. Es importante, por lo tanto, proporcionar al pequeño un espacio seguro, en el que pueda explorar a sus anchas y aprender sin el riesgo de hacerse daño. Nunca deberíamos  prohibir sus actividades espontáneas, sino, antes bien, darle la libertad de moverse, de experimentar, de manejar las cosas. Por otro lado, al dejar participar al niño en las diversas tareas de la casa o el jardín, se le está dando la oportunidad de que su deseo de imitar encuentre una forma sana de expresión. Además, podrá desarrollar su independencia de alabamos manera saludable y lograr las bases de la autoestima en nuestros días). Si sus deseos de aprender, irá desplegando una a(tan unacarente todas sus habilidades. A menudo, los mayores, por simple desconocimiento, o porque nos parece más sencillo, tratamos con demasiada frecuencia de actuar sobre la voluntad del niño con «charlitas», con amonestaciones, o con amenazas de castigo. Sin embargo, no es necesario recriminar o regañar, sino convertirse en un modelo correcto para el niño. Consecuentemente, todo a su alrededor ha de estar lleno de verdad para que su confianza futura no se vea resquebrajada. Si a su alrededor los ejemplos son buenos, desarrollará un sentido moral. Por el contrario, si los ejemplos son malos, será una persona inmoral o amoral en el futuro. El niño que vive en semejante atmósfera de afecto, encontrando en ella saludables ejemplos para imitarlos, está en su justo elemento; de ahí que deberíamos tener sumo cuidado de que no pase nada en torno suyo que él no deba imitar; nada respecto a lo cual tuviera uno que decirle: esto no debes hacerlo.8

Hace unos días, hablando con una madre sobre este tema, me preguntaba por qué los niños no imitan lo bueno de los adultos. Como ejemplo citaba el comportamiento de su hijo a la hora de sentarse a la mesa para comer. Lo que ocurre es que lo imitan todo, tanto lo bueno como lo malo, por eso, en este o en otros muchos casos, hemos de observar nuestras propias actitudes hacia aquellas situaciones que produzcan conflicto. c onflicto. En cuanto a la pregunta de esta amiga, hay muchos factores a considerar. Por un lado está el hecho de que los niños no necesitan tantas cantidades de alimentos como nosotros creemos. Nuestra obsesión, cuando son pequeños, es llenarles de comida, 45

 

creyendo que de esa forma van a estar más sanos. Pero ellos se nutren también de otras muchas cosas: del aire, el sol, la belleza, la alegría, de una vida rítmica, equilibrada, y sobre todo de un ambiente cálido, amoroso, seguro y acogedor, que tenga en cuenta sus  propias necesidades. A su vez, hemos de tener presente el temperamento del niño, ya qque ue éste determina en cierta forma sus actitudes hacia la vida (ver p. 106). Por ejemplo, los niños melancólicos son más bien inapetentes. Necesitan un ambiente de gran tranquilidad y armonía, comoson alimentos gratos a la vista y al paladar.  pueden ser muy glotones.asíEllos esos bebés gorditos y maravillosos queLos casiflemáticos todas las madres quisieran tener. Su relación con el tiempo es muy especial. Como no tienen prisa,  pueden pasar horas delante de la mesa. Los sanguíneos tienen buen apetito, pero no  pueden estarse quietos ni un minuto. Al igual que los melancólicos, hay que rodearles de una atmósfera de paz y tranquilidad, sin demasiadas cosas a la vista que llamen su atención, si no, no podrán evitar el distraerse y querer marcharse a jugar, o tocar todo lo que esté a su alrededor. Si queremos que coman, tenemos que ser muy creativos a la hora de confeccionar su plato. Esto es válido para todos los temperamentos. Un plato al que se desplaza el juego, en el que los alimentos cobran vida, y en el que se destaquen formas y colores que inviten a desplegar la imaginación del comensal. Si nuestro hijo es colérico, el factor velocidad hay que tenerlo muy en cuenta. Tienen demasiadas cosas que hacer, demasiados juegos esperando, y no podemos hacerles perder el tiempo con nimiedades. Apetito tienen, pero hay prisas, así que lo mejor es condensar en el plato calidad, más que cantidad, y ser muy imaginativos. Si logramos que comer sea un juego interesante, entonces se acabarán los problemas en la mesa. Por otra parte, imitar no quiere decir reproducir con exactitud una determinada conducta, en un espacio de tiempo preciso. El niño puede sentarse tranquilo a la mesa (siempre que sus padres estén a su vez tranquilos, si no imitará la ansiedad o irritación que percibe) y pasar un rato comiendo con interés y con modales adecuados, pero cuando ya siente que ese ciclo está cerrado, es cuando no desea continuar ahí sentado. uestra percepción del tiempo no va a ser igual que la suya, y nuestras necesidades tampoco serán las mismas. Es muy cierto que a veces los padres nos ponemos muy serios y muy rígidos con eso de los modales en la mesa, y con el boato que le damos a la comida. Si nuestros niños no están imitando lo que queremos que imiten, lo primero que tendríamos que mirar es nuestra propia actitud hacia la comida. A veces es una tortura  para los pequeños someterse a ese tener que engullir por obligación o a golpe de torta, regañina o amenaza. Sin duda perciben que la comida es el punto débil de los padres, y cuando otros aspectos no funcionan bien, es su manera de castigarles, de tenerles  pendientes de ellos, de fastidiarles y hacerse los importantes. De manera que, en última instancia, están imitando la actitud agresiva, rígida o autoritaria del adulto. De nuevo tenemos a las mentes estímulo-respuesta, tanto de los padres como de los niños, organizando batallas campales para demostrar quién es el más fuerte, quién se sale con la suya. Son guerras absurdas en las que ambos bandos pierden y que dejan a todos agotados. 46

 

Las siguientes palabras de Jhon Benians pueden servir de resumen a todo este gran capítulo para captar más profundamente las necesidades del niño en su primer contacto con el mundo: Los años de imitación preceden al despertar de la autoconciencia. En cuanto a ésta, el niño está todavía dormido, y así como despertamos del sueño en la mañana, a veces durante bastante tiempo antes de estar en plena posesión de nuestras facultades, asíeselhasta niño que le toma años despertar a la vidadecir  con  plena conciencia. Y no llega algunos a los veintiún años que se puede que ha despertado completamente. Las etapas por las que pasa durante ese tiempo, son similares a las que experimentamos en menor escala al pasar del sueño a través de momentos de somnolencia, hasta que gradualmente nos incorporamos, a estirones y bostezos, y nos preparamos para los trabajos diarios (…). Necesitamos paz y quietud mientras regresamos a nuestro cuerpo después de la noche de descanso. Asimismo, el niño necesita paz y quietud si queremos darle la mejor oportunidad de crecer en forma armónica.9

PUNTOS ESENCIALES PARA REFLEXIONAR 

2.1 • • • •



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El elemento elemento que va a desarrollarse desarrollarse principalmen principalmente te en esta etapa etapa es el cuerpo cuerpo físico, físico, que nace totalmente vulnerable y poco maduro. El nuevo nuevo ser ser ha de hacer hacer un reajuste reajuste sobre sobre este organismo organismo heredad heredado. o. El espíritu espíritu ha de converti convertirse rse en el motor, el jefe de su organización física y mental. Para realizar realizar esta extraor extraordinaria dinaria tarea, el niño niño necesita necesita de de una prolongació prolongaciónn del vientre vientre materno; materno;  precisa de un nido, y éste ha de ser un lugar seguro en el que pueda crecer sin temor. te mor. El niño, niño, en esta etapa, etapa, es todo él un órgano órgano perceptivo perceptivo.. El mundo mundo entero le entra entra hasta su interior. interior. Incorpora no sólo los alimentos materiales, sino muy principalmente todas las impresiones que recibe a través de los sentidos: colores, sonidos, aromas, etc. Al estar estarentansuabierto abiert o al inmediato. mundo mundo,, hace suyas además las circundante sensacione sensaciones, s, sin emociones emopoder cionesseleccionar y pensamient pensamientos os que qu viven entorno Embebe el mundo entre lase influencias favorables y las desfavorables, pues la capacidad de juicio no se desarrolla hasta mucho más tarde. Es importante importante rodearle rodearle de un un ambiente ambiente positivo positivo y armónico: armónico: un ambiente ambiente que que sea como una una segunda segunda matriz que le sirva de filtro a las impresiones que le llegan del mundo exterior (ruidos, peleas, negatividad, etc.). La salud salud futura futura del del niño niño va a tener relación relación con el cuidado cuidado físico y emocional emocional que reciba reciba en en esta época de su vida. Si recibe sustos, carencias, falta de afecto, etc., este sobrecogimiento que experimenta en su interior se va a traspasar hasta su cuerpo, generando enfermedades posteriores que estarán relacionadas con esos momentos de la infancia. El niño niño ha de de exper experimen imentar tar en esta esta fase fase el sentimi sentimient entoo de que el mundo es bueno. Nada ha de traicionar esa confianza, esa total apertura que muestra hacia el exterior. Si no es recibido con calor, ese acto suyo de confianza es traicionado, y el ser se encoge, porque eso demuestra que el mundo no es bueno y no le acoge.

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ALGUNAS PREGUNTAS PARA ABRIR EL DIÁLOGO

1. 2. 3. 4.

¿Cuidamos el ambiente que rodea al niño? ¿Le llevamos a sitios demasiado ruidosos, llenos de humos, de alboroto? ¿Somos capaces de renunciar a veces a nuestra propia diversión en pos de la tranquilidad del niño? ¿Respetamos su ritmo de comidas, de sueño, de descanso? ¿Cuidamos de no dejarle en contacto con personas negativas? ¿Cuidamos también nuestra propia negatividad para que no le afecte?

PUNTOS ESENCIALES PARA REFLEXIONAR 

2.2 •



• • • •



La mente mente es una herrami herramienta enta del del espíritu. espíritu. Está constitu constituida ida de imágenes imágenes que se han formado formado a partir  partir  de todo lo vivido. Retiene la información de las experiencias pasadas, las cuales clasifica en base a diferencias y semejanzas. Nos permite además volver a mirar una y otra vez esas imágenes del  pasado con el propósito de analizarlas anali zarlas y sacar conclusiones o resolver problemas acerca de lo que estamos viviendo en el presente. La mente mente estímul estímulo-r o-resp espues uesta ta es la parte parte inconsc inconscient ientee de la mente, mente, la cual regis registra tra todas todas las las experiencias dolorosas que hemos tenido en la vida. Las imágenes que contiene corresponden a situaciones en las que la persona se ha visto sometida a cualquier tipo de sufrimiento. Dichas imágenes quedan retenidas en ella bajo nuestra completa ignorancia, y van a ser las que determinen más adelante nuestras conductas irracionales. Aregistrado un estímulo estímuleno que aparezca aparezca en una situación situación presente presen te que sea similar simi lar a otro ocurrido do en el entonces, pasado, pasado, y el inconsciente, se va a producir una respuesta similar a laocurri que sucedió aunque la situación presente no tenga nada que ver con la ocurrida en dicho pasado. Cuando Cuando se conecta la mente mente inconscien inconsciente, te, las respuestas respuestas que damos damos a las situaciones situaciones del del presente presente son irracionales y nos impulsan a actuaciones que están fuera de nuestro control. Los niños niños tienen también sus «archivos» «archivos» inconscientes inconscientes que les les llevan llevan a actuaciones actuaciones irracionales irracionales (como rabietas, llantos, crisis de pánico, etc.). Es a esta mente estímulo-respuesta a la que tenemos que educar y poner los límites. Hemos de tener tener muy muy en cuenta la existencia existencia de nuestro nuestro propio archivo archivo inconscie inconsciente nte para para no engancharnos a él cuando estamos con los niños. No podemos dejar de ser racionales y actuar con la lógica que requiera la situación. Si actuamos en base a estímulo-respuesta, dejamos de ser sus guías, perdemos el control y finalmente mal educamos a los niños. No se trata de enfadarn enfadarnos os con con el niño cuando cuando sus acciones acciones proveng provengan an de de su mente estímuloestímulorespuesta. No conseguimos nada con broncas ni charlitas. La solución es poner bajo control esas reacciones incontroladas.

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ALGUNAS PREGUNTAS PARA ABRIR EL DIÁLOGO

1.

¿Caemos con frecuencia en batallas con los niños? ¿Mantenemos la calma en situaciones

2. 3.

críticas? controlar y poner límites a sus reacciones inadecuadas? ¿Logramos ¿Sabemos decir no cuando la ocasión lo requiere, o alimentamos la mente estímulo-respuesta del niño consintiendo sus caprichos por miedo a sus rabietas? ¿Estamos siendo tolerantes con el niño, o con su mente estímulo-respuesta? ¿Diferenciamos al niño de su mente estímulo-respuesta, simplemente poniendo freno a su actitud descontrolada?

4. 5.

PUNTOS ESENCIALES PARA REFLEXIONAR 

2.3 • • • • • • • • • • • • • • •

El niño, niño, entre entre 0 a 3 años, años, va va a dar tres tres pasos pasos impor importan tantísi tísimos mos:: andar, andar, hablar hablar y pens pensar. ar. Poners Ponersee en pie será será la pri primer meraa activ activida idadd a conqui conquistar star.. Erguir Erguirse se supone supone una una ampliaci ampliación ón de la conci concienci encia. a. Con ello ello conqu conquista ista el espac espacio io físico físico.. El desplazar desplazarse se a voluntad voluntad por por el espacio recién conquistado, conquistado, será el primer primer atisbo atisbo de libertad. libertad. A  partir de ahí entrará en una relación más directa y personal con el mundo. Presionarle Presionarle en este este proceso, proceso, que ha ha de seguir su propio propio ritmo, aborta aborta la primera primera iniciativa iniciativa del del niño, niño, además de violentar su naturaleza. Con el habl hablaa el niño niño conqu conquist istaa su propio propio espacio espacio interio interior. r. Hemos de utilizar utilizar con él un lenguaje lenguaje claro y digno; digno; sin sin palabras palabras a medias medias ni lenguas lenguas de trapo (recordemos que nosotros modelos a lossea elno niño imitar). La verdad verdad debe debe irrad irradiar iar en nues nsomos uestro trolos habl hablar ar para para que seque a digno dig de va ser seraimitad imi tado. o. El niñ niñoo apr apren ende de a pens pensar ar a trav través és del del hab habla la.. Gracias Gracias al al pensar pensar surge surge la la concien conciencia cia de uno uno mismo mismo y esa cons conscien ciencia cia es la la que nos nos permite permite conquistar el espacio espiritual. El pensamien pensamiento to nos nos proporci proporciona ona libertad libertad,, autonomía. autonomía. Nos permite permite ser los los creadores creadores de nuestra nuestra vida. Enseña Enseñarr a pensar pensar a los los niños niños es es la mejor mejor heren herencia cia que que podem podemos os dejar dejarles. les. Nuestro Nuestro propio propio pensamie pensamiento nto ha de ser muy claro claro para para el niño. niño. Ha Ha de estar estar libre libre de prejuicios, prejuicios, de de rigidez, de modelos de otros a los cuales a menudo nos adherimos. Hemos de enseñar enseñar a los niños a pensar pensar con con libertad libertad para que que puedan puedan relacion relacionarse arse posteri posteriorment ormentee de una manera flexible y respetuosa con el mundo. Claridad Claridad es también ser consecu consecuentes entes con lo lo que que decimos decimos al niño. No darle darle órdene órdeness para para revocarlas revocarlas después. Nuestro pensamiento inconsecuente confunde al niño y altera su sistema nervioso.

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ALGUNAS PREGUNTAS PARA ABRIR EL DIÁLOGO

1. 2.

¿Le forzamos a caminar para presumir de niño listo y espabilado? ¿Cuando nos dirijimos al niño, tratamos de adaptar a él nuestro lenguaje utilizando palabras a medias o lenguas de trapo?

3. 4.

¿Somos con él? ¿Nos atrevemos a ponerle límites sin revocarlos al momento siguiente por  miedo claros a sus represalias? ¿Somos libres en nuestro propio pensar, o nos ajustamos a los credos de otros?

PUNTOS ESENCIALES PARA REFLEXIONAR 

2.4 • •

La imitació imitaciónn será, será, en toda esta esta primera primera etapa etapa de de su vida, vida, su herram herramien ienta ta de aprend aprendizaj izaje. e. El ejemplo ejemplo de los padres padres y educadores educadores es, es, por lo tanto, tanto, lo más importante importante en esta época época de la vida vida del niño. A través través de de la imitación imitación el niño desarrolla desarrolla su su propia propia moralidad. moralidad. Si los ejemplos ejemplos son buenos buenos,, desarrollará un sentido moral. Si los ejemplos son malos, será una persona inmoral o amoral en el futuro. Tenemos Tenemos que darle la oportunid oportunidad ad de imitar lo que que ve a su alrededor. alrededor. No No prohibir prohibir nunca sus actividades espontáneas (colaborar en las tareas de la casa, ayudar en el jardín, etc.). No es necesario necesario recrimina recriminarr o regañar regañar,, sino convertirse convertirse en un modelo correcto correcto para para el niño. niño. Hemos Hemos de ser ejemplos que merezcan ser imitados. Hemos de colocar colocar al pequeño pequeño en un espacio seguro donde donde pueda pueda explorar explorar y aprender aprender sin dañarse dañarse.. El niño niño necesita necesita seguri seguridad, dad, paz paz y verdad a su alrededor alrededor para para poder poder crecer de forma forma armónic armónica. a. Si alabamos alabamos sus sus deseos deseos de aprender aprender,, el niño niño irá desplegando desplegando una a una una sus habilidades. habilidades. No No hemos hemos de hacer las cosas por ellos, sino incentivar sus deseos de aprender a valerse por sí mismos.

• • • • • •

ALGUNAS PREGUNTAS PARA ABRIR EL DIÁLOGO

1. 2. 3. 4. 5.

¿Somos unos modelos dignos de imitar imita r por nuestros pequeños? ¿Nos pasamos el día regañando en vez de dando un ejemplo adecuado? ¿Las prisas con las que vivimos hacen que impidamos al niño aprender por sí mismo y ejercitarse imitando nuestras actividades? ¿Le dejamos que colabore en pequeñas tareas domésticas? ¿Alabamos sus esfuerzos por aprender y los fomentamos?

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6. 7. 8.

¿Les rodeamos de un ambiente de amor y seguridad para que puedan crecer con confianza y sin temor? ¿Somos excesivamente protectores con ellos, impidiendo que desarrollen sus propias habilidades? ¿Les educamos en el temor en vez de en el amor y la confianza?

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3 NO ES BUENO QUE EL NIÑO ESTÉ SOLO

Si los niños viven estimulados, aprenden a confiar en sí mismos. mismos. Si los niños son elogiados, aprenden a apreciar a los demás. demás. Si los niños se sienten aprobados, aprenden a quererse a sí mismos. mismos. Si los niños reciben la aceptación de sus padres, aprenden a encontrar el amor en el mundo. mundo. Dorothy L. Nolte

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3.1. ¡A p poor llaa pa parejita! Seguramente a estas alturas ya nos habremos embarcado en la aventura de darle un hermanito hermanitalos a nuestro porde aquello de no dejarle solo somos y que tenga con quien ocompartir juegos primogénito, y experiencias la vida. Desde luego, unos valientes, o unos inconscientes, o quizá le vamos cogiendo el truco al asunto y ya no nos  parece tan complicado. Una vez que la familia aumente, hemos de tener presentes varias consideraciones, con objeto de no cometer errores fatales que luego hayamos de lamentar. Por un lado, tenemos de nuevo un precioso bebé reclamando nuestra casi total atención, y por otro al pequeño, que quizá esté a punto de cumplir 3 añitos, y que también nos necesita, tanto o más que antes. Lo primero que acude puede aasombrarnos en siente el niñoque mayor es un cierto retroceso a etapas anteriores, a las que veces cuando la atención de toda la familia se dirige casi exclusivamente hacia el nuevo miembro. Me refiero a cosas como: volver a hacerse pis, pedir el chupete, hacerse el bebé, querer un biberón, etc. Lo único que ocurre es que está llamando nuestra atención, reclamando el cariño que necesita. Otra de las causas de dicha regresión puede ser que, de pronto, nosotros hayamos decidido que ya es mayor, y así se lo hemos dado a entender; y cuando decimos mayor nos referimos a que ahora tiene que apañárselas solito en muchos campos en los que antes estábamos ahí con él. Debemos entender que el hacerse mayor es un proceso paulatino que nunca  puede ser realizado de golpe y en función función de nuestra propia conveniencia. Esta etapa de los celos pasará fácilmente si tenemos paciencia y no dramatizamos al respecto. Conviene no criticarle ni censurarle por ello, sino permitirle este pequeño desliz, sin dar al hecho importancia alguna. Pero de lo que no podemos olvidarnos es de dedicarle esos momentos de intimidad, sólo para él, en los que encontrarnos cada día  para conversar sobre sus cosas, contarle contarle cuentos y mimarle sin reserva alguna. Los celos hay que dejarlos salir, nunca reprimirlos. Cuando el pequeño sienta que no ha sido desplazado, que sigue siendo inmensamente amado, y que incluso goza de ciertos privilegios, por aquello de ser el mayor, la tormenta habrá pasado sin dejar graves rastros. Quizá podamos iniciar una relación entre los hermanos dejando que el mayor le coja en brazos, le dé algún biberón bajo nuestra atenta supervisión, o se encargue de cualquier cosa relacionada con el bebé. Esto le hará sentirse útil e importante, además de ir la fragilidad de un ser tan pequeñito deya hacer sí mismo. Leasimilando encantará que recalquemos y alabemos todas las incapaz cosas que sabenada hacerpor él solo, todo lo que ha aprendido; esto aumentará su propia autoestima.

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Más adelante hablaré de la relación entre los hermanos en épocas posteriores de la vida, en las que pueden surgir rivalidades y problemas importantes. De momento, seguiremos profundizando en la etapa que aparece a continuación, una vez que, al cumplir más o menos 3 años, el niño alcanza un primer atisbo de individualidad o autoconsciencia.

3.2. De 3 a 7 años A partir del momento en el que el niño comienza a llamarse «yo» a sí mismo, se inicia una nueva etapa en su evolución. Anteriormente estaba demasiado ocupado en su propio desarrollo físico, en descubrir el mundo en el que se encontraba, así como en aprender y adaptarse a dicho mundo. En esos primeros años, su único punto de referencia, o dato estable, lo constituía fundamentalmente la madre, a la cual percibía como una unidad de la que él mismo formaba parte, como una ampliación de su nido. Pero ahora aparece un  brote de consciencia de sí mismo, aún incipiente, pues todavía la unión con su madre será muy fuerte y va a necesitar su presencia para sentirse seguro. El espíritu o «yo» comienza a manifestarse en la vida del niño, incorporándose  poco a poco como auto-consciencia experimentada desde el interior del cuerpo. Tengamos en cuenta que esta incorporación es progresiva, y no será hasta los 20/21 años cuando el «yo» se haga plenamente presente. No obstante, este es un momento muy importante, que conlleva una cierta separación de la madre. Por primera vez en su corta vida se siente a sí mismo como una unidad, y esto le hace ver a su madre como alguien diferente de sí mismo. Es un momento gozoso, en el que experimenta cierto poder, pero a la vez doloroso, puesto que las separaciones siempre desgarran un poco y producen sentimientos de soledad. ¿Cómo notamos los padres el inicio de esta nueva etapa? Hay una palabra clave que nos demuestra el antagonismo del niño y su nueva forma de ejercitar su poder sobre nosotros. Me refiero al terrible ¡No! ¡Ay de las madres o padres que flaqueen en estos  primeros momentos en los que van a medirse las fuerzas! Aquí es cuando realmente comienza a agrandarse y potenciarse la mente estímulo-respuesta del niño, y donde los adultos empezamos a perder los papeles. Sin embargo, es una etapa preciosa si sabemos vivirla correctamente. Por un lado hemos de discernir con mucha claridad entre cuándo ese «no» es adecuado o cuándo hay que hacer valer nuestro «sí». El niño necesita sentirse independiente, probar sus propias fuerzas, descubrir sus límites, sus capacidades. Los padres debemos ayudar a que esa individualidad vaya despertando y desarrollándose, pero no a costa de aplastar a los demás (máxime siendo los demás  prioritariamente en esta etapa nosotros mismos). Pero muchas veces, si somos sinceros,  prima nuestra comodidad, nuestra permanente manía de hacer de ellos unas copias de

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nuestro pensar rígido y dogmático, y entonces comienza la batalla por ver quién domina a quién. La madre intenta poner el abrigo a Juanito para salir a la calle. «¡ No quiero! Yo  solito» (esa es otra frase mágica en estos años). ¿Qué late en ella? Si pudiéramos leer el  pensamiento del niño, escucharíamos algo así como: «déjame experimentar, permíteme aprender por mí mismo, quiero ser independiente de ti, necesito probarme, saber de lo que soy capaz». En esa etapa se intensifica el sentimiento del yo, lo que conlleva que la resistencia y el rechazo se abran paso constantemente en forma de oposición obstinada. De repente, el niño ya no quiere ser dirigido por nadie; retira su mano de la del adulto y se desmadeja por su cuenta. Quiere desnudarse y vestirse solo; a menudo se niega incluso a jugar con otros niños y durante un tiempo se vuelve un caminante solitario. Los conflictos con el mundo circundante se acumulan y padres y educadores que no comprenden ni entienden, ejercen su autoridad y castigo, cuando el único comportamiento correcto sería el de ayudar y servir de ejemplo, conducir suavemente y  perdonar.1

En el niñoalguien se produce un poderoso Poruna uncierta lado sensación tiene una vivencia de interior sí mismodelcomo separado del resto,conflicto. y esto le da de poder, máxime cuando ve en qué modo puede afectar su obstinación a los demás. Percibe una reacción de su medio ambiente, y el ser causa sobre ese medio le  proporciona placer. Sin embargo, esta experiencia acaba de nacer, por lo que él se siente como un desconocido, alguien totalmente nuevo y, como todo lo nuevo, frágil, y esto ya no es tan agradable, pues aparecen sus primeras sensaciones de soledad. Al mismo tiempo, su voluntad está aún sin desplegar, ya que hasta ese momento era dirigido por  una voluntad exterior, generalmente la materna. Su capacidad de pensar no está tampoco suficientemente desarrollada como para establecer criterios, diferencias, distancias, etc. o puede todavía captar los matices de cada situación, pero en él late con fuerza la necesidad manifestar esaa vida pujadeenfuera, su interior. es el Köning antagonismo sistemático.deDiciendo «no» lo queque viene potenciaSu su forma «yo». Karl sigue diciendo al respecto: «Cuando el yo se hace consciente en ese alma y ese cuerpo, se expresa por primera vez en la tierra y de ahí surge el no a todo. El no va dirigido al tú y refuerza su yo». Es el momento de ser creativos, desplegando nuestra imaginación al máximo. La tarea consiste en conseguir que el niño haga aquellas cosas que consideramos importantes para su propio desarrollo sin provocar ese famoso y obstinado antagonismo. Son momentos no de convencer con lógicas razones, sino de presentar las cosas de tal modo que éstas le resulten al niño deseables y placenteras. A mí me funcionaba muy  bien hacer hablar a los objetos, como si fuesen personajes de un pequeño teatro en el que el niño era el protagonista principal. Difícilmente se resistía mi hija cuando su muñeca de trapo le decía que no quería bañarse porque tenía frío y que lo que deseaba era que su

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mamita la metiera en la cama muy tapadita. Esto no quiere decir en ningún modo que tratemos a nuestros pequeños como si fueran tontos, pues, aunque nos parezca mentira, son capaces de entender muchas cosas si sabemos explicárselas con amor y claridad. Y como decía antes, hay que discernir muy bien cuándo es el momento no sólo que ceder, sino incluso de potenciar esa necesidad de auto-aprendizaje. Por ejemplo, en el caso del niño queriendo hacer las cosas solito, hemos de tener la paciencia necesaria para  permitírselo. Son sus primeros gestos de independencia, y no deben ser abortados. Quizá tengamos que programar mejor nuestro tiempo para permitirles estas saludables experiencias. Así, cuando vayamos a salir a la calle, podemos decírselo con bastante anticipación para que ellos puedan ir haciendo sus pinitos. Comer solos también les fascina. A las madres menos, porque nos lo ponen todo tibio, y esto añade más trabajo al ya inmenso del ama de casa. De nuevo aquí se precisan dosis de paciencia y amor, además de precaución. Un buen babero gigante, una silla alta y una mesa resistente a los churretones de papilla resolverán los posibles problemas. En cualquier caso siempre tardaremos menos en limpiar un poco más que en pelear con nuestro hijo por la posesión de la cuchara. Seguro que disfrutará más la comida que cuando Vd. lo mantiene rígidamente agarrado y con aire amenazante le va haciendo engullir el potaje sin la menor consideración. Por otro lado, es esencial que sepamos proveer a nuestros pequeños de los límites que precisan, sin amedrentarnos ante sus enérgicos «noes». Por límites me refiero a ese  préstamo sin intereses que les ofrecemos de nuestra propia voluntad. Como hemos visto, ellos aún no están capacitados para ejercitarla desde su interior. Están aprendiendo todavía, y no tienen consciencia de las cosas que pueden perjudicarles. Nosotros somos sus ángeles de la guarda en la tierra, sus guías, y hemos de ejercer como tales con ese desprendido criterio de ofrecerles lo que verdaderamente les favorece. No podemos, por  ejemplo, dejar que nos pinten las paredes de nuestra casa, por mucha necesidad que tengan de expresar sus cualidades artísticas. Será mejor proveerles de buenos materiales al respectoprotección, para sus ycreaciones Los límites siempretoda les suproporcionan seguridad, sin ellos sepictóricas. sentirían perdidos. En realidad, experiencia como seres en crecimiento es un continuo ir ampliando dichos límites, en una constante expansión de su universo. Primero su existencia se veía limitada dentro de los confines del seno materno. Luego vino la cuna, después su camita, su habitación, su casa, el ardín, la calle y quizá la guardería, hasta ir progresivamente conquistando el mundo que les rodea. Pero no sólo me estoy refiriendo a los límites espaciales, ya sea a nivel de vivencias interiores del niño como exteriores, sino muy especialmente a los que podríamos considerar los límites volitivos, es decir, a aquellos deseos de acciones que el niño pide y a los que no podemos acceder, a menos que queramos tener pequeños tiranos rabieteros, mal educados y definitivamente insoportables. Debemos tener en cuenta que ellos, cuando comienzan algo que les agrada, no son capaces de pararse por sí mismos.

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¿Verdad que es difícil sacarles de la bañera, una vez que están inmersos en sus juegos como peces, o librando una batalla con el dragón de las profundidades marinas? Por  cierto, yo simplemente quitaba el tapón sin que se dieran cuenta. Reconozco que actuaba a traición, y un tanto hipócrita, cuando exclamaba: «¡oh!, el agua se fue», pero no se me ocurría nada mejor. Esto me funcionó hasta que pillaron el truco; luego tuve que ingeniármelas para encontrar algo que les pudiese interesar más que quedarse ahí en remojo el pelo unayynuestras otra vez artes a sus dramáticas muñecas. Pero incluso si la cosa se pone fea, es lavándoles decir, si hay rabieta están agotadas, y además la comunicación nos falla, es el momento de poner los límites con una dosis calculada de fuerza o intención, aunque nunca de genio o mal humor (sí, ya sé que es fácil de decir   pero difícil de hacer). No pasa nada por llevar al niño rabioso tranquilamente a su cuarto y decirle que se quede allí hasta que se haya tranquilizado. Hagamos valer nuestro «no» cuando sea preciso, sin que el niño perciba que hemos dejado de quererle, y esto es lo que le ocurre cuando ve nuestro gesto malhumorado o colérico. Es en estos momentos cuando nos conviene saber que no estamos castigando a nuestro hijo, sino a su mente estímulo-respuesta ¿recuerdan? Los niños perciben esta diferencia con mucha claridad si nos ven serenos, es decir, si somos nosotros los que estamos presentes aplicando esos límites a sus reacciones negativas, y no nuestra propia mente inconsciente. Desde nuestro ser esencial podemos darnos cuenta de que la rabieta nos está conectando con el lado oscuro, y que si cedemos al impulso pronto caeremos a los submundos de la violencia y el rencor. Sin embargo, si nos agarramos a nuestro yo de amor y serenidad, podremos vencer la batalla. Nosotros sí tenemos esas fuerzas de la voluntad a nuestra libre disposición. El niño todavía no. Él tendería a dejarse llevar in eternum por esas reacciones sin control alguno, y por lo tanto agradecerá enormemente que pongamos un tope a ese desbordamiento en el que se siente ahogar. El niño tiene que saber que el castigo va dirigido a su mente estímulo-respuesta y no a él, y que a él se le está enseñando a controlarla para ser libre y feliz. Resumiendo: hayveces que saber no cuando procede, y lo que es más como: importante: ¡mantenerlo! Muchas vemosdecir a padres recurrir a las típicas amenazas « o te cepillas los dientes o no duermes con el osito» . Pero el niño sabe que sólo tiene que armar una buena llantina y su osito está garantizado. ¡Desengáñense!, las amenazas no sirven para nada excepto para ponernos a todos de los nervios y bien perder la autoridad ante el niño, bien para terminar ganando la batalla por la vía de la violencia. Otro aspecto primordial para el correcto desarrollo del niño es hacerle vivir el día con un ritmo determinado y saludable. Esto forma también parte de los límites  protectores que van a darle confianza y seguridad. Mantener unos horarios de levantarse, ugar, comer, salir al jardín, visitar a los amigos, dormir, etc., hará que estén más tranquilos, creando la base de los futuros hábitos encaminados a establecer la autodisciplina o el autocontrol. Es lamentable ver a niños pequeñitos a horas intempestivas lloriquear muertos de sueño pidiendo a sus padres que les lleven a casa,

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mientras ellos, que están cenando con amigos, rebañan los minutos para su propia satisfacción, sin tener la más mínima m ínima consideración hacia las necesidades del niño. Siempre es importante dedicarles algunos momentos de nuestro tiempo para jugar  untos, para dialogar sobre sus cosas o resolver sus problemillas. Los niños que se pasan el día pegados a los padres, reclamando su atención, a menudo es porque no se encuentran verdaderamente acogidos. No es necesario dedicar a los pequeños todas las horas del día, pero sí tienen que sentir que no les excluimos de nuestra vida, que nos interesamos por ellos, por su mundo infantil. Estos ratos de plena dedicación, además de  permitirnos jugar, reír, gozar y amar, van a ser la base de nuestra comunicación futura. Estamos creando un caldo de cultivo para las charlas amistosas cuando sean mayores. Luego, podremos ir a hacer nuestras cosas y ellos vendrán detrás imitando, si les dejamos, todo aquello que hagamos. Quizá lo más complicado en esta vivencia rítmica del día sea precisamente el momento de finalizarlo. A los niños no les gusta nunca irse a la cama, porque no quieren que acabe su día de juegos permanentes, y a menudo consideran el dormir como quedarse solos, o como si sus padres les alejasen de su lado. Imaginan que ahora es cuando lo bueno ¡y ellos se lo van a perder! ¡Qué verán!, digo yo finalidad (a veces se nos notaempieza demasiado que estamos hasta el gorro de ellos, y que nuestra al acostarles es, sencillamente, quitárnoslos de encima). Puede ser también que hayamos hablado de algún programa estupendo que pensamos ver en la TV, o de una visita divertida que viene a cenar cuando estén ya dormidos. Mi recomendación para esto es, en primer lugar, crear un espacio mágico nocturno que preceda al dormir, sólo para ellos, donde nos puedan sentir totalmente presentes, sin prisas y con amor, y en el que  podemos leer cuentos maravillosos que estimulen su imaginación, o cantar algunas canciones suaves que inciten al sueño. El resto se conseguirá haciéndoles sentir que el día está terminado y que ya no hay nada que pueda reclamar su atención. A propósito, no se asombren si su hijo les pide una y otra vez que les lea el mismo cuento. En esta edad adoran y necesitan la repetición, pues ésta también forma parte del ritmo en el que se sienten mecidos. En el Jardín de Infancia de la Escuela Waldorf aprendí, entre otras muchas, la siguiente canción que utilizaba para cerrar el día e invitar al sueño. Si les gusta, seguro que podrán inventar alguna melodía sencilla con la que arropar estas frases. Ya viene la Madre Noche Con silencio y oscuridad Arrulla el viento al animal Con su tranquilo susurrar  Cierra el capullo De la cansada flor  Y duerme tú y duerme tú

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Y tú y tú y tú también. (Según tarareamos las dos últimas estrofas, en cada tú vamos señalando a los diferentes muñecos, plantas, piedras u objetos amados por los niños, para terminar con nuestro pequeño.) Mis hijas disfrutaban también repitiendo conmigo antes de dormirse, el poema siguiente: De la cabeza hasta los pies Soy imagen de Dios. Desde el corazón hasta las manos Siento el aliento de Dios. Cuando veo a Dios en todas partes, En mamá y papá En toda persona querida, En animal y flor  En árbol y piedra,  Nada me da temor, Tan solo amor  A todo lo que me rodea. Rudolf Steiner  Volviendo al tema del ritmo o secuencia establecida, es probable que algunos  padres estén pensando que esto es rígido o aburrido, pero si somos buenos observadores, veremos que los niños siempre preguntan lo que va a ocurrir a continuación: dónde vamos a ir, quién va a venir, qué vamos a comer, a dónde iremos de vacaciones, etc. Ellos no soportan la improvisación que tanto gusta a los adultos. Yo, por ejemplo, soy una persona que adora las sorpresas, y siempre he querido introducir este elemento en la vida de mis hijas, pero sin ningún éxito, pues cuando les leía un cuento, querían saber  qué pasaba final con el la bruja, o si las cine, requerían conocer poralanticipado argumento. Yo llevaba siempreal decía: «no, que imperiosamente si no, no hay sorpresa». Sin embargo, este factor para ellos no es placentero. Necesitan la  predecibilidad de saber lo que va a ocurrir en cada momento para sentirse bien seguros. La sorpresa es misterio, y misterio es algo inalcanzable, desconocido, y que por tanto les  produce inseguridad. Así pues, hemos de ser honestos con ellos, y avisarles con anticipación de todos los cambios previstos en su ambiente, como una mudanza de casa, alguien que viene a pasar unos días con nosotros, etc. En el caso de que sea el propio niño quien acuda a un lugar nuevo, ya sea a la guardería, o de vacaciones, le describiremos al detalle el sitio, las personas, y en general todo lo que vaya a encontrar. Es muy importante para su propia tranquilidad que sepa lo que le espera. Siempre hemos de decir a los niños la verdad. Es la única manera en la que pueden tener confianza en nosotros, y por lo tanto sentirse seguros. Además, recordemos que

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aprenden imitando; no nos asombremos luego de sus mentiras si nosotros somos los  primeros en mentirles a ellos. Si vamos a salir, y el pequeñín tiene que quedarse con alguien, se lo haremos saber con anticipación. Puede que llore, pero yo he visto experiencias con mucho éxito de madres que lo hacían dándoles todos los datos del asunto: «mamá y papá van a salir, y va a venir Marta a cuidarte y a jugar contigo. Ella es… y tú vas a estar muy contenta. Luego regresaremos y te daremos un besito mientras se ynos puede olvidar decir vamos a volver. Los niños se lo toman todo duermes» al pie de la. No letra, decir «nos vamos» sinque el «volveremos» es muy angustioso para ellos. Bajo ningún concepto podemos irnos «a escondidas». El niño puede estar distraído en ese momento, pero cuando descubra la verdad se sentirá abandonado, y sobre todo puede creársele una angustia permanente por miedo a que sus padres desaparezcan al menor  descuido. Y si después de todo esto el pequeño persiste en su llanto, hemos de irnos de todas formas. Si por pena, o por miedo, cambiamos nuestros planes, ya nos ha tomado la medida. A partir de ahora conoce el sistema para hacernos cambiar de opinión según le convenga.

3.3. 3. 3. Es Esta tabl blec ecie iend ndoo la lass base basess pa para ra u una na b bue uena na comunicación Hay una fase crítica en esta etapa que ahora contemplamos, y que suele coincidir con los 3/5 años de edad, dependiendo de los niños. Me refiero al « por qué» y al « para qué», o a cualquier otra serie de interrogantes que puedan plantearnos. Es el momento del examen. Quieren comprender el mundo, saber qué son las cosas, para qué sirven, por qué son de esa forma o se hacen de esa manera concreta que dicen mamá o papá. Nuevamente necesitan que les digamos la verdad, y no que nos comportemos de forma burlona o graciosa a su costa. Evidentemente, nuestras respuestas han de tener en cuenta su edad, sus capacidades. Es decir, que si el niño pregunta por ejemplo: «mami, ¿cómo nacen los bebés?», no les larguemos toda la retahíla de pormenores técnicos del asunto. Se quedarán muy satisfechos con una imagen como: «¿Ves cómo las semillas se meten dentro de la tierra y permanecen allí muy abrigadas todo el invierno, para luego brotar  como plantitas al llegar la primavera? Pues así ocurre con los bebés. Duermen como  semilla que va creciendo en la tripita de mamá hasta que llega el momento de su despertar». En este período, el pensamiento del niño es básicamente imaginativo; así  pues, dejemos la lógica para más adelante. ¡Tiempo ¡Tiempo tendremos de utilizar este recurso! Antes de ponernos nerviosos por sus interminables preguntas, recordemos que estamos comenzando con ellos algo tan importante como es la comunicación. En ningún caso debemos cortarla, ahora, pues éste es ellamentaremos único medio a que su alcance parahijos aprender, cambiar mejorar. Si fallamos luego nuestros no hablen cono nosotros ni nos cuenten «sus cosas». Además, si respondemos a sus cuestiones de forma

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sencilla y clara, es más que probable que se acabe el bombardeo. Muchas veces su verborrea sólo tiene un objetivo: llamar nuestra atención y expresarnos, a su m modo, odo, «aquí estoy, mírame, escúchame, resuelve mis problemas, ayúdame a crecer, a comprender el mundo en el que vivo». Podríamos definir comunicación como el intercambio de ideas, sensaciones, emociones y objetos entre dos o más personas. Si contemplamos el proceso de una comunicación, veremos que consta de una pregunta o idea, de una respuesta de la  persona a la que va dirigida la pregunta, y de una confirmación de recibo o escucha por   parte del que lanzó la pregunta. Es curioso que en nuestra lengua no haya una fórmula  para expresar este último elemento de la comunicación, que por otro lado es de suma importancia, y que a menudo obviamos. En inglés encontramos feed-back, pero en castellano no hay nada que refleje el hecho de hacer saber al otro que le hemos escuchado, o que nos dimos cuenta de algo que hizo. Sin embargo, si no hay una confirmación de recibo por parte del otro hacia lo que hemos comunicado, nos sentiremos mal, y nos parecerá que no hemos sido escuchados debidamente. Es como si algo se hubiese quedado colgado en el tiempo sin terminar. Este es un mal muy extendido en nuestra forma de relacionarnos con los demás, y aunque no seamos conscientes de ello, nos veremos, sin embargo, muy afectados. En el caso de los niños, es especialmente doloroso y fuente de decepciones y desarmonías, además de algo que  puede hacer fracasar su incipiente intento de comunicar con nosotros. Veamos un sencillo ejemplo: Pregunta: Respuesta: Confirmación de recibo:

«¿Te gustó la cajita que te ha regalado la tía?». «Mucho». «¡Qué bien!», o, «Me alegro», o cualquier  cosa que le haga saber a la niña que la hemos escuchado y comprendido.

Una confirmación de recibo o escucha ayuda a dar por finalizada la comunicación. Algo queda terminado, y esto produce estabilidad. Quien lo recibe experimenta algo así como: «está bien», «de esto ya no tengo que preocuparme». Una forma estupenda de comprobarlo es dar una buena confirmación de recibo al marido, por ejemplo, una noche cuando llega a casa cansado del trabajo: «¡Gracias por tu esfuerzo! Agradecemos lo que estás haciendo por sacar esta familia adelante». O viceversa. Él regresa cansado y se encuentra a la mujer, malhumorada, me atrevería a decir que más cansada que él, y sin muchas ganas de conversación. Pero pronuncia la frase mágica: «¡Qué bien está todo, qué limpio, qu´r buen trabajo. Gracias!», y de pronto parece que ha salido el sol en medio de la cocina. Esta práctica levanta el ánimo a cualquiera. A nadie le amarga un dulce, y eso de quemuchas los demás reconozcan nuestro esfuerzo y se estamos den cuenta de que con nuestras acciones, de ellas ya tremendamente rutinarias, contribuyendo al bienestar de toda la comunidad, nos produce gran satisfacción, y en muchos casos

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vuelve a dar sentido a nuestro trabajo. Todo ciclo de acción, ya sea de comunicación o cualquier acto que realicemos en la vida, tiene a su vez estas tres etapas, que en este caso definiremos como: comenzar, continuar y terminar algo. El concluir un ciclo de acción es benéfico para cualquiera, aumenta nuestra autoestima, y nos sentimos mejor, como si nuestra voluntad se hubiese fortalecido. A los niños les encanta comenzar, mucho menos continuar, a menos que sea algo que les fascine, y casi nunca terminar. Nosotros tenemos que ayudarles a cerrar sus ciclos, y esto lo lograremos con nuestras confirmaciones de recibo. «María, ¿quieres que mamá te dé ya la cena?» «Vale.» «Pues recoge los juguetes y ven a la cocina» . Al cabo de un rato la niña aparece sonriente y la madre la sienta en la sillita y se pone a darle su comida. Obviamente, esta madre se ha saltado la confirmación de recibo. Esta consistiría en ir con ella a ver cómo recogió los juguetes y, una vez comprobado que lo hizo, decir  algo así como: «¡Muy bien! Gracias». Con este comportamiento no sólo estamos colaborando a que su salud mental no se deteriore, sino también a que aumente su entusiasmo y su disposición por hacer cosas en el mundo. Lo contrario sería mandarles varias tareas a la vez, o una detrás de otra, cerciorarnos si han sidoenrealizadas, sin darles nuestra confirmación de recibo al sin verlas cumplidas.deEsto creará los niños, yy más adelante en los jóvenes, una gran indiferencia hacia las indicaciones de sus padres, o de los adultos en general. La vida se mostrará para ellos como un constante flujo de comienzos sin terminaciones. Además, sentirán que lo suyo no vale la pena, no es considerado, o no se le otorga importancia. Por lo tanto, si le pide a su hijo que haga algo, compruebe que esto ha sido llevado a cabo. Si no lo hace, pronto aparecerá la famosa desobediencia que tanto nos irrita a los padres. Hacer oídos sordos, consintiendo calladamente, únicamente derivará en más de lo mismo. Y claro, al final seremos nosotros quienes acabemos recogiendo los juguetes que el niño ha dejado tirados en medio del salón, tras pedirle una y mil veces que los guarde en el arcón previsto para tal fin.

Seguro que se están preguntando cómo lograr algo, aparentemente tan fácil, pero experimentalmente tan difícil. Alguien me explicó un buen sistema para ello: coger  dulcemente la mano del niño, hacer que agarre el juguete y lo ponga en su sitio. Darle las gracias por su colaboración y continuar con el mismo proceso hasta que el propio niño se haga cargo del asunto. ¿No les parece genial? Si no se lo creen, no tienen más que  probarlo.  No olvidemos que también la comunicación se adquiere mediante el ejemplo. Los niños imitarán absolutamente todo lo que hagamos, y la forma en que lo hagamos. Es  por lo tanto nuestra la responsabilidad de enseñarles a comunicar de una manera correcta. será la medicina para la enfermedad de nuestros días: la incomunicación, la soledad,Esta el aislamiento.

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Otro de los grandes errores es el fenómeno de la desviación de la comunicación original, o juego de la rana saltarina, que va de un tema a otro sin resolver ninguno. El niño dice, por ejemplo: «Mamita, ¿puedo jugar con el coche en el jardín?», a lo que ésta responde: «¿Te lavaste ya las manos?». Vemos cómo la madre no da su confirmación de recibo a la primera comunicación, y como respuesta lanza una nueva, lo que equivale a no dejar que el niño acabe su propio ciclo (una acción a la que no se le pone final y que se colgando en el «¿Me tiempo). Estoellasencargo personas lo «Por hacemos parar. ¿A quéqueda le suena algo como: , contesta el trajiste quemayores te pedí?» ciertosin otro, ¿a que no te has acordado de llamar a mi madre para que te devuelva el libro que necesito?» «Mira, hablando de tu madre, ¿sabes que llamó ayer para contarme la bronca con tu hermano?». La cosa se va complicando, y al final nadie ha obtenido respuestas ni confirmaciones de recibo de nada. Este fenómeno es el que consigue que, en una reunión, comencemos a hablar de un tema y acabemos con otro absolutamente diferente. Abandonamos el tema original sin haberlo concluido. Esto es generador de caos en la comunicación, y finalmente nos deja un tanto fuera de nuestro sitio. También caemos en este error de desviar la comunicación original cuando, en lugar  de aceptarla tal cual es emitida por el otro, tratamos de rechazarla, modificarla, negarla o hasta dudar de lo que nos están diciendo. Aceptar lo que viene y en la forma en que es emitido hace sentirse al niño escuchado y comprendido. Tengamos en cuenta que aceptar  no significa necesariamente pensar de la misma manera. Si nuestro pequeño no puede dormirse porque tiene miedo a la oscuridad, de nada valdrá que desviemos el asunto por  cualquiera de los medios que acabo de decir, o que incluso tratemos de convencerle de que el miedo es una tontería, de que no hay nada ahí a lo que temer, etc. Si le escuchamos con atención, y simplemente le damos una confirmación de recibo, seguramente se quedará tranquilo. «Mamá, no me puedo dormir.» «Vale, está bien. Comprendo.» Si no fijamos su atención en ello, preocupándonos, o inventándonos mil y un sistemas para que se duerma, seguro que caerá redondo en unos minutos. Otro ejemplo: «Tengo miedo. Hay alguien en el armario». Generalmente nuestra reacción sería: «Pero ¡qué bobadas dices! ¿Lo ves? No hay nadie ahí. Anda, duérmete y deja ya esas tonterías» (o algo parecido). Con esta forma de actuar hemos cortado de plano la comunicación del niño, y para colmo le estamos dejando con el mismo problema que tenía. Es evidente que ese miedo no se corresponde con la realidad actual, lo cual nos dice que es un registro de su famosa mente estímulo-respuesta; un miedo inconsciente que se conecta en determinadas circunstancias, en las que la oscuridad puede jugar un importante papel. Si a lo que nos acaba de decir respondemos con un simple: «comprendo», no es que sus miedos se vayan a solucionar, pero sí ayudará mucho a tranquilizarle, máxime si le permitimos dejar encendida una luz. Es interesante comprender que cuando nuestros hijos nos cuentan algún problema o dificultad, que generalmente surgeque de les su molesta mente estímulo-respuesta, tratan de liberarse de todo aquello compartiéndolo coninstintivamente nosotros. Será una gran ayuda que nos puedan describir sus molestias o miedos con exactitud y

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veracidad. Simplemente el escucharles con atención, y hacerles saber que les estamos comprendiendo, hará que eso deje de molestarles. Parece magia, pero es tal cual. En cambio, si comenzamos a agitarnos, tratando de resolver el conflicto del no dormir o del miedo en la forma que antes comentaba (negándolo, alterándolo, etc.), entonces el temor  o la falta de sueño persistirán, porque además de cortar su comunicación, estamos  poniendo toda la atención en ese asunto, lo cual impide el final de ese ciclo o cierre del tema, que por el contrario una simple confirmación de recibo sí dejaría sellado. Por cierto, la confirmación de recibo se utiliza incluso para las acciones incorrectas de los niños. Es además un método ideal para evitar las molestas regañinas que nunca sirven para nada excepto para sacarnos de quicio a todos. «Papá, se me ha caído una taza y se ha roto.» «Gracias por decírmelo.» «Mamá, un niño quería mi coche y le he egado.» «Gracias por decírmelo.» El niño en cuestión ya sabe que lo ha hecho mal, y no necesita su bronca o castigo. Una simple confirmación de recibo es más didáctica y efectiva que toda la parafernalia de gritos incontrolados. Lo otro sería una forma brutal de cortar su comunicación, y en adelante, cuando hiciese algo mal, no volvería a decírselo y empezaría a ocultarlo. Si castigamos a los niños por comunicar, sencillamente dejarán de hacerlo. Eso no quita que, si les vemos a punto de cometer algo destructivo o perjudicial para otros, no debamos intervenir para evitarlo, a la vez que les explicamos por qué eso no es bueno para nadie. El aceptar sus confesiones no es lo mismo que obviar sus actos hostiles. No permita sus acciones destructivas, pero nunca,  bajo ningún concepto, corte su su comunicación. Cortar la comunicación de un niño es tan simple como esto: «Papá, mira qué dibujo he hecho»; «déjame, que estoy muy ocupado y ahora no tengo tiempo». En vez de cortarle y dejarle triste o enfadado, podríamos resolver la situación diciendo: «¡qué bonito te ha quedado! Me gusta mucho. Luego me lo enseñas otra vez para apreciar  mejor todos los detalles, porque en este momento tengo trabajo y no puedo dedicarle toda la atención que merece». De esta forma, el niño se irá tan contento, y seguro que le dejará tranquilo. A modo de resumen, contemplemos juntos algunos de los errores que podemos cometer en este gran tema de la comunicación: • Cor Cortar tar la la comunic comunicaci ación ón a base base de interr interrupc upcion iones, es, sin sin dejar dejar al niño niño termina terminarr sus frases, como si ya supiésemos lo que nos va a decir, o simplemente no nos interesase. • Dar Darles les vari varias as órden órdenes es a la vez vez sin sin compro comprobar bar si si han sido sido ejec ejecuta utadas das,, y sin darles la confirmación de recibo que cierra el ciclo. • Des Desvia viarr la com comuni unicaci cación ón hacia hacia otro otro te tema ma sin permi permitir tir que que con conclu cluya ya el ciclo ciclo iniciado por el niño. • No dar co confi nfirmac rmacion iones es de recibo recibo.. (Dichas (Dichas confi confirmac rmacion iones es pueden pueden ser ser palabra palabrass

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como: «bien», «comprendo», «de acuerdo», «vale», «sí», etc. Algo en definitiva, que deje claro al otro que hemos escuchado.) • No aceptar  la comunicación del niño tal y como se produce, sin alterar, añadir, corregir o poner en duda. En este repaso de los posibles daños que con una mayor consciencia podemos evitar a nuestros niños, quisiera llamar su atención sobre las frases sello o palabras que ejercen la función de dolorosas pegatinas en el alma del niño. Seguro que cada uno de nosotros lleva adheridas unas cuantas de estas frasecitas que más de una vez nos han amargado la existencia: «Este niño es tonto…, feo…, perezoso…, incorregible…, imposible…». Supongo que cada cual tendrá su propio repertorio. Con esta práctica no sólo no corregimos el problema, sino que lo agrandamos, de manera que el niño vago se hará más vago, la tonta, más tonta, el feo, infinitamente más feo, y así sucesivamente. Cualquiera de estas frases sello actúan invalidando al ser espiritual del niño, y consecuentemente engordando su mente estímulo-respuesta. Hoy en día, gracias a Dios, están en boga los libros que predican el desarrollo de lo  positivo. ¿Y con quién mejor que con nuestros hijos para empezar a practicarlo? Pongamos énfasis en todo lo bueno que encontremos en ellos, en lugar de clavarles nuestras terribles frases puñales que tanto pueden marcar el resto de su vida. Potenciemos todo aquello que hacen bien, ayudándoles a que lo mejoren, así como todo lo que nosotros permitimos que hagan, en vez de estar siempre diciendo: «esto no», «no toques ahí», «no hagas eso»… Podemos ayudar a los niños al dirigir su atención a todo lo que consideremos bueno y adecuado para ellos. Por supuesto, siempre va a haber  cosas que no les dejemos hacer, pero en vez de resaltarlas en un primer plano: «Te dejo ugar en el salón, pero ¡no se te ocurra tocar los ceniceros de cristal!»  (y justo ahí es donde hemos llevado su atención, y para allá que se va sin dudárselo ni dos veces), digamos mejor: «Te dejo jugar en el salón. Hay unos preciosos botes de madera que uedes coger». Si destacamos los errores que cometen, o las actividades que no les  permitimos, impepinablemente obtendremos eso que tanto tratamos de evitar. Es como un imán. La atención se centra en un punto y ya no pueden sacarla de ahí. Recordemos que a los niños les cuesta salir de las situaciones, cerrar los ciclos. Si vamos de visita y nuestro niño se lanza en picado hacia la figurita de porcelana, evitemos el «¡¡¡Noooo!!!» fatal. Simplemente desviemos su atención hacia algo que sea igual de vistoso pero que no nos cree un conflicto con la dueña de la casa. Si a pesar de todas estas estrategias surgen momentos en los que hay que decir un definitivo «no» a algo, siempre es bueno añadir: «Mira, esto no, pero esto sí te lo dejo, o  sí está permitido, o sí es adecuado para ti». De esta forma, la atención del niño no se queda atrapada en algo negativo. No es un «no» que cierra todas las puertas. Siempre quedan cosas divertidas que sí   se se hacer. ¿Y si no hay consenso?, pues la cosa está clara: no se hacen negocios conpueden una mente estímulo-respuesta.

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3.4.. La iimpo 3.4 mporta rtanci nciaa de dell jjueg uegoo een n es esta ta eetap tapaa de la vvida ida «El niño, al jugar, imitará naturalmente lo que sucede a su alrededor.» R. Steiner 

El juego es para niñoessulaverdadera aprendizaje la vida. Como dice Freya Jaffke: «Eleljuego actividad herramienta por la que elde niño aprende a en comprender el mundo  pieza por pieza». También su juego atravesará diversas etapas. En los primeros tres años ugará a imitar todo lo que vea a su alrededor, es decir, lo que el adulto haga en su  presencia. Si éste lava ropa, trasplanta flores, f lores, cocina, limpia, etc., él va a querer ayudar a toda costa, pero pronto notaremos que le falta perseverancia, y que su atención irá de una cosa a otra, de una situación a otra. Lo más común es que los padres nos desesperemos ante el caos que nos organiza. Coge una cosa, luego otra, y nosotros detrás recogiendo y  pensando que este niño no es normal porque no es capaz de concentrarse en nada. Pensaremos que es un inestable, y que si sigue así no va a llegar muy lejos en la vida. os falta saber que esto es normal en esos tres primeros años. Necesita tocarlo todo, experimentarlo conocerlo y saborearlo tododegustado). (cuidado con que al pongamos su alcance, porque todo, impepinablemente acabará siendo Su lo juego, contrarioaque los actos de los adultos, no tiene ningún propósito determinado. Nosotros necesitamos que las cosas que hacemos sirvan para algo, que sean prácticas. El niño desde luego no está en esa fase. Su intención no es crear algo concreto, sino aprender a través del movimiento, de la fluyente transformación de los elementos con los que se recrea. Los  pequeñines gozan haciendo y deshaciendo constantemente, en un despliegue de imaginación en la que los elementos (agua, arena, barro, lana cardada, ceras naturales de modelar, o en su defecto plastelina) no llegan a tomar una única forma definida, sino que ésta es transformada una y otra vez por su fantasía creadora. Muchas veces vemos a niños pequeños jugar en los parques. Los padres fabrican pastelitos con arena, o grandes castillos en la desencantados, playa, que los pequeños derrumban o aplastan con gran placer. nos sentimos y hasta llegamos a creer que puede haber algúnNosotros extraño instinto destructivo en ellos. Tranquilícense, que la cosa no va por ahí, sino todo lo contrario. Observaremos además que en esta primera fase su fantasía no está aún del todo despierta. No sabe distinguir todavía el juego de la realidad, y si un niño, mayor que él,  prepara una deliciosa sopa de patatas, utilizando piedrecitas, el pequeño se las va a meter  directamente en la boca, mientras que el de cuatro o cinco años hará como si se la estuviera comiendo. A partir de los 3-4 años el juego se vuelve menos real. El niño comienza a desplegar su fantasía de modo que un objeto puede ser a la vez cosas muy diversas según sus necesidades. Así, un palo se transforma en un caballo, en un arado, en un castillo o en una espada. No necesita el realismo de los adultos. Podrá cocinar cosas exquisitas sin

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una cocina que tenga un fuego verdadero, ni necesitará agua para lavar la ropa de las muñecas. Su fantasía le proveerá de los elementos que le falten en su constante intento de aprender del quehacer de sus mayores. Sin duda, la madre, o las personas a las que imita, hacen su trabajo con un propósito justificado; en cambio el niño se lanzará a la  pura imitación y al goce de su libre fantasía, sin otra finalidad que no sea la mera satisfacción por la propia actividad en sí. En un pequeño opúsculo, titulado  Aprender jugando, Freya Jaffke, dice lo siguiente: Aunque hoy en día se insista sobre el valor del juego, siguen estableciéndose  programas obviamente inspirados en el propósito el propósito y  y la finalidad  la finalidad . Por ejemplo, al manejar cubos de madera, fabricados a medidas exactas del sistema métrico decimal, el niño debe aprender las nociones elementales de matemáticas, o, con los juguetes mecánicos, las leyes de la palanca (…). Cada vez se toma menos en cuenta la importancia de las diversas fases diversas fases de  de la evolución infantil, cada una de las cuales, según los resultados de la investigación psicológica, necesita un tiempo bien determinado de maduración (…). Quien supone que se le deben inculcar al niño materias de enseñanza antes de la edad escolar (…) no tiene en cuenta que el niño, en los primeros seis años de su vida, ya tiene bastantes cosas que aprender, de hecho, cosas mucho más importantes.

Sin embargo, pese a lo dicho, muchos padres se quejan de que sus hijos no tienen imaginación a la hora de jugar, y lo que es aún peor, que no saben a qué jugar y se aburren. Desgraciadamente este es un hecho verdadero que nos plantearía diversas  preguntas. ¿Acaso las actividades de los adultos ya no son tan interesantes de imitar para nuestros niños? Hoy en día los niños viven recluidos en grandes ciudades que no  presentan demasiados modelos m odelos que copiar. Las profesiones manuales, como carpinteros, herreros, ceramistas, zapateros, etc., están escondidas en las fábricas; las granjas con sus animales y sus huertas quedan fuera de sus circuitos, hasta el punto de que muchos niños empiezan a no saber quién pone los huevos, creyendo, en muchos casos, que son las grandes superficies quienes los fabrican. Por otro lado, las mujeres nos hemos incorporado al mundo del trabajo, y nuestros hijos pasan sus días en guarderías, donde, a menudo, las actividades están encaminadas fundamentalmente a despertar antes de tiempo sus facultades intelectivas. Así pues, ya no pueden hacer la cama de su muñeca a la vez que la madre hace la suya, ni lavar la ropita a mano porque es la lavadora quien lo hace, ni confeccionar suculentos guisos para las muñecas porque la madre saca algo ya hecho del congelador que la niña no ha visto preparar, etc. Las máquinas son geniales, y nos sirven de preciosa ayuda, pero hemos de reconocer que a los niños les inhibe mucho la posibilidad de imitación a través de la acción. La máquina es una voluntad puesta fuera, y el problema es que el niño es una voluntad que se despliega. ¿Cómo podríamos compaginar necesidades tan diferentes? Desde no vamos los beneficios que encontrar nos proporciona la época moderna porluego el hecho de tenera renunciar hijos, peroa siempre podríamos alternativas que satisfagan las necesidades de ambos. ¿Han probado por ejemplo a hacer alguna vez pan

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en casa? Esta es una actividad que los niños adoran, y que puede convertirse en un estupendo juego para toda la familia. Otras alternativas para apoyar esta necesidad de «hacer» de nuestros niños pueden ser el incentivarles en los juegos creativos como el modelaje con barro, la pintura con acuarela, en la cual podemos participar juntos, el tricotar cosas bonitas con lanas, y en general cualquier actividad de tipo manual que desarrolle su creatividad. Otra pregunta podría ser: ¿son los juguetes que compramos a nuestros niños adecuados para ellos? Desde luego, si lo que pretendemos es que puedan desarrollar su fantasía, es claro que no (aunque las industrias jugueteras se vuelvan todas contra mí). Cuanto más simples y menos perfectos sean, mejor. La imaginación necesita la  posibilidad de desarrollarse, y ante el juguete «perfecto» se paraliza. ¿Cómo puede una niña, por ejemplo, desplegar su imaginación ante muñecas que andan, hacen pipí, comen o hablan…? Para empezar, ya lo hacen ellas todo; poco es lo que puede añadir el niño,  por eso se aburre y abandona. Este hiperrealismo con el que estamos agrediendo a nuestros pequeños destruye en ellos no sólo la fantasía en el juego, sino más adelante su imaginación en la vida a la hora de resolver problemas y de vivir con alegría y creatividad su existencia. El exacerbado realismo fomenta, además, un pensamiento materialista, donde la magia y lo sutil quedan totalmente excluidos. Con una imaginación pobre o sin desarrollar nuestro modo de pensar se vuelve rígido, con poca o nula plasticidad interior. La fantasía es creadora, vive en una continua metamorfosis que agiliza y vuelve flexible nuestro existir. Se adapta a los cambios, busca la belleza, la estética y da, en última instancia, el paso hacia el arte: el arte de vivir, de amar, de educar, de soñar, de crecer, de crear. Para colmo de males, gastamos mucho dinero en juguetes que los niños abandonan al poco tiempo por falta de interés, cuando la naturaleza nos brinda objetos maravillosos, capaces de despertar la belleza y la fantasía. Podemos aprovechar nuestros paseos por el campo para enseñarles a amar la naturaleza y permitirles que sea ella quien les provea de los elementospalos, para sus juegos. No les pongamos su afán por que recoger   piedrecitas, piñas, caracolas, bellotas, trabas raíces,a etc. Es instintivo importante les  proporcionemos juguetes fabricados fa bricados con productos de la naturaleza (barro, madera, cera de abejas, lanas, telas de brillantes colores con las que puedan disfrazarse, montar  cabañas o abrigar a sus muñecos, etc.). En la medida de lo posible evitemos el plástico. Para empezar tiene un tacto poco acogedor, y además es un producto demasiado alejado de lo natural, de lo que él puede reconocer en sí mismo. Decíamos antes que hay varias etapas en el juego, y por supuesto muchos tipos de uegos, dependiendo de la edad de los participantes en el mismo. Hasta aquí hemos contemplado las dos fases que distinguen este primer septenio: hasta los 3 años, y de ahí hasta los 6/7, momento en el cual finaliza, de manera natural, este aprendizaje a través de la imitación. Dependiendo de los niños, estas etapas se alargarán o acortarán en función a cómo vayan ellos madurando, por lo que no querría establecer leyes rígidas al respecto.

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En cualquier caso, en todo este período, no es necesario gastar ingentes sumas en uguetes. Les encantará, a partir de los 4 años, más o menos, todo aquello que les ayude en su proceso de imitación, como cocinitas, escobas, cunas para los muñecos, juegos de ardinería, bricolage, etc. Aprovechemos también la enorme imaginación de nuestros hijos y los materiales que nos regala la madre tierra para desahogar un poco nuestra economía doméstica. Ya vendrán los tiempos de las bicicletas, los patines y demás zarandajas para dejar tiritando nuestro bolsillo. También hay objetos caseros que pueden servir para los juegos: alguna cacerola vieja o sartén, cajas de cartón o de madera que ya no usemos, ingredientes de cocina como garbanzos, judías, botones de madera, etc., harán las delicias de nuestros  pequeños. Me acuerdo de niña, jugando con las fichas de madera de un juego de mesa de mayores (creo que el póquer), que venían en una caja alargada, también de madera. Aprovechando una greca de baldosas de diferente color que había en el pasillo de mi casa, y que me servía de raíles por los que discurría el tranvía (la propia caja), hacía mi recorrido completo a lo largo de la ciudad imaginaria. Tenía establecidas varias paradas en las que los viajeros (algunas fichas) esperaban en la cola. Yo detenía la caja-tranvía, dejaba bajar a unos viajeros, y recogía a los que estaban en la cola. ¡Era fascinante! Seguro que todos tenemos experiencias similares, especialmente los que pertenecemos a una época en la que no había prácticamente juguetes, o éstos eran tan caros que no estaban al alcance de la mayoría. Siempre agradeceré este hecho como algo positivo en una época un tanto difícil para ser niño (ya vimos antes las razones). Enlazando con esto, me pregunto si no nos estaremos pasando ahora al otro bando. El número de juguetes que compramos a nuestros hijos es, cuando menos, un poco exagerado. A veces sus habitaciones parecen auténticos bazares. Luego protestamos  porque no les hacen caso. Yo creo que les abrumamos con tantas cosas, y sobre todo con objetos no adecuados para su edad. Tenemos prisa incluso en esto. No dejamos que llegue la etapa donde puedan disfrutar plenamente y sacar partido, por ejemplo, a un  puzzle, los juegos de mesa, los losregalos coches ateledirigidos, los trenes eléctricos… veces losa padres nos hacemos nosotros mismos. De niños teníamosMuchas sueños que no se cumplieron, y ahora no queremos que a ellos les ocurra algo parecido, y les llenamos la vida de cosas y más cosas que finalmente les hacen caer en apatía, porque, en cierto modo, estamos anticipándonos a unos deseos que aún no han sido expresados  por ellos. Dicha apatía, que no es otra cosa que ausencia de metas, de deseos, les lleva a terminar viendo en la TV cómo viven otros, cómo juegan otros; es decir, como espectadores de la vida en vez de protagonistas de la misma. Quisiera atraer su atención hacia un pequeño detalle que a algunos padres nos pasa desapercibido, y que sin embargo, es de la mayor importancia. Los juguetes son regalos que hacemos a nuestros niños, no objetos de nuestra propiedad. Lo que quiero decir con esto es bien sencillo: ¡son suyos!, por lo tanto pueden hacer con ellos lo que quieran: regalarlos, usarlos con fines diferentes para los que han sido concebidos, desmontarlos,

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etc. Tenemos que aprender a respetar sus pertenencias para que ellos sepan respetar  también las nuestras. No somos nosotros quienes hemos de decidir cómo han de jugar  con ellos, y si en algún momento quieren cambiar con otro niño por dos canicas algo que nos costó un ojo de la cara, el problema es nuestro, no del niño. Los juguetes no han de valorarse por el dinero que cuestan. Simplemente están ahí para que el niño se divierta aprendiendo, creando, imitando. Eso es todo. Si tienen dudas sobre lo que acabo de decir, imaginen momento queo alguien les hace luegoinsoportable? se dedica a supervisarles paraporveruncómo lo usan, lo que hacen conun él. regalo ¿A quey sería Pues igual se sienten los niños cuando los padres andamos todo el día detrás incordiando con nuestras monsergas, enseñándoles unos conceptos de valoración en términos económicos que no encajan con ellos, o haciendo que imiten un comportamiento absolutamente egoísta. Del mismo modo, no podemos forzarles a prestar aquello que no quieran prestar. Este es un problema muy común cuando viene el primito de visita a casa. Estamos las madres tranquilamente charlando cuando de pronto unos berridos rompen la armonía reinante. Al rato aparece el niño llorando:  —«Mamá, Laura no me deja su muñeca». En esto toma la palabra la madre de Laura: — «Vamos, «Vamos, nena, no seas mala, deja que tu rimo juegue con ella». Los niños siguen tironeando cada uno para un lado de la muñeca, que está a punto de quedarse sin brazos. Como no hay consenso, finalmente la madre, que no quiere problemas, acaba decidiendo por la niña, y sin más explicaciones se levanta, se la quita y se la larga al primito, quien, con sonrisa triunfante, lanza una mirada de: «¡para que te fastidies!» a la condolida Laurita, quien abandona la pieza en un mar de lágrimas. ¿Podemos imaginar cómo se tiene que sentir esta niña? Sin duda traicionada por todos. No se la ha tenido en cuenta ni ha sido respetada en lo más mínimo. El respeto se enseña respetando, como todo lo demás. Ahora bien, supongamos que tenemos esto en cuenta, dejando que la niña se quede con su muñeca, pero el primo está que arde con la derrota, y amenaza con marcharse y no querer jugar más con ella. En este caso siempre podemos hablar con Laura y preguntarle qué es lo que ella está dispuesta a prestar para que su primo se quede y puedan seguir jugando juntos. Seguro que civilizadamente lo podremos arreglar, y pronto habrá pasado la tormenta. No está de más, para evitar este tipo de accidentes, que cuando seamos nosotros quienes vayamos de visita, animemos a nuestros niños a llevar algún juguete de su propiedad por si las cosas se ponen feas. De todos los juguetes, es la/el muñeca/o el que tiene la mayor importancia en estos  primeros años de nuestros hijos. El muñeco representa al propio niño, es como una  prolongación de sí mismo puesta en el mundo exterior, con el cual se relaciona de una manera muy intensa. Recibe sus lágrimas, sus enojos, sus atenciones, su afecto. Observando el trato que dan a sus muñecos podremos corregir nuestros errores, ya que ellos simplemente están imitando que hacemos La actitud que muestre haciaa su muñeco será muy parecida, porlono decir igual,nosotros. a la que reciba de nosotros, aunque veces un poco más dramatizada. El niño puede pegar al muñeco violentamente y sin

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embargo no recibir, por parte de los padres, castigos físicos. Pero sin duda vive una gran tensión y violencia en su ambiente, que él transforma en golpes en lo físico. Según lo que acabo de expresar, es obvio que el niño necesita ese compañero íntimo, no un batallón, y menos un ejército. Paseará con su muñeco, se irá a dormir con él, le pegará, le castigará, le llenará de cuidados, de recomendaciones, será su hijito y a la vez su amigo inseparable. Es preciso por lo tanto acabar de una vez con ese estúpido malentendido de que los niños varones no pueden jugar con muñecas (y sin embargo muchos de ellos han mirado muertos de envidia las de sus hermanas, quitándoselas al menor descuido). Al ser una representación del propio niño, es mejor que dicho/a muñeco/a sea del mismo sexo que su propietario. En este orden de cosas, las niñas también pueden jugar a ser el Rey Arturo con sus flamantes espadas de madera, o indios de plumas con sus arcos y flechas hechos por ellas mismas con cuerdas y palos. Los niños no sienten ninguna separación a nivel sexual todavía. Recordemos que en esta etapa ellos se perciben como una unidad con todo el mundo exterior. No les hagamos vivenciar estúpidamente nuestros esclerotizados prejuicios sexuales.

3.5. .5. El niñ iñoo y los cu cueent ntos os A lo largo de todo este primer septenio, las historias y los cuentos de hadas serán uno de los alimentos más importantes para enriquecer el alma del niño con sentimientos de amor, alegría y belleza. Con ellos va adquiriendo un sentido ético-moral que le guiará en su camino hacia la madurez. Los cuentos de hadas le ayudan a establecer diferencias entre el bien y el mal a través de las imágenes que le presentan, y es precisamente ese mundo imaginativo al que tiene acceso el niño en esta época de su vida (dijimos que no es el momento de hacerle comprender las cosas a nivel racional). Estas imágenes son para él como un maná que va calando dentro de su ser, alimentando e incentivando sus ideales, marcando sus metas. En los cuentos, el niño descubre los arquetipos universales: madre, padre, rey, reina,  príncipe, etc. La historia, contada de formas muy diversas, suele narrar las aventuras de alguien que tiene que lograr una meta, ya sea rescatar una princesa de las garras de un gigante, o encontrar un anillo para salvar a su pueblo. Para lograr la empresa tendrá que atravesar diferentes y difíciles pruebas, en medio a veces de una naturaleza que, o bien le apoya y ayuda, o bien trata de atraparle para disuadirle de su objetivo. La historia suele terminar felizmente, y el bien, la generosidad, o la bondad del corazón encuentran su  premio. Todo esto resuena en el niño, quien, en cierto modo, percibe en el cuento su  propio deambular por la tierra hacia el desarrollo desarrollo de su plena y luminosa esenci esencia. a. Reservemos unos momentos cada día, quizá antes de acostarles, para narrarles estas historias que tanto necesitan. ¡Que no sea la televisión o un triste casete quien entretenga

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a nuestros hijos! Nuestra cálida voz, dibujando en el silencio de la noche estas impresionantes imágenes, abrigará el corazón de los niños, con los que estableceremos vínculos mágicos. No nos asombre tampoco si el pequeño nos pide una y otra vez el mismo cuento. Hay imágenes que hablan poderosamente en una época de la vida, y hay niños que necesitan beber largo tiempo de ellas, porque ahí es donde encuentran la luz que les ayuda a salir de la dificultad en la que puedan sentirse. Conozco el caso de una niña que necesitó durante un año,eslaimportante historia derecordar un patitoque, feoen que al final se convertía en unescuchar, maravilloso cisne.casi Además, cualquier  caso, los niños adoran la repetición. Se sienten seguros en ella. Ya saben de antemano lo que va a ocurrir, y pueden disfrutarlo con todos sus sentidos y sin temor alguno. Hay también otro tipo de historias que pueden ser inventadas por nosotros, de las que nos podemos valer siempre que el niño tenga algún comportamiento negativo, o malos hábitos que no consigamos erradicar. Las amonestaciones, críticas o enfados nuestros sirven de muy poco frente a las malas costumbres o inclinaciones como mentir, robar, dañar a otros, desobedecer, etc. Por ello es mejor buscar otras soluciones más efectivas. En estos casos funcionará bien el crear una historia en la que el protagonista será una persona (por supuesto diferente del niño en cuestión) en la que verteremos el defecto que queramos corregir. Utilizaremos imágenes por las que el niño sienta rechazo y que le conduzcan a que pueda contemplar los resultados de tal propensión: el daño que causa a su alrededor y, sobre todo, el daño que él mismo recibe. Estas historias obrarán en su alma mucho más profundamente que mil sermones. Con ellas le permitimos contemplar la acción incorrecta como separada de él, es decir, él no es un niño malo al que estamos juzgando, sino que hay acciones que son dañinas, y al poder verlas fuera de sí, puede decidir abandonarlas cuando comprende el dolor que generan. Por ejemplo, en el caso de un niño acostumbrado a mentir, el famoso cuento del pastor que siempre está diciendo que viene el lobo como forma de gastar una broma a sus vecinos, y que cuando  por fin viene de verdad el lobo ya nadie le hace caso, hará que el niño comprenda que mentir conlleva serios problemas. Y cuando nuestra imaginación no nos permita inventar  nada, siempre podremos recurrir a las fábulas, donde veremos muchos defectos en ellas reflejados, con las consecuencias finales que producen. En más de una ocasión he oído a padres criticar los cuentos, considerándolos una mala influencia para sus hijos, por la violencia que a veces encierran (las brujas se comen a los niños, las madrastras maltratan a las hijas, el príncipe corta en trocitos al malvado, etc.). Sin embargo, los niños captan muy bien el mensaje que se trasluce por  debajo de tanto horror. Ellos, en primer lugar, no sienten que estos castigos estén dirigidos al plano físico, ni tampoco los interpretan como hechos reales, sino que para ellos representan imágenes de vivencias interiores. Por otro lado, gozan extraordinariamente cuando el mal es castigado, y cuando el bien, a pesar de haberlo intentado aplastar una y otra vez, finalmente triunfa. Deseo terminar este tema con las hermosas palabras de Úrsula Grahl, extraídas de

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su opúsculo «Forasteros en nuestro mundo moderno», en el que dice lo siguiente a  propósito de los cuentos: cuentos: Los cuentos de hadas hacen que los niños ansíen lo bueno y lo hermoso —¡sin tener jamás que sermonearles!— puesto que todos los niños aman siempre a los  buenos espontáneamente y desearían ser como ellos, ell os, y les caen pésimamente las  brujas y los ogros. No hay nada que ayude tanto a los niños en sus años de desarrollo como una persona ideal, sobre la que modelar su propia  personalidad. El temprano amor de los niños por puedan los nobles príncipes y las  bellas princesas de los cuentos de hadas, se transformará después en homenaje a los héroes mitológicos, y todavía después en reverencia por los grandes hombres de la historia, cuyas huellas desearían seguir. Además, los cuentos de hadas nos obsequian otro precioso regalo, que necesitamos muchísimo en nuestro paso por la vida: la fe inquebrantable en el  poder de la metamorfosis. Este poder es lo que hace que todo sea posible; gracias a él sabemos que el sapo más feo puede ser convertido en gallardo  príncipe, con tal de que descubramos el secreto de cómo hacerlo. Nada hay que esté tan desesperadamente embrujado, tanto en los cuentos de hadas como en la vida real, sin que en algún sitio exista la magia reparadora que lo libere. Esto le da al hombre la certeza de que lo bueno triunfará finalmente, aunque lo malo  pueda haber logrado una victoria transitoria. Quienes hayan aprendido esta lección de los cuentos de hadas, son, en realidad, afortunados, pues tendrán la fuerza para caminar erguidos y sin flaquear en las pruebas de la vida terrenal.2

3.6. 3. 6. La IInf nflu luen enci ciaa nega negati tiva va de de la ttel elev evis isió ión n Sobre este tema han corrido ya ríos de tinta. En un principio, las voces que se alzaban contra este «adormidero» de niños eran sistemáticamente acalladas por los que consideraban ridícula tal opinión, además de opuesta a los tiempos modernos, a las nuevas estructuras sociales, etc. Hoy en día, afortunadamente, cada vez son más los que alertan contra este medio, tan nocivo para los niños, argumentando ahora, desde un exhaustivo análisis, las causas de tal afirmación. No se trata pues de «opiniones», sino más bien de comprobaciones. Veamos algunas de ellas. Como acabamos de ver, el niño, en todo este primer septenio de su vida, aprende  por imitación a través del juego, la repetición rítmica de los hechos de cada día, y el mensaje que le llega de los cuentos. Si tuviésemos que elegir un sentido como el artífice de su aprendizaje, éste sería sin duda alguna el tacto. Con ello no estoy diciendo que los demás sentidos u órganos de percepción no estén operando; simplemente, si observamos detenidamente al niño, veremos que es fundamentalmente tocando y saboreando como comienza su relación con todo lo que le rodea. La visión del mundo que le ofrece la televisión es inaprehensible para él. No puede cogerla, no puede experimentarla, y por lo tanto no puede establecer una relación personal con ella; simplemente se queda ahí como mero espectador de un juego en el que no puede participar.

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Por otro lado, sabemos que el pequeño está totalmente abierto frente al mundo, lleno de asombro. Todas las percepciones del mundo exterior se introducen muy  profundamente en su subconsciente y en todo él, por el hecho de no tener conceptos o representaciones mentales que oponer frente a la percepción. Al no tener un criterio  propio, ni capacidad de juicio, no sabe distinguir entre lo bueno y lo malo, y se lanza indiscriminadamente a la imitación de todo lo que ve. La televisión, en este caso, le  provee de un inmenso material le entra sino por los sentidos, solamente se  puede proteger (por no poderque juzgarlo), que ademásdelvaque a no imitar. Luegononos extrañamos de esos niños que matan a otros y cometen actos de barbarie total, o que se tiran por la ventana creyendo que son Superman, etc. El niño es una voluntad que se despliega. Recordemos que es puro hacer y deshacer. Siempre está en acción. Esta permanente actividad no sólo le lleva a crear una relación con su entorno, con el mundo terrenal en el que acaba de incorporarse, sino que además le permite desarrollar sus músculos, fortalecer sus huesos, sus tendones; en definitiva, desarrollar y vigorizar su instrumento físico: el cuerpo. La televisión, al convertirle en mero espectador, paraliza dicho desarrollo hasta tal punto que en estudios realizados en EE.UU. se constató un aumento de atrofias corporales, como deformidades óseas y atonías musculares, producidas por la inacción de los niños inmovilizados frente a las pantallas. El niño, a través de la acción, va creando su espacio en el mundo además de su relación con él. Si le dejamos parado ante esa pantalla, cortamos su natural movilidad, y lo que es más grave, estamos plantando la semilla de una incomunicación, de una no relación con su medio ambiente. Todo esto desemboca en un debilitamiento de esa voluntad que trata de desarrollarse, y que vemos expresada en los síntomas de falta de iniciativa, aburrimiento, desgana e incapacidad para jugar, para aprender, para incorporarse activamente al mundo. Por eso el niño se vuelve adicto. No es capaz de extraer de sí mismo sus propias fuerzas volitivas, y necesita que desde fuera algo despierte un mínimo de vida en él. Se emocionará cuando otros se emocionen, llorará cuando otros lloren, y contemplará la vida de los demás sin poder vivir la suya propia. El sistema nervioso es altamente afectado y alterado también por todo cuanto el niño recibe como alimento desde la pequeña pantalla. Violencia y más violencia, miedo, inseguridad, irresponsabilidad de aquellos a los que quiere imitar. Él necesita un modelo, un guía, una autoridad amada a la que copiar y en la que pueda confiar plenamente. Su confianza en el mundo de los adultos puede verse resquebrajada ante la magnitud de mal, de desarmonía y de mentira que tiene que presenciar. Todos sabemos el poder  manipulador que ejerce la televisión en los adultos. De hecho, la publicidad cuesta fortunas, y por algo será. Ingenuamente pensamos que podemos sustraernos a su influjo,  pero no debe ser así cuando nos bombardean con anuncios, con una forma de vida, de sentir, pensar…, hasta nos dicen cómo y qué hemos de hacer o beber para sentirnos en forma. nosotros nos afecta, imaginémonos a losde pequeños, que encima están abiertos de par Si en apar y deseosos de seguir las directrices los mayores. El resultado de ello será: niños nerviosos, asustadizos, con crisis de pánico nocturno, con miedos, insomnios,

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trastornos alimenticios, con movimientos incontrolados, agitados, o bien mostrando una  pasividad y falta total de interés e iniciativa, además de una pérdida considerable de capacidad imaginativa. En un boletín de Higiene Social titulado  La Televisión en la Infancia, encuentro el siguiente dato: El Dr. C. Münster, a la sazón coordinador de los programas de la televisión alemana y Director de Televisión de la Emisora de Baviera, advirtió hace años lo siguiente: Es una locura pedagógica el poner a niños de menos de ocho a diez años ante la  pantalla de televisión (…). Muchos confirmaron su opinión, entre ellos un experimentado especialista suizo de la televisión, quien declaró: en todo caso, sabemos que sería mejor que los menores de diez años no la vieran, pues la mayoría no puede captar el sentido de lo que se les presenta, ni tampoco entender los cambios de cámara, ni el intercalado artificial de «retrospectivas».

Todo este artificio de apariencias de realidad, que no son otra cosa que mentiras, calan en el ser del niño, que puede experimentar algo así como una enorme decepción. ecesita verdades para crecer, y en vez de panes recibe piedras. Hay un dato muy interesante que aprendí en una conferencia de unos investigadores en este tema, y de la que extraigo lo siguiente: la televisión emite 400.000  puntos en un tercio de segundo. Nosotros creemos que estamos viendo una imagen, pero el ojo no se deja engañar. Cuando la mirada tiene que concentrarse durante largo tiempo en un punto negro, desaparece su interés, se endurece y se cansa. Ésta emite un mensaje al cerebro de que lo que está viendo no es interesante. Y lo grave es que la parte izquierda del cerebro, donde vive el juicio, la actividad pensante, se desconecta, dejando,  por así decir, de funcionar. A los 5 o 10 minutos de situarnos frente al televisor, las ondas cerebrales se ponen, debido a lo expuesto, en la situación previa al dormir, con lo cual caemos como en una hipnosis, siendo muy fácilmente manipulables. Según estos mismos estudios, al desconectarse la parte izquierda, la que queda operando es la parte derecha del cerebro, donde viven las emociones y sensaciones. Se abre la puerta a la sugestión y la manipulación que operan en el inconsciente, luego la mente inconsciente o estímulo-respuesta se pone en acción mientras el «yo» duerme. Probablemente los padres y educadores tengamos ciertas resistencias a creer todo esto. Es indudable que la televisión a veces nos ayuda a los adultos a descansar un poco de tanta actividad y revuelo a nuestro alrededor. Tenemos ritmos y energías muy distintos, eso es indudable, pero también, a menudo, nuestra imaginación permanece encerrada en el armario en la que fue puesta por nuestros antecesores. Hay formas de tener a los pequeños tranquilos si desempolvamos esas dotes nuestras de fantasía y creatividad. Nosotros seríamos los primeros en obtener ganancias y felicidad por ello, y no digamos ya nuestros niños, cada quienes lugar recóndito su serpopular sientenestá el abandono al que les sometemos vez en quealgún les enchufamos lo quede a nivel siendo denominado como «el tontódromo». La televisión, y en general todas las

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maquinitas, videojuegos, etc., se convierten en sustitutos del contacto humano, generando en los niños una gran ansiedad. Éstos, en vez de experimentar una relación esencial con el entorno que les sirva de fundamento, demasiado pronto se ven expuestos a un mundo técnico inanimado. Soledad, aislamiento, pasividad y desencanto serán algunos de los efectos de estos «compañeros de juegos artificiales», que en ningún modo  podrán sustituir el calor del del contacto de los seres verdaderos. Otro factor esencial a la hora de enjuiciar los efectos negativos de la TV es la incomunicación que provoca entre los miembros de la familia. En vez de sentarse juntos a la hora de la cena para compartir las experiencias del día, comienzan las interminables discusiones sobre la posesión del mando, a causa de los diversos criterios en la elección de los programas. Todos sabemos que las prohibiciones son la guinda ideal para obtener  lo contrario de lo que pretendemos. Yo propongo que los adultos demos ejemplo, y una vez alejados de la nefasta pantalla, creemos momentos «especiales» que resulten divertidos y apetecibles para los niños, en los que nos prestemos a contar historias, sucesos o narraciones que atraigan poderosamente su atención. Esto es válido en cualquier época de la vida. Nuestros jóvenes también gozarán de las conversaciones e intercambios de opinión en todos los aspectos de la existencia humana. De hecho, estarán deseosos de hacernos eco de sus inquietudes, de sus opiniones, especialmente si las acogemos con el debido respeto y ausencia de crítica. ¡Ellos tienen también muchas cosas que enseñarnos! ¿Ideas? Seguro que a ustedes se les van a ocurrir cientos. Yo encontré algunos sistemas para sacar a mis hijas, en su temprana edad, del circuito televisivo. Invitaba a sus amigas a casa, coincidiendo con la hora de series de dibujos famosas en la época,  para hacer todas juntas pan. Esta era una actividad que les fascinaba, especialmente a las que en su casa no les dejaban jugar con cosas tales como agua y harina (para no poner  tibia la cocina, que encima no era cierto, porque parte del juego consistía en dejar todo  perfecto al acabar). Otras veces pintábamos con acuarela, acuarela, o hacíamos modelado en barro, teatrillos, juegos…; incluso a enseñarles a hacer puntocondelas cruz. Eran momentos danzas, preciosos ver a esas niñas llegué gozar con el color, con el barro, materias  primas de su universo material, con las que muchas de ellas no habían podido entrar en contacto hasta entonces, entre otras cosas para no ensuciarse. ¡Dios mío!, si cuanto más sucios estén nuestros pequeños, mejor se lo están pasando y más están aprendiendo. ¿Para qué queremos niños de museo?, ¿para agradar a las vecinas? ¿Y no sería mejor  tener niños de verdad en vez de figuritas para decorar? ¿Nos importa más el qué dirán que nuestros propios hijos? También podemos enseñarles a distinguir entre los ratos de juego (para ellos es lo mismo que el trabajo para nosotros), y los más vistosos momentos de visitas a familiares o amigos, por ejemplo. Nosotros tampoco llevamos la misma ropa cuando limpiamos, cocinamos o hacemos trabajos de jardinería o bricolaje. Somos conscientes de que una vez metidos en faena nos podemos poner tibios. ¿Por qué no pueden hacer lo mismo los

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niños? Tratemos de respetar su libertad de movimientos, su libertad de acción, de expresión, de desarrollo de sus capacidades, rodeados de nuestro incondicional afecto y apoyo, en un marco alegre y creativo, pleno de intercambio y comunicación. Con ello estaremos contribuyendo a un mundo mejor, donde nuestros hijos podrán devenir seres en libertad, habiendo desplegado todas sus capacidades sin ser reprimidos ni aplastados  por su medio ambiente.

3.7. 3. 7. La ma magi giaa een n eell m mun undo do de dell n niñ iñoo Hoy, domingo de pascua de resurrección en la cultura cristiana, me levanté muy temprano para contemplar la salida del sol. Arrullada por los trinos de los pájaros, que saludaban al astro con alegría, me vinieron los ecos de unas voces de un jardín vecino. Una niña pequeña buscaba sus huevos de pascua que una liebre mágica había escondido entre las flores y arbustos de su parcela. Sus gritos de alegría cada vez que descubría el tesoro me calentaron el corazón, y me trajeron hermosos recuerdos de otros tiempos. En el pasado, yo misma temprano, junto aplantado mi marido escondíamos con esmero unos platitosmeenlevantaba los que muy nuestras hijas yhabían unas semillas, que convertidas ahora en hierba, iban a servir como receptáculo del regalo que la liebre de  pascua las traía para festejar la llegada de la primavera. Este hecho me hizo consciente de algo esencial. ¡Había olvidado hablar de la importancia de la magia en este libro! Puede ser que lo «olvidara» inconscientemente ante el temor de no ser bien acogido en un mundo donde impera un punto de vista materialista sobre la realidad. Pero aquí estamos hablando del niño, y el niño necesita ese mundo mágico en donde la realidad no sea algo acabado, estático, imposible de transformar. Ellos están muy cercanos al espíritu que alienta la materia, y con la magia lo que se pone de manifiesto es la capacidad del espíritu de crear nuevas realidades, nuevas experiencias. Eliminar esto en la vida dedelos equivale secarles el es alma, que de no esta puede entonces en de la vivencia lo niños invisible, de lo aeterno. Pero a partir vivencia de esponjarse algo más allá lo que nuestros ojos y sentidos materiales pueden percibir, como se abren más adelante nuestros sentidos espirituales, a través de los cuales podremos encontrar las respuestas a las preguntas esenciales de nuestra existencia.  Nuestra cultura nos proporciona algunas costumbres que tienen que ver con este mundo mágico del que les hablo. Por ejemplo, los Reyes Magos, Papá Noel, el Ratoncito Pérez o la Liebre de Pascua (aunque esta última pertenezca más a las culturas nórdicas). En los cuentos aparecen también las figuras de los enanitos del bosque, las hadas, las ondinas o los elfos, como seres invisibles que viven y tejen en la naturaleza. Muchos adultos piensan que no es bueno iniciar a los niños en estos «cuentos chinos» que, según ellos, no se corresponden con la realidad, con la verdad. Sería

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interesante hacer una distinción entre ambas, pues a veces son conceptos bien diferentes. Las religiones orientales, por ejemplo, hablan de la realidad como «maya», como algo a trascender, ya que es una trampa que nos impide ver la verdad que se esconde tras de ella. Estas personas temen también que cuando los niños crezcan y se enteren de que esas cosas no existen, de que no son los Reyes quienes traen sus juguetes, sino los  padres, se sientan desencantados o engañados por ello. Indudablemente, si ellos lo viven como mentira,si mentira serácapaces para losde niños cuando peroelsialiento nosotros en la magia, aún somos vibrar ante lo el descubran, misterio, ante quecreemos late en todo lo creado, entonces simplemente seguirá siendo verdad, y sabremos explicárselo así a los niños. Cuando mi hija menor me preguntó si era cierto que los Reyes eran los  padres, le contesté que ambas cosas eran verdad. Los Reyes existían (yo sigo creyendo en reyes de amor, de magia y maravilla) pero no encarnados en un cuerpo, y por eso necesitaban la colaboración de los hombres para llevar la magia de su amor hasta ellos en forma de regalos. Le dije además que, a partir de ese momento, ella podía convertirse también en una reina maga, en un instrumento de esos seres de amor, en una tejedora de sueños. No sólo no se decepcionó, sino que se mostró feliz de poder participar  activamente en esa nueva tarea de llevar alegría a su mundo. Les animo a crear, junto a sus hijos, un universo de magia, donde lo invisible pueda entrar a formar parte de nuestro mundo. Si no se atreven, al menos no aborten ese impulso natural que vive en el niño. Ellos sí son capaces de jugar con «amigos invisibles», de hablar con las piedras, con las plantas, con los enanos… Lo esencial en este asunto es hacer que ellos participen en la creación de estos momentos especiales, contribuyendo con nosotros a la hora de preparar las fiestas, y manteniendo juntos ese aire de feliz espera. De niña me llenaba de deleite todo el ritual de preparativos que  precedían a la gran noche de los Reyes R eyes Magos. Limpiábamos los zapatos, consiguiendo que brillasen con una intensidad inusual, luego los colocábamos en los lugares elegidos. Se preparaba además una bandeja muy primorosa con tres copas, algo de beber y algunos dulces para apagar la sed de los Reyes, y contribuir así a que recuperasen sus fuerzas. Mis hijas, por ejemplo, solían hacer bonitos dibujos que dejaban en un rincón de su cuarto por la noche para los enanitos. A la mañana siguiente, encontraban una manzana, una piedra de hermosos colores, o algún tesoro especial, como piñas o raíces que ellos les traían de su bosque. Estos despertares tenían un sabor muy particular. El día se presentaba lleno de posibilidades, de pequeños milagros. Desde hace mucho tiempo he aprendido que no existen las «casualidades». Por eso no me ha extrañado que, nada más terminar de escribir todo esto, haya caído en mis manos, como por arte de magia, un libro titulado Tus Zonas Mágicas, en cuyo primer  capítulo, «Cómo crear un camino interior que lleve a la realidad mágica», Wayne W. Dyer desarrolla de manera excelente lo que yo trataba de expresar cuando les decía que, anos través del en cultivo de posteriores, la magia en alaencontrar infancia, las podremos despertar vida interior que llevará, edades respuestas a todasesa nuestras preguntas. Dice así:

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En lo más profundo de ti hay un campo unificado de posibilidades sin fin. Cuando adquieras competencia en la marcha hacia ese fantástico lugar, descubrirás un reino de experiencia humana totalmente nuevo, donde todo es  posible. Es ahí donde tiene lugar la realidad mágica (…). Tu transformación interior no puede lograrse desde una perspectiva intelectual o científica. Los instrumentos de limitación no van a revelar lo ilimitado. Se trata de un trabajo que deben realizar tu mente y tu alma, el sector invisible de tu ser  que está siempre ahí, pero a menudo se ignora a favor de aquello que puedes captar con tus sentidos (…). Tú, como la mayoría de las personas, probablemente estés convencido de que si algo es real no puede ser mágico, y si es mágico no puede ser real (…). Yo creo que experimentamos la realidad mágica cuando trascendemos la paradoja, y que una visión trascendente incluye la experiencia de la realidad mágica como algo efectivamente muy real y también mágico (…). Existe otro terreno para la experiencia cuando estamos dispuestos a trascender esta vida, a la que nos hemos acostumbrado. Es un terreno que desafía nuestras leyes de la ciencia y de la lógica, un espacio interior dentro de cada cual que está libre de las barreras, las normas y las limitaciones ordinarias. No se trata de un país de las maravillas, al que sólo se pueda acceder en la imaginación. Es real desde un punto de vista mágico, y está a la disposición de cada uno de nosotros cuando estamos  preparados.

3.8. 3. 8. La vi vive venc ncia ia de dell rrit itmo mo de dell aaño ño Hemos hablado ya mucho sobre la necesidad del niño, a lo largo de toda su infancia, de vivir en un ritmo determinado. La naturaleza, a través del paso de una estación a otra, nos muestra una secuencia en la que el ritmo juega un papel preponderante. Podemos acercar al niño a esta vivencia, la cual le aportará además una relación muy profunda con la tierra, de la que podrá maravillarse ante sus constantes cambios, abundancia y generosidad. En primavera festejamos el gozoso brotar de la vida que resurge de nuevo aquí y allá, llenando los campos de luz, follaje y color. Junto a ella experimentamos un alegre despertar tras el frío, austero y oscuro invierno, que ahora se transforma en exuberancia  plena. Disfrutemos saliendo al campo con los niños para asombrarnos con ellos ante la fuerza de las plantas que, desperezándose del sueño invernal, rasgan la tierra buscando su camino para erguirse hacia el sol. Los tiernos brotes, los cerrados capullos, preludian que algo mágico va a ocurrir. Cuando llegue el momento, también la flor va a despertar, y en un increíble gesto de delicadeza desplegará sus pétalos, uno a uno, para dejar que los rayos del sol penetren hasta su corazón. La flor, así abierta, se transforma en un cáliz de luz y color donde los insectos acuden en busca del néctar que ella, generosamente, les ofrece. Esta es una imagen grandiosa que habla al corazón de quien la observa. No sólo los niños. Nosotros también podemos acogernos a esa gran maestra que es la madre tierra.

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