El Amor como Pasion

March 26, 2017 | Author: Raúl Gallegos Mendoza | Category: N/A
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NIKLAS L UHMANN

El amor.

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IJa codificación de la intimidad PRÓLOGO DE VICENTE VERDÚ

TRADUCC IÓN DE JúAQUÍN AD~UAR ORTEGA

- 19 EDICIONES PENÍNSULA BARCELONA



Tírulo origi nal alemán: U ebe al, Passióll. Zur CodierulIg 1101/ IlIlimirlit

© Suhrbmp Verlag fr311kfurt

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~' L' tr:lt incondicional del hombre constituye simultáneamente una llamada al despren­ dimiento propio de la mujer, y la mujer cortejada sería cali­ ficada de cruel si no se mostrara d isp ue~ta 8 correspo;1der ne ,llgún modo a la solicitud elel hOil1bre La semántica de la desmesura pone en vigor nuevas libertades que tienen que ser especificadas de nuevo y que adquieren cc>ntenido por medio de la historia del amor, pero nunca a través de la sociedad . Una vez que se establecf; el exceso corno medida dd amor, se pueden fundamentar en él Hna serie oe consecuencias. La más importante es que el amor totaliza; h:Jcc relevante todo lo que depende o se relaciona de algún modo con la amada, in­ cluso cuando se trata de una bagatehs / >Da valor a todo cuanto entra en su círculo de visión. La vivencia y la acción de b ama­ da , conjuntadas, exigen una observación continua y un perma­ nente examelJ, partiendo de la base dee~quemas tales como amor/indi fcrencia o amor sincero/amor iminccro. Así se for­ mula un nuevo tipo de universa lid:ld que desliga Id :Jntigu3 diferenciación entre las cualid:Jdes esenciaies y las accesoria" En consecuencia, el amor es definido como un círculo ce­ rrado en el cual todo lo qlle ocurre, 5US momen.tos diversos, tienen fuerza alternativa y ele; cual no hay salida posibl eY Por esa razón el amor no puede permitirse el menor descuido. El código, en este punto, tiraniza sin obligar. 58 Los errores en la forma de tratar a la amada (manquements) son iIr.perdonables porque afectan el núcleo ceorral del problema: ia imposibili­ dad del exceso y la exigencia de la entrega totaP9 En el exceso pueden converger el amor y el odio o bien: sencillamente, transcurrir a la par uno junto al otro. La ant::­ gua tradición idealista h:lbía tratado al amor y alodio como polos opuestos, El odio sólo podí;) ser calificado como una reacción ante la injusticia, como un sentimiento lastim ado por carecer de:: ~oda perfección propia .60 Tambi~n ahora se estable­

ce una paradoja en la relación amor/odio. Se les considera dis­ tintas formas de expresión de una pasión qlle es básicamente unitaria , única: «Quand le dépit vient d 'lln amour extréme, on dit qu'on hait, et ron sent que ron aime».6 ' En la misma direc­ ción y ele modo paralelo se desarrolla la discusión « científica » de la doctrina del afecto. 62 Por lo tanto, el odio pertenece al código del amor: quien no es correspondido en su amor tiene que odiar a la amada; pero la cuestión es si puede hacerln. 6 ) Amor y odio caen en una estrecha dependencia mutua y recí­ proca y, conjuntamente, configuran una relación que se dife­ rencia c1arameme de la amistad .64 D~ la persistencia del abuso surge una relación problemáti­ ca f:'ente a todo tipo de reglas. La unidad del código se funda­ menta, con ello, en un plano que se sitúa más allá del programa de comportamiento. No se puede aprender de las reglas la rec­ titud del comportamiento: quien sigue las normas no sigue a la amada. 65 Partiendo de esta base hay que entender las fórmula~ que subrayan la autodependencia del amor, y con ello se alcan­ za \111a comprensión de la imagen que sólo llegaría a ser est;,­ bl,~cida con el romanticismo. Con ello, al propio tiempo se nie­ ga tod;:~====~;:~~~

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ma y, consecuentemente, la rebción entre la tempor~diclad y la reflexividad social se hace m ,ís din¿l1Iic;¡ .Y adq Lliere la ~~)rm,¡ de un proceso histórico peculiai', un indicador import::m te de que en este aspecto se vení? actuando ya en la cliferen(;;ación del amor y su automatización funcional. La energía explosiva del tema de I:J l:emporalid:](j limitada del amor y de la brevedad-cuando no su instantaneidad-se advierte igualmente en el hecho de que ocupa un lugar Firme en el código simbólicamente generalizado del «mediO de co­ municaci6n amor» y de que es tratada como un conocimiento cierto, como algo generalmente sabido y aceptado. En la lite­ ratura del siglo XVIII surge de nuevo ese mismo tema cOl1side-· rado corno un conocimiento individual y, de ese mOGO, se con­ vierte en uno de los componentes de la estructu.'.'a mO~'1.1 En el siglo slgllÍente la moral modi5c6 su técnica de disimulo y la literatura su habilidad narrativa para pasar a la mediocri­ d,d. Ambas comenzaron ,1 interesarse por el hombre normal. La virtud se convirtió en fórmula defensiva q~le, en caso de una fuerte sensibilidad, podía quedar postergada. Era algo que J.!odLl ser comprendido por el hombre normal, por el lector norll1al. ~o había que superar ya exigencias demasiado gran­ Y.l

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EL DESCUBRIMIENTO DE LA I:-ICOMUNICABILIDAD

EL AMOR COMO P¡\S16~

des y el dramatismo radicaba en el problema de 13 comunica­ ción. La compleja realidad física de los interlocutores no es completamente comunicable; se trata «de ces choses dont on ne peut dire que la moitié de ce qu'elles som» , como formuló la Marianne de Marivaux. Z La insclic.laridad, al parecer, se con­ virtió en el medio de librar la mediocridad de 10 que tenía de trivial. A el!a hay que agradecer que también el hombre medio estuviera en condiciones de generar una historia que pudiera llegar a interesar a los demás . La insolidaridad: con ello ya no se expresa únicamente que la pasión haga tartamudear a la retórica, trueque en confusa la charla. elocuente y así la traicione. No se tr:na ya tan sólo de los desajustes condicionados por 10 psíquico y situacional, que son, en sí mismos, adecuada comunicación para las pasiones. Más bien se trata de la aparición de barrerJs fundamentales en la comunicabilidad. No se trata del rraca:>o de la habilidad, sino más bien es la imposibilidJd de ser sincero 10 que se con­ vierte en problema. En un principio esto fue d,: aplicación general. La expe­ riencia de la incomunicabilidad afecta allí donde la mora] fjLle­ da convertida en unos conceptos que ejercen cierta influencia contraintencional en la comunicación. Sé trata de conceptos que exigen la autenticidad, la naturalidad, la falta de disimulo, la delicadeza y la originalidad; y la mor:ll del siglo xvm hs·aba principalmente con estos conceptos. 1 Esa experiencia bloqueó también la expresión de la individualidad en el sentido de ori­ ginalidad (cuando ya la cortesía prohíbe Jestacar la originali­ dad propia en comparación con los demás). Quien destaca su originalidad la pierde al compararse con los otros. Hay que ig­ norar que se posee, puesto que el conoci:nento de ella aC:lba con su realidad. 4 Este descubrimiento tiene más importancia que cualq1lier otra cosa para toda la codificJción de las rela.:.:iones íntimas. La codificación atañe a un medio de comunicación. es decir, bus­ ca aumentar la efectividad de una comunicación e:1 sí impro­

bable. Precisamente aquí radica un límite provocativo para la

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expenenCla. La diferenciación de las relaciones íntimas, en efecto, sólo es posible con ayuda de la comunicación . Exige la premisa de una codificación particular y la confianza en fórm.ulas sem,ln­ ticas muy exigentes. Conduce a la formación de sistemas Sf)­ ciJles-tcmporales como siempre-que reproduzcan la inte­ r;¡cción de dos seres humanos. Su intensificación es función elel sistema social y, .. 1 mismo tiempo, es ese proceso lo que nos hace conscientes de las barreras que bloqueJn la comuni­ clbilidad. La experiencia de b incomunicabilidad constituye un aspecto de la diferenciación del sistema social para la inti­ midad. L a incomunicación no contradice la intimidad, sino que se corresponde con ella y con la diferenciación de esos sis­ temaS qu e se ve obligada a afrontar. l ,a incomunicabilidad no es c~mprendida suficientemente si se piensa sólo en las limitaciones de la capacidad de expre­ sión verbal. No se trata únicamente de ello, puestO que la co­ municación necesita tiempo y los acontecimientos transcu;ren de manera más rápidJ que la comunicación, de modo que a \a hora de escribir la propia autobiografía necesariamente hay que quedar retrasado si se pretende describir todo lo suceJido. N~¡turalll1ente, ya no se trata de la antigua doctrina que esta­ blece que determinados contenidos son secretos por su propia natLlf3leza y, por lo tanto, no pueden ser expresados abierta­ mente .s Incluso el punto de vista de que existen informacionr.:s sobre ei propio estado de ánimo, preslillciones y, en particula··, las intenciones propias con respecto a los demás, cuya comu­ nicación no puede alterar al compañero, no llega al fondo C:e nuestro problema. De modo mucho más radical se trata de: problema ele si precisamente en las relaciones Íntimas exi~te un sentido que queda destruido cuando se cOO'lierte en o~jelo de comunicación. Toda comunicación descansa sobre una diferencia bien localizada: p'·ecisamente la diferencia entre información Y CJ-

EL AMOR C0.\10 PASiÓN

lllunicación. Sin la protección de eS>. Es decir, nada de pasión violenta, sino un trato deferente, d'Euméne et de Flora, 01l Hútoh-ej' véritables.dej· úm'iguej' a17!l'UrCll­ lleno dc confianza personal como correlato de la estabilidad so­ ses c/'une grande P1"I'17cesH de notre S¡'(!df, Colonia, 17 0 4. :ial y necesariamente institucionalizada en el campo del trato 3 2 . Citado de KLUCKHOHN, ob. cit., p. 260. cotidÍ
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