Ejército y Grupos Represivos
Short Description
Descripción: Ejército y Grupos Represivos...
Description
EJÉRCITO Y GRUPOS REPRESIVOS . El primer problema que desafía el Estado como lo entendemos en la actualidad, es decir, como el instituto político que reclama para sí el monopolio de la coacción física legítima, es la necesidad del orden. En cumplimiento de tal fin, la época feudataria proveyó la primera forma de predominio sociopolítico de un grupo sobre una sociedad jerarquizada en estamentos y clases cerradas, en donde la propiedad territorial fue manantial de poder, en dicha sociedad las clases desposeídas se encontraban diferenciadas en lo jurídico, porque el aparato coactivo sólo amparaba a un grupo privilegiado. Cada señor feudal caracterizaba en su persona, aunque de manera incipiente, las funciones del Estado moderno, dado que al poseer la riqueza disfrutaba a la vez de la jurisdicción y las relaciones de mando, a tal atomización del poder político se le denomina poliarquía (Hegel), con ello, se pone de manifiesto la ausencia de ley como límite a la actividad del gobierno. Así, en la época tratada, el monopolio de las armas instituyó el factor básico de un duradero orden feudal; sin embargo, no existía una preeminencia militar porque cada señor tenía un ejército a su servicio. La historia que antecede a la formación del Estado moderno estuvo matizada con las luchas por el poder entre la Iglesia, personificada en el Papa y el Imperio, cuya cabeza era el emperador, y por último los señores feudales; este proceso culminó en favor de la autoridad temporal, es decir, de la autoridad civil representada en los monarcas. Figura por demás interesante de aquellas épocas de lucha, fue la del condottiere, jefe de soldados mercenarios que, a través de actuaciones brutales y sin escrúpulos, defendía la ilegitimidad política ya fuera por sus dotes militares o por sus sorprendentes traiciones encaminadas a la constitución escandalosa de nuevas organizaciones políticas; así por ejemplo, los Estados Pontificios bullían de pequeños tiranos, los que en su mayoría habían sido condottiere y desempeñado un papel importante dentro de las usurpaciones políticas. Cuando adviene la monarquía absoluta, con el triunfo del monarca frente a la Iglesia, el Imperio y los señores feudales, el poder se centraliza en su mano y la función militar deja de ser un negocio o un privilegio en manos de aristócratas para transmutarse en obligación. Es justo en esta época cuando surge el Estado nacional, definido por la centralización del poder político, es decir, cuando el Estado se arroga el poder, situación que sólo fue posible al momento que poseyó de manera total la dirección de la fuerza por medio del aparato armado, porque cuando no existe el monopolio de la violencia, el Estado es una organización débil, por ello, al decaer el – feudalismo y ampliarse el poder del monarca en cuyo patrimonio se encontraba el ejército, sólo entonces, puede afirmarse que las fuerzas armadas se convierten en el apoyo del monopolio de la coacción que, jupto con la difusión oficial de una ideología, busca alcanzar la aprobación de la dominación como manifestación
imprescindible, teniendo en cuenta que las ideologías traducen en pensamiento una época delimitada, expresando sus luchas y propensiones determinantes. Desde entonces, el ejército, considerado como grupo social es una asociación permanente de fuerza ofensiva y defensiva, conducida por una severa disciplina y normas de coacción interna que sancionan el mando y la obediencia en grado de automatismo profesional. El ejército constituye una fuerza de gran importancia en el sistema de tiranteces, de cuya armonía, es producto la sociedad. La situación e influencia del ejército han variado a través de la historia en la disyuntiva de auxiliar o valerse del poder político. En posesión de la fuerza militar, ese poder físico es un aparato de dominación indiscutible, aun entendida para la defensa natural de una unidad de convivencia. Las fuerzas armadas poseen medios defensivos y destructivos eficaces que ubican en situación de insuficiencia a las demás fuerzas sociales. Su sitio dentro del sistema social y sobre todo su dependencia del poder civil, es uno de los más añejos y fundamentales problemas de la política, como ha quedado asentado. Los cuerpos militares que forman el ejército moderno están vinculados al poder político, son una fuerza pública con un cuadro profesional para la enseñanza del pueblo, obligado a la prestación del servicio militar y sus estipendios surgen de la tributación general. Hacer una clara separación de las funciones de policía interna de las de defensa general del Estado, es un medio benéfico para la subordinación del poder militar, por tal motivo, se confía la seguridad interna y cotidiana a una fuerza civil, la que puede solicitar el auxilio de la fuerza militar sólo en ocasiones extraordinarias, por ello, el área política es cívica cuando la posibilidad de la violencia es pequeña, y militar cuando la violencia es grave, así, el papel original del ejército profesional aparece bien determinado: la defensa de la entidad estatal frente a los ataques externos, pero dicha función se funda en la hipótesis de que su acción se realiza dentro de un marco de legalidad constitucional que prevé La subordinación del ejército al aparato civil, por ello, uno de los problemas fundamentales que se plantean al tratar de definir la función política, es el de sus relaciones con el poder militar. Éste es el que por su disciplina, su organización y sus ordenanzas, más se parece al poder político. Inclusive puede afirmarse qu e^ es la forma más perfecta de ejercer la autoridad. Por tal razón, desde antaño ' ha existido en la historia de las instituciones políticas la seducción de conceptuar como mejor gobierno el militar, sin embargo, esto es una equivocación, porque el poder militar con toda su eficaz organización técnica, no tiene más misión que la salvaguarda de las instituciones políticas, fuera de esto, el poder militar degenera en militarismo y ningún Estado puede sostenerse largo tiempo sobre el exclusivo empleo de la fuerza. Ahora bien, cuando una acción va encaminada contra el sistema mismo, el poder peligra, entonces aparece la violencia como reacción gubernamental, lo cual es uno de los síntomas manifiestos de que la situación política de un país es crítica, ya que cuando más reducido es el frente de apoyo de un gobierno, con más
frecuencia recurrirá a la violencia legítima; pero, al mismo tiempo, la sustentación de un sistema político agresivo, es directamente proporcional al recrudecimiento de la violencia no institucional-, ésta, manifiesta la negación de la legitimidad. A la protección de la entidad estatal contra los ataques inferidos son llamadas agencias con capacidad de ejercer coacción sobre los infractores. Son, en el orden externo, el ejército y, en el ámbito interno, la policía (en forma preventiva) y los tribunales (en la etapa represiva). Cuando la fuerza pasa a ocupar el centro de análisis del Estado, éste entra a ser estudiado ya no en función de las necesidades que satisface, sino de los métodos que emplea; es la elección de estos mecanismos lo que otorga al gobierno, más allá de su efectividad, una legitimidad práctica. Aunque el Estado tiende a mantener los conflictos sociales como justificación de su papel de representante oficial del bien común, sólo logra subsistir si mantiene la circunstancia en un punto todavía tolerable para la población; en el momento en que el desacuerdo frente al tipo de gobierno deja de ser minoritario se impone un cambio de sistema. Es el fenómeno de la sustitución de la autoridad legítima el que con más claridad demuestra la significación normativa de la legitimación. Si el antiguo sistema normativo deja de ser válido y un nuevo sistema lo sustituye, las autoridades del antiguo régimen dejan de ser legítimas y las autoridades de facto tratarán de convertirse en legítimas a través de su adecuación con un sistema normativo nuevo. En otro orden de ideas, se puede afirmar que América Latina puede definirse por sus relaciones político-económicas. Se trata de una América periférica en relación con las metrópolis del mundo industrializado. La peculiaridad de este continente es el de estar inmerso en Occidente, en él la conquista y el dominio coloniales influyeron de manera decisiva, porque al modelar a las sociedades les impusieron idiomas, religión, valores y costumbres europeas. La centralización del poder económico y social, la dureza de las divisiones y la persistencia de las estructuras de dominio, inclusive en las sociedades latinoamericanas más desarrolladas y tradicionales, sirvieron para crear en el continente tipos de autoridad particulares; »jorelio, si se tratara de enunciar en forma breve un aspecto importante de la vida política de dichas sociedades, se tendría que hacer referencia a la inclinación hacia las instituciones representativas de la democracia occidental. Respecto al ejército es posible señalar que el golpe de Estado militar se inscribió en la dinámica de un Estado orientador y regulador entre los sectores integrantes de la sociedad, al servicio de un estatuto quo adecuado para ser reordenado, con el fin de proteger lo primordial: las relaciones de dominación y la exclusión social y/o política, porque es una institución que de acuerdo con su lógica, sólo defiende lo que existe, dado que su lenguaje no es el de la reproducción social.
Hay que tomar en cuenta que Hispanoamérica emerge de las guerras de independencia, en ellas los ejércitos erigieron a las naciones sobre las ruinas de las instituciones políticas coloniales, pero aquí hay que subrayar que con el derrumbe de las instituciones españolas, queda el camino abierto para los señores de la guerra. La división de unidades territoriales y administrativas coloniales proviene del tipo de lucha sostenida contra la potencia colonial. La disociación organizativa es de origen económico, pero se manifiesta a través de la guerra. La situación de guerra es, durante un periodo más o menos prolongado, el estado normal de las Repúblicas hispánicas en los albores de su independencia. Los países de América meridional fueron realizando la tarea de construir un Estado de manera más o menos tardía. Y ciertas naciones centroamericanas y caribeñas se agitaron con ímpetu a lo largo del primer tercio del siglo XX. Después de la independencia, en el continente existían raquíticos ejércitos estatales permanentes, dotados del monopolio de la violencia legal, sus oficiales eran aventureros o guerreros más que militares, porque en la mayoría de los casos, los jefes de los ejércitos de la independencia no conocieron un ejército regular ni realizaron estudios militares. Jefes de bandas o facciones adoptaron altos títulos militares, así, en la mayoría de los ejércitos viejos del continente, el oficial, hijo rebelde de alguna familia importante o descendiente de algún poderoso empobrecido u oscuro ahijado de algún opulento, se afiliaba como candidato adjunto a un jefe de cuerpo. Hombre inculto, falto de formación teórica que no lograba sus ascensos gracias a sus dotes profesionales, sino al favoritismo de algún político o a las eventualidades políticas, donde la acción militar solía jugar un papel decisivo, porque hay que tomar en cuenta que la creación de escuelas para oficiales se inició en el siglo XIX. A principios de este siglo, los ejércitos nacionales del continente tuvieron un cambio cualitativo, apareció la modernización militar, la cual se inició con la profesionalización de la oficialidad. La reforma a través de la cual se busca preparar a la nación en armas hace del oficio militar una ocupación permanente y remunerada, entonces se requieren estudios y severa preparación física e intelectual, sujeta a normas burocráticas estrictamente codificadas. Debido a que la reputación de un ejército bien organizado se proyecta en el propio Estado, no es causal que las naciones latinoamericanas busquen instructores entre los dos ejércitos más prestigiados del mundo entre 1820 y 1920: el francés y el alemán. Si bien los adversarios de la guerra del Pacífico —el triunfador Chile y los derrotados Perú y Bolivia— no fueron los primeros que volvieron los ojos hacia Europa para reorganizar sus ejércitos, pero sí lo realizaron de forma más completa y total que otros. Chile adoptó la escuela alemana. Bolivia primero contrató una misión francesa, pero a partir de 1910 negoció instructores alemanes, sin tomaren cuenta los ejércitos neocolonialistas creados por Estados Unidos de Norteamérica. En casi todos los países está presente el empeño por abrazar la escuela europea, en condiciones diversas y en función de diferentes parámetros: nivel de desarrollo, situación geopolítica, grado de fortalecimiento del Estado nacional.
Algunos países que no podían remunerar los servicios de instructores europeos contrataban misiones militares chilenas para organizar sus ejércitos nacionales. El eje de la modernización militar es la reforma del reclutamiento de oficiales. Se trata de formar cuadros más instruidos y elevar el nivel profesional y técnico de los graduados. Para ello, se prevé en la mayor parte de los casos una fuente única de reclutamiento: es obligatorio pasar por la escuela militar para lograr el galón oficial o, al menos, es la aspiración de todos los ejércitos, aun cuando no siempre puedan alcanzarlo. Si se resumiera el reclutamiento social de la oficialidad de los ejércitos latinoamericanos, se puede decir que, aparte de los países en donde la carrera militar está desprestigiada, los oficiales en su mayoría surgen de las capas intermedias acomodadas, las clases medias bajas en ascenso o las clases altas en decadencia, aunque las clases superiores y populares no están ausentes, si bien aquéllas ascienden a los grados superiores con mayor facilidad que éstas. De manera contradictoria, en los denominados ejércitos personalizados, la tropa está integrada por civiles; en tanto que en el viejo ejército los soldados eran militares de carrera y muchos de los cuadros eran aficionados, en el nuevo ejército sucede lo contrario: cuadros profesionales permanentes, tropa transitoria y civil. La aparición del servicio militar obligatorio, aunque por sorteo y con muchas exenciones, aumenta con rapidez el número de efectivos en todos los países'. No obstante, el servicio dista de ser universal y sólo es obligatorio para los que no pueden escapar. Adquiridas nuevas responsabilidades cívicas y nacionales, conquistando un margen mayor de autonomía por medio de su reorganización modernizante, los nuevos ejércitos estatales no están dispuestos a seguir desempeñando el papel de convidados de piedra. Sus funciones, tanto como su historia, los impelen a participar en los asuntos públicos. A pesar de los modelos europeos de defensa nacional, vigilancia de fronteras y movimiento del centro hacia la periferia, son los problemas internos, los peligros sociales o políticos locales los que suscitan la acción militar de los ejércitos latinoamericanos. La instauración del servicio militar obligatorio precede a la alfabetización y al sufragio universal. El aumento de los gastos militares debido a la reorganización y pertrechamiento del ejército en todos los países que transforman su aparato militar, amplía el papel del Estado. En contraposición a los funcionarios civiles intercambiables, los oficiales dan la imagen de una élite estructurada que se perfecciona en forma constante a través de una malla de escuelas y de requisitos intelectuales y morales demandados por la promoción. La independencia burocrática de la institución militar es defendida por sus miembros. La sociedad militar desecha la irrupción externa, aun cuando la constitución la requiere para el acceso a las jerarquías superiores. Las relaciones de los militares con la política pueden revestir formas diferentes. Los problemas militares siempre son políticos y, en el nivel más bajo, las presiones corporativistas constituyen modalidades de manifestación del poder del ejército. Sea corno fuere, de esta época data la idea, ya refutada por la guerra
contrarrevolucionaria, de que los generales siempre son más conservadores que los capitanes y que éstos, no integrados al stablishment, tienen cierta tendencia a cuestionar el statu quo. En resumen, la función principal del ejército es la de constituir el aparato armado del Estado para su defensa exterior. Tal función es cada vez más problemática en la mayoría de los Estados incapaces de mantener un ejército idóneo para su defensa ante una agresión. En el mundo moderno, por tanto, esa función primordial quedaría reducida a formar la aportación eficaz de un Estado a las fuerzas de un bloque político al que el Estado pertenece. Aparte de la citada función propia del Estado, en casi todos los Estados se le asigna la tarea de defender el orden interno, oponiéndose a la insurrección y la violencia para garantizar el cumplimiento del orden normativo. Esta función del Estado se patentiza sobre todo en los países subdesarrollados en donde los problemas se resuelven por la fuerza y no por la vía política. Al ser el ejército el organismo más poderoso en la vida de un Estado, con frecuencia es el que se impone, dirige la política o la condiciona como grupo de presión, apareciendo el fenómeno del militarismo. Al aparecer en el ejército un fervor patriótico, se arroga la función de ser guardián de los valores nacionales por lo que puede surgir una fuerte tensión política con elementos civiles que ostentan ideales intemacionalistas los cuales rebasan el nacionalismo y el patriotismo tradicional del ejército. El ejército tiene la función de colaborar en la solución de conflictos fortuitos que afligen a la sociedad, para cuya solución puede prestar una ayuda muy eficaz dado que posee la disciplina necesaria en su personal, así como los medios técnicos ad hoc. Ha sido señalada la subordinación del ejército al poder civil, lo cual ha llevado a sostener el apoliticismo del ejército, entendido no como carencia de convicciones políticas en los hombres que lo integran, sino como inhibición del ejército de favorecer o apoyar con su fuerza ideologías, partidos o personalidades políticas; este criterio es rechazado en los regímenes totalitarios de membrete fascista y no lo es en los países socialistas: en todos ellos se da una indoctrinación sistemática del ejército de acuerdo con la ideología oficial. En muchos países democráticos en los que aunque el ejército se declara apolítico, fomenta en sí mismo una ideología política de claro nacionalismo que, de facto, lo inclina de manera decidida hacia las tendencias de derecha y a no aceptar las de izquierda, en las que el nacionalismo queda atenuado o sustituido por ideales intemacionalistas. En dichas circunstancias, el ejército actúa cuando menos como importante grupo de presión y en Estados donde el ejército es muy fuerte y se ha formado en forma inveterada como guardián de los valores nacionales, su posición de aceptación o rechazo es presupuesto esencial de la posibilidad de muchas medidas políticas. Respecto a la policía, puede afirmarse que en cuanto término significa el buen orden que se observa en la vida urbana, a través del cumplimiento de las leyes y ordenanzas establecidas. Por consecuencia, la policía está integrada por diferentes cuerpos encargados de mantener el orden público y la seguridad de los ciudadanos bajo las órdenes de las autoridades políticas. Se denomina policía
gubernativa al cuerpo oficial de orden público; policía judicial, la que tiene como finalidad la averiguación de los delitos y la persecución de los delincuentes, asignada a los juzgados y tribunales; policía secreta aquella cuyos miembros no portan uniforme con el objeto de pasar inadvertidos; policía urbana la que está al cuidado de la vida pública en general: limpieza, higiene, salubridad y ornato de los pueblos, la cual está encomendada a los ayuntamientos. Aunque se tiene conocimiento de que a partir del año 3000 A.C, existían funcionarios destinados a vigilar el cumplimiento de las leyes, es a partir de la Revolución francesa y la creación de los Estados burgueses, que los cuerpos de policía adquiere autonomía frente al ejército. La policía tiene, en teoría, tres campos de acción: 1. Acción preventiva para el mantenimiento del orden público (tránsito, cumplimiento de reglamentos urbanos, protección de manifestaciones, reuniones, edificios, personas y bienes). Los agentes de policía encargados de tal misión, están uniformados para que el público los identifique y obedezca. 2. Acción política plasmada en la auscultación permanente de la opinión pública, el descubrimiento de elementos conspiratorios contra el bien común, el contraespionaje. Los agentes encargados de tal misión actúan por regla general corno civiles. La organización de los servicios de esta clase de policía es rigurosamente secreta. En Estados no democráticos con frecuencia la función política de la policía se transforma en la represión de los adversarios políticos del régimen establecido, al identificar una ideología política con el bien común. 3. Represión del delito mediante la identificación y detención de sus autores, cómplices, la aportación de pruebas y su entrega al Poder Judicial. En la mayor parte de las legislaciones de los Estados desarrollados se establece el principio general por el que se requiere como presupuesto de toda actuación policial la existencia de un peligro actual o potencial parala colectividad, con amenaza de la seguridad pública; la actuación policial tendrá por objeto prevenir dicha perturbación o restablecer la seguridad y el orden alterados. Las medidas de policía han de atenerse al principio de proporcionalidad por el que deben restringirse al fin buscado, sin que el triunfo acredite la utilización de medios abusivos o ilegales. La actuación policial sólo debe afectar al violentador del orden. En la acción policial se presenta con frecuencia una pugna entre los principios de eficacia y legalidad. En regímenes autoritarios prevalece la eficacia quedando impunes delitos cometidos por la policía (tortura, abuso de fuerza o violencia innecesaria). En los Estados democráticos se dan cauces eficaces para poder responsabilizar a la policía por actuaciones arbitrarias que lesionen los derechos de los ciudadanos. Entre las organizaciones de policía más conocidas, se pueden destacar la gendarmería, en Francia y otros países, que es una fuerza militar cuya misión es velar por la seguridad pública, el orden y el cumplimiento de la ley en el
territorio nacional. En su origen el término se refería a una institución militar francesa, pero después se adoptó en otros países (Austria, Ciudad del Vaticano, etc.). En un principio, recibían el nombre de gendarmes los caballeros de armadura pesada de las compañías de ordenanza francesas. La gendarmería asumió después misiones tanto civiles como militares. Guardia civil. Instituto armado existente en España con la misión de protección y vigilancia de las zonas rurales, represión del bandidaje, protección de las propiedades de organismos estatales y privados y mantenimiento del orden público; funciones ampliadas mediante personal especializado, de vigilancia de fronteras y control del tráfico en carretera. Compuesta de tercios y compañías se distribuye en comandancias, líneas y puestos. Data su creación de los reales decretos de 28 de marzo, 12 de abril y 13 de mayo de 1844, debidos a la petición de González Bravo y de Francisco Javier Girón, segundo duque de Ahumada. Funciona bajo el mando de un teniente general del ejército de tierra que depende del Ministerio del Ejército y de Gobernación. A principios de la Guerra Civil (1936-1939) sus contingentes se dividieron en favor de ambos bandos, predominando los seguidores del Movimiento Nacional. Durante el periodo de Franco la guardia civil fue muy potenciada por aumento de sus contingentes, organización, armamento y adiestramiento, convirtiéndose en un cuerpo armado paramilitar bastante poderoso, de gran influencia política. Fue utilizada de manera drástica en la represión de las actividades de la oposición política al régimen franquista. Scotland Yard. Nombre del cuerpo británico de policía fundado por Robert Peel en 1829 y conocido en todo el mundo por su organización y eficacia en la represión del crimen. Su nombre deriva del edificio principal de la policía londinense en aquellos tiempos (propiedad palaciega que perteneció a los reyes de Escocia). FBI (Federal Burean of Investigation). Cuerpo de policía estadounidense creado en 1908 con carácter federal. Depende del Ministerio de Justicia Federal. Interviene sólo en casos de violación de leyes federales o de delitos especiales determinados por el gobierno federal (secuestros, raptos, etc.). Después de la Segunda Guerra Mundial, el FBI ha tenido una actuación relevante en el control de la legalidad política de los funcionarios federales y en la lucha contra la infiltración comunista. Gestapo (policía secreta del Estado). Corporación que existió en el régimen nazi. Nació en Alemania en 1933. En 1936 fue subordinada a las SS de tristes y terroríficos recuerdos. GPU (Organización Política Estatal). Policía política soviética creada en 1922 en sustitución de las policías políticas que actuaban en Rusia a partir de la revolución de 1917, actuó con gran libertad hasta 1934 en que la sustituyeron por el NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos); este cuerpo de policía fue dirigido por Beria desde 1938 a 1941, separándose de la policía secreta política. NKGB (Comisariado del Pueblo para la Seguridad del Estado). En 1946 al pasar los Comisariados del Pueblo al rango de ministerios, la NKVB se transformó en
MVD (Ministerio de Asuntos Interiores). Interpol. Organización Internacional de Policía Criminal (OIPC). Fue instituida en Viena en 1923 y se trasladó a Berlín; en 1938 se disolvió a causa de la guerra, se reintegró en 1946 en Bruselas; su sede se encuentra en París. Esta institución facilita la persecución de todo tipo de delincuentes a escala internacional CIA (The Central Intelligence Agency EU), creada en 1947 con la firma del Acta de Seguridad Nacional por el presidente Traman. DEA. Agencia antinarcóticos estadounidense. En México, la policía profesional y costeada por el Estado no fue una realidad sino hasta el 9 de mayo de 1848, con una fuerza de 500 hombres Sus designaciones primarias fueron las de cuerpo de vigilantes de policía y de guardia de policía. El reglamento para la organización de la guardia de policía de la ciudad de México, del 22 de agosto de 1848, es importante por haber sido el que determinó por vez primera sanciones para los integrantes de dicho cuerpo. De igual forma, el decreto del 15 de enero de 1855 estableció la manera de juzgar a los prefectos y subprefectos por responsabilidad en sus funciones. Es justo con este significado, el de policía de seguridad encargada del mantenimiento del orden y vigilancia del cumplimiento de los bandos, que se desarrolla la policía en México a partir de la segunda mitad del siglo pasado, en que comenzaron a aparecer los siguientes cuerpos policiacos administrativos: policía rural para la seguridad de los caminos, antecedente de la policía federal de caminos; policía de los cuarteles que constituye el antecedente de la policía militar; policía fiscal para la represión del contrabando; cuerpo de gendarmería fiscal para perseguir el contrabando; compañía de guardias de la presidencia; policía de puertos; policía sanitaria agrícola; policía sanitaria de los animales; policía sanitaria federal para vigilar y exigir las leyes y reglamentos sanitarios; policía federal de obras hidráulicas; policía forestal federal; policía fiscal del DF; policía federal de caminos. Además de los anteriores cuerpos citados, existen también agentes, investigadores, vigilantes o inspectores de los organismos de servicio público descentralizado o concesionado. Estas policías, por regla general, sólo poseen las facultades de inspeccionar, vigilar o cuidar del exacto cumplimiento de leyes administrativas, en este objetivo se alejan de la policía preventiva cuya función se concentra en la ejecución de los reglamentos de policía y buen gobierno, y se acercan a la función de la policía judicial, como ayudantes de la administración de justicia. GONZALEZ GONZALEZ, Ma. De la Luz, “Lineamientos de Teoría Política” México 2000
View more...
Comments