Ejercicio Caso Clínico

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TRASTORNO AUTISTA 1.

DESCRIPCIÓN DEL CASO

Pablo, un niño de 4 años, fue remitido a un hospital infantil a requerimiento de su médico de familia, para practicarle una evaluación en profundidad de su hiperactividad y de sus problemas  para comunicarse comunicarse verbalmente. verbalmente. Presentaba alteraciones alteraciones graves graves que parecían afectar afectar prácticamente prácticamente a todas las áreas de su funcionamiento, esto es, a su pensamiento, lenguaje, conducta y relaciones con los demás. Uno de los instrumentos aplicados como parte de la evaluación fue la Escala de Inteligencia de Wechsler para Preescolar y Primaria (WPPSI) (Wechsler, 2002), a través de la cual se constató que Pablo presentaba un cociente intelectual (CI) global de 48, destacando más en las pruebas manipulativas que en las verbales. La puntuación obtenida en el CI total denotaba una discapacidad intelectual moderado. Por otra parte, los análisis médicos y las pruebas de laboratorio efectuadas no revelaron ningún problema físico en el organismo de Pablo. Tampoco se apreciaron alteraciones en los reflejos o en otras áreas del funcionamiento evaluadas mediante  pruebas neurológicas neurológicas diversas. Sin embargo, otras exploraciones exploraciones neurológicas diferentes que se llevaron a cabo a través del electroencefalograma (EEG) demostraron ciertas alteraciones leves en el registro EEG que podrían ser indicativas de una disfunción cerebral generaliza- da y de una disfunción en las zonas parietal y frontal del cerebro. Contrariamente, las audiometrías llevadas a cabo constataron que la agudeza auditiva de Pablo se encontraba dentro de la normalidad. Los padres habían informado en la entrevista mantenida con el psicólogo que, desde los dos años, el niño presentaba frecuentes rabietas en las que se golpeaba la cabeza, pataleaba y pegaba a otras personas. Cuando Pablo comenzó a asistir a un centro de enseñanza preescolar, las rabietas se incrementaron sensiblemente, tanto en casa como en el colegio. Cada día, el niño organizaba cinco rabietas en casa y seis en el colegio. Además, cuando estaba en la clase, se negaba a sentarse en su mesa durante más de cinco minutos y a menudo corría a través del aula sin prestar apenas atención a menudo corría corría a través del aula sin prestar apenas apenas atención al profesor. Las rabietas de Pablo provocaban serios desajustes en casa. Por ejemplo, como consecuencia de tales conductas, la familia había cancelado algunas salidas en periodos vacacionales y acudía raras veces con el niño a lugares como el zoológico o los grandes almacenes. A pesar de que su apariencia física era extremadamente agradable (Pablo era físicamente atractivo y su peso y altura eran adecuados para su edad) y su desarrollo motor era normal, sus padres siempre habían estado  preocupados  preocupados desde los primeros primeros meses de vida del pequeño por su falta de respuesta hacia los contactos sociales y hacia los juegos infantiles usuales. A los dos años de edad, los padres de Pablo observaron que era bastante reservado y autosuficiente y que no demostraba ningún interés ni preferencia por estar con sus padres o con su hermano (cuatro años mayor que él). Sus padres también habían observado que, de manera opuesta a su hermano, Pablo no disfrutaba cuando le cogían en brazos. Frecuentemente se alejaba cuando intentaban abrazarle y raras veces los  buscaba cuando cuando se encontraba encontraba angustiado. angustiado. Así mismo, de un tiempo a esta parte, los padres de Pablo confirmaron que su hijo no parecía estar interesado en otros niños. Nunca había tenido amigos. Además de su falta de interés por los demás nunca había desarrollado un interés por hacer cosas por sí mismo, tales como, vestirse o asearse. Si sus padres insistían en que él mismo se peinara o se cepillara los dientes, el niño generalmente respondía con una de sus rabietas. La primera señal evidente del deterioro psicológico del niño se estableció en su demora grave en relación con el desarrollo del lenguaje; excepto algunos quejidos incoherentes que emitía ocasionalmente no había desarrollado ningún tipo de habla en absoluto y era  prácticamente  prácticamente mudo. En este sentido, sus padres padres llegaron a pensar pensar en un momento momento sobre la  posibilidad de que el el niño fuera fuera sor- do. do. De vez en en cuando cuando intentaba intentaba comunicarse comunicarse con con sus padres padres  poniendo sus manos manos sobre el objeto que deseaba o necesitaba. necesitaba. Más a menudo, menudo, sin embargo, embargo, Pablo se comunicaba mediante llantos y rabietas. Si quería algo que estuviera fuera de su alcance chillaba (gritaba) o se golpeaba la cabeza contra algún objeto hasta que conseguía que sus padres se lo proporcionaran. A parte de sus profundas alteraciones de la comunicación y el lenguaje, Pablo manifestaba conductas rituales y repetitivas. Frecuentemente se sentaba rodeando su  pecho con las manos; manos; desde edades edades muy tempranas pasaba mucho tiempo balanceándose balanceándose de atrás hacia delante. También con elevada frecuencia giraba los objetos, tales como, los coches de  juguete, los lapiceros lapiceros y las las pinturas, pinturas, de tal manera manera que que sus padres padres declaraban declaraban que que nunca nunca le habían

visto jugar con sus juguetes de una forma apropiada. Pasaba literalmente horas cada día colocando y recolocando cosas en su habitación, mirándose las manos, gesticulando y emitiendo sonidos incoherentes y, a veces, correteaba en su habitación haciendo círculos sobre sí mismo. A menudo, cuando examinaba sus manos las agitaba con tal violencia que parecía que intentaba separarlas de sus brazos. Por otra parte, le fascinaban las luces de colores y los objetos de tela  brillante, hasta tal punto que los miraba fijamente mientras se reía, movía las manos y bailaba. También hacía estos movimientos cuando oía música, la cual le atraía desde muy pequeño. Sin embargo, otro problema particularmente importante que presentaba Pablo radicaba en su intensa resistencia ante cualquier intento de cambiar las cosas, ya que exigía que todas las cosas permanecieran inalterables. Por ejemplo, exhibía frecuentes rabietas si su madre abría las  persianas del comedor (Pablo pretendía que estuvieran bajadas durante todo el día). No permitía que nadie le arreglara su dormitorio. En esta habitación, que compartía con su hermano mayor, mantenía escrupulosamente colocados sus juguetes de una manera precisa. La madre comentaba que le gustaba un determinado helicóptero de una caja de juguetes y que ella tuvo que ponerse en contacto con el fabricante para obtener más de cincuenta helicópteros idénticos para su hijo, dado que el niño pasaba horas alineándolos uno detrás de otro. Le perturbaba mucho que las cosas no estuvieran exactamente en la misma colocación y orden que él deseaba. Incluso,  presentaba conductas autolesivas (p.ej., se golpeaba repetidamente las piernas y se mordía las manos), especialmente cuando se producían cambios en sus actividades rutinarias. Previamente a la realización de esta conducta por parte de sus padres, Pablo había sido diagnosticado por el psicólogo de su colegio con un trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH). En clase se le exigía que estuviera sentado durante bastante tiempo y que prestase atención mientras que su profesor leía algunos relatos infantiles. Como era de esperar, Pablo no cumplía ninguna de estas dos expectativas. Por el contrario, el niño corría alrededor del aula mientras que el resto de la clase atendía a las indicaciones del profesor. Su familia pertenecía a un nivel cultural y socioeconómico alto. El padre de Pablo era  biólogo y la madre tenía un negocio propio que funcionaba con éxito. Los padres no recuerdan la ocurrencia de ningún estresor significativo u otro factor ambiental relevante que pudiera dar cuenta de la génesis del problema del niño. Pablo había tenido siempre una salud física excelente y nunca había tenido ningún problema médico significativo. Su familia le proporcionaba un gran apoyo afectivo y emocional. A pesar de que los síntomas de Pablo llevaban presentes desde los dos años, nunca había recibido ningún tipo de trata- miento psicológico previo a su remisión al hospital infantil. Por otra parte, en la familia no consta la presencia de alguna categoría de discapacidad o de algún tipo de alteración emocional.

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