EEUU y El EI - ¿Amigos o Rivales?
November 16, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Federico Verly
[EEUU Y EL EI: ¿ENEMIGOS O RIVALES?]] RIVALES? Una lectura de las relaciones entre Estados Unidos y el Estado Islámico desde la perspecti perspectiva va teórica del constructi constructivismo. vismo.
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ESTADOS UNIDOS Y EL ESTADO ISLÁMICO: ¿ENEMIGOS O RIVALES? INTRODUCCIÓN El Estado Islámico ha irrumpido en la escena internacional a principios del 2014 debido a su gran avance territorial y la conquista de ciudades claves. Frente a él, las potencias occidentales han decidido la conformación de una coalición para frenar su avance. Pero… ¿Qué los ha llevado a actuar de este modo? Este trabajo tiene como objetivo realizar un pequeño aporte para intentar dar respuestas a estos interrogantes, enmarcándose dentro de la teoría constructivista en la disciplina de las Relaciones Internacionales para analizar la política exterior tanto de los Estados Unidos como del Estado Islámico. Primeramente se definirá el marco teórico que sustenta a este trabajo. Así, se dejarán planteadas las principales variables en las que el constructivismo hace hincapié, especialmente la construcción de identidades y cómo éstas moldean y definen, en última instancia, el comportamiento de un estado. En segundo término, se plasmará una breve caracterización del Estado Islámico, sustentándose la noción de que estamos en presencia de un estado. En tercer lugar, se analizará, a la luz del constructivismo, la construcción que se realiza del Estado Islámico en los Estados Unidos, explorando la hipótesis de que se construye como un rival. En cuarto término, y desde la misma perspectiva teórica, se analizará un proceso similar desde el enfoque del Estado Islámico, donde es posible identificar una construcción del Otro como un enemigo. Finalmente, en un último apartado se recogerán las conclusiones.
CONSTRUYENDO (ME) TE El constructivismo, junto con las teorías críticas de las Relaciones Internacionales, surgirá hacia fines de la década del ’80 y comienzos del ’90 para intentar dar respuesta a la caída de la Unión Soviética y la posibilidad de cambio en el sistema internacional. Su principal exponente es Alexander Wendt, alemán residente en los Estados Unidos quién planteó en un primer artículo inicial, “ Anarquía es lo que los estados hacen de ella: la construcción social de la política de poder ”, ”,
las bases del constructivismo, que terminará de moldear en
su libro “Social Theory of International Politics”, de 1999. | Federico Verly
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Hasta la aparición de esta nueva perspectiva teórica, las identidades e intereses habían sido consideradas siempre como invariables. El constructivismo busca analizar cómo las instituciones internacionales moldean las identidades y los intereses, siendo éstas variables dependientes del conocimiento intersubjetivo entre los actores. La anarquía, que pareciera ser algo dado y una de las pocas características indiscutibles dentro de la disciplina, es analizada y planteada como una institución social construida. La estructura interna está definida, inicialmente, no por la distribución de las capacidades materiales sino por las creencias y expectativas que los estados tienen sobre el resto. Para el constructivismo los actores actúan hacia otros a partir de la significación que esos otros tengan para ellos, en el conocimiento que se tiene de ese sujeto y la interpretación de sus acciones dentro de ese rol. De allí se desprende esa distribución de conocimiento o, en palabras de Wendt, cultura. Este autor prosigue su razonamiento afirmando que la anarquía existente puede tener distintas lógicas basadas en el rol que domina en el sistema, sea este enemigo, rival o amigo. Cada uno de ellos da lugar a una cultura distinta: Hobbesiana, lockeana y kantiana. Esta cultura existirá en la medida en que los actores se tengan en cuenta unos a otros y compartan creencias sobre el rol propio y del otro. Las normas culturales, así, pueden ser internalizadas a partir de la coerción, del interés individual basado en un cálculo de costo beneficio o a partir de una creencia en su legitimidad. Sólo en esta última la estructura social constituirá a los estados. En la cultura hobbesiana, el Otro es visto como un enemigo al que no se le reconoce el derecho de existir y frente al cuál no se limitará la violencia. De esta caracterización se desprenden cuatro lógicas de política exterior: Los estados responden al enemigo actuando como revisionistas; la toma de decisión no contempla el futuro y se basa en el peor escenario posible; las capacidades militares son vistas como esenciales; y, en el caso de una guerra, se luchará sin restricciones. En esta cultura, el Yo termina reflejando lo que el Otro piensa de él, confirmando su idea inicial. No importa si el Otro realmente representa una amenaza o no, una vez percibido como tal ya se mantiene ese rol. Esta cultura, a su vez, genera cuatro tendencias a nivel macro: Guerra endémica e ilimitada, alta tasa de
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mortalidad de estados ineptos, necesidad del establecimiento de un equilibrio de poder y la imposibilidad de una neutralidad o no-alineación. Respecto a la cultura lockeana, el rol preponderante es el del rival. Las representaciones del Yo y el Otro siguen basados en la violencia pero son menos amenazantes. Se espera que los rivales actúen respetando la soberanía del otro y no busquen dominarse y conquistarse. La rivalidad tiene cuatro implicancias sobre política exterior: Los estados tienden a comportarse como statusquistas; los estados se comportan basados en racionalidad; el poder militar todavía es relevante aunque no determinante; y los rivales limitan el uso de violencia. A nivel macro, se generan cuatro tendencias: La guerra está aceptada pero es limitada, hay una baja tasa de mortalidad de actores, los estados tienden a equilibrar el poder y la neutralidad y no-alineación se permiten. p ermiten. En tercer lugar, la cultura kantiana se basa en el concepto de amistad. Los estados resuelven sus disputas sin recurrir a la guerra o a la amenaza de fuerza y hay una concepción de seguridad colectiva, donde si la seguridad de uno es amenazada todos responderán. Esto no implica, claro está, una ausencia de conflictos. La cultura kantiana, en cierta medida, cuestiona la idea de anarquía. En conclusión, el constructivismo pretende resaltar la importancia de las ideas y culturas compartidas manifestadas en la estructura social. Esta estructura moldea no sólo la conducta sino también los intereses. Tres culturas puede adoptar este conocimiento intersubjetivo, entendidas como tipos ideales: Hobbesiana, lockeana y kantiana. De ella se desprenden ciertas lógicas de política exterior y tendencias en el nivel macro.
¿ESTADO O NO ESTADO? ESA ES LA CUESTIÓN Wendt parte de una noción del estado como actor principal del sistema internacional. Si bien múltiples autores asegu aseguran ran que el Estado Islámico es un grupo terrorista este apartado pretende dar cuenta de la evidencia que sustenta un entendimiento de este actor como un estado propio, entendiendo que “La
proclamación del Califato por el líder de la
organización Abu Bakr al Baghdadi el 29 de junio de 2014, en un territorio que cabalga la frontera entre ambos países, ilustra la ambición proclamada de construir un verdadero
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Estado por quienes eran hasta hace poco un pequeño grupo salafista-yihadista entre muchos otros” (Luizard 2015:2). Wendt, en los comienzos de la segunda parte de Social Theory of International Politics, se adentra en la definición del estado. Para realizar una definición “esencial” del estado, este autor recurre a pensadores marxistas, weberianos y pluralistas. De este modo, Wendt subraya que los estados deben tener cinco propiedades: Un orden institucional-legal; una organización que reclame el monopolio del uso legítimo de la violencia organizada; una organización con soberanía; una sociedad; y un territorio. Primeramente, Wendt señala que la estructura institucional-legal está dada por las normas, reglas y principios que regulan las relaciones y resuelven los conflictos dentro de la sociedad. Siguiendo la teoría marxista, este autor plantea que esta estructura estará dada por la distribución de tres elementos materiales: Los medios de producción, de destrucción y de reproducción. El Estado Islámico cuenta con una estructura institucional-legal. En este caso, esta estará dada por la posesión del Estado de los medios de producción y destrucción, dejando en manos de la familia los medios de reproducción biológica. El Estado Islámico cuenta con mecanismos de explotación petrolera que cumplen el primer supuesto y una estructura policial y jurídica donde descansa el segundo. En este sentido, el Estado Islámico cuenta con un ejército y una estructura policial que aplica sus leyes. Esta policía se divide en una policía islámica responsable del cumplimiento de la ley y la seguridad pública y la “hisba”, una policía moral religiosa. Dentro del Estado Islámico es posible identificar distintas cortes que dan soporte, soporte , justifican y respaldan el monopolio de la fuerza. Así, se observan 3 áreas: Una primera encomendada a reclamos contra funcionarios públicos y combatientes comb atientes del ISIS; una segunda que se en encarga carga de las violaciones a las leyes del Estado Islámico, y una tercera referida a los crímenes relacionados con la policía moral religiosa. En este sentido, “El EI logró presentarse como un verdadero estado de derecho comparado con el dominio mafioso del gobierno de Bagdad” (Luizard, 2015:3). Respecto al monopolio del uso de la fuerza, y si bien las fronteras del Estado Islámico no están claramente definidas, este ejerce el monopolio violencia organizada dentro de un territorio. Este se observa no sólo a partir del ejército que se encarga de la defensa exterior sino también del establecimiento de policías y del sistema jurídico que respalda y legitima a 4 Federico Verly|
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estos actores a nivel interno. Este monopolio se sustenta en dos variables: Las agencias del estado no resuelven sus disputas a través del uso de la fuerza y existe una unión entre las instituciones del estado, donde una amenaza a una es vista como una amenaza a todas. Finalmente, este monopolio se encuentra legitimado ya que, como fue mencionado anteriormente, el Estado Islámico cuenta con apoyo de la población, que en muchos casos lo ve como un liberador. Soberanía es la tercera variable en la que Wendt hace hincapié. Esta es dividida, por el autor, en soberanía interna y externa. La primera implica que es el estado la máxima autoridad política: “Después de que todo se ha dicho y hecho, son los estados, más que la iglesia, corporaciones, o ciudadanos privados, quienes tienen el derecho a tomar la decisión final (Traducción propia)” (Wendt, 1999:206). En este sentido, la sociedad reconoce y acata la autoridad del Estado Islámico para tomar decisiones. La soberanía externa está dada por la ausencia de una autoridad superior al estado, lo que no involucra una relación con la autonomía o no que pueda tener este. Así, el Estado Islámico no tiene tampoco una autoridad superior externa aunque es preciso destacar que no es reconocido por otros estados aunque: “Un estado puede tener soberanía externa aún si no es reconocido por otros estados (Traducción propia)” (Wendt, 1999:208). No obstante ello, el reconocimiento, para el constructivismo, es esencial para reducir los efectos de la anarquía. El cuarto aspecto mencionado por Wendt es la sociedad, sobre la que se impone esa autoridad. El estado presupone una sociedad, lo que también es verificable en el Estado Islámico. Éste se impone sobre una determinada población que acepta y cumple sus reglas, compartiendo cierto conocimiento entre ella. Schinder (2015), siguiendo esta línea subraya que el éxito del Estado Islámico estará basado en tres variables: “a) la efectividad en la satisfacción de las necesidades básicas, b) la legitimidad en la provisión estable de servicios sociales, y c) la seguridad de la vida de los civiles por medio de las fuerzas policiales y del sistema judicial” (Schinder, 2015:16). Finalmente, Wendt hace referencia a una última variable que es preciso que un actor cumpla para ser considerado un estado: Territorio. Nuevamente, y resaltando siempre que las fronteras del Estado Islámico no son claras, este controla un determinado territorio. Rott, Sejas y Arena aseguran que el “EI administra en forma ininterrumpida las ciudades de | Federico Verly
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Mosul, la capital del Daesh, Fallujah, Ramadi, Al Qaim y Rutba en Iraq y las ciudades sirias de Palmira, Raqqa y Tabqah, y se encuentra en enfrentamiento territorial por las ciudades de Alepo, Kobane y Deir al Zor en Siria” (Rott, Sejas y Arena, 2015:12). Wendt, en este sentido, señala que es posible que un estado tenga límites territoriales poco claros pero eso no genera que deje de serlo. Si bien en los últimos meses en medios med ios occidentales o ccidentales se han anunciado pérdidas territoriales como consecuencia de los bombardeos, ciudades importantes como Mosul se encuentran aún bajo su dominio. Incluso este estado cuenta con una capital, Raqa. En conclusión, Wendt subraya que “el estado esencial es una organización arraigada en un orden institucional-legal que respalda a este con soberanía y un monopolio del uso legítimo de la violencia organizada sobre una sociedad en un territorio (Traducción propia)” (Wendt, 1999:2013). Casi parecieran responder Rott, Sejas y Arena al señalar que el Estado Islámico cuenta “Con un ejército de aproximadamente 30.000 personas, territorios bajo su control, leyes y jueces propios, impuestos que se recaudan a diario, control de campos de petróleo, un califato liderado por Abu Bakr al-Baghdadi, símbolos notorios —tales como bandera e himno propio— y la representación del pueblo sunita” (Rott, Sejas y Arena, 2015:7).
¿RIVALES? Estados Unidos, desde el 2014, está llevando adelante una política ofensiva contra el Estado Islámico con bombardeos constantes a su territorio. Primeramente, Estados Unidos avanzó unilateralmente en este accionar, aunque luego fomentó la creación de una coalición internacional con la participación de alrededor de 40 estados, dando paso a la “Operation Inherent Resolve”. En el último tiempo se ha observado cierto éxito militar de esta ofensiva, limitando la expansión del Estado Islámico e incluso logrando su retirada. Sin embargo, Estados Unidos se resiste al envío de tropas terrestres, que sería esencial asegurar su victoria final, ni utiliza todo su armamento disponible. Ahora bien ¿Cómo se explica la decisión estadounidense de impulsar esta política exterior? ¿Son únicamente las capacidades militares del Estado Islámico las que revelan este accionar? ¿O es la construcción social que se realiza del Estado Islámico?
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La tentación de afirmar que Estados Unidos tiene una visión del Estado Islámico como enemigo se vuelve grande, aunque una revisión más exhaustiva de este concepto en Wendt comienza a presentar dudas e inquietudes. De acuerdo a este autor, cuando el Otro es visto como un enemigo no se le reconoce el derecho a existir y no se limitará violencia en su enfrentamiento con él. En principio, parece evidente la negación de la existencia del Estado Islámico a partir de la búsqueda de su derrota. En múltiples discursos, e incluso durante su visita a la Argentina, Obama afirmó que es una prioridad de Estados Unidos la destrucción del Estado Islámico. Así, por ejemplo, Obama, acerca del Estado Islámico, sostuvo: "Les destruiremos. Recuperaremos las tierras en las que se encuentran actualmente, les quitaremos su financiación, perseguiremos a sus líderes, desmantelaremos sus redes, sus líneas de suministro y les destruiremos". Sin embargo, y si bien discursivamente las afirmaciones de Obama resultan terminantes, no se ha visto una acción que sea equiparable a esa contundencia. Estas aseveraciones que parecieran mostrar y justificar una ilimitada violencia no se condicen con la actuación que realmente Estados Unidos está llevando adelante en la región. La segunda condición que Wendt establece, que no se limitará la violencia en su enfrentamiento, no encuentra sustento en la política exterior estadounidense. Estados Unidos continúa con su política de bombardeos aéreos pero Obama una y otra vez ha aseverado que no se enviarán uniformados para combatir en el territorio ni se utiliza todo el armamento disponible. Tampoco las lógicas de política exterior que Wendt asocia al rol de enemigo se vislumbran en el relacionamiento con el Estado Islámico. En primer término, Estados Unidos no se comporta como revisionista ni busca revertir el status quo, sino más bien mantenerlo. En este sentido, y aunque Obama así se pronuncie, no intenta verdaderamente “destruirlo o conquistarlo (Traducción propia)” (Wendt, 1999:262) sino más bien controlarlo. El éxito actual de limitar su expansión pareciera ser suficiente para Estados Unidos. Sus decisiones no se guían bajo la premisa de “mata o muere” sino por el interés de controlar los daños. En segundo lugar, tampoco Estados Unidos estaría actuando basándose en el peor escenario posible. Si considerase que el Estado Islámico puede poner en riesgo su supervivencia posiblemente su accionar fuese distinto. En este sentido, en su último discurso frente al Congreso, Obama sostuvo: "El Estado Islámico no es una amenaza para la existencia de | Federico Verly
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Estados Unidos". Asimismo, las decisiones que lleva adelante el Estado Islámico contemplan el futuro. Obama, al negar el envío de tropas, dejó entrever que no se podrían repetir los errores del pasado, aludiendo implícitamente a la invasión a Afganistán e Irak. En tercer término, las capacidades militares sí son importantes pero no parecieran ser esenciales como consecuencia del método de lucha del Estado Islámico. Siguiendo a Nievas, el método terrorista implica una acción violenta con efectos psicológicos desproporcionados respecto a su daño material (Nievas, 2006). De esta manera, no se precisa una u na capa capacidad cidad militar de enver envergadura gadura ppara ara provocar un perjuicio importante dentro de un estado, por lo que las capacidades militares pierden cierta relevancia. Finalmente, Wendt señala que, en caso de guerra, se luchará sin límites. Esta dinámica tampoco es visible dentro de la relación, como fue planteado anteriormente. Estados Unidos no utiliza todo su arsenal disponible para enfrentarse al Estado Islámico ni ha decidido una intervención militar que involucre el envío de contingentes militares. De esta manera, dentro de los tipos ideales de roles que Wendt identifica, la construcción del Estado Islámico está más cerca de rol de rival que de enemigo. Si bien la violencia sigue siendo el eje de la relación “estas representaciones son menos amenazantes (Traducción propia)” (Wendt, 1999:279). Existe, de algún modo, un cierto respeto estadounidense a la no reconocida soberanía estatal del Estado Islámico. Esta decisión de limitar su violencia no pareciera estar dada por una concepción de soberanía como derecho sino a partir de un cálculo de costos y beneficios. Las lógicas de política exterior que Wendt identifica con el rival sí encuentran cierto sustento en las acciones de Estados Unidos. Primeramente el respeto, de un modo u otro, por la soberanía del Otro. Existe este respeto implícito en el comportamiento estadounidense que no termina de avanzar sobre la soberanía de este actor. La segunda concepción esta dada por el comportamiento racional, más relajado, calculando los costos y beneficios y un horizonte temporal mayor. Esto se condice con las decisiones estadounidenses de no enviar tropas pensando en los efectos posteriores. En este sentido, Obama durante su visita a Argentina declaró: ""El El combate del ISIS debe llevarse a cabo de manera inteligente". 8 Federico Verly|
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En tercer lugar, el poder militar, como fue consignado previamente, es importante pero no resulta esencial como consecuencia del método de lucha del Estado Islámico. Estados Unidos es consciente que el Estado Islámico puede realizar ataques en su territorio, pero esta preocupación no está dada por la capacidad militar de este actor. Finalmente, en el caso de guerra, “los rivales limitarán su propia violencia (Traducción propia)” (Wendt, 1999:282). En el contexto contex to ddee guerra guerr a actual, Estados Unidos limita el uso efectivo de su fuerza sin recurrir a todo su armamento ni enviando tropas para un enfrentamiento terrestre. Los ataques quirúrgicos son la herramienta elegida por este actor. En el mismo sentido, Obama durante su discurso sobre el Estado de la Unión declaró: “El mundo nos mirará para que ayudemos a resolver estos problemas, y nuestra respuesta necesita ser más que hablar fuerte o pedir bombardeos masivos a civiles”. Es preciso, en este punto, recoger una de las tentativas que Wendt deja planteadas en su obra. Este autor sostiene que, desde la Paz de Westfalia, la cultura anárquica hobbesiana ha dado paso progresivamente a una cultura lockeana. Estados Unidos se encuentra inmerso en esta lógica, lo que incide en su representación del Ser y del Otro. Esta cultura genera ciertas dinámicas en un macro-nivel, como fue reseñado previamente: la guerra es aceptada pero limitada: en general el número de estados suele mantenerse constante; estos van a buscar equilibrar le poder para mantener el orden y, finalmente, la neutralidad o no alineación es permitida. Es posible que dentro de estas tendencias tendenc ias Estados Unidos encuentre dificultades para construir con struir una visión del Otro como enemigo. Como es reseñ reseñado ado por Wendt existe una dificultad en pasar de una cultura lockeana a una hobbesiana anterior. De esta manera, estando Estados Unidos inmerso en esta lógica, rutiniza e internaliza estas dinámicas, lo que dificulta la construcción de un Otro como un enemigo. La visión del Estado Islámico como rival podría estar en relación con esta particularidad. En conclusión, y en atentado contra el instinto inicial de asegurar que el Estados Unidos construye al Estado Islámico como un enemigo existe más bien una construcción de este como un rival. Los distintos discursos y declaraciones de Obama generan esta significación del Otro a partir de su negación del envío de tropas, sus cálculos de escenarios futuros y su prudencia para actuar racionalmente. Esta construcción se condice y explica el accionar definitivo de Estados Unidos y posiblemente esté relacionada con la cultura lockeana que | Federico Verly
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se ha desarrollado en los últimos siglos, incidiendo en el conocimiento intersubjetivo compartido entre los estados.
¿ENEMIGOS? El Estado Islámico, desde su fuerte irrupción en el 2014, pareciera no tener una política exterior
específica respecto a Estados Unidos. Si bien se han realizado llamados a realizar atentados en territorios estadounidense aún no se registran acontecimientos de este tipo, aunque resulta imposible determinar si por falta de voluntad o por el desbaratamiento de la inteligencia del país occidental. Tampoco se registran enfrentamientos directos en territorio dominado por el Estado Islámico debido a la forma de combate aérea de Estados Unidos. Sin embargo, mientras desde Estados Unidos es posible identificar una construcción del Estado Islámico como rival ¿Con que visión del Otro se identifica a Estados Unidos desde el Estado Islámico? ¿En qué medida esta construcción puede incidir en los intereses y comportamiento de este actor? Desde el Estado Islámico la construcción de Estados Unidos está asociada a Occidente. Se identifica a esta cultura con la barbarie y la degradación. A partir de una exégesis religiosa del Corán se busca la implantación de un califato islámico guiado por la Sharia y llevando adelante una yihad contra los infieles extranjeros e internos. La construcción del Occidente se desprende de este fundamentalismo religioso y la interpretación extremista Islam. El Estado Islámico se aferra a distintos versículos de suras promoviendo una yihad, una guerra santa, tanto en una dimensión interno como externa. Esta segunda esfera está dada por la batalla contra el Occidente, con quién se asocia la barbarie, el oprobio op robio moral y la explotación. Esta dimensión se refuerza en la medida en que Occidente responde atacándolos. Desde la cúpula del Estado Islámico se realiza esta lectura religiosa de Occidente que decanta a sus partidarios y se perpetúa en una lógica dialéctica en la medida que Occidente continúa con sus bombardeos. Se genera, así, una construcción de Occidente como un enemigo. Primeramente, el Estado islámico no reconoce el derecho de Occidente a existir. Continuamente convoca e insta a la guerra contra este enemigo y no presenta límites en su enfrentamiento contra él. El Estado Islámico utiliza todos los mecanismos a su disposición 10 Federico Verly| 10
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a pesar de que ello no suponga una real posibilidad de destrucción de alguna de las potencias occidentales. Tras los atentados en Bruselas, Bru selas, a través ddee un comunicado el Estado Islámico aseguró que: “lo que viene será peor y más amargo”. Asimismo, respecto a las lógicas particulares de interacción a partir de esta construcción del Otro, el Estado Islámico se muestra como un estado revisionista que desconoce y no respeta la soberanía de Estados Unidos. Así, por ejemplo, el Estado Islámico se expresaba tras los atentados en Francia a fines del año pasado: “Hacemos saber a Francia y a sus aliados que seguirán en el primer lugar de los objetivos del Estado Islámico y que nunca serán inmunes a la muerte”. Pareciera, a su vez, que el Estado Islámico se guía teniendo en cuenta el peor escenario futuro, por lo que continuamente se enfrenta en combates con pocas chances de triunfo. Debido a los bombardeos constantes el Estado Islámico no tiene posibilidades de plantearse panoramas futuros ya que su supervivencia, a diferencia de Estados Unidos, siempre está riesgo. La lectura religiosa de estos ataques potencia la construcción del Otro como un enemigo, donde el Otro refleja lo que se piensa de él, confirmando la idea inicial. Las capacidades militares son cruciales para el Estado Islámico en relación con la mantención del territorio. Estados Unidos, si bien no participa con tropas directa, envía apoyo militar a los combatientes del Estado Islámico, por lo que este último precisa necesariamente equipamiento militar para hacer frente a estas amenazas reales a su supervivencia. Estas capacidades, además, signarán las posibilidades de dañar a sus enemigos. Finalmente, al ser el otro percibido como un enemigo, no habrá límites en la violencia ejercida en el combate ya que esto implicaría una desventaja. Como puede ser observado, el Estado Islámico no limita su violencia en su enfrentamiento con Occidente, buscando generar el mayor impacto posible a partir de sus limitadas capacidades materiales. Esta lucha está inmersa en la lógica de “mueres o muero”. Abu Bakr al Baghdadi, líder del Estado Islámico, declaró en noviembre del 2015: "Ni siquiera si quedase un solo soldado, nunca va a abandonar la lucha ya que desafía la humillación y la injusticia".
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Si bien en el apartado anterior se planteó la idea de Wendt de que la cultura hobbesiana ha dejado paso a la cultura lockeana de rivalidad es posible plantear la hipótesis de que, en Medio Oriente, existe una cultura hobbesiana subsistémica que prima por sobre una posible cultura lockeana “mundial”. En este sentido, el Estado Islámico emerge dentro de una lógica cultural distinta a la estadounidense. En esta subregión prima la visión del Otro como un enemigo, lo que implica cuatro tendencias estructurales: Guerra endémica e ilimitada que puede surgir en cualquier momento; una alta tasa de muerte de estados; la necesidad y dificultad de balancear el poder; y la imposibilidad de adoptar una política neutral. Desde estas tendencias resulta compleja la posibilidad de construcción de un Otro que no sea un enemigo, lo que promueve desde una lógica sistémica la construcción de Estados Unidos y Occidente como tal. En conclusión, desde el Estado Islámico hay una construcción de Estados Unidos como un enemigo. Esta se sustenta, primariamente, una exégesis religiosa que justifica y fomenta la lucha contra el infiel occidental. Sin embargo, esta se potencia y perpetúa a partir de las acciones bélicas occidentales, que son comprendidas a través de esta interpretación religiosa. Así, esta visión moldea la identidad y los intereses del Estado Islámico, enmarcando su comportamiento. El entendimiento de Medio Oriente como una región donde prima la cultura hobbesiana favorece esta construcción.
CONCLUSIONES Este trabajo pretende realizar un aporte a la comprensión de las relaciones entre Estados Unidos y el Estado Islámico desde la perspectiva teórica del constructivismo, donde es la construcción del Otro la que, en última instancia, explica el comportamiento de cada actor. Desde el lado estadounidense se planteó la posibilidad de que se realiza una construcción del Estado Islámico como rival mientras que éste último edifica a Occidente como un enemigo. Es esta identificación la que explica, en gran medida, el comportamiento de cada uno de ellos, reflejando ciertas lógicas de política exterior. Finalmente, se han dejado planteadas algunas hipótesis para profundizar prof undizar en futuros artículos.
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