Edmond Jabes - El Libro de Las Semejanzas

February 17, 2017 | Author: Soli Vagus | Category: N/A
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El libro de las seme,janzas Edmond Jabès

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© Jaqises Sassier (E4co Callimard)

Edmond Jab es nació.en El Cairo en 1912, en una familia de origen italiano. Murió en 1991. A partir de 1932 y hasta 1956 su principal interés fue la diftision de la cultura francesa en Egipto. En 1944 fundó con algunos amigos el Groupèment des Amities Françaises ydirigio dos colecciones de poesla: >Volviste de los campos culpabies para consagrarte a tu Oltima hora y

28 mis hojas tienen el olor de ]as cenizs de tu fe. >El libro es un momento de la herida o la eternidad. *El mundo se limita a floSOttosj>

EL RETORNO AL LIBRO

AIJI donde Ia hierba aspita sOlo a permanecer verde y el sIlex a sentar testimonjo de in separaciOn del agua y de in arena, el vmnculo se vuelve iibro y el libro universo.

El retorno del libro es la tiltima pane de una obra que prosigue su Camino en profundidad A Jo largo de un relato que nos hace asistir a Ia destruccion del amor entre dos adolescentes judIos, sin tomar nunca forma narrativa, personajes imaginarios nos conducen, a través de preguntas y de diálogos, a las fuentes del lenguaje y de Ia meditación poética, donde >.Oyes desplazarse al aire o alizarse el agua? El vInculo es Ia muda daga, fuera de su vaina; asI, Iigarse es pasar la cuerda en tomb de la hoja, es rehacer constantemente el nudo doi-ide el nudo es imposible. *La libertarj está en el vmnculo que nos remite al misino vinculo. >Vivo, he aquI el milagro. Soy Ia vida del vincuJo en el nudo cercenado >>Te necesito, hombre del alto y del halo; no para seguir existiendo sino, al contrario, para fijar en Ia tinta ci térmjno de mi vicla. '>Entre cenizas y semiHas de incendio.

29 es una interrogacióri de Dios*. Libro escrito dos veces, en ci libro y fucra de él. Doble experiencia donde la conclición de la palabra se confunde con la condichin judIa, pues >Signo con signo o signo en ausencia de signo. >>A1 final de ]as horas descontadas que la aurora rebana; al final del camino donde Sara perdió a Yukel, donde el judlo muno con el judlo para preservar su fe, ci retorno al libro es retorno a la savia y a! juramento. *No tendras que rendir cuentas más que a ti mismo, ci dia en que edifiques sobre tus cuentas. A tu vez, después de ml y conmigo, sé el lecho del tiltimo hbro.>>

YAEL

Esta obra comprende dos panes: El hem p0 antes del relato —que es la obsesiOn— y El tiempo del relato que se presenta en forma de diario. Una mujer, Yael, se debate entre un pasado si-

>

30 lencioso, figurado pot un iitho que nació muerto, y el porvenir que ella desea. Ella es Ia Palabra del libro y la ánica que tiene un nombre. El hombre al que está unida, excedido pot sus mentiras, en un gesto de desesperacion cree haberIa eliminado. De hecho, es a su propia vida que pone fin y este asesinato es el suicidjo del Creador en el seno de la Creacion Tras Jos rastros de Yael, el narrador eniprende una bthqueda angustiosa de Ia verdad hasta tomar conciencja —como recuerdo vago pero pertinaz-__ del crimen original. AsI se interroga el Iibro, testigo de una edad oscura, revelado pot cada cenrella del tiempo que éI destruye. 1967

ELYA

En el relato precedente, Oh Yael, tu nombre Yael se identjfj caba con el row en el Otto extremo

31 Verbo, donde el hombre carece de mensaje. La historia del niflo de su primer amor, nacido muerto, a la que Yael debla —quizá a precio de muerte— asociar a Elya, se inserta a continuacián de este libro. >Hay lo que nos acaba y que luego acaba con Jo que, aunque acabado, contiene nun una parcela de flosotros. >>Existe un acabamiento contemporanee de todo acabamiento pete que resiste a éI Para consumarlo en su potvefljr. '>Aely, potencja de Ic más Lejano. .poterjcja de Ic más lejano y jamds concebido. >Recompondria Ia nada nuestro nombre ccmenzando por la ultirna letra? Oye respimar el tiemp0. La respiracion de Ia eternidad es impercepti ble.>>

33 ('EL' 0 EL ULTIMO LIBRO) El relato nace del signo y nos remite a! signo. Todo escrito nos propone su pane de relatoi Hace diez aflos, ilevado pot ci movimiento del circulo, un libro —idéntico pero distinto— Ileva, cada vez más lejos, su propia interrogación; pregunta incansablemente retomada en los confines de su inseguridad. Ninguna palabra fue después pronunciada.>>

II LA CUESTION DEL LIBRO

El autor del libro del cual se trata se oculta bajo diferentes seudonimos que, desde el comienzo del juego, se presentan cotno voces de todos los tiempos y —de inmedjato_.-. como set-es a la vez familiares y extrarijeros: ocurre que el autor es en si mismo ajeno a su propia persona y el libro —mientras se sostenga que el libro del que ha sido instrumento le pertenezCa— es, de hecho, el libro vehiculo de todos los libros; segura ganancia, pero a la vez pérdida del libro ajeno al poder del escritor. Siendo ilimitado, ese libro no se halla. Acompana a los nuestros. Los inspira. Si existiera, serla un model-i. No existe, es 'a obsesion del libro y, en la práctica, su estallido, sin que pueda decirse con exactitud dánde se produjo y hasta donde foe sentido —gritos mezclados de la rnadre y del hijo?—. No es quizi rnás que grito de letras y vocablos apartándose de si mismos —como el supuesto autor de este libro se aparta de su vida, para volverse escritura escritura de

su muerte.

WI

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Quien asimila cualquier parte de El libro dc las preguntas a una teorla de la escritura se equivoca gravemente. Si teorIa hay, ella nace de una interrogación que toca tanto al hombre come a la palabra; al hombre en el instante en que se escribe, en que se vuelve vocablo. La inquietud, la angustia son su fundamento: mane a mane consigo mismo —como se da La mano, come se lucha mane contra mano— que en el libro es mane a mano de Ia palabra con la palabra surgida, tolerada, combatida; porque de pronto ella ocupé nuestro lugar y lo importante para nosotros es saber en qué nos hernos convertido, en qué universe evolucionames, a qué ritmo y por cuál camino, a lo largo de qué via y qué muerte apropiadas. Y de qué borradura fuimos victimas. Todo se hace en nosotros dentro de cierte orden y con nosotros se deshace. El libro no es mds que so irnagen, a nienos que sea lo centrario.

M Se sate del libro para volver a entrar; pero una vez adentro, no hay rns salida. Qué otra salida entonces —lo cliflcil, lo cruel, no es el accese al libro; es la salida— que la del tiempo de una respiración, con los ojos cerrados? Solo se puede escribir con los ejos bien abiertos y lo que se ye no es sino lo que se aprende a medida que se avanza, cenfiado, e que se retrocede, èspantado. El pretendido autor de El libro de las preguntas

se acuerda boy de so lenta pregresión en el Libro y de su rechazo per parte de éste: expulsiOn de un Iugar

36 privilegiado, donde su libertad se ejercia a expensas de su existencia.

*

El judaIsmo estd presente doquiera que el hombre es maltratado, perseguido; pero el judlo está solo, frente a su destino. Las alegrIas de sus semejantes las comparte solo un momento; porque este alejamiento es su mayor salvaguardia. Sus vInculos se incriben en este alejamiento, en esa distancia impuesta en la que se mueve, habla y muere, como Si SU camino engendrase, sin cesar, ci carnino; como si sOlo un rollo de pergarnino pudiese contener su ley, en tanto imagen material de su errancia; como si su indefinido desenrollarse representase esta incalculable distancia, puntuada de mandamientos, que el judlo esS destinado a recorrer. El lenguaje es mezcla de semejanzas —pruebas y contrapruebas de semejanzas—. Escribir serIa entonces hacer fuego con toda semejanza, marcar con eso las etapas, los grados. Lo que percibirnos de una imagen nos la restituye segtin Jo que para nosotros significa, corno si Ia irnagen reproducida mentalmente fuese el pasaje sensible a la imagen develada, el nexo entre ella y nosotros, y también la revelaciOn de su significaciOn. La interrogaciOn se sittia en este nivel de acercamiento. El universo se designa por so semejanza con ci universo Intimo en el cual evolucionamos, por su proyecciOn en nuestro trasfondo, donde no se distingue ya lo que es de lo que no es más que semejanza confesada, agotada.

3] (La semejanza se despoja de Ia no esencial. Es Ia esencial reintroducido en el circuito de las Jormas, las ideas, las ,netá/oras y las alianzas —lo esencial,nente conservado de las relaciones entre objetos y pare niescos de objetos.

(Diremos que un pensamiento se parece a otro por su ardor tnutuo en librarse batalla. En el pensamiento de Dios, sus luchas se eternizan, reavivadas por nuestra curiosidad y nuestros prejuicion, escribia reb Abed. La eternidad es con flicto de setnejanzas. No hay eternidad fuera del pensamiento. Dios es, dondequiera que El se piense, la eternidad de su pensamiento. El libro tiene stem pre por tras/ondo, la agonla de an libro.)

El (Dos pensamientos no son sino una misma centelia reivindicada pot cada uno de c/los. No hay pensamientos idénticos. - Elios difieren siempre en algün punto. Pot ejemplo: uno brilla menos o mds que el otto. Lo que acude es Ia pensamiento posesivo. Puede, sin embargo, que lo que venga sea solo ci retorno imprevisto de an pensamiento herido. gPagamnos, al pensar, el precio de cada pensamiento? Y cuál es ese precio? La sangre que irriga tu cerebro, decia reb Abousir, es la sangre derramada por (us pensamictuos; la sangre que tá derramas.> Y agregaba: * Nuestros pensamientos no pueden costarnos ma: que los cinco litros de sangre que contiene nuestro cuerpo. '>Al canalizar nuestra sangre, el cuerpo ha ernplazado la red de nuestros pensamientos. Somos, de es/c modo, un cuerpo recorrido pot pensamientos antiguos y actuales.

40 "Salud del cuerpo! iFs peranza del pensamiento! eEl porvenir está en la sangre?s, preguntaba reb Azuel. Caminas. El pensamiento ma, cha con/igo; pero el pensamiento esM siempre en martha. Es pues, simultáneamente, un pensamiento en marcha y tu cuerpo que marcha; pero el cuerpo no se desplaza jamás al ritmo del pensamiento. El pensamiento reinventa el cuerpo, cuerpo emergente a imagen del pensamiento; imagen —cambiante— que sus/entamos. Tu cuerpo es tin libro de pensamientos que no sabriamos leer en su totalidad. tEI libro de Dios es/a en nuestro cuerpo), decia reb Gad-) —Al margen de nuestras pertinentes lecturas, una palabra ilegible queda como vocablo en potencia. Ocu1tándose a la mirada, escapa a la nada?

41 SerIa el ojo, en ese caso, at arma fatal, anna preferida de la muerte? —Lo invisible es escritura a la espera; de esperanza posible e imposible. Somos asi inducidos a abordar ci libro. Lo que se lee es siempre tributario de to que está por leerse. —Y la came, por toda palabra, se hizo came para set corrompida por el verbo donde Dios, acorralado, renunció a! supremo poder, frente at poder mdcterminado del hombre.

(-Oh amor mb, escribia Yukel a Sara, Dios es/a despues que nosotros, como N dia en que nuestro amor nos será devuelto)

Ed, o la primera nube

una nube, Ed, subia de la tieria y embebla toda la superflcie del sudo.>' (Genesis 11-5-6) Con miras a la creacián del hombre, Dios hizo subir La nube del abisnio hasta Los ciclos para embeber la tierra, y el hombre fiic creado de la manera en pie ci panadero agrega agua y luego amasa el pan.' (Comentario de Rasehi sobre Genesis 11-6)

EXTRA-MOMENTO DEL LIBRO, I

(Existo porque La me conoces, dec/a. Dc ti proviene ml semejanza. eQue es ci Pensamiento sino la pensada por todos los pensatnientos sacri/icados en su nombre; la Seme)anza interrogada a través de la interrogación que ella suscita al/I donde no es más que distancia librada de insidiosas setnejanzas? >EI pensamiento es fulgor descubierto an/es de la salida del sol. A ,nediodia la isa es/a' en su apogeo. Todas las sombras se parecen; todas las letras en busca de una misma palabra>, dec/as. La palabra se desliga de las semejanzas en su voluntad de privilegiar una sola. Dios no puede ser cscrito.)

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I

Quizá advino para ti el tiempo de librarte de tu nombre. Tarea larga y ardua. Es necesario que alcances tu niuerte sin identidad, desnudo y de nuevo virgen. Aquel que fuiste, se parece a ti? Lo dudas, ahora. Y sin embargo, abusaste de esa semejanza. No has sido más que la distancia, por ti mantenida, contigo mismo. .contigo, es decir ci vaclo inconfesable con el que rivalizas. Asi La disponibilidad sigue siendo la salvacion. Ma's vaclo que ci vaclo, por haber sido la loca semejanza. Prohibido fue el fruto del Conocimjento; puesto en el index por haber simulado duizura.

(Debo hablarte de esa inocencia que es la creación: ana setncjanza concretada. El antedlia es la no scmejanza mantenjda en estado larval. La vista no es mds que planta ciega,

47 tallo disputado POT las hrumas, y ci oldo, tin caracol deshabitado; pianta disputada por las brumas del espiritu y caracol infortne en la nostalgia de Dios, en la nostalgia del hombre todavia no hombre y de la mu/er ya mu/er. Y ci hombre existió por la mu/er y la tierra, POT el hombre en exilio, desde la primera gota de roclo. Asi nació la mirada y, con ella, la seinejanza de los reinos entre ellos, de las especies entre ellas y de la naturaleza con la na/uraleza, y la inteligencia apoyada en la mirada y el oldo, y la mano ligada por todo el cuerpo a la inteligencia. Dios se reconoció en Dios; pero el hombre cuestionó ci inundo, en su prisa por Iibrarse del Creador. Todo ado de creación es ado contra la obra de Dios y el libro, el estallido de su semejanza con el Libro divino. Asi, sobre cada libro pesa, a la par, la alegria y el dolor de Dios, decla.)

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Hay que creer en et libro para escribirlo. El tiempo de La escritura es el tiempo de esa creencia. Creo. Escribo; pero cree el libro en ml? Ab, obrar de manera que los vocablos crean en uno. Dar garantias.

48 La semejanza obra al nivel de la creencia. No hay libro fuera de so semejanza con el libro, doride falta la creencia. Greet pan crecer. Avanzar en el libro como se avanza en edad, como se adquieren conocimientos. .de la primera infancia a 'a plena madurez; de ]as primeras horas torpes del pensamiento a las más temerarjas.

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Pensar, escribir, es hacerse semejante. La escritura, el pensamiento, no son sino proximidades sutiles de semejanzas, juegos de aproxirnación; fuegos combinatorios enfrentados con su nada, cara al objeto. Pensar lo otro es perpetuar la semejanza. No hay irnpensado semejante, El tiempo marca la semejanza. La eternidad Ia borra. El fuego obra su semejanza en el fuego.

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49 (El pensamiento dna/ía ci pensamiento para justi/icarse ante sus pro piUs ojos —y para pelearse con la seme)anza. - la Scmejanza que es, para ci pensamiento, pensamiento para dis-pensar como se deshace lo que cstá hccho o se dcspianta lo que está plantado: lo ya pensado. En la evolucion del pensamiento —corno en la crcación— ayer es La sombra de mañana, de (a que .curgirá la ciaridad.. El pensamiento intrigado se acerca a lo impensado, como los peces que tocan tierra. Lo irnpensado, para el PCZ, es la tierra. E1 precio de un Iibro es el precio de una a!ianza.>> Cuerpo recobrado en los rumores de un cuerpo. El alma es una palabra hinchada de sangre lejana. TO no acabas, oh mi semejante, de terminar en el mismo vocable. Nuestra pluma abreva en las venas del instante.

(Des/ile de /iguras. Loca noche de fiesta. La scmejanza inter preta cu muerte, su semejanza. Maldicidn que pesa, desde ci origen, sobye toda /igura, sobre toda fiesta donde es/aha 14 figura: ese espacio de ii. dimensiones.

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La muerte es toda medida dc horizonte.)

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(La verdad es la serena materialidad de Dios.)

Dar pot verdadero lo que, quizá, sólo es parte de la verdad que lo autentifica; un paso más al borde del abistno.

63 El vaclo nos vacla. Jr hacia la verdad seria entonces dejarse vaciar. Contra ci cuerpo, pero con todo ci cuerpo. La via del vaclo que es camino de verdad es via desprovista de sospecha. Franquear el obstáculo, la lógica. La lógica que preserva, gracias a la cual sonlos preservados. La vida no preserva ma's que la muerte; reserVa; nos reserva y SC reserva. La vida no es más que la muerte que vibra,

EXTRA-MOMENTO DEL LIBRO, II

El significado del suicidio del escritor es, quizá, éste: dat al fin un sentido a lo que no lo tiene y de Jo cual fue presa. 10h muertel Duradera morada. No me he abstenido, desde hace más de un aflo, de escribir para abordar directamente mi semejanza con el hombre que creo ser, como si sdlo apartdndorne de las palabras, de su exigencia y de su ruido esa semejanza pudiera revelarse a mis sentidos, a mi mente? eY acaso no he tornado ejemplo del vocablo mismo que necesita del servicial intervalo para confrontar, desde la requerida distancia, sus rasgos con los de otros vocablos y compartir, al fin de cuenta, su destino con el de aquella palabra en la que se reconoce? .pero no soy taxnbien y siempre, una palabra de tinta de mis dedos, palabra errando de frase en frase, de libro en libro, y que quizá ya no se ye ni se prcnuncia más? (La dictancia, el silencio nos permiten vernos, donde no se nos ye.

65 Dios Se ye donde El no ye más, a través del in/inito silencio; la in/inita distancia. Te asemejas a ml; epero quién otro, más que Ia', lo sabeP>, deci a. 4No Ic me asemejes en lo que hago, sino en lo que callox., decia ademási

• .un libro en la muerte del libro, como el semejante en semejanza con la muerte. Juegas a perdedor. Juegas per la no seniejanza: por la vacuidad de la Nada. La ilegibilidad de to legible es, quizá, el extremo de la transparencia.

EXTRA-MOMENTO DEL LIBRO, III

Supongo que el libro estd escrito; la historia, contada. El libro nunca está escrito, la historia jamás está contada. Supongo que sabes lo que vas a leer y que vas, por ende, a descubrir en lo que todavIa no está escrito, lo que sabes que lo estuvo en alguna pane; precisamente en ese libro que escribi y que leIste —a que no has leldo. Como si el libro se escribiese en el recuerdo, o en el deseo que de éI guardas. > > , Ic preguntó, un dia, uno de sus discIpulos. El aliento se asemeja al aliento y la asfixia a la asRxi; como la muerte y la vida se parecen en su obstinaci6n por vivir y par morir. Ninguna pradera para ese grado de sometimiento.

67 Lo que CS SC parece a lo que es hasta alil donde no es más que su semejanza con la nada de la nada. Estaremos siempre sorprendidos pot nuestras irriitaciones, por nuestras simulaciones conscientes 0 inconscientes, por las analogIas consagradas, por la sutileza de ciertas similitudes.

(Dios imita a Dios para ci hombre que lo imita.)

EL ANTE-PRIMER MOMENTO DEL ANTE-LIBRO

Cuá1 es ese vaclo que cabe, pot entero, en la mano? > Y decIa aün: Hay grados, a veces imperceptibles, de semejanza. Evocatemos la semejanza del blanco con ci bianco; de lo igualmente blanco con lo perfectamente blanco; del iibro ausente con ci libro de todas nuestras ausencias.

—Te repites. Hablas siempre de la misma cosa. Has envejecido, dijo a reb Yofé, reb Samki.

96 —Digo, en efecto, siempre 'a misma cosa; pero ci instante es el instante que le sigue? Otto, salido de ml misrno, dice cada vez, Jo que dije una vez, hace tiempo; es mi modo de sobrevivir a través de ]as pocas palabras de mi verdad, Ic respondio.

EL JUEGO DE DIOS

(La promesa que Dios hizo al hombre, de un lugar para el espiritu, no es sino lugar prometido a la pregunta errante; el lugar de la pregunta —eel libro?— decia reb Barda. —Eu lugar es ml cabeza, le respondio reb Kale/, y esta cabeza es, como ml pueblo, sata tierra sin tierra. Dios es el lugar de ml alma en todo lugan, decia. Sc dieron cuenta de quc, despues de la pérdida de su lugar, se habian vuelto exiranjeros con respecto a si mismos y su inquietud topaba con la angustiosa pregunta de saber qué palabra, desde entonces, reemplazaria la suya. —Toda palabra es palabra de un lugar. eEl no lugar es todavia lugar de palabra? —La ausencia de palabra no es palabra ausente. gNo es Dios, soberana voz, la palabra plena en el silencio investido de vaclo? —Solo es audible la palabra jalible.

98 Y el hombre dijo. ' gCud1 nombre, en adelante, .cerá el Tuyo, Ta cuyo nombre es el de todos flues/ms nombres desaparecidos2 Y Dios dijo: tEl nombre ensordecedor de Mi desaparicidnj)

Dios se nombra donde ci universo pierde sti nombre, donde el hombre ha perdido a Dios y Dios, a! hombre.
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