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escasos, se racionalizó y se hizo moderna por y en el cápital poniendo la lógica del mercado y de la competencia. Pero: tiempo,-la empresa, convertida en la unidad básica decomp el mercado, racionalizaba su organización ,para hacerla lo, petitixa posible y para controlar mejor el porxenir. Esa es 1 la que el empresario constituye, tanto para Weber como: para ~chu61 peter, una figura eminentelde la modernidad (cf. cap.tl): A la vkz,:k quien consigue conquistar una-posición (más o menos dur mercado y construir una empresa solvente (de una duración varikble){ es *decir,moderna. Pero la modernidad plantea-problema comoAayer. y quizás hoy más que ayer,5sin,lugar a dudas porque pare+ ce más destructiva que creativa, más incontrolable qu más pel?grosal que Y, sin embargo; e1,par empresa-mercado como v cionalización no estaba, para Weber, 'orientado solamente hacia la búsqueda sistemática del beneficio (inmediato) más elevado. También ' busca el control del,tiempo (futuro), el ,«control del porvenir a partir ' de la previsión»; la capacidad para conquistar y conservar las posil) , ciones ventajosas. Es un tema capital, ya que supone formas específil cas de competencia, basadas en ventajas competitivas fundadas en la' anticipación.!Para prosperar hay que innovar. La incorporación de inl novaciones está en la lógica de las inversiones técnicas -compren?' , didas en la organización-, pero también de las humanas. Schumpeter lo vio claramente: la innovación, técnica yShumana,se ha conSvertidoG en la fuerza productiva decisiva de la racionalización capitalista «mo- ,' derna». Es una destrucción creadora porque tiende a utilizar nuevas de actividades (de producto, de proceso y organización,, de ' formación) que ,permiten¿adquirir ventajas competiti corto plazo (aprovechamiento de las oportunidades), sino a medio y largo plazo (controlide la tecnología y del «saber producir»). El con- I $

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reto principal de la trol deliiempo, el de los «relojes»,6 con~tituye'~e1 modernización. Ahora bien, eso implica un tercer «gran actor» en el proceso, un actor capaz de ga~antizarlas condiciones de la innovación y regular los intercambios, un actor cuya lógica no sea ?ide c o m i e ~ hde s 19s /

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citi para el cumplimiento.de~tareas cada vez más insignificantes? Nada ostá verdaderamente decidido. El llamamiento a-la c r e a t i ~ i d a dde ~~ los asalariados para resolver, problemas y rentabiliza~las inversiones #e acompaña con racionalizaciones que dividen las actividades y, a la vez a los colectivos que las ejercen. La competencia y la competición horadan las empresas y dividen a los asalariados tanto;más cuanto que ellas se acompañan de reducciones de empleos y de racionalización de los «recursos humanos», lo que permite'comprender el estallido, tanto,en las empresas.como ewel conjunto de la sociedad, ,del ((modelode la' competencia» durante los años ochenta y noventa:

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El trabajo como establecimiento de competencias1 I I

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Nos referimos ahora a una segunda tendencia predominante que ha prolongado y modificado la anterior. La «lógica competenciaG'se ha desarrollado en Francia casi,simultáneamente en,las organizaciones de trabajo y en algunos segmentos del sistema educativo'a partir de a . ~principio,iconsistía ~ en cuestionar mediados'de los a ñ ~ s ~ o c h e n tEn una concepción frecuentemente tildada de burocrática de la cualificación, quemestaba previamente adquirida y sancionada.por un,título que daba derecho a un contrato en un '«nivel de clasificación» (y de

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. r; ' , t i , 30. Cf. Gilbert de ~erssac,Autonomie dans le trav9i1, París, PUF, 1992. Esta obra tiene el mérito de'mostrar concíetamente *cómola regulación conjunta, desvelada'por Jean-Daniel Reynaud en Les régles du jeu (A. Colin, 1989), se expa presas a la vez que se difunde la automatización de la producción y ción de los dispositivos de trabajo. Concentradas al principio en las industrias de procesamiento, estas formas de regulación «en la base» se extienden a transforman los dispositivos anteriores 'de control y la relación con operarios. 8 , 3 1. Cf. Gilbert de Terssac, op. cit., p. 126. 32. Cf. JosainetBoutet, «Quand le travail rationalise31e,langagea,Le mo vail, pp. 153-164. La autora muestra los dispositivos de gestión recurren, de manera creciente, a la palabra y a los escritostde los asalariados: Pero éstos se basan con frecuencia en una concepción decnicista y mecánica de la comunicación» distinta.de una concepción «comprensiva*eintersubjetiva». Si3bienel «saber comunicar» se convierte en una competencia profesional en su dimensión cognitiva, no es productor de identidad más que en su dimensión social, que supone*una~reapropiación personal, y colectiva de los mecanismos de gestión. Para ejemplos de reapropiaciones en contexi

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tos muy diferentes dentro de la gran empresa burocrática, cf. Delphine Mercier, Frédéric Séchaud y Pierre Tripier, «Management tools in the process of Globalization», en ,C. Mako y C. Warhust, eds., The Management and Organisation of Firm in the : Global Context, University of Godollo Press, 1999, pp. 127-136. 33. Recordemos,queel trabajo no es sólo pena y4 labor, sino tam-én obra y creación. En,alemán, como en inglés, se emplean dos palabras: laborby work: arbeit y werk. Cf., sobre este punto,lHannah Arendt, Condition de l'homme, moderne, trad. París, Gallimard, 1973. La cuestión de la creatividad como producción de obras para uno está en el centro del proceso de identidad personal. Cf. cap: 5. ' 34. Lucie Tanguy y Francoise Ropé, Savoirs et compétences d l'école et dans l'entreprise. El análisis comparativo'de dispositivos tales como~los.«referenciales de competencia» en la enseñanza técnica (o la formación continua),y los «acuerdos de empresa* como el de la siderurgia (Gap 2000) demuestra la lógica común que une individualización de saberes, organización de las «competencias» en' situación y apuesta er > , : por la evaluación 'social. a

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de h «formación durante toda la vida» @$e-long learning),de 19 dio a esta Última evolución su milrchamo europe0.4~ , ;,L. Al final del trayecto, la lógica.de la competencia~salesensib mente modificada. No son ni 1a.escuela ni,la empresa (ni siquie coordinadas) las que producen las competencias ,que los in necesitan .para acceder al mer~ado~de trabajo, obtener unos ingreso hacerse reconocer: son los propios individuos. Son respon su competencia en los dos sentidos de la palabra: ellos' han de 4idq rirla ylellos padecerán si no lo hacen. El balance ?decompetencia' permitirá saber dónde están en ese proceso. Deberán elaborar una tera de competenciasrque sacarán'isi quieren ser contratados. La! de cheque individual de formación va en1el mismo sentido: la asu ción por parte del individuo de su formación continua. competencia la cualificación incorporada al!sujeto,~interiorizadaá'l largo de su-trayectoria y aprendiclafactivamentedurante S ciones, puede ser «vendida» o «alquilada» un tiempo a una empres? que la juzgue necesaria para uno u otro de sus objetivos, si no prefie;) re a otro qretendiente. En principio, la empleabilidad es eso: mantdj nerse en estado de competencia, de competitividad en "1 mercad6 Ccomo uno se mantiene en «buena forma» física) para poder ser, quir zá, contratado un día para una misión precisa y limitada, u ción» determinada. Son palabras nuevas para una relació antigua: la del~«profesional»y sus clientes, la relación de servicio.' ;$, S

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El trabajo como relación de servicio i

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Es quizá la transformación más significativa del trabajo, ya que atañe a su sentido mismo: Además, concierne potencialmente a todo el 1 mundo: asalariados del sector privado,^, de la función pública, de la , gran empresa y de las PYME, asalariados «atípicos» Acompaña a la vez a las evoluciones del trabajo industrial, agrícola y artesanal, y al movimiento de terciarización de las actividades. PO+ h! en el centro de la actividad~laborallaa~relación con el externa, final o «intermedhia», «directa» o,«indir confianza un componente central de la relación .y d G

41.

C. Dubar y C. Gádea, eds., op. crt., pp. 56-60.

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[(o1 cliente, un elemento esencial del éxito de la empresa y del recollocimiento de uno mismo. Acompaña a un movimiento de transfor(iiiición de la organización burocrática, anónima y compartimentada; el1 una empresa-red, que3unepequeñas unidades directamente en el 111ercado. , +

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En las grandes empresas, el movimiento se inició,al mismo llcmpo que se difundíanlos~imperativoslde,calidad

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Una de las características más importantes de los treinta últimos años cn Francia parece, ser «la desaparición de los conflictos de,~lase».~O Todo ocurre como si la ascensión del tema de las «identidades» acompañara al decliveidel de la,«lucha de clases»:Por otra parte, es lo que reconocíapRanaud Sainsaulieu cuando explicaba por qué desde finaleside los años sesenta «el temade la identidad aparecía en el contexto de un cuestionamiento de la lucha de'clases'como único principio de6identidad».'j1De hecho, treinta,años más tarde se.constata que, «a largo.plazo, la tendencia es la del retroceso de los conflictos salariales».,Al menos, conflictos visibles, contabilizados, por ejemplo, a patir de las, jornadas ,de huelga (de alrededor de 4 millones entre <

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60. cf.Bérhard ~ é f ~ uy l' ~t i d i e~r a ~ e i r o n n i«Conflits e, et identité», en La noovelle société francaise, A! Colin, 1998, pp. 181-212. Creo que,la fórmula utilizada por los autores no es completamente justa: en Francia, muchos conflictos desde hace treinta años mantienen, a la vez que otras, una dimensión de lucha de clases. La di-' mensión de oposición «de clases de los asalariados respecto a los dirigentes es a la vez más defensiva y más estrictamente limitada $0 económico. Es, como,lo analizaba Paul Bouffartigue, a la,vez «el fin 'de la excepción francesa» y «la confusión de las apuestas políticas». Cf. «Le brouillage des classesn, en'^. P. Durand~yF.-X. Merrien, eds., Sortie de siecle. La Frunce en mutatiori, París, Vigot, 11990, pp. 96-130: 61. Cf. la entrevjsta de Ranaud~Sainsaulieucon Guy-Jobert, «Cidentité et les relations,de travail»,,Educationpehm:manente,inúmero especial «Formation et dynamiques , identitaries», 128, 1996-3, p. 189. ' ti

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1971 y 1976 a 352.840 en 1997), ya que los «pequeños conflictos han faltado, frecuentemente considerados como «conflictos'cada más numerosos, frecuentemente derivados de reivindicacione "reconocimiento" y de dignidad y, finalmente, de identidad^.^^ ,i identidad? ¿Quérelación hay entre los conflictos «particulares»'yd «antiguos» conflictos de clase o entre las «reivindicaciones de ide tidad» y las clásicas reivindicaciones salariales? , Siise recorre la lista de los conflictos desde Mayo del-68, últim gran conflicto que se presentaba a sí mismo como'conflicto de cla se encuentran varios tipos. En primer lugar, conflictos eprofesion les», que movilizan en la calle a categorías enteras que se oponenu las medidas públicas que les afectan, reivindicando la creación d puestos de trabajo, protestando contra la degradación de sus cond ciones laborales y defendiendo o reivindicando un estatuto: los ens ñantes (finales de 1987, principios de 1989, marzo de 1998..:), lo asistentes sociales (nueve semanas en el otoño de 1991), los médico (1983, 1996, 1996...), los camioneros (1984, 1995, 1997...), laved fermeras (siete meses en 1988-1989...J, etc. En algunos casos se pue de hablar de reconocimiento de identidades colectivas, de la inven ción de nuevas formas de acción y de representación. Es el caso de la coordinaciones aparecidas en varios de, esos conflictos y especialb mente en el emblemático de las enfermera^.^^ El Estadoles el destina: tario principal, pero no el exclusivo, de tales conflictos, que cierta+ mente' no se presentan como «lucha de clase»: pero afirman 1 existencia colectiva de un grupo profesional, de un colectivo de asa; lariados, incluida su dimensión sexuada,*deuna profesión en lucha contra un sistema administrativo, burocrático y político que ignora sus verdaderos problemas y sus reivindicaciones salariales, pero también ignora su verdadero papel económico y social. Las eñferrneras no querían solamente inscribirse en el sistema salarial, también querían inventar formas nuevas de expresión colectiva. , 62. , Cf. Hérault y Lapeyronnie, op. cit.,p. 182. 63. Cf. Daniele Kergoat, Fran~oiseImbert, Hélene Le Doaré y Daniele Sénotier, Les Nlfirmikres et leur coordination, Lamarre, 1989.1Las autoras intentan construir en , este libro la figura de la enfermera coordinada como nueva forma de identidad colec- , tiva en construcción, diferente de la del «militante tradicional» a la vez por la consideración de la dimensión sexuada y por la exigencia de democracia directa unida a la acción. < lr

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Por otro kdo,(el período está marcado por varias huelgas estucliantiles (universitarios y de.enseñanza media),rconflictos «educativos» que ya no tenían,.el carácter «revolucionario>>e incluso «insu-A rrecional* de Mayo del 68, aunque pueden incluir aspectos inéditos cle «protesta moral» (finales de 1986 contrale1 proyecto Devaquet tras cl asesinatodde*MalikOussekine). Pero sus objetivos.esenciales son oponerse a la selectividad y reclamar medios; incluso para luchq contra el fracaso escolar (cf. la larga huelga de los énseñantes de Seine-Saint-Denis en marzo-abriltde 1998 o de los estudiantes de bachillerato en 1999). Estos conflictos muestrarrhasta qué punto el sistema educativo ha llegado a ser estratégico y la apuesta por el éxito escolar decisiva (las demandas versa% cada vermás, sohre'falta de profeso: res, de locales,'de ayudas al éxito:..) no sólo pararla integración so, cial, sino para la construckión identitaria individual. El período está también pleno de conflictos orientados hacia la defensa de los empleos, la movilización contra una oleada de despidos, contra un cierre de fábricas, de sedes (mineros, siderúrgicos; asalariados de Vilvoorde 0 2 d eMichelin..:). Hay que reconocerlo: muy pocos de estos movimientos han conseguido sus fines. ~n la inmensa mayoría de los casos, la supresión de los empleos o el cierre de las sedes han tenido lugar y, 'a veces, gracias a un plan social -al nivel incluso de una rama enteca (cf: la Convención General de Protección Social de la Siderurgia)-, una parte de los~asalariatlos se ha reconvertido, mientras 'que otra. accedía a la prejubilación y una terceraese encontraba en el paro. Todos esos movimientos han demostrado hastá qué punto se hací&nial la «conversión» en una sociedad como la francesa en la que las regulaciones están'debilitadas y en la que las estructuras preventivas de formación, reconversión y movilidad son o bien con demasiada)frecuencia inexistentes o bien ineficaces. ' Por último, dos recientes conflictos escapan a las categorías precedentes. La granfhuelgaae diciembre de 1995, se'desencadenó a partir del cuestionamiento de los regímenes especiales de jubilación, especialmente el 'de los ferroviarios. Se extendió a partir de temores exacerbados por el replanteamiento de los 'servicios públicos, del estatuto d i las empresas nacionales, de los meaios que se les atribuían y de la perennidad de los regímenes.de jubilacion; Lo que seplanteaba no era en primer lugar ni solamente un reflejo corporativista de de-

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fensa, era también, y sobre todo; la afirmaciónde la legitimida nocián misma de,sergicio público,'de su reconocimiento. U pacte del «público» que)apoyaba a los huelg vocando.64~El~~movimiento de los parados de diciembre de 1 totalmente inédito, ya que era históricamente"improbable: e~istían~precedentes, representó una movil por parte de quienes *habían,sido demasia «excluidos»,,un tránsito,de da resignaciónla constatar hasta qué punto lhs formaslde acci la «crisis» y sefrenuevan,constantemente. La comparación mecparece interesante, ya que permit guir las ,formas,tradicionales de las,nuevas formass.de confl los trabajadores de los servicios pú ciales. En el conflict~~~de trataba antetodo de defender una identidad estatutaria con tado-patrón quetla,cuestionaba, material y simbólicamente. vimiento de los parados, se trataba de,defender colectiva dignidadihumana (las mínimas prestaciones tan para preservarla) y de luchar?unidos infamante. Ambos'ejemplos manifiestan: d carácter,simbólico de los conflictos sociales y-la import taria,de lo que Segrestin había llamado, «las comunidade de la,acción colectiva». Rero,en un caso se trataba de re dad de ,grupos profesionales,«antiguos» (frente a los ri cación, deswalorización o ny de exclpsión social. E el individualismo, las conductas de «suspensión d,e rables de las cuestiones de la jubilación) o la carga miento constituían,losriesgos futuros contra los que en el segundo,c~so,~contra lo que había que reaccio cias pasadas entrando en relaciones «afinitarias» y tivo nuevo. 1 , , ,

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