Don Gosset-Hay Un Milagro en Tu Boca

November 7, 2017 | Author: Jose Humberto Herrera Avila | Category: Christ (Title), Penance, Faith, Jesus, Sin
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Descripción: Libro Cristiano...

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Todas las citas de la escritura han sido tomadas de la versión Santa Biblia, Reina-Valera 1960 © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Usado con permiso. Traduccion al espanol realizada por: Belmonte Traductores Manuel de Falla, 2 28300 Aranjuez Madrid, ESPAÑA www.belmontetraductores.com Hay un Milagro en Tu Boca Publicado originalmente en inglés bajo el título: There’s a Miracle in Your Mouth Don Gossett P.O. Box 2 Blaine, Washington 98231 www.dongossett.com ISBN: 978-1-60374-193-4 Impreso en los Estados Unidos de América © 2010 por Don Gossett Whitaker House 1030 Hunt Valley Circle New Kensington, PA 15068 www.whitakerhouse.com Para comentarios sobre este libro o para información acerca de otros libros publicados por Whitaker House, favor de escribir via Internet a: [email protected]. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de ninguna manera o por ningún medio, electrónico o mecánico— fotocopiado, grabado, o por ningún sistema de almacenamiento y recuperación (o reproducción) de información—sin permiso por escrito de la casa editora. Por favor para cualquier pregunta dirigirse a: [email protected].

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Nota: Los escritos de Kenyon en este libro están protegidos por los derechos de autor. Todos los derechos literarios y de copyright de las palabras de E. W. Kenyon son propiedad de Kenyon’s Gospel Publishing Society, P.O. Box 973, Lynnwood, Washington 98048, Estados Unidos de América. Los escritos están usados con permiso de Kenyon’s Gospel Publishing Society. Ninguna parte de los escritos de Kenyon puede ser reproducida sin el expreso permiso por escrito de la anterior dirección.

Contenido Introducción.................................................8 El poder de la confesión hablada 1. Creer y confesar la Palabra.........................................10 2. Palabras que ganan......................................................14 3. Confesiones correctas..................................................16 4. Podemos decir confiadamente..................................21 5. Confesión negativa......................................................28 6. Confesiones incorrectas............................................. 31 7. Creer...............................................................................39 8. Grandes confesiones....................................................43 9. El valor de testificar.....................................................48 Fe atrevida 10. Confianza....................................................................52 11. El poder de la línea de sangre.................................56 12. Nuestro frente sólido en Cristo...............................61 13. Cómo se edifica la fe.................................................65 14. Confiado como un león............................................70 15. Caminar en fe.............................................................76 16. Una vida bíblica confiada.........................................81 17. Las leyes del éxito.......................................................87 18. Cómo recibir guía de Dios.......................................91 Milagros y sanidad 19. ¿Qué es un milagro?..................................................96 20. Cómo puedes ser sanado........................................102 21. El origen de la enfermedad...................................109 22. El remedio de Dios para tus afanes......................114 23. Se le puede tocar......................................................118 24. ¿Son los milagros para nosotros hoy?...................123 25. Enfermedad, salud y sanidad................................129 26. La voluntad de Dios y tu sanidad..........................133

27. Sanarán......................................................................139 28. Unos cuantos milagros...........................................150 Venciendo el temor y la dificultad 29. El temor no tiene lugar en mi corazón...............159 30. Dios te librará...........................................................163 31. Protección de día y de noche................................168 32. Jesús no tenía limitaciones....................................177 33. El temor provoca desastre en tu hogar................184 34. Amor y temor............................................................194 35. El temor produce más temor.................................196 36. Ser independiente de las circunstancias............ 201 37. Al que venciere.........................................................205 38. La conquista del temor y la preocupación..........211 Finanzas y mayordomía 39. Una carta abierta para proveedores de la familia..219 40. ¿Eres un mayordomo fiel?......................................222 41. ¿Cómo puedo salir adelante económicamente?...225 42. El elevado costo del temor.....................................230 43. Diezmar.....................................................................237 44. Generosidad al dar................................................. 240 45. Dar es la base para recibir.....................................251 46. Seguridad económica............................................253 Alabanza, amor y oración 47. Alabanza, palabra clave para la bendición.........256 48. Cómo actúa el amor...............................................258 49. Prueba un poco de misericordia..........................264 50. El ministerio de los creyentes...............................267 51. La victoria del canto................................................271 52. Canción de amor de fe...........................................280 Acerca de los autores................................285

Introducción

E

l cristianismo a menudo se denomina “la gran confesión”. Todas las cosas en Cristo— salvación, sanidad, liberación—dependen de que confesemos con nuestros labios el señorío de Jesucristo. Pablo le dijo a Timoteo: “Habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos” (1 Timoteo 6:12). A lo largo de este libro, encontrarás grandes confesiones que Dios honra. Con el fin de maximizar los resultados al aplicar los principios de este libro a tu vida, quizá quieras leer estas grandes confesiones en voz alta. Cuando lo hagas, personaliza los versículos leyéndolos en primera persona, aplicándolos directamente a las circunstancias de tu vida. Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. (Romanos 10:17)

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El poder de la confesión hablada

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DG Creer y confesar la Palabra

V

ivir en el poder de Dios significa vivir en el espíritu de fe. ¿Qué es el espíritu de fe? El apóstol Pablo definió el espíritu de fe con una cita del Salmo 116:10: “Creí; por tanto hablé”, diciendo: “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos” (2 Corintios 4:13). El espíritu de fe es algo que tenemos, algo que poseemos. Somos hombres y mujeres de fe. La Biblia establece claramente que Dios nos ha dado a todos “una medida de fe” (Romanos 12:3). Como cristianos, no somos una multitud de escépticos, sino que hemos nacido de nuevo en “la familia de la fe” (Gálatas 6:10). El espíritu de fe es similar a la palabra de fe, como se define en Romanos 10:8: “Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos”. La verdadera vida de fe es una experiencia de la boca y del corazón. Es creer la Palabra en tu corazón y hablar o confesar la Palabra con tu boca. 10

Ejercita el espíritu de fe Invariablemente, todos hablamos lo que creemos, ya sea bueno o malo. Jesús dijo: “De la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34). Cuando ejercitamos el verdadero espíritu de fe, creemos la Palabra y luego hablamos esa Palabra. Creemos la Palabra en Efesios 1:7: “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”; por tanto decimos: “soy redimido del reino de las tinieblas a través de la preciosa sangre de Jesús”. Creemos la Palabra en 1 Juan 2:25: “Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna”; por tanto decimos: “tengo vida eterna según Su gran promesa”. Creemos la Palabra en Mateo 28:20: “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”; por tanto decimos: “el Señor está siempre conmigo, incluso hasta el final del viaje de mi vida”. Creemos la Palabra en Hebreos 11:16: “Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad”; por tanto decimos: “Dios es mi Dios, y ha preparado una bonita ciudad para mí”. Creemos la Palabra en Proverbios 11:25: “El alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado”; por tanto decimos, “el Señor está prosperando y saciando mi vida, ya que por Su gracia soy un dador alegre y generoso”. Creemos la Palabra en Judas 24: “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría”; por 11

tanto decimos: “el Señor me guardará de caer y me presentará sin falta ante su presencia”. La persona con el espíritu de fe tiene la confesión: “Tengo el espíritu de fe. Creo la Palabra; por tanto, cuando la declaro, soy miembro de la familia de Dios. Dios me ha dado una ‘medida de fe’. Nunca hablo con dudas, porque soy un creyente. La Palabra está cercana a mí, en mi corazón y en mi boca. A través de la palabra de fe, soy un vencedor, ¡porque la fe es la victoria!”.

Declara éxito, y no fracaso Declara la nueva creación, no la vieja. Decláralo: “Soy una nueva criatura en Cristo Jesús; las cosas viejas pasaron, y todas las cosas son hechas nuevas”. (Véase 2 Corintios 5:17). Declara tu justicia en Cristo, no indignidad. Afírmalo: “Soy la justicia de Dios en Cristo Jesús”. (Véase 2 Corintios 5:21). Declara el lenguaje del nuevo reino del amado Hijo de Dios en el que ahora vives, no el viejo reino de oscuridad del que has sido salvado. Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. (Colosenses 1:12–14) Declara que eres un heredero de Dios y coheredero con Jesucristo, no tu vieja identidad como 12

cautivo del pecado y de Satanás. Testifícalo: “Tengo una sustanciosa herencia. Estoy bendecido con todas las bendiciones espirituales. El Padre mismo me ama”. (Véase Efesios 1:3; Romanos 8:17). Declara que tienes la vida de Dios en tu cuerpo mortal, no el viejo espíritu de inferioridad, fracaso y frustración. En Cristo, “vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28). Declara sanidad y salud, no lo enfermo que estás. Isaías 33:24 nos predice un tiempo futuro en el que “no dirá el morador: Estoy enfermo”. Esta es una buena práctica en la vida del reino. No digas: “estoy enfermo”, antes bien proclama la Palabra que sana: “Por su llaga he sido sanado”. (Véase Isaías 53:5). Declara éxito en las finanzas, no pobreza y miseria. Declara éxito matrimonial, no fracaso en el matrimonio. “Porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8).

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EWK Palabras que ganan

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lguien me dijo una vez: “Lo único que me queda son palabras, palabras vacías, palabras muertas. Estoy destrozado. Lo he perdido todo”. Le miré y le dije: “¿Cómo ganabas el dinero?”. “Vendía diferentes artículos”. “¿Acaso no tienes las mismas palabras ahora que tenías antes?”, le pregunté. Él me dijo: “Tengo las mismas palabras, pero ya no contienen nada”. “¿Qué tenían tus palabras que eras capaz de convertirlas en dinero?”. “Tenían fuego; tenían juventud; tenían ambición”. “¿Y has perdido todo eso?”. “Sí, eso y más”. Luego le dije: “¿Alguna vez conociste a un hombre llamado Jesús?”. “Nunca, señor”, me respondió. 14

“¿Entonces no sabes nada acerca de Él?”. “He oído hablar sobre Él a predicadores. La otra noche, oí a alguien en la calle hablando de Él”. “Pero si te dijera en este instante que este Jesús podría volver a poner en ti el fuego y el celo que has perdido, darte amor y un lugar en el mundo mejor que el que perdiste, ¿no te haría esto interesarte por Él?”. “Si Él pudiera hacer eso por mí, me cruzaría el país de rodillas”. “No es necesario. Él está aquí en la habitación, y me ha oído hablar sobre Él, y ha oído lo que tú has dicho. Si le recibes como tu Salvador y Señor, volverás a tener la victoria. Él rejuvenece la esperanza muerta y gastada. Él restaura la fe perdida. Él hace que la voz vuelva a vibrar. Él restaura la salud perdida. Él crea nuevas oportunidades. Él da la capacidad de tener éxito. ¿Quieres recibirle?”. “Vale la pena probar, no tengo nada que perder. Sólo puedo ganar. ¡Le recibo!”.

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DG Confesiones correctas

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esús dijo: “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:37).

Palabras que justifican y palabras que condenan Eres justificado cuando dices, como la Palabra de Dios dice: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Salmo 103:12). Pero eres condenado si dices: “El Señor retiene el pecado de mi juventud contra mí”. Eres justificado cuando dices, como la Palabra de Dios: “No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada” (Salmo 91:10). Pero eres condenado si dices: “Me da miedo, no me siento a salvo”. Eres justificado cuando dices, como la Palabra de Dios: “Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4). Pero eres condenado si dices: “El poder del diablo es demasiado para mí”. Eres justificado cuando dices, como la Palabra de Dios: “sobre los enfermos pondrán sus manos, y 16

sanarán” (Marcos 16:18). Pero eres condenado si dices: “Me estoy poniendo peor”. Eres justificado cuando dices, como la Palabra de Dios: “Lo saciaré de larga vida” (Salmo 91:16). Pero eres condenado si dices: “Voy a morir; no viviré mucho”. Eres justificado cuando dices, como la Palabra de Dios: “Bendice, alma mía, a Jehová…El que sana todas tus dolencias” (Salmo 103:2–3). Pero eres condenado si dices: “No puedo recibir la sanidad para algunas de mis enfermedades”. Eres justificado cuando dices, como la Palabra de Dios: “Y tu salvación se dejará ver pronto” (Isaías 58:8). Pero eres condenado si dices: “No puedo disfrutar de la bendición de la salud divina”. Podemos condenarnos a nosotros mismos con nuestras propias palabras, y las consecuencias de ello no son agradables, pero como dice la Escritura: “Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba” (Romanos 14:22). Si no estamos bajo condenación, entonces podemos tener una gran confianza en Dios. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. (1 Juan 3:21–22) 17

Caminando con Dios al ponernos de acuerdo con Él No podemos caminar verdaderamente con Dios a menos que estemos de acuerdo con Él. “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3). Estar de acuerdo con Dios es decir lo mismo que Dios dice en Su Palabra sobre la salvación, la sanidad, la oración y vivir una vida de victoria. En primer lugar, estamos de acuerdo con Dios al decir que somos quien Dios dice que somos: Sus hijos, nuevas criaturas en Cristo. También decimos que somos “más que vencedores” por medio de Cristo (Romanos 8:37). Diferimos del diablo, que intenta convencernos de que no somos buenos, de que somos débiles y unos fracasados. ¿Cómo es posible caminar con Dios en poder, bendición, y utilidad? Estando de acuerdo con Dios en que tenemos lo que Él dice que tenemos: Su nombre, Su naturaleza, Su poder, Su autoridad y Su amor. Estamos de acuerdo en que tenemos lo que Dios dice en su Palabra que tenemos. Al igual que Enoc “caminó con Dios” (Génesis 5:22), nosotros podemos caminar con Dios estando de acuerdo en que hemos recibido la capacidad de hacer lo que Él dice que podemos hacer: testificar con poder, echar fuera demonios y ministrar Su poder sanador. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Estamos de acuerdo con que podemos hacer lo que Dios dice en Su Palabra que podemos hacer. 18

Si decimos sólo lo que nos dictan nuestros sentidos, no estaremos de acuerdo con Dios. Es por medio de declarar la Palabra como nos ponemos de acuerdo con Dios. Es la confesión de fe lo que es nuestra victoria. Para caminar con Dios, debemos diferir del diablo, como lo hizo Jesús, declarando con valor: “Está escrito que Él resistió al diablo. Yo también puedo”. (Véase, por ejemplo, Mateo 4:1–11). Puedes caminar con Dios diariamente estando de acuerdo con Él y con Su Palabra. Como Él lo ha dicho, nosotros también podemos decirlo con osadía. (Véase Hebreos 13:5–6).

Poseerás lo que confiesas Tu confesión de fe precede a tu posesión de lo que buscas y deseas. Confiesa a Jesucristo como Señor (véase Romanos 10:9–10), y poseerás salvación. Confiesa que “por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5), y poseerás sanidad. Confiesa que el Hijo te ha hecho libre (véase Juan 8:36), y poseerás una libertad absoluta. Confiesa que “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Romanos 5:5), y poseerás la capacidad de amar a todos. Confiesa que “el justo está confiado como un león” (Proverbios 28:1), y poseerás la valentía de un león en la guerra espiritual. 19

Confiesa que Dios “no te dejará ni te desamparará” (Hebreos 13:5), y poseerás la presencia de Dios con cada paso que des. Confiesa que eres el redimido del Señor (véase Salmo 107:2; Apocalipsis 5:9), y poseerás beneficios de la redención cada día. Confiesa que “la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros” (1 Juan 2:27), y tu “yugo se pudrirá a causa de la unción” (Isaías 10:27). Confiesa que en el nombre de Jesús puedes echar fuera demonios (véase Marcos 16:17), y poseerás liberaciones dinámicas sobre el poder de Satanás. Confiesa que “sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:18), y poseerás sanidades para los oprimidos. Confiesa que eres un pámpano de la Vid viva (véase Juan 15:5), y poseerás vida de la Vid dondequiera que vayas. Confiesa que eres “la justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21), y poseerás la capacidad de permanecer libremente en la santa presencia de Dios, y en presencia de Satanás, como un vencedor. Confiesa que eres “el templo del Dios viviente” (2 Corintios 6:16), y poseerás la realidad de Dios morando en ti y caminando en ti. Confiesa que “Dios suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19), y poseerás la provisión de Dios para todas tus necesidades. 20

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DG Podemos decir confiadamente

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l lanzarnos a una vida bíblica atrevida, aprendiendo a confesar la Palabra de Dios en medio de todas nuestras situaciones, tenemos que ver exactamente por qué tenemos derecho a hacer estas confesiones. Sabemos que tenemos el derecho de confesar con valentía la Palabra de Dios debido a Hebreos 13:5–6: “Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré, de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador”. Observa que es por lo que “Él dijo” que “podemos decir confiadamente”. Como Él dijo: “yo soy Jehová tu sanador” (Éxodo 15:26), podemos decir confiadamente: “Sí Señor, tengo salud porque Tú eres el Señor que me sana”. Como Él dijo: “El que sacrifica alabanza me honrará” (Salmo 50:23), podemos decir confiadamente: “Estoy honrando a mi Creador cuando le alabo”. Como Él dijo: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” 21

(Mateo 4:4), podemos decir confiadamente: “He estimado Tu Palabra más que mi comida necesaria”. (Véase Job 23:12). No dejes que more en tu mente ningún pensamiento que contradiga lo que Él ha dicho. Tan sólo di confiadamente lo mismo. Dios dice de Su propia Palabra: “Yo Jehová hablaré, y se cumplirá la palabra que yo hable…la palabra que yo hable se cumplirá” (Ezequiel 12:25, 28). Puedes contar con que la Palabra de Dios es buena. No puede fallar sin que Dios falle. El Señor también ha dicho: Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. (Isaías 55:11) Las siguientes secciones son todas partes de la Palabra de Dios, la cual Él ha enviado para lograr Sus propósitos. Como Él ha dicho estas cosas, nosotros podemos decirlas confiadamente, sabiendo que el Señor hará lo que Él quiera con Su Palabra. Como Él ha hablado, sabemos que podemos declararlo confiadamente. Será como Él ha dicho porque “ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado” (1 Reyes 8:56).

Podemos decir confiadamente: “Dios es por nosotros”. Como Él ha dicho: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10), podemos decir confiadamente: “Yo tengo esa vida 22

abundante en mí ahora porque he recibido a Jesucristo como Señor”. Como Él ha dicho: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31), podemos decir confiadamente: “Dios es por mí, y nadie puede tener éxito yendo contra mí”. Cómo Él ha dicho: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32), podemos decir confiadamente: “Jesús me está confesando ahora mismo delante del Padre porque yo estoy confesándole delante de los hombres”. Como Él ha dicho: “Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él” (Isaías 59:19), podemos decir confiadamente: “El Espíritu de Dios está levantando una bandera de defensa por mí justamente cuando el enemigo esté presionándome; gloria al Señor, mi caso es Suyo”. Como Él ha dicho: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo” (Daniel 3:17), podemos decir confiadamente: “Dios es mi Libertador en cada caso porque le sirvo constantemente”. Como Él ha dicho: “Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras” (Salmo 145:18), podemos decir confiadamente: “El Señor está cercano a mí ahora porque clamo a Él en verdad”. Como Él ha dicho: “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” (Éxodo 14:14), podemos 23

decir confiadamente: “Sé que Dios está luchando por mí porque tengo paz; he encomendado esta batalla en Sus manos”. Como Él ha dicho: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús” (2 Corintios 2:14), podemos decir confiadamente: “Soy más que vencedor por medio de Cristo que me ama”. (Véase Romanos 8:37). Como Él ha dicho: “No quitará el bien a los que andan en integridad” (Salmo 84:11), podemos decir confiadamente: “El Señor no me está quitando el bien porque estoy caminando rectamente delante de Él”. Como Él ha dicho: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1), podemos decir confiadamente: “No tengo condenación porque estoy en Cristo”. Como Él ha dicho: “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7), podemos decir confiadamente: “Estoy libre de ansiedad porque he echado toda mi ansiedad sobre el Señor”. Como Él ha dicho: “Y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37), podemos decir confiadamente: “He venido con mis pecados, cargas y fracasos y el Señor me ha recibido”. Como Él ha dicho: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará” (Salmo 37:5), podemos decir confiadamente: “El Señor está llevando a cabo cada detalle de mi vida porque se lo he entregado todo a Él, y estoy confiando plenamente en Él”. 24

Podemos decir confiadamente: “La sanidad es nuestra”. Como Él ha dicho: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 2), podemos decir confiadamente: “Tengo el derecho a la prosperidad y la salud porque mi alma está prosperando”. Como Él ha dicho: “El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias” (Mateo 8:17), podemos decir confiadamente: “Estoy libre de enfermedades y dolencias porque Jesucristo las llevó todas por mí”. Como Él ha dicho: “El que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11), podemos decir confiadamente: “Dios le está dando vida a mi cuerpo mortal ahora por el mismo Espíritu que levantó a Jesús de los muertos, porque Su Espíritu mora en mí; por eso estoy libre de enfermedad y debilidad”. Como Él ha dicho: “Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:18), cuando ponemos las manos sobre los enfermos podemos decir confiadamente: “Se pondrá bien porque estoy actuando sobre Su Palabra”. Como Él ha dicho: “Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti” (Éxodo 23:25), podemos decir confiadamente: “La enfermedad fue quitada de mí, y mi pan y mi agua han sido bendecidos porque estoy sirviendo al Señor mi Dios”. 25

Como Él ha dicho: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación” (Malaquías 4:2), podemos decir confiadamente: “El Señor se está levantando con sanidad para mí ahora porque temo Su nombre”. Como Él ha dicho: “Envió su palabra, y los sanó” (Salmo 107:20), podemos decir confiadamente: “Ahora la sanidad es mía; el Señor me sana a través de Su Palabra porque he recibido Su Palabra en mi vida”.

Podemos decir confiadamente: “Nuestras oraciones son contestadas”. Como Él ha dicho: “Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído” (Isaías 65:24), podemos decir confiadamente: “El Señor está respondiendo mi oración al mismo tiempo que estoy orando. De hecho, ya estaba obrando en la respuesta desde antes de que yo orase”. Como Él ha dicho: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3), podemos decir confiadamente: “El Señor está respondiéndome y mostrándome grandes cosas porque estoy clamando a Él”. Como Él ha dicho: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo” (Juan 14:13), podemos decir confiadamente: “El Padre está siendo glorificado en el Hijo porque Jesús está haciendo grandes cosas por mí cuando pido en Su nombre”. 26

Como Él ha dicho: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmo 37:4), podemos decir confiadamente: “El Señor me está concediendo los deseos de mi corazón porque me estoy deleitando en Él”. Como Él ha dicho: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7), podemos decir confiadamente: “Permanezco en Cristo, Él vive en mí, y está respondiendo mis peticiones”. Como Él ha dicho: “pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16:24), podemos decir confiadamente: “Estoy lleno de gozo porque estoy pidiendo y recibiendo en el nombre de Jesús”. Como Él ha dicho: “Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá” (Marcos 11:24), podemos decir confiadamente: “Tendré lo que he pedido porque he orado por ello y creo que ya me pertenece”. Como Él ha dicho: “Porque todo aquel que pide, recibe” (Mateo 7:8), podemos decir confiadamente: “Sé que estoy recibiendo porque he pedido; ‘todo aquel’ significa sin excepciones, y eso me incluye a mí”.

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EWK Confesión negativa

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ocos de nosotros somos conscientes del poder que nuestras propias palabras ejercen sobre nuestro espíritu. Si confieso que no me siento bien, no sé si seré capaz de aguantar de pie todo el día. Mi cuerpo entero comienza a perder fuerza. Mi espíritu se levanta contra esa confesión negativa, pero es conquistado, y decaigo espiritual y mentalmente hasta el nivel de mi confesión. Sin embargo, si confieso que todo lo puedo en Cristo, Él se convierte en el nivel de mi confesión. Cuando confieso que todo lo puedo en Cristo, Él se convierte en la fuerza de mi vida. Por tanto, confieso que tengo la capacidad de parte de Dios de hacer las cosas que Él desea que haga. Él quiere que llame a esa persona que está enferma y que le abra las Escrituras. Supongamos que nunca he hecho algo así, pero me acuerdo de las palabras de Isaías 53:4–5: Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por

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azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. El Espíritu me recuerda ese pasaje. Ahora, sé que puedo explicar esos versículos al enfermo. ¡No te imaginas la emoción que siento! Llego a su casa y le saludo como a un vencedor. Sé que la Palabra va a obrar tan eficazmente en él como ha obrado en mí. Mi fe aumenta hasta el nivel de mi confesión. La capacidad de Dios en mí se levanta para suplir la necesidad de mi confesión. Tengo la capacidad de hacer cualquier cosa que Él desee hacer. Él es mi fuerza, mi suficiencia, mi plenitud; Él es todo lo que yo necesito.

Olvidando ciertas palabras Hay ciertas palabras en nuestros vocabularios que deberían ser tabú, deberíamos olvidarlas. No deberían estar nunca permitidas en nuestros labios. Si nos negamos a decirlas, después de un tiempo los pensamientos morirán sin haber sido desvelados. Debemos dejar de usar la palabra temor hasta que el temor muera y el valor se haga grande y robusto en su lugar. No tenemos espacio para palabras como vergüenza, odio, celos, amargura, incredulidad y duda, o para expresiones como “Yo soy un Tomás incrédulo”. Al usar esas palabras, le estamos diciendo a Dios Padre que no tenemos fe en Él, igual que un niño le diría a su padre: “Padre, no tengo fe en ti. Me 29

gustaría poder tenerla”. Es como una esposa diciendo a su marido: “No tengo fe en ti”. Las anteriores son expresiones que debieran morir. Debieran ser enterradas sin funeral. Debiéramos avergonzarnos tanto de ellas que nunca permitamos que se mencionen delante de nosotros. Hay ciertas palabras que nunca se dicen salvo en la privacidad de nuestras propias vidas interiores. Esas palabras nunca se deberían decir, ni siquiera ahí dentro. Llamémoslas malas palabras, palabras muertas. Encontremos palabras vivas que ocupen su lugar, palabras de amor, palabras saludables, palabras de victoria. Estas palabras nuevas las encontramos en la Biblia.

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DG Confesiones incorrectas

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el mismo modo que las confesiones correctas de fe producirán resultados positivos en tu vida, una confesión incorrecta producirá resultados negativos. La Biblia dice: “La muerte y la vida están en poder de la lengua” (Proverbios 18:21). La derrota o la victoria, la enfermedad o la salud, están en el poder de la lengua. Jesús dijo: “lo que diga le será hecho” (Marcos 11:23). Mira estos ejemplos de confesiones correctas e incorrectas. Confesión incorrecta: “Siempre me pongo peor de mi sinusitis en esta época del año”. Confesión correcta: “Nunca espero experiencias negativas en ninguna época del año. No soy un cristiano en la prosperidad, sino que vivo confiadamente por la Palabra de Dios. Mi gozo está cumplido por lo que el Señor está haciendo por mí. Él dijo: ‘Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido’ (Juan 16:24). Mi gozo está cumplido: invierno, primavera, verano y otoño, porque le pido y recibo de Él. La capacidad del Señor para guardarme en buena salud no está limitada a ciertas estaciones del 31

año, porque Él ‘es el mismo ayer, hoy y por los siglos’ (Hebreos 13:8). El Señor hará por mí lo mismo cualquier día del año”. Confesión incorrecta: “No puedo hablar en público porque siempre me pongo muy nervioso y no puedo testificar”. Confesión correcta: “Me niego a darle lugar al temor, porque eso es darle lugar al diablo, que es el autor del temor. ‘Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio’ (2 Timoteo 1:7). Estoy absolutamente libre de todo temor, incluso del temor de hablar en público. Dios ha dicho: ‘No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios’ (Isaías 41:10). Ya no me da miedo testificar en público, porque Dios está conmigo. Es el enemigo el que no quiere que hable del Señor. ‘Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él’ (Isaías 59:19). Cuando el enemigo ejerza su presión sobre mí, alabaré al Señor porque mi caso es Suyo. Él me dará libertad del temor y el nerviosismo satánico. Dios me da confianza diciendo: ‘Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar’ (Éxodo 4:12). Dios está realmente con mi boca para guiarme en lo que digo en público sobre Él. Por tanto, triunfo en Su capacidad”. Confesión incorrecta: “Bueno, he conseguido llegar al trabajo, pero es todo lo que puedo decir. Según me siento, no espero poder hacer mucho hoy”. Confesión correcta: “Me niego a dar lugar a una confesión pesimista que atrape mi alma por 32

completo. ‘Te has enlazado con las palabras de tu boca’ (Proverbios 6:2). Sirvo a Dios continuamente, así que tengo segura la liberación de esa actitud pesimista que aplasta mi espíritu y abate mi alma. ‘El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre’ (Daniel 6:16). Dios es mi Libertador en cada situación, porque le sirvo constantemente. ‘Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús’ (2 Corintios 2:14). En mi trabajo, en mi hogar, en mi servicio al Señor (en todo lo que haga) soy más que vencedor por medio de Cristo que me ama. (Véase Romanos 8:37). Rechazo la actitud que me deja casi incapaz de sacar mi cabeza del agua. Dios me está mostrando cosas grandes y poderosas en la vida, porque así lo ha prometido: ‘Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces’ (Jeremías 33:3). Yo clamo a Él; Él me está respondiendo y me está mostrando cosas grandes y poderosas”. Confesión incorrecta: “No he sido capaz de conseguir ese ascenso que esperaba, pero ya me lo imaginaba, porque nunca me salen bien las cosas”. Confesión correcta: “No creo que las fuerzas adversas estén arruinando el trabajo que Dios está haciendo en mi favor. El Señor está obrando en las respuestas antes incluso de que yo ore: ‘Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído’ (Isaías 65:24). No espero fracasar, sino tener éxito. Jesús no vino para darme una vida mediocre, sino que dijo: ‘yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia’ (Juan 10:10). Como 33

he recibido a Jesucristo como mi Señor y Salvador, tengo esa vida abundante en mí ahora. Sé que Dios está prosperando mi vida: ‘Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma’ (3 Juan 2). Tengo derecho a la prosperidad y la salud, y estoy prosperando en mi alma. Dios ha prometido bendecirme abundantemente porque soy un dador: ‘Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo’ (Lucas 6:38). Sí, el Señor está amontonando mis bendiciones, porque estoy dando para Él y para Su obra. Estoy bendecido”. Confesión incorrecta: “No me siento muy bien. Creo que voy a tener la gripe”. Confesión correcta: “Gloria a Dios que no vivo por mis sentimientos, que cambian como el tiempo, sino que vivo por fe, que es vivir por la Palabra de Dios. ¿Por qué iría yo a tener la gripe cuando Jesús mismo llevó mis enfermedades y dolencias? (Véase Mateo 8:17). No voy a tener nada malo, porque Jesús sufrió todo por mí. Me resistiré a tener nada que el diablo quiera poner sobre mí. Viviré en la victoria del sacrificio sustitutorio de Jesús. Él es la sustitución de mi pecado y de mi enfermedad. Alabo Su nombre por lo que ha hecho en mí”. Confesión incorrecta: “Me pregunto si me volveré a sentir bien algún día”. Confesión correcta: “Independientemente de mi actual condición, sé que el Señor me restaurará la salud, porque esta es Su promesa en Jeremías 30:17: ‘Mas yo haré venir sanidad para ti’. No me preocupo por 34

ello. Dios vela para que se cumpla Su Palabra (véase Jeremías 1:12), y ‘Dios no es hombre, para que mienta’ (Números 23:19). Sé que me sentiré mejor, no porque así lo espere o lo desee, sino por Su Palabra para mí. ‘Envió su palabra, y los sanó’ (Salmo 107:20). He recibido Su Palabra sanadora, y le alabo porque Su Palabra es segura. Jesús dijo que según mis expectativas o mi fe, así me sería hecho. (Véase Mateo 9:29). Espero totalmente sentirme mejor porque Su Palabra prevalece en mi vida”. Confesión incorrecta: “No sé cómo lo haré económicamente. El costo de la vida sigue subiendo”. Confesión correcta: “Vivo por la Palabra segura de Dios: ‘Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús’ (Filipenses 4:19). Independientemente de la inflación, mi Dios suplirá todas mis necesidades. No ando en el consejo de los impíos, ni estoy en el camino de los pecadores, ni me siento en la silla de los escarnecedores. Me deleito en la Palabra de Dios; de día y de noche medito en ella. Soy como un árbol plantado junto a corrientes de agua; y estoy dando fruto. Como resultado, todo lo que haga prosperará. (Véase Salmo 1:1–3). Si el costo de la vida sigue aumentando, la prosperidad de Dios en mi vida aumentará. No temo a la inflación. El Señor es mi Provisión”. Confesión incorrecta: “Sabía que hoy llovería. Siempre llueve cuando planeamos algo al aire libre”. Confesión correcta: “No me dejaré gobernar por una actitud pesimista. Vivo con una expectativa de éxito. Independientemente del tiempo que haga, 35

confesaré: ‘Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él’ (Salmo 118:24)”. Confesión incorrecta: “¿Por qué siempre tiene que pasarme esto a mí?”. Confesión correcta: “No espero que me suceda nada malo. Vivo por la Palabra de Dios, la cual promete: ‘No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada’ (Salmo 91:10). Dios me manda encomendar mi camino a Él y confiar en Él, ‘y él hará’ (Salmo 37:5). Espero que Él me traiga buenas cosas, y no malas. Como cristiano sincero, intento caminar en rectitud delante de Él, y así Él me asegura: ‘No quitará el bien a los que andan en integridad’ (Salmo 84:11) ¡Siempre me ocurrirá algo bueno!”. Confesión incorrecta: “Intentaré ir si las cosas salen bien, pero el panorama no es muy prometedor”. Confesión correcta: “Afronto la vida y sus retos con una confesión positiva, una confesión valiente. Estoy esperando en el Señor, y Él está renovando mi fuerza. (Véase Isaías 40:31). Estoy manteniendo mi mente centrada en el Señor, y Él me está guardando en perfecta paz. (Véase Isaías 26:3). Espero que las cosas me salgan bien, porque me deleito en el Señor, y Él me concede los deseos de mi corazón. (Véase Salmo 37:4). Jesús dijo: ‘Ve, y como creíste, te sea hecho’ (Mateo 8:13), y yo creo que todo me va a salir bien. Mantendré mis citas, porque así lo creo. Rechazo las confesiones negativas de duda, temor e incertidumbre. El Señor me está dando la victoria en todas las situaciones. ‘Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos’ (Éxodo 14:14)”. 36

Confesión incorrecta: “Ni tan siquiera intentaré realizar esta tarea en concreto, porque no tengo la capacidad”. Confesión correcta: “Lo que determina la medida de mi capacidad es la capacidad de Dios. ‘Si Dios es por nosotros ¿quién contra nosotros?’ (Romanos 8:31). Dios está por mí, así que puedo hacer todas las cosas por medio de Aquel que es mi fuerza y suficiencia. (Véase Filipenses 4:13). Nunca subestimo mi capacidad, porque conozco la verdad, y la verdad me hace libre. (Véase Juan 8:32). Soy fuerte con Su fuerza: ‘diga el débil: Fuerte soy’ (Joel 3:10). Digo confiadamente ante una supuesta debilidad: ‘Soy fuerte; cuento con el Poderoso que da vida a mi cuerpo mortal. “El que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11). Dios da vida a mi cuerpo mortal ahora por medio del mismo Espíritu que levantó a Jesús de los muertos, porque Su Espíritu mora en mí. Por tanto, puedo afrontar cualquier tarea con éxito por Su capacidad ilimitada dentro de mí’”. Confesión incorrecta: “Probablemente seré incapaz de hacer eso, ya que dudo que para entonces ya tenga el dinero”. Confesión correcta: “No me dispondré a ser derrotado prediciendo fracaso. No daré lugar el pesimismo sobre cualquiera de los planes de mi vida. Jesús me ha dado grandes promesas sobre mi vida, pues ha declarado: ‘porque todo aquel que pide recibe’ (Mateo 7:8). Eso me incluye a mí. Sé que estoy recibiendo esas cosas buenas y necesarias del Señor, porque 37

se lo he pedido a Él. Estoy recibiendo, porque Su promesa no tiene excepciones. Estoy libre de afanes sobre el futuro, porque he depositado con gozo todas mis preocupaciones sobre el que realmente cuida de mí. (Véase 1 Pedro 5:7). Estoy seguro de que Dios suplirá todo el dinero que necesito con tiempo suficiente para suplir mis necesidades”. Confesión incorrecta: “Creo que voy a tener el catarro de mi marido”. Confesión correcta: “¿Por qué voy yo a tener el catarro de otra persona? No tengo temor a ningún catarro porque temo el nombre del Señor. ‘Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación’ (Malaquías 4:2). No estoy atado al pensamiento tradicional que dice que una enfermedad debe seguir su curso en una familia. Estoy sirviendo a Jesús y Él me ha asegurado: ‘Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti’ (Éxodo 23:25). La enfermedad es quitada de mí y de mi familia porque servimos al Señor”.

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EWK Creer

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orque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). El Padre entregó a Jesús al mundo, a los perdidos. Él entregó a Jesús a los hombres que le crucificaron. Él dio a Jesús a los hombres que hicieron una corona de espinos y la clavaron en la frente de Su Hijo. Él dio a Jesús a los hombres que le clavaron en la cruz. Él dio a Jesús a Pilato y a Caifás, un sumo sacerdote cruel, malvado y egoísta. Extraño, ¿verdad? El hecho nos pone cara a cara con una extraña palabra. No verás que se use así en el Antiguo Testamento, y se usa en referencia a Jesús sólo unas cuentas veces. La palabra es gracia. “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). ¿Qué es gracia? Es amor en acción; amor que da; amor hecho para el que no lo merece y el indeseable. El regalo de Jesús fue un estallido espontáneo de amor. Dios lo llama gracia. 39

Ahora bien, ¿qué significa creer en Jesús? Todos sabemos que la palabra creer es un verbo. Sabemos que fe es un nombre. Creer es una palabra de acción; fe es el resultado de que una persona haya actuado o creído. Creer en el sentido del Nuevo Testamento, en el sentido de la revelación paulina, significa posesión: acción que termina con posesión. Jesús nos dio la clave en Juan 6:47: “El que cree en mí, tiene vida eterna”. En la mente del Padre, creer es posesión, y para obtener posesión, actuamos sobre Su Palabra. Por tanto, creer es actuar sobre lo que ha hablado el Padre. Cuando creo en Cristo, significa que he tomado posesión de lo que el Padre me ha dado. Jesús es mío. Él es mi Salvador, mi Señor, ¡y es mi Vida! En el momento en que tomamos posesión de Cristo, nos convertimos en nuevas criaturas. Somos nacidos de arriba. (Véase Juan 3:3). Como puedes ver, creer es un acto de la voluntad. Es una elección, una decisión, y significa que estoy dispuesto a darle la espalda a mi vida pasada y limpiarla, deshacerme de ella, y que deje de ser. Estoy listo para comenzar una nueva vida ahora sin ningún pasado: pasar a una nueva dimensión. Estoy listo para ser trasladado de la esfera de la muerte, la oscuridad y el pecado, a la esfera de la vida y el amor, donde me convertiré en un hijo de Dios. Creer significa que estoy listo para tomar posesión de lo que Dios me dio en Su gran amor. Él me dio a Cristo. Me hizo un regalo: la vida eterna. 40

Me dio todo lo que era Cristo, todo lo que Él hizo y todo lo que es hoy. Acepto esa verdad, tomo posesión del regalo, y miro arriba y digo: “Padre, gracias por Jesús y por el regalo de la vida eterna que viene con Jesús. Gracias por la remisión de todos mis pecados, por haber borrado mi pasado. Gracias porque ahora soy una nueva criatura. Gracias Padre, que Efesios 1:3 se ha convertido en una realidad: ‘Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo’”. Dios me escogió en Cristo antes de la fundación del mundo (véase versículo 4), y ahora he respondido a ese llamado y me he convertido en su propiedad. Ahora estoy entrando en mi herencia. Durante todos estos años, el descanso y la paz de corazón me pertenecían, pero yo no lo sabía. El nombre de Jesús, con todo su poder y sus derechos, ha sido mío, pero nunca tomé posesión de él. Tengo una gran herencia en Cristo, pero escogí vivir en pobreza teniendo a la vista mi herencia y riquezas. Ahora estoy tomando posesión. He vivido en debilidad cuando me pertenecía la fuerza. He vivido en desesperación cuando la capacidad de Dios era mía. He vivido en ignorancia cuando la sabiduría y el conocimiento del Hijo de Dios eran míos. Me pertenecían (me habían sido dados), pero ignoré el regalo y nunca le di gracias al Dador. Al menos, mis ojos están abiertos. Veo mis derechos y los tomo. 41

Como ves, creer es tomar posesión. Es simplemente actuar sobre la Palabra del Padre, y eso es algo hermoso, ¿no es así? Es muy simple. Le digo al mundo lo que soy en Cristo. Le digo al mundo que Cristo es mi Señor y Salvador. Grito con fuerza que no hay condenación para mí, porque estoy en Cristo Jesús. La posesión no vino hasta que hice mi gozosa confesión. Cuando la hice, todo pasó a ser mío en realidad. No hay posesión sin confesión. La comprensión sigue a la confesión. Comienzo a actuar sobre la Palabra, y la posesión se convierte en algo real para mí. Luego “hago efectivo” lo que me ha dado la gracia. Nunca fue un problema de fe o emoción, sino un problema de no apropiarme de lo que Dios ya me había dado.

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DG Grandes confesiones

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a palabra confesión en la Biblia significa afirmar lo que Dios ha dicho en Su Palabra. Es testificar de la declaración de la Palabra. Es testificar de las verdades reveladas en la Biblia.

Afirmaciones de verdad Hemos sido divinamente instruidos para “retener nuestra profesión” (Hebreos 4:14). El escritor del libro de Hebreos además dijo: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió” (Hebreos 10:23). No sólo tenemos que retener nuestra confesión de la Palabra, sino que también tenemos que afirmar constantemente esas cosas que Dios nos ha revelado. (Véase Tito 3:8). Confesar es decir lo que Dios ha dicho en Su Palabra sobre algo en particular. Es estar de acuerdo con Dios. Es decir lo mismo que dice la Escritura. Retener tu confesión es decir, una y otra vez, lo que Dios ha dicho hasta que el deseo de tu corazón y lo 43

prometido en la Palabra de Dios se manifiesten por completo. No existe la posesión sin la confesión. Cuando descubrimos nuestros derechos en Cristo, tenemos que afirmar esas cosas constantemente, testificarlas, ser testigos de esos hechos tremendos de la Biblia. El apóstol Pablo dijo: “Para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús” (Filemón 6). Las afirmaciones de la verdad deberían salir de nuestros labios constantemente. Tenemos que retenerlas sin vacilar. El castigo por vacilar a la hora de nuestra confesión es que nos negamos a nosotros mismos la promesa de Dios y el desenlace de la misma. “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:6–7). El salmista dijo: “Díganlo los redimidos de Jehová” (Salmo 107:2), y de nuevo: “Y digan siempre los que aman tu salvación: Engrandecido sea Dios” (Salmo 70:4). ¿Qué cosas tenemos que afirmar constantemente? Afirmar las Escrituras que revelan las buenas cosas dentro de nosotros en Cristo. Hay cientos de afirmaciones poderosas que hacer constantemente al hablar el lenguaje de las Escrituras. Por ejemplo, algunas de las cosas que tenemos que afirmar constantemente son: • Dios es quién Él dice ser. • Yo soy quien Dios dice que soy. 44

• Dios puede hacer lo que dice que puede hacer. • Yo puedo hacer lo que Dios dice que puedo hacer. • Dios tiene lo que dice que tiene. • Yo tengo lo que Dios dice que tengo. Sabemos que en Jesucristo hemos recibido salvación, no sólo para nuestra alma sino también para nuestros cuerpos en nuestra salud, nuestras finanzas, nuestra paz de mente, y nuestra libertad de la esclavitud y el temor.

Palabras que obran maravillas Si consiguiéramos darnos cuenta del poder de nuestras palabras, nuestras vidas serían muy diferentes. Se dice que “la pluma es más poderosa que la espada”. ¡Cuánto más poderosas son las palabras de nuestra pluma y de nuestra boca cuando nuestras palabras son la Palabra de Dios! “El que sacrifica alabanza me honrará; y al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios” (Salmo 50:23). Algunas palabras que pueden obrar maravillas son… Palabras de alabanza. “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca” (Salmo 34:1). Proponte ser un “alabador” valiente a partir de ahora. Como alabador, alaba al Señor, no tanto por los regalos que has recibido, sino ensalza al maravilloso Dador mismo. Palabras de edificación y gracia. Proponte ordenar tus conversaciones, para que “ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena 45

para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29). Palabras de firme autoridad que vencen el poder de Satanás. “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos” (Apocalipsis 12:11). Palabras de confesión de la Palabra de Dios. La confesión siempre precede a la posesión. La palabra confesar significa “decir lo mismo”. Atrévete a decir exactamente lo que Dios dice en Su Palabra. Ponte de acuerdo con Dios declarando Su Palabra en cada circunstancia. Cuando ordenamos nuestras palabras correctamente, Dios manifiesta los beneficios de Su gran salvación. “Con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10). Y recuerda que cuando hacemos una confesión para salvación, incluye sanidad, liberación y todas las bendiciones espirituales y físicas provistas para nosotros en la expiación de Cristo. Como la confesión siempre precede a la posesión, una mala confesión, una confesión negativa, precede a la posesión de las cosas incorrectas. Tu lengua, usada erróneamente, puede causarte muchos problemas. “El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias” (Proverbios 21:23). “Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios” (Proverbios 6:2). Rehúsa hacer una mala confesión. Recuerda que tus palabras pueden producir maravillas. Por tanto, pronuncia palabras de alabanza, 46

palabras de canto, palabras de fe en la Palabra de Dios, y palabras de firme autoridad, expulsando así el poder de Satanás. Verdaderamente, las palabras son la moneda del reino, ¡y puedes decir confiadamente palabras que obren maravillas para ti!

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EWK El valor de testificar

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a nación de Israel fue el testimonio de Dios mientras los israelitas vivían en Palestina. Todo el tráfico de la tierra entre Babilonia, Damasco y Egipto tenía que pasar a través de Palestina. Los israelitas eran los antiguos testigos de Dios. Fue un día triste cuando perdieron ese testimonio y fueron llevados a la cautividad. Nosotros somos el testimonio de Dios el día de hoy. “Y me seréis testigos” (Hechos 1:8) significa que cada uno de nosotros somos un testimonio. Es significativo que nuestra fe nunca se levanta por encima de nuestros testimonios. Si temes testificar en voz alta, la fe muere o se hace débil. Tu testimonio es tu fe expresada. “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor…” (Romanos 10:9). Es una confesión de labios. Si confiesas delante del mundo y mantienes tu confesión, no abandonándola nunca, no cediendo nunca a una segunda confesión, estás expresando fe. Una segunda confesión puede contradecir la primera. Cuando el escritor de Hebreos nos dijo

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que retuviéramos nuestra confesión, estaba golpeando la raíz del cristianismo. (Véase Hebreos 10:23). Nunca crecerás más alto que tu confesión. “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos” (Apocalipsis 12:11). La conciencia de pecado tiene su propia confesión, como la conciencia de la justicia tiene su confesión. Satanás es el inspirador del testimonio de la conciencia de pecado, al igual que el Espíritu Santo es la inspiración del testimonio de la justicia. Cada testimonio de debilidad y fracaso glorifica al que te hace ser débil. Es el testimonio de Satanás a través de tus labios. Cuando confiesas que tus oraciones no son contestadas, estás acusando a Dios de falsedad, y le estás prestando tus labios al diablo para que dé su testimonio de su supremacía sobre Dios. Cuando dices: “Han orado por mí una y otra vez y no he recibido mi sanidad”, estás glorificando al adversario. Es tu testimonio de carencia, incredulidad y fracaso lo que te ha mantenido en esclavitud. Si das un testimonio de fe y lo mantienes en la misma presencia de cada provocación, creyendo que la Palabra de Dios es verdad y que “por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5), serás sanado. Tu carencia monetaria, tu falta de fuerzas y tu carencia de utilidad en la causa de Cristo son producto de tu propio testimonio. Algunas personas tienen dos testimonios. Uno es para consumo público y el otro es un testimonio privado. Sus testimonios privados son fracaso y 49

carencia. Sus testimonios públicos son poco convincentes, debilitados y casi serviles, casi incapaces de decir que la Palabra de Dios es cierta. Es el testimonio franco y absoluto de las victorias en Cristo lo que da a luz la fe en los corazones de otras personas. Ten tan sólo un testimonio: el de la absoluta fidelidad de Dios y el de tu absoluta confianza en Su Palabra.

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Fe atrevida

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Confianza Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios. (1 Juan 3:21)

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l secreto de la victoria es agarrar tu dilema con ambas manos. El secreto de ganar es afrontar la dificultad con la confianza de que no te puede azotar, porque no puede azotar a Dios. La forma de afrontar una situación imposible es darte cuenta de que estás ligado a Dios, y el que está ligado a Dios no puede fallar más de lo que Él puede fallar. La fe que Jesús tenía en Sí mismo, en Su ministerio y en Su Padre le hizo afrontar la cruz con el espíritu de un vencedor. Cuando uno está ligado a Dios, los recursos de Dios son suyos. Dios respalda cada iniciativa a la que Él te envía. Puede que no sientas el entusiasmo y la emoción que creerías que sería lo natural cuando uno está ligado a la omnipotencia, pero no tienes que sentirlo. Lo único que necesitas es saber que mayor es el que está en ti, el que te da energías, que toda la

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oposición que pudiera venir. (Véase 1 Juan 4:4). Con una calma santa, puedes hacer frente a los problemas y dificultades de la vida.

Una firme convicción Valentía no es arrogancia, bravata o pretensión, sino coraje, confianza, fe en Dios. Es esa firme convicción de que mayor es el que fortalece tu brazo y guía tu trabajo que cualquier fuerza que los seres humanos o los demonios puedan traer contra ti. Valentía es la seguridad silenciosa de que con Dios vas a prevalecer. Las raíces de tu ser van hasta el mismo corazón y seno de Dios. Desarraigarte a ti sería desarraigar el mismo corazón de Dios. Nuestra valentía nace de una unión consciente con Dios para hacer Su voluntad, lograr Su deseo y llevar adelante Su programa. Todas las facultades de tu ser han sido alineadas con Dios. Dependes de Su sabiduría. Es Su gracia de donde bebes profundamente. Es Su poder lo que te fortalece en la lucha. La fe te ha capacitado para hacer frente a los problemas de la vida con una sonrisa. La fe en Él, el Invisible, te ha levantado de tu debilidad y te ha llevado a Su esfera. Vives y caminas en la fortaleza de Dios. Estás en medio de Su fuerza. Extraes tu vida de Él. Su vida es tu vida. Estás escondido con Cristo en Dios. (Véase Colosenses 3:3). Acude confiadamente al trono de la gracia Las palabras de Jesús nos permiten conocerle. Dibujos silenciosos de Jesús no podrían retratarnos al 53

verdadero Jesús, así que tenemos cuadros proclamados de Jesús. Le vemos actuando, oímos Sus palabras. Las palabras son las cosas que más viven en nuestra mente. Su Palabra es Él mismo. Eso es algo llamativo cuando piensas en ello. Cuando Él dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia” para que hagas tus peticiones (Hebreos 4:16), vamos con labios llenos de Su Palabra. Vamos en el nombre de Jesús. Vamos en la autoridad de Su propia promesa, la cual dice: “Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará” (Juan 16:23). Esa palabra es Su Palabra. Eso le hace a Él decir la oración que nuestros labios están diciendo: “Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos” (Mateo 18:19). Cuando yo cito esa Palabra, Su Palabra sube delante del Padre. Es Su Palabra, y no mía. Es Su oración, no la mía. Jesús dijo: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7). Estoy usando las palabras de Jesús. El Padre oye las palabras de Jesús que proceden de unos labios entregados al señorío de Su Hijo. Así que es realmente Su Hijo el que está orando a través de estos labios. Yo le recuerdo que la Palabra habita en mí, y que yo habito en Él. Nada queda inadvertido. Es el Maestro mismo el que está haciendo la obra. 54

Él ora a través de mí. Yo cito Juan 14:13 ante el Padre: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. Yo le digo al Padre: “Deseo que seas glorificado a través de Jesús, así que te pido en el nombre de Jesús que se haga esto”. La palabra pedir puede significar “demandar”. Estoy demandando que el dolor se vaya del cuerpo de esta persona. Sé que cuando eso ocurre, el Padre está siendo glorificado. Me estoy poniendo del lado de Jesús de este asunto, y estoy haciendo lo que glorificará al Padre. Cuando adoptamos esa actitud, la oración se convierte en un asunto del tamaño de Dios. Estamos entrando en la plenitud de Cristo en la vida de oración. Sentados en nuestros hogares, o dondequiera que estemos, podemos tocar las islas más remotas de la tierra. Podemos enviar fuerzas angelicales a ministrar a los que están en necesidad. Su Palabra se convierte en la moneda del reino. Su nombre en nuestros labios es como si el Maestro mismo estuviera presente. Entremos en esta poderosa relación en toda su plenitud.

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DG El poder de la línea de sangre

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ué haces cuando estás en una situación desesperada? Por ejemplo, ¿hay alguna solución para tratar con los robos y los ladrones? Sí, hay poder en la sangre de Jesús que vencerá cualquier cosa y todo lo que el enemigo pueda traer contra nosotros. Apocalipsis 12:11 se hizo real en mi vida, mi familia y nuestro ministerio para vencer una gran adversidad. Dice: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos”. Durante más de cuarenta años, hemos vivido de una forma nueva bajo la protección de la aplicación de este versículo. Hemos vivido libres del peligro de ser víctimas de un enemigo malvado y sin sentimientos, y de su malvada obra: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir” (Juan 10:10). En 1969, nuestras oficinas evangelísticas en Surrey, Canadá, estaban sitiadas por el enemigo. Repetidamente, los ladrones entraban en nuestras oficinas durante la noche para robar y devastar las

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instalaciones. Usamos todos los medios naturales para detener las arremetidas, incluyendo aumentar las luces, los cerrojos, la seguridad y la vigilancia policial, pero nada funcionó; los ataques persistían. Había noches en que me despertaba con un sudor frío con la premonición de que estaban robando en nuestras oficinas en ese momento. Saltaba de la cama y me dirigía hacia las oficinas. Más de una vez, descubrí que cuando las luces de mi auto iluminaban el frente del gran edificio, los ladrones escapaban por la puerta de atrás. Era frustrante y perturbador. Entonces, un evangelista llamado Stevens vino a Canadá para ministrar. El Señor le usó para ganar almas para Cristo y para derribar fortalezas en las vidas de las personas. El diablo se puso furioso y le dijo al hermano Stevens: “Voy a matar a tus hijos en tu granja en Tennessee”. El hermano Stevens se rió del diablo y le respondió: “Satanás, tú no puedes tocar a mis hijos. ¡Le pertenecen a Jesús!”. Pero Satanás respondió: “He puesto la rabia en los zorros que rondan por el bosque que hay cerca de tu granja. Ellos cruzarán tu vaya para morder a tus hijos e infectarles la rabia. Luego morirán”. El hermano Stevens tenía experiencia en luchar con el diablo, y sabía que esa amenaza del adversario no era un llamado para que él fuera a comprar un billete de avión, volar a Tennessee e ir a 57

cazar zorros con su pistola. En cambio, discernió que era un ataque espiritual, y fue totalmente consciente del poder de la sangre, como enseña Éxodo 12:23: “Y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir”. Les pidió a tres creyentes que se unieran con él para aplicar Apocalipsis 12:11 a esta situación: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos”. Cada uno de ellos alzó su dedo índice y, en fe, dibujaron una línea de sangre alrededor de su granja, específicamente alrededor de los límites. A los diez días, el hermano Stevens recibió una carta de su hermano, que estaba cuidando de la granja. Decía: “Iba caminando por la parte trasera de tu tierra, y llegué al lindero, y me encontré a cinco zorros muertos en el suelo. Examiné sus cabezas, y los cinco tenían la rabia”. ¡Gracias a Dios que esos zorros no pudieron cruzar el lindero! En el ámbito del Espíritu, esa era la línea de sangre. La sangre de Jesús había sido aplicada por “la palabra de su testimonio”, y todos los zorros murieron. Cuando oí esa historia, supe que esa era la respuesta para nuestras oficinas. Llamé a mi familia y a mi equipo de trabajo. Todos levantamos nuestro dedo índice y, por fe, dibujamos una línea de sangre alrededor de nuestras oficinas. Sabíamos que la autoridad estaba en la sangre y en las palabras que 58

salieron de nuestra boca. Mover el dedo fue algo simbólico de nuestra afirmación. Declaramos: “Diablo, ya has hecho tu maldad contra nosotros. Ahora, aplicamos la sangre de Jesús contra ti. Ya no puedes hacer hombres malos entren a robar en nuestras oficinas. La sangre de Jesús está contra ti, ¡y te derrotamos!”. Por el poder de la sangre de Jesús, esos intrusos nunca volvieron a entrar en nuestras oficinas. Si lo han intentado, no habrán podido cruzar el límite establecido. Hay poder, un poder asombroso, ¡en la sangre del Cordero! Todas las medidas que habíamos intentado antes fracasaron. Poner luces nuevas e instalar cerrojos nuevos no detuvo a los ladrones. Aumentar la vigilancia policial no capturó a los ladrones. Fue sólo el poder de la preciosa sangre de Jesús, dicha a través de nuestra afirmación en un acto de fe, lo que detuvo a los ladrones. En todas las décadas que han pasado desde entonces, nunca nos han vuelto a robar. Hemos aumentado ese acto de fe para incluir no sólo nuestras oficinas, sino también nuestros hogares, nuestros autos, nuestros muebles, nuestra ropa, nuestras posesiones y nuestros viajes misioneros. Y por encima de todo, hemos aplicado el poder y la protección de la sangre sobre los miembros de nuestra familia. Mi esposa y yo a menudo viajamos más de 150.000 kilómetros al año haciendo la obra del Señor y llevando el evangelio a las naciones. Siempre que subimos a un avión, abrochamos nuestros cinturones de 59

seguridad e inmediatamente dibujamos una línea de sangre alrededor del avión, los motores, la tripulación y nuestro equipaje. Estamos convencidos de que somos la gente más segura del mundo, protegidos por la sangre de Jesús. Te desafío a hacer esto: levanta tu dedo índice y haz un círculo que cubra tu vida, tu vehículo, tu casa y a tus seres queridos con la preciosa sangre de Jesús. Durante más de cuarenta años, Dios ha honrado de forma maravillosa nuestra fe en la sangre de Jesús. No estamos entre aquellos a los que Satanás vence con sus trabajos sucios, sino que le hemos vencido con la sangre del Cordero y la palabra de nuestro testimonio. ¡Qué vida de confianza produce este acto de fe!

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EWK Nuestro frente sólido en Cristo

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uestro frente sólido en Cristo” significa una confesión intrépida en presencia de circunstancias que parecen abrumadoras. Tu valentía será una señal de la destrucción inmediata de tus enemigos, pero para ti será una señal segura de tu salvación de Dios. (Véase Filipenses 1:28). Una posición firme e intrépida en presencia de la derrota trae la victoria. Una confesión valiente de la supremacía de Dios sobre toda opresión de enfermedad trae la victoria. Dios no puede mentir, y Su Palabra nunca puede fallar. Él dice: “Yo apresuro mi palabra para ponerla por obra” (Jeremías 1:12). No necesitamos nada más. Romanos 10:11 es el mensaje de Dios para nuestros corazones: “Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado”. Como puedes ver, Dios y Su Palabra son una, así que atrévete a tomar tu lugar sin temor como uno de los suyos con Cristo. “Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo” 61

(Colosenses 2:5). La traducción Weymouth dice: “…el frente sólido presentado por vuestra fe en Cristo”. Otra traducción dice: “…vuestra firmeza y frente sólido en Cristo”. El testimonio vacilante, titubeante y dudoso genera incapacidad y fracaso, pero el que se atreve a hacer frente al adversario valientemente es el ganador. Esto significa ser osado en medio de cada problema para retener tu confesión. (Véase Hebreos 4:14). No es tu profesión, sino tu confesión de quién es Él para ti y de lo que significa para ti Su Palabra en tu caminar diario. Conocemos la Palabra, y es necesario que actuemos en base a ella para convertirnos en hacedores de la Palabra y gente que practica la Palabra. (Véase Santiago 1:22–25). Nuestra confesión y nuestra conducta deben concordar. Seguro que este pasaje del libro de Santiago te resulta familiar: Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?...Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. (Santiago 2:14, 18) El que consiente sólo mentalmente no tiene acciones correspondientes; el que “espera” no tiene acciones correspondientes. Es el que cree el que actúa en base a la Palabra, dándole gloria al Padre, y dándole gozo a Jesús. 62

Como puedes ver, en cada lugar debe haber una acción correspondiente. Nunca debemos olvidar ni por un instante qué clase de personas somos. Somos la “nueva creación”, somos gente en la que Dios habita, gente vencedora, y debemos recordar lo que somos en Cristo. “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:27). Somos señores de las circunstancias. El hombre que es independiente de las circunstancias te dirá que, en la pobreza, actúa como si fuera rico; en prisión, se comporta como hombre libre. Las circunstancias no pueden gobernarle. Los demonios han aprendido a temerle. Dios le honra. Jesús se goza con él. Es un señor. Si la enfermedad le llega, él recuerda que es señor de la enfermedad y alaba al Padre por su perfecta salud. Si surgen dificultades económicas, recuerda: “Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:32–33). Tal hombre ha buscado el reino, y lo ha encontrado. Ha encontrado su lugar como hijo de Dios; por consiguiente, es señor sobre la necesidad. Cultiva la conciencia de que “Dios está dentro”. Tu caminar con Dios puede ser controlado si cultivas la conciencia de tu unidad con Cristo, de tu victoria en Él sobre las fuerzas de la oscuridad. Cultiva una conciencia de dominio total del nombre de Jesús. Recuerda que Él dijo: “En mi nombre echarán fuera 63

demonios” (Marcos 16:17), y: “Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará” (Juan 16:23). Si tienes acceso al Padre en ese nombre, eso te sitúa en el lado ganador para la eternidad. Ahora eres un maestro. Recuerda qué clase de hombre eres, y no vuelvas y vivas como un hombre común. Vive como lo hizo el Maestro en Su caminar terrenal, porque tienes a Dios en ti. Tienes el derecho legal de usar Su nombre, el cual tiene toda autoridad. Eres un maestro. Alábale por ello, y vívelo ahora.

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EWK Cómo se edifica la fe

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s, pues, la fe la certeza de lo que se espera” (Hebreos 11:1). Le damos certeza a la esperanza cuando actuamos en base a la Palabra de Dios. La esperanza es siempre futura. La fe es ahora. Creer es actuar en base a la Palabra. Santiago dijo: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22). Un “hacedor” es un “vividor”. La Palabra vive en mí en la medida en que la hago. Hacer la Palabra es, entonces, vivir la Palabra. Esto significa que Dios está viviendo en mí. Yo vivo en la Palabra hasta la medida en que ésta funciona en mi vida diaria. Jesús dijo: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros…” (Juan 15:7). Con esta realidad, la oración se convierte en algo muy simple. ¿Por qué? Porque la Palabra en mis labios será la Palabra de Dios. Dios está hablándose a sí mismo a través de mis labios. A través de mis labios, Dios puede pedir lo que quiere, y me será dado. 65

Su Palabra se convierte en algo vivo en mis labios, como fue algo vivo en los labios de Jesús. En la tumba de Lázaro, Jesús dijo: “Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes” (Juan 11:41–42). Cuando la Palabra habita en ti como vive en Jesús, puedes decirle lo mismo al Padre. Esa Palabra puede habitar en nosotros, puede vivir en nosotros, como vivió en Jesús. Cuando recibimos a Cristo, recibimos la vida eterna. Eso nos llevó a la familia de Dios, donde tenemos que asumir el lugar de hijos e hijas. Ahora, temeos que actuar como hijos de Dios. Tenemos que tomar nuestro lugar y asumir nuestras responsabilidades. No tienes que intentar ser un hijo de Dios, porque ya eres uno. No tienes que intentar obtener fe, porque todas las cosas te pertenecen por estar en Su familia. Estás haciendo la voluntad de tu Padre como lo hizo Jesús, y el Padre te está respaldando como respaldó a Jesús. Estudias para conocer al Padre. “Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). ¿Te habías dado cuenta de lo que acabas de leer? Que conozcas al Padre. Que conozcas a Jesús. Que puedes conocer a tu Padre a través de Jesús. Quizá le conozcas a través de los cuatro Evangelios hasta cierto grado. Quizá le conozcas en más profundidad con la revelación paulina. Pero realmente le conoces cuando comienzas a practicar la Palabra. 66

Cuando te conviertes en un “hacedor” de la Palabra, realmente le conoces. Cuando oras con los que están enfermos; cuando aprendes a no dar crédito a la evidencia sensorial que contradice la Palabra; cuando estudias la Palabra como si fuera el mensaje de Dios para ti; entonces le conocerás. Habla con Él. Relaciónate con Él como lo harías con un ser querido que vive contigo. Entonces conocerás al Padre.

Resultados de la oración Debería haber escuelas para enseñarles a los hombres a orar. La oración es más importante que la predicación. Me refiero a ese tipo de oración que involucra a Dios en nuestro bienestar, la que trae una respuesta divina y respuestas auténticas. Tenemos a mucha gente que ora, pero los resultados no demuestran que sus oraciones tengan valor alguno. Debemos orar para obtener beneficios. Los grandes hombres de negocios buscan hacer empresas que den beneficios. Las grandes industrias del acero demandan la mejor educación técnica y científica, y lo mismo ocurre en cada sección de la industria. La oración es de suma importancia. Hablar simplemente al aire no es orar. Tomar unos veinte minutos el domingo por la mañana, darle a Dios una homilía sobre cuáles son Sus tares para nuestra nación no es orar. Darle a la congregación una clase sobre el abrigo de Dios no es orar. 67

Creo que deberíamos orar para obtener resultados; si oramos y no pasa nada, deberíamos buscar cuál es el problema. Las cosas más grandes del cristianismo son las sobrenaturales, y si las cosas no se hacen, eso demuestra que tenemos la forma pero no el poder. (Véase 2 Timoteo 3:5). Todas las cosas se nos ofrecen a través de la oración, y si no las tenemos es porque no hemos establecido una conexión de oración. Sabemos que Dios ha oído la oración. Tú lo sabes, y yo lo sé. He visto miles de almas salvadas como respuesta a la oración. He visto conseguir miles de dólares como respuesta a la oración. He visto demonios expulsados y miles de enfermedades sanadas como respuesta a la oración. He visto el poder milagroso de Dios manifestado cientos de miles de veces. He ido de iglesia en iglesia y he encontrado desde veinte a cien cristianos en cada lugar. En muchos de ellos, no se ha salvado ni un alma durante años, y no se ha obtenido ni una sola respuesta llamativa a la oración, y aun así siguen orando. ¡No hay resultados! ¿Por qué no volver a los primeros principios y descubrir qué está pasando? ¿Acaso Dios es falso? ¿Se ha terminado el día de la oración? ¿El que ha hecho estas promesas es un Dios en bancarrota? Puede que sea que no nos conocen en el banco del cielo. ¡Nos iría mejor si Jesús nos presentara e identificara allí! Jesús nos ha dado los poderes para usar Su nombre en oración ante el Padre. Sus palabras son 68

definitivas: “Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará” (Juan 16:23). Sabemos que Jesús y el Padre hicieron en un pacto de sangre maravilloso con nosotros, y sólo eso nos garantiza respuestas a nuestras oraciones. Luego, Jesús nos dio la gran comisión y dijo que estaría con nosotros hasta el fin del mundo. (Véase Mateo 28:18–20). Si Él nos envía, Él nos respaldará, porque ningún soldado marcha bajo sus propias órdenes. Jesús debe responder nuestras oraciones y suplir nuestras necesidades. Nos encontramos con grandes necesidades por todas partes. Los hombres se mueren por su necesidad de Cristo. Los enfermos necesitan sanidad y los débiles necesitan fuerza. ¿Estás en Su voluntad? ¿Estás haciendo lo que Él quiere que hagas? ¿Está bien tu vida con Dios? ¿Te condena tu corazón? Si es así, ¡arréglalo! Arrodíllate bajo el Poderoso y ábrete camino orando entre el ejército de demonios que quiere obstaculizar tus oraciones. Ora para obtener la victoria. Si estás orando por el enfermo, sigue haciéndolo y no abandones. Si estás orando por dinero, ordena que llegue en el poderoso nombre de Jesús. Si estás orando por almas, permanece preparado hasta que veas la respuesta.

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DG Confiado como un león

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uando yo era joven, experimentaba temores que me atormentaban en muchas áreas de mi vida. Era reticente, dudoso y temeroso. Después, el Señor me llamó al ministerio, y me transformó milagrosamente de ese joven temeroso a un siervo emocionado de Dios. Durante muchos años, viví libre del temor en todas sus formas. Entonces, experimenté una crisis que me llevó a enfrentarme nuevamente cara a cara con la diferencia entre una vida de temor y derrota y la victoria de una vida bíblica atrevida. Durante años, tuve un lunar en un lado de mi cara. Era liso, del tamaño de la uña de mi dedo. Cuando el lunar comenzó a cambiar de color y tamaño, obtuvo una fea apariencia. En febrero de 1976, mi esposa Joyce y yo nos estábamos preparando para salir a un viaje misionero. Estábamos desayunando con nuestros hijos cuando mi hijo hizo de portavoz de todos ellos: “Papá, estamos preocupados por el brote de ese lunar en el lateral de tu cabeza. Antes de que te vayas de viaje, nos gustaría que fueras al doctor para que lo examine”.

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Accedí a la petición de mis hijos, y esa misma tarde fui a ver al doctor. El doctor examinó meticulosamente el brote y luego me preguntó con un tono serio de voz: “Reverendo Gossett, ¿cuál es el menor tiempo posible en el que podría estar listo para una intervención?”. “¿Intervención?”, indagué. “No tenía ni idea de que usted tuviera eso en mente”. El doctor respondió: “Es indispensable que se opere lo antes posible. No debemos retrasarlo”. Le informé al doctor de que estaríamos fuera hasta el 1 de marzo. Él miró su calendario y programó mi intervención para el 4 de marzo. Me informó del posible peligro de ese tumor, y que la operación no se debía retrasar más de la fecha estipulada. Cuando Joyce y yo llegamos a nuestro destino unos pocos días después, tuve que batallar con unos temores intensos por el veredicto del doctor. De hecho, me estaba compadeciendo a mí mismo. ¿Por qué me tiene que ocurrir esto a mí? ¿Por qué tengo que ser yo la “victima” de esta amenazante situación? Un día, estaba de pie mirándome en el espejo, tocando ligeramente el tumor y recordando las advertencias del doctor de su posible peligro. Joyce me vio ahí de pie y me dijo: “Alguien que yo conozco está realmente asustado”. “Sí, es cierto, cariño”, admití. Joyce cruzó la habitación hacia donde yo estaba, y pensé que venía para darme unas palabras de ternura y preocupación, pero cuando estaba a sólo unos pasos de mí, me miró fijamente y me dijo: “¡Pues peor para ti!”. 71

“¿Peor para mí? ¿Por qué has dicho eso?”, le pregunté. “Tú eres el predicador que ha escrito libros sobre cómo vencer el temor; has compartido docenas de mensajes de radio por todo el mundo sobre cómo vivir libre del temor todos los días de tu vida, y ahora, aquí estás todo asustado”. “Pero, cariño, esto es de verdad…”. Mi esposa valientemente pasó a la acción y me dijo: “Don, hay tres cosas que debemos recordar. Primero, puede que la operación sea la manera de Dios de proveerte para esta situación. En segundo lugar, la operación puede que no sea necesaria, porque el Señor puede sanarte en su soberanía. Y tercero, pase lo que pase, no debemos darle lugar al temor, porque eso sería darle lugar al enemigo”. Con esas palabras, Joyce puso su mano firmemente sobre mi pecho y comenzó a reprender al espíritu de temor en el nombre de Jesús. ¡Esa fue una de las liberaciones más destacadas de mi vida! De repente, el temor se fue. Fue como si unos grilletes se hubieran roto en mi pecho. Me sentí libre para respirar profundamente sin ningún temor en mi corazón. El tumor persistió e incluso se hizo más grande y feo en los días siguientes, pero nunca más me asustó. El Señor me había liberado totalmente de los espíritus atormentadores de temor, y yo era libre para alabar a Dios, confesar Su Palabra y anticipar valientemente el milagro del Señor para mi vida. 72

Cuando volábamos de regreso a casa el 1 de marzo, acerqué mi mano y accidentalmente me toqué el tumor. Cuando lo hice, se cayó como la mitad en mi mano; después, durante la noche del 3 de marzo, ocurrió un gran milagro. Me levanté temprano esa mañana, me toqué la cabeza y me alegré al descubrir que donde había estado la otra mitad del tumor, ¡no había nada! Corrí al espejo para examinarlo más de cerca y descubrí que el tumor se había ido por completo. Al volver a mi cama, pude ver los restos del tumor esparcidos por la almohada. Con gozo, desperté a Joyce y compartí con ella la maravillosa noticia. “Cariño, este es el día programado para la operación, ¡y no hay nada que ‘operar’!”. Nos gozamos juntos por lo que el Señor había hecho. En el desayuno, decidimos que debíamos mantener la cita con el cirujano, y pregunté con algo de curiosidad: “¿Qué le voy a decir hoy al doctor? Nunca me había pasado algo así”. Mi hijo dijo con voz firme: “Papá, cuando veas hoy a esos doctores, ¡simplemente diles lo que ocurrió!”. Cuando llegué a la clínica para la operación, me recibió una enfermera. Me llevó hasta la sala donde tenía que dejar mi ropa y esperar hasta que estuvieran listos para realizar la intervención. En el momento en que llegamos a la habitación, dije: “Enfermera, quizá no se haya dado cuenta, pero ya no tengo nada”. Ella me miró sorprendida. “¿Ya no está el tumor? ¿Qué le ha ocurrido?”. 73

Con gozo en mi corazón, le respondí: “¡El Señor Jesucristo me ha sanado completamente!”. Al mencionar que el Señor me había sanado, la enfermera me miró bastante asustada y rápidamente dijo: “Debo informar a los doctores de inmediato”. Se apresuró por el pasillo, alejándose de la habitación. En unos minutos, el primer doctor regresó con mi cuadro médico en la mano. Estudió el cuadro y luego examinó cuidadosamente mi cabeza. Repitió el proceso varias veces y luego explicó: “Será mejor que avise al otro doctor. Él ha estado llevando su caso más de cerca que yo”. Después de un rato, llegó el segundo doctor. El doctor estaba algo dudoso de mi relato sobre que el Señor había hecho un milagro en mí. Me miró con curiosidad y me preguntó: “¿Qué es eso que he oído de que hizo un milagro en usted mismo?”. “Doctor, yo no lo hice. Fue el Señor quien lo hizo, ¡y le doy a Él las gracias y la gloria!”. Durante los siguientes veinte minutos, esos médicos estuvieron discutiendo el asunto conmigo. Compartí con ellos mi experiencia tal y como había sido: cómo casi sucumbí al espíritu de temor, cómo Joyce había orado por mí y como el Señor había comenzado el proceso de sanidad en las siguientes setenta y dos horas antes de la hora de la intervención. Mientras hablaba, los doctores parecían relajados y estaban mucho más abiertos en su actitud. 74

Después de un rato, el primer doctor se giró hacia el segundo y le preguntó: “¿Es posible que esto haya sido obra de la naturaleza?”. Pero el otro doctor sólo respondió: “¿Qué es la naturaleza?”. Para terminar nuestra conversación, ambos doctores pronunciaron que mi caso estaba terminado. Reconocieron que ellos no habían hecho nada en la sanidad que se había producido. ¡El Señor recibió toda la gloria! Este milagro ha soportado la prueba durante más de cinco años ya. No ha vuelto a reaparecer ningún indicio del tumor. Le he dado gracias al Señor cien veces por la sanidad, por la victoria sobre el temor y por la continua demostración del poder de una vida bíblica atrevida. Han pasado muchos años desde que Dios nos guió por primera vez a ser pioneros con el mensaje de llevar una vida bíblica atrevida en nuestros programas de radio. Ha significado mucho para mi propia vida, porque ha sido a través de este conocimiento de la Palabra de Dios como he aprendido a vivir como dice la Biblia en Romanos 8:37, como “más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.

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EWK Caminar en fe

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ntes creía que si podía confiar en Dios respecto mis finanzas, realmente podría estar entre la gente de fe. Con el paso de los días y la multiplicación de los años, la fe comenzó a tomar un rango más amplio, y comencé a ver qué poca cosa era confiar en Dios sólo en cuanto al dinero. Luego, confié en Dios con respecto a mi cuerpo. Vi que “por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5). Fue un alegre sentimiento de alivio de los temores que me habían atrapado en el pasado. Después, un día, vi que mi Dios era un Dios de fe, y toda la vida era fe. Me di cuenta del poco espacio que queda para el conocimiento sensorial en el ámbito de las cosas. Vi sus limitaciones, y tras sus limitaciones, vi la ausencia de límites de la fe. Luego, las Escrituras que había leído durante años y pensaba que entendía se iluminaron con una luz que me emocionaba. Vi que en la obra terminada de Cristo, cada necesidad del hombre había sido suplida. 76

No se trataba de obtener mi sanidad. Mi sanidad ya se había conseguido. No se trataba de conseguir fuerza para realizar las obligaciones del día, pues esa fuerza ya era mía. No se trataba de adquirir sabiduría, porque Jesús se hizo para mí sabiduría de Dios. (Véase 1 Corintios 1:30). Ya no se trataba de oraciones de desesperación, sino que era hablar con quietud y confianza de las obras del día. No era decir: “Señor, dame dinero para pagar mis facturas”. Yo sabía que Él supliría cada una de mis necesidades. No era orar por fuerza, sino que Él era “la fuerza de mi vida” (Salmo 27:1). Descubrí que el siguiente pasaje en Santiago 5 se refería a los cristianos que caminaban en el ámbito de los sentidos, que nunca habían aprendido a caminar en el ámbito del Espíritu. “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor” (Santiago 5:14). “Llame a los ancianos” era en el ámbito de los sentidos. Yo he salido de los sentidos para adentrarme en la esfera del Espíritu. Ahora puedo caminar en las obras preparadas para mí. Sanidad y bendición, romper el poder de los demonios sobre los cuerpos de los hombres, todo fue preestablecido y logrado. Lo único que yo tenía que hacer era usarlo. Es como ir al armario a por un traje que está ahí colgado. Simplemente me lo pongo y salgo a trabajar. Ahora, me pongo las capacidades, la gracia, la 77

fuerza, la sabiduría y el amor necesarios para resolver los problemas de la vida.

¿Es cierta esta promesa? Marcos 9:14–27 contiene la historia del padre con el hijo epiléptico. Los discípulos no pudieron llevar a cabo la liberación, y el padre se lo llevó a Jesús diciendo: “‘Pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.’ Jesús le dijo: ‘Si puedes creer, al que cree todo le es posible’” (versículos 22–23). Aquí está lo ilimitado del asunto; aquí está el reto para todo aquel que lee Su Palabra. Parece algo lastimoso que intentemos tener fe. Muestra cómo el cristianismo teórico nos ha dominado y mantenido en debilidad, en la esfera de la teoría y la especulación, en la esfera de la mente del mundo en vez de acudir a la Palabra de Dios como niños. Los hombres han formulado sus credos y han encerrado a Jesús en ellos, así que lo único que tienen es un Cristo de credo, o un Cristo teórico, o quizá un Cristo histórico. Ahora podemos acercarnos al Jesús vivo, ilimitado por el credo, que ahora susurra a nuestro corazón: “Todo es posible para ti”. La palabra creyente significa realmente “uno que cree”. Esto aporta algo más de luz. “Alguien que cree” es un hijo de Dios. Entonces, todo es posible para los hijos de Dios. Todas las cosas nos pertenecen ahora. Cuando nacimos de nuevo, entramos a formar parte de la familia y nos convertimos en coherederos con Cristo. Esto es de gran valor para nosotros. 78

Todo es posible para los hijos e hijas de Dios, para los que han venido a formar parte de la familia.

Sé fuerte en el Señor El éxito en la vida divina y el éxito en la vida comercial son ambos aventuras de fe. Nadie sabe lo que traerá el mañana en el mundo comercial. Puede que un fuego incendie tu edificio, o que el banco que tiene tu dinero entre en bancarrota, o un cliente que te debe lo suficiente como para hundirte se declare insolvente. Pero si confías en el Señor, no fracasarás. “Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10). No te dice que seas fuerte en tus propios recursos sino en la fuerza del poder de Dios. “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos” (1 Corintios 16:13). Este es el reto de amor. Tienes que descolgarte libremente de las teorías de los hombres y descansar totalmente en la Palabra de Dios, “para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu” (Efesios 3:16). Fortalecido con la fuerza de Dios, capacitado con la capacidad de Dios en el hombre interior, permanecerás firme e inmovible. (Véase 1 Corintios 15:58). “Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad” (Colosenses 1:11). Esa persona no puede fallar. Esa persona es un vencedor desde el comienzo de la batalla. 79

Regresemos a nuestro primer versículo: “Fortaleceos en el Señor” (Efesios 6:10). Consigue toda la educación y el entrenamiento que puedas, pero recuerda que tu fortaleza está en el Señor. “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13). Estás confiando en el Dios que está en tu interior.

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DG Una vida bíblica confiada

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ué es una vida bíblica atrevida? ¿Qué significa? Primero, una vida bíblica atrevida significa vivir con V mayúscula. “El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Juan 5:12). Cuando recibimos a Cristo como Señor y Salvador, Dios nos da vida abundante (véase Juan 10:10) y eterna. (Véase Juan 3:16). Segundo, vivimos según la Biblia. Jesús nos enseñó cómo vivir realmente: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Mi llamado constante en el ministerio es vivir por la Palabra de Dios. Eso es vivir bíblicamente. En tercer lugar, el Señor nos llevó claramente a enfatizar la vida bíblica atrevida. Al estudiar las Escrituras con relación a la vida bíblica atrevida, descubrimos una promesa tremenda de Dios: ¡todos podemos ser confiados como un león! ¿Por qué? Porque “mas el justo está confiado como un león” (Proverbios 28:1). ¿Quiénes son los justos? Todos los cristianos nacidos de nuevo ¿Cómo? ¡Por 81

la fe en Jesucristo! No tenemos nuestra propia justicia con la que agradar a Dios, pero Dios hizo que Jesús se convirtiera en pecado por nosotros, para que pudiésemos ser la justicia de Dios en Cristo. (Véase 2 Corintios 5:21). Sí, somos la justicia del Señor, y los justos están confiados como leones. ¿Qué significa estar “confiado como un león”? Primeramente, significa tener cuatro cosas: confianza, valor, ausencia de temor y osadía. La confianza en Cristo, no en nosotros mismos, es lo que nos capacita para gritar: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Valor, el mismo valor bíblico que caracterizó a todos los justos de la Biblia. Considera los hechos de hombres como Daniel, David, Elías, Abraham, Josué y Moisés, por nombrar sólo unos pocos. La ausencia de temor, la capacidad de Dios que nos capacita para vivir libres del temor todos nuestros días. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Osadía para actuar en base a la Palabra de Dios, para hacer lo que Dios dice que podemos hacer. Estas son cuatro cualidades distintas; sin embargo, armonizan entre ellas. Es difícil tener una y no tener las cuatro. La Palabra está llena de principios desafiantes para asegurarnos que Dios nos da estas cualidades, y luego espera que las usemos. El Señor promete: 82

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo. (Isaías 41:10) En quietud y en confianza será vuestra fortaleza. (Isaías 30:15) Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. (Josué 1:9) Esto es vivir con confianza: ser valiente ante cualquier adversidad y aprender que el triunfo es para los que practican esta verdad. Es ser capaz de decir con David: “Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado” (Salmo 27:3). En mayo de 1967 me encontraba en Israel. Cuando llegamos a esa zona donde los israelitas estaban formados contra los filisteos, mi imaginación recordó gráficamente el gran evento. Si un hombre alguna vez ha mostrado valor ante el fuego, ese fue David en esa hora. Todo el ejército de Israel estaba aterrado por el gigante Goliat. Ningún hombre podía hacerle frente. De hecho, todos se acobardaron en su presencia y en presencia de sus humillantes insultos contra Israel. El ejército israelí tenía tan pocas probabilidades de éxito que ningún hombre se atrevía a “salvar la cara” en ese momento de crisis. 83

Sin embargo, vemos a David saliendo de ese campo de batalla y retando al gigante que se reía de él. David no fue cobarde. Dios le había dado victorias en el pasado contra enemigos formidables como un león y un oso. Este joven tenía valor, y el valor era la cualidad que se necesitaba aquí. Con la ayuda de su Dios, David venció al gigante ese día. ¿Cuáles fueron sus secretos? Primero, creyó en su corazón que podía vencer a Goliat, y así lo declaró confiadamente. Nosotros también debemos confesar nuestra fe, confesar las Escrituras, y afirmar confiadamente que lo que Dios ha dicho es nuestro. En segundo lugar, el valor de David fue por el nombre del Señor. David declaró: “mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos” (1 Samuel 17:45). Nuestra fortaleza está en Su nombre. Recuerda: “Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado” (Proverbios 18:10). Un evangelista amigo mío me contó una historia sorprendente de un hombre que exhibió una vida bíblica confiada y un valor en el Señor bajo unas circunstancias muy adversas. La historia es la siguiente: “Hace años, en una terrible ventisca, un granjero lleno del Espíritu se había quedado tirado a muchos kilómetros de distancia de su hogar. El parabrisas de su auto se estaba congelando, y los limpia-parabrisas no funcionaban, al igual que la calefacción, que no funcionaba. Se encontraba en una condición desesperada. 84

“Este hombre le dijo al Señor: ‘Ahora, Señor, tú sabes que estoy a muchos kilómetros de mi casa. Mi esposa está allí sin comida suficiente. Señor, si permites que siga aquí moriré congelado en poco tiempo, y mamá se morirá de hambre si no llego a casa con algo de comida’. Después, el hombre hizo algo atrevido. Dijo: ‘Señor, sabes que no puedo ver nada, así que voy a arrancar el auto y me encomiendo en tus manos para que me guíes’. “Este hombre cristiano arrancó el auto y lo condujo por esas carreteras secundarias, incapaz de ver nada, tan sólo girando el volante como el Espíritu de Dios le guiaba. Kilómetro a kilómetro, condujo con un radar espiritual, tomando curvas cuando sentía que debía hacerlo. “De repente, el auto se detuvo en seco. El granjero miró y vio que se había apagado el motor. Por un momento, se preocupó y así se lo dijo al Señor. ‘Señor, sabes que este no es mi hogar. Tú me has traído hasta aquí, pero no me puedes dejar aquí tirado’. Miró por la ventana para ver dónde se encontraba cuando de repente el tren expreso pasó muy deprisa haciendo mucho ruido. Si el auto no se hubiera detenido cuando lo hizo, ¡hubiera estado en la vía del tren en el momento en que pasó! “El hombre inclinó su cabeza y dijo: ‘Gracias, Señor. Tú sabías más sobre esta situación que yo’. El hombre volvió a encender el motor y llegó esa tarde a su granja sano y salvo”. 85

Eso es vivir una vida bíblica confiada: moverse confiadamente en medio de las circunstancias adversas y confiar en que el Señor te sostiene. “Mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará” (Daniel 11:32). A mí me entusiasma estar confiado, porque los que están confiados realizan hazañas en el nombre del Señor.

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EWK Las leyes del éxito

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odos los hombres nacen con la capacidad de que le vaya bien en la vida. Su primera ocupación es encontrar para qué está adaptado. Estimula la ambición del niño por medio del sabio consejo y la lectura adecuada. Moisés peleó su llamado durante cuarenta años y finalmente cedió al mismo. Su debate con Dios en Éxodo 3:4 es algo sobre lo que debería meditar cada pensador. “Y Jehová dijo [a Moisés]: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara” (Éxodo 4:2). Era esa vara lo que Dios capacitó y usó para sacar a Israel de Egipto. Lo que tienes en tu mano que parece tan común, cuando está lleno del poder de Dios puede ser un instrumento poderoso. ¿Qué tienes en tu mano? “Porque nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37). Tienes la Palabra de Dios en tu mano. Es el arma más poderosa, el instrumento más tremendo jamás conocido. “Porque mayor es el que está en vosotros, que el 87

que está en el mundo” (1 Juan 4:4). Tienes a Dios en ti, y sin embargo me dices que no puedes hacer cosas. ¡Claro que puedes! “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo” (Juan 14:13). Tienes el nombre de Jesús con el que puedes ordenar que la enfermedad se vaya de los cuerpos de los hombres. Jesús dijo: “Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará” (Juan 16:23). No sólo tienes el nombre para romper el poder de la enfermedad, del pecado y del dominio de Satanás, sino que también puedes alcanzar el mismo trono de Dios y estar ahí como un vencedor.

“Y todo te saldrá bien” Lee las palabras de Dios a Josué: “Como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Josué 1:5). ¡Qué fuerte consolación! Hay algo tan sentido, tan fuerte y tan victorioso en el consejo de Dios a Josué, que mi corazón vuelve de manera inconsciente a ello una y otra vez. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. (Josué 1:8) 88

Este es el secreto del éxito espiritual, el éxito financiero y el éxito físico. Dedícate a conocer la Biblia y a conocer al que inspiró el Libro. Descubre su voluntad; luego deléitate, vive en ello y hazlo. Con Dios, la vida se convierte en una obra de teatro, un romance. Después de un tiempo, un sentimiento de Su omnipotencia dominará tu espíritu. Filipenses 4:13 es un hacha de guerra con el que puedes derribar cualquier barrera entre tú y el éxito: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Tu éxito es el éxito de Él; si fracasaras sería Su fracaso. Él te respalda, y Su mirada está sobre ti.

“No te fallaré” “No te dejaré, ni te desampararé” (Josué 1:5). ¡Cómo le debieron haber animado estas palabras a ese héroe de Dios! Recuerda que Moisés dijo: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí” (Éxodo 33:15). Moisés no estaba dispuesto a ir solo o a ir con un ángel. Solamente iría con Dios, y Dios dijo: “Mi presencia irá contigo” (versículo 14). Después, Dios le dijo a Josué: “Como estuve con Moisés, estaré contigo” (Josué 1:5). Por tanto, cuando Josué estuvo frente al Jordán y vio las aguas abrirse ante él sin ningún puente, ni túnel y sin lugar de vado, se atrevió a decirles a los sacerdotes: “Tomad el arca del pacto, y pasad delante del pueblo” (Josué 3:6). Él sabía que las aguas debían abrirse. 89

Entonces ocurrió el milagro de milagros. Como si una espada gigante hubiera descendido y separado las aguas, parte de ellas se apresuraron hacia el mar y la otra parte quedó retenida por la mano invisible del Omnipotente y la orden del hombre. Las palabras de Josué tenían poder; estaban llenas de autoridad. Dios ha dicho: “Porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra” (Jeremías 1:12). Cuando Jesús dijo: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré” (Juan 14:13), también estaba prometiendo velar por esa palabra y hacer que se cumpliera. Puede que te atrevas a imponer tus manos sobre los enfermos y decir: “En el nombre de Jesús, la enfermedad debe irse de este cuerpo”. Tus palabras están llenas de autoridad divina, porque tus palabras son Sus palabras. No temas, porque Él está contigo.

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DG Cómo recibir guía de Dios Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. (Proverbios 3:5–6) Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. (Salmo 119:105)

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oda guía debe estar en armonía con la Palabra, nunca separada de ella. El Espíritu Santo siempre usa la Palabra: “La espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios” (Efesios 6:17). Por ejemplo, el Espíritu Santo nunca guía a un cristiano a casarse con un no cristiano, porque eso sería una violación de Su Palabra. “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Corintios 6:14). El Espíritu Santo nunca guía a un verdadero cristiano a caminar en tinieblas. Como dijo Jesús: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas” (Juan 8:12). No debemos complicar la guía. “El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus 91

pasos” (Proverbios 16:9). Debemos someternos a Su señorío sobre nuestras vidas. “Fíate de Jehová de todo tu corazón” (Proverbios 3:5). Confiésalo: “Jesús es Señor; confío en Él con todo mi corazón”. Debemos resistir al enemigo usando la autoridad de Jesús para acallar su voz. “Resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). Como somos el rebaño de Jesús, podemos esperar que Él nos guíe. “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). Permite que Dios te hable como Él quiera. Ora como lo hizo Samuel: “Habla, porque tu siervo oye” (1 Samuel 3:10). Puede que Dios decida hablar con una voz audible (véase Éxodo 3:4–5), en sueños (véase Mateo 2:13, 22) o por visiones (véase Isaías 6; Apocalipsis 1:9–17). Una de las formas más comunes en que Dios guía está revelada en Isaías 30:21: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda”. Obtén tu propia guía de Dios, pero entiende que el Señor puede usar otras cosas para confirmar tu guía. Al mismo tiempo, ten cuidado con la falsa guía.

Una historia verdadera sobre la guía en China Hay una historia de la China comunista sobre una mujer cristiana que estaba trabajando en una minería. Una de sus tareas era tocar el silbato que alertaba a los mineros cuando era la hora de salir de la mina para comer o para finalizar el día. 92

Fielmente, ella desempeñaba sus tareas como le había enseñado el liderazgo comunista. Un día, esta señora experimentó una fuerte urgencia interna de hacer sonar el silbato una hora antes de la hora de comer. Tenía una gran lucha interior. Sus instrucciones eran esperar otra hora y, sin embargo, ella sentía que el Espíritu Santo le estaba alertando a hacerlo en ese momento. Desobedecer las órdenes podría suponerle la pérdida de su empleo, y posiblemente otras consecuencias más. ¿Qué debía hacer? La decisión estaba tomada, ya que el impulso era muy fuerte. Sin duda, sintió que estaría desobedeciendo a Dios si no hacía sonar el silbato. Así pues, una hora antes del tiempo establecido, hizo sonar el silbato, y todos los trabajadores salieron de la mina. Cuando salió el último, la mina se derrumbó. La noticia sobre el derrumbe de la mina se propagó rápidamente por los alrededores. Los oficiales comunistas y los supervisores de la mina acudieron al lugar del accidente. Pronto descubrieron que estaban todos los trabajadores y que ninguno había resultado herido. La heroína del día fue la joven que hizo salir a los trabajadores de los pasadizos subterráneos. A continuación siguió un interrogatorio. “¿Quién te dijo que hicieras sonar el silbato?”, le preguntaron. Ella se sintió obligada a decir exactamente lo que había ocurrido: cómo el Espíritu Santo le había urgido a hacer sonar la alarma. Los 93

trabajadores, familias, amigos y oficiales se dieron cuenta de que el Dios todopoderoso había intervenido e impedido un desastre minero de grandes proporciones. Y esto llevó a que se propagara un avivamiento del evangelio de Jesucristo en toda la zona. Tú también puedes ser guiado por Dios. ¡Tú puedes oír Su voz!

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Milagros y sanidad

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EWK ¿Qué es un milagro?

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na vez pregunté a toda una clase si podían definirme lo que es un milagro. Nunca olvidaré las miradas en los rostros de esos jóvenes. Les pregunté: “¿No es Cristo mismo revelando la energía creadora de Dios, actuando en la esfera de lo físico?”. Un milagro es Dios haciendo una intrusión en la esfera de lo sensorial. Es el Espíritu dominando las fuerzas físicas. Cuando Dios sana a una persona, está arreglando lo que el adversario ha distorsionado. Un milagro es Dios restaurando lo que Satanás ha destruido. Jesús mismo fue un milagro. Su encarnación fue milagrosa. Los sentidos no pueden entenderlo, pues pertenece a la esfera de lo espiritual. Sus milagros estaban más allá de todo razonamiento humano. Él hizo que una extremidad que había sido amputada creciera de nuevo. Sanó al leproso e hizo que esa carne enferma volviera a estar pura y entera. Resucitó de los muertos a un hombre que había estado en la tumba casi una semana; su cuerpo había comenzado a pudrirse, pero quedó perfectamente sano.

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Jesús habló, y el pez del mar le obedeció. Le ordenó a la tormenta que cesara, y el agua se calmó y tranquilizó. Caminó sobre el agua. ¿Cómo pudo hacerlo? Él era Dios encarnado. ¿Son los milagros parte del plan de Dios para nosotros hoy? La iglesia comenzó con milagros. La nueva criatura es, sin lugar a duda, el principal milagro. Sanar a los enfermos es milagroso, caminar por el mar fue un milagro, pero cuando Dios imparte Su naturaleza en un hombre como Saulo de Tarso, cuyas manos estaban manchadas de sangre de hombres y mujeres que había asesinado, y en un instante le hace una nueva criatura, eso es el milagro de milagros. Crear el universo es un milagro, pero recrear a un hijo del diablo y hacerle hijo de Dios, impartiéndole la misma naturaleza amante de Dios, para mí, ese es el mayor de todos los milagros. Cuando quitas lo milagroso del cristianismo, lo único que queda es filosofía, y la filosofía proporciona sólo conocimiento sensorial que no puede transformar a la gente. El cristianismo es un milagro. Es la intrusión de Dios en la esfera de lo humano.

Tener mentalidad de milagros El mundo ha desarrollado una mentalidad de duda. En los círculos educativos más altos, es un rasgo de erudición poner un interrogante después de cada frase y desafiar todo lo establecido. Es una condición mental poco saludable, porque preguntar de continuo es una señal de debilidad. 97

La duda nunca ha sido una señal de fortaleza. No es dudar de algo, sino creer algo lo que hace fuerte a los hombres. Las dudas siempre producen reacciones poco saludables. La fe siempre tiene reacciones saludables. Dichoso el hombre que tiene una mentalidad de fe hacia Dios y hacia la Biblia, que llega a un punto donde la duda no es bien recibida, más bien aborrecida. Llegará a un lugar donde la fe es cultivada, nutrida y bienvenida. El siguiente paso más allá de eso es desarrollar una mentalidad de milagros. Jesús tenía una mentalidad de milagros, al igual que Elías, y también Pablo y Pedro. Una vez que una persona o personas desarrollan una mentalidad de milagros, verás escenas que eran comunes para la iglesia apostólica, pero entre la gente con mentalidad de duda y con mentalidad mundana, no verás nada de este carácter. La mentalidad de fe y de milagros viene de un caminar con el Señor Jesús. Me pregunto si alguien puede caminar cerca del Señor, haciendo de la Biblia el centro de su vida y a Jesús el Señor de su vida, sin desarrollar una mentalidad de milagros. Como ves, cuanto más nos alejamos del Maestro, más tenue es nuestra fe. Cuanto más cerca estamos de Él, más claramente le vemos con los ojos de la fe. Si te encuentras en un lugar donde te dominan las dudas, aún te encuentras muy lejos del Maestro. Si estás donde la fe te domina, estás caminando cerca de Él. 98

La incredulidad, por tanto, puede denominarse lejanía. La fe puede denominarse cercanía. La mentalidad de milagros le hace a la oración una propuesta de negocios: estás haciendo una inversión de tiempo y estás sacando dividendos y pensamientos en tu vida de oración. Estás viendo la obra de Dios. Nuestra congregación ha desarrollado una mentalidad de fe. Un número bastante grande ha desarrollado una mentalidad de milagros, y como resultado, cada semana vemos milagros asombrosos. Vemos milagros que nuestros amigos científicos dicen que son imposibles, y estamos de acuerdo con ellos. Son imposibles, humanamente hablando; pero “al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23), o para la persona con una mentalidad de milagros, y cada vez estamos desarrollando más esta mentalidad de milagros. Estamos descubriendo que lo que Dios dijo es cierto, y que lo que Dios hizo en Cristo es real. Por eso les sugiero esto a mis lectores: pide al Señor que te ayude a vivir en la esfera de la Palabra, en la esfera de la fe, para que crezca tu mentalidad de milagros. No me malentiendas; el gran mundo exterior vive en la esfera de la razón, pero no puedes vivir en la esfera de la razón y agradar a Dios. Quizá te preguntes, entonces, cuál es el propósito de haber recibido una razón. Es para santificarla por medio del Espíritu y llevarla cautiva al Señor Jesús para que puedas tener los mismos pensamientos que Dios. (Véase 2 Corintios 10:5). Nunca se te dio para que cultives la duda, el temor y el escepticismo, o 99

para rebelarte contra la Palabra de Dios y la mente de Cristo. Así que lleva ese razonamiento incontrolado a la sujeción a Cristo.

Lo sobrenatural Sobrenatural: la palabra misma respira milagros. El cristianismo mismo es sobrenatural. Es la unión de la Deidad y la humanidad. Esa unión se manifestó primero en el Hombre de Galilea, y luego nuevamente en el día de Pentecostés, cuando 120 hombres y mujeres estaban unidos con la Deidad. El nuevo nacimiento es un milagro. Es sobrenatural, es participar de la naturaleza de Dios. Cada hijo de Dios es un milagro. Cada vez que el Espíritu viene al cuerpo de una persona y lo hace Su hogar, ocurre un milagro. Ahora esa persona es capaz de vivir en la esfera del Espíritu, donde vivió Jesús cuando estaba en la tierra. La esfera de la fe, la esfera del amor y la esfera del Espíritu representan el plano en el que nos encontramos con Dios. El que camina por fe y no por la razón o por los sentimientos está caminando en lo sobrenatural. El que camina en amor vive en la esfera por encima de la razón. Eso es sobrenatural. El hombre natural es egoísta. El amor de Jesús nos saca de la esfera del egoísmo y nos adentra en la esfera de Dios. El hombre que camina en el Espíritu está caminando en la esfera por encima de la razón o la evidencia física. Puede que las experimente, pero no está en su esfera. 100

“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10). Aquí está Dios realmente participando de nuestras actividades diarias. Él es nuestro asociado en todo lo que somos y hacemos. Nos está haciendo uno con Él mismo. Su fuerza se convierte en nuestra fuerza. Su vida se convierte en nuestra vida. Su sabiduría, amor y quietud son nuestras. Estamos totalmente identificados con Él, y Él se convierte en parte de todo lo que hacemos, y podemos decir con seguridad: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Esto nos saca de la esfera de la debilidad, el temor y la incapacidad y nos lleva la esfera de Su propia capacidad. Nos convertimos en superhombres y mujeres. Por Su gracia, sabemos que “mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4). Podemos llevar a cabo lo imposible sin ningún temor. No contamos con nuestras propias debilidades, nuestras limitaciones, nuestra falta de conocimiento o nuestra falta de finanzas. Contamos con Aquel que nos ha llamado a tener comunión con Su Hijo Jesucristo.

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DG Cómo puedes ser sanado

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erdaderamente es la voluntad de Dios que recibamos la sanidad para nuestros cuerpos? Su voluntad se expresa en Su Palabra, donde leemos: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 2). Nuestro Padre amoroso expresa Sus deseos para nosotros en este dinámico versículo. Él desea que prosperemos y tengamos salud, al igual que prospera nuestra alma.

Requisito previo para la sanidad Por supuesto, lo más importante es asegurarnos de que estamos prosperando en nuestra alma. Este es un requisito previo para la sanidad. La sanidad de nuestros cuerpos comienza con la sanidad de nuestra alma. Que el alma prospere significa confesar y abandonar los pecados conocidos. Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado. (Salmo 66:18) 102

El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. (Proverbios 28:13) He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. (Isaías 59:1–2) A veces, puede que no recibamos la sanidad, no porque la mano del Señor se haya acortado o porque no quiera oír, sino porque el pecado ha causado una ruptura en nuestra comunión con Él. Si este es el caso, obedece Su Palabra, la cual dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Entonces estarás en una buena situación para creer que Dios hará la sanidad. Como la sanidad comienza en el interior, consideremos otro versículo: Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas. (Marcos 11:25–26) 103

Antes de que tus oraciones por sanidad se hagan efectivas, debes asegurarte de que no tienes ningún resentimiento o un espíritu de rencor contra nadie. Pregúntate: ¿He permitido que alguna herida haya causado resentimiento dentro de mi corazón? ¿Albergo (quizá inconscientemente) una mala voluntad contra alguien? Si es así, tus oraciones por sanidad no serán contestadas. Clama al Señor y depende de Su gracia infalible que te capacita para perdonar todas las ofensas cometidas contra ti. De nuevo, la sanidad comienzo con una limpieza espiritual interior. Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno. (Salmo 139:23–24) ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí…Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío. (Salmo 19:12–14)

Consigues lo que dices Puede ser que una mala confesión esté causando tu caída en picado espiritual y físicamente. Si es así, puedes decidir como David: “Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua” (Salmo 39:1). Puede que 104

tus palabras necesiten una limpieza porque tu corazón necesita una limpieza. Jesús dijo: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34). Busca del Señor un corazón limpio, y así tus palabras serán puras, edificantes y ministrarán gracia a tus oyentes. (Véase Efesios 4:29). Las palabras que decimos son de extrema importancia para determinar si tendremos sanidad y salud o enfermedad. Jesús dijo: “lo que diga le será hecho” (Marcos 11:23). Si siempre estamos hablando sobre nuestros achaques y dolores, eso es lo que tendremos, pero si hablamos de la bondad del Señor, alabándole por Su poder sanador, podemos gozar de salud divina. Nuestra lengua determina si tenemos salud o enfermedad. “Mas la lengua de los sabios es medicina” (Proverbios 12:18). Si disciplinamos nuestra lengua para confesar: “Por su yaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5), entonces nuestra lengua será el instrumento de salud. “Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos” (Proverbios 16:24). Los dichos suaves “palabras que agradan a Dios” ministran salud al creyente. “La muerte y la vida están en poder de la lengua” (Proverbios 18:21). La lengua puede producir muerte. ¿Cómo? “Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios” (Proverbios 6:2). Si hablas sobre enfermedad en vez de hablar sobre el poder sanador de Dios, entonces tus labios son el lazo de tu alma. (Véase Proverbios 18:7). 105

“La lengua apacible es árbol de vida” (Proverbios 15:4). Sabemos que el Árbol de Vida será “para la sanidad de las naciones” (Apocalipsis 22:2). “La lengua de los sabios adornará la sabiduría” (Proverbios 15:2). Deberíamos tener pleno conocimiento de los versículos que enseñan sanidad para poder afirmarlos con nuestra lengua. “Bendice, alma mía, a Jehová…el que sana todas tus dolencias” (Salmo 103:2–3). Con nuestra lengua, siempre hablaremos palabras de sanidad de Dios, porque son “medicina a todo su cuerpo” (Proverbios 4:22).

Las bases para nuestra sanidad La sanidad está basada en la obra terminada de Jesús en el Calvario. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. (Isaías 53:5) Y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias. (Mateo 8:16–17) Jesús compró nuestra sanidad al precio de un gran sufrimiento. La tradición nos dice que el látigo con el que fue azotado era un arma muy fea. Al final de las nueve tiras de cuero había pequeños trozos de metal. La flagelación romana con este látigo mortal sobrepasaba todos los demás métodos 106

de castigos crueles, siendo peor que la misma crucifixión. Era algo tan temido, que el condenado a menudo moría mientras estaba siendo flagelado con este instrumento de tortura. Las manos de nuestro Salvador estaban atadas por encima de Su cabeza mientras un soldado romano le azotaba cruelmente con el látigo. Sus dentadas correas desgarraron Su carne treinta y nueve veces. En esos azotes, que le hicieron trizas la espalda, nuestro Señor llevó toda nuestra miseria, dolores y enfermedades. Sufrió la agonía de toda enfermedad conocida para que nosotros no sufriéramos. Fue a través de esas heridas como la sanidad pasó a ser nuestra. David Bush, un misionero en Japón, tenía una enfermedad que amenazaba su vida. Mientras se encontraba tendido en su cama con un dolor intenso, recordaba las promesas de Dios y reclamaba su sanidad. La mañana siguiente, se levantó de su cama, completamente bien. Nuestra autoridad para la sanidad está basada en lo que Cristo ha hecho, y podemos reclamar esta sanidad en el nombre de Jesús. Conoce el valor de tu confesión de fe. Declara confiadamente: “Por Su llaga he sido curado”. Luego, comienza a hacer las cosas que no podías hacer antes. No vaciles en tu fe, o no recibirás nada del Señor. (Véase Santiago 1:6–8). Resiste al diablo en el nombre de Jesús. Sigue alabando al Señor con todo tu corazón, dándole gracias por sanarte. 107

Si necesitas sanidad, pronuncia en voz alta estas palabras

• “No importa qué síntomas se presenten, por Su llaga he sido curado”. • “Independientemente de lo que otros puedan decir sobre mi salud, por Su llaga he sido curado”. • “A pesar de las experiencias pasadas, por Su llaga he sido curado”. • Cuando el dolor aqueje mi cuerpo, por Su llaga he sido curado”. • “Dondequiera que esté, por Su llaga he sido curado”. • “Independientemente de cómo me sienta, por Su llaga he sido curado”. • “Cuando reaparezcan los síntomas, por Su llaga he sido curado”.

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EWK El origen de la enfermedad

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s de vital importancia que sepamos dónde se originan las enfermedades para que podamos encontrar un remedio. Estamos seguros de que la enfermedad no es parte del plan de Dios, y que vino al hombre como resultado de la muerte espiritual, que llegó a él con la caída. Es muy importante que entendamos la visión de Dios del hombre en nuestro estudio de la enfermedad. A lo largo de todas las Escrituras, Él habla del hombre de una forma muy distinta a como nosotros lo hacemos hoy. El estudio de la psicología ha hecho al hombre un ser mental para nosotros, pero Dios no le ve así. El hombre es un ser espiritual; tiene alma, intelecto y la capacidad de razonar, y vive en un cuerpo. Cuando Dios habla de un hombre, habla del hombre completo: espíritu, alma y cuerpo. Cuando habla de salvar, sanar o bendecir, no está hablando sólo de bendecir al hombre mentalmente, físicamente o espiritualmente, sino de bendecirle como un todo. En ningún lugar Dios separa la parte espiritual de la física de los hombres como nosotros lo hacemos. 109

Es evidente en las enseñanzas del Maestro que la enfermedad es la obra del adversario. Dios es el sanador lógico. Un pasaje en Lucas 13 nos da una ilustración. Y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios. (versículos 11–13) Esta sanidad desató una lluvia de protestas porque era el día de reposo, pero Jesús respondió a Sus críticos: “Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?” (versículo 16). Jesús declaró que Satanás había atado a esta mujer y la había tenido en esclavitud. Previamente había dicho: Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno. (Lucas 12:4–5) Satanás tenía autoridad para matar, y tenía autoridad para echar a la gente al infierno. Aquí, Satanás parece tener el poder de la muerte: 110

Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo. (Hebreos 2:14) En este pasaje, el autor está hablando del sacrificio sustitutorio de Jesús. Jesús venció al que tenía la autoridad de la muerte. Sabemos que desde el comienzo del ministerio público de Jesús, se encontró directamente con demonios. Como ilustración, tomemos Mateo 4:23. Este era el comienzo del ministerio público de Jesús, justamente después de haber sido tentado en el desierto: “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”. Yo solía preguntarme por qué se le dedicaba tanto espacio a la sanidad del endemoniado gadareno. Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? (Mateo 8:28–29) Este endemoniado estaba poseído por sus labios, y el demonio estaba hablando a través de sus labios. 111

Esta historia es muy importante, o de lo contrario no se hubiera narrado tres veces en los Evangelios. Recuerdo leer hace años que una de las autoridades médicas más relevantes en este tema declaró que la mayor parte de las personas que están en los manicomios dieron una prueba positiva de estar poseídos por espíritus demoníacos. Hemos tenido muchas experiencias con este tipo de posesión y hemos visto cómo mucha gente ha sido liberada. Los hombres han dejado de manejar la idea de los demonios, y eso le da al adversario una mayor ventaja sobre ellos. “Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38). Esas personas fueron sanadas no sólo de posesiones demoníacas, sino también de la obra del adversario: enfermedad, hambre y carencia. En Hechos 16:18 hay un relato de Pablo expulsando a un demonio de una niña. “Mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora”. Todo lo que produce miseria, dolor, hambre o carencia en el hombre, es directa o indirectamente obra del adversario. “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3:8). 112

Si nuestros descubrimientos son correctos y Satanás es el autor de la enfermedad, entonces el sanador lógico es Dios. Reconocemos todos los avances de la ciencia médica, y le damos gracias a Dios por ellos, pero independientemente de esos avances, la enfermedad ha seguido creciendo. Continuamente se construyen hospitales, hay clínicas privadas por todas partes, y un gran porcentaje de nuestros hogares tienen a alguien enfermo o achacoso. Pero cuando los enfermos acudían a Jesús por miles, Él los sanaba a todos. Lo mismo ocurrió con los discípulos cuando trabajaban entre los judíos. Todos eran sanados. Sabemos que es la voluntad del Padre que todos sean sanados, porque la enfermedad es del adversario, y en la obra terminada de Cristo, el poder de Satanás fue reducido a la nada.

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DG El remedio de Dios para tus afanes

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a Biblia es un libro de remedios para todas las enfermedades. La gran salvación que Jesús proveyó ofrece un remedio para todo lo que el diablo te ha hecho. Hay enfermedades del espíritu y del cuerpo. Muchas de estas enfermedades espirituales, si no se curan pronto, pueden desembocar en enfermedades físicas. A continuación hay enumeradas algunas de estas enfermedades espirituales y la “receta” espiritual para ellas. Afán. Una gran multitud de personas pasa por esta vida preocupándose innecesariamente. La preocupación no te ayuda en nada; nunca resuelve los problemas, ni paga las facturas o sana una enfermedad. Jesús preguntó: “¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?” (Mateo 6:27). En otras palabras, ¿qué ganas preocupándote? Jesús dijo: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida

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más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” (versículo 25). Después, entregó el remedio seguro para el afán: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (versículo 33). Cuando tu corazón está fijo en las cosas del Espíritu, puedes tener la confianza de que Dios suplirá tus necesidades. Culpa. ¿Estás cargado con sentimientos de culpa? ¿Estás llevando una carga de pecado? Si tu vida está llena de pecado, si tu corazón no está bien delante de Dios, hay remedio. “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado…Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:7–9). Confiesa tus pecados hoy y acepta el perdón de Jesucristo para tu vida. Así podrás vivir una vida libre de la condenación y la culpa del pecado. “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Salmo 32:1). Nerviosismo. Si sufres de nerviosismo, te será muy difícil disfrutar la vida en su plenitud. No estás caminando en el gozo que Dios tiene para ti. ¿Te aterran los problemas? ¿Ciertas personas o situaciones te causan ansiedad y producen nerviosismo? Lee el Salmo 91 completo. Este magnífico Salmo comienza: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente” (versículo 1). No estarás nervioso o decepcionado si aprendes a morar en el lugar secreto de Dios. Cuando aprendes a vivir en la presencia de Dios, disfrutas Su perfecto gozo. “En 115

tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:11). Insomnio. ¿Estás molesto por falta de sueño? Es impresionante ver la gran cantidad de gente que se ve privada de sueño cada noche. Permíteme recetarte el Salmo 4:8: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado”. ¿Acaso no es un versículo maravilloso? Acuéstate, y luego en el nombre de Jesús, vas a poder dormir. Disfruta el descanso que Dios ha provisto para ti. Otra promesa en Su Palabra se encuentra en el Salmo 27:2: “Pues que a su amado dará Dios el sueño”. Ya no tienes que recurrir a los somníferos, porque puedes confiar en la Palabra del Señor para tu sueño. Los “bajones”. ¿Alguna vez te ha dado un “bajón”? Esto no es nada más que un espíritu de depresión y abatimiento que se apodera de ti y hace que estés acongojado. La próxima vez que te sientas así, lee el Salmo 42:5: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”. Un remedio seguro para los bajones es cantar las alabanzas de Dios. Temor y ansiedad. Me ha sorprendido descubrir cuántos de los hijos de Dios están oprimidos por el temor. Cuando consideramos el monstruo tan insidioso que es el temor, debemos buscar librarnos de su destructividad leyendo la Palabra de Dios. El temor produce miseria, derrota, atadura y destrucción. 116

“Porque el temor lleva en sí castigo” (1 Juan 4:18), y produce según su género: lo que temes, eso vendrá sobre ti. (Véase Job 3:25). “El temor del hombre pondrá lazo” (Proverbios 29:25). La Biblia no llama a tu temor “una rareza mental” sino que lo define como “un espíritu”. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Confiesa estas palabras de David: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1). Si dejas que el Señor sea tu vida, tu luz, tu fuerza y tu salvación, no debes tener ningún temor. ¿Qué te puede hacer mal si el Señor está contigo? ¿Quién puede hacerte daño si sigues a Cristo? ¿Qué enfermedad o plaga puede afectar tu vida si Cristo tiene el control? Sé libre del temor a la muerte, el temor a la enfermedad, el temor a la calamidad y el temor a la edad. Cualquiera que sea tu temor, recuerda que Dios no te ha dado ese espíritu de temor. Viene del diablo, y en el nombre de Jesús puedes echar fuera a ese espíritu de temor. No cabe duda que Dios tiene el remedio para todos tus afanes. Nada puede quitarte la tranquilidad del bendito cuidado y paz de Dios en tu alma. Nada puede separarte de Dios. Nada puede estafarte con Sus bendiciones, Su sanidad y Su liberación si crees y obedeces Su Palabra.

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EWK Se le puede tocar

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n día, cuando Jesús estaba rodeado de una gran multitud de gente, llegó al lindero de la multitud una mujer debilitada, con el corazón destrozado. Se le había terminado el dinero. No tenía fuerzas. Ella sabía que no tenía la fuerza física para abrirse paso y llegar hasta el Sanador, así que se puso de rodillas y fue a gatas entre la multitud. Con las manos temblando y las lágrimas cayéndole, se abrió paso hasta que logró ver el borde de Su manto. Alzó sus manos y se estiró hasta que lo tocó con la punta de los dedos. A través de sus dedos, de su mano, fluyó la vida. La vida emocionó el corazón y los pulmones, y cada fibra de su cuerpo sintió electricidad. Se puso bien, ¡repentina y maravillosamente bien! Se puso en pie y se quedó maravillada entre la multitud. Nadie lo sabía. Finalmente, el extraño Hombre se dio la vuelta y preguntó: “¿Quién me ha tocado?”. Pedro respondió: “Señor, las multitudes Te oprimen”. Y Él respondió: “Alguien ha solicitado Mi poder. He sentido cómo salía de Mí”.

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Y la mujer, llena de un gozo inexplicable, clamó: “¡Señor, he sido yo!”. Avanzando hacia el frente, se postró rostro en tierra, contándole la amarga historia de años de sufrimiento, privación y dolor. Jesús, levantándola, dijo: “Mujer, tu fe te ha salvado”. (Véase Lucas 8:43–48). Ella había tocado a Jesús; oh, bendito toque, ¡el toque de fe! ¿Podemos tocarle hoy? ¿Podemos acudir con nuestros cuerpos enfermos, marcados por el pecado, nuestros espíritus encarcelados, nuestras cegadas almas? ¿Podemos ir y tocarle? ¡Sí! Las Escrituras nos dicen que se le puede tocar, que Él puede “compadecerse de nuestras debilidades” (Hebreos 4:15). Hoy, tú puedes tocarle, sin importar cuáles sean los lazos que te mantienen cautivo. Puedes tocarle y ser liberado. He visto a pecadores tocarle y encontrar la salvación y la vida eterna. He visto a los enfermos tocarle y encontrar su sanidad. He visto a los que tenían necesidades económicas tocarle y encontrar alivio. No hay ninguna necesidad en nuestras vidas que Él no pueda suplir. Extiende tu mano hoy. Si lo único que puedes tocar es el borde de Su manto, Él oirá tu voz, sentirá tu toque y sanará tu necesidad. ¡Tócale hoy!

El pan de los hijos En Marcos 7 encontramos la hermosa historia de Jesús y la mujer sirofenicia; también leemos una de las expresiones más sorprendentes que salió jamás de los labios del Maestro. 119

Recuerdas la historia. Jesús tenía un día libre y estaba en los alrededores de Tiro y Sidón. Estaba intentando alejarse por un rato con Sus discípulos. Entró en una casa y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo ocultarlo. Una mujer, oyendo que Él estaba allí, se postró a Sus pies y clamó pidiéndole ayuda. Era de nacionalidad griega, y le pidió que expulsara a un demonio de su hija. Como era gentil, no tenía el derecho de procurar ayuda de este Profeta que estaba ministrando a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Él dijo: “Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos” (Marcos 7:27). La mujer tomó su lugar, le miró a la cara y dijo: “Maestro, ¿no sabes que incluso los perrillos comen debajo de la mesa las migajas que se les caen a los hijos?” (Véase versículo 28). Esto tocó Su corazón, y le dijo: “Ve, porque tu oración ha sido contestada”. Jesús dijo algo de tremenda importancia en este pasaje. Dijo que la sanidad es el pan de los hijos. Me pregunto si alguna vez has pensado en esto. Si es así, cada hijo de Dios que esté enfermo tiene el derecho de recibir “el pan de los hijos”. Esto sitúa la sanidad en un nuevo plano intensamente práctico.

¿Es la sanidad para mí? Con palabras titubeantes, los pálidos labios de una mujer moribunda me hicieron esta pregunta: “¿Es la 120

sanidad para mí? Los doctores han desistido conmigo; dicen que una operación no solucionaría nada. ¿Puede acaso y quiere Dios restaurarme la salud?”. Yo le dije: “Sólo hay una respuesta a esto, y sólo una Persona puede darla”. Es Dios en Su Palabra. ¿Qué ha dicho Dios al respecto? Vayamos a Isaías y leamos las palabras que han emocionado los corazones de millones. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores….Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. (Isaías 53:4–5) Esta fue una profecía sobre el Maestro, escrita varios cientos de años antes de que Él viniera. Cuando vino, fue a la cruz, y Dios puso sobre Él no sólo nuestras iniquidades sino también nuestras enfermedades. Pedro también nos dijo, por el Espíritu Santo, que somos sanados por Su llaga. (Véase 1 Pedro 2:24). Fue hecho. Le mostré esto a esa señora que me hizo la pregunta de que, si Cristo ya había llevado sus enfermedades, no tenía por qué llevarlas ella también, porque al llevarlas, estaba anulando todo lo que Cristo había hecho. Luego repasamos el plan de redención. Vimos con toda claridad que Jesús había venido para salvar a los hombres: al hombre en su totalidad. El cuerpo es una parte de él, el alma es una parte de él y el 121

espíritu es una parte de él. Si Dios sanó al hombre, sanó su espíritu, su alma y su cuerpo. Y ella lo vio. Entonces comencé a mostrarle los versículos, y le demostré que ella tenía una redención perfecta en Cristo. Era suya, porque Él había muerto por ella. Fue un asunto personal.

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EWK ¿Son los milagros para nosotros hoy?

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uchas personas creen que los tiempos de los milagros terminaron con la iglesia apostólica; es decir, cuando murieron los apóstoles. Algunos dicen confiadamente que los milagros terminaron sobre el año 67 d.C. Sin embargo, el Evangelio de Juan no fue escrito hasta aproximadamente el año 95 d.C., y Juan nos dio un mensaje maravilloso de Jesús con relación al uso de Su nombre. Estas promesas no significarían nada si fuera cierto que los tiempos de los milagros terminaron en los días de los apóstoles. No podemos creer que el Espíritu Santo inspirase el Evangelio de Juan si no tuviera ninguna aplicación para la iglesia. Creemos que los milagros le pertenecen a la iglesia mientras exista la iglesia. Estos son algunos datos. Cada nuevo nacimiento es un milagro, y un milagro mayor que la sanidad de cualquier enfermedad. Cada respuesta a la oración es un milagro. Una oración respondida es una respuesta divina al hombre. Un milagro es una 123

intervención divina, dejando temporalmente a un lado las leyes de la naturaleza. En nuestro ministerio, los milagros son el orden del día. Vemos cánceres sanados, a veces de manera instantánea; vemos sanidad de úlceras y tumores, bocio, tuberculosis, enfermedades del corazón y otras enfermedades demasiado numerosas como para enumerarlas. Si hay dolor, desaparece. Si hay fiebre, se va del cuerpo. Los casos antiguos, crónicos en los que la gente ha sufrido por años terminan en sanidad. Eso son milagros. Cuando Jesús le dijo a Pedro: “Ven”, esa noche cuando el Maestro estaba caminando sobre el mar, fue Jesús quien le invitó a caminar sobre las olas con Él. Incluso ahora, Él invita a cada creyente a la esfera de lo sobrenatural, a caminar sobre las olas con Él.

Ven, camina sobre las olas conmigo Esta es una invitación de amor para caminar con Cristo en la esfera de lo sobrenatural. Jesús unió al hombre natural con la vida sobrenatural. La historia en Mateo 14 es una de las más significativas de todas las enseñanzas en la Palabra. Es un relato de Jesús caminando sobre el mar, invitando a Pedro a ir y caminar con Él, y luego dándole una tierna queja cuando Pedro falló y comenzó a hundirse. Pedro quería caminar sobre las olas. Jesús quería que él caminara sobre las olas. Parecía tan natural para Pedro cuando vio que el Maestro caminaba sobre el agua que dijo: “Señor, si eres tú, manda que 124

yo vaya a ti sobre las aguas” (Mateo 14:28). Jesús sólo pronunció una palabra: “Ven” (versículo 29). Cuántos pasos dio, no lo sabemos, pero debió de ser una buena distancia. Luego, cuando vio las olas, perdió de vista al Maestro y se olvidó de Su Palabra, y comenzó a hundirse. El Maestro quiere que caminemos con Él. Es el llamado de gracia para vivir en la esfera de lo sobrenatural. Este camino con Cristo no es natural. Está por encima de la naturaleza. Es Dios levantándonos a Su propia esfera. Está por encima de los sentidos. Está por encima de la mente de los sentidos. Está en la esfera del Espíritu. Tenemos que caminar en el Espíritu y no en la esfera de los sentidos. Los milagros son algo natural para esta vida divina. Todo lo que quede por debajo de lo milagroso es volver a los miserables elementos del mundo. Jesús no habría invitado a Pedro a caminar sobre las olas con Él si no hubiera planeado una vida milagrosa para todos nosotros. El que nosotros neguemos los milagros hoy supone negar el mismo corazón del cristianismo. El cristianismo sin milagros es como el matrimonio sin amor. El cristianismo sin milagros es insípido y no deseado, porque el cristianismo demanda un tipo más alto de caminar que lo que el hombre natural puede caminar. El nuevo mandamiento, de amarnos unos a otros como Él nos ha amado, demanda una vida milagrosa. (Véase Juan 13:34). 125

Como dije, el conocimiento sensorial ha obtenido el dominio de la iglesia. La iglesia tal como la conocemos hoy no es el cuerpo de Cristo desvelado en la revelación paulina. El cuerpo de Cristo visto a través de los ojos de Dios Padre es un cuerpo sobrenatural cuya vida depende de los milagros y cuya esencia es milagrosa. En Juan 14:12 Jesús estableció la ley de esta nueva vida: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”. Luego, nos dijo el método de las mayores obras en los dos versículos siguientes: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (versículos 13–14). La palabra “pedir” en este pasaje puede significar “demandar”. Ahora puedes entender la demanda de Pedro cuando le habló al cojo en la puerta llamada Hermosa. (Véase Hechos 3:1–7). El nombre de Jesús ha de usarse para echar fuera demonios y romper el poder de Satanás sobre las vidas. Eso no es orar. Es nuestro combate con las huestes invisibles de las tinieblas. En Juan 15:16 se nos dice que oremos al Padre en el nombre de Jesús, y cualquier cosa que pidamos, Él nos la dará. El Maestro quería que caminásemos sobre las olas con Él. Planeó que nosotros fuésemos independientes de las circunstancias: tan plenamente uno con Él, que Su vida dominara la nuestra, y pudiéramos decir: “y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). 126

Romanos 8:11 es una realidad viva: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. Todo esto es algo victorioso, triunfante. En ningún lugar encontramos espacio para la debilidad y el fracaso en esta vida divina. Dios nunca planeó que estuviéramos subyugados a las fuerzas de las tinieblas. Nunca planeó que Satanás reinara sobre nosotros. Mateo 17:20 promete que “nada os será imposible”. ¿Por qué lo diría si no hablara en serio? ¿Por qué nos iba a atormentar con cosas imposibles? “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Mateo 21:22). “Al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23). Eso es lo que significa un creyente: literalmente “alguien que cree”. En Mateo 19:26 Jesús dijo: “Para Dios todo es posible”. Estamos atados a Dios. Estamos unidos a Él. Él mora en nosotros, y nosotros vivimos en Él. ¿Acaso está Dios tan sólo atormentándonos cuando dice: “Porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4)? ¿Acaso son sólo palabras huecas cuando dice: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta” (Filipenses 4:19), o “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13), o “porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra” (Jeremías 1:12)? ¿Dice Dios todo esto en serio? Estamos seguros de que sí. Creemos que cuando Él nos insta a ir y caminar con Él de forma victoriosa, de forma 127

sobrenatural, de forma milagrosa, realmente lo dice en serio. Este caminar sobre las olas con Él es el fruto de la justicia. Si eres la justicia de Dios y vives en derrota y fracaso, le estarás dando al mundo una concepción errónea del cristianismo. Los que caminamos por fe caminamos en victoria en Jesucristo.

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DG Enfermedad, salud y sanidad

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lguien me dijo recientemente: “He sido una persona buena y sincera toda mi vida, he asistido a la iglesia regularmente y he enseñado en la escuela dominical. Recientemente he sabido que tengo cáncer, y que probablemente no tenga ni tiempo de criar a mi familia. ¿Usted cree que tengo algún derecho a ser sanado?”. “¡Sin ningún género de duda!”, le respondí, “pero no porque haya sido una persona buena y sincera, ni porque haya asistido a la iglesia regularmente y haya enseñado en la escuela dominical, y tampoco porque su familia le necesite. Todas esas razones son nobles, pero no son la base para reclamar una sanidad”. El único fundamento para la sanidad es a través de la provisión de Cristo para usted en el Calvario. “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5). (Véase también Mateo 8:16–17). 129

Para recibir la sanidad, debes depender totalmente de los méritos de Jesucristo, “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2:24). Cada latigazo de ese cruel látigo romano compró la sanidad para ti y para mí.

Actuar sobre la base de la Palabra de Dios Hace algún tiempo, ministré en una iglesia en Springfield, Oregon. El Espíritu Santo me guió a hablar sobre el tema de la alabanza. Tras ministrar sobre este tema y dirigir a la gente a la gloriosa vida de alabanza, terminé el servicio. Un hombre se me acercó después en la plataforma y dijo: “Hermano Gossett, usted ha predicado sobre el poder de la alabanza, y yo soy un testimonio vivo de cómo el Señor responde a la alabanza”. “Hace tan sólo un año”, continuó, “yo estaba en la unidad de cuidados intensivos del hospital, muriendo de un enfisema. Los doctores le dijeron a mi familia que sólo me quedaban minutos de vida. Cuando me di cuenta de que me quedaba tan poco tiempo de vida, decidí dedicar esos preciosos minutos a alabar al Señor por todas sus misericordias y bendiciones que había tenido a lo largo de mi vida. “Cuando comencé a alabar al Señor, el Espíritu Santo respondió y obró un milagro en mi vida. En vez de que el enfisema cerrase mis pulmones, se revertió el proceso. El Señor habitó en mis alabanzas. 130

Él abrió mis pulmones y comencé a estar bien desde entonces. En pocos días, me dieron el alta médica, ¡totalmente recuperado por el poder del Señor!”. La Palabra enseña que Dios “habita entre las alabanzas” de Su pueblo (Salmo 22:3). El testimonio de este hombre nos recuerda que el Señor sigue habitando entre nuestras alabanzas, y se producen milagros cuando le alabamos.

Cree en el Señor en cada sanidad A algunas personas les resulta fácil creer que el Señor puede sanar artritis o problemas cardiacos, pero no pueden creer que Él pueda sanar una enfermedad mortal como el cáncer. Sin embargo, cuando Cristo sufrió en el Calvario por tus pecados, no fue sólo por algunos de tus pecados. Él “es quien perdona todas tus iniquidades” (Salmo 103:3). Él perdona adulterio y asesinato con la misma facilidad que perdona una “mentirita”. Por la misma razón, cuando Él compró tu sanidad con Su llaga, incluía el cáncer tanto como la artrosis o las enfermedades del corazón. No es difícil para Él sanar una enfermedad más que otra, porque el Señor “sana todas tus dolencias” (Salmo 103:3). La Biblia enseña que “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gálatas 3:13) ¿Cuál fue esa maldición? Está escrito en Deuteronomio 28, donde encontramos enumeradas muchas enfermedades que vendrían sobre 131

el pueblo si desobedecían la ley de Dios. Tras una larga lista de todo tipo de enfermedades, la maldición incluía ser afligido “desde la planta de tu pie hasta tu coronilla” (Deuteronomio 28:35). Cristo revertió la maldición. Para redimirnos de esta terrible maldición de la ley, Él fue hecho maldición; esto es, Él llevó el castigo prescrito por la ley. Por eso Él tuvo que llevar nuestras enfermedades y dolencias. (Véase Mateo 8:17). Como Él fue hecho maldición por nosotros, nos redimió de la maldición de la ley, proveyendo sanidad desde la coronilla de nuestra cabeza hasta las plantas de nuestros pies. ¡Qué emoción saber que Dios nos amó tanto que pagó un gran precio por nuestra redención del pecado y por todo tipo de enfermedad!

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EWK La voluntad de Dios y tu sanidad

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lguien que había estado enfermo durante años acudió a mí. Mientras hablaba con esta persona, le dije: “Si oro por ti ahora, ¿crees que recibirás la sanidad?”. Él dijo: “No estoy seguro de que sea la voluntad del Señor que yo me sane”. Esta es una dificultad muy común para muchos corazones devotos y honestos. Le pregunté a esta persona: “¿Estás tomando alguna medicina?”. Él dijo: “Sí, claro, estoy tomando medicina. Ahora mismo estoy bajo cuidados médicos”. Le dije: “¿Cuál es el propósito de ello?”. Él me miró algo confuso y me dijo: “¿Por qué? Para ponerme bien”. Yo le dije: “Pensaba que habías dicho que no sabías si era la voluntad de Dios o no que te pusieras bien. Si no es la voluntad del Padre que te cures, estás pecando a propósito al tomar la medicina y estar visitando al doctor. Deja que la enfermedad llegue a su límite”. 133

Él me miró. Le dije: “Lo digo en serio. Si no es la voluntad del Padre que te pongas bien, tú, como cristiano, debes dejar de tomarte la medicina”. En muchos casos, decimos que no sabemos si es la voluntad del Padre que nos sanemos, y sin embargo estamos intentando hacer todo lo que podemos y todo lo que los demás nos sugieren para ser sanados. Eso sólo demuestra una cosa: ¡lo dices para encubrir tu falta de fe! Si no es la voluntad del Padre que te sanes, deja de tomar la medicina. Si no sabes si es Su voluntad o no, tu misión es descubrirlo, y lo puedes hacer muy fácilmente. Yo no puedo concebir que sea la voluntad del Padre que alguien esté enfermo. Él no es un Padre así. Cuando Jesús vino, Él fue la voluntad revelada del Padre, y Jesús sanó a todos los que acudían a Él. Jesús no escogió un caso y dijo: “Ahora, creo que tú tendrás que seguir enfermo. No puedo sanarte, porque no es la voluntad del Padre para ti”. ¿Te das cuenta? Jesús era la voluntad del Padre, y sanó a todos. Quizá te preguntes: “¿Por qué no todos se sanan?”. Quizá te refieras a uno de los acompañantes de Pablo que se quedó atrás enfermo. Eso lo entiendo. Entiendo que Pablo estuviera enfermo, puedo entender que cualquiera de los discípulos estuviera enfermo. ¿Cómo? Estuvieron fuera de la voluntad del Padre durante un tiempo. Eran humanos, como nosotros. Si Pablo tuvo que dejar a ese hombre 134

enfermo, fue porque el hombre no estaba donde las oraciones de Pablo podían alcanzarle. Esto me ha pasado continuamente con muchos que conozco.

El aguijón en la carne de Pablo Otro podría decir: “¿Qué ocurre con el aguijón de Pablo en la carne?”. Bueno, si lees con atención, el problema quedará resuelto. Pablo dijo en 2 Corintios 12:7 que debido a la grandeza de las revelaciones que había recibido, se le había dado un aguijón en la carne, para impedir que fuera “exaltado desmedidamente”. Él describió el aguijón en la carne como un “mensajero de Satanás” para abofetearle. Dijo que le pidió al Señor tres veces que le quitara a ese demonio, pero el Señor le dijo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (versículo 9). Pablo dijo, “Amén, entonces seguiré con este problema para que el poder de Dios descanse sobre mí”. (Véase versículos 9–10). Puedes hablar sobre el aguijón en la carne si has recibido revelaciones tan grandes que Dios piense que es peligroso y que se te podría subir a la cabeza y volverte engreído, pero no creo que seamos muchos los que hayamos recibido revelaciones de Dios tan grandes como para poner en peligro nuestro caminar con Él. Pablo era diferente. Él fue llevado al interior de las cosas como ningún otro ser humano antes, ni posiblemente después, hasta que Jesús regrese. Pero podrías preguntarte: “¿Cómo es posible que haya tantos enfermos aún cuando hay mucha gente 135

orando por ellos?”. La oración no significa nada a menos que haya fe en ella. Es la fe en la oración lo que hace que la oración sea eficaz. Puedes pasarte toda la noche orando durante una semana, pero si no crees, no recibirás nada. Es creer lo que produce resultados. Es la oración de fe lo que sanará al enfermo. No la oración de las palabras. No es el aceite de la unción, sino la oración de fe lo que sanará al enfermo, y es el Señor el que les levantará. (Véase Santiago 5:14–15). Como puedes ver la voluntad del Padre es Jesús, y Jesús es el Sanador; así pues, hasta que Jesús deje de ser la voluntad del Padre, creeré que la sanidad es mía y que es parte de la obra redentora de Cristo. Porque “por su llaga hemos sido curados” (Isaías 53:5). Yo me aferro firmemente a esta verdad. Él llevó mis enfermedades, mis dolencias y mis achaques en Su cuerpo en el madero. Lo creo profundamente y descanso seguro en Su nombre.

¿Debe Jesús llevar todos nuestros pecados y enfermedades nuevamente? Jesús fue hecho pecado por nosotros. Dios “al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado” (2 Corintios 5:21), y “ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores” (Isaías 53:4). ¿Algunas vez te has dado cuenta de que cuando le pides al Padre que te sane hoy día, le estás pidiendo que haga algo que Él ya ha hecho en Cristo? Cuando le pides a alguien que ore por tus dolencias 136

para que seas sanado, ¿te has dado cuenta de que estás repudiando Isaías 53:4? Haces como si nunca se hubiera escrito. Le estás pidiendo que haga de nuevo lo que Él ya hizo por ti. Cuando una persona inteligente ha hecho algo mal, simplemente le pide al Padre que le perdone, y que le limpie de esa mala acción. Cuando el creyente está enfermo, debería recordar que la enfermedad es un pecado del cuerpo, un pecado de los sentidos. Cuando entiendes este principio, la enfermedad y el dolor no serán tan formidables. Sabrás que has sido sanado y que la sanidad es permanente. Si Satanás trae enfermedad sobre ti, lo único que tienes que hacer es confesárselo a Dios, como esto: Padre, lo siento por haber permitido que el adversario toque mi cuerpo, el templo de Dios. Ahora, en el nombre de Jesús, ordeno al poder del adversario que se rompa sobre ello, y tomo mi perfecta liberación, en el nombre de Jesús. Amén.

La sanidad no es un problema de fe, según entendemos el término, porque la sanidad ya ha ocurrido, y “por su llaga hemos sido curados” (Isaías 53:5). Te darás cuenta cuando aprendas que Su sacrificio sustitutorio es una realidad, pero mientras hables de enfermedad y confieses enfermedad, el adversario se aprovechará de tu confesión y lo hará una realidad en tu cuerpo. Tienes temor de las corrientes de aire porque crees que vas a tener un resfriado. Yo no he vuelto a 137

tener un resfriado desde que aprendí cuál es mi lugar en Cristo, aprendí a tomarlo y aprendí a actuar como si fuera verdad. No tienes que estar enfermo; la sanidad fue lograda totalmente cuando Cristo se levantó de los muertos, y te pertenece a ti. Ahora bien, entiende este hecho: el Padre no te dice, como hijo: “Hijo, si tienes fe en Mí, te sanaré”. Jesús les habló así a los hombres del antiguo pacto cuando vivió en la tierra, pero cuando te habla a ti, un hijo o una hija, Él sabe que no es un problema de fe por tu parte. Esa sanidad te pertenece. Cuando aceptaste a Jesús, aceptaste tu sanidad. Así pues, con confianza, mira a tu Padre a la cara y dale gracias por tu perfecta liberación.

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DG Sanarán

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elmar Kingsriter es un misionero en Malawi, África, donde ha servido al Señor durante muchos años. Él compartió esta experiencia asombrosa de cómo podemos emplear confiadamente las poderosas armas espirituales que el Señor nos ha dado para vivir con una salud divina. Este es un testimonio de una vida bíblica confiada al otro lado del mundo. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. (Marcos 16:17–18, énfasis añadido) “Marcos 16 ciertamente debe ser uno de los pasajes favoritos de muchos misioneros. Sin duda alguna es el mío, porque contiene tanto armas defensivas como ofensivas para la salud divina. Satanás conoce muy bien los devastadores resultados cuando se hace una oración de fe por los enfermos. 139

“Desde el tiempo de Cristo, la sanidad de los enfermos ha sido el arma más potente en manos de los siervos de Dios. Por tanto, Satanás a menudo busca destruir a los que llevan el mensaje de liberación del pecado y la enfermedad. Ha habido muchas ocasiones en que he tenido que citar y reclamar este pasaje porque los poderes satánicos estaban intentando destruirme. “Recuerdo una ocasión en que una familia de misioneros, junto con mi familia, viajábamos en barco a un pueblo remoto de África. El evangelio había penetrado primero en este pueblo sólo unas semanas antes, y estábamos siendo testigos de un éxito maravilloso. “Tras un servicio glorioso, clausurado con un servicio de agua bautismal, acabábamos de comenzar el viaje de vuelta de tres horas a nuestro campamento base cuando un enorme enjambre de abejas africanas venenosas nos atacó. Antes de que pudiésemos buscar cobijo en una cabaña llena de humo, cada uno de nosotros tuvimos que aguantar al menos entre cincuenta y setenta y cinco picotazos, la mayoría de ellos alrededor de la cara y la cabeza. Me di cuenta de que estábamos en peligro de perder nuestras vidas, porque mucha gente ha muerto tras ser picada sólo unas cuantas veces. “En breves momentos, la esposa del otro misionero se puso muy enferma y se cayó al suelo. Fue en ese instante cuando este pasaje se me hizo precioso y me pareció ser el último de los hilos de esperanza 140

entre la vida y la muerte. Ninguno de nosotros ese día puede dudar del poder de la Palabra de Dios. Nos reunimos y en voz baja citamos Marcos 16:18. Después, ofrecimos una simple pero desesperada súplica pidiendo ayuda al único que podía ayudarnos en ese momento: el Señor Jesucristo. “En pocos segundos, el color regresó a la cara de la esposa del misionero, y se levantó y dijo: ‘Estoy bien’. Todo el camino de regreso al campamento, nuestros niños se unieron a nosotros en alabanza al Señor por la poderosa liberación. No había ni una marca en ninguno de nosotros de la hinchazón que suele acompañar incluso a las picaduras de las abejas de miel menos venenosas. “Esta es una liberación actual, no muy distinta de la de los tres jóvenes hebreos a quien Dios libró del horno de fuego. ¿Alguien se pregunta aún por qué este versículo se ha convertido en uno de mis favoritos?”.

Preguntas comunes sobre la sanidad La mayoría de la gente estaría de acuerdo en que salud es una palabra universal. Los que la han perdido, la desean por encima de todo. Los que la tienen hacen todo lo que pueden por mantenerla. Es obvio por la Palabra de Dios que Él tiene mucho que decir sobre salud. Tengo la firme convicción de que si prestáramos más atención a las claras provisiones que Dios hace para unos cuerpos saludables a través de nuestro Señor Jesucristo, llevaríamos una 141

vida cristiana más plena, más victoriosa que nunca. Disfrutaríamos de una vida bíblica confiada, ¡que atraería a los no creyentes del mundo a nuestras puertas para obtener lo mismo! Como hay algunas preguntas comunes con relación a la sanidad que he recibido desde todo el mundo, me gustaría responder a varias de ellas. Quizá tú mismo te hayas hecho estas preguntas en algún momento, o conoces a un amigo que necesita estas respuestas. Oro para que sean una bendición para el avance de tu caminar cristiano. “He recibido oración por mi sanidad. ¿Qué debo hacer ahora?”. Después de que hayan orado por tu sanidad, mi reto para ti es hacer lo que la Palabra dice y actuar en base a sus promesas. La Biblia nos promete que somos sanados a través de Cristo (ver, por ejemplo, Isaías 53:5), así que afirma lo que Dios dice sobre tu sanidad. Hazlo algo personal y declara: “Por Su llaga he sido sanado”. Luego, comienza a darle gracias y alabanza al Señor por tu sanidad, porque la alabanza es el lenguaje de la fe. Una noche, antes de un servicio en una cruzada, me invitaron a acompañar al pastor de la iglesia donde estaba ministrando a una visita. Fuimos al hogar de un hombre que había estado completamente postrado en cama durante dieciocho meses debido a una parálisis. Como el mensaje de la sanidad divina era comparativamente nuevo para ese hombre, le expliqué lo que dice Marcos 16:17–18, donde Jesús dijo: “Y 142

estas señales seguirán a los que creen…sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”. Le dije al hombre: “No todos por los que oramos sanan inmediatamente, pero estoy seguro de que si toma usted este versículo de Jesucristo en fe y se aferra a él sin vacilar, Él dice que sanará. Puede que sea de manera instantánea, o puede que sea cuestión de horas o días, pero esta es una declaración positiva: ‘¡Sanará!’”. Ese hombre recibió el mensaje con una mente y un corazón abiertos y me aseguró su confianza en la capacidad de Cristo de hacer que la Palabra fuera real en su vida. El pastor y yo impusimos manos sobre él en el nombre de Jesús y oramos por su sanidad. Aunque no hubo resultados visibles inmediatos, ese hombre no se desanimó, sino que siguió confiando en que el Señor cumpliría Su promesa. Le dimos las bases para la sanidad: por la llaga de Cristo fuimos sanados. Él había entendido que la obra terminada de Cristo nos da una provisión de sanidad, pero nuestra fe debe producir el beneficio total de ella en nuestras vidas. Observé que había un gran reloj justamente al lado de la puerta del dormitorio que estaba dando la hora, y le pedí al hombre que hiciera una afirmación atrevida de fe cada vez que oyera las campanadas del reloj señalando que había pasado otra hora del día o de la noche. El hombre paralítico estuvo de acuerdo en que miraría hacia arriba cada 143

vez que oyera las campanadas del reloj, y diría: “Gracias, Jesús, porque por Tu llaga he sido curado”. La parálisis había paralizado los dedos de este hombre, había desfigurado su rostro y su boca y los había torcido hacia un lado, y había dejado sus piernas paralizadas. Así que realmente le suponía un esfuerzo cada vez que comenzaba a exclamar de forma victoriosa: “Gracias, Jesús, que por Tu llaga he sido curado”. Todo eso ocurrió un lunes por la noche. Me fui para regresar a mi hogar esa misma noche. El jueves por la mañana, nuestro amigo paralítico llamó a su pastor por teléfono y le dijo: “Pastor, ven, tengo algo maravilloso que quiero compartir contigo”. El pastor fue a su casa, y ahí fue testigo de un poderoso milagro. Ese hombre que había estado literalmente prisionero de su cama de sufrimiento estaba de pie en el salón de su casa sonriendo y declarando: “¡Funcionó como me aseguró el hermano Gossett! ¡He alabado en fe, y el Señor me ha sanado!”. Los dedos del hombre estaban rectos, sus piernas eran normales, y el desfiguramiento de la boca y el rostro se había ido. ¡Fue completamente sanado de la parálisis! Cuento este relato milagroso para que comprendas la importancia de levantarte con un nuevo testimonio que armonice con la Palabra de Dios. Aférrate a ese testimonio, confiadamente y sin vacilar, porque Dios, que nos ha dado Su Palabra, cuidará de que Su Palabra se cumpla. Este es un reto de gran importancia. Comienza a confesar tu sanidad. Créelo en tu corazón. Ve a 144

Cristo tomando tus enfermedades y dolencias en Su propio cuerpo. Luego, entiende que a través de las heridas ensangrentadas que Él soportó, proveyó sanidad para ti. Ahora, repite con todo tu corazón: “Gracias, Jesús, porque por Tu llaga he sido sanado”. Estas no son palabras mágicas, sino palabras que armonizan con la Palabra de Dios, y Dios hace que Su Palabra sea para bien. ¡Sucederá así contigo! “No siento nada diferente, incluso aunque han orado por mí”. Bien, amado, este es quizá el mayor peligro que podemos encontrar en la sanidad. Sentir no es fe. Tus sentimientos te engañarán. Cuando se ora según lo estipulado en la Biblia, algunas personas sienten algo diferente, pero la fe en Dios acepta la sanidad independientemente de los sentimientos, sabiendo que Dios no puede mentir. (Véase Números 23:19). Él prometió: “Yo soy Jehová tu sanador” (Éxodo 15:26). Ya sea que sientas el poder de Dios en tu cuerpo o no, el asunto descansa sobre Su Palabra. La Biblia dice: “sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:18), y “Envió su palabra, y los sanó” (Salmo 107:20). Toda sanidad está basada en la autoridad de la Palabra. Cristo sanó a los enfermos y echó fuera los espíritus inmundos con Su propia Palabra. Hay otro testimonio destacable que confirma el poder en Marcos 16:18. Conozco una mujer cuyos doctores le habían dicho que tenía una enfermedad incurable. Ella hizo muchos intentos de recibir su 145

sanidad, yendo una y otra vez a que orasen por ella. Pero, tras muchos meses, empeoró y se desanimó. Después, oyó nuestro programa de radio Bold Bible Living, y la verdad de que “sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” la desafió. Se dio cuenta de que no iba a ser sanada por las muchas oraciones de otras personas sino por creer firmemente esta promesa de Jesús y actuar en consecuencia. Sus amigas intentaron desanimarla, aunque ella mantenía su nueva confesión. “¿Cómo te sientes?”, le preguntaban. “No te sientes nada bien”, añadían de manera compasiva. “Ya no actúo en base a cómo me veo o cómo me siento”, respondía, rehusando vacilar en su fe. Jesús dijo: ‘sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán’, y eso es para mí. Han impuesto manos sobre mí para que me sane, y sé que me estoy recuperando”. Estas consoladoras del tipo “Job” persistían en intentar echar agua fría sobre su ferviente confesión, pero ella estaba decidida. Habían impuesto manos sobre su cuerpo, y ella esperaba que el Señor fuera fiel. No deshonraría al Señor al no creer en Sus promesas. Su parte en este drama de fe era aferrarse a su confesión sin vacilar. (Véase Hebreos 10:23). Ella peleó la buena batalla de la fe. ¡El Señor la restauró completamente! Cree Su Palabra. Hazla tu testimonio. Actúa confiadamente sobre ella, y tú también conocerás la verdad: “Envió su palabra, y los sanó” (Salmo 107:20). 146

“Parece que no tengo fe. Supongo que no seré sanado”. Escucha, amado lector, si eres cristiano, eso es que tienes fe. “Conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Romanos 12:3) ¡Usa esa fe! Ponla en acción. Te recuperarás. Declara con convicción: “¡Tengo fe. Lo creo!”. Quizá preguntes: “Bueno, ¿y cómo puedo fortalecer mi fe?”. La Biblia dice que “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Estudia, empápate de la Palabra de Dios. Acepta las gloriosas promesas tal como son, ¡y actúa confiadamente en consecuencia! “¿Qué ocurre si regresan los viejos síntomas de aflicción que tenía?”. Reconoce que es un truco de Satanás. “Resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). Hace un par de años, me desperté una mañana con un terrible dolor de cabeza. El dolor era tan fuerte que parecía como si se me estuvieran despegando la parte trasera del cráneo del resto de mi cabeza. Esos dolores comenzaron a ocurrirme casi a diario. Era muy raro para mí, porque los dolores de cabeza era algo que no había experimentado en toda mi vida. Los dolores de cabeza alcanzaron la cima en severidad el mes siguiente mientras mi esposa y yo estábamos en una cruzada. Decidí entonces que debía buscar al Señor en oración, alabanza y confesión de Su Palabra. La Biblia profetiza: 147

Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. (Hechos 2:17) Por la mañana temprano, mientras estaba tumbado en mi cama confesando “por Su llaga he sido curado”, tuve una experiencia poco común. Vi a un hombre venir hacia mí y poner su mano en la parte de atrás de mi cabeza. Un aceite templado y penetrante fluyó en mi “dolor” y ministró sanidad, llevándose todo el dolor. Hasta donde yo sé, dije: “Señor, usted debe de ser el apóstol Pablo”, lo cual fue una frase bastante extraña, pero él contestó: “Soy el ángel del Señor”. Hebreos 1:14 declara que los ángeles son espíritus ministradores enviados para ministrar a los herederos de la salvación. Cuando regresé a un estado de total conciencia, ¡se había ido todo el dolor! Le conté la experiencia a Joyce, y poco después lo compartí con los otros ministros de la cruzada. Todos se gozaron conmigo por la bondad del Señor. Pero inesperadamente, cuando regresamos a casa la semana siguiente, los fuertes dolores de cabeza regresaron. Me desalenté un poco cuando regresó el dolor, hasta que de repente, comprendí que los dolores de cabeza eran síntomas de mentira y no dolores físicos reales. Jesús ya ha había provisto sanidad; era Su Palabra lo que yo había confesado cuando se manifestó la sanidad en la cruzada. Esa 148

noche, tuve un ataque más de esos síntomas mentirosos de dolores de cabeza. Los resistí enfáticamente en el victorioso nombre de Jesús, y los dolores se fueron, ¡para no regresar nunca más! En Juan 10:10 Jesús reveló que el diablo es un ladrón que viene a “para hurtar y matar y destruir”. El viejo ladrón intentó robar la sanidad que el Señor me había dado. Sin embargo, al darme cuenta del poder de la Palabra de Dios, rehusé aceptar nada que destruyera la realidad de la obra sanadora de Jesús. Gloria a Dios. No he vuelto a tener un dolor de cabeza desde entonces, ¡ni tan siquiera por un momento! Tienes el derecho, como creyente, de derrotar al diablo en el todopoderoso nombre de Jesús. La Biblia nos dice que vencemos al diablo por la sangre de Jesús y la palabra de nuestro testimonio. (Véase Apocalipsis 12:11). Conoce el poder de la sangre. Conoce la autoridad de la Palabra en tu testimonio. ¡Úsalos confiadamente!

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EWK Unos cuantos milagros

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erminemos esta parte sobre milagros y sanidades estudiando algunas de las maravillosas obras de Jesús. Un milagro está por encima de la esfera sensorial pero en perfecta armonía con la revelación. Es importante entender estos dos tipos de conocimiento. Hay dos clases diferentes de conocimiento en el mundo: el conocimiento que viene del hombre caído a través de los cinco sentidos, y el conocimiento que ha nos ha llegado a través de la revelación llamada la Biblia. Los milagros pertenecen al conocimiento por la revelación. La razón que viene de los sentidos siempre ha luchado en contra de la revelación y en contra de los milagros que proclama la revelación. No puedes armonizar las dos cosas, ya que no existe armonía entre ellas. Pertenecen a dos realidades distintas, y cuando tratamos de armonizar lo que se conoce como razón humana o sensorial con la revelación, descubrimos muchos obstáculos insuperables. Que el conocimiento de la revelación tenga su lugar y que el razonamiento humano tenga el suyo.

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Jesús en Caná La historia de Jesús transformando el agua en vino en las bodas de Caná es uno que la razón ha desafiado desde todos los ángulos. Si Jesús hubiera rechazado las festividades matrimoniales, nunca hubiera acudido. Cuando descubrieron que la cantidad de vino era insuficiente para la festividad, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino” (Juan 2:3). Esto es lo que siguió: Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora. (Juan 2:6–10) La mayoría de lo que llamamos “leyes de la naturaleza” son leyes que entraron en juego cuando el hombre fue sometido a Satanás. Pero cuando Jesús caminó entre los hombres, eludió estas leyes siempre que fue necesario. Por ejemplo, hizo que los miembros que habían sido mutilados volvieran a existir. 151

En este milagro, Jesús se mostró como el Señor y Creador absoluto.

El siervo del centurión Una de las grandes leyes del ministerio de Jesús se nos desvela en la historia de la sanidad del siervo del centurión. En Mateo 8:7, Jesús dijo: “Iré y le sanaré”. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. [¡Aquí tenemos un hombre que conocía el poder de las palabras!] Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. (Mateo 8:8–9) En otras palabras, él dijo: “Señor, las enfermedades son Tus siervas. Lo único que tienes que hacer es proclamar la palabra, y esa enfermedad se irá”. Jesús dijo: “De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (versículo 10). Luego, volviéndose al centurión, dijo: “Ve, y como creíste, te sea hecho” (versículo 13), y el siervo del hombre fue sanado en esa misma hora. Ahora nos encontramos cara a cara con la fe del centurión en las palabras de Cristo. Ese centurión sabía que en el momento en que hablara Jesús, su siervo sanaría. Me gustaría que todos los que lean esto tuvieran tanta confianza en la Palabra de Dios como este centurión gentil. 152

El versículo 16 sigue diciéndonos: “Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos”. Cada sanidad, cada demonio expulsado y cada uno de los demás milagros que hizo el Maestro, los hizo a través de Su Palabra. En Génesis 1, Dios habló y dijo: “Sea la luz” (versículo 3). Dijo: “Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco” (versículo 9). Luego, dijo a las aguas: “Sé llena de vida”. (Véase versículo 20). Le dijo a la tierra: “Produce vegetación”. (Véase versículo 11). Esa es la Palabra con la que estamos tratando. Por la Palabra de Dios, el universo comenzó su existencia; por la Palabra de Dios, tú has nacido de nuevo, has sido hecho una nueva criatura; por la Palabra de Dios, eres sanado de toda enfermedad; por la Palabra de Dios, somos más que vencedores en cada aspecto.

La alimentación de los cinco mil La alimentación de los cinco mil es uno de los milagros más interesantes y más iluminadores del Maestro. Nos revela algunas de las características del ministerio del Maestro y de la vida de fe que no encontramos en ningún otro lugar. Jesús y Sus discípulos estaban en un lugar desierto. Jesús se había apartado para estar solo. Las multitudes le siguieron. Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos 153

estaban enfermos. Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. El les dijo: Traédmelos acá. Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos. (Mateo 14:14–19) Y se multiplicó en Sus manos hasta que la vasta compañía de cinco mil fueron alimentados, y recogieron doce cestas llenas de las sobras. (Véase versículos 20–21). ¡Qué expresión de amor, de gracia milagrosa, se nos desvela aquí! Este milagro no fue sólo para mostrar la capacidad de Jesús, porque Jesús también dijo: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré” (Juan 14:13). Él está bajo Su propia obligación de darnos pan si lo pedimos. Tener hambre es innecesario si caminamos con Él. Si Jesús pudo tomar cinco panes y dos peces, pedir la bendición del Padre sobre ellos, y hacer que se multiplicaran para alimentar a cinco mil hombres, entonces Su intención es que tú puedas hacer lo mismo. Puedes tomar tu comida limitada y pedir la bendición sobre ella, y suplirá cada necesidad. Puedes tomar esos cuatro o cinco dólares y 154

multiplicarlos hasta que puedas pagar tus facturas. Lo poco, cuando es bendecido por el Señor, se convierte en mucho.

“¡Lázaro, ven fuera!” De todas las historias de los milagros que hizo el Maestro, ninguna ha tenido mayor influencia que la resurrección de Lázaro de los muertos. Puedes abordarlo desde cualquier ángulo, y se convierte en un altavoz lleno de gracia y utilidad. Lázaro había estado muerto durante cuatro días cuando Jesús llegó a la casa de sus hermanas, Marta y María. Cuando Marta salió para recibirle, gritó entre lloros: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto” (Juan 11:21). Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. (Juan 11:23–27) Marta no era una creyente en un sentido verdadero. Asentía mentalmente. Ella es la ilustración más gráfica de esto, pero cuando llegó María, pronunció la misma frase: “Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano” (versículo 32). 155

[Jesús] dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve…Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? (Juan 11:34, 39–40) Marta no había creído. Había estado tan ocupada con las cosas del mundo que la verdadera fe no había entrado en su corazón. Puedo ver a María de pie con sus manos abiertas, esperando la siguiente orden del Maestro. Luego, “[Jesús] clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario” (versículos 43–44). Oh, la ausencia de temor de ese Hombre. Frente a un cuerpo en descomposición, se atrevió a arriesgar Su reputación y gritó: “¡Lázaro, ven fuera!”. De nuevo, las palabras del Maestro son las palabras de Dios, y hay una energía creativa en ellas.

“Si tocare tan solamente su manto…” Para nuestro último milagro destacable, regresamos a la historia narrada en Marcos 5:25–34 de la mujer con el flujo de sangre, que había gastado todo su dinero en médicos y no había sido sanada por ninguno de ellos. Pero ella dijo en su corazón: “Si tocare tan solamente su manto, seré salva” (versículo 28). Alguien le había hablado a esta débil mujer sobre el Maestro. Una mirada en Su rostro bastaba. Ella oyó esas maravillosas palabras de Sus labios, y 156

ahora se abrió paso entre la multitud, algo quebrantada, tan débil que sus piernas no la sostenían. Extendió su mano y tocó el borde de Su manto, y sintió en su cuerpo que había sido sanada. Recuerda su confesión: “Si tocare tan solamente su manto, seré salva”. No había duda ni temor aquí. Era la fe osando alcanzar y tocar el borde de Su manto. Ella no pidió que la mano de Él la tocara, ni pidió nada, salvo la oportunidad de tocar Su manto. En cuanto ella le tocó. Jesús dijo: “¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta” (Marcos 5:30–31). “Oh, no”, dijo Jesús, “no fue ese tipo de toque. Fue un toque de fe”. (Véase Lucas 8:46). Se le puede tocar hoy con el sentimiento de nuestras enfermedades. A Él, el que fue tentado en todo, puedes tocarle ahora, y Él sabe cuándo tu fe se extiende y le toca. (Véase Hebreos 4:14–16). Él demandaba fe. Su obra no se había terminado aún; era simplemente el Sanador de Israel. Pero ahora, su obra está terminada, y Él está sentado a la diestra de Dios en el cielo; por las heridas que sufrió, la sanidad es tuya hoy. Todo lo que Él hizo es tuyo ahora. Acéptale como tu Salvador y entra en todo lo que Él compró para ti.

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Venciendo el temor y la dificultad

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DG El temor no tiene lugar en mi corazón

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erbert Hoover, trigésimo primer presidente de los Estados Unidos, dijo una vez al regresar a casa de un viaje mundial: “La emoción predominante por todos sitios es el temor. Esto se aplica a cada parte de la actividad humana: economía, industria, granjeros, trabajadores, pensadores y oficiales gubernamentales”. Esa fue una frase muy fuerte de un hombre de muy estimado, y es un hecho que tristemente aún es cierta hoy día. Cuando pienso en el gran número de personas en todas las esferas de la vida que están obsesionadas con algún tipo de temor interior, ¡siento la responsabilidad como siervo de Dios de declarar que puedes ser libre del temor!

¿Qué es temor? ¿Qué es el temor? El temor se ha definido como la expectativa o aprensión del mal. Dentro de unos límites, el temor puede ser algo bueno. No podemos vivir ni nuestra vida natural ni 159

nuestra vida espiritual sin él. Un niño se quemará a menos que tenga un temor adecuado al fuego. Un peatón será atropellado y quizá muerto a menos que tenga un temor respetuoso al tráfico. Un hombre no puede ser un buen cristiano a menos que tema respetuosamente a Dios, porque “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Proverbios 1:7). Es saludable temer tanto al peligro como al pecado. Pero hay otro tipo de temor que es muy poco sano. Es el temor que acarrea tormento. (Véase 1 Juan 4:18). Es el temor que causa que esperes siempre lo malo. Este temor es un monstruo insidioso que, si se desarrolla por completo en tu vida, producirá miseria, derrota, esclavitud y destrucción. El temor crea colapsos nerviosos, insomnio, opresión en tu vida de oración y esclavitud a la hora de testificar. El temor puede llevar a una urgencia por cometer suicidio. Se puede manifestar en tacañería hacia Dios en tu dar. El temor puede definirse verdaderamente como la expectativa de cosas malas. Satanás quiere que tengas este espíritu diabólico de temor, que espera y magnifica el mal, el fracaso, la enfermedad, el peligro y la preocupación. Me doy cuenta de la tremenda importancia de la frase dicha por el Dr. Len Jones de Australia: “¡Temor es el apellido del diablo!”. Muchas personas no reconocen el temor cuando se disfraza de prudencia, precaución o discreción, pero debemos entender esto y darnos cuenta de que esas cosas realmente pueden ser temores 160

disfrazados por el diablo. Satanás usará cualquier medio sutil que pueda encontrar para obstaculizar las cosas buenas de Dios. Creo que el temor es el mayor obstáculo espiritual que impide que la gente se entregue por completo a Dios y disfrute de una vida rica y abundante en Jesucristo. ¡Te desafío! No te sometas al temor. Resiste al temor y vencerás. “Resistid al diablo y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). Afirma esto conmigo: “¡El temor no tiene lugar en mi corazón!”.

Venciendo el temor He tenido muchas discusiones interesantes con un prominente psiquiatra de Washington, D.C., a quien conocí en el extranjero. Compartimos una preocupación por el gran número de personas cuyas vidas están cubiertas de temor. Debido a que el gigante llamado Temor está matando a miles, es importante que los cristianos abracen el principio de Dios: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Al mirar las promesas en la Palabra de Dios, podemos poseer la total seguridad de que podemos vivir libres de temor, porque el temo no tiene lugar en el corazón de un hijo redimido de Dios. Uno de esos versículos dice: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10). 161

Mientras Dios esté contigo, el temor no tiene por qué tener lugar en tu corazón. Él ha prometido: “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). La Palabra de Dios dice: “No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú” (Isaías 43:1). Como el Señor te ha redimido, has sido librado del poder de Satanás, el autor del temor. “Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Salmo 118:6). “El temor del hombre pondrá lazo; mas el que confía en Jehová será exaltado” (Proverbios 29:25). No tienes que ser enlazado nuevamente por un espíritu que teme al hombre. Porque el Señor está contigo, el hombre no te puede hacer nada. “Que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días” (Lucas 1:74–75). Como Dios es tu Ayudador infalible, puedes decir confiadamente: “¡El temor no tiene lugar en mi corazón!”. (Véase Hebreos 13:5–6; Deuteronomio 31:6; 2 Crónicas 32:7–8; Salmo 3:6–7; 27:1–3). Como Josué, puedes permanecer sin temor en presencia de enemigos gigantes. Como David, puedes ir contra los gigantes en tu vida en el nombre victorioso del Señor. Puedes ser libre del temor a medida que Dios te da valor, confianza, falta de temor y la osadía de hacer lo que Su Palabra dice que puedes hacer.

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EWK Dios te librará En la calamidad clamaste, y yo te libré. (Salmo 81:7)

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sto se parece a nuestra propia experiencia personal, una página de nuestra propia historia. Clamamos y Él nos escuchó. En una reunión reciente, pedí que los que habían recibido alguna respuesta a sus oraciones desde la reunión anterior levantaran las manos. Con rostros radiantes, las manos alzadas y las voces llenas de alabanza, la gente contaba las respuestas a sus oraciones. Habían clamado en su calamidad, y Él había respondido fielmente. Llegamos con nuestras cargas y dolores, y Él los llevó. Llegamos con nuestras preocupaciones, y Él las asumió. Llegamos con nuestras enfermedades y Él las sanó. Nuestros corazones están llenos de alabanza y adoración porque sabemos que el Dios del universo es nuestro propio Padre, y nos ama. 163

Si Él llevó a Israel en Su seno (véase Isaías 40:11), Él nos lleva en Su corazón. Si Él los esculpió en las palmas de Sus manos (véase Isaías 49:16), Él nos tiene escondidos en Cristo. (Véase Colosenses 3:3). ¡Oh, cuánta riqueza hay en Su gloria y amor! Nosotros clamamos, y Él respondió. El Maestro dijo: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré” (Juan 14:13). Note que dijo: “Lo haré”. Tú pides, tú oras, tú intercedes y Él responde, Él lo hará, Él obrará.

“No temas, porque yo estoy contigo” Isaías 41:10 se presenta como el reto de los siglos: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10). Este es el reto de amor. Este es Dios hablando a tu corazón. No hay lugar para la debilidad y no hay lugar para el temor. Esta es la base del éxito. El fracaso no puede habitar aquí. Jesús dijo: “yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Esto es asociación; esto es compañerismo. Cuando Él dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos” (Juan 15:5), se refería a que este es el lugar de donde sacas tus fuerzas. No puedes ser débil cuando Él es tu fortaleza. La depreciación a uno mismo, la cual hemos estado llamado humildad, es del diablo. Dios nunca hizo un hombre débil; Dios nunca hizo un fracaso. 164

Cuando Él se convirtió en la fuerza de tu vida, fuiste fuerte. (Véase Salmo 27:1). Puede que no hayas usado la fortaleza del Señor; quizá no la has conocido, pero tienes la capacidad de Dios en ti, y tú ya eres un vencedor. Dios susurrará a tu corazón que eres un vencedor. Cuando Él susurre a tu corazón Romanos 8:31: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”, ¡mejor que te levantes y vayas a la lucha! Puedes vencer en cualquier cosa que Él te haya llamado a hacer.

“Nada será imposible para ti” Ahora mismo, estamos en la presencia de la omnipotencia. Estamos donde Dios y la humanidad se tocan. Ahora estamos donde el hombre tiene que ponerse la fuerza de Dios ya que Dios tomó la debilidad del hombre. Aquí, estamos trabajando junto con Cristo. Él comparte nuestras cargas; nosotros compartimos Su fortaleza. Él vino hasta nuestro nivel para levantarnos al Suyo, y Él lo ha hecho. Ahora estamos totalmente unidos a Él, somos tan parte de Él, que Pablo pudo decir: “y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). No es un problema de fe sino un problema de entender nuestro privilegio. Jesús nos ha dado el derecho legal de usar Su nombre, y Jesús tiene toda la autoridad en el cielo y en la tierra. Ahora, tenemos los poderes legales para usar Su nombre. 165

“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré” (Juan 14:13). Jesús desea que el Padre sea glorificado en Él, y por eso nos desafía a usar Su nombre. Este es el nombre milagroso, el nombre maravilloso de Jesús. ¿Puedes ver lo ilimitada que es esta vida con Él? ¿Puedes ver que Él quiso decir exactamente lo que dijo? “Que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos” (Mateo 18:19). La oración se convierte en una cooperación con la Deidad. No es rogar o solicitar. Es comunión. Es llevar a cabo la voluntad del Padre. Hemos tomado el lugar de Jesús en la tierra para evangelizar al mundo y hacer que la iglesia vea sus maravillosos privilegios en Cristo. ¿No puedes ver nuestro ministerio? ¿No puedes sentir el latido del corazón de Dios mientras lees esto? Seguramente puedes ver por qué nada es imposible para ti. Ese problema económico no es tan grande como era, esa enfermedad no es tan temible, ¡y ese problema no es insuperable! Escucha, y le oirás susurrar: “No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 41:10).

“Varón esforzado y valiente” Israel había sido reducido a la absoluta pobreza y servidumbre por sus enemigos. Dios llamó a un joven llamado Gedeón, y la historia está narrada en Jueces 6:12: “Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente”. 166

Entonces Gedeón hizo lo normal. Comenzó a hablar acerca de lo débil e inepto que era. De alguna u otra manera, esa ha sido la moneda de cambio a lo largo de los siglos. El ministerio juega con ello; el evangelista lo usa como un palo. Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? (Jueces 6:14–15) Aprende a verte a través de los ojos de Dios. Mírate como Dios te ha dibujado en Su Palabra. Tú eres “nacido de arriba”; tú has nacido de Dios. (Véase Juan 3:3–8). “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo” (1 Juan 5:4). Tú eres un vencedor. Puede que no lo sepas, puede que hayas vivido en la esfera del conocimiento sensorial toda tu vida, pero Dios viene a ti hoy y te dice: “varón esforzado y valiente”. Colosenses 2:10 declara que “estás completo en Él”. Has recibido de su plenitud, y la gracia ha sido derramada sobre ti encima de la gracia. (Véase Juan 1:16). En este momento, eres más que vencedor por medio de Él que te amó. (Véase Romanos 8:37). Termina con la debilidad. Termina con la depreciación a ti mismo. Alaba a Dios por lo que Él es en ti.

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DG Protección de día y de noche

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l espíritu de este siglo es de tensión, y con la crisis en los asuntos del mundo intensificándose constantemente, se nos viene a la mente que Jesús dijo: “desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra” (Lucas 21:26). He descubierto que una cosa que la gente teme sobremanera es el daño físico, ya sea por eventos catastróficos, por otras personas o incluso por algunos animales. Pero los cristianos pueden descansar en la Palabra de Dios en medio de todo tipo de amenazas contra su bienestar. Me gustaría desafiarte ahora con las siguientes historias de algunos de nuestros amigos en el ministerio. Permanece firme contra el temor, ¡porque Dios es tu Protector!

Temor a la guerra Una mujer que luchó contra el temor en oración y la Palabra de Dios fue la Sra. Mabel Chapman de 168

Burnaby, British Columbia. La Sra. Chapman nació y creció en Gran Bretaña, y luego se mudó a Saskatchewan, Canadá, donde ella, su marido y sus dos hijos vivieron durante muchos años. Cuando llegó la Segunda Guerra Mundial, los hijos de la Sra. Chapman entraron a formar parte del ejército armado canadiense. Pronto, zarparon a Europa para ser parte de algunas de las batallas más intensas de la escena europea. A menudo, cuando oía nuevos informes de las muertes de miles de soldados, la Sra. Chapman tenía razones para tener miedo y ansiedad. Sin embargo, junto a una querida compañera de oración, la Sra. Chapman decidió plantarse contra el temor a que sus hijos no llegaran sanos y salvos de vuelta a casa. Las dos mujeres dieron pasos de fe proclamando versículos específicos sobres sus hijos de que Dios les protegería y les llevaría de vuelta a casa. En ellos estaba incluido el Salmo 27:3: “Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado”. Como resultado de su tiempo de ferviente oración, el Espíritu Santo le dio a Mabel Chapman una promesa clara de que sus hijos volverían a casa. Pasaron cuatro años, y no vio los rostros de sus hijos. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, un hijo llegó rápidamente a casa. Ella aún tenía la certeza de que el otro también regresaría. Cuando se anunció que el último tren con las tropas llegaba a su ciudad, la Sra. Chapman estaba ahí junto a 169

otros cientos de residentes para dar la bienvenida a casa a los últimos soldados. Ella a menudo me ha descrito su gran anticipación mientras seguía confesando la promesa de Dios de que sus dos hijos regresarían a casa. Cuando el tren paró en la estación, la banda entonó una calurosa bienvenida a los soldados. Cuando marcharon por la gran estación de trenes donde estaba esperando la gente de la ciudad, ¡al frente, guiando todo el desfile estaba el hijo mayor de la Sra. Chapman! Dios había respondido las confiadas oraciones de esta madre. Sus dos hijos regresaron a casa. Mabel Chapman es una cristiana que planta cara con firmeza al temor que Satanás intenta traer a nuestras vidas.

Temor a viajar Un amigo me escribió recientemente con las siguientes palabras: “Tengo previsto volar para visitar a mis familiares en el este muy pronto. Francamente, no me emociona la idea, porque tengo un temor espantoso a volar en avión. Sé que tú has viajado mucho en avión, y me gustaría que me dieras algunas palabras de ánimo para vencer este espíritu de temor”. Creyendo en la Palabra de Dios, podemos poseer seguridad en los viajes. Hace muchos años, esta verdad de Dios se convirtió en algo muy precioso para mí: “Mas Jehová es el que da la victoria” (Proverbios 21:31). Cuando realmente crees esta promesa de la Biblia de 170

que la victoria es del Señor, no tendrás ningún espíritu de temor; tendrás confianza. De nuevo, la Biblia dice en el Salmo 33:17: “Vano para salvarse es el caballo”. Se puede parafrasear para nuestros tiempos diciendo que un auto es vano para salvarse, o un avión es vano para salvarse. Incluso nuestro hogar es vano para salvarnos. Tu seguridad no está en los cerrojos de la puerta o en los cinturones de seguridad del auto o del avión, sino que tu seguridad está verdaderamente en el Señor. El Señor quiere que ejercitemos la sabiduría y que tomemos las precauciones debidas para protegernos, pero la verdadera seguridad están en Él. Empieza a confesar que el Señor es tu Protector contra tener un accidente de avión. Confiesa que los ojos del Señor están sobre ti dondequiera que vayas. (Véase Salmo 33:18–19). Confiesa que no tienes por qué temer porque Dios cuidará de ti. Confiesa que Dios te está protegiendo, ya sea que estés en casa o en un avión. Este es un pasaje maravilloso a través del cual Dios nos asegura seguridad, tanto de día como de noche: Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará. Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostarás, y tu sueño será grato. No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere, porque Jehová será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso. (Proverbios 3:23–26) 171

Puedes poner tu nombre en cada versículo de Proverbios 3 y confesarlo como tuyo: que serás guardado en seguridad, que tu pie no tropezará y que puedes alabar al Señor. “Mas el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal” (Proverbios 1:33). Aquí Dios te promete que si le oyes, vivirás seguro. Por supuesto, nuestra última seguridad está en el nombre del Señor. Recuerda Proverbios 18:10: “Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado”. Nuestra seguridad está en el precioso y maravilloso nombre de nuestro Señor Jesucristo. ¡Ten una gran confianza en Su nombre!

El temor a la naturaleza Los elementos de la naturaleza pueden, a veces, causar miedo a personas y producir no sólo resultados no deseables sino también un acoso continuo de temor. El Sr. Arthur Thomas de Alberta, Canadá, me escribió acerca de vencer este particular tipo de miedo. “Tengo un testimonio sobre vencer el temor que nunca antes lo he compartido, pero te resultará de interés porque muestra lo efectivo que puede ser plantarse sobre la Palabra de Dios. Hemos tenido un número anormal de avispas en esta área durante los meses de verano los últimos años. Hasta hace tres años, la picadura de una avispa nunca me había preocupado mucho aparte de la sensación inicial de dolor, la cual se pasaba pronto. “Sin embargo, hace tres años, a mitad del verano, recibí una picadura, y varios minutos después, los 172

alrededores del picotazo comenzaron a inflamarse y todo parecía estar poniéndose amarillo. Además de eso empecé a tener una gran dificultad para respirar, junto con un sabor horrible en mi boca. Terminé cayéndome al suelo durante unos minutos. Finalmente, recobre la fuerza y conseguí llegar a casa. Allí, comencé a sentir unos escalofríos extremos, para lo cual tuve que darme un baño muy caliente. A la hora, las cosas volvieron a la normalidad. “Lo mismo ocurrió el verano siguiente y luego de nuevo el verano pasado. A consecuencia de esto, llegué a desarrollar un verdadero temor a las avispas y estaba viviendo un sin vivir diario temiendo que me pudieran volver a picar. Varios amigos me habían sugerido que me pusiera inyecciones a modo de antídoto o que, si no, llevase un bote de pastillas para tomármelas cuando me volvieran a picar. De algún modo, yo no sentía que eso fuera lo mejor, y como resultado, el Señor me mostró los siguientes versículos”. En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará el mal. En el hambre te salvará de la muerte, y del poder de la espada en la guerra. Del azote de la lengua serás encubierto; no temerás la destrucción cuando viniere. De la destrucción y del hambre te reirás, y no temerás de las fieras del campo; pues aun con las piedras del campo tendrás tu pacto, y las fieras del campo estarán en paz contigo. (Job 5:19–23) 173

Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar. ¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra! (Salmo 8:4–9) El Sr. Thomas continuó: “A menudo, conocer las Escrituras y ponerlas en práctica son dos cosas diferentes. Ser oidores de la Palabra es una cosa, pero también se nos manda ser hacedores. El Señor siguió haciéndome ver la importancia de reclamar estas promesas, y lo hice. Aún así, podía aún sentir mi carne a gatas y temblando cuando se acercaba cualquiera de esas pequeñas criaturas. Aún estaba temeroso. “Esto continuó durante varios días, hasta que un día, de forma accidental golpeé un avispero con mi cabeza. A las avispas no les gusta este tipo de familiaridad, y de inmediato me rodearon zumbándome alrededor de la cara. Sé que el Señor preparó eso, porque me obligó a hacer frente a mis temores con el valor de Él. Inmediatamente reclamé mi autoridad sobre las avispas en el nombre de Jesús, y no recibí ningún picotazo. ¡Gloria a Dios! Mi temor desapareció. La Palabra de Dios produce la fe, y cuando actuamos sobre ella, el temor se tiene que ir”. 174

Promesas de Dios de protección En los años desde que he sido salvo, he tenido el inmensurable gozo de reclamar las promesas de Dios para protección. Quiero compartir algunas de estas promesas contigo.

• “He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres” (Génesis 28:15) • “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8) • “Mas el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal” (Proverbios 1:33) • “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1) • “El amado de Jehová habitará confiado cerca de él; lo cubrirá siempre, y entre sus hombros morará” (Deuteronomio 33:12). • “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos” (Salmo 91:11). • “Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré” (Salmo 91:2). • “Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado” (Proverbios 18:10). • “Porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2 Timoteo 1:12). 175



• “Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, y me salvará tu diestra” (Salmo 138:7). • “Yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado” (Éxodo 33:22). • “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente” (Salmo 91:1). • “Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?” (1 Pedro 3:13). • “Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella, así Jehová está alrededor de su pueblo desde ahora y para siempre” (Salmo 125:2). • “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende” (Salmo 34:7). • “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová” (Salmo 34:19).

Puedes gozarte porque el Señor te llena de fortaleza y te protege dondequiera que vayas. (Véase Salmo 18:32).

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EWK Jesús no tenía limitaciones

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l mundo ha reconocido que Jesús era alguien único. Sus peores enemigos rindieron tributo al hecho de que Él fue el producto más alto de la humanidad. Los que no creen en Su encarnación reconocen una semejanza a la de Dios que les desconcierta. Jesús no tenía ningún sentimiento de inferioridad en la presencia de Dios. Hablaba con Dios Padre en términos de absoluta igualdad. Hablaba de Dios como un hijo habla de su padre con el que ha estado en cercana relación durante años.

Ningún sentimiento de pecado Jesús no tuvo ningún sentimiento de pecado. Esto le situó en una clase especial. Él nunca necesitó el perdón. Nunca se lamentó de Su pasado. No tuvo ningún sentimiento de limitaciones que viniera por una conciencia de pecado. Sólo eso le levantó por encima de la esfera en que se movió. Todos los hombres tienen el sentimiento de la limitación. Sólo pueden hacer un número limitado 177

de cosas, pueden soportar sólo cierta cantidad, pueden vivir sólo un cierto número de años. El hombre es tan consciente de sus limitaciones como una persona que vive en una isla diminuta en medio de un vasto océano y sabe que sólo puede avanzar un poco hasta llegar a su límite. Jesús no tuvo tal consciencia. Él conocía a los hombres. No era necesario que nadie le dijera nada sobre Él mismo o sobre los demás. (Véase Juan 2:24–25).

Ningún temor de Satanás Jesús no tenía miedo de Satanás. El temor de Satanás es la base de las religiones de conocimiento sensorial. El hombre ha temido a Satanás desde tiempos inmemorables. Ese temor le ha mantenido esclavizado, le ha robado su gozo y le ha llenado de ansiedad. La lucha del hombre por la libertad ha sido una lucha contra su temor de Satanás. Ningún temor de las leyes naturales Jesús no tenía temor de las leyes naturales. Todos los hombres han vivido en un terror consciente de ciertas leyes de la naturaleza. Jesús no temió a una tormenta en el mar. No tenía miedo de la ley de la conservación de la materia. No hizo honor a ninguna de ellas. La comida llegaba cuando se necesitaba. Jesús le dijo calmadamente a Pedro: “Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar” (Lucas 5:4). Pedro respondió: “Maestro, toda la noche hemos estado 178

trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red” (versículo 5). Sin embargo, cuando bajaron la red: “encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía” (versículo 6). En medio de un lugar desierto con cinco mil personas, Jesús les dijo a los discípulos: “No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer” (Mateo 14:16), con la misma simpleza con la que un marido puede decirle a su esposa: “Ve a hacer un sándwich para este hombre hambriento”, sabiendo que la nevera está llena. Jesús no tenía miedo a la carencia. El dinero llegaba cuando era necesario. Nunca pagó impuestos por temor, por no tener o por necesidad. Cuando Él y Pedro tuvieron que pagar sus impuestos, simplemente dijo: “Ve al mar y pesca un pez; abre su boca, y encontrarás nuestro dinero”. (Véase Mateo 17:27). Eso fue algo bastante poco frecuente, pero mostró tu total independencia de las leyes que gobiernan el conocimiento sensorial. ¿Quién podría soñar con encontrar una moneda de plata en la boca de un pez, y quién tendría la presunción de decir: “Ve y pesca un pez, y el pez que pesques tendrá en su boca el dinero para nuestros impuestos”? Él no tenía miedo de Dios, como otros hombres lo tenían. Él tenía una íntima relación con el Creador del universo que nos sorprende. No tenía sentido de la necesidad de justicia, la capacidad para estar en la presencia de Dios sin temor, culpa o inferioridad. Él entraba en la presencia del Padre con 179

la misma calma y quietud que yo entro en la oficina por la mañana.

Ningún temor del tiempo Todos los hombres son conscientes del tiempo. Al comenzar a acercarse al final de sus vidas, son más conscientes de la limitación del tiempo. Jesús no tenía temor al futuro. Había un sentimiento de certeza en todo lo que hizo y dijo que nos emociona. El trabajo que Jesús tenía en Sus manos fue mayor que el de cualquier otro ser humano. Sus momentos significaron más que los momentos de cualquier otro hombre, y sin embargo, no tuvo consciencia del tiempo. Nunca tenía prisa, nunca se preocupaba, nunca se apuró y nunca dijo nada poco aconsejable. Ningún otro hombre que haya vivido jamás tuvo tanto dependiendo de él, tanta responsabilidad, pero Cristo lo llevó de manera inconsciente. Afrontó la cruz y sus terribles consecuencias con una quietud pasmosa. Parecía pertenecer al género humano; sin embargo, estaba totalmente separado de Él. Pertenecía a la eternidad; sin embargo, vivió en el tiempo. Pertenecía al cielo; sin embargo, se encontraba perfectamente en casa entre los hombres. Ninguna sensación de necesidad Todos los hombres están sujetos al sentido de la carencia y la necesidad. Lo que Cristo necesitaba, aparecía, listo para ser usado. Todo lo que necesitó para alimentar a cinco mil fueron cinco panes y dos 180

peces. Ningún otro hombre osó jamás hablar como hablaba Jesús o ni tan siquiera presumir de lo que no se ve como lo hizo Él. No tenía ningún sentido de la necesidad de sabiduría. Siempre dijo lo correcto en el lugar correcto. Parece que nunca reflexionaba; nunca cometió un error. Escogió a doce hombres, y cada uno de ellos encajó en Su programa perfectamente. Ningún general tuvo jamás tal sabiduría. Ningún hombre tuvo nunca tal perspectiva en el carácter. Nadie necesitaba decirle nada; Él ya lo sabía. No tuvo ninguna sensación de necesidad de protección. No se puso sin necesidad en el camino de la ira, los celos y las artimañas de los hombres para arrestarle. Conocía los pensamientos de los hombres.

Ningún temor de la enfermedad o de los hombres Todos los hombres se apartan de las enfermedades contagiosas, pero Cristo puso Su mano sobre los leprosos y los que sufrían fiebres y enfermedades. No tenía conciencia del temor. Nunca tuvo odio. Los ejércitos se crean y mantienen por el temor del hombre. Construimos casas robustas y las cerramos con seguros por temor a los hombres. Registramos nuestras ideas y patentamos nuestros inventos porque tenemos temor de que los hombres nos las roben. Nuestro Señor era el Maestro absoluto de los hombres por Su falta de un sentimiento de temor, inferioridad y consciencia del pecado. 181

El porqué El temor a los hombres, el temor a ciertas leyes de la naturaleza, el temor a la enfermedad, el temor a Satanás y el temor a las circunstancias, vienen todos por medio de la conciencia de pecado. Si quitas la conciencia del pecado del hombre, éste quedará totalmente falto de temor. Jesús se presentó ante el pecado como su Vencedor. Se presentó a la enfermedad como su Maestro, se presentó ante la carencia y la necesidad con una sonrisa porque los dominaba. ¿Por qué? Porque no tenía ningún sentimiento de pecado y ninguna sensación de inferioridad ante Dios, el hombre, Satanás o cualquier otra cosa que Satanás pudiera hacer. Este Hombre es todo lo que yo esperaría de Dios. No puedo pedirle a Dios que sea diferente de Jesús. Él tenía una sabiduría perfecta, una paz perfecta, un dominio propio perfecto, un control perfecto sobre las leyes de la naturaleza. Él leía el corazón del hombre como un libro abierto. Se quedó absolutamente solo, siendo un Maestro, y aun así fue totalmente uno con la humanidad. Se identificó con sus debilidades. (Véase Hebreos 4:15). Sintió sus limitaciones, abordó las confusiones de ellos y respondió cada clamor y necesidad de los seres humanos. Se mostró cercano. Era totalmente santo y, sin embargo, las prostitutas, los ebrios y los asesinos se sintieron perfectamente libres en Su presencia. Él fue perfectamente justo, y aun así el criminal no tenía ninguna sensación de temor. Él odiaba 182

la enfermedad y las dolencias, y sin embargo las multitudes se juntaban a Su alrededor para tocar el borde de Su manto y encontrar su sanidad. Él no tenía sentimiento de limitación al enfrentarse a las necesidades humanas.

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DG El temor provoca desastre en tu hogar

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s crucial que no caigamos nunca en el temor que produce más temor en nuestros hogares o en las vidas de los familiares. El temor produce esclavitud, y la esclavitud es siempre el resultado de la obra de Satanás. Por consiguiente, el temor siempre activa a Satanás. Le hace estar ocupado trayendo la destrucción y el desastre que temes. Yo he visto lo que el temor se puede activar en mi propia vida familiar.

No tengas temor de un desastre en tu hogar En 1957, mi esposa y yo compramos nuestra primera casa. Yo viajaba para hacer obra evangelística, y siempre era un lucha tener que pagar la hipoteca además de sostener a mi esposa y mis cinco hijos. Comenzó una batalla en la esfera del espíritu. Comencé a tener miedo de no poder pagar la hipoteca mensual. Cada vez que giraba por la calle donde vivía mi familia, me atrapaba un agobiante temor de que pronto perderíamos nuestro hogar. 184

El temor activó a Satanás. Como pasó con Job, “Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25). Coseché los resultados de mis temores. Nos mudamos a otro lugar a hacer la obra del Señor. Un amigo puso nuestra casa en alquiler, pero la mujer que la alquiló se negó a pagar la renta. Necesitamos una orden del sheriff para intentar desalojarla. La mujer era extremadamente lista y siempre se había ido cuando los representantes del sheriff llegaban a entregarle el papel de desalojo. No teníamos dinero extra para pagar la cuota de nuestra casa más la renta en la nueva ciudad donde estábamos viviendo. Satanás debió de haber pasado un buen tiempo haciendo que esa mujer evitara pagar la renta y nos hiciera tener que devolverle nuestra casa al constructor. Fue una pérdida desgarradora. Después, en 1961, el Espíritu Santo me visitó de una manera que cambió mi vida. Una de las afirmaciones que me dio fue: “Nunca más vuelvas a confesar temor, ‘Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio’ (2 Timoteo 1:7)”. Con esta nueva disciplina, mi esposa y yo comenzamos a dar pasos confiados de fe. Rellenamos una solicitud para comprar otra casa. Fue otra batalla para mí el día en que firmamos los papeles. Satanás intentó traer de nuevo sobre mí los antiguos temores atormentadores que me habían asaltado cuando compramos nuestro primer hogar. 185

Sabía que si le daba lugar al temor, activaría a Satanás para hacer su obra de nuevo. Jesús reveló la siniestra naturaleza de Satanás en Juan 10:10: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Cuando das lugar al temor, das lugar a los elementos de Satanás que han sido designados para destrucción, robo y muerte. Alabo al Señor que tras comprar nuestro hogar en 1961, nunca dejamos ni un sólo pago sin hacer, ni nos retrasamos en el pago ni una sola vez. En el momento de escribir estas líneas, esa casa está pagada. Satanás no tuvo oportunidad de robarnos, porque rehusé firmemente dar lugar al temor.

No tengas temor a un desastre en tu matrimonio Mi esposa y yo acabamos de celebrar treinta años de vida matrimonial juntos. He hablado con muchas personas casadas y con muchos cuyos matrimonios no han funcionado. Me he esforzado por descubrir los ingredientes que hacen que un matrimonio dure y por qué los matrimonios fracasan. Estoy convencido de que Dios quiere que experimentemos una vida abundante en nuestros matrimonios. Esto es mucho más que simplemente existir juntos en un mal arreglo. La mayoría de los matrimonios son seriamente probados. Los maridos y las esposas experimentan malentendidos, sufrimiento, dolor y tentación; sin embargo, pueden levantase por encima de esas cosas y disfrutar de una gran vida juntos. Un buen consejo 186

para los matrimonios es este: No dejen para el próximo año, o para dentro de diez años, el momento de empezar a disfrutar de su matrimonio. No pospongan el trabajar para conseguir un matrimonio positivo y constructivo hasta que las cosas sean “ideales”. Un hombre dijo: “Yo creía que cuando saliera de mis deudas y terminara de criar a mis hijos, nuestro matrimonio sería feliz. Ahora mis deudas son muy reducidas y los hijos ya han crecido, pero mi esposa y yo aún no somos felices”. Otro hombre dijo: “Mi esposa y yo anticipábamos nuestra jubilación, ese tiempo en el que seríamos capaces de disfrutar más el uno del otro. Pero no ha sido así. Me doy cuenta de que dejamos que la vida se nos pasara y no disfrutamos la vida juntos mientras pasaba”. Muchos están constantemente esperando alguna utopía futura en donde las cosas serán mejor, pero el plan de Dios es que vivamos ahora, para hoy, no para un mañana incierto. La Biblia dice: “El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos” (Proverbios 17:22). Permite que haya un corazón alegre en tu matrimonio. “Porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10). Claro, un matrimonio alegre debería estar lleno de gozo del Señor, no sólo de felicidad terrenal. Al igual que el caminar cristiano personal, los matrimonios se hacen débiles y vulnerables a todo tipo de problemas y derrotas cuando pierden su gozo. Mi esposa y yo disfrutamos estando a solas de vez en cuando, pero esas experiencias son la excepción, 187

no la regla. ¡Es el hecho de vivir juntos con alegría día a día lo que cuenta! En cualquier matrimonio habrá problemas: enfermedades, problemas inesperados, dificultades económicas y confusión, pero la vida sigue independientemente de todo eso, y es una pena cuando las parejas no la disfrutan juntos. Hubo un momento en el que tristemente observé la ruptura de un matrimonio muy cercano a mí. Comenzó cuando el marido comenzó a confiarle sus problemas a otra mujer. Esa señora estaba deseosa de consolar a mi amigo. Parecía lo suficientemente inocente al principio, pero abrió la puerta para el adulterio. Ningún cónyuge debería contarle sus problemas matrimoniales a alguien del sexo opuesto que de repente haga el papel de amigo íntimo. Aunque el Señor te guíe a consejería matrimonial, debería ser como marido y mujer o con el permiso de tu cónyuge. Se nos manda: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5–6). Debemos apoyarnos en Jesucristo en nuestros tiempos de prueba, incluso en los problemas matrimoniales. Dichosos los maridos y esposas que aprenden no sólo a ser compañeros en el matrimonio, ¡sino también verdaderos amigos! Aunque tu matrimonio tenga su parte de presiones e intensos desacuerdos, no significa que el divorcio sea una solución. Una joven esposa encantadora cuyo divorcio se iba a consumar en una semana confesó: “Cuánto 188

quisiera ahora no haber usado nunca la palabra divorcio. Hemos estado casados sólo cinco años, pero reñíamos muy a menudo. Las cosas empeoraron, y un día lo solté: ‘Creo que deberíamos divorciarnos’. Los dos nos quedamos impactados al principio. Nunca habíamos pensado ni tan siquiera en el divorcio antes de ese momento, pero cuando se pasó el impacto de las palabras, me di cuenta de que ya había plantado la semilla. Fue más fácil decirlo la siguiente vez. En unas pocas semanas, era de lo único de que hablábamos. La semilla echó unas raíces monstruosas y finalmente estranguló nuestro matrimonio”. Otros que se han divorciado dicen lo mismo: “Diles a todos los que puedas que ni tan siquiera pronuncien la palabra divorcio. Hay algo fatal en el uso mismo de la palabra”. Comenzaron a hablar del divorcio mucho antes de que fuera una realidad. La Biblia dice: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos” (Proverbios 18:21). Hay ciertas palabras que nunca deberíamos pronunciar como cristianos que creen en la Biblia. El divorcio es una de esas palabras que nunca debemos emplear. Lo que dices es lo que consigues. Desgraciadamente, esto funciona tanto para bien como para mal. También, lo que temes es lo que consigues. Teme un divorcio, y podrías estar escribiendo tu propia entrada para un divorcio. El libro de Proverbios es un comentario poderoso sobre el poder de las palabras. Un estudio de este libro no sólo revela la capacidad de las palabras 189

correctas para vencer los problemas de la vida, sino que también ilumina los elementos destructivos de los tipos erróneos de palabras. Un estudio que vale la pena es leer el libro de Proverbios e ir marcando los versículos que tengan que ver con las palabras, la boca, los labios y la lengua. Nunca debemos pronunciar palabras que no queramos que sean parte de nuestra vida. No digas cosas como: “Mi esposa y yo no somos felices”, o “Mi marido es estúpido”. Una esposa de mediana edad dijo: “Alguien tiene que mantener a mi esposo humilde. Obtiene demasiada atención de los demás, y necesita que le bajen uno o dos peldaños. Yo sé cómo enderezarle”. Y esa mujer cosecha las consecuencias de sus palabras sembrando riña en su matrimonio. Cada esposo necesita una mujer que le edifique, no que le derrumbe. No es pecado animarse unos a otros con cumplidos sinceros. ¡Seguramente hay más cosas buenas en tu cónyuge que malas! Una mujer divorciada dijo: “Hace más de tres años que se fue mi marido. Cómo desearía que volviera. La soledad es insoportable. Hay un millón de cosas que se me olvidó decirle. Ojalá le hubiera dicho lo bueno que realmente era, de muchas formas. ¡Qué necia fui! Nunca aprendí a elogiarle; siempre estaba encima de él, señalando todos sus errores. Ahora veo cómo algunos maridos y esposas se tratan entre sí de manera tan fría, y quiero gritarles: ‘¡Despierten, antes de que sea demasiado tarde! Dejen el sarcasmo, y anímense el uno al otro’”. 190

En su librito Your Marriage Can Make It!, David Wilkerson bosqueja diez pasos simples para ayudar a que tu matrimonio sea un éxito. El paso 6, escrito a continuación, se titula “Aprende a decir ‘Lo siento’: ¡sinceramente!”. El amor, según la Palabra de Dios, es aprender a decir “lo siento”. Un marido indignado alardeaba: “Anoche pasé por encima de mi esposa. Ella siempre tiene la razón, y yo siempre estoy equivocado; pero esta vez no, no voy a dejar que pase por encima de mí de nuevo. Sé que llevo la razón en este asunto. Siempre soy yo el que tiene que ceder primero. Bien, esta vez me voy a mantener alejado hasta que venga a gatas y admita que está totalmente equivocada”. Además de aprender a decir “lo siento”, los maridos y las esposas deben aprender cómo decir “te perdono”. Jesús advirtió que el perdón de nuestro Padre celestial depende de que nosotros perdonemos a los que pecan contra nosotros. (Véase Marcos 11:25–26). ¿Te ha engañado tu esposo o tu esposa? ¿Has sido herido por el adulterio? ¿Descubriste por accidente un romance secreto? ¿Había un verdadero arrepentimiento? ¿Estás intentando de verdad perdonar y olvidar? 191

Si él o ella han mostrado evidencia de un verdadero dolor (y están haciendo todo lo posible por arreglar las cosas) debes perdonar. Más que eso, debes dejar, de una vez y para siempre, de sacar a la luz el pasado. Miles de matrimonios han sobrevivido a la infidelidad, pero sólo porque el perdón a la forma de Cristo siguió al dolor por el pecado.1

La Biblia nos enseña: “La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa” (Proverbios 19:11), y Jesús mismo nos enseñó claramente: Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas. (Marcos 11:25–26) Dios está muy interesado en ayudar a nuestros matrimonios. Él nos dio el bosquejo en Su Palabra, y ahora nos toca a nosotros confiar en que Su gracia nos capacite para alcanzar el éxito. Satanás se opone brutalmente a nuestro éxito matrimonial, y por ello siembra semillas de temor, malas palabras y actitudes derrotistas para robarnos todo aquello que es bueno y que está diseñado para nuestra 1. David Wilkerson, “Your Marriage Can Make It!” © 1979 World Challenge, Inc., P.O. Box 260, Lindale, Texas, 75771.

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felicidad. No le des lugar al temor, incluso el temor al divorcio y sus subsiguientes miserias.

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EWK Amor y temor

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ay una frase en el libro de Malaquías que me incomoda y me hizo comenzar a estudiar este tema. “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor?” (Malaquías 1:6). Observa la frase: “¿Dónde está mi temor?”. Ahora ve a Malaquías 3:16: Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre.

Observé que durante todo el antiguo pacto, la palabra temor se usa en este sentido, y luego vi la luz. Dios ordenó a Su pueblo en Deuteronomio 6:5: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. El hombre natural no puede hacer esto. Puede temer, pero no puede amar. ¿Entonces por qué Dios le ordenó amar? Ese es el método de Dios de enseñarle 194

lo que él realmente es. Hasta que el hombre no recibe la vida eterna, no puede amar, sólo temer. Nuestro llamado evangelístico ha estado mayormente basado en el temor. Hemos mezclado la ley y la gracia. Hemos intentado predicar gracia del Antiguo Testamento (lo cual es algo muy difícil de hacer). Oí a un ministro decir hace años: “Tenemos que conseguir introducir el temor de Dios en los corazones de estas personas”. Estaba equivocado. Debería haber dicho: “Tenemos que conseguir introducir el amor de Dios en los corazones de estos pecadores”. El temor tiene tormentos. El amor trae gozo. Es vitalmente importante que sepamos la distinción entre amor y temor. El hombre natural teme a Dios. El hombre como nueva criatura le ama. (Véase Deuteronomio 10:12; Salmo 111:10; Eclesiastés 12:13; Jeremías 32:40; Éxodo 14:31; Deuteronomio 28:58). Ahora puedes entender que el pacto de obras tuvo una ley para el hombre natural y para gobernar las obras del hombre natural. El hombre natural temía a Dios. Obedecía como obedecen los esclavos. El temor reinaba en la gente. “Obedece la ley o morirás” hizo buenas personas de malas personas. Temían hacer el mal a menos que lo hicieran en secreto. El hombre que camina en amor hace el bien porque ama el bien. La nueva criatura o creación está gobernada por el amor porque la naturaleza de amor de Dios está dentro de él. La nueva creación es nacida de Dios. 195

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DG El temor produce más temor

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n día, fui a una casa a orar por un ciego. Mientras estaba allí, él me contó la siguiente historia. “Durante muchos años de mi vida tuve una visión perfecta. Sin embargo, incluso entonces, tenía este temor dentro de mí de que algún día perdería la vista. A menudo me atrapaba. Luego llegó el tiempo en que comencé a perder la vista, con lo que mis temores se hicieron más grandes. Los doctores me dijeron que necesitaría gafas para ver mejor pero que no era nada serio. Sin embargo, ese molesto y atormentador temor iba en aumento. Temía que no se detendría sólo en ver peor, sino que estaba sumamente atemorizado de que perdería completamente la visión y que algún día estaría en la total oscuridad. Y efectivamente llegó el día en que perdí completamente mi visión, y llevo varios años ciego aquí en mi casa”. Cuando oí esta historia, me acordé de la experiencia de Job, la cual contiene un aviso importante para todos nosotros. Job perdió su salud, su familia, sus posesiones: todo. Como el hombre ciego, Job

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fue una víctima del cruel temor. Mira cómo explicó él su experiencia: “Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25). ¿Por qué es tan poderoso el temor? ¿Cómo puede el temor producir estas cosas que no deseamos? Hemos de entender que el temor es satánico. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Cuando comienzas a temer, le estás dando lugar al diablo. El temor satánico desarrolla más temor, y los espíritus de temor pueden literalmente atormentar, atrapar y cautivar. Debes aprender a tratar el temor en sus primeras etapas, resistirle y echarle fuera; rehúsa darle lugar. Esto se puede hacer a través del nombre de Jesús, por el poder del Espíritu Santo, y con la autoridad de la Palabra de Dios. Job testificó que había temido en gran manera la calamidad que vino sobre él. Los temores pequeños, si no se controlan, se convierten en grandes temores. Cuanto mayor sean los temores, con mayor rapidez se desarrollan. El diablo, que es un engañador, obra de maneras muy sutiles para lavar el cerebro a las personas para que acepten sus malvadas obras.

“Amadores de sí mismos” Una de las señales de los últimos tiempos es que habrá “hombres amadores de sí mismos” (2 Timoteo 3:2). Este espíritu está extendido en la actualidad; seguramente estamos viviendo en los últimos tiempos. Una 197

manifestación de este espíritu es el temor a la enfermedad. Si estás enfermo, deshazte de todo egocentrismo. El egocentrismo no es el clima para que pueda ser operativa una fe victoriosa. La fe actúa por medio del amor. (Véase Gálatas 5:6). Normalmente aconsejo a personas que tiene unos miedos horribles a enfermar de su salud. Siempre están buscando síntomas de algún tipo de enfermedad. Casi parecen disfrutar de enfermedades imaginarias, y hablan de ello con entusiasmo. A esas personas les encanta hablarte de sus operaciones, sus accidentes y sus experimentos con diferentes dietas, pastillas, modas y remedios. Cuando estás lleno del temor a la enfermedad, invariablemente te concentras en la enfermedad, y ese temor produce todo tipo de enfermedades. Recientemente leí una frase de una destacada autoridad médica que dice que la mayoría de las crisis nerviosas están causadas por enfermedades imaginarias. Deshazte de esa imagen de enfermedad, y comienza a verte a la luz de la Palabra de Dios como una persona fuerte, sana y animada. Mantén esa imagen confesando la Palabra de Dios, que declara: “por su llaga hemos sido curados” (Isaías 53:5). Este temor de la enfermedad hace que te consientas a ti mismo a fin de obtener simpatía y compasión. Pero escúchame, la simpatía y la compasión nunca te ayudarán; nunca te sanarán, y sólo producirán aquello que temes. 198

No atado por las leyes hereditarias Muy a menudo, he aconsejado a personas que han sufrido cáncer y que previamente habían tenido miedo a sufrir cáncer. El diablo les lavó su cerebro para que creyeran que como otros miembros de su familia tuvieron cáncer, ellos también lo tendrían. Este mismo espíritu de temor se manifiesta en víctimas de ataques de corazón y con otras enfermedades. Aunque reconozco el poder de la ley de la herencia, reconozco una ley mayor, que es la ley de la vida en Cristo Jesús. (Véase Romanos 8:2). Nueva vida en Jesús. Vida abundante. Es vitalmente importante que no demos lugar al temor. Cuando lo hacemos, aquello que tememos viene sobre nosotros. El temor resuena en los malos pensamientos en el área de la mente, pero Dios nos da “dominio propio” (2 Timoteo 1:7) que aprende a resistir al temor. El temor puede causar un accidente de tráfico; con temor, podrías estar abriendo el camino para que Satanás te involucrara en un accidente. Teme al cáncer, y podrías estar preparando el camino para ser afligido con un cáncer terrible. Teme un ataque de corazón, y los espíritus satánicos pueden producir sin lugar a dudas un ataque al corazón genuino. El famoso médico norteamericano, el Dr. Alexis Carroll, dijo: “El temor es capaz de comenzar una enfermedad verdadera”. Muchas otras autoridades médicas verifican este dato. Job testificó de ello. El hombre ciego al que visité me lo confirmó. Por eso 199

debes deshacerte de tus temores, a fin de que tus temores no te destruyan. Teme al fracaso, y probablemente fracasarás. Teme al hombre y atraparás tu alma. Teme a alguna enfermedad, y aumentarás la probabilidad de que una enfermedad mortal moleste tu vida. Tema a la vejez, y la vejez podría ser una terrible experiencia. Teme la pérdida de afecto por parte de tu ser más querido, y podrías estar abriendo la puerta para que los poderes enemigos te asalten. El temor no es un juego. Es un hecho en la Biblia, y está siendo constantemente verificado por los médicos y psiquiatras. El temor produce más temor. Tiene poder, poder de atormentar y atrapar tu alma; poder de paralizar tu potencial, de hacer que seas ineficaz y de lisiar tu vida; poder para producir más temor. Recuerda que este temor no es una rareza mental sino un espíritu que emana del adversario. “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor” (Romanos 8:15). Mira lo que los temores de Job le hicieron cosechar: derrota, depresión, destrucción, enfermedad y desastre. La Biblia nos manda: “ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:27). Cuando das lugar al temor, estás dando lugar al diablo. Resiste al temor en el nombre de Jesús. Implora la sangre de Jesús contra todo temor. Cita las palabras de Dios en voz alta contra el temor diabólico.

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EWK Ser independiente de las circunstancias

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uestro Dios Padre nunca quiso que ninguno de Sus hijos estuviera esclavizado a las circunstancias o a la gente. No sólo los ha redimido de la mano de Satanás, sino que también les ha dado Su propia naturaleza y Su propia capacidad para que puedan convertirse en señores en vez de esclavos. La idea es que sean el elemento controlador de cada fuerza del mundo. “Pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia” (Filipenses 4:11–12). Otra traducción en inglés dice: Porque en cualquier situación en la que me encuentre he aprendido a ser independiente de las circunstancias. He aprendido a recordar que en cualquier estado en el que estoy, mi Padre es mayor que todo. Este es el canto de victoria: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús” (2 Corintios 2:14). Esta fue la experiencia de Pablo. No importa si estaba en prisión o en un barco en 201

medio de una tormenta que amenazaba con destruirlo totalmente, él siempre estuvo ante el mundo como señor, como vencedor. No tenía temor porque estaba vinculado a la omnipotencia. Hemos de recordar Proverbios 3:5–6: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos [o dale su lugar], y él enderezará tus veredas”. ¡Cuántas veces los hombres tienden a irse a los extremos, donde su propia sabiduría y capacidad no valen de nada! Después, echan todas sus ansiedades y preocupaciones sobre Él, porque Él cuida de ellos. (Véase 1 Pedro 5:7). No sabemos qué hacer y no sabemos qué pasos dar; entonces, Él se convierte en nuestra Luz y nuestra Liberación. Jesús nos dijo en Juan 8:12: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Este es un nuevo tipo de luz. Es sabiduría. Es capacidad. Es lo que Jesús tenía en Su caminar terrenal que le hizo ser el Hombre más destacado que haya vivido jamás. Nunca ha habido un tiempo en el que el corazón del hombre necesitara una luz interior como lo necesita ahora. Nuestras facultades racionales, que encuentran todos sus recursos en los cinco sentidos, tienen limitaciones que nos dan un sentimiento de fracaso, de complejo de inferioridad. Es entonces cuando la luz interior del Espíritu se convierte en nuestra única guía. ¡Cómo deberíamos cultivar esa luz interior! Aprende a depender 202

de ella, porque es mucho más segura que nuestras facultades racionales. Deberíamos recordar el Salmo 23:1: “Jehová es mi pastor; nada me faltará”. Me gusta poner este versículo en tiempo presente: “Nada me falta”. Él es mi Pastor, mi Señor. Él es el que ha garantizado mi protección, mi cuidado; en presencia de mis enemigos, puedo tener una perfecta seguridad. Como ves, nuestro Dios es mayor, mejor y más sabio que cualquiera de nuestros enemigos, así que podemos confiar en Él sin ningún tipo de temor. La promesa del Salmo 27 nos pertenece: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?”. Quizá conoces a alguien en el ejército que esté al borde de la muerte constantemente. Esta es la fuerza de tu vida. Aquí tienes lo que te librará del temor y hará de escudo contra las balas, la metralla y cada peligro. Tus enemigos se las están viendo con el mismo Dios cuando tratan contigo, porque tú y Dios están ligados. Recuerda esto. Recuerda que en cada lugar de peligro, Él es la fuerza de tu vida; Él es tu capacidad. Mi corazón vuelve a la pregunta de Pablo en 2 Corintios 2:16: “Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?”. Él respondió: “nuestra competencia proviene de Dios” (2 Corintios 3:5). Esto significa que tu capacidad, tu sabiduría y ese “algo” que te hace superior a las circunstancias y el entorno son de Él. Sí, te hace superior a la debilidad física. Estás en contacto con Dios. Dios y tú están atados el uno al otro. 203

Finalmente, consideremos Isaías 41:10: “No temas, porque yo estoy contigo”. Es la voz de mi Padre para todo el que está en una situación de peligro. Él quiere que sepas que Él es tu Dios. No importa cuál sea la oposición o el peligro, Él es tuyo y tú eres Suyo. Él te guiará con Sus ojos sobre ti. (Véase Salmo 32:8). Él te protegerá como un escudo de cualquier peligro. Nadie puede tocarte. Diez mil caerán a tu diestra, mas a ti no te tocarán. (Véase Salmo 91:7). Estás bajo Su protección. Descansa en Él con total abandono. Confía en Él con una alegre confianza. Él nunca te fallará.

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DG Al que venciere

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n mis viajes como evangelista, he visto que multitud de personas están oprimidas por la preocupación, el insomnio, el nerviosismo, la impureza sexual y muchas otras perturbaciones. A menudo he dicho que demasiados cristianos tienen la plaga de ADP: afanes, dificultades y problemas. Aunque el término ADP puede sonar gracioso, no hay nada gracioso en los resultados que produce en las vidas de las personas. Hay veces en que la vida está llena de frustraciones y parece que estamos plagados de problemas. Sin embargo, Jesús, que es nuestra fortaleza en medio de esos momentos, nos dio una bendita promesa para ayudarnos en nuestra vida bíblica confiada contra estas situaciones negativas. Dijo: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21) ¡Qué promesa tan maravillosa! Jesús nos ha prometido un lugar con Él en Su trono para siempre si somos vencedores. 205

Libre de la preocupación y el nerviosismo Muchas personas se ven afectadas por la preocupación y el nerviosismo. Multitud de personas van por esta vida preocupándose por todo innecesariamente. Pero la preocupación no te ayuda en nada, nunca resuelve ningún problema, ni paga las facturas y nunca sana las enfermedades. ¡Acuérdate de poner al Señor primero! Jesús dijo: ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?...No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:27, 31–33) Luego, mira el Salmo 55:22: “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo”. ¿De qué tienes que preocuparte si echas todos tus problemas sobre Él? Dios tiene las respuestas para esos problemas, y puede solucionarlos fácilmente. Pon tu confianza en Jesús ahora mismo, y descarga sobre Él todas tus preocupaciones. Lo mismo ocurre cuando padeces nerviosismo. El nerviosismo es sólo una extensión de la preocupación y una falta de confianza en Dios. ¡Qué gran plaga es para muchas personas! Cuántas personas son arrastradas a la preocupación y a guisar los problemas, las 206

personas o las situaciones que quizá no son causas reales para la ansiedad. Lee el Salmo 91. El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré.…Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro. (Salmo 91:1–2, 4) No estarás nervioso ni molesto si aprendes a morar en el lugar secreto de Dios, bajo Sus alas. Preguntas: “¿Cómo puedo morar ahí?”. ¡Leyendo Su Palabra y creyéndola! Dios está en Su Palabra. Cuando te sitúas en el refugio de Su verdad, Él está ahí contigo. Te reto a que vayas a Su Palabra, que la leas, que centres tu atención en ella, que la creas y que habites en ella. Cuando hagas estas cosas, tendrás la victoria sobre la preocupación y el nerviosismo, ¡y mucho más!

Libertad de un sentimiento de indignidad El diablo es un especialista en su terreno de sembrar semillas de autocompasión en las mentes de los cristianos. Él centra tu atención en las decepciones que has experimentado, o enfatiza tus carencias, debilidades, fracasos, defectos y errores. Él te hace creer que eres peor que nadie. Una mujer a quien el doctor le diagnosticó un tumor en su estómago se convenció de que “mi tumor es el mayor y más grave de todos”. Un hombre 207

al que conozco siente lástima de sí mismo porque no es tan alto o tan atractivo como su vecino. Todos estos sentimientos de autocompasión están satánicamente inducidos, “pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11). El diablo te dice que no tienes tanta bendición como otros cristianos, pero eso es una mentira del antiguo engañador. ¿Cuánto has sido bendecido? Dios tiene una respuesta para eso. Él dice en Efesios 1:3 que estás bendecido “con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. Sin lugar a duda, ¡has sido bendecido tanto como cualquier otro cristiano que conozcas! Has sido bendecido con toda bendición espiritual. ¿Cómo puedes superar eso? Comienza ahora a considerar tu vida como una que ha sido grandemente favorecida por Dios, ricamente bendecida por Él. Dios lo dice, así que así es. Quizá protestes y digas: “Yo no me siento especialmente bendecido”. Los sentimientos no tienen nada que ver con esta declaración de la Palabra de Dios. Lo sientas o no lo sientas, la Palabra de Dios dice que estás bendecido, ¡así que lo estás! “Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17). Siempre que el diablo te atrape con sentimientos de autocompasión, has de saber que Dios ha provisto para ti la victoria sobre el espíritu de derrotismo. “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús” (2 Corintios 2:14). ¿Lástima de ti mismo? ¡No! ¿Gloria al Señor? ¡Sí! 208

Hay un ingrediente divino en el poder de la alabanza que expulsará el mecanismo satánico de autocompasión y te permitirá vencerlo.

Libertad del mal genio Recuerdo una vez, hace años, cuando vi a un predicador famoso perder los papeles y dañar su influencia sobre un hombre no creyente que estaba interesado en la salvación. Como cristianos, siempre debemos estar en guardia, para que no deshonremos el evangelio al perder los papeles. “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad” (Proverbios 16:32). Dios dice que es una virtud ser tardo para la ira. Algunas personas se enorgullecen de su genio, pero Dios dice que si este es tu espíritu, ¡eres un necio! “No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios” (Eclesiastés 7:9). Esta es la Palabra de Dios: el enojo reposa en el seno de los necios. Ahora bien, si este es tu caso, quizá sea porque realmente no has nacido de nuevo, no has sido regenerado. Puedes obtener hoy la salvación arrepintiéndote de tus pecados y creyendo que el Señor Jesucristo murió en la cruz por esos pecados, resucitando nuevamente para que pudieras vivir eternamente. (Véase Romanos 10:9). O quizá has nacido de nuevo pero no has sido bautizado en el Espíritu Santo. Esto también se 209

puede resolver al leer la Palabra de Dios y aceptar Su promesa para ti. (Véase Hechos 2:38–39). Si ya eres cristiano, no intentes justificar tu espíritu equivocado. Algunas personas intentan explicar o justificar su mal genio diciendo: “Oh, es mi sangre irlandesa”, o “es el alemán que hay en mí”, o “es el indio que hay en mí que va de camino a la guerra”. Sin embargo, si somos nuevas criaturas en Cristo y estamos caminando en el Espíritu, entonces las cosas viejas pasaron, y todas han sido hechas nuevas. El Salmo 37 ha sido mi favorito desde hace mucho tiempo. Este Salmo da este mandamiento: “Deja la ira, y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo” (versículo 8). Dios dice: “Deja la ira”. Apártala de tu vida, y deja que el Espíritu de Dios cultive el fruto del Espíritu en tu corazón para reemplazar la ira. “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22–23). Vence tu ira confiadamente. “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo” (Apocalipsis 21:7).

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DG La conquista del temor y la preocupación

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e gustaría terminar este capítulo con un reto de Forrest E. Smith, un pastor de Arkansas. “Estamos viviendo en los últimos tiempos. Aunque los ministros nunca lo hubiéramos mencionado, no cabe duda de que muchos se habrían dado cuenta debido a la terrible opresión del enemigo, y a través de actos espantosos de pecados de los que hacen alarde abiertamente ante nuestra nación con la conciencia marchita. “La batalla entre el espíritu y la carne ha alcanzado un grado tan alto que incluso los cristianos maduros están perdiendo el rumbo, siendo engañados o dominados por el mundo. A medida que las naciones enfrentadas entres sí trabajan en lo secreto para desarrollar nuevas armas de horror, cada una luchando por producir la bomba o el producto químico más devastador, las legiones de las tinieblas trabajan fervientemente contra reloj, llevando armas espirituales para usar contra los hijos de 211

Dios. En esta amarga lucha, el diablo ha inyectado su arma más desmoralizadora de todas: el temor. “Hace varios años, oí a un amigo decir: ‘No sé que me ocurre, pero tengo una sensación de terror en mi alma. ¡Tengo miedo en el corazón!’. En ese momento, pensé que el Espíritu Santo estaba enviando convicción a su corazón y que tenía que arrepentirse. Ahora sé que mi juicio fue crítico e injusto. Mi amigo estaba siendo oprimido por un espíritu de temor. “Mucha gente está siendo confundida en estas horas. Tenemos que darnos cuenta de que hay una gran diferencia entre la convicción del Espíritu Santo y la opresión de un espíritu de maldad. Si el Espíritu Santo nos convence, la pesadez del corazón se irá cuando nos arrepintamos de la palabra precipitada o la acción sin pensar que trajo la convicción. La Palabra de Dios dice claramente: ‘Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad’ (1 Juan 1:9). “Sin embargo, tras ser limpiados, el enemigo puede venir y volver a desenterrar el asunto y oprimirnos con un espíritu de temor por nuestra propia salvación; puede que nos haga dudar de nuestro bautismo en el Espíritu Santo, o de nuestra sanidad. Puede que nos haga ponernos a pedir un perdón que nos fue dado hace ya mucho tiempo. Este es un espíritu de temor, y deberíamos reconocerlo y combatirlo como tal. Es la opresión del diablo. “Tal opresión lleva a los hombres y las mujeres a destruirse a sí mismos en la desesperación. Les 212

hace desconfiar el uno del otro, dudar de Dios y Su Palabra, y cuestionar la realidad de la salvación y de las cosas espirituales. Esta opresión es una voz aguda, terrorífica y acusadora que amenaza con ahogar la oración bajo una manta de incredulidad, ¡y no viene de Dios! ‘Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio’ (2 Timoteo 1:7) ¡Dios nos ha dado el espíritu de poder! “¿Poder sobre qué? Jesús les dijo a los discípulos: ‘He aquí os doy potestad…sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará’ (Lucas 10:19). En Hechos 1:8, aprendemos que recibiremos poder para testificar. En 1 Juan 4:4, aprendemos que somos de Dios y que ya hemos vencido al diablo, ‘porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo’. Una persona que es salva ya ha vencido al diablo por el hecho de haber sido salva. Si podemos vencer al diablo en un frente, podemos vencerlo en todos los frentes. “Dios le dijo a Josué: ‘Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida’ (Josué 1:5), ¡y tenemos ese mismo Dios dentro de nuestro corazón! Además ahora tenemos mejores promesas y una palabra más segura que el testimonio que tenía Josué. (Véase Hebreos 8:6). Si Josué bajo la ley pudo ser fuerte y tener valor, ¿cuánto más nosotros que estamos bajo la gracia? Dios no nos ha dado espíritu de temor, sino un espíritu de poder: poder para trabajar, poder para testificar y poder para vencer al diablo en cada frente. 213

“Y Dios nos ha dado el espíritu de amor. El amor no es uno de nuestros atributos naturales. Es un atributo de Dios: ‘Dios es amor’ (1 Juan 4:8). Gálatas 5:22 nos dice que el amor es un fruto de la morada del Espíritu de Cristo. El amor es una fuerza poderosa, mayor que cualquier otra que el enemigo haya concebido. El amor es la manera de vencer al temor, porque ‘el perfecto amor echa fuera el temor’ (1 Juan 4:18). No que dejemos de reverenciar a Dios, sino que cesamos de temer al juicio de los pecados que ya nos han sido perdonados. “El amor cubre multitud de pecados. Cubrió nuestros pecados con la sangre de Jesús y los limpió completamente para que ya no exista ningún rastro de ellos en el cielo. Y ese mismo amor nos ayudará a ser pacientes con muchas cosas que nuestros seres queridos y compañeros cristianos hacen. No nos importará que algunos santos ungidos pero faltos de talento musical desafinen al cantar. No seremos orgullosos, porque el amor ‘no es jactancioso’ (1 Corintios 13:4). “Y Dios nos ha dado el espíritu de dominio propio. Con el espíritu de dominio propio, reconoceremos las tácticas del diablo y mediremos cada visión y revelación con la Palabra de Dios. El dominio propio se dará cuenta de que el ‘toque extra’ necesario en el púlpito es simplemente más del Espíritu de Dios y no algún programa espectacular diseñado para exaltar al hombre y atraer una mayor multitud. Pablo dijo en 2 Corintios 2:11 que no somos ignorantes de las artimañas de Satanás. Somos conscientes de que 214

luchamos contra principados y potestades con los que sólo Dios puede lidiar. “Por tanto, mantengámonos al margen de prácticas que no sean bíblicas y sanas, y vivamos por la verdad revelada de Dios. Cuando el enemigo venga como un río, deja que Dios levante bandera contra él. (Véase Isaías 59:19). Cuando intente oprimir con espíritu de temor, no te quedes pasivo, ¡repréndele! No pases mucho tiempo discutiendo con él, porque Dios nos ha dado autoridad sobre la situación. Dios nos ha dado el antídoto perfecto para el temor, y es el espíritu de poder, de amor y de dominio propio”.

Resumen Sólo recuerda lo siguiente, ¡y sigue adelante para superar el temor y vivir una vida de victoria total!

• El temor tiene una sola fuente: el diablo. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). • Observa que el temor no es una rareza mental, sino un espíritu que no emana de Dios sino del adversario: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor” (Romanos 8:15). • Los resultados del temor no son agradables. De hecho, el temor produce un profundo descontento: “porque el temor lleva en sí castigo” (1 Juan 4:18). Las víctimas del temor satánico 215

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de hecho sufren agonía física, angustia mental y tormento espiritual. El temor es engañoso; lleva a la gente a los lazos del enemigo. “El temor del hombre pondrá lazo” (Proverbios 29:25). El temor seduce, engaña y desvía a la gente hacia un mundo de engaño y ficción. El temor produce más temor. Teme el cáncer, y ese espíritu de temor puede producir un cáncer. Teme la calamidad, y estarás escribiendo tu propia entrada para la calamidad. Teme el fracaso, y estarás abriendo la puerta para que el fracaso envuelva tu vida. Atrévete a reprender al temor en el nombre de Jesús. Llama al espíritu de temor por sus nombres legítimos: engañador, mentiroso, falso y fraudulento. “Resistid al diablo y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). El temor te hace que esperes lo malo. Puede llevar a una urgencia por cometer suicidio. El temor se manifiesta en tacañería hacia Dios a la hora de dar. El temor crea crisis nerviosas, insomnio, opresión en tu vida de oración y esclavitud para testificar. No hay registrado un testimonio más convincente que el de Job, que dijo: “Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25) ¡Derrota, depresión, destrucción e incluso muerte



fueron los resultados de sus temores! No le des lugar al temor, sino resístelo en el nombre de Jesús. Implora la sangre. Cita la Palabra ¡Alaba al Señor!

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Finanzas y mayordomía

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DG Una carta abierta para proveedores de la familia

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i eres padre y provees para tu familia, sé cómo tu espíritu honesto responde a las desafiantes palabras de 1 Timoteo 5:8: “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”. Durante los primeros once años en los que fui el proveedor para la familia de Don Gossett, experimenté continuamente dificultades y trabas económicas. Convertirse en el padre feliz y orgulloso de cinco hijos cuando tenía veintiocho años agravó los problemas, claro está, porque había requisitos económicos implacables. La incapacidad de cumplir mis compromisos a tiempo a menudo me resultaba un tanto vergonzosa. Esos gastos inesperados etiquetados como “emergencias” sacaron mis recursos y me pusieron contra la pared. En 1961 estábamos viviendo en la hermosa ciudad isla de Victoria, British Columbia. Sin embargo, nuestra situación económica era tan deplorable que a duras penas fue una experiencia agradable. 219

Entonces, ocurrió algo en el mes de octubre que cambió nuestro retrato de los asuntos económicos. Desde esa noche, Dios nos ha ministrado en lo personal y a través de nosotros, ¡para suplir cada necesidad durante los últimos cuarenta años! Fue un servicio de oración de toda la noche lo que cambió las cosas para nosotros. Mi esposa y yo derramamos nuestros corazones esa noche. Nunca olvidaré las oraciones de mi esposa aquella noche. Nunca había oído a nadie hablar de manera tan franca a nuestro Padre celestial. No fue simplemente una serie de frases llenas de quejas tampoco. Al terminar esa noche de oración, estábamos confiados en que nuestras necesidades siempre estarían cubiertas a partir de aquella noche. Y así ha sido, ¡gloria a Dios! Dios me dio un “secreto” de fe para la economía familiar que nunca ha fallado. El Señor me reveló cómo yo le había limitado a Él para suplir mis necesidades porque constantemente hablaba de mi falta de dinero, mis facturas sin pagar y mis otros problemas. Dios me hizo una pregunta en base a Amós 3:3: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”. Yo no podía caminar con Dios en la provisión económica si estaba en desacuerdo con Él. ¿Cómo estaba en desacuerdo con Dios? Estando en desacuerdo con Su Palabra. Cambié mi confesión y dije: “Nunca más confesaré carencia, porque ¡‘Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús’ (Filipenses 4:19)!”. Esta Palabra de Dios se convirtió en mi nuevo testimonio. Estuve de acuerdo con Dios; estuve en desacuerdo 220

con el diablo, que mantenía su mano opresiva sobre nuestras finanzas. Nunca más he vuelto a ser víctima de una carencia económica para mi familia. Estos son principios que he aprendido de la Palabra de Dios. Dios honra el trabajo duro y diligente. El trabajo a menudo es la manera de Dios de suplir necesidades. Muchas veces, Dios ha suplido mis necesidades con mis escritos. Escribir es duro. Sentarse toda la noche en un tren para crear un manuscrito para una editorial es algo tedioso. Pero una recompensa aún mayor que los resultados económicos son los cientos de respuestas de vidas transformadas por este mensaje. También es necesaria la fe, no sólo el trabajo. Tu fe se detecta por tus palabras. “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos” (2 Corintios 4:13). La fe se libera y se expresa por tu boca. Habla tu fe. Es decir, habla la Palabra. Di a menudo: “Mi Dios suplirá todas mis necesidades”. Esas seis palabras te ayudarán, como me han ayudado a mí económicamente. Dios cuida totalmente de Su Palabra para ponerla por obra. No hay duda alguna: lo que dices es lo que consigues. Habla de tu falta de dinero, de lo mal que van las cosas para ti, y tendrás lo que dices. Te animo a que confieses a menudo: “Tengo fe en que llegará el dinero para mi familia. Gracias, Padre, por esas riquezas”. Con tus palmas abiertas, estíralas hacia tu Padre y recibe de Él. 221

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EWK ¿Eres un mayordomo fiel?

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a Palabra nos habla mucho sobre la mayordomía. Cuando pensamos en la mayordomía, la frase que normalmente viene a nuestras mentes es la mayordomía del dinero. Pero después de haber nacido de arriba, Dios nos dice: “que no sois vuestros?…Porque habéis sido comprados por precio” (1 Corintios 6:19–20). Pablo nos dijo que somos siervos de Jesucristo. (Véase Romanos 6:16–22). Pablo no se veía como un siervo, como entendemos hoy la palabra siervo, sino como un esclavo voluntario. La palabra griega doulos, significa más que un esclavo comprado. Significa alguien que sirve porque el amor le mueve a hacerlo. Al igual que una madre se convierte en la esclava voluntaria del hogar y el padre se convierte en el esclavo voluntario de la familia, así Pablo se convirtió en el esclavo voluntario de Jesús. Se convirtió en un mayordomo. Ahora bien, un cristiano debe ser un mayordomo fiel. Su tiempo y su dinero no son suyos, sólo se le han confiado, y los usa según las indicaciones del Señor.

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Muchos decimos: “No tengo tiempo de ir al servicio de oración. No he tenido tiempo de estudiar la Biblia o de tomar el curso por correspondencia”. No conoces la voluntad del Padre, y no has sido capaz de encontrar la voluntad del Maestro. Sin embargo, la voluntad del Padre está escrita en la Palabra. Si conocieras la Palabra, conocerías Su voluntad, y al mismo tiempo dices que no tienes tiempo. Eso es lo primero en la vida. Cuando aprendemos a poner en primer lugar las cosas principales, la vida es un éxito. El problema es que hemos puesto cosas secundarias, cosas comunes, en el primer lugar. Lo más importante en el mundo es conocer a tu Padre, conocer al Maestro, saber cómo usar el nombre de Jesús. Eres un mayordomo de las cosas que conoces. ¿Te has dado cuenta de que tienes el nombre de Jesús a tu cuidado y que el nombre tiene poder incluso hoy para sanar a los enfermos, salvar a los perdidos y dar vida y gozo y alegría a los corazones humanos? ¡Y aún así nunca lo has usado! Quizá eres como el hombre que escondió el talento en la tierra. (Véase Mateo 25:14–30). Cuidaste de él, no los malgastaste, pero no lo usaste. Eres el guardián de una influencia. ¡Oh, el precioso valor de la influencia! Pasando por una taberna la otra noche, vi a una madre sentada en el bar bebiendo, y su niñita, de no más de cinco años, de pie mirando a su madre de forma pensativa. ¡Qué influencia! El sueño de la niña es ser como la madre. 223

Somos mayordomos de nuestras palabras, de nuestra influencia. Cuánto poder hay encerrado en una sola frase. Los hogares están hechos de una frase, y tan sólo unas pocas palabras pueden destruir hogares. Pueden dar vida y esperanza o muerte y angustia. Somos administradores, y va a haber un día para echar cuentas. Nos preguntarán qué es lo que hemos hecho con nuestra responsabilidad. Seamos mayordomos fieles, dando a Dios Su parte del dinero, del tiempo, de la influencia y de nuestras inestimables palabras. Seamos fieles mayordomos del poder que hay invertido en el nombre de Jesús.

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DG ¿Cómo puedo salir adelante económicamente?

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lgunas personas no pueden salir adelante económicamente y se preguntan si es la voluntad de Dios para ellos que sean pobres, para que permanezcan humildes. Pero la pobreza no es la voluntad de Dios para tu vida. Su Palabra dice: “yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 2). Dios no es un Dios golpeado por la pobreza, y Él no produce hijos golpeados por la pobreza. La Biblia revela claramente que es Satanás el devorador, el ladrón y el destructor. (Véase Juan 10:10). Él busca agotar nuestros recursos, agotar nuestro dinero y mermar nuestra capacidad económica. Sin embargo, tú puedes “resistid al diablo y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). Las buenas nuevas anunciadas por Jesús en Lucas 4:18–19 incluían liberación de la pobreza; por lo tanto, no tienes por qué confesar carencia, sino declarar: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” 225

(Filipenses 4:19). Las palabras insuficiencia y deficiencia no tienen que ser parte de tu vocabulario. Jesús vino para darnos vida, y vida “en abundancia” (Juan 10:10). Esta vida abundante de Cristo se desborda en abundancia física y material, además de abundancia espiritual.

Necesidad de un empleo Muchas personas en el mundo de hoy tienen necesidad de un buen trabajo. La Biblia está llena de promesas de provisión, pero hay ciertas condiciones que debemos cumplir.

• “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Cuando pones al Señor en primer lugar en tu vida, Jesús promete proveer para cada una de tus necesidades. Sin embargo, es importante que establezcas unas prioridades adecuadas, donde Dios y Su obra sean lo primero en tu vida. “Y en estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó” (2 Crónicas 26:5). • “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmo 37:4). En este caso, el deseo de tu corazón es encontrar un trabajo, así pues deléitate en el Señor agradándole y alabándole. • “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para

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que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8). Dios ha prometido éxito y prosperidad al hombre o la mujer en cuyo corazón habite continuamente la Palabra de Dios.

Mientras sigues buscando un empleo, recuerda que ser incondicional es esencial para el éxito en cualquier esfuerzo. Todo lo que sea menos que eso, inevitablemente resultará en fracaso. Dios te ama y se ha obligado a Sí mismo a suplir tus necesidades. (Véase Filipenses 4:19). Párate sobre esta promesa. Confiesa esta verdad, y luego déjale a Dios el resto. ¿Qué ocurre si ya tienes un trabajo pero estás buscando uno mejor? Si ese es tu caso, tu Padre celestial sabe que necesitas un trabajo mejor para proveer de forma más adecuada para tu familia, para dar con más generosidad para ayudar a extender el evangelio, o para mejorar las condiciones laborales que no encajan en tu actual empleo. Aquí tienes tres pasos que puedes dar con el objetivo de recibir la respuesta de Dios para un mejor trabajo para ti. • Ten la seguridad de que “vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas” (Mateo 6:32). • Con total seguridad, echa tu necesidad de un trabajo mejor sobre el Señor, que cuida de

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ti. “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7). • “No quitará el bien a los que andan en inte gridad” (Salmo 84:11). Como caminas en rec titud delante de Dios, Él no te quitará este “bien”, tu nuevo y mejor trabajo. Finalmente, recuerda que “y en estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó” (2 Crónicas 26:5). Aquí tenemos una clave para la prosperidad de Dios: toma tiempo para buscar al Señor en oración, para estudiar Su Palabra y para honrarle con tus donaciones.

No te preocupes por los problemas económicos Muchos cristianos se ven privados de su paz y gozo en el Señor debido a las constantes preocupaciones por el dinero. Sin embargo, si eres fiel en dar tus diezmos y ofrendas, puedes reclamar las promesas de Dios para suplir todas tus necesidades y liberarte de las preocupaciones económicas. Los bancos pueden cerrar, el dinero se puede devaluar, pero la Palabra de Dios permanece segura para siempre. Lee estas diez razones por las que nunca debes volver a preocuparte por asuntos relacionados con el dinero. • “Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). • “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” (Salmo 37:25).

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• “Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad” (Salmo 37:3). • “Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?” (Lucas 12:28). • “Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas” (Lucas 12:31). • “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12:32). • “No quitará el bien a los que andan en integridad” (Salmo 84:11). • “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7:11). • “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia” (Proverbios 3:9–10). • “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará” (2 Corintios 9:6).

Otro versículo que debería estar incluido en la lista es Malaquías 3:10–11, pero examinaremos ese pasaje en la sección de abajo por medio del caso de un hombre llamado Alexander H. Kerr, quien probó la promesa de Dios y recibió unos resultados verdaderamente asombrosos. 229

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DG El elevado costo del temor

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uchas personas hoy día se ven presionadas en su situación económica. Temen las posibilidades de la bajada de la inflación, una gran recesión, o ambas. A menudo, Satanás se aprovecha de la ansiedad económica de la vida y lleva su espíritu de temor para atormentar, enlazar y provocar todo tipo de dificultades. No cabe duda de que el asunto de las finanzas es como cualquier otra situación: ¡lo que temes es lo que consigues! Si das lugar al temor al fracaso financiero, invitas a que ese fracaso venga y atrape tu vida. Una forma segura de vencer el temor a la derrota financiera se encuentra en la Palabra de Dios sobre el dar en Malaquías 3:8–11: ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi

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casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Permaneciendo en la Palabra de Dios y obedeciéndola al dar nuestros diezmos y ofrendas, podemos derrotar los ataques del devorador sobre nuestras finanzas. Podemos hacer frente y derrotar a Satanás diciendo: “Mi Dios ha prometido abrir las puertas del cielo y derramar una bendición mayor de la que puedo recibir. ¡Satanás, vete, en el nombre de Jesús!”. Así es como un hombre aprendió que incluso las circunstancias que atemorizan no son capaces de romper la promesa de Dios hecha a los que diezman. Alexander H. Kerr se convirtió bajo el ministerio de Dwight L. Moody a la edad de catorce años y se unió a la iglesia presbiteriana en Filadelfia. En 1902, el Sr. Kerr leyó un libro llamado Judah’s Scepter and Josepth’s Birthright, por el obispo Allen. En su libro, el obispo Allen se refería al voto que hizo Jacob en Génesis 28:22: “y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti”. Veinte años después, este mismo Jacob volvió a su hogar con siervos y ganado en gran abundancia. Así, se convirtió en uno de los hombres más ricos de Oriente como resultado de guardar su pacto de diezmar al Señor Dios. 231

Con algunas dudas, pero con un deseo sincero de ver si la Biblia era verdad, y para despejar toda duda de que hay un Dios personal cuyas promesas son para las personas de este tiempo, el Sr. Kerr hizo un pacto especial el 1 de junio de 1902, de apartar el diezmo, o el diez por ciento de sus ingresos, para la obra del Señor. En ese momento él tenía una hipoteca de su casita, debía muchos compromisos y estaba cargado con afanes y preocupaciones, especialmente de índole económica. Sin embargo, estaba decidido a probar a Dios como lo hizo Jacob, y a ver que Dios “es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Fue desafiado particularmente por Malaquías 3:7–18, pero también por Proverbios 3:9–10, Levítico 27:30–32 y Génesis 14:18–20. A los tres meses después de que el Sr. Kerr comenzara a diezmar, ¡vinieron sobre él una gran cantidad de bendiciones inesperadas y nunca antes vistas! Dios abrió sus ojos para ver su amor y fidelidad a sus promesas, especialmente en relación con el diezmo.

Conforme a tu fe te sea hecho Ese mismo año, con muy poco capital, el Sr. Kerr organizó la firma conocida como Kerr Glass Manufacturing Company. Tenía una gran fe en las promesas de Dios al diezmar que contiene Malaquías 3:10–12, y la Kerr Glass Manufacturing Company finalmente se convirtió en una de las mayores firmas de venta de tarros de fruta de los Estados Unidos. 232

Los tarros se fabricaban en San Francisco. En el momento del terremoto de San Francisco en 1906, esta firma estaba fabricando sus tarros de fruta. El Sr. Kerr había invertido prácticamente hasta el último céntimo que tenía en su empresa de tarros de fruta, y entonces recibió la noticia del terremoto. Sus amigos acudieron a él y le dijeron: “Kerr, estás arruinado”. Él respondió: “No lo creo; o si no, la Biblia no es verdad. Sé que Dios no se retraerá de sus promesas”. Conectó con San Francisco y recibió la siguiente respuesta: “Tu fábrica está en el corazón del fuego y no cabe duda alguna de que estará destruida. El fuego es tan intenso que no podremos saber nada hasta dentro de algunos días”. ¡Qué tiempo de prueba fue ese! La fe del Sr. Kerr en el Señor nunca vaciló. Permaneció firme en la promesa de Malaquías 3:11: “Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra”. Como una semana después del terremoto y el incendio, llegó un segundo telegrama diciendo: “Todo lo que había en unos dos kilómetros alrededor de toda la fábrica se quemó; pero tu fábrica se salvó milagrosamente”.

La Palabra de Dios no volverá a Él vacía El Sr. Kerr tomó inmediatamente un tren para San Francisco. La fábrica era un edificio de madera de dos pisos que contenía los enormes tanques donde se derretía el cristal. Los tanques se mantenían a una temperatura de 2.500 grados, y se 233

usaba aceite como combustible; por lo tanto, ese edificio probablemente era el más inflamable de todo San Francisco. El fuego se había propagado por los cuatro costados de esa fábrica de cristal, llegando hasta la valla de madera que rodeaba el edificio, incluso quemándola. Después, el fuego saltó alrededor y por encima y más allá del edificio, quemando todo lo que encontraba a su paso. Sin embargo, ni siquiera ardió la valla de madera, y ni un sólo tarro de cristal se rompió, ¡ni con el terremoto ni con el incendio! Eso fue ni más ni menos que un milagro del poder divino de Dios protegiendo a un hombre que mantuvo su fe en que la promesa de Dios hecha a los que diezman nunca sería rota bajo ninguna circunstancia. En 1912, el Sr. Kerr escribió su primer folleto sobre el tema del diezmo, titulado “El remedio de Dios para la pobreza”. A este le siguió otro tratado, titulado “La preciosa regla del dinero para tu prosperidad económica”. Cada caja de tarros de fruta que salía de la fábrica contenía uno de esos folletos. También los repartió a gente que los distribuía juiciosamente, sufragando él mismo el coste. Desde 1912 hasta el momento de su muerte en 1924, ¡el Sr. Kerr distribuyó gratuitamente más de cinco millones de esos folletos! Tres semanas antes de su muerte, el Sr. Kerr se dirigió a los miembros de la Primera iglesia Bautista de Riverside, California, sobre las bendiciones 234

y riquezas de diezmar las posesiones, el salario y el beneficio. Todas las empresas en las que tenía inversiones diezmaban. Sus retribuciones eran tan grandes que creó un fondo para diezmar y lo convirtió en sociedad anónima. Sus dones del diezmo fueron alrededor del mundo, porque él estaba profundamente interesado en la distribución de Biblias y literatura de los Evangelios. El Sr. Kerr salió de la pobreza para tener millones porque creyó que Dios honraría Su promesa de derramar Sus bendiciones hoy sobre los que diezmaran de manera cuidadosa y precisa, o que apartaran una décima parte de sus posesiones, salarios o ingresos para la obra del Señor. ¿Tienes temores económicos? ¿Tienes miedo de dar? Te desafío: deja que el Señor te alivie del temor al fracaso económico, que a menudo puede mirarte fijamente a la cara y hacer que pierdas el sueño. Oremos por ello. Padre, en el nombre de Jesús, Te pido por un alivio de la angustia económica para mí y para cada amigo unido conmigo ahora mismo. Padre, Tú sabes lo reales que son estos temores: el temor al desastre económico, el temor a la incapacidad de pagar las facturas y el temor a la bancarrota. Te pido que traigas liberación a cada vida que esté cautiva, y oro para que el espíritu de temor sea expulsado. Porque Tú has dicho: “No temas, porque yo estoy 235

contigo” (Isaías 41:10). Gracias, Señor, por Tu ayuda, en el poderoso nombre de Jesús. Amén.

Ahora, recibe tu ayuda, ¡y avanza hacia la prosperidad!

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EWK Diezmar

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ios es el Dador original. Amó de tal manera que dio. (Véase Juan 3:16). Toda dádiva es un romance de amor. Cuando la gente ama al Maestro, da para Su causa. Cuando aman a la iglesia, la apoyan económicamente. Cuando aman el mensaje, llevan la carga de su difusión. Cualquiera que no sea un dador no tiene una relación cercana con el Padre. La relación entre dar y la oración se puede ver en 1 Juan 3:22. Cuando cierras tu corazón al necesitado, cierras también el cielo para que responda a tus oraciones. La razón por la que muchas oraciones no son contestadas se explica en este versículo. Cuando llamamos al doctor, le damos su parte; cuando conseguimos una medicina en la farmacia, la pagamos. Deberíamos compartir también con el Señor cuando responde a nuestras oraciones, como le damos su parte al doctor o al farmacéutico. Sus bendiciones siempre estarán a la altura de nuestra dádiva. He descubierto que la medida de mi dádiva 237

es la medida de lo que recibo. Si damos con generosidad, recibiremos en abundancia. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. (Malaquías 3:10) Este es un aviso para el dador despreocupado. Es un reto para el dador ferviente, y es una promesa para el verdadero dador. Dios nos dice que llevemos los diezmos al alfolí. A veces, es muy duro dar todo el diezmo. Me acuerdo de un hombre que me dijo que siempre había diezmado y recientemente había sido bendecido por ello mientras trabajaba en base a un salario. Había ahorrado dinero suficiente para montar una empresa, y su empresa fue muy bien desde el principio. En vez de poder dar cuarenta o cincuenta dólares al mes, ahora podía dar varios cientos, y la tentación de recortar la cantidad un poco era fuerte. Era un hombre honesto, y oró al respecto. Finalmente, entendió la visión y le prometió a Dios que lo daría todo. Después, comenzó a dar ofrendas además del diezmo. Cuando le vi la última vez, en vez de una pequeña tienda, tenía tres tiendas grandes. La mano de Dios estaba sobre él abundantemente. Conocí a otro hombre que recibió varios miles de dólares de la herencia de su madre. Había diezmado 238

siempre de sus pequeños ingresos, hasta que llegó esa gran cantidad. Lo discutió con su esposa, oró al respecto, y finalmente tuvo la valentía de darle a Dios Su parte. Después, Dios se convirtió en su Socio de una forma en la que nunca antes le había conocido. Dios nos dice que Él quiere que llevemos todo el diezmo al alfolí para que haya provisión para el pobre y el necesitado. Él dice: “Quiero que Me pruebes en esto y veas si no derramaré sobre ti una bendición tan grande que apenas si la podrás recibir”. El versículo siguiente dice: Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. (Malaquías 3:11) La mayoría de los hijos de Dios ponen su dinero en bolsillos con agujeros. A menudo pierden sus inversiones porque no le dan al Señor Su parte. Aun así, si el Señor tiene Su parte de tus ingresos, le interesa respaldarte y protegerte de pérdidas. No uses tu diezmo para ningún otro propósito; dáselo al Señor. No puedes pagar las facturas con ese dinero, no puedes dárselo a tus propios hijos. Es para que lo des para el Señor y Su obra.

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DG Generosidad al dar

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os cristianos más gozosos son los que conocen la bendición del dador alegre. Te reto a probar a Dios en tus dádivas. Cuando das de esta manera, Dios te ha dado permiso para afirmar confiadamente: “Estoy probando a mi Dios. Él está derramando una bendición abundante sobre mí. ¡Está reprendiendo al devorador en mi favor! Harty Wiltbanks fue uno de los cristianos más exitosos que he conocido jamás. Su testimonio para Cristo fue fuerte e influyente. Durante una cruzada, mi esposa y yo nos quedamos en su casa, y nos contó la historia de su “éxito”. Poco después de la Primera Guerra Mundial, no creyente y pobre, Wiltbanks recibió a Cristo como su Señor y Salvador. Leyendo la Biblia, comenzó a tomar la Palabra de Dios en sentido literal. Le pidió al Señor un trabajo y obtuvo uno. Leyó las promesas de Dios con relación al dar y comenzó a diezmar y dar ofrendas también. Estaba firme en su fe porque sabía que “Dios no es hombre, para que mienta” (Números 23:19), y por

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tanto, Dios tenía que bendecirle tanto espiritual como económicamente. Wiltbanks comenzó a recibir abundantes bendiciones. Eso continuó durante muchos años, y al dar, él también contribuyó decisivamente para ganar multitudes de almas. Ahora está con el Señor, cosechando su recompensa. La Biblia dice que cuando damos, estamos honrando al Señor. El resultado es la promesa de Dios de que Él nos recompensará abundantemente. (Véase Proverbios 3:9–10). Cuando das de tu esencia, reconoce que estás honrando al Señor, y que puedes esperar la recompensa de la abundancia cuando Dios te bendice en lo material. ¿Qué es dar confiadamente? Es dar con generosidad (véase Proverbios 11:25), dar abundantemente (véase 2 Corintios 9:6), dar con alegría, sin resentimiento (véase 2 Corintios 9:7), dar bendecido (véase Hechos 20:35) y dar derrotando al enemigo (véase Malaquías 3:11). ¿Cuál es la bendición de dar confiadamente? No sólo abre las ventanas de los cielos (véase Malaquías 3:10), sino que su recompensa es que se te dará “medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo” (Lucas 6:38). Dios te promete que la abundancia será tu recompensa, espiritual y materialmente. Pero lo más importante es que al dar confiadamente enviarás el evangelio para ganar almas y suplir necesidades. Lo contrario a dar confiadamente es dar temerosamente. “Tuve miedo de confiar en la Palabra de 241

Dios durante muchos años”, me dijo un cristiano una vez. “El temor me forzaba a dar céntimos cuando debería dar dólares. No daba con alegría como consecuencia de ese espíritu. Finalmente, comencé a dar con alegría, liberalidad y sin resentimiento. ¡Cuánto me bendijo Dios! Sin duda descubrí la bendición de dar confiadamente, ¡y cómo ha sido transformada mi vida cristiana!”.

Diezmar con abandono Atrévete a abandonarte a las promesas de Dios cuando des. No sólo harás “tesoros en el cielo” (Mateo 6:20), sino que también experimentarás un gozo tremendo aquí abajo. He conocido a mucha gente bendecida que ha tenido la valentía de dar con liberalidad en este asunto y ha visto a Dios hacer obras maravillosas como respuesta a su obediencia a Su Palabra. Uno de esos hombres era mi amigo, el evangelista Velma Gardner de California. Su testimonio del diezmo siempre ha bendecido mi corazón. “Estábamos en plena Gran Depresión. Mi padre murió y no dejó seguro, así que sobre mi hermano mayor y yo cayó la responsabilidad de proveer para nuestra madre y cinco hermanos y hermanas. Los hombres se quedaban sin trabajo por miles. Éramos tan pobres que cada mañana, al empezar a buscar trabajo, tenía que ponerme cartones en los zapatos para no pisar la tierra. No podía permitirme el gasto de cinco céntimos para unos cordones, así que usaba alambre para atarme los zapatos. 242

“Un día, un amigo vino y me dijo: ‘Creo que puedo conseguirte un trabajo en una gran fábrica de cajas’. Yo me emocioné. Cientos de hombres estaban intentando conseguir trabajo ahí cada día, y él me escogió a mí. Estábamos a veinticinco millas de casa en esta fábrica, y me quedaba en una pequeña cabaña junto al río. Comencé a trabajar por la tremenda suma de veinte dólares a la semana, lo cual era mucho dinero en esos tiempos. Dios me habló toda la semana sobre el diezmo. “Cuando llegué a casa ese sábado por la noche, dije: ‘Madre, creo que deberíamos diezmar. Sé que somos pobres y necesitamos todo lo que gane, pero quiero obedecer a Dios’. Mi madre lloró y dijo: ‘Hijo, camina con Dios; Él cuidará de nosotros’. “El domingo por la mañana, di dos dólares de mi diezmo, y esa noche puse un dólar en el cesto de la ofrenda. ¡Qué feliz estaba por haber obedecido a Dios! Inmediatamente, Él comenzó a bendecir mi alma; el aire parecía más fresco, la hierba más verde, las flores más bonitas, los pájaros cantaban mejor y yo me sentía mejor. ¿Por qué? Porque Él estaba abriendo las ventanas de los cielos sobre mi alma. “Fui contento a trabajar al día siguiente, y cuando llegué a la planta, ahí estaba el capataz, esperando que llegara para verme. Le llamaban ‘El viejo gruñón’. Nadie le había visto sonreír jamás. Era el terror de toda la plantilla. Gritaba: ‘Tú, ven aquí’. El diablo puso este pensamiento en mi mente: ‘¿No 243

te gustaría tener esos tres dólares para volver a la ciudad? ¡Te van a despedir!’. “Con temor y temblor, me detuve delante del viejo gruñón, y con una mirada muy fija en su rostro, dijo: ‘He estado observando cómo trabajas’. Realmente tuve miedo. Él continuó: ‘Acabamos de comprar una máquina eléctrica nueva para hacer cajas (la primera que se inventó). Mi hijo la manejará, y tú serás su ayudante. Recibirás un aumento en el salario del 33 por ciento’. “Yo grité ‘¡Aleluya!’ tan alto en mi alma ¡que el diablo debió de haberse caído al alejarse de mí! El sábado por la noche, cuando regresé a casa, anuncié gozosamente: ‘Madre, Dios ha respondido, ¡me han aumentado el sueldo!’. Ese domingo, tuve más diezmo para dar y una mayor ofrenda. “La mañana del lunes siguiente, volví a trabajar, y para mi horror, ahí estaba el encargado otra vez. El diablo de nuevo puso este pensamiento en mi mente: ‘Ahora escucha, no te puedes deshacer de mí tan fácilmente. Testificaste lo que Dios hizo cuando comenzaste a diezmar, pero ahora vas a perder tu trabajo. Este es el final’. “Nuevamente, con temor y temblor, me detuve ante el viejo gruñón. Casi sonrió al decir: ‘Acabamos de comprar ayer otra máquina; ahora puedes manejarla tú. Recibirás el doble de dinero del que estabas recibiendo’. ¡El diablo se fue en patines al infierno! En seis semanas, estaba ganando más dinero que cualquier otro hombre que llevara ahí veinte años, incluyendo el mismo capataz. 244

¡No me digas que no vale la pena diezmar! Dios te bendecirá económica, espiritual y físicamente. Desde entonces, Dios me ha bendecido con salud, ha cuidado de mis necesidades, las ventanas de los cielos están aún abiertas, y Su bendición emociona mi alma. No dejaría de diezmar por nada del mundo”. Lucas 6:38 dice: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo”. Dios te dará lo que mereces, y luego lo apretará, remecerá y rebosará sobre ti. No es de extrañar que David dijera: “Mi copa está rebosando” (Salmo 23:5). La tuya también lo estará, si le das a Dios. Cuando yo era tan sólo un niño pequeño, de cara pecosa, caminaba hasta el mostrador de caramelos de la tiendecita y decía: “¡Deme un céntimo de dulces!”. El viejo corazón del señor de la tienda se llenaba de compasión y me llenaba una bolsita con caramelos rojos y negros. Al ver la bolsa llena, me quería meter debajo del mostrador, tomar la bolsa y sacudirla con cuidado. Sabía que si lo hacía, ¡sería capaz de conseguir que entraran unos pocos caramelos más! Quería todos los que pudiera meter. Amigos, eso es exactamente lo que hará Dios. Él apretará, removerá y rebosará. Muchos cristianos hoy creen en su corazón que diezmar es bueno, pero escuchan las protestas del diablo de que con el aumento del coste de la vida, no podrán hacer frente al diezmo y además proveer para su familia. Créeme, esa es una mentira del padre de mentiras. En un tiempo en el que la inflación de Satanás está corriendo por todo el mundo a rienda suelta, sólo 245

tenemos a Dios de nuestro lado para reprender al devorador mientras diezmamos en obediencia a su Palabra. No hay otro fundamento más fuerte y no hay mayor seguridad en este tiempo de dificultad económica que la Palabra de Dios.

Dios cumplirá Su promesa Incluso así, a menudo se necesita un tiempo para que el impacto de la Palabra de Dios alcance a algunos individuos. Este es el testimonio de un querido predicador rural llamado el Hermano Kuykendal, que aprendió la fidelidad de la Palabra de Dios de una manera poco común. Él le explicó a su congregación cómo Dios trató con él con relación a la importancia del diezmo. “Hace muchos años, cuando era un misionero rural, el famoso empresario bautista H. Z. Duke, que fundó las tiendas Duke y Ayers, fue a ese condado a hablar con las personas de las congregaciones. Él animaba a hombres y mujeres en todos lados a probar a Dios y ver si Él no cumpliría Su promesa de bendecirles en las cosas materiales cuando dieran sus diezmos y ofrendas a Su causa. Después de que le Sr. Duke hubiera hablado en una comunidad, le llevé en mi auto a otra comunidad. “El Sr. Duke me dijo: ‘Hermano Kuykendal, ¿cree usted en el diezmo?’. “‘Sí claro’ le dije. ‘Creo en el diezmo, y predico sobre ello’. “‘Pero Hermano Kuykendal’, prosiguió, ‘¿practica el diezmo?’. 246

“Tristemente, tuve que responder: ‘No, no diezmo. Creo en el diezmo, pero no puedo practicarlo. Mire, tengo trece hijos en casa. Cada vez que nos sentamos a la mesa somos quince para comer. Sólo recibo 125 dólares al mes, y tengo que mantener mi propio caballo y mi auto para viajar constantemente. Es imposible cuidar de todas las necesidades de una familia de quince con 125 dólares al mes y tener dinero aparte para el diezmo. Así que creo en el diezmo, y predico sobre ello, pero no puedo practicarlo’. “El Sr. Duke era un hombre muy gentil, y dijo: ‘Hermano Kuykendal, ¿le gustaría diezmar? ¿Diezmaría si yo le respaldara económicamente para que tuviera usted la seguridad de que no perdería nada?’. “‘Nada me agradaría más’, le respondí. “Así que el Sr. Duke me hizo la siguiente proposición. ‘Durante el próximo año, quiero que aparte para Dios al menos doce dólares y medio cada mes en el momento en que reciba su salario. Luego, si así lo siente, puede ir dando más. Le prometo que si necesita ayuda, se la daré. Simplemente escríbame una carta y diga: “Hermano Duke, estoy diezmando, pero necesito dinero. Lo necesito para mi familia. Hasta ahora he dado tanto”. Le prometo que le enviaré un cheque por correo. ¿Está dispuesto a intentar diezmar de esta manera?’. “Dudé por un momento, lleno de emoción, y el hermano Duke dijo: ‘Tengo treinta y dos tiendas y mucho dinero para cumplir mi promesa. Estaré contento de hacerlo. ¿Se arriesgará y comenzará 247

a diezmar basado simplemente en la promesa de que yo cumpliré cualquier cantidad que haya dado, siempre que lo necesite? ¿Confiará en mí en esto?’. “Yo acepté con alegría su oferta, y dije: ‘Sí, Hermano Duke, he querido diezmar durante mucho tiempo, pero sentía que simplemente no podía. Ahora, gracias a Dios, puedo diezmar, y estaré contento de hacerlo. Y no me sentiré como un hipócrita cuando les diga a otros que deben diezmar’. “Por tanto, por primera vez en mi vida comencé a diezmar. Al principio de cada mes, apartaba una décima parte de mi salario y se lo daba a la causa del Señor; luego, según el Señor me fue dirigiendo, le fui dando más. En mi mente, siempre estaba el pensamiento: El Sr. Duke me prometió que me respaldaría siempre que lo necesitara. Él me enviará el dinero con tan sólo pedírselo. “Pero ocurrió algo extraño. Parecía que nuestro dinero nos alcanzaba mejor que nunca. Yo predicaba en alguna iglesia y alguien ataba un cajón de pollos a la parte trasera de mi cochecito. Alguien me ponía un jamón debajo del asiento, o alguna buena mujer ponía en mi cochecito fruta casera enlatada. “Un granjero vecino me dijo: ‘Hermano Kuykendal, Dios me ha bendecido tanto que no puedo almacenar todo el maíz este año. Tengo un vagón cargado que no puedo guardar. ¿Puedo ponerlo en su pesebre para su caballo?’. Otro vecino llegó con un gran contenedor lleno de paja para la vaca. 248

“Era muy extraño, pero ese año no tuvimos facturas del médico. La ropa de los niños parecía que no se desgastaba tan rápido. Fue un tiempo feliz, y nunca tuve que llamar al Sr. Duke para pedir que me compensara por el dinero que le había dado al Señor a través de los diezmos. “Un día, cuando el año estaba a punto de terminar, de repente me di cuenta con vergüenza de que había creído lo que había dicho H. Z. Duke. Él había prometido suplir cualquier carencia que yo tuviera por diezmar, y le había creído, pero mi Padre celestial había hecho la misma promesa, y yo no le había creído. ¡Creí la palabra de un hombre cuando no había creído la promesa de Dios! “Ahora bien, he probado las promesas de Dios y he visto que Él ha cuidado de mí y de mi gran familia con un salario pequeño. He descubierto que ciento doce dólares y medio al mes con la bendición de Dios, han cuidado mejor de nuestra familia que los ciento veinticinco sin estar abajo el bendito pacto que Dios ha hecho con los que buscan primero el reino de Dios a través del diezmo”. Este piadoso predicador rural se paró delante de la congregación, llorando, y con la más honda de las emociones dijo: “He diezmado durante muchos, muchos años. Mi salario ha aumentado año tras año. Siempre hemos tenido suficiente, y nunca hemos sido avergonzados. La mayor bendición espiritual de mi vida, aparte de la salvación, ha sido 249

aprender a confiar en Dios en las necesidades cotidianas de mi hogar y de nuestra gran familia”. Dios ha demostrado a todo aquel que le ha puesto a prueba alguna vez que Él cumplirá Su promesa. Él provee para aquellos que le dan los primeros frutos, los que dan sus diezmos y ofrendas y los que buscan confiadamente primero el reino de Dios y Su justicia, ¡permitiendo que el Señor añada bendiciones de abundancia sobre sus vidas!

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EWK Dar es la base para recibir

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menudo me he preguntado por qué algunas oraciones no reciben respuesta. Después descubrí la relación entre dar y recibir. Sólo los que dan reciben. Sólo cuando das tienes la capacidad de recibir. Esta es la ley del amor en acción. Puede que recibas bendiciones y tus oraciones sean contestadas al principio, pero si no te conviertes en un dador, tus oraciones dejarán de ser respondidas. Dar y recibir están tan íntimamente ligados a lo largo del Antiguo y Nuevo Testamento que atañe a cada hijo de Dios el hecho de cuidar la manera en que da: su dinero, sus diezmos, su amor, su tiempo y la Palabra. Podría darte muchas ilustraciones de gente que oró por sanidad y no la recibió hasta que comenzó a diezmar. La gente daría más si entendiera las bendiciones que vienen como consecuencia de ello. El dinero es la parte más pequeña del dar verdadero: dar una palabra amigable o tomar tiempo para estrechar la mano y sonreír. 251

¡Da tus oraciones! Qué impacto tendría si diéramos vida: si la diéramos de nuestro tiempo de oración. Se lo diríamos a la gente, le diríamos amablemente: “Estoy orando por ti. Esta mañana estaba delante del Señor orando por ti”. ¡Cómo alegraría el corazón! No llevamos las cargas de la gente como debiéramos. Es fácil dar un dólar, pero dar nuestro tiempo, amor y sabiduría es estar bendecido. Jesús dijo: “de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8). Para nosotros, Él dice: “Me he dado a ustedes con total abandono. Ahora quiero que ustedes se den a toros con total abandono. Quiero que se den por entero a la iglesia y al mundo”. ¡Qué desafío tenemos! Lee cuidadosamente los capítulos ocho y nueve de 2 Corintios. “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará” (2 Corintios 9:6). ¿Quieres una gran cosecha? ¡Entonces da! ¿No dará una gran extensión de tierra una gran cosecha? Tendrás que dar lo mejor de ti si quieres lo mejor de Él. Jesús envió a Sus discípulos y les dijo que sanaran a los enfermos, resucitaran a los muertos y echaran fuera demonios. (Véase Mateo 10:5–8). Obrero cristiano, ¡da libremente de tu tiempo para abrir las Escrituras hasta que sepas cómo tomar lo que el Padre tiene para ti!

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DG Seguridad económica

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ara terminar, recuerda que la seguridad económica y el éxito están asegurados cuando te apropias de la promesa de Dios de suplir de todas tus necesidades. (Véase Filipenses 4:19). Que tu confesión sea:

• No importa cuántas facturas sin pagar tenga, mi Dios suplirá todas mis necesidades. • Independientemente de la condición de la economía, mi Dios suplirá todas mis necesidades. • Independientemente del tamaño de mi cuenta bancaria, mi Dios suplirá todas mis necesidades. • Cuando la vergüenza económica me mire fijamente a la cara, mi Dios suplirá todas mis necesidades. • Independientemente de lo apretada que está la situación económica, mi Dios suplirá todas mis necesidades. 253

• A pesar de los fracasos económicos del pasado, mi Dios suplirá todas mis necesidades. • Cuando las cosas parezcan ir mar, mi Dios su plirá todas mis necesidades. • Cuando las cosas parezcan ir bien, mi Dios suplirá todas mis necesidades. • Dondequiera que esté, mi Dios suplirá todas mis necesidades.

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Alabanza, amor y oración

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DG Alabanza, palabra clave para la bendición Alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. (Hechos 2:47)

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a vida de alabanza a Dios está coronada con las continuas respuestas del cielo. Uno de los mejores beneficios de alabar a Dios es “tener favor con todo el pueblo”. Durante años, me he esforzado diariamente por obedecer cientos de mandamientos de alabar al Señor. El Señor ha manifestado Su increíble poder, dándome favor con la gente. La carretera interestatal 5 va de la frontera de México, atravesando toda California, Oregón y Washington, hasta la frontera de Canadá. Los últimos kilómetros están en Blaine, Washington. Una pareja de ancianos tenía una tierra en esos kilómetros finales a Canadá. Cuando la construcción de esta macro autopista se terminó, la pareja de Blaine aún seguía teniendo dos trozos valiosos de terreno en ambos lados de la I-5. Un empresario me llamó y me dijo: “Señor Gossett, la pareja que posee las tierras donde se

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construyó la I-5 tiene dos extensiones de tierra en cada lado, y se las quieren dar a usted. Sin embargo, quieren que sea un regalo anónimo, con lo que usted nunca conocerá a sus benefactores. ¿Aceptaría este regalo de gran valor?”. ¡Yo me quedé perplejo de alegría! Nunca supe los nombres de esta generosa pareja, como ellos pidieron, pero era la ley de causa y efecto operando. La vida de la alabanza diaria fue la causa; el favor con la gente fue obra de Dios. Las palabras de alabanza sincera a nuestro Señor son las palabras clave para tener acceso a la bendición. ¡El favor es una de las bendiciones que Él ha escogido! No alabamos a Dios para manipularle a fin de obtener Su favor. Le alabamos en obediencia. El favor es Su regalo de amor para nosotros para nuestra sanidad, economía, bendiciones familiares y toda la abundancia que sólo Dios puede dar.

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EWK Cómo actúa el amor

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l amor “no busca lo suyo” (1 Corintios 13:5). Esa es la ley del amor. El egoísmo siempre busca lo suyo, pero el amor vive para otros. “Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Corintios 5:15). El amor es siempre fuerte y nunca es débil. Romanos 15:1–3 nos dice que el amor lleva las flaquezas de otros. Gálatas 6:2 dice: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”. Esta es la ley del amor. Cuando ves a alguien llevando una carga demasiado pesada para él, te pones bajo su carga con él. Le ayudas a llevar la carga. Tenemos en nuestra asamblea hombres y mujeres que viven así, llevando los unos las cargas de los otros, ayudándose unos a otros con los pagos de los alquileres. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los

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mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. (Juan 15:9–10) Jesús vivió en el amor de Su Padre, y guardó la palabra de Su Padre. Su mandamiento para nosotros es que nos amemos unos a otros. (Véase Juan 13:34). Cuando caminamos en ese amor y guardamos ese mandamiento, ¡qué bendición venimos a ser para otros de inmediato! Primera de Pedro 2 nos da un retrato de caminar en los pasos del Maestro. Lee esta porción de las Escrituras una y otra vez hasta que se convierta en parte de tu vida. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. (1 Pedro 2:21–24) Ahora, ve a Efesios 5:1–2: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor”. Cada paso fuera del amor es un fracaso. El hombre que camina constantemente en amor nunca pecará. El pecado es dar un paso fuera del amor. Un mandamiento esencial para los creyentes es amarnos unos a otros como Cristo nos ha amado. 259

Y cuando caminas en amor, caminas en la luz. Camina en Dios, y ese caminar nunca te dejará que seas egoísta, desagradable o amargo; te llevará a ser igual que el Maestro.

“Y que procuréis tener tranquilidad” ¡Qué difícil es sentarse y estar tranquilo, mantener las manos y los pies quietos y el corazón lejos de una tumultuosa rebelión! Somos nerviosos e inquietos, llenos de preocupaciones. Cuando estudiamos, nuestra mente salta de un lugar a otro, de un tema a otro. Nos acostamos por la noche para descansar, y la mente sigue vibrando con fuerza y latiendo como una máquina incansable. El apóstol Pablo dijo: “y que procuréis tener tranquilidad” (1 Tesalonicenses 4:11), o como dice literalmente el griego: “Tener la ambición de estar tranquilos”. ¡Esta es una nueva ambición! ¿Por qué dice esto? Porque en tu tranquilidad estarán tu fuerza y seguridad. (Véase Isaías 30:15). La gran fuerza se encuentra sólo en la tranquilidad. El hombre tranquilo es un líder fuerte; la madre tranquila es un ancla firme para el hogar. ¿Se puede estar tranquilo hoy día con toda la presión de los negocios, la sociedad, la pobreza y la ambición del dinero? Sí. Hay un santuario privado interno en cada alma. Y a ese santuario interno privado podemos ir durante un rato, incluso en medio de las distracciones y mortificantes preocupaciones que nos quieren 260

aplastar. Ahora bien, creo que hay tres cosas que nos ayudarán en esto. Primero, debemos procurar estar tranquilos. Debemos dedicar nuestra mente a ello. Debemos seguir diciéndonos a nosotros mismos: “Ahora estate tranquilo”. Ten calma, habla suavemente, observa tu voz e intenta dejar a un lado ese tono agudo de voz. Segundo, debemos obtener nuestra tranquilidad y fuerza de Dios. Dile a tu alma: “Yo respiro en la santa calma de Dios. Bebo profundamente de los arroyos eternos del silencio del alma. Renuevo mi fuerza física y mental en la fuente del descanso. Miro al rostro calmado de Jesús cuando subía el Gólgota, cuando le clavaron en la cruz, y clamo: ‘Cristo, Tu calma es mía’”. Tercero, debemos sacar de nuestras casas, corazones y vidas a los ruidosos hijos de los celos y al amargo visitante del conflicto. Ordena al egoísmo que se vaya de tu casa de inmediato, y que nunca se vuelva a sentar en tu mesa. Tala todo árbol de riña; no des lugar a estar enfurruñado. Dile adiós a la hipersensibilidad y a tu propia autogratificación, y entra en la santa atmósfera de vivir para otros. Recuerda que el que no vive para sí mismo acumula gozo, descanso y tranquilidad. Así que cuando empieces hoy tu día, piensa en estar tranquilo, descansado y en ser de utilidad. Pide al Señor que ablande tu rostro y que endulce tu voz, para enriquecer toda tu vida interior, y Él lo hará. 261

Saca tiempo para orar. Saca tiempo para estar a solas con Dios. Aprende el arte de estar tranquilo. Encuentra el gozo en la soledad. Aprende a amar la tranquilidad. Busca todo lo que Dios dice sobre el silencio, la tranquilidad y estar calmado. Acalla tu alma.

El amor nunca falla Cuando caminamos en amor, caminamos en la luz de la fe. Cuando caminamos en esta luz, no podemos fallar. No hay fallo en la vida de amor. El fallo viene del egoísmo. Cuando caminamos en amor, caminamos en la luz de Su Palabra. Hay continuamente un sentimiento de la protección y el cuidado de Dios. “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1). Mientras camines en amor, estás caminando en la luz. Cuando caminas en la luz, no tropezarás. Hay una valiente certeza en tu vida, en las decisiones que tomas y en todo lo demás que está relacionado con tu vida. Puedes descansar confiadamente en la Palabra que dice: “No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 41:10). Dios está contigo. Dios está en ti. Dios es la fuerza de tu vida. No puedes estar enfermo. No puedes ser débil. No puedes desconocer Su voluntad. Sabes cuál es Su mente, porque Él se imparte a sí mismo sobre ti, imparte Su capacidad. 262

Él susurra: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios” (Isaías 41:10). Y significa: Yo soy tu Dios Padre, tu Amante, tu Protector y tu Cuidador”. Es fácil echar toda preocupación y ansiedad sobre Él. Es fácil descansar en Él con un gozo desprovisto de temor. Y Él continúa diciendo: “siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10). Nunca la justicia ha sido tan hermosa. La justicia de Dios nos sostiene. La justicia de Dios hace que no tengamos temor. La justicia de Dios nos hace conquistadores, vencedores y victoriosos en cada pelea. Ahora, podemos levantar un frente sólido ante el mundo. Ahora, podemos disfrutar de Su plenitud. Sabemos ahora que somos lo que Él dice que somos, y nos gozamos en ello.

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DG Prueba un poco de misericordia

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a misericordia es parte de la naturaleza de Dios. “Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia” (Nehemías 9:17). Como ahora eres una nueva criatura en Cristo y Su naturaleza está en ti, la misericordia debería ser parte de tu nueva naturaleza. Dios te capacitará para ser misericordioso con otros, “misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32). Él te capacitará para ser paciente con la gente joven y comprender el ímpetu de la juventud. Él te capacitará para que muestres misericordia a los ancianos y seas amable con los que están en el hospital visitándoles y mostrándoles tu interés. Puedes mostrar misericordia a los que están entre rejas, cumpliendo el mandamiento de Jesús de visitar a los que están en la cárcel. “Añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento…a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 Pedro 1:5, 7). Muestra cordialidad y

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misericordia, generosidad y cortesía a tus hermanos y hermanas en Cristo. “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10). Puedes mostrar misericordia y longanimidad a los que son víctimas del alcoholismo, intentando guiarles a Jesús y a Su liberación. “El amor es sufrido, es benigno” (1 Corintios 13:4). “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” (Colosenses 3:12). Mucha gente tiende a evitar a los enfermos mentales. Sin embargo, las estadísticas muestran que una de cada dos camas de los hospitales está ocupada por una persona que está mentalmente enferma. Ellos, más que nadie, necesitan nuestro interés y afecto. El amor de Jesús nos fuerza a tener compasión de ellos y orar por su liberación. Muestra el amor cristiano y la misericordia a los que han caído en pecado. No muestres una actitud de yo soy más santo que tú, sino sé humilde, sabiendo que tal cosa podría ocurrirte a ti si no fuera por la gracia de Dios. Jesús mostró amor y compasión con la mujer hallada culpable de adulterio, y nos constriñe Su ejemplo al mostrar tal compasión a otros. Bendito sea Jehová, porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada. (Salmo 31:21) 265

Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia…dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti. (Isaías 54:10) El amor de Cristo que mora dentro de ti te capacitará para ser misericordioso y afectuoso con los demás, amable y afable, benevolente con los menos privilegiados, y agradable en todas tus relaciones.

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EWK El ministerio de los creyentes

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ecientemente, mi corazón se ha conmovido profundamente. He visto que un grupo de hombres y mujeres que reconozcan el señorío absoluto de Jesucristo sobre sus vidas puede llegar a ser invencible. Hay tres cosas que hay que enfatizar: primero, el señorío de Jesucristo; segundo, el señorío del amor, el amor de Jesús; y tercero, la comunión con Jesucristo a la hora de llevar a cabo la Gran Comisión y de compartir las cargas los unos de los otros.

El señorío de Jesús El señorío de Jesús resuelve todos y cada uno de los problemas de la vida. Si Él es tu Señor, entonces ya no tienes que llevar las cargas tú solo. Puede que lleves las cargas de otros, pero tú no tienes ninguna, porque Él es tu Señor. Si tienes un problema en el trabajo, Él es tu socio. Te puedes sentar tranquilamente por la mañana durante unos momentos y conocer Sus planes para 267

el día. Su Palabra se convierte en el Señor absoluto de tu vida. No importa cuál sea tu vocación, Él es una parte de ella. Sólo tienes que llevar a cabo Su voluntad en ella. Su voluntad te gobierna por completo. Estudias la Palabra hasta que Su mente domina la tuya, porque el Nuevo Testamento es la mente de Cristo. Él se convierte en tu capacidad para solucionar cada problema. Si Él es tu Señor, entonces Él es tu justicia. Él es la fuerza de tu vida. Él es tu capacidad para cada contingencia que pueda surgir. El señorío de Jesús es la clave del éxito. El señorío de Jesús es la clave del gozo, el descanso y la tranquilidad de espíritu.

El señorío del amor Jesús trajo un nuevo tipo de amor al mundo. Él dijo: Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. (Juan 13:34–35) Este amor desplaza a todas las demás fuerzas que gobiernan la vida humana. Es la misma naturaleza de Dios tragándonos, envolviéndonos y arrollándonos. Es la misma naturaleza de Dios dominándonos, impartiéndose en nuestros espíritus. ¡Qué atenazador es un mensaje nacido del amor! Qué dominio nos da sobre las vidas de otros 268

hombres y mujeres. Qué hambrientos quedan los que escuchan. Sus corazones comienzan a tener hambre de ese amor. Tenemos un poder que ellos desean. Tenemos la capacidad que ellos anhelan. Tenemos un dominio que han buscado durante toda su vida. Lo hemos encontrado; y ellos aún lo están buscando. Este amor nos da liderazgo. Cuando amo hasta que el egoísmo se ha disuelto por completo y se ha ido, siento su poder. Hay algo que agarra; hay un fuego que brilla y late hasta que los hombres dicen: “¡Cómo ama! Dios, ayúdame también a amar así”. No puedes ver las debilidades de los hombres. No puedes ver sus fallos. No puedes ver sus errores. Nunca piensas en la debilidad. Les miras con los ojos de Jesús, les hablas con los labios de Jesús, pones tus manos sobre ellos con las manos de Jesús, vas a ministrarles con los pies de Jesús, y con las palabras de Jesús les liberas, les unges y les capacitas con un ministerio de amor. No hay nada que el mundo necesite tanto como esto. El amor te hacer ser hermano de todos los hombres. Puede que no conozcan tu lenguaje, pero conocen el lenguaje del amor. Puede que no entiendan tus palabras, pero entienden el amor. El mundo responderá al amor. No responde al egoísmo. El amor les derrite. La iglesia responderá, la juventud de la tierra responderá, los ancianos se derretirán bajo este amor, aunque la frialdad y la amargura les hayan dominado. 269

Oh, hombres y mujeres, ¿no pueden ver que el señorío de Jesús le introduce en sus vidas para gobernarlas, y que el señorío de amor permite que el amor mismo se derrita y se mezcle y enriquezca cada vida? Ese es el secreto.

Comunión con Cristo y llevar las cargas La comunión absoluta es el resultado final de la redención. Este fue el sueño que Dios tuvo para Adán. Dios creó el mundo y al hombre con un sueño: ese sueño se echó a perder y se rompió, y Dios se vio privado de la comunión con Su pueblo. Ahora, Dios nos ha llamado a tener comunión con Su Hijo Jesucristo, para salvar a un mundo perdido y para restaurar una iglesia rota. Nos ha llamado a tener comunión, a llevar las cargas y a compartir lo nuestro con los desalentados y desanimados. Llevamos nuestro tesoro de amor. María llevó el perfume de nardo y lo derramó sobre los pies de Jesús. (Véase Juan 12:1–3). Hoy, nosotros derramamos nuestro servicio, mezclado con amor, sobre el cansado, desanimado y desalentado. Bajamos al nivel de los seres humanos desalentados, al igual que Jesús se identificó con el hombre, bajó a su nivel y participó de carne y sangre para que Él pudiera venir a ser uno con nosotros. De la misma manera, nosotros bajamos al nivel del enfermo, el desechado y llevamos su dolor y flaqueza, llorando por sus pecados. Tenemos la visión. Vemos al Cristo. Tenemos comunión con ellos. ¡Tenemos victoria! 270

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DG La victoria del canto

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e oído la historia de una mujer de Glasgow, Escocia, que una noche estaba mirando pensativa las aguas turbias del río Clyde. La oscuridad de la noche parecía presionar su misma alma, recordándole la fealdad de su propia vida de pecado. Mientras permanecía a la orilla del agua en los escalones del ferry, de repente le sobrecogió un deseo de tirarse al río y poner fin a su amarga vida. Pero tembló al oír una voz fuerte y clara desde arriba cantando: “Hay una fuente llena de sangre”. Escuchó, embelesada. Esperó, decidió, hasta que se terminó la canción. Otra voz se unió, y las palabras de la siguiente estrofa entraron en su corazón con una nueva esperanza. El ladrón moribundo se alegró al ver esa fuente en ese día; Y ahí yo, aunque soy vil como él, lavé todos mis pecados. 271

Atrapada por ese mensaje, la mujer subió precipitadamente los escalones del ferry para preguntar a los que cantaban si Aquel sobre el que cantaban podía ayudarla. Deseosa, escuchaba mientras la señalaban a Cristo. La vida perdida de la mujer fue cambiada por una vida de servicio al Señor. Esta mujer se convirtió en una sierva exitosa de Dios en los barrios bajos de Glasgow. Dios obró a través de una canción de testimonio para alcanzar a este alma indigente. Se convirtió, y como consecuencia, el Señor la usó para ayudar a los perdidos a encontrar paz, perdón y victoria en Jesús. Verdaderamente, cantar la alabanza y el testimonio de Dios es uno de nuestros instrumentos de poder. Gracias a Dios por la hermosa inspiración y liberación espiritual del canto cristiano. Hay victoria en el canto. “Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos” (Salmo 149:5–6) ¡Esto es vivir bíblicamente de una manera real y confiada para cultivar un corazón que cante! El mundo ha pervertido el canto para propósitos de malvada pasión, convirtiendo la canción en una de las agencias de tentación más seductoras. Pero cuando nos convertimos, el Señor hace algunas cosas maravillosas por nosotros. Como dijo David: Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca 272

cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová. (Salmo 40:2–3, énfasis añadido) No puedo enfatizar más la gran victoria que hay en el canto, en cantar las alabanzas del Señor. Hay una verdadera liberación y terapia al cantar canciones de liberación espiritual, canciones de testimonio, y canciones sobre el poder y el cuidado del Señor. “Y ellos alabaron con gran alegría, y se inclinaron y adoraron” (2 Crónicas 29:30). En el libro de Esdras, el autor describe cómo la gente cantó y alabó al Señor con gran gozo. (Véase Esdras 3:10–13). Esta alegría y gozo en su canto y alabanza era su fuerza. (Véase Nehemías 8:10). De esos cantos ellos consiguieron la salud espiritual y mental para reconstruir el templo y la ciudad de Jerusalén. Sin duda, eran fuertes y confiados debido al canto que había en su boca.

Mantener un corazón que cante Cantar con el corazón tiene un poder divino. ¡Hay victoria en la canción! Hay dos secretos principales para mantener un corazón que cante: (1) estar lleno de la Palabra, y (2) estar lleno del Espíritu. 1. Estar lleno de la Palabra. “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Colosenses 3:16). 273

Cuando estás lleno de la Palabra, eso produce una canción confiada y alegre. Confesar la Palabra en voz alta producirá un himno de alabanza. Cuando vengan los problemas, aprende a acudir a ellos con canto. Cuando venga el dolor, aplácalo con canto. Alaba a Dios cantando; eso te levantará por encima de todo tipo de pruebas. Recuerdo una vez cuando me enfrenté a una prueba muy fuerte. Parecía que aplastaría mi espíritu y me llevaría a una frustrante derrota. La necesidad era de tipo económico; iba a perder mi auto por no poder pagarlo. Comencé a afirmar con convicción: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19). Seguí diciéndolo durante unos quince minutos, confesándolo en voz alta una y otra vez. Con el tiempo, se convirtió en una canción real en mi boca y en mi corazón. Resistí la tentación de dudar si cantar o no alabanzas a Dios. Al mantener mi corazón firme con el canto, el Señor obró milagrosamente en mi vida, ¡y suplió la necesidad! Estar lleno de la Palabra te hará cantar con gracia en tu corazón al Señor. 2. Estar lleno del Espíritu. “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5:18–20). 274

La vida llena del Espíritu, vivida en el confiado resplandor del Espíritu, es verdaderamente maravillosa. “Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (1 Corintios 14:15). Cuando estás controlado por el Espíritu, Él invariablemente inspira mucha canción en tu corazón. Cada gran mover del Espíritu en la Historia estuvo caracterizado por un confiado y valiente canto. ¿Qué hizo Israel cuando Dios los libró de Egipto con mano fuerte? Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová…Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré. (Éxodo 15:1–2) ¿Qué produjo una de las intervenciones más inusuales de Dios en el Nuevo Testamento? Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. (Hechos 16:25–26) Nuestras circunstancias puede que sean deprimentes en algunas ocasiones, y quizá lamentemos los problemas que nos acechan, pero nuestras dificultades son normalmente blandas comparadas con las de Pablo y Silas. Les habían azotado salvajemente las 275

espaldas, y les habían encerrado en ese frío, oscuro y sucio calabozo con sus pies atrapados por un cepo. Sin embargo, estos hombres eran los justos del Señor, valientes como leones, que cantaron alabanzas a Dios incluso bajo tales circunstancias. Dios intervino en su favor, e intervendrá en el nuestro si demostramos tal confianza y fe en nuestro Dios para alabarle con canto, incluso cuando todo a nuestro alrededor nos grite: “¡Derrota!”. No hay derrota para el cristiano valiente que canta alabanzas a Dios, diciendo: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús” (2 Corintios 2:14), o “Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo” (Salmo 100:2). Dios se deleita cuando le cantas a Él. Tengas o no talento para cantar, ¡tu mejor canción siempre será la que le cantes al Señor! Esa canción tiene un poder maravilloso para expulsar la tristeza, para activar tu espíritu y para inspirarte a vivir con valor en un tiempo en el que vivir como Dios quiere es algo que Satanás quiere dejar a un lado. En el cielo, seremos cantores, y aquí en la tierra, deberíamos mantener nuestro corazón orientado hacia el cielo a través del canto. Llena tu casa de canto; enseña a tus hijos a cantar. Canta mientras vas y vienes del trabajo, o cuando estás trabajando por casa. Las canciones de alabanza a Jesús pueden ir con nosotros dondequiera que Dios nos lleve cuando caminamos confiadamente con Él. ¡Las letras de las canciones son palabras que obran maravillas! 276

Un promotor de la alabanza Nunca olvidaré mi experiencia en una isla de las Antillas Holandesas llamada Saba. Llegar a esa pequeña isla fue una experiencia única. El pastor Williams de la iglesia Wesleyan Holiness Church, nos esperaba en el aeropuerto y nos llevó inmediatamente a lo alto de una escarpada montaña que descendía a varias aldeas hasta que llegamos a la capital. Ministrar allí en Saba fue una delicia. Fue durante un servicio de alabanza cuando el Espíritu Santo me dio una palabra clara que ha permanecido conmigo a lo largo de mis años de ministerio. Los habitantes de Saba estaban cantando con inspiración el gran himno “Salvación ilimitada” de William Booth: Y ahora, aleluya, El resto de mis días Los pasaré alegremente ¡proclamando su alabanza!

Entonces, el Espíritu de Dios habló esto a mi corazón: “Ese es tu ministerio. ¡Pasarás el resto de tus días proclamando alegremente su alabanza!”. Ahora lo digo sin avergonzarme: soy un promotor de la alabanza, y una de las formas más bendecidas que he encontrado de dar estas alabanzas es en la victoria de la canción. Un amigo mío, R. C. Cunningham, escribió una bella descripción de la importancia en todos los sentidos de cantar: 277

“Los cantos de alabanza son una parte integral de la vida llena del Espíritu, no solamente en un día en concreto sino 365 días al año. Una de las canciones de alabanza más conocidas es la gran ‘Doxología’. Un experto en himnos dijo: ‘Es muy probable que no se haya escrito jamás una estrofa de poesía religiosa que se cante en alabanza a Dios de forma tan frecuente, tan universal y tan sincera como esta’. La palabra doxología significa un himno corto lleno de alabanza directa a Dios. Examínalo cuidadosamente y verás que hay un gran significado en cada línea. “‘Gloria a Dios de quien manan todas las bendiciones’. Dios es la fuente de todo lo que es bueno. ‘Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto’ (Santiago 1:17). Si queremos una bendición, nuestra mirada debería ser vertical en vez de horizontal. “‘Alabadle, todas las criaturas bajo el cielo’. En la última parte del Salmo 148, la Escritura convoca a las criaturas del mar, los rayos, las montañas y los bosques, las bestias y las aves para unirse a todos los rangos y edades de hombres y mujeres para dar homenaje y alabanza a su Creador. El propósito de toda la creación es rendir alabanza a Dios, y este propósito finalmente será cumplido. Dichosos los que lo hacen aquí y ahora de forma voluntaria. “‘Alabadle en las alturas, oh huestes celestiales’. No sólo los ángeles, sino también el sol y la luna, los cielos y todas las ‘estrellas de luz’ son llamadas a participar en la doxología del universo. (Véase Salmo 148:1–6). 278

“‘Alabad al Padre, Hijo y Espíritu Santo’. El Padre nos ama, el Hijo nos redime y el Espíritu vive en nosotros. ¡Seguramente tenemos motivos más que suficientes para alabar a la Santa Trinidad!”.

No pierdas tu canción ¿Has perdido tu canción? Quizá las canciones a las que nos hemos referido se hayan atascado en tu corazón. Muchas veces, la gente permite que los afanes del mundo les abrumen. La Biblia nos dice que cuando Ezequías, el buen rey de Judá, limpió la casa del Señor, reparó el altar y ordenó de nuevo que se hicieran holocaustos, “comenzó también el cántico de Jehová” (2 Crónicas 29:27). Quizá hayas pensado que tu vida estaba destinada a una música monótona y triste, pero Dios tiene flautas joviales y arpas melodiosas para que toques. ¡Afínate con Dios! ¡Armonízate con el cielo! Puede que necesites tomar algunas medidas drásticas para romper los acordes disonantes que has tocado durante tanto tiempo, pero en su momento, irrumpirás con una nueva melodía que será agradable a Dios, dará un empujón a tu vida, ¡y comenzará a inspirar a otros a cambiar sus melodías! “Cantad a Jehová cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra lo ha salvado, y su santo brazo” (Salmo 98:1) ¡Atrévete a tocar una melodía diferente! La Palabra de Dios te dará las notas más maravillosas. 279

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EWK Canción de amor de fe

E

l Salmo 23 es una canción de amor, es una canción de amor de fe. Muestra la tranquila confianza de las asociaciones duraderas. Muestra una fijación y simplicidad de fe que emociona. “Jehová es mi pastor” (versículo 1). Él es mi Pastor, mi Amante, mi Cuidador y mi Protector. Sólo la palabra pastor sugiere protección y cuidado. “Nada me faltará” (versículo 1). Esto es confianza en el Pastor. Nada me faltará, ni la ropa, ni la comida, ni el cobijo, ni la salud, porque Él es la fuerza de mi vida. “En lugares de delicados pastos” (versículo 2). Aquí tenemos la causalidad del poder del amor. La imagen es gráfica: el trébol llega hasta las rodillas; Su deliciosa belleza alegra la vista y satisface al hambriento rebaño que pasta. “Me hará descansar” (versículo 2). Esto es quietud, seguridad y descanso. Si hubiera enemigos, no me podría tumbar, tendría que estar en guardia, pero ahora Él es mi protección. Mi Pastor y amo me resguarda del enemigo.

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“Junto a aguas de reposo me pastoreará” (versículo 2). Estas son aguas de tranquilidad y quietud. Cuánto necesita el corazón la quietud en estos días turbulentos. Cada ansiedad y afán han sido echados sobre Él. Somos libres como niños, al lado de un arroyo, descansando en seguridad. “Confortará mi alma” (versículo 3). Este es un cuadro de alguien que se ha llenado de ansiedad y temor hasta el punto de estar al borde de un ataque de nervios. Aún así, Dios restaura la mente atribulada, intranquila y descontenta a su condición normal. Este es uno de los hechos más hermosos conectado con este cuidado divino. Cuando sabes que Él cuida de ti y que has echado toda tu ansiedad sobre Él, te quedas fresco y feliz para hace tu trabajo. El que está cargado de ansiedad no puede hacer mucho. El Padre quiere que confiemos en Él con total abandono. Es la confianza del amor; es cuando el amor no tiene miedo. “Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre” (versículo 3). Este es uno de los privilegios más inusuales de esta vida maravillosa: ser guiado a la esfera de la justicia, a un lugar donde puedes estar en la presencia del Padre sin un sentimiento de inferioridad o de culpa. ¡Qué pocos le han permitido al Pastor que les guíe por las sendas de justicia! Qué pocos han tenido el único e indescriptible privilegio de tener comunión con el Padre y llevar a cabo Su voluntad en la tierra. Cuando sabes esto, puedes hacer la 281

obra inconclusa de Jesús de sanar a los enfermos, alimentar a las multitudes, consolar al quebrantado de corazón y caminar en Sus pasos. Y observa que Él te guía por sendas de justicia “por amor de su nombre”. Eso se refiere al uso del nombre de Jesús, el nombre que tiene toda autoridad en la tierra, el nombre que reina sobre demonios y sana enfermedades, el nombre que trae salud, fuerza y consuelo a los corazones de los hombres. Recuerda que Jesús dijo: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). El Espíritu Santo ha venido y ahora espera guiar a cada cristiano a la verdad de la obra terminada de Cristo, la verdad de la justicia, la verdad de usar el nombre de Jesús, y la verdad del amor y el cuidado del Padre. Si la justicia se convirtiera en verdad en nuestras vidas, aunque sólo fuera en unos pocos miembros del cuerpo de Cristo, ¡podríamos sacudir el mundo! “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (versículo 4). Este es el caminar sin miedo por la esfera de la muerte espiritual rodeado de fuerzas de oscuridad, viviendo entre los que tienen sólo conocimiento sensorial, donde los demonios dirigen a la mayoría. Aun así, este es el caminar más dulce y alegre que se conoce. Puedes alabar a Dios confiadamente y decir: “Sí, aunque camine con la muerte rodeándome por todos lados, no temeré”. Ya no tienes miedo de la enfermedad, ya no tienes miedo de no 282

tener suficiente; estás confiando en el Señor con un total abandono, descansando sobre Su Palabra con una confianza cierta. Con el sentimiento de Su presencia y la conciencia de Su fidelidad, sabes que el temor ha sido destruido y la fe ha ganado el dominio. La promesa de Jesús: “yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20), se ha convertido en una realidad viva. No conozco nada más importante para los creyentes que tener la conciencia de la presencia de Él con ellos todo el tiempo. “Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (versículo 4). La Palabra y Su comunión son regalos de incalculable valor para el hombre de hoy. Esta Palabra viva y la iluminación del Espíritu sobre ella hacen que la vida esté completa. “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores” (versículo 5). Esto es una fiesta. Tú no comes en presencia de tus enemigos, sino que comes con gozo sólo en presencia de tus amigos. Algo les debe de haber ocurrido a tus enemigos para que tengas una mesa puesta en presencia de ellos. Los enemigos han sido vencidos. Ya no pueden dañar tu corazón. Quizá los enemigos eran duda, temor u otras cien flaquezas, pero han sido vencidos. “Unges mi cabeza con aceite” (versículo 5). Sólo había dos clases de personas que eran ungidas: la realeza y el sacerdocio. Tú estás en la familia real, porque tu Padre Dios es el Rey. También estás en el 283

sacerdocio real para ministrar y mostrar las alabanzas de Aquel que te llamó de las tinieblas a Su luz admirable. (Véase 1 Pedro 2:9). El aceite de la unción del Espíritu está sobre ti. Estás preparado para el ministerio: el ministerio ilimitado de la morada de Dios, de la guía de Dios y de la capacitación de Dios. “Mi copa está rebosando” (versículo 5). En vez de querer y necesitar, has alcanzado la riqueza. Tienes suficiente para ti y para otros. Tu copa es como la jarra de aceite de la viuda. (Véase 2 Reyes 4:1–7). Cuanto más derramas, más tienes. Cuanto más das, más posees. La copa rebosando es la copa de la bendición. “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida” (versículo 6). Estos son los rasgos del amor, la bondad y la amabilidad, y te acompañan desde la mañana hasta la noche. Velan por ti en la cabecera de tu cama. “Y en la casa de Jehová moraré por largos días” (versículo 6). Esta es la comunión de mayor orden. Esta es la consumación de la redención. Esta es la culminación del sueño de una vida.

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Acerca de los autores

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E. W. Kenyon

acido en el condado de Saratoga, Nueva York, E. W. Kenyon (1867–1948) se trasladó con su familia a Amsterdam, Nueva York, cuando era un adolescente. Kenyon estudió en la Academia Amsterdam, y a la edad de diecinueve años predicó su primer sermón en la iglesia metodista del lugar. Realizó sus estudios escolares, asistiendo a varias escuelas en New Hampshire, y también en la Universidad Emerson, en Boston, Massachusetts. Kenyon fue pastor de varias iglesias en los estados de Nueva Inglaterra, y a la edad de treinta años, fundó y se convirtió en el presidente del Instituto Bíblico Bethel, en Spencer, Massachusetts. (Esta escuela se trasladó después a Providence, Rhode Island, y se conoce como Providencie Bible Institute). Durante su ministerio en Bethel, cientos de jóvenes fueron entrenados y ordenados para el ministerio. 285

Tras viajar por todo el noreste predicando el evangelio y viendo la salvación y sanidad de miles, Kenyon se trasladó a California, donde continuó sus viajes evangelísticos. Fue pastor de una iglesia en Los Ángeles durante varios años y fue uno de los pioneros de la obra en la radio en la costa del Pacífico. En 1931 se mudó al noroeste, y durante muchos años su programa de radio matutino, Kenyon’s Church of the Air [La iglesia del aire de Kenyon], fue una inspiración y bendición para miles. También fundó la iglesia New Covenant Baptist Church en Seattle, donde fue pastor durante muchos años. Durante sus ocupados años ministeriales, encontró tiempo para escribir y publicar dieciséis libros, así como muchos cursos por correspondencia y tratados, y compuso cientos de poemas y canciones. La obra que él comenzó ha seguido bendiciendo a miles de personas.

Don Gossett urante más de cincuenta años, Don Gossett ha servido al Señor a través de un ministerio a tiempo completo. Nacido de nuevo a la edad de doce años, Don respondió a su llamado al ministerio tan sólo cinco años después, comenzando primero por su familia, ganándoles para el Señor. En marzo de 1948, Don venció su largo temor de hablar en público y comenzó su ministerio predicando en dos s bautistas rurales en Oklahoma.

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Bendecido con el don de escribir, Don se convirtió en editor de la revista College Bible en San Francisco; después, fue invitado a ser el editor de una revista internacional. Después de eso, trabajó como editor para Faith Digest, de T. L. Osborn, una revista que alcanzó a más de 600 000 hogares cada mes. Don aprendió de muchos evangelistas reconocidos, comenzando con William Freeman, uno de los principales evangelistas de sanidad en América durante la década de 1940. También pasó tiempo con Jack Coe y Raymond T. Richey. Don ha escrito muchas obras, particularmente sobre el poder de la palabra declarada y la alabanza. Sus escritos han sido traducidos a casi veinte idiomas y han superado los veinticinco millones en distribución en todo el mundo. Además, Don también ha grabado muchas series de audio. Su programa diario de radio, lanzado en 1961, hay sido retransmitido en ochenta y nueve naciones en todo el mundo. Don crió a cinco hijos con su primera esposa, Joyce, que murió en 1991. En 1995 Don encontró de nuevo el amor y se casó con Debra, una maestra ungida de la Palabra. Juntos han ministrado por todo el mundo y han vivido en British Columbia, Canadá, y en Blaine, en el estado de Washington.

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