Discurso eutanasia
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Discurso Género: Masculino / Femenino 2. Edad: 17-20 3. Nivel sociocultural: Media, Media Alta (B,C) 4. Tema: La Eutanasia 5. Duración: 10 min.
La Eutanasia, dulce muerte Incontables son las veces que se debate sobre la vida y la muerte bajo diversas teorías, protagonistas y formatos. Se ven casos a diario en diversos medios de comunicación, siendo principalmente las noticias las que nos llevan a reflexionar si es que somos nosotros los dueños de nuestro cuerpo y hasta que punto podemos gobernar sobre él. Uno de los casos que, probablemente no ha sido una noticia muy divulgada en nuestro país, pero tan polémica como el aborto o el suicido es la eutanasia. Traducido del griego significaría “buena o dulce muerte”, ya que los griegos, fueron los primeros en adoptar esta posición que era muy común practicarla, a excepción de Hipócrates (de Cos), que fue uno de las excepciones ya que fue el primero en prohibirla señalando que la finalidad de la medicina es curar, y si no se puede curar al menos mitigar el dolor, y en todo caso atender y acompañar. La eutanasia no cura nada. Bajo este concepto, los médicos en la actualidad son los encargados de brindar a los pacientes la plena confianza de que se van a librar de sus enfermedades, bajo esta esperanza acuden a consultorios y clínicas, mas no a la búsqueda de una muerte próxima. Formas y clases de eutanasia hay muchas, hacia los niños que nacen con malformaciones, a los enfermos incurables que padecen de un horrendo dolor, hasta los ancianos inválidos que lamentablemente pueden ser concebidos como una carga. La Organización Médica Colegial de España considera que «la petición individual de la eutanasia o el suicidio asistido deben ser considerados generalmente como una demanda de mayor atención pudiendo hacer que desaparezca esta petición aplicando los principios y la práctica de unos cuidados paliativos de calidad». En el caso de los pacientes terminales cuya enfermedad es acompañada de mucho sufrimiento, se considera que se debe actuar con calmantes o analgésicos, donde la intención no es matar al enfermo por medio de fármacos para entonces aliviarle sus sufrimientos, sino la de aliviarle sus sufrimientos por medio de medicinas adecuadas, aún corriendo el riesgo de que la muerte se aproxime más rápidamente por ello o que pierda la consciencia, parcial o completamente, siempre y cuando haya graves motivos. Está, además en discusión en diversas partes del mundo si es que la eutanasia debe hacer legal o no. Múltiples veces se han escuchado frases como: “Es mi cuerpo y yo hago lo que quiero con él, tengo la libertad de decidir”; sin embargo nadie nos garantiza la plena verdad, ya que no hay que olvidar que somos seres imperfectos que nos equivocamos y un error, en este caso, nos llevaría a consecuencias trágicas. Otro factor que se asocia es el estado anímico y emocional que cada paciente tiene, ya que una persona que
siempre ha sido sana, alegre y vivaz; por un descuido en algún momento de su vida llegase a sufrir una parálisis, mutilación o alguna enfermedad crónica; aparte de dolor físico trae consigo también ansiedad y depresión que la llevan a desear la muerte. He aquí donde los médicos y terapeutas deben cumplir su labor con una previa evaluación psicológica y tratarlos para que tengan mas predisposición a sus terapias y devolverles las ganas de vivir, siendo comprobado que tienen mucho éxito. En Holanda, donde la eutanasia ha sido legalizada, ya no solo se le aplican a los pacientes terminales; sino a personas que simplemente ya no desean vivir, ya que al ser su “derecho” pueden optar por ello, como el senador socialista octogenario Brongersma (1998), que pidió y logró ser "finalizado" no porque estuviese enfermo o deprimido, sino porque estaba cansado de vivir; sin mencionar el hecho que desprestigia la labor de los médicos llevándolos a juicios y a cumplir penas que pudieron ser evitadas. Nosotros no tenemos la facultad de saber ni elegir nuestra muerte, solo llega en el momento y lugar indicado; si no tuvimos la facultad de elegir nuestro nacimiento, no tenemos la facultad de planear nuestra despedida. Si el hecho de terminar una vida lo asociamos con caridad, debería pensar en algo más malévolo que la muerte para asociarlo con egoísmo.
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