Dime Que Estoy Soñando - Jane Jaworski
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Descripción: Dime Que Estoy Soñando - Jane Jaworski...
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The original: Exposure Sapphire, 2001 Jane Jaworski, 2001 DIME QUE ESTOY SONANDO JANE JAWORSKI
Editorial EGALES, S.L. 2002 Cervantes, 2. 08002 Barcelona Hortaleza, 64. 28004 Madrid ISBN: 84-95346-32-X Deposito legal: M-45.452-2002 Traduccion: Marga Ibanez Gimenez Fotografia de portada: Heinz V. Perckhammer, 1930 Queda rigurosamente prohibida sin la autorizacion escrita de los titula res del copyright bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducc ion parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendid os la reprografia y el tratamiento informatico y la distribucion de ejemplares d e ella mediante alquiler o prestamo publico.
Indice 1.
¿Vienes mucho por aqui?
2.
Cayendo en la tentacion
3.
De bar en bar y de chat en chat
4. 5.
Toqueteo de pechos Poner el dedo en la llaga
6.
Tras las cortinas cerradas
7.
Extrano comportamiento
8.
Lazos familiares
9.
Ahora o nunca
10.
Vuelvela a tocar
11.
Un halago por aqui, un halago por alla
12.
Despiertate y aspira el aroma del cafe
13.
Cena a las nueve
14.
Maldita Rachel
15.
Consejo de amiga
16.
La licenciatura
17.
Viejos rostros
18.
Dime que estoy sonando
19.
Quien es quien
20.
Gracias por Rachel
1 ¿Vienes mucho por aquí?
— ¡Por el amor de Dios, Stephanie! Estas loca por esa mujer. En lo unico en que pued es pensar es en follar con ella como una obsesa cuanto antes. Tu unico objetivo es meterte en las bragas de Alexandra ahora mismo. No despues de un largo noviaz go, sino ahora. Entonces, ¿que haces cogiendola de la mano? —le pregunto Marsha con incredulidad. — Yo no... — Steph intento explicarse, pero le dio demasiada vergüenza. — Usa tu cuerpo, Stephanie. Acercate a ella, tocala, dominala, porque hasta ahora es ella quien esta dominando. — ¿De verdad crees que...? — Haz que te mire a los ojos. Mirala. Esta pidiendo a gritos que la folien hasta h acerla chillar. No va a decirte que no, pero has de convencerla de que lo que t ienes entre las piernas es lo bastante bueno como para que no se vaya — Marsha se guia. Estaba lanzada. — Es que es muy dificil hacerlo delante de toda esa gente — solto Steph con la fuerz a suficiente para interrumpir a Marsha, mientras empezaba a avanzar hacia Alex, que parecia nerviosa. Stephanie estaba maldiciendo el dia en que puso los ojos en el anun cio de aquel taller de interpretacion en concreto, en el tablon de anuncios de la escuela de teatro. — Pero esto es una clase de genero y sexualidad, flor. Asi que, tanto si te gusta como si no, vas a tener que explorar la sexualidad y el genero. Steph hubiera querido matar a su companera Bev por haberla incitado a meterse en una situacion tan ridicula. Lanzo una mirada furiosa a su mejor amiga, que esta ba entre los otros quince estudiantes. Todos, sentados con las piernas cruzadas en el suelo de aquella sala llena de corrientes de aire, observaban sus poco con vincentes intentos de representar a un macho depredador. Bev era la que se tapab a la boca con la mano mientras soltaba una carcajada. «Masculina» no era la primera palabra que se le ocurria a uno para describir a Steph. Vestida con unos tejanos cenidos y un top de tirantes finos, le gustaba creer que se parecia un poco a D avina McCall y, con algunos retoques, no andaba muy lejos. Pero, a pesar de sus pechos voluptuosos y de la curva de sus caderas, en algunas ocasiones dejaba asomar una faceta masculina. Al volver a sintonizar la voz de su tutora, Steph oyo que Marsha le preguntaba s i se sentia incomoda haciendo el papel de hombre. Como no queria parecer una mojigata, ni dar la impresion de que era incapaz de llevar mas alla sus habili dades interpretativas, la faceta mas ferozmente competitiva de la personalid ad de Steph le hizo responder que se sentia muy comoda con la situacion y que l e gustaria seguir con la improvisacion. — ¡Eso es, querida! Solo hay que entender cuales son los mecanismos del poder — la ani
mo Marsha —. Cuando estaba en una compania de repertorio, en los anos 70, tuve que hacer de Macheth durante un par de noches. ¿Os lo podeis creer? Si, es una larga historia, pero la cuestion es que hubiera dado cualquier cosa por un seminario como este q ue me ayudara a entender lo que es tener un buen pedazo de polla colgando entre las piernas. El repentino entusiasmo de Marsha por las pollas provoco algunas risitas ahogada s. — Ya es suficiente — dijo con brusquedad—. No es tan gracioso. Despues de todo, vos otros, los chicos, vais a subir enseguida. Cuando acabo su discurso, giro sobre si misma en un torbellino de gasa y seda y le dijo con aire despreocupado a su ayudante: — Glenda, querida, recuerdame que manana traiga un consolador con arneses, ¿vale? Steph centro su atencion en Alex que habia esperado pacientemente en medio de la sala, durante el parentesis. Alex representaba lo que en este ejercicio Ma rsha llamaba el «agarre de genero», para mantener algun viso de realidad. Solo se conocian desde hacia tres horas y hasta aquel momento Steph habia estado demasiado intimidada como para mirar con detenimiento a su colega. Sabia, por la ronda de presentaciones de aquella manana, que Alex era un poco ma yor que ella — tenia veintiocho anos, para ser exactos— y una actriz mucho mas exper imentada. Tenia carnet del sindicato de actores y ya habia actuado en diversas series televisivas. Mientras que Steph, una criatura de veinte, aun s eguia en la escuela de teatro, preparandose para su espectaculo de fin de carrera, un acontecimiento que podia impulsar o destrozar su carrera. Al final, Marsha dejo de hablar. Con un gesto teatral, se encorvo, bajo de la ta rima y se situo entre el publico, dejando que las mujeres retomaran la escena do nde la habian dejado. Pulso el boton de play del desvencijado radiocasete portat il con CD incorporado y los ondulantes riffs* de la guitarra de los Isley Brothers llen aron la sala. Era obvio que Marsha nunca habia dejado atras los 70. Steph observo como le acariciaban la nuca a Alex sus cabellos negros y rizados. Luego miro el rostro que enmarcaban y penso que parecia una de aquellas modelos guapisimas que se ven en los laterales de los autobuses anunciando ropa de Gap y que son todo ojos y labios. Le vino a la cabeza uno de los esloganes mas reci entes de aquellos almacenes: «Cuero para todos» y la imagen de esa sensual mujer ves tida solo con unos cenidos pantalones de cuero negro reemplazo a la imagen real con pantalones de pana y camiseta cenida que tenia enfrente. No le eran del todo desconocidas las fantasias saficas, asi que Steph intento situar los brillantes ojos azules, la fina nariz y los labios carnosos y entreabiertos en un context o sexual que pudiera reconocer y no le sorprendio descubrir que flirtear con aqu ella mujer era increiblemente facil.
*Frase melodica que acompaha o forma parte del acompahamiento de un so lista. (Nota de la Traductora) El guion que Marsha les habia propuesto era muy sencillo y les dejaba mucha s posibilidades. El personaje de Steph habia llevado al de Alex a un bar con e l explicito proposito de ligarsela.
— Y... ¿vienes mucho por aqui? — la tactica de Steph para entablar conversacion desper to el quejido unanime del publico. — ¿Por que no nos sentamos? — pregunto Alex al tiempo que llevaba a Steph hacia el sof a raido que habian colocado para representar el interior de un bar. — ¡Control, Stephanie! — La voz de Marsha llego por encima de la musica. Steph se giro para darle la cara a Alex y le paso el brazo por encima de los hombros, sin ape nas apretar. Pero, aunque habia empezado a hablar, no tenia ni idea de lo que e staba diciendo. Se le habia disparado el piloto automatico de la seduccion, porq ue lo que centraba su atencion era la manera que tenia su cuerpo de responder a la situacion. En vez de asumir el control, lo estaba perdiendo rapidamente y ca da vez estaba menos dispuesta a detenerse. Alex tenia instrucciones de dar una respuesta positiva a Steph, si le parecia bi en, o negarse, en caso contrario. Ella decidia como reaccionar a lo que se le of recia, y cuando empezo a pasar la mano arriba y abajo por los muslos de Steph, s e hizo evidente que no pensaba bloquear la escena que ahora dirigia la mujer mas joven, quien, por su parte, tenso los musculos automaticamente, de modo que s e apretaron contra el desgastado tejido de sus tejanos. Steph habia comentado que la musica estaba muy alta, asi que se apretaban la una contra la otra en el sofa y para hablar acercaban la boca a la oreja de la otra mujer. Steph se dio cuenta de que el aliento de Alex en su piel estaba empezand o a excitarla de verdad y se felicito en silencio por estar tan metida en su pap el. Paso la mano alrededor del cuello de Alex para acercarla un poco y, con atre vimiento, le beso la suave piel de debajo de la oreja. Complacida por la audaz interpretacion de su companera, Alex hizo avanzar su man o mas aun entre los muslos de Steph, que estaban completamente separados. Steph recordo lo que Marsha habia explicado a la clase acerca de como seria tener poll a en lugar de clitoris. A juzgar por el modo como le latia el cono, su polla med iria ya por lo menos dieciocho centimetros. No, pongamos que veinte. La mano d e Alex presionaba suavemente la tela sobre la entrepierna de Steph, frotandola c ontra los labios de su sexo. Era un movimiento fugaz y casi imperceptible, per o Steph tuvo que sofocar un gemido. Nadie se hubiera creido que aquella reaccio n fuera fingida. Cada mujer exploraba con las manos el cuerpo de la otra mientras hablaban, hasta que Steph dirigio con suavidad la cara de Alex hacia la suya. No fue un movimie nto brusco ni agresivo, sino que era justo el movimiento adecuado y Steph no pe nsaba seriamente en ir mas lejos. Durante un breve instante se miraron la una a la otra preguntandose si debian llegar a tanto. Sin embargo, la lujuria pudo ma s que la precaucion y empezaron a besarse con besos cortos y vacilantes. El clim a de atencion de la sala cambio completamente y las mujeres pudieron notar que los quince pares de ojos no las miraban, sino que las taladraban. Cuando separaron los labios y Alex clavo la lengua en la boca de su companera, S teph sintio como si una bola de fuego le inflamara las venas. Aunque tenia exper iencia en el arte de besar en escena, nadie le habia metido la lengua antes. Sol o labios, nada de lengua: era una regla no escrita. Pero Steph no se quejo. Toda s las zonas estrategicas de su cuerpo estaban humedas y palpitantes cuando la musica se desvanecio y la voz sosegada de Marsha irrumpio en escena. — Ahora, Mike, tu seras la novia de este hombre — dijo Marsha a la clase practica mente en un susurro—. Digamos que te llamas Kathy. Has ido a un bar con unos amig os y acabas de ver a tu novio que esta abrazando a esa otra mujer. Entra en esce na y muestrame que es lo que haces. Recuerda, ahora eres una mujer, asi que tien es que ser consciente de como eso afectara a toda tu expresion fisica. ¿De acuerdo ? Dentro, Kathy.
«Maldita Kathy de mierda», penso Steph para sus adentros mientras notaba como Alex s e apartaba instintivamente de su abrazo.
COMO GUSTÉIS — ¿Nunca te habias enrollado con una mujer, Steph? — le pregunto Bev mientras subian l as escaleras metalicas que llevaban a la cantina. — ¿Por que me preguntas eso? — pregunto a su vez Steph, pensando en si habria sido obv io para todo el grupo lo excitada que estaba. — Joder, tia, porque parecia muy caliente, eso es todo — bromeo Bev. — Digamoslo asi: ¿tu con quien preferirias enrollarte, con Alex, que esta buenis ima, o con Mike Lomas, que no lo esta tanto? — respondio Steph, al tiempo que le daba a su amiga u na palmada amistosa en el culo cuando llegaban al final de las estrechas escaler as. — Vale. Lo he captado — dijo Bev sin necesitar apenas tiempo para valorar los pros y los contras. — ¡Pues date prisa! A este paso se habran acabado todos los Slimfasts de fresa para cuando lleguemos — Steph habia probado todos los regimenes de todos los libros del mundo, pe ro, tanto si en aquel momento estaba intentado perder peso como si no, siempre preferia un Slimfasts para comer. Mientras engullian la comida en la pequena habitacion que hacia las veces de can tina, Steph exploro la sala en busca de Alex. Queria saber mas cosas sob re esa mujer tan atractiva y, en cierto modo, enigmatica, pero no se la veia por ninguna parte. Steph siempre estaba abierta a las aventuras; sin embargo, nunca habia experimentado nada parecido a su aventura de aquella ma nana y, despues de anos sonando con hacerlo con una mujer, esperaba ser capaz de ingeniarselas para lograr una oportunidad de seguir experimentando. Un eructo y una ventosidad de Bev indicaron que la comida habia terminado, y las dos amigas bajaron a mirar el tablon de anuncios para ver lo que les reservaba la tarde. La humedad en las bragas de Steph seguia recordandole las actividades de la manana y el corazon le latia velozmente mientras iba siguiendo la lista co n un dedo, deseando ver su nombre emparejado con el de Alex. Busco una manera de esconder su emocion al ver que iba a representar una escena de Como gusteis con Alex. Todo lo que pudo emitir fue: -¡Oh, no! El jodido Shakespeare. — Pues yo prefiero a le habian asignado . Las palabras de amino a las salas de
Shakespeare antes que a Adrian Mole — dijo Bev cuando vio que el papel del escolar que escribia su diario secreto Bev no recibieron respuesta, porque Steph ya estaba de c ensayos.
Steph abrio la puerta de golpe y sus ojos barrieron la habitacion con la esperan za de encontrar al reciente objeto de su obsesion. Alex era la unica persona e n la sala y Steph la contemplo: estaba tumbada de espaldas, con las rodillas d obladas, absorta en una postura tipica de relajacion. No habia tenido ocasi on de hablar con Alex de la improvisacion que habian llevado a cabo antes, pero esperaba que fuera cierta su instintiva impresion de que habia sido una experiencia agradable para ambas. Bev entro empujando la puerta detras de S
teph e interrumpio las ensonaciones de las dos mujeres. — ¡Oh! Hola, Steph. No sabia que estabas ahi — dijo Alex mientras rodaba hasta quedar boca abajo y levantaba la vista hacia las dos chicas. — Si. Hola, Alex — balbuceo Steph, un poco avergonzada de que la hubieran pillado m irando—. ¿Conoces a mi companera Bev? — Encantada, Bev — Alex se levanto del suelo y se acerco para darle la mano, lo cual sorprendio a Steph. Lo encontro muy formal, teniendo en cuenta que ella y Alex apenas se habian dado los buenos dias antes de insertar sus respectivas lenguas hasta la garganta de la otra mujer—. Deduzco que esta tarde vamos a trabajar junta s un poco de Shakespeare, ¿no, Steph? — dijo Alex. Steph se pregunto si eran imagin aciones suyas o si la voz de Alex aquella manana ya era tan profunda y sensual. — Si. ¿Quien prefieres ser, Orlando o Rosalinda? — bromeo Steph. — Bueno, creo que ahora me toca a mi ser el hombre, ¿no? — respondio Alex. Steph estaba asombrada de que su clitoris empezara a palpitar con solo pensarl o. Se preguntaba si aquella mujer seria la que convertiria sus fantasias en rea lidad. Los demas estudiantes empezaron a entrar en la clase y Marsha se situo en el centro del escenario para dirigirse a la cla se. — Bueno, ya se que ahora mismo no hay demasiado espacio, de manera que vamos a uti lizar las salas de ensayo por turnos. Es asunto vuestro decidir quien es el prim ero, pero no olvideis que teneis que presentar estas escenas en menos de c uarenta y ocho horas. O sea, que salir al jardin a fumarse un cigarrillo o a tomar un poco el sol no va a ser un uso productivo del tiempo — espeto la tutora—. Yo estare en el edificio toda la tarde, y me ire pasando a veros a todos, en un momento u otro, para ver si necesitais ayuda. Asi que no os preocupeis, no estar eis solos. Alex llevo a Steph al jardin para fumarse un cigarrillo, tomarse un cafe y desca nsar un poco al sol mientras esperaban a que quedara libre alguna sala. De pront o, Steph se sentia algo nerviosa al estar con aquella mujer sin poder esconderse detras de ninguna clase ni de ningun personaje. — ¿Y por que te apuntaste a este curso? — pregunto Steph con voz de «conversacion educad a». — Por Marsha. — ¿Os conoceis? — Podriamos decirlo asi. Me daba clases de voz en la escuela de teatro y a menudo me llama cuando hay algo. — ¿Habias hecho antes este curso? — No. Y tengo que decir que es uno de los proyectos de Marsha mas interesantes. Steph cogio el cigarrillo que le ofrecia Alex y le sonrio mientras dejaba escapa r el humo entre los labios. Alex le devolvio la sonrisa. Por la manera de mirarl a, Steph supo que no hacia falta decir nada sobre la actuacion de aquella m anana. Se quedaron sentadas en silencio durante unos momentos, disfrutan do del cigarrillo y de la calidez del dia primaveral.
— ¿Te apetece que te haga un masaje en el cuello mientras esperamos? — pregunto Alex d e improviso. — Pues no es mala idea — respondio Steph mientras se giraba para sentarse a horcajad as en la silla. Dejando caer la cabeza hacia delante, vio que el cigarrillo de A lex salia despedido hacia el cesped y que un par de pesadas botas de piel lo apl astaban. — ¿Y donde vives, Alex? — Steph se las arreglo para emitir las palabras a traves de su apretada traquea: tantas eran las ganas que tenia de saber mas sobre aquella mu jer. — Las preguntas no combinan bien con los masajes de cuello — respondio Alex, sin sol tar prenda—, limitate a relajarte entre mis manos. —Alex empujo hacia arriba con la mano, a traves de la melena morena que le llegaba a Steph hasta los hombros y e mpezo a masajearle el cuero cabelludo. Acerco su cuerpo al de Steph, de manera q ue esta podia sentir el calor de sus muslos apretandose contra ella. Estaba tan excitada por el contacto con aquella mujer que se acercaba a toda velocidad el momento en que seria necesario masturbarse o follar. Alex la habia llevado al bo rde del orgasmo y Steph, que ya no podia soportarlo mas, se sintio profundamente agradecida cuando reconocio la voz de Bev que les gritaba que habia una sala l ibre y que tenian que ir y ocuparla. Steph no estaba en absoluto nerviosa o angu stiada mientras las dos recorrian en silencio el camino, por las escaleras y el pasillo, hasta el estudio B. Sabia que Alex queria follar con ella y esta, una completa virgen en el lesbianismo cuyos suenos iban a convertirse en realidad, nunca habia estado tan excitada. Entraron en la sala y Steph cerro la puerta y bajo la persiana sobre el panel de cristal para que nadie que pasara pudiera llegar a ver lo que las dos sabian que iba a ocurrir. La puer ta no podia cerrarse con pestillo, pero ni la una ni la otra estaban preocupadas por las interrupciones. Alex dejo caer su bolsa en el suelo, avanzo hacia Steph y la beso con fuerza en la boca. Se apreto contra ella con tanto impetu que Ste ph empezo a tambalearse. Percibiendo que iba a separarse de ella, Alex la agarro con fuerza por la cintura y la llevo hacia la pared. — ¿Sabes?, no he podido dejar de pensar en follar contigo desde que nos hemos besado esta manana — dijo entrecortadamente Alex al tiempo que se inclinaba sobre ella y alargaba las manos para pasarlas por el culo de Steph. — Yo tampoco — confeso Steph. — ¿Quieres que te ensene lo caliente que estoy? — dijo Alex jugueteando con su ansiosa companera. — ¡Dios! ¡Si! — dijo Steph preguntandose que era lo que iba a hacer. Alex se metio la ma no en los pantalones, hundio un dedo en su sexo y con el dedo recubierto por sus fluidos recorrio el perfil de los labios de Steph. Ésta se paso la lengua por los labios, ansiosa por saborear el gusto del sexo de Alex. Diria que es el sabor de una mujer que esta muy, muy caliente. — Todas las expecta tivas de Steph sobre como iba a ir la tarde ya habian sido superadas con creces . Embriagada por el fuerte olor a sexo, Steph se adentro bajo la camiseta de Alex y levanto la prenda por encima de sus pechos. Dio gracias a su buena fortuna p orque no habia ningun sosten con el que pelearse y se aparto de los exigentes be sos de Alex para contemplarla mejor. Los pechos de Alex eran preciosos: redondos y firmes, cabian perfectamente en el hueco de la mano. Fascinada por el cuerpo
de aquella desconocida, deslizo los dedos por los pezones de un rojo oscuro que, erectos, pedian a gritos que los chuparan. Alex dejo escapar un grito ahogado d e excitacion cuando Steph bajo la cabeza y paso la lengua sobre la carne expecta nte Alzo la vista para encontrarse con los ojos azules de Alex que la miraban. Tenia los labios abiertos, con marcas de besos, y la respiracion entrecor tada, agitada por breves jadeos. — ¡Dios!, me encanta — gimio Alex—, pero, carino, si no me mines de una puta vez, voy a explotar. —Mientras seguia explorando con la boca cada centimetro de los pechos de Alex , Steph bajo hasta alcanzar la entrepierna de Alex. Le froto la costura de entr e las piernas y escucho como su companera gemia de placer. — ¡Cuidado! Pueden oirnos — dijo Steph, y se giro a mirar hacia la puerta para asegura rse. De golpe, la idea de estar tan al descubierto la asusto. — Es parte de la gracia, ¿no crees? — susurro Alex en el oido de Steph con voz ronca mientras colocaba la mano ahuecada en el cono de su nueva amiga. Steph tenia tan cerca de la oreja la boca de Alex que podia notar como sus labios le tocaban la piel mientras le recordaba el trabajo que tenian entre manos—. ¿Que te interesa mas ahora: una visita sorpresa de Marsha o mi cono, que te aseguro que esta mas moj ado de lo que puedas imaginarte y llamando a gritos a tu boca? — Alex agarro a Ste ph por la cinturilla de los tejanos y le desabrocho el boton. El unico sonido qu e flotaba en el aire era el de la cremallera de Steph bajando, sin prisa pero s in pausa. Apoyadas contra la pared y casi frente contra frente, las dos mujeres se miraron a los ojos, con las bocas abiertas y el sudor perlando su piel, en anticipacion de lo que estaba por llegar. Sin separar la mirada de la de Alex, S teph bajo las manos, las deslizo dentro de los pantalones de aquella y vio com o las pupilas de la otra mujer se dilataban de placer. — Son demasiado estrechos — declaro Alex—. Desabrochalos. Steph encontro el boton y lo saco del ojal, igual que Alex habia hecho con ella. Steph empujo los pantalones de Alex hasta mas abajo de sus caderas y estiro de la goma de las bragas de algodon negro que encontro debajo. El tacto del vello p ubico de Alex la estaba volviendo loca, pero la ropa seguia impidiendole alcanza r su sexo. — Quitate los pantalones y abre las piernas — le siseo Steph. Alex no tenia la menor intencion de discutir y forcejeo para sacar una pierna de los pantalones de mo do que Steph pudiera llegar hasta su cono. Steph aparto a un lado las bragas y hundio un dedo en el sexo de Alex. Utilizando una mano para quitar de en medio l a ropa interior, le empezo a mover el dedo corazon dentro y fuera del sexo humed o. ¡Dios! ¡Como me gusta! — dijo Steph. El olor de los fluidos de Alex crecio entre ellas y Steph lo inhalo de buena gana. — ¡Comeme, Steph! Quiero sentir tu lengua en mi cono — le ordeno Alex—. No puedo esperar mas. De pronto, el sonido del timbre que indicaba el cambio de clase lleno la habitac ion. Las dos mujeres se quedaron heladas: Steph con un dedo en el cono de Alex y esta con sus manos masajeando las tetas de Steph. Ahora oian el sonido de los p ies en estampida por el pasillo y las voces que comentaban la clase que acababa de terminar. — ¡Quiero que hagas que me corra, Steph! — susurro Alex mientras el sonido se iba ace rcando al estudio. — ¿Y si vienen aqui? — discutio Steph que, por una vez, se vela superada en el juego
de correr riesgos. — Pues se llevaran el susto del siglo — sonrio Alex. Espoleada por la bravata de Ale x, Steph dejo que la apartara de su posicion contra la pared y que le guiara la cabeza entre sus piernas. Utilizando la pared para apoyarse, Alex arqueo la pelv is hacia delante y ofrecio a su amante su cono caliente. Con la escuela invadida por los ruidos de los estudiantes que se desplazaban, Steph separo los labios d el sexo de Alex para revelar su clitoris erecto. Sono un golpe cuando alguien di o un bandazo contra la puerta. — ¿Que cono...? — pregunto Steph apartandose a toda prisa. — ¡Steph! ¿Quieres follar conmigo o pensar en ellos? — ¡Dios, Alex! Eres buena. — ¡Por favor, Steph! — gruno Alex, que parecia hacer caso omiso de la posible intrusio n. Puso las manos en la parte posterior de la cabeza de Steph y la guio hacia su sexo. A Alex se le doblaron ligeramente las rodillas por la intensidad de su d eseo. — ¡Al suelo! — le ordeno Steph. Alex hizo lo que le decia y dejo que le separara las p iernas tanto como era posible. Steph «e quedo maravillada ante la belleza del cono que se le ofrecia. Asi que quieres que te chupe, ¿no? Alex cerro los ojos y asintio con la cabeza como respuesta. Tras eso, Steph le i nserto la lengua en la vagina y saboreo por primera vez los jugos de una mujer. Reemplazo el empuje de su lengua con el empuje de sus dedos y centro la atencion en el clitoris de su companera. En la clase de al lado acababa de empezar un ensayo de Whistle Down the Wind* y cantantes con voces de diversas calidades estaban calentando. — ¡Oh, si! ¡Me encanta! ¡Oh, nena, justo ahi! — dijo Alex subiendo la voz ante la inminen cia del orgasmo. — ¡Shhh! — le insto Steph. Protegida por el ruido creciente de la clase de al lado, St eph abandono las caricias lentas y tentadoras y empezo a lamer el clitoris de Al ex cada vez mas deprisa, al tiempo que las caderas de esta aceleraban sus sacudi das para encontrarse con su boca. Absolutamente embriagada por Alex, Steph habia dejado de preocuparse por las interrupciones cuando oyo los gritos entrecortado s: — ¡Me voy, me voy! ¡Oh, Dios! ¡Steph, me corro! Steph agarro a Alex por la cintura y continuo ocupandose de su clitoris hasta qu e las caderas dejaron de empujar y el orgasmo fue remitiendo. Alex se sento, tomo la cara de Steph entre las manos y lamio sus propios jugos d el rostro y la boca de su companera antes de volver a ponerse rapidamente los pa ntalones. — Nunca crei que fuera a decir esto, pero ¡gracias por Whistle down the wind!. — dijo Steph entre risas, euforica solo de pensar que habia hecho que Alex se corriera tan intensamente.
* Nombre de un conocido musical londinense. (N. de la T.)
— ¿Que haces con eso puesto todavia? — Se burlo Alex mientras senalaba los pantalones abiertos de Steph—. ¿No te intereso? — Alex se disponia a quitarle los cuestionados pa ntalones y las bragas, pero, de pronto, Steph quiso sentir a aquella mujer tan s ensual sobre ella. Abrio las piernas y dejo que el agil cuerpo de Alex se desliz ara entre ellas. Alex le cubrio la cara de besos tiernos y empezo a frotar su p elvis contra el cono de Steph. — ¿Quieres correrte asi? — le pregunto. Steph asintio con la cabeza—. ¿Y podras correrte asi? — inquirio preocupada porque Steph no fuera a perderse la diversion. — ¿Tu que crees? — respondio Steph al tiempo que se agarraba al culo de Alex y la inst aba a empujar mas rapido—. Estar en la misma habitacion que tu ya seria suficiente para que me,.. ¡Oh, Dios mio! — Clavo los dedos en el trasero de Alex y hundio los dientes en su hombro. El climax de Steph fue Intenso. Con Alex entre las piernas y con un rubor post-orgasmico que le cubria el pecho y las mejillas, Steph paso sus dedos delicadamente por la cara sonriente que se reclinaba sobre ella. El ruido de la puerta al abrirse sono como un disparo para las dos mujeres que e staban absortas en el cuerpo de la otra y en sus propios pensamientos. Alex se g iro rapidamente y se encontro con Marsha, que estaba de pie en el umbral de la p uerta, y parecia algo desconcertada. — Hemos pensado que podriamos trabajar la escena de la lucha en vez de ir directas al texto principal — pensando con rapidez, Alex se adelanto por los pelos—. Te parece bien, ¿no, Marsha? — Oh, si. Fantastico. Perfecto, de hecho. Chicas listas — dijo Marsha que parecia sa tisfecha con la explicacion—. Una idea maravillosa para introducirse en el person aje de Orlando — prosiguio—. ¿Y quien de las dos es Orlando? — Yo — respondieron a coro las dos mujeres desde el suelo. Marsha levanto una ceja y esbozo una sonrisa de complicidad. En su interior, Alex y Steph sabian que las habian descubierto.
2 Cayendo en la tentación
Por la noche, Steph estaba sentada en su piso del norte de Londres preguntandose si el sexo de aquella tarde habia sido o no producto de su imaginacion. Alex se habia ido poco despues de que Marsha hubiera interrumpido su «ensayo» y no habia habido ninguna alusion a lo que habia ocurrido entre ellas, ningun «podriamos repetirlo alguna vez», ninguna pista sobre como no sentia. Como consec uencia, Steph se encontraba con la Inusual sensacion de sentirse un poco utiliz ada. Bev la habia llamado para preguntarle si queria bajar al pub a tomarse unas cervezas, pero ella estaba demasiado ocupada sintiendose tremendamente excitad a por haber descubierto las delicias del sexo lesbico y tambien un poco molesta porque Alex no hubiera sido mas... bueno, «amistosa» era la unica palabra que se le ocurria que encajara en sus expectativas. Descorcho una botella de Chardonnay australiano y se sirvio una copa. En aquel las circunstancias, aprenderse un papel le parecia un plan demasiado aburri do, asi que encendio la tele. Las series se convirtieron en concursos que s e convirtieron a su vez en la cantinela de la voz de un presentador de noticias que, en combinacion con el vino, logro hacerla dormir. Cuando sono el timbre de la puerta, a las 22.30, Steph penso que debia de ser Bev, borracha y sin ganas de sacar las llave s del bolso. A reganadientes y con gran esfuerzo se levanto del sillon de ver la tele y fue a a brir la puerta. En cuanto vio a Alex ante si, se arrepintio de los monstruosos p antalones de chandal viejos que llevaba y de la mueca de desden, tan poco atract iva, de su cara. — Hola — dijo Alex, como si fuera la cosa mas normal del mundo el presentarse sin av isar en casa de una mujer desconocida en un horario en que ya ha empezado la pro gramacion para adultos de la tele. — ¿Que estas haciendo aqui? — pregunto Steph perpleja. — Pasaba por aqui y... — ¡Pero si tu no sabes mi direccion! — Ya te dije que soy amiga de la tutora del curso. — ¡Ah, si! ¡Claro! — dijo Steph sintiendose algo estupida. — ¿No me vas a dejar a entrar? — ¡Ah, si! ¡Claro! — Steph se hizo a un lado y dejo que Alex pasara. — ¿Estas bien? — se intereso Alex, viendo que Steph parecia algo agitada. — Un poco sorprendida de que estes aqui. Eso es todo. — ¿Sorprendida? Por si lo has olvidado, tenemos una escena que presentar y, que yo s epa, hoy no es que hayamos ensayado una barbaridad. — Pero tu practicamente te has ido corriendo del estudio despues de que Marsha nos pillara esta tarde. La verdad, no creia que fuera a volver a verte.
— Tenia que presentarme a una audicion. Eso es todo. Lo siento, carino — l a tranquilizo Alex, mientras extendia un brazo para acariciar con el dorso de la mano la mejilla de Steph—. Pero, mira, ya estoy aqui. Asi que, ¿por que no nos po nemos a trabajar? — ¡Mira que eres rara! — dijo Steph intentando disimular que estaba encantada y hacien dola pasar a la sala. Steph recogio del suelo el libro que habia abandonado y la s dos mujeres empezaron a trabajar la escena. Hablaron de la motivacion, de los objetivos y demas pajas mentales sobre las que les encanta a los actores pasars e horas parloteando. Sobre las 00.30, hubo una llamada de telefono. Era Bev que estaba muy borracha y queria avisar a Steph de que se quedaba a dormir con Tina y que no tenia que preocuparse por ella. Le dijo a Steph que la queria muc ho, muchisimo, que era la mejor companera del mundo y que la veria al dia siguie nte en clase. — ¿Asi que tenemos la casa para nosotras solas? —dijo Alex, que se habia desembaraz ado de su guion y estaba tumbada en el sillon tomandose el vino que quedaba. — Pero es mas de medianoche, Alex, y seguro que hace mucho que se te ha pasado la hora de irte a la cama —se burlo Steph. — ¡Ven aqui y repite eso! Steph no pudo evitar caer de rodillas frente a Alex para recibir lo que le ofrec ia: una abundante y lujuriosa serie de besos, abrazos y caricias. Automaticament e, Alex busco los pechos de Steph, pero esta la aparto. — ¿Ahora no iras a hacerte la timida conmigo, verdad? — le pregunto Alex sorprendida. — Aunque me muero de ganas de pasarme la noche follando contigo como una loca, ten go demasiadas preguntas para las que necesito respuestas — declaro Steph impresion ada por su autocontrol. — ¿Que quieres decir? — ¡Por Dios, Alex! Nos hemos manoseado enfrente de toda una clase y hemos disfrutado de un sexo fantastico en el estudio, pero no se nada de ti. — ¿Y te gustaria saber algo? — ¡Si! — Bueno, ¿que es lo que quieres saber? — Pues, por que eres tan impredecible seria un buen punto por donde empezar. — Steph, ¿de verdad crees que voy por ahi liandome con todas las mujeres b onitas con las que trabajo? Steph lo penso un momento y tuvo que admitir que si que lo creia. Alex se echo a reir ante la imagen que Steph tenia de ella. — Bueno, lamento echar por tierra tus ilusiones, pero no es asi. Aunque, despues de lo de hoy, empiezo a creer que deberia hacerlo. — Entonces, ¿que pasa? ¿Tienes novio? ¿Es eso? — ¡No, por Dios! — Entonces ¿por que eres tan jodidamente misteriosa?
— Quiero que intentes comprender, Steph, que no es porque no me gustes. Se que te sonara extrano, pero tengo un acuerdo con mi agente. La verdad es que ni siquier a deberia estar aqui. — ¿Que? ¿Un acuerdo de negocios? — Steph estaba fascinada y preocupada por el cariz que empezaban a tomar las cosas. Alex parecia estar pasandolo mal mientras decidia exactamente lo que estaba a pu nto de decir, pero al fin salio con: — En cierto modo, le he prometido a mi agente que me mantendria celibe. Steph empezo a reirse. Le complacia ver que la imaginacion de Alex parecia tan f ertil como la suya. — No es broma, Steph. — La seriedad en el tono de Alex le hizo ver a Steph inmediata mente que aquella extravagante declaracion no era ningun tipo de broma estrambo tica, despues de todo. — ¿Y por que diablos ibas a hacer una cosa asi? — pregunto Steph, aunque seguia recela ndo de la respuesta. — La verdad es que es muy dificil explicarlo sin que suene y arrogante, pero llegu e a un acuerdo con mi agente cuando se hizo cargo de mi. Él solo me pro pondria para papeles de calidad, dignos de estrellas, ya sabes, pelicul as, buenas series de television, etc. si yo mantenia en secreto lo de mi lesbianismo. — De modo que eres lesbiana. — De la cabeza a los pies, carino. — ¡Joder! — exclamo Steph. — Ya lo se. Es una mierda. Es como vender el alma al diablo, pero llevo toda la vi da sonando con actuar en el cine y ahora tengo a alguien que es lo bastante pode roso y esta lo suficientemente interesado como para ayudarme a conseguirlo. Cree me, Steph, cuando estas delante de alguien que te ofrece una prueba para la pro xima gran produccion, dejar el sexo no parece una cosa demasiado grave. — Pues no estas cumpliendo muy bien tu parte del trato, ¿no? Steph se rio del tono s erio de Alex. — ¿Y yo que pinto? ¿Vas a cortarme la lengua y a condenarme a vivir en silencio? — No me servirias de mucho si te cortara la lengua, ¿no crees? -Alex empezaba a anim arse. - Vamos, que esto es una especie de final de algo que nunca debio haber empezado . Alex hizo una pausa y, en silencio, asintio con la cabeza. - Se que no tengo derecho a pedirtelo, pero ¿mantendras en secreto lo que ha ocurr ido? - ¿Ni una palabra? - Ni siquiera a Bev. - ¿Y entonces, por que te has enrollado conmigo en el estudio, Alex? Podria haber entrado cualquiera y habernos visto. ¿Por que tenias que hacer algo asi si te preo cupa tanto que la gente descubra que eres lesbiana perdida? -Steph estaba cansad a, disgustada y confusa.
- No puedo quedarme indiferente si algo me excita, ¿vale? - Steph espero a q ue continuara-. Sencillamente, la idea de practicar el sexo en lugares insolito s me pone caliente, eso es todo. Se que es estupido, pero es lo que hay. Steph comenzaba a desear no haber empezado esa conversacion a medida que se apr oximaba a una sobrecarga de informacion. - ¡Tu te crees! Mira que irme a topar con un bicho raro como tu en mi primera vez. .. - Steph se puso en pie desde su posicion a los pies de Alex y saco una botell a de Grouse y un par de vasos de la vitrina. Llegadas a ese punto, lo mas adecua do parecia tomarse algo fuerte. - Beber si que puedes, ¿verdad? - inquirio Steph sarcastica-mente mientras servia demasiado whisky en los vasos largos-. ¿No hay ningun acuerdo, tra to o restriccion en este sentido? - La respuesta de Alex fue ignorar totalm ente el comentario. - ¿De verdad hoy era tu primera vez? - La sorpresa de Alex parecia autentica. Tomo la bebida que le ofrecia Steph pero mantuvo la mano de esta en la suya. - Si - admitio Steph con timidez y levanto la mirada hacia Alex, esperando que n o fuera a burlarse de ella. - Bueno, estuviste maravillosa. - Alex se dejo caer del asiento para sentarse en el suelo al lado de Steph. Giro en redondo, de manera que las dos mujer es quedaron frente a frente, con las piernas entrelazadas. Alex volvio a c oger la mano de Steph y la guio hacia su boca, donde, con delicadeza, chupo las puntas de los dedos y continuo lamiendolos hasta la base. - Es la primera vez que caigo en la tentacion, ¿sabes? - Intentaba hacerla sentir mejor. - ¿Se supone que me he de sentir halagada? - Steph estaba enfurrunada. - Cuando me besaste el cuello en clase creia que me iba a correr alli mismo - Al ex seguia chupando, lamiendo y acariciando los dedos de Steph. - Eso es solo porque llevas siglos sin mantener relaciones sexuales. ¿Cuanto tiemp o hace? - Steph sospechaba que Alex conocia la respuesta exacta a la pregunta, p ero, en vez de contestar, se encogio de hombros. - ¿Y que te hizo pensar que podias confiar en mi? - La idea de que Alex la hubiera escogido para enrollarse con ella hizo Steph se sintiera un poco especial. - No lo se. Instinto. Una reaccion visceral. Y nos entendimos, ¿no? Aunque adulada por sus comentarios, Steph seguia siendo consciente de que su «en tenderse» habia sido mayor que el de Alex. - Steph, estoy intentando decirte lo mucho que me gustas - dijo Alex, al parecer ansiosa por lograr algun tipo de respuesta. - ¿Si?, vale. Pues lo que yo estoy sear con mujeres inalcanzables y bia encontrado a alguien con quien hora resulta eres una chiflada
intentando decirte es que estoy harta de fanta que esta tarde creia de verdad que por fin ha podia empezar una verdadera relacion. Y a totalmente obsesionada por la ambicion.
Las dos continuaron sentadas en silencio, intentando digerir lo que la otra hab ia dicho. Steph miro como Alex paseaba la mirada por toda la habitacion, fijando se en el poster de Mis amigos y vecinos en las paredes pintadas de un verde bril lante, los libros alineados en los estantes, ordenados por colores, y la persona
lizada vitrina de Ikea, solitaria en el rincon. - ¿Y que mujeres inalcanzables aparecian en tus fantasias? sonrio a Steph, le quit o el vaso de la mano y lo dejo en la alfombra junto a ella. - Yo tambien tengo derecho a guardar mis secretos, ¿sabes? -la hizo rabiar Steph. - Bueno, pues esta noche no vas a necesitarlas. - ¿Ah si? - Steph estaba fascinada por el modo en que Alex podia decir ese tipo de cosas sin que sonara arrogante. - ¿Por que ibas a tener que masturbarte si me tienes a mi dispuesta a hacer lo que quieras? - El corazon de Steph se desboco Sabia que era una locura tener algo m as con aquella mujer, pero hay algunas reacciones que la logica no puede control ar. - ¿Solo por esta noche? - pregunto Steph con la esperanza de no haber enten dido del todo el retorcido argumento. - Solo por esta noche - confirmo Alex. Steph le puso la mano en el muslo-. Pero ni una palabra. - El tacto de la pierna desnuda de Alex hizo que Steph sintiera el cosquilleo del deseo-. ¿Prometido? - Steph beso a Alex en los labios en un gest o que sello su pacto. Paso las manos entre los suaves rizos de Alex y la apreto con fuerza contra su c uerpo mientras sus lenguas se encontraban. Cuando se separaron del beso, un hili llo de saliva unio sus bocas durante un instante, resplandeciendo a la luz de la television sin sonido. Las manos de Steph temblaban cuando se acercaron a los b otones de la camisa de Alex. Despacio, desabrocho el primer boton que descubrio el sosten. Paso las manos por el ligerisimo tejido que cubria el cuerpo de Alex, deseando saborear cada momento de esa historia. Sin moverse, Alex ofrecio su cu erpo a las manos curiosas de Steph, quien hizo saltar los botones uno a uno, has ta que pudo quitar la prenda de los hombros de su amante y dejarla caer al suelo . El cuerpo moreno de Alex, semidesnudo, era mas erotico de lo que jamas habia s onado Steph. Estirando los brazos, Alex se desabrocho el sosten y lo dejo caer e n el suelo antes de tenderse lentamente sobre los cojines que tenia detras. - No se si podre - susurro Steph, practicamente sobrepasada por las sensaciones que embargaban su cuerpo. - Dame la mano - murmuro Alex. Suavemente, coloco la mano de Steph sobre su pech o desnudo. Steph sintio como el pezon se erizaba bajo su palma y lo apreto, disfrutando con el suave gemido que se escapaba de los labios de Alex. Sentada a horcajadas sob re las caderas de esta, Steph se inclino y le recorrio con la lengua el hueco de l cuello, alrededor de la oreja. Sujetandole los brazos contra el suelo, respiro la fragancia de aquella hermosa mujer, tomo el lobulo de la oreja entre los dientes y lo mordisqueo como le gustaba que le hicieran a ella. S teph sentia las caderas de Alex contoneandose contra las suyas. - No tan deprisa. Te recuerdo que esta es mi noche - reprendio a Alex. Mientras empujaba con la pelvis, para hacerle bajar el pubis hasta los cojines-. Ahora v oy a levantarme, y no quiero ver que intentas tocarte en la entrepierna, ¿de acue rdo? Alex asintio y parecia estar gratamente sorprendida por el modo en que Steph hab ia decidido tomar el control. Ésta se puso de pie, con una pierna a cada lado del cuerpo de Alex, y se quito la camiseta. Paso los pulgares por debajo de la goma elastica de sus pantalones de chandal, se los bajo y se los quito. Y en vez de l
as bragas blancas de encaje que habia visto por un momento aquel mismo dia, Alex se encontro mirando al sexo desnudo de Steph. Incapaz de contenerse, s e sento, intentando desesperadamente sumergir su lengua en el sexo de Steph. Ésta chasqueo la lengua en senal de desaprobacion, mientras mantenia la cabeza d e Alex a unos centimetros de su cono. - Creia que lo estabamos haciendo a mi manera... - Yo solo... - Puedes mirar, pero no puedes tocar. Todavia no - Steph estaba totalmente meti da en su papel. Sentia el aliento de Alex en el clitoris y, aunque anhelaba que la tocara, estaba disfrutando demasiado con el deseo de la mujer. Paso un dedo a lo largo del cono para recubrirlo con sus fluidos y lo metio en la boca abierta de Alex-. Consideralo un aperitivo - la provoco, mientras Alex lamia ruidosamen te el dedo que le ofrecia. Apartandose de la impaciente lengua de Alex, Steph c entro la Atencion en la ropa que aun llevaba puesta su companera. Valorando la s ituacion, calculo que la falda de algodon no iba a plantear ningun problema y em pezo a quitarsela, bajandosela por las piernas. La mujer tumbada levanto amablem ente las caderas. Las bragas de Alex estaban mojadas en la entrepierna y confirmaban lo excitada que estaba. Steph no pudo resistirse a hostigarla m as y paso el dedo que acababa de sacar de su humeda hendidura sobre la tela empa pada. Alex ahogo un grito y sacudio las caderas hacia delante, pero, consciente de que era Steph quien orquestaba la escena, no hizo ningun intento de tocarla. Arrodillada ante las piernas abiertas de Alex, Steph agacho la cabeza y froto su s labios contra el ombligo, al tiempo que le bajaba las bragas para tocarle el v ello pubico. Despues, paso una mano por la parte baja de la espalda, agarro con fuerza la unica prenda de ropa que quedaba y tiro de las bragas hasta sacarlas d el culo de Alex, quien levanto la pelvis para dejar que apartara de su cuerpo aq uella molesta prenda. - Sientate sobre mi cara - siseo Alex, impaciente por llegar al plato fuerte. St eph se recoloco para volverse a poner otra vez a horcajadas sobre Alex. - Esperate - le susurro, agachandose de manera que su cono pasara rozando el est omago de Alex, dejando un reguero de humedad-. Lo bueno se hace esperar. -Gradua lmente fue moviendose hacia arriba por el cuerpo expectante de Alex y, al pasar el clitoris duro por el pezon erizado de esta, temblo de excitacion. Como Alex n o queria que Steph se corriera antes de que ella hubiera tenido ocasion de proba r el cono que le habia sido negado antes, considero aquello como su entrada. Des cendio por entre las piernas de Steph hasta que los labios rojos e hinchados de su amante quedaro n a centimetros de su cara. Alex paso los dedos por ambos lados del clitoris ere cto de Steph de modo que este aun sobresalio un poco mas de su cono. Primero lo agito con la lengua y luego la inserto en el sexo de Steph. El gemido de alivio de Steph al abandonarse finalmente a la lengua de Alex salio de lo mas profundo de su ser y esta sintio que los muslos a ambos lados de su cabeza temb laban de lujuria. Steph respiraba con inspiraciones cortas y fuertes mientr as empujaba el clitoris con fuerza dentro de la boca que habia bajo ella. Utiliz ando las manos para aguantar el peso, empezo a deslizar el cono sobre la boca de Alex con tanta desesperacion que esta ya no sabia si le estaba lamiendo la vagi na o el clitoris. Con la cara cubierta por los fluidos de Steph, Alex la agarro por las caderas para poder meter la lengua aun mas dentro del agujero. Los gemid os de Steph se estaban convirtiendo en gritos de deleite y empujaba ritmicamente su clitoris tenso y palpitante en la boca de Alex. - ¡Dios! ¡Alex, vas a hacer que me corra! - Sentia como su clitoris rozaba los dient es de Alex-. ¡Dios mio! - grito mientras el orgasmo crecia en su interior. Con un ultimo empujo
n, Steph dejo escapar un enorme gemido mientras la explosion del climax retumbab a por todo su cuerpo y su eyaculacion era recogida por la hambrienta boca de Ale x. Steph se inclino hacia adelante para saborear su propio orgasmo en la cara de Al ex. Alargo la mano hacia atras y la deslizo entre las piernas de Alex, donde sin tio la humedad pegajosa que rezumaba de su sexo y por entre sus muslos. - Quiero que me folies con tu clitoris - la voz de Alex era ronca y apenas audib le, pero directa al grano. No hubo ninguna necesidad de repetirle a Steph que probara su fantasia sexual favorita. Alex parecia torturarse por anticipado con la expectacion de lo que iba a suceder, mientras levantaba la pierna derecha para que Steph pudiera colocar sus labios abiertos sobre los suyos. Entre sus p iernas enlazadas como unas tijeras, Steph pudo ver el clitoris de Alex congestio nado por el deseo. Alex se puso la mano en el cono y se separo aun mas los labio s para ofrecerle una mejor vista de su sexo. - Quiero sentir como te frotas contra mi, nena - le exigio Alex-. Quiero sentir te contra mi. - Steph estaba paralizada de la misma excitacion-. Follame, St eph. - La orden basto para poner en marcha a Steph, quien descendio sobre el cli toris de Alex. Oyo el sonido de sus conos empapados al juntarse y creyo que se moria y que iba a ir al cielo del sexo. Las dos mujeres ahogaron un grito cuando notaron la presion del otro clitoris sobre el suyo. - Nunca hubiera dicho que nadie pudiera ser tan... - ¡Si! - grito Alex mientras su amante daba con el punto exacto. Steph ya habia em pezado a encaminarse de nuevo hacia el climax y se concentro todo lo que pudo en dar placer a Alex. Movia las caderas al ritmo de los empellones que venian de a bajo. Steph vio que la cara de Alex empezaba a contraerse y supo, por el modo en que Alex le clavaba los dedos en el culo, que estaba a punto de correrse. - Correte conmigo, Steph. ¡Correte conmigo! - grito Alex mientras el orgasmo le re corria el cuerpo entero. El ruido, el sudor y el olor de las dos mujeres corrien dose al mismo tiempo eran muy intensos. Cuando Steph se hundio en los brazos de Alex, sono en la pared el golpe de unos vecinos envidiosos. Las dos mujeres se sonrieron la una a la otra, orgullosas de que su actuacion hubiera provocado tal reaccion. Steph miro el reloj. Darse cue nta de que eran casi las cuatro de la manana la hizo bostezar y enroscarse alred edor del cuerpo de Alex. Ésta se giro para mirarla. - No iras a dormirte, ¿verdad? - dijo disgustada. - Estoy agotada. - Pero apenas nos quedan un par de horas para estar juntas. No puedes dormirte. - Entonces, ¿que te parece si vamos a la cama? - De acuerdo. Dejando la sala con toda la ropa desparramada y un fuerte olor a sexo, Steph llevo a Alex a su dormitorio. Bajo el edredon, Alex paso el brazo alrededor de Steph y le aparto de la cara unos mechones de pelo sudoroso. - No puedo acercarme lo bastante a ti - dijo Steph, quien empezaba a angustiarse ante la idea de que Alex se fuera y desapareciera de su vida. Alex la atrajo hacia si con fuerza y l a aferro con las piernas.
- ¿Estas lo bastante cerca? - pregunto. - Ummm. No esta mal. - Alex empezo a acariciar la espalda y el culo de Steph y n inguna de las dos mujeres se sorprendio al ver que sus cuerpos empezaban a reacc ionar. Pelvis contra pelvis, sus caderas empezaron a balancearse atras y adelant e y empezaron de nuevo a hacer el amor.
ESTÚPIDOS CHANTAJES EMOCIONALES Fue el movil de Alex lo que finalmente las desperto. Alex se inclino hacia un la do de la cama para hurgar en su bolso en busca del origen de la interrupcion. Pu so la bolsa boca abajo y el telefono salio dando vueltas. Alex miro a la pantall a y reconocio el numero de Marsha. - ¿Que querra a estas horas de la manana? - se quejo mientras dejaba que saltara e l buzon de voz. - ¿Quien? - hablo con voz ronca Steph, que estaba aun menos despierta que Alex. - Marsha - Alex se dio la vuelta y miro el reloj-. ¡Dios mio! Son las 11.30 - grit o y salto fuera de la cama-. Vamos, Steph, vas a llegar tarde - Steph agarro con todas sus fuerzas la ropa de la cama que Alex intentaba quitarle. - No voy a ir. - ¿Que quiere decir que no vas a ir? - le pregunto Alex mientras buscaba su ropa p or toda la habitacion, hasta que recordo por que no estaba alli. - Despues de todo esto, no puedo volver y trabajar en una escena contigo -farful lo Steph a traves del edredon. Alex se dejo caer en la cama. - Mira, tu vas y yo telefoneo a Marsha y le digo que me ha surgido algo, ¿de acuer do? - dijo Alex con entusiasmo. - No voy, Alex. Esta decidido. - ¿Y que es lo que vas a hacer todo el dia? - Alex se resistia a marcharse mientra s Steph pareciera tan inestable-. ¡Por el amor de Dios, Steph! casi no nos conoce mos. Hemos echado un polvo... polvo... - O dos. - O dos - continuo Alex-. Ha sido divertido. Ha habido sexo del bueno - Pero un par de orgasmo, y un cigarrillo a medias no nos convierten automaticam ente en una pareja de medias no nos lesbianas de por vida, ¿sabes? - ¿Por que me hablas asi, Alex? Ya vale - Steph estaba disgustada por el repentin o cambio de actitud de Alex, pero sabia perfectamente lo que estaba intentando hacer-. No soy tan ingenua como te crees, ¿sabes? - dijo bruscamente, demasiado ca nsada para jugar a estupidos chantajes emocionales-. Se que estas asustada porqu e ya no sabes si puedes confiar en mi, pero eso es algo que solo averiguaras con el tiempo, ¿no? - Steph, creia que habiamos quedado de acuerdo en que... - Mira, Alex, me gustas de verdad. A saber por que, porque cualquiera que acceda a destruir su vida privada a cambio de una vaga promesa de fama y dinero debe de ser una completa idiota, cuando no una hija de puta que descarga su frus
tracion contra mujeres jovenes e indefensas. Pero me gustas. Eres la mujer mas s exy y la mas bonita con la que me he encontrado y creo que lo que estas haciendo es un desperdicio. - Steph estaba satisfecha de haber dicho lo que pensaba. Vol vio a desplomarse en la cama y se arropo con el edredon. - Lo siento si te he hecho dana, Steph - contesto Alex-. - No crei que fuera gustaste en clase, eras que lo siento. un tanto frustrada a previsto.
a ser asi. Me gustaste en clase, pero no fuera a ser asi. Me pero no deberia haber dejado que las se descontrolaran. De v - No hubo ninguna reaccion por parte de Steph y Alex parecia porque las cosas no estaban saliendo tan bien como ella habi
- Quiero decir que ¿como iba a saber que era tu primera vez? - continuo Alex-. Jod er, ayer en el estudio no era demasiado evidente. - Sono un "¡Ja!" debajo del edre don-. No, no lo era - protesto Alex. - No tiene ninguna importancia si me he tirado a una mujer o a cientos. La cuest ion es que no deberias ir por ahi poniendole a la gente la miel en los labios y luego negandosela. - ¿Asi que solo me quieres por mi cuerpo? - pregunto Alex. Otro «¡Ja!» salio de debajo d el edredon -. ¡Por Dios, Steph! Lo unico que tienes que hacer es darte una vuelta por algunos de los bares de la ciudad y podras tirarte a una mujer diferente cada noche. - Bueno, pues puede que lo haga. - ¡Bien! El telefono de Alex volvio a sonar. Esta vez vio que era el numero del despacho de su agente. «Que coordinacion tan impecable», penso para sus adentros, sonrien do ante lo ironico de la situacion. Respondio a la llamada y se fue al otro lado de la habitacion para hablar en murmullos con su interlocutor. St eph se aparto ligeramente la ropa de cama de la cara para intentar oir de que es taban hablando. Solo pillo un par de palabras, pero estaba segura de que se trat aba de una llamada importante. - Alex, soy Quentin. - Quentin, no es buen momento. - No creo que pueda haber un mal momento para decirte que te han vuelto a llamar para que hagas una prueba para la pelicula de Brett Torento, ¿o si? - La voz del agente llegaba del otro lado de la linea. - ¿En serio? - No podria hablar mas en serio. Esta vez quieren que hagas un par de escenas co n Brett. Es buena senal, Alex. Muy buena senal. - ¡Es fantastico, Quentin! Escucha, acabo con lo que estoy haciendo y te llamo en cuanto llegue a casa, ¿vale? - Hablamos luego. Colgando el telefono, Alex volvio sentarse en la cama. - Escucha, carino. Ahora si que he de irme. Tengo que ir a un sitio. - Muy bien - dijo Steph con calma, rodando sobre si misma para mirar a Alex.
- ¿Te importa que me de una ducha rapida antes de irme? Si no, en cuanto salga a l a calle me seguiran todos los perros del vecindario. - En absoluto. Coge ropa interior limpia, si quieres. Alex fue hacia el cajon al que senalaba Steph. - Gracias. - Llevando un par de bragas de Steph en la mano, Alex se dirigio lent amente hacia la puerta. - Entonces te dejo que sigas durmiendo - susurro Alex al bulto de debajo del edr edon. - Como quieras - fue la amortiguada respuesta. Alex reunio todas sus cosas, cogi o una toalla del respaldo de una silla y siguio su camino hacia la puerta. - O sea, que no vas a ir diciendo nada... - Alex intento, por ultima vez, conseguir que la tranquilizara antes de irse. - ¡Por favor! - dijo Steph frustrada. Alex se paro un momento. - Y no te olvides de salir a ligar por los bares que te he dicho - le dijo Alex a modo de despedida.
3 De bar en bar y de chat en chat
Un ruidoso sorbo resono por los lados del vaso, mientras Steph apuraba con una p ajita lo que quedaba de vodka con Red Bull. Miro atentamente al monton de hielo que habia quedado en el fondo y supo que si queria evitar cruzar la mirada con a lguien necesitaba algo con lo que mantenerse ocupada y tendria que ir a la barra a pedirse otro. Salir sola no era algo que hiciera habitualmente. Ir sola a un bar solo para mujeres era algo que no habia hecho nunca. Y ahora que estaba ahi, se habia puesto tan nerviosa que habia hecho un agujero enorme en su paquete de cigarrillos y se habia bebido de un trago tres vodkas. Y solo llevaba una hora en el bar. Incluso a Bev le hubiera parecido una buena marca. Steph sonrio al recordar la cara que habia puesto Bev cuando le dijo que era les biana. El acento de Glasgow de su amiga se hizo mas y mas cerrado mientras boque aba, aullaba y, finalmente, chillaba de alegria. Bev le habia recitado un par de historias incluyendo una sobre una experiencia que tuvo con una empleada de un chalet en un viaje de estudios a Bognor y luego sugirio ir al pub a celebrarlo. Se lo pasaron bien en el pub y hablaron de un monton de cosas que Steph no rec ordaba aunque, de todos modos, estaba segura de que no valia la pena recordarl as. Se habia referido a su relacion con Alex, pero se habia parado antes de menc ionar su nombre. Para cuando Steph llego al final de su confesion, se habia conv ertido en una historia bastante enrevesada, ya que Steph la aparto todo lo que p udo de la verdad. A Bev le dio la impresion de que una maldita zorra sedienta de sexo se habia aprovechado de su amiga, la habia utilizado, valiendose de que er a una pobre lesbiana sin experiencia que buscaba amistad y quizas algo mas. Bev habia animado a Steph a salir para conocer el ambiente y durante los siguientes dias se habia acostumbrado a leer en voz alta las descripciones de la seccion de bares para gays y lesbianas del Time Out para organizarle la agenda a su amiga.
Cuando Steph se hizo sitio entre dos mujeres que estaban sentadas en los taburet es de la barra del bar, se dio cuenta de que la mujer que tenia a la izquierda l levaba la misma colonia que llevaba Alex aquel dia en la escuela de teatro. Se e ncaramo sobre la barra para los pies que habia en la parte baja, de manera que la pudieran ver mejor por encima de aquel mostrador tan alto, y estiro el brazo, haciendo ondear un billete de diez libras recien salido del cajero que indicaba su intencion de pedir una bebida. Era todo lo que podia hacer Steph para dejar de hundir la cara en la melena de olor embriagador de aquella desconocida. Noto que estiraban del billete que tenia en la mano y lo agarro con mas fuerza antes de darse cuenta de que alguien le estaba hablando. - ¿Quieres una copa o no? - le grito la mujer de detras de la barra por encima de la musica que habia hecho una suave transicion desde la moderacion de la primera hora de la noche hasta la intensidad de las vibraciones para el baile y las cop as de bien entrada la noche. Con mas vodka en el vaso y el tum- tum-tum de la mu sica retumbando en sus oidos, Steph decidio que tenia que ir a comprobar su tale nto en la pista de baile mientras aun controlara sus facultades, que ya tenia al go descontroladas. Steph se dio cuenta de que si queria llegar a alguna parte aquella noche, tenia que empezar a aparentar que se lo estaba pasando bien, quizas incluso dejar que alguna que otra sonrisa se esbozara en su cara. Mas atrevida, gracias a la bebid a, levanto la mirada y empezo a moverse en una especie de semibaile, lo que hace la gente cuando lo que quiere no es bailar, sino ligar. Con la mirada empezo a pasar revista a la sala en busca de un posible polvo y le complacio descubrir, d espues de una primera ronda a la pista, que habia como minimo un par de encantad oras posibilidades. De repente, vio una figura alta y delgada al otro lado de la sala. La mujer se i nclinaba para acercar la boca al oido de la persona con la que estaba bailando. Steph no estaba segura de si las palpitaciones que notaba eran a causa de la not able cantidad de cafeina que circulaba por sus venas o si eran porque la mujer t enia el pelo oscuro y rizado. Maldijo las luces estroboscopicas que le impedian verla bien. ¿Era Alex? Y si era ella, ¿que cono estaba haciendo alli? Mientras Steph entrecerraba los ojos para ver a traves de las luces destellantes , Alex deambulaba por su piso en St. John’s Wood. Con un gin-tonic en una mano, so stenia en la otra el guion que le habia facilitado su agente. Despues de la llam ada que habia recibido a principios de semana, el director se habia vuelto a pon er en contacto con ella y le habia pedido una ultima audicion. Representaria una de las escenas de amor con Brett, el protagonista masculino de la pelicul a. Quentin le habia dicho que el director intentaba decidirse entre ella y ot ra mujer para el papel de objeto amoroso de Brett. Era un buen papel y con anterioridad, Alex habia representado miles de veces el tipo de muje r sofisticada y dura que se deshace en cuanto aparece un hombre de mandibu la cincelada, de modo que no era una prueba demasiado dura para ella. Ba sicamente, se limitaba a la quimica que hubiera entre ella y Brett. Aunque el er a bastante mono, nunca conseguiria que ella se encendiera. Sin embargo , Alex habia leido su Stanislavsky y sabia que, si dejaba que inundaran su m ente imagenes de cuando hizo el amor con Steph, no tendria ningun problema. Intentando apartar de la mente los pensamientos de su sepa-racion, Alex fue a se ntarse en la ventana desde la que se veia el jardin de la planta baja, justo el piso de debajo de ella. Era un atardecer de abril, calido y silencioso. A su pis o solo llegaba por el aire, de vez en cuando, el sonido de las voces de un pub c ercano. De algun modo, Alex encontraba tranquilizador saber que habia gente fue ra, divirtiendose, un sabado por la noche mientras ella se quedaba en casa y fan taseaba. Se pregunto que estaria haciendo Steph y con quien, y sus fantasias ad quirieron un tono diferente. Sintio como se le endurecian los pezones bajo la ca
miseta blanca y cenida que llevaba y automaticamente deslizo la mano por la abe rtura de los pantalones de su pijama de algodon. Le gusto sentir el tacto de su vello pubico y su mente vago una vez mas por los recuerdos del dia y de la noche que habia pasado con Steph. En sus viejos tiempos en el ambiente, habia sido un a amante prolifica y, sin duda, sabia reconocer un buen polvo, y el de Steph lo habia sido. Steph no sabia si tenia que sentirse aliviada o disgustada: la mujer a la que ha bia estado examinando en la pista de baile finalmente no era Alex. Liberada de su miedo momentaneo a que Alex la hubiera enganado y le hubiera hecho creer que era celibe simplemente para no tener que volver a verla, volvio a centrar la at encion en la tarea que tenia entre manos. Ahora, consciente de lo que sucedia a su alrededor, se dio cuenta de que practicamente habia sido incluida en el grup o de mujeres que tenia al lado. Steph decidio seguir su ejemplo y dejarse llevar por la musica que retumbaba en las paredes del pequeno y repleto local. Steph sonrio a una mujer de pelo rubio, casi blanco, corto y con un bro nceado despampanante que estaba bailando frente a ella. Le devolvio la sonrisa y habia algo en sus ardientes ojos marrones que hizo que Steph se diera cuenta d e que aquella era su oportunidad. Volvio a sonreir y la mujer le hizo senas de q ue se acercase. Asi de facil. Esta bailando en un club para lesbianas con una mu jer preciosa que se insinuaba... o eso esperaba. Steph se acerco un poco mas y l a mujer le puso las manos en la cintura. Con una pierna entre las de la otra muj er, se movieron con la musica, mientras sus entrepiernas se acercaban cada vez mas. Steph alcanzo a oler el perfume de la mujer mientras esta la atraia aun mas cerca de su cuerpo. - ¿Has venido con alguien? - le pregunto la mujer rubia con un marcado acento espa nol tan sexy que Steph no podia creerse que hubiera tenido tanta suerte. - No. Quiero decir, si - contesto Steph-. Pero se ha tenido que ir temprano -St eph no queria parecer una triste folladora sin amigos. - ¿Es tu novia? - No. Solo una amiga. - Estaba tan cerca de la mujer rubia que podia sentir sus pechos frotandose contra los suyos. Steph sintio que su cono empezaba a palpitar cuando puso su mano tras la cabeza de aquella mujer y le acerco la boca al oido para hacerle la misma pregunta. - No. Estoy sola. Bueno, con ellas: estamos aqui de vacaciones - le explico la rubia mientras senalaba a sus amigas en la pista de baile. - ¿Como te llamas? - pregunto Steph. - Conchita. ¿Y tu? - Steph. - Y bien, Steph, ¿que es lo que bebes? - avanzaron a traves de un mar de cuerpos r efulgentes que habian perdido por completo el concepto de espacio, personal o de cualquier otro tipo, y llegaron hasta la barra. Conchita se sento en un taburet e y se apoyo en la barra, mientras Steph se movia torpemente sosteniendo en la m ano su enesimo vodka. No sabia muy bien que hacer. Habia demasiado ruido para ch arlar y era demasiado pronto para empezar a enrollarse, de modo que paso las man os por los muslos de Conchita y la miro a los ojos. Steph se dio cuenta de que e l protocolo debia de ser diferente en Espana ya que Conchita se acerco y la beso delicadamente en los labios. Con alegria, Steph se coloco en el espacio de ent re las musculosas piernas de la espanola y le devolvio el beso en los labios. Con las manos acariciando la estrecha franja de piel desnuda que quedaba entre l os pantalones de cintura baja y el top de Steph, Conchita la acerco un poco mas
y le introdujo la lengua en la boca. La mezcla de alcohol y tabaco en su aliento era embriagadora y Steph abrio la boca todo lo que pudo para acoger la lengua d e Conchita aun mas dentro. Steph rodeo a Conchita con los brazos, metio las mano s debajo de la camiseta y las paso sobre su espalda. Tenia el cuerpo tan fuerte y bien formado que seguro que practicaba algun deporte. Cuando se aparto de su a brazo, Steph se sentia bastante caliente y tambien bastante bebida. Se alegro de que la conversacion no pareciera ser lo que mas preocupaba a aquella mujer es panola tan perfecta. Levanto la mano y dibujo el contorno de la mandibula d e Conchita con el dedo, sin poder acabar de creerse que la experiencia fuera re al. Una de las amigas de Conchita se acerco y mantuvieron una breve conversacion en espanol. Steph no tenia ni idea de sobre que estaban hablando, pero el ritmo de las voces y el modo en que Conchita la agarraba con los dedos por dentro de sus pantalones fue suficiente para mantener su interes. - Mi amiga dice que se van - le tradujo Conchita, mientras su amiga desparecia e ntre la multitud. - ¡Ah! Vale - dijo Steph, deseando que Conchita no fuera a desaparecer en la noche tan rapidamente. - ¿Y tu?, ¿te quedas? - le pregunto Conchita. - Si tu te quedas - fue la respuesta. - Claro. Era tarde y todos estaban borrachos o colocados con pastillas, de modo que a Ste ph no le parecio demasiado fuera de lugar que Conchita empujara la rodilla contr a su bragueta. Con las manos en el culo de Steph, Conchita empezo a frotar la ro dilla contra la fina tela que cubria el cono de Steph. - ¿Donde vives? - le pregunto Conchita, mientras subia las manos hasta los pechos de Steph. El deseo pesaba en la respiracion de la joven espanola. - En Finsbury Park - respondio Steph. - ¿Esta lejos? - No. - Bien. ¿Vamos? A Steph no le hizo falta que se lo repitiera. Frustrada y excitada ante la idea de su reunion del dia siguiente y ante los viv idos recuerdos del cono precioso y humedo de Steph, Alex tomo su vaso, entro en el pequeno estudio y encendio el ordenador. En Internet podia ser quien quisiera . No habia caras, ni nombres, ni consecuencias ni, por supuesto, ninguna promesa que romper. Fue a sus «Favoritos» y selecciono uno de sus chats «solo p ara mujeres» preferidos. Alli tenia que haber alguien con tantas ganas como ella de pasarselo bien. Entro con un perfil que le garantizaba que las lesbianas desde Alaska hasta Zanz ibar iban a intentar abrirle un privado. Despues, se sento y espero una respuest a. Normalmente no pasaba mas de un par de minutos hasta que alguien empezaba a e nviarle mensajes con propuestas interesantes y, mientras tanto, se sentaba y obs ervaba como se desarrollaba una rapida conversacion en el habitual argot de Inte rnet que resultaba practicamente ininteligible para quien no estaba acostumbrado. Estaba siguiendo una interaccion que le era familiar y que s
e centraba sobre todo en la sexualidad de varias jugadoras de tenis cuando le ll ego un primer contacto. Aparto algunos papeles del escritorio y dejo el vaso al lado del teclado. - Hola, Alex. Me llamo Laura. ¿Quieres hacerme una visita? - Fueron las palabras q ue aparecieron en la pantalla. Rapidamente, Alex echo una mirada al perfil de Laura. Decia: «Neoyorquina, me gus tan las mujeres con experiencia. Vivo en Los Ángeles. Busco divertirme, diver tirme y mas sexo, perdon, diversion. Escribeme. Por cierto, lesbianas (esto significa mujeres) solo». - ¿Tienes foto? - llego el siguiente mensaje. - No. Lo siento. Soy nueva en esto - mintio Alex y clico en el icono de «enviar». - ¿Quieres ver una mia? - Para eso he venido. Alex espero unos segundos y fue a su buzon a recoger lo que le habian enviado. A brio el archivo y, pixel a pixel aparecio en la pantalla una imagen de Laura o d e cualquiera que Laura quisiera ser. Ante Alex se presentaba la imagen de una mu jer sofisticada, sentada en un lujoso sillon de cuero, vestida de ejecutiva, con la falda subida por encima del culo, con una pierna colgando por encima del bra zo del sillon y con un consolador en el cono. - Espero que no sea la foto que envias con tu curriculum - escribio Alex. Aunque no era demasiado gracioso, compartir un chiste con alguien era siempre una buen a manera de valorar como iba a ir la sesion de cibersexo. Algunos americanos no estaban en la misma onda y, segun la experiencia de Alex, resultaba extremadamen te decepcionante. Por eso la alivio recibir un mensaje que decia: - Claro que no. Con la que consigo todos los trabajos es una en la que salgo con unas bragas de cuero que dejan el cono al descubierto y con unos sostenes que e nsenan las tetas. ¿Y tu como eres, Alex? - Pelo corto y rizado... - ¿Oscuro? - Si. 1,79 mas o menos. Bastante en forma. - ¿Edad? - Veintiocho. ¿Y tu? - Treinta y cinco. La mano de Alex habia vuelto a la abertura de los pantalones de su pijama. La im agen de esa elegante ejecutiva neoyorquina insertandose un consolador en el cono era tremendamente excitante y Alex queria ponerse «manos a la obra». - ¿Alex? - Si - ¿Sigues ahi? - Si. Con algunas dificultades para mecanografiar y masturbarme al mismo tiempo.
- Hablame de tus fantasias... Steph cogio la mano de Conchita y la guio en silencio a traves del vestibulo del piso que compartia con Bev, rezando porque esta no estuviera en casa o, por lo menos, porque ya estuviera en la cama. El trayecto en autobus hasta casa se les habia hecho interminable a las dos jovenes, pero la oportunidad de, por f in, explorar el cuerpo de la otra ya estaba a su alcance. Steph cerro la puerta de su dormitorio sigilosamente, mientras Conchita se l e acercaba por detras. Apoyandose en la puerta, Steph empujo su culo contra el sexo de Conchita y sintio como las manos de su amante se metian dentro de su blu sa, le levantaban los sostenes y llegaban hasta sus pechos. Con los dedos, movio en circulos los pezones de Steph hasta que se erizaron de deseo antes de meter la mano en los pantalones de Steph y dentro de las bragas. Steph intento girarse para darle la cara a Conchita, pero la espanola la empujo de manera que se qued o con los brazos y las piernas abiertos, de cara a la puerta, como si la estu viera cacheando la policia. Conchita alargo las manos, bajo la cremall era de los pantalones de Steph y los bajo, junto con las bragas, hasta el suel o. Amablemente, Steph salio de ellos y volvio a separar las piernas para que Co nchita pudiera llegar hasta su cono. Mientras con una mano acariciaba el culo y los labios de Steph, Conchita forcejeo hasta quitarse la camiseta. Steph sinti o los pezones de Conchita frotandose contra su espalda y el vello pubico de la m ujer, que sobresalia de sus pantalones desabrochados, restregandose contra su culo. Se giro para ponerse de cara a Conchita y la llevo hasta la cama. Los tejanos medio abiertos de Conchita y el minusculo tanga negro tenian que desaparecer. Despues de librarse de ellos, Steph trepo sobre su impaciente aman te. A horcajadas sobre el cuerpo magro y musculado de Conchita, Steph empezo a f rotar el cono contra el vello pubico que tenia debajo... - Asi que quieres conocer mis fantasias, Laura. - Las palabras de Alex se filtra ban por la linea hacia la mujer del otro lado del Atlantico-. Despues de ver tu sexo en esta foto totalmente abierto, rezumante y ansioso por ser follado, nada me gustaria mas que cenirme un consolador de verdad, pero no esa mierdecilla con la que estas jugueteando alrededor de tu agujero en la foto, sino un verdadero, enorme y grueso hijo de puta. Me gustaria follarte con el, con fuerza, para sen tir la presion sobre mi clitoris... - Alex. Estoy dejando el teclado hecho un asco. ¿Tienes telefono? - Las palabras de Laura aparecieron escritas en la pantalla de Alex-. ¿Puedo llamarte? Alex tenia por norma no dar nunca su numero de telefono. No importaba lo calient e que estuviera o lo encantadora que pareciera la otra persona. - ¿Y si te llamo yo? - sugirio Alex. - Mi marido esta durmiendo en la habitacion de al lado - dijo Laura. - ¡Vaya! Me he topado con alguien que esta dentro del armario, ¿no? - la pincho Alex . - Si le vieras, lo entenderias, carino. - No necesitas justificarte - dijo Alex, intrigada por el panorama con el que se habia tropezado. Hubo una pausa y luego aparecio un numero en la pantalla de Al ex, junto con las palabras «Llamame en cinco minutos». Alex apenas tenia paciencia p ara esperar. El sexo telefonico era mucho mejor y mas facil que el cibersexo, au nque, durante el periodo de celibato forzoso, ella habia perfeccionado bastante el arte de escribir con una sola mano. El reloj marcaba las 2.35 cuando Alex puso sobre la mesa de la sala su gin-tonic recien preparado y descolgo el telefono para marcar el numero que le acababan d
e dar. El telefono no llego a sonar ni medio tono antes de que lo descolgaran ra pidamente. - Hola, ¿Alex? - La voz de Laura era profunda, mas parecida a la de Sharon Stone q ue a la de Christine Cagney. - Me gustaria que estuvieras aqui para que pudieras lamer mi clitoris palpitante ... -jadeo Alex por telefono. - ¡Joder, Alex!, ¡estas muy caliente! ¿Que llevas puesto? - Llevaba unos pantalones de pijama. Ya sabes, esos con un cordon y una abertura que parece hecha a proposito para masturbarse. Pero ahora me los he quitado y e stoy aqui sentada, con solo una camiseta blanca y cenida, las piernas abiertas y la humedad que se desborda por entre mis muslos... - Alex, imaginate que estoy ahi - susurro Laura suavemente en el microfono-. Ima gina que estoy arrodillada entre tus piernas, con mi boca justo encima de tu cli toris, que puedes sentir mi aliento caliente en tu cono. ¿Y si mis manos suben a a cariciar el interior de tus muslos desnudos? Apenas tocarte la fina piel de la parte mas interna de tus muslos. Mis dedos estan masajeando el extremo su perior de tus muslos, ahora rozan el vello y los labios de tu cono, que estan r ojos e hinchados... Alex gimio de placer mientras sus dedos convertian en realidad las palabras de L aura. Aguantando el telefono con la barbilla, alcanzo su copa y dio un largo tra go al combinado. Al oir el tintineo del hielo en el vaso, Laura continuo excitando a Alex y excit andose a si misma. - Saco un cubito de hielo de tu vaso y me lo pongo en la boca... - La voz de Lau ra se apagaba y lo unico que Alex oia era su respiracion pesada e irregular. En respuesta al gemido de Alex que la urgia a continuar, Laura siguio. - Sostengo el hielo entre los dientes y lo paso sobre los labios de tu cono, de manera que puedes sentir al mismo tiempo el frio del hielo y el calor de mi alie nto. - Alex gimio con mas fuerza cuando saco el cubito de hielo de su propia boc a y empapaba con aquella fria humedad los labios de su sexo. Su clitoris ansiaba ser tocado, pero Alex no queria precipitar el momento. - Laura, ¿te estas tocando? - pregunto Alex, preocupandose de repente porque lo qu e estaba proporcionando no era tan bueno como lo que estaba recibiendo. - ¡Y que lo digas, nena! -respondio Laura y Alex escucho su respiracion a un ritmo corto y profundo. - Laura, quiero oir como te corres - dijo Alex con urgencia, temerosa de que la presencia de su marido en la otra habitacion pudiera estropear el espectaculo. - Lo oiras, querida, lo oiras - jadeo Laura. - ¿Estas mojada? - Estoy chorreando, carino. Te separo los labios, Alex. Puedo ver tu clitoris y agito la lengua sobre el. - La mano de Alex se movio hacia su clitoris. Apenas l e llevo un segundo sentir que el orgasmo empezaba a gestarse en su interior. Conchita levanto a Steph, la aparto de encima de su pecho y la acomodo con cuida
do en la cama, a su lado. La puso boca ahajo y se subio encima de ella de modo que sus cuerpos estuvieran totalmente conectados. Dejo que sus muslos se desliz aran por los lados y que quedaran a ambos lados del precioso y voluptuoso culo d e Steph. Alargo la mano y le separo las nalgas. Cuando Steph sintio el clitoris de Conchita, que suavemente se frotaba contra su ano, puso los musculos en tensi on y oyo como esta ahogaba un grito de placer. Sentir el pubis y el cono de la e spanola en su agujero era una delicia. - Muevete conmigo - le ordeno Conchita con urgencia, mientras empujaba con mas f uerza contra la carne separada de Steph. Mientras Conchita la montaba, Steph ten saba y relajaba las nalgas, apretando el clitoris de Conchita al hacerlo hasta lograr arrancarle un orgasmo. La desbordante inundacion de los fluidos de la e spanola se sumo a los fluidos de Steph, que habian rezumado hasta extenderse por todo su cuerpo. Deslizandose hasta quedar arrodillada entre las piernas de Steph, Conchita le hi zo darse media vuelta de manera que quedaron tendidas a un lado de la cama. L amio los jugos mezclados de las dos que empapaban los muslos de Steph. Puso su s firmes manos en la parte de atras de las rodillas de Steph y le abrio aun mas las piernas. Las levanto, se las puso sobre los hombros y empezo a juguetear con la lengua en el agujero del culo de Steph. Ésta ahogo un grito mientras la excita cion volvia a apoderarse de su cuerpo. - Chupame el clitoris - suplico Steph, a duras penas capaz de contener su deseo. - ¿Que significa esa palabra que has utilizado? - pregunto Conchita con inocencia. Steph supo que no hacia falta ninguna respuesta cuando Conchita tomo el clitori s en su boca y empezo a agitar la lengua sobre el, a lamerlo, chuparlo y mordisq uearlo con todo su empeno. Steph sintio como crecia el orgasmo en su interior. - Chupame el clitoris, Alex - dijo Laura al tiempo que se acariciaba el clitoris con una mano y se metia en el cono el dedo medio de la otra mano-. ¡Joder, vas a hacer que me corra! - La sensual americana arrastraba las palabras al otro lado del telefono. La voz de Laura cada vez era mas entrecortada y son aba mas fuerte, a medida que Alex seguia acercandola al climax con sus palabras. Alex oyo el ruido de algo que se caia de una mesa cuando Laura se estiro para c oger un almohadon con el que ahogar los sonidos de su orgasmo. Moviendo los dedos furiosamente en su clitoris y su vagina, Alex sabia que no ha bia nada que pudiera hacer para contenerse. Las sensaciones parecian juntarse en la boca del estomago y luego explotarle en el sexo. El orgasmo de Alex fue ruid oso y muy intenso y lo hizo aun mas intenso el hecho de oir como se corria Laura al otro lado de la linea. - Eres una zorra cachonda, Alex - dijo Laura en cuanto se recupero un poco-. ¿Me l lamaras...? Alex escucho el sonido de una puerta que se abria y la voz de un hombre que deci a «Carino, ¿estas bien?» justo antes de que se cortara la comunicacion. Sonrio para su s adentros, miro el reloj y decidio que era hora de irse a dormir. Al fin y al c abo, tenia que estar preciosa para Brett dentro de poco menos de seis horas. No obstante, aunque era tarde, no pudo evitar asegurarse de que las imagenes de Ste ph seguian grabadas en su mente. Dos de las cuatro mujeres cayeron en un sueno profundo despues de sus variadas e xperiencias sexuales de aquella noche. Alex, tumbada pero despierta, repasaba to dos los motivos por los que debia dejar que Steph se fuera. Mientras tanto, Step h yacia despierta, mirando a la mujer despampanante que dormia a su lado y, a pe sar del fantastico sexo del que habian disfrutado y de todas las promesas que le habia hecho a Bev, no podia evitar desear que quien estuviera durmiendo a su la do fuera Alex.
DOS ES COMPAÑÍA - ¡Despierta, Steph! - dijo Bev mientras irrumpia en la habitacion. Hay te y tosta das con Marmite* como para alimentar un batallon. Y quiero que me cuentes con todos los detalles como te fue anoche. *Conocida marca de extracto de levadura. Es habitual usarlo en las tostadas. (N. T.) Steph se dio cuenta de que habia alguien mas en la habitacion, algui en obscenamente alegre y parlanchin. Saco la cabeza de debajo del edredon j usto cuando Bev estaba a punto de descorrer las cortinas y dejarse caer en la c ama para compartir, como de costumbre, el parte matinal de los domingos. Levanta ndo la cabeza, Steph se las arreglo para indicarle a Bev que no estaba sola en la cama. Bev estaba interpretando una comica retirada de la habitacion a ca mara lenta cuando Conchita empezo a moverse y la descubrio. - Buenos dias* - dijo Conchita con la voz ronca y empapada en sexo, tabaco y al cohol. - ¡Cielos, hay una extranjera entre nosotras! - se burlo Bev con la mano apoyada e n el pomo de la puerta. Articulo un silencioso y poco entusiasta «Lo siento, coleg a» a Steph, mientras seguia sin moverse. Una mano emergio del edredon. - Conchita - dijo el bulto que yacia al lado de Steph a modo de presentacion. Be v estrecho la mano que le ofrecia y se presento a si misma. - Lo siento, no sabia que Steph estaba acompanada - explico Bev. - No pasa nada. ¿He oido algo sobre un te? - Era evidente que la necesidad que ten ia Conchita de beber algo era mayor que su necesidad de intimidad. - Creo que no he hecho bien los numeros, pero habra suficiente para todas. - Fantastico - dijo Conchita mientras Steph miraba aterrorizada el panorama que se le presentaba. Bev salio disparada de la habitacion y, antes de que Steph hub iera podido encontrar las palabras adecuadas en su mente aturdida por el vodka, reaparecio con una bandeja con te y tostadas y se plantifico en el borde de la c ama. - ¿Y de que parte de Espana eres? - pregunto Bev, que era la mejor en conversacion es triviales. - De Barcelona. - ¿De veras? - dijo Steph, bastante satisfecha porque era mas informacion de la qu e habia reunido tras mas de diez horas con aquella mujer. Para consternacion de Steph, Conchita estaba mas que contenta de acoger a Bev en la cama, mientras las tres tomaban te y Bev engullia las tostadas que habia preparado. - ¿Y hace mucho que vives con Steph? - pregunto Conchita. - Si. Hace un monton - replico Bev fascinada por la nueva adquisicion de la casa .
- ¿Y sois muy amigas? - Si. Lo hemos compartido todo durante anos. Es la mejor amiga del mundo - dijo Bev esforzandose por vender un producto que ya habia sido vendido varias veces a ntes. - ¿Compartido? *En espahol en el original. (N. de la T.) - Si. Hemos ido juntas a la mayoria de sitios y hemos hecho juntas la mayor part e de cosas. ¿Verdad, tia? - Bev dio a Steph un carinoso abrazo. El acostumbrado ritual del domingo habia dado un giro demasiado surrealista para que Steph pudiera manejarlo. No sabia que hacer para que Bev se diera cuenta de que Conchita estaba, a todas luces, intentando atraerla a ella, la mejor amiga de Steph y que era heterosexual, a un trio. Steph se dio media vuelta y se las i ngenio para escabullirse metiendose bajo el edredon. Mientras tanto, la bendita de Bev, siempre tan amistosa, permanecia ajena a toda la situacion. - ¿Por que no me dijiste que me fuera? - grito Bev despues de que Conchita se marc hara. - ¡Por Dios, Bev! Traigo una mujer a casa por primera vez en la vida y tu vienes y te metes en la cama con nosotras. ¿Que cono crees que penso ella que estaba ocurr iendo? - contesto Steph, por un lado, divertida por el comportamiento de Bev y, por otro, frustrada por su falta de tacto. - ¡Podrias haberme dicho que era lo que estaba buscando! - dijo Bev. - ¿Como? Bev, creia que eras un poco mas espabilada. - Es que ella parecia tan simpatica... - ¡Y que lo digas! - Steph se rio, recordando que parte de su anatomia habia escog ido Conchita para darle un beso de despedida. - ¿Y os vais a volver a ver? - Se va esta noche. - ¡Oh! ¡Que mala suerte! - dijo Bev, lista para poner limites al dano emocional de l a conversacion. - No. No pasa nada. Estaba bien, pero... ya lo sabes... - La voz de Steph se fue apagando mientras se perdia en sus pensamientos. Hubo una pausa al estilo de Pi nter * mientras Bev se sentaba en el sillon del salon y se abrazaba las rodillas , asintiendo taciturna con la cabeza. La voz de Sheryl Crow lleno la habitacion preguntandoles por que diablos estaban tan tristes si las hacia felices. Finalme nte, la voz de Bev se alzo sobre la musica. - ¡Pero estaba como un tren! Steph no podia negar que habia pasado una noche maravillosa. Se sonrojo y se rio asintiendo. - Y entonces, ¿que? ¿Conchita o la mujer misteriosa? - le pregunto Bev. *Dramaturgo inglés cuyo estilo se caracteriza por el uso de largas pausas cargadas
de significado. (N. de la T.) - No quiero jugar a esto, por favor - respondio Steph, demasiado cansada para pa rticipar en «la competicion de las fantasias sexuales», a la que jugaban juntas muy a menudo. - No, va. Venga, dimelo. Steph, en silencio, soplo en su cafe y disfruto del aroma sobre la cara. - Ahora, veamos - dijo Bev mientras intentaba encontrar un par de opciones-. Es toy intentando descubrir quien es tu tipo. ¿Quien te gusta mas...? Vale, ¿Angie del curso de postgrado o nuestra Sarah? - Angie, por supuesto - dijo rapidamente Steph. - ¡Oh! Muy interesante - dijo Bev entre risitas, fascinada por el nuevo giro que tomaba aquel pasatiempo tradicional. - ¿Angie o la mujer misteriosa? - ¡Eso no vale! - sonrio Steph empezando a participar del espiritu de la conversac ion. - Muy bien. Ahora subire un poco la apuesta inicial. Se va a tratar de la compet icion de fantasias sexuales de la maxima categoria. Creo que esta va a ser dific il... - Venga. - ¿Catherine Keener o Sharleen Spiteri...?
4
Toqueteo de pechos
Estaban a unos inusuales treinta grados cuando Alex salio por la puerta de su casa la manana de domingo mas importante de su vida hasta el momento. O por lo menos, asi era como lo veia ella, mientras intentaba dejar de fantasear con si le supondria un gran disgusto recibir unicamente un Globo de Oro en vez de un Oscar por su interpret acion. Alex habia pensado muy cuidadosamente en como ir vestida para aquella prueba. Qu eria conseguir un look que fuera chic y sexy, y su camisa cenida de licra negra, y la chaqueta y los pantalones DKNY negros la hacian sentirse segura y comoda . Penso en volver a entrar para dejar la chaqueta. El calor era una buena excusa para despojarse de una prenda que ella creia que podia hacerle parecer demasia do poco femenina, pero vio que aparecia el autobus 139 bajando desde West Hampst ead y, un domingo por la manana, se trataba de una aparicion demasiado extraordi naria como para desperdiciarla. Reconfortada por el hecho de que su sitio favorito del autobus -en el piso de ar riba, el primer asiento de la derecha- estuviera libre, se concentro en mantener bajo control su emocion y sus nervios que, combinados con el bamboleo del a utobus que avanzaba dando bandazos por las calles del norte de Londres, l e proporcionaban a su estomago bastante importancia. Otros buenos augurios esti mularon la confianza de Alex cuando el autobus encontro en verde todos los semaf oros. Por lo menos, los dioses le sonreian, penso Alex al saltar del autob us frente a los Liberty* en la fina capa de compradores madrugadores q ue alfombraba las aceras del West End. Habia algo curiosamente tonificante en estar un domingo por la manana en el Soho . Ver el sol en las calles recien regadas, a traves de unos ojos sobrios y con p ensamientos coherentes, hizo que Alex se sintiera virtuosa y centrada. Fue ella quien decidio dejar aquel estilo de vida licencioso del que disf rutaba cuando era una adolescente recien llegada a Londres. Y, a pesar de que la s imagenes de las noches en las que salia a ligar de bar en bar por aquellas mis mas calles le hacian sentir un poco de nostalgia, estaba segura de que, si no hu biera tomado las riendas de su vida, nunca hubiera tenido ocasion de dirigirse h acia una cita de aquel tipo.
*Famosos almacenes de Londres. (N. de la T.)
El zumbido del interfono le abrio la puerta del edificio y recorrio el camino ha sta el primer piso, donde estaba el estudio. Matt, el director, estaba totalment e absorto jugando a Tomb Raider cuando Alex llego al local y Brett estaba sentad o en el sofa pasando las paginas de un ejemplar de Vogue. Ninguno de los dos se habia percatado de su presencia, de modo que Alex se apoyo en el quicio de la pu erta y espero a que se dieran cuenta de que estaba alli.
- Matt, creo que en la pelicula, mi personaje deberia llevar el pelo asi. ¿Tu que opinas? - le pregunto Brett, sosteniendo en alto una foto de uno de los modelos de la revista. Al hacerlo, vio que Alex le contemplaba desde la entrada y salto de su asiento. - ¡Alex! ¡Que alegria volver a verte! - dijo, atravesando la habitacion practicament e a la carrera, avergonzado por que le habian pillado comportandose de un modo tan poco masculino. Beso a Alex en ambas mejillas y la hizo pasar dentro de la sala-. Asi, ¿que?, ¿como estas?, ¿bien? - siguio parloteando. - Muy bien, gracias -dijo Alex intentando denodadamente no mostrar lo desconcer tada que estaba por la situacion. No era precisamente asi como habia esperado qu e fueran las cosas. ¿Donde estaban los directores de casting, los ayudantes, sus a sistentes personales...? ¿Donde estaba su equipo? - ¡Matt! ¡Eh!, Alex esta aqui, grito Brett por encima de los ruidosos efectos sonoro s que emitia el ordenador de Matt. Alex descubrio una jarra de cafe de filtro en un rincon y decidio tomar el contr ol de la situacion. - ¿Alguien quiere cafe? - pregunto con aire despreocupado. - Hola, Alex - llego la respuesta de Matt, aunque su atencion no se desvio de la pantalla-. Solo y sin azucar para mi, por favor. - Vale. ¿Brett? - Yo con un chorrito de leche. Gracias. Alex avanzo para acercarle la taza a Mat t. - Lo siento, Alex. No tardo ni un minuto. Solo quiero salir de esta jodida habit acion - dijo Matt mientras movia torpemente los dedos sobre el teclado. - Ya. Yo tambien - dijo Alex audazmente-. No se vosotros, chicos, pero tengo cos as que hacer esta tarde. - Dicho esto, se inclino sobre Matt, coloco los dedos s obre los cursores y, como una experta, condujo a Lara por su celda y paso al sig uiente nivel. - ¡Dios! ¡Ha sido increible! - exclamo Matt entre los pechos de Alex. Esta se rio y volvio hacia donde estaba Brett. - Bueno, ¿eso es todo o quereis ver que mas cosas se hacer? - Alex estaba contenta de comprobar que tantos anos viendo a Joan Collins por la television al final l e habian servido de algo. - Si. No. Tienes razon - balbuceo Matt mientras intentaba poner orden en sus pen samientos. Fueron en tropel a la habitacion de al lado donde habia instalada una camara y Matt planifico la escena que iban a representar. - Bien, la repasaremos un par de veces para que sepais cuando es vuestro turno y luego haremos una toma o dos. ¿Contenta, Alex? ¿Alguna pregunta? Alex sacudio la cabeza y emprendieron la escena que habia estado repasando en su sala de estar hacia apenas un rato. Dada la acogida de la que habia disfrutado a su llegada, no le resulto dificil interpretar a «Victoria», una condescendiente y poderosa mujer de negocios, frente al «Tom» de Brett, un avispado chico malo pero de buen corazon.
El desafio era la siguiente escena. - Si, si. Ha sido totalmente perfecto, corazon - declaro Matt desde detras de lo s focos-. ¿Te parece bien a ti, Brett? - Fantastico - dijo Brett mientras sonreia a Alex-. Puedo decirte que vas a esta r para comerte - le susurro al oido antes de que Matt se acercara. - Y ahora, Alex, seguro que tu agente te dijo que queriamos repasar tambien la e scena 45... - La escena de la seduccion - explico Brett, mientras se movia arrastrando los p ies, repentinamente nervioso. - Si. Muy bien - dijo Alex intentando recordar la ultima vez que habia tenido co ntacto sexual con un hombre. Le vino a la mente el vago recuerdo de una vez que alguien le habia puesto las manos encima en una obra que habia representado, pe ro era un medico y los medicos no cuentan, y menos aun los de mentira. - Sabes, no estamos buscando nada demasiado fuerte. Solo queremos tener una idea de como os vais a entender en la pelicula. Asi que, ya sabes, limitate a seguir mis indicaciones - Alex asintio con la cabeza a Matt-. Pues vamos a empe zar con un beso en la entrada, que evolucionara a algo mas apasionado en el medio de la habitacion. Ahi, Alex, le quitaras la camisa a Brett, y entonces habra un poco de manoseo de pechos, etc., etc., etc. Brett, tu haz lo de siempr e y luego acabamos con vosotros dos en la cama. ¿Alguna pregunta? Alex se alejo para dejar la chaqueta en una silla. - Me gusta como hueles, Alex - le dijo Brett mientras Alex se preparaba para ir a por todas-. ¿Que colonia llevas? - Hugo Boss. - Alex siempre utilizaba colonia de hombre en vez de la version fem enina. - Mi favorita. Alex estaba ligeramente desconcertada por lo que ella interpretaba como un inte nto de Brett por ser sarcastico. Se aparto un poco para intentar leerle la expresion un poco mejor antes de acercarse a besarle, pero su expresion no revelaba nada mientras ella levantaba las manos para acariciarle la cara. Le gu sto sentir que la piel de Brett fuera suave y estuviese recien afeitada. Brett l a atrajo hacia si, mas cerca de su cuerpo, mientras desde el abrazo, intentaban seguir el guion. - Bien. Entrad en la habitacion - ordeno Matt desde detras de la camara-. Accion , Alex, la camisa - dijo con creciente entusiasmo. Alex siguio las instrucciones del director y ti ro con violencia de los botones de la camisa de Brett. Quedo impresionada al ver que, debajo, el cuerpo de Brett era tan firme y musculoso como sugerian los pos ters de las revistas para adolescentes. - La bragueta, Brett. A por su bragueta y luego vais hacia la cama - ordeno Matt . Alex anadio algunos jadeos a su actuacion y cerro los ojos mientras Brett pasaba la mano entre los dos cuerpos para bajarle la cremallera. El recuerdo de Steph bajandole la cremallera en el estudio de la escuela de teatro fue lo que hizo qu e Alex abogara un grito cuando Brett la toco. De algun modo, cruzaron la habitac ion y acabaron en la cama, con Alex sentada a horcajadas sobre Brett. Aunque le sorprendio un poco, a Alex le gusto sentir una ereccion que empujaba los pantalo
nes de Brett y se apretaba contra su entrepierna. Sonrio a Brett, que parecia de sconcertado, y que habia enrojecido de vergüenza por aquella reaccion ante Alex. «Mi sion cumplida», penso mientras Matt gritaba: - ¡Corten! - Asi pues, querida, ¿que tal fue? - pregunto Quentin mientras Alex entraba en la cafeteria. - Creo que bien - dijo Alex. - ¿Matt ha dicho algo? - Parecia satisfecho pero, ya sabes - dijo Alex-, nunca se sabe, ¿verdad? - Y Brett, ¿que?, ¿dijo algo? - Quentin la interrogaba, ansioso por conseguir algun indicio de que su porcentaje sobre los beneficios de Alex estuviera ya en el bot e. - Brett fue un encanto - dijo Alex, sonriendo al pensar que habia estado fingien do una relacion sexual con uno de los pedazos de cuerpo mas deseables d e Hollywood-. Dijo que le gustaba mi perfume. - ¿De verdad? - dijo su corpulento agente que estaba sentado frente a ella, mientras intentaba detectar cualquier posible significado oculto en el coment ario. No encontro ninguno y siguio interrogando a Alex-. ¿Hubo alguna otra senal d e que le gustaras? - ¿Quieres decir ademas de una tremenda ereccion en sus calzoncillos cua ndo nos estabamos enrollando? - se burlo Alex. - ¿En serio? - A Quentin se le habian puesto los dientes largos con aquella valios isima informacion. - ¡Oh, Quentin! Eres tan credulo - dijo Alex riendo. No soportaba ver a Quentin ta n contento y, ademas, se sentia sorprendentemente atraida por Brett y no queria empezar ningun cotilleo que pudiera volverse contra ella-. Matt te llamara el v iernes para sacarnos de este mar de dudas. - Pero aun falta practicamente una semana - lloriqueo Quentin.
TODOS SANTOS Y MÁRTIRES - Tres pintas de Kronenbourg, dos medias de sidra y un Pernod and black*, por fa vor - Steph miro a su alrededor el bar de la facultad para encontrar a alguien q ue la ayudara a llevar las bebidas a la mesa. - ¡Eh, Tina! - grito Steph a traves de la ruidosa sala. Tina estaba cautivando a l a concurrencia con el numero de danza que habia estado preparando para la prese ntacion de Grease, parte ineludible de la educacion de cualquier estudiante de teatro. - ¡Tina! - Steph intento de nuevo captar su atencion y esa vez tuvo exito. Dejando a su publico a la espera, los pasos de baile de Tina cambiaron de direccion y s e encamino hacia la barra.
- Bev, Kylie, tu y Sarah - dijo Steph senalando las bebidas que se alineaban sob re el mostrador. - ¡Oh! ¿Y para quien es el Pernod? - se burlo Tina. - Para Marsha. - Necesitaras algo mas que un Pernod and black para que te elija para el papel d e Juana de Arco -la pincho Tina mientras le daba un codazo en las costillas. La escuela de teatro habia seleccionado a Marsha como directora invitada para su pr oxima obra, Juana de Arco, y lo que mas deseaba Steph era ponerse una armadura y blandir una espada. Tina fue a coger la bebida de la barra cuando Steph la inte rcepto y cogio ella misma el vaso. *Bebida parecida al anís que suele tomarse con un jarabe de bayas. (N. de la T.)
Tienes razon - dijo Steph-. Yo me ocupo de esto. - ¡A tu salud, Steph! - dijo Tina. Por suerte, las bebidas impidieron q ue anadiera nuevos movimientos de Grease durante el camino de regreso al grupo . Steph paso revista a la sala en busca de Marsha. Antes la habia visto habla ndo con un grupo de estudiantes de primero y esperaba que no se hubiera ido ant es de haber tenido ocasion de atraparla. Se escurrio por entre la gente que rode aba la barra y vio con alivio que Marsha estaba justo detras de Bev y las demas. Plantificando la sidra de Sara sobre la mesa, Steph se giro y toco el brazo de Marsha. - Hola, Marsha - dijo timidamente. - ¡Vaya!, ¿no es esta nuestra desaparecida Rosalinda? - dijo Marsha haciendo alusion al taller que Steph dejo inacabado hacia un par de semanas. Steph le ofrecio la bebida a la qu e le invitaba. - ¿Y a que se debe este detalle? - pregunto la tutora, halagada e intrigada por el comportamiento de Steph. - Me preguntaba si podriamos hablar... - dijo Steph torpemente. - Pues claro, querida - Marsha se separo de la gente con la que estaba hablando y Steph la siguio hasta un rincon mas tranquilo-. ¿Que es lo que ocurre? - Bueno. No me disculpe por haber abandonado el taller el otro dia. - Steph esta ba desesperada por tener noticias de Alex, pero no queria que Marsha se diera cu enta del verdadero proposito de aquella conversacion. Le explico a la mujer que habia tenido problemas personales que le impedian concentrarse en el trabajo, pe ro que ahora ya estaba todo solucionado y que tenia muchas ganas de trabajar con ella en la nueva obra. »... y ni siquiera me despedi de Alex - suspiro Steph-. Me gusto mucho trabajar co n ella y debe de haberle parecido un poco maleducado por mi parte que de sapareciera de aquella manera. - Steph espero ansiosa a ver si Marsha mordia el un/lielo y le facilitaba alguna informacion sobre su amiga comun, sin oblig
ar a Steph a descubrirse y preguntarle directamente. - De hecho, querida, ella tampoco pudo venir a la ultima sesion, o sea, que no t ienes que preocuparte por si la has decepcionado. - ¿De veras? - chillo Steph intentando contener su entusiasmo. - Si. La llamaron de una pelicula para la que habia hecho una audicion, una peli cula muy importante, de hecho, y tuvo que salir corriendo para hacer una prueba con Brett Torento - puso enfasis en el nombre de Brett para impresionarla. - ¡Brett Torento! - Steph estaba impresionada. Aquello si que era todo un logro-. Y ¿como le fue? - Bien. Entre tu y yo, lo hizo muy bien - siseo Marsha desde el otro lado de la mesa-. Sabra algo seguro en un par de dias. - ¡Dios! Deseale buena suerte de mi parte, ¿vale? - dijo Steph educadamente. - Claro que si, carino. Miles de pensamientos cruzaban la mente de Steph. Por un lado, se alegraba por Alex, de que sus ambiciones estuvieran a punto de convertirse en realidad. Pero al mismo tiempo, sabia que si obtenia el papel no habria manera de que participa ra por voluntad propia en la relacion que Steph sonaba mantener con ella. - ¿Que esta haciendo Steph tan pegada a Marsha? - pregunto Sarah. Sarah tenia un e stilo parecido al de Steph: era bajita, morena y muy competitiva. Las dos habian tratado de conseguir los mismos papeles desde que llegaron al instituto y a Sar ah le daba muy mala espina la conversacion de Steph con Marsha. - Tratando de ganar puntos para que le den el papel de Juana - pincho Tina. - ¿Tu crees? - pregunto Sarah con los ojos relampagueantes de ira. - Por el amor de Dios, Sarah. Te esta tomando el pelo - Bev no queria que aquell a tranquila y agradable velada tomando algo entre semana se estropeara e intenta ba tranquilizar la envidia de Sarah antes de que se le fuera de las manos. - Pero... - tartamudeo Sarah, a quien por algun motivo se le atascaban las palab ras en la garganta. - Pero ¿que? - pregunto Kylie. - He oido que Marsha es lesbiana - continuo Sarah. - Lo que significa, ¿que? - dijo Bev entre risas. - Bueno. Últimamente tambien he oido algunas cosas sobre Steph... - Sarah no sabia como acabar la frase. - ¡Oh, si! ¿Sobre que Steph es lesbiana? - pregunto Kylie. - ¡Exactamente! - contesto Sarah. - Guay, ¿no? -dijo Kylie. El verdadero nombre de la pequenita y rubia australiana era Alison, pero se habia ganado el mote despues de realizar una interpretacion magistral de «I should be so lucky», una noche que fueron de fiesta al karaoke. - ¡Por favor! ¡Todo el mundo lo sabe! - dijo Tina.
- Y entonces, ¿que creeis que estan tramado? ¿Steph se ha convertido de repente en l a «padrina» de alguna mafia lesbica de robo de papeles teatrales? - Las sarcasticas apreciaciones de Bev hicieron que en la cara de Sarah asomara una sombra roja de vergüenza. - Vale. Vale. Olvidemoslo. - Sarah se escapo a comprar una ronda de McCoys en se nal de paz. Estaba repartiendo las bolsas de patatas cuando Steph volvio a reuni rse con sus companeras y Marsha regreso con la mujer con la que estaba hablando en el grupo del al lado. Sarah s e obligo a sonreir a Steph, a pesar de sus recelos. - ¿Y bien? ¿Que vais a hacer el viernes por la noche? - pregunto Kylie, con ganas de organizar su vida social del fin de semana. - Pues yo me voy a Glasgow - respondio Bev. - No sabia que te ibas fuera - dijo Tina. - Si. Tengo que atender mis obligaciones familiares. Por cierto, Steph, me pregu ntaba si te importaria que una pareja de amigas se quedaran en casa mientras yo estoy fuera. - Claro que no. No hay problema. - Steph se moria de ganas de disponer de un poc o de espacio despues del ajetreo emocional de las ultimas semanas, pero Bev se h abia portado tan bien con ella que no queria negarse. - Y tu, Steph, ¿que vas a hacer? - volvio a preguntar Kylie. - Pues no se. Poca cosa... - Eso me recuerda algo - dijo Bev y, de repente, empezo a rebuscar dentro de su bolsa, que estaba debajo de la mesa alrededor de la que estaban. Llevo a rastras a Steph a un lado y le puso un trozo de papel en la mano. Steph atrajo la atenc ion de Marsha cuando cogio la nota que le daba Bev. Sabia que se trataria de una oportunidad de mejorar su estilo de vida y estaba en lo cierto. Habia una dire ccion y garabateado debajo «Noche de sauna solo para mujeres» y una fecha. Steph ley o las pala- liras en voz alta -puede que mas alta de lo que creia- y Marsha camb io de posicion para poder oir con claridad la conversacion entre Bev y Steph. - Bueno, pues ya tengo solucionada la noche del viernes - exclamo Steph. - ¿A que suena fantastico? - la animo Bev. - ¿Como te has enterado de esto? - Steph estaba pasmada por la capacidad investig adora de su amiga. - Tengo mis fuentes - Bev se rio al darse cuenta de la reaccion de Steph-. No c reo que mucha gente lo conozca, pero pense que era una cosa que podia interesart e. - Pero no puedo ir yo sola a un sitio asi - replico su amiga, aunque la perspect iva de pasar una noche relajandose en una sauna llena de lesbianas estaba empeza ndo a resultarle atractiva. - Pues tia, yo creo que es precisamente lo que hay que hacer - se rio Bev-. Creo que esta pensado para dar a las mujeres la oportunidad de hacer nuevas amigas. A Marsha le ardian las orejas cuando las mujeres se acabaron las bebidas y se fu eron para sus casas.
5 Poner el dedo en la llaga
Alex estuvo sobre ascuas toda la semana esperando la llamada telefonica que iba a decidir su destino. Y ahora que era viernes por la manana no podia soportar es tar a mas de medio metro del telefono. Habia tenido que apagar el televisor porq ue ya habia descolgado el telefono tres veces aquella manana para luego darse cu enta de que el timbre era parte de alguna espantosa teleserie americana que esta ban emitiendo. Asi que cuando sono el telefono en la vida real-, estaba tan nerv iosa que apenas se atrevia a descolgarlo. - ¿Si? - tenia la voz entrecortada por la emocion. - ¡Caramba! ¡Que voz tan sexy tenemos esta manana! -la voz de Marsha llego a traves del auricular. - ¡Dios!, Marsha, pensaba que eras Quentin - dijo Alex boqueando. - ¡Oh! ¿Aun no sabes nada? - No. - Pues en realidad llamaba para saber como te habia ido. - Marsha, seras la primera en saberlo, te lo aseguro - dijo Alex apreciando la d istraccion-.Y tu, ¿como estas? - Muy bien. La semana que viene empiezo a trabajar en una obra en la escuela don de hicimos el ultimo taller. - Alex se sonrojo por los recuerdos de la ultima vez que estuvo alli. Dirigio sus pensamientos hacia Steph-. Puede que tengas curiosidad por escuchar la cosa tan interesante de la que me entere l a otra noche. - ¿Que lascivo cotilleo tienes para mi? - Estaba tomandome una copa con algunos estudiantes en el pub y oi por casualida d una conversacion entre aquella chica con la que hiciste la escena, Steph, y su coleguilla. - ¿De verdad? - El rubor de Alex aumento. - ¿Sabias que era lesbiana, Alex? - No. Para nada. ¿Eso es todo? Pensaba que iba a ser algo mas interesante - dijo A lex, muerta de curiosidad por saber con que le iba a salir Marsha. - No es tan encantadora como tu, carino, pero tambien es bastante atractiva, ¿no c rees? - No lo se, Marsha. De hecho, ni siquiera la recuerdo bien. ¿Y como te has enterad o de eso? - Oi que hablaba con su amiga de ir a la sauna para mujeres esta noche. Obviamen te en busca de rollo. Sea lo que sea lo que le hicieras durante aquel taller, q uerida, parece que diste en un punto clave.
- ¿Te refieres al gimnasio de la City? - Alex sentia un poco de envidi a y tambien estaba impresionada de que Steph hubiera descubierto ya aquel cod iciado refugio secreto para lesbianas. - Ese mismo. Es evidente que la has empujado a los brazos de un punado de lesbia nas sudorosas, querida. Los sentimientos sensuales y calidos de Alex se convirtieron en panico cuando creyo que Marsha habia descubierto lo que habia sucedido. - No seas ridicula, Marsha. Sea lo que sea en lo que ande metida, no tiene nada que ver conmigo. - No infravalores tu efecto sobre las mujeres, Alex, carino. Despues de todo, me dijo que te deseara buena suerte en el papel en la pelicula. - ¿Ah, si? Bueno, es un detalle por su parte acordarse de mi y, sin duda, senal de que esta locamente enamorada de mi - Alex se rio del infatigable interes de Mar sha por las intrigas y las insinuaciones. Su conversacion continuo en el mismo t ono de siempre, en el que Marsha se insinuaba a Alex y esta sorteaba sus avances replicandole que era fiel a algun novio que se habia ido a los Estados Unidos h acia cerca de ano y medio y que, misteriosamente, no lograba volver a casa. - Marsha, tengo otra llamada - la interrumpio Alex mientras los pitidos interferian en la conversacion-. Te llamo luego. - Colgo a Marsha y el telefono sono de inmediato. Respiro profundamente y se recompuso antes de volver a descolgar e l auricular. - ¿Hola? - Alex, nena, lo has conseguido - era la voz de su agente que bramaba por la l inea-. ¡Matt te quiere! ¡Brett te adora! ¡Empiezas a rodar dentro de dos semanas! Alex nunca se habia sentido tan excitada sin ayuda de la estimulacion sexual. Ap enas podia hablar y no sabia que pensar. - ¿Dos semanas? - fue lo unico que logro decir. - Las chicas del despacho creen que tendriamos que salir todos esta noche a cele brarlo. Te veo en el club esta noche a las 9.30. ¿De acuerdo, amor? Felicidades de nuevo - Quentin lanzo un beso humedo por telefono y colgo. En la euforia de Ale x por haber conseguido el papel habia un deje de pena porque quien iba a ir a la sauna era Steph, y de envidia porque no era ella la que se iba a unir a la orgi a. Bev dejo a Steph con montones de consejos y buenos deseos antes de dirigirse hacia Euston para empezar la paliza de viaje hasta Glasgow. Entre las instruccio nes, estaba el hecho de que sus amigas Angie y Maggie aparecerian tarde aquella noche, pero que no tenia que preocuparse por estar en casa porque les habia dado una llave. De todos modos, Steph no tenia ninguna intencion de volver a casa te mprano. Se habia pasado la tarde en la ducha, afeitandose y haciendose la cera a lli donde era necesario afeitarse y hacerse la cera en preparacion de las activi dades nocturnas. No tenia ni idea de que esperar, pero se habia dicho a si misma que ahora que Alex estaba definitivamente fuera de su alcance podia dejar de da rle vueltas al asunto y salir a divertirse. Apago la television despues de su dosis semanal de programacion del viernes por la noche y se miro al espe jo. Comprobo por enesima vez el rimel para asegurarse de que no se corria con el
agua y penso en cambiarse la holgada camisa de hilo que llevaba por algo mas «urb ano», antes de decidir que en realidad no tendria que llevarla encima tanto rato c omo para preocuparse por eso. Se ajusto la parte de arriba del bikini, que se h abia puesto por si lo habia entendido mal todo, y salio de la casa. Cuando Steph estaba en la linea de Picadilly, de camino al centro, Alex llevaba por lo menos una hora en el club de Quentin. Durante ese tiempo, ella habia brin dado varias veces por su exito - y el de Quentin- con Rachel y Sabrina, que trab ajaban en el despacho de Quentin, asi como con otras muchas personas a las que e n realidad no conocia. - Querida, debes de estar tan emocionada... - la voz de otro desconocido salio d e la multitud mientras se abria camino hacia Alex. Incapaz de volver a pasar por todo el rollo sobre lo fantastico que era el papel y sobre como su novio imagin ario le habia enviado una docena de rosas para felicitarla, Alex se excuso y se escabullo hacia los lavabos. Se inclino sobre el lavamanos de porcelana y se ech o agua en la cara. A traves del espejo vio a una mujer que salia de uno de los c ubiculos. Era guapisima: oscura, sofisticada e increiblemente sensual. El champa n siempre habia excitado a Alex y sintio que su cuerpo respondia a la vision que permanecia de pie detras de ella. Durante un segundo se miraron la una a la otr a a traves del espejo y sonrieron. Alex acabo de secarse la cara y se giro hacia la mujer, que no hacia ningun movimiento para acercarse al lavamanos, sino que simplemente clavaba la mirada en Alex. Ésta sabia lo que estaba ocurriendo y, a pe sar de lo tentada que estaba a aceptar la invitacion que le ofrecia, sabia que n o podia. La otra mujer fue la primera en hablar. - Tu eres la que acaba de conseguir la pelicula de Brett Torento, ¿verdad? - Si. - Alex se sentia incomoda porque de repente toda esa gente sabia quien era ella. - Felicidades. Es una oportunidad maravillosa. - La mujer se acerco y le dio un prolongado beso en la mejilla. El cuerpo de Alex estaba diciendo «A la mierda con todo» mientras ponia las manos en los hombros de la mujer, pero fue su cerebro qui en dicto las palabras que salieron de su boca: - Muchas gracias. - Hubo una pausa mientras Alex se aseguraba de que estaba deci dida a marcharse -. Lo siento, pero he de volver con mi agente. Se estara preguntando si me ha pa sado algo. - Es una lastima - dijo la otra mujer mientras Alex pasaba por su lado y volvia al bar. Acepto otra copa de champan y se adentro en el reservado del que se habi a aduenado su grupo intentando librarse de los sentimientos que la mujer habia d espertado en su interior. Quentin la descubrio y se acerco a ella: - Es un poco dificil de asimilar, ¿verdad, carino? - Echo el humo de su puro encim a de ella mientras hablaba y le paso el brazo alrededor-. Te dije que si no te s eparabas de mi, todo te iria bien, Alex. - Si, Quentin - le respondio Alex de manera cortante. - ¿Y como le piensas dar las gracias al tio Quentin? - ¡Por Dios! No hay manera de que lo entiendas, ¿verdad? - le respondio bruscamente Alex. Estaba dispuesta a cumplir con las demandas profesionales de Quentin, pero cuando se ponia lascivo con ella le revolvia el estomago. Se levanto, se bebio de un trago el champan que le quedaba y empezo a irse. - ¿Donde vas? - grito Quentin a su espalda.
- A casa. - ¡Pero si es tu noche! - Precisamente. Y no quiero estar aqui por mas tiempo. El aire era frio cuando Alex salio del club. Despues de su encuentro con aquella mujer en los lavabos, Alex no tenia ningunas ganas de irse a su casa y estar so la. Saco un trozo de papel del bolsillo. Era la direccion del gimnasio al que ib a a ir Steph. Abandonando toda precaucion, paro un taxi y se dirigio a la City. Steph inspecciono ansiosa la escena que la rodeaba en el gimnasio. Una mujer fan tastica le habia dado toallas, la llave de una taquilla y la habia acompanado a los vestuarios. Mientras andaba por un pasillo impecablemente limpio y delici osamente perfumado, Steph queria preguntarle de que iba aquello exactamen te y si ella iba a trabajar toda la noche, pero no sabia como hacer ninguna de l as preguntas. a a r
Dejas la ropa en la taquilla y sales por la puerta del otro extremo, mujer mientras le echaba un vistazo a Steph-. La cabina de vapor, la piscina estan alli. - Steph se demoro en la puerta de los vestuarios no hizo ningun gesto de querer marcharse-. ¿De acuerdo? -le pregunto
le dijo l sauna y l y la muje su guia.
- Si. Esto... me preguntaba que... que lleva la gente ahi dentro - tartamudeo Steph haciendo esfuerzos por mantener su voz bajo control. - Lo que te haga sentir mas comoda - fue la respuesta-. Es muy... ¿como lo diria? ... Hay una atmosfera muy relajada ahi dentro. Algunas mujeres llevan banador, o tras no, asi que depende de lo que prefieras. - Steph estaba intrigada por aquel la mujer que era un poco mas redondeada que la media de asiduas al gimnasio. Llevaba un top infimo y unas mallas, lo que dejaba muy poco lugar par a la imaginacion, para deleite de Steph-. Asi que es la primera vez que vienes. - Si. - Estoy segura de que te lo vas a pasar bien. Hay bastante gente esta noche. Seg uro que no tienes ningun problema para conectar con alguien. - Me muero de ganas - dijo Steph, pensado que, en lo que a ella respectaba, le i ba a ser dificil encontrar algo mejor que la mujer que tenia delante. La muj er se alejo con displicencia y ya estaba practicamente fuera de la puerta ante s de que Steph consiguiera reunir el valor para preguntarle cuando acababa de tr abajar. - Sobre las once. Quedamos en la cabina de vapor a las once y diez. ¿Vale? - Fantastico. - Steph no podia creerse la suerte que tenia mientras se quitaba l a ropa, incluido el bikini, cogia una toalla y, con aire resuelto, salia por la puerta del fondo de los vestuarios y se iba directa a la sauna. La intensidad de l calor seco la golpeo mientras se sentaba en uno de los asientos superiores y d ejaba que la atmosfera se encargara de sus musculos tensos. Despues d e pasar unos momentos valorando lo que la esperaba en la cabina de va por un poco mas tarde, habia recompuesto sus pensamientos lo suficiente com o para mirar alrededor. Habia varias mujeres repartidas por la habitacion en div ersos niveles de desnudez y en varios estados de excitacion sexual. Steph int ento no quedarse mirando cuando vio que la mujer del asiento de abajo pasaba la mano por debajo de la toalla de su companera y, a juzgar por la cara de la otra mujer, dentro de su cono. Se acercaron y se besaron languidamente mientras la mano de la mujer ondulaba bajo la toalla blanca y esponjosa. Steph s
entia que su corto respondia a la escena y tambien a la perspectiva de la in vitacion de la recepcionista. Las mujeres parecian completamente desinhibidas mientras empezaban a hacer el amor en la sauna, frente a las demas. La toalla cayo al suelo cuando la mujer aparto la mano del sexo de su companera y s e arrodillo frente a sus piernas abiertas. Mientras clavaba la lengua en el cort o que se abria ante ella, otra mujer se acerco y empezo a besar los labios que a cababan de quedar libres. El resto de mujeres de la sala parecian estar demasiad o absortas en sus propias actividades para prestar ninguna atencion al trio reci en formado. Asi que, como no queria adoptar el papel de mirona, Steph decidio qu e tenia tiempo de darse un chapuzon rapido en la piscina antes de llegar a su ci ta en la cabina de vapor. Noto el roce de una mano contra su pierna, como si qui siera detenerla, cuando se bajaba del banco. Se paro y dejo que la mujer le pasa ra las manos suavemente por las nalgas antes de inclinarse para darle la noticia de que ya tenia una cita. - Pero estoy segura de que le subia a la cabeza y al la sala de vapor, no creyo iado optimista. Dejo a las os y partio hacia su cita.
volvere - dijo Steph mientras sentia que la sangre se clitoris. Con la mujer del top infimo esperandola en que su declaracion de despedida tuviera que ser demas mujeres estremeciendose dedicadas a sus propios asunt
De pie en la puerta del gimnasio, Alex no habia pensado demasiado en como iba a disimular su identidad o en lo que debia hacer si se tropezaba con Steph. Dio un suspiro de alivio porque la mujer de recepcion parecia mas ocupada en el cambi o de turno con la siguiente recepcionista que con sus ligeramente extranos int entos de ocultar la cara. Salio disparada por el pasillo con las toallas y la ll ave y comprobo con agrado que no habia nadie mas en los vestuarios. Demasiadas a ctividades que tenian lugar en otras partes, recordo mientras se quitaba la ropa y la metia en la taquilla. El champan le habia dado valor, pero no le habia emb otado los sentidos tanto como para que no se diera cuenta de que la sala de vapo r era el lugar adecuado para alguien que no quisiera ser reconocido. Alli ordena ria sus pensamientos e intentaria establecer un plan que la preparara para dar una batida por el edif icio en busca de Steph. Despues de darse una ducha rapida, se lio una toalla en la cabeza y otra alrededor del cuerpo. Era un atuendo bastante poco eficaz, pero lo mejor que podia conseguir dadas las circunstancias. Lo unico que esperaba er a poder alcanzar a ver a Steph antes de que se acabara la noche. No queria habla r con ella, solo queria verla y, preferiblemente, desnuda. Y tambien preferible mente, el rato suficiente como para poder masturbarse y volver a casa sin ser reconocida. Alex abrio la puerta con cuidado y se deslizo sigilosamente en la gran sala llena de niebla. El vapor era muy espeso y, mientras abria una de l as botellas de agua mineral que le habian dado, se tumbo boca arriba para disfru tar de las lenguas de vapor que le acariciaban el cuerpo. De repente, se dio cue nta de que habia unas voces. - Pensaba que se te habian quedado en recepcion - una voz le llego flotando a tr aves del vapor. - Vino alguien cuando intentaba marcharme - dijo la otra-. Pensaba que algo te podria haber entretenido mientras yo trabajaba. -Bueno, la sauna estaba bastante interesante, pero no queria perderte, o sea, qu e vine directa aqui. Alex levanto la cabeza para mirar en direccion a las voces, pero no pudo ver quienes eran ya que el ambiente estaba demasiado cargado. Hubo una pausa y, como su interes decayo, Ale x se volvio a tumbar. El sonido de las respiraciones profundas y de las bocas lamiendo la carne volo p or la habitacion. Hubo un silencio antes de que una de las mujeres dijera: - Ni siquiera se como te llamas. - Aquella voz desperto algun recuerdo en la mem oria de Alex.
- Ángela, pero llamame Angie - fue la respuesta. -Muy bien, Angie. Tu puedes llama rme Steph. Los pelos de la nuca de Alex se erizaron. Se quedo pegada al banco por el deseo y por la emocion anticipada de lo que iba a suceder. Angie tiro de la toalla que Steph llevaba enrollada alrededor de la cintura y le paso las manos por sus muslos humedos. Se inclino hacia delante y guio a Steph de modo que esta quedo tendida sobre el banco. Bajo su cuerpo hasta tenderse enc ima de Steph y la beso apasionadamente y con firmeza. Steph abrio la boca y sint io la lengua de Angie que tanteaba exploradora en la suya. Alargo los brazos y l e cogio sus pechos firmes con las manos y los acaricio. Jugueteo con los pezones para que se le erizaran. Angie ahogo un grito ante aquellas caricias. Steph s entia la humedad de los jugos de Angie en sus muslos mientras la mujer empujab a contra su cuerpo y metia la lengua profundamente dentro de la boca abierta de Steph. Moviendose para hacerse sitio, la mano de Angie se deslizo entre las piernas de Steph y encontro su cono. La humedad que le dio la bienvenida no tenia nada que ver con la temperatura de la habitacion. El clitoris de Steph ya estaba dilatado y palpitante, y Angie no podia esperar mas a sentirlo en su boca. - Abre las pi ernas, Steph. - Sentir el cuerpo de Steph debajo del suyo habia hecho que Angie reaccionara como si hiciera anos en vez de horas que no tenia relaciones sexuale s. Alex se giro sobre si misma hasta quedar boca abajo y, para sus adentros, sup lico que la densidad del vapor disminuyera, de modo que pudiera tener una visio n mejor de la pareja con la que estaba compartiendo la habitacion. - Lo que tu digas - dijo Steph con seguridad. Rodo sobre el banco para que Angie pudiera llegar a su cono, que estaba deseoso de un orgasmo. - ¡Dios mio! Eres preciosa, Steph - dijo la mujer mientras miraba el sexo abierto de Steph antes de pasarle la lengua a lo largo de la hendidura. El vapor se alig ero un poco y Alex pudo ver la cara de Angie en el cono de Steph y recordo la ve z que estuvo en la misma posicion. Cuando Angie abrio mas las piernas de Steph y empezo a lamerle la parte interna de los muslos, el vapor se desvanecio y Alex se quedo desconcertada ante la vision del sexo de Steph. Alex bajo la mano por s u cuerpo para tocarse su propio cono, que estaba tan caliente y mojado como el d e Steph. Tomo su clitoris erecto entre los dedos y echo hacia atras los labios m ayores para sentir mas facilmente su volumen y su dureza. Alex escucho como Step h ahogaba un grito cuando Angie le clavaba la lengua en la vagina. - ¡Dios! Me encanta tu sabor - la voz de Angie sono ahogada, pero el cuerpo de Ale x respondio como si fuera su lengua la que estaba dentro de Steph. Alex noto que sus jugos fluian de su cono y le caian entre los muslos. Steph agarro con fuerza la cabeza de Angie y apreto su cara aun mas hondo entre sus piernas abiertas. Mientras la lengua de Angie se dedicaba a su clitoris y su vagina, Steph sintio que el orgasmo empezaba a crecer en su interior. Alex oyo como la respiracion de Steph se hacia mas rapida y profunda. Se tocaba el cono al ritmo de los gemidos de Steph. Queria correrse al mismo tiempo que ella. A traves del vapor vio que Steph echaba la cabeza hacia atras y aplastaba las caderas contra la cara de Ang ie. - Si. - La voz de Steph a traves del vapor era mas de lo que Alex podia soportar . Sus dedos se movieron cada vez mas rapido en su cono, del clitoris a la vagina , hasta que ella tambien alcanzo el limite del orgasmo. - Angie, vas a hacer que me corra - la voz de Steph llego del otro lado de la ha bitacion.
Angie agito la lengua sobre el clitoris de Steph y con un «siiii» sofocado, Steph se corrio en la cara de Angie. Aunque no se dio cuenta, su cuerpo y el de Alex se agitaron con la intensidad de la satisfaccion sexual simultanea por segunda vez en menos de un mes. Con la claridad mental que se logra tras haber conseguido una satisfaccion sexu al muy ansiada, Alex, de repente, tomo conciencia del riesgo que corria si se qu edaba alli mas tiempo, conciencia cogio las toallas y echo a correr hacia la pue rta. Steph oyo el ruido de la puerta al cerrarse. - ¡Dios! Pensaba que estabamos solas - susurro a Angie en el oido. - Aqui nunca estas sola. Es lo mas bonito -dijo Angie al tiempo que le o frecia a Steph su sexo excitado-. ¿Y bien? ¿Que es lo que vas a hacer con esto? - l e pregunto. Steph estaba metiendo y sacando los dedos del cono chorreante de Angie cuando Alex salio de la ducha y empezo a vestirse. Angie empujo con mas fuerza contra el cuerpo de Steph mientras esta movia sus d edos dentro del dilatado cono de Angie, haciendolos girar dentro hasta que oyo e l grito de su pareja cuando dio con el punto exacto. -Si. Justo ahi, nena. Justo ahi. Steph acaricio el interior del cono de Angie con los dedos hasta que la oyo de p lacer. Alex no sabia que hacer, si irse a casa o esperar a que Steph saliera del club y hablar cara a cara con ella. Habia deseado desesperadamente estar en el lugar d e Angie hacia un momento y su incapacidad de mantener los sentimientos bajo cont rol la estaba destrozando. - Me gustaria que vinieras a casa conmigo - le dijo Angie-, pero se supone que esta noche he quedado en encontrarme con una colega en casa de otra amiga. De repente Steph lo vio todo claro. Supo que todo estaba preparado y que los int entos de Bev por encontrarle pareja habian funcionado a la perfeccion. - ¿No se llamara Maggie, por casualidad? - pregunto Steph inocentemente. - Si. ¿Como lo sabes? - Me lo dijo un pajarito que se llama Bev. - ¿Tu no seras «esa» Steph? - Si, soy yo. Las dos mujeres se miraron la una a la otra y se echaron a reir. - Entonces, ¿vamos? - pregunto Angie. La casualidad de que dos taxis aparecieran al mismo tiempo, junto con la posibil idad de decir «siga ese taxi», era demasiado para que Alex se resistiera. Alex subio a uno y Steph y A ngie al otro. Y todas se fueron hacia Finsbury Park.
6
Tras las cortinas cerradas
Steph y Angie llegaron a casa y se encontraron a Maggie sentada en el sofa hojea ndo las revistas del corazon de Bev y escuchando el CD de Groove Armada de Steph . Angie le arrebato la revista de las manos a Maggie. - Esto no es la sala de espera del dentista, ¿sabes? - le dijo, haciendo que su am iga pegara un salto. - ¡Maldita sea! No os he oido entrar - exclamo Maggie mientras se giraba para dar la bienvenida a sus visitantes. - Tu debes de ser Steph. - Maggie se levanto para darle un beso en la mejilla a Steph mientras su anfitriona seguia de pie en medio de la habitacion sintiendose bastante desorientada. - Todo esto es muy raro - fue todo lo que logro emitir Steph para entablar conve rsacion. - De modo que os habeis encontrado, ¿no? - El resplandor de la melena pelirroja de Maggie solo se veia eclipsado por el brillo de su sonrisa americana en la que r efulgian sus dientes blancos. - Tia, me siento como si me hubieran tendido una trampa - contesto Steph. - Deberias estar agradecida. No hay muchas lesbianas novatas que tengan col egas tan fantasticas como Bev, que las ayudan a recorrer su camino por la inexp lorada senda de la sexualidad lesbiana - declaro Angie al tiempo que demostraba tener un sexto sentido para el whisky yendo directa al lugar donde lo guardaban en la vitrina. - Pero en el club... Tu no... no lo hiciste solo porque yo... - Por el amor de Dios, Steph, me gustaste desde el mismo momento en que cruzaste la puerta - la tranquilizo Angie-. Ademas, yo no sabia quien eras cuando organ izamos nuestro pequeno encuentro, ¿verdad? - No, supongo que no - mascullo Steph. No habia nada peor que creer que alguien habia follado contigo por compasion y habia algo en Angie que hacia que Steph la encontrara tremendamente atractiva. Era alta, morena y tenia un pelo precioso, corto y espeso. La contemplaba mientr as intercambiaba los cotilleos de la noche con su amiga y Steph penso que Angie era el tipo de persona que se sentia a gusto consigo misma, y era esa relajada c onfianza que la rodeaba lo que la hacia resplandecer. - ¿Lo quieres con un poco de hielo? - Y tanto - dijo Steph dispuesta a dejarse llevar-. La cocina esta al final del pasillo. - Angie desaparecio por la puerta. - Asi que Angie y tu os lo habeis montado en el club, ¿no? - pregunto Maggie mient ras se dejaba caer de espaldas en el sofa y dejaba que los surcos del sistema de sonido creara n ambiente.
- Si, digamoslo asi - admitio Steph. Estaba rebuscando en sus recuerdos alguna i nformacion sobre las amigas de Bev, pero no recordaba que le hubiera dicho nada de que fueran pareja. - Ya veo - dijo Maggie con envidia-. ¡Ojala yo tambien hubiera podido estar alli a bajo! - Si. Es mejor que leer numeros atrasados del Helio, ya te lo digo yo. - Steph s e dejo caer en el suelo, utilizando el sofa como respaldo, y espero a ver como s e iba a desarrollar la noche. Cuando llego a casa de Steph, Alex no tenia ni idea de lo que pensaba hacer con sigo misma. Las expectativas que se le habian despertado y la excitacion que sen tia, primero en el club y despues en el taxi mientras seguia a Steph por las ca lles en direccion a su casa, habian desaparecido. Igual que la bruma mental pr ovocada por la gran cantidad de champan. No importaba cuanto lo deseara: er a una locura llamar a la puerta de Steph y entrometerse en lo de Steph y la muje r con la que habia ligado en la sauna. De pie en la acera, siguio con la mira da a su taxi mientras desaparecia en la distancia y se pregunto donde cono iba a encontrar a otro para que la llevara a casa. La calle Seven Sisters no era el lugar mas recomendable para estar deambulando en mitad de la noche, asi que se sento en el muro que quedaba frente a la ventana del salon de Steph y saco el telefono movil de su bolso. No tenia el numero de ninguna compania de taxis, pe ro sabia que dando un rapido repaso a su agenda encontraria el de un buen samari tano que estaria encantado de ir a recogerla. Miro a traves de la ventana y p udo ver las siluetas de la gente que habia dentro y se sintio reconfortada por el sonido de las voces y la musica suave. Steph sintio la fria calidez del whisky con hielo bajar por su garganta y espero ansiosa la sensacion de pesadez en los miembros que experimentaria en cuanto el liquido hubiera recorrido su camino por el cuerpo. Angie se habia sentado a s u lado y todas estaban concentradas en sus bebidas y en el tintineo de los cubit os de hielo contra el cristal. Maggie dejo caer su pie descalzo por un lado del sofa y Angie lo cogio entre las manos y empezo a masajearlo. Steph se exprimio e l cerebro, sin exito, para dar con un tema de conversacion, luego se lleno el va so y paso la botella a las demas. - ¿Todo bien, Steph? - le pregunto Angie. - De maravilla. - Vio que la mano de Angie avanzaba por las pantorrillas de Magg ie y se pregunto de nuevo cual seria exactamente la relacion entre las dos mujer es. - No somos pareja, Steph, si eso es lo que estas pensando - le susurro Angie inc linandose para acercarse a la oreja de Steph. - ¡La verdad es que estaba pensando precisamente en eso! - se rio Steph. - Somos dos amigas que, de vez en cuando, nos enrollamos la una con la otra. - ¡Ah! Muy bien. - Steph penso que parecia ser un buen acuerdo para tener con algu ien. - Y, si no me equivoco, creo que a las dos nos gustaria enrollarnos contigo esta noche. - Angie miro a Maggie buscando alguna senal de aprobacion que Maggie se apresuro a facilitar. Alex seguia mirando hacia la ventana mientras repasaba la lista de numeros de la pantalla de su movil. Levanto la mirada cuando oyo el sonido de unas risas que salian de la casa. Vio que la mujer de la cabina de vapor se acercaba hacia la v
entana y penso que la habian descubierto. Pero en vez de preguntar a Alex que co no hacia encaramada en el muro de su jardin, la figura se agacho sobre el alfeiz ar de la ventana y parecio que alzaba triunfalmente una bolsa. Hubo mas risas. El cursor cayo sobre el numero de Marsha. Alex sabia que Marsha haria cualquier cosa por ella, pero se resistia a llamar a su ex tutora. El cursor seguia parpad eando sobre el numero. Alex forzo la vista para ver que estaba ocurriendo dentro de la casa. Vio a una mujer que se agachaba para volver a dejar la bolsa en el suelo y que rebuscaba en su interior. El consolador que saco y que exhibio ante su publico resaltaba perfectamente en la escena a contraluz que Alex estaba obse rvando. Una oleada de envidia le recorrio el cuerpo a esta. Hubo mas risas dentr o de la casa. No habia nada que Alex deseara mas que llamar al timbre y unirse a las actividades que se llevaban a cabo dentro, pero sabia que no podia. Oyo mas voces y luego se acerco una figura a la ventana y cerro las cortinas bruscament e. Alex noto como su dedo apretaba el boton de llamada y oyo la senal del telefono de Marsha resonando en su oido. Steph no estaba precisamente de humor para juegos, y no sabia a que se referia M aggie cuando le pidio a Angie que les trajera algo con lo que jugar. Si n embargo, no hizo falta que empleara su rapida capacidad de aprendizaje para saber en que estaba pensando Angie cuando le lanzo un consolador enorme de muchos colores desde el otro lado de la habitacion. Steph acaricio co n las manos aquel juguete envuelto en plastico. - Corre las cortinas, Angie - le insto Steph, que no queria obsequiar a sus vecinos con un espectaculo lesbico gratuito. Despues de dejar fuera a los vecinos, Angie abrazo a Maggie en el centro de la habitacion. Las dos, de p ie, miraron a Steph un segundo. - Solo es un pequeno obsequio para darte las gracias - le explico Maggie a Steph mientras sacaba la polla de goma de su envoltorio. - ¿Gracias por que? - sonrio Steph. - Por tenernos en casa, claro. Mientras dejaban que Steph hiciera amistad con su nuevo regalo, Angie bajo la ma no hasta la bragueta de Maggie y despues hizo girar a esta de modo que quedara m irando a Steph, que se habia subido al sofa. Maggie era lo suficientemente peque na como para que Angie la rodeara del todo con los brazos. Desde detras de su am iga, Angie le desabrocho los pantalones y saco el consolador con arneses que l a otra llevaba bajo la ropa. Atrajo a Maggie contra su cuerpo al ritmo del movim iento lento de su pelvis y estiro del objeto en forma de falo que sobresalia de los pantalones de su amiga mientras las dos se balanceaban al compas de la musi ca que llenaba la habitacion. La cara de Maggie reflejaba su placer al sentir la friccion del arnes de cuero contra su cono. Echo las manos hacia atras y las de slizo despacio por el interior de los suaves muslos separados de Angie. La humedad que Steph sintio en su sexo al contemplar a las dos mujeres fue inten sa e inmediata. Miro como Angie colocaba las manos en la cintura de Maggie y las iba subiendo por su cuerpo hasta alcanzar los pechos. Steph, lentamente, se des abrocho la camisa y dejo que la ropa se abriera. Mientras las dos mujeres clavab an en ella la mirada, se quito la parte de arriba del bikini que llevaba bajo la camisa y empezo a tocarse sus pechos abundantes. Steph disfrutaba al saber que estaba poniendo calientes a aquellas mujeres. - Quitate los pantalones, Steph - dijo Angie, que seguia pasando las manos por e
l torso de la mujer mas pequena y apretando su cono excitado contra el culo de Maggie. Steph se pregunto si Angie era siempre la que llevaba la voz cantante y sintio una repentina irrupcion de sangre en el clitoris, al imaginarse lo que iba a suceder. Levantando l as caderas del sofa, se quito las bragas y los pantalones con un solo movimiento . La camisa blanca de hilo era lo unico que llevaba puesto y la vision parcial del cuerpo moreno de Steph que podia adivinarse a traves del tejido casi transpa rente que se plegaba sobre sus pechos, encendio aun mas a sus invitadas. Steph a brio las piernas y empezo a frotar la punta del consolador contra su cono. Angie tiro con mas fuerza de la polla sujeta sobre el sexo de Maggie. Steph era la mu jer mas atractiva con la que se habia encontrado desde hacia tiempo y aunque a e lla lo que mas le gustaba era el sexo por el sexo, follar con Steph no se limi taba a la categoria de «busqueda de experiencias». Las mujeres siguieron mirandose y dejandose mirar. Steph abrio aun mas las piern as. Vio que la mano de Angie se metia en el bolsillo de Maggie y sacaba un condo n. Extrajo el preservativo de su funda y lo coloco en la punta del consolador d e Maggie. Lentamente, fue desenrollando la goma sobre el dildo, mientras se as eguraba de que, al hacerlo, lo manipulaba suavemente y continuaba asi estimuland o el cono de Maggie. Steph hundio un dedo en su cono empapado y lamio sus propio s jugos. Miro como Angie, en silencio, levantaba la camiseta de Maggie y se la q uitaba por encima de la cabeza. - Creo que ya estoy preparada. - La voz de Steph era monocorde y controlada, a p esar de la excitacion que sentia al pensar que iba a ser penetrada por una mujer . Se tumbo algo mas en el sofa, de manera que su cono quedara situado justo en e l borde. Maggie avanzo resuelta hacia ella, con su gruesa polla de goma sobresal iendo por la abertura de sus tejanos. Se arrodillo entre las piernas de Steph y le paso las manos por los muslos y alrededor del culo. Angie estaba de pie, detr as de su amiga, besandola y lamiendole el cuello y las orejas. Apoyando el pes o de su cuerpo sobre los brazos, Maggie situo el consolador sobre el cono de Ste ph. Lo arrastro por encima del clitoris de Steph, hinchado y ansioso, y oyo el g rito ahogado de Steph. Provocada por la presion de los movimientos de Maggie, St eph adelanto las caderas en un intento de meterse la polla dentro del cono. - No juegues conmigo, Maggie. - La cara de Maggie estaba a unos centimetros de l a suya y, aunque sentia el aliento de la mujer en la cara, no intentaro n besarse. Maggie sentia las manos de Angie acariciandole las nalgas a tr aves de los tejanos. Maggie alargo los brazos mas alla de su amiga y paso el ded o a lo largo del cono abierto que tenia ante si. Maggie chupo agradecida aquel m ismo dedo, cuando se lo apreto contra los labios. - ¿Crees que esta a punto? - pregunto Angie. - Eso creo - fue el veredicto de Maggie. Angie coloco la polla de goma sobre la vagina de Steph. Maggie noto como aumentaba la presion de Angie sobre su culo em pujandole las caderas hacia delante y la polla hacia dentro del cono de Steph. A pretando los musculos del culo, empujo con fuerza y penetro a Steph con un solo movimiento rapido. La polla era gruesa y Steph grito al sentir como llenaba su c ono. - ¿Estas bien? - le pregunto Maggie. Lo ultimo que queria era hacer dano a aquella mujer tan guapa que tenia debajo de ella. - ¡Oh, Dios! Si. Maggie, no te pares. Por favor, no te pares. - Con la tranquilida d de que el dolor que estaba provocando era placentero, Maggie follo a Steph con fuerza y a ritmo rapido. Al inclinarse hacia delante para marcar un ritmo, sint io que sus tetas se frotaban contra las de Steph. Hundio la polla lo mas hondo q ue pudo en la vagina de Steph. Ésta se estaba recreando en la plenitud que sentia y en las sensaciones que le provocaba la presion fria y metalica de la bragueta
de Maggie sobre su piel. Maggie saco con cuidado el consolador del sexo de Steph hasta que practicamente se veia la punta, para empezar de nuevo a penetrarla con fuerza. Sintio las manos de Angie estirandole de los t ejanos. Se las arreglo para dejar que esta se los bajara y se los quitara sin sa car la polla del cono de Steph. Con el dedo de Angie entrando y saliendo de su v agina y con el consolador que le presionaba el clitoris cada vez que se hundia e n Steph, sabia que no importaba cuanto se esforzara por evitarlo: estaba a punto de correrse. A continuacion, Angie paso a follar a Maggie con una mano y con la otra encontro el clitoris de Steph. Era grande, estaba erecto y Angie practicam ente lo veia temblar de deseo. Oyo que la respiracion de Steph se volvia mas rap ida y profunda y reconocio el rubor preorgasmico que se esparcia por el pecho de Maggie. - ¡Me corro! ¡Me corro! - Maggie anuncio su orgasmo mientras Angie seguia estimuland o el clitoris de Steph al ritmo de los empellones de su amiga. - ¡Follame, Maggie, follame! - grito Steph apretando con las manos el cuerpo de Ma ggie contra el suyo, que se adelantaba para encontrarse con ella. Steph sintio que los musculos de la vagina se le contraian alrededor del falo de goma que tenia en su interior y que su clitoris explotaba con la fuerza del orgasmo. Los gemidos de satisfaccion de Maggie, en constante aumento, se sumaron al r uido de su climax, mientras se tumbaba encima del cuerpo de Steph, con el dildo todavia llenandola. Lentamente se aparto y las mujeres disfrutaron de la imagen y del sonido del consolador banado en los fluidos de la eyaculacion que salia d el sexo de Steph. Maggie dio un leve beso en los labios de Steph. El cuerpo de S teph estaba tan sensible a las sensaciones eroticas que sentir los labios calid os de Maggie sobre los suyos y notar la mano de Angie descansando sobre su cono hizo que su clitoris empezara a latir de nuevo. Maggie se giro hacia Angie y beso a su amiga, que ahora estaba tada en el suelo, al lado de las otras dos mujeres. Steph miro a los dedos por entre el cabello de Angie y le metia la lengua egunda vez, penso en lo mucho que Angie se parecia a Alex y su aumento.
pacientemente sen como Maggie pasab en la boca. Por s deseo continuo en
Maggie se llevo la mano a la entrepierna y se saco el condon de la polla. - Imagino que ahora tu querras un poco, ¿no? - Maggie provoco a Angie mientras baj aba la cabeza para lamer los pechos de su amiga. - Tenia la esperanza de que Steph quisiera estrenar su juguete nuevo. Steph se estaba quitando la camisa que tenia pegada al cuerpo y dejo caer la pre nda empapada de sexo en el suelo mientras Angie la miraba, devorando con los ojo s su cuerpo desnudo. - No te sepa mal, carino. - Los sentimientos de Maggie no estaban heridos en abs oluto mientras, con avidez, equipaba a Steph con el nuevo arnes que le habian co mprado para su consolador. Con la verga de goma colgandole entre las piernas, Steph, de repente, comprendio lo que habia querido decir Marsha en el taller de interpretacion. Se sentia pod erosa, sexual y con el control de la situacion. Se sento en el suelo frente a An gie, quien rodeo con las manos el tronco de la polla y estiro el fino condon de goma hasta la base. Las piernas de Steph estaban a los lados de las caderas de A ngie y ella la atrajo mas cerca de si. La idea de pasar la lengua por los pechos abundantes y los pezones respingones de Angie estaba volviendo loca a Steph. Ésta noto el sabor a jabon en la piel de Angie cuando le chupaba un pezon y se excit o con el aroma almizclado del sexo de Angie que brotaba entre ellas. Steph senti a los dedos fuertes de Angie masajeandole los musculos de la espalda y oia sus s
uaves gemidos de excitacion mientras hacia pasar su lengua primero por un pezon y luego por el otro. Steph sintio que las manos de Angie la empujaban suavemen te sobre los hombros y cedio a la orden sin palabras de tumbarse de espald as en el suelo. Subiendose sobre el cuerpo de Steph, Angie recoloco su cono sobr e la polla de Steph. Ésta vio que los fluidos de Angie resplandecian en su vello pubico y desliz o los pulgares a los lados de los labios del sexo de Angie para hacer sitio a su verga. Dirigio las caderas de Angie, de manera que la cabeza del consolador qu edara a la entrada de su agujero. Angie cerro los ojos y gimio de deseo con solo pensarlo. Tras poner las manos en las caderas de esta, Steph la guio sobre su p olla y levanto las caderas para encontrase con ella, y ahogo un grito cuando vio que el enorme objeto de goma desaparecia sin dificultad en la vagina de Angi e. Mientras sus dedos jugaban con su clitoris, Angie levanto el cuerpo para que Steph pudiera penetrarla con empellones largos y acompasados. Permitio que A ngie disfrutara de toda la longitud de su polla cada vez, pero asegurandose de q ue no se le saliera del todo. - Steph, me encanta - exclamo Angie, mientras miraba con detenimiento a la cara de su amante. - Desde aqui tambien parece cantidad de excitante - dijo Maggie que, para recupe rarse del polvo agotador, se estaba masturbando mientras miraba como las dos muj eres follaban en el suelo delante de ella. El comentario de Maggie hizo que Angie se diera cuenta de golpe de que se habia quedado totalmente centrada en Steph. Angie estiro los brazos hacia su amiga. No queria que se sintiera que la dejaba de lado. Maggie entendio perfectamente lo que queria Angie y se acerco para sumarse a la pareja que retozaba. La v ision del sexo abierto y humedo de Maggie sobre ella hizo que la sangre de Steph latiera con mas fuerza por sus venas. Echando la pelvis hacia delante, Maggie o frecio su cono a la ansiosa boca de Angie. Steph disfruto de un primer pla no de la lengua hambrienta de Angie lamiendo el cono chorreante de Ma ggie y mordisqueandole el clitoris. Aquello era practicamente insoportabl e. Steph empujo la polla dentro y fuera de Angie mas y mas fuerte y escucho, en cima de ella, los gemidos de placer de Angie ahogados por el vello pubico de Mag gie. El orgasmo de Maggie fue rapido y silencioso, pero dejo a Angie empapad a por sus jugos. Maggie hizo que Angie se tumbara de espaldas y amab lemente, lamio de su cara las muestras de su propia eyaculacion. Despues, dejo que Steph fuera quien se encargara de hacer que se corriera. Angie se aban dono al ritmo de Steph. Cada empellon intensificaba las olas de orgasmo que consumian su pelvis y que inundaron todo su cuerpo como oleadas de una sensacio n maravillosa que culmino en un instintivo «aaaaaaahhhhhh» que escapo de sus labios . Cuando abrio los ojos, vio la cara resplandeciente de Steph sonriendole. Ti ro de Steph para que se tumbara encima de ella y la cubrio de besos mientras rod aban por el suelo. Por un momento, Steph se pregunto si Angie podria ser la pers ona que le hiciera dejar de pensar en Alex.
RODEOS Y CAMBIOS DE HUMOR Alex no se habia mostrado muy dispuesta a responder a las preguntas de Marsha mi entras volvian en coche al apartamento de la tutora en Muswell Hill. - ¿Que diablos estabas haciendo deambulando por Finsbury Park a las dos de la mana na? - le pregunto Marsha desconcertada. - Ahora no, Marsha, por favor - fue todo lo que pudo contestar Alex.
- Me arrastras hasta aqui y no piensas decirme por que - exclamo su chofer, que estaba bastante despeinada. - El amigo al que se suponia que iba a visitar no estaba, ¿de acuerdo? - ¡Hummm! - Marsha observo el humor lugubre de Alex y su extrano comportamiento-. Pensaba que este habria sido el dia mas emocionante de tu vida, carino. - Lo es. - Bueno, perdoname por decirlo, pero si esto es euforia, no quiero ni pensar en lo que sera cuando estes deprimida. - Es tarde y las dos estamos cansadas, Marsha. ¿Podemos hablar de esto manana? - Como quieras. Marsha acompano a Alex por las escaleras de su piso hasta la habitacion de invit ados. - Gracias por venir, Marsha - le dijo Alex, mientras la mujer se agachaba para d arle un suave beso en la mejilla. - Me alegra que consideraras que podias llamarme - dijo con voz tranquilizadora. Intenta dormir. Manana solucionaremos eso que te inquieta. ¿De acuerdo? Alex oyo el sonido de voces en la habitacion de al lado mientras se arrop aba con el edredon y aspiraba el olor reconfortante a recien lavado. No habia contado con que Marsha pudiera estar acompanada y deseo que, fu ese quien fuese, cuando ella se levantara a la manana siguiente ya no estuviera. Desorientada, Alex miro la habitacion y se pregunto donde Cono estaba. Lo s objetos etnicos que cubrian todas las superficies y el sonido de Mahler que provenia de la habitacion de abajo eran buenas pistas e hicieron que los hechos de la noche anterior pasaran a toda prisa ante sus ojos, como el paisaje desde un tren a gran velocidad. La musica teatral hizo sonreir a Alex, que recordo el asombro de la voz de Marsha cuando Alex finalmente realizo la llamada. A Marsha le gustaba darselas de bohemia y de imposible de escandalizar, pero su vulnerab ilidad bordeaba lo peligroso. Alex sabia que a pesar de su deseo de que la consi deraran excentrica y visionaria, Marsha era una persona extraordinariamente fuer te. A Alex le agrado ver que el sol brillaba cuando abrio las cortinas. Fue al piso de abajo a dar los buenos dias a Marsha. Sabia que Marsha tendria mas preguntas para hacerle que Chris Tarran en toda una temporada de ¿Quiere ser millonario? y a un no sabia demasiado bien como iba a manejar la situacion. Para su alegria, Marsha estaba sola en la cocina, envuelta en un caftan cuyo col or y estampado hacian estremecer. - ¿Cafe, querida? - pregunto, como si fuera lo mas normal del mundo que Alex salie ra de la habitacion de invitados envuelta en su albornoz. - Hummmm. Solo y sin azucar, por favor - Alex separo una silla de la mesa y espe ro a que se lo sirvieran. Era ya practicamente primera hora de la tarde cuando la marana de cuerpos en la cama de Steph por fin se desenredo y, con gran esfuerzo, trasladaron sus cuerpos agotados de tanto sexo hasta el lavabo. Lavadas, frotadas y solo un poco magull
adas se sentaron alrededor de la mesa del desayuno para decidir que iban a hacer durante el resto del dia. - Muy bien. ¡Ya lo tengo! - dijo Maggie-. Una vuelta por Safeway para c onseguir comida. Volvemos aqui, preparamos un picnic, cogemos el balon y vamos paseando hasta Fin sbury Park. - No estoy muy segura de lo del futbol - dijo Angie mientras se frotaba la ingle -. Puedo ser el arbitro. - No sabia que fueras tan debilucha, Angie - se burlo Maggie. - Estupendo - dijo Steph, contenta de que le hubiera planificado el dia, aunque se preguntaba como conseguiria pasar algo de tiempo a solas con Angie. Miro a es ta, que estaba echada hacia atras en su silla al otro lado de la mesa justo dela nte de ella, y le complacio ver que le estaba devolviendo la mirada. Se sonriero n la una a la otra, unidas por su apatia frente a la animacion de Maggie. -... Y luego, volvemos aqui, nos lavamos y nos vamos de fiesta al centro. He oi do que acaban de abrir un nuevo club en Victoria. Quizas podamos ir a verlo. - ¿Para lesbianas? - pregunto Angie. -Mais, bien sûr, cherie* - dijo Maggie sonriendo complacida ante la falta de oposi cion a su plan-. En lo que a mi respecta, cualquier otra cosa seria malgastar en ergia. - Las mujeres sonrieron ante su entusiasmo-. ¡Vamos pues! ¿A que estais esper ando? - Maggie entro en accion e intento azuzar a las otras fuera de la casa en direccion al supermercado. - Te dire lo que haremos - dijo Angie sin hacer ningun esfuerzo por moverse-. ¿Por que no vas tu al supermercado y nosotras nos quedamos aqui y recogemos lo del d esayuno? - ¡Anda que menudas enclenques de mierda estais hechas! - Maggie cogio su moneder o y se fue hacia la puerta - ¡Oh! ¡Mags!, traenos el periodico, ¿vale? - grito Angie. La unica respuesta fue el golpe de la puerta al cerrarse. - ¿Te lo pasaste bien anoche, Steph? - pregunto Angie. - Me sorprende que tengas que preguntarlo - le contesto Steph. Era muy dificil s aber que pensaba Angie. Muy pocas cosas la descolocaban y eso hacia complicado saber que opinaba en realidad.
*Pues claro que sí, cariho. (N. de la T.) - Me muero por repetirlo. - Angie sonrio seductora. - Creo que tendras que preguntarselo antes a Maggie. - No. Ya sabes a lo que me refiero. De verdad que me gustaria conocerte, Steph. - Ya. Y a mi conocerte a ti. - ¿Como puedo explicarte lo que anda mal si no me dejas decir ni una palabra? -int
errumpio Alex. No estaba segura de como iba a reaccionar Marsha cuando le explic ara el acuerdo que tenia con su agente pero tenia que decirselo a alguien, aunqu e solo fuera por conservar su propia salud mental. - Asi que eres lesbiana pero no puedes tener una relacion, ni siquiera sexo con una mujer, porque crees que tu carrera se vendra abajo si ese monstruo de Quenti n lo descubre y te retira su apoyo - aclaro Marsha. - Si. Supongo que eso es mas o menos un buen resumen. - ¡Dios mio! - ¿Estas impresionada? - Me impresiona que hayas accedido a algo asi. - ¿Y no de que sea lesbiana? - Por el amor de Dios, Alex, suponme un poco de olfato. Lo supe en cuanto te vi. - ¿Tan evidente es? - dijo Alex invadida por el panico. - Solo para ojos muy acostumbrados y muy bien entrenados, querida - Marsha paso por el lado de Alex y le alboroto el pelo en un tranquilizador gesto de apoyo-. Asi que tambien puedo suponer que la casa frente a la que me esperabas anoche al berga a algun tipo de femme fatal que ha causado tal efecto sobre ti que no fuis te capaz de celebrar el evento mas significativo de tu carrera hasta la fecha. - Y que lo digas. - Alex miro a Marsha con detenimiento, preguntandose que tendr ia Marsha para ser la unica persona que lograba hacerla sentir como una nina peq uena. - Bueno, Alex. La verdad es que no se que decir. Nunca me he encontrado en tu si tuacion, pero creo que he de instarte a cuestionar la verdadera motivacion de tu agente. - ¿Que quieres decir? - Bueno, querida. ¿Estas segura de que no podrias tener una vida privad a - si lo fuera- perfectamente feliz y disfrutar de una carrera floreciente? He conocido a muchos hombres en este negocio que se recrean en dominar y control ar a mujeres jovenes. Lo que digo es, ¿te dice eso porque disfruta con el poder qu e ejerce sobre ti o de verdad crees que tu carrera se resentira si le dejas? - A lex se paso las manos por entre el cabello y lo penso bien. No le gust aba pensar que podia haber sido credula, impresionable y demasiado ansiosa por triunfar para ver lo que sucedia en realidad-. Hay montones de agentes con muchas mas posibilidades que el maldito Quentin de Fleur, querida. Y te aseguro que no todos son unos monstruos manipuladores y controladores. Alex necesitaba espacio para pensar. Lo que Marsha decia era alentador pero tamb ien le revolvia el estomago. Se levanto de la mesa para subir a vestirse. - Por cierto, ¿no habras firmado nada? ¿Lo has hecho, Alex? Alex se dio la vuelta e hizo una mueca de disgusto. La puerta de casa de Steph se abrio y entro Maggie arrastrando, entre frufrus, v arias bolsas de plastico. - ¡Joder, tias! ¡Se suponia que ibais a recoger esto! - dijo Maggie cuando vio que l a cocina estaba exactamente igual que la habian dejado, pero con menos cafe en l a cafetera-. ¡No creo que os lo merezcais! - Dejo caer en la mesa el periodico que traia para Angie.
Steph sintio como le iba desapareciendo el color de la cara mientras miraba la f oto de Alex que habia en la portada. El titular decia «Una inglesa recien descubie rta consigue un papel en una superproduccion». Angie ya se habia acabado de leer la portada y estaba mirando la foto de Alex. Maggie miro por encima del hombro: - Esta buena - recalco lasciva-. ¿Quien es? - Creo que se me parece un poco - Angie imito la pose de Alex en la foto de estu dio que habia impresa. - Ya te gustaria, carino. ¡Venga! Pasa a la pagina seis. - Maggie intento pasar la pagina para descubrir el resto de la historia, pero Angie se aferro al periodico resuelta. Lo cogio y lo sostuvo en alto para que Steph lo viera. Vo lvio a adoptar la misma pose y dijo: - ¿Tu que crees, Steph? ¿A que practicamente parecemos gemelas? Maggie intento quitarle el periodico de las manos y entonces se dieron cuenta de que Steph no compartia la broma. - ¡Joder! ¿Estas bien, Steph? - le pregunto Angie preocupada-. Parece que hayas visto a un fantasma. - Estoy bien. De verdad. Demasiado whisky y dormir poco. - ¿Quieres que te traiga algo? - pregunto Maggie. - No, de verdad. Estoy bien. ¿Por que no os vais vosotras al parque y os llamo un poco mas tarde si me encuentro mejor? - No quiero dejarte asi. - Angie paso el brazo por los hombros de Steph. Ésta no taba que las lagrimas empezaban a inundarle los ojos. - No. Por favor. Sola estare bien. Vosotras id, ¿vale? Angie dio a Steph un beso ligero en la frente y le aparto el pelo de la cara. - ¿Puedo llamarte? - pregunto timidamente. - Mejor te llamo yo. - Como quieras. - Angie miro a Maggie e hizo una mueca. Angie no ent endia aquel cambio repentino que le habia sobrevenido a Steph. Estaba disgusta da por no poder pasar mas rato con ella, pero sabia que era hora de irse.
7 Extraño comportamiento
Probablemente fue una suerte que Marsha no escogiera a Steph como protagonista d e Juana de Arco, ya que despues de los hechos ocurridos durante los ultimos dias , pocas veces en la vida se habia sentido Steph menos santa y menos Juana de Arc o. En consecuencia, y por una vez, estuvo contenta de dejar que Sarah ocupara e l centro del escenario mientras ella quedaba en un segundo plano, con varios pequenos papeles que solo requerian una expresion levemente burlona. Bev estab a que se moria de curiosidad cuando volvio de Glasgow el lunes por la manana. Qu eria saberlo todo: si se habia encontrado con Angie en el gimnasio, si la habia gustado, lo que pensaba de Maggie y si ella no era la mejor amiga del mundo por haberlo organizado todo. Steph hizo todo lo que pudo para convencer a Bev de q ue se lo habia pasado como nunca - cosa que era cierta hasta que vio la foto de Alex en el periodico-, pero sabia que en cuanto Bev hablara con Maggie y Angie, descubriria que se habia comportado de un modo aparentemente extr ano. Hasta la semana siguiente en los ensayos, Bev no pudo hablar cara a cara con Ste ph acerca de las llamadas de Angie que esquivaba. Bev se fue acercando subreptic iamente a Steph mientras Marsha recorria el estudio dandoles consejos despues de su primer ensayo completo. Marsha utilizaba la espada de Juana para captar la a tencion de aquellos sobre los que estaba hablando y, en aquel instante, la utili zaba para senalar como la tension de los hombros de Jason Burlington hacia que s us hombreras le rozaran la base de las orejas.
- Relajate, querido - animo Marsha al chico, que tenia aspecto de estar bastante asustado-. Has de generar la voz desde tu centro. - El panico se reflejo en los ojos de Jason cuando la espada se separo velozmente de sus hombros para bajar h asta su ingle-. No queremos volver a ver nunca mas que sobresalen los musculos d e tu cuello ni que se te levantan los hombros, ¿verdad que no, chicos? Hubo un vago murmullo de asentimiento mientras la espada de Marsha buscaba una n ueva victima. - ¡Ah, Sarah! Satisfecha de que la atencion de Marsha fuera a estar distraida del resto del gr upo al menos durante cinco minutos, Bev se giro para cuchichearle a Steph al oid o: - Hoy Angie ha vuelto a dejar en el contestador un mensaje para ti - le dijo. - ¿Ah, si? - Steph sabia que Bev habia elegido cuidadosa-mente el momento para sa car aquello a relucir. Bev tenia a Steph acorralada, ya que era una situacion en la que su amiga no podia levantarse y marcharse sin provocar un revuelo y Bev l o sabia. - Le gustas mucho, ¿sabes? ¿Por que no le devuelves la llamada, al menos? - Mira, Bev, ahora mismo no estoy en la situacion adecuada - dijo Steph. - Ella me dijo que os lo habiais pasado muy bien. - Si, es cierto. Lo que pasa es que si volviera a salir con ella creo que lo ha ria por un motivo equivocado. - ¿Que quieres decir? Ella te gusta, ¿no? - Si, pero eso es solo una parte del problema. Creo que es un encanto pero, jode r, no puedo explicarlo... - ¡Cono, tia! Te esta pidiendo que vayais a tomar algo. No es tan terrible, creo.. . - Ya lo se, Bev. Es que me recuerda demasiado a otra persona, eso es todo - sise o Steph. - ¿No sera esa maldita mujer otra vez? - suspiro Bev-. ¿Como vamos a ayudarte a que sigas adelante? - Beverly, querida - la voz de Marsha interrumpio su pequeno tête-à tête-, si prestaras mas atencion a mis comentarios y pasaras menos tiempo hablando con Stephanie, sabrias que, en el primer acto, se supone que has de colocar la escal era y el cubo «despues» de que el Delfin se siente y no antes. Por cierto, Gavin, ¿com o esta tu cabeza? ¿Te has hecho dano?
APOSTADA EN LA BARRA Bev y Steph habian quedado en que aquella noche saldrian, se tomarian unas copas y buscarian el modo de hacer que Steph abandonara aquel mal habito que Bev habia bautizado como «mal funk»*, aunque Steph no sabia lo que Shakatak tenia que ver con todo aquello.
Steph se sento en la barra y, del vaso. Sabia que tenia que acercaba a gran velocidad y a scenario como la fruta con la
con la pajita, persiguio el trozo de limon dentro hacer algo. El espectaculo de final de carrera se aquel ritmo ella iba a tener tanto impacto en el e que estaba jugueteando.
*Shakatak es un grupo musical dedicado básicamente a la música funk. (N. de la T.) Bev ya llegaba media hora tarde cuando a Steph le sono el movil y vio en la pant alla el numero de la escuela. Tapandose la oreja libre con una mano, intento oir lo que le decia Bev. Steph logro entender que los ensayos para la cancion de la presentacion en la que estaba trabajando se habian retrasado. Sentia mucho deja rla tirada, especialmente aquel dia, y sugeria que lo dejaran para la noche sigu iente. La nueva Steph, de mente positiva, decidio que no le iba a hacer ningun b ien volver a casa e intento poner orden en sus pensamientos. Vivir en «la escena del crimen» no contribuia a que pudiera pensar con claridad. Habia estado mi rando un cartel en la pared del bar que anunciaba una noche de striptease solo para mujeres en un club que habia un poco mas abajo en la misma calle. Su estad o de animo era como el de los heroes solitarios contra el mundo de Raymond Chand ler. Decidio apurar la copa e ir a disfrutar de un poco de danza en la barra. Mientras bajaba las escaleras se alegro de comprobar que el club era un lugar so rdido, oscuro y lleno de humo. Solo unas pocas mujeres ocupaban la sala recubier ta de imitacion de terciopelo. Era justo el tipo de sitio donde la flor y nata d e los detectives de ficcion hubieran ido a tomarse un whisky y a maquinar sus mejores pensamientos. Steph fue directa hacia un taburete en la barra y, despues de pedirse una copa, centro la atencion en la actividad que se llevaba a cabo e ncima del escenario. Aunque Steph nunca habia estado en un club de striptea se, el lugar le parecia familiar - incluida la mujer del escenario, que era atractiva y llevaba el pelo largo, como en los 70, al estilo de Jacquelin S mith - y el sonido ligeramente metalico de la musica sin tonos graves al son de la cual bailaba. Noto que alguien se sentaba en el taburete de al lado y se giro para mirar quien la acompanaba: un hombre guapo. - Creia que era la noche de las mujeres - dijo Steph, preguntandose como habria logrado superar el detector de genero. - De las mujeres y del novio del barman - sonrio y se recosto en el taburete. Es tuvieron un rato sentados en silencio, los dos mirando a la sinuosa bailarina-. Buen cuerpo, ¿eh? --dijo el, senalando con la cabeza en direccion al escenario. - Si - asintio Steph. - ¿Quieres que te la presente? Tienes aspecto de querer compania femenina. - De momento no, me lo estoy pasando bien solo con mirar - dijo Steph-. Pero gra cias de todos modos... Perdona, ¿como te llamas? - Brian. - Pues, gracias de todos modos, Brian. Steph no habia previsto explicarle la historia de su vida aquella noche a un des conocido, pero como Brian tenia tiempo y a Steph le apetecia fue lo que acabo su
cediendo-. Estoy locamente enamorada de ella, Brian - dijo Steph cuando llego al final de la historia-. Y se que le gusto. Si no, no hubiera venido a mi casa a quella noche. - ¿Quieres decir despues de que os lo montarais en la clase de interpretacion? -Br ian era agradable y estaba interesado en la historia de Steph, pero le costaba s eguir el orden enrevesado en el que Steph reproducia los acontecimientos. - Si. Se que es de locos. Quiero decir que puede que ella no quiera que todo el mundo sepa que es lesbiana pero, joder, es un poco exagerada, ¿no crees? - Steph d io un golpe disfrutando de la libertad de poder hablar de su problema con alguien que no sabia nada de nada de ella y que no tendria ni idea de que estaba hablando de Alex. - ¿Y la conozco? - Brian estaba disfrutando sobremanera del drama a cuenta de Step h y la pinchaba para que le dijera de quien se trataba-. ¿Sale por la tele? - ¡No te lo voy a decir! - Steph se rio de los intentos de Brian por intentar pone rla de buen humor. Llamo a su novio por encima de la barra y juntos rebuscaron e n las profundidades de su imaginacion para salir con sugerencias cada vez mas ri diculas acerca de quien podia ser la amante de Steph. - ¿Y por que cono no te pasas por su casa y le dices lo que sientes? - A Brian le encantaban las historias de amor no correspondido y su espiritu animoso estaba a yudando a que Steph concibiera alguna esperanza. - ¿Pues sabes que, Brian? Que tienes razon. Tengo que averiguar donde vive y pasar me a decirle lo que siento. Y si no le gusta, que se aguante. - Si es tan famosa, ya sabes lo que tendrias que hacer, ¿no? - intervino el novio de Brian desde detras de la barra-. Dile que si no quiere seguir donde l o dejasteis, venderas la historia a los periodicos. - ¡Oh, si! - exclamo Brian-. A todo el mundo le gusta un buen chismorreo. - Joder, tios. ¿Que clase de chica creeis que soy? - dijo Steph con indignacion fi ngida. - El tipo de chica que viene a un local de striptease de mujeres y que se pasa l a noche hablando con un par de maricones, lo que, por lo que yo se, es algo muy, muy extrano. Brian tenia razon, no estaba aprovechando al maximo la situacion. Como ahora ya tenia un plan y se sentia mas ligera que desde hacia mucho tiempo, penso que un poco de diversion podia ser el final adecuado para aquella noche. - Me parece que ahora ya estoy lista para que me presentes, Brian. - Brian alca nzo el telefono interior y hablo con alguien durante unos minutos. - Se va a ir a bailar, pero dice que no le importa ir acompanada - informo Brian -. Le he dicho que eres guapisima y te espera en la entrada. Esto no lo hace por cualquiera, ¿sabes? - ¿Como se llama? - Ally. - Nos vemos, chicos - dijo Steph mientras se dirigia hacia la salida-. ¡Y gracias por todo!
MOMENTOS SIN COMPLICACIONES En el club se lo habia pasado bien. Pasar la noche del martes en un lugar replet o, asfixiante y con marcha, era justo lo que necesitaba Steph. Y Ally habia resu ltado ser muy graciosa. Steph se preguntaba que tipo de acuerdo tendria con los tipos de la barra y pronto descubrio por que estaban tan interesados en consegui rle una cita. La bailarina se encontraba en una situacion que se parecia mucho a la suya. Ally tenia treinta y tres anos y acababa de separarse de su novia y su fria del dolor de clitoris y de corazon que acostumbra a acompanar a aquel panorama. Estudiaba derecho y de ahi que se ganar a un dinero por las noches en el club de striptease. Steph contemplo el interior del piso de Ally y luego miro por la ventana a las c alles de abajo. - Steph, ¿no vienes a la cama? - La voz de Ally salia del dormitorio. Steph espera ba que fuera algo tipo saloncito recubierto de plastico rojo o forrado de cuero y la decepciono un poco ver que las paredes no estaban adornadas con latigos, es tiletes de quince centimetros ni esposas. Ally estaba tumbada en el futon y habi a prendido incienso y encendido algunas velas. La luz estaba baja y el aire cali do de la noche de primavera entraba a traves de la muselina que cubria la ventan a, trayendo el ruido de la noche con el. Ally se acerco y empezo a desnudar a St eph lentamente y con cuidado. La tocaba de un modo suave, sensual y persistente y Steph se abandono a ella por completo. Tras apartarse la bata de seda de lo s hombros y dejarla caer suelo, Ally se acerco mas a Steph, hasta que la visitan te pudo notar su suave piel aceitunada y su prieto cuerpo de bailarina contra el suyo, a todo lo largo. Ally beso a Steph ligeramente, en el cuello, y luego la hizo avanzar hacia la cama. - No estes tensa, Steph - dijo Ally mientras le pasaba las manos por la espalda, masajeando los nudos de tension mientras lo hacia. Las dos mujeres dejaron que sus manos exploraran la novedad del cuerpo de la otra. Ally beso a Steph en los labios de un modo suave, sensual y erotico. Ésta, de buen grado, abrio la boca par a acoger la lengua de la otra mujer en su interior. Sus lenguas se entrelazaron sensualmente dentro de sus bocas mientras Steph atraia el cuerpo de Ally hacia e l suyo. El tacto de sus muslos desnudos contra los de ella era reconfortante y t entador. El modo que tenia Ally de enroscarse alrededor del cuerpo de Steph con movimientos lentos y languidos hacia que Steph se sintiera como si estuviera hac iendo el amor bajo el agua. Si es posible sentirse relajado y excitado al mismo tiempo, eso era lo que Steph estaba experimentando y disfrutaba de cad a momento sin complicaciones. Los movimientos de Ally eran minuciosos y pre cisos, pero los hacia extraordinariamente sexuales su modo controlado y experto . Steph sintio el vello pubico de Ally moviendose contra el suyo y separo las pi ernas para hacerle sitio. La presion del muslo de Ally contra su cono era deli ciosa. Hicieron el amor sin ninguna prisa por alcanzar el climax antes de habe r devorado cada centimetro del cuerpo de la otra. Las dos mujeres se contoneaban y serpenteaban sobre la cama. Steph sintio las manos de Ally masajeandole la pl anta de los pies y gimio cuando ella apreto en un punto que le dio la sensacion de relajarle la tension muscular que se le acumulaba en el cuello desde hacia se manas. - ¡Dios!, me gusta - dijo Steph a la mujer que le estaba haciendo el amor. Ally le vanto la mirada y sonrio mientras seguia besandola, lamiendola y acariciandola, avanzando hacia arriba por entre las pantorrillas y los muslos de Steph. Con la boca cada vez mas cerca del cono palpitante de Steph, se subio encima de ella y giro al hacerlo para que Steph pudiera recibir todo el impacto de su sexo excita
do y humedecido. Ésta puso las manos en las caderas de Ally y llevo a su companera mas arriba, hasta que la boca de cada una quedo apenas a unos centimetros del c ono de la otra. Steph sentia la lengua de Ally lamiendole tentadoramente la part e mas alta del muslo, pero el cono abierto que habia encima de ella, con los lab ios hinchados por el deseo, le parecia demasiado apetecible como para provocarla del mismo modo. El latigueo repentino de la lengua de Steph en su clitoris hizo que Ally gimiera de placer. Arrastro la lengua de atras hacia delante sobre el sexo humedo de Ally, bebiendo a lengüetazos sus fluidos e inspirando el aroma de s u sexo excitado. Mientras Steph le clavaba la lengua en la vagina, sintio el cal or de la boca de Ally en su propio clitoris. Mientras se comia el cono que se de slizaba atras y adelante sobre su boca, notaba como Ally le mordisqueaba, chupa ba, lamia y acariciaba el clitoris y se sintio como si tuviera la mayor ereccio n del mundo. La sensacion de estar comiendole el cono a alguien al mismo tiempo que se lo comian a ella le parecia exquisita. Steph continuo con la lengua en la vagina de Ally pero fue al empezar a excitarle el clitoris con e l dedo cuando supo que Ally estaba a punto de correrse. El sonido de los quejido s roncos y profundos de Ally hizo que Steph se excitara mas aun. Sentir la lengu a de Ally en su clitoris y un dedo que entraba y salia de su agujero empapado er a mas de lo que podia resistir. Las dos mujeres encontraron muy dificil esperar a la otra mientras sus caderas se sacudian en un orgasmo simultaneo. Ally se gir o y tomo a Steph entre sus brazos. - Gracias - le dijo con suavidad. - Gracias a ti - le respondio Steph. - ¿Ya se te han olvidado los problemas con tu novia? - pregunto Ally. - ¿Que problemas con la novia? - Steph sonrio a la mujer de ensueno que estaba tum bada a su lado y durmio mas profundamente de lo que habia dormido desde hacia se manas.
PLANIFICACIÓN Y PERSEVERANCIA Steph no estaba en la hoja de convocatoria para los ensayos del dia siguiente, p ero iba a estar muy ocupada de todos modos: tenia un plan que llevar a cabo. - Muy bien. Ahora pensemos. ¿Como lo haria V.I. Warshawski* para encontrar a alguien en una ciudad como esta? - se dijo a si misma mientras pensaba su prime r movimiento. Vestirse mal, darse atracones de pasta hecha en casa y empre nder maratonianas sesiones de footing era las cosas mas notables que Step h recordaba de sus novelas favoritas y todas ellas estaban fuera de lugar, asi q ue en vez de eso alargo la mano hacia el listin telefonico. Empezaria por lo bas ico. Sabia que hojear las paginas era una posibilidad remota, pero tenia que int entarlo de todos modos. - Alexandra Dechy, Alexandra Dechy... - Steph repetia el nombre una y otra vez m ientras recorria con la mirada las paginas del listin. No hubo suerte. «Quizas hag a poco que se ha mudado», penso Steph complacida de que sus capacidades ana liticas parecieran estar poniendose en marcha. Llamo a informacion telefo nica y le dijeron que habia un numero registrado bajo ese nombre en St. John’s Woo d, pero que no podian darselo porque era privado y no figuraba en el listin telefonico. No, era absolutamente imposible que se lo dieran, ni si quiera si era la hermana de aquella persona que habia desaparecido hacia tiempo, que acababa de volver de Australia y a quien solo le quedaban tres dias de vida . Cuando colgo el telefono, Steph sabia que se le habia ido la mano con lo de la h
ermana pero, a grandes males... Muy bien. El proximo paso seria llamar a su agen te. Tendria que encontrar una historia mejor que la de la hermana. Steph descolg o el telefono y marco el numero de la agencia de Quentin de Fleur. - Hola. ¿Puedo hablar con la persona que representa a Alexandra Dechy, por favor? - Steph respondio a la voz de clase alta que contesto al telefono. Por suerte, s olo sono un breve fragmento de Tom Jones antes de que otra persona cogiera la li nea. - Le atiende Sabrina. ¿Puedo ayudarle? - llego una nueva voz. - ¿Se encarga usted de Alexandra Dechy? - pregunto Steph. - Si, soy la ayudante de Quentin de Fleur. - ¡Fantastico! Hola, me llamo Sophie. Me han encargado que haga una lista exhausti va con los datos de contacto de todas las personas que trabajan en el rodaje y n ecesitaria que me dieran el numero de telefono de Alex, su fax, su direccion, s u correo electronico... ya sabe, los datos basicos por si se da alguna emergenc ia. Ya se sabe lo impredecibles que pueden ser estas cosas - Steph estaba impres ionada por lo eficiente que parecia.
*Nombre del detective de Chicago que protagoniza una conocida serie de novelas e scritas por Sara Paretsky. (N. de la T.)
- ¿Puede esperar un segundo? - Claro - dijo Steph mientras Sabrina tapaba el micro con la mano y hablaba con alguien que estaba junto a ella. - ¿Como me ha dicho que se llama? - le pregunto Sabrina. - Sophie. Sophie Brooks - dijo Steph despues de escudrinar el listin de telefono s para inspirarse. Steph escucho lo que supuso que era la voz de Quentin antes d e que Sabrina regresara al telefono. - Dice Mr. de Fleur que tiene ante el una lista de contactos actualizada. ¿Puedo p reguntarle de que departamento llama? - ¡Oh! Muy bien. Debe de haber habido algun error. Lamento haberles molestado. Steph colgo rapidamente antes de que Sabrina pudiera hacerle mas preguntas incom odas. Acababa de echar a perder la mejor posibilidad de conseguir facilmente su direccion y estaba un poco frustrada por lo dificil que le estaba resultando des cubrir un dato tan simple. Marsha tenia que ser la proxima escala, pero Steph sa bia que la manera de manejar a la directora invitada tenia que ser muy sutil. No queria que saliera disparada a descubrirle el pastel a Alex antes de que hubier a tenido oportunidad de hablar con ella. Siempre hay un motivo razonable para querer contactar con alguien, siempre y cuando se tenga tiempo e imaginacion suficiente para pensar en ello y Steph tenia ambas cosas. Se despejo la cabeza y se tumbo en la cama a pensar. ¿Que creeria Marsha que podia ser una razon licita para que ella quisiera contactar con Alex? Barajo varias ideas en la mente: ten
ia que ser algo relacionado con el papel que acababa de conseguir, pero simpleme nte decir que la queria felicitar no bastaba. Era necesario que tuviera que ver con alguien con quien ella no estuviera directamente relacionada, como si le est uviera haciendo un favor a otra persona. Hojeo una de las omnipresentes revistas Helio en busca de inspiracion. Lo que finalmente le dio la idea fueron las foto s aerografiadas que las estrellas tenian colocadas por sus casas. Tendria una mu y buena amiga - o puede que incluso un pariente- que estaba empezando a trabaja r de periodista y buscaba su oportunidad en el mundo de las revistas ilustradas para mujeres. Una entrevista con Alex seria perfecta. -... Se que no es muy ortodoxo intentarlo a traves de ti, Marsha, pero como siem pre nos dices, los contactos no son contactos a menos que contactes con ellos, ¿no ? - Steph se las habia arreglado para arrastrar a Marsha fuera de la sala de pro fesores para hablar con ella por telefono en el despacho del instituto. - Es verdad, tienes razon. ¿En que revista intenta colocar la entrevista tu amiga? -pregunto Marsha. - ¡Oh! Claro. Ya sabes, una de las mejores, por supuesto - Steph pudo notar que Ma rsha se estaba ablandando-. ¿Sabes que? ¿Por que no me das su direccion y esta mism a noche le envio a Alex por correo una copia de su trabajo? - Steph continuo ins istiendo. - Es que ahora esta muy ocupada, Steph. No se... - Steph practicamente contenia el aliento a la expectativa mientras Marsha sopesaba los pros y los contras-. M uy bien. Ya se lo que vamos a hacer. Haz que tu amiga me pase la informacion por fax a la escuela y que me de un numero de contacto y yo se lo hare llegar a Ale x. ¿Que te parece el plan? - Fantastico. Se lo comento a mi amiga. Muchas gracias por tu ayuda, Marsha. Tres ideas, tres callejones sin salida. Entonces, una idea aun mas temeraria le vino a la mente. El expediente de Alex en su vieja escuela de teatro. Seguro que ellos tenian su direccion. Lo unico que tenia que hacer era lograr entrar co n halagos o artimanas en la Escuela de Interpretacion Tal o donde quiera que se hubiera preparado, echar una ojeada a los archivos y ¡ya esta! Sin embargo, una cosa era intentar enganar a la gente por telefono y otra muy di ferente registrar de verdad los archivos confidenciales de una entidad. Steph se seco el sudor de las palmas de las manos en los pantalones mientras esperaba fu era del despacho de la secretaria en la antigua escuela de teatro de Alex. No ha bia querido arriesgarse a que no le dieran cita aquel dia, asi que sencillamente se presento sin avisar, diciendo que estaba interesada en hacer una prueba para entrar en la escuela y queria que le dieran un formulario de inscripcion. - ¿Sophie? - Una mujer salio del despacho en cuyo exterior estaba sentada-. ¿Sophie Brooks? - Si. Soy yo - dijo Steph, que habia estado a punto de no reconocer su nuevo nom bre. - Pasa, por favor. - Steph siguio a una mujer pulcra y trajeada dentro del antic uado despacho que crujia de lo lleno que estaba de archivadores y montones de pa peles. El corazon le dio un vuelco. ¿Como iba a encontrar lo que buscaba en aquel caos? La mujer ni siquiera tenia ordenador. - Asi que estas interesada en estudiar aqui con nosotros, ¿no? - le pregunt o la mujer mientras plantificaba otra montana de papeles a los pies de su mesa . - ¡Y tanto! Queria saber cuando son las pruebas de acceso y si es demasiado tarde
para la matricula del proximo ano. - Steph intentaba parecer entusiasmada y c entrada, pero los ojos recorrian la habitacion como locos en busca de algo pa recido a un sistema de archivo duodecimal o del que fuera. - Sophie, me temo que he de decirte que tecnicamente es un poco tarde para la ma tricula del ano que viene. - Hubo una pausa mientras la mujer rebuscaba dentro d e un cajon y sacaba un libro viejo y maltrecho-. ¿Has actuado muchas veces antes? -pregunto. - Si. He hecho un monton de teatro de aficionados en mi ciudad, en Bradford, y u na vez hice de extra en TV. - Es maravilloso. - La mujer empujo el libro que habia sacado del cajon hacia St eph-. Pon ahi tu nombre y direccion, querida. Asi te podremos mandar informacion sobre nuestros cursos. De todos modos, voy un momento a la puerta de al lado a preguntar al encargado de las admisiones si quedan plazas para el ano que viene. Pareces realmente interesada. - Muchas gracias - dijo Steph sonriendo con dulzura. Apenas se habia cerrado la puerta cuando Steph ya estaba al otro lado del escritorio hurgando en los cajones de la secret aria. Encontro una vieja bolsa de trozos de pina, una moneda conmemorativa del v einticinco aniversario y un vale de veinte libras para Anne Summers. Pero, a pe sar de lo interesantes que eran aquellos objetos, no eran lo que ella queria. Entonces, sus ojos se posaron en una agenda rotatoria que estaba esc ondida debajo de un archivador de carton. Mirando hacia la puerta, lo saco de su lugar escondido y recorrio el alfabeto hasta llegar a la letra D. Las palabras «DECHY, Alexandra» saltaron de la tarjeta. Los ojos de Steph prac ticamente taladraron la direccion del papel y la grabaron en su mente. Acababa de memorizar la direccion y el numero de telefono cuando la secretaria volvio a la sala seguida por un viejo que no tendria menos de ciento cuatro anos. - ¡Has tenido una suerte increible, Sophie! Mr. Reginald puede verte ahora. - ¿Que vas a representar para nosotros, querida? - mascullo Mr. Reginald como si e stuviera en el escenario principal del teatro Barbican en mitad del parlamento d e Ricardo III: «Ahora es invierno...». Steph sonrio educadamente y se pregunto que hacer. Mientras la miraban expectant es se dio cuenta de que su expresion ligeramente burlona en Santa Juana no iba a ser suficiente para estar a la altura de las circunstancias en su situacion. Cuando finalmente salio de la escuela, de vuelta al siglo XXI, Steph no sabia p or donde empezar. ¿Tenia que ir a casa a arreglarse o ir directa a casa de Alex y hacer guardia fren te a su piso? El tiempo pasaba y Steph no queria que se le escapara Alex si sali a aquella noche, de modo que decidio ir hacia el metro y dirigirse directamente a St. John’s Wood.
QUERIDA ACECHADORA El piso de Alex, por fuera, parecia bastante corriente, pero la idea de que Alex podia en cualquier momento asomarse a la ventana, abrir la puerta o incluso parar un taxi era lo qu e hacia que Steph sintiera un cosquilleo en el estomago. No hubo ninguna respues ta cuando llamo al interfono la primera vez, asi que decidio esperar un poco. Al
principio estaba excitada por la idea de estar a punto de completar con exito s u mision, pero descubrio enseguida la importancia de tener un coche cuando se es ta de guardia. En consecuencia, solo logro pasarse una media hora escondi da detras de los arboles y recorriendo lentamente la calle arriba y abajo antes de que la vision de la gente bebiendose una buena cerveza fria en el pub d e la esquina debilitara su resolucion. Estaba apurando lo que le quedaba de su L ondon Pride cuando vio un coche que se detenia justo frente a la casa de Alex. E ra negro y brillante. Alex salio y subio corriendo las escaleras hasta la puerta , antes de que Steph lograra acercarse lo suficiente para hablar con ella. Habia un tipo en el coche, pero en vez de irse, apago el motor y espero. Steph volvio a su puesto detras del arbol. Una de las cosas buenas de acechar a una pija era el hecho de que habia mas arboles tras los que tratar de pasar desapercibida qu e en las zonas mas duras de la ciudad. Un par de minutos mas tarde, Alex volvio a salir de su piso. Llevaba un vestido negro, finisimo, que quitaba la respiraci on, y zapatos que realzaban la elegancia de los musculos de sus pantorrillas. Un tipo salio del coche para encontrarse con ella. Se quedaron fuera del coche hab lando. Aquel era el momento en que Steph hubiera tenido que cruzar corriendo la calle para tratar de hablar cara a cara con Alex, pero como se sentia, olia y t enia mas aspecto de guerrera urbana que de amante en potencia, Steph decidi o de repente que les dejaria irse dondequiera que fueran. Declarar su amor eter no por Alex en la calle, frente a un hombre desconocido, no era precisamente l o mas parecido a lo que se habia imaginado. Por lo menos, ahora ya sabia donde vivia Alex, y aquello hacia mas facil dejar sus sent imientos en vilo.
8
Lazos familiares
Despues de la celebracion inicial, en realidad, Alex no habia vuelto a poner los pies en el suelo desde el instante en que le dieron el papel de Victoria en la pelicula. Habia sido una larga serie de lecturas, de pruebas de vestuario, de entrevistas y de aprenderse el papel. Aunque las palabras de Marsha no la hab ian abandonado, no habia tenido ocasion de dedicar demasiado tiempo a pensar en lo que iba a hacer respecto a su situacion, si es que hacia algo. De repente, ve rse requerida, sentirse especial, centro de atencion de amigos y colegas y compl etos desconocidos, le parecia estimulante y no era algo que le fuera a resultar facil de dejar, si se hacia necesario. Aunque ya habia sentido con anterioridad la emocion que llega cuando te dan una oportunidad, primero en su primer papel d e teatro y despues en el de television, aquello era diferente. Cuanto mas tiempo pasaba con todo el mundo que tenia que ver con la pelicula, mas cuenta se daba que ahora estaba compitiendo en otra categoria. Tras haber sido primero seleccionada y ser ahora codiciada por gente que tenia e l poder de poner en marcha una pelicula con presupuesto de varios millones de do lares, no deberia estar sorprendida de que pusieran un coche a su disposicion mi entras durara el proyecto; sin embargo, lo estaba. Aprovechando la unica oportun idad que tendria en los dos meses siguientes de ir a casa y compartir su entusia smo con su madre, no tuvo ningun reparo en hacer que el chofer la llevara a la c asa de su familia en Cotswolds. - Alex, estas preciosa. - Entre risas, la madre dio la bienvenida a su hija en l a puerta de su casita de postal. Alex estaba satisfecha de la reaccion de su mad re. No iba muy a menudo a visitar a su familia. Su decision de ir a Londres y prepararse para ser actriz no resulto facil de entend er para sus padres, de clase media-alta. Y todas las veces que habia vuelto all i en el pasado, siempre pendia en el aire la pesada pregunta no formulada de cu ando iba a conseguir un trabajo como es debido. En la familia de Alex nada se ex presaba abiertamente y a ella le parecia muy dificil justificar su decision pr ofesional dentro del codigo familiar y, en consecuencia, encontro mas sencillo esquivar la situacion. Ahora, no obstante, no podia resistirse a volver p ara disfrutar de lo que estaba segura de que iba a ser una felicitac ion explicita por sus logros. - Hola, mama - dijo Alex mientras avanzaba por el camino de gravilla hasta la pu erta-. Siento llegar tarde. Espero que no hayamos perdido la mesa reservada en el restaurante. - No. Les volvi a llamar porque tu padre ha tenido que ir al hospital para una u rgencia y pense que podia intentar retrasarla hasta las diez. - ¿Y como estais? - pregunto Alex. - Perfectamente, de maravilla. ¿Y que hay de ti, Alex, carino? Estamos muy orgull osos de ti. -La madre de Alex, llamada Kate en una existencia donde no se habia definido como «madre», abrio los brazos y a Alex le sorprendio verse envuelta en un calido abrazo en vez de los dos besos al aire, sin contacto, uno en cada mejill a, que se lanzaban sin tocarse y que eran su saludo habitual. «Es sorprendente lo que un poco de exito puede hacer por ti», penso Alex mientras su madre la llevaba dentro de la casa. La chimenea estaba encendida a pes ar de que el tiempo era calido. Alex vio complacida como su calor le des helaba el cuerpo, que tenia congelado por los nervios. Kate se entretuvo sirvien do bebidas para las dos.
- Estoy muy contenta de que hayas podido venir - dijo Kate mientras se hundia en el sofa entre los aterciopelados almohadones con poco relleno, al lado de su hi ja. - Si. Yo tambien me alegro. - Alex recorrio con la mirada la casa en la que habi a crecido. Los recuerdos de su infancia compartida con su hermano mayor, Mark, e staban por todas partes. - ¿Como esta Mark? - pregunto Alex reconfortada por la certeza de que, por una vez , no habia nada de lo que estuviera haciendo que eclipsara sus novedades. - Ye envia recuerdos. Ahora mismo esta en Chicago, trabajando en un proyecto de investigacion de un hospital. Pero no me preguntes sobre que. - A papa se le debe de caer la baba al ver que Mark sigue sus pasos. - Si. Se alegro mucho cuando invitaron a Mark. Pero estamos todos contentisimos de que por fin hayas empezado a progresar, Alex. - El comentario de Kate pretend ia ser tranquilizador, pero solo sirvio para recordar a Alex todo con lo que hab ia tenido que competir. - Dale muchos recuerdos de mi parte - dijo Alex con reticencia. El sonoro tictac del reloj en la repisa de la chimenea desvio la atencion de Alex hacia la hora. Eran casi las diez-. ¿No tendriamos que empezar a ir? - dijo Alex. - ¡Caray con tu padre! - dijo Kate mientras miraba hacia la puerta confiando en qu e el padre de Alex entrara y todo fuera tal y como estaba planeado. - Mira, mama, eso no pasara. No va a llegar a tiempo. ¿Por que no cancelamos la r eserva y nos quedamos aqui esta noche? - pregunto Alex, sintiendose capaz de con trolar la situacion por una vez. - Pero es que lo teniamos todo planeado... - Kate se sentia atraida por la buena disposicion de Alex a abandonar un plan y al mismo tiempo preocupada por su marido-. ¿Y si decide ir directo al restaurante y no nos encuentra? - Entonces, puede elegir entre comer y luego venirse a casa o, simplemente, veni r a casa. Por el amor de Dios, mama, no deberias dejar que domine tu vida de est e modo - espeto Alex. No era su intencion que sus palabras sonaran tan duras, pe ro las ausencias de su padre y la devocion desproporcionada de su madre eran cos as que siempre la habian sacado de quicio, y encontraba dificil esconder su fast idio. Kate lanzo a su hija una mirada que significaba que hacia falta cambiar de tema-. No necesito que me lleveis a ningun restaurante de lujo, ¿sabes, mama? De hecho, en lo que a mi respecta, cenar en una bandeja frente a la chimenea seria perfecto. - ¿Estas segura, carino? Me acuerdo que cuando a Mark lo nombraron medico interno en el hospital le llevamos a... - ¡Mark! No me hables de Mark, madre. Yo soy yo. - Lo que tu digas. ¿Que te parece pastel de pescado y patatas al horno? - De fabula. - Kate se fue a la cocina y Alex oyo como encendia su madre el vent ilador del horno y como metia dentro comida congelada. - ¿Que tal es ese tipo, Brett, del que tanto he oido hablar? - pregunto Kate mient ras reaparecia en el marco de la puerta-. Todos aqui parecen opinar que esta muy bueno.
ESPERA UN POCO, NENA Steph habia marcado el numero de Alex muchas veces desde aquella tarde que habia estado paseando por los alrededores de su piso, y lo unico que logro fue hablar con el contestad or, lo que era agradable en cierto modo, pero no todo lo que Steph queria oir. F inalmente, aceptando la idea de que Alex se habia ido fuera unos dias, Steph pud o ponerse a hacer algo de trabajo y, para cuando la produccion estaba a punto de presentarse, ya habia llegado a dominar tres nuevas expresiones faciales para c omplementar su apariencia basica «ligeramente burlona». - ¡Dios mio! Pareces muy satisfecha contigo misma - le comento Bev mientras hacian cola en la cantina. - Lo se. He estado trabajando en ello. Queda bastante convincente, ¿no crees? - le respondio Steph. - No se. Si quieres saberlo, te dire que das un poco de miedo. - Un Slimfast de fresa y un paquete de patatas fritas de cebolla y queso, por fa vor -le dijo Steph al hombre de detras del mostrador. - No. No. Espera un momento. Que vuelvas a tomar Slimfast solo puede significar una cosa - bromeo Bev-. ¿No sera que al final lo has conseguido? - No, pero tengo un plan. - Te escucho. Una tostada de queso y tomate, por favor. Pero no te aseguro que este de acuerdo contigo. -Bev se preguntaba con que le iba a salir Steph y cruzo los dedos porque no se tratara de algo demasiado extravagante. - Bev, he decidido que no es bueno quedarse sentado angustiandose por una person a a la que creo que no puedo conseguir, de modo que voy a plantearle la cuestion abiertamente. Le explicare como me siento, hare todo lo que pueda para lograr q ue ella se de cuenta de que deberiamos intentarlo y vere que me dice ella. - El tono natural con el que Steph divulgo esta informacion preocupo ligeramente a Bev. - Y si esa mujer te dice que te metas tu obsesion donde te quepa, ¿que haras? - le pregunto Bev, que creia que Steph demostraba tener una estructura mental tan po co solida como todos los planes para el «British millennium» juntos. - Llamar a Angie. - Espera un momento, nena, estas hablando de utilizar a una amiga mia. - Bev vei a que todas las cosas empezaban a ir de mal en peor, lo que podia significar que fuera ella quien tuviera que ocuparse de recoger los trocitos rotos de todo el mundo. - De hecho, voy a verla esta tarde. Esta manana, cuando ella y Maggie estaban po r ahi, me he sentido fatal y ¿sabes? hay algunos comportamientos que merecen una e xplicacion, ¿no crees?
- ¿Que si lo creo? ¡Precisamente de eso te estaba hablando! - Bev estaba gratamente sorprendida por el repentino cambio de actitud de Steph y por su racionalidad y esperaba que fuera duradera. Steph habia sugerido encontrarse con Angie en el centro, ya que no estaba segura de que ella quisiera volver a su casa, pero al final habia sido Angie quien dec idio que se encontraran en el piso de Steph. Despues de hacer cafe y pasar por l as preguntas educadas acerca de la salud de la otra, no habia modo de seguir esq uivando el asunto. - Siento no haberte devuelto las llamadas, Angie - empezo Steph. - Ya se sabe, somos gente ocupada - dijo Angie que estaba mas interesada en ver lo que le deparaba el futuro que en quedarse atrapada en lo que ya estaba pasado -. ¿Y que has estado haciendo? ¿Algo interesante? - Pse. Un poco de esto y un poco de lo otro. Sobre todo de lo otro -dijo Steph c olaborando con los intentos de Angie por aligerar el ambiente. -Me dijo Bev que teneis una obra que se presentara dentro de muy poco - dijo Ang ie tomando el relevo de la charla. - Es cierto. - Ya me diras cuando va a ser, me encantaria... - Mira, Angie. Tengo que decirte una cosa: siento mucho lo que paso el viernes p asado cuando Maggie y tu estabais aqui. Me lo pase muy bien y no queria que se acabara de una manera tan lamentable - solto Steph. - Steph, yo estaba un poco confundida. Pensaba que te gustaba y, ya sabes, tenia la esperanza de que podriamos volver a estar juntas alguna vez. - Me gustas. Me gustas mucho, en serio. Lo que pasa es que en este momento tengo un par de cosas en marcha que deberia solucionar y, para serte sincera, la verdad es que ahora mism o no estoy en el mejor momento para embarcarme en una relacion. - ¿Una relacion? - Angie sonrio ante la cara seria de Steph-. ¿Quien ha hablado de u na relacion? - Steph sentia como el rubor de la vergüenza le nacia en la linea del pelo y se le iba extendiendo por toda la cara. - ¡Oh!... No se que decir - tartamudeo Steph-. Tenia la impresion, por lo que Bev me decia, de que querias algo un poco mas, bueno, un poco mas... - ¿Mas serio que lo que tuvimos la otra noche? - Angie la ayudo a acabar la frase. - Si. - ¡Joder, Steph! Tenia muchas ganas de volverte a ver, pero no iba a decirle a mi colega hetero: « ¿Sabes?, con Steph he pegado el polvo del siglo. No puedo quitarme de la cabeza la imagen de ella follandome con un consolador. ¿Te importaria insistirle en que me llame para que podamos volver a follar como locas, por favor?». ¿No crees? Ella es hetero, por el amor de Dios. En todo lo que piensan las heteros es en el amo r, el matrimonio y en tener hijos. Para ellas, el sexo no es lo mismo que para n
osotras y no creo que ella pudiera entenderlo. - Visto asi... - reflexiono Steph. - Mira. No se en que tipo de cosas andas metida, pero parece que hay otra person a en tu cabeza... - Y que lo digas. - Bueno, Steph, no estoy hablando de amor y compromiso. El sexo puede significa r muchas cosas diferentes. Esta el sexo de tipo «amor», que es fantastico si logras conseguirlo; esta el funcional del tipo «necesito un polvo y lo necesito ya», y el sexo sin complicaciones del tipo «me encant a lo que me hace sentir esta persona». Tu eres una persona realmente encantadora, Steph. El sexo que hemos tenido ha sido fantastico y me gustaria repetirlo. Fin de la historia. - Debo de haberte parecido muy presuntuosa - dijo Steph. Las palabras de Angie e ran muy sensatas y, a pesar de que Steph queria experimentar lo que Angie llama ba el sexo del tipo «amor» con Alex, pensandolo bien, no creia que tuviera que desca rtar necesariamente la posibilidad de disfrutar del sexo sin complicaciones mie ntras tanto. - ¿Por que no vamos a la habitacion? - le pregunto Angie, que no espero a que le e nsenara el camino. Steph se levanto y la siguio. Angie fue directa hacia la cama , se sento y se apoyo en la pared del fondo. Su ligera falda de verano dejo desc ubiertos sus muslos y Steph recordo la otra noche, cuando habia estado tendida e ntre ellos. Angie separo los muslos y le indico por senas a Steph que queria que se sentara entre sus piernas. Presionando el culo contra el cono de Angie, Step h sintio los pechos de Angie contra su espalda y se relajo entre los brazos que la rodeaban y con los besos que le daba Angie en la nuca. Las manos de esta esta ban sobre los muslos desnudos de Steph, rebuscando por debajo de la falda corta que llevaba, para alcanzar la zona mas sensible en la parte mas alta de sus pier nas. Steph se recosto y disfruto de la sensacion de las manos de Angie recorrien do su cuerpo y de su aliento en la nuca. Noto los dedos de Angie frotandose cont ra la entrepierna de sus bragas y suspiro de deseo y excitacion. Apartando a un lado las bragas de Steph, Angie, por fin, le deslizo los dedos dentro de la vagi na. El primer orgasmo de Steph fue calido y suave, pero en el mismo lugar de don de venia aquel habia muchos mas.
COMPLÁCETE A TI MISMO Alex y su madre llevaban horas sentadas. Aparentemente, estaban de charla, pero las dos sabian que en realidad estaban esperando a que el padre de Alex volviera a casa. No lo hizo. N i siquiera estaba para el desayuno a la manana siguiente. El inevitable tema de la vida amorosa de Alex se acercaba y, por una vez, Alex contemplo la posibilida d de contarle a su madre la verdad cuando esta le pregunto si se veia con alguie n. - He conocido a alguien, pero, la verdad, no estoy segura de como van a ir las c osas - explico Alex. - Ya me parecia que habia algo que no te iba del todo bien, Alex - sondeo Kate-. Pareces un poco preocupada. - Lo siento.
- No lo sientas, carino. Me alegra que por fin haya alguien presente en tu vida. Me preocupa que estes sola, Alex. Tu padre y yo nos empezabamos a preguntar si algun dia encontrarias al hombre adecuado con el que sentar cabeza. Alex miro a su madre. Era la personificacion de la esposa burguesa tip ica: convencional, hacia arreglos florales y organizaba reuniones sociales matinales. Alex se preguntaba con frecuencia como unos padres con una moral tan estricta habian podido tener una hija como ella: lesbiana, obsesionada por el sexo y a quien le gustaba tanto llamar la atencion. Pero penso que probableme nte aquel era no el mejor momento para intentar averiguarlo. Se oyo crujir la grava en el camino y una llave que giraba en la cerradura de la puerta de entra da. Aquel sonido desencadenaba una reaccion repetida muchas veces a lo largo de los anos. Kate salto del sofa y corrio hacia el recibidor para encontrarse con s u marido. - ¡Michael, carino! Pensaba que no ibas a volver nunca - exclamo Kate, visiblement e aliviada de que su casa ahora estuviera mas o menos completa. Alex pudo oir el sonido de las voces apagadas de sus padres mientras hablaban en el recibidor y espero a que su padre la saludara. - Tenemos mucho tiempo, Kate. Voy un momento arriba, me cambio y bajo a decir ho la. Ademas, antes de hacer nada tengo que llamar a Mark. Necesita que le ayude con algunos materiales de la investigacion... Alex reconocio la irritabilidad familiar en la voz de su padre mientras se apaga ba. Y aunque le dolio, no le sorprendio que considerara mas importante telefonea r a su hermano que entrar a saludarla a ella. Habia confiado en que aquel fuera el momento en que su padre llegara a interesarse por ella y por su exito profesi onal, pero estaba equivocada. Se deslizo por las estrechas escaleras que llevaba n a su habitacion en la parte trasera de la casa y empezo a guardar sus cosas en la bolsa. Habia sido bonito estar un rato con su madre, pero respecto a su carr era, finalmente se habia dado cuenta de que aquel no era el modo de impresionar a sus padres ni de ganar su aprobacion. Lo unico que querian es que se casara y se quedara embarazada. Sabia que si ponia tanta energia en su carrera para compl acer a alguien, ese alguien tenia que ser ella misma. El coche llego rapidamente y devolvio a Alex a la seguridad de su hogar. Pasar a lgun tiempo con sus padres siempre era aleccionador, pero aquella vez lo habia s ido especialmente. Arrebujada en el coche, dejo volar los pensamientos sobre los sentimientos que la habian impulsado a buscar a Steph en el gimnasio y despues, y eso era aun mas exagerado, a seguirla hasta su casa. No po dia decir exactamente que era lo que tenia aquella chica. Era preciosa, de acuer do, pero habia algo mas que realmente le habia tocado la fibra. Quizas era su franqueza y su pasion o quizas su impredecibilidad lo que la habian cautivad o. Fuera lo que fuese, Alex aun sentia como le recorria el cuerpo un hormigueo c ada vez que pensaba en hacer el amor con ella. Y le sorprendia un poco no haber vuelto a saber nada de Steph: en su momento, habia parecido estar muy interesa da en ella. El balance final era que Alex estaba bastante disgustada porque St eph no hubiese intentado, como minimo, ponerse en contacto con ella. Dejo a un l ado las preocupaciones de su madre sobre su soledad que le habian asaltado de re pente y se concentro en el asfalto de Londres, que practicamente habia devorado el campo. - Gracias, Tony -le dijo Alex al chofer cuando le subio las maletas por las esca leras hasta su piso. Como se entretenia en la entrada, Alex no estaba segura de si esperaba una propina o que le invitara a entrar a tomarse una taza de te-. ¿Qui eres pasar? - le pregunto vacilante. - No. Me preguntaba que a que hora querria que trajera esta noche a Mr. Torento.
La fiesta empieza a las 8.30 en la zona W1. Tengo que saber a que hora le gusta ria llegar. - ¡Oh, cielos! Me habia olvidado por completo - Alex oyo el timbre del telefono qu e sonaba en el salon y siguio hablando con Tony mientras entraba en su piso-. Bu eno, ¿por que no te pasas sobre las 8.15 y luego ya veremos? - Como quiera, Ms. Dechy. Alex se las arreglo para descolgar el telefono del soporte justo a tiempo. Dijo «H ola» esperando oir una voz amiga que le diera la bienvenida a su casa, pero no oyo nada al otro lado. Insto a hablar a la otra persona pero despues de un par de s egundos colgaron.
Al FINAL DEL TÚNEL Steph estaba tan acostumbrada a oir el mensaje del contestador que se quedo tota lmente desconcertada cuando Alex cogio el telefono. Sorprendida y sin poder arti cular palabra, colgo el telefono enfadada por su propio silencio. La mente de St eph estaba en ebullicion. Ahora sabia que Alex estaba en casa. Era la ocasion pe rfecta para ir y llevar a cabo su plan. Miro el reloj. Eran las 7.30. Si se daba prisa, podia ser que Alex aun estuviera en casa para cuando ella llegara ahi. N o tenia tiempo de ducharse, ni de cambiarse, ni de hacer el tipo de cosas que h aria normalmente antes de encontrarse con alguien a quien necesitaba desesperada mente impresionar. De modo que se puso algo de perfume, se miro en el espejo, sa lio practicamente corriendo de su casa y se fue a coger el metro. El anden de la estacion de Finsbury Park estaba repleto, hacia mucho calor y no habia ningun m ensaje en el panel de cristal liquido que informaba de cuanto iba a tardar en ll egar el proximo tren. Steph empezo a inquietarse. Cuando leyo que el proximo met ro en direccion sur tardaria aun quince minutos empezo a andar de un lado a otro . Alex no habia pensado aun en que se pondria para aquella fiesta. El rodaje empez aba el lunes y era una oportunidad que los productores habian dispuesto para reu nir al director y a todo el reparto en una ultima ocasion para que se conocieran antes de que la camara empezara a rodar y su dinero empezara a manar ininterrum pidamente. Dada la cantidad de ejecutivos que habria, no iba a ser dificil pare cer elegante y a la ultima moda, pero Alex queria destacar de verdad y, al final , se decidio por el «Neal Street»* del fondo de su armario: con clase, llamativo y u n poquito atrevido. Justo acababa de empezar a asustarse ante la idea de recibir en su casa a una famosa estrella de cine cuando sono el timbre de la puerta. - ¡Hola! - dijo Brett mientras Alex abria la puerta y le invitaba a pasar-. ¿Como lo llevas? - Muy bien, gracias - dijo Alex, a quien siempre le desconcertaba un poco el mod o que el tenia de tratarla, como si fueran amigos desde hacia anos. - Tienes una casa fantastica - dijo mientras revisaba la habitacion. El cuerpo e splendido de Brett, su moreno de Los Ángeles y su cabello aclarado por el sol indi caban que el siempre lo pasaba mal cuando miraba algo que no fuera fantastico, y aquella ocasion no era una excepcion.
*.Neal Street es una calle de Londres famosa por sus tiendas de moda. (N. de la T.)
- ¿Quieres un G&T* antes de que nos vayamos? - dijo Alex, que queria saborear el m omento por el que tantas otras mujeres hubieran dado la vida. - ¡Es tan ingles! - Brett rio encantado-. Me encantaria un G&T. - Su intento de im itar el acento de Alex quedo muy lejos de lograr su objetivo y los dos rieron reconociendolo. Despues de haber sufrido retrasos, paradas del tren dentro del tunel y vagones r epletos, Steph estaba fuera de si cuando, al fin, salio del metro en St. John’s Wo od. Miro el reloj. Eran casi las 8.30. Sabia que tendria suerte si lograba encon trar a Alex en casa. - No creo que podamos escaquearnos y quedarnos aqui a pasar la velada, ¿no? -pr egunto Brett mientras daba el ultimo trago a su bebida. - Creo que te echarian de menos - sonrio Alex-. ¿Por que no quieres ir? - La verdad es que no es mi ambiente. - ¿Y esto si que lo es? - Alex estaba asombrada de que Brett prefiriera pasar una noche en su casa que senoreando por el centro. - Se parece mas - sonrio-. Bueno. Supongo que tenemos que dejarlo para otro dia. Le ofrecio el brazo a Alex para que ella se cogiera y juntos avanzaron hacia la puerta. Brett se giro para mirar a Alex cuando ella se paro para cerrar la puer ta con llave-. ¿Que cono es esto que casi llevas puesto? - Se disponia a darle a A lex una palmada en el trasero para indicarle que estaba hablando de sus pantalon es, que tenian la cintura tan baja que apenas le cubrian el vello pubico, pero e lla se giro justo a tiempo de agarrarle la mano. Los dos empezaron a reir mientr as Brett seguia intentando alcanzar el culo de Alex y esta intentaba evitarlo. S e persiguieron el uno al otro por las escaleras del piso de Alex hasta el coche que les esperaba. Nada podia haber preparado a Steph para la vision de Alex y Brett haciendo el to nto juntos en la calle, riendo y chillando y, aparentemente, muy pendientes el u no del otro. Se freno en seco. No sabia que emocion la habia golpeado primero: f ue un violento coctel de ira, desilusion, celos y dolor que la atrapo despreveni da.
*. Manera británica de referirse al gin-tonic. (N. dé la T.)
CONJETURAS BIEN FUNDADAS Todo el mundo estaba en la fiesta. Alex se habia pasado mucho rato haciendo vida social y sintio alivio cuando se encontro con que uno de los mullidos sofas d el bar habia quedado libre. Desde su mirador inspecciono el grupo de beautiful people que ocupaba la habitacion y, recurriendo a su martini, empezo a considera rse afortunada. Estaba comparando la imagen que tenia en la mente desde hacia un monton de anos de lo que seria estar a punto de rodar una pelicula con la situa cion real, cuando percibio que tenia a alguien detras. Se giro y se encontro con Brett, que se habia deslizado subrepticiamente detras de ella. - ¡Joder-, Brett! ¿Que estas haciendo? - Brett se inclino hasta acercar la boca a la oreja de Alex. Ella noto sobre la piel su aliento cargado de alcohol-. Me he pasado por aqui porque tengo una proposicion para usted, Ms. Dechy - le dijo poniendo voz de «escena de amor». - Ya no estas obsesionado con mi culo, ¿verdad, encanto? - le pregunto Alex. Su co mportamiento la estaba poniendo un poco nerviosa. Ella no sabia que iba a hacer si el queria acostarse con ella. Hacia siglos que no follaba con un hombre y la simple idea de que ni siquiera el encantador Brett se la metiera no la hacia pre cisamente mas dispuesta a ello. - Pues si. Los culos prietos y bonitos son mi debilidad. ¿Que quieres que te diga? -continuo. - ¿Y entonces, cual es la proposicion? - Alex tenia interes en ir al grano. - Me preguntaba si querrias venir conmigo a un club diferente. - Brett se acerc o, se sento en el brazo del sofa y, expectante, bajo la mirada hacia Alex. - ¿Quien mas va? - Nadie - dijo Brett enigmaticamente-. No creo que sea de su estilo. - ¿Y que te hace creer que si lo es del mio? - le pregunto Alex, que encontraba su comportamiento enigmatico e irritante. - Conjeturas bien fundadas - sonrio Brett-. Oye, Alex, no aguanto mas estas con versaciones educadas que aburren a un muerto. Sencillamente te propongo que vaya mos a algun otro sitio donde podamos divertirnos mas. ¿Te apuntas? - Alex empezaba a encontrar a Brett dificil de comprender. Aquello era un flirteo descarado y, por la manera de mirarla, sabia que estaba hablando de ir a algun otro sitio a e nrollarse, pero no se sentia amenazada en absoluto. De nuevo, se sentia mas como su complice que como su companera sexual. Nunca habia sido una persona que deja ra pasar conscientemente las nuevas experiencias, asi que Alex penso que podia d ejarse llevar. - ¿Como iba a rechazar algo asi? Brett le dio la direccion al taxista y se dirigieron hacia Chelsea. Despues de u n breve paseo por las sinuosas calles del distrito, Brett la llevo a lo que parecia una casa privada. Llamo al timbre y despues de una breve conversacion por el interfono, se abrio l a puerta. Brett y Alex entraron a una habitacion oscura donde les obsequiaron co n una copa de champan. Sonaba musica, pero el ambiente era moderado y solo habia unas pocas personas sentadas en las mesas dispersas por la sala. - Bonito, ¿verdad?
- Mucho - dijo Alex mientras pasaba revista al local-. No es precisamente lo que me esperaba. - ¿De verdad? - Brett estaba interesado en oir que era lo que se esperaba Alex. - Pensaba que acabariamos en un sitio mas movido, supongo - respondio ella. - Bueno, este es solo el primer bar - explico Brett-. Consideralo como un chillo ut - Muy bien... - No queria llevarte directamente porque antes de ir queria estar completamente seguro de que te parecia bien. - De que me parecia bien ¿que? - Tal como las palabras salian de su boca, Alex cay o en la cuenta de que ninguna de las personas de la habitacion estaban sentad as en grupos mixtos. Brett vio como cambiaba la expresion en la cara de Alex cuando se daba cuenta de que se encontraban en una especie de local de ligoteo p ijo para gays y lesbianas. - ¿Lo captas? - le pregunto. - Lo capto - rio Alex. Estaba desconcertada por lo que Brett intentaba decirle-. Tu obsesion por mi culo esta empezando a cobrar sentido - Brett se limito a son reir y a llenar las copas-. ¿Y que te hace suponer que podria pasarmelo bien aqui? - Intuicion, supongo - dijo el--. Sumada al hecho de que nunca hablas de tu vida privada, de que no has intentado abalanzarte sobre mi... - Tu, creido de mierda. - Bueno, es cierto. Y tambien que tienes una coleccion de literatura lesbica bas tante impresionante en los estantes de tu sala de estar. ¡Ah! Y esa foto en el lav abo en la que se te ve pasando la lengua por el cuello de una nena tambien era b astante indicativa. - ¡Joder! Ya sabia que se me habia olvidado guardar alguna cosa. - En vez de senti rse aterrorizada por ver su sexualidad descubierta, Alex se sintio aliviada. - Últimamente se te veia un poco tensa, Alex, y, si te he de ser sincero, pense qu e aqui podrias encontrar a alguien que hiciera que te relajaras. - ¿Tu crees? - La audacia del hombre la divertia y la reconfortaba-. ¿Y tu tambien eres gay o simplemente aficionado a las pollas de vez en cuando? - Ahora era el turno de Alex de extender sus fronteras. - La verdad es que no soy un hombre de «de vez en cuando», si esto responde a tu pre gunta. - Bastante - Alex reflexiono sobre la situacion-. ¿Y no te preocupa que te descubr an? - Alex, carino - dijo Brett-. Creo que te tomas la vida un poco demasiado en ser io. ¿Sabes?, me lo paso de maravilla haciendo peliculas y puedo ser cualquier cosa que la gente qui era que sea, pero no voy a dejar que esta postura me impida divertirme. ¡Diablos! La vida es demasiado corta y, si me las he apanado hasta ahora, pues ¿por que pr eocuparse? - A Alex le llevo un par de minutos digerir lo que le estaba diciendo
Brett. - Pero tuviste una ereccion de campeonato cuando hicimos aquella escena en la pr ueba. - A Alex le estaba costando mucho encontrar por donde coger al nuevo Brett que estaba sentado frente a ella. - Si. Lo siento. Creo que el recuerdo de mi ultimo polvo fue un poco demasiado g rafico. Él tambien era un chico Hugo Boss. ¿Y que ha de hacer un hombre? - Alex se r eclino en la silla y miro a Brett hasta que se acostumbro a su nueva imagen. - ¿Y bien? ¿Te presento a algunas de las mujeres que hay? - Ya que es evidente que te has tomado tantas molestias para hacerme feliz, seri a un poco maleducado negarse. - Vamos a divertirnos, pues, ¿vale? Alex miro a Brett. Era guapisimo, estaba relajado y tenia pleno control sobre su vida y se dio cuenta de que no habia ninguna razon para que ella no pudiera hac er lo mismo. La perspectiva de un polvo largo y lento con alguna mujer aquella n oche habia hecho que su cono empezara a palpitar, pero hizo un pacto consigo mis ma: lo primero que haria a la manana siguiente seria acabar con todo aquel despr oposito. Llamaria a Steph, se disculparia y le pediria que fuera a su piso para hablar.
9 Ahora o nunca
El sanctasantorum del club donde Brett habia llevado a Alex no era exactamente u n cuarto oscuro, pero las intenciones de la gente que estaba alli no hubieran es tado fuera de lugar en una habitacion pequena, oscura y con un ambiente cargado de lujuria. Brett desaparecio enseguida con un chico muy guapo, con el pelo laci o al estilo de los escolares de colegios privados. Y Alex se quedo dedicada a su s asuntos. Brett habia hecho todo lo posible para informarla de que entre la gen te que iba al club existia el pacto tacito de que los affaires que se desarrolla ban alli no se comentaban nunca fuera de aquellas cuatro paredes. Pero mientras Alex estaba de pie en la barra, contemplando el despliegue de mujeres
deseables que la rodeaban, no le importaba en absoluto. Por primera vez en mucho tiempo se sentia capaz de disfrutar del sexo anonimo y libre de culpa. De hecho, Alex se las arreglo para descubrir que la mujer a la que invito a una de las habitaciones de la planta superior se llamaba Jen, pero la conversacion n o fue mas alla. Jen llevaba un traje de Armani para morirse, pero no se lo penso dos veces antes de dejarlo arrugado hecho un guinapo al lado del colchon de agu a en el que follaron. En su casa, estirada en su cama, mas prosaica, Alex record o como se habia abandonado al ritmo del agua y de los movimientos de Jen encim a de ella, mientras la mujer penetraba, lamia y acariciaba su cuerpo hambrient o de sexo. Tambien recordo cuanto la sorprendio que un bolso de Prada tan pequen o pudiera contener un consolador tan grande. Con esos pensamientos flotando en el trasfondo de su mente, centro la atencion e n disenar un plan que la ayudara a recuperar el control de la vida real. Sabia q ue tenia que llamar a Steph. No sabia que era lo que le iba a decir despues de t odo lo que habia sucedido entre ellas, pero aquella mujer le habia ocupado en ta l medida el pensamiento que tenia que darle una oportunidad. Y si ya no estaba i nteresada, pues no lo estaba, y tendria que apechugar con ello, si era as i. Hacia demasiado tiempo que vivia la vida pensando « ¿Y si...?» o «Si pudiera.. .», y decidio que era hora de poner a prueba sus sentimientos. Ahora o nunca. Alex alcanzo la agenda de telefonos, busco el numero de Steph y lo marco. - Hola. - A traves de la linea llego una voz que Alex no reconocio. Tenia un ace nto escoces muy cerrado y, sin duda, no era Steph. - ¡Ah! Hola - dijo Alex recordando respirar desde el diafragma para que su voz son ara controlada -. ¿Esta Steph en casa? - No. Acaba de salir - dijo Bev. - ¡Ah! Vale. - Estara fuera toda la manana, pero ha de venir mas tarde. ¿Quieres que le de algu n recado? - Bev tenia curiosidad por saber quien era aquella mujer que llamaba y estaba ansiosa por tener mas informacion. - Mmmm. No. Es igual. - Alex no habia contado con la posibilidad de que Steph no estuviera alli. - ¿Estas segura? - Bev la sondeo un poco mas. - Si. Ya volvere a llamar en otro momento. - Muy bien. Adios. - Adios. - Alex colgo el telefono, contrariada porque su valor no habi a obtenido ninguna recompensa. Bev estaba al telefono cuando Steph llego. Habia salido aquella manana de doming o a jugar un partido de futbol con los companeros de clase. Le parecio que era u n buen modo de mantener la imagen de Brett y de Alex apartada de su mente por un rato, pero cuando regreso a casa estaba igual de ensimismada. Cuando al fin Bev termino su conversacion, fue hacia la habitacion de Steph a ver como estaba. De spues de ducharse y con la cabeza y el cuerpo envueltos en toallas, Steph no est aba de humor para abrirle su corazon. Practicamente ya habia decidido que tenia que volver a casa de Alex para hablar con ella abiertamente sobre sus sentimient os. Hacia falta una accion drastica. Era domingo por la noche y seguro que ella
estaria en casa. - ¿Buen juego? - le pregunto Bev, que, afortunadamente, era demasiado joven para acordarse de Bruce Forsyth*. - ¡Bah! Ya ves. William se ha portado como el tocapelotas que es siempre. Vamos a ver, ¿a quien le importa un pito que hagas un fuera de juego cuando estas jugando en el parque? - Aja. - A Bev no le interesaba demasiado el futbol. - ¿Y tu que has estado haciendo? - Me he pasado al telefono casi toda la manana. Me ha llamado mi madre. Me ha di cho que le gusto mucho el regalo que le lleve la ultima vez que fui a verla. - ¿Ah si? - Steph estaba demasiado concentrada en secarse con la toalla para prestarle mucha atencion. - ¡Ah! Te ha llamado alguien pero no ha querido dejar ningun recado. - ¿Hombre o mujer?
*. Presentador de un concurso de television que, al final de cada prueba, e xclamaba: « ¡Buen juego!». (N. de la T.)
- Una mujer y tenia una voz muy bonita. - Podia ser cualquiera - dijo Steph molesta porque la presencia de Bev le impedi a llevar a cabo todos los preparativos-. ¿Marcaste el 1471*? - ¡Por Dios, Steph! No soy una obsesa acechadora de mujeres como tu. - ¡Muy bien! Pues si era importante, ya volvera a llamar. - Entonces te dejo que sigas con lo tuyo. - Bev se dio cuenta de que estaba de mas y no tenia demasiadas ganas de mantener una conversacion con Steph si ella e staba de ese humor tan decidido. - Aja. Muy bien. - ¿Vas a salir? - Si.
BUENO, ESTO SÍ QUE ES UNA SORPRESA Alex estaba intentando relajarse cuando sono el timbre. Habia encendido algunas velas y estaba pensando en si debia volver a llamar a Steph, pero creyo que seria mejor dejarlo para mas adelante, a mediados de semana, cuando ya hubieran pasado los primeros dias del rodaje. El telefono habia sonado antes aquella tarde, pero colgaron. E
staba claro que se habian equivocado de numero. De modo que se habia puesto como da con una botella de Medoc, el guion y su libreta, que contenia las ideas que i ba anotando sobre el desarrollo de su personaje escena por escena. ■No es que hubi era mucho que anotar. La idea central era «hija de puta sin corazon se convierte e n indefenso objeto sexual al ver a hombre guapo», pero queria aprovechar al maximo lo que le habian dado. Mientras iba a con testar a la puerta seguia repitiendo mentalmente la frase «pero, Tom, soy una muje r y no una maquina» una y otra vez para asegurarse de que tenia programada a conci encia tanto la accion como el pensamiento que la sustentaba. El corazon de Steph latia desbocado mientras estaba en el umbral de Alex esperan do que respondiera al interfono. Despues de todo el tiempo que habia pasado pens ando en ella, preguntandose que estaria haciendo y deseando con todas sus fuerz as poder verla, de repente no sabia si estar en su puerta era tan buena idea. Re cordo entonces como se habia sentido cuando vio a Alex y a Brett juntos la noche anterior y se dio cuenta de que tenia que decirle lo que sentia por su propia s alud mental.
*. Número que permite averiguar el del teléfono desde donde se ha realizado la llama da recibida. (N. de la T.) - ¿Si? - Oir el sonido de la voz de Alex hizo que la boca de Steph se quedara seca instantaneamente. - Hola - dijo con voz chillona por el interfono-. Soy Steph. - Perdon, ¿quien? - Alex estaba cansada de que las visitas de sus vecinos llamaran a su puerta simplemente porque estos eran demasiado perezosos para arreg larse el timbre, y la frustracion se reflejaba en su voz. Recomponiendose, y con una voz mas fuerte, Steph dijo: - Soy Steph. - Seguia sin haber ninguna respuesta positiva-. Ya sabes, Steph de. .. - La verdad era que Steph no sabia que podia decir que fuera apropiado para a yudarla a recordar y su voz se apago justo en el momento en que Alex se dio cuen ta de quien estaba llamando a su puerta. Alex se quedo muda de la impresion hast a que finalmente Steph pregunto-: ¿Puedo pasar? - Si, si, claro. - Alex pulso el boton que abria la puerta de la calle y se detu vo un instante para echarse una ojeada en el espejo del recibidor antes de abrir la puerta de su piso. Alex estaba intrigada y nerviosa por aquella visita inesp erada y tuvo que recordarse a si misma que Steph no sabia lo mucho que habia est ado pensando en ella. Estaba decidida a dejar que Steph tomara la iniciativa y a tomarse las cosas con calma. Alex abrio la puerta. - Bueno, esto si que es una sorpresa -dijo mientras se hacia a un lado para deja r entrar a Steph. Las dos mujeres se tomaron un par de segundos para asimilar la presencia de la otra. Las dos ahogaron un silencioso suspiro de alivio al ver q ue la atraccion era tan intensa como cuando se besaron en la clase de interpreta cion. Se quedaron de pie, incomodas, en el pequeno recibidor de Alex, sin saber muy bien que decir o si besarse a modo de saludo. - Bonito lugar - dijo Steph decidida a seguir su olfato y avanzar hacia donde el la suponia que estaba la sala de estar. - Gracias - Alex sonrio a Steph mientras se dejaba caer en el sofa-. ¿Quieres toma
r algo? - Si, por favor. - ¿Vino o ginebra? - Ginebra, gracias. Alex se inclino para recoger el envase vacio que estaba al lado del sofa y Steph no pudo evitar sentir que, de golpe, la lujuria le invadia todo el cuerpo al mi rar aquel maravilloso culo recubierto por unos jeans destenidos que se le ajusta ban perfectamente. Mientras Alex estaba en la cocina preparando las bebidas, St eph pudo observar tranquilamente la habitacion. Era muy parecida a lo que habia imaginado: el suelo de madera desnuda, una alfombra muy tupida de color rojo int enso, chimenea, paredes claras y libros, revistas y periodicos por todas partes. Steph cogio el guion que Alex habia dejado en el sofa y lo hojeo. - No se parece mucho a Tio Vanya - dijo Alex mientras le alargaba a Steph un gru eso vaso de tubo lleno de ginebra y tonica. - ¡Por suerte! - se rio Steph. Aun guardaba el mal recuerdo de una vez que le dij eron que su «Sonia» se parecia mas a «Mary Tyler Moore»* que a «una aristocrata rusa trastornada». - ¿Y como va? - Los ensayos han ido bien. Manana ruedo mi primera escena - Alex estab a empezando a preguntarse si llegaria el momento en que Steph revelaria el mot ivo de su visita. Queria decirle que no habia dejado de pensar en ella desde que hicieron el amor por ultima vez y que verla con otra mujer en el gimnasio se le habia hecho insoportable. Queria explicarle que habia decidido rompe r el estupido acuerdo que tenia con su agente y que le estaba costando mucho c ontrolar sus tentaciones de insinuarsele. Aunque Alex queria hacer todo eso, de algun modo logro controlar su lengua por una vez y actuo con cautela. No sabia q ue habia llevado a Steph hasta alli y hasta que no lo supiera, pensaba que era m ejor estar callada. - Debes de estar muy nerviosa -dijo Steph. - ¿Que? ¿Perdona? - Por unos momentos Alex creyo que Steph le habia leido el pensami ento. - Por lo del rodaje de manana - explico Steph. Ella no habia imaginado que Alex fuera a estar tan callada y supuso que probablemente estaba alucinada por el h echo de que hubiera descubierto donde vivia y preguntandose que era lo que iba a hacer-. Supongo que no podia haber elegido un momento mas inoportuno para veni r, ¿no? - empezo Steph. - ¿Que quieres decir? - Alex estaba contenta de que Steph finalmente empezara a de cir algo, aunque fuera un poco confuso. - Bueno, ya sabes. La prohibida amante lesbiana se aparece en el umbral de la pu erta de la mujer que ha firmado un acuerdo de celibato justo en la vispera de su primer dia de rodaje. Ironico, ¿no crees? - Alex no sabia como responder, asi que se quedo callada. Estaba un poco asombrada por la fuerza que habia en la voz de Steph, pero empezo a tener el presentimiento de que esta no estaba ahi solo par a desearle buena suerte y marcharse-. Alex, siento mucho presentarme asi, de est e modo. De verdad que lo siento, pero creia que iba a volverme loca si no te vol via a ver. - Ya veo. - Alex percibio con interes que los restos de ira habian desaparecido
de la voz de Steph y que su tono ahora era mas desesperado que acusador. *. Protagonista de una telecomedia americana. (N. de la T.) - Ya ves. La verdad es que no ha habido manera de quitarteme de la cabeza, Alex . La noche que pasamos juntas... Cada vez que paso frente al estudio B me dan ganas de llorar. No puedo olvidar como me tocaste, todo lo que me hiciste sentir, y tenia que ven ir para decirte que no puedo dejar de pensar en ti. - Pero yo creia que te estabas dedicando a salir y a divertirte, Steph, que no te ibas a quedar pendiente de alguien como yo. - Si, lo hice. Pero con todas las personas con las que he estado... - ¿Todas? - exclamo Alex. Era evidente que la mujer del club era solo la punta del iceberg en lo referente a la explosion sexual de Steph y Alex empezo a sentirse aun mas excitada por el hecho de que se hubiera tomado su mision tan a pecho. - Pues bueno. Ha habido un par, ya sabes... - se justifico Steph-. Pero ninguna de ellas ha logrado ni siquiera acercarse a como me senti cuando hicimos el amor . - Asi que nosotras «hicimos el amor», ¿no? - Alex estaba disfrutando de la declaraci on seria y apasionada de Steph y decidio dejarla hablar mientras pensaba en como iba a manejar la situacion. - Puede que solo haya sido un accidente fugaz en tu plan maestro para dominar el mundo del cine, Alex, pero la verdad es que me hiciste sentir algo y no se que hacer con eso... - Escucha, Steph. ¿Recuerdas lo que te dije aquella manana? - Alex veia que Steph empezaba a ponerse nerviosa y sabia que no era el momento de empezar a jugar l a una con la otra. - ¿Que si lo recuerdo? Lo tengo grabado en la mente. Toda esa mierda de ser lesbia na de la cabeza a los pies y luego te veo practicamente montandotelo en medio de la calle con ese imbecil de Chuck. - ¿Te refieres a Brett? - Chuck, Brett, ¿que cono importa? Se te veia tan pendiente de el que me dieron ga nas de vomitar. ¿Hasta donde eres capaz de llegar por ver cumplidas tus ambiciones, Alex? ¿A prostit uirte? - ¿Habias estado aqui antes? - Alex estaba horrorizada de que Steph la hubiera vis to con Brett. - Si. Anoche. - Steph se habia levantado del sofa y paseaba arriba y abajo por la habitacion. Llevaba semanas pensando en el momento en el que finalmente hablaria con Alex y la situacion no se parecia en absoluto a ninguna de las que habia ensayado imaginariamente. Sentia que estaba al borde de la histeria, aunq ue le preocupaba desesperadamente hacer el ridiculo. - ¿Y como conseguiste mi direccion? - Alex no estaba preparada para la profundidad de los sentimientos que estaba mostrando Steph y, aunque queria acercarse a ell a, tomarla en sus brazos y decirle que todo iria bien, le asustaba un poco la ir a de Steph.
- La robe. - ¡Por Dios! ¿De donde? - Alex se daba cuenta de que el episodio de acecho y persecu cion de Steph que ella habia protagonizado no era nada comparado con lo que esta habia estado haciendo. - De tu antigua escuela de interpretacion. - Alex no sabia si reir o si empezar a estar muy, muy preocupada. - ¿De verdad fuiste alli y registraste sus archivos solo para averiguar donde vivo ? - Se que parece una locura, Alex, pero no se me ocurria ninguna otra manera. - A lex ahora estaba de pie, cerca de Steph, quien cada vez estaba mas alterada. Queria hablarle de su r ecien recuperada libertad sexual y del deseo que sentia por ella, pero algo le i mpedia pronunciar esas palabras-. Alex, te adoro. Me gustas de mala manera y no puedo dejar de pensar en ti - Steph se acerco a Alex y le tomo la cara entre las manos. Le paso los pulgares por los labios rojos y carnosos y la beso apasionad amente. - No, Steph. ¡Escuchame! - Alex intento librarse del abrazo de Steph, pero sus pal abras se vieron ahogadas por el beso de esta. Tenia que poner fin a aquello y co nseguir que Steph la escuchara antes de que se le fuera todo de las manos-. Teng o algo que decirte. - Se que me deseas, Alex. Puedo verlo por tu manera de mirarme. - Steph mantenia las manos de Alex sujetas contra la pared, con la presion justa para que Alex s e sintiera excitada, pero no amenazada. Ésta sintio que su cono empezaba a palpita r en cuanto el humor de Steph cambio y, en vez de estar llorosa y alterada, emp ezo a dominarla-. Pero, ¿hasta donde estas dispuesta a llegar para salvagu ardar tu preciosa carrera? - ¿Que quieres decir? - le pregunto Alex mientras buscaba en la cara de Steph algu na pista respecto a sus intenciones. - ¿Y si te digo que o haces exactamente lo que te digo, o ire con nuestra historia a los periodicos? - Steph no podia creerse las palabras que le salian de la bo ca, por no hablar del hecho de que habia tomado a Alex como rehen contra la pare d de su propia sala de estar. Las caras de las dos mujeres estaban tan cerca la una de la otra que sus narices casi se tocaban. Alex noto que Steph incrementaba ligeramente la presion en sus munecas y el palpitar de su cono se intensifico. Sabia que estaba mal no decirle a Steph la verdad. Pero mientras estaba alli , a merced de la mujer con la que habia estado fantaseando las ultimas semana s, la idea de ser dominada sexualmente por ella era demasiado tentadora como pa ra resistirse. Las posibilidades eran infinitas y Alex esperaba que Steph fuera lo bastante atrevida como para manejar el poder que estaba a punto de darle con la imaginacion. - ¿Estas sopesando tus posibilidades, Alex, o te has quedado sin palabras? - Si, estoy estudiando la situacion en la que me has puesto - respondio Alex. - Sabes que hablo en serio - confirmo Steph. No tenia ni idea de donde sacaba la confianza y la bravuconeria para comportarse de aquella manera y estaba un po co sorprendida de lo que le excitaba tener tanto poder sobre Alex. Sin embargo, eso no le impedia dejarse llevar por el sentimiento. - Te creo, Steph. Te creo. - Alex podia ver que Steph empezaba a encontrar la es cena tan erotica como ella y no queria que nada socavara la realidad tal como la
estaba percibiendo. - Tambien se que te pongo tan caliente como tu a mi. - ¿Tu crees? - la desafio Alex, aunque sabia que Steph solo tenia que ponerle la m ano en las bragas para asegurarse de que estaba en lo cierto. - Si - confirmo Steph-. Asi que, ¿por que arriesgarse? - ¿Te das cuenta de que eso equivale a un chantaje? - la voz de Alex era baja y se ria. - Bueno, prefiero considerarlo como algo mas parecido a ayudar a la gente a sali r de los agujeros ridiculos que se han excavado para ellos mismos - explico Step h mientras se acercaba cada vez mas al cuerpo de Alex. - Pero, Steph, ahora tengo mucho que perder. - A pesar de lo excitada que estaba ante la perspectiva, Alex no queria aparentar que aceptaba este ultimatum sin discuti r y se sintio obligada a anadir un poco de color a los tramites. - No te preocupes - respondio Steph-. No va a ocurrirte nada malo... siempre que hagas todo lo que yo te digo - Alex sentia que Steph le soltaba las munecas y empezaba a pasarle las manos sobre los brazos desnudos-. Entonces, ¿que va a ser? Steph a duras penas podia esperar a oir la respuesta de Alex. A pesar de todas l as amenazas que habia proferido sabia, en su fuero interno, que si Alex la hubie ra desenmascarado se habria ido a casa con la cola entre las piernas y aquello h ubiera sido el final de todo. - No parece que tenga demasiada eleccion, ¿verdad? - susurro Alex docilmente al oi do de Steph. - Asi que vas a hacer todo lo que te pida. - La situacion era tan surrealista y tan poco premeditada que Steph en realidad no estaba preparada para que Alex acc ediera a sus demandas. Pero con la baza del poder firmemente sujeta, penso que l o mejor seria empezar a actuar como si supiera utilizarla. - Me temo que tendre que hacerlo. - A Alex se le ocurrio que ocultar su bue na disposicion a participar en el juego seria un desafio interpretativo mayor d e lo que iba a ser su papel en la pelicula.
FRÍA COMO EL HIELO - ¿Donde esta el dormitorio? - pregunto Steph y se aparto de Alex para que pudiera abrir el camino. Esta la llevo a su cuarto en la parte trasera de la casa. Era una habitacion ordenada, calida y con pocos muebles. Alex miro a Steph y se preg unto en que estaria pensando. Tenia la sospecha, por lo que veia en sus ojos, de que no estaba segura de que hacer a continuacion, pero no pensaba ayudarla. Era problema de Steph dar instrucciones de lo que debia suceder, y lo unico que des eaba Alex era que Steph hubiera percibido lo mucho que se habia excitado cuando la sujeto contra la pared. A media luz, Steph se acerco a Alex y lentamente le desabrocho la camisa que lle vaba puesta. Alex contenia la respiracion anticipando lo que iba a suceder, mie ntras notaba los dedos de Steph frotarse contra su pecho y estomago. De pie, si n moverse, en medio de la habitacion, dejo que Steph completara su labor. Steph se deshizo de la camisa de Alex. Ésta veia los ojos de Steph recorriendo todo su c
uerpo y la intensidad del deseo que mostraba la excitaba. Steph dirigio su a tencion a los tejanos de Alex y empezo a desabrocharlos. Sus movimientos eran l entos y determinados. Alex bajo la mirada hacia la cara de Steph y sonrio. La at encion absoluta que le estaba dedicando aquella mujer la excitaba, pero seguia c on las manos a los lados del cuerpo. Noto que su clitoris palpitaba de deseo, di sfrutando de antemano de lo que Steph podia tenerle preparado. Salio de dentro d e los tejanos y Steph estiro los brazos para soltarle el corchete de los sostene s. Sus bocas estaban muy cerca, pero Steph no hizo ningun gesto de besarla. Steph no estaba segura de cuanto tiempo seria capaz de mantener la farsa que hab ia montado sin pretenderlo, de modo que decidio tomarse las cosas con calma para saborear cada momento. Cada centimetro del cuerpo de Alex era tan delicioso com o ella lo recordaba. Steph le paso las manos arriba y abajo por la espalda. La presion de sus dedos sobre los musculos tensos de Alex la hizo gemir suav emente mientras sentia como desaparecia la tension. Dejando caer al suelo su sua ve sujetador negro, miro a Alex directamente a los ojos mientras movia las manos sobre su torso y encontraba los pechos de su companera. La cara de Alex seguia sin mostrar expresion alguna, pero Steph noto que tenia las pupilas dilatadas po r el deseo. Llevo la mano aun mas lejos y la metio dentro de las bragas de Alex. Los dedos se abrieron paso hasta su cono humedo, le bajo las bragas violentamente y Alex s alio de ellas. - ¡A la cama! - le ordeno Steph. Alex la complacio y de manera automatica, estiro los brazos para agarrarse a la cabecera metalica de la cama, en un gesto con el que ofrecia a Steph su cuerpo en bandeja -. Abre las piernas. - La voz de Steph era fuerte y tenia la garganta seca. Alex hizo lo que le pedia. Lo unico que podia hacer era esperar que Steph hiciera qu e se corriera y estaba tan excitada que sabia que no haria falta mucho esfuerzo por parte de su amante. Steph se subio a la cama, completamente vestida, y se c oloco entre las piernas de Alex, quien deseaba desesperadamente que l a atara para poder experimentar la deliciosa sensacion que llega cuando uno a bandona el control de su cuerpo en manos de alguien que tiene la intencion de pr oporcionarle placer. Sabia que Steph nunca lo sugeriria por si sola, pero tenia que hacer que pareciera idea de su torturadora. Alex sintio el tacto de las manos de Steph cuando las deslizaba sobre sus pierna s abiertas. Recorria centimetro a centimetro su camino hacia el cono de Alex, pe ro esta queria ser penetrada por algo mas que por la mirada de aquella joven muj er. Empezo a mover las caderas. - ¡Tocame el clitoris, Steph! - dijo Alex en un suspiro medio suplicante. Steph ig noro sus ruegos-. ¡Follame o haz algo, por favor! - De nuevo, no hubo respuesta. Alex se solto de la cabecera de metal, se separo los labios hinchados y se metio los dedos en la va gina. - ¡Joder, Alex! - dijo Steph-. Se suponia que era yo quien decia lo que tenias que hacer. - Si tu no piensas follarme, entonces tendre que hacerlo yo misma - replico Alex . - ¡« Mecagüen» todo! - dijo Steph-. Salto de la cama y se dirigio hacia la comoda de Ale x. Abrio con fuerza varios cajones hasta que encontro lo que queria, un yacimien to de panuelos de cuello. Los saco todos del cajon y le sorprendio descubrir qu e ya tenian nudos hechos. Miro a su amante, que seguia tendida en la cama, y son rio, con la tranquilidad de que aquello era lo que Alex queria. Sentandose a hor cajadas sobre su cuerpo, Steph le ato las manos a la cabecera a la que se habian estado sujetando. Le paso las manos por entre los rizos negros y espesos y se v
io invadida por el amor y el deseo por ella. - No te asusto, ¿verdad? - Si me asustaras, hubiera gritado «Brett». - Alex intento sonar desafiante de verda d, pero sabia que tanto a la una como a la otra les gustaba mucho lo que estaba sucediendo. Steph no habia atado nunca a nadie, pero tenia la sensacion de que s u companera le acababa de dar permiso. Le lio un panuelo en el tobillo, le separ o las piernas y procedio a atarle los pies a la cama. Agacho la cabeza para insp irar el delicioso aroma almizclado del sexo de Alex. Los movimientos de esta es taban limitados por las ataduras, pero eso no le impedia intentar lograr que St eph le metiera la lengua en el cono. Steph le paso la lengua ligeramente por enc ima del interior de los muslos, deteniendose fugazmente para humedecerle el clit oris erecto, y despues salio de la habitacion. - ¿Adonde vas? - No hubo respuesta, pero Alex oyo como abria y cerraba la nevera y el agua corriendo y luego cerrandose. Alex no podia ver que llevaba Steph en la mano cuando regreso a la habitacion, pero ahogo un grito cuando noto que le fro taba cubitos de hielo contra los pezones, que estaban tan erizados que le dolian . El hielo se convirtio pronto en agua que corria sobre sus pechos y se deslizab a hasta su estomago. - Si lo hubiese sabido, hubiera traido algo con lo que follarte mejor, pero supo ngo que esto servira. - Steph estaba tendida a lo largo de Alex mientras le decia esto y sostenia, fue ra de su vista, lo que llevaba en la mano. Steph bajo por el cuerpo de Alex, que estaba tenso por la an ticipacion y, lamiendole los fluidos, separo con la lengua los labios del cono d e su amante. El pepino frio que Steph deslizo en el cono caliente y humedo de Al ex la hizo gritar de sorpresa y de placer. Las oleadas de su primer orgasmo inva dieron su cuerpo mientras Steph lo empujaba dentro y fuera de su cono. - No pares, Steph, no pares. - Steph continuo follando a Alex mientras esta movi a las caderas al ritmo de sus empellones. El segundo orgasmo de Alex fue aun mas intenso que el primero y llego acompanado de gritos de placer. Sa candole el improvisado consolador del cono, se le subio encima de las piernas y, empujando contra el colchon las caderas de su companera que se agitaban, le chu po y le lamio el clitoris decidida a arrancarle un tercer orgasmo. Alex habia fo rzado tanto las ataduras que se habia soltado. Se sento y apreto la cabeza de St eph con fuerza contra su entrepierna. - Dios, me encanta. Steph, me gusta mucho - dijo con un grito ahogado al tiempo que Steph sentia el chorro liquido de su eyaculacion corriendole dentro de la bo ca y por la garganta. A Alex le hizo muy feliz poder corresponder a la pasion que Steph habia mostrad o. Era muy tarde cuando Steph se estaba poniendo la ropa y preparandose para irs e. - No ha estado tan mal, ¿verdad? - sonrio Steph mientras se ponia la camiseta. - Creo que la palabra «mal» puede tener muchos significados - dijo Alex intentado d isimular su disgusto por que Steph se fuera-. ¿Y que va a pasar ahora? - pregunto. - Que yo me voy a casa y tu duermes un poco. - Ya sabes lo que quiero decir - le respondio Alex-. ¿Piensas dejarte caer por aq ui otro dia y volver a abusar de mi o ya has tenido lo que buscabas? - Alex mir o a Steph expectante, esperando contra todo pronostico que le dijera que iba a pasar otras muchas noches con ella en un futuro proximo.
- Bueno, ya sabes, Alex. Ha sido muy bonito... - Bonito no es precisamente la palabra que yo usaria, pero bueno - se rio Alex. - Sin embargo, me temo que si vengo por aqui a menudo, se podria volver demasiad o seguro. ¿Sabes a lo que me refiero? - La imaginacion de Steph habia empezado a p onerse en marcha gracias al sexo del que habia disfrutado. - ¿Que quieres decir con «seguro»? - Alex estaba fascinada por la actitud de Steph y e staba ansiosa por averiguar mas. - Bueno, ya sabes. Yo me paso por aqui, las dos follamos... es muy bonito y todo lo que tu quieras, pero no creo que lo consideres realmente como un desafio, ¿no? - ¡Por Dios, Steph! Te acabo de demostrar todo el poder que ejerces sobre mi... -Si. Pero me estaba preguntando hasta donde estas dispuesta a llegar. ¿Que riesgos estarias dispuesta a correr solo para evitar que me vaya de la lengua? - ¿Que estas diciendo? - Alex intento convertir la excitacion de su voz en algo qu e sonara un poco mas angustiado, pero no estaba segura de haberlo conseguido. - Bueno, pensaba que quizas podriamos subir un poco la apuesta - Steph beso a Al ex en la mejilla con suavidad-. Me pondre en contacto contigo para darte instruc ciones - le dijo, y despues se fue.
10 Vuélvela a tocar
Mientras se subia a un taxi solitario que vagaba por la carretera Finchley, Step h repaso mentalmente los sucesos de aquella noche. Le impresionaba como la combi nacion de celos y deseo habia sacado a la luz una faceta de su caracter desconoc ida hasta entonces. Se sentia culpable por haber acusado a Alex de prostituirse, pero racionalizo sus pensamientos y llego a la conclusion de que si Alex habia preferido seguirle la corriente en vez de ponerla en evidencia, entonces se mere cia todo lo que pudiera recibir. Y habia recibido bastante. La imagen de Alex te ndida en la cama, abierta de brazos y piernas y con los tobillos y munecas atado s a la cama le aparecio fugazmente en la mente y le provoco un hormigueo en el e stomago. Los pocos hombres con los que Steph se habia acostado en el pasado pref erian la postura del misionero. Era entonces cuando empezaba a darse cuen ta de que el mensaje que habian estado predicando era aburrido, aburrido y aburrido. Su imaginacion empezaba a desperta rse. Aunque Alex no habia elegido por ella misma tener relaciones sexuales con e lla, sin duda las habia disfrutado y Steph se preguntaba que seria lo proximo qu e haria con ella. Su plan era intentar que esta farsa durara el tiempo que le co stara que Alex se diera cuenta de que no podia vivir sin ella. Recordo el roce d e los labios de Alex sobre los suyos y sintio de nuevo aquella sensacion confusa que aleteaba dentro de su cuerpo. Alex besaba como nadie en el mundo. El taxi se detuvo frente a su edificio y Steph pago y entro en casa. Estaba abso lutamente destrozada, pero no paraba de darle vueltas a sus pensamientos. Tumbad a en la cama, levanto la mano para apartarse el pelo de la cara. Los dedos aun l e olian al sexo de Alex e inspiro profundamente el reconfortante aroma antes de dejarse llevar por el sueno. El comentario que hizo Steph al irse acerca de instrucciones, exigenci as, desafios y reglas era precisamente de los que mas excitaban a Alex y el e sfuerzo de imaginarse que le tendria preparado Steph la mantuvo despierta dur ante unas cuantas horas despues de que su inesperada visitante se hubi era marchado. Alex habia creido que Steph podia haberse quedado colgada de ella despues de su encuentro en la clase de interpretacion, pero le habia sorprendido
gratamente conocer con exactitud la fuerza de los sentimientos de Steph. Sonrio acordandose de que manera tan candida Steph habia intentado obligarla a acostar se con ella, cuando, por su mirada, era evidente que jamas haria nada que pudier a hacerle dano. Se pregunto por que no le habria dicho a Steph lo que sentia por ella aquel mismo momento y asi haberlo dejado todo al descubierto. Sin embarg o, no fue necesaria demasiada investigacion psicologica para reconocer que le sentaban de maravilla los planes tan complicados como el que se le presentab a. Era evidente que si dejaba que Steph creyera que tenia todo el poder, aquello les iba a proporcionar momentos e mocionantes y Alex estaba mas que contenta de dejarse llevar por la corriente. G radualmente, cayo en un sueno profundo, aunque relativamente breve. Si Tony, su chofer, no hubiera telefoneado para decirle que estaba atr apado en un atasco en el Westway, Alex no hubiera estado preparada a tiempo. N o habia oido el despertador, y solo tenia veinte minutos para levantarse y empez ar el dia, y lo logro por los pelos. RECOGIENDO EL SEDAL Las interminables esperas que acompanan indefectiblemente a un rodaje dier on a Alex muchisimo tiempo para controlar todos los medios de comunicacion a tra ves de los cuales Steph probablemente intentaria ponerse en contacto con ella. D ejo el movil encendido mientras navegaba por la red en su remolque. De vez en cu ando, sonaba indicandole que habia recibido un mensaje y el corazon le daba un v uelco. Sin embargo, la mayoria de mensajes era de Brett, que estaba en un remolq ue mejor, mas grande y ubicado mas cerca del plato. Un par era de otros amigos q ue se aburrian en el trabajo y que solo querian saludarla. Asi que, a parte de u n par de horas que habia pasado en peluqueria y en maquillaje, para Alex la mana na habia consistido en una larga serie de comprobaciones del correo electronico, de su buzon de voz, de los mensajes de texto y de los mensajes del contestador. Todo en vano. Cuando llego el tercer ayudante a decirle que la necesitaban en e l plato, practicamente lo considero una interrupcion. - No te oi llegar anoche - dijo Bev mientras ella y su companera de piso iban de camino a la escuela de teatro. - ¿Ah, no? - dijo Steph entre dientes. - ¿Donde fuiste? ¿A algun sitio bonito? - Oh, ya sabes, por ahi. Bev miro a su amiga. Steph habia estado tan abstraida durante las ult imas semanas que estaba empezando a preocuparse por ella. Normalmente podian hablar sobre sus problemas, sin que importara lo que fuera, pero aquella vez era diferente. Steph guardaba silencio y se comportaba de un modo muy reservado. - Estas bien, Steph, ¿verdad? - le pregunto Bev-. Ya sabes que si hay algo que te preocupa, puedes contarmelo. - Si. Lo se, Bev. - Steph sabia que habia tratado mal a su amiga y queria explic arle lo que estaba pasando en su vida, pero aquel no era el momento mas adecuado . - ¿No estaras preocupada por el espectaculo?, ¿verdad? - insistio Bev. - ¡Cielos, no! - Steph se rio. Aquella era la menor de sus preocupaciones. - Muy bien. Bueno, probablemente lo que de verdad intento decirte es que nuestro espectaculo de fin de estudios sera dentro de un mes, mas o menos y, bueno, ya
sabes... seria una lastima echar por la borda tres anos de duro trabajo por culp a de una mujer. -Bev no era dada a los sermones, pero se sentia obligada a hac er algo para que su amiga volviera a poner los pies en el suelo. - Se perfectamente a que te refieres, Bev, pero creo que ya esta todo bajo cont rol -la tranquilizo Steph-. Puede que no lo parezca, pero ahora las cosas son di ferentes y estoy segura de que en un par de semanas lo habre puesto todo mas o m enos en orden y estare de vuelta en el buen camino. - ¿Me estas diciendo que he de dejarte seguir con eso? - Mas bien, si. - Steph se sentia fatal por preocupar tanto a Bev, pero sabia qu e no habia ninguna otra cosa que pudiera decir para tranquilizar a su amiga. Al llegar al instituto Steph penso que era ironico que la clase de voz se hubier a trasladado al Estudio B. Mientras estaba tumbada de espaldas, dirigiendo largo s sonidos vocalicos hacia un punto determinado del techo, los «mmmm», «aaaaaa» y «oooo» que empezaron a llenar la habitacion le recordaron la primera vez que habia hecho que Alex se corriera, justo en esa misma habitacion. Recordo lo excitante que habia sido hacer el amor en un sitio tan prohibido. Sus pensamientos volvie ron a la noche que habia pasado con Alex y en como su comportamiento no se habi a correspondido con el de una persona que intenta mantener en secreto su s exualidad. La explicacion de Alex se le aparecio en la mente: «Sencillamente, la idea de practicar el sexo en lugares insolitos me pone caliente , eso es todo». Fue en aquel momento cuando Steph cayo en la cuenta de lo que ten ia que hacer exactamente para que Alex picara el anzuelo. Tenia que idear un es cenario que satisficiera la faceta exhibicionista de Alex y tambien su aficion p or las situaciones de riesgo. En cuanto le ofreciera un desafio de ese tipo, sab ia que no seria capaz de negarse. Tanto si era chantaje como si no, la tentacion seria demasiado fuerte para ella. Era una apuesta segura. A lo largo del dia, Steph rastreo en su memoria en busca de algo que le inspira ra para la primera prueba de Alex. Por algun motivo desconocido, le vino a la me nte una escena de Risky Business en la que Tom Cruise folla con una tia en el me tro. Pero el sexo en el metro - viejo, maloliente e infeccioso- no era realmente algo muy excitante, sobre todo porque hay que ir en metro durante horas para en contrar un vagon vacio. Recordo que uno de los colegas de su hermano le habia ex plicado una vez que se habia «tirado» a su novia (era el termino que el habia utilizado) en el techo de una carav ana familiar que estaba aparcada a la entrada de su casa. Afortunadamente , la imagen se desvanecio enseguida. Tambien recordaba haber leido algo ac erca de una pareja que habia sido multada por mantener relaciones sexuales en el lavabo de un avion. Aquello ya se parecia mas a lo que buscaba - el sexo, no la multa. El Mile High Club* era sexy y glamouroso, pero demasiado caro para Steph, de momento. Sus pensamientos se centraron en los lavabos en general y lue go en los lavabos de los hoteles. Hoteles elegantes, de grandes salas donde las senoras se empolvan la nariz, en contraste con los sitios con agujeros donde las mujeres van a mear. Penso que sonaba un poco soso, pero para ser la primera vez serviria. Iria al centro despues de clase e inspeccionaria un par de posibles u bicaciones. *. Mile High Club es el club en el que se ingresa cuando se mantienen relaci ones sexuales en un avion. (N. de la T.)
Steph tenia una idea muy clara del tipo de lugar que queria, pero sorprendenteme nte pocos de los hoteles que conocia tenian la ambientacion suntuosa que estaba buscando. Tenia que ser un lugar en el que hubiera movimiento pero no demasiado bullicio, de categoria, pero sin ser demasiado exclusivo, un lugar en el que pud ieran llamar la atencion pero sin que ejecutivos feos, viejos y ridiculos, llega
ran a molestarlas creyendo que tenian alguna posibilidad. A final, despues de un par de horas pateando las calles, encontro lo que buscaba . Era muy «Mayfair», muy elegante y absolutamente perfecto. Ahora lo que Steph tenia que calcular era cuando iba a lanzar aquel desafio en concreto. Tenia ganas de volver a ver a Alex pronto, pero no queria parecer una impaciente inc apaz de controlarse, de modo que decidio que le daria instrucciones aquel mismo dia, con vistas a encontrarse el fin de semana. Sentada en el bar del hotel, Steph pid io una bebida y saco el telefono movil. Penso que un mensaje de texto seria la m ejor manera de contactar con ella: era privado, instantaneo y no hacia falta tra tar con la otra persona. Tecleo el nombre y la direccion del hotel y luego le di jo: «En el bar el viernes a las 21.30». Selecciono el numero del movil de Alex que t enia anotado en la agenda del movil, pulso «enviar» y miro como el iconito en forma de carta se cerraba y se iba volando de la pantalla. Un hombre con un uniforme inmaculado se acerco, le sirvio el cafe que habia pedi do y dejo la cuenta en una carpetilla de piel que puso en un lado de la mesa, fr ente a ella. El torrente de cafeina la sorprendio buscando sus cigarrillos. Se s entia tan relajada, alli sentada mirando a la gente que iba y venia, que se resi stia a abandonar el refugio que habia encontrado para volver a entrar en el mund o real. Despues de pasarse mas o menos una hora tomandose una taza de cafe, tuv o que reunir valor y dirigirse a casa. Aunque se tardaba mas del doble en llega r a su casa en autobus que en metro, Steph opto por el primero sencillamente por que asi podria oir si Alex respondia a su mensaje. El autobus subia lentamente por Camden Road cuando Steph oyo el pitido de su mov il. Era un mensaje de Alex que decia: «Necesito saber mas sobre el viernes. Llamam e esta noche. A.». Steph sonrio y deseo que el autobus fuera mas rapido. Steph se habia llevado el telefono a su habitacion para llamar a Alex. Tumbada e n su cama, marco el numero que ya se sabia de memoria y espero a que Alex descol gara. Despues de todo lo que habia sucedido entre ellas, Steph no sabia que decirle a Alex. Lo que queria decirle era que la echaba muchisimo de menos y que no podia esperar para volver a verla. Pero aquellas no eran las palabras de una persona q ue se controlaba a si misma y que controlaba la situacion. - Bueno, ¿que es lo que ocurre? - dijo Steph cuando Alex descolgo el telefono. - Nada. Necesito saber en que me estoy metiendo, eso es todo - contesto Alex. Ha bia tenido un dia muy largo y agotador, pero aun asi conseguia sentirse excitada al oir la voz de Steph. - ¿Y donde esta la gracia si te digo lo que tengo pensado? - Steph estaba asumiend o su rol con bastante facilidad. Alex supo por el tono que Steph estaba adoptando que no podria ingeniar selas para librarse tan facilmente de su cita con ella en el hotel. - ¿Por que no vienes a mi casa? Si quieres, incluso puedo cocinar para ti - dijo A lex. - Tal como te dije, Alex, creo que eres del tipo de mujer que prefiere disfrutar de algo un poco mas, ¿como diria?... exotico. Alex sabia a que se referia. Al seducir a Steph en un estudio de teatro no habia ofrecido la imagen de una persona que se asustaba por correr ciertos riesgos. S
e le hacia la boca agua solo con imaginar el tipo de escenario que Steph podia h aber previsto, pero colaborar en aquello era realmente ir demasiado lejos. El se xo en casa estaba bien, pero el sexo en un lugar publico en ese momento del jueg o podia hacer que las cosas se pusieran muy feas. - ¿Sigues ahi? - le pregunto Steph, despues de dejarle un poco de tiempo para que se lo pensara. - Si. Solo estaba pensando en lo que acabas de decir. - ¿A que conclusion has llegado? - Steph se estaba empezando a poner nerviosa ante la idea de que Alex no fuera a morder el anzuelo. - ¿Y que pasa si me niego? - Creo que ya hablamos sobre esto anoche, ¿no? - Steph intento que su voz no mostr ara su temblor. - ¿De verdad lo harias? - Solo hay un modo de saberlo. - El optimismo de Steph se estaba desvaneciendo rapidamente. Alex, por su parte, tenia muchas ganas de jugar al juego que le pr oponia Steph, pero le preocupaba el contrato que habia firmado con su agente. Si por un capricho del destino las pillaban haciendo algo que no debian y las cosa s se ponian feas, ¿como le afectaria a ella? Su sexo y su cerebro daban instruccio nes totalmente opuestas a su boca, hasta que al final acabo diciendo que si. - Muy bien. Nos veremos alli el viernes a las 21.30 mente segura de que Steph no fuera a llevar a cabo su fue lo que se dijo a si misma-, de modo que lo mejor colaborar con el plan. Por lo menos, si la pillaban, as tanto.
dijo Alex. No estaba total amenaza - o, al menos, eso en todos los sentidos era se habria divertido mientr
- No llegues tarde - dijo Steph y colgo el telefono. Alex colgo lentamente el auricular y se pregunto que en que diablos se habia met ido. Echo una mirada al reloj y se dio cuenta de que tenia el tiempo justo de ll amar a Marsha antes de salir a cenar con unos amigos. Marco el numero y despues de unos cuantos timbrazos, salto el contestador automatico. A Alex le hubiera gu stado hablar con ella, pero tuvo que contentarse con dejarle un mensaje: - Hola, Marsha, soy Alex - dijo intentando sonar lo mas animada posible-. Me preguntaba si podria llevarte a cenar manana por la noche para agradecerte que me recogieras la otra noche. Dejame un mensaje, si llegas pronto esta noche, o llamame manana al movil. Hasta pronto.
ZORROS VIEJOS Y MUJERES INGLESAS A Alex le alegro ver la lucecita parpadeante de su contestador cuando llego a ca sa la noche anterior y tambien le alegro que Marsha estuviera dispuesta y ansiosa por ser su invitada a cenar. - Tony, si me dejas frente a Budgens en Broadway, ya esta bien - le dijo Alex a su conductor, mientras recorrian el trayecto hacia el restaurante en Crouch End
que Marsha habia elegido. Entro y vio que Marsha ya estaba sentada en el bar, be biendo vino y picando unas olivas. - Querida, ¡que detalle por tu parte llamarme! - dijo Marsha mientras besaba a Ale x firmemente en ambas mejillas. - Era lo menos que podia hacer, la verdad - respondio Alex. El camarero se acerc o y las acompano hasta una mesa. Les sirvieron la bebida y la comida y Marsha la devoro, con el mismo apetito con el que escucho los inofensivos chismes del mun do del espectaculo que Alex le ofrecia. - Entonces, ¿te lo estas pasando bien, querida? - le pregunto Marsha. - Bueno, solo llevo dos dias de rodaje, pero ya ves, de momento todo va bien. - Me alegro mucho de que te este saliendo todo tan bien, Alex - dijo Marsha cari nosamente. Hubo una pausa espontanea en la conversacion y Alex supo que aquel era el momento de pedirle a Marsha que la aconsejara. Estaba buscando la manera mas adecuad a de introducir el tema de su agente en la conversacion cuando Marsha le ahorro el problema-. ¿Ya has decidido, entonces lo que vas a hacer con el viejo zo rro de tu agente? - Si... - dijo Alex con seguridad en si misma. - Excelente. - Marsha aplaudio entusiasmada. -... y no. - ¡Oh! Creia que la decision era facil - dijo Marsha, que parecia un poco decepcio nada por la inseguridad de Alex. - Es que necesito saber donde estoy, eso es todo - empezo Alex, y explico que ha bia conocido a alguien que le gustaba mucho. Le conto tambien que la renovacion de su contrato era muy pronto y que se preguntaba que podia suceder si, entre ta nto, hacia algo que rompiera el acuerdo. - ¿Quieres decir que te preocupa que te demande por incumplimiento de contrato si se entera de que estas teniendo una historia con una mujer? - Marsha, de nuevo, tenia dificultades para seguir el hilo. - Bueno, si. ¿Puede demandarme? ¿Lo haria? Y, si lo hace, ¿ganara? - Alex miro a Mars ha a los ojos, deseando que ella le proporcionara las respuestas definitivas. - Mi vida, estas metida en un buen lio, ¿verdad? - Marsha se estiro por encima de la mesa y tomo la mano de Alex entre las suyas-. Bueno, a mi me parece que si mo nta un espectaculo porque tu rompas un acuerdo tan ridiculo, eso sera mas perjud icial que beneficioso para su reputacion. Lo que quiero decir es: ¿a que clase de persona le puede gustar que este tipo de practicas empresariales s algan a la luz? De todos modos, te aconsejo que lleves discretamente lo tuyo con esa joven que parece gustarte tanto. Una vez que haya vencido el contrato, sera el momento de hacerlo publico, si es lo que realmente quieres hacer. Alex bajo la mirada hacia su plato vacio y sopeso lo que Marsha le acababa de de cir. - Asi que no estas segura de lo que puede suceder. - Claro que no, carino - se rio Marsha-. No soy una experta asesora legal, pero la verdad es que no te veo yendo a un bufete de abogados a contarles lo que me a
cabas de explicar, de manera que parece que vas a tener que aguantarte - Alex hi zo una mueca de disgusto-. ¡Venga, Alex! - la azuzo Marsha -. Estoy segura de que Stephanie lo entendera. Atonita, Alex levanto la mirada hacia Marsha. No tenia ni idea de que su amiga h ubiera descubierto con quien se habia liado y le impresiono oir a Marsha pronunc iar su nombre. - ¿Como lo sabes? - No soy ciega, Alex. Asi que, venga, animo. ¡Un par de semanas mas no pueden hace rte dano! Pero si que lo hacian, y aquel era el problema.
NADA QUE PERDER Para Steph, aquella semana no avanzaba lo suficientemente deprisa, parecia inter minable. Para Alex, la semana paso volando pero no hubo ni un solo minuto en el que no estuviera pensan do en su cita con Steph. Tampoco hubo ni siquiera dos minutos consecutivos e n los que lograra mantener una decision sobre si hacerlo o no. Fue cuando se en contro paseando por Mayfair, con la guia de Londres en la mano, buscando la di reccion que le habia dado Steph, cuando tuvo que reconocer que la in vitacion era demasiado atractiva para resistirse. Y ademas, ella era una adulta con pleno control de su cuerpo. Podia dejarlo en el momento en que quisiera dej arlo. Alex llego a las 21.30 en punto. Entro en el vestibulo del hotel y se qu edo impresionada por la eleccion de Steph. El hotel era viejo pero estaba bie n conservado y decorado con buen gusto. Se dirigio hacia el bar. Alex miro por t oda la sala, y estaba estudiando a la gran cantidad de gente que se habia reunid o alli para las copas de antes o de despues de la cena, cuando vio que Steph est aba sentada a una mesa en un rincon. Llevaba puesto un vestidito negro con el qu e estaba absolutamente impresionante. Alex se tomo un momento para recuperar el aliento antes de dirigirse hacia ella. - ¿No hay premio para la puntualidad? - bromeo mientras se inclinaba para besar a Steph en la mejilla. Steph se ruborizo mientras Alex se sentaba a su lado y cla vaba en ella la mirada. - Bueno, de momento me has impresionado - dijo Steph manteniendo todo lo que pud o la mirada de Alex. El camarero les trajo una botella de champan en un cubo de hielo plateado que coloco al lado de la mesa. Descorcho la botella y sirvio dos copas. - Ahora me toca a mi estar impresionada - dijo Alex, preguntandose como diablos podia permitirse Steph el lujo de pedir champan en un lugar como aquel. Steph levanto la copa: - Por vivir al limite - dijo. - Y que lo digas - exclamo Alex, y brindo contra la copa que le presentaba Steph . De repente, vio que todos sus temores eran infundados. La mujer con l a que estaba sentada estaba tan locamente enamorada de Alex como ella lo e staba de Steph. Una vez mas, Alex supo que tenia que decirle todo lo que sentia, pero se resistia a destruir la dinamica que se habia creado antes de ver como e
volucionaba la noche. Se sentaron y charlaron mientras se bebian el champan. Alex obsequio a Steph con las mismas anecdotas del mundillo del cine que le habia contado a Marsha con anterioridad aquella misma semana y Steph le hablo del trabajo de fin de carrera que estaba haciendo en la escuela. Por un rato, casi se olvidaron de l motivo principal por el que estaban en el hotel y se concentraron en descubrir mas cosas la una sobre la otra. Sin embargo, el champan iba haciendo efecto y a medida que avanzaba la noche se iban acercando cada vez mas la una a la otra. E l deseo por el cuerpo de la otra que las habia reunido en la primera ocasion ree mplazo a la conversacion. Cuando Alex se inclino hacia delante para poner su cop a vacia en la mesa, Steph le paso la mano por la espalda y la dejo descansando s obre su culo. Alex retrocedio para ocultar la accion a la mirada de las demas pe rsonas del bar, pero Steph, en vez de retirar la mano, se giro en el asiento y c oloco la otra mano sobre las piernas cruzadas de Alex. Empezo a deslizar la mano debajo de la fina tela que cubria sus piernas y el cono de Alex reacciono insta ntaneamente ante el contacto de aquella mano en su pierna desnuda y se pregunto que seria lo proximo que haria. Steph se inclino hacia Alex y la beso suavemente en el cuello. Notaba lo excitad a que estaba Alex y no podia esperar mas para llevar a cabo la ultima fase de su plan. - Aqui no, Steph, por favor - le insto Alex, que estaba un poco preocupada por h asta donde estaba dispuesta a llegar Steph. - Sigueme - le dijo Steph y se levanto de la mesa. Alex estaba nerviosa y excita da mientras seguia a Steph a traves del bar hasta un area en la parte trasera de l hotel. Casi se sintio aliviada cuando Steph la tomo de la mano y la llevo a lo s lavabos de senoras. Era una sala grande que estaba decorada a juego con el res to del hotel. Habia un par de sillones grandes en la antecamara recubierta d e espejos y media docena de cubiculos en el espacio adyacente. Algunas mujeres se estaban retocando el maquillaje ante el espejo, pero, por lo demas, la habita cion estaba vacia. Steph fue hacia el lavabo y se lavo las manos. Mientras tanto , Alex se sento en uno de los sillones y contemplo a Steph ir y ponerse al lado de las otras mujeres en el espejo, maravillandose de la vision simultanea de los pechos y del culo de Steph que proporcionaba. Vio que el reflejo de Steph le devolvia la mirada y su sexo se humedecio por adelantado. Las dos deseaban con todas sus fuerzas que las mujeres se fueran antes de que entrara alguien mas y l es aguara la fiesta. Finalmente, las mujeres terminaron su ritual y se fueron. En cuanto la puerta se cerro, Steph se agacho, cogio el tope de la puerta, que e staba detras de esta, y lo calzo debajo con fuerza. El corazon le latia violenta mente mientras se acercaba a donde estaba sentada Alex y la besaba suavemente en los labios. Arrodillandose entre las piernas abiertas de Alex, Steph la beso co n mas fuerza y empujo su lengua dentro de la boca abierta de su amante. Paso las manos por el cuerpo de Alex y las detuvo sobre sus pechos. Sentia los pezones d e Alex erizados bajo su top, haciendo presion contra las palmas de sus manos. St eph noto las manos de Alex subiendo hacia su cara y despues pasando por entre su cabello, haciendo que se acercara mas a ella. Las dos mujeres sabian que no ten ian demasiado tiempo, asi que Steph alargo la mano bajo la falda de Alex y tiro de sus bragas. Esta, con presteza, se levanto un poco para dejar que Steph se la s bajara y quedaron colgandole de un tobillo. Los ruidos de hotel se filtrab an a traves de la puerta y por encima del hilo musical que sonaba e n la habitacion. Steph sabia que no hacia falta mucha presion para que el tope cediera, lo que significaba tambien que no tenian mucho tiempo antes de que algu ien intentara entrar y empujara la puerta hasta que se abriera. La idea de ser t an vulnerables hacia sus movimientos mas urgentes. Steph levanto la falda de Ale x de manera que quedo recogida alrededor de la parte superior de sus muslos firm es y esbeltos. Alex resbalo en el sillon para que su culo quedara justo en el bo rde y abrio las piernas para ofrecer su cono desnudo.
El estrepito de unos platos al caer al suelo al otro lado de la puerta distrajo de golpe la atencion de Steph. Las dos mujeres se quedaron heladas mientras escu chaban la voz de unos hombres que discutian si coger un trapo del lavabo de seno ras para limpiar el desastre que habian organizado en el umbral. Las mujeres con tuvieron el aliento mientras el pomo de la puerta empezaba a girar. Ninguna quer ia demostrar que podian perder la calma, pero Steph no sabia adonde mirar, si al bonito y necesitado cono que se mostraba ante ella o al movimiento del pomo de la puerta. - ¿No estaras pensando en serio en entrar ahi, pedazo de maricon? El hombre que hablaba debia de haber empujado a su companero porque sono un golp e como si alguien chocara contra la puerta. Otra voz protesto y luego las dos vo ces empezaron a desvanecerse. Los ojos de ambas, de Steph y de Alex, se posaron en el tope que se habia desplazado ligeramente, pero ninguna de las dos estaba d ispuesta a perder mas tiempo. Se miraron a los ojos durante un momento antes de que Steph clavara su lengua dentro del cono abierto y ansioso de Alex y le recor riera con las manos todo el cuerpo hasta dar con los pechos de su amante. Alex g imio ante la caricia de Steph y empujo hacia arriba las caderas para encontra rse con la lengua tanteante de Steph. Alex podia verse a ella y a St eph reflejadas en los espejos de enfrente. La posibilidad de ser descubierta y el re flejo de Steph trabajandole el cono con la lengua en aquel lugar publico era mas erotica que ninguna de sus fantasias. Estaba mas excitada que nunca. Queria cor rerse, lo necesitaba. Y necesitaba que fuera rapido, asi que puso las manos detr as de la cabeza de Steph y con suavidad le guio la boca hacia el clitoris. Steph le agito el clitoris con la punta de la lengua y le acaricio los hinchados labi os del cono con los dedos hasta que Alex noto que las oleadas del climax empezab an a gestarse en su interior. Se agarro con fuerza a los brazos del sillon y dej o que el orgasmo le recorriera todo el cuerpo hasta llegar a la boca de Steph. Sin tiempo para recrearse en el climax, se levanto de la silla, de un a patada se quito las bragas, que le colgaban del tobillo, hizo que Steph se pus iera de pie y la beso con fuerza en la boca. Reconocio el olor y el sabor de su propio orgasmo en los labios de Steph y eso avivo aun mas su apetito. Incapaz de mantener las manos separadas de la otra, las dos dieron tumbos por la habitacio n hasta que Alex empujo a Steph de espaldas contra la zona de los lavabos. Con p resteza, la ayudo a sentarse en el marmol que sostenia los lavabos y Steph dejo que Alex le subiera el vestido y le quitara las bragas. Sintio la dureza de los frios grifos de metal que se le clavaban cuando se echaba hacia atras para abrir las piernas y se estremecio de placer. Yendo directa al grano, Alex se arrodill o y hundio la cara en el sexo de Steph. Levanto la mirada hacia el rostro de Ste ph aun cubierto por los restos de su eyaculacion y le lamio el clitoris rapido y con fuerza. Aunque disfrutaba de un placer muy intenso, los esfuerzos de Ste ph por no provocar ningun ruido le hacian poner la misma cara que si estuvier a sufriendo. Alex le estaba lamiendo el clitoris hinchado cuando oyeron que alguien intentaba entrar. - Creo que esta cerrado con llave - llego una voz de pija enfadada desde el otro lado de la puerta. - Por el amor de Dios, Flicky, no puede estar cerrada con llave. Debe de haberse atascado - llego otra voz pija y enfadada-. Dejame probar. Steph estaba a punto de correrse. - No pares - le dijo por senas a Alex, que habia dejado lo que estaba haciendo p ara mirar hacia la puerta. Justo en el momento en que un hombro fuerte y caballu no cargaba contra la endeble puerta, Alex agarro a Steph y la arrastro hasta un vater. La puerta de fuera se abrio de par en par en el mismo momento en que la d
el cubiculo se cerraba con Alex y Steph dentro. - Mira que eres enclenque, Flicky - le dijo la que habia cargado con el hombro. Entraron en la habitacion y cada una escogio un retrete, ignorantes del hecho de que en el de al lado una mujer estaba al borde del orgasmo que ellas habian est ado a punto de negarle. A pesar de la escasa proteccion entre ellas y las pijas enfadadas, Alex rapidamente retomo el asunto donde habia tenido que dejarlo tan violentamente. Metio con fuerza los dedos en el cono de Steph y, con la otra man o, le masajeo el clitoris erecto. Justo cuando Steph se iba a correr, Alex le ta po la boca con la mano empapada en los fluidos de Steph. Flicky y su amiga se es taban lavando las manos cuando oyeron el sofocado gemido orgasmico de Steph. Se miraron la una a la otra en el espejo, ambas un poco desconcertadas. Entonces ca yeron en la cuenta. La mujer caballuna se acerco a su companera y le susurro a F licky: - Ahi dentro hay gente follando. - ¡Que cara mas dura! Meter a un hombre en un lavabo de senoras - articulo Flick s in apenas emitir sonido, senalando con la cabeza en direccion al cubiculo, ahora silencioso. Fue entonces cuando sus ojos se posaron en los dos pares de b ragas que seguian en el suelo del tocador de senoras del hotel. Horror izadas, se miraron la una a la otra, luego miraron hacia el retrete ocupado y pr acticamente salieron corriendo de alli. Unos segundos despues, Steph y Alex salian de los lavabos. Sus palpitaciones y u n leve resplandor que las envolvia eran la unica evidencia fisica de lo que habia sucedido. Eso y un par de bragas en la papelera del hotel.
11 Un halago por aquí, un halago por allá
- ¡Por tu culpa casi nos pillan ahi dentro! - la reprendio Alex mientra s salian del hotel, adentrandose con energia en el aire frio de la noche. - ¡Ya lo se! ¿No ha sido fantastico? Ojala hubiera visto la cara que han puesto al d arse cuenta de lo que estaba pasando - Steph andaba rapido y Alex tenia que hace r un esfuerzo para seguir el paso de su exultante companera. - Steph, vas a tener que aprender a controlarte un poco. - No creo que estes en situacion de hacer ningun tipo de peticiones, ¿no, Alex? ¿O t e has olvidado de que estamos jugando a mi juego? Yo soy la persona que controla el argumento y, por tanto, quien decide lo que puede pasar y lo que no. Mirando al monstruo que habia creado, Alex se dio cuenta de como debi a de sentirse el Dr. Frankenstein. Steph se giro en redondo para ver donde s e habia quedado Alex. - Venga, Alex, espabila. - ¿Adonde vamos? - ¿Te apetece un paseo por la Serpentine 7? - Bueno, si me lo propusiera otra persona podria incluso ser romantico - Ale x se rio mientras retomaba el paso y alcanzaba a Steph. Despues de la frenetica actividad de hacia un rato, Hyde Park parecia bastante tranquilo. Durante un rato las dos mujeres estuvieron tumbadas sobre el cesped al lado del lago, escuchando el movimiento tranquilo del agua y disfrutando del resplandor de la luna en el cielo de primavera. Alex miro a Step h y sonrio al pensar en las cosas que aquella persona de aspecto angelical era c apaz de hacerle. Estaba intentando adivinar que habia tras la calidez de los ojo s marrones de Steph cuando esta se puso de lado para devolverle la mirada. - Pero, te lo has pasado bien, ¿no, Alex? - le pregunto Steph con seriedad. Habia estado pensando en cual seria el siguiente paso y le preocupaba que Alex ya se h ubiera hartado y rompiera el pacto. - ¿Tu que crees? - Bueno, supongo que si. - En silencio, cada una miro a la cara de la otra, en b usca de una pista sobre como continuar. Alex estiro la mano y recorrio la linea de la mandibula de Steph con el dorso.
*. Nombre de un estanque de Hyde Park. (N. de la T.)
- De verdad que eres guapa, Steph - dijo con calma. - No me vas a engatusar de esta manera, ¿sabes, Dechy? - le contesto Steph riendo. - ¿De que manera? - exclamo Alex. - Ya sabes, con un poco de adulacion, unos halagos por aqui y otros por alli, pa ra quebrantar mi determinacion - dijo Steph. - ¿Que quieres decir?
- No te libraras tan facilmente de nuestro pequeno acuerdo. Y menos ahora que es toy empezando a divertirme - le explico Steph. Alex estaba tan absorta en e se momento que se habia olvidado por completo del trato que supuestamente hab ian cerrado. - ¿Asi que estas decidida a continuar con este juego? - indago Alex, constatando c on interes que Steph iba a persistir en la farsa. - Ya tuviste ocasion de escoger, Alex - le respondio Steph-. No creo que demost rara una gran firmeza de caracter si te dejara escapar tan facilmente, ¿no crees? -La cuestion no era si Alex queria o no mantener relaciones sexuales con ella, pues Steph era consciente de que Alex disfrutaba cada minuto de su affaire, pero no queria correr el riesgo de que llegara la hora del cierre en su relacion. Ha bia sido una noche maravillosa, pero tambien se lo pasaron de maravilla la prime ra noche que estuvieron juntas. Alex se alejo despues de aquello y, si tenia la oportunidad, podia volverlo a hacer. - Muy bien. Hemos quedado en que tienes total control sobre mi y sobre mi cuerpo - dijo Alex mientras pasaba la mano por el torso de Steph y la dejaba apoyada e n su cintura-. ¿Que va a ser lo proximo por lo que me vas a hacer pasar? - Soy yo quien ha de pensarlo y tu quien ha de descubrirlo - la provoco Steph mi entras apartaba la mano de Alex de su cintura y se ponia de pie. - Y ahora nos vamos, ¿no? - pregunto Alex con sarcasmo mientras tambien se levanta ba. - Puedes acompanarme al metro si quieres - le dijo Steph al tiempo que empezaba a andar hacia la puerta del parque. - ¡Gracias! - Alex se sacudio la falda, se puso los zapatos y corrio detras de Ste ph. Anduvieron en silencio buena parte del camino. Solo cuando llegaron a la entrada del metro, Steph se giro y beso torpemente a Alex en la mejilla. - Te llamare - le dijo mientras desaparecia por las escaleras.
BUCK-A-ROO* Aunque Alex tenia por delante un fin de semana muy ocupado, se las arreglo para integrar su sistema de comprobacion de mensajes en el rodaje y en sus compromiso s sociales. Afortunadamente el sabado y el domingo tenia rodajes nocturnos. De m odo que pudo quedarse en la cama hasta tarde y poner orden en sus pensamientos a ntes de que, por la noche, la llevaran a toda prisa a la localizacion. A duras penas habia conseguido enfundarse el negligee que llevaba en la siguient e escena cuando sono el telefono. Era Brett. Habian descubierto que comparti an su aficion por los juegos infantiles. Brett estaba alardeando de su ultima visita a Hamley’s e intentaba atraerla a su caravana con la oferta de que seria l a primera en jugar con su nuevo Buck-a-roo. Una invitacion que, evidentemente, n o podia rechazar. Alex iba ganando por 25 a 22 en su Campeonato de Ju egos de Caravana y estaba ansiosa por consolidarse y afianzarse como li
der. Alex se echo una bata por encima y salio disparada hacia el remolqu e de Brett. Le consterno ver que el ya habia empezado a practicar. - Tu, tramposo de mierda - le grito haciendole pegar un salto. La mula dio una s acudida y las piezas salieron volando-. Creia que habiamos quedado en que no har iamos practicas con las nuevas adquisiciones. - Calmate, ¿quieres, Alex? Solo estaba comprobando el mecanismo - le dijo mientras se tiraba por el suelo para recuperar los complementos de la mula-. ¿Donde esta e l puto sombrero del cowboy? - ¿Cuanto tiempo tenemos? - le pregunto Alex mientras inspeccionaba el juego y reb uscaba en sus recuerdos infantiles algunas pistas sobre la tecnica. - Jeff ha dicho que hemos de estar en el plato en veinte minutos, de modo que te nemos tiempo para una partida rapida. - Brett puso la ultima pieza en el caballo e hizo crujir los nudillos-. ¿Jugamos? Como era de esperar, Alex le dio una soberana paliza y tambien introdujo una nue va norma: el perdedor volvia a montar el juego. Por este motivo parecia estar mu y contenta consigo misma cuando termino la sesion. - Algo me dice que esa horripilante sonrisa que se ha aduenado de tu cara no se debe simplemente a tu racha de triunfos en este estupido juego - observo Brett m ientras se acomodaba en la silla y daba un trago a su cerveza. - Me suena a «estas uvas estan verdes...». Aunque entre ganarte a un juego o hacer e l amor con una mujer preciosa en los lavabos de un hotel, ¿tu que crees que es mas excitante? - La sonrisa de Alex se ensancho mas aun. *. Nombre de un juego infantil. Proviene de la palabra «Vaquero». Consiste en ir car gando una mula con una serie de objetos. Si se hace un gesto brusco, la mula da una sacudida y todo sale despedido. (N. de la T.)
- Estas intentando decirme que... - Brett estaba sinceramente sorprendido ante l o que Alex le habia revelado. - Si. - ¿Con quien? - Detalles, Brett queria detalles. - Con esa mujer que conozco. - ¡Por Dios, Alex! ¿No sabes lo que le ocurrio a George Michael? - No fue nada de eso, de verdad - se justifico Alex. - ¿Que quieres decir? ¿Que a ti no te pillaron o que la mujer con la que ligaste no era policia? - Bret se echo atras en la silla riendose. - Yo no «me la ligue» - dijo Alex-. Hace tiempo que la conozco y se que no es pol icia. - Mientras Alex le explicaba a Brett todo lo de Steph, los ojos de este s e iban abriendo cada vez mas y el corazon de Alex se iba sintiendo cada vez mas ligero. No se habia dado cuenta de lo duro que era para ella guardarse todas las emociones en su interior y le sentaba muy bien descargarse ante un publico tan receptivo, compasivo y, hacia el final, envidioso.
- ¿Y durante cuanto tiempo vas a tener a esta pobre mujer a oscuras sobre tus sent imientos, Alex? - le pregunto Brett. - No creo que «pobre mujer» sea necesariamente una descripcion que se ajuste a ella, pero ya se a lo que te refieres. Es que de este modo las cosas son tan excitant es... Quiero dedique si el primer dia que vino le hubiera dicho lo que sentia, n o creo que nos lo hubieramos pasando tan... bien. - De repente, a Alex le daba u n poco de vergüenza hablar con su colega sobre como le gustaba divertirse. - Si, pero es probable que ella crea que solo lo haces por el sexo y por pasar u n buen rato. Puede que crea que este es el unico modo de aferrarse a ti. Me apue sto mil libras a que, si se lo dices, seguira queriendo follar contigo en los re tretes de un hotel, pero si no se lo dices acabara por enfadarse mucho contigo. Sono un golpe en la puerta y una voz de hombre grito: - Brett, tio, ¿estas ahi? ¿Tienes idea de donde esta Alex? No esta en su caravana. - No pasa nada - respondio Brett-. Esta conmigo. La voz respondio: «Lo que tu digas». Pero en aquellas cuatro palabras el emisor se l as arreglo para sugerir: «Sabemos que te la estas tirando, cabron. Ya puedes sacar la polla de una vez y ponerte a trabajar, hijo de puta afortunado». Cuando Steph se desperto el jueves siguiente, miro por la ventana y puso la tele para ver el parte meteorologico. Normalmente no era tan neurotica sobre el ti empo, pero aquel dia ella tenia una razon para desear que hiciera buen tiempo, s eco y calido. - El sur y el sureste de Inglaterra disfrutaran hoy de un dia fantastico. Hara buen tiempo, seco y caluroso, con temperaturas por encima de los 21 grados... dijo el inteligente y amistoso presentador de la BBC. Steph miro el reloj. Eran las 8.00 de la manana. Bev asomo la cabeza por la puerta. - ¿Estas lista? Mas vale que empecemos a movernos. - Si. Estoy en dos segundos - Steph recorrio la habitacion con la mirada en busc a del telefono. Tenia que llamar a Alex antes de irse a clase, pero no conseg uia encontrar el movil de mierda por ninguna parte. Al final, tuvo que utili zar la linea telefonica. El telefono de Alex sono y sono hasta que salto el cont estador y grabo su mensaje: - Hola Alex, soy yo. Quedamos esta noche a las 10.30 enfrente del bar All Fun de High Street. Alex empezaba a creer que Steph no iba a contactar con ella. Habian pasado cua tro dias desde el ultimo mensaje de texto de Steph e incluso entonces no le dijo cuando iban a volver a encontrase. Llevaba en el plato desde las 7.30 d e la manana y tres horas mas tarde seguia sentada en las oficinas donde estaba r odando las escenas «de empresa», totalmente disfrazada y sin poder ir a ninguna par te. Habia problemas con la cantidad de cromo en la sala de conferencias donde es taban rodando. Frustrada, aburrida y sintiendose un poco sola, Alex llamo a su casa para comprobar el contestador telefonico. Escucho el mensaje de Steph y, con la mente ocupada en intentar adivinar que seria lo que le habria preparado aquella vez, de repente la espera no le parecio tan mala. Se apoyo en la silla d e piel y dejo que las imagenes de Steph haciendole el amor invadieran su mente hasta que le afectaron el cuerpo. Sentia como la sangre corria hacia su clitori s, que se ponia duro y erecto mientras el cosquilleo en su entrepierna se hacia mas intenso. La linea que separa el estar agradablemente excitada del estar extr emadamente incomoda es muy fina. Y el recuerdo de ella y Steph haciendo el amor la primera noche que pasaron juntas fue lo que le hizo cruzar la linea. Se abrio
camino hasta la sala de conferencias, que era un hervidero de disenadores, elec tricistas y tecnicos de iluminacion. Matt, el director, era la unica persona a la que reconocio. Estaba mirando a traves de una cosa con aspecto de telescopio cuando Alex le toco en el brazo para llamar su atencion. - ¿Te parece bien si me voy a mi caravana una media horita? - pregunto discretamen te. - Perfecto. Estamos esperando que traigan muebles nuevos y no te vamos a n ecesitar en siglos, querida. Alex recorrio el camino hacia su caravana a toda la velocidad que le permitian l a falda estrecha y los tacones altos. Tras echar el pestillo a la puerta, se qui to las bragas, luego la falda, separo las piernas enfundadas en las medias y se metio el vibrador en su cono humedo y acogedor. Se corrio casi de inmediato.
VIDA EN EL PARQUE Steph se miro en el espejo. Se miro primero de lado y luego de frente y se cambi o el jersey que se habia puesto por otro mas largo y holgado. Volvio a utilizar el mismo sistema de comprobacion y al final quedo satisfecha: el consolador que llevaba debajo de los tejanos no quedaria a la vista de los pasajeros del metro, mientras viajaba hacia el oeste para su cita con Alex. Cuando bajaba hacia el m etro, sentia la base del apendice de goma que le apretaba el clitoris. Deseaba q ue sus ropas no fueran tan transparentes como su estado de animo. Al final, Steph llego al bar un poco temprano y decidio entrar a tomarse una pinta de cerveza. Miro el reloj. Aun faltaban quince minut os. Matt estaba decidido a no dar el dia totalmente por perdido. A las 8.30 de l a tarde, Alex seguia andando por la sala de conferencias, lanzando un expediente sobre la brillante mesa frente a un tipo viejo que hacia de presidente de la co mpania y diciendole: - Mr. Henderson, esta cantidad es ridicula y, francamente, encuentro su oferta insultante. - Ahora sonaba bastante bien, pero Matt queria rodar planos de la puerta abriendose, planos de las piernas, planos anchos, planos medios y p lanos cortos y contraplanos de toda la escena. Alex habia acabado su parte ante la camara y se las habia arreglado para correr escaleras abajo y darse una ducha mientras recolocaban las luces para las toma s del hombre mayor. Justo antes de que empezaran con la ultima toma, le pidio a Tony que se acercara con el coche y que la esperara al volante. Alex contuvo el aliento mientras esperaba a oir que no habia ni una pelusa en la pantalla o lo q ue fuera que comprobaban cada vez. - Muy bien, gente. Esto ya esta - anuncio Matt. Alex practicamente estaba en el coche cuando la ultima palabra salio de la boca de Matt. Tenia poco mas de media hora para llegar a su casa y desde alli ir a en contrarse con Steph. Afortunadamente, la City estaba desierta y no habia ni rast ro de los habituales atascos en Marylebone Road, asi que llegaron a casa a tiemp o. - Gracias, Tony - le grito Steph mientras salia del coche y subia las escaleras de su casa-. Te veo dentro de un par de dias. - Alex se quito la ropa que habia
llevado para trabajar y se puso algo mas fresco y mas accesible. No tenia ni id ea de adonde la iba a llevar Steph, pero supuso que una falda siempre seria mej or idea, incluso aunque fuera en contra de sus preferencias. Cogio las llaves d e su coche, se sento frente al volante y fue a toda velocidad por la carretera h asta el bar de Higli Street que Steph le habia indicado. Solo pasaban diez minut os de la hora cuando llego y vio a Steph fuera, sentada en una de las mesas fren te a una jarra de cerveza vacia. Toco el claxon y se inclino para quitar el segu ro de la puerta. - Como dijiste «enfrente» pense que no querrias quedarte aqui - le dijo Alex, mientr as Steph se sentaba en el asiento del copiloto-. Siento llegar tarde, Steph. - Empezaba a preguntarme si ibas a aparecer. - ¿Como iba a no aparecer? - Alex no queria que Steph se pusiera de mal humor, por que aquello podia alargarse y estropearles la noche. Estiro el brazo y puso la m ano en la pierna de Steph-. Bueno, y ahora que me tienes aqui, ¿cual es el plan? - Bueno, habia pensado que podiamos ir andando, pero ya que lo traes, tambien po demos ir en coche. Al final de la calle, gira a la derecha y ya te indicare desd e alli. -Steph sintio que Alex movia la mano hacia la parte superior de su muslo y tuvo que frenarla antes de que se abriera camino hasta la entrepierna y estro peara la sorpresa. No tardaron mucho en llegar al parque y Steph le dijo a Alex que aparcara justo frente a la entrada. Se estaba haciendo oscuro por momentos y a Steph la alegro ver que no habia demasiados coches por ahi, ni aparcados ni c irculando. Salieron del coche y entraron en el parque. - Parece que te gusta ir al parque, asi que pense que te iba a llevar a uno dife rente. -Alex vio los ojos de Steph brillando a la luz de la luna. - Creia que por la noche cerraban las puertas - dijo Alex preguntandose que se p roponia Steph. - Las cierran. - Steph estudio la puerta-. ¿Crees que podras saltar por ahi si te echo una mano? - le pregunto. - ¿Tu puedes? - Si. - Bueno, ya que soy mas alta, supongo que la senora mayor tambien podra hacerlo. -La puerta y las verjas de hierro que la rodeaban no eran altas y no costaba mu cho saltarlas y entrar en el parque. - No esta muy retirado, ¿verdad? - senalo Alex mientras Steph la cogia de la mano y la llevaba hacia el lago. - Esta bien. Aun no hemos llegado. - Siguieron andando hasta dejar atras el lago y llegaron a un pequeno puente que llevaba a una zona de picnic, separada del r esto del parque por un seto formado por arboles y arbustos. Habia unas cuantas m esas en el pequeno espacio, pero sobre todo habia cesped y unos cuantos parterre s de flores. Steph llevo a Alex al rincon mas oscuro del claro. Mientras los ojo s se le acostumbraban a la oscuridad, Alex vio una manta que ya estaba extendida en el suelo y, al lado, una botella de vino, una vela y dos copas. Sonrio. - O alguien se nos ha adelantado o has estado aqui hace un rato - dijo i mpresionada por las molestias que se habia tomado Steph. - Que estemos al aire libre no tiene por que significar que no podamos ser civil izadas - respondio Steph mientras se sentaba en la manta y sacaba un mechero par a encender la vela que habia clavado en el cesped-. La ultima vez fue todo tan p
recipitado que pense que hoy nos mereciamos algo un poco mas relajado - explico Steph. - Asi que les has dado la noche libre a los vigilantes nocturnos, ¿no? - No creeras en serio que hay vigilantes nocturnos - Steph se rio-. No es mas qu e una invencion para que por la noche los miedicas como tu se queden fuera. - Lo que tu digas - dijo Alex alargando el brazo para ofrecia. Un trago de aquel suave liquido rojo sirvio tuvieran tan de punta. Se tumbo en la manta, cerca de refrescar y agradecia el calor del cuerpo de Steph a obre ella y la beso en los labios.
coger el vaso que Steph le para que sus nervios no es Steph. La noche empezaba a su lado. Esta se inclino s
- ¿Como estas? - le pregunto, apartandose un poco para poder mirar a Alex a los oj os. - Bien. - Hubo una breve pausa antes de que Alex continuara-. Nerviosa. Algo ner viosa, si te he de ser sincera. - Se habia puesto nerviosa porque Steph tardo mu cho en llamarla; estaba nerviosa por lo que Brett le habia dicho de que Steph se enfadaria con ella y, ahora, lo estaba por la posibilidad de que las pillaran. - ¿Por esto? - pregunto Steph. - Si. Mas o menos. Steph no tenia ninguna respuesta a aquello. Si le decia a Alex que no habia n ada que temer, todo cambiaria y ella no queria que cambiara nada. Pero tampoco l e parecia bien ponerla nerviosa. La unica respuesta que se le ocurrio a Steph fu e encender un porro y ofrecerselo. Alex le dio una calada larga y profunda y se lo devolvio a Steph. - Has pensado en todo, ¿no? - Alex dejo que las palabras salieran de su cuerpo jun to con el humo que habia retenido en los pulmones. Un par de caladas mas y le im portaria un pito que los vigilantes del parque o cualquier otro las sorprendiera . - Estaba en el trabajo cuando he escuchado tu mensaje - dijo Alex con una risita floja. - ¿Y por que es tan gracioso? - le pregunto Steph que estaba tumbada de espaldas i ntentando dibujar figuras con las pocas estrellas que podia ver. - Me excite tanto al pensar en que te iba a volver a ver que tuve que escaparme para poder ir a masturbarme. - Esta vez Steph tambien se sumo a las risas. - ¿De Verdad? - Si, de verdad. - ¡Guau! ¿Y que hiciste? - Steph apago el porro en el cesped y se giro hacia Alex. - Volvi a mi caravana, me quite las bragas y la falda. Tengo que llevar esa cosa de hilo azul que se arruga con solo mirarla, ya ves. Y me folle a mi misma con el vibrador. - ¡Joder! Eso si que es una imagen excitante - dijo Steph suavemente mientras se d ejaba invadir por aquella imagen-. ¿Tienes un vibrador en el trabajo? - Si. Como todo el mundo, ¿no? - Se rieron satisfechas mientras ideaban una versio
n alternativa del anuncio de Coca- Cola light que eliminaba al mismo tiempo a lo s hombres y la Coca-Cola light-. Asi es como me estas afectando - susurro Alex a l oido de Steph mientras se le acercaba y rodaba de manera que quedara encima de ella. A horcajadas sobre el torso de Steph, Alex noto inmediatamente que la pol la de goma que llevaba su amante bajo los pantalones se le apretaba contra e l sexo y dejo escapar un pequeno grito de placer. Sus ojos, medio cerrados por los efectos del porro, se abrieron de par en par por la sorpresa y la excitacion . - Llevamos un monton de rato aqui tumbadas. Te he explicado lo caliente que he e stado todo el dia y durante todo el tiempo tu has llevado esto puesto - la regan o Alex. Alargo la mano y tiro del consolador con arneses que llevaba puesto Step h. Ésta gimio al sentir aun mas la presion en el clitoris-. Ya me extranaba que ll evaras un jersey tan enorme en una noche como esta. Resbalando hasta sentarse sobre las piernas de Steph, Alex le empezo a desabroch ar los botones de los tejanos. Abrio la tela y, libre de su prision, la polla de Steph salio de golpe. A Alex le alegro constatar que era larga y gruesa sin lle gar a ser monstruosa. Steph noto el tacto aspero de la manta contra su culo mien tras situaba a Alex a su lado, sobre la manta, y acababa de quitarse los pantalo nes. Alex ya se habia desabrochado la camisa y quitado las bragas para cuando St eph le subio la falda y llego a su entrepierna. Steph la beso en la boca con fue rza. Las sensaciones que invadian su cuerpo mientras sentia la polla dando golpe citos contra los labios del cono de Alex eran muy intensas y no podia esperar ha sta hundirla profundamente dentro de su amante. Alex le quito el jersey y le abr io la camisa para poder sentir los pechos de Steph contra los suyos. - Follame, Steph - le dijo Alex suavemente al oido mientras le acariciaba la ore ja con la lengua. Steph se aparto ligeramente. Apoyando el peso sobre una mano, utilizo la otra para separar los labios hinchados de Alex. Le paso un dedo a lo largo del surco y hasta su clitoris. Noto que los fluidos rezumaban y le cubrian la mano. Situo el consolador en la entrada del humedo ag ujero mientras Alex abria las piernas aun mas. Con la boca de Alex chupandole un pezon y las manos masajeandole el culo, Steph empujo con fuerza las caderas hac ia delante y vio como la polla se hundia en el cono de Alex. El sonido del cono empapado de esta abriendose para recibir la verga de Steph, y su gemido cuando s intio su sexo lleno por completo fueron tan eroticos que Steph se corrio en el p rimer empellon. Sintio que los liquidos de su orgasmo le corrian por las piernas mientras movia el consolador dentro y fuera del cuerpo ondulante de Alex. Justo cuando creyo que esta estaba a punto de correrse, Steph se paro. - ¿Que haces? - dijo Alex con voz entrecortada - Tu dejame hacer - dijo Steph mientras giraba a Alex para ponerla boca abajo. A lex seguia los movimientos que proponia Steph y pronto estuvo a cuatro patas sob re la manta. Colocada tras el culo de Alex, Steph la rodeo con el brazo hasta ll egar al clitoris de su amante y lo masajeo mientras volvia a deslizar la polla d entro del agujero. El cono de Alex estaba tan mojado que entro sin ninguna dific ultad. Alex empujaba el culo hacia atras, contra Steph, mientras esta seguia pen etrandola desde atras al tiempo que le tocaba el clitoris tenso y dilatado. Vio el sudor que perlaba la espalda de Alex mientras le metia y le sacaba la polla d e la vagina. Sentia y oia la respiracion breve y profunda y los jadeos que ahora sabia que indicaban que el orgasmo de Alex era inminente y empujo la polla todo lo dentro que pudo. Con cada empujon, Alex sentia el consolador de Steph frotan dose contra aquel lugar tan sensible de su interior que le garantizaba que iba a correrse. Las oleadas de placer que sintio por fin, cuando se abandono al orgasmo que habia estado conteniendo desde que Steph la penetro, fuero n violentas y entrecortadas. Exhausta, le cedieron las piernas y se vino abajo con Steph encima de ella. Alex gimio calladamente mientras Steph le sacaba con cuidado la polla de su cono. El tacto del vello pubico de Steph y del consolado
r humedo sobre sus nalgas era reconfortante. Estuvieron tumbadas, la una en brazos de la otra, disfrutando de la calma y de l a tranquilidad del aire de la noche antes de que Alex empezara a desatar el arne s que llevaba Steph. - ¿Que estas haciendo? - le pregunto Steph. - Con esto puesto, no llego a tocarte ¿no? - dijo en respuesta a las protestas de Steph. Alex estaba pasando los dedos sobre los labios rojos del sexo de Steph cu ando a las dos les parecio oir unas voces. Se miraron la una a la otra con miedo en los ojos. Steph se inclino hacia delante y apago la vela mientras Alex se se ntaba a su lado en la manta. - No. Estoy seguro de que venia de ahi - dijo una voz de hombre-. Ahi, donde est a la luz. - Creo que sera mejor que nos vistamos - dijo Alex con tranquilidad. - Yo no veo ninguna luz - llego una voz de mujer-. Habran sido los patos o algo asi. - Tu quedate aqui si quieres, pero yo voy a comprobarlo. Era evidente que la mujer no tenia muchas ganas, ya que Steph y Alex oyeron los pasos de una sola persona que se acercaba a ellas. - Escondamonos en los arbustos de la entrada y, cuando entre, salimos corriendo -planeo Alex. Tal como habia predicho, el hombre entro en el area de picnic y en foco con la linterna. Al ver la manta y la botella se adentro en el claro. - ¿Hay alguien ahi? - pregunto. Cuando llego a la esquina mas alejada, Step h y Alex salieron corriendo del area de picnic en direccion al puente, pero se f ueron directas contra la colega del hombre, que agarro con fuerza a Steph por el jersey y a Alex por el brazo. Tras soltar a Steph, enfoco con la linterna a la cara de Alex, quien, instintivamente, se tap o la cara con las manos para protegerse los ojos de la brillante luz. Luego diri gio el haz de luz hacia Steph y se dio cuenta de que sus dos prisioneros eran mu jeres. Enfoco el cuerpo de Steph con la linterna para ver si llevaba algun arma, pero cuando el haz de luz tropezo con el consolador que Steph llevaba en la man o, se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. - La proxima vez queda con tu novia en casa, jovencita - le dijo con cansancio-. Él se pone de los nervios cuando cree que la gente usa su parque como una casa de citas. Oyo que su colega volvia del claro y solto el brazo de Alex. Las dos cor rieron hacia la salida. - ¡Brenda! - grito su colega-. ¡Alli estan, ahi! ¡Corre tras ellas! A Brenda no le cos to meter el pie inocentemente mientras el hombre bajaba como una exhalac ion por el camino para empezar su persecucion. Ignorantes de la ventaja que les habia proporcionado Brenda, Alex y Steph siguie ron corriendo todo lo rapido que podian por el lado del lago y practicamente sal varon la valla de un salto. No se permitieron relajarse hasta que entraron en el coche de Alex y cerraron las puertas. - ¡Que mala suerte tengo! - jadeo Steph mientras intentaba recuperar el aliento. - ¡Por Dios, Steph! Podiamos haber acabado en el cuartelillo y en lo unico que pie nsas es en que te has perdido un orgasmo. - A Alex le divertia la reaccion de St
eph pero al mismo tiempo la sobrecogia. Ésta lo penso durante un momento mientras Alex permanecia callada. La mirada en los ojos de Steph le confirmo a Alex que l o que habia dicho era precisamente lo que queria decir. De modo que, como no qu eria disgustarla, Alex se inclino sobre el asiento del copiloto hasta alcanzar l a palanca que controlaba la posicion del asiento. Un tiron brusco y el asiento d e Steph quedo practicamente en posicion horizontal. Volviendose a quitar los pan talones, Steph abrio las piernas. Alex vio que su gran clitoris estaba dilatado y que tenia los labios empapados en sus propios fluidos. Clavandose el freno de mano en las costillas y con el cambio de marchas golpeandole en la espalda, le h undio la cara en el cono. Jugueteo con la punta de la lengua en el agujero y des pues la lamio desde el culo hasta el clitoris con movimientos lentos y uniforme s. Steph empezo a gemir en voz alta mientras Alex comenzaba a chuparle, a lamerl e, a rodear con la lengua la parte mas sensible de su clitoris de color rosa osc uro. El orgasmo de Steph fue ruidoso y Alex noto como el cuerpo de su amante s e estremecia de placer mientras dejaba que el sentimiento ondulara por todo su cuerpo. Alex se sento y miro por la ventana para asegurarse de que no habi an atraido a mas publico. No habia moros en la costa. Steph enderezo el asiento de vuelta a la posicion erguida mientras Alex encendia el motor. - ¿Estas segura de que estas en condiciones de conducir? - le pregunto Steph mient ras se abrochaba los pantalones. Alex lo penso por un momento y luego decidio que no valia la penar correr el rie sgo. Bajaron andando por Baker Stret y cogieron un taxi de vuelta a casa de Alex .
12 Despiértate y aspira el aroma a café
Era poco mas de medianoche cuando Alex y Steph llegaron a casa de Alex. Ésta subio hasta la puerta de entrada y, cuando se giro, se encontro con que Steph estaba vacilando en la verja, al principio de las escaleras. - ¿No vas a entrar? - le pregunto Alex algo preocupada por que Steph pudiera desap arecer en la noche. - ¿De verdad quieres que entre? - le pregunto Steph docilmente-. Antes estabas un poco enfadada. - Alex bajo hasta donde se encontraba Steph, le toco el brazo y la miro a los oj os. - Lo siento, carino - la tranquilizo Alex-. No ha sido culpa tuya. Se que tambie n es culpa mia. - Pero si no te hubiera obligado a... - el comentario de Steph envio una descarg a de culpabilidad por el cuerpo de Alex. - Mira, Steph, hemos de hablar - le susurro Alex en la oscuridad-. ¿Por que no ent ras? Tengo que explicarte una cosa. - Parece importante - dijo Steph, de repente mas nerviosa que compungida.
Steph estaba comodamente instalada en el sofa cuando Alex aparecio con el cafe. Si se iba a deshacer de ella, mejor se ponia comoda mientras tanto. Tomarse un c afe fuerte y caliente fue un placer, pero la cafeina no hizo nada bueno por las palpitaciones que ya tenia. Alex dio un sorbo a la taza y miro a Steph desde el sillon al otro lado de la ha bitacion. Se sento encima de sus pies y recordo la prediccion de Brett de que St eph se pondria furiosa cuando se enterara de que Alex la habia estado enganando. Miro a su alrededor y no encontro nada que le diera alguna idea sobre como empe zar la conversacion que tenian que mantener. Al final fue Steph quien forzo el tema. - ¿Y bien? ¿Que es tan alarmante que me lo tienes que decir ahora? - pregunto Steph aunque en realidad no quisiera conocer la respuesta. - Steph, ya sabes que me lo he pasado muy bien estando contigo estas ultimas sem anas... - dijo Alex dubitativa. - Por que sera que algo me dice que ahora es cuando aparece un enorme «pero» -Steph estaba descendiendo a toda velocidad a los abismos de la desesperacion ya que, en lo que a ella referia, se aproximaba el final de su relacion con Alex y, en consecuencia, el final del mundo. - Tienes razon. Hay un pero. - Por el amor de Dios, Alex, escupelo de una vez. - Steph tenia el corazon en un puno y su cuerpo estaba sufriendo las consecuencias. Alex inspiro profundamente y lo solto: - Steph, tengo que reconocer que no he sido del todo sincera contigo. - No me lo digas. En realidad, eres una aburrida ama de casa de Surrey con tres ninos, una imaginacion muy fertil y una doble que es una actriz de exito. - No me lo estas poniendo demasiado facil, Steph. - Su reaccion estaba fuera de lugar, pero Steph no estaba segura de querer oir el resto de lo que Alex le teni a que decir. - ¿Recuerdas la primera noche que viniste? - Si... - Bueno, aquel mismo dia yo te habia llamado... - Alex penso que lo mejor era em pezar por el principio. - ¿A casa? - Si. - ¿Y por que lo hiciste? - Steph no tenia ni idea de hacia donde iban las cosas, pero intentaba desesperadamente averiguarlo. Alex dejo la taza sobre la mesa y fue al sofa, haciendo un esfuerzo por reducir la distancia fisica que las separa ba. - Veras, la verdad es que yo... te llamaba porque... - Alex no lograba deci dir cuales eran las palabras adecuadas. - ¿Porque que?
- Porque te echaba mucho de menos. Iba a preguntarte si querias salir conmigo al gun dia. - A Alex se le escaparon las palabras de la boca a toda velocidad y fue mas por casualidad que por voluntad que lo hicieran en el orden correcto. - ¿Salir contigo? - Steph se habia imaginado incluso el peor de los casos, pero aq uello no habia entrado en su mente como una posibilidad-. Pero yo creia... Ya sa bes, tu tenias aquello con tu agente. - Si, lo tenia. - ¿Y que ha ocurrido? No lo entiendo. - He recuperado la cordura. - ¿Como? ¿Por que? - A Steph le estaba costando asimilar lo que Alex le intentaba de cir.
- Bueno, solo te dire que he conocido a alguien que me ha hecho darme c uenta de que no era verdaderamente feliz con mi vida y que, si queria, la capa cidad para cambiarla estaba en mis manos. - ¿Y eso cuando ha ocurrido? - Literalmente, la noche antes de que llamaras a mi puerta. - ¿Y durante todo este tiempo me has dejado creer que ibas conmigo a reganadientes ? - No recuerdo haberte ensenado los dientes en ningun momento. - No es eso lo que significa a reganadientes, idiota. - Steph no sabia si tenia que sentirse ofendida y enfadarse por lo que Alex le acababa de revelar o si sen tirse halagada e inmensamente feliz. Al final, acabo sintiendose ligeramente ha rta de sentirse tan idiota y extraordinariamente aliviada. - Dios, lo siento de veras, Steph. Yo no queria enganarte, pero de algun modo, s ucedio... - ¿Pero por que lo hiciste? Me he pasado las ultimas semanas creyendo que la unica razon por la que me veias era gracias a esta ridicula farsa... - ¿De verdad pensabas que me habia creido que te ibas a ir a los periodicos con nu estra historia? - Yo no sabia lo que creias. Sencillamente tenia miedo de que todo volviera a sa lir como la primera vez. - Steph, nunca pense que fueras capaz de hacer nada que me hiciera dano. Creia q ue habiamos llegado a algun tipo de entendimiento... - Alex se estiro y puso la mano con delicadeza sobre la pierna de Steph. Pretendia ser un gesto conciliador y se sintio aliviada al ver que Steph no se apartaba de su caricia. - Alex, lo que no entiendo es por que has dejado que sucediera. La noche que vin e aqui sencillamente podias haberme dicho que tu sentias lo mismo y, en vez de desafios y amenazas hu ecas, nos podiamos haber estado mandando flores y bombones durante las ultimas s emanas.
- Precisamente. - Precisamente, ¿que? - Creia que a estas alturas ya te habrias dado cuenta de que no soy el tipo de c hica al que le van las flores y los bombones. Steph se giro para mirar a Alex. Sintio que la mano de Alex le apretaba en el mu slo y luego se aparto un mechon de pelo de la cara. - Entonces todo esto era para satisfacer tus preferencias por un determinado tip o de sexo. - No. - En cuanto lo pronuncio, Alex supo que la indignacion de su voz era injus tificada. - ¿Estas segura? - Bueno, puede. Si y no. Era una manera de tenerlo todo. Podia verte a ti, a la mujer en la que habia estado pensando desde que te conoci aquel dia en el colegi o y, al mismo tiempo, tenia garantizados momentos salvajes. - Asi que durante este tiempo has estado sintiendo lo mismo que yo. Alex asintio avergonzada. Steph movio la cabeza en senal de incredulidad. Le costaba entender la situacion. Alex deslizo el brazo alrededor de los hombros de Steph y la atrajo hacia si, de manera que la cabeza de esta descansara sobre su pecho. - Nunca tuve intencion de molestarte, Steph, y se que tendria que haberlo parado antes. Supongo que se me ha ido un poco la mano... - Alex calculo que cuanta ma s informacion le diera a Steph sobre lo que sentia, mas facil seria que la compr endiera y la perdonara. Acaricio el pelo de Steph mientras seguia hablando-. Su pongo que empezo cuando viniste la primera noche. Cuando me inmovilizaste contr a la pared, estaba tan excitada que pense que podia ser divertido ver adonde lle vaba la cosa. La verdad es que creia que habias intuido como me sentia. Si hubie ra sabido que te sentias tan insegura, te hubiera dicho algo antes, pero pense q ue estabas tan entusiasmada como yo. -Su voz se apago, haciendo una pausa-. ¿Step h? ¿Que estas pensando? - Steph se aparto de Alex y la miro directamente a los ojo s. - ¿Que que estoy pensando? - Si. - Alex se dio cuenta de que contenia la respiracion a la espera de la resp uesta de su amante. No podia culparla si decidia irse y no volver jamas. - Muy bien. Estoy pensando en toda la energia que he malgastado preocupand ome por como aferrarme a ti y esto me ha dejado hecha polvo. Creo que tienes ra zon. Yo estaba tan entusiasmada como tu y esto me revienta. Me estoy empezando a dar cuenta de que tienes problemas emocionales y me pregunto por que te adorare tanto. - Steph sonrio a Alex con incredulidad y vio como la ansiedad se le borr aba de su cara. - ¿Si? ¿A pesar de... de todo? - Alex devolvio la sonrisa a Steph y sintio que la at mosfera cargada de la habitacion empezaba a aligerarse. - No me malinterpretes. Sigo pensando que eres una hija de puta egoista - exclam o Steph mientras empujaba a Alex sobre el sofa-. Podrias haberme dicho simplemen te que te parecia bien hacer todo lo
que hemos hecho, ¿sabes? Eso no habria cambiado nada. - Si que lo habria cambiado. Me apuesto mil libras a que no te hubieras comporta do del mismo modo - dijo Alex mientras luchaba por salir de debajo de Steph. - Asi que mil libras, ¿eh? Es mucho dinero para una pobre estudiante de teatro com o yo. - Steph agarro los brazos de Alex y la beso con fuerza en la boca. Noto co mo las ganas de pelea desaparecian del cuerpo de Alex mientras se abandonaba al beso que le daba. Alex separo los labios para dejar que la lengua de Steph explo rara su boca. A Steph le parecia que habia besado a aquella mujer un millon de v eces anteriormente, pero aquella vez era como si lo estuviera haciendo por prime ra vez. Alex libero los brazos y acaricio la nuca de Steph, llevandola a un abrazo mas profundo, mas lento y mas sensual. Finalmente, Steph se separo y miro a la desconcertante mujer que tenia debajo. Le examino la cara y recorri o con el dedo la linea de su esbelta nariz mientras miraba con detenimiento sus interrogantes ojos azul intenso. Vio que una sonrisa empezaba a asomarle en la c ara. - ¿Esto quiere decir que podemos seguir jugando a ese juego? - pregunto Alex con o ptimismo. Fue muy bonito poder compartir la cama con Alex aquella noche y fue una Steph mu cho mas relajada la que se desperto a la manana siguiente. Se sento a la mesa de la cocina de Alex, bebio zumo y se comio una tostada llevando puesta una de las camisetas de su amante. Era algo que anteriormente solo habia podido sonar y l e costaba convencerse de que era realidad. - ¿Que vas a hacer hoy? - le pregunto Alex mientras le ofrecia un gajo de la naran ja que se estaba comiendo. - Se supone que tengo una sesion con el tipo que dirige nuestro espectaculo de g raduacion, pero no pensaba ir. - Steph mordio el gajo que le ofrecia y se limpio el zumo de la barbilla. - ¿Que no vas a ir? - Alex estaba asombrada por la actitud de Steph-. Steph, tu te das cuenta de lo importante que es el espectaculo de fin de carrera, ¿verdad? - Si. Es que ultimamente he tenido problemas para concentrarme - Alex sabia d e que le estaba hablando y se sintio culpable por no haberse dado cuenta antes d e lo mucho que afectaba a Steph. - Bueno, pues hoy vas a ir, ¿de acuerdo? ¿Que es lo que haces en el espectaculo? - Casualmente algo de Como gusteis - fue la respuesta de Steph-. Una escena de Separacion y tambien una cancion en la parte musical. - Exactamente, ¿cuando es la representacion? - Dentro de dos semanas. - Bueno, pues ya es eso. En cuanto te duches, te llevo en coche hasta alli. - La preocupacion de Alex hizo que Steph sintiera un calorcito interior. - ¿Y tu que planes tienes para hoy? - Voy a ir a hablar con Marsha. - ¿Marsha?
- Si. Pronto vencera mi contrato con Quentin y pensaba preguntarle a Marsha si querria representarme. - Bueno, parece que empezamos a poner las cosas en orden - se burlo Steph. - ¡Venga! Mueve el culo y metete en la ducha. Por primera vez desde hacia siglos Steph llego temprano al ensayo. Cuando el coc he de Alex se detuvo enfrente de la escuela, Steph se inclino y le dio un beso d e agradecimiento en la mejilla. - Si quieres, puedo venir a recogerte luego - se ofrecio Alex, que estaba disfru tando del repentino giro hacia la normalidad que habia dado su relacion. - No hace falta - respondio Steph mientras abria la puerta. - Pero vas a venir esta noche, ¿verdad? - le pregunto Alex. - ¡Eh, nena! Hay mil libras en juego. Te llamare, ¿vale? - Steph salio del coche y dejo a Alex dandose cabezazos de frustracion contra el volante.
UNA IDEA MUY INTERESANTE Alex se dirigio hacia el West End para dedicarse a las compras terapeuticas. Ha bia pasado mucho tiempo desde la ultima vez en que tuvo a alguien en quien pensa r que no fuera en si misma y, mientras vagaba por las tiendas, se dio cuenta de que habia comprado montones de cosas para Steph y nada para ella misma. Tambien se daba cuenta de lo feliz que era y de lo feliz que podia hacer a Steph. Mientr as llegaba a casa y dejaba las compras en el salon se pregunto que habria querid o decir Steph cuando dijo que la llamaria. ¿Se referia a aquella noche o a al gun dia? La verdad es que le hubiera encantado quedarse tranquilamente en c asa con Steph aquella noche y se dio cuenta de que el guante que tan cab allerescamente habia lanzado ahora la estaba abofeteando en la cara. No obstant e, ella se lo habia buscado y tendria que esperar hasta que su presencia fue ra requerida. Los pensamientos de Alex se dirigieron hacia Marsha. Tenia que v olver a encarrilar su vida y, de momento, aquella era un area que si podia cont rolar. Descolgo el telefono, marco el numero de Marsha y dio las gracia s por que quien contesto la llamada fue la mujer y no el contestador. - ¡Alex, que alegria oirte! - exclamo Marsha-. ¿Como estas? - Bien, Marsha. En realidad, de maravilla. Mira, me preguntaba que hacias esta t arde. ¿Te gustaria que quedaramos para tomar cafe o asi? Quiero explicarte una ide a que he tenido. - Como de costumbre, Marsha no pudo resistirse a una invitacion de Alex y, de buen grado, accedio a encontrarse con ella en una cafeteria de We st Hampstead. Marsha estaba sentada a una mesa del cafe, al lado de la ventana, fumandose un p uro, cuando Alex llego. - ¡Alex, querida! ¡Estas guapisima! - Marsha se levanto entre una nube de perfume y humo y beso a Alex ruidosamente en ambas mejillas. Se enfrascaron en un parloteo durante unos minutos hasta que la curiosidad de Marsha fue mas fuerte que ella.
- Aunque siempre es un placer verte, querida, estoy bastante intrigada por tu ll amada. ¿Que es esa idea que has tenido? - Bueno, se que de entrada puede parecer un poco extrano, pero espero que me esc uches hasta el final. - Por segunda vez en menos de veinticuatro horas Alex ten ia problemas para enfocar un tema delicado. No sabia como iba a reaccionar Mars ha a su peticion, pero siguio adelante de todos modos-. Ya sabes que mi relacion con Quentin ha sido un poco problematica... - Es una interesante manera de presentarlo, querida, pero se a lo que te refiere s - la animo Marsha. - Bueno, me preguntaba si, cuando expire el contrato que tengo con el, te plante arias representarme. - Alex se echo hacia atras en la silla y miro como su ex tutora aspiraba el puro mientras consideraba la oferta. Marsha no era el tipo de mujer a la que se cogi a desprevenida con facilidad y aquella vez no era una excepcion. Alex miro la nu be de humo que salia de la nariz de Marsha y espero una respuesta. - Ya veo - fue, finalmente, la reaccion de Marsha. Hubo otra pausa y mas volutas de humo antes de que continuara-. ¿Eres consciente de que no me he hecho cargo de nadie antes, querida? - Si. - Me gustaria saber por que quieres que sea yo. - ¿No es evidente? - Complaceme y explicalo, Alex. - Bueno, tengo la sensacion de que esta experiencia con Quentin me ha herido pr ofundamente y la verdad es que necesito a alguien que me conozca y a quien le parezca bien, alguien en quien pueda confiar, alguien nuevo, pero con contacto s y, lo que es mas importante, alguien que crea en mi. - Hubo una pausa mientras Marsha valoraba lo que Alex acababa de decir-. Creo que podemos ser un buen eq uipo. Y podria traernos el exito a las dos... - continuo Alex-. ¿Que te parece? - Creo que es una idea interesante. Muy interesante - Marsha apago el puro y se arreglo el panuelo del cuello mientras seguia meditando-. Pero tendria qu e ser algo estrictamente profesional, Alex. Habria que dejar claros los por centajes y todo lo relacionado con los sordidos negocios, porque no quiero q ue nada se interponga en nuestra amistad. - Por supuesto. Y si no estas segura, podria ser solo por un breve periodo de ti empo. Un trimestre de prueba, si quieres. - En este caso, querida, creo que nuestro nuevo acuerdo se merece un brindis con algo mas fuerte que un cafe con leche, ¿no? - Alex estuvo de acuerdo y tacho ment almente uno de los elementos de su lista de cosas pendientes. Cuando Steph llego a casa despues del ensayo, cogio el telefono varias veces con intencion de marcar el numero de Alex, pero nunca paso de los cinco primeros di gitos. A pesar de las ganas que tenia de verla, sabia que tenia que demostrarle que era capaz de ganar la apuesta. Le estaba costando horrores, pero no la iba a defraudar. Cuando Alex llego a casa se r la pagina donde estaba el lo hizo. Sabia que esta vez ra debido. Era lo menos que
sento al lado del telefono, con la agenda abierta po numero de Steph. Penso en marcar el numero, pero no tenia que dejar que ella tomara la iniciativa como e podia hacer, ¿no? Estuvo a punto de morirse del susto
cuando sono el telefono. - ¿Hablo con Ms. Dechy? - por el telefono sono una voz de acento extrano. - Si. ¿Quien es? - respondio Alex. - Soy de la Policia Metropolitana. Recientemente hemos recibido una queja sobre su comportamiento en determinado hotel de Londres y estoy haciendo algunas compr obaciones. - Brett, eres tu, ¿verdad? Capullo. No eres tan buen actor, ¿sabes? - Brett se deshi zo en risitas al otro lado del telefono-. ¡No tiene gracia, cabron! - Lo siento, colega. - Dick Van Dicke no es tan bueno como tu, ¿verdad? - Tu deberias saberlo, querida. - ¡Ja, ja, ja! ¡Muy gracioso! ¿Llamabas para algo? - Solo para ponerme al dia. Me preguntaba si querrias salir de fiesta esta noche con mi encantadora persona. - No puedo. Estoy esperando a alguien. - Vaya. ¿Es eso? ¡Que lastima! - ¿Ha de ser esta noche? - No. Pero he oido que en el plato se rumorea que nos pasamos el dia follando co mo conejos. Asi que habia pensado que podriamos divertirnos alimentando las habl adurias, eso es todo. - ¿De verdad? Bueno, supongo que te he dado alguna que otra paliza, pero dudo que nadie pueda creerse que ha sido solo al Cluedo. - Alex cotilleo con Brett, tranq uila porque sabia que el servicio de llamada en espera de BT la avisaria si algu ien mas intentaba hablar con ella. Sin embargo, aquel pitido tan importante no l lego a producirse.
13 Cena a las nueve
Steph aguanto todo lo que pudo antes de telefonear a Alex. No lo hizo hasta el d omingo por la tarde. Cuando volvio de jugar al futbol, se ducho y se vistio ante s de que le volviera a picar el gusanillo. - Hola, Alex. - ¡Steph! Estaba a punto de darte por perdida. - A Alex le alivio volver a oir su voz, al fin-. ¿Como estas? - Bien. ¿Trabajas el lunes por la noche? - Manana empiezo temprano a trabajar, pero habre acabado hacia el mediodia. ¿Por q ue? - Bueno, pensaba que podiamos salir a cenar. - No es mala idea. - Eso espero - Steph le dio el nombre de un restaurante concurrido y apetecible en el Soho y le dijo que habia reservado una mesa a las 9. Hubo una pausa cuando las dos, de repente, se sintieron incomodas por estar hablando por telefono.
- He ido de tiendas y te he comprado algunas cosas - le dijo Alex mientras mirab a a las elegantes bolsas de papel que seguian alineadas en la sala. - ¿Si? Yo tambien - respondio Steph. - Entonces, ¿nos intercambiamos los regalos en el restaurante? - le pregunto Alex, ansiosa por ver la cara de Steph cuando viera el aluvion de regalos que habia c omprado compulsivamente. - Justo lo que yo habia pensado. - Y, de este modo, colgaron los telefonos y emp ezo la emocion anticipada. - ¡Y ahora que cono te ha dado! - le pregunto Bev la siguiente noche-. Primero apa reces en clase y ahora vas por ahi con una sonrisa de oreja a oreja. A lgo esta pasando-. Steph tenia un aspecto esplendido: se habia arreglado pa ra la cena con Alex y emitia un resplandor innegable. - Mira, Bev, ahora es un poco tarde para entrar en detalles, pero ¿sabes aquella m ujer por la que he sufrido tanto? - Si... - Pues es Alex. ¿La recuerdas? Alex del taller de interpretacion. - Creo que lo que quieres decir es Alex, la estrella de cine en potencia, pero s i, si que la recuerdo... - dijo Bev con incredulidad. - Bueno, si, supongo que si. Es por ella por quien he estado pasandolo tan mal, pero ahora esta todo hablado y voy a salir con ella esta noche. Creo que tenemos una relacion, pero aun no estoy segura del todo. - ¿Que estas haciendo que? - exclamo Bev con aun mas incredulidad. - Pero, por favor, no se lo digas a nadie. Es algo muy discreto, de momento, ¿vale ? - Steph la rozo al pasar por su lado y estaba abriendo la puerta cuando Bev le grito: - ¡Que te diviertas! Alex habia llegado pronto al restaurante. Se las habia arreglado para meter en d os discretas bolsas todos los libros y la ropa que habia comprado para Steph, y tenia muchas ganas de ver que era lo que le habia comprado esta. El restaurante estaba lleno de gente y el ruido retumbaba en las mesas de cristal y en el suelo de madera. Ya habia visto y reconocido un par de rostros famosos y la idea de e star con Steph en un sitio tan glamouroso se sumaba a su excitacion. Cuando vio a Steph, el corazon le dio un vuelco, como si fuera su primera cita. Era la prim era vez en mucho tiempo que se permitia sentir tal cosa y disfruto de la sensac ion durante unos segundos antes de llamar la atencion de Steph. Alex se levanto y se besaron la una a la otra en los labios antes de que Steph se sentara en la silla que habia frente a Alex. - Te he echado de menos - se aventuro Alex. - Idem - respondio Steph, sintiendose un poco como Lord Patrick Swayze en Ghost. Un hombre se acerco a preguntarles que querian beber y sin hacerle demasiad o caso pidieron una botella de vino blanco. - ¿Como ha ido el ensayo? - dijo Alex, vacilante. - Ha estado bien. La verdad es que tengo la sensacion de estar haciendo progreso
s. - Bueno, puede que esto ayude. - Alex presento la primera de sus adquisiciones y le dio una pila de libros sobre la interpretacion, el estudio y la investigacio n de Shakespeare. Steph se vio algo abrumada por su generosidad. - ¡Gracias! Son fantasticos. Es todo un detalle por tu parte, Alex - Steph le sonr io mientras el camarero abria la botella y servia el vino en silencio-. Yo tambi en tengo algo para ti - le dijo Steph cuando el camarero se fue-. Pero tienes qu e venir conmigo al lavabo. Te lo dare alli. - ¡Oh, no! Aqui no podemos hacer nada. Hay demasiada gente. - No, venga. No es nada de eso - Steph se levanto de la mesa y espero a que Alex la siguiera-. Avanzaron entre las mesas hasta llegar a los lavabos de senoras. Steph torno a Alex de la mano y la llevo dentro de un cubiculo. - He pensado mucho en ti - dijo Alex. Le paso un brazo alrededor de la cintura y la atrajo contra su cuerpo. - ¡Pues yo no he pensado en nada mas! - respondio Steph mientras le daba a Alex el beso que habia estado esperando durante lo que le parecio una eternidad-. Me ex citas tanto, Alex... - Ídem - dijo Alex en tono burlon, y deslizo la mano sobre los pechos de Steph-. ¿Y que es lo que tienes para mi? -No hizo falta que se lo repitiera, Steph le ofrec io su regalo. - ¿Quieres que me ponga esto ahora? - pregunto Alex mientras miraba el objeto que habia en el fondo de la bolsita. - Pues claro. Hay mil libras en juego - susurro Steph con un destello en los ojo s. Alex miro aquel objeto de aspecto gelatinoso que tenia en la mano, y se rio. - Es el ultimo grito - explico Steph. - Ya lo veo - exclamo Alex mientras inspeccionaba el pequeno consolador con estimulador del clitoris incorporado que tenia en la mano. - Te lo has de poner de manera que la parte del consolador quede dentro de... - ¡Ya me imagino donde va! - se rio Alex. - Y yo controlo la intensidad de las vibraciones - explico Steph blandiendo triu nfante un control remoto. - Asi que has planeado hacer que me corra en este restaurante - le pregunto Alex . - ¡Acertaste a la primera! - dijo Steph contenta de que su plan estuviera teniendo repercusiones-. Quitate las bragas. - Ahora era el turno de Alex de mover la ca beza con incredulidad, pero eso no le impidio cumplir con lo solicitado. Se puso las correas alrededor de las caderas y el pequeno consolador se deslizo con fac ilidad dentro de su cono ya mojado. Steph encendio el interruptor para asegurars e de que funcionaba bien y Alex ahogo un grito de sorpresa cuando noto las vibra ciones en su clitoris y su cono. - ¿Lista? - ¡Espero que no tengas demasiada hambre, porque no estoy segura de poder resisti r esto durante mucho rato! -dijo Alex mientras se recolocaba el juguete de maner
a que la parte mas prominente quedara situada justo encima de su clitoris. - Veamos como funciona - dijo Steph mientras abria la puerta y volvia hacia la m esa con su amiga, que la seguia andando de un modo extrano. Otro camarero se acerco a tomar nota de lo que iban a comer. Alex pidio una ensa lada de queso de cabra seguida de un plato de pescado y Steph pidio otro tipo de plato «Cal-I tal»*. La verdad es que Alex no tenia la cabeza puesta en la comida ni en lo que le explicaba Steph sobre su trabajo en la escuela. Ésta se habia metido la mano en el bolsillo y habia activado el vibrador que tenia Alex en la entrep ierna de manera que empezaba a frotarse y a vibrar lentamente. Aquello hacia dif icil la conversacion, pero la charla de Steph sobre como trabajaba las escenas o sobre sus actividades en el campo de futbol no estaba pensada para distraerla. Dejaba que las palabras salieran de su boca, pero estaba mirando como se r etorcia Alex en el asiento de enfrente. Si alguien las hubiera mirado, habria pe nsado que necesitaba desesperadamente ir al lavabo, pero para Steph era diferente. Cuando esta vio q ue los entrantes estaban en camino, rapidamente apago el juguete. No queria que un camarero demasiado atento les preguntara si aquel extrano zumbido las molesta ba. - Es demasiado cruel - siseo Alex desde el otro lado de la mesa en cuanto se fue el camarero-. Estoy muy mojada. Quiero sentir como me tocas, Steph. Tengo la s ensacion de que estoy a punto de correrme desde hace veinte minutos y me esta vo lviendo loca. - Mi objetivo es satisfacerte - replico Steph mientras comia con desgana del pla to que tenia delante. Se llevo de nuevo la mano al bolsillo y el juguete que ten ia Alex entre las piernas volvio a la vida. Alex sintio las vibraciones en su cl itoris y se encontro balanceando la pelvis hacia delante sobre el asiento para i ntensificar la sensacion. - ¿Podemos volver al lavabo? - pregunto Alex. - ¿No estas disfrutando de la comida? - No creo que quiera correrme aqui - le dijo Alex, dandose cuenta de que Steph habia visto y subido su apuesta en el juego de correr riesgos. Lo que vibraba en su sexo avanzaba directamente a hacer que el orgasmo fuera inevitable, pero Ale x no queria tener que sofocar su placer. - Alex, me parece recordar que esto era precisamente el tipo de cosa que no quer ias perder - dijo Steph razonablemente-. Ahora, relajate. Dejate llevar por las sensaciones e intenta no ser demasiado escandalosa. - Steph estaba impresionada por su propio autocontrol. Lo unico en lo que podia pensar era en hundir la cara en el cono de Alex y lamerla hasta hacerla gritar, pero se estaba jugando diner o y su orgullo, de manera que siguio fiel a su plan. Les retiraron los platos y siguieron sentadas a la espera del segundo plato, mie ntras la mano de Steph seguia sobre el mando. - Dame un poquito mas - le pidio Alex mientras se recolocaba para que lo que ten ia en el cono le presionara en el clitoris de la manera precisa. - Pero Alex, aun no ha llegado el segundo plato - le respondio Steph mientras ju gueteaba con el mando en el bolsillo y veia como la cara de Alex se descomponia de deseo.
*. Italiano pero de California. (N. de la T.) - Ahora entiendo por que elegiste este restaurante. - Alex se rio mientras se de jaba llevar por las sensaciones que empezaban a crecer desde su sexo-. Agradable , concurrido y con el ruido suficiente para que no llamemos demasiado la atencio n. - Todo estaba previsto - dijo Steph, que empezaba a sentirse algo incomoda por s u parte. Los segundos platos llegaron enseguida: era evidente que despues de ell as habia otro turno. Steph esperaba que para ella tambien hubiera otro turno. Se zamparon la comida como si hiciera semanas que no probaban bocado. - Por Dios, Steph, tienes que hacer que me corra - susurro Alex desde el otro la do de la mesa-. No lo aguanto mas. - Steph se llevo la mano al bolsillo y encend io el interruptor. Vio unas diminutas gotas de sudor que perlaban la frente de Alex y unas manchitas rosadas circulares que aparecian en sus mejill as. Steph sonrio mientras miraba como Alex intentaba que la gente no se diera cu enta que estaba teniendo un orgasmo de los que hacen temblar la tierra. Las oleadas del orgasmo aun surcaban su cuerpo cuando el camarero aparecio para llevarse los platos, y e lla intento disimular lo que estaba sucediendo con un ataque de tos. - ¿Va todo bien, senoritas? - pregunto con educacion. - De maravilla - respondio Alex con la cara enrojecida. Steph deposito triunfant e el control remoto sobre la mesa. - Steph, sin duda eres una de las mas... - Alex, ¿eres tu, verdad? - le pregunto una mujer que se habia presentado de impro viso en su mesa. - Si - dijo Alex intentando recomponerse. - ¿Te encuentras bien? Te estaba mirando desde el otro lado de la sala y me ha par ecido que tenias problemas. - Perdona, ¿tu eres...? - Rachel, la nueva ayudante de Quentin. - ¡Ah, claro, Rachel! No, estoy perfectamente. Una pequena indigestion, eso ha sid o todo. - ¡Bueno, entonces todo esta bien! - dijo Rachel, que no hizo ningun gesto de irse , sino que se quedo mirando a ambas. - Ésta es mi amiga Steph - la presento Alex. - Hola, Steph. Soy la ayud... - Si. Nos lo acabas de decir - le dijo Steph de manera cortante. - Asi que estas bien, ¿no? - pregunto Rachel. - Si. No hay ningun problema. - Rachel se entretuvo durante uno o dos segundos m as y, de repente, sus ojos se posaron sobre el mando. Steph se habia olvidado de que seguia sobre la mesa. Antes de que pudiera recogerlo, Rachel lo tenia en la mano.
- ¡Oh! ¿Que es esto? - dijo con vocecita de «soy una nina tonta que no entiende nada d e aparatos electronicos», un poco demasiado falsa mientras empezaba a examinar los botones. - Es un... - respondio Steph nerviosa. - ¿Para que sirve? - pregunto Rachel. Encendio el interruptor y lo puso al maximo, y a Alex se le contrajo la cara a causa de las vibraciones intensas y repentina s sobre su clitoris, hipersensible tras el orgasmo. Steph se abalanzo sobre la m esa intentando hacer todo el ruido que podia para ocultar el sonido del juguete y le arrebato el control a Rachel de sus manos cuidadas pero curiosamente fuerte s. - ¡Por favor, no debes tocar esto! - le dijo Steph cuando finalmente logro recuper ar la posesion del aparato-. Gracias. - Steph se volvio a sentar e intento hace r que Rachel se largara lanzandole una mirada torva. Despues de un par de segund os mas, Rachel entendio por fin que no iba a sacar mas informacion de aquellas d os y se fue indignada, girandose solo una vez para lanzar una mirada cargada de sospechas en su direccion. - ¿Todo bien por ahi abajo? - se rio nerviosa Steph. - Casi intacto, ¿puedes creerlo? ¡Que mala suerte que fuera ella!, ¿no? Era lo ultimo que necesitaba - dijo Alex. En aquel momento llego el camarero con la cuenta y se la tendio a S teph. - Creo que pagara la senora - dijo Steph con condescendencia. - ¿Perdon? - dijo Alex. - Si quieres, puedes descontarlo de las mil libras que me debes. Creo que esto cuenta como una victoria. Alex supo que lo unico que podia hacer era dejar su tarjeta de credito sobre la mesa. - Venga, vamonos - dijo Steph cuando Alex acabo de firmar el recibo-. Creo que s e me acerca una indigestion.
14 Maldita Rachel
Steph miro el reloj que habia sobre la repisa de la chimenea de Alex. Era casi m
ediodia y sabia que tenia que irse al instituto muy pronto, pero Alex todavia no habia terminado de ensenarle todas las cosas que le habia comprado. Cuando lle garon a casa de Alex la noche anterior, lo mas prioritario en sus pensamientos no era abrir regalos. -... Pense que te quedaria de fabula con esos pantalones negros que tienes - Ale x estaba hablando del top que tenia en las manos y se acerco a Steph para poners elo por encima-. Parece perfecto. ¿Por que no te lo pruebas? Steph tomo las manos de Alex y le masajeo las palmas con los pulgares. - Carino, no quiero parecer desagradecida, pero si no me doy prisa voy a llegar tarde al ensayo. ¿Por que no me lo pruebo todo esta tarde? - ¡Me habia olvidado de la escuela! Lo siento. Steph fue a la cocina para recoger su bolsa. Volvio a la habitacion para quedar de acuerdo para aquella tarde antes de irse, cuando sono el telefono. Alex lo co gio. - ¡Hola, Quentin! ¡Que sorpresa! - exclamo Alex. Escucho la voz de Quentin y, por se nas, le dijo a Steph-: Es Quentin. Tambien por senas, Steph le respondio: - Ya lo se. - No. Tienes razon. Supongo que sigues siendo mi agente al fin y al cabo - Alex le hizo una mueca a Steph que indicaba que no entendia el motivo de aquella llam ada. Steph se puso detras de Alex, mientras ella hablaba, e intento distraerla m etiendole las manos por debajo de la camiseta que llevaba puesta. Sintio su pi el suavisima mientras empezaba a acariciarle los pechos y a tocarle los pezones erizados. Alex sonrio y disfruto del tacto de las manos de Steph sobre su cuerp o mientras dejaba que Quentin parloteara de la manera pomposa y egocentrica que le caracterizaba. - Tengo que irme pronto - susurro Steph en la oreja libre de Alex. Ésta asintio. - Y bien, Quentin, ¿esta llamada era solo para mantenernos en contacto o...? -pre gunto Alex. De repente, Steph sintio que el cuerpo de Alex se ponia tenso y que la apartaba y se deshacia de su abrazo. - ¿Asi que has hablado con Rachel...? - repitio Alex con un aspecto bas tante palido, en consideracion a Steph, que estaba bastante molesta--. ¿Quie res verme esta semana?... Bueno, estoy bastante ocupada, Quentin, a menos qu e tengas un rato libre esta tarde, eso es... Muy bien. Estare en tu despacho est a tarde a las 4.00... ¿Hay algo en concreto sobre lo que quieras hablar?... Bueno, supongo que no me queda otro remedio que esperar a ver, ¿no?... Bueno, pues nos v emos luego. Dale recuerdos a Rachel de mi parte, ¿vale? - dijo Alex de forma signi ficativa mientras colgaba el telefono-. ¡Mierda! Steph, creo que nos han pillado. Mientras Alex se dirigia hacia el West End para encontrarse con Quentin en su de spacho, repasaba el consejo que le habia dado Steph hacia un rato: «Dirige te a su polla, Alex. Si empieza a intentar amenazarte, dale falsas espera nzas. Juega a su juego. Hazle creer que tiene todas las de ganar y que le necesi tas mas que nunca. No puedes deshacerte de el en privado. Este tipo de humillaci on ha de hacerse en publico y con desenvoltura. Creo que si combinamos nuestras imaginaciones, podemos dar con algo apropiado, ¿no crees?». Era muy facil para Step h jugar a ser la tipa dura, pero no era ella quien tenia que salir a escena. Ale x se ponia enferma al pensar en como podria Quentin usar cualquier informacion q
ue le hubiera proporcionado Rachel, fuera la que fuera. No acababa de entender s i Rachel era profundamente estupida o muy perspicaz y aquello la preocupaba. Tenia que ser Rachel quien le abriera la puerta de entrada al edificio y de la anticuada oficina de Quentin. Y, por supuesto, asi fue. - ¿Terminaste de cenar a gusto anoche, Rachel? - le pregunto Alex mientras entraba . - Fue muy agradable, gracias, Alex - le dijo Rachel y le sonrio. Alex maldijo a aquella bruja por ser tan imperturbable e inexpresiva-. Mr. de Fleur te esta esp erando. Si quieres seguirme - continuo -. ¿Te traigo algo de beber? - A Alex le apetecia un bloody mary, pero se conformo con un vaso de agua. Se fijo en que Rachel se paraba para cuchichearle algo a S abrina antes de seguir su camino hacia la fuente de agua. Oyo algunas risas y re soplidos y se giro para ver a que se debian. ¿Se lo imaginaba o Sabrina tambien la miraba de un modo diferente? Un Quentin excesivamente relleno estaba sentado en su sillon tambien excesivamen te relleno cuando Alex entro en la habitacion. - Alex, querida - bramo y saco los pies de encima de su descomunal escritorio pa ra acercarse y abrazar a Alex. Ella se quedo inmovil mientras tenia lugar e l saludo ritual. No era la reaccion que esperaba y la desconcerto un poco. - Bueno, ¿que es eso tan importante de lo que me has de hablar hoy, Quentin? - le desafio Alex. En aquel momento entro Rachel con su vaso de agua dandole a Quenti n la excusa perfecta para ignorar por completo la pregunta. - Me he enterado de que ayer os encontrasteis - dijo Quentin. Alex movio la cab eza dandole las gracias a Rachel y confirmo que, en efecto, se habian encontrado la noche anterior y se preparo para lo que se avecinaba. Se recordo a si misma que tenia que irle directa a la polla, pero la simple idea le revolvio el estoma go. Hubo una breve pausa, mientras Rachel acababa de servir las bebidas y salia de la habitacion. - ¿Como va el rodaje, querida? - hablo Quentin con voz grave-. ¿Estas aprovechando a l maximo esta experiencia? - Claro - dijo Alex, aunque la decision de Quentin de no preguntarle mas sobre l a cena, conectada con su repentino interes por si se lo estaba pasando bien, era aun mas desconcertante-. Todo el mundo es encantador y el equipo me trata muy b ien. - Asi que estas haciendo nuevos amigos. - Si, supongo que si. Un par. - ¿Y te llevas bien con el joven Brett? - El repentino interes de Quentin por recr earse en el cotilleo la dejaba algo desarmada, pero decidio darle rienda suelta durante un rato. - Brett es fantastico. Trabajar con el es maravilloso y la verdad es que nos div ertimos mucho juntos -dijo Alex con sinceridad. - Con tantas esperas, teneis que entreteneros de algun modo, ¿no? - Pues si. Y el ha sido mi salvacion.
- ¿De verdad? Bueno, eso es fantastico. Alex se apoyo en la silla y dio un sorbo de su vaso de agua. Quentin removio alg unos papeles encima de su mesa y se aclaro la garganta como si no supiera de que manera centrar la reunion en el tema que realmente tenia en mente. Alex no teni a ninguna intencion de ponerselo facil volviendoselo a preguntar, de manera que se sento y espero a que el se recompusiera. - Bueno, Alex, supongo que te habras dado cuenta de que se acerca la fecha de re novar nuestro contrato. - ¿Ah, si? - dijo Alex fingiendo sorpresa-. ¡Como pasa el tiempo! - Y, bueno, he redactado otro contrato para que lo firmes, ya que pense que lo m ejor seria que nos lo quitaramos de en medio antes de que el rodaje se traslade a los Estados Unidos. Sera una temporada en la que estaras muy ocupada y creo qu e tenemos que solventar todos los negocios que tengamos pendientes antes de que te vayas, ¿no crees? La mente de Alex giraba a toda prisa. Sus previsiones para la cita no encajaban en absoluto con lo que estaba sucediendo e intentaba desesperadamente adivinar p or que habia una fina capa de sudor sobre el bigote de Quentin. - Creo que es muy buena idea, Quentin. ¿El contrato es exactamente el mismo que e l anterior? - pregunto cautelosamente, esperando que su reaccion le diera alguna pista acerca de sus motivos. - Practicamente. Ya sabes, excepto por alguna que otra clausula. Pero ya me c onoces, sabes que siempre estoy dispuesto a negociar los cambios - dijo mientra s se aflojaba el nudo de la corbata. Sin embargo, el problema era que Alex le co nocia y su experiencia era que no habia estado muy dispuesto a negociar en el pasado. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un pitido que proven ia de su telefono. - Lo siento - dijo educadamente, mientras leia un mensaje de texto de Brett y se reia. - ¿Alguna cosa importante? - No. Brett haciendo el tonto. - La sonrisa que asomo a la cara de Quentin fue l o que, de repente, le hizo atar cabos. Queria retenerla porque pensaba que habia dado un giro de 180 grados en su camino hacia la otra acera y que en la actuali dad estaba saliendo con uno de los jovenes actores mas taquilleros de Hollywood, lo que le convertia en un verdadero iman para el dinero. - Te dire lo que vamos a hacer, Quentin. ¿Por que no me llevo el contrato, me lo l eo, puede que se lo ensene a mi abogado, y luego te lo devuelvo? ¿Que te parece? Alex sonrio con dulzura al hombre que se removia incomodo en su silla. - Si quieres... Pero ya te he dicho que no tiene nada fuera de lo comun. Solo te llevara un momento echarle una ojeada aqui mismo y asi ya te lo habras quitado de encima. -Alex se maravillo de que Quentin, aun teniendo el aspecto amarillen to y ligeramente embotado de alguien cuya presion sanguinea es demasiado alta, p udiera no mostrar en la voz ningun rastro de haber perdido la serenidad. - Eres muy amable, preocupandote por mi, Quentin, pero la verdad es que no teng o prisa. - Alex recogio el pliego de papeles que Quentin habia empujado hacia si . Volvio a ponerle la caperuza al boli que Quentin habia dejado junto a los pape les y se lo devolvio a Quentin mientras le decia-: Seguiremos en contacto -al ti empo que salia de su despacho con aire resuelto.
Quentin se saco el panuelo del bolsillo y se seco la cara. Se daba cuenta de que no todo estaba perdido, pero que tenia que hacer alguna cosa para intentar c onvencer a Alex de que firmara el contrato lo antes posible. Era obvio que el co tilleo que habia oido acerca del affaire entre Alex y Brett era cierto: Alex est aba radiante, mas de lo que la habia visto nunca. Los periodicos no tardarian mu cho en enterarse de la historia y, en cuanto aquello ocurriera, ella tendria a m iles de personas husmeando a su alrededor, ofreciendole sus servicios, y eso era algo que el queria evitar a toda costa. Se concentro en doblar su panuelo limpi amente y con precision mientras decidia una estrategia. Viendo que era inevitabl e que algun fotografo afortunado les pillara juntos pronto, ¿por que no planearlo el mismo? Por lo menos, (Je este modo, tendria el control de la situacion. Se re clino en el sillon, cerro los ojos y dejo que la idea se desarrollara en su ment e. Quizas, solo quizas, si la mujer se sentia acosada de verdad tambien se senti ria vulnerable. Y en ese estado de vulnerabilidad, buscaria la seguridad en las actividades que le fueran familiares, en las caras familiares, caras en las que pudiera confiar. Era el plan perfecto. Cogio su agenda telefonica y busco en la F de «free lance», en la subseccion de fotografos, y marco un numero. - Hola. ¿Rob?, soy Quentin, Quentin de Fleur. ¿Tienes algun trabajo ahora mismo...? SALIRSE CON LA SUYA Steph se habia dado prisa en volver a casa de Alex despues de clase para enterar se de lo que habia pasado en la reunion de ella y Quentin y penso que todo el ma lentendido era para morirse de risa. - Si tuvieras a Brett de tu parte podriamos sacarle mucho jugo a esto - dijo Ste ph riendose mientras Alex le explicaba con todo detalle lo que habia ocurrido. - Creo que tienes razon. Debe de haber mil maneras de darle una buena leccion a Quentin - Alex estaba empezando a ambientarse-. Se que estos dias estas muy ocup ada, pero ¿que haces el sabado? - El viernes tenemos ensayo del espectaculo completo durante todo el dia en la s ala de ensayos, o sea, que supongo que el sabado tengo el dia libre. ¿Por que? ¿Que habias pensado? - Empezamos las escenas de Brighton el sabado y me preguntaba si te apeteceria p asar el dia junto al mar y conocer a Brett. Es un encanto, estoy segura de que t e gustara. - ¡Parece divertido! Ademas, no he ido nunca en un coche con chofer. - Bueno, habia pensado que seria aun mas divertido si conducia yo. Aunque Tony e s muy agradable, la verdad es que no me apetece que tenga que ir con nosotras de un lado para otro alla donde vayamos, ¿me entiendes? Para entonces, Steph ya la conocia lo suficiente como para hacerse una idea. El sabado hacia un dia radiante y soleado, lo que tambien significaba que rreteras a la salida de la ciudad estaban abarrotadas y llenas de humo, a de que salieron pronto. Armada con una pila de CDs, periodicos y cosas de avanzar a paso de tortuga por el sur de Londres no fue tan terrible; aun ue un alivio llegar a carreteras mas tranquilas.
las ca pesar picar, asi, f
- Te he echado de menos esta semana, Steph - dijo Alex, mientras pasaba zumbando por el campo. - Si. Aunque yo tambien tenia que pasar algun rato con Bev. Es una companera fa
ntastica y la he estado tratando muy mal ultimamente. Un dia tienes que pasarte por casa y volver a conocerla, pero esta vez como es debido. - Me encantara ir a tu casa. Tengo recuerdos muy gratos de Finsbury Park. Alex cogio la mano de Steph, se la puso dentro del roto de sus pantalones y sint io el calor de la mano de Steph contra su rodilla. - Como este, ¿no? - dijo Steph al tiempo que se reia de Alex, que estaba intentand o con todas sus fuerzas concentrarse en la carretera que tenia delante suyo. - Hay algo en ir en coche que me pone como una moto. - Alex movio la pierna para que Steph pudiera mover la mano con mas libertad. - Por favor - se burlo Steph-. Follarias en las escaleras de la catedral de St. Paul si creyeras que te ibas a salir con la tuya. - El coche dio un ligero volan tazo cuando la mano de Steph rozo la cara interna del muslo de Alex. Las dos muj eres se miraron la una a la otra. Sabian que aquello podia salirles muy mal, per o ninguna de las dos estaba dispuesta a parar. - ¡Alex, me gustaria llegar entera a Brighton! - ¿Por que no dejas que yo me encargue de conducir y tu me desabrochas los tejanos ? - Solo si reduces la velocidad y te pones en el carril de lentos. - Alex quito e l pie del acelerador e hizo lo que se le dijo. Concentrandose en las lineas blan cas que mantenian el rumbo del coche, Alex sintio como le desabrochaba el boton de los tejanos, y como le bajaba la cremallera. A Steph no le sorprendio ver e l oscuro vello pubico de Alex que sobresalia por la abertura de los pantalones, y la idea del cono desnudo de Alex frotandose contra la costura de la entrepierna de los t ejanos la excito inmediatamente. El coche se detuvo con gran chirrido de frenos y Steph miro a su alrededor. Estaban solas en la carretera, paradas en un semaf oro. - Quitate los pantalones - le urgio Steph, aprovechando al maximo el semaforo e n rojo. No hizo falta que se lo dijera dos veces y, en cuanto reiniciaron la mar cha, abrio las piernas para facilitarle a su amante el acceso a su cono. Lo s labios de Alex estaban hinchados de deseo y sus fluidos habian empeza do a resbalarle sobre los muslos. Steph sabia que lo que necesitaba entonces no eran juegos previos. Le separo los labios con una mano y empezo a masajearl e el clitoris mientras le insertaba un dedo profundamente en la vagina. Steph oia el sonido de los coches que la adelantaban a toda velocidad por el car ril rapido, pero seguia sacando y metiendo los dedos en el sexo de Alex. No iban a mas de 45 Km/h, pero esta casi no podia concentrarse en la conduccion y la al ivio ver otros semaforos a lo lejos. - Tocame el clitoris, Steph. - Alex no creia que fuera a poder contener el orgas mo durante mucho mas y rezo por que el semaforo estuviera en rojo. Steph hizo lo que Alex le decia y empezo a excitar, pellizcar y acariciarle el clitoris, que estaba duro y palpitante. Levanto la cabeza cuando vio que el coche iba frenando hasta detenerse. Alex le empujo la cabeza para que siguiera dandole placer mien tras sacudia las caderas separandolas del asiento para que los dedos de Steph al canzaran la parte de dentro de su sexo que le proporcionaba un placer tan intens o. Dejando que el orgasmo le sacudiera todo el cuerpo, grito de placer, rebosant e de felicidad sin darse cuenta de que un camion se habia parado a su lado. - Creo que tenemos compania. - Steph sonrio a la lesbiana atonita que estaba
al volante y que miraba el interior del coche sin poder creer lo que estaba vi endo. Se lamio los dedos, cubiertos por los fluidos de Alex, y le guino un ojo a la mujer, mientras Alex ponia el coche en marcha y se alejaba a toda velocidad por la carretera. Despues de darse una ducha, Alex dejo a Steph en la habitacion del hotel examina ndo los gorros de ducha y haciendo zapping por todos los canales de tele vision en busca del canal porno, pero con instrucciones estrictas de enc ontrar algun sitio fantastico donde comer y un lugar interesante donde ir des pues. Hacia un dia esplendido, asi que Steph decidio coger los libros e irse a l a playa un rato antes de hacer sus deberes. De todos modos, el primero era facil : cuando ella y Bev fueron alli en tren el verano pasado descubrieron un restaur ante fantastico en Hove, especializado en pescado, o sea, que no tenia que preoc uparse por eso. Probablemente, clubes habria a montones, penso mientras se hundi a en la tumbona y empezaba a repasar mentalmente su monologo. Alex la llamo sobre las seis para decirle que, por aquel dia, ya se habia acabad o el rodaje. - Brett ha dicho que le gustaria venir a cenar con nosotras. ¿Te parece bien? - le pregunto Alex, consciente de que habia dejado a Steph sola casi todo el dia y s in querer estropearle algun posible plan de «cena tranquila para dos» que pudiera ha ber hecho. - Pues claro que me parece bien. Bev se muere de ganas de que yo le conozca -res pondio Steph-. No puedo volver sin una historia que contarle, ¿verdad? - ¿Le digo que se pase por nuestra habitacion hacia las nueve? - Perfecto.
MONTANDO UN ESPECTÁCULO Steph supo de repente lo que significaba la expresion «impresionado por los famoso s» cuando abrio la puerta de la habitacion del hotel y se encontro con Brett ahi d elante. - Hola. Tu debes de ser Steph. Brett era exactamente tan guapo como su imagen de tres metros en la pantalla, y a Steph se le dibujo una sonrisa estupida que se le extendia por la cara y que l e habia hecho perder la capacidad de hablar. En vez de hacerlo, asintio con la c abeza. - Soy Brett - dijo el innecesariamente. Y siguieron quietos en la puerta-. ¿Paso o ya estais listas? - Esta bien, Brett, estamos listas. - Alex aparecio en la puerta, puso el bolso de Steph en la mano de esta y anduvieron por el pasillo. Empujo a Steph al asien to de detras del coche y, mientras recorrian el breve tramo de costa que los sep araba de Hove, charlo con Brett, esperando que la personalidad de su amante se recompusiera pronto. Habia aprendido que ir andando podia ser demasiad o conflictivo. Aparcaron y se dispuso a salir del coche. - Espera un momento, Alex - dijo Brett mientras le ponia la mano en el brazo. - ¿Que pasa? - pregunto Alex.
- ¿Ves ese coche negro de ahi? - dijo Brett senalando al final de la calle. - Si. - Nos ha estado siguiendo. - ¿Que que? - dijo Steph volviendo subitamente a la vida e inclinandose hacia el e spacio entre los dos asientos delanteros. - No os asusteis. Creo que estan a punto de hacernos una foto, eso es todo. - Lo dijo como si aquel tipo de cosas le sucedieran cada dia, lo que, por supuesto, era asi-. ¿Quereis arreglaros la ropa o retocaros el peinado o el maquillaje an tes de que salgamos? - bromeo. - Quizas esta sea nuestra oportunidad de empezar a hacer correr habladurias, Bre tt - sugirio Alex-. ¿Que opinas? ¿Te apetece que montemos un poco de espectaculo? -Brett era un particip ante muy bien dispuesto y asintio entusiasmado-. No te importa, ¿verdad, carino? dijo Alex mientras se giraba para mirara a Steph-. Luego te compensare. Te lo p rometo. - Adelante. Cualquier cosa para acabar con ese asqueroso de Quentin. Vosot ros entrad en el restaurante. La mesa esta reservada a mi nombre, y yo os sigo en un par de minutos. ¿Vale? Brett se sabia todos los gestos. Paso el brazo alrededor de Alex y empezo a susu rrarle cosas al oido para hacerla parecer femenina y risuena. Era un experto en el arte de hacer ver que no queria que le sacaran fotografias, y cuando el tipo bajo la ventanilla y empezo a disparar fotos, Brett atrajo a Alex hacia si y se aseguro de que les sacaban algunas buenas instantaneas antes de utilizar el cons abido truco de ponerse la mano frente a la cara. Durante la cena, Alex y Steph obsequiaron a Brett con todos los antecedentes de la relacion de Alex con Quentin y el se quedo horrorizado. - Y yo que creia que mi manager era despiadado - dijo Brett cuando acabaron. - Nos preguntabamos si querrias colaborar con nuestro pequeno plan para tomarnos la revancha - dijo Alex. - Dalo por seguro, nena. ¿Que habeis pensado? Alex le explico a Brett que la mejor manera para poner a Quentin nervioso de ver dad era continuar simulando que ellos eran noticia. Su plan era ir anadiendo cad a vez mas condiciones al contrato y esperar hasta la fiesta de fin de rodaje par a hacerle saber lo que realmente pensaba de el. - Esplendido - dijo Brett lleno de alegria, frotandose las manos ante la ingente cantidad de partidas de Buck-a-roo que implicaba aquel plan. Quitado de en medio el asunto de los negocios, la conversacion se volvio hacia t emas mas banales y, para cuando se fueron, se trataba de poco mas que de cotille os obscenos. Aunque Steph habia disfrutado mucho de la velada, empezaba a sentir se un poco dejada de lado con toda la charla sobre el trabajo y los chistes sobr e personas a las que no conocia, de modo que se alegro cuando Brett dijo que no iba a ir con ellas. Aquello tambien significaba que podian ir a algun lugar mas interesante que a los locales habituales. Una rapida mirada a la entrad a basto para confirmar que ya se habia ido el coche negro que les habia seguido hasta el restaurante y metieron a Brett a salvo en un taxi mientras las dos mu jeres continuaban su camino.
- ¿Te lo has pasado bien? - pregunto Alex, mientras caminaban por el paseo maritim o. - Si, ha estado muy bien. No tenia ni idea de que Brett fuera tan ingenioso - di jo Steph, que se habia pasado toda la cena muerta de risa gracias a sus historia s y comentarios. - ¿Y ahora adonde vamos? - pregunto Alex, que ya empezaba a vivir la vida de un mo do mucho mas relajado ahora que tenian un plan para hacer frente a Quentin. - Espero que estes de humor para ir a bailar en serio - dijo Steph. - La verdad es que no tenia pensado hacer nada serio, ni bailar ni nada. - Bueno, por lo que he oido, hay una amplia oferta de entretenimiento. - Pues decide tu el camino
CINCO ES COMPAÑÍA Tras haber hecho un par de llamadas y algunas preguntas discretas, a Steph le ha bian dado el nombre de un club que le parecio insinuante. No estaba muy lejos, p ero el corazon le dio un vuelco cuando llegaron a la direccion que le habian dad o. Desde fuera parecia demasiado sano para que hubiera mucha diversion, pero se estaba haciendo tarde, demasiado tarde para cambiar de planes, de manera que dec idieron entrar a tomar una copa de todos modos. Pasaron por la puerta y les most raron unas escaleras al final de las cuales habia una pesada puerta metalica. El contraste entre la entrada bastante refinada por la que habian avanzado inicial mente y la sala a la que llegaban ahora era impresionante. El suelo, las paredes y el techo estaban recubiertos de un material reflectante de aspecto cromado, con formas grabadas en relieve que captaban la luz y generaban diminut os hologramas de color cuando les daban las luces estroboscopicas. Cuanto mas se adentraban en aquel espacio, mas absorbia l a multitud de cuerpos sudorosos y bamboleantes la luz generada por aquella ambie ntacion surrealista. Se abrieron camino por el espacio repleto y, sin contusione s pero sin aliento, llegaron hasta la barra y pidieron dos Red Bull con vodka. Steph se acerco mas a Alex para que la boca le quedara sobre la oreja. - ¿Te parece bien esto? - le pregunto. Alex asintio con la cabeza y sonrio mientras se movia con la musica. La atmosfer a estaba cargada de energia y quimica. Se abrieron camino entre la masa de gente y empezaron a dejarse llevar por el ritmo. Steph miro a su alrededor en busca d e algun indicio del cuarto oscuro del que le habian hablado, pero no pudo ver ni ngun rastro de movimiento, por no hablar de nada mas. Asi que dejo de mirar y e mpezo a bailar y a disfrutar de la sensacion de diversas partes de los cuerpos d e diversas personas frotandose contra el suyo, de vez en cuando. El contacto fug az con la carne desnuda y anonima combinado con la mirada de «te deseo» de Alex la e staba excitando mucho. Alex la estaba besando con fuerza cuando Steph noto una mano en su culo. Al principio, creyo que era la de Alex y disfruto de ella, pero sin prestar demasiada atencion. Sin embargo, cuando noto las dos manos de su am ante en su cintura, se giro y descubrio que su verdadera propietaria era, de hec ho, una mujer china que estaba bailando a su lado. Le sonrio y volvio a centrar su atencion en Alex, pero la mujer no dejo de tocarla. La desconocida empezo a a
cercarse mas a ella por detras hasta que Steph pudo sentir sus muslos en la part e trasera de sus piernas. Se giro para ver que la mujer le sonreia y retrocedia en direccion a la barra. Les hizo senas de que la siguieran. Steph se giro ha cia Alex, que ya se habia dado cuenta de lo que estaba sucediendo. La expresion de Steph queria decir « ¿Que te parece?», y la de Alex significaba « ¿Por que no?». Siguieron a la mujer mas alla de la barra y por un estrecho pasillo hasta u na habitacion oscura, tenebrosa y llena de pequenas alcobas que estaba repleta d e mujeres que mantenian relaciones sexuales. Su guia las acomodo en una alcoba d esocupada y Alex y Steph se tumbaron sobre los almohadones preguntandose que las esperaba, pero la mujer desaparecio rapidamente. - Puede que despues de todo no quisiera participar - dijo Steph mientras empezab a a desabrocharle los botones de la camisa a Alex. - Una lastima - dijo Alex, mientras se dejaba desnudar. Sin embargo, no paso muc ho tiempo antes de que la mujer estuviera de vuelta. Estaba claro que habia esta do reuniendo a un par de amigas, ya que fueron tres las mujeres que aparecieron en aquel espacio. Todas llevaban grandes consoladores con arneses de color negro y pinzas en los pezones que sobresalian de sus sostenes de cuero sin copa. Alex y Steph intercambiaron miradas. Era demasiado tarde para echarse atras, incluso si hubieran querido hacerlo, cosa que no sucedia. Con delicadeza, la mujer chin a separo a Steph de Alex y empezo a quitarle la ropa, dejando que las otras dos acabaran el trabajo que habia empezado Steph. Era una sensacion tan extrana como excitante para Steph y para Alex no solo que otra persona tocara sus cuerpos, s ino tambien estar viendo la reaccion de la otra. Su admiradora estaba acaric iando, con movimientos firmes y precisos, los muslos desnudos de Steph, su torso y sus brazos. Subiendo por entre las piernas abiertas de Steph, la mujer empezo a morderle los pezones, primero con suavidad, y despues con la suficiente fuerz a como para que Steph se estremeciera. - Relajate - la tranquilizo la mujer y, de nuevo, Steph sintio la boca de aquell a desconocida en su pezon, su pelo sobre el pecho y el peso de su consolador que descansaba sobre su estomago. La vision del cono abierto de Alex a menos de un metro de distancia se anadio al deseo de Steph. Los labios de su amante estaban rojos e hinchados y su clitoris practicamente temblaba de deseo. Miro como una de las mujeres separaba aun mas las piernas de Alex y empezaba a mordisquearla y lamerle la cara interna de los muslos, mientras su amiga, con la s manos, hacia girar los pezones de Alex. La cabeza de la mujer estaba en medio, de manera que Steph no pudo ver como metia la lengua en el sexo de Alex, pero s i que pudo ver lo que ocurria por la expresion en la cara de esta. La desconocida fue bajando por el cuerpo de Steph, acariciandola con el pelo mie ntras lo hacia, hasta que le llego al cono. Steph sintio su aliento caliente sob re el sexo y abrio todavia mas las piernas. La mujer separo los labios de Steph y arrastro la puntita de la lengua por encima de su hendidura hasta el clitoris. El contacto era desesperante y, justo cuando Steph creia que no podia soportarl o mas, la mujer se tumbo de espaldas. - Sientate en mi cara - fue la orden, y Steph obedecio de buen grado. Mientras S teph metia y sacaba el clitoris de la boca de la mujer, seguia mirando a Al ex. Las dos mujeres estaban ahora entre sus piernas. La sensacion de tener dos lenguas trabajandole simultaneamente el clitoris y la vagina era increible y nueva para Alex. El placer que sentia era tan intenso qu e tenia que apoyarse en los almohadones para poder respirar lo suficiente. Abrio los ojos y vio que Steph la estaba mirando. Ésta separo su cuerpo de la cara de l a otra mujer, para que tuviera que estirarse para alcanzarle el cono con la len gua. Ver la lengua de la mujer agitando el clitoris prominente y duro de Steph t uvo el efecto deseado sobre Alex, que sintio que el cono se le desbordaba de flu idos. Alex vio que Steph estaba a punto de correrse y libero el orgasmo que habi
a estado conteniendo durante lo que le parecio una eternidad. Las mujeres de entre las piernas de Alex se besaron la una a la otra con voracid ad mientras ponian condones en sus pollas de goma. Se levantaron y una se dirigi o hacia Alex y la otra hacia Steph. Ésta sintio el consolador que le presionaba en la espalda mientras la mujer se deslizaba en el espacio que habia detras de ell a. Sin decir una palabra, hizo que Steph se colocara de espaldas sobre su polla. Steph habia visto lo grande que era el consolador, pero no se dio cuenta de su verdadero tamano hasta que se encontro con el abriendose camino dentro de su con o. La verga de la mujer le estiraba y estimulaba las paredes del cono mientras, lentamente, Steph iba descendiendo sobre ella hasta que se sintio llena por comp leto. Medio arrodillada sobre el cuerpo de la mujer, Steph sintio que la polla d e su companera se movia lentamente dentro y fuera de ella. Con cada empujon sent ia que la punta entraba en contacto con el lugar de su interior pensado para hac er que se corriera. La otra mujer ahora estaba en cuclillas detras de ella y le habia pasado un brazo alrededor para estimularle el clitoris mientras su amiga c ontinuaba follandola desde abajo. Steph noto que los pechos de la mujer se le fr otaban contra la espalda y sintio que otro orgasmo estaba en camino. Miro hacia Alex, que estaba siendo penetrada por la tercera mujer, en los almoha dones que tenia al lado. - ¡Mas fuerte! - fue lo unico que Alex le dijo a la mujer con la que estaba follan do, y su solicitud se vio cumplida de inmediato. Alex sintio los dedos de la muj er masajeandole el agujero del culo y gimio de placer. La mujer reacciono ante l a respuesta de Alex explorando suavemente un poco mas y esta volvio a gemir. - ¿Te gusta? - le pregunto la mujer. Alex asintio con la cabeza. Sin perder el rit mo, la mujer saco de la nada un consolador anal. Los gritos de Steph al correrse hicieron que Alex la mirara justo cuando el juguete recubierto con un condo n lubricado penetraba en su culo. La sensacion era enormemente placentera y Alex se corrio tan ruidosa y violentamente como Steph.
15 Consejo de amiga
La servilleta con el autografo de Brett que Steph le entrego a Bev al llegar a c asa desato una tormenta. Bombardeo a Steph con miles de preguntas, pero freno de golpe cuando esta pronuncio unas palabras inmortales: «Brett me toco la mano». No o bstante, Steph empezo a considerar que aquello estaba yendo demasiado lejos cuan do Bev empezo a recorrer la ruta sexual de los seis grados de separacion: - Pues si Brett se ha enrollado con Alex y Alex se ha enrollado contigo, entonce s... - dijo una Bev enloquecida. - Ni se te ocurra. - Steph se rio al tiempo que apartaba a su amiga, que avanzab a hacia ella. Finalmente, Bev se tranquilizo y se prepararon para pasar la noche en casa, tal como habian planeado. Intercambiaron sus opiniones sobre el espectaculo de fin de carrera, que se acer caba a toda velocidad, y compartieron los nervios que todo aquello les hacia sen tir. - ¿Te das cuenta de que solo falta una semana para nuestro SHOW? - dijo Bev, por s i Steph no hubiera estado ya lo bastante asustada. - Por lo menos, eso quiere decir que la semana que viene a estas horas ya habra pasado todo - dijo Steph intentando buscar el lado bueno. - ¿Tienes a alguien que vaya a ir a verte, Bev? - Si. Un par de agentes me han dicho que intentaran pasarse y tambien uno o dos directores de casting. - El tono de su voz era monocorde a causa del horror de todo aquello. - ¿Crees que Alex podra ir? - Eso espero, pero depende de su agenda. - ¿Y que tal os van las cosas? - pregunto Bev mientras llenaba de vino la copa de Steph. - De maravilla, Bev, de verdad. Nunca antes habia sentido esto por alguien. - Lo cierto es que tienes mucho mejor aspecto del que has tenido en mucho tiempo . Durante una temporada he estado muy preocupada por ti. - La preocupacion de Be v era autentica y estaba satisfecha de ver que Steph estaba volviendo a poner or
den en su vida rapidamente-. ¡Tantos cambios en tan poco tiempo! - reflexiono Bev. - Supongo que ha sido como un torbellino, ¿no? - Steph estaba de acuerdo. - Y ¿que?, ¿como es Alex? ¿Que haceis las dos juntas? - Bev investigo, ansiosa por des cubrir que era lo que habia estado a punto de hacer que su amiga lo echara todo por la borda. Steph penso en la pregunta y se rompio la cabeza buscando un ejemplo de algo que hubiera hecho con Alex que no estuviera enfocado hacia el sexo o relacionado con el. - Venga, Steph, sueltalo ya - la animo Bev. - Bueno, nosotras tenemos mucha vida sexual... - confeso. - Es comprensible, y ¿que mas? ¿Que peliculas le gustan? ¿Como ha sido su vida? ¿Donde h abeis ido por la ciudad? ¿A galerias?, ¿de paseo?... Ya sabes, las cosas normales. Steph dejo caer la cabeza y se mordio el labio inferior mientras se e sforzaba por proporcionar respuesta a las preguntas de Bev. De repente, se sen tia muy avergonzada porque ni siquiera sabia si Alex tenia hermanos o hermanas y porque tampoco habian hablado de ir juntas al cine, y menos aun de poner los pi es en una galeria. - ¿Quieres decir que despues de todo el tiempo que te has pasado con esta mujer, l o unico que habeis hecho es enrollaros? - Bev ahogo un grito. Steph movio la cab eza con incredulidad. Tuvo que reirse y admitir que aquello era mas o menos un b uen resumen de la situacion. - Quiza sea el momento de que desarrolleis otros aspectos de vuestra relacion, t ia -se rio Bev. - Tienes razon, Bev, pero ¿y si descubrimos que no tenemos nada en comun? Seria ho rrible - Steph empezaba a asustarse. - Bueno, si descubris que no teneis nada de lo que hablar, siempre podeis volver a lo que os sale mejor. Ya ves. Problema resuelto - Bev encontraba muy divertid os los apuros de Steph. - Puedo reconocer una risita envidiosa en cuanto la oigo - se burlo Steph mientr as, como una cria, le tiraba un almohadon a su amiga. - ¿Cuando os vais a ver? - pregunto Bev. - Manana por la noche - respondio Steph. - Bueno, pues es tu oportunidad. Proponle un programa para manana y a ver que di ce - Steph penso en lo que Bev le estaba diciendo. - Muy bien. Tienes razon. Cogere un Time Out, vere que hacen y le sugerire algo. - Ella es muy importante para ti, ¿no, Steph? - Yo... Creo que... ¿Sabes? La verdad es que creo que... - ¡Joder, tia! No iras a decir la palabra que empieza por «A» ¿verdad? - se rio Bev. - ¡Vete a la mierda! - le respondio Steph con timidez.
¿HABÍAN SIDO NUEVE SEMANAS Y MEDIA? Las velas habian ardido basta apagarse, de modo que la luz que salia de la never a abierta era lo unico que iluminaba la habitacion. Steph sentia una agradable b risa que entraba de vez en cuando por la ventana abierta de la cocina de Alex, p ero seguia siendo una noche calida y bochornosa. El sudor del cuerpo de Steph es taba haciendo que la camiseta blanca y ajustada que Alex le habia dejado se le p egara al torso con mas fuerza. Se movio un poco para aprovechar el aire frio que salia de la nevera y espero. Steph penso que el suave trozo de tela que Alex ha bia utilizado para vendarle los ojos le apretaba las sienes y que sorprendenteme nte le hacia sentirse muy relajada. ¿Era por eso, o porque habian estado fumando? Una de las dos cosas. Se apoyo contra el armario y planto los pies sobre el lin oleo que habia delante de ella, para evitar seguir resbalando. Repasando mentalm ente los hechos de aquella tarde, se dio cuenta de que nunca antes habia andado por casa de alguien, ni habia comido nada preparado especialmente para ella, en bragas y camiseta. Aquello la hizo reir. Escucho los pasos de Alex en el suelo d e madera del pasillo y despues en el linoleo de la cocina. - Pensaba que me habias abandonado - dijo Steph. - ¿Y por que iba a abandonarte ahora? - Alex se sento en el suelo frente a Steph y alargo la mano hacia el frigorifico, que habia llenado especialmente para la oc asion. Cogio una fresa madura y brillante y la mojo en una tarrina abierta de na ta montada. Puso la fresa cubierta de nata en los labios de Steph y contemplo co mo su amante empezaba lentamente a lamer la fruta y a morder la pulpa. Alex sost uvo la fruta y miro como la lengua de Steph se enroscaba a su alrededor con glot oneria, deleitandose a lametones con su sabor. Alex aparto lo que quedaba de la fresa de Steph y, poniendosela en la boca, se inclino para compartirla con ella antes de besar la boca abierta y receptiva de su amante y lamer la sustancia cre mosa de alrededor de sus labios. Steph gimio de placer cuando sus lenguas se toc aron. Despues se aparto. - Tengo que quitarme la camiseta, Alex - dijo suavemente, sin querer estropear e l momento. - Muy bien. Dejame a mi - fue la respuesta de su amante. Steph escucho como se abria un cajon por encima de ella y oyo el ruido metalico de la cuberteria al entrechocar. - ¿Que estas buscando? - le pregunto Steph, que se sentia algo frustrada por la ve nda que le tapaba los ojos, pero no queria quitarsela. - No te preocupes, Steph, echate hacia atras. - Steph hizo lo que le decia y noto que Alex le separaba del cuerpo la parte de abajo de la camiseta y lue go sintio algo frio y duro contra la piel. Retrocedio sorprendida. - ¡Por Dios! ¿Que estas haciendo? - ahogo un grito. Entonces oyo el sonido de unas t ijeras cortando la tela y sintio que la prenda que llevaba se despegab a lentamente de su cuerpo. Los extremos puntiagudos de las hojas tocaron s uavemente su piel mientras Alex seguia cortando la camiseta por el centro con m ovimiento lentos y seguros. Steph contuvo el aliento cuando sintio el afilado ob jeto de metal deslizarse entre sus pechos. Alex metio la mano bajo el top de Ste ph y, soltando la tela rasgada, acaricio los pechos de su amante al tiempo que s eguia cortando la camiseta. El cuerpo de Steph estaba tenso por la emocion, pero intentaba con todas sus fuerzas regular su respiracion para no hacer ningun mov imiento brusco. Oyo un chasquido cuando Alex corto el ultimo hilo. La tela parti da cayo abierta y, casi inmediatamente, sintio la lengua de Alex sobre el pezon.
Suspiro con alivio por haber superado ilesa el proceso y se deslizo por el arma rio contra el que se habia apoyado hasta quedar tumbada y jadeando en el suelo. Alex saco una botella de salsa de chocolate de la nevera y con el chorro trazo u n camino sobre el pecho del Steph en direccion a su ombligo. Tras sentarse a horcajadas sobre su amante, empezo a extender con las manos la salsa pega josa sobre la piel de Steph, al tiempo que, con la boca, le lamia y chupaba los pechos cubiertos de chocolate. Sintio que su companera doblaba las rodillas y le vantaba la pelvis contra su entrepierna. Sentandose, se quito la camiseta, lleno las manos de Steph de aquella espesa salsa y las dirigio hacia sus propios pech os. Las manos de Steph se deslizaron por todo el cuerpo de Alex mientras la crem a le caia por el torso en riachuelos pegajosos. Steph se sento y su boca se enco ntro con uno de los pezones de Alex. Lo lamio con fuerza y lo excito con la leng ua hasta que oyo a Alex suspirar de placer. Noto que el cuerpo de Alex se giraba para alcanzar otra cosa de la nevera. Escucho que abria una bebida con gas y se estremecio cuando un chorro de agua burbujeante y fria como el hielo le cayo so bre la cabeza y el cuerpo. El cosquilleo de las burbujas y del agua la hizo reir y, exhausta, se dejo caer en el suelo. Alex le aparto el pelo mojado de la cara y la beso lenta y profundamente antes de separarse de aquel cuerpo tendido. Por un momento, Steph se desoriento al perder el contacto con su amante, hasta que sintio que Alex le estiraba de las bragas y ponia las tijeras a ambos lados de l a tela. Hundio el estomago y cerro las piernas de golpe, nerviosa. - Ten cuidado, Alex - le urgio Steph. - Confia en mi - le respondio Alex. Solo hizo falta un tijeretazo para que la en trepierna de las bragas de Steph se partiera en dos y se enroscara sobre su vien tre. De nuevo, Steph pudo volver a respirar. Alex separo las piernas de Steph y metio sus dedos, humedos y pegajosos, dentro del sexo tambien humedo y pegajoso de Steph. Sintio que los musculos de la vagina de Steph se contraian alrededor de s us dedos y lentamente los hizo girar dentro de su amante, en un gesto que provoc o mas gemidos de placer. - No pares, Alex - protesto Steph cuando sintio que se alejaba otra vez. Hubo ma s sonidos de recipientes que se abrian y, sin querer esperar a ver que era lo s iguiente, Steph levanto la mano para quitarse la venda. Con delicadeza, Alex le agarro la mano y la bajo hasta ponerla a su lado. Rapidamente, abrio la tarrina de helado y lo siguiente que Steph sintio en su cono fue algo e xtremadamente frio. Le corto el aliento y los escalofrios recorrieron tod a su espina dorsal. El calor de la lengua de Alex mezclado con el frio resbaladizo del helado era una tortura y Steph movio las caderas al mismo ritmo que ella, que utilizaba la lengua para hacer girar los trozos granulosos de hela do por el cono de Steph. Con los dedos, saco mas helado de la tarrina y lo espar cio sobre el clitoris de Steph antes de meterle una vez mas los dedos helados en la vagina. Alex pudo sentir los musculos del cono de Steph, que llevaban sus de dos cada vez mas dentro. Empujo mas fuerte y mas profundamente con la mano mient ras, con la lengua, le seguia embadurnando el clitoris de helado. La mezcla de temperaturas y texturas era insoportable y Steph se abandono a las emociones que crecian en su interior y que culminaron en una explosion de sensaciones qu e consumio su cuerpo entero. Steph se arranco la venda de los ojos y miro la cara sonriente de su amante. Alex tomo a Steph entre sus brazos. - Te amo, Alex - fueron las palabras que salieron tranquilamente de la boca de S teph. Se murio de vergüenza en cuanto se dio cuenta de lo que habia dicho, pero Al ex no dijo nada y Steph sintio que se habia librado. Mas tarde aquella misma noche, Steph, tumbada en la cama junto a Alex, pensaba e
n la conversacion que habia tenido con Bev. Cuando se presento en casa de Alex p ara cenar, no habia previsto que la noche se desarrollara de aquella manera. No es que se estuviera quejando, pero estaba decidida a que el dia siguiente salier an e hicieran las cosas que hacen las parejas normales. Tenia que descubrir si h abia algo mas en su relacion ademas del frecuente deseo de arrancarle la ropa a la otra, en sentido literal, mirando hacia atras.
EL MUNDO REAL - Sabes, Alex... He estado pensando... - dijo Steph la manana siguiente mientras soplaba la humeante taza de te Earl Grey que Alex le habia dado. - ¿Si? - Alex volvio a la cama y empezo a hojear el periodico. - ¿Alguna vez has pensado en que casi no hacemos nada juntas? - La pre gunta de Steph practicamente se la trago la taza, pero Alex oyo lo que le deci a. - ¿Que quieres decir? - contesto, poniendose de lado para ver mejor a Steph. - Pues, ya sabes. ¿No te das cuenta de que lo unico que hacemos es hacer el amor? Lo que es fantastico - anadio Steph a toda prisa-, pero a veces tengo la sensac ion de que no te conozco demasiado. Alex dio vueltas en su mente a las consideraciones de Steph: - Bueno, mi color favorito es el violeta. Naci en Cheltenham. En el colegio g ane premios de gimnasia... - No me referia a que tuvieras que recitarme la historia de tu vida como si fuer a una lista. - Ya. Supongo que se a lo que te refieres. Siento no haberte tratado mejor pero, ¡ya sabes que hace mucho tiempo! - dijo Alex riendo. - Supongo que si - se dio cuenta Steph-. Solo es que... - ¿Que pasa, carino? - Alex apreto el brazo de Steph, preocupada por su repentin o cambio de humor. - Bueno, no sera «eso» lo unico que te interesa de mi, ¿verdad? - Para ser alguien que podia ser tan directo a veces, Steph se sentia muy violenta con aquel tema de c onversacion. - Crees que te considero mi esclava sexual particular, ¿es eso? - dijo Alex entre risas. - Mas o menos. Y, por otro lado, no es que sea un papel en absoluto indeseable, pero me gustaria saber cual es mi situacion contigo, ¿sabes?, que expectativas tie nes. - ¡Caray! Expectativas - dijo Alex intentando con todas sus fuerzas no reir se de la extremada seriedad de Steph-. Te dire lo que vamos a hacer. ¿Por que no pasamos hoy un «rato de calidad» juntas? ¿Que te apetece hacer? - Hay unas cuantas exposiciones que parecen muy interesantes - dijo Steph, conte nta de como Alex estaba asumiendo lo que le habia dicho-. O tambien podemos ir a l East End, comer en Hoxton, tomarnos un par de cervezas, ver una pelicula... lo
que sea. ¡El mundo es nuestro! - Steph recogio el periodico que estaba tirado en la cama entre ellas-. ¿Aqui hay cartelera? - pregunto. - Tele y tetas. Es de eso - dijo Alex. Steph abrio el periodico y dio un chillid o que estuvo a punto de provocarle un ataque de corazon a Alex. - ¡Alex, mira! ¡Mira! Sois tu y Brett - Alex le arranco el periodico de las manos y estudio la foto. - ¡Dios! Esto es de locos. - ¿Que han escrito? - dijo Steph intentando recuperar el periodico. Alex leyo por encima lo que en algunos circulos consideraban un «articulo». - Es precisamente lo que queriamos: «Los jovenes amantes, Brett Torento y Alex D echy, bla, bla, bla... disfrutan de una cena romantica mientras ruedan los exter iores de la ultima pelicula de Torento... Una amiga intima de la pareja dice que estan muy enamorados, etc., etc.». Es increible - Alex estaba completamente desco ncertada por la experiencia. - ¿Es la foto de Brighton? - pregunto Steph consiguiendo recuperar el periodico. - No. Habiamos ido a dar una vuelta por la ciudad unos dias antes la misma seman a, pero no me di cuenta de que hubiera nadie - cavilo Alex-. ¿Sabes? Es un poco es peluznante. Una cosa es cuando sabes lo que esta pasando y otra muy diferente cu ando ni siquiera te das cuenta de que hay alguien ahi. - ¿Todavia quieres que salgamos? - No estoy tan asustada. Ademas, yo no les intereso. El que es noticia es Brett. Venga, carino, vamos a darnos una ducha. - Recorrieron el camino hasta el lavab o manchado de chocolate y cubierto de nata. Al final, decidieron ir a pasear por el canal de Camden. El tiempo aun no habia cambiado y al andar por las riberas llenas de arboles parecia que estuvieran en el campo. Dado que las instrucciones eran «conocerse un poco mejor» la atmosfera era un poco forzada al principio. Alex se estaba rompiendo la cabeza para encontrar algo que decir cuando pasaron junto al zoo. - ¿Has entrado alguna vez? - le pregunto. - Si. ¿Puedes creerte que nuestra profesora de voz nos envio aqui una vez para que hicieramos una investigacion? - Los recuerdos que Steph tenia del proyecto aun eran muy vividos . - No me digas que tu tambien has tenido que hacer lo de «hagamos ver que somos ani males». - Me pase el mes siguiente haciendo de jirafa en clase. - Pero las jirafas no hacen ruido, ¿no? - No. Pero mis andares de jirafa si que dieron que hablar. - Ya me lo imagino. Steph pregunto a Alex sobre su vida antes de ir a la escuela de teatro. Descubri
o que Alex se habia mudado a Londres cuando tenia diecisiete anos y que s e habia pasado un ano trabajando en bares, haciendo pruebas para escuelas de teatro y relacionandose con algo a lo que ella llamaba vagamente «teatro alternativo de vanguardia», cosa que llevaba a la mente de Steph imagenes de desnudos y bailes con fulares de gasa. - ¿Y que hay de ti? ¿Siempre has querido actuar? - le pregunto Alex. - La verdad es que no. Al menos, no como la gente que dice que desde que tenian dos anos siempre habia deseado con todas sus fuerzas pisar un escenario. Mas bie n es algo que crecio lentamente en mi interior. Una asignatura de mis estudios p reuniversitarios era teatro. Mi profesora decia que yo era buena y me animo a solicitar una plaza. Cuando vine a Londres a visitar a una amiga qu e estaba en la universidad, supe que queria vivir aqui, de modo que cuando me hicieron una oferta, todo parecio encajar - explico. - ¿Que planes tienes para cuando te gradues? - Alex guio a Steph hacia un banco y se sentaron para empaparse de sol. - La verdad es que no tengo ni idea. He estado demasiado preocupada por el espec taculo, y por ti, para pensar profundamente en ello. ¡Y no es que necesite ningun a excusa para esquivar el tema! - La simple idea de dejar la escuela y adentrars e en el agujero de la nada absoluta hizo que a Steph se le pusieran los pelos de punta-. Y tu, ¿cuando te vas a los Estados Unidos? - le pregunto Steph. Aquel tam bien era un asunto que habia estado esquivando. - En cuanto acabe las escenas de aqui. Mas o menos dentro de unos diez dias. - L a frase se quedo pesadamente suspendida en el aire. - ¿Y cuanto tiempo estaras fuera? - se aventuro Steph. - Unos tres meses en total. - ¡Oh! - dijo Steph mientras sentia que su corazon se hundia en el fondo del canal . - Venga, tenemos montones de cosas que hacer antes. - Alex salto del banco, cogi o la mano de Steph y la hizo poner de pie tambien.
ASENTANDO LOS CIMIENTOS Quentin habia pasado por el despacho aquel fin de semana para recoger algunos pa peles que se habia olvidado y no pudo resistirse a echar una rapida ojeada a l os periodicos que estaban en el felpudo. Sonrio con suficiencia cuando vio la u ltima foto de Alex y Brett en uno de ellos. Aunque Alex no habia corrido hacia el en busca de proteccion frente a la agresiva cobertura periodist ica de su relacion con Brett, Quentin estaba mas que satisfecho por el enorme interes que estaba suscitando el papel preponderante de Alex. Se h abia permitido la libertad de empezar a negociar con una compania que queria utilizar a Alex en una campana publicitaria para vender sus producto s cosmeticos. Por la propuesta economica aproximada que le habian presentado sabia que tenia una mina de oro. Mientras dejaba el periodico sobre su escritorio vio que la luz del contestador parpadeaba, asi que pulso el boton de «play» para ver quien habia llamado. El apara to, que estaba tan anticuado como el hombre, zumbo y, tras un chasquido, entro e n funcionamiento.
- Hola, Quentin. Soy Alex, Alex Dechy. - Sorprendido, Quentin dejo lo que estaba haciendo. Hacia un par de dias que no tenia noticias de Alex y empezaba a poner se un poco nervioso porque el contrato seguia sin firmarse. Se paso la lengua po r los labios a la expectativa-. Te llamaba para proponerte un par de modificacio nes en el contrato - la voz de Alex salia de la maquina-. He estado hablando con un par de personas y hemos llegado a la conclusion de que quizas tus porcentajes no son demasiado competitivos. De todos modos, no voy a entrar e n detalles ahora. Quiza podamos hablar el lunes. Espero que estes bien. Nos llam amos. Adios. No era la respuesta que Quentin estaba esperando. Volvio a escuchar el mensaje. ¿A que se referia cuando decia que habia estado hablando con un par de personas? N o parecia estar en absoluto intimidada por estarse quedando al descubierto. Se d aba cuenta de que la mujer impresionable que habia fichado hacia un monton d e anos, de repente, se habia vuelto mas espabilada. Sus viejos truco s para impresionarla no iban a dar resultado aquella vez. Él era reticente a ced er ante sus demandas, pero si aquello significaba que ella seguiria con el, tend ria que tenerlas en cuenta. Dicho esto, el no tenia mucho mas tiempo para hacer que firmara en la linea de puntos e iba a tener que agilizar las negociaciones. - Venga, hagamoslo otra vez - dijo Alex mientras se levantaba del suelo del come dor. - Quieres tu libra de carne*, ¿no? - suspiro Steph hecha un bulto a sus pies. - Te equivocas de obra, corazon - contesto Alex-. Venga, empecemos de nuevo desd e la entrada de Orlando... - Pero... - Tu eras quien queria ir a casa a trabajar, Steph. Yo estaba muy contenta pasea ndo por Camden, pero no, la senorita «Tengo-un-espectaculo-que-representar» tenia qu e volver a casa. ¿O no? - Senora. Por favor, Alex, llamame senora - bromeo Steph, debilitada por el esfu erzo de todo aquello. - Creo recordar que la ultima vez que trabajamos en Como gusteis tenias muchas m as ganas de ensayar conmigo - intentaba persuadirla Alex mientras, con los dedos de los pies, daba golpecitos en el cansado cuerpo de Steph. - Si la memoria no me falla, creo que en realidad no llegamos a trabajar en la o bra... - Steph alargo el brazo hacia la mano de Alex y la atrajo hacia el suelo con ella-. A menos que cuentes la escena de la lucha. El beso que Steph planto en los labios de dia al aire libre.
Alex tenia sabor de cerveza y de
- Me has cambiado la vida por completo, Alex. - ¿Eso es bueno? - Nunca habia sido tan feliz - contesto Steph. - Yo tampoco - susurro Alex. Steph contemplo como Alex se quitaba la camiseta y se desabrochaba los pantalones.
*. Alusion a una frase de El mercader de Venecia. Significa querer todo aquello
a lo que se tiene derecho aunque eso haga daho a los demás. (N. de la T.)
- Creia que estabamos intentando evitar que sucediera esto - dijo Steph. - Lo he intentado. - Mirando a su hermosa amante desnuda, Steph no podia creerse que pudiera llegar un momento en que no quisiera hacer el amor con Alex. Siguio la iniciativa de Alex y se quito la ropa. El tacto del cuerpo desnudo de Alex s obre el suyo hizo que su corazon latiera con mas fuerza. Lentamente, exploraron la una el cuerpo de la otra con las manos y con la boca. Cuando no quedaba ni un pedazo de carne por acariciar, Alex separo delicadamente las piernas de Steph p ara dejar al descubierto el sexo de su amante, que estaba humedo y excitado. Se lamio un dedo y lo froto contra el clitoris de Steph en movimientos deliberadame nte lentos. Estaba erecto y duro. Descendio hasta el cono abierto de Steph de mo do que los dos clitoris se frotaran el uno contra el otro. Alex vio que las lagr imas empezaban a inundar los ojos de Steph cuando se corrio. - Yo tambien te quiero - le confeso Alex suavemente. - Puede que, al fin y al cabo, lo de no practicar sexo no sea tan buena idea - d ijo Steph cuando, mas tarde aquella misma noche, estaban en la cama-. ¿Que voy a hacer durante tres meses cuando tu no estes? - ¿Tu? ¿Y que hay de mi? - ¿Sabes que he pensado? - Incluso a la luz de la luna, Alex pudo distinguir el ha bitual destello en los ojos de Steph cuando pronuncio las palabras y supo exacta mente lo que estaba pensando-. Creo que tengo la obligacion de ofrecerte un desa fio de despedida. Algo que haga que me recuerdes durante todos esos dias y noche s solitarios cuando estes refugiada en tu caravana con la unica compania de Bret t y de un Kerplunk*. - ¡Dios mio! ¿Que estara pasando por este cerebrito depravado que tienes? -pregunto Alex. - Y creo que se cual es la ocasion perfecta. - No, Steph, por favor. La fiesta de final de rodaje no. Por favor, di que no va s a hacer nada en la fiesta. - Siempre puedes negarte. - No es justo. Sabes que no puedo resistirme a ti. - Bueno, pues segun mis calculos, tienes seis dias para aprender a hacerlo.
*. Nombre de un juego parecido a los palillos chinos. (N. de la T.)
16 La licenciatura
Habia llegado el dia del juicio final, pero Steph no llevaba demasiado bien la i dea de ser examinada. - Alex, no creo que pueda hacerlo - le dijo Steph mientras clavaba la mirada en el bol de cereales que tenia delante. - No seas ridicula. Una vez que estes alli, te concentraras en lo que estas haci endo. Estaras tan metida en ello que ni siquiera te daras cuenta de que hay gent e mirandote. Vas a estar maravillosa. - ¿A que hora llegaras? - Llegare a tiempo, no te preocupes. - ¿Y justo despues vendras a buscarme a la entrada de artistas? - Por supuesto. - ¡Joder! - dijo Steph y puso la mano de Alex sobre su corazon-. ¿Lo notas? ¿No tend ras un Valium, verdad? - Steph, ¿quieres dejar de una vez de ser tan melodramatica y calmarte? - Alex int entaba aliviar la situacion-. Te lo sabes, eres buena y todo saldra bien. Intent a recordar estos pensamientos. - Mejor me voy ya, que tengo que encontrarme con Bev y con las demas - dijo Step h con voz ronca. Recogio sus cosas y fue hacia la puerta. - Espera un momento - le grito Alex desde la otra habitacion-. Quiero darte una cosa. - Le puso un pequeno cristal de color violeta en la mano-. Se supone que t e ayudara a tranquilizarte y tambien es una especie de amuleto para mi. Queria q ue tu tambien tuvieras uno. - Alex, ¡que bonito! Muchas gracias. Alex la beso en los labios y la empujo hacia la puerta. Alex se las habia arreglado para esquivar las llamadas y mensajes de Quentin y d isfrutaba del hecho de que su voz sonara, cada dia que pasaba, ligeramente mas h isterica. Aunque nadie habia dicho nada, la gente del plato les trataba a ella y a Brett como si fueran un joven sueno de amor y ella pensaba que menudo hijo de puta insensible era Quentin. Se preguntaba que pensarian cuando se dieran cuent a de que lo mas cerca que habian estado nunca ella y Brett de darse un achuchon inocente fue durante su primera partida de Enredos, cuando descubrieron que haci an falta que jugaran mas de dos personas para poder descartar totalmente la posi bilidad de romperse un brazo o una pierna. Rachel entro en la oficina de Quentin para comunicarle que el taxi acababa de ll egar, justo cuando sono el telefono. - ¡Cogelo, anda, nena! - le espeto a su secretaria. Rachel se inclino sobre el esc ritorio. - Buenos dias, despacho de Mr. de Fleur. Me temo que Mr. de Fleur en estos momen tos esta saliendo del despacho, senora Andretto... ¿De donde llama?... cosmeticos. .. Alexandra Dec... - En el instante en que Quentin oyo la palabra «cosmeticos» se d io cuenta de con quien estaba hablando. Se lanzo a traves de la habitacion y pra cticamente arranco el telefono de la mano de Rachel.
- ¡Antonia! - grito- ¡que ale...! ¡Francesca!, claro. ¿Como he podido olvidarme? - puso los ojos en blanco y se dio una palmada en su grasienta frente por haber sido ta n estupido de olvidar el nombre de quien le iba a asegurar el futuro. - Se que estas impaciente por conocerla. Ella tambien tiene muchas ganas de dis cutir la campana contigo, pero ya sabes que esta tremendamente ocupada en est os momentos. Ya ves, estan dando los ultimos retoques a las escenas rodadas en Gran Bretana y su agenda cambia a cada instante... Si te he de ser sincero, nos hemos visto inundados por las ofertas parecidas a la tuya, pero creo que una lin ea de calidad como la tuya seria perfecta para Alexandra... Como te decia, algun as ofertas son mejores pero es Alexandra quien tiene la ultima palabra... ¡No, no hay ningun problema! Tendras ocasion de conocer a Alexandra los proximos dias, t e doy mi palabra, Francesca. - Cuando colgo el telefono, Quentin estaba practica mente morado. - ¿Se encuentra bien, Mr. de Fleur? - le pregunto Rachel preocupada-. ¿Puedo traerle un vaso de agua? - ¡Esa maldita chica! - ¿Quien? - ¡Alexandra! - Pues yo creia que con esta campana de los cosmeticos las cosas se le estaban p oniendo muy bien. - Rachel ahora estaba un poco desorientada. - Si, pero es que aun no ha firmado su nuevo contrato conmigo, ¿o si, idiota? - ch illo Quentin-. Y sin contrato, no puedo hacer que firme ningun acuerdo, y si no hay acuerdo, ¡NO HAY DINERO! ¿LO captas? - Rachel, sin duda, lo captaba y salio disp arada del despacho. Alex deseaba que Quentin no fuera a asistir al espectaculo de fin de estudios de Steph, porque no sabia si seria capaz de evitar decirle alli mismo que se metie ra en el culo su contrato de mierda. Sin embargo, lo habia hablado con Steph y c on Brett y los dos habian estado de acuerdo en que seria mas humillante para Que ntin que se lo dijera al final de la fiesta de fin de rodaje en vez de frente a un punado de desesperados estudiantes de teatro. La perspectiva de verse por fin liberada del control tiranico que habia permitido a Quentin tener sobre el la la llenaba de nerviosismo y de alegria, pero lo que hacia que realmente le di era vueltas a la cabeza era pensar en la clase de plan que Steph estaba tramando . No podia negar que Steph la tenia entre la espada y la pared. Toda su relacion habia estado alimentando un deseo que ella, de algun modo, habia conseguido aca llar durante anos. Lo que Steph le habia hecho hacer en el restaurante habia sid o lo bastante malo o lo bastante bueno, segun como se mirara, pero ¿y en la fiesta ? Se dijo a si misma que hacer algo asi seria absurdo y ofensivo. El cosquilleo en su entrepierna, sin embargo, reflejaba una opinion diferente. Alex se encontro con Marsha en las escaleras del teatro y agradecio ver una cara amiga entre la coleccion de caras bastante heterogeneas que aquel tipo de event os acostumbraba atraer. - ¡Alex, carino, tienes muy buen aspecto! - Marsha la beso en las dos mejillas y l a coloco a la distancia de un brazo para poder inspeccionarla con mas detalle-. Me alegra ver tan feliz a la que pronto sera mi representada. - Ahora mismo las cosas me van bien, Marsha, y no veo el momento de quitarme a Q uentin de encima, sabes lo que quiero decir, ¿no? - Ya queda menos, carino. - Les dieron un programa mientras recorrian el camino
hacia sus asientos en el patio de butacas-. ¿Como esta Stephanie? - Nerviosa - respondio Alex-. ¿Que tal lo ha hecho en los ensayos? - Creo que vas a verte debidamente impresionada. - Se sentaron y las luces fueron perdiendo intensidad. Estaban a mitad de la tercera escena cuando Alex pe rcibio movimiento en la parte posterior del auditorio. Se giro y vio a una figur a que miraba con los ojos entrecerrados a traves de la oscuridad. Se dio cuenta de que era Quentin y se hundio en su asiento, pero era demasiado tarde. Quentin la habia visto y empezo a avanzar hacia ella, de asiento en asiento, dejando un a estela de «chiss» tras de si. Cuando por fin se embutio en el asiento de detras de Alex, ella sintio que se le erizaban los pelos de la nuca. Noto que las manos d e Quentin se agarraban al respaldo de su asiento para acercarse a hablar con ell a. - Alex, ¡que alegria tropezarme contigo! - resoplo el. - Quentin, he venido a ver el espectaculo, asi que callate. Ya hablaremos luego, ¿vale? - le siseo ella y se giro como rubrica al final de su frase. Le oyo remove rse en su asiento detras de ella durante toda la funcion. El espectaculo transcurrio sin demasiados problemas o Marsha, a Alex la impresiono la actuacion de Steph y la. No habia manera de librarse de hablar con Quentin, o de encima mientras Marsha les traia unas bebidas del
y, tal como habia predich se sintio orgullosa de el asi que decidio quitarsel bar.
- Me imagino que quieres hablarme del contrato, ¿no, Quentin? - empezo Alex. - Y decirte hola. Hace dias que no hablamos y habia pensado que quizas podia lle varte a cenar y discutir proyectos futuros... - Mira, Quentin, lo siento de veras, pero me he dejado el contrato en casa y hoy no puedo ir a cenar. - Recibiste por correo el contrato modificado, ¿verdad? El que tenia los porcentaj es rectificados y las otras condiciones que mencionaste. - Si. Te dire una cosa. ¿Por que no te pasas el viernes por la fiesta que da la pr oductora y te lo doy entonces? - De modo que ahora ya estas satisfecha con el contrato. - Mas satisfecha que nunca. - Asi que sera practicamente una celebracion, ¿no? - Quentin queria confirmar de alguna manera que el resultado seria positivo para el. - Si. Celebracion es precisamente la palabra que yo utilizaria. - ¡Fantastico! - Ahora tengo que encontrarme con unos amigos, Quentin. Nos vemos el viernes, ¿de acuerdo? - Nos vemos alli. - Quentin hizo el gesto gracioso de dar un punetazo al aire y Alex rio educadamente antes de dirigirse hacia los bastidores. Mientras esperaba que el encargado de la entrada de artistas la dejara entrar, t odo lo que Alex podia oir era el sonido de voces excitadas y el ruido de las bot ellas de champan al ser descorchadas. Steph se habia ido a celebrarlo con Tina y los demas al camerino de Bev.
- No puedo creer que ya haya pasado todo - dijo Sarah mientras agarraba una bote lla del cubo de hielo y le quitaba la capsula. - ¿Visteis que Jason se olvido de una frase en el popurri de Chess? Creia que me i ba a mear de risa - se rio Kylie. - Has de girar la botella y aguantar el tapon, Sarah - le dio instrucciones Bev, mientras alineaba las copas de plastico a un lado. - Pues yo aun estaba en el lavabo cuando anunciaron a los principiantes - chillo Steph. - Por no volver a llevar nunca mallas de lycra negra. - Bev propuso el brindis y todas hicieron chocar las copas. Sono un golpe en la puerta y Alex asomo la cab eza. Steph la vio y se acerco. - Me parecio oir una voz familiar - dijo. La charla se apago al tiempo que todas se giraron para ver quien era la intrusa. - ¡Eh, todo el mundo! Ésta es mi amiga Alex. - Todas las mujeres la saludaron y espe raron a que Alex hiciera o dijera algo. - Habeis estado muy bien todas - comento al final-. Mira, Steph, no quiero estro pearos la fiesta. Me voy y te espero fuera con Marsha, ¿vale? - Espera un momento - Steph salio de la habitacion y cerro la puerta tras ella. - ¿Como es que la conoce? ¿Del seminario de interpretacion? - Sarah estaba anonad ada por la aparicion de Alex en los camerinos. - Ellas son... Ya sabes... - Tina levanto una ceja e hizo un guino exagerado par a ilustrar su frase incompleta-. ¿No lo sabiais? - Si no sabiamos ¿que? - Sarah no podia soportar verse excluida de un cotilleo. - Que es su novia, pedazo de boba - gorgeo Kylie en su mejor voz de «Kylie». - ¡No me jodas! - fue todo lo que Sarah logro decir. Steph cogio a Alex de la mano y la llevo por el pasillo hasta el camerino que co mpartia con Kylie. - ¿Que te ha parecido? - Has estado fantastica - dijo Alex. - ¿Lo piensas en serio? - En serio. - Alex beso a Steph y la rodeo con los brazos-. Mira, lo mejor es qu e vuelvas con tus amigas. No quiero que te pierdas la parte divertida, ¿vale? - Solo dime otra vez lo bien que he estado... - dijo Steph mientras envolvia a A lex de nuevo en un abrazo.
17 Viejos rostros
Marsha estaba parada bajo el cartel de «no fumar», dando caladas a su puro e inspecc ionando las escenas en la parte delantera del teatro. Habia muchas caras conoci das e incluso algunas a las que se dignaba saludar con la mano. Sin embargo, una cara que le sonaba pero que no lograba ubicar avanzaba directa hacia ella. Sobr e los treinta y algo, rubia, con bonitas tetas y sin sosten... Marsha rebusco en su memoria y finalmente dio con ello: «Rebecca, clases de canto privadas, hacia 1999», justo cuando la mujer llegaba delante de ella. - ¿Eres Marsha, verdad? - pregunto la rubia. - En efecto. Y tu eres Rebecca, si no me equivoco. - Rachel, de hecho, pero te has acercado bastante. - Mis excusas. - No pasa nada. Mira, siento molestarte, Marsha, pero tu conoces a Quentin de Fl eur, ¿no? - Y que lo digas. - No le habras visto, ¿verdad? - ¿Y que diablos haces buscandole? - Ahora mismo estoy trabajando de ayudante suya. - ¡Oh! ¿Entonces lo de la musica no funciono? - Me temo que no. Fue un disgusto para todo el mundo. - Tu eras perfecta para el papel. Los ojos de Rachel recorrian la sala en busca de su presa. - Tendrias que haberle visto, Marsha, ha salido de la oficina tan furioso que se ha olvidado de llevarse las pastillas. Parecia que fuera a tener un ataque o al go asi y no quiero que se desplome despues de toda la presion que ha tenido que soportar ultimamente. - ¿Presion?
- Si. En estos momentos hay mucho movimiento en nuestro despacho - dijo Rachel, olvidandose por un momento de su jefe potencialmente moribundo-. Representa a Al exandra Dechy, ya sabes, la que sale con Brett noseque. - Si, algo he oido. - Bueno, pues el tiene una especie de supercontrato listo para ella: ser el rost ro de una compania de cosmeticos o algo asi. Y esta a punto de embolsarse una fortuna, pero Alexandra no hace mas que darle largas a la renovacion de su contrato. Él se ha vuelto total mente paranoico, esta convencido de que ella va a encontrar a otro representante y ha venido hasta aqui a ver si consigue hacerla firmar. ¡Esta que se sube por la s paredes, Marsha! Te lo juro. - Ya me imagino. - ¿Le has visto? - Le vi un momento al final de la representacion. Por lo que pude distinguir, au n seguia en pie, pero no le he vuelto a ver desde entonces. - ¡Dios! Sera mejor que vaya a mirar en los lavabos de hombres. Me alegro de v olverte a ver, Marsha. - Lo mismo digo, Rachel. Justo despues de la turbulenta visita de Rachel, Marsha descubrio a «sus chicas», ta l como se habia acostumbrado a llamarlas mentalmente, entrando en la sala. Se ac erco a Bev, Tina, Sarah, Kylie y Steph y las felicito sinceramente por sus logro s. - Parece que ya os habeis dado al champan, pero ¿puedo tentaros con ot ra copa del veneno espumoso? - pregunto. Alex, que se habia deslizado discretamente en la habitacion un minuto o dos desp ues de las otras, se dirigio hacia la barra para reunirse con Marsha. - Tengo algunas noticias para ti, jovencita - dijo Marsha sin apenas mover la bo ca. - Parece fascinante -dijo Alex, divertida ante los intentos de su amiga por pare cer clandestina. - Te aseguro que lo es. - Marsha se giro para tenderle a Alex la botella que el camarero le habia dado-. Por cierto, querida, llevas la camiseta del reves. -Ale x tardo unos segundos en darse cuenta de que Marsha se referia a su top y que, e n efecto, estaba del reves. Alex abandono la sala de la misma manera como habia llegado y se dirigio hacia los lavabos. Cuando Alex volvio a reunirse con el grupo, toco a Marsha en el hombro: - ¿Ahora vas a decirme cuales son esas noticias tan sorprendentes? - ¡Oh, querida! Claro que si. Busquemos un lugar mas tranquilo donde podamos habla r. Sigueme. Steph, que estaba en el grupo al que Marsha habia estado distrayendo con anecdotas de cuando era actriz, capto la mirada de Alex cuando salia de la habitacion con Marsha. - ¿Que pasa? - le pregunto por gestos. Alex se encogio de hombros y desaparecio po r la puerta. Steph andaba perdida en sus pensamientos cuando se dio cuenta de qu
e alguien la estaba llamando por su nombre. - Steph, hola. ¿Steph? Soy yo, Angie. ¿Como estas? - ¡Angie! ¿Que estas haciendo aqui? - Maggie y yo hemos venido a ver a Bev... y a ti - dijo con timidez. - Me alegro de verte. - Se quedaron alli, un poco incomodas, sin saber muy bien que decirse la una a la otra-. ¿Te ha gustado el espectaculo? - dijo Steph al fin. - Si. Ha sido fantastico. - ¿Quieres algo de beber? - No, acabo de tomarme algo. - De acuerdo. - Otra pausa incomoda. - Me dijo Bev que, al final, aquella mujer con la que te habias liado y tu estai s juntas. - Si - dijo Steph sintiendo que el hielo se rompia y que la tension desaparecia de sus hombros. - ¡Es maravilloso! - Si. Estoy muy contenta. - ¿Esta ella aqui? - Esta por aqui, en algun lado. ¿Y tu que tal? ¿Hay alguien en tu vida? - He conocido a alguien pero, bueno, ya sabes como soy, me gusta tener todas las puertas abiertas. - Si, creo que lo recuerdo...
LA BOCAZAS DE RACHEL Marsha habia llevado a Alex a uno de los palcos del anfiteatro. - ¿A que viene todo este juego de capa y espada, Marsha? - le pregunto Alex cuando finalmente se sentaron en las butacas cubiertas de terciopelo rojo. - Acabo de hablar con una mujer que se llama Rachel - dijo Marsha. - ¿Rachel...? - repitio Alex intentando ubicar el nombre. - Rachel, del despacho de Quentin. - ¡Oh! - De nuevo, el sonido del nombre de aquella mujer hizo que a Alex se le hel ara la sangre en las venas y se pregunto con que diablos le iba a salir Marsha. - Me ha dicho algo muy interesante. Si, muy interesante. - Alex estaba todavia u
n poco preocupada por la naturaleza de los recientes descubrimientos de Marsha. - Marsha, por favor, ve al grano. Marsha repitio debidamente todo lo que Rachel le habia contado acerca del trato con la casa de cosmeticos que Quentin estaba organizando: - Me imagino que tu no tenias ni idea de todo esto. - No, no. Dejame aclarar esto - dijo Alex que estaba un poco desconcertada por l a informacion que acababa de recibir-. ¿Quentin practicamente ha firmado un acuer do en mi nombre para una campana publicitaria y esta esperando a que renueve mi contrato con el para decirmelo? - Creo que es una evaluacion precisa de la situacion - confirmo Marsha-. Como n o me habias dicho nada de esto pense que no lo sabias. - ¡Dios mio! No pensaba que ese hombre pudiera caer mas bajo. - ¿Que vas a hacer al respecto? - No lo se - Alex medito durante unos momentos-. La verdad es que no lo se. ¿Tod avia esta Rachel por aqui? - No tengo ni idea. - ¿Que te parece si la buscas e intentas sonsacarle mas informacion? -Por ti carino, lo hare lo mejor que pueda. Alex aun estaba un poco traumatizada cuando volvio a entrar en el bar con Marsha . Estaba mirando a su alrededor en busca de Steph cuando se tropezo con Bev, ba stante borracha, que iba haciendo eses hacia el lavabo. - Bev, ¿has visto a Steph? - le pregunto Alex. - Si. Esta por ahi hablando contigo - Bev le guino un ojo, se rio y se fue tamba leandose. Una Alex todavia mas confusa miro en la direccion que le senalaba Bev y se quedo mirando a la mujer con la que Steph estaba hablando. El parecido, por lo menos de espaldas, era asombroso. Avanzo hacia alli y se quedo al lado de Steph, sorpr endida por los celos que estaba experimentando. Su amante miro a su alrededor, l e paso el brazo por la cintura y la atrajo a su lado. - Angie, quiero presentante a Alex, la mujer de la que te hablaba antes - Angie y Alex se miraron la una a la otra con curiosidad. - Tu eres la mujer del periodico, ¿no? - exclamo Angie despues de pensarlo un mome nto. Su mirada fue de Alex a Steph y movio la cabeza mientras todas las piezas e mpezaban a encajar como en un puzzle. - ¿Y tu quien eres? - pregunto Alex. - Es una larga historia - dijo Steph. Solo habia un par de lugares donde pudiera estar Rachel, si es que aun seguia en el edificio, asi que Marsha se encamino hacia los lavabos de hombres como prime ra escala. No era un sitio que Marsha acostumbrara a frecuentar, pero se adapto admirablemente a las condiciones utilizando su fular de terciopelo para cubrirse
la nariz y la boca y asi mitigar el olor a orina que salia de dentro con cada a brir y cerrar de la puerta. Una vez dentro, se alegro de que ni Quentin ni Rache l estuvieran refugiados alli y se dirigio hacia el bar del vestibulo, donde much os de los invitados de la escuela eran agasajados con un bufe e hilo musical. Ma rsha sabia que Rachel no seria capaz de resistirse a un poco de parloteo adulado r mientras estaba fuera de la oficina y de la vista de Quentin. Lo mas probable era que ella estuviera alli, sacudiendo las migas de vol-au-vent de la chaqueta de algun prometedor director de teatro musical. -... y tu hubieras sido perfecta para el papel - dijo el hombre con los ojos fir memente clavados en los pechos libres de Rachel. - Querida, necesito hablar contigo - declaro Marsha mientras se abalanzaba en la conversacion y se llevaba a Rachel. - Pero estoy... - Rachel no fue capaz de resistirse. - Estaba tan preocupada por Quentin que queria asegurarme de que la tarde habia transcurrido sin ninguna desgracia. - Es muy amable por tu parte, Marsha - dijo Rachel educadamente-. De hecho, me lo encontre justo despues de hablar contigo. Entre tu y yo, estaba un poco alter ado, pero creo que esta bien. Ha hecho un par de llamadas y se ha vuelto al desp acho. Ya estoy mas tranquila. Se le veia muy aliviado. - Asi que su cliente al final ha firmado los papeles. - Bueno, no exactamente, pero ella le ha invitado a una fiesta a finales de sema na. Creo que es para celebrar el final de rodaje aqui o algo asi y ella le dara el contrato entonces. ¿No es una buena idea? - Si. Muy bien pensado. - Es una especie de celebracion. De hecho, es una doble celebracion porque el ir a acompanado de la gente de la casa de cosmeticos para que puedan conocer a Alex y asi podra cerrar los dos tratos a la vez. Sabes, Marsha, por un momento, he e stado muy preocupada por mi trabajo. Las cosas han estado un poco dificiles para Mr. de Fleur y mi puesto iba a ser el primero en verse afectado, asi que durant e un rato he estado en la cuerda floja. La expresion de Marsha demostraba que necesitaba mas explicaciones. - Si Alex hubiera encontrado otro representante, el le hubiera dicho a la compan ia que ella no estaba interesada y nadie se hubiera enterado. Asi que, en lo que a mi respecta, si no habia trato me quedaba sin trabajo. Pero no te preocupes, Marsha. Todo ira bien. Mr. de Fleur esta bien. - Bueno, eso son buenas noticias. - Ya le dire que has preguntado por el. -No. Yo que tu no lo haria. Estoy segura de que no le gustara saber que hemos es tado hablando asi de el. Ademas, de todos modos, no estoy segura de que se acuer de de mi. - Oh, si. Ya se lo que quieres decir. Ni pio. - Rachel habia empezado a dirigir parte de su atencion hacia el joven con el que habia estado hablando, que ahora era acechado por alguna otra joven aspirante al teatro musical, y empezo a avanz ar lentamente hacia el. - Pues entonces, buena suerte, Rachel. Y no te olvides de llamarme si necesitas
mas lecciones de canto. Rachel le lanzo un beso con la mano y, para cuando Marsha abandono la habitacion , ya habia dejado a su rival fuera de juego con un experto empujon.
VOLVEMOS A ENCONTRARNOS El champan habia ayudado mucho a que las lenguas se desataran y Alex pronto desc ubrio que la larga historia que Steph habia anunciado que describia su relacion con Angie no era tan memorable despues de todo. De hecho, para su sorpresa, se sentia extranamente afectada porque Steph hubiera estado con alguien q ue fisicamente se parecia tanto a ella. - En realidad, todo fue culpa de Bev - Steph se rio una vez que hubo explicado que se habia acostado con Angie-. Si no me hubiera convencido para ir al gimna sio, entonces puede que nada de esto hubiera ocurrido. - ¿Os conocisteis en un gimnasio? - pregunto Alex. - Si. Trabajo en un club en la City - explico Angie. Fue entonces cuando Alex se dio cuenta de que ya se habia sentido celosa de Angie con anterioridad. - Oh- fue todo lo que logro decir Alex. Recordaba claramente la noche y se pregu ntaba lo que diria Steph si supiera que ella tambien habia estado alli. - Lo siento - se excuso Angie-. No tenia intencion de molestarte. - No, no pasa nada - respondio Alex, aunque la mujer tuvo dificultades para ente nder el tono de su voz. - Solo fue sexo, Alex - explico Steph nerviosa. - Si. De verdad, eso fue todo... Las dos, Angie y Steph, se miraron la una a la otra preocupadas de que su sinceridad hubiera sido excesiva. Un camarero paso por alli y todas cogieron otra copa de la bandeja. Steph y Angie centraron su atencion en las bebidas mientras esperaban a que Alex cambi ara de humor. Lo ultimo que se imaginaban era que se pusiera a reir. - ¿Que pasa? - le pregunto Steph. - No se si debo deciros esto o no... - dijo Alex, todavia sin estar segura de si tenia que hacer de tripas corazon y decirles como habia acabado alli. - ¿Que? - intento convencerla Steph. Alex inspiro profundamente: - Yo estaba alli. - ¿Que tu estabas donde? - volvio a preguntar Steph. - Yo estaba en el club aquella noche - solto Alex entre una serie de risotadas p rovocadas por el alcohol. - ¿Como? ¿Cuando? ¿Que quieres decir? - pregunto Steph. - Quiero decir que estaba en la sala de vapor mientras vosotras os lo estabais m ontando.
- ¡No! - exclamo Angie. - Si - dijo Alex. - Quieres decir que nos estabas mirando - grito Steph, que aun estaba intentando que su mente aturdida por el alcohol siguiera la conversacion-. ¿Y como sucedio? ¿Q ue estabas haciendo alli? - Vale, vale. Las dos habeis sido sinceras conmigo, de modo que supongo que teng o que hacer lo mismo. Marsha me dijo que, por casualidad, te habia oido hablar c on Bev acerca de ir a un gimnasio la noche reservada a las mujeres, y yo sabia d onde estaba, asi que pense en acercarme por alli. Queria verte, supongo. Steph y Angie se quedaron mudas por unos instantes, horrorizadas. - Y yo que pensaba que me habia pasado yendo a hacer una falsa audicion para con seguir tu direccion - Steph deslizo el brazo alrededor de Alex, que no sabia si parecer avergonzada o sumarse a las risas. - Bueno, no creo que podamos negarlo, ¿verdad? - ¿Te gusto lo que viste? - pregunto Angie. No obstante, Alex no tuvo ocasion de contestar a la pregunta porque en aquel mom ento Marsha la toco en el codo. - Alex, he hecho algunas investigaciones... - anuncio Marsha antes de dirig ir su atencion hacia Angie-. Perdona, no me habia dado cuenta de que estabas acompanada. Me llamo Mar sha, ¿y tu? - Es nuestra amiga Angie - dijo Alex, que no sabia con que conversacion queria c ontinuar. - Encantada de conocerte. - Marsha dio un firme apreton a la mano de Angie. - Lo mismo digo - dijo Angie mientras se preguntaba quien podia ser Marsha. De t odos modos, se dejo llevar por las circunstancias. - Como iba diciendo - dijo Marsha, que al final consiguio apartar la mirada de A ngie-, he estado haciendo unas indagaciones para ti y me las he apanado para ten er una charla con Rachel. - ¿Rachel? - Steph se inquieto ante la mencion de su nombre, igual que le habia oc urrido a Alex la primera vez que Marsha lo habia mencionado. Alex puso a Steph al corriente de los sucesos que se habian desarrollado durante el dia hasta que Steph acabo con los ojos abiertos de par en par por la indignacion. - ¿Quereis que os deje solas para que podais hablar? - Angie, que tenia la sensaci on de que ya habia hecho bastante, no queria entrometerse aun mas. - No hace falta, de verdad - dijo Alex: aun no habia acabado con Angie. Urgio a Marsha a que les comunicara la informacion que habia obtenido. -... de manera que Quentin cree que todo marcha a las mil maravillas entre tu y el y ha invitado a la gente con la que ha estado negociando a la fiesta del vier nes para dar un empujoncito a la transaccion.
- Bueno, el viernes cada vez se esta poniendo mas interesante - dijo Steph. Alex noto la mirada que Steph le lanzo. Se estaba cociendo un plan y la inquietud de Alex fue en aumento . Marsha siguio hablando durante un rato acerca de Quentin y de la «pobre Rachel» sin decir nada nuevo, antes de que su atencion se viera distraida por otra cara boni ta que le hacia senas desde el otro lado de la sala. - ¡Joder! ¿Quien era? - pregunto Angie en cuanto Marsha se hubo ido. - Mi ex tutora y futura agente - explico Alex sucintamente. - Entiendo - dijo Angie, aunque en realidad no lo habia entendido. - ¿Os apetece otra copa? - pregunto Alex. - No deberia, pero si - dijo Angie antes de desaparecer para sumarse a la cola d e los lavabos. Steph fue a la barra con Alex. - Bueno, tu, diablillo - dijo Steph-, ¿como es que no me lo habias dicho antes? - Hace apenas unas horas que me he enterado gracias a Marsha. - No hablo de eso. Lo de que estabas en el gimnasio. - Bueno, todos tenernos nuestro limite en alguna parte. - ¿Ah si? - Lo intentamos - Alex la miro y supo que Steph no estaba en absoluto cerca de n ingun limite-. Angie parece maja -dijo intentando cambiar de tema. - Si, es muy maja. - Llego a sus manos una nueva copa y deambularon hacia la sal a-. ¿Sabes, Alex?, volver a encontrarme con Angie rae ha dado una idea. - ¿Que clase de idea? - No se si estara dispuesta, pero estaba pensando en que podriamos pedirle que e l viernes haga de senuelo para nosotras. Seguro que la gente esperara que Brett y tu os vayais juntos y, si ella esta de acuerdo en irse con el, nos daria liber tad a nosotras para hacer lo que queramos - explico Steph. - Ya te lo he dicho: el viernes, hacer cualquier cosa que no sea comer, beber, b ailar y puede que tomar algunas drogas blandas seria sencillamente escandaloso e insensato. - No puedo estar mas de acuerdo. - Ahora me estas poniendo nerviosa - dijo Alex riendo, aunque el modo en que su corazon se le habia disparado tenia poco que ver con los nervios. - Sabes que no voy a obligarte a hacer nada que no quieras. - Bien. Me alegro de que esto quede claro. ¿Y como vamos a convencer a Angie de qu e haga eso por nosotras? - Creo que puedo recordar que cuerdas tocar - Steph levanto la mirada y vio que
Angie estaba volviendo hacia ellas. Le tendio la bebida que habia estado sosten iendo. - ¿Que tienes pensado hacer el resto del dia, Angie? - pregunto Steph. - No gran cosa. - Estabamos pensando en ir a casa de Alex a comer algo y puede que salir mas tar de. ¿Por que no te vienes? - sugirio Steph. - ¿Por que no? Me parece bien. - Acabemonos las bebidas, pues - Alex vacio su copa y ayudo a Steph a recoger su s cosas. - ¿Estais seguras de que no molesto? - pregunto Angie. - En absoluto. Venga, cojamos un taxi.
18 Dime que estoy soñando
Cuando Angie se desperto a la manana siguiente, tardo un par de segundos en dars e cuenta de donde estaba. Sin embargo, la mujer contra la que se apretaba en la cama le resultaba mas familiar que el entorno. Fue el ver la cara de Steph cuand o esta se removio y giro lo que le desato en la mente un torbellino de imagenes de Angie, que describian los sucesos de la noche anterior. Se habia quedado a pa sar la noche en casa de Alex. Recordo que la habian arrastrado hasta la cama de Alex, despues de un contundente ataque al brandy de esta, mientras continuaban l a fiesta, y era evidente que Angie se habia quedado ahi. Se incorporo apoyandose en el codo para atisbar por encima del cuerpo inconsciente de Steph. Habia un h ueco en la almohada donde habia estado durmiendo una persona, pero el edredon es taba retirado. Alex se habia ido a trabajar. «Trabajar...», penso Angie. La palabra hizo sonar alguna alarma en su palpitante cabeza. El ritmico latido d e su cerebro se acompasaba a la perfeccion con la letra de «I have a dream» de Abba . Estaba a mitad de la segunda estrofa cuando recordo que habia algo sobre la idea de trabajar que la habia hecho sentir un poco intranquila. Miro a su alrededor, buscando en la habitacion algo que pudiera dar le una pista sobre que dia era, y se encontro con el reloj de Steph junto a ella en la cama. La informacion confirmo sus sospechas: ella tambien deberia estar t rabajando. Arrastrandose penosamente fuera de la cama fue localizando gradualmen te todas sus pertenencias basicas - la cartera, el telefono, las llaves- y se di rigio al salon para llamar y decir que estaba enferma. Cuando hablo con su jefe, ni siquiera tuvo que poner su «voz de enferma» para parecer convincente y, aunque no reconocio que sus dolencias eran totalmente autoinfligidas, la compasion que mostro su jefe significo que culpabilidad era la ultima cosa que ella sentia cuando se deslizo de nuevo en la cama junto a una Steph que res oplaba. - Steph, tia, estas roncando - le dijo Angie mientras intentaba hacerla girar ha cia el otro lado de la cama. - ¡Ah, vale! Lo siento - respondio dormida Steph y se movio hacia donde la empujab a Angie. Ésta se trago un par de analgesicos y, acercandose por detras al cuerpo d e Steph, la rodeo con un brazo y se volvio a dormir. - ¡Por Dios! Parece que vengas de la guerra - dijo Brett cuando Alex abrio la puer ta de su caravana y se dejo caer en el sofa. - Gracias. - Sera mejor que vayas a maquillaje, Alex. Creo que nos estan esperando. - Vengo de ahi.
- ¡Guau! Tiene que haber sido una noche sensacional. - ¡Creeme, lo ha sido! Lo ha sido. - Brett le tendio una taza de cafe solo y ella agradecio la cafeina -. Y tu, ¿que has estado haciendo? - ¡Bah! Ya sabes, un poco de todo. Nada demasiado interesante. Al menos, no lo que tu considerarias interesante. - Él se hundio en el sofa al lado de Alex y le puso mas cafe-. No puedo creer que sea nuestro ultimo dia juntas - dijo Brett con du lzura. A Alex la conmovio la emocion de su voz-. Voy a echarte mucho de menos, ¿sa bes? - Lo mismo digo - Alex le cogio la mano que el habia colocado sobre su muslo-. P ero no va a ser por mucho tiempo, ¿no? Quiero decir que tengo un monton de cosas q ue hacer cuando estemos en los Estados Unidos, o sea, que seguiremos alli con la fiesta. ¿De acuerdo? - Seguro. Sera un desmadre. Nueva Orleans te va a encantar y San Francisco es lo mas. - ¡No puedo esperar! - A Alex la idea de pasar tres meses en los Estados Unidos le parecia muy emocionante. Lo unico que le impedia dejarse llevar por el entusias mo era la idea de tener que dejar atras a Steph. - Vendras a la fiesta el viernes, ¿verdad? - le pregunto Brett. - ¡No me la perderia por nada! Es la noche en que por fin voy a sacar de mi vida d e una vez por todas a ese tipejo de Quentin de Fleur. - ¡Bien hecho! - hicieron chocar sus tazas y brindaron por la recientemente recobr ada libertad personal de Alex. A las diez les llamaron al plato para las primera s tomas. Diez horas mas tarde, los dos salian del plato y andaban hacia sus resp ectivos coches. - Entonces, nos vemos el viernes, preciosa - dijo Brett mientras le daba a Alex un abrazo de despedida. Alex se rio de su imitacion de Max en Hart y Hart y le dio un beso en la mejilla. -Si. No trabajes demasiado sin mi - bromeo ella mientras entraba en el coche. - ¿A casa, Alex? - le pregunto Tony, su chofer. - Si, por favor - dijo Alex, que llevaba todo el dia sonando con su cania. Steph y Angie no se habian movido del sofa de Alex salvo cuando habia hecho falt a mas Coca-Cola y mas analgesicos. Tanta era la inercia que incluso habian visto el cricket cuando lo retransmitieron por television, porque ninguna de las dos logro superar la pereza de ir a buscar el mando al otro lado de la habitacion. C uando Alex llego a casa se habian tragado practicamente toda la programacion del Channel 4 y estaban viendo un documental sobre la Revolucion Industrial, aunque era di ficil decir si estaban enfrascadas en el programa o simplemente catatonicas. Al ex respondio a sus peticiones de mas bebida y patatas fritas y las dejo caer en el suelo delante de ellas antes de hundirse en el sofa entre las dos. - ¿Has conseguido llegar hasta el final del dia? - le pregunto Steph mientras su n ecesitada novia se acercaba mas a ella. - Justo. - ¿Y ahora ya se ha acabado todo? -le pregunto Steph mientras se inclinaba a besar
la. - Si. Lo bueno era que hoy rodabamos la escena de despedida. Asi que no ha sido dificil parecer conmovedora y destrozada. Y vosotras dos, ¿que habeis hecho? - Dormir - dijo Steph. - Ver la tele - anadio Angie. - Bueno, como si estuvieras en tu casa. Es lo menos que puedo hacer por ti. - Gracias - dijo Angie titubeante. - Asi, ¿vas a venir el viernes? - le pregunto Alex. - ¿El viernes? - dijo Angie, que parecia un poco aturdida. Las canciones de Abba y el repiqueteo afortunadamente se le habian ido de la cabeza, pero su reconstr uccion de la noche anterior aun era bastante incompleta. Hubo una breve pausa mientras pensaba que debia hacer. Al final, se dio cuenta de que su unica opcio n era ser clara-. ¿Y exactamente que es lo que be accedido a hacer por vosotras? pregunto Angie vacilante.
Y ACOMPAÑANTE Desde la conversacion de Quentin con Alex en el espectaculo de licenciatura, las cosas se habian tranquilizado en la oficina de Fleur. Rachel contaba los dias q ue faltaban para la fiesta y para la renovada seguridad laboral que implicaba. A resultas de eso, seguia felizmente las instrucciones que de mala manera le grit aba Quentin para hacerlo todo, desde alquilar una limusina hasta recoger su ropa de la lavanderia. Cuando el telefono sono en el despacho, Marsha era la ultima persona a la que esperaba escuchar. - ¡Hombre! Hola, Marsha. ¿Que puedo hacer por ti? - le pregunto Rachel animadamente. - Querida, me preguntaba si estabas libre el viernes que viene. - ¿Este viernes? - repitio Rachel. Queria saber mas sobre lo que le proponian ante s de confesar que tenia un hueco en la agenda. - Dejame que te cuente. ¿Sabes la fiesta a la que va ir Quentin? Pues tengo una in vitacion para mi «y acompanante». He pensado que no era probable que Quentin te invi tara y se me ha ocurrido que podias querer aprovechar que mi «opcion a invitado» est a libre. - Eres muy amable, Marsha... - dijo Rachel, que se debatia entre un fuerte deseo de ir a la fiesta y un deseo igualmente fuerte de no darle falsas esperanzas a Marsha. - Tambien he pensado que era una buena ocasion para hacerte una proposicion de n egocios - siguio Marsha, que se habia dado cuenta de que Rachel podia tener la sensacion de que l e pedia una cita. - ¿Una proposicion de negocios? - La repeticion era obviamente la unica tactica di latoria con la que contaba Rachel. - Si. No quiero hablarte de ello ahora. Lo unico que te dire de momento es que
creo que vas a encontrar mi oferta bastante atractiva. - ¿De verdad? - Entonces, ¿vendras? - Digamos que todo me parece demasiado misterioso como para negarme. Quedaron de acuerdo en la hora y el sitio en que se encontrarian y colgaron. Ra chel estaba en su propio mundo de fantasias cuando, de repente, se dio cuenta de que Quentin estaba pegandole gritos desde su despacho. Cogio su bloc de not as y fue a ver que era lo que queria. - Muy bien. Esto es lo que va a pasar el viernes - dijo Quentin bruscamente mien tras se enjugaba las gotas de sudor de la frente-. Cuando este en el restaurante con los de la empresa publicitaria y sus clientes, lo primero es que te asegu res de que tienen todo lo que quieren, despues, sales y me llamas al movil. - ¿Que? - Vas a fingir que eres alguien que tambien esta interesada en Alex. - ¿Por que...? - Mira, Rachel - la corto Quentin-, no tienes que entender el porque, carino, so lo tienes que hacer la llamada, ¿entendido? - Pero... - Estoy intentando hacer negocios, nena, o sea, que deja de hacerme preguntas es tupidas. - Estoy intentando decirle que no podre hacerlo porque tambien me han invitado a la fiesta. - ¿A ti? - dijo Quentin con incredulidad-. ¿Y quien te ha invitado? Steph se habia pasado lo que quedaba de semana estando todo el tiempo que podia con Alex, haciendo las compras y los preparativos de su viaje, pero habia decidi do que los dias que faltaban hasta la fiesta no se quedaria a dormir con ella. Las dos intentaban estar sonrientes y de buen humor, pero en el fondo de las mentes de ambas yacia el hecho de que iban a pasa r los proximos tres meses separadas. Steph sentia que la manera mas fiable de ha cer que Alex la recordara era retrocediendo a lo que las habia unido en primer l ugar. Sabia que Alex era tan atrevida como ella misma, pero incitarla a perder e l control en una ocasion tan importante era su maximo desafio. Una parte del pla n era asegurarse de que Alex, a final de semana, estaba tan caliente como un vol can, y aquello significaba un monton de provocacion y charla, pero nada de tocar se. Y de ahi el repentino deseo de Steph de reencontrarse con su piso en Finsbur y Park. Estaban de pie en la esquina de las calles Bond y Oxford» cargadas de cosas cuando Alex empezo a buscar un taxi. - ¿Te apetece cenar comida japonesa esta noche, para variar? - le pregun to Alex mientras escudrinaba la calle en busca de un taxi con la luz de libre encendida. - De hecho, creo que me voy a ir a casa, Alex. - Lo que mas deseaba era pasarse todo el dia y la noche con Alex, asi que eso fue una de las cosas que mas le cos
to decir, pero, de algun modo, Steph se obligo a pronunciar las palabras. - ¿Otra vez? - Alex estaba confundida por el comportamiento de Steph e interrumpio su busqueda de taxi para intentar descubrir lo que ocurria-. Pero, carino, me v oy dentro de un par de dias. ¿Por que no quieres estar conmigo? - Es que he pensado que seria bonito que manana aparecieramos en la fiesta cada una por su lado. Ya sabes, seria como una cita de verdad - explico Steph-. Seria un poco como la primera vez. Alex se acerco a Steph. - Bueno, asi que una velada con Bev te parece mejor que sushi y sexo conmigo. Te echo de menos, Steph... - La voz de Alex se apago. Todo empezaba a cobrar senti do y ella movio la cabeza, mientras se reia del plan de Steph-. ¡Y yo que me creia que te estabas poniendo romantica! Estas absolutamente decidida, ¿no? Steph le devolvio la sonrisa. - No estoy acostumbrada a quedarme sin lo que quiero. - Bueno. Parece que esta noche yo no voy a tener lo que quiero, de manera que su pongo que tendre que esperar a ver lo que pasa manana, ¿no? Steph beso a Alex con suavidad. Los dos besos aterrizaron medio en la boca, medi o en la mejilla. Con el pulgar, le borro un resto de pintalabios de la cara y de saparecio entre la multitud de compradores, dejando a Alex excitada y frustrada.
19 Quién es quien
A Steph no se le habia ocurrido que fuera a haber tanta gente esperando frente a la entrada del almacen a orillas del rio donde tenia lugar la fiesta, y se quedo un poco desconcertada por la multitud a traves de la que tuvo que abrirse paso a empujones hasta llega r al area acordonada que llevaba a la puerta. Durante el dia Alex y ella se habi an estado enviado mensajes de texto y quedaron en encontrarse en el bar de la pl anta baja a las 20.30. Marsha, Angie y Mel, la novia de Angie, iban a reunirse c on ellas justo antes de su encuentro con Quentin a las 21.00. Pero antes tenian que encontrar una habitacion apropiada en la que encargarse del asunto central d e aquella noche. Era una noche calida y Steph no tenia nada de frio cuando mostro su invitacion a l fornido hombre con traje y auricular que vigilaba la entrada. Mientras el la sola recorria el camino hacia el interior del edificio, cientos de ojos s e giraron para mirarla y rapidamente se volvieron a girar en cuanto computaron s u estatus de «no famosa». La sala a la que entro ya estaba atestada y avanzo penosam ente por entre el glamour hacia el bar. El camarero le sirvio un potente vodka con lima y soda y ella aprovecho la oportunidad de aprender de la cla se magistral de «famoseo» que se impartia justo delante de ella. Steph estaba maravi llada de que todo el mundo fuera capaz de mantener algo parecido a una conver sacion normal con alguien al tiempo que se las arreglaba para posar ante las cam aras. Los fotografos que habian dejado entrar eran tan expertos en sacar fot
os discretamente como lo eran las estrellas en dejarse fotografiar. El estudio de Steph sobre la funcion de la fama en la sociedad actu al se vio violentamente interrumpido por un repentino revuelo en la multitud que habia fuera. Intrigados por aquella invasion del mundo exterior, todos mirar on a su alrededor y esperaron a descubrir que estaba provocando el gran albor oto externo. Pasaron unos pocos segundos y, despues de que la multitud es tallara de nuevo en ovaciones, Brett y Alex aparecieron en la puerta. La visio n de Alex enmarcada en la luz de la entrada hizo que Steph se quedara sin alient o. No podia relacionar la imagen de aquella deslumbrante mujer que estaba en el umbral al lado de Brett con la de la persona que conocia. Tampoco podia creer se que, aunque Alex se viera inmediatamente rodeada de gente, fuese a Steph a qu ien intentara reconocer entre la multitud. Al fin, Alex localizo a Steph y, dese mbarazandose del grupo que les habia rodeado a ella y a Brett, se acerco a ella , la beso en ambas mejillas y le cogio la mano. - ¿Estas bien? - le pregunto Alex, algo preocupada por la cara seria de Steph. - Si, claro que estoy bien - contesto, logrando por fin encontrar palabras-. A un no he logrado recuperarme de lo guapa que estas. - Ídem - dijo Alex. Steph le paso el brazo por detras, para dejar el vaso vacio en la barra. La combinacion del perfume de Steph y la proximidad de los pechos de su amante en el top escotado que llevaba envio una primera oleada de deseo que r ecorrio el cuerpo de Alex-. Te he echado de menos, Steph. - Puede que aquellas f ueran las palabras de Alex, pero, por la mirada en los ojos de su companera, Ste ph sabia que Alex ya habia empezado a hacerle el amor mentalmente. - Bien. - Se quedaron alli en silencio durante unos momentos y disfrutaron del c hampan que habian puesto en la barra justo frente a ellas. Steph miro como Alex se llevaba la copa a los labios y vio como el palido liquido desaparecia entre s us labios humedos y ligeramente abiertos. Alex le sostuvo la mirada con sus ojos azul profundo. El modo en que Alex sostenia la copa, el ligero movimiento de su garganta cuando se tragaba el champan, el modo en que se pasaba los dedos por l os labios para secarse el rocio de las burbujas... todo en ella era sensual. Ste ph tambien la habia echado de menos y sentia que su cuerpo empezaba a responder. A pesar de que Steph no queria romper la magia del momento, sabia que habia cos as que hacer-. Tenemos una reunion que organizar - dijo con suavidad. - Lo se. - Bueno, quedarnos aqui plantadas mirandonos a los ojos no es exactamente hacer el trabajo, ¿no? - No. - Pues, ¿vamos a explorar? - Vamos. Se las arreglaron para encontrar una habitacion en uno de los pisos superiores. Era un estudio de danza y no habia nadie trabajando alli aquella noche, lo que s ignificaba que era perfecto para la reunion con Quentin que habian planeado. Vol vieron al bar y llegaron justo a tiempo para encontrarse con Marsha y Angie. Estaban todavia en los saludos cuando Brett se infiltro en el grupo. Pasa ndo el brazo sobre el hombro de Alex declaro: - Teneis que librarme de esto... - Sus palabras se interrumpieron cuando se v io rodeado por la aparicion repentina de los disparos y los flashes de los fotografos. Mientras Br ett se escabullia del grupo e intentaba desaparecer entre la multitud por un lad
o de Alex, un guardia de seguridad aparecio por el otro y echo de alli a los imp ertinentes fotografos. Era algo relacionado con tener la identificacion del col or equivocado. - ¿Aquella no es Rachel? - Alex ahogo un grito al descubrir a la ayudante de Quent in avanzando directa hacia ellas-. Debe de haber venido con Quentin. - Asustada, Alex le busco en la sala. - No pasa nada, Alex. Ha venido conmigo - salio Marsha. - ¿Contigo? - dijeron a coro Steph y Alex sorprendidas. - Si. Lo sentia por ella y tengo que proponerle un asuntillo de negocios, despue s de que acabemos con este desagradable tema de Quentin. - ¿Ah si? - se burlo Alex-. ¿Y que clase de asuntillo es? - Tambien es una sorpresa para ti, la verdad. Te lo dire en cuanto haya tenido l a oportunidad de hablar con Rachel - dijo Marsha cautelosamente. - Que enigmatico - dijo Alex y se giro para dar la bienvenida a Rachel al grupo. - Hola, Alex. Tienes un aspecto fantastico - la arrullo Rachel con admiracion-. ¿E s tu hermana? - Rachel estaba mirando a Angie. - No, solo una amiga. - ¡Guau! Pues se te parece muchisimo. - Si, es lo que dice todo el mundo. Steph miro el reloj. Eran las nueve menos cuarto y ya casi era hora de encontrar se con Quentin. Se giro hacia Angie y le pregunto: - ¿Donde esta tu novia? - Acaba de ir al lavabo. - Esta noche no hace mas que cambiarle el agua al canario. - No es que haya bebido demasiado, es que esta un poco nerviosa. - Sea lo que sea, lo que es evidente es que esta loca por ti. Mel estaba volviendo al grupo y no le preocupaba en absoluto intentar disimular el deseo que sentia por su amante. Angie bajo la voz y le susurro a Steph al oido: - Para serte sincera, Steph, es absolutamente increible. De verdad. - Te creo - respondio Steph y se rio del tono serio de la voz de Angie. La nueva diosa sexual de Angie ya habia logrado abrirse camino hasta ellas y Steph aprecio lo que Angie e staba diciendo. En el mismo tono de voz, Angie le dijo a Steph: - No logramos apartar nuestras manos la una de la otra. Llevamos viendonos una s emana y todavia no se ni donde vive.
- Conozco esa sensacion, colega. - Se callaron y pensaron en sus relaciones dura nte un momento antes de que Steph continuara-. Angie, ahora tenemos que ir arrib a para esa reunion. ¿Estareis bien si os dejamos solas durante un momento? - Hey, tengo el vaso lleno y mi nena acaba de volver del lavabo. Voy a estar de maravilla. Steph se giro hacia Marsha y, mientras la separaba de Rachel, le dijo : - Creo que tenemos que empezar a movernos. ¿Que vas a hacer con Rachel? No puede e nterarse de lo que esta ocurriendo. - Alex dijo que yo deberia presentarsela a Brett. Creo que eso la mantendra dist raida durante unos minutos, por lo menos. ¿Esta bien asi, querida? - Perfecto. - Steph le explico a Marsha donde estaba la habitacion, dejo una not a al encargado de la puerta para que se la diera a Quentin cuando llegara y llev o a Alex escaleras arriba al estudio de baile que habian requisado. La habitacio n estaba iluminada unicamente por la luz del sol poniente que entraba a traves d e los enormes ventanales abiertos de estilo almacen. El aire que llegaba desde e l rio todavia era calido. Se acercaron y disfrutaron de la vista mientras espera ban a Marsha. Toda la City y el East End se extendian frente a ellas. Alex rodeo a Steph con sus brazos y la atrajo hacia si. Le paso las manos sobre los hombro s desnudos y sobre la tela que cubria sus pechos. - Es un poco como la primera vez que nos encontramos, ¿no crees? - le dijo, mientr as le seguia pasando las manos sobre el cuerpo. - ¿Te refieres a estar las dos solas en un estudio? - Si. - Las manos de Alex estaban sobre el culo de Steph. Ésta separo un poco las piernas para que pudiera meter un muslo entre ellas. - Nunca olvidare aquel dia, Alex. - La presion de la pierna de Alex sobre su con o fue bienvenida y, al ver la mirada en la cara de su amante, Alex apreto con ma s fuerza. - Yo tampoco. - No pensaba que quisieras hacer esto - dijo Steph un poco desconcertada por los avances de Alex. - Nunca dejo de querer hacerlo... Ademas, creo que aqui estamos bastante seguras -respondio Alex mientras seguia empujando su muslo contra la entrepierna de Ste ph. Steph suspiro de placer y, separando a su amante de su cuerpo por un momento, le subio el vestido lentamente. A Steph le sorprendio descubrir que, por una ve z, Alex llevaba bragas. Eran muy finas, negras y tremendamente sexy. Steph apa rto la tela y le deslizo un dedo dentro de su cono empapado. Alex ahogo un grit o al sentir el dedo de Steph entrando y saliendo de su vagina. La ropa interior de su companera le molestaba, asi que Steph, con delicadeza, le bajo l as bragas y espero a que Alex saliera de ellas. La vision de Alex con el vestido arremangado por encima de las caderas y con el interior de los muslos brillante por sus fluidos era extraordinariamente excitante. Steph guio la mano de su ama nte hacia su propio sexo y, a pesar de que habia un par de capas de tela entre s u clitoris, tan erecto que le dolia, y la mano de Alex, se corrio casi inmediata mente. Las ultimas oleadas de orgasmo de Steph acababan de desaparecer cuando o yeron un ruido al otro lado de la puerta. Alex se bajo el vestido y Steph, de un a patada, lanzo las bragas por la ventana abierta segundos antes de que Marsha e ntrara al estudio.
- ¿Estas bien, querida? Pareces bastante ausente. - Marsha hablaba con Ale x, quien, hay que admitirlo, no se sentia centrada en absoluto. La ultima cosa en la que pensaba era en hablar con Quentin y vio que se le presentaba una magn ifica oportunidad de pasarle a otro la pelota. - Si te he de decir la verdad, todo esto me resulta un poco traumatico - dijo Al ex temblorosa-. No puedo soportar la idea de ver a Quentin. - Alex dejo caer la cabeza y espero a que Marsha picara el anzuelo. - ¿Por que no os vais las dos abajo a divertiros y dejais que yo me encargue de la s cosas aqui arriba? No hizo falta que se lo repitiera. Alex y Steph salieron pr acticamente corriendo de la habitacion. Sola en el estudio, Marsha se dio cuenta de que se habia dejado el bolso abajo. Miro el reloj. Si se daba prisa, tenia tiempo de bajar corriendo y cogerlo antes de que Quentin llegara.
TIMBRES DE ALARMA El champan le habia dado a Mel muchas ganas de divertirse y Angie no tenia ningu na intencion de rechazarla. - He oido que Steph decia algo de unas habitaciones arriba que no iban a utiliza r. ¿Por que no vamos alli? - sugirio Mel, que, para entonces, ya se sentia totalme nte indomable. - Parece una buena idea. Marsha bajaba en el ascensor mientras Angie y Mel corrian escaleras arriba. Por suerte, el bolso de Marsha estaba donde lo habia dejado en el bar. Comprobo que todo seguia dentro y empezo a luchar por abrirse el camino de vuelta entre la mu ltitud cuando noto una mano en su hombro. - ¡Marsha! Marsha se giro. Era Rachel, el tipo de persona que menos necesitas que te acorra le cuando tienes prisa. Quentin estaba en buena forma. Le rodeaba gente que queria algo que el tenia, y ese era la clase de poder que mas le gustaba. Estaba tan satisfecho de si mismo cuando salio del restaurante con su grupo de ejecutivos publicistas y con el par de personas que representaban a su cliente q ue no se dio cuenta de como se avergonzaron cuando aparco la enorme limusina bl anca que el habia dispuesto para que les llevara a la fiesta al sur de Lo ndres. Mientras tanto, sirvio champan y mantuvo conversaciones telefonica s fingidas con Sabrina - a quien le habia tocado la pajita mas corta y se habia tenido que quedar en el despacho- y balbuceo y alardeo a lo largo de todo el t rayecto. Tampoco llego a darse cuenta de que la unica persona a quien estaba imp resionando era el mismo. - Y ya sabeis que Alexandra acaba de empezar una relacion con Brett Torento, ¿ve rdad? - dijo Quentin a la desafortunada persona que estaba sentada a su lado en el coche. - De modo que los rumores son ciertos, ¿no? - contesto educadamente el ejecutivo. - Totalmente. No hay mas que verlos juntos para darse cuenta de que estan muy en amorados.
- ¿De verdad? - Ella se pasa el rato hablando de el, ¿saben? Es muy tierno, pero ya la he advert ido, por supuesto, del riesgo de que las cosas vayan en serio demasiado pronto. Mel lo habia intentado con varias puertas antes de encontrar abierta la del estu dio de danza. - Joder, tia. Esto es genial - dijo Mel mientras se acercaba a la ventana donde Steph y Alex habian estado hacia apenas unos minutos. - No creo que hayamos subido aqui arriba solo para admirar la vista - dijo Angie mientras apartaba a Mel de la ventana y la llevaba al suelo. Mel beso a Angie violentamente mientras le arrancaba la camiseta para llegar a las tetas. Los dientes chocaron y las narices se encontraron cuando las dos mujeres intentaron meter la lengua lo mas dentro posible en la boca de la otra. Rodaron por el sue lo tirando de las ropas, que se habian convertido en un obstaculo para su objeti vo. Acababan de dar las nueve en punto cuando la limusina dejo a Quentin frente al e dificio del almacen. Agito sus invitaciones ante el encargado de la puerta e irr umpio en la sala. Esperaba que Alex estuviera alli, con el contrato en la mano, y se desinflo un poco al ver que no habia ninguna fiesta de bienvenida. - ¿Por que no vais a por alguna bebida mientras yo averiguo donde esta Alexandra? - dijo Quentin a su grupo. Ellos, alegremente, hicieron lo que les decia, pero e mpezaban a aparecer fisuras en la fachada de Quentin. No podria relajarse hasta que tuviera en la mano el contrato firmado por Alex. Quentin fue a subirse a las escaleras para tener una mejor vista y escudrino la sala. - Disculpe, senor, ¿es usted Mr. de Fleur? - Quentin se giro para ver a la persona que se lo preguntaba y asintio-. En ese caso, esto es para usted. -La mujer le tendio a Quentin la nota de Alex. Éste la leyo rapidamente y, tranquilizado por su contenido, sintio que el ritmo de su corazon disminuia un poco. Hizo senas a su grupo, que estaba en el bar. - Venga, gente - dijo uno de los del grupo que habia visto a su anfitrion hacien do senas en direccion a ellos-. Creo que tenemos que seguirle escaleras arriba. - Con las bebidas en la mano, todos subieron en tropel tras el por las escaleras . Quentin llego al final de las escaleras justo al mismo tiempo que Alex y Steph d esaparecian por la esquina al fondo del pasillo. Habian intentado abrir las puer tas de varios de los otros estudios, pero todas estaban cerradas con llave. - Esto es insoportable, Steph. Ha de haber algun sitio al que podamos ir - dijo Alex con urgencia-. ¿Que te parece ahi? - ¿La salida de emergencias? - ¿Por que no? A ver adonde nos lleva. - Tu primero - dijo Steph. Espero mientras Alex forzaba la puerta. Abajo, en el cuarto de advertencia en diera cuenta, pero e incendios. Lo mas
de los vigilantes de seguridad, se encendio una lucecita un monitor. Paso un par de minutos antes de que el hombre se cuando lo hizo, le dio un vuelco el corazon. Era la alarma d probable era que la hubiera activado un error del sistema, p
ero no le quedaba otra alternativa que evacuar el edificio. Levantandose de su a siento con gran esfuerzo fue a informar a sus superiores. Cuando Quentin llego al estudio estaba sudando profusamente a causa de los nervi os y del esfuerzo. Sin molestarse en llamar a la puerta, forzo una sonrisa e irr umpio en la habitacion. Durante un segundo no pudo hablar, ni tan siquiera respi rar, pero en cuanto recupero la palabra fue despiadado. - ¿Que cono te crees que estas haciendo? Teniamos un acuerdo, estupida bollera de mierda. Me he estado rompiendo la espalda por ti y ¿asi es como me lo agradeces? ¡Bu eno, pues ahora si que lo has jodido todo! - despotrico mientras Angie y Mel se daban cuenta, de golpe, de que tenian compania-. ¡Como te atreves a montarme este numero, Dechy, imbecil! ¡Ponte algo encima, por el amor de Dios! Y haz que se vaya esta puta. -Dio una patada al monton de ropa que estaba a sus pies hacia la mujer que el creia que era Alex mientras su «gente» se h abia quedado en el umbral horrorizada y avergonzada por su comportamiento-. ¡Ya te ensenare a humillarme! ¿Como he podido creer que alguien como Brett estaba intere sado en una comeconos como tu? Bueno, deja que te diga algo, Dechy. Voy a encarg arme de que nunca vuelvas a trabajar. ¿Como te atreves a joderme, estupida? - ¿Que diablos esta pasando? - exclamo Marsha, que acababa de entrar en escena jus to a tiempo de escuchar el final de la diatriba de Quentin-. ¿Angie?, ¿Mel? ¿Que estai s haciendo aqui? - Por una vez en la vida, Marsha se habia topado con una situac ion que era mas extrana de lo que podia asumir, y no se le ocurrio una pregunta mas adecuada. Angie y Mel habian estado contemplando a Quentin como si fuera una especie de chiflado y cuando se callo, estallaron en carcajadas, sin ningun tip o de vergüenza porque las hubieran pillado a medio polvo. - Se cree que soy Alex - barboteo Angie mientras senalaba a Quentin y seguia rie ndose. - Y por todos los santos, ¿usted que cree que esta haciendo? - le pregunto Marsha a Quentin tranquilamente. Quentin se giro para ver las caras de perplejidad de su publico. - Yo pensaba... Yo creia... - Cayo de rodillas, escondio la cabeza entre las man os y empezo a sollozar. - Ya veo lo que creia. Dejeme que le presente a unas conocidas mias: Angie, Mel, este es el ex agente de Alexandra Dechy. - Quentin dejo escapar un gemido un po co mas fuerte cuando escucho la palabra «ex agente». Marsha se volvio hacia los invitados de Quentin-. Y ustedes deben de se r de la empresa que esta interesada en trabajar con Alexandra. - La delegacion, un tanto estupefacta, asintio al unisono -. Encantada de conocerles. Me llamo Marsha y, de ahora en adelante, me encargo de los asuntos de Alexandra. Quiza quieran acompanarme abajo y explicarme el tip o de campana publicitaria en la que les gustaria que participara mi cliente... Marsha guio a los ejecutivos fuera del estudio y dejo a Angie, Mel y Quentin retorciendose en el suelo en diversos estadios de histeria.
EXPOSICIÓN La escalera de incendios a la que daba la puerta abierta era metalica, de las an tiguas, y el unico lugar al que llevaba era la acera del callejon de abajo. Haci a bastante rato que daban vueltas sin decidirse y Steph estaba a punto de ab
andonar la idea cuando Alex la cogio de la mano y tomo una decision a utoritaria. Atrajo a Steph hacia ella y la beso apasionadamente. - ¿Quieres hacerlo aqui? - le pregunto Steph. - Es un callejon desierto, por el amor de Dios. Nadie nos vera. Steph miro alrededor. La verdad es que era muy tranquilo y estaba segura de que no haria falta estar alli fuera demasiado rato. Mientras Steph se adelantaba para besar a su amante, ninguna de las dos mujeres se dio cuenta de que el b um-bum distante de la musica que habia estado sonando en el piso de abajo habia enmudecido. - Comeme, Steph. Quiero sentir tu lengua en mi cono - dijo Alex suavemente a su amante al oido-. No puedo esperar mas. - Parece que hemos recorrido todo un ciclo - dijo Steph. Aquellas habian sido e xactamente las mismas palabras que Alex le dijo en el estudio de teatro hacia t iempo. Steph no fue capaz de resistirse entonces y no iba a serlo ahora. Le leva nto el vestido por segunda vez aquella noche y se le arrodillo entre las piernas abiertas. Alex se apoyo en los rieles metalicos y espero a sentir la lengua de Steph en su clitoris. Ésta lamio los fluidos de Alex del interior de sus muslos y luego le introdujo la lengua dentro de la vagina. Alex ahogo un grito de placer y empujo la pelvis mas cerca de la ansiosa boca de Steph, quien recorrio el cami no hacia el clitoris y lo lamio, lo mordisqueo y lo agito con la lengua. Alex ge mia en voz alta mientras Steph seguia bebiendo los fluidos que manaban del corto de su amante. Alex sentia como su orgasmo crecia en lo mas profundo de su ser. Disfrutaba por adelantado de aquel delicioso momento en que dejaba de control ar su cuerpo para que fuera su cuerpo quien la controlara a ella. Se estaba acercando al punto sin retorno cuando un estridente timbrazo rompio la q uietud de la noche. - No pares - dijo Alex. Bajo ellas, se abrieron las puertas de la planta baja y la gente salio en tropel a la calle justo en el momento en que Alex renuncio al poder de negarse el climax. No obstante, Alex no habia contado con encontrarse con cientos de ojos y practicamente el mismo numero de camaras apuntandola mientras el orgasmo estallaba en su interior.
20 Gracias por Rachel
Alex no sabia si sentirse liberada o angustiada por los sucesos de la noche ante rior. Steph se sentia culpable y Marsha seguia siendo Marsha. Steph y Alex estaban sentadas en la cocina de Marsha tomando cafe cuando ella vo lvio con una pila de periodicos y los dejo caer en la mesa. - Parece que habeis provocado bastante revuelo, queridas - dijo con una sonrisa ironica, y coloco frente a sus invitadas un par de las primeras planas preferida s. Steph miro una y ahogo un grito: - ¡Dios! Mira que pelos llevo - bromeo. - Umm. Al menos, ahora ya no tendre que soltar a mis padres el terrible discurso de «Papa, mama: soy lesbiana». - Bueno, yo creo que, de hecho, esas fotografias son bastante buenas - intervino Marsha. - ¡Oh! Venga, Marsha. Sabes que despues de esto no voy a volver a encontrar trabaj o, y en lo que respecta al contrato de los cosmeticos... - Lo que llega facilmente, facilmente... - ¡Justamente! - Alex corto a Steph. No le iban a permitir salirse con la suya y s er mas frivola de lo que ya habia sido. Alex estaba impresionada por la calma co n la que Marsha llevaba aquel asunto-. ¿Ni siquiera estas un poco preocupada por e sto? - Alex, carino, darle vueltas no nos va a llevar a ninguna parte. Ahora escuchad lo que tengo que deciros, y luego podeis hacer preguntas, si quereis. Anoc he no tuve oportunidad de hablaros de mis planes, asi que os los expondre aho ra. Alex y Steph se acomodaron en sus sillas y esperaron a ver como Marsha intentaba sacar algo bueno de lo que parecia una situacion en la que todos perdian. - Mientras vosotras dos estabais ocupadas en vuestros menesteres anoche, me tom e la libertad de contratar a Rachel para que me ayude en mi nueva aventura profe sional como agente. Ahora, Steph, me preguntaba si te plantearias la posibilidad de que yo fuera tu agente. Te he visto trabajar y creo que tienes un gran poten cial pero, por supuesto, antes debes pensartelo. No pretendo que respondas inmed
iatamente, de manera que... - No me hace falta pensarmelo, Marsha. Me encantaria que te hicieras cargo de mi . Seria perfecto. - Steph no podia creerse que tuviera tanta suerte. Habia sido una idiota y una inconsciente y aun asi Marsha la queria como cliente. No lo ent endia, pero decidio lanzarse, de todos modos. - ¿Estas segura de que no quieres consultarlo con la almohada? - No. En lo que a mi respecta, no hay nada que pensar. - Steph sonrio a Alex, qu ien apreto la mano de su amante para darle apoyo. - Perfecto. - Marsha alcanzo la bolsa de mano que tenia illetes de avion. Lanzo sobre la mesa uno a Steph, otro tro. Steph miro el billete que habia dentro del sobre y x. Se quedo sin palabras cuando vio que las fechas eran
a los pies y saco tres b a Alex, y se quedo con o lo comparo con el de Ale identicas.
- Estaba deseando que me dijeras esto, porque nos vamos todas a America a hacer fotos para un libro. - ¿Un libro? - repitio Alex. - Teneis que darle las gracias a Rachel por sacaros de este pequeno lio en el que os metisteis vosotras solas. - Marsha, explicate, por favor. - A Alex le estaba exasperando que Mar sha controlara la dosificacion de la informacion. - Anoche, Rachel se quedo con la gente de la empresa de cosmeticos cuando la ala rma se disparo y vosotras desnudasteis vuestras almas y muchisimo mas al mundo. Dios sabe como se le ocurrio eso, pero les dijo que vuestra presencia en la esca lera de incendios era una escena que llevabamos preparando desde hacia semanas y que las fotos las tomaban como parte de un libro en el que estais trabajando. Rachel me dijo que les explico que era una especie de replica del siglo veintiun o al libro Sex de Madonna. Esto a mi no me dice nada, pero parece que a ellos le s encanto la idea. - Steph y Alex se miraron la una a la otra para ver si la otr a estaba siguiendo lo que explicaba Marsha. Sin embargo, Marsha continuo a pesar de sus caras de desconcierto-. Parece que creyeron que era «atrevido» y «urbano». Creo que estas son las palabras que dice Rachel que utilizaron y es justo el tipo de imagen que estaban buscando para su campana. - Me estas tomando el pelo - dijo Alex, riendo. - Te juro que no, Alex. - Esta vez, Marsha saco una libreta y una estilografica de la bolsa y la abrio por una pagina en blanco. - Bueno, queridas, creo que sera mejor que juntemos nuestras cabezas. Segun mis calculos, tenemos setenta y dos horas para conseguir el concepto de un libro.
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