Díaz - Sociologías de La Situación

August 23, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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SOCIOLOGÍ S DE SITU CIÓN

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Erving GOFFMAN Harvey SACKS Aaron CICOUREL Melvin POLLNER

SOCIOLOGÍ S DE L SITU CIÓN Edición traducción e introducción realizadas por Félix Díaz

L S EDICIONES

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 Genealogía del Poder Colección dirigida por:

Julia Va Vare re/a /a y Fernand o Álvarez Uría Diseño de cubierta: Roberto Turégano

Dibujo

de

la portada: Máscaras chinas

de

papel

H a r v e ~ ~

GOFFMAN Erving. SACKS, CICOUREL Aaron. POLLNER Melvin.

Madrid: La Piqueta, 2000 l Título 11 Serie 172 Pág. (Ensayo) nº 32

ÍNDI E

Introducción ERVING

GOFFMAN: Rubor

HARVEY S HARVEY

~ © Erving Goffman, Harvey Sacks, Aaron Cicourel, Melvin Pollner © Ediciones de La Piqueta ©De la presente edición: Ediciones Endymion c/ Marqués de Santa Ana, 4 28004 Madrid ISBN: 84-7731-359-8 Depósito Legal: M-41249-2000 Impreso en: Gráficas Pinares c/ Buen Gobernador, 24 28027 Madrid

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C K S ~

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organización social . . . . . . .

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La máquina de hacer inferencias . . . . . .

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SACKS: Sobre muestreo

subjetividad........

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CICOUREL: Algunas cuestiones d dee teoría y

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método

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MELVIN

POLLNER: El razonamiento mundano

ERVING

GOFFMAN: Microsociología e

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historia

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INTRODUCCIÓN LA UBICUA RELEVANCIA DE LOS CONTEX CONTEXTOS TOS PRESENCIALES

Félix Díaz* No quiero escribir definiciones definiciones;; y no quiero consultar a autoridades. En cambio cambio quiero encont encontrar rar un grupo de trabajo trabajo en algún lugar tal vez en Los Ángeles Ángeles que como part e de su trabajo diario y porque lo conocen como trabajo ddiar iario io sea capaz de enseñarme de qué estaría hablando y al referirme a lo que ellos conocen como trabajo diario.

Harvey Sacks citado por Garfinkel y Wieder, Wieder, 1992: 185)

Esta colección de artículos reúne aportaciones de cuatro soció logos norteamericanos cuya capacidad analítica y crítica ha ins pirado a varias generaciones, y que aún hoy siguen provocando renovaciones y revoluciones en nuestras maneras de hacer hace r cien cia social. Estos académicos plantearon serios, profundos y La traducción y publicación en castellano de estos trabajos ha sido posible gracias a las autorizaciones concedidas por Aaron Cicourel, Emmanuel Schegloff, University o Chicago Press y Sage Publications. Agradezco también a Femando Álvarez-Uría su media ción, asesoramiento y apoyo en el proceso de preparación de esta

colección.

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rigurosos desafios a la sociología que desde los años cincuenta se configura como una empresa positivista sólida, sistemática y totalitaria. Entre 1950 y 1980, los replanteamientos contextualistas y etnometodológicos que reclamaban la consideración de los entornos inmediatos de la interacción social se expandieron por Estados Unidos y por Europa, haciénd0se oír progresivamente y demostrando con tesón y con paciencia su ineludible relevancia. Estos planteamientos se hacen más incómodos para las ciencias sociales convencionales en tanto que no se limitan a reclamar un espacio de interés, una provincia en el campo. Aparte de reivindicar un ámbito de estudio particular, algunos de estos autores sostienen que los los asuntos sistemasque locales de relevancias y normas afectan a todos preocupan a las ciencias sociales. Así, estos enfoques resultan necesariamente molestos para quienes, acomodados en la teorización prescriptiva o en la acumulación de datos de cuestionario, quisieran relegar los estudios contextualistas a la sección de anécdotas anécd otas o a la de sucesos . Si los fenómenos sociales son constitutivamente inseparables de los entornos e interacción en que se producen, lo serán aquí, allí, en todos lados. Esto se puede ignorar, y a menudo se ignora, pero para el académico que analiza el orden social es irresponsable ignorarlo. Al editar una recopilación de algunas de las contribuciones fundacionales fundacion ales en estas est as reivindicaciones, mi intención no es ofrecer materiales anecdóticos e interesantes a una audiencia aburrida y agotada de leer alegatos generalistas y descripciones estadísticas. Más bien, se trataría de incorporar estas contribuciones a nuestras reflexiones sobre el orden social y las maneras legítimas de abordarlo. En consonancia con ello, los textos escogidos están como atravesados por reflexiones y epistemológicas, no podría ser de otra metodológicas manera en el momento histórico de su producción, cuando lo que planteaban era nuevo nuevo,,

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alternativo y subversivo. Si al leerlos hoy nos siguen resultando alternativos y subversivos, la necesidad de este libro está justificada. Las cosas no han cambiado mucho desde entonces. En este capítulo sólo voy a establecer algunos marcos históricos y conceptuales que sirvan como referencia para la ubicación de los autores. Sin ánimo de lograr una exposición coherente sobre el sentido de las sociologías de la situación en toda su extensión e intensidad, mi intención es más bien seducir al lector para que se sumerja en un campo polifónico y complejo que se puede explorar mejor a través de las referencias bibliográficas que ofrezco al final. Las monografias de Wolf (1979) y de Coulon (1988) pueden servir como introducciones generales en castellano. ontextos históricos

El momento histórico de la producción de estos textos se ubica en el espacio académico de las universidades de Los Ángeles y Berkeley. A principios de los años sesenta, a Herbert Blumer se le ofreció la ocasión de crear en Berkeley un departamento de sociología de carácter principalmente cualitativo. Erving Goffinan se trasladó allí desde la Universidad de Chicago en 1962. El joven Harvey Sacks se había incorporado en 1960 al Center for the Study o Law and Society para realizar estudios de postgrado, atraido por Blumer y sintonizando con las líneas de trabajo de Goffman. Sin embargo, poco después se afianzó la relación entre Sacks y Harold Garfinkel, que en esos años estaba iniciando su programa de estudios, etnometodológicos en Los Ángeles, y Sacks se trasladó a Los Angeles en 1963. El programa etnometodológico establecido por Garfinkel tenía alrededor de una década dé cada de vigencia cuando se publicó en 1967 Studies in Ethnomethodology El profundo y vigoroso desafio de Garfinkel hacia la

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sociología estructural-funcionalista se nutría de la tradición fenomenológica Schutz, 1962) y de la filosofía del lenguaje d dee Wittgenstein Wittgenste in Wittgenste Wittgenstein, in, 1988) pa para ra responder a la pretensión

gración con las corrientes corri entes oficiales. En el creativo entorno de los primeros estudios etnometo dológicos de la UCLA participaban también activamente Aaron

de los sociólogos positivistas de acotar, medir y estructurar su objeto de estudio desde conceptos pre-establecidos y externos a los participantes. participantes. A su vez, la etnometodología ofrecía una solu ción epistemológica al problema de la segregación entre estruc tura y acción que se planteaba en la teoría de la acción de Talcott Parsons Parsons et al. 1970; ver Heritage, 1984; Coulon, 1988). Durante los años 60 se estaban popularizando las tecnologías de grabación en audio. Los materiales conversacionales se con virtieron en una fuente de datos maravillosa para algunos etno metodólogos: la ocasión de registrar instancias de interacción social y congelarlas en transcripciones. Compilar Compi lar amplias mues tras de instancias de interacción social en las que después se pudieran analizar distintos aspectos de su producción, de la pro ducción de significado, qué se hacía y cómo, se convirtió en una pasión vital y en un proyecto programático para los etnome todólogos que trabajaban en tomo a Harvey Sacks. El programa consistía en reescribir el estudio de la interacción social y de la

Cicourel Pollner,Así, que podría completan la con listajusticia de autores incluidos yenMelvin este volumen. decirse que las sociologías de la situación traídas aquí están remow.das y nutridas de sentimiento etnometodológico salvando el trabajo de Erving Goffinan, que apenas se dejó afectar por estos desa rrollos). Pero he preferido pasar de largo la polémica sobre la vinculación de los autores con ese movimiento sociológico, en favor de prestar una atención cuidadosa a la contribución genui na de cada uno de ellos. Esta opción se comprenderá mejor cuando nos adentremos en sus respectivos espacios analíticos y hermenéuticos por separado.

rving Goffman Seguramente el autor que necesita menos presentación es Erving Goffinan, que ostenta la posición de fundador del orden de la interacción como legítimo dominio de estudio sociológico Goffman, 1983). Goffinan se formó en Chicago en el marco de

estructuración social a partir de las propias prácticas cotidianas y de las categorías vernáculas de los miembros de la sociedad y sus grupos constituidos. Estos proyectos estaban en parte inspirados por las contribu ciones del interaccionismo i nteraccionismo simbólico y por la visión analítica de Goffman 1959), que siempre se mantuvo al margen de su ev evo o lución. Sin embargo, y a diferencia de estas corrientes, la etno metodología no fue al encuentro de la sociología convencional, convirtiéndose cada vez más claramente en un planteamiento independiente, minoritario y genuino. Por las propias caracterís

la escuela del del interaccionismo simbólico, y en sus estudios estudi os reco nocería el valor de sociólogos clásicos que inauguraron el interés por la interacción social, como Simmel Mead. Sin embargo, durante sus estudios en Chicago trabajó sobre todo con W Lloyd Wamer, de tradición durkheimiana, investigando los aspectos rituales de las clases sociales norteamericanas, y Durkheim aparece citado en la obra temprana de Goffinan. Estas raíces y las propias características de los estudios de .Goffinan .Goffina n sugieren que, más que una simple recreación del cons truccionismo promocionado por el interaccionismo simbólico,

ticas de sus postulados ver Gar Garfinkel, finkel, 1967), la eetnometodo tnometodo logía encuentra coherencia en la ortodoxia más que en la inte-

su interés es examinar el impacto de las estructuras sociales en los niveles niveles más locales d dee la vida cotidiana ver Collins, 1988).

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El interés de Goffinan por el orden de la interacción comienza jugando un papel en el estudio de comunidades y organizacio nes. Su trabajo de campo sobre la interacción social en las islas Shetland, y su participación como investigador en el hospital psiquiátrico St. Elisabeth de Washington, donde estudia el mani comio como institución total, 5e convierten en fuentes para obras sobre la persona y la identidad, donde los análisis siempre se remiten a los encuentros sociales en que se contruyen esas entidades. Surgen así a presentación de la persona en la vida cotidiana (1959) e Internados (1961 , seguidas más adelante de Encounters (1961) Estigma: Notas sobre el manejo de la iden-

la interacción como dominio de estudio; el orden de la interac ción ya ha sido creado. El artículo La situación descuidada (1964) (1964)2, 2, viene a ser una declaración de los principios que legitiman el estudio de la inte racción racció n cara a cara. Tanto ese artí artículo culo como el que presentamos aquí sobre rubor y organizaci organización ón social se componen de de des s cripciones genéricas de situaciones para 'analizar' los detalles de sus características. 'Analizar' entre comillas, porque, en la mayor parte del trabajo de Goffinan sobre interacción, no se nos ofrecen datos materiales frente a los que contrastar sus afirma ciones analíticas. Este tipo de descripción se confunde con la teoría. A lo largo

tidad deteriorada (1963). Un concepto fundamental que atra viesa estas obras es el carácter ritual de la interacción cara a cllra. El argumento de fondo consiste en que el yo social es actuado como en una obra de teatro, manejado como en un juego estratégico, siempre articulándose con la situación con creta de interacción. En una fase posterior, a partir de 1964, Goffinan convierte el orden de la interacción en un campo de estudio general y genui no, confiriendo al lenguaje un papel central. En estos trabajos sistematiza definiciones de conceptos que se puedan aplicar a todo encuentro entre personas: 'escena', footing , 'rol', etc . A esta etapa corresponden los libros Interaction Ritual (1967), Strategic Interaction (1969), Relations in Public (1971), Frame Analysis (1974) Forms o f Talk (1981). En estas dos últimas obras llega a sistematizar conceptos rela tivos a la sintaxis de la interacción, que cobrarán énfasis en la pragmática de los años posteriores (véase, por ejemplo, Levinson, 1983, 1988; Antaki eett al,. al,. 1996). En todo caso, en el

de los argumentos, es dificil distinguir entre las generalizaciones y los ejemplos. No se sabe bien si Goffman habla de situaciones inventadas, imaginadas, observadas o relatadas; pero en todo caso garantiza que resulten verosímiles y convincentes. Cuando, en trabajos posteriores, se dedica a la descripción y análisis de ejemploss (especialmente en los ensayos recogidos en Goffman, ejemplo 1981), se tratará normalmente de ejemplos inventados. Esta ambigüedad metodológica hizo que autores contemporá neos a Goffinan se preguntaran por la validez descriptiva o analítica de sus consideraciones sobre la interacción (ver Manning, 1998). Cicourel (1974) se pregunta si todo el trabajo de Goffinan estará 'codificado prematuramente', como un con junto de esquemas interpretativos que se autoconfirman en una descripción sin referentes concretos. concretos. Jameson (1976: 128) sugiere sobre Frame Analysis que sus análisis se parecen más a los ejercicios de sintaxis de los manuales de lingüística, donde se exploran las posibilidades combinatorias de un sistema abs tracto, que a cualquier descripción de la realidad social.

Forms ofTalk momentoade la comunidad publicación de de colegas Goffinan Goffi nan ya puede dirigirse una que, desde la lingüística, la antropología y la sociología, se agrupan en torno al interés por

2Véase E. Goffinan, La situación descuidada en VV AA, Materiales 2Véase e sociología crítica, La piqueta, Madrid 1986, 195-201.

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En una línea similar, Anderson y Sharrock (1982) han sugerido que Goffinan ofrece la solución antes de plantear el problema, al evitar confrontarse con datos empíricos. Elabora un siste-

Pero la capacidad persuasiva de Goffman no se puede explicar sólo en términos de su exquisito estilo literario. Su disertación sobre el rubor somete un fenómeno relacional común y

ma de patrones contrastables e invita al lector a identificarlos y extender el sistema a nuevos entornos. Watson ( 1 1992) 992) ha denunciado este procedimiento tan habitual en la li ngüística descriptiva, por cuanto se ciega la posibilidad de analizar lo que sucede, colocando en lugar del análisis una construcción cuya validez sólo se puede valorar en términos de su armonía intrínseca o de la intuición del lector. Schegloff (1988), desde las filas del análisis de la conversación (AC), ha criticado la orientación empírica de Goffman a un nivel mucho más inmediato, considerando como una limitación la imposibilidad de identificar a qué datos se refieren sus análisis. Denuncia a su vez la predilección goffmaniana por ofrecer ejemplos inventados y por lo tanto convenientes a su 'análisis'. Alternativamente, el programa de AC promueve la construcción de análisis por acumulación inductiva de datos. Una segunda crítica de Schegloff a Goffinan, Goffinan, también formulada desde el programa de AC que lidera, se refiere al locus de las afirmaciones analíticas (Schegloff, 1988: 123). Si se concibe

reconocible a una exhaustiva revisión conceptual. Esto supone integrar en las pequeñas incidencias cotidianas de la turbación objetos sociales tradicionalmente encapsulados en marcos inapropiados. Por otra parte, podemos encontrar en este texto preocupaciones goffmanianas de largo alcance, como son los roles, los encuentros y las instituciones que se albergan en edificios. Esta amalgama de conceptos situados nos remite una y otra vez a la estrecha dependencia entre interacción e identidad, la trama social que Goffman destapó para la posteridad. Seguramente son esos ejercicios conceptuales los que mantienen a Goffinan en los índices de citación. a posteridad recoge de Goffinan sus observaciones incisivas; la aplicación de metáforas basadas en el teatro y el juego al ámbito de los encuentros sociales; la noción analítica de 'ritual'. Sin embargo, el ámbito del análisis de la interacción ha encontrando más apoyo metodológico en los métodos desarrollados por el análisis de la conversación, la pragmática o el análisis del discurso, y la cantidad de trabajos que se puedan reconocer como parte de

a los participantes en la interacción como agentes capaces de comprender y regular activamente sus mutuas acciones, acciones, las formas de comprender la acción señaladas por el investigador (es decir, los análisis) deberían ser primariamente las de los participantes, según cierto tipo de criterio. Con este argumento, el AC ha instituido como criterio de validez de todo análisis la evidencia de la orientación de los participantes hacia las categorías promovidas por el analista (ver Díaz, 1995). Por su parte, las

una 'escuela goffmaniana' es muy limitada. En todo caso, el propio Goffman no tenía mucho interés en fundar corrientes o levantar banderas (ver Hymes, 1984 . Su interés en el orden de la interacción es probablemente más cercano a los estudios sobre comunicación que Gregory Bateson y sus colaboradores desarrollaban en los años 50 y 60, con quienes pudo debatir en diversos congresos, pero sin llegar a incorporarse a ese programa (ver Kendon, 1988) 1988)..

afirmaciones generales de Goffinan parecen emerger de la autoridad académica o de la coherencia y fuerza retórica: fundamentalmente, se legitiman en el espacio de relación autónomo que Goffinan establece co n su audiencia.

Para apreciar la relación entre las intuiciones fundacionales de Goffinan y los desarrollos analíticos de sus críticos más respetuosos, merece la pena consultar el homenaje que, que, treint a años después de publicarse publicarse el artículo de Goffinan sobre rubo r y

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organización social'', social'', le dedic a Christian He ath (Heath, 1988) 1988).. Heath ataca el mismo asunto desde un planteamiento etnometo dológico y anali analizando zando en detalle una ocasión de interacción. Los resultados obtenidos al aplicar los principios interpretativos establecidos por Goffinan a un fragmento registrado de interac ción s0n notoriamente diferentes. Goffman era admirado admirado y apreeiado por Sacks, que fue estu diante suyo. De hecho, una publicación de Sacks desarrolla un trabajo escrito inicialmente para la evaluación de un curso de postgrado impartido por Goffman (Sacks, 1972). Se cuenta que cuando alguien preguntó a Goffman si Sacks había sido discí pulo suyo, él respondió: ¿Qué insinúas? o fui discípulo suyo (Schegloff, 1992: XXIII). Esto no fue óbice para que Goffinan bloqueara la aprobación de la tesis doctoral de Sacks durante años, asegurando que sus argumentos eran circular circulares, es, hasta que en 1966 Aaron Cicourel Cicourel consiguió reemplazarle como presiden te del tribunal. Si bien el débito de Sacks hacia Goffinan es inne gable, sus d,ivergencias teóricas y analíticas se ven reflejadas en este incidenle y en el desarrollo posterior del trabajo de ambos. Goffinan no se incorporó a los planteamientos que se desa rrollaron en Californi Californiaa con el impulso de la etnometodología y del AC y siguió publicando paralelamente a ellos. Esta diver. gencia de intereses se reconoce en los reproches mutuos entre Goffinan y los sociólogos de orientación etnometodológica. etnometodológica. Si estos denunciaban la falta de anclaje en los datos de aquél, Goffinan desdeñaba la primacía de la 'act itud natural de la vida cotidiana' que la etnometodología heredó de Alfred Schutz, Schutz, rei vindicando en cambio el c arácter multidimensional y complejo de la interacción y la necesidad de desarrollar nuevos sistemas de análisis y clasificación. El empeñ o de Goffinan fue estudiar programáticamente temas clásicos de la sociología y la psicología social como 'la interac ción', 'la identidad' o 'la acción conjunta' acudiendo a concep-

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tos que en su momento germinaban en campos de la antropo logía y la lingüí lingüística. stica. Esto hace que, a pe sar de los reproches de los analistas de la conversación por su falta de interés en las ocurrencias concretas, Goffman siga siendo un referente clave para el esp acio interdisciplin interdisciplinar ar que aglutina a lingüistas, soció logos y psicólogos en torno al estudio de la comunicación cara a cara.

Harvey Sacks Antes de empezar sus estudios de postgrado en sociología en California, Sacks estudió en Columb ia y en Yale. Sus profesores más admirados fuero fueron n C. Wright Milis, Lionel Trilling, Talcott Parsons y, ya en California, Erving Goffinan, si bien la influen cia de Harold Garfinkel sobre su trabajo fue la más importante (Moerman, 1992). El curso que adoptó la colaboración entre ambos, y las características de sus planteamientos, invitan a con siderar a Harvey Sacks como la otra mitad de la etnometodo logía que completaría a Garfinkel. Sin embargo, mientras mientras que Garfinkel reclama e n todo momen to la definición de este movimiento,. Sacks parecía es tar mon tando una manera de hacer sociología original y diferenciada. Es imposible saber la dirección que habrían tomado las· cosas si Sacks viviera hoy. Sí podemos asegurar que Garfinkel y Sacks colaboraban y se admiraban mutuamente, mientras cada cual mantenía su proyecto revolucionario a su manera. El punto de encuentro más fácil de verificar puede ser un artículo de ambos (Garfinkel y Sacks, 1970), donde se exponen conceptos funda mentales que serán desde t:nt t:ntonces onces una referencia clave para el movimiento etnometodológico: glosa, descripción, acción secuencial, neutralidad etnometodológica, etnometodológica, renuncia a la actitud irónica de la sociología académica. Las valoraciones e t r o s p e ~ t i v s del desarrollo que tomó el AC

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consideran una prolífica rama de la etnometodología, y a menudo la rama más prolífica. Independientemente de las dife-

tráfico en 1975. Hasta esa fecha, tuvo una presencia muy notable a través de sus colaboraciones de investigación, su docencia

rencias metodológicas entres,Garfinkel la empresateóricas analíticayemprendida por Sack Sacks, Scheglof fy Sacks, Jefferson se puede definir como la aplicación sistemática de los principios de la etnometodología al estudio del lenguaje en interac interacción. ción. Y el lenguaje en interacción es, por definición, el cam po más adecuado para emprender un pr ograma etnometodológico de investigación. En lo que a Goffman respecta, su influencia sobre Sacks se puede apreciar en las consideraciones que encontraremos en La máquina de hacer inferencias : cómo la gente realiza buena parte de su acción comunicativa de manera indirecta, a través de inferencias que se apoyan en la identidad de los participantes en la interacción. Pero las diferencias entre ambos autores son también notables (ver Hutchby y Wooffitt, 1998: 29). En el nivel teórico, Sacks prescindió programáticamente de la distinción goffinaniana entre aspectos 'sistémicos' y 'rituales' de la interacción hablada, trabajando directamente sobre las secuencias de interacción conversacional y demostrando la integración entre ambos aspectos (Sacks, 1975). En cuanto a la metodología, Sacks se esforzó en desarrollar un sistema de construcción teórica dirigido por el análisis de datos de situaciones concretas recogidos transcritos con la máxima fidelidad. La actitud de Sacks hacia la relación entre teoría y observación de datos es radicalmente inductivista y empiricista. Esta orientación a los datos, conforme con la etnometodología, es la

la circulación de notas de completas clase (entreen 1964 y 1972), cuyas transcripciones se sus publicarían 1992, después de varias publicaciones de lecciones sueltas. Estas Lectures (Sacks, 1992) fueron transcritas por una multitud de discípulos y amigos, editadas por Gail Jefferson e introducidas por Emmanuel Schegloff. Esta publicación, junto con su defensa crítica por algunos admiradores (Lynch y Bogen, 1994; Edwards, 1995; Silverman, 1998), así como la persistente evocación de su trabajo entre colaboradores y discípulos, convierten a Sacks en una figura clave para las ciencias sociales del fin del milenio. En sus lecciones, accedemos directamente a monólogos libres donde la reflexión crítica se combina con el rigor observacional. La organización de su curso de sociología era programática, pero tiene poco que ver con la seriación de unidades didácticas habitual en un curso convencional. Se trataba de poner a los asistentes a reflexionar y a trabajar con materiales que Sacks traía a la sesión, haciendo que llaa sociología resulte extraña (Sacks, 1963). Las formas de describir la realidad son el centro gravitatorio de estas reflexiones, surgiendo un planteamiento radicalmente original sobre lo que debe ser la sociología, que se ha convertido en un legado para lo loss etno etnometodólogos metodólogos analistas de llaa co connversación contemporáneos. La fundación del análisis de la conversación (AC) viene avalada principalmente por la reivindica-

piedra angular del desarrollo del AC y contrasta con el método de Goffinan, en el que los datos juegan el papel secundario de ilustrar sus aserciones y descripciones impresionistas. El impacto de Harvey Sacks para las ciencias sociales fue tenue en su momento, ensombrecido por las poquísimas publicaciones que dejó y por su prematura muerte en un accidente de

ción del estudio de transcripciones detalladas de fenómenos realmente acaecidos como programa sociológico Sin embargo, como podemos apreciar en las dos lecciones recuperadas para este libro, en sus lecciones magistrales Sacks va mucho más allá del examen de transcripciones de conversaciones, apoyándose también en transcripciones etnográficas, relatos literarios y

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observaciones de otros analistas. A lo larg largo o de la colaboración entre Sacks, Scheglof f y Jefferson, el AC se fue convirtiendo en proyecto de equipo, y esta línea analítica destaca más en las últimas lecciones de Sacks. La existencia del AC como proyecto se instituye probablemente en el artículo que los tres publican en 1974, si bien desde 196 1968 8 había una serie de trabajos no menos cruciales. Más adelante, lo que comenzó siendo un maravilloso instrumento de recuperación y repetición de análisis sobre un sustrato estable, se convertiría en un método sistemáticamente asociado a la transcripción, que a menudo reivindica para sí mi smo y para los

convencional, generando una tradición de colaboración entre investigadores que hoy es habitual en el AC. La aproximación de Sacks al mundo social podría etiquetarse como un naturalismo de base empírica. Este posicionamiento epistemológico diferencia a Sacks de Garfinkel, Pollner y otros etnometodólogos que ponen m11yor hincapié en el carácter interpretativo de cualquier afirmación sobre la realidad, evitando todo tipo de retórica descriptiva que recuerde a la objet ividad de las ciencias naturales. A Sacks no le acompleja reivindicar el estatus de ciencia natural para la sociología; una ciencia primitiva basada en la

demás analistas una disciplina de orientación hacia la transcripción y sólo hacia la transcripción. Pero es importante recordar que Sacks nunca reivindicó un estatus e special para los materiales conversacionales; más bien, establecía un programa de estudios basado en su utilidad. En La máquina de hacer .inf .inferen erencias cias encontramos reflejadas las dos líneas fundacionales de análisis que introduce Sacks. Sacks. Por una parte, la secuencialidad llegará a protagonizar el trabajo de los analistas de la conversación de una mane ra primordial (Díaz, 1995; Hutchby y Wooffitt, 1998). Por otra, el análisis de la pertenencia a categorías sociales y la organización de estas categorías en colecciones constituirá lo que más tarde se llamará Análisis de Categorización de la pertenencia a un grupo (Hester y Eglin, 1997 1997). ). Watson ( 1997) ha reflexionado y protestado por el desarrollo discrepante que tomaron estas dos líneas de análisis, defendiendo su mutua compatibilidad. En cuanto a los ámbitos institucionales tratados, son notables en este artículo las referencias de Sacks a su trabajo con grupos

observación, la descripción y la replicación (Lynch y Bogen, 1994 199 4 ). Todo análisis se inicia en el reconocimiento y la observación de un dato, con el que se ha de trabajar de forma exhaus tiva. En sus reflexiones Sobre muestreo y subjetividad , Sacks se niega a elegir los objetos de interés en función de que, por ejemplo, se nos pueda romper el orden social. Surge así una inquietud interpretativa radical, donde el sociólogo aprende a maravillarse con lo que observa. Y, cuando se maravilla con los procedimientos escurridizos y truculentos de la sociología convencional, Sacks no los está denunciando; está describiendo e indagando, con la misma pasión interpretativa con que observaría cualquier otra cosa. Así, la indiferencia etnometodológica se nos hace útil, al permitir convertir el funcionamiento de los científicos sociales en objeto de estudio, con los mismos méritos y recursos que las amas de cas a y los auxiliares de vuelo vuelo.. La indiferencia etnometodológica aplica una democracia epistemológica radical; a lo largo de las reflexiones de Sacks, no se

de terapia de pacientes mentales y con las llamadas telefónicas a un centro de prevención del suicidio. Las referencias a estos datos ilustran la utilidad fundacional de la preservación de transcripciones para cualquier tipo de análisis, que pronto se haría

confiere ningún tipo de prerrogativa o privilegio a los planteamientos e s ~ l e c i d o s en la ciencia. Bastaba con que empezáramos a aplicar esta mirada para darnos cuenta de que, en su funcionamiento básico, las ciencias sociales no se distinguen del

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razonamiento común. O, por decirlo de otira manera: la distin ción que las ciencias sociales puedan atribuirse se produce de manera descriptible. Para el etnometodólogo, es un objeto de análisis, no un método. Asumir estos planteamientos implica incorporar también como método una reflexividad radical, y ubicar la propia práctica en la historia. Sin embargo, esta actitud analítica se echa en falta entre algunos seguidores contemporá neos de Sacks. Sacks nos enseña a observar las situaciones en su densidad. Observando una secuencia de 6 líneas y apelando a otros órde nes teóricos y prácticos, se nos descubren mundos. La mirada es local, pero abierta a relacionar lo que se nos presenta con el orden social. En cierto sentido es inevitable que se pueda intuir en La máquina de hacer inferencias algún ramalazo cog cogniti niti vista o conductista, que anticipa críticas que el AC recibirá en distinta.. La crítica al cog este sentido. Pero la propuesta es muy distinta nitivismo se evidencia persistentemente en los esfuerzos de Sackss para que su audiencia evite esa obsesión de los psicólogos Sack por ubicar los razonamientos en cabeza cabezas, s, y por construir mode lo loss simples y es quemáticos (ver también Edwards, 199 1995). 5).

Aaron Cicourel representa una de las posiciones metodológicas más rigurosas, reflexivas y analíticas a las que puede recurrir la sociología contemporánea. Lucha persistentemente contra la convencionalización de métodos establecidos en la disciplina como el cuestionario, y p or su homologación críti ca con el·-r el·-res esto to de métodos, métodos, incluidos los qu quee él mismo promo ciona y combina. En los primeros años sesenta, Cicourel formó parte del círcu lo de la etnometodología; su Method and Measurement in Sociology (1964) fue una pieza clave para demostrar a la socio logía profesional profesional que este enfoque supone un desafio se rio hacia las prácticas convencionales de la disciplina. En este libro, Cicourel somete los principios y procedimientos de investiga ción sociológica, tal y como se practican en sus distintas varie dades, a un juicio constructivo y productivo que obliga a un replanteamiento metodológico radical. A lo largo de los años, la heterodoxia de Cicourel le ha des clasado del colectivo etnometodológico, etnometodológico, y él mi smo no se auto define hoy como uno de sus miembros. Seguramente este dis tanciamiento tiene que ver con el desarrollo del AC com o escue

En cuanto al conductismo, es una actitud analítica incompa tible con el reconocimiento de la originalidad de los participan tes en sus contextos, que promueve Sacks y promoverá el AC. La posibilidad de identificar una maquinaria que da cuenta del comportamiento habitual de los miembros de la sociedad no

la, la, que, habiendo logrado un estatus oficial junto a la etnometo dología, no encaja con el relativismo riguroso y la extensión metodológica de Cicourel. Sin embargo, las reflexiones que encontraremos en estas Cuestiones de teoría y método rezu man espíritu etnometodológico. No es dificil reconocer una afi

aron Cicourel

arrastra la implicación de que esos comportamientos sean irre flexivos, monótonos o idénticos unos a otros. Los recursos que componen la maquinaria son a la vez sensibles al contexto (en su incorporación situada) e independientes de él (en tanto que identificables como recursos que operan en distintas ocasiones) (ver Sacks et al. 1974). Esta doble característica los hace inteligibles, y los principios que regulan esa inteligibilidad se pueden describir.

nidad entre los escritos originales de Sacks y los de Cicourel, especialmente en lo que se refiere a los ejercicios d e homologa ción del del conocimiento científico con el conocimiento de sentido común. A lo largo de los años sesenta, Cicourel se dedicó a integrar sus conocimientos de campos nacientes como la etnometodo logía, la antropología lingüística y la ciencia cognitiva en una serie de obras que combinan la reflexión metodológica con la

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ex.haustividad de los temas analizados. En línea con el espíritu propagado por Garfinkel entre sus colegas, el nuevo objetivo de estudio consiste en describir los ámbitos institucionales en tér minos de su uso y valor para los miembros que ejercen en esos ámbitos su tarea diaria. Una parte de estas indagaciones se centran en el ámbito edu cativo (Cicourel y Kitsuse, 1963; Cicourel t al. 1974), desa rrollando una etnografia de la educación que abre un nuevo campo. En 1968 aparece The Social Organization o f Juvenile Justice cuyo primer capítulo he recuperado para estas Sociologías de la Situación con el fin de sintetizar de manera ordenada y directa los criterios y críticas metodológicas de este autor. Eri este artículo, Cicourel distribuye los procedimientos de investigación en ciencias sociales a lo largo de dos continuos bidimensionales: micro-macro y duros-impresionistas. Esto le permite repasar críticamente cuatro formas de hacer ciencia social que voy a glosar resumidamente resumidamen te aquí, po porr si acaso las alu alu siones del autor resultan demasiado vagas o formales para iden tificar a qué investigadores y procedimientos se refiere con estas categorías. Los científicos sociales macro-impresionistas (A) apelan a los datos a manera de ilustración de algo que se da por conocido en virtud de la capacidad teórica o analítica del autor, pero sin necesidad de. que esa ca pacida d· se demuestre en el análisis análisis.. Dentro de esta categoría se encontrarían trabajos como el de Goffinan sobre el rubor. También una buena parte de los traba jos firmados por sociólogos ilustres, cuando su trabajo se pre tende incuestionable en virtud del principio de tradición o el de Se le supone saber al autor, y la obra se constituye a ~ t o r i d a d automáticamente como inmune al error. La ciencia social macro-dura (B) es seguramente la más publicada, y lo que se conoce comúnmente como tarea del sociólogo. En este lugar,

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Cicourel concentra sus críticas a la investigación basada en cuestionarios. Podríamos identificar el micro-impresionismo (C) como. la actitud hacia la realidad adoptada por los etnógrafos localistas y experiencialistas, donde se valora especialmente el conocimien to local. subjetivo e interno a los grupos y organizaciones (véase Gubrium y Holstein, 1997). Buena parte de las investigaciones de sociología cualitativa contemporánea, y en especial las inspi radas en aportacione s de la grou grounded nded theot theoty y (ver Glas Glaser, er, 1992) entrarían en esta categoría. Finalmente, Cicourel describe como micro-duros (D) a los paladines de la entonces floreciente psi cología social experimental. En esta sección encontramos resu midos y analizados los problemas metodológicos tradicionales de los experimentos en ciencias humanas, que reflejan los pro blemas de la investigación basada en los cuestionarios. Cicourel no se alista a ninguna escuela, ni pretende liderar ninguna. Al abrazar por una parte la vigorosa innovación etno metodológica y por otra aliarse con la lingüística generativa y con la ciencia cognitiva, se nos aparece como situado situ ado en una tie rra de nadie. Sin embargo, lo que hace con estos planteamientos aparentemente contradictorios no es una integración superficial ni una ensalada conceptual. Mantiene una posición, evalúa las otras posiciones, y da cuenta de sus procedimientos. Lo intere sante de todo ello es que en ningún momento deja de presentar se como un riguroso metodólogo, conocedor de la jerarquía de relevancias y prioridades que deben regir la investigación social. Es seguramente su alianza con. la ciencia cognitiva (Cicourel, 1973, 1974, 1981), lo que desclasa y condena cond ena a este autor a cier to exilio interior en el campo de la sociología cualitativa con temporánea. Por supuesto, esto no quiere decir que se haya incorporado a las filas enemigas. El lugar de Aaron Cicourel, desde sus primeras publicaciones .hasta hoy, está donde haya interéss por la heterodox interé heterodoxia ia crítica y la reflexión metodológica. Su

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etnografia del trabajo médico (Cicourel, 1987, 1995) demuestra

entre pacientes y terapeutas psiquiátricos. Este estudio (Smith,

una elaborada para describir y culturas, y está capacidad nutrida de analítica buenas reflexiones sobreactividades cómo inves tigar en contexto y con contextos.

Pollner también se formó entre las filas de la etnometodología, pero, como Cicourel, también combinó estos planteamientos con otros no menos atrevidos y heterodoxos. La preocupación que identificó inicialmente a Melvin Pollner se traduce en las reflexiones sobre las disyuncio disyunciones nes de la realid realidad ad la razón mundana que se recogen en El Razonamiento Mundano . El artículo incluido aquí se completaría con otro publicado un año después en la misma revista, y la creación toma forma definiti va con el libro que Pollner publica publi ca en 1987. El análisis de de Pollner sobre El Razonamiento Mundano tiende un puente desde la filosofia a la ciencia social, apoyán dose originalmente en la fenomenología de Husserl y de Schutz

1978) origina un feminista del orden social, quelos empie za centrándose enanálisis el ámbito psiquiátrico. Po r otra Por parte, pro cedimientos que Pollner identifica en los rutinarios juzgados de tráfico son redescubiertos por Heritage (1984) y por Gilbert y Mulkay ( 1984) com como o procedimientos habitu: habitu:iles iles y necesarios en en el discurso científico científico.. Al prestar atención a los momentos y rincones del orden social en los que la existencia de un mundo real compartido se tamba lea, Pollner ( 1987) 1987) explora eell carácter socialmente construido de nuestras nuest ras pr propias opias noci nociones ones de 'certe za', ' duda ' y 'creencia'. Diez años después, Derek Edwards ha aprovechado estos estudios para reconsiderar los usos cotidianos y académicos de estas nociones, en una intensiva revisión crítica de la psicología cog nitiva y sus alternativas (Edwards, 1997: 68- 73 . Las discusiones de Pollner sobre cómo se construyen versio nes de la realidad y qué se hace cuando dos versiones contra dictorias se encuéntran, señalan una preocupación fundamental de las sociologías locales, presente también en Harvey Sacks:

para un comparti problemadofilosófico clásicoindividuo (la existencia de un únicotratar mundo mundo compartido por distintos individuos) s) como un problema práctico para los miembros de una sociedad. Si bien en este artículo Pollner Pol lner recurre como materia contan

observar los procedimientos través de los cuales los miembros de una sociedad constituyenaun mundo entre los muchos posi bles, por medio de recursos que comparten como miembros de ese mundo. Este interés convierte a Melvin Pollner Poll ner en una figu

elvin Pollner

Si bien en este artículo Pollner Pol lner recurre como materia contan te a las disquisiciones de los juzgados de tráfico (véase también Pollner, 1979), la elección de este ámbit ámbito o de práctica tiene sus riesgos; corremos el peligro de imaginar las disyunciones de la realidad como fenómenos propios de un espacio anecdótico y sencillo de la vida cotidiana donde la gente se ejercita en dis crepar. La noción de disyunciones de la realidad se aplicará en estu dios posteriores a otros ámbitos más problemáticos. Dorothy Smith se apoyará en la teoría de Pollner sobre la razón munda na para analizar las percepciones diferenciales de la realidad

ra clave del construccionismo social más reflexivo. Es notable que estos estudios están explorando una sociedad concreta, como se aprecia en las alusiones ocasionales al carácter particu larmente moderno u occidental de las formas específicas de manejarse de estos miembros. El constante uso de la palabra miembro miembr o refiere sis sistemáticamente temáticamente a las personas a ssu u cultura o sociedad. A medida que los años ochenta han nutrido la teoría social de brisas y tormentas de renovación postmoderna, Pollner se ha dejado acariciar y golpear por ellas. Así, h a tenido la opor-

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tunidad y el coraje de remozar la etnometodología con críticas informadas sobre su evolución histórica, reivindicando la recuperación de la reflexividad radical que posibilitó el movimiento etnometodológico etnometodo lógico y le dio sentido (Pollner (Pollner,, 1991). o cabe duda que esta revisión viene empujada por el giro reflexivo que acompaña al postmodernismo. Por otra parte, el carácter intrínsecamente reflexivo y por lo tanto subversivo de la etnometodología, ha sido mayóritariamente ignorado por la teoría social postmoderna. Así, la contribución de Pollner se convierte en un desafio constructivo para ambos campos.

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El proyecto más unificado y reconocible hoy probablemente sea al análisis de la conversación, también también conocido como estudio del habla en interacción, y a menudo identificado con el orden de la interacción. Esta corriente, originada inicialmente por Harvey Sacks, Emmanuel Scheglo ffy Gail Jefferson, ha ido expandiéndose por Estados Unidos, Unidos, más tarde por Gran Bretaña, y finalmente por otros lugares del planeta, alcanzando una solidez irreversible y evolucionando evolucionando del análisis de la conversación casual (ej., Schenkein, 1978; Atkinson y Heritage, 1984) a una variedad de órdenes institucionales (ej., Drew y Heritage, 1992).

Durante cuarenta años, las preguntas y respuestas de los sociólogos contextualistas se han hecho oír, cada vez en más lugares, y segúramente cada vez se toman más en serio. Sin embargo, y como comenta maravillado Button desde el rincón de la etnometodología (Button, 1991), la sociología convencional continúa su carrera de obstáculos sin mirar a los lados. Su respuesta a las voces críticas que la señalan reclamando la relevancia de los contextos presenciales es un silencio activo. No nos debe sorprender, aunque sí merece una reflexión, que los académicos bien situados hagan el vacío a las críticas que de otra manera alterarían su rumbo y harían más abrupto su camino. La reespecificación etnometodológica, como cualquier replanteamiento radical de los métodos de una disciplina que la aborde desde los márgenes, molesta. Exige remover los los cimientos y revisar los · textos. Es dificil responder.

Por supuesto, el estudio del de institucionales la interacción, yconcretos, especialmente de su operación en orden ámbitos tiene un notable débito con Erving Goffman, que a menudo ha inspirado estudios y ha prestado conceptos. El Análisis de Categorización Categorización de pertenecia a mi grupo Membership Categorisation Analysis) podría considerarse como la segunda vertiente de la ciencia naturalista de Sacks. Este tipo de análisis ha producido un impacto mucho menor. Sin embargo, algunas publicaciones recientes ilustran la existencia de comunidades y espacios de afinidad en este enfoque que analiza integradamente la identidad y el orden social en sus constituciones naturales (Hester y Eglin, 1997; Antaki Widdicombe, 1998). Una herencia considerable de la etnometodblogía de los años sesenta ha recaído sobre algunos paladines de los estudios sociales de la ciencia. Entre ellos destacan Míchael Lynch (Lynch, 1985, 1993) y John Law (Law, 1986, 1993). Estos autores han mantenido una cierta autonomía con respecto al fundamentalis-

¿Hacia dónde han ido y hasta dónde han llegado quienes han tomado en serio las teespecificaciones propuestas por autores como Goffman, Sacks, Cicourel y Pollner? Para terminar esta introducción, visitemos algunos de los lugares en los que han llegado a formar colonia.

mo fundador (Garfinkel, 1988; Garfinkel analíticas y Wieder,del 1992). Sus del investigaciones nos aportan descripciones arte de inventar y descubrir. Más allá de la discusión epistemológica, estos estudios hacen visibles y comprensibles los métodos y procedimientos ocultos en el ámbito científico. Se hacen así

resente

futuro

e

la reespecificación contextualista

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aprovechables para el campo genérico de la Sociología del Conocimiento Científico, a la vez que promueven la reespecifi caciónn metodológica de una manera contrastable. cació El trabajo reciente de Aaron Cicourel, principalmente de la institución médica (Cicourel, 1987, 1995), modela y acompaña el desarrollo de métodos etnográficos de inspiración etnometo dológica. En la institución escolar, Mehan ha seguido un desa rrollo similar (ver Mehan et al. 1996; Mehan, 1998). Estos investigadores se han centrado en la exploración de un campo institucional determinado desarrollando métodos de observa ción e interpretación que se pueden aplicar a cualquier campo. Así, han logrado colonizar espacios de las ciencias sociales apli cadas sirviéndose de metodologías más adecuadas y útiles que las tradicionales. Finalmente, en los años noventa se ha producido una un a notable renovación de la psicología en Inglaterra, inspirada por refle xiones que se remiten a Goffman, Sacks y Pollner, entre otros. Edwards y Potter se han esforzado para llograr ograr que la psicología discursiva , un enfoque militantemente contextualista, se con vierta en paradigma alternativo, y desde entonces otros han apo yado el proyecto (ver Edwards y Potter, 1992; Edwards, 1997;

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las ciencias sociales contemporáneas. Acaso ha heredado esta función del interaccionismo quedistintos esto signifique que el segundo haya pasado asimbólico, la historia. historia.sin Hay proyec tos de reespecificación de la sociología, distintas psicologías crí ticas, y un renacer de replanteamientos interdisciplinares. Lo más difícil, demostrar que el diálogo es posible y necesario, es ya inevitable.

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RUBOR y ORG NIZ CIÓN SOCI L ERVING GOFFMAN

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RUBOR Y ORGANIZACIÓN ORGANIZACIÓN SOCIAL RESUMEN: El rubor, una posibilidad en todo encuentro cara a cara,

muestra algunas propiedades genéricas de la interacción. El rubor se manifiestaa siempre que se siente que un individuo ha proyectado defimanifiest niciones incompatibles de sí mismo ante los presentes. Estas proyecciones no suceden aleatoriamente o por razones psicológicas, sino en ciertos lugares, en entornos sociales en los que prevalecen principios de organización social incompatibles. El rubor tiene como función social poner de relieve que existen conflictos entre estos principios. individuo puede reconocer un rubor extremo en otros, e incluso en sí mismo, a través de los signos objetivos de alteraUn

ción emocional: sonrojo, balbuceos, tartamudeos, un tono de voz inusualmente alto o bajo, habla temblorosa o quiebra de la voz, sudar, palidecer, parpadear, temblor en las manos, movimientos mient os de duda o vacilación, despistes y despropósitos. omo señaló Mark Baldwin en relación con la timidez, timidez, se puede "baj ar los ojos, ojos, inclinar la cabeza, poner las manos a la espalda, toquetear la ropa nerviosamente o retorcer los dedos, y tartamudear, todo ello bañado de algo de incoherencia en las ideas expresadas en el habla"I. También hay síntomas de tipo subjetivo: constricción tricc ión del diafragma, sentimiento de vacilación vacilación,, c onciencia de gestos forzados poco naturales, una sensación de ofuscación, sequedad en la boca y tensión en los músculos. Si la frustración *(Publicado originalmente en 1956 por la Universidad de Chicago en American Journal ofSociology James Mark Baldwin, Social nd Ethical Interpretations in Mental Development (Londres, 1902 , p. 212. 41 Digitalizado por Alit o en el Est ero Profundo

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es menor, estas inquietudes visibles e invisibles suceden pero de un modo menos perceptible. En la perspectiva popular, popular, lo natural es estar cómodo duran te la interacción, siendo el rubor una lamentable desviación del estado normal. normal. De hecho, el individuo podría decir que se sintió natural o antinatural en la situación, significando que se sin tió cómodo o ruborizado en la interacción. Si alguien se siente ruborizado frecuentemente en presencia de otros, se considera que sufre un sentido de inferioridad injustificado y estúpido, o que necesita terapia2 Para utilizar el síndrome de tensión en el análisis del rubor, primero hay que distinguir entre los dos tipos de circunstancias en que ocurre. ocurre. En primer lugar, el ind individuo ividuo puede llegar a inquietarse al realizar una tarea que en sí misma no tiene espe cial valor para él, sólo que sus intereses a nivel general requie ren que la haga con seguridad, competencia o prontitud, y teme no realizarla adecuadamente. Se sentirá con incomodidad en la situación, pero en cierto sentido no por ella; de hecho, a menu do el individuo no será capaz de enfrentarse a ella porque estará 2Una versión sofisticada es la opinión psicoanalítica de que la incomodidad en la interacción social es el resultado de expectativas de atención imposibles basadas en expectativas no resueltas en relación con el apoyo paterno. Se supone que uno de los objetivos de la terapia es llevar al individuo a ver sus síntomas a la luz verdadera de la psicodinámica, bajo el supuesto de que tal vez de ahí en adelante no los necesite (véase (véase Pa Paul ul Schilder, The Soc Social ial Neurosis'' Neurosis'',, PsychoAnalytica/ Review XXV (1938), 1-19; Gerhart Piers y Milton Singer Shame and Gui/t: A Psychoanalytical and a Cultural Study (Springfield, 111 : Charles C Thomas, 1953), esp. p. 26; Leo Rangell, The Psychology of Poise , International Journal o f Psychoanalysis XXXV (1954), 313-32; Sandor Ferenczi, Ferenczi, Embarrassed Ha Hands nds , en Further Contributions to the Theory and Technique o f Psychoanalysis (Londres: Hogarth Press, 1950), pp. 315-16).

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ansiosamente absorbido por las eventualidades que conlleva. Así, el in individuo dividuo puede aturull arse aunque no haya otros presentes. Este artículo no se interesará p or estas ocasiones de mortifi cación instrumental, sino más bien por las que se dan en clara r ~ l c i ó n con la presencia real o imaginada de otros. Al m r g ~ n de todo lo demás, el rubor tiene que ver con la ilustración que el individuo hace de sí mismo ante otros que se consideran presentes en ese momento3. El interés crucial es la impresión que uno deja en otros en el presenté; al margen de la base a largo plazo o inconsciente de este interés. Esta configuración fluctuante de los presentes es un grupo de referencia importantísimo.

ocabulario del rubor

Un encuentro social es una ocasión de interacción cara a cara que empieza cuando los individuos reconocen que han entrado en la presencia inmediata uno del otro y que termina con una retirada señalada de la participación mutua. Los encuentros se distinguen unos de otros en su propósito, función social, tipo y número de participantes, participantes, entor no físico, etc., y si bien aquí sólo se considerarán los encuentros conversacionales, obviamente hay encuentros en los que no se pronuncia ni una palabra. Y aun así, al menos en nuestra sociedad anglo-americana, parece no haber encuentro social que no pueda hacerse embarazoso para uno o más de sus participantes, dando lugar a lo que a veces se 3Los asuntos desarrollados en este artículo son extensiones de estos otros trabajos del autor: On Face-Work , Psychiatry XVIII (1955), 213-31; Alienation from Interaction , Human Relations X (1957); y he Presentation o Se fin Everyday Life (Universidad de Edimburgo, Social Sciences Research Centre, Monografia Nº 2, Edimburgo, 1956).

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Rubor y organización social

llama un incidente o paso en falso. Buscando esta disonancia, el sociólogo puede hacer generalizaciones sobre las formas en que la interacción se puede desencaminar y, por implicación, sobre las condiciones necesarias para que la interacción vaya bien. A la vez, obtiene una evidencia firme de que todos los encuentros son elementos de una sola clase natural, susceptibles de un S llo esquema de análisis. ¿Quién causa el incidente embarazoso? ¿ quién le ruboriza? ¿Por quién se siente este rubor? Los participantes no siempre sienten rubor por los apuros de un individuo; puede ser por pares de participantes que están pasando dificultades juntos o incluso por el encuentro como tal. Además, si el individuo por el que se siente rubor resulta que es percibido como representante responsable de alguna facción o subgrupo (como suele ser

estropea una situación que de otra manera habría sido eufórica. En el otro extremo encontramos que algunas ocasiones de rubor se mantienen al mismo nivel a lo largo del encuentro, empezando cuando empieza la interacción y durando hasta que el encuentro se termina. Los participantes hablan de una situación incómoda o difícil, no de un incidente embarazoso. En ese caso, por supuesto, para una o más de las partes todo el encuentro se convierte en un incidente que provoca rubor. A menudo, el rubor repentino puede ser intenso, mientras que la incomodidad sostenida suele ser más bien suave, consistiendo en alteraciones apenas notables. Un encuentro que probablemente ocasione un rubor repentino puede, por ello mismo, cernirse como una sombra de incomodidad sostenida sobre los participantes, transformando todo el encuentro en un incidente por sí mismo. Al hacemos una idea del individuo turbado, nos apoyamos

 

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el caso en la interacción entre tres o más personas), entonces es probable que los miembros de esta facción se sientan turbados por sí mismos. Pero, si bien una metedura de pata puede significar que un sólo individuo es a la vez la causa del incidente, el que se siente turbado por él, y aquél por quien se siente rubor, es muy posible que éste no sea el caso típico, ya que en estos asuntos las fronteras del ego parecen ser especialmente débiles. Cuando un individuo se encuentra en una situación que le debería sonrojar, lo normal es que otros presentes se sonrojen con y por él, aunque él pueda no tener suficiente sentido de la vergüenza o de apreciación de las circunstancias como para sonrojarse por sí mismo. Las palabras rubor r ubor , desconcierto e incomodidad se usan aquí en un contínuo de significado. Algunas ocasiones de rubor parecen tener un carácter abrupto y orgásmico; la introducción repentina de un acontecimiento molesto es seguida por un techo inmediato en la experiencia de rubor y después por un lento retomo a la tranquilidad precedente, estando todas las fases incluidas en el mismo encuentro. Así, un mal momento

en imágenes de la mecánica: se puede perder el autocontrol, se puede acabar con el equilibrio. equilibrio. Sin duda, el carácter físico de la tensión evoca en parte estas imágenes. En cualquier caso, un individuo completamente tenso no puede de momento movilizar movili zar sus recursos musculares e intelectuales para la tarea que le ocupa, aunque le vendría bien; no puede ofrecer a los que le rodean una respuesta que les permita continuar suavemente con la conversación. conversación. Él y sus acciones inquietas bloquean la línea de actividad que los otros han estado persiguiendo. Está presente con ellos, pero no está ''jugando . Los otros pueden ser forzados a parar y volver su atención hacia el impedimento; se abandona el tema de conversación y las energías se dirigen a la tarea de restablecer al individuo tenso, de ignorarle calculadamente, calculadament e, o de apartarse de su presencia. Conducir el propio yo cómodamente en la interacción se opone directamente a estar inquieto. En términos generales, cuanto más de lo uno, menos de lo otro; de manera que, a través del contraste, cada modo de conducta puede iluminar las

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características del otro. La interacción cara a cara en cualquier cultura parece requerir precisamente esas capacidade s cuya des trucción parece garantizar la tensión. Por lo tanto, los aconteci mientos que conducen al rubor, y los métodos para evitarlo y disiparlo, pueden aportar un marco transcultural de análisis sociológico. El placer o displacer que un encuentro social proporciona a un individuo, y la afección u hostilidad que siente hacia los par ticipantes, pueden estar relacionados en felicitación, más de una manera con su serenidad o su carencia de ella. Una aclamación o recompensa inesperada pueden llevar al receptor a un estado de alegre confusión, y una acalorada discusión se puede provo car y mantener, aunque en todo momento el individuo se sienta sereno y en pleno control de sí mismo. Más importante aún, hay un tipo de agrado que parece ser una propiedad formal de la situación y que tiene que ver con la coherencia y la decisión con que el individuo asume un papel bien integrado y persigue obje tivos incidentales que no tienen nada que ver con el propio con tenido de las acciones. El propio sentimiento de desconcierto siempre parece desagradable, pero las circunstancias que lo generan pueden tener consecuencias agradables inmediatas para el que está desconcertado. A pesar de esta relación variable entre el displacer y el des concierto, parecer inquieto, al menos en nuestra sociedad, se considera una evidencia de debilidad, inferioridad, bajo estatu estatus, s, culpa moral, derrota y otros atributos nada envidiables. Y como hemos sugerido previamente, la tensión amenaza al propio encuentro al corromper la suave transmisión y recepción que sustenta los encuentros. Cuando el desconcierto brota de cual quiera de estas fuentes, fuentes, es comprensible que el individuo inqui inquie e to haga algún esfuerzo para ocu ltar su estado a los otros presen tes. La sonrisa de postín, la risa nerviosa y falsa, las manos ocu padas,, la mirada hacia abajo que o culta la expresión de los ojos, padas

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han adquirido fama como signos de intentar ocultar el rubor. Como dice Lord Chesterfield: En compañía están avergonzados y tan desconcertado desconcertadoss que no saben o que hacen y ensayan mil tr trucos ucos para man tenerse ser serenos; enos; trucos que después se convierten en habituales. Algunos se llevan los dedos a la nariz otros se rascan la cabeza otros hace n gira girarr sus sombreros; brer os; en resumen todo cuerpo desgarbado y grosero tiene sus trucos4

Estos gestos ofrecen al individuo pantallas tras las cuales ocultarse mientras intenta recuperar el ritmo de sus sentimientos y reubicarse en el juego. Dado el deseo del individuo por ocultar su rubor, dado el entorno y su habilidad para manejarse, el individuo puede pare cer equilibrado según algunos signos obvios y aun así resultar turbado según signos menos aparentes. Así, mientras que pro nuncia un discurso público, puede conseguir controlar su voz Y dar una impresión de soltura, pero los que se sientan a su lado en la tarima pueden ver que tiemblan sus manos o que algunos tics faciales están traicionando su serena presentación. Puesto que al individuo no le gusta sentirse o parecer t u ~ ~ do, las personas cuidadosas evitarán colocarle en ~ s a p o s 1 c 1 0 ~ Además a menudo simularán no saber qu quee h perdido la serem  dad o que tiene razones para perderla. Pueden intentar s_upnmir cualquier signo de haber reconocido su estado o encubrirlo_ tras el mismo tipo de gesto que él emplearía. Así protegen su ima gen pública y sus sentimientos, y probablemente le hagan fácil recuperar la serenidad o al menos mantener la que todav todav1a 1a conserve. Sin embargo, al igual que el individuo ten so puede no conserve. lograr encubrir su rubor, los que perciben su incomodidad pue den no tener éxito en el intento de ocultar que se dan cuenta de ella, en cuyo caso todos notarán que el rubor ha sido visto Y que 4 Letters o Lord Chesterjield to His Son (Everyman's ed.; Nueva York: E.P. Dutton Co., 1929), p. 80.

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esa visibilidad se esta ba oculta ocultando. ndo. Cuando se llega a este punto, la participación normal en la interacción puede alcanzar un doloroso final. En toda esta danza entre el encubridor y los engaiiados, el rubor presenta el mismo problema y se maneja de las mismas formas que cualquier otro atentado contra la propiedad. Parece haber un momento crítico en el que el individuo inquieto deja de intentar encubrir o rebajar su incomodidad: estalla en lágrimas o en paroxismos de risa, le d un ataque de mal humor, asciende a una ira ciega, se desmaya, sale corriendo por la puerta más cercana o se queda rígidamente inmóvil como en un ataque de pánico. Después de eso le es muy dificil recu perar la serenidad. Responde a una nueva serie de ritmos, carac

Rubor

organización social

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es una prueba por la que pa sa toda persona joven hasta que desa rrolla una capacidad para mantener la serenidad5. Tampoco debería sorprender que muchos de nuestros juegos y deportes conmemoren los temas de la serenidad y el rubor: en el póker, un farol puede significar dinero para el jugador que sepa pre sentarlo sentarl o calmadamente; en el judo , se lucha específicamente por el mantenimiento o la pérdida de la serenidad; en el cricket, se espera que los jugado res mantengan el autocontrol o el estilo a pesar de la tensión. Es probable que el individuo sepa que ciertas situaciones especiales siempre le incomodarán y que tiene ciertas relaciones problemáticas que siempre le producen intranqu intranquilidad. ilidad. Su ronda diaria de encuentros sociales está determinada en buena

terísticos de una profunda experiencia emocional, y apenas puede dar siquiera una ligera impresión de estar a tono con los otros en la interacción. En otras palabras, abdica de su papel como alguien que participa en un encuentro. Por supuesto, el

medida, sin duda, por sus obligaciones sociales principales, pero se sale un poco de ese esquema para encontrar situaciones que no sean embarazosas y para pasar de largo por aquellas que lo sean. Un individuo que crea firmemente que tiene poco equili

momento de la crisis está determinado socialmente: el punto de ruptura del individuo es el del grupo a cuyos criterios afectivos se adhiere. Es poco común que todos los participantes en un encuentro pasen de este punto y no consigan mantener juntos siquiera algo parecido a una interacción común común.. El pequ pequefio efio sis tema social que crearon en interacci interacción ón se derrumba; s e retiran o intentan rápidamente asumir una nueva serie de roles. Los términos equilibrio , sangre fría y aplomo , referi dos a la capacidad para mantener la propia serenidad, deben dis tinguirse de lo que se llama gracia , tacto o habilidad social , es decir, la capacidad para evitar causar rubor a uno mismo o a otros. El equilibrio juega un importante papel en la comunicación, y que garantiza que los presentes no dejarán de tomar parte en la interacción, sino que continuarán recibiendo y transmitiendo comunicaciones disciplinadas cuando estén uno en presencia del otro. Con razón el juego de las provocaciones

brio, tal vez incluso exagerando su defecto, será vergonzoso y tímido; asustado ante todos los encuentros tímido; encuentros,, siempre busca acor tarlos o evitarlos directamente. El tartamudo es un doloroso ejemplo de esto que nos muestra el precio que el individuo puede estar dispuesto a pagar p or su vida soci social6 al6..

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s Una forma interesante en la que se ha institucionalizado esta prueba en América, especialmente en la sociedad negra de las clases bajas, consiste en jugar a las docenas (véase John Dollard, Dialectic of Insult , American mago, 1, 1939, 3-25; R.F.B. Berdie, Playing the Psycho/og o/ogy, y, XLII, 1947, Dozens , Journal o Abnormal a nd Social Psych 120-21). Sobre las provocaciones en general, véase S.J. Sperling, On the Psychodynamics of Teasing , Journal o the American Psychoanalytical Association, 1(1953),458-83.

Cf. H.J. Heltman, Psycho-social Phenomena of Stuttering and Their Etiological and Thcrapeutic lmplications , Journal o Social Psycho/ogy, IX (1938), 79-96. 6

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rving Goffman ausas del rubor

El rubor tiene que ver con expectativas no satisfechas, pero no de tipo estadístico. Dadas las identidades sociales y el entorno, los participantes percibirán qué tipo de conducta debería mantenerse como la apropiada, por mucho que puedan echar en falta que ocurra realmente. Un individuo puede esperar firmemente que ciertos otros le pongan en dificultad, y aun así ese conocimiento puede aumentar su desconcierto en vez de disminuirlo. Una irrupción completamente inesperada de ingeniería social puede salvar una situación si, de una manera mucho más efectiva al poder ser anticipada. De manera que las expectativas relevantes para el rubor son morales, pero el rubor no emerge de la ruptura de cualquier expectativa moral, ya que algunas infracciones dan lugar a una resuelta indignación moral sin ninguna· incomodidad en absoluto. Más bien, deberíamos observar las obligaciones morales que rodean al individuo sólo en una de sus capacidades, la de alguien que lleva a cabo encuentros sociales. Por supuesto, el individuo está obligado a mantenerse sereno, pero esto nos dice que las cosas van bien, no por qué van bien. Y las cosas van bien o mal por lo que se percibe sobre las identidades sociales de los presentes.

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un yo aceptable efectivamente proyectadas, y en la confirmación de afirmaciones similares por parte de los otros. Las contribuciones de todos se orientan hacia estas afirmaciones y se construyen sobre ellas. Cuando un acontecimiento arroja duda o descrédito sobre estas afirmaciones, el encuentr0 queda atrapado en supuestos que ya no se sostienen. Las respuestas que las partes han preparado están ahora fuera de lugar y deben reprimirse; hay que

Durante la interacción se espera que el individuo posea ciertos atributos, capacidades e información que, tomados en su conjunto, encajen con un yo que sea a la vez coherentemente unificado y apropiado a la ocasión. A través de las implicacio-

reconstruir la interacción. En esos momentos, el individuo cuyo yo ha sido amenazado el indi individuo viduo por quien se siente rubor) y el individuo que le amenazó pueden sentirse avergonzados de lo que han producido juntos, comparti compartiendo endo este sentimiento justo cuando tienen una razón para sentirse separados. Y esta responsabilidad compartida es así de real. Según los criterios de la sociedad en general, tal vez sólo debería sentirse avergonzado el individuo desacreditado; pero, según los criterios del pequeño sistema social que se mantiene a lo largo de la interacción, el desacreditador es tan culpable como la persona a quien desacredita; a veces más, pues, si ha estado manteniendo el equilibrio como un hombre de tacto, al destruir la imagen del otro destruye la propia. Pero, por supuesto, el problema no termina con la pareja culpable o con aquellos que se han identificado empáticamente con ellos. Sin tener un objeto establecido y legítimo sobre el cual conjugar su propia unidad, los otros se encuentran desarreglados y desconcertados. desconcertados. Es por esto que el rubor parece s er contagiocontagio-

nes expresivas de este flujo de conducta, a través de la propia participación, el individuo proyecta efectivamente este yo aceptable en la interacción, aunque puede no ser consciente de ello, y los otros pueden no ser conscientes de haber interpretado su conducta en este sentido. A la vez, debe aceptar y respetar los yoes proyectados por los otros participantes. e manera que los elementos de un encuentro social consisten en afirmaciones de

so, extendiéndose, una vez que empieza, en ondas expansivas de desconcierto. Hay muchas circunstancias clásicas en las que el yo que proyecta un individuo puede desacreditarse, causándole vergüenza y rubor por lo que ha hecho o parece haber hecho contra mismo y contra la interacción. Experimentar un cambio repentino de estatus, a través del matrimonio o la promoción por

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ejemplo, significa adquirir un yo que otros individuos no admitirán plenamente por su apego persistente al antiguo yo. Pedir un empleo, un préstamo de dinero o una mano en matrimonio es proyectar una imagen del yo como valioso, bajo condiciones en las que aquel que puede desacreditar esa imagen puede tener buenas razones para ello. Incidir en el estilo de las virtudes ocupacionales o sociales de uno es hacer afirmaciones que bien pue_den ser desacreditadas por la propia falta de familiaridad con el rol. La propia estructura fisica de un encuentro suele tener asignadas ciertas implicaciones simbólicas, que a veces llevan a un

ese atributo su retirada del contacto es razonable. En cualquier caso, al decidir si las razones de la timidez de un individuo son reales o imaginarias, uno no debería buscar descalificaciones ''justi ficables sino la mucho más amplia variedad de características que de hecho turban los encuentros. En todos estos entornos sucede el mismo fenómeno fundamental: los hechos expresivos en curso amenazan o desacreditan los supuestos que un participante cree haber proyectado sobre su identidad?. A partir de ahí, los presentes encuentran que no pueden deshacerse de los supuestos ni basar sus propias respuestas en ellos. La

participante a proyectar, contra su voluntad, afirmaciones de sí mismo que son falsas y embarazosas. La cercanía fisica suele implicar cercanía social, como sabe cualquiera que haya aparecido por casualidad en una reunión familiar a la que no estaba invitado, invita do, o qu quee haya tenido que participar en una conversación de circunstancias con alguien de demasiada altura o bajeza o demasiado extraño como para ser tan solo un hermano. De manera similar, si va a haber conversación, alguien debe iniciarla, alimentarla y terminarla; y estos actos pueden sugerir embarazosamente estratificaciones y relaciones de poder que no son acordes con los hechos. Diversos tipos de encuentros recurrentes en una sociedad dada pueden compartir el supuesto de que los participantes han obtenido cierto nivel moral, mental y fisionómico. La persona que se quede corta puede encontrarse en todo lugar inadvertidamente atrapada en la situación de realizar afirmaciones implícitas de identidad que no puede satisfacer. Comprometida en cada encuentro en el que participe, verdaderamente lleva la campana del leproso. Entonces, el individuo que se aísle más de los contactos sociales será el menos aislado de las exigencias de la sociedad. Y si sólo imagina que posee un atributo descalificado dor, r, su jui cio sobre sí mism o puede ser erróneo, pero a la luz de

en ellos. La realidad inhabitable se encoge hasta que todos se sienten pequeños o fuera de lug lugar. ar. Hay que añadir una complicación. Es frecuente que surjan ocasiones cotidianas de rubor importantes cuando el yo proyectado se confronta de alguna manera con otro yo que, si bien es válido en otros contextos, no puede sostenerse aquí en armonía con el primero. Entonces, el rubor nos lleva a la cuestión de la segregación de roles . ada individuo desempeña más de un rol, pero se libera del dilema de rol por la segregaci ón de la audiencia , ya que, normalmente, aquellos ante quienes juega uno de sus roles no serán los individuos ante los cuales juega el otro, permitiéndole ser una persona distinta en cada papel sin 7Además

de sus otros problemas, ha desacreditado su afirmación

implícita de ser equilibrado. Entonces, sentirá que tiene razones para turbarse por su rubor, incluso aunque ninguno de los presentes haya percibido las fases tempranas de su inadecuación. Pero hay que hacer una salvedad. Cuando un individuo que recibe un cumplido se sonroja de modestia, puede perder su reputación como equilibrado, pero confirmar una más importante, la de modesto. Sintiendo que su disgusto no es nada de lo que avergonzarse, su rubor no le llevará a turbarse. Por otra parte, cuando el rubor se espera claramente como una respuesta razonable, quien no se ruborice puede parecer insensible y por lo tanto ruborizarse por su apariencia.

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desacreditar ninguno de los dos. Sin embargo, en todo sistema social hay momentos y luga res en los que la segregación de la audiencia suele romperse y en los que los individuos se enfrentan mutuamente con yoes que son incompatibles con los que manejan en otras ocasiones. En esos momentos, el rubor, especialmente el más ligero, demues tra claramente estar localizado no en el individuo sino en el sis tema social en el que desempeña sus diversos yoes. ominio del rubor

Tras empezar con consideraciones psicológicas, hemos llegado por etapas a un punto de vista sociológico estructural. Hay pre cedentes en los antropólogos sociales y en sus análisis de las bromas y la evitación. Uno supone que el rubor es una parte nor mal de la vida social normal, cuando el individuo se siente incó modo no porque personalmente esté desadaptado sino más bien porque no lo está; presumiblemente, cualquiera en su posición de estatus se comportaría igual. En un estudio empírico de un sistema social concreto, el primer objetivo sería saber qué cate gorías de personas se turban y en qué situaciones recurrentes. recurrentes. Y el segundo objetivo sería descrubrir qué sucedería con el siste ma social y el entramado de obligaciones si el rubor no hubiera llegado a estar incorporado sistemáticamente a él. Podemos encontrar una ilustración en la vida social en los espacios deetc. las grandes sociales: oficinas, escuelas, hospitales, Aquí, eninstituciones los ascensores, vestíbulos y cafeterías, en puestos de prensa, máquinas expendedoras, barras de bar y entradas, todos los miembros suelen estar formalmente en una orientación mutua igual aunque distantes. distantes. 8 Esta

pertenencia igual y conjunta a una gran organización se suele celebrar anualmente en la fiesta de la oficina y en parodias dramáticas

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En palabras palabr as de Benoit-Smullyan, se expresa el situs no el stani el /ocus9. Atravesando estas relaciones de igualdad y dis tancia hay ha y otra serie de relaciones, que surgen en equipos de tra bajo cuyos miembros están jerarquizados debido al prestigio y la autoridad, y sin embargo están unidos por una empresa común y por el conocimiento personal que tienen unos de otr0s. En muchos grandes establecimientos, las horas de trabajo distribuidas, las cafeterías segregadas y otras regulaciones simi lares ayudan a asegurar que los que están jerarquizados jerarqui zados y cerca nos en una serie de relaciones no tengan que encontrarse en situaciones físicamente íntimas en las que se vean obligados a mantener igualdad y distancia. Sin embargo, la orientación democrática de algunos de nuestros establecimientos más recientes tiende a agrupar a miembros del mismo equipo de tra bajo pero de distintas posiciones en lugares como la cafetería, provocándoles incomodidad. No tienen manera de actuar de forma que no perturbe una de las dos series de relaciones bási cas en las que se enfrentan unos a otros. Estas dificultades ocu rrirán con especial frecuencia en los ascensores, y que ahí varios individuos que no están del todo en condiciones de char lar juntos tienen que permanecer juntos durante un tiempo demasiado largo como para ignorar la posibilidad de una con versación casual; un problema que, por supuesto, para algunos se resuelve con los ascensores especiales para ejecutivos. tus

de

aficionados, donde esto

se

logra excluyendo expresamente a los

extrafi.os

mezclando a los internos al margen de su rango. 9Émiley Benoit-Smullyan, 9Émile Status, Status Types and Status Interrelations , American Sociological Review IX (1944), 151-61. En cierto modo la afirmación de igual pertenencia institucional se refuer za con la regulación en nuestra sociedad de que los varones deban mostrar ciertas pequeñas cortesías a las mujeres; los demás principios, como las distinciones entre grupos raciales y categorías ocupacionales, deben suprimirse. El efecto es acentuar el situs y la igualdad.

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De manera que el rubor está construido ecológicamente en la institución. Por poseer múltiples yoes, el individuo puede encontrar que se le requiere a la vez que esté presente y que no esté presente en ciertas ocasiones. Como consecuencia, surge rubor: el indivi duo se ve desestabilizado, por muy suavemente q ue suceda esto. La oscilación de su yo corresponde con la oscilaci ón de su com portamiento.

está molesto por el hecho, y podrá mostrarse como valioso en otra ocasión. En este sentido, el rubor no es un impulso irracio nal que desgarre la conducta socialmente prescrita, sino que forma parte de esta misma conducta organizada. Las tensiones son un ejemplo extremo de ese importante tipo de actos que sue len ser bastante espontá11eos y sin embargo no son menos reque ridos y obligatorios que los que se efectúan con autoconciencia. Bajo un conflicto de identidad subyace un conflicto más fun damental, un conflicto de principios organizativos, ya que el yo,

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unción social del rubor

Cuando el yo proyectado de un individ individuo uo es amenazad o duran te la interacción, puede suprimir con equilibrio todo signo de vergüenza y rubor. Ninguna inquietud n nii esfuer zo realizado para ocultar haberlos visto obstruye el suave fluir del encuentro; los participantes pueden continuar como si no hubiera ocurrido ningún incidente. Sin embargo, cuando se salvan las situaciones, se puede per der algo importante. Al mostra r rubor cuando no puede ser nin guna de las dos personas, el individuo deja abierta la posibilidad de que en el futuro pueda ser una de las dos con efectividad º. Su rol en la interacción en curso puede ser sacrificado, e inclu so el propio encuentro, pero él demuestra que, si bien no puede presentar en esta ocasión un yo estable y coherente, al menos Samuel Johnson presentó un argume argumento nto similar en su trabajo Of Bashfulness", The Rambler (1751), Nº 139: "Suele suceder que la seguridad se mantiene a un ritmo igual que la habilidad; y el miedo al error, que dificulta nuestros primeros intentos, se disipa gradualmente a medida que nuestra capacidad avanza hacia la certeza del éxit éxito. o. Por lo tanto, la timidez, que previene la desgracia, esa breve y temporal vergüenza que nos protege del peligro de los reproches duraderos, no se puede incluir adecuadamente entre nuestros infortunios". 10

en muchos sentidos, consiste sencillamente en la aplicación de principios organizativos legítimos a uno mismo. Uno construye su identidad a base de afirmaciones que, si se niegan, le dan a uno el derecho a sentirse adecuadamente indigno. Tras la rei vindicación de un aprendiz por compartir plenamente el uso de ciertas facilidades, hay un principio organizativo: todos los miembros de la organización son iguales en ciertas formas en tanto que miembros. Tras la demanda del especialista que pide un reconocimiento monetario adecuado está el principio de que el tipo de trabajo, y no sólo el hecho de trabajar, determina el estatus. Los balbuceos del aprendiz y el especialista cuando lle gan a la vez a la máquina de Coca Cola expresan una incompa tibilidad de principios organizativo organizativoss 1. Los principios de organización de cualquier sistema social pueden entrar en conflicto en ciertos momentos. En lugar de per  En esos momentos a veces se hacen "gracias". Se dice que es una manera de relajar la tensión causada ya sea por el rubor o por lo que causó el rubor. Pero en muchos casos este tipo de burla es una manera de decir que lo que ahora sucede no es serio o real. La exageración, el insulto de broma, las afirmaciones en broma .. todas ellas reducen la seriedad del conflicto al negar a la situación su estatus real. Y por supuesto, esto es lo que hace el rubor de otra manera. Así, resulta natu ral encontrar al rubor y al humor juntos, ya que que ambos ayudan a nega r la misma realidad.

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Erving Goffm Goffman an

mitir que se se exprese el conflic to en un encuentro el individuo se ubica entre los principios opuestos. Sacrifica su identidad por un momento y a veces incluso el encuentro pero se preservan los principios. Puede quedarse plantado entre supuestos opuestos previniendo así una fricción directa entre ellos o puede ser prácticamente destruido de manera que unos principios que se relacionan poco el uno con el otro pueden operar juntos. a estructura social gana elasticidad; el individuo sólo pierde la serenidad.

L MÁQUIN E

H CER INFERENCI S H

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RVEY

S CKS

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LA MÁQUINA DE HACER H ACER INFERENCIAS 1) 2)

A: B:

Ya, ¿y qué pasó después? Pues vale, mientras ella (esposa de B) dice,

no le

3) 4) 5) 6)

A: B: A: B:

7) 8)

A: B:

preguntes nada l niño , bueno, se interpuso entre el niño y yo, y yo me levant levantéé para salir por la puerta puerta.. Cuando se interpuso entre eell niño y yo, fui a quitarla de en medio. Y y para entonces su hermana había llamado a la policía. No sséé cómo cómo,, ocurrió qué ¿No le pegó? No. No me está contando la historia real, Sr. B.

Bueno,, mire, Bueno mire, cuand cuando o dice uste d si le pegué quiere decir golpearla. Bueno, la empujó. ¿No es eso? Sí, la empujé.

Una de las cosas básicas que me gustaría ser capaz de transmitiros es una estética de la vida social. Con esto quiero decir en parte que deberíamos deberíamos tener alguna idea d dee dónde la vida social es profunda, y ser capaces de ver y plantear problemas. También voy a intentar hacer algo más que eso. Voy a intentar desarrollar una serie de nociones sobre qué es la sociología, qué cariz presentan sus problemas, qué formas adoptan las soluciones a esos problemas y hasta cierto punto, algunas de esas soluciones. * Extraido y traducido de Sacks, H. 1992) Lectures on Conversation, Vol. , Oxford: Blackwell. Este capítulo es una combinación editada por G. Jefferson) de clases magistrales de Harvey Sacks impartidas entre 1964 y 1965.) 6

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Harvey Sacks

a

máquina de h acer inferencias

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El tipo de fenómeno al que nos enfrentamos siempre se reco ge en transcripciones de ocurrencias reales, en su secuencia real. Y entiendo que nuestra tarea es intentar construir la maquina maquinaria ria que produciría esas ocurrencias. Es decir, encontramos y nom bramos algunos objetos, y encontramos y nombramos algunas normas para usar esos objetos, de modo que las normas para usar esos objetos producirán producirán esos objetos. Y además considera mos la conversación per se examinando las normas de secuen ciación en la conversación. La cita con la que he empezado aparece alrededor alrededo r del quint quintoo intercambio intercamb io en una primera o u v e r s c i ó n telefónica, en la que A es un miembro del personal de una agencia social a la que B ha llamado. Alguien le ha dicho a B que llame a esta agencia por algunos problemas de pareja que tiene. A no sabe nada de los problemas que tienen B, excepto lo que B le cuenta. Así que, aparte de los cuatro o cinco intercambios previos, estas personas no se conocen, nunca se han encontrado. Y -aunque no es exac tamente correcto decirlo así- encontramos que, sin embargo embargo , dada básicamente la afirmación número (2) de B, A es capaz de tener alguna noción sobre qué es lo que ha pasado, en una his toria de la que sólo ha oido una parte. Sin conocer a B en abso luto, al al oír Cuando Cuan do se interpuso entre el niño y yo, fui a quitar la de en medio. Y ya para entonces su hermana había llamado a la policía, A puede preguntar, preguntar, ¿No le pegó? . Y aún hay más. Porque sería otra cosa si A tuviera alguna

Y podemos ver que el que A aventure aquí una posibilidad no es algo muy extraordinario para B. B no dice, como alguna per sona podría decir, decir, ¿Qué le hace decir eso? . Dice No . Y cuando se le sugiere sugiere que su su ''No no es correcto, no dice, Mire, estoy contando la historia real. ¿Cómo demonios va usted a saberlo? saber lo? (Po (Porr cierto, cuando digo que No dice .. , esto es un recurso retórico por mi parte para suavizar las cosas. No lo digo en un sentido serio. No estoy haciendo una afirmación que sea intencionalmente intencionalm ente descriptiva. descriptiva. Proponer seriamente, descriptiva mente, B no dice X es una proposición de otro orden.) Más bien, B asume que A sí sabe, y B se autocorrige. Además, A también también es capaz de ver que B no está contando la historia real . Y quiero centrarme por un momento en una cosa de este tipo: percibir mentiras. mentiras. Mi razón principal para cen trarme en ello es que parece que la intuici intuición ón adulta puede pued e estar equivocada al intentar ver cuál es el problema que plantea el percibir mentiras. En uno de los primeros textos clásicos del psi coanálisis, coanálisi s, un artículo titulado 'Sobre 'S obre el origen de la máquina de influir en la esquizofrenia', que se publicó en inglés en el Psychoanalytic Quarterly volumen 2 en 1933, Victor Tausk informa sobre una de sus pacientes. La paciente era una chica esquizofrénica, y él detectó uno de sus síntomas de la siguiente manera. Él siempre le hacía preguntas, preguntas, y una vez ella empezó a reírse de él cuando le preguntaba algo. Él le dijo, ¿de qué te ríes? Y ella le contestó: de que siempre me hace preguntas, pero

expectativa sobre cómo fueron las secuencias de los aconteci mientos que llevaron a la llegada de la policía, de manera que A pudiera usar esa expectativa para aventurar una posibilidad, pero si resulta que le dicen que no es así, entonces, que él sepa, no es así. Pero parece ser que A ya tiene un conocimiento mayor de la situación, en el sentido de que no sólo puede aventurar una posibilidad, sino que él asume lo mejor sin considerar lo que B le d i c e - que lo que aventura es lo correcto.

usted ya sabe qué es lo que estoy pensando . Y Tausk empezó a trabajar con este síntoma de que los esqui zofrénicos piensan que otras personas conocen su pensamiento. El problema estaba planteado: ¿Cómo llegan los esquizofréni cos a pensar que otra gente conoce su pensamiento? E intenta resolver este problema. problema. La publicación en esta revista incluye comentarios de Freud al artículo. Freud dice, Ese no es el problema en absoluto. Al

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fin y al cabo cabo,, cuando uno aprende al m enos su p rimer lengua lenguaje, je, lo aprende de sus padres, de los adultos. Y los niños tienen que asumir que los adultos, que les dan los conceptos, saben cómo se usan; saben cómo el niño los usa. Así que el problema no es cómo es que la gente llega a pensar que otra gente sabe lo que

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que tiene que haber sucedido. De manera que, por ejemplo, cuando tenemos la extracción de este tipo de conclusión en la afirmación (3), podemos decimos, ¿cómo es que alguien puede pensar tan rápido? Porque eso se deduce directamente. No hay una pausa mayor de tres segundos entre (2) y (3). Diremos,

piensa, sino: sino: ¿cóm o es que la gente l lega a pensar tan profunda mente que otra gente no sabe lo que piensa?". A continuación, en una observación característica, Freud dice que el suceso cru cial es la primera mentira que tiene éxito. Ese suceso tiene que ser traumático. El niño tiene que decir, "¡Dios mío, no saben lo que está pasando ". No sé si esto funciona así o no. Pero asumo intuitivamente que la mayoría de los adultos no ven las cosas así, y que, sin duda no es una formulación inconcebi inconcebible. ble. Y el intercambio que estamos examinando adopta una forma que es muy característi ca entre las personas adultas y las niñas; a saber, la madre le dice a la niña, "¿Qué estabas haciendo?", la niña le da alguna res puesta, y la madre que no estaba allí dice "No estabas hacien do eso", y la niña se autocorrige. Y, de nuevo, no es cierto que las personas que sugieren que alguien está mintiendo, o "no con tando la historia real" sean tratadas como si estuvieran haciendo algo muy extraordinario. Intentemos ahora empezar a considerar cuál es nuestra tarea si vamos a construir una máquina que pueda en primer lugar producir esta conclusión, "¿no le pegó?", a partir de esta infor mación, "cuando se interpuso entre el niño y yo, fui a quitarla de en medio. Y ya para entonces su hermana había llamado a la policía". Una primera nor ma de procedimiento al hacer un análisis, una norma que debes usar absolutamente y, si no, no puedes hacer la tarea), es ésta: Al establecer qué es lo que parece haber suce dido, preparando la solución del problema, no dejes que tu noción de lo que podrí a razonablemente suceder decida por ti lo

"¿Cómo? La gente no es tan lista". Y por lo tanto lo que ha suce dido tiene que ser algo muy sencillo; algo que sólo requiere una solución sencilla. Y esto lleva a nuestra segunda norma. No tiene que haber necesariamente concordancia a primera vista entre la compleji dad o simplicidad aparato que necesitas para construir algún objeto y la complejidad o simplicidad del objeto. objeto. Esto son cosas que tenéis que afrontar, dado el hecho de que esto sucede efec tivamente. Y en la medida een n que l a gente soluciona sus asuntos ordinarios, van por ahí con la noción de que si alguien hace algo de una manera bastante simple, bastante rápida o bastante ruti naria, entonces no debe ser un gran problema explicar lo que han hecho. No hay razón alguna para supo ner que eso es así. Os voy a proporcionar una observación analógica. En una reci ente revi sión de un libro que intenta describir la producción de oraciones en inglés e s dec decir, ir, una gramá tica - el q que ue lo revisa observ a que la gramática, aunque no es mala, no tiene mucho éxito, y sigue siendo un hecho que las frases que cualquier niño de seis años puede producir rutinariamente no han sido aún adecuadamente descritas por algunas personas que son obviamente científicos enormemente brillantes. Por supuesto, las actividades que son capaces de hacer las moléculas de forma rápida y rutinariamen te no han sido descritas por científicos enormemente brillantes. Así que no os preocupéis por los cerebros de esas personas, sino por los objetos que parecen requerir. En este sentido, nuestra tarea es reconstruir sus cerebros. Ahora bien, ¿qué características necesitamos para construir esta máquina? Lo primero, por supuesto, es que sea una

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'máquina de hacer inferencias'. Es decir, puede manejar y categorizar y realizar afirmaciones sobre un acontecimiento que no ha visto. Y la primera observación sobre el tipo de acontecimientos que puede manejar es que pueden ser acontecimientos secuenciales. secuencia les. En el intercambio que estamos examinando, si nos mantenemos a un nivel muy simple lo que vemos es que si tene-

venido por alguna información y esa información es lo que A ha adivinado. Parece, entonces, que A sabe por qué tipo de buenas razones se presenta la policía. Y es capaz de usar esas buenas razones, primero para adivinar algo y luego para evaluar la correción de la respuesta a esa adivinación. También podemos comprobar que no só)o A y B no se cono-

mos (a), (b), (d), entonces si suponemos que A es un usuario de la máquina que vamos a tener que construir construir,, puede encont rar lo que es ( c . No sólo está en la posición adecuada para aventurar algo sobre (c), sino que esta máquina tiene características más potentes. Como dije antes, no es que adivine algo, se le dice No y dice Vale . Para él, opera algún tipo d dee conexión entre (a), (b), (c) y (d) de manera que el hecho de que se le diga que lo que propone como (c) (c) no ha ocurrido no afecta a lo que puede seguir afirmando: que ese (c) ocurrió. Y podéis contrastar eso rápidamente con la situación de una adivinanza. Yo os pregunto una adivinanza y os invito a que me deis una respuesta. Dais un a respuesta y yo d digo igo ''No, la respuesta es .... otra ccosa. osa. Y esa es la respuesta por definición. Cuando la gente hace adivinanzas, no suele insistir diciendo, No, yo tengo raz razón ón . La máquina d dee hacer inferencias que estamos construyendo puede manejar adivinanzas, pero las adivinanzas plantean una tarea más simple que las que esta máquina es capaz de manejar. Empecemos ahora a examinar, de una manera bastante infor-

cen, sino que además tenemos un conjunto de otras personas de las que se habla y A está escuchando esto. Por poco que A sepa sobre B, sin duda sabe menos sobre esas otras personas. Esencialmente, A sólo conoce el conjunto de términos que B usa para nombrarlas; es decir, que hay algo llamado hermana, algo llamado esposa, algo llamado niño. A mí me parece que la información que A usa la tiene en términos de colecciones de categorías de este tipo. En primer lugar, se puede llegar a ver con suficiente facilidad que para cualquier población de personas presentes se dispone de conjuntos alternativos de cate gorías que se pueden aplicar sobre ellas. Entonces, eso nos ofrece una tarea absolutamente central para nuestras descripciones; tener alguna manera de ofrec er el conjunto de categorías que operan en determinado escenario; en los informes posteriores sobre ese escenario o en su tratamiento mientras algo está sucediendo. Para hacernos una idea de cómo las inferencias que se pueden extraer de una historia están engranadas con estas categorías, podríamos, por ejemplo, servirnos de distintas categorías. ¿Y si

mal, cómo es que el usuario de la máquina, A, parece producir la conclusión (3), ¿No le pegó? y despué despuéss (5), ''No me está contando la historia real, Sr. B . Y aquí podemos usar la información que tenemos como miembros de la misma sociedad en la que viven estas dos personas. Lo que tenemos es más o menos algo como esto: A sabe que la escena es 'un proble problema ma familiar'. Así que (a) es la pelea familia familiar, r, (b) es el tipo dirigiéndose hacia la puerta .. (d) es la policía que viene. Y (c) es la razón de que haya venido la policía. Es decir, parece ser que la policía ha

fuera, no su hermana sino 'un vecino' el que hubiera llamado a la policía? Una inferencia posible en ese caso sería que las razones para llamar a la policía tendrían algo que ver con 'provocar un disturbio'; niño que llora, marido y mujer gritando. O, por ejemplo, démosle la vuelta por un momento a la categoría. ¿Se haría la misma inferencia si fuera 'mi' hermana y no su hermana la que hubiera llamado a la policía? Las normas con respecto a quién debe qué a quién y quién cui da a quién se pueden formular de tal manera que es as cosas importen un montón.

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En este caso, la inferencia podría ser, no que el marido había producido alguna actividad que servía como buena razón para llamar a la policía, sino que había sido la mujer quien lo había

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un escenario', necesitamos una máquina; es decir, un conjunto de normas y un conjunto de objetos que manejan esas normas. Después podemos preguntar, ¿es esa máquina completamente

hecho. Y eso es extremadamente importante. La máquina es impo tente si si un uno o sól sólo o necesita saber que es mi esposa y su her mana . Y se puede hacer esto porque eso funciona para cada unidad similar en la sociedad, de manera que no hace falta pre guntar, por ejemplo, ejemplo, Bueno díme algo más sobre la hermana de tu mujer, ¿es mayor? ¿Es inclinada a la histeria? que es algo que sería absolutamente esencial en psicología. Pero si algo como lo que he estado diciendo es cierto, entonces: No sólo la idea de que se necesita saber un montón de cosas sobre alguien para decir esto o aquello sobre esa persona puede ser una ton tería, sino que además la forma en que la sociedad se maneja en

genuina, de manera que si sucede otra cosa, necesitamos otra máquina para hacer otro tipo de inferencia, etc., etc.? ¿O será que este uso de una inferencia in ferencia de de la situación de la policía' será absolutamente similar a la forma en que se encuentra algún otro acontecimiento? En ese caso, lo de la policía' pasa a ser una simple categoría de una máquina general que maneja todo un conjunto de cosas. En ese caso, la tarea de describir cómo opera este animal se simplificará tremendamente. Y el funcionamiento del propio animal, por supuesto, se simplifica tremendamente. De momento, estamos trabajando con la situación de que apa rentemente A sabe cuáles son las buenas razones para par a que venga

la construcción de personas convierte esa noción en una ton tería. Es decir: Una de las tareas de la socialización es producir a alguien que se comporta de tal manera que esas categorías sean suficientes para saber algo sobre él. Una de las cosas de las que siempre querremos estar pen dientes es en qué medida este animal es sencillo o complejo. En cuanto a esto, haré una pregunta pero no intentaré responderla aquí. Al tratar de una variedad de ocurrencias, existe lo que podemos llamar un 'orden de profundidad'. De manera que, por ejemplo, aquí podemos decir sobre A que puede haber una lista de buenas razones para hacer que venga veng a la policía y esa lista está construida en su cerebro como miembro maduro de la sociedad y cuando se le habla de alguna situación en la que viene la policía, puede ofrecer un ítem de esa lista como un ensayo y tal vez después insistir een n que es un acierto. Eso estaría en un orden de profundidad. Pero en cuanto a la cuestión de la complejidad o simplicidad de este animal, podemos observar que, por ejem plo, para manejar una situación como la llegada de la policía a

la policía y se sirve de esas buenas razones para dar sentido a lo que B l e dice, e intenta adivinar y después desafía la afirmación de B y le dice que se equivoca. Quiero mostrar cómo esto puede funcionar; cómo puede resultar interesante. Por ejemplo, es cla ramente cierto - A lo sabe y B lo sabe- que la policía no sólo viene por las buenas razones por las que viene la policía. Los maniáticos siempre están llamando a la policía. Y la policía po licía res ponde a llamadas que resultan no estar basadas en buenas razo nes. Las formas adecuadas de hacer venir a la policía a una casa están disponibles para los Miembros en general y esas son las que se usan, por ejemplo, para decidir qué es lo que sucedió en esa casa. Y si vemos que a alguien se lo lleva la policía, es posi ble que pensemos de manera bastante natural que sabemos lo que le pasa, al menos genéricamente; es decir, que ha 'hecho algo malo'. Y esto sugiere dos cosas: En primer prim er lugar lugar,, el hecho de que un procedimiento que tiene una forma correcta de hacerse, se haga correctamente -independientemente de cualquier cuestión

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sobre si la policía responde a llamadas que no están basadas en buenas razones, razones, o cualqui er cuestión sobre gente que es acosada o malentendida- puede ser bastante importante para permitir a la gente encontrar el sentido de un acontecimiento acontecimiento que sucedió por referencia a esos procedimientos. Y en segundo lugar, y aquí vamos a plantear uno de los dilemas centrales de la civilización occidental- una persona que está en posición de que se le aplique un procedimiento que tiene una base correcta de uso, está en la posición de que se le aplique ese procedimiento de una manera presuntamente correcta. Y podemos darle un nombre a ese problema: El Problema de Job. Job, el hombre rico y bueno, había perdido toda su riqueza, sus hijos, todas sus posesiones. Su s amigos vienen a verle y hay una serie de largas discusiones. Lo que proponen sus amigos es, mira, tú entiendes que Dios castiga a los malos y recompensa a los buenos. Nosotros tamb ién lo vemo s así. así. Tu situación sól o es comprensible si eres culpable. Así que confiesa. Y para Job la pregunta es, No sé de qué soy culpable. Estoy convencido de que no soy culpable. Pero entonces, ¿cómo puede haberme pasado esto? Entonces, un dilema central es que un procedimiento que tiene una manera adecuada de operar puede no oper ar así. Kafka trata de un asunto similar. Y aquí el Sr. B está en el mismo barco. Efectivamente, lo que A sospecha puede haber sucedido. O B puede haber sentido que .. ¿qué puede decir? Al fin y al cabo, A sabe cómo ocurren esas cosas, y ¿cómo va a insistir B en que no es así? Es decir, un problema al que se puede enfrentar la gente en una variedad de circunstancias es: ¿Existe alguna manera de asegurar que ha sucedido un acontecimiento, aparte de la manera normal y apropiada en que suceden estas cosas? Aquí estamos hablando de algo b astante general. Que hablemos de ello por referencia a la policía no quiere decir que estemos hablando de un procedimiento establecido por y para la policía.

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Más bien, puede ser el caso que, para que la policía opere con

éxito, tienen que ser capaces de producir sus actividades de manera tal que esas formas formas que tienen los Miembros de entender las actividades se apliquen a la policía. De manera similar, cuando hablo de Job, no estoy intentando entrar en el campo de la crítica literaria. El prohlema de Job se refiere a un problema crucial para la forma en que las personas se suelen orientar hacia los acontecimientos, y esa forma sugiere que en cierto modo es extremadamente importante que las inferencias que hagan se puedan entender como correctas, y por lo tanto que las personas que producen esas actividades que se describen en esas secuencias, se comporten de tal manera que den cuenta del hecho de que estas secuencias las describen. A es e respecto, es interesante señalar que el fenómeno de las descripciones presuntamente correctas, y la conducta producida para ajustarse a esas descripciones, se puede encontrar por referencia a las actividades ilegítimas así como a las legítimas. Así, por ejemplo, en su libro Order and Rebel lion in Tribal A.fri A.frica, ca, en el capítulo 'El hombre razonable en la ley Barotse', Gluckman nos presenta al 'malhechor razonable'. Este último caso sugiere que los Barotse no sólo tienen una imagen de las formas razonable y comúnmente buenas de comportarse, sino también una imagen del malhechor malhecho r razonable; el ladrón, adúltero, difamador, etc., razonable. Con esta paradoja e l malhe malhechor chor razonable- resumo resumo el hecho e que los malhe malhechore choress de cualquier sociedad también se comportan e acuerdo a formas habituales que están estereotipadas socialmente. Está el delinc delincuente uente perezo so concebido en opo oposición sición al digno académico , la forma de vestir y lleva llevarr el pel pelo, o, todo un estilo del vaga bundo con intenciones de cometer una acción delictiva. Cuando sólo hay evidencias circunstanciales, estos tipos de accio nes se acumulan ante los jueces hasta que concluyen que . . . la

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imagen total es la de un malhechor razonable; como decimos nosotros tros una person persona a que es culpable más allá de toda duda razonabl razonable. e. Y he oído hablar de casos que indican que estas formas habituales de hacer el mal influyen de hecho en los adúlteros y ladrones de manera que se dejan descubrir en circunstancias en las que podrían haber actuado e otra manera para encubr encubrir ir sus malos actos.

De manera que nuestra tarea no es simplemente estar construyendo una máquina que pueda hacer inferencias, y hacerlas de la mane ra riguros rigurosaa que he propu propuesto. esto. Un problema para un a sociología interesada interesada en describir la socialización consistirá en buena parte en saber cómo llega a construirse un ser humano que realizará actividades actividades de este tipo de tal modo que puedan ser comprendidas de esta manera. Es decir, cómo es que se comportará de manera que estas máquinas de secuenciamiento se puedan usar para descubrir qué es lo que pretende. Entonces, se podría hacer la hipótesis que al menos una de las fuentes principales de los problemas serían las personas que se socializan de tal manera que no permiten que se les apliquen estas máquinas de secuenciamiento. Y esa es una de las maneras en que se comportan las 'personalidades psicopáticas'. Si leéis el libro de Cleckley The Mask o f Sanity se dice que la personalidad psicopática es la de aquella persona que, en cualquier momento de su conducta, nunca se sabe qué es lo siguiente que va a hacer. Nunca puedes decir Este es el punto n de esta secuen secuencia, cia, y ahora vendrán X, Y y Z . Y se piensa que son las personas más molestas que puede uno tener alrededor. Bien, lo que he estado proponiendo se podría formular de la siguiente manera: Para los miembros de un grupo, las actividades son observables; ven actividades. Ven gente intimando, ven gente mintiendo, etc. (Se ha afirmado erróneamente que la gente no ve, po r ejemplo, 'a mi madr e', sino que lo que 'ven en realidad' es luz, oscuridad, sombras, un objeto en la distancia, etc.)

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Y para nosotros eso nos enfrenta con la tarea de ser con?uctistas en este sentido: sentido: explicar cómo la gente puede producir conjuntos de acciones que suponen que otros pueden percib percibir. ir. Observé antes que una de las for formas mas que tienen las personas de ver actividades es por referencia a algunos procedimientos que entienden que suceden adecuadamente a lo largo de las actividades. Es decir, se puede ver que el Sr B pegó a su mujer por el hecho de que vino la policía, porque cuando la gente pega a su mujer viene la policía. policía. Si bien en muchos de sus aspectos el uso de procedimientos para averiguar el sentido de un conjunto de observables - e s decir decir,, el fenómeno al que llamo Problema de J o b - es literalmente central, este hecho de la observabilidad de las acciones es mucho más genérico. Entonces, nos sentimos incitados a investigar cómo es que las personas aprenden que en virtud de sus apariencias las actividades por las que han pasado son observables.Y, de nuevo, esta observabilidad observabilidad no es específica de cada actividad, actividad, sino que se aprende como un fenómeno general. Y podríamos suponer que un informe como el que voy a mostrar a continuación p u ~ d e servir de ayuda para averiguar cómo tiene lugar este aprendizaje y para ver cuando esas cosas pueden ser d ~ f í c i l e s o no. Utilizaré este informe absolutamente mundano y d1ré algo sobre su relevancia. Es una cita de One Boy s Day de Barker y Wright (1951). Un grupo de gente siguió a un c h ~ v l durante tod_o el día, apuntando todo lo que hacía de la mejor m n e r ~ posible. Trabajaron en tumos de media hora y luego compilaron un registro del día. 7 :20

Raymon d se levantó de la silla. Salió directa mente de la cocina al baño. Al salir del baño, volvió a la cocina. Su madre preguntó amablement e, ¿Te has lavado los diente s? El Sr Birch le miró y se rió di diciendo, ciendo, Dios mío, hijo, ttienes ienes la cara

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Harvey Sacks llena de pasta de dientes . Después los dos p padres adres seri eron abiertamente. Raymond se volvió instantáneamente y se fue directa mente al baño. Sonrió como si no estuviera molesto por los comentarios de sus padres. efl

Sólo estuvo unos segundos el baño. Volvió restregándose la cara con las manos. dientes ya no era visible.

La

pasta de

Se supone que Raymond puede aprender, a través de acciones como esta, que sus padres saben averiguar que se ha lavado los dientes en virtud de la aparición de pasta de dientes en su cara. Este hecho establece el fenómeno al que llamaré genéricamente 'subversión' . Con este ejemplo en la mano se puede pensar bas tante rápido en cómo los niños aprenden la subversión, habien do aprendido que se les aplica el procedimiento. Por ejemplo, se lavarán los aspectos de su cuerpo que se pueden observar a pri mera vista, para que cuando salgan se pueda decir Ah, te has lavado . Y el hecho de que suceda esa adaptación aporta el sen tido a través del cual se orientan hacia esta forma de entender sus actividades. Ahora bien, al observar estos hechos obviamente triviales que pueden hacer los niños, es concebible que uno pueda haber ana lizado hechos quela secita tratan de un periodo Así, por ejemplo, quecomo acaboparte de presentar, en la más que largo. se vio que Raymond se había lavado los dientes por tener la cara cubierta de pasta blanca, es extremadamente central en sus características y se merece el calificativo de 'genérica'. Sencillamente, el primer acontecimiento humano en la mito logía judeo-cristiana consiste en el descubrimiento descubrimiento por un hom bre de que su carácter moral es observable. Podemos llamarlo el Problema de Adán. (Génesis, 3.6-12, Edición Pastoral)

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Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su mari marido, do, que igualmente comió. Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; desnudo s; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores. Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahveh Dios que se paseaba por el ardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahveh Dios por entre los árboles del jardín. Yahveh Dios llamó al hombre y le dij dijo: o: ¿Dónde está s? Éste contestó: Te oí andar por el ardín y tuve miedo, miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí . Él replicó: ¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido comido acaso del árbol árbol del que te prohibí que comieses? Dijo el homb hombre: re: La mujer que me diste por compañera me dio del de l árbol y comí . Y Adán aprende, como Raymond aprende, que uno tiene que vivir con la realidad de que las actividades en las que uno ha par ticipado son observables a partir de su apariencia. Mencionaré una cosa más, que de nuevo es relevante para la conversación que estamos examinando. Es posible que, dada la forma en que se suelen considerar los materiales científicos, no formuleis el asunto que voy a tratar de la misma manera en que yo lo voy a hacer. Cuando pensamos en hechos, en la medida en que estamos pensando en hechos científicos, tendemos a plan tear los problemas de la siguiente manera: Si se da el caso que algo ha sucedido, entonces nuestro problema es explicarlo. Ahora bien, con cosas como mentiras, cosas que no son verdad, confabulaciones u n a posibilidad a la que las personas suelen prestar pres tar atención- tene tenemos mos que da darnos rnos cuent cuentaa que en buena medida se usa algo parecido al procedimiento inverso. El proce dimiento inverso consiste en lo siguiente. Al elegir entre distin tos hechos posibles que compiten entre sí, uno puede pued e decidir que sucedió el hecho que tiene una explicación y que el hecho que no tiene una explicación no sucedió. He aquí un hermoso ejem-

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plo de est a manera de proceder. Procede de un litigio que impli caba a una compañía que despidió a algunos de sus empleados por causar un distu disturbio. rbio. He aquí lo que escribe e l litigante: (Decisión de Shulman A-70, Litigio Ford-UAW La historia de los otros empleados destituidos se acerca a lo extravagante. Doce de ellos testificaron ante mí. Cada uno de ellos afirma ser un espectador completamente inocente, inocente, co mpletam ente incapaz de comprender por qué le destituyeron precisamente a él. Ninguno de ellos admite haber sido parte del grupo en ningun a de las manifestaciones. cion es. Ninguno de ellos admite siquiera la curiosidad normal de un espectador inocente. inocente. Cada cual afirma que sab ía muy pocas cosas sobre la causa de las interrupciones y que le importaba mucho menos después de conocer la causa. causa. Cada cual afirma que cuando se apagaban las luces o se paraba la linea le preguntaba a su jefe qué hacer y

al decírsele que se quedara o se fuera a casa, pero que su tiempo se acab aba en cualquier caso, decidi ó irse a casa. Uno de los ho hombres, mbres, un alegre jov en empaquetador, empaquetador, a segura que desp ués de ver la algarabia y la excitación reinante se retiró tranquilamente a un lugar caliente y confortable y se echó a dormir dormir.. Aseg ura que hizo esto dos de los tres días ausentándose el tercero) y durmió con el sueño pacífico de los justo s, hasta que la excitación se acalló completamente. Todo Todoss parecían ser verdaderos ángeles, ángeles, distand o mucho de dejarse contagiar por la excitación que había en el departamento. Ahora bien, es incuestionable que hubo serias interrupciones en el Departamento 84 los días 5 6 y 8 de noviembre. Había hombres vociferantes y enojados dando vueltas por todos lados y pidiendo acción. ¿Quiénes eran los hombres irritados irritados que participaron? ¿Quiénes eran los hombres enfurecidos a los que fue tan dificil llevar de vuelta al trabajo y que estaban tan irritados que, que, según afirma el sindicato, se volvieron contra sus propios representantes representantes del comité e inclu incluso so asaltaron a dos de ellos? Y ¿cómo se eligió a estos catorce? l sindicato no dio ninguna explicación. explicación. N o hay indica indicaciones ciones de que se eligie ra a estos hombres a ded dedo. o. E incluso cabría esperar normalmente que un método asísele ccion aría a algunos de los culpab culpables. les. Y

en /a evidencia no hay ninguna base en absoluto para suponer que se eligió a los hombres por una aversión pers onal contra ellos, ta l vez con /a lige ra excepción de uno de el ellos. los. Tampoco se considera generalmente a estos hombres como problemáticos, o gente de quien la compañía estaría deseando desha deshacerse cerse.. La explicación de la compañía es sencilla y no tiene ninguna contradicción aparte de las historias increíb increíbles les contadas por los propios hombres. l conciliador de relaciones relaciones labor laborales, ales, con la ayuda de su asistente, tomó los nombres o los números de placa de los hombres más activos entre los grupos que se manifestaron en su despacho. Esto da cuent a de doce de los catorce ...Dadas estas circunstan circunstancias cias no pued o dar crédito a las afirmaciones de inocencia de estos hombres.

En este caso los dos hechos en pugna son que una serie de empleados son inocentes, los destituyeron erróneamen.te, y .que son culpables, fueron destituidos por buenas razones. S son mo centes, no hay explicación para que se los expulse. Si son cul pables, entonces la explicación es sencilla y no tiene contra dicción alguna . Se encuentra que son culpables. e aquí otro ejemplo de ese tipo de procedimiento, retomado del informe de un forense. Los hechos en pu gna en este caso son la muerte por suicidio o por accidente. Si bien el hecho de que la Sra. S se daba a la bebida durante los últimos veinte años puede ser sintomático de la existencia de problemas,, en la historia no había nada que indicara un cambio repentino mas en su estilo de vid vida, a, ni ningún acontecimiento desafortu desafortunado nado o contratiempo en su vida. Y por lo tanto parece no haber ninguna razón para que el la eligiera este momento concreto para acabar con su vida. vida.

Es decir, como no hay razón para que haya acabado con su vida, la Sra S no acabó con su vida. A veces esto se pone muy, muy sutil e interesante, cuando

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tenemos una situación como la siguiente. Un tipo de muerte pro blemática que se repite implica algún tipo de combinación de alcohol y pastillas, siendo así que la combinación de alcohol y pastillas es extremadamente mortal. Es decir, dada cierta canti dad de alcohol, se necesitan muchas menos pastillas para matar a alguien que sin alcohol. Y cuando la gente muere de alcohol y pastillas, con unas pocas pastillas, sucede que se propone algo parecido al siguiente argumento: No es un suicidio, es un acci dente, porque si quisiera matarse se habría tomado todas las pas tillas que tenía, y no se las tomó todas. A lo cual se podría res ponder, bueno, pero el hecho es que murió, y tal vez lo que hizo es matarse de una manera perfectamente eficaz. Uno de los casos más má s interesantes in teresantes que tengo te ngo procede p rocede de la autobiografía de un ex-paciente mental. Es una descripción muy larga, así que la haré de forma condensada. Acaba de ingresar en la institución, lleva ahí tal vez uno o dos días y ahora quiere informar a su familia, pero nadie le va a dejar salir de la planta para hacer una llamada telefónica. Finalmente se lo dice a un doctor, que le dice Espere aquí cinco minutos, minutos, voy a buscar su expediente. Si lo encuentro le pueden dejar salir para hacer una llamada telefónica telefónica . Así que espera. Se queda ahí esperando de pie durante cinco horas. En cierto momento una enfermera se acerca y le dice, que se quite de en medio porque está bloquean do la puerta. El dice, no, tengo instrucciones de quedarme aquí . Ella dice ¿de quién? Él dice del doctor . La enferme ra se va y llama a la enfermera enferme ra jefe, que le pregunta: ¿Por qué se niega a moverse moverse de ese sitio? Él dice dice Porque el doctor me ha dicho que espere aquí . Según señala él, la enfermera j f no podía asumir el riesgo de contradecir al doctor , así que se va y vuelve unos minutos después con su supervisora. He aquí la conversación con la supervisora. ¿Qué doctor le dijo que se quedara aquí? , preguntó.

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a máquina de hac er inferencias

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No lo sé no me dijo dijo su nombre . ¿Hace cuánto tiempo que le dijo el doctor que se quedara aquí? , preguntó la supervisora. Debe hacer hace r unas unas cinco horas , respondí respondí.. ¿Espera que creamos que un doctor cuyo nombre ni siquiera cono ce le dijo que esperara ahí hace cinco horas y que todavía no ha vuel to? Me quedé en silencio.

a pregunta era extremadamente perspicaz, perspicaz,

y ante su impacto di un respingo. ¿Está seguro de que ese doctor es algo más que una ficción de su imaginación? Debo admitir que mi confianza en mí mismo palideció. Yo mismo empecé a dudar que esto hubiera suce sucedido dido.. Sencillam Sencillamente, ente, los docto res no rompen sus promes promesas. as. S i uno te dice que volverá e n cinco minu tos tos,, no te deja esperando cinco horas. Sencillamente, esa s cosas no suceden. Debo estar loco , dije d débilmen ébilmente, te, Tal vez no sucedió . La supervisora asintió con la cabeza cabeza.. Eso está mejor , dijo siniestramente. La cabeza me daba vueltas y los pies me temblaban. temblaban. Estaba empezando a sentirme como el prisionero de la novela de Kajka El Proceso al que encierran durante años en una celda acolchada sin que nunca se le informe de los cargos que hay contra él. Todo se estaba ponien do patas arriba. arriba. La culpa era inocencia y la inocencia era culpa. Nada admitía una explicación racional. Si ese doctor que me había dicho que le esperara cinco minutos era sólo una ficción de mi imaginación, entonces yo estaba perdi endo todo contac contacto to con la rrealidad. ealidad. Pero si ese doctor hubiera existido en realidad, ¿entonces por qué toda esta gente insistía en que no existía? Yo sabía que existía. existía. Le habí a visto y había hablado con él. Entonces toda esta gente debía estar maqui nando una conspiración monstruosa para volverme loco. loco. Parecía no haber otra teoría en la q ue encajaran estos hech hechos. os. La supervisora interrumpió interrumpió mis pensami pensamientos. entos. Venga conmigo , dijo. Obedecí mansamente y la segu í hacia el centro del vestíbulo. Está usted muy co confand nfandido, ido, jove n , dijo lla a supervisor supervisora. a. Puesto que

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es us ted nuevo aq aquí, uí, n no o iriformaré iriformaré Pero le advierto, que no lo vuelva a blemas con usted .

e

a

cómo se acaba de comportar. No quiero tener más pro-

hacer

Es decir, de nuevo vemos el uso de este procedimiento: uno puede elegir entre distintos hechos según la presencia o la ausencia de una explicación. Se usa de una manera absolutamente rutinaria. No estoy diciendo que sea obsceno, sólo estoy diciendo que así es como se s e hace. Al menos en esta sociedad, los hechos y las explicaciones tienen una relación de ida y vuelta. Es decir, no es que si algo ha ocurrido, eso plantea el problema de 'co nstruir una explicación' , sino que la noción noción que mantie mantienen nen las personas sobre los hechos posibles es que son posibles los hechos para los que hay una explicación. Uno no puede decir Bueno, yo lo he visto. Explícalo tú . Algo de lo que se afirma que ha ocurrido se puede tratar como que no ha ocurrido, en virtud del hecho de que no tiene explicación. Eso es importante en esta sociedad, dado que ya no se puede recurrir a los milagros. Y en parte, los milagros son de ese tipo. Son acontecimientos para los que no hay explicación, pero para los que ahora se daría una explicación sistemáticamente, es decir decir,, una explicación que no es de este mundo. Pero la mayoría de las personas que se conconsideran individuos modernos no leen leen,, po r ejemplo, al investigador psíquico Rhine. Simplemente S implemente asumen que, diga lo que diga, es un fraude de una manera u otra, y no hace falta molestarse en dar sentido a los fenómenos de los que informa. Dado que lo que propone como explicación no podría ser s er una explicación, explicación, entonces no ha ocurrido. Y aún hay más, disponemos de una explicación que sugiere que no hay tal fenómeno: La probabilidad estadística. Tal explicación propone que, dentro de una población, habrá algunas personas que produzcan estas respuestas, y resulta que esa persona ha dado con ellas. Pero eso no aporta

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ninguna base para la investigación psíquica: las distribuciones estadísticas harían el mismo trabajo. Este es un problema clásico que siempre se puede plantear cuando la investigación es limitada,cuando de una serie extraes un fenómeno, se dice que no tienes más que el funcionamiento de 1ma distribución aleatoria, que por casualidad has captado en cierto momento. Esto se plantea con frecuencia en la investigación psíquica y supongo que con frecuencia resulta ser relevante. O, por ejemplo, la gente dice ¿Cómo es que en este día ha habido dos terremotos? y luego se dedican a constr construir uir una explicación: Los dioses están enojados. O ¿No es curioso que el patrón climático haya cambiado este año? y luego construyen una explicación: Sucede. Después lo que se propone es que si se usa una unidad como años para medir el clima, y dado que el clima como fenómeno hay que medirlo en eones, entonces es probable que se encuentre algo que se asemeje al orden. Pero dada la unidad apropiada, ese orden propuesto no está presente. Ahora bien, disponemos de todo tipo de unidades, y para cualquier fenómeno que se proponga, se puede proponer que la unidad relevante es aquella unidad que haría de ese conjunto ordenado de hechos propuesto sencillamente una coagulación de acontecimientos aleatorios. aleatorios. Cualquiera de las dos alternativas puede tener razón o no. En cualquier caso, es algo que se hace.

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SOBRE

MU

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SUBJETIVID D H

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SOBRE MUESTREO Y SUBJETIVIDA SUBJETIVIDAD D

Para el asunto del muestreo es importante la concepción sobre los tipos de orden que hay en los fenómenos que investigamos. En relación con esto están los locus de orden. La cuestión de los tipos de orden que hay ha sido uno de los problemas básicos de los que se podría decir que ha surgido una ciencia social s i se puede decir que ha surgido, o que surgirá en algún mom ent o- a partir de al algo go que históricament históricamentee se ll lla a maría filosofia, en primer pri mer lugar lugar.. Y parece ser el caso que los pri meros modelos importantes del orden en la sociedad se constru yeron con la esperanza de darle estabilidad, cuando la estabili dad se veía como algo problemático; empleo un sentido bastan te especial de prob lemát lemático ico , es decir, decir, ccon on el miedo de que se pudiera romper, o de que se hubiera roto, o con la sensación de que fuera frágil. En realidad que a la gente le preocupaba por ej ejemp emplo, lo, a H Hobbe obbes, s, o a Platón - que el mundo estaba descom poniéndose y se podía recomponer de nuevo si se hacía esto o aquello. Digo que esa es una concepción especial de lo problemático porque sería mucho más convencional -científicamente, en cualquier caso tratar el problema de lo problemático *Extraido y traducido de Sacks, H (1992) le tures on Conversa/ion Vol IX Oxford: Blackwell. Este capítulo corresponde a una clase magistral dada por Harvey Sacks en la primavera de 1967. Los primeros minutos de la lección no se grabaron. 85

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partiendo de que si algo sucede, entonces uno quiere saber cómo. Y si se descompone, uno quiere saber cómo, y todas estos hechos por igual son hechos a ser examinados, explicados, o lo que sea. Y ya ninguno de los hechos es mejor que cualquier otro.

Incluso cuando se eleva esta perspectiva al estatus de posi blemente científica, tiende a estar muy controlada por sus fuen tes: un interés por el ord orden en político y cómo se mantie ne y un interés aplastante por lo que, en primera instancia, se conoce

Es decir, uno no se preocupa por averiguar cómo puede tener orden algo que, según cierta formulación, puede no tener orden. Tanto si se descompone como si no, da exactamente igual. Ahora bien, por las razones que fuera, las ciencias sociales tendieron a crecer de manera tal que las teorías importantes solían tener la perspectiva de que, si consideras la sociedad como una maquinaria, entonces lo que quieres considerar es lo siguiente: Tiene relativamente pocos productos ordenados. Entonces, hay hay un gra gran n interés por encontrar bueno s problemas ; es decir, encontrar los datos generados que son ordenados y luego intentar construir la maquinaria necesaria para dar esos resultados. De manera que, por ejemplo, uno puede observar el hecho de que la tasa de delincuencia tiene un nivel algo bajo, o que el tipo de interés que usan los bancos está generalizado y es más o menos estable, y luego intentar ver cómo sucede eso. Entonces uno tiene la idea de que tiene que encontrar una serie de índices y construir un aparato que controle los índices de tal modo que parecen mantenerse o caer. En este sentido, es

como asuntos importantes para los miembros de un grupo. Y desinterés por lo que es terriblemente mundano, mundano, ocasional ocasional,, local y demás. Es perfectamente posible, al menos en teoría, tratar esa formu lación como históricamente adventicia; un mero hecho, un acci dente de la historia de cómo la gente llegó a pensar en los pro blemas sociales. Y suponer, o bien descubrir, o proponerse des cubrir, que no hay tal cosa, sino que allá por donde uno resuel va atacar el fenómeno, uno va a encontrar algunos dirían impo ner un orden detallado detallado.. Eso tendría unas consecuencias enormes para lo que uno intenta construir. Si queremos construir la estabilidad de una tasa de conformidad a la ley o un tipo de interés interés,, entonces cons truimos instituciones masivas de gran escala que representan cómo se podría hacer tal cosa. Pero si imaginamos o especulamos o decidimos que haga lo que haga el ser humano, al fin y al cabo no es más que otro ani mal, tal vez más complicado que otros pero no muy distinto,

bastante crucial localizar los índices utilizables. Y así se podría obtener un cuadro de desorden que implicaría, pongamos por caso, su rápida fluctuación. Entonces, esa imagen sugiere que hay unos pocos lugares que, si los encuentras, te permitirán abordar el problema del orden. Si no los encuentras, no podrás. Y la mayor parte del resto de cosas son más o menos aleatorias. De manera que pode mos tener una imagen de una máquina con un par de agujeros delante. Arroja cosas interesantes por estos agujeros, y por detrás arroja basura.

entonces hagan lo que hagan los humanos se puede examinar para descubrir la forma en que lo hacen, y esa forma se podría describir. Y aún hay más, más, podríamos encontrar q que ue el hecho de orde n en todos los puntos se podría usar para explicar cosas que de otra manera son hechos bastante extraños; cosas como la siguiente. En primer lugar, algunos tipos de investigaciones -pongamos, por ejemplo, por tomar una sociología muy con venciona venc ional, l, la investi investigaci gación ón basa basada da en cuestionarios- usaría usarían n el hecho de que obtienen resultados ordenados para indicar que tie nen que estar haciendo algo decente. Ahora bien, todo el mundo

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sabe e s t o es, cualquiera que haya hecho ese trabajo alguna vez, o que lo haya estudiado- que casi uni universal versalmente mente es ex extrem trema a damente malo; que casi nunca se pueden usar las restricciones que deberían usarse bajo su propia formulación para poder afir mar algo. Por ejemplo, hay todo tipo de restricciones sobre los procedimientos estadísticos adecuados que nunca se satisfacen, y sin embargo obtienen orden. Y la pregunta acerca de por qué es a sí podría ser un verda dero problema. En segundo lugar, están los procedimientos de los antropólogos, que tienden a sup oner una aproximación muy ocasional a una sociedad, haciendo preguntas más o menos extendidas a una o dos personas, que a menudo resultan ser extremadamente generalizables. De nuevo, eso se podría tratar como una legitimación de esos procedimientos, o como un jeroglífico tremendo tremendo.. O podría verse como una consecue ncia del hecho de que sería extremadamente difícil, dado el hecho posible de que hay un orden detallado impresionante, no poder encontrarlo, hagas lo que hagas. Y como una consecuencia del hecho de que ese orden es un recurso importante para una cultura. De manera que, por ejemplo, cualquier Miembro que desde su niñez encontrara una pequeñísima porción de ese orden, y en cierto sentido una por ción aleatoria (los padres que le han tocado, las experiencias con las que se encuentra, el vocabulario que se le viene encima en las frases que recibe) resultará en buena medida muy parecido a cualquier otro orden, y capaz de intercambiarse con él. Si fuera importante para la naturaleza, en su forma de cons truir la cultura, que las personas deben tener una organizació organización n de muestreo adecuada para funcionar en una sociedad, entonces tal vez ese orden estaría organizado así. Supongo que una alternati va sería producir entornos extremadamente simples que se reproducen masivamente, para que todo el mundo se enfrente a más o menos lo mismo, y no importa a qué. Y por supuesto,

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entonces la investigación podría emplear los mismos recursos: Asómate a quien sea y obtendrás practicamente las mismas cosas. Si están construidos de esa manera, entonces el hecho de que se obtengan ciertos resultados de un informante no tendría que ser una legitimación para que esas cosas sean buenos pro cedimientos en sus propios términos, sino una evidencia de una organización del mundo que se vería entonces como utilizable. Y de nuevo, en buena parte de los asuntos que he estado consi derando, normalmente he estado señalando el hecho de que la gente realiza inferencias inferencias respecto a gente a quien nunca ha conocido, y a situaciones en las que nunca han estado, etc., y lo hacen con seguridad y con algo de éxito. Ahora bien, si uno se imagina que en cierto modo es así como son las cosas, entonces en realidad no importaría mucho qué estás observando .. si lo observas con suficiente atención. Y se podrá encontrar que se obtiene una enorme generabilidad por que las cosas están organizadas de tal manera que se pueden comprender, dado que un miembro de un grupo, que afronta un entorno muy limitado, tiene que ser capaz de hacerlo, y las cosas están organizadas para permitírselo. Así, por ejemplo, nos podría parecer un tremendo jeroglífico que Whorf, estudiando el lenguaje de los navajos, hablando con un navajo en Nueva York, pudiera construir una gramática más o menos coherente de su idioma, y otra persona podría hacer lo mismo, por lo cual diríamos, ¿N ¿No o es fan fantástico? tástico? Tiene que haber sido un genio . Pero luego podríamos decir, bueno ¿con cuánta gente se cruza un navajo cuando está aprendiendo a hacer el navajo? No tiene por qué ser tan genial. Entonces podríamos llegar a una perspectiva en la que, si bien podríamos, bajo ciertas condiciones, tener la noción de que un procedimiento estadístico es más seguro que otros, bien pudiera ser que podríamos dar una explicación formal a través de actividades singulares. Y ése sería un hallazgo teórico muy

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importante. Que se pudiera hacer eso nos proporcionaría mucha información sobre el carácter del asunto que estamos tratando; incluso aunque no totalmente generalizable. Esa sería sencilla

estado siguiendo es un razonamiento que, en su direccionalid direccionalidad, ad, al menos está intentando ver si no sería posible formular des cripciones que son claras y que tratan de acontecimientos singu

mente una es cuestión de haciay dónde bota, es la o pelota, veremos hasta qué punto generalizable de nuevo, nuevo nos informa a cerca de qué tipo de fenómeno estamos analizando. Podríamos vincular esas concepciones alternativas a algunas otras concepciones alternativas, como por ejemplo el tipo de diferencias que podría haber entre catolicismo y protestantismo. Esa diferencia ha sido s eñalada muchas veces, de manera que, por ejemplo, entre los teóricos americanos de la vida social, el que es más aprovechado por Jos católicos es Parsons, con su concepción de un ordenamiento masivo y enorme de institucio nes necesarias para dar cuenta incl incluso uso de asuntos relativam relativamente ente menores. Y algunas partes de la escuela de antropología británi ca que se parecen a Parsons se llaman antropología anglo-cató lica, donde la noción de una institución masiva, la Iglesia, que garantiza ciertos tipos de orden, se pondrá en oposición a, pon gamos, ese tipo de iglesia que asume que cada cual Jo puede hacer por sí mismo, y para Ja cual, digamos, los rituales a gran escala no se consideran cruciales para la estabilidad en la reli gión o para la estabilidad en otros ámbitos. En otras palabras, el problema del muestreo no está separado de algunas cuestiones teóricas mayores. Y no es obvio que los problemas que planteó Fisher y sus soluciones haya que adop tarlos sin más (Fisher era un agrónomo que estaba interesado en construir un sistema de modelos que Je permitiese establecer una variedad de hechos agropecuarios , cuyos resultados fueron la notable fundación de la estadística en sociología). Y seguro que no es la única concepción de las posibles formas en que se puede alcanzar el orden. En cierto sentido, es una concepción conser vadora débil. Tal vez dispo nemos de perspectivas mucho más

lares. Pero puede que no sea posible, y la cuestión es averiguar si lo es, también considerar qué es llo o que hay que hacer para ver si Jo es. Pasemos ahora al tema de la subjetividad es decir al uso del conocimiento y al acceso que a él tiene el miembro de grupo. De una manera u otra, la cuestión nunca ha consistido en no tener la en absoluto en cuenta. Y podría formular una oposición como la siguiente. Leyendo con atención uno de los libros más impor tantes que se han escrito en las ciencias sociales, Las Formas Elementales de la ida Religiosa de Durkheim, encontré el siguiente asunto. En la primer a mitad del libro, en la que se con sideran las religiones religiones aborígene aborígenes, s, y en la que se exami na el tipo de vínculos sociales, sociales, se po ne de relieve un ellos investigados por un 'nosotros' que somos científicos sociales externos y sin ningún acceso intuitivo a por qué hacen las cosas. Y entonces se plantea la pregunta: ¿Por qué se sienten así y cuál es el lugar de sus dioses, etc., y sus organizaciones? Una vez que se presenta claramente ese problema, sucede un cambio tremendamente notable. Y ese cambio se puede encontrar en un párrafo concre to del libro: Al principio, Durkheim está hablando con el uso de 'nosotros' refiriéndose a los sociólogos, estudiándolos a ellos . ¿Por qué lo hacen ellos ? ¿En qué consiste la atracción para ellos ? Al final del párrafo se encuentra la solución y la solu ción se entiende de una manera completamente distinta al plan teamiento del problema. Sabemos , como miembros de u un n grupo, que la sociedad tiene ese poder sobre nuestras mentes . Y entonces eso es una invitación a 'nosot ros', científicos socia les, y quien sea, para que comprendamos su manera de com portarse a través de nuestro conocimiento de nuestras costrum

fuertes; perspectivas formulables. Y el razonamiento que he

bres.

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En buena medida, toda la ciencia social convencional funcio na de una manera similar. De tal forma que al final de una investigación, cuando intentas decidir que los resultados son objetivos, dirás, 'Bueno, sabemos que la religión cuenta para la política y si establecemos ese tipo de correlación entonces pode mos decir, ¿Lo ves? Lo entendemos . Porque sabemos que eso cuenta'. (Donde 'nosotros' significa 'cualquier Miembro del grupo'). Lo que quier o hacer ahora es darle la vuelta a eso; us ar lo que 'nosotros' sabemos, lo que cualquier Miembro sabe, para plan tearnos algunos problemas. Por ejemplo, qué actividad se está haciendo. Y luego ver si podemos construir un aparato que nos dará esos resultados. De manera tal que eso no se decidirá en tér minos de su adecuación con lo que conoce un Miembro, pero sí podrá parecer fuerte (o flojo o irrelevante en su caso) de una manera no intuitiva (es decir, en términos de la intuición de los miembros de nuestro grupo). En cierto mod o tendemos a d ejarnos Ueva Uevarr demasiado por las restricciones que establece Weber para una ciencia social obje tiva; la condición para que, digamos, un sociólogo chino pudie ra entender nuestro análisis. Se podría construir una ciencia social que un sociólogo chino podría examinar para ver que tiene sentido y que no se apoya en ningún punto del análisis en el conocimiento de los Miembros, pero tal que el sociólogo chino nunca podría hacer lo mismo y nunca pod ría ver por qué se llegaron a plantear esos problemas, o cómo se decidió que determinada actividad estaba sucediendo. Y por supuesto, esa concepción no es tan extraña para muchos tipos de investigación en los que las personas pueden entender un resultado que ellas mismas no pueden haber construido, y no pueden construir otro. La gente aprende a comparar entre pruebas matemáticas que son más y menos adecuadas, y esto no se comprueba mediante el

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hecho de que puedan construir otras pruebas; pero alguna gente debería ser capaz de construir pruebas nuevas. Ahora bien, la cuestión de qué sería una explicación y qué aspecto tendría viene a ser una pura aventura. Uno construye algo e intenta ver, '¿Se parece a lo que quiero que se parezca?' Y c;onstruyes formas de decidir si se parece o no, y si sigues paras. Eso puede parecer terriblemente subjetivo. Pero sólo lo es históricamente, en el sentido de que si se llega a tener una pro fesión en marcha, entonces el tener la profesión en marcha lo implica, es decir, tiende a definir qué es la objetividad' para sí misma. Entiendo que en este momento tenemos ciertas oportunidades, ya sea como miembros de un grupo o no, en el sentido de que una de las maneras por las que podemos llegar a ver que tenemos algo en un análisis es que es de un orden tal de primi tivismo que cualquiera puede ir y mirar y ver que la cosa pare ce ser como hemos dicho. Ahora bien, en esta era moderna, la gente ha llegado a tener miedo de suponer que eso se puede hacer y obtener resultados científicos, aunque seguro que hubo tiempos en todos los campos en los que se podía hacer eso. Así, en el siglo XIX había todo tipo de aprendices de biología y eran gente que podía ver unos resultados y encontrar otro; mirar a un objeto y ver que era como la gente decía que era. Lo podían ver con sus ojos, no necesitaban un montón de medios sofisticados. Y sabían cómo tenía que ser una explicación. Así, podían cono cer el campo a medida que el campo se desarrollaba. Y tiene que haber sido así anteriormente en otros campos, como en la astro nomía en algún momento para los egipcios, etc. A diferencia de ahora, que no es así. Yo entiendo que puede ser así para la sociología ahora, y entiendo que muchos de los resultados que ofrezco la gente los puede ver por sí misma. Y no hay razón para asustarse de ello. Y no hay por qué pensar que los resultados están mal porque se

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pueden ver. Puesto que desde un principio no los conocíamos y ahora se puede ver algo que ni siquiera sabíamos que existía. Como si encontráramos una nueva planta. Puede haber sido una planta de tu jardín pero ahora ves que es diferente de otras cosas. Y se puede mirar para ver en qué sentido es diferente y si es diferente en la manera en que que alguien ha dicho dicho.. Bueno pues probablemente esa sea una posibilidad a muy corto plazo así que estemos atentos mientras podamo podamos. s. Y por supuesto un sentido en el que la sociolo sociología gía en sus comienzos no podría estar dis disponible ponible en la forma en que otras ciencias lo están es utilizando una tecno tecnologí logíaa que no todo el mundo tiene disponibl disponiblee y proponiendo resul resultados tados en un un formato que no diga qué es lo que se ha descubierto de una manera que se pueda ver. ver. De manera que profesionalmente se acoraza inmediatamente como suele ser el ca caso so también ahora por ejemplo con modelos matemáticos más o menos elaborados. Uno no sabe lo que proponen o cómo es que uno podría comprobar que las cosas cosas son as asi. i. Pero por supue supuesto sto pocos de esos resulta resultados dos pretenden ser descripciones de hechos observables. Estoy seguro que se piensa que si propongo que eso es lo que podríamos hacer; si digo que veo una cosa y decido que está bien y si afirmo que podría cambiar mañana según se desarrolla mi intuición científica en cuanto a cómo funciona f unciona esa cosa .. entonces se dirá que me lo estoy inventando. Eso es una confusión absoluta al confundir mi experiencia personal con la mane mane-ra de dar cuenta de qué es lo que he encontr encontrado. ado. Aunque por supuesto es perfectamente posible qu quee se pueda dar cuenta de ello de de esa manera. Pero en ese caso me parece que el error está garantizado. Ahora bien si nuestras nuestras maneras de producir están

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LGUN S CUESTIONES DE TEORÍ Y METODO RON

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tan organizadas es muy posible qu quee examinando cómo vemos una cosa cosa descubramos algo sobre eella. lla.

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ALGUNAS CUESTIONES DE TEORÍA Y MÉTODO Mi estudio sobre la justicia juvenil surge de un interés generales por una teoría de la organización social. ( .. Asumo que todas las actividades socialmente organizadas que etiquetamos como complejas o burocráticas están integradas de maneras similares: Se impone a los miembros de un grupo normas procedimentales generales, y los miembros desarrollan y usan sus propias teorías, recetas y estrategias para cumplir con requisitos generales que ellos puedan aceptar y que sean tácita o explícitamente aceptables para otros miembros que actúan como supervisores , o como alguna forma de control externo. Por tanto, los estudios de casos deberían diseñarse para revelar propiedades invariantes de los acuerdos sociales observados e interpretados. Al sugerir que hay propiedades invariantes discernibles en los estudios de casos, estoy sugiriendo que el investigador debe buscar y demostrar la posible generalización de sus hallazgos para cualquier forma de organización social. ) Dado que las teorías más prominentes de la desviación (y, para nuestros propósitos, de la delincuencia) han surgido de *Adapta do del cap. 1 de The Social Organiza/ion o Juvenile Justice 1968, Londres: John Wiley & Sons.

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autores que adoptan una perspectiva estructural-funcionalistaI, este capítulo esboza una perspectiva alternativa y discute críticamente las posiciones teóricas y metodológicas que los estructural-funcionalistas utilizan para recomendar su trabajo. Es dificil separar las cuestiones teóricas y metodológicas, pero las que trataré aquí incluyen (1) la descripción hecha por el sociólogo de cómo el actor social da sentido a un entorno de objetos de manera que sus inferencias y acción (las del actor) producen las actividades que el sociólogo etiqueta como estructuras sociales , así como (2) las formas alternativas que tienen los sociólogos de buscar soluciones a problemas de obje tivación y verificación al estudiar estudi ar la organización social.

bjetivación

Verificación

Uso el término 'objetivación' 'objeti vación' para denotar los intentos, por parte del observador y del actor, de convencer al lector (u oyente) de la credibilidad de las propiedades o elementos a que se atiende y denomina datos con el propósito de hacer inferencias y seguir actuando. Por lo tanto, objetivar algún acontecimiento u objeto o estado d dee ánimo es conven convencer cer a alguien de que hay o hubo suficientes razones como para hacer inferencias especifi cables sobre lo qu quee sucedió . Así, la pregu pregunta nta básica pasa a ser la siguiente: ¿Cómo hacen sujeto y observador para preservar o intentar preservar el entorno de objetos a los que se atiende o a Theory a nd Social Structure Structure (Nueva Cf. Robert K Merton, Social Theory York: The Free Press, 1957, capítulos 4 y 5); ver también las afirma

Algunas cuestiones de teoría y método

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los que se supone que se atiende para generar algo llamado datos ? Nótese cómo el problema de la verificación -interpretar los materiales denominados 'datos' como evidencia de una proposi ción previa o ad hoc sobre cómo y por qué algo sucedió o se constituye según normas proced procedimentales imentales especificables- puede parecer trivial si el problema de la objetivación se simplifica caracterizando los resultados de un cuestionario (las respues tas ) o las tablas producidas por la Oficina del Censo como datos objetivados. La mayoría de los sociólogos, y concreta mente los estructural-funcionalistas, encubren el núcleo de la investigación sociológica sirviéndose de procedimientos dema siado simplificados para objetivar la colección de materiales a los que se llama datos , y para verificar proposiciones a llas as que se llama 'hipótesis'. Si estamos de acuerdo en aceptar los materiales censales como descripciones adecuadas de fenómenos especificables, entonces el problema de la verificación es trivial incluso si hay distintas teorías sobre el significado de los resultados. Pero si asumimos (para el propósito d dee esta disc discusión) usión) que nuestros mejores esfuerzos de objetivación consisten en el uso de múltiples cintas de video del mismo entorno de objetos a lo largo del tiempo para describir o enmarc enmarcar ar adecuadamente los fenómenos que estu diamos, entonces el problema de la verificación se complica. La complicación surge porque tenemos que atender al pro blema de cómo el observador (sujeto o investigador) utiliza el conocimiento tácito (la información general o lo que todo el mundo sabe ) al al identificar y seleccionar materiales de las cin

ciones de Merton en New Perspectives for Research o Juvenile Delinquency H Witmer y R. Kotinsky (editores), US Govemment Printing Office, 1956; Albert K. Cohen, Delinquent Boys (Nueva York: The Free Press, 1955); y Richard A Cloward y Lloyd E Ohlin, Delinquency Delinqu ency an d Opportunity (Nueva York: The Free Press, 1960).

tas de video, y al recomendar interpretaciones (como descrip ciones directas o protocolos de codificación) d dee lo que suce suce dió . Tres o más cintas de video, presuntamente del mismo entorno de objetos, no resolverán el problema de la objetivación. Habría dificultades para presentar un argumento convincente a

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un lector que tuviera acceso a las cintas de video mientras que lee la explicación del investigador sobre lo que sucedió. ¿Qué tipo de acuerdos deben lograr el investigador y el lector como condición para decidir los diversos significados que se están mostrando? Asumiendo que tanto el investigador como el lector son miembros de la misma sociedad, sería fácil estar de acuerdo en cuanto al significado de elementos físicos como sillas y mesas, pero yo me intereso por cómo asignamos un significado inequíinequívoco al tono de voz de un joven cuando un agente de policía o un oficial administrativo o un juez caracteriza esa conducta como desafio a la autoridad o como indicación de una mala actitud . Otros problemas serían ponerse de acuerdo sobre el significado de gestos y maneras de vestir, posturas físicas, expresiones lingüísticas lingüísticas que sugieren sugieren dobles significados, significados, chistes, ansiedades y demás. Las complicaciones son enormes. Las ilustro en relación con cintas de video para relativizar su significado cuando el lector debe fiarse de explicaciones mucho más complicadas; cuando intenta entender cómo una serie de items de un cuestionario afectaron a una serie de sujetos: cómo cada sujeto interpretó cada pregunta, dependiendo de tipos de conocimiento tácito y tipos de experiencias personales contextos situacionales, situacionales, o contextos abstractos imaginados, no revelados por las categorías de elección fija que el cuestionario ofrece. Y también en la misma situación, situación, o una situación diferente, cuando las descripciones, ofrecidas por un investigador, de escenas de acción que que ahora muestra para el lector, lector, deben entenha observado derse como claras debido a la la autorida d del investigador. investigador. El prob lema es igualmente complicado cuando el investi investigagador utiliza informes escritos por miembros de una organización compleja y debe determinar la relevancia de atribuciones tales como clase social, carácter social, enfermedad mental,

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inteligencia y demás, realizadas por miembros de la organización en el curso rutinario de sus actividades diarias. A no ser que los procedimientos de decodificación y codificación de sujeto e investigador sean elementos básicos de la empresa de investigación, no podemos dar sentido ni a los fenómenos que se estudian, ni a los materiales que etiquetamos como hallazgos . Conocimiento Tácito

ctividades Cotidiana s

He subrayado los problemas de la objetivación y la verificación

porque los sociólogos no suelen preocuparse por las propiedades de la vida social cotidiana, sino que dan por supuestas las propiedades de la vida cotidiana incorporadas a la identificación y estudio de una diversidad de conjuntos conjuntos de actividades a las que llaman problemas sociales , o la dinámica de los sistemas sociales , o las las variables variables cruciales para el el mantenimiento de un sistema de de estratificación estratificación social . Tanto los acontecimientos naturales como los de laboratorio laboratorio estudiados por el sociólogo no se establecen preguntando primero cómo es un orden natural , y luego qué supondría generar actividades que los miembros de la sociedad caracterizarían caracterizarían como no naturales o naturales . En cambio, se asume que los problemas que sirven como puntos de partida son instancias obvias del mundo real . Cualquier sociólogo que insista en que el estudio del orden y desorden social, la sociedad o la comunidad, debe empezar por un examen de las propiedades de las actividades prácticas rutinarias de la vida cotidiana, no conseguirá fácilmente la aprobación de colegas que ya han decidido en qué consiste el mundo real, y lo han estado estudiando durante mucho tiempo. La siguiente cita de Charles C. Fries, un lingüista que recomienda innovaciones lingüísticas lingüísticas a los gramáticos convencionales, encierra una implicación similar: l

punto de vista en esta discusión discusión es descriptivo descriptivo no normativo ni

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legislativo. Lo que el lector encontrará encontrará aquí no es cómo cie rtos profesores o autores de manua les o autoridades pien san que los hablantes nativos de inglés deben usar el leng lenguaj uaje, e, sino cómo ciertos hablantes nativos lo usan de hecho en conversac conversaciones iones naturales y prácticas, realizando realizand o las diversas actividades de una comun idad lingüista a científico no intenta investigar investigar la creación de la literal lingüist tura magistral; se dedica a la díficíl tar tarea ea de descubrir y describir los intrincados y complicados mecanismos que el lenguaje usa de hecho al cumplir con su función comunicativa, y que el artista literario debe utilizarr también como básicos para su expresión.Como principio geneutiliza ral debo insistir insistir en que, en el estudio y análisis lingüístico, cualquier uso del significado es anticientífico cuando pretende que nuestro conocimiento del significado nos lleve a quedarnos cortos en la detección de las señales formales precisas que operan para comunicar ese s ignificado • La cuestión central que Fries nos presenta sucintamente es la

interacción social natural, y cómo las ocurrencias naturales nos aportan el material en bruto a partir del cual inferimos o impu tamos la existencia de estructuras o patrones en la vida cotidia na. El uso del inglés por hablantes nativos en conversaciones prácticas naturales naturales ofrece al lingüis lingüista ta una base para comparar la estructura formal con el uso de la comunicación en una comuni dad y también ofrece al sociólogo materiales materiales de los cuales puede inferir y construir descripciones de la estructura social. La cues tión crucial es cómo el observador objetiva el material en bruto que observa para que otros puedan llegar a inferencias similares.

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explicación en cuanto a cómo llegan a conocer su existencia3 • El vocabulario abstracto desplaza tanto la objetivación como la descripción de la interacción cotidiana a partir de la cual se rea lizan inferencias sobre las estructuras sociales. A veces la cues tión se resuelve usando descripciones impresionistas que requie ren la aceptación por el lector de lo que cualquier científico social sofisticad sofisticado o sabe que es cierto sobr sobree la forma en que ope ran las organizacio organizaciones, nes, o usando indicadores (por ejemplo, materiales censales, censales, escalas de actitud, porcentajes) que se supo ne equivalen equivalen a un entorno conductual conocido de objetos y acontecimientos. Pero en ambos casos (observación impresio nista adornada con lenguaje elegante ssobre obre cosas que todo el mundo sabe , o indicador indicadores es basados en saltos procedimen tales a partir de materiales censales o encuestas), la correspon dencia entre lo que se afirma haber observado y el lenguaje que se usa para describir objetos y acontecimientos nunca queda clara para el lector ni está disponible para la verificación inde pendiente. Las explicaciones siempre son expresiones truncadas que el lector debe rellenar para dar sentido a los supuestos sig nificados. La típica respuesta a esta cuestión es que es imposi ble ofrecer tanto detalle al lec lector tor.. Esta respuesta presupone que los detalles de la decodificiación y codificación de descripciones y cuestionarios son problemas técnicos. Mi posición es que éste no es sólo un problema de mejores métodos o de una tec nología más adecuada. s un problema que requiere un aparato teórico más sofisticado para dar sentido a lo que tenemos y lo

Los estructural-funcionalistas estructural-funcionalistas cortocircuitan la cuestión usando un vocabulario no explicado que recomienda la estructura sin más credenciales; dan por supuesto que las actividades que des criben formalmente formalmente existe n y asumen que no se necesita mayor 2Th 2Thee Struct ure o f English (Nueva York y Burlingame: Harcourt,

Brace and World 1952), pp. 3 y 4 y nota 6 en p. 8.

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3 Estoy diciendo que tanto los estructural-funcionalistas impresionis tas como los cuantitativos requieren un conocimiento desde dentro necesariamente. necesariam ente. La pe perspectiva rspectiva del actor, su código lingüístico, el sig nificado de sus gestos, la entonación de la voz, son en todo caso carac terísticas incorporadas al análisis, pero que no se ven como integrales para asegurar, codificar y analizar los datos.

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que hacemos metodológicamente, metodológicamente, y para mostrar cómo los estu dios sustantivos cambian con este aparato4. Los referentes de nuestras observaciones e inferencias ofre cen al lector los términos para valorar lo que presentamos como hallazgos. La investigación de campo (incluyendo videos de ocurrencias naturales donde no sólo se preservan las caracterís ticas lingüísticas lingüísticas de las conversaciones, sino tam bién elementos paralingüísticos como la entonación de la voz, los gestos fisicos o el movimiento corporal en general, y el entorno ecológico y las distancias físicas entre los participantes) requiere al menos un aparato teórico explícito por parte de los investigadores. Pero

actores. Las explicaciones actitudinal actitudinales, es, como las descripciones estructurales sin legitimar, idealizan el entorno de objetos del actor, de tal forma que la manera en que el observador decide cuáles son las propiedades conductuales y las estructuras de significado (que se suponen para inferir que los objetivos , valores o normas de la 0rganización se han lo logrado, grado, violado o cambiado) sigue estando encubierta por los procedimientos utilizados. La verificabilidad se trunca. La recomendación de utilizar procedimientos iguales cuando éstos están truncados no garantiza los mismos resultados, sino que sencillamente sugiere una solución práctica para un problema complejo. La

incluso el trabajo basado en transcripciones literales parece cuestionar acertadamente la credibilidad de las descripciones impresionistas, así como el significado de la información basa da en cuestionarios de actitudes sobre interacción social hipoté hipoté tica aislada de las contingencias de los encuentros reales entre

forma mediante la cua cuall el observador decide qué conoce y qué observa , no es una característica variable de la gestión y comunicación de la investigación sociológica convencional y menos aún la forma en que el actor realiza las mismas tareas . El trabajo reciente en psicolingüística, en análisis componencial o etnociencia o semántica etnográfica, en etnografía de la comu nicación, en análisis de la conversación en estudios etnometo dológicos, se ha dirigido a ofrecer principios para pasar de la experiencia del act actor or a la comunicación ve verbal rbal no verbal, y de un acto o acontecimiento, o secue ncia de aconteciemintos, a una descripción de actividades que pueda ser examinada indepen dientemente por otros investigadores5 •

4 Nótese que el argumento no consiste sólo en la posibilidad de objetivar los detalles de las actividades prácticas, sino que esos fenó menos son integrales para comprender qué quieren decir los estructu rales-funcionalistas cuando hablan de organización social o estructura social. Las presuposiciones del razonamiento de sentido común están incorporadas en los argumentos estructurales, y cualquier lectura de sus proposiciones requiere necesariamente que se incorporen signifi cados cotidianos para que las afirmaciones tengan sentido. Pero las propiedades empíricas y conceptuales de tales significados siguen sin especificarse. De manera que los estudios que se han dedicado a un nivel macro de análisis, incluso cuando se han interesado explícitamente por las dinámicas , asumen que la descripción de la organización social social por el observ observador ador se sostiene al margen de la inter pretación de lo que sucedió por cualquier participante (u observa dor). Otros estudios se interesan explícitamente por la forma en que las perspectivas de los participantes desde dentr dentro o informan el análisis del observador. Como ejemplos de estudios desde fuera , ver P. Selznick, TV ami the Grass Roots (Berkeley: University ofCalifomia

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Press, 1949); Selznick, The Organizational Weapon (Nueva York: McGraw-Hill, 1952); A.W. Gouldner, Patterns o Industrial Bureaucracy (Glencoe, Ill.: Free Press, 1954); P.M. Blau, The Dynamics o Bureaucracy (Chicago: University of Chicago Press, 1955); y un ejemplo de la perspectiva desde dentro se puede encon trar en Melville Dalton, Men Who Manage (Nueva York: Wiley, 1959). 5 Cf. Ward H. Goodenough, Componentia Componentiall Analysi Analysiss and the Study ofMeaning , Language 32, 195- 215 (19 (1956); 56); Floyd G. Lounsbury, A Semantic Analysis ofthe Pawnee Kinship Usage , language 32, 158194; Charles O. Frake, The Ethnographic Study of Cognitive

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Pero el reciente trabajo en psicol ingüística y las diversa s pers pectivas antropológicas para el estudio y uso del lenguaje en el trabajo etnográfico no suelen examinar un problema previo: ¿Cómo reconocen el carácter significativo de las secuencias naturales de explicaciones descriptivas los miembros de un grupo o colectividad? ¿Cómo deciden los miem bros que dete deter r minadas explicaciones (en una forma secuencial especificable) son adecuada adecuadass para co comprender mprender lo que se está comu comunicando, nicando, de manera que corresponde ofrecer una repuest repuesta, a, tam bién con siderada adecuada ? ¿Cómo podemos demostrar que ciert ciertas as conversaciones revelan acuerdos entre hablantes sobre cuestio nes concretas, incluso cuando no hay evidencia manifiesta de tales acuerdos en las propias enunciaciones analizadas? ¿O que las antinomias establecen un significado bastante distinto al de la presentación semántica aparentemente inmediata? (Nótese que, incluso cuando se invoca un modelo exterior, la Systems , en T. Gladwin y W.C. Sturtevant (editores), Anthropology nd Human Behavior (Washington, D.C.: The Anthropological Society of Washington, 1962), pp. 72-85; Dell Hymes, The Ethnography of Speaking , ibid., 13-53; Roger Brown, Words nd Things (Glencoe, Ill.: Free Press, 1958); Ward H. Goodenough (edi tor), Exploration Explorationss in Cultural Anthropol Anthropology ogy (Nueva York: McGraw Hill, 1964),pp.25-55, 111-129, 167-177,221-238;HaroldGarfinkel,

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perspectiva del observador siempre depende de la concepción que el actor tiene de los objetos y acontecimientos). Nuestra tarea es similar a la de construir un ordenador que redujera la información obtenible a través de las perspectivas de cámaras de video situadas en distintos distintos lugare lugares, s, de ma nera que la información o fragmentos de información) información) se pudie ra recuperar manteniendo intacta la fidelidad a la ocurrencia natural original. Sacks6 se refiere a este problema como al de construir un arte facto fact o ca paz de producir secuencias conversacionales que pudie ran ser reconocidas por miembros de la sociedad como enuncia dos correctos o apropiados sobre objetos y aconte cimien tos conocidos. conocido s. Semejante artefacto analizaría también div ersas cate gorías que los miembros de la sociedad usan en sus descripcio nes cotidianas. cotidianas. E l investigador se interes interesaa por cómo tales cate gorías, según las usan los miembros en secuencias especifica bles, significan acontecimientos y permiten a los miembros reconocer lo que ssucedió ucedió . El análi análisis sis de conversaciones den tro de un contexto paralingüístico (1) hace explícito el problema de la objetivación, y (2) ofrece tanto al investigador como al lector una base para comparar las inferencias realizadas sin tener que reclamar al lector que reciba las afirmaciones del observador de buena fe como descripciones certeras de Departamento de Sociología, Universidad de California, Berkeley,

Studies of the Routine Grounds of Everyday Actions , Social Problems, 11, 225-250 (1964); Aaron V. Cicourel, Método y Medida en Sociología (Nueva York: Free Press, 1964, capítulo 8); también dos números especiales recientes del American Anthropologi Anthropologist, st, Vol. 66, No. 6, Diciembre de 1964, editado por John J. Gumperz y Dell H. Hymes, y vol. 67, no. 5, octubre de 1965, editado por E.A. Hammel; números especiales recientes del American Anthropolog Anthropologist, ist, Vol 67, No. 6, Diciembre de 1964, editado por John J. Gumperz y Dell H. Hymes, y vol. 67, no. 5, octubre de 1965, editado por E.A. Hammel; Harvey Sacks, The Searchfor Help: No One to Turn To tesis doctoral,

1966; Harold Garfinkel, Remarks on Ethnomethodology , ponencia presentada en el encuentro anual de la American Sociological Association, Chicago, septiembre de 1965; y B.N. Colby, Ethnographic Semantics: A Preliminary Survey, with CA Comment , Curren Anthropology (febrero de 1966) 7, 3-32.

6Mi referencia a sequencias o proposiciones o acontecimientos secuenciales procede de los apuntes de las clases magistrales de Harvey Sacks. Cfr. Harvey Sacks, Lectures on Conversation, Vol. I y /J(Oxford: Blackwell); y La Máquina de Hacer Inferencias , en este volumen.

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lo que sucedió . Un supuesto vital de esta discusión es que la información sintáctica, contenida en la descripción que realiza un miembro de una tribu o sociedad, no es adecuada para entender cómo los miembros generan o transforman las descripciones en una interpretación significativa de lo que está sucediendo o lo que sucedió . Por lo tanto, tampoco puede el investigador contentar se sencillamente con la información sintáctica que se supone subyace a la descripción, independientemente de su forma (una palabra enunciada o un texto extendido). Y toda información que se impute o extraiga de lalasutilización descripciones de los de una comunidad requiere y asume la miembros existencia de expectativas contex contextuales tuales ? o conocimiento conocimiento tácito tácito.. Chomsky y Halle afirman que, para que una gramática sea adecuadamente adecuadamente descriptiva descriptiva,, debe dar cuenta d del el conoc conoci i miento tácito (intuición lingüística) del hablante nativo s. Si no se hace referencia a este conocimiento tácito no existe la mate

ria de la lingüística descri descriptiva ptiva.. No ha y nada sobre lo cua l sus afir maciones descriptivas puedan estar bien o mal. La lingüística taxonó mica no ha aceptado este estado de cosas. Desde que Bloomfield otorgó a la lingüística el primer lugar entre las ciencias sociales por haberse liberado del yugo de las ''palabras evasivas y teológico-espi ritistas de nuestro habla tribal (Bloomfiel (Bloomfield, d, 1927), 1927), se ha considerado indigno prestar atención atención a un horr horror or menta/isla como la int intuición uición lingüística. Sin embargo, el conocimiento tácito del lenguaje del hablante es precisamente el asunto del lingüista en todo momento y 7

Para una discusión discusión detallada d dee la expresión expectativas contex tuales , cf. Alfred Schutz, Collected Papers I (La Haya: Martinus Nijhoff, 1962); y Garfinkel, Studies of the Routine Grounds of Everyday Actions , Op Cit 8 Noam Chomsky y Morris Halle, Sorne Controvers ial Questions in Phonological Theory'',Journal ofLinguisti cs, 1 no.2), 97-138 (1965).

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punto por punto. Sin dud duda, a, a nadie le basta sencillame nte con reorga nizar los datos de un co corpus. rpus. Toda Toda descripción lingü ística intenta, al menos, extraer ''patrones o regularidades de un corpus, o abstra er de él principios que se puedan aplicar también a otros materiales lingüísticos. Pero las determinaciones de ''p ''patrone atroness , regularida des y ''principios subyac entes van más allá de los datos. Están basadas en algún tipo de supuesto sobre la naturaleza de los patrones o regu laridades lingüísticas. Sin esos supuestos (que, (que, desgraci adamente, casi nunca se hacen explícitos), explícitos), en cualquier corpus se pueden encon trar innumerabl es ''patrone ''patroness y regularidade regularidadess , todos ellos mutua mente incompatibles, y la mayoría, por alguna razón, bastante ridícu los. los. Obviamente, todo trabajo lingüístico se guía por ciertos supuestos sobre la naturaleza de la estructura lingüíst lingüística ica y los patrones lingüís ticos; y la adecuación de esos supuestos, que están en el núcleo de la teoría lingüístic lingüística, a, se puede comprobar sólo de una manera: determi nando si las descripciones descripciones a las que llevan concuer concuerdan dan con el conoci miento tácito sobre el lenguaje. Al margen de lo que se pueda decir en las discusiones metodológicas, esta referencia última al conocimiento tácito del hablante sobre su lengua es bastante notable en todo traba jo lingüístico9.

Las afirmaciones de Chomsky y Halle apuntalan la necesidad de incorporar incorporar la existencia del conocimiento tácito sobre lo que significan las apariencias, y cómo describen las apariencias tanto los actores (o hablantes nativos) como el observador, a cualquier teoría sobre cómo los miembros entienden y comuni can el conocimiento y la experiencia de cualquier entorno de objetos. Lo que se considera como entendido o no especifi cado por el actor u observador puede hac hacerse erse observable a través del análisis o la manipulación textual o experimenta110. Nótese, por tanto, cómo los problemas de la objetivación y la 9/bid., p. 103. IOCf Garfinkel,

Studies of the Routine Grounds of Everyday

Actións , op. cit.

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verificación no se pueden resolver sencillamente afirmando que

del problema de describir cómo el actor

se ha enmarcado toda la información relevante usando graba ciones de video o audio. Las expectativas contextuales (el cono cimiento tácito) son integrales a cualquier tipo de análisis e incluyen mucho más que lo que Chomsky y Halle sugieren.

de objetos para que sus inferencias y acciones produzcan las actividades que llamamos estructuras sociales . A continu continuación ación ofrezco una mínima discusión de estas distintas formas.

El miembro de la so ciedad usa las expectativas contextua/es previas como un esquema de intepretación. intepretación. En sus propi os términos las apa riencias reales son para él reconocibles e inteligibles como las apa e mane riencias de acontecimientos familiares. manera ra demostrable es responsable responsab le ante su contexto previo previo.. A la vez se encuentra perdido al intentar contarnos en qué consisten exactamente las expectativas. La Cuando le preguntamos por ellas tiene tiene poco o n ada que decir anticipación de que las personas entenderán el carácter ocasional de las expresiones la vagued ad específica de las referencias el sentido prospectivo-retrospectivo de una ocurrencia presente el que suceda algo después para ver qué se quería decir previamente son propieda des sancionadas del discurso común. Aderezan un contexto de carac terísticass vistas pero no notadas del discurso común terística común mediante las cuales los enunciados concretos se reconocen como acontecimientos acontecimientos de habla co común mún razonabl e y comprensiblell.

Soluciones a la

El elemento clave de las afirmaciones de Garfinkel es la insis

bjetivación

d

sentido a un entorno

la Verificación

A continuación caracterizaré de manera general las formas en que los sociólogos resuelven de hecho el problema de la objeti vación-verificación refiriéndome a los tipos de estrategias de investigación que usan rutinariamente al obtener y recomendar sus hallazgos a otra gente. A riesgo de violar las estrategias estrateg ias mix tas de investigadores concretos, describiré llas as soluciones en términos ideales típicos como sigue: Teorías Macro

Teorías Micro

Datos Impresionistas

A

e

Datos Duros

B

D

tencia en que todas las propiedades que constituyen el concepto de expectativ expectativaa contextual son propiedadas sancionadas del dis curso común . Los miembros no sólo asumen rutinariamente las las propiedades señaladas, sino que también requieren que los otros las usen y hagan presentes. De manera que lo que miembros e investigadores llaman datos y hallazgos sólo se puede entender por referencia a las expectativas contextuales. Pero los sociólogos suelen resolver de otras maneras la dis cusión anterior sobre la objetivación y verificación como parte llJbid. p. 226 y p. 229.

La investigación dentro de esta categoría suele suponer una familiaridad con la sociedad que se describe mediante la obser vación participante o como miembro ordinario o investigador, y el uso de documentos, diarios, entrevistas en profundidad y medios similares. El problema de la verificación no se ve como un dilema, porque no se da importancia a la forma en que el actor y el observador comprenden sus entornos y por lo tanto, el carácter factual u objetivo de los materiales no es problemáti co. Cuando se cuestionan los materiales, el investigador ofrece A

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diversas razones d hoc e ilustraciones para tomar en serio o no diferentes partes de los datos. Los investigadores de este grupo casi nunca tienen interés en centrarse en el carácter factual factual de sus datos datos,, sino qu e están espe cialmente interesados en tratar los datos como un vehículo para ilustrar la relevancia de sus intereses teóricos teóricos y sustantivos. Los que hacen este tipo de trabajo no son todos iguales, pero su trabajo sí exhibe una ausencia de afirmaciones claras sobre el problema de la verificación, dando por hecho el supuesto implí cito de que una discusión extensa no está legitimada, siendo los

del investigador se tratan como si fueran iguales; sólo difiere el esquema conceptual del investigador para darles sentido, en tanto que que busca un análisis más profundo del significado de las actividades del grupo, la organización, o la sociedad. El aná lisis es una superestructura construida que representa el intento del investigador de caracterizar una red de relaciones sociales con un vocabulario que se supone una descripción preclara de las actividades y propósitos de la organización. La verificación de lo que se observa o infiere se recomienda sin referencia algu na a la interpretación del actor o del investigador de sus mutuos

materiales que se presentan como datos suficientemente obvios como para hacer irrelevante cualquier elaboración del problema. No se informa sobre los detalles de la participación cotidiana. La credibilidad de la descripción se debe encontrar, en cambio, en la profundidad de las conclusiones teóricas y sustantivas, no en la riqueza de lo loss documentos o de la participación a través de la cual se ofrecen las descripciones. Las citas de documentos o de informantes se usan como materiales ilustrativos de pro fundas conclusiones teóricas y sustantivas. El entorno de obje tos que forma parte del campo visual del actor y de sus expecta tivas de contexto no se considera una característica integral del punto de vista del actor; el investigador interpreta sus afirma ciones orales o escritas bajo el supue supuesto sto de que eell lenguaje usado transporta sus significados a primera vista', o que se pue den explicar por referencia a patrones subyacentes d hoc. Las descripciones sólo ilustran la interpretación de la escena de la acción por el investigador, y no la fuente de su interpretación como parte de alguna correspondencia clara con un modelo

entornos de objetos según su sentido común y normas científi cas de procedimiento, por separado o juntos. Se invita al lector a aceptar la adecuación de las interpretaciones ofrecidas sin ningún recurso explícito a los pasos que se siguieron para deci dir la relevancia de los materiales citados u observados por el actor y el observador. Pero aquí 'adecuación' significa qué sen tido tiene la interpretación , dados algunos conceptos generales en conjunción con las citas ilustrativas. El análisis conceptual lleva a inferencia inferenciass sobre la estructura subyacente de las cosas que los propios materiales ilustrativos sólo pueden sugerir o revelar indirectamente. Son los patrones subyacentes post hoc los que constituyen la realidad social de interés para el investi gador, no los materiales ilustrativos. De hecho, los materiales ilustrativos pueden confundir porque casi nunca revelan gran cosa sobre los patrones subyacentes, a no ser que estén en sin tonía con el marco conceptual implícito del investigador12. Las formas mediante las cuales tanto el actor como el observador

explícito del actor. actor. El mo modelo delo implícito del investigado investigadorr sobre lo que está pasando es crítico, ya que aporta un esquema interpre tativo a través de un vocabulario que asume una corresponden cia entre su comprensión y la comprensión de la misma escena de acción por el actor. Las estructuras de significado del actor y

mado método documental de interpretac interpretación ión , y una explicación deta llada de sus características se puede encontrar en Harold Garfinkel, Common Sense Knowledge of Social Structures: The Documentary Method of Interpretation , en J.M. Scher (editor), Theories o f Mind Nueva York: Free Press, 1962, 689-712.

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2La

búsqueda

de

significado en en patrones subyacentes se ha lla

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dan significado social a su campo visual y a sus experiencias en encuentros reales no se consideran empíricamente problemáti cas, ni mucho menos críticas para una comprensión de cómo cada cual realiza la tarea, asigna significados a los aconteci mientos, o resuelve el problema de la verificación. El análisis estructural del teórico macro no se interesa por la lógica-en-su uso del significado del acto B, sino por la lógica reconstrui da del significado del acto . El iinterés nterés por eell significado de la acción es un intento de atribuir motivos post hoc al actor en fun fun ción de las construcciones conceptuales del sociólogo, y no la manera mediante la cual el actor determina rrutinariamente utinariamente lo que sucedió o atribuye significado a objetos y acontecimien tos en el curso de su ocurrencia. Los procedimientos de verificación del sociólogo estructural impresionista impresion ista se deben encontrar en la elegancia con que cuen ta su historia historia,, su carácter convincen convincente te , y en qué medida en enca ca razonablee de llo o que sucedi sucedió. ó. Por j bien con una explicación razonabl lo tanto, se necesita otro experto, como un crítico literario, un crítico de teatro o alguien que esté familiarizado con la perspec

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que preocupen al teórico macro orientado cuantitativamente, excepto cuando se expresan en la reclamada objetividad de los materiales de los censos y estadísticas (una vez constatadas las adecuadas cualificaciones sobre problemas de muestreo, mala documentación y otros errores)t4. En el caso de las encuestas, se asume que los procedimientos detallan como se desarrolla desarrolla o se desarrollarí desarrollaríaa la acción del actor según el tipo de cuestiones hipotéticas o factuales presentadas. Casi nunca hay forma de verificar independientemente hasta qué punto el actor actuó cómo él dice haber actuado, o hasta qué punto actuaría de determinada manera en alguna fecha futura. Para este grupo, la cuestión de cómo el actor interpreta la pre gunta estímulo, o la posibilidad de que la respuesta del sujeto estuviera motivada por la pregunta y no tuviera nad a que ver con sus experiencias pasadas y actividades diarias, generando así datos sólo relevantes para el cuestionario y la situación inme diata,, no son cuestiones problemáticas más allá de lo técnico. diata El problema de la verificación gira en torno a có mo establecer una correspondencia entre entre categorías demográficas o preguntas

tiva de los los acontecimientos en cu cuestión estión desde dentr dentro o , para apoya r (y, por lo tanto, verificar ) llaa adecuac ión de la explica ción dada. B. El teórico macro que busca datos duros (por eejemplo, jemplo, materiales de los censos, estadísticas, encuestas) comparte con el teórico impresionista el desconocimiento de la diferencia entre cómo la lógica-en-uso de los actores genera una conducta real, y cómo su lógica reconstruida sirve para especular sobre acciones y actitudes pasadas y futuras. Las formas mediante las cuales el actor da sentido a su entorno y construye cursos de acción a lo largo del tiempo no son cuestiones de verificación Abraham Kaplan, Chandler, 1964, p. 8 y p. 32. 13Cf

he

Conduct o Inquiry San Francisco:

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pre-codificadas, las tablas que surgen y las ideas generales que llevaron a la formulación del cuestionario. El método documen tal se pone claramente en evidencia porque las ideas generales aportan el principio para la formulación de preguntas concretas t4Ejemplos de trabajos realizados en esta sección son Emile Durkheim, El Suicidio (Editorial Akal): S.M. Lipset, El hombre político (Madrid: Tecnos 1987); y O.D. Duncan y L Schnore, Cultural, Behavioral, and Ecological Perspectives in the Study o f Social Organization , American Journal o Sociology (septiembre de 1959) 65, 132-146. Para una innovadora reconsideración de la relación entre datos duros como los usan estos autores y el problema del significa do social, véase Jack Douglas, he Social Meanings o Suicide (Princeton: Princeton University Press, 1967).

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con respuestas alternativa alternativass y según cómo se codifiquen y tabu len las respuestas, se elaboran después las ideas generales. Las ideas macro generales relacionan las actitudes del actor, según las pone de manifiesto manifiesto el cuestionar io de elección múltiple, co n la concepción del investigador sobre los valores y normas socia les. El investigador se traslad a desde unas concepciones genera les sobre valores, normas, instituciones y categorías similares a unas expresiones individuales que se operacionalizan median te preguntas de actitud, y luego regresa a las concepciones generales. La noción macro de consenso público u opi nión pública apor ta el principio teórico para sondear las profundidades del senti miento de la comunidad. Los supuestos básicos de las solucio nes de encuesta al problema de la verificación son los siguien tes: Las preguntas presentadas al sujeto son inherentemente sig nificativas para cualquier sección transversal de la población; las respuestas son respuestas al mismo estímulo, es decir, todos los sujetos entienden idénticamente cada ítem particular; la con cepción del estímulo por el sujeto es idéntica a la que tiene el investigador, investigad or, según éste entendía la construcción de las pregun tas; y la codificación de las respuestas por el investigador refle ja fielmente las intenciones del sujeto. Admitiendo que la encuesta examina superficialmente la superficie manifiesta de las actitudes del actor, es el análisis de patrones de respuesta al nivel de las estructuras latentes lo que complementa este punto de vista con el sup supuesto uesto significado real de las respuestas del actor. La perspectiva del actor queda revelada a través de las cons trucciones (items de cuestionario) del investigador, pero no tenemos manera de saber cómo el actor·realiza sus respuestas, qué se ve como relevante o significativo en los estímulos que se le presentan, o qué haría en interacciones sociales realesis. n pre-test puede eliminar el uso toscamente erróneo de los térmi-

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nos, pero no evita el problema de asumir que, dado que el suje to pudo responder de alguna manera a todas las preguntas con éxito (es decir decir,, como se rellenaron los espacios correspondien tes), las diversas estructuras de significado empleadas por algu na muestra de sujetos corresponde idénticamente (con algún supuesto margen de error menor) a los significados que le inte resan al investigador. El conocimiento tácito o las expectativas de contexto invocad invocadas as en el curso de la interacción (la lógica-en uso) no puede equivaler al uso de tales expectativas por el suje to cuando los items del cuestionario están desconectados de las escenas de la acción y las respuestas se construyen imaginativa mente. Si bien el conocimiento almacenado del actor es fundamental para su concepción de la realidad social y es utilizado a lo largo de la interacción para dar un sentido sancionado a la escena social inmediata (incluyendo los materiales escritos), la noción estructural-funcional de patrón subyacente se refiere a la cons trucción no explicada, por parte del investigador, de algún tipo de nivel profundo de organización en el carácter social del actor, actor, visto como una propiedad o conjunto de propiedades intemali zadas y establesI6. I5Cf. Irwin Deutscher, Words and Deeds: Social Action and Social Policy , Social Problems (invierno 1966) 13 235-254; y Deutscher, Public vs. Prívate Opinions: The 'Real' and the 'Unreal ', ponencia sin publicar leída en la reunión de la Eastern Sociological Association, primavera de 1966. 16Se puede encontrar una explicación detallada de esta posición en la siguiente cita: Si bien s han dicho muchas cosas sobre la relación entre l psicoanálisis y la sociología y s han realizado algunos trabajos interdisciplinares ciplinar es importante importantess se ha prestado poca atención a la convergencia lógica o procedimental de los dos campos. No s trata aquí de la interpretación psicológic psicológica a de acontecimient os socia sociales. les. Más bien la

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C El grupo al que llamaré teóricos procesuales suele ser más sistemático en su observación participante y en el registro de las actividades cotidianas de los grupos u organizaciones que estu dia. A menudo estos teóricos creen que los procesos sociales básicos de la vida cotidiana no se pueden cuantificar directa mente sin perder las características esenciales de la interacción, y que las características concurrentes de la interacción social no se pueden captar a niveles de análisis más abstractos como, por ejemplo, la estructura de toda la sociedad. Se presta una gran sugerencia es que la lógica o modo de análisis asociada con la psico logía dinámica puede parecerse en formas esenciales a la lógica analítica de la sociología, al menos cuando se estudian organismos sociales coherentes y adaptativos. La empresa característica del analista interpretaivo interpretaivo no va en busca de una simple descripción o narración. Tampoco Tampoco está interesado en cómo las variables seleccionadas se relacionan unas con otras. E l pro tocolo de una entrevista de asociación asoc iación libre, libre, o de una histori a de vi vida, da,

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método

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atención al desarrollo y al carácter impredecible de la interac ción social, aunque su investigación revela muchas aparentes regularidades en la forma en que se desarrolla el carácter fugaz del proceso. Se subrayan los problemas de entrar en el entorno de la investigación y salir de él, y de mantener relaciones socia les adecuadas con los miemhros del grupo11 A diferencia de los teóricos estructurales, los teóricos proce suales no están interesados tanto en el análisis de documentos como en observar, a lo largo del tiempo, los encuentros reales r eales de los miembros de los grupos u organizaciones que estudian. Entre E ntre los teóricos procesuales falta teorización sistemática, pero hay preocupación por los detalles de lo q que ue sucede . Se interesan por el punto de vista del actor (e intentan revelarlo citando las palabras del sujeto), y por preservar el entorno natural de la escena social. social. Pero no se efectúa ninguna distinción conceptual entre el punto de vista del actor, su vocabulario, cómo asigna significado a su entorno, y las normas procedimentales del observador para realizar la investigación y el análisis de esas

se examina en búsqued a de síntomas revelad reveladores ores . ¿Qu é se revela? La relación entre impulsos del id la estructura del ego y la presión social formará, se supone, una constelación que se puede ieferir de la conducta visible del individuo, incluyendo sus respuestas verbales. Se estudia l paciente en busca de signos que revelen un patrón subya cente (latente). Exp oner este patrón, a través del análisis de síntomas, es el objetivo de la interpretación.

...

De manera similar similar,, en e n sociologí a la int interpretación erpretación exami na una masa de datos para encontrar indicadores de un patrón subyacente. No hay nada interpretativo en una encuesta de opinión pública hasta que se realiza realiz a una inferencia sobre sobre una estructura laten latente. te. I ncluso esto es una interpretaci interp retación ón de orden ieferior si no hace más que evaluar la validez de atribuir a una población una actitu d eespecí specífica fica,, la hostilidad o la indiferencia indife rencia hacia un programa de gobierno concret concreto, o, pongamos por caso. Nos movemos hacia una interpretación más completa en la medida en que buscamos inferencias de una constelación de actitudes,

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materias. Como en el caso del teórico estructural, no hay interés o l menos de una sóla orientación tan poderosa que coeforme muchos aspectos de la conducta. Los estudios sobre la apatía o la impotencia, o sobre sobre la mente de élite élitess militares militares o políticas son en este sentido interpretati interp retativos. vos. La esencia de l proceso interpret interpretativo ativo es la obtención de conclusi conclusiones, ones, a partir del estudio de de indicado indicadores res observa observables, bles, en cuanto a la existencia de algún patrón o configuración subyacente. Los sentimiento sentimientos, s, auto-imágenes y disposi disposiciones ciones de una población no son, por supuesto, los únicos tipos de patrones latentes que se pueden. identificar. La cita procede de Philip Selznick, The Organizational Weapon (Glencoe, Ill.: Free Press, Press, 1960), viivii- viii. Véanse los informativos apéndices a W F Whyte, La Sociedad de las Esquinas (México: Diana, 1971) y Men Who Manage de Dalton, op. cit.

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por preguntar cuáles son las normas adecuadas para explicar la secuenciación secuenci ación normal de las actividad actividades es humanas, de manera que cada participante reconozca las afirmaciones de cualquier otro como in indicaciones dicaciones adecuad adecuadas as de una acción sig significativa. nificativa. Ni tampoco por preguntar cuáles son las categorías de lenguaje a las que atienden típicamente los actores al asignar a signar significados sociales a sus intenciones mutuas y a las de otros. El estudioso sistemático del proceso social parece estar muy preocupado por el peligro de reificar sus observaciones e infe

representatividad del procedimiento, pocos se quejan respecto a hasta qué punto podemos dar por supuesto el carácter convin cente de las descripciones. Por lo tanto, un problema para los promotores de esta perspectiva es cómo hacer accesible al lector la información que tiene el investigador de de manera que se pueda desenredar la pP,rspectiva del actor y el punto de vista del obser vador de una interpretación que parece fundirlos a los dos. Los entornos del actor y el observador se describen en términos que suponen que ambos son obvios para el lector, y que ambos dan

rencias por una excesiva teorizació teorización n abstracta y prefiere dejar que sus descripcione descripcioness y preguntas hablen por sí mismas . De manera que los problemas de objetivación y verificación se manejan adoptando lo que parece ser una metodología muy directa. Esta metodología consiste en buscar la entrada a un grupo u organización a través de la explicación explícita ante unos pocos miembros o a través de supuestas circunstancias naturales para poder dar cuenta de esta presencia independiente mente. En ambos casos, el objeto del estudio es familiarizarse con el grupo u organiz organización ación desde el interior para llegar a con versar con las actividades diarias de una manera muy similar a la de los miembros reales del grupo u organización. hac er que el lector El problema de la verificación consiste en hacer se sienta como testigo del funcionamiento interno del grupo u organización a través del acceso especial ofrecido por la des cripción detallada y las citas reveladoras. En ocasiones ha h a habi do alusiones a un deseo de algún tipo de historia natural de la investigación y de la participación del observador, pero tal

sentido a sus mundos sociales de la misma manera. El problema de la verificación se resuelve intentando convencer al lector de que ha sido privilegiado para ser testigo de una exposición que preserva la existencia diaria del actor a través del punto de mira especial del observador para penetrar en las actividades rutina rias y esotéricas del grupo u organización. D Los teóricos procesuales que buscan datos cuantitativos insisten en que buscan el punto de vista del actor, pero se apo yan primariamente en cuestionarios o experimentos de grupo. En ninguno de los dos casos está claro cómo el actor elige entre distintos cursos de acción, ni hay interés por el entorno conduc tual del actor cuando el investigador pregunta cómo decide el actor qué alternativas se perciben e interpretan. interpretan. La objetivación y la verificación se resuelven mediante el uso de items de un cuestionario que pretenden invitar al actor a elegir entre alterna tivas que el investigador le ha ofrecido. Se asume que la cons trucción de los items del cuestionario por el investigador corres ponde a la interpretación de su entorno por el actor, de manera

procedimiento no se ha clarificado en la literatura, aunque su aproximación se ha especificado como uno de los objetivosis. Si bien algunos críticos de esta estrategia cuestionan la

que se considera que el lenguaje empleado tiene los mismos sig nificados para todos los sujetos. Los procedimientos de objeti vación y verificación del actor no se cuestionan, pero se asume que la dinámica de roles de la interacción social es importante. Se asume que el significado de las secuencias y el contenido percibido por el actor es obvio tanto para el actor como para

Problemss ofln fer enc e and roofin 18Cf Howard S Becker, Problem Participant Observation Observation , American Socio ogical Review (diciembre de 1958) 23, 652-660.

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el observador. observador. La misión del obser vador es servirse de los items de cuestionario para medir los resultados sustantivos de una secuencia hipotética de asunción de roles. a cuestión no es tanto en qué consiste asumir roles, o cóm o objetivamos sus pro piedades, sino que, dada una explicación razonable de lo que distintos escritores parecen admitir que es asumir roles, los items del cuestionario aportan una solución operativamente convincente por d definición. efinición. Estamos obligados a confiar en las formas desconocidas en las que el actor rellena el instru mento; el investigador acepta que se cumplimente el cuestion cuestiona a rio sin problematizar las acciones del sujeto. Para el investiga dor, el hecho de que el sujeto lo rellene viene a significar que el pensamiento del sujeto sobre el contenido sigue las perspectivas teóricas sobre roles, roles, y la estructura de los items eess correcta correcta porque la correspondencia viene a estar documentada por el mismo acto de completar el instrumento. Sin embargo, los

lgunas cuestiones de teoría

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razonaI9 durante el curso de la interacción social, es rechazado, y se intenta de todas las maneras posibles objetivar las acciones del actor ofreciéndole instruccione instruccioness objetivas sobre cómo debe conducirse; durante este tiempo, el experimentador regis tra fielmente los productos objetivos de la acción. Al buscar el significl.ldo del acto o la lógica-en-uso del actor, el experimenta dor intenta eliminar las descripciones subjetivas del actor, reemplazándolas por las descripciones del observador o de la máquina. a confusión , la racionalidad y el afecto (signi ficados sustantivos) son ofrecidos por el investigador tras exa minar los datos objetiv objetivos os ; no se ofrece al lector el entorno de objetos del actor diferenciado del entorno del observador, ni mucho menos el proceso de cómo ambos llegaron a sus respec tivas conclusiones sobre sobre lo que que suc sucedió edió . Las descripciones de la escena de la acción por el experimentador no so son n más obje tivas que las de dell investigador de campo, een n tanto que ambas se

investigadores que hacen experimentos de grupo intentan crear situaciones que permitan s imular ocurrencias reales o propieda propieda

apoyan en descripciones que el lector debe aceptar como fieles representaciones de las escenas de acción. Sin embargo, el expe

des básicas de la interacción social. En la investigación experi mental con grupos, cuando se da a los participantes instruccio nes para l a tarea de simulación que va a suceder (y las observa ciones hechas por el investigador o los jueces determinan la rea lización de algún objetivo previamente determinado, o se diseña una tarea realista y luego se introducen incongruencias para alterar las expectativas de los participantes), no se ve como pro pro blemático el apoyarse en los informes verbales o movimientos físicos del acto actor. r. Los teóri cos procesuales orientados cuantitati cuantitati vamente buscan la objetivación eliminando lo loss informes subje tivos de los actores en favor de sus respues respuestas tas objetivas a través de una máquina, un cuestionario de lápiz y papel, una tarea descrita por el experimentador, o registros en máquinas que los sujetos manipulan objetivamente . El actor actor,, como fuente directa de información sobre cómo percibe, aprende y

rimentador reivindica una ventaja, porque presumiblemente sus experimentos pueden repetirse. Pero, en sociología, tales expe rimentos siguen siendo menos convincentes que las descripcio nes del investigador de campo porque la mayoría de los entor nos creados en el laboratorio parecen estar muy lejos de cual quier cosa con la qu quee se pueda identificar el lector, a pesar de los hallazgos llamados objetivo objetivoss . El caso es, sencillamente, que el experimentador ni siquiera puede objetivar su diseño de labora torio ante el lector, de manera que éste pueda tener acceso a los mismos datos disponibles para el investigador en el momento del experimento. El experimentador tiene que pedir al lector que

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19Para una perspectiva que contrasta con los teóricos cuantitativos micro, véase Peter H Greene, An Approach to Computers that Perceive, Leam, and Reason , Publ. lnstitute of Radio Engineers, Nueva York, pp. 181-186 (1959).

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acepte su descripción de lo que pasó o en qué co consistió nsistió aquello . El lenguaje usado en el experimento no lleva consigo ningún carácter n necesariamente ecesariamente objetivo , al igual que sucedía en el caso el del investigador d dee campo. Los teóricos procesuales cuantitativos han sacrificado el convencimiento intuitivo por la dureza forzada.

Una Perspectiva

lternativa

Al criticar las teorías macro y micro y sus soluciones a los problemas de objetivación y verificación, estoy proponiendo una perspectiva alternativa que supone ( l que cuando usamos una o más de las estrategias de las resumidas aquí, debemos ver la estrategia como un objeto de indagación para damos cuenta de sus limitaciones y su dependencia implícita de las expectativas de contexto. Y debemos tambien tener en cuenta (2) que las estructuras sociales que los sociólogos quieren comprender presuponen un conocimiento de las expectativas de contexto que los miembros de una sociedad deben utilizar como esquema de interpretación para hacer que un entorno de objetos sea reconocible e inteligible. Los problemas de la objetivación y la verificación no se pueden resolver a t ravés de apelaciones a las habilidades técnicas para capturar o enmarcar los fenómenos que se invocan como fuentes observacionales de datos. Para superar las limitaciones de la investigación sociológica, cuando el sociólogo está describiendo o informando sobre los resultados de sus investigaciones, debe afrontar el problema de hacer visibles al lector las expectativas producidas por el contexto20. Asumo que la tarea crítica del investigador es mostrar al lector cómo los materiales de investigación siempre se entienden 2

op

Garfinkel, Garfin kel, Studies ofthe Routi Routine ne Gro Grounds unds ofEveryday Actions'', cit. p. 226.

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Algunas cuestiones de teoría y método

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haciendo referencia a expectativas de contexto no especificadas y vistas (pero no notadas), que tanto miembros como observadores emplean siempre para reconocer y comprender sus actividades. ( Los tipos de problemas a los que se enfrenta el inves tigador de campo son similares a los que encuentran los estudiosos de las artes dramáticas. Consideremos la siguiente cita de un libro publicado inicialmente en 93 y recientemente reeditado: En cualquier caso caso no se puede transferir la conversación casual al escenario. Se pued e producir el efecto de haberlo hecho pero eso es escenario. una cosa muy distinta. distinta. Sobre todo todo debes poner orden y condensar. Si no hubiera más contenido y método en diez minutos de conversación dramática que en una hora de la típica comida entre amigos nadie adivinaría nunca de qué trata la obra y nunca term terminarla. inarla. Pudiera ser que diez minutos de conversación real entre un hombre y su abogado en alguna crisis de sus asunt asuntos os o entre un embajador y un ministro con la p z y la guerra en la bal balanza anza significaran un drama bastante bueno como tal. Pero nótese qué es lo que lo converti rla en buen drama: la tensión emocional producida por los acontecimientos acontecimien tos pre cedentes y un ordenamiento mental estricto de lo que se debe decir en los diez minutos si s i no se quiere perd perder er un tiempo precioso. Incluso en ese caso caso démosle al dramaturgo dramaturgo ese asunto para que o haga comple tamente efectivo en la esce escena na y encont rará redundancias que recortar -dejando algunas para sugerir la redundancia de la conversación espontánea- y en su lugar añadirá disim disimuladame uladamente nte un poco d e infor mación sobre esos acontecimientos acontecimiento s precedentes. precedentes. E l hombre y el abo gado gad o el embajador y el mini ministr stro o cada cual lo lo sabe todo sobre la situa situa ción y sabe sa be lo que el otro sabe y no necesitan referirse a ello. Pero este nuevo tercer participa participante nte en la conversación la audiencia no sabe nada y debe ser informado. informado. Si n em embargo bargo la información informació n debe introducirse muy disimuladamente o desaparecerá todo el efecto de la espontaneidad. Y si se necesita todavía tanta dramat ización de lo que la vida y ha dramatiz dramatizado ado ¿cuánta más tendrá tendrá que hacerse para actualizar los acontecimientos fluidos y azarosos de cada día?

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Además t oda conversa ción dramática bien s produzca a un nivel coloquial o en situación d coloquial dee gran ttensión ensión debe modular se de acuerdo con l tono del concierto21.

El uso de un diccionario para el análisis de informes o docu mentos escritos supone que el investigador puede imputar legí timamente los significados abstractos o desconectados del dic cionario al texto, suspendiendo así la relevancia de los signifi cados en su contexto situacional. Muchas obras de ficción pare cen buscar explícitamente un tipo de lenguaje que pudiera des cribirse como teniendo una relevancia de diccionario, particu larmente cuando el autor intenta comentar directamente el sig nificado de lo que está pasando, mientras que otras partes del mismo trabajo pueden ofrecer diálogos dirigidos a qu e se entien

Algunas cuestiones de teoría

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de miembros de una comunid ad sugiere un tip o de facticidad de las afirmaciones o documentos que permite la identificación de puntos de ruptura de la organización social. Los intentos de medida del investigador requieren una teoría de la construcción de documentos y de las formas en que éstos reconstruyen con versaciones. Es decir, al analizar conversaciones e informes, el investigador debe aproximarse a una re-escritura del diálogo, o la prosa, para que pueda comunicar al lector las expectativas de contexto no mencionadas y vistas aunque no notadas. Semejante procedimiento permitiría al lector comprender cómo los participantes y el observador dieron sentido a sus entornos, según los representa el investigador.

dan los significados en el contexto del uso concreto del lengua je. Pero, si seguimos las recomendaciones de Granville-Barker, el diálogo de una obr a literaria, como en el ejemplo a la conver sación dramática, no puede mantener la fidelidad de la conver sación espontánea. El investigador debe identificar las carac terísticas normativas o idealizadas o formales de las obras lite rarias, los informes de organizaciones y los documentos para compararlos con las propiedades del habla espontánea. El pro blema empírico se complica con nuestra incapacidad para espe cificar claramente lo que es un uso espontáneo puro a diferen cia de formas de lenguaje normativas, idealizadas o formales puras . Pero el análisis de las conversaciones casuales, a dife rencia de los documentos, informes, poemas y otros objetos for males, ofrece un punto de partida defendible para estudiar for mas de organización social, además de ofrecer una base para la medida. El uso de categorías aparentemente explícitas por parte 2 Harley Granville-Barker, Granville-Barker, On Dramatic Method (Nuev a Yor York: k: Hill and Wang, 1931), pp. 37-38.

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EL R

ZON

MIENTO

MUND M

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NO

LVIN POLLN R

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EL RAZONAMIENTO MUNDANO

bien nuestro sentido común tiende a hacemos creer que nos enfrentamos colectivamente a un mundo y lo compartimos, los filósofos filóso fos ponen esto en cuestión. Se nos invita a conside rar que en realidad nunca estamos en contacto con el mundo an sich o, que lo que entendemos como realidad objetiva, no es sino un Si

mundo soñado de apariencias inventado solipsísticamente. Y aun así, a pesar del vigor de estas posibilidades alternativas, las suposiciones primordiales que inspiran nuestra concepción de nuestras relaciones relaciones con el mundo, y que es tablecen un orden común o intersubjetivamente compartido de acontecimientos, continúan siendo empleadas por la mayoría de las personas e incluso por los propios filósofos cuando viven lejos de la actitud ocupacional que les permite hacer esos críticos pronun ciamientos. Tal vez deberíamos dejar a la preocupación del filósofo la cuestión de si lo que se podría llamar metafisica común tiene razón en última instancia. instancia. Pero el hecho de que los miembros de la sociedad se apoyen en una panoplia de suposiciones relativ relativas as al carácter intersubjetivo de los acontecimientos en lo que consideran, consider an, acertadam acertadamente ente o no, el dominio ext erio r o públi co , el hecho de que usen las suposiciones como base para la inferencia y la acción, y que tal uso sea sometido por los *(Publicado originalmente en Philosophy o he Social Sciences 4 pp. 35-54, copyright 1974 by Sage Publications. Reimpre so con el per miso de Sage Publications) 3

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miembros a valoraciones evaluativas, suscita la invitación, e incluso el mandato, de realizar un análisis sociológico de estas tesis primordiales y las propiedades de su uso. En oposición al interéss valorativo de los filóso interé filósofos, fos, intentaremos explorar algu nos aspectos de la naturaleza y uso del supuesto de un mundo objetivo y compartido, sin considerar su estatus ontológico en última instan instancia. cia. A la mane ra de un ant antropólogo ropólogo que estudia una tribu extraña y ajena, intentaremos especificar con algo de detalle qué es lo que supone una persona cuando asume un mundo intersubjetivo. Una vez que obtengamos al menos una idea aproximada de la naturaleza del supuesto, supuesto, examinaremos algunas de las formas en que se usa el supuesto como base para la infer encia y la acción en entornos interactivos concretos. El supuesto de un mundo intersubjetivo, unido a las operaciones inferenciales que posibi lit lita, a, compon e lo que llamaremos una expresión de la razón mundana. Como veremos, un razonador mundano bien socializado asume un mundo que no está presente objetivamente, pero un mundo hacia el cual tiene un acceso experiencial continuo y además, que otros experimentan de forma más o menos idénti ca. Aunque estas suposiciones procuran un servicio de vigila vigilan n cia, en términos de establecer un entorno en el que la comuni cación sea concebi concebible, ble, los miembr os las pueden usar para gene rar una variedad de actividades que, por decirlo clarament claramente, e, no se reconocerían como actividades sensatas a no ser que los

supuestos estuvieran operando como esquema contextual de interpretación. Concretamente, en virtud de su orientación mutua hacia las suposiciones mundanas, los razonadores mun danos pueden reconocer y formular acertijos del sigui siguiente ente tipo: ¿cómo es posible que varias personas que se enfrentan simultá simultá neamente al mismo mundo lo experimenten y/o describan de forma distinta y contradictoria? Si la razón mun dana hace posi-

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  lrazonamiento

mundano

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ble cierto tipo de acertijos , también ofrece guías, como vere mos, para su solución. Gracias a su ingenuidad dentro de la expresión mundana, los razonadores mundanos pueden encon trar un sin número de posibilidades alternativas para resolver los enredos mundanosI. El entorno del qne extraeremos nuestros m t e r i l e ~ ilustrati vos es particularmente prolífico por la frecuencia con que se plantean y resuelven enredos de este tipo: los juzgados munici pales de tráfico2. Normalmente, el enredo es generado por las afirmaciones contradictorias del defendido por una parte y el oficial de policía por otra. Se supone que ambos han sido testi gos del mismo acontecimiento, y sin embar go cada cual afirma haber visto algo completamente distinto. distinto. Juez, a cusado, y oficial de policía, suelen orientarse no sólo a describir y/o determinar lo que pasó en realidad en la calle si sino no a valorar cómo pudo el otro producir una versión incompatible de la escena. Es precisa mente en esas situaciones dónde nos encontramos en una posi ción particularmente favorable para ver cómo los miembros se sirven de la razón mundana. Metodológicamente, nuestra actitud, al menos inicialmente, puede ser similar a la actitud con la que un antropólogo se pro pone describir un código esotérico de creencias. Suspendiendo el interés evaluativo sobre los fundamentos últimos del sistema IPara una discusión relacionada con lo loss acerti acertijos jos de sentido com común, ún, véase Craig MacAndrew On the Notion that Certain Persons Who Are Given to Frequent Drunkeness Suffer from a Disease Called Alcoholism Alcohol ism , en Stanley C. Plog y Robert B Edgerton, eds., Changing Perspectives in Mental Illness Nueva York 1969, pp. 483-501. 2Los materiales se recogieron observando las operaciones diarias de cuatro juzgados municipales. Varios aspectos de estos materiales se consideran en Melvin Melvin Pol Pollner, lner, On the Foundations of Mundane Reasoning Reasoni ng , tesis doctoral sin publicar publicar,, Universidad de California, Santa Barbara, 1970.

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de creencias, se diseña la indagación con el propósito de hacer explícito el código y su uso sostenido socialmente. Sin embar go, el antropólogo tiene una serie de ventajas analíticas que a nosotros se nos niegan. Por ejemplo, como ayuda para ver el carácter extraño extraño y contingente del sistema local de razonamien to, cuenta con el beneficio ambiguo del código del que forma parte como un miembro socializado de su propia cultura.3 Cuando nos ponemos a examinar el razonamiento mundano, solemos estar privados de cualquier acceso sencillo a una idea de su carácter contingente, e incluso de su propio sentido como

El razonamiento mundano

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un mundo compartido objetiva e intersubjetivamente es radical mente problemático, pero desde la actitud natura naturall las montañas filosóficas se reducen pragmáticamente a mojones4 .Como han revelado las investigaciones de Schutz y otros autores de la tra dición fenomenológica, toda una serie de problemas de otra manera irritantes se resuelven por mmdato del sentido común. La característica central y más astuta del mundo cotidiano que se d por supuesto es que se da por supues supuesto. to. Como gente de sentido común que vive en el mundo ordinario, asumimos tácitamente que, por

código. Siendo así que para sus usuarios la razón mundana es un código fundado en tesis aparentemente incorregibles, y siendo así que nosotros somos sus usuarios, la razón mundana se presenta como como potencialmente definitoria de lo que entendemos como competente y cuerdo. Por lo tanto, en la medida en que vayamos a comprender el razonamiento mundano como una manera de hablar socialmente organizada y sostenida (más que como un un sistema más o menos aseg asegurado urado por la natural naturaleza eza de las cosas ), tendremos que desarrollar un principio heurístico para, al menos, imaginar cómo podría uno razonar de otra manera. l

l supuesto de un mundo compartido en común

En la reflexión filosófica se puede considerar que el supuesto de 3Los

beneficios d dee la extr añez a son ambiguos ambiguos en el el sentido de que, si bien permite una comprensión del carácter contingente de un códi go de razonamiento, también puede llevar a una versión irónica del código local, local, es decir, decir, el código observado se puede considerar sim plemente un sist sistema ema de razón a diferencia del carácter obligatorio obligatorio y natural que puede tener para quienes lo usan. Para una discusión útil de las cuestiones relacionadas con esto, véase John Lofland, Doomsday Cult, Englewood Cliffs, Nueva Jersey 1966, pp. 193-211.

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supuesto, existe este mundo que todos compartimos como el ámbito público en el que nos comunicamos, trabajamos y vivimos la vida. Además, asumimos ingénuamente que este mundo tiene una historia, un pasado, que tiene un futu ro y que el tosco presente presen te en que nos encontramos es vivido epistémicamente por toda la gente normal de una manera muy similar A lo largo e todos los elementos y formas de existencia rutinarias, sencillamente asumimos, presuponemos, damos por supue supuesto, sto, que e l mundo diario en el que suceden todas estas actividades está ahí; sólo en circunstancias especiales, si se producen, surge una duda seria en cuanto l carácter verídico o al significado filosófico de nuestro nuestro mund o cotidiano. cotidiano. Itálicas en el original original.)5 .)5

Por supuesto, las suposiciones de la vida cotidiana se pueden especificar de manera más detallada. Por ejemplo, dado el hecho de que alter y ego nunca pueden ocupar la misma posición espa cial a la vez, nunca se puede asumir que las experiencias del entorno inmediato que tienen alter y ego sean estrictamente idénticas. El pensamiento de sentido común resuelve eficaz4Pero, por supuesto, ver las montañas que se reducen así puede requerir un poco de reflexión filosóf filosófica. ica. 5La cita procede de la introducción de Maurice Natanson a Alfred Schutz, Collected Papers: The Problem o f Social Reality, La Haya 1967, Vol. 1 p. xxvi.

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mente el problema planteado por el reconocimiento de que el aquí del ego nunca puede ser simultáneamente el aquí del alter, proponiendo proponiendo lo q que ue Schutz formu formuló ló como la idealización de la intercambiabilid intercambiabilidad ad de posici ones . El sector del mundo que puedo alcanzar alcanzar se centra en torno a mi Aquí el centro del mundo que puede alcanzar mi compañero en torno a él que es visto desde mi Aquí, un Ahí. Ambos sectores pueden solaparse parcialmente y algunos de los objet objetos os hechos y acontecimientos del mundo exterior pueden estar a mi alcance así como de mi compañero pañe ro e incluso dentro de su zona de acción y la mía. Sin embar embargo go ese objeto objeto hecho o acontecimiento tendrá un aspecto distinto en cuanto a dirección dirección distancia perspectiva luminosidad luminosidad etc. visto desde el centro de mis coordenadas coordenadas llamado Aquí, que visto desde el suyo suyo llamado Ahí. Ahor Ahora a bien bien es un axioma básico de cualquier interpretación del mundo común y sus objetos que esos diversos sistemas de coordenadas coexistentes se pueden transformar el uno en el otr otro; o; doy por supuesto supuesto y asumo que mi compañero también también que mi com compañero pañero y yo típicamente tendríamos las mismas experiencias del mundo común si nos cambiáramos de sitio transformando mi Aquí en el suyo el suyo ahora un Aquí para m í en el mía6.

Esta idealización, si la leemos como una explicación de lo que el actor de sentido común entiende y postula tácitamente con respecto a la intersubjetividad, es un anticipo de la poten cialmente realizable congruencia de la experiencia. En tanto que el actor de sentido común atiende a un acontecimiento como un acontecimiento que sucede en el mundo exterior, es un aconte cimiento que se experienci aría de formas esencialmente simila res si él y el otro se intercambiaran de posición. Merleau-Ponty especifica esas anticipaciones de una manera algo más colo quial.

El razonamiento razonamiento mundano

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Sé que que cambiand cambiando o de siti sitio o podría ver partes que me son ocultas; ocupando la posición que era la de mi vecino hace un momento. Podría obtener una nueva perspectiva y dar una explicación verbal que concordaría con la descripción del objeto que dio mi vecino hace un momento 7.

La objetividad del objeto hace referencia a una comunidad anticipada de percepciones y explicaciones corroboradoras. El otro -cualquier otro competentees mi sustituto y complemen to perceptual que disfruta las percepciones que yo tendría si asu miera su posición. Por supuesto, las idealizaciones relativas a un mundo com partido tienen que ser más complejas que lo que implican estas simples afirmaciones. Consideremos, por ejemplo, que la tesis de la intercambiabilidad de posiciones no se puede mantener cuando el otro tiene un defecto visual, es un neonato, o se le atri buye un psiquismo anómalo. Efectivamente, la anticipación de una comunidad de corroboración de la experiencia implica una provisión ceteris paribus indefinidamente grande y variada en cuanto a la comunidad con respecto a la cual se consideran inter cambiables las experiencias. experiencias. Po r ejemplo, hay que asumir que el otro es psíquicamente homogéneo con el ego. Obviamente, en la medida en que s considera al otro psíquicamente difer ente , el ego ya no puede anticipar que el otro experienciaría la escena y/o informaría sobre ella de un a manera corroborativa. E s decir, la posibilidad de verificación intersubjetiva presupone e implica una versión de la capacidad psíquica del otro, una versión que postula que es esencialmente similar a la propia. Doy por supuesto, hasta que aparezca evidencia en contra , señala Shutz, no sólo que mi compañero existe corporalmente, sino también 7Maurice Merleau-Ponty, The Primacy o f Perception Evanston 1964, p. 17.

6füid., pp. 315-16.

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que su vida consciente consciente tiene sustancialmente la misma estructu ra que la mía . . . s En la literatura fenomenológica, se ha prestado atención a estas tesis o supuestos y a otras relacionadas, principalmente, por cuanto inspiran e informan nuestra percepción del mundo y de las otras personas. A continuación exploraré estas suposicio nes en lo que se refiere a cómo informan a personas que razo-

El razonamiento mundano

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siciones de un mundo compartido aportan la posibilidad de actos lingüísticos que, por decirlo claramente, serían prácticamente ininteligibles a no ser que que las suposiciones mundanas se invoca ran como esquema de interpretación. ¿Cuáles son esos actos? Prominente, por no decir fundamental, fundamental, entre las actividades que hacen posible la suposición de un mundo compartido, es el plan teamiento inteli inteligible, gible, por una parte, de cierto tipo de problemas,

intere nan sobre el mundo y sobre los otros. De momento, nos intere san exclusivamente las formas que, partiendo de las suposicio nes sobre un mundo compartido en común, componen la estruc estruc tura profunda de una variedad de actividades conversacionales, entre las cuales la presentación de problemas y la formulación de soluciones son casos prominentes.

2. El supuesto de un mundo compartido en común como condición para plantear un problema. Estos supuestos tiene tienen n una importancia tan global en la intera interac c ción cotidiana que es extremadamente difícil señalar su funcio namiento específico. ¿Qué supondría abandonar la idea de un mundo compartido en común con otros supuestamente compe tentes y psíquicamente homogéneos? Al menos, parecería que uno quedaría relegado a una inseguridad insatisfecha e imposi ble de satisfacer a cerca de lo que los otros perciben y radical mente, a un ámbito autista sin sentido del mundo, de los otros y de uno mismo. Pero se pued en identificar algunos usos relativa relativa mente específicos, particularmente cuando concebimos las suposiciones como ideas de contexto presupuestas a través de algunos juegos de lenguaje muy especiales.  Es decir, las supo8Shutz op cit. p. 327. 9Ludwig Wittgenstein, Investigaciones Filosóficas Filosóficas México 1988.

y por otra de una clase de soluciones alternativas a esos proble mas. Como ya hemos señalado, el arquetipo del problema que hace posible el supuesto de un mundo compartido con otros miembros competentes constituidos de m anera similar, es el que plantean las experiencias y/o explicaciones disyuntivas de lo que se pres enta como el mismo mundo. Al proponer que el esquema permite el reconocimiento de las disyunciones como problemas, queremos indicar que no hay nada intrínsecamente problemático en el hecho de que las per. . sonas tengan experiencias contradictorias o informen así de ellas. Una posible respuesta a informes contradictorios con res pecto a, pongamos, si un automóvil estaba aparcado en determi nado lugar a determinada hora, podría ser ¿Y qué? . Para que se oigan y atiendan como algo problemá tico o erróneo , como algo que necesita solución o explicación, hace falta referirse a una comprensión y expectación del tipo de relaciones que deberían producir experiencias supuestamente dirigidas al mismo mundo. Algo erróneo se constituye como tal al atender a las experiencias alternativas bajo los auspicios de un esquema que presupone un dominio público compartido, y que por tanto anticipa experiencias congruentes y compatible compatibles. s. Presumiblemente, las experiencias disyuntivas no plantea rían un problema a las personas que no invocaran o no pudieran invocar el esquema de suposiciones sobre un mundo comparti do. Tal ingenuidad o incapacidad puede estar al borde de lo con cebible para los pensadores adultos occidentales en la medida en

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que el esquema mundano parece estar implicado en la propia noción de persona. Alquien que nunca llegara a entender el sen tido de aquello que es otro e independiente de sí mismo e l mundo- no podría entenderse a sí mismo como un yo y por lo tanto estaría condenado a vivir su vida de una manera autista y egocéntrica (cuyo carácter como tal sólo estaría disponible para otros). Y de hecho, tal vez son esas personas de las que se dice que se mueven en esos dominios -los esquizofrénicos y los niños-, esas personas que han abandonado o que aún tienen que alcanzar el uso de los supuestos mundanos, las que nos permi ten ver las formas en que la constitución de problemas plantea dos po r disyunciones no se asegura fuera de la invocación de los supuestos como esquema de interpretación. Por ejemplo, Minkowski habla de pacientes desocia lizado s que ssee han gana do ese título no sólo por su incapacidad para percibir lo que otras personas perciben, sino también por su incapacidad para sorprenderse por la falta de consenso.1º En relación con esto, la descripción que hace Piaget de la mentalidad egocéntrica de los niños enfatiza su inexistente o embriónico entendimiento de cómo ellos y otros se enfrentan a un mundo común.11 Como con secuencia, los problemas que sólo son problemas bajo los aus picios de ese entendimiento esquemático no son problemas para los niños pequeños o, en cierta medida, como reconoceríamos rudimentariamente, son probl emas que se solucionan a través de formas que no se adaptan bien a las soluciones adultas.12 Parecería entonces que el problema que plantean las disyun ciones es un prob lema contingente, en el sentido de que no es un o

Ludwig Binswanger, Being-in-the-World Nueva York 1964 p.

339. llJean Piaget, Judgement a n d Reasoning in the Child Londres 1928. 12 Véase por ejemplo la discusión de Piaget sobre la contradicción en el pensamiento del niño. /bid pp. 163-9.

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problema para cualquiera. Su constitución como problema supondría una competencia de la cual un componente mínimo sería el conocimiento y uso de un esquema de suposiciones que especificara las relaciones entre el mundo real , la experiencia de otros y la propia experiencia. El hecho de que una comuni dad se oriente hacia el mundo como algo esencialmente cons tante, como un mundo conocido y cognoscible en común con otros, le otorga a esa comunidad bases defendibles para hacer preguntas de cierto tipo. Un caso prototípico de estas preguntas sería la siguiente: ¿Cómo es que él lo ve y ú no? La competencia como razonador mundano consiste no sólo en la capacidad para percibir un problema cuando se produce una disyunción, sino para poder, también, formular y reconocer posibles soluciones correctas. No valdrá cualquier solución, pues, como veremos, la razón mundana ofrece guías implícitas para la búsqueda de una respuesta, y para decidir sobre posibles respuestas correctas. Pero para ver cómo un razonador munda no es guiado hacia ciertas soluciones, deberemos obtener al menos una idea analítica de cómo se aleja de otras. Tendremos que ver cómo las que de otra manera parecerían soluciones obvias y naturales son un poco más contingentes de lo que nor malmente creemos. Con ese propósito, quiero desarrollar algu nos principios heurísticos para pensar en las soluciones de los problemas mundanos.

3. Principios heurísticos par a hacer observables las propiedades de las soluciones mundanas a los proble mas mundanos. Una manera de mejorar nuestra perspectiva sobre la contingen cia de las soluciones mundanas, heurísticamente útil, es consi-

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derar las propiedades de sistemas de razonamiento que operati vamente son análogas al razonamiento mundano, pero cuyas máximas sustantivas se sitúan en suficiente contraste, de mane ra que unas operaciones familiares sean iluminadas por contras te con sus contrapartes en un i dioma extrañ extraño. o.

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cia; y qué ocurre cuando dos oráculos dan respuestas distintas a la misma pregunta pregunta.. 5

¿No son esas ocasiones las que hacen al oráculo más vulnerable al escándalo? Por ejemplo, si el oráculo no consigue confirmar adecuadamente un veredicto previo, ¿no revelaría carecer de

En una memorable sección de su libro Brujería, Magia, Oráculos entre los Azande, Evans-Pritchard describe la estruc tura operativa del orácul o del veneno infalible. 3 En pocas palabras, el oráculo del veneno es un recurso que usan los azan de para obtener conocimiento sobre cuestiones futuras o bien desconocidas. desconocid as. Se le administra a un ave una sustan cia venenosa preparada ritualmente y se le pregunta al veneno benge. El benge responde de manera afirmativa o negativa y sea matan do al ave o permitiéndole vivir. La correspondencia entre la vida y la muerte del ave y un a respuesta afirmativa o negativa se for mula cuando el interrogador se dirige al benge. Todos los vere dictos del oráculo se corroboran haciendo esencialmente la misma pregunta más tarde con las alternativas de respuesta invertidas. invertid as. Así, si se instruyó inicialmente al oráculo para matar al ave cuando significaba una respuesta afirmativa, después se le instruye para permitir que el ave viva si significa una respuesta afirmativa. 4 Evans-Pritchard cuenta que muchas de las preguntas que la audiencia e u r o p ~ le planteó después se le habían ocurrido a él a lo largo de su trabajo de campo. qué ocurre cuando el resultado de una prueba contradice la otra que deb ería confirmar, si el resultado fuera válid válido; o; qué ocurre cuando los descubrimientos descubrimientos de los oráculos son desmentidos por la experienBE.E. Evans-Pritchard, Brujería, Magia, y Oráculos entre los Azande, Barcelona 197 1976. 6. 14 /bid, p. 299.

todo poder profético o mágico? Evans-Pritchard nos habla de las consecuencias de su intento de confrontar a los azande con acontecimientos reales y posibilidades experimentales que, desde el punto de vista de un europeo, demostrarían sin dejar el menor margen de error las premisas falaces sobre las que se apoya el razonamiento del oráculo. Los detalles son demasiado profusos y diversos como para resumirlos aquí. Pero en todo momento el cuestionamiento de Evans-Pritchard, aparentemen te bien fundamentado, fundamentado, aunque implícito, de la cren cia en el orá culo de los azande, fue tratado y rebatido con una lógica igual mente formidable. formidable. Los azande observan la acción del vene no como nosotros la observa mos,, pe ro sus observaci mos observaciones ones siempre están subordinadas a sus creen cias y se incorporan a sus creencias y las explican y justifican. Considere el lector cualquier argumento que demoliera por completo todos los alegatos azande del poder del orácul oráculo. o. i se tradujera a las formas form as de pensamiento azande de pensa pensar, r, serviría para apoyar toda su estructura de creencias. creencias. Pues sus nociones místicas son e minentemen te coherentes, estando interrelacionadas por una red de lazos lógicos, están tan organizadas que nunca se contradicen demasiado cruda mente con la experiencia sensible, sino que, por el contrario, la expe riencia parece justificar justificarlas. las. Los aza nde están inmersos en un mar de nociones místicas y s i hablan del oráculo del veneno tienen que hablar en un lenguaje místico.16 15

bid, p. 313. pp. 299-300.

1 6 /bid,

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Incluso a veces parece que a los azande les entretiene el caráct er absurdo de la lass pregunt as de Evans-Pritchard , le tratan con un carisma que en nuestra propia sociedad se reserva a quie nes se reconocen como incompetentes culturales (como los niños). niños ). De momento bastará un sólo ejemplo de la forma en que el sistema azantie podía sostenerse frente a evidencias desacre ditadoras. ¿Qué explicación dan los azande cuando el oráculo se contradice? Puesto que los azande no comprenden las propiedades naturales del veneno, vene no, no pueden explicar la contradicción de forma científica científica;; pues to que no atribuyen personalidad al oráculo, oráculo, no pueden atribuir su contradicción a la voluntad; y puesto que no hacen trampas, no pue den manipular el oráculo para evitar las contradicciones. El oráculo parece estan organizado como para mantener un número máximo de contradicciones evidentes, pues como hemos visto, en las cuestiones importantes import antes la prueba única es inaceptable y el oráculo debe matar a un ave y perdona r a otra pa ra proporcionar un veredicto válido. Como bien podemos imaginar, imaginar, a menud o el oráculo mata a los dos pollos o perdona a los dos, y para nosotros esto demostraría la futilidad de todo el procedimiento. Pero para los azande demuestra todo lo con trario. trari o. Las contradicc contradicciones iones no les sorprenden; son previsibles. Aunqu e pueda resultar paradójico, tanto los errores como los juici os válid os del oráculo les les demuestran su infalibilidad El hecho de que el orácu lo se equivoque cuando es interferido por algún poder místico demues tra cuán exactos son sus juicios, cuán acertados son cuando se exclu yen estos poderes. El azande se sienta ante el oráculo y le hace preguntas. En res puesta a una una pregunta concreta primero dice Si y después dice que No . El azande no se desconcierta. Su cultura le ofrece una serie de explicaciones dadas para las contradicciones del oráculo y él escoge la que parece adaptarse mejor a las circunsta circunstancias ncias.. A menudo en esta selección ayuda el concreto comportamiento de los pollos bajo la influencia del veneno. Las elaboraciones secundarias de la creencia, que explican e fallo del oráculo, atribuyen el error a 1) haber admi-

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nistrado una combinación errónea de veneno, 2) el incumplimiento de algún tabú, 3) la brujería, 4) la ira de los dueños del bosque donde se cría la enrredadera, 5) la antigüe dad del veneno, 6) la ira de los espíritus, 7) Ja hechicería, 8), Ja utilización.17

Otras preguntas que Evans-Pritchard presenta a los az ande (y que son bastante comprensibles potencialmente devastadoras para el sistema azande si uno usa la ciencia occidental como marco de referencia) son recibidas con respuestas igualmente auto-preservadoras auto-pres ervadoras.. D e hecho, las máximas sobre la omniscien cia del oráculo - E l oráculo del veneno nunc a se equivo ca , dicen los azande- se pueden tratar como base evidencial para dudar de la validez de la propia experiencia conocimiento. Por ejemplo, el oráculo se us a rutinariamente para identificar a bru jos. Después de hacer una identifica identificación ción mediante el oráculo, se confronta al acusado con la decisión del oráculo a través de un emisario de la parte ofendida, se le requiere que expulse agua y así termine con la brujería de que se le acusa. En esas con frontaciones frontaci ones (o en privado, pues es de buenos modales expu lsar agua incluso si uno sabe que no ha embrujado a nadie), se puede disputar el veredicto del oráculo por referencia a una de las posibilidades antes mencionadas, o acusando a los acusado res de fraude. Sin embargo, en algunas ocasiones la acusación servía para dudar de la percepción y conocimiento de sus pro pias actividades por el acusado. el individuo acusado de embrujar a otro puede no negar la acusa ción e incluso dudar de su evidente falsedad por un breve espacio de tiempo. Sabe que, muchas veces, los brujos están dormidos cuando el espíritu de su sustancia embrujada revolotea en su empresa de des trucción. Tal vez algo parecido sucedió mientras él dormía y estaba inconsciente, y su brujería llevó una vida independiente. En estas 11/bidp. 308.

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circunstancias, el hombre bien pudiera ser brujo y no saberlo. En la cultura azande, la brujería es una consideración tan cotidiana, tan dada por supuesto y tan universal, que un hombre podría fácilmente suponer que, que, puest o que cualquiera puede ser un brujo, es posible que

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ción incorregible, por otra parte, es compatible con todos y cada uno de los estados concebibles. concebibles. (Por ejemplo: sea cual sea nuestra expe riencia de contar, sigue siendo verdad que 7 + 5 = 12 . Por lo tanto, no nos dice qué acontecimientos tendrán lugar y cuáles no. Es decir:

él mismo lo seaJ seaJB B

Para los azande, azande, la máxima de que el oráculo del veneno no se equivoca funciona con la capac capacidad idad de lo que se ha llamado una proposición incorregibl e . Si bien parece formularse como una afirmación descriptiva, de hecho es una proposición que ningún acontecimiento en absoluto podría falsar, o hacer que alguien no la aceptara 19 Gasking ha considerado las proposi ciones matemáticas como proposiciones incorregibles, y sus afirmaciones son interesantes para ilustrar la naturaleza del éxito azande y en última instancia, la estructura operativa del razona miento mundano. Una proposición corregible nos ofrece alguna información sobre el mundo; una proposición completamente incorregible no nos dice nada. Una proposición corregibl e es aquélla que retiraríamos y admi tiríamos como falsa si sucedieran ciertas cosas en el mundo. Nos proporciona por tanto la ir¡formación de que esas cosas (es decir, esas cosas que nos harían. retirar nuestra proposición si sucedieran) no sucederán. suceder án. Una proposición incorreg incorregible ible es aquella que nunca admi tiríamos como falsa suceda lo que suceda: por lo tanto, no nos dice corregible que que sucede. Por ejemplo, la verdad de la proposición corregible afirma que Smith está pasando el día fuera es incompatible con el acontecimiento de ciertas cosas (por ejemplo, ejemplo, que vayamos a su habi tación y le encontremos ahí). Por lo tanto, nos dice qué tipo de cosa sucederá (encont (encontraremos raremos que su habitación está vacía) y qué tipo de cosa no sucederá (no le encontraremos). La verdad de una propo proposisi18/bid, p. 134-35.

la proposición 7 + 5 = 12 no nos dice nada sobre el mundo. Si semejante proposición no nos dice nada sobre el mundo, ¿qué sentido tie ne entonces?; ¿qué hace? Creo que en cierto sentido es cier to que prescribe lo que podemos decir; nos dice cómo describir cier tos acontecimientos. De manera que la proposición 7 + 5 = 12 no nos dice que al contar 7 + 5 no obtendremos 11. (Como hemos visto, esto es also, pues a veces obtenemos 1 .) Pero establece, por así decir, que si al contar 7 + 5 obtenemos 11 debemos describir lo que ha suce dido de una orma similar a esta: O bien He cometido un error en mis cuentas o Alguien me ha gastado una broma y ha abstraído uno de los objetos cuando no estaba mirando o Dos de los objetos se han fundido o Uno de los objetos ha desaparecido , etc. (Cursiva en el original.)2º

La máxima azan azande de El oráculo del veneno nunca se equivoca funciona como una proposición incorregible. Como revelan las investigaciones de Evans-Pritchard, la máxima es inmune a desacreditaciones: es compatible con cualquier estado de cosas observado y concebible. Independientemente de los aconteci mientos subsiguientes que se observen, el oráculo retiene su carácter infalible. Además, como las proposiciones matemáticas cuyo uso Gasking describe como incorregible, la doctrina de la infalibilidad oracular sirve como guía para la descripción de ciertos tipos de acontecimientos. Específicamente, sirve como un recurso para ubicar las diversas maneras mediante las cuales uno tendría que explicar responsablemente los veredictos incumplidos de un oráculo que nunca se equivoca. Así, si un veredicto se incumple, se selecciona entre diversas posibilidades

19Dougla 19Do uglass Gaskin, Math emati cs and the World , en Antony Flew, ed., Logic and Language, Garden City, Nueva York 1965, p. 431.

20/bid, pp. 432-3.

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una solución que da cuenta de la infalibilidad del oráculo como un supuesto incuestionado. La perspectiva irónica admitida por el entendimiento cientí fic fico o occidental del oráculo revela las maneras en que la incorre incorre gibilidad de la infalibilidad del oráculo glosa las prácticas de los azande a través de las cuales se asegura y mantiene el estatus de

presupuesta del proceso concreto de razonamiento a través del cual se sostiene, y en la medida en que la coherencia de esa suposición produce explicaciones que preservan reflexivamente su propia incorregibilidad, la doctrina se presenta como la carac terística dada y estable que siempre fue desde el punto de vista de los azande.

incorregibilidad.21 La incorregibilidad de la doctrina es un logro contínuo: se asegura que el oráculo nunca se equivoque gracias contínuo: a la destreza de las prácticas azande para orientarse hacia él de esa manera. Estas prácticas incluyen el uso de la máxima como mandato incorregible, supone una constricción par a la búsqueda de explicaciones que reconcilien la discrepancia entre los vere dictos del oráculo y los acontecimientos observados despu después. és. El carácter incorregible del oráculo es a la vez el proceso, la pre suposición y el producto de las prácticas de razonamiento azan de. Es el proceso en tanto que la incorregibilidad de la máxima se asegura a través de las destrezas de las prácticas azande al formular descripciones que explican la discrepancia entre vere dictos del oráculo y la sucesión factual factual de acontecimientos. A la vez, la doctrina es una presuposición de las prácticas azande, en tanto que el campo de posibilidades a partir del cual se selec cionan las explicaciones se predice por la infalibilidad del orá culo:: las explicaciones alternativas son uniformes en su respeto culo a la integridad del oráculo y comparten el ubicar la fuente de la

Las operaciones que componen el razonamiento mundano son similares a aquellas que glosa el oráculo del veneno. Las supo siciones sobre la objetividad y la intersubjetividad son más o menos análogas a la doctrina de la infalibilidad oracular, al menos en el sentido de que son las tesis incorregibles que pro mueven la búsqueda de las explicaciones que se buscan cuando se dan anomalías notables, y constituyen su naturaleza. Sin embargo, las prácticas azande tienen una cierta transparencia -que de nuevo se hace observable con la introducción y el uso de los entendimientos occidentales de los procesos naturales que no está directamente disponible al intentar discernir la estructura de los razonamientos mundanos. Efectivamente, es dificil obtener una transparencia inducida irónicamente porque la jerga cuya estructura operativa buscamos permea muy pro fundamente el pensamiento científico y de sentido común. Como señaló Evans-Pritchard Evans-Pritchard refiriéndos refiriéndosee a los azande, razo nan excelentemente en el lenguaje de sus creencias, pero no pue den razonar fuera de sus creencias o contra ellas, porque no tie

discrepancia en condiciones que dejan la validez del oráculo sin cuestionar e intacta. Finalmente, en la medida e n que el carácter incorregible de la infalibilidad del oráculo es una característica

nen otro lenguaje para expresar sus pensamientos 22 Y ahora nos encontramos enfrentados a la tarea de tener que descubrir una excel encia en nuestros razonamientos que continúa opaca precisamente porque no tenemos otro lenguaje desde el cual considerar en qué podrían consistir sus operaciones. Para poder ofrecer una mínima idea de contingencia al pre sentar la estructura operativa del razonamiento mundano, y m ás

2 Para una discusión discusión del del concep concepto to d dee glos a y de glosa r , véase Harold Garfinkel y Harvey Sacks, On Formal Structures of Practical Actions , en John C. McKinney y Edward A. Tiryakian, Tiryakian, eds., Theoretical Sociology: Perspectives and Developments Nueva York 1970, pp. 337-66.

22

E.E. Evans-Pritchard,

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op

cit. p. 314.

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específicamente el estatus de la intersubjetividad como un

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considerar alternativame alternativamente nte como evide ncias de la absurda y

supuesto incorregible, quiero proponer un experimento de Gedanken. En ciertos puntos puede confundirnos, pero su valor heurístico es suficientemente grande como para que lo utilice mos, siempre que seamos suficientemente conscientes de sus limitaciones. El experimento de Gedanken pone de manifiesto un aspecto del endémico carácter equívoco del razonamiento mundano que reemplaza la contingencia disponible para, pon gamos, Evans-Pritchard, al utilizar una comprensión occidental del proceso natural como recurso interrogativo. Imaginemos de momento a un extranje ro que suspendiera suspendiera ssu u adhesión al presupuesto de un mundo compartido e n común, al menos en su capacidad como fundamento de un juego de len guaje. Para el extranjero extranjero sin-presupuestos , lo que ahora consid considera era mos bajo los auspicios de los supuestos mundanos como un con flicto o discrepancia de la experiencia, se podría tratar como sín toma de alguien ante una serie de posibilidades que no sean, pongamos, que alguien está mintiendo o equivocado, etc. Concretamente, los testimonios en conflicto se podrían conside rar como indicadores de que el mundo es como lo percibimos y que lo que percibimos existe sólo en la percepción. Parafraseando a Pirandello, es así si pensamos que es así, y lo que es así sólo está en el pensar (o el decir, o el percibir, etc.). Al adoptar esta posición radical (abandonando la posición mundana), las cuestiones que se dirimen en los juzgados, las dis dis putas en la ciencia, las discrepancias en los asuntos cotidianos y demás, se pueden concebir como un compendio siempre cre ciente de instancias instancias que tes testifican tifican que no hay un mismo mund o . Lo s propios conflictos que se consideran mundana mundana mente como un fallo en el proceso perceptivo a través del cual se observa el mundo y se formulan sus características se se pueden

radical subjetividad del mundo. El experimento de Gedanken que consistía en la abrogación del compromiso tácito con la tesis natural y sus componentes subsidiarios revela un potencial potencial equivoco. El contraste imagina tivo empieza a aportar aportarnos nos la ironía necesaria para ver las formas en que los supuestos mundanos son de hecho prejuicios espe ciales y las formas en que su carácter incorregible es el produc to que se logra a través del uso habilidoso de las operaciones que componen la razón mundan mundana. a. La incorregibilid incorregibilidad ad de los supues tos mundanos, como la de la doctrina de la infalibilidad oracu lar, es a la vez presupuesto y producto del proceso a través del cual nos orientamos hacia ella, la sostenemos reflexivamente y así la logramos logramos.. Una explicación más -que ahonda en el sentido de la inco rregibilidad producida de la tesis natural- se encuentra en el análisis que hace Mannheim de la emergencia histórica de las preguntas que generan una sociología del conocimiento. Es con este choque entre modos de pensamiento cada uno de lo loss cuales hace las mismas reivindicaciones de validez representativa como por primera vez s e hace posible la emergencia de la pregunta que es tan funesta pero a la vez tan fandamental en la historia del pensamiento: mient o: ¿cómo es posible que procesos de pensamiento humano idénticos interesados en el m mismo ismo mundo produz produzcan can concepciones divergentes de ese mundo? Y de desde sde este punto sólo hay que dar un paso más para preguntar: preguntar: ¿No es posible que los procesos de pensamiento que están implicados aquí no sean todos idénticos? ¿No se pod ría encontrar cuando uno examina todas las posibilidades del pensamiento humano huma no que hay numer numerosos osos caminos alter alternativos nativos que se pueden seguir?23

23Karl

Mannheim, Ideology and Utopia Nueva York 1955, p. 9.

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Con sólo tratar la referencia a los proc esos de pensamiento

idénticos como u un n caso particular de la cláusula ceteri ceteriss paribu s que, como hemos propuesto, está al al menos tácitament e implica da en el supuesto de un mundo intersubjetivo, ya las preguntas especifican los aspectos esenciales de la problemática formula da desde la razón mundana en las ocasiones de explicaciones

disyuntivas, así como la naturaleza reflexivamente preservativa de las soluciones alternativ alternativas. as. La primera pregunta -¿cómo es posible que procesos analí ticos idénticos interesados en el mismo mundo produzcan con cepciones divergentes de ese mundo?- traiciona los prejuicios primordiales de la razón mundana. La propia formulación de la pregunta presupone la objetividad del mundo. La sorpresa acer ca de las representaciones variables se predica sobre una armonía anticipada entre las explicaciones y experiencias que, como hemos visto, se predica a su vez sobre el supuesto de un mundo esencialmente objetivo e intersubjetivo. La sorpresa revela el supuesto de un mundo esencialmente intersubjet intersubjetivo, ivo, lo que equivale a decir un mundo que se presenta de una manera idéntica, o al menos corroborativa, respecto a todos aquellos que lo convierten en su objeto de interés. Si el mismísimo mundo se presenta a una multiplicidad de personas que se suponen homogéneas con respecto a sus habilidades perceptivas, cogni tivas y comunicativas, los unos análisis de ese mundo deberían ser armónicos y entonces compatibles con otros. La segunda pregunta -¿ e s posible que los procesos analíti cos no sean idénticos?- no sólo reve revela la el preju prejuicio icio esp especial ecial d del el razonamiento mundano, sino también el método de su propia preservación. Nótese que en esta pregunta se incluyen dos supues tos : el supuesto de la homogeneidad de los procedi mientos analíticos, por una parte, y el de la invarianza de iden tidad del mundo, por otra. Las represent aciones disyuntiv disyuntivas, as, como las llama Mannheim, son en si mismas sintomáticas de la

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invalidez de cualquiera de ambos supuestos. Como sugirió nues tro experimento de Gedanken el análisis discrepante se podría tratar como un tipo peculiar de evidencia para un tipo peculiar de inferencia: el carácter radicalmente relativo y radicalmente subjetivo del mundo. Alternativamente, se puede tomar la dis crepancia como evidencia de que la fuente fuente de conflicto reside e n condiciones extrínsecas al propio objeto, condiciones que, antes de la emergencia de la discrepancia, estarían tácitamente (es decir, de manera no formulada) subsumidas bajo la provisión ceteris paribus. Puesto que cualquiera de los dos supuestos es igualmente dudoso, dudoso, el carácter preju icios o del supuesto fu funda nda cional de la razón mundana se revela de una manera bastante dramática, así como su incorregibilidad lograda. Concreta mente, el prejuicio consiste en el compromiso con el supuesto mundano de que hay sólo un mundo . Su carácter incorregible consiste en el uso de la jerga de explicaciones que ese compro miso requiere y hace posible, y cuyo uso sostiene reflexivamen te estas tesis, en cuyo nombre se moviliza.

4 La solución de llos os problemas mundanos El supuesto de un mundo compartido en común no funciona para los razonadores mundanos como una afirmación descripti va. No es falsable. falsable. Más bien, funciona como una especificación incorregible de las relaciones que existen en principio entre una comunidad de experiencias de perceptores sobre lo que se pre senta como el mismo mundo. Pero ¿cómo se reconcilia e sa una nimidad de principio con la presencia de disyunciones específi cas? Cuando se produce una disyunción, un razonador mundano atiende a la cláusula de en condiciones iguales implicada en la anticipación de unanimidad. A la luz del carácter incorregible del mundo compartido en común, las soluciones a las disyun-

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