Dialectica y Ciencia, Una Critica A Su Sintesis AG

August 16, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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DIALÉCTICA Y CIENCIA Una crítica a su síntesis

Materia: Epistemología Profesores: Carlos Agaya y Miguel Dall’ Osso Estudiante: Adrián González Carrera: Profesorado de Física Curso: 4º Instituto: I.S.F.D. y T. Nº 24, “Bernardo Houssay” Año: 2015/2016

 

 Dialéctica y ciencia: una crítica a su síntesis

Adrián González

Índice

Introducción……………………………………………………..2 Definiendo………………………………………………………4 La teoría del reflejo……………………………………………..5 Una crítica desde la filosofía…………………………………..14 Las “leyes” de la dialéctica y la ciencia………………….…….29 Un ejemplo de dialéctica aplicada………………………….….63 Conclusión………………………………………………….….68

Anexo

La teoría del reflejo redundada por Joja……………………….74 Dialéctica del imperialismo……………………………………77 Mario Bunge contra la dialéctica ..………………………….…82

Bibliografía…………………………………………………….87

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Introducción

Para hablar de la dialéctica y la relación con la ciencia vamos a dejar de lado todos los usos y definiciones que se le dieron históricamente a aquella, con fecha anterior a los comienzos del siglo XIX -esto, sin embargo, sin negar la vinculación de la concepción dialéctica moderna con aquellas pasadas-. Pero no se tratará aquí de la heracliteana, ni la de los sofistas, ni la platónica, ni ninguna otra, sino que el presente trabajo estará circunscripto a la dialéctica hegeliano-marxista y sus implicancias cuando se la vincula o asimila a la ciencia, a la naturaleza y al mundo humano. Será inevitable, dado que el materialismo dialéctico  es inseparable del marxismo, realizar referencias de tipo  política, es decir, de prácticas sociales concretas que trascienden la esfera de lo meramente científico o filosófico y que involucran a grupos humanos extensos. Esto es así en tanto dicho materialismo dialéctico se constituyó como la justificación -o la pretensión serlo- del proyecto político marxista. En tanto el tema puede potencialmente despertar susceptibilidades o incomodar cuestiones arraigadas, podría alegarse que, ante las citas expuestas de los principales referentes del marxismo, podrían encontrarse y oponerse otras que expresen un sentido contrario al manifiesto. Sin negar la existencia de tales párrafos, el hecho de que existan vaivenes en las posiciones, contradicciones o incoherencias en los autores criticados que de hecho las tienen- es una cuestión tangencial y no es el problema a tratar. Las referencias expuestas expresan la tendencia general del pensamiento, tanto de los precursores del materialismo dialéctico como el de los continuadores y adherentes. Y, en este sentido, considero válida la reconstrucción y ejemplificación de esa corriente en las siguientes páginas. También podría suscitar controversia el hecho de que se debiera discernir quién o quiénes serían los fieles representantes de un verdadero  materialismo dialéctico y quién o quiénes los falsos profetas. Pero no es tarea aquí -ni mía- conceder la patente de verdadero marxista. Esa cuestión es una interna que no me pertenece. Para tomar partido por las excomulgaciones hay que, primero, tomar los votos. Lo cierto es que todos los citados se consideran a sí mismo como parte de dicho movimiento y puede verse claramente la comunión del tema tratado. Otra cosa que podría alegarse, -relacionada con lo anterior, pero que vale la aclaración-, es la afirmación, tendiente a resguardar a Marx de la crítica, que remarca que éste no es Engels. Si bien es cierto que los trabajos del primero tienen un nivel de análisis mayor -y así se destacan-, ambos participan en un plano de igualdad en la interpretación y recanalizacíon de la filosofía de Hegel. Ambos son responsables de llevar esta filosofía al campo histórico y al mundo natural. Aunque le haya tocado a Engels desarrollar la justificación sociológica y naturalista del materialismo dialéctico, 2

 

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éste era un pensamiento que ambos compartían, sólo que Marx se ocupó menos en desarrollar dicha justificación, lo que no significa que no lo haya hecho, como se verá.

La crítica del presente trabajo está orientada a dejar constado que la dialéctica materialista no es  científica; que, por lo mismo, la ciencia no es  dialéctica y, que la realidad, el universo o el mundo -natural o humano-, no son dialécticos, ni en su orden, ni en su estructura, ni en sus movimientos, ni en sus regularidades.

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Definiendo

« Metafísico es el término que usamos para designar a los discípulos de Hegel y a los positivistas, y, en general, a todos los adoradores de la ciencia como diosa, a todos esos modernos Procustos que de una manera u otra, han creado un ideal de organización social, un molde estrecho en el que meterían a las futuras generaciones, a todos aquellos que, en vez de ver en la ciencia únicamente una de las manifestaciones de la vida natural y social, insisten en que la totalidad de la vida queda comprendida en sus teorías científicas necesariamente experimentales. Los metafísicos y los positivistas, todos esos caballeros que consideran que es su misión prescribir las leyes de la vida en nombre de la ciencia, son, consciente o inconscientemente, reaccionarios.»

Mijail Bakunin, Dios y el Estado, 1871

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La teoría del reflejo

Hegel postula la identidad entre el ser y el pensar, donde todos los acontecimientos, todos los fenómenos, no son más que manifestaciones parciales de una idea que se piensa a sí misma. Por lo tanto, para Hegel, es legítimo buscar en la experiencia subjetiva del movimiento del pensamiento la expresión de las leyes universales, y ya que el pensamiento procede dialécticamente, está claro que las “leyes de la dialéctica”, gobiernan la naturaleza entera. Hegel realiza una proyección clara y manifiesta hacia la naturaleza de las propias formas de la conciencia subjetiva humana. Esto no es más que una recapitulación de un animismo ya no ingenuo ni primitivo, sino uno sistemático y rigurosamente edificado, con lógica avasallante, pero con la misma esencia oscura y proyectiva que el arcaico. El animismo primitivo buscaba en la naturaleza un ánima oculta, es decir, una conciencia y una actividad teleonómica, como era la propia actividad humana, -finalista, preñada de un proyecto como era el de vivir y sobrevivir a través de la descendencia-, y poblaba al universo, de esa manera, de toda una riquísima fauna de seres mitológicos, espíritus y dioses. Esta vinculación entre la conciencia subjetiva y la naturaleza, esta “antigua alianza” (Monod, 1993), buscaba un entendimiento del mundo, dotarlo de significado y moralidad, y, por lo tanto, de la posibilidad de ser partícipe de un juego en el que podía influirse y tener algún grado de control. Pero sobre todo aportaba una significativa resolución al miedo y a la incertidumbre que generaba lo desconocido. El precio a pagar por esta alianza fue menoscabar el principio de objetividad de la naturaleza, es decir, la concepción de que ésta no posee un proyecto, no posee finalidad ni está guiada por fuerzas teleonómicas, es decir, que no tiene un espíritu guía. «El paso esencial del animismo (tal como creo definirlo aquí) consiste en una proyección a la naturaleza inanimada, de la conciencia que posee el hombre del funcionamiento intensamente teleonómico de su propio sistema nervioso central. Es, en otros términos, la hipótesis de que los fenómenos naturales pueden y deben explicarse en definitiva de la misma manera, por las mismas “leyes”, que la actividad humana subjetiva, consciente y proyectiva.» (Monod, 1993) Este proceder es visible en Hegel, y desde un idealismo manifiesto, coherente: la dialéctica es en el mundo porque es primero en y desde el espíritu. Ahora, para que la famosa “inversión” que realiza Marx y mantienen sus seguidores pueda sostenerse, debe establecerse un mecanismo, un proceso en el cual la dialéctica del mundo concreto, real y material, se exprese, manifieste o participe en la conciencia del hombre. Que la dialéctica del mundo material no sea ya una emanación o epifenómeno del mundo ideal sino éste una conciencia plasmada a partir de aquella. 5

 

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Uno de los argumentos principales -si no el principal- que esgrimen los defensores de la dialéctica al presentarla como una realidad inherente al mundo, -no sólo en tanto expresión de un carácter del mundo, sino condición sine que non de ese mundo-, es decir, los adherentes al materialismo dialéctico, es el conocido como teoría del reflejo. Podemos resumir el argumento de la siguiente forma: El conocimiento no es obtenido más que en la interacción entre el hombre y la materia (o más exactamente el “resto” de la materia). Todo conocimiento verdadero es por lo tanto “práctico”. La conciencia corresponde a esta interacción cognitiva. El pensamiento consciente refleja  por consecuencia el movimiento del mismo universo. Y ya que, por lo tanto, el pensamiento es parte y reflejo del movimiento universal, y ya que su movimiento es dialéctico, es preciso que la ley de evolución del universo sea, también, dialéctica. Este esbozo del argumento del reflejo podemos ejemplificarlo con citas de diferentes materialistas dialécticos, que a riesgo de resultar redundante y extenso, es una muestra de lo arraigado del argumento y de la ligereza en que es replicado. Athanase Joja, en  La lógica dialéctica y las ciencias, (1969), repite una brumadora cantidad de veces el argumento del reflejo:1  «El de método dialéctico es el reflejo subjetivo de la dialéctica objetiva, es decir, de las leyes desarrollo del objeto.» El psicólogo soviético Sergei L. Rubinstein, en El ser y la conciencia, (1957), dice: «¿Qué es, en sí, el conocimiento? A esta pregunta, la teoría materialista dialéctica del reflejo responde de la siguiente manera: el conocimiento es un reflejo del mundo como realidad objetiva. La sensación, la percepción, la conciencia, son la imagen del mundo exterior […] La imagen como tal se constituye por la relación cognoscitiva de una impresión sensorial respecto a la realidad que se halla fuera de dicha imagen y que no queda reducida al contenido de la imagen. […] Los materialistas anteriores a Marx concebían el reflejo como huella pasiva de los objetos, resultado de su acción mecánica sobre aquello en que se reflejaban. Diderot comparó el cerebro a la cera sobre la cual las cosas dejan su impronta. Para los materialistas de esa época, el reflejo constituía la recepción pasiva por parte del sujeto, de su cerebro, de una acción externa; para el materialismo dialéctico, es el resultado de una interacción entre el sujeto y el mundo objetivo, es el resultado de una acción del mundo exterior y de la reacción que dicha acción provoca en el sujeto, en su cerebro. El reflejo no es una imagen estática, fruto de la recepción pasiva de la acción mecánica de los objetos; el reflejo de la realidad objetiva es, de por sí, un proceso, una actividad del sujeto, en el transcurso de la cual la imagen del objeto va haciéndose cada vez más adecuada al objeto. »

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 Para no resultar excesivamente redundante y, al mismo tiempo, para mostrar la redundancia e insistencia de Joja sobre el reflejo, transcribo las citas al respecto en el  Anexo del presente trabajo, pág. 74

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Un ejemplo reciente del argumento del reflejo: «Desarrollando el punto de vista del materialismo, Lenin (1990, p. 83) expresó: “Es lógico suponer que toda la materia posee una propiedad esencialmente parecida a la sensación, la propiedad de reflejar”. Posteriormente otros filósofos marxistas han desarrollado ampliamente estas ideas de V. I. Lenin. La teoría del reflejo como propiedad universal de la materia es un postulado imprescindible de la concepción materialista dialéctica del mundo. En su aplicación al conocimiento humano la teoría del reflejo indica que la conciencia es un reflejo, una imagen, del mundo material. Podríamos definir el reflejo, como propiedad universal de la materia, como aquella naturaleza de los fenómenos, objetos o sistemas materiales, de reproducir, en las transformaciones de sus propiedades y estados, las particularidades de otros fenómenos, objetos o sistemas con los cuales interactúa. El concepto de reflejo destaca aquellos cambios que en el proceso de interacción reproducen en forma específica la estructura de los objetos reflejados.»2  Stalin, en Sobre le materialismo dialéctico y el materialismo histórico , (1938) dice: «la conciencia […] es la imagen refleja de la materia, la imagen reflejada del ser.» El político socialista y químico alemán Robert Havemann, en  Dialéctica sin dogma, (1963), dice: «El conocimiento mismo de que el pensamiento humano es dialéctico y de que en nuestro pensamiento se refleja la dialéctica de la realidad es un descubrimiento antiquísimo. […] Eso, y mucho más que se encuentra en el maravilloso escrito Tao Te King  [de Laotsé], es ejemplo de que el pensamiento dialéctico es probablemente tan antiguo como el pensamiento humano en general.» «La lógica dialéctica es la lógica que se encuentra en las cosas mismas, la lógica que sólo podemos descubrir en las cosas mismas, y no en nuestra cabeza, sino en la realidad.» «… la dialéctica en nuestra conciencia es el reflejo de la dialéctica objetiva, o, como ha dicho Engels: “La dialéctica, la que se llama objetiva, impera en toda la naturaleza, y la llamada dialéctica subjetiva, el pensamiento dialéctico, es simplemente el reflejo del movimiento en contraposiciones que se manifiesta por todas partes..” » El filósofo marxista argentino Carlos Astrada, en  La doble faz de la dialéctica, (2003), dice: «Si el universo o cosmos, es decir, la realidad total, es movimiento y mutación, esto es devenir, entonces el pensamiento posee la misma estructura móvil y fluida. De donde, las leyes y categorías del logos son dialécticas y se funcionalizan dialécticamente. » 2

 González Serra, Diego Jorge. Epistemología y psicología. La dialéctica materialista y la determinación

del psiquismo humano, Revista cubana de psicología, Nº 3, 2002  

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«Dice Lenin: “ La dialéctica de las cosas produce la dialéctica de las ideas.  Hegel ha presentido genialmente la dialéctica de las cosas en la dialéctica de los conceptos” » Los políticos y filósofos estalinistas M. Rosental y P. Iudin, en  Diccionario  filosófico marxista, (1939), dicen: « “…El reconocimiento del mundo exterior y de su imagen en la cabeza del hombre es la base de la teoría del conocimiento del materialismo dialéctico” (Lenin). Las sensaciones y los conceptos del hombre son copias, retratos, reflejos, de los objetos y de los procesos del mundo objetivo. » El marxista húngaro Georges Politzer, en Principios Elementales y Fundamentales de Filosofía (1936), afirma: «[Marx y Engels] piensan que Hegel está en lo cierto al decir que el pensamiento y el universo se encuentran en perpetuo cambio, pero que se equivoca al afirmar que los cambios en las ideas son los que determinan los cambios en las cosas. Por el contrario, las cosas nos ofrecen las ideas, y éstas se modifican porque las cosas se han modificado.» El ,filósofo (1984), marxista dice: soviético A. G. Spirkin, en  Materialismo dialéctico y lógica dialéctica «Según el materialismo dialéctico, la conciencia es una función del cerebro, un reflejo del mundo objetivo. Eso significa que la conciencia viene determinada fuera de la actividad natural y social existente y operante en el cerebro. Los objetos, sus propiedades y relaciones, al ser reflejadas en el cerebro, existen en él en forma de imágenes, idealmente.» El filósofo marxista francés Henri Lefebvre, en El materialismo dialéctico, (1949), dice: «La dialéctica, lejos de ser un movimiento interior del espíritu, es real, antes que en el espíritu, en el ser. Ella se impone al espíritu. Analicemos primeramente el movimiento más simple y más abstracto: el del pensamiento más desnudo. Descubriremos así las categorías más generales y su encadenamiento. Nos es preciso luego ligar este movimiento al movimiento concreto, al contenido dado: tomamos conciencia entonces del hecho de que el movimiento del contenido y del ser se elucida para nosotros en las leyes dialécticas. Las contradicciones en el pensamiento no vienen solamente del pensamiento, de su impotencia o de su incoherencia definitivas, vienen también del contenido. Su encadenamiento tiende hacia la expresión del movimiento total del contenido y lo eleva al nivel de la conciencia y de la reflexión.» El marxista y biólogo inglés, J. B. S. Haldane escribe en su prefacio de la  Dialéctica de la Naturaleza de Engels: «El marxismo considera la ciencia bajo dos aspectos. En primer lugar, los marxistas estudian la entre las otras de actividades humanas. como la actividad científica de ciencia una sociedad depende la evolución de sus Muestran necesidades, o sea 8

 

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de sus métodos de producción que la ciencia a su vez modifica, así como la evolución de sus necesidades. Pero, en segundo lugar, Marx y Engels no se limitaban a analizar las modificaciones de la sociedad. En la Dialéctica, descubren las leyes generales del cambio, no sólo en la sociedad y en el pensamiento humano, sino en el mundo exterior,  proyectado por el pensamiento humano. Lo que viene a decir que la dialéctica puede ser aplicada a problemas de ciencia “pura” tanto como a las relaciones sociales de la ciencia. » Al respecto, el brillante biólogo francés Jaques Monod dice: «El mundo exterior “reflejado por el pensamiento humano”: todo reside en eso, en efecto. La lógica de la inversión exige evidentemente que este reflejo sea mucho mayor que una transposición más o menos fiel del mundo exterior. Es indispensable, para el materialismo dialéctico, que el “ Ding an sich”, la cosa o el fenómeno en sí, llegue hasta el nivel de la conciencia sin alteración ni empobrecimiento, sin que ninguna selección haya operado entre sus propiedades. Es preciso que el mundo exterior esté literalmente presente en la conciencia de la integridad total de sus estructuras y de su movimiento.» (Monod,1993) Y, claro está, esto no es lo que sucede en el proceso del conocimiento humano. Si bien, en el siglo XIX y en los primeros pasos de los científicos y naturalistas, podía creerse que este mecanismo constituía -en forma harto simplista- la manera en que la actividad conciente expresaba una realidad que, pretendidamente, se le manifestaba en forma directa, lahoy día está experimental completamente superado graciasSe a sabe los progresos de la neurociencia, psicología y la cibernética. que el sistema nervioso central humano (y en realidad, todos los sistemas nerviosos centrales de las diferentes especies animales) le otorga a la conciencia una información codificada, atravesada por las características y estructuras biológicas propias -sin hablar ya de las culturales-, que operan sobre la base de normas preestablecidas donde dicha información no es simplemente restituida, ni reflejada cómodamente ni sin distorsión desde el mundo. « Marx sostiene la preeminencia de la cosa. La dialéctica, según él, está en el espíritu porque antes está en la cosa. Siempre, según Marx, la dialéctica, como actividad del espíritu, refleja la dialéctica como movimiento del ser fuera del espíritu. » »Además, el uso en semejante caso de la palabra “reflejo” es hoy día insostenible y se debe a puntos de vista, pasados ya, que pesan sobre el pensamiento del mismo Marx, ya que “reflejo” significa imagen reflejada, es decir, exactamente fiel, enteramente pasiva, sin actividad propia con relación al modelo (nuestra imagen en el espejo). Ahora bien, el hombre no refleja, refracta.» (Monnerot, 1968) Si los sentidos son la primera puerta que la realidad atraviesa, para reflejarse luego en la conciencia, ya comienza a tambalear la justificación del materialismo dialéctico, porque los sentidos no nos proporcionan una imagen auténtica o exacta del mundo exterior. Las sensaciones son una abstracción, no son una réplica del mundo real tal cual es. El ejemplo más claro de esto es el concerniente a la vista y a la percepción de las ondas electromagnéticas que nosotros interpretamos como colores. Los rayos de luz «interactúan con los pigmentos ojo,importantísima induciendo al sensación cerebro a de interpretar las diversas energías como colores diferentes.delEsta la percepción de los 9

 

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colores es, por lo tanto, un fenómeno que (en parte) modelamos para nosotros mismos.» (Smith, 1986) En comparación con los animales, el hombre parece virtualmente insensible. El olfato del perro y el de las mariposas, el eco de murciélagos y delfines, la vista de halcones y águilas, el magnetismo sentido por las aves migratorias, las micro vibraciones sentidas en el aire o tierra por insectos, etc., etc., hace que «El sistema sensorial del hombre puede en ocasiones, parecer patético o inadecuado, pero constituye el único medio de conocer el mundo exterior por vía directa, su luz, su calor, fuerza y composición química. Todo lo demás es una inferencia lógica. Colin Blakemore definió la realidad como “lo que resulta biológicamente necesario que detecte un animal determinado”.» 3 (Smith, 1986) La actividad propia de nuestra especie está dada por el sistema nervioso central que posee las funciones de imaginar, representar y simular acontecimientos exteriores o programas de acción. Es la actividad creadora, emergente de nuevas realidades, generadora de experiencia subjetiva. El hecho de dar una representación del mundo sensible está adecuado a las  performances de la especie (Monod, 1993), y, de allí, luego de clasificar datos, poder simular subjetivamente la experiencia para anticipar los resultados y prepararse para la acción. El valor de esta facultad ha sido, sin duda, probado por la selección, resultando en un constitutivo de la estructura genética. El hecho de que las operaciones sensoriales y cognitivas tengan la carga y carácter particulares de la especie que la realiza -y que, a su vez, la hace tal-, es indicador de que el proceso de cognición no consiste de ninguna manera en el pretendido reflejo que los materialistas dialécticos esgrimen para justificar la dialéctica del mundo. Y esto aún cuando algunos autores se esfuerzan en morigerar el aspecto mecánico del reflejo planteado por sus maestros: «El reflejo, que se articula en lo conceptual, de modo dinámico, resulta de la praxis cognitiva, y constantemente debe ser confrontado con la realidad objetiva, y reajustado y corregido en el caso –harto frecuente- de no concordar con ella. […] El proceso sensorial e intelectivo del conocimiento debe enlazarse -prolongarse- con la actividad práctica y, por medio de ésta, adecuarse a la realidad objetiva.» (Astrada, 2003) «… la conciencia no es un reflejo mecánico, sino activo de la realidad objetiva.» (Joja, 1969) La pregunta que habría que hacerse es: ¿cuál es esa realidad objetiva a la que la conciencia debe adaptarse siendo aquella realidad objetiva accesible sólo por medio del mismo reflejo que forma la conciencia? En otras palabras, ¿cómo percibir y mantener la verdadera realidad objetiva no distorsionada por “malos” reflejos para poder contrastarla? ¿Quién o quiénes poseen el reflejo fiel y verdadero de esa realidad objetiva para que los que reflejen difusamente puedan corregirse…?4  3 4

 El subrayado es mío.

  La respuesta obvia y esendada ellos mismos, reflejos”: «Sololauna parte de ylahacen clase obrera tiene esaesconciencia cadapor momento histórico,“rápidos pero, endecambio, también encuentran suya siempre muchos hombres procedentes de otras clases, como, por ejemplo, Marx, Engels y Lenin.

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Por otro lado, si la misma teoría del reflejo ya ha sido contrastada ampliamente por los estudios avanzados e investigaciones de las ciencias de la cognición, la neurofisiología, la antropología cultual, etc., etc., y consensuadamente descartada, no se explica el por que esa teoría está exenta del reajuste que la misma teoría postula. O, mejor dicho, sí puede explicarse: por una necesidad dogmática de preservar la  justificación sin la cual se desmiembra un and andamiaje amiaje ideológico y no científico. «En ciencias las teorías se ponen a prueba haciendo predicciones con ayuda de leyes y datos. Si las predicciones fallan, la teoría es considerada falsa o al menos poco verdadera. No así en el caso de las ideologías: toda conversión a la fe es interpretada como confirmación, y todo fracaso es interpretado a la luz de la misma teoría que debiera estar en el banquillo de los acusados.» (Bunge, 1985) El empirismo resulta burdo y la justificación de la dialéctica asume el mismo calificativo, pues en aquel se ampara para darle sentido a la famosa y necesaria inversión de Marx, y pretender con ello que el materialismo dialéctico es la antítesis del idealismo dialéctico.5  «Digamos ahora algunas palabras sobre la gnoseología marxista. Esta se resume en tres tesis, una realista, otra empirista y una tercera pragmatista. La tesis realista es que podemos llegar a conocer la realidad, aunque sólo sea gradual y parcialmente. La tesis empirista es que todo concepto, por abstracto sea, no espura sino no un resultado de la la experiencia sensible; incluso los conceptos de laque matemática serían sino quintaesencia de la experiencia humana o como decía Mao, “resumen la experiencia de las masas”. »

Ellos se convierten en dirigentes del movimiento obrero. Son los revolucionarios de vocación y profesión de los que habla Lenin en su ¿Qué hacer?. Ellos constituyen el grupo de hombres que mediante la comprensión científica de la situación social estudian las posibilidades de ésta y dirigen científicamente  la lucha en esa sociedad por una nueva sociedad. […] Tampoco el científico de la naturaleza se inventa fuerzas naturales a su voluntad, sino que las descubre» descubre» (Havemann, 1963) El subrayado subrayado es del autor. «El grupo de vanguardia (los conductores del proceso de ideologización) es ideológicamente más avanzado que la masa; ésta conoce los valores nuevos, pero insuficientemente. Mientras en los primeros se produce un cambio cualitativo que le permite ir al sacrificio en su función de avanzada, los segundos sólo ven a medias y deben ser sometidos a estímulos y presiones de cierta intensidad; es la dictadura del proletariado ejerciéndose no sólo sobre la clase derrotada, sino también individualmente, sobre la clase vencedora.» (Ernesto “Che” Guevara, “La “La educación directa” en El socialismo y el hombre en Cuba , en Obras completas, Andrómeda, 2002) «Lenin creía que la conciencia revolucionaria debía ser introducida al proletariado desde fuera, externamente. El proletariado por sus propios medios solo llevaba adelante la lucha económica, que se empantanaba en la lucha sindicalista, de finalidad reformista. Sin un partido revolucionario que la dirigiese, la lucha de clases no se desarrollaría plenamente y quedaría en una fase embrionaria. Esta concepción de exterioridad del partido con respecto al proletariado, que inculca la conciencia revolucionaria verdadera (marxista, según sostienen) a una masa incapaz de generar su propia autoconciencia revolucionaria y sus propias ideas, se complementa con el papel dirigente del partido como vanguardia revolucionaria del proletariado.» (Rossineri, Patrick (2007).  Lenin y la concepción bolchevique del Partido. En ¡Libertad!, publicación anarquista, nº 45.) Un partido de sabios e iluminados con la misión de esclarecer las mentes opacas de quienes tienen reflejos erróneos. Esto es el germen de totalitarismos y de regímenes policíacos; con su verdad revelada, censura, persecución a opositores, cárceles, gulags,misma, y exterminio deladisidentes. 5   Si así fuese, y desde la coherencia dialéctica ¿cuál es necesaria síntesis superadora entre ambos?

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»Todos ellos “reflejarían” pues algún rasgo de la realidad accesible de la experiencia. Finalmente, la tesis que califico de pragmatista es que el criterio de verdad a adoptar en todos los casos es la práctica. » »Creo que la tesis realista es verdadera e importante, la empirista verdadera a medias, y la pragmatista menos verdadera aún. La tesis realista es verdadera e importante porque explica la investigación científica y tecnológica: si no creyéramos en la existencia del mundo externo ni en la posibilidad de conocerlo aunque sea en parte, no nos esforzaríamos por hacer teorías ni experimentos, o al menos no alcanzaríamos ningún éxito en nuestra exploración. El éxito de la ciencia y de la tecnología es el mejor aval del realismo y la mejor refutación del idealismo en sus diversas versiones. (Ver Bunge, 1983, 1985.) » »En cambio, la tesis empirista es falsa, ya que sólo algunos de nuestros conceptos tienen un origen empírico. Para comprenderlo baste mencionar los conceptos de conjunto de números reales, de estructura algebraica, de espacio topológico, de tautológica y de consecuencia lógica. Ninguno de ellos representa cosas reales y ninguno de ellos se obtuvo por refinamiento o destilación de preceptos. » »Por supuesto que el rechazar la tesis empirista de la naturaleza de los conceptos abstractos no implica abrazar la tesis platónica de su existencia independiente. Los conceptos son creados humanos y no tienen fuera del cerebro. A abstractos lo sumo podemos fingirpor queseres la tienen, del mismo modo existencia que nos hacemos la cuenta que existen Don Quijote y Mickey Mouse. » »Al insistir en que todo concepto debe “reflejar” algún aspecto de la realidad, y en que es formado por abstracción de experiencias sensibles, el marxista se vuelve incapaz de construir una filosofía de la lógica y de la matemática que sea a la vez original y adecuada al quehacer matemático. Más aun, al poner excesivo énfasis en el origen empírico de los conceptos, pone en peligro su propia tesis realista ya que toda teoría científica avanzada está llena de conceptos abstractos, algunos de los cuales no representan o “reflejan” nada real. Las magnitudes auxiliares, las coordenadas y las unidades no tienen por que poseer correlatos reales; tampoco lo poseen las definiciones y las verdades lógicas. » »En cuanto a la tesis pragmatista de la gnoseología marxista, ella aparece por primera vez en las celebres Tesis sobre Feuerbach. En ellas Marx sostiene que el criterio de verdad es la práctica; y en diversos lugares Lenin afirma que la práctica revolucionaria es el test de la teoría marxista. Esta opinión es más falsa que verdadera. En primer lugar, hay dos clases de verdad: la formal (o matemática) y la fáctica (o empírica). La primera se establece por procedimientos estrictamente conceptuales y la segunda es sugerida (nunca demostrada) por la observación y el experimento. La práctica no establece la verdad de proposición alguna, sino tan sólo la eficacia de reglas o recetas para actuar. Por ejemplo, las maravillas de la ingeniería egipcia o romana no demuestran la verdad de la grosera física egipcia o romana, así como el éxito inicial del nazismo no probó la verdad del mito de la superioridad racial de los germanos.» (Bunge, 1985) bien, si la puede encontrar justificativos el mundo Ahora concreto, -por no“dialéctica emanar, elmaterialista” pensamientonodialéctico, reflectivamente de él-,enno 12

 

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resulta distinguible de la dialéctica metafísica, idealista o hegeliana, como un mero producto de la labor especulativa y abstractiva del pensamiento. Pensamiento de determinados pensadores, claro está.

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Una crítica desde la filosofía

La “inversión” Si no puede afirmarse que el pensamiento dialéctico es un reflejo del mundo externo, podemos -y debemos- tratar a la dialéctica como mera filosofía y, dentro de ella, como una metafísica. Y para tratarla como tal hay que remitirse a los planteos -o a parte de ellos- del propio Hegel. Si bien el tema pertinente en el presente trabajo es la relación de la dialéctica con la ciencia, -y más precisamente la pretensión compatibilidad y dependencia entre ellas-, abordar a la dialéctica como filosofía y criticarla desde allí no es algo de poca importancia, ya que el origen histórico y el punto de partida de su reivindicación y valoración se halla en el plano filosófico. Sabido es que el materialismo dialéctico adopta de Hegel la dialéctica, conservando con ello su esencia particular, es decir, su estructura triádica, -incluyendo la lucha de los opuestos y la noción de superación sintética-, y el paso de la cantidad a la cualidad: «El hecho de que la dialéctica sufra en manos de Hegel una mistificación, no obsta para que este filósofo fuese el primero que supo exponer de un modo amplio y consciente sus modalidades generales. Lo que ocurre es que en él la dialéctica aparece invertida. No hay más que volverla del revés, y en seguida se descubre bajo la corteza mística la semilla racional.» (Marx  ,1873) «Marx era el único que podía entregarse a la labor de sacar de la lógica hegeliana, la médula que encierra los verdaderos descubrimientos de Hegel en este campo.» (Engels, 1859) «…por último, el sistema de Hegel ya no representa por su método y contenido sino un materialismo que aparece invertido de una manera idealista.» (Engels, 1888) Sin embargo y a pesar de lo claro de las citas hay autores que, en defensa del marxismo, se esfuerzan en desestimar la herencia hegeliana expresada en la inversión, pretendiendo con esto que el materialismo dialéctico sea completamente diferente al sistema hegeliano. Es decir, que la dialéctica marxista sería de una matriz totalmente diferente, un producto de desarrollo y generación propio y único. Entre esos autores se encuentra el filósofo marxista francés Louis Althusser. Althusser ha dedicado buena parte de su obra a tratar de limpiar de errores e inconsistencias a Marx y al marxismo.6 Precursor de la dicotomía “joven Marx-maduro 6

  Uno de los argumentos más conocidos de Althusser es el referente a la relación infraestructurasuperestructura. En un intento de salvar el determinismo economicista de Marx, donde el modo de

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Marx”, intentó con ello establecer un corte epistemológico en el pensamiento de Marx donde, su etapa joven -humanista y filosófica- aún estaría atravesada por el idealismo alemán, a diferencia de la etapa siguiente, la madurez, que sería la etapa científica, ya desembrazada de las influencias de Hegel.  Uno de los argumentos a la hora de justificar la existencia de este corte -más umbilical que epistemológico, podríamos decir- es relativizar y hasta casi anular la inversión de la dialéctica tal como lo expone Marx en la cita arriba transcripta. Para eso en su libro La revolución teórica de Marx (1967), realiza un largo y malabarístico rodeo donde, -sin citar casi textos de Marx ni de Engels, sino un poco de Lenin y explayándose sobre sucesos de la revolución rusa-, concluye que, atendiendo a las prácticas y experiencias concretas del marxismo en el s. XX, la inversión no es más que una metáfora que en realidad implica que la dialéctica marxista es totalmente diferente de la dialéctica hegeliana: «Iré más lejos, sugiriendo que en la expresión conocida: “La dialéctica, en Hegel, estaba cabeza a bajo. Es preciso invertirla para descubrir el núcleo racional encubierto en la envoltura mística” [Marx, 1873] la fórmula de la “inversión” no es si producción determina a la superestructura jurídica, ideológica, cultural, etc., de modo causal -y al borde de ser unidireccional-, Althusser sostiene que existe una relación de mutua determinación e influencia recíproca entre la infraestructura material-productiva y la superestructura ideológico-político-cultural,  pero  que, “en última instancia”, es la infraestructura la que tiene y sostiene el peso -la metáfora del edificio- y la que manda. Esto, por supuesto, es no agregar nada y dejar al determinismo economicista en el mismo lugar. «La teoría de que la estructura y la superestructura determinan la infraestructura no resuelve el problema de qué es lo que determina a éstas.» (Harris, 1979) «El dogmatismo ha impedido que los marxistas examinasen críticamente los fundamentos mismos de su doctrina. Entre estos figuran tres hipótesis bien conocidas. Según la primera, toda sociedad está dividida en dos partes: la infraestructura material que es la economía, y la superestructura ideal, que es la cultura y la política. La segunda hipótesis es que, en última instancia, la economía determina todo lo que sucede en la política y la cultura. […] La tercera hipótesis es que el motor de la historia o fuente última de todos los sucesos sociales, es la lucha de clases. Curiosamente, nadie parece haber advertido que estas dos últimas hipótesis son mutuamente contradictorias. En efecto, según la segunda la economía mueve todo, mientras que según la tercera no es la economía sino un modo de lucha política, a saber, la lucha de clases, la que todo lo mueve. Mientras no se elimine esta contradicción no podrá sostenerse que la doctrina marxista es científica. » […]…es preciso abandonar la primera hipótesis acerca de la división de la sociedad en una infraestructura material y una superestructura ideal. » […] El modelo de las dos capas debiera reemplazarse por el modelo materialista sistémico, según el cual toda sociedad humana es un sistema material compuesto por tres subsistemas sociales artificiales: la economía, la cultura y la política, incluyendo en esta última toda la administración y las fuerzas armadas si las hay (Bunge, 1979). Cada uno de estos subsistemas esta fuertemente unido a los otros dos, de modo que toda novedad que ocurra en uno de ellos podrá afectar, aunque no siempre de inmediato, a los otros dos. »Según esto, no hay  primer motor  o   o determinante absoluto: unas veces la novedad es económica, otras cultural y otras política. Unas veces la chispa es una innovación económica, tal como el trabajo en cadena; otras un cambio cultural, tal como la alfabetización en gran escala; y otras una transformación política, tal como la invasión o la independencia de un país. »Este modelo sistémico de la sociedad permite comprender mejor los cambios sociales que el modelo de capas, que una vez lo explica todo en términos económicos, y otras en términos de lucha de clases reduciendo la cultura a un mero epifenómeno engendrado por la base económica. Según el modelo sistémico, cada uno de los tres subsistemas sociales esta formado por seres humanos y sus artefactos de modo que es un sistema material; no hay tal cosa como una «superestructura ideal». El modelo sistémico es, pues, estrictamente en tantoBunge, que el Mario modelo(1985). marxista es dualista, eporideología concebir. Madrid, solamente la economía como un materialista, sistema material.» Seudociencia Ed.a Alianza. 

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no indicativa, aún más metafórica, y que plantea tantos problemas como los que resuelve.» (Althusser, 1967) Entre otros argumento puede leerse, refiriéndose a Engels y al concepto de inversión: «No es necesario, sin duda, tomar al pie de la letra todas las formulas de un texto, por un aparte destinada a una gran difusión popular… » (Althusser, 1967) Habría que preguntarse entonces qué de todo lo dicho por Marx y Engels sí hay que tomar al pie de la letra y qué hay que tomar como metáfora. Lo mismo podríamos preguntarnos del propio Althusser. Lo cierto es que los creadores del “socialismo científico” no eran precisamente poetas que se expresaban con parábolas ni alegorías cargadas de simbolismos. Los textos de Marx y Engels donde, explícita o tácitamente, muestran la deuda hacia Hegel y el rescate de la dialéctica como núcleo son varios, pero bastan estos dos a modo de ejemplificación: «Mi método dialéctico no sólo difiere del de Hegel, en cuanto a sus fundamentos, sino que es su antítesis directa. Para Hegel el proceso del pensar, al que convierte incluso, bajo el nombre de idea, en un sujeto autónomo, es demiurgo de lo real; lo real no es más que su manifestación externa. Para mí, a la inversa, no es sino lo material transpuesto y traducido en la mente humana.» (Marx, 1873) «Esta inversión ideológica [la del sistema de Hegel] era la que había que eliminar. Nosotros retornamos a las posiciones materialistas y volvimos a ver en los conceptos de nuestro cerebro las imágenes de los objetos reales, en vez de considerar a éstos como imágenes de tal o cual fase del concepto absoluto. […] con esto, la propia dialéctica del concepto se convertía simplemente en el reflejo conciente del movimiento dialéctico del mundo real, lo que equivalía a convertir la dialéctica hegeliana en producto de la cabeza; o mejor dicho invertir la dialéctica, que estaba cabeza abajo, poniéndola de pie.» (Engels, 1886)  1886)  Como se ve Marx y Engels están en su etapa “madura”, -como gusta a Althusser-, por lo que hay que realizar un gran esfuerzo mitificador para entronarlos como los reinventores de la dialéctica, -una verdadera inversión  de lo que realmente sucedió-. 7  La dialéctica marxista es presentada como un capital logrado con el propio trabajo y sudor, sin deber nada a la herencia y patrimonio de Hegel. Por el contrario, Marx y Engels fueron grandes sintetizadores de muchas cosas que rondaban en el s. XIX, -algo que podrá tener su mérito-, pero la originalidad y la generación propia no fueron sus principales atributos.8

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 « Marx es un pensador pens ador como los demás, al que debemos más que a muchos otros, pero cuya aparición no constituye el año primero de una nueva era ni divide irrevocablemente la historia humana en un antes  y un después. » Monnerot, Jules, Dialéctica del marxismo , Ediciones Guarrama, Madrid, 1968. 8  Ni el socialismo, ni el materialismo, ni el concepto de alienación, ni la lucha de clases, ni la revolución, ni la Internacional, ni la teoría de la plusvalía -que Marx toma de Proudhon-, ni original es el  Manifiesto Comunista -copiado en buena parte del  Manifiesto  de la Democracia  del socialista francés Víctor  Marx y eell anarquismo ni las rebeliones obreras del s. XIX, ni siquiera la Considerant(Rudolf tan suya dictadura delRocker, “proletariado” -es decir, del),Partido..., se deben exclusivamente o son aportes por entero novedosos de Marx y Engels. Lo que no quiere decir que no tengan ninguno:

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«En su artículo “Contradicción y sobredeterminación” (1962), Althusser sostuvo que Marx había efectuado una revolución teórica al elaborar una dialéctica distinta a la hegeliana. Con esto habría creado la ciencia de lo social, claramente demarcada de las concepciones ideológicas. Según esta interpretación, el abandono del hegelianismo permite establecer la distinción entre el Joven Marx y el Marx maduro. El rechazo de la dialéctica de Hegel sirvió, además, para que Althusser pudiera acometer la tarea de construir un “marxismo estructuralista”, centrado en la metáfora infraestructurasuperestructura y en una teoría abstracta de la ideología. […] » »La concepción althusseriana de la existencia de una ruptura (entendida como un corte abrupto, como una separación tajante) entre la dialéctica de Hegel y la de Marx, tal como aparece expresada en “Contradicción y sobredeterminación”, resulta insostenible cuando se la confronta con los textos de Marx y Engels en los que se hace referencia o se utiliza los conceptos hegelianos. De hecho, la tesis de la ruptura entre las obras del Joven Marx y del Marx maduro, que se apoya en la distinción entre las “dos” dialécticas, oscurece la comprensión de la trayectoria intelectual y política de Marx.  Marx. »  »A diferencia de Althusser, consideramos que no puede entenderse ningún punto importante de la teoría de Marx si se deja de lado la dialéctica, tomada y modificada a partir de su desarrollo pormarxista Hegel. La de la economía política, que juega un papel fundamental en la teoría decrítica la sociedad, es incomprensible si no se toman en cuenta categorías tales como la totalidad, la contradicción y la superación.  superación.  Todas ellas fueron tomadas de Hegel por Marx, quien reconoció explícitamente su deuda con el primero en el epílogo a la 2º edición alemana y en varios otros textos.» 9 La diferencia entre la dialéctica hegeliana y la marxista es sólo una cuestión de tendencia; el punto de partida desde donde y hacia donde se proyecta esa dialéctica, pero ambas coinciden en que el mundo tiene carácter y estructura dialéctica. «La objeción de una diferencia especifica de las dialécticas hegeliana y marxista que provendría de que ésta sería “materialista” y aquélla “idealista”, en nuestro caso no es más que una distinción formal y de escaso interés. Toda teoría es idealista, en cuanto que sólo puede expresar ideas, y realista, en cuanto que pretende dar cuenta de la realidad (en el caso de que lo pretenda, como sucede igualmente en Hegel y en Marx). «Ahora, para mí, que no soy yo quien merece el mérito por el descubrimiento de la existencia de las clases en la sociedad moderna, al igual que de la lucha que se dedica a ella. Los historiadores burgueses habían puesto delante de mí, el desarrollo histórico de esta lucha de clases y, algunos economistas burgueses me describieron la anatomía económica. Lo que yo aporto es: la demostración de que la existencia de las clases sociales sólo va unida a las fases históricas a través del desarrollo de la producción, que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado y que esta misma dictadura no es de por sí más que una transición hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases.» Carlos Marx, Carta a J. Weydemeyer , 5 de marzo de 1852. De sus tres aportes originales mencionados el primero es discutible, y los otros dos son falsos, en la teoría y en la práctica. Véase la cuestión de la fatalidad histórica -gracias a la fatalidad dialéctica- más delante. 9  Ariel Mayo y Myriam Ford, La dialéctica en Hegel y Marx: Marx : una crítica de la concepción althusseriana althuss eriana, Ponencia para las Jornadas Internacionales Georg Wilhelm Friedrich Hegel, “La actualidad de su pensamiento para la filosofía las ciencias a 200 años Facultad de Ciencias Sociales,y 18-19-20 de sociales, octubre de 2006.   de la Fenomenología del Espíritu”, UBA,

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Hegel no dudaba de que su filosofía se basaba en la realidad. Marx sabía perfectamente que expresaba “ideas”. » »La diferencia entre idealistas y realista no reside en el objeto: el objetos siempre el mundo. Tanto Hegel como Marx ven los procesos dialécticos en las cosas. » »Nadie jamás ha pretendido que la definición que en 1886 dio Engels de la dialéctica fuera infiel a Marx: “La dialéctica es la ciencia de las leyes generales del movimiento tanto del mundo exterior como del pensamiento humano”. Ahora bien, esta definición es hegeliana. La distinción entre “mundo exterior” y “pensamiento humano” hace restar mejor el hecho de que todo obedece a una misma ley. » »La famosa diferencia entre el “idealismo” de Hegel y el “materialismo” (que, para colmo, no merece este nombre) de Marx, se reduce a una vana e inútil cuestión de preeminencia entre el espíritu y la cosa. Marx sostiene la preeminencia de la cosa. La dialéctica, según él, está en el espíritu porque antes está en la cosa. […]» »Hegel quería “una lógica que no difiera en nada de su objeto, de sus contenido”. Esta lógica es la dialéctica. Esto fue pura y simplemente reafirmado, después de Hegel, por Marx, Engels, Lenin y todos aquellos que se han declarado seguidores suyos. Piensan, después de Hegel y como Hegel, que “la contradicción es la raíz de todotiene movimiento y de todaenvisa; una cosa(Monnerot, se mueve, 1968) tiene impulso y actividad por cuanto una contradicción sí misma”.» Que la dialéctica hegeliana sea descripta por el marxismo como algo racional pero cubierto por oropeles místicos no alcanza para decir que su dialéctica sea “todo lo contrario” de la idealista. Tanto para uno como para el otro, la “negación”, “la lucha de los opuestos”, es el motor del devenir, es el constitutivo inherente de la realidad, así como la síntesis superadora y contenedora de los opuestos. Y esta cuestión de la negación, -expresada comúnmente como tesis-antítesis-, es lo primero que hay que observar.

La determinación negativa: un falso movimiento Quizás una de las críticas más profundas desde el terreno de la filosofía y la ontología hacia la dialéctica hegeliana es la realizada por el filósofo francés Gilles Deleuze, tomando críticas de Henri Bergson y de Friedrich Nietzsche. Deleuze no niega la negación ni la existencia de opuestos, solamente que esta negación no es dialéctica. Esto es de importancia en tanto se suele concebir y presentar al sistema dialéctico como algo acabado, como una verdad de la realidad ya descubierta, como una estructura total y totalizante del mundo que no puede ser cuestionada ni negada sin caer en el juego de contradicciones y negaciones que la propia dialéctica ya contempla. Desde esa concepción y presentación salirse de la dialéctica es algo imposible, siquiera sea para criticarla, para negarla.

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En el terreno filosófico, es decir, en el terreno de la especulación y la abstracción -la más de las veces, poco fructífero, dicho desde un punto de vista próximo a la ciencia- esta tarea de negación de la dialéctica parece más difícil que en el terreno científico, o por lo menos no es tan visible.10 Este parecer se debe, por un lado, a que el mundo de los filósofos no es visible en y desde la cotidianeidad, y que las discusiones y planteos suelen perderse en torres de marfil, y, por tanto, a que no tendrían un arraigo significativo en el mundo de carne y hueso. Pero también se debe en buena parte a como el marxismo se ha presentado a sí mismo -es decir, como científico-; como la continuación discontinua  de una progresiva línea histórica de idealismo y metafísica, que habría encontrado su punto culminante y acabado en Hegel. En ese punto se inauguraría una nueva línea de pensamiento, ahora “materialista”, real, basado en el mundo concreto y no en la especulación filosófica. Hay que decir que es propio de quien se asume como necesario y producto de un desarrollo fatal, -y que estaba llamado a aparecer en escena-, la visión de una línea ascendente que lo ubica como corolario de una larga historia de escaladas y descubrimientos. Para esto hay que anular o ignorar las otras líneas que han seguido la tradición filosófica especulativa, la metafísica y la ontología. Ignorar y minimizar -o directamente tachar de idealismo a todo lo que sea crítico para con el materialismo dialéctico- no sirve más que para auto declararse una exclusividad discursiva, tanto desde el pasado como para el presente y futuro. Pero las líneas ramificadas existen de por sí, aunque desde la propia línea todas los otrasargumentarse se vean comoque desvíos de la rama principal y verdadera, es decir, la propia.y Podría al respecto de la dialéctica, estas líneas -las de filosóficas ontológicas- tienen si bien algo para decir, pero que ello no sería de trascendencia pues no salen del terreno especulativo y del mundo de las abstracciones metafísicas. Sin embargo hay que recordar, como se dijo al inicio de este capitulo, que es en ese mismo terreno -y no en otro- donde nace la dialéctica. «El concepto no dialéctico de la negación que encontramos en la crítica total de Deleuze ciertamente no contiene ninguno de los efectos mágicos de la dialéctica. La negación dialéctica esta siempre dirigida hacia el milagro de la resurrección: es una negación “que suplanta de un modo que preserva y mantiene lo que ha sido suplantado y que, en consecuencia, sobrevive a su propia suplantación” [Hegel, Fenomenología del espíritu]. La negación no dialéctica es más sencilla y más absoluta. Sin fe en el más allá, en la eventual resurrección… […] La negación no dialéctica es absoluta, no en el sentido de que se niega todo lo presente, sino porque todo lo negado es objeto de un ataque total y desenfrenado. […] […]   La negación de la bomba es no dialéctica en su realidad, no en las oficinas de planificación de Washington, sino en las calles de Hiroshima, como un agente de destrucción total. En la negación no dialéctica no hay nada positivo, ninguna resurrección mágica: es pura.» 11  Sobre la dialéctica no sólo sobrevuela el milagro de la resurrección en su momento sintético, sino también, y abrazándolo todo, ese numero mágico que es el tres, tan caro a la cultura cristiana, sermoneado durante siglos como la Santísima Trinidad , donde los tres momentos -o hipóstasis-, el  Hijo, el Padre  y el Espíritu Santo, son diferentes y lo mismo al mismo tiempo; un triunvirato del mismo Dios. 12  ¿No facilita 10 11

 La relación ciencia y dialéctica específicamente se abordará más adelante en el presente trabajo.  trabajo.   

Hardt, Michael (2005). Deleuze, Un aprendizaje filosófico . Buenos Aires, Ed. Paidós.  Existen tríadas de dioses desde la antigüedad, tal vez por el carácter místico que algunas culturas tienen del número tres. 12

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esto la asimilación de tres momentos de un todo donde el principio de identidad está ya resquebrajado? La trinidad hegeliana todo lo resuelve, todo en ella encaja, y lo hace de una forma tan perfecta que impresiona y deslumbra la primera vez que uno se encuentra con su lógica -la revelación de algo tan simple y cierto, tan consolador ante lo conocido y, por si fuera poco, ante lo desconocido-. Todo se vuelve evidente, claro; un tribunal desde donde juzgarlo todo y donde todo es justo. Un código absoluto, no ya divino, sino lógico; la Ley de las leyes sentenciada por la propia razón. Es la formula total, sin más incógnitas que ubicar quién se opone a quién y quién o qué los contiene; todo con ella se explica… pero «la solución es demasiado bonita y fácil para ser realmente válida. » (Monnerot, 1968) Por le contrario, la dialéctica tiene el carácter de deus ex machina. Aparece desde detrás del escenario para explicar los movimientos de una obra que a los espectadores les cuesta entender, al precio de echar un telón sobre la obra misma y dando un monólogo que dice superar y contener la riqueza del drama, despertando con ello el interés y generando el aplauso de pie de los más dormidos. Todo un éxito, pero no es más que una farsa. La  Lógica  de Hegel comienza con el ser puro, simple e inmediato, indeterminado, sinnada ninguna y equivalente a sudeopuesto, la nada. o, Porque «No hay tampoco en élcualidad, [en el ser]vacío que pueda ser objeto un pensamiento, si se quiere, él mismo no es más que este pensamiento vacío. El ser inmediato, indeterminado, es en efecto la nada.»13 Pero para marcar la diferencia con la nada el ser debe negarla activamente. Esta diferencia entre el ser y la nada es lo que determina las cualidades del ser y lo constituyen como tal, así como constituye a la misma nada. «La negación define este estado del ser determinado en dos sentidos: es un contraste estático basado en la finitud de las cualidades y un conflicto dinámico basado en el antagonismo de las diferencias.» (Hardt, 2005) La existencia de algo es la negación de otra cosa, y este estado de determinación es esencialmente un movimiento negativo. Este paso de del ser a la nada, y viceversa, es la inauguración del devenir, de lo dinámico, y es parte y condición de la misma determinación. «El devenir es la síntesis dentro de la cual tan solo son y tienen sentido el ser y la nada, que en su pura oposición dejarían de ser lo que son para identificarse en lugar de diferenciarse» (Carpio, 1992). Hegel postula que para reconocer la diferencia real que caracteriza las particularidad e individualidad del ser, debemos primero reconocer el movimiento negativo del ser. Este moviendo, este devenir, no es aún un movimiento temporal, sino lógico. Deleuze, junto con Bergson, va a decir que la diferencia constituida por el movimiento negativo de determinación es una falsa noción de la diferencia y que el ser no puede determinarse de esa forma. Postula para esto que la determinación por negación hegeliana es una determinación mecanicista  donde la determinación siempre permanece de forma exterior al ser y, por lo tanto, no puede proporcionar un fundamento esencial, necesario. «La diferenciación externa de determinación depende siempre de un “otro” (como causa, fin o casualidad) y por lo tanto introduce una 13

 Hegel, citado en Carpio, Adolfo P. (1992). Principios de filosofía. Buenos Aires, Ed. Glauco.

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cualidad accidental en el ser; dicho de otro modo, la determinación implica una mera exterioridad subsistente; no interioridad substancial.» (Hardt, 2005) La causa de las cosas es exterior a las cosas, es extraña y contingente, y, por lo tanto, solo puede sustentar la  posibilidad   del ser, no su necesidad. Una determinación accidental, fortuita, no puede ser el fundamento del ser, porque éste debe ser necesario. 14 Definir a la cosa por lo que ella no es significa hacer de la exterioridad la causa absoluta. «La dialéctica está constituida por una dinámica en la cual la causa es absolutamente exterior a su efecto: ésta es la esencia de una dialéctica de contradicción.» (Hardt, 2005). Una causa exterior a su efecto no puede dar sustancialidad al ser; la determinación por negación no puede constituir cause per se. La dialéctica hegeliana introduce el accidente en el ser y no puede, con ello, distinguir su singularidad. Por la misma razón la dialéctica de opuestos es una mera combinación de dos términos, y esto no llega a ninguna síntesis, porque los términos siguen siendo recíprocamente exteriores y, por lo tanto, no pueden formar un emergente necesario, sino sólo algo eventual. También «el resultado de esta combinación de conceptos abstractos no puede producir algo concreto y real. Esta aseveración se basa en otro principio fundamental de la causalidad: un efecto no puede contener más realidad o perfección que su causa. […] la dialéctica hegeliana, al optar por un movimiento negativo absolutamente externo, no puede no captar las diferencias de naturaleza ni las diferencias de grado: el ser de la dialéctica sólonicontinua siendo contingente, también es abstracto. “Lo que no contiene ni grados ni matices es una abstracción.”» (Hardt, 2005). Hegel hereda su concepción de Platón y con ello los errores de su ontología y los exagera. En Platón es la finalidad lo que determina, exteriormente, al ser. La diferencia de la cosa sólo puede explicarse en función del destino, de su tendencia teleológica, su destino, y esto en Platón es el Bien. La determinación es la causa final y, como lo tomará Hegel, externa, es decir, contingente.

Lo Uno y lo Múltiple: dialéctica del Estado No solo el movimiento negativo de determinación es asaltado por la crítica deleuziana, sino, también, la cuestión hegeliana de lo Uno y lo Múltiple, es decir, el paso de la cualidad a la cantidad, y viceversa, -tan mentado luego por los marxistas-. Para Hegel el Sí mismo es uno (tesis) y, por el movimiento negativo de determinación, es múltiple (antítesis), y de esta oposición surge la unidad de lo múltiple (síntesis). Ante este aspecto de la dialéctica hegeliana cabe la misma crítica: «(1) La contradicción es una interpretación errada de la dialéctica que solo puede alcanzarse proponiendo términos generales, impreciso, abstraído de la realidad. El ser en general, el no ser en general, lo Uno en general, lo Múltiple en general… demasiados abstractos para captar la realidad y la singularidad. […] (2) El movimiento negativo de la dialéctica viola las relaciones reales del ser… se trata de un movimiento 14

 Para Bergson existe una dinámica interna del ser, una diferenciación eficiente es causa sui, un motor interno. El desarrollo de esto no interesa a los fines de este trabajo.

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falso, vale decir, de un movimiento, del concepto abstracto, que va de un opuesto al otro solo mediante la imprecisión. […] (3) Finalmente, la síntesis dialéctica no puede comprender el plano de la realidad combinando conceptos abstractos opuestos… [porque] como ya hemos hecho notar, el principio de que un efecto no puede contener más realidad que su causa niega la capacidad de la síntesis dialéctica para pasar de la abstracción a la realidad, de la generalidad a la singularidad.» (Hardt, 2005) La oscuridad de Hegel se evidencia en la imprecisión de los términos que utiliza para luego ponerlos en oposición, por ejemplo cuando trata el problema citado de lo Uno y lo Múltiple. Ante esto Deleuze toma del mismo Platón la metáfora del buen cocinero que tiene mucho cuidado donde realizar los cortes, atendiendo las articulaciones del animal, es decir, de la realidad. Mientras que en Hegel los cortes son imprecisos y obedecen a su propia conveniencia, con tal de que el plato quede presentable. Bergson dirá que los términos hegelianos tratan trozos de la realidad demasiado grandes y que se adhieren a esa realidad muy flojamente, «como ropas demasiado amplias.» Pero la crítica de Deleuze tiene además una connotación ética, es decir, práctica. No queda reducida en un plano especulativo sino que reconoce las consecuencias conductuales del falso movimiento de determinación negativa, en este caso, aplicado al problema de lo Uno y lo Múltiple. Para Hegel la relación lógica entre el Uno y lo Múltiple sirve de fundamento analógico para una teoría de organización social; es el fundamento ontológico para el Estado. La concreción social de esta lógica la plantea Hegel en relación a los individuos y la familia como los primeros momentos de la oposición. Los individuos sueltos, tras crecer y disgregarse la familia -postula-, constituyen la sociedad civil. «La familia representa la universalidad [lo Múltiple], pero indiferenciada (porque la particularidad está implícita), no articulada, porque los miembros de la familia están como absorbidos por ésta; la sociedad civil, por otro lado, sólo expresa el interés del individuo [lo Uno]. Este antagonismo entre el interés público y el privado lo concilia el Estado.» (Carpio, 1992). El Estado es la totalidad diferenciada que pasa a ser una instancia superior, superadora y contenedora del opuesto familia-individuo, público-privado. Y como para Hegel lo verdadero es el todo, porque la determinación sólo existe en tanto se opongan las partes, las cuales aisladamente no pueden ser diferenciadas ni caracterizadas, es lo universal lo que mediatiza a estas partes y les da determinación y cualidad. «El verdadero Estado es el que armoniza lo universal con lo particular. En la medida en que el individuo obedece al Estado, obedece a la ley, a lo universal, a la razón… de manera que al integrarse al Estado el individuo reconoce en éste su propia razón objetivada.»15 Y, en tanto la Historia es la realización del Ideal absoluto, el Estado es la culminación de esa Historia, su realización acabada, aunque existan Estados imperfectos que expresen cada uno distintos momentos del desarrollo de las Idea. La Historia no es azarosa ni contingente para Hegel, es, por el contrario, una marcha progresiva y rigurosamente racional, un camino ascendente, guiado por la propia razón y la lógica, tendiente a la realización de la Idea, del Espíritu absoluto. El fin está en germen en el principio; la dialéctica desfila con firme y ordenado paso teleológico. Los hombres no son más que instrumentos de la Historia, del Ideal que se realiza a así 15

 Zusatz. Philosophie des Rechts, citado en Carpio, Adolfo P., op. cit .

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mismo: «El interés particular de la pasión es inseparable de la realización de lo universal», va a decir Hegel. «Napoleón, pudo creer que lo que lograba era su gloria, la satisfacción de su deseo de poder, pero en realidad no era sino un instrumento de que se valía la Idea para el logro de su propio fin, la realización de la racionalidad.» (Carpio, 1992). Y, en la síntesis que corona el proceso histórico, está para Hegel la monarquía constitucional, la mejor forma de gobierno según su lógica, la encarnación del Espíritu. Ya no es Dios el gran titiritero del mundo y de los hombres; es ahora la dialéctica, la razón absoluta, la que maneja los hilos y hace que aquellos -mundo y hombres- se realicen y encuentren. En el paradigma religioso y medieval la conducta anti-ética del hombre era endilgada a fuerzas malignas -diabólicas-; por éstas se explicaba aquella. No había más síntesis que volver al rebaño, aunque fuese al precio de hogueras y torturas. En la dialéctica hegeliana todo es racional y lógico -incluso las hogueras y torturas-, los opuestos se determinan mutuamente y son ambos verdades desde la totalidad, totalidad que los contiene en su particularidad. Dios y el Diablo, cada uno está justificado y tiene no derecho, sino deber   de existir. Esta concepción, tan mística, tan mágica, qué concibe una ley suprema, un deber fatal que señorea desde todos los rincones de la existencia, un destino prefijado de antemano, al que se obedece ciega e inconscientemente, -como si los opuestos fuesen los genes que se sintetizan en conducta social, pero guiados desde el fin de la Historia, empujados desde el futuro-, donde se explica y hasta justifica, -por el movimiento negativo de determinación-, cualquier tipo de conducta todas aparecendialéctico lógicas yy necesarias, ante verdady que es la totalidad-, no será -porque ajeno al materialismo a su visión de la la historia del papel de los hombres.16  Como se ve, del problema ontológico se pasa a un problema político; del movimiento negativo de determinación a la justificación del Estado, y, puntualmente, del Estado prusiano... En el fondo, no tan diferente de la justificación rousseauniana del contrato social, donde los individuos libres en el buen estado salvaje, egoístas y 16

 Como ejemplos de esto: En carta de Engels a Carlo Cafiero, Marx «ha podido decir con gran seriedad que tanto M. Bismarck, como el rey Víctor Manuel, han prestado inmensos servicios a la revolución habiendo creado uno y otro la gran centralización política de sus países respectivos.» Bakunin (1872), en Bakunin, Mijail (1977).  La anarquía según Bakunin, compilación de Sam Dolgoff. Barcelona, Tusquets editor.

«En la entrevista que Marx concedió en 1878 al Chicago Tribune, defiende un punto de vista análogo: “Bismarck ha hecho por nuestro movimiento más que cualquier otro jefe de Estado, porque ha llevado las cosas a sus últimas consecuencias”, lo que debería desencadenar la acción revolucionaria.» Galcerán Huguet, Montserrat (1980).  La inversión del marxismo: estudio sobre la formación del marxismo en la socialdemocracia alemana de finales del s. XIX.. Madrid, Ed. Iepala. Hay que decir también que el mismo planteo de la Historia como instrumentadora supra-racional de los hombres se encuentra en las justificaciones que Marx y Engels hacen ante la conquista de la India por parte de Inglaterra; la usurpación de Texas a México por parte de EE.UU.; y la germanización y sometimiento de los eslavos por parte de Alemania, entre otros sucesos. Ver  Anexo del presente trabajo, pág. 77 También, y a modo de ejemplo: «El Partido en última instancia siempre tiene razón porque el Partido es el único instrumento histórico que le es dado al proletariado para el cumplimiento de sus tareas fundamentales […] Sé que no debemos tener razón contra el Partido. Sólo podemos tener razón en el Partido y a través del Partido, pues la historia no ha creado otra vía para la realización de lo que es correcto.» León Trotsky (1923), Congreso XIII del Partido Bolchevique. 

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aislados, autosuficientes espiritualmente, pero débiles en cuanto a sus necesidades materiales, buscan reunirse en sociedad, pero, con ello, chocan su intereses y sus libertades individuales, por lo que se crea el Estado como garante de la sociabilidad. De allí que para esta corriente, -y para todo pro estatismo podríamos decir-, Estado y Sociedad constituyen un todo inseparable. 17  Pero el Estado como síntesis de los antagonismos tiene en Hegel un peso mayor: toda una racionalidad y una lógica avasallante y descomunal, una dialéctica que no tiene salidas, que desde el fondo de la existencia y desde el punto final del Ideal realizado, lo reclaman para que se concrete como parte de un movimiento natural y necesario. El Estado prusiano es presentado como un servidor de la razón y la lógica universal; cuando, en realidad, la dialéctica no es más que el mayordomo instruido en filosofía, que asiente a toda manifestación del amo. «Y esto es precisamente lo que Deleuze va a criticar: atacar la unidad dialéctica de lo Uno y lo Múltiple es pues atacar la primacía del Estado en la formación de la sociedad, insistir en la pluralidad real de la sociedad. […] La dialéctica hegeliana [a diferencia de Bergson] es incapaz de concebir ninguna multiplicidad, porque no reconoce ni las diferencias de naturaleza ni las diferencias de grado. […] Deleuze creó una posición para defender un pluralismo de la organización contra un pluralismo del orden. 18 Y esto está muy alejado de la filosofía del Estado de Hegel de la unidad de lo Uno y lo Múltiple.» (Hardt, 2005) Otra crítica que proviene del campo de la filosofía y converge en la cuestión práctica es la desarrollada por el filósofo alemán Theodor Adorno, -uno de los principales representantes de la  la  Escuela de Francfort-,  Francfort-, en su Dialéctica Negativa. Adorno rechaza fundamentalmente la síntesis de la dialéctica hegeliano-marxista por considerarla un agente totalizador, la que establece una falsa identidad entre la razón y la realidad. «La filosofía materialista de la que parte Adorno rehúsa la verdad de estos postulados. La existencia de la alienación, del sufrimiento y el dolor contradicen de entrada la supuesta racionalidad de la realidad, contradicen la reconciliación real entre el espíritu y la naturaleza, entre la razón y la historia (esa reconciliación no se ha logrado e, incluso, si se pudiera afirmar, sería simplemente como una meta utópica a alcanzar). Adorno rechaza el espíritu universal de Hegel porque está por encima de las particularidades concretas.» concretas. » (Arriaza, 2006) Ante el pensamiento hegeliano en que “todo lo real es racional” y “la verdad es el todo” sostiene que «Hay que rechazar el pensamiento idéntico porque éste es la base 17

De más estar decir que la formación del Estado en la historia humana nada tiene que ver con esta visión metafísica de Rousseau. La formación de los Estados prístinos son el resultado de largos procesos de acumulación de poder político -y luego económico-, de sociedades que se estratificaron progresivamente, desde pequeños cabecillas tribales redistribuidores, hasta los reinados consumados -con ejércitos, clases, sacerdotes profesionales, etc.-, pasando por distintos tipos de jefaturas. (Marvin Harris, 1986) Los Estados posteriores se generaron y mantuvieron como la coagulación de una perpetua sangría de saqueos, guerras y de conquista de territorios y esclavos. El Estado como una síntesis, superadora y contenedora de armonía inter-individual y sociabilidad, es pura ficción. 18 No

importa aquí el desarrollo de esta posición. p osición. Solo importa la mención en tanto quede en evidencia la existencia de otras posiciones filosófico-políticas alternativas, que niegan -no - no dialécticamente- al planteo hegeliano.

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de la categoría de “totalidad” y la totalidad para Adorno es lo falso, no lo verdadero como dijo Hegel. Para demostrar esto Adorno relaciona, como es normal en él, la teoría con la praxis, es decir, las consecuencias que en la historia real y efectiva tiene la admisión de un sistema total. La categoría de totalidad como búsqueda de un sistema racional ha significado desde un origen imposición, dominio, violencia, pues se han querido reducir las diferencias, acabar con todo aquello que no se sometiera a la identidad de la subjetividad imperante.» »Ante todo, dialéctica negativa  significa para Adorno la no afirmación de la identidad entre razón y realidad, entre sujeto y objeto, entre éste y su concepto. Afirmar la identidad equivale a anular las diferencias, reducir la multiplicidad a la unidad, lo dado particular y concreto al pensamiento, para así poder dominarlo. Adorno rechaza por esto la dialéctica hegeliana, porque afirma la reconciliación del espíritu con su opuesto en un sistema cerrado y, por tanto, encubre la verdad de la alienación, de la discordancia entre razón y realidad histórica.» (Arriaza, 2006) Si bien existen coincidencias entre el planteo de Marx y el de Adorno, éste se diferencia en que la negatividad es el momento fundamental y principal en el movimiento y en el conocimiento. Y esto en tanto Adorno no admite el momento conciliador, el momento sintético, positivo y superador de la dialéctica hegelianomarxista. «En ella en la [dialéctica negativa] lo importante es el carácter negativocontradictorio de lo real (la contradicción con la negación como principio lógico), es decir, la negación de la situación contradictoria que para él era lo mismo que hablar de una negación de la positividad existente, puesto que ésta última era en su raíz irracional. Es contra esa positividad, contra sus contenidos, contra lo que se ejerce la crítica y la negación, contra lo que se realiza una negación crítica.» (Arriaza, 2006) La dialéctica de Adorno no es triádica El tercer momento, la superación integradora de los aspectos positivos de los opuestos en contradicción, es rechazado por ser un momento reaccionario, de identidad y justificación de lo dado. Algo similar se plantea en el pensamiento del gran anarquista ruso Mijail Bakunin, quien reivindicaba la posibilidad de la contradicción continua y de la convivencia irresoluble de ciertos “contrarios” (por ejemplo individuo-sociedad), otorgando, además importancia al segundo momento, verdadero motor del cambio. En Bakunin esto no implica de manera alguna el deseo o posibilidad de convivencia de fuerzas sociales antagónicas, como ser las clases, los grupos de poder y el pueblo. Al respecto de esto la visión revolucionaria de Bakunin posee una radicalidad que deja muy rezagado a los planteos de transformación social del marxismo. Bakunin y el anarquismo no postulan una síntesis superadora del actual régimen, donde se conserven los pretendidos caracteres positivos, como ser el Estado y toda su maquinaria represiva, tal como proponen Marx y sus seguidores. En la destrucción “total”, en la negación total, está la verdadera creación, donde no hay lugar para la reproducción de la explotación y la opresión -vestigios conservados del antiguo sistema-, cosa que sí ocurrió en los Estados socialistas. En el planteo anarquista no hay nada kantiano; no existe una esfera protegida de la crítica, conservada y mantenida, a la que se le otorga inmunidad y puede así sobrevivir al

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cambio y hacer nido en la síntesis. «La pasión destructiva es al mismo tiempo una pasión creadora» va a decir Bakunin.19  Así mismo, la síntesis  fija un progreso fatal y lineal; significa un peldaño que acerca cada vez más a la perfección, un mejoramiento constructivo y ascendente; visión muy a tono con el industrialismo decimonónico europeo y con el positivismo, algo que tanto Adorno como Max Max   Horkheimer ya venían criticando en su  Dialéctica de la  Ilustración. «La más mínima huella de sufrimiento absurdo en el mundo en que vivimos desmiente toda la filosofía de la identidad. Lo que ésta intenta es disuadir a la experiencia de que existe el dolor.  Mientras haya un solo mendigo, seguirá existiendo el mito: la filosofía de la identidad es mitología en forma de pensamiento.» 20

La síntesis como continuidad kantiana Volviendo a la crítica que realiza Deleuze, -pero esta vez tomando los aportes de Friedrich Nietzsche,- encontramos que la oposición no dialéctica debe constituir una negación absolutamente destructiva, no conservativa, que nada tome para guardar del oponente. Para esto hay remitirse al antecesor de Hegel, Immanuel Kant. Kant plantea la existencia de una esfera que está más allá de lo sensible, una región que no está al alcance de la crítica, una zona que efectivamente hace de refugio ante las fuerzas críticas. Para el método trascendental kantiano la crítica es necesariamente parcial, pues ésta no llega, es impotente ante esa región que mantiene a los valores protegidos y a salvo en la esfera de lo suprasensible. De esta manera, Kant concede inmunidad a los valores establecidos del orden dominante. «La razón crítica de Kant sirve para reforzar los valores establecidos y hacernos obedientes a ellos: “Cuando dejamos de obedecer a Dios, al Estado, a nuestros padres, aparece la razón y nos persuade de seguir siendo dóciles”. La idea misma de postular el plano trascendental y la consecuente parcialidad de la crítica es pues lo que permite que el kantismo sea conservador.» (Hardt, 2005) La crítica de Kant es una crítica moderada, cortés, tímida, porque no cuestiona de fondo lo existente. No es una crítica total, destructiva, que niegue de forma arrasadora y deje abierto el campo para la creación nueva, no conservativa. En Kant «la 19

  Lejos está el pensamiento y la acción de Bakunin de una posición nihilista. Estando Bakunin perseguido por las fuerzas policiales de toda Europa (sobre él pesaban condenas a muerte en cinco países de la región), debía mantener una vida clandestina -aunque en perpetua actividad-. A pesar de ser intensamente buscado, acude una noche a ver la orquesta de su amigo -y quien sería su compañero de armas en le Revolución del ´49 en Dresde unos meses después-, Richard Wagner, que estrenaba la interpretación de la Novena Sinfonía de Beethoven. Al terminar y estallar los aplausos, Bakunin se acercó a Wagner gritándole que “si en la gran conflagración universal toda música se veía condenada a desaparecer, debíamos, aunque fuera arriesgando nuestras vidas, salvar aquella sinfonía.” (Lehning, Arthur, (199). Conversaciones con Bakunin. Barcelona, Ed. Anagrama). 20 Adorno, citado en Arriaza, Esther Barahona (2006). Categorías y modelos en la Dialéctica negativa de Th. Adorno: crítica al pensamiento idéntico. Logos; Anales del Seminario de Metafísica, México

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parcialidad del primer momento destructivo de la crítica permite que los valores establecidos esenciales resistan y, por consiguiente, no logra despejar el terreno necesario para que surja una fuerza constructiva de valor.» (Hardt, 2005) Este espacio trascendental, como santuario que preserva los valores a atacar, que resguarda lo pretendidamente positivo ante la negación cabal, que garantiza el orden del mundo al conservar lo criticado, es lo que sobrevive en la dialéctica hegeliana. La idea kantiana misma de lo trascendental es trascendental en la dialéctica hegeliana. Para Nietzsche la dialéctica es la especulación de la plebe que la perpetua como tal, porque no destruye los valores que la hacen plebe. Es «la manera de pensar del esclavo: el pensamiento abstracto de contradicción prevalece pues sobre el sentimiento concreto de diferenciación positiva» dice Deleuze. Tras analizar la dialéctica del amo y el esclavo en Hegel concluye que «los errores de la crítica kantiana fueron los que condujeron a la dialéctica hegeliana. Como la crítica kantiana, la crítica dialéctica descrita por la educación del esclavo no es total ni es positiva. La parcialidad de su momento destructivo prescinde precisamente de lo que ocupa el lugar de creación en el momento productivo, la “naturaleza esencial” del esclavo. Sin embrago, mientras Kant “parece haber confundido la positividad de la crítica con un humilde reconocimiento de los derechos del criticado”, esta crítica del esclavo hegeliano ha convertido al criticado en el héroe del drama. El triunfo de esta crítica dialéctica es que la naturaleza del esclavo sobreviva y se revele [manifieste] en forma pura en una configuración estable de negaciones parciales “permanentes”.» (Hardt, 2005) La crítica dialéctica es una crítica limitada, un ataque parcial, que procura mantener y conservar. No es una ruptura más que relativa que garantiza la continuidad de los valores establecidos y dominantes. Y es en el tercer momento donde esto se evidencia con más claridad. Este carácter conservador -y en última instancia, reaccionario- de la dialéctica va a mantenerse también en el materialismo dialéctico, pues la dialéctica marxista -como se viene diciendo- no sufre alteraciones estructurales. En el marxismo aparecen continuamente valores y preceptos refugiados en una fortaleza conceptual, amurallados ante una crítica radical. Por ejemplo, Marx opone al proletariado en tanto trabajador pero salvando la esencia del trabajo, porque la postula como naturaleza del hombre. «Así, la lucha obrera se convierte en un drama educacional que ataca, “diluyendo”, el carácter no esencial del trabajador a fin de afirmar la naturaleza esencial del trabajo. […] Es la “dignidad” stajanovista del obrero.» (Hardt, 2005) Pero es en la propuesta de la dictadura del proletaria, en el Estado “obrero”, donde más se evidencia el reformismo kantiano-hegeliano que preserva la esencia de aquello que ataca, donde se «suplanta de un modo que preserva y mantiene lo que ha sido suplantado» (Hegel, Fenomenología del Espíritu). Salvaguardar a las fuerzas represivas y mantener la división social entre gobernantes y gobernados, entre sabios y tutelados, entre miembros del Partido y la sociedad civil, es redimir y perpetuar los elementos que se preconciben válidos y positivos del sistema social que se pretende superar. No es sólo el overol el que queda resguardado; también el uniforme del soldado es rescatado del antiguo régimen. Vestir con los oropeles de mero instrumento  de clase  al Estado es precisamente envolverlo en un concepto que ubica a su esencia en una región trascendental, susceptible de ser amparada, escudada, al abrigo de rebeldías y

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negaciones radicales y profundas. El Estado resucitado, vuelto a la vida, por la magia de la dialéctica, pero en una versión mejorada, superior: una maquinaria “científica”.21  En el materialismo dialéctico se conservan y arrastran todos los fallos de la dialéctica hegeliana porque la misma dialéctica es la que está ubicada en la esfera trascendental. La crítica que Marx y Engels le realizan a la dialéctica hegeliana es una crítica de tipo kantiana, morigerada, pobre, que apenas rasguña con su ataque a la preeminencia de lo ideal sobre lo material. Es una negación tibia contra la superficie, contra «la corteza mística», dejando a salvo la «semilla racional».

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 El Estado no es un mero instrumento de clase, es, por el contrario, también generador de nuevas clases. Los grupos asentados en el Poder inevitablemente se diferencian del pueblo y comienzan a constituirse como una casta separada, privilegiada, hacia le que gravita y fluye toda una serie de beneficios y prebendas que la mayoría de la sociedad no posee. La diferenciación progresiva, política primero y económica después, redunda en la perpetuación de la nueva jerarquía, en la búsqueda de mantener los intereses creados y, transformados estos grupos en los nuevos dueños de los medios de producción -ahora estatizados-, en usurpar los excedentes del trabajo social para su propio beneficio, edificando para ello todo un discurso tendiente a justificar la nueva situación. La división social entre gobernantes y gobernados conlleva la división entre explotadores y explotados.

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Las “leyes” de la dialéctica y la ciencia

Si no puede afirmarse que sabemos de la dialéctica del universo gracias a que ésta se refleja en nuestra mente, sólo podemos decir de la dialéctica que no es más que una elaboración subjetiva, una especulación metafísica a la que se ha arribado luego de hacer una completa abstracción de la realidad externa. Y así mismo, siendo una mera construcción filosófica, también es cuestionada por sus inconsistencias internas como por sus consecuencias conductuales y prácticas. A pesar de esto toda una corriente de pensamiento -y de praxis política- asume de forma acrítica la identidad entre naturaleza y dialéctica. Una identidad dada por hecho, incuestionada, que pretendidamente es la oposición a la metafísica, que explicaría el ycambio realidad aprácticamente diferencia delalas lógicasdel idealistas o aristotélicas. Desde Marx Engelsyenla adelante, totalidad marxismo, seguidores asumidos o influenciados, (dejando de lado honrosas excepciones, como ser el brillante antropólogo estadounidense Marvin Harris que reconoce y toma aspectos de Marx), van a tomar esta identidad como una verdad ya revelada. Semejante actitud no puede menos que explicarse por una adhesión casi dogmática -y en muchos casos el casi está demásal materialismo dialéctico. La necesidad y el impulso por buscar una explicación racional y subyacente de la realidad es entendible, pero esto cae en saco roto cuando se persigue ese fin desde un modelo preconcebido metafísicamente. Modelo al que, como lecho de Procusto, se fuerza a la realidad para que encaje en él. «Según se sostiene corrientemente, uno de los grandes logros de Marx y Engels ha sido la construcción de una teoría para conocer la naturaleza y la sociedad basada en la ciencia, mejor conocida como materialismo dialéctico, y su derivado aplicado a la historia de la evolución social humana, el materialismo histórico. Esta teoría científica a su vez posibilitó la creación de un socialismo científico, en contraposición al socialismo utópico, que no tendría una base científica, porque no estaría fundado sobre las leyes de la dialéctica. […] A pesar de los aportes de tantos científicos sociales, algunos de los cuales produjeron obras de considerable importancia, el materialismo dialéctico y su deudo, el materialismo histórico, demostraron no sólo sus limitaciones, sino también su inconsistencia epistemológica, teórica y metodológica, y su discurso comenzó a percibirse no como científico sino como cientificista. […]» »Lo que está indudablemente claro es que algo se hizo mal y mucho de lo que se creía sólido no era más que dogmatismo disfrazado de certeza científica incuestionable. […] El errordecontinúa como una incógnitadialéctica, sin despejar se encuentra en la base misma la concepción materialista en debido la formaa que en que Marx y Engels

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pergeñaron una teoría científica que, más allá de su admirable esfuerzo teórico, no es ciencia en absoluto.» (Rossineri, 2006) Las principales argumentaciones tendientes a justificar el proyecto político del marxismo, -a fin de revestirlo de “socialismo científico”-, son las desarrolladas por Engels en su  Anti-Dühring y en  Dialéctica de la naturaleza, donde pretende establecer que los postulados de dicho proyecto poseen la misma categoría científica que la ley de gravitación universal o la evolución de las especies por selección natural. Para esto la dialéctica va a ser presentada coma una realidad inherente de la naturaleza, que la ciencia, -prosiguiendo el mismo método dialéctico-, va a identificar y descubrir. La naturaleza estaría estructurada según los principios dialécticos “descubiertos” por Hegel, que Marx y Engels asumen para sí y para la justificación de su sistema. Para esta tarea Engels y otros van a dedicarse a describir las leyes de la dialéctica y a buscar ejemplos donde, según ellos, se evidencia esa estructura subyacente en el mundo. Engels resume las tres leyes de la dialéctica de la siguiente manera: 1) La ley de la unidad y lucha de los contrarios. 2) Ley de transición de la cantidad a la cualidad 3) Ley de negación de la negación o síntesis

1) La ley de la unidad y lucha de los contrarios

La primera, la  Ley de lucha y unidad de los contrarios, debe ser entendida en dos planos, en uno sincrónico y en otro diacrónico. En el plano sincrónico postula la existencia de opuestos y contrarios en tanto realidades o cosas que, per se, son antagónicas y se niegan mutuamente, donde cada una es la determinación por oposición a lael otra, dimensión temporal. Esta dimensión aparece en tercerindependientemente momento, es decir,de enla la síntesis superadora y contenedora de ambas. En el plano diacrónico esta ley designa que en el interior de cada cosa existen dos fuerzas opuestas, antagónicas en lucha, donde a través de un proceso de autodinamismo, es decir, de unas fuerzas procedentes del propio ser, cada cosas se transforman en su contrario y así aquella evoluciona. Por lo dicho existe una contradicción y lucha de opuestos entres las cosas y una contradicción y lucha de opuestos dentro de la cosa misma. «Lo que nos interesa entonces son las contradicciones, y éstas pueden ser internas y externas, según su lucha sea interna (dentro de una cosa) o ponga en relación varias cosas, atendiendo por tanto a varias realidades en sus mutuas implicaciones.» (Carlos Días, 1973) Según esta ley de la dialéctica «En la naturaleza nada es estático sino que está todo en movimiento. Lo que parece estático solo lo es en forma relativa porque tanto los 30

 

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planetas, las estrellas y las galaxias están en perenne movimiento. Una manzana -en sentido ontológico- no es sólo una manzana en un momento determinado sino que es su evolución, su historia; fue una flor, una manzana verde, luego maduró y finalmente se descompondrá, con el fin de generar una nueva planta. Este devenir presenta fases que se suceden necesaria y naturalmente. […] Este movimiento correspondería a una Ley universal según la cual las cosas se transforman en su contrario. Una cosa no es una cosa en sí sino que también contiene a su contrario, o sea, es ella misma y su contrario. En el interior de cada cosa existen dos fuerzas opuestas, antagónicas en lucha. La cosa cuando es transformada no es por causa de una de las dos fuerzas solamente sino por la lucha de dos fuerzas en sentidos opuestos: hay una afirmación y una negación dentro de cada cosa, de cada ser, una contradicción. Esta contradicción es la raíz del cambio. Es interna, intrínseca a todas las cosas.» (Rossineri, 2006) Stalin, en Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico (1938), dice: «“Dialéctica, en sentido estricto, es -dice Lenin- el estudio de las contradicciones contenidas en la esencia misma de los objetos”  (Lenin, Cuadernos filosóficos, pág. 263). Y más adelante: “El desarrollo es la "lucha" de los contrarios” ( Lenin, t. XIII, pág. 301).» «Si tomamos el ejemplo de un huevo que una gallina pone e incuba vemos que en el huevo se encuentra el germen que a cierta temperatura y en ciertas condiciones se desarrolla. Este germen, al desarrollarse, dará un pollito: así este germen ya es la negación del huevo. Vemos con claridad que en el huevo hay dos fuerzas: la que tiende a que continúe siendo huevo y la que tiende a que se transforme en pollito. El huevo está, pues, en desacuerdo consigo mismo y todas las cosas están en desacuerdo con ellas mismas. Esto puede parecer difícil de comprender, porque estamos habituados al razonamiento metafísico, y por eso debemos hacer un esfuerzo para habituarnos de nuevo a ver las cosas en su realidad.» (Politzer, 1936) «Si las anteriores palabras de Georges Politzer -un reconocido filósofo del P.C. francés del período de entreguerras- fueran tan solo una metáfora para explicar el cambio social, la cosa terminaría allí. Pero lo que se sostiene desde el materialismo dialéctico es que todas las cosas materiales, los procesos de la naturaleza y la sociedad tienen su afirmación y su negación. La realidad es así, porque la naturaleza es así, dialéctica. Nos preguntamos cuál es la fuerza que tiende a que el huevo siga siendo huevo, si descartamos el hecho de que se nos ocurra ponerlo en una heladera para conservarlo. En dónde reside, en qué parte del huevo existe semejante tendencia, qué pone a un huevo en desacuerdo consigo mismo, y en qué nos basamos para sostener que un pollito es la negación del huevo. Un huevo y un pollo son verdaderamente diferentes, pero si observamos atentamente el proceso de desarrollo y su constitución genética, son lo mismo en diferentes etapas. El corte entre pollito y huevo es arbitrario, una elucubración del observador. Un huevo un segundo antes de eclosionar el pollo, ¿es un huevo o un pollito encerrado? Al contrario de lo que sostiene Politzer, no es difícil de comprender la realidad natural a través del materialismo dialéctico, sino que es bastante simple. Lo único que olvidó decirnos es cómo se logra “ver con claridad” dos fuerzas que se oponen dentro de un huevo, y el pequeño detalle de demostrarlo. La realidad es un todo complejo, que los metafísicos dialécticos convierten en un todo complicado.» (Rossineri, 2006)

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La ciencia no ha descubierto hasta ahora estas famosas fuerzas en lucha; se ha llegado hasta las cuatro interacciones fundamentales; se han construido aceleradores de partículas, telescopios, microscopios y toda una variedad de aparatos de un nivel tecnológico asombro, y ningún científico las ha podido observar, y mucho menos reproducir en experiencias controladas. ¿En dónde se hallan dichas fuerzas? ¿En el ADN?, ¿en los átomos?, ¿junto al electromagnetismo?, ¿dentro de un fósil de Trilobite?, ¿son campos, partículas?. Son meras proyecciones ideológicas del observador que pretenden ser validadas científicamente. No existe ninguna lucha de opuestos entre un niño que “puja” por serlo y el adolescente que “busca surgir”, para sintetizase luego en la madurez. Al ser estos “momentos dialécticos” meros cortes taxonómicos realizados arbitrariamente donde no puede establecerse límites precisos, por tratarse de un desarrollo continuo, la determinación por negatividad hace aguas porque ni siquiera pueden establecerse dichos momentos. En este ejemplo concreto, son construcciones que, independientemente de los cambios orgánicos, se elaboran según variaciones socio-culturales. Piénsese en la ausente noción de niño en la Edad media o en la reciente categoría de  pre-adolescencia. Son categorías, nociones abstractas invocadas a través de las cuales las entidades son reconocidas y clasificadas, y se emplean o desechan de acuerdo a la necesidad de entender y analizar un problema. No son realidades ontológicas fijas y delimitadas entre sí por una negatividad consustancial a la existencia. Otro ejemplo recurrentes entre los marxistas para demostrar cuan profunda es la lucha de los opuestos es la mentada oposición entre la vida y la muerte. «La vida y la muerte, dice Lenin, es un buen ejemplo. Pero decir que la vida lucha con al muerte es un sofisma, porque la muerte no es algo real, hasta que el ser concreto ha muerto efectivamente. Y desde el puno de vista dialéctico le preguntaríamos: vida (tesis), muerte (antítesis), ¿síntesis?» (Somoza, 1970) Engels, en  Dialéctica de la naturaleza , dice: «Ya hoy debe desecharse como no científica cualquier fisiología que no considere la muerte como elemento esencial de la vida (Hegel, Enzyklopädie, I)  que no incluya la negación de la, vida como elemento esencial de la vida misma, de tal modo que la vida se piense siempre con referencia a su resultado necesario, la muerte, contenida siempre en ella en estado germinal. No otra cosa que esto es la concepción dialéctica de la vida.» Politzer realiza una «lírica descripción de la vida y la muerte como una lucha entre contrarios, es decir, que la vida se transforma en muerte porque tiene una contradicción interna, habiendo unidad en las fuerzas contrarias, así como la concepción de que la vida es una conquista sobre lo no-vivo. Esta noción de la vida y la muerte como dos fuerzas que luchan entre sí, está profundamente vinculada al animismo metafísico y la creencia religiosa de que la muerte tiene existencia real, una entidad, en lugar de presentar a lo muerto como aquello ausente de vida.» (Rossineri, 2006) La muerte no tiene existencia ontológica. Lo mismo que tampoco existe una lucha de opuestos entre luz y oscuridad o calor y frió, porque el segundo término es sólo ausencia del primero, no tiene su propia existencia real. Como dice Bunge «la ausencia

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de una cosa no puede oponerse a ésta, menos aún combinarse con ella para formar una tercera entidad.»22  Engels ya había afirmado esta lucha en su  Anti-Dühring: «Todo ser orgánico es en cada instante el mismo y no lo es; en cada momento está elaborando sustancias tomadas de fuera y eliminando otras; en casa instante mueren células de su cuerpo y se forman otras nuevas; tras un tiempo más o menos largo, la materia de ese cuerpo se ha quedado completamente sustituida por otros de materia, modo que todo ser organizado es al renovada, mismo tiempo el mismo y otroátomos diverso.» (Engels, de 1878) «No se sabe por qué la vida tiene que ser una contradicción dialéctica, y no la muerte, que como hecho biológico merece la misma consideración.» (Nicolai, 1958) Si los polos opuestos de la mutua negación son intercambiables, -como afirman los dialécticos- la muerte biológica debería poseer sus propias contradicciones internas que la hacen desarrollar, donde las “fuerzas de la vida” estarían contrarrestándola y llevándola a un nueva estadio superador. «En sí es un absurdo atribuir a un objeto cualidades contradictorias; pero puede pasar como locución paradójica e inofensiva, porque nadie ignora lo que en este caso Engels quiere decir, a saber, que el organismo a este respecto es comprable a un puente de hierro, en el que se reparan y cambian cada año algunas piezas que se han vuelto defectuosas, y después de un cierto numero de años todo resulta nuevo, a pesar de que entre tanto tiempo ha servido como el mismo puente y lo es aún.» »Si se quiere describir este fenómeno correctamente, se debe decir que la construcción de hierro (o de células) permanece siendo  funcionalmente  la misma, y cambia materialmente. Expresado así, lo absurdo ha desaparecido; pero a la vez el enunciado ha dejado de ser dialéctico, pues ahora se trata simplemente de e dos proposiciones independientes una de otra, y de ningún modo opuestas.» »La vida es muchas cosas: es sueño según Calderón, molestia y trabajo según el salamita, una lucha  según Montesquieu, un esfuerzo hacia arriba  según Goethe, y puede también ser una contradicción según Engels. Todo lo que se quieran; ¡pero todas estas bellezas son sólo verdades poéticas: para la ciencia son... palabras!» (Nicolai, 1958) Marx y Engels explicitan una y otra vez que esta ley  -como las otras- es un descubrimiento de Hegel y qué él mismo demuestra también con ejemplos concretos: «El botón  -dice Hegel- desaparece con la eclosión de la flor, y podríamos decir que aquél es refutado por ésta; del mismo modo el fruto declara que la flor es una falsa existencia de la planta, etc.» (Monnerot, 1968)

Para el materialismo dialéctico esto no es una descripción poética de la naturaleza, sino una verdadera lección de botánica, que supera incluso a la botánica de los científicos.

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 Para el artículo completo ver el Anexo  del presente trabajo, pág. 82

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Sobre la lucha de los opuestos vemos que «Esta licenciosa ejemplificación de la que Engels hace uso se manifiesta en su burda interpretación de la matemática, encontrando dialéctica donde sólo él la ve, y ningún matemático lo hizo jamás: “también construye la contradicción de que líneas que se cortan ante nuestros ojos tienen que valer, cinco o seis centímetros más allá, como paralelas, esto es, como líneas que no pueden cortarse al prolongarlas en el infinito. Y sin embargo, con estas y otras contradicciones aún más violentas, la matemática superior produce resultados no sólo correctos, sino, además, inalcanzables por la matemática elemental” (Engels;  Antidühring, p.116).» (Rossineri, 2006) Sobre el intercambio de roles entre los momentos de tesis y antítesis de una negación, -el cambio de polaridad-, Engels sostiene en su  Dialéctica de la Naturaleza: «La aguja imantada, al cortarse por la mitad, polariza el centro neutral, pero de tal modo que los viejos polos permanecen. En cambio, si cortamos por la mitad una lombriz, vemos que conserva en el polo positivo la boca que ingiere el alimento y forma en el otro extremo un nuevo polo negativo, con su orificio secretor; pero el anterior polo negativo (ano) se convierte ahora en positivo, en boca, formándose en el otro extremo de la lombriz un nuevo ano o polo negativo. Voilà [he ahí] el trueque de lo positivo en negativo.» (Engels, 1883) Si los polos de un imán se mantienen al cortarlo en dos no es porque obedece a una ley universal de lucha de los contrarios que sentencia que deben intercambiarse porque la relación dialéctica entre el ser   y la nada  así lo establece-, sino porque ello depende del ordenamiento de los electrones que no varía y se mantiene constante, por lo que las líneas de fuerzas del campo continúan en igual disposición. El ejemplo de la lombriz es tan burdo que pierde toda validez cuando se sale de los anélidos. 23  «Todo movimiento consiste en el juego alternativo de atracción y repulsión. Pero el movimiento sólo puede darse cuando cada atracción singular se ve compensada por la correspondiente repulsión en otro lugar distinto. De otro modo, uno de los lados acabaría predominando con el tiempo sobre el otro, con lo que el movimiento cesaría, a la postre. Eso quiere decir que todas las atracciones y todas las repulsiones se compensan mutuamente en el universo. Por consiguiente, la ley de la indestructibilidad y la increabilidad del movimiento cobra, así, la expresión de que todo movimiento de atracción en el universo se velo complementado por un equivalente de repulsión, y viceversa; o, como expresaba la filosofía antigua -mucho movimiento antes de que las ciencias naturales formulasen la ley de la conservación de la fuerza o de la energía-, de que la suma de todas las atracciones operadas en el universo es igual a la suma de todas las repulsiones. Quedan siempre en pie, sin embargo, dos posibilidades de que un día cese todo movimiento: una es la de que la atracción y la repulsión acaben equilibrándose, de hecho, alguna vez; otra, la de que toda la repulsión se apodere definitivamente de una parte de la materia, y toda la atracción de la parte restante. Pero ambas posibilidades deben ser desechadas de antemano, desde el punto de vista dialéctico.» (Engels, 1883) Este ejemplo es fundamental para comprender como funciona el proceder del materialismo dialéctico llevado a semejante nivel de obsecuencia para con el 23 Quizás si hubiese realizado una ejemplificación política de cómo muchas veces se produce un cambio de polaridad entre izquierda y derecha, donde se intercambian los papeles, hubiese sido más convincente. Pero inmediatamente surgiría la pregunta: ¿cuál es la síntesis superadora de esos opuestos?

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hegelianismo. Una ley preconcebida, “demostrada” en laboratorios meramente mentales, debe marcar los caminos de los descubrimientos científicos. Y es por esta razón que Engels reclama constantemente a los científicos naturales que deben sumirse a la filosofía, por ser ésta la avanzada de la ciencia. Sobre la arbitraria catalogación de que el movimiento es una lucha de opuestos entre la atracción y repulsión, dice: «Toda la teoría de la gravitación descansa sobre la tesis que laatracción, atraccióntiene es laque esencia de la materia. Afirmación necesariamente falsa. Dondedeexiste complementarla necesariamente la repulsión. De ahí que ya Hegel afirme con toda exactitud que la esencia de la materia es la atracción y la repulsión.» (Engels, 1883)  Necesariamente, es el indicador de un deduccionismo dogmático. La realidad debe ser así   porque porque la dialéctica establece de antemano que ella es así . Sin embargo, en los procesos de nucleosíntesis estelar la fuerza de gravedad prima completamente ante la repulsión electromagnética, donde la repulsión entre los protones es vencida totalmente, generando la consecuente liberación de energía. No existe al respecto ninguna complementariedad. Por otro lado, el nuevo núcleo formado (por ejemplo, en la unión de dos núcleos de H que forman Deuterio en la secuencia principal de las estrellas tipo solares) no es una síntesis superadora y contenedora de dos nucleones en oposición, desde el momento en que se han perdido partículas en el proceso y que ya no se

encuentran en la nueva formación. También hay que decir que en el fin del ciclo estelar son las fuerzas gravitatorias las que vencen cualquier equilibrio hidrostático produciendo el colapso. «El proceso, en la obtención del fuego por frotamiento, conserva todavía, sin embargo, un carácter unilateral. Es la transformación de movimiento mecánico en calor. Para completar el proceso, hay que invertirlo, hay que transformar el calor en movimiento mecánico. Solamente así se dará satisfacción a la dialéctica del proceso , se agotará todo el proceso en un ciclo, por lo menos de momento. Pero la historia tiene su propio curso, y por muy dialécticamente que éste discurra en última instancia, se da con frecuencia el caso de que la dialéctica tenga que esperar bastante tiempo a la historia. La distancia que separó el descubrimiento del fuego por frotación de la invención por Herón de Alejandría (hacia el año 120) de una máquina en la que el escape de vapor rotación, mide indudablemente por milenios. Y de agua nuevoproducía hubieronundemovimiento transcurrir de cerca de dossemil años hasta que se construyó la primera máquina de vapor, el primer dispositivo que permitió convertir el calor en un movimiento mecánico verdaderamente utilizable.» (Engels, 1883)24  Que la dialéctica deba ser satisfecha, incluso miles años después, no es más que una visión totalmente teleológica de la naturaleza. Un destino ya escrito que aguarda manifestarse. Esto es una concepción animista del mundo, proyectando en él un deber de fatalidad exigido por elucubraciones metafísicas. La transustanciación polar de los opuestos en lucha debe quedar salvada a cualquier precio. La elección de los momentos es a conveniencia del intérprete -Engels-, para forzar categorías preconcebidas. Lo cierto es que el intercambio de energía -que el “movimiento mecánico verdaderamente utilizable” es un caso particular- es inmediato 24

 El subrayado es mío.

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en el ejemplo de la domesticación del fuego (ejemplo a su vez recortado, ya que no era la única manera que poseían nuestros antepasado homínidos de domesticarlo). El aprovechamiento fisiológico y cultural de esa energía no esperó miles años. «El mismo movimiento es una contradicción; ya el simple movimiento mecánico local no puede realizarse sino porque un cuerpo, en uno y el mismo momento del tiempo, se encuentra en un lugar y en otro, está y no está en un mismo lugar. Y la continua posición y simultánea solución de esta contradicción es precisamente el movimiento.» (Engels, 1878) En la mecánica clásica el movimiento es un cambio de la posición de un cuerpo a lo largo del tiempo respecto de un sistema de referencia. No hay tal cosa como que un cuerpo o partícula “está y no está en un mismo lugar” y en “el mismo momento del tiempo”. Tampoco puede sostenerse la mentada contradicción en la mecánica cuántica, donde la relación de indeterminación o principio de incertidumbre de Heisenberg establece la imposibilidad de que determinados pares de magnitudes físicas observables sean conocidas con precisión arbitraria. No se puede determinar, en términos de la física cuántica, simultáneamente y con precisión arbitraria, ciertos pares de variables físicas, como son, la posición y el momento de un objeto dado. Si se considera con ligereza dialéctica qué amabas magnitudes se oponen no es, en todo caso, por una interdependencia de determinación negativa, sino en una relación inversa donde cuanta mayor certeza se posea en determinar una, menos se tiene de la otra. Metafísicamente hablando, un término del par aniquila al otro al ser elegido. Y no hay nada como una síntesis entre ambos. La mecánica cuántica parece ser el terreno preferido donde reivindicar a la dialéctica: «El hecho de que la materia aparece en algunas experiencias como formada por corpúsculos, y en otras como ondulatoria es una contradicción, que no puede ser explicada en base al principio de (no) contradicción, sino únicamente en base a la contradicción inmanente… Hace falta la lógica dialéctica, el principio de contradicción inmanente…» (Joja, 1969) «Veamos qué dicen los científicos. “Esta dualidad de explicaciones no corresponde a una contradicción en las cosas. Ella resulta de la necesidad que tiene el físico de en proceder por deesquematizaciones, abstracciones e idealizaciones. Uno se encuentra presencia aspectos sólo en apariencia contradictorios de la realidad, pero en verdad esa contradicción aparente sólo traduce la insuficiencia de las nociones adquiridas”. » »Louis de Broglie creador de la mecánica ondulatoria, ha dicho que “las relaciones de incertidumbre de Heisenberg expresa el carácter complementario del aspecto granular y del aspecto ondulatorio de las entidades físicas elementales que llamamos corpúsculos. Cuanto más llagamos a precisar uno de estos aspectos, más se debilita el otro. De esta manera la existencia de estos dos aspectos que nos parecen inconciliables no implica jamás contradicción”. “Cuando uno de ellos se afirma el otro se esfuma en la medida exacta suficiente como para que una contradicción sea siempre evitada.” » »Como dice Simmard es “la utilización de imágenes simples, que el científico emplea constantemente para el estudio del mismo fenómeno, que puede llevar a la idea 36

 

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de una contradicción”. Así Max Born ha expresado que “la descripción de un sistema completo es imposible mediante el uso de una sola imagen, siendo necesaria la utilización de imágenes complementarias que no se aplican simultáneamente, que no son contradictorias y que pueden describir el fenómeno mediante su conjunción ”. Es decir, que en el caso de la luz, las propiedades ondulatorias y corpusculares no entran nunca en conflicto porque no existen, no se aplican al mismo tiempo, lo cual es una de las condiciones esenciales, precisamente del principio de no contradicción (una cosa no puede 1970) ser y no ser lo mismo bajo el mismo aspecto y al mismo tiempo).» (Somoza, La dualidad onda-corpúsculo, postula que todas las partículas partículas pueden  pueden describirse alternativamente  aludiendo a su naturaleza ondulatoria o corpuscular. No que son al mismo tiempo y objetivamente dos términos contradictorios. Más específicamente, como partículas pueden presentar interacciones muy localizadas y como ondas exhiben el fenómeno de la interferencia interferencia.. Contra lo dicho por Joja hay que decir que la mecánica cuántica introduce el principio (Postulado (Postulado IV) IV) de que cuando se realiza una medida de la posición de una partícula cuántica se produce el llamado colapso de la función de onda, es decir, que la intervención del experimentador incidirá en cual de las dos manifestaciones se expresará el fenómeno. Pero nunca son realidades simultáneas. Ante estas y otras implicancias de la mecánica cuántica Joja protesta: «Las numerosas interpretaciones idealistas de la mecánica cuántica, la explotación del factor de incertidumbre, la proclamación de la falta de legitimidad y de causalidad en los microfenómenos, la presencia en ellos del “libre arbitro”, la negación de la necesidad y la instalación de la contingencia y del indeterminismo en al misma base del mundo, son archiconocidos. “En el microcosmo, afirma el machista  Hans Reichenbach, existen infracciones a la legalidad causal”» (Joja, 1969) Como buen dialéctico materialista su lógica es implacable: lo que niega el materialismo dialéctico es necesariamente idealismo –o un derivado machista  según Lenin-.25  Pero lo cierto, por más que pese a la dialéctica, -además de lo dicho de la dualidad no simultanea de la onda-partícula-, es que los sistemas físicos pueden evolucionar de manera no determinista; no es posible determinar con precisión infinita y simultánea ciertas magnitudes físicas -consecuencia del principio de incertidumbre de Heisenberg-; y la suposición objetivista de que se loscae atributos físicos dedellasteorema partículas existen aunque nadie los observe directamente -consecuencia de Kochen-Specker-. Sobre este tema dice Mario Bunge: «Mi crítico me regaña por ignorar que los experimentos “testimonian que las propiedades corpusculares y ondulatorias son propias, simultáneamente, de los microobjetos”, lo cual ejemplificaría la “ley” de la lucha y la unidad de los contrarios. Los físicos, que conocen estas cosas de primera mano y no por artículos de divulgación, saben que esto no es verdad. Los experimentos que exhiben propiedades cuasicorpusculares (p. ej. el efecto Compton) no son los mismos que exhiben propiedades cuasiondulatorias (p. ej. la difracción de electrones). Más aún, no pueden efectuarse al mismo tiempo; o sea, que los experimentos no testimonian la tesis dialéctica de que los micro-objetos son y no son corpusculares, son  y no son ondulatorios. Adviértase que he escrito cuasicorpuscular y cuasiondulatorio 25

  Por Ernest Mach, físico y epistemólogo alemán atacado por Lenin en su  Materialismo y empiriocriticismo , 1908  1908 

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porque los electrones, átomos y demás objetos cuánticos (o cuantones, como prefiero llamarlos) no son corpúsculos ni campos, sino objetos sui géneris. Tan es así, que son representados por teorías cuánticas, no clásicas. Me remito a W. Heisenberg, The Physical Principies of the Quantum Theory (University of Chicago Press, 1930) y a mi propio libro Foundations of Physics (Springer-Verlag, 1967), con la advertencia de que éstos no son manuales de divulgación.»26  Par abordar el mundo cuántico, y dado que, de porentendernaturaleza, es completamente no intuitivo, se debe entender –o tratar a laeste teoríamundo cuántica bajo sus propios términos, independientes de la experiencia basada en la intuición del mundo macroscópico. Esto choca con el argumento de los dialécticos que postulan que la dialéctica subjetiva es el producto de una correcta intuición del mundo, donde Heráclito fue el primero en formularla y Hegel él último que le dio el desarrollo racional definitivo a esa intuición. «Hoy sabemos, sin embrago, que en esta cuestión Heráclito estaba en lo cierto y no Aristóteles. Sabemos, por ejemplo que un átomo está afectado en sí por una contradicción interna pues se halla compuesto de partículas electrizadas positiva y negativamente; que la luz es simultanea y contradictoriamente, bajo la misma relación estructural, corporal y ondulatoria; que la vida es, a la vez, asimilación y desasimilación; que todo devenir es simultáneamente, y en la misma relación, ser y no ser; que el ser y el no ser son abstractos y solo existen en su coexistencia contradictoria en continuo fluir.» (Joja, 1969) La mezcla de cuestiones físicas con metafísicas es indicador del trato que los dialécticos tienen de las cuestiones científicas. Las disquisiciones sobre el ser y el no ser están puestas al mismo nivel que el electromagnetismo, la evolución orgánica y los modelos atómicos. Sobre lo dicho acerca del átomo no se comprende en qué lugar de la oposición dialéctica entre protón y electrón cuaja el neutrón. ¿O estaremos ante la primera partícula que no tiene su pareja antitética? Ni que decir de los quarks donde la combinación de tres forman un neutrón o un protón. ¿Cuál o cuáles son los opuestos en lucha dentro de los nucleones? «Reconociendo que no siempre es fácil aplicar el principio de unidad de los contrarios en algunos realidad, lo importante -aconseja Politzer- en es ellas retener que “la dialéctica y suscasos leyesde noslaobligan a estudiar las cosas para descubrir la evolución, las fuerzas, los contrarios que determinan esta evolución ”. La ciencia verdadera, en cambio, opera justamente al revés; primero se estudian los casos particulares y luego se deducen las generalidades.» (Rossineri, 2006) Sobre la deficiencia de la dialéctica, el antropólogo Marvin Harris dice: «La insuficiencia capital de la epistemología dialéctica radica en la carencia de instrucciones operacionales para identificar las «negaciones» decisivas desde un punto de vista causal. Si todo suceso tiene su negación, entonces también todos sus componentes tendrán que tenerla. Ahora bien, cada acontecimiento consta de un número indefinido de componentes y, por tanto, contendrá un número indefinido de negaciones. 26

  Bunge, Mario. Sobre materialismo y dialéctica. Revista El Basilisco, Nº 15, marzo-agosto de 1983, España.

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¿Cuál de ellas es la que constituye la «contradicción » esencial? La patrilinealidad, por ejemplo, encierra dos nociones: la filiación [descent] y la filiación por línea exclusivamente masculina. ¿Cuál es su negación: la ausencia de filiación o un tipo de filiación que no se trace de un modo exclusivo a través de los varones? En el primer caso, ¿es su negación el matrimonio o alguna otra forma de parentesco no filiaticio? Y si la filiación no se traza a través de los hombres, ¿lo es la filiación por línea exclusivamente femenina (matrilinealidad) o la que tiene en cuenta tanto a los hombres como a las mujeres (bilateralidad)? » »Como no hay instrucciones para identificar las propiedades o componentes que forman las negaciones cruciales, las relaciones dialécticas nunca son falsables. En el siguiente capítulo, cuando examinemos el uso de la dialéctica en los estructuralistas franceses, mostraré con todo detalle cómo ésta conduce a teorías fundamentalmente incontrastables y, por ende, acientíficas. Al margen de esto, en manos de los marxistas, las definiciones de las fases del proceso dialéctico han servido para racionalizar la represión político-económica y contribuido al exterminio de individuos, clases y grupos étnicos. » »Debido a que la dialéctica no brinda instrucciones que especifiquen qué grado de diferencia constituye una negación, el marxismo dialéctico se ha convertido en terreno abonado para revelaciones fanáticas, metas grandiosas y metáforas impenetrables. » »La defensa de la dialéctica en Engels» »Engels trató de replicar a algunas de estas objeciones en su obra  Anti-Dühring. Aducía que las contradicciones dialécticas son identificables porque no se limitan a negar una situación estática, sino que preparan el terreno para el ulterior desarrollo: «Cada género de cosas implica, por tanto, una forma particular de negación de la cual resulta un desenvolvimiento...». Aplicado al proceso de la evolución sociocultural —o a cualquier otra secuencia evolutiva— el «desenvolvimiento» de Engels resulta ser una tautología. » »En efecto, el proceso que comprende a la vez continuidad y ruptura —en que una se transforma cambia, peromaterialistas afirmada, destruida al tiempo que cosa preservada— no espero otrano cosa queeslonegada que los culturales llaman evolución. Calificar a estos cambios de dialécticos no añade ninguna información nueva acerca de los procesos evolutivos a menos que se esté en condiciones de enunciar algunos principios generales que permitan distinguir en todo momento las negaciones dialécticas de otras formas de «negación» (esto es, «transformación») evolutiva. Nadie ha logrado jamás enumerar estos principios. » »La antropóloga Eleanor Leacock (1972: 62-63) ha aportado cuatro argumentos en defensa de la dialéctica marxista-leninista como concepto científico. » »Afirma, en primer lugar, que la dialéctica es esencial para la comprensión del «cambio como atributo inherente a toda materia». Todo fenómeno es una «unidad de opuestos», ya que siempre se halla en proceso de convertirse en algo distinto. Es, pues, «una expresión de la, “lucha”, que comprende la “contradicción” o “negación”... esta terminología es fundamental para conceptualizar la realidad del cambio constante». 39

 

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»En este caso, sólo admitiría que los términos contradicción y negación poseen connotaciones útiles en ámbitos de cambio muy circunscritos, como puedan ser la lucha entre naciones y entre clases sociales. Pero es inexacto que estas metáforas sean esenciales para conceptualizar todo tipo de transformaciones. De hecho, en muchos procesos evolutivos la «contradicción» no es puramente metafórica, sino superflua y desorientadora. No acierto a comprender, por ejemplo, cómo se puede describir un proceso nuclear como la transformación del radio en plomo en términos de una lucha entre (los neutrones y los no también son contradictorios sí ytener el plomo no es opuestos la «oposición» del radio). Se protones me escapa qué utilidadentre puedan tales metáforas en relación con los procesos bioevolutivos. Representar a las aves como la negación de los peces nos dice bien poco acerca de la relación existente entre ambos; definir al  Homo sapiens como la negación del  Homo erectus supone hacer retroceder a la paleontología humana al estado en que se encontraba hace más de un siglo. Por lo que respecta, más específicamente, a las transformaciones socioculturales, tampoco es correcto que las metáforas dialécticas sean esenciales para abordar la realidad del cambio. Las teorías sobre las trayectorias convergentes, divergentes y emergentes de las evoluciones socioculturales que presentamos en el capítulo 4 en modo alguno se verían mejoradas por añadirles un lenguaje hegeliano. Como señalamos en ese capítulo, la transformación de los cazadores y recolectores en horticultores fue un proceso lento que operó en pequeñas etapas durante las cuales las variables infraestructurales sufrieron continuos y complejos cambios relacionados de un modo sinérgico. O por poner otro ejemplo, también examinado en el capítulo 4, las organizaciones patrilocales y patrilineales han tendido a evolucionar hacia la matrilocalidad y la matrilinealidad bajo circunstancias que favorecen la ausencia prolongada de los hombres de sus casas. Sin embargo, de ninguna manera es posible aducir que estas dos fórmulas formen una oposición dialéctica, ya que siempre hay fases intermedias, como los sistemas bilocal, neolocal y avunculocal, que, estadísticamente, representan puntos de partida para la transición de la patrilocalidad a la matrilocalidad (la cual, en cualquier caso, rara vez se produce en el cien por cien de las unidades domésticas). Análogamente, las transiciones a la sociedad de clases y al Estado no fueron procesos en los que se presentaba una sencilla alternativa contradictoria entre sistemas de redistribución igualitarios y estratificados. Más bien hubo -y todavía hay-, en relación con distintas condiciones infraestructurales, grados significativos de igualitarismo y también de explotación.» (Harris, 1979) La dialéctica, además de ser tan abarcativa y difusa que no puede comprender las particularidades y la multiplicidad de grados de la realidad, parece ser también tan sinuosa y laxa que puede tener sus propias excepciones, según convenga: «“Esta ley -afirma Mao Tse Tung- obra universalmente tanto en la naturaleza como en la sociedad y en la conciencia de los hombres. Los lados opuestos de la contradicción coexisten en la unidad y en la lucha, y esto estimula el movimiento y los cambios de las cosas y los fenómenos”.» Pero «“Otra cosa muy distinta ocurre con las contradicciones de las sociedades socialistas, que, a la inversa de las contradicciones de la sociedad capitalista, no son antagónicas y pueden resolverse continuamente por el propio régimen socialista.”» (Mao Tse Tung, citado en Astrada, 2003) Es decir, la lucha de los opuestos es y no es  lucha de los opuestos. Atendiendo al semejante personaje histórico que nos ilustra esta sutileza, uno está más que justificado

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si ve en la dialéctica el doble-pensar orweliano, donde con una trampa discursiva se  justificaba un totalitarismo tot alitarismo imponente y criminal.27  Y esto es precisamente la característica del método dialéctico: «La pseudociencia de Marx y Engels primero estableció unas leyes generales lo suficientemente sinuosas como para ser aplicadas a cualquier caso y luego, se dedicó a aplicarla a los casos concretos. No es muy diferente a la forma de argumentar que tienen muchas sectas los creyentes en el(Rossineri, origen extraterrestre de los seres humanos, tan difíciles de religiosas corroboraro como de refutar.» 2006) Bunge agrega: «Desgraciadamente, el marxismo ha unido el materialismo con la dialéctica, doctrina imprecisa en el mejor de los casos y falsa, o al menos falsa a medias en el peor (Bunge, 1981). Según Lenin, la dialéctica es la doctrina de la unidad de los opuestos. ¿Y qué es esto? Lenin nos remite a Hegel, el filósofo más oscuro de la historia. (Podrá argüirse que Heidegger es aun más oscuro; pero queda por decidir si fue un filósofo.) Hegel sostiene que todo cuanta existe está compuesto de entes, propiedades o procesos que se «contradicen» o «luchan» entre sí hasta que se forma una nueva síntesis o unidad, la que a su vez se escindiría en dos nuevos opuestos, los que lucharían hasta que se forme una nueva síntesis, y así sucesivamente.» »Desgraciadamente, esta tesis central de la dialéctica a dista de ser clara. Si significa que toda cosa está compuesta por otras dos, que se oponen entre sí, es fácil demostrar la existencia de objetos materiales simples, tales como el electrón, el neutrino y el fotón.» »Si, en cambio, se trata de  propiedades contrapuestas, la tesis no se entiende, o bien, si es inteligible, también es falsa, ya que no es verdad que toda cosa sea a la vez pequeña y grande, valiosa y disvaliosa, etc. Queda la posibilidad de que el famoso principio se refiere a  procesos opuestos. Pero esto no es posible tratándose de cosas simples, y no vale para todas las cosas complejas. Por ejemplo, no es verdad que toda 27

 Ver Orwell, George. “1984”

Sobre la dialéctica en los Estados socialistas: «A lo largo de la historia y la prehistoria, los grupos dominantes siempre han alentado la mistificación de la vida social como primera línea de defensa contra enemigos reales o potenciales. En el contexto político contemporáneo, el idealismo y el eclecticismo sirven para ocultar la propia existencia de clases dominantes, transfiriendo así la culpa de la pobreza, la explotación y la degradación ambiental de los explotadores a los explotados. El materialismo cultural se opone al idealismo cultural y al eclecticismo debido a que estas estrategias, con sus análisis sesgados e ineficaces, impiden a la gente comprender las causas de la guerra, la pobreza y la explotación. Nuestra oposición al materialismo dialéctico obedece a las mismas razones políticas y científicas. Como ideología política, el materialismo dialéctico marxista-leninista intenta hacer progresar la lucha contra la explotación promoviendo un sentido de certeza, injustificable desde un punto de vista científico, acerca del futuro. Pero este mismo sentido de certeza brinda también oportunidades para la perpetuación de la explotación por parte de nuevas clases dominantes, proporcionándoles una ideología compleja que permite justificar el interesado oscurecimiento de los aspectos explotadores de los sistemas estatales bajo su control. […] la dialéctica peca muchas veces de una rigidez conceptual pasmosa (como, por ejemplo, cuando se sostiene que en las democracias socialistas no puede haber clases dirigentes, explotación o trabajo forzado).» (Harris, 1979)

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cosa que se calienta se enfría al mismo tiempo, que toda mercancía que se abarata también encarece, etc.» »En resumen, el principio de la unidad y lucha de los opuestos, núcleo de la dialéctica, o bien es ininteligible, o bien se entiende, pero no es universalmente verdadero.» »Lo queentre es cierto que algunos sistemas están compuestos o procesos que se oponen sí enesalgunos respectos. Por ejemplo, un átomo de estacosas compuesto por un núcleo cargado positivamente y rodeado de un cortejo de electrones cargados negativamente.» »Pero en estas condiciones no se produce cambio cualitativo alguno: el átomo en un estado estacionario no cambia. Para que se produzca un cambio cualitativo el átomo debe dejar de ser una «unidad de opuestos»: debe perder o ganar un electrón o un nucleón. O sea, la «contradicción», lejos de ser fuente de todo cambio cualitativo, como sostiene la dialéctica, en este caso es garantía de estabilidad.» »Otro ejemplo: el actual equilibrio político internacional se funda en la paridad de fuerzas. En cuanto una de las dos superpotencias superase a la otra en armamento nuclear, podría producirse un cambio cualitativo, tal como la guerra final. En general, la «unidad de los opuestos» no existe siempre y, cuando existe, no es condición de transformación cualitativa sino, a veces, de equilibrio.» »En resumen, es verdad que algunos sistemas están compuestos por componentes mutuamente opuestos en algún respecto, pero esta oposición puede originar estabilidad en algunos casos e inestabilidad en otros. Si no fuera así, no se explicaría la existencia misma de sistemas, los que se forman por la cooperación, no por la lucha o competencia. Y de todas maneras, del hecho de que algunos sistemas estén afectados por «contradicciones» internas no se sigue que todos lo estén. Igualmente, del hecho que algunos procesos resulten de oposiciones no se sigue que todo proceso sea generado por alguna oposición. Por ejemplo, una vez emitidos, los electrones, neutrinos y fotones se mueven por sí mismos, no impelidos por fuerzas. Estos son ejemplos de automovimiento, del que los marxistas hablan a menudo pese a que contradice la tesis de la contraejemplos dialéctica, de que tienedesulaorigen algunadeoposición. Hay, como pues, tanto a latodo «ley»cambio dialéctica lucha en y unidad los contrarios ejemplos de ella. Por consiguiente, no es una ley propiamente dicha. Cualquiera que haga caso de los contraejemplos debe admitirlo; sólo una filosofía carente de metodología científica puede dejar de verlo. » »El principal defecto de la dialéctica es que condena la confusión conceptual, empezando por la confusión entre oposición y contradicción y la confusión entre la unidad de los opuestos con su identidad, Los filósofos dialécticos han adoptado la pésima costumbre de llamar “opuesto” a lo que no es sino diferente, y de denominar “dialéctico” a cualquier caso de cambio, particularmente si no saben describirlo con precisión. En general, el estilo de los filósofos dialécticos es tan oscuro como el de los presocráticos y los románticos: la dialéctica a es la antitesis de la filosofía exacta. Más aun, es frecuente que los dialécticos nieguen la posibilidad de formular claramente su doctrina, afirmando que el flujo de las cosas no se deja aprehender en categorías conceptuales. Este también es un rasgo característico de la filosofía romántica, que 42

 

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repugna a todo aquel que aspira a que la filosofía adopte la claridad de las ciencias exactas. » (Bunge, 1985) Y es por esta razón que tratados como el de Athanase Joa, ( La lógica dialéctica  y las ci ciencias encias), no hacen sino repetir en cada página frases y frases de Lenin, -como si fuese un experto en todo-, y prácticamente nada cita de ciencia verdadera. Y esto es así porque «La ciencia marcha por otros rumbos y los textos de cabecera de los científicos  y de sino la los Naturaleza no son la “ Dialéctica ” de Albert EngelsEinstein, [ni “ Materialismo empiriocriticismo ” de Lenin], que escribieron N. Wiener o  S. Hawkins.» (Rossineri, 2006)

Uno de los campos preferidos de la ciencia donde el marxismo trata de encontrar la lucha de los contrarios y su polaridad intercambiable es en el mundo orgánico y en la evolución de las especies. Al respecto Engels dice: «En la vida orgánica la formación del núcleo de la célula debe, asimismo, considerarse como un caso de polarización de la proteína viva y, partiendo de la simple célula, la teoría de la evolución demuestra cómo todo progreso, hasta llegar de una parte a la planta más complicada y de otra al hombre, es el resultado de la pugna constante entre la herencia y la adaptación. Podría considerarse la herencia como el lado positivo, conservador, y la adaptación como el lado negativo, que va destruyendo constantemente lo heredado; pero también cabría representarse la adaptación como la actividad creadora, activa, positiva, y la herencia como la actividad retardataria, pasiva, negativa. Sin embargo, así como en la historia el progreso se presenta como la negación de lo existente, también aquí -por razones puramente prácticas- es mejor concebir la adaptación como la actividad de signo negativo.» (Engels, 1883)28  Es de notar como subyace en la cita la visión evolucionista de Engels –a lo que Marx no era ajeno-, donde transfiere las leyes del mundo natural -en este caso, algunos postulados de Darwin- al mundo humano. 29  Más allá de este error epistemológico, propiciado por un claro positivismo del que Marx y Engels formaban parte, lo cierto es que la evolución de las especies no significa progreso, ni implica necesariamente un camino ascendente desde lo simple a lo complejo. A diferencia de lo que planteó históricamente el marxismo la evolución no está guiada por un principio teleológico, no persigue una construcción universal y cuesta arriba donde, necesariamente, el Hombre estaba llamado a aparecer. Dice Engels en su  Dialéctica de la naturaleza  sobre esa fatalidad universal: «…tenemos la certeza que, en todas estas transformaciones, la materia permanece eternamente siendo la misma, que ninguno de sus atributos puede jamás perderse y que, en consecuencia, si ella debe en la Tierra exterminarse algún día, como exigencia de una necesidad superior, su floración suprema, el espíritu pensante, es preciso que por esa misma necesidad en otra parte y en otra hora sea reproducido.» El espíritu pensante está llamado a aparecer, porque la evolución del cosmos tiene una lógica -la dialéctica- que marca ascensiones y superaciones necesarias y 28

 El subrayado es mío.  Es conocido el hecho de que Marx, maravillado por los postulados de Darwin, insistió más de una vez por correspondencia para que éste leyera El Capital, aduciendo el paralelismo entre los planteos políticoeconómicos de uno y los naturales del otro. Pero Darwin manifestó que no le interesaba y que no entendía de esos temas, y nunca lo leyó. 29

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obligatorias. Creer esto es el producto de la búsqueda de consuelo; de pensarse necesario en el mundo y no sentir la angustia de que somos el producto de una contingencia. Pero esto está en las antípodas de la ciencia y en la misma vereda que el misticismo hegeliano. Como dice el genial biólogo, paleontólogo, e historiador de las ciencias, Stephen Jay Gould, sobre la selección natural: «En esencia, sitúa el mecanismo del cambio en una “lucha” entre los poblaciones organismos por reproductivo, lo que conduce aevolutivo una mejor adaptación de las en elunéxito entorno que se transforma. La selección natural, por tanto, es un principio de adaptación local, no de progreso general. […] No podemos, pues, hablar de tendencias predecibles e inexorables en la dirección del progreso y la complejidad.»30  Mucho menos puede decirse que la parición de determinadas especies fue algo necesario, ineludible, cuando sabido es que la extinción del Cretácico se produjo por un acontecimiento no estructural sino circunstancial, como ser la caída de un meteorito, lo que dejó el campo despejado para la primacía de los mamíferos. La lucha  entrecomillada no es de poca importancia. Refleja no sólo lo metafórico o aproximativo del término sino también la existencia del factor cooperativo en la evolución, como expuso en su momento el naturalista y anarquista ruso Piotr Kropotkin y que Gould y otros toman. En la moderna teoría de la evolución no existe tal “pugna constante entre la herencia y la adaptación”, ni la asignación de valores polares a las mutaciones heredadas y a las adaptaciones. Mutaciones que, por otro lado, son súbitas y espontáneas y están sujetas al azar en cuanto a aparición y no a un determinismo causal, como preferiría la lógica dialéctica. La selección natural es esencialmente conservadora: mantener y reproducir la norma estructural es la  performance  del aparato de los seres vivos: «La teoría del gen como determinante hereditaria invariante a través de las generaciones, e incluso de las hibridaciones, es en efecto totalmente inconciliable con los principios dialécticos. Es por definición una teoría idealista, puesto que reposa sobre un postulado de invariancia. El hecho de que se conozca hoy en día la estructura del gen y el mecanismo de su reproducción invariante no cambia nada, porque la descripción que da la biología moderna es puramente mecanística. Se trata pues aún, de una concepción relevante del como «materialismo por consecuencia «objetivamente idealista», lo anotó vulgar», Althussermecanicista, en su severoy comentario de mi Lección inaugural en el Collège de France.» »El mismo Engels (que sin embargo tenía de la ciencia de su tiempo un profundo conocimiento) había llegado a rechazar, en nombre de la Dialéctica, dos de los más grandes descubrimientos de su tiempo: el segundo principio de la termodinámica y (pese a su admiración por Darwin) la interpretación puramente selectiva de la evolución.» (Monod, 1993) Dice Engels en su  Dialéctica de la naturaleza: «De ahí también que “la adaptación y la herencia” de Haeckel puedan explicar todo el proceso de la evolución, sin necesidad de recurrir a la selección ni al maltusianismo. »   30

 Gould, Stephen Jay (1994).  La evolución de la vida en la Tierra . Revista Investigación y ciencia cie ncia, Nº 219

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»Es cabalmente un error de Darwin el mezclar y confundir en la “natural selection or the survival of the fittest” [selección natural o la supervivencia de los más aptos] dos cosas totalmente distintas: » »1) La selección bajo la presión de la superpoblación, donde es posible, que sean los más fuertes los primeros que sobrevivan, pero en que éstos se revelen también como los más débiles, desde muchos puntos de vista. » »2) La selección debida a una capacidad mayor de adaptación a nuevas condiciones, en que los sobrevivientes se adaptan mejor a éstas; pero esta adaptación puede significar, en su conjunto, tanto un progreso como una regresión (así, por ejemplo, la adaptación a la vida parasitaria representa siempre una regresión). » »Lo fundamental, aquí, es que todo progreso en la evolución orgánica constituye al mismo tiempo un retroceso, desde el momento en que, al fijar una evolución unilateral, excluye la posibilidad de la evolución en muchas otras direcciones.» (Engels,  Dialéctica de la naturaleza) El error aquí del materialismo dialéctico es –como muchos otros hacenestablecer una identidad entre evolución y progreso. De allí que la adaptación parasitaria es conceptualizada como una regresión. En realidad el parasitismo es una evolución hacia la simplificación acaecida desde organismos anteriores que eran más complejos. La dialéctica es esencialmente progresista, postula la marcha hacia instancias superiores, más perfeccionadas, pero la evolución sólo implica transformaciones, no obedecer a preceptos morales. El naturalista y filósofo alemán Erns Haeckel fue un evolucionista que aceptaba muchas de las ideas de Lamarck y la Filosofía de la Naturaleza del idealismo alemán. Haeckel creía que la evolución estaba dirigida hacia una complejización progresiva que tendría al hombre como meta última. Dado que la faceta teleológica es consustancial al materialismo dialéctico, es ésta una de las razones por las que Haeckel servía más a las  justificaciones de Engels que Darwin mismo. Haeckel era además monista y materialista, lo que acercaba también sus posiciones, aunque Engels criticaba su mecanicismo. Haeckel propugnaba también -dado ese progresismo evolucionista- que las “razas primitivas” estaban en su infancia y precisaban la supervisión y protección de sociedades más maduras. Sus obras sirvieron de referente y justificación para el racismo, el nacionalismo y el darwinismo social, y estuvieron en la base de las teorías racistas del nazismo. Y esto también coincidía con la visión de Marx y Engels en relación a las naciones “desarrolladas” y las “atrasadas”, y de cómo las primeras debían regir a las segundas. 31  Por esto es que la oposición al núcleo darwiniano se compensa con cierto rescate que Engels realiza de Lamarck (algo que tiempo después hará en la U.R.S.S. el tristemente célebre Trofim Lysenko, con consecuencias mucho más trágicas):

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 Ver Anexo  del presente trabajo, pág. 77

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«Ni Darwin ni los científicos que le siguen se proponen empequeñecer en lo más mínimo los méritos de Lamarck; ellos son, por el contrario, los que han resucitado su pensamiento. Pero no debemos olvidar que en tiempos de Lamarck la ciencia no disponía aún, ni mucho menos, de material suficiente para poder dar respuesta a la cuestión del origen de las especies, si no era mediante una anticipación por así decirlo profética. Aparte del enorme material que se ha acumulado luego en la botánica y la zoología descriptivas y anatómicas, han surgido desde los tiempos de Lamarck dos nuevas ciencias cuyay importancia es aquí decisiva: el estudio de los gérmenes animales vegetales (embriología) y el estudio de del los desarrollo restos orgánicos conservados en las diversas capas de la superficie terrestre (paleontología). Hay, en efecto, una característica coincidencia entre la evolución gradual de los embriones hasta el estado de organismo maduro y la sucesión de las plantas y animales que han aparecido sucesivamente en la historia de la Tierra. Esta coincidencia es precisamente lo que ha dado a la teoría de la evolución su fundamento más sólido . Pero la teoría de la evolución es aún demasiado joven, por lo que es seguro que el ulterior desarrollo de la investigación modificará muy sustancialmente también las concepciones estrictamente darwinistas del proceso de la evolución de las especies. » (Engels, 1978)32 

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subrayado es mío.manifestaban públicamente admiración por Darwin, llegando incluso a dedicarle Si El bien Marx y Engels una edición de El Capital, Engels expresó varias veces el rechazo r echazo al núcleo darwiniano : «Toda la teoría darwinista de la lucha por la existencia es, pura y simplemente, la teoría del bellum omnium contra omnes [guerra de todos contra todos] de Hobbes, la teoría de los economistas burgueses sobre la competencia y la teoría maltusiana de la población, llevadas de la sociedad a la naturaleza viva. Una vez realizado este juego de manos (cuya incondicional legitimidad sigue siendo muy dudosa, sobre todo en lo que se refiere a la teoría maltusiana), resulta muy fácil retrotraer de nuevo estas teorías de la historia natural a la historia social y, con un candor en verdad excesivo, sostener que, al hacerlo así, se ha dado a estas afirmaciones el valor de leyes naturales eternas de la sociedad.» (Engels,  Dia  Dialéc léctic ticaa ddee llaa Natu N atural raleza eza ) En carta a Piotr Lavrovich Lavrov fechada en Londres en Noviembre de 1875 Engels dice: «De la doctrina darwinista yo acepto la teoría de evolución, pero no tomo el método de demostración de Darwin (struggle for life, natural selection) más que como una primera expresión, una expresión temporal e imperfecta, de un hecho que acaba de descubrirse. Antes de Darwin, precisamente los hombres que hoy sólo ven la lucha por la existencia (Vogt, Büchner, Moleschott, etc.), hacían hincapié en la acción coordinada en la naturaleza orgánica; subrayaban como el Reino Vegetal suministraba el oxígeno y los alimentos al Reino Animal y cómo, a la inversa, este último suministraba a aquel el ácido carbónico y los abonos, como lo recababa con especial fuerza Liebig… Si por consiguiente, un pretendido naturalista se permite resumir toda la riqueza, toda la diversidad de la evolución histórica en una fórmula estrecha y unilateral, en la de la “lucha por la existencia”, fórmula que sólo puede admitirse hasta el dominio de la naturaleza “cum grano salis”, semejante método contiene de por sí ya su propia condena. De los tres darvinistas convencidos citados, sólo Hellwald, por lo visto, merece que se le mencione. Seidlitz no es más que, en el mejor de los casos, una magnitud pequeña, y Robert Byr es un novelista.» Y por si hiciera falta aclarar el concepto lucha por la existencia, -que a Engels no molesta si se trata de lucha de los opuestos-, Darwin dice: «Utilizo este término en un sentido amplio y metafórico, que incluye la dependencia de un ser respecto de otro y, lo que es más importante, no sólo la vida del individuo, sino el éxito en dejar descendientes. De dos animales caninos en tiempo de escasez puede decirse verdaderamente que luchan entre sí para dirimir quién obtendrá alimento y vivirá. Pero de una planta en el límite de un desierto se dice que lucha por la vida contra la sequedad… Como el muérdago es diseminado por aves, su existencia depende de ellas; y

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El argumento para esta toma de partido y para el rechazo del principal núcleo de Darwin es que éste no se basa en la Segunda ley  dialéctica, es decir, en el paso de la cantidad a la cualidad, algo que sí tendría Lamarck en tanto postula la acumulación gradual de caracteres adquiridos (cuantitativos) que, en determinado momento, producirían un salto cualitativo para conformar una nueva especie. El ulterior desarrollo de la teoría de la evolución no fue por los carriles que Engels deseaba sino por el enriquecimiento de la selección natural dado por los aportes de la biología molecular y 33

la genética.  

2) Ley de transición de la cantidad a la cualidad

La segunda ley refiere a que, para que una cosa cambie su esencia cualitativa, es decir, transmute una cualidad por otra, le precede a ese cambio una gradual y necesaria acumulación cuantitativa de materia o de valores que, llegado el momento, produce un salto hacia esa nueva cualidad. La acumulación cuantitativa es progresiva mientras que el salto cualitativo es abrupto y radical, y supone, además, la resolución de una contradicción en una nueva instancia superior, que se entiende como un avance en el desarrollo, un mejoramiento ascendente. Con esta ley se pretende explicar el desarrollo orgánico, los fenómenos naturales y el mundo social. «Podemos expresar esta ley, para nuestro propósito, diciendo que, en la naturaleza, y de un modo claramente establecido para cada caso singular, los cambios cualitativos sólo pueden producirse mediante la adición o sustracción cuantitativas de materia o de movimiento (de lo que se llama energía). Por consiguiente, es imposible cambiar la cualidad de un cuerpo sin añadir o sustraer materia o movimiento, es decir, sin un cambio cuantitativo del cuerpo de que se trata. Bajo esta forma, la misteriosa tesis hegeliana, no sólo resulta perfectamente racional, sino que se revela, además, con bastante evidencia.» (Engels, 1883) El ejemplo repetido infinidad de veces, para darle sentido a esta “ley universal”, es de el la conocido materia: caso de la trasformación del agua en los diferentes estados de agregación «Hemos visto ya antes, a propósito del esquematismo universal, que con esta línea nodal hegeliana de relaciones dimensionales en la que, en un determinado punto de alteraciones cuantitativas, se produce repentinamente un cambio cualitativo, el señor Dühring ha tenido la pequeña desgracia de que en un momento de debilidad la ha reconocido y aplicado él mismo. Dimos allí uno de los ejemplos más conocidos, el de la transformación de los estados de agregación del agua, que a presión normal y hacia los 0° C pasa del fluido al sólido, y hacia los 100° C pasa del líquido al gaseoso, es decir, que en esos dos puntos de flexión la alteración meramente cuantitativa de la temperatura produce un estado cualitativamente alterado del agua. Habríamos podido aducir en metafóricamente puede decirse que lucha con otras plantas que poseen frutos, tentando a las aves a devorar y así diseminar sus semillas». (Charles Darwin (1859), El origen de las especies)  33  Las nuevas concepciones como la deriva genética o el equilibrio puntuado no hacen sino archivar aún más a la dialéctica en el estante de las teorías obsoletas.

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apoyo de esa ley cientos más de hechos tomados de la naturaleza y de la sociedad humana.» (Engels, 1878) «De hecho, el procedimiento más normal para «demostrar» que una proposición es la negación de otra proposición consiste en saltar de un punto de vista a otro. La dialéctica no sería más que una sofística; mejor dicho, una erística. No sería más que la técnica (oratoria) del paso de un punto de vista a otro. Actividad de ilusionista. El espectador comprende que le estándeengañando, no ve en seguida Tomemos como ejemplo la «transformación la cantidadpero en cualidad», que no cómo. es en suma nada más -la aplicación es importante- que la fórmula abstracta de la transformación de la evolución en revolución, el salto de un régimen a otro. Examinemos el caso citado, tomado de Hegel, por el propio Engels, la transformación del agua en hielo. No podemos abstenernos de observar que «el punto de vista de la cantidad» no puede servirnos para conocer la diferencia entre el hielo y el agua, que es una diferencia cualitativa. Existe una substitución repentina (el lector no está prevenido) de lo cuantitativo por lo cualitativo, salto de un punto de vista a otro, siendo el segundo exclusivo del primero, y viceversa. Por lo que respecta al segundo modo de proceder, lo sensible entra en juego: la esencia remite a la sensación y la sensación a la esencia. Existe una diferencia cualitativa entre el hielo y el agua. Desde el punto de vista de la cantidad, al contrario, sólo hay una diferencia de grado entre el hielo y el agua, son dos puntos tomados sobre una misma curva. Desde el punto de vista científico ese «paso de la cantidad a la cualidad», que no da en absoluto cuenta de nada, oculta apenas, de forma consciente o no, la superchería. Rehagamos la operación. Primera fase: de H2O sólo consideramos y retenemos la temperatura. Segunda fase (pero se pasa de aquélla a ésta sin prevenir): dejamos de considerar de H2O el grado de temperatura  para considerar las cualidades sensibles. El agua, al convertirse en hielo, se ha solidificado. Sin avisar, hemos saltado de la cantidad a la cualidad y se nos anuncia que aquélla se ha transformado en ésta. De hecho, el modo de pensar cuantitativo (o, si se prefiere, el punto de vista de la cantidad) aplicado al problema que plantean las temperaturas, es ajeno a la diferencia entre el agua y el hielo, al hecho de que aquélla sea líquida y éste sólido: sigue la serie homogénea de grados de temperatura y sigue moviéndose regularmente en lo cuantitativo puro.» (Monnerot, 1968) Una bifurcación discursiva que desvía la mirada y tapa con la mano el otro camino que sigue su propio curso. Si, como afirma el materialismo dialéctico, la acumulación gradual de unidades de cantidad produce el salto cualitativo, éste solo puede producirse si fue antecedido por dicha acumulación, pero: «Si tomamos un jarro de agua y lo echamos al fuego al llegar a 100 grados hervirá y si lo dejamos allí el tiempo suficiente el contenido total del jarro se evaporará. Solo que si en vez de poner al fuego el mismo jarro con agua lo dejamos al sol en la ventana de nuestra casa, su contenido se evaporará de todos modos sin haber nunca llegado a hervir. Entonces no hay salto cualitativo por la acumulación cuantitativa y gradual.» Rossineri, 2006)

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Un organismo multicelular se desarrolla a partir de la multiplicación de su unidad básica -la célula- mediante el mecanismo de mitosis. 34  Habría que preguntarse en qué momento ese organismo realiza el salto cualitativo pasando de un estadio de  juventud a un estadio de madurez. Si el salto es abrupto -como se sostiene- ¿dónde se encuentra la línea divisoria? También podríamos ejemplificar tal absurdo con una sumatoria de unidades lumínicas que, llegado el punto, transforman la noche en día… o un vaco vacío que gota a gota se llena hasta transformarse en un vaso colmado, “cualitativamente diferente”… La realidad es viviseccionada según sean los intereses y conveniencias del observador, y cuando los ejemplos no encajan en los esquemas previos directamente no se mencionan. Es propio del dogmatismo, y no del método científico, proceder de esa manera. «Habríamos podido aducir en apoyo de esa ley cientos más de hechos tomados de la naturaleza y de la sociedad humana.» «Así, por ejemplo, el hecho de que la cooperación de muchos, la fusión de muchas fuerzas en una fuerza total, engendra, para decirlo con las palabras de Marx, una “nueva potencia de fuerza” esencialmente diversa de la suma de sus fuerzas individuales”.» (Engels, Anti-Dühring) La sumatoria de fuerzas, en igual dirección y sentido de aplicación, dan como resultado una fuerza de magnitud mayor, pero no cualitativamente diferente. Lo mismo podemos decir de una teoría cuya acumulación de datos y afirmaciones falsas e inconsistentes no la vuelven, en ningún salto, algo esencialmente diferente de lo que viene siendo… «Del mismo modo, hace falta una determinada intensidad mínima de corriente para que el alambre de platino de la lámpara eléctrica se encienda… » (Engels, 1883) Es una perogrullada decir que para que algo pase tiene que pasar . En física la cualidad no es más que una metáfora. No hay nada cualitativamente diferente al encenderse la lámpara. La energía sigue siendo la misma si la entendemos como la capacidad de realizar un trabajo. Es según nuestra percepción subjetiva y nuestros intereses lo que hace que la diferenciemos y tomemos un punto a partir del cual puede sernos útil. Si el paso la cantidad a la cualidad fuese no más que una simple metáfora, una imagen figurada de un hecho, una licencia interpretativa de fenómenos que no podemos explicar de otra forma, podría ser aceptable. Pero para el materialismo dialéctico es algo esencial de la realidad misma, tan inherente a ésta que se manifiesta aunque los observadores no sean concientes de esa profunda “ley”: «Es probable que esos mismos señores que hasta el presente han venido denostando el trueque de la cantidad en cualidad como misticismo e incomprensible trascendentalismo, digan ahora que es algo evidente por sí mismo, consabido y trivial, algo que ellos aplican desde hace mucho tiempo y que, por consiguiente, no les enseña absolutamente nada nuevo. No cabe duda de que constituye siempre un hecho histórico 

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 En la división celular tenemos una unidad de la que salen dos nuevas células diferentes - opuestas, en lenguaje dialéctico- y genéticamente iguales. Estos es un proceso contrario al de tesis, antítesis y síntesis.

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universal el proclamar por vez primera bajo la forma de su vigencia general una ley universal que rige para el desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento. Y si esos señores se han pasado la vida viendo cómo la cantidad se trocaba en cualidad, pero sin saberlo, tendrán que consolarse con aquel monsieur Jourdain de Molière, que se pasó también la vida hablando en prosa sin tener ni la más remota idea de ello.» (Engels, 1883) el primer tomo de El Capitalla, Marx dice: «El régimen gremialartesano de la Edad Media En quiso impedir violentamente transformación del maestro en capitalista poniendo una tasa máxima muy reducida al número de obreros que cada maestro podía emplear. El poseedor de dinero o de mercancías sólo se convierte en verdadero capitalista allí donde la suma mínima desembolsada en la producción rebasa con mucho la tasa máxima medieval. Aquí, como en las ciencias naturales, se confirma la exactitud de aquella ley descubierta por Hegel en su  Lógica, según la cual, al llegar a cierto punto, los cambios puramente cuantitativos se truecan en diferencias cualitativas». Si de la confirmación de la Segunda ley  se trata (ley descubierta por Hegel, admite Marx) hay que decir que, como la misma “ley” sentencia, el salto cualitativo se produce sólo si antecede una acumulación cuantitativa. Y lo cierto es que un capitalista llega a serlo por caminos muy variados, como ser por ejemplo, a partir de una posición privilegiada en el Estado que le permita redireccionar a su favor el flujo de valores o el ser beneficiario en el reparto de un botín de guerra. 35  Por otro lado, argüir que para llegar a ser un verdadero capitalista se precisa de una gran cantidad de capital es una verdad de Perogrullo: «El mínimum de suma de valor de que debe disponer un poseedor de dinero o de mercancías para transformarse en capitalista varía con las distintas etapas de desarrollo de la producción capitalista y, dentro de cada una de estas etapas, con las diversas esferas de producción, según las condiciones técnicas especiales imperantes en cada una de ellas. Esto determina, unas veces, la concesión de subsidios por el Estado a los particulares que emprenden tales industrias, como acontece en Francia en la época de Colhert y aun hoy en ciertos Estados alemanes, y otras veces la creación de sociedades dotadas de monopolio legal la explotación ciertas ramas industriales comerciales, sociedades que sonpara las precursoras de lasde compañías anónimas de nuestroso días.» (Marx, El Capital) Si la determinación cuantitativa de la cualidad capitalista responde a parámetros circunstanciales, entonces la cualidad tan mentada a la que se salta, no es más que el resultado de convenciones políticas, jurídicas, culturales, etc., contingentes y variables, y no un carácter inherente de la cosa. La determinación cuantitativa de la cualidad es, en este caso, una arbitrariedad consensuada. Si el «mínimum  de suma» puede correrse en tanto límite final de la cuantidad, significa que el límite inicial de la cualidad también lo hace. Llegar a una tonelada de dinero, luego de sumarlo de a kilo, no implica ningún cambio cualitativo más que el imaginado por el parámetro de quien oficia de contador. 35  También

se llega a ser capitalista por herencia, como sucedió con Engels y con las industrias de Manchester que eran de su familia. Así, tanto él como Marx, pudieron experimentar el significado de vivir de la plusvalía extraída a los obreros…

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Hay que destacar el esfuerzo que hace Engels para encontrar a la Segunda ley de la dialéctica en lugares inimaginados: «Cantidad y cualidad .  El número es la determinación cuantitativa más pura que conocemos. Está lleno, sin embargo, de diferencias cualitativas. 1) Hegel, número y unidad, multiplicar, dividir, potenciar, extraer raíces. Ya esto trae consigo, cosa que Hegel no señala, diferencias cualitativas: números primos y productos, raíces simples y potencias. es solamente la suma 16 unidades, sino primos que es también el cuadrado de 4 y16 la no cuarta potencia de 2. Másdeaún. Los números comunican a los números derivados de ellos al ser multiplicados por otros, nuevas cualidades fijas y determinadas: solamente los números pares son divisibles por 2, y lo mismo por 4 y por 8. Para 3 rige la regla de la suma de los valores abstractos de las cifras, y lo mismo ocurre con el 9 y el 6, en este último caso en combinación con el número par. Para el 7 rige una regla especial, en la que se basan los trucos con números, que a los no iniciados les parecen p arecen inconcebibles.» (E (Engel ngels, s, 188 1883) 3) Esto no es más que pura numerología, la pretensión de establecer una relación mística entre los números, los seres vivos y las fuerzas físicas o espirituales. El número según la ciencia es una abstracción que representa una cantidad. Pretender ver en los números cualidades especiales que saltan repentinamente es una mala copia de alguna secta pitagórica desactualizada. Con semejante lógica (dialéctica) podría decirse también que un número n  tiene la “cualidad” propia de ser divisible por sí mismo. ¿Y cómo se llegó a esa “cualidad”? Pues como se llega a ese número: contando los anteriores hasta él. Entonces, cada unidad cuantificada tiene su propia “cualidad”. Estamos, por lo tanto, adicionando cualidades para llegar a una cualidad. Una tontería. «Asimismo, vemos que todo metal tiene su punto térmico de combustión y de fusión y todo líquido su punto de congelación y de ebullición, bajo una presión determinada, en la medida en que los medios de que disponemos nos permitan producir la temperatura necesaria; y, finalmente, que todo gas llega a un punto crítico, en el que la presión y el enfriamiento lo licuan. En una palabra, las llamadas constantes de la física no son, en la mayoría de los casos, otra cosa que indicaciones de puntos nodulares en que el «cambio», o sustracción cuantitativa deque, movimiento, un cambio cualitativo en  lael adición estado del cuerpo de que se trata; en por tanto, provoca la cantidad se trueca en cualidad.» (Engels, 1883) La trampa en todo esto es que la magnitud con que se determinan las cantidades no deja de ser, al mismo tiempo, una cualidad propia de las cosas que se miden. No hay ninguna transmutación mágica. Cuando un sólido, un líquido o un gas cambian su estado de agregación, microscópicamente sólo aumenta o disminuye el movimiento relativo entre los átomos o moléculas. Por otro lado, la variación de las propiedades física macroscópicas siguen siendo medibles con el mismo patrón, y para distinguir un estado hay que realizar una selección de una o varias propiedades para que sean medidas. «Mediante la aplicación -no consciente- de la ley hegeliana del trueque de la cantidad en cualidad, había logrado Mendeleiev llevar a cabo una hazaña científica que 51

 

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puede audazmente parangonarse con la de Le Verrier al calcular la órbita de Neptuno, cuando todavía este planeta era desconocido. En la biología, al igual que en la historia de la sociedad humana, se comprueba a cada paso la misma ley, pero aquí no queremos apartarnos de los ejemplos tomados de las ciencias exactas, donde las cantidades son exactamente mensurables e investigables.» (Engels, 1883) Le Verrier se basó en una gran cantidad de observaciones de la orbita de Urano y en postulados y ecuacionespor de la Newton para deducir la existencia de Neptuno, quelos después fue corroborado observación. En cambio Mendeleiev propusoalgo un ordenamiento sumamente útil de los elementos, construyendo un modelo explicativo en constante revisión. Engels está diciendo que mediante una ley general -la dialéctica según él- se deducen la existencia de objetos particulares. Y si bien la deducción es un procedimiento válido en la ciencia, no es infalible. Baste decir que Le Verrier se equivocó utilizando el mismo método en la predicción de la existencia del planeta Vulcano, a partir de las excentricidades de la orbita de Mercurio visibles en su perihelio. Si esto fue el inicio para poner en entrevero a la mecánica newtoniana -con la teoría de la relatividad de Einstein-, no se entiende por qué la dialéctica sigue impoluta explicándolo todo, después de que no se ha cumplido absolutamente ninguna predicción con ella. Por otro lado hay que decir que las diferentes particularidades que poseen los elementos y compuestos químicos no se debe más a la diferencia de cantidades de sus unidades constitutivas -átomos o moléculas- que a la organización y disposición espacial de esas unidades. Entre el hielo y el agua liquida, por ejemplo, la diferencia que le da la particularidad al primero, para ser menos denso que la segunda, se debe a la configuración cristalina. Y por supuesto no hay tal cosa como una acumulación gradual de unidades de organización que desemboca en un salto cualitativo. En biología las bases nitrogenadas que componen los nucleósidos de los ácidos nucleicos son sólo cuatro para el ADN y par el ARN. La acumulación sucesiva de dichas bases en la cadena determina tanto como la secuencia de esas bases. El ordenamiento es lo que dará una estructura y función específica al genoma. Aunque esto no estaba presente en los tiempos de Engels, los conocimientos biológicos de su época no justificaban en modo alguno a la pretendida Segunda ley. Así como un bosque no es una cualidad que saltó al mundo después de adicionarse progresivamente árboles, tampoco la jirafa posee el cuello largo tras sucesivos estiramientos acumulados, conservados en cada generación. «“El paso cualitativo a un nuevo estado sólo es posible mediante la victoria de una de las fuerzas contrarias sobre la otra” (Politzer, p.233). Esta Ley general de la dialéctica de la naturaleza y de la sociedad reduce el papel de las ciencias a investigar cuales son los cambios de cantidad que se necesitan para alcanzar el salto cualitativo, algo que Engels aseguraba de antemano que ocurriría inevitablemente. Los cambios cuantitativos no son cambios manifiestos, son graduales, mientras que los cambios cualitativos ocurren súbita y repentinamente, siendo resultado de esa serie de cambios inadvertidos. Los ejemplos que acompañan tan trascendental Ley de la naturaleza y la sociedad descubierta por Engels son nuestros viejos conocidos protagonistas: el pollito con su huevo, la manzana y la flor. Pero -según cree Engels- se agregan importantes confirmaciones estudiando un poco de Historia.» (Rossineri, 2006) 52

 

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«Para terminar, vamos a apelar a otro testimonio más de la mutación de cantidad en calidad, a saber, Napoleón. Este describe el combate de la caballería francesa, de  jinetes malos, pero disciplinado disciplinados, s, contra los mamelucos, indiscutiblemen indiscutiblemente te la mejor caballería de la época en el combate individual, pero también indisciplinada: “ Dos mamelucos eran er an sin discusión superiores a tres franceses, 100 mamelucos equivalían a 100 franceses; 300 franceses eran en general superiores a 300 mamelucos,  y 1.000 franceses aplastaban siempre a 1.500 1.500 mamelucos.” »Igual que en Marx una determinada magnitud mínima variable de la suma de valor de cambio era necesaria para posibilitar su trasformación en capital, así también es, según Napoleón, necesaria una determinada dimensión mínima de la sección de caballería para permitir a la fuerza de la disciplina, que reside en el orden cerrado y la aplicación según un plan, manifestarse y llegar hasta la superioridad incluso sobre masas mayores de caballería irregular, mejor montadas y de mejores jinetes y guerreros, y por lo menos del mismo valor personal.» (Engels, 1878)

«¿Se puede encontrar un ejemplo más burdo? Sí, si recurrimos a los ejemplos de Politzer en nuestro auxilio. Un candidato a un cargo político que necesita 60.233 para ser elegido, obtiene su salto cualitativo justamente con el voto 60.233. Mientras que los votos se iban sumando de a uno se producía una acumulación gradual de sufragios, cuantitativa, pero al alcanzar la cifra que le permitía acceder al cargo el candidato se convierte en diputado o funcionario estatal, el salto cualitativo, repentino. De más está decir que la sociedad funciona de la misma manera, y que los cambios cuantitativos en el modo de producción capitalista nos llevaran a un salto cualitativo o revolución.» (Rossineri, 2006)  Lo de Napoleón es algo que no merece comentarios. Quién encuentre el ejemplo convincente es alguien que merece realmente creer en la dialéctica. Lo del candidato de Politzer revela hasta qué punto puede llegarse a la hora de buscar naturalizar una ideología disfrazada de ciencia. Aunque quizás, en un sentido, Politzer nos estaría reconociendo, -sin intensión, por supuesto-, que cuando un individuo se hace de una banca, su cualidad humana cambia. Ahora es un miembro de la gerencia de la sociedad, un burócrata gubernamental que, en la media en continué ascendiendo, se irá alejando de la base configurándose enPorque él todaesuna serie de el valores, conductas y privilegios, propios del ymedio que lo rodea. el ser social que determina la conciencia… Con esta “ley”, el marxismo argüía que era en los países capitalistas más tecnificadas donde se iba a producir la ascensión de los representantes obreros para revolucionar la sociedad. Era la previa acumulación de aumentos de nivel de las fuerzas productivas las que iban a entrar en contradicción con las relaciones de producción y, de allí, producirse el salto cualitativo que superara al modo de producción. Esto, por supuesto, no se ha cumplido, como ninguna de las predicciones que el marxismo profetizó, augurios hechos desde la dialéctica o justificados con ella a posteriori. «Además los saltos cualitativos son [para el marxismo] un progreso, un paso de lo inferior a lo superior, es un movimiento ascendente y progresivo. Esto se manifiesta palmariamente en la evolución de las sociedades: la sociedad salvaje es inferior a la sociedad antigua, ésta es inferior a la sociedad feudal, y por fin, el capitalismo, superación de todas las anteriores formas sociales será superado por el socialismo. Si las 53

 

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teorías científicas se midieran por su capacidad de predicción, hace tiempo que ya nadie hablaría del socialismo como ciencia. Desde el punto de vista de la segunda ley de la dialéctica, “desear la revolución sin crear las condiciones necesarias para ella es incuestionablemente hacerla imposible” (Politzer, p. 226). Es decir, el “aventurerismo de izquierda” -como denominaba Lenin al anarquismo- repudia la necesidad de preparar el cambio cualitativo mediante la evolución cuantitativa, para impedir la verdadera acción revolucionaria, por lo tanto es enemigo de la revolución. Ya conocemos las consecuencias semejante del forma de pensar: miles bolchevique.» de muertos, desterrados, torturados por lademaquinaria socialismo científico (Rossineri, presos 2006)   y Lo ciertos es que la Segunda ley nada tiene que ver con la ciencia y ni siquiera puede decirse que tiene un valor útil como modelo: «…Leacock da a entender que la necesidad de diferenciar los cambios cualitativos de los cuantitativos supone, en cierto sentido, una confirmación de la dialéctica: “Dado que Harris concuerda en que la evolución implica transformación, es de presumir que hay un punto en el cual, de conformidad con los principios de la dialéctica hegeliano-marxista, la acumulación de pequeñas tensiones produce una transformación o cambio cualitativo” ( Ibíd   Ibíd .:.: 63).» »Ahora bien, la epistemología hegeliana hace confusa la distinción entre cantidad y calidad. Desde un punto de vista operacionalista, la identificación de una transformación emergente supone una decisión taxonómica. Toda decisión taxonómica contiene un componente arbitrario, puesto que no existen unidades o categorías taxonómicas naturales. Todas las clasificaciones son producto de la intersección de una labor lógica y empírica humana con características naturales que varían con respecto a innumerables ejes cuantitativos. Ante todo, las decisiones taxonómicas deben reflejar, con la mayor exactitud posible, dimensiones científicamente mensurables; fuera de esto, su enjuiciamiento sólo puede ser heurístico. Las estrategias científicas exigen una clase de identificación de los emergentes cualitativos que potencie al máximo la capacidad de los científicos para construir teorías empíricamente contrastables de vasto alcance y amplia aplicabilidad.» »Sorprendentemente, la interpretación dialéctica de la relación entre cantidad y calidad es muy poco dialéctica. más a recaiga los modos arquetípicos del platonismo que aSe unaasemeja doctrinamucho cuyo acento sobredelapensamiento fugacidad y la contrariedad eterna. Confunde unas predisposiciones y predilecciones hacia determinadas distinciones taxonómicas que son intrínsecas a la especie, y que han demostrado poseer una utilidad de adaptación, con la estructura más profunda de la realidad (cf. Bertalanffy, 1955; Campbell, 1974; Harris, 1964b). Si la ciencia ha de desarrollar teorías de vasto alcance y amplia aplicabilidad, no tiene más remedio que rechazar muchas discriminaciones cualitativas que son filogenéticamente adaptativas. Así, por ejemplo, nuestra discriminación entre la radiación infrarroja, que percibimos como calor, y las frecuencias electromagnéticas más altas, percibidas como luz, se origina en nuestra naturaleza. La física ha demostrado, en cambio, que la distinción cualitativa entre calor y luz radiantes no contribuye en nada a la teoría de los espectros electromagnéticos. Esto no quiere decir que la distinción entre el infrarrojo y la radiación visible sea irreal, sino sencillamente que, para fines científicos, lo mejor es referirse a tales diferencias en términos de longitudes de onda precisas en lugar de hacerlo en términos de contrastes cualitativos antropocéntricos.» 54

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»El peligro inherente al enfoque dialéctico de la diferencia entre transformaciones cualitativas y cuantitativas estriba en que el análisis de unos determinados sistemas se vea dominado por preconceptos relativos a las características de los mismos. Así, si nos empeñamos en que la diferencia entre socialismo y capitalismo es de índole cualitativa, dejaremos muy poco espacio para el análisis empírico de sistemas híbridos como los que poseen Suecia y Yugoslavia.» (Harris, 1979)

3) Ley de la negación de la negación o síntesis 

De la triada, la negación de la negación -o síntesis- es el momento constructivo, superador y contendor, esencialmente progresivo y que marca el paso hacia un nivel superior -sea el de un desarrollo o en tanto operación conceptual-. Es ineludible y fatal, no es contingente, como ninguno de los momentos dialécticos lo es. Es una instancia resolutiva y conciliadora de los opuestos, hasta que ella misma se opone a un otro, para poder determinarse por movimiento negativo. Es decir, se transforma en una nueva tesis que tendrá, necesariamente, su antítesis, reinaugurando así el ciclo, pero ahora en un nivel más alto de la realidad, realidad a la que se supone escalonada por el propio movimiento dialéctico. La jerarquía de la realidad, tanto del mundo humano como natural, subyace en el pensamiento dialéctico y es éste mismo el que, no solo corona, sino que da validez a los escalafones. Engels “demuestra” a Dühring y al mundo la validez de la Tercera ley: «Pero ¿qué es esa terrible negación de la negación que tanto amarga la vida al señor Dühring, hasta el punto de desempeñar para él el mismo papel que en el cristianismo el pecado contra el Espíritu Santo? Es un procedimiento sencillísimo, que se ejecuta en todas partes y cotidianamente y que puede entender un niño siempre que se lo limpie de la misteriosa confusión con que lo revistió la vieja filosofía idealista, y revestirlo con la cual sigue siendo el interés de perplejos metafísicos del tipo del señor Dühring. Pensemos en un grano de cebada. Billones de tales granos se muelen, se hierven y fermentan, consumen. Pero si suelo un talfavorable, grano dese cebada condiciones yqueluego le sonsenormales, si cae en un produceencuentra en él, bajolas la influencia del calor y de la humedad, una transformación característica: germina; el grano perece como tal, es negado, y en su lugar aparece la planta nacida de él, la negación del grano. Pero ¿cuál es el curso normal de la vida de esa planta? La planta crece, florece, se fecunda y produce finalmente otros granos de cebada, y en cuanto que éstos han madurado muere el tallo, es negado a su vez. Como resultado de esta negación de la negación tenemos de nuevo el inicial grano de cebada, pero no simplemente reproducido, sino multiplicado por diez, veinte o treinta.» (Engels, 1878) La superación es en este caso una cuestión de cantidades, una mera multiplicación. Un tronco “negado” por un leñador, resultando muchos troncos pequeños y útiles para el fuego, ¿es esto una síntesis  superadora sólo porque hay más de lo mismo?. Realmente tiene toda la razón Engels cuando dice que esto pueden comprenderlo los niños…

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«Tomemos, en cambio, una planta ornamental, por ejemplo, una dalia o una orquídea; si tratamos según el arte de la jardinería la semilla y la planta que nace de ella, conseguimos como resultado de esta negación de la negación no ya sólo más semillas, sino semillas cualitativamente mejoradas que producen flores más hermosas, y cada repetición de este proceso cada nueva negación de la negación, aumenta dicho perfeccionamiento.» (Engels, 1878) criterios científicos tan laxos, un observador -en este caso elpruebas propio Engels-«Con podráestos encontrar siempre en cualquier género de vida animal o vegetal de mejoramiento, de progreso y evolución hacia una instancia o fase superior, porque donde no hay un aumento cuantitativo, lo habrá cualitativo, más aún si como Engels pensamos que una orquídea más hermosa, es superior, a una que seguramente no será de su gusto.» (Rossineri, 2006) El ejemplo es la patética evidencia del subjetivismo más puro proyectado a la realidad. Es la jerarquización de la belleza para justificar la pretendida jerarquía de la naturaleza y de la sociedad. Las semillas “mejoradas” -sean de orquídeas por el arte del  jardinero o de soja por la ciencia de los transgénicos- son mejores  sólo desde nuestra conveniencia personal, desde nuestros propios intereses y utilidades culturales. No se trata de un mejoramiento absoluto ni de la ascensión en una escala objetiva. «Este proceso se realiza de un modo análogo al visto en el grano de cebada en la mayoría de los insectos, por ejemplo, las mariposas. Las mariposas nacen del huevo por negación del huevo, realizan sus transformaciones hasta llegar a la madurez sexual, se aparean y vuelven a ser negadas, al morir, en cuanto se ha consumado el proceso de apareamiento y la hembra ha puesto sus numerosos huevos. No interesa aquí todavía el hecho de que en otras plantas y animales el proceso no se consume con esa simplicidad, sino que producen varias veces, y no una sola, semillas, huevos o retoños antes de morir; lo único que pretendemos aquí es mostrar que la negación de la negación tiene realmente lugar  en  en los dos reinos del mundo vivo.» 36 (Engels, 1878) Stephen Jay Gould, Jacques Monod, Richard Dawkins, John Dupré, Richard Leakey, -por nombrar sólo a algunos de los biólogos y evolucionistas modernos más prestigiosos y reconocidos-, parecen estar sumamente equivocados, -o ser partícipes de una confabulación porque en susalinvestigaciones no sólo ausente, sino que esidealista-, tácitamente rechazada demostrar que la la Tercera evoluciónleydeestá la especies y el desarrollo de los organismos no tiene como norma la superación fatal sintética, ni presenta un progreso lineal y forzoso. La naturaleza no obedece a los preceptos y valores morales de la cultura positivista, etnocentrista, e imperialista de la Europa decimonónica de Marx y Engels. «De un plumazo, se pretende hacer creer al mundo que reposa sobre la contradicción dialéctica, y que encima éste es un razonamiento científico.» (Rossineri, 2006)  «Lo mismo ocurre en matemáticas. Tomemos una magnitud algebraica cualquiera, a. Negándola tenemos –a (menos a). Negando esta negación, multiplicando –a por –a, tenemos +a², es decir, la magnitud positiva inicial, pero a un nivel más alto, a 36

 El subrayado es de Engels.

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saber, la segunda potencia. En este punto no tiene relevancia el hecho de que podamos conseguir la misma a² multiplicando la a  positiva consigo misma. Pues la negación negada está tan firmemente asentada en a² que en todo caso ésta tiene dos raíces cuadradas, a saber, a y –a.» (Engels, 1878) Si se puede llegar a la misma “superación” por dos caminos distintos entonces entra en juego la contingencia y no puede tratarse de un proceso de determinación necesaria. Lo absurdo del ejemplo de yEngels radica -como todos losa contraponer anteriores- eny las elecciones caprichosas, arbitrarias convenientes de losentérminos del nexo que los vincula. Si la misma magnitud es operada con las otras operaciones algebraicas el ejemplo ya no le sirve para nada. «Estos ejemplos ilustran sobre todo la amplitud del desastre epistemológico que resulta de la utilización «científica» de las interpretaciones dialécticas. Los dialécticos materialistas modernos evitan en general caer en parecidas tonterías. Pero hacer de la contradicción dialéctica la «ley fundamental» de todo movimiento, de toda evolución, no deja de ser un intento de sistematizar, en nombre de la Dialéctica, dos de los más grandes descubrimientos de su tiempo: el segundo principio de la termodinámica volverla, en fin, descifrable, y moralmente significante. Es la «proyección animista», siempre reconocible, sean cuales sean los disfraces.» »Interpretación no sólo extraña a la ciencia, sino incompatible con ella, así ha resultado cada vez que los dialécticos materialistas, saliendo de la pura verborrea «teórica», han querido esclarecer las vías de la ciencia experimental con la ayuda de sus concepciones.» (Monod, 1993) «Más puede aún objetarse: la negación aquí realizada no es una verdadera negación; también niego un grano de cebada cuando lo muelo, un insecto cuando lo aplasto, la magnitud positiva a cuando la borro, etc. O bien niego la frase “la rosa es una rosa”; y ¿qué sale en limpio si luego vuelvo a negar esta negación y digo: “la rosa es sin embargo una rosa?” Estas objeciones son realmente los argumentos capitales de los metafísicos contra la dialéctica, y plenamente dignos de esa limitación del pensamiento. En la dialéctica, negar no significa simplemente decir no, o declarar inexistente una cosa, o destruirla de cualquier modo. Ya Spinoza dice: omnis determinatio est negatio, 37

toda determinación o delimitación es negación.  Además, la naturaleza dedespués, la negación dialéctica está determinada por la naturaleza general, primero, y especial, del proceso. No sólo tengo que negar, sino que tengo que superar luego la negación. Tengo, pues, que establecer la primera negación de tal modo que la segunda siga siendo o se haga posible. ¿Cómo? Según la naturaleza especial de cada caso particular. Si muelo un grano de cebada o aplasto un insecto, he realizado ciertamente el primer acto, pero he hecho imposible el segundo. Toda especie de cosas tiene su modo propio de ser negada de tal modo que se produzca de esa negación su desarrollo, y así también ocurre con cada tipo de representaciones y conceptos.» (Engels, 1878) Es claro: la dialéctica sencillamente no puede aplicarse si no se eligen adecuadamente los términos negados. «La naturaleza de la negación dialéctica está determinada por la naturaleza general, primero». La dialéctica universal ya está garantizada; ya sabemos que el universo es dialéctico. Eso es así. Lo que queda es, para 37

  “Omnis determinatio negatio est” no es más que una ley metafísica con la que los materialistas dialécticos sancionan al mundo.

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que la dialéctica del caso particular se cumpla también, es elegir cuidadosamente lo que vamos a enemistar, cómo lo vamos a enfrentar, y cómo lo vamos a superar. Es realmente algo sencillo, no es ninguna ciencia. «O también: la filosofía antigua fue materialismo originario, espontáneo. Como tal, era incapaz de ponerse en claro acerca de la relación del pensamiento con la materia. Pero la necesidad de aclarar este punto condujo a la doctrina de un alma separable del cuerpo, a la afirmación de la inmortalidad del alma, al monoteísmo. Así fue luego el viejo materialismo negado por el idealismo. Peroy finalmente en el ulterior desarrollo de la filosofía resultó también insostenible el idealismo, y fue negado por el moderno materialismo. Este, negación de la negación, no es la mera restauración del viejo, sino que inserta en los permanentes fundamentos del primero todo el contenido mental de una evolución bimilenaria de la filosofía y de la ciencia natural, así como de esa misma historia de dos mil años. Ni siquiera es ya este nuevo materialismo una filosofía, sino una simple concepción del mundo que tiene que confirmarse y actuarse no en una selecta ciencia de la ciencia, sino en las ciencias reales. La filosofía es, pues, aquí “superada”, es decir, “tanto superada cuanto conservada”; superada en cuanto a su forma, conservada en cuanto a su contenido real. Hay, pues, un contenido real, que se encuentra al examinar bien la cosa, donde el señor Dühring no ve más que “juego de palabras”.» (Engels, 1878) No deja de sorprender el escamoteo alevoso de la historia del pensamiento que Engels realiza. Esto no es un resumen, es la elección conveniente de una línea, y sólo de una de las tantas en la historia, que Engels hace aparecer como única y cuyo desarrollo sería algo fatal. Incluso, si la línea elegida fuese predominante en ciertos momentos históricos, su popularidad no la habilita cómo única. La historia del pensamiento de Engels es, por supuesto, la historia europea. La historia del pensamiento en otras partes del mundo está atada a un desarrollo dialéctico abortado o lentificado, que no goza de la madurez que tienen los herederos de las verdades reveladas por Hegel. La historia del pensamiento europeo es la historia plena, la que es verdadera porque es racional, porque se ha cumplido como dicta la lógica dialéctica. Y tanto Engels como Marx se ubican en la superación de esa historia; ellos son los destinatarios de todo un desarrollo dialéctico milenario de contradicciones y superaciones. En aellos corona filosofía ciencia pasado. Ellosnoson sabios que deben guiar las se masas quelaaún están yenlasu etapa del infantil, y que hanloslogrado comprender los oscuros libros de Hegel. Ellos, por lo tanto, saben mejor que las masas lo que las masas necesitan y deben hacer. No es sólo un juego de palabras; es una ideología que tiene su praxis política y que ha costado millones de víctimas inocentes. «Lo mismo ocurre en la historia. Todos los pueblos de cultura comienzan con la propiedad común de la tierra. 38 En todos los pueblos que rebasan un determinado nivel 38

  Al decir que «los pueblos de cultura comienzan con la propiedad común de la tierra» Engels está dejando de lado a todos los pueblos denominados cazadores-recolectores  a los cuales parece expulsar del espectro cultural. Por el contrario, hay que decir que los rastros más antiguos de nuestra especie tienen una antigüedad de unos 195.000 años. En cambio, el origen de la agricultura se establece alrededor de hace unos 8.000 años. Las bandas de cazadores-recolectores paleolíticos tuvieron una extendida y prolífica existencia y, como atestiguan los grupos de cazadores de la actualidad, supieron tener una economía de abundancia  (Marshall Shalin, 1972), al contrario de la fantasía marxista que atribuía a dichos pueblos una economía de subsistencia  que los mantendría al borde de la inanición. Esta arbitrariedad del marxismo de considerar a la sociedad primitiva como intrínsecamente subdesarrolla y

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originario, esa propiedad común se convierte en el curso de la evolución de la agricultura en una traba de la producción. Se supera entonces, se niega, se transforma en propiedad privada, tras pasar por estadios intermedios más o menos largos. Pero a un nivel de desarrollo superior, producido por la misma propiedad privada de la tierra, la propiedad privada se convierte a su vez en una traba de la producción, como está ocurriendo hoy tanto con la pequeña propiedad del suelo como con la grande. Destaca entonces con necesidad la exigencia de negarla a su vez, de volver a transformar la tierra en propiedad Perosino estalaexigencia no significa restablecimiento la propiedad colectivacolectiva. originaria, producción de una elforma superior y demás desarrollada de posesión colectiva, la cual, lejos de convertirse en una traba de la producción, le permitirá más bien finalmente desencadenarse y aprovechar plenamente los modernos descubrimientos químicos y los modernos inventos mecánicos.» (Engels, 1878) Este cuento podrá ser dialéctico pero no es para nada histórico. Es, una vez más, un recorte que expresa un prejuicio: «Se puede reconocer aquí la otra cara del etnocentrismo, la convicción complementaria de que la historia tiene un sentido único, que toda sociedad está condenada a emprender esa historia y a recorrer las etapas que conducen de la barbarie a la civilización.» (Pierre Clastres, 2008) ¿Dónde ubicar a los pueblos que no habrían superado sus contracciones y que habrían quedado a medio camino de ese desarrollo lineal y necesario?. ¿Qué hacer con esos pueblos que se anclaron en un estadio inferior y subdesarrollado? «… las sociedades primitivas no son embriones retrasados de sociedades posteriores, cuerpos sociales de desarrollo “normal”, interrumpido por alguna rara productivamente incapaz es fundamental para su propia doctrina. Sin declarar esa penuria originaria no puede justificar la tendencia incontenible a desarrollarse las fuerzas productivas, que sería la ley del movimiento histórico y del cambio social. (Pierre Clastres, 2004) A pesar de que el marxismo invente un punto de partida de la historia –fraguándolo con un nivel cero de desarrollo-, estas sociedades no sólo poseían la capacidad estructural de producir excedentes sino que, efectivamente,visitas, los producían eran consumidos fines invitaciones, etc. (Pierrey Clastres, 2008). Haycon queregularidad decir que nocon todos lospolíticos, pueblos defestividades, cazadoresrecolectores se volcaron a la agricultura, y que este hecho sucedió en lugares puntuales bajo condiciones específicas. Al contrario de lo que plantea el materialismo dialéctico -y su derivado sociológico el materialismo histórico- la aparición de la agricultura no fue un suceso necesario sino una contingencia. Esta aparición se explica en términos históricos y no estructurales. Hace unos 13.000 años una cor corriente riente cálida en todo el planeta señaló el fin de la etapa terminal del último periodo glacial (Marvis Harris, 1986). Este cambio climático se debe en parte a las variaciones de la orbita terrestre y a ciclos de la actividad solar. El cambio climático, junto can la actividad cazadora del hombre, produjo la extinción de la megafauna del Pleistoceno, lo que determinó el colapso de las culturas de caza mayor. Luego sobrevino un periodo de transición de caza y recolección de amplio espectro. Agotadas nuevamente las especies -o reducidas considerablemente-, al mismo tiempo que aumentaba la población, la solución s olución que encontraron los grupos humanos fue la de la agricultura, principio que ya conocían pero que no practicaban. (Marvis Harris, 1986). Es de notar que fueron causas exógenas las que originaron el proceso que devino en la adopción de la actividad agrícola. No puede decirse, en modo alguno, que existía estructuralmente en la sociedad paleolítica una contracción dialéctica interna que llevó, fatalmente, a la aparición de la agricultura. ¿Cuál es la lucha de opuestos -desde la dialéctica- que llevó al advenimiento de una transformación social (el Neolítico), sino existían las clases sociales, ni, por lo tanto, el famoso “motor de la historia”?

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enfermedad, no se encuentran en el punto de partida de una lógica histórica que conduce directamente al término inscrito por anticipado, conocido solamente a posteriori, nuestro propio sistema social.» (Pierre Clastres, 2008) Ya se expuso en páginas anteriores una crítica al determinismo económico, determinismo que aquí se evidencia claramente. La historia está ordenada según las contradicciones acaecidas en la base económica, en la estructura que, a su vez, determina condiciona a la superestructura ideológico-político-cultural. Sin embargo hay en esteoplanteo del marxismo una contradicción flagrante -y no es una contradicción “productiva” (dialéctica), sino una incoherencia doctrinaria-: la determinación o condicionamiento de la base estructural para con la superestructura no es dialéctica. En la dialéctica los términos opuestos se niegan recíprocamente, el movimiento de determinación negativa va de uno hacia el otro sin considerar a alguno con una supremacía por sobre el otro. El ser  no   no determina a la nada en forma mayor o con más fuerza que ésta lo hace con aquel. De allí la insistencia de Engels en los ejemplos de cambio de polaridad más arriba expuestos. En cambio, la estructura económica posee un peso que la superestructura no tiene. El movimiento está desbalanceado, la flecha apunta con primacía desde un término hacia el otro, violando la Primera ley de la dialéctica. La superación de esta incompatibilidad, a fin de continuar adhiriendo al materialismo dialéctico y al materialismo histórico, sólo puede lograrse a fuerza de fe y dogmatismo.39  «El materialismo histórico es una esquemática explicación de la historia humana de algún valor didáctico, según los gustos, mientras no nos creamos la fábula de las leyes de la dialéctica, aún por comprobarse científicamente. Los productivos análisis de Marx sobre el origen y desarrollo del capitalismo son de suma utilidad para comprender algunos de los procesos de explotación del capital sobre el trabajo. Lo que es inaceptable es extrapolar a toda la Historia y al Universo físico mecanismos que nos han 39

  En la misma cuestión, pero referida al problema mente-cuerpo , espíritu-materia, Lenin resolvió su dicotomía optando por la dialéctica y, con ello, asumiendo una posición dualista –es decir, no materialista- , porque salvar a la dialéctica era lo principal: «A mi crítico le asombra que yo critique a los marxistas por ser dualistas en el problema mente-cuerpo, pero al mismo tiempo rechaza mi reduccionismo en esta cuestión. Dejemos de lado la contradicción, porque pasa por virtud entre algunos dialécticos. Lo que tiene algún interés es la conjetura, formulada por el psicólogo social Cláude Braun, de la Université du Québec, de que el dualismo mente-cuerpo de casi los marxistas origina en Lenin. efecto, en su  Materialismo y empiriocriticismo empiriocriticis mo Lenin atacó al todos materialista alemán se Joseph Dietzgen por En identificar lo mental con lo material. Lenin lo atacó aduciendo que esta identificación anularía la «oposición entre mente y materia» (sic) y, por lo tanto, la oposición entre idealismo y materialismo. O sea, enfrentado ante la opción entre materialismo y dialéctica, Lenin (bajo el hechizo de Hegel) optó por esta última. Quizá éste sea el motivo por el cual los marxistas dicen que el cerebro es «la base material» de la mente (lo que implica que ésta no es material). Quizá por este motivo los marxistas carecen de una teoría propia de lo mental. Quizá por este motivo muchos marxistas han aceptado con entusiasmo la idea de que lo mental es información, no proceso material. Y supongo que este dualismo psiconeural motivó los ataques de que fue objeto mi teoría monista (materialista, reduccionista, biológica) de la mente por parte del destacado filósofo soviético D.I. Dubrovskii (Filosofskie Naukie, No. 2, pp. 77-87,1979) y del eminente neurofisiólogo húngaro J. Szentagothai (Magyar Filozofiai Szemle, 1982, pp. 540-553). Sea como fuere, los marxistas no son materialistas en lo que respecta a la mente. Tampoco lo son en lo que respecta a la cultura, a la que tratan como un epifenómeno inmaterial generado por la «base material» de la sociedad, o sea, la economía, lo que les permite hablar acerca de las «contradicciones» entre lo económico y lo cultural. Por mi parte me he esforzado por construir una ontología materialista, dinamicista y emergentista consecuente. La he expuesto en mis libros The Fumiture of the World (Reidel, 1977),  A World of Systems (Reidel, 1979), TheMind-Body Problem (Pergamon, 1980), y  Materialismo y ciencia (Ariel, 1981)» Bunge, Mario. Sobre materialismo y dialéctica. Revista El Basilisco, Nº 15, marzo-agosto de 1983, España.

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servido para explicar sólo una parte del problema. Marx comprendió la lógica del capitalismo y creyó que su método lo llevaría a explicar la totalidad de la evolución social humana: explicando una de las partes, explicó el todo. El cientificismo económico marxista subsume todos los aspectos humanos simbólicos, culturales, ideológicos, éticos o ecológicos a su causalidad inexorable. El resultado de aplicar semejantes métodos de análisis no puede ser menos que limitado. Se confunde la consistencia epistemológica con esquematismo teórico.» »La supuesta robustez teórica del marxismo –que se fundamenta en una metafísica que nada tiene de científica– apela a la autoridad de la ciencia para imponerse como verdadera y única, cuando verdaderamente es una explicación unilineal, fatalista, reaccionaria y autoritaria. La gran debilidad del materialismo histórico y del materialismo dialéctico radica en aquello que para sus creyentes consiste en su fortaleza: como toda interpretación universalista pretende explicar la Historia humana y el universo físico mediante un método válido para toda época y lugar. Cada caso particular que no se ajuste, destruye inevitablemente a toda la teoría. Quizás algún día la ciencia logre sintetizar una teoría unificada del universo físico y, con mucha suerte, de la Historia humana. Difícilmente ese camino transite por los territorios de la dialéctica.» »El método dialéctico de Marx y Engels supone un progreso, un avance, un devenir de lo inferior a lo superior, una superación de la sociedad cuyo resultado sería el comunismo. ¿Se puede hablar de progreso o superación en el pasaje de una sociedad primitiva, sin divisiones de clase a una sociedad con clases sociales, con opresores y oprimidos? ¿Cuál es la ética que subyace a un pensamiento cuya única medida de progreso se basa en factores económicos y tecnológicos? ¿En qué valor moral se fundamenta una ideología que considera un progreso la dominación imperialista y la expansión del capitalismo, como lo hizo Marx al aplaudir la colonización británica en la India? Si tenemos en cuenta que los análisis marxistas se cimientan en la historia del occidente europeo y desde ese punto explican la evolución de toda la humanidad, se hace comprensible porqué el materialismo dialéctico fracasó a la hora de explicar las culturas no occidentales. El marxismo no deja de ser una variante del evolucionismo social que, al igual que éste, considera los parámetros eurocéntricos y occidentales modernos superiores a los no occidentales. No se trata de reivindicar lo “no occidental” sino de desechar una escala de valores engendrada por la burguesía para legitimar su dominio.» »El comunismo resolverá todas las contradicciones en una síntesis total –el fin de la Historia– fundando la felicidad social plena. No nos imaginamos por qué tanto la naturaleza y la historia humana hayan respondido alguna vez a las leyes de la dialéctica; mucho más difícil nos resulta creernos por qué milagro deberían dejar de hacerlo bajo el comunismo que fantasearon Marx y Engels. Las leyes inmutables y eternas de repente se resuelven en una síntesis que no da paso a un nuevo momento dialéctico. Un nuevo modo de producción eterno, incapaz de superarse a sí mismo, donde las relaciones sociales de producción progresarán sin contradicción. Algo tan milagroso como el pasaje de la dictadura del proletariado  al ambicionado comunismo sin Estado. Los padres del socialismo científico, al fin y al cabo, también tenían sus aristas utópicas.» (Rossineri, 2006)

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Un proyecto político que buscó legitimarse a partir de justificaciones pretendidamente científicas. No fueron los únicos; el nazismo por ejemplo hizo lo mismo escarbando en el darwinismo social, en el higienismo, en cierta etnología y lingüística del siglo XIX, en Haeckel, etc., para intentar dejar establecida la superioridad congénita e histórica de la “raza aria”. Y logró con eso convencer a muchos. Pero si un proyecto político necesita estar enmarañado con pseudociencias es porque por sí solo no se sostiene. Estos proyectos tienen la necesidad de revestirse de objetividad   para que los intereses particulares y los fines perseguidos pasen como naturales. Por esto, para Engels -como lo era para Marx- el método dialéctico era infalible porque la dialéctica estaba antes en la naturaleza de las cosas: «Es, pues, de nuevo el señor Dühring el que nos sugiere una mistificación al afirmar que la negación es un capricho analógico inventado por Hegel, tomado de la religión y basado en la historia del pecado original. Los hombres han pensado dialécticamente mucho antes de saber lo que era [la] dialéctica, del mismo modo que hablaban ya en prosa mucho antes de que existiera la expresión “prosa”. La ley de la negación de la negación, que se cumple en la naturaleza y en la historia inconscientemente, e inconscientemente también en nuestras cabezas hasta que se la descubre, fue formulada de un modo claro por vez primera por Hegel. Y si el señor Dühring quiere proceder él mismo con ella, pero en secreto, y lo único que no puede soportar es el nombre, debe encontrar un nombre mejor. Mas si lo que quiere es expulsar la cosa misma del ámbito del pensamiento, tendrá que proceder primero a expulsarla benévolamente de la naturaleza y de la historia, y también a inventarse una matemática en la cual –a × –a no sea +a² y en la que esté prohibido bajo pena severa diferenciar e integrar.» (Engels, 1878) Un descubrimiento realizado por Hegel y que no puede ser cuestionado a no ser de rechazar a la naturaleza misma: esa es la síntesis. Una síntesis grave, rigurosa, que tiene en germen a regímenes donde «esté prohibido bajo pena severa» diferenciarse de lo que indica el socialismo científico.40  «¿Qué es, pues, la negación de la negación? Es una ley muy general, y por ello mismo de efectosuna muyleyamplios e importante, del desarrollo de la naturaleza, la historia el pensamiento; que, como hemos visto, se manifiesta en el mundo animal yy vegetal, en la geología, en la matemática, en la historia, en la filosofía, y a la que el mismo señor Dühring tiene que someterse sin saberlo a pesar de todos sus tirones y resistencias.» (Engels, 1878) Es una ley general a la que hay que someterse. Y si los ejemplos y argumentos no alcanzan para quebrar las necedades de quienes se rebelan contra esa verdad descubierta y revelada por Hegel, -y reencaminada por Marx y Engels-, tendremos a los Lenin, los Trotzky, los Stalin, los Mao Tse Tung, los Pol Pot, etc., etc., etc., que tendrán métodos más eficaces para aplicar la ley.

40 Las

implicaciones sociales y políticas de los opuestos y del tercer momento son lógicas y prácticas: explotados y explotadores: burocracia; individuo y sociedad: el Estado (el gendarme); “revolucionarios” en el Poder y “anti-revolucionarios” en la disidencia: la cárcel o la “reeducación”, la síntesis…

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Un ejemplo de dialéctica aplicada

Como ya se dijo: «El mismo Engels (que sin embargo tenía de la ciencia de su tiempo un profundo conocimiento) había llegado a rechazar, en nombre de la Dialéctica, dos de los más grandes descubrimientos de su tiempo: el segundo principio de la termodinámica y (pese a su admiración por Darwin) la interpretación puramente selectiva de la evolución.» (Monod, 1993) La dialéctica está por sobre la ciencia y, por lo tanto, las afirmaciones y los enunciados científicos que contradigan a la primera son necesariamente falsos. Esta actitud no fue exclusiva de los fundadores del materialismo dialéctico sino también, como se verá, de sus continuadores. Los rechazos de la verdadera ciencia se hicieron «…en virtud de los m mismos ismos principios por los que Lenin atacaba, y con qué violencia, la epistemología de Mach; con que Jdanov más tarde ordenaba a los filósofos rusos combatir «a las diabluras kantianas de la escuela de Copenhague», y por los que Lyssenko acusaba a los genetistas de sostener una teoría radicalmente incompatible con el materialismo dialéctico, o sea necesariamente falsa. Pese a las denegaciones de los genetistas rusos, Lyssenko tenía razón. La teoría del gen como determinante hereditaria invariante a través de las generaciones, e incluso de las hibridaciones, es en efecto totalmente inconciliable con los principios dialécticos. Es por definición una teoría idealista, puesto que reposa sobre un postulado de invariancia.» (Monod, 1993) Antes de la era de gloria del lissenkoísmo, el agrónomo soviético, -miembro honorario de la  Academia de Ciencias de la URSS  y   y de la  Academia Lenin de Ciencias  Agrícolas-, Iván Vladímirovich Michurin fue uno de los primeros en sostener un rechazo a las teorías genéticas de Mendel. Dado es esto to y sus ex experimentaciones perimentaciones en 41 agronomía fue reconocido por Lenin y luego por su sucesor, Stalin.   La teoría de Michurin alegaba la existencia de fuerzas en el ambiente que producían influencias sobre la herencia, lo que constituía una variante del lamarkismo. Michurin defendía que la naturaleza de las plantas y de todos los organismos vivos, comprendido el humano, dependía de su entorno y que éste era modificable. La naturaleza era productora y, a la vez, producto; visión que cuajaba con la concepción marxista del homo trabajador.

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  Si hacemos caso a Joja cuando dice que «Lenin ha probado la concordancia inalterable entre las tesis

de la filosofía marxista y los avances alcanzados por la ciencia de su tiempo en el dominio y conocimiento de la realidad objetiva.» (Joja, 1969), debemos, entonces, obedecer y reconocer el apadrinamiento hecho por Lenin como acto suficiente que demuestra la validez científica del lamarkismo. la markismo. 

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Decía Michurin: «En general, la influencia de todos los factores exteriores sobre la estructura del organismo de los híbridos es tan poderosa que la mayor parte del tiempo domina sobre los factores de transmisión hereditaria de las cualidades y propiedades de las plantas originarias. En particular, esta influencia se ejerce fuertemente sobre la planta-madre cuando se forman en la estructura de los granos los embriones del futuro organismo híbrido obtenido, al principio de su etapa de desarrollo, favoreciendo ciertos caracteres hereditarios e impidiendo manifestarse a los demás. Casi 42 éxito de una influencia de ese género depende únicamente siempre o menor del cruceeldemayor las plantas.»  

Fallecido Iván Michurin en 1935, sus teorías y experimentos fueron continuados por T. D. Lyssenko. Esas ideas persistieron en la Unión Soviética hasta bien avanzada la década de 1960. «Los experimentos que llevaron adelante en la Unión Soviética el lingüista Nikolai Marr y el biólogo Trofin Dimitrevich Lyssenko, son un ejemplo extremo del descalabro al que se puede llegar aplicando a rajatabla las concepciones quiméricas de Marx y Engels» »Nikolai Marr elaboró una teoría que proponía aplicar las nociones marxistas de estructura y superestructura a la lingüística. Se convirtió en la teoría oficial de la Unión Soviética, mientras los grandes lingüistas rusos no marxistas como Roman Jakobson partían al exilio o al ostracismo, como ocurrió con Mijail Bajtin, el más grande folklorista (y también lingüista), redescubierto hace unas décadas. Los textos de Jakobson y Bajtin aún son lectura obligatoria en la enseñanza universitaria, mientras que los textos de Marr jamás volvieron a editarse. La lingüística de Nikolai Marr era tan descabellada que el propio Stalin en 1934 escribió un librito de lingüística para refutarlo.»   »El caso de Lyssenko fue algo más trágico. Debido a que los principios de la “genética burguesa” -es decir, la actualmente vigente genética mendeliana- desmentían las afirmaciones marxistas sobre la naturaleza, Lyssenko implantó una “genética revolucionaria” en que las diferencias entre los seres vivos no eran de origen genético sino que eran influencia del medio ambiente, basada en “hibridaciones”. Si bien era fácilmente refutable, la doctrina los caracteres fue la aldoctrina oficial soviética durante décadas, por eldesimple hecho deadquiridos no contradecir materialismo dialéctico. “La herencia de los caracteres adquiridos no es una evidencia científica, sino una creencia supersticiosa. Se ha mostrado mucho más resistente a la experimentación que otras hipótesis biológicas. Ha contribuido específicamente a retrasar el análisis del mundo vivo en general y la reproducción en particular. Podemos cortar el rabo en el nacimiento a todos los ratones de una cierta línea; al cabo de veinte o treinta generaciones, tendremos miles de ratoncitos con un rabo perfectamente normal, con la misma longitud media y el mismo grosor que sus ancestros” (F. Jacob.  La lógica de lo viviente, 1970). Alain Benoist, autor de un artículo titulado “El escándalo Lyssenko”, refiere cómo se hacía ciencia en la Unión Soviética: “Si la teoría marxista contradice las leyes de la vida (y viceversa), el error, por fuerza, ha de hallarse en las leyes de la vida, razonaba Lyssenko. De otra forma, el gran sueño mesiánico de Marx, Engels y Lenin de cambiar radicalmente el mundo y la naturaleza del hombre actuando sobre las 42

 https://es.wikipedia.org/wiki/Iv%C3%A1n_Vlad%C3%ADmirovich_Michurin

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‘superestructuras’ y sobre el medio, al término de una historia interpretada exclusivamente sobre parámetros socioeconómicos, podría demostrarse una entelequia irracional y una quimera insensata”.» (Rossineri, 2006) La prensa soviética reportaba grandes éxitos de las primeras iniciativas de Lyssenko, aunque al final casi todas resultaran un fracaso. El propio Lyssenko invertía mucho tiempo en desacreditar a los científicos académicos y a los genetistas, argumentando susquienes experimentos aislados en laboratorios no ayudaban al pueblo soviético. Haciaque 1929, se mostraban escépticos hacia Lyssenko eran censurados políticamente por criticar en vez de proponer nuevas soluciones. En diciembre de 1929, José Stalin dio un famoso discurso colocando la “práctica” por encima de la “teoría”, poniendo el juicio de los líderes políticos por encima del de los científicos y especialistas técnicos. Lyssenko fue puesto a cargo de la Academia de Ciencias Agrícolas de la Unión Soviética, siendo responsable de poner fin a la propagación de ideas “dañinas” entre los científicos soviéticos. Lyssenko cumplió este cometido fielmente expulsando, encarcelando y causando la muerte de cientos de científicos y el fin de la genética (un floreciente campo científico) en toda la Unión Soviética. Este período es conocido como lissenkoísmo. Particularmente, Lyssenko es responsable respon sable de la muerte del biólogo biól ogo soviético Nokolai Vavílov -quién intentaba justificar teorías darwinianas- a manos de la NKVD, ex Cheka, -la policía encargada de la represión política creada por Lenin-, antecesora de la KGB Lyssenko escribió varias veces a Stalin, y este respondió a sus cartas en una ocasión. En su respuesta, el dirigente soviético demostraba conocer bien las técnicas agrícolas, pero carecer por completo de conocimientos acerca de la teoría de la selección. Pero la carta tuvo el efecto esperado; se demostró que Stalin era un lamarkiano convencido. A continuación el texto completo de la carta, fechada el 31 de octubre de 1947: Estimado Trofim Denísovich,  Me alegraIndudablemente, saber que por fin has prestado la atención adecuada la al cosecha asunto del trigo ramificado. si queremos aumentar sustancialmente de trigo, el trigo ramificado tiene una gran importancia dado que contiene el mayor  potencial para lograr dicho objetivo. Es una pena que no hayas intentado culti cultivar var ese trigo en su ambiente «adecuado» sino que lo hayas hecho en unas condiciones que te convenían a ti, como investigador. Este trigo es una variedad del sur y necesita algo de luz y suficiente humedad. Si no se dan estas circunstancias, es difícil percibir con claridad todo su potencial. Yo, en tu lugar, no habría experimentado con trigo ramificado en el distrito de Odesa (¡es demasiado árido!) o cerca de Moscú (¡muy poco sol!), sino que, por ejemplo, lo habría hecho cerca de Kiev o en Ucrania occidental, donde hay suficiente sol y la humedad está garantizada. De todos modos, te felicito por tu experimento en los distritos de las afueras de Moscú. Puedes contar con el gobierno  para que apoye tu empresa. También doy la l a bienvenida a tu iniciativa de la hibridación del trigo. Desde luego se trata de una idea muy prometedora. No hay duda de que las  perspectivas para las actuales vari variedades edades de trigo no son muy buenas y la hibridación  podría ayudar en algo. Pronto hablaremos en Moscú sobre la producción de plantas de

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caucho y la siembra de trigo en invierno. En cuanto a la situación de la biología en el ámbito teórico, pienso que la postura de Michurin es la única que realiza un enfoque científico válido. Los weissmanistas y sus seguidores, que niegan la herencia de características adquiridas, no merecen entrar en el debate. El futuro pertenece a  Michurin. Un saludo,  I. Stalin

Por razones tanto ideológicas como pragmáticas, los dirigentes soviéticos y muy especialmente Stalin, respaldaron y promocio promocionaron naron las iideas deas ddee Lyssen Lyssenko. ko. A nivel ideológico, el lissenkoísmo venía a apoyar los postulados marxistas acerca de la moldeabilidad de la naturaleza humana más allá de lo que impusiese la herencia genética. Por otro lado estaba la evidente aplicación práctica de unas teorías que, de triunfar, solucionarían el problema de desabastecimiento alimentario que sufría el pueblo soviético. La identificación de las teorías lyssenkoístas con el régimen soviético fue total: se convirtió, de algún modo, en la “ciencia soviética”. Lyssenko publicaba sus “descubrimientos” no en publicaciones científicas, sino en medios genéricos de alcance popular. Llegó a convertirse, durante más de treinta años (entre finales de los años 20 y mediados de los 60) en la única voz autorizada de la ciencia agrícola en la URSS, influyendo directamente en las decisiones políticas. La genética se convirtió, de algún modo, en “enemiga"” del mund mundoo obrero, y el ADN (cuando fue descubierto) des cubierto) uuna na superstición de los medios occidentales. El lyssenkoísmo tuvo acogida en muchos países del Bloque del Este y en China, con mayor o menor aceptación. 43  «Los experimentos de Lyssenko llevaron al fracaso de la agricultura y a la hambruna general en 1963, y por fin, a su destitución del cargo que ostentaba en el Instituto de Genética de Moscú al año siguiente. La pseudociencia materialista dialéctica suscitó la cárcel de los científicos opositores y el hambre del pueblo ruso, lo que hacía reflexionar al brillante genetista francés Jacques Monod: “Que un charlatán autodidacta y fanático haya dispuesto en su país, a mediados del siglo XX, de todos los medios poder para imponer en biología una teoríailuminado inepta y llegara en agricultura prácticasdel ineficaces, cuando no catastróficas; que este a lanzarunas una censura oficial sobre la enseñanza y la práctica de una de las disciplinas biológicas fundamentales, la genética, es algo que sobrepasa la imaginación”.» »El sabelotodo y obsecuente stalinista que fue Politzer creía poder impugnar al genetista Weissman, rival de Lyssenko, acusando de metafísicos y mecanicistas a los científicos que sostenían que en los genes (el material hereditario) se encontraban las claves del desarrollo del ser vivo. Sostenía que si el medio ambiente no alteraba el material hereditario, no se podía comprender la aparición de las nuevas variedades, lo cual sólo era posible por la acumulación de cambios cuantitativos que se transformaban en cambios cualitativos, citando en su apoyo a la ya por ese entonces superada y anticuada  Dialéctica de la Naturaleza de Engels. Demás está decir que era Weissman el que estaba en lo cierto.»  43

 Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Lysenko%C3%ADsmo

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»¿Cómo puede ser entonces que todavía se siga planteando seriamente no sólo la delirante idea de un socialismo científico, sino que se continúe insistiendo en los méritos del materialismo dialéctico como una ciencia que estudia las leyes generales del cambio en la naturaleza?. No planteamos que la dialéctica o las formas de razonar dialécticas sean falsas, incorrectas o que no hayan hecho ningún aporte a la humanidad. Lo que afirmamos es que el materialismo dialéctico es una metafísica, y por lo tanto no es ciencia.» (Rossineri, 2006)

Podría argumentarse que la dialéctica de Lyssenko fue una deformación, un exabrupto o una traición a la verdadera dialéctica original de los maestros. No encuentro elementos para tal afirmación desde el momento en que el rechazo al núcleo darwiniano y la adopción del núcleo lamarkiano ya se encontraba presente en Engels, como se vio en páginas anteriores. En este sentido hay que darle la razón a Joja cuando dice que: «…en la Unión Soviética la lógica formal, así como la dialéctica, se desarrolla de acuerdo con el espíritu del marxismo-leninismo, de una manera concreta.» (Joja, 1969) El principio rector tanto para Engels como para Lyssenko –como para otros marxistas- es exactamente el mismo: el materialismo dialéctico como verdad absoluta, ubicado por sobre la ciencia, sus métodos, sus descubrimientos, sus enunciados, y sobre los científicos. En todo caso la diferencia se encuentra en el  poder , en tanto capacidad de aplicación e imposición de la teoría, algo de lo que carecieron Marx y Engels y que Lyssenko tuvo a sus anchas. 44 

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 El poder de aplicación lo tuvieron Marx y Engels cuando manejaban el Consejo General de la A.I.T., la cual pretendían conducir de forma centralista y dictatorial. Desde ese lugar de poder inatentaron consumar la expulsión de los principales referentes del ala federalista (los anarquistas Bakunin, Gillaume, entre otros), -que se oponían a dicha centralización-, perpetrando una variedad de manejos (como ser la votación a puerta cerrada, en una asamblea estratégicamente armada a la que concurrieron casi todos adeptos de Marx). Una vez decretada la expulsión, la mayoría de las secciones de la Internacional desobedecieron la decisión del Consejo General, por lo que Marx y dicho Consejo debieron mudarse a Nueva York, sin prácticamente ninguna sección a la que gobernar, y quedando la A.I.T. en manos de los anarquistas. Así, el Congreso de la es Internacional celebrado en Saint-Imier declara: «1º,deque la destrucción deen todo poder político el primer deber del proletariado; 2º, en que1872, toda se organización un poder político pretendido provisional y revolucionario para traer esa destrucción no puede ser más que un engaño y sería tan peligroso para el proletariado pro letariado como todos los gobiernos que existen…»

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Conclusión

«Ninguno de estos fenómenos [los del universo] y métodos discursivos encaja en el cuadro de las especulaciones metafísicas. En cambio, para la dialéctica, que enfoca las cosas y sus imágenes conceptuales substancialmente en sus conexiones, en su concatenación, en su dinámica, en su proceso de génesis y caducidad, fenómenos como los expuestos no son más que otras tantas confirmaciones de su modo genuino de proceder. La naturaleza es la piedra de toque de la dialéctica, y las modernas ciencias naturales nos brindan para esta prueba un acervo de datos extraordinariamente copiosos y enriquecidos con cada día que pasa, demostrando con ello que la naturaleza se mueve, en última instancia, por los cauces dialécticos y no por los carriles metafísicos, que no se mueve en la eterna monotonía de un ciclo constantemente repetido, sino que recorre una verdadera historia.» »Sólo siguiendo la senda dialéctica, no perdiendo jamás de vista las innumerables acciones y reacciones generales del devenir y del perecer, de los cambios de avance y de retroceso, llegamos a una concepción exacta del Universo, de su desarrollo y del desarrollo de la humanidad, así como de la imagen proyectada por ese desarrollo en las cabezas de los hombres.»45  En Del socialismo utópico al socialismo científico, Friedrich Engels, 1880

El segundo párrafo es la declaración de un dogma infalible, insuperable y definitivo, autoritario y totalitario. Una sentencia que legisla para todo tiempo y lugar como es la realidad y quienes son los iluminados que la interpretan correctamente. Es el fundamento de la teoría del Partido Único  dueño de la verdad revelada, encargado de guiar a la Revolución, condenando a cualquier expresión disidente a la persecución policial, a la cárcel, al campo de trabajo forzado o al paredón. Dejemos ese párrafo, donde fermenta la Cheka, y dediquemos unas palabras a quienes, de buena fe, creen en los preceptos del materialismo dialéctico, y en la unidad con la realidad y la ciencia, que el primer párrafo expresa.  Dialéctica y realidad , así como dialéctica y ciencia, se han soldado y consolidado como una unidad sintética a partir de los esfuerzos del materialismo dialéctico. Después de lo visto y tratado considero es la tarea proceder contradialécticamente, es decir, restituir conceptual y epistemológicamente los términos

sintetizados al lugar donde pertenece cada uno. Desarmar esa entidad anudada y aunada, 45

 El subrayado es mío.

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sólo sostenida por la fuerza que los empuja a ceñirse. Des-sintetizarlos, volverlos diferentes, contrarios, y enemigos, mostrando lo que son y dejando claro la imposibilidad de reconciliación, pacto, o diplomacia entre ellos. Ubicarlos como opuestos no-dialécticos, opuestos que no se determinan mutuamente en un movimiento negativo que les daría la relación simbiótica para existir. La dialéctica es hija de la metafísica, a ella obedece y ella mismo también lo es. La ciencia es hija del método científico, -con sus limitaciones-, deLa la ciencia observación, de la experimentación, de la modelización y detodas la autoreformulización. se va abriendo al avanzar; la dialéctica ya viene cerrada. ¿Por qué insistir tanto con ella? Está claro. Añoramos una explicación última y si es sencilla, mejor. Soñamos con la tranquilidad que nos brindaría encontrar explicación y consuelo ante lo desconocido, lo caótico o lo amenazante. Infinidad de sociedades ensayaron métodos de adivinación: unos leyeron las vísceras de animales sacrificados, otros escuchaban a las pitonisas; otros analizaban el vuelo de las aves, otros los omóplatos, los astros, las cartas. Muchos encontraron “el saber” en estados alucinatorios consumiendo sustancias psicoactivas que los llevaba al mundo de los espíritus. Todos buscaban entender y predecir. La ciencia busca lo mismo, pero lo busca de otra forma. La dialéctica lo buscó de la misma manera que lo buscó la filosofía históricamente: especulando, abstrayéndose de todo, y cayendo cada vez más en el foso de un mundo que, aunque imaginativo y creativo, no era un reflejo del mundo exterior. La dialéctica hizo y es metafísica. Tomo las palabras del ya citado biólogo Jacques Monod: «¿Creemos acaso que la cultura moderna ha renunciado verdaderamente a la interpretación subjetiva de la naturaleza? El animismo establecía entre la Naturaleza y el Hombre una profunda alianza fuera de la cual no se extiende más que una horrible soledad. ¿Hace falta romper esta ligadura porque el postulado de objetividad se impone? La historia de las ideas desde el siglo XVI   atestigua los esfuerzos prodigados por los más grandes espíritus paragrandes evitar la ruptura,como para forjar de nuevo oelen anillo de “la yantigua alianza”. Piénsese en las tentativas la de Leibnitz, el enorme grave monumento levantado por Hegel. Pero el idealismo está lejos de haber sido el único refugio de un animismo cósmico. En el mismo núcleo de ciertas ideologías, que dicen y quieren estar fundadas sobre la ciencia, se encuentra, bajo una forma más o menos velada, la proyección animista.» »La idea de reencontrar la antigua alianza animista con la naturaleza, o de fundar una nueva, gracias a una teoría universal según la cual la evolución de la biosfera hasta el hombre estaría en la continuidad sin ruptura de la evolución cósmica, no ha sido, desde luego, descubierta por Teilhard. Es, en realidad, la idea central del progresismo cientista del siglo XIX.  Se la encuentra en el centro del positivismo de Spencer y del materialismo dialéctico de Marx y Engels. » »Para dar un sentido a la naturaleza, para que el hombre no esté separado por un insondable abismo, para volverla en fin descifrable e inteligente, era preciso darle un

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proyecto. A falta de un alma que alimente este proyecto, se inserta entonces en la naturaleza una “fuerza” evolutiva, ascendente, de lo que resulta de hecho el abandono del postulado de objetividad.» »En la base de estos errores hay con toda seguridad la ilusión antropocentrista. La teoría heliocéntrica, la noción de inercia, el principio de objetividad, no podían bastar para disipar este antiguo espejismo. La teoría de la evolución, en vez de hacer desaparecer la heredero ilusión, parecía conferirle una nueva realidad haciendo del hombre el centro, sino el por siempre esperado, natural, del universo entero. Dios, ennofin, podía morir, reemplazado por este nuevo y grandioso espejismo. En adelante el último designio de la Ciencia será formular una teoría unificada que, fundada sobre un corto número de principios, darán cuenta de la realidad entera, comprendida la biosfera y el hombre. Es en esta certidumbre exaltante donde se nutre el progresismo cientista del siglo XIX. Teoría unificada que los dialécticos materialistas creían haber ya formulado.» »Porque le parecía atentar a la certidumbre de que el hombre y el pensamiento humano son los productos necesarios de una ascendencia cósmica, Engels negó formalmente el segundo principio. Es significativo que lo haga desde la introducción de la  Dialéctica de la Naturaleza y que asocie directamente este tema a una predicación cosmológica apasionada por la que promete si no a la especie humana, al menos al «cerebro pensante», un eterno retorno. Retorno, en efecto, a uno de los más antiguos mitos de la humanidad.» (Monod, 1993) Y lo dicho por Engels:  Engels:   «Llegamos pues a la conclusión de que, de una forma que pertenecerá a los sabios del futuro darle luz, el calor irradiado en el espacio debe necesariamente tener la posibilidad de convertirse en otra forma de movimiento, bajo la cual pueda de nuevo concentrarse y volver a ser activa. Así cae la dificultad esencial que se oponía a la reconversión de soles muertos en nebulosas incandescentes. […] »Pero, sea cual sea la frecuencia y el inexorable rigor con los que este ciclo se cumpla en el tiempo y en el espacio: sea cual sea el número de millones de soles y de tierras que nazcan y perezcan; pordemucho que sea elsetiempo que seaunque necesitesólo paraseaque, un sistema solar, las condiciones vida orgánica establezcan, en en un planeta; por innumerables seres orgánicos que deban, en primer lugar, aparecer y perecer antes que salga de su seno un animal con un cerebro capaz de pensar y que encuentre por un corto lapso de tiempo las condiciones propias para la vida, para ser luego exterminado también sin piedad; tenemos la certeza que, en todas estas transformaciones, la materia permanece eternamente siendo la misma, que ninguno de sus atributos puede jamás perderse y que, en consecuencia, si ella debe en la Tierra exterminarse algún día, como exigencia de una necesidad superior, su floración suprema, el espíritu pensante, es preciso que por esa misma necesidad en otra parte y en otra hora sea reproducido.» (Engels, Dialéctica de la Naturaleza)46 

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 El subrayado es mío.

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Una visión mística que descansa en un lecho cientificista. Un deber ser que se formula desde una predicción tan metafísica y colmada de fe, pero con elocuencia científica, como ser la misma astrología. Y si de astros se trata, hay que recordar que en otros tiempos, para que los cielos funcionaran, se metían en ellos, a fuerza de irracionalidad y dogmatismo, epiciclos y epiciclos porque la razón aislada había sentenciado que el movimiento perfecto era circular. así debían moverse astros, aunque lasesos observaciones no lo confirmaran. ¿No es elYmismo proceder el deesos los dialécticos, como antiguos astrónomos atados a Platón y a Aristóteles, pero ahora estos encadenados a Hegel, metiendo contradicciones y superaciones donde nadie más las observa? Platón y Aristóteles no están tan lejos, como suele creerse, de la dialéctica moderna. La dialéctica ha hecho del cambio su supuesta virtud. Se sostiene que sólo con ella puede entenderse el cambio, que éste puede sólo hacerse posible mediante aquella. Que hasta que Hegel apareció en escena imperaba la quietud y el fijismo. Sin embargo el cambio de la dialéctica es un cambio anquilosado, muerto y arquetípico. Convengamos: las cosas cambian, mutan, devienen. Pero para la dialéctica todo cambia a excepción del cambio mismo. El cambio siempre es igual, es triádico, es dialéctico. En cambio, el cambio también cambia. No cambia el mundo subatómico de la misma forma que cambia el macro. Las transformaciones culturales a lo largo de la historia no cambian como lo hace el desarrollo orgánico de un individuo. Éste no cambia de la misma manera que sus células lo hacen. El sujeto posee mecanismos de aprendizaje interactuando con el entorno que no se producen con la misma lógica que tiene el desarrollo de un tubérculo, la mosca de la fruta o el decaimiento alfa. La genética tiene sus propios cambios que no son los de la economía del capitalismo, ni el de los matrimonios de los yanomamis, ni el de la historia del arte. Y es por eso la variedad de las ciencias –tanto humanas como naturales-, la cantidad de ramas nuevas, la proliferación de modelos y nuevas cuñas interdisciplinarias que se transforman en ciencias específicas, con sus propios métodos y objetos de estudio. La dialéctica no es más que una visión metafísica del cambio, un cambio arrancado de la realidad, abstraído hasta el punto de no poder ser reconocido en dicha realidad, porque se ha deformado al fijarlo. El cambio es reducido a yacer entre el ser y la nada. Y esto también vale para la dialéctica misma. Si la realidad es dialéctica, porque el método dialéctico lo constata, el método dialéctico debería generar el germen de su propia destrucción, forzosa y fatalmente. Debería aparecer otro método y ambos reconciliarse en un método superador y contenedor. Pero esto llevaría a decir que el método dialéctico es y no es válido, porque su negación lo determina. Lo contrario sería afirmar que el método dialéctico no está, él mismo, sometido a la dialéctica; que no es, él mismo, dialéctico. Esto es más que una paradoja: es una contradicción epistemológica insalvable, que tiene cómo única solución salirse de la lógica dialéctica, abandonarla y desecharla. Una salvedad. Podemos conservarla como mera imagen, como un rústico modelo para explicar situaciones puntuales y específicas. Explicaciones que no se extrapolan automáticamente a otras y mucho menos a todo el universo. Que sea no más, y en todo caso, una alegoría didáctica que, a falta de otra cosa, nos facilite una

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compresión. Podemos, por ejemplo, explicarle a un niño “lo que está bien” oponiéndolo a “lo que está mal”; lo que está arriba ante  lo que está abajo; etc. Pero nosotros no somos niños; sabemos que no son nociones objetivas. Y debemos saber que la realidad es de una complejidad y riqueza tal que no se puede entender con una fórmula de tres pasos, tan básica. Una fórmula donde se pretende meter al mundo, tan simplistamente, que ni siquiera llega a ser, por lo burda, cuadrada: es triangular.

No hay síntesis que pueda abrazar al universo, a no ser que sea poética. En cambio, y por los cambios, la realidad, la vida y el devenir son mucho más vastos, son desbordantemente irreductibles e inaprensibles a nuestras mejores síntesis.

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La teoría del reflejo redundada por Joja

«Por ello, los griegos no consiguieron construir un método que expresara tanto las leyes ónticas del objeto, como las lógico-gnoseológicas del sujeto, método que conduce, necesariamente, a una concepción materialista del mundo. No alcanzaron sino a desarrollar un modo de pensamiento dialéctico, un puro método subjetivo, sin el valor de un contenido objetivo. No había llegado el tiempo en que el método fuera la imagen subjetiva de las leyes de objeto y mostrase la unidad de lo subjetivo con lo objetivo.» 47  «… Descartes… no parte del postulado de las concordancias necesarias entre las leyes del pensamiento y las leyes de la naturaleza, de la reflexión de las reglas metodológicas en las leyes de la realidad objetiva. […] Lo que era imposible de realizar en el hegelianismo, porque confiaba en un vuelco de la relación normal entre el objeto y sujeto, se tornó realidad en el materialismo dialéctico, precisamente por ser el filósofo, el metodólogo, el lógico marxista, modesto e intrépido a la vez. Su modestia consiste en la conciencia de que el pensamiento refleja la realidad objetiva de las leyes de la naturaleza y que el descubrimiento de tales concordancias forman la ciencia.» «La eficacia del pensamiento y del método [dialéctico] viene de su concordancia con las leyes de la realidad objetiva. Razón por la cual la dialéctica ha revolucionado la metodología…» «Por ajustar a las leyes más generales del objeto, constituir la estructura del todo en su pura esencialidad, la dialéctica es el método, la teoría del conocimiento y la lógica: en una palabra, filosofía. […] es también la ciencia de las leyes más generales de los movimientos en la naturaleza y en la sociedad… y no en forma exterior, sino adecuada al espíritu del contenido.» «… la dialéctica marxista es la base metodológica de todas las ciencias de la naturaleza y la sociedad… al reflejar las leyes más generales del movimiento, nos permite la interpretación justa de los fenómenos naturales y sociales… [porque] es lógica, o sea la ciencia de las leyes, de las formas y las categorías del pensamiento en relación con la posibilidad y la modalidad de reflejar la realidad objetiva… » Cintando a Lenin dice «pues “la naturaleza en todas sus partes no tiene principio ni fin… porque la noción de materia, como hemos dicho ya, no significa en gnoseología, más que: la realidad objetiva, existente independientemente de la conciencia humana y reflejada por ésta”.» 47

 Todas las citas están extraídas de Joja, Athanase (1969).  La lógica dialéctica y las ciencias. Buenos Aires, Ed. Juarez

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«No es necesario demostrar que la ciencia contemporánea necesita un nuevo organón. Este organón es la dialéctica materialista, que realiza la unidad de sujeto y objeto, partiendo de la reflexión del objeto en el sujeto.» «De esta manera, la lógica dialéctica no es únicamente la ciencia de las formas exteriores del pensamiento, sino, como, lo señala Lenin: “es la teoría no de las formas exteriores del pensamiento, sino de las leyes del desarrollo… de todas las cosas materiales, espirituales”, o seadel de mismo; las leyeseldel desarrollo del contenido total concreto delnaturales mundo yy del conocimiento balance, la suma, la conclusión de la historia del conocimiento del mundo.» «Concebida así, “la lógica coincide con la teoría del conocimiento”, y las leyes generales del movimiento del universo son también las leyes del pensamiento.» «En la dialéctica marxista-leninista, el método ya no es como en Descartes, un simple conjunto de “reglas seguras y fáciles”, sin conexión con lo antológico, sino que equivale al proceso de desarrollo de las cosas, pues constituye su reflejo in mente.» «… tiene que ser entendida como ciencia de las formas y de las leyes del pensamiento correcto y verdadero, o sea reflejar -en distintos planos- las formas y las leyes más generales de la realidad objetiva…» «El método dialéctico investiga las leyes más generales del movimiento de la materia y su reflejo en el pensamiento…» «… afirma Lenin que no son “esquemas vacías”, sino “el reflejo del mundo objetivo”» «… la dialéctica -método, gnoseología, lógica- se orienta hacia el objeto, hacia su reflejo a través del proceso de conocimiento…» «La base gnoseológica marxista-leninista del conocimiento consiste en la teoría del reflejo de los objetos en nuestro pensamiento… » «El conocimiento humano –y en especial la ciencia- restituye la verdad objetiva: en las representaciones del hombre existe un contenido independiente del sujeto, del hombre.» «Marx demuestra que el pensamiento es el reflejo de la naturaleza por parte del hombre social.» «El pensamiento, el concepto, se comportan dialécticamente, pues la realidad objetiva es dialéctica.» «De esta manera, la lógica [del Organón dialéctico] no se presenta como un simple formalismo, como un inventario de formas subjetivas, sino como un reflejo de la realidad objetiva.» «La lógica dialéctica estudia las formas lógicas en su carácter de reflejos de las formas objetivas…»

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Citando, recurrentemente, a Lenin dice «El pensamiento es una unidad orgánica, por lo cual también la lógica dialéctica es una unidad orgánica, en cuyas formas lógicas está presente la realidad en su unidad concreta y viva.» Cintando a Lenin «“De la intuición viviente al pensamiento abstracto, y de él a la práctica  –tal es el camino dialéctico del conocimiento de lo verdadero, del conocimiento de la realidad objetiva”» «Únicamente en el marxismo leninismo, la relación entre el contenido y la forma lógica está asentada sobre bases reales y se torna clara.» Y otra vez con Lenin « “… las leyes de la lógica son el reflejo de lo objetivo en la conciencia subjetiva del hombre…», «…la lógica dialéctica materialista parte de la idea de que la lógica es “el reflejo de la naturaleza por el hombre”…» «El reflejo de la naturaleza en el pensamiento del hombre debe ser entendido no en una forma “muerta”, “abstracta”, no sin movimiento… » «Las leyes lógicas, afirma Lenin, son el reflejo de lo objetivo en la conciencia subjetiva del hombre. » Lenin: «Las relaciones de los conceptos (pasos, contradicciones)… son mostrados como reflejo del mundo objetivo.» «El movimiento dialéctico G(eneral)–S(singular)-P(articular) es la más elemental estructura cósmica y por ello constituye la base del razonamiento» Citando Marx dice «… el mundo de las ideas no es otra cosa que el mundo material transpuesto y traducido a la cabeza del hombre.», en El Capital

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Adrián González

Dialéctica del imperialismo

Futuros resultados de la dominación británica en la India 48 

Me propongo resumir en este artículo mis observaciones referentes a la India. ¿Cómo ha podido establecerse la dominación inglesa en la India? El poder ilimitado del Gran Mogol49  fue derribado por los virreyes mongoles; el poder de los virreyes fue derrotado por los mahratas, el poder de los mahratas50 fue derrocado por los afganos, y mientras todos luchaban contra todos irrumpió el conquistador británico y los sometió a todos. Un país donde no sólo luchan musulmanes contra hindúes, sino también tribu contra tribu y casta contra casta; una sociedad cuyo entramado se basa en una especie de equilibrio resultante de la repulsión general y del exclusivismo constitucional de todos sus miembros, ¿cómo no iban a estar ese país y esa sociedad predestinados a convertirse en presa de los conquistadores? Aunque no conociésemos nada de la historia pasada del Indostán, ¿no bastaría acaso el gran hecho indiscutible de que, incluso ahora, Inglaterra mantiene esclavizada a la India con ayuda de un ejército hindú sostenido a costa de la misma India? Así pues, la India no podía escapar a su destino de ser conquistada, y toda su historia pasada, en el supuesto de que haya habido tal historia, es la sucesión de las conquistas sufridas por ella. La sociedad hindú carece por completo de historia, o por lo menos de historia conocida. Lo que llamamos historia de la India no es más que la historia de los sucesivos invasores que fundaron sus imperios sobre la base pasiva de esa sociedad inmutable que no les ofrecía ninguna resistencia. No se trata, por tanto, de si Inglaterra tenía o no tenía derecho a conquistar la India, sino de si preferimos una India conquistada por los turcos, los persas o los rusos a una India conquistada por los británicos. Inglaterra tiene que cumplir en la India una doble misión destructora por un lado y regeneradora por otro. Tiene que destruir la vieja sociedad asiática y sentar las bases materiales de la sociedad occidental en Asia. 48

 En C. Marx & F. Engels (1974), Obras Escogidas, en tres tomos. Moscú, Editorial Progreso   El Gran Mogol: título dado por los gobernadores europeos a los gobernadores del Imperio de los Mogoles, que se denominaban a sí mismos padishas. (N. de Ed. Progreso) 50  Mahratas: pueblo indio que ocupó la parte noroccidental del Decán. A mediados del siglo XVII, tras de  Mahratas asestar un rudo golpe al Imperio de los Grandes Mogoles y coadyuvar a la desintegración, los mahratas fundaron su Estado independiente, cuya cúspide feudal no tardó en emprender la senda de las guerras de

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conquista. fines del siglo Estado de los mahratas debilitado por las luchas feudales intestinas. A Desangrados en laXVII, luchael por la dominación sobrequedó la India y las discordias internas, los principales mahratas fueron botín de la Compañía de las Indias Orientales, que los sometieron como consecuencia de la guerra anglo-mahrata de 1803-1805. (N. de Ed. Progreso) P rogreso) 

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Los árabes, los turcos, los tártaros y los mogoles que conquistaron sucesivamente la India, fueron rápidamente hinduizados. De acuerdo con la ley inmutable de la historia, los conquistadores bárbaros son conquistados por la civilización superior de los pueblos sojuzgados por ellos. Los ingleses fueron los primeros conquistadores de civilización superior a la hindú, y por eso resultaron inmunes a la acción de esta última. Los británicos destruyeron la civilización hindú al deshacer las comunidades nativas, al arruinar por completo la industria indígena y al nivelar todo inglesa lo grande de la sociedad Lasque páginas de la historia la dominación enylaelevado India apenas ofrecen nativa. algo más destrucciones. Trasdelos montones de ruinas a duras penas puede distinguirse su obra regeneradora. Y sin embargo, esa obra ha comenzado. […] El período burgués de la historia está llamado a sentar las bases materiales de un nuevo mundo: a desarrollar, por un lado, el intercambio universal, basado en la dependencia mutua del género humano, y los medios para realizar ese intercambio; y, de otro lado, desarrollar las fuerzas productivas del hombre y transformar la producción material en un dominio científico sobre las fuerzas de la naturaleza. La industria y el comercio burgueses van creando esas condiciones materiales de un nuevo mundo del mismo modo como las revoluciones geológicas crearon la superficie de la tierra. Y sólo cuando una gran revolución social se apropie las conquistas de la época burguesa, el mercado mundial y las modernas fuerzas productivas, sometiéndolos al control común de los pueblos más avanzados, sólo entonces el progreso humano habrá dejado de parecerse a ese horrible ídolo pagano que sólo quería beber el néctar en el cráneo del sacrificado. 51 

Escrito por Karl Marx Londres, viernes 22 de julio de 1853 51

 El subrayado es mío. «Ya hemos expresado en distintas oportunidades nuestra profunda aversión a las teorías de Lassalle y Marx que recomiendan a los trabajadores, si no como idea definitiva, al menos como objetivo inmediato,

la creación de undeEstado popular, el cual, según su interpretación, no será otra cosa que «el proletariado elevado al status clase gobernante». Preguntemos, si el proletariado va a ser la clase gobernante, ¿a quiénes gobernará? En suma, habrá otro proletariado que será sometido al nuevo poder, al nuevo Estado. Por ejemplo, la «gleba» campesina, que, como se sabe, no cuenta con la simpatía de los marxistas quienes la consideran como representante de un nivel más bajo de cultura, probablemente será gobernada por el proletariado de las ciudades. O, si este problema recibe un enfoque nacionalista, los eslavos quedarán en la misma relación subordinada al victorioso proletariado alemán que éste ahora a la burguesía alemana. Si hay un Estado, debe existir el dominio de una clase por otra y, en consecuencia, esclavitud; el Estado sin esclavitud es inimaginable. Y por esta razón, nosotros somos enemigos del Estado. ¿Qué significa que el proletariado sea elevado al status de clase dominante? ¿Es posible que todo el proletariado esté a la cabeza del gobierno? Hay casi cuarenta millones de alemanes. ¿Los cuarenta millones pueden ser miembros del gobierno? En tal caso, no habrá gobierno, no habrá Estado, pero, si va a haber un Estado, habrá quienes gobiernen y quienes sean esclavos. La teoría marxista resuelve este dilema de forma harto simple. Por gobierno popular, ellos quieren decir el gobierno de una pequeña cantidad de representantes elegidos por el pueblo. El derecho general y de todo hombreÉsta a elegir losmentira representantes dellapueblo la última palabra dedelosuna marxistas como deuna los demócratas. es una detrás de cual seesoculta el despotismo minoría así dominante, mentira mucho más peligrosa, ya que parece expresar la llamada voluntad popular.» Bakunin, Mijail (1873). Estatismo y anarquía. Argentina, Ed. Orbis, 1984.

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La dominación británica en la India

[…] Bien es verdad que al realizar una revolución social en el Indostán, Inglaterra actuaba bajo el impulso de los intereses más mezquinos, dando pruebas de verdadera estupidez en la forma de imponer esos intereses. Pero no se trata de eso. De lo que se trata es de saber si la humanidad puede cumplir su misión sin una revolución a fondo en el estado social de Asia. Si no puede, entonces, y a pesar de todos sus crímenes, Inglaterra fue el instrumento inconsciente de la historia al realizar dicha revolución. En tal caso, por penoso que sea para nuestros sentimientos personales el espectáculo de un viejo mundo que se derrumba, desde el punto de vista de la historia tenemos pleno derecho a exclamar con Goethe: ¿Quién lamenta los estragos Si los frutos son placeres? ¿No aplastó miles de seres Tamerlán en su reinado?52 

Escrito por Karl Marx 10 de junio de 1853 Publicado en el The New York Daily Tribune, núm. 3804, del 25 de junio de 1853

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 De la poesía de Goethe “A Suleika” del Diván occidental-oriental. (Nota de Ed. Progreso)

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Sobre la guerra contra México 53 54  “La magnífica California” 55  [...] Digamos sólo un par de palabras respecto a la “confraternización general entre los pueblos” y a la fijación de “fronteras, que la propia voluntad soberana de los pueblos traza, fundándose en sus características nacionales”. Los Estados Unidos y México son dos repúblicas; en ambas el pueblo es soberano.   ¿Cómo ha ocurrido, entonces, que entre estas dos repúblicas, que según la teoría moral deberían estar “hermanadas” y “federadas”, haya estallado una guerra a cusa de Tejas; cómo la “voluntad soberana” del pueblo norteamericano, apoyada en la valentía de los voluntariosos norteamericanos, ha desplazado, basándose en “necesidades estratégicas, comerciales y geográficas”, unos cuantos cientos de millas más al sur los límites trazados por la naturaleza? ¿Y les reprochará Bakunin a los norteamericanos el realizar un “guerra de conquista”, que por cierto propina un rudo golpe a su teoría basada en “la justicia y la humanidad”, pero que fue llevada a cabo única y exclusivamente en beneficio de la civilización? ¿O acaso es una desgracia que la magnífica California haya sido arrancada a los perezosos mexicanos, que no sabían que hacer con ella?; ¿lo es que los enérgicos yanquis, mediante la rápida explotación de las minas de oro que existen allí, aumenten los medios de circulación, concentren en la costa más apropiada de ese apacible océano, en pocos años, una densa población y un activo comercio, creen grandes ciudades, establezcan líneas de barcos de vapor, tiendan un ferrocarril desde Nueva York a San Francisco, abran en realidad por primera vez el Océano Pacífico a la civilización y, por tercera vez en la historia, impriman una nueva orientación al comercio mundial? La “independencia” de algunos españoles en California y Tejas sufrirá con ello, tal vez; la “justicia” y otros principios morales quizás sean vulnerados aquí y allá, ¿pero, qué importa esto frente a tales hechos históricouniversales? [...] Escrito por Friedrich Engels Publicado el 15 de febrero de 1849 en la revista alemana Neue Rheinische  Zeitung.  53

  Los siguientes son dos textos de Marx y Engels extraídos del libro compilatorio  Materiales para la historia de América Latina, Karl Marx-Friedrich Engels , Ediciones Pasado y Presente, México, 1980. 54  En 1836 Texas es colonizada por norteamericanos y la proclaman independiente de México. Tropas mexicanas recuperan el territorio al mando del presidente y general Antonio López Santana. En 1846 el territorio es nuevamente invadido por fuerzas norteamericanas y se inicia la guerra que durará dos años. Como resultado de la derrota mexicana EE.UU. se apropia y anexa los territorios de Texas, Nuevo México (que comprendía, además del territorio homónimo, partes de Colorado y Utah) y Alta California. (Nota del autor) 55  Este texto forma parte de un editorial no firmado de la Neue Rheinische Zeitung, “El paneslavismo democrático”, replica al “Llamado a los eslavos” del revolucionario ruso Mijail Bakunin. Escrito por Engels, el artículo refleja asimismo el pensamiento de Marx. “La constitución que regía en la redacción [de  Neue Rheinische Zeitung] se reduciría simplemente a la dictadura de Marx”, reconoce Engels en

1884. Ycontra como Bakunin le escribía a Hermann de mayo de 1885: “Igualmente mío] de el artículo y elEngels paneslavismo. LosSchlüter trabajoselde15 Marx y los míos, de aquella época,[es a causa la división planificada del trabajo son casi absolutamente inseparables”. (Nota de los editores del libro  Materiales para la historia de América Améric a Latina)

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Sobre la superioridad alemana

[...] Así terminaron, por ahora y muy probablemente para siempre, las tentativas de los eslavos de Alemania para recobrar una existencia nacional independiente.56  Restos dispersos de numerosas naciones cuya nacionalidad y vitalidad política estaban agotadas desde tiempo atrás y que, por ello, se habían visto obligadas, durante casi un milenio, a seguir las huellas de una nación más poderosa que los había conquistado –tal como los galeses en Inglaterra, los vascos en España, los bajo-bretones en Francia y en un periodo más reciente los criollos españoles y franceses en las partes de Norteamérica ocupadas por la raza angloamericana- esas nacionalidades agonizantes, los bohemos, carintios, dálmatas, etc., habían intentado aprovechar la confusión universal de 1848 para restablecer su status quo político del Anno Domini 800.57 La historia de un milenio tendría que haberles mostrado que una regresión tal era imposible, que si bien todo el territorio al este del Elba y del Saale había estado otrora ocupado por eslavos vinculados entre sí, ello sólo demuestra la tendencia de la historia y al mismo tiempo la capacidad física e intelectual de la nación alemana para someter, absorber y asimilar a sus viejos vecinos los alemanes absorción constituyó siempre, orientales; y constituíaque aún,esta uno tendencia de los más de poderosos medios adelapropagar la civilización de Europa Occidental en el este del mismo continente; que esta tendencia sólo se detendría cuando el proceso de germanización hubiera alcanzado los confines de naciones grandes, compactas e incólumes, capaces de una vida nacional independiente, tal como los húngaros y, hasta cierto punto, los polacos; y que por lo tanto el destino natural e ineluctable de estas naciones moribundas era dejar que se consumara ese proceso de disolución y absorción por vecinos más poderosos que ellas.

Escrito por K. Marx y F. Engels Artículo de la serie Revolución y contrarrevolución en Alemania, publicado el 24 de abril de 1852 en The New-York Daily Tribune.

56

  Engels y Marx utilizan el término Alemania en un sentido amplio -habitual en el siglo XIX-, comprendiendo también a Austria, país que era, por lo demás, la cabeza visible de la Confederación Germánica (1815-1866). Recuérdese que en poder de Austria se encontraban Bohemia, Moravia, Eslovaquia, Carintia, Dalmacia y otros territorios poblados fundamentalmente por eslavos. (Nota de los 57 editores

para ladehistoria de América Latina del Señor libro Materiales )   Año del 800; alrededor esta fecha comienza el avance de los pueblos germánicos sobre territorios de Europa centro-oriental en los que predominaban los eslavos. (Nota de los editores del libro  Materiales para la historia de América Améric a Latina)

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Mario Bunge contra la dialéctica

El siguiente texto está trascripto íntegramente porque, por un lado, expresa con gran síntesis una crítica sumamente lúcida e impecable hacia la dialéctica y, por otro,  porque el libro fuente de Bunge no es fácil de conseguir. conseguir.58 

Hegel, el más conspicuo de los impostores intelectuales, además de tantos volúmenes abstrusos, nos legó la dialéctica, la herramienta explicativa preferida de la hueste seudointelectual. Como dividendo filosófico del marxismo, la dialéctica merece una crítica concienzuda. La encontré en un librito de Mario Bunge ( El sistema filosófico materialista), uno de cuyos capítulos está dedicado a criticar la ontología dialéctica. En este artículo me limito a seguir este análisis. Para el autor, aunque esta doctrina tiene un “núcleo plausible”-las tesis de que i) toda cosa está en algún proceso de cambio y ii) en ciertas etapas de todo proceso emergen nuevas cualidades- está rodeada de una “niebla mística” que consiste en tesis y expresiones vagas y ambiguas como “negación dialéctica” y “oposición dialéctica”. Bunge extrae de un repertorio de autores (Hegel, Engels, Lenin, etc.) cinco axiomas o “leyes” de la dialéctica:  D1 Todo

tiene un opuesto.

 D2 Todo

obje objeto to es intrínsecamente contradictorio contradictorio,, o sea, está constituido por componentes y aspectos opuestos entre sí.

 D3 Todo

cambio es resultado de la tensión o lucha de opuestos, sea dentro del sistema en cuestión, sea entre diferentes sistemas.

 D4 El

desarrollo es una hélice cada uno de cuyos niveles contiene, y al mismo tiempo niega, el escalón anterior.

 D5 Todo

cambio cuantitativo termina en algún cambio cualitativo, y toda cualidad nueva tiene su propio modo de cambio cuantitativo.

Para el autor, la tesis D1 “es ambigua tanto por la ambigüedad de “objeto” como por la de “anti”” y, por tanto, se puede entender, al menos, de dos maneras diferentes:  D1a Dada 58

una cosa (objeto concreto) cualquiera existe una anticosa.

https://otrasultimaciones.wordpress.com/2009/03/

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 Dialéctica y ciencia: una crítica a su síntesis  D1b Para

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cada propiedad de objetos concretos existe una antipropiedad.

Con respecto a la tesis D1a, aún ambigua, el autor propone cuatro interpretaciones del término “anticosa” u “opuesto dialéctico” de una cosa: (I) “ La anticosa de una cosa dada es la ausencia de ésta (v.gr. la “antiluz” es la oscuridad)”. Pero “la ausencia de una cosa no puede oponerse a ésta, menos aún combinarse con ella para formar una tercera entidad”. (II) “ La anticosa de una cosa dada es el ambiente de ésta, o sea, su complemento en la totalidad de las cosas (el resto del universo). ” Según el autor, “esta definición es defectuosa, porque no tiene por qué haber oposición o lucha entre cosas complementarias (v.gr. el sistema solar y el resto del universo)”. (III) “Una anticosa de una cosa dada es una cosa que, combinada con ésta, la destruye en algún respecto y en alguna medida, como cuando el agua extingue el fuego o un veneno mata una planta. ” Para Bunge, aunque más acertada, esta definición adolece de otros inconvenientes. En efecto, “si se adopta esta definición no se puede garantizar la existencia de una anticosa de cualquier cosa dada. Y, en los casos en que hay anticosas, éstas pueden no ser únicas: hay muchos extinguidotes fuegomalezas además (!). del Por agua,consiguiente y por cada tipo de maleza hay diversas clases dedemata también esta definición es inadecuada.” (IV) “Una anticosa de una cosa dada es un ente tal que, cuando se lo combina con ella, produce una tercera cosa que, de alguna manera, las contiene y supera a ambas.” Definición que nuevamente resulta inadecuada porque, por ejemplo, en el caso de una partícula y una antipartícula, éstas “pueden fundirse produciendo un fotón, que no contiene ni supera a las cosas originales, sino que es una cosa de una especie totalmente diferente”. Concluye Bunge que, como las cuatro definiciones de “anticosa” resultan inadecuadas, o D1a no tiene senti sentido, do, o bien se necesita una qui quinta nta definició definición. n. No obstante, puede interpretarse, con Aristóteles, que “la oposición dialéctica concierne a rasgos o propiedades (actuales o potenciales) antes que a las cosas”, lo cual nos remite a la tesis D1b: “a toda propiedad le corresponde una antipropiedad”, también pasible de cuatro interpretaciones. I) “ La antipropiedad de una propiedad dada es la ausencia de est estaa última, como en el caso de bueno y no-bueno (que es malo o neutro). ” Así, “si un predicado P representa una propiedad positiva dada, tal como estar mojado (…) entonces su negación no-P representaría la antipropiedad correspondiente. Sin embargo, una propiedad y la ausencia de la misma no pueden combinarse para producir un tercer rasgo (….), la síntesis de ambas, y ello por la sencilla razón que la ausencia de una característica dada no es una propiedad poseída efectivamente por una cosa. El negar P (…) es una operación estrictamente conceptual carente de contraparte óntica. Y el juntar P con no-P produce la propiedad contradictoria nula, o sea, ladebemos que ningún objeto la(sea conceptual, sea concreto) posee. Poro consiguiente rechazar identificación propuesta de anti-P con no-P.”

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II) “ La antipropiedad de una propiedad dada es el complemento de la propiedad en el conjunto de todas las propiedades.” Afirma Bunge que esta definición es defectuosa porque “una propiedad individual no está en un pie de igualdad con un conjunto de propiedades y por tanto no puede oponérsele y menos aún fundirse con él para producir una tercera propiedad que sea la síntesis de las dos.” III) “Una antipropiedad de una propiedad dada es una propiedad que puede contrarrestar, equilibrar o neutralizar a la segunda, como cuando el empujar y jalar una cosa se compensan dando como resultado que el cuerpo sometido a dichas fuerzas opuestas queda en reposo.” Para el autor, esta interpretación tiene sentido y “se puede encontrar ejemplos de antipropiedades de esta clase”. Sin embargo, el defecto consiste en que éstas no son ni universales ni únicas: “no es verdad que toda propiedad tenga una antipropiedad y, cuando una propiedad tiene opuesto, éste puede no ser único. Por ejemplo, la propiedad de tener masa no tiene opuesto (…), porque no existe la antimasa o masa negativa (…). En definitiva, tampoco esta interpretación satisface las necesidades de la ontología dialéctica. Pero por lo menos es significativa.” IV) “Una antipropiedad de una propiedad es un rasgo tal que, cuando se une a la  propiedad en cuestión, da lugar a una tercera propiedad que las subsume a ambas y no es nula.”   “La combinación de un ácido con una base que da como resultado una sal, parecería ejemplificar este sentido de la oposición de propiedades. Pero también puede considerarse como una combinación de cosas opuestas. Además, si bien hay ejemplos, también hay contraejemplos. Por ejemplo, la mera acreción de partículas similares (sin oposición alguna) da lugar a cuerpos (por ejemplo planetas) (…) En resumen, la cuarta interpretación de “antipropiedad, aunque significativa, no justifica el prefijo “anti” y no da lugar a una ley universal.” Concluye Bunge que “de las cuatro interpretación plausibles del término “antipropiedad” que hemos considerado, dos-o sea (III) y (IV)- tienen sentido, pero ninguna de ellas permite afirmar la “ley” D1b en toda su generalidad. Sólo nos permiten afirmar una ley más débil, a saber:  D1c A

algunas propiedades les corresponden “antipropiedades”) que las contrarrestan o neutralizan.

otras

(llamadas

sus

Dicho en términos más sencillos: algunas cosas se oponen a otras en ciertos respectos. Pero ésta es una trivialidad que no debiera satisfacer a ningún dialéctico.” Sin embargo, Bunge señala otra dificultad. “Para una ontología materialista, las cosas sólo tienen propiedades positivas: aún cuando hay predicados negativos; éstos no pueden representar propiedades de objetos concretos.(…) Si un predicado P representa cierta propiedad, entonces su negación no-P no representa una antipropiedad, sino tan sólo la ausencia de la propiedad representada por P. (…) La negación es una operación conceptual de opuestos contrapartida óntica: se refiere a proposiciones y sus negaciones, no a la luchacarente de entre ónticos.”

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Con respecto a la tesis D2, que reza que toda cosa es una unidad de opuestos, Bunge afirma que ésta carece de sentido a menos que se dilucide el término “opuesto”. La tesis D2 “es significativa a condición de que la oposición, o contradicción óntica, se interprete como una relación entre propiedades, a saber, la de contrarrestar o neutralizar”. Así, puede formularse la siguiente definición: “La propiedad (o relación) P1 se opone a la propiedad (o relación) P2 si, y sólo sí, P1 tiende a contrarrestar (neutralizar, equilibrar o atenuar) P2 y recíprocamente.” “Si la oposición se interpreta de esta manera, entonces se puede afirmar que hay sistemas roídos por contradicciones ónticas internas.” (En un país superpoblado, el aumento de población y el bienestar se oponen mutuamente) “Pero esto está lejos de implicar que todos los sistemas sean contradictorios”. Por lo demás, si se afirma que toda cosa está compuesta de partes mutuamente opuestas, cada parte estaría a su vez compuesta de la misma manera, lo cual no es sino un regressus ad infinitum. Por tanto, resulta la tesis débil y no universal  D2a  Algunos

sistemas tienen componentes que se oponen entre sí en algunos

respectos. Por otra parte, Bunge interpreta que reducir todos los sistemas a sistemas polares (esto es, constituidos de partes que pueden estar en uno de dos estados) constituye una brutal simplificación de la realidad y una “manera primitiva de pensar” (sic), típica del “conocimiento incipiente” y no de la ciencia. “La polaridad es un rasgo de nuestro pensamiento acerca de la realidad antes que una propiedad del mundo”. Con respecto a la tesis D3, si bien es cierto que algunos  cambios surgen de conflictos o tensiones (tales como la competencia entre especies o la guerra), no es cierto que se trate de una ley universal (Bunge da como ejemplos la propagación (no conflictiva) de una onda en el vacío y la formación de una molécula de hidrógeno, producto de la cooperación entre dos átomos.) Privada de toda universalidad, sólo resta la tesis débil  D3a  Algunos

cambios resultan de la oposición (en algunos respectos) de cosas diferentes o de componentes diferentes de una misma cosa. Lo cual, para el autor, es una trivialidad superada por cualquier teoría de la competencia (v.gr. la teoría de los juegos). La tesis D3 es producto de la falacia de la afirmación del consecuente. De un conjunto de enunciados observacionales que muestran que a la oposición le sigue el cambio se deduce la validez de la recíproca: todo cambio es producto de una oposición: observo el resultado e infiero la causa (que no es sólo una de las posibles). Finalmente, se buscan “casos confirmatorios” de la tesis, excluyendo cualquier contraejemplo que la desbarate. En cuanto a la tesis D4 sobre el desarrollo como estructura “helicoidal”, el autor afirma que es obscura debido a la vaguedad y “nebulosidad” la expresión “negación dialéctica” ( Aufhebung  Aufhebung , “supresión”), distinta de la negacióndecomo operación lógica. Por ejemplo, se dice que una planta es “negada” por sus semillas, que al germinar y

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desarrollarse en nuevas plantas se “niegan” a sí mismas. Pero a Bunge no le interesa esclarecer conceptos nebulosos sostenidos por otros: “Mientras esperamos que los dialécticos aclaren el concepto de Aufhebung y nnos os lo traduzcan al castellano, debiéramos eludir estas agua estancadas y proceder a formular teorías claras, coherentes y generales de procesos de desarrollo y evolutivos.” Finalmente, con respecto a la tesis D5  sobre cantidad y cualidad, la oposición entre ambos términos es falsa si se define cantidad -como la numerosidad de un conjunto o el valor numérico de una propiedad- y si se define cualidad sencillamente como una propiedad. Así, para dar un ejemplo pedestre, una propiedad (cualidad) como la temperatura, puede adoptar distintos valores numéricos (cantidad). Sin embargo, este no es el sentido que mienta la oposición cantidad/cualidad en la tesis D5; más bien parece referirse al hecho de que “en todo proceso, sobreviene una etapa en la que emerge alguna propiedad nueva, la que a su vez tiene su propio modo de variación”. (v.gr. la urbani urbanización zación produce ciudades y no grandes aldeas). Esto es plausible y ha sido desarrollado por la teoría de la emergencia, muy cara a la biología, cuya hipótesis central es que todo sistema posee por lo menos una propiedad emergente (lo cual prueba la falsedad de los reduccionismos económico, biológico, fisicalista, etc.) Así, si bien los componentes de las células no son vivos, la vida es una propiedad emergente de la célula. Por último, Bunge dedica un apartado a refutar el aserto de que “la lógica es un caso especial de la dialéctica”, basada la confusión hegeliana entre lógica y ontología (la primera se refiere a proposiciones, la segunda a objetos materiales, al mundo real; cualquier teoría substantiva coherente sobre la realidad  presupone  la lógica-que es a  priori– antes que reducirse a ésta. Hay que explicitarlo: la lógica (dialéctica o no), puesto que no se refiere a la realidad, no es capaz de explicar ningún cambio en objetos materiales.) En resolución, la dialéctica ha quedado reducida a un puñado de tesis débiles ( D1c  D1c, D2a, D3a), no generalizables, perogrullescas y todavía imprecisas. En ningún caso llegan a calificar como base suficiente para una teoría general del cambio. Las tesis que se mantienen (que toda cosa concreta es cambiable y que a lo largo de todo proceso emergen propiedades nuevas) “son comunes a todas las ontologías procesuales y pueden formularse de manera exacta, constituyendo un sistema hipotético-deductivo que armoniza con la ciencia. Dicha ontología es dinamicista pero no dialéctica.” P.E.B.

Bibliografía: BUNGE, Mario: El sistema filosófico materialista, Buenos Aires, H. Garetto Editor, 2007 La edición original es: BUNGE, Mario: Scientific Materialism, Reidel, Dordrecht-Boston-Londres, 1981 La reciente traducción al sería castellano adolece que de elabundantes errores de mecanografía y errores de notación; recomendable editor los corrigiera en una futura reedición.

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Bibliografía

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 Dialéctica y ciencia: una crítica a su síntesis

Adrián González

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 Dialéctica y ciencia: una crítica a su síntesis

Adrián González

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