Desarrollo Del Genero en La Fam - Garcia, Ana

November 24, 2017 | Author: Rafael Felipe Führ | Category: Transsexual, Ethnicity, Race & Gender, Gender, Human Sexuality, Man
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Ana García-Mina

Freire

Desarrollo del género en la feminidad y la masculinidad

NARCEA, S.A. DE EDICIONES

La presente obra ha sido editada con subvención del Instituto de la Mujer (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales)

Nota del Editor: En la presente publicación digital, se conserva la misma paginación que en la edición impresa para facilitar la labor de cita y las referencias internas del texto. Se han suprimido las páginas en blanco para facilitar su lectura.

© NARCEA, S.A. DE EDICIONES Avda. Dr. Federico Rubio y Galí, 9, 28039 Madrid, España www.narceaediciones.es Cubierta: Francisco Ramos Primera edición en eBook (Pdf): 2010 ISBN (eBook): 978-84-277-1673-5 ISBN (Papel): 978-84-277-1433-5 Impreso en España. Printed in Spain Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

Han sido muchaslas personasque me han ayudadoen la elaboraciónde este líbro.Personasque desde su interés,sus conocimientosy su cariño me han apoyado en este proceso y me han enriquecidointelectualy personalmente. y de maA todasellasquieroexpresarmí agradecimiento, neramuy especialme gustaríanombrara Luis López-Yarto,a Ma José Carrasco,a José Antonio García-Mongey a Jesús Labrador,al que dedícoeste libro. Asimismo, también quieroagradecera Camino Cañón y a la Editorial Narceael que hayan confiadoen esteproyecto y me hayan ayudadoa hacerlorealidad.

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índice

Prólogo. Emilce Dio Bleichmar Introducción

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Parte I. Orígenes de la categoría género: historia de una necesidad I. John Money. El concepto género y sus diferentes acepciones. La diferenciación y el dimorfismo de la G-I/R

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2. Robert Stoller. El fenómeno del transexualismo. Desarrollo de la feminidad y la masculínidad

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3. El movimiento feminista. El silenciamiento de las mujeres A favor de los derechos de la mujer Las mujeres como segundo sexo. El movimiento de liberación de la mujer

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Cuadro-resumen I. Orígenes y desarrollo de la categoría género .

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Parte 2. La categoría género en el estudio psicológico de la feminidad y la masculinidad 4. Feminidad y masculinidad. Dimorfismo sexual y atribución de género. Evolución conceptual de la feminidad y la masculinidad . 5. Modelos normativos. Modelo de evaluación congruente. Principales características de las medidas de evaluación del © narcea, s. a. de ediciones

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modelo congruente. Crisis del modelo de evaluación congruente. Modelo de evaluación andrógino. Principales características de las medidas de evaluación del modelo andrógino 63 Cuadro-resumen II: Presupuestos teóricos y psicométricos subyacentes en el modelo clásico y en el actual 74 Parte 3. El género, un concepto renovador 6. Género y metodología. Sesgos metodológicos. Consecuencías de los sesgos metodológicos 77 7. Género y salud mental. Nuevas perspectivas teóricas en salud mental. Nuevas perspectivas teóricas y de intervención en psicopatología . 81 8. El Género, un concepto integrador. Carácter interdisciplinar. Carácter holístico. Carácter relacional 87 Cuadro-resumen III: Principales aportaciones de la categoría género en el estudio psicológico de los sexos 94 Parte 4. Hacia una clarificación conceptual de la categoría género 9. Significados atribuidos a la categoria género. Sexo y género, dos términos intercambiables. Sexo y género, dos términos presuntamente antónimos. El género, un término políticamente correcto

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10. Un acercamiento conceptual. Sexo y género, una doble realidad. Naturaleza multidimensional de la categoría género A modo de conclusión 103 Cuadro-resumen IV: Niveles de análisis de la categoría género 112 Bibliografia

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Glosario de términos

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Prólogo

Es éste un líbroabsolutamentenecesarioque viene a aclararla confusión y el solapamientoreínanteen tornoa las nocionesy usos de los términossexo y género. El cambiosostenidoy crecienteque,en la segunda mitad del sigloxx, se ha operadoen la condíciónsocialde la mujerparecehaberimpulsado,no sólo a la comunidadcientfficay académicasíno también a los medios de comunicación,a la sustítuciónlísa y llana del uso de la varíablesexo por la de género,en una suerte de exígenciade discursopolíticamentecorrecto, sín poner de manifiestolos alcancesy consecuencíasque implicatal sustitución. Al mismo tiempo,tengouna enormesatisfacción al constatar,una vez más,este hecho,por habersído una de los tantos eslabonesen la cadena de la espectacular difusión del concepto,al ponerloa trabajaren relación con la patologíade la hísteríay en la enseñanzaen la universidad,a medíadosde la décadade los años ochenta,cuandocomienzo mí etapa en España.Allí estabaAna García-Mína,ávída de conocímientos, y, con el entusiasmoe íntelígencíaque la caracterizan,rápidamentelo hízo suyo, siendo una de las impulsorasde los Estudíos de Géneroen la Universídad PontíficíaComillasde Madríd. La siembraha encontradoun humus fértil,fecundo,y este líbroes uno de sus últímosfrutos. En aras del objetívoclaríficador,el texto de Ana García-Mína coniíenza haciendosabera la comunicladcientíficay al colectívode las mujercs,el origenextra murosdel movimientofemínísta del conceptode género,a partir de las ínvestigacionesmédicasen los casosde síndrome © narcea,s..1.de edmones

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Emilce Dio Bleichmar

adrenogenítalinfanta, por parte deJohn Money. Neonatólogo,preparandouna tesíssobretemas de endocrinología, queda maravilladoal descubrirla potenciade la creencíahumana que es capaz de hacertorcerlos destínosfijados por la biologíapara la determínaciónde la identídadsexual. Así nacela idea en el ámbítode las ciencíasmédicas.Luego es retomada por Stoller,otro estudíosodel transexualismo,y ampliadosu alcancea los derívadosconceptuales de núcleo de la identidad de género y rol de género, a partír de los cualesse ínícíauna verdaderarevolución en los estudíospsícoanalíticos y psicológicos de las categorías defemínidad y masculínidad. Las observaciones médicasde Money se trasladana la observación de la críanza normaly se cónstatael papel crucialque tienen las actitudes, valoraciones y mensajesde los adultosen la configuración de la identídad diferencialy dícotómicade niños y niñas que habíasído siempreentendida comosurgídadel suelo de la díferencíaanatómíca. La autorahaceun somero,pero claroy suficiente,recorrídohístórico que permíte visualizar cómo una propuestaque naceen un ámbito restríngído,por su capacidadde darcuentacabalde una realídadpsícosocial, se convierteen un lapsomuy cortode tíempoen una varíablede análísis del nível de categorías consagradas, comolas de raza o clasesocial,princípalmentepor el empujerecíbidopor numerososgruposde mujeresuníversítaríasquefundan los así llamadosEstudios de Género. De esta manera, el conceptode género se difunde y aplicapara ílumínar dístintos ámbítos del saber—historía, geografía,antropología,líteratura,psicología, sociología—haciendovísibles,no sólo realídadesocultasde la sítuación de las mujeres,sino innumerablessesgosen los estudíose ínvestigacionesa partír de los cualesse ha edificadouna porciónimportantedel sabercient(fico. Junto al valordelgénerocomoherramientade análisísde tantas dímensionesde la realidad,la autoratambiéndestacala dfficultadde la ínvestigaciónsobreestascategoríasque interactúancon tantos otrosfactores psicosociales. Es de remarcarel cuídadosoestudío de Ana García-Minasobrelos presupuestosimplícitosen los ínstrumentospsicométricosque evalúanla © narcea, s. a. de ediciones

Prólogo

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feminidad y la masculínidady sus correlaciones conla salud mental,mostrandola previa incidencianormativadelgénerosobrelas categoríasque se pretendenvalorardeforma objetíva.Se tratade un vivo ejemploy excelenteilustracióndel campoque abrela categoríapara la revisiónde la diferenciasexual. Ejercicioprecisoy particularizadode interpelarel saber consagrado, poniendo de manifiestola ideologíaen el interiorde la metodologíaempleada,al introducirun análisisdel papel quejuega el sujeto de la investigaciónen la selecciónde la muestray en la interpretación de los resultadosque reproduceny perpetúan la concepciónesencialistapor mediode la dicotomizaciónsexo/género. A travésde todo el texto, y enforma resumidaen las conclusiones, quedapuesto de manifiestoel gran valordel concepto,tantopor su naturaleza integradora—condiciónbásicapara la propulsiónde los estudios interdisciplinarios— comopor su carácterrelacional,lo que ha permitído que colectivosde varonesempiecentambién a centrarseen la revisióny puesta en cuestiónde las basesy valoresde la masculinidad. Capítulo trascapítulo,el examen de la informaciónaportadademuestra la vitalidad y capacidadheurísticadel conceptode géneroque, como bien lo calificala autora,se halla en plena efervescencia conceptualy lejos de estaracabado,en pleno estadode procesoy confuturo para la investigación.Ningún lectory /o lectoraquedarádefraudadode la utilidad de esta obrapara una puesta al día del estadode la cuestión. EMILCE DIO BLEICHMAR

Universidad Pontificia Comillas

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Introducción

Nuestra tareaes triple:hacernoscargode la realidad, cargarcon la realidad,y encargarnos de la realidad

IgnacioEllacuría La categoría género surge como respuesta a la necesidad sentida por muchas mujeres y varones de desmitificar la categoría sexo y transformarla en una variable operativa que permita una mayor y mejor comprensión de la existencia humana. Aunque actualmente quizá resulte natural saber que los espermatozoides y los óvulos son células sexuales, que cada célula cuenta con 46 cromosomas y que los responsables del dimorfismo sexual genético son aquéllos que constituyen el par 23, la mayoría de estos descubrimientos tuvieron lugar en pleno siglo xx l. Hasta entonces, los diferentes procesos que forman parte del desarrollo prenatal y posnatal no se conocían. La naturaleza de la variable sexo se consideraba univariada, y el sexo de una persona sólo se juzgaba en función de las características corporales externas. Esta carencia de conocimientos científicos, junto con el carácter de tabú y prohibido que ha estado ligado a esta variable favoreció que filósofos, literatos, pensadores y hombres de ciencia especularan sin rigor cientifico sobre la «esencia» que distingue a varones de mujeres. Sirviéndose de la variable «sexo» crearon diferencias allí donde no las hay, naturalizaron desigualdades cuyo origen radica en el orden social,justi-

1 En 1944, Avery, Mac Leod y McCarty identificaron el ADN como material hereditario. En 1956, Tjio y Levan confirmaron que el ser humano cuenta con 46 cromosomas, y que es el par 23 el responsable del dimorfismo sexual genético. A principios de los años noventa se identific6 el gen SRY como el elemento regulador de otros genes, cuya presencia impuls6 el desarrollo de la gónada indiferenciada en testículo. © narcea, s. a. de ediciones

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ficaron un sistema de privilegios con un marcado sesgo androcéntrico2. Como indica Helen ThompsonWoolley3, en los inicios del siglo xx, el estudio sobre los sexos estaba impregnado de un gran cúmulo de prejuicios y creencias infundadas. La variable sexo era una especie de cajón de sastre con una mararia de significados que, más que revelar, ocultaban y equivocaban las numerosas semejanzas y posibles diferencias que existen entre mujeres y varones. La masculinidad y la feminidad se consideraban categorías ahistóricas y esenciales, correlatos del dimorfismo sexual. El conjunto de normas, valores, atributos, funciones, comportamientos asignados desde lo social a uno y otro sexo, se consideraban derivados naturales de la biología, se concebían como una realidad opuesta y mutuamente excluyente. Ser mujer equivalía a ser femenina y por tanto no masculina. Toda mujer que osaba desarrollar comportamientos atribuidos al varón era estigmatizada con la etiqueta de «bruja» o «desequilibrada mental». Por ejemplo, en la Edad Media, aquellas mujeres que desarrollaban la capacidad de reflexionar o de conocer las artes de la medicina eran consideradas «brujas» y quemadas en la hoguera4. Posteriormente, se fue refinando la censura y la penalización que suponía transgredir la normativa social, y aquellas mujeres y varones que tenían comportamientos y características propias del otro sexo se consideraban individuos «disfuncionales y psicopatológicos». Sin embargo, desde mediados del siglo xx, diversos factores de carácter social, teórico y empírico transformaron el estudio psicológico de los sexos, revolucionando la conceptualización de la masculinidad y la feminidad. Gracias a los avances que tuvieron lugar tanto en las ciencias biológicas (endocrinologia, genética, neurología, embriología...), como en las ciencias sociales (antropologia, sociología, psicología...) y en el ámbito socioeconómico (revolución industrial, movimiento feminista...), desde finales de la década de los cincuenta se comenzó a distinguir una gran variedad de realidades que hasta entonces habían 2 Cfr. M. J. Izquierdo: El problemade la clastficación en las cienciassociales.El casode la clasificaciónmujerlvarón.Tesis Doctoral. Universidad Autónoma de Barcelona, 1984. 3 Cfr. H.Thompson Woolley: «Psychological Literature: A review of the recent Literature on the Psychology of sex». Psychological Bulletin, 7, 1910, pp. 335-342. 4 Cfr. C. Sáez Buenaventura: Mujer,locuray jiminismo. Madrid: Dédalo, 1979.

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Introducción

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quedado ocultas bajo el término «sexo», entre éstas la categoría «género». Esta otra realidad, intuida por diferentes disciplinas científicas, fue nombrada y definida por primera vez, en 1955, por John Money5. Sus investigaciones sobre síndromes hormonales (síndrome adrenogenital femenino, síndrome de insensibilidad a los andrógenos), sindromes genéticos (sindrome de Turner) así como sus trabajos sobre diferentes trastornos en la morfología genital (ablación del pene), le llevaron a plantearse la necesidad de-subrayar el poder que la biologia social tiene en el desarrollo psicológico de los individuos, ariadiendo al lenguaje científico una serie de términos con los que no se contaba hasta entonces: «GenderRole», «Gender Identity» y «Gender IdentitylRole». Aunque, al principio, la distinción entre sexo y género se incorporó muy lentamente al ámbito de las ciencias médicas, desde finales de 1960, esta doble realidad fue asimilada con gran rapidez tanto por las ciencias sociales como por el lenguaje de la calle, principalmente gracias a los estudios desarrollados por Robert Stoller y por el Feminismo Académico. Esta nueva manera de percibir e interrogar la realidad ha provocado una gran transformación en el análisis de las relaciones existentes entre los sexos y ha supuesto un revulsivo teórico y una invitación para que se gesten nuevas líneas de conocimiento y de investigación. El género se ha convertido en un valioso instrumento integrador de las diferentes dimensiones y procesos que participan en el devenir humano. Articula subjetividades con cultura, ideales con comportamientos, modelos normativos con expresiones de desequilibrio emocional6. Su capacidad analítica ayuda a comprender las complejas interacciones que una mujer o un varón pueden experimentar entre su vivencia de sentirse mujer o sentirse varón, su reconocimiento de pertenecer biológicamente a uno u otro sexo, su actuar como masculino, femenino, andrógino o indiferenciado, y la vivencia de su deseo sexual hétero, homo o bisexual. Pero pese a los avances que han tenido lugar en estas tres últimas décaCfr. J. Money: «Hermaphroditism, gender and precocity in hyperadrenocorticism: psychologic findings». BulletinJohns Hopkins Hospital, 96, 1955, pp. 253-264. 6 Cfr. N. Inda: «Género masculino, número singular». En M. Burin y E. Dio Bleichmar (Comps.): Género,psicoanálísis,subjetividad.Buenos Aires: Paidós, 1996. narcea, s. a. de ediciones

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das en torno a estas cuestiones, desafortunadamente, este constructo carece de un marco teórico desde el que sintetizar su naturaleza multidimensional. Hasta principios de la década de los ochenta, apenas se contaba con sistemas taxonómicos que ayudasen a comprender esta compleja realidad. Esta carencia,junto con su uso creciente en las ciencias y su popularidad en el ámbíto cotidiano ha llevado a que, actualmente, la categoría género esté rodeada de una gran ambígüedad y confusión. Si bien, existe un acuerdo generalizado en distinguir la realidad del sexo de la realidad del género, hay una gran variedad de terminologias que equivocan y dificultan la teorización e investigación en torno a estos conceptos. De ahí el sentido y el porqué de este libro. De acuerdo con Izquierdo7, parece que el «género» es un géneroque se vende bien. Numerosos congresos, jornadas, publicaciones, librerías, bibliotecas, proyectos y líneas de investigación u organismos políticos, incluyen en sus contenidos y programas el término «género», aunque apenas tenga relación con su significado inicial. Con este estudio, pretendo contribuir al esclarecimiento de la confusión que rodea a esta categoría. Para ello, el libro se estructura en cuatro partes. En la primera se analizan los orígenes y significados que, a lo largo de estas últimas décadas, se han elaborado en torno a la realidad sexo/género, con john Money, Robert Stoller y el Feminismo Académico como principales pioneros en la utilización y desarrollo de esta variable. Desde diferentes ámbitos, pero movidos por una misma necesidad, Money y, posteriormente, Stoller y las académicas femínistas utilizaron esta categoría para desmitificar el constructo sexo, y desvelar la diversidad de significados que han estado ocultos bajo esta variable. En la segunda parte se profundiza sobre la repercusión que el género, como categoría de análisis, ha tenido en la masculinidad y la feminidad psicológicas. Gracias a la demarcación sexo/género, a principios de 1970, la masculinidad y la feminidad dejaron de consíderarse dos categorías mutuamente excluyentes, ahistórIcas y naturales para comenzar a concebirse como dos dimensiones socioculturales, que pueden estar presentes, en diferente grado, en un mismo individuo. Esta re7 Cfr. M. J. Izquierdo: «Uso y abuso del concepto género». En M.Villanova: Pensarlas diferencias.Barcelona: PPU, 1994. narcea, s. a. de ediciones

Introducción

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formulación de la masculinidad y la feminidad ha traído consigo la revisión del trabajo, hasta entonces existente, sobre los sexos. En la tercera parte del libro, se recoge la reconceptualización desarrollada sobre el estudio psicológico de los sexos, en las áreas de metodología y de salud mental, así como sobre la naturaleza integradora inherente al concepto género. Por último, la cuarta parte ofrece un marco comprehensivo desde el que analizar esta compleja realidad. En la medida en que la categoría género sea incorrectamente utilizada, bien por una insuficiente información, un error interesado o una política oportunista, ésta irá perdiendo su razón de ser. Como mujer, como psicóloga y psicoterapeuta considero fundamental conocer y dar a conocer la incidencia que tiene en nuestra vida el género, como realidad subjetivada y como principio organizador de la interacción social. Cada vez son más los trastornos que podemos relacionar con unas condiciones de vida y con las características de una subjetividad construida desde los patrones culturales vigentes en la sociedad. Al estudiar los orígenes de esta categoría asi como su relevante repercusión en el estudio psicológico de la masculinidad y la feminidad pretendo surnarme a aquellos estudios cuyo objetivo principal es hacer visible la desigualdad existente en los sistemas de género así como las estrategias sociales de su legitimación.

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PARTE 1: ORÍGENES DE LA CATEGORÍA GÉNERO: HISTORIA DE UNA NECESIDAD

«No hay quizá campoque aspirea ser cientí_fico donde los sesgospersonaleshayan sido másflagrantes,la lógicahaya sido más martirizadaal servicioy apoyode prejuiciosy donde afirmacionesinfundadase inclusotonteríasy boberíassentimentaleshayancometidotantosexcesoscomosobreestetema». HELEN THOMPSON

WOOLLEY

1. John Money

Aunque «género y feminismo» sean en la actualidad dos realidades estrechamente vinculadas, la variable género se incorpora al lenguaje científico aproximadamente quince arios antes del resurgimiento del movimiento feminista, de la mano de un joven doctor en Medicina, John Money1. Hasta mediados del siglo pasado, el término género se utilizaba básicamente en estudios lingüísticos. Como categoría gramatical servía para clasificar las palabras como femeninas, masculinas o neutras. El concepto género se consideraba un atributo de nombres, adjetivos, artículos y pronombres, pero no se valoraba como un atributo humano. Será en 1955, cuando, por primera vez, Money acurie este concepto y seriale su importancia en la constitución de la identidad sexual humana. Money sítúa la génesis del concepto género en sus investigaciones sobre el hermafroditismo. Desde 1949, ario en que tomó contacto por primera vez con un caso de hermafrodítismo provocado por una in' Actualmente, el Dr. John Money es profesor emérito de Psicología Médica en el Departamento de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta, y profesor emérito de Pediatría de la Universidad y Hospital Johns Hopkins, en Baltirnore. Se le considera como uno de los principales investigadores de la sexualidad humana, y entre los galardones que cuenta en reconocimiento a sus investigaciones encontramos el premio de distinción científica que la Asociación de Psicología Americana le otorgó en el área de Psicología, en 1985, y el prestigioso premio del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano, en 1987. Es fundador de la Unidad de Investigación Psicohormonal y de la Clínica de Identidad de Género del Hospital y la Facultad de Medicina Johns Hopkins. © narcea, s. a. de ediciones

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sensibilidad a los andrógenos, su trabajo como investigador ha estado centrado en profundízar en la teoría psicológica de la sexualidad humana, a través del estudio de estos raros casos de la naturaleza. Money comenzó a interesarse por esta temática en un curso de doctorado que por aquel entonces dirigía el Dr. George Gardner, en Harvard. En él, se presentó el caso de un médico, casado y padre por adopción, que, debido a un síndrome de insensibilidad a los andrógenos, tenía una morfología externa feminizada. Cuestionado por esta paradoja, hizo su tesis doctoral sobre la psicología y sexualidad de los hermafroditas, y desde 1951 entró a formar parte del equipo del Dr. Lawson Wilkins, director de la Clínica Endocrinológica Pediátrica del Hospital Johns Hopkins, donde fundó la Unidad de Investigación Psicohormonal en ese mismo ario. Money, como estudiante de doctorado y, posteriormente, como colaborador del Dr. Lawson Wilkins2, se encontraba ante casos que le hacían cuestionarse la naturaleza univariada de la variable sexo. Desde muy diferentes lugares del país, llegaban a su unidad de investigación hermafroditas de todas las edades con'malformaciones congénitas de los órganos sexuales. En ocasiones, se encontraba ante maehos genéticos que habían sido incorrectamente rotulados y criados como nirias debido a un síndrome feminizante testicular (figura 1). En otros casos, se le presentaban hembras genéticas que, al padecer un sindrome adrenogenital, habían sido equivocadamente asignadas como varones y criadas como tales. Un ejemplo de este tipo de hermafroditismo es el adólescente que aparece en la figura 2. Cuando nació, los médicos erróneamente le asignaron el sexo varón y le diagnosticaron que tenía un pene hipospádico y unos testículos ectópicos. Tras varios intentos fallidos de corregír la hipospadia del pene, los médicos se dieron cuenta de que, lejos de ser un varón genético, gonadal, hormonal y tener una morfología interna propia de un varón, tenía un patrón cro2 El Dr. Lawson Wilkins es considerado como el primer pediatra endocrinólogo del mundo. Gran parte de su trabajo estuvo dedicado al estudio y tratamiento del síndrome adrenogenital. Junto con los Doctores Albright y Bartter, demostró que el error hormonal adrenocortical responsable de la hermafroditación y virilización en el síndrome adrenogenital podía ser controlado mediante la administración de cortisona.

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Figura 1. Niño reciénnacido con un síndromedrínsensibilidad a los andrógenosy ferninización testicular.En su aspectono es distinguíblede una hembranormal.

Figura 2. Adolescente.Diagnóstíco:hembragenética con síndrome adrenogenital,asignada al nacercon el sexo varón.Desde los 3,6 años recibetratamientoquirúrgico y hormonalpara masculinízar su anatomíaexterna. Edad en que se toma lafoto 15,1 años4. 4 Figuras tomadas de J. Money y A. A. Ehrhardt: Desarrollode la sexualidadhumana. Diferenciacióny dimodismo de la identidad de género.Madrid: Morata, 1982, p. 62 (Versión original 1972). Reproducidas con permiso del editor.

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mosómico, gonadal, hormonal y una morfología interna de una mujer, pero que, debido a un síndrome adrenogenital, había sido erróneamente asignada con el sexo varón. Tras un diagnóstico correcto, el caso fue remitido al Hospital Johns Hopkins. Los padres no sabían qué hacer. ¿Tenían que seguir considerándolo un varón aunque su biología fuese propia de una mujer? ¿Si se le reasignaba el sexo acorde a su biología, cambiaría también su sentimiento como varón? ¿Qué repercusiones podría tener todo ello a nivel psicológico? El nirio, a los tres arios y medio de edad tenía un sentimiento profundamente arraigado de ser un nirio y no ser una niria como su hermana menor. Su vivencia de varón aunque era contraria a su biología estaba tan asentada que Money y colaboradores decidieron que el nirio siguiera como un varón, haciéndole un seguimiento hormonal y una serie de intervenciones quirúrgicas que le permitieran tener una anatomia externa propia de un varón3. Money, a raiz de sus ínvestigaciones comenzó a ser consciente de la sobrecarga terminológica que tenía la variable sexo.Tal corno se consideraba en aquella época, este concepto no le permitía comprender y explicar estos experimentos prohibidos que la naturaleza le mostraba. ¿Acaso deja de ser mujer una adolescente que, al llegar a la pubertad, descubre que tiene un programa genético, gonadal y hormonal propio de un varón? ¿Es menos varón un adulto que, por un problema de hermafroditismo o por un error quirúrgico, tiene un pene hipospádico o hiposplásico? ¿Cómo explicar el desarrollo de una identidad edificada sobre una biología que la contradice? Money necesitaba un concepto vinculado a la realídad del sexo, pero diferente de 1, que explicaseestas contradicciones. El término elegido fue la palabra género, que en latín (genus-eris)significa origen, nacimiento. Necesitaba un constructo que recogiese el papel fundamental que la biografia social posnatal desemperia en el proceso de convertir a las personas en mujeres y varones. Un papel que incluso puede modificar los destinos de la biologia. Cfr.j. Money, J.G. Hampson y J.L.Hampson: «Hermaphroditism: recommendations concerning asignement of sex, change of sex, and psychologic management»Joims Hopkins Hospital,97, 1955, pp. 284-300. 0 narcea,s. a. cle ediciones

John Money

El concepto

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género y sus diferentes

acepciones

Como indiqué anteriormente, hasta mediados de la década de los arios cincuenta, el término género era patrimonio de la gramática y de los estudios lingüísticos. Sólo en contadas ocasiones esta palabra había sido utilizada como sinónimo de sexo. En un estudio realizado por Money sobre la historia del término género, seriala una carta escrita en 1709 por la distinguida M.W. Montagu a la Seriora Wortley, como la cita más antigua donde se utiliza el término género como sexo: «Del bello sexo... mi único consuelo por ser de ese género ha sido la seguridad que me ha dado de que no me casaré nunca con alguien de él»5.

La primera vez que este concepto se utiliza en las Ciencias Médicas es en 1955, en el artículo «El Hermgfroditismo,el Géneroy el HiperadrenocorticalismoPrecoz:DescubrimientosPsicológicos», publicado por Money en el boletín del Hospital Johns Hopkins. En este artículo, Money nombra la realidad del género a través del término «genderrole».Por rol de género entiende: «Todo cuanto una persona dice o hace para indicar a los demás o a sí misma el grado en que es nirio o varón, o niria o mujer respectivamente. Se incluye aunque no se restringe el sentído erótico de la sexualidach>6.

Posteriormente, junto con Joan Hampson y John Hampson ofrecerá una definición más descríptiva de este concepto con el fin de poder valorar el rol de género de aquellos pacientes que llegaban a la unidad de investigación psicohormonal: «El rol de género se evalúa en relación con lo siguiente: formas generales de expresarse, porte externo y modos de comportamiento; preferencias en el juego e intereses recreativos; temas de conversación espontánea en conversaciones no forzadas y comentarios casuales; contenidos de los suerios y de las fantasías diurnas; respuestas a preguntas indirectas y tests 5 Cfr. J. Money: «The Concept of Gender Identity Disorder in Childhood and Adolescence After 39Years»Journal of Sex and Marital Therapy,20, 1994, pp. 163-177. 6 Money., Op. cit., 1955, p. 254. © narcea, s. a. de ediciones

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proyectivos, constancia de las prácticas eróticas y, finalmente, las respuestas de la propia persona cuando le preguntan directamente»7.

Según Money, el concepto «rol de género» salvaba el obstáculo terminológico que encontraba en la definición tradicional de rol sexual que, al estar muy centrada en las actividades erótico-genitales del sexo, no era válida para describir muchos de los casos de hermafroditismo. Sin embargo, utilizando el término «rol de género», Money podía afirmar que un varón tenía una identidad y un rol masculino aunque no tuviera pene y no pudiera orinar o copular como un varón.A1 ser el rol de género un concepto de más amplitud, podía integrar las actividades no eróticas ni genitales que también forman parte de los roles asignados a varones y mujeres, y que están prescrítos cultural e históricamentes. Money, fiel a su concepción unitaría del género, no quiso inicialmente incluir como derivado el término «identidad de género» ya que, para él, identidad y rol de género eran las dos caras de una misma moneda, las expresiones —pública y privada— de una misma realidad. Utilizando únicamente el término rol de género quería expresar esta unidad conceptual. Para explicarlo Money lo compara con una representación teatral: «En el teatro, un actor representa un rol. Un buen actor puede incluso continuar asumiéndolo fuera del teatro, mientras la obra está en cartel. Pero un rol de género no es tan efimero. Pertenece, de modo indefinido, a la persona que lo ejecuta y lo vive cotidianamente. Así pues, un rol de género no se experimenta como un papel social y dictado, como el que debe representar un actor en una pieza teatral, sino que es experimentado, en primer término, como la propia identidad de género y se manifiesta a los demás en lo que uno dice y hace»9. 7 J. Money, J. G.Hampson y J. L. Hampson: «An examination of sorne basic sexual concepts: the evidence of human hermaphroditism». Bulletin Johns Hopkins Hospital, 97, 1955, p. 302. 8 Cfr. J. Money: «Gender Role, Gender Identity, Core Gender Identity: Usage and Definition ofTerrns».JournalAcademic Psychoanalysis,1, 1973, pp. 397-403. 9 J. Money: Introducción a la edición espariola. En J. Money y A.A. Ehrhardt: Desarrollo de la sexualidad humana. Diferenciacióny dimodismo de la identidad de género.Madrid: Morata, 1982, p.7. (Versión original 1972).

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Sin embargo, esta visión unitaria del género no fue asimilada por las ciencias sociales y de la conducta. Desde mediados de los arios sesenta, teóricos como Stoller1° defenderán el uso del término «identidad de género» de forma independiente del término «rol de género». Este hecho llevó a Money a incorporar u-na doble acepción a su vocabulario: «Gender Identity» y «Gender-Identity/Role (G-I/R)», de modo que en 1967, definirá identidadde génerocomo: «La igualdad a sí mismo, la uniclad y persistencia de la propia identidad como varón o mujer (o ambivalente), en mayor o menor grado, en especial tal como se experimenta en la conciencia de uno mismo y en la propia conducta. La identidad de género es la experiencia privada del rol de género, y el rol de género es la expresión pública de la identidad de género»". Unos arios más tarde, coherente con su principio unitario del género, Money adoptó el acrónimo G-I/R (Gender-Identity/Role) con el intento de unificar ambos términos. Por G-//R (identidadde género/rol) entiende: «La identídad de género es la experiencia privada del rol de género, y el rol de género es la manifestación pública de la identidad de género.Ambas son como las dos caras de una misma moneda, y constituyen la unidad G-I/R»12.

La diferenciación y dimorfismo de la G-I/R Money, junto con sus colaboradores, fue uno de los pioneros en ofrecer una visión estructurada del proceso de diferenciación sexual 1° Cfr. R. J. Stoller: «A contribution to the study of gender identity». International Journal of Psychoanalysis, 45, 1964, pp. 220-226. 11Money, Op. cit., 1973, p.398. 12 J. Money: Gay, Straight,and In-Between.The Sexologyof EroticOrientation.Oxford: Oxford University Press, 1988, p.201. © narcea,s. a. de ediciones

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del individuo desde una perspectiva evolutiva. Su trabajo en la Clínica de la Identidad de Género le exígía conocer la influencia que ejercen los determinantes multivariados del sexo en el proceso de la sexuación humana. Necesitaba saber cuándo era pertinente reasignar un nuevo sexo a una persona, qué factores debían considerarse indicatívos para ello y hasta qué edad podía ser psicológicamente sano llevarlo a cabo. Como queda reflejado ya en sus primeros artículos, el trabajo empírico de Money y colaboradores fue minucioso y detallado. La gran diversidad de síndromes que llegaban a la unidad de investigación le permitía analizar las interacciones y posibles influencias que tienen lugar entre los factores que integran la naturaleza multivariada del sexo. Metódicamente, investigaba la influencia de cada uno de los factores que componen el proceso de sexuación prenatal (sexo cromósomico, gonadal, hormonal y morfológico) en los factores que acontecen tras el nacimiento (el sexo de asignación y de crianza, y el establecimiento y desarrollo de la identidad y rol de género). De forma reiterada constató que la convicción básica de pertenecer a uno u otro sexo no estaba directamente determinada por el patrón cromosómico, gonadal u hormonal, ni tan síquiera por los tractos internos y externos de la morfología genital de una persona. El sentimiento íntimo de vivirse niño o niña radicaba fundamentalmente en las conductas dimorfas que los padres tienen ante el sexo asignado, en la historia biográfica posnatal. Si una hembra genética, gonadal y hormonal se siente varón es porque sus padres y su entorno nunca han dudado de que lo sea. Desde su nacimiento se le ha nombrado, vestido, peinado y criado siguiendo el modelo de masculinídad prescrito por la cultura, y transmitido a través del intercambio social y del poder de la comunicación13. Para Money, la identidad y rol de género es la culminación de un proceso multivariado y secuencial. Un proceso que tiene su inicio en la vida intrauterina con la fecundación y que alcanza su culminación en 13

Cfr. Money y Ehrhardt, Op. cit., 1982. © narcea, s. a. de ediciones

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el período posnatal. La figura 3 muestra cada uno de los factores que forman parte de la evolución del dimorfismo sexual así como la secuencia cronológica en que ejercen su influencia. Money explica este proceso secuencial comparándolo con una carrera de relevos, cuyo inicio se establece en el momento de la fertilización. «El programa de dímorfismo sexual es transportado primero por el cromosoma sexual X o por elY suministrado por el progenitor masculino, para aparearse con el cromosoma X procedente del progenitor femenino. La combinación cromosómica XX o XY pasará el programa a la gónada indiferenciada, para determinar su destino como testículo o como ovario.A continuación, los cromosomas sexuales no ejercerán una influencia directa conocida sobre la consecutiva diferenciación sexual y psicosexual»14.

En función de la presencia de la dotación genética del cromosoma Y, la gónada que hasta entonces se manifestaba indiferenciada y bipotencial se convertirá en ovario o testículo, pasando el relevo del dimorfismo sexual a las secreciones hormonales de sus propias células, las euales serán responsables de una nueva y trascendente bifureación sexual. La presencia o ausencia de las secreciones testiculares serán responsa- .. bles de la configuración sexual de los genitales, tanto externos como internos, así como, también, de ciertos patrones de organización cerebral del sistema nervioso central y, en especial, de las vías hipotalámicas. Por último, será la morfología externa la que pase el programa a aquellas personas que son responsables de la asignación de sexo y de crianza del bebé. En función del sexo asignado se pondrá en movimiento una cadena de respuestas sexuales dimorfas por parte de los padres y del entorno, que serán las principales responsables de la diferenciación y establecimiento de la G-I/R. Aunque, segün Money, la mayor parte de la diferenciación de la identidad de género se debe a la crianza, al aprendizaje vivido en el período posnatal, con ello no quiere entrar en la controversia heren14

Ibid., p. 24.

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Cromosomas I XX XY 1 Gen SRY l TDF I Antígeno H-Y I Gónadasfetales Hormonas

Apariencia genital

Comportamiento del entorno

Vías nerviosas

Imagen del cuerpo Hormonas puberales

Identidadde género / rol infantil Erotismo puberal

Morfologíapuberal

IDENTIDAD DE GÉNERO/ROL Figura 3. Determinantesmultivariadosy secuenciales de la ídentídaddegénerolrol"

15

Money, Op. cit.,1994, p.171. © narcea, s. a. de ediciones

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De forma cialambiente, y «caeren la trampadel dualismocuerpo-mente»16. continuada, a través de sus escritos subrayará que la G-I/R no es producto únicamente de una sola de estas realidades, que sexo y género no deben considerarse dos realidades antónimas. Es necesario comprender esta realidad desde un paradigma interaccionista que recoja la formulación: herencia/período crítico/ambiente17. En palabras de Money: «La naturaleza, la herencia y el medio ambiente interactüan durante el período crucial del desarrollo. El correspondiente efecto se ve aumentado a través de subsiguientes interacciones, hasta que el producto final queda fijado permanentemente»18.

Es en el cerebro donde tiene lugar la unificación del determinismo biológico y social. Segün Money, existe un estrecho paralelismo entre la programación de la identidad psicosexual y la programación del desarrollo del lenguaje: «La adquisición del lenguaje también es un proceso de aprendizaje. Pero este establecimiento del habla oral, sintáctica y conceptual tan sólo es posible en la especie humana, ya que exige, en primer término, la presencia de un cerebro que haya sido filogenéticamente programado para adquirir el lenguaje. Después será preciso que este cerebro interactúe con otros miembros de la especie que tienen antecedentes de utilización de un lenguaje. Esta interacción entre cerebro y ondas sonoras está filogenéficamente programada para tener un período específico y sensible del ciclo vital si ha de ser eficaz en el grado óptimo»19.

Para Money, la edad de establecimiento del núcleo de la identidad de género coincide con la edad en que se instaura el lenguaje conceptual. Hasta los dieciocho meses, la convicción básica de pertenecer a uno u otro sexo no queda establecida.A partir de entonces se va desarrollando, quedando consolidada a los tres o cuatro años de edad. ' Money, Op. cit.,1982, p. 9. 17 Esta formulación «herencia/período crítico/medio ambiente» ha sido aceptada por la embriología, y como base de la teoría de la impronta en etología animal (Money,1985). 18 Money, Op.cit.,1982, p.8. 19 Money y Ehrhardt, Op. cit., 1982, p.171. © narcea, s. a. de ediciones

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Gracias a las ínvestigaciones iniciadas por Money y los Hampson, hoy las reasignaciones de sexo no provocan tantos problemas psicopatológicos como entonces. Siguiendo las indicaciones de estos investigadores, se considera como el límite aconsejado para efectuar cambios de identidad los tres o cuatro años de edad.A medida que el nirio o la niria se aleja de estas edades, no se recomienda efectuar reasignaciones de sexo, ya que la probabilidad de que sufra problemas graves de personalidad aumenta considerablemente.

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2. Robert Stoller

Aunque el concepto género, en su primera acepción «rol de género», resultó en un principio extraño y poco familiar, desde mediados de 1960 fue adoptado con gran rapidez por las ciencias biomédicas y posteriormente por las ciencias sociales, como un complemento necesario del término sexo. La variable sexo y su participación en el establecimiento de la masculinidad y la feminidad psicológicas comenzó a redefinirse, y el concepto «género» a desarrollarse. Uno de los principales responsables de estos avances fue el Dr. Robert J. Stoller'.

El fenómeno

del transexualismo

Stoller inició su estudio sobre la categoría género a raíz de sus investigaciones sobre el transexualismo. Si para Money, la necesidad de este concepto surgió desde su interés por comprender la psicología de los hermafroditas, para Stoller fue su trabajo con los transexuales lo que le hizo plantearse utilizar esta categoría y profundizar en ella. El interés de Stoller por el transexualismo surgió en 1958, al entrevistar a una mujer transexual. Hasta entonces, el estudio de la sexualiHasta su muerte en 1991, el Dr. Robert Stoller fue profesor de Psiquiatría de la Universidad de California en la Facultad de Medicina de Los Ángeles. Se le considera un destacado psicoanalistay es uno de los investigadores que más ha estudiado y teorizado sobre el transexualismo, las perversiones y la excitación sexual. Sus aportaciones sobre el desarrollo de la identidad de género echaron por tierra algunas de las teorías que Freud planteó sobre el desarrollo de la masculinidad y feminidad precoces. Como Money, fue fundador de una Clinica de Investigación dedicada al estudio de la identidad de género, en la Universidad de California (UCLA). narcea, s. a. de ediciones

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dad humana y, en particular, el estudio sobre este síndrome no le interesaba, al considerarlo una burda patología. Sin embargo, la pasión de esta mujer por convertirse en varón y su incuestionada aceptación como tal en la sociedad tras su cambio de sexo, le llevaron a modificar su postura y a convertir éste y otros síndromes relacionados en objetivos primordiales de su investigación. Desde entonces, Stoller atendió en consulta o en tratamiento a un gran número de transexuales y a sus familias. La mayoría de los casos eran varones anatómica y fisiológicamente normales que, desde su infancia, se habían sentido en un cuerpo equivocado. Desde su más temprana edad se sentían niñas, se identificaban con las mujeres, y tenían un estilo y unos intereses claramente femeninos, a pesar de una anatomía de varón que no negaban, pero que deseaban cambiar por encima de cualquier deseo existencial. Stoller, a medida que analizaba estos casos, constataba que la teoría psicoanalítica dejaba abiertos muchos interrogantes. Las generalizaciones sobre el complejo de Edipo o las descripciones metapsicológicas basadas en el ego, en el instinto o en la líbido, no le ayudaban a comprender esta incongruencia entre cuerpo e identidad. Necesitaba otros conceptos, otra terminología que le permitiera explicar lo que estaba ocurriendo en la identidad de aquellas personas, sumidas en la encrucijada de la transexualidad. Por aquel entonces, Stoller estaba familiarizado con los trabajos que Money desarrollaba sobre el hermafroditismo y el rol de género. Como él, también había tratado diferentes casos de intersexualidad y había comprobado la importancia que tiene el sexo de crianza en el establecimiento de la diferenciación de la identidad. Stoller coincidia con Money en la utilidad de emplear el género como categoría de análisis,pero fue uno de los primeros en diferir sobre su terminología, prefiriendo utilizar los términos «identidaddegénero»y «núcleode la identidaddegénero»para explicar la génesis y vicisitudes por las que atraviesala masculinidad y la feminidad.

Desarrollo

de la feminidad

y la masculinidad

Según Stoller,la distinción entre sexo y género supone una terminologia operativa que puede acabar con las teorías organicistas en favor de narcea, s. a. de ediciones

Robert Stoller

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un análisis más psicosocial de la masculinidad y la feniinidad. Igual que Money, considera necesario distinguir sexo de género ya que para él no existe una dependencia biunívoca e inevitable entre ambas dimensiones, por el contrario, situaciones como el transexualismo le confirman que ambas dimensiones pueden tener un desarrollo independiente. Stoller utiliza la palabra sexo para referirse a los componentes biológicos que distinguen al macho de la hembra y que engloba los cromosomas, las gónadas, el estado hormonal, el aparato genital externo y el aparato sexual interno, las característicassexuales secundarias y la organización cerebral. Stoller relaciona el adjetivo «sexual»con la anatomía y la fisiología,mientras que el término génerolo reserva para serialarel dominio psicológico de la sexualidad, que abarca los sentimientos, papeles, pensamientos, actitudes, tendencias y fantasías que, aun hallándose ligados al sexo, no dependen de factores biológicos. Para Stoller el género es de orden psicológico y cultural, alude a la masculinidad y la ferninidad sin hacer referencia a la anatomía y fisiología2.A lo largo de su obra, de forma reiterada serialala conveniencia de utilizar los términos «macho»y «hembra» para referirse al sexo, y propone «masculinidad»y «feminidad» para calificar al género. Desde esta conceptualización, a diferencia de Money, plantea estudiar la génesis y desarrollo de la masculinidad y la feminidad fundamentalmente a través de dos conceptos psicológicos: identidad de género y núcleo de la identidad de género3. Stoller emplea y describe por primera vez estos términos en una comunicación presentada en el 23° Congreso Internacional de Psicoanálisis4.Como serialacon acierto Faure-Oppenheimer, para Stoller la identidad de género es: «Un concepto esencialmente psicológico que tiene sus raíces en la actitud de los padres y de la sociedad respecto a la anatomía y la biología a las cuales impregnan»5. 2 Cfr. R.J.Stoller.: Sex and Gender.The Development qf Masculinity and Femininity. London: Karnak Books, 1968. 3 Cfr. Stoller, Op.cit., 1964. 4 Stoller seriala que el término «identidad de género» surgió corno fruto de una serie de discusiones que sostuvo con Ralph Greenson para dar forma al trabajo que presentó en el Congreso de Estocolmo en 1963, y que fue publicado un ario más tarde en la revista InternationalJournal cf Psychoanalysis. A. Faure-Oppenheimer: La elecciónde sexo. Madrid:Akal, 1986, p.10.

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En palabras de Stoller, la identidad de género es: «Esa parte del yo compuesta por un haz de convicciones relacionadas con la masculinidad y la feminidad6. Se refiere a la combinación de masculinidad y feminidad de un individuo, lo que implica que tanto la masculinidad como la feminidad se encuentran en cualquier persona, pero difieren en forma y grado. No es lo mismo que ser macho o hembra, ya que esto tiene una connotación biológica; la identidad de género implica un comportamiento motivado psicológicamente»7.

Según Stoller, la masculinidad y la feminidad se definen como: «Cualquier cualidad que quien la posee siente que es masculina o femenina, y que fundamentalmente se derivan de las actitudes parentales desarrolladas especialmente en la infancia.Actitudes que son más o menos las que mantiene la sociedad en general y que aparecen filtradas a través de la propia idiosincrasia de la personalidad de los padres»8.

Para comprender la génesis de la masculinidad y la feminidad, Stoller distingue la adquisición del núcleo de la identidad de género como el primer estadio en el desarrollo de dicha identidad. El núcleo de la identidad de género es: «Ese primer y fundamental sentimiento de pertenecer a un sexo y no a otro9. Es esa convicción, establecida en los dos o tres primeros arios de vida, de que uno pertenece a un sexo determinado»10.

Para Stoller, es importante que se diferencie la identidad de género, propiamente dicha, de su núcleo,ya que aunque son aspectos relaciona' R. J. Stoller: Splitting:a caseoffemale masculinity.London: Hogarth Press, 1973, p.313. 7 R. J. Stoller: Presentationsof Gender.New Haven and London:Yale University Press, 1985, p.10. 8 Ihíd., p.11. » R. J. Stoller: Sex and Gender,Vol.II: The TransexualExperiment. New York, NY: Jason Aronson, 1975, p.33. R. J. Stoller: «Identidad genérica». En A. M. Freedman, H. I. Kaplan y B. J. Sadock (Eds.): Tratadode Psiquiatría(Vol.II). Madrid: Salvat, 1982, p.1555. © narcea, s. a. de ediciones

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dos, sin embargo, tienen un significado diferente. El núcleode la identidad degéneroes la parte más precoz, profunda y permanente de la identidad genérica. Es esa convicción, ese sentimiento que un nirio y una niña tienen de ser varón o mujer, que se halla establecida antes del descubrimiento de la diferencia anatómica y del significado sexual de los órganos genítales. Este núcleo esencialmente inalterable, este saberse varón o mujer, es el primer paso en el desarrollo de la identidad de género y el nexo alrededor del cual la masculinidad y la feminídad se desarrollarán gradualmente. Así pues, mientras que el núcleode la identidad de génerose establece como invariable e irreversible hacia los dos o tres arios de edad, la identidadde géneromasculinay/o femenina seguirá desarrollándose y modificándose a lo largo de la vida. Esta afortunada distinción conceptual nos permite tener una mejor comprensión acerca de la complejídad del sentido de identidad. Por ejemplo, podemos describir a un varón transexual como una persona que se siente mujer (núcleode la identidad de género),aunque su biología y anatomía sea propia de un varón (identidadsexual), y pueda manifestarse femeníno y/o masculino (identidadde género). Aunque Stoller, a diferencia de Money, apenas utiliza el término rol degénero,en 1968 lo definió como: «La conducta manifiesta que desarrollamos en la vida social, el rol que desemperiamos, especialmente ante otras personas para dejar establecida nuestra posición ante ellos en lo que se refiere a la evaluación del propio género y el de los otros»".

Para Stoller, a veces, es dificil analizar este concepto, ya que, al jugar un papel importante en la conducta sexual, puede resultar complicado separarlo de las connotaciones biológicas que subyacen en dicha conducta. Desde la década de los sesenta, Stoller dedicó gran parte de su investigación a estudiar los orígenes del núcleo de la identidad de género. Motivado por el análisis de la dinámica familiar en los casos de transexualismo, se centró en los diferentes elementos que contribuyen a su formación. A medida que aumentaba el número de familias tratadas, " Stoller, Op.cit., 1968, p.10. © narcea, s. a. de ediciones

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fue haciendo más complejo y matizando su análisis evolutivo sobre esta convicción básica, hasta llegar a la conclusión de que la identidad de género: «Es el resultado de tres clases de fuerzas: biológicas, biopsíquicas e intrapsíquicas, que responden a los requerimientos ambientales y, en especial, a las actítudes parentales y sociales»12.

La identidad de género se produce fundamentalmente por las experiencias vividas a partir del nacimiento. Sus estudios con transexuales y hermafroditas le confirmaron el poder que los factores posnatales, y en especial la madre —como objeto primario, anaclítico y narcisizante tienen sobre la biología. Stoller considera que las fuerzas biológicas (anatomía y fisiología genital externa), originadas en el período prenatal y procedentes de los diferentes determinantes del sexo, juegan un papel en la identidad de género como condición previa, destacándose dentro de los factores biológicos como una de las fuentes de la futura identidad genérica. Igual que Money, Stoller considera que la apariencia genital externa es el primer criterio a partir del cual se inicia el proceso de atribución del género. Los genitales externos sirven como signo para adscribir al bebé a un sexo determinado, y facilitan la construcción de una imagen corporal que refuerce progresivamente dicha identidad. En un desarrollo normal, la biología refuerza la identidad de género; sin embargo, en casos de transexualismo o en aquellos donde se produce una alteración por un síndrome cromosómico, gonadal u hormonal, ésta puede verse subyugada por la convicción y las actitudes parentales. Para Stoller, las fuerzas biológicas tienen un papel moderado y reversible, menor que el poder que ejercen los factores biopsicológicos y las fuerzas ambientalintrapsíquicas. Un segundo tipo de factores que destaca Stoller en la formación de la identidad de género son los fenómenos biopsicológicos: «Son los primeros efectos posnatales causados por la manera habitual de tratar al nirio —el condicionamiento, la impronta y otras formas de 12Stoller, Op.cit., 1982, p. 1554. © narcea, s. a. de ediciones

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aprendizaje—, que especulamos modifican permanentemente el cerebro del nifío/a y los comportamientos resultantes, sin que los procesos mentales de éste le protejan de tales estimulos sensoriales»".

Este factor está relacionado con lo que Stoller llama las fuerzas ambientales-intrap;íquicas, tercera fuente esencial en el establecimiento del núcleo de la identidad de género. Esta tercera categoría alude tanto a los efectos de modelado (premios y castigos) como a los efectos del trauma, la frustración y el conflicto, así como a los intentos de la persona por soludonarlos. Aunque estos dos ültimos factores se refieren a las relaciones paternofiliales, Stoller prefiere distinguirlos para enfatízar la naturaleza no mental de las fuerzas biopsicológicas que se desarrollan a través de los cuidados vitales, conscientes o inconscientes. Aunque la masculinidad y la feminidad puedan tener unas raíces biológicas, en su mayor parte son fruto de las experiencias de aprendizaje (impronta, condicionamiento clásico, operante y visceral) y de las modificaciones que resultan de la frustración, el trauma y los conflictos intrapsíquicos y los intentos por resolverlos. Según Money", Robert Stoller fue el prímer psicoanalista que reconoció la importancia de distinguir entre «sexo y género». Gran parte de su obra está dedicada a introducir y desarrollar el concepto género en la teoría psicoanalítica. Sus aportaciones teóricas sobre el desarrollo de la identidad de género supusieron una revolución dentro del círculo psicoanalítico y un medio de difusión para que esta categoria fuese tenida en cuenta en el ámbito de las dencias sociales. Stoller rebatió algunas de las teorías freudianas sobre el desarrollo de la masculinidad y la feminidad. Por ejemplo, estuvo en total desacuerdo con la teoría de la masculinidad innata. Como señala Badinter15,si Freud reduce la bisexualidad originaria al primado de la masculinidad, Stoller sugiere que dicha bisexualidad originaria se reduce al primado de la feminidad, siendo así el primer psicoanalista que utilizó el concepto protefeminidadpara referirse a esa primera etapa de la vida en la que se da un ideal del yo primario femenino en ambos sexos, reStoller, Op. cit., 1985, p.12. " Cfr. Money, Op. cit., 1973. 15 Cfr. E. Badinter: XY la identidadmasculina.Madrid:Alianza, 1993.

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sultado de la identificación especular, debida a la simbiosis madre-bebé. Al ser la madre quien realiza las labores de maternaje, se erige en el ideal del yo temprano, tanto para el nirio como para la niria, estableciendo para ambos sexos una teoría preedípica de la feminidad y provocando diferencias en el proceso de separación-individuación. Los nirios necesitarán separarse de la madre para poder desarrollar su masculinidad, mientras que para las nirias su feminidad no dependerá de que logren dicha separación. Desde esta perspectiva, Stoller difiere de la argumentación defendida por Freud sobre el carácter primario de la envidia del pene. Para él, ésta no es sino secundaria dado que la niria ya ha establecido su núcleo de identidad antes del reconocimiento de la diferenciación genital, sin vivir conflicto intrapsíquico alguno.

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3. El movimiento

feminista

Si a Money le debemos la consideración de la categoría género, como lenguaje de ciencia, y a Stoller su certera distinción entre los diferentes componentes psicológicos que articulan esta realidad, al movimiento feminista hemos de agradecerle la incorporación de esta categoría al ámbito de las ciencias sociales, así como su posterior desarrollo como enfoque teórico. Para el movimiento feminista,la categoría género es una opción epistemológica y metodológica fimdamental para analizar,cuestionar y transformar las condiciones de vida de las mujeres y los varones.Desde principios de los años setenta, esta categoría ha sido utilizada por la rama académica del feminismo por su capacidad analítica,explicativa e integradora de la subjetividad humana. A través de este enfoque teórico, las académicas feministas han logrado crear un espacio legitimado científicamente desde donde cuestionar y proponer nuevos sentidos de identidad.

El silenciamiento de las mujeres Comprender la vinculación existente entre feminismo y género exige hacer un recorrido del devenir de las mujeres en la historia. Conocer las vicisitudes que las mujeres como colectivo han vivido, ayuda a captar lo que ha supuesto la categoria género para este movimiento social, intelectual, cultural y político que ha revolucionado y cuestionado aquellas esferas del saber que tienen como objeto de estudio al ser humano. © narcea, s. a. de ediclones

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Hasta mediados del siglo xIx, las mujeres eran un colectivo escondido en la historia y excluido de la ciencia. Su ausente protagonismo como sujetos sociales quedaba silenciado por la omnipotente presencia de los varones como modelo y medida de todas las cosas. El varón, representante homologado del ser humano, era considerado el referente de la humanidad, el único objeto y sujeto digno de interés social y científico. Como denunciaba en el siglo xvii Poulain de la Barre, las mujeres estaban castigadas a una perpetua minoría de edad. Si existía alguna concepción teórica sobre la mujer, quedaba distorsionada por una gran cantidad de prejuicios alimentados por tabües religiosos y supersticionest. Pero al igual que no hay pueblos sin historia, tampoco hay historia sin mujeres. Los sucesivos cambios económicos, políticos y científicos que acontecen a lo largo de los siglos xvII y xvIII en el orden social, favorecieron un nuevo rumbo en la historia de las mujeres. De acuerdo con Giberti2, fue necesario que se dieran una serie de condiciones históricas y un clima sociopolítico que registrase desigualdades e injusticias, para que otros grupos pudieran ensayar sus reivindicaciones. La guerra civil inglesa, la revolución francesa y la revolución industrial trajeron consigo un gran desarrollo político y económico, que incidió notablemente en la vida social de la familia y de las mujeres. La Gloriosa Revolución de 1689 y cien arios después, la Revolución Francesa, creaban unas condiciones para que la igualdad y el derecho a la ciudadanía pudieran pensarse para ambos sexos. Desde 1789,1as mujeres del pueblo colaboraron activamente en el proceso de la revolución. Junto a los varones, tomaron la Bastilla y en los arios siguientes se organizaron en grupos y crearon instituciones para hacer valer sus derechos. Por otra parte, la revolución industrial produjo un profundo cambio en el sistema y organización del trabajo, y en las relaciones sociales de producción. La expansión capitalista permitía la incorporación ma' Poulain de la Barre, discípulo de Descartes, es considerado uno de los primeros pensadores feministas que desde las filas del racionalismo defienden la igualdad como legítimo derecho de todo ser humano. Entre sus escritos en favor de los derechos de la mujer, podemos destacar «De L'Egalité des deux sexes,Discoursphysique et moralou l'on voit l'importancede se défaire desprejugés»,publicado en 1673. 2 Cfr. E. Giberti: Tiempos de Mujer. Buenos Aires: Sudamerícana, 1990. © narcea,s. a. de ediciones

El movimiento feminista

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siva de las mujeres al mercado laboral y el acceso a una educación. Pero pese a ser protagonistas de los movimientos revolucionarios y participar en el sistema de producción, las mujeres a finales del siglo XVIII seguían siendo consideradas menores de edad. La igualdad sólo era un derecho disfrutado por los varones. El derecho a una educación, al voto, y a un salario justo, una reivindicación de las mujeres.

A favor de los derechos de la mujer A finales del siglo xvIII, las mujeres comienzan a defender en las calles, en las instituciones, en las fábricas y a través de diferentes escritos sus derechos cívicos, políticos y laborales. Se estructuran en grupos, que por aquel entonces eran Ilamados «movimientos por la igualdad de derechos», para reclamar un lugar y su protagonismo en la historia. En 1791, Olympe de Gouges, directora del periódico sufragista «L'Impacient», publica la primera Declaraciónde los derechosde la mujery la ciudadana.Un ario más tarde, en apenas seis semanas, Mary Wollstonecraft redacta uno de los textos emblemáticos fundacionales del feminismo, Vindicaciónde los derechosde la mujer.En esta obra,Wollstonecraft recoge los principales temas que desde el siglo xv habían sido debatidos y argumentados por feministas como Christine de Pisan (c.1365c.1430), Marie de Gournay (1566-1645), María de Zayas (1590-1660), Anna María van Schurman (1607-1678), Mary Astell (1666-1731) o Catherine Macaulay (1731-1791)3. Vindicaciónde los derechosde la mujerinauguró una nueva etapa en el pensamiento feminista. En esta obra,Wollstonecraft reclama al Estado el derecho de las mujeres a ser sujetos sociales y politicos, defiende la Christine de Pisan, escritora feminista de la corte francesa, es la primera mujer de quien se conoce su participación en el debate líterario y filosófico que desde principios del siglo xv tuvo lugar sobre la valía de las mujeres. En este debate, conocido como las «querelles desfrunnes»,se discutía sobre la naturaleza de la mujer, sobre su posible educación y sobre el trato que ésta dispensa a los varones dentro y fuera del matrimonio. En su obra El libro de la ciudadde las damas(1405) inicia una nueva línea de pensamiento sobre la naturaleza y los derechos de las mujeres que será retomada por otras femínistas en la Venecia del siglo xvI, en las ciudades de Londres y París del siglo XVIIy en el feminismo de finales del xvili y del narcea, s. a. de ediciones

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igualdad entre mujeres y varones, rechaza los prejuicios e imágenes misóginas que prestigiosos eruditos como Rousseau tenían de las mujeres, y exige una misma educación para ambos sexos4. Gracias a la lucha, en ocasiones heroica, de muchas mujeres, como Olympe de Gouges, que fue decapitada al considerar el tribunal revolucionario que sus declaraciones, como «la mujernacelibree igualal hombreen derecho»,incitaban a la agitación y a la violencia, el derecho a una educación superior, al ejercicio de profesiones y ocupaciones de carácter social y a la ciudadanía se hizo realidad. A lo largo del siglo XIX, las universidades abrieron sus puertas a las mujeres. Se crearon colegios universitarios femeninos, y las mujeres comenzaron a acceder a una carrera y a un trabajo en el ámbito de las ciencias.A finales del siglo, la educación superior era un derecho conseguido en Francia, Inglaterra, Bélgica, Holanda, Suiza, Italia, Suecia, Noruega, Dinamarca, Esparia, Estados Unidos, Grecia, Rumanía, Austria, Rusia y Alemania. Como ya planteaba Christine de Pisan en 1405: «Si fuera costumbre enviar a las hijas a la escuela lo mismo que a los híjos, si a aquéllas les enseriaran ciencías naturales, aprenderían de forma tan total y comprenderían las sutilezas de todas las dencias y artes tanto como los hijos»5. En los inicios del siglo xx, un gran colectivo de mujeres, en su mayoría de clase media, aprovecharon esta oportunidad, y se incorporaron a organizaciones científicas y a trabajos que hasta entonces eran patrimonio exclusivo de los varones empezando a hacerse presentes en el espacio público, y convirtiéndose en objeto de interés científico. Pero pese a ser mucho lo conseguido por las mujeres, sería erróneo creer que ya por entonces éstas gozaban de los derechos y oportunidades que casi un siglo después gozamos hoy las mujeres. 4 Cfr. M.Wollstonecraft: Vindicaciónde los derechosde la mujer. Madrid: Cátedra, 1994 (Versión original 1792). 5 C. de Pisan: La ciudad de las damas.Madrid: Ediciones Siruela, 2000, p. 119 (Versión original 1405). narcea, s. a. de ediciones

El movimientofeminista

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Las mujeres como segundo sexo La incorporación y el éxito de las mujeres al ámbito de las ciencias fue vivido por los varones como una usurpación y una amenaza. Como expresa gráficamente Rossiter: «Aunque en 1920, las mujeres podían decir que tenían abiertas las puertas de la ciencia, estaba muy claro que se limitaban a ocupar unos puestos que no pasaban del vestibulo»'.

Los cargos de responsabilidady de poder estaban vedados a las mujeres. Se las relegaba a puestos inferiores, de escaso reconocimiento y peor pagados. Se las animaba a que fueran «mujeres de ciencia» en campos como la economia doméstica o la química cosmética; pero se las excluía de los espacios productores del conocimiento7. Este escaso protagonismo también estaba presente en los programas de investigación.Aunque desde mediados del siglo xlx la «mujer»se había convertido en una materia de estudio, este interés no estaba muy generalizado entre los hombres de ciencia. Un ejemplo de ello lo encontramos en la Psicología. Hasta bien entrado el siglo xx, el estudio de las mujeres en la Psicologia tradicional estuvo caracterizado por un marcado androcentrismo y apenas estaban representadas en las investigaciones que se realizaban. La mayoría de las veces, las muestras se componían de varones blancos, universitarios, de clase social media. Como acertadamente apuntan Hare-Mustin y Marecek8, muchos de los conceptos psicológicos eran definidos exclusivamente desde el punto de vista de la expeCitado por S. Harding: Cienciay feminismo. Madrid: Morata, 1996, p. 56. L. Furumoto: «Shared Knowledge:The experimentalist, 1904-1929». En J. G. Morawski (Dir.): The rise of experimentationin American psychology.New Haven:Yale University Press,1988; P.M. Glazer y M. Slater: Unequalcolleagues:Theentranceof women into in professions, 1890-1940. New Brunswick: Rutgers University Press, 1987; M.W. Rossiter: Women scientists in American: Strugglesand strategiesto 1940. Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1982; y E. Scarborough y L. Fururnoto: Untold Lives:Thefirst generationofAmerican womenpsychologist.NewYork: Columbia University Press, 1987; nos ofrecen una detallada documentación histórica sobre la marginación y las dificultades a las que tuvieron que hacer frente las primeras generaciones de mujeres que participaron en la ciencia. 8 Cfr. R. T. Hare-Mustin y J. Marecek: «Marcar la diferencia». En R. T. Hare-Mustin y J. Marecek (Dirs.): Marcarla dOrencia.Psicologíay construcción de los sexos.Barcelona: Herder,1994. narcea, s. a. de ediciones

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riencia masculina. La teoría freudiana del complejo de Edipo, la propuesta teórica de Kohlberg sobre el desarrollo moral, o la desarrollada por McClelland sobre la motivación de logro son un claro ejemplo de estos sesgos teóricos y metodológicos. En palabras de Crawford y Marecek, la psicología de la primera mitad del siglo xx era «unapsicologíasin mujer».Las mujeres no sólo estaban más o menos ausentes como objetos y sujetos de investigación, sino que el discurso que se hacía sobre ellas era abstracto, mitificador y en gran medida vacío de sus experiencias y sus condiciones de vida. El varón era considerado la norma y la feminidad, su desviación. La reflexión de Hare-Mustin y Marecek ilustra el escaso protagonismo de las mujeres como sujetos de investigación: «Habia relativamente pocas mujeres que participasen en la psicología tradicional.[...] Eran invisibles incluso las que llevaban nombres destacados. Freud evoca a Sigmund, y no a Anna; Sherif implica a Muzafer, y no a Carolyn. Las Escalas de Masculinidad y Feminidad de Terman y Miles son conocidas como las Escalas de Terman. El Test de apercepción temática, creado por Henry Murray y Christiana Morgan, recibe el nombre de TAT de Murray. En una entrevista reciente, Erik Erikson y Joan Erikson revelaron que su trabajo sobre la teoría del ciclo vital fue elaborada conjuntamente (Goleman,1988); sin embargo, aparece sólo el nombre de él como su autor»9.

Los estudios psicológicos sobre las mujeres se restringían a buscar lo que diferenciaba a este colectivo del varón. Querían encontrar esa «esencia»que hacía que la mujer fuera tan diferente y tan poco dotada por la naturaleza para ejercer determinados roles. La psicología, como otras disciplinas científicas, fue creando una «mistica de la feminidad»; un discurso esencialista que, al naturalizar las diferçncias, justificaba y legitimaba las situaciones de discriminación y de desigualdad entre los sexos. Por ejemplo, según Edward Thorndike: «Las mujeres, por su naturaleza característica, se someten a los hombres. Un comportamiento de sumisión no es manifiestamente molesto cuando 9

Hare-Mustin y Marecek, Op. cit.,1994, p.22. © narcea, s. a. de ediciones

El movimientofeminista

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reviste la forma de una respuesta instintiva a su estímulo natural. Este es, seguramente, satisfactorio para todo el mundo»'°.

En 1953, siguiendo la teoría freudiana, Marie Bonaparte aclara que: «Cuando una mujer protesta enérgicamente contra su masoquismo, su pasividad y su feminidad, puede pensarse que la instancia en cuyo nombre se eleva tal protesta era ya muy fuerte, que la base bisexual original era en ella ya muy amplia. De lo contrario, el masoquismo femenino, esencial a su sexo, habría sido aceptado por ella fácilmente, y sin dar lugar a ningún conflicto»11.

Aunque la conquista de los derechos civiles y de una educación superior supuso un gran avance para la condición femenina12, esto no evitaba que el varón continuara siendo el duerio de la palabra y el modelo de la humanidad. La mujer era considerada «lo otro», una especie de categoría vacía, rebosante de rasgos no masculinos, e incapaz de ser agente de su propia existencia. Fue necesario esperar unas décadas, superar una segunda guerra mundial y vivir una nueva expansión económica para que fuera posible una transformación en las condiciones de vida y en el estudio de las mujeres. Fenómenos como el desarrollo y comercialización de los métodos anticonceptivos, el declive del sector industrial y el crecimiento del sector servicios, el incremento de divorcios y de familias dirigidas por mujeres, las esperanzas emancipatorias creadas por los movimientos de los derechos civiles, el creciente número de mujeres fuera del matrimonio y el radicalismo de los sesenta permitieron que este cambio fuera posible. 10 Citado por S.A. Shields: «Funcionalism, Darwinism, and the Psychology ofWomen». American Psychologyst,30,1975, p. 750. ' I M. Bonaparte: La sexualidadde la mujer.Barcelona: Península,1974, p.98. 12 En 1869, fue el Estado de Wyoming el primero en conceder el sufragio a las mujeres. Veinticinco arios después, Nueva Zelanda se convertirá en el primer país que otorgue el voto a este colectivo. Para 1920, las mujeres de los países escandinavos, de Gran Bretaria, Alemania, Austria, Australia, la URSS y Checoslovaquia ya podían votar, mientras que en Francia, Italia, Portugal, Bélgica y Suiza el sufragio no se concedió hasta después de la Segunda Guerra Mundial. En Esparia, será con el advenimiento de la Segunda República cuando las mujeres puedan votar, siendo el sufragio aprobado en el Parlamento, el 1 de octubre de 1931. © narcea, s. a. de ediciones

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El movimiento

de liberación de la mujer

Desde finales de los arios sesenta, alentado por textos como El segundo sexog, La místicade lafeminidad", Políticasexual15,o La dialécticadel sexo'6 renace un nuevo movimiento en favor de la mujer. El primer feminismo había conquistado el estatus de «individuo» para las mujeres. La segunda ola del movimiento feminista irá más allá, cuestionando el que las experiencias y percepciones de los varones sean el único referente de la humanidad. El desarrollo técnico-industrial, el avance en el control de la natalidad y la expansión económica facilitaron una incorporación masiva de las mujeres al trabajo y a recibir una educación. Estas experiencias mostraban a las mujeres su capacidad de autonomia, y una valia que estaba siendo recortada por sus situaciones de discriminación. En sus hogares y en el trabajo, en las relaciones de pareja o en los sindicatos, la igualdad se sentia más como un deseo que como una realidad. Como describe lúcidamente Betty Friedan en su libro La místicade lafeminidad, las mujeres de los cincuenta vivían una extraria ansiedad. Un malestar que aunque no acertaban a ponerle nombre fue impulsor de una gran transformación. A principios de los sesenta, motivadas por la insatisfacción y la necesidad de encontrarse, las mujeres comenzaron a reunirse en pequerios grupos para expresar sus angustias y comprender su identidad. Estos grupos de reflexión y autoconciencia relanzaron el feminismo con una savia nueva. Las mujeres comenzaron a confiar en sí mismas y a ensayar nuevas formas de ser. Un ejemplo de lo que supusieron estos grupos de concienciación lo encontramos en las palabras de la poetisa inglesa Lilian Mohin17: " Cfr. Sirnone de Beauvoir: El segundo sexo. Madrid: Cátedra, 1999. (Versión original 1949). 14 Cfr. Betty Friedan: La mística de lafeminídad. Madrid: Júcar, 1974. (Versión original 1963). 15 Cfr. Kate Millett: Políticasexual. Madrid: Cátedra, 1995. (Versión original 1969). 16 Cfr. Shularnith Firestone: La dialécticadel sexo en defensade la revolución feminista. Barcelona: Kairós, 1976. (Versión original 1970). 17 B. S. Anderson y j. P. Zinsser: Hístoria de las mujeres:Una historiapropia (Vol II). Barcelona: Crítica, 1991, p. 464. narcea, s. a. de ediciones

El movimientofcminista

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«Nos reunimos, porque hemos decidido reunirnos, seis muj,presalrededor de una mesa, después del desayuno, hablando... es necesario que nos reunamos, no es fe, sino el paulatino crecimiento de lo que necesitamos, la confianza arrancada de nuestra desconfianza, lo que forma, glóbulo a glóbulo, cucharadas, conversaciones, contactos, tazas, un mar con nuestras propias mareas».

A principios de la década de los setenta, aparece en el escenario académico una corriente crítica de investigación, liderada por teóricas feministas, que trastoca y revitaliza la producción de conocímiento: los Women's Studies.A través de estos estudios, filósofas,literatas, antropólogas, historiadoras, psicólogas, sociólogas, teóricas de la ciencia, biólogas... exigirán revisar los supuestos epistemológicos hasta entonces existentes sobre los sexos. Cuestionarán los diferentes significados que desde la ciencia se han atribuido a varones y mujeres, pondrán en tela de juicio los modos en que se han ido adquiriendo estos conocimientos. Denunciarán las estrategias que han legitimado una relación desigual entre varones y mujeres. Desde una labor interdisciplinar, las académicas feministas unirán sus críticas a través de una voz teórica propia, para denunciar las condiciones de producción y reproducción del sexismo en el discurso de las ciencias. Con su presencia como sujetos de investigación buscarán democratizar los espacios productores de conocimiento. Propondrán una nueva lectura de las categorías «mujer y varón», sensible a las construcciones de sentido, que desde el orden social se ha asignado a ambos sexos, y que desde un discurso naturalista ha encorsetado y limitado las potencialidades humanas. Pero para que esta voz fuese escuchada sin prejuicios y descalificaciones, era necesario disponer de un lenguaje, de unos conceptos que no estuvieran marcados por el sesgo del androcentrismo, y que fueran legítimados desde el mismo seno de la ciencia; unas teorías que no fueran tachadas de cienticismo y pura ideología, y que tuvieran en cuenta la naturaleza biopsicosocial del ser humano. Como Money ante el hermafroditismo y Stoller ante el transexualismo, el feminismo académico también experimentaba que los connarcea, s. a. de ediciones

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ceptos teóricos existentes dejaban muchos aspectos sin desvelar y explicar. A principios de los setenta, de la mano de teóricas como Kate Millett, Ann Oakley, Gayle Rubin o Natalie Davis, la categoría género se introdujo en las ciencias sociales para cubrir esta necesidad. En 1969, Kate Millett escribe Palíticasexual18uno de los textos más emblemáticos del resurgido movimiento feminista. Libro de cabecera y motor de reflexión para muchas mujeres, esta obra encabeza el listado de escritos feministas en donde se integra «el género» como categoría de análisis. Basada en una amplia y documentada bibliografla, Millett hace un análisis del patriarcado uniendo la crítica literaria con reflexiones antropológicas, económicas, históricas, psicológicas y sociológicas. Esta obra es un buen ejemplo de lo que supone analizar las condiciones de vida de las mujeres desde una perspectiva de género. Con un enfoque interdisciplinar, examina la realidad multidimensional del género en su doble vertiente individual y colectiva. Tres arios más tarde, la socióloga Ann Oakley emplea la distinción entre sexo y género para rebatir la creencia extendida, en diferentes culturas, sobre la inferioridad biológica de las mujeres. En su libro, Sex, Gender and Society19hace un análisis del papel que juegan la biología y la cultura en esta supuesta inferioridad, así como sobre la manera en que muchas mujeres interiorizan este sentimiento de inferioridad. Oakley es una de las primeras teóricas que seriala la importancia de distinguir estas dos realidades para investigar las semejanzas y diferencias entre los sexos. En 1975, desde la antropología y la historia se publicaron dos ensayos que han tenido una gran repercusión en las ciencias sociales. La antropóloga Gayle Rubin escribió su célebre «The Traffic inWomen:Notes on the "Political Economy" of Sex»20.En este artículo, Rubin introdujo la expresión «sistema sexo/género» como un instrumento 18 Cfr. K. Millet, Op. cit.,1969. Cfr.A. Oakley: La mujer discriminada:biologiay sociedad.Madrid: Debate, 1977 (Versión original 1972). 2(1 Cfr. G. Rubin: «The Traffic in Women: Notes on the "Political Economy" of Sex». En R. R. Reiter (Comp.): Towardan Anthropology of Women. NY: Monthly Review Press, 1975. narcea, s. a, de ediciones

El movímientofeminísta

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útil para analizar la organización social de la sexualidad y estudiar las causas de la opresión femenina. Para Rubin, el sistema sexo/género es: «Laserie de disposicionespor las cuales una sociedad transforma la mera sexualidad biológica en un producto de la actividad humana»21. Este concepto ha supuesto un avance teórico importante en la teoría feminista. En ese mismo ario, la historiadora Natalie Davis publicó «Women's history in transition: the European case»22.En este famoso ensayo se incorpora la categoría género junto a las variables «clase social y raza» para hacer una interpretación del proceso socio-histórico. Este texto plantea la importancia de tratar el problema de las relaciones existentes entre los sexos desde un modelo teórico que conjugue estas tres categorías. Asimismo, sugiere no olvidar el carácter relacional que subyace en los estudios de género, y esboza lo que teóricas como Harding, Lagarde, Moore, Scott o Stolcke23 serialan hoy: «analizarlas condicionesde vida de las mujeres extge necesariamenteabordarla realidadde los varones, Como describe gráficamente Fina Birulés: exige un esfuerzointegrador». «La categoría género se constituyó en la vía a través de la cual los estudios sobre la mujer entraron en la ciencia sin el «molesto» aguijón de la lucha feminista»24.

21 G. Rubin, Op. cit.,1975, p.159. 22 Cfr. N. Davis: «Women's history in transition: the European case». Feminist Studies, 3, 1975/76, pp. 83-103. 23 Harding, Op. cit., 1996. M. Lagarde: Género y Feminismo.Desarrollohumano y democracía. Madrid: horas y HORAS, 1996. H. L. Moore: Antropologiay feminismo. Madrid: Cátedra, 1991. J.W. Scott: «El Género: Una categoría útil para el análisis histórico». En J. S. Amelang y M. Nash (Eds.): Hístoria y Género:las mujeresen la Europa Moderna y Contemporánea.Valencia: Alfons el Magnanim, 1990 (Versión original 1986). V. Stolcke: «¿Es el sexo para el género como la raza para la etnicidad?» MientrasTanto,48, 1992, pp. 87-111. 24 E Birulés: «Introducción». E Birulés (Comp.): Filosofiay género.Identidadesfemeninas. Pamplona: Pamiela, 1992, p.13. © narcea, s. a. de ediciones

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CUADRO ORÍGENES

.2 o

Y DESARROLLO

RESUMEN

I.

DE LA CATEGORÍA

GÉNERO 2.a ola del movimiento feminista

John Money

Robert Stoller

Pronero en el uso de esta termmología. En 1955 traslada este constructo de la gramática al ámbito de las crencras bromédicas.

Desarrolla y enriquece la conceptualización del género desde una aproxnuacrán intrapsíquica. Introduce este concepto en el ámbito psicoanalítico y lo acerca a las crencras sociales.

Te6ricas femunstas como llett, Oakley, Rubm o Davis introducen esta categoría en el ámbito de las crencras socrales, convutréndose en una de las principales opoones teóricas y metodológicas del neofenumsmo.

Emplea este térmmo ante la necesidad de comprender la psicología de los hermafrochtas así como para desvelar la sobrecarga de significados ocultos bajo la varrable sexo.

Utiliza este térmmo ante la carencra de térmmos psicoanalíticos que le permmeran comprender la vivencra del transexuahsmo.

Se emplea este térmmo ante la necesidad de analizar y comprender las condicrones de vicla de las mujeres y las conchoones de produccra y reproducción del sexismo. Se utiliza como instrumento para democratizar los espacros de producción del conocumento.

En 1955 incorpora este concepto con la acepción «rol de género». Posterrormente, al comenzar a utlzarse en el ámbito de las crencrasel térmmo «rdenudad de género», introduce la expresión «rdentidad de género/rols para serialarel carácter unitarm de este concepto.

En 1963 introduce este constructo con una doble acepción: «identidad de género» y «núcleo de la rdenudad de género».

Depenchendo del ámluto y el nwel de análisis en que nos tuemos, encontramos una gran varredad de acepciones: atributos de género, roles de género, estereoupos de género, rolentrdad de género...

— Introducción del «género» en el lenguaje crentífico. — Concepción del sexo como muluvarrado y muluvariadamente determmado. — Invesugacrones y descubrnmentos sobre la reasignación de sexo. — Un modelo evolutwo que recoge el proceso de la sexuación humana desde una aproximación mteraccronal y que supera la controversra «herencra/ambrente».

— Conceptualización sobre la génesis y desarrollo de la masculmulad y femmidad psicolOgicas. Distinción entre el núcleo de la rdenuclad de género e rdenticlad de género propramente dicha. Estudros sobre la relación entre chnámicas fanuhares y vivencra del transexualismo. — Introducción de la categoría género en las teorías freuchanas mochficando algunas de ellas.

Transformación conceptual y metodológica en el estucho psicológico de los sexos: — Ponen en cuestronamiento las supuestas naturandades que impregnan la realidad de los sexos. — Obligan a reexammar y reconceptualizar el trabajo académico existente, así como la metodología ernpleada. Denuncran las estrategras que legruman una relación desigual entre los sexos.

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!

PARTE 2: LA CATEGORÍA GÉNERO EN EL ESTUDIO PSICOLÓGICO DE LA FEMINIDAD Y LA MASCULINIDAD

«En algunasregionescuandonaceun niño se vierteun jarro de aguapor la calle,simbolízandoque el niño que ha nacido está destinadoa recorrerlas callesdel mundo; cuando nace una niña el agua se vierte en elfogón, significandoque su vida se desarrollará en el encierrode lasparedesdomésticas». GIANINI BELOTTI

4. Feminidad y masculinidad

El sexo del bebé es una de las primeras preguntas que se formulan ante la realidad de un recién nacido. Pertenecer a uno u otro sexo no es un hecho irrelevante ní es un dato que pase desapercibido socialmente, por el contrario, es uno de los primeros criterios que se tienen en cuenta en la interacción social. Se ha comprobado que conforme se va avanzando en edad, el sexo es una de las primeras claves utilizadas para hacer juicios sobre las personas. Se ha constatado que desconocer el sexo de la persona con quien se interactúa crea incertidumbre y provoca el desarrollo de unproceso de atribución, en torno a esta variable, en función de las características corporales externas o bien por la manera de ir vestido, de moverse o comportarse. Estudios realizados con bebés cuyo sexo es difícil de determinar por su aspecto indican que, para los adultos, ignorar este dato resulta un hecho estresante, y provoca que se le atribuya un sexo determinado basándose en creencias estereotipicas. Una investigación que ilustra este hecho fue el Baby X Study, realizado por Seavy,Katz y Zalk1. Estos investigadores diseriaron este estudio para conocer hasta qué punto podía cambiar la interacción de un adulto con un bebé de tres meses en función de la información que se le diera acerca de su sexo. Se seleccionaron 42 adultos sin experiencia en tareas paternas y se les informó que iban a colaborar en un estudio sobre las respuestas de los bebés ante la presencia de extraños. A cada uno de ellos se les hizo entrar en una ha1 Cfr. C. A. Seavy, P.A. Katz, y S.R. Zalk: «Baby X: The effect of gender labels on adult responses to infants». Sex Roles, 1, 1975, pp. 103-109. © narcea, s. a. de ediciones

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bitación, durante tres minutos, donde había un bebé (niria) de tres meses vestido con un mono amarillo, junto a tres juguetes: una murieca (juguete femenino), un pequeño balón de fútbol (juguete masculino) y un aro de plástico (juguete neutro). A un tercio de la muestra se le indicó que el bebé era un niño, a otro tercio se le dijo que era una niria, y al tercio restante no se le dio ninguna información al respecto. Muchos de los adultos que componían este último grupo preguntaron cuál era el sexo del bebé y se mostraron incómodos ante esta situación, siendo los varones quienes experimentaron mayor arisiedad.Al finalizar la sesión, casi todos los sujetos que componían esta muestra expresaron que basándose en aspectos como la fuerza o la fragilidad, la falta de pelo o la suavidad y redondez habian asignado un sexo al bebé. El sexo es uno de los principales elementos diferenciadores que impregna toda la estructura social y dicotomiza la conducta humana. Es un organizador básico en todas las culturas y sociedades. Como indica Mischel: «Probablemente ninguna otra categoría es más importante desde el punto psicológico que la que clasifica a las personas en varones y mujeres, y a las características en masculinas y femeninas»2.

Dimorfismo

sexual y atribución de género

Estudios antropológicos como los que Mead3 realizó sobre las primitivas tribus de Nueva Guinea, o investigaciones de carácter transcultural como las desarrolladas.por Williams y Best4, ponen de manifiesto que en todas las sociedades existe un modelo normativo adscrito y prescrito a uno y otro sexo. Estos modelos llamados de «masculinidad y feminidad» varían de una cultura a otra y guardan una especificidad, dependiendo del momento histórico. Son construcciones culturales y temporales que organizan las sociedades y participan en la estructuración de la subjetividad humana. W. Mischel: Introduccióna la personalidad.México: Interamericana, 1979, p.269. 3 Cfr. M. Mead: Sex and temperantent.NewYork: Morrow,1935. 4 Cfr. J. E. Williams y D. L. Best: Measuringsex stereotypes:Amultination study. Nowbury Park, CA.: Sage.Williams y Best, 1990. 2

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Feminidady masculinídad

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Pór regla general, se ha encontrado que en casi todas las culturas es el dimorfismo sexual externo lo que inaugura el proceso de atribución del género, que el entorno se encargará de desarrollar. Según Money y Ehrhardt, el sexo del bebé pone en movimiento una cadena de respuestas sexualmente dimorfas que será transmitida de persona a persona a lo largo de la vida. Este proceso está tan arraigado y se produce de manera tan automática que en muchos de los casos, tal como serialan estos autores: «La mayoría de las personas no se dan cuenta de que ellas mismas son las configuradoras, en el nirio, de su conducta dimorfa en cuanto al género, y dan por sentado que su propia reacción es la única posible ante las seriales de su hijo o hija, que creen estar preordenadas por alguna verdad eterna para ser dimorfas en cuanto al género»5.

Como expresa gráficamente Strathern6, los modelos de masculinidad y feminidad son como moldes vacíos que cada sociedad configura, con una serie de características, roles, actitudes, intereses y comportamientos seleccionados del amplio abanico de las posibilidades humanas. Estos modelos estructuran la vida cotidiana a través de una normativa que seriala los derechos, deberes, prohibiciones y privilegios que cada persona tiene por el hecho de pertenecer a un sexo determinado7. Y aunque el contenido pueda variar en función del contexto étnico, religioso y socioeconómico, se observa como un hecho común a casi todas las culturas que el modelo de masculinidad aparece más valorado y goza de mayor prestigio social que el modelo asignado a las mujeres. «Tanto en una sociedad en la que el hombre teja y la mujer pesque, expresa Millett, como en otra en la que el hombre pesque y la mujer teja, la actividad del varón gozará, de modo axiomático, de mayor prestigio y recibirá mayor remuneración, por hallarse ligada a un poder y a una posición social superiores»». 5 Money y Ehrhardt, Op. cit., 1982, p. 30. » Cfr. M. Strathern: «Una perspectiva antropológica». En O. Harris y K.Young (Eds.): Antropologíay Feminísmo.Barcelona: Anagrama, 1979. ' Cfr. Lagarde, Op. cit.,1996. 8 Millet, Op. cit.,1995, p.394. © narcea,s. a. de ediciones

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Son numerosas las investigaciones que desde diferentes ámbitos de la ciencia han constatado y analizado la desigual valoración social subyacente en estos modelos, que aparece reflejada en las situaciones de desigualdad existentes entre los sexos. Un ejemplo lo encontramos en Rosenkrantz,Vogel, Bee, Broverman y Broverman9. Esta investigación fue una de las pioneras en el ámbito de la psicología en el estudío de las desigualdades intersexuales y ha sido una de las que más influencia ha tenido en el estudio de los estereotipos de género. En 1968, así como en posteriores ínvestigaciones10,estos autores encontraron que los atributos que constituían el estereotipo masculino estaban más positivamente valorados que los atributos que configuraban el estereotipo femenino. Sí bien es cierto que ha habido un gran avance en torno a esta problemática, todavía queda mucho por cambiar, como refleja el interesante estudio de Lewis y Tragos". Estas investigadoras compararon dos muestras de adolescentes en dos momentos históricos diferentes —1956 y 1982— para estudiar la posible influencia que el movimiento feminista ha tenido en las actitudes de los adolescentes hacía los estereotipos de rol de género. Entre los resultados que obtuvieron encontraron que, si bien la muestra de mujeres de 1982 vivía menos insatisfacción con su ser mujer que las de 1956, ambas muestras de mujeres coincidían en sentir que era «dificil y duro ser una mujer», más que el que los varones experimentaran esta dificultad por ser varón. Como veremos a continuación, la masculinidad y la feminidad psicológicas ha sido una de las áreas que se ha visto más transformada por la categoría género. Gracias a esta nueva opción epistemológica, desde principios de 1970 se ha iníciado una nueva etapa en el estudío psicológico de los sexos, dirigida y alentada fundamentalmente por el feminismo académico. A lo largo de estas últimas décadas se han descodifieado los diversos significados atribuídos a varones y a mujeres, se han 9 Cfr. P. Rosenkrantz, S.Vogel, H. Bee, I. Broverman y D. Broverman: «Sex role stereotypes and selfs-concepts in college students».Journa/ cf Consultingand ClinicalPsychology,32, 1968, pp. 287-295. 10 Cfr. I. Broverman, S. R.Vogel, D. Broverman, E E. Clarkson y P. S. Rosenkrantz: «Sex role stereotypes: A current appraisal».Journal of SocialIssues,28, 1972, pp. 59-78. i1 Cfr. M. Lewis y L. M.Tragos: «Has the Feminist Movement Influenced Adolescent Sex Role Attitude? A Reassessment after a Quarter Century». Sex Roles, 16, 1987, pp. 125-135. © narcea, s. a. de ediciones

Feminidady masculinidad

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analizado los procesos a través de los cuales se crean, transmiten y se interiorizan psicológicamente estos modelos normativos, y se han examinado las repercusiones que a nivel individual estos modelos referenciales tienen en las condiciones de vida y en el bienestar psicológico de las personas.

Evolución conceptual de la feminidad y la masculinidad Desde los inicios de la humanidad, los conceptos de masculinidad y feminidad han estado presentes en el pensamiento humano, constituyéndose a partir de las reflexiones que los individuos han ido elaborando sobre los significados y consecuencias que supone pertenecer a uno de los dos sexos.Atendiendo al modelo heuristico desarrollado por Juan Fernández12,si nos situamos desde una perspectiva filogenética, los primeros contenidos sobre la masculinidad y la feminidad, presumiblemente, surgieron como resultado de la reflexión que los primeros seres humanos desarrollaron, para tratar de explicarse el dimorfismo sexual biológico externo. Muy probablemente, estos incipientes conceptos de masculinidad y feminidad se fueron ampliando como consecuencia de la necesidad de nuestros antepasados de hacer frente a las adversidades de la vida. Como seriala la historia, los primeros seres humanos tuvieron que organizarse en grupos para poder sobrevivir. En función de las caracteristicas sexuales externas y de las diferentes funciones dentro del proceso reproductivo se asignaron a varones y mujeres una serie de roles diferenciales 12 Juan Fernández analiza la doble realidad sexo/género desde dos perspectivas complementarias. Desde una perspectiva ontogénica (expuesta en la pag , Figura 4), Fernández propone un marco integrador que permite explicar los diversos elementos y procesos básicos que constituyen el desarrollo de la tipificación sexual y de género a lo largo del ciclo evolutivo. Por otra parte, desde una aproximación filogenética, plantea y describe el protagonismo que tiene la capacidad de refiexividad humana en el surgimiento y consolidación de los modelos normativos de la masculinidad y la feminidad. Esta perspectiva filogenética, aunque, como indica el mismo autor, es de carácter más generalista y sui generis,ayuda a ilustrar el devenir histórico de los constructos masculinidad y feminidad. Para más información véase Fernández, J.: «El modelo heurístico a materializar». En J. Fernández (Coord.): Varonesy Mujeres.Desarrollode la doblerealidaddel sexo y delgénero.Madrid: Pirámide, 1996.

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en beneficio de la vida grupal. El sexo se convirtió en uno de los principales criterios para estructurar la sociedad y, en función de éste, varones y mujeres fueron ocupando un lugar en el hacer social. Con el paso de los arios y a través de la tradición oral, estos atributos y roles adscritos y prescritos a uno y otro sexo fueron estereotipándose. Como serialajuan Fernández13,lo que inicialmente fue fruto de una reflexión y de la conveniencia humana se convirtió en generalizaciones y creencias comünmente aceptadas acerca de lo que caracteriza y distingue a uno y otro sexo. Con el tiempo, estos modelos diferenciales asignados a varones y mujeres fueron tornándose en modelos de desigualdad. Desde un discurso androcéntrico, la masculinidad fue teniendo más aceptación y valoración social que la feminidad. Los atributos, roles y estereotipos asignados al varón adquirieron más prestigio y estatus que los adscritos a la mujer. Pertenecer a uno u otro sexo no tendrá en adelante una misma significación social". Con el correr de los tiempos, se naturalizaron estos atributos y roles estereotipados y asimétricamente jerarquizados. Ser una mujer «sensible, sumisa, dependiente, responsable del hogar»; o ser un varón «individualista, rudo, inteligente o productivo en las finanzas» se consideraron socialmente como derivados naturales de la biología. Las construcciones culturales sobre la masculinidad y la ferninidad se transformaron en categorias esenciales, ahistóricas y atemporales. Las diferencias observadas entre varones y mujeres se consideraban productos de la biología.Y si las investigaciones no verificaban su origen biológico, se sustituían " J. Fernández, (Coord.): Nuevas perspectivasen el desarrollodel sexo y el género.Madrid: Pirámide, 1988. 14 Esta desigual valoración aparece gráficamente refiejada en el diálogo que Beauvoir y Sartre entablan en Junio de 1946 sobre el significado que para Beauvoir suponía el hecho de ser mujer. Expresa Beauvoir en su autobiografia: «¿Qué es lo que había significado para mí ser una mujer? Ante todo creí liberarme de eso rápidamente. Nunca había tenido sentimiento de inferioridad, nadie me había dicho: «Usted piensa así porque es una mujer»; mi fernineidad no me había molestado nada. Eso —le dije a Sartre— nunca ha contado para mí. Sin embargo, —respondió Sartre— no ha sido educada de la misma manera que un muchacho: habría que mirar de más cerca. Miré y tuve una revelación: el mundo era un mundo masculino, rni infancia se había alimentado con mitos foijados por los hombres y de ninguna manera había reaccionado como si fuera un varón. Me interesé tanto que abandoné el proyecto de una confesión personal para ocuparme de la condición femenina en su generalidad» (1987:102). Fruto de esta reflexión, en 1949, publicó su brillante obra El segundosexo. narcea, s. a. de ediciones

Feminidady masculinidad

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por otras interpretaciones deterministas, aunque tampoco estuvieran comprobadas. El artículo escrito por Stephanie Shields, «Functionalism, Darwinism and Psychology of Women:A study in Social Myth», es un buen ejemplo de cómo eran las investigaciones que, desde la psicología tradicional, se realizaban sobre las diferencias entre varones y mujeres. Apoyada en la frenología y la neuroanatomía, la psicología del siglo XIX buscaba, a través del estudio del cerebro, los determinantes específicos de las deficiencias de las mujeres. Por ejemplo, en 1887, Rudinger consideraba que eran los lóbulos frontales los que explicaban la inferioridad de la mujer; posteriormente cuando se comprobó que estos lóbulos no eran más pequerios que los del varón, sino mayores en sus valores relativos, se afirmó que eran los lóbulos parietales, claramente mayores en el varón, la sede de la inteligencia15. Al naturalizarse las diferencias, sutilmente se emitía el mensaje de que éstas eran inevitables e inmutables16.A1ser la vida social reflejo de lo natural ¿qué sentido tenía analizar las situaciones de desigualdad? ¿Acaso no son éstas un derivado más de la biología? Hasta bien entrado el siglo xx, filósofos, literatos, pensadores conceptualizaron estas categorías como un constructo bipolar opuesto. Linton describe este proceso sintéticamente: «Todas las sociedades prescriben actitudes y activídades distintas para hombres y mujeres. La mayoría de ellas intentan racionalizar esas normas a partir de las diferencias fisiológicas entre los sexos, o de sus distintos papeles en la reproducción.Aunque estos factores pueden haber sido el punto de partida de la separación, las actuales atribuciones están, casi en su totalidad, culturalmente determinadas»17.

Como veremos en el siguiente capítulo, esta manera de conceptualizar la masculinidad y la feminidad aparece reflejada en los presupues'Cfr. S. A. Shields: «Funcionalism, Darwinism, and the Psychology of Wornen». American Psychologyst,30, 1975, pp. 739-754. 16 Cfr. J. Mas y A. Tesoro: «Mujer y Género». En J. Mas y A. Tesoro (Coord.): Mujer y Salud Mental. Madrid: Asociación Española de Neuropsiquiatría, 1993. 17 Citado por S. M. Dornbusch: «Epílogo». En E. E. Maccoby:Desarrollode las diferencias sexuales.Madrid: Marova, 1972. (Versión original 1966), p. 213. © narcea,s. a. de ediciones

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tos teóricos y psicométricos subyacentes en los prímeros instrumentos de medida elaborados en torno a estos conceptos. A pesar del intento por parte de Terman y Miles18,pioneros en la operativización de estos constructos, de diseriar estos instrumentos de medida con objetividad y sin los prejuicios de la época, las primeras escalas de masculinidad-feminidad incorporaron la concepción predominante que había en la sociedad sobre estas dimensiones. La masculinidad y la feminidad se operativizaron como dos polos opuestos de una sola dimensión, como una analogía psicológica del dimorfismo sexual biológico, quedando definidas por las diferencias existentes entre los sexos. Desde finales de 1960, se empezó a cuestionar esta conceptualización esencialista de la masculínidad y la feminidad. Por una parte, los presupuestos teóricos y psicométricos inherentes a las medidas clásicas de masculinidad-feminidad no recibieron el apoyo empírico esperado. Por otra, la introducción del género como categoría de análisis en el ámbito de las ciencias proporcionó un nuevo marco teórico desde el que reformular estas variables. Estos avances, junto con los cambios acontecidos en el terreno social, favorecieron que, a principios de los setenta, la masculinidad y la feminidad psicológicas dejaran de concebirse como productos derivados de la biologia para pasar a definirse como dos dimensiones socioculturales que pueden estar presentes en diferente grado en un individuo, con lo que se inició una nueva etapa en el estudio psicológico de los sexos, «la androginia psicológica». Como vamos a ver a continuación, este breve análisis de la evolución conceptual de la masculinidad y la feminidad aparece de una manera más pormenorizada en el estudio de los modelos de evaluación que sobre estas dimensiones se han desarrollado desde el ámbito de la psicología. El análisis de los modelos de evaluación congruente y andrógino permite constatar gráficamente los diferentes significados que a lo largo de la historia se han atribuido a la masculinidad y la feminidad psicológicas.

18 Cfr. L. Terman y C. C. Miles: Sex and Personality:Studies in rnasculinityandfemininity, New York: 1936.

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Modelo de evaluación congruente La masculinidad y la feminidad tienen una larga tradición en la disciplina psicológica. Las primeras investigaciones en torno a estas categorías se remontan a principios del siglo xx y fueron llevadas a cabo por la psicología diferencial en el ámbito de las diferencias entre los sexos1. Durante el primer cuarto del siglo xx, el estudio psicológico sobre la masculinidad y la fenúnidad se centró fundamentalmente en el análisis de las diferencías entre varones y mujeres en el área de la inteligencia general. El objetivo principal de estos estudios era verificar la supuesta «superioridad masculina» en torno a esta variable2. La carencia de resultados estadísticos que permitieran comprobar esta arraigada creencia llevó a desplazar el objeto de estas investigaciones al estudio de las diferencias entre los sexos en diversas aptitudes (la aptitud visualespacial, matemática, verbal...) y rasgos motivacionales (intereses, actitudes, valores...). A comienzos de la década de los treinta, la masculinidad y la feminidad empezaron a considerarse variables de personalidad y comenzaron a aparecer los primeros cuestionarios en torno a estos constructos. 1 Cfr. L. E. Tyler: The Psychologyof Human Differences.New York: Appelton-Century Crofts,1965. 2 Cfr. S. Parker y H. Parker: «The rnyth of male superiority: Rise and demise». American Anthropologist,81, 1979, pp. 289-309. © narcea,s. a. de ediciones

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Aunque Ellis y Thompson Woolley3 fueron los primeros investigadores que se interesaron por cuantificar la masculinidad y la feminidad, los principales pioneros en operativizar y medir estos conceptos fueron Terman y Miles en 1936 con el CuestionariodeAnálásisdeActitudese Intereses (M-F). Para ellos, la masculinidad y la feminidad era un tema de gran importancia cuyo estudio, sin embargo, había sido descuidado debido fundamentalmente a la ambigüedad conceptual que, durante siglos, reinaba en torno a estas categorías.En su obra Sex and Personality:Studies in Masculinity and Femininity, Terman y Miles se proponían «liberar los conceptos de masculinidad y feminidad de las incongruencías y confusiones con que se han visto mezclados como consecuencia de una observación superficial de la conducta cotidiana»4.Motivados por su creencia de que «estos conceptos son un rasgo central del temperamento, a partir del cual el resto de la personalidad se va formando», trataron de elaborar, desde una forma puramente empírica, una medida cuantitativa que permitiera operativizar los tipos de personalidad masculinos y femeninos que aparecen determinados por factores de carácter emotivo, instintivo, sentimental, de intereses, actitudes y modos de conducta. Desde principios de la década de los veinte, las investigaciones de estos autores se centraron principalmente en proporcionar de una manera más objetiva y exacta una sistematización de aquellas dimensiones de la personalidad en las que varones y mujeres difieren; y aunque, corno ellos mismos indicaron, su tentativa no alcanzó la exactitud que pretendian y no ofrecieron una definición clara sobre la masculinidad y la feminidad, su trabajo ha tenido una gran repercusión en el estudio de estas variables. Iniciaron un modelo de evaluación en el estudio de la masculinidad y feminidad —el modelo congruente o clásico— que fue continuado durante varias décadas por otros investigadores5. 3 Cfr. H. Ellis: Man and Women:A Study of Human SecondarySexual Character.Londres: Walter Scott,1894. H.Thompson Woolley: The Mental Traítsof Sex. An Experimental Investigation of the Normal Mind in Men and Women.Chicago: Univ. Press, 1903. 4 Terman y Miles, Op. cit.,1936, p.453. 5 Entre los instrumentos de medida que más investigación y reconocimiento cientifico han tenido encontramos: Attitude InterestAnalisísTest (AIAT), Terman and Miles, 1936; M-F Scaleof StrongVocational InterestBlank (SVIB), Strong, 1936; M-F Scaleof MinnesotaMultiphasicPersonality Inventory (MMPI), Hathaway y McKinley, 1943; Gullford-Zimmerman TemperamentSurvey (GZTS), Guilford y Zimmerman, 1949; Gough FerníninityScale(CPI), Gough, 1952. © narcea, s. a. de ediciones

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Principales característicasde las medidas de evaluacióndel modelo congruente Como indicamos anteriormente, estas escalas consideran la masculinidad y la feminidad como un constructo bipolar opuesto. Su objetivo era obtener las diferencias existentes entre varones y mujeres en una gran variedad de aspectos de la personalidad, sin buscar las causas de éstas. Este intento de sistematizar el mayor número posible de diferencias demostrables entre los sexos, junto con la incidencia en la selección de los ítems de factores como la inteligencia, educación, profesión, edad, contexto social de la muestra, llevó consigo que el contenido de las escalas fuera muy heterogéneo. Cada escala, pese a pretender medir la misma variable hace referencia a aspectos diferentes. Como apunta Constantinople, «a pesar de que todos los tests tienen algo en común, dos tests cualesquiera no tienen en común una porción considerable de varianza»6.De ahi que, entre las escalas, encontremos una baja validez convergente. Por otra parte, la mayoría de las escalas no sólo buscaban medir la dimensión masculinidad-feminidad desde un aspecto psicológico, también querían obtener una prueba que distinguiese a los sujetos normales de los patológicos en esta variable. La consideración de la masculinidad y la feminidad psicológicas como una analogía de la realidad biológica también aparece reflejada en los criterios de salud mental inherentes en la elaboración e interpretación de los resultados de estas escalas, estimándose la falta de concordancia entre el sexo, varón/mujer, y la masculinidad-feminidad psicológica como psicopatológica. Para estas escalas, la salud mental estaba relacionada con la posesión de un alto grado de características consideradas sexualrnente apropiadas. Cuanto más masculinos sean los varones y más femeninas las mujeres mayor ajuste psicológico tendrán. Cualquier posición cruzada (mujeres masculinas, varones femeninos) se penalizaba como disfuncional.

O A. Constantinople: «Masculinity-femininity: An exception to a famous dictum?» PsychologicalBulletin, 80, pp. 389-407, 1973, p. 398.

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Crisis del modelo de evaluacióncongruente Tras la creación de las primeras escalas de la variable masculinidadfeminidad, muchos investigadores dedicaron sus esfuerzos a verificar si el enfoque empírico realmente proporcionaba una definición clara y específica del constructo m-f. A través de diversas técnicas estadísticas, como el análisis factorial y los estudios correlacionales, las investigacíones se centraron en comprobar las propiedades psicométricas subyacentes en las escalas.A1considerarse la dimensión masculinidad-feminidad análoga a la realidad biológica, fundamentalmente, se estudiaron su supuesta unidimensionalidad y bipolaridad. Los estudios correlacionales y factoriales no veríficaron los presupuestos teóricos y psicométricos subyacentes en estas medidas. El constructo masculinidad-feminidad no aparecía ni como rasgo unitario, ni como dimensión bipolar7.Asírnismo, el criterio de salud mental asociado a este modelo de evaluación tampoco quedó veríficado.Varones y mujeres no «necesariamente» eran más sanos y equilibrados psicológicamente por ser masculinos y femeninos respectivamente; una alta feminidad en mujeres correlacionaba con alta ansiedad, baja autoestima y baja aceptación social; mientras que una alta masculinidad en varones en edad adulta estaba asociada con una alta ansiedad, alto neuroticismo y baja autoaceptacións. He querido entrecomillar la palabra —necesariamente— porque aunque existen estudios que correlacionan negativamente masculinidad y ajuste, también podemos encontrar ínvestigaciones, realizadas con muestras de adolescentes y adultos, cuyos resultados apoyan la teorización tradicional subyacente en el modelo congruente de salud mental, encontrando que la masculinidad correlacionaba positivamente con diversos índices de ajuste. Como veremos más adelante, lo que se cuestionó de este modelo fue fundamentalmente la penalización que se imponía con el etiquetado de «enferma psicológica y/o invertida sexual» cuando una persona no desarrollaba un estilo de rol de género congruente con su sexo biológico. 7 Cfr. A. García-Mina, Análisis de los estereotiposde rol de género.Validacióntransculturaldel Inventariodel Rol Sexual. Tesis Doctoral, Universidad Pontificia Comillas, 1998. 8 Ibíd. © narcea, s. a. de ediciones

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El estudio de la masculinidad y la feminidad se encontraba en un callejón sin salida. Se necesitaba un nuevo marco teórico que pudiera responder a la naturaleza multidimensional hallada en las investigaciones factoriales, y que diera cuenta de la independencia constatada entre estas dimensiones. El supuesto isomorfismo entre el sexo biológico y la masculinidad y feminidad psicológicas no recibia apoyo empirico. Se requerían unos planteamientos teóricos que pudieran explicar esta realidad. Como indicó Constantinople, a finales de los arios sesenta, la masculinidad y la feminidad seguían sin tener una definición clara que guiase la operativización de estos constructos. «Pese a su larga tradición en la disciplina psicológica, expresa Constantinople, tanto teórica como empíricamente la masculinidad y la feminidad se encuentran entre los términos más turbios y resbaladizos del vocabulario psicológico»9. Como ocurrió con la definición de la inteligencia, la definición de la masculinidad y la feminidad venía dada por lo que miden sus tests. A principios de los arios setenta, la elaboración de un marco teórico que estructurara y articulara estas complejas categorías seguía siendo una asignatura pendiente. Como en toda crisis, se abrió la posibilidad de operativizar y medir estos constructos de una manera diferente. La evidencia de los resultados empíricos junto con la presencia de la categoría género como opción teórica en el análisis de las relaciones entre los sexos favoreció que la masculinidad y la feminidad dejaran de considerarse correlatos naturales de las diferencias sexuales.De la mano de teóricas y teóricos como Bem, Block, Carlson, Constantinoplejenkin yVroegh, Pleck y Spence y colaboradores1° entre otros, la masculinidad y la feminidad comenzaron a definirse como dos dimensiones de personalidad que podían estar preConstantinople, Op. cit., p.390. 1" Cfr. S.L. Bern: «The measurement of psychological androgyny».Journal of Consultingand ClinicalPsychology,43, 1974, pp. 155-162. J. H. Block: «Conceptions of Sex Role. Some Cross1, 1973, pp. 512-526. Carlson, R: Cultural and Longitudinal Perspectives». AmericanPsychologist, «Sex Differences in Ego Functioning: Explory Studies of Agency and Communion». Journal Consultingand ClinicalPsychology,73, 1971, pp. 267-277. Constantinople, Op. cit.,1973. N. JenReports, kin y K.Vroegh: «Conternporary concept of rnasculinity and femininity». Psychological 25, 1969, pp. 679-697. J. H. Pleck: «Masculinity-Fernininity. Current and Alternative Paradigms». Sex Roles, 1, 1975, pp. 161-178. J. T. Spence, R. L. Helmreich y J. Stapp: «Ratings of self and peers on sex role attributes and their relation to self- steern and conceptions on masculinity and femininity».Journalef Personalityand SocialPsychology,32, 1975, pp. 29-39. narcea, s. a. de ediciones

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sentes tanto en varones como en mujeres. Al superarse la analogía hasta entonces existente entre el dimorfismo sexual y de género, a comienzos de la década de los setenta surgió una nueva aproximación en el estudio de la masculinidad y la feminidad, el modelo andrógino o actual.

Modelo de evaluación andrógino El fracaso, por parte de las escalas clásicas,para elaborar una definición válida del constructo masculinidad-feminidad, junto con el análisis crítico que, desde el feminismo académico, se comenzó a desarrollar en torno a las relaciones existentes entre los sexos, sirvió como referencia para operativizar las variables de masculinidad y feminidad bajo una serie de presupuestos teóricos y psicométricos diferentes. Al desvincular la masculinidad y feminidad psicológicas del sexo biológico y contextualizarlas en el terreno psicosocial del género, estos constructos pudieron ser definidos como dos dimensiones independientes. Esto permitió que surgiera un nuevo concepto que problematizaría la concepción tradicional de los roles sexuales: «la androginia psicológica»". Aunque la noción de androginia ha estado presente desde la antigüedad, hasta principios de los setenta no se contaba con ninguna medida que operativizara esta categoría. La concepción de una persona capaz de combinar características masculinas y femeninas aparecía en la mitología, en la filosofia, en los escritos de teóricos como Jung, Bakan12...,pero no era considerada científicamente como una opción de rol sexual. Se necesitaban instrumentos que hicieran operativo este concepto, y que aportasen resultados empíricos para verificar su existencia y sus saludables ventajas. Una de las primeras teóricas en responder a esta necesidad fue la psicóloga Sandra Bern. Bern, como tantas teóricas feministas, queria «ayudar a las personas a que se liberaran de las restricciones impuestas por el estereotipo de rol sexual, ofreciéndoles una concepción de salud mental libre de las defini11 Cfr. J. Sebastián: La androginíacomoíndícedeflexibilidadcomportamental. Tesis Doctoral, Facultad de Psicologia, Uniyersidad Autónoma de Madrid, 1986. 12 Cfr. C. G. Jung: Two essayson analyticalpsychology.New York: Meridian Books,1956. D. Bakan: The duality of human existence.Chicago: Rand McNally. 1966. © narcea, s. a. de ediciones

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ciones impuestas de la masculinidad y feminidad»". Se resistía a creer que un alto grado de tipificación sexual fuera la garantía de salud mental. Estaba convencida de que el mundo no sólo estaba habitado por mujeres femeninas, varones masculinos y personas sexualmente desviadas. Quería demostrar que podía haber personas capaces de liberarse de las expectativas tradicionales de su rol sexual, y desarrollar comportamientos masculinos o femeninos, instrumentales o expresivos, asertivos o complacientes.., dependiendo de lo que requiriera la situación. Igual que para Jung o Bakan, para Bern la personalidad andrógina era la mejor apuesta para conseguir un óptimo ajuste psicológico. Con el propósito de verificar estas hipótesis, en 1974 elaboró el Bern Sex Role Inventory14. Un ario más tarde, Spence, Helmreich y Stapp" propusieron un segundo instrumento de medida, el PersonalAttributes Questionaire.Apartir de entonces y hasta nuestros días se ha generado una gran cantidad de bibliografia en torno a este nuevo modelo de evaluación16. A diferencia de las escalas clásicas,las nuevas medidas de masculinidad y feminidad se construyeron a partir de una base teórica previamente establecida. El modelo andrógino reemplazó los presupuestos de unidirnensionalidady bipolaridadpor los de bidirnensionalidade independenciau ortogonalidadentre las escalas.La concepción bipolar tradicional se sustituyó por una concepción dualista basada principalmente en las aportaciones de Bakan y Parsons y Bales.

Principales característicasde las medidas de evaluacióndel modelo andrógino Para las escalas de este modelo de evaluación, la masculinidad y la feminidad hacen referencia a dos orientaciones o maneras de ser des13 S. L. Bern: «Beyond androgyny: Some presumptuous prescriptions for a liberated sexua1 identity». En J. Sherman y F. Denrnark (Eds.) Psychologyof women: Issues in Psychology. New York: Psychological Dimensions.1978, p.4. Bern,Op. cit., 1974. " Spence y cols., Op. cit., 1975. 16 Baucom Sex Role Inventory,Baucom, 1976; Masculinity and Femininity Scalesof Adjective Check List, ACL, Heilbrun, 1976; PRF-ANDRO, Berzins, Welling and Wetter, 1978; Sex Role Behavior Scale,Orlofsky, 1981; Orlofsky, Rarnsden and Cohen 1982.

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critas por Parsons y Bales y Bakan como instrumental-agency /expresividad-communaP7. Para los funcionalistas Parsons y Bales", la masculinidad está íntimamente relacionada con una orientación instrumental, con una preocupación cognitiva por alcanzar metas y objetivos externos, mientras que la feminidad está asociada con una orientación expresáva,con una preocupación por el bienestar de los demás y la armonía grupal. La «acción instrumental» incluye manipular objetos, el medio e incluso a la gente con tal de conseguir los objetivos y la realización de tareas externas al sistema interactivo, e implica normalmente con más frecuencia autoridad formal y control técnico, mientras que la '«acción expresiva» implica comprender y manejar las emociones, tanto en uno mismo como en los demás, y se orienta hacia el sistema de interacción, siendo recompensada por actitudes afectivas como el amor y la amistad. Esta distinción entre la orientación instrumental y expresiva también ha sido apoyada e investigada por Johnson19. Por su parte, Bakan2° identifica la masculinidad y la feminidad con dos modos de existencia: la modalidad agencyy la modalidad communion respectivamente. La modalidad agencyse refiere a la existencia y preocupación de un organismo como individuo y se manifiesta en características como la autoprotección, la autoaserción, la autoexpansión, el aislamiento, la alienación, la soledad... mientras que la modalidad communion hace referencia a la participación del individuo en la formación de un organismo más amplio y se manifiesta en el sentido de ser uno al lado de otros organismos, en el contacto, la apertura, la unión... Un funcionamiento agenticestablece separaciones, se aisla de los otros; una personalidad communalcrea uniones y se integra en los grupos. Esta doble modalidad agency-communion ha sido empíricamente investigada por 17 Al no satisfacernos las traducciones al castellano de las palabras «agency y communion» utilizadas por Bakan, y dada su importancia en la definición de los conceptos de masculinidad y feminidad hemos preferido emplearlas en su idioma original. 18 Cfr.T. Parsons y R. E Bales: Family,socialization,and interaction process.NewYork: Free Press of Glencoe, 1955. 19 Cfr. M. M. Johnson: «Sex role learning in the nuclear family». Child Development,34, 1963, pp. 319-333. 20 Cfr. Bakan, Op. cit., 1966.

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Block y Carlson21.A diferencia de Parsons y Bales, Bakan plantea que tanto la sociedad en general como los individuos en particular necesitan integrar estas dos dimensiones con el fin de mitigar la rigidez y autodestrucción que puede llegar a darse si únicamente se desarrolla una modalidad. De ahí que Bakan junto con Jung sean dos de los teóricos más nombrados al explicar el origen y fundamentos teóricos de la androginia psicológica. Otros teóricos que también han aportado una base para definir la masculinidad y la feminidad psicológicas han sido Erikson 22, con su distinción sobre el irjerés de varones y mujeres respecto del «espacio externo e interno» respectivamente; Koestler23, con su teoría sobre las «tendencias autoasertivas e integrativas» asociadas a la masculinidad y la feminidad; y Gutmann24 sobre los estilos alocéntricos y autocéntricos relacionados con la masculinidad y la feminidad respectivamente. Aunque en comparación con el modelo clásico, este modelo de evaluación elabora sus escalas a partir de una definición previa, apenas contamos con un enfoque teórico que explique y desarrolle la naturaleza multidimensional de estas variables. Como seriala Forteza25 al referirse a la inteligencia, la masculinidad y la feminidad adolecen de una gran ambigüedad y distan mucho de poseer un significado unívoco y preciso. Esta carencia teórica aparece reflejada en la no verificación de algunos de los presupuestos teóricos y psicométricos de este modelo asi como en cuestiones de tipo metodológico susceptibles de reformulación 26. Ahora, pese a las deficiencias teóricas y metodológicas subyacentes en esta nueva forma de operativizar la 21 Cfr. Block,Op. cit., 1973. Carlson, Op. cit., 1971. 22 Cfr. E. Erikson: «Inner and outer space: Reflections on Womanhood». En R. L. Fifton (ed): The Woman in America.NewYork: Houghton Mifflin, 1964. 23 Cfr. A. Koestler: The Ghost in the Machine.London: Hutchinson and Company, Ltd., 1967. 24 Cfr. D. L. Gutmann: «Women and the conception of strength». Merrill-PalmerQuaterly, 11, 1965, pp. 229-240. 25 J. A. Forteza: «Posibilidad y límites de los tests de inteligencia». Lecturas de la Cátedra de Psicología Diferencial. Madrid: Universidad Complutense,1989. 26 Para más información véase J. Sebastián: «Las escalas de masculinidad y feminidad: presupuestos subyacentes al modelo clásico y actual. Segunda parte: El modelo actual». InvestigaciónPsicológica, 6, pp. 327-367,1990. narcea, s. a. de ediciones

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masculinidad y la feminidad, los nuevos cuestionarios permiten comprobar la autonomía de las dimensiones masculina y femenina de personalidad, así como constatar que éstas pueden estar presentes en diferente grado en una misma persona. A partir de entonces, varones y mujeres se clasificarán como «tipificados sexualmente» con un estilo de rol de género: masculino o femenino, si se atribuyen en alto grado aquellas características que la sociedad considera significativamente más deseables o típicas para su sexo, con la relativa exclusión de aquéllas que se consideran típicas o deseables para el otro sexo; asi como podrán considerarse como «no tipificados sexualmente» con un estilo de rol de género, andráginoo indiferenciado,si se atribuyen aproximadamente la misma cantidad de atributos y comportamientos masculinos y femeninos. Se le asignará a una persona el rol de indiferenciada cuando se le atribuyen un bajo número de características tipificadas sexualmente. Se distinguen de las personas andróginas en el número de características masculinas y femeninas que integran su personalidad. Al quedar verificada la androginia psicológica como un nuevo estilo de rol de género, ésta pasó a ser el tema estrella no sólo en el área de la psicología diferencial, sino también en otras disciplinas psicológicas como la psicología de la personalidad, la psicología evolutiva, la psicología social, la psicología cognitiva y la psicología clínica. Dada la naturaleza sociocultural de estas variables, la masculinidad y la feminidad junto con la androginia y la indiferenciación se consideraron tan importantes o más que la variable sexo para explicar las diferencias entre varones y mujeres. Como veremos en el siguiente capítulo, a partir de entonces, se revisaron muchas de las investigaciones que hasta ese momento habían utilizado como variable predictora el sexo, y se introdujo como variable independiente la nueva tipología de género. Al comprobar Sandra Bem que las personas andróginas eran más fiexibles en su comportamiento que las personas tipificadas sexualmente, la androginia psicológica se convirtió en el prototipo de la salud mental, reformulándose los criterios de salud mental asociados a los roles de género27. La androginia psicológica se consideró como la gran 27

Cfr. E.P. Cook: Psychological Androgyny. NewYork: Pergamon Press,1985. narcea, s. a. de ediciones

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alternativa para erradicar el sexismo y teóricamente como la opción más saludable para los individuos. Las palabras de Caroline Heilbrun reflejan las esperanzas que muchos teóricos y militantes feministas tenían depositadas en este nuevo estilo de rol: «Creo que la salvación para todos nosotros puede venir únicamente de un movimiento que reniegue de la polarización sexual, que sepa liberarse de las cadenas del género masculino y femenino y se dirija hacia un mundo en donde los roles individuales sean elegidos libremente»28.

La cuádruple tipología —masculinos, femeninos, andróginos e indiferenciados— se ha relacionado con la mayoría.de las variables más relevantes de personalidad y con los principales indicadores de salud mental: flexibilidad comportamental, ajuste y autoconcepto, autoestima, depresión, ansiedad, dependencia, neuroticismo, creatividad, satisfacción en la pareja, orientación sexual, razonamiento moral, actitudes hacia las mujeres.

Citado por J. Sebastián y C. Aguíriiga: «La androginia psicológica: un acercamiento detinicional». En J. Fernández (Coord.): Nuevaspespectivasen el desarrollodel sexo y delgénero. Madrid: Pirámide,1988, p.145. narcea.S.a.de ediciones

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CUADRO RESUMEN II. PRESUPUESTOS TEÓRICOSY PSICOMÉTRICOS SUBYACENTES EN EL MODELO CLÁSICO Y EN EL ACTUAL Modelo clásico

Modelo actual

* La masculinidad y feminidad psicológicas se consideran como un constructo, una única dimensión.La unidimensionalidad queda reflejada en la obtención de una única puntuación por escala m-f. •

* La masculinidad y feminidad psicolágicas se consideran dos constructos, dos dimensiones.La bidimensionalidad queda reflejada al contar con dos puntuaciones diferentes para un mismo sujeto.

* El constructo m-f se caracteriza por ser un continuo bipolar opuesto.

* Los constructos masculinidad y feminidad son considerados independientes y ortogonales.

* Los sujetos pueden clasificarse como masculinosofemeninos.

* Los sujetos no sólo pueden clasificarse como masculinosofemeninos,también pueden considerarse andróginose indiferenciados, según la proporción de características de personalidad masculinasy femeninas que obtenga un sujeto.

* La masculinidad y feminidad son consideradas dos * Se considera la dimensión m-f codimensiones socioculturales ligadasa la realidadde gémo análogay estrechamente relacionada nero. Dos variables definidas fundamentalmente a con la realidad sexual. partir del modelo dualista propuesto por Bakan y Parsons y Bales, donde la masculinidad queda asociada a una personalidad «agentico instrumental»,y la feminidad a una personalidad «communalo expresiva». * El criterio de selección de los ítems es que éstos discriminen entre los sexos.

* El criterio de selección de ítems es la deseabilidad social tipificada sexualmente, esto es, las características que la sociedad considera más deseable para un sexo que para otro.

* El concepto de salud y madurez está relacionado con varonesmasculinosy mujeresfemeninas. La falta de concordanciaentrela realidadsexualy la masculinidad y la feminidad psicológicas será censurada y etiquetada como disfuncional y patológica.

* Se cuestionaque las personas tipificadas sexualmente «varones-masculinos» y «mujeres-femeninas» sean el prototipo de salud mental. Queda despenalizadala falta de concordancia entre la realidad sexual y la masculinidad y la feminidad psicológica, y se propone la integración de ambas como indice de ajuste y equilibrio personal.

* El objetivo de estasmedidas es evaluar las diferencias existentes entre los sexos.

* El objetivo de estas medidas es evaluar las diferencias individuales. Miden tanto las semejanzas como las diferencias entre varones y mujeres.

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PARTE 3: EL GÉNERO, UN CONCEPTO RENOVADOR

«Las imágenes,características y conductasnormalmenteasociadascon la mujer tienen siempreuna especificidad cultural e histórica.El significadoen un contexto determinadode la categoría"mujer" , o lo que es lo mísmo, de la categoría "hombre", no puede darsepor sabido sino que debe ser investigado». HENRIETTA

L. MOORE

6. Género y metodología

La redefinición de la masculinidad y la feminidad como categorías de género obligó a reexaminar y reconceptualizar el trabajo académico hasta entonces existente sobre los sexos. Investigaciones como las de Helen B. Thompson, Margaret Mead, Karen Horney, Sitnone de Beauvoir o David Bakan fueron retomadas para iniciar este proceso. Como indica Scottl, las académicas feministas se apropiaron de la categoría género para serialar la cualidad fundamentalmente social de las distinciones basadas en el sexo. Al hacer presente esta realidad, podían desligar el estudio sobre las diferencias sexuales del determinismo biológico que las envolvía. Creaban las condiciones para que la desigualdad vivida entre varones y mujeres pudiera pensarse sin dificultad. Se abría una nueva via de diálogo en el estudio psicológico sobre los sexos. Una de las primeras áreas que se revisó en profundidad en las investigaciones realizadas sobre las diferencias entre los sexos fue la metodología empleada. Desde principios de los arios setenta se desarrollaron numerosos estudios en los que se puso de manifiesto que muchas de las supuestas diferencias entre varones y mujeres eran debidas a sesgos metodológicos en los que se incurría: 1) al elegir las cuestiones que se planteaban, 2) al confeccionar los diserios de investigación, 3) al realizar la recogida de datos y el análisis estadístico, 4) al interpretar los resultados y en la publicación de los mismos. ' Cfr. Scott, Op. cit., 1990. © narcea, s. a. de ediciones

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Sesgos metodológicos La selecciónde la muestra Uno de los problemas metodológicos más criticados fue el sesgoen la selección de la muestra.Numerosos estudios han puesto de manifiesto que en muchas de las investigacionesse utilizaban con mayor frecuencia a varones que a mujeres.Asimismo también se ha observado que en una gran cantidad de investigaciones la conducta que se pretendía estudiar influia en la elección de la composición de la muestra, o en las medidas a utílizar. Por ejemplo, McClelland y colaboradores2 realizaron sus investigaciones sobre la motivación de logro únicamente con varones,justificando esta decisión en que para ellos es el varón el que necesíta el éxito mientras que las mujeres lo que necesitan es aprobación. Frodi, Macaulay y Thome3 por su parte, encontraron que la gran mayoría de los trabajos sobre la agresión estaban realizados con varones y cuando esta variable se investigaba con mujeres, se modificaban las pruebas, utilizando cuestionarios de lápiz y papel en vez de pruebas conductuales. Este mismo hecho fue recogido por McKenna y Kessler4.A1analizar más de 51 estudios sobre agresión y atracción interpersonal constataron que en los estudios de agresión las muestras estaban mayoritariamente formadas por varones, mientras que en los estudios sobre atracción interpersonal la muestra era en su mayoría de mujeres. En ambos casos, encontraron que, en función del sexo de la muestra, las medidas eran diferentes.

Influenciadel sexo del experimentadory/o del observador Otro de los sesgos que se puso de manifiesto en estas revisiones críticas fue el influjodelsexo delexperimentador y Io delobservador en la recogida de 2 Cfr. D. C. McClelland, J. W Atkinson, R.A. Clark y E. G. Lowel: The achievementmotive. New York: Appelton-Century-Crofts,1953. 3 Cfr. A. Frodi, J. Macaulay y P. R. Thome: «Are Women Always Less Agressive Than Men? A Review of the Experimental Líterature». PsychologicalBtilletin, 84, 1977, pp. 634-660. 4 Cfr. W. McKenna y S. Kessler: «Experimental desing as a source of sex bias in social psychology». Sex Roles, 3, 1977, pp. 117-128.

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Géneroy metodología

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los datosy en la interpretación de los resultados. Desde que Roshental5 serialase el papel que tienen las creencias del experimentador, así como su presencia en el proceso de investigación, se ha demostrado que el sexo del experimentador y/o del observador puede influir considerablemente en los resultados de la investigación. Por ejemplo, Rumenik y cols.6 encontraron que el sexo del experimentador influía en la colaboración que manifestaba la muestra en tareas de aprendizaje verbal y de percepción motora. Constataron que los nirios cooperaban mejor con las experimentadoras, mientras que los adultos colaboraban mejor con los experimentadores. En un interesante estudio sobre la influenciabilidad social, Eagly y Carli7 hallaron que los investigadores tendían a informar sobre aquellas conductas que son socialmente más deseablespara los miembros de su propio sexo. Mientras que los investigadores varones descubrían que las mujeres eran más persuasibles e influenciables que los varones, las investigadoras tendían a no encontrar diferencias significativasentre los sexos en influenciabilidad.

Pensamiento estereotipado de los observadores Por su parte, Condry y Condry8 demostraron la influencia que los pensamientos estereotipados de los observadores pueden tener en la interpretación de las conductas.A un total de 204 sujetos se les pidió que calificasen la reacción de un niño de nueve meses al abrirse una caja sorpresa, mientras la veían en una grabación de un vídeo.A la mitad de los observadores se les indicó que era un nirio, y a la otra mitad se les informó que era una niria. Cuando el bebé mostraba una respuesta emocionalmente negativa, quienes creían que era un nirio tendían a 5 Cfr. R. Roshental: Experimentereffectsin behavioralresearch.New York: Appleton-Century-Crofts,1966. 6 Cfr. D. K. Rumenik, D.R. Capasso y C. Hendrick: «Experimenter Sex Effects in Behavioral Research». Psychological Bulletin, 84, 1977, pp. 852-877. 7 Cfr. A. H. Eagly y L. L. Carli: «Sex of researchers and sex-typed communications as determinants of sex differences in influenceability: A meta-analysis of social influence studies», PsychologicalBulletin, 90, 1981, pp. 1-20. 8 Cfr. J. Condry y S. Condry: «Sex differences:A study of the eye of the beholder». Child Development,47, 1976, pp. 812-819.

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calificarla como ira; mientras que los que pensaban que era una niria la interpretaban como miedo.

Consecuencias de los sesgos metodológicos La critica sístemática sobre los sesgos en la investigación, junto con la incorporación de nuevas técnicas estadísticas de mayor capacidad analítica ha favorecido un estudio mucho más riguroso sobre la psicología de los sexos. La precisión de las técnicas meta-analíticas ha permitido comprobar que las semejanzas entre varones y mujeres superan a las diferencias, y se ha puesto de relieve que la variabilidad intrasexos es mucho mayor que la variabilídad intersexos. Pero pese a que las semejanzas entre los sexos son mucho mayores que sus diferencias, hasta mediados de los setenta este hecho no se ha considerado digno de mención. Esta importancia dada a las diferencias también se ha constatado en la política de las publicaciones. Existe una fuerte tendencia a publicar sólo aquellas investigaciones que aportan diferencías significativas,lo que lleva indirectamente a exaltar las diferencias y obviar las semejanzas. Estos sesgos metodólogicos ponen de relieve lo dificil que es investigar sobre la variable sexo. Nos encontramos que el sexo, en tanto variable organísmica o variable sujeto, es una variable independiente que encierra en sí otras variables de muy distinta naturaleza (edad, educación, clase social, cultura, etnia...). Al interactuar con otros muchos factores psicosociales resulta muy dificil separar los efectos que cada uno de ellos ejerce en las diferencias de conducta. De ahí, la importancia de establecer unos diserios de investigación que tengan en cuenta la compleja interacción que guarda esta varíable con otras.Y no olvidar que el sexo (en tanto variable sujeto) es un dato descriptivo y no una afirmación causal. Recordemos que hasta bien entrad'a la década de los setenta, una práctica muy frecuente era la de suponer que el sexo, en tanto variable sujeto, explica las causas de tales diferencias sin tener un apoyo empírico que lo justificase. Esta interpretación ha favorecido que se naturalizaran las diferencias, y que éstas sirvieran para legalizar sítuaciones de desigualdad.

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7. Género y salud mental

La categoria género no sólo introdujo aires renovadores en el área de la metodología. También cuestionó y favoreció el desarrollo de nuevas perspectivas teóricas en el campo de la salud mental y de la psicoterapia.

Nuevas perspectivas teóricas en salud rnental A finales de la década de los setenta se produjo una gran transformación en las estrategias y teorías desarrolladas en salud mental, gracias a la confluencia de varios factores. Por una parte, como indicamos anteriormente, el criterio de salud mental asociado al modelo clásico de masculinidad y feminidad no recibía apoyo empírico. Las mujeres no necesariamente gozaban de un mayor equilibrio psicológico por ser femeninas ni los varones por ser masculinos. Por el contrario, investigaciones realizadas fundamentalmente con mujeres sugerían que una rígida tipificación sexual podía favorecer problemas psicológicos. De forma paralela a estas investigaciones, el análisis iniciado por Simone de Beauvoir' sobre las condiciones de vida de las mujeres, fue retomado por el feminismo académico. La «vida cotidiana», hasta entonces considerada como una variable sin importancia, comenzó a concebirse como una de las claves de interpretación a la hora de estu1 Cfr. S. de Beauvoir, Op. cit.,1987 (versión original, 1949). 0 narcea,s. a. de ediciones

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diar los modos de enfermar de varones y mujeres2. Estos hechos, junto con la posibilidad de contar con instrumentos que operativizasen los estereotipos de rol de género, y el impulso que supusieron los trabajos de Bem y Spence y colaboradores sobre la flexibilidad comportamental y la autoestima respectivamente, provocaron un gran debate en el campo de la salud mental y de la psicoterapia. Al superarse la analogía existente entre el sexo biológico y el género, se modificó el criterio de salud mental hasta entonces vigente. El que el rol de género no fuera congruente con el sexo biológico dejó de considerarse una evidencia de desequilibrio psicológico y de inversión sexual. Al distinguirse sexo, de género y de orientación sexual, se dejó de interpretar que un varón femenino o una mujer masculina tuvieran problemas psicológicos y/o fuesen homosexual o lesbiana. La congruencia entre sexo biológico y rol de género se sustituyó por la androginia psicológica como el prototipo de salud mental y como la meta más saludable para todos, estableciéndose técnicas psicoterapéuticas que favorecieran esta forma de ser. Desde mediados de los setenta, un gran nümero de investigaciones pusieron a prueba esta hipótesis. La androginia psicológica se relacionó con una gran diversídad de variables de personalidad y con los principales indicadores de salud mental. Sin embargo, los resultados obtenidos fueron menos concluyentes de lo que hacía prever el optimismo y la fe que se habían depositado en este estilo de rol de género.Aunque las personas andróginas y masculinas,generalmente, aparecian más ajustadaspsicológicamente (gozan de mayor autoestima, muestran mayores niveles de desarrollo social, se manifiestan más estables y con una personalidad menos neurótica) que las personas femeninas y las indiferenciadas, las personas andróginas no siempre aparecían psicológicamente más sanas que las masculinas. Este hecho provocó que a principios de los ochenta se delarrollara un nuevo modelo teórico sobre salud mental: el modelo masculino. Este modelo plantea que lo que realmente está relacionado con el ajuste psicológico es el componente de masculinidad que forma parte de la androginia y no tanto la feminidad3. Para este modelo, la masculi2 Cfr. M. Burin: El malestarde las mujeres.La tranquilidadrecetada. Buenos Aires:Paidós, 1990. 3 Cfr. B.E. Whitley: «Sex role orientation and self-esteem: A critical meta-analytic review».Journal af Personalityand SacialPsychology,44, 1983, pp. 765-778. © narcea, s. a. de ediciones

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nidad es el estilo de rol de género que está más relacionado con el ajuste psicológico. Estudios realizados sobre la relación existente entre las medidas de ajuste y la masculinidad y la feminidad, así como las diferencias observadas entre varones y mujeres en los estudios sobre la androginia y esta variable parecen ofrecer apoyo empírico a esta hipótesis. Por una parte, se ha constatado que la relación existente entre masculinidad y ajuste es más consistente y positiva para ambos sexos que la relación hallada entre la feminidad y ajuste psicológico4. Por otra parte, se ha encontrado que las mujeres andróginas gozan de mayor ajuste que los varones andróginos5.

Nuevas perspectivas teóricas y de intervención en psicopatología La introducción de la categoría género también produjo una transformación en la etiología, diagnóstico y tratamiento de los cuadros psicopatológicos. El que la masculinidad y la feminidad fueran consideradas categorías de género favoreció que los factores psicosociales cobraran un protagonismo que hasta entonces apenas tenían. Los trastornos psicológicos dejaron de considerarse individuales e intrinsecos de la persona para completarse desde una mirada más social y situaciona16.Se comenzó a estudiar la incidencia de los ideales de género en la organización y constitución de la identidad así como en los modos específicos de enfermar de varones y mujeres. Investigaciones como las de Broverman y colaboradores7 sobre los criterios de salud diferenciales en el gremio clínico, así como los estudios epi4 Cfr. S. A. Basow: Gender stereotypesand roles.Pacific Grove, California: Brooks/Cole,1992. 5 Cfr. J. S. Shaw: «Psychology androgyny and stressful life events».journal of Personality and SocialPsychology,43, 1982, pp. 145-153. 6 Cfr. M. Burin,: «Género y psicoanálisis: subjetividades femeninas vulnerables». En M. Burin y E. Dio Bleichmar (Comps.): Género,psicoanálisis,subjetividad.Buenos Aires: Paidos,1996. 7 Cfr. 1. K. Broverman, D. M. Broverman, E E. Clarkson, P. S. Rosenkrantz y S. R.Vogel: «Sex-role stereotypes and clinical judgments of mental health».Journal of Consultingand ClinicalPsychology,34, 1970, pp. 1-7.

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demiológicos8 pusieron de manifiesto la necesidad de revisar y proponer nuevas alternativas en el estudio y tratamiento de los trastornos mentales. Broverman y su equipo realizaron un estudio pionero sobre los modelos de salud mental que 79 clínicos (psicólogos, psiquíatras y trabajadores sociales) tenían de uno y otro sexo. A un tercio de la muestra se les serialó que indicasen, a través del cuestionarío de estereotipos de rol sexual de Rosenkrantz y colaboradores, las características que definen a un varón maduro, sano y socialmente competente. Otro tercio de la muestra recibió la misma indicación pero relacionada con una mujer, y el tercio restante recibió la misma instrucción, pero esta vez asociada a una persona adulta. Los resultados revelaron que había un doble modelo de salud mental en función del sexo que se juzgaba. La descripción sobre el varón sano no difería significativamente de la descripción dada sobre la persona adulta sana; sin embargo, la descripción sobre la mujer sana difería signíficativamente de lo que se pensaba de los adultos sanos y de los varones sanos en general. Para estos profesionales, una mujer sana se definía como más emocional, más sumisa, menos independiente, más preocupada por su aspecto fisico, menos competitiva, menos agresiva, más susceptible, más sentimental, menos objetiva, más presumida... Como señala con acierto Burin, «Para estos profesionales, el criterio de salud mental aplicable a las mujeres es de alguien muy adaptado a su rol de género, aceptando las expectativas inherentes a ese rol y ofreciendo un apropiado desemperio del mismo, aun a pesar de que tales conductas generalmente se consideran poco deseables desde el punto de vista social para un adulto bien adaptado»9.

Investigaciones realizadas en estos ültimos arios sobre la relación existente entre estos trastornos y el modelo de masculinidad y feminidad exigido a varones y mujeres parecen concluir que trastornos 8 Cfr. B. P. Dorenwend, B. S. Dorenwend, M. S. Gould, B. Link, R. Neugerbauer y R. Wunsch-Hitzig: Mental Ilness in the United States:Epidemiologicalestimates.NewYork: Praeger Publishers,1980. 9 Cfr. M. Burin: «Mujeres y salud mental». Apuntes de Psicología,44, pp. 7-15,1995, p. 9 © narcea, s. a. de ediciones

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como la histeria, las fobias, la depresión, el abuso del alcohol y de otras drogas ilegales, lejos de considerarse un derivado exclusivo de la biologia, son también expresión de unas condiciones de vida y de un desemperio de los roles que predisponen a muchos varones y mujeres a enfermar. Desde esta perspectiva y como alternativa a la excesiva medicalización de los trastornos psicológicos de las mujeres10 , desde finales de los setenta se han comenzado a poner en práctica, entre otras estrategias terapéuticas, los grupos de reflexión de mujeres. Esta técnica terapéutica es hoy en dia también una práctica muy frecuente con población masculina". Estos grupos, cuyo origen se remonta a los grupos de autoayuda desarrollados en los arios sesenta por el movimiento feminísta, facilitan un espacio donde cuestionar «lo obvio» y posibilitar así la toma de conciencia de los ideales de género que se brindan como modelo de lo que debe ser un varón y una mujer''. Se diferencian de otros grupos en el especial hincapié que hacen en el análisis de las representaciones que la sociedad asigna normativamente a varones y mujeres, y en la repercusión que éstas tienen en la problemática que viven las personas que participan en dichos grupos. A través del diálogo y de diversos ejercicios de sensibilización, en estos grupos se cuestionan ras condiciones que han desencadenado las crisis, y se analiza la relación que tales crisis pueden tener con una existencía vivida como mujer o varón. La finalidad de estos grupos es que '° Las mujeres son las principales consumidoras de psicofármacos, y constituyen las 2/3 partes de la población que usa tranquilizantes (66%).Tras hacer una revisión en aquellos países donde se ha estudiado la pauta de consumo de los tranquilizantes del tipo benzodiazepinas (EEUU, Canadá, Reino Unido y Australia), Burin constata que la relación entre mujeres y hombres recetados con tranquilizantes es de dos a uno, encontrando que el consumo estimado de psicofármacos en la población de mujeres alcanza al 10% de dicha población. Burin, Op.cit.,1990. En Esparia, los resultados de una investigación llevada a cabo por el Equipo de Investigación Sociológica (EDIS) en el 2000 apuntan en esta misma dirección. La prevalencia del consumo de tranquilizantes es superior entre las mujeres que en el conjunto de la población, triplicando a la de los varones. Un 9,7% de las mujeres espariolas de 14 arios en adelante han usado alguna vez tranquilizantes. Cfr. EDIS: El consumode alcoholy otrasdrogasen el colectivo femenino. Madrid: Instituto de la Mujer, 2000. Inda, Op. cit.,1996. 12 Cfr. C. Coria: «Grupos de reflexión, dependencia económica y salud mental de las mujeres». En M. Burin: Estudiossobrela subjetividadfemenina. Mujeresy salud mental.Buenos Aires: Grupo Editor Latinomericano, 1987. narcea,s. a. de ediciones

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los participantes comprendan lúcidamente su problemática y desarrollen una capacídad crítica y de autonomía ante estos ideales que, en muchos de los casos, son una de las principales fuentes de su malestar". En estos últimos arios, estos grupos de reflexión están cumpliendo una importante función preventiva en la salud psicológica, especialmente de las mujeres. Un gran número de aulas de cultura utilizan estas dinámicas para ayudar a que sean las propias mujeres su principal recurso de salud.

13 Cfr. M.A. González de Chávez, C. González y L.Valdueza: «Grupos terapéuticos de mujeres». En M.A. González de Chávez (Comp.): Cuerpoy subjetividadfemenina. Salud y gé.nero.Madrid: Siglo XXI,1993.

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8. El género, un concepto integrador

Pese a que en ocasiones podamos ver utilizada la categoria género para disociar, establecer oposiciones o evitar la posibilidad de diálogo, este concepto es inherentemente integrador. Su naturaleza integradora se manifiesta en su carácter interdisciplinar, holistico y relacional.

Carácter interdisciplinar La reformulación realizada por Money de la categoria sexo, como un concepto multivariado y multivariadamente determinado, abrió una brecha en el modelo naturalista y biologicista decimonónico e impulsó notablemente el que se hiciera un estudio interdisciplinar desde una aproximación biosocial. Como Juan Fernández1 refleja descriptivamente en la figura 4, nos encontramos ante dos categorias —el sexo y el género— con una naturaleza claramente multidimensional, que exige, para su correcto análisis, el desarrollo de un estudio interdisciplinar desde un triple enfoque/nivel: estructural, funcional e interactivo. Como puede observarse en la figura mencionada, el enfoque/nivel estructuralpermite hacer un análisis detallado de los componentes que constituyen cada uno de los dominios (sexo y género), gracias a la apor1 Cfr. J. Fernández: «Sexo, sexología y generología». En J. Fernández (Coord.): Varonesy Mujeres.Desarrollode la doblerealidaddel sexo y delgénero.Madrid: Pirámide, 1996. © narcea,s. a. de ediciones

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tación de todas aquellas disciplinas ocupadas en su estudio: genética, endocrinología, neurología, psicología, sociología, antropología y sexología. El enfoque/nivelfuncional trata de explicar los diversos pasos sucesivos del desarrollo de estas dos realidades, a fin de proporcionar una visión coherente de la evolución de las mismas. Por último desde un enfo4ue/nivel interactívo, Fernández busca materializar el pensamiento dialéctico, subrayando a través de este enfoque/nivel la necesaria interacción de ambos dominios en la evolución de todos y cada uno de los humanos. Dada la naturaleza multidimensional de ambas realidades, «lascuestiones de género han hecho estallar desde el interior los límites artificiales que delimitan los campos de estudio»2 y han favorecido un mayor diálogo inter e intradisciplinar3.

2 S. Narotzky: Mujer, Mujeres y Género: Una aproximacióncríticaal estudío de las mujeres en las dencias sociales. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1995, p.12. 3 Un ejemplo de este diálogo inter e intradisciplinar lo tenemos en el desarrollo de este trabajo teórico. Si hacemos un recorrido de las diferentes disciplinas que han tenido que ser abordadas y relacionadas para establecer una visión coherente de la doble realidad sexo/género podremos ver refiejadas en mayor o menor medida una gran diversidad de disciplinas: las ciencias biomédicas (genética, endocrinología...), sexología, sociología, antropología, historia y psicología en sus diferentes vertientes (diferencial, de la personalidad, evolutiva, cognitiva, social, clínica).

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SEXO

GÉNERO

Nivel funcional

XY

Nivel estructural

7$101,,,w,14

XX

Testículos

Ovarios

Hormonas testiculare

Hormonas ováricas

Nivel funcional

Sociedad Entorno ambiental

Estereotipos

Hipófisis Hipotálamo Roles

Cerebro Dif. Sex. Asignación sexual: varón

Identificaciónsexual Varán

Hipófisis

Roles

Asignación sexual: mujer

Personalidad

Mujer

Roles

Receptores

Gónadas

pConductas

NIVEL INTERACTIVO Figura 4. La doblerealidaddel sexo y delgénero4

4

J. Fernández, Op. cit., 1996, p.38. Reproducida con permiso del autor.

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Entorno

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Carácter holístico Muy relacionada con la naturaleza interdisciplinar de esta categoría se encuentra su dimensión holística. Con este calificativo se quiere subrayar la estrecha relación que esta categoría guarda con otras variables que conforman al ser humano. Según Burid, el género nunca aparece de manera pura, está entrelazado a otras variables que son determinantes en la vida de las personas: sexo biológico, clase social, raza/etnia, edad, religión...Aunque el género sea uno de los organizadores privilegiados de la vida social humana, hay otras categorías que constituyen el «habitus»de una persona, que también contribuyen a estructurar y configurar la realidad social e individual; entre las más importantes encontramos la raza/etnia, la clase social y la edad. Estas categorías transforman la propia experiencia del género y ayudan a comprender la gran variabilidad que podemos encontrar entre los individuos que pertenecen a un mismo sexo. Como afirma Lagarde6,es diferente ser varón o mujer de acuerdo con la clase,la etnia/raza o la edad y viceversa, es diferente la pertenencia a una clase u otra categoría social si se es varón o muj er. Gilmore, Godelier y Meac17,entre otros, han demostrado, a través de sus estudios antropológicos, que la interpretación cultural del sexo (es decir el género) tiene una especificidadculturale histórica.Williams y Best8,en su trabajo transcultural realizado en treinta países sobre estereotipia de género, encontraron que había una gran similitud en los atributos asignados a varones y mujeres en los distintos países, junto con otras características diferenciales, dependiendo del contexto cultural. En la gran mayoría de los treinta países estudiados, estos investigadores hallaron que la masculinidad estaba asociada a rasgos más instrumentales o agentic,mientras que la feminidad se relacionaba con rasgos más expresivos y communales.Ser agresivo, activo, independiente, emprendedor, severo, dominante.., era considerado indicador del estereotipo Cfr. Burin, Op. cit.,1996. Cfr. Lagarde, Op. cit.,1996. 7 Cfr. D. D. Gilmore: Manhood in the making: Cultural conceptsof masculínity.New Haven: Yale University Press,1990. M. Godelier: La producciónde grandeshombres.Madrid:Akal Universitaria,1986. Mead, Op. cit.,1935. Cfr.Williams y Best, Op. cit.,1990. 6

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masculino, mientras que características como la dependencia, la sumisión, el ser miedosas, afectivas, emocionales, tiernas, débiles... eran representativas de la feminidad. Las diferencias que encontraron entre los diferentes países estaban relacionadas con el sistema de valores sobre el trabajo y con las tradiciones religiosas. Respecto a la relación existente entre la clasesocialy el género,se ha constatado que la clase social parece influir en la adquisición de actitudes más flexibles respecto al rol del género9. Se ha encontrado que las clases sociales «baja y alta» reproducen más rígidamente los estereotipos asignados a varones y mujeres que los individuos pertenecientes a la clase social media, donde se observa mayor flexibilidad. En relación con la edad,se ha encontrado que a lo largo del proceso evolutivo la adhesión a los roles de género puede seguir procesos y etapas diferentes en función del sexo10.Mientras los varones reciben una tipificación de género mucho más estricta que las mujeres hasta la edad adulta, las mujeres, tras un primer período infantil más permisivo, al llegar la etapa preadolescente, reciben una tipificación de género mucho más restrictiva que se prolonga hasta bien entrada la edad adulta. Durante el primer período de la edad adulta (entre los 18-30 y 40 arios aproximadamente) con la incorporación al mercado de trabajo, la formación de una pareja y una familia, el nacimiento del primer hijo... se acentúa la rigidez de los roles de género en ambos sexos.A1 llegar al segundo período de la edad adulta (entre los 40 y 50 arios aproximadamente) los roles de género tienden a flexibilizarse. Los varones pueden relativizar y superar la presión de las expectativas sociales, y las mujeres liberarse de las tareas domésticas y educativas". Este modelo diferencial en la adquisición de los roles de género parece tener también repercusiones en el desarrollo de la androginia en varones y mujeres. Si bien, durante los primeros arios la proporción de mujeres andróginas es mayor que de varones andróginos, en la adultez, esta proporción parece invertirse12. 9 Cfr. Constantinople, Op. cit.,1973. Cfr. Sebastián y Aguíriiga, Op. cit.,1988. " Cfr. F.Lépez: «Adquisición y desarrollo de la identidad sexual y de género». En J. Fernández (Coord.): Nuevaspespectivasen el desarrollodel sexo y delgénero.Madrid: Pirámide.1988. 12 Cfr. J. Sh. Hyde: Psicología de la mujer.La otra mitad de la experienciahumana. Madrid: Morata,1995. © narcea,s. a. de ediciones

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Carácter relacional Por último el carácter integrador de esta categoría también se manifiesta en su naturaleza relacional. Aunque la categoría género sea un concepto muy relacionado con el feminismo académico, esto no significa que sea un instrumento exclusivo «de y para» las mujeres. Analizar las condiciones de vida de las mujeres necesariamente implica estudiar la realidad de los varones y las complejas relaciones que se desarrollan entre los sexos. Un ejemplo de la naturaleza relacional de esta categoría lo encontrarnos en el cambio de terminologia que en esta última década se ha realizado sobre los llamados «Estudios de la Mujer». A finales de los ochenta, los «Women's Studies» comenzaron a llamarse «Gender Studies» con el propósito de acomodar este nombre a la temática tratada en esta corriente teórica y académica, ya que el contenido de estos estudios se centra en lo masculino, lo femenino y sus combinaciones; en la manera de pensar, sentir y actuar de varones y muj eres". No sólo existe un conjunto de normas, roles, características y comportamientos asignados a las mujeres. De la misma forma, la sociedad también adscribe a los varones un modelo normativo regulador de su identidad.Estos ideales de género se encuentran estrechamente vinculados a los exigidos a las mujeres, ya que ambos han sido elaborados dicotómicamente a través de un proceso de exclusión. Un ejemplo de ello nos lo ofrece la sintética descripción que Glória Poal realiza sobre la socialización diferencial mujer-varón. Como se refleja en la tabla 1, «mientras que se tiende a sobrevalorar, sobreexigir e infraproteger a los varones, se tiende a infravalorar, infraestimular y sobreproteger a las mujeres»14.

" Cfr. M. Bellucci: «De los Estudios de la Mujer a los Estudios del Género: han recorrido un largo camino...» En Ana Fernández (Comp.): Las mujeresen la imaginacióncolectiva. Una historíade discriminacióny resistencias. Buenos Aires: Paidos,1992. 14 G. Poal: Entrar,quedarse,avanzar.Aspectospsicosociales de la relaciónmujer-mundolaboral. Madrid: Siglo Veintiuno de España Editores,1993, p. 83. © narcea, s. a. de ediciones

El género,un conceptointegrador

A los niños/chicos/hombres

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A las niñas/chicas/mujeres

* Se los sociahza para la producción.

* Se las socsaliza para la reproducción.

* Se los sociahza para progresar en el ámbito público (laboral, profesional, polínco, tecnológico..). Así:

* Se las socializa para permanecer en el ámbno privado( doméstico, afectivo). Así:

Se espera de ellos que sean exitosos en dicho ámbito.

Se espera de ellas que sean exitosas en chcho ámbito.

— Se los prepara para ello.

— Se las prepara para ello.

— Se los educa para que su fuente de gratificación y autoestima provenga del ámbito püblico.

— Se las educa para que su fuente de granficación y autoestnna provenga del ámbito pnvado.

Consecuentemente

a lo anterior:

Consecuentemente

a lo anterior:

* Se les reprune la esfera afectiva (sentunientos, expresión de afectos).

* Se les fomenta la esfera afectiva.

* Se les potencian libertades, talentos, ambiciones diversas que facihten la autopromoción.

* Se les reprimen cliversas hbertades. No se fomenta e mcluso se reprime la diversificación de sus talentos y ambiciones (se mduce a que éstos se linuten a lo privado).

* Reaben bastante estímulo y poca protección.

* Reciben poco estímulo y bastante protección.

* Se los onenta hacia la acción,hacia lo exterior,hacia lo rnacrosocial.

* Se las onenta hacia la intimidad,hacia lo intertor, hacia lo microsocial.

* Se los orienta hacia la independenciaeconórmca, afectiva,de acción y de criteno.

* Se las orienta hacia la dependenciaeconómica, afectiva, de acción y de criteno.

* El valor trabajo (remunerado) se les inculca como una obligación prioritaria y como definitono de su condición de hombre. Esto tiene como ventaja la independencia y corno desventaja el tener sólo una opción (automantenerse). Se los exculpa del trabajo doméstico. Se les induce a senurse responsables del sustento económicode otros (esposa e hijos).

* El valor trabajo (remunerado) no se les mculca como obligación priontaria ni como definitono de su condición de mujer. Esto nene la desventaja de la dependencia y la ventaja de poder optar (autonlantenerse o ser mantenidas). El trabajo domésuco se les mculca como una obhgación exclusiva de su sexo. Se las induce a sentirse responsables del sustento afectivode otros (marido, hijos, ancianos).

Tabla 1. Procesode socializacióndiferencialmujer-varón15

15

G. Poa1,1993: p. 89. Reproducida con permiso de la autora.

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CUADRO RESUMEN III. PRINCIPALES APORTACIONES DE LA CATEGORÍA GÉNERO EN EL ESTUDIO PSICOLÓGICO DE LOS SEXOS

* Hay una revitalización en el estudio e investigación en torno a las diferencias y semejanzas entre los varones y las mujeres. * Se cuestiona el conocimiento existente sobre los sexos y la manera en que éste se ha obtenido. * Se rompe la analogía existente entre el sexo biológico y la masculinidad y feminidad psicológicas, concibiéndose estos constructos como dos dimensiones socioculturales. * Se introduce un nuevo concepto psicológico: «la androginia psicológica», estableciéndose una nueva tipología de género con cuatro opciones para cada sexo: la masculinidad, la feminidad, la androginia y la indiferenciación. * Se revisan los significados socialmente atribuidos a varones y mujeres, y su repercusión en la constitución de la identidad y en los modos de pensar, sentir, actuar y enfermar. * Se enriquecen y complejizan los diserios de investigación en torno a los sexos al introducirse la tipología de género como variable predictiva. * Los criterios de salud mental se modifican. Se deja de penalizar la falta de acuerdo entre el sexo biológico y la masculinidad y feminidad psicológicas. * El proceso de socialización se convierte en uno de los principales instrumentos explicativos en la adquisición y desarrollo de la identidad de género y en el estudio de las diferencias y semejanzas inter e intrasexos. * Se hacen visibles y se analizan las situaciones de subordinación y desigualdad existentes entre los sexos. © narcea, s. a. de ediciones

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PARTE 4: HACIA UNA CLARIFICACIÓN CONCEPTUAL DE LA CATEGORÍA GÉNERO

«El cuidadosoexamen del pasado ilumina el presentey sugiereformas defuturo». SHERTZER Y STONE

9. Significados atribuidos a la categoría género

Lamentablemente, el impulso renovador de la categoría género ha ido acompariado de una gran confusión terminológica y conceptual: Su rápida introducción en el ámbito de las ciencias y su popularidad en el lenguaje de la calle ha llevado a que esta categoría sea muy utilizada sin que apenas haya habido una previa sistematización. Como expresa gráficarnente Fernández1, en torno a los conceptos sexo/género se ha creado una especie de «confusión de lenguas» que obstaculiza sobremanera la utilidad de esta categoría. Nos encontramos ante un significante con una gran pluralidad de significados, y ante un concepto que en muchas ocasiones ha sido denominado con terminologías diferentes.Veamos algunos de los significados más comúnmente atribuidos en el ámbito de la psicología a la categoría género.

Sexo y género, dos términos intercambiables Aunque Money y Stoller, pioneros en el desarrollo de esta distinción, subrayaran que el sexo y el género hacen referencia a dos realidades independientes, y que por tanto no deben de ser tratadas como sinónimas, son muchos los teóricos que emplean estos términos de 1 Cfr. J. Fernández, Op. cit.,1988. © narcea, s. a. de ediciones

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manera intercambiable. Unos tras una elección manifiesta y la gran mayoría sin una previa explicación sustituyen el término sexo —utilizado como variable sujeto y variable estímulo— por el de género, pudiendo encontrar frases como la de Rosenberg y Sutton-Smith o la que sugiere la lectura de Unger y Crawford respectivamente: «Por sexo se entiende el género (macho o hembra) con el que nace el nirio»2. «Un 15% de las ratas que recorrió el laberinto era género hembra y el resto machos»3. Entre los autores que de manera manifiesta utilizan estos términos como intercambiables están Ashmore y Del Boca, Katz yWore114.Éstos emplean el sexo y el género como intercambiables porque con ello quieren enfatizar el carácter social que subyace en las categorías varón y mujer. Consecuentemente, en sus trabajos encontramos que el género sustituye a la variable sexo, entendida como variable organismica, descriptiva de las categorías mujer y varón, y reservan el término «roles sexuales» para hacer referencia a lo que Money, Stoller o Unger nombran como género: el conjunto de características, comportamientos y actividades que se consideran más deseables y apropiadas para los varones y las mujeres en una cultura determinada5. Así, por ejemplo, Katz 2 B. Rosenberg y B. Sutton-Smith: Sex and Identity.NewYork: Holt Rinehart andWinston, 1972, p.1 . R. K. Unger y M. Crawford: Women and Gender.A feminist psychology.NewYork: McGraw-Hill,Inc., 1992, p.20. 4 Cfr. R. Ashmore y F. K. Del Boca: «Toward a Social Psychology of Female-Male Relations». En R.D. Ashmore y EK. Del Boca: The SocialPsychologyoffemale-malerelations:Acritical analysisof centralconcepts.New York: Academic Press, 1986. P. A. Katz: «Gender Identity: Development and Consequences». En R. D. Ashmore y E K. Del Boca, Op. cit., 1986. J.Worell: «Life-span sex-roles development, continuity and change». En R. M. Lerner y N. A. Buschrossnagel: Individualsand proceducesof their development:A life-spanperspective.New York: Academic Press, 1981. Aunque estos autores defienden el uso de esta terminología, reconocen interesante la distinción que Unger (1979) propone sobre los términos sexo y género. De hecho, Ashmore, (1990) en Sex, Gender, and the Individual, utiliza también la terminología planteada por Unger y Worell (1993) en su artículo «Gender in Close Relationships:PublicPolicy vs. Personal Prerogative».

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Significadosatribuidosa la categoría género

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inicía su reflexión sobre el desarrollo y las consecuencias de la identidad de género con este fragmento: «Después de nueve meses de gestación y suspense, el género es la primera información que se da a los padres y al entorno. ¿Qué has tenido? (¿Qué género tiene tu bebé?) es usualmente la primera pregunta que se hace a los nuevos padres, y «es un nirio» o «es una niria» son probablemente las tres primeras palabras escuchadas por los recién nacidos». Otros autores como Hyde, Kessler y McKenna6, aunque no consideran que los términos sexo y género sean sinónimos, usan estas categorías de manera «prácticamente» intercambiable. Sólo emplean el sexo para referirse a las actividades reproductivas y al intercambio sexual en sí mismo, y utilizan el término género para nombrar todos los demás aspectos que configuran el ser «mujer» y «varón», de tal manera que, para Hyde, las diferencias de género aluden a las diferencias innatas o biológicas, y, para Kessler y McKenna se puede hablar de los cromosomas de género. Con esta distinción, estos autores ponen de rerieve, igual que los investigadores anteriormente serialados, que las categorías varón y mujer están construidas socialmente. Este uso de los términos genera una gran confusión terminológica y conceptual, y reduce considerablemente la capacidad analítica de la categoria género. Bien es cierto que, como expresaba De Beauvoir, ser mujer o varón es un proceso al que se llega como resultado de la interacción entre una gran diversidad de factores biopsicosociales, y desde luego, cometeríamos un gran error si consideráramos la genitalídad o la biología como la última palabra en este proceso. Reducir las categorías varón y mujer a la presencia de pene o de vagina es del todo incorrecto, pero ¿qué ganamos utilizando el género y el sexo como sinónimos, o como expresiones prácticamente intercambiables? ¿No resulta más esclarecedor tener en cuenta el desarrollo psicosocial de la variable sexo, en tanto variable estímulo y variable sujeto, y elaborar una taxonomía que recoja la interacción de estas 6 Cfr. Hyde, Op. cit.,1995. S. J. Kessler, y W. McKenna: Gender:An ethnomethodological aproach.NewYork:Wiley, 1978.

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variables con la realídad del género? ¿No estamos con ello serialando de manera muy similar la naturaleza social de las categorías varón y muj er?

Sexo y género, dos términos presuntamente antónimos A propósito de estos términos es frecuente utilizar la categoria sexo para referirse sólo a aquellos aspectos de la persona que poseen un fundamento claramente biológico (las características relacionadas con la reproducción o la sexualidad), y reservar el término género para todos aquellos aspectos de los varones y las mujeres cuya causalidad biológica no ha sido demostrada. Esta distinción también resulta problemática, ya que es imposible establecer la causalidad de los comportamientos y rasgos que son resultado de complejas interacciones entre la biología y la sociedad. En el fondo, con este uso de los términos, ¿no se está reavivando la controversia naturaleza/cultura, herencia/ambiente, que tan estériles resultados tiene en la comprensión del ser humano? Utilizar las categorías sexo y género en el estudio psicológico de los sexos no implica caer en la falacia de pensar que un comportamiento es debido en su totalidad a la herencia o al ambiente, o que la herencia es opuesta al aprendizaje. Son muchos los teóricos que voluntariamente dejan al margen el problema de la causación cuando utilizan estos términos en sus trabajos. Para estos teóricos, los factores biológicos y sociales son realidades cambiantes que interactúan permanentemente en el individuo, en una doble dirección.

El género, un término políticamente correcto La creciente utilización de la categoría género en el ámbito académico, político y cotidiano ha traído consigo que éste se haya ido vaciando de su significado inicial. Para muchos, el género es un eufemismo del sexo, un término más elegante, más «polite».Para otros, el © narcea, s. a. de ediciones

Sigmficadosatribuidosa la categoría género

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género se reduce a una manera de hablar más especializada «de y sobre» las mujeres7, y «es una forma de desmarcarse de la (supuestamente estridente) política del feminismo»8. Este hecho ha llevado a que el género no siempre se emplee por su capacidad analítica e integradora sino que, en ocasiones, se utiliza con el único objetivo de buscar una legitimación «académica»,«política» o «social»,sin importar el contenido al que pueda estar haciendo referencia. Esta utilización «políticamente correcta», reduciéndolo a un «eufemismo del sexo», disfraz del feminismo» o a «cosa de mujeres», aparece reflejada en la política de las publicaciones. En ocasiones, los autores se han visto obligados, por una decisión editorial, a sustituir la palabra «sexo» por la de «género», o a cambiar el término «feminismo» por el de «género» en el encabezamiento de un artículo9. Nos encontramos ante un término que en estos últimos arios se ha «burocratizado», perdiendo en muchos casos su razón de ser. Su rápida asimilación en el ámbito de las ciencias, su carácter multidimensional, su naturaleza interdisciplinar, la carencia de una taxonomía que clarifique esta compleja realidad, una insuficiente información, un error interesado o una política oportunista.., dan lugar, con respecto al término «género», a que la confusión sea la norma y no la excepción. Ante esta situación, cuando hablamos de género, nos podemos preguntar: ¿a qué estamos haciendo referencia? El uso del género ¿se reduce a una cuestión de «buena educación»? ¿Es un disfraz que inviste de rigor cientifico los trabajos feministas o los estudios de las mujeres? ¿Acaso es un pseudónimo permitido?

Cfr. Lagarde, Op. cit.,1996. Scott, Op. cit.,1990, p 28. 9 Cfr. J. Fernández, Op. cit., 1996. M. 1.Rosenberg: «Género y sujeto de la diferencia sexual. El fantasma del feminismo». En M. Burin y E. Dio Bleichmar (Comps.): Género,psicoanálisis,subjetividad.Buenos Aires: Paidós,1996. 7

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10. Un acercamiento conceptual

La confusión en torno a la categoría género no se limita a su naturaleza polisémica; la ambigüedad de este concepto también se manifiesta por la utilización de terminologías, en ocasiones, muy dispares y contradictorias. Aunque son numerosas las definiciones que, desde la psicología, se han elaborado en torno a estas dimensiones, encontramos que los «conceptos» de sexo y de género no siempre aparecen nombrados de una misma manera. Por otra parte, el estado de confusión que rodea a la realidad del género se ve aumentado por los distintos niveles de análisis que pueden hacerse de esta compleja realidad. Dependiendo del nivel al que estemos haciendo referencia, las definiciones de esta categoría se centran en aspectos y contenidos diferentes. Con el intento de aportar alguna clarificación, analizaremos, en primer lugar, las diferentes definiciones que teóricos relevantes en la materia han realizado sobre estos conceptos, para, después, esbozar un esquema taxonómico y conceptual que recoja la multidimensionalidad de la doble realidad sexo/género, que permita comprender las diferentes aproximaciones que actualmente se realizan en torno a esta temática.

Sexo y género, una doble realidad Como pudimos constatar en el primer capítulo, la categoría género surgió ante la necesidad de clarificar la mararia de significados y de procesos biopsicosociales que acontecen en el devenir humano. Money introdujo este constructo en las ciencias biológicas para desvelar aque© narcea, s. a. de ediciones

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llos aspectos que hasta entonces habían quedado ocultos bajo el término «sexo»,y que hacían referencia a una realidad psicosocial. junto con el matrimonio Hampson, en 1955, reconceptualizó la variable sexo, estableciendo una taxonomía de los determinantes multivariados de esta compleja realidad, utilizando el término «rol de género» para subrayar la importancia que tienen, en el proceso de sexuación humana, la biografia social y las conductas dimorfas que los padres y el entorno desarrollan ante el sexo asignado. Para Money, como para Stoller, la categoría género es un suplemento imprescindible de la variable sexo que posibilita, sin necesidad de caer en cuestiones deterministas, el análisis de las complejas interacciones que se producen entre los factores biológicosy aquéllos que, desde el nacimiento del individuo, acontecen en el contexto psicosocial. Para ambos, el sexo y el género son dos complejas realidades que están en permanente interacción aunque no necesariamente vayan en una misma dirección. Si retomamos la distinción propuesta por Stoller, el sexo hace referencia a los componentes biológicos que distinguen al macho de la hembra. Engloba los cromosomas, las gónadas, el estado hormonal, el aparato genital externo y el aparato sexual interno, las caracteristicas sexuales secundarias y la organización cerebral. El término género alude al dominio psicológico de la sexualidad. Abarca los sentimientos, papeles, pensamientos, actitudes, tendencias y fantasías que, aun hallándose ligados al sexo, no dependen de factores biológicos. Para Stoller el género es de orden psicológico y cultural, se corresponde con la masculinidad y la feminidad sin hacer referencia a la anatomía y fisiología. Esta distinción de Stoller es compartida por la mayoría de los teóricos que trabajan en este campo. Independientemente de la terminología utilizada, encontramos un gran consenso en la necesidad de distinguir entre aquellos componentes que integran el estatus biológico de ser varón y mujer, y aquellos componentes psicólogicos y culturales que forman parte de las definiciones sociales de las categorías mujer y varón. Uno de los primeros intentos clarificatorios que más aceptación ha tenido en torno a la doble realidad sexo/género, es el ofrecido por la teórica Rhoda Unger1, en su artículo «Haeiauna redefinicióndel sexo y el ' Cfr. Unger, Op. cit., 1979. e narcea, s. a. de ediciones

Un acercamiento conceptual

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género»,donde propone un esquema taxonómico desde el que reconceptualizar «la variable sexo». Como para Money o Stoller, para Unger uno de los mayores problemas en el estudio psicológico de los sexos es la sobrecarga conceptual inherente a la variable sexo. Para esta autora, la confusión entre las propiedades biológicas y los condicionamientos socioculturales provoca muchos de los sesgos metodológicos y conceptuales existentes en el estudio de las diferencias entre varones y mujeres. Como respuesta a esta problemática, en 1979 propuso en el ámbito de la psicología, distinguir la realidad del sexo de la realidad del género. Para Unger, el sexo hace referencia a los mecanismos biológicos que determinan que una persona sea varón o mujer, pudiéndose considerar desde una doble vertiente: el sexo en tanto variable sujeto y variable estímulo. El sexo, entendido como variable «sujeto»,áude a todas aquellas investigacionesen las que las personas se seleccionan en función de las categorías demográficas «varón y mujer». Esta manera de ¿onceptualizar el sexo es quizás la aproximación más tradicional y se enmarca en el campo diferencialista. Desde esta perspectiva, el sexo se ve en términos de las diferencias individuales, y en este tipo de estudios se analizan las semejanzas/diferencias entre varones y mujeres en todo tipo de variables intrapersonales. Un estudio que ilustra este tratamiento del sexo es el de Maccoby y jacklin2. Mientras que el sexo, en tanto variable «estimulo»,hace referencia a todos aquellos estudios que analizan los efectos que puede provocar en un individuo la percepción del otro como varón o mujer, en estas investigaciones se estudia la incidencia que ocasiona el dimorfismo sexual aparente en la interacción comportamental. El estudio de Condry y Condry3 es un buen ejemplo del sexo entendido como variable estímulo. Por género,Unger entendía aquellos componentes no fisiológicos del sexo que son culturalmente más apropiados para uno u otro sexo, englobando todas aquellas características y rasgos que son sociocultura1mente apropiados para los varones y las mujeres. Esta conceptualización se ha convertido en marco referencial de numerosos investigadores relevantes en esta materia. 2 3

Cfr. Maccoby y Jacklin, Op. cit., 1974. Cfr. Condry y Condry, Op. cit., 1976.

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Otros, aunque comparten la necesidad de distinguir terminológicamente estas dos realidades, prefieren utilizar vocablos diferentes. Por ejemplo, Heilbrun4 utiliza la acepción «género sexual» para nombrar los aspectos biológicos del individuo (hembra, macho), y emplea el término «rol sexual» para serialar el sexo psicológico (masculinidad-feminidad). De manera similar, Ashmore y Del Boca, Katz y Worell consideran el sexo y el género como términos intercambiables y reservan la expresión «rol sexual» para hacer referencia a lo que Unger serialabacomo género. En este mismo sentido, también Maccoby5, a partir de su trabajo «El génerocomocategoríasocial»,considera el sexo y género como términos intercambiables y emplea el término «rol sexual» para describir lo que Unger entendia por género. A diferencia de Ashmore y Del Boca, Katz y Worell, Maccoby prefiere hacer uso del término «sexual» para referirse a las conductas especificamente relacionadas con la actividad genital y el intercambio sexual en si mismo. Esta matización es muy semejante a la empleada por Cook6. Otra manera de plantear esta distinción es la de Mussen, Conger y Kagan7, quienes prefieren adoptar el término «tipificación sexual» para hacer referencia a lo que Unger entendía por género. Para estos autores, tipificación sexual es el proceso a partir del cual se adquieren aquellas caracteristicas, actitudes y comportamientos que se consideran socialmente apropiadas para cada sexo. Estas terminologias diferentes, lejos de enriquecer esta compleja realidad, ocasionan una gran confusión en quienes desconocen este juego terminológico. Ante esta situación, Deaux y Unger y Crawford8 hacen una serie de propuestas. Deaux plantea hacer un uso más consistente de estos términos, y sugiere utilizar la categoria sexo para aquellos estudios donde simplemente se analizan las categorías varón y mujer como variaCfr. A. B. Heilbrun: Human sex-rolebehavior.NewYork: Pergamon Press,1981. 5 Cfr. E. E. Maccoby: «The Varied Meanings of "Masculine" and "Femenine"». En J. M. Reinisch, L.A. Rosenblum y S.A. Sanders: Masculinity/femininity.Basic Perspectives. Oxford: Oxford University Press, 1988. 6 Cfr. Cook, Op. cit., 1985. 7 Cfr. P. H. Mussen, J. J. Conger y J. Kagan: Child developmentand Personality.NewYork: Harper and Row, 1979. 8 Cfr. K. Deaux: «Sex and Gender». Annual Review of Psychology, 36, 1985, pp. 49-81. R. K. Unger y M. Crawford: «The Troubled Relationship Between Terms and Concepts». PsychologicalScience,4, 1993, pp. 122-124. 4

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Un acercarniento conceptual

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bles demográficas,y reservar el término «género» para todas aquellas investigaciones donde se hacen juicios a partir de las categorías sociales,no biológicas. Unger y Crawford, por su parte, recomiendan no usar el término «diferenciassexuales»por su fácil relación con cuestiones deterministas, y proponen emplear la terminología «diferencias relacionadas con el sexo». Esta falta de claridad terminológica refleja la carencia de un marco teórico que contextualice y estructure esta compleja categoría.

Naturaleza multidimensional de la categoría género Si bien, la década de los cincuenta y de los sesenta fueron esenciales para conocer la naturaleza multideterminada de la categoría sexo, el estudio y sistematización del carácter multidimensional de la variable género comenzó a desarrollarse fundamentalmente a partir de 1980. Si hacemos una revisión de la bibliografía en torno a esta temática, podemos observar que tras el término género se esconde una gran variedad de derivados (estereotipos, roles, actitudes, atributos...), procesos y teorías que pueden ser analizados desde tres enfoques o niveles diferentes que presentamos sistematizados en la Tabla 2. El nivel denominado «sociocultural» corresponde a la creación simbólica del sexo, a la interpretación cultural del dimorfismo sexual. Este nivel más antropológico y sociológico se preocupa de estudiar los «contenidos específicos»que configuran los modelosde masculinidady feminidadpresentes en la sociedad, y en él se analizan los atributos, roles y estereotipos prescritos cultural e históricamente para uno y otro sexo. El nivel «psicosocialo interpersonal» se centra fundamentalmente en los procesossocialesa través de los cuales se crean y se transmiten estos modelos normativos a los individuos. Desde este enfoque, el género es conceptualizado como una categorla social,como un organizador privilegiado de las estructuras socialesy de las relaciones existentes entre los sexos.En este enfoque convergen principalmente las aproximaciones de carácter sociológico y psicológico. En este nivel de análisisse investigarán:la división sexual del trabajo, los espacios y tareas diferenciahnente asignadasen función del sexo, el poder asimétricamente atribuido a varones y mujeres, los procesos de socializaciónasí como el contexto de la interacción social. narcea,s. a. de ediciones

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Niveles

Conceptualización del género

Sociocultural

Psicosocial o Interpersonal

Individual

Contenidos específicos

Disciplinas

Construcción cultural del sexo que varía en función de los contextos socioeconómicos, étnicos, religiósos e históricos.

Los modelos normativos de masculinidad y feminidad.

El género como principio organizador de las estructuras sociales y de las relaciones entre los sexos.

* Los procesos a través de los cuales se construye el género.

El género como conjunto de características tipificadas sexualmente, internalizadas a través del proceso de socialización, cuya incidencia en la organización y constitución de la identidad es fundamental.

* Los procesos de socialización mediante los cuales se transmiten los modelos normativos sociales.

Antropología

Sociología

* Los procesos de tipificación de género. * La identidad de género.

Psicología

* Los estilos de rol de género y su relación con otras variables comportamentales y de personalidad.

Tabla 2. Naturaleza multidimensionalde la complejarealidaddelgénero

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Por último, el género no sólo es un modelo normativo construido a través de la interacción social, es una experienciainternalizada que configura el psiquismo. Este enfoque más psicológico del género se encuadra en el nivel «individual», en el cual se hace referencia a la vivencia personal del género, a los idealesde génerointernalizadosa través del proceso de socialización, que forman parte del autoconcepto y del sistema narcisista. Desde este nivel se va a analizar el proceso mediante el cual se adquiere y desarrolla la identidad de género, así como el estilo de rol de género (masculino, femenino, andrógino e indiferenciado) interiorizado y cómo éste incide en los modelos de conducta, en la percepción de la realidad y en la estabilidad emocional de varones y mujeres. Desde mi parecer, este marco clasificatorio contextualiza las diferentes perspectivas desde las que se puede analizar la categoría género, y ayuda a situar las investigaciones y teorías que a lo largo de estas tres últimas décadas se han elaborado en torno a esta compleja realidad. Como puede observarse, desde su introducción en las ciencias sociales, la categoría género ha ido enriqueciéndose conceptualmente. Antropólogos, sociólogos, psicólogos, psiquiatras, biólogos, teóricos de la ciencia... se ven aludidos por alguno de los componentes que integran esta multidimensional categoría. En el ámbito de la psicología, durante la década de los setenta, la realidad del género fue fundamentalmente analizada desde la perspectiva sociocultural e individual. El género se conceptualizaba como «diferencia», como una creación simbólicamente construida. Los trabajos elaborados por Bakan, Barry, Bacon y Child, Mead o Parsons y Bales fueron retomados para operativizar los modelos normativos atribuidos socialmente a varones y mujeres. En esta década, se diseriaron los principales cuestionarios de masculinidad y feminidad desde la perspectiva de género, con el objetivo de identificar el estilo de rol de género internalizado por los individuos, y de conocer su incidencia en la construcción de la identidad y en la manera de pensar, sentir, actuar y enfermar de las personas. Pero a partir de los arios ochenta, se produjo una transformación en el estudio y teorización de la realidad del género. No sólo se conceptualizó como una categoría que aglutina una serie de atributos, roles, © narcea,s. a. de ediciones

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intereses, actitudes... estereotípicamente asignados a uno y otro sexo, sino que el género pasó a concebirse como un esquema que sirve para la categorización social de los individuos9, como un «verbo» que construye y estructura las relaciones interpersonales y que juega un importante papel en la interacción socialw. Desde esta perspectiva, el género no sólo se define como una realidad estática y estable sino que también se considera como un «proceso» que crea y que, a su vez, es creado en el contexto psicosocial. Esta conceptualización de la categoría género reúne numerosas investigaciones que han enriquecido notablemente el estudio de esta realidad. Entre ellas merecen ser destacadas las aportaciones de Bern y Markus y colaboradores sobre la teoría del esquema del género y del autoesquema del yo respectivamente; los planteamientos de Sherif y Katz en torno a la identidad de género; el análisis de Deaux y Lewis y Ashmore, Del Boca y Wohlers acerca de los contenidos, estructura y procesos en la construcción de los estereotipos de género; las investigaciones de Eagly y colaboradores en torno a la influencia del contexto social en los estereotipos de género; el modelo interaccional elaborado por Deaux y Mayor y las investigaciones de Hurtig y Pichevin o Lorenci-Cioldi, respecto al funcionamiento de los roles de género en grupos sociales cuyas relaciones se definen asimétricas. Esta perspectiva interpersonal ofrece un marco explicativo e interactivo entre las aproximaciones de carácter sociocultural e individual, y enriquece, a su vez, ambas perspectivas, ya que, por una parte, para establecer los modelos de masculinidad y feminidad es necesario conocer los procesos sociales que participan en su elaboración, y, por otra, para comprender los procesos de tipificación de género es necesario estudiar los procesos de socialización. De ahí que en la Tabla 2 aparezcan separados los contenidos específicos de cada nivel con unas líneas discontinuas, y no se establezca una demarcación entre las disciplinas que abordan la multidimensionalidad de constructo. 9 Cfr. C.W. Sherif: «Needed concepts in the study of gender identity». PsychologyofWomen Quartery,6, 1982, pp. 375-398. ' Cfr. C. West y D. H. Zimmerman: «Doing gender». Gender and Society, 1, 1987, pp. 125-151. © narcea,s. a. de ediciones

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A modo de conclusión Nos encontramos ante una categoría que alude tanto, a una realidad subjetivada como a un principio organizador de la interacción social y de las relaciones existentes entre los sexos. Aunque se ha avanzado mucho en esta materia, se hace necesario un estudio interdisciplinar que, desde los diferentes niveles d9 análisis, conceptualice y, a su vez, clasifique los contenidos, procesos y relaciones inherentes a este popular término. Desde un nivel sociocultural se requiere mayor elaboración teórica que recoja los diferentes componentes que integran la multidimensionalidad de los modelos de masculinidad y de feminidad (atributos, roles, comportamientos, actitudes...), así como las diversas relaciones que pueden darse entre ellos. Desde una perspectiva más interpersonal o psicosocial, es necesario seguir profundizando acerca de los procesos sociales que participan en la construcción de estos modelos, así como la manera en que éstos crean y estructuran, a su vez, las relaciones entre los sexos. La incidencia del contexto e interacción social, las relaciones de poder jerarquizadas entre varones y mujeres, así como los procesos de socialización a través de los cuales se transmiten estos sistemas normativos son otros de los objetivos primordiales de estudio desde esta aproximación. Por último, desde un enfoque individual se necesita mayor investigación sobre los procesos mediante los cuales los individuos adquieren los modelos socioculturales atribuidos a uno y otro sexo.Asimismo es preciso continuar analizando cómo la interiorización de estos sistemas referenciales inciden en la manera de percibir el mundo, de hacer frente a la vida y en los modos de enfermar de las mujeres y de los varones. Según Millett: «La mentalidad patriarcal ha forjado todo un conjunto de juicios sobre la mujer, que cumplen este mismo propósito.Y tales creencias se hallan tan arraigadas en nuestra conciencia que condicionan nuestra forma de pensar hasta un punto tal que muy pocos de nosotros estamos dispuestos a reconocerlo»". 11Miflett , Op. cit., p.105. narcea, s. a. de efficiones

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Bien es cierto que en estas últimas décadas se ha dado un cambio cualitatívo, tanto en la esfera pública como en la privada, en las condiciones de vida de las mujeres. Sin embargo, este avance no significa que la desigualdad existente entre los sexos se haya erradicado. Hemos recorrido un largo camino pero todavía queda mucho más por analizar, denunciar y transformar. La desigualdad de género nos obliga individual y colectivamente a cuestionarnos como sujetos y objetos de discriminación. De todos y de cada una y uno depende que esta situación deje de formar parte de nuestra historia.

CUADRO RESUMEN IV. NIVELES DE ANÁLISIS DE LA CATEGORÍA

GÉNERO

Nivel Sociocultural

* Creación simbólica del sexo. * Interpretación cultural del dimorfismo sexual. * La masculinidad y la feminidad como modelos normativos sociales. Nivel Interpersonal

* Categoría social, organizadora privilegiada de las estructuras sociales y de la interacción entre los sexos. * «Verbo»que construye y jerarquiza los sistemas de poder. * Un proceso que crea y que a su vez es creado en el contexto psicosocial. Nivel Individual

* Experiencia internalizada a través del proceso de socialización, configuradora del psiquismo, que condiciona nuestro's modos de percibír y hacer en el mundo, y nuestra manera de enfermar.

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Glosario de términos

Análisis factorial: Método estadístico que intenta descubrir los factores comunes de un conjunto de variables que guardan entre ellas determinadas relaciones. Se utiliza tanto, como un método de comprobación de la estructura de un instrumento, como un método de construcción del mismo. Análisis correlaciimal: En estadística, coeficiente de correlación se denomina al índice que expresa el grado de vinculación de dos variables determinadas. Indica en qué grado la variación de una cosa acomparia a la de otra. Segün si varían en la misma dirección o en sentido contrario o independientemente una de la otra, el coeficiente de correlación toma valores que tienden hacia +1, -1, o O. Androcentrismo: Etimológicamente procede de dos palabras griegas que significan «hombre» y «centro». Con este término se quiere describir la situación de hegemonía y dominación masculina en la sociedad en la que el hombre se considera la medida y el referente de todas las cosas. Andrógeno: Hormona sexual masculina (entre las cuales la más conocidas es la tetosterona), producida principalmente por los testículos, pero también por la corteza suprarrenal y, en pequerias cantidades, por el ovario. Se encargan, entre otras cosas, del desarrollo de los órganos genitales masculinos y de las características sexuales secundarias. Androginia: Aunque la noción de androginia ha estado presente desde la antigüedad, hasta principios de 1970 no aparece este concepto entendiéndose como una opción de rol de género. A partir de entonces, ésta se definirá como un estilo de personalidad en el que la persona es capaz de combinar caracterís© narcea, s. a. de ediciones

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ticas tanto masculinas como femeninas. Para los teóricos de la androginia, este estilo permite a la persona comprometerse libremente en comportamientos, actitudes, características Ilamadas «masculinas» y «femeninas», y promueve el que las personas desarrollen potencialidades que durante siglos han sido censuradas para su sexo. Bipolaridad: Se dice que una variable psicológica es bipolar cuando existe una razón que justifica la existencia de un punto neutro a partir del cual se observan conductas de una parte y de la otra, y que presentan un carácter antitético como, por ejemplo, la concepción que se tenía en el modelo de evaluación clásico de la masculinidad y la feminidad, en que éstas se consideraban extremos de un sola dimensión de tal manera que si una persona era masculina no podría ser femenina. En el contexto del análisis factorial y referido a las características de los factores, alude a la presencia de cargas, pesos o saturaciones factoriales altas y de distinto signo en un mismo factor. Es decir, algunas de las variables que definen al factor correlacionan con él positivamente y otras, por el contrario, negativamente. Categoría: Es una noción abstracta, una definición operativa de un conjunto de elementos que poseen en común una o varias características. Una forma de entendimiento, de acercarse y organizar la realidad. Conducta dimorfa: Hace referencia a cuando una persona se comporta o se manifiesta de dos formas distintas. Se suele utilizar normalmente en relación a las diferencias entre los sexos, o cuando en función del sexo del sujeto la manera como un individuo se comporta es diferente. Conductos de Müller: Sistema de canales presentes en ambos sexos durante el desarrollo embrionario que conecta las gónadas con el exterior. Estas estructuras fetales en la hembra se desarrollan para formar el útero y las trompas, mienfras que en el macho sufren una regresión. Conductos de Wolff: Sistema de conductos presentes en ambos sexos durante el desarrollo embrionario que conecta las gónadas con el exterior. Estas estructuras fetales en el macho se desarrollan para formar los órganos reproductores internos masculinos, mientras que en la hembra sufren una regresión. Constructo: Variable definida teóricamente que no es accesible a la observación directa. © narcea, s. a. de ediciones

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Cortisol: Es la principal hormona glucocorticoide humana producida por las cortezas suprarrenales; es conocida también con la denominación de hidrocortisona.Tiene un papel muy importante en el estrés y en la depresión. Es esencial para el mantenimiento de la vida. Se halla también disponible en forma sintética. Cortisona: Una de las principales hormonas de la corteza suprarrenal. Desemperia un papel muy importante en el metabolismo de los azúcares, de las proteínas y de las grasas. Su forma sintética se utiliza para terapia y es convertida en el organismo en cortisol, que es una hormona más potente. Escala de medida: Herramienta o técnica a la que se somete a un individuo o a un grupo para evaluar sus aptitudes mentales, fisicas o psicológicas y clasificarlo de acuerdo a ellas. Estereotipo: Esquema perceptivo rígido que se aplica a grupos de personas o de objetos y que intervienen automáticamente en la evaluación de éstos. Conjunto de opiniones y representaciones comúnmente aceptadas por la mayoría de la sociedad, qúe se creen como verdaderas pero que no han sido verificadas empíricamente, y que a menudo, sirven para justificar y legalizar situaciones de desigualdad, al tiempo que contribuyen a reforzar la cohesión del «nosotros» contra «ellos»,esto es, contra «el grupo estereotipado». Estrógeno:Tipo de hormona sexual femenina, producida principalmente por el ovario y también por la corteza suprarrenal y en cierta cantidad, por los testículos. Durante la pubertad es la responsable de los caracteres sexuales secundarios. Feminidad: Hasta principios de 1970, la feminidad era considerada como un correlato del dimorfismo sexua1,como un derivado de la biología.Junto con la masculinidad se definían como una oposición binaria universal Sin embargo, gracias a la introducción del género como categoría de análisis,la feminidad actualmente hace referencia al conjunto de normas, valores, atributos, funciones, comportamientos..., asignados desde el orden social a las mujeres. Se dice que una persona es femenina cuando se atribuye en alto grado aquellas caracteristicas y comportamientos que la sociedad considera significativamente más deseable para la mujer, con la relativa exclusión de aquéllas que se consideran masculinas. Feminismo: En el sentido más amplio del término, éste ha existido siempre que las mujeres, individual o colectivamente, han sido conscientes de la © narcea, s. a. de ediciones

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subordinación vivida inherente al patriarcado, y han reivindicado unas condiciones de vida diferentes y mejores. De manera más específica, al hablar de feminismo podemos distinguir tres momentos históricos en los que las mujeres han elaborado, tanto desde una perspectiva teórica como práctica, un programa de reivindicaciones y una plataforma desde donde llevarlas a cabo: elfeminismopremoderno,que recoge las primeras manifestaciones de «laspolémicas feministas»,como Christine de Pisan con su obra La ciudadde las damas,(1405); elfeminismomoderno,que se inicia con las reivindicaciones del racionalista Poulain de la Barre y que continuará gracias a mujeres como Olympe de Gouges, Mary Wollstonecraft, Rosa California o Lucrecia Mott y Elisabeth Cady Stanton; elfeminismo contemporáneo, en el que se encuentra el neofeminismo que arranca en los inicios de 1960-70 hasta nuestros días. Fiabilidad: Expresa el grado de precisión de la medida. Es un criterio para la valoración de un sistema de recogida de datos que informan del grado de confianza que ofrece la generalización de los resultados respecto a los obtenidos por otros examinadores, con otros ítems o en otros momentos. La fiabilidad puede ser entendida como estabilidad temporal de la medida (fiabilidad test-retest), como equivalencia (en el contexto de las propiedades de pruebas paralelas) y como consistencia interna (método de las dos mitades, coeficiente a de Cronbach). Género: Este término alude tanto a una realidad subjetiva como a un principio organizador de la interacción social y de las relaciones entre los sexos. Como categoría de análisis,fue introducida por primera vez, en el ámbito de las ciencias,en 1955por John Money. Para este investigador,el género hace referencia a aquellos componentes psicológicos y culturales que forman parte de las definiciones sociales de las categorias mujer y varón. Si lo analizamos desde una perspectiva sociocultural, el género se define como una creación simbólica del sexo, como la interpretación cultural del dimorfismo sexual.Desde una perspectiva psicosocialo interpersonal, este término se considera como una categoría social, como un organizador privilegiado de las estructuras socialesy las relaciones entre hombres y mujeres. Desde, un enfoque psicológico o individual, el género se concibe como una experiencia internalizada que configura el psiquismo humano. Glucocorticoide: Uno de los tipos de hormonas segregados por las glándulas suprarrenales que ejerce un principal efecto metabólico sobre los hidratos de carbono y a menudo se liberan en respuesta de estimulos estresantes. El principal glucocorticoide natural es el cortisol. © narcea, s. a. de ediciones

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Hermafroditismo: El hermafrodita es un índividuo en el cual existe una contradicción entre la apariencia genital externa predominante, por una parte, y el patrón de cromatina sexual, las gónadas, las hormonas, o las estructuras reproductoras internas, sea aisladamente o en combinación, por otra. Es un estado congénito en el que se presenta una ambigüedad de las estructuras reproductoras de manera que el sexo de la persona no está claramente definido en una u otra dirección. Actualmente, los términos hermafroditismo e intersexualidad pueden utilizarse indistintamente. Tiempo atrás, se creía que la intersexualidad tenía un origen genético y el hermafroditismo, hormonal. Hoy esta afirmación no tiene validez. Hipófisis o glándula pituitaria: Glándula endocrina situada en la cavidad craneal, en la base del cerebro. Las hormonas hipofisarias regulan mültiples funciones de las otras glándulas endocrinas y del equilibrio hormonal del organismo. Hipoplasia: Desarrollo insuficiente de un órgano o de un tejido. En el caso de los genitales, supone la disminución estructural del tamario de éstos e impide un finicionamiento adulto. Hipospadias: Malformación congénita de la uretra en la cara inferior del pene o en la parte de la vagina que contiene y en la que sobresale el cuello uterino anterior. Hipotálamo: Estructura nerviosa del sistema límbico de especial importancia en el cerebro. Está encargada de la regulación y de la coordinación de las diversas actividades de tipo nervioso y endocrino, responsables de la conservación del individuo y de la especie. Regula las reacciones emocionales, ínicia y controla parte de la conducta y de la respuesta sexual, así como el hambre, la sed y la temperatura. Identidad de género: Según Stoller, la identidad de género es esa parte del yo compuesta por un haz de convicciones relacionadas con la masculinidad y la femínidad. Se refiere a la combinación de masculinidad y de feminidad de un individuo, lo que implica que ambas están presentes en cualquier persona pero que difieren en forma y grado. Es un concepto esencialmente psicológico que tiene sus raíces en la actitud de los padres y de la sociedad respecto a la anatomía y a la biología a las cuales írnpregnan. En palabras de Money, es la experiencía privada del rol de género. narcea, s. a. de ediciones

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Impronta: Término utilizado inicialmente por los etólogos. Con él se quiere describir un tipo de aprendizaje que tiene lugar en etapas muy tempranas del desarrollo y que permanece estable, creando una serie de comportamientos y hábitos para el resto de la vida. Indiferenciación: Junto con la masculinidad, la feminidad y la androginia, la indiferenciación es un estilo de rol de género. Las personas indiferenciadas son aquellas que se atribuyen un bajo número de características tipificadas sexualmente como masculinas o femeninas. Se distinguen de las personas andróginas en el número de características masculinas y femeninas que integran su personalidad. La operativización de este estilo de rol de género fue expuesta por primera vez por Janet Spence y colaboradores en 1975. Ítem: Preguntas, afirmaciones, dibujos, acciones... que componen los tests. Cada ítem remite a un objeto bien definido y posee una puntuación que permite la utilización cuantitativa del test. Límbico (sistema): Es una importante estructura del sistema nervioso central, que controla los estados afectivos-instintivos y las actividades vegetativas y somáticas del individuo. Su actividad implica aspectos de la mente y de la conducta humana que comparte el hombre con especies más inferiores. Masculinidad: Hasta principios de 1970, la masculinidad junto con la feminidad era considerada como un correlato del dimorfismo sexual, como un derivado de la biología. Sin embargo, gracias a la introducción del género como categoría de análisis, la masculinidad actualmente hace referencia al conjunto de normas, valores, atributos, funciones, comportamientos..., asignados desde el orden social a los varones. Se dice que una persona es masculina cuando se atribuye en alto grado aquellas características y comportamientos que la sociedad considera significativamente más deseables para el varón, con la relativa exclusión de aquéllas que se consideran femeninas. Meta-análisis: Estrategia o técnica cualitativa que hace posible sintetizar los resultados de investigaciones que, sobre un mismo objeto de estudio, se llevan a cabo en un periodo de tiempo dado. Modelo heurístico: Esquema teórico cuyo objetivo es descubrir nuevas verdades. © narcea, s. a. de ediciones

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Núcleo de la identidad de género: Este concepto fue acuriado por primera vez por Robert Stoller en 1964. Para este autor, el núcleo de la identidad de género es ese primer y fimdamenfal sentimiento de pertenecer a un sexo y no a otro. Es esa convicción, establecida en los dos o tres primeros arios de vida, de que uno pertenece a un sexo determinado. Es la parte más precoz, profimda y permanente de la identidad genérica. Ortogonalidad: En el contexto del análisis factorial, alude a la independencia estadística o a la no correlación entre los factores. Esta propiedad de los factores se consigue obteniendo una matriz factoria1 rotada a partir de la original, e implica que no hay relación alguna entre los factores. Patriarcado: Hace referencia a la organización social o conjunto de prácticas que manifiestan la hegemonía masculina en las sociedades, tanto antiguas como modernas. Con este término, el feminismo quiere subrayar y denunciar una política de dominación, presente, tanto en el ámbito público como en el privado y personal, en la que los varones son agentes de la opresión sufrida por las mujeres. Progesterona: Es considerada la hormona del embarazo. Es producida por el ovario, en el cuerpo lúteo, tras la ovulación y también por la placenta durante el embarazo. Mantiene el revestimiento endometrial del ütero durante la última parte del ciclo menstrual y durante el embarazo. Propiedades psicométricas: Se refieren fundamentalmente a la fiabilidad y a la validez de las medidas obtenidas con un instrumento o un test usado para la evaluación de un rasgo. Mientras que la fiabilidad alude a la precisión del instrumento, la validez hace referencia al grado en que el instrumento mide el rasgo que pretende medir. Psicometría: Conjunto de teorías, métodos y técnicas que permiten medir los fenómenos psíquicos. Aunque en su sentido más amplio, esta palabra recoge todas las investigaciones sensorio-métricas, se suele utilizar habitualmente para designar el conjunto de tests cognitivos y todos aquellos que sirven para cuantificar las aptitudes y los niveles de desarrollo, aun aquellas que se efectúan en experiencias de laboratorio como la medida de los tiempos de reacción. Rol de género: Conjunto de comportamientos asociados a un lugar y/o a un estatus y que son esperados recíprocamente por los actores sociales. En e narcea, s. a. de ediciones

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particular, por rol de género se entiende el conjunto de comportamientos asignados a uno u otro sexo. En palabras de Money, es todo aquello que una persona dice o hace para indicar a los demás y a sí misma el grado en que es varón o hembra. Es la expresión pública de la identidad de género. Sexo: Hace referencia a los mecanismos biológicos que determinan que una persona sea varón o mujer. Engloba los cromosomas, las gónadas, el estado hormonal, el aparato genital externo y el aparato sexual interno, las características sexuales secundarias y la organización cerebral. Hasta bien entrado el siglo XX, la naturaleza de esta variable se consideraba univariada. Únicamente se juzgaba el sexo de una persona en función de las características sexuales externas. Será a partir de 1955 cuando, gracias a las investigaciones de Money y colaboradores, se considere el sexo como una variable multideterminada: el sexo cromosómico, el sexo gonadal, el sexo hormonal y las características sexuales secundarias, las estructuras reproductivas internas, la morfología genital externa así como el sexo de asignación y de crianza. Sexo en tanto variable estímulo y variable sujeto: Esta distinción ha sido serialadapor Rhoda Unger. Para esta investigadora, el sexo tiene un doble significado: como variable estimulo y como variable sujeto. En tanto variable estímulo,hace referencia a todos aquellos estudios que analizan los efectos que pueden provocar en un individuo la percepción del otro como varón o mujer. En estas investigaciones se estudia la incidencia que ocasiona el dimorfismo sexual aparente en la interacción comportamental. Como variablesujeto,se refiere a todas aquellas investigaciones en las que las personas se seleccionan en función de las características demográficas «varón y mujer». Esta manera de conceptuar el sexo es quizás la aproximación más tradicional y se enmarca en el campo diferencialista. Síndrome adrenogenital: Síndrome que se presenta como consecuencia de un exceso de producción de hormonas esteroides andrógenas en la corteza suprarrenal; puede ser hereditario o adquirido. En el primer caso, es un defecto enzimático del funcionamiento de las cortezas suprarrenales. Se transmite genéticamente y tiene como resultado una insuficiencia de cortisol y aldosterona y un exceso de andrógenos en sangre. Las nirias nacidas con este síndrome desarrollan una genitalidad ambigua con una fuerte virilización, mientras que en el caso de los varones tienen un desarrollo sexual prematuro en los primeros arios de vida. En el síndrome adrenogenital adquirido, se producen adenomas y carcinomas de la corteza suprarrenal. narcea, s. a. de ediciones

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Síndrome de insensibilidad a los andrógenos: También es designado como síndrome feminizante testicular. Es un estado congénito, recesivo, ligado al sexo, que cursa con un fenotipo femenino pero con caracteres sexuales masculinos en las glándulas germinativas y cromosomas (XY), como consecuencia de una resistencia androgénica congénita de los órganos destinatarios. Se manifiesta por una talla elevada, vello axilar escaso o inexistente, vagina con fondo de saco, con ausencia de ütero, desarrollo normal o disminuido de las mamas, y testículos inguinales. Tetosterona: Es el andrógeno natural biológicamente más potente, segregado principalmente, por los testículos. Testículos ectópicos: Son aquellos testículos que se presentan en una situación anómala, en el abdomen, por falta de descenso. Transexualismo: Es la forma más extrema de inversión genérica, que supone la creencia (en una persona anatómicamente normal) de que él o ella pertenece al sexo opuesto, aunque no niega su anatomía sexual. Debido a la incongruencia entre el sexo y la identidad genérica, a veces es durante la adolescencia cuando el/la transexual busca procedimientos para «cambiar de sexo», solicitando tratamientos hormonales o técnicas quirürgicas que den a su cuerpo la configuración propia del sexo opuesto. Unidimensionalidad: Hace referencia a la estructura interna de un instrumento, o de los datos con él obtenidos. Se utiliza para verificar que los ítems miden lo mismo que los demás ítems que componen la escala: un rasgo, una dimensión o un constructo. Variables: Concepto abstracto que se utiliza para aglutinar una multiplicidad de resultados (rasgos, características, comportamientos, actitudes...) que pueden asumir más de un valor. Validez convergente: La validez de un test indica la exactitud con que éste mide efectivamente aquello que pretende medir. Se dice que un test tiene validez convergente cuando se comprueba que con métodos o tests distintos miden el mismo constructo, rasgo o dimensión. Por ejemplo, aplicando a una misma muestra dos cuestionarios que dicen medir masculinidad y feminidad los resultados apuntan en una misma dirección.

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Colección MUJERES Pretende difundir la aportación de las mujeres a la sociedad en temas culturales, educativos, laborales, históricos, sociales, etc. Dirigida a profesionales universitarios y estudiantes, y a todas aquellas personas interesadas por estudios de género y sobre mujeres.

Títulos publicados: ACKER, Sandra: Géneroy educación. ARBER, Sara y GINN, Jay: Relaciónentregéneroy envejecimiento. ASLANBEIGUI, Nahid et al.: Mujeresen tiemposde transformaciones económicasen paí-

sespost-socialistas y en vías de desarrallo. BOOTH, Christ et al.: La vida de las mujeresen las ciudades. BREINES, Ingeborg et al.: Mujeres afavor de la paz. Hacia un programade acción. BUTTARELLI, LONGOBARDI, MURARO, et al.: Una revolucióninesperada.Simbo-

lismo y sentido del trabajode las mujeres. Barbara y SLUGA, Glenda: Géneroe Historia.Mujeresen el cambiosociocultural europeo,de 1780 a 1920. CALERO FERNÁNDEZ, M. Ángeles: Sexismo lingüístico. CAO, Marián L. E: Creaciónartisticay mujeres.Recuperarla memoria. COLOMBANI, Roger: Bellas indomables.Mujeres congrandesdestinos. DINAN, Susan y MEYERS, Debra: Mujeresy religión. ELLIsjulie, L. y WILLINSKY, John (eds.): Niñas, mujeresy superdotación. ETTORRE, Elizabeth: Mujeres y alcohol.¿Placerprivadoo problemapúblico? EVERINGHAM, Christine: Maternidad:autonomíay dependencia. FERNÁNDEZ PONCELA, Anna: Protagonismofemenino en cuentos y leyendas de México y Centroamérica. FISAC, Taciana: El otrosexo del dragón.Mujeres,literaturay sociedaden China. GARCÍA-MINA, Ana: Desarrollodelgéneroen lafeminidad y la masculinidad FLECHA, Consuelo: Las primerasuniversitariasen España. 1872-1910. GARNIER, Isabelle y RENARD, Héléne: Madres de personajes famosos. GENOVESE, Michael: Mujeres líderesen política.Modelos y prospectiva. GREGORIO GIL, Carmen: Migración femenina. Su impactoen las relacionesdegénero. LÓPEZ CABRALES, M. del Mar: Palabras de mujeres.Escritoras españolascontemporáneas. MARSICO, Gaia: Bioética:Voces de mujeres IVIARTINENGO, Mariri et al.: Librespara ser.Mujerescreadoras de culturaen la Europa medieval. MÉDA, Dominique: El tiempo de las mujeres. MORRIS, Jenny: Encuentroscon desconocidas. Feminismoy discapacidad. NICOLSON, Paula: Poder,géneroy organizaciones. ¿Se valoraa la mujer en la empresa? RAMOS LOPEZ, Pilar: Feminismoy música.Introduccióncrítica. REDONDO, Alicia (Coord.): Mujeres novelistas. ROssILLI,Mariagrazia: Políticasde géneroen la Unión Europea. SEGURA GRAÍÑO, Cristina et al.: Feminismoy misoginiaen la literaturaespañola. SIMÓN, María Elena: Democraciavital. Mujeres y hombreshaciala plena ciudadania. SKROBANEK, Siriporn, et al.: Tráficode mujeres. TOMMASI, Wanda: Etty Hillesum:la inteligenciadel corazón Filósofosy mujeres:la diferenciasexual en la Historia de la Filosofia. VALLE, Teresa del et al.: Modelos emergentesen los sistemasy las relacionesde género. CAINE,

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