DENIS, Daniel, El cuerpo enseñado (2)
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bibliOTECA de TÉCNiCAS y lENGUAjES CORpORAles
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Volumen 1 Arthur Balaskas: LA VIDA DEL CUERPO Volumen 2 Rudolf Labano DANZA EDUCATIVA MODERNA
ELCUER ENS
Volumen 3 Jean Le Boulcho HACIA UNA CIENCIA DEL MOVIMIENTO HUMANO Volumen 4 Gerda Alexander: LA EUTONIA Volumen 5 María Fuxo DANZA, EXPERIENCIA DE VIDA Volumen 6 Patricia· Stokoe y Alejandro Schachter: LA EXPRESION CORPORAL Volumen 7 Daniel Oenis: EL CUERPO ENSEI\iADO Volumen 8 Michel Bernard: EL CUERPO Volumen 9 Moshe Feldenkraiso AUTOCONCIENCIA POR EL MOVIMIENTO Volumen 10 Jean Le Du: EL CUERPO HABLADO. Psicoanálisis de la expresión corporal Volumen 11 Patricia Stokoe y Ruth Harf: LA EXPRESION CORPORAL EN EL JARDIN DE INFANTES. C6mo soy y c6mo era Volumen 12 Alicia Espárza y Amalia S. Petroli: LA PSICOMOTRICIDAD EN EL JARDIN DE INFANTES
VOLUMEN
7
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Título original: Le corps enseigné. . Publicado en francés por Editions Universitaires, Pans
IN DICE
Traducción de Alberto Luis Bixio
Introducción El cuerpo perdido lUn cuerpo subversivo? El cuerpo enseñado Cubierta de Joan Batallé
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15 18 24
Primera Parte En el corazón de la institución pedagógica
J.a edición, 1980
l. RENACIMIENTO DE LA ESCUELA Y RECONOCI· MIENTO DE LA EDUCACION FISICA Jugar con el tiempo... jugar con fuego ljugar con el cuerpo? ijustificar la educación física! Preguntas sin respuesta
© © ©
Editions Universitaires, S.A. 1 Jean~Pierre Delarge Editeur. de todas las ediciones en castellano, Editorial Paidós, SAICF; Defensa, 599; Buenos Aires. de esta edición, Ediciones Paidós Ibérica, S.A.; Mariano ·Cubí, 92; Barcelona~21; Tel. 200 01 22.
ISBN: 84-7509-038-9 Depósito legal: 8-32.443/1980 Impreso en A.G. Ampurias, S.A.; PI. Fragua, s/n; Barcelona-14 Impreso en España - Printed in Spain
11. UNA REHABILITACION PARADO)ICA DEL CUERPO La omnipresencia de la palabra Un cuerpo sabio Un espacio-tiempo cerrado y petrificado De Merleau-Ponty a Piaget... Estructuras lógicas y motricidad Descifrar el movimiento Un cuerpo extrañamente mudo sobre sí mismo Un cuerpo creador: invento del pasado 111. LA HISTORIA DE UN RECHAZO Una irresistible nostalgia Negación del derecho a lo imprevisible Oposición a la irrupción del cuerpo Llegar al futuro andando hacia atrás
29 29 31 34 38 42 47 49 50 52 56 57 61 63 66
73 74 78 81 84
Segunda Parte En las márgenes de un ambiente impuesto El deseo de otra cosa La hipoteca deportiva ... IV. PARTIENDO DE LA PRACTICA DEPORTIVA ... ¿Estar en su propio cuerpo o evadirse de él? Extrañas fronteras Los fracasos nos hacen volver al cuerpo El miedo de hacerse pedazos
89 90
¿Dónde encontrar pues la especificidad de la educación física? Del "silencio de los órganos" al "terrorismo del orgasmo" Del avestruz al camaleón ... IX. DE LA COYUNTURA A LA CONJETURA
93 94 97 100 103
La inmersión no convencional en la duración
Las relaciones de incertidumbre lProspectiva o previsión? X. UNA ESCUELA ATIPICA
108 108 110 112 114 120
VI. EL ESPEJISMO COBRA CUERPO Una geopolítica del cuerpo Extensión y centralidad
123 123 126
Tercera Parte fiada una pedagogía aleatoria ... Mirar más allá de la 1ínea azul de Jos Vosgos ... El problema del horizonte
133 136
VII. DE LA NOCION DE INFORMACION AL CONCEPTO DE SISTEMA La medida de la imprevisibilidad El poder creador del "ruido" Una advertencia
140 140 143 145
VIII. LA COYUNTURA ES EL PEDAGOGO ... La autoorganización Coyuntura y situación
148 148 150
154 15(, 161 161 164 167
Microcultura y experimentación social Elegir... Del ''no ha lugar" a la utopía Una dialéctica de lo inaccesible y de lo inaceptable
172 172 175 177 180 183 185 188
CONCLUSION
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La cultura en mosaico
V. SE INSTITUYE UNA ARQUITECTURA Una pedagogía del ambiente La intervención de los artistas Espacio vivido y espacio soñado Cómo la idea de espontaneidad se desvanece radicalmente ... Hacia la aventura esteticocientífica ...
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El espectro de la anomia Inventar normas
INTRODUCCION
De todas maneras es muy curioso, muy extraño y muy equívoco:
un espíritu del cuerpo flota en nuestra época ... El cuerpo, el cuerpo, el cuerpo ... Y siempre el cuerpo ... iEI cuerpo irrumpe en la atmósfera de la época! Nietzsche ya lo había dicho: "iHay que tomar el cuerpo como guía!" Entonces ... iSeñoras y señores, sigan ustedes esa guía! Pero ... , lde qué guía se trata? lDe qué cuerpo se habla? lA qué metáforas hay que referirse?
El cuerpo perdido Varios pasajes de este libro fueron redactados en apoyo de un Informe de la Escuela Normal Superior de Educación Física Y Deportiva (Chatenay-Malabry) titulado: "Motricidad creadora abierta al ambiente" (junio de 1973). El profesor G. Mialaret tuvo la gentileza de supervisarlo por lo que deseamos hacer constar nuestro agradecimiento. ' . También somos sensibles al hecho de que la Escuela, gracias a su nueva estructura, nos haya dado la oportunidad de ahondar en una perspectiva crítica que no coincide en absoluto con las tesis oficiales.
En la revista Actuel leemos: En ciertas investigaciones percibi~ mas los signos de un retorno al cuerpo que nos parece el camino más positivo que pueda tomar toda 'ciencia humana' u. 1 44
iPor Dios! iNos encontraremos en vísperas de un gran debate fundamental? iBastará hablar del cuerpo (o soñar con él) para colocarnos de oficio en el centro de la contienda? En primer lugar, nos parece algún tanto paradójica. la pretensión de entablar tal debate en términos científicos cuando la proposición misma se apoya sin discernimiento alguno en una ideología del retorno 1 Actuel, diciembre de 1972.
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que -con mucha frecuencia- sirve de pasaporte a la reflexión sobre el cuerpo ,,, Observemos que hoy y en todas partes no se habla sino de "rehabilitar" el cuerpo, de 1'reconquistarlo", de 11reencontrarlo" ... Semejante programa sugiere que deben restituirse al cuerpo sus ante~ riores derechos, lo cual supone que en algún momento de nuestra his· toria el cuerpo haya estado presente. En otras palabras, trátase de una invitación a salir en busca del cuerpo perdido ... Cuando G. Vigarello, al hablar de la actual vivencia cotidiana dice: 'EI cuerpo está ausente en un espacio frío" 2 expresa ciertamente la idea de una distancia respecto del cuerpo, el cual -bajo la doble die· tadura del ojo y de la técnica- se borra al no tener ya del mundo una experiencia realmente activa y al encontrarse sobrepasado de alguna manera por la ubicuidad contemporánea. Convertido en objeto entre los objetos, el cuerpo como tal puede ser manipulado en un am· biente (la casa o la ciudad) que perdió él mismo su referencia simbólica e inmediata al cuerpo, iY lo desconcertante es que el cuerpo se convierte en una abstracción! Si buscamos vivencias "auténticas 11 en el esparcimiento o en la relación con la naturaleza, quedamos irreme· diablemente decepcionados: tales vivencias no son en modo alguno auténticas, sino que son sólo prácticas enteramente determinadas por la cultura de nuestro tiempo ... También debe uno interrogarse: les concebible un "retorno al cuerpo" cuando es Jo extraño Jo que parece caracterizar las representaciones Contemporáneas "debidas a exigencias inconscientes e inesperadas que son otras tantas imágenes de un cuerpo trastornado"? 2 No tenemos más que mirar la pintura de Hans Bellmer o considerar el teatro de Artaud o los textos de Bataille para comprobar que el cuerpo quiere tomar su desquite de la norma del lenguaje, que quiere desembarazarse de un academicismo superficial para expresar una realidad vivida apasionadamente, profundamente, paradójicamente ... lVivi~ da? iNada es menos seguro! iNo se trata aquí de un espacio soñado? Así parece pensarlo Brown cuando dice: "El cuerpo eterno del hom1
2 G. Vigarello,
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Anthropologie du corps". Ciclo de conferencias dadas en la Escuela Normal Superior de Educación Física¡ lamentamos q'ue no hayan sido publicadas.
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bre es la imaginaciónu. 3 De manera que salir en busca de un cuer~ po ~~auténtico" consistirá en tratar de inventarlo ... Y que el discurso que informe sobre el cuerpo se convertirá en el discurso del poeta que se mueve a la deriva por las fronteras de un cUerpo sin límite, con lo cual escapa al terrorismo del sabér médico que quiere trazar con él una geografía cerrada a fin de imponer una 11 evidencia corporal 11 que no esté sujeta a discusión alguna ... Al rechazar semejante evidencia, la idea de retorno al cuerpo, que se funda en la nostalgia, expresa en realidad la búsqueda del cuerpo utó· pico, vehementemente deseado como espacio de rechazo, Esto equivale a significar que un cuetpo de esta suerte 14 perdidoll no pertenece a nadie y que continuamos siendo extrañamente imprecisos en lo to· cante a la cartografía de una eventual "toma de posesión". Y esto se explica: el cuerpo se ha convertido en el teatro primordial de la incertidumbre entre naturaleza y cultura. 4 Con un empeño explícito de clarificación ( ise comienza a ver cuán necesaria es!), M. Bernard quiere precisamente hacer justicia a la idea de un cuerpo que uno pretenda experimentar como el 14 bastión in~ expugnable de nuestra personalidad", 5 Según este autor; debemos persuadirnos de que el cuerpo no es nada de eso: 14 En realidad, siem· pre es la sociedad la que se mira, la que se experimenta y obra sobre ella misma por medio del cuerpo vivo que yo le ofrezco". 6 Pero esa modelación social del cuerpo no va en un sentido único, pues el cuerpo también constituye un modelo que se impone de manera extrema 3 N. O. Brown, Le corpsd'amour, DenoCI, 1968 1 pág. 162. 4
La interpretación escénica de A. Vitez. del Robínson de M. Tournier es significativa en este sentido. En efecto, a través de las aventuras del célebre héroe refugiado en el Pacífico, Vitez propone una metonimia perpetua según la cual la isla se convierte en cuerpo: "como si un sólo ser pudiera contar to· da la historia sobre su propio cuerpo" {"Notas de trabajo". Texto mimeografiado, págs. 6-11). Hay aquí una conjunción casi milagrosa de temas capitales {la isla, el cuerpo, la interrogación sobre naturaleza y cultura), ta-nto más interesante, pues la intención del autor es la de conmover a la infancia ...
s M. Bernard, Le corps, P-arís, Editions UniverSitaires, 1972, pág. 140. [Hay versión castellana: El cuerpo, Buenos Aires, Paidós, 1980.] 6
/dem, pág. 140.
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ya que se encuentra 11 en el origen de todos los otros símbolos, es el punto de referencia permanente, el símbolo de todos los símbolos existentes o posibles". 7 Este u simbolismo de dos rostros" explica por cierto muchas dilaciones y justifica la confusión que se ha creado en torno a las primeras reflexiones sobre un objeto aparentemente tan sencillo y tan poco sujeto a condiciones. Pero en la segunda parte de la obra de Bernard nos sorprende esta aseveración: u Estos dos vectores
del simbolismo de nuestro cuerpo se complementan y al propio tiempo nos entregan la clave de su realidad última que precisamente y de manera paradójica estriba en no tener una realidad determinada ... La realidad del cuerpo es el horizonte inaccesible e ilusorio de los 'mitos que pretenden prestarle verdad". • De esta manera se bosqueja la imagen de un cuerpo modelado por una entidad social ... fascinada por el cuerpo, por la imagen del cuerpo como realidad grandiosa y espléndida, cuando de pronto advertimos brutalmente que ese cuerpo es inasible, evasivo: el cuerpo es un espe~ jismo. lCuerpo espejismo?
Se convendrá entonces en que hablar del cuerpo puede ser una manera elegante de decir cualquier cosa y -eventualmente- de hablar de otra cosa. Hay que resolverse pues a hablar del cuerpo ... y así comprendemos mejor lo que quiere decir Fédída cuando nos lanza esta idea: "Sí se habla tanto del cuerpo, es para evitar hablar del inconsciente!" 9 Luego volveremos a ocuparnos de estas cuestiones, pero hay que te~ ner. en cuenta que nuestro propósito no es el de entregarnos al puli~ miento esotérico de esta imagen caleidoscópica. No ponemos en tela de juicio su interés, pero no vemos la urgencia de desarrollar el tema.
En efecto, sí puede ponerse en tela de juicio el cuerpo en cuanto objeto filosóficamente discernible, no hay que olvidar que las condiciones concretas de su uso plantean problemas que distan mucho de ser teóricos. De manera que hablaremos menos del cuerpo que del hecho de que se hable de él y analizaremos el espacio-tiempo de su actividad. 7
Jdem, pág. 134.
s
M. Bernard, op. cit., págs.
9
M. Polack, La médicine du capital, París, Maspéro, pág. 8.
14
134~ 135.
Así se aleja el espejismo y aparece un cuerpo tatuado, tatuado con la tinta poco deleble de las clases sociales ...
E1cuerpo tatuado Al hablar del sistema social de Atenas, M. Polack observa: "Los ricos Y pobres no tienen en ella exactamente el mismo cuerpo".
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Esta comprobación incita al autor a considerar posible el proyecto de una 11 historia política del cuerpo que, más allá de las variaciones mor-
fológicas, daría cuenta de una evolución que podría explicarse directamente por la organización socioeconómica del medio de vida 11 • 11 En efecto, si es exacto que experimentamos nuestro cuerpo menos
que la imagen que de él proyecta el contorno social, es claro que esa imagen no pueda sino depender estrechamente del lugar que ocupa el individuo en la sociedad. Partiendo del concepto de "habitus corporal" estudiado por P. Bourdíeu en medios rurales, L. Boltansky considera que cada clase social produce una ucultura somática" específica, la cual constituye la
base de las diversas conductas físicas (cualquiera sea su objeto) al desarrollar un conjunto de normas que rigen la relación de cada individuo con su propio cuerpo. 12 A es~e respecto, resulta claro que cuanto más elevada es una clase social mayor es el interés que presta al cuerpo. 13 Por lo demás, las clases populares, que mantienen una relación t o Idem, pág. 48.
11 P. Fédida, transmisión de la 3a. cadena de la O. R. T. F., 16 de octubre de 1973. Esta afirmación parece significar también una reacción agresiva contra el auge del cuerpo, entendido como un golpe contra el psicoanálisis· ésta parece ser también la opinión de Beaudrillard que tendremos ocasión de exponer después. 12 L. Boltansky, "Les usages sociaux du corps", Annales (Economie Société Civilisation), n° 1, enero de 1971. A. Colin (págs. 205-234). También hemo~ consultado, del mismo autor, uconsommation médicale et rapport au corps" (texto mimeografiado del Centró de Sociología Europea). 13
Esto se traduce también en las tasas de prácticas deportivas, en la frecuencia con que se prodigan cuidados al cuerpo, en las consultas médicas en el tipo ' de alimentación, etcétera.
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instrumental con el cuerpo, desaprueban sumejante complacencia de las clases elevadas que sueñan con la "forma", en tanto que las clases populares piensan en la 11 fuerza". Cuanto menos emplea uno su cuer~ po en las tareas cotidianas de la producción, cuanto menos invierte las fuerzas corporales en el trabajo obligatorio más piensa uno en atender al cuerpo, en escucharlo. Y esta circunstancia no deja de tener relación con el hecho de que muchas veces se presta atención al cuerpo con la ayuda de categorías de percepción establecidas por la medicina, con su inclinación por las taxonomías morbosas y sintomáticas, que evidentemente son conocidas e interpretadas de manera diversa según el medio sociocultural. Así, la enfermedad -que en las clases superiores suele prevenirse (precisamente porque Jos individuos están atentos a su cuerpo y a las claves semiológicas)- es experimentada como una fatalidad en las clases populares, puesto que no pudieron descifrarse a tiempo los 11 signos precursores" y en la medida en que llamar al médico constituye el último recurso, recurso al que apela la gente cuando ya no puede trabajar, cuando siente agotadas sus fuerzas. Boltansky saca la siguiente conclusión: "Las reglas que en las clases populares organizan las relaciones de Jos individuos con su cuerpo ... quizá tengan al principio una función de regulación, que tiende a impedir que aquellos que por su condición económica deb_en utilizar intensamente su cuerpo establez~ can con éste una relación reflexiva y consciente. El establecimiento de semejante relación no podría tener otro efecto que el de disminuir la resistencia que Jos _individuos pueden oponer a su cuerpo y, por Jo tanto, el de reducir la cantidad y la calidad de trabajo que el cuerpo realiza". 1 4 Pero sin duda hay que ir' más lejos en la crítica de la institución que desempeña un papel principal en esta empresa, pues toda veleidad de reivindicación corporal se re~iliza en un terreno que está sometido a la acción rectora y tiránica de la medicina. Verdadero "guardaespal. das" del cuerpo, la medicina apela a su éxito en su misión protectora para conv~rtir el cuerpo en un objeto enteramente sometido a sus prescripciones moralizantes. En tal condición, "dotada de un mons14 L. Boltansky, op, cit., pág. 222.
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truoso poder de legislar, de un orden normativo fundamental ... , la medicina apuntala -mediante una práctica necesariar:nente acampa~ Bada por una pedagogía- un sistema de representación del cuerpo que es cOmpatible con la marcha de la economía, con el orden y con los valores de la clase dominante". 1 s Es evidente que ese "sistema de representación no queda petrificado, sino que el modelo corporal forjado por la clase dominante se reactualiza· sin cesar. Esto se advierte bien en el proceso de difusión de la imagen de un cuerpo joven (especialmente en la prensa destinada al mundo femenino), un cuerpo perfecto, perfumado, desodorizado, que se siente a sus anchas y lleno de vida, respondiendo a una finalidad que se presenta claramente a la atención de la clase media y de la clase popular, de conformidad con una tendencia que ya había presentido Beaudrillard: el cuerpo se ha convertido en "el más hermoso objeto de consumo''. 16 De manera que el mercado en el cual hay que vender es enorme -abarca todas las gamas--: regímenes para adelgazar, desodorantes, baños espumosos, lociones, cremas depilatorias, productos de maquillaje, lámparas bronceadoras, oxígeno en envases de plástico, ma~ sajes donde se quiera, ropa interior ( ien ocasiones transparente!). Todo esto constituye una /{cultura físiCa" destinada -si hemos de pres~ tar crédito al muy increíble lema publicitario de las medias Dim- a 11 devolver a las mujeres su cuerpo de mujer"- .... 17 El hecho de que puedan crearse al infinito semejantes necesidades 18 significa que se desencadena sin cesar una 11 VergUenza del cuerpo" en quienes no viven espontáneamente el modelo corporal propuesto, vergüenza que sin duda es una forma de la "vergüenza de clase". Dice Boltansky: "El cuerpo es, Jo mismo que todos los otros objetos técnicos cuya posesión marca el lugar del individuo en la jerarquía de las clases ... , un signo 1s M. Polack, op, cit., págs. 8 y 60. 16 j. 17
~eaudrillard, La
société de consommatlon, Denoel, SGPP, pág. 196.
iTanto más sutil por cuanto la mujer representada tiene un carácter fuerte· mente lascivo!
18 Esta lista no es completa y el autor se reserva el derecho de "lanzarJJ al mercado barnices para los dientes (para que la sonrisa se haga multicolor) y nari~ ces postizas en forma de sexo (para que se sepa lo que quiere decir tener buen olfato). La subasta de la demagogia corporal queda abierta ...
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de status -tal vez el más íntimo y el más importante de todos-, cuya eficacia simbólica es tanto más fuerte cuanto que en general no se lo percibe como tal y nunca se lo disocia de la persona que Jo habita". 19 Pero en el fondo, ies verdaderamente el cuerpo lo que está afectado en tal proceso? lNo se trata, en lugar de vivir el propio cuerpo en el orden del goce, de vivir un intercambio de signos en el cual el cuer~ po mismo desaparece y se agota? En efecto, así lo hace notar Beaudri~ llard: "lo que fascina es la marca, el objeto de deseo es el artefacto. Los signos están para convertir el cuerpo, en virtud de un largo trabajo específico de refinamiento, en un objeto perfecto que no deje traslucir nada del proceso de trabajo real del cuerpo (trabajo del inconsciente o trabajo físico y social). Lo que crea la fascinación de la belleza fetichizada es ese largo proceso de abstracción, es lo que la abstracción niega y censura en su sistematicidad". 20 Así volvemos a alimentar la ilusión de pensar que nuestra época es la época de la 11 reposesión" del cuerpo, en la medida en que el interés creciente que se le presta está acompañado por las acrecentadas acti~ vidades corporales 21 y por la adquisición de un arsenal de objetos, junto con consejos, que tienen la finalidad de mantenerlo según normas de dependencia. lUn cuerpo subversivo? En el plano más directamente afectado por las luchas poi íticas cotidianas, otros autores formulan una crítica global y áspera del nuevo ~~humanismo del cuerpo". Por ejemplo, dentro deJa corriente freudia~ na (es decir, la 1ínea de la Revolución sexual de W. Reich y Eros y civilización de Marcuse), ). M. Brohm 22 propone un análisis basado en
la identificación de un doble mecanismo: el mecanismo de la sublimación (encauzamiento de las pulsiones y de los deseos hacia un fin socialmente valorizado: el trabajo) y el mecanismo de la desublimación (manipulación de la libido en cuanto valor de mercancía fetichizada con fines de compensación). Como sublimación y desublimación son inseparables, según estos autores, el conjunto es característico de un sistema ultrarrepresivo; y lejos de expresar un cierto deseo humano de 11 retorno al cuerpo", esta rehabilitación es, por el contrario, un estadio avanzado del desarrollo del sistema capitalista; para mantener y garantizar el funcionamiento del cuerpo herramienta, necesario para la producción y la reproducción, la lógica capitalista forja artificialmente un cuerpo mercancía propuesto con enorme complacencia y encubierto con una serie de derechos: el derecho al placer, el derecho al esparcimiento, el derecho al bienestar que instituyen una 11 ideología del cuerpo" ... Este análisis permite, en efecto, comprender bien la actitud aparentemente paradójica del estado que -por ejemplo, a través de la comi· sión de censura cinematográfica- manifiesta un extraño laxismo (frente al cuerpo en situación de explotación pornográfica) y una rigurosa intransigencia (frente al cuerpo en situación de desafío). Considérese la prohibición de la película Histoires d'A dispuesta por el ministro de Asuntos Culturales. Que la llamada "autoridad competente" encuentre un mensaje de alcance "cultural" en las redundancias sadomasoquistas que se exhiben en las pantallas de salas periféricas (a oscuras) y encuentre un contenido "anticultura/ 11 en un testimonio sobre el aborto es un hecho muy elocuente. Y no es que aquí se mida con dis· tinta vara, como pudiera pensarse. Lo que está en juego no es tanto la Hmoral'' como la relación del cuerpo con la institución poi ítica, la relación del cuerpo con el poder. 2 3
19 L. Boltansky, op. cit., pág. 232. 20
J. Beaudrlllard, "Fétichisme et idéologie: la réduction sémiologique", Nouvel/e revue de psychana!yse, n° 2, pág. 218. Del mismo autor puede consultarse también "le corps ou le charnier de. signes", Topique, nos. 8·9, El sentido del cuerpo, pág. 92.
21 Véase a este respecto la reciente campaña publicitaria del ,;Vitatop fitness club", Le Monde, octubre y noviembre de 1973. 22 "Sport, culture et répression", Part!sans, Maspéro, septiembre de 1968.
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23 No puede considerarse admisible la explicación de que la prohibición se fun· da en el hecho de que "el aborto es un crimen castigado por la ley", si con· sideramos que de cada tres películas dos tienen por argumento la descrip· clón minuciosa de atracos, asaltos, asesinatos, secuestros, torturas, etc., prácticas que -salvo error- no son consideradas en la vida corriente como eminentemente recomendables. ]()
Pero este ejemplo nos permite también percibir los 1ímites de la explicación freuQianomarxista; evidentemente esta explicación tiene interés por cuanto estimula a una toma de conciencia, pero no propor~ ciona un marco apropiado para fundar un enfoque prospectivo de la realidad social contemporánea. En efecto, denunciar que el 11 Sistema" poi ítico tiene la voluntad de perpetuarse es poner en evidencia que se refiere a la definición misma de "sistema". 24 Pero hablar en semejanR tes términos impone la obligación de afrontar la complejidad de interacciones que entran en juego en la circulación de la información. Y esto nos lleva a recusar toda interpretación unívoca de un fenómeno social. En otras palabras, la inflación del cuerpo en las preocupaciones contemporáneas no puede entenderse de manera unívoca, así como no puede obrar en los hechos sociales como un fenómeno unívoco. Podemos formular la hipótesis de que en su conjunto los discursos sob.re el cuerpo (el discurso médico, el pornográfico, el jurídico, el hedonista, el publicitario, etc.) lejos de apuntar a un único y mismo fin (que sería el de la ultrarrepresión) resuenan en un punto del que nadie -ni los encargados de mantener el orden político ni los gate-keepers de los medios masivos de difusión- es siquiera capaz de identificar su naturaleza. En efecto, que la intención mistificadora se exprese principalmente fomentando la "demanda" corporal en un consumo de objetos y en un conjunto de prácticas a menudo fútiles (cuando no nocivas para la salud)· 2 s no impide en modo alguno que cada día surjan explícitas "reivindicaciones corporales", que cada vez están menos sometidas a la ideología tranquilizante de los "órdenes" (el orden jurídico, el orden médico y ... el orden arquitectónico) y que chocan cada vez más vivamente con el poder que la ley ejerce sobre el cuerpo. Ya se trate de la inmensa resonancia dada al aborto, que se convir-
24 En la tercera parte profundizamos este concepto. 25 Considérense las nefastas consecuencias de los desodorantes en el equilibrio psicosexual (estudio de· la revista médica inglesa Lancet, citado en "A vue de nez", Le nouvel observateur del1° de octubre de 1973, pág. 62).
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tió hoy ,en el objeto de un debate público permanente, 26 ya se trate del continuo incremento de las informaciones sobre práctica'$ homosexuales, 2 7 ya se trate de la Hpequeña guerra" que alimenta regularmente la crónica estival del "naturismo", 28 ya se trate de. la denundebate desgraciadamente planteado en términos inapropiados, en ·el cual los conceptos que se emplean recurren a una ciencia que tiene mucho de impostura ( iconsidérese la idea de la vida de un huevo fecundado de dos milímetros erigido en símbolo de la grandeza humana!), cuando el verdadero enfrentamiento se realiza en el nivel de una ideología de la represión del cuerpo de la mujer a la que se opone una ideología contraria, especialmente la de los militantes freudianomarxistas a los que acabamos de referirnos. De manera que es lícito hablar de la limitación de la explicación teórica de esos militantes en la medida en que ella no incluye en su esquema la teoría de su propia acción (que estriba en promover prácticas corporales conflictuales), con las consecuencias psicosociofógicas del positivo eco social que esa acción puede engendrar y que no es posible atribuir sólo a los efectos de la difusión de su prensa (que no es importante). Todo ocurre, pues, como si esos mili· tantes pretendieran teorizar sobre el "sistem¡¡." considerándose elfos mismos fuera de él. Evidentemente esto no es así; por el contrario esos militantes desempeñan en el sistema un papel motor mediante la proPagación de "ru· mores" que son la fuente misma de la dinámica de toda realidad evolutiva. Más les valdría ser claramente conscientes (en Jugar de aspirar a la condición de irrecuperables, lo cual es fruto de una ilusión irreversible) y plantear la
26 ...
verdadero cuestión de las fronteras del cuerpo: las fronteras que se le reconoc~n Y las fronteras que se le niegan (véase lnfra el apartado "Una geopofí·
t1ca del cuerpo") apelando a las ciencias humanas para establecer las causas. Es ésta una cuestión que puede desencadenar una fructífera polémica en la qu~ sería posible ·esbozar una estrategia jurídica de ruptura (lejos de toda tentación de "doctrina del cuerpo"}¡ esto eliminaría el enfrentamiento actual que ·-con el pretexto de un debate entablado sobre el "derecho al cuerp~"- es un choque ideológico entre el miedo visceral del placer y la afirmaCIOn exacerbada del goce (conceptos ambos igualmente poco claros). 27 Véase la detallada información sobre el coloquio de la asociación Arcad/e, en Le Monde, 2, 3, 6 y 7 de noviembre de 1973. 28 Decinios ' 1 pequeña guerra" para relativizar la delirante escalada verbal del alcalde de Erdeven, quien, armado del Código Penal, se opuso al deseo de algunas personas agrupadas en una asociación y quien hubo de exclamar: "iSi ellos lo quieren, este verano tendremos otro Verdun!" (Le Monde del 14 de julio de 1973). Uno no sabe si afligirse (esta operación le costó la alcaldía. .. ) o reírse (cuando se" considera el limitadísimo alcance del movi· miento naturista que se presenta como movimiento apolítico y que está comprendido en el naturismo llamado ~'salvaje", como lo muestra c. Table en su estudio sobre "la crítica de Sugitton". Texto mimeografiado del Centro de Sociología Europea).
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cía sobre la condición del cuerpo del detenido, lo que aquí hay que tener en cuenta es la convergencia de reivindicaciones que, si bien son multiformes, indican todas ellas el deseo explícito de afirmar un derecho: el derecho de EMPLEAR EL CUERPO. Y más que la impugnación monolítica de un sistema unívoco, nos parece digna de interés la evolución de la pareja de conceptos de "mistificación" y "apropiación", 30 descontando por supuesto que la variedad de las informaciones relativas a ellos y la complejidad de sus interacciones hacen de este sistema un conjunto en el que entran datos aparentemente ajenos a la esfera de reivindicaciones corporales. Pero lson realmente ajenos? La denuncia de los transportes colectivos, lno tendrá nada que ver con la dinámica del contacto (impuesto/rehusado)? iNo tendrá algo que ver la denuncia de las condiciones de trabajo con la relación del cuerpo y la máquina bajo el signo de la agresión y del stress? El mal humor engendrado por el hábitat colectivo, ino tendrá relación con la represión del deseo lúdico (esto abarca desde la concepción de los cuartos de baños hasta la falta de espacios para ejercitar el cuerpo)? iHabrá que ver en el (plausible) encadenamiento de estas expresiones la impugnación fundamental del orden poi ítico? iN o se perfila acaso cada vez más claramente una cierta lógica de la apropiación (del espacio, del instrumento de producción)? iEI surgimiento de una nueva sensibilidad corporal no se manifiesta potencialmente como factor de trastorno del orden de las cosas tradicionalmente mejor integradas? Pero justamente la potencialidad revolucionaria de semejante actitud constituye también el principal freno de su realización, en la medida en que la relación con el cuerpo tiene que ver inmediatamente con la estructura profunda y ( ihará falta decirlo?) profundamente
rígida de nuestros marcos mentales; no basta persuadir a alguien de que es necesario renovar su propia estructura para que ésta se renueve. Nuestra historia judeocristiana nos ha marcado suficientemente el cuerpo a bastonazos para que ahora el cuerpo se haga de pronto sensible al simple toque de una varita mágica ... Por lo demás, aceptamos el argumento de Beaudrillard, quien saliendo de la torre de marfil de su economía de los signos nos dice en tono agrio: ''Tomar el partido del cuerpo es caer en una añagaza''. 31 El hecho de que los demagogos no tengan remedio no debe hacernos olvidar la lección: no basta tomar metáforas sobre el cuerpo (que son el producto de nuestras represiones ancestrales) para erigirlas, sin más trámites, en hechos revolucionarios. iQué hacer entonces? Movilizados y desmovilizados por las reflexiones sobre el cuerpo, divididos entre la obsesión del geógrafo anatomista, el delirio cósmico del ideólogo y el derivar inquietante del poeta, seducidos por las virtudes revolucionarias de un cuerpo político, antes de quedar desengañados bajo el yugo del poder inmenso que ejerce el Poder sobre el cuerpo ... , lqué hacer? iCultivar la danza? iLa escultura? iCallarse? H. Lefebvre dice: "Hay que inventar un nuevo modo de cultura del cuerpo. No sé si es posible". 3 2 Yo tampoco lo sé ... por lo menos todavía ... Pero de todas maneras nos encontramos aquí en el punto en que advertimos la complejidad de la urdimbre de signos que estrechan al cuerpo y nos damos cuenta de la inocencia culpable que consiste en no ver en el cuerpo más que un simple objeto "dado", natural, puro, transparente, sin sombra de duda o equívoco ... Lo que se manifiesta es todo lo contrario ... Tanto mejor.
29 En el libro de S. Buffard Le froid pénitentiaire (Seuil, 1973) puede leerse un penetrante estudio sobre el "cuerpo carcelario". 30 Estamos entregados a ese estudio a fin de hacer aparecer en detalle las líneas
de fuerza del "sistema" de las reivindicaciones corporales, profundizando la idea de la apropiación (dentro de los límites ya descritos) como eventual "ruptura" cultural. Como semejante proyecto exige enfoques múltiples (económico, jurídico, histórico, político, sociológico) no podemos sino efe~ sear la colaboración de todos aquellos que se sientan interesados en inter~ venir en un equipo de trabajo que está en vías de constituirse.
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31
j. Beaudrillard 1 "le corps ou le charnierde signes" (artículo citado), pág. 100.
32 H. Lefebvre, conversación mantenida con la revista
1972.
Actuel, diciembre de
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El cuerpo enseñado iSerá necesario todavía disipar la ambigüedad del título de este libro? Si lo es, precisemos entonces que nuestra intención no es la de postular el principio de un ucuerpo enseñado", concebido como el negativo del "cuerpo enseñante" ... Proponer la existencia formal de
semejante contrapoder infantil procedería del turbio deseo de avasallar a la infancia ... 3 3 Abordar el cuerpo enseñado no supone pretender describir una realidad institucional, sino que se trata de determinar una realidad institucionalizada. Y si es cierto, como dice M. Ber-
nard, "que toda nuestra educación es en cierta medida ... el ajuste de nuestro cuerpo de conformidad con las exigencias normativas de la
sociedad 34 no será insensato organizar el combate ficticio, la con~ tienda simbólica de enseñante y enseñado. Si admitimos el anclaje cultural y la complejidad de la red de las representaciones y de las vivencias corporales, si estamos dispuestos a disipar el mito de un cuerpo pasando a través de la mallas de esa red, debemos interrogarnos: iCómo se transmiten los modelos? iCuáles son las normas que les prestan apoyo? iCuál es el cuerpo que se forja en el espacio escolar? iCuál es el cuerpo manejado por la institución pedagógica a través de sus consignas y de sus silencios? 11
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Pero el tema es muy vasto y debemos limitarnos a concentrarnos esencialmente en el estudio del sistema preescolar y elemental y sobre todo en la disciplina en la que el cuerpo del niño es explícitamente exigido: la educación física. Temerosos de caer en una imagen del pasado -que, atendiendo al
contexto actual de las ..Y~--.d~s~J?
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