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Integración económica regional
Capítulo 8
dEFENsA ECONÓMiCA dE LA iNTEGrACiÓN La defensa económica de la integración es simple. Como vimos en el capítulo 5, las teorías económicas del comercio internacional pronostican que el libre comercio irrestricto permitirá a los países especializarse en la producción de los bienes y servicios que produzcan con mayor eficiencia. El resultado es una producción mundial mayor de la que sería posible con restricciones comerciales. En ese capítulo dijimos también que abrir un país al libre comercio estimula el crecimiento económico, lo cual produce ganancias dinámicas para el comercio. En el capítulo 7 detallamos cómo la inversión extranjera directa (IED) transfiere conocimientos tecnológicos, de marketing y administrativos a los países anfitriones. Debido a la función central del conocimiento como estímulo del crecimiento económico, abrir un país a la IED también fomenta este crecimiento. En resumen, las teorías económicas indican que el libre comercio y la inversión son un juego de suma positiva, en el que todos los países participantes ganan. Por lo anterior, el ideal teórico es la ausencia de barreras al libre tránsito de bienes, servicios y factores de producción entre las naciones. Sin embargo, como vimos en los capítulos 6 y 7, puede defenderse la intervención del gobierno en el comercio internacional y la IED. Como muchos gobiernos han aceptado parte o toda la argumentación en favor de la intervención, un comercio libre y una IED sin cortapisas son nada más un ideal. Instituciones internacionales como la OMC han trabajado por un régimen de libre comercio, pero su éxito no ha sido completo. En un mundo de muchas naciones y muchas ideologías políticas, es muy difícil conseguir que todos los países se pongan de acuerdo sobre un conjunto común de reglas. En este marco, la integración económica regional puede considerarse un intento por obtener mayores ganancias del libre comercio e inversiones entre países, aparte de los que se consigue por medio de organismos internacionales, como la OMC. Es más fácil establecer un régimen de libre comercio e inversiones entre un número limitado de países vecinos que entre toda la comunidad mundial. Los problemas de coordinación y homologación dependen en buena medida del número de países que participan; cuantos más sean, más puntos de vista hay que conciliar y más difícil es llegar a un consenso.
dEFENsA pOLÍTiCA dE LA iNTEGrACiÓN La defensa política de la integración económica regional también ha sido de gran importancia en los intentos por establecer áreas de libre comercio, uniones aduaneras, etc. Enlazar economías vecinas y acentuar su interdependencia crea incentivos para la cooperación económica entre estados vecinos y reduce el potencial de conflictos violentos. Además, al agrupar sus economías, los países acrecientan su poder político en el mundo. Estas consideraciones se hicieron en 1957, cuando se estableció la Comunidad Europea, precursora de la Unión Europea. Sus integrantes sufrieron dos guerras devastadoras en la primera mitad del siglo xx, ambas resultado de las ambiciones irrefrenables de estados nacionales. Quienes querían una Europa unida siempre cultivaron el deseo de hacer que otra guerra europea fuera inconcebible. Muchos europeos también creían que, después de la Segunda Guerra Mundial, los estados nacionales europeos ya no serían lo bastante grandes para sostenerse en la política y los mercados mundiales. La necesidad de una Europa unida que hiciera frente a Estados Unidos y a la Unión Soviética con su política diferente pesaba en el espíritu de muchos fundadores de la Comunidad Europea.5 En Europa, un viejo chiste reza que la Comisión Europea debería erigir un monumento a José Stalin, porque sin las políticas agresivas del dictador de la ex Unión Soviética, los países de Europa occidental habrían carecido del acicate para cooperar y formar la Comunidad Europea.
ObsTÁCULOs A LA iNTEGrACiÓN A pesar de los sólidos argumentos económicos y políticos en favor de la integración, nunca ha sido fácil conseguirla ni sostenerla, por dos motivos principales. En primer lugar, aunque la integración económica beneficia a la mayoría, tiene sus costos. Mientras la nación se beneficia significativamente de un acuerdo regional de libre comercio, algunos grupos pierden. Pasar a un régimen de libre comercio exige ajustes dolorosos. Por ejemplo, como resultado del establecimiento, en 1994, del TLCAN, algunos trabajadores canadienses y estadounidenses de sectores como el textil, en el
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parte 3
El comercio mundial y el entorno de las inversiones
que se ocupa mano de obra barata y no calificada, perdieron su fuente de empleo cuando las empresas de esos países trasladaron su producción a México. La promesa de grandes beneficios netos para la totalidad de la economía canadiense y estadounidense es poco consuelo para quienes quedaron desempleados. Estos grupos están al frente de la oposición al acuerdo y seguirán en contra de cualquier extensión del mismo. Así, como vimos en el caso inicial, la Unión de Camioneros estadounidense se ha opuesto vigorosamente a la integración de un convenio respecto de los camiones del TLCAN. El segundo obstáculo a la integración surge de preocupaciones por la soberanía nacional. Por ejemplo, las inquietudes mexicanas por mantener el control de sus intereses petroleros dieron como resultado un acuerdo con Canadá y Estados Unidos para exentar a la industria petrolera mexicana de toda liberalización de las normas de inversión extranjera que estableció el TLCAN. Las preocupaciones por la soberanía nacional surgen porque una integración económica estrecha exige a los países que renuncien a una parte de su control sobre aspectos cruciales, como políticas monetarias, fiscales (impositivas) y comerciales. Esto, por ejemplo, ha sido un gran escollo de la Unión Europea que, para alcanzar una unión económica completa, estableció una moneda común, el euro, que es controlado por el banco central europeo. La mayoría de los países se adhirieron, pero Gran Bretaña es aún un opositor importante; un segmento de peso político entre la opinión pública de aquel país se opone a la moneda común con el argumento de que habría que entregar el control de la política monetaria del país a la Unión Europea, que muchos británicos consideran una burocracia gobernada por extranjeros. En 1992, los británicos ganaron el derecho de no firmar ningún acuerdo de moneda única y, hasta 2009, el gobierno del país no había revertido la decisión.
La oposición a la integración regional Aunque la marea ha crecido en favor de los acuerdos comerciales de libre comercio en los últimos años, algunos economistas expresan su preocupación de que se exageren los beneficios de la integración regional, al tiempo que se pasen por alto los costos.6 Señalan que los beneficios de la integración regional se determinan por la medida de la creación de comercio, no por la desviación del comercio. La creación de comercio ocurre cuando se sustituye a productores nacionales caros por productores baratos de la misma área de libre comercio, también ocurre cuando se sustituye a productores externos caros por productores foráneos baratos de la misma área (vea, a título de ejemplo, la sección “Vistazo a un país”). La desviación del comercio ocurre cuando se reemplaza a proveedores externos baratos por proveedores caros de la zona de libre comercio. Un acuerdo regional de libre comercio genera beneficios siempre que la cantidad de comercio creado supere al desviado. Supongamos que Estados Unidos y México imponen aranceles a las importaciones de todos los países y a continuación establecen un área de libre comercio, de la cual eliminan todas las barreras comerciales, pero mantienen los aranceles elevados para el resto del mundo. Si Estados Unidos comienza a importar textiles de México, ¿sería un cambio beneficioso? Si antes Estados Unidos producía todos sus textiles a un costo mayor que México, el acuerdo de libre comercio trasladó la producción a una fuente más barata. Según la teoría de la ventaja comparativa, se creó comercio en el grupo regional y no hay reducción del comercio con el resto del mundo. Es evidente que el cambio sería beneficioso. En cambio, si antes Estados Unidos importaba textiles de Costa Rica, que los produce a menor costo que México y Estados Unidos, el comercio se desvió de una fuente barata, lo cual resulta un cambio perjudicial. En teoría, las reglas de la OMC deben asegurar que los tratados no generen desviación del comercio. Las reglas permiten la formación de áreas de libre comercio sólo si los miembros no establecen aranceles mayores ni más restrictivos para los foráneos que los que ya estaban en vigor. Sin embargo, como vimos en el capítulo 6, la OMC no cubre algunas barreras no arancelarias. Por consiguiente, es posible la aparición de bloques comerciales regionales cuyos mercados estén protegidos de la competencia extranjera por barreras elevadas que no sean arancelarias. En tales casos, los efectos de la desviación del comercio superan los efectos de su creación. La única manera de precaverse —según quienes se preocupan por tal posibilidad— es aumentar el alcance de la OMC, para que abarque también esas barreras no arancelarias. Como no hay indicios de que esto vaya a ocurrir pronto, persiste el riesgo de que la integración económica regional genere desviación del comercio.
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