De Madonna Al Canto Gregoriano
Short Description
Download De Madonna Al Canto Gregoriano...
Description
ANA ISABEL GARCÍA ORTIZ 5ºEP
Prólogo Nicholas Cook hace una breve introducción dando notoriedad a todo tipo de música, ya que intenta romper la barrera entre la música clásica (música en Europa occidental de los siglos XVIII y XIX) y todos los demás tipos de música (tradicional, folk, jazz, rock, pop…) ya que dicha palabra tan pequeña abarca algo tan sumamente grande, y además todo tipo de ésta podría tener cabida. De esta forma todas todas y cada una de las músicas músicas necesitarían su propia breve introducción, pero pero Cook nos hace hace una introducción general general de lo que la música significa en sí y de cómo ésta opera. Porque la música no es solo algo bonito de escuchar, por el contrario, se encuentra profundamente arraigada en la cultura humana (del mismo modo que no hay ninguna cultura que carezca de un lenguaje, tampoco hay ninguna que carezca de música). De algún modo, parece ser natural, existir como algo aparte y, sin embargo, está impregnada de valores humanos. No surge porque sí, somos nosotros quienes la hacemos. Las personas piensan por medio de la música, deciden quiénes son a través de ella y se expresan por medio de ella. Por otra parte, estas barreras que en otro tiempo mantenían firmemente separados los diferentes estilos y tradiciones musicales están desmoronándose en todas partes, debido a la globalización y al comercio de hoy en día.
Capítulo 1. Valores musicales Cada corriente musical o tipo de música ha tenido importancia a lo largo de la historia para un sector determinado de cada sociedad. Así, por ejemplo el “rock and roll” en los años sesenta no sólo era un tipo de música sino que también fue un signo de identidad de las nuevas generaciones. El rock es sinónimo de juventud, libertad, de ser consecuente con uno mismo, de autenticidad. De esta forma desempeño un papel fundamental en la creación de la cultura juvenil de esta época, cuando por primera vez los adolescentes europeos y americanos empezaron a adoptar un estilo de vida y un sistema de valores que se oponían conscientemente a los de sus padres. Por otro lado, la música de hoy en día se utiliza como arma para mover a las masas, como arma para el comercio, ya que ésta ocupa el papel de los mensajes subliminales de los anuncios publicitarios. Por ejemplo si una empresa quiere vender un coche caro y lujoso, que se supone que sólo pueden permitírselo personas de una cierta edad, que ya tiene un poder gran poder adquisitivo y son más maduras, entonces el anuncio llevará música clásica, debido a que supuestamente este tipo de música es escuchada por personas que ya están bien formadas, y por lo contrario la juventud, aun “inmadura” y sin tal poder adquisitivo. Entonces si pretendieran vender un coche para este sector de la sociedad, utilizaría música pop, house o rock por ejemplo, que son tipos de músicas más relacionadas con los jóvenes, y captarían su atención, esto es algo que podemos ver simplemente con encender la televisión. Además, el valor económico de la música ha movido tanto estilos de música como a compañías discográficas y a artistas, sin dejar pasar por alto a la creación de mitos representativos de cada estilo musical. Con esto me refiero a que todo en el fondo es comercio, por ejemplo si sacan a un personaje, cuyo físico y extravagancias vende, por ejemplo Madonna, aunque sus canciones ni si quiera las componga ella, y en directo desafine de forma bárbara, consiguen vendernos su música, porque los psicólogos nos tienen estudiados y saben qué es lo que vende y lo que no, lo que gusta y no gusta. Pero es que para a los que dicho mito de la música no agrada, sacan otro,
como por ejemplo Lady Gaga, cuyas extravagancias aun mayores captan la atención de aquel público donde quizás Madonna no conseguía llegar, de esta forma, si no compras a Madonna, compras a Lady Gaga, aunque su música en sí no valga, y ni si quiera cante bien, pero sin embargo vende. De esta forma en lo que también hace hincapié este capítulo es en la autenticidad de los músicos, y critica de cierta forma a los músicos pop, ya que estos sólo son marionetas del negocio musical, que satisfacen los gustos populares, e interpretan música compuesta y arreglada por otros, les falta autenticidad y por eso se sitúan en lo más bajo del escalafón de la musicalidad, donde los creadores musicales (autores) se encuentran en lo más alto y los interpretes, cuyo papel es de mera reproducción, están en lo más bajo. Así el rock se dice que es una música auténtica, ya que es compuesta por sus mismos intérpretes, y la viven de forma diferente a los artistas pop, que interpretan una música “inauténtica, postiza y artificial”. Por lo tanto, el marketing publicitario hace que a través de los medios de comunicación consumamos tanto la música como cualquier otro tipo de bien comercial para satisfacer los intereses económicos de las grandes multinacionales.
Capítulo 2: Vuelta a Beethoven Al final del capítulo primero, se habla de la denominación de la música como “capital estético”, ya que es algo que podemos almacenar o acumular, pero sin embargo no lo llamamos así; lo llamamos “el repertorio”. La economía industrial clásica se basa en la producción de bienes, que eran posteriormente distribuidos y finalmente consumidos por el público. Esto guarda una estrecha semejanza con las tres categorías que constituyen la base del plan de estudios del Currículo Nacional Británico: componer, interpretar y evaluar, y sobre estos aspectos se centra el segundo capítulo. En esta época, la de la economía industrial clásica, es decir, las primeras décadas del siglo XIX, la música se apartó del mundo y pasó a ocuparse de la expresión personal, debido a su capacidad para presentar los
sentimientos y las emociones sin necesidad de palabras u objetos. De esta forma, la música pasó a tener un lugar privilegiado dentro del Romanticismo. Este fue el tiempo en el que aparecieron personajes como el grandioso Beethoven o Rossini. Beethoven se diferenció de sus predecesores porque él escribía la música como quería y cuando quería, al contrario que otros compositores que componían para satisfacer las peticiones y gustos de las personas para los que trabajaban. Por muy buenas que fueran estas composiciones, se hacían por “obligación” y no por gusto propio. Precisamente esta autenticidad, la brusquedad, la discontinuidad, la contradicción entre un momento y otro en las obras de Beethoven, es lo que lo diferencia de los demás. Por eso, sus muchos partidarios se esforzaron por entender su música de un modo en el que tal vez nunca se había hecho antes. Y es que las distorsiones que conforman el mito de Beethoven son tan significativas, porque reflejan los valores y las inquietudes de los constructores del mito, como dice al principio del capítulo, en una acuarela donde aparecen representados unos oyentes durante la escucha de una sinfonía de éste, parece que la música lleve a cada uno de ellos a un mundo privado y diferente. Uno de los apartados de este capítulo, titulado “ Del lado de los ángeles” hace referencia con este título a la ventaja que tenemos nosotros en
respecto a la música que escribió Beethoven, ya que la música de este gran compositor fue escrita no para su propio tiempo sino para todos los tiempos, y ahora nosotros la entendemos mucho mejor que sus contemporáneos, algunos de los cuales decían estar escuchando “música de un loco”. Pero como dice Heinrich Schenker, la música de los genios “se encuentra al margen de las generaciones y sus corrientes”.
Capítulo 3: ¿Una situación crítica? La música de prácticamente todas las épocas y todos los lugares no estás más lejos de nuestro alcance que la tienda más cercana de discos o Internet. Las diferencias cronológicas y geográficas se desvanecen cuando pensamos cada vez más en la música como una fuente casi infinita de recursos que pueden sacarse de los estantes o descargarse de la red. De esta forma,
hoy en día todo el mundo tiene acceso a todo tipo de música, y ésta se convierte en un elemento de definición del estilo de vida personal, de la personalidad de cada uno, así como su forma de vestir o su perfume. Por eso no tiene sentido hablar de “músicas”, de lo que se tendría que hablar es de “naturalezas”. Cada música tiene unos valores culturales, una forma de pensar y de vivir, y no por eso una es mejor que otra. Por eso mismo es inadecuado identificar simplemente el gran arte con la tradición clásica y el arte menor, con la música popular, al igual que es incorrecto llamar a la música clásica música culta, ya que la música no es culta ni inculta. Esta es simplemente una separación que hemos hecho nosotros mismos, pero es una distinción que en realidad nunca ha existido. Pero aún así, cuando en los libros se habla de música, cuentan la historia de la música “culta” occidental, centrada inicialmente en Europa y expandiéndose en el siglo XIX por Norteamérica, y después se añade algo sobre música popular, centrándose en el jazz y el rock. De manera diferente, la “música moderna”, florece al margen de las subvenciones estatales y del mundo académico, y parece que hoy en día ocupe un lugar más amplio en el mundo, ya que a menudo se dice que la música clásica está en decadencia. Pero no hay ninguna razón para decir esto, sí es cierto que su centro de gravedad no puede seguir el ritmo del paso del tiempo, pero está música no ha muerto, y ni siquiera está moribunda, ya que en la actualidad se sigue haciendo un gran uso de ella, ya sea en anuncios, películas, aplicaciones para músicas “modernas”, esperas telefónicas… y además gracias a las tecnologías, la música clásica llega a una audiencia muchísimo mayor en todo el mundo a lo que nunca ha sido el caso anteriormente, debido a que ésta solo estaba al alcance de las clases altas y adineradas. Lo que sí es cierto es que la música actualmente no tiene ni el prestigio ni la popularidad de la literatura y las artes visuales, y esto sí es una crisis en la música clásica, pero no ya en la música misma, sino en los modos de pensar en ella, y son estos modos de pensar en la música los que constituyen el tema central de este libro.
Capítulo 4: Un objeto imaginario La creación de la notación musical tiene tres funciones diferentes: una es la conservación, que detiene el tiempo en seco; la comunicación de una persona a otra; y la concepción de ésta. La primera que he nombrado, la notación, conserva la música pero a su vez oculta tanto como revela. Al mismo tiempo, la notación desempeña un papel fundamental en el mantenimiento e incluso la definición de la cultura musical. En esto me refiero a que existen notaciones distintas, pero ninguna de ellas puede expresar con total exactitud como se quiere que se represente una pieza. Por ejemplo la notación de Bach no utilizaba matices ni indicaciones de tiempo, y eso no quiere decir que estos aspectos no se tuvieran o se tengan en cuenta. La misma inexactitud tenemos y tendremos siempre sobre como se interpretaba la música antigua en su tiempo, tenemos partituras de obras del canto gregoriano, podemos hacernos una idea de como se interpretaban estas, pero jamás sabremos con certeza como se hacía. Un tipo de notación mucho más fácil de aprender, son las tableras, las cuales te indican lo que se hace para producir un sonido, y no el sonido en sí. Pero éstas solo funcionan para un único instrumento, ya que en cada instrumento se produce la misma nota de forma diferente, por eso esta no es una notación que unifique a todos los instrumentos globalmente. Pero si utilizamos este tipo de notación para escribir música india o china por ejemplo, nos daríamos cuenta de que nos faltarían notas, ya que entre nota y nota, existen otras notas, valga la redundancia. Entonces, si la notación en pentagrama distorsiona la música no occidental, podría decirse igualmente que también lo hace con la música de la tradición occidental. Por eso repito que ninguna notación es del todo completa, al contrario, siempre serán incompletas ya que éstas sirven para simplificar lo que queremos que suene, conservando así la obra pero dejando cosas a gusto del intérprete en algunos casos (como los trinos en la música barroca) o simplemente detalles que parecen obvios de ejecutar según el contexto de la música (como hacer un pequeño ritardando en una cadencia final).
En este capítulo también se retoma a Beethoven, hablando de su manera de componer, diferente a la de los demás compositores. Él hacía pruebas como todos los demás hasta que conseguía lo que quería, pero al contrario que el resto, estas pruebas las dejó escritas. Beethoven escribió a lo largo de su vida cientos y cientos de apuntes, de ideas que se le iban ocurriendo, muchas de estas ideas ni si quiera eran luego reflejadas en sus composiciones, pero iba apuntando todo lo que se le ocurría, hacía muchos tachones, probaba y probaba, hasta que finalmente y como a golpes de martillo, forjaba sus obras, que adquirían aquí su máximo esplendor. Por último, se habla de la principal paradoja de la música, y es que la vivimos dentro del tiempo, pero con objeto de manipularla, incluso de entenderla, la sacamos del tiempo y, en ese sentido, la falseamos. Pero no se trata de un falseamiento del que podamos prescindir; es parte fundamental de lo que la música es.
Capítulo 5: Una cuestión de representación Entender un tema musical es sencillamente entender ese tema musical, no entender alguna realidad externa que representa el tema musical. Con esto se refiere a que cuando nosotros vemos (o oímos) una obra de arte, ya sea ver el Guernica de Picasso o escuchar el himno de África, podemos verlo de una forma u otra sacando nuestras propias conclusiones, pero no tenemos por qué saber la historia que una obra de arte lleva detrás consigo, ya que el sello distintivo del verdadero arte es que trasciende el contexto social o histórico y encarna valores eternos. Y es que en lugar de reproducir una realidad externa y preexistente, el papel del arte es poner a nuestro alcance nuevos modos de “construir nuestro sentido de la realidad”. El valor artístico se encuentra, entonces, en la experiencia del espectador, que ya no está al margen del proceso artístico, sino que ha pasado a ser un participante esencial del mismo. Además, Cook, hace aquí un paralelismo entre la orquesta clásica y la sociedad contemporánea para explicar la idea de que el significado de la música radica más en lo que hace que en lo que representa, dándole a esta
idea una aplicación más amplia. Por ejemplo, la orquesta está formada por diferentes grupos de instrumentos, y el director, responsable del éxito o fracaso de ésta, es el que se encarga de coordinarlos y llevarlos a todos hacia delante, al igual como lo que hace el gobierno en la sociedad. De esta forma demuestra que la música no se encuentra fuera de la sociedad, sino que está dentro de ella. Además en este capítulo se recalca que la música de un tiempo y un lugar, satisface las necesidades, deseos o aspiraciones de otro tiempo y otro lugar, es decir, que nunca muere; pero como mejor podemos entenderla, es estando en medio de ella.
Capítulo 6: La música y la Academia El proyecto de los musicólogos de realizar ediciones autorizadas tanto de la música de compositores individuales como de los repertorios nacionales ha llevado consigo dos problemas: el primero, que es difícil y el segundo, que es imposible. El primer problema surge de la multiplicidad de fuentes en la que existe la mayor parte de la música, pero especialmente la música antigua, y del hecho deque estas fuentes son generalmente imperfectas, incompletas y contradictorias. Por lo tanto esta música requiere una costosa y difícil labor editorial, aunque esto no pasa únicamente con esta música, pero en general cuanto más antigua es ésta, más drásticos son los problemas editoriales que se encuentran los musicólogos. El segundo problema surge cuando la música se conserva, en una serie de versiones, todas las cuales llevan el sello de autoridad del compositor de uno u otro modo, como pasa por ejemplo con Chopin y Liszt. Y esto pasa porque pianistas como ellos, tendían a tocar su música de un modo ligeramente diferente todas las veces, y de esta forma los manuscritos que escribía de sus obras también eran ligeramente diferentes. Entonces ¿cómo pueden los musicólogos pues hacer una versión “verdadera”?, esto es algo que resulta realmente imposible. Así que no se trata sólo de que realizar ediciones autorizadas sea difícil; o de que nunca puedan ser más que provisionales, ya que otros estudiosos llegarán a conclusiones diferentes o realizarán
averiguaciones diferentes; se trata de que, en el caso de muchos y posiblemente de todos los compositores, hay algo de erróneo en la concepción básica de la tarea. Por otra parte, en relación con la interpretación, se presentan otros inconvenientes, y es que ¿qué justificación tiene utilizar los mismos instrumentos y grupos modernos para toda la música, independientemente de sus orígenes? O ¿Cómo
podríamos entender la música de los grandes
compositores de hace 200 años, si nunca hemos oído como se tocaba en realidad? Todos estos aspectos de la interpretación han cambiado a lo largo del tiempo y de la única forma que pueden reconstruirse es mediante un estudio profundo de los tratados de la época. Pero lo bueno es que actualmente se pueden oír
tanto
interpretaciones “históricas” como
“ahistóricas”, y esto se ha convertido en una dura realidad dentro de una sociedad pluralista en la que conviven diferentes tradiciones musicales.
Capítulo 7: Música y género Se suele decir, que en la historia de la música siempre ha habido una ausencia de las mujeres, pero esto no es que fuera así, sino que tiene que ver más con el modo en el que se cuenta la historia. No es que las mujeres no tocaran música, sino que la tocaban en casa. Pero es que además, como éstas no componían por regla general, pasó a suponerse que eran incapaces de realizar dicha faena, suposición totalmente errónea. Sin embargo, tanto fue así que las pocas mujeres que sí componían, lo tenían que hacer bajo un pseudónimo masculino, y esto creaba un círculo vicioso que dejaba a éstas en un callejón sin salida. Pero estas cosas han cambiado, y las mujeres tuvieron una presencia cada vez mayor en la segunda mitad del siglo XIX y XX, aunque ninguna de ellas se haya convertido en un nombre muy conocido. No obstante, el problema no ha desaparecido, y el sexismo sigue reinando en el mundo de la música. En este capítulo, se muestran las diferentes posiciones que mantienen los musicólogos al hablar de este tema. Así Cusik trata de explicar, reproducir y reforzar su experiencia en la música y la sexualidad como dos cosas que no
están simplemente “al lado psíquicamente” una de la otra, sino que son en última instancia inseparables, podríamos decir que construye su experiencia de la música y la sexualidad, en el mismo sentido en el que McClary lee la música de Beethoven y la música de Schubert como constructoras de diferentes modelos de subjetividad masculina. Pero el problema con las interpretaciones de McClary es que utilizan el vocabulario de la sexualidad para describir características de la música que son adecuados, que pueden entenderse de diversos modos, de los que la sexualidad solamente una. De modo más general, podemos decir que lo que se está tratando en la música de Beethoven y Schubert es la idea misma de diferencia, de lo normal en contraposición a lo diferente. No hay duda de que la música ostenta un récord a la hora de ofrecer una zona privilegiada para la construcción de identidades de género apenas sostenibles en el mundo exterior, pero esta historia se remonta a la Europa de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, donde se pensaba en la música como una actividad intrínsecamente femenina, entonces los hombres que se adentraban en este territorio lo hacían a cosa de arriesgar en parte su identidad sexual, y la naturaleza “masculina” de la música en la tradición beethoveniana se ha interpretado a veces por este motivo en términos de una sobrecompensación: una especie de pánico homosexual reprimido.
Conclusión Entonces, si la música puede comunicar atravesando barreras de diferencia de género, puede hacerlo también superando otras barreras, y así describimos la música como un lenguaje universal. Y si utilizamos la música como un modo de comprender otras culturas, entonces podemos verla igualmente como un medio de negociar la identidad cultural. Pero la música no se convierte en un modo no sólo de obtener una cierta comprensión del otro cultural, sino también de mover nuestra propia posición, construyendo y reconstruyendo nuestra propia identidad en el curso del proceso. La música representa pues un modo de salir del pesimismo cultural. No obstante, aunque
la ésta puede establecer un punto de conexión entre culturas, no puede abolir de golpe la diferencia cultural.
Opinión personal Me ha gustado bastante el libro, ya que me ha hecho pensar en diversos aspectos de la vida, y de la música también por supuesto, que nunca me había parado a meditar: aspectos de la vida misma, de la sociedad, las culturas… Además, el hecho de que este autor tenga un conocimiento tan amplio de música (y ya no sólo de música sino de todas las artes en sí), y autores de todo tipo de ésta me ha hecho conocer a varios personajes que desconocía y me han parecido bastante interesantes, así como obras que también desconocía, y al ser nombradas en el libro las he escuchado para enterarme de lo que éste quería decir. Por otra parte me ha parecido bastante difícil de leer, por el hecho mismo de nombrar tantos ejemplos que desconocía, y por la forma también un poco filosófica de la que está escrito el libro.
View more...
Comments