De la contratransferencia en Freud, al deseo del analista en Lacan

February 19, 2018 | Author: Nico Franco | Category: Jacques Lacan, Psychoanalysis, Sigmund Freud, Interpretation (Philosophy), Psychiatry
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Universidad Nacional de Córdoba Facultad de Psicología Seminario: El discurso analítico: La posición del analista en la enseñanza de Lacan, de la dirección de la cura a El reverso del psicoanálisis Docente: Jorge Assef

Trabajo Final: De la contratransferencia en Freud al deseo del analista en Lacan

Integrantes: - Franco, Nicolás Eduardo [email protected]

Año: 2012

De la contratransferencia en Freud al deseo del analista en Lacan Nicolás Franco

Introducción: A lo largo de la obra de Freud, se realizan pocas puntualizaciones acerca de la figura del analista en el dispositivo analítico. El concepto aparece por primera vez en Freud (1910) en “Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica” donde propone a la contratransferencia como “…la respuesta emocional del analista a los estímulos que provienen del paciente.” Además señala que es un obstáculo en el dispositivo y que debe ser removido. Pero más allá de esas puntualizaciones, Freud no elabora una teoría de la contratransferencia. Al desarrollo del fenómeno de la contratransferencia de Freud, Lacan postula la función del deseo del analista. Lacan, no deja de considerar a la contratransferencia como la suma de los prejuicios del analista, pero realiza una fuerte critica a la concepción que los post-freudianos tienen de ella, ya que, como menciona en “La dirección de la cura y los principios de su poder” (Lacan, 1958), se ha convertido en uno de los ejes en los que se sostiene la dirección del tratamiento. Menciona Lacan en el Seminario 11 “El deseo del analista […] tiende hacia una dirección que es la opuesta exacta a la identificación.”(1964) El analista no desea esa identificación, sino que en la cura emerja la verdad propia y singular del analizante. Se propone que la noción del deseo del analista implica descentrar la cuestión de una persona, la del analista, para constituir una función que excede a una persona concreta.

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Iremos dilucidando, de qué manera, la función del deseo del analista se opone a la concepción de contratransferencia en Freud y los post-freudianos.

Objetivos generales 1) Exponer la concepción de Freud y de los post-freudianos del concepto de contra-transferencia 2) Dilucidar la proposición de Lacan del operador del deseo del analista ante el concepto de contra-transferencia 3) Hacer un recorrido del concepto del deseo del analista en la obra de Lacan 4) Investigar acerca de la posición del analista en el dispositivo analítico

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Desarrollo Contratransferencia en Freud El concepto de contratransferencia en Freud, no es una propuesta de una teoría acabada como otros conceptos teóricos que él fundó. Es más bien un encuentro con algo que se produce allí en el dispositivo analítico, pero de lo cual no hizo mucho hincapié. Si bien Freud propone al fenómeno de la transferencia como el motor de la cura analítica y a su vez como la resistencia más fuerte que se produce allí, a su vez, la contra-transferencia puede también entrar en juego también en la relación analizante-analista. Es decir, la contra-transferencia, entendida como la respuesta emocional del analista a los estímulos que provienen del paciente, podría tener un lugar en la relación. Con

esta

puntualización,

Freud

hace

hincapié

en

que

la

contratransferencia es un obstáculo en la cura analítica, y como tal, debe ser removido. Para poder sostener esta teoría, Freud (1912) postulaba que nadie puede ir mas allá de sus puntos ciegos, y para poder superar los puntos ciegos había propuesto el Autoanálisis. Luego, en “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”, bajo las influencias de Jung y el grupo de Zürich, Freud propone ya el análisis didáctico Es de destacar, que a lo largo de toda la obra de Freud, el analista siempre representa a un sujeto, mas allá de que se lo reconozca alienado al lugar en que la transferencia lo coloca. Es decir, el sujeto del analista está

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presente allí, el ser del analista entra en juego allí, más allá del papel que le toque en la trama singular de la relación transferencial La contra-transferencia en los post-freudianos Si bien Freud no hace una teoría de la contra-transferencia, otros autores posteriores a él, replantean la presencia de ésta en el análisis y su significado. Hubo dos grandes aportes a la teoría de la contra-transferencia por parte de dos analistas. Por un lado, Paula Heimann publicó su trabajo en “International Journal” en 1950 y tres años después publica Heinrich Racker en esa misma revista “A contribution to the problem of countertransference”. Se le asigna a ambos simultáneamente sus aportes a la teoría de la contratransferencia, aunque se destaca que el trabajo de Racker es más completo y sistemático. En lo que respecta a los aportes que estos autores hacen a la teoría de la contra-transferencia, es en considerarla a ésta como un instrumento del dispositivo analítico. Lo que destacan es que, ya no se la considera sólo como un peligro sino también como un instrumento sensible, que puede ser útil para el desarrollo del proceso analítico. Estos autores afirman que, la contra-transferencia actúa desde tres formas:(Etchegoyen, 1997)1 1) Como obstáculo, peligro de escotomas o puntos ciegos 2) Como instrumento, para detectar que es lo que le está pasando en el paciente

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3) Y como campo, en el que el analizado puede realmente puede adquirir una experiencia viva y distinta de la que tuvo originariamente A todas estas consideraciones, tanto de Freud, como de los postfreudianos, Lacan las cuestiona, y les propone una formulación nueva, que echaría luz sobre los errores en los que se están posicionando ellos, al considerar a la contra-transferencia como un instrumento en el dispositivo analítico.

El deseo del analista en “La dirección de la cura y los principios de su poder” El texto “La dirección de la cura” (Lacan, 1958)2 tiene 5 capítulos, que se dividen en dos grandes partes. Primero la introducción en el capítulo I. Luego los capítulos II, III, y IV que hablan de estrategia, táctica y ser, conforman la primera parte. Y por último, el capitulo V, que es su lección sobre el deseo, conforma la segunda parte. Lacan, en el primer capítulo del texto, el más polémico, presenta cuales van a ser los temas que se van a tratar a lo largo de todo el escrito, y a su vez, realiza críticas a la forma en cómo los analistas post-freudianos están manejando la táctica, la estrategia y la política en el análisis. Esto se observa en el segundo párrafo del primer apartado, Lacan señala “…bajo el nombre de psicoanálisis muchos se dedican a una “reeducación emocional del paciente” (Lacan, 1958).Entonces lo que propone, es “volver a poner al analista en el

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banquillo, en la medida en que lo estoy yo mismo, para observar que está tanto menos seguro de su acción cuanto que en ella esta más interesado en su ser”. Ahora bien, luego de introducirnos en la estructura del texto de Lacan, tratemos de acercarnos a la crítica que allí realiza al manejo de la transferencia y contra-transferencia que le están dando los analistas post-freudianos, para observar luego, que es lo que él propone. En la página 599, en el punto 11 del capítulo 4, Lacan señala “…el analista tiene que vérselas sucesivamente con todas las articulaciones de la demanda del sujeto. Pero además, […] no debe responder ante ella sino de la posición de la transferencia.”(Lacan, 1958) Y menciona allí también, “se concibe una teoría del análisis […] que reduce al miedo el resorte de los síntomas. Engendra una práctica donde se imprime […] una figura obscena y feroz del superyó […] en la que no hay mas salida […] que la de hacer sentarse al enfermo […] diciéndole: “Adelante. Ahora ya es usted un buen niño”” Considero que a lo que apunta Lacan con estos párrafos mencionados, es a tres cosas: -

Por un lado, dar cuenta de las aberraciones que han hecho los post-freudianos del manejo de la transferencia, donde se espera, como mencioné al comienzo, de una reeducación emocional el paciente, presentándose el ser del analista en el dispositivo analítico, como algo a lo que el sujeto debe identificarse.

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-

Por otro lado, a demostrar hay un poder que se pone en juego en el análisis, que es el analista el que lo soporta, que es responsable, pero que la acción analítica a la vez no es un ejercicio de un poder.

-

Por último, hacer la crítica a los post-freudianos, donde considera que, porque no entienden la acción analítica en su autenticidad, ejercen un poder como refugio.

Está claro, que en todo momento, no se confunde entre contratransferencia y deseo del analista. Los sentimientos inevitables de un analista, son un obstáculo y no un instrumento de la cura. Estos sentimientos, dice Lacan (1958) en el punto 5 del primer punto, “solo tienen un posible en la situación analítica, el del muerto.” Es decir, que aquí se advierte, de manera clara la diferencia entre ambos. Lacan relaciona el deseo del analista con la posición del esclavo en tanto este no tiene ningún derecho a hacer valer su deseo. Por lo que, la noción del deseo del analista implica descentrar la cuestión de una persona, la del analista, para constituir una función que excede a una persona concreta. Cito a Vilma Petrucci (1993)3, “que los sentimientos, prejuicios y opiniones de un analista que constituyen su sistema ideacional queden en suspenso, es condición del avance en la dirección de la cura”.

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Puntualizaciones sobre el deseo del analista a lo largo de los seminarios de Jacques Lacan

Lacan fue haciendo aportes a la cuestión del deseo del analista a lo largo de todos los seminarios de su enseñanza. Trataremos de abordar el tema tomando los seminarios 8, 11 y 17. En el seminario 8 “La transferencia” (Lacan, 1960-1961)4, en el capitulo XII denominado “Critica de la contratransferencia”, Lacan plantea, al igual que en la dirección de la cura, que se ha hecho, por parte de los post-freudianos al fenómeno de la contratransferencia un medio instrumental en el dispositivo analítico, que puede ser codificado. * En este capítulo, se hacen referencias claras a la posición que toma la escuela kleiniana ante la posición del analista en la transferencia. Lacan propone allí lo siguiente “Lo que nos es presentado como desviación de la contratransferencia se plantea aquí al mismo tiempo como medio instrumental […] Habrá que esforzarse al menos en recuperar el hilo de la situación […] mediante el reconocimiento de sus efectos sobre el analista.” (Lacan, 19601961) Considero que el autor, al igual que en la dirección de la cura, buscaba por medio las criticas, “hacer de sus escollos boyas de nuestra ruta” (Lacan, 1958), como lo dice en el texto recién mencionado. Es decir, no es por gusto propio que él realiza las críticas a la concepción que tienen los post-freudianos de la contratransferencia, sino mas

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bien, para poder demostrar su “impropiedad conceptual” ya que se ha convertido en el eje a los que se sujeta la dirección del tratamiento en ellos. En este seminario, Lacan introduce la noción de Agalma, como el objeto fundamental que está en juego en el análisis del sujeto, y dice que “por el solo hecho de que ha transferencia, estamos implicados en la posición de ser aquel que contiene el ágalma”. Un poco más adelante menciona una cita, que podríamos acercar a la posición del analista en el dispositivo analítico. Allí menciona “…Solo en la medida en que sabe qué es el deseo, pero no sabe lo que desea ese sujeto […] está en posición de tener en él, el objeto de dicho deseo.” (Lacan, 1960-1961) En el seminario 11, “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” Lacan (1964)5 introduce que, del SsS al deseo del analista, se teje, en la transferencia el pasaje del ideal del yo al objeto a. En este momento de la enseñanza de Lacan, se puede observar de manera clara dos cosas: 1) Por un lado, una conceptualización más clara acerca de la posición del analista en el fenómeno de la transferencia 2) Por otro lado, la relación del deseo del analista con el fin del análisis. Para poder justificar lo aquí mencionado, tomo una frase de Lacan que dice “…porque el deseo del analista sigue siendo una x, no tiende a la identificación sino en el sentido exactamente contrario” (Lacan, 1964) A lo que apunta Lacan con esta frase es a delimitar que, si el mecanismo fundamental que distingue a la operación analítica es el mantenimiento de la distancia entre I y a, la posición del analista en el espacio analítico no es

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cualquiera. Si la función en relación al fin de análisis es establecer y mantener la distancia y la diferencia entre el ideal y el objeto a, el analista deberá correrse del ideal por el sujeto a encarnar, para servir de soporte al objeto a separador y posibilitar así la transformación del sujeto en relación al deseo. Es en este punto donde podemos empalmar con “La proposición del 9 de octubre de 1967”6, donde se justifica allí, la posición del psicoanalista en relación al analizante. Allí Lacan nos dice: “Únicamente hay que tener presente que con respecto al psicoanalizante, el psicoanalista, y a medida que más se haya avanzado hacia el final de la partida, está en posición de resto” (Lacan, 1967). Es por medio de que el analista ocupa este lugar de resto, por medio de la que el analizante puede acceder a ese objeto a causa de su singular modo de gozar. Por último, queda explicitar las puntualizaciones que hace del deseo del analista y de la posición del analista en el dispositivo analítico que realiza Lacan (1969) en el seminario 17 “El reverso del psicoanálisis”. 7 En el capitulo “Saber, medio de goce”, Lacan dice: “La posición del psicoanalista, llego a articularla de la siguiente forma. Digo que esencialmente está hecha del objeto a. […] El analista por su parte tiene que representar aquí, de algún modo, el efecto de rechazo del discurso, es decir, el objeto a” (1969). Ya con la producción de los cuatro discursos, Lacan puede terminar de ubicar definitivamente cual es el lugar que ocupa en psicoanalista en el dispositivo analítico. Es decir, ubica al analista en el lugar del objeto a y da rigor formal a esta cuestión al ubicar al objeto a en el lugar del agente en el discurso analítico.

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Con todo lo explicitado hasta aquí, estamos en condiciones de afirmar que es por el deseo del analista que se funda la experiencia de un análisis, lo que deriva en que la sesión se establece y se estructura por el deseo del analista. Como lo relata Silvia Salman en “El deseo del analista y el inconsciente” (2000)8 “El analista en la cura, es soporte de aquello que en la estructura posee el carácter de lo pulsional bajo la forma del objeto alrededor del cual gira la pulsión.[…]De este modo, su función (la del deseo del analista) pone de relieve lo que se juega para cada sujeto en su análisis como objeto causa de deseo, causa ignorada y velada por la satisfacción pulsional fantasmatica y sintomática.” Es en ese lugar donde debe alojarse el analista en el dispositivo, y es desde allí desde donde debe operar. Como mencionamos anteriormente, la noción del deseo del analista implica descentrar la cuestión de una persona, la del analista, para constituir una función que excede a una persona concreta. Para concluir, si entendemos al objeto a como objeto causa de deseo y, como tal, resto de goce a localizar en un análisis, esto solo será posible si el analista se hace objeto causa de deseo en esa experiencia, encarnando el objeto a, soporte del fantasma del analizante. Punto de anclaje de la función "deseo del analista".

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Reflexiones Finales ¿Puede homologarse el concepto de contratransferencia en Freud con el deseo del psicoanalista en Lacan? ¿Se puede utilizar la contratransferencia del analista como un instrumento en el dispositivo analítico? El ser del analista ¿entra en juego en el dispositivo analítico? ¿Está de acuerdo Lacan con el uso que se da de la contratransferencia por parte de los post-freudianos? ¿Cuál es la posición del analista con respecto a la transferencia? ¿Qué tiene que ver el objeto a en esta cuestión del deseo del analista? Todas estas preguntas fueron las que se me fueron generando a lo largo de toda la elaboración de la monografía, las cuales a medida que se iba indagando y leyendo un poco más, se fueron esclareciendo. Desde donde partimos fue de “No, bajo ningún punto de vista puede homologarse el concepto de contratransferencia con el deseo del analista.” Ahí fue

donde

empezaron

los

interrogantes

“Pero,

¿Por

qué?...

Si

la

contratransferencia es la suma de los prejuicios del analista, y el deseo del analista es… ¿Qué es el deseo del analista?” Lacan, a lo largo de los escritos y los seminarios, fue dilucidando de manera exhaustiva que la contra-transferencia y el deseo del analista no se pueden homologar, y que bajo ningún punto de vista, se puede hacer del obstáculo de la contra-transferencia, un medio instrumental para utilizar en el dispositivo analítico. El deseo del analista es una función, es un operador, que Lacan propone como respuesta a la pregunta sobre la posición del analista. El analista se

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desplaza del lugar del amo, se pone como agente del discurso y se dirige al sujeto como sujeto barrado, y frente a la suposición que el analizante le hace, el analista no se identifica con ese lugar, sino mas bien, se ubica como soporte del objeto a, como ese plus de goce. Para finalizar, cito a Lacan: “Si el analista trata de ocupar este lugar arriba a la izquierda que determina su discurso, es precisamente porque no está ahí, en absoluto por sí mismo. Es ahí donde estaba el plus de goce, el gozar del otro, adonde yo, en tanto profiero el acto psicoanalítico, debo llegar” (Lacan, 1969) Entonces, ¿Se pueden utilizar los sentimientos del analista como instrumento para dirigir una cura? No, siempre los sentimientos del analista son un obstáculo en la cura. Y por lo tanto, para evitar que el ser del analista no aparezca en juego en el dispositivo analítico, y que el analista pueda alojarse como resto, como desecho del discurso del analizante, es imprescindible el análisis personal.

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Bibliografía         



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Cavallero, G. (2000) La sesión y el deseo del analista. El caldero de la escuela (S.n) 33-34 Etchegoyen, H (1997) De la transferencia y la contratransferencia. En Etchegoyen, H., Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. (P. 93178) Amorrortu García, G. (1999) Las enfermedades del sujeto supuesto saber. El caldero la escuela (S.n), 8-10 Hermann, N (2000): El deseo del analista y la cesión analítica. El caldero de la escuela (S.n) 32-35 Lacan, J. (1958): "La dirección de la cura y los principios de su poder" En Lacan, J., Escritos 1. México: Siglo XXI Lacan, J. (1960-1961): Seminario Libro 8, La Transferencia- PaidósArgentina 2003 Lacan, J. (1964): Seminario Libro 11, Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Paidós- Argentina- 1989 Lacan, J. (1967) Proposición del 9 de octubre de 1967. Momentos cruciales de la experiencia analítica. Manantial Lacan, J: (1964) “El Reverso del Psicoanálisis”. Capítulos: I- Producción de los cuatro discursos; II- El amo y la histérica, III- Saber, medio de goce; IV- Verdad, hermana de goce; XII- La impotencia de la verdad. Paidós, 1992. Bs. As. Miller, J. (2009). Puntualizaciones sobre “La dirección de la cura” (1992) En Miller, J. Conferencias Porteñas tomo 2 (P. 175-196). Buenos Aires: Paidós. Motta, C. (1999) La acción del analista. El caldero de la escuela (S.n) 26-28 Pretucci, V. (1993) El deseo del analista y su posición en el dispositivo de la cura. El caldero de la escuela (S.n) 29-31 Salman, S. (2000) El deseo del analista y el inconsciente. El caldero de la escuela (S.n) 22-24

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Referencias 1

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8

Salman, S. (2000) El deseo del analista y el inconsciente. El caldero de la escuela (S.n) 22-24

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