Daniel Albarran, Chevere Cambur Pinton

January 4, 2018 | Author: Daniel Albarran | Category: Brain, Limbic System, Emotions, Self-Improvement, Amygdala
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Descripción: Experiencia de quimioterapias y radioterapias en el tratamiento del cancer....

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Chévere, cambur pintón después del libro Por la culpa de la tripa (o gracias a ella)

Daniel Albarrán

Título original: Chévere, cambur pintón Autor/Editor: Daniel Albarrán Configuración y diagramación: Daniel Albarrán Diseño de portada: Daniel Albarrán (véase la explicación de la portada en la página 60) Depósito legal: lf-08120088005106 ISBN: 978-980-12-3546-0 Escrita en Barcelona, Venezuela, desde julio hasta noviembre de 2008 (durante el tratamiento contra el cáncer) Primera edición/impresión: 1000 ejemplares Impreso en los talleres: Litho, CF C. A. Rif.: J-29577208-4 Puerto la Cruz Anzoátegui – Venezuela Telf.: 0281-269.45.47 (diciembre, 2008) Segunda edición/impresión: 2011 ______________________________________ Del autor: E-mail: [email protected] página web: danie-albarran.blogspot.com

PRÓLOGO DEL AUTOR

Después de la crisis emocional que supuso la noticia del cáncer, las cosas no fueron nada fácil, como es de suponer en casos semejantes. Se queda como sin rumbo, y las emociones son muchas y opuestas, y en cadenas sin fin. Apenas llega un pensamiento y un sentimiento, porque no se dan por separados sino en conjunto, y la imaginación se encarga de hacer sus recorridos por mundos realmente impresionantes. Bien dicen “que la imaginación es la loca de casa”. Y miren que lo es, porque se mete por todos los rincones habidos y hasta ignorados de nuestra propia casa y hace estragos, porque comienza a sacar cosas que uno en sano juicio emocional no sería capaz de pensar. No significa que uno está loco, pero casi de estarlo en situación parecida, sino que no se puede negar que se queda perturbado emocionalmente y eso da pie para sostener que no se está en pleno juicio emocional. Son las emociones

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encontradas las que revolotean alborotadamente en la cabeza y no se pueden evitar ni siquiera frenar. De nada valen las palabras de estímulo como “tranquilo”, o “paciencia”; mucho menos las comparaciones con casos conocidos por las personas que vienen a alentarlo a uno. Muchísimo menos las posturas típicas de que es la “voluntad de Dios” u otras expresiones como para justificar la situación que se está viviendo en carne propia y en sufrimiento desgarrador que te hacen llorar en el alma, aun cuando se aparente un silencio externo. Pero, “la procesión va por dentro”. Supiera la gente valorar y respetar esos momentos de soledad existencial y no dijera tantas cosas que agrandan más la perturbación que ya se tiene. El silencio y la presencia serían suficientes, y la solidaridad solidaria; es decir, estar allí sin pretender saberlo todo y de todo, mucho menos de los cánceres; sino en saber ser solidario respetando y sin echar más leña al fuego a la hoguera que ya se tiene en la mente. En esa situación propia y única y sin comparación me hallaba yo después de la noticia del cáncer. Sin comparación porque es de imaginar el mundo de mundos que pasa por cada persona que se enfrenta a esa realidad. Yo me hallaba en la que me hallaba. Así, el primer día lo tomé como muy deportivo. Daba la noticia como si nada y muchos se sorprendían de que lo dijera así como así. Era las reacciones de muchos que iban haciendo que yo me la fuera tomando en serio. 5

A algunos se les desdibujaba el rostro y eso lo recibía mi sensor óptico y emocional y lo procesaba, a veces bien; y otras, me hacía un nudo en la garganta al punto de escapárseme un “así es la vida”, acompañado con un gesto involuntario de hombros, indicando con ello que ya estaba entrando en el juego del conformismo y de la aceptación, juego doblemente mortal para mi situación, porque el siguiente paso podría ser el del “derrotismo” y del “no se puede hacer nada”. Escribir la continuación del libro Por culpa de la tripa (o gracias a ella) no me emocionaba mucho aunque no lo descartaba. Pero en esos días por más que encendía la computadora para sentarme a escribir sobre esas mis emociones de esos días nada salía y los dedos no obedecían para teclear las letras adecuadas. Sin duda que mi mente estaba bloqueada y todavía no había encontrado la respuesta adecuada a la situación (cfr. Daniel Goleman).Le había comentado a la Dra., la hematólogo del hospital que había escrito el libro de la tripa y ella me animó a que escribiera sobre la experiencia del cáncer, que eso podía hacer mucho bien a mucha gente, sobre todo a los pacientes de cáncer. Le respondí que tal vez, pero, era más una negativa que una esperanza. A la semana cuando me tocó la primera sesión de la quimioterapia ella fue a visitarme como paciente y después de los saludos de rutina y de algunos chequeos previos, me preguntó que si ya había empezado el libro. Yo toqué con mi mano derecha como reacción 6

disimulada el apoya brazos del sillón morado en el que me hallaba sentado a punto del tratamiento y ella entendió que todavía no estaba preparado, y creo que se me humedecieron las mejillas con un par de lágrimas disimuladas pero con un apretón de labios que indicaban a claras que estaba a punto de llorar. No dijo nada y se despidió respetando mi momento justo en ese momento. Se aplicó la primera sesión de la quimioterapia con sus reacciones y efectos respectivos y que serán parte del contenido de este nuevo libro (más adelante). Emocionalmente estaba muy como a la si nada estaba pasando. Físicamente, bastante bien y sin ningún efecto aparente. Las llamadas de teléfono de muchas personas se hicieron manifiestas mostrando su acompañamiento. Las visitas a la casa parroquial no se hicieron esperar y aquello eran unas tertulias muy amenas. Algunos llevaban detallitos como que si galletas o jugos de esto o de aquello, y todo lo compartíamos entre todos los que cabían en la pequeña oficina y se hacía el ratico al que iban en ratotes muy agradables para todos, tanto para mí como para ellos. No descartaba la necesidad de escribir el libro. En esas conversaciones surgían temas muy interesantes que valían la pena escribir y a veces manifestaba que era necesario. La mente se estaba ya cuadrando para dar la respuesta precisa y justa. “Hay que darle tiempo al tiempo”, dice nuestra gente en su enseñanza más que sabia. Y mi mente se estaba tomando el suyo porque 7

estaba colocando las emociones en sus lugares precisos para poder dar la respuesta adecuada. Porque hay que tener en cuenta lo que dice Freud que el artista en sus múltiples manifestaciones tiene que realizar lo que sabe hacer porque en eso consiste su sanación del inconsciente. Además, se trata de salud mental. Así que independientemente que sea bueno o malo lo que produzco, depende del ojo de quien lo vea (porque es subjetivo) se trata de mi salud mental que es lo que importa, y con algún que otro aporte para quien lo lea, porque si lee, ya sea éste libro u otro, es porque también se halla en búsqueda de salud mental, y eso lo convierte ya en un artista. Así que a lo que vamos. El título del libro lo inspiró una conversación por teléfono con una persona que me llamó para saber de mi salud. Después de los saludos y de los detalles de aquí y de allá al despedirnos, la persona me contestó que esperaba que yo estuviera “chévere, cambur pintón”, así como yo mismo lo decía en mis primeros cuatro años de sacerdocio cuando la gente me preguntaba que cómo estaba. Mi respuesta era “chévere, cambur pintón” y esa respuesta me tipificaba y soltaban la carcajada. Esta persona me lo refrescó y se me iluminó la idea, que podría estar oscura y confusa. Y al día siguiente de la segunda sesión de la quimioterapia empecé lo que usted está empezando a leer y que juntos haremos realidad. Independientemente, de los resultados finales. Y aquí hago una nota 8

metodológica: normalmente el prólogo de un libro se hace al final, después que se ha escrito el libro para recoger sobre su contenido y presentarlo de manera sucinta. Esta vez hago el prólogo de primero, porque no se sabrán los resultados; además porque iré escribiendo como vayan sucediendo las cosas, sobre todo a nivel emocional. Así que, por ahora: ¿Cómo estás?: “Chévere, cambur pintón”

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Cada cosa en su lugar En el prólogo hice referencia al libro de Daniel Goleman titulado La inteligencia emocional, por qué es más importante que el cociente intelectual, y con esta misma quiero empezar este primer capítulo. Pero esta vez ya no haciendo la referencia, sino tomando las ideas del autor y colocándolas aquí para dar los primeros pasos e intentar entender muchas cosas de nuestras vidas, en cuanto a las emociones y a las reacciones. Por supuesto que el libro que estamos comenzando no va a ser un libro de científicos, procurará ser tan igual de jocoso y chistoso como el libro Por la culpa de la tripa… sin que falte algo de aporte que esa es la idea, para ambas partes. Para empezar digamos, o mejor copiemos la idea, no al pie de la letra, sino a nuestra manera para entendernos. Así hay que decir que se han hecho muchos estudios fisiológicos (es decir, del comportamiento natural del cuerpo como instinto frente a un estímulo externo) y han descubierto que a cada emoción hay una respuesta del organismo para una situación específica y distinta de una persona a otra. No somos iguales y no podemos esperar las mismas respuestas de todos en las mismas circunstancias. Primer elemento a tener en consideración: es que somos distintos y reaccionamos distinto. Nadie se parece a otro, y no puede reaccionar de la misma manera. Eso se debe a la famosa “amígdala 10

cerebral”, que es donde se registran y guardan todas las emociones. Lo que hace que tengamos registros distintos uno de otros. Se trata de la “amígdala cerebral”, distinta de las amígdalas que tenemos en la garganta. Primero:

En ese sentido, los científicos han descubierto las siguientes emociones relacionadas con las siguientes características fisiológicas1: 1. Con la ira, la sangre fluye a las manos. Y eso nos predispone a tomar un arma o golpear a un enemigo; se genera un ritmo elevado de la frecuencia cardiaca y eso nos lleva a un alto grado de agresividad. 2. Con el miedo, la sangre va a los músculos esqueléticos grandes, como los de las piernas, y así resulta más fácil huir. El cuerpo se congela por un momento esperando qué decisión tomar; y el rostro queda pálido debido a que la sangre deja de fluir por él (creando la sensación de la cara fría). Además, el miedo pertenece a sistema defensivo de la naturaleza2. 3. Con la felicidad, se genera una inhibición de sentimientos negativos; pero es muy pasajero. 4. El amor, los sentimientos de ternura y la satisfacción sexual dan lugar a un despertar

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Cfr. Daniel Goleman, Inteligencia Emocional, pp. 24-31. Cfr. José Antonio Marina, Anatomía del miedo, Un tratado sobre la valentina, Círculo de lectores, España, 2006. 2

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parasimpático (respuesta de la relajación) de todo el organismo, y genera un estado general de calma y satisfacción, facilitando la cooperación. 5. El levantar las cejas en expresión de sorpresa permite un mayor alcance visual y también que llegue más luz a la retina, lo que permite tener mayor información de lo que está sucediendo y precisarlo para idear mejor lo que se va a hacer de inmediato. 6. La expresión de disgusto es universal: algo tiene un sabor o un olor repugnante (o algo no me gusta del entorno) y supone un arrugar los labios y fruncir la nariz como para no permitir que algo dañino entre y me haga daño. 7. La tristeza ayuda a adaptarse a una pérdida significativa, como la muerte de una persona cercana, o una decepción grande. La tristeza produce una caída de la energía y el entusiasmo por las actividades de la vida, sobre todo por las diversiones y los placeres. Mientras se recupera la energía la mente está preparando una planificación de un nuevo comienzo. Podría pensarse que influye y determina el nivel de preparación que se pueda tener para superar cada emoción frente a cada reacción fisiológica (instintiva), y del ambiente en donde se encuentre la persona concreta. Pero, no es así. En el caso de la noticia del cáncer, suceden todas esas cosas juntas. Tal vez, más la última que hemos señalado aquí, la número 7, la de la tristeza. Y no es para menos. Habrá dos reacciones distintas, como es lógico. Y ninguna se parecerá a ninguna otra de cualquier otra persona, porque son historiales distintos y archivos 12

emocionales distintos. Es muy importante saber esto para no comparar a nadie con nadie. Justamente, porque son dos inteligencias las que están interviniendo en la misma mente y en la misma persona: la inteligencia emocional y la inteligencia racional. Es descubrimiento científico. Todos los seres humanos tenemos dos mentes: una mente que piensa; y otra mente que siente. Y cada una por separado tiene vida propia. La mente que siente es la reacción fisiológica, la instintiva como a la defensiva, por eso es instintiva. Una cosa es lo que uno siente en determinadas circunstancias; y otras las que piensa en esas mismas circunstancias. No quisiera pensar uno todo lo que está pensando, ya que “la imaginación, que es la loca de la casa”, se mete por todos los rincones habidos y por haber, y si no los inventa; y otra, es lo que uno está sintiendo. El problema está en que las dos mentes se den las manos. Una es la convicción que se tiene en el corazón, y es más profunda; y otra, que pensar eso mismo con la mente racional. El problema radica precisamente en esa división de pensamientos: la del corazón y la de la mente. La división entre lo que se piensa y lo que se siente. Tal vez, no se quiere pensar que se tiene miedo; pero, por el contrario, se siente y se experimenta miedo. Sin embargo, estas dos mentes están exquisitamente coordinadas; se dan la mano. Así los sentimientos son esenciales para el pensamiento; y el pensamiento es esencial para el sentimiento. Pero cuando aparecen las pasiones, la balanza se inclina: es la mente emocional la que domina y aplasta a la mente racional. Se trata del doble sistema: el sistema límbico, por un lado; y por el otro, del sistema de la neocorteza o cerebro pensante. Pero el cerebro emocional (instintivo) existió mucho antes que el cerebro pensante. O sea, que 13

básicamente somos animales instintivos y así reaccionamos inmediatamente. Son las fuerzas naturales instintivas de conservación como en el caso de los animales, no habiendo prácticamente diferencia con el ser humano, si no fuera por la neocorteza, que es la que permite la sutileza y complejidad de la vida emocional, como la capacidad de tener sentimientos con respecto a nuestros sentimientos3. Primariamente la referencia es al sistema límbico; es decir, instintivo, donde están todos los registros genéticos de comportamiento. Por otra parte, gracias a la interconexión de circuitos evolucionados, el cerebro emocional juega un papel importante en la arquitectura nerviosa para poder pensar antes de actuar, porque el actuar es instintivo y de conservación (donde juegan un papel muy importante el aprendizaje y la memoria), y la tarea es saber ser conocedores de toda esa realidad para actuar emocionalmente con inteligencia. O dicho de otra forma, actuar con inteligencia sobre la reacción emocional que es instintiva, y que muchas veces se nos puede escapar de las manos.

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Es el último cerebro, su nombre proviene de corteza nueva, siendo el cerebro más joven y de mayor evolución el cual permitió el desarrollo del Homo Sapiens, y está dividido en dos (02) hemisferios (izquierdo y derecho) y es el que nos permite pensar, hablar, percibir, imaginar, analizar y comportarnos como seres civilizados, se encuentra ubicado sobre el sistema límbico y según Mac Lean en él se desarrollan una serie de células nerviosas dedicadas a la producción del lenguaje simbólico, a la función asociada a la lectura, escritura y aritmética. De igual manera proporciona la procreación y preservación de las ideas que allí surgen, recibe las primeras señales de los ojos, oídos y piel ya que las del gusto y el olfato provienen del límbico.

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Segundo:

Apliquemos todo esto frente a la noticia de tener cáncer. ¿Cuál sería la primera reacción (que sería fisiológica)? La de abrir más los ojos y cerrar los puños o quedarse pasmado en la silla. La de sorpresa y del no puede ser. O del pueda que se trate de un error de análisis. Y, ¿cuál sería la emoción? Dudo que de alegría. Más bien de desencanto, de caída de brazos, de rabia, de miedo, de llorar, y de angustia. Y por mucho que tengamos mucha inteligencia emocional o racional nos dejamos invadir instintivamente por una reacción de conservación. Nos paralizamos. Se nos nubla el futuro; o mejor dicho, se nos niega el futuro y el día inmediato. No sabemos si llorar, o reír; no sabemos hacia dónde ir; si de regreso a la casa, o si deambular un buen rato por la calle como sin rumbo y destino fijo; o, como de déjenme solo. Y eso es instintivo, es decir una reacción fisiológica ante una emoción. Y varía de persona a persona. Hay que ser muy respetuoso de esa situación desgarradora y terrible. Aquí no vale estudios o títulos personales, que serían racionales. Al contrario, estamos totalmente vulnerables a la emoción, y esa verdad sí que se nos escapa de nuestro control inmediato. El control emocional vendrá mucho tiempo después, si es que vendrá. Pero tiene que venir para poder hacer frente a la nueva realidad; porque si no viene, se puede asomar la catástrofe de manera inmediata, que es el derrumbamiento emocional y mental, y con ello la muerte. 15

Hay que darle la batalla. Para eso están lo grandes adelantos de la medicina. Por lo menos hay que abandonarse a ella para emprender la lucha. Pero es fácil decirlo. Otra cosa es vivirlo. No se puede negar que instintivamente es una noticia y una realidad muy fuertes. Lo demás es cuento. Nos domina la emoción, O sea, el instinto. Después intervendrá la razón para hacer y convertir la realidad en una esperanza. Y eso nos ayuda a ubicar cada cosa en su lugar como titulamos este capítulo. Y el lugar de esta situación, así de primeras, es que es desgarradoramente terrible y desesperante. Somos instintivos y no podemos evitarlo. Somos primero animales instintivos, y después pensantes. Sin embargo, se debe exigir el respeto. Sobre todo, que somos únicos y no merecemos ningún tipo de comparación con nadie. Déjennos sufrir y quedar como taciturnos, y con la mirada perdida, porque estamos en un proceso de recreación mental, fruto de la naturaleza que es realmente muy sabia. Por lo menos por algunos momentos, porque tampoco nos ayudaría la soledad y el abandono. Pero, la naturaleza tiene sus mecanismos, y esa tristeza es el momento para buscar nuevas fuerzas y poder continuar. ¡Y la tristeza hará también su trabajo! En todas las dimensiones del radio de acción: primero, en el que tiene el cáncer; después en la familia, porque también les espanta la realidad nueva; y, así, en todo el círculo en menor o mayor grado según sea la conexión con el centro o sujeto que padece. Pero en dimensiones muy relativas y sin ninguna comparación, por supuesto. Y ese es el primer puesto de las cosas en su lugar. Lo demás se le deja al tiempo y a la naturaleza que es por de más de 16

sabia y tiene sus propios mecanismos de defensa, ya físicos ya mentales y/o cerebrales. Tercero:

¿Por qué no todos actuamos de igual manera ante los mismos estímulos? ¿Por qué reaccionamos distinto, unos de otros, si las circunstancias, aparentemente, son iguales? La respuesta la encontramos en lo que los científicos (neurólogos) han llamado “la amígdala cerebral”, que es un racimo en forma de almendra de estructuras interconectadas que se asientan sobre el tronco cerebral, cerca de la base del anillo límbico. Existen dos amígdalas, una a cada costado del cerebro, apoyada hacia el costado de la cabeza. Su función es ser la especialista en asuntos emocionales. Si la amígdala queda separada del resto del cerebro nos llevaría a una “ceguera afectiva”, porque perderíamos toda capacidad de emociones frente a los acontecimientos. Y si eso sucede se pierde todo interés por la vida, porque nos llevaría a perder toda capacidad de reconocer los sentimientos, así como todo sentimiento por los sentimientos. La amígdala actúa como depósito de la memoria emocional y tiene mucha importancia por sí misma; la vida sin amígdala es una vida sin significados personales. Sería una total apatía e indiferencia. Sin la amígdala nos quedaríamos impasibles y sin respuestas al afecto, como a las mismas pasiones, como el miedo y la furia (como en el caso de los animales a los que por experimento se les ha extirpado o cortado la amígdala cerebral). Hasta se perdería la capacidad de derramar una lágrima, porque habría ausencia de 17

emociones, y ni un abrazo tendría sentido y valor. La amígdala está en el centro de la acción de la emociones, incluso mucho antes que el cerebro pensante (la neocorteza) esté intentando tomar una decisión. En otras palabras, el sentimiento impulsivo supera lo racional. Es cuando se vuelve fundamental y de mucho interés para nuestro conocimiento de nuestros comportamientos aparentemente irracionales e ilógicos. Lo sentidos, empezando por el del olfato4, mandan las señales a la amígdala en un lugar destacado en la vida mental, algo así como un guardia de entrada o vigía que se enfrenta a cada situación, cada cosa que percibe o recibe de los sentidos, y ante todas tiene una sola pregunta: ¿Esto me hace daño, le tengo miedo, lo detesto? Y si se responde que sí le hace daño, o lo detesta, o le tiene miedo, o cualquier prevención negativa, la amígdala reacciona instantáneamente, mandando un mensaje de peligro y de crisis a todas las 4

El sistema límbico está compuesto de una serie de estructuras cerebrales que rodean al complejo R, y lo compartimos con los demás mamíferos y en parte con los reptiles. Su evolución se ha situado en hace cerca de 150 millones de años Se ha podido establecer que el sistema límbico es el área del cerebro mas relacionada con las emociones como el miedo, sentimentalismo, ansiedad, y altruismo. Se le asocia también directamente con las funciones de formación de memoria, aprendizaje, y experiencias. Una parte importante del sistema límbico viejo es la corteza olfatoria, otra parte está dedicada a las funciones gustativas y orales, y otra a funciones sexuales. Aunque se ha observado que en la función sexual intervienen simultáneamente los tres componentes cerebrales. Otras estructuras importantes del sistema límbico son: el Tálamo, el Hipotálamo, la Amígdala, la Pituitaria, y el Hipocampo. El sistema límbico juega un papel primordial en la consolidación de la memoria declarativa o intencional, por medio de la cual recordamos hechos pasados, pedimos nombres, sabemos datos y fechas, etc.

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partes del cerebro, despertando con ello inmediatamente un sistema de alarmas indicando que hay problemas. Y esas alarmas provocan la secreción de las hormonas que facilitan la reacción de ataque o de fuga, moviliza los centros del movimiento y activa el sistema cardiovascular, los músculos y los intestinos. El tronco cerebral recibe como consecuencia la predisposición de actuar, como el temor, el miedo u otras manifestaciones para reaccionar inmediatamente, según la emergencia del momento, haciendo así que los pensamientos queden en un segundo plano, por lo menos en esos momentos tan cruciales instintivos, en donde la mente racional queda sometida a la emergencia emocional que es exclusividad de la amígdala. O sea, que estamos sometidos a los instintos involuntarios como sistema de defensa y de auto-conservación. Después es que procede la razón o la mente pensante, pero después de la emergencia que despertó la alarma que se recibieron de los sentidos. En otras palabras, después es que vienen los arrepentimientos o los reclamos de conciencia de lo que hicimos de manera instintiva. Pero, se nos escapa de las manos. Ni que fuéramos sólo mente pensante. Somos, primariamente, emocionales y reaccionamos como tales. El sistema emocional puede actuar con independencia de la neocorteza o cerebro pensante. La amígdala puede guardar recuerdos y muchas respuestas que efectuamos sin saber exactamente por qué lo hacemos, precisamente porque la especie de alcabala que existe entre el tálamo y la amígdala evita completamente la neocorteza. He ahí que la amígdala se convierta en un depósito de impresiones y recuerdos emocionales de los que nunca fuimos plenamente conscientes. Lo que quiere decir que nuestras emociones tienen mente propia, y que es independiente de nuestra mente racional. Eso explica 19

todas nuestras impulsividades, muchas veces mal entendidas y no comprendidas.

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La noticia, como tal, una experiencia sin comparación La motivación inicial de este libro es, además, de una auto-sanación, de un aporte para quien se pueda hallar en situaciones difíciles como la de enfrentarse a la noticia desgarradora de tener cáncer. Nada fácil, ni lo uno, ni lo otro. ¿Cómo puede un ciego guiar a otro ciego? Pero, haciendo caso a la sugerencia de la Dra. de que pudiera ser de mucha utilidad para muchos pacientes, me hallo en medio de esta tarea por de más complicada, aceptando el reto, y buscando todos los medios para por lo menos hacer el intento. Ni siquiera sin tener la seguridad de tal vez terminarlo, no sea, que ni llegue a tiempo o el tiempo y su implacable no-perdón, se encargue del resto. Pero eso será cuando será. Y no adelantemos, pero tampoco ofrezcamos, para ser lo más justos posibles con esta realidad. Tampoco se pretende hacer un recetario o un formulario a seguir de quien lea este libro. Sería entrar en contradicciones con lo que tenemos dicho en los dos primeros capítulos y que son muy serios y para tomárselos como tal, con todo respeto. La cosa es más compleja pero también muy sencilla a la vez, porque se trata de nuestros mundos pasados acumulados en nuestros historiales emocionales y que están guardados para nuestra autodefensa y reacción frente al peligro inminente que supone saberse poseedor de una enfermedad que le está pisando los talones, y ni para saber si todavía muy lejos, no tan lejos, o más bien,

pegadito. Esa impresión o sensación paraliza toda actividad mental y se pasa a ser presa exclusivamente de las emociones. Y es desgarradoramente inevitable. Habrá quien lo toma bien, cosa que dudo. Habría que preguntarle a un sentenciado a la silla eléctrica o a la horca lo que siente el saber que en dos días lo van a ejecutar. Sus respuestas serían pura adrenalina y todas esas producciones hormonales y secreciones renales y de todas las demás ramificaciones implicadas en la producción de emociones, por mucho que se le diga que se la tome con calma y que tenga sentido racional para ver las cosas con claridad. Las preguntas se aglomerarán en el sentimiento, es decir, en el corazón, de manera inmediata. Sale a relucir la familia, los hijos, los cercanos, los lejanos, los proyectos y tantas otras cosas que tenemos como propósito en la vida. ¿Y, ahora, qué? Y ese QUÉ resuena en grande y como en eco redoblante en la mente emocional, porque la mente racional se ha quedado paralizada. Y es, entonces, cuando estamos bajo el yugo total y absoluto de la amígdala y todo su contenido, por fracciones de segundos, o tal vez, por mucho más tiempo, si se sucumbe a la impresión. Terrible, sin duda. Puede ser una eternidad o un túnel sin salida... Pueda que no haya ni siquiera retorno. Es un shock, por lo menos, de manera inmediata y súbita. Tal vez exagere, pero la noticia no es para nada halagadora ni complaciente. ¿Qué hacer? Sufrir el momento en el momento. ¿Se está preparado? He ahí el problema. Nadie lo está, así digan lo que digan. Y las reacciones serán muy variadas. Ni siquiera un modelo se propondría a seguir. Absurdo fuera. Se está bajo el mundo de las emociones y somos sus víctimas.

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Enseguida aparecen todos los recuerdos de quienes hemos conocido que tienen o tuvieron cáncer. Sus imágenes nos invaden y nos turban confundiendo más la situación emocional. La muerte se nos presenta como ya más vecina que hace unos momentos atrás. No tanto la muerte, sino su proceso; es decir, el dolor, el sufrimiento, el tratamiento, la dieta y todo lo que esto supone. Más se nos complican las cosas a nivel emocional. Pero no todo está perdido, sin embargo, como veremos a continuación, ya que existen cinco esferas para aumentar las capacidades de nuestra inteligencia emocional y con ello buscar el nivel que la naturaleza ha programado para nuestra salud mental. Son ellas: 1. 2. 3. 4. 5.

Conocer las propias emociones. Manejar las emociones. Ordenar nuestras emociones. Reconocer las emociones en los demás. Manejar las relaciones.

Estas esferas se pueden cultivar y se puede mejorar con nuestros esfuerzos conscientes, lo que significa que es un arte y un aprendizaje el mejorar porque todo está en función de que nuestras relaciones mejoren con los demás, que es, al fin y al cabo, la clave de todo1. Por ahora, y siguiendo el método del autor que

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Esto nos llevará simultáneamente a hablar del libro del mismo autor, Daniel Goleman, La inteligencia social, porque es la clave y el resultado final de todo el engranaje de nuestra complejidad y sencillez humana, es decir, el paso obligatorio “del camino bajo” hacia “el camino alto”, de los que habla el autor, como proceso de saneamiento y purificación.

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tenemos como guía y consulta, vamos a diferenciar el CI (cociente intelectual) de la inteligencia emocional. Se puede tener, de hecho, un elevado CI, pero muy bajo, el control emocional y aquí es donde están los problemas. Tal vez, habría que citar la obra de Erasmo de Rótterdam, Elogio a la locura, en donde presenta de manera irónica estas dos verdades sociales como para ilustrar mejor este intento de magnificar un comportamiento en sacrificio del otro, cuando lo que prevalece es el buen desenvolvimiento en las relaciones interpersonales, de los que muchas veces los muy elevados en su CI son más bien torpes; y sí muy ágiles y prontos los que tienen la capacidad de conversar y hasta a veces aparentemente, perder el tiempo. Pero, sigamos como vamos, para adelantar y conocer más sobre el tema. Sólo presentaremos las dos primeras, ya que las siguientes son una secuencia natural de estas dos fases iniciales. PRIMER PASO: CONOCER LAS PROPIAS EMOCIONES:

Esa es la clave de todo. Ya se ha enclichado esa verdad en la tan famosa y citada frase de Sócrates con el “conócete a ti mismo”. Sin embargo, esa es la primera fase y la más importante. Ya sabemos quiénes somos y dónde vivimos y todos esos detalles de ubicación, como a qué familias pertenecemos. Eso nos da un lugar y una ubicación. Pero, la cosa va un poquito más allá. Va al qué somos cuando somos, y cuándo (en la circunstancia concreta) nos toca serlo. Parece un enredo de palabras pero es una verdad que no podemos eludir, porque es la piedra angular de la 24

inteligencia emocional que nos llevará a tener conciencia de nuestros propios sentimientos en el momento en que los experimentamos. Ahí quedamos al desnudo con nosotros mismos y frente a los demás, sin ningún tipo de adornos: somos los que en verdad somos. Quedamos en evidencia frente a todos y a todo, en situaciones concretas de reacción aparentemente involuntaria. Pero no se trata de avergonzarnos de ello, sino de tomar conciencia de que lo estamos sintiendo justo en ese momento, y en la medida de lo posible intentar calificar o nombrar eso mismo que estamos sintiendo, como rabia o ira, por ejemplo. Si esto último se da significa que los circuitos neocorticales están controlando activamente la emoción, que es el primer paso para alcanzar cierto control, y la podríamos llamar como la conciencia de las emociones. En otras palabras, que somos sabedores de que estamos sintiendo eso; justo, precisamente en ese momento; y ya, en cierta manera, tenemos un comienzo del comienzo, que es conocernos a nosotros mismos. La clave de todo. Estamos sintiendo “lo que” en “el momento que”; sin negarlo. Pero sin afianzarlo, porque, entonces, sería un retroceso y sería dar rienda suelta al contenido de los archivos de la amígdala que nos manda respuestas instintivas. O lo que sería igual a decir que sabemos lo que estamos sintiendo y tenemos idea de ese cambio que estamos sintiendo y experimentando. Eso mismo nos dará la posibilidad de actuar sobre esos mismos sentimientos y librarnos de ellos. O, por lo menos, controlarlos sin reacciones negativas inmediatas. Sentir que sentimos lo que sentimos en nuestros momentos determinados, sin duda, que reflejan un estado bueno de salud emocional. Darnos cuenta de ello es fundamental para empezar a ser dueños de las circunstancias, tal vez. Pero, puede suceder lo contrario. 25

Sería no percatarse conscientemente de lo que sentimos y mucho menos expresarlo, como en el caso de los que los expertos llaman “los alexitímicos”, que no es que no sientan nada, sino que son incapaces de saber y de expresar con palabras cuáles son sus emociones. En estos casos las personas no tienen la habilidad fundamental de la inteligencia emocional, la conciencia de sí mismos, que no les permite saber lo que sienten mientras sus emociones se agitan en su interior. Y en muchos casos, como no relacionan emocionalmente, no saben diferenciar una dolencia física de un trastorno emocional, y se dan los casos de enfermedades psicosomáticas, en las que verdaderos problemas emocionales provocan verdaderos problemas médicos. Y ese desajuste, tal vez, se deba a la posibilidad de una desconexión entre el sistema límbico (también llamados “sentimientos viscerales”) y la neocorteza. Es necesario tener en cuenta que para pensar bien tenemos que sentir; es decir, sentimos primero y después pensamos, precisamente porque sentimos y procesamos después para actuar o hablar. Por eso necesitamos todas las conexiones de las que nos ha dotado la naturaleza para estar en sintonía con nuestros sentimientos. Es decir, sentir y pensar, y no lo contrario. No negarlas las emociones. Ser conocedores de que estamos sintiendo y padeciendo, primero, por la noticia; y después por el mundo de mundos que nos está pasando justo en esos momentos por nuestros sentimientos. Suena fácil… Pero, es el primer paso. Es decir que lo primero que tenemos que hacer es reconocer que se tiene “cáncer”. Así, sin adornos. No esconder ni disimular esa verdad: “tengo cáncer”. Con nombre propio: CANCER.

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SEGUNDO PASO: MANEJAR LAS EMOCIONES:

Ya sabemos lo que sabemos, y eso aplicado a cualquier situación, no sólo en el caso de la noticia del cáncer. La tristeza nos invade. Como que se caen los brazos y los hombros, y con ellos como las ganas de la vida. Nos invade una emoción muy fuerte: la tristeza. ¿Qué se podría esperar? Pero la naturaleza es muy sabia. Ella tiene sus propios mecanismos de defensa y hay que dejarla actuar y darle tiempo al tiempo, que es la medida de la sabiduría. Por ahora, es el momento de saber y de sentir que sentimos tristeza. Ya se ha precisado en la parte anterior: sentimos y es función visceral, natural, instintiva. Significa que nuestros sensores naturales están activos y en funcionamiento, porque han dado todas las señales que les corresponden a las partes cerebrales, que también tienen su propio trabajo. Ahora hay que dejarlos que procesen lo que tienen que procesar, mientras se hacen todos los ajustes psicológicos y los nuevos planes que nos permitirán continuar con nuestra vida. Se tomará su tiempo y hay que saberlo y respetarlo. Lo delicado de toda esta nueva emoción y sensación es que hay algunas manifestaciones que evidencian que estamos en un estado de tristeza, tales como, el odio por uno mismo, la sensación de que uno no vale nada, cierta melancolía, sensación de temor y una ansiedad creciente. Sin dejar de contar la confusión, lo difícil de la concentración mental y algunas fallas de la memoria, acompañados por una desgana por casi todo lo que se venía haciendo hasta el momento de la noticia. Comienza a aparecer el insomnio, y por consiguiente, el 27

agotamiento durante el día; con mucha fragilidad emocional e inquietudes generales. La vida queda paralizada, nos invade la tristeza. Pero, la naturaleza es sabia, con todo y todo ese proceso, ya que se está tomando su tiempo para comenzar otra vez. Y hay que darle tiempo al tiempo. Comprenderlo, primero, uno como paciente y víctima; y, después los inmediatos como familia también del mismo círculo. Ciertamente, no es una tarea fácil. Asimilarlo, es cuesta arriba. Es cuando, entonces, se recomienda quedarse uno solo por algunos momentos, mas no aislarse, porque nos entrampamos irremediablemente; y buscar, en la medida de lo posible socializar para abrir nuestros sentimientos y emociones, porque la clave es que seamos dueños y las manejemos, sino se puede pasar a ser presa. Y, esa, no es la idea. Si esta segunda fase se logra, vendrá inmediatamente la esperanza, y se pondrá en ella todas las energías para luchar contra la adversidad, en este caso el cáncer. Todo se ilumina y comienza otra vez. No todo está perdido y se puede. No se trata de dar una receta o un formulario como ya lo dijimos antes, sino de comprender que nuestra naturaleza es muy sabia. Y, lo es. Hay que dejarla hacer en sus procesos de crecimiento. Vendrá tiempos mejores. Y comenzamos a manejar nuestras emociones. Recordemos las fases que habíamos colocado como parte del proceso: 1. 2. 3. 4. 5.

Conocer las propias emociones. Manejar las emociones. Ordenar nuestras emociones. Reconocer las emociones en los demás. Manejar las relaciones.

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Desde la tercera en adelante ya es un proceso de secuencia originado por las dos fundamentales: conocer las emociones y manejarlas. Hasta aquí ya hemos dado los primeros pasos para empezar a mejorar. Aparece la esperanza, lo que significa que se puede y hay que colocar todos los medios para que así sea. A nivel médico hay que disponerse para que comience lo que hay que sanar porque ya a nivel emocional está comenzando la sanación. Y eso ya es mucho. Ahora, vamos a pasar a la fase práctica que es la de la esperanza, cómo y de qué forma. Y todo será válido. Es muy importante comprender que en la naturaleza hay un orden establecido y todo vuelve a ese orden querido y logrado por muchos siglos de evolución. Todo tiende a un orden en medio del aparente desorden. Tal vez podamos citar el mismo inicio del libro del Génesis (1,1-2), tal como comienza la Biblia: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.” La tierra era caos y confusión… Y la creación, bíblicamente hablando, comienza con el orden que Dios quiso colocar en lo creado. De repente, esa verdad nos ilumina y nos revela parte del misterio…

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Mientras tanto… Sumergido me encontraba tanto en la re-lectura del libro que tenemos citado para poder hacer algunos aportes (Inteligencia Emocional), a la vez que iba escribiendo para ir presentando las ideas que consideraba que eran de interés. Todo había transcurrido aparentemente bien hasta llegar el día lunes, día que siempre he tomado de descanso. Había pensado que ese lunes iba a hacer muy fructífero porque me dedicaría a tiempo completo tanto a tomar las notas y presentarlas aquí, y con ello avanzar en mi intento. Pero, apenas hice algunas pequeñas cosas y una sensación de inutilidad me invadió esa mañana, que perdí toda voluntad hasta de querer leer y de hacer nada. Tal vez, el encontrarme solo en la casa, y sin tener que ir a la parroquia me ayudó a ver la inutilidad incluso del libro que estaba escribiendo. Un mundo totalmente negativo me invadió y un pesimismo general era la expresión de mi rostro. Con toda seguridad hasta de mi andar. Ese día había amanecido lluvioso y el ambiente era todo de humedad y agua. Todos los recuerdos menos agradables se hicieron presentes. Hubiese parecido que nunca había tenido experiencias bonitas ya que ninguna hacía su aparición por mi mente, sino, sólo los que menos pensaba que estaban en mi memoria: todo era gris y quejumbroso. Sin querer me iba sumergiendo en un estado de una casi total negatividad. Nada parecía bien.

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Me dejé llenar de esa sensación de aniquilamiento, a pesar de que intentaba mandar mensajes de rechazo a esa invasión. Pero, de nada servía que lo intentara. Fue pasando el día y en la tarde todo seguía igual. Tal vez, peor, porque se amontonaban más recuerdos e ideas de cosas desagradables y nefastas. No sé si en algunos en situación parecida les suceda igual, pero a mí me había inundado un desgano por todo, hasta de ese mismo momento. No es igual pensar que la muerte está a muchos kilómetros de distancia a saber que le está pisando a uno los talones. Es mucha la diferencia a nivel emocional el saber y comprender esa verdad. Y eso me estaba martillando más de lo normal al punto de generar una apatía por todo, sobre todo en esa tarde. En la tarde recibí una llamada por teléfono. Aproveché para conversar con la persona, que era de bastante confianza, de mi estado de ánimo. Me escuchó. Y era lo que yo necesitaba justo en ese momento. Conversamos cerca de media hora. Me insistió en que no me auto-castigara en esa situación y dio sus razones. Resaltó muchas veces la idea de que hay que evitar estados negativos porque eso era lo que estaba necesitando la enfermedad, sobre todo, que me deprimiera. Que no le diera gusto a la enfermedad del cáncer. Que era necesario levantar el ánimo a como diera lugar. Era fácil decirlo y sonaba como un campaneo sin mucho efecto en el cambio de ánimo, pero era necesario, por lo menos, escucharlo. Llegó la noche y todo seguía igual de gris. Esperé que llegara mi hermano y su esposa para conversar un poco ante de ir a dormir. Al día siguiente estuve tentado de quedarme en la cama sin levantarme durante todo el día. Sin embargo, me levanté con mucha desgana de todo a mis 31

cotidianidades. Fue transcurriendo el día y a quien podía le comentaba que estaba de un humor muy deprimible como buscando apoyo para que me ayudaran a salir de esa situación. Al contrario, aumentaba más, a pesar de que lo decía. Se suponía que al decirlo se mejoraría un poco; por lo menos, se oye decir que si se expresa lo que se está sintiendo se mejora, pero, no sucedía en mi caso. El estado de ánimo parecía empeñarse en quedarse gris. No dejaba mis actividades de todos los días en mi tarea como párroco. Vinieron a buscarme para ir a atender con la unción de los enfermos a dos personas muy mayores y en estado de salud terminal, en esos mismos días. Los atendí. Me coloqué un tapaboca para evitar cualquier posible contagio de gripe o cualquier virus porque se suponía que estaba en desventaja en cuanto a las defensas de mi cuerpo. A las seis de la tarde celebraba las misas como siempre. Nada había cambiado respecto a mis actividades como párroco. A este punto, alguien me sugirió que colocara mis estados emocionales mientras celebraba las misas, y no se puede negar que se me atragantaba la garganta en algunos momentos de ella, sobre todo en la lectura del Evangelio, especialmente un día de esos días en donde el Evangelio decía, entre otras cosas, que: “¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos”. Esa misma persona me preguntó que si no se sentía como una especie de reclamo a Dios que de por qué a mí; y, tengo que decir que nunca sentí esa sensación. Simplemente porque así es la vida. No hay excepción.

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Ya habían aplicado la segunda sesión de la quimioterapia, y, en parte, eso me tenía un poco alterado. Algunos efectos físicos de la quimioterapia se evidenciaban en mi cuerpo. El dolor en la espalda se me despertó con la segunda terapia. Tal vez, eso me tenía como me tenía; es decir, el hecho de experimentar el dolor, que había desaparecido con la primera quimioterapia, y, que ahora, con la segunda, se había despertado, tal vez, eso era lo que me tenía preocupado. Ahora que lo estoy escribiendo es que me percato que esa podría ser la razón de mi estado de depresión. Pero en esos momentos no me daba cuenta sino del dolor de espalda, y es, ahora, cuando tomo conciencia de los temores que pudo haber desencadenado ese hecho. Ante la realidad del dolor se generaba una reacción inconsciente que se me escapaba de las manos. No se es dueño de los propios temores, sino su víctima. Creo que eso me estaba sucediendo. Y no se tiene control. No vale saberlo y a pesar de que estaba estudiando y escribiendo sobre esas reacciones (inconscientes) para intentar hacer algún aporte, comenzando para mí mismo, no tenía ningún tipo de dominio sobre esas esferas de la mente. Las estaba estudiando con la ayuda de los aportes de la psicología más no era un experto en manejar esas emociones. Y, ¿quién va a serlo en situaciones tan complicadas como esas? Lo mucho que se haya leído o estudiado o se sepa no nos hace ser dueños de esas verdades. Podría decírseme que me aplicara lo que estaba leyendo y que ya sabía. O sea, “médico cúrate a ti mismo”, en caso de que yo fuese mi propio médico, y lo era, en ese caso. Ciertamente, sabía que en esa situación el único que tenía la solución era yo mismo. Pero, una cosa es que se sepa, y otra, el que se aplique y dé 33

resultados. No se niega que hay gente que no lo sepa en verdad y lo aplique mejor que quien lo sabe como teoría. Era evidente que yo tenía la teoría. Pero, en todo caso no dependía de mí, sino de mi inconsciente, o del mundo de cosas acumulados en la amígdala que me tenían como me tenían. Ahora que estoy escribiendo me pregunto, ¿si no es una excusa para justificar mis estados de demencia en situación normal, disfrazados de depresión por la noticia del cáncer? Y ¿no sea, más bien, sino situación más compleja todavía que esté indicando que hay un problema de debilidad emocional de por sí que requiriese asistencia profesional? La idea de ir a buscar asesoría profesional no se descarta para ninguna persona: todos en algún momento necesitamos de alguien que nos escuche y nos preste atención. A veces el trajín de la vida nos quita ese regalo de encontrar personas que sepan escuchar, o, a veces, nosotros mismos no tenemos suficiente tiempo para dedicarnos a escuchar. En todo caso, no se descarta la posibilidad de esta asesoría. Fue pasando la semana y fue hacia el jueves en que sentía que encontraba el cauce. Todo estaba volviendo a la normalidad. Algunas personas vinieron a visitarme en esos días, de entre ellos, tres sacerdotes y se estuvieron lo suficiente como para ayudar a encontrar el rumbo perdido. No paraba de hablar. Ese jueves se improvisó una tertulia en mi oficina antes de la misa con un grupito. Se conversó de todo un poco y eso ayudó bastante. Definitivamente, no se puede uno aislar en esas circunstancias: hay que buscar los medios de expandirse o conversar para evitar entramparse mentalmente. Es de admirar a los que no se enredan tanto en sus mundos mentales como lo estaba yo en esos días. Tomarse la vida como viene es la mejor solución. El 34

problema está en que tengamos ese don de vivir con simplicidad como de hecho mucha gente la tiene. A los tres días siguientes teníamos las confirmaciones en la Parroquia y venía el Obispo de la Diócesis a administrar el sacramento, a las nueve y media de la mañana.

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Las quimioterapias Una vez que se supo la noticia del cáncer se hicieron todos los preparativos para comenzar la quimioterapia. Se contactó la cita con la Dra. del Hospital Razetti de Barcelona y ella dio todos los récipes y órdenes correspondientes para comenzar ya el tratamiento. Y a la semana siguiente ya estábamos recibiendo la primera sesión. Es importante decir, como información, que “el tigre no es como lo pintan”, como dice nuestro refranero popular. Porque, es un mundo de mundo lo que se puede uno imaginar de las cosas que no conoce e inventar de ellas cosas que en verdad en nada se acercan a la verdad, ni siquiera se asoman un poquito. Nada sabía yo en qué consistían las quimioterapias, pero no dejaba de pensar muchas cosas, que ahora ni me acuerdo, de lo qué y cómo podría ser. Llegado el lunes asignado para iniciar el tratamiento un susto inexplicable rondaba en mis emociones. Y conmigo los que me circundaban: familia y cercanos de la parroquia. Todos estábamos a la expectativa de cómo sería. Tal vez, no lo niego, ya me lo habían dicho cómo era, pero, no recuerdo que me hubieran dicho que era realmente muy sencillo. No era tan, ni siquiera un tantico. 36

Llegada la hora y con ella la Dra. y la enfermera de turno, me hicieron pasar a una sala con dos sillas tipo sillón reclinable hasta con apoya pie. Muy cómodo. En una de ellas ya estaba instalado un señor, y por la manera de desenvolverse, era ya un experto en esos menesteres de quimio. La enfermera conversaba muy amenamente con él mientras manipulaba algunos instrumentos de enfermería como las inyectadotas y unas bandejas de acero inoxidable. Oí que lo llamaba “señor Pedro” en su conversación cada vez que decía o comentaba cualquier cosa en su intercambio enfermera-paciente. Me senté en la silla que estaba vacía al lado del señor Pedro y creo que comenzaba a estar más que cómodo. Saludé a la enfermera y también al señor Pedro, a quien, también lo llamé como lo llamaba la enfermera. O sea, que ya había entrado en confianza. El señor Pedro tenía un peluquín para disimular su cabeza rapada. Al principio daba como risa aquel peluquín, pero, una vez entrado en conversación con el señor Pedro, se sentía que el peluquín era parte de su personalidad y le sentaba muy bien. Le daba una cierta elegancia y un cierto porte de seguridad. Le sentaba el peluquín, sin duda. La enfermera trajo dos parales para colocar el tratamiento, uno para el señor Pedro, y, otro para mí. Los ubicó junto a cada sillón-poltrona de color morado. El del señor Pedro estaba a su derecha, y el mío, a mi izquierda. O sea, que estaban haciendo pareja los dos parales. La enfermera fue por una de las bandejas plateadas toda repleta de inyectadotas y algunas cosas más de su oficio. Sonaba la bandeja al movimiento de la enfermera. Colocó la bandeja en el apoya brazos derecho del sillón del señor Pedro y trajo hacia ella una silla tipo taburete para sentarse justo hacia el lado derecho del señor Pedro. 37

O sea, casi de espaldas hacia mí, que no me perdía detalles de lo que estaba haciendo la enfermera porque, con toda seguridad eso mismo haría conmigo cuando me tocara el turno. Sacó una liga de color marrón y con ella apretó el brazo derecho del señor Pedro, a la altura del músculo, por encima del codo, dándole una vuelta a la liga. Frotó varias veces el brazo del señor Pedro y dio algunos golpecitos como para cerciorarse de las venas y decidir cuál escoger, mientras iba conversando con el señor Pedro, quien a su vez, intercambiaba en su diálogo, a la vez que comenzaba a apretar las quijadas, al punto de verse que apretaba los dientes, preparándose para el dolor del pinchazo de la inyectadora. Por el gesto de la cara ya se suponía que la aguja de la inyectadora estaba entrando en el brazo del señor Pedro. Cerró los ojos y arrugó un poquito la cara. En eso se oyó un clack producido por el afloje de la liga del brazo. -Ya está- dijo la enfermera y se sintió que la cara del señor Pedro volvía a tener su expresión de antes. Ya había tomado la vía para colocar el tratamiento. Y enseguida le conectó a la manguera de paral el inicio de la hidratación, para en poco tiempo después, comenzar a colocar los medicamentos preventivos, como para evitar cualquier alergia y el protector gástrico. La enfermera previno al señor Pedro que ante cualquier cosa que sintiera que dijera inmediatamente, y se levantó de su taburete, porque ya estaba hecha una parte. Yo no me perdía detalles. Tal vez, sin saberlo, estaría aplicando y gesticulando fisiológicamente lo que decíamos en el número cinco del primer capítulo, cuando decíamos, que: El levantar las cejas en expresión de sorpresa permite un mayor alcance visual y también que llegue más luz a la retina, lo que permite tener mayor información de lo que está sucediendo y precisarlo para idear mejor lo que se 38

va a hacer de inmediato (véase página 10 y siguientes). Aunque yo no tenía más que esperar cuando me tocara. Y, por lo que había visto, por lo menos esa parte era muy sencilla, o ya la conocía cuando lo de la hospitalización y toda aquella historia de la operación. No fue de manera inmediata que me tocó el turno. Eso nos dio algún tiempecito para conversar entre el señor Pedro y yo. Sobre todo para cerciorarme que no era tan complicada la cosa. Como a los diez minutos apareció la enfermera y arrimó hacia el lado mío el taburete al igual que colocaba la respectiva bandeja de aluminio sobre el apoya brazo izquierdo del sillón. Conversamos como si fuésemos muy viejos conocidos. Tal vez, ella lo hacía como estrategia para que yo me la tomara con calma y no estuviera nervioso, y que a decir verdad, creo que no lo estaba. Ella tomó su liga y buscó mi brazo izquierdo, porque el derecho daba hacia la pared, y por ahí hubiera sido casi imposible. Le dio una vuelta con la liga al brazo, más abajo del codo, y apretó. Dio unos golpecitos al brazo y con un algodón untado de alcohol frotó la piel buscando la vena que más seguridad le diera. Y lo demás ya se sabe: el pinchazo, el arrugar la cara, como de rutina, y el respirar un poquito más fuerte, como para que no duela, pero, igual duele, hasta que la vía ya esté tomada para el tratamiento. Todo listo. Después la enfermera hizo todo el procedimiento de rutina para ella y se retiró unos diez o quince minutos, para dejar que el cuerpo se hidratara con la solución que colocan antes, y regresó a colocar los medicamentos preventivos para evitar cualquier reacción. Ella iba explicando con mucha paciencia qué cosa era esto y qué aquello, y, yo, tal vez, con los ojos más abiertos de lo normal iba asintiendo con la cabeza como dándome por enterado del procedimiento médico. Dentro de otro 39

tiempo vino propiamente el tratamiento de la quimioterapia. La enfermera me informó que se comenzaba con los medicamentos propiamente dichos y que ante cualquier reacción que lo dijera de inmediato para actuar, en caso de haberlo. Pero, todo iba muy bien. Todo siguió su rumbo. No hubo novedades, ni para el señor Pedro ni para mí. Así estuvimos hasta cerca de las doce del mediodía cuando terminamos la primera sesión. Después de hacer los cambios de envases con sus respectivos medicamentos, la enfermera estaba pendiente de todo y venía con frecuencia a verificar y comprobar que todo iba bien, como iba, de hecho. En esa primera sesión, comenzando, fue que vino la Dra. a saludar y a conversar un ratico conmigo y fue cuando me preguntó si ya había comenzado a escribir el libro… Todo salió muy bien. Nada de especial. Nos fuimos a la casa. Al día siguiente correspondía el segundo día de la quimio, pero en el Oncológico del Hospital. Todos estaban como asustados de las posibles reacciones, pero no sucedía nada, menos mal. Todo iba como si nada. Fuimos al día siguiente al Oncológico para la segunda parte de la primera sesión. Muy parecida a la anterior. Nada de especial. Sólo cambiaba el lugar y algunos detalles de logística, no más. Igual que la anterior, salimos casi al mediodía. Como si nada. Nada de especial. Bueno, sí; el dolor de espaldas había ya desaparecido desde el mismo lunes en la tarde, y eso ya era mucho que decir.

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Algunas reacciones de la quimioterapia Una de las grandes preocupaciones de tener cáncer, que ya es más que suficiente, es, sin duda el día después de las quimioterapias. Todos, tanto pacientes como los familiares están pendientes de cómo se va a reaccionar, ya sea en la misma tarde de la aplicación del tratamiento, ya el día siguiente, ya los días posteriores. Y se genera, realmente, un mundo de preocupaciones anticipadas. Preocupaciones que se toman de las experiencias ajenas. No se niega que marcan. Lo bueno de todo es que somos una individualidad irrepetida, y somos únicos. Aún con las reacciones de la quimioterapia. No todos reaccionan de igual forma y manera. Por esta razón, no es preciso que nos coloquemos a dar toda una lista de posibles reacciones, ya que cada uno va a reaccionar de manera única. Ni siquiera parecida al del otro paciente (o lo que es lo mismo a decir que no hay parámetros homogéneos). En mi caso, se dieron unas reacciones muy particulares, que tampoco es necesario que las detalle, ya que fueron y son muy de las condiciones físicas y emocionales individuales. No vale la pena que se ponga uno a colocar manifestaciones porque sería como indisponer a quien tenga, o se esté preparando para cualquier tratamiento contra el cáncer. Y, no sería justo. Simplemente, seamos respetuosos. 41

Somos únicos e irrepetibles. Y con eso es suficiente. Y cada cuerpo reacciona de manera particular y diferente de otro. No es necesario la comparación. Se es único, simplemente. Es necesario mantenernos en esa línea de dignidad en todos los sentidos para no incurrir en falsas expectativas. El problema es que la loca de la casa, es decir, la imaginación se nos adelanta y nos vuelve la casa todo un desorden. Hay que quitarle a la loca la escoba o el palo para que no haga desastres. Ahora bien, ¿quién le quitará la escoba o quien se enfrentará con la loca? Sin embargo, puede ser útil que demos algunas notas generales que pueden ser de ayuda, como: Técnicas que ayudan con las náuseas y vómitos:



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Evite comidas abundantes para que su estómago no se llene demasiado. Ingiera varias comidas ligeras durante el día en lugar de una, dos o tres comidas fuertes. Tome líquidos por lo menos una hora antes o después de las comidas, en lugar de tomar líquidos con las comidas. Coma y tome líquidos despacio. Evite alimentos dulces, fritos o grasosos. Coma alimentos fríos o a temperatura ambiente con el objetivo de evitar que los olores fuertes le molesten. Mastique bien los alimentos para una mejor digestión. Si las náuseas son un problema por la mañana, trate de comer alimentos secos, como cereal, pan tostado o galletas, antes de levantarse (no haga 42

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esto si siente la boca o garganta irritada o siente la boca seca). Tome líquidos fríos y claros, tales como jugo de manzana, té o refrescos de jengibre que hayan perdido ya su efervescencia. Chupe cubos de hielo, mentas o caramelos (no coma caramelos si tiene llagas en la boca o en la garganta). Trate de evitar olores que le molesten, tales como olores de comida, humo o perfume. Descanse en una silla después de comer, pero no se acueste por completo hasta que hayan pasado por lo menos dos horas. Use ropa suelta, no apretada. Respire profundamente y despacio cuando sienta náuseas. Distráigase hablando con amigos o familiares, escuchando música o viendo una película o programa de televisión. Utilice técnicas de relajación. Evite comer por lo menos unas cuantas horas antes del tratamiento si las náuseas generalmente ocurren durante la quimioterapia. No corte ni rasgue la cutícula de sus uñas. Tenga cuidado de no cortarse o pincharse al usar tijeras, agujas o cuchillos. Use un cepillo de dientes extra suave para no lastimar sus encías. No apriete ni rasque los barros en la piel. Báñese con agua tibia (no caliente) en la bañera (tina), en la ducha (regadera) o con una esponja todos los días. Seque su piel suavemente, sin frotar. 43

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Use loción o aceite para suavizar y sanar su piel si se torna seca y agrietada. Use alguna crema humectante, que eso ayuda a disimular la piel áspera, además de humectar la piel. Limpie inmediatamente las cortaduras y raspaduras con agua tibia, jabón y un antiséptico. Use guantes protectores cuando trabaje en el jardín o para limpiar lo que ensucien los animales y otros, especialmente los niños pequeños.

Las técnicas para ayudar con el cansancio:

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Descanse mucho y tome períodos de descanso durante el día. Hable con su médico o enfermera sobre un programa regular de ejercicio. Mantenga una alimentación balanceada y tome muchos líquidos. Limite sus actividades: Solamente haga lo que sea más importante para usted.

Técnicas para prevenir las infecciones:

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Lávese las manos con frecuencia durante el día, especialmente antes de comer y después de ir al baño. Manténgase alejado de personas que padezcan enfermedades contagiosas tales como resfriados, influenza, sarampión o varicela. Evite estar en lugares donde hay mucha gente. No se vacune contra nada sin antes haber preguntado a su médico si no hay inconveniente. 44





No se acerque a personas que han sido vacunados recientemente contra varicela, viruela, o gripe. (Consulte con su médico sobre cuáles vacunas son importantes y por cuanto tiempo debe evitarlas). Limpie suavemente, pero en su totalidad, el área rectal después de cada evacuación. Consulte a su médico o enfermera en caso de notar irritación en esa zona o si aparecen hemorroides. Además, consulte a su médico antes de usar enemas o supositorios.

Técnicas para ayudar a controlar la diarrea:

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Coma pequeñas cantidades de alimento, pero más seguido. Evite el café, el té, el alcohol y los dulces. Evite los alimentos con un alto contenido de fibra, los cuales pueden producir diarrea y retortijón. Entre los alimentos con un alto contenido de fibra se encuentran los panes y cereales de grano entero, los vegetales crudos, los frijoles, las nueces, las semillas, las palomitas de maíz (popcorn) y las frutas frescas o secas. En lugar de éstos, coma alimentos bajos en fibra, tales como pan blanco, arroz blanco o fideos, cereales cremosos, plátanos maduros, frutas cocidas o enlatadas sin cáscara, requesón (queso fresco), yogur, huevos, puré de papas o papa al horno sin cáscara, puré de verduras, pollo o pavo sin piel y pescado. No coma alimentos fritos, grasosos o condimentados. 45

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Evite la leche y los productos lácteos si éstos empeoran su diarrea. A menos que su médico indique lo contrario, coma más alimentos ricos en potasio, tales como bananos (plátanos), naranjas, papas y néctar de durazno (melocotón) y chabacano (albaricoque). Tome muchos líquidos para reemplazar los que ha perdido con la diarrea; los mejores son los líquidos ligeros, claros, tales como el jugo de manzana, el agua, el té ligero, los caldos claros o el refresco de jengibre. Tome los líquidos despacio y asegúrese de que los líquidos están a temperatura ambiente. Si son bebidas gaseosas, deje que pierdan el gas antes de tomarlas.

Las técnicas para lidiar con el estreñimiento:

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Tome muchos líquidos para ayudar a suavizar sus evacuaciones. Los líquidos tibios y calientes funcionan especialmente bien. Coma alimentos con un alto contenido de fibra. Entre éstos se encuentran el salvado, los panes y cereales de trigo integral, vegetales crudos o cocidos, frutas frescas y secas, nueces y palomitas de maíz.

¿Qué pasa si no se siente ganas de comer?



Ingiera comidas pequeñas o meriendas siempre que lo desee.

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Trate de que la alimentación sea variada y pruebe nuevos alimentos y recetas. Cuando pueda, camine un poco antes de las comidas; esto puede estimular su apetito. Trate de cambiar su rutina a la hora de comer. Por ejemplo, tome sus alimentos a la luz de las velas o en un lugar diferente. Coma con amigos o familiares. Si come usted solo, escuche el radio o vea televisión.

¿Qué se debe hacer si se presentan problemas en la boca, las encías y la garganta?



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Visite a su dentista antes de empezar la quimioterapia, para hacerse una limpieza y arreglar cualquier carie, absceso, encías enfermas o dentaduras mal ajustadas que pudiera tener. Pregúntele a su dentista sobre la mejor manera de cepillar y pasar el hilo dental entre sus dientes durante la quimioterapia. Además, pregunte acerca de un enjuague de fluoruro o gel para prevenir las caries, ya que la quimioterapia puede ocasionar que usted tenga más caries. Cepille suavemente sus dientes y encías después de cada comida, usando un cepillo de dientes extra suave y cepillando suavemente; si cepilla sus dientes con fuerza, se puede dañar el tejido blando de la boca. Pídale a su dentista que le sugiera un tipo especial de cepillo, hilo dental y pasta de dientes si sus encías son muy sensibles.

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Enjuague bien su cepillo de dientes después de usarlo y guárdelo en un lugar seco. Evite el uso de enjuagues bucales de tipo comercial porque generalmente contienen una gran cantidad de sal o alcohol que causa irritación. En lugar de esto, pregúntele a su médico o enfermera acerca de un enjuague suave o un enjuague con antibióticos para ayudar a prevenir infecciones en la boca. Coma alimentos fríos o a temperatura ambiente. Los alimentos calientes o tibios pueden irritar la boca y la garganta sensible. Elija alimentos suaves y relajantes tales como helados, malteadas, alimentos para bebé, frutas suaves (bananos y puré de manzana), puré de papas, cereales cocidos, huevos tibios o revueltos, requesón (queso fresco), macarrones con queso, natillas (flanes), pudines y gelatinas. También puede poner alimentos cocidos en una licuadora para hacerlos puré, haciendo más fácil su ingestión. Evite los alimentos irritantes y ácidos, tales como los tomates, las frutas y los jugos cítricos (naranja, toronja y limón); los alimentos salados o condimentados; y los alimentos ásperos o secos, tales como los vegetales crudos, la granola y el pan tostado.

En caso de sequedad de la boca o ésta le impide comer con comodidad:



Pregúntele a su médico si deberá usar un producto de saliva artificial para humedecer la boca. 48

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Tome muchos líquidos. Chupe trocitos de hielo, paletas heladas o caramelos duros sin azúcar. Mastique chicle sin azúcar. Humedezca los alimentos secos con mantequilla, margarina, salsas o caldo. Moje los alimentos secos y crujientes en líquidos ligeros. Coma alimentos suaves y en forma de puré. Utilice bálsamo para los labios si éstos se tornan secos.

Técnicas para sobrellevar la vida diaria:

A continuación presentamos algunas sugerencias (tomadas de Internet, como todo lo anterior) para ayudarle durante su tratamiento de quimioterapia:   



Trate de pensar en los objetivos de su tratamiento. Esto le ayudará a mantener una actitud positiva en los días cuando las cosas se tornen difíciles. Recuerde que comer bien es muy importante. Su cuerpo necesita alimentos para reconstruir los tejidos y recobrar las fuerzas. Infórmese de todo lo que desea saber acerca de su enfermedad y su tratamiento. Esto puede disminuir el miedo hacia lo desconocido y aumentar su sensación de control. Lleve un diario mientras esté bajo tratamiento. Un registro de sus actividades y pensamientos puede ayudarle a entender sus sentimientos conforme avanza el tratamiento y resaltar las preguntas que necesita hacerle a su médico o enfermera. Usted 49



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también puede usar su diario para llevar registro de los efectos secundarios. Esto le ayudará a discutirlos con su médico o enfermera. También puede usar su diario para registrar las medidas que va tomando para sobrellevar los efectos secundarios y qué tan bien le funcionan. De esta manera usted sabrá cuáles métodos han funcionado mejor para usted, en caso de que se repitan los mismos efectos secundarios. No sea demasiado exigente consigo mismo. Puede ser que usted no tenga la misma energía de siempre, así que trate de descansar lo más que pueda, deje los pequeños detalles a un lado y haga solamente lo que sea más importante para usted. Pruebe nuevos pasatiempos y aprenda nuevas destrezas. Si su médico lo aprueba, haga ejercicio si puede. Haciendo uso de su cuerpo puede sentirse mejor consigo mismo, y le ayuda a liberarse de la tensión o del enojo y a aumentar su apetito.

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La esperanza, por sobre todo… Dijimos ya en un capítulo anterior que es importante la esperanza. Y esta viene de manera natural después de la etapa de la tristeza. Todo a su debido tiempo. Ya el sólo hecho de someterse al tratamiento, cualquiera sea el tipo, es una muestra clara de que hay esperanzas. Muchos detalles son indicativos de que nos alienta la esperanza de vencer el cáncer. Por eso se va al médico y se acude a la ciencia para que nos ayude. Habrá quien rece o haga una promesa a algún santo, y es muy válido y útil que así sea porque se trata de aumentar la esperanza. Pero, acompañado de las obras. Es decir, con la debida asesoría y sometimiento a los adelantos de la medicina. Y dejar todo a la voluntad de Dios, que quiere la salud, de manera definitiva. Decir lo contrario, no es esperanza. E ir absolutamente abandonado y con la certeza de que superará. El primer obstáculo son nuestros desánimos y nuestras ganas de no seguir. Ese es el primer problema. Aún así no hay que bajar la guardia, como se dice. Pero no se trata de hacer un recetario, como ya hemos dicho, con esta, la tercera vez. Hay que aferrarse a que todo saldrá bien. Y, si no, pues se intentó. Habrá muchos métodos, como, de Programación Neuro-Lingüística, Medicina Mente-Cuerpo, Medicina 51

Transpersonal, Psicooncología, Psiconeuroinmunología y otras técnicas afines. Estas son herramientas ya profesionales para elevar la autoestima en momentos tan difíciles. Si se puede asistir, hasta sería beneficioso. Pero no todos tienen esa posibilidad y tiempo disponibles. La lectura y la escritura, como en el caso mío, es una herramienta muy útil. Muy pocos tendrán esa herramienta y facilidad. Otra ayuda sería la de conversar con la propia familia, pero evitando el sentido lastimero, que en nada nos ayudaría. Hay que tener dignidad, por sobre todo. Creo que esta sería la primera terapia: nuestra dignidad de personas, a pesar del cáncer. Evitar a toda costa que nos tengan lástima. En nada nos ayudaría. Con la cabeza en alto, aunque la procesión vaya por dentro. Otra herramienta sería y es la del rezo. Y es la más natural y muchas veces la más efectiva. Es la herramienta común y la más utilizada. Lo importante es que nos ayuda a abrigar que todo será mejor. Entonces, pues hay que acudir a ella, pero evitando la división entre la acción y la petición. Es decir, “a Dios rogando y con el mazo dando” como se dice en nuestros refranes populares. No hay otra. Rezando para que Dios nos ayude, y poniendo todos los medios para que esa ayuda sea efectiva y real. Algunos esperarán una intervención milagrosa; pero, el milagro se realiza en nuestra manera de enfrentar la enfermedad, dándole la batalla. En este punto, muchos verán la mano de Dios y se sentirán escogidos por Dios por su situación. Si eso le hace sentir bien, pues, tampoco hace daño que piense así. Piense así. Y seamos, igualmente, respetuosos. ¿Cuál rezo sería el mejor? El que nos ayude a encontrar paz. Tampoco se trata de una fórmula mágica, porque la enfermedad seguirá estando presente hasta que no se haya combatido totalmente. La experiencia del rezo 52

del rosario ayuda mucho a encontrar la tranquilidad y la paz emocional, y es muy recomendable. No se puede negar la protección maternal de la Virgen María que nos comprende como sus hijos y nos alienta a seguir adelante, a pesar de los pesares. ¿Dios hará el milagro? Por supuesto, que ya lo está haciendo. Primero, ya Dios puso en la misma naturaleza todos los mecanismos de ayuda, tanto física como mentalmente. Ya esta haciendo de por sí el milagro. Después, le ha dado mucha inteligencia al hombre para investigar y estudiar y ayudar a mejorar la naturaleza. Ya eso es una confirmación de que si existe el milagro. Pero, ¿va a intervenir directamente Dios para cambiar el rumbo de la enfermedad? Ya lo está haciendo… El milagro se está dando… Esa es la esperanza y no hay que soltarse… Corresponde, ahora, no perder el sentido de la historia, por parte nuestra. Esa es la clave… Pero, hay que tener cuidado, porque muchos confunden la voluntad de Dios con el determinismo o el destino.

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Atenciones caseras… No se puede negar ni mucho menos ignorar la importancia que tienen los complementos médicos que se aplican en nuestras casas. La experiencia de la vida hace que haya un repertorio de medicinas caseras que ayudan realmente en estas circunstancias. De seguro es muy larga la lista que se puede hacer de esos complementos, pero solamente vamos a dar unos, de acuerdo con nuestra experiencia, sobre todo para subir la hemoglobina y mantener las plaquetas en su justa medida. No se debe tampoco olvidar que la predisposición mental que se tenga hace que éste o aquel otro alimento preste los beneficios, que ya de antemano le estamos dando en nuestra mente y creencia, fruto de una cultura determinada. Solo así tendrá efecto lo que se tome o coma, como por ejemplo:  La pomalaca  La guayaba (aunque a algunos los coloca estíticos)  Las paticas de pollo  La fresa  La mora

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El níspero El pescado, sobre todo las sardinas La banana El pimentón La remolacha La Zanahoria Agua de coco.

Es muy importante tener bien la hemoglobina y las plaquetas. De lo contrario, se suspende el tratamiento y sería triste que se retrase ya que sería darle más chance a la enfermedad. Pero, con todo ello, no debemos olvidar que cada caso es muy especial, como tampoco el hecho de en cada caso también depende de una dieta si es que la pudiese haber. E, igual, se trata de ser muy respetuosos, como se ha pretendido mantener claro en este libro y que es la posición más justa y equilibrada. Pero son válidos y necesarios todos los complementos caseros para ayudar a mantener todos los valores en su nivel y continuar así con todo el tratamiento de las quimioterapias.

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No somos los únicos en la misma realidad Bien dicen que “mal de muchos, consuelo de tontos”. Pueda que lo sea. Sin embargo, no somos los únicos que estamos experimentando la realidad del cáncer. Sabemos que en nada nos ayuda, pero es muy importante saber que hay otros con la misma realidad y están haciéndole frente a la enfermedad. Nos somos los únicos. Y, en parte, podemos dar gracias a Dios, que así sea, ya que gracias a esa verdad, la medicina como ciencia ha avanzado mucho y se han hecho muchos adelantos y conquistas, al respecto. Si ayer los que tenían cáncer tenían que someterse a la práctica que se conocía entonces; hoy, los adelantos son mayores y los tratamientos son más llevaderos, precisamente, gracias a todas esas experiencias acumuladas y gracias a gente que se dedica al estudio y a la investigación. ¡Cómo no estar agradecidos! Si nos dedicáramos a realizar una encuesta sobre el cáncer, encontraremos que un alto porcentaje ha sufrido o está sufriendo esa experiencia, ya a nivel personal, ya a nivel de familia. O sea, algún miembro de todas las familias ha tenido o tiene un paciente de esta enfermedad. Entonces, ¿por qué hacer una tragedia de una realidad tan común? Sin duda, que es un falso

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consuelo, pero, no se puede negar que es una gran verdad. Así se pudo evidenciar en los días de las quimioterapias. Es sorprendente la cantidad de personas que tiene cáncer. Cada vez que asistía a las quimioterapias había personas que en la anterior no había visto, y en cada caso, una situación muy particular. Y caso de casos. No nos pongamos a comparar, porque sería una falta de respeto. Cada cual lo tenía y cada cual lo llevaba con sus consecuencias; pero, lo enfrentaba, que es lo más importante, y es lo que vale. Lo demás, es añadidura. Añadidura lastimera o comparativa que no contribuye en nada. Cada caso es cada caso con sus particularidades. El comprender, tal vez, que no se es el único, puede que ayude a levantar el ánimo, en caso de decaerse anímicamente. Ayuda, igualmente, a levantar la cabeza, así esté rapada, con naturalidad. Con naturalidad de una persona que está atravesando una circunstancia especial, pero que es persona. En este sentido creo que es conveniente colocar los decálogos del enfermo y de los parientes del enfermo, que aparece en el libro Por culpa de la tripa (o gracias a ella), y que tal vez ayude: Decálogo del enfermo: 1)

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Está enfermo, no inútil. Procure hacer sus cosas sin necesidad de estar molestando a la familia. Procure que no le estén dando la comida en la boca cuando usted mismo lo puede hacer. No está inútil. Procure no quejarse tanto. Se sabe que le duele, aquí o allá, en los dos lados al mismo

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tiempo, pero no haga sufrir a la familia que quiere que usted no sufra. Pero aguante. No ponga cara de victima, que ya todo el mundo sabe que está enfermo. Ponga cara de elegancia, a pesar de los pesares, y no busque llamar la atención ni buscar dar lástima. Tenga dignidad como persona. No se deje manipular por los que quieren ayudarle, ya que ellos también, en su muy buena

intención buscan inutilizarlo más de lo que ya está por lo postrado en la cama. 7) Mantenga su propio aseo, si es posible hacerlo por usted mismo. Es muy lastimero llegar a ese extremo de que le tengan que colocar hasta el envase para orinar o lo otro debajo. Si usted puede hacerlo y levantarse, hágalo. No haga más deprimente la situación. 8) Sea firme en darles un parado a la familia que quiere que usted no haga nada porque todo se lo quieren hacer ellos. 9) Sea agradecido con todos. Por lo menos sonría y hable con cariño ya que todos están muy sensibles y una palabra disonante de su parte les duele mucho a ellos. Haga que todos, con todo y todo, se sientan a gusto de estar a su lado acompañándolo. 10) Procure hablar de otras cosas que no sea de la enfermedad, aunque a veces es inevitable. 11) No eche las culpas a nadie. Así es la vida, y qué le vamos a hacer. Sufrirla y vivirla como viene y venga. “Lo que jué, jué, dijo la boba”, como dice el refrán. O sea, que la boba no era tan boba, era inteligente, y no está echando culpa ni a nada ni a nadie.

estupidiza al enfermo. Él puede solo. Déjelo. 3) Ayude a que el enfermo tenga respeto por sí mismo. Es una persona que tiene dignidad. Respétesela y haga que él mismo la respete. 4) No sienta los males que el enfermo siente, ni tampoco le invente más males de los que ya tiene. Es decir, a veces, al enfermo no le duele la cabeza y a veces la familia inventa que le duele la cabeza y comienza a tratarlo como tal. Eso indigna al enfermo que tiene respeto y dignidad. 5) No manipule al enfermo para que haga esto o aquello otro, porque está enfermo. Respételo. Y si el enfermo dijo que no a tal o cual cosa o sugerencia, no se la imponga. Respételo. 6) No se deje manipular por el enfermo, que a veces, saca partido y ventaja de su situación. 7) No ponga cara de lástima cuando venga a verlo o cuando está acompañándolo. Eso fastidia al enfermo que se respeta además de contagiar energía negativa. 8) No hable muy duro ni tire las puertas de la habitación porque eso perturba la mente y la estabilidad emocional del enfermo que está muy sensible. 9) No esté sobando al enfermo más de la cuenta. Algunos familiares comienzan que si a sobarles las manos o los brazos como si con ello aliviaran el mal. El mucho contacto físico fastidia. Guarde su debida distancia. Todo donde debe estar. 10) No apurruñe al enfermo, ni le hable así como a niño recién nacido, así como, chuuucucuucuu. Eso molesta e indigna. Es el mismo fulano pero que está enfermo, no un fulano que ahora es un fulanito o niño. No exageren.

Decálogo para los familiares del enfermo: 1) El enfermo está enfermo, no inútil. Deje que él puede hacer algunas cosas por él mismo. 2) Evite el sentimiento de paternalismo que paraliza y

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Tal vez sean un poco duras las recomendaciones, pero se trata de estar enfermo, pero con dignidad y respeto. Nada ha cambiado: se es la misma persona con su historia, pero en una circunstancia especial. Y es importante señalar que las circunstancias son pasajeras, por un tiempo determinado. Por eso se llaman “circunstancias”; es decir, que pasarán. Y nadie es la circunstancia, eso es añadidura existencial. Que Dios nos ayude a mantenernos por sobre las circunstancias, a pesar de todo, y a pesar de los pesares. En otras palabras, son una particularidad del Viernes de crucifixión que nos toca vivir, para poder llegar al Sábado de Resurrección. Y esa verdad es teológicamente existencial e iluminadora para toda la vida. Tenemos que saber poner barreras para no dejarnos invadir, aún, cuando nos toque ser, tal vez, un poco duros. Pero es necesario. No hay otra si queremos mantenernos en la línea que llevamos hasta ahora en este libro.

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Chévere, cambur pintón (y el por qué del título del libro)

Existe un libro que lleva por título Yo estoy bien, tú estás bien (I'm OK, You're OK, por Thomas A. Harris MD) escrito en el año 1969, considerado un libro de autoayuda. Tal vez, un poco influenciado por ese libro, y que marca las pautas para estar bien, que comienzan en uno mismo, inspira un poco para el título de nuestro libro. Tal vez. También existen muchos refranes venezolanos que nos aleccionan con su sabiduría, como también algunas prácticas para afinar el instrumento musical que nos identifica, como el cuatro. Cuando ya el cuatro está afinado y listo para tocar una canción, el cuatro debe sonar, según los oídos de los músicos, como “cambur pintón”. Entonces, ya está todo listo para utilizar el cuatro, después de ajustar las cuerdas en sus respectivos ajustes en la cabecera del mango del cuatro. Y comienza el deleite musical. En nuestras expresiones populares, también, existe una manera de responder a un saludo, o de calificar una cosa o situación. ¿Cómo estás hoy? Y algunos responden “chévere, cambur pintón”. O, ¿cómo está la fiesta, o tal otra cosa? “Chévere, cambur pintón”… 60

Toda esta manera, sin duda, que manifiestan y expresan lo divertido que somos los venezolanos en nuestra cotidianidad. Y, no solamente eso, sino que llevamos ya como marca que nos identifica el hecho de ser muy optimistas. Ya lo expresa la frase que estamos utilizando. Y tiene una gran enseñanza, porque el cambur, todavía no está maduro, pero ya no está verde, sino pintón. Es decir, con esperanzas de que ya nos lo podremos comer bien maduro, en caso, de que se decida comerse así, sobre todo sancochado, que también es muy sabroso, o asado. Depende de los gustos y del paladar. Pero, si se espera un día más, tal vez, ya esté bien maduro, y será más sabroso y nutritivo. Definitivamente, existe en esa frase una gran carga de optimismo y de visión de futuro. O sea, que las cosas están como están, pero se pondrán mejor. Más, aún, así como están, todavía es aceptable, porque podría estar totalmente verde. Es decir, que como están las cosas, están como en el justo medio; y está bueno así. O sería lo mismo a decir: “a que podríamos estar mejor; pero, podríamos estar peor”; O sea, que así como estamos, estamos bien, a pesar de todo. O, como reza aquel refrán: “así como vamos, vamos bien, decía la loca; y la llevaban de los cabellos. No es una manera muy cómoda que digamos la manera de llevarla, pero, la loca era feliz así, que era lo importante. Esa misma manera de ser inspira el título de este libro, refrescado por la llamada de teléfono, como se dijo en el prólogo. Y esa misma idea se ha querido plasmar en los colores de la contraportada con una combinación de verde hacia amarillo, para indicar, precisamente, la imagen de los colores de un cambur pintón. No está totalmente verde ni amarillo, pero está lleno de

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esperanzas porque va a madurar, que es lo que se quiere. Eso en cuanto a los colores de la contraportada. Respecto a la imagen de un curita, tiene también su significado. Quiere decir, que no por ser sacerdote se está exento de estar sometido a todas las propiedades de la caducidad de lo creado. Aún a las crisis que supone la noticia y el hecho de tener cáncer. Con cada crisis que eso supone. Eso, por un lado; por otra parte, me pareció que ese muñeco que me regalaron hace algunos años, tiene su importancia por lo que significa un regalo que sintetiza lo que se es, en este caso, en lo que soy. Además, tiene un rosario en la mano, como queriendo decir, que está en lo que está, en lo suyo con su oficio de rezar y orar. Me pareció que ese detalle para portada, no podría ser mejor. Con ello, se le da a la portada un toque de jocosidad y simpatía, además, de hacer referencia al capítulo de “fieles a la historia en las tentaciones de Jesús en el desierto”. A estas alturas, ya he recibido la tercera quimioterapia, y, a decir verdad, todo sigue bien. O sea, “chévere, cambur pintón”…

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Todo sigue su curso… El hecho de tener cáncer y estar sometido a todo el tratamiento que ello requiere, no significa que las cosas han cambiado. Todo lo contrario. Más bien, todo se confirma en la continuidad de la vida. No se niega, sin embargo, que se corre la tentación de abandonarlo todo y dedicarse a no hacer nada. Eso sería catastrófico ya que nos dedicaríamos al ocio y allí la loca de la casa (es decir, la imaginación) nos daría un paseo por mundos y situaciones mentales que en nada nos beneficiarían. Toda una vida en una misma actividad hace que la persona se identifique con esa misma actividad. En cierta manera, verse y sentirse fuera de ese ambiente sería experimentar que ya no se es útil. Sería muy doloroso y en muchos casos llevaría a la muerte más rápido. A toda costa, hay que evitar esa experiencia de inutilidad, aún con la realidad de tener cáncer. La vida continúa. Por supuesto, que en algunas cosas tendremos que bajar un poco la actividad ya que las fuerzas no son las mismas y el desgaste físico no se puede negar. Inevitable. Pero la vida continúa. En el caso del párroco, igual. Nada ha cambiado. Y, mientras haya fuerzas y vitalidad la mejor medicina mental es seguir en su propia actividad. Cada cual tiene su propio lugar teológico de santificación, como nos dicen muchos documentos oficiales del Magisterio de la Iglesia, muy en concreto la Pastore davo vobis. Pero, no 63

nos vamos a colocar en este momento a ser majestuosos con citas de documentos, ni nada de esas materias, que no son el objetivo de este libro. Todo sigue como antes. Nada cambia en cuanto al ritmo del tiempo. Cambian las circunstancias de los seres que viven sometidos al tiempo y eso es la existencia humana y su historia. Cada cual en lo suyo y con su realidad. En los días inmediatos correspondían mis vacaciones. Las tomé porque las necesitaba, pero, sentía la necesidad de volverme a la parroquia. La idea de no hacer nada y de quedarme inactivo me inquietaba. Ciertamente, necesitaba descanso físico porque el cuerpo me lo pedía, pero, el hecho de estar inactivo me producía aburrimiento. Viajar no podía porque estaba atado a las citas y consultas obligadas al hospital y eso implicaba quedarme; además, estaban las quimioterapias que correspondían cada veintiún días, y la cuarta, era para mitad de agosto. No tenía mucha libertad de acción en cuanto a tiempo disponible, en caso de querer viajar. Manejar, por lo menos, por distancias largas hubiese sido una imprudencia. Pedir a otros que manejaran por mí, implicaría que dejaran sus quehaceres y obligaciones, y eso no me gustaba, y no me gusta. Porque cada cual tiene que cargar con su realidad. Y se trata de ser lo más independiente posible. O sea, que no tenía otra salida que quedarme sin inventar mucho. Dedicarme a visitar algunas familias no me entusiasmaba ya que no quería generar lástima, y, además no estaba muy conversador como para estar haciendo visitas. Opté desde un comienzo bajar a la parroquia los sábados a bautizar, y los domingos a celebrar las misas de la mañana y de la tarde, como asistir todo lo que se presentara en ese día, desde unas exequias, o atender enfermos, o atender a las 64

personas que viniesen a conversar con el párroco. Y eso me hacía mucho bien, porque me hacía sentir útil y ocupado, además de convertirse en una ratificación de mi realidad, que en nada había cambiado, a pesar de la circunstancia del cáncer. Porque de hecho nada cambia. Todo sigue igual porque se trata de la misma historia, con una nota especial. Nota que es y era circunstancial, como ha de serlo todas las notas añadidas de las peculiaridades y particularidades de cada situación. Los efectos de la quimioterapia se estaban sintiendo esta vez un poquito más. Pero, como no se trata de colocar modelos de los posibles efectos, para mantenernos fieles a los que hemos hecho ya, sólo digamos que los mareos se habían presentado en más cantidad que las veces anteriores. Y, era de suponer por la cantidad de químico que había en el cuerpo. Cantidad acumulada de tres quimioterapias, por supuesto, a pesar de que hubiese sido ya procesado por el cuerpo. Pero, se sentían los efectos y consecuencias. Una cosa comenzó a preocuparme en esos días. Había tenido fiebre ocasionada por una gripe. Y eso preocupaba porque con las defensas y los valores bajos, cualquier virus podría venir a hacer estragos. Y daba miedo. Justo en este momento que estoy escribiendo esto mismo que usted está leyendo estoy con fiebre de la gripe. Y no se sabe qué será mañana. Esperemos que no haya complicaciones. Algunas personas habían venido a la parroquia a buscar el libro Por culpa de la tripa (o gracias a ella) que ya se había impreso y publicado a nivel de papel, porque ya se había colocado desde un comienzo en Internet, y algunas personas ya lo habían leído, e, incluso hasta lo habían impreso. Los comentarios generales eran muy alentadores. No era una tesis donde se tenía que 65

demostrar algo. Era y es, más bien, una experiencia compartida. Lo demás no entraba en los planes del libro. No se buscaba hacer ni filosofía, ni teología, ni psicología, ni nada de eso… Solamente contar la experiencia que se había tenido, y muchas personas, lo tomaban como era y como es, sin más, ni menos.

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No ponerse a inventar… En los días en que estaba recibiendo las quimioterapias fui invitado a un taller de autoayuda. El taller era para pacientes de cáncer y los familiares. Acepté la invitación. Había que llevar a un familiar. Invité a uno de los míos que me acompañó para el sábado que había sido programado. Algo así como Alcohólicos Anónimos, en donde asiste, por un lado, el paciente, y por otro, la familia, para saber tratar con la enfermedad, y en donde juega un papel muy importante la fuerza de voluntad por parte del enfermo, pues, en ese caso particular no hay otra medicina que su propia voluntad de no tomar. Y la comparación en este caso es válida ya que en ambas situaciones, la mente y la fuerza de voluntad son elementos que no se pueden obviar. Aunque en el caso del cáncer todo depende de la quimioterapia en un gran porcentaje, pero también de la manera en que se enfrente mentalmente. El taller comenzó a las nueve y media de la mañana. Éramos como unas veinticinco personas, entre pacientes y acompañantes. El ponente o animador del taller comenzó su presentación tipo show o espectáculo de televisión. Se ayudaba con material audiovisual con música y diapositivas a través de un videobeam y una laptop. Jugaba con las imágenes y con la música en una sincronización perfecta. Tenía en su mano el control y regresaba o adelantaba a placer la imagen o la música 67

que ya tenía programadas para esa mañana. Intencionalmente colocó una música y pidió disculpas diciendo que esa música no era buena, que era mejor la siguiente, y la colocó a su antojo programado. Y la música era muy pegajosa y con una letra que le hacían a uno sudar las medias. El comenzó a aplaudir y animaba a que los que estábamos en la sala lo hiciéramos junto con él. En la pantalla que todos teníamos al frente aparecían algunas imágenes y en cada una de ellas iba apareciendo la letra de la canción por párrafos, de acuerdo como iba sonando la canción de fondo, tipo karaoke. Eso hacía que el efecto de la canción llegara hasta lo más profundo al punto de llegar a llorar. Lloré. Saqué mi pañuelo para limpiarme los ojos que no paraban de llorar, pero parecía como una catarata, no tenían un stop que los frenara. Seguía como podía la canción y la letra en la pantalla gigante. Comencé a acompañar con las manos al igual que casi todos para palmotear al ritmo de la canción, sin perder detalle de la profundidad de la letra. La canción era como una cumbia, pero no colombiana (porque hay variedad de cumbias, también la colombiana) con una tendencia a como ranchera. No recuerdo ahora bien la letra sino trozos separados, por eso no puedo transcribir aquí ni siquiera un poco, y lo siento, porque pudiese ser de ayuda. El caso es que a mí me desubicó y me ubicó al mismo tiempo. Me desubicó porque no pensaba llorar ese día y me sorprendieron en mi mundo de emociones y no tenía otra salida que llorar. Si aplicamos lo que dijimos en los tres primeros capítulos de este libro, no sería otra cosa que una reacción instintiva y natural (del sistema límbico) dirigida a la “amígdala cerebral” que trajo instintivamente una respuesta acumulada, sin haber llegado a la neocorteza para racionalizarla.

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El animador del taller ya había logrado mucho en apenas dos o tres minutos, lo que dura una canción. No sólo en mí sino en todos porque todos se estaban secando los ojos con las manos, incluyendo a los acompañantes. Nos sentamos y nos dispusimos a lo que íbamos, sin darnos cuenta que ya estábamos, con la sola entrada de la canción con sus efectos emocionales positivos. El animador empezó su presentación después de autopresentarse y nos fue llevando muy sutilmente a su terreno haciendo que nos fuéramos involucrando en el tema. Nos tenía a su disposición y si alguien hubiese tenido alguna resistencia, que en esos casos siempre sucede, a medida que se iba desarrollando la ponencia audiovisual dejaría los prejuicios y se abandonaría para adentrarse plenamente. Hubo una idea que a mí me marcó. Estamos en una habitación, decía el animador, en donde no hay ventanas, no hay puertas. Todo está sin salida. Ya se verificó y no hay posibilidad de salir por ningún lado. Ni por arriba, ni por abajo, ni en los lados… Las paredes de la habitación tienen la propiedad de irse cerrando poco a poco hasta llegar a juntarse. De manera que quien está dentro queda aplastado por las paredes. Empezó a cerrarse y a juntarse las paredes. Estoy en medio de la habitación. De repente miro hacia el piso y veo que hay doy compuertas. En una dice: “dos metros y medio de profundidad, lleno de excremento humano líquido, y treinta centímetros libres de aire para respirar”. En la otra dice: “metro y medio de profundidad, lleno de excremento humano líquido, y treinta centímetros libres de aire para respirar”. Las paredes siguen cerrándose. ¿Qué hago?... Abro la compuerta que dice: “metro y medio…” y me meto. Las paredes siguieron cerrándose hasta quedar todo compactado sin ningún espacio entre 69

ellas. Y yo en el hueco de metro y medio con los treinta centímetros para respirar. Estoy respirando aunque todo lleno de excremento humano líquido…No tenía otra salida. No había opción, tan solo que hubiese escogido la otra compuerta, pero era de dos metros y medio… Lo importante es que estoy vivo - insistió el moderador- Eso es lo importante. Ahora bien. Puedo comenzar a quejarme del olor del excremento líquido, del asco que da, de lo repugnante de esto, de aquello, de lo incómodo del espacio donde estoy, y todo un mundo de mis situaciones…. ¿Me voy a quejar si lo importante es que estoy vivo? No tenía opción… Y en esta parte nos sorprendió el moderador. Yo también soy paciente de cáncer – dijo. A mi me diagnosticaron leucemia hace dos años… Y nos quedamos como identificados y el hombre comenzó a contar su historia… Impresionante, como la de cualquier historia similar, como la suya, como la del vecino, como la mía, como la de cualquiera… Impresionante… En su historia, el médico le dijo, después de comenzar a comprobar la sospecha del cáncer: “fulano… no invente… no se ponga a inventar”… No contento se hizo repetir los exámenes y le dijeron lo mismo. No satisfecho le dio todos los resultados a su hermano que era médico y éste después de hacer algunas consultas con sus colegas, lo llamó por teléfono para decirle lo mismo: “fulano… no invente”. ¿Y qué quería decirnos con no invente? Él mismo se respondió. Nada de ir donde el brujo, nada de colocarse una cola de conejo en el pecho, nada del guarapito de esto o aquello… Nada de eso… Simplemente enfrentar la realidad y someterse a la medicina, es decir, a la quimioterapia. No hay 70

opción…con todo lo que eso implique… No hacer caso de cuentos de que allá o más acá curan el cáncer con un rezo o con una hierba… Nada de eso… No inventen… Siguió su ponencia. Su trabajo estaba haciendo los efectos de toma de conciencia sobre muchos puntos interesantes. Continuó. Después utilizó la imagen de un hombre cruzando de un edificio a otro a través de una cuerda, como tipo cuerda trapecio de circo. El hombre que lo cruzaba llevaba en esa primera imagen un portafolio en una mano y en la otra un paraguas para lograr mantener el equilibrio en la cuerda. En la siguiente imagen el hombre ya no tenía ni el portafolio ni el paraguas, y seguía en la cuerda. Iba sin nada y se mantenía en la cuerda avanzando hacia el edificio de destino. En la siguiente imagen aparecía el mismo hombre agarrado de dos ganchos tipo grúa, para poder mantener el equilibrio. En la siguiente aparecía el mismo hombre y por los lados muchos ganchos tipo grúas… Y comenzó la moraleja… Los ganchos son necesarios de vez en cuando, pero no siempre, ya que los ganchos están fijos y no me permiten avanzar, tan solo que me suelte de ellos. Los ganchos no se mueven conmigo, sino que sirven para sostenerme en ese justo lugar en caso de que pierda el equilibrio… La meta es el otro edificio… Si me aferro a los ganchos no avanzo porque los ganchos están estáticos… Ya eran la once y cuarenta y cinco de la mañana de ese sábado. Le hice señas al moderador que yo y mi acompañante nos teníamos que ir (y no me vengan que primero el burro y después la carga) y le hice señas a mi reloj como para justificar que tenía más cosas qué hacer. Tenía bautizos en la parroquia y tenía que llevar primero al acompañante a su casa, después ir yo a almorzar y 71

después bajar a la parroquia, cosa que requería su tiempecito, como de hecho requirió. El moderador asintió con la cabeza y nos sentimos como autorizados para retirarnos.Ya en la puerta nos volteamos y nos despedimos con movimientos recíprocos de manos. Y nos fuimos… Y no supe del resto del taller, cosa que lamenté, pero la realidad es la realidad y yo tenía que volver a la mía, porque nada cambia y todo sigue su curso en la historia. Nada cambia… Así que cómo no supe cómo fue lo que continuaba del taller no puedo contar más de lo que ya conté. Y queda dicho todo lo que ya está dicho con la enseñanza que llevamos en este libro (véase los decálogos), expresada de manera sorprendente en un taller de auto-ayuda. Comenté a algunas personas el contenido del taller y les referí lo que acabo de colocar más arriba. Todos a los que le conté les impresionó y decían que era fuerte. Que era terriblemente fuerte. Y está dicho todo al respecto.

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La fe y la realidad…

Sin pretender ahondar en muchas profundidades sobre lo que es la fe y sobre lo que es la existencia, es necesario que estas alturas tengamos claras algunas cosas esenciales para nuestro caminar. Lamentablemente, muchos piensan que fe y ser realistas es una contradicción. Y hasta se llega a separar que si se afirma tener fe, ya es suficiente para alejarnos de nuestra realidad. O, por el contrario, si se insiste mucho en la realidad, sería como negar que se tiene fe. A este respecto recomiendo mi libro titulado Preguntas y respuestas de toda persona inquieta sobre la oración, en donde se trata de estos temas con un poquito más de profundidad. Pero, digamos para tener en qué atenernos, que fe no es opuesto a existencia o vida concreta, o a realidad existencial. Más bien, la fe confirma la existencia. Ya el hecho de vivir encontrándole sentido a la vida, ya eso, es una prueba contundente de una auténtica fe, así no haya alusión directa a los conceptos tipificados de divinidad, en sus múltiples y variadas formas. Fe y vivir no se oponen. Vivir, ya es una prueba de fe. Porque la vida sin sentido no tiene sentido. Y el sentido de la vida lo da justamente Dios. Porque Dios es el sentido de la vida. Aferrarse a la vida es aferrarse al 73

sentido de la vida. En otras palabras es aferrarse a Dios, que es su sentido. Y si cree que es un juego de palabras, vuelva a leer con detenimiento lo que acaba de leer, y verá que lo entiende y lo valorará. Si no, no hay nada qué hacer… Tal vez, vuelva a leerlo… Pero como la idea inicial de este libro, según petición de la Dra., es para que pueda servir de ayuda, dejémonos de ponernos filósofos, justo ahora. No digamos que no nos vamos a poner teólogos, ya que lo hemos estado haciendo desde un comienzo de una manera muy sutil, sobre todo, en los tres primeros capítulos. Tal vez, ya se percató de eso. Pero sigamos como vamos y en lo que vamos, con el estilo que llevamos. Antes de pasar a lo que quiero reseñar, hagamos una referencia al contorno mundial de lo que estaba sucediendo en el mundo en los momentos en que se estaba escribiendo este libro, y recibiendo el tratamiento. No tiene nada que ver con el libro, pero dijimos en el prólogo que el libro se iría escribiendo en la medida como fuesen sucediendo las cosas, y eso justifica que se haga, porque es parte del mientras vayan sucediendo las cosas. Se estaba celebrando las Olimpiadas de Beijing, en China. Venezuela se sentía muy orgullosa de haber mandado un pocote de gente, como nunca antes a una Olimpiada. Muchos estaban pendientes de las actuaciones de los venezolanos y de las posibles medallas. La gran promesa era en softbol femenino. Pero, “naranjas chinas, limón francés”, O sea, que nanay nanay… A la hora de las medallas, la opción parecía ser las medallas de la Virgen del Carmen, si acaso las habían llevado, porque por lo que se evidenciaba, las propias ni para olerlas. Y se había gastado, entre otras cosas, un palabrerío desmesurado antes y en el momento del envío 74

para China. Pero… Lo más triste de todo es que los comentaristas de uno de los canales de la televisión venezolana, mientras transmitían los eventos de manera directa vía satélite, decían que los tales deportistas venezolanos con todo y todo seguían siendo la esperanza y que prometían mucho para las próximas Olimpiadas. Y esto sí que despertaba las ganas de reír. Ya que el presente era lo que contaba justo en esos momentos. Y el presente era que no daban la talla en ese o en cualquiera de los eventos deportivos que presentaban y en donde participaba algún venezolano. “Esto les ayuda mucho, porque tienen roce internacional, y van adquiriendo experiencia” – era el comentario por lo general de los comentaristas de ese canal. Y estaban justificando que no reunían las condiciones deportivas con consuelos alucinantes y muy fuera de la realidad. Porque la realidad era que no ganaban y a eso era a lo que habían ido. No sigamos con lo del softbol femenino. Y no digamos del boleibol… Jugaban como nunca y perdían como siempre… Además, qué desconsuelo y tristeza para los venezolanos dentro de cuatro años, ya que si los deportistas venezolanos de esta Olimpiada de Beijing estaban ganando experiencia y roce para las próximas Olimpiadas, significaría, entonces, que menos chance se tendrá para el año 2012. Pues tendrán cuatro años más viejos, y, ahí, sí que menos. O sea, que “no me…jora el enfermo”. Las experiencias de estos tiene que ser y quedarse con ellos. Porque dentro de cuatro años será otra la circunstancia y no se puede pretender que sean los mismos para lo mismo. Aunque sí otros más de los mismos para lo mismo. Como que se empeora el enfermo… Bueno sea este comentario y repitamos lo que dijo la boba: “lo que jué, jué” (con “j”, no ve que es boba la boba, y por lo visto muy realista). 75

Ahora volvamos a lo que íbamos. Y era lo de la fe y la realidad, que también tiene su aplicación con lo que se acaba de referir. Pero, en concreto a lo nuestro. Y quiero referir tres experiencias personales para ilustrar el tema que nos ocupa: Primera: Vino un día un señor portugués a solicitar que fuera a bautizar a su niña de ocho meses, que estaba muy grave y muriendo en una clínica cercana a la parroquia. Era 17 de diciembre. Cerca de las cinco y media de la tarde. El coro de la parroquia estaba cantando algunos temas decembrinos antes de la misa de ese día, que sería a las seis y media. Acompañé al señor portugués a la clínica. Nos fuimos en su carro. Llegamos a la clínica y entramos a la habitación donde se encontraba la niña y su madre ( de ella, de la niña). La niña estaba realmente muy mal. Le dije al padre de la niña, al señor portugués, que buscara un par de padrinos. Había que improvisar los padrinos porque era muy crítica la situación. Pedí un poco de agua en un envase para bendecirla y con ella bautizar a la niña, como manda el ritual del sacramento del bautismo, en el caso concreto de bautismo de niño en peligro de muerte. Trajeron el agua en un envase de vidrio. Bendije el agua. Aparecieron los padrinos, una enfermera sería la madrina. Yo había llevado la vela de la Candelaria y la encendí para iluminar con la luz de Cristo (es el sentido de la fe, por supuesto) y comenzamos la ceremonia del bautizo de la niña. Todo siguió su curso y terminó como comenzó, O sea, bien. Quedó bautizada la niña y el silencio era conmovedor por lo que se esperaba. Me despedí de la madre y de los padrinos, después de quitarme las vestimentas litúrgicas del caso, y el señor portugués y yo (ahora sí primero el burro y después la carga) nos dirigimos a la parroquia. Mientras íbamos por los pasillos 76

de la clínica hice dos cosas que yo casi nunca hago porque no van en mi manera de pensar como sacerdote, pero, como no encontraba qué decir ni qué hacer, se me ocurrió, aún yendo en contra de mí mismo, porque no lo hago, pero esa vez lo hice, para seguir aprendiendo cada vez más. Mientras íbamos caminando le puse una mano en el hombro y le dije: -“tranquilo, señor, tenga fe”-. Enseguida, el portugués, se voltea y me dice: -“Fe, tengo, padre; pero, ni hija se está muriendo”. Y enseguida me dije: “toma lo tuyo… toma tu chocolate… quien te manda”. Y le quité la mano del hombro, un poco apenado por mi imprudencia. De hecho, el portugués había ido a pedir que le bautizara a la niña, justamente, porque tenía fe. No para que la niña se curara porque el cura la iba a bautizar. El bautizo no le iba a evitar ese trance. De hecho, se estaba muriendo. Segunda: Una vez sabida la noticia de mi cáncer mucha gente se me acercaba a manifestar de alguna o de otra manera su solidaridad y su manera de pensar. Los de la parroquia se manifestaban, además, con detalles materiales, como con algunas frutas, o jugos de distintos sabores, sobre todo, los llamados tres en uno. Hubo una familia que inclusive llegó con una sopa preparada un día, a media mañana. Yo les agradecía todos esos detalles. Algunos se ofrecían “a la orden para lo que sea”, pero no se manifestaban en nada más que en ofrecimiento, que en esos casos, están de sobra. Amor son obras, no buenas razones, se podría decir, que en este caso sería “no buenas intenciones”. Muchos venían y daban ánimo y valor a sus maneras. Un domingo, en esos días, vino una monjita. Muy misteriosa me dice que ya su comunidad estaba enterada de mi situación de salud y que estaba orando mucho por 77

mí. Se agradece. Nos instalamos en la oficina para atenderle su visita. “Padre – me dice – es necesario que hablemos del cielo en estos momentos de su vida”. Le contesté de una que el cielo es un misterio y que de eso no sabemos sino por la fe. “Sí; padre, pero, hablemos del cielo” Le volví a contestar para recordarle que como misterio es misterio, y todo lo que nos toca saber es hasta el momento de la muerte, de ahí en adelante está en mano de Dios y su misericordia. “Sí; pero, Jesús nos prometió que nos va a preparar moradas en el cielo” – volvió a reponer ella, en la firme idea de que su visita estaba en esa línea y que venía para que habláramos de la muerte y de lo de después de la muerte, que por lo visto, era muy conocedora. De la muerte yo no quería hablar porque de la muerte estaba sabiendo yo en mi propio cuerpo al paso de los días. Le dí la vuelta para que comprendiera que ese tema por los momentos lo quería evitar y que lo del más allá corresponde al misterio. Aquí podríamos citar a Karl Rahner, uno de los grandes teólogos de nuestro tiempo. Dice: Dios es el futuro absoluto del hombre. Y esto es lo propio de la antropología cristiana. El misterio imbarcable, que debe venerarse en silencio. Por eso nosotros, como cristianos, no hemos de hacer como si conociéramos familiarmente el cielo. Porque todo sigue siendo un misterio. Y un misterio que debemos venerar en silencio desprendiéndonos de toda imagen ante lo inefable1.

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RAHNER, KARL, Curso fundamental sobre la fe, Editorial Herder, Barcelona, 1979. 78

Tal vez, inspirado por esa verdad de teólogos no quería y no quiero hablar del más allá como si ya hubiese ido o lo conozco como mi patiadero, como se dice. Es un misterio. Respetando, por supuesto, la buena intención de la monjita, que si que era conocedora de esos mundos. Por lo visto, no le gustaba que no le permitiera el tema. “En todo caso – volvió al ataque la monjita – vea su enfermedad, padre, como una bendición de Dios”. Y ahí sí que tragué grueso y pensé: “para ella que no lo está viviendo en carne propia”. Y es cuando se siente que es mejor una visita de gente solidaria en la solidaridad y que no sepa mucho de mucho de lo que no se sabe. Y, sobre todo, que sepa respetar lo que hay que respetar, más en esas condiciones y situaciones. Era evidente, que la monjita se sentía incómoda. Al fin se despidió. La acompañé hasta la puerta hablando de generalidades. Al domingo siguiente se apareció con otra monjita más, cerca del mediodía, con algunas frutas para que buscara mantener bien las plaquetas y la hemoglobina. Se estuvieron el tiempo suficiente para entregar lo que traían. Tal vez, entendió que el cielo, por ahora, podía esperar y que lo mejor era mantener los valores de la sangre en su justa medida; además, tampoco yo es que tenga apuros porque el tiempo inmisericorde se encarga de todas esas cosas. Aquí es muy oportuno colocar la maravillosa letra del cantante Juan Gabriel de su canción “abrázame fuerte amor”. Dice, la parte que me llama la atención justo para este momento, porque es desgarrador su contenido y muy real: “Abrázame que el tiempo pasa y él nunca perdona. Ha hecho estragos en mi gente como en mi persona. Abrázame que el tiempo es malo y muy cruel amigo. 79

Abrázame que el tiempo es oro si tú estás conmigo. Abrázame fuerte, muy fuerte, más fuerte que nunca. Siempre abrázame”.

Tercera: Ya se sabía la noticia del cáncer del párroco de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Barcelona; O sea, yo. Cada cual se manifestaba como podía, los que podían, porque les daba sentimiento acercarse a saludarme para no tener que llorar. Y, por más que yo no quisiera, también terminaba después de cada abrazo con los ojos húmedos, a pesar de hacer todo el esfuerzo para que no fuera así, pero era. Era domingo. Había terminando de dirigir y rezar el rosario y en esos diez minutos que nos quedaba para la seis de la tarde, que era la hora de la misa, me dispuse a saludar a algunas personas en el templo, como suelo hacer todos los domingos. Son saludos muy cordiales de parte y parte. Estando en esos saludos se me acercó una señora bastante joven y se me colgó del cuello y me dijo: “Padre, échele b…” (y pongámosle un pito como tipo censura, porque dijo una palabra que podría interpretarse como grosería, pero, no lo es, porque así hablamos los venezolanos; somos llanos y directos, bueno, algunos). Y, tengo que decir, que de entre todas las palabras de estímulo y de valor recibidos durante todo el tiempo, creo, que esas me parecieron muy sinceras y las recuerdo siempre. Y nos mantuvimos abrazados un buen rato, ella lloraba, y yo haciendo lo posible por no, pero, sí. Al domingo siguiente en la misa de la mañana referí las dos experiencias citadas aquí (la segunda y la tercera) y parece que nos permitió ubicarnos a todos, porque de eso se trata. Por un lado la fe, y por ese mismo lado la realidad. Sin separación.

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No quería ponerme serio, o por lo menos, muy serio en este libro, pero como a estas alturas de lo tratado se amerita, volvamos a citar a Rahner para repetir con él, que: La escatología2 no es algo adicional, sino que muestra una vez más al hombre tal como lo entiende el cristianismo: como el que alejándose de su presente actual existe hacia su futuro. En ese sentido, la esencia del hombre, la antropología cristiana es futurología cristiana, escatología cristiana. El problema está en que el cristiano está siempre tentado de leer e interpretar las afirmaciones escatológicas del cristianismo como reportajes anticipativos de un futuro que está por venir. Sabemos sobre la escatología cristiana lo que sabemos sobre el actual estado histórico-salvífico del hombre. No es que proyectemos algo en el presente desde un futuro, sino que proyectamos hacia su futuro nuestro presente cristiano en la experiencia del hombre consigo y con Dios en la gracia y en Cristo, pues el hombre no puede entender su presente sino como el nacimiento, el devenir y la dinámica de un futuro. Él entiende su presente en tanto lo comprende como arranque, como apertura de un futuro. Por "reino de Dios" y, más todavía, por "reino de los cielos", muchos entienden un mundo aparte, que está más allá de las nubes, y al que se llega después de la muerte. Pero se trata, todo lo contrario, de una realidad completamente de aquí, que actúa y se experimenta en esta vida terrena. En ninguna de las palabras de Jesús encontramos una definición de "reino de los cielos". Quizás, porque es una realidad que incluye de tal manera a los que creen en ella, que no se deja describir "objetivamente", desde fuera, sino que sólo puede ser vivida, experimentada y comprendida

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La palabra escatología deriva del griego „éskhata‟, que significa "cosas últimas". 81

por aquellos que se aventuran en ella. Sin embargo, podemos decir que el reino de Dios significa: -- la proximidad de Dios mismo, una proximidad que acoge, perdona y endereza, el perdón de los pecados; -- la curación y liberación del hombre de todo aquello que le atormenta y le impide ser hombre... -- una nueva conducta de los hombres con sus semejantes: final de todo trato injusto con los otros, fraternidad en vez de dominio... -- plenitud de la vida: pan y vino en abundancia para todos; -- liberación del dominio de la muerte. Y en donde la imagen del reino de Dios es el convite: reino de Dios que significa alegría, comunidad, compartir, saciarse, unión con Dios.

En otras palabras, que el cielo comienza aquí en la tierra, como también su contrario, es decir, el infierno, en la medida en que hayamos optado por Cristo y su mensaje y hayamos optado por un estilo de vida moral, ya el bien, ya el mal. O, como dicen los teólogos al respecto, que el cielo es cercanía de Dios, e, infierno, alejamiento y distanciamiento de Dios. Y eso comienza aquí en el presente histórico concreto y real. ¿Y, después de la muerte, qué? Eso pertenece al misterio. La fe de la Iglesia que es pura y esencialmente en la resurrección nos dice que la vida continúa después de la muerte, ya tanto después de la muerte física y material, como en la muerte en las circunstancias del cargar la cruz de cada día, teniendo como modelo a Cristo, que es la Resurrección en excelencia, y el premio a los múltiples y de nunca acabar de los viernes de crucifixión que nos toca enfrentar cada día en nuestra historia. Siempre y cuando no sucumbamos bajo el peso de las circunstancias al perder el sentido de nuestra historia, sino, que a pesar de los pesares, seamos dueños de esas mismas 82

circunstancias para cargar la cruz con dignidad y gallardía, a pesar de los pesares y los ayes de dolor y sufrimiento de nuestro acontecer en la vida. Ya se dice tan bellamente cuando rezamos la Salve y decimos, dirigiéndonos a la Virgen: “A Tí clamamos los desterrados hijos de Eva, a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas”. Precisamente, para que la Virgen nos ayude a cargar nuestra cruz de cada día, evitando a toda costa la evasión de nuestra realidad, que es una de las tentaciones. Y como esa oración es tan bonita vamos a colocarla completa aquí para rezarla cuando podamos y nos hallemos en momentos duros y difíciles, como en el caso de tener cáncer: Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A Tí clamamos los desterrados hijos de Eva, a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Pero para llegar a alcanzar esas promesas de Nuestro Señor Jesucristo, es preciso pasar por la cruz del cada día, o por el Viernes de Crucifixión. O sea, que no hay sábado de gloria sin viernes de crucifixión… Es así. Así lo ha querido Dios, incluso para su Hijo, muy amado. 83

Y eso es lo que nos ha enseñado justamente el Hijo para ser sus discípulos. Que la Virgen nos ayude a mantener fieles en nuestra historia. Amén. En otras palabras, que no perdamos el sentido de futuro y eso le da al presente, por muy duro y pesado que sea, un sentido de esperanza. Y eso es el cielo. La desesperanza es haber perdido justamente la dimensión de futuro o del día siguiente, y esto podría ser lo contrario de cielo. ¡Pero cómo mantenerse en esa justa línea y espacio de límites! ¡No es fácil! Y no vengan con cuentos porque es muy duro, sobre todo, teniendo cáncer u otra enfermedad terminal. Es, entonces, en donde juega un papel muy importante la fe, sin duda. Fe en Dios. Fe en futuro, que es lo mismo, porque Dios es futuro en Cristo para el hombre.

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Noticias no muy buenas En esa misma semana tenía cita con el médico en el hospital, que por lo general era cuatro o cinco días antes de la aplicación de la quimioterapia respectiva. En esa cita el médico decidía la cantidad de los químicos a colocar para la siguiente aplicación, que por lo general era siempre el lunes y martes siguientes, con la respectiva cadena de pastillas durante toda la semana. En esa cita el médico miraba los exámenes de sangre y dependiendo de que cómo estuviera todo, la siguiente sesión de la quimio, se aplicaba o no. También dependía de algunos muchos otros elementos la continuación o un stop de la siguiente sesión. A estas alturas correspondería ya la cuarta quimioterapia. En mi caso todo iba bien, a nivel de la sangre. La hemoglobina y las plaquetas estaban muy bien. Los glóbulos blancos habían aumentado en cantidad, y eso, era muy prometedor. Pero, “una cosa piensa el burro y otro el que lo arrea”, dice nuestro refrán, ya que tenía algunas complicaciones que llevaban a suspender, por esa sesión, la siguiente aplicación de la quimio. Eso me descontroló emocionalmente porque significaba retrasar el tratamiento, que en todo parecía que iba muy bien. Pero, tenía que pensar distinto el burro del que lo arreaba… Es la vida… Toda llena de sus sorpresas…Y, 85

estaba más que comprobado que el burro y yo no nos las estábamos llevando tan bien que digamos, porque las cosas iban saliendo como iban saliendo, pero con todo y todo, así íbamos bien; porque, podríamos ir peor, sin ninguna duda. Recordemos aquí aquel cuento del hombre a quien le encomiendan llevar de un pueblo a otro, cinco burros. El hombre cuenta los burros encomendados antes de partir, y comprueba, de hecho, que eran cinco los burros a su encargo. Los prepara a todos y se monta en uno de ellos e inicia el camino con los cinco burros, los cuatro que iban sin carga, y el quinto, en el que él iba montado. Más adelante, como a la media hora del camino, da una orden de arriero a los burros para que se detengan y éstos se detienen. Y entonces comienza a contar los burros: uno, dos… y en su suma le da cuatro. Sí; cuatro burros. Vuelve a contar: cuatro. Le falta uno. Había contado cinco burros antes de salir y ahora lleva cuatro. ¿Qué se habrá hecho el otro burro? Entonces se baja del burro en el que iba montado, y que no había entrado en su cuenta, y vuelve a contar. Esta vez le da cinco. Estaban completos los cinco burros. El hombre se quita el sombrero y se rasca la cabeza sin entender, pero, lo importante es que los burros están completos: cinco salieron y cinco van, aunque se asustó porque de repente faltó uno. Pero, son cinco y están los cinco. Y se vuelve a montar en el burro que había escogido como transporte, y vuelve a dar la orden de continuar a los burros, que iniciaron otra vez la marcha. Como a la media hora después el hombre vuelve a repetir su conteo, y evidencia, que le falta un burro. No puede ser. Repite el conteo: cuatro. Se vuelve a bajar y vuelve a contar y evidencia que están los cinco. El hombre no entiende… Y, así, unas cuatro o cinco veces más hasta llegar al pueblo donde iban. Al llegar el hombre se bajó del burro 86

en donde iba cabalgando… aunque lo correcto sería decir burralgando, ya que si cabalgar es de montar un caballo, pero si se monta un burro, lo lógico sería burralgar, ¿o, no?. Pues, sí… En este sentido la palabra “burralgar” aparece en el libro de Manuel Derqui, titulado Todos los cuentos, publicado en España en el año 2008… Pero volviendo a lo nuestro y a los burros y entregó un poco asustado los cinco burros encomendados. Sin entender lo que había pasado por el camino, pero aliviado porque al llegar había llegado con los cinco burros, que era la encomienda. Por supuesto, que el hombre no dio detalles de lo que le había pasado por el camino. Lo importante era que los cinco burros estaban completos. Y se regresó el hombre al pueblo de donde había salido con los cinco burros, que unas veces eran cuatro y otras cinco, pero que había entregado completos, para alivio suyo. El caso es que según la lógica para el lunes y martes siguientes se tendría que aplicar la cuarta quimioterapia. Pero, por complicaciones con un virus que tenía hubo que suspender el tratamiento: era cuando faltaba un burro. ¿Dónde se habría metido el otro burro? No me daba la suma completa. Estaba faltando un elemento de la encomienda. Por más que me rascaba la cabeza para entender no comprendía dónde se había quedado o perdido el otro burro. Pero, de que faltaba un burro, faltaba. Eso sí que era evidente. En los últimos días había tenido unas erupciones en los labios y en la nariz. Las de la nariz me estaban haciendo los días un poquito más complicados. El domingo anterior había tenido fiebre y algunas manifestaciones de gripe. Pero, era fiebre ocasionada por el virus que tenía. Yo pensaba que las erupciones de los 87

labios habían sido ocasionadas por la fiebre que me había dado y no le había prestado mucha atención a esos detalles. Era cuando el burro se me había escondido, y por más que contaba y volvía a contar me faltaba un burro, y resulta que era en el que estaba montado. Como iba sobre él no lo podía ver. Tenía que bajarme del burro para que me diera completa la cuenta de los cinco burros encomendados. El médico decidió suspender el tratamiento de la quimioterapia para tratar primero el virus. Ya que si se aplicaba la quimio con ese virus presente las cosas se hubiesen complicado, pues se daba campo abierto para que el virus tomara más fuerza, precisamente por la aplicación de los químicos, y, entonces, se podría complicar la boca y la garganta, y así, sí se hubieran complicado todo. Porque, entonces, ni para comer. Y ahí se me hubieran perdido todos los burros. Pero, al bajarme y tomarme las cosas como van viniendo y yendo, me daba completa la suma: me encomendaron cinco y van los cinco, menos mal. Aunque con toda seguridad el médico estaría contando seis burros… Pero, mejor dejémoslo así, y volvamos a montarnos en el burro en el que vamos, que son cinco, por ahora… El tratamiento para combatir el virus será de una semana. Una vez terminado este tratamiento tengo cita otra vez con el médico y volverán a realizar todos los exámenes para ver si todo va bien, sólo entonces, se reanudará las sesiones de la quimioterapia. Ese día será de una parada y del reconteo. Espero que los burros estén completos… Y, no es que tenga algo contra los burros, pero es que a veces, me dan sumatorias distintas: a veces cuatro y a veces cinco. Por ahora, como que están completos…

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A este punto traigamos el cuento que cita y copia Carlos Vallés de Anthony di Mello, en el libro Ligero de Equipaje, Tony de Mello, Un Profeta para nuestro tiempo, porque puede ser muy oportuno: Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaban para condolerse con él y lamentar su desgracia, el labrador les replicó: ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe? Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos salvajes. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Este les respondió: ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe? Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir: ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe? Unas semanas más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota, lo dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe? Todo lo que a primera vista parece un contratiempo puede ser un disfraz del bien. Y lo que parece bueno a primera vista puede ser realmente dañoso. Así pues, será postura sabia que dejemos a Dios decidir lo que es buena suerte y mala, y le agradezcamos que todas las cosas se conviertan en bien para los que le aman.

Ya está dicho todo… ¿Mala suerte? ¡Quién sabe! Antes de terminar este apartado vamos a darle nombres a los burros, porque es muy importante que 89

tengamos identificadas nuestras circunstancias para procurar ser dueños de ellas, por lo menos de manera jocosa: Vamos a llamarlos de acuerdo con las cinco vocales: Pancho, Pencho, Poncho, Pincho y Puncho. Por el nombre me gusta Poncho, en el que voy montado.

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Algunas cosas del entorno de entonces Se dijo desde un comienzo que este libro se iría escribiendo como fuesen sucediendo las cosas. Muy bien. Y las cosas iban como iban, tanto a nivel del tratamiento, como a nivel mundial. Así teníamos que en Georgia y Rusia había conflictos armados. Rusia quería demostrar que después de la Perestroika con Gobarchov, ahora, volvía a hacer sentir que seguía siendo una potencia, y que estaba dispuesta a demostrarlo, así la OTAN y el Occidente se reuniesen para condenarla. Y así estaba sucediendo. El famoso grupo de los ocho, estaba llamándose por esos días, ya no el G8, sino el G7, porque estaban ya excluyendo a Rusia, y, entonces, ya no eran ocho, sino siete… Cosas de diferencias, aparentemente, o más que eso… ¡Quién sabe!1

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Se denomina G8 a un grupo de países industrializados del mundo cuyo peso político, económico y militar es muy relevante a escala global. Está conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia. La pertenencia al grupo no se basa en un criterio único, ya que no son ni los ocho países más industrializados, ni los de mayor renta per cápita ni aquellos con un mayor Producto Interior Bruto. Los orígenes del G8 se establecen en marzo de 1973, cuando, a petición del Secretario de Tesoro estadounidense, George Shultz, se reunieron los ministros de finanzas de Estados Unidos, Japón, Alemania Occidental, Francia y 91

A nivel deportivo mundial se estaba realizando y terminando los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, con todas las sorpresas que estaba ocasionando. Ya el solo hecho de haberse realizado los Juegos era un triunfo sobre todos los intentos que se hicieron para que no se realizaran, en los que entraban tantos intereses de potencias, aún deportivas. Muchas esperanzas estaban cifradas en China. Y grandes maravillas tecnológicas se descubrieron para sorpresas de todos. No hubo nada que lamentar a nivel de la inseguridad como las tentativas de terrorismo y todos esos fantasmas que se habían querido levantar para oponerse, entre otras cosas, a que se realizaran los Juegos justamente en China. Todo había sido muy bien a pesar de los malos augurios y presagios de profetas de desastres. En Venezuela las cosas iban como iban. Para unos muy bien; para otros, no tanto. Se avecinaban las

el Reino Unido. En la cumbre de 1975, en Rambouillet, Francia, se produjo la entrada de Italia y, dos años más tarde, en 1977, en la cumbre de San Juan, Puerto Rico, se unió a ellos Canadá. Tras este último se formó el G-7, que a partir de 1998, con la integración de Rusia, se denominó lógicamente G8. En la Cumbre de Kananaskis (Canadá, 2002), el G-7 se convirtió definitivamente en G8, con la admisión de Rusia como miembro de pleno derecho a todas las discusiones. Esto ha sido considerado como un premio por el esfuerzo de Rusia por incorporarse a la economía de mercado. Aunque el hecho de que sea una potencia nuclear seguramente ha influido en la entrada de este país en el Club de los países más poderosos del planeta. Aunque, en esos días, agosto de 2008, según las noticias, se decía, que: “la participación de Rusia en el Grupo de los Ocho (G8) y su deseo de entrar en la Organización Mundial de Comercio (OMC) se encuentran en peligro a causa de la crisis con Georgia, declaró el secretario estadounidense de Comercio, Carlos Gutiérrez, a un semanario alemán” (cfr. las noticias de los periódicos de esos días). 92

elecciones de noviembre, y por esos días de agosto, las tensiones de las elecciones estaban en un segundo plano porque todo giraba sobre los Juegos Olímpicos de Beijín. Y aun cuando no se quisiera hacer la relación las esperanzas deportivas de los atletas venezolanos tenían también su connotación política. Ya el solo hecho de la campaña del envío de 109, presentados como la revolución de oro y medalla de oro para la revolución, le daban un carácter netamente político. Porque estaba implícito y sin ninguna reserva la comparación de que nunca antes de la revolución se había enviado tanta gente a competir a unos Juegos de tanta envergadura. Nada menos y nada más que 109 atletas. Por lo menos 109 medallas. Si no todas de oro por lo menos 109 de bronce y ya eso era más que bastante para ser conformes. Pero iban pasando los días de las competencias y se desinflaban las esperanzas y se restaban las posibles medallas. Los abanderados y los atletas promesas quedaban como promesas y nada más. Sin duda que “todo el mundo hace leña del árbol caído”, como se dice. Pero los comentarios y los temas de conversación por esos días no podían ser otros sino esos, sobre todo los tales 109, que estaban haciendo lo que estaban haciendo… nada… o un poquito más, para ser generosos, “casi nada”, para no ser tan crueles y duros con la realidad que se evidenciaba. Con razón o sin ella se hablaba de ese tema. Con sentido de humor algunas veces, y otras, con mucho sentido de ironía y hasta de burla, sin descartar la vergüenza, y sufriendo pena ajena, aunque también propia, porque eran nuestra representación. Pero hay cosas de sentido común y de simple matemática que hay que tener en consideración, más para los casos de niveles tan altos de exigencia deportiva, 93

como los que se estaban realizando. Matemáticas y estadísticas, no más. Así por ejemplo, si el registro marcado, tanto a nivel mundial como de Juegos Olímpicos era de una cifra tal, lo más prudente era que quien fuese de Venezuela, tenía que estar, por lo menos cerquita de ese registro marcado en el deporte en el que pretendía competir. Si ni siquiera se acercaba a esa medida, ¿para qué, entonces, iba a ir a competir, si no reunía las mínimas condiciones de esa competencia que era y es estar en el rango del registro como record? Eso lo iba a llevar a hacer lo que fueron a hacer: nada. Porque para eso fueron preparados y enviados. Y, ¿entonces, dónde quedaban los preparados y los entrenadores respectivos, que ni siquiera tuvieron tiempo de mirar los datos olímpicos, por lo menos de Atenas 2004, para saber a qué atenerse y a quién preparar para tan grande evento? Pasemos a datos concretos para un futuro. Miremos algunos records de los actuales Juegos Olímpicos (u Olimpiadas) de Beijín 2008, sólo como referencias. En el Atletismo Masculino: 100 metros Record Mundial Tiempo:9.69. Atleta:BOLT Usain. País: Jamaica Record Olímpico: Tiempo:9.69. Atleta:BOLT Usain. País: Jamaica

Ya se sabe que el tiempo record, registrado para la historia, tanto para el record mundial como el de una olimpiada de es de 9 segundos con 69 milésimas de segundos, en 100 metros, en la versión masculina. Si Venezuela piensa mandar para las próximas Olimpíadas a un corredor o a varios para competir en los 100 metros (masculino) tiene que saber que el que vaya tiene que 94

hacer 100 metros por lo menos en 9 segundos treinta milésimas de segundos. Por lo menos, 30 milésimas menos. Si, por el contrario, hace 100 metros en 15 segundos y más, ¿para qué cara…cas, va a competir, si no tiene ningún chance, porque con toda seguridad ese registro será superado por otro que si lo hace en menos?. Aplíquese la misma lógica para la natación, ciclismo y otros deportes de ese estilo. No se diga para el levantamiento de pesas: si el record es de 145 kilos, por decir una cifra, y el venezolano solo puede levantar 96, ¿para qué cara… cas, va, y para qué lo entrenan y pierden tiempo? Que pase otro que sí pueda. Permítasenos una ironía en este momento: creo que ni los 109 que mandaron, todos juntos, iban a poder levantar lo 145 kilos, mucho menos uno solo… Los venezolanos estábamos muy tristes por esos días por esos resultados. 109 atletas y bla… bla… bla… Y toda una tarde de cadena televisiva el día del envío de los atletas. Tanto para una sola medalla. Si; pero iban a competir con los mejores de los mejores. Con más razón: manden a los mejores de entre los mejores para competir con los mejores, si no, no manden, porque ya se sabrán los resultados, como de hecho. Si; pero, se está ganando experiencia para las próximas, se podría alegar. A otros con ese consuelo barato. O sea, que dentro de cuatro años va a ser peor, porque si le sumamos cuatro años más a los atletas que fueron ahora, tendrán cuatro años más viejos, y, así, que menos, que menos… O sea, que “no mejo…ra… nada el enfermo”, como se dice eufemísticamente. La experiencia que los atletas venezolanos que fueron a Beijín 2008, morirá con ellos. Esa experiencia será intransferible. Será suya y solamente suya (o suyas para generalizar a los que fueron). En todo caso Venezuela aparece empatada de 95

penúltima con otros más en el número 67, porque los que están en el 68, son la lista de los últimos. O sea que gracias a la güara (larense) que vive en Puerto la Cruz nos salvamos de estar en la lista de empatados en los últimos. Y eso que eran 109… Y ¿qué tiene que ver todo esto con la experiencia del cáncer? Pues nada y mucho. Ya que cada experiencia es cada experiencia y cada circunstancia es cada circunstancia y no se parece a nada ni a nadie. Sólo nos toca enfrentar el presente como venga y viene. Lo que será, será. Y lo que no fue, no fue. Es lo que es. Así de sencillo. A cada día le bastan sus afanes, nos dice la Biblia. Además el estar enfermo de cáncer no nos aísla de la realidad de la vida, ya que todo continúa igual, y esa era nuestra realidad por entonces, a nivel de Venezuela y el mundo…O sea, que también me trasnoché algunas veces viendo las competencias, a pesar de todo… A todas estas ya se me aplicó la cuarta sesión de la quimioterapia. El virus de la boca y de la nariz ya pasó a la historia y se contaron todos los burros, dando la cuenta completa: cinco. Faltan dos quimios para completar el tratamiento de seis. Aunque no se puede negar que hay un burro que se me está queriendo extraviar en la cuenta, ya que me han mandado a realizar una radiografía en la columna vertebral por algunas molestias que se están sintiendo, sobre todo cuando me estoy cierto tiempo sentado. El médico dice que uno de los detalles del linfoma non hodgkin es que se aloja justamente en la columna vertebral y que hay que estudiar con detenimiento para descartar toda posibilidad de complicaciones. Lo que más tristeza me da es que es para el 8 de septiembre que tengo que realizarme ese examen y no podré presidir la misa de la Virgen del Valle en mi parroquia, por lo menos a las ocho de la mañana. 96

Se realizará un rosario a esa hora, y si todo va bien, a las seis de la tarde sí se hará la misa solemne de la Patrona de Oriente: la Virgen del Valle: Ruega por nosotros. Amén.

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Un abrazo de caminante del mismo camino Por esos días estábamos muy pendientes de dos personas activas de la parroquia que estaban esperando los resultados de los exámenes respectivos de biopsia de mama. Se tenía sospechas de cáncer en ambos casos, aunque no se perdían las esperanzas de que no fuera. Pero la vida es la que es, y en ese sentido hay que tomársela como viene. Suena fácil decirlo pero en esas noticias las realidades emocionales son como son; es decir, una cuerda floja. El caso es que después de dos meses a una de ellas le dieron la noticia afirmativa. Tenía cáncer. Estábamos un poco tristes. Y a ella se le veía desmejorada a nivel emocional. ¡Y cómo no estarlo! Los que pudimos del grupo le dimos nuestras palabras de aliento. Yo solamente le dí un abrazo y le dije que sufriera y que no negara que sufría. No asumí la posición de confortar sino que desde mi experiencia la abracé y le dije que esa era su situación y que no se dejara invadir por nadie con palabras dulzonas que en nada cambian la realidad. Ella al principio lloró pero sentí que se daba valor para enfrentar su situación, por lo menos, en ese momento, porque “la procesión va por dentro”, como se dice. Si somos fieles a lo que se ha dicho en los tres primeros capítulos es necesario no negar la realidad ni 98

disfrazarla. Lo que es, es. Tal cual. Desde mi experiencia vivida en carne propia, y sin pretender colocar ningún modelo, esa tenía que ser y tiene que ser la posición respetuosa. Nadie, ni el más cercano, puede sufrir lo que sufre quien esté padeciendo emocionalmente ante esa noticia y ante esa realidad. ¡Qué no es nada! ¡Váyase para la porra quien se atreva asumir esa postura! Porque es mucho… Es cáncer… Y hay que dejar que cada proceso sea individual, comenzando con toda la crisis de futuro que eso supone, precisamente, porque se pierde la mirada al después de ese momento circunstancial. Es cuando el abrazo mudo dice mucho y resulta muy alentador. Abrazo de compañero que camina por el mismo camino y que sabe lo que es respetar-respetando. Por esos mismos días estábamos a la espera de la quinta quimioterapia. Pero, alguien me andaba asustando los burros (véase el cuento de los cinco burros), ya que, me encontraron bajos los glóbulos blancos y me retrasaron la aplicación de la quimio por un día. Los glóbulos estaban en 1900. Lo bueno es que al siguiente examen de sangre los glóbulos habían subido a 4150, en cinco días, lo que facilitaba las cosas y se volvía a la aplicación del tratamiento. Menos mal. Todos estábamos gratamente sorprendidos de los recursos que posee la naturaleza y sin forzar las circunstancias el mismo cuerpo se había encargado de subir los glóbulos blancos. Ahí estaban los resultados. No se había comido ni bebido nada para hacer que así fuera. Juegan un papel muy importante las emociones y los estados mentales, sobre todo si son positivos y optimistas. Si son optimistas y positivos, tienden naturalmente a subir. Pero, si por el contrario, son negativos o pesimistas, el mismo cuerpo se comprime en esa depresión y se genera resultados negativos. La mente ayuda, definitivamente. El problema 99

es poder “quitarle el palo de escoba a la loca de la casa”, como hemos dicho en otra parte. Por esos mismos días la Dra. regresaba de vacaciones. Pero nos trajo una noticia muy triste para sus pacientes de por esos días del hospital Razetti: la Dra. se iba a Maracaibo, su tierra natal, a trabajar y dejaría el hospital Razetti hacia finales de ese mes. Eso nos tenía un poco tristes ya que se encariña con quienes tratamos, más en esos casos como pacientes que estábamos más que agradecidos por tantas dedicaciones. Pero se trata de que todos seamos felices y ella en su casa con toda seguridad lo será de manera más plena y no podemos ser egoístas, aunque si somos honestos, el amor es egoísta, ya que a quienes queremos los necesitamos y los queremos cerca de nosotros. Pero se trata de salud mental por sobre todas las cosas y el hecho de estar entre los nuestros es una garantía de que la Dra. estará muy bien. Que le vaya bonito… muy bonito y que Dios la bendiga con mucha alegría. Sobre todo que Dios le pague con mucha salud… Tuve la siguiente consulta con la Dra. La última con ella. Los glóbulos estaban en 4150. Habían subido de manera natural. Me aplicaron la quinta quimio. Le llevé el borrador de este libro, de lo que llevaba escrito hasta los momentos; es decir, hasta el capítulo anterior, para que lo leyera y se lo llevara de recuerdo de este su paciente. Ella ya sabía que se lo había dedicado y le había gustado mucho esa sorpresa bonita de un paciente agradecido… Una locura de una persona agradecida… muy agradecida. A este respecto considero que somos muy ingratos: siempre decimos que estamos bien con la típica expresión de “gracias a Dios”. Sin duda que gracias a Dios porque Él es quien decide y nos da las fuerzas y los medios para sanar. Pero casi nadie dice 100

después de agradecer a Dios, el nombre del médico o de los médicos que lo hayan tratado en este o en cualquier otro caso. Ciertamente es Dios quien nos da el regalo de la salud. Pero también es verdad que gracias a tal o cual médico esa salud tocada ha sido o está siendo recuperada. En mi caso Dios me ha dado y me está dando la salud sin duda. Pero tienen mucho que ver los médicos en la recuperación. Así que “gracias a Dios y a los médicos”. Dios me les pague… Una vez terminada mi primera aplicación de la quinta quimio, porque la segunda sería al día siguiente en el oncológico, fui a despedirme de la Dra., ya que en dos semanas ella estaría partiendo para Maracaibo. Nos dimos un abrazo sabroso. De esos que saben a una sabrosura que uno no sabe explicar, tal vez, porque era recíproco. O, quizás, porque era de agradecimiento, ya de paciente, ya de médico… Y no sigo porque estoy llorando justo en este momento que estoy escribiendo… A estas alturas falta una quimioterapia y un cuarto. Es decir, la segunda de la quinta y la sexta completa. Y todo va muy bien. En esta quinta quimio vinieron los organizadores de los talleres de auto ayuda para pacientes de quimio para conversar y me pidieron que a ellos les gustaría que yo fuese un testimonio para otros pacientes. Les dije que mi aporte está en este libro, y, en todo caso, no se descarta que me comprometa a pertenecer a esa organización de ayuda. Con gusto, por supuesto. La señora del abrazo… murió en ese mismo año.

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La enseñanza del cuento de los burros

Estamos casi en la recta final del tratamiento. Falta la última aplicación y después vendrán todos los exámenes para verificar los resultados. Ahora todas las expectativas están en si el cáncer ha sido vencido y en qué medida, y la aplicación de radioterapias y cuántas. La loca de la casa se encarga de revolver todo a su antojo, la imaginación como hemos dicho. Todo pareciera indicar que se le ha ganado la pelea al cáncer. O, por lo menos, es lo que se quiere como es de lógica el suponerlo, aunque no se niega una mínima sospecha y de miedo… En todo caso las cosas van como van. Lo bonito de cómo vamos es que se ha generado un código de comunicación especial para hablar y tratar de la realidad del cáncer. La idea del cuento del hombre que tenía que llevar los cinco burros a otro pueblo ha sido nuestro código-lenguaje. Todos los domingos antes de terminar la misa de las ocho de la mañana le informo a la gente de mi situación de salud y la idea de los burros ha sido la imagen que se ha utilizado para comunicarnos. De manera que cuando les digo que en la semana los burros han estado tranquilos, ya los parroquianos entienden que todo ha estado bien; o, cuando les he comunicado que tenía un burro o dos burros perdidos han entendido que las cosas se han complicado, como en el caso de los glóbulos blancos que estaban bajos, o, cuando se había 102

presentado la infección en la boca y en la nariz. Lo que había llevado a suspender por una semana o por dos días la siguiente aplicación de la quimio. Por supuesto que les he dado los detalles concretos e inmediatamente recurrimos a la imagen de la pérdida de uno o dos burros, dependiendo del caso. Los parroquianos se ríen y lo toman con frescura. Y eso nos ha hecho mucho bien. Así que cuando vienen a saludarme y saber de mi salud, los que saben el código-lenguaje, preguntan por los burros y les contesto dependiendo de cómo haya estado o esté la situación en esos días: los burros están tranquilos, hay uno que quiere quedarse, están comiendo, están amarrados… todo dependiendo del momento y los días. Y se ha generado una cosa bonita realmente, que hasta nos permite fantasear y pasarla bien en medio de la broma y de la seriedad del hecho de tener cáncer. Muy positivo sin quererlo y nos ha permitido ver un poco más allá de lo que tenemos en frente… Muy bueno ha sido… -- ¿Cómo están los burros hoy? -- En estos días han querido llamar la atención… han estado buscando que yo los mande, pero los he dejado quieticos… y como vieron que no les dije nada… siguieron caminando tranquilos…. Además, ya se ve a lo lejos el pueblo a donde vamos, y las cosas han estado mejorando, por lo menos nos estamos acercando al pueblo… y eso ya es bastante… De hecho falta la última quimioterapia y todo pareciera indicar que estamos ganando la pelea… Pero todo será cuando estemos entregando los burros en el pueblo… Todavía falta… Con calma… Todavía hay que esperar cómo se van a comportar los burros en el resto del camino que falta… Por ahora estamos viendo el pueblo… que antes no se veía por la montaña y el camino

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que estaba muy cubierto de árboles… Ahora hay un claro y estamos como viendo a donde es que vamos… pero… En esos mismos días recibí un e-mail, de esos que se mandan en cadena de uno a otro y así a muchos. Algunos son muy tontos y muy romanticóides que dicen y no dicen nada y se fastidia uno al abrirlos esperando algo útil. Pero entre tantos uno de ellos me gustó y lo voy a colocar aquí porque considero que es de utilidad, por lo menos para mí y para mi manera y línea de pensar. Extraigo el contenido: Sacúdete: Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de sacarlo sin éxito. Finalmente el campesino decidió que el animal ya estaba viejo, el pozo estaba seco, y necesitaba ser tapado de todas formas y que realmente no valía la pena sacar el burro. Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarlo. Todos tomaron una pala y empezaron a tirar tierra al pozo. El burro se dio cuenta de lo que estaba pasando y lloró desconsoladamente. Luego, para sorpresa de todos, se tranquilizó. Después de unas cuantas paladas de tierra, el campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio… Con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble… Se sacudía la tierra y daba un paso hacia arriba… mientras los vecinos seguían echando tierra encima del animal, él se sacudía y daba un paso hacia arriba. Pronto todo el mundo vio sorprendido cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando…

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La vida va a tirarte tierra, todo tipo de tierra. El truco para salirse del pozo es sacudírsela y dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba.

Y omito el final de ese e-mail porque termina con soluciones y propuestas para lograr la felicidad de manera simplista, como recetario típico de muchos email de cadena que se reciben a diario. Por supuesto que el e-mail recibido tenía un burrito en cada diapositiva del cuento que hacían muy ligero el contenido (estaba elaborado con Power point es decir en archivo pps, que es donde normalmente se elaboran esos mensajes). También repetí la cadena enviándolo a algunos de mi lista de correo, por eso son e-mail de cadena… Y ayudan a recordar muchas cosas útiles y prácticas para la vida… A este punto tengo que señalar un detalle muy bonito de una señora que vino a la parroquia a inscribir a su hija para la catequesis y que me trajo para que leyera un ejemplar del libro El milagro más grande del mundo, de Og Mandino, para que comprendiera que somos el milagro más grande del mundo. Ya este libro lo había leído en tiempos de muchacho, al igual que el Vendedor más grande del mundo; Ok, operación Jesucristo, y, El ángel número 13, del mismo autor. Le comenté que ya lo había leído e intercambiamos algunas palabras sobre el libro que me traía y ella insistió en la idea que yo era el milagro más grande del mundo (pues es la idea principal del libro: el ser humano es el milagro más grande que pueda existir en el mundo: la corona de la creación se diría en términos de antropología teológica), y lo más importante es la esperanza, por sobre todas las cosas, ideas que presenta el autor con los famosos memorándums de Dios (véase la edición hecha en 105

México, Editorial Diana, en su 55ª impresión de enero de 2002, pp. 75-79, Og Mandino, El milagro más grande del mudo). Son detalles humanos y cercanos, no sé si del tercer tipo, pero sí muy alentadores que estimulan y que demuestran que hay mucha gente cercana de verdad en estos momentos en los que se necesita solidaridad solidaria. Nos dimos un abrazo muy sentido.

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Sexta quimioterapia Llegamos finalmente a la consulta con la nueva doctora para la sexta y última quimioterapia. Todo bien. Los resultados de la urea y todo esa tipología de los valores e igualmente la hemoglobina, las plaquetas y los glóbulos blancos, que esta vez estaban en 5.575, según pude fisconear (aunque en el diccionario aparece como fisgonear, pero coloquialmente utilizamos fisconear, y sea válido como lo usamos en nuestra cotidianidad) en la carpeta que lleva la doctora en su control. Y eso me daba alegría. Después de preguntarme que cómo me estaba sintiendo y yo de decirle cómo, ella dijo que ahora ya no iban a ser seis quimioterapias, sino ocho. Pero que no me preocupara, que esa era la nueva modalidad para ir más seguros, según los nuevos congresos de Oncología, y que era mejor ir “con cabeza fresca” y estar seguros. La expresión de “cabeza fresca” la utilizó la doctora y le sonaba gracioso y bonito en ella, pero a mí, creo que se me cayó la quijada y hasta las medias se me escondieron y no sé que otras cosas más, que con toda seguridad, pero con que me diera cuenta de que las quijadas, ya era más que suficiente, ya después me levantaría las medias, y lo demás para otro momento distinto de ese. Todo mi estado emocional estaba programado que eran para seis y me hacía ilusión todos los exámenes inmediatos para verificar y cerciorarse del progreso. La idea de ya estar 107

llegando al pueblo a entregar los burros me daba alegría. De hecho ya había visto el pueblo y se veía cerquita. Ahora resulta que el pueblo estaba más lejos de lo que yo había visto. Tenía que estar muy agradecido de los burros que se estaban portando muy bien, sobre todo Poncho, en el que voy montado, pero el pensar que me faltaban dos cuadras llaneras (“ahí mismito”, dicen los llaneros, a dos cuadras, y hay que caminar y rodar como tres horas más para llegar al “ahí mismito”) me descontroló. La doctora tuvo que darse cuenta de mi silencio expresivo sobre todo en algunos gestos de mi cara porque empezó a decir que tomara las cosas con calma, que era mejor ir seguros. Yo movía la cabeza como instinto pero tenía, entre otras cosas, las medias caídas. No había otra que levantarlas a su debido tiempo. Siguió dando las instrucciones, menos mal que estaba mi cuñada para que las fuera grabando porque yo me quedé como les vengo diciendo. Subió la cantidad de algunas dosis del tratamiento y mandó una nueva medicina como protector de las vías urinarias en caso de retención de líquido. La doctora después de explicar algunos detalles recomendó de una vez hacer todos los trámites para la aplicación de las radioterapias y que se fuera adelantando, y eso me terminó de hacer caer las medias. Con toda seguridad tendría que quitarme los zapatos porque ya estarían en la punta de los dedos y había que subirlas a como diera lugar porque si no iban a quedar los tobillos al aire, y entonces para qué medias ( jaja jaja jajaja, es un chiste y una manera jocosa de tomarse las cosas que son serias, por si no se ha dado cuenta). La doctora se puso a la orden y preguntó que si había alguna duda o alguna pregunta. - -Nada - -Todo bien (tan sólo las medias, que se me habían caído… es un decir…).

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Nos despedimos tan efusivamente como nos saludamos. Nos volvimos a dar un abrazo y esta vez un poquito más prolongado. Y salimos. La noticia de las dos nuevas quimio no gustó mucho a quienes les comentaba. Todos pensaban que las cosas se habían complicado pero les contaba que se trataba de estar más seguros y que era la nueva metodología de esos tratamientos y que era para “estar cabeza fresca”, cosa que ni yo tenía, ni digamos qué cosas más, o hasta sí, estarían más que frescas, “heladas”. A quienes les daba la noticia abrían más los ojos como de sorpresa, pero los cerraban con naturalidad cuando oían las razones. A la gente de la parroquia le había comentado y pedido el día anterior en la misa de las ocho de la mañana que, por favor, durante toda la semana encendieran una vela como sintonía positiva por mi salud porque ya estábamos llegando al pueblo a donde íbamos con los burros encomendados porque era la última quimioterapia, y que todo parecía que iba muy bien. Hasta en el blog de internet había colocado una nota al respecto diciendo de manera jocosa y simpática la misma solicitud y petición. Coloco al final de este capítulo lo que se había puesto en el internet, y lo coloco en una página completa para que se pueda apreciar bien. Por supuesto que había colocado inicialmente que se trataba de la sexta y última quimioterapia, pero me tocó el lunes en la tarde colocar que ya no eran seis, sino ocho. Las cosas son como son y qué le vamos a hacer: las circunstancias: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?”. Al día siguiente vino la aplicación de lo que iba a ser la sexta y última quimio. Todo normal. Se aplicó todo bien. Ya está terminada la sexta. Viene la ñapa: las otras dos que van a dar de más. No las pedí pero el pulpero 109

consideró que yo era un buen cliente y me regaló la ñapa. Espero que no haya más ñapas al respecto. Y si las hay, pues, ya será cuando será y como será. Esperemos que el arriero no pierda el sentido del camino y que lo importante es llegar con los burros completos. Por cierto que había pensado llevar la cámara digital para tomar fotografías a las enfermeras y enfermero y al personal que con tanto cariño y dedicación atienden en el departamento de hematología y en el oncológico del Razetti para colocarlas al final de este libro como un detalle de agradecimiento y reconocimiento a su gran labor, en todos los casos y en el mío (independientemente de los resultados). Les comenté a las enfermeras y dijeron que les avisara para cuando las fuera a tomar para ir el día anterior a la peluquería. Y eso va. Para la próxima tomaré algunas y las restantes para la octava y así recopilaré las que se pueda para hacerles un reconocimiento y enaltecer su labor. Que Dios les pague con salud y alegría en su trabajo y en su familia. Amén. Este es un beneficiado de sus servicios, independientemente de todo lo que resulte… “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?”…

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La última quimio Vamos llegando a donde íbamos. La última cita. Todo perfecto, tanto en los valores de la sangre como al tacto en la zona del abdomen. Pero con cita para una semana después con el respectivo examen de sangre para verificar el comportamiento de los glóbulos blancos y ver las defensas naturales del cuerpo. ¡Qué fino! – comentó la doctora -. A este punto no contuve las ganas de llorar y así se los manifesté a la Dra. y a mi cuñada que estaban en la consulta. Tal vez porque veía que lo habíamos logrado, y porque parecía que fue ayer, como dice la canción. Y sí al comienzo al ver lo que venía y se suponía me generaba un mundo de mundos mentales (la loca de la casa), ahora, cuando se estaba a punto de caramelo, como se dice, me generaba, igualmente, un mundo de emociones que no sabía cómo explicar. Que era una tontada, sin duda, para un tercero; pero para mí no lo era. Era mi mundo mental todo él cargado de emociones. Parecía lo que era y era lo que parecía: lo habíamos logrado, por lo menos, había pasado las quimios, y eso, ya era mucho que decir. Aplicaron las dos secciones de la última quimio. Todo perfecto. Esta vez un poco de dificultad para tomar las vías para colocar los tratamientos debido a que las venas ya están muy sensibles. Pero, todo bien. Ya estaba 111

en el pueblo, ya había entrado a entregar los burros. Ahora faltaba encontrar la dirección del señor a quien le mandaron los burros, entregarlos y esperar mi paga por el trabajo de arriero. Aprovecharé para comprar con ese dinerito algunas cosas para llevar de regreso a la casa, como sal, espaguetis, algunas sardina de pote y algunas otras cositas más que hacen falta para la casa y lo que alcance con el dinerito, dejando algo para un pequeño ahorro, como es natural después de todo trabajo, ¿o no?. Carne me gustaría llevar pero se puede dañar en el camino porque es bastante largo, así que no compro carne. Tal vez pescado seco y salado. Gallina viva no compro porque allá en la finquita que no es muy grande pero es mi finquita crío gallinas; caraotas y café tampoco compraré, porque allá los cultivamos. Al salir de la última quimio, como a las doce y media del día, y ver que todo iba bien, le dí la mano a mi hermano y a mi cuñada, dándoles las gracias y diciéndole: “Dios les pague, chamos”… Dios les pague… Lo logramos. Gracias a ustedes que estaban pendientes de ir a buscar los medicamentos todas las veces y por todas las cosas… por todas… Al día siguiente era la Misa Exequial de Mons. Miguel Delgado Ávila, cuarto Obispo de Barcelona, en la Catedral de Barcelona, y había que asistir, en este caso yo como el cronista de la Diócesis de Barcelona (véase http://ordenaciones.blogspot.com/), cargo que desempeño “ad honorem” desde hace dos años. En esa misa estaba el alcalde de Barcelona y su personal de relaciones públicas y apenas vi a la persona encargada de esas relaciones le comenté que eran pura bulla, y ya ella sabía a qué me refería, porque enseguida me contestó que el alcalde siempre le recordaba lo de la ayuda para publicar este

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libro… Pero, “naranjas chinas; limón francés”, como se dice. O sea, “a llorar al valle…” Por ahora falta hacer la entrega de la encomienda. No se puede negar que se ha encariñado con los burros, pero ya, lo que jué, jué, y ya casi estamos a lo que fuimos. Habrá que esperar que alguien de este pueblo se le ocurra mandar algún otro encargo para el pueblo de donde vengo; y, eso será bueno porque será otra entradita económica para la casa (sentido figurado ya que es un cuento y además ha sido nuestro código-lenguaje), pero eso sí que no sea otro encargo de más burros. Ya con eso fue bueno. Habrá que esperar por todos los exámenes de la tomografía y demás para verificar que el encargo está completo. Vienen las radioterapias, pero eso es otro encargo aparte. El de los burros eran las quimioterapias y están completas. A eso me enviaron al pueblo. Y estoy en el pueblo. Faltan unos detallitos para que la encomienda esté totalmente cumplida. Algo que no puedo pasar por alto, ahora casi terminando las quimios y este libro, porque van a la par como se dijo en el prólogo, y es que el primer día de la última quimio me encontré al señor al que le habían suspendido el tratamiento por las reacciones que había presentado. Estaba en la sala de espera. Nos saludamos, pregunté por su situación y me dijo que iba a ver qué podían hacer por él ya que su cuerpo estaba rechazando los tratamientos. Y no pude evitar tragar grueso porque es de saberse que ya se está sentenciado a muerte de manera inminente y, sin embargo, no perdía las esperanzas y a eso iba a ver qué podían hacer por él. Tiene que ser una circunstancia bien… e iba a decir una grosería o una palabra mal sonante, pero ¿más mal podría ser esa grosería o palabrota a esa situación? ¡Imposible! Ay que estar en los zapatos de cada cual… Y hay que 113

exigir y dar respeto, por lo menos con el silencio… y no pretender saber lo que no se sabe, menos en esos momentos. ¡Ay, Señor, danos la sabiduría suficientes para no perder el sentido del misterio de la vida, pero danos, también las luces para dejarnos iluminar de ese mismo misterio que nos fortalece, a pesar de los pesares! Creo que justo aquí, en este justo momento, es que tienen cabida las palabras reveladoras del profeta Job, para callar ante lo incomprensible de los misterios de la vida, y que no había querido colocar en este libro ex profeso antes, pero no ser tan tajante, sino hasta este momento, en sus finales, y que resumen todo nuestro existir: (Job 38-40,6): Yahveh respondió a Job desde el seno de la tempestad y dijo: ¿Quién es éste que empaña el Consejo con razones sin sentido? Ciñe tus lomos como un bravo: voy a interrogarte, y tú me instruirás. ¿Dónde estabas tú cuando fundaba yo la tierra? Indícalo, si sabes la verdad. ¿Quién fijó sus medidas? ¿lo sabrías? ¿quién tiró el cordel sobre ella? ¿Sobre qué se afirmaron sus bases? ¿quién asentó su piedra angular, entre el clamor a coro de las estrellas del alba y las aclamaciones de todos los Hijos de Dios? ¿Quién encerró el mar con doble puerta, cuando del seno materno salía borbotando; cuando le puse una nube por vestido y del nubarrón hice sus pañales; cuando le tracé sus linderos y coloqué puertas y cerrojos? «¡Llegarás hasta aquí, no más allá - le dije -, aquí se romperá el orgullo de tus olas!» ¿Has mandado, una vez en tu vida, a la mañana, has asignado a la aurora su lugar, para que agarre a la tierra por los bordes y de ella sacuda a los malvados?

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Ella se trueca en arcilla de sello, se tiñe lo mismo que un vestido. Se quita entonces su luz a los malvados, y queda roto el brazo que se alzaba. ¿Has penetrado hasta las fuentes del mar? ¿has circulado por el fondo del Abismo? ¿Se te han mostrado las puertas de la Muerte? ¿has visto las puertas del país de la Sombra? ¿Has calculado las anchuras de la tierra? Cuenta, si es que sabes, todo esto. ¿Por dónde se va a la morada de la luz? y las tinieblas, ¿dónde tienen su sitio?, para que puedas llevarlas a su término, guiarlas por los senderos de su casa. Si lo sabes, ¡es que ya habías nacido entonces, y bien larga es la cuenta de tus días! ¿Has llegado a los depósitos de nieve? ¿Has visto las reservas de granizo, que yo guardo para el tiempo de angustia, para el día de batalla y de combate? ¿Por qué camino se reparte la luz, o se despliega el solano por la tierra? ¿Quién abre un canal al aguacero, a los giros de los truenos un camino, para llover sobre tierra sin hombre, sobre el desierto donde no hay un alma, para abrevar a las soledades desoladas y hacer brotar en la estepa hierba verde? ¿Tiene padre la lluvia? ¿quién engendra las gotas de rocío? ¿De qué seno sale el hielo? ¿quién da a luz la escarcha del cielo, cuando las aguas se aglutinan como piedra y se congela la superficie del abismo? ¿Puedes tú anudar los lazos de las Pléyades o desatar las cuerdas de Orión? ¿Haces salir la Corona a su tiempo? ¿conduces a la Osa con sus crías? ¿Conoces las leyes de los Cielos? ¿aplicas su fuero en la tierra? ¿Levantas tu voz hasta las nubes?, la masa de las aguas, ¿te obedece? A tu orden, ¿los relámpagos parten, diciéndote: «Aquí estamos»? ¿Quién puso en el ibis la sabiduría? ¿quién dio al gallo inteligencia?

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¿Quién tiene pericia para contar las nubes? ¿quién inclina los odres de los cielos, cuando se aglutina el polvo en una masa y los terrones se pegan entre sí? ¿Cazas tú acaso la presa a la leona? ¿calmas el hambre de los leoncillos, cuando en sus guaridas están acurrucados, o en los matorrales al acecho? ¿Quién prepara su provisión al cuervo, cuando sus crías gritan hacia Dios, cuando se estiran faltos de comida? ¿Sabes cuándo hacen las rebecas sus crías? ¿has observado el parto de las ciervas? ¿has contado los meses de su gestación? ¿sabes la época de su alumbramiento? Entonces se acurrucan y paren a sus crías, echan fuera su camada. Y cuando ya sus crías se hacen fuertes y grandes, salen al desierto y no vuelven más a ellas. ¿Quién dejó al onagro en libertad y soltó las amarras del asno salvaje? Yo le he dado la estepa por morada, por mansión la tierra salitrosa. Se ríe del tumulto de las ciudades, no oye los gritos del arriero; explora las montañas, pasto suyo, en busca de toda hierba verde. ¿Querrá acaso servirte el buey salvaje, pasar la noche junto a tu pesebre? ¿Atarás a su cuello la coyunda? ¿rastrillará los surcos tras de ti? ¿Puedes fiarte de él por su gran fuerza? ¿le confiarás tu menester? ¿Estás seguro de que vuelva, de que en tu era allegue el grano? El ala del avestruz, ¿se puede comparar al plumaje de la cigüeña y del halcón? Ella en tierra abandona sus huevos, en el suelo los deja calentarse; se olvida de que puede aplastarlos algún pie, o cascarlos una fiera salvaje. Dura para sus hijos cual si no fueran suyos, por un afán inútil no se inquieta. Es que Dios la privó de sabiduría, y no le dotó de inteligencia.

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Pero en cuanto se alza y se remonta, se ríe del caballo y su jinete. ¿Das tú al caballo la bravura? ¿revistes su cuello de tremolante crin? ¿Le haces brincar como langosta? ¡Terror infunde su relincho altanero! Piafa de júbilo en el valle, con brío se lanza al encuentro de las armas. Se ríe del miedo y de nada se asusta, no retrocede ante la espada. Va resonando sobre él la aljaba, la llama de la lanza y el dardo. Hirviendo de impaciencia la tierra devora, no se contiene cuando suena la trompeta. A cada toque de trompeta dice: «¡Aah!» olfatea de lejos el combate, las voces de mando y los clamores. ¿Acaso por tu acuerdo el halcón emprende el vuelo, despliega sus alas hacia el sur? ¿Por orden tuya se remonta el águila y coloca su nido en las alturas? Pone en la roca su mansión nocturna, su fortaleza en un picacho. Desde allí acecha a su presa, desde lejos la divisan sus ojos. Sus crías lamen sangre; donde hay muertos, allí está. Y Yahveh se dirigió a Job y le dijo: ¿Cederá el adversario de Sadday? ¿El censor de Dios va a replicar aún? Y Job respondió a Yahveh: ¡He hablado a la ligera: ¿qué voy a responder? Me taparé la boca con mi mano. Hablé una vez..., no he de repetir; dos veces..., ya no insistiré.

Y para terminar ya con esta solicitud de la Dra., doblemente beneficioso para mí, porque al escribir y leer y poder escribir y descubrir-descubriendo, me estaba sucediendo un proceso de sanación interior, primero en 117

mí, y con algo de esperanzas de que también en los que puedan leer este libro. Por eso doble beneficio. Para terminar, es necesario hacer una observación final: me preguntarán algunos que lean este libro, el ¿por qué, a veces hablo en primera persona en singular, por ejemplo, “yo, “voy”; y, otras, en primera persona en plural, por ejemplo, “vamos”, “íbamos”, “estamos llegando”, como en la parte inicial de este mismo capítulo? Y la respuesta es muy sencilla y simple: porque no estaba yo sólo en este camino. Ciertamente, el paciente era yo; pero también eran co-pacientes otros junto conmigo. Así, por ejemplo, mi familia que me puso en sus hombros para caminar conmigo; a veces, cargándome literalmente en lo emocional cuando me decaía; la gente de la parroquia que hizo otro tanto, unos de una forma y otros de otra; los médicos y el equipo médico y de enfermeros que también me hombraron (cargar en hombros, en alto grado) en los suyos; los que venían a la parroquia a traer detalles, ya de palabra y de estímulo, ya con los tomates de palo o de árbol, ya con el agua de coco, ya con las guayabas, ya con el carato de maíz (el famoso saperoco de maíz) y otros muchos espaldarazos; la familia que estaba pendiente de mi comida balanceada y que no faltase nada para mantener todo en su justo equilibrio, y a la que le estoy eternamente agradecida, que Dios le pague; la gente de la parroquia que se reunía a rezar el vía crucis y el rosario cada semana que me tocaba las quimios para transmitirme energía positiva; los que encendían una vela en esas semanas a mi petición, ya por internet, ya al terminar la misa del domingo anterior; las personas que no dejaban que yo abriera y/o cerrara el portón para salir/entrar al estacionamiento para que no hiciera fuerza; la gente que estuvo pendiente de la parroquia para que nunca estuviera desasistida sobre todo 118

en el servicio de exequias por estar la parroquia frente al cementerio, sobre todo en los dos días fuertes de las quimios, que eran dos días cada veintiún días… Los incondicionales de la parroquia, por sobre todo. También a los burros a los que tenía que llevar al pueblo… ¿Ven que no estuvimos solos? O para encuadrar mejor lo que quiero decir: ¿Vemos que no estuve sólo? Y con ello hablo en plural y en singular, al mismo tiempo, y quedo justificado en la inquietud que pudiese presentarse en la gramática utilizada en este libro que no es ni era lo que más me importaba o nos importaba. No dejará de aparecer uno alegando, igualmente, que no nombro a Dios en este agradecimiento, y al respecto, le contestaré como Yahveh a Job: “Yahveh respondió a Job desde el seno de la tempestad y dijo: ¿Quién es éste que empaña el Consejo con razones sin sentido?”, pero con la pregunta mía: “¿No se ha dado cuenta que todo este libro es un canto a Dios en la maravillosa perfección de la naturaleza, ya física, ya como proceso mental inconsciente, reforzada por la inteligencia e inventiva humanas para hacer posible el cielo aquí en la tierra?” Y termino este libro con un cuento de la cultura china, sobre el cielo y el infierno: “El cielo – cuenta el cuento chino – es una taza grande de arroz. Todos los comensales están sentados en la orilla de la taza con uno palillos grandes para poder tomar cada uno su porción de arroz y poder comer. Cuando cada uno quiere comer toma en el extremo de los palillos un grano de arroz y como no puede llevárselo a la boca porque en el intento se le cae por los tamaños de los palillos, cosa que le dificulta cada intento, entonces, cada uno le da el arroz que tomó al que tiene al frente, y el del frente hace otro tanto con el otro. Y así todos comen y están alimentados. 119

Mientras que el infierno es la misma taza de arroz, con los mismos palillos y los mismos comensales y con la misma situación. Pero, con la diferencia de que el que quiere comer se empeña en llevarse el grano de arroz a su boca, y cada vez se le cae, porque los palillos por su tamaño se lo impiden. Nadie le da al que tiene al frente, sino sólo para sí mismo. Y así todos están pasando hambre, y están desnutridos. Y eso es el infierno”.

Se acabó. No hay más nada qué decir (al estilo venezonalístico de hablar) o nada más qué decir (al estilo refinado español de hablar, véase la colección del filólogo Ángel Rosemblat, Buenas y malas palabras). ¿No le parece que todo este trabajo de los médicos, del equipo de enfermeros, de los que han estado y están en esta y en todas de las de todos, sin excepción, no es dar un arroz al que tienen enfrente, aún este mismo libro? Entonces, es el cielo… y aquí en la tierra, porque el cielo comienza aquí… Más allá, dejémoslo al misterio y a Dios, y digamos con Job: Y Job respondió a Yahveh: “¡He hablado a la ligera: ¿qué voy a responder? Me taparé la boca con mi mano. Hablé una vez..., no he de repetir; dos veces..., ya no insistiré”. En otras palabras: ¡CHITO! Es decir: ¡SILENCIO RESPETUOSO POR LOS MISTERIOS QUE NOS SUPERAN Y NUNCA ENTEDEREMOS!, pero que asumimos con gallardía y elegancia (porque es la invitación de Jesús en el cada día), a pesar de los pesares, y en donde comprenderemos que no hay Sábado de Gloria o de Resurrección si no hay Viernes de Crucifixión. Fácil decirlo… Nota final: recordemos lo que habíamos (pluralsingular implícitos) en el comienzo de este libro, en el 120

prólogo, que no sabíamos si terminábamos este libro o el cáncer acababa primero con nosotros, aventura a la que nos dedicábamos desde un comienzo, pero tarea a las que nos dedicábamos (tanto al libro, como al cáncer). Así que todo ya está dicho y con ello el libro… Vendrán las radioterapias, pero eso es ya harina de otro costal… Lo primero era lo primero… Y ya es. Fui a la semana siguiente al examen de sangre para verificar el comportamiento de los glóbulos blancos. Todo perfecto respecto a esta encomienda. Ahora; sí. Entregados los burros… Agradecidos de Poncho, Pancho, Puncho, Pincho y Pencho… Pero, “una cosa piensa el burro; y otra, el que lo arrea”, como hemos venido diciendo desde un comienzo. Porque no todo terminó ahí; aunque sí en este libro. Ya se verá lo que pasó en otro libro, el siguiente de éste…

121

ÍNDICE



PRÓLOGO DEL AUTOR .............................................................. 4



CADA COSA EN SU LUGAR......................................................10



PRIMERO: ...................................................................................11



SEGUNDO: ..................................................................................15



TERCERO: ...................................................................................17



LA NOTICIA, COMO TAL, .........................................................21



UNA EXPERIENCIA SIN COMPARACIÓN ...............................21



PRIMER PASO: ...........................................................................24



CONOCER LAS PROPIAS EMOCIONES: ..................................24



SEGUNDO PASO: .......................................................................27



MANEJAR LAS EMOCIONES: ...................................................27



MIENTRAS TANTO… ................................................................30



LAS QUIMIOTERAPIAS .............................................................36



ALGUNAS REACCIONES ..........................................................41



DE LA QUIMIOTERAPIA ...........................................................41



TÉCNICAS QUE AYUDAN CON LAS NÁUSEAS Y VÓMITOS: ...................................................................................42



LAS TÉCNICAS PARA AYUDAR CON EL CANSANCIO: ..............................................................................44



TÉCNICAS PARA PREVENIR LAS INFECCIONES: .................44



TÉCNICAS PARA AYUDAR A CONTROLAR LA DIARREA: ...................................................................................45



LAS TÉCNICAS PARA LIDIAR CON EL ESTREÑIMIENTO: ......................................................................46



¿QUÉ PASA SI NO SE SIENTE GANAS DE COMER? ...............46



¿QUÉ SE DEBE HACER SI SE PRESENTAN PROBLEMAS EN LA BOCA, LAS ENCÍAS Y LA GARGANTA? ..............................................................................47



EN CASO DE SEQUEDAD DE LA BOCA O ÉSTA LE IMPIDE COMER CON COMODIDAD: .......................................48



TÉCNICAS PARA SOBRELLEVAR LA VIDA DIARIA: ............49



LA ESPERANZA, POR SOBRE TODO…....................................51



ATENCIONES CASERAS…........................................................54



NO SOMOS LOS ÚNICOS EN LA MISMA REALIDAD ............56



CHÉVERE, CAMBUR PINTÓN (Y EL POR QUÉ DEL TÍTULO DEL LIBRO)..................................................................60



TODO SIGUE SU CURSO… .......................................................63



NO PONERSE A INVENTAR… ..................................................67



LA FE Y LA REALIDAD… .........................................................73



NOTICIAS NO MUY BUENAS ...................................................85



ALGUNAS COSAS DEL ENTORNO DE ENTONCES ................91



UN ABRAZO DE CAMINANTE DEL MISMO CAMINO ...........98



LA ENSEÑANZA DEL CUENTO DE LOS BURROS................ 102



SEXTA QUIMIOTERAPIA ........................................................ 107



LA ÚLTIMA QUIMIO ............................................................... 111

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