Cuentos Para Evaluar Discurso Narrativo

August 27, 2018 | Author: Arantza Villouta | Category: Leisure, Entertainment (General)
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El lobo friolento: Había una vez un lobo que era muy friolento, que pasaba todos los días muerto frío. Pero un día vio que los animalitos que Vivian al lado de él tenían una estufa, y pensó: “sí yo me robo la estufa de los conejitos nunca más voy a tener  frió”. Entonces fue y se las quitó. Los conejitos comenzaron a gritar “¡Socorro, socorro! El lobo nos robó la estufa”, y el lobo se fue corriendo rápidamente para que los conejitos no lo alcanzaran y se encerró en su casa con la estufa. Después de un rato se quedó dormido, pero como estaba tan cerca de la estufa se le empezó a quemar la cola y se despertó muy asustado gritando “¡Socorro, sálvenme, se me quema la cola!”. Los conejitos lo escucharon y fueron a ayudarlo y le tiraron agua para apagarle la cola, pero como hacía mucho frió el agua se convirtió en hielo y el lobo quedó encerrado en un cubo de hielo. Pero a los conejitos les dio pena dejarlo así y le pusieron la estufa para que se derritiera el hielo. Cuando el lobo estaba bien, se dio cuenta de que los conejitos eran muy buenos y prometió que nunca más robaría nada a nadie. Los conejitos lo invitaron a quedarse en su casa y así el lobo nunca más sintió frío. El conejo goloso: Había una vez un conejo llamado Agustín que era muy goloso, vivía en una hermosa casa en el bosque. Un día paseando encontró unas hermosas frutillas que se encontraban en el suelo y sin pensarlo las tomó y de d e una en una empezó a comer sin lavarlas. Las frutillas estaban tan ricas que el conejo quiso comérselas todas, pero no pudo porque le comenzó a doler el estómago, entonces se apoyó en un árbol para poder descansar, pero su dolor no desaparecía y decidió ir donde el Dr. Sapo. El Dr. Sapo le dijo que se enfermó del estómago por haber comido frutillas sin lavar. El Dr. le dio un remedio para su dolor y Agustín prometió siempre lavar  muy bien las frutas, para nunca volver a enfermar. Las flores: Había una vez en un parque dos hermosas flores que eran muy amigas. Jugaban todo el día a la pelota y corrían por todo el parque sin tener cuidado de los niños que allí jugaban. Un día ambas flores prometieron ser amigas y jugar  siempre juntas. Como siempre las dos amigas jugaban y jugaban, de pronto apareció una niña corriendo por el parque y ¡zas! Pisó una florcita, la niña no se dio cuenta y siguió corriendo. Ambas florcitas lloraban pues ya no podrían jugar   juntas, la niña de pronto escuchó que alguien lloraba, miró hacia atrás y vio a la florcita tirada en el suelo, la niña muy preocupada volvió corriendo a ayudarla y le preguntó: ¿cómo puedo ayudarte linda florcita? La flor le dijo “necesito agua, tengo mucha sed”. Desde ese momento la niña decidió ir a regar las florcitas todos los días. Y de pronto un día, la niña al llegar descubrió que no sólo estaban sus dos amigas flores, sino que gracias a su generosidad habían nacido muchas flores más.

El arbol bondadoso: Hace mucho tiempo vivía en el bosque un árbol muy bondadoso, que en sus ramas tenía nidos de muchos pajaritos, los que vivían felices. Pero un día el árbol se sintió tan cansado que sus ramitas se empezaron a quebrar y los nidos se cayeron. El pobre árbol se sitió muy triste, por que lo único que quería hacer era ayudar a los pajaritos y ya no podría. Entonces desesperado comenzó a gritar pidiendo ayuda a los animales del bosque, pero ninguno sabía cómo curarlo. Para ayudarlo, los animalitos pidieron ayuda a un hombre que lo regó con vitamina líquida. Al otro día amaneció con mucha fuerza y se dio cuenta que le habían comenzado a brotar nuevas ramas en donde los pajaritos volverían a hacer  sus nidos. Érase una vez tres amigos llamados Claudio, Andrés y Pedro que asistían al mismo colegio en donde se divertían aprendiendo. Claudio era el más inquieto y apresurado de los tres y todo lo terminaba rápidamente. Un día la educadora les contó que se acercaban las fiestas patrias y a los amigos se les ocurrió aprender de los volantines para luego elevarlos. El día que llevaron los volantines al colegio, Claudio salió rápidamente al patio a elevar su lindo volantín de colores y hermosa cola. La educadora que vio cuando Claudio corrió al patio le explicó que allí no podía elevarlo porque habían muchos cables eléctricos y era muy peligroso. Entonces, Claudio se puso muy triste; pero con sus amigos buscaron otro lugar para elevar sus volantines y luego de buscar y buscar, encontraron el lugar perfecto: El parque. Cuando terminaron las clases los niños elevaron sus volantines toda la tarde y se divirtieron mucho.

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