Cuento Japones Del Siglo XX

September 23, 2017 | Author: Elizabeth Romero | Category: N/A
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En Ia segunda mitad de! siglo AlX, bajo et gobierna le lo dinastía de Meizyi, el .lapón abotió definitivamente el feadalismo v dio el salto decisivo hocia la modernidad. A partir tle esa époco se empezó o gestst la narrativa joponéto moderno: bello amalgama de tradición y modewidad, optimismo ¡, pesimismo, ficción y realidad, sencillez y soJisticación.' El lector podrú encontrsr tft esta antologí1 caenÍí,isde autores ya conocidqs'enOccidente cotno MislnÍmay Akutugau,;, a.,í como de escritares poco difun#idos pero igualmente imporfuntes y sorprendentes.

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Coordinación de DiñrsiÓn Cultural Dirección de Literatura / UNAM México, 1989

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Portada: "La modelo Tomi en quimono azul pt:inando su cabello,', impresión e n co lo r d e l a r tista Go yo ( I g g 0 _ 1 921 )

ADVERTENCIA

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Primeraedición, UNAM, 1gg5 Antología del cueruo japonés moderno y contemporáneo Segunda edición, 1987,Cuenrojaponésdel siglo )O( primera reimpresión,19gg Coedición: Universidad Nacional Autónoma de México y Premiá editora de libros, S.A, @ Premiá editora de libros. S.A. Tlahuapan, Puebla (Apartado postal 72-672 03020, México, D.F.) O Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad Universitaria04510, México. D.F. Coordinación de Difusión Cultural Impreso y hecho en México rsrlN 968_36-0094_8

una antología es siempre tarea ciifícil; sobre todo I!¡itut japonecuando se trata de una literatura tan peculiar como la por una aspectos: sa, en la que hay que tomar en cuenta dos la de diferente pite, la piesentación de una cultura netamente de problema la occidental; y, por otra, el qrr" "o.to"emos, la traducción. Al seleccionar cuentos y escritores no pude evitar, como suele suceder. que la tarea se apoyasemayormente en mi gusto personal, Io que dio por resultado una antología un tanto arbitraria desde el punto de vista de la crítica l'oficial"' Cuando la maestra Margarita García Flores amablemente me sugirió hacer una antología del cuenlo japonés, pensé inmediatamente en la elaboración de un libro de texto para uso de los estudiantesdel curso que estoy impartiendo en la Facultad de Filosofía y Letras' Los lectores nunca podrán imaginar el agradecimiento y la satisfacción que siento respecto áe Ia publicación de este libro- De hecho, sin exagerar,Podría dlcir que el pueblo japonés entero estaráagtadecidoala UNAM por habernos brindado la oportunidad de sacar a la luz pública mexicana un libro de esta índole, que mucho serviráiin duda a la difusión cultural de mi país. En la selección de cuentos evité en lo posible la utilización de la doble traducción, o sea, versionesal español hechas de otros idiomas europeos. Sin embargo, despuésde todo me vi obligada a hacerlo en el caso del cuento de Yukio Mishima, tan Lello y singular por la dificultad que ofrece para realizar una traducción directa. a las Quisiera extender mi más profundo agradecimiento y Oscar siguientes personas: a los profesores Kazuya Sakai

Montes, quienesme concedieronpermiso para usar susimpecables traducciones; a Silvia Novelo, quien desplegó un esfuerzo notabie parra traducA del original japonés; a Carlos Daniel Gracida por su traducción del inglés; al maestro José Luis Gonzálezy a ios doctores Oscar Zorrllla y Lothar Knauth por su colaboración. También a la editoriai Grdalbo por con. ceder permiso para publicar una traducción que apareció en el libro Antología de los mejores cuentos eróticos - Corazón de palabras, edición de Gustavo Sáinz; y de una manera muy especiai al poeta Sergio Mondragón por bu traducción del original inglés de Hearn y por su activa partici¡racién en'la elaboración de esta antología. Estoy segurade que los grandesesfuerzoshechos por estas personas pronto tendrán eco en el público lector, no solamente mexicano sino también cie otros países de habla española. A.T. (Febrero de 1983)

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TNTRODUCCION

Í-\ li-- uando el Japón abolió, en 1868, la política de aislamiento que había venido manteniendo durante cerca de dos siglos y medio, el lema izado por el nuevo gobierno de Meizyi (1868-1911) fue: "Desarrollar Ia civilización,enriquecera la nación y fortalecer la fuerza armada." Sin lugar a dudas, la alta civilización que los japonesesde Meizyi se proponían alcanzat no era otra que la euronorteamericana: la modernización era sinónimo de occidentalización. Una vez decididos a "abrir" el país. la acción tomada por el gobiernr: fue rápida. La política de introducción de la civilización occidental consistió, entre otras cosas,en ref,ormarla organizaciónpolítica, el sistema legislativo, la estructura económica y el sistemasocial del país, anulando el feudalismo. El Japón, que había sido amenazadopor las potenciascon fuerzasarmadasasombrosamente avanzadas,tendría que hacer en cerca de 50 años lo que los países europeos habrlanalcanzadr¡en un esfuerzo de varios siglos. Era una necesidadurgentísima "modernizar" a la nación; y la tarea más difícil y fundamental sería la de reformar la mentalidad japonesa para que asimilara la introducción de nuevastecnologías,cienciase ideas. La iiteratura moderna del Japón se dio dentro de eseámbito cultural, promovida bajo el grito: "desarroliar ia civilización", yseha dividido en ftes etapas:la primera (1868-1905), la segunda (1906-1924), y la tercera (7925-7945), rnismas que abarcan tres épocas monárquicas:Meizyi (1868-1911), Taisho (1912-7925) y Sho.,,va,de 1926 hasta la fecha. A la literatura producida a pafifu de I945, se le clenomina "contemporánea".

I. EL ALBA DE LA NARRATIVA MODERNA

rf 11¡ la primeraetaparJela rnodernizaciónculturaldei Japón

se desplegóuna intensa actividad de traducción de autores occidentaies,tanto de los campos de la ec.nomía. la política'y la filosofía, como de la literatura: Adam Smith, J.S. tttitt, Rousseau, Nfontesquieü,H. Spencer, Julio Verne, Víctor Hugo, Góethe,Tufgenevy Tolstoi, entre los principales. Por otra parte, para facilitar y acelerar la introducción de la nueva civilización avanzadase invitó a numerososprofeso-, res occidentales a impartir cáteclrasen institutos y r.lniversidades, pagándoselesaití-cirnossuelclos; aclernás,muchos jó_ venes fueton L¡ecadospara estudiar en los países europeos, con el objetivo de que sus actividades futuras fueran upioouchadaspor el Estado. En este capítulo escogía dos escritoresformados en medio de tal atmósfera cle actividades internacionares:ogai Mori 5r Lafcadio Hearn. Ogai Mori (1862-19221, novelista,tracluctor,poeta, críti_ co, dramaturgo y rnédico oficial que ocupó altos puestos en el gobierno de Meizyi, nació en la provincia de Iwámi en una prestigiada familia de mérJicos.Dstuclió medicina en Ia IJniversidad de Tokio, y de tr884 a i ggg vivió en Alemania como becario de medicina. A su regreso al Japón dio inicio a sus actividades literarias, sobre todo en la tráducción y difusión de la literatura alemana,mientras trabajaba pararelamentecomo médico militar. En 1889 publicó una antología de poemas europeos en la que incluyó a poetas como Goethe. Hei_ ne, Hoffman y Byron, entre otros. Su primera novela,La bai_ larina, publicada en 1890, lo colocó r'_,rru firme posición ", dentro del rnund' literaric¡: La infruencia der ,o-urrti"ir-o

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de su alemán está acentuada en las obras de la primera etapa críti sus de por medio presentó, vida como escritor. También la Barca' de y Calderón cas, a autores como Tolstoi, Turgenev de la Sr'uro*Urosa actividad de traducción y presentación escrien trascendental influencia literatura europea tuvo una tor"rpo.turiores.MástardeMoriescribiríaunaseriedecuen-utilitos uúicaAos en la época feudal, y en los que describió personajes zando las técnicas de Ia literatura occidental- a rígidamente feudal, la sociedad que vivieron y murieron en controlada por la moral confuciana' (1890)y Entre sus novelasimportantes están:Labailarina Ocassiluestres(1 91 5). la repreSi ia trayectoria de Mori es, en muchos sentidos' d9 Sra¡t época aquella sentativa ¿L tos jóvenes intelectualesde admitir que tendríamos inundación de Lultura occidental, antítesis' que Lafcadio Hearn es precisamentesu

dio Hearn es uno de los japonólogos más destacadosy serios, y sus obras circularon ampliamente en el ámbito intelectual euronorteamericanode principios de siglo. El cuento "La mujer de nieve" forma parte de su libro de cuentosKwaidan (1903). Kwaidan significa"Cuentos de misterio y tenor". Sus libros más importantes son: In Ghostly Japan (1908) y Kokoro, Hints and Echoes of JapaneseInner Life (7907).

LafcadioHearn(1850-1904)nacióenl alsladeJonia,Grede madre griegay padre irlandés' Despuésde la-muerte.de cia,'madre, ocuirida ¿uiante su niñez, vivió en Dublín' Recibió su EstadosUnieducación en Inglaterra y Francia y setrasladó a un teníá tg añós. AIIí trabajó como reportero de áo, Nueva a "rur¿o fue comercial de Cincinnati' En 187? ,"-un*io donde trabajó también como periodista' aI tiemen Orleans, po que'iniciaba sus actividades como escritor y traductor' literatubn uru época abundaban traducciones y crítica de Ia colresponde ra frances4.En 1890 llegó al Japón con el cargo poco después sal de la revista Harper'l Magazine;sin ernbargo' Japón ááJ ¿f trabajo al dlcidirse á vivir permanentementeen alto de con Setsuko Ko2umi, hija de un samurai y Atlantic "ur*r"de la provincia de lzumo' Pronto la revista i^rrgo temas jaUoÁtnty emplzó a publicar sus colaboracionescon grado porr"r"r' articulos, órónicas, ensayosy cuentos' El alto áe su sentido de identidad con el pueblo japonés se manifiessu ta en el hecho de que en 1895 se nacionalizó y cambió a entonces Ia nombre por el de Yákumo Koizumi' Se trasladó pleno capital, tokio, donde la occidentalizaciín marchaba a de uupor, e inmediatamente fue contratado como catedrático litLratura inglesa en la Universidad Imperial de Tokio' Lafca74

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LA BARCA TAKASE Ogai Mori

-lI akase-bunees una barca que transrta por el río Takasede Kyoto. En h Época Tokugawa (1603-1867) solía confinarse en una isla* a ciertos crirninalessentenciadosal destierro. An' tes de ser enviadosallá, los parientesdel reo eran citados en la cárcel para que pudieran despedirsede él; luego embarcaban al reo en Ia barca Takase, que lo llevaba LrastaOsaka. La persona encargadade custodiarlo durante el viaje se llamaba dooshin, un gendarme que trabajaba bajo el mando del machi-bugyoo (comisario) de Kyoto. Era costumbre que el dooshin permitiera a uno de los parientes,generalmenteel más cercano al reo, acompañarle hasta Osaka en la misma barca; aunque tal costumbre no era un permiso oficial, se toleraba por clemencia: era un acuerdo tácito. Los sentenciados al destierro eran, por supuesto, individuos que habían cometido graves crímenes; pero no todos eran, necesariamente, criminales crueles, digamos asesinos que mataban, robaban y despuésincenciiabanlas casasde sus víctimas. Con alguna frecuencia los reos que viajaban en la barca Takase era gente que había cometido crímenesno premeditados,por ejemplo,el hombre que convino con su pareja un doble suicidio y despuésde matarla sobrevivió sin proponérselo. Con tales criminales a bordo, Ia barca Takase zarpaba a la hora en que sonaba la campana del atardecer, bajaba por el canal en cuyas riberas se alineaban las casasnegruzcasde * Habfa varias de esasislas; entre ellas: Oki, Sado y llachizyoo, frente al óuerto de Osaka,

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Kyoto, avanzabahacia el este y luego decendía atravesando el río Kamo conversar En la barca, eI sentenciadoy su páriente solían acompañados toda la noche, sosteniendo diálogosrencorosos por accesosde arrepentimiento que se repetían interminableescuchaba mente. EL d'ooshin cuya misión era custodiarlos' últimos los de siempre a su Iado y pó¿fu enterarseasí hasta procedía que la del miseraúte destino de la familia de ;;;;fi;t que no poel criminal; aquéllas eran casi siempre historias en escuchadas drían ser imaglnadas ni siquiera en sueños, ni que repola corte de juslicia ni reportadasen los expedientes san en los escritorios de los jueces' caTambién había todo tipo de gendarmes;algunoseran de tales de ,¿"iá, frío, que hacían oíáos sordos pz*a no enterarse no exaflicciones; otros se compadecían secretamenteaunque lástima con presarancon su actitud sussentimientos aI escuchar eran io, porrrr"rroresde aquellosdestinosluctuosos,y aun otros lágrilas g"rriil", y sentimentalesal punto deno poder contener aquellosdiáIogos'De todos modos el c'argode áu, por la gen"r"tchando custodio de la barcaTakaseera un trabajo detestado desgraciado' darmería de Kyoto, ya que setrataba de un oficio Probablemente No se sabe con precisión cuándo sucedió' en que el aconteció durante la Era de Kansei (1789-1?98) Shirakapríncipe dirigido por el loLi"r.to central de Edo era había se ia Rakuwo. Un criminal tan páculiar como nunca cerezo de flores que las visto antes, fue embarcado un día en de la camdel monasterio chi'on-in caían al compás del son de edad años 30 pana del atardecer. Se llamaba Kisuke' tenía pariente ningún I cure"íu de residenciafija; como.no.tenía que fuera a verlo a la celda, embarcó solo' oído Haneda Shobei. el gendarmeque Io custodiaría' había el En menor' hermano que Kisuke era asesiio de su propio atencon observó Haneda camino de la celda al embarcadero pálido cuya ción a aquel reo de constitución frágil y rostro y respetuosa' discreta actitud hacia su vigilante era obediente, obediencia de lo que contrastabí con Ia adulación disimulada que suelenmostrar los criminales ante la autoridad' 18

Haneda estaba sorprendido; así que ya en la embarcación no solamentelo vigiló como parte de su misión, sino que también observó su conducta con una minuciosa y personal atención. Al anochecer amainó el viento. Debido al tenue nublado que cubría el cielo, el contorno de la luna se veía borroso en medio de una de esasnoches en que la tibieza del inminente verano, convertida en bruma, se elevaba desde las riberas y el lecho del río. Cuando la barca dejó atrás el barrio Shimogyo y atravesóel río Kamo, una atmósfera de silencio envolvió a los viajeros dejando audible solamente el susurro del agua aI ser partida por la proa. A pesar de que a los criminales se les permitía dormir en la barca, Kisuke ni siquiera había querido recostarsey permanecía callado mirando la luna, cuyos rayos disminuían su claridad de acuerdo con el matiz de las nubes; en su faz retozaba una cierta sonrisa y sus ojos brillaban levemente. Haneda no observaba abiertamente a Kisuke, pero no lograba apartar su mirada de aquel rostro. En su mente repetía: " ¡Qué r¿üo. . .!", porque la expresión de Kisuke mostraba tal contento que parecía que sólo la presencia del gendarme le impedía echarse a chiflar o canturrear en cualquier momento. Pensó Haneda: "He realizado la tarea de vigilante de esta barca Takase incontables veces. Sin excepción, todos los criminales llevan siempre un aire miserable que hace insoportable el mirarlos; sin embargo ¿qué le pasará a este hombre? Parecesenti¡sea gusto como si fuera a un día de campo. Dicen que mató a su propio hermano. . . pero por más malvado que hubiera sido su hermano, por más que haya merecido la muerte, no debería este hombre delgado y prílido sentir alegría. ¿O será un criminal tan atroz que carezca de sentimientos humanos? No lo creo. . . ¿Seráun loco? No, tampoco. . . su conducta es perfectamenterazonable y coherente. . . ¿Qué es todo esto?", y Haneda no comprendía nada. Un poco despuésel dooshin no pudo ya soportar la curiosidadydijoaKisuke:

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-Kisuke, ¿en qué Pensáis? - ¡Sí, señor! para recibit las palafisuke se volvió y enderezó su postura que sería reprochado por bras del guardia, asustado al pensar algo. --'Éaneda con él' lo le explicó por qué le interesaba conversar cual estaba enteramente fuera de su oficio' -'I'{o os inter¡ogo por alguna raz6n e-special'La -verdad,es He custooue ouiero saber óómo os sentís al ir al destierro' protagonista de uno cada isla, la a il;"";;;"ttot "ti-i"ales siempre diversas tragedias en su vida' Todos ellos mostraron la noche toda Ilanto sumieron.en y se afUcción en el viaje difees caso Vuestro a despedirlos' v-enía con el pariente que destiinfausto rente; parece que no os angustiáis por vtlestro que pensáis' lo preguntaros que por lo [uiero no, y es por eso Kisuke sonrió abiertamente: -n, *ty amable de parte de usted preguntármelo' G-racias' una aflicción Naturalmente que ser Lnvia¿o a la isla resulta para cualquier preso; es muy fácil comprenderlo'-ya.9tt" Ju que se ha llevado iorraurru implica abandonar la buena vida Mas'. pese a hasta entonces. Kyoto es una ciudad hermosa' yo haber sufrido-una suSvirtudes, en ningún otro lugar pude los señoresdel gode piedad la a pÁu ,rrat protunaalCracias la isla' Por más bierno he salvado mi vida y voy camino de no es un lugar en dura que pueda ser la vida allá, al menos he tenido realmente donde habiten ogro, y demonios' Nunca a Ia isla' en donde mandan me vez un lugar para vivir. dsta lo cual es una profunda amabilidad de las p"¿tJi"tLlarme, frágil' autoridades que envían allá' Aunque de constitución por más duro que nunca he sufricio'enfermedades;así que' en Ia isla' Además' tenga que trabajar, voy a disfrutar de salud dinero por Ia entregado hair me en ocasión de mi destierro cantidadde 200 mon* ' Aquí los tengo' Era el reglaDiciendo esto, se tocó ól pecho con la mano. sentencriminales los a mon 200 dar *Áto de aquel tiempo ciadosal destierro. * M o n . I , a u n i d ad m o n e ta r ia d e m e n o r va lo r e n a q u e llaépoca.

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Luego continuó: -Me da vergüenzatener que decir esto: nunca había tenido tanto dinero de mi propiedad en rni propia bolsa. Cuando logré conseguir algún trabajo, me vi forzado a trabajar sin descansode la noche a la mañana.Y el dinero que ganaba tenía que gastarlo inmediatamente: apenassi podía comprar algo de comer, porque siempre tenía que pagar la deuda de la mano derechacon la mano izquierda; pero desde que me encarcelaronhe podido comer Sin trabajar. De veras me siento en deuda con las autoridades. Y todavía me dan estos 2O0 mon. Como van a seguir alimentándome podré guardar este dinero sin gastarlo. Será la primera vez.en mi vida en que pueda ahorrar. Quién sabe qué tipo de trabajo mé espera en la isla, pero me emociona pensÍr que podré poner algún negocio con este dinero como capital. Haneda dijo: "Qué bueno. . ." Sin embargo, lo dicho por Kisuke le resultó tan sorprendente que no pudo añadir nada más, permaneciendopensativo. Haneda era un hombre ya entrado en años y tenía cuatro hijos. Como aún vivía su madre, junto con su esposa formaban una familia de siete. Su vida era tan austera y sobria que la gente lo criticaba por tacaño; por ejemplo, tratándose de ropa, jamás compraba nada excepto lo necesariopara su trabajo y lo estrictamente urgente. Desafortunadamente para é1, la familia de su esposaera una familia opulenta; así que, aunque la mujer ponía suficiente entusiasmo manejando la economía hogareña,por el hecho de habeise criado en una fami' lia de ricos comerciantes era una persona incapaz de hacer economías, por lo que.frecuentemente resultaba con saldos negativosen ei balancede fin de mes. Entonces, para resolver el problema, solía escurrirse a escondidas para pedir dinero a sus padres y cubrir así su déficit, ya que sabía que su marido detestabaque hiciera compras a crédito; mas el pequeño truco de la mujer era descubierto por el marido tarde'o temprano, lo que ocasionabadesavenenciasen el pacífico hogar de Haneda, pues éste se oponía a que su esposacorriera con pretextos tales como los gastospara el festival de los niños a pedirles dinero a sus padres Al escucharla historia de Kisuke, Haneda no había podido

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dijo menos que compar¿üsu propia vida con la de él' Kisuke obtenida ganancia q.tu ti"*pte se veía obligado a gastar-la con el traUa¡ode su mano derechacon la izquierda' Realmgnte era ,rna vidu miserable. . . "Sin embargo,meditándolg 9i9" -pensó Haneda- entre la vida de Kisuke y la mía' ¿qué dife1o qüe rencia existe? ¿Acasono vivo yo también al día? Todo difenosotros entre y hay sólo S;"" f. gasto ümediatamente que cantidad la ni siquiera íencia de cifras. No tengo ahorrada sienta se que Kisuke le han entregado a Kisuke. . . Es lógico bien; pero lo tan contentJ corr sus 200 mon. Lo comprendo -de ambición' es catezca que no logro captar es que Kisuke paupérrima áa"it, q,r"""sté etmpletamente satisfecho con su a duras peempleo suerte. . . cuando estaba libre encontraba con trábajaba nas; y cuando tenía la suerte de encontrarlo que ganancra una con toda su voluntad y quedaba satisfecho mase la c¿ircel en apenas le alcanzaba paru comer. AI entrar una fue Aquello tunitt¿ de que le dieran de comer sin trabajar' satisfacciónjamás conocida antes en su vida' ' .'' preDe modo que, pese a la diferencia de cifras, Haneda el sobre sentíá una ventaja profunda en el destino de Kisuke en y' aunque suyo. La vida de Haneda dependía de su sueldo ocásiones éste resultaba insuficiente, era por lo general una vida sin créditos ni deudas, pero una vida que en realidad no Ie daba ninguna satisfacción: no vivía contento ni descontento. En el fóndo de su corazón latía siempre la inquietud de que carecía de toda protección para eI día en que llegara a perder su empleo en él gobierno. . ' y si cayera enfermo ¿qué pedi haría? Cada vez que se ánteraba de que su mujer había casa' la de do dinero a sus padrespara equilibrar la economía en mas vez presente una Ia sensación de inseguridad se hacía los dos de su corazón. ¿De dónde venía esa confrontación destinos?Aparentementesetratabadeladiferenciaentreun hombre con familia y otro sin ella; pero eso no bastaba'Aunque Haneda fuera támbién soltero seguramente no lograría sentirse como Kisuk e. La raíz de las cosasestá en un sitio más profundo, concluYó Haneda. si-sepa"Por otra parte --rneditó el barquero vagamente-' alimenel dece cierta enfermedad, se deseano tenerla; si falta 22

to de cada día, se ansía tener suficiente comida; si no se tiene ahorro para emergencias, se requiere aunque sea un poco de dinero extra; y si se tiene ahorro, se anhela más. . . El deseo del hombre es inextinguible. . . EI corazín de Kisuke es un ejemplo de freno de esacodicia infinita. . ." Haneda miró de nuevo a Kisuke, esta vez con ojos de admi" ración. Le parecía que de esa cabeza que miraba la luna, salía una corlna de luz. Viéndole así, dijo: -Señor Kisuke. Esta vez lo había llamado "señor" y no lo había hecho conscientemente. En cuanto pronunció la palabra, y la oyó él mismo, se dio cuenta de la rareza del término' pero ya no podía dar marcha atrás. Kisuke, que contestó "sí", se extrañó de ser llamado "sede Haneda. !ot" y examinó cuidadosamente la expresión incomodidad: de Éste añadió, venciendo un sentimiento --Os hago muchas preguntas. . . Es que según he oído habéis matado a alguien y por eso os mandan a la isla. ¿No quisiérais contarme por qué caísteis en semejante destino? Kisukeo apenado en extremo, dijo: "Recibo con respeto su petición", y empezó a contar en voz baja: -[Ie cometido un crimen rea]mente atroz por una equivocación extravagante.No sé cómo explicá¡selo.Reflexionando ahora con detenimiento no logro explicarme cómo me fue posible cometer semejanteatrocidad. Fue una verdaderaabeiración. Perdí a mis padres a causade una epidemia y quedé huérfano desdemi niñez junto con mi hermano menor. En un principio los vecinos nos brindaron apoyo a la manera en que se encariña la gente con cachorros de,perro abandonadosen Ia puerta; así crecimos, sin experimentar hambre ni frío, haciendo pequeños trabajos para todos. Cuando tuvimos edad suficiente empezamos a trabajar, procurando no separarnos nunca para poder ayudarnos mutuamente. El otoño del año pasado fuimos contratados por una fábricatextil de Nishidyin' pero de pronto mí hermano cayó enfermo y tuvo que quedarse en cama. Vivíamos en una choza de Kitayama y cada día, al ir a trabajar, cruzaba yo el puente de Kamiyagawa; cuando regresaba al an,rchecer con la comida que compraba en el camino, mi hermano me esperaba con ansia y repetía que le

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apenaba muchísimo hacerrne trabajar tanto' ' ' Un día' al tigt"ttt del trabajo como de costumbre, encontné a mi her' echado boca abajo en la cama en medio de un charco -áto de sangre. Me asusté tanto que tiré la comida que'traía en qué te las ma¡ros y me acerqué corriendo. " ¡Qué te pasa, pasa!" grité. Mi hermano alzó su cara prálida para m]larmgi sus me¡itas estaban empapadasen sangre;no podía habla¡' Al ,"tpit"t emitía una especie de chiflido' Yo no lograba compr*A"t h situación, y pregunté-: "¿Qlé te ha pasado? ¿VoLitrrt" la sangre?" Diciendo esto, traté de aproximarme; mi hermano se incorporó, con la mitad del cuerpo apoyada enelbrazoderecho.Conlamanoizquierdasepresionabafirmemente el cuello; de la parte inferior de la mandíbula, entre los dedos, manaba sangre negra coagulada' Con la mirada' mi hermano me prohibió acercarme. Por fin logró hablar: "Perpeso dona, dijo. Quería morir cuanto antes para quitarte mi de encima; ya que sabemosque no hay esperanzade curación papa mi eniermedad. . . pensé que podría morir fácilmente cortándome la garganta, pero no he podido' ' ' sóIo el aliento se me escapa. . . para cortar profundo empujé con toda mi puedes fuerza pero se atoró la navaja. . . el filo es bueno' ' ' si hadificulta me podré que morir' creo ' ' ,u"at-é la navaja la navaja' sacar a pgr ayúdame favor, ' '" blar. . . -Mi Lermano aflojó la mano izquierda y de nuevo se le es' capó el aliento en forma de chiflido. Yo no podía decir palaUra. Examiné la herida en la garganta; parecía que con la navaja empuñada con la mano derecha se había degollado sin pó¿", morir. Así que metió a fondo la navaja como si ahuecara. El mango de lá navaja asomaba en la herida. Finalmente comprendí-la situación' mas no se me ocurría qué hacer' Mi' ré la ca¡a de mi hermano: él también me observaba. Pqr fin dije, con bastante esfuérzo: "Espérame' Voy por un médico"' Mi hermano, con una mirada rencorosa' apretó con la -T-utto izquierda su garganta y dijo: " ¿Pataqué sirve un málico? agonía! Sacala navaja, por favor." ¡Qué -Vo no hacía más que observar la cara de mi hermano, perturbado, sin.saber qué hacer. como sucede extrañamente Ln tales ocasiones, mi hermano hablaba con los ojos, que cla'

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maban implorando: "Hazlo rápido. ." Yo tenía la sensación de que dentro de mi cabezauna rueda daba vueltas. Los ojos de mi hermano no cesaban de exigirme su horrenda petición. Mientras tanto, el tono rencoroso de sus ojos se agudizaba hasta que por fin se convirtió en una mirada horriblemente odiosa, como si estuviera mirando a un enemigo. Cuando comprendí su mirada entró en mi mente el pensamiento de que estabá obligado a obedecerlo. Dije: "Te la quitaré. . ." -Entonces, repentinamenG, su mirada cambió'para llenarse de alegría y agradecimientq. . . Tenía que hacerlo de un tajo, así que me incliné hacia adelante sobre las rodillas. Mi hermano se acostó extendiendo el brazo dereeho en el que se apoyaba. Empuñé firmemente el mango de la navaja y lo jalé de un tirón. En ese momento una vecina abrió la puerta y entró en el cua¡tó: era la anciana a quien encargaba atender a mi hermano en mi ausencia. El cuarto estaba ya bastante oscuro y no sé hasta qué punto la anciana pudo ver; sólo gritó y salió corriendo, dejando la puerta abierta tras de sí. -tuando estaba a punto de sacar la navaja sólo.pensaba en hacerlo rápido y en línea recta. Por la sensaciónque tuve cuando la jalé, parcce que la navaja cortó la parte que no había sido tocada. Ya que el filo daba hacia la parte externd, seguramente cortó Ia parte exterior. Con la navaja en la mano, aterrado, vi como tonto a la anciana entrar y salir corriendo. Luegb volví en mí. . . Mi hermano estaba muerto. La herida soltaba un chorro de sangre.Puse la navaja a mi lado y me quedé contemplando a mi hermano muerto y con los ojos entreabiertos. Después llegó el señor del consejo de los ancianos del barrio y me llevaron a la jefatura. . . Kisuke, sentado en el piso, alzaba su cara hacia Haneda, quien escuchaba cabizbajo. Al terminar de hablar, bajó la mirada hacia sus rodillas. La historia de Kisuke era coherente. Hasta parecía dema. siado razonable, tal vez porque durante cerca de seis meses había tenido sufieiente tiempo para reflexionar y en la jefatura había lenido que repetir la misma historia, reforzando cada vez su memoria con cuidado. A Haneda le parecía el relato de Kisuke tan vivo que él mismo se imaginaba en la escena.

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cuando Ia narración iba a la mitad se había preguntado si estaba ante un caso de asesinato; al terminar de escucharlo to' do, la duda aún no se había disipado. El hermano había pedi' do a Kisuke que sacarala navaja, pues así podría morir más rápido y con menos agonía; Kisuke le había hecho el favor de sacárselapara que p,ráieta morir; pero s'edecía que lo había matado. . Aunque Io hubiera dejado con la navaja adentro habría muerto de todos modos. El hermano quería morir rápido porque no soportaba el suplicio. . . Kisuke no aguantaba u"t r,, agonía y por eso lo mató para salvarlo. ¿Era eso un asesinato? Matar es un crimen' No obstante, si eta por salvarlo de la agonía, quedaban las dudas. . . En lá mente de Haneda surgió la idea de que todo el asunto era cosa de las autoridades,que é1,como todos, debía ajustar su juicio al del juez que había dicho la última palabra' Mas u.rn p.rrrurrdo así todo seguía siéndole incomprensible' Sintió deseosde discutir el dilema con eI juez. . . Avanzaba en la noche la luna borrosa mientras la barca Takase con los dos hombres taciturnos a bordo se deslizabasobre Ia oscura superficie del agua. Tlad.ucción de Atsuko Tanabe.

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LA MUJER DE NIEVE Lafcadio Hearn

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F'r, t.rrr"aldea de la provincia de MusashivivÍan dos leñadores llamados Mosaku y Minokichi. En el tiempo que estoy refiriendo Mosaku'era un hombre viejo ya, y Minokichi, su ayudante, un muchacho de 18 años de edad. Ambos iban a trabajar juntos todos los días a un bosque que se hallaba a unos ocho kilómetros de la aldea, y para llegar allá se veían forzados a cruzar un río muy ancho, püa lo cual utilizaban una barcazade servicio.Variasveceshabía sido construido un puente en gl lugar en que la barcazacruzaba el río, pero siempre había sido arrastrado por las crecidas, a las que ningún puente común puede resistir cuando el río se hincha. Mosaku y Minokichi fueron sorprendidospor una recia tormenta de nieve al anochecer de un día muy frío, cuando regtesaban a su casa. Al llegar al embarcadero se encontraron con que el barquero se había ido ya, dejando el bote en la orilla opuesta del río. Como no era día para lanzarseal agua y atravesar a nado, los dos leñadores se refugiaron en la choza del barquero, sintiéndoseafortunados de contar por lo menos con un techo. Adentro no había braseroni lugar alguno dónde encender fuego, ya que era un único cuarto de unos dos metros por lado, con una sola puerta y sin ventanas,en el que apenas cabían dos angostos petates. Mosaku y Minokichi atrancaron la puerta y se echaron a descansar,cubriéndose con sus impermeables de paja. Al principio no sintieron demasiado frío y pensaron, incluso, que la tormenta no tardaría mucho en amainar. El viejo cayó dormido casi inmediatamente; pero el muchacho, Minokichi, se quedó despierto durante un rato escuchando el aullido delviento y el persistentegolpeteo de la nieve

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y crucontra la puerta. El río rugía. Y la choza'sebamboleaba y el horrible jía como una barca en el mar' Era una tormenta temblaba uir" ," hacía más frío a cada momento' Minokichi bajo su manga;masal fin, pesea todo, cayó dormido también' Ia Un golpe de nieve en el rostro io despertó' La puerta de de choza ttutiu sido forzada y abierta y en el resplandor una la nieve vio a una mujer que había entrado en el cuarto' el sobre mujer totalmente u"tiid" de blanco que se inclinaba y brillanuió v soplabasu aliento contta é1,un vapor blanco y se te.- Repentinamente la mujer se volvió hacia Minokichi garya que su detuvo ante é1, quien trató de gritar en vano' ug.at: ganta no pudo emitir sonido alguno' La blanca mujel seguida sobre eI joven, aiercándose cada vez más hasta Jnó q"u "r, t" ro-stro casi tocó el suyo. Minokichi pudo darsecuenta terror-' "-rrtorr"urdequeaquéllaeraunamujerextremadamentehermosa -aunque sus ojos le inspiraron un profundo y sonrió y luego momento por un quedó mirándo nttu ,u le que hice le dijo en un susurro: "Iba a hacer contigo lo mismo por piedad sentir evitar podido he no Pero ir., compañero. "on ti, ya qt" Lr", tan joven. . . y tal hermoso, Minokichi' ' ' poieso no te dañaré en esta ocasión. Mas te prevengo: sialguna vez abresla boca para decirle a-alguien-aun a tu propia lo que has viito esta noche, f'e mat'até' Nunca lo iradre olvides. . ." Diciendo esto. la mujer dio media vuelta y se alejó atravecuenta sando el umbral. Inmediatamente el muchacho se dio y miró d; ;"" ya podía moverse; incorporándose de un salto y la parte t acü ut r"*; mas la mujer no ée veía por ninguna la cerró que nieve entraba en furiosás rachas ala choza; así madera' con varios trozos de fuerta y la atrancó fuertemente una pesadilla y que hasoñatrdo estado que había ¿i"iét ¿át" figura bía confundido eI brillo de la nieve en eI umbral con la pensamrende una mujer de blanco. . . pero eso no era sino su to y su deseo. Llamó a Mosaku envoz alta y volvió a sentirse avasalladopor el miedo porque el viejo no contestó' Entonces estiró la mano en la oscuridad y palpó el rostro de su compaera ñero ¡un rostro que era puro hielo! Mosaku estabatieso' ya un muerto. 28

Al amanecer terminó la tormenta. Cuando el barquero regresó a la cabina poco después de la salida del sol, enconüró a Minokichi caído y sin sentido junto al cuerpo congelado de Mosaku. El joven fue atendido inmediatamente y vuelto cn sí, pero continuó enfermo durante un largo tiempo debido ¿rlos efectos del frío de aquella noche espantosa. Aunque la muerte de su compañero le había dejado como secuela una profunda angustia, a nadie dijo una sola palabra aeerca de la visión dela mujer de blanco: tan pronto como se vio restablecido volvió a sus ta¡eas de siempre, levantándose cada mañana para dirigirse al bosque y regresando a casa al anochecer con su carga de leña que luego su madre le ayudaba a vender. At año siguiente, al caer la tarde de un día de inviernc, mientras apresuiaba el paso de regreso a su hogar, alcanzí a una muchacha que iba por el mismo camino que é1.La joven era alta, delgada y muy bella; y había contestado al saludo de Minokichi con una voz tan acariciadora al oído como el gorjeo de un ave. Emparejando el paso, empezaron a hablar. La muchacha dijo llamarse O-Yuki* y haber quedado huérfana recientemente; se dirigía a Yedo, donde tenía algunos parientes, quienes, a pesar de su pobreza, podrían quizá ayudarla a encontrar alguna posición como sirvienta. Minokichi estaba ya prendado de aquella extraña muchacha, la cual le parecía más fascinante mientras más la admiraba. Le preguntó si estaba comprometida o casada,y ella le contestó, riendo, que era enteramente libre. Luego ella preguntó si él estaba casado o comprometido, y Minokichi eontestó que, aunque sólo tenía a su madre viuda a quien sostener, el asunto de una "honorable nuera" no había sido todavía considerado por ésta debido a que éI era muy joven aún. . . Después de estas confidencias siguieron caminando durante un buen trecho sin cruzar más palabras;pero, como dice el dicho, Kiga areba, tne tno kuchi hodo ni rnono wo iu,x*, "donde hay deseo la boca habla a través de los ojos". Cuando llegaron a la aldea se habían dado * Este vocablo significa "Nievet'y es un nombre muy común. Acerca de este tema --nombres femeninos japoneses- véase mi trabajo en el volumen titulado Shad.owings. (N. del A.) ** En japonés, en la versión en inglés. (N. del A.)

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que Micuenta ya de que se gustaban mutuamente; de modo lo cual nokichi le otrelló r,r-"u.u para que descansaraun rato' los re' madre La duda' de momento un de lfiu u"uptO después Y caliente' comida una preparó y les cibió cón umatilidad que se encantadora tan muchacha una halló que O-Yuki era a Yedo' vio imielida a persuadirla de que pospusierasu viaje nunca que O-Yuki fue asunto del final Naturalmente que el el ocupando casa la quedó en que se y ;tii¿ el viaje u Y"do, puesto de 'ohonorablenuera". Rápidamente O-Yuki dio muestrasde ser una buena nuera' más Cuando la madre de Minokichi murió -unos cinco años la para y elogio afecto de fueron palabras tarde- sus últimas hijos' diez Minokichi a dio O-Yuki de su hijo. En total, con piel ".po*u mucftacnos y muchachas, todos criaturas hermosas brillante Y saludable persona Los vetinos de Ia aldea considerabana O-Yuki una ya que' natural' manera de ellos todos a magnífica, diferente utriq,," las mujeres campesinas envejecen rápidamente' joven y O-Yuli, a pesar áe haber parido diez hijos, lucía-tan el primer día que llegó a vivir entre ellos' fresca ya dormi"o*o Una noche, cuando todos los hijos se hallaban a la familia su de la ropa remendar a dos, O-Yuki se dispuso luz de una lámpara de papel. Minokichi, mirándola' dijo: sobre-tu ca"Verte cosiendo allí, con la luz de la lámpara aconteció.hace que extraño suceso un ra, me hace recordar vi mucho, cuando yo era un joven de 18 años' En esaocasión a alguien tan hermosa y tan blanca como tú"' De hecho' L.ry parecida a ti. . ." Sin levantar la vista de su cos"ru tura, O-Yuki respondió: "Háblame de ella' ' ' ¿En dónde la viste?" noEntonces Minokichi habló y le contó acercade aquella Blanca Mujer la cuando barquero, che terrible en la choza del y acerca se había erguido sobre é1,sonriente y murmurante; añadió: todavía Y Mosaku' de la silenciosamuerte de única vez en que vi a "Dormido o despierto, aquélla fue la que ella no era una Claro tú' otra mujer tan hermosa como he inspiraba asustado, tan persona humana. . Yo estába nunca realidad En la nieve' ' ' ianto miedo, era blanca como 30

he podido estar seguro si fue un sueño o se trataba en verdad rle una Mujer de Nieve. . ." O-Yuki dejó caer la costura y se levantó, inclinándoseluego sobre Minokichi, quien se hallabá sentado. Con una espet'ie de chillido le gritó en la cara: " ¡Aquélla era yo! ¡Yo, yo, yo! ¡O-Yuki era aquélla! ¡Y te irdvertí entonces que te mataría si abrías la boca alguna vez ¡rara contarlo! ¡Te mataría en este mismo instante si no fuera l)or esosniños que duermen allí! ¡Vas a cuidar de ellos con tu vida de ahora en adelante. . . Y si alguna veztu conducta les da el menor motivo de queja, regresaréa darte el tratarniento que mereces.. .! Diciendo esto, y a pesar de que estabagritando, su voz em¡tez6 a hacersedelgada,como si fuera un viento que silbara; luego su figura se disolvió en una niebla brillante y blanca que se arremolinó hacia las vigas del techo y con un estrerrtecimiento se fugó por el escapedel fogón. . para nunca jamás volver a ser vista de nuevo. Traducción

d,el inglés por Sergío Mondragón.

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II. FICCION PURA

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, a segunda etapa de la literatura moderna surge con el movimiento naturalista, que dio origen a la larga tradición shishoosetsu en la literatura japonesa. El naturalismo francés (Flaubert, Maupassant, Zola), y su método de describi¡ la interioridad del hombre conmovieron profundamente al mundo literario. Lo interesante es que los novelistasjaponeses que escribieron bajo su influencia adoptaron el concepto del naturalismo como una revelación cruda, implacable y fiel de su propia vida privada, lo que dio principio a la tradiclón de novelas autobiográficas y costumbristas llamadasshishoosefsu, misma que ha perdurado hasia nuestrosdías. La segundamitad de esta etapa se caracterizapor la diversificación de corrientes literarias surgidasprincipalmente como reacción contra dicho movimiento naturalista. En 1910 se fundan dos revistas nuevas:Shiral¿aba(Abedul blanco) dirigida por un grupo de jóvenes literatos entusiastasdel ideaiismo humanista tolstoiano, y Shin-shichoo (Nueva corriente literaria) que reunió a escritores como Akutagawa y Zyun'ichiro 'Ianizaki, quienes rindieron culto al esteticismo y al intelectualismo. Ryunosuke Akutagawa (1892-1927) nació en Tokio y fue adoptado por la familia Akutagawa, de ilustre tradición. Estu' dió en el Departamento de Letras Inglesasde la Universidad Imperial de Tokio. Al graduarsetrabajó como reportero del periódico Mainichi: en esa época publicó traducciones de Anatole France, W.B. Yeats, y otros, mientras escribió sus primeros cuentos para la revista Shin-shichoo. A partir de 1916, despuésde ser recouocido por la prestigiadarevista literaria Chuo-leoroncomo uno de los más destacadosescrito-

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res jóvenes, Akutagawa inicia su gloriosa carrera de cuentista, poeta de haiku y crítico literario, convirtiéndose así en el nuevo líder de la literatura de su época. En 1925 comienza su decadencia:su salud decaey sufre de insomnio y una grave neurosis; en 1927 se suicida tomando una sobredosis de pastillas somníferas, por sentir, según escribió en su testamento, "una vaga inquietud hacia el futuro". La diversidad de sustemas y la vasta cantidad de sus obras, sobre todo los cuentos, son la prueba de su exuberante talento como narrador, respaldadopor un robusto intelectualismo, un impecable dominio técnico del arte literario, una sensibilidad tan aguda como enfermiza, y una rica imaginación. Akutagawa fue el primero y, tal vez, el único que ha logrado construir un mundo de ficción pura dentro de la literatura moderna japonesa. Entre sus principales libros de cuentos están: Rashomon(1915), El tabacoy el diablo (1917)' Los paisaies del infierno (1918), Engranaie(7927)'

LA SONRISA DE LOS DIOSES Ryunosuke Akutagawa

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l.J n atardecer de primavera el padre Organtino caminaba solo por el jardín del templo Namban*, arrastrandolos faldones de su hábito. En el jardín, entre los pinos y los cipreses,crecían rosas, olivos, laureles y otras plantas occidentales.Las rosas recién abiertas esparcían una fragancia dulce y sutil en la penumbra crepuscular que acentuaba la fantástica forma de los árboles. El aroma añadía a la tranquilidad del jardín cierto hechizo misterioso, no muy japonés. Organtino se ensimismabaen sus recuerdoscon aire solitario mientras caminaba por la senda de arena roja. "La catedral de Roma, el puerto de Lisboa, la música de Ravel, el sabor de la almendra, el himno, Señor mío, espejo de mi aIma. . ." Los recuerdosllenaron de nostalgiael corazón del sacerdote de cabellos rojos, quien para sacudirsela melancolía, invocó en voz baja el nombre de Dios. Sin embargo, su tristeza, en lugar de desvanecerse, empezó a desplegarun aire más pesadoen su corazón. "El paisajede este país es bello", Organtinoreflexionó. El clima es templado; pero estos indios. . . tal vez hasta los negros sean mejores que estos enanos amarillos. No obstante, su carácter es por lo generalsimpático. Además, el número de creyentes llega ya a 10 mil. . . En el centro de la capital se ha construido una iglesia tan grandiosa como ésta. Pensándolo bien, vivir en el Japón podría no ser tan desagradable.. . aunque a vecesme ahogo en el fondo de la melancolía.. . A veces * Namban. Término aplicado a los españolesy portugueses que llegaron al Japón en el siglo XVI.

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deseo regresar a Lisboa. . . ¿Será sólo nostalgia? No lo creo. Aunque no fuera Lisboan mientras pudiera irme de aquí, iría a cualquier otro lado, China, Siam, la India. . . No, la nostalgia no es la causa de esta melancolía. Lo que necesito es salir de este país tan pronto como pueda. . . Y sin embargo, el paisajees hermoso y el clima es agradable.. ." Organtino suspiró. En ese momento su vista se posó por casualidad sobre los pálidos pétalos del cerezo que se hallaban esparcidos sobre el musgo entre la sombra de los ¡árboles. ¡Oh, flor de cerezo! Organtino contempló el ominoso espaeio entre los árboles, como asustado por algo. Entre unas palmeras vio como en una visión un cerezo con las ramas pesadas de flores neblinosas. Organtino trató de persignarse: ¡Oh, Señor, ayúdame! En ese momento aquel árbol florecido en la penumbra le pareció pavoroso. ¡Tan pavoroso! Aquel árbol parecía simbolizar al mismo Japón, estremeciéndolosin saber por qué; mas luego de unos segundos,al comprobar que no era un espectrosino sólo un árbol de cerezo, sonrió amargamente y volvió sobre sus pasos desanimadamente, hacia el lugar de donde había venido. Media hora después,el padre Organtino rezaba en el ábside junto al altar del templo Namban. Había sólo una linterna colgada de la bóveda, a cuya vaga luz aparecían los frescos donde San Miguel peleaba con los diablos del Infierno por el cadáver de Moisés; pero esta noche no sóIo los grandesy valientes ángeles,sino también los feroces diablos, portaban un aire de elggancia otorgado quizá por el tono de la tenue luz. O era tal vez por las rosas y retamas frescas ofrecidas frente aI santuario que esparcían una dulce fragancia. En el trasaltar eI padre rczaba con fervor, cabizbajo e inmóvil. "Dios mío, nuestra merced. Desde que partí del puerto de Lisboa te he consagrado mi vida. Para glorificar tu divina cruz he trabajado sin titubeos, aun bajo las circunstancias más penosas,lo que no se debe únicamente a mi esfuerzo,sino, por supuesto, a tu benevolencia.Sin embargo, ya aquí, en el Japón, me he ido dando cuenta, poco a poco, de lo difícil que es mi misión. En este país hay algo así como una fuerza mís38

tica que se oculta en las montañas, en los bosques, en las aldeas, donde las casasjuntan sus aleros. Y esa fuerza obstaculiza mi misión en una forma clandestina. De otro modo yo no me sentiría tan desalentado. . . ¿qué será esa fuerza? No lo eé, pero impregna todos los rincones de este país como un manantial subtenáneo. Antes que nada deberemos vencer esa faetza, ¡oh, nuestro padre, nuestra merced! Si no lo logramos, los japoneses, extraviados en sus peruersas religiones, serán incapaces de descubrir jamris la bienavenhrranza del Paraíso. Sólo por esta causa he resistido mis sufrimientos dfa con día. Por favor, ayuda a este Organtino, tu siervo, y concédele valor y tenacidad. . ." En ese momento creyó haber oído el canto de un gallo; no hizo caso y siguió rezando: ". . . Para cumplir mi misión tendré que luchar contra esa fuerza, contra ese espíritu invisible para nosotros que se esconde en la naturaleza de esta tierra. En los tiempos antiguos tú hundiste al ejército egipcio en el fondo del mar Bojo. En cuanto a su pode.r, el espíritu de este país no sería inferior al de Egipto. Como los profetas bíblicos, quizá también tendré que luchar contra este enemigo. . ." Las plegarias de Organtino fueron desvaneciéndose.. . De repente se dejó oír un agudo quiquiriquí, esbavez cerca del altar. Organtino, sobresaltado, miró a su alrededor y vio entonces, exactamente a su espalda y encima del altar, un gallo que cantó triunfante de nuevo como si anunciara el amanecer, arrastrando su cola blanca y larga. Organtino se incorporó de un salto y trató de ahuyentarlo con los faldones arremangados de su hábito. Sin embargo, al dar unos pasoshacia adelante tuvo que detenerse mientras el estupor le hacía gritar con voz entrecortada: " ¡Dios mío!. . . ¡Dios mío. . .!" Dentro del ábside en penumbra, un sinnúmero de gallos blancos se movían, algunos de ellos volando y otros corriendo por todos lados; el ábside se había convertido en un ma¡ de crestas. - ¡Señor, ayúdame! Trató de persignarse otra vez, mas sus manos permanecieron inmóviles como si estuvieran atadas con algo parecido a

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un torniquete. Mientras tanto, un resplandor rojo, como de una fogata, comenzó a llena¡ el ábside. Organtino, jadeante, entrevió figuras humanas surgidas como un espejismo en medio de la luz roja. Las figuras humanas se volvieron claras de repente. Formaban un grupo de hombres y muleres con aire de ingenuo, desconocidos por Organtino; tenían en su cuello collares de gemas y se divertían ruidosamente. Los innumerables gallos blancos que pululaban en el ábside empezaron alanzar gritos al unísono cuando las figuras se hicieron más claras. Al mismo tiempo los frescos de San Miguel en la bóveda eran absorbidos como niebla en la noche, y en su lugar. . . Un Baco japonés se acercó como espectro hacia el atónito Organtino. En la penumbra del fogaril, vio a japoneses vesti' dos al estilo antiguo, sentados en rueda, intercambiando copas de she. En el centro del corro vio a una mujer bailando frenéticamente encima de un enorme barril de licor colocado boca abajo; su cuerpo era tan espectacular como nunca había visto otro igual. Detrás del barril un hombre tan corpulento como un cerro estaba de pie, empuñando con serenidad un tronco de ¡írbol sacro arrancado, de cuyas ramas colgaban espejos y joyas. Alrededor de ellos cientos de gallos cloqueaban incesantemente su alegría, rozando sus crestas. Más allá dudó de nuevo de su visión- distinguió en el fon{rgantino peñasco un erguido en la niebla nocturna. do cesaba de bailar sobre el barril. La enredadera mujer no La que adornaba sus cabellos saltaba en el cielo como enjambre de mariposas. Las gemas colgadas de su cuello sonaban como granizos al choear unas con otras. Con la ramita de bambú en su mano azotaba el aire. Además, ¡oh, su pecho estaba tan expuesto! Aquellos dos senoslustrosos meciéndoseen la luz escarlatadel fogaril le parecían a Organtino la imagen misma de la voluptuosidad; trató de dewiar la mirada con toda la fuerza de su voluntad, rezando a Dios. Mas no podía mover su cuerpo, amanado como estaba por alguna fuerza misteriosa. En ese momento, un repentino silencio cayó sobre los hombres y las mujeres de Ia visión ascendían ahora hacia el cielo dando gritos en medio de un trueno. 40

Hasta los gallos que competían en jolgorio callaron alargando sus cuellos. Entonces, a través del silencio y proveniente de algún sitio indeterminado, llegó una voz femenina tan hermosa como la eternidad: -Ya que me encuentro aquí, el mundo debe habersevuelto una oscuridad total*. A pesar de ello, los dioses ríen con regocijo. Cuando lavoz se apagóen el cielo nocturno,la mujer sobre el barril respondió con una voz inesperadamentetierna, derramando su mirada sobre la concutrencia: -Es que existe un nuevo dios más excelso que tú, Señora. Por eso estamosfestejándolo. '' "Ese dios nuevo se refiere sin duda al Dios cristiano" - pensó Organtino, animado por un instante con la idea, observando interesado la nueva situación. Por un rato el silencio continuó. Luego, repentinamente,Ios gallos lanzaron ottavez gritos triunfantes, y la puerta de roca que se erguía en la niebla nocturna comenzó a abrirse mientras un torrente de luz resplandeciente brotaba desde el interior. Organtino trató de gritar, mas su Iengua no se movÍa. Trató de huir, pero sus pies quedaron pegados al suelo. La luz le produjo vértigo. Los hombres y las mujeres ascendían ahora hacia el cielo dando gritos en medio de un trueno. -¡Amaterasu!xx - ¡No hay otra deidad fuera de ti! - ¡Quieneste desafíenserándestruidos! - ¡Mirad, las tinieblas desaparecen! - ¡Más allá de donde alcanza la vista, Ias montañas son tuyas, los bosquesson tuyos, los ríos son tuyos, los pueblos son tuyos, y tuyo es el mar!

* Se refiere a un episodio en el mito japonés, en que, airada por las travesuras de Susanoo, su hermano menor y dios de la tormenta, Amaterasu, la diosa del sol, se ocultó en la cueva de la roca celestial. ** Amaterasu. Diosa del sol en el Shintoísmo. Véase pp. 30-32 del Kojihi, Col. "Los clásicos de la literatura", SEP, México, 1981.

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- ¡No existe otra deidad! ¡Todos somos tus sien¡os! - ¡Amaterasu! En medio del frenesí, Organtino, sudando he}ado, aleanzí a gritar algo insignificante en su agonía, antes de caer al suelo. Ya bien pasada la medianochen Organtino recobró al fin la conciencia, saliendo del fondo del desmayo. En sus oídos r+ sonaban todavía las voces de las deidades. Mirando a su alrededor vio que sólo la luz de la linterna colgada de la bóveda iluminaba vagamente los frescos del ábside, desolado como antes. Gimiendo, se alejó del altar con pasos tambaleantes. No comprendía nada de lo que significaba la visión que había tenido; sólo sabía que no había sido Dios el que se la había otorgado. "Luehar contra los espíritus de este país. . . --Organtino monologó en voz baja- luchar eontra los espíritus de este país seni mucho más difícil de lo que había imaginado. Será una lucha frontal. ." Entonces una voz murmuró en sus oídos: - ¡Perdenís! Organtino miró con temor hacia el lugar de donde surgía la voz pero no había alma alguna, fuera de las rosas y las retamas que se mecÍan en la penumbra. En el atardecer del día siguiente Organtino caminaba de nuevo por el jardín del templo Namban. Había un destello de alegría en sus ojos azules, ya que ese dÍa las filas de sus creyentes se habían visto aumentadas con la adhesión de cuatro samurais. Los laureles y los olivos se erguían silenciosamente en el crepúsculo. Las palomas que regresaban al alero del templo rompían el silencio con sus aleteos. La fragancia de las rosas, la humedad de la arena. . . todo estaba en paz y en sosiego, como en aquel crepúsculo de los tiempos antiguos, cuando los ángeles descendieron a la tierra en busca de mujeres, "luego de haber descubierto la belleza humana". -Después de todo, parece que la fuerza inmunda del Japón no podrá ganar la batalla frente a la divina glorira de la eruz; pero, ¿las visiones de anoche? Oh, no. Fueron simples visio42

nes. ¿No es cierto que Lucifer mostró también a San Antonio visiones semejantes?Est{áel hecho de que hoy mismo aumentó el número de creyentes. No pasará mucho tiempo antes de que se multiplique en este país el número de iglesiras.. ." Pensando así, Organtino siguió la senda de arena roja. Entonces alguien le tocó en el hombroo ligeramente, desde atrás. Volteo. Pero detrás del padre sólo la luz del anochecer flotaba entre las hojas tiernas de los plátanos. - ¡Dios mío, ayúdame! Murmurando, tornó la cabeza lentamente. Sin que se hubiera dado cuenta, un anciano se había acercado sigilosamente a su }ado; como en la visión de la noche anterior, el anciano tenía puesto un collar en su cuello y el contorno de su figura era brumoso. -:¿Quién sois? dijo el asustado Organtino. -Yo. . no importa quién. Soy un ánima de este país =--contestó amablemente el risueño anciano-. Caminemos juntos. He venido pa¡a que conversemos un rato. Organtino 6e Bersignó; pero el anciano no mostró el más mÍnimo temor ante la señal de la cruz. -No soy el diablo. Mire estas gemas y esta espada.Si fueran objetos quemados por el fuego del Infierno, no lucirían tan resplandecientes.Vamos, ya deje de recitar oraciones. Acoral4do, Organtino echó a andar junto al anciano, con los brazos cruzados sobre el pecho. -Usted ha venido aquí para evangelizar, ¿verdad? -eI anciano inició su diálogo con calma-. Está bien que lo haga. Sin embargo, en esta tierra hasta el Dios cristianc¡ perderá al final. -Dios es omnipotente, así que a Dios... -Organtino, al comienzo de la frase, recordó el tono cortés que siempre empleaba al conversar eon los creyentes japoneser-. No hay nada que supere a Dios, añadió. -No obstante,, sí existe, escúchenme. El Dios cristiano no es el único que ha venido a este país. Confucio y muchos otros filósofos vinieron también. Por añadidura, cuando ellos llegaron el Japón acababa de nacer como nación. Los misioneros chinos trajeron consigo no sólo la filosofía, sino diversas cosas como la seda y las joyas. Trajeron hasta la escritura

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más divina y valiosa que aquellos objetos. Sin embargo, ¿acaso lograron conquistar a los japoneses por medio de esas cosas? Veamos el caso de la escritura china, que en vez de conquistarnos, fue conquistada por los japoneses. Hay un poeta antiguo, Kakinomoto-no-Hitomaro, cuya poesía versificada aún existe; léala. En uno de suspoemasapareceuna pareja japonesa relacionada con la leyenda de Ia Vía Láctea y no es la que se encuentra en la tradición china. Del mismo modo, el río cantado en esa poesía es diferente del río Yang-tze. Pues bien, dejemos a un lado la poesía; hablemos sobre la escritura. Para expresar su poesía por escrito, Hitomaro tomó prestaQala escritura china. Sin embargo, sólo utiliz6 la parte fonétiea de las palabras pero no hizo caso de su significado. El término fune (barca) sigue siendo el mismo fune aw después de que fue introducida la escritura china que equivale al mismo significado. De haber sido de otro modo, nuestro idioma se hubiera convertido en chino. Y todo esto se debe a la fuerza de los diosesjaponesesque protegimos el corazón del poeta Hitomaro. Los sabioschinos también di fundieron el arte de la caligrafía en este país. En donde estuviesen los grandescalígrafos japonesescomo Kukai, Doofu o Koozei, nosotros, los dioses japoneses,Ies acompañábamos sin que.nadie se diera cuenta. Ellos tomaron como modelo la caligrafía de los chinos; pero de suspincelesnació una nueva estética. Las letras escritas por los calígrafos japonesesfueron puramente japonesas. La señal de nuestra victoria no solamente se manifestó en la escritura; nuestra respiración suavizó hasta las ideas de Lao-tse y de Confucio. Pregúnteseloa los indios japoneses.Ellos creen que los libros de los filósofos chinos suelen atraer la ira de los diosesjaponesesy que los barcos cargadoscon esos libros siempre naufragan.Nosotros, los diosesjaponeses,no hemos fabricado tal malicia, pero en ese tipo de creencia nuestra fuetza ha de ser percibida en uh modo secreto, ¿no cree usted? Organtino, aturdido, miró la cara del anciano. Desconocedor de la historia del Japón, no lograba cornprender siquiera la mitad de lo que decía el anciano con tanta elocuencia. -Después de los sabios chinos,llegó Siddharta, el príncipe 44

de la India -el anciano continuó lapláttca mientras arrancaba una rosa florecida a un lado de la senda, oliéndola con placer. En él espacio donde recogió la rosa, otra idéntica había surgido inmediatamente. La rosa en la mano del anciano se veía tan brumosa como la niebla, aunque conservaba su misma forma y color. -El Buda siguió un destino semejante. Tal vez le resulte aburrido escuchar estas cosas, pero quería hablarle sobre Ia teoría del sincretismo honchi-subyahu,* que predicó a los indios japoneses que Amaterasu es Dainichi-nyorai (Buda). En este caso, ¿quién ganaría, Amaterasu o Dainichi-nyorai'f El Buda venerado por los indios japonesesno es aquel hombre moreno original con una corona de luz sobre su cabez:a, sino que tiene Ia misma fisonomía que el príncipe Shootoku,** lleno de piedad y serenidad. Pero ya terminemos de hablar cosas aburridas. En lo que insisto es en que ningún dios venido de fuera avasallaráel espíritu de este país. -Un momento. Decís esas cosas, pero. . . ¿por qué hoy, por ejemplo, tres samurais se convirtieron al cristianismo? -Se convertirán cuantos quieran. Si se trata de conversión, la mayoría de los indios japoneses se han convertido ya al budismo. Sin embargo, no usamos nuestra fuerza para destruir, sino para reformar. El anciano arrojó la rosa. En cuanto ésta se separó de la mano, se esfumó en la luz del atardecer. -¿Habláis de la fuerza para reformar? Pero esa capacidad no es propiedad vuestra. En cualquier pueblo. . . por ejemplo, los llamados dioses de Grecia, aquellos demonios griegos. . . -El gran Pan ha muerto. Pero también Pan podría resucitar. Nosotros, mire, todavía estamosvivos. Organtino miró de reojo la cara del anciano. -¿Conocéis a Pan? * Honchi-suizyaku. Teoría de unificación de,la deidad shintoísta y de Buda. ** Príneipe Shootoku. Gran protector y difusor del budismo en el Japón. (574-622).

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r --Bueno, leí acerca de Pan en un libro escrito en idioma occidental traído por hijos de daimios* desde las provincias del oeste. Y aunque la fuerza para reformar no seaexclusivamente nuestra, no baje Ia guardia; le advierto que tenga cuidado. Somos deidades viejas, tan antiguas como aquellos diosesgriegos que contemplaron el alba del mundo. *Sin embargo, nuestro Dios vencerá. - . Organtino tra¡tO obstinadamente. El anciano continuó despacio, como si nada hubiera oído. -Hace apenas unos días conocí a un marino griego que desembarcóen la provincia oeste; no era Dios, sino hombre. Me contó muehas cosas mientras estábamos sentados juntos sobre una roca bajo la luna. Me contó del dios de un solo ojo, de la diosa que convertía a los hombres en puercos y de las sirenasde hechicera vo?'. ¿Conoce a esehombre? A partir del momento en que me conoció, ese hornbre se convirtió en un indio japonés. Me han dicho que ha adoptado el nombre de Yuriwaka. Así que usted también tenga cuidado- No diga que el Dios cristiano campea siempre por más extensamente que se difunda el cristianismo. . . -la voz del anciano se iba apagando poco a poco-. Puede que Dios mismo se convierta en indio de este paÍs. Tanto lo que llegó de China. como lo que llegó de la India se transformó en algo propio de esta tierra. Todo lo que venga de Occidente tendrá que convertirse también. Estamos escondidos en los árboles, en los riachuelos, en el viento pasajero que va por encima de las rosas, en la luz crepuscular reflejada en el muro de la iglesia; existimos en dondequiera y a toda hora. Tenga cuidado. . . tengacuidado, . . En cuanto se hubo apagado la voz, la figura del anciano empezó también a desapareceren el anochecer, como una el son de la sombra. En ese momento empezó a desp'legarse iglesia, llela de campanario campana del Angelus desde el Organtinodel cabizbajo gando lentamente a los oídos El pelirrojo narigón, arrastrando Jos faldones de su hábito, * Daimios. Señores feudales.

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regresó lentamente al biombo, dejando el jardín imaginario de las rosas y los laureles, bañado por la luz del anochecer; regtesó a su biombo pintado tres siglos atrás con la escenadel barco Namban entrando al puerto de Nagasaki. . . Adiós, padre Organtino. Estás observando el gran barco Namban y la bandera que ondea en la niebla dorada, mientras vagas por la playa del Japón con tus compañeros. ¿Vencerá tu Dios o vencerá Amaterasu? Todavía no es posible saberlo. Sin embargo, pronto nuestro empeño dará respuesta a la pregUnta. Mientras tanto, tú, desde pretérita playa, obsérvanos con calma. Aunque estás.dormido en el olvido al lado de un capitán y te acompañan un perro y un niño negro que sostie-. ne un parasol, el cañonazo del Barco Negro* que un día aparecerá en el horizonte interrumpirá tu sueño ancestral. Hasta ese entonces, ¡adiós, padre Organtino! ¡Adiós, Urugan Bateren*x del templo Namban! Octubrede 1921 Traducciónpor Atsuko Tanabe.

* Barco Negro. Barco de guerra norteamericano dirigido por el almirante Mathew Perry que llegó al Japón en 1853. ** Urugan Bateren- Pronunciación japonesa, aplicada al padre Organtino-

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IY

I\ o se puede hablar de la literatura japonesa de la última etapa moderna (1925-1945) sin mencionar el movimiento de la literatura proletaria, cuyos gérmenessurgieron en los últimos años del siglo pasado. El Japón, un país que dio el primer paso hacia la modernidad, apenasen la segundamitad del siglo xD
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