Cuadernos Del Mundo Actual Historia 16 023 1993 La Italia de Hoy

April 27, 2017 | Author: The Doctor | Category: N/A
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CUADERI\OS DEL

Coordinación:

Ange! Bahamonde Magro, Julio Gil Pecharromán, Elena Hernández Sandoica y Rosar¡o de la Torre del Río U nivers

1. La historia

de hoy. o

2.

i

dad Complutense

Las frágiles fronteras de Europa.

r 3.

La sociedad española de los años 40.

.4.

Las revolu-

ciones científicas. o 5. 0rígenes de la guena fría. o 6. La España aislada. o 7, México: de Lázaro Cárdenas a hoy. o $. La guerra de Corea. o 9. Las ciudades. o 10. La ONU. . 11. La España del exilio. o 12. El Apartheid. o 13. Keynes y las bases del pensamiehto económico contemporáneo. o 14. El ieparto del Asia otomana. o 15. Alemania 1949-1989. o 16. USA, la caza de brujas. r 17. Los padres de Europa. o 18. Africa: tribus y Estados, el mito de las naciones africanas. o 19. España: nMr. Marshallr. o 20, Indochina: de Dien Bien Fu a los jmeres rojos.o2l. Hollywood: el mundo del cine.o22.La descolonización de Asia.o23. Italia 1944-1992.o24. Nas. ser..25. Bélgica,o26. Bandung.o27, Militaresypolítica.o28. Elperonismo.o29. Tiio.o30. ElJapóndeMcArthur. o 31. El desorden monetario. o 32. La descolonización de Africa. o 33. De Gaulle. o 34. Canadá. o 35. Muier y habajo. o 36. Las guenas de Israel. o 37. Hungría 1956. o 38. Ghandi. o 39. El deporte de masas. o 40. La Cuba de Castuo. o 41. El Ulster. o 42. La Aldea Global. Mass media, las nuevas comunicaciones. o 43. China, de Mao a la Revolución cultural. o 44. España: la emigración a Europa. o 45. El acomodo vatica¡6. o 46. Kennedy, o 47. El feminismo. o 48. El tratado de Roma. o 49. Argelia, de Ia independencia a la ilusién frustrada. o 50. Bad Godesberg. o §1. Nehru..52. Kruschev..53. España, la revolución del 600. o 54. El año 1968. o 55. USA, el síndrome del Vietnam. o 56. Grecia, 2..57. El fenómeno Beatles. r 58, Praga 1968. o 59. El fin del mito del Che. o 60. W. Brandt. ¡61. Hindúesymusulmanes. o62. Portugall9TS,o 63. ElChiledeAllende. o 64. LaviolenciapolíticaenEuropa. o 65. El desanollo del subdesanollo. o 66. Filipinas, o 67. España, la muerte de Franco. o 68. La URSS deBtunev. o 69. La crisis del petréleo. o 70. La Gran Bretaña de Margaret Thatcher. o 71, El Japón actual. o 72. La tuansicién española. o 73. USA en la época Beagan. o 74. Olof Palme, la socialdemocracia sueca. o 75. Alternativos y verdes. o76. Amárica, la crisis del caudilligmo.oTT. Los países de nueva induskialización,o78. China, el postnaoísmo. o 79. La crisis de los países del Este, el desanollo de Solidamosc en Polonia. o 80. Penú, Sendero Luminoso, o 81. La lglesia de Woytila. o 82. El lrán de Jomeini. o 83. La España del 23 F. o 84. Berlinguer, el eurocomunismo, r 85. Afganistán. I 86. España 1982-1993, el P§OE en el poder. o 87. Progresismo e integrismo. o 88. El peligro nuclear/la mancha de ozono. o 89. Gorbachov, la pereshoika y la ruptura de la UR§S. o 90. [a sociedad postindushial. o 91. La guena del Golfo. o 92. Los cambios en la Europa del Ests 1989. o 93. La 0TAN hoy. I 94. La unificación alemana. e 95. El SIDA. o 96. Yugoslavia. r 97. Hambre y revolucién en el cuemo de Africa. o 98. Las últimas migraciones. o 99. Clinton. o 100. La España plural.

I1\DICE

6 Ln país lleno

de

contradicciones B L,-,s gobiernos de coalición

10 C,,,ntror ersias territoriales

t2 Lr,,s arios

del centrismo

l1 La .,aperlura a siuistra,

15 E1 despegue económico

1B L,-,s ario. dei centro-sinistra

22 La rerolución del 68

24 \ecesidad de un compromiso

28 Italia. entre la esclerosis

r 1a transformación 30 \ires de renovación

31 Bibliografía

P¡otesta contra el asesinato del juez Falcone, llevado a cabo por Ia todopoderoaa organización de la lvlafia

La ltalia de hoy Por Javier Tusell Catedrático de Historia Contemporánea.

UNED

la altura de 7944 vivía ltalia una peculiar situación en el seno de una Europa atormentada, 1a de un país que había iniciado la guena al lado del Eje y Ia concluía como cobeligerante de los aliados. La caída de Mussolini había supuesto Ia descomposición del Btado: sólo unos miles de soldados combatían con los anglosajones mientuas el país vivía una auténtica guerra civily unas condiciones económicas y de abastecimiento enormemente precarias. Aunque la destrucción de la industria se limitó tan sólo a algunos sectores (la siderurgia) durante años la cosecha no llegó a ser suficiente ni para cubrir la mitad de las necesidades. Aparte de los inevitables desastres de la guerra no cabe la menor duda de que lo sucedido se explica por esa auténtica guena civil producida en Italia a partir de 1943. La caída delfascismo dividió al país en un Norte y un Sur cuyas condiciones políticas eran muy distintas. En el reino del Sur, después del cambio de bando, se mantenía formalmente la legalidad monárquica, aunque quien la personificaba, colaborador del fascismo, hubiera cedido sus poderes, a título de lugarteniente, alpríncipe Umberto de Saboya. Elpresidente delgobierno siguió siendo el mariscal Badogllio hasta el verano de l9M, en que fue sustituido por un hombre

procedente del liberalismo de la monarquÍa

de Saboya, Bonomi. Pero esa legalidad estaba en cuestión porque también lo estaba Ia Monarquía, aunque los aliados y en especial los británicos la quisieran mantener en condiciones semejantes a las precedentes. En el Norte se vivía una situación de poder revolucionario. La resistencia, surgida de forma espontánea, pudo llegar a agrupar a 200.000 combatientes y tuvo unos 35.000 muertos; llegó a controlar parte de las zonas rurales hasta que, tras una sublevación generalizada en abril de 7945, consiguió la liberación de casi todas las ciudades de la zona. La lucha de los partisanos fue principal, pero no exclusivamente, comunista y pesó con el llamado viento del Norte (el de la revolución, en definitiva) durante estos primeros años de la Italia republicana. Seis partidos representados en la resistencia (no sólo los comunistas, sino también los socialistas y los demócrata-cristianos) formaron un Comité de Liberación Nacionalcuya autoridad fuvo que reconocer el gobierno Bonomia fines de año en la zona Norte. La actitud contemporizadora de los comunistas, dirigidos por Togliatti, contribuyó a encontrar esta fórmula. En un discurso que se hizo célebre, pronunciado en Salerno, señaló la necesidad de contribuir a una lucha de libe-

ración nacional dejando a un lado por el momento los objetivos revolucionarios que les eran propios. No se llegó a una solución que integrara verdaderamente la dualidad existente hasta junio de 1945 con el gobierno de Fem.rccio Parri, vinculado al partido de Azione, un conglomerado liberal y progresista que, si había tenido una importancia muy destacada en la Resistencia, no llegó a convertirse en un partido de masas. Parricontó con una especie de organismo colectivo de consulta formado por los partidos de la resistencia y tuvo en el seno de su gabinete a sus principales dirigentes, como De Gasperi, por los democristianos, el socialista Nenni y el propio Togliatti. Con ello cambió de manera fundamental el poder político en Italia pasando de quienes habían colaborado con el fascismo a sus opositores. Poco ducho en cuestiones administrativas y muy receloso, Pani acabó cediendo elpoder, a fines de año, a De Gasperi. A estas alturas se habían planteado ya algunas cuestiones políti-

cas decisivas que todavía tardarían en ser re-

sueltas. En los meses que hans-

currieron desde el final de la guerra habían surgido movimientos partidistas efímeros, pero que loEaron un apoyo socialque parecía destinado a ser muy importante. Hubo movimientos separatistas en Sicilia y Cerdeña y, sobre todo, uno bajo el impreciso lítulo L'uomo qualunque, inspirado por el escritor Giannini, se hizo represeniante de los antiguos fascistas y de los que se habían sentido prontamente decepcionados por los partidos. Si este movimiento pudo encontrar apoyos fue, en parte, gracias a que en realidad no hubo verdadera depuración de los colaboradores con el pasado régimen mussoliniano. Bta realidad, justificable desde el punto de vista de que el fascismo había tenido un apoyo generalizado, no puede hacer olvidar, sin embargo, el hecho de que a comienzos de los sesenta de los 64 prefetti -gobernadores civiles- existentes sólo dos habían militado en la Resis-

tencia, siendo el resto funcionarios que habían aceptado el fascismo. Pero la cuestión más Eave era, sin duda, la relativa a la Monarquía. Titubeante y, al mismo tiempo, convencido de su popularidad, el rey Vittorio Emanuele tardó en abdicar en su hijo Umberto hasta tan sólo unas semanas antes de jugarse su destino en un referéndum. Celebrado éste en junio de 1946 la República obtuvo el 54 por 100 de los votos, pero una buena señal de la desarticulación política delpaís fue la victoria de la Monarquía en toda la mitad sur de la península.

Un país lleno de contradicciones Precisamente la forma en que se planteó la cuestión del régimen constituyó una prueba de la habilidad política de Alcide De Gasperi. Bte no aceptó que la cuestión fuera dirimida por la fuamblea Constituyente, sino que la reservó para un referéndum en que la Democracia Cristiana no se jugaba su destino (tres cuartas partes de sus dirigentes eran republicanos, pero las masas votantes eran monárquicas). Su partido no había nacido como el resultado de una conspiración clerical y vaticana, sino con independencia de estos medios a los que, sin embargo, se impuso como solución ante el peliEo de la izquierda. Pero De Gasperi, siempre interesado anie todo en fundar y mantener la estabilidad de un Btado democrático, definió a su grupo, en un sentido de ruptura con elpasado confesional, como un partido de centro que se mueve hacia la izquierda. Siempre reformista, De Gasperi, sin embargo, nunca dudó de que elmarco en que había de desanollarse el sistema económico debía ser el del mercado; de ahí que las medidas de reconsfuucción quedaran en manos del liberal Einaudi. Las primeras elecciones, que tuvieron lu-

gar al mismo tiempo que elplebiscito, testimoniaron un cambio decisivo en la vida política italiana.Lafuerza política que obtuvo más votos fue la Democracia Cristiana (35 por 100), seguida por los socialistas (20 por 100) V por los comunistas (19 por 100), mientras que los liberales, el grupo más importante de la época prefascisia, quedó reducido a tan sólo el7 por 100. Pero más importante que los porcentajes era el cambio de tono de la vida política que pasó a ser de masas. Eso es lo que explica la marginación de los pequeños grupos intermedios.

el año 1945 el poder político pasó de quienes habían colabotado con el fascismo a sus opositores. Aniba, Togliatti, Pagetta, Longo y Amendola. Abaio, una foto de familia del Gobierno de Alcide de Gaspefi

En

En adelante la vida italiana estaría principalmente en manos de dos poderosísimos partidos capaces de una penetración capilar en la sociedad: la Democracia Cristiana, que utilizó en su favor a las organizaciones del apostolado hasta eipunto de dotar a la lglesia del mayor grado de influencia que había tenido en un siglo, y el partido comunista, que se hizo con el dominio de la principal centrai sindical -la CGIL* aparte de muchas otras organizaciones sociales. El partido socialista acabó marginado a un tercer puesto debido a su división interna. Nenni mantuvo durante estos primeros años de

ELECCIONES PARLAMENTARIAS ITAL¡ANAS DE ABRIL DE 1948 (Cámara de los Diputados)

Democracia Cristiana Frente Democrático Popular (comunistas) Social¡stas Bloque Nacional Part¡do Monárquico Otros Z 7 Porcentaie de votos

República una política de unidad con los comunistas y una política exterior que se inclinaba por una solución que no fuera occidentalista ni estalinista, lo que le perjudicó de manera grave. En enero de 7947 el par-

tido se dividió en dos, permaneciendo

El gobierno formado después de las elecciones fue tripartito, con Ia colaboración de los tres principales grupos salidos de las ur-

nas. Pero estaba destinado a durar poco aunque tuvo el mérito de pilotar el cambio constitucional. La elaboración de una nueva ley fundamentalfue lenta y no careció de contradicciones por la superposición de doctrinas diversas. Además, buena parte de sus preceptos (por ejernplo, los relativos a la descentralización) quedaron remitidos a un futuro que resultó muy remoto. Pero la Constitución resultó duradera, tuvo el mérito de ser aceptada por sectores muy distantes desde el punto de vista político y acabó influyendo en otros textos constitucionales, como el español de 1978. Una prueba de las cesiones que debieron hacer los partidos fue que el partido comunista acabara aceptando la constitucionalización de los pactos lateranenses suscritos en 7929 entre el Vaticano y el régimen fascista. Sin embargo, las diferencias entre los tres grandes partidos eran tan grandes que acabaron por estallar a mediados de 7947 , siendo el detonante los sucesos del este de Europa. Hay que tener en cuenta que seguía presente eltemor a una evolución revolucionaria: el propio PCI, que había colaborado en la redacción de la Constitución de un modo tan decisivo, proponía políticas contradictorias de tono revolucionario, como la unificación en un solo partido proletario o Ia colaboración exclusiva entre socialistas y comunistas. Por otro lado, la herencia de la Resistencia hizo que siguiera existiendo una situación potencialmente revolucionaria en no pocas regiones. A estos incidentes sociales hay que sumar la recogida de un elevadísimo número de armas (unos 200.000 fusiles) en estos primeros años republicanos. Socialistas y comunistas llegaron a justificar el golpe de Praga en 1948 aduciendo que en aquel país esos dos mismos partidos suponían más de la mitad de los escaños parlamentarios.

al

lado de la tendencia socialdemócrata del liberal humanista, Saragat, casi la mitad de Ios diputados y un porcentaje mucho menor de afiliados. Fueron vanos los intentos de Pertini por mantener la unidad del partido cuyo sector mayoritario defendía, además, una posición radical en materia econórnica y nisiquiera tenían un claro rumbo político, dividido en varias tendencias.

Los gobiernos de coalición La respuesta de De Gasperi consistió en pasar delgobierno tripartito a uno cuatripartito, sumando a la Democracia Cristiana los pequeños grupos menores (socialdemócratas, liberales y republicanos) que tenían una clara vocación democrática occidental y, al

Votos republ¡canos (porcentaje sobre votos em¡tidos)

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VENETO Total votos: 23.437.1 43 República: 12.718.641 Monarquía: 10.718.502

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REFERENDUM SOBRE EL REGIMEN EN TTALTA (2-Vr-1e46)

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mismo tiempo, un neto carácter laico. Hay que destacar en este sentido la labor desarrollada por elrepublicano Ugo La Malfa, para quien la situación vivida por Italia en estos momentos, en que por vez primera se intentaba una democracia de masas, era de

asedio y por ello resultaba especialmente obligado enraizar las nuevas instituciones. En enero de 1948 socialistas y comunistas formaron un Frente Democrático PopuIar que acudió unido a las elecciones, celebradas en el mes de abril, cuando todavía no se había bonado el recuerdo de los acontecimientos de Checoslovaquia. El resultado fue una victoria muy clara de la Democracia Cristiana, que obtuvo casi el49 por 100 de los votos mientras las izquierdas extremas se quedaron en el 31 poi 100. Probablemente la clave de estos resultados estaba en que los vencedores habían logrado atraerse

el voto burgués quizá más inclinado en el

pasado hacia

fórmulas más liberales, mientras que socialistas y comunistas habían perdido un 7 por 100 de Ios votos que fueron a parar a los socialdemó-

cratas. Estas

elecciones italianas habían con-

movido al mundo, pero en adelante ya no habría dudas acerca de la permanencia de ltalia en el mundo occidental. En teoría De Gasperi hubiera podido formar un gobierno monocolor porque tenía mayoría suficiente, pero prefirió, sin embargo, muy de acuerdo con Ia que había sido su política anterior, mantener el cuatripartito.

Controversias territoriales Sin duda, un factor que también influyó en el resultado de las elecciones fue que Estados Unidos apoyó la posición del gobierno italiano en torno a Trieste V dqó bien cla-

ro que el mantenimiento de la ayuda ecol0

nómica dependía de que no se produjera el establecimiento de un régimen comunista.

Lo que importa, de cualquier modo, es que cuando se llevaron a cabo esas decisivas elecciones también había quedado determinada definitivamente la posición exterior italiana. No había carecido, sin embargo, de dificultades. Se trataba de un país que era, al mismo tiempo, una nación vencida y un cobeligerante, y había quedado de Italia la imagen del ataque por la espalda a Francia en 1940. Italia, en primer lugar, tuvo problemas altratar de mantener almenos la administración de sus antiguas colonias y sólo Iogró conservar durante diez años Somalia, mientras que Eritrea pasaba a Abisinia y Libia a Gran Bretaña. Además se le obligó a pagar indemnizaciones a Yugoslavia, Grecia y Rusia, pero no fueron de gran magnitud y, de hecho, fueron los norteamericanos los que las pagaron de manera indirecta; también hubo de aceptar una limitación en sus fuerzas militares. Pero, sin duda, para Italia lo más grave fue que se vio sometida a problemas de límites territoriales. Francia reivindicó el valle de Aosta, que ocupó temporalmente en 1945 para acabar abandonándolo tras unos meses. Sobre la región del Tirol del Sur, que era en sus tres cuartas partes de habla alemana, se llegó a un acuerdo en septiembre de 1946 con Auskia, que permitió un rágimen de autonomía. Más dificultoso fue el problema de los límites tenitoriales con Yugoslavia -la zona de Trieste- donde se daba un problema inverso al citado -población italiana en unos límites fronterizos de otra nación- y, además, existía cierta ambigüedad por parte de los comunistas, puesto que era un régimen de estas características el que aspiraba a ser dueño de la zona. La cuestión tardó en resolverse y provocó periódicos estallidos de efervescencia nacionalista en Italia, pero el apoyo occiden-

tal testimonió que habían desaparecido las iniciales prevenciones contra ltalia. El viaje de De Gasperi a Estados Unidos a comienzos de 1947 debe interpretarse como el resultado de esa identificación más que como la consecuencia de una pretensión norteamericana de intervención en los asuntos de la nueva República. La década de los cincuenta a menudo ha sido interpretada por los historiadores italianos como una adulteración deformadora de Ias ilusiones puestas en las nuevas instituciones, pero, en realidad, ello obedece a qtJe Ia hisioria de estos años ha sido hecha por los vencidos y no por los vencedores. En

En el refe¡éndum del mes d9 iultio-de 1946, la República obtuvo el 54 por 100 de los votos. En la foto de aniba, Nenni, Ruini, Vemochi, De Gaspei y Toglialti. Abajo, congÍeso del Patt¡do Socialista ltaliano en 1947

lt

muchos sentidos se podría decir que estos años fueron los más constructivos de la República italiana. Fue cuando quedó diseñada, en definitiva, Ia esencia democrática de las instituciones así como un consenso de partidos en torno a ellas y se sentaron las bases para el posterior desanollo económico. También quedó determinado el puesto de Italia en el orden internacional.

Los años del centrismo Lo primero que es preciso decir con respecto a todas estas definiciones de la República italiana es que se hicieron en un sentido contrario a lo que significaba elcomunismo, que se seguía viendo como un grave peligro. En pleno ambiente poselectoral de 7948 el principal dirigente del PCI fue objeto de un atentado, que provocó

una situación

casi insurreccional en las zonas donde elpartido era más fuerte. A fines dela década de los cua-

renta el

espec-

táculo de guena fría

y

la

las tensiones sociales

intemas, que habían llevado a la

ocupación de tierras en el medio rural, provocaron la fragmentación del sindicalismo, con Ia creación de un sindicato afín al mundo cristiano y de otro a favor de los socialistas. Ese clima contribuye a explicar que en estos años se produjera cierta congelación institucional y un proceso que luego se consi-

l2

deró como clericalización. Parece indudable, sin embargo, que se debió a la voluntad espontánea de las clases medias burguesas y no a una especie de conspiración. La fórmula gubernamental siguió siendo en cuatripartito, aunque sujeto a variaciones y matices. La Democracia Cristiana, en que cadavez se hacía más presente la existencia de diversas conientes, siempre contó con el apoyo de los republicanos pero sus aliados mantenían a veces políticas significativamente distintas. Los liberales, dirigidos por

Malagodi, representaron cada vez más los intereses de la gran industria (una escisión por Ia izquierda delpartido llevaría a la creación delpartido radical) mienkas que los socialdemócratas mantenían una posición de reformismo social. Sin embargo, el hecho más nuevo de comienzos de los cincuenta fue la reaparición de la extrema derecha articulada en dos movimientos -el Movimiento Soziale ltaliano, MSI, y los monárquicos- que anebataron una parte del voto democristiano en las grandes ciudades del Sur. El clima de la guerra fría también influyó de manera importante en elseno de la propia DC, en donde surgieron tentaciones de romper con la coalición centrista o incluso de aceptar la colaboración de Ia extrema derecha. El Vaticano e incluso la embajada norteamericana parecían decantarse hacia esta solución mientras que De Gasperi se mantuvo en la más estricta defensa de la posición de colaboración con todos los pequeños partidos del centro. Precisamente la presentación de una nueva ley electoral en el verano de 1953 pretendía hacer perdurar la fórmula centrista. La disposición introducía la posibilidad de emparentamiento entre varias listas electorales y, en el caso de que un sector político emparentado alcanzara más del50 por 100 de los votos, eso Ie atribuiría dos tercios de los escaños.Laley hubiera permitido la perduración durante muchos años de la fórmula centrista pero, sin duda, tenía el grave inconveniente de recordar 1o que hizo Mussolinien los años veinte y fue inmediatamente calificada como truffa (tramposa). Lo peor fue que acabó por dividir a los partidos gobernantes. En las elecciones de 1953 a los partidos de centro en torno a la Democracia Cristiana les faltaron apenas unos 60.000 votos para lograr ese 50 por 100 que les habría otorgado una confortable mayoría de dos tercios. La Democracia Cristiana perdió ocho puntos porcentuales y la extrema derecha sumaba en su conjunto unos trece. La consecuencia de estos resultados fue la retirada del amargado De Gasperi, que no tardó en morir en elverano de1954. A pesar de todo, la fórmula política de Gobierno que se siguió practicando en los años sucesivos fue, con matices, idéntica aunque en ocasiones el apoyo de los partidos laicos fuera externo algobierno. Pero el talante de algunos de los sucesores de De Gasperi, como Pella, Scelba y Segni, era

PROTTIARI

En las primeras elecciones que se celebraron después de la guena, Ia fuerza política que obtuvo más votos fue la Democracia Cristiana. Aniba y abajo, carteles propagandísticos de algunos de los partidos en liza

t3

más conservador. En el período entre 1953-58 hubo seis gobiernos, lo que testimonia una inestabilidad que venía multiplicada por el hecho de que en la Democracia Cristiana eran patentes hasta cinco corrientes distintas. Este fue el período en que el partido, bajo la secretaría de Fanfani, se organizó, vertebrando masas ciudadanas gracias a sus vínculos con la Acción Católica, que contaba con más de dos millones y medio de afiliados, y merced a una arnplia penehación en la vida social a través, por ejemplo, de la asociación de cultivadores directos en el campo.

La «apertura a sinistra» Tras Ia desaparición de De Gasperiy Ia retirada de oko de los grandes líderes de los momentos fun-

dacionales, Dossetti, se produjo

un importante

relevo generacional. En esa segunda genera-

ción de dirigentes democristianos la preocupa-

ción social

se

acentuaba y ello

sin duda'contribuyó a facilitar en el período posterior la llamada aDertura apertura a sinistra. Pero fueron otros factores los que la prepararon. Los comunistas experimentaron una crisis como consecuencia de la invasión soviética de Hungría en 7956. Togliatti, sin duda ellíder más destacado delcomunismo en la Europa occidental de entonces, acuñó la tesis de que existía una yra italiana al socialismo, para desvincularse de lo que venía sucediendo en el este de Europa. Pero era todavía demasiado pronto paraque ese tipo de heterodoxia fuera aceptada por las fuerzas democráticas, lo que hizo que el PCI permaneciera aislado. Más decisiva fue la evo-

t4

lución experimentada por el partido socialista que, como consecuencia de la política unitarista seguida por Nenni, había perdido el primer puesto en el seno de Ia izquierda italiana y, con á1, el mayor peso en el mundo sindical. Ya en 1955 Nennise dijo parti-

dario de la ampliación de los gobiernos democristianos hacia la izquierda. Ese mismo año hubo una premonición de que esto podía producirse cuando el candidato oficial de la DC a la Presidencia de la República fue sustituido, gracias a los votos lalcos y socialistas, por un representante de la izqu\erda delpartido, GiovanniGronchi. En términos políticos, el final de Ia época de los cincuenta representó una fase de transición, por la inestabilidad y la sensación de que los demócratacristianos no querían apoyarse en la derecha pero tampoco se decidían a colaborar con la izquierda. A estas alturas ya estaba resuelta la cuestión del alineamiento de Italia con el mundo occidental. En octubre de 7954 quedó definitivamente solucionada la cuestión de Trieste, que había hecho reverdecer tensiones nacionalistas de antaño. El apoyo occidental contribuyó en una proporción significativa a que Italia obtuviera la mayor parte de la población y del tenitorio en disputa. El reparto con Yugoslavia se hizo atendiendo a la frontera lingüística y étnica, y resolvió la última cuestión pendiente en relación con la etapa bélica. También habían desaparecido los últimos temores de los aliados occidentales con respecto a Italia. Truman, por ejemplo, había llegado a juzgar a Italia como un país poco merecedor de ser aliado y al que no cabía otorgar ningún papelrelevante en elsistema de alianzas defensivas occidentales. Esa posición coincidía con actitudes de fondo respecto a la política exterior de una parte de los grupos políticos italianos con vocación neutralista o de ausencia de compromiso con una gran potencia (a fin de cuentas el llamado Pacto de Acero con Hitler había justificado la entrada en Ia segunda guena mundial). Sin embargo, la política de De Gasperi muy pronto se identificó con el mundo occidentaly bajo la égida del ministro de Exteriores, conde Sforza, en 1949 se alineó con la OTAN y en 1952 con la Comunidad del Carbón y delAcero, de la que luego surgiría el Mercado Común. No se puede decir que De Gasperi fuera un europeísta tan temprano como Schuman o Adenauer, pero se incorporó a tal ideario a la altura de comienzos de los años cincuenta. Es significativo que el tratado fundacional del Mercado Común fuera suscrito en la propia Roma enmarzo de7957, como reconocimiento al papel desempeñado por Italia en la gestación de la unión económi-

ffi.

Amintore Fanfani Íue elegido secretario general del Partido Demóc¡ata Cristiano en el mes de julio de 1954

ca. Por otro lado, con el transcurso deltiem-

po se fue produciendo una evolución del resto de los grupos políticos no pertenecientes a la coalición gubernamental hacia posiciones semejantes. En 1955 los socialistas, cadavez más lejanos delunitarismo con los comunistas, aceptaron la OTAN y aunque se abstuvieron respecto al Mercado Común

aceptaron, sin embargo, el Euratom. Los propios dirigentes sindicales de inspiración comunista no tenían inconveniente en considerar positiva la nueva organización, a pesar de que los propios inspiradores del partido la identificaban con el capitalismo.

Sin la menor duda, el Mercado Común constituye una de las razones que permiten

explicar el desarrollo económico italiano a partir de finales de los años cincuenta, celebrado como sise tratara de un auténtico milagro. El volumen y la rapidez del crecimiento italiano durante la época merecen esta denominación puesto que entre 1958 y

1963 la tasa anual de crecimiento, del orden de casi el 7 por 100, fue superior a la alemana y sólo inferior en todo el mundo a la japonesa. Hasta el período abierto con esa primera fecha el crecimiento había permanecido alrededor del 5 por 100.

El despegue económico Toda una serie de precondiciones contribuyó a hacer posible el despegue económico italiano. Hubo, en primer lugar, un período de reconstrucción en que se combatió la inflación y se estabilizó la moneda. De Gasperi siempre consideró que debía dejar en manos de economistas liberales o relacionados con los altos medios financieros la cartera de Hacienda y eso fue, en definitiva, Io que hizo entregándosela a Einaudi. Era la forma de asociar al tripartito un cuarto par-

l5

tido (el del dinero). Pero si de esa manera se asentaron las bases de una economía de

mercado hubo también otros factores coadyuvantes. Elprimero de ellos fue la aportación de la

ayuda americana, proporcionada principalmente a través del Plan Marshall. Italia recibió algo más del 10 por 100 del monto totalde esa ayuda, cifrable en unos 3.500 millones de dólares en el período 7943-7952, de los que la mitpd eran donativos, Eso permitió iniciar la reconskucción y emprender una serie de inversiones en las áreas más deprimidas. La Cassa del Mezzogiorno pudo renovar las infraestructuras delSur deprimido, lo que por un lado fomentaba el clientelismo político y por otro favorecía de manera indirecta a la industria delNorte creando un mercado más amplio. La reforma agraria desanollada también en algunas zonas del Sur (principalmente, en Calabria) af.ectó a unas 750.000 hectáreas y supuso la instalación de

110.000 familias, pero el verdadero cambio

en el medio

agrícola se produjo como consecuencia de la masiva emigración del campo a la ciudad. A comienzos de los sesenta, aun

habiendo au-

l6

mentado la productividad agrícola, el mundo agrario sólo representaba el 13 por 100 de la renta nacional. Elcrecimiento italiano, a partir de estas premisas, fue producto de una serie de circunstancias que van desde la existencia de una mano de obra barata (y afectada gravemente por elparo) hasta la apertura de la economía a los mercados exteriores gracias a la desaparición del proteccionismo. Enhe 1950 y 1970 se ha calculado que, mientas la renta francesa y británica sólo creció un tercio, la italiana se multiplicó por 2,3. El papel dei Btado en este proceso fue importante y, almismo tiempo, peculiar. Contibuyó a crear la infraeskuctura necesaria en el Sur a tavés de esas inversiones ya mencionadas, pero tambián Eacias a las empresas públicas procedentes del intervencionismo de la era fascista

que no sólo no desaparecieron sino que incluso llegaron a verse aumentadas. El IRI (lnstituto de Reconstrucción Industrial) era la segunda empresa europea y gracias a la reforma de la siderurgia proporcionó los instrumentos para disponer de ese acero barato que hizo posible la civilización del Fiat 600, Una modesta empresa de explotación del gas delvalle del Po se convirtió en una gigantesca corporación petrolífera capaz de obtener en buenas condiciones yacimientos a explotar en el Medio Oriente (ENI: Ente Nazionale dei ldrocarburi). Pero elcrecimiento indushialitaliano no fue obra tan sólo de gerentes de empresas públicas (Sinigaglia en la siderurgia y Matteien Ia petroquímica), sino tambián de grandes empresas privadas dedicadas a la exportación, aparte del consumo interior (además de Ia Fiat, el material de oficina de Olivetti o los electrodomésticos de Zanussi). No hubo, por tanto, una verdadera planificación puesto que el llamado Plan Vanoni (1954) nise aplicó ni supo prever la evolución italiana. Elresultado, de todos modos, fue impresionante, afectando a la sociedad italiana de manera decisiva. El cambio más espectacular estuvo constituido por la modificación en la distribución de la población. En los años cuarenta y cincuenta la emigración transatlántica ofreció un saldo negativo superior al millón de personas; después de esta fecha la emigración se dirigió principalmente a Europa, en especial a Alemania y Suiza. Más decisiva todavía fue la emigración desde el medio rural al urbano: en Ia década de los cincuenta más de diez millones de italianos cambiaron de residencia. El espectáculo de los cambios sociales producidos como consecuencia de este proceso migratorio se aprecia, por ejemplo, en la película de Visconti Bocco e i suoi fratelli. Precisamente en esta época la cultura itaIiana, amenazada como Ia de tantos otros países por un proceso de homogeneización creciente tuvo un último baluarte de identidad en el neorrealismo. Tuvo este movimiento su expresión tanto en la cinematografía (De Sica, Rossellini, Visconti) como en la literatura (Levi, Pratolini, Pavese) e incluso en la pintura (Guttuso). No se puede decir que obedeciera a ningún registro ideológico específico pero resultó coincidente con una influencia muy destacada delmarxismo en el mundo intelectual italiano de la pos-

guerra, fundamentalmente

a

través de

Gramsci. Sólo a partir de los años sesenta y

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ú1timo

rincón.

se producen las noticias, la infor-

mación es mucho más cercana, detallada e interesante.

ffiDiario16

más definitivamente en los setenta se produjo un cambio tendente a favorecer una innovación vanguardista. Mientras tanto, a fines de los años cincuenta se apreciaban indicios de cambios importantes también en la Italia política. Las elecciones de 1958 supusieron un retroceso de esas tendencias de extrema derecha surgidas a comienzos de la década. Tanto la Democracia Cristiana como elpartido socialista incrementaion levemente su número de votos mientras que el partido comunista parecía estancado. Pero lo más significativo desde elpunto de vista político fue el hecho de que resultara creciente la influencia de los sectores de izquierda en el seno del primer partido y de aquellos que no querían ningún contacto con los comunistas en el segundo. Ambos hechos nos remiten a la posterior evolución de la política italiana.

mayoría de los europeos occidentales, siguió teniendo hasta los años setenta una voluntad de hegemonía, de acuerdo con las tesis de Gramsci, que Io hacían ajeno al sistema democrático. Pero este sólo era el primero de los rasgos de la política italiana. Más importante era que estas características en el segundo partido del país suponían la imposibilidad de la alternancia, de tal modo que la exptesión bipartidismo imperfecfo no resulta correcta para el caso italiano por 1a imposibilidad de uno de los dos grandes partidos de acceder al poder. Lo que había. en realidad, era una fragmentación y polarización que, combinada con los demás rasgos. hacía que la política italiana siempre tuviera como eje permanente a la Democracia Cristiana, pero que pudiera oscilar hacia fórmulas diversas sin llegar a una verdadera alternancia radical. Ese posible juego de variables alianzas políticas tenía una consecuencia importante para la vida interna de los partidos en cuanto que contribuía a dividirlos en tendencias divergentes por motivos de carácter esencialmente táctico, cuando no personalista. Lo cierto es que las posibilidades de maniobra eran reducidas porque también resultaba inviable una modificación de la Constitución, que reprodujera el consenso logrado en 1948 para lograr un cambio en el funcionamiento de las instituciones. En Italia hubiera sido imposible una mutación en sentido autoritario como la que se produjo en Francia en 1958. con la llegada de De Gaulle, que fue interpretada poco menos que como Ia vuelta alfascismo. Esta explicación previa resultaba precisa para tratar de entender el llamado centro-si-

Los años del centro-sinistra A mediados de los años cincuenta el sistema político italiano se podía considerar perfilado de una manera definitiva. Como el resto de los países de Europa occidentalesta definición se hizo de acuerdo con elmodelo democrático, pero con unas peculiaridades muy marcadas que casi se pueden definir como únicas. El peso específico del partido comunista, favorecido por la etapa inicialen que el partido socialista consideró como esencial la colaboración con é1, marcó de un modo irreversible el sistema político italiano. Aun siendo el grupo político de esta significación más proclive a Ia autonomía que Ia

Aldo Moro Este político italiano, que fue primer ministro de ltalia en cinco ocasiones (1963-64, 1964-66, 1966-68, 197 4-76 y 19761, nació el 23 de septiembre de 1916 en Maglie y, tras ser secuestrado, murió asesinado el 9

de mayo de 1978. Estudió Derecho, fue profesor en la Universidad de Bari y publicó varios libros sobre temas legales. También fue presidente de la Federación Universitaria Católica Italiana entre 1939 y 1942. Después de la Segunda Guerra Mundial, tuvo varios puestos de importancia en la administración, antes de llegar a ser secretario de Democracia Cristiana en 1959. Tras su último mandato como primer ministro en 1976, siguió ejerciendo gran influencia desde la presidencia de Democracia Cristiana a la que accedió en ese mismo año. El 16 marzo de 1978 fue secuestrado por las Brigadas Rojas y a los dos meses fue hallado muerto en un callejón de Roma. I I

Aldo Moro fu9 n1iryer ministro de ltalia en cinco ocasiones. Aniba, dutante unas jornadas organizadas por la Democracia Cristiana española, es saludado por Joaquín Ruiz Giménez. Abajó, Moro ttaá su asesiiato

l9

nistra, que cubre desde los años finales de los cincuenta hasta el final de los setenta. Definido el sistema político en sentido democrático y aceptado como tal por los socialistas, se abría ahora la posibilidad de intentar un tipo de alianzas diferentes de las precedentes, Io que habría contribuido de forma decisiva al aislamiento y a la posterior evolución de los comunistas. Elproceso mediante elcualse llegó a esta fórmula fue muy complicado y requirió una larga preparación a la que obligaban a\avez las desconfianzas existentes entre los dos grupos fundamentales que practicaron esta colaboración política y el juego de corrientes en su seno. En elcaso de la Democracia Cristiana las dificultades provinieron fundamentalmente de los medios clericales relacionados con el Vaticano. Por eso la explicación de la definitiva decantación del partido hacia la colaboración con los socialistas

ha de

ponerse

en relación con elpontificado de Juan XXIII, que, ya en su etapa de arzobispo de Venecia, había expresado sus buenos deseos

respecto del Congreso cele-

brado en esta ciudad por los socialistas

y lue-

go mostró cercanía

a

su Fan-

fani, principal lÉ der de la tendencia izquierdista democristia-

na. La Mater et Magistra (1961) y, sobre todo, la Pacem in terris (1963), dirigida esta última a todos los hombres de buena volunfad mostraba coincidencias en materias como la programación económica con un mundo hasta ahora lejano como era el socialdemócrata. No fueron, sin embargo, tan sólo sectores clericales los que pusieron dificultades a esta colaboración, sino que la propia estrategia de la tensión favorecida alternativa o coincidentemente por los misinos o los comunistas contribuyó a crear problemas complementarios. En el liderazgo democristiano el papel de precursor le conespondió a Amintore Fanfani, que presidió entre 7958y 1962 tres gobiernos de los que tan sólo el tercero tuvo un apoyo indirecto de los socialistas.

Fanfani, que había sido el propugnador de la fórmula de acercamiento a la izquierda y que en un momento inicial llegó a concentrar en sus manos la Presidencia del Consejo, el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Secretaría general delpartido, acabó siendo desplazado por Aldo Moro, principal dirigente de Ia tendencia denominada de los doroteos, mucho más cauta al principio respecto de la colaboración con los socialistas aunque finalmente dispuesta a ella, y siempre dúctily hábil negociadora así como moderada de talante; el sector derechista del partido quedó reducido a tan sólo una quinta parte de sus representantes en los Congresos. Importa recalcar, en fin, que para la DC se acabó por imponer el centro-sinista en un momento en que su potencia electoral sufría un relativo declinar en favor de los liberales y en que el aspecto más positivo de su gestión anterior, eldesanollo económico, iniciaba una crisis. Pero para la gestación del cenho-sinistua no hubo sólo problemas por parte de la DC sino también de los socialistas. Tampoco en este caso resulta posible desligar el entomo de la evolución política que hizo posible el centro-sinistra: el principal dirigente socialista, Pietro Nenni, puso en relación la presidencia de Kennedy con su compromiso de no abandonar la OTAN. Por otro lado debe tenerse en cuenta también que en el socialismo italiano no hubo un Bad Godesberg. como en elcaso de Alemania. Eso es 1o que explicaba que al poco de producirse 1a fórmula del centro-sinistra surgiera una inmediata escisión del PSI. En 1964,25 de los 87 diputados socialistas formaron un gmpo, el Partido Socialista de Unidad Proletaria. que se situó en la extrema izquierda del espectro político. Los socialdemócratas y los socialistas aprovecharon la ocasión para unirse, pero esa unidad resultó muy efímera. En 1964la izquierda de la coalición del centro-sinistra había logrado la Presidencia de Ia República en la persona del socialdemócrata Saragat, pero en las elecciones de 1968 los socialistas unificados permanecían estancados en tan sólo un 14 por 100 del voto; en realidad Ia unidad de ambas tendencias apenas si duró tres años. Por si fuera poco ya se había demostrado en estas fechas que en no pocas materias (escuela, divorcio, organización regional...) tenían diferencias de mucha importancia con la DC. El centro-sinistra tan sólo se convirtió en una coalición orgánica a la que se denomi-

Aniba, Pieto Nenni, líder del Partido Socialista ltaliano (PSI) al lado de un jovencísimo Felipe González. Abajo, grupo de tenoristas de las Brigadas Rojas, las cuales fueron Íinalmente desarticuladas por la Policía

2l

nó iteversible en la primavera de 1963 bajo la primera Presidencia de Moro, con Nenni como vicepresidente, que se prolongó en otras dos posteriores hasta el otoño de 1968. La verdad es que el carácter novedoso y prometedor de esta fórmula política quedó cuestionado por la práctica política cotidiana: los factores contradictorios en elseno de la coalición gubernamental eran muchos y el rasgo más característico de Moro como político era su radical pesimismo que parecía condenarle a la inacción. Elresultado fue Ia práctica del no gobierno. Apenas existieron disposiciones aprobadas por el Parlamento, pues algunas de las más decisivas fueron anteriores a la entrada de los socialistas (la nacionalización de la industria eléctrica) y otras sólo pueden entenderse desde la perspectiva del impacto del 68. La reforma regional, que los socialistas habían exigido y había tropezado con la dificultad de que no la querían aplicar formando gobiernos de coalición idéntica a la nacional, tardó mucho tiempo en llevarse a la práctica (hasta 7972). Resulta de interés hacer mención alpapel desempeñado por el principal elemenio de la oposición política en la Italia de Ia época, el PCI. En los años sesenta se produjo en este partido, como en el resto, un proceso interno en el que perdió una parte de sus masas y se convirtió en una maquinaria de poder. Los grandes beneficiarios del usufructo del poder fueron sin duda los democristianos, a los que se sumaron pronto los socialistas. De todas maneras en esa burguesía de Estado que era la clase dirigente también le conespondía, gracias a sus votos, un papel relevante alpartido comunista. Es verdad que la coalición del centro-sinistra lo

aislaba pero también lo legitimaba como receptor de los deseos de cambio y de protesta de la sociedad italiana. Por otro lado, ya desde los años sesenta, después de la muer-

te de Togliatti (1964) no dejó de ofrecerse como posible elemento aglutinador de una mayoría alternativa aprovechando cuaiquier ocasión para distanciarse de Moscú (como. por ejemplo, el caso de la invasión de Checoslovaquia en 1968) y manifestando una clara impregnación de la política democrá-

tica. En conjunto esa política, aunque de una manera lenta y muy gradual, le resultó muy positiva. En mayo de 1968 superó la barrera del26 por 100 de los votos. Desde esta fecha hasta el final de la década de los setenta ya no dejó de uecer y eso hizo posible que se convirtiera en el primer pariido italiano.

La revolución del 68 La llamada revolución del68 tuvo en Italia una particular significación. Se produjo. en primer lugar, en un momento en que se había producido un impasse político grave. cuando la insatisfacción provocada por el centro-sinistra había movido a quienes formaban parte de él a mostrar una profunda inquietud. Los socialistas ahora hacían mención de su voluntad de disimpegno (falta de voluntad) de formar parte del gobierno mientras que Moro formaba su propio grupo dentro de la DC. Por otro lado ia protesta estudiantilfue muy temprana, pues se inició en 1967 aunquetuviera los mismos orí genes que en otros países (universidades con diez veces más alumnos de los que po-

Pietro §andro Nenni (Faenza, 9 febrero 1891-Roma,

I

enero 1980) De origen campesino, se

convirtió primero en periodista y más adelante en político, llegando a ser dos veces ministro de Asuntos Exteriores y varias veces vicepresidente de ltalia. Por organizar una manifestación contra la invasión italiana de Libia en 1911, estuvo en la cárcel, donde conoció a Benito Mussolini. Se unió al Partido Socialista ltaliano (PSI) en 1921. Al año siguiente Mussolini llegó al poder y Nenni le atacó duramente en Avanti, periédico del que era redactor jefe. Intervino en ta Guerra Civil española, ayudando en la fundación de la Brigada Garibaldi. Fue minisho de Asuntos Exteriores en 1947, pero el PSI se dividió y él quedó a la cabeza de la facción más a la izquierda. Entonces se atió con los comunistas, con quienes rompió tras la invasión de Hungría. En 1969 dimitió de su pues-

to en el PSI y en 1970 fue nombrado senador vitalicio.

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Enrico Berlinguer Íue el secretario general del Partido Comunista desde marzo de 1972 hasta su muette

dían admitir). Muy pronto hubo derivaciones de la protesta en el mundo laboral: se produjo un incremento de la afiliación sindical y de su presión unitaria sobre el empresariado y sobre el mundo político. Un rasgo muy característico del impacto del 68 en Italia fue la pronta derivación hacia la formación de grupúsculos de izquierda (como Il Manifesto) y la aparición del terrorismo (atentado de Piazza Fontana en Milán con 16 muertos a fines de 1969; formación de las Brigadas Rójas en 1970). Los años más inestables fueron los transcurridos entre 7968y 1972;luegq tras elimpacto de la crisis económica de 1973, hubo un nuevo recrudecimiento de la acción terrorista a partir de 7974. Elsistema político experimentó a partir de entonces un giro, aunque titubeante y lento, hacia la derecha. Ya en elperíodo inmediatamente anterior y posterior al 68 de las figuras más importantes de la

DC no eran

Fanfani o Moro,

identificadas

con el centro-sinistra, sino Rumor, Colombo o Andreotti. En 7977 el presidente democristiano Leone ob-

tuvo votos de los misinos. para alcanzar su puesto, aunque

los necesitaba. En ro, unortliáX,::'rj:ffil mera vez bajo Andreotti, se produjo un re-

torno hacia la fórmula de los cuatro partidos de la etapa De Gasperi con la vuelta de Ios liberales alpoder. La cuestión del divorcio dificultó Ia colaboración entre la DC y los partidos laicos: la ley, en su redacción definitiva, fue obra de un socialista y un liberal (ley Fortuna-Baslini) y acabó siendo sometida a un referéndum (1974) en que, a pesar de las previsiones, el mantenimiento de la disposición obtuvo una confortable mayoría, próxima al 55 por 100.

24

Elsistema político daba una creciente sensación de anquilosamiento. Las elecciones de mayo de 7972, en que el PCI prosiguió su lento crecimiento mientras que la DC se mantenía en un sólido 38 por 100, parecieron probar que las condiciones de la vida

política no estaban destinadas a modificarse en un plazo corto de tiempo. Eso y el espectáculo de lo ocurrido en Chile, donde un intento de llegar al socialismo apoyado por una porción no mayoritaria de la sociedad había concluido en un golpe de Estado militar, tuvo como consecuencia la enunciación, por parte delprincipal dirigente comunista del momento, Enrico Berlinguer, de la tesis del compromiso histórico, Dirigida principalmente a la DC, de acuerdo con esta tesis era necesario obtener apoyos más amplios que los de los partidos de izquierda para provocar un cambio sustancial en la política italiana. Esta política insistía en la necesidad de mantener de forma estricia los procedimientos demooáticos y venía a ser una especie de signo de complicidad a la DC para que ella misma cooperara a un cambio político en la mayoría gubernamental que algunos de sus dirigentes empezaban a considerar inevitable (por ejemplo. Aldo Moro). Mientras que un cambio de gobierno, en última instancia mínimo, duraba incluso dos meses, Ia única sensación de cambio en lontananza parecía ser la participación de los comunistas en elpoder. Las elecciones celebradas en 7975 9 1976 no hicieron oha cosa que confirmar la prolongación de las tendencias existentes desde hacía tiempo, es decir la permanencia delvoto demócratacristiano y el lento crecimiento del comunista.

Necesidad de un compromiso Sin embargo, el PCI no llegaría en puridad a participar del poder. La máxima aproximación que logró se produjo en los gobiernos entre 1976 y 1979, y su protagonismo estuvo en manos de Andreotti. En ellos por vez primera el PCI no figuraba en la oposición, aunque iampoco estaba en el poder. Para hacer compatible esta fórmula contradictoria se recurrió a un procedimiento característico de ias complicaciones (y también de las sutilezas) de la política italiana. El gobierno, en efecto, se apoyaba en la no confianza de la mayoría de las fuerzas políticas que se abstenían en elmomento de presentarse ante el Parlamentario. De esa manera se trataba de una fórmula de solidaridad nacional que, si por un lado permitía dejar abierta la posibilidad de un ingreso del PCI en el poder, lo sometía no sólo a

Sandro Pettini gozó de gran prestigio dentro y fuerc de ltalia. En

la Íato, es recibido por el rey Juan Carlos

25

cautelas, sino también a la posibilidad de un cambio de coyuntura. Mientras tanto se da-

la política económica. El crecimiento, sin embargo, prosiguió: en el período entre

ban otros indicios de cambio en el panorama político. Fueron pocos los que se produjeron a través de la aparición de fuerzas políticas nuevas, pues, a fin de cuentas, el pequeño partido radical tan sólo animó la poIítica italiana durante un corto período de tiempo. En cambio, empezaron a surgir escándalos políticos relativos a la financiación de los partidos precisamente en el momento en que una ley destinada a emplear fondos públicos para conseguir evitarlo era aprobada por el Parlamento. De momento fue un factor inesperado el que produjo la brusca mutación delpanorama político. En la primavera de 1978 fue secuestrado por las Brigadas RojasAldo Moro, quien permaneció en paradero desconocido durante casi dos meses hasta acabar apareciendo asesinado en un callejón de Roma a tan sólo unos centenares de metros de las sedes de los dos principales partidos políticos. Aunque desde hacía una década el PCI se había convertido en elprincipal guardián de la estabilidad de las instituciones democráticas, Io cierto es que en las elecciones inmediatamente posteriores, se dio una importante disminución del voto conseguido por este partido mienhas que crecía el socialista. La elección de Sandro Pertinicomo presidente de la República contribuyó a dar la impresión de que este partido podía convertirse en una alternativa. Mientras tanto se habían consolidado importantes cambios en elseno de la sociedad italiana. En realidad, aparte de la nacionalización de la industria eléctrica y unos intentos, muy pronto olvidados, de planificación. no se produjo un cambio sustancialen

1963 V 1969 las exportaciones italianas se multiplicaron por más de dos. Es significativo que durante esta década, gracias a 1a emigración rural, desap areciera el problema agrario: tuvo lugar una concentración de la propiedad superior incluso en número de hectáreas a la reforma que se había producido en los primeros tiempos republicanos. La crisis de la energía fue particularmente grave teniendo como consecuencia una inflación de dos cifras y una parcial detención del crecimiento económico. Todavía en 7976la lira sufrió en un año una devaluación del 20 por 100. La crisis, por otuo lado. demostró determinados inconvenientes de la economía italiana. El déficit público era muy superior al de países del entorno por la debilidad política de los gobiernos mienfas que los salarios experimentaban un crecimiento superior al que le correspondía a la productividad como consecuencia de1 establecimiento de escalas móviles de acuerdo con la inflación, logradas a través de la presión sindical. Por oho lado, parece evidente que los importantes cambios producidos en la vida italiana no hicieron desaparecer la fundamental diferencia entre Norte y Sur. En el Sur un tercio de los salarios dependían, de forma más o menos directa. del Estado. Pero si en todo ello había una predominante sensación de estabilidad en otros aspectos se imponía Ia de cambio. L-a mayor parte de las mutaciones producidas durante los setenta tuvo lugar en 1os hábitos 9' en los comportamientos en vez de fundamentarse en el desarrollo económico. La aprobación del Estatuto de Trabajadores. el divorcio, la objeción de conciencta (7972J.

Giulio Andreotti Político italiano nacido en Roma el 14 de enero de 1919. Ha sido u¡o de los líderes del partido Democraciá Cristiana, llegando a primer mi. nistro dos veces en 1972y una en 1976-79. Estudió Derecho en la Universidad de Roma y fue presidente de la Federación de Estudiantes Ca. tólicos. Fue miembro de la Asamblea Constituyente de 1946, subsecretario en el gobierno de Alcide de Gasperi hasta 1953, ministro del Interior con el primer gobierno de Amintore Fanfani. Más adelante llevaría carteras como la de Hacienda (1955-58); Defensa (1959-66); Industria

y Comercio (1966-68). Su primer gobierno (19721, un intento monocolor, duró sélo cuatro meses. Formó su segundo gobierno en el mismo año, haciendo coalición con los liberales y los socialdemócratas. Su tercer gobierno llegó al poder por la abstención de los comunistas, y porque no parecía existir alternativa posible en 1976.

EI

ptimer ministro Giulio Andreotti, Iíder

de Ia Democracia Cristiana, con el presidente Giscard d'Estaing

,n

el voto a los 18 años (1974) o el aborto (1978) constituyeron un testinnonio de cambio semejante alde otras latitudes europeas. Elcreciente papelde la mujer o la reducción de la familia media a tres personas constifuyeron, quizá,la prueba más definitiva de la

homologación de la sociedad italiana

y

el

resto de las europeas. La Italia de los años ochenta puede ser interpretada como un país en que se ha pro-

ducido un permanente conflicto entre

las

posibilidades de renovación y ia permanencia en el inmovilismo. Posible renovación por Ia existencia de una sociedad dinámica e inmovilismo por la realidad de un sistema político que, a finales de los ochenta, había alcanzado lo que parecía ser su límite, aunque parece haber llegado al desenlace, del que todavía se desconocen las consecuencias, en el momento presente. Como en el caso del Japón, ha sido la permanencia de

las estructuras políticas heredadas de 7945 lo que ha creado

una crisis irreversible en las instifuciones democráticas surgidas de la posguerra, realidad que no tiene parangón con nin-

gún otro

caso europeo. El dinamismo de la sociedad italiana ha sido manifestado durante la década de los ochenta en que se ha podido hablar incluso deun nuevo milagro económico italiano.En ef.ecto, el crecimiento ha sido muy elevado, del orden del4 por 100 anual, a menudo el doble del alemán; la contrapartida ha sido

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el mantenimiento de un paro también elevado y de una inflación muy difícil de dominar. Un rasgo muy característico del caso italiano ha sido el hecho de que el crecimiento se ha llevado a cabo merced a la existencia de un sector oculto de la economía dedicado a determinadas ramas de la producción (vestido, cuero, mobiliario...), dedicado a la exportación y poco o nada controlado por el fisco. Ese sector, ubicado principalmente en el centro y el Norte, testimonia la existencia de un empleo oculto y doble que pretende marginarse de un Esta-

do cuyas necesidades fiscales nacen sobre todo de la necesidad de atender a un sur subsidiado. El resultado ha sido una multiplicación de la dualidad nacional y la deslegitimación de las instituciones políticas al margen de las cuales se ha producido este desarrollo. Por otro lado, el peligro que ha tenido este crecimiento ha sido siempre el mismo: el crecimiento más rápido de los saIarios que la productividad. El establecimiento de una escala salarial móvil que la hacía dependiente de la inflación ha conkibuido a ese resultado y, por tanto, ha intentado ser corregida a partir de mediados de los años ochenta.

En el terreno político Ia década de los ochenta supuso un cambio fundamental cuyo origen ya hemos visto en la etapa final de los setenta. En 1979, por vez primera en los tres últimos años, salió el PCI de la peculiar mayoría gubernamental creada por el sistema de voto de no descon{ianza. de esa manera se puede decir que se llegó al reflujo de las esperanzas comunistas. Los resultados electorales confirmaron esta tendencia cuando, por vez primera en mucho tiempo, los comunistas vieron disminuir sus votos a partir de esta fecha. Sólo en 1984 el PCI se situó por encima de la Democracia Cristiana, pero en un contexto que ya resultaba muy distinto del de una década antes en que el compromiso histórico parecía viable. Se trató, ahora, de unas elecciones europeas cuando, además, ya existían otras fórmulas de gobierno muy distintas. Por eso el sorpasso, es decir la superación por el PCI del voto DC, resultó carente de significado y de consecuencias.

Italia, entre la esclerosis y la transformación Lo característico de los años ochenta fue. en efecto, la emergencia de una solución que, aunque en lo esencial resultara muy semejante a las anteriores, ofrecía aspectos en apariencia innovadores. Desde 7978 el partido socialista, animado por una nueva generación de dirigentes que tuvo como principal figura a Craxi, se ofreció como eje de una coalición gobernante que no fuviera reIación ni con elcomunismo nicon la Demo-

cracia Cristiana. Esa fórmula, aunque no marginara de las tareas fundamentales a la Democracia Cristiana, la privó de Ia Presi-

Cabe preguntarse a qué fórmula política se podúa acogq hoy día ltalia para logtar una estabilidad

gu,Qe11

nameitalmínima. Aniba, vista ictual de la-basíIica viticana. Abajo, diiersos carteles electorales en 1990

29

dencia del Consejo al mismo tiempo que banía la llegada alpoder de los comunistas. Según ha escrito un historiador italiano, nació en estos momentos Ia hora de los laicos. Aparte de Pertini, que dotó a Ia Presidencia italiana de un liderazgo moraldelque había carecido hasta el momento, las dos figuras que se identificaron principalmente con este nuevo momento político fueron el republicano Spadolini y el ya citado Craxi. El republicano Spadolinise convirtió en presidente probablemente por el deseo de Ia DC de evitar que lo fuera un socialista. En cierta manera se puede decir que fue un tanto excepcional: frente a Ia habitualgerontocracia de la política italiana su caso fue el de una persona que obtuvo el puesto más importante del ejecutivo tan sólo diez años después de iniciarse en la política, a la que llegó dotado de un presügio profesionalindudable. Su presencia al frente del gobiemo determinó el resultado de las elecciones de 1983, muy favorables para su partido, aunque perjudicó a la ota vertiente laica de la mayoría gobernante, los socialistas. E1 triunfo de Spadolini era indicativo de la exigencia de un nuevo tipo de político que llegó incluso a obligar a Ia anquilosada Democracia Cristiana a recurrir, en los gobiernos circunstanciales cuya Presidencia asumió, a figuras como el tecnócrata Goria. En 1984, Craxi fue el beneficiario de los deseos de estabilidad y de un ejecutivo fuerte, al menos para los términos habituales en Iialia. El dirigente socialista presidió sucesivos gobiernos de una amplia coalición de centro (el pentapartito). Desde 1985 el PSI se instaló en una cuota de voto en torno al 14 por 100, que no sólo era la más alta que

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había conseguido en todo el período republicano, sino que daba la impresión de poder alcanzar al PCI. En 1987 con una Democracia Cristiana en el 34 por 100 y un PCI en descenso hasta el 26 por 100, por vez primera la campaña electoraltuvo como objeto principal de interés la previsión de voto del primer partido y de los socialistas,

y no la posibilidad de que los comunistas fueran inevitables en elgobierno. A estas alturas ya se había imaginado una fórmula para el relevo en la Presidencia. La peculiar inventiva de los italianos para la práctica política de su propio país acuñó eltérmino estafeta para denominar el relevo, previsto en un plazo tasado de tiempo, del dirigente sociaiista por un democristiano. Signo evidente de los tiempos es que el socialismo de Craxi no ponía en cuestión Ia economía de mercado, ni tampoco significaba desde el punto de vista de Ia política exterior ningún cambio sustancial, como en la época de Nenni. Craxi sólo se limitó a expresar alguna reticencia respecto de la política meditenánea de los norteamericanos, principalmente de cara a los países árabes.

Aires de renovación Durante la década de los ochenta hubo algunas pruebas de renovación de1 sistema político italiano, de las que quizá la más importante consistió en Ia renovación del Concordato que hizo desaparecer 1a confesionalidad del Estado y las mutuas interferencias de las respectivas potestades. El referéndum sobre elaborto, celebrado en 1981. testimonió, por otra parte, que, aunque la lglesia siguiera siendo una autoridad moralen ltalia. en esta materia el 68 por 100 del electorado no estaba dispuesto a seguirla. Lo cierto es, sin embargo, que bajo Ia apariencia de algún cambio la renovación poiítica estuvo muy lejos de producirse. Ante la opinión pública y en los medios intelectuales fuvo lugar una amplia discusión acerca de la posibilidad de llegar a una segunda República con instituciones diferentes, pero aunque se formaron comisiones parlamentarias de estudio, no hicieron otra cosa que constatar Ias discrepancias en elplanteamiento fundamental de los partidos más importantes. Por otro lado, los socialistas se inteEaron sin ningún problema en esa burguesía del Estado compuesta hasta entonces primordialmente por democristianos, practicando idéntico tipo de clientelismo. No hubo ni el más remoto indicio de una reforma poiítica en un momento en que las condiciones de desarrollo de la vida política eran muy distintas de las de 1945.Ya no existía esa Italia dividida en dos y penetrada capilarmente por un vigoroso asociacionismo seudo-

partidista, sino una sociedad cada vez más alejada del sistema político, su inestabilidad y su ineficiencia. Italia tenía graves problemas y una parte derivaba de ese sistema político anquilosado. El terrorismo siguió golpeando a la democracia. En Bolonia en 1983 se prcdujo el atentado acaso más brutal de la historia europea con un saldo de más de ochenta muertos. Sin embargo, la policía consiguió poco a poco la liquidación de las tramas fascistas y, gracias a los arrepentidos (pentiti) de las Brigadas Rojas, logró desarticular este movimiento. Pero, como ya se ha dicho, existían también otros problemas que derivaban de la existencia de un sistema político anquilosado que, además, era acosado por Ia corrupción de la clase política de todos los partidos políticos. La Italia de los años ochenta era la del éxito de Benetton o de Armani, pero también la de la logia masónica P2, cuyos afiliados utilizaban en beneficio propio el poder del Estado; la del caso del banquero Calvi; o la de los sobornos de la compañía norteamericana Lockheed. Una nación cuya impresión de dinamismo era bien clara para sus visitantes al mismo tiempo que desvelaba en la lectura diaria de sus periódicos que zonas geográficas enteras del Sur permanecían sujetas no ya a redes clientelares, sino a asociaciones delictivas como la Mafia o la Camorra. De esta peculiar situación se empezó a salir, sin que resultase previsible el desenlace final de los acontecimientos. con el derrum-

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bamiento del comunismo en 1989. En ningún país de Europa occidental tuvieron los acontecimientos de Europa del Este un resultado semejante, lo que testimonia hasta qué punto Italia vivía en un régimen político salido de las consecuencias de la guerra mundial. La porción mayoritaria del PCI se homologó a los partidos socialistas y para la Democracia Cristiana se hizo cada vez más patente la autonomía del factor religioso y la política. Pero, sobre todo, los jueces y la opinión pública, empezando por la prensa, empezaron a convertirse en beligerantes en contra de la vasta confusión entre Io público y Io privado en beneficio de los dirigentes políticos. La dualidad sempiterna entre la Italia del Norte y Ia del Sur se canalizó a través del crecimiento de las ligas, que tuvieron un éxito arrollador en elNorte, mientras que en el Sur parecía resucitar una extrema derecha que siempre fue un signo de identificación, pero que hasta el momento no había desempeñado un papel tan relevante. De este panorama surgió Ia conmoción causada por las elecciones municipales de 1993, en cuya resaca seguimos estando cuando se escriben estas líneas. Elproblema que ahora se plantea ya no es tanto la posibilidad de sustitución del régimen vigente hasta ahora, lo que es un imperativo evidente. Lo que se cuestiona es la viabilidad de Italia como nación y que, en caso de seguir siéndolo, obligaría a preguntarse a qué fórmula política cabría acogerse para lograr una estabilidad gubernamental mínima.

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