Crónica San Juanico yTrosky

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Crónica de San Juanico Garlos Monsiváis

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A las s: 40 horas de la madrugada, aproximadamente, el lunes 19 de noviembre de 1984, "el cielo se encendió de golpe" en San]uan Ixhuatcpec o San]uanico, una colonia popular del Estado de Méxi­ co. Por la fuerza de la explosión en las instalaéiones de Pemex, la primera de siete en cadena, las llamas -se dijo- alcanzan en algún momento los dos kilómetros de altura y vuelan a 300 metros o más jos tanques de acero, de doce metros de largo y 2.5 metros de diámetro, y más de 30 toneladas de peso (hay pedazos de tanque que VIajan cerca de dos kilómetros). El hongo ilumina un ámbito enorme, que inclu­ ye los fl'unicipios de Santa Clarn, Tlalnepantla Ecatepec. (En San]uanico, el gas prov~niente de las refinerías de Poza Rica, Minatitlán, Coatzacoalcos y Azcapotzalco, se almacenaba en dos es­ feras, con capacidad de 1S mil barriles de gas butano, yen 22 tanques salchicha). Según la cronología establecida por Eduardo Barceló (El infierno tiene nombre .. . San Juanico, Editora Moderna, México, ; 198'5), la se­ gunda explosión ocurre a las 5:48 horas. El fuego devasta a San~Juan Ixhuatepec. En muchas casas, todos los habitantes mueren en el ins­ tante, familias enteras abrazadas en la desesperación o aún dormidás. Los demás salen a la calle como pueden, en pijamas, calzoncillos-o absolutamente desnudos, en el pleno estupor de la huída. AJgunos van envueltos en llamas . A las 6:20 horas, la tercera explosión, de alcances mucho mayores. Un tanque "salchicha" se precipita ydes­ truye un garage y un segundo piso. Calor extremo, luz enceguecedora,

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temblores de tierra, ruinas, hoyancos, .110ntañas de ca~cajo y el dilu­ vio "igneo" que arrasa lá.s casas y los enseres, profundi2ja el paisaje de

escombros, lamentos, cuerpos calcinados ::Ientro y fuera de la~ vivien­

das. Humo, polvo, olor omnipresente a gas. El espect~ culo convoca

dI! inmtdiato las asociaciones apocalípticas que locutOres y público

repetirán a lo largo del día: "Esto parece el fin del mll~ c.o" . En los sitios vecinos, hombre:.; y mujeres se arrodilJan :¡ media caile y rezan . A las 6:22 horas acuden los primeros carros de bomberos del Dis­ trito Federal, al mando dd coronel Benito Pérez G on~ález. A las 6:24, la cuarta explosión. Otro tanque "salchicha" cae sobre tres vi­ viendas. A las 6:30, ambulancias del DF Y del Estado de !México . Se inicia la coordinación. A las 7 d~ la mañana, la radio informa de la destrucción de óOC casas. Quinta explosión, menor, a laS )1:03 h'Jras. Siete minutos después, ard.: una esfera de gas butano y Ir lengua de fuego alcanza más de ochenta metros de altura. La radio y la televisión ciifunden testimonios. U no t~pico, el de Hermelinda Gómez Cru Grande de la Villa y la explanada de la estación Indios Verdes del Metro son vastos campos de refugiados. El humo negro de las esferas impregna la·atmósfera de gases tóx:i~os. Eduardo Barcel6 traza conmovidamente un pan'orama del caos: queda hecha trizas la vía del ferrocarril que pasa entre la gasera y las primeras casas delo que alh se llamaba "Cepe" (Ciudad Perdida); los tanques de ga~; empujados por las llamas rebotan amenazando alcanzar las instalacio­ y vehículos ne~ de las gaseras privadas; los autobuses de la Ruta 100 '. Cada zona la de tes habitan los a s particulares se llevan Cipiñado en­

ensangr pies de "revivio" acumula anécdotas del horror: la huella des­ o tados sobre las aceras; las lenguas de fuego que en un segund aparecen personas; el pánico que se multiplica en gritosa lvadd: "Sál­ vense. Todos afuera. Esto va a explotar. Es el fin 'del mundo"; las teas humanas que se revuelcan en la calle sin que nadie pueda 'atiXiliarlas; los bombuos que le solicitan á socorristas y periodistas: "Recen por nosotros"; el zumbido del gas; el silencio de los autobuses atestados; los 200 000 evacuados por el Sistema de Transporte Colectivo; los .I heridos graves y los agon izantes en los hospitales. , Sánchez Mota Ramón A las 8:20 horas, se presenta el general dor goberna secretario de Protección y Vialidad. Minutos después" el del Estado de México, Alfredo del Mazo. A las -9 de la mañ"ana;¡las ,'f

El éxodo

últimas ,explosiones,ya sin consecuencias. A las 10 :30 horas, elpresi­ de'nte delá República, Miguel de la Madrid ordena la ejecución Jel Plan DN 1II. A las 11, el general Mota declard la situa:::ión bajo con­ trol. Los socorristas - cubiertos con tapabocas- entran a las casai, van y vienen, multiplican e:;Plerzos, traen heridos, muertos o solamente, en bolsas de polillfetano, restos mutilados (cuerpos sin .:abeza, ,)ra­ zos, piernas, cenizas). En las calles, aúllan los an~malcs quemados. Los policías Jos sacrifican para ahorrarles sufrimientos. !...os granadero~ controlan la situación y p.vitan el raqueo. Durante 15 horas, soldacios; soclJrristas y policías remuevcn escombros, atitn­ den hericlos, juntan huesos y cenizas, calman como pueden bs int~r, minablcs brotes de r.isteria.]uan Martín C~ávcz, socorrista (del Cuc~o de Socorro Voluntario) le cuenta a Darceló. No nos dejaban pasar, pero corT.O a I