Creacion

March 27, 2019 | Author: Shana Ramirez | Category: Ideologies, Antonio Gramsci, Hegemony, Marxism, Sociedad
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CAPÍTULO 1

CULTURA, CREACIÓN DE SIGNIFICADOS

Gutiérrez Bayardi, José Omar (2003), "Cultura, creación de significados" en Video documental "Un lunar en la ciudad". ciudad". Subgrupos culturales culturales en el Tianguis Cultural del Chopo. — en Universidad de las Américas-Puebla, Escuela de Ciencias Sociales, Departamento de Ciencias de la Comunicación. Interesantes polémicas han surgido a través de la historia acerca del significado atribuido al la controversial término cultura. Dependiendo del paradigma y/o la época histórica en la que nos ubiquemos, "cultura" tendrá un significado diferente y en algunos casos hasta opuesto. Desde la perspectiva clasista burguesa, el enfoque marxista y de la escuela de Frankfurt o de los estudios de sociedad de masas, la cultura es un concepto crucial en el desarrollo del o hombre. A lo largo del capítulo abordaremos los principales enfoques y maneras de entender la cultura y la situaremos en el contexto del presente estudio. Nosotros compartimos la definición de John Hartley, para quien la cultura es "la producción y reproducción de sentido, significado y conciencia. La esfera del sentido, que j as o unifica las esferas de la producción (la economía) y de las relaciones sociales (la política)" (O'Sullivan,1995:87). Al pensar la cultura como un proceso social de producción nos a la concepción de la cultura "como acto espiritual (expresión, creación)u manifestación ajena, exterior y ulterior, a las relaciones de producción (simple 1 cuoa) -0representación de ellas)" (García Canclini, 1982:33). o 75 La cultura es todo producto del hombre que contribuya "a comprender, reproducir o transformar el sistema sistema social" (García (García Canclini,1982:32), es decir no es una simple (,) ....._ r representación de la sociedad, es parte de ella, la reproduce y la transforma. Del mismo , modo, todo hecho socioeconómico está cargado de un carácter simbólico propio de la cultura de una sociedad determinada, lo que particulariza y diferencia las culturas pertenecientes a

distintos grupos sociales, aun cuando existan inmersos dentro de un CD (/) CD r sistema preestablecido. A manera de preámbulo a la discusión que abordaremos, la cultura incluye al arte pero no se limita en él, rebasa los límites de ciertas estéticas convenidas, va más allá de gustos parciales, es mucho más que un simple instrumento de dominación y reproducción social. Abordaremos primero la idea de la cultura como un fenómeno elitista y distintivo, luego estudiaremos la concepción marxista de ideología y el aporte de Gramsci al debate con la introducción del término "hegemonía", así como la organización de la dominación. El concepto gramsciano permitió la aparición del estudio de las culturas populares y a ello le dedicamos un breve apartado. Finalmente, un análisis de la situación cultura actual en el contexto socioeconómico será el punto final de la conceptualización que desarrollamos de cultura.

1.1 La cultura como distinción de clase: ser "culto" Con orígenes en la aristócrata burguesía europea del siglo XIX, "cultura" significó una distinción de clase, una característica de diferenciación que resaltaba el supuesto "buen gusto" y educación de las clases adineradas. Se entiende entonces como símil de las bellas artes, compuesta únicamente por éstas y como tal su expresión es perteneciente sólo a aquellos que tienen acceso a su apreciación, y no en el sentido. Valorativo basado en un nivel educativo o de sensibilidad artística, sino en el que la convierte exclusiva de los círculos aristócratas, que asimilan al arte como parte de su condición, valorada la cultura más como una distinción tradicional que como un fenómeno social. De esta concepción es que aún arrastramos el término "culto" para referimos a una persona que se demuestra "educada" o "refinada" por su amplio bagaje intelectual y extenso conocimiento de las artes o alguna de ellas. No podemos desligar el sentido del uso del término cultura en dicha época sino basados en la relación que surge de la cultura con la concepción que se tenía de lo popular.

El pueblo como sujeto nace al ser, para los ilustrados, verdadero fundamento de una sociedad democrática. Con el surgimiento del pensamiento ilustrado, el pueblo adquiere no sólo importancia, sino que se vuelve la verdad le gitimadora del nuevo concepto de estado, es el actor más importante y sustancial de los gobiernos modernos. Con la propuesta democrática recae sobre el pueblo la importancia y responsabilidad de la elección. Así, el pueblo como tal surge del olvido y el desprecio para convertirse en fundamento. Sin embargo, "a la noción política del pueblo como instancia le gitimante del gobierno civil, corresponde en el ámbito de la cultura una idea radicalmente negativa de lo popular"(Martín Barbero,1987:15). El pueblo es rechazado, su inteligencia cuestionada, se le considera ignorante, supersticioso, atrasado, "inculto". En el momento de su constitución como concepto lo popular adquiere un modo específico de relación con la totalidad de lo social: "la de la negación, la de una identidad que está constituida no por lo que es, sino por lo que le falta" (Martín Barbero, 1987:16). Esta manera de entender lo popular y su papel en la cultura sitúa al pueblo como ajeno al arte y a la verdadera cultura, excluyendo toda posibilidad de inserción en ella y entendiéndola como un bien propio y exclusivo de las clases altas, presente sólo en los conciertos de etiqueta, en las galerías privadas, en las recepciones importantes. En este contexto histórico, se entiende la cultura como la búsqueda de la perfección espiritual mediante el conocimiento y la práctica de las bellas artes, la gran literatura, la música seria, la pintura, y la estética. Perfección que solo podía alcanzar la élite, ya que eran los que poseían la educación, el interés y la relación con los bienes culturales. El total dominio de los medios de producción cultural (aunque todavía no se les denominara como tales), aseguraba el control y la posesión de lo que entonces se entendía por cultura. Jesús Martín Barbero realiza un completo análisis de la concepción de lo popular a través de la historia, en "De los medios a las mediaciones", 1987.

La cultura se piensa como distinción. Se considera a una persona "culta", esto es que posee "cultura legítima" en cuanto "dominio. práctica y saber de los instrumentos de apropiación simbólica de las obras legítimas o en vías de legitimación" (Martín Barbero, 1987:92). Por otra parte, al hacer del campo de la cultura únicamente al arte, se convenía en una uniformidad de patrones creativos y estéticos, que a la vez conformaban una uniformidad cultural. La estética popular observada en sus bienes y productos era concebida como opuesta o al menos ajena a la estética de las obras de la "cultura legítima". Según Pierre Bordieu, es en esta asunción de lo popular en la política, en esta aparición del pueblo como sujeto social cuando "una clase (la dominante) se afirma negándole a la otra su existencia en la cultura, desvalorizando pura y llanamente cualquier otra estética, cualquier otra sensibilidad" (Martín Barbero, 1987:92). Se vuelve un término clasista, elitista, de pertenencia y hasta peyorativo. El pueblo es considerado per se ignorante y sus manifestaciones ajenas a la verdadera cultura. Esta errónea y despectiva concepción de la cultura ha propiciado el continuo y sistemático distanciamiento del pueblo al arte', además de descalificar lo popular corno un elemento componente de la cultura al considerar sus manifestaciones y productos indignos, carentes de valor estético y artístico 3 . Pero las fiestas, artesanías, los cantos, una pintura rupestre, un juguete y la ropa de moda son parte también de las manifestaciones de un pueblo o una sociedad, aunque no sean propiamente productos artísticos. La cultura es entonces un término más amplio que va más allá de los límites de la estética, de la opinión de los críticos o del buen gusto.

1.2 De la ideología a la hegemonía. El sistema educativo ha contribuido a este distanciamiento. Junto con los patrones culturales transmitidos en el hogar, la educación aleja a las clases bajas del arte al colocarla fuera de su cotidianeidad o reducirlo a un mero espectáculo de apreciación (en museos o galerías, pero nunca en casa) . Las manifestaciones culturales populares en este sentido, también son referentes de clase.

Incluso actualmente la concepción capitalista entiende la diferencia como atraso, a lo que haya como única solución la transformación, la evolución cultural mediante la aculturación progresiva en pro de una sociedad global homogénea que deje a un lado las diferencias culturales en pro de necesidades (y consumos) similares. El concepto de ideología fue desarrollado por Karl Marx y pretendió explicar, desde una perspectiva totalizadora, la dominación económica y cultural ejercida por las clases burguesas en el poder sobre las clases populares. Giddens, basándose en la postura marxista, define la ideología como un conjunto de "ideas o creencias compartidas que sirven para justificar los intereses de los grupos dominantes (...) El concepto de ideología está estrechamente relacionado con el de poder, puesto que los sistemas ideológicos sirven para legitimar el poder diferencial que mantienen los grupos" (Abril, 1997:144). En el pensamiento marxista, la ideología supone un "enmascaramiento de la realidad, sobre todo de la realidad socioeconómica de las relaciones de producción y de los propósitos de la clase dominante, en beneficio de los intereses de dicha clase" (Abril, 1997:144). La ideología es un instrumento de la dominación, una herramienta de la que se sirven las clases en el poder para perpetuarlo y hacerlo común a los intereses del resto de la sociedad. La función social de la ideología será la de encubrir las contradicciones de clase para imponer, en un plano intelectual, los intereses del grupo en el poder y atenuar el grado de imposición, hasta hacer lucir el fenómeno como normal. Según Marx, "sobre las diversas formas de propiedad y sobre las condiciones sociales de existencia se levanta toda una superestructura de sentimientos, ilusiones, modos de pensar y concepciones de vida diversos y plasmados de un modo peculiar. La clase entera los crea y los forma derivándolos de sus bases materiales y de las relaciones sociales correspondientes. El individuo suelto, a quien se le imbuye la tradición y la educación, podrá creer que son los verdaderos móviles y el punto de partida de su conducta." (Valenzuela, 1988:14)

Sin embargo, en la propuesta marxista no se aclara "cómo el interés de la clase dominante puede llegar a configurar la cosmovisión de los grupos sociales dominados" (Abril, 1997:144). Por otra parte, en el marxismo "la explicación de la opresión y la estrategia de la lucha (de clases) se sitúa (...) en un solo y único plano: el económico, el de la producción. Todos los demás planos o niveles o dimensiones de lo social se organizan y adquieren su sentido a partir de las relaciones de la producción" (Martín Barbero, 1987:26) De este modo la cultura queda supeditada a las relaciones de producción, relegada a un segundo plano al cumplir una única función, la de asegurar la continuación del sistema dominante. La cultura es entendida por el marxismo como la ideología al servicio del estado opresor y se le extrae todo valor de representación y participación popular. La cultura, entonces, está supeditada totalmente a los procesos de producción y cumple una función únicamente económica, al enmascarar la realidad y hacer más ligeras y soportables las condiciones sociales que obligadamente existen en el mundo capitalista, permitiendo la subsistencia y la perpetuación del sistema económico dominante. A Antonio Gramsci se debe en gran medida el desbloqueo de la cuestión cultural en el marxismo y fue su aportación el dotar de dimensión de clase a la cultura popular. Gramsci acuña el concepto hegemonía, haciendo "posible pensar el proceso de dominación social ya no como una imposición desde un exterior y sin sujetos, sino como un proceso en el que una clase hegemoniza en la medida en que representa intereses que también reconocen de alguna manera como suyos las clases subalternas" (Martín Barbero, 1987: 85). La idea básica de la hegemonía es que "la dominación de clase no se ejerce (sólo) por la imposición de la fuerza, sino a través de la creación y mantenimiento de un espacio simbólico, un ámbito de sentidos socialmente compartidos en el que las distintas clases pueden reconocerse sin conflicto. La supremacía de una clase o grupo sobre los otros tiene, así, la forma de dominio en la medida en que se basa en la fuerza, pero también en la dirección intelectual y moral" (Abril, 1997:146), en la apropiación de sentido y de

significados, de verdades popularmente aceptadas y creídas hasta cierto punto como inherentes a la cultura de una sociedad. El concepto pretende mostrar "como se organizan y se exponen los sentidos, las representaciones y las actividades de todos los días de manera que los intereses de clase del bloque dominante pasen a ser un interés general en apariencia natural, inevitable, eterno y por lo tanto indiscutible" (Sullivan, 1995:173). Las reflexiones de Gramsci que lo llevaron a la creación del concepto de hegemonía, plantean una serie de contraposiciones de intereses y estrate gias en las sociedades contemporáneas occidentales. Por un lado, coloca a la sociedad civil "formada por los organismos vul g armente llamados privados" y por otro a "la sociedad política o estado, a la que corresponde (...) el dominio directo o de comando que se expresa en el estado y el gobierno  jurídico" (Gramsci, 1975:17). "La supremacía de un grupo social asume dos foinias: dominación y dirección moral e intelectual". Un grupo social es dominante sobre grupos enemigos a los que tiende a "liquidar o someter con la fuerza armada", y es dirigente sobre grupos "afines y aliados" (Anderson, 1981:40) A la dominación del estado aparece en oposición la dirigencia propia de la sociedad civil, basada en el consentimiento popular. En estos dos niveles surge por un lado, la dominación coercitiva del estado, y por otro la dirección hegemónica ejercida por las "organizaciones privadas (escuelas, iglesia)". Un sistema he gemónico es aquel en el que "una clase dirige y domina a la totalidad social desde las instituciones de la_ sociedad política (estado-gobierno) y las instituciones de la sociedad civil (estadosociedad)" (Portantiero, 1983:116). La acción hegemónica "sería aquella constelación de prácticas políticas y culturales desplegada por una clase fundamental, a través de la cual logra articular bajo su dirección a otros grupos sociales

mediante

sacrificándolos

la

construcción

parcialmente,

traduce

de

una

sus

voluntad

intereses

colectiva corporativos

que, en

universales" (Portantiero,1983:151).

Gramsci dota en su análisis de un papel protagónico en la cuestión a los intelectuales, ya que considera que "la relación de he gemonía es

necesariamente una relación educativa" (Abri1,1997:146). Para Gramsci los intelectuales son los mediadores que legitiman el proceder de la hegemonía, se encargan de refinar y difundir la visión del mundo de la clase dominante. Incluso llega a asegurar que "los intelectuales son los empleados del grupo dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno político" (Gramsci, 1975:17). Martín Barbero asegura que esta propuesta gramsciana desfuncionaliza el concepto de ideología ya que plantea que no todo lo que piensan y hacen los sujetos de la hegemonía sirve para la reproducción del sistema, sino que se vuelve un complejo intrincado de acciones y efectos que son percibidos de manera distinta por cada actor social. La cultura, en palabras de Gramsci, no es un "producto" monolítico, sino una variedad regeneradora, diferenciada y contradictoria de expresiones culturales (Valenzuela,1988:15). En Gramsci se reconoce la diversidad cultural, la existencia de múltiples culturas y formas de asimilación de mensajes dentro de la hegemonía. "La fragmentación, la heterogeneidad y el conflicto son centrales en la teoría de la hegemonía, ya que la cultura hegemonizada no es nunca un espacio de consenso definitivamente apaciguado, sino un lugar de resistencia potencial de las clases subalternas y de emergencia de las culturas de oposición contrahegemónicas" (Abril, 1997:149). Una política hegemónica, sin embargo, se vale de mecanismos para asegurar el consenso: a) la propiedad de los medios de producción y la capacidad de apropiarse de la plusvalía, b) el control de los mecanismos necesarios para la reproducción de la fuerza de trabajo y de las relaciones de producción, y c) el control de los mecanismos coercitivos. Es justo en medio del control económico y

la

represión

en

donde

se

incrusta

el

poder

cultural

(García

Canclini,1982.39)4. Es mediante el uso de este poder cultural que, según García Canclini, se imponen las noll las culturales que adaptan a los miembros de una sociedad a una estructura económica y política arbitraria (el autor la llama arbitraria en el sentido de que no hay 4 Aunque en los regímenes militares se usa el poder coercitivo como instrumento cotidiano, hay que resaltar, por más obvio que parezca, que es mucho más útil y de considerablemente menor costo social el uso del convencimiento por medio de la producción cultural. razones biológicas o naturales que vuelvan necesaria

una estructura social determinada). También es mediante la cultura que se legitima la estructura dominante, la hace percibir como una foinia natural de organización social; del mismo modo, la cultura encubre la violencia que implica toda adaptación del individuo a una estructura en cuya construcción no intervino y hace sentir la imposición de esa estructura como la socialización o adecuación necesaria para vivir en sociedad.

1.3 La organización de la dominación La propuesta de Gramsci nos invita a poner atención en el proceso, "no toda asunción de lo hegemónico por lo subalterno es si gno de sumisión ni el mero rechazo lo es de resistencia" (Martín Barbero,1987:87), la dominación tiene una organización y los individuos siguen mecanismos generalizables a la sociedad para hacer propios los postulados de la hegemonía, interiorizar los mensajes y repetir conductas. Pierre Bordieu 3 propone un modelo de análisis al proceso (que García Canclini llama "la organización cotidiana de la dominación") e intenta ver corno un capital cultural se transmite por medio de aparatos y engendra hábitos y prácticas culturales. Todo grupo social posee a través de sus costumbres y tradiciones heredadas un capital cultural propio; sin embargo, este capital no es común a todos los integrantes del grupo sino es perteneciente solo a aquellos que cuentan con los medios para apropiárselo (aunque formalmente sean ofrecidos a todos) (García Canclini, 1982:42). La apropiación de este capital cultural estará determinada entonces por la existencia de aparatos culturales, instituciones que "administran, transmiten y renuevan" dicho capital (García Canclini, 1982:42). Aparatos culturales son principalmente la familia y la escuela, pero también lo son los medios de comunicación, quienes actualmente disponen, escogen, eliminan y jerarquizan el capital cultural ofrecido a las audiencias. En Las culturas populares en el capitalismo de Néstor García Canclini. La acción de los aparatos culturales y el capital que ponen al alcance debe "internalizarse en los miembros de la sociedad" (García Canclini, 1982:4 Esta interiorización genera hábitos, o sea sistemas de disposiciones, esquemas

básicos de percepción, comprensión y acción. El hábito es lo que hace que el conjunto de las prácticas de una persona o grupo sea distinto a las prácticas de otro grupo con otro estilo de vida. En la medida en que los sujetos que interiorizaron el capital cultural se hallan situados en una estructura de clases surgirán prácticas, foimas concretas de acción que reflejan el asimilamiento cultural. Es aquí donde se destaca el papel que juega el entorno socioeconómico, la pertenencia a una clase. Un sujeto proveniente de la clase baja vivirá una educación en el hogar muy distintiva de su entorno socioeconómico, del mismo modo, el individuo tendrá acceso (y ni esto es seguro) a una educación pública muy distinta a la impartida por una institución particular. El sujeto recibe distinto capital cultural ofertado por aparatos a la vez distintos a los que alcanzan otro estrato social, preferirá cierto tipo de música, practicará bailes afines y seguirá tradiciones "propias" a la gente de su clase. De la recepción y lectura de los mensajes surgirán hábitos y prácticas culturales distintivas aun cuando el capital cultural transmitido haya sido el mismo.

1.4 Cultura popular Es fácil distinguir dos polos que se oponen y parecen en constante lucha, la clase dominante y las culturas subalternas. Al desaparecer la concepción de lo popular para reducirlo tan solo a una clase social, identificable únicamente en relación con los medios de producción y el papel que desempeña en el sistema, se le eximió al pueblo de toda participación que no fuera la de luchar en contra del establishment o la sumisión acrítica al mismo. Como menciona García Canclini, muchas investigaciones posteriores a Gramsci, empecinadas "en la contraposición de la cultura subalterna y la hegemónica, y en la necesidad política de defender la independencia de la primera" se limitaron a averiguar el papel que ambas desempeñan y "fueron pensadas como exteriores entre si" (Martín Barbero, 1987:86). 6 Autores como García Canclini o Martín Barbero han dedicado su trabajo a explotar la veta teórica que dotó de validez al desarrollo cultural alternativo. Tras la propuesta de Gramsci, surgieron varios autores que identificaron la

necesidad de investigar las culturas populares como interesantes muestras de hibridación y riqueza cultural dentro de un sistema hegemónico. No ahondaremos en este tema demasiado, la literatura relativa al estudio de las culturas populares tradicionales es vasta en el marco de la antropología social. Más adelante, en el segundo capítulo, abordaremos el tema de las culturas populares urbanas, los llamados sublzrupos culturales que han planteado en los últimos años las alternativas de vanguardia en materia cultural.

1.5 Industria cultural y "unidad del sistema" El capital cultural, recordando lo que aportaba al tema la propuesta de Bordieu, no es perteneciente a todos los integrantes del grupo, pero hay ciertos elementos de ese gran capital existente que son distribuidos igualitariamente sin mayor distinción gracias a los medios de comunicación masiva. Estos mensajes

siguen

un

mismo

proceso

de

elaboración,

distribución

y,

generalmente, percepción. 6 Esto se evidencia también en el caso de ciertos estudios antropológicos que, plagados de un romanticismo ridículo, tienen como fin último el rescate de la "pureza" de las culturas populares.. Para un excelente y completo análisis de la situación histórica de las culturas populares indígenas y la exclusión del proyecto de nación que han sufrido en nuestro país véase México profundo de Carlos Bonfil Batalla. También se puede consultar Las culturas populares en el capitalismo, de García Canclini, en donde se analizan tres casos específicos de culturas populares en Michoacán, México. El concepto de industria cultural, desarrollado por la Escuela de Frankfurt pero principalmente por Adorno y Horkheimer, planteó la inserción del sistema de producción capitalista en la creación de bienes culturales. En la ló gica de la incipiente (y abrupta) sociedad de masas de los 40's, los autores afirman que la "unidad del sistema" persiste gracias a un doble dispositivo: "la introducción en la cultura de la producción en serie sacrificando aquello por lo cual la lógica de la obra se distingue de la del sistema social, y la imbricación entre producción de cosas y producción de necesidades, en tal forma que la fuerza de la

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