Cornejo Polar - Ensayo Sobre Los Zorros (Archivos)
November 10, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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UN ENSAYO SOBRE "LOS ZORROS» DE ARGUEDAS Antonio Cornejo Polar
Escrito bajo la extrema tensión producida por el turbio y trágico deseo de morir por mano propia, en contienda con una voluntad de vida cada vez menos poderosa, El zorro de arriba y el zorro de abajo' representa la expresión más incisiva de las cont~ que atenazaron a José María Arguedas. Sin duda personales, estas contradicciones sólo se explican, sin embargo, en relación con conflictos de otra índole: de la sociedad y cultura que Arguedas intentó esclarecer y transformar. Su novela póstuma es suma y síntesis del desgarramiento de esa realidad y de la conciencia que la interpela en busca de un sentido.
La socialización
del yo
Desde sus primeros cuentos, Arguedas aborda el problema de la identidad prop~ero también desde ese momento inaugural entiende que su ser individual depende de las relaciones de pertenencia o. ajenidad que pueda establecer con el mundo. De aquí que la pregunta ¿quién soy? nunca llegue a formularse independientemente de otra: ¿a qué mundo pertenezco? Es claro que la segunda pregunta supone una convicción previa relativa a la insalvable diversidad del lugar en que habita: un espacio quebrado en el que coexisten dos mundos internamente orgánicos y entre sí opuestos y hasta contradictorios; y una creencia, igualmente previa, acerca de la posibilidad de optar por uno u otro, aunque en esa opción intervengan fuerzas no solamente personales. Se trata, como es obvio, del espacio andino -más concretamente, el del Perúque desde la Conquista se bipartió en un polo indígena y otro occidental, distintos inclusive después de haber convivido e interactuado durante cinco siglos. Un hecho biográfico" determina que Arguedas participe conflictivamente de ambos y decida adherirse al mundo indígena. De los tres cuentos de Agua" dos recrean imagiI Buenos
Aires, Losada, 1971. Cf.: Mildred Merino de Zela: "Vida y obra de José María Arguedas», en: Revista Peruana de Cultura, I :l-14. Lima, diciembre 1970. :¡ Las citas de los textos de Arguedas excepto en el caso de El zorro de arriba u el zorro de abajo se refie!'l'11 a sus Obras Completa.' (Lima, Horizonte, 1983). Entre paréntesis se menciona el torno y la página. 1
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nariamente esa opción bajo la figura del niño que se confunde con los comuneros o comparte con ellos la cárcel en una remota aldea andina [1, 76; 113). El tercero -« Warma kuyay--> revela la inviabilidad de ese proyecto personal: al hijo de una familia mistino le basta la voluntad, ni su fervoroso amor por los quechuas, para ser de verdad un indio auténtico, pero esa voluntad y ese amor son más que suficientes para enturbiar y hacer en el fondo imposible su pertenencia al mundo de los blancos. La aventura simbólica del niño en busca de su identidad, que es al mismo 'tiempo la de un mundo donde realizarla, termina trágicamente con la construcción de una metáfora imprevista: la del forastero condenado a vivir «entre gentes que no quiero, que no comprendo [oo.] sobre arenales candentes y extraños» (1, 12). Nada peor, sin embargo, que clausurar la lectura de Agua dentro de los límites dela autobiografía. Aunque es indudable que-sus tres cuentos reconstruyen el sentido de la dramática infancia de Arguedas, todos ellos cumplen otras y más trascendentes funciones: por una parte, diseñan lo que pudiera denominarse la personalidad cultural de Arguedas como personaje de una historia que tanto representa como escribe; por otra, establecen las bases de la imagen del mundo en que sucede esa historia. Se trata de una imagen dicótómica que opone drásticamente el lado indígena aliado occidental del espacio peruano, como formalización primera de una contradición que quedará englobada, pero no resuelta, dentro de una cadena de contradicciones más vastas y complejas. Otros grandes contrastes, como los que enfrentan a las sociedades y culturas tradicionales de la sierra con las extranjerizantes de la costa, según se advierte en Yawar fiesta (1941), e inclusive a la nación Íntegra con las fuerzas del imperialismo, como sucede en Todas las sangres (1964), no sólo preservan en su núcleo la beligerancia originaria entre indios y señores, sino también -aunque ampliada- la imagen de un mundo inevitablemente quebrado y conflictivo". Frente a tales contradicciones, Arguedas insistirá en su opción primera, a favor del mundo indígena, pero no para insumirse en él, como el niño de los cuentos de Agua, sino para extraerlo de su clausura y hacerlo dialogar con todo lo que le rodea. Aunque el símbolo del forastero sigue resonando en la nostalgia íntima de no haber podido ser un indio entre otros indios, un símbolo nuevo viene a ocupar el primer plano: tiene que ver, en sus varias formalizaciones, con la misión de ser «un vínculo vivo, fuerte, capaz de universalizarse, de la gran nación cercada y la parte generosa, humana, de los opresores» [p. 257). De esta manera, el problema de la identidad personal se desliga de su condición originaria para instalarse en el inestable y angustioso cruce de sociedades y culturas que una larga historia de desencuentros ha terminado por separar tal vez para siempre. Arguedas tiene que aposta r a favor, entonces, de otra historia. Esta historia distinta tiene, sin embargo, una realidad precaria: en el fondo, sólo la de quien pueda decir, como Arguedas, que es «un individuo quechua moderno 4 Una des'cripción de este proceso puede encontrarse en mi artículo "El sentido de la narrativa de kvguedas» (Revista Peruana de Cultura; 13-14, Lima, diciembre 1970) reproducido en: Juan Larco (ed.): Recopilación de textos sobre José Mana Arguedas, La Habana, Casa de las Américas, 1976, -
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[...], un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz, habla en cristiano y en indio» [p. 257]. Puesto en estos términos, el problema de la identidad personal se desplaza hacia el de la identidad de todo un pueblo y cambia también -del presente al futuro- el eje temporal del asunto: ahora no se trata de saber quién es cada quien, sino de mostrar en una figura simbólica, la del propio Arguedas, el destino de una nación. Con la personalidad cultural que modeló desde muy temprano, como angustiado personaje que está a caballo entre dos mundos, José María Arguedas asume el rol de representar la utopía del Perú como nación quechua moderna, capaz de respetar sus orígenes y de realizarlos con plenitud y capaz también de asumir, asimilándola, la riqueza de la modernidad. Casi insensiblemente, el yo que buscaba un mundo para poder ser, se convierte en un pueblo-que para ser, para realizar su identidad colectiva, tiene que crear un mundo.
La construcción de un mundo Toda la obra de Arguedas postula la imagen desiderativa de un futuro en el que la realidad coincidirá con los valores que el presente, tenazmente, niega. Se trata de la trabajosa construcción de un mundo nuevo, hecho a semejanza de la aventura cultural representada por Arguedas y con la fuerza y los valores sociales del pueblo indígena. "A nuestro padre creador Túpac Arnaru», un himno-canción escrito en quechua y luego traducido al español por el mismo Arguedas, es la plasrnación más intensa del pcoceso de fundación de esa nueva realidad y de la índole profunda del mundo que se avecina con vigor indetenible. El haylli-taquiexpresa la voz plural de los indios contemporáneos. Arguedas los sitúa en una dimensión histórica: son los runas que han logrado sobrevivir a la opresión secular y que ahora invaden y comienzan a dominar las ciudades que siempre les fueron hostiles, pero también en una dimensión mítica: son los hijos de Túpac Amaru, el gran rebelde, y descienden a través de él del Dios Serpiente, el Amaru primordial. Este ancestro y la experiencia histórica en las ciudades permiten presagiar la inminencia de su triunfo definitivo: no se trata, sin embargo, de la victoria de un movimiento social, aunque ciertamente la supone, sino, como queda dicho, de la creación de un mundo cuya radical novedad no le impide remitirse al antiquísimo designio de los dioses andinos. . El carácter de este mundo (
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