Coquena

 

 

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Profesor:

Héctor Aricó 

Leyenda de Coquena   

Las leyendas son relatos tradicionales que contienen algo de verdad pero que, al transmitirse por vía oral a través de las generaciones, adquirieron rasgos propios de lo fantástico o maravilloso. En cada rincón de nuestro país podemos encontrar leyendas que describen el paisaje o acontecimientos históricos y hasta hechos protagonizados por seres especiales que habitan el lugar. Entre tantas, hemos seleccionado la Leyenda de Coquena,  divinidad protectora de las llamas, las vicuñas y demás animales de la región del noroeste, especialmente en las provincias de Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja.

Las imágenes fueron digitalizadas del siguiente material: Cuentos infantiles; en doce diapositivas color, núm. 8 Coquena, Brittannico Producciones. 

 

 

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Coquena es un dios del noroeste argentino que protege a todos los animalitos de la cacería con armas de fuego. 

 

 

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 Muy poca gente ha visto su cara, pero todos saben que es un hombre chiquito  y saltarín. Usa un gran sombrero que le tapa la cara y un poncho largo hasta los pies. 

 

 

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Cuentan que en un pueblito del cerro vivía un pastorcito muy pobre, que  tenía una sola cabra. 

 

 

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Un día le dijeron que en el  valle los pastos era eran n más  tiernos, y hacia allá allá fue.

 

 

 

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Después de mucho caminar, el pastorcito y su cabrita llegaron al valle.

 

 

 

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Cuando se aproximaba la hora de irse, el pastorcito llamó a su cabra pero ésta había desaparecido. 

 

 

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Desesperado, la buscó por  todas partes pero sólo sólo encontró una pequeña llama que parecía estar perdida.

 

 

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Comenzó a acariciarla y hablarle con cariño, pensando en regresarla a su rebaño. 

 

 

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 Y de repente, la llamita se se convirtió en un hombrecito; era Coquena. 

 

 

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El pequeño dios le ofreció oro y plata, en premio a su bondad; pero el pastorcito le respondió que sólo quería a su cabra. 

 

 

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 Mientras desaparecía, Coquena le señaló una cueva, diciéndole que allí encontraría a su cabrita. 

 

 

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 Así fue que en la cueva, el pastorcito encontró a su cabra y junto a ella muchas monedas de oro, regalo que le dejó Coquena por no ser codicioso.